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UNIVERSIDAD ESTATAL DEL SUR DE MANABÍ

VICERRECTORADO ACADÉMICO

DIRECCIÓN ACADÉMICA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

CARRERA DE TURISMO

ASIGNATURA DE HISTORIA DEL ECUADOR

ESTUDIANTE:

KELLY YARITZA ZAMBRANO ZAMBRANO.

DOCENTE:

DRA. MARITZA SANDRA PIBAQUE PIONCE

SEMESTRE:

SEGUNDO “A” MATUTINO

PERÍODO ACADÉMICO:

PRIMER PERIODO ACADEMICO 2020 (PI)


TEMA: La crisis de un sistema político regionalizado en Ecuador.
IDEA PRINCIPAL.

Las crisis del Ecuador de fines del siglo XX fueron múltiples y a su
vez, conllevan grandes mutaciones en las condiciones internas, particularmente en
donde respeta al rol del Estado y al peso de los sectores relacionados con la exportación.

HISTORIA E IMPACTO.

Un sistema regionalizado.

La existencia de regiones en el Ecuador es un hecho, si se rebasa el problema del


análisis de cómo definir una región.

La presencia de regiones, sin embargo, no hace un sistema regionalizado, del


mismo modo que el apego a o la promoción de una región no provoca el regionalismo
-esa posición de ignorar al conjunto, de no actuar sino para sí mismo, de poner en
primer plano las concepciones y posiciones de «su» región en detrimento del todo-. No
se trata de voluntades sino de un empate de fuerzas sociales -cada una con una carga
histórica diferente-, integradas por un mismo sistema político. Estas características de
vida colectiva cohabitan en un mismo Estado, gracias, en particular, a un sistema
político que vuelve a la dinámica regional concreta, visible y reconocible por todos. 

En lo sustantivo, en el sistema político regionalizado se acuerda que su ejercicio


y constitución deben ser compartidos por regiones. Los procesos de decisión y las
decisiones mismas, tanto del gobierno como del Congreso, e inclusive de otras
entidades estatales y no estatales, deben, precisamente, conjugar
intereses, orientaciones, personal y acciones de las regiones predominantes.

Las tensiones y los conflictos inherentes al funcionamiento del mencionado


sistema encuentran, por lo general, en la negociación el mecanismo establecido para
solventarse, incluidos mecanismos de presión tales como la protesta pública, aun con el
chantaje de por medio.

La idea de la crisis regionalizada actual


Ecuador es un país regionalizado; todos/as lo sabemos, a pesar de que no exista
consenso sobre sus dimensiones. No existe la percepción, en cambio, de que esté en
crisis el sistema regional. La crisis ecuatoriana es presentida para otros ámbitos mas no
para este aspecto característico del Ecuador. Entre los/as ecuatorianos/as no hay una
racionalización de las relaciones regionales, en contraste con una constancia reiterada de
las dimensiones regionales de su vida colectiva y sus conflictos.

Paralelamente, la idea de crisis está asociada a la economía a las dificultades actuales de


lograr acuerdos políticos.

La hipótesis aquí propuesta sugiere que el Ecuador vive una crisis de su sistema
político como resultado de los cambios en sus estructuras sociales. El Ecuador
atraviesa, en la actualidad, un período de grandes transformaciones, que no son fruto de
la crisis económica actual ni de la importación de recetas de cambio en boga, como
frecuentemente se lo concibe.

Origen y características del sistema región alizado.

Conviene recordar que, durante todo el siglo XIX, la Sierra, en la cual vivía


cerca del 75% de la población del Ecuador, se encontraba en un prolongado letargo
económico, secuela de la crisis de la producción textil, que le dio auge en el período
colonial y se desarticuló con las medidas borbónicas, impuestas para salvar a unas
colonias que ya gestaban condiciones para la independencia. El movimiento liberal se
constituyó contra este mundo que detenía cambios, ya predominantes en otros
países, puesto que la región serrana controlaba, entonces, el poder político, mientras la
Costa -Guayaquil más precisamente- conocía un auge de sus ventajas comparativas para
la agro-exportación. Gran parte de los ideólogos de este movimiento político provenían
de la Sierra, pero sus líderes políticos y militares, igual que buena parte de sus
tropas, eran costeños. 

La toma del poder político se hizo por medio de una guerra, cuyos principales
sectores armados avanzaron de una región a la otra. Fue una minoría, predominante en
una región, la Costa, la que se impuso, a través de la guerra, a la mayoría de otra
región, la Sierra.

Vista la envergadura de la confrontación -tanto militar como de debate


ideológico-religioso- y sus consecuencias, se trata de fenómenos sociales de larga
duración, que inciden en la constitución colectiva durante varias generaciones. La
guerra con Perú encontró un país, cuyas élites predominantes digerían una derrota
interna, y cuya región serrana no lograba re-articular su dinámica interna o redefinir sus
orientaciones, tan fuertemente cimentadas en un orden clerical y en múltiples
organizaciones, que, bajo el alero de la Iglesia católica, daban cohesión social a sus
poblaciones y atávicas pertenencias. La línea divisoria de estos diferendos y conflictos
sociales volvía a presentar y reproducir una diferencia regional en cuanto a las
racionalizaciones, entre liberal y conservadora, laica y clerical, etc. Con el
tiempo, cuando estas polarizaciones se atenúan, los conflictos sociales y la desigualdad
social o los procesos de dominación, existentes en las dos regiones o entre las dos
regiones, continuarán teniendo racionalizaciones diferentes, hasta el día de hoy. 

La diferente historia de cada una de las dos regiones, que ha marcado sus


contrastes sociales y políticos, aparece como propia a culturas y orientaciones
regionales diferentes. Resultaba, por lo mismo, particularmente complejo incorporar
valores y orientaciones überales sin desarticular el sistema imperante.

En la Sierra el Estado, un sistema de orden y autoridad, además de un aparato


burocrático para ejercerlos -aceptado por los no-indígenas e impuesto y distante para los
indígenas-, incorporó, a partir de la Revolución Liberal, valores que no fueron los
suyos, tales como los relacionados con un Estado laico, que pretendía no ser
patrimonial, que hacía del mundo del comercio una prioridad, favoreciendo a otras
racionalizaciones del mundo, ajenas a las religiosas. La sociedad serrana, que vivía su
conflicto étnico interno, el cual fue tanto de clase como entre las diversas jerarquías
étnico-sociales heredadas de la Colonia, vio agregarse una nueva contraposición
desgarradora con las racionalizaciones de los discursos liberales. 

El nuevo Estado o sus racionalizaciones resquebrajaba, así, la cohesión anterior


entre autoridad, burocracia, reconocimiento y funcionalidades internas. Se constituyó
una distancia, a la cual podríamos llamar orgánica, entre este sistema de orden de la
autoridad y la racionalización del nuevo aparato burocrático que pretendía constituirse
en Estado, con racionalizaciones exógenas. En contraste, en la región costera la nueva
autoridad central adquiría mayor concordancia con los valores allí predominantes, y se
volvía más funcional a los intereses y orientaciones de sus sectores pudientes.

Este rápido sobrevuelo de las diferencias de relación entre el Estado y las


sociedades predominantes vuelve perceptible la coexistencia de dinámicas
diferentes, regionalizadas, en los procesos de dominación propios al poder legitimado
que es el Estado. Una región impone cambios y tiene el nuevo eje del crecimiento
económico y, por ende, de las arcas fiscales, mientras la otra región tiene la mayoría de
la población y, todavía, buena parte del poder y del personal políticos. Perdieron ese
carácter cuando la Sierra inició otra fase de cambios, con la Reforma Agraria, y se
impusieron otro tipo de conflictos sociales, tanto por el problema agrario como por la
presencia pública de los sectores medios urbanos agrupados en la izquierda, todo ello
sin considerar otro tipo de cambios que vivió, en su conjunto, la sociedad
ecuatoriana, con el incremento del mundo del capital. Mientras tanto, las polarizaciones
constantes entre las dos regiones permitieron consolidar las diferencias regionales como
políticas y partes constitutivas del sistema-político.

Resultantes del conjunto de estos cambios se construyeron decisivos


equilibrios, que terminaron por caracterizar al Ecuador o, si se quiere, por darle su
personalidad, a través de lo que he llamado un sistema regionalizado.

A continuación, sus características, en síntesis:

1. El más importante de los equilibrios fue el regional.

2. Sin embargo, este equilibrio decisivo tuvo sustentos sociales: se trató de dos
sociedades, historias, estructuras de autoridad y culturas diferentes.

3. Dos sectores sociales dominantes, con poderes y orientaciones diferentes, se


vieron obligados a coexistir en una dinámica de conflictos y equilibrios
constantes.

4. De esta situación, el sistema político ecuatoriano ha adquirido varias


características sobresalientes, de las cuales aquí subrayo; la negociación, los
consensos, el reformismo y el pluripartidismo.

a) Contrariamente a la imagen que las ecuatorianas y los ecuatorianos vehiculan de


sí mismos, hay una larga tradición de negociación y, a la postre, de construcción
de varios consensos.

b) El equilibrio se hizo más sofisticado con la intervención de las subregiones:


Cuenca (la tercera ciudad del país), del mismo modo que, recientemente, Manabí
y la Amazonia.
No predomina el ignorar, el no dejar espacio para el contrincante, tal como acontece
en varios países, en los cuales, precisamente por la ausencia de los espacios
mencionados, se abre paso la confrontación directa, armada. Para ello, en Ecuador, los
espacios principales de mediación son el Estado y el juego político. El Congreso y el
gobierno fueron espacios de esta negociación, que puede tener a la protesta o a la
denuncia como parte de sí. En el período actual, por ejemplo, los más encendidos
discursos del partido MPD Como corolario de este hecho, la existencia de conflictos
fronterizos, la amenaza externa a un país de tan compleja cohabitación entre sus
principales regiones, han reforzado aún más este proceso de tensión y negociación, que
resulta ser un modo de inhibir el fraccionamiento ante dicha amenaza.
Su presencia vuelve todavía más complicado al sistema de equilibrios y
negociación, debido a la incorporación de nuevas orientaciones ideológicas. En la
actualidad, su rol es decisivo para el predominio de estas corrientes políticas en la
Sierra, y en la Costa de la derecha y del populismo, lo cual ratifica la diferencia
regional. Por su parte, las fuerzas políticas de izquierda han marcado otra de las
características de este sistema regionalizado, en el transcurso de su emergencia política
y su presencia en el Congreso. Ante el empate de las dos fuerzas políticas
predominantes en la Sierra y en la Costa, que, en los hechos, responden a los dos
sectores dominantes, serán aquellas -en particular el Partido Socialista- las que
cumplirán, por momentos, el rol de hacer inclinar la balanza.

Se negociaba el apoyo político para uno de los dos «bandos» empantanados -a fin de
permitir el desempate-, a cambio del apoyo a definidas reformas. Así, otra de las
características del sistema político ecuatoriano -a la cual ya aludí-, resultante de este
juego de empates y equilibrios, es, precisamente, el pronunciado reformismo
institucional. El juego de equilibrios y negociación permite, por consiguiente, una fuerte
autonomía de lo político, lo cual no impide, sin embargo, la dependencia del Estado con
respecto a las clases dominantes. Este reformismo legítimo, en definitiva, al juego
político con el predominio de dos polos económicos.

Se puede concluir, de lo dicho, que el sistema político ecuatoriano, además de haber


incorporado la negociación como mecanismo para superar el desempate, tuvo que dar -a
pesar de las mentalidades predominantes- apertura a terceras fuerzas, incluidas aquellas
con propuestas ajenas a las de las fuerzas prioritarias. Este juego político, ya en sí
permisivo a fuerzas políticas y propuestas disímiles, se volvía más complejo a medida
que en la sociedad se constituían nuevos sectores o clases sociales.

El sistema de partidos del Ecuador, desde luego que incorpora al clientelismo y al


corporativismo, los cuales, más que ser un sistema de control y ejercicio del poder, son
dos modalidades de organización social de intereses y de elaboración de propuestas. En
las dos regiones se encuentran diferencias de tendencias por partidos, además de que
existen partidos de carácter subregional o local. No obstante, en esta misma región
pueden encontrarse otros partidos con predominio local, de tendencia diferente, y con
presencia en la Costa o identificados con algún sector social específico de esta
región. Empero, hechos como éste no definen la tendencia general, cabe decir, la
representación en relación a la condición regional o subregional, luego social
y, finalmente, de orientación política, todo lo cual multiplica las posibilidades de
partidos.

Ante este fraccionamiento los partidos mayoritarios, aquellos que pueden tener un


número mayor de diputados/as en el Congreso e, inclusive, poner un/a
presidente/a, tienen alrededor del 20% del electorado. Las alianzas y la lógica de la
negociación se tornan, en consecuencia, inevitables, convirtiéndose frecuentemente en
un dilema regional, no sólo en el Congreso sino también al nivel de las decisiones del
gobierno y, en particular, al momento de escoger los/as candidatos/as a la presidencia y
vicepresidencia. La campaña electoral, aun para los/as que no ganan, permite presencia
pública, gracias a la cual se puede vehicular posiciones, defender intereses y dar
presencia al sector al cual representa. La altísima rotación de elegidos y la enorme
posibilidad de ser candidatos/as, dado el número tan grande de partidos y de puestos a
ser ocupados por elección, permite la presencia pública de amplios sectores
sociales, aunque sólo sea simbólicamente, en una sociedad fuertemente jerarquizada al
nivel social, con inequidades extremas y, de hecho, persistencia en sus dinámicas
oligárquicas.
La alta rotación de candidatos/as se refleja en el voto cruzado por candidatos/as de
diferentes partidos, según los voto cruzado por candidatos/as de diferentes
partidos, según los niveles de elección . En este contexto social, la mayoría de los/as
candidatos/as difícilmente lograría presencia si no fuera porque el juego político lo
permite. Este fraccionamiento regionalizado es uno de los aspectos que lo asemeja al
sistema político italiano. Conviene subrayar que este sistema se encuentra en crisis.
A la postre, en particular con la multiplicación de partidos y la caída de la izquierda
como eje de modificación del empate de los partidos mayoritarios, las modalidades de
negociación en el Congreso adquirieron otras complejidades y se desligaron de
programas, lo cual favoreció la aceleración de las pautas de corrupción, parte de uno de
los procesos de deslegitimación política en curso.

El Estado y el sistema político han sido el punto de convergencia del conjunto de


sectores sociales y, en ciertos casos, su punto de partida, al haber sido con el Estado que
éstos se formaron y desarrollaron, como en el caso de los sectores industriales durante
los años 70. En efecto, tal como ya indicamos, la reconciliación de la población serrana
con el Estado se dio en los años 70, con las orientaciones de un Estado-agente de
cambio social y de «integración nacional». La redistribución, entonces posible por la
renta del petróleo, lo legitimó aún más. 

Fue un contexto de cambios en las jerarquías sociales, con una fuerte movilidad y


diferenciación social, mejoras en las condiciones de vida, y nuevas racionalizaciones
sociales de la condición individual y colectiva, cuyo eje central radicó en el Estado con
sus múltiples programas y entidades de producción, comercio, finanzas, promoción
social y económica, los cuales se generalizaron y concernían a todos los sectores
sociales.

Convergieron estos valores con los entonces predominantes en la sociedad, sobre


todo con los de los crecientes sectores medios, luego de las fuertes transformaciones del
sector rural y la migración hacia el mundo urbano. La racionalización burocrática
pretendía, allí, circunscribir una tradición cacical y una oligarquía de tradición
«compradora», para la que el Estado no valía sino como defensor y promotor de sus
intereses relacionados con el mercado mundial. El impacto de los cambios promovidos
fue de magnitud, en cuanto el gobierno central dispuso de suficientes rentas para paliar
las desigualdades y carencias, engendradas por el sistema de concentración de la riqueza
y las constantes demandas de su sistema financiero redistribuidor a los reducidos
círculos de poder económico, predominantes en la región. La caída de la renta petrolera
y del consiguiente peso del Estado han favorecido el reencuentro de un sector
popular, «desamparado» del Estado, con el sector de tradición cacical, una de cuyas
vertientes modificadas es el populismo, en sus diversas variantes.
En los momentos de desequilibrio, cuando -en juego de alternancia-una de las
regiones predomina sobre la otra, se produce la búsqueda de compensaciones. Hasta un
pasado reciente, los militares jugaron el rol de reequilibrar las
regiones. Finalmente, debo señalar que diversos comportamientos y pautas de acción
colectiva revelan y alimentan, en lo cotidiano, al sistema regionalizado.

Los cambios del sistema regionalizado.

Las polarizaciones, que antaño sostuvieron los equilibrios, se han modificado:

1. Cambiaron las condiciones socio-territoriales

2. A pesar del hecho de que predominan ciertas valorizaciones de pertenencia


provincial, los intereses y comportamientos se ha modificaron.

3. Las inclinaciones del voto ya no tienden a ser tan pronunciadamente diferentes


por regiones

4. Un fenómeno similar acontece con uno de los subsistemas incorporados al


sistema político ecuatoriano: la pertenencia a las organizaciones y a las pautas de
protesta.

5. El peso creciente de Guayaquil no se debe únicamente a la visión o afirmación


de su sector dominante.

6. Ante la reconstitución del sector dominante de Guayaquil, su contrapeso serrano


no es exactamente el mismo de antes, ni en lo económico, ni en lo social, ni en
lo político, electoral o partidario.

7. las anteriores polarizaciones ideológicas o de grupos de presión, que permitían


construir referentes y propuestas, también se han desarticulado, a consecuencia
de diversos cambios sociales

8. Siendo el Estado uno de los espacios de convergencia de todos los sectores, es


fácil comprender que, con su desmontaje actual, con la reducción de su
presencia y su capacidad de acción, éste no pueda cumplir con su función de
articulación de lo heterogéneo ni continúe siendo el referente principal de
acción.
CONCLUSIONES.

 Todos estos cambios de larga duración del Ecuador actual me permiten insistir
en que las características de la sociedad y del sistema político
regionalizados, que han sido la distinción del Ecuador, se encuentran en plena
evolución y cambio. En contraste, las mentalidades y la mirada de los/as
ecuatorianos/as a esta realidad tardan en ponerse a la par. Uno de los aspectos
principales de la crisis ecuatoriana es que se sigue pensando y hablando de un
Ecuador que ya no existe.

 Es en la misma personalidad de este Ecuador, que se ha modificado desde sus


adentros, que ahora se yuxtaponen cambios provenientes de la nueva época que
atravesamos. Las modalidades de los/as ecuatorianos/as para articular sus
intereses, definir sus propuestas y negociar sus objetivos e intereses, que seguían
dimensiones regionales, no pueden funcionar como antes. 

 El bloqueo institucional que conoce el Ecuador proviene de estas


condiciones. Existe, así, una desadaptación, provocada por sus cambios
internos, y una superposición de las exigencias de cambio de origen externo.

 Se impone la crisis económica. Aunque en la actualidad estas crisis están


integradas, se trata de procesos que tienen sus razones y dinámicas propias.

 la crisis ecuatoriana obedece, en primer término, a una desarticulación del


sistema regional, colateralmente, un problema de identidad colectiva se ha
incrementado, ya que aquello que unía a los/as ecuatorianos/as era su lógica
política, la cual se encuentra, una vez más, en crisis. Existe una crisis del sistema
socio-económico ecuatoriano y una crisis en el sistema llamado Ecuador.

APORTE PERSONAL:

 La crisis en el Ecuador trajo consigo muchas consecuencias y cambios internos y


externos en los ámbitos; económico, social, cultural y político en el país. Pero a
pesar de todas las dificultades vividas en este periodo de tiempo actualmente el
Ecuador goza de un sistema más autónomo, pero tristemente mal manejado.

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