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DiBártolo-El apego-ExtractoApegoAdultezAPARTE1 PDF
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CAPÍTULO IV
EL APEGO EN LA ADULTEZ
¿Cómo aparecen las representaciones mentales de apego en los adultos? Estudiar los
estilos interpersonales de los niños, y las consecuencias que los patrones de apego tienen en
su desarrollo lleva inevitablemente a la pregunta de cómo persisten estas estructuras mentales
en la adultez.
La investigación en el apego dio un paso trascendental cuando George, Kaplan y
Main (1985) propusieron una manera cualitativamente distinta de evaluar las
representaciones de apego. ¿Cómo pesquisar las representaciones de apego en la adultez?
Observar en forma directa la conducta de apego, generando una situación experimental de
estrés, y observando la manera en que la persona busca consuelo en sus figuras de apego,
Inés Di Bártolo
El apego: cómo nuestros vínculos nos hacen quienes somos
1En la SST con un niño pequeño se puede observar la falta de coherencia en su conducta
cuando luego de una situación que lo estresó -separarse de su figura de apego en un lugar
desconocido- al recuperarla, no la utiliza (evitativo), o no se calma (ambivalente) o se
comporta en una forma extraña o incomprensible (desorganizado).
Inés Di Bártolo
El apego: cómo nuestros vínculos nos hacen quienes somos
que permite con éxito el intercambio comunicativo, debe cumplir con cuatro máximas
básicas:
Libre/Autónoma Segura
Evitativa Evitativa
No resuelto-Desorganizada Desorganizada/Desorientada
La Entrevista de Apego para Adultos da acceso a cómo una persona piensa y cuenta
su historia vincular. Las personas cuyas representaciones son clasificadas como
autónomas/libres o seguras logran hacer de sus experiencias vinculares en la niñez un relato
claro, completo, que parece objetivo y es, al mismo tiempo, vívido y fresco. No es un
discurso aprendido o excesivamente racional, sino que parece espontáneo y sincero. La
cualidad emocional está presente, pero no inunda el relato. Frente a lo que sucedió es claro el
paso del tiempo, y la posibilidad de tomar perspectiva y distancia emocional. Esto no implica
que la persona quite valor emocional a sus experiencias tempranas con sus figuras de apego;
muy por el contrario, las personas seguras aprecian fuertemente su importancia. Valoran los
efectos que estas experiencias tuvieron en ellos tanto en el pasado como en la actualidad. El
contenido de lo que cuentan puede ser positivo o negativo, pero a lo largo de toda la
entrevista estas personas logran comunicar con claridad la cualidad de sus experiencias con
las figuras de apego de su niñez. En su discurso se pueden encontrar plasmadas las cuatro
máximas de Grice: su descripción es comprensible, clara y ordenada. Incluye toda la
información necesaria, y puede respaldarse con evidencia. El foco de la conversación se
Inés Di Bártolo
El apego: cómo nuestros vínculos nos hacen quienes somos
muy vaga, y parece estar idealizada. No es vívida ni contiene los detalles que permitirían
encarnarla y volverla real y creíble. Viola la máxima de calidad de Grice, ya que no presenta
evidencia para lo que dice. Puede suceder también que a lo largo de la entrevista aparezcan
historias que contradicen la descripción general. Una persona puede haber hecho una
descripción de su madre como una persona siempre atenta y conectada, y luego contar en otra
parte de la entrevista que la madre nunca supo que era discriminado y burlado por sus
compañeros de curso durante dos años en la escuela primaria. Se encuentran discrepancias
internas, tanto cuando los adjetivos positivos no son respaldados o cuando entran en
contradicción con las historias narradas en otras partes de la entrevista. Estas discrepancias
indican idealización Las personas evitativas presentan fallas en la coherencia y en la
integración de los recuerdos. A veces tienen mucha dificultad para recordar, “No me acuerdo,
no puedo precisar algo de hace tanto tiempo”, o directamente son muy generales “Mi infancia
fue muy normal, como todas. No hubo nada relevante o especial.” Son respuestas que violan
la máxima de cantidad de Grice. Son demasiado escuetas, falta información. A las personas
cuya representación es cuesta describir su relación con sus padres, y cuando lo hacen, no
pueden dar ejemplos que ilustren la descripción. La comprensión que tienen de sus
experiencias como hijos es tan incoherente que no pueden recuperar los recuerdos
correspondientes. Entre las personas evitativas también se encuentran muchas veces la
desvalorización de los efectos de las experiencias vinculares tempranas. “Yo soy lo que soy,
más allá de lo que me pasó. Puedo decidir qué ser. En todo caso, lo que tuve que superar me
fortaleció.” Minimizan la importancia de las experiencias de la niñez con sus padres en su
funcionamiento presente, y parecen disociar los afectos. Las descripciones que las personas
evitativas hacen de sus padres y de su infancia, típicamente toman una de tres formas: la
idealización, que frecuentemente está acompañada de pocos recuerdos concretos; la
desvalorización, que frecuentemente acompañada de descripciones de autosuperación y
fuerza personal; y la restricción, en las que el relato en general parece desafectivizado.
Las personas preocupadas con respecto al apego no pueden organizar una historia
clara y ordenada de sus vínculos infantiles. Parecen abrumados por sus experiencias pasadas.
Quedan inundados por los afectos pasados, y sus historias suelen ser intensas. A veces narran
las experiencias infantiles como si fueran presentes. “Algo que no puedo soportar es lo sola
que me sentí siempre. Siento todavía el odio y la impotencia, y si mi madre cree que ya me
olvidé está equivocada. Es algo que me enfurece.” Hablan de la relación con sus padres
cuando eran chicos como si los temas conflictivos estuvieran sucediendo ahora. En vez de
Inés Di Bártolo
El apego: cómo nuestros vínculos nos hacen quienes somos
recordar reviven. Están activa y furiosamente preocupados por las fallas de sus padres.
Parecen enredados en el pasado y en su historia. Están todavía muy involucrados en las
relaciones tempranas con sus padres como para tomar la perspectiva que les permita
describirlas y evaluarlas con coherencia. Una forma más pasiva de preocupación se observa
en algunas narraciones que son largas y disgresivas. En ellas, las personas tienen dificultad en
mantener el foco en lo que se les pregunta y se van de tema. “Lo que le cuento me hace
acordar a una escena que vi en la calle el otro día: había una madre que le estaba hablando
muy mal a su hija. Tuve ganas de intervenir. ¿No se dan cuenta de la diferencia que hay entre
un chico y un adulto?”. Su narración es a veces confusa, llena de frases vagas o de clises
psicológicos. Pueden recordar hechos de su infancia, pero no pueden presentar una
descripción sucinta y clara. En su discurso, estas personas violan las máximas de claridad,
cantidad y relevancia de Grice.
Las personas clasificadas como desorganizadas/no resueltas son personas que
sufrieron pérdidas o traumas importantes, y que no pudieron elaborarlas. El trauma está
presente todavía, y tiene efectos que se traducen en fallas específicas de pensamiento o de la
evaluación de la realidad. Estas personas pueden, por ejemplo, afirmar que un pensamiento
de ellos en la infancia tuvo efectos en la realidad (una persona se lastimó porque yo deseaba
que algo le pasara), o que una persona querida, muerta en la infancia, les hablaba o los
visitaba. Las fallas en el razonamiento se presentan cuando están hablando de las
experiencias de traumáticas, que no están resueltas. Es allí que se produce una interrupción
de la coherencia y la lógica que esa persona presentaba en su descripción hasta ese momento.
Hay un cambio abrupto en el estado y la coherencia mental. Las preguntas de la entrevista los
llevaron a hablar de una situación traumática del pasado, y rememorarla, en vez de
permitirles tomar perspectiva, en vez de dar lugar a la construcción de un sentido coherente
de cómo el pasado influyó en el presente, genera un proceso sin regulación. La persona
cambia de golpe y se activan estados emocionales y mentales no resueltos, que no están
integrados al resto de la corriente de pensamiento. 2 La persona pierde lógica y entra en un
pensamiento caótico, mágico, confuso o incoherente.
2 Una mujer, que había llevado a cabo la entrevista sin problemas, mostró las fisuras en su
monitoreo metacognitivo en el momento de responder a la pregunta por las pérdidas. Contó
que cuando su padre había muerto, a sus 13 años, ella por varios meses había evitado
acercarse a la ventana del edificio donde vivía porque temía ver en la planta baja a su padre, y
que él desde allí la llamara. No quería verlo, dijo, porque sabía que si él me llamaba, yo me
hubiese tirado por la ventana a buscarlo. Esta idea, a pesar de ir en contra del criterio de
realidad, era expresada como un hecho, sin evaluación metacognitiva alguna.
Inés Di Bártolo
El apego: cómo nuestros vínculos nos hacen quienes somos
La cualidad de las experiencias infantiles que las personas relatan suele guardar
relación con el estado mental de apego, y por lo tanto, con el estilo que tienen para contarlas.
Las experiencias de las personas clasificadas como autónomas / libres indican que fueron
queridas y bien cuidadas por sus padres. Sin que fueran perfectas, sus infancias contienen
predominantemente situaciones positivas y vínculos satisfactorios. En cambio, la experiencia
de las personas que, a partir de su discurso, son consideradas evitativas incluye haber sido
frecuentemente ignoradas, rechazadas o descuidadas en la infancia, aunque muchas veces las
personas evitativas mencionan esto sólo indirectamente en la entrevista. Por su parte, los
preocupados cuentan infancias en las que fueron poco o mal cuidados, rechazados, atacados
o confundidos por sus padres, a menudo cambiantes, deprimidos, o de otra manera
perturbados. También pueden relatar a veces una reversión de roles en la relación con sus
padres: fueron ellos como niños quienes tuvieron que hacerse cargo de sus padres. Las
necesidades infantiles de apego de las personas evitativas o preocupadas no fueron
satisfechas, y estuvieron solos, desprotegidos o abrumados por sus experiencias difíciles a lo
largo de la niñez. Por último, las personas que se encuentran en la categoría desorganizada /
no resuelta relatan frecuentemente traumas graves en la niñez, como el abuso o la pérdida,
que no han podido aun elaborar.
Además de estas, existe una categoría especial, que resulta del cruce particular de las
dos dimensiones, el contenido de las experiencias, la historia fáctica que las personas cuentan
y la manera en que lo hacen. Algunas personas
describen experiencias infantiles negativas, que La seguridad ganada
generalmente se asocian con las categorías inseguras puede ser definida como o
incluso desorganizada. Pero lo hacen de una manera el proceso a través del
(Pearson et al. 1994; Phelps et al., 1998; Roisman et al. 2002). Sin embargo que la seguridad
sea ganada o continua no altera la capacidad de una madre de vincularse en forma empática
y eficaz con su hijo. Las investigaciones muestran que las madres cuya seguridad es ganada
tienen la misma –o incluso mayor- capacidad que las madres cuya seguridad es continua de
generar un apego seguro en sus hijos (Fonagy et al., 1994; Roisman et al. 2002). Aun cuando
lo vivido con los padres en la infancia las vuelva más proclives a estados de tristeza y
malestar, quedan a salvo de repetir las conductas negativas con sus hijos a través de su
capacidad para pensar lo que vivieron con coherencia. Así, los padres seguros son capaces de
responder a sus hijos pequeños de tal manera de dar lugar en ellos a un apego seguro.
Rompen así el ciclo de repetición intergeneracional: vivieron como hijos experiencias
negativas pero son capaces como padres de dar a sus hijos experiencias positivas. Esta
posibilidad lleva a la resiliencia a trascender lo individual; las consecuencias negativas se
amortiguan aun para la generación siguiente.
Un grupo de investigadores (Phelps, Belsky & Crnic, 1998) examinó la seguridad
ganada en relación a la transmisión intergeneracional aun más profundamente: ¿el ciclo de
repetición se rompe aun cuando exista la presión de condiciones adversas? ¿Mantienen bajo
estrés las madres cuya seguridad es ganada la capacidad de responder a sus hijos en forma
positiva de la misma manera que las madres cuya seguridad es continua? Esta investigación
estudió a las madres bajo la presión de condiciones estresantes y comparó la forma de
vincularse con sus hijos de mujeres seguras e inseguras. Sólo si las mujeres con seguridad
ganada eran tan efectivas en el cuidado de sus hijos en condiciones altas de estrés como
aquellas mujeres con seguridad continua, podía afirmarse con seguridad que el ciclo de
repetición intergeneracional de prácticas parentales negativas se había roto. Se estudiaron 97
díadas madre-hijo haciendo observaciones domiciliarias, comparando la cualidad de
respuestas de las madres seguras. Los resultados mostraron claras diferencias entre las
madres seguras y las inseguras. En cambio no se encontró diferencia entre las madres cuya
seguridad era ganada o continua. Aun en condiciones de estrés alto las madres cuya seguridad
era ganada respondían a sus hijos en forma positiva, y equivalente a las madres cuya
seguridad era continua. Así, señalan los autores, puede afirmarse que las mujeres con
seguridad ganada rompen el ciclo intergeneracional y exhiben una parentalidad resiliente aun
bajo condiciones de alto estrés.