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Obras de André Green en esta biblioteca

Narcisismo de vida, narcisismo de muerte

La pulsión de muerte
André Green, Pentti Ikonen, Jean Laplanche, Eero Rechardt,
.,.
Hanna Segal, Daniel Widlocher y Clifford Yorke

La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud. Aspectos


fundamentales de la locura privada Amorrortu editores ·.

BUenos Aires·
En preparación

El lenguaje en el psicoanálisis

f1: J tra b ajo de lo negativo

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Directores de la biblioteca de psicología y psicoanálisis, t


h lo que este libro debe al apoyo y la inspira-
Jorge Colapinto y David Maldavsky Es mue o
ctón pe-tt_.,.n anentes de Christopher Bollas.
On Private Madness, André . Green
©André Green 1972, 1974, 1975, · 1977, 1978, 1979,
1980, 1981, 1986, ·por acuerdo con Mark Paterson ~
Associates, Colchester! Inglaterra
Primera edición en castellano, 1990; primera reimpre-
sión, 1994
Traducción, José Luis -Etchever1y

Unica edición en castellano autorizada por André Green


c /o Mark Pate rson & Associates, y debidamente protegi-
cla .,, tc>dos los países. Queda hecho el depósito que
prt·vit'tlt: la ley n 2 11.723. ©Todos los derechos de la
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Industria argentina. Made in Argentina

ISBN 950-518-511-1
ISBN 0-7012-0661-6, Londres, edición original
~
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Impreso · en los Talleres Gráficos Color Efe, Paso 192.


Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en agosto de
1994.


Tirada de esta edición: 1.500 ejemplares. \

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• Indice general

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.
11 Introducción

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. 31 1. El psicoanálisis y los modos del pensar
ordinario

48 2. El analista, la simbolización y · la ausencia


en el encuadre analítico

88 3. El concepto de fronterizo ..

12·0 4. Proyección

,¡48 . 5. Agresión, feminidad, p a ranoia y rcaliclad

163 6. Concepciones sobre el afecto

217 7. Pasiones y destinos de las pasiones


.
. ... 269 8. Negación y contradicción

300 9. Espacio potencial en psicoanálisis

326 10. Análisis de superficie, análisis en


profundidad

346 11. El doble y el ausente

37·4 12. La desligazón

411 Fuentes
415 Referencias bibliográficas

9

Introducción_

Cierto día, un ex analizando me preguntó: u¿Por qu~


escribe?u. La pregunta me tomó por sorpresa: no ha-
. bía pensado en la cuestión antes. Sin reflexionar, res-
pondí: ccComo testimoniou. Desde luego que tenía con-
t'
ciencia de aquellas razones menos confesables de las
que había tomado noticia en mi análisis: necesidad de
ser admirado, ·exhibicionismo, rivalidad edípica, entre
otra.s . Pero en un nivel más evolucionado existían ra-

zones adicionales: el deseo de organizar la experien-
cia en una teoría y, finalmente aunque no en último
tértnino , la expresión de mi busca de la verdad. en
la filiación de Freud. Con todo esto, sin embargo, no
había dado la respuesta cortecta. Debí haber dicho: uEs-
cribo porque no puedo dejar de hacerlo,,, lo que no es
contradictorio con las interpretaciones que acabo de
dar sino que las incluye. En efecto, este obstinado de-
seo (que pertenece a lo ~nconciente) de satisfacer en
fortna sublimada las pulsiones -de la propia sexualidad
infantil no desaparece con el tiempo sino que perdu-
•• ra, aunque trasformado, y conserva siempre el mismo
.. ;
carácter imperioso. No es menos imperiosa la necesi-
dad de aprehender los elementos de una experiencia t
compleja, a menudo oscura y a veces huidiza, para or-
ga-n izarla en una visión coherente que garantice que
no se ha de sustraer por completo a nuestro entendi-
miento. Los. propósitos del inconciente y del yo se con-
jugan en la compulsión de escribir. Están fundados en
un tercer elemento, que toma en cuenta los imperati-
vos del superyó y del ideal del yo. No puedo decir que
sienta en mí la libertad de escribir o de no escribir:
tengo que escribir para aportar al acervo de nuestros
conocimientos y para mantener una autoirnagen que
yo pueda reconocer. En cada circunstancia, los orde-

• 1.1
namientos que componen mi personalidad psíquica, lmente porque, leyendo a ciertos autores anglo-
do rea d d .~
como dice Freud, convergen en la misma meta, im- sajones bien conocidos, he pensa o que su pro ucc1on
puesta más que libremente elegida. a era abstracta en extremo; lo que es un modo
escrit . . .. 1
Pero es cierto también que mi escritura, comoquie- de decir que su teorizacton ~o ~e lle~aba. Por otro a-
ra que se la juzgue, es testimonio. Es, me parece, una d la obra de Bion y la de Winnicott stempre me pare-
muestra muy representativa, un .d erivado, del mov-i- c:;;ron intelectual~s en gra~o sumo; entiéndase q~e ca- .
miento psicoanalítico francés de la segunda mitad del lificar un pensamiento de Intelectual es, para mi, l~u- ...

siglo XX. A esto me quiero referir, para el lector an- datorio.


glosajón, a modo de introducción a la presente obra. _ Es general creencia· que un analista que exponga
Se me puede cuestionar que me designe de este mo- material clínico queda a salvo del reproche de ser abs-
do, por nacionalidad. ¿No tiende el psicoanálisis, en tracto. El lector no encontrará mucho ccmaterial de ca-
su empefio de arrojar luz sobre lo que es por excelen- sos,, en esta compilación. Se trata de una elección de-
cia universal, a abolir las fronteras? Tal vez .e sto no . liberada, asistida por diversas razones. La primera es
sea sino un ejemplo del narcisismo de las pequeñas }a discreción hacia mis pacientes, muchos de los cua-
diferencias, del que habló Freud. Pero a despecho del les tal vez tengan acceso él: mi obra porque la biblio-
• anhelo ideal de alcanzar formulaciones que todos pue- grafía psicoanalít~~a es leída en Francia por un públi-
dan hacer suyas, como Freud lo consiguió, es un he- co que rebasa ampliamente los círculos profesionales;
cho cierto que hoy el psicoanálisis parece singulari- para no m€-n cionar el hecho de que muchos de mis
zarse sobre todo por sus divergencias, que brotan de analizandos pertenecen en mayor o menor medida a
distintas concepciones acerca de la mente pero que . ese ambiente. En segundo lugar, no creo que presen-
tambié n se explican por la diversidad de tradiciones tar observaciones clínicas tenga valor probatorio pélra
<'tJlturales. La obra de Lacan sólo pudo desarrollarse lQ que un .analista propone desde un punto dt! vista
t ! ll Francia. y opino que la de Winnicott guarda ínti- teórico. Es evidente que la presentación d n1at e rlal
nla relación con lo que él debe a su patria de nacimien- se puede acomodar a la demostración que se tnte r1ta.
to. Pero ello no impide que una y otra crucen las fron- y que un mismo material se puede utilizar para il~s­
teras de los países donde vieron la luz primeramente. trar puntos de vista diferentes si no opuestos, segun
Tal vez ayude a explicar, sin embargo, ciertos malen- las circunstancias. Ninguna observación clínica tiene
tendidos en que se incurrió al sotneterlas a crítica. \.

la virtualidad de zanjar un debate teórico. En los con-
Me parece que el mejor modo de introducir al lec- gresos psicoanalíticos, participantes cuyas opiniones
tor· en esta compilación_de trabajos es narrar breve- difieren por sus fundamentos teóricos suelen ccprobaru,
mente mi propia historia ·p sicoanalítica; y ello tanto más uno tras otro, la corrección de su razonamiento con
cuanto que los psicoanalistas franceses tienen fama, ejemplos clínicos que lo respaldan pero que sólo con-
entre sus colegas extranjeros, de cultivar una forma vencen a los que estaban convencidos de antemano.
complicada de pensamiento; demasiado teórica, se di- La tercera y última razón es que un trabajo ccteóricon
ce, de comprensión difícil muchas veces, y excesiva- es clínico también, en la medida en que sugiera aso-
mente alejada d ·e la experiencia clínica y la práctica ciaciones a un lector analista desde su experiencia o
cotidiana. La explicación es simple: los psicoanalistas la de sus pacientes. Aspiro a lograr esto con mi escri-
franceses pertenecen a una tradición cultural que no tura sin recurrir a referencias explícitas a un material
es la del mundo anglosajón donde empirismo y prag- clínico. Nuevamente, lo teóri.c o, o sea, lo intelectual,
matismo se consideran virtudes, mientras que intelec- se sitúa en las antípodas de la abstracción.
tualismo y abstracción pasan más bien por vicios. Abstracción contra intelectualidad; tratemos de ex-
Apreciaciones de esta índole nunca me han convencí- plicar esto. Una teoría psicoanalítica estructurada, si

12 13
«'S <'ohrr nt , s el producto de una actividad psíqui- q ue me produjo una impresión enorme;
ues Lae an ·
ca. d una Durcharbeitung. que es un progreso en in- t q también la oportunidad de verlo entrevistar a
tuve ·
Y . ntes lo que hacía con gran talento. Hab1a le1do - .
te l tua lida d, para citar una obra tardía de Freud, Moi-
sés y la religión monoteísta (1939a). Sin embargo, no . pac1e •
su texto .. Función y campo de la palabra y del lengua-
es un producto abstracto; la enriquece una experien- e en psicoanálisls» (Lacan, 1956a) en el momento en
cia clínica. Pero, además, toda reelaboración por par- j · e publicó. que hoy se ha hecho famoso con la de-
te del analizando o del analista consiste en el juego · que sinación de .. Informe. de Roma». Lacan 1o 1eyo- an t e
recíproco de representaciones y de afectos dentro del nom· auditorio de disidentes en 1 953 : una en't'1ca v1o
· 1en-
intercambio de la trasferencia y la contratrasferencia. : de las cm xientes psicoanalíticas de la época, a la~
Distinguir entre abstracción e intelectualidad no esta- · e él consideraba responsables de hacer que el pst-
rea fácil; ocurre a menudo que la primera pase por la .~~álisis se extraviara lejos de las sendas abiertas por
segunda. Esto es lo que me ha- enseñado mi autobio- Freud; estigmatizaba el conductismo la~ente .de las
grafía psicoanalítica. concepciones norteamericanas. la preem1nencta con-
Comencé mi formación psi_coanalíti_ca en 1956, pe- , edida a la fantasía -a lo imaginario (sobre todo a
ro sóló después de tres años de especialización en psi- . ~a fantasía inconciente) en la obra de Melanie Klein y.
quiatría y neurología en que tuve la suerte de estudiar por último, la sustitución de la referencia a la trasfe-
con maestros prestigiosos, de un talento excepcional, rencia por la referencia a la contratrasferencia. Enfren-
y que unían una notable penetración clínica al gusto tado a la comunidad psicoanalítica toda, Lacan pro-
por la reflexión, el debate y la discusión con sus cole- puso volver al espíritu y la letra del pensamiento de
gas más jóvenes. Me inicié en la creencia de que la cla- Freud devolviendo la precedencia a la palabra y el len-
ve de las perturbaciones mentales se debía buscar en guaje. Influido por el redescubrimiento del lingüista
el cerebro. Sólo después que empecé a brindar trata- Ferdinand de Saussure. por el filósofo Merleau-Ponty
miento psiquiátrico concienzudo a pacientes que me y por el antropólogo Lévi-Strauss. _ü:~uguró una c~n­
eran confiados advertí que me equivocaba. Compren- cepción estructuralista del psicoanálisis que daba pno-
der el discurso de estos pacientes sembró en mí la os- ridad a lo simbólico por oposición a:· lo imaginario y
cura intuición de que los mecanismos que observaba lo real. Lo simbólico hacía las veces de la organización
respondían a una causalidad diferente de la revelada inconciente. como nos lo deja aprehender, por ejem-
por el estudio del .cerebro. Además, lejos de ser mero ) plo. el trabajo del sueño. En otras palabras, lo incon-
observador, como había supuesto, pronto advertí que ciente no era cuestión de contenidos sino un sistema
'
era objeto de trasferencia' . '
a pesar de mí mismo. En- organizado y organizador.
tonces me sentí abrumado por las reacciones emocio- La novedad del punto de vista de Lacan me impre-
nales que había provocado y que escapaban de mi con- sionó y encontró resonancia en mí. Pero cuando deci-
trol. dí iniciar una fox xnación psicoanalítica, elegí el otro

1
' El de. 1953 fue un año importante por tres razones. campo. En 1956, M. Bouvet acababa de publicar una
1'
La primera, un factor personal: el comienzo de mi for- obra de interés clínico que me pareció importante,
mación en psiquiatría. En segundo lugar, fue el año acerca de .. relaciones de objeto»; decidí entonces que
. ... de una revolución terapéutica: la introducción de Ta él sería mi analista.
. :¡' medicación psicotrópica en psiquiatría. Por fin. se asis- Es preciso llamar la atención aquí sobre la diferen-
'
tió a una escisión en la Sociedad ·Psicoanalítica de Pa- cia entre las dos perspectivas. La proposi~ión de La-
rís, que culminó con el alejamiento de Jacques Lacan. can era que el universo de palabras creaba el universo
Daniel Lagache y otros. En 1954, en el Hospital d e de cosas; de otro modo: que el psicoanálisis no podía
Sainte Anne, asistí a una conferencia dictada por Ja - ser más que el análisis de los dichos del paciente. Bou-



14 •
15 ,1


vet implícitamente optaba por la tesis opuesta, a sa- ara aprehender mejor e~ modo de aplicar su teoría en
ber., que son las relaciones de objeto las que presiden k práctica. Aunque mi curiosidad no quedara satisfe-
el discurso del paciente. Para Lacan, lo inconciente es- ha en este punto, guardo el recuerdo de un trabajo
taba estructuraoo como un lenguaje. Para Bouvet," es- ~ teresante en mis intercambios con él. Creo que los
taba constituido, según lo había indicado F~eud, por ~os de 1961 a 1967 pertenecen a lo mejor de la ense-
representaciones de objeto estructuradas de una ma- - anza de Lacan; aquellos en que sus ideas alcanzaron
nera diferente de aquella que gobierna al lenguaje. No· ~madure? y en que el hombre me parecía en la cum-
obstante, es evi~ente que la t~oría de las relaciones de bre de su ·creación. Pero atractivos como eran estos .s e-
obje_to es algo distinto de la concep<;ión freudiana de minarios, nunca se me impusieron completamente.
las representaciones de objeto; tanto más cuanto que Debo dec;ir con verdad que Lacan representó un tre-
la teoría de Bouvet divergía claramente de lo ·que en rnendo estímulo intelectual para todos los que lo si-
esa época se. entendía en general por esa ·expresión, guieron. Despertó en mí, como en otros, el ardiente
fuera por parte de Fairbairn o de Melanie Klein. . des~o de trabajar y de pensar. Nos instaba a no con-
De 1956 a 1960 me formé en el Instituto de Psico- ' '
tentarnos con una visión panorámica de lo~ textos de
análisis de París; en ocasiones .concurría a reuniones Freud, sino a trabajarlos para dilucida~ la manera en
presididas por Lacan·, pero sin asistir a sus seminarios que su pensamiento se articulaba y el vuelo de su la-
públicos. Empecé a frecuentarlos sólo en 1961. En no- bor especulativa~ Lacan esperaba, sin ninguna duda,
viembre de 1960, pocos meses antes de la muerte de qúe el resultado de ese examen sería una admisión to-
M. Bouvet, Henri Ey organizó una importante confe- davía más firme de su propia interpretación. Se daba
rencia sobre lo inconciente, que congregó a psiquia- por supuesto que la relectura de Freud llevaria a c<>tl -
tras, filósofos y psicoanalistas. Por primera vez desde cluir que Lacan· era su auténtico contitluador, H\1 lu·-
la escisión de 1953, los antagonistas de los· dos grupos redero legítimo. Se daba por supuesto qttc la pc>tctlcla
se enfrentaron en público. J. Laplanche y S. Leclaire del pensamiento lacaniano excusaría todo lo d •J'llé s.
presentaron un trabajo inspirado en tesis de Lacan, en 0 sea, las libertades que se tomaban en la práctica, la
el que ilustraban la proposición de este ccel inconcien- manipulación de la trasferencia y la fidelidad incondi-
te está estructurado como un lenguajen. Aunque reco- cional a su persona. En mi caso, por la vía de una esci-
nocí el interés y el mérito de ese trabajo, lo critiqué sión, cuya naturalez.a defensiva advertí después, ha-
en detalle, ya en ese período, señalando que se des- bía decidido establecer un distingo entre Lacan teóri-
cuidaba y aun se ocultaba el lugar y la función de los co y práctico. Consentía en escuchar al primero al
afectos en la teoría de Lacan. Esto me parecía contra- tiempo que hacía oídos sordos al segundo. 1 Comoquie-
rio a la experienci_a clínica y al pensamiento de Freud. ra que fuese, esta escisión me permitió trabajar inten-
Con todo esto, en 1961 decidí aceptar la invitación samente, con resultados cuyo punto de llegada entre-
de Lacan a seguir su enseñanza mientras yo seguía veía desde la partida, pero que debía demostrar en el
siendo miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Pa- detalle.
rís. El 'influjo de su pensamiento y su carisma perso- Lacan, como dije, abogaba por un retorno a Freud
nal me hicieron seguir su estela, corno cornpaiiero porque creía que el psicoanálisis posfreudiano se ha-
de travesía. Ni más ni menos.
Participé de manera activa en los seminarios de La- 1 Me llevó años advertir la interdependencia de estos dos aspec-
can de 1961 a 1967. Me introduje todo lo que fui ca- tos (teórico y práctico) de la actividad de Lacan. No. hace mucho he
paz en las con1plejidades de su pensamiento. Hasta ofrecido una elaboración de este punto de vista en uLe langage dans
pertenecí a un pequeño grupo de trabajo en que siete .. la psychanalyse, (Green. 1984). continuación de mi trabajo sobre
u ocho participantes le presentaban material clínico el afecto. Le discours vivanL al que he de referirme más adelante.
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16 17
1
1 .

1
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1
bía extraviado. Así produjo lo que después se conoce- convencía de que e~a allí donde podía encontrar 1~) e¡ --~·.
ría como el•,Freud francésn. Es cierto que el pensamien- echaba de menos en el abordaje de Lacan, que me pa-
to de Freud es polisémico y que también se podría ha- recía insatjsfactorio, y hasta descaminado, a ·causa de
. blar de un t<Freud norteamericano,,, por ejemplo el de su excesiva abstracción. Dejé de . asistir al seminario
Hartrnann, que no tendría nada en común con el de de Lacan en 19679 tras la publicación de un trabajo
Lacan. Seguí el consejo de Lacan de estudiar a Freud '
sobre narcisismo primario (Green, 1967b), en el que
concienzudamente, de una manera casi exegética. Pero Lacan consideró que yo no ~abía tomado suficiente-
A
!
mientras más progresos hacía. en la comprensión de mente en cuehta sus ideas.
las obras de Freud, más advertía que el •(retorno a Yo había seguido a Lacan en nombre de la libertad
1
Freud,, como yo lo entendía, no.estaba de acuerdo con . de pensamiento y ahora él me reprochaba que pensa-
1
¡
¡
la interpretación propuesta por el portavoz del •c.Freud ra por mi cuenta. Allí terminó nuestra colaboración.

francés,,. Lacan tuvo el gesto generoso de darme lapo- Por otra parte, me volcaba cada vez más hacia la obra
sibilidad de expresar mis críticas en público, en su se- de miembros de la Sociedad Psicoanalítica Británica,
minario. Como yo era un extraño, esto me resultaba que enriquecía mi experiencia psico.a nalítica. Desde
más fácil que a sus discípulos. ese momento me convertí en ferviente defensor de la.
Empecé con el examen de conceptos lacanianos (el entente cordiale en psicoanálisis.
del objeto a [Gre·e n, 1966]; su interpretación gran1ati- En l970 presenté, ante el Congreso de Psicoana-
cal del ello); me empeñ.é en estudiar de la manera más listas Francófonos. un informe sobre el afecto, que se
completa posible lo que de ahí se seguía; llamé la aten- publicó e~ forma de libro con el título Le discours vi.-
ción sobre las diferencias entre Lacan y Freud, y . pre.- vant: la conception psychanalytique de 1'affect (Green,
se~té nociones de mi propia creación que me parecían . 1973). Este trabajo me permitió esclarecer mis ideas.
mas fecundas. Propuse, por ejemplo, el concepto de En primer lugar, pude analizar el concepto de lama-
alucinación negativa en opos-i ción al concepto de la es- nera .más completa basándome tanto en la obra · de
'
'
1
tructura del significante, y la interpretación del narci- . Freud como en el psicoanálisis posfreudiano, y tam-
i
j sismo primario absoluto en tanto expresión del apara- . bién considerarlo desde un punto de ·vista clínico. 2 En
l to psíquico para reducir la excitación a cero; una ma- segundo lugar, me proporcionó la oportunidad de ex-
nifestación del instinto de muerte. poner ante un público mucho más amplio las críticas
. ~n 1965 s~ produjo una segunda ruptura que ter- J que yo venía formulando a la teoría de Lacan desde
mino en la separación de-·bacan y Lagache. Muchos 1960.
de los discípulos de Lacan lo abandonaron para siern- Es un hecho que la teoría de Freud privilegia la re-
~re en esa ocasión. Por mi parte. igualmente seguí asis- presentación sobre los afectos, al menos hasta 1923,
ti~~~o a su enseñanza, a pesar de diversas presiones la fecha de su segundo modelo tópico del aparato psí-
d1ng1das a que me alejara. Entretanto, desde 1961, du- quico. Si la referencia a la representación es menos
l
' rante el precongreso que se realizó en Londres y el Con- acusada desde ese momento, por otro lado el rempla-
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¡•
,...' greso d ·e Edimburgo, me había mantenido en contac- . zo d~l inconciente por el ello lleva a Freud a referirse
J'
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to con psicoanalistas de la Sociedad Británica. Fue en- con frecuencia cada vez mayor a impulsos pulsiona-
~
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4
,¡. tonces cuand.o cónocí a D. W. Winnicott, Herbert Ro- les más que al afecto como tal. Es cierto que Inhibi-
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r
senfeld; Hanna Segal y J. Klauber·, cuyas presentacio... ción, sí:atoma y angustia (Freud, 1926d) trata del afecto
nes clínicas me impresionaron mucho. de angustia. Pero en general se admite que la concep-
Así descubrí otra manera de comprender la prácti-
. ca psicoanalítica y de interpretar la escuch·a . A medi- 2 Para un examen más breve sobre el ·afecto, véase infra, el ca-
da que me familiarizaba con esta concepción, más me pítulo 6.

18 19
.
ción freudiana de los afectos permanece incompleta gtciez y concedieron renovada libertad al par analista-
Y en muchos aspectos oscura hasta el día de hoy. Ade- analizando. Esta libertad ya había existido en el últi-
más, una destacada tendencia psicoanalítica, que se mo período de la obra de Ferenczi (1928-1933) y reci-
inicia con Fairbairn, Melanie Klein y Marjorie Brier- bió expresión en sus sucesores, en_particular M. Ba-
~ey, Y que en la_actualidad se prolonga en. Kernberg, ltnt. Pero creo que con Winnicott, quien habíéi: segui-
Incluye la cuestión de la representación y los afectos do una trayectoria diferente, a través de la pediatría
dentro del marco de las relaciones de objeto. Esta evo-- hasta el psicoanálisis (cf. Winnicott, 1975), alcanz<;) su
lución no es una empresa puram_e nte especulativa. Es desarrollo pleno. Conocemos el influjo de Melanie Klein
también la consecuencia de una evolución de la prác- sobre la obra de Winnicott: pero esto mismo le hizo ver
tica, que nunca abandonó su i~terés por el análisis de , 1~ urgente necesida-d de escapar del dilema planteado
las estructuras no neuróticas. Además cabe apuntar entre objeto externo (Freud y A. Freud) y objeto inter-
que Freud, en el último período ._d e su obra, opone neu- no (M. Klein), moviéndolo a crear el espacio interme-
rosis a psicosis y no a -perversión. diario y los fenómenos transicionales que eran esen-
En 1972, _J .-B. Pontalis me invitó a formar parte . ciales para la comprensión de las estructuras no neu-
del comité editorial de 1a Nouvelle Revue de Psycha-~ róticas.
nalyse. Allí me encontré con cólegas de mi propia ge--- --- W. Bion dio nuevo
; .
impulso al kleinismo ortodoxo
neración; todos habíamos seguido a Lacan, y después -si lo puedo lla~ar así por el enlace de la obra de
nos habíamos apartado de él. La orientación general Melanie Klein con la de Freud. Completamente absor-
de la Nouvelle Revue de Psychanalyse se situaba en bida en la exploración de las fantasías inconcientes pri-
la filiación poslacaniana y al mismo tiempo manifes- mitivas y de las angustias arcaicas dentro d e las es-
taba un interés creciente por las obras de analistas de tructuras psicóticas, Melanie Klcin parcele'> Jl<> aclv<·r-
la Sociedad Británica. M·a sud Khan, quien integraba . tir plena.Ill~nte que tanto unas como otras lrlfllJiarl Hclln•·
el comité como coeditor en el extranjero, nos guió con los procesos de pensamiento. Fue lo que corllJ t·t"rullc,
sugerencias para traducir y difundir la obra de Winni- Bion. Su considerable penetración teórica le posibilitó ar-
cott, en particular, pero también de ciertos autores nor- ticular el pensamiento freudiano con el kleiniano. Su
teamericanos como Searles. El conocimiento de las empeño en enlazar conocimientos obtenidos por me-
ideas de Winnicott, gracias a la traducción de sus li- dio del psicoanálisis con otros modos de indagación
bros, marcó un verdadero.giro en el psicoanálisis fran- _ .} (filosofía, lógica, matemática, física, biología) alcanzó
cés. Considero que Playing and Reality (Winnicott, ( su consumación en la obra de sus años de madurez,
1971b) es una de las obras fundamentales del psico- de Learning from Experience a Attention and Inter-
análisis contemporáneo. Además, la obra de Melanie pretation; t~as lo cual, corno desengañado· de su pro-
Klein, ya conocida en Frallcia, fue objeto de interés re- pia elaboración frente a la inmensidad de lo descono-
novado como consecuencia de los trabajos de sus su- cido, que su teorización no podía alcanzar, su obra to-
cesores, sobre todo H. Segal, H. Rosenfeld y, en espe- · mó un sesgo que desconcertó aun a sus admiradores
cial, W. Bion. Est~ último autor fue el que más atrajo más fervientes. Por mi parte, descubrí en Bion a un
mi atención; estu-d ié su .obra desde 1970. autor que se podía medir con Lacan. Creo que los dos,
Los escritos d~ Winnicott (y de sus seguidores, so- cada uno desde su ángulo, tuvieron un proyecto co-
bre todo Masud Khan y Marion Milner) daban una no- mún con referencias clínicas y teóricas completamen-
ta i~comparablemente verdadera en la clínica: sorpren- te diferentes: la esperanza de reformular la teoría psi-
día la o.riginalidad de sus conceptos, su novedad y, coanalítica dentro de un marco epistemológico contem-
agregarla, su frescur_a . Trajeron -a ire nuevo al espacio poráneo que nos permitiera superar aquello que, en
psicoanalítico, despojaron la técnica clásica de su ri- la obra de Freud, llevaba el lastre de las ideas de su
-~

20 .21

\
tiempo~ que ya no son las nuestras. Ahora bien~ mien- analista y sobre la simbolización. En este pun-
tras que Lacan se basó en el lenguaje y la lingüística 1 1
sobre e esultó muy útil lo que aprendi" de L acan y d e
estructural, desterrando el afecto de su teoría, Bion par. to nne r . ·
11 ¡, us ideas sobre el lenguaje como presenc1a-ausenc1a.
'
tió de las experiencias emocionC:tles más primitivas y s Desde 1976 tuve encuentros personal~s reg~lares
se abrió paso hacia los conceptos más .i ntelectuales.
Bi,
o n a quien había conocido en el Simposio so-
con erturbaciones
' · f rontenza,
·
Hoy yo diría que Lacan incurrió en el error de una abs- de la personalidad or-
tracción excesiva, mientras que Bion, con su referen- bre .P . · F
· ado en Topeka por la Menninger oun a Ion. d t· El
gl~ ~ de lengua inglesa tal vez reciba la impresión de
10
1
cia constante al afecto y al proceso de trasformación,
fue el intelectual más auténtico, en el mejor sentido ec h ¡- d
ue mis afinidades personales me an leva o mas cer- "
del término. , ~á del otro lado del Canal de la Manch~ que ~e~ otro
En 1974, el Comité creado para preparar el Con- lado del Atlántico. Pero si mi cultura ps1coanali~Ica es
greso de Londres de la Asociación Psicoanalítica In- . completa y bastante limitada respecto del universo
teritacional, que se llevaría a cabo al año siguiente, me ~ los autoreS anglosajones, a menudo he expresado

¡
encargó un informe sobre los cambios ocurridos ~n . ~
la teoría y la práctica del psicoanálisis (véase infra, el _.
;i pesar por el hecho de que estos mismos autores
¡
l• apenas citen en sus escritos la obra de sus colegas fran-
t
capítulo 2). Esto ·me dio la ·oportunid~d de reunir los ceses o francófonos; al menos hasta hace muy poco
hilos que enlazaban a diversas obras contemporáneas 3
hasta for1nar un cuadro de conjunto, y proponer un tiempo. . ." . .
A partir de 1966, mi obra si~u~o dos dtre~c~ones
modelo teórico-clínico extraído de la experiencia con rtncipales: el estudio clínico y teonco del narcisismo,
pacientes fronterizos. Junto al modelo de la neurosis ~ el de la patología fronteriz~. Mi preocup~ción por el
(en tanto el negativo de la perversión) que nos legó narcisismo arranca de un ángulo un poco diferente del
Freud, me pareció que había sitio para otro modelo na- usual. Me impresionó que después de proponer su teo-
cido de una perspectiva nueva sobre neurosis y psico- ría definitiva de las pulsiones, Freud hubiera perdido
sis, revelado por la bibliografía psicoanalítica de los interés por el narcisismo. Ni siquiera manifestó l.a ne-
veinte años precedentes. Dediqué ese trabajo a la me- cesidad de explicar cómo la oposición entre pulsiones
moria de D. W. Winnicott. de vida y de muerte modificaba sus anteriores concep-
Consideré que desde Freud había cambiado proba- ciones sobre el narcisismo, o la reinterpretación que
blemente menos la población· de analizandos que la J se le debía dar a la luz de sus nuevas ideas. El éxito
escucha de los psicoanal~ta_s. Por cierto no se puede de la obra de Kohut muestra claramente, sin embar-
desconocer que encon~amos menos neuróticos que en go, que este concepto conserva su fecundidad en la teo-
la época de Freud, aunque sólo sea porque aquella po-
blación está 111ás repartida entre una cantidad mayor
de analistas. Pero esencialmente, la escucha del ana- 3Cabe esperar que en el futuro las traducciones eliminen las ba-
lista ya no e~ la misma. Hoy es más sensible para de- rreras lingüísticas para todos los psicoanalistas que d~sean mante-
' tectar conflictos cargados de potencial arcaico, ·q ue tal nerse info1·1nados de las diferentes líneas de pensamiento que nu-
!' tren el universo psicoanalítico. Hasta hoy. han sido removidas en-
vez se descuidaban en el pasado. Hoy aun si noto- tre autores ingleses y lectores franceses pero no a la inversa. al menos
dos lo formulamos de la misma manera somos·sen- en igual proporción. Por eso me resulta especi~~ente grato_ ~ue Ho-
sibles para el proceso de simbolización, que entiendo garth Press me publique este libro en su prestigiosa coleccton uThe
en una perspectiva winnicottiana más que lacaniana tntemational psycho-analytical library». .
o kleiniru:ta. Me parece fundamental, por último, el pro- He tenido también la oportunidad de exponer sobre ciertos as-
pectos representativos del pensamiento psic~alítico_ fran~és en con-
blema de la ausencia del objeto y de sus repercusio- ferencias dadas en la Freud Memorial Cha1r del Untverstty College
nes sobre la función de representación, que reactúa de Londres en 1978-1979 (véase infra., el capítulo 1).

1
1


22 23
.
ría Y en la clínica aunque se pueda estar en desacuer .. Todo psicoanalista sabe que la experiencia clín~ca
do con la interpretación que él le da o con la aplica- es la fuente de nuestro c~noci~iento, pero qu~ solo
ción clínica consiguiente. Un error en que se cae con tido genu ino Iluminada por la teoria que
adquiere sen
frecuencia consiste· en oponer narcisismo .a · pulsiones. da razón de ella. Ahora bien, desde la muerte d~ Freud,
Ahora bien, narcisismo es una expresión ·cte .libido yoi- .. aun antes sin duda, ya no es posible referirse a la
ca, y esta depende de la teoría de las pulsiones. Opino i ria psicoanalítica en singular. Como lo mostramos
que existe un narcisismo positivo, un ·factor unifica- ~es. el psicoanalista tiene que abrirse camino por ~a
dor procedente del yo, por el que su libido en tanto selva de las teorías contempor~eas, con la ·heren~Ia
se opone a la libido de objeto procura alcanzar cohe- . ,.d e Freud como única guía. Cada uno de nosotros elige
sión yoica: este narcisismo tiende a la unicidad. Mi hi- ada encruciiada de la teoría y prefiere la senda que
ene ~ · p ·1 b
pótesi~ es que esta tendencia ·hacia la unicidad se ve Je parece mejor para seguí~ adela~te. . arque si · a o :a
contrarrestada por un narcisismo negativo que brota de :.-F reud continúa siendo Incuestionadamente la mas
de las pulsiones destructivas, que actúa en la direc-
• ~ • #
. gran~e. ~o existe un solo ~odo d~ ~eerla e interpret~­
Cion Inversa y cuya unica manifestación es la tenden- ;.
la.· Ad-e más, la práctica psicoanalittca ya no es la mis ..
cia a reducir a · cero las investiduras yoicas. Lo eviden- ma. y el analista de n~estros días se e~frenta con ca-
cia, en la clínicá, toda patología narcisista-que nos pre- sos problemáticos tales que la obra de Freud le resul-
sente estados de vacío psíquico y desinvestidura del ta de escasa ayuda. No lo veo como algo para lamentar,
yo. De esta suerte, la libido qe objeto y las investidu- sino como un desafio para continuar la obra que Freud
ras de objeto son doblemente atacadas: por el narci- inició y par~ in~ugurar nuevas perspectivas de inves-
sismo positivo, que promueve la libido yoica, y por el ·ugación~ Es lo que convierte al psicoanálisis e11 tilla
narcisismo negativo, que desinviste la libido yoica sin disciplina viva y en continuo avance. . ..
devolverla al objeto. La indiferencia resultante ni si- Yo mísmo no he escapado a la suerte C(JIIltiiL 1• a.
(JUiera se pone al servicio del egoísmo, como lo pudie- un estudio concienzudo de Freud, mi elabor·t ·l<"u• f( •(, ..
ra hacer por medio de una falta de empatía hacia el rica se vio influida por Lacan, Winnicott y l3ioJl. 1 e l"<l
objeto. En muchos casos pareciera que el yo se desin- no soy lacaniano ni ·winnicottiano ni bioniano, y no
teresara tanto por él mismo como por el objeto, y le creo tampoco haber caído en la trampa del eclecticis-
quedara sólo un anhelo de d~saparecer: de ser arras- mo. He intentado enriquecer mi pensamiento con es-
trado hacia la muerte y la Nada.- A mi juicio, esta es r. tos tres autores sin despojarme de mi propia indivi-
la expresión genuina de la pulsión de muerte, que en dualidad. Me atrajeron en mayor medida que otros por-
manera alguna es compa:rable con la agresividad ni con que su obra me ofreció más materia para pensar. No
el masoquismo primario. Creo que la expresión de pretendo que deba ocurrirle lo mismo a todo analista~
Freud ccnarcisisrno primario absolutou es un equivalente y reconozco el derecho de los demás a hacer eleccio-
de esta barrera absoluta interpuesta a todo intercam- nes distintas y llegar a conclusiones diferentes. Nues-
bio no sólo con el objeto sino en el núcleo mismo del tros analizandos nos confían un material tan rico y
yo, que queda sl:ljeto al proceso de la desligazón~ con complejo, asunto de una reflexión constante~ que nin-
vaciamiento de su capacidad de proyectar. Concedo guna interpretación teórica puede pretender su repro-
que esta es una proposición especulativa, pero es acor- ducción exacta ni, menos aún, exhaustiva.
de a la observación y se la descubre en ciertas filoso- Si pongo el acento en la interpretación, se trate de
fías orientales ·q~e alientan en sus adeptos un desape- los pacientes o de la lectura de Freud, ello no supone
go absoluto a ~xpensas de su propio yo en la medida que comparta la opinión de algunos que ven en el psi-
en que siga prisio.n ero de sus deseos y de los deseos .. . coanálisis una rama de la hermenéutica. Los trabajos
de su objeto. · que hoy adoptan esta línea suelen ser radicalmente es-

24 '- .

25
cé-pticos. No creo que todas las interpretacione s ten- . . d ares de opuestos se refieren a entida-
gan el mismo valor, ni que su relación con la verdad Qúda. estoss ;;!entes y atañ.en a niveles de desarro-
dependa exclusivamente del punto de vista adoptado. ~es_ clinic~ Pero fundamentalmente interesan a la
El afán de restar importancia a los descubrimientos llo d~sigu es ... n de la ligazón-desligazón, que encon-
del psicoanálisis está en la base de esta actitud que cuestlón comu . .. t .. ·
. - . F d· de la separación-reuntan, con ermt-
relativiza nuestro conocimiento psicoanalítico, tal vez ·trarnos en reu • ·ct d s··
·. de Winnicott: o del continente-conteni o, e ton.
¡
j
en demasía. El dominio de nues~ras certezas es limi- nos Bo · et hace algún tiempo, propuso, dentro de
•l.' tado, desde luego. Pero no se debe confundir el debate Ya.- ..uv , tt·va st·milar el concepto de distancia del
! u~a perspec . ' .
crítico con disputas entre teólogos. Tampoco doy eré- .
l dito a los que hablan. en mi opinión con ligereza, de ob.j~~-que nevo apuntAdo ~e refiere.~ espacio psíqui-
la ciencia del psicoanálisis; al menos, es preciso dejar .· uno podría demostrar tambien corresponden-
· ,.
bien en claro que los criterios oficiales de· ciencia limi- ca. · · álogas en el orden del tiempo.
peA 0 . F d ~..
reu . vt...Ia
en
tan considerablemente su interés desde el punto de vis- e 1as an . .
la tendencia a la descarga del proceso pr1~~r1o 10
ta del estudio de la psique humana. Estoy convencido ' :esto de la posibilidad de posponer la accion con
de que el psicoanálisis contemporáneo tiene que des- ~~~glo al proceso secundario. Bion situó.el dilema_ fun-
cubrir su propio idioma, que no es el de la teología re- daxnental de la psique en esta alternativa: o huir de
ligiosa ni el del positivismo científico; ni el de lo irra- la ftustl'ación por vaciamiento, o tolerarla elabor~dola
cional ni el de la razón estrecha. Existe una lógica, o por medio del pensar .. Acerca del :psicótico, afir.mo q:Ue
unas lógicas, de lo inconciente, que hemos empezado ejecuta la identificación pr?y~ctiva co~ veloc1da~ m-
a comprender cada vez mejor desde Freud, acaso en .t erestelar. Winnicott, por ultimo, trato de definir el
una medida que él nunca imaginó. Winnicott nos ha· tte111po.óp~o de espera para el infante. Si ese tiempo
mostrado el interés heurístico de las paradojas dentro · es reducido a la nada por la tnadre que responde In-
de la teoría: entre ellas, la que opone el objeto subjeti- mediataJnente a las necesidades del bebé (o las antici-
vo y el objeto percibido objetivamente. pa), así ella lo priv~ de la capacidad de .elaborar. Si,
Durante muchos afios intenté oponer la obra de por el contrario, su respuesta .excede de ~!erto umbral,
Freud a la de sus sucesores, en tanto veía estructuras ·origina reacciones catastróficas en e~ n1no, con expe-
neuróticas opuestas a estructuras no neuróticas. Hoy riencias de desintegración. Aquí la distancia correcta
me inclino a pensar que estas oposiciones, que pare- es el tiempo oportuno. La madre lo bastante buena es
cen válidas, no son tan tajantes como creía. Más pre- también la madre lo bastante mala.
cisamente, si se las coteja. dejan traslucir un parale- . Pudiera ser que, en un nivel teórico elevado, las
lismo. Tomaré u~ ejemplo p~a ilustrar lo que quiero cuestiones del análisis fueran las mismas que todos
decir. El .e studio de estructuras no neuróticas ha traí- los pensadores enfrentan: lo verdadero y lo falso {pien-
do a la luz dos tipos de angustia respecto de los que soaquí en el selffalso); lo real y lo ilusorio (pienso en
parecen estar de acuerdo los autores, en su mayoría, el espacio inter111ediario); lo bueno y lo malo {menclo-
aunque e·mpleen términos· diferentes: angustia de se- · no el pecho. kleiniano); el bien y el mal (es la cuestión
..
paración y an_gustia de intrusión, que ponen de mani- ética del superyó); el orden del lenguaje y el orden del
fiesto una debilidad de las fronteras entre el yo y el mundo (aquí tenemos a Lacan y su significante); sen·
objeto. Pero, si a la angustia de castración (descrita por tido y sinsentido (lo inconciente de Freud); razón y sin-
Freud) uno agrega la angustia de penetración más raZón (¿locura o psicosis?). A diferencia de los filóso-
específica de la sexualidad femenina, en mi opinión , fos, nosotros no intentamos responder estas pregun-
tenernos el par castración-penetración, que encuentra tas en la soledad de nuestros propios pensamientos,
su par correspondiente en separación-intrusión. Sin •
\ sino en los empeños del par analista-analizando, den-
'

26 •
27
.. tro del encuadre psicoanalítico. Es cierto que nuestras litlco dentro de la cura. Tal vez, para el ana-
' so rw1coana . l"t·
respuestas no siempre ~on satisfactorias. Debemos con- ; r- ue escribe, exista un proceso psicoana I ICO que
formarnos con aproximaciones (Bion), medidas con· .lleta q le por su solo autoanálisis. Propongo llamarlo
· no se reve ' icoanalítlco
. · teórico. A este debe cad a uno
una verdad absoluta que · permanece inasequible. La el proceso ps . .
experiencia y la reflexión nos convencen, empero, de • tilo ·personal de pensamlento.
que arrebatamos una parcela no desdeñable de co~o­ su ;:uestra formación psicoanalí1!~a incluye nu~stro
cimiento de lo incognoscible de .la mente humana:. análisis persOnal. nuestras supe~Isiones, ~1 estudio d~
Freud ya sabíá que las fronteras entre neurosis y- . · ·-· p· ·e ro por suerte. en ninguna parte nos for
la· teona.
· -_ ·. ". . •se·ribir La obra escrita
. d e un ana1·IS t a
normalidad son apenas discernibles. Tras su huella ' tnalnO$ para e · . ..
hemos aprendido que much·a s personas bien adapta- · · · .. b-ablemente otro modo de proseguir su autoana-
es pro ... . . . d N h d -
. · tisiS Con posible benefiCIO para ~o.s emas. . o ay u
#

das a la realidad social y ·externa alientan lo que he


llamado locura privada. Los propios psicoanalistas es- . , . dade .Q ue se trata de un ejercicio que se mcluye en
tán lejos de ser inmunes a ella. Uno se entera de esto · el dominio de la sublimación. Definir a~u ello qu~. es
cuando algunos., como H. Searles. quiebran-la ley del · 8si.sub1tmado rebasa el propósito de esta mtroducc~on.
silencio. Y Winnicott dijo además que para ser ·capa- .Tal vez se deba atribuir al masoquismo del analista
ces de comprender a psicóticos, necesariamente debe- más : P«;:so del que ·se. suele concederle. El utiliza su
rnos tener algo en común con ellos. Los que esquivan tteinpo Ub:r.e para 'e scribir, porque hace_r~o no neces~­
a pacientes fronterizos para dedicarse exclusivamen- rtamente.forma parte de su labor. Sacr1f1ca a la escri-
te al análisis de neuróticos tienen sin duda la suerte tura; cualquiera que sea el placer que le depare . los
de beneficiarse con represiones más fuertes y eficaces. · ptáceres que le procuran otras empresas m nos lntt·-
Pero, ¿qué analista puede hoy practicar su profe·s ión leCt:Uales. Cuando se reúnen colegas. se d ., la ran <k
excluyendo de su diván a todos los pacientes que no ·. acuetdo: •iQué profesión loca!». Tal ve z la escrlt u ra lur -
presenten una neurosis clásica, o presuntamente tal? me Parte t.anibtén de la locura privada d 1 a n a ll. I n .
No parece que tengamos esa opción. La locura priva- Puede librarse de ella. en parte. sólo si e s c ribe s <>br ·
las locuras privadas· de otros, a saber: sus analiza n -
da nos saldrá al paso con más frecuencia de lo que pre-
dos, a quienes dedica una de las partes más preciosas
veríamos o esperaríamos. También es posible recono-
de sí mismo en el intercambio intersubjetiva del in-
cerla y contar con ella. . -. -
Cuando un analista reúne en forn"la ct·e libro un con- -· 5 ·c onciente.
junto de sus escritos, toma conciencia de un fenóme-
no curioso. Esta compilación, que abarca más de una
década, revela, pqr el cotejo entre los distintos traba-
jos, que ideas que en su momento parecieron inaugu-
rar un desarrollo nuevo ya germinaban muchos años
ante~ en un artículo previo. Desde luego, la idea, en '·
aque1la primera formulación 9sólo existía en forma ru-
dimentaria, y P:O se hubiera creído que adquiriría fi-
nalmente tanta importancia. Hasta puede ocurrir que
una idea cuya autoría uno pretende haya sido tomada •

de un colega: una criptomnesia llevada en silencio.


Ya tuve oportunidad de apuntar esto mismo cuan-
do preparé otra compilación; en ese moment o se me
· impuso una inferencia. Todo analista sabe del proce-

29
28
1. El psicoanál!sis y los mOdos del
pensar ordinario .

En un trabajo ~nconcluso escrito en Londres du-


rante el otoño de 1938, Freud escribió: ccEl psicoanáli-
sis tiene pocas perspectivas de ·s er bien. visto o popu-
. lar. y no sólo porque muchos de sus contenidos afren-
tan los sentimientos de numerosas personas; c~si igual
efecto perturbador produce el hecho ~e incluir nues-
tra ciencia algunos supuestos uno no sabe si contar-
los entre los resultados de nuestro trabajo o entre sus
premisas que no pueden sino parecer en grado su-
mo aje·nos al pensar ordinario d~ la multitud y contra-
dicen de manera radical ci.ertas opiniones dominan-
tes. No hay remediou (Freud, 1940b, pág. 282 [págs.
283-4]). Freud se refiere aquí a lo inconciente. Explica
que las resistencias a lo inconciente provienen de una .
censura no sólo moral sino también intelectual, como
si su existencia amenazara la razón y la lógica. En es-
te capítulo inicial trataré de mostrar que la progresión
de la obra de Freud lo constrifió a reconocer la exis-
• tencia de modos de pensamiento todavía más extraor-
..
'
/ dinarios de los que podía esperar cuando propuso su
primera hipótesis sobre lo inconciente.
Cuando aconsejamos al analizando que omita cen-
surar sus pensamientos y diga todo lo que se le ocu-
rra, la censura en cuestión es de las dos categorías,
moral e intelectual. Si el analizando emplea las aso-
ciaciones libres, ha aceptado la renuncia a toda pre-
tensión de nexo racional entre los pensamientos; así
se podrá establecer otro tipo de nexo por medio de la
• atención libremente flotante del analista. Las relacio-
nes que la mente del analista establece entre diferen-
'
tes partes del material comunicado por la asociación
. . libre del analizando, con inclusión de eslabones faltan-

tes que i.m plícitamente operan en silencio, indica que
1

31
. •

tras bambalinas obra cierta fmtna de lógica que no obe. : clones de compromiso. para construir un puente en-
1
1
dece a las reglas de la razón común. ¿Podrá ser que · tre ellas. .
1 ; . no exista contenido latente alguno o que, si existiera :_ Me parece que si Freud se obst~nó en mante~er un
no fuera inteligible? . ' ·. unto de vista dualista en la teoria de las pulsiones,
:Or
1

ejemplo, fue P?rqu~ ~a~ía comprend~d~ intuitiva-


1

No me propongo resumir las diversas etapas que .


culminaron en la demostración de esta ló.g ica otra. Me mente que la dualtdad 1ntctal era la condicion necesa-
rla pa.ra !a prÓducción de algo Otro ~u~ naciera de la
1
limito a apuntar que esta doble lógica fue teorizada por -
1
1

Freud en su oposición cl~sica entre proceso~ prima- .· relación" entre los ·d os· términos g~ner1cos·. .
ríos y se~undarios. Si es consabido que los procesos · ·. •. ·: ~N~ QUte~Q decir que la dualidad sea primitiva sino
s~c~ndanos so~ aquellos del ~en~a:niento ló~ico tra- •. .. <i.ii? ;~· ~llúuite de 13. redUcción máxi~~- posible P<;>r
dlcional, y se r1gen por el principio de realidad, no ,y.·.. .lo:·que~ t~a a _la inteligibilidad. La cond1c1on necesaria
siempre se deja en claro que también los procesos pri- ·• · · . i .adé~U~da ¡)ara que se establezca una relación es la
marias, que· se rigen por el principio de placer, tienen ,:. _-... .eXistencia :de dos tér1ninos. Esta declaración simple
una lógica implícita. He aquí sus principales caracte- ,-. · ti-áe-fuu¿has ·c onsecuencias. Erige.el par como una re-
.. .
rís~ic·as: desconocen -el tíempo.; ~o to~a~ e~ ~~enta. la ·. ·~ fere'nctti .teÓric·a más fecunda que todas cuantas ero-
negación; -operan por condensación y desplazamien- -, plt:!~.~i .Ii\~,.~ni4a4 .com~· base. ·s ¡ reflexionamos un poco·
to, y no toleran espera ni demora. Logran expresarse ·~. .· 11\á,~ , ~bte. lQ .que~ ~sta dualidad fun~amental supone
sorteando los obstáculos que pretendieran impedirle '." ·en .t anto e(>rtdJción para que se produzca algo tercero,
darse a conocer; en otras palabras, permiten que nues- ::'. . aeSCij.bi,~~.la base de la actividad simbólica. En efec-
tros deseos inconcientes experimenten cierta fortna .de ;. tq~ .,~~~ 9r~~ci9n de un símbolo de~anda que dos ele -
c umplimiento. meii~-~~p;rados se reúnan para for1nar un te rcer ·1·-
Este es el punto principal que queremos señalar. ·: .ltj~q;t~.{_'qp~~ totrta prestadas sus caract e rfstt ':ts ci t· hls
No obstante la censura, los deseos reprimidos alean- · ·~;tr~s ·d~s;' pero que será diferente d e la suma d · flC¡tu· ·
za n satisfacción a través de un modo especial de pen- . llas . _' - - . _
s amiento, y así garantizan la victoria del principio de . . . t'odo esto nos conduce~ la situación a nalit lca . ~: n
placer. Me parece que hemos subestimado el aspecto ella~ las d·o s partes que constituyen su esenc ia mis m a
saludable de ese logro y hemos destacado en demasía están ~~unidas y, al rn'ismo tiempo, separadas. No man-
su aspecto patológico. _tienen corttact<? físico. El contacto se puede establecer
La oposición entre los procesos primarios y secun- a trav.~s del clima ernocional.de la sesión silente, pero
darios no se debe presentar diciendo que los primeros ~~J;nOS que el silencio puede ser vivido diferenternen-
son irracionales mientras que los segundos son racio· té pOr cada uno de los compañeros. Una forma de con-
nales. Más bien son procesos rivales y complementa- tact~ ~e establece también a través del habla, que in-
rios que se rigen por diferentes tipos de razón. Pode- d~~S:Ja parte de sí que el analizando desea poner en
mos extraer de esto dos conclusiones importantes. En - cohtáéto con el analista. Pero, ¿podemos decir que el
primer lug~. la unidad psíquica del ser humano es una discurso del analizando es el analizando? Evidente-
falacia. La validez de la ecuación psíquico = concien- ~.en~e no, porque operan la racionalización y la nega-
~ te fue cuesti.o nada por la idea de lo inconciente. El su- · ~~~~· · Sin embargo, si no creyéramos que el discurso
jeto ya no era Uno sino. Dos; 0 , dicho de otro modo: d~l ~al_iza~do trata de decirnos algo acerca de él mis-
1 1
la unidad era la de una pareja que vive en conflicto mo. no habríamos preferido esta forma paiticular de
tolerable o en relativa armonía. La segunda idea. que relación. Debemos afirmar, entonces, que el discurso
- ,
procede de la primera. es que la existencia de dos tér- · del analizando es Y no es el analizando, y que es pro-
minos en conflicto propende a la creación de forma-. . ? ucido por su actividad simbólica que procura reunir
-.
. .. . ... .... ;~.. . .•.~ •. ·. . . '(, ~.:.·~~ ..:"'' i. . t.. . :- :..~. .::7
. t
.~ .
..
. .. ' .; .:_ ....- . ., .:., . -~"'~ ~
~ ..... ...._ J \ _.. •,. '"""" . ,.¡ ~
... .... - ~ ....;... ~ ·_,

..
33
32
lo separado. Es que la separación se constituye en una -~-- ' · '''· "esos primarios de la razón subjetiva sin negar to-
oportunidad nueva para otra forma de reunión. ::· , - ~~~er~cho a los :grocesos secundarios de la razón ob-
.'

Lo que está separado reclama una separación do. -: jetJV~. Sobre todo, supone q~e el yo ~mede ~as~r de
ble. Primero, hay separación entre el analizando y el "_ la-·una a la otra sin desmentir su realidad ps1qu1ca y
analista. Pero esta separación es reiterada por cada uno ···· ·.. .,sui. repudiar la realidad material. El yo tien~ que ser
de los compafieros; en efecto, cada uno tiene un in. - cáW. principalmente, d~ establecer conexiOnes fl~­
conciente sepa~ado de su propjo conciente. El discur.. -· xtbles. que, en alten1anc1a, se bagan para formar hl-
so del analizando será entonces el resultado de un do- ._ pc?tests y cOnclusiones provisionales, y se desh?-gan p~­
ble compromiso. Expresará un compromiso entre lo ra :dejar espacio a o~as q~.e representen meJor la SI-
inconciente y lo conciente. y también un compromiso .t uación. Considero que conviene pensar que existe una
entre el deseo de estar en contacto con el analista, y tercera categoría de procesos. Propongo llamar proce-
·el de evitarlo. · · .Jsos terciarios a estos instrumentos de ligazón o a estas
Parecidamente, la escucha del analista tie~e que . conexiones. En efecto. en oposición a lo que Freud
trabajar sobre todos esos dominios al mismo tiempo; c~eíá. . no se trata tanto de que los procesos secunda-
en efecto, debe reconocer que lo escuchado por él es · rios dominen a los primarios cuanto de que el anali-
un compromiso entre lo que descifra con ayuda de su zándo_pueda hacer el empleo más -c reador de su co-
conciente y lo que alcanza a comprender por medio existencia, y ello en las actividades espirituales más re-
de su inconciente. Sería erróneo decir que el analista fiilaaa·s lo mismo que en la vida cotidiana. Tal vez sea
no comparte los deseos de contacto con el analizando · mucho pedir.
- .: Mientras Freud consider~ que podía confiar en el
;.

o que no está tentado de responder. de manera .simé-


trica a los movimientos por los cuaJes este intenta rom- yo para conducirlo a una percatación de lo inconcien-
per ese contacto .. La interpretación pugna por ser el te a través del reto,r11o de. lo reprimido. pudo creer que
mejor compromiso posible en esos movimientos de ida estaba en condiciones de resolver las dificultades in-
y vuelta. La interpretación se expresa con fines para- . herentes al tratamiento psicoanalítico. Pero llegó a la
dójicos porque le es preciso mantener el ·c ontacto con conclus~ón de que gran parte del yo era a su vez in-
el analizando y guardar al mismo tiempo la distancia conciente, y sin duda ·que este fue para él un descu-
necesaria para que esta forma de contacto pueda cul- brimiento descorazonador. Hasta entonces, lo incon-
minar en un insight. También en cuanto a su conteni- ciente se revelab~ a través de manifestaciones que pro-
do la interpretación es ;una formación de compromi- baban su existencia: deslices en el habla, parapraxias, (
so; condensa los modos ;de razonamiento que pertene- fantasías, sueños, síntomas, trasferencia. que, una vez
cen al · pensarn~ento lógico racional y a aquella variedad· analizadas, no podían menos que forzar al yo a con- 4
de lógica que se rige por otro tipo de racionalidad. De ·cluir que lo inconciente no era una ficción. Cuando
hecho, nuestras interpretaciones incluyen enunciados Freud descubrió que el yo no sólo era la sede de la re-
que se traducen en usin, ccentoncesu, ccporquen, ccpor eson, sistencia sino que era inconciente de sus resistencias,
ceno obstanteu, etc. Al mismo tiempo, dicen también que y que sus mecanismos de defensa per111anecían opa-
cierta hos~ilidad manifestada es un signo de amor, o cos para él mismo, se atuvo a signos que él podía es-
que cierto amor aparente esconde tnucho odio; que cuchar ·pero que permanecían silentes para el anali-
cierta indiferencia traduce sentimientos de desespera- zando. Freud no halló los medios que le permitieran
ción; o el deseo de morir es, en realidad, deseo de que analizar lógicamente esto inconciente no reprimido.
otro muera o de fusión eterna con el otro. El había hecho de la integridad del yo una condición
• La situación que acabo de describir supone que el preliminar para la posibilidad .de emprender un análi-
yo puede ser capaz de reconocer la existencia de los sis. En ccAnálisis terminable e interminable•, se vio obli-
...

34 35

1
.
gado a admitir la dura verdad: ccEl yo, para que POda. . - 1 r~sencia en la vida anímica de un
mos concertar con él un pacto así, tiene que ser un ra tneqmvoc~;s~!metas. llamamos pulsión de agre-
yo nor111al. Pero ese yo normal, como la normalidad ·poder que. p .. ·ón y derivamos de la pulsión de muer-
en general, es-una ficción ideal. El yo anormal, inutnt. sió!l a destr.uccJ ·a de la materia animada., (ibid ._,·págs.
zable para nuestros propósitos, no es por desdicha una te 0 a, prop1 .
ficción. Cada persona normal lo es sólo en promedio, 24~:-S. [pátag._i2tá44F))r.eud considera que lo~ instintos ~es-
su yo se aproxima al del psicótico en esta o aquella En es .e • · .
·, .- ._-· . ·:. n los responsables de ese esta o e cosas.d d
pieza, en grado mayor o menoru (Freud, 19~7c, pág... tructtvos so _ .
. . ,· :. ., d. ··. - , tnar aquí el concepto de pu ston e 1 · .. · d
235 [pág. 237]). No he e exam . . . _
• · - , • J.~' -- ' . ara sefialar·que s1 el f1nal feliz no se pro
'!.

Notemos que Freud se refiere aquí a la psicosis y muerte ::KUvo P


- · · · u·e el yo parece haber .
c ·
ap1tula d o an t e es -
no a la neurosis. Esto significa que se ve obligado a auce es por.q . .
·ta inversión de los valores de la vida. - . . ..
admitir que el yo normal incluye un·a diversidad de · >Dos tazones seria~, que atañen. al yo y _a la pulston
distorsiones en su relación con la realidad, que ponen de·agresión, hacen que la acción del analista !racase:
en duda su capacidad de integración o su poder de-sín- .

tesis. Nos e~ lí~ito ~gregar que esta ·alteración del yo



Pero si intenta•nos comprender lo que ~reud dtce ace~
·ca _de estas dos situaciones, con arregl~ -a la pers~e:ti­
es responsable también de la defección del segundo Va que he escogid~. ·o sea, 1~ existencia de ~na log1ca
aliado: la trasferencia. La trasferencia positiva o aun diferente. tal vez resulte postble superar el ntvel de las
la ambivalente tenían por base la idea de que, con la
ay-u da del analista, se podía encontrar un compromi-
·meras declaraciones. · . .
· Volvamos a lá.cita de Freud. Lo que parece ocurrir
so mejor entre las demandas del ello y el yo, que -debe . en. el ; c aso ·de estos analizandos es que el principio d
tomar en cuenta también al superyó y al principio de ·piác~r que ·gobiertla la actividad psíquica ha tr~~~ue~­
realidad. La reacción terapéutica negativa contradice to .! el .orden de estos térttlinos. La busca de pla< t r l1a
esta presuposición. sido suplantada por _la busca de displacer, Y la cvlt~ ­
ccDurante el trabajo analítico no hay impresión más ción de displacer se ha convertido en evitación d pla-
fuerte de las resistencias que la de una fuerza que se cer. Es como si el sujeto dijera 44Síu al displacer y uNou
defiende por todos los medios contra la curación y a a1 placer. En muchos casos el analista considera que
toda costa quiere aferrarse a la enfer1nedad y el pade- el ceNo,, al placer es sólo superficial y que satisfaccio-
cimiento. A una parte de esa fuerza la hemos indivi- nes ocultas mantienen el sufrimiento. Pero hay otros
dualizado, con acierto sin duda, como conciencia de casos en que el dolor psíquico es tal que parece difícil
culpa y necesidad d~ castigo, y la hemos localizado en creer que procure al sujeto satisfacción alguna. Pode-
la relación del yo con. el superyó. Pero se trata sólo de
.
mos pregu·n tar: ¿en qué consi~ten los pensamientos
aquella parte que ha sido, por así decir, psíquicamen- ·inconcientes de estos pacientes? En suma: ¿qué aspec-
te ligada por el superyó, en virtud de lo cual se tienen to tiene su realidad psíquica si persistimos en consi-
noticias de ella; ahora bien: de esa misma fuerza pue- derar que su discurso manifiesto es un discurso encu-
den estar operando otros montos, no se sabe dónde, bridor?
en forma l~gada o libre. Si uno se representa en su to- La realidad psíquica de estos pacientes no es me-
talidad el cuadro que componen los fenómenos del ma- nos complicada que la realidad psíquica de aquellos
soquismo inmanente de tantas personas, la reacción casos en que predomina el principio de placer. Tam-
terapéutica negativa y la conciencia de culpa de los bién aquí el disfraz recurre a la condensación y al des-
neuróticos, no podrá ya sustentar la creencia de que plazamiento. Sin duda, la diferencia reside en que la
el acontecer anímico es goberttado exclusivamente por lógica que preside estas operaciones es una lógica de
el afán de placer. Estos fenómenos apuntan de mane- la desesperanza. Freud afirmó que la realidad psíqui-

36 37
), ~.t

1
ca es la única realidad genuina. Este;> también se apu.· ·: -, ~~. . ;, . j ·. , · .. basa en la posibilidad de estable ..

1
1
1 .
ca a caso que ven1mos cons1 eran o. ·ct d M 1 . K
e an1e lein . , ,. St· ._el análisis id dse . 1
~ quica enlaces nuevos con o que
¡ nos mostró la importancia de los procesos reparado. cer en ~S:ctldy _ a pesplresio~n podemos afirmar que es-
fi segrega o por r . - .
res e~ la dep~es10n, y creo que los casos q~e Freud . . · ~~ .. ... d d ·d e establecer enlaces no esta destrUida
• " " r • •

menciOna estan penetrados de rasgos depresivos. Pe. . · . · tá ca~l a ... · bío lo está en la psicosis. Pero los
ro hay más. Winnicott mostró que en ciertos péicien. aqtú _co~o e~en siempre de. una manera que con-
tes la única realidad es la de lo que no está presente, en]a~~. .,s e.es_ ulectado nunca es positivo. Si el trabajo
l . . · . L . ftnna que su _
r es .d d .. .
1
f
q~e nos h ace SU rlr por SU ffilS~a ausencia. a ausen.. , . .,. . · ¿e;· ·'r(J:~< orcfona a estos pacientes se~tl O a ~ClO-
t
i
Cla no conduce a la esperanza s1no a la desesperanza. . ~~tl .rC:~ul~dc> de un auuiento del sentido es siem-
na •·d. . · ducciÓn en el ser. Paradójicamente, estos
i
1
1
En este punto podernos inferir que los procesos de pen.
1
¡ · t o tnconcten
sarnien · · t e d e 1. os. pacien
· t es que man¡·f·les- . ..·· .pre. l·juna dre . sólo tienen la sensacton · ~· d e un ccp1us~ser,.
tan 1os rasgos d escr1·tos por F re u d rem1·ten a una reali.. · ana __. zan - fr¡ · )os
cuando· disminuye su bien-estB! (b1en-e· -tre ),
dad psíquica -la única verdadera para ellos forma-
1
rus-e
een definitiVa constituye siempre una acu-
d~ por objetos que sólo exist~n por el desen.gafio o .el . a:~~ri tmplicÚ:a a aquellos que los han traído al m un-
displacer que causan. El vac1o del yo es mas ·c ons1s- d · esto que
no pidieron nacer. · . .
tente que sus logro~. Todo el ab<:>rrecimiento de.sí que ·. · o./!:
respuesta a esta situación procura mostrar al
mora en estos anal1zandosrefleJa un co~pro~uso .en- paciente que su afán de! producir desesp~:anza en el
tre el anhelo de perpetrar una Venganza Inextinguible :· atiallsta'le resulta !~dispensable para venf1car que es-
y el anhelo _coexistente de ~~o~eger al ~bjeto de estos te puede SO:br~v~vir al aborrecimien~~ ~ seguir a~ali-
deseos hosttle~ que le son dm_g1dos. Esta v~nganza na- ·zando lo que. sucede en el 111undo ps1quico de~ p~cien-
~ ce de una herida que alcanzo a estos pacte:n tes en su te. Esta es la mejor prueba d~ amor que el an~1sta pue-
i
.t mismo ser y desahució su narcisismo. Ellos mismos a
de dai:''áyúdarlo él, aJ .pac;iente. a reconocer ~ue su
l no lo advierten, en buena parte porque sus pensamien· aborrectmlerito de sí es un sacrific~o, y que el odto vol-
i• tos no saben distinguir entre el daño que anhelan im· cado Sobre el obJeto es quizá, como lo cree Winnicott,
l
'
ponerse a ellos mismos que a menudo permanece un· amor sin miramientos. Porque la ambivalencia ex-
í
f
1
inconciente y el que ansían infligir a su objeto. No trema de ·e stos pacientes corre pareja con su extraor-
J
1
1 perdonan .al objeto su incapacidad de valorarlos, su dlnaria intolerancia de ella. del mismo modo como sus
l
''
~
••
ausencia en el momento en q .u e más lo necesitaban, sentim-ientos de· culpa inconciente reflejan su rehusa-
1
i ni que tenga fuentes de place~ distintas de ellos m1s· miento de sentirse c,ulpabl~s y una idealización extre-
;


mos. Esta lógica de ·.la desesperanza lleva un propósi· ma de la imagen que tienen de sí ~ismos, simétrica
1
l'
to constante: ~emostrar que el objeto es realmente _ma- de 1ª imagen del objeto ideal que en vano buscan so-
¡•
j lo, incomprensivo y rechazador, para lo c~al los pa- bre la Tierra. .
f
J cientes inducen el recha~o de otros. En el momento . Lá lógica que antes expusimos, la del proceso pri-
í
1

¡
~n que logran. este propósito, han demostrado no sólo mario tal como Freud lo definió, era -en cierto modo-
1
1
¡ que no son capaces de inspirar amor sino que el amor una lógica b~sada en la idea de un par de opuestos for-
' ••'"
de otros n9 es más .que una fachada superficial que ·m ados por el anhelo, por un lado, y la prohibición, por
esconde su aborrecirniei)tO. En suma, e.I 'amor es siem· _el otro. Si la prohibición se suspendía, podíamos su-
pre incierto, el odio es siempre seguro. De igual modo porier.que nada impe~iría una unión feliz con el obje-
se las arreglan para perpetuar todo lo posible esta for· ~ to. En síntesis, no se concebía que el objeto pudiera
1 tna de relación sadomaso·q uista que han escogido, siem- no amar al suJeto, o que lo odiara. En esta perspecti-
f1 pre que encuentren ·u n compafiero que .acepte el pa· va, la lógica de los procesos primarios es una lógica
1
¡
pel que le han asignado. de la esperanza; lo opuesto de lo que he llamado la ló-
1
¡

1
1
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¡ 38 39

·.
1 l.
•,
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gica de la desespe~anza. En .esta, en el primer plan . . .


°
se sitúa el objeto: no el deseo, no la prohibición. Si 1 y la psicosis•: ocEn la psicosis. el remodel~i.ento de la
unió? feliz se experimenta como imposible es porqu: . realidad tiene lugar en los sedimentos p~1qmcos de los
el SUJeto no se puede sentir amado por el objeto ni pue. · vtncWoa que hasta entonces se mantuvieron co~ ella,
d~ amarlo. Es una lógica diferente, respecto del con. ·.. · ()' sea ei:Í lás h~ellas mnémicas. las representaciOnes
fl1cto entre el deseo y la prohibición, porque prevalece · · y los juicios que se habían obtenido de ella h~sta ~se
el conflicto entre el yo y el objeto en torno del amo · momento y pOT los cuales era subrogada en e~ mtenor
y del odio. Desde luego, cuando hablo del objeto m~: · dCb"Ja.W daanimica• (Freud, 1924e. pág. 185. [pag. 195)).
refiero al objeto interno," tan profundamente interno·· :EÍi fo:i::Mas muy Severas de psicosis, como la que él es~
que es un objeto narcisi~ta plasmado sobre el narc¡ . · fiídla eii' el caao Schreber. podemos ver el desarrollo
sismo herido del sujeto. . éno1me:_ de esta trasfoi"xn~ción, que nos produce un sen-
~ r~acción terapéutica negativa nos ·enseña que · ttil1iento,"de extrañeza. Pero por lo común tratamos a
las fiJaciones al odio son mucho más tenaces que las . p8cieDt~S menos perturbados que Schreber: los llama-
fijaciones al amor. Ello .p or dos razones. La primera ·. dOS. e~ fronterizos.' . .
es la convicción de haber sido destituido de un amor . .-.:_:· En •Neurosis y psicosis•,, Freud escribe: <cEl yo ten-
al que uno tiene tanto derecho como al aire que resp¡.' drá la poSibilidad de ·evitar la ruptura hacia cualquiera
r~. En estas condiciones, es difícil resignar un objeto de ·los lados deforxnándose a sí mismo, consintiendo
s1n desear .obtener este amor hasta el final. La segun- litel)oscabos a su unicidad y eventu·a imente segmen-
da razón es que el odio se acompafia de culpa. Resig- · táhdose y.partiéndose. Las inconsecuencias. extrava-
n.~ ~1 objeto ~s dejar de odiar; pero descubrir una po- .gariclas y locura~ c;le los hombres aparecerían así bajo
Sl~l~Idad de amor con otro objeto no sólo significa per~ · · una ltJZ semejante a la de sus perversion s sexuales:
m1tir que el objeto primitivo de la fijación siga su propio e~ efect~; · ~CeptándO)SS, ellOS Se ahorran repreSi(lllt! SH
destino, sino también hacerlo ct·e saparecer literalmen- (Freud·.~- l924b. págs. 152-3 [pág. 158]).
te del selfy . .en cierto modo, abandonarlo. Hay culpa si · Esta cita justifica la importancia que la escisión ad-
se odia al objeto, pero no la hay menos tal vez más- quiere ·e~ la últlJtta parte de la obra de Freud. Si en
si el sujeto deja de odiar al objeto para amar a otro el ~urso de un análisis es preciso confiar en la coope-
objeto. La solución consiste entonces en perpetuar la ración del yo. el analista tiene que saber que este yo
atadura interna con este porque es mejor tener un ob- tiene dos lados: está escindido. En uno de sus últimos
trab~jos. ceLa ~scisión del yo en el proceso defensivo••,
jeto interno malo que arriesgar perderlo pata siempre.
Freud describe así la situación: entre las demandas que
Es notable la correspondencia entre la relación del yo
con el objeto y del · y~ con el superyó. hace una pulsión y la prohibición por parte de la reali-
da~. •el niño n.o hace ninguna de esas dos cosas, o me-
Volvamos ahora al aserto de Freud referido a las
distorsiones psicóticas del yo. ;Hasta aquí debimos tra-
jor dicho. las hace a las dos simultáneamente, lo que
équfYale a lo misrtlo,• (1940e, pág. 275 [pág. 275]). En
tar solamente de la esperanza y la desesperanza .den-
tro de un si~tema especular de dos tértninos opuestos.
.o~s palabras, según Freud, el yo del nifio no decide;
es decir, no juzga: admite ~os juicios contradictorios
y sirné~ricos· entre sí. Podemos comprender que, con·
al mismo tiempo. Vemos que esta operación es dife-
trariamente·a lo que diji.m os antes, no se produzca un
rente de la represión. que en,apariencia decide de m -a -
tercer tétiilino, ninguna efectiva simbolización. Faltan .
los procesos terciarios. nera que la realidad prevalezca sobre las mociones pul-
sionales. Freud insiste en esta coexistencia simultá-
Refiriéndose a la represión y a la trasformación de
nea, en el caso de la escisión: uPor un lado, [el nifio]
la realidad en la psicosis, Freud escribió lo siguiente
rechaza la realidad objetiva con ayuda de ciertos me-
en su trabajo uLa pérdida de realidad en la neurosis
canismo~, y no se deja prohibir nada; por el otro, y a

40
41
1
..
1

~ ' re~glón seguid o , reconoce el peligro de la realidad oh; ,:., ·· . ftcát1vas, y la interpretación que ~rota de eblIas es con-
jetiva, asume la angustia ante él cotilo un síntoma de ·.-. · - Pe
- ro el paciente no consigue esta 1ecer aque-
~e 1uyen 1e.
pad e~er y l uego b usca d e1enderse
&'
de él. ( ... ] Las dos =··-·
.··-· ·:.¡,-.. . laces que le perm1·t 1·rtan
-- alcanzar 1a conc1us1on
· ..
11osen
re a cc10nes contrapuest as f rente al confl icto subsistt. . · -c orrecta. Es como si la secuenci~ · d e pensamien
· t os s e
rán com~ núcleo de una escisión del yo» (ibid .• págs, . . ; compücsiera de piezas tn~e~endientes. _Parece que_ en
275-6 [pags. 275-6)). · . este.ciiSo los procesos terc1anos ?el anahsta se t_e~dnan
· qúe póner a disposición del paciente. Trads la l?tg1c ~ d..e
En la represión. la relación entre el yo como tepre.
sentante de la realidad y las demandas pulsionales C(). .·, . 18. esperanza y la des~speranza, hemos escn O a 10- 1
lllO representantes del placer es vertical. La r~pn~sión .' . gtca de la indiferencia. · . .
domina al impulso pulsional esforzándolo hacia lo pro. .· · · .. Todos estos conceptos nuevos nacieron de los de-
fundo, en tanto que el impulso pulsional esfuerza en ;,. . senga,ñ()s ~e la práCtica (an~lít~ca) de Freud. qu_e red u-
••
la dirección opuesta, hacia lo alto_ Lo inconciente es . jeion·~us ambiciones terapeutic~s: Freud creyo h~ber
subterráneo en relación con lo conciente. En la esct. ·•. .. ffifligldo una terrible herida narcisista a la humanidad
sión, esa relación es horizontal. La razón del -yo y la -:- al demostrar que el yo racional no es el amo en el hom-
razón de las demandas pulsionales coexisten en el mis- , . bre. Pero con el paso del tiempo se ha comprobado que
mo espacio psíquico. Una coexistencia de esta índole también 1~ extrañ.a lógica del yo del paciente puede
constituye un factor de estancamiento cuando ocurre ~ . bifligti·una herida narcisista al anal~sta si le opone sus
durante la cura analítica. Es como si el analizando oye- -. extr3.ordlnariós modos de pensamiento.
ra las interpretaciones del analista con un oído. El otro · Ante este cúmulo de dificultades, ¿cuál es la solu-
no cesa de cantarle la nana de la moción pulsional que · . · ci6n?· Durante; mucho tiempo. el trabajo del analista
lo mece y lo arrulla, co:n un completo desconocirnien- · copststf8. en pensar como el-deseo inconci~nte para in-
to de aquel mensaje recibido. Las dos lógicas están en _ tegiar~ este· 'pen~ient<? con el del yo y ensefiar a este
contradicción entre sí . Hay rehusamiento a elegir cual- · a reco.n ocer. la otra parte del alma que se niega a so-
quiera de los asuntos. Antes que se descubriera lo in· . meterse ala razón y la realidad comunes. Pero ahora
conciente del yo, la represión inconciente se te~ía que estamos frente a algo diverso. Se trata de un razona-
..
disfrazar si quería expresarse. Detrás del «Non conciente . miento acorde con los procesos de una locura del yo,
podemos traer a luz el «Sin inconciente. Pero aquí la · escondida en lo profundo. En consecuencia, el analis-
estrategia del yo ~arnbia. Dice «Sin y uNo" al mismo . tase tiene que entrenar en el empleo de tipos de pen-
tiempo. Lo que importa no es tanto el juego doble del samiento ínás y más alejados de la lógica racional. La
yo en la e-scisión~ cuanto el carácter inconciente de la · lógica del principio de placer, tal como Freud la des-
escisión. Nos sale al paso una paradoja. En la repre· cubrió en los procesos pririlarios, se muestra demasia-
sión, lo inconciente está separado de lo conciente, pe· - do simple en relación con la lógica que encontramos
ro el retomo de lo reprimido nos permite establecer en los casos fronterizos difíciles. Estos revelan la exis-
un puente entre lú uno y lo otro. Lo reprimido perma· tencia de lo que he llamado la locura privada del ana-
nece oculto.• pero a veces se muestra a través de sus l~do. Esta locura privada sólo se revela en el víncu-
1

' ' '
disfraces. _En cambio, en la escisión los dos tipos de lo trasferencia} íntimo. Fuera de este vínculo el pacien-
1
pensarniento parecen, a sim pie vista, coexistir, y el yo te es más o menos·como tan tos otros, ni más ni menos
1
yerra totalmente el juicio sobre su modalidad dual de irisano que aquellos. Es capaz de realizar las tareas que
' '
1 " funciomuniento; No existe comunicación entre las par- le tocan. Lejos está de carecer de sentido de responsa-
1
tes escindidas, no hay proceso terciario. Hallamos que - .bilidad. Pero a la luz de la trasferencia revela un tipo
' 1
esta situación se prolonga en las asociaciones del ana· · de funcionamiento psíquico por entero diferente den-
¡

j
lizando. Para el analista, estas asociaciones son signi· _ tro de su mundo interior.
'•
1

j'
43
42


La trasferencia tiene el poder de revel~ la extre- es que hizo sobre .la homosexualidad inconciente
ma sensibilidad de estos pacientes para la pérdida y f cton aciente no. cons1gu1eron
. . reso 1ver e 1 en1·grna d e 1 ca-
1
la intrusión. Siempre están buscando establecer una de ~uth Mack Brunswick (Freud, 1918b) indudable-
distancia psíquica que les permita sentirse a resguar- :~nte se aproximó mucho más a la verdad cuando es-
do de la doble amenaza de invasión por el otro y de
cribió que el proble~a del Ho~bre ~e los Lobos era
su pérdida definitiva. De esta manera desarrollan una - · , e no quería ser n1 hombre n1 muJer.
contradicción per1nanente que les ha~e anhelar lo que qu No es casual que Freud descubriera la escisión a
temen perder y r .e chazar lo qu~ ya está en su posesión ropósito· del fetichismo ... ni lo. es que volvamo~ noso-
pero cuya invasión temen. · ~os a la sexualidad o, mas exactamente, a la bisexua-
De hecho estas· actitudes ocultan otra cosa. Si hay · ¡1dad para refeririios· al Hombre de los Lobos. Freud
lucha contra la intrusión que invade es porque hay un no .d ejó de insistir en que la vulnerabilidad del yo se
anhelo secreto de ser invadido cornplet~mente por el sitúa en su nexo con la función sexual. Pero tenemos
objeto; no sólo de estar unido con él sino d~ verse re- que comprender que esta s.e conecta estrechamente
ducido a una pasividad total, corno un bebé en el úte- éon las relaciones de objeto. Puesto que se trata de re-
ro. Este deseo puede ser contrabalanceado por el an- ·Iaciones, siempre se las pue~e considerar en función
helo de invadir a la madre y ocupar -por completo su de unicidad, dualidad, trinidad, conjunctones, disyun-
cuerpo y sus pensamientos. De la misma manera, si ciones, fusión, seP.á.raciones, etc., que dicen referen-
la resignación del objeto o su pérdida se temen tanto cia a una lógica arcaica, la lógica de la pasión.
es también porque existe un anhelo de matar al obje- Ya al término de su obra, en ccConstrucciones en
to para encapsularse en una autosuficiencia mítica que ·.el análisisn- (1937d) y en Moisés y la religión mono-
libere al sujeto de todas las variaciones que el objeto teísta (1939a), Freud procura establecer un importan-
le impone y que lo privan de constancia en sus rela- te distingo .entre verdad histórica y verdad material.
ciones con él. No ofrece una definición formal de estas dos noc lor'lt; s
Creo que no hemos ~amado adecuadamente en con- pero nos da a entender que la verdad histórica es l<l
, sideración el camino por el cual las mayores contribu- . que consideró verdadero un individuo en un mom rl -
ciones al psicoanálisis moder110 han enriquecido nues- to de su historia durante su niñez. Esto es precisametl-
tro conocimiento. Nos han enseñado menos sobre los te lo que el trabajo del analista debe reconstruir. En
contenidos psíquicos, puesto que siempre tratamos con cambio, la realidad material denota una verdad obje-
las mismas cosas aunque su apariencia varíe. Han con- tiva. La verdad histórica es una interpretación subje-
tribuido, en cambio, a nuestro conocimiento sobre ti- tiva; ella constituy~ un sistema de creencias y de mo-
pos o formas de pensamiento. Lo que llamamos me- dos de pensamiento que se fija en el individuo: la evo-
canismos de defensa son tarn bién modos de pensar.· lución ulterior ya no influye sobre ese sistema, el cual
Por ejemplo, cuando Winnicott describe fenómenos coexiste ·c on el desarrollo de los proce~os racionales.
transicionales y ·objetos transicionales, crea una clase En cuanto a la verqad material. es ign<>ta como tal.
de· objetos y un tipo de espacio en que el juicio de exis- Sólo es asequible por el descubrimiento de la distor-
tencia no tiene cabida. Estos objetos son y no son el sión de la verdad histórica.
pechó o la madre. No importa lo que pensara Freud, Que la verdad psíquica sólo se alcanza por el análi-
la suspensión del juicio no siempre es perjudicial para sis de la distorsión podría ser el lema de toda la teoría
el yo. Todo depende del valor constructivo o destruc- freudiana. Estamos destinados a la distorsión porque
tivo de estos nuevos tipos de objeto. nacemos en estado de prematurez; dependet11os del
El análisis del Hombre de los Lobos ensefió a Freud amor y de la protección de aquellos que nos cuidan
los efectos destructivos de la escisión. Las interpreta- hasta que podemos emanciparnos. La instancia que

44 45

'
nos daría acceso a la verdad material, el yo. expen.. . prensivos. y. si ello fuera posible, esperamos volver-
menta el influjo de fuerzas pasiones de amor y de ~ nos más sabios.
odio que rebasan su endeble poder y lo compelen a es. · A medida que nuestro trabajo psicoanalítico alcan-
tablecer compromisos que siempre implican una dis. ce estratos profundos de la vida anímica, nuestras hi-
torsión inevitable. No es casual que el P<?der del yo se pótesis tal vez parezcan alejadas del pensamiento co-
despliegue mejor en el intento de ·comprender y dom¡. , mún y aun de aquellas formas de pensamiento que
nar objetos inanimados de la realidad. Freud trajo a la. luz y que esclarecieron los nexos en-
. . tre lo inconciente y lo conciente. Esto en modo alguno
Esta distorsión tiene raíces tan profundas y está es- ·
tablecida con tanta solidez y firmeza que hoy muchos facilitará }a COIIlUnicación entre analistas y no analis-
analistas sostienen que nunca podemos alcanzar esta tas. No sólo los pacientes racionalizan y desmienten.
realidad material po~ la vía de reducir la distorsión de CQmo Freud, podemos de~ir c<No tiene remedio,,. En
la verdad históricar/Sólo podemos oponer otra cons- cuanto a lo que concita reservas y aun resistencias en-
r
trucción, que es una aproximación hipotética, a la tre los psicoanalistas hoy, se hará evidente dentro de
construcción de la realidad histórica. En su111a; cuan. ·unas décadas. ·
to podemos hacer es proponer-una construcción hipo- Lo que Freud tomó por verdad material tal vez sea
tética adicional a la construcción del paciente. No se verdad histórica en el futuro próximo a la luz delco-
trataría de lo verdadero sino más bien de lo probable, nocimiento psicoanalítico. Y podremos así decir que la
de lo compatible con la verdad ignota. Presentaríamos obra de Freud es históricamente, pero no materialmen-
al analizando otra versión del mito personal a que él te, verdadera. Sus respuestas fueron compromisos en-
adhiere. Y esto pasa a formar la verdad con1partida por tre un núcleo de verdad que le permitió perdurar-
él y nosotros. Es una verdad que .é l puede reconocer y una intensa construcción· psíquica acotada por los
como propia y que nosotros le comunicarnos tan pron- límites de. su experiencia y por su fe en una forma de
to como discernimos a través de la trasferencia· esta racionalidad demasiado rigurosa para que él pudiera
· verdad que él llevaba dentro sin saberlo. comprender los tipos o formas de razonattliento extra-
Ahora bien, esta verdad no consistió sólo en una viados. No tengo dudas de que estaba preparado para
masa de contenidos secretos, sino también en un len- aceptar esta idea y, siendo nosotros sus herederos, de-
guaje secreto, ~n un sistema secreto de pensamiento. bemos prepararnos para considerar esos desconcertan-
Para llegar al resultado;deseado es indispensable que tes modos de la razón con el objeto de arrancar una
el paciente consiga explicar rio sólo lo que tenía para pieza de territorio al continente todavía ignoto del al-
ocultar sino el modp en que pudo ser ocultado. Si fue ma humana.
indispensable .desembarazarse de eso, no menos indis-
pensable fue conservarlo. Contenido y forma son in-
separables. Por eso el psicoanálisis es hoy un análisis
i , 1
del continente en igual medida, por lo menos, en que
¡
l lo es de los contenidos. Esto exige que los psicoanalis-
.•'
•'
tas avance~ mucho más en el manejo de esos modos
f
J• extrañ.o s de pensamiento en los que Freud nos inició)
Lo que no significa que hayamos de volvernos meno~

¡

1l

racionales. Por el contrario, ampliaremos el dominio
de la razón al admitir que en la mente humana co-
existen diversos tipos de racionalidad que se compene-
tran. No nos volveremos más místicos sino más com· 1

46 • 47
' •
~

i

2. El analista, la sin"lbolización y la importancia. A h ora es lo externo lo qtie nos obli-


15
ausencia en el encuadre analítico :a. por el displacer que nos inflige, a no diferir más_
u análisis. Confiemos en tener nosotros lo que desea- ·
:nos que exista en nuestros pacientes: un deseo de
cambio.
Un análisis de la situación presente debería desen-
volverse e~ tres niveles: 1) un análisis de las contra-
dicciones entre el psicoanálisis y el medio social; 2) un
ariálisis de ~as contradicciones en el seno de las insti-
Tigre, tigre, que relumbras tuciones psicoanal~ticas, esas formaciones interilledia-
en las selvas de la noche rias entre la realidad social , por una parte, y, por la
¿qué mano inmortal, qué ojo otra, la teoría y la práctica psicoanalíticas; 3) un análi-
forjó tu aterradora simetría? sis de las contradicc-iones en el seno de la práctica y
r
de la teoría psicoanalíticas como tales. _ _
--- -- . ..
Lo difícil es articular esos tres niv~les entre ellos.
.
W. Blake, The _Tyger * __
--~-

.. . .... -
Mezclarlos lleva . a la confusión; escindirlos, al clivaje.
Bien lo sé, pero algo Si el tercer nivel!no nos diera más que motivos de sa- ·
Me impone esta aventura indefinida ~ tisfacción, nos inclinaríamos a desdeñ.ar los otros dos.
Insensata y antigua, y persevero Pero no siempre es así, y sin duda que esto guarda re-
En buscar por el tiempo de la tarde lación con lo que ocurre en los dos primeros niveles.
El otro tigre, el que no está en el verso. Comoquiera que sea, tengo que dejar para d e spué s el
proyecto ·ambicioso de articular los tres nive les. J:>or
J. L. Borges, El otro tigre hoy tenemos bastante que hacer con e l exame n d t, ·icr -
tas contradicciones tanto de la p r á c tica como d e la t e<>-
¡ ría psicoanalíticas, que generan malestar. Anna Fr ~ u d
(1969), en su análisis lúcido y valiente de las uDificul-
Todos los analistas saben que una condición esen- tades en el camino del psicoanálisis•• (las que provie-
cial para que un paciente se decida a emprender un -· nen del público, de los pacientes, de los analistas), nos
análisis es el displacer, el malestar creciente y, por fin, recordaba que este inauguró el conocimiento del hom-
el sufrimiento. Lo que es verdadero para el individuo bre a partir de la experiencia negativa de la neurosis.
lo es igualment~. en este punto, para el grupo forma- Hoy nos es dada la ·ocasión de aprender sobre noso-
do por los psicoanalistas. El psicoanálisis no he de tros mismos por nuestra propia experiencia negativa.
asombrar a nadie si lo digo en voz alta , no obstante Del malestar actual pueden nacer una elaboración y
su apariencia floreciente, pasa por una crisis y experi- una trasformación.
menta un profundo malestar ... para reducirnos a es- En este trabajo dedicado a los cambios recientes
te eufemisrn9. Las causas de ese malestar son, a la vez, introducidos por la práctica y la experiencia psicoana-
internas y externas. Durante IIlucho tiempo las defen- líticas, me propongo dilucidar los tres puntos siguien-
sas lograron entretener las causas internas restándo- tes: 1) el papel del analista dentro de una concepción
más amplia de la contratrasfe~encia, que incluye su
• Traducción de Salvador Elizondo. en Poesía inglesa del siglo elaboración itttaginativa; 2) la función del encuadre
XIX ~Buenos Aires: Centro Editor de América Latina9 Biblioteca Bá- analítico y sus relaciones con el func.ionamiento men-
sica Universal. 1979. (N. del E.) tal por los efectos de simbolización que en él se desen-

48 49
vuelven; 3 ) el lugar del narcisismo, tanto en la. teoría al analista. Khan ( 1962) c o mpila el catálogo impresio -
como en la técnica~ en tanto se opone al lugar de las nante de los casos que plantean demandas nuevas a
relaciones de objeto y lo complementa. la situación ~nalítica. Encontramos allí las denomina-
ciones que hoy son familiares para todo analista: esta-
dos fronterizos, personalidades esquizoides (Fairbairn,
1940)~ personalidades c< corno sin (H. Deutsch, ~ 1942),
l. Los calllbios en el car11po psicoanalítico trastornos de la identidad (Erikson, 1959)~ déficjt es-
·pecíficos del yo (ego specific defects, Gitelson, 1958),
.personalidades falsas (Winnicott, 1956), falta básica
La apreciación del car11bio: visión objetiva ·(Balint, 1960). La lista se alarga si se incluyen algu-
y visión subjetiva nas contribuciones francesas: las estructuras pregeni-
tales (Bouvet, 1956), el pensamiento operatorio de los
Puesto que elegí circunscribir111e a los cambios re- pacientes psicosotnáticos (Marty y de M'Uzan, 1963),
cientes, tendré que abstenertne y lo lamento de r el anti-analizando (J. McDougall, 1972a). Por fin, hoy
mostrar cómo, desde sus comienzos~ el psicoanálisis retienen la atención las personalidades narcisistas
no ha dejado de tnodificarse, tanto en el interior de la (Kernberg, 1970, 1974; Kohtit~ 1971)'. La antigüedad
obra de Freud (no ~ay más que releer~ en orden cro- de la mayoría de las descripciones redescubiertas por
nológico, Freud 1904a, 1905a, 1910d, 1910k~ 1912b, las investigaciones diagnósticas recientes (Lazar, 1973)
1912e, 1913c, 1914g, 1915a, 1919a, 1937c, la secuen- nos lleva a preguntarnos si el cambio actual se debe
cia que va de ccEl método psicoanalítico de Freudu a únicamente al simple aumento de frecuencia de esos
ccAnálisis ter111inable e interminablen) como en los tra- casos.
bajos de sus primeros colaboradores. Entre estos~ Fe- El ca.m bio anunciado hace más de veinte años se
renczi, a quien ciertamente debemos reservar un lu- ha vuelto cambio establecido. Ahora debernos tratar
gar aparte, en intentos patéticos y contradictorios~ y de desentrañar el ·cambio que se anuncia. Más que per-
con no poca torpeza en muchos casos, había mostra- severar en la vía objetiva, prefiero orientarme hacia
do, hacia el final de su obra, el camino del porvenir la vía subjetiva. Adoptaré esta hipótesis de trabajo: la--·
(1928, 1929, 1930, 1931, 1933). Pero si el cambio es toma de conciencia del cambio que se incoa concierne
continuo, la toma de COJ?.Ci.e ncia, por su parte, como al cambio en el analista. No me propongo abordar aquí ·--
ocurre en la cura, es discontinua. A menudo esto su- ni la manera en que este puede ser afectado por la ac ..
cede hoy , la idea de un cambio anunciado vein- titud del medio social hacia él, ni la influencia intro-
te años antes por autores aislados se convierte en una ducida por los procedimientos de selección, de forma-
realidad cotidiaria para todo analista. Así, el repaso de ción o . de comunicación. Aunque todos estos factores
11
1
la bibliografía psicoanalítica muestra que ya en 1949 desempeñan sin duda un papel, me limitaré a la prác-
j
Balint tituló uno de sus artículos ccCambio de metas tica y a la teoría surgidas de la situación analítica. Es
y de técnicas. terapéuticas en psicoanálisis., (Balint, decir, a la visión de la realidad psíquica tal como la
1
•t 1950), y que en 1954 Winnicott, en c<Aspectos Illeta- situación analítica permite percibirla, tal corno el pa-
'
1 psicológicos y ~línicos de la regresión en la situación ciente la hace vivir e imag.inar al analista. Porque, en
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. psicoanalítica•• (Winnicott, 1955), estableció las bases fin de cuentas, no hay cambio salvo en tanto el analis-
.r

de nuestra comprensión actual del problema. ta pueda cotnprenderlo y dar razón de él/ Esto no quie-
• 1
En un primer abordaje, este problema es visto de re decir que haya que negar los camb~os del lado de
manera ccobjetiva, porque se intenta estudiar el pacien- los pacientes. Pero están subordinados a los cambios
te ccen sin, ~a mayoría de las veces sin tomar en cuenta L~

• de sensibilidad y de percepción en el analistal De la


)

50 !
t, • 51
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11 ~
misma manera como la visión del·mundo exterior del · dificultad- de hacer coexistir y de arinonizar el códi-
paciente está sometida a la visión de su realidad psí- go interpretativo extraído de la obra de Freud, y del
quica. nuestra visión de su realidad psíquica está so- • análisis clásico, con los códigos producidos por los
metida a la visión que tenemos de nuestra propia rea- aportes de la clínica y de la teoría de los últimos vein-
lidad psíquica. · . te años, tanto más cuanto que no forman un cuerpo
Me p~ece que los analistas tornan cada vez mayor ' homogéneo de pensamiento. Un cambio esencial en
conciencia del papel que desempeñan tanto en su apre- el análisis de nuestros días proviene de que el analista
hensión del paciente en los contactos de sus primeros oye -y tal vez no puede dejar de oír lo que hasta
encuentros como después ·d e instalada la situación entonces era inaudible. No quiero decir que los analis-
analítica y en el desenvolvimiento del análisis. El ma- tas tengan hoy un oído más ejercitado que antes se
terial del paciente no les es exterior; aunque. sólo fue- suele lamentar lo contrario . sino que oyen también
ra a través d~ la experiencia de la trasferencia, forman otra cosa que antes no sobrepasaba el umbral de la
parte integrante de él. El analista interviene hasta en audibilidad.
la manera de comunicar el material del paciente (Ba- Esta hipótesis cubre un campo más vasto que las
lint, 1962; Videtinan,. 1970; Klauber., 1972; Giovacchi- _. opiniones que proponen extender la noción de la con-
ni, 1973)._Balint (1962). dijo en 1961 en un Congre-s o:- - tratrasferencia (P. Heimann. 1950; Racker. 1968) en
((Porque nosotros, los analistas, pertenecemos a len- su sentido tradicional. Con Neyraut (1974). creo que
guas analíticas diferentes, los pacientes nos hablan di- la contratrasferencia no se limita a los efectos afecti-
versamente; por eso nuestros lenguajes son diferen- vos negativos o positivos producidos por la trasferen-
tes aquín. Una relación dialéctica se instala entre pa- cia, sino que incluye todo el funcionamiento mental
ciente y analista. Por lejos que el analista lleve sus del analista tal como es influido por el material del pa-
esfuerzos para comunicarse con el paciente en la len- ciente, pe~o también por sus lecturas o las discusio-
gua de e~te, a su turno el paciente, si quiere ser com- nes con sus colegas. Hasta se puede hablar d una ¡>r ·. .
prendido, no puede menos que responder en la len- cesión de la contratrasferencia sobre la trasfert"Jlcia.
gua del analistq. Y el analista, en su esfuerzo de co- sin la que no se podría producir ninguna elab<>raei(>Jl
municación, no . puede sino mostrar lo que él oye, a de lo trasmitido .por el paciente. Al proceder así no nos
través de su experiencia subjetiva, del ·efecto que so- salimos de los límites que Winnicott (1960b) asigna
bre él ha _producido el discurso de su paciente. sin po- 1
a la contratrasferencia cuando la restringe a la actitud
der pretender la objetividad absoluta de su escucha. profesional. Además. esta concepción ampliada de la
Un Winnicott (véase W _innicott, 1949) mostrará cómo: .c ontratrasferencia no implica una concepción amplia-
ante un caso difícil, tendrá que pasar por una expe- da de la trasferencia.
riencia personal más o menos crítica, homóloga o com- Esta manera de aprehender las cosas me parece jus-
plementaria de la de su paciente, para tener acceso a tificada por el hecho de que los casos difíciles a los que
un material hasta entonces escondido. Es cada vez más nos referíamos antes son precisamente aquellos que
frecuente ver que los analistas interroguen sus propias ponen a prueba al analista y a la vez solicitan su con-
reacciones ante lo que su paciente les comunica, y se tratrasferencia en el sentido e.s tricto-, y también
valgan de ellas-en sus interpretaciones, junto al análi- aquellos que le exigen mayor contribución personal.
sis del contenido de lo comunicado, o de preferencia Además me sentiré cómodo habiendo adoptado este
a este, porque .la meta del paciente es el efecto de su punto de vista porque no puedo pretender hablar sal-
comunicación más que la trasmisión del contenido. vo en mi nombre: ningún analista puede dar por sí so-
Creo que una de las contradicciones principales con lo una imagen global de la condición analítica contem-
que hoy tropieza el analista es la necesidad -y la •
poránea en su conjunto. Espero no ilustrar demasía-
. . ~~

52 53
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do lo que apuntó Balint (1950) cuando afirmó que la psicótico camuflado, regresiones inesperadas, di-
10
1
/ confusión de las lenguas está del lado de los analistas ) ~ eultades para la movilización de ciertos estratos pro-
porque cada uno persevera en su lengua analítica. Den- ti cndos, rigidez de las defensas del carácter. Todos es-
tro de la multiplicidad de los dialectos nacidos de la t~ rasgos conducen en muchos casos a análisis más
lengua analítica fundamental (Laplanche y Pontalis, menos interttlina~les. Un trabajo reciente de Lirnen-
1967), tratamos de ser políglotas, pero nuestras fuer- ~i (1972) pone el dedo en la llaga de la fra~ilidad de
zas son limitadas. · · uestras previsiones, acerca tanto de los pacientes co-
~0 de los candidatos. Y es bastante frecuente q~: ~1
material clínico de un trabajo se apoye en el análisis
El debate sobre las indicaciones del de candidatos no menos · que en el de pacientes. ((Bue-
psicoanálisis y los azares de la analizabilidad no para el análisis no es sinónimo de analizablen. Esto
refuerza el escepticismo de los que consideran iluso-
Desde hace más de veinte años, la bibliografía ana- - ria una evaluación antes de la puesta en situación ana-
lítica y los encuentros entre analistas relatan las peri- ~ lítica. Los mejores se dejan sorprender en esto. La de-
pecias de un debate sin fin entre los sostenedores del finición de criterios objetivos de indicación de análisis
análisis clásico, que restringen el campo psicoanalí- (Nacht y Lebovici. 1955) y de pronóstico de los casos
tico (Eissler, 1953; Fenichel, 1941; A. Freud, 1954; fronterizos por ejetnplo (Ketttberg. ~971) es interesante
Greenson, 1967; Lampl-de Groot, 1967; Loewenstein, ·pero de valor relativo. Limentani apunta; para el_ caso
1958; Neyraut~ 1974; Sandler et al., 1973; Zetzel, de la evaluación por un tercero, que sus concepciones
1956), y los sostenedores de la extensión de este (Ba- teóricas. sus afinidades personales, su resonancia con
lint, Bion, Bouvet, Giovacchini, Kernberg, Khan, M. el paciente influyen notablemente sobre la decisión fi-
Klein, Little, Milner, Modell, Rosenfeld, Searles, Segal, nal. Parece difícil promulgar para la analizabilidad lí-
Stone, Winnicott). Los primeros temen la introducción mites objetivos y generales que no tomen en cuenta
de parámetros deformantes y llegan hasta cuestionar ni el grado de experiencia del analista, ni sus talento·s
la denominación de cctrasferencia•• para las reacciones específicos, ni sus orientaciones teóricas. Toda limita-
terapéuticas de los pacientes mencionados en la sec- ción será regularmente trasgredida por el interés pues-
ción anterior (cf. la discusión en Sandler et al., 1973) to en el. paciente, tal vez dentro de una colusión co-
o, si se la conceden, las qalifi~~n de intratables (uin- ~ mú:n , pero con el deseo de intentar una aventura nue-
tractables)), Greenson, 1967). Los segundos quieren va. Por lo demás, no es raro leer, bajo la pluma de
preservar lo esencial de la técnica psicoanalítica (re- sostenedores de la restricción del campo de las indica-
chazo de las manipulaciones activas, mantenimiento ciones del psicoanálisis, observaciones que contradi-
de la neutralidad aun si esta es más benévola., referen- : cen los principios mismos que ellos enuncian. Más pro-
cia principal a la trasferencia con un uso variable de vechoso que decirnos lo que debiéramos hacer o no
la interpretación), pero adaptarse a las necesidades de hacer, sería saber lo que de hecho hacemos. Porque
los paciente~ y abrir horizontes nuevos a la investiga- bien pudiera ser, como decía Winnicott (1955}, que no
>
~ l ción. tuviéramos opción. Por mi parte, no creo que cualquier
• i ''
l •1 Esta división es 111ás relativa de lo que parece. Ya paciente .sea analizable, pero prefiero pensar que de-
no es posible oponer válidamente los casos que se si- teltninado paciente no lo es para mí. No desconozco
túan en el terreno seguro del análisis clásico a aque- que los resultados no están a la altura de nuestras am-
llos en que el analista se· atasca en pantanos insegu- biciones y que los fracasos son menos raros de lo que
ros. Porque hoy es dentro de ese terreno seguro donde desearían1os. Sin embargo, no podemos conforrnarnos,
muchas sorpresas son posibles: aparición de un nú-
1 '

1
como se hace en medicina o en psiquiatría, con un en-
1
1
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1


54 ·- 55

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••
d.1 del análisis de las resistencias, sus nudos se de-
foque objetivo del fracaso, que tal vez pueda ser re- 111e ~an casi por sí 1nismos. El análisis de la contra-
montado por la paciencia del analista o por un análi- san~ rencia se puede limitar al registro de los elemen-
sis ulterior. Debemos interrogarnos también sobre su traS e nflictuales presentes en el analista. desfavorables .
significación subjetiva para el paciente. Winnicott nos toS co 1 desarrollo de la trasferencia. En el límite, el rol
ha mostrado la nec~sidad de repetir el fracaso del~­ parae -- . . t m
de ese objeto que es el analista es anon1rno e 1n erca -
biente exterior, y co~nocemos el sentil!liento de om_n i- ble. Así como el objeto es, entre todos los compo-
pótencia que resulta de ello para el paciente, sea que ~!:ntes de la pulsión, el más fácilmente sustituible, de
mejore después del fin del trataiiiiento, sea que per- manera su papel permanece desdibujado en la
1gu al · 1 g'
sista en la tttisma actitud. Es posible que el único fra- écnica y también en la teoría. La rnetaps1co o 1a que
caso del que debiéramos atribuirnos la responsabili- ~ esto resulta remite a un individuo capaz de desen-
dad fuera nuestra imposibilidad de hace~ entrar al pa- v:lverse solo, con el auxilio limita~ o . del objeto en el
ciente en contacto con su realidad psíquica. Los límites

cual se apuntala, sin duda, pero s1n perderse nunca
de la analizabilidad no pueden ser otros que los del ·en él y sin perderlo.
an~ista, alter ego del paciente. Para co.n cluir, diré que El modelo implícito de la neurosis en Freud se fun-
el verdadero cuidado de la indicación de análisis es. la. da en la perversión (la neurosis como -ne~ativo ~e la
evaluación 'por el ári3.listá de la medida de la distancia perversión). Hoy f3.be dudar _de que los ps1co~nal1_s~as
que separa su capacidad de comprensión y la comuni- antengan este punto de v1sta. El modelo Implicito
cación de un paciente dado, así como la del efecto po- : la neurosis y de la perversión se funda ahora en la
sible, a través de esa distancia, de lo que él pueda co- psicosis. Esta evolución se esboza ya en la última par-
municarle a cambio, y que sea susceptible de movili- te de la obra de Freud. En consecuencia, los analistas
zar el funcionamiento mental del paciente en el sentido oyen hoy,. en la neurosis, menos la pe:versión que la
de la elaboración en situación analítica. Engañ.arse so- psicosis subyacente. No se trat?- de.dectr qu~ toda ~eu ­
bre sus propias posibilidades no es menos grave para rosis se inscribe sobre una ps1cos1s subyacente. sin<>
el analista que hacerlo sobre el paciente. De la otra ma- que nos interesan menos los fantasmas perversos d~­
nera podría haber en la familia analítica lugar para to- los neuróticos que los mecanismos de defensa psicótt-
dos, se dedicaran al análisis clásico o a las extensio- cos que en este caso encontramos en ~na form~ leve.
nes del campo psicoanalítico, o incluso -caso más De hecho, nuestra escucha se ve solicitada segun un
frecuente si combinaran los dos tipos de actividad. doble código. Es lo que me hizo decir antes que escu-
'.· ¡

chamos en nuestros días otra cosa, antafio inaudible.


y es lo que hace decir a ciertos autores (Bouvet, 1960)
La revisión del 1nodelo de la neurosis y el que el análisis de una neurosis no está teiiilinado mien-
n1odelo i1nplícito de los estados fronterizos tras .no se haya alcanzado ese estrato, aunque sea de
f
manera superficial. En nuestros días, la presencia de
Entretanto, ¿pet 111~nece intacto el núcleo del aná- un núcleo psicótico en una neurosis hace retroceder
lisis clásico, la neurosis? Cabe preguntarlo. No abor- 1
menos al analista, si parece movilizable, que unas de-
daremos el problema de las causas de la rarefacción, fensas rígidas y fijadas. Es lo que nos lleva a pl~ntear­
tan a menudo comprobada, de las neurosis, que exige nos el problema de la autenticidad de esos pacientes,
un prolongado análisis. La. neurosis, considerada an- una autenticidad que puede faltar aun en ·casos que
taño el dotltinio de lo irracional, hoy se conte1~1plaría muestran una fluidez aparente. Cuando por fin se tie-
más bien b~jo el signo de una triple coherencia: neu- ne acceso al núcleo psicótico, se cae sobre lo que hay
rosis infantil, neurosis adulta, neurosis de trasferen- t .
que llamar la locura privada del paciente. Probable-
cia. El análisis de la trasferencia domina en ella y, por

57
56
mente sea esta una de las razones por las cuales el in- }las, de la beatitud al terror y de la omnipotenc ia a
terés se desplaza hoy hacia los estados fronterizos. ~a. unpotencia absoluta. Su intensidad va de su expre-
En lo que sigue emplearé por convención la desig- ión manifiesta a indicios leves de su presencia. Por
nación de estados fronterizos no para designar una va- :jemplo. un relajamiento asociativo extremo, una va-
riedad clínica_que se opusiera a otras (por ejemplo, las guedad ·del pensamiento, una tnanifestación somática
personalidades falsas, los trastornos de la identidad o intempestiva sobre el diván, como si el paciente trata-
la falta básica) sino como un concepto clínico generi- ra de comunicar por medio de un cuerpo a cuerpo, o
co susceptible de dividirse en una multiplicidad de as- aun, más simplemente, una atmósfera analítica _q ue
pectos. Tal vez lo mejor sea considerarlos como ccesta- llega a ser pesada y oprimente. Aquí la presencia
dos fronterizos de la analizabilidad>•. Pudiera ocurrir · (Nacht, 1963) y el auxilio del objeto son indispensa-
que ellos desempefiaran en la clínica moderna el pa- . bles. Lo que se dem·a nda del analista es algo más que
pel que tuvieron en la teoría freudiana las ccneurosis sus capacidades afectivas y su empatía; es, de hecho,
actuales.,, con la diferencia de que estas son ·organiza- su funcionamiento mental, porque las fortnacion.es de
ciones duraderas~ susceptibles de experimentar evo- sentido han sido puestas fuera de circuito en el pacien-
luc iones diferentes. Co1110 se sabe, lo que caracteriza
' te. Es en estos casos donde la co·n tratrasferencia reci-
a estos cuadros clínicos es la falta de estructuración be su significación más arn plia. La técnfca del análisis
y d e organización; esto no sólo con relación a las neu- de las neurosis es deductiva, la de los estados fronteri-
rosis sino también a las psicosis. En ellos, al contrario zos es inductiva. De ahí su carácter aleatorio. Cuales-
d e lo que ocurre en la neurosis, comprobamos: la au- quiera que sean las vari~dades descriptivas, las cau-
sencia de una neurosis infantil, el carácter polimorfo . sas invocadas y las técnicas_diferentes preconizadas,
de la c•neurosisu adulta, la vaguedad de la uneurosis•' podemos dilucidar tres hechos que encontramos en la
! de trasferencia. gran mayoría de los autores que han descrito estos es-
¡ '
j
El campo analítico contemporáneo oscila entre dos tados (imposible sería citarlos, tan numerosos son): 1)
11 extremos. En uno de ellos se sitúa la ((normalidad, so- las experiencias de fusión primaria dan testimonio de
l cial que ha dado a J. McDougall (1972a) ocasión para una indistinción sujeto-objeto con una confusión de las
.
'

una vívida descripción clínica de lo que llamó (•anti- fronteras del yo; 2) el modo particular de simboliza-
analizandon. Es el caso en que no se desencadena el ción, prisionero de la organización dual: 3) la n ecesi-
\
proceso analítico en una situación analítica que em- t dad de la integración estructurante por el objeto.
pero ha sido aceptada, y · la trasferencia es nonata a Entre estos dos extremos (ccnorinalidad•, y r e gre sión
pesar de los esfuerzos del analista por facilitar, y aun fusional) se sitúa,n una diversidad de mecanismos d e
provocar, su manifestación. El analista se siente pri- defensa contra esta regresión; los reagruparé e n cua-
1 sionero del sistema de los objetos momificados de su tro polaridades fundrunentales. Los d ,o s prime ros c ons-
l1
1
j
paciente, paralizado en su actividad, incapaz de hacer tituyen m ,e canismos de cortocircuito psíquico, y los dos
1
i nacer en este una mínima curiosidad por sí mismo. últimos son mecanismos psíquicos de base .
1
1
¡' !1 1
El analista está en situación de exclusión objetal. Las l. La exclusión somática. La defensa por la soma -
,
tentativas· de_interpretación son consideradas. por el tización se hace aquí en las antípodas de la c onve r -
1

~ 11

fl ~·

1
1
paciente como la locura del analista, lo que pronto con- sión. La regresión disocia el conflicto de la e sfera psí-
l
1 !
¡, duce a este a desinvestir a su enfermo, y a la inercia, quica, excluyéndolo al soma (y no al cuerpo libidina l)
1
¡ por obra de una respuesta en eco. En el otro extremo por medio de una desintrincación de la psique y dt..l
'
1! !r
·i ' ' tenemos aquellos_estados cuya característica común i soma. Su resultado es una fortnació,n asirnbólic a por
i
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¡
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es tender hacia la regresión fusional y la dependencia
del objeto. Las variedades de esta regre·s ión son mu- l \
trasformación de la energía libidinal en energía n c u ..
tralizada (empleo el término e~ un sentido dife r e nte
( •
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58 5 ~)
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del que tiene en Hartmann) puramente somática, que, las del selfy del objeto (M. Klein. 1946) sumada a una
llegado el caso, puede poner en peligro la vida del su.. acusada negación de la realidad. El analista se sitúa
jeto. Me apoyo aquí en los trabajos de Marty, de M'Uzan en este caso dentro de la realidad psíquica, pero o se
y David (1963) y de M. Fain (1966). Se trata de evitar stente separado de una parte inasequible de esta, o se
la desintegración del yo a raíz de un encuentro des.. encuentra con que sus intervenciones son hechas pe-
tructivo para él y para el objeto, por medio de una ex. dazos porque se lo vive como a _un agente perseguidor
clusión que tiene el valor de un verdadero acting .out e tntrusivo.
dirigido hacia el cuerpo no libidinal. ·. 4. La des1nvestidura. Me refiero a una depresión pri-
2. La expulsión por el acto. El acting out es la con- maria -casi en el s~ntido físico del término , consti-
trapartida externa del acting in psicosomático. Tiene- tuida por una desinvestidura radical que procura al-
el mismo valor de evacuación de la realidad psíquica. .- canzar un estado de vacío, de aspiración al no ser y
Las funciones del acto que consisten en trasformar la a la nada. Se trata de un mecanismo que me parece
realidad o en comunicar se desvanecen ante su propó- .del mismo nivel que la escisión, diferente de la depre-
sito expulsivo. El acto esto es importante se cum- ~ sión secundaria de propósito reparador de los autore·s
pie dentro de una -relacion -de anticipación · consuma~ -· k]einianos. El analista se siente aquí identificado con
toria del objeto. un espacio vacío d¡e. objetos o se encuentra fuera de él.
Estos dos mecanismos traen un notable efecto de Estos dos mecép!ismos sugieren que el dilema fun-
ceguera psíquica. El sujeto se ciega sobre su realidad damental del paciente, más allá de todas las otras ma-
psíquica, sea en las fuentes somáticas de la pulsión, niobras defensivas, se resume en la alternativa: deli-
sea en su punto de desembocadura en la realidad ex- rar o morir.
terior; hace cortocircu-ito de todo el entre-dos de la ela- El m~delo implícito de la neurosis nos remitía a la
boración. En ambos casos, el analista recibe la impre· angustia de castración. El modelo implícito d e los cs-
ta~os fronterizos nos remite a la c ontradicció n fc>rnl ':I -
sión de estar fuera de contacto con la realidad psíqui-
ca del paciente, y le es preciso construirla por medio da por el par angust ia de separación-a n g u s tia clt; 111-
de la imaginación, sea en las profundidades del soma, trusión. De donde la s ignifica ción d e la noció tl <le d i s -
sea en el plexo de las acciones sociales, objeto de una tancia (Bouvet, 1956, 1958). El efe cto d e e sta doble
sobreinvestidura que eclipsa al mundo interior. angustia, que llega a adoptar formas torturantes, r e -
3. La escisión. El mecanismo de la escisión propiá- cae a mi juicio esencialmente no sobre la problemáti-
rnente dicha no se sale de la esfera psíquica. Todas las ca del deseo, como en la neurosis, sino sobre la forma-
otras defensas descritas por los autores kleinianos, me ·ción del pensamiento (Bion, 1957). Hemos descrito con
refiero a la parte más comúnmente admitida de sus J.·L. Donnet (1973), bajo la designación de psicosis
contribuciones: la identificación proyectiva e introyec- blanca, lo que considerarnos el núcleo psicótico fun-
tiva, la negaci·ó n, la idealización, la omnipotencia, la damental caracterizado por el blanco del pensamien-
defensa maníaca, etc., son segundas respecto de la es- to, la inhibición de las funciones de representación, la
cisión. Sus efectos son diversos. Van de la protección •bitriangulación,, en que la diferencia de los sexos que
de una zona secreta de no contacto, donde el sujeto t separa a dos objetos disfraza la escisión de un único
está absolutamente solo (Fairbaitii, 1940; Balint, 1968) • objeto bueno o malo, puesto que el sujeto está bajo el
y su self verdadero está protegido (Winnicott, 1960a, imperio de los efectos combinados de la presencia in-
1963), o que oculta una paite de su bisexualidad (Win- trusiva persecutoria y de la depresión por pérdida de
nicott, 1971b), a los ataques sobre los procesos de li- objeto. ·
gazón en el pensamiento (Bion, 1957, 1959, 1970; Don- La presencia de mecanismos de base pertenecien-
net y Green~ 1973) y a la proyección de las partes 111a- tes al linaje psicoanalítico, y sus derivados, no basta

60 61

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para caracterizar los estados fronterizos. El análisis nos : · por el otro. lo malo es siempre hivasor y sólo desapa-
muestra, en efecto, la superposición de los tnecanis- t · rece durante un breve respiro~ Se comprende enton-
mos aquí expuestos con los de defensa descritos por ~­ ·c es que se trate de una triangulación fundada en una
A. Freud ( 1936). Muchos autores señalan el doble sec- relación entre el sujeto y dos objetos simétricamente
tor de la parte psicótica y neurótica de la personalidad opuestos que no son sino uno. De allí la expresión ubi-
con denominaciones diversas (Bion, 1957; Gressot, . trtangulaciónn. La mayor parte ~e las veces estas rela-
_1960; Bergeret, 1970; Kernberg_, 1972: Little y Flars- ciones son descritas sólo en función de los vínculos
heim, 1972). La coexisten~ia de este doble sector pue- de amor y de odio. Pero esto no basta. Nosotros agre-
de ser el resultado-de una situación de tablas, de anu- gamos sus consecu~nci.as sobre el pensamiento. En
lación, entre, por una parte, principio de realida-d y li- • ·efecto. la presencia invasora conduce al sentimiento
bido sexual, y., por la otra; principio de placer Y libido delirante de influencia, y la inaccesibilidad, a la de-
agresiva; toda actividad de placer. todo despertar d~l
- -
'
'
presión. En los dos casos, el menoscabo . recae sobre
yo a la realidad, están infiltrados de el~~entos agres~­ -' el pensamiento. ¿Por qué? Porque en los dos es impo-
vos. Pero, inversamenÍ:e, toda destruct1v1dad es segui- ~ible constituir la ausencia. En efecto, el objeto siem-
da de una fortna de reinvestidura objetal, libidinal, bajo pre presente de manera intrusiva. que penetra en per-
u11a forma muy rudimentaria;· es que los dos aspectos . manencia en el espacio psíquico personal,' moviliza una
de la libido (sexualidad y agresividad) están mal sepa- contrainvestidura permanente para luchar contra es-
rados. Estos pacientes dan .pruebas de una gran sensi- ta· efracción; ella agota los recursos del yo, o fuerza -a
bilidad a la pérdida. pero también de posibilidad de desembarazarse del objeto por la evacuación de la pro-
recuperación objetal por un objeto sustitutivo frágil y yección expulsiva. El objeto n .u nca está ausente, y por
peligroso (Green, 1973). Esta aptitud se reproduce en .e so no puede ser pensado. A la inversa, el objeto inac-
el funcionamiento mental por la alternancia de las ac- cesible nunca puede ser traído al espacio personal o,
tividades de ligazón y de desligazón. La consecuencia en todo caso, nunca puede serlo de n1a:nera suficiente-

·'
l
de esto para el analista es la sobrestittlación o la su- me·n te duradera; por eso tampoco puede ser formado
bestimación permanente de su función objetal Y del ¡ según la modalidad de una presencia imaginaria o me-
grado de evolución del procesó analítico. i tafórica. Y si esto fuera posible por un momento, el ob-
jeto malo lo arrojaría de allí. De la misma manera, si

el objeto malo cediera el lugar, el espacio psíquico, que
La psicosis blanca . _: sólo ·muy temporariamente puede ser ocupado por el
objeto bueno, quedaría enteramente despoblado. Este
_ Precisemos lo que hemos observado en la psicosis conflicto conduce a la idealización divinizadora de un
. blanca. Dentro de este núcleo psicótico sin psicosis objeto bueno inasequible (con desconocimiento acti-
r: -
aparente, las relaciones que el sujeto nos muestra no t - vo del resentimiento que esta indisponibilidad produ-
son duales sin_o triangulares, es decir que la madre Y ! ce) y a la persecución diabólica por el objeto malo (con
el padre está.n _representados en la estructura edípica. desco~ocimiento, igualmente, del apego que esta si-
!

l
Sin embargo, lo que diferencia en profundidad a estos t tuación implica). Ese estado de cosas no trae por con-
l

dos objetos no son ·Ias distinciones de su sexo ni sus t. secuencia ni una psicosis manifiesta. en que los me-
fu·n ciories; la diferenciación pasa por dos criterios: lo f canismos de proyección se desplegaran vastamente,
bueno y lo malo, de una parte, y la inexistencia (o la - ni un.a depresión franca, en que se pudiera consumar
1=
1-

pérdida) y la presencia dominadora~ de la otra. Por un !


_el trabajo de duelo. El efecto a que se llega es esta pa-
lado, lo bueno es inasequible, como fuera de alcance f · rálisis del pensamiento que se traduce en una hipo-
o nunéa presente de manera suficientemente durable; \ condría negativa del cuerpo y , más e n particular, de
1 .. •
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J

62 63 1
l.
1

la cabeza: impresión de cabeza vacía, de agujero en n,o s ofrece dentro de un espacio que no será ni el de
la actividad mental, imposibilidad de conce·n trarse, de :" Jo vacío ni el del relleno comprimido , un espacio airea-
memorizar, etc. La lucha contra ~estas i~presiones po.. do. Un espacio así no es ni el del ((eso ·no quiere decir
drá después traer consigo una actividad artificial de nada•~ ni el del ••eso quiere decir aq~ellou, sino el del
pensamiento: mmiaduras, pensamiento ·c ompulsivo de cceso podría querer decir aquello>,. Es el espacio. de la
· índole seudo obsesiva, divagaciones subdelirantes~ etc. - potencialidad y de la ausen.cia porque, como Freud fue
(Segal. 1972). Es tentador considerar que estos serí-an el primero en verlo, es en la ausencia d~l objeto don.de
simplemente los efectos de una represión. Pero no es se forma la representación de este, fuente de todo pen-
así. Cuando un neurótico se queja de los· mismos fe- samiento. Es preciso agregar además que el lenguaje
nómenos, tenemo~ buenas ~azones para pensar, como ._ · nos impone límites, porque, con toda evid·e11.cia, ccque-
el contexto nos autoriza a hacerlo. que él lucha contra rer decir•} no signific-a exp.r esarse e11. palabras que son
representaciones de deseos rehusados por el superyó. __, ·vehículo de un contenido sino, para el paciente, tratar
Cuando se trata de un psicótico, somos nosotros quie- de trasmitir una comunicación bajo las fot111as más ele-
nes inferimos ~a existencia de fantasmas subyacentes. __ ?· mentales: una aspiración por un movimiento hacia el
.. Estos, en mi opinión, no ·se sitúan udetrásn .d el vaclo, ~ objeto, cuyo propósito m.ismo es de lo más indefinido.
. ..
como en el .neurót'ico·, 's ino ' ~cdespués•; del -vacío·, ·es·'de~ - ·. ·r a1 vez justifique la recomendación que Bion ( 1970)
cir, estamos en presencia de formas de reinvestidura. nos hace de llegar ~ ·un estado sin memoria ni deseo:
1 •

Considero que es dentro del espacio vacío donde se de- ¿sin duda para dejarse habitar lo mejor posible por el
senvuelven en un tietnpo segundo mociones pulsiona- estado del paciente? La meta consiste en trabajar con
les en bruto. apenas elaboradas. La posición del ana- ~ el paciente en una operación doble: dar u n coittinente
lista ante estos fenómenos resulta afectada por la es- a sus contenidos y dar un c o n tenido a st! c o ntinen te .
tructura del paciente. El analista responderá al vacío ,p ero sin olvidar nunca la movilid a d d e los límit e s y
con un esfuerzo intenso de pensamiento. para tratar la polivalencia de las significa ciones , a l mcn cls e 11 la
de pensar lo que el paciente no puede pensar, y que mente del analista.
se traducirá en un aflujo de representaciones fantas- Porque nació con la experiencia d e la net l r <>RIH. ·1
máticas para no dejarse ganar por esta muerte psíqui· análisis tot11ó como punto de p a.r t ida los p ensa.rntcrl -
ca. A la inversa, ante las proyecciones secundarias de [ tos de deseo. Hoy podemos afirmar que no h a y pensa-
"
carácter delirante, tal . vez experimente c.onfusión, y ~ mientos de deseo sino porque hay pensamientos, si
aun pasnto. Lo vacío suscitó el llenado; lo demasiado 1 acordarnos a este término una extensión muy amplia,
lleno, el vac.iamiento. La búsqueda del equilibrio de : que incluye sus formas rriás rudi'mentarias. No es de
l
los intercambios es una tarea difícil~ Si por medio de ¡ temer que el interés concedido hoy al pensamiento pro-
la interpretación llenarnos demasiado precozmente el 1 ~ ceda de una intelectualización. Porque la originalidad
vacío, repetimos la intrusión del objeto malo; si, por l¡ de la teoria analítica, desde los primeros esbozos de
el contrario, déja1r1os el objeto tal cual~ repetimos la ;· Freud, consiste en ligar el pensamiento a la pulsión.
in.asequib,iliq~d del objeto bueno. Si el analista experi· Es preciso incluso ir más lejos y afirmar ·que la pul-
menta confusión o pastno., deja de ser capaz de conte- .sión es la forma incoativa del pensamiento. Entre la
ner lo detr1asiado lleno que se derrar11a sin lítilites. Y pulsión y el pensamiento se instalan toda una serie de
si, por último, responde a esto demasiado-lleno con una _eslabones intertnedios y diversificados, a los que Bion
superactividad verbal, no hará entonces, con las me- ha dado una fort11ulación original. Pero sería insuficien-
jores inte·n ciones. otra cosa que responder con el ta- te concebirlos por medio de relaciones jerárquicamente
lión interpretativo. La única solución es ofrecer al pa- estratificadas: rnociones pulsionales, afectos, represen-
ciente la imagen de la elaboración, situando lo que él l taciones de cosas, representaciones de palabras se co-

64 65
•••
i
'
1

munican entre sí y se influyen en su estructura. Jus.. -936), lo que se prolonga en la psicología psicóanalíti-
tamente esto es lo propio de · las formaciones del in·. l del yo (Hartmann, 1951). En la práctica, tenemos
conciente. Pero el espacio psíquico está contenido : ~estudio de la tra~fer~~cia (Lagache, 1952~! de las
dentro de límites, las tensiones no dejan de ser allí to. . ~istencias. por aplicacton de las reglas, empmcamen-
lerables, y las .realizaciones 11:1ás irracionales son lo. ... ~ establecidas, del método psicoanalítico, sin introdu-
gros del aparato psíquico. Sofiar en c~~plirniento de · ..e - .
ir innovaciones tecn1cas. .
una realización de deseo es un cut~lpliiiltento del apa. e 2. En un segundo Irtovitniento, el interés se despla-
1 rato psíquic«;>, no sólo porque el sueño reali~a a~ . deseo
. á a las relaciones de objeto, las que se entienden de
sino porque el sueño es, ·él mismo, la realizacion ~el ~anera muy difererite según se trate, por ejemplo, de
deseo de soñar. A menudo se ha comparado la ses1on · Bálint ( 1950}, de Melanie Klein ( 1940, 1946), de Fair-
analítica con el sueño. Pero si esta comparación se jus. · . bairn (1952), de Bouvet (1956), de Modell {1969), de
tifica es porque de la mis111a manera .cotno el sueño Spitz (1956, 1958), de Jacobson (1964). Paralelamente,
está contenido dentro de ciertos límites (la abolición la noción de neurosis de trasferencia es remplazada po-
del polo perceptivo y del polo n1otor), la sesión está con- , ~0 a poco por la de proceso psicoanalítico como forma
tenida, también ella, por las condiciones del contrato de organización, en el tiempo de la cura, del desenvol-
analítico. Es esta contención la que ayuda al manteni- vimiento intertlo de los procesos psíquicos del pacien-
miento de la funcionalidad específica de los diversos te 0 de los intercambios entre el paciente y el analista
elementos de la realidad psíquica. Pero todo esto es (Bouvet, 1954; Meltzer, 1967; Sauguet, 1969; Diatki-
válido para el análisis clásico de la neurosis Y está su- ne y Simon, 1972; Sandler et al., 1973).
jeto a revisión en los casos difíciles. 3. En un tercer movimiento se. define una ev~lu­
'
1 :
,, ción que atiende al funcionamiento mental del paciente
' 1
' (Bion, escuela psicosotl1ática de París}, en tanto que
' '

.,. en la práctica se plantean· cuestiones referidas a la fun-


•' 2. Problemas actuales que nacen de la ción del encuadre analítico {Winnicott, 1955; Little,
evolución paralela de la teoría y de la 1958; Milner, 1968; Khan, 1962, 1969; Stone, 1961;
práctica Lewin, 1954: Bleger, 1967; Donnet, 1973; Giovacchi-
ni, l972a) cottlo condición de posibilidad del conoci-
: miento del objeto analítico y dei·cambio procurado por
El funciona111iento /I nental y el encuadre su instrumentalidad específica. La cuestión es a la vez
analítico epistemológica y práctica.
t
¡. · Para aclarar las cosas diremos que la situación ana-
Tres movimientos se pueden distinguir en la evo- 1; lítica es el conjunto de los elementos comprendidos en
lución paralela de la teoría y de la práctica psicoanalí- t la relación analítica, en cuyo seno es observable en el
ticas. Por falta de espacio, sólo puedo dar aquí su es- tiempo un proceso que tiene por nudos la trasferencia
quema, qu~ cottlo ~odo esquema- es apr?x~mativo; y la contratrasferencia, gracias al establecimiento y a
la realidad, más compleja, se burla de los limites pre- la delimitación del encuadre analítico. (Esta definición
cisos, y las· diversas corrientes se interpenetran. ! completa la que dio Bleger, 1967.)
1. En un primer movimiento, la teorí~ psicoanalí· ~ Volvamos a lo concreto. En un análisis clásico, el
tica se fija en la realidad histórica del pac1ente. Descu- ¡ paciente, tras las sorpresas del comienzo, termina por
bre el conflicto, el inconciente, las fijaciones, etc. Des- ¡.
asimilar todos los elementos de la situación que per-
pués de la segunda tópica, se encaminará hacia el es- ~ miten el desenvolvimiento del análisis (regularidad de
tudio del yo y de los mecanismos de defensa (A. Freud, \ los horarios, duración fija de las sesiones, posiciones
t •


66· 67
respectivas del diván y del sillón, comunicación limi- en la medida en que la atmósfera de la sesión se man-
tada a la verbalización, asociaciones libres, fin de las tiene fluida y los procesos conservan una relativa cla-
sesiones, interrupciones regulares, modalidades de pa- . rtdad. La contenci.ó n de las personas .relega a un se-
go, etc.). Absorto por la extrafieza de lo que suc~de den- . gundo plano la contención del encuadre.
tro de él mismo, olvida el encuadre y pronto deja que La segunda situación es aquella en que el encua-
la trasferencia se desarrolle como para abrochar esta
~

dre ha·c e sentir su presencia. La sensación es que algo


extrafieza a un objeto·. Los elementos del encuadre no ocurre contra él. Sensación que puede estar presente
dan m~teria de interpretac.i ón salvo con motivo de mo- en el paciente pero que lo está sobre todo en el analis-

dificaciones ocasionales. Como lo entendió bien Bleger ta. Este último siente el efecto de una tensión que opera
( 1967), entre otros, el encuadre constituye un fondo como una presión interior que lo vuelve conciente de
silencioso, mudo, una constante que peiiilite cierto jue- tener ·que operar por medio de la situación analítica
go a las variables del prqceso. Es un no-yo (Milner~ ·_y _d entro de ella. corno para preservarla de una ame-
1952) que sólo por defecto revela su existencia. Se lo naza. Esta tensión lo hace entrar en un mundo que
pod:ría comparar con el cuerpo silencioso de la salud, ~· él apenas entrevé y que le impone esfuerzos de imagi-
si Winnico_tt no no& . ofrecier~. una cop-1paración ~_ejor_: nación. Es el caso en que el análisis se desenvuelve
la del ambiente facilitador. no entre p~rsona~ ~ino entre objetos. Como si las per-
Nuestra experiencia se ha enriquecido por el análi- sonas hubieran p~rdido su .realidad para dejar sitio a
sis de los pacientes que no pu·eden utilizar el encua- u·n campo obJeta! mal definido. La vivacidad de cier-
. dre como ambiente facilitador. No es sólo que fraca- tas representaciones puede cobrar forma de repente,
sen en valerse de él; es como si en alguna -parte en .e llos ·_una forma que emerge de algo i111preciso pero que es-
lo dejaran intacto en el no uso que hacen de él (Don- tá en los límites de la figurabilidad. A menudo sucede
net, 1973). De esté) manera se debió pasar del análisis que el analista experimente impresiones todavía m e -
del contenido al análisis del continente. o sea, al aná- nos cl~as, que· no adoptan ni la forma de tmá~er1es
lisis del encuadre como tal. Equivalentes se pueden ni la de recuerdos de momentos anteriores de la cttra.
encontrar en otros niveles: el holding de Winnicott se Estas parecen reproducir, por la expresión de movi -
refiere a los cuidados del objeto externo, el container mientos internos, ciertas trayectorias de mociones pul-
de Bion, a la realidad psíq.u ica interna. Aun conside- sionales, que producen sensaciones de envolvimiento
rando 'e l análisis como una two-body psychology. no ) y desenvolvimiento. Sobre estos movimientos se pro-
bastaba con estudiar las relaciones de objeto allí in.- ' duce un trabajo intenso que logra por fin volverlos co-
cluidas. Hacía falta todavía interrogarse sobre el espa- · municables a la conciencia del analista, antes que él
cio dentro del cual esas relaciones se desenvolvían, sus pueda trasfortnar, como si fuera por mutación interna,
límites y sus rupturas, así como sobre el desenvolvi- ~ esos co!ltenidos en secuencias de palabras por medio
miento temporal dentro del cual evolucionaban con su -1· de la verbalización que servirá para comunicárselos
t
c~ntinuidad y sus discontinuidades. . alpaciente llegado el momento. Cuando el analista al-
Dos situaciones se pueden presentar. La primera canza una suerte de dilucidación interior, a menudo
es la ya c1t~da, en que el cuadro silencio_s o se hace ol- · antes de la verbalización, el II~alestar afectivo se true-
vidar, está COXIlO ausente. En ese nivel, justamente, el ca en un sentimiento de satisfacción por haber llega-
análisis se desenvuelve entre personas, lo que perrni- do a un modo de explicación coherente, que desernpe-
te entrar en las subestructuras de estas, en los conflic- _iia el papel de una construcción teórica, en el sentido
tos intrapsíquicos entre las instancias (Rangell, 1969) en que Freud entiende esta expresión cuando se refie- .
y, aun, analizar relaciones de objeto parcial, que per- · re a las Hteorías sexuales•, de los niños. Poco importa
manecen contenidas dentro de un conjunto ·funcional ¿.· por el momento que esta teoría sea verdadera o falsa

69
: 1

-siempre hab rá tiemp o para .r ectificarla después, a la piado afirmar que él permite el nacimiento y el desa-
luz de otras experiencias-; lo que cuenta es haber lo- rrollo de una relación de objeto. Hemos centrado esta
grado ligar lo informal y retenerlo en una forma. Todo descripción en el funcionamiento mental más que en
ocurre como si fuera el analista quien hubiera podido laS expresiones de las pulsiones y de las defensas que
alcanzar un · resultado análogo a una representación , están en su. fue_n te porque ya se ha dicho mucho so-
.
'• . alucinatoria de deseo, como la del nifio o del neuróti- bre.esto; en cambio, el funcionamiento mental sigue
1
co. A menudo se habla del sentimiento de omnipoten- 1
siendo un vasto campo por explorar dentro del encua-
cia consecutivo a la realización del deseo alucinatorio. , ·dre analítico.
Pero la omnipotencia comienza antes. Se origina en el . . Cuando comenzó a ser desarrollad~ la teoría de las
triunfo que consiste en haber trasfortnado., por liga- relaciones de objeto, primero se pasó a describir las
zón, lo inforrnal en una for111a que posee sentido y que ~ . acciones mutuas (en términos de procesos internos)
puede servir de modelo de descifratnierito para una si- del yo y del objeto. No se puso suficiente cuidado en
tuación futura. Ahora bien, si toca al analista entre- _el hecho de que en la expresión urelación de objeto.. ,
garse a este trabajo de elaboración es porque el pacien- ) la palabra ccrelaciónn era la más importante. Es decir ¡
te, por su parte, sólo alcanza una forma de estructura- que nuestro interés habría debido recaer sobre lo si-
ción mínima, ligada insuficientemente para que tenga : tuado entre los términos que esas accio.n es unen 0 en-
s e ntido, pero lo bastante para que todas las formas de tre los efectos de las diversas acciones. Dicho de otro
p e nsa miento del analista~ de las más elementales a las modo, el estudio de las relaciones es el de los vínculos
. (
más evolucionadas, se movilicen y efectúen el trabajo más que el de los. términos unidos por ellos. Es la na-
de simbolización -siempre recomenzado y nunca con- turaleza del vínculo lo que GOnfiere al material su ca-
cluido , aunque sólo fuera provisionalmente. . racterística propiamente psíquica, responsable del de-
1 1 La descripción que acabamos de proponer se pue- sarrollo intelectual. Este trabajo quedó diferido hasta
1 1 de aplicar a ciertos momentos críticos de un análisis el momento en que Bion lo abordó para los procesos
j .l
l
i
.l
clásico cuando se abordan los niveles más profun- : internos, Y Winnicott, para el estudio de los intercam-
.1 1
dos- o, en u n a comparación más amplia, a la atmós- !
bios entre lo interno y lo externo .
l; . Consideremos primero este segundo caso. No sa-
1
1
! fera general del análisis de esos casos difíciles por opa- :
1 j
sición a los del análisis dlásico. Pero es preciso recor- .· bemos lo que ocurre en el interior del paciente como
1
1
dar que este trabajo sólo es posible por la contención n·o sea a través de lo que él nos comunica, ·en tanto
del encuadre analítico y las garantías que su constan· · nos faltan el conocimiento de la fuente de la comuni-
cia ofrece, que remplaza aquí a la contención de la per- : cación y el de lo que se desenvuelve entre esos dos ca-
sona. Esto porque tnantiene el aislamiento de la situa- l !
bos. Pero podemos sortear nuestra ignorancia de este
ción analítica, la imposibilidad de la descarga, la re- ~ . espacio interno por la observación del efecto de la co-
f.
l ducción de todo contacto a la esfera de lo psíquico, la : municación en nosotros, de lo que se produce entre
~ nuestras impresiones afectivas, hasta corporales, y
1
1
l certidumbre de que este pensamiento loco no sobre-
1

pasará los lí-mites del consultorio analítico, de que el ;_ nuestro funcionamiento rnental. No podemos preten-
!
1
f


'
1
lenguaje que emplea para que •le sirva de vehículo si-

. der, es verdad, que eso sea lo qu e oc urre en e l pacien-
'
1
~
l
lt ,.'
gue siendo el de una metáfora, la seguridad de que la te, sino sólo que lo que ocurre e n n osotros p roporcio-

j . na un homólogo, un análogo d e aque llo . Y t;nton ces
1
1
l
mente verdad, más verdadera que la realidad, se disi- desplazamos el conocimiento d e lo qu e e d t.st Jl Vtt e l -
1
1
l'
pará cuando la puerta se cierre detrás del paciente. Por ve en nuestro espacio interno al esp a ' le, 1t la <:l <) t "ll t re
¡
1
!
1 eso, más que decir que el establecimiento d ,e l encua- él Y nosotros. La comunicación d e l p a cie rlt e - cl lf<·r<·ratf ·
de lo que él vive y siente- se sitúa en e l '~ 1 a ch, tr·a n -
;
11 •

l'
dre reproduce una relación de objeto, me parece apro- !
1
1

1
1

l 70
sicional que se extiende entre él y nosotros, lo mismo a1 analista. Basta con escuchar a los pacientes para
que nuestra interpretación vehiculizada por la comu. mu-se cuenta de que aluden constantemente a ello. Pa-
nicación. Gracias a Winnicott, conocemos la función ra que haya formación de un objeto analítico, en efec-
del campo transicional, del espacio potencial que une to, una condición esencial es que puedan establecerse
y separa la madre y el niño, creador de una nueva ca- relaciones de homología y de complementariedad en-
tegoría de objetos. El lenguaje. en nuestra opinión, es tre el analista Y el pa~iente. Lo que determina nuestra
el heredero de 'los primeros objetos transicionales. fo1 mulación de la interpretación no es la apreciació11
f •

d·e lo que sentimos o comprendemos. La formulación


Antes mencioné el trabajo de simbolización, y quie- de la interpretación o la abstención de interpretar-
ro explicar ahora por qué los procesos internos del ana- se funda s.i empre en la medida de la distancia entre
lista tienen-por objetivo la construcción de la simboli- lo que el analista se apresta a comunicar y lo que el
zación. La concepción de símbolo que aquí empleo re- paciente puede recibir de ello para for111ar el objeto ana-
basa la acepción restringida que es la aceptada en el lítico (lo que llamo la distancia útil y la diferencia efi-
psicoanálisis pero se ciiie mucho a su definición origi-. j caz). Dentro de esta perspectiva, el analista no se limi-
: . ....
nal. El símbolo es c<un objeto.cortado en dos_que cons-__ ~ ta a revelar un sentido oculto: construye un sentido
tituye un signo de recono~imiento en el momento en nunca forttlado an~~s de la relación arialítica (Vider-
que sus portadores pueden reunir los dos pedazos,}(Dic- man, 1970). Direrl1:os que forma un sentido ausente
tionnaire Robert). ¿No es esto lo que ocurre en el en- {cf. infra, el capítulo 13). La esperanza en la cura está
cuadre analítico? En esta definición nada sugiere que fundada en la noción de un sentido potencial (Khan,
las dos partes del símbolo sean iguales. En este senti- 1978) que permitirá la reunión, en el objeto analítico,
do," si el trabajo analítico impone al analista un gran del sentido presente y del sentido ausente. Pero esta
esfuerzo que lo conduce a formar en su espíritu una · construcción nunca es gratuita. Si no puede J>rct ·rt -
imagen del funcionamiento mental del paciente, lo que der objetividad, en cambio puede reclan1ar ttt1a r ·Ja ..
él hace es completar lo que al paciente le falta·. Hemos ción de correspondencia, de homología cc>n l o <111e (\. -
dicho que remplazaba por la observación de procesos capa de nuestra aprehensión, en el presente <> er1 t'l
homólogos en él mismo la parte que le faltaba par~ pasado. F;s un doble de esto.
comprender la relación entre las fuentes de la comu- Esta concepción, que apela a la noción de doble (cf.
nicación y la formac'ión de esta. Pero en fin de cuen- ) infra., el capítulo 13, y Green, 1970), nos ayuda a sa-
tas, el verdadero objeto analítico no se situará ni del lir del diálogo de sordos entre quienes creen que la re-
lado del paciente ni <;!el lado del analista sino en la reu- gresión en la cura, en sus formas extremas, es la re-
nión de. esas dos comunicaciones dentro del espacio · producción del estado infantil inicial, mientras que la
potencial que se extiende entre ellos, limitado por el t interpretación es la reproducc-ión cuasi objetiva del pa-
encuadre, que se rompe con cada separación y se re- sado (se refiera a sucesos o a procesos internos), y los
constituye con cada reunión. Si consideratilOS que ca- que dudan de la posibilidad de alcanzar esos estados
da una de las dos partes intervinientes. el paciente y o de la objetividad de nuestras reconstrucciones. En
el analista, . está constituida por la unión de dos partes . ~ efecto, la regresión en la cura es siempre metafórica.
(lo que ellos viven y lo que comunican), de las que una ! Constituye un modelo reducido y modificado del esta-
es el doble de la otra -empleo este término •cdobleH i do infantil, pero que guarda con este una relación de
para sig;nificar una relación de homología en sentido ¡ bomología,. lo mismo que la interpretación que eluci-
amplio, adtilitiendo que existen diferencias , se puede i da su sentido pero que no produciría efecto alguno si
.. aceptar que el objeto analítico está formado por dos :' ~o existiera una relación de correspondencia. Me pa-
dobles, de los que uno pertenece al paciente, y el otro, ) rece que todas las variantes del análisis clásico, tan
'

t
72 f: 73
1*
f •
t. .
criticadas. no tienen otro propósito que buscar y pre.. clón del objeto para pasar de la potencialidad a la rea-
servar las condiciones mínimas de la simbolización por . uzación en un tiempo oportuno.
el recurso de variar la elasticidad del encuadre analit¡.. . . Sin poner en duda la verdad de las descripciones
cp. Esa es su función esencial. Todos los trabajos que clínicas, tenemos que relativizar ahora esta dualidad.
· hablan de la simbolización en las estructuras psicóti.. " ~ ~ -. La verbalización~ por desorganizada que sea, introdu-
cas o prepsicóticas dicen lo mistno .. bautizado con ·tér- -__ -- · _. ce una distancia entre el selfy el objeto. Pero se puede
minos diferentes. El paciente iguala pero no simboli.. ; · ·.; · suponer qu~ ya des_de_ la creación de lo que Winnicott
za (ecuación simbólica de .H . Segal, 1957): concibe al .,_ · . JJanta el obJeto subjetivo se esboza una triangulación
otro según el mismo modelo que a él mismo (redupli- ._, . JJlUY primitiva entre el self y el objeto. Si ahora pasa-
cación proyectiva de Marty et al., 1963). Esto recuer.. - rttos dell~do de ese objeto que es la madre, nos vemos
da también la descripción que hace Kohut (1971) de forzados a admitir que un tercero está también pre-
las trasferencias en espejo. Para el paciente, el analis.. sente. Cuando Winnicott nos dice que ((no existe eso
ta no representa a la madre, es la madre (Winnicott.
que se llama un bebé~,, para referirse al par que él for-
1955). La ide~ del cccomo sh, está ausente (Little, 1958). ·111a con los cuidados maternos, estamos tentados de
Podemos evocar también la noción de ccacting out di- agregar que no existe .semejante par formado por la
recto,, (de M'Uzan, 1968). De esto se concluye que se madre y el hijo~ sin el padre. Porque el hijo es la figura
trata aquí de la forma propia de la relación dual. Por de la unión de la madre y del padre. Todo el problema
lo demás, no se omite destacar el estado de indiferen- viene de que por un prurito de realismo aun en las
ciación entre el self y el objeto9 la confusión de los li- construcciones iiitaginarias más audaces- procura-
. ·
m os saber lo que sucede en e~ espúitu del paciente solo
mites, hasta llegar a la fusión narcisista. La paradoja ·
es que esta situación sólo rara vez desemboca -e n un · (es decir, con su madre) sin reparar en lo que ocurre
estado totalmente caótico e informal, puesto que muy entre ellos. Ahora bien, entre ellos se encuentra el pa-
pronto emergen las figuras de la dualidad dentro del dre, quien siempre está en alguna parte en el incon-
conjunto indiferenciado. A las relaciones duales que ciente de la madre (Lacan, 1966), aun odiado o deste-
caracterizan los intercambios con el objeto, podemos rrado. Es verdad que el padre está ausente de esta re-
agregar lo que llamaré las relaciones duales internas lación. Pero decir que está ausente significa que no está
del selfmismo. según las descubrimos en la importan- presente, pero no es inexistente, sino que tiene una
cia de los mecanismos de tloble tras-tor110 (sobre ~a per- presencia potencial. La ausencia es una . situación in-
sona propia y en lo contrario) que Freud declara pre- termediaria entre la presencia {hasta la intrusión) y la
sentes antes de la represión (Green, 1967b). Así, a la pérdida (hasta el aniquilamiento). En número cada vez
idea de un espeJo en los intercambios con el represen- mayor, los analistas tienden a pensar que, al verbali-
tante del objeto· externo podemos acoplar la de un es- zar la experiencia por medio de la comunicación, ha-
1
JI' 1 1 pejo interno del self respecto de él mismo. Todo esto cen algo más que elucidar esta: reintroducen la pre-
~'
p~ece indicar que la capacidad para la reflexión es un sencia potencial del padre, no por una referencia ex-
dato fundamental del ser humano. Así se explica la plícita a él, sino por la simple introducción de un ele-
~ento tercero en esta dualidad comunicativa.
necesidad d~l . objeto. como imagen del semejante (véa-
se el artículo de Winnicott so'Qre uel papel especular i'
(
Cuando nos valemos de la comparación del espejo
de la madreu, 1971b). Las estructuras simbólicas son I'
1
,_
-que Freud fue el primero en emplear y que yo revalo-
' '

probablemente innatas por la mayor parte. No obstan· rizo admitiendo que se puede tratar de un espejo
te. sabemos ~oy, tanto por el estudio. de las comunica-
f· deformante-, olvidamos siempre que la constitución
ciones animales como por los trabajos psicológicos y
'
del par de imagen y objeto requiere el elemento terce-
psicoanalíticos, que les es indispensable la interven- ro representado por el espejo mismo. Del mismo rno-
..

. 74 75
.
do, cuando hablamos de la relación dual en el análi . v_p le el aparato psíquico está dotado de una funcio-
sis, solemos olvidar ese elemento tercero representa. seaJjdad específica y de una vectorización (de la pul-
do por el encuadre, que es su homólogo. Se dice que . ~ón a la verbalización) que permite formar relaciones
~e correspondencia entre las diversas·funciones (ejem-
' 1
el encuadre representa al holding y a lo~ cuidados ma..
!'
i ' ternos pero se descuida el utrabajo del espejo, como plo: relaciones de la identidad de percepción ·con la
11 tal, tan manifiesto en el análisis de los casos difíciles. identidad de pe·n samiento). Todo el funcionamiento
'
Diremos que la contrapartida psíquica de la actividad ~íquico se basa en una serie de relacion~s que remi-
física de los cuidados maternos es la única habilitada ten unas a otras . El ejemplo más simple ~s la corres-
para remplazar metafóricamente la actividad física, re- . . pondencia del sueñ? nocturno y del fantasma de de-
legada esta última al silencio por el encuadre. Bajo es- seo diUI"llO. Otras relaciones más complicadas podrían
ta condición, justamente, podrá la situación evolucio.. llevar a comparar procesos primarios y procesos se-
nar hacia la simbolización. El funcionamiento psíqui- cundarios. Estas relaciones no son solamente de opo-
co del analista ha sido comparado con la actividad ~ sición sino también de colaboración, pues si fuera de
fantastnática de ensoñación de la madre (Bion, 1962), ; otro ·m odo, nunca podríamos pasar de un sistema al
.. .. - - que, iD:n~gablemen~e, fort!l~ :Part~ i~~egra~t~ d~l h.olq~ otro para trascribir, por ejemplo, un contenido mani-
ing y de los cuidados maternos. Frente a la descarga fiesto en contenido, latente.
.
Pero sabemos que esto só-
difusa del paciente, que se despliega en la superficie Jo es posible por m~dio de un trabajo intensivo. Al tra-
de manera invasora, el analista responde, al tiempo bajo del suefio responde el trabajo del análisis del sue-
que se vale de sus cualidades de empatia., con un dis- ño. Todo lo cual tmplica, por consiguiente, que esas
positivo de elaboración, que supone la inhibición de relaciones se pueden establecer sobre la base de una
meta de la pulsión. Este aminoramiento de la inhibi- .distinción funcional: que el sueño s e c onside r e un suc -
ción de meta en el paciente tuvo por efecto impedir ño9 que un pensamiento se considere un p e nséttnl ·rl -
toda retención de la experiencia, indispensable para to, etc., al rnisn1o tiempo que el sue ño sea <>tr·1 c c>sa
la constitución de huellas mnémicas, de las cuales de- que un simple sueño, un pensamiento otra cclsa e¡ u ·
pende la act ividad de re111etnoración, tanto más cuan- un simple pensamiento, etc. Reencontramos ac~ui la
to que la descarga está infiltrada por elementos des- naturaleza doble del vínculo: reunión y/o s e p a racló11.
tructivos que se oponen a la constitución de vínculos, - '
Es lo que llamamos las relaciones internas de simboli-
y cuyos ataques recaen sobre los procesos de pensa- ~ zación. Estas ligan los diferentes elementos de una mis-
miento. Todo ocurre como si fuera el analista quien . : ma formación ·(en el sueño, los fantasmas, los pensa-
procediera ahora a la.inscripción de la experiencia, que mientos, etc.), y las formaciones, entre ellas; asegu-
no se había podido producir. De ahí la idea de que es- ran la continuidad y a la vez la discontinuidad de la
tos pacientes se encuentran en mayor medida prisio- t! . vida psíquica. En el trabajo analítico, esto "implica, de
¡
neros de unos conflictos actuales (Giovacchini, 1972c, ¡ parte del paciente, que él tome al analista a la vez por
1973). La respuesta por la contratrasferencia es la que lo que es y por lo que no es, a la vez como él y no él
habría debiqo sobrevenir de parte del objeto. mismo, pero manteniéndose capaz de establecer la dis-
La pulsión busca la satisfacción por medio del ob- tinción; y, recíprocamente, que el analista pueda te-
jeto, pero cuando ella ya no es posible, a causa de la ner la mis111a actitud hacia el paciente.
inhibición de meta impuesta por el encuadre, le que~ En las estructuras de que hablarnos existe una gran
da la vía de la elaboración y de la verbalización. ¿A dificultad para establecer relaciones internas de sim-
qué obedece que esta elaboración falte en el paciente, bolización porque los diversos tipos son utilizados co-
y que el analista la deba suplir? En el funcionamiento mo c.cosas•) (Bion, 1962, 1963); los sueflos, lejos de cons-
psíquico normal, cada uno de los materiales de que tituir un objeto de la realidad psíquica ligado al cuer-

76 77
po (Pontalis, 1974), y que deslinda un e~~acio personal · spectiva complementaria, de la que ha nacido el
interno (Khan, 1972), tienen una func1on de evacua- pe~cepto del self. Ahora bien, toda discusión seria del
ción; cuando son posibles, las fantasías pueden repre- · ~­ ~blema debe abordar la cuestión del narcisismo pri-
•1
sentar una actividad cot11pulsiva destinada a colmar . ~0. su total refutación por Balint en favor del amor

n vacío (\\'innicott, 197lb) o son consideradas c ·o mo: , rimario, no obstante argumentos que parecían con-
~echos (Bion. 1963); los afectos desernpeñan una fun- . · . ~centes. no impidió a ciertos autores defen_der _su
ción de representación (Green, 1973): los actos ya- no utonomía (Grunberger, 1971; Kohut, 1971; Lichten-
tienen el poder de trasfor~ar la realidad. E~, ~1 mejor aÍ.ein. 1964). Rosenfeld (1971) lo adscribió a la pulsión
de los casos sirven para asegurar una func1on de co-
municación, pero las más de las veces ~liviana la psi-
-.. :e muerte, pero subordinándolo a las relaciones de ob-
. jeto. JA incertidum~re de nuestras opiniones e.n la rna-
que de una cantidad intolerabl~ d~ estim~l.os. De he- · . teria se remonta probablemente a Freud, quten, tras
cho, todo el funcionamiento ps1quico esta l~pregna­ haber introducido el narcisismo en la teoría, rápida-
do por el modelo del acto; esto es consecuen·c la _de una . mente se desinteresó de él para volcarse a la pulsión
imposibilidad para reducir las cantidades masivas de ) de muerte. respecto de la cual conocemos las reticen-
afectos que no han podido experimentar la elabora- t
cias que despertó entre los analistas. Lé:t escuela klei-
ción del pensamiento o que desembocan en una mera niana, que tomó el relevo de Freud en este punto, man-
caricatura de esta (Segal,· 1972). Bion (1963) ha lleva- tuvo a mi parecer la confusión en la medida en que
'
do muy lejos este estudio del f~ncionatniento me:r:tal asimiló la pulsión de muerte a la agresividad origina-
'
1l
1 interno. El .p unto de vista económico adquiere aqu1 to- rtamente proyectada hacia el objeto,. es decir, aun si
'
1
da su importancia a condición de no limitarlo a la~ re- se trata de un objeto interno, en una dirección centrí-
laciones cuantitativas y de incluir el papel del obJeto fuga. ·
en la capacidad de trasformación. Es también funci~n · El retorno del narcisismo no se limita a las referen-
del encuadre tolerar las tensiones extremas y reducir- cias explícitas que a él se hacen. Una tendencia cada
¡ ¡
las por medio del aparato mental del ru:alista, para a~­ vez más difundida se inclina a la desexualización del
.¡ 1 canzar por fin esos objetos de pensamtento susceptl- campo analítico, como si subrepticiamente se volvie-

! 1
bles de ocupar el espacio potencial . ra a una concepción restrictiva de la sexualidad. Por
otro lado, hemos visto desarrollarse concepciones que

- mencionan un yo central no libidinal (Fairbairn, 1952)
El narcisismo y la relación de objeto J
o un estado de ser (being) al que se niega toda cuali-
1.
dad pulsional (Winnicott y sus discípulos). Ahora bien,
Sin decírnoslo, en realidad estamos hoy ante una en mi opinión; se trata empero en esos ca~os de pro-
tercera tópica, ·elaborada a partir del espacio analítico ~ . . blemas referidos al narcisismo primario, como a pe-
en función de selfy de objeto. Pero en tanto que el ob- f sar de todo lo entrevió Winnicott ( 1971 b) aunque sin
1 •1
jeto pertenece a la tradición psico~nalít~ca más anti- 1 · ser preciso sobre este punta·. Es que el narcisismo pri-
gua, el self, de aparición reciente, sigue s1end~ un con- ~ mario ha sido objeto de definiciones contradictorias en
cepto impreciso, utilizado en sentidos_ m~y diferentes ~.
1 :1

l1. .! 1.
(Hartmann, ·1950; Jacobson, 1964; Wtnnicott,.. 1960a,
Freud. Unas veces designa lo que permite la unifica-
l
!¡ ción de las pulsiones autoeróticas y contribuye al sen-
¡' ¡ 1·. •
Lichtenstein, 1965). El renacimiento del interes por el timiento de unidad individual, y otras designa una in-
1'
¡
1 ~
.ji 1

narcisismo, después que este había sido eclipsado por vestidura originaria del yo no unificado, sin referen-
i 1 la perspectiva de las relaciones de objeto, atestigua ~u~ cia alguna a la unidad. ·Los autores se apoyan ora en
·1 l:¡

l es difícil llevar adelante la investigación en este ulti· una, ora en otra de esas dos definiciones. En lo que
1 1· ' rno sentido sin que se haga sentir la necesidad de una a mí concierne, me fundaré en el segundo aspecto.
1 1 '

78 79

Contrariamente a Kohut~ pienso que es en efecto la tt 1974}. Todo estQ. nos i11vita a reconsiderar la hi-
orientación de las lnvestiduras la que signa la natura.. ~t~sis metapsicológica de Freud del narcisismo pri-
leza narcisista primitiva, mientras que en cambio es arlo absoluto, no como referencia a la unidad sino
secundaria la cualidad de las investiduras (el self gran. 0:, 1110 tendencia a llegar lo más cerca posible del gra-
dioso, la trasferencia en espejo y la idealización del ob.. _ ~0 cero de la excitación. Es que también la clínica nos
jeto), que llegado el caso compre·nde al objeto baj·o la sensibiliza cada vez más para .ello; y, desde el punto
for111a de seJf. .object. Estos aspectos ·van referidos al de vista técpico, un autor como Bion (1970) ¡aun.q ue
narcisismo HUnificador•• y .no al narcisismo primario kleiniano! recomienda al analista alcanzar a un es-
propiamente dicho. tado ·sin memoria n .i deseo, estado de lo incognoscible
B. Lewin (.1954) nos ha recordado que en la situa- pero punto de partida de todo conocimiento. Esta con-
ción analítica el deseo de dormir, ·es decir, de alcanzar cepción del narcisfsmo, aunque minoritaria entre los
una regresión narcisista lo más completa que se pue- · analistas, ha sido objeto de reflexiones .fecundas, pero
da, domina la escena del mismo modo como es el de- . _ casi todas ellas centradas e.n su aspecto positivo, que
, seo último del sueño. El narcisismo del dor111ir y el nar- ~ toma por modelo el estado de saciedad que sigue a la
cisismo del sueño son ·d istintos-. :Es notable que la tría- ·- satisfacción y permite que se restablezca la quietud.
da oral que B. Lew!n· describe ·· incluya -una relación su contrapartida"negativa suscitó demasiadas resisten-
doble (comer-ser comido) y una tendencia hacia el ce- cias para ser teorizada. Sin embargo, todos los auto-
ro (dortilirse). Winnicott., tras su descripción del self res han reconocido que la mayoría de las maniobras
falso, que se puede considerar también como un do- defensivas de los estados fronterizos y de las psicosis
ble porque desemboca en la formación, en la periferia tenían por designio luchar no sólo contra las angus-
del self, de una imagen de sí creada conforme al deseo tias primitivas de carácter persecutorio c on la am e na -
de la madre, llega a la conclusión, en un artículo nota- ·, za de anonadamiento que traen consigo, si110 tarntJié Jl
bJ.e, de que el self verdadero permanece silencioso y contra la confrontación con lo vacío, que probabl rilCJl -
a.islado en un estado de no comunicación pertilanen- te es el estado más intolerable , temido por esos ~uje ­
te. El título 'mismo de su trabajo es revelador: ((Com- tos, y c~yas cicatrices dejan una sensación de insatis-
mu~icating a~d ~on ,...communicating leading to
·a·s tudy··. · ·:- facción eterna.
of certain opp-o sltes»-- (1963). También aquí pareciera ~ En mi experiencia, los retrocesos, las recrudescen-
que la construcción de los opuestos guardara relación ) cias agresivas, los periódic~s colapsos tras progresos
con un estado de no comunicación. Esta ausencia de sensibles atestiguan un afán de mantener a toda cos-
cotnunicación en 111odo alguno es patológica para Win- ta una relación con un objeto interno malo. Cuando
nicott, porque su cometido es proteger lo que hay de el objeto malo pierde su poder, parece no existir otra
más esencial para el self, que nunca debe ser comuni- solución que hacerlo reaparecer, proceder a su resu-
cado, y que el analista debe saber respetar. Pero más rrección bajo la forma de otro objeto malo que se pare-
allá de este espacio de protección que alberga a los ob- ce al precedente como un hermano, y con el cual el
jetos subjetivos, parece que Winnicott fue todavía más r sujeto se identifica. Se trata 111enos de la indestructi-
lejos hacia el final de su obra (véase el agregado de . . bilidad del objeto malo o del deseo de asegurarse por
1971 al artículo sobre los objetos transjcionales, y su ~ ese medio el control sobre él que del miedo de que su
artículo de 1974); ofreció, en efecto, una formulación desaparición deje al sujeto ante el horror del vacío sin
radical de estos problemas, que reconoce el papel y la que el tiempo llegue nunca a proveer a su remplazo
importancia del v~c~o, por ejemplo en uE111ptiness is por un objeto bueno empero disponible. El objeto es
a prerequisite to gather in') y en ult can be said that malo pero es bueno que exista si no exi~te como obje-
only out of non-existence can existence start•~ (Winnj- í.~ to bueno. La sucesión de las destrucciones y de las re-
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1 n el momento de su a u senc ia. Es el reverso res-
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apariciones, que hace pensar en una .
hidra. de mucl1as . dre e del cual la realización alucinatoria de deseo es
cabezas, parece repetir el modelo de una teoría en el pec:::verso. El espacio así deslindado, conexo con el
sentido ya aplicado precedentemente de la construc- el relaciones de obieto, es un espacio neutro que
de 1-a s J . .
ción del objeto, del que Freud decía que es conocido d ser alimentado en parte por el de las relaciones
en el odio. Pero esta repetición compulsiva se debe al pue0 :.eto. distinto de él, a fin de constituir el funda-
. de t~ de la identificaCión si las relaciones favorecen
' .
hecho de que el vacío aquí sólo pue·d e ser investido
negativamente. El abandono del objeto no conduce a :::nunuidad del sentimiento de existencia (con for-
1

r la investidura de un espacio personal sino a una aspi- - · "n del aspecto personal secreto); en caso contra-
macia . ..
1
ración tantalizante hacia la nada que arrastra al suje- . se .e vacuará él mistno por la asp1racton a 1 no ser
00
to a un abismo sin fondo, hasta la alucinación negati- ia expresión de una autosuficiencia ideal que se re-
va de él mismo. Esta tentf:lción de la nada es, mucho ~~ce progresivamente hasta el anonadamiento (G_reen,
más que la agresividad que no es sino una conse- ¡g67b. 1969a). No es sólo en términos_ de esJ?ac1o co-
cuencia de ella-, la verdadera significación de la pul- t . hay que formular las cosas. La des1nvest1dura ra-
sión de muerte. La carencia de los cuidados maternos
l
) :0
al afecta también el tiernpo por una capacidad des-
la favorece, pero ¿la crea? Uno puede preguntarse por rn~surada de suspender la experiencia (mucho más allá
qué hacen falta tantos cuidados para evitar su apari- de la represión) y de crear c<tietnpos muertosu en que
ción. Puesto que algo no se ha producido del lado del ede advenir simbolización alguna {cf. la ((forclu-
no Pu
objeto, ya no ocurrirá nada más que esta huida hacia sión» en Lacan, 1966). __ .
la nada. Es como si se tratara de obtener el estado de La clínica que corresponde a esta te~r1a se man~-
1
l
1
quietud y de reposo que sigue a la satisfacción, por fiesta sin duda en la cura; es ella la que impone el ma-
1 1
su contrario: la inexistencia de toda esperanza de sa- ximo de incitación al funcionamiento imaginativo del
i:

1 '
11
:· ; tisfacción. Está ahí disponible la solución de la deses- analista. mientras que con frecuencia el exceso de las
peranza, si se abandona la lucha. Hasta los autores que proyecciones tiene un efecto de pasmo. ~ero aun en
1 ' 1
i ,· .
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.
extienden·mucho el dominio de la agresividad se han el análisis más clásico algo d~ esto subsiste. Lo que
• 1
visto obligados a reconocer su existencia (Stone, 1971) . nos conduce a r~considerar la cuestión del silencio en
Encontramos sus huellas en el núcleo de la psicosis la cura. No basta decir ~que el paciente, junto a los in-
(psicosis blanca) corno en lo que recientemente se ha tercambios de la comunicación, preserva en él una zo-
';
llamado blank self; self blanco (Giovacchini. 1972b). na de silencio. Hace falta agregar que el análisis se de-
t
Tenemos entonces qué conjugar los dos efectos del senvuelve como si delegara esta función silenciosa en
narcisismo primario: el positivo. que sigue a la regre·- el silencio del analista. Por eso el análisis evoluciona
sión tras la sacie<;lad, y el negativo, que hace del vacío entre los dobles de la comunicación y el cero del silen-
y de la nada el reposo mortífero. cio. Sin embargo, el silencio, según sabemos, pued~
Hemos propuesto una teoría del narcisismo prima- ser vivido en ciertas situaciones límites como un si-
rio (Green, 1967b) como estructura y no solamente co- lencio de muerte. Esto nos enfrenta con elecciones téc-
¡
• •
. mo estado; ella hace lugar, junto a todo el aspecto po- nicas difíciles. En un extremo, la técnica propuesta por
1
1 .
sitivo (en el s~ntido de visible y ruidoso) de la relación
r .
Balint, ~q uien se esfuerza por organizar lo menos ~asi­
!1 de objeto, sea esta buena o mala, •
a su aspecto negati- ble la experiencia, dejando que se desarrolle baJO la
!.
vo (en el sentido de invisible y silencioso). Este aspec- protección benévola del analista y su· condición de tes-
1 i¡ . .
to negativo se forrna gracias a la introyección no ~ólo tigo atento para favorecer el new be~in.ning, el nuev~
1
¡
de los cuidados maternos que constituirán la relación comienzo. En el otro extremo, la tecn1ca de los klei-
de objeto, sino también .de la estructura que los en- nianos, cuyo objetivo es, al contrario, organizarla al
1
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cuadra por medio de la alucinación negativa de la ma- ~ -
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máximo por medio de la verbalización interpretativa Es una concepción demasiado rígida o demasiado
Ahora bien, ¿no hay contradicción en sostener que la· ~-al la que nos lleva a pensar que se trata de trasfor-
relaciones de objeto de la parte psicótica de la per~ l:r, los procesos primarios en procesos secundarios.
1'
'
nalidad han sufrido una formación precipitada, y res. . :áS exacto sería decir que se trata de instituir un jue-
0 entre procesos primarios y secundarios, por medio
1
ponder a ella con interpretaciones que corren el ries.
1

go de reproducir la misma precipitación? ¿No existe ~e los procesos _que pro~ong~ llam~ terciarios (Green,
. ahí el peligro de atiborrar el espacio ·psíquico cuando ·1972). que no t1enen mas existencia que la de ser pro-
tenemos que ayudar a co~stituir la investidura positi- cesos de relación.
va del espacio vacío? ¿Qué es lo estructurado de ese
modo? ¿El esqueleto de la.experiencia, o su carne que
el paciente tiene necesidad ·de vivir? Hechas estas re- .

servas, debo inclinarme ante la dificultad de los casos Apuntes para concluir
que toman a su cargo los kleinianos, y que nos imp0 ...
ne respeto. Entre los _dos extremos, la técnica de Win- ) =- Concluir no significa aquí cerrar el trabajo sino
..... .. --
. ·- ............ nicott, que otorga su lugar al en~uadre, recomienda --~~ abrir la·discusión dejando la palabra a otros. La solu-
la aceptación de- esos estados infortnales y la actitud ción de la crisis po~ la que pasa el psicoanálisis no de-
no intrusiva, supliendo verbalmente la carencia de los pende sólo de este :mismo. Pero tiene en sus manos
cuidados maternos para asistir a la emergencia de una una parte de las cartas con las que se jugará su desti-
relación con el yo y con el objeto hasta el IJ1ornento . no. Su futuro dependerá de la manera en que sepa con-
en que el analista pueda convertirse en un objeto tran- . servar la herencia freudiana ~ integrar sus adquisicio-
sicional, y el espacio analítico, en un espacio poten- nes posteriores. Para Freud no había saber anterior.
cial de juego y área de la ilusión. Si me siento de acuer- Hizo falta sin duda su genio creador para inventar 'l
do con la técnica de un Winnicott, y si aspiro a poner- psicoanálisis. La obra de Freud se ha convertido ·n
1 la en práctica sin tener su dominio, a pesar del riesgo nuestro saber. Pero un analista no puede practicar t..l
j ! de inducción a la dependencia, es porque me parece psicoanálisis y mantenerlo vivo con sólo aplicar un sa-
1 la única que hace justicia a la noción de ausencia. El r .: ber. También tiene que dar muestras de creatividad
11
1
dilema que opone la presencia intrusiva que condu- t-, en la medida de sus posibilidades. Es tal vez lo que
nos ha movido a algunos a hacer retroceder los lími-
1

ce al delirio y el vacío del narcisismo negativo que )


conduce a la muerte psíquica- es tnodificado por la f . . . tes de lo analizable. Es notable que el intento de anali-
trasformación del delirio en juego, y de la 111Uerte, en ~·· .- .
zar esos c~sos haya tenido por resultado un conside-
ausencia, dentro de la creación del campo intermedia- ~ ~- · .r able floreciilliento de teorías imaginativas. Demasia-
rio del espacio potencial. Esto impone tomar en consi- do, a juicio de algunos; o sea, demasiadas teorías y
deración la noción de distancia (Bouvet. 1958). La i- demasiado imaginativas. Todas esas teorías tienen en
ausencia es presencia potencial, condición de posibili- k·- común esforzarse por construir una prehistoria allí
dad no sólo d~ los objetos transicionales sino t ·a mbién dónde no se puede recoger ningún testimonio de his-
d~ esos objetos potenciales indispensables para la for· toria. Esto indica sobre todo que no podemos prescin-
mación del p-en~amiento (véase el c<no-pechon de Bion, dir de un mito de los orígenes, lo mismo que el nifio
1963, 1970). Estos objetos no son objetos presentes pequeño se ve reducido a construir teorías, y hasta una
o materiali.zables, sino objetos de relaciones. El análi· novela, sobre su nacimiento y su infancia. Aunque es
sis tal vez no procura otra cosa que la capacidad del cierto que nuestro papel no consiste en imaginar sino
paciente de estar solo .(en presencia del analista; Win· tl··
\ .
. en explicar y trasfor111ar. No obstante, Freud tuvo el
nicott, 1958) pero en una soledad poblada por el jue- \ mraje de escribir: «Sin un especular y un teorizar me-
'i:f
··-
~ . .-~ ·~

84 85

'
.. tapsicológicos a punto estuve de decir: fantasear-... _ El problema de las indicaciones de análisis se
no se da aquí un solo paso adelante•, (193 7c, pág. 225 2
dó desde el ángulo de la medida de la distancia
(pág. 228)). No podemos aceptar que nuestras teorías . ~· la comprensión del analista y el material del pa-
sean fantásmas. Lo mejor, sin duda, es aceptar que ' en . ~e y desde el de la evaluación del efecto moviliza-
no son ¡a expres1on· ~ d e 1a verd a d c1en
· t~r· · una.,: ciende•la co1·nunicacion
1 tea s1no · ·# d e 1 ana¡·1st a sob re e 1 f unciona-
·
aproximación, un análogo de esta. Nada tiene enton. ;- - . ~~nto mental del paciente, es decir, sobre la_posibili-
ces de malo construir un mito de los orígenes si sabe. !t. d d -variable en cada caso y para cada analista de
mos que eso sólo puede ser Un mito. ; _ . r:nnar un objeto analítico (un símbolo) por la reunión
La teoría psicoanalítica de estos veinte años pasa. __ ·de las dos partes.
dos asistió al. desarrollo C<?n.s iderable del punto de vis- · 3 . El }Jecho de describir el modelo implícito de los
ta genético (véase la discusión en Lebov.i ci y Soulé, ·. tados fronterizos situando en posición dominante la
1970). Sin lanzarme a la ~rítica de nuestras concep- ~ escisión (condición para la formación de un doble) Y
clones psicoanalíticas del desanollo, n1uchas de las · : desinvestidura (como aspiración hacia el punto ce-
cuales utilizan a mi parecer una concepción no psi- ) ro) nos indica que esos esta~os ?~anteaban el pro~le-
coanalítica del tiempo, creo que ha llegado el momen- 1 ma de los límites de la analizabilidad d~ntro del dile-
to de volcarnos más a los problemas de la comunica- .:' ina de delirar o tnorir.
ción, sin restringir esta a la comunicación verbal, sino . 4 . El interés prestado al encuadre analítico y al fun-
incluyendo sus formas más incoativas. Es lo que me cionamiento rnental intentó articular las condicio~es
ha llevado .a insistir en el papel de la simbolización, de fortnación del objeto analítico por medio de la sim-
del objeto, del encuadre analítico y también de la no ·ooHzación, tomando en cuenta, dentro de la relación
comunicación. Tal vez esto permita pasar a conside- f dual, la intervención del tercero constituido por el en-
'' '
rar los problemas de comunicación entre los analis· ~· _·. cuadre.

1
.' 1
tas. Con frecuencia los extraños se asombran de que 5. El lugar del narcisismo primario aporta una vi-
.' '
11 1 aquellos cuyo oficio es escuchar a los pacientes sepan ·sión completnentaria a lo que precede. Es decir que
1
'1 1
tan poco escucharse entre ellos . Mi anhelo es que este junto a la fortnación de los dobles de la comunicación
1
! 11
l
trabajo, que muestra que todos enfrentamos proble- de las relaciones de objeto se deslinda un espacio per-
1
1

'

1

.
mas semejantes, contribuya a esta escucha recíproca. - sonal, dominio narcisista investido positivamente en
1
1
1
1

'
elselfsilencioso del ser, o negativamente en la aspira-
1
• i ción al no ser. Dentro del espacio potencial entre el self
. , . y el objeto se sitúa la dimensión de la ausencia, esen-
Resumen cial para el desarrollo · psíquico .
.·· El presente capítulo no pretende responder a la cri-
Este trabajo ha seguido una dir~ctriz personal, pe· sis del psicoanálisis sino sólo registrar algunas de las
ro teniendo en cuenta contribuciones psicoanalíticas contradicciones de un pluralismo teórico y de una prác-
de otros. tica no homogénea. Nos hemos esforzado sobre todo
l. El acento puesto en el cambio en el analista tu- por proporcionar una imagen que refleje una experien-
~ 1 1


1 vo por objetivo mostrar que, además de los cambio~_ cia personal y le dé una forma conceptual ..
l' l. '
en el paciente, había que tomar en cuenta el doble pro-···
porcionado por el cambio en el· analista9 gracias a la
.
1' capacidad de este último de construir en su funciona-
l 1,
1
¡ '
1 miento mental, por cornplementariedad, una figura ho·
móloga de la del paciente.

86 • 87
'·,

3. El concepto de fron terizo En resumen, pode_roos.._cornpartir _nuestras percepcio- 1


'
j

.. nes pero_n.o nue~tras_ conc_epcjones, tal vez porque ali-


1\farco conceptual para la comprensi ón - entaffios preconceptos diferentes.
111
En lo que sigue examinaré lo fronterizo como con-
de los pacientes fronterizos cepto porque creo que tras la rúbrica descriptiva exis-
te en efecto un concepto único . . Repasaré después al-
nos· de los mod·e los empleados por los que· más han
~ntribuido a nuestro conocimiento preserite de la pa-
tología fronteriza. Y por último propondré mi propia
Sin embargo, hay cosas que el Otro no puede ver. · C()nceptualización y la rastrearé en los descubrimien-
. tos clínicos y modelos conceptuales de otros. No pro-
Palabras de Charlotte, en A. Morgenstettl, Experien- Jlleto resolver el problema, porque intentarlo me ha-
ces within a Borderline Syndrome ría caer tal vez en la simplificación excesiva y la es-
). quematización. Ofrezco ~i punto de vista personal en
.. . .... . . .
~ .
~ · - ... ...
. .. . . -.. ~. - - . - -... . . - .. .- -.-·.
. - .. . .. ~ _,.. ... ... ... ... ... -..- . - - ..- ... .-.--. -- ... -- -.
-.
el tntento de obedecer al mandamiento de inteligibili-
... - - --· ----------- - -------- - - dad sin sacrificar la complejidad del concepto.
/ -
Si el histérico era el paciente típico de la época de •
Freud, el fronterizo es el paciente problema de nues- . '

tro~ tiempo, según observó Knight (1953) hace más de t·


veinte años. Podemos cuestionar la opinión de Knight ~ . Definición del término
sobre los pacientes de Freud, porque ya no se los pue- ¡:·
de comprender simplemente dentro de los límites de ~ El término fronterizo, empleado para definir ct e r -
su neurosis histérica (Deutsch, 1957). Pero existen po- ~ - ta categoría de pacientes, no pertene c e al voca bttla rlo
cas dudas en cuanto a los pacientes fronterizos y a ~· de la psiquiatría tradicional ni a la t e rminologia eh·tl>< -
nuestro tiempo. Y aun el caso de Freud del Hombre ~ . rada por el psicoanálisis. Freud identific ó al g unas c·n-
de los Lobos (Freud. 1918b) puede servir de paradig- ttdades clínicas nuevas, que desde entonce s han s ido
111a para muchas de nuestras preocupaciones actua- !> aceptadas por psiquiatras no analistas, pero no d e fi-
les en la teoría y el tratamiento psicoanalíticos. El pro- ) pió una categoría de pacientes fronterizos como tal.
totipo mítico del paciente de nuestro tiempo ya no es f· Sl buscamos ayuda en el Oxford English Dictionary
Edipo sino Hamlet. J ~· . {Burchfield, 1972), no podemos menos que decepcio-
~:· .
Desde las :priti1eras descripciones clínicas del pa- ~: narnos: c~fronteri.~~- (l;Jo.J:flerlin~]-~s_y.naJ~nea qe demar-
ciente fronterizo hace casi medio siglo (Stern, 1938), , caciQ.~~~-· Pero encontramos este agregado: ucaso fron-
en la bibliografía psicoanalítica se ha acumulado una ~- terizo (esp. psic.) es el que linda con la insaniau (pág.
111asa enorme de trabajos sobre datos clínicos, varian- ~ 329). Así nace una coiit radiccfón:-Nuestra -experien-
~
tes técnicas.. . constructos teóricos. Cree11108 estar lis- · cia clínica nos dice que la frontera de la insania no es
tos para una decisiva confrontación de nuestras ideas una línea sino, más bien, un vasto tettitorio que no ofre-
tradicionalés con una cott1prensión nueva. Si nos li- ~ · .. . ce una d~visió~ neta: una tierra de nadie entre la sa-
rnitarnos a Jos datos clíniCOS, podemos estar s.e guros r.. lud Y la 1nsan1a.
de que descubriremos extensos dominios de experien- t.:_'. Freud no propone una categoría de pacientes fron-
cia común. Pero si discutimos técnicas, es n 1 ás proba- f!~:.· · terizos, pero destaca la ,o posición entre las obligacio-
ble que estemos en desacuerdo. Si hablan~os de teo- ~;,. . nes de la conceptualización abstracta y la realidad ·clí-
ría,. es casi seguro que nuestros caminos divergirán. ·n ica. En ~«Análisis terr11inable e interminable,, escribe:

88 89
.: .
..sabemos que el primer paso hacia el dominio intelec. ·. > · • esa- pero en realidad este glosario nortea~erica­
tual del mundo circundante en que vivimos es hallar .. ftallC one una diferencia. Aunque los comentanos qu~
universalidades, reglas, leyes, que pongan orden en el . ¡ . ~ su~n estos autores destacan la naturaleza defensi-
caos. Mediante ese trabajo simplificamos el mundo de 1 . . . ~~Jos síntomas neuróticos del fronterizo , _encuen-
los fenónienos, pero no podemos evitar el falsearlo tan,. . , . "~ liD portante para mi investigación que, seg~n. su de~
bién, en particular c~~ndo se ~rata de pr<_>eesos de de. f . ··tl~ción de lo fronterizo, ni los síntomas neuro~~cos m l
sarrollo y trasmudac1on. Nos Interesa asir un cambio e • . _tl psicóticos se corresponden con la concepc10n tra-
cualitativo, y para hacerlo ·s olemos descuidar, al me. lOSional de neurosis o psicosis. ~
nos en un principio, un factor cuantitativo. En la rea.. di/
RycrOft (1968) es menos equívoco. Ob:S~rv~ _que el
lidad objetiva, las transiciones y las etapas interme. 3sotiOnférizo desafía todo intento de clasificaciOn. Pe-
días son mucho más frecuentes que los estados opues- · e considera el probletna desde el punto de vista de
tos por separaciones tajantes" {1937c.- pág. 228 [págs. t :psicosis solamente, y apunta que en la e~truct~r_a
230-1 ]). Este es nuestro desafio. Cuando nos vemos con í de personalidad fronteriza la defens(l_es de t!P~ P~Ico-
transiciones o con etapas descriptivas intennedias, ¿no ~ · uco. no así la conducta de la persona. Entre p~ent~-
debemos tratar de ir más allá, cruzar la frontera de lo ~ - Sis, Rycroft rechaza la idea de que neur~sis Y ps1cos1s (

fenomenológico a lo teórico? ¿Toda generalización teó-


rica tendrá que ser necesariamente enlazada con los dos i'
t se excluyan una a otra.
Como la consulta de diccionarios no nos ha sido
.
~

1 '
grandes dominios de la psicopatología, la neurosis y ~ de gran ayuda, me. detengo un momento Y pregunto:
la psicosis, como algo intennedio? ¿O debemos acor. f ¿quién 0 qué es fronterizo? Lo importante en ~sta pre-
1
1

l
' 1
1
dar al caso fronterizo una identidad propia? ~ gunta es el distingo entre tener algo frontenzo Y ser
Si ahora nos volvemos a nuestros diccionarios es- fronterizo. Pue~o ser ciudadano o sin patria, pero ser
1

pecializados, nos encontramo~ con una diversidad de :.· ·. . fronterizo, he ahí algo que me resulta difícil c_oncebir.
enfoques. Laplanche y Pontalis ( 1973) dan esta defini.- f , Los diccionarios especializados me ensenan esto:
ción de fronteñz<>=.•(Téi""iilirio ·em.p leado casi siempre pa- las fronteras son situadas en lugares diferen tes por d is -
ra designar perturbaciones psicopatológicas que están üntos autores. Me volveré entonces a mi e xpe rie n c ia
situadas en la frontera entre neurosis y psicosis, sobre t personal. ¿Cuáles son mis fronteras? Lo que se me pre-
todú aquellas esquizofrenias latentes que presentan un senta inmediatamente es la envoltura o el continente
conjunto de síntomas al?arentemente neuróticos,,. Los . de piel . .Pero por definido e importante que 1ne pue~~
autores ponen de reliev~~la vaguedad del dominio abar- - parecer, mi continente de piel es discontinuo. El teJl-
cado por semejante .definición, que .incluye personali- do de la carne es interrumpido por otros tejidos, o pre-
dades psicóticas, perversas y delincuentes; ellos pare- . senta orificios que actúan como puertas. Podemos lla-
cen inclinarse por ligar el término más estrechamente ·m arlas aduanas o inspectores: ojos, orejas, nariz, ba-
con la ••esquizofrenia seudo neurótica)). Hay aquí d~ ca, ano, uretra, vagina. Boca, ano. órganos sexuales
conceptos imP-lí~J.tqs: lo fronterizo como conjunto qe -las llamadas zonas erógenas son importantes por-
síntomas n~ur(>ticos es_una falacia, y lo fr~~terizo co- que funcionan de dos maneras. hacia adentro Y hacia
1
1
mo co~ju_~!!? ~e síntomas psicóticos es esquizofreni~. afuera. Dos. problemas se me plantean en consecuen-
1
i l,
( Moore y Fine~.dan la siguiente definición en su glo- cta. El primero es la índole o estructura de la frontera;
1
1 :;
1'
sarro-:-<<-un --t~~~ho ~~.~~~ipt~va que designa un grupo _ el segundo, la circulación hacia adentro y hacia afue- (
1
' ,,1!
'.
d~ conO.i~~ones que manifiestan fenómenos tanto neu- ·: ra· de sus puertas. Ahora bien, ¿cuáles son las fronte-
róticos como psicóticos si~ entrar de manera ineq~.í- .. ,: ras de mi psique? ¿Qué leyes gobiernan la circulación

1
1

• voca en ninguna de e~ dos categorías diagnósticas, ·t ·. por las puertas de mis fronteras psíquicas? ¿Qué rela-
!
1 ,• '
(1967, pág. 19). No pare~e diferente de la definición -: ·. ción mantienen la psique y sus fronteras con estas
' ., 1
,. ¡

'
90
• 91
lf
1
¡i
1

pue..~as? Dos tipos de leyes acuden en este punto a llli Esquemas con<?eptuales y modelos de
esp1r1tu,_ dos leyes que operan aunadas: el _principio de estados fronterizos
placer-displacer y el principio de realidad. Este últim
es ~e partic~lar i~portancia para mi investigación ; No es mi intención reseñar la vasta. bibliografía so-
atane a la existencia o no existencia del objeto; por lo bre la materia. En consecuencia, me ceñiré a la obra
tanto, al self. · }as opiniones de los que han tratado casos fronteri-
Diversos tipos de fronteras encpntramos en la na. ~s dentro de la situación psicoanalítica. Propongo cla-
. turaleza: líneas o superfi~ies, con o sin circulación a sificar estas contribuciones en función de tres líneas
través de la frontera, o una membrana osmótica que de pensamiento: freudiana, kleiniana y winnic.ottiana.
facilita la comunicación, ~on una selección adecuada . En la obra del propio Freud, son pocas las indica-
de lo que se deja pasar o se deja afuera o, en caso de ciones que nos ayuden a entender los casos fronte-
perturbación, de lo que hay que rechazar, lo que es . nzos. Afirma en (cNeurosis .y psicosisu: uel yo tendrá
molesto adentro; y por fin, una división borrosa en cier- ¡ la posibilidad de evitar la ruptura hacia cualquiera de
to estado de intersección, una fron_tera q~e semeja .el ) · lós la·d os deformándose a sí mismo, consintiendo me-
encuentro de dos nubes; En caso de peligro, una fron- · noscabos a su unicidad y eve-ntualmente segmentán-
tera osmótica se puede ahrlr -para descargar los ·estí- dose y partiéndose. Las inconsecuencias, extravagan-
mulos perturbadores del adentro. Pero otros recursos cias y locuras de los hombres aparecerían así bajo una

son posibles, por ejemplo, la inutilización de la linea. ~ luz semejante a la · de sus perversiones sexuales; en
una especie de mortificación, o el desdibujamiento de · efecto: aceptándolas, ellos se ahorran represionesu.
la frontera. remplazada ahora por un límite frágil, una ,i . ••Para concluir, cabe apuntar un problema: ¿Cuál
tierra de nadie. Ser un fronterizo da a entender que 1 .Será el mecanismo, análogo a una represión. por ct•y<>

una frontera protege al sclf de pasar al otro lado o de tntertnedio el yo se desase del mundo exterior? 1 i ·n -
ser cruzadot de ser invadido, con lo cual uno llega a so que sin nuevas indagaciones no puede darse tltla
ser una frontera móvil (no digo tener, sino ser esa fron- r respuesta, pero su contenido debe ría ser, c<HlH) <·1 ele-
tera). Esto, a su vez, supone una pérdida de distinción la represión, un débito de la investidura :-r1viada J><n·
entre espacio y tiempo. el yo•, (Freud, 1924b, págs. 152-3 [págs. 158-9]).
Es bien evidente que aun definiciones de lo fronte- •
¡. Varios puntos son pertinentes para lo que venimos
rizo que parecen comunes contienen matices que de- tratando: la evitación de la ruptura por el yo , presu-
jan traslucir diferentes puntos de vista. En mi opinión, miblemente de sus fronteras, c•hacia cualquiera de los
no se debe tratar de .comprender los síntomas del pa- lados,,; el yo se aviene a •(menoscabosu (hoy tal vez di-
ciente fronterizo en tét 111inos de psicosis. Tampoco hay ríamos
. .
intrusiones); el mecanismo de defensa del yo
que identificar la .c ondición p·s icótica del fronterizo con consistente en <<Segmentarse y partirse)) (donde hoy ha-
la esquizofrenia. Por últirno, cuestionaría la idea ge- blaríamos de escisión}; el supuesto de que nos hace
neralmente a~eptada de que los síntomas neuróticos falta crear un modelo clínico para la deformación del
tienen una Íl:-lnción precisa. Pero antes de elaborar mi yo, análogo al de las perversiones sexuales; y, por úl-
punto de vista propongo que examinemos algunos timo, la hipótesis de que la escisión del yo supone un
otros modelos. débito de -investidura, lo que la convertiría en un me-
canismo psicótico.
Freud retoma en otro trabajo sus reflexiones sobre
la naturaleza de las psicosis. Sostiene: ((la neurosis no
. desmiente la realidad~ se limita a no querer saber na-
da de ella; la psicosis la desmiente y procura sustituir-

92 93
lal) (1924e, pág. 185 [pág. 195]). Evidentemente. elcon. negación" ~ 1925h). En m i o pin ión, el par de opuestos
cepto de destnentida es diferente del de represión: 1 de Freud, sí o no, coe xisten con una estructura men-
primera es un mecanismo psicótico que afecta a la rea~ 1
-tal ni-sí-ni-no, que, con respecto a la realidad, encuen-
!!
lidad exterior, mientras que la neurosis y la represión · tra expresión en la sensación de que el objeto es y no
1
j
1
1
operan con la realidad interior. Freud abunda sobre ~·
es real. o de que el objeto ni es real ni es no real {fanta-

1
1
'¡ ' este punto: ccEn la psicosis, el remodelamiento ·de la ;- . sead<J) . .
'• realidad tiene lugar en los sedimentos psíquicos de los ,. Podemos esquematizar así las ideas de Freud:
1
1
¡ 1· vínculos que hasta en ton ces se mantuvieron con ella.. .'.
)

,r (RE)
1
(RI)
1
1
1
o sea en las huellas mnémicas, las representaciones
y los juicios que se habían obtenido de ella hasta ese '
'
~
t
t
Pr2 P-DP
..
Sl-flO
p~2
..
s1-no
'
1
momento y por los cuales era subrogada en el interior ,.
~

de la vida anímica~, (ibid., pág. 185 [pág. 195]; las bas.


tardillas son tnías). Freud indica el papel decisivo que
l Prl
?
en la psicosis deset11peñan la cognición y la capacidad ~
de elaborar no sólo pulsiones ~ino también ideas y jui.. ;
cios. El enunciado de Freud realza la importancia del .P rtmero. una frontera vertical separa la· realidad psí-
f
quica ce buena•) (RI) de la realidad externa mala (RE). Es-
concepto de Bion ( 1962) sobre K (conocittliento) y suI
! ta
insiste ncia en los procesos de pensat11iento en la psi- división coincide con la separación entre c<SÍ•> (aden-
tro) y 4<non (afuera). con arre-g lo al prtncipio de placer-
cosis. La creación de una neo-realidad en la psicosis l displacer.
es análoga al mundo de fantasía neurótico . •<un ámbi- i Un segundo desarrollo está representado por
to que en su momento fue segregado del mundo exte- f Ja frontera horizontal, que separa lo placentero y lo dis-
~dentro. Pero a causa de la represión, lo mis-
! rior real por la instauración del principi.o de realidad·~
!. placentero
- (Freud, ibid., pág. 187 [pág. 197]). Las últimas líneas i
mo que corresponde a lo displacen tero en lo conciente-
del artículo de Freud ponen el acento en la diferencia ; _.p reconcie_n te corresponde a lo placentero en lo repri-

f
entre psicosis y neurosis en el uso de la fantasía . con mido. Las líneas verticales y horizontales indican, en-
~ji
lo cual anticipa los trabajos de Winn!cott sobre el cjue- . tonces, la separación entre realidad psíquica (RI), a la
gou y los de Klein, Segal, Khan, y yo mismo, entre otros,
t
izquierda, y realida·d exterior (RE), a la derecha. En
sobre el c<simbolismo)• y los estados fronterizos: uPero el
r~
la realidad psíquica, tenemos el proceso se.
c undario
· _{Pr2l en el nivel conciente, con afectos placenteros CP)
nuevo mundo exterior, . fantástico, de la psicosis quiere
remplazar a la realidad exterior; en cambio, el de la y displacen teros (DP), ligados a un sistema de sí-o-no
· {sí..no·), que se corresponde con el proceso secundario
neurosis gust~ de apuntalarse7 tal como el juego de
los niños, en un fragmento de la realidad diverso de (Pr2) del mundo exterior. De aquí una similitud entre
aquel contra el cual fue preciso defenderse-, le pres- lo conciente y lo real. Por el otro lado, en la realidad
ta un significado particular y un sentido secreto, que, psíquica tenemos también lo reprimido, o sea, el siste-
1

de manera . no siempre del todo acertada, llamamos lr !lla de una oposición, que está invertida de los afectos
placenteros-displacenteros (antagonistas de los afectos
f 1 •
simbólico . .Así, para ambas neurosis y psicosis-, no '
1
sólo cuenta el problema de la pérdida de realidad, si- 1 concientes correspondientes), y un sistema del juicio
1
1 no el de un sustituto de realidad,, (ibid., pág. 187 "(pág.1 en que es impensable el unou. De ahí un conflicto entre
197]). Jo conciente y lo inconciente y, a su vez, entre lo in-
;! :
La búsqueda de una respuesta para el problema de r ~onciente y el mundo exterior. Pero podernos suponer
1
t o

la psicosis condujo a Freud hasta la dinámica del pen- que lo inconciente se encuentra en cierta correspon-
~encia
1
con lo ignoto del mundo exterior.
1

samiento fronterizo, que describe en su artículo ceLa (?)


..-
..
94

95
Este conjun~o .Pe p,r oposicio nes resuena. en c(Aná]t. puesto que los escritos de Kernberg sobre la perso- -
sis termimible e interminable" (1937c) , fu ente inago. tüt~tdad fronteriza son bien conocidos, me limitaré a
table de ideas para psicoanalistas en orden a la teona . marco general de referencia. Kernberg emplea un
y a la práctica. Aquíi, · una vez más, Freud reitera su · SU()(ielo de dos vertientes: una estructural y otra genético-
creencia en la importancia de los traumas tempranos __ ::náiilica. El pu~to de vista estructural está referido
o de las tempranas distorsiones del yo con fijaciones . l). un modelo topico, como el elaborado por Freud;
a mecanismos de defensa primitivos. Adoma esto con · ;) la psicología del yo de Hartmann, y 3) los derivados
formulaciones acerca de factores constitucionales y pe. t . ·:estrUcturales d~ las relaciones de obje~o. Los estados
culiaridades de la libido (inercia, viscosidad, fluidez y r-: .-·~:fronteriZOS, segun Kertlberg, se caractenzan por 1) roa-
movilidad extremas de las investiduras) , factores que ·~ · ~ rilfestaciones inespecíficas de debilidad del yo; 2). un
parece dar por supuestos,- pero que de hecho requie. ~- · . ·d esplazamiento hacia el pensamiento de proceso pri-
ren una exhaustiva investigación de su significado y ... 'marlo, y 3) operaciones defensivas específicas, que él
origen. Además, aun si no todos nosotros aceptamos ~ -. abOrda desde la perspectiva de las relaciones de obj~­
la concepción de Freud de los instintos de muerte. po- 5·· - .~lo tnter11alizadas.
• cos pondríamos en d u da la importancia ~~_c isiva ~e la ·.. Ker11berg ·d estaca la importancia de la escisión en-
- -- ·-· ..
agresión diversamente · comprendida y conceptuali- ·'"· ....tre autoimágenes y objetos internos ((buenosu y ccma-
zada~ es cierto en la etiología de la psicosis :y de los · :~ ·1os-. Cree que la ~ falla principal en el desarrollo de la
estados fronterizos. patología fronteriza se sitúa en la incapacidad del in-
Situaría la obra de Bergeret ( 1974a) en esta línea Qlviduo para sintetizar las introyecciones e identifica-
de desarrollo teórico. Su vasto conocimiento de la bi- ·_ clones positivas y negativas. Nótese que Kernbcrg no
bliografía le permite a lcanzar una b u e n a síntesis . Des- · -cónsidera la organización d~ la personalidad frorlter1 -
cribe dos tipos de traumas desorganizadores. Un trau .. ·· _za.como fluctuante o lábil sino como un tipo cara 't e ·
tna de la primera infancia, con frustraciones severas ~- riStico de estructura.
y la amenaza de pérdida de objeto, que lleva a una seu- ~ _ ·Desde el punto de vista genético-dinámtc cJ, K ·rrt -
do latencia precoz. Este t ipo de t r auma desorganiza- r . berg destaca la importancia de las fijacion es ora l ~os. S u
dor da razón de un tronco común de estados fronteri- t conceptualización en este respecto es distinta d e l punto
zos, con una organización provisional del yo. Un se- t de vista kleiniano, que él critica. Pero, con Klein, cree
gundo tipo de trau111a desorganizador puede ocurrir · -~que una agresión pregenital induce un desarrollo pre-
en la adolescencia tardía, con prolongación de la ado- maturo de porfías edípicas.
lescencia misma más allá de su término normal. Este · ·_ · En conclusión, definiré la teoría de Kernberg como
trauma, que se acompaña de estados de angustia con- \ -. fronteriza: se sitúa en la frontera entre la psicología
mocionantes, tiene por resultado la reorganización del · · -~ · del yo y el punto de vista kleiniano.
yo provisional hacia tres patologías posibles: neurosis, ·, ·. Ahora podemos pasar a la obra de Melanie Klein
psicosis o regresión psicosornática. Otros dos mo~os y sus
. . discípulos. Me referiré a uno solo de los trabajos
de trámite pueden ser descubiertos por el yo asedia- :d e Klein, ((Notes on sotne schizoid mechanisms)) (1946),
do: perversíón y trastorno del carácter. .que me parece particularmente pertinente para los
Otra teoría del desarrollo que en lo esencial prolon- ·trastornos fronterizos. Lo más importante es su supo-
gala líneafreudianaes la de Kernberg (1975). Sus for- _S ición de que las relaciones de objeto existen desde el
trtulaciones vienen sustentadas no sólo por su propia ·C ()mienzo de la vida. Pone el acento, además, en el po-
experiencia clínica -sino por su amplio conocimiento tencial destructivo de la mente infantil y en sus defen-
de la bibliografía, que este autor r einterpr eta e integra sas primitivas. que son la escisión, la idealización y
de manera original e imaginativa. la identificación proyectiva. Reconoce la importancia
1
1

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96 97
,
¡:: 1"11\
1 1

1
11

ocultos sino que se experimentan como ~; que patología fronteriza, obra de mis colegas cpmpatrio-
son lo único real para el._ p~c~ente fronterizo_: La esen. : . La descripción de Bouvet (1967) de las estructu-
cia del pensamiento de Winnicott se contiene en las ras pregenitales y, en particular, de la neurosis de des-
.
•í últimas líneas de Playing and Reality (197lb), en lo personalización, lo mismo que los trabajos de sus discí-
que él mismo caracteriza como su (~pieza final)•. Allí de . u)os d.e la escuela parisiense de psicosomática (Marty,
fine la conceptualización (el funcionamiento psíquico · ~.de M'Uzan, David), han enriquecido nuestra com-
por el cual es creado el objeto_subjetivo) y la percep. prensión de lo fronterizo. Los conceptos de Bouvet de
ción {el obj~to percibido ~bj.etivamente), y señala una rapprocher y de distancia psíquica han sido objeto de
paradoja intrínseca uque debemos aceptar y que no ad- cuidadosa aplicación al tratamiento de casos difíciles.
mite resolución••. ¡.as ideas de Lacan ( 1966) sobre psicosis, en particu-
La obra de Win~icott ha influido sobre el desarro. . . lar su intento de esclarecer las nociones freudianas de
llo teórico de Khan (1974.) y de Milner (1968). Khan ¡.:;--- ~.--.-~ .acción pospuesta»>, de ••forclusiónn (Verwerfung), y el
nos ha propuesto el concepto del utrau1na acumulati- -. papel que este último. concepto tiene en su teoría del
vou: describe la neurosis infantil cotno una crorganiza- > . ·Nombre del Padre, son estimulantes, por más que otros
ción de seJffalson y señala el papel del juego recíproco ~ >, .a spect-os de sus escritos sean en alto grado cuestiona-
.. -- .. •

de los sentidos del ·a nalista en la apreciación de mani· . · bies.


festaciones trasferenciales. La necesidad de establecer Para concluir esta resefia parcial de la bibliografía,

una distancia contractual previene que el analista se enumeraré los puntos que interesan para nuestro asun-
deje llevar a regresiones fusionales o hé:lga intrusión - to: 1) el papel del yo, el self y el narcisismo, con los
en la secretud del ••espacio potencialn del paciente. Co·- ~- : . mecanismos defensivos tempranos de la disociación
mo Winnicott, Khan es conciente de la importancia de .,. ·y la escisión9 y sus consecuencias: la desinvcstidura
la vivacidad de la situación analítica. . y la identificación proyectiva; 2) la función de las reJa ~
Milner ha ilustrado destacadamente las modifica- clones de objeto, con especial atención a la a~r ~st(>n
ciones que requiere el trabajo analítico con pacientes pregenital y su influjo sobre los procesos dt! J><! Jtsa ..
1 1 fronterizos. Su contribución principal es el reconoci· miento; 3) presencia de una angustia psicótic~-1 y stl
1
1 1 miento Qe la necesidad de tolerar estados desorgani- , . impacto sobre la función ligadora de los procescJs psi-
1

1
zados en la mente del analista, de los que brotan el k · quicos, con consecuencias para el pensamiento verbal;
crecimiento y la creatividad. El aporte de esta autora ) _ 4) las fallas en la creación de un espacio transicional,
a la dinámica del simbolismo, y su crítica de la con- ~.: ·: · con la función dual, coexistente, del principio de pla-
ceptualización del proceso primario cotno forma infe- [ 0··_ cer y del principio de realidad, y una pauta de relacio-
rior de actividad psíquica, constituyen la base de una ~ ~ · nes de doble vínculo; .5 ) la condensación de metas'pre-
tnejor comprensión del pensamiento de proceso pri.. J -: genif:!3]es y genitales, lo que imparte a cada una de ellas
tnario en los trastornos fronterizos. Me gustaría agre.. ~>:._ llndoble significado, que las refiere automáticamente
gar aquí que en el pensamiento fronte1izo tenemos el f:. - unas a otras; 6) el papel de una relación complemen-
resultado O:e una perversión destructiva del pensa- ~~- - tarJa en el encuadre analítico, donde la contratrasfe-
IIliento de proceso primario, más que una expresión ~:::: :.",_ rencia pasa· a ser un vehículo de la comunicación del
genuina d·e_lo que se supone que el proceso primario ~\- paciente más que un obstáculo para comprenderlo, y
es en la infancia. . -~-.~--._ 1) la noción de distancia psíquica, necesaria para evi-
He hecho una sola referencia a la -bibliografía fran· ¡:~f',_ tar la falta de comunicación y la intrusión.
f f' ·;..·
cesa, pero, como me ha influido mucho, creo que no t;_,' ~
debo teriitinar esta sección sin menci~nar alguna~ con- l""--
f._

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1
1
tribuciones importantes, aunque indirectas, a la psi-
1

100 . 101


-
El concepto de 1? fronterizo ue s~ requiere la función del j uicio para decidir si el ·
~bj~to existe o no_. La func~ón ~el juicio se relaciona
La mayoría de los autores que han hecho aport~s· · con impulsos puls1onales pr1mar1os y ~(se posibilita úni'-
al tema, si no todos ellos., basan sus supuestos teóri- . . ~ente por esta via: que ~a creación d .e l símbolo de
cos principalmente en el punto de vista genético. Aun . _ la negación hay~ permitid_9" al pensar un prirn~r grado
los que toman en consideración el modelo tópico y el -...;de independencia· respec(o de l~s consecuencias de la
consiguiente punto de vista estructural, lo subsumen .· . repr~sión y., por lo ta_ n to, de la compulsión del princi-
bajo un título genético abarcador. pio de placern (ibid .• pág. 239 ·[pág. 257]).
En Esquema del psicoanálisis, Freud escribió: •cEl '~' . ."-~-::; ,c on el p~i111ado del principio de realidad, el reino
primer objeto erótico del niño ·es el pecho n1aterno nu- ~~;~-· _._ de Ja fantasta se crea como un dominio privado. Este
tricio; el amor se engendra apuntalado en l.a necesi- t.(.- . d~san;-ollo nos permite hacer una importante compro.-
dad de nutrición satisfecha. Por cierto ·que al comien- ~i.f~_.', ·ba:ción: cada vez que se produce una separación entre
zo el pecho no es distinguido del cuerpo pro·p io, y cuan. ~-,~~ ~ . ~.P:n par de opuestos aiJ-ímicos -dos términos_, dos fun-
do tiene que ser divorciado del cuerpo, trasladado hacia ) ~·: ,cJ.ones, dos procesos-, al menos uno de los dos elemen-
el '·afuera'' por 1~ - frecue~cia con que el .? iño lo echa ?:··. · · tOS segregados tiende a reincluir una parte del elemen-
f< .. •
de menos, toma consigo, cotno objeto'", una parte de !;.~·_:. ..~ ·. to opuesto excluido. · .
66

la investidura libidinal originariru:nente narcisista. Este ~_.,. .. · Por otro lado, si el aparato psíquico tiene la ilusión
primer objeto se completa luego en la persona de la ~·-~,.·.·: . de una trasformación mutativa, una v"isión retrospec-
madre, qu~en no sólo nutre, sino también cuida, y pro- L- . : : tlv~ de su "funcionamiento anterior nos permite supo-
voca en el niño tantas otras sensaciones corporales, ~::.. _·> .n er que, en efecto, la trasformación fue gradual, e in-
así placenteras como displacenterasn (1940a, pág. 188 í:·: ·· ~cluyó la superposición de diferentes modelos de fun-
[pág. 188]). {~:_·:-.~ ~f.onamientot de dos dominios~ y de la. relación dual .
En .e ste pasaje., Freud entendía como un proceso r._- ·' entre el self y el objeto.
~ ~

gradual el nacimiento del objeto en tanto separado del ;.~:.'-e '..· Desplacemos ahora nuestra atención a otros impor-
cuerpo propio del niño. Pero en otras ocasiones~ ante- ~·: : ·.·. tantes conceptos metapsicológicos que Freud ha fm rnu-
riormente, mencionó una separación tajante desde el f·,_ .,. , lado. Consideremos la índole del modelo tópico. Expre-
comienzo (1925h). Su noci~ón del yo-realida.d origina- 1.- .. ~ sa Freud: uNo deben concebir esta separación de la per-
rio nos indica que consideraba al niñ.o capaz de dis~in- }. ··. - ~nalidad en un yo, un superyó y u n e llo, deslindada
guir entre fuentes internas y externas de excitación . ~~-:~ ·:. pqr fronteras tajantes, como las que se han trazado ar-
... : .
desde el comienzo~ Estas .i.d eas parecen contradicto· !·~ :tlficialmente en la geografía política . No podemos dar
rias, salvo si s .u ponemos que existe una distinción en- ( :_,,·tazón de la peculiaridad de lo psíquico mediante con-
1
1 1 ¡ tre adentro y ·a fuera que es anterior a la distinción en- !;~·.;\·.·..~o.~os lineales como en el dibujo o la pii1t tJra primi --
tre el cuerpo del niño y el pecho de la madre. Cierta· t·~ . -.-~ :t lva; más bien, mediante campos coloreadc>e-; c1t 1e st·
1 ¡
1
'
1

mente, en su trabajo ceLa negación), Freud trazó un t:·_· ?i~rden unos en. otros, según hacen ]os pi nt(>r(-~ 11 10 ..
distingo neto entre el princi.p io de placer y el principio ~<. a_~rnos. Tras haber separado, tenemos que 11H( ~. ; r ('()1) ·
de realidad, que se establece con el desarrollo del exa- 1\· ." <~~rger de riuevo lo separado. No juzgue n eota cl(· n1 a .
men de reaiidad. Dice: «discernimos una condición pa- ~~·-. , :··~ siada dureza este primer i.ntento d e v olver in t 11 u 1 ~ .
raque se inst_ituya :1 examen de r:alidad: tienen que i" lqpsiquico: tan d~f!cil de aprehender. ~s muy proiMhk
ha~erse ~erd1~o ?bJetos que a~tano pro~uraron una f -t~' q.ue la conf1gu~ac~on de estc~.s separaciOnes e xpe t·ltw ·n -
satiSfé;lCCion obJetiva~) {1925h, pag. 238 [pag. 256]). En ~::;.,.·: ~~grandes variaciones en diversas personas, y es 1),, 1-
opinión de Freud~ al menos según yo la entiendo. este ~--~~<- ~le que hasta se alteren en el curso de la función (" In - 1

l 1
desarrollo no es un cambio progresivo, lentot puesto ?:,:.·<~~plucionen temporartarnenteu (l933a, p .á g. 79 [pág. 741).
1
j
;:~--'"·:·-. ·.~-·~!". ., •

1'


1
102
. .
La función del juicio se estable~e poco a poco. En de publicación póstuma. doride interviene una vez más
sentido inverso; reconstruir en el aparato psíquico la 1 concepto de desmentida.
experiencia pasada de este proceso gradual como una e En un trabajo de la misma época, Freud expone la
. j

mutación es importante para que se establezca el prQ.. ~



1

1". ¡ .

iJ11portancia de la escisión en las psicosis. Aun en el
:: i
.
1
~

ceso de juicio en el examen de realidad. La principal ·. paciente aquejad? de c01·I:fusión alucinatoria grave, el
dificultad. según esto, reside en la coexistencia de di- .yo nonnal no esta absorbido por completo en la condi-
¡ ferentes estados del yo: tolerancia de Ksombras. dudas dón regresiva; menos todavía. en casos no tan seve-
••
y misterios,• y/o capacidad para decidir entre el sí y el tos• Freud· Jó explica así: uSe fortnan dos posturas psi-
no. lo existente y lo no existente. Imaginación y racio. . qutcas en vez. de un~ p.ostura única: la que toma en
nalidad son tan necesarias la una para la otra que to. . cuenta la realidad obJetiva. la normal, y otra que bajo
do desequilibrio de una de ellas perjudicará a la otra · el triflujo de lo pulsional desase el yo de la realidad.
y conducirá a un deterioro global del funcionamiento ., ~- ¡~s dos coexisten una junto a la otra. El desenlace de-
mental. _ _ '-_ pen~e de la fuerza relativa de ambas.. (1940a, pág. 202
En El malestar en la cultura, Freud examina el des- . ) · :;: .(págS. 203-4]) · ·
- - ......... dibujamiento de las .fronteras anímicas que se produ- . ,· · ·. Quiero te1111inar esta sección mostrando que no sólo
ce _aun en personas n~r~ales y lo relaciona con el re-_ L· .-,son variable_s las ft:~nteras entre el yo y la realidad, si-
torno de un estado mental infantil indiferenciado~ que R ·no que aun la pul~ión, como Freud la concebía. expe-
1
'1•
se caracteriza por un «sentimiento oceánico•. Conclu- 1 . nrnenta variaciones análogas en su funcionamiento in-
· . tJinseco. Según lo que explica Freud. ••la "pulsión" nos
1 •

' . ¡. .
1 ' ·.
ye: ccAsí llegarnos a este resultado: semejante conser-
..í
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vación de todos los estadios anteriores junto a la for- .--.aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y
.: ¡, .l •
ma última sólo es posible en lo anítnico y no estamos
9
.Jo somático. como un representante psíquico de los estí-
en condiciones de obtener 1:1na imagen intuible de ese :~ mulos que provienen del interior del cuerpo y alea rl -
hecho•t (1930a. pág. 71 [pág. 72]). '.zan el alma. co1t1o una medida de la exigencia dt· tra -
Vernos que de nuevo Freud quiere emplear rnetá- ._:· bajo que es impuesta a lo anímico a consecu<-rlcla clt•
foras intuibles~ aunque conoce su insuficiencia. El mo- · .su trabazón con lo corpo~al)• ( 1915c, págs. 121-2 (pág.
do de comunicación por imágenes~ en la teoría 0 en ~ -117]; las bastardillas son mías).
el funcionamiento mental, tiene una función transicio; ~- 'I . Este enunciado de Freud, de engaiiosa simplicidad.
n~l e~~rehlos otros ~~s ptrincipales tllodos de la comu-· )_·. . c¡uXle.tan __ n _natmere~~dob se cpita, p~edetser fuen ~e dde udna re-
nicacion umana: cuec os, que en esencia no son re- t: .·0e 1 1 1 1
0 1 1na · e. or m1 par e. o en 1en o e 1 si-
presentables figural1nente, y pensamiento, que consis· i: · · ..gutente modo:
te ·en nex9s in-dependientes de los t _é rmin_o s que _p one ,
en relación. La escisión es. en consecuencia9 un pro- . ~ .· l. La pulsión (Trieb) es un concepto.
ceso normal que nos posibilita producir comunicación ,: 2. Este concepto se sitúa en la frontera entre dos
a partir de los afectos y los procesos de pensarr1iento. ;. ·d~minios.
que son verbalmente incomunicables . En este senti- t . .-. 3. Freud opone una .palabra única, ccalma•, (Seele),
do, la esc_i~ión no desaparece nunca sino que experi- 1· ··:e n tanto función de lo psíquico (psychisch), a dos pa-
menta trasf9rmaciones con la ayuda de un objeto de !:- .-_labras que expresan ]a IniSllla idea: lo ccsomáticou (so-
distancia y dilación temporal óptimas, sostenedor, con· .-. matisch), o el ccorganiSillOn, y el ((cuerpo,. (Kórper). Uno
tenedor. Aunque la escisión puede separar, la separa· :- ~:_··puede plantear esta cuestión: ¿se trata de sinónimos
ción nunca es CPlilpleta. Esto vale también, en un sen· · ~empleados para evitar una repetición fastidiosa, o en
tido clínico. para c<La escisión del yo en el proceso de· . :-·~-v-erdad las dos palabras denotan distinciones semán-
fensivo)) ( 1940e). según lo indicó Freud en un trabajo .:, tlcas?
1 •
1

104 105

1 •
, 1w····~~ r· · ·
1

4. ~a pulsión es un r epresentante psíquico de esti. l{ipótesis o Inarco c onceptual acerca de


mulos. Este representante psíquico no se debe confun. lOS pacientes fronterizos
clir con el representante-representación., que, junto con
la cuota de afecto , integra los representantes pulsio. eomo lo indiqué antes, el caso. fronterizo es me-
nales en la psique. nos el de una frontera que el de una tierra de nadie,

5. La pulslón es definida como un proceso, una pro. t<. un entero dominio cuyos límites son vagos. Su pobla-
gresión que supoJ?e presión o energía~ que sólo se· pue. ~;, :- ·. ción tiene que ser seleccionada. El intento de Grinker
de sentir y comprender .como la medida de una ex:i. [ (1977) es clasificatorio en este sentido. Pero nos están
gencia de trabajo sobre el alma. En mi opinión, es cla. ~ faltando catálogos no sólo de síntomas o de cuadros
ro que la medida de esa exigencia de trabajo es de sinO también de concep.t os ordinales. Para ello propon-
fuerza variable y que las fronteras entre el organismo go un marco conceptual según lo fuimos esbozando
y su alma no se deslindan de manera tajante. Así. den. en la sección anterior, extraído de la situación analíti-
tro de este concepto fronterizo (Grenzbegrift)., uno pue. :· .. ~- , ·Ca. Quiero señalar que los casos fronterizos más pró-
· xiiJlOS a la neurosis suelen ofrecernos la tnayor opor-
de pensar también estados fronterizos entre lo somá. )
tlco y lo m e ntal o psíquic-o , entre el cuerpo y el alma, ~ tunidad de aprehender la índole del problema porque
sobre la c ual opera un proceso de trasformación. se prestan a la indagación psicoanalítica profunda. Un
material ilustrativo tal vez comunique al lector la im-
En conclusión, podemos decir que en ninguna parte ·presión de que el paciente es neurótico, pero el analis-
existe una escisión completa: ni dentro de las pulsio· ta sabe que trata con un caso fronterizo. Este conoci-
1
nes; ni entre cuerpo y alma; ni en el interior del yo r .e mi~'_lto se ba~a en la cucilidad afectiva de la comuni-
• 41
y sus interrelaciones con el ello, el superyó y ·la reali· { · cac1on del paciente y en la respuesta interior que suscitá t
dad. En consecuencia, tenemos que considerar lo fron- J · . en el analis~, Y que es difícil. poner por escrito, salvo
terizo como una frón_te!:~__!!!óvil y fluctuarlte,i tanto en E· - que uno escriba poesía. En este contexto, debo men~ t
la normalidad cómo en la áfecciÓn--grav-e, -Y como el cionar la función de la contratrasferencia,. que puede .S··
41
concepto fundamental en psicoanálisis. que no se pue· 1. servir como un instrumento muy preciso en hi com- ·i
de comprender en términos figurales (representacio· ~ prensión de pacientes fronterizos. _/ 41
nes) sino que se tier1e que concebir en función de pro- 1 Para empezar, hay que trazar los límites hipotéti-
cesos de trasformación tle energía y de simbolización ) cos del campo psíquico. Son dos, de naturaleza dife- 1
(fuerza y sentido). ·. t.- rente: soma y actuación. En mi análisis de la defini-
Además, una función básica de la psique es porfiar !· - _c ión de pulsión · (Trieb) que Freud nos ofrece, señalé '••
por la separaGión para promover la adaptación, la in- l la diversidad de tér1ninos atribuidos a la esfera somá-

11
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dividuación y la autonomía. Pero estas metas no se al· f - tlca Y me pregunté si se trataba de sinonimia o de di-
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1 canzarán a menos que el proceso disjuntivo se acom· ferencia semántica. Aquí trazaré un distingo entre lo
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¡ : :¡ pañe de un proceso conjuntivo cuya meta sea resta- t somático, que relaciono con el organismo (una enti-
l ¡ o. 1
1

blecer, hasta donde se pueda, la comunicación con los ~- · dad biológica), Y el cuerpo, que relaciono con la inves-
1 1 .
l 1 ' elemento~ segregados. Este es el trabajo de simboliza· ; tidura libidinal. Suponemos que la meta de una pul-
.' :
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l ¡o
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. ción, que requiere la escisión. de dos elementos y su i.:-· · _sión se alcanza por medio de lo que Freud llama «ac-
/ conjunción para crear un tercer elemento, que se com· f:·: · ción específica,,, que puede trasformar una situación
pone de los dos elementos segregados, cada uno de los ~· -. ·~ ~e desvalimiento en una experiencia satisfactoria tras
¡ cuales sigue siendo el mismo pero se vuelve diferente . el fracaso del cumplimiento alucinatorio de deseo. Sa-
¡ en la. reunión.
1 bemos que pasaje al acto es el opuesto de la acción
específica (en el sentido de Freud_). La principal fun-
o
o

106 107
r 11'
1

ción del pasaje al acto ~o conducta reactiva consis.. aman en el pecho materno, o sea, en el cuidado ma-
te en parar o hacer parada. Pienso en la palabra fra.n. ~ 110 . El yo del niño actúa individualmente cuando por
cesaparer, que significa enfrentar, contrarrestar. pro.. ftn se produce la separación entre pecho y niño. Este
tegerse, evitar. defenderse. Aquí la meta es precipitar roceso gradual se acompafia, evidentemente, de fa-

psíquica. Dé este modo se podría decir que el campo se anterior se restablece de he.c ho. Y de fases periódi-
l psíquico está delineado por los dos aspectos de Ia·pul- casen las que el niño trata de restablecer, solo, el pa-
j . .sión: su fuente (somática) y su n:teta (la acción). Es di~ raíso perdido de la fusión con el objeto materno o.
ficil asignar una función básica al campo psíquico, por- pecho. Pero las frustraciones y los desengaños inevi-
1 que parece tener más de una. Pero, para aclarar mi tables del proceso de crecimiento lo compelen a tole-
J idea, y a riesgo de simplificar las cosas, propondré una rar,.junto al sentimiento de bienestar, la disconformi-
hipótesis. . dad y la ira que están fijadas en form·a s arcaicas de
Freud supuso que la función b~sica del campo psi- f , representación para las cuales Bion (1957) ha propues- .
quico era disminuir. ~na tensión displacentera. La psi- _~ -· to el concepto de uideograman. El intento de separar i
••
cología del~ yo de·.H artiil:at:In _ cons~der~ qu~ la función . ¡·. . · lo ubuenou de lo (.<malou, lo placentero de lo displacen- (
básica es la adaptación, aserto este no contradictorio tero, y la obligación de alcanzar una separación en lu- (
con el de Freud, pero que implica un cambio de acen- el
gar de engendrar: distingo entre selfy objeto (aden- /
to. La escuela ingles~ sostiene que el crecimiento es ~ tro y afuera, somático y psíquico, fantasía y realidad, \
esta función básica. Por mi parte, propongo· que la re- •buenou y ccmalo») dan lugar a una escisión en los fron- '\
i j:Jresentación _lo es.. Se lo debe entender en un sen~tÍdo. terizos. En un conjunto de tér111inos complementarios . .
J muy amplio. que incluye la representación del mun- ,.,. . opuestos, cada término separado admite e l cc>nlJ>le -
do externo tanto corno del interno. Supone también ¡:. ·. ·mento simétrico, por ejemplo, la sombra de Sll h1~. sta
un modo pluralista de representación, no sólo por me- ~ · espectro más que su fantasía. Pero, inevital'> lt"IIH; rlt t",
dio de un contenido ideacional sino de actos, afectos, t -: ·s e volverá a reunir en algún otro campo del es¡>a c h,
estados corporales, lenguaje, ideas y pensamientos. Co- psíquico. En los casos de perturbación grave, el r csu l-
mo lo señala Castoriadis-Aulagnier ( 1975), es como si · tado es una exclusión radical: escisión.
toda actividad del aparato psíquico tuviera la función: e. En alguna medida, la escisión es indispensable pa-
de edificar la representación de lo que en cada caso ) . ra el trabajo del aparato psíquico, que no debe ser re-
ha de ser representado, y también la representación ~- · . .c argado o avasallado por la tensión y, para sobrevivir,
del funcionamiento del aparato psíquico mismo. El do- t:· __ tiene que redescubrir la cualidad del bienestar. Por otro
minio psíquico está bajo una doble influencia: la pre- ~ ~ -· lado, una escisión radical deja de lado y elimina facto-
sión de la pulsión que esfuerza hacia la realización de r:.... res indis.p ensables para el trabajo de representación.
la acción específica, y el impacto del objeto satisfactor r·'.: ..
= En estos casos, en lugar de hacer las veces de una li-
de la necesidad a través de la representación. r- : mitación conveniente, la escisión produce una ampu-
~
Freud no cesó de· destacar la i1nportancia del exa- -_, ~ -:· .· tación del yo. En efecto: en el tipo de escisión al que
men de realidad para distinguir entre representación .. 1 ~· · .'· me refiero aquí, no sólo son segregadas las represen-
que obedeCe al principio de placer. y percepción, que , f, · · ta.ciones pulsionales destructivas sino también, en el
está bajo el imperio del principio de realidad. La meta f> mismo proceso, partes importantes del yo (Bion, 1962,
de la pulsión requiere, sobre todo al comienzo, una per- ~\. · 1963).
sona dedicada que obre como objeto satisfactor de la f ,· · · La causa de la escisión se concibe diversamente,
necesidad Y1- al misJito tiempo, cotno sustituto del yo -",. : según el marco conceptual aplicado. Para Freud, la es-
embrional del niño. Ambas funciones se unen y se en· cisión de que trato aquí es una expresión de la pul-

108 109

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sión de muerte, en tanto opuesta a la acción unifica. . Sería enteramente erróneo pensar que la escisión
dora de Eros. Para Melanie Klei~ es también el resu}. .- produce sólo o sobre todo durante la separación de
tado de las operaciones de la pulsión de muerte pero
en tanto se relaciona con el miedo de aniquilación y
. ···"··,...··~ :e 0
externo respecto de lo intemo. De hecho. también
· breviene escisión, y tal vez hasta predmninantemen-
se ~irige hacia el objeto. La pulsión de muerte en Freud k.~.
so . .
t . entre ps1que y soma y, en consecuencia, en re sen-t
es una fuerza separadora que opera primeramente en ~"~ · · e_~iones corporales y afectos. Esta disociación puede
lo interno~ en el nivel celular, sin que por fuerza se la · ~optar fot mas sutiles. como en el proceso aislador .que
perciba como destructiva; más bien se la ve corno dis- ~sjunta afecto, representación y pensamiento. Inne-
juntiva. En la teoría de Klein, lo que interviene es el esario es decir que la acción motora mistna puede ser
afecto y no 1~ idea de dest~ucción. Para Winnicott, es- ~gregada del mundo psíquico. Lo qu~ deseo destaca:
cisión o disociación se relacionan también con la des- aquí es que las dos fronteras establecidas por la esci-
trucción, pero con importantes diferencias. En primer sión separan lo somático y el cuerpo libidinal, por una
lugar, Winnicott supone que experiencias destructivas parte, y realidad psíquica y realidad externa, que in-
tempranas no pueden ser sentidas corno tales a causa . cluye el cuerpo libidinal y la acción!' por la otra.
de la inmadurez del yo: por falta de integración, ellas U Como consecuencia, pode1nos suponer que el so-
S<~ ast~nlejan más a unas ccagoníasu impensables. En se- ma segregado hará intrusión en la esfera psíquica en
g\llldc> lugar, la actitud del ambiente externo es de ex- f_ la forrna de síntomas psicosomáticos, histeria o hipo-
trcn1a itn¡Jortancia para el contenimierito de esos es- ~;.. condriasis. La diferencia entre síntomas psicosomáti-
i ·.-
tados desintegrados. 1:1·- cos e histeria de conversión es que mientras que los
En mi opinión, la escisión difícilmente se concibe t. - síntomas de conversión se edifican de manera simbó-
sin su término complementario: la c·onfusión. La esci- lica y se relacionan con el cuerpo libidinal, los sínto-
1
. 1
l
sión del niño es una reacción muy básica a la actitud ~-. mas psicosomáticos no son de naturaleza simbólica.
1 i del objeto, que puede ser doble: IJ una falta de fusión Son manifestaciones somáticas cargadas de una agre-
;' 1' '1 '
1
'. 1
¡ 1
j
1
' _. por parte de la madre, con la consecuencia de que aun sión· e~pura,, refinada. En cuanto a los síntomas hipo-
-, '1 1
1
· en las experi~nciasre~J~s
~
de encuentro
------- - .
el niño se en- con·d ríacos, son representaciones penosas de órganos
; 1• .!

frente con un pecho en blanco;:2) un exceso de fusión somáticos llenos de una libido narcisista, deslibidini-
1 !
.

. si la madre es incapaz--de re·n unciar, en aras del creci- ~ . zada y destructiva.
1 ¡
. !1 •

. 1· ~
.¡. 1 1
miento de su hijo, a la picha paradisíaca recuperada ·~-!\ \. Si consideramos la _segunda fronte.ra, po~e~<:>s su-
a través de la experiencia de embarazo. f.-'. ~póner que existe la m1srna falta de simbolizacion en
1 ,1 1

,¡. 1
! 1 •
'
'
1
1

La separación niño-pecho depende de un doble con- t lel .. pasaje al act o ... En la med::.da en que se trata de un
. il
. :1
!
sentimiento, un contrato de dos partes que relaciona L·_ síntoma, el pasaje al acto puede tener un significado
a madre e hijo con referencia a un tercero _p otencial -el ~· simbólico para el analista, pero ninguno desde el pun-
J, -
padre que está presente desde el comienzo en la psi- ti .._ to de vista del p~ciente. Es una mera descarga, ciego
1 1 que de la madre. El resultado paradójico de la fusión ¡-_- el paciente para su posible significado. No se enlaza
en este cas~ ·es que a) alg9 será excluido, segregado ~ con nada que no sea su contenido manifiesto, racio-
por la defensa, desmentido, y de hecho ~e volverá ine- ~ . nalizado. Aquí reside la diferencia entre actuación y
,,
·,. , •
.
1
laborable o· i-m pensable, ·Y b) los términos segregados t- acto fallido, que es algo desprovisto de significado pe-
regresarán análogamente a como retorna lo reprimi- ro que rápidamente lo adquiere por medio de las aso-
do, con la diferencia de que tendrán una cualidad in- ciaciones consiguientes a su relato. En síntesis, pode-
trusiva, persecutoria, por vía de identificación proyec- ·mos decir que reacciones som~ticas (o psicosomáticas)
tiva. En otras palabras, la escisión en este caso desem- ·: \\ y pasaJes al acto tienen la misma función: una descar-
1
boca en la polaridad ccpérdida-intrusiónu. ga defensiva frente a la realidad psíquica.
.: 1
iJ . 1
.' ¡1 .
¡1 1

110 l 11
.
Ahora podemos entender la diferencia entre ese¡. constantes en las perturbaciones fronterizas~
~es~d opinión, la especificidad del fronterizo está en
08
sión y represión. En la represión. la energía psíquica
está ligada. Los nexos permanecen intactos y se re .. lle la escisión se desarrolla en dos niveles: escisión
combinan con otras representaciones o afectos, deJi. qutre ¡0 psíquico y lo no psíquico {soma y mundo ex.: -
vados del ello. Los términos originales dentro del ne .. :rtor) y escisión dentro de la esfera psíquica. La esci-
xo asociativo son remplazados por otros, pero la fun .. tón entre .el adentro y el afuera está deteriilinada por
ción conectiva es sólo trasfortitada, no alterada. En la . _ ~constitución de un cont~n~dor yoi~o, ~ un s~stén
escisión, los nexos son destruidos o se deterioran tan- ·~·. .
0 envoltura del yo, cuyos .l1m1tes es tan b1en delinea-
to que sólo un intenso esfuerzo perttlite al analista con- ··.~:·· ·. dOS pero no funcionan como cáscara protectora. En
jeturar lo que pudieron s~r. Esto me lleva a objetar · realidad, las fronteras del yo son en buena medida elás-
fuertemente la idea de que los pacientes fronterizos se ticas. No obstante, esta flexibilidad no conduce a una
entregan a un pensamiento de proceso primario. cónducta adaptativa; más bien opera como una fluc-
Son importantísimas las consecuencias ·d e esta di- : tuación de expansión, de retracción, o de ambas, para
ferenciación entre represión y escisión. El retot'tlo de - · enfrentar la angustia de separación (de pérdida). la an- _
1
lo reprimido da origen a .la señ.al de angustia. El ·retor-· 1 gustia de intrusión (de implosión}, o ambas. Esta va=-
no de los elet11entos segregados se acottipañ.a de sen- ··· . rtabilidad de las fronteras yoicas no se percibe como
sacion·e s de grave amenaza, de ••desvalimiento•• (Hilflo- · un enriquecimie:rito de experiencia sino como una pér-
sigkeit es el tér111ino de Freud). ccaniquilaciónn (Klein, dida de control. como el último recurso defensivo frente
1946), <(terror sin nombre•, (Bion, 1970), •cdesintegra- a la implosión, la desintegración o la pérdida. Esta en-
ciónu o c~agonías)• (Winnicott9 1958). En los casos en que voltura yoica, esta cáscara ineficaz, protege al yo vul-
son amenazadas sobre todo las investiduras narcisis- - - - - - -=:--~.
nerable, que es rígido, a la vez que carece de cohcsiór1 .
tas, la experiencia se caracteriza por •.élo blanco.;, (Green,
•- - ....:t-...
i<~::.¡ ~ La ·e scisión interna revela que el yo se compcln cie cJJ ..
1969b). - --~ -.. --- . . ~-~ :-·. ; ferentes núcleos que no se comunican. Estos tll'tcle<>s
. . ~. .

Consideremos ahora los conceptos que definen la ,,·- ~ del yo pueden recibir la designación de arclJJpit~lagcJs.
~

esfera psíquica; en efecto, hasta ahora sólo het11os exa- b . . r~~


Con esta metáfora intento describir ciertas carac-
minado los elementos rechazados de la esfera psíql:d- f _, · terísticas singulares de estas estructuras psíquicas. En
ca. Son los mismos: escisión y represión. Si la repre- f_ lugar de una Dliríada de islas rodeadas por el océano,
sión es un mecanisttlo dirigido hacia adentro, la esci- . ·podríamos pensar en lonjas aisladas de tierra delinea-
sión en este caso actúa sobre su lado interno. Aclararé _d as por un espacio, vacío. Estas islas no tienen la posi-
lo que quiero decir. . · t- bllidad de conectarse entre ellas. Hay falta de· cohe-
La idea de una escisión dentro de la esfera psíqui- l--. . sión, falta de unidad y, sobre todo. falta de coherencia
ca es problemática. Es evidente que la escisión en las _, ._ y una impresión de contradictorios haces de relacio-
1 1 perturbaciones fronterizas no es lo tnismo que la re-
presión en las neurosis o la e~cisión en las psicosis. ~ - 1 samientos, afectos, fantasías contradictorios, pero ade-
He señalado que
.. la represión en la neurosis se acorn- r~ 1 •
!. más de subproductos contradictorios del principio d~_
paña de una si111bolización interna atestigl.iada por el ~~- - placer, del principio de realidad o de ambos. Esta falta ·¡ .
retorno de lo reprimido. En comparación con la psico- f
¡ de integración comunica al observador una sensación / ·
sis, podemos decir que se trata aquí de una escisión 1
de frialdad, una ausencia de vitalidad, como si esas
en detalle, como lo han observado Klein y sus partida- islas de yoes separados (relaciones seJf-objeto) no lle-.. ./
rios. Además, la escisión del fronterizo tampoco se re- garan a formar un ser individual. En mi opinión, es-
duce simplemente al clivaje que se produce en la de-. ~- 1 tas islas de núcleos yoicos son menos importantes que
presión, si bien la depresión y el colapso mental son 1 el espacio que las rodea, que he definido como vací~_.

112 113
Futilidad, falta de la percatación de presenc ia, con t .· de culpa son rasgos salientes r esponsables de ac-
·to limitado, son otras tantas expresiones de Ja mis ac. •. -. tOS ¡ones psicopáticas o de conductas de personalidad
1 "ddb...
vac1e a rna
as1c~ que caracteriza la experiencia de la ·". >·'· wac ·
rno-si, de perversiones ' · .. y al -
po ¡·1morlas, d rogad· lCClon
1 ~ persona fronteriza. Otra vez, con Bion, insisto en la i .: co)lolismo. Estos dos mecanismos básicos, la ·e scisión
portancia de la función conectiva o. para no salín~ ~
tO ... · . d d t
Jadepresion pr1mar1a, se p:o ~cen en_ r~ e a rea-d 1
del marco co~ceptual de Freud, de la función ligadora j;_dad interior del self. Ya senale la elasticidad de las
de Eros. El discurso del fronterizo no es una cadena troriteras yoicas como un tnodo de reacción a la. an-
de palabras, representaci<?nes o ~fectos sino más bien .gustia de pérdida, a la angusUa de separación o de in-
como un collar de perlas que no tuviera cuerda- de trUSión, o a ambas . .
palabras, representaciones y afectos contiguos en el . En mi opinión, es preciso considerar dos áreas fron-
tiempo y el espacio pero no en su sentido. Toca al ob- terizas dentro del aparato psíquico. En primer lugar,
servador establecer, con su propio aparato psíquico ·un área que es intermediaria entre lo inconciente y lo
los nexos faltantes. ' · conciente-preconciente; su manifestación es el sueño.
H e inc\icado que el rnecanisrno de la escisión opera ; ·En segundo lugar, el área de juego o de ilusión (el <tes-
s iguie ndo una modalidad que se define mejor como de- ' i pacio potencial>• de W'innicott). Los pacientes fronteri-
Jl resióJl pr maria. En mi opinión, todos los demás me- f· í zos se caracterizan por el fracaso en crear subproduc-
·arli S J1lOS d e la defensa psíquica (identificación proyec- ~- - , tos funcionales del espacio potencial; en lugar de rna-
tfva e introye ctiva. desmentida, omnipotencia, etc.) son i' i nifestar fenómenos transicionales9 crean síntomas que
c onsecuencias del mecanismo básico de la ._~scisión·, desempeñan la función de fenómenos transicionales.
que es uno de los dos mecanismos polares del aparato · . 1 Con esto no quiero decir que sean incapaces de crear
1
1
~
p_s..iquico. La otra polaridad es la _depresióp.. Por _depre- . ¡ objetos o fenómenos transicionales. Afirmarlo impor-
j
1

' ; !. l
1 1
Sion no entiendo lo que se suele describir con ese tér- . taria descuidar el hecho de que muchos artistas son
1 11
·11
1 mino sino, más bien, una sJesiny est iQ_4.ra r!ldi_c;~ que , .p ersonalidades fronterizas. Sólo se puede sostener que,
' ' 1 engendra estados anímicos en blanco sin componen- -' desde el punto de vista del aparato psíquico de estos
~ ! 1 i tes afectivos, sin dolor, sin sufrimiento. Los rasgos clí- individuos, los objetos o fenómenos transicionales no
1 .,
1

1 i 1

¡ nicos asociados a este mecanismo son une:. serie de fe- tienen, como en otras personas, valor funcional.
1
1
1'
i
1 : 1
nómenos de que se quejan los pacientes fronterizos: Según lo han comprobado muchos de los que tra-
l 1 '
1 1 dificultad para la representpción mental, rpala concen· . bajan en este campo, el análisis de sueños es, por re-
tració.n, imposibilidad de. pensar, todos los cuales ya . gla general, infecundo en el tratamiento del fronteri-
han s1do presentados corno E.t?icosis bl@ c;~ (Donnet y l
zo. La razón pareG~ s~r q!-J~l~~ ~uef.Los gel pac.iente
Green, 1973). Es~e es el núcleo psicótico. La depresió~ fronÍ:~r~zo ~~ exp~es~p ~n cumplimiento de deseo si-
1 primaria puede· conducir a una reinvestidura al azar
1 '
OQ _que sirven a una función de evacuación. Como lo
¡1

{¡¡ ¡ • 1

1
1 •

con energía pulsional (predominantemente agresión) ha señalado Bion ( 1962), la •4barrera d.el sueño·~ es una
1 1 • 1 Y a un refuerzo de la escisión, o a sentimientos de no función importante del aparato psíquico. Parece que
existencia y ~e· irrealidad de imágenes de self y ·o bje-
1 ;
1
.
1
j •
_ en los casos fronterizos la barrera del sueño es eficaz,
j
·; i to. En los casos en que se produjo ulterior maduración, pero el propósito del sueño no consiste en reelaborar
la p~sición depresiva normal llega a ser un refugio re- ~p retoños pulsionales sino en descargar el aparato psí-
gresivo para esta depresión primaria. Como defensa quico de estímulos penosos o, con un término d e Bion,
frente a la amenaza de la depresión prima¡·ia ·se esta- de su (•acrectón ... Los sueños de los pacientes fronte ri-
blecen precipitadas y prematuras relaciones de obje- zos no se caracterizan por la condensación sino por
to, Y la adolescencia se prolonga desmedidamente. La · la concretización. Se pueden observar también frac a-
imposibilidad de hacer duelo y de tolerar sentir~1ien- sos oníricos en estos pacientes: despertarse para no s o -

114 115
1•

1
l ¡ ~
!'
.1

.
ñar o encontrarse rodeados por una atmósfera extr . ·dt
..... lsión de bueno y malo en sendos objetos pone en
ña. inquietante, que constituye un estado onírico tr~. ·..:de:Cubierto la división de un objeto con dos lados.
sicional semejante a una -p esadilla. En ejemplos má . : ~;:_. Winnicott, con su concepto de ccselffalso,,, nos pro-
logrados, los sueños son actualizaciones del selfen e~ · · · Uró un camino para comprender lafunción de Jos ras-
espacio onírico. intentos de reformular experiencias ;os
· . narcisistas en pacientes fronterizos. Como el self
traumáticas (Khan, 1974). En estos ejemplos, Io·más ·_falso no se constFuye sobre las experiencias reales del
significativo para el análisis no es el contenido latente : ·. paciente sino sobre la complacencia con la imagen .q ue
de sueftos sino la experiencia del soñan te. a
., .,1 ma.d re ti'ene de su hijo, la organización del ((self fal-
.·. --~ está más al servicio del narcisismo del objeto que
Pasemos ahora a otro aspecto del problema. El con.. · ·del narcisismo del self; de aquí la paradoja de que exis-
tenido de lo inconciente está compuesto por relacio- .· _.--- ~rasgos narcisistas y la sensación de que estos son
nes de objeto que incluyen sea objetos parciales, sea ~:.. . . . :de índole <1:iferente de los rasgos usuales de las llama-
objetos totales (personas). La historia de las relaciones ~; .: (Jas personalidades narcisistas. La respuesta a esta con-
de objet? está compuesta por fijacio~es p~egenitales } · ·~j~dictoria e.v~luación es que el •<Sel~f¿~Jso" es pro~isto
.. Y regresiones dentro de un~_ secuencia~ 111as o menos .. ~ .- -~-por un narcisismo prestado, el narcisismo del obJeto.
predecible de fases pre.e dípicas y edípicas del desarro- :En consecuencia, el funcionamiento mental del ana-
llo. En nuestra descripción ·d e la 44psicosis blanca!), he- · nsta perplejo se presenta como el doble del funciona-
mos propuesto con Donnet ( 1973) el concepto de bi- . ~miento mental y ae las relaciones de objeto del pací en-
triangulación ó de relaciones. tri-diádicas. En este tipo : te: simétrico, complementario tl opuesto.
de complejo semejant~ al de Edipo, existe una relación Cabe señalar que las impasses con que se enfrenta
triangular en que los dos personajes parentales se ex- ·el paciente fronterizo no son experimentadas por '1 só-
perimentan com·o opuestos polares afectivos. lo. en la reactivación trasferencia! de su funcionan1i e r1t<)
Una persona normal alienta sentimientos ambiva- ·.· mental y de sus relaciones de objeto, sino en su vicia
lentes, positivos y negativos, hacia cada uno de los pro- real. Lo fuerzan a moverse constantemente de llll lLa -
genitores. Pero en las personas fronteriza~ existe una · gar a otro~ a alejarse para escapar del objeto ccntal(>u y
escisión entre los dos padres según las nociones de lo · 'á lcanzar el (e bueno>• en algún santuario ideal, sólo para
ccmalo)) Y ]o ((bueno,, lo upersecutoriOt, y~ )o···~~!.d~~lzado•1 ; ,$ er recapturado por alguna figura SUStituta del objeto
uno de los progenitores se percibe cotilo c4totalmente •tnalo,,9 algún maldito agente del objeto ccmalo,~, envia-
malo•,, Y el otro, como ((totalmente bueno,). Dentro de · .-.- ~o para atorn~entarlo y para dev.o lverlo a su nido de-
esta relación, el objeto parental (<bueno>• se percibe ca- .t estado.
mo débil e ineficaz, y la sobrevaloración de la idealiza- ,· -· · Acerca del funcionamiento mental del fronterizo,
ción ((bueno>~ no defiende de la ((maldad )~ omnipotente Se puede observar un modo paradójico de elaboración.
del otro progen1tor. El miedo de que ser abandonado Ya he abundado sobre el papel de la escisión. Puedo
por el objeto parental intrusivo «malo)) no lleve a otra agregar que los diferentes componentes del aparato
parte que a u~ desierto, y de que el objeto ubuenon idea~ · ··¡ )síquico están enteramente confundidos. No existe dis-
lizado sea inalcanzable, demasiado d1stan te y poco con~ · tinción clara entre pensamientos, representaciones y
fiable, pone· al paciente fronterizo en un dilema inso- . ·afectos. El pensamiento racional es difícil porque los
luble. Shapiro Y su.s -colaboradores (1975) han descri- :. -procesos de pensamiento están cargados con cantida-
1 to el modo en que el fronterizo puede ser el receptáculo l_, ·: · des masivas de afectos, y no pueden ser desasidos de
de padres perturbados de manera complementaria, ca- l .·. ~· .: -las pulsiones salvo por vía ·d e escisión intensa, acom-
. da uno de los cuales proyecta sobre el hijo la parte des- l- . ~ ¡>añada a veces de creencias mágicas y de una ornni-
mentida de su personalidad enferma. Ahora bien, la ( . potencia de investidura narcisista. Además, si consi-

• 116 117
1

, 1
1
1•

deramos las representaciones mentales del fronterizo .- ción en términos vivenciales preguntando: ((¿Está
1
~:bjeto muerto (perdido) o viv~ (descubierto)? .. o .. ¿Es~
'
podemos ver que la co_n glomeración de afectos y re.
presentaciones es tal que de hecho los afectos operan ..·:Or
muerto o vivo?,, a lo cual el puede responder «Nl
como representaciones, y estas, como afectos. Por aña.
8 i ni no••.
didura se puede decir que la actuación (en tanto se op0 . Un concepto afín que puede resultar fecundo para
ne a la acción específica) es el genuino modelo anim¡. · estra discusión es el de uausencia,, de Lacan (1966).
l•
1 co en estos casos, se dirija hacia adentro, con produc. ~
·corno .
yo lo entiendo, este conc~pto_ r·
n-?-- s~. re 1ere ni a
.
1
ción de síntomas psicosomátic·o s, o hacia afuera, por la pérdida ni a la mue.rt~. La ·~a~-~~~-~~·~e La~an es
vía ~e pasaje al acto. La actuación no se circunscribe de condición intermediaria porque se situa a mitad de
;.n-~ino entre. intrusión y pérdida. Un exceso de pre-
--a acciones; fantasías,
.
sueños,
.
palabras, tornan la fun.
Cca.&.&• d . .. d. d
/ ción de la ~cción. La actué!_G-!ónJlena eLe-ªRaCiQ y :OQ ncia es intrusión; ·un exceso e ausencia es per I a.
/ . ; per111ite la suspensión d~_ la ~~p~r!_encia. La razón de :par presencia-ausencia no se puede disociar. ~s dos
j esta intolerancia a la sUspensión de-la experiencia es tértninos están interrelacionados, corno lo estan per-
í la creencia de que de ella no pueden emerger creación ~ .cepción y · representa~ión. Perc:> hace fal.ta un ~norme
. .- ~
LI:ti conocimiento algunos. La suspensión es as~milada esfuerzo para tolerar la ausencia, para diferenciarla de
a la inercia o, como lo presentó Khan (1974), a una la pérdida y para otorgar al mundo de las representa-
dependencia irremediable. La confianza básica es fun- ciones su pleno papel en la imaginación y el pensa-
damental para aceptar la pasividad. La pasividad es miento. Sólo la ausencia del objeto puede servir de es-
' 1
l
percibida siempre como la amenaza suprema, abierta . timulo a la imaginación y al pensamiento; con otras
11
l' 1
1
1
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a toda clase de peligros en manos del objeto ccmalou om- t (
. palabras: a la creatividad y a la vitalidad psíquicas.
:• •
1 1j
1
nipotente. . f Acuden a mi memoria en este p:unto los conceptos de
.
1 :
t •
.
He de proponer ahora una hipótesis final con res- 1- la capacidad de estar solo en presencia de la madre
'1 ,
'
1 '; !

!
pecto al juicio y el examen de realidad del fronterizo. ~,..
11

. i' J
1 de Winnicott (1958) y de la capacidad negativa de Bion
1 ! Con arreglo al principio de realidad, el aparato psíqui- "(1970).
.
1
.
)

co tiene que decidir si el objeto está o no está presen- Para concluir, quiero ofrecer una hipótesis más. Es-
.

'1 l' ¡:
1
' l
1 te: ccsí'' o unou. Con arreglo al principio de placer, y pues- . ta se refiere a la noción de proceso terciario, no mate-
.¡ .
1 •
t
' to que la negación no existe en el proceso primario de i rializado pero hecho de mecanismos conjuntivos y dis-
. . !11
' • ..
; : '

lo inconciente, existe s.ólo el «•sí... Winnicott ha descri- . juntivos para actuar como intermediario entre proce-

1 :/ ; : • to la condición del objeto transicional, que combina so primario y proceso ~ecundario. Es el modo más
l ;1 1 ~
.
!
1t

! .
1
1
el usín y el ccnou, como _e l transicional es- y no-es-el-pecho. :eficaz de establecer un equilibrio mental flexible y el
1! : •
. , 1 Descubrimos precursore_s de las observaciones de Win- f,:· .. instrumento más rico para la creatividad, que pone a
j :
nicott en la descripción que hace Freud del juego del t
j '
1
1
1


_resguardo de la nocividad de la escisión~ cuyos exce-
carretel (1920g) y en su descripción del fetiche (1927e). f. ·. -_ sos conducen a la muerte psíquica. No obstante, la es-
• 1 1
• •,
1 •
1

¡ ' !
' ~ •
1' l
Pero creo que existe otra manera de abordar esta cues- . cisión es esencial en tanto provee una vía para librar-
1 • 1
.
• tión de decidir si el objeto es o no es. La ejemplifica .• f . se de ia confustón. Es el sino del vasallaje del ser hu-
el juicio del paci~ - terizo; existe una cuarta res- mano este de servir a dos contrarios amos: separación
) puesta postble:@ ttSÍ» ni m o . Es una alternativa al re- t y reunión; a uno o al otro, o a ambos.
' husamiento de decidir. El objeto transicional es un re- · t
h.
husamiento positivo; es o un ccsíu o un unou. Los sín- ... i:.

tomas del fronterizo. que hacen las veces de objetos


transicionales, ofrecen un rehusamiento negativo de .
decidir: ni ••sin ni uno... Podríamos expresar la misma
·i r
.j . 1 : •
1 •

¡
1 118

119
1•

1
¡
1 11
~
.
4. Proyección -.: ·r -:· .... · ¿Dónde, cómo, y por qué la proyección referida a
• . ;p ••. - esos dos conceptos?
De la identificación proyectiva al •

proyecto ~
.
:t.~.
.
..
· !'.· . · · Recordatorio elemental y problemas
~ ~-:~~-·· · -: ft1ndaxne~tales

· Antes de emprender cualquier examen de la pro-


El verbo proy~ctar, el ·a djetivo proyectivo, los sus- ecctón en la obra de Freud es preciso relevar algunos
tantivos proyección y proyecto no pertenecen de ma- hechos clínicos y teóricos (Laplanche y Pontalis. 1973):
nera exclusiva al vocabulario psicoanalítico. Este los
comparte con el de muchas disciplinas, entre ellas la 1. La proyección se liga a un mecanismo de defen-
balística, .la física, la geometría, la arquitectura, la neu.. -·sa primaria cuyo aspecto esencial es una actividad ex-
. .
rofisiología-,-cada una-de las cuales les a:tribuye:un sen-;· -r - pulsiva que consiste en rechazar hacia afuera (proyec-
ti do particular. Hasta la filosofía conoce, gracias a Con- ---~ . tar = escupir, vomitar) algo nacido adentro displa.c en-
dillac, una teoría de la proyección según la cual celas f:.'. tero, desagradab~e, incluso intolerable, pero ya intro-
sensaciones, sentidas primero como simples modifica- yectado.
ciones del estado mental, son después ·"proyectadas'' . 2. La proyección tiene por efecto situar en el afue-
fuera del yo (es decir, localizadas en puntos del espa- t ra .(fuera del yo) lo que ya ~ra juz.g ado indeseable {o
demasiado deseado) y que había nacido en el interior.
cio distintos de aquellos en que se coloca en la imagi-
nación el sujeto pensante) y adquieren, sólo entonces, ~- , De esta manera el peligro es externalizado.
una apariencia de realidad independiente» (Lalande, t 3. La proyección, en tanto externaliza lo interno ,
1951). Esto nos traslada desde el comienzo al corazón ~· permite defenderse de esto por medio de la protección
del problema de las relaciones de la proyección con : . · antiestímulo y tratar entonces la pulsión (excitación
la realidad por la mediación de la apariencia. La teo~ ¡. interna) como una percepción (excitación externa).
""
ría psicoanalítica, fundada en la clínica, ha adquirido i- 4. La proyección, que es una defensa tan general
un derecho de propiedad sobre el conce'pto de proyec- como normal, se puede volver patológica si esta acti-
ción gracias a Freud, quien señaló su especificidad. Pe- ·vldad conlleva un desconocimiento radical de las pul-
ro es lamentable que Freud haya abandonado el pro- ~ siones que habitan al sujeto.
yecto de esclarecer este concepto, o bien que haya des- t 5. La proyección por el desplazamiento hacia el ex-
truido el esbozo de artículo que debía ser incluido en t. terior de las investiduras del sujeto conduce a un co-
Trabajos sobre metapsicología. Después de Freud no f . -.
nocimiento del objeto que, si en buena parte es tribu-
faltaron contribuciones a la teoría de la proyección; el f tarta de lo que el sujeto introduce ahí, con lo cual se
~.:.

concepto de .~dentificación proyectiva domina la me- j · , convierte en una percepción deformada de la realidad
tapsicología nacida de los trabajos de Melanie Klein y ~, del objeto, permite empero un conocimiento real de
sus discípulo·s , entre los cuales se sitúa en primer ran- t.
lo inconciente del objeto. Sabemos que este conoci-
go ·Bion (1967). Desde hace algún tiempo vemos apa- f miento de lo inconciente del objeto se produce a ex-
recer ~ajo la pluma de los psicoanalistas un término Í. ~ pensas del desconocimiento radical de lo inconciente
que creíamos estaba reservado al léxico sartreano y. t
~.
f;lel sujeto, pero el desvío por el conocimiento del obje-
más recientemente, al de la biología molecular: el pro- t to constituye, por retroacción, un conocimiento, im-
yecto. plícito aunque oculto, del sujeto.

120 121

1
'.·'lf'' 1
! .f
,: 1

• 1
..
1
,
1 .
. Algunos problemas fundamentales se siguen de . 1 otro como externalización del espacio interno del
te recordatorio elemental: es.. delJeto. Esta const rucc1on
·~
es una construcción teórica.
~ña teoría del objeto que remite a la teoría del sujeto

: i
'

1 ¡
l. La proyección está solidariamente ligada a la ·
·~ In . pOr retroacción co~o teor~a de lo que está forcluido
'
1

1
J
1
.
1
t royeccion: 1o proyectado no puede ser sino algo ya · dentro de su espacio prop1o.
troyectado. Sólo se vomita lo que se tragó antes. ln.
2. La proyec·c ión plantea el problema de la dist·
., d af
cion a entro- uera, es dec~r, de la escisión oue p
In-
~
1
· d · 1
m1te istinguirlos. Escisión en realidad doble, puesto
er. proyección y pulsión
1
1 que
. afecta no solamente a la división del mundo inte- .
i ,. . Volvamos a una metapsicología más ceñida. Si, con
1 r~or y del m~ndo ~xterior, sino también a la que sepa.
ra el mundo 1ntenor entre conciente-preconciente, por · Freud, ligamos la proy~cción a la pulsión, reencontra-
una parte, e inconciente, por la otra. mos el concepto básico del psicoanálisis. La división
3. La proyección está indisolublemente ligada a 1 ~ maugural y definitiva que Freud establece entre la ex-
percepción. Un ccpaso al límite., permite la trasform ~ ) citación interna y la excitación externa fu~da la me-
ción de un campo del ello (lo proyectado) en camp: · tapsicología. La pulsión o excitación interna es la ten-
del yo (lo que es percibido por la proyección). sión constante, ineliminable, de la que no se puede
4. La proyección se relaciona estrechamente con f, huir. La complejidad y la oscuridad de la noción de
la paranoia. Plantea el problema de 'las relaciones en- t pulsión obedecen a que junta una fuente somática in-
tre la trasferencia necesaria de un exceso intolerabl i· terna y un objeto psíquico externo. D~ esta manera la
P_~r~ el funcionamiento del aparato psíquico que pe~ ~ . pulsión, la moción pulsional (y sabemos que hay quie-
1 '·

~ 11
1
nodtcamente se purga de lo que no puede gobernar 1 nes niega~ . toda diferencia entre una y otra), liga una
1 1
1
.,i

Y el desconocimiento radical del sujeto, actuante e~ ¡J


fuente en lo más profundo del cuerpo con un objeto
1 '
i

,.
'
1
1 el delirio. situado fuera de ese cuerpo; sólo este objeto tiene el
1
¡ 1
5. La proyección nos indica obligadamente el pro- poder de extinguir el foco del incendio que se encuen-
! '1
1
l
i
1
'
1 '1
'
1' blema de las relaciones entre el sujeto y el Otro. El f l:fa -permítaseme esta paradoja del lenguaje en su
1
1
'
¡
Otro, según hemos visto, es a la vez el objeto de cierto t fuente. En consecuencia, la pulsión está destinada a
conocim~ento y el objeto pe un desconocimiento. pues- ~ la proyección, en la medida en que es ligándose para
1
i ' '
1
• •

1 to que solo aparece a tq:tyés del espejo deformante de f alcanzar el objeto apto para satisfacer su meta como
podrá efectuar una salida hacia el objeto; así describi-
1 la irn~gen que _el suj.eto le presta, pero que correspon- l
1
1
• '1 • de a Cierta realidad. En este sentido, Freud (1937d) re- ~ rá, para la moción, una trayectoria que la conducirá
r
l .
:

• 1
1'
1

l ' conoce que todo delirio está construido sobre un nú- hasta aquel y, por lo tanto, hasta su objetivo. Esa tra-
1
1
1
'
¡' '
~

i cleo de verdad. ~ yectoria es necesariamente proyectiva en la medida en


' 1 ;
1
t
r que se constituye hacia el afuera, ahí donde se encuen-
1

•. 1 1
tra el objeto. 1 Sabemos que esta trayectoria es tanto
t
'

1
1 Esto sup.o ne, en consecuencia: f
.
i
i

l'
1
1
t ~Es preciso señalar además que este movimiento por el cual la
. a .. que éxiste una relación de homología o de iso- . '. pulsión se liga en la efectuación de su trayecto, movimiento progre-
morf1srno entre el sujeto y el objeto, puesto que un nú- diente, en consecuencia, retroactúa sobre sí mismo y engendra la
cleo de verdad los liga por medio del delirio· reflexión de la corriente progrediente en sentido inverso regredien-
b. que esta misma relación de conocimie~to-des­ te. Junto a la tendencia a la salida existe desde el origen una ten-
dencia al retorno hacia el adentro del movimiento esbozado hacia
conocimiento se establece por medio de una construc- el afuera. La orientación es desde el comienzo bidireccional, centrí-
ción. Construcción en el espacio del Otro y del espacio fuga y centrípeta.

122 123
j
1
1
más ineluctable c u anto que precisamente el objeto fal lí~.::;q.E;,_ a na sido adquirida~ Freud busc~ la respuesta en la
•.. ·

ta al sujeto, no está a su disposición. En una situació~ ~tencia del yo-reahd~d. del cormenzo, que desde el
ideal, aquella en que el objeto se presenta automática. ~ _· rJncÍpio establece el.~Istingo ~ntre .el yo y el mundo
mente cuando es requerido, no se produce proyección · ~ertor por la detecc10n del ongen Interno y externo
al~una porqu~ le es ahorrada la trayectoria al sujeto, .. ,. de.las excit~ciones. En cuanto a nosotros, nos parece
quien ya ~o. tiene que allegarse al objeto puesto que ·, .. · ue lo esencial en este caso es la tentativa de aleja-
este se anticipa a sus deseos. Hemos calificado de idea} : · · !tento. en un movimiento centrífugo, de la parte del
esta situación. Tenemos apí,.corno sabemos, el núcleo .·. :. uerpo .e n que se experimenta la tensión. Se trata en-
de lo que se llama idealización del objeto, que nunca .· · ~nces menos de una proyección que de una excorpo-
podría ser causa de frustración alguna ni, por lo tan. . ración cuya expresión es la descarga motriz en el ni-
-.
to, de proyección. No hay nada que proyectar, en el i~:~ vet .d el comportamiento: gritos, lágrimas, agitación nlo-
sentido más trivial del término; no cabe hacer proyec. ~~<r~· .trtz.·Juzgamos poco importante discutir si el afuera
to, puesto que el objeto anticipa el proyecto del SUje.. ~ . extste como tal en ese momento. El afuera es en ese
to. 2 Nada hay que proyectar en el sentido restringido, \ _· éaso ccel fuer~ deu o ((~1 fuera de esou: ¡fuera de aquí,
.. _ .. -o::-
porque ..
.
no
.
h
. .
.
a y en ese
-- caso
.
frustración
.
ni, ·por
. . .
lo tanto '
'" ( :" .demonios, salgan de mi cuerpo! Excorporación, exor-
agresividad; en efecto, esta nace de una tensión por ~ _· ·clsmo, he ahí tod~ ~o que efectúa esta primera opera-
evacuar, y aquí la tensión se mantiene siempre en el E ~
ctón.4 En mi opinic?n, sólo hay proyección propiamente
nivel cero. El barómetro permanece perfectamente f¡.. ~· ·d icha cuando un objeto puede recibir lo que es excor-
jo. Conocemos la contrapartida alien·a nte de esto: la f· r·. parado. Entonces se constituye un plano proyectivo
dependencia del objeto nutricio y el bloqueo de la ac- -:. que admite y acoge lo proyectado.
tividad psíquica que encontramos en las formas de . Antes de ir más lejos, retengamos que sólo puede
trasferencia en que el analista es idealizado. Pero esta ser excorporado lo que ya ha sido incorporado. Esto
idealización, como sabernos, es una defensa primaria, ~ . - puede constituirse apres coup. Es otra manera de de-
lo mismo que la proyección, 3 porque esta situación ! clr que el objeto bueno no es experimentado como bu e-
ideal, como todas las situaciones ideales, no tiene po- l.. no cuando de él se obtiene placer, sino que ese placer
sibilidad alguna de existir. Por eso hay frustración ne- ·' es aprehendido como tal cuando falta, cuando se lo
cesariamente y, en consecuencia, proyección. echa de menos cruelmente, y en su lugar aparece el
Llegamos de esta manera a la forma más elemen- displacer de la falta, que es falta del objeto de placer,
tal de la proyección, aquella en que tras la proyección . . falta del placer. La búsqueda del placer es entonces
como modo de constitución de la pulsión, lo proyecta- · -. - por esencia reencuentro de un placer perdido. Lapo-
do es lo indeseable, es decir, lo desagradable, lo into· - sibilidad de placer que no pretendemos negar va
lerable. Se plantea un interrogante que a la teoría de ·; -. siempre duplicada con su negatividad en la nostalgia
la proyección le resulta difícil responder. ¿Supone es- :~~·~.. del reencuentro del placer perdido. La diferencia nos
ta proyección que la distinción entre adentro y afuera : v.uelve sensibles a ello. A esta orientación hacia el pa-
~ sado se agrega el proyecto de futuro: uLa próxima vez
2
Winnicot~, en su estudio de la relación progenitor-hijo, ha de- ·<: ·•· · lo retendré y ya no lo perderé u, tal la fantasía de pro-
terminado ~1 momento del desarrollo en que se puede manifestar , mesa para que el objeto vuelva. Se le jura f~delidad.
explícit~ente de manera dominante esta problemática que a nues-
tro juicio desborda en considerable medida ese momento.
3 4
De hecho. esta idealización es a su vez una proyección de la Apuntemos de pasada que para Tausk (1933) la primera pro-
i~ealización del yo sobre el objeto. Al menos en la concepción klei- yección se produce en el interior del cuerpo y corresponde al primer
niana, en que lo bueno. así como lo malo~ es proyectado tras rene- hallazgo de objeto. Parece válido perisar, con él, que ese tiempo pre-
gación. cede necesariamente a la expulsión primaria .


124 .. 125
1

Sin embargo, cuando ha pasado la alegría de los reen. . . identificación proyectiva


cuentros, de nuevo se revela la amenaza de su pérdi. - . __ _
da. Y el ciclo recomienza: incorporación, pérd_ida, de. . • . :: ·. -\ta proyección se origina, nos parece, cuando el o b-
seo, frustración, agresividad. excorporación. . • ";_;_ ·~' ~-·tose ofrece como superficie de proyección. Aquí se
. Pero est~ visión de las cosas_ es demasiado simple. · ;, . {os propone 1~ met~o:a d~l espejo. Pero ant~s de con-
Solo d~ razo~ del as~ecto centr1~u~o d~ la p~oyección -f~;·,~.~';j;i4'erar ese obJeto privilegiad~ que es el espeJo, quere-
expulsiva: S~ general1zam<:>s la hipotesis ~egun la cual _t,(~::··-.-¡nóS conside:ar el caso de obJetos que no ~frece.n su-
todo movimiento progrediente se reflexiOna sobre si t .. Perflcie refleJan te. Entre el pecho y el espeJO se m ter-
y crea su doble invertido bajo la forma de la trayecto. f' .. - nen objetos menos marcados narcisistamente. Es
ría regredi:nte, vemos q~e ~1 mo~imiento .proyectivo [ :, =iÚ
don_de ~i~ne su sit~o la concepción kle~n~a.~a de
se acampana de un movlmiento Introyecttvo. En su. ::~· _._,¡aidentilicacJon proyect1va. Tomernos su definicion de
ma, la excorporación de algo ya incorporado se cierra :~~- "~ uanna Segal: ceLa identificación proyectiva es el resul-
sobre ella misma por una reincorporación parcial de t,::- · .tado de la proyección de partes del self en un objeto.
lo excorporado. Es como si, cualquiera que fuera el es. r-·: -- Él resultado puede ser que el objeto se percibe como
fuerzo por expulsar el mal, algo se opusiera a esta pér. t· · si hubiera adquirido las características de las partes
dida, que· ·e n fin de cuentas no deja de ser una ampu. ·: .·.- proyectadas del self, pero también puede ocurrir que
tación narcisista. El ccmás allán del principio de placer -_--. el self se identifique con el objeto de su proyecciónn
interviene aquí bajo la forma de un retorno al estado ( · -{ Hanna Segal, 1973, pág. 126).
-anterior, aunque fuera desagradable y hasta intolera. r -·: H. Rosenfeld (1969) ha precisado en un trabajo clí-
ble, donde tal vez encontramos una de las primeras ~;- ;. nico las funciones de la identificación proyectiva en
formas del masoquismo primario pero también una de t·.._· la trasferencia. Esta puede ser utilizada: 1) con fines
las primeras reflexiones del sujeto. 5 _ ~- . de comunicación de una vivencia preverbal; 2) como
i
1 En un tiempo ulterior, cuando el objeto sea inves- . ·..desmentida de la realidad psíquica por evacuación de
l', 1
1
tido, cuando su existencia {anterior a su percepción) :_ · las partes malas del yo. y 3) para controlar el cuerpo
sea ·• <experimentada.. , la inhibición de meta que impe· ~ t- ·:· del objeto trasferencia}.
1·1 1·
dirá la fusión erótica completa con él y, a la vez, su t ·· . La identificación proyectiva es una defensa lleva-
l destrucción total por la pulsión de muerte, dará una da a cabo sobre todo por la agresividad primitiva. Se
estructura a esta retroacqión. El doble tras-torno (en deba a la frustración o a la envidia, da testimonio de
lo contrario y sobre sí mismo) constituirá entonces, - _· una posición . narcisista omnipotente. Implica la inter-
. -

1 1 junto con la escisión, una ·de las operaciones estructu- --~-· · - ~ención de la escisión precoz. Conduce a menudo al
'
,1 1 1 1'
1
rantes fundamentales de la pulsión. La proyección, co- -··· establecimiento de una relación parasitaria en que el
molo vieron D. Braunschweig ( 1971) y M. Fain (1966} :~.- ~alista debe remplazar el yo del paciente; con tribu-
1,
1
1 i
••
conmigo, se manifestará como una negación o, quizá :·· ye a constituir en el sujeto una escisión absoluta en-
mejor, como una desviación del doble tras-torno. '_ ;·tre el mundo interior y el mundo exterior.
_- . : : De lo que acabamos de apuntar se infiere que la
7
.
'
t-· ·proyección nace junto .c on la escisión. Por la proyec-
- '
.,
'1 .~-" ción externa sobre un objeto se constituye la división
-· , · ~ntre un adentro, el yo, y un afuera, el objeto, disjun-
1
5
Conviene precisar que esta excorporación pulsional es la pre- -·. , tos por el límite metafórico del espacio que los separa
~

condición de la investidura pulsional del yo porque esa exclusión


::~·"_ y que por eso mismo concurre a fundar su distinción.
1
·j

' sirve de matriz a las escisiones consiguientes y, a su debido tiempo,


a la investidura del objeto como réplica del yo pero con la tarea com· ,-- ',_>Pero, a la inversa, esta separación se acompaña simul-
plementaria de elaborar su pérdida. -: ·'-'láneamente de su negación. La fusión concomitante
"'! .;.

<

126 •
127
se efectúa bajo la forma de la identificación del Sl(je Jecedigna de i~terés; :n cambio, la considerat~os mu-
con las partes proyectadas sobre el objeto, por u to ··- ·J:Jlenos satlsfactona respecto de la paranoia, don-
suerte d: retorno al emisor. En suma, nos encon: . ..<.,.,·_-...,_.••.,. concepción de Freud se nos mt.lestra n"lás fecun-
1 ~os aqu1 ante la~ dos acepciones del término ((idenu.- da·_ heurísticamente. .
1
f1car,,: en el sentido en que un objeto es identific d ,
. 1 . ..
por a proyecc1on y en que esta trae consigo una id
a o
t~f!cació~ con él, como si el vacío creado por la exp~:
_s 1on ~--eb1era llenarse en~eg~ida por el retor110 de la pro.
yecc1on. .
W. Bion .( 1967) ha dado una imagen metafórica d - :-';~~--La identificación proyectiva. por lo tanto, se sitt:1a
..
los procesos que intervienen en la identificación pr e a-ltlitad de camino entre la excorporación y la_ proyec-
yectiva. 6 Cuando se hace sentir la necesidad de pr: .-·CJón. La excorporación, expulsión prirnaria, se confor-
ceder a esta, todo ocurre como si las partes evacuadas ,.,,._. .~_, ¡na~ con proyectar lo más lejos posible, de manera cen-
del yo arrastraran consigo no sólo a los objetos malo ~... · ·: irlfi.tga. 7 ¿Adónde? Adondequiera y a ninguna parte.

sino a las partes mal~s del yo. Estas partes, proYecta~ · · l.D. proyectado no es localizado en ningún lugar preci-
das en los objetos externos, se abisman en· ellos· y tra~ sÓ; se infiltra en el espacio ambiente, dándole esa to-
tan de obtener su control. De aquí se sigue una lucha Dálidad afectiva difusa característica del v'ivenciar per-
en~re los obje~os externos p_ercibidos como reales y los .·secutorio. A diferencia de la identificación proyectiva,
obJetos paras1tados por esta invasión, que a su vez se Já. -e xcorporación se ha instalado no de11tro de las co-
esfuerzan por envenenarlos y dominarlos. El mundo ..,. .,.. ... .sSs sino entre ellas. En la identifi~ación proyecti"'va, al
,-

se convierte en un mundo de objetos malévolos, es- cqntrario, un receptáculo es exigible: el cuerpo del ana-
pectros extravagantes y hostiles al yo. Peor todavía · lista o el de la madre, que se dejará .penetrar más o
estos objetos reales investidos por los objetos fantas~ · ¡Jtenos pasivamente por las partes proyectadas. Esta
máticos malos que ahora los controlan se ven atraí- - ~fusión objeta! y narcisista, esta hemorragia -dirá Me-
dos por su antiguo hábitat y se esfuerzan por volver 'J.anie Klein-, empobrece al yo globalmente, lo deja
a la cuna del yo donde nacieron, e intentan introdu- anémico, y se traduce en un afecto de despedazarnien-
cirse por la fuerza. De ahí la lucha contra su intrusión ~ -· que es la expresión de los agujeros que las partes
Y el deseo de oponerles una resistencia activa. Vemos proyectadas y desterradas del yo han dejado hiantes
~perante aquí el vaivén que nos da la imagen de las ~n su exilio. Se podría pensar que toda pérdida sufri-
. figuras alternadas de la progresión-proyección y de la ~~Len el nivel del yo ha de convocar por vía compen-
regresión-introyección. Este movimiento habitaba la satoria energías del ello para reparar esta carencia. Pe-
cadena interna de la moción pulsional en su constitu- ro esto equivale a introducir un nuevo caballo de Tro-
,

ción. Ahora se desplaza al campo de los intercambios . _y~ en el yo porque de allí no resulta una gar1.ancia de
entre el yo y el objeto. . ____ epergía susceptible de restat1rar ese yo objetalmente,
· Esta co!lcepción, que no deja de evocar la ciencia . y·narcisistamente, deficitario, sino un SLlplemento de
ficción pero, ¿qué es la ciencia ficción si no un deli- · ~ergía destructora, por el hecho de la desintrincación
rio lúdico? - . nos ofrece un cuadro del trabajo de la pulsional,- que acrecentará todavía más la necesidad
proyecc~ón e~ la esq~izofrenia. En ese aspecto nos pa-
~ .
:--~:-~ 7 El lenguaje nos constriñe a emplear este término que es im-_
6 propio porque no hay aquí ningún centro. El prurito de evitar un
Esta primera concepción de la identificación proyectiva es re·
tomada9 elaborada y modificada en gran medida en las obras poste· neologismo nos movió a renunciar al término más exacto de <•locó-
riores de Bion. fugo,..

128 129

-- -- ~-----~~-----~ ----~------ -- -::_~-- -· .. ---- - ~-------- " ~-


-l ••
¡·· -,..,,r¡· .
1 •

i ~~
f
_de proyectar hacia afuera y de fijar el yo en su lucha - _ El análisis justamente famoso que conduce al des-
contra el retorno de lo reprimido, lo que Freud desig.., :~---':.;.· rnantelamiento de las operaciones proyectivas nos in-
na en el nivel de la psicosis como represión de la reaJi. _ . . ·-dfca:
~

dad. La alucinación negativa del yo se llena periódica. .


:
mente con los productos de la proyección y se recons. - · .' Tiempo 0: forcluido. -Yo (un hombre) lo amo (a
: .
tituye de nuevo indefinidamente. - ·él, un hombre).. . .. _ .
Todo lo que precede nos muestra con evidencia lo · Tiempo 1: trasformac1on del verbo en su contra.r1o.
diferente que es la proy~cción en el sentido que le da ~Yo no lo amo, yo lo odio.
Freud. En su estudio sobre las Memorias de Schreber, ~ - . . Tiempo 2: inversión del sujeto y del complemento,
Freud da dos definiciones que parecen contradecirse: t. Jo que trae consigo una vuelta sobre la persona pro-
l. ~cUna percepción interna es sofocada, y como sus- :, .· pta. -Yo lo odio. El me odia.
tituto de ella adviene a la conciencia su contenido, lue. . Tiempo 3: racionalización. -Yo no lo amo, yo lo
go de experimentar cierta desfiguración, como una per- Odio, porque él me persigue.

cepción de afuera,, (19·1Ic, pág. 66 [pág. 61]).
Notemos aquí que se trata del efecto de una ccsofo. El repaso de este análisis reclama algunas obser-
cación, seguida de una desfiguración que pertilite el t vaciones:
acceso de la percepción interna a la conciencia pero l
de suerte que ella es trasformada en percepción exter- { 1. La inversión del verbo en su contrario sugiere.
na. Se puede decir, en consecuencia, que la proyec- t q~e el vaivén: una aproximación (yo lo amo) se tras-
ción trasforma la pulsión en percepción. Ahora bien, . foitna en alejamiento (yo lo odio). ~a aversión es la re-
.•
.1j 1 ¡·
esta operación no es específica de la paranoia, puesto ~ ·.versión de un deseo concebido como perversión (la ho-
•• 1
.1: que conviene perfectamente a la fobia y aun al sueño. mosexualidad). En este sentido corresponde señalar
. 1l ¡' 1 2. •cNo era correcto decir que la sensación interfor- ~: que la fórmula de Freud: •(yo lo amou, es quizá poco

mente sofocada es proyectada hacia afuera; más bien precisa. De hecho sería mejor decir: •(yo deseo ser ama-
inteligimos que lo cancelado· adentro retorna desde ·-do», lo que implica una pasivación inaugural del de-
1
l
l
1
afuera.. (ibid., pág. 71 [pág. 66]). t seo. Un deseo activo de ser amado pasivamente (y ma-
1

El reajuste recae aquí sobre la diferencia entre ((so- t soquistamente). El tras-torno del verbo conlleva enton-
focación, y •ccancelaciónu, por una parte, y sobre el dis- ces un tras-torno de la pasividad en actividad (yo lo
tingo entre proyeceión del adentro hacia el afuera y amo) y en su contrario (yo lo odio). Doble tras-torno.
••• •
;,~~ 1
retorno de lo cancelado desde el afuera hacia el aden- 2. La inversión del sujeto y del complemento su-
l.
.j.. 1
1
tro, por la otra. Se trata, como vemos, de una inver- ~:_ glere un lazo identificatorio entre los dos términos, el
¡• 1
1 ., 1
¡ 1
'

.
1
1 l
1
1 sión del sentldo: centrífugo en el primer caso, es cen- .yo" y el ((él•,, que pueden intercambiarse de este mo-
'
- ¡·l ~•
•.
'
l
!
• .
1
1
; trípeto en el segundo. Freud señala en este punto lo es· . do: ccyo es éln, c•él es yon. Stricto sensu, no se trata ver-
. 1
• 1
. .
1
1
...

• pecífico de la proyección psicótica: la cancelación que daderamente de una vuelta .s obre la persona propia.
¡1 .' l"l'
t
·Lacan ha !~amado •cforclusiónu,. que conduce a ocultar . •El me odia, respecto de ccyo lo odio, implica sobre to-
1
:
1 •
.
1
1
radicalmente el tiempo de la proyección centrifuga pa- do una for111a pasiva: ccy·o soy odiado por éln. Esta fór-
•i
~ '
¡ 11 :
1
ra con~iderar que la proyección es el retorno de algo mula tiene la ventaja de conservar el uyon presente en
j.
! . t+
: ·1 proyectado en lo cual ninguna huella permite pensar el «yo lo odio,. El paso al ccéln opera una trasferencia

l .
' que ese retornar haya sido precedido por un ir. Una . ·O bjetivante: ccél es quien me odian. Es casi impercepti-
.{
.

definición sintética permitiría concebir la proyección .. ble aquí el matiz entre ((yo soy odiado por él)) y ccél me
como un vaivén perman·e nte, cuyo primer tiempo es- · · :odia•,. Ese matiz marca toda la distancia del desplaza-
tá forcluido en el paranoico. .- íniento de la iniciativa, que pasa del ccyo)) bajo la forma

?st coanols ,~s


l
1
130 fl)~ s /o • 1 1
131 -

' ' k v /JP


pasiva al uél,. bajo la forma activa. Lo que entonces se bre el objeto y que !o forcluido es el deseo del sujeto
instala es un proceso de intercambio entre dos térrn¡.. que proyecta. El Otro, en definitiva, está aquí restrin-
nos escindidos. La escisión entre el ••you y el ccél)) se man. . gtdo al inconciente del sujeto. En este punto surgen
tiene; los dos términos no son confundidos sino inter.. dificultades que han pasado inadvertidas.
cambiados. Esto per111ite distinguir tres posibilidades: Si el uproyector)) (el que proyecta) puede, aun colo-
a. Ausencia de escisión. Yo = él = todo = nada. cando en el nivel del objeto sus propios deseos, alean:..
b. Presencia de una escisión, pero con posibilidad zar un conocimiento verídico de ese objeto, la proyec-
de sustitución de .
los términos
. .
escindidos: amor/odio '
.
-c ión no puede ser enteramente recusada; pasa a ser
yo/él, y exclusión de uno de los dos. ·. modo de conocimiento. Se recuerda la frase de Cléram-
e. Escisión con coexistencia de los dos términos se. bault a un paciente aquejado de celos delirantes: ((¡Plu-
parados por ella, a pesar de la contradicción. ccYo lo amo guiera al cielo que bastara ser cornudo para no ser de-
y/o yo lo odiou; ccyo lo odio y/o él me odiau. Los dos son Urante!u. Admitir esto es plantear por hipótesis cierta
verdaderos. Aquí estarnos sobre la vía de la escisión homologia o un isomorfismo8 entre el ) 7 0 [Je] y el Otro,
según el modo del fetichismo. __ _ ·puesto que la proyección del yo, que es exclusivamente
.. .. - .. -.. . .. - •
. .. . . . .. . . ... .construida,, pero forcluida, a partir del inconciente del
yo tiene su respondiente verídico en el nivel del incon-
ciente del Otro. Pero en contrapartida es igualmente

El otro plantear una alternativa absoluta entre conocerse y po-
ner al Otro como incognoscible y/o conocer al Otro y
Este desarrollo por la introducción del ((él)) nos con- . ponerse como·incognosciblee Abor<;lamos aquí el tema
duce a abordar el tema del Otro. El Otro es, en conse- de la construcción del espacio del Otro . Construcción
cuencia, el non-Moi y el non-Je: no-yo [non-Moi] en tan- •teórican en el sentido que Freud da a la noción de teo-
to es lo que mi yo se rehúsa a ser y rechaza hacia afue- ría sexual. El Otro existe, yo no puedo ignorar su exis-
ra; no-yo [non-Je] en tanto es distinto de mi persona tencia. Pero sólo lo puedo conocer a través de mí. Al
y no se confunde con mi identidad. Cuando Lacan di- mismo tiempo, no puedo conocer el espacio del Otro -
ce del Otro que es el ((lugar de la verdadu, comprende- t en mí. Sin embargo, si llego a conocer al Otro con
mos que se refiere a ese Otro en tanto responde a la t un conocimiento verídico, aun si es proyectado y aun
parte forcluida del yo [Moi] y en tanto su cualidad de si conociéndolo yo me desconozco-, es porque al cons-
objeto posee la propiedad de despertar mi deseo y, en tituir su espacio, es al mismo tiempo el mío el que cons-
consecuencia, de revelarme a mi mismo. truyo.
Pero estas consi.d eraciones son parciales. En 1922, Lo que deriva de esto es que el deseo del Otro, que
Freud aportará a la proyección un complemento de yo aprehendo, funda mi bipartición. Dicho de otro mo-
considerable alcance ( 1922b). No es cierto que la pro- do: la unidad, ·cararnente adquirida, de mi yo por in-
yección me confine al desconocimiento absoluto de la vestidura narcisista sólo se puede alcanzar si ella es
realidad. L~ proyección tiene un valor de conocimien- · : referida a un par perseguido/perseguidor, yo/objeto,
to y de acceso a cierta verdad. Lo que proyecto sobre t~ · adentro/afuera~ conciente/inconciente. La conjunción-
el Otro rne.revela innegablemente algo sobre él: lo que ~ disjunción yo conciente interno/inconciente del Otro
el yo del objeto desconoce, pero que el sujeto proyec- ~· externo se refleja sobre la conjunción-disjunción yo
tante reconoce. Otelo no se equivoca cuando reconoce ll.~_ conciente interno/Otro inconciente interno.
en Desd.é mona cierta incli11.ación por Cassio. Lo que f Este desarrollo implica el funcionamiento de una
está forcluido es su propio deseo por Cassio. De aquí
8
se concluye que la proyección puede revelar algo so- •
Este término es aplicable aquí en su sentido geométrico.

132 133
relación de superficie a superficie, puesto que la· rene. ;:·
4
· desexualizada. Son las relaciones entre .u n objeto ho-
xión (el .. reflejo») del. espejo opera aquí. Es el momento . . Y oerótiCO sublimado y el narcisismo del sujeto las que
de récordar que Freud da del yo la definición según 111
·. . . han sido pensadas. Esta correspondencia es la que
'
ia cual corresponde a la superficie de proyección del 110
· nnite el intercambio entre el yo y el Otro. El yo
cuerpo; el Otro es su espejo . 9 El espejo constituido en ~sobre todo en su frac.c ión ideal está constituido por
la superficie de proyección del yo es el lugar de en. . · u.s. investiduras narcisistas q~e han operado la dese-
cuentro entre el cuerpo proyectado desde el interior · . :UaiiZi:lción, la inhibición de meta y el desplazamien~ .
y la imagen del Otro desde el exterior. Un espejo, en io de los intereses sexuales. Responde en consecuen-
suma, cuyos dos lados reflejarían, y así constituirían ia de manera perfecta a la imagen del Otro como ob-
una imagen .c uyos elementos pertenecerían tanto a lo t.·
;eto homoerótico sublimado. Se comprende entonces
interior como a lo exterior. ¡,
• .que se deje fascinar tan fácilmente por un objeto así,
Está claro que este procedimiento lógico es contra- f:- tallado a la medida de los deseos narcisistas del suje-
1•
rio al psicoanálisis, que, de manera opuesta, postula t to. lO Si Dios creó al hombre a su imagen, el paranoi-
que el conocimiento del Otro será tanto mejor cuanto ) . co ha creado al objeto a su semejanza. Es inevitable
más el con·o cimiento del sujeto haya hecho retroceder 1. el recurso a la superficie del espejo o, . todavía mejor
los límites de su propio inconciente. De aquí conclui- f y más conforme a la maquinaria teórica de Freud, del
1 remos que este factor de engaño debe residir en. lo que J aparato óptico y de la pantalla. El narcisismo ha per-
es propio de la lógica paranoica. ;,. mitido la unificación del yo. En otros términos, el pa-
f' so de las pulsiones del yo al narcisismo se ha produci-
t~ do por constitución del plano proyectivo del yo forma-
t do como superficie reflejante. El yo narcisistamente
El objeto narcisista hornoerótico y la ~-
tnvestido se da por meta servir de objeto
t tentativa de seducción. Se adorna con los atributos del al ello en una
pantalla proyectiva
r
t
L

objeto ideal. Este narcisism-o encuentra su energía en


¡
~

Tal vez la clave de estas dificultades teóricas nos


la desexualización de las pulsiones parciales del ello,
sea dada por Freud en su estudio del mecanismo de
que el yo utiliza en su beneficio. Como la meta de esta
la paranoia: ccdeclaramos que el retroceso desde la ho-
1 .
mosexualidad sublimada hasta el narcisismo indica el f seducción narcisista es constituirse según el modelo
monto de la regresión Cé;lracterística de la paranoia» ~del objeto ideal, parece lógico pensar que este narci-
sismo a la vez reflector y reflejado (proyector y pro-
j (19llc, pág. 72 [pág. 67])~ El reconocimiento de la ho-

yectado) constituirá una pantalla de proyección don-
mosexualidad en la paranoia por los autores posfreu-
de se ha de formar una imagen homóloga del Otro. La
dianos no siempre· ha tenido ~n cuenta el estudio de
investidura del Otro proyectará sobre él la imagen del
~ las relaciones entre la homosexualidad sublimada y
1 yo y, de rechazo, el Otro proyectará esta imagen sobre
' ! el narcisismo. Es muy difícil formarse una idea preci-
! 1
el yo, reforzándolo así en su engafio. En la paranoia
sa de lo que Freud se propone revelarnos aquí. No se
se trata de una investidura que lleva la marca del ho-
trata entonces de homosexualidad perversa sino su- Í
moerotismo, donde una comunidad entre el sujeto y
blirnada, por lo tanto desplazada, inhibida en su meta l
el objeto se funda en una misma apariencia sexual.
9 Pero es preciso agregar que esa investidura será de na-
Precisemos empero que este espejamiento no constituye toda
j la relación del yo con el Otro sino que es sólo su aspecto de fascina·
1
" . ción narcisista, coexistente con un conocimiento "objetivo•• de aquel. 10
Esta es la diferencia esencial entre la proyección fóbica, que
No obstante, este conocimiento es subyugado dentro de la proyección· realiza una trasferencia de investidura libidinal. y la proyecció~ p~­
forclusión por razones que abordaremos en lo que sigue. ranoica, que consuma una trasferencia de investidura narcisista.
' •

134 .'
135

--~--------~------- ---¡ _ _ _ _ l J---------~----


..
.,

turaleza sublirr1ada_ y narcisista. En surn~, una rela. .....~


· ta de psicosis parailoica. "!'al ~vez las cosas sear1 más
. ·ciórl de identificación narcisista ltga al yo "jl al Otro a · ·I~- . complicadas; en efecto, hemos a,. tribuido· a la proyec-
través de sus proyecciones mut1.1as. Esta corriente pro. ~,·-><'"" Jf.:/j ·~Ión paranoica el 111antenin1.iento de la escisión, con
yectiva se duplica con una corriente introjrecti.:va; el >_- · ntercambio de los términos. La escisió:n ·a quí Ilo está
1
Otro se nutre de !as proyecciones del yo, y a la in~ver.. _ ·- constituida por la. pa r.ttalla porque esta es objeto ·de des-
sa. Vemos en~tonces que a la pantalla proyectiva cons- ' · . t .L... •
\ :,· . conocimien O COrilO Lal~ SlllO q·c&e Se e~~~IaOJ. eCe O.errti"O . 11 1' .,

tituida en la superficie del yo . r~spo:nde otra pantaJiá :.~; ·, ~ de la distin.ciór.t .?perada entre· a1.110r y ociio así corno
proyectiva situada fuera d~l yo, e~'l el espejo que cons- .. entre ((yo)) y «él)). En suma, ~PO es todo· el oj o lo pro:feC-
tituye el Otro. El carácter alienante de esta situación . . -tado .sino el mal ojo - 110 l1ay~ juego de palabras con
es que ni el yo ni el Otro pueden locaJizarse reciproca- ·.-- -«mal de ojo)) , aquel del que es preciso deseirJLbara_zar-
mente porque el juego de e·s pejos que de esto resulta . ·.· . se: el amor homo·s exual pasivo interd.icto . L\n1or ho-
remite constantemente del espejo interno· del yo al es- . · mosexual de naturaleza narcisista, es decir que com-
pejo externo del Otro. Cl.1ando el paranoico· toma con- : ·.promete, por la~s exigencias de investidura~ el ma.nte-
ciencia de ello, ya no sabe dónde está, ya no está se- . - .n imiento del narcisismo del yo.
.. ... gLlro de· la eficaci-a-proye·cti,ra;··-Ia ·e scis·i ón pi.~rde su ·efi-· ·. Sin embargo, por obra de la forclusión, la escisión ·
cacia9 él se desperson.aliza. pertnanece totalmente,inconcierlte, y lo que es proyec-
El Otro en la paranoia, el objeto del deseo, es la pan- tad·o -el ojo malo- queda prisionero por eso dentro
talla blanca sobre la~ cual se podrá_ inscribir el filme del tejido de la pantalla. Este ojo n.o t anto mira cuanto
interior del sujeto. Este filrr1e interior, al encontrar la que está destinado a ser 'vigil a.do ~ La alienación~ crea-
superficie propicia para recibir sus signos, distribuirá da por esa relación de fasc i_r1ación na_rcisist a se debe
allí las figuras co,nve11.ientes para reflejar al sujeto pro~ a que se trata de investid1J.r as q u e pert e11.ece n a.l ser
yectante las estructuras de su narcisisu~o. La puesta del sujeto·y 110 a ·s u ter1er. Se }?Odrfa decir q_ue uno Hn.o
en el exterior es correlativa de la borradura interna, - le saca los :;jos de encin1an~ pje r o de r.n.a.nera que el sen-
como si., mientras K1"lás viera uno afuera, más se cons- .d h b. •t 1 d
ti o a ·1 ua1 , .e esLa ~ .
exore~IOI1 se Ci ur.~.t.lQu. e co1'1 a c~u e 1
# . ... )• 7
4 -~ ~- ;_

tituyera la pantalla blanca interna. Mientras más sig- · · que afirma que HU1'1.0 tiene a alguie. n rr.tetido erA la pielu.
nos para ver da el Otro, más el sujeto queda en blan- · La investidura Ilarcisista d e ! o,bj eto cletve necesa-·
co. Absuelto de sus deseos, deviene superficie virgen _riamente ser devuelta a l yo., puesto que l e pertenece~
que recibe pasivamente los mensajes del Otro. Desde En consecuencia, no se trata del tri'"~.l·ial :ret o:r110 de lo
ese momento, fascinado por el Otro en lo real, su ojo _ reprimido libidinal, sino de una reap:ropiaciói1 tar1 ine-
quedará prisionero dentro de la pantalla sin poder des- __.e·-. · · yitable como indeseable. De donde la luct1a intensa que
pegarse de ell~, a tal punto que ya no distinga entre ,.: ·:·>._ se libra por el retorno de la proyección desde afuera.
el ojo de la cámara y la imagen sobre la pantalla. El :, ... La investidura narcisista :reclru."'1ia reintegrarse a su ca-
ojo está en la imagen de la pantalla y es parte inte- .,.c.~._: :·'~-.·.o sa, mientras que la represión pretende cerrarle la puer-
-- ' .. .

g~ante de la figura proyectada. ConstitL1ye la pantalla · -. · .. ta. de su propio dorilicilio. J.:l.:sta es la diferencia esen- •

)' la proyección en uha sola operación. Esta posición ci.a l con la fobia.
es la invers_a de la del neurótico, a quien no se le abo- . , En (iefinitiva, la proyección. parar1oica~ con.fie:re a la
rra la fascinación, pero que conserva la posibilidad de .-. · :... homosexualidad su especificidad dentro de esta est1·uc-
... . ""'""""

verse-viendo, y el ojo se hace cómplice del espectácu- . ·· tura: ella está forcluida y es 11arcisistao Bak { 1946) y
lo. en la medida misma en que se ve con la mirada de ... ·. Mallet (1966) han destacado su lazo con el masoauis-
,- .. #'~ .&...

Otro ausente del espectáculo. . -~-· :._ mo, lo que no· sorprende si se piensa er1 los 1~exos en-
Así, la clave del enigma está en esa relación narci· _ ·-":-·-· .. : ~e narcisismo y masoquisir1o. El masoquisn'lo es, co-
sista, lo que es conforme a. la clínica, puesto que se ·>.-· mo tal, objeto de una trasforn"'lación ir11portante. Por -

136 137


,.• t'
mudanza en lo contrario se da a conocer por un sadis.. soluto la reducción de las tensiones al nivel cero, cuyo
gente es el principio de Nirvana, y otras, el resultado
' ¡
~
mo evidente hacia el objeto (yo no lo amo, yo lo odio).
Lo que nos parece inherente a la estructura de la pa.. :el paso del autoerotismo al estado constitutivo de la
ranoia respecto de otras formas más regresivas (esqu¡.. unidad del sujeto. En un trabajo anterior (1967b) sos-
zoparanoides) es que ese sadismo se inviste en un ob.. tuve ciertas hipótesis acerca de la relación del narci-
jeto unificado, delimitado, identificado por el sujeto y . sismo primario con Ja pulsión de muerte y la aspira-
con el cual este se identifica. En suma, la investidurá . ctón a la na~a, a lo nulo, al vacío. Propusimos la idea
narcisista y homoerótica ~a un marco al sadisrno. En ·de que la alucinación negativa de la madre podía de-
lugar del sadismo difuso de la identificación proyecti- sempeñar el papel de estructura encuadradora, que
va. tenemos a .q uí un sadismo concentrado y aplicado constituye un marco vacío para ser llenado por las in-
a un objeto único. La identificación ha remplazado a vestiduras de objeto y las investiduras del yo. Lo que
la dispersión. La escisión única ocupa· el lugar de la ahora presentamos es la forma -e insistimos en el
escisión múltiple (fragmentación). El sadismo se pre- térrniD:O que adoptan las investiduras del sujeto y Ias
senta entonces como el fruto del rechazo del masoquis- · investiduras del objeto dentro de una relación de com-
mo primario, cuyas formas más evolucionadas se ex- plementariedad narcisista. El objeto es aquí un objeto
presan por el rehusamiento de la pasividad. Contribu- formado según el modelo del narcisismo unificado del
ye a la constitución_del yo como entidad unitaria por sujeto: el yo y el Otro están en ·u na relación de mutua
la dominación que pretende tener sobre el objeto que duplicidad, uno es el doble del Otro. La escisión se sos-
indica a su atención. En contrapartida, la reintroyec- tiene, pero los términos se completan y se intercam-
11
1 ción de ese sadismo se vuelca en masoquismo en la bian; no pueden dejar de completarse y de intercam-
medida misma en que el yo es víctima de la función biarse. Cualquier otro desenlace les está interdicto. Esa
de vigilancia del superyó. La escisión es ahora inter- es su única posibilidad de desplazamiento. La trage-
!
na: un superyó resexualizado, aliado del ello, que per- dia de Otelo no puede sino terminar con el asesinato
• 1

i
'
1

.1
sigue al yo y lo arrastra a una alienación siempre cre- de Desdémona y el suicidio de Otelo, sin más alterna-
1
'j 11
• :
1 1
ciente. La respuesta del yo es la proyección forcluida tiva. En suma, la unidad del sujeto es siempre falaz.
' ' de. ese masoquismo que él trasforma esta vez en sa- Este oscila entre la nada, el cero y el -par que él forma
dismo del objeto hacia él: ccél me odian, lo que autoriza con su doble: objeto homoerótico narcisista.
la legítima defensa. Se comprende aquí la función del doble, que he-
La constitución del delirio merece su nombre de ·m os analizado en otro trabajo (Green, 1970). A la vez
neo-realidad porque la forciusión rechaza radicalmente el Mismo y el Otro. puesto que empuja la similitud has-
el de~eo del sujeto. El combate está desplazado en lo ta los límites de la identidad y esquiva esta por medio
real, más exactamente, en la realidad social, entre el de alguna diferencia mínima. Mallet ( 1966) ha insisti-
yo y el Otro, combate que opone la neo-realidad a lo do en el papel del hermano mayor en la paranoia mas-
real ·sometido ~ la represión; represión de la realidad. culina. Este papel tal vez se explique precisamente por
el hecho de que ese hermano es una imagen mediata
entre el sujeto y su padre, y por lo tanto ocupa una
posición intermediaria que favorece la identificación
Dos versiones del narcisiSJ;llO pritnario narcisista y la elección homoerótica del objeto. Pero
.al mismo tiempo la pequeña diferencia que separa a
Se sabe que Freud ( 1920g) ha dado versiones con- los dos hermanos no se salva nunca y .rehúsa de con-
tradictorias del narcisismo primario. Unas veces de- tinuo al sujeto alcanzar la posición envidiada de este
; 1 signa bajo la denominación de narcisismo primario ab- doble investido· narcisístamente. Así es el Otro, mi se-
1


.'
138 • 139

l
m eja nte , m i p rój imo, mi herm ano . E s ta posic ió n deb =~-.. · _ ·':Jr)e la identificación proyectiva al proyecto
• encont rar s u estatut o m etapsicológic o. e
1
¡
1
!
Nos inclinarnos a ver aquí u na de las variant es d
1
<: :,.: ··~"':"t:· Hemos pasado de la identificación proyectiva al pro-
l cuadro definido por W i nnicott bajo e l nombre de obj:. ~: ~cto,si admitimos que el deseo es siempre proyecto.
to tr~n.sicional. T"~ansic i~nal entre el sujeto y el objeto ~~perfume de existencialismo que se desprende de este
percibido en s u aiferen c ia, ent r e e l a d entro y el ·afue. · · -tértnino no debe disuadirnos de adoptarlo. 11 Lo que
ra, entre el amor y el odio, entre lo narcisista y lo Obje. · -·8bora queremos destacar es qtie cada una de las fases
tal. Winnicot t (~975) d e fi.nía ese obje to como r.)rimer .. ~ tiene su correspondiente dentro de una serie comple-
posesión no-yo. situándo lo más b ien del lado del «te~ lnentaria. A la excorporación del comienzo responde
nern (not me possession ). En-nuestra opinión , el doble t taincorporación: Ia·captura en el cuerpo del sujeto del
est~ía más del lado del ((sern. Es el no se.r del ser, lo objeto que será expulsado. A la identificación proyec-
que el ser no puede consentir en ser y lo que no puede tiVB de Melanie Klein responde la identificación intro-
impedirse ser. Como tal, vemos que el doble es esen. l~ · ..yectiva cuya definición recordaremos según H. Segal:
cialmente el primer objeto con el cual el sujeto se in. \ · es el resultado del proceso por el cual ((el objeto es in-
.. ... -. . - tercarnbia. Pero par a pasar de este intercambio obli- (f t.royectado dentro del yo, quien después se identifica
gado y absolutamen te determinado a un intercambio· · sea con algunas de sus características; sea con todas
que tome en c o nsideración la dife rencia, es preciso que estasu (H. Segal, ~ i964 [segunda edición, 1973] pág.
el doble quede rele~ado a lo reprim ido (pero reconoci- 105). A laproyección responde laintroyección. Al pro-
do corno reprimido, y simbolizable por lo tanto) y que yecto (deseo) responde la identificación. El pensamien-
el campo de los intercam bios se constituya con otros .· ·to freudiano funciona, sin excep~ió·n, por pares. Ahí
objetos que n o estén tota lment e marcados por el sello · está toda la historia de la trasferencia, que, en los ca-
1 del narcisismo del sujet o. No es que pensemos que el sos logrados en que es analizable y analizada, culmi-
sujeto haya de librarse a lguna vez de su proyección na en-el juego liberado del deseo fuera de sustitutos
narcisista sobre el objeto. Pero esta ya no for1na pan- trasferenciales del analista y en la identificación con·
talla porque el oj o se ha desprendido de ahí y mira sus la función analítica.
proyecciones desde afue ra (con lo cual se puede inte- Los pares cuya existencia acabamos de recordar
rrogar sobre e l origen p royect ivo de estas, cualquiera implican investiduras específicas de zonas erógenas.
que sea el ' ' a lor de conocimient o de la proyección ). En En nuestra opinión, el par incorporación-excorporación
la trasferencia, el analizando puede al comienzo de la hace intervenir de manera prevalehte la relación oral;
cura hacer blanco adivinando características verídicas -en el par identificación introyectiva-identificación pro-
de su analista. En mitad de la cura, no le interesará yectiva participa la relación anal (o tal vez, mejor, oral
tanto el cont enido de su proyección cuanto la razón y anal), mientras que el par introyección-proyección,
de esta en la medida en que esa razón lo remite nece- tan fuertemente marcado por el narcisismo, pone en
1
sariamente a sí mismo. Al final de la cura, el analizan- juego la matriz de la relación fálica narcisista, en su
do alcanzará un conocimiento real verídico de la reali- busca de una unidad co~pleta homoerótica mutua.
dad de su .i nconciente y, a la vez, de la del ser de su En las diversas fases que acabamos ~e evocar, se
analista (Lacan y Pasche están de acuerdo sobre este debe tomar en consideración el acoplamiento de la li-
punto). Es lo que l_e permitirá hacer jugar su deseo en -bido objeta! y de la libido narcisista. La investidura de
otra parte, en la elaboración de su propio proyecto. ... las zonas erógenas concentra en torno de estas una
1
¡
! 11 Ya ha sido utilizado por P. Castoriadis-Aulagnier en un tra-
bajo titulado ce Demande et .identification••, L ·1nconscient, n ° 7.
j'

' " . "'

140 141

1

cantidad importante de investidura libidinal, lo que · 1 interpretación. La interpretación del ·analista es


convierte a estos lugares de intercambio entre afuera ..,., ~!"· =n~ón de las proyecciones del p~c~ente. Cabe de~ir
y adentro en unos focos (en el sentido de focos de in. · -- al comienzo de la cura es recibida como una In-
~ue retación delirante. A los ojos o más bien a las
!
1 1
1
.
J l cendio y de focos ópticos). Pe.ro más allá de estas zo.
nas erógenas, es la envoltura corporal la investida nar. _. t~as- del analizando, el analista reacciona a su dis-
cisistamente sobre sus fronteras. Cuando la boca y el ~ - o:.so como un paranoico que refiriera a sí mismo ·to-
ano son investidos libidinalmente como polos de en. . ~os los mensajes que le llegan, cuando nada, en el len-
¡'
trada y de salida, todo el resto de la envoltura corp0 . . guaJe definido por las convenciones sociales, autori-
·~ ral se inviste negativame.nte respecto de ellos cuando ,f ,ariasemejante egocentrismo. Hay que saber, empero,
1 se cierran. La boca cerra~a, el ano contraído, perm¡.
t ·ue el abuso del poder interpretativo que se traduzca
f• ten el llenado de la cavidad corporal y el aumento de qn ..analizarlo todo•; conduce en el analista al mismo
1
la tensión en su periferia . .En la posición fálica narci- ~ultado que la defensa proyectiva en el paciente: la
sista de la paranoia, la homosexualidad sublimada, de- 1 racionalización. El analista racionaliza sus interpreta-
1 sexualizada en consecuencia, responde a la intensa in- {~­ . clones inexactas para salvar su poder interpretativo.
vestidura narcisista de la superficie, incluida la del pe- (~ El trabajo interpretativo consigue desplazar la pa-
ne como investidura de la ccformau fálica~ Este pene, en ranoia simulada y manifiesta del analista en reconoci-
l
1

1
el límite, puede encontrarse forcluido en lo real bajo miento de . la paranoia silenciosa y latente del anali-
l
los aspectos de la máquina de influir. Se podría agre- zando. La interpretación contribuye~ por la inducción
gar que cuando el yo se constituye narcisistamente, proyectiva y el análisis de la proyección, al progresivo
J
el Otro representa su complemento fálico; y cuando levantamiento de la escisión entre inconciente y con-
el Otro es investido narcisistamente, el yo es quien ctente, y al mejor funcionamiento de las relaciones en-
adopta la función fálica. Sólo la apertura a la castra.. tre realidad intertta y realidad externa. Además, la es-
ción y a la diferencia de los sexos nos introduce en el cisión se debe 111antener y preservar porque. en caso
campo del Edipo y, a la vez, en el de la neurosis .. Den- contrario, se instalaría la confusión entre sujeto y ob-
11
tro de esta óptica, lo real, que podemos considerar pre- jeto, mundo interior y mundo exterior. En suma, si la
1
sente desde el comienzo (véase el yo-realidad inicial ~ actividad interpretativa extiende el campo de Eros, de-
1
¡
de Freud) y que se estructura de una manera decisiva t.. ja a Tánatos el cuidado de marcar los límites de las
con la analidad, sólo en dos tiempos se constituye ver- ) separaciones ineluctables para mantener la copresen-
1
daderamente: primerO con la accesión al Edipo (doble t. ciade los térttlinos de la escisión. Hay que especificar,
1
diferencia entre los _sexos y las generaciones) durante desde luego, que este análisis de la escisión no podría
la infancia y, después, por la accesión al conocimien- desembocar en la simple aceptación intelectual de lo
1
to de la vagina tras la pubertad. La realidad sexual es reprimido, sino que requiere la admisión afectiva de
la matriz de una accesión real a lo real. Puede parecer su realidad. La cccreencian que primitivatnente es un
pedante recordar que este conocimiento de la vagina acto de fe que engaña al yo en las ilusiones de su reali-
es la preco~~ición de una procreación auténtica cuyo dad en detrimento de la realidad del inconciente, de-
l1
efecto será el aumento de las posibilidades de inter- ytene creencia en la bipartición del sujeto y en la gra-
cambio por la triangulación de la pareja de progenito- vitación del inconciente sobre el yo. Pero también el
• res y, eventualmente, con lo& otros miembros de la fra- análisis cumplido -aun si es imperfecto desembo-
1
tría. Esta evolución reaparece en la evolución de la tras.. ca en una creencia, limitada sin duda, pero innegable-
ferencia de los pacientes neuróticos. ·mente efectiva, sobre las posibilidades de cambio de
Sabemos que la evolución de la trasferencia está un yo que recupera una fuerza de la que se vaciaba
marcada por el juego combinado de las resistencias y afe.c tándola a las contrainvestiduras. La escisión es
.j

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~ •
1
:
142 •
143

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11

mantenida, en consecuertcia, en tanto que se afinn que en la realidad social obedece al sector corres-
el reconocimiento d.e una realidad externa definida p a ~ ~.~-··';-,'"~;.~""·:- dtente de las leyes del mundo físico. Tal vez el pro-
c.¡¡·•• •• ......

·
sus _prop_Ias 1eyes ct·1st·1ntas y conjugadas, frente a or
la resida en que ese sector tiene por función cons-
realidad Interna gobernada por la omnipotencia del d . r~~~!;~;.~I•eDJlaun equivalente mimético de las leyes naturales.
seo. No es indiferente recordar aquí que el resulta; ._,. gue toda cultura se funda en el deseo, he ahí algo
del análisis para Freud es la remoción de la sexualiza~ ·_-ue no hace falta demostrar a los psicoanalistas. Pero
ción excesiva de las relaciones de objeto y la trasfe- ·~-:~--. ·. · ~cultura es también otra cosa, implica un desarrollo
rencia de las investiduras.a la esfera social, bajo la for- . ·::~ iecnológicb y político que escapa en parte al deseo. Es-
ma de actividades sublimadas. ,_-ta es una ambigüedad una más del Otro. El Otro
-
· es el objeto de mi deseo, pero existe como tal, en tanto
~ que mi deseo nunca bastará para ceñirlo, para justifi-
·. , car su existencia. Escapa de mi aprehensión, no sólo
La realidad social ·, . porque es el objeto de un deseo nunca calmado, que
~ -.d eja a la falta su lugar inalienable, sino también por-
Uno podría plantearse entonces la _pregunta por la que existe cuando se excluye de mi campo. Esta dis-
escisión necesaria entre re·a lidad interna y realidad e~­ tinción funda el clivaje entre lo objetal y lo objetivo.
terna, y establecer los límites de lo analizable. Esta · Resta por saber~~ lo objetivo puede ser objeto de estu-
cuestión conduce a considerar las fronteras de la in- . dio del psicoana'l ista cuando rebasa la objetividad del
terpret~ción en el campo extra terapéutico del psico- ~.deseo. Hay que reparar en que la posición de Freud
análisis. conlleva una opción difícil. Materi-alista convencido ,
Tal vez debamos afinar nuest ros distingos. La di- cree de una manera inconmovible en la objetividad del
visión entre realidad inte rna y realidad externa es fun- . mundo. Y sin embargo cree también en la incognosci-
damental pero imprecisa. La realidad interna no es ex- bilidad de ese mundo objetivo a causa de la inmensa
clusivamente la realidad del deseo; es también la rea- · parte de subjetividad que tacha nuestros juicios. Sin
lidad del cuerpo como lugar de la necesidad. Por su .. embargo, nada invita en él al escepticismo sino, por e l
parte, tampoco la realidad externa es unívoca. Propo- contrario, al incansable trabajo de conocimiento para
nen~os distin.guir, en el seno de la realidad externa: la · alcanzar la mayor objetividad posible tanto en el co-
realidad social y la realidad física. Tendríamos, en con- nocimiento del mundo interior como e n el del mundo
secuencia, dos términos extremos: la realidad del cuer- exterior. Se notará que esta posición implica que no
po y la del mundo físico, que confluirían. aunque uno todo es íntegramente subjetivo en nuestro conocimien-
pertenece a la ~ealidad interna, y el otro, a la externa; to de la realidad, ni íntegramente objetivo.
Y dos términos medios: la realidad psíquica del deseo Y puesto que la paranoia se ha mantenido en el cen-
Y la realidad social; estos dos últimos se interpenetran ,.
tro de este estudio sobre la proyección, podemos, a tí-
íntimamente. ..- .tulo de hipótesis," designar su lugar dentro de la cultu-
La realidad social obedecería, por una parte, a su ra en el nivel de la realidad social. Sostendremos que
acoplamieD:to con la r e alidad del deseo, y, por la otra, toda cultura activa se basa en una paranoia implícita.
a un orden específico que liga a los hombres en la lu- Esta paranoia se encuentra en la escisión que permite
cha por el dominio sobre la .n aturaleza y la satisfac- a la identidad de una cultura afirmarse por la diferen-
ción de sus necesidades. De este modo, los objetos de cia y el rechazo de ·o tra ·cultura en tanto esta es llama-
la realidad &ocia! serían dobles en su raíz: en tanto se . da extranjera, otra. En el mismo movimiento, la cul-
ligan con el mundo del d e seo y en tanto son exteriores tura extranjera se carga con todos los males de que
a este. Aquí queda por hacer lo más difícil: reconocer la cultura activa se defiende, en consecuencia, por me-

144 145


dio de. una investidura !larcisista considerable que ella . la cultura refiriéndose a la destrucción posible de
se atnbuye rechazando a la otra a las tinieblas exte. · ~especie humana y a la angustia que esto produce,
riores. Al mal que no quiere reconocer en ella, lo de. .'{ _. ~ ése momento él no habla de la angustia neurótica,
nuncia sin misericordia en la otra. Toda cultura act¡. ·;, ._;.~- 'stno de la real Angst, la angustia a~ te un peligro real.
va, como en la paranoia, supone igualmente un refuer. ·· pertenece al psicoanálisis como grupo cultural es-
zo de los lazos homosexuales sublimados entre ·sus capar de esta situación alienante por el análisis conti-
miembros. Es cierto que la sublimación es 111uy relati~ nuo de nuestros· conflictos con la realidad social, con
va, en la medida en que j~starnente la actividad de la los demás grupos psicoanalíticos y, en nuestro seno,
cultura se tradu·c e en una resexualización considera- entre las diversas categorías que escinden al grupo en .
ble de las rel~cion~s sociaJes, como en la paranoia. subgrupos. Este ccanálisis perm.anenteu debe P.ro~eguir
. En fin, otra característica propia de la psicología Ja ·doble tarea de ir lo más lejos posible dentro de los
colectiva: los 111iembros de una cultura activa tienden líiilites de lo analizable y de reconocer la existencia
a sustituir su ideal del yo por el objeto aprehendido de lo extra analítico, .s egún la fórmula de J.-L. Donnet
según el modelo del padre omnipotente de la horda pri- · ·(1973), como ser objetivo. Es otra de las imposibilida-
mitiva (Freud, .192lc). 12 Hoy, cuando los dioses han des de nuestro oficio, puesto que toca a cada quien asu-
muerto, el Otro en tanto lugar de la verdad se encarna mir la responsabilidad de dibujar esas fronteras Illóvi-
en la divinización del jefe. Las antiguas estructuras so- Ies para saber dónde pone los pies.
ciales mueren y renacen indefinidamente. :La más grande enseñanza del profundo trabajo de
Uno puede preguntarse si la condición de la activi- Denise Braunschweig so~re ccPsychanalyse et réalitéu
dad d~ una cultura no reside en su paranoia, de otro (1971) es tal vez revelarnos que la realidad no es lo
1
1
modo llamada ideología o mística del grupo, según real. La realidad es lo que ocurre en lo real, lo que
1
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Bion (1959). La vocación mesiánica forma parte de la muestra el cuadro pintado sobre una tela blanca con
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ideología de toda cultura ·activa, se apuntala en la re- su cortejo de representaciones dramáticas y dramati-
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1 lación idealizante que 111antiene consigo Itlisma. justi- zadas, sus fuerzas, sus tensiones, su historia y su es-
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fica sus exacciones con el argumento de que sólo se tructura. Lo real, por su parte, es otra cosa, es el ·mar-
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propone la elitil~nación del mal preocupación funda- co vacío, o la tela blanca de la pantalla proyectiva, to-
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mental o paranoica , tras lo cual reinará la edad de talmente indiferente a lo ·que pasa sobre ese cuadro
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1 . oro de la beatitud comp~tida: el reencuentro del pa- que se ha inscrito dentro del marco o sobre la tela. Si

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• raíso perdido. No signific~ ~esto que rechacet11os de pla- la realidad es dramática, lo real, por su parte, es neu-
no todas las culturas,. puesto que no hemos tenido en ,, _ tro. Sea que el planeta recupere su mítica edad de oro,
,
cuenta más que las características de la realidad so- l .
sea que salte por los efectos de su propia destrucción,
cial que pertenecen al Itlundo del deseo y het11os sos- eso no es algo que toque a lo r~al. De todas maneras,
1
1

1
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; 1 1

. '1 j . tenido que este no bastaba, por sí solo, para ceñir una continuará existiendo, en una forma o en otra, exista

realidad social que incluye sus características objeti- o no alguien para comprobarlo, para reírse de ello o
vas. Todo pre_tendido socio-psicoanálisis que no con- · , llorarlo.
siderara esto forn1aría parte de una mistificación psi- ..
coanalítica. Cuando Freud (1930a) cierra El malestar
••

12
En las sociedades en las que esta relación es menos notable,
la identificación de los yoes entre ellos, ·p roceso este que es corola-
rio del caso citado~ llega a ser dominante, lo que no quita validez
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1

11' al esquema.
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146 147
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5. Agresión, . . . .,. , · · .. bloquea una integración lograda (Freud, 1933a, pág.


realidad •
s;
'"""'4-c-. ... l
6 [págs. 107-8])? No considero aquí el caso de la
viril. castradora o fálica, que ha sido tema de tan-
mu-

. .-~_,.. _. jer · estudios, sino · mas. b.1en c1er


· t os aspec t os menos re-
tos .. .
· nocidos de 1a agres1on en 1a muJer. u1ero examt- Q . .
. ~~los desde do~ puntos de vis~a: 1) el ~arci~i~mo_ ~el
· .~ . ·' apel ·d el narcisismo secunda~1o en la ~d~ntificac.ton
, '.: ~s bien conocido), y 2) los estadios preedtptcos con sus
.c~rre.spondientes relaciones de objeto.
Según Freud, la agresiqn es la expresión de las pul- ·
siones destructivas hacia afuera. Teóricamente hablan-
do, la agresión no establece distingo entre los sexos.
No obstante, su naturaleza y funciones nos conducen
,
Feminidad y paranoia
a cuestionar su expresión específica en la sexualidad •

femenina. A diferencia de lo que ocurre en el varan - t


Después de afirmar que la histeria en la mujer se
la integración de la agresión en la identificación feme- uga estrechamente al vínculo preedípico con la madre,
nina parece menos evidente. Freud agrega, e~ su artículo sobre 1~ sexualidad feme-
En el varón, la identificación masculina requiere nina: •cademás, ['... ] en esa dependencia de la madre
agresión tanto para llevar a cabo la función sexual co- se halla el germen de la posterior paranoia de la mu-
mo en las diversas actividades que incluyen pulsiones . jer•• (193lb, pág. 227 [pág. 229]). Con respecto a lapa-
de meta inhibida y desplazamientos, en particular las : ranoia en el varón, muchos autores últimamente han
sociales, como la competencia profesional, los depor- insistido también en la fijación a la madre. Me parece
tes, los juegos, y también el juego trágico de la gue- que un factor importante en la paranoia masculina es
rra. Desde luego, los cambios sociales detertninan que, · que constituye una lucha en dos frentes: contra la fe-
en número cada vez mayor, las mujeres participen en minidad, por un lado, y contra la hostilidad (hacia el
esas actividades junto a los hombres, desde la infan- padre), por el otro. En este caso, en consecuencia, fe-
cia. La apertura a la mujer de actividades sociales que minidad y agresión se unen en un mismo rechazo ra-
1
1
se .solían reservar al hombre ha conducido a una ate- _ .· dical.
nuación de la diferencia entre. los sexos en sus aspec- Freud describe el mecanismo de la paranoia en el
tos sociales. Sin emb.a rgo, de·s eamos destacar que esa caso de Schreber en una proposición notable: ccdecla-
atenuación es superficial en buena medida. Conviene ramos que el retroceso desde la homosexualidad su-
recordar en este punto la opinión de Freud (1937c, pág. blimada hasta el narcisismo indica el monto de la re-
1 250) según la cual lo que se repudia en ambos sexos gresión característica de la paranoia,) (19llc, pág. 72
es la feminidad. (pág. 67]). En sus cartas a Fliess, Freud ya había ob-
f
Desde est~ punto de vista, ¿qué hay de las pulsio- 1
t-
servado que la paranoia deshace identificaciones. La
1 I
nes agresivas de la mujer? La cuestión se puede exa- 1
~
experiencia psicoanalítica nos ha enseftado que el pa-
minar desde dos ángulos: 1) el antagonismo entre pul- t
1 ranoico es prisionero del mismo dilema que el histéri-
siones eróticas y destructivas, y 2) la antinowi~ de ~. .
co: •c¿Quién soy, hombre o rnujer?n. Sin embargo, mien-
identificaciones que reflejan la diferencia sexual. ..' tras que el histérico hace la pregunta en términos de
¿Cómo puede la mujer integrar sus pulsiones agre- identificación secundaria, parece que el paranoico lo
sivas si su desarrollo libidinal no facilita la descarga ~ hiciera en términos de identificación primaria. Hasta
y el desplazamiento? ¿Qué ocurre en los casos en que .se podría decir que el hecho de que la pregunta no sea

148 149

r~conocida es específico del rechazo básico de la fernt. ..~.-·· . y así debilitar a su hiperpoderoso ·enemigo. Bak
1 '~4, ) y Mallet ( 1966) han destacado el hecho de
n1dad por parte del paranoico; la pregunta reaparec
pero en los delirios del paciente, o se diluye en un s·e,
6
(l .loS paranoicos las pulsiones destructivas se convier-
que
lS-
. tema de interpretaciones proyectivas que desmiente en en masoquismo. Los efectos más extensos del ma-
·
su 1mpor · card.1nal .
t anc1a · n ten utsmo se combinan aquí en las tres formas descri-
Como en el histérico, en el paranoico existe ur1a va. . SOCIpor Freud: femenina, moral y erógena ( 1924c, pág.
cilación narcisista que se expresa er1 despersoilaliza. . U:, 1
[pág. 167]). Así, el paranoico combina masoquis-
ción. Las consecuencias ~on diferentes: en la histeria ... . . moral (en sentido literal y figurado) con masoquis-
la despersonalización sólo temporariamet:~te hace pe: .. ·· :femenino en lo que se podría llamar, como lo ha
ligrar el estatuto de la realjdad, mientras que en lapa. · pro · .puesto Mallet, una degradación pulsional. un pro-
ranoia la realidad es rernodelada de manera radical pa. . diferente de la regresión y más próximo a la dedi-
ra fortnar una realidad nueva, la del delirio. La ese¡. ferenciación. En cuanto al masoquismo erótico, per-
s~órt rebasa .los límites del mundo interior y afecta la .J.1l811ece bien oculto. A la inversa, ciertos perversos ma-
f
1 realidad exterior. A veces afecta a una sola persona soquistas muestran numerosos rasgos de carácter pa-
i significativa: el objeto del delirio. En este caso, sólo las ranoides.
¡1i· •
partes de realidad que ataflen a ella son investidas de
manera delirante, y el resto de la realidad se preserva
en mayor o menor medida. Es interesante señalar que
1 ·¡ -los ejemplos más notables de este mecanismo se en- .L a orientación interna y externa de las
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cuentran en la erotomanía y los celos delirantes, des- . pulsiones· agresivas
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.1 .l 1
• 1 venturas ambas del amor .
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l ! ; Nuestra experiencia nos ha enseflado que el para- Volvamos ahora a la diferencia psicosexual entre
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noico ha resexualizado las relaciones sociales en gra- varones y niñas en el desarrollo de la agresión. En es-
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¡ l do extremo, como lo demuestra el hecho de que ras- te punto podríamos trazar un paralelismo: el hecho de
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•• gos paranoides son comunes a los individuos· que hi- que la agresión en el varón se vuelque hacia afuera
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1
perinvisten los aspectos sociales de su vida. El para-
noico aspira a eliminar el mal completamente; aspira
acaso guarde correspondencia con el hecho de que sus
órganos genitales son externos. En la·mujer. la locali-
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1 a librar al mundo de la destrucción

en todas sus for- zación interna de sus genitales tal vez se relacione con
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mas; para ello empieza p. . ·r oduciendo un· rechazo: des-
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la orientación interna de la agresión. La orientación
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mentida o desestimación (Verleugnung o Verwerfung) tnteitta de _las pulsiones agresivas y la retención inhi-:
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1 l t l1 de su propia agresión destructiva. Pretende estar lle- bitoria que de ella se sigue tienen muchas consecuen-
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1
1
1 no sólo de amor. Como ha expulsado el mal, ahora tie- cias: entre otras, que representan un peligro perma-
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1

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. ne que aceptarlo todo en nombre del amor y del sobe- nente 'para las investiduras de objeto (amenazadas de
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' rano bien. Entonces trata al otro o a los otros, y los · continuo de destrucción o deterioro) y, al mismo tiem-
1 11 encuentra ~alas y violentos. Por aquí se inicia su con- po, uri refuerzo protector de ciertas investiduras nar..
'l !
¡ .•
• flicto: si acepta pasivamente la violencia de ellos, será cisistas. Que este refuerzo sea sólo protector es discu-
1

destruido; pero ~i lucha contra esa violencia, tiene que


i
tible, .a mi parecer. En la juntura de estos dos tipos
recurrir a la violencia él mismo~~. De esta manera, uno de investidura se descubren investiduras homosexua-
de mis pacientes me dijo que si hubiera estado en su les: su papel es muy importante en la construcción de
j
poder, a punta de fusil habría obligado a los nazis a la identificación secundaria.
j
cultivar rosas en los campos de concentración. Su meta En la mujer se puede demostrar la existencia de
1
¡
en la vida era hacer de la debilidad su fuerza supre· diversos estratos interrelacionados: rehusamiento de
1

•.

150 151
. . •

la feminidad y complejo de masculinidad, hostilid .. ·. -.. · nsa del mundo interior debida tanto a una fija-
t~naz a la madre (una mez~la de amor y de odio), re:~ ·~ :como a mecanismos defensivos. No seremos los
nda ~ los aspectos tanto edtpicos como preedípicos de . , ..-.
~.¡~~:t.•t-
.,jji,j
en señalar que, entre los psicoanalistas, el
confltcto; su forma extrema es la envidia del pecho el ·- -t femenino está más desarrollado que el insight
la madre,~ ~e su poder creador (Klein, 1957}. Estar!~ _,..... lino. Ahora estudiaremos relaciones entre rea-
ma de envidia se expresa en el rehusamiento a ide ti . ·pdad interior y realidad exterior.
ficarse con la madre como no sea por vía de identif~ ·
., t· l d tea.
CIOI?·_pro~~c 1va. o que . a por resultaqo una identift. ''

cac1on alienante. La envidia de la capacidad creado


del pecho de la madre tiene considerable importanc~ interior
en la mujer porque su destino sexual es traer hijos~ . ' :\ .

• • mundo. .i. ;~ '· La ambigüedad de la noción de realidad en el psi-


Ello no significa que este tipo de envidia no sea irn. c(,análisis se debe en buena medida al hecho de que
portante en el varón; su deseo de tener un bebé es tarn- la misma palabra se aplica a la realidad psíquica y a
4

b~~n muy fuerte. El .de~plaza~iento ·y la d -ese?Cualiza·- ·.. la realidad exterior. Para el inconcien te sólo e u en ta la
c1on de este deseo desembocan en la creatividad -mas. · . primera, es deci:r:, _el mundo interior de las f~ntas~as
culina siempre que el deseo no esté paralizado por un . mconcientes. Per:o para ser preservada, la realidad In-
conflicto. ~o. quier~ decir esto que la mujer se excluya tenor tiene que contar con la realidad exterior. El pri-
de la creatividad sino que el camino hacia esta proba- . . ~ mado dei ·principio de realidad protege al principio de
blemente sea más complic-a do en su caso. El d -e seo de ..~·~ . placer (Freud, 19llb, pág. 223 [pág.- 228]); de aquí la
crear es en extremo fuerte en el paranoide (o el psicó- :._ . importancia, para el analista tanto como para el anali-
tico), particularmente en el transexualismo. La~hipo­ ·.. ·z ando, de tomar en consideración la realidad exterior.
condría delirante y el delirio de ser envenenado se pue- .L<i~ Aunque ciertamente es un prerrequisito del tratarni_en-
den comprender ~omo cumplimientos disfrazados de to psicoanalítico que el campo del análisis se circuns-
esos deseos. Ahora bien, debemos destacar que el des- criba a las fronteras del mundo interior y que la reali-
tino s~xual inscribe en la carne misma de la niña y dad extra analítica no se convierta en fuente de peli-
la muJer el anhelo de tener un hijo. Es bien sabido que gros graves (como en la psicosis). En conexión con esto,
una contrainvestidura excesiva de la agresión es peli- Freud mencion.a una represión de la realidad ( 1924e,
grosa en los niños pequeño·s de ambos sexos: una agre- .· pág. 183 [pág. 193]). ¿Qué quiere decir con esto? Nos
r

·sión contenida, internalizada y desintrincada amena- o·~· parece que el sujeto psicótico somete la percepción (o
.

za las investiduras .de objeto porque investiduras des- los diversos tipos de percepción) a una contrainvesti-
tructivas desintrincadas pueden estorbar el desarrollo . . ·~. :dura intensiva. Bion ( 1967) habla de ataques a las fun-
de investiduras eróticas relacionadas con experiencias 7 ·c lones de enlace de los elementos que vienen de la rea-
-

buenas o con la experiencia de objetos buenos. Ade- lidad, de aborrecimiento de la realidad tanto exterior
más de tener que resolver este conflicto, las niñas se · como interior, y de lucha contra la percatación. El de-
enfrentan con esta otra dificultad: si las pulsiones agre- lirio es un i'ntento de crear una realidad nueva. El mun-
1
sivas se expresan con demasiada libertad hacia afue- ,d. o del paranoico no es mejor que nuestro mundo pe-
J ra, la id~ntificación femenina corre el riesgo de ser do- ro. como dice Freud, al menos él puede vivir allí.
minada por su contrapartida masculina (en la identifi- El delirio, el síntoma psicótico, tapa la realidad ex-
cación doble del complejo de Edipo). .--.·. terior del mismo modo como el síntoma neurótico cu-
De esta manera llegamos a la idea de que la femi· bre la realidad interior del deseo que brota de fuerzas
nidad corresponde a una investidura extremadamen- pulsionales. La neo-realidad delirante puede circuns-
1

152 153

cribirse a un_objeto único, según dijimos. En ese caso , ·· 111ezcla inextricable de amor y de odio. Toda vez
. tod?_ lo rel~cwnado con el objeto es sometido a ela~ e
:. ... el amor se expresa, se reprime el odio, y a la in-
i ~
racwn delirante, contrariamente a lo que ocurre e . · ·. ~:,Sa. La paciente acepta intelectualmente en muchos
·. ~~ las interpretaciones que el analista hace de los
1

1 l esquizofrenia, donde la regresión es más profundn la


mas -- ·
masiva, -+-
y cuecta a Y. .
a buena parte de las relaciones ~-
aspectos ~
maternos d e 1a t rasterencia, pero agrega en-
con el mundo exterior. El objeto del paranoico es · ~!.;C"".;t~~~. · séguida: ccSi ust~d supiera lo realmente mala que fue
ob~eto homosexu_al, un objeto del mismo sexo qUe~ . · ínl piadre conm1go ... "· El elemento de verdad que se
J SUJeto. En la muJer, est~ objeto es la madre 0 la her. esconde tras la rivalidad edípica equivale al del pacien-
mana. Recordemos aquí una diferencia fundamental ~ , · te.' delirante que realmente provoca mala voluntad pe-
entre el hombre y la mujer. Para la niña pequeña . ·. · roes tnconciente de su hostilidad. Superar la situación
1
primer objeto, la madre, es un futuro objeto hom~s:. · ·correspondiente en el vínculo madre-hija es particu-
xual, mientras que para el varón el primer objeto e - ¡811nente difícil debid.o a la mutua intrusión del vínculo
l
1
el f~turo objeto heterosexual. En el estadio edípico, e~ prtmario de objeto y de los rasgos distintivos del nar-
varon establece el objeto heterosexual originario e ctstsmo secundario. ,que provienen de los sentimien-
tanto objeto de su deseo y, tras la pubertad, sólo nec: tos de .. semejanza., en los procesos representativos de
sita producir un desplazamiento hacia un objeto final identidad.
por identificación con su posterior objeto homosexual.
En la niña, la situación edípica le requiere despren-
.
derse prime-r o de su objeto homosexual original; sólo '

así podrá ella investir después un objeto heterosexual . Incorporación del objeto en la .mujer
(Freud, 1933a). En la fase edípica, la fuerza de los pri-
meros lazos homosexuales contraría la investidura de Es~udios psicoanalíticos han demostrado abundan-
los lazos heterosexuales, más recientes. Tras la puber- temente el difundido miedo de penetración en la mu-
tad se reproduce el mismo conflicto. Todo esto nos lle- jer. Durante el coito el pene es admitido en cierta me-
va a pensar que la homosexualidad, latente o subli- dida. Aun si la penetración se acepta concientemente,
mada, desempefia un papel más importante en la mu- se la puede rechazar por vaginismo o dispareunia, con-
jer que en el hombre. La homosexualid~d masculina tracción o dolor que impide la penetración o, tal vez,
tal vez se relacione más con el problema de la castra- lapenetración profunda (Bonaparte, 1953). El pene se
ción porque la elección ~~omoerótica de objeto supone suele simbolizar como un cuchillo. El rehusamiento

l la presencia de pene en los dos compañeros, mientras a incorpor~ el pene se relaciona con un doble miedo:
f que en las mujeres .·h omosexuales quizá la fijación al ..miedo por el pene y miedo del pene; miedo de dañar

1 l•
o castrar el pene, pero también miedo de que el pene
11
1
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J' ' objeto original desempeñe el papel rector. En la tras-
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ferencia nos referimos aquí a la resistencia de tras- - lastime o destruya los genitales internos y el interior
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11

1
ferencia del tipo erótico , la paciente que se dice ena- del abdomen. Creemos que la localización anatómica
1

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•• morada de ~-u analista varón con frecuencia produce de los genitales femeninos es tal que la nifia imagina
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una trasferencia mater11a tal que a menudo es desmen- . que existe una comunicación abdomino-vaginal (en-
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¡ tida empecinadamente y que suele tener resonancias · tre los genitales y el interior de su cuerpo) por la cual
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delirantes. Esto es bien conocido. el pene erecto puede ser 44tragado••. El coito durante el
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1
Se puede establecer entonces un paralelismo en- embarazo es particularmente temido corno si pudiera
tr~ la neo-realidad delirante del paranoico y, si las de- destruir al bebé por perforación, etc., y aun antes del
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1
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1
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mas cosas permanecen iguales, el vínculo paranoide embarazo hay miedo de que pueda destruir el futuro
de una.hija con su madre. Este vínculo es desde luego nido del bebé. Estos miedos tempranos, que probable-
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154 •

1•

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1 mente .se relacionan con una r e curr encia del miedo~· · _, en consecuencia está sujeto a pérdida. El con-
destru1.r el pecho de la madre, s o n repetición de u e . ~. --. de afánisis de Jones ( 1927) requiere más exa-
angustia persecutoria y unos ataques fantaseados co~ . "~~::"!.'<i•' .-..w bajo esta luz, y puede llegar a tener rtuevas ex-
tra ~1 abdomen de la madre. El objeto de los ataqu . . ten~dones (Freud, 1933a}. .
del Infante es el centro de creatividad de la madre es ·
sus productos (leche, heces, bebés, etc.}. El deseo d_0
tener un bebé puede servir para reasegurar a la m u··e
de su capacidad interna de reparación. Crear un ~i~r a los pies de Onfala
sano sería la prueba de que la agresióri destructiva ~o
sido neutralizada por una libido erótica. La angustt .·. ·> · "··~~ El compromiso e·n que se puede ejemplificar una
• i - .. • .

d~_destrucción no es sólo miedo de destruir, Sino tam~ raWtasía básica de sexualidad femenina es el de Hér-
bien deseo de destruir y ~e disfrutar haciéndolo. Por cules que hila a los pies de Onfala. Descubrimos aquí
eso 1~ mujer tiene que enfrentar una combinación de un deseo típicamente femenino de tener en for111a cons-
dos tipos de fantasía: la fantasía de destruir el cuerpo 4tante·junto a sí al hombre de sus anhelos en un doble
de la madre (todas las niñas desde edad muy tempra. papel: protector y viril como el padre y, al mismo tiem . .
na se consideran madres potenciales) y la fantasía de .· po. usado como si fuera la madre. El hombre es femi-
ser dañ~da por el objeto más deseable y más t emido ilfZado en este caso, no tanto porque la mujer quiera
el pe_ne del padre. El deseo de ser penetrada en pro: - · castrarlo cuanto porque desea estar segura de su pa-
fund1dad, admitido intelectualmente más que acepta- ., · ·pel amante, maternal, reasegurador y no peligroso. El
do de hecho, se acompaña a menudo de una identifi- ..... ()bjeto aquí no es ni externo ni interno, sino que se si-
cación con el agresor. Separarse del pene después del túa en un punto donde lo uno y lo otro se encuentran.
coito constituye una dificultad adicional; pérdida del Los antiguos griegos manifiestan una vez más su pro-
pene Y pérdida del pecho se pueden considerar idénti- funda intuición del significado de los mitos; ((Onfala.,
cas en el inconciente. se relaciona con ónfalo, que significa tanto uombligon
Dificultades correspondientes con que se encuen- como ucordón umbilicalu (Delcourt, 1955, págs. 144
tran ciertos hombres derivan sobre todo de u n a iden- y 150).
tificación femenina: homosexualidad neurótica, perver- En la trasferencia de pacientes mujeres de este ti-
sa, psicótica, impotencia más o menos total , eyacula- . ,po.• el analista es tratado como si fuera Hércules. Ellas
ción precoz, evitación fóbica de la mujer o misoginia .. ~ . pretenden que él les da una impresión de fuerza, de
Y miedo al com.pror:niso sexual o emocional profundo .t·"··}~.::].:·~~~ poder, pero le reprochan ser demasiado fuerte. Temen
con un objeto femenino, con rasgos particulares según · su fuerza, tienen miedo de ese poder proyectado y, en
los ejemplos que ·acabamos de mencionar. particular, de su reintroyección. Tal vez se sientan ava-
De esta manera, la mujer tiene que hallar un com- salladas por un placer excesivo .en el orgasmo fanta-
promiso entre el miedo de la pérdida de objeto, que seado, sobre todo desde que placer y poder se consi-
puede conducir a un duelo de tipo depresivo (la depre- deran capaces de destruir todos los objetos buenos que
sión histérica es ciertamente común en la mujer) y una proporcionan ese placer. Aqttí nuevament e hay coa-
incorporació.n peligrosa que genera angustia persecu- lescencia de la madre fáli.c a omnipotente y el padre por-
toria. _En general tiene que encontrar una posición in- tador de un falo hiperpotente. El pene envidiado es el
termedia entre un objeto que es demasiado exclusiva- objeto que aporta una sensación de colmadura: vagi-

mente interno (internalizado por fusión o por una ab- .. na colmada por un pene, útero colmado por un bebé,
sorción devoradora) y un objeto que es manifiesta_men- _ .~ · ábdomen lleno de alimento y cabeza llena de conoci-
te externo (externalizado por desmentida o rechazo) miento. Pero, por idealización del analista, que tiene

156 157

1 '
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. .
ese poder y esa arma absoluta, se corre el riesgo d """''"'·· " ~
Jacer c:e órgano y placer derivado de la fantasía.
no poder encontrar fuera de la trasferencia un obje~ !rantasías que acompañan a toda masturbación va-
capaz de rernplazarlo. La fijación a los objetos Pare . :·.
~ ·i:..i}~~~al externa y clitorisina reintroduce? hue~l~s de ex-
tales idealizados (primarios o secundarios) ocluye tn ·: ·. ';;;iencias orales. De este modo la sabsfacc10n puede
da fm ma de desplazamiento que pudiera consentir u.: ~: ner en juego al ~ismo tiempo fantasías orales y fá-
satisf~cción real en el mundo exterior. L·a ·p aciertte in. ·< :f:as.
por otro _Iado, la excit~ción interna de las zonas
tenta probar al analista que es irremplazable. Este biQ. · ~- rógenas requtere penetracton profunda. Infortnes so-
queo sólo se puede supera~ analizando el aspecto de • . : e una satisfacción sexual temprana relacionada con
objeto (la fijación-padre) y la corttraparte narcisista na · ;~ttmulación de las zonas vaginales internas son su-
fijación-madre). Lo rnis~o vale para pacientes varo. .· ~JI18.D1ente infrecuentes en el curso de los p~icoanáli­
nes con marcadas tendencias femeninas. El dilema que -15 no obstante opiniones en contrario acerca de este
se presenta en un complejo de Edipo invertido es bien . · ~ ~to (Sherfey, 1966; Barnett, 1966). 1 La satisfacción
conocido. Se tiene que ser el objeto pasivo de una ma- J. ~gtnal intema solicita fantasías relacionadas con la
dre fálica omnipotente o bien ser usado por el padre -~~ ~fa&e anal por la misma razón de que activa la fantasía
- .. .. .... .. en el coito. Si se analiza sólo uno de los cuernos del {- ~ de una comunicación entre vagi~a y abdomen. El pa-
1' ··- ·dilema, una parte importante del conflicto básico per-. l. _.s aje anal es preferencial para las fantasías de embara-
¡. manecerá intacta. Esto predispone a la recaída tras la f zo 0 alumbramiento. Desde luego es difícil distinguir
ter111inación del análisis. En los dos sexos. para preve- f Jo estrictamente anal en la agresión destructiva que
1
nirla. es preciso llevar hasta el límite el análisis de la 1
! (lescribimos antes. puesto que las fijaciones orales de-
1 1 ! feminidad y el de la agresión. _( . sempeñan sin duda un papel considerable.
1
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t Comoquiera que fuere, parece probable que Freud
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tuviera raz.ó n al decir (siguiendo a Lou Andreas-Salo-
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mé) que la vagina "le ha tomado terreno en arriendou
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l• 1; 1

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l J 1 ¡ El papel de la fijación-111adre en la .al ano (1917c, pág. 133 [pág. 123]) y que la sexuali-
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sexualidad fet11enina t
1 dad de las nifiitas es falocéntrica. Pero se puede agre-
1 ~ j l l gar también, de acuerdo con Melanie Klein, que las fi-
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; . l. . , 11 ,~' . Lo que hemos venido exponiendo puede sugerir- . jaciones orales tempranas infiltran la sexualidad in-
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.j: , . ~ nos una hipótesis acerca .de la controversia central en fantil de la niña pequeña. En el curso del desarrollo
. 1 ·j
1 ~ .J 1
1!

1¡ materia de sexualidad f~Í)lenina: los papeles respecti- Hbidinal, la excitación clitorisina es proclive a volver-
1 j ' !
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í. vos del clítoris y d~ la vagina en la nifiez. ¿Hay que .$e autónoma y, por eso mismo, puede desarrollarse la
1 1• ' l seguir oponie~do clítoris y vagina (como se podría opo- envidia del pene junto con la serie de los ccpequeñosn
1 1l
'' 1 l'1 .
• •
ner esquemáticamente las teorías de Freud a las de que se separan del cuerpo propio (Freud. 1918b, pág.
·:i/:
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Melanie Klein) o sería mejor establecer un distingo en- ·- 84 [pág. 78]): heces (dinero. presentes), hijo, pene. En
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tre zo~as erógenas externas y zonas erógenas ínter- f
.. ' . ·¡. ' 1.
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¡ nas? Las primeras consisten en el clítoris y los labios 1
Las afirmaciones de Sherfey (1966). basadas en la investiga-
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mayores y menores, mientras que las internas com- 1
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i :i ,ción de Masters y Johnson. requieren una crítica y un examen con-
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1
¡ prenden la parte más profunda de la vagiri.a y el cuello · cienzudos; véanse las valiosas observaciones de Gillespie ( 1969). La
. ¡ l del útero. La excitación sexual· es producida primero 1 no participación de los dos tercios superiores inmóviles de la vagina
' 1 ·, .
. en el orgasmo ccregistrable•• no necesariamen~e significa que no en-
. '! ·¡l 1
por la estimulación de las zonas erógenas externas. La J torpezca cierto tipo de placer_por más que en efecto se han comproba-

!.
1
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1
masturbación en la niña pequeña es. con toda proba- .. _do ciertos signos de actividad en el descenso,. hinchazón y contrae-
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1 bilidad, externa y superficial.~ Pero sabet11os que lo que clones del cuello del útero hacia allí. que son más intensas en el
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!,¡.~ l 1 ¡ Ai cuenta en la satisfacción masturbatoria es la colusión entbarazo y la masturbación.
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158 159
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cuanto la niña toma conciencia, por vía de ~ercep.. - _.. ~.-;_~~~.;--. .psicóticon o ccdelirante u con la madre, de o rigen ho-
cióri visual, de que el varón tiene pene y en carnbio . ~~ ~;:¡ ·;,;¡y;.,¡:·.••
, asexual.
r no lo tiene el cuerpo de la madre, puede cdngresar en '. ,_,.,,." ;Jil Estas reflexiones tal vez lleven a reconsiderar la
la situación edípica», · según la expresión de Freud .. \~stencia o la ausencia de mecanismos específicos de
(1933a). Es decir que poco a poco tiene que resignar . ,.culpa en la mujer. Desde ~uego. rasgos educaciona~es
a la madre a fin de conquistar al padre. Hemos ex.pues.. >.~ - ~ - odificarán estos mecanismos, pero vale la pena In-
tola razón por la cual es tan difícil el consiguiente tra. · .:gar si se puede descubrir una estructura específica
bajo de duelo. Interesa a investiduras eróticas relacio- ·_-- eausa de las peculiaridades del desarrollo y de las
nadas con la madre (c.la primera seductora») y a inves. · · ~udanZas de pulsiones agresivas en las mujeres y sus
tiduras agresivas por igual. En realidad no se trata . .·- ta.Zos narcisis_tas. .
tanto de un duelo como de un desplazamiento, una , -·
' .
trasferencia de investiduras sobre el padre, el poseedor
del pene; un desplazamiento de lo interior a lo exte-
rior. Señ.alemos una vez más que es tan vital la trasfe- . . ,.. ~ f'~tasía y anatoinía: el destino sexual
rencia de_inves:ti_d uras ,agresivas .c omo la,de investidu. .
:o
. .
. .. ..... -
ras eróticas (Luquet-Parat, 1964). Este desplazamien.. En este estudio hemos otorgado cie.r to espacio a
- r / •
to hecho sobre el padre es indispensable para que se . : consideraciones aJ?atómicas. Rara vez se las toma en
produzcan los desplazamiento~ definitivos pospubera- -cuenta en psicoanálisis. Hasta se ha aseverado que di-
les, que habilitan la investidura de una figura mascu- . -~ rerencias anatómicas no impiden fantasías idénticas
lina no parental. Pero las fijaciones originales son la ·{Viderxnan, 1967). Es verdad _que la fantasía descono-
causa de que esta cadena se rompa en su eslabón más . . ce la anatomía, del mismo modo corno la realidad psí-
---débil. Desde Freud se ha observado con frecuencia que quica descuida la realidad exterior. Desde luego que
tras un estadio en que el marido o compañero varón :- no sería conducente reducir la diferencia de los sexos
desempeña el papel de sustituto del padre, también a.diferencias anatómicas. Lo inconciente no parece to-
. él pasa a ser, trascurrido un período de cohabitación, ··mar en cuenta la realidad anatómica, puesto que los
; un sustituto de la madre, sobre todo en las histéricas niños de ambos sexos suponen que existe un solo se-
\. (Freud, 193lb, págs. 230-1 [pág. 232]). La relación con . xo: los varones piensan que todos los seres humanos
el hombre queda señalada por una extrema ambiva- _tienen pene y las niñas creen que todas las personas
lencia: una demanda de amor absoluto, de presencia ~ están hechas como ellas. Esto dura hasta que los va-
constante, y exigen~ias emocionales continuas, unido -rones descubren que el pene puede estar ausente y las
esto a una insatisfacción permanente y una agresivi- ~ . .-.-niñas comprueban su existencia. Así se ven llevados
dad manifiesta que linda con la envidia. Esta en\ridia a reevaluar su concepción anatómica de la diferencia
recae sobre cualquier aspecto de la vida de él, del que · ·e.ntre los sexos. .
Pero esta manera de basar la diferen-
la mujer se sienta excluida (vida profesional, amigos, -c ia anatómica en la presencia o ausencia del pene no
ocio, etc.). Si los factores agresivos prevalecen sobre . se corresponde, desde luego, con la realidad anatómi-
las investiduras eróticas, la relación termina en una . ca. Por nuestra parte, querríamos completar esta ma-
1 separación ·o conduce al establecimiento de una rela- . nera falocéntrica de representar la diferencia de los se-
ción sado-masoquista que en muchos casos el psico- xos con la noción de destino. sexual. Cuando trata del
análisis no puede modificar ni disolver. Desde luego, la ~ sepultamiento del complejo de Edipo, Freud, parafra-
complicidad del compañero varón {por los componen- -seando a Napoleón, sefiala que la anatomía es el desti-
tes homosexuales de él) concurre al mantenimiento de -.·· no (1924d, pág. 178 [pág. 185]). En este destino se-
esa relación. En .estos casos podemos hablar de un víncu- xual nos sale al paso una realidad sexual, que se agre-

160 161
. .
ga a las realidades interior y exterior. Por lejos q 6- concepciones sobre el afecto
J lleven la fantasía y la desmentida (y el transex:~
l
l 1
mo es un ejemplo en ese sentido), es bien cierto ts. -
' i {
. }
si m 1·1a g ros qu1rurg1cos
· - · pueden modificar el sex que

una persona, será imposible modificar su destin~ de .
:"u~l. E~ verdad podemo~ decir, parafraseando a M:: ·
JOrie Br1erley .. que el destino s.e xual es investido antes
q~e ~e lo perc1?a. Lo~ descubrimientos perceptivos des.
dibUJan estas Investiduras y el destino sexual se ale
1 . d
za por e camino e unas peripecias que contrarian
an. . No es exagerado decir que en psicoanálisis, según
logro: bisexualida~l. Allende la anatomía, se encue~ hoY se lo practica, el trabajo sobre los afectos deman-
'
1 1 ra un~ ~erdad mas profunda que co·n juga los aspec. da una parte considerable de nuestro empeñó. No exis-
tos positivos y los negativos. Un hombre no puede d te resultado favorable que no suponga cambio afecti-

a luz; una mujer no puede inseminar. De este modar 0


vo. Querríamos ~star en .posesión de una teoría satis-
la anatomía pone de realce el núcleo de realidad ' factoria de ~os afectos, pero la echamos de menos. En la
derredor del cual la fantasía se construye en dir~cci~~ imposibilidad de contar con ella, preferiríamos no re-
a la verdad más profunda. En estas condiciones, la an . cargarnos con preconceptos teóricos y poder mirar el
1
1
tomía decidirá sobre la dirección que habrán de toma problema con ojos nuevos. Ello apenas es posible. Es-
1 las investiduras: hacia la descarga externa en el ar tas dificultades reconocen dos fuentes. La primera es
1• - h . va. .la naturaleza misma de los afectos. Es difícil hablar
1l ron, ac1a la captura interna en la niña. Desde luego
L,
que el desenlace sólo parcialmente puede ser situad "e algo que por su esencia es sólo parcialmente comu-
-; ' t i
en el nivel del principio de placer. La idea de destin~ nicable, como los afectos, por lo menos en medida ma-
1
.f í 1 1: .. 1 '

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~ 1:¡ ; ; yor que otros fenómenos observados en el análisis. La


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; 1! 1'l !. 1
sexual rebasa casi el nivel personal: no tenemos 0 .
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c1on r.ente
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a ella. Pero esto no nos impide producir la •· segunda dificultad obedece a nuestros preconceptos
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fantas1a de que podríamos elegir nuestro destino se- Jf y a la manera en que vienen planteados los problemas
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' xual. desde el comienzo de la teoría freudiana. Si la primera
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~ dificultad- constituye un obstáculo de difícil superación,
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la segunda pue·cte conducirnos a una reflexión escla-
¡ l. ! .
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. " recedora. Es más fácil discurrir sobre lo que se ha di-
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l. cho del afecto, y sobre las concepciones que se han
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tenido de él, que sobre el afecto mismo. El afecto es

' '. 1. l• !
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. un desafío para el pensamiento.
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El afecto se&ún Freud


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Freud se debatió con el problema del afecto toda j
su vida, particularmente en el periodo que va de Estu-
dios sobre la histeria ( 1893-95) a Inhibición, síntoma
Y angustia ( 1926). Escojo cuatro ccmomentosn tempo-

rales de su trabajo: La interpretación de los sueños

162 •
163
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1
l

(1900}; Trabajos sobre metapsicología (Freud, 19I5c , · '~ndolo mientras se lo frag~enta y se lo ~rasporta en
d, e, 1917e; todos escritos en 1915); El yo y el elJ~ :.: Y:, queñas cantidades adhendas a un conJuntode r~-
( 1923} y, por último, Inhibición, síntoma y angustia · '~ .~esentaciones entrelazadas. No obstante, el trabaJO
( 1926}. En estas cuatro ocasiones. Freud modela o re. . cr fragmentación conoce sus fracasos: una impresión
modela una formulación global de su concepción ge. · . -.: ~vial de valor no patógeno se puede volver traurnáti-
neral de la actividad psíquica, ·y cada formulación in.. _;.,;,.,. . . · Ca después.
cluye una toma de posición acerca del afecto, clara . Habría ge pesar mucho sobre el futuro de la con-
prueba de que el estat~to teór.i co de la noción no se -·~epción del afecto esta subordinación de la cualidad
puede examinar aislado. :Objetiva de aquel a su expresión objetiva: la cantidad,
·c uya medición esc~pa a nuestro conocimiento .
.~ Los Estudios sobre la histeria (Freud y Breuer,
De los orígenes del psicoanálisis a .Í '895d) se centran en la teoría del b~oqueo del afecto.
La interpretación de los sueños .· Freud imagina un diálogo permanente entre afecto y
representación, en que uno moviliza a la otra, y a la
. . .. .. -- Antes -todav-ía de ·Estudios t?Qbre .la ·histeria, en su tnversa, según las circunstancias. La solución que ofre-
--
trabajo s·o bre las parálisis motrices órgánicas e histé- ce la psicoterapia,. la <ccura por la palabra.. , es que el
ricas (1893c~ escrito en 1888), Freud había introduci- lenguaje puede obrar como sustituto de la acción, lo
do la noción de monto de afecto (Affektbetrag): de de- que abre para el afecto una solución de alt~rnativa pa-
recho, si no de hecho, toda impresión y todo suceso ra ser abreaccionado. Es ·en el artículo ((Las neuropsi-
psíquico están provistos de una cantidad mensurable ·cosis de defensa.. donde Freud (1894a) p;roporciona la
de la cual el yo procura desembarazarse por medio de · fotinulación más clara; distingue allí de manera tajan-
una reacción motora o bien de una actividad psíquica te entre monto de afecto o suma de excitación~ que es
asociativa. Se puede afirmar que desde este momento una expresión de naturaleza fundamentalmente cuan-
la concepción freudiana del afecto revela implícitamen- t- titativa, y huellas mnémicas de representación. En su
te sus presupuestos: L carta a Fliess del 21 de m~yo de 1894 (Masson, 1985),
l. El afecto es una cantidad (de energía) que acom- · Freud ya expone :tres destinos del afecto que difieren
pafia a los sucesos de la vida psíquica. Es una carga de los destinos de la representación: conversión, des-
más o menos comparable a la carga eléctrica de un plazamiento y permutación en angustia.
impulso nervioso. ·, El trabajo del aparato psíquico en relación con los
2. El yo representa la parte del aparato psíquico que · afectos es paralelo a su trabajo sobre las representa-
opera como homeostático uagente de ligazón)) y que po- . : ~lo.nes, y diferente de este.
see investidura constante. Su papel consiste en mode- · El origen de los afectos es distinto del de las repre-
rar variaciones excesivas en la vida psíquica, produci· J sentaciones. Inspirándose en Darwin, Freud concibe
das por montos de afecto que parezcan amenazar su r~·· el afecto como representante póstumo de acciones que
.. ~

organización, que se asienta en una movilidad óptima ~ en el oscuro y remoto pasado prehistórico fueron adap-
-t~
de las investiduras. . " tativas y estuvieron bien motivadas .. Vemos que para
3. Dos Caminos se abren al yo para el cumplimien· (_: :· Freud el ·sustrato orgánico de la vida afectiva es mu-
to de su función: la motilidad, es decir, el gasto de.la t cho más marcado que el de las representaciones. El
cantidad por vía de descarga (acción específica), y el ;;.- · afecto es una huella mnémica de acciones que perte-
establecimiento de lazos por medio de un trabajo aso- ·n ecen al pasado filogenético de la especie. En este pun-
ciativo. La actividad psíquica asociativa es una mane .. to Freud se mantiene fiel a la tradición, hoy no extin-
ra de ligar el monto de afecto dividiéndolo, distribu .. guida del todo, que sitúa el origen del afecto en la·bio-

164 165

logia y en la base ailimal del ser huma~o. L~s h~ellas :· ·tro del aparato psíquico. No deja de ser sugestivo
de esta concepción se conservan en la Im.a gineria del -~ · den
.: .: · . · el ejemplo inicial mencionado por Freud en el uPro-
lenguaje. · . · · · q::ton sea el de la vivencia de place~, a la que contra-
El manuscrito G (en ibid .) y, después, el ctProyecto11 y e la vivencia de dolor (y no de dtsplacer). Se com-
(Freud, 1895, año en que estos dos trabajos fueron es. ponnde entonces que el sistema teórico de Freud se en-
critos), avanzan mucho en la investigación de estaba. ·. pr~ntre encaminado a la búsqueda de soluciones para
se fisiológica del afecto. Es cierto que Freud parti~ de ~desorganización introducida por el afecto de ~olOr, y
su experiencia clínica p~ra trazar las _g randes lineas ·e la cantidad aparezca como el concepto mas ade-
de su teoría, pero, en definitiva, aunque diera empleo ;:ado para explicarlo. Aunque reconoce ya la imp<:>r-
nuevo a los instrumentos conceptuales de su época, tancia de la vivencia de placer, Freud. en lo esencial
las inevitables limitaciones de estos lo obligaron a de. dopta su posición desde el punto de vista de las con-
finir el nuevo continente, cuya estructura descubrió, a cuencias nocivas del afecto para el funcionamiento
en función de una dualidad que trajo grandes dificul-
tades. Visto en relación con la conciencia o, más bien,
.:1
pensar. Este punto de vi_:;ta nos .autoriza a adscri-
. bir los comienzos de la teor1a freud1ana al despuntar
1 - con las teorías de la conciencia corrientes en su épo- de una tradición que eleva el ejercicio del pensamie~­
ca, lo inconciente presenta una doble faz: de un ladot to científico a la condición de ideal humano. Se podria
un sistema semántico que revela otro significado u otro decir que la meta del aparato psíquico no es tanto ob-
modo en que el significado opera, y del otro, un siste- tener el máximo de la riqueza del vivenciar afectivo
ma de connotaciones del significado que depende en cuanto dominar ese viven ciar por medio del pensa- ·
i
i
mayor medida de la biología y trasforma la cualidad miento y cotejarlo con los hechos conocidos del mun-
1
11
1 1
emocional adherida al significado conciente no sólo en do exterior y del mundo interior. Lo pone en eviden- ·
:f .
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j
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1
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r otra cualidad (el placer en displacer) sino, en definiti-
va, en cantidad «purau. De este modo, en la teoría, lo
cia toda la
tercera parte del ((Proyecto ...
1

' . 'l.
! l:

i1 ¡
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inconciente sufrirá las consecuencias del diferente tra- t El pensamiento de Freud en el ((Proyectan es intrin-
1 :

~
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. cado y complejo. Pero es esencial tratar de compren-
:
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~ . tarniento impuesto a ia inforiilación que viene de afue- i - derlo porque las hipótesis iniciales deter111inaron lo que
'l ~~1.· ~.' J ra o de adentro: a la segunda le dará otro significado siguió, a pesar de los cambios que les introdujo de~­
1 1
(latente, disfrazado o reprimido) y la trasformará en pués. Lamento que los límites de este estudio me o~!I­
.r . : :.
1 •
l J • •

cantidad pura sin cual~dad. · _g uen a una condensación extrema. Esta condensac1on
1 11 ' • ; ' ll Estas conclusiones .no sorprenden puesto que, pa-
i ; 1
es inevitable porque cada noción se enlaza c~n la ma-
:~ j j ra Freud. el cometido del aparato psíquico es despren- sa de las demás y aquí me tengo que ceñir al examen
J 1
'. 1:1 J '
' derse de un exceso de excitación que pudiera coartar del afecto. La primera vez que el término c(afectou apa-
' . -. ¡
1 1
J
l i-
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• !
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su funcionamiento. Pero hay contradicción o, al me- rece en el ((Proyecto••, es decir, en el escrito que repre-
¡- ~ : J nos, contradicción aparente en el postulado de que el
l 1 1 senta el primer intento de sistematización teórica, se
·i j ¡ aparato psíquico está hecho para buscar placer y, al lo caracteriza como la reproducción de una vivencia
:
1 '
i• .
11
mismo tierppo, evitar tensiones. La solución teórica (Freud, 1895, pág. 320 [pág. 365]). Es decir que el afec-
' 1
. f ~ 1
1

consiste en una mayor insistencia en la evitación del


i 1
l~ : l to se concibe como una de las modalidades de memo-
1'
' • 1 displacer, ·y en entender que el placer aminora la ten· . ~a del organismo. Freud se ve obligado, en el trata-
1 • ~
1 sión. Esta solución se impuso a Freud hasta 1924, es ~iento de esa ureproducción)), a echar mano de unas
decir, durante casi treinta años. De esto se desprende neuronas secretorias que, excitadas, uhacen generar-
que, corno había pospuesto la dimensión cualitativa. del se en el interior del cuerpo lo que tiene acción eficien-
afecto a sus variaciones cuantitativas, Freud conside· te sobre las .c onducciones endógenas hacia 1/; como
ró el afecto sobre todo como un factor desorganizador estimulan (ibid., las bastardillas son mías). Retengamos
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166 167

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esta expresión porque volverá a aflorar casi treinta ·. _~1>'0~'-<~r~. · . . • En consecuencia divide las neuronas ~ en ne.u-
añ.os después. Lo que Freud quiere decir es que Por ·~ ::nas del palio. que son investidas desde cp, y neuro-
un lado el afecto no es el estado emocional de la v¡. . · ·'._.:.·nas del núcleo, que son investidas desde las conduc-
vencia primitiva sino su reproducción, . y que por otro _,· .:· -- ~¡ones endógenas (ibid ., pág. 315 [pág. 360]). Al final
lado el aspecto pu_ramente mnémico (una reinvestidu.. ;_:_· _.-- de la sección siguiente (sección 10), que justamente
ra de la huella perceptiva) no basta para explicar el ·. :. -~- tfa~ de ((las conducciones endógenas>>, Freud llega a
aumento en el nivel observable .que sobreviene tras la la conclusión de que estas, que trasportan al sistema
reinvestidura de la imagen -m némica hostil er1 la Vi- "'- ta excitactón que brota del interior del cuerpo, pue-
vencia de dolor. La conexión que él establece con las den recibir una inve.s tidura suplementaria de cantidad
neuronas secretorias introduce los productos del inte- _Q?í, y que este nuevo aporte trae consigo una rnodi-
rior del cuerpo. No se trata del cuerpo físico sino del · _. _. . ficación estructural. Escribe: .. Aquí l/; está a merced
cuerpo en su relación con el sistema ·t/;. El texto no '.. ·_;- de g, y con ello se genera en el interior del sistema
lo dice muy claramente, pero existen buenas razones ·-- · ·.ta impulsión que sustenta a toda actividad psíquica.
p~a establecer esa deducción. En efecto, Freud espe: . ·T enemos noticia de este poder como la voluntad, _el
cifica pritnero que :e's tas neurortas· secretoti'as: ·a diíe-' " ~-- -. · retoño de las pulsionesn (ibid., pág. 317 (pág. 362]). Es-
.
.·- ·.
rencia ct·e lás-hetirórias·motoras, rió conducen la exci--~ ~ . - ta. ·e s la primera formulación ; .
de Freuct· sobre las pul-
tación a los músculos a fin de evacuar de ella el apara- ~ siones. .
to psíquico. Su estímulo sobre las vías endógenas de Ahora podemos comprender que, en el pensamien-
conducción hacia 1/; no destruye la cantidad (tenemos ~ to ·d e Freud, el afecto se corresponda con el fenómeno
aquí el concepto de cantidad, cf. Stracl"ley, en Freud, de liberación que se consuma por medio de los grupos
SE, I, págs. 189 y 392 [págs. 228 y 441]) sino que la . de neuronas conocidas como secretorias, o neuronas
incrementa por caminos indirectos. Volviendo sobre llave-, que· pertenecen a las neuronas del núcleo exci-
estas neuronas, Freud les da el nombre de .c11euronas tadas por la evocación -de la imagen rnnérnica hostil.
llave u. 1 r· ·- ·. Es esencial tener en claro que no es l a imagen mné-

De este modo, el afecto es el producto liberado de ... ,__ ·mica misma (la base de representación) la que induce
la fricción entre la imagen mnérnica hostil y la esti- _·_ · esta excitación, sino su facilitación, es decir, su inves-
mulación ocasionada por los productos de las neuro- '·, -~· ti,dura (cf. ibid._, págs. 319 y 321 [págs. 364 y 365-6])
nas secretorias HSObre las conducciones endógenas ha- _.- .· . y que esta investidura, precisamente, se sitúa en la raíz
cia tP•'· Si quisiéramos avanzar en las consecuencias . · ·del funcionamiento pulsional. Es cierto que Freud se
de este esbozo de teoría del afecto, tendríamos que re- - ~- ·_·:~-expresa aquí con términos confusos en su búsqueda
troceder en el texto. Al final de la sección 9 (.. El fun- · /:.:·,: de. un lenguaje intermedio entre el aparato neuronal
cionamiento del aparatan), Freud afirma que el siste- .-_.· . y el aparato psíquico, y es cierto también que presen-
ma -J,¡ recibe excitación también del interior del cuer- · -~:,.·:::-' :· . ta en forma no menos confusa lo que quiere comuni-
. · .:· ~--. ~ar con la noción de investidura; no obstante, sabe que
1 p d ' .. , ·.· ": ·no debe confundir imagen e i~vestidura. Entonces, el
ero. ¿ e que neuronas se trata? En el manuscrito Freud es-
.· ·\:· · -á.fecto surge como resultado de una huella ya estable-
(
cribió: ••las neur~nas rnotorasu y los editores. Strachey lo mismo que
sus predecesores._adoptan la hipótesis de que este es un error y Freud . · -. .. ·. ~. cida, mantenida por facilitaciones y propensa a actua-
quiso c;l~cir cela~ neurqna~. ~.ecretoriasn. Esto es posible. Pero si qui- . . . ·,._.ltzarse a raíz de la repetic;ión de una vivencia que ame-
siérarnos respetar lo escrito por Freud concluiríamos que quiso dar· ··:~ . - · ~ace evocar la vivencia p.nterior, ya fuera placentera
a esta subcategoría de neuronas motoras la den-ominación de neu-
...,~""·"'~;"·..;:,?M. ."'~"~; . .~•. ~ · d isplacentera. Esto guarda correspondencia con lo
ronas llave, lo que significaría que las neuronas secretorias, acerca
de las cuales no hay ninguna duda. tienen un papel de llave de co- ·'''"'"'~"'_,·.~>: q~e su.c ede en el nivel de los estados de deseo que tie-
mando respecto de la motilidad en relación con el sistema 1/J. ::/>-~-~en por resultado una ccalucinaciónn. No obstante, es


168 169

-=------ - - -
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-- ~--- - - -- ---- - -- -
preciso recordar que el afecto no es una expresión ern _ !imitadora sino en su incitación trasformadora:
,;:BCJ•II
cional directa sino una huella, un residuo, des perta: .. >n',.,, ....,.. • ti trabajo del sueño. Sólo con posterioridad compren-
por una repetición. Su diferencia respecto del anhelo .· ,.;;;~'·. dló Freud el paso que acababa de dar (véase su carta
(o el deseo) reside en que se manifiesta por un despre ~ 5:i~~·t't.. "· FUess del 3 y 4 de enero de 1899. en Masson. 1985).
dimiento repentino, mientras que aquel es un proctu~. · . ~ora bien. no. sólo ventajas co~te~ía esta solución que
to de sumación. Prestamos atención preferente al fe. . ..:r.. ., nevaba la teo~a . del aparato psiqmco claramente a su
nómeno del dolor porque es la fuente de la defensa Pri~ ~-'~-· .f· dominio propto. . .. - .
maria (represión). El inter~s heurístico d~ este distingo . ·_:_-~ . ._.,. En La interpretac1on de los suenas (Freud, 1900a),
proviene de esto: en lo que respecta al destino del de- ~·_, .• ., el espacio psíquico qued~ ~onfinado entre sus do~ ?.o-
seo (lo que después se llan:tará cumplimiento alucina. . · _.. ¡os: el polo de la percepc10n, ce_rrado por la abohc10n
torio de deseo), el aparato psíquico puede ser engaña- . . .' de las noticia~ del mundo ex~~nor .. y e.l polo de lamo-
do por la creación de una representación que satisfa- ·.:. ·. tiltdad. reducido a su expres10n mas simple por lapa-

) ga el deseo,. mientras que en el afecto, que proporciona . . rálisis relativa del dormir. Freud_ ha~:>ia alcanzado ~u
información acerca del estado interno del cuerpo, no · , ..:." objetivo: su teoría del aparato pstqmco. Pero lo habta
puede recurrir a este expediente y está obligado a man. conseguido al precio de una fascinación por las repre-
tener la defensa primaria. La cuestión es tanto más sentaciones en detrimento de los afectos. Aunque en
importante cuanto que la excitación del sistema el:> se el capítulo sobre el trabajo del sueño dedica una sec-
puede confundir con unas excita<?iones internas (ibid., ción al examen de los afectos, el papel de estos es se-
pág. 334 [pág. 379]). cundario. La vivencia del sueño importa menos que
Esta conjugación de deseo y defensa indicó a Freud · .' . ~u significado, del que brot~ la in~erpretación. Las ex-
que si quería llevar adelante la elaboración de su teo- presiones de un afecto desinhibido. consideradas por
ría del aparato psíquico (po_ r que en efe-c to, me parece, _Freud, son de escaso momento en los sueños que pro-
su exposición de las mo~alidades de trabajo del apa- - vocan un orgasmo en el sofiante, y de mucho mayor
rato iba mucho más allá de las exteriorizadas en la si- momento en los sueños de angustia. Pareciera que, pa-
tuación clínica), tendría que volver a dar las cartas. ra Freud, los afectos en su estado en bruto fueran fra-
Es decir que debía circunscribir aquellos afectos de casos del trabajo del sueño. Este trabajo ~el sueño apli-
cantidad móvil dentro de limites claramente estable- .cado a los afectos condujo a Freud a exponer diversos
cidos a fin de obtener una pomprensión mejor de las mecanismos que, nuevamente, distinguen con cuid~­
trasformaciones a que da}?-an ·origen. La defensa tiene do entre el trabajo sobre representaciones y el trabajo
varias funciones: bioJógica, para evitar los efectos de- sobre afectos. Una diferenciación muy importante se
sorganizadores del dolor; social, para no contravenir presenta entre estos opuesto.s : la represión del conte-
las prohibiciones morales. En la vida despierta, estas nido y la sofocación (inhibición) de los afectos; aun-
dos funciones se entretejen en una malla tan- prieta que que la no sofocación de los afectos provoca represión,
1
resulta difícil no sólo distinguirlas sino dilucidar la fun- lo que relativiza el distingo. Además, reparemos en que
l
1
1
ción que es intrínsecamente psíquica. La estrategia teó- los mecanismos principales del trabajo del sueflo, con-
¡ densación y desplazamiento, influyen de manera si-
1 rica de Freud· se modificaría entonces de la siguiente
1
manera: primero, por recurso al espacio del dormir co- multánea sobre las representaciones y las cargas afec-
1

¡. . mo límlte natural y por la consideración del papel que tivas. ¿Por qué entonces Freud privilegia las represen-.
en él desempeña el deseo que ya ha sido cumplid.o; taciones tanto como para ligarlas a la represión, que
después, por la vía de considerar el suefio como pro- _ volvería la actividad psíquica ccmás inconcienteu que
ducto de un cumplimiento alucinatorio de deseo y de .... . . . · .. la sofocación? Mi hipótesis es que Freud, en esta eta-
apreciar la defensa dentro del suefio no sólo en su fun- .pa de su obra, estaba dominado por preocupaciones
..

170 . 171
J •

acerca de la demostrabilidad; pudo parecerle que, : · . sobre metapsicología


81
se ~entraba en el problema del afecto y su cualid .·
~U'?J~tiva, corría el riesgo de que le reprocharan un su~ :· . ., "tos trabajqs sobre metapsicología escritos en 1915
JetiVIsmo inconciliable·con la demostración de la Pru . . . riOS presentan como un intento de Freud de apre-
ba. Po: el recurso de desplazar el acento a las tepr:: . ·. ~-. ,·.,. . · ·-~ : ·d la totalidad de sus conceptos fundamentales
· ..- hen er . ·
sentaciones y de poner de manifiesto los mecan;.smo '··~·· f0: l' fu en el momento en que se debate con el cambio
de tr?-sfot mación a que están sujetas; pensó tal vez qu! · ~y ·,J~Í1 0 que ..consumará hacia 1919.
. . _,,
. .. •

~-~....,~~notable qu~ en el traba~? que inicia la colección.


.
podna demostrar la existencia de lo inconciente· de un
manera más convincente y científica. Exponía de es: :-- ~. ·.~1i1 tones y destinos de pulsion, (Freud, 1915c), nun-
· •r-.uS
~':
. t d
trate de representaciones ni, menos o av1a, e , d
~odo un mé~odo objetivo, verificable por cualquiera
~m ~u_e el analista pudiera ser acusado de guiarse po; ·'. ca se Es como si. en e 1 nive
arectos. · 1 d e 1a pu1_swn.
·, encruci- ·
Intuicio..nes afectivas sujetas a reserva~ Sabemos que 1. _t· ad8.·de caminos entre el cuerJ?o y la pstque, n~ _fuera
no _logro su objetivo. Al contrario, haber expuesto, si- .: ' l lble proceder a su separacion porque la pulswn ex-
quiera parcialmente, las virtualidades de la subjetivi- . . ·~a un nexo entre la actividad psíquica y el cuer-
• •
dad, atrajo a su lado a hombres cuya vocación era res- . p . pe:fo la actividad psíquica sólo puede ser aprecia-
ponder al sufrimiento psíquico ·humano, y que habían : en las circunstancias opuestas. a saber. la separa-
c<:>mp~endido que el deter111inismo operante en su pro- ción entre ella y el cuerpo, y se la pu~de estimar por
p~a Psique no podía ser divorciado, a nombre de la cien- la medida de una demanda de trabaJO.
cia, de su vocación terapéutica y de su sed de verdad ·.· El artículo c(La represión» permitió a Freud esclare-
ll Y conocirniento. Podernos decir que desde ese momen- ter sus concepciones y sin duda encaminó a su~ disci-
to lo.s afectos no dejarán de ocupar una posición siem- ulos hacia una idea más precisa sobre sus teor1as. Es-
pre Incómoda en la medida en que, a diferencia de lo ~ribió en él: .. En las elucidaciones anteriores conside-
qu~ sucede con las representaciones, es imposible re- iamos la represión de una agencia representante. ?e
ferirse a ellos en la teoría fuera del vínculo con el obje- Pulsión. entendiendo por ~quell~ a un_a representacwn
to, como ya lo había reconocido Freud en el ccProyec- 0
un grupo de representaciOnes m vestidas d~sde ~a p_ul-
t? .. , Precisamente en conexión con la vivencia de sa- sión con un determinado monto de· energ1a ps1qu1ca
tisfacción. No obstante, la sección sobre ((Los afectos {ubtdo, interés). Ahora bien, la observación clínica nos
en el sueño .. nos proporciona muy valiosas indicacio- constriñe a descomponer lo que hasta aquí concebi-
nes sobre las mudanzas que se producen en el nivel ·mos como unitario, pues nos muestra que junto a la
~ectivo; no podemos entrar en su detalle aquí. Limi-
temonos a señalar que Freud ya establece la hipótesis _. : Senta a la pulsión y puede experimentar un destmo
de que la sofocación de los afectos en el sueño puede ;;>-. ,de represión totalmente diferente del de la represen-
ser resultado de la confrontación, en el corazón mis- tación. Para este otro elemento de la agencia repre-
~0 de este, entre pensamientos contradictorios (1900a, ~·sentante psíquica ha adquirido carta de ciudadanía el
pa~. 468 [pág. 466]) . .según lo expuesto, ·n o importa nombre de monto de afecto; corresponde a la pulsión
cuan grande ·revolución cumpliera en relación con el en la medida en que esta se ha desasido de la repre-
uProyecton, tan influi~o por los años que Freud había sentación y ha encontrado una expresión proporcio-
~asa~o en el laboratorio: La interpretación de los sue- .nada a su cantidad en procesos que devien~ registra-
nos Sigue siendo tributaria del ideal de la ciencia pura ·bles para la sensación como afectos.. (Fre~, 1915d,
en medida mucho mayor de lo que se suele decir. pág. 152 [pág. 147]). . . . .
· Propongo entender esta cita por medio del distin-
go -que Freud no siempre traza con claridad entre

172 173


- -- - - -- - -- --
1 1 .
. gue que el des~ino del monto de ~fecto de la agencia
1
• 1
la Triebreprasentanz y la Vorstellungsreprasent
J .. anz o . representante .I:nporta mucho mas que el destino de
¡
e 1 representant-représentation (Laplanche y Pontai·
18 'Iá representacion. Por tanto, es el decisivo para nues-
1967; es el ideational representative en la term· •
'j .. 1 .
gia ang osaJona, cf. Laplanche y Pontalis, 1973). E ·
Inoio tro juicio sobre el proceso represivo. Si una represión
en consecuencia la Triebrepriisentanz la que se p 0 d~ ·
00
consigue impedir que nazcan sensaciones de dis-
dividir en Vorstellungsreprasentanz y afecto, qU la - placer o de angustia, ello nos autoriza a decir que ha
J1

ri·g or, d e b 10 · 1a denominación de Affektsree' en
· - rec1·b Ir
. .
..
Pra.
. eracasado, aunqu~ haya alcanzado su meta en el otro
sen tanz. L o que h a Impedido a Freud acuñar ese t· compo.n ente, la representación,, (Freud, 1915d, pág.
. h "d
mino a SI o una contradicción interna que paree1a er
. . 153 [pág. 148]).
contener dentro del marco conceptual de su época. Me if" . ~ Si en 1900 la represión, comparada con la inhibi-
pare_ce -~ue hoy no hay nada inaceptable en esa con. 1;. ción. tenía la función de volver más cdnconcienteu el
tradiCCIOn. En todo caso es menos inaceptable qu l
., F e a
r . contenido, es decir, de mantenerlo más alejado de la
conciencia, la suma de quince años de experiencia clí-
que movio a reud a concebir el estado inconcient
del afecto en la. forma de un simple monto ·G·Por que~ ) . nica hizo que el papel de la represión consistiera más
conc~de Freud a los afectos un estatuto representati.. (~~ bien en neutralizar el afecto de displacer de una ma-
1
1 •

VO, SI ~? es porque la palabra se enlaza con una repre.. r nera más ·radical. Reparemos en que Freud no toma
en cuenta el problema de una neutralización afectiva
1
¡ s:nt~cion o con un grupo de representaciones: una pe-
¡ 1 ripecia ~e percepciones? Los representantes, según su total cuyo efecto sería empobrecer el yo, que no po-
l
j
pensamiento, son huellas mnérnicas, mientras que los dría controlar selectivamente los efectos de la repre-
11
••
1!
1
afectos ~on procesos de descarga. Considerado más de sión en relación con el solo displacer.
1'
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c~:ca: SI toda operación psíquica moviliza energía, tarn. f En ceLo inconcienten, Freud (1915e) se pregunta si
¡ ; .
pueden existir sentimientos inconcientes. Se manifies-
1

bi~_n el repres~ntante-representación (Vorstellungsre- I. .


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1 1
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prasentanz) tiene, como el lenguaje, una función de ta fiel a su concepción de la inhibición de los afectos
1
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de~car~a; en menor medida que el afecto, es cierto, pe- y. pone de relieve el contraste entre contenido y afee~
to. El contenido se puede presentar con disfraces que
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! ;
j
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¡¡ ro Inevitablemente. En realidad, lo que se debe enten-
1· 1 ' l
d~r es que la economía de las representaciones es de lo vuelvan irreconocible para la conciencia, o quedar

; .1 t' ¡ sujeto al juego incesante de pertnutaciones en lo in-
'
'
'
1
1t
diferente escala, de ordeD; diferente de la economía del
. conciente. Los procesos inconcientes en su conjunto
;, .•

1 : •
. 1 1 ' 1 j. i afecto; de ahí el corolario: de que los destinos respecti-
j
l

1' 1
1
1' . vos de la representación, y qel afecto son diferentes. carecen de cualidad, y el afecto es sobre todo una cues-
..
1 1 J
'
i j Freud enumera tres destinos posibles de la cantidad tión de cantidad; a diferencia de los destinos del con-
que atestigua~ la evolución de sus ideas anteriores: .tenido, puede esencialmente ser aminorado (hasta la
. . ¡
1
'; l 1

Son: 1) la sofocación de la pulsión de manera que no extinción) o admitido en la conciencia, donde cobrará
.' !; 1 1 se descubra rastro alguno de ella; 2) la aparición de . una cualidad definida. Hasta este momento entende-
1 1 . 1
un afecto que de algún modo presente una coloración mos que la acción de la represión es cuantitativa. Pe-
1
¡
¡¡ cualitativa, .y 3) la trasformación de la energía psíqui- ro donde el problema se vuelve más complicado es en
1
' 1
ca de las pulsiones en angustia. la teoría de la angustia, que supone una trasformación.
1 • • 1

. A medi~a qu_e más elaboraba sus ideas, más explí- Me parece que es aquí donde debemos ampliar el pun-
1

Citamente Iba Situando Freud 'la angustia en el con- to de vista económico de Freud y considerar que no
1'
• •
texto_d:. una teoría del afecto. Esto explica la siguien-
·
se trata solamente de variaciones cuantitativas sino de
· trasformaciones cualitativas: placer trasformado en su
te opinion, que en definitiva concede preeminencia al
' t
1
1 ~
1
1
1
'j • afecto: ccRecordemos que la represión no tenía otro mo- opuesto, la angustia, que es una forma del displacer.
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1' 1 l ;

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tivo ni propósito que evitar el displacer. De ahí se si- En esa época, la concepción de una descarga interna
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.

secretoria, vasomotora. dominaba el pensamiento d ·.· · -~·lación sino que provienen de que el psicoanáli-
Freud. Por eso mantuvo la idea de que hablar de ~ e . ,., ~r e originó en la hipnosis y la catarsis, en las cuales
1 tos reprimidos o inconcien tes es abuso de Iengu ~· .' ~aradamente se concedía preeminencia al afecto,
1 El problema teórico del afecto se concibe desdCl]e. ~ 't~~:::1;"·1>i.. ~.;,t debía ser sofocado por la imposición de otra re-
áng~lo del dominio . de un exceso potencial. Si la::~ .- ·. ·e sentación en la hipnosis, o bien debía ser elimina-
';.')':'-'<····,. · : "

gust1a es el resultado de una acumulación de libid . •. : por desca:g~ c~t~tica. El _afán ?~ !"reud por res-
reprimida, no tenemos modo de explicar esta trasrO ~ __ .,,=";··~;:- ardar la originalidad del psicoanáliSis de toda .c on-

mación porque la práctica clínica nos presenta diver. ~;·(· ·l:ninació'n con las raíces de las qu~ ha~~a partido es
sas variedades de angustia y diferentes tipos de af~. · ..- -' tri duda responsable de esta subord1nac1on del afecto
tos displacen teros que son distintos de la angustia. La · . ·., · ,~ · la representación en los comiehzos de la disciplina
l conversión histérica podía ~rescindir de una explica..
ción porque en ella el conUicto se desviaba hacia una
·;: ·4ue él fundó. El hecho de que hoy asistamos al renací-
. _· . miento de métodos de inspiración comparable (bio-
esfera no psíquica. También la neurosis de angustia . · · ·e nergía, guestalt. grito primordial) muestra que el pro-
había sido divorciada del conflicto psíquico. La fobia l·f/. blen1 a persiste. La. ((cura por la palabra)), que se basa-
como evolución y expresíón de la h ·i steria. de ·angus~ ._. . ba en la narración por medio de palabras, pudo haber
'
· tia, parecía responder a una limitada cap·a cidad de las ~···· inducido a Freu,Q a otorgar al lenguaje un papel capi-
! representaciones para .sortear la angustia. Pero ya la tal en la teoría ~e lo inconciente, puesto que, dent~o
neurosis obsesiva enfrentó a Freud con el problema de los horizontes conceptuales de la época., era lógico
1 1 '
insoslayaQle de la trasformación, puesto que daba Ori- . ugar aquel con los destinos de las representaciones.
gen a la infiltración del conflicto en la esfera de la ac- . Resistió esta tentación del mismo modo como puso cui-
1' ción (rituales), del pensamiento (duda, distorsión de .dado en no comprometerse con el afecto por las sen-
1
los nexos causales) y de la conciencia moral (remordi- das que acababa de abandonar. Por esta razón, al fi-
mientos), lo que indica una lucha incesante contra lo ·. . · ri.al de «Lo inconcienteH, Freud (1915e) dejó en claro
pulsional. . que lo inc~nciente está formado exclusivamente por
Muchas dificultades teóricas se habrían eliminado representaciones de cosa, mientras que corresponde
'
1
si Freud hubiera admitido que existían varios modos
de estar en lo inconciente tanto para las representa-
a lo preconciente ligar las representaciones de cosa con
. . ~ las representaciones de palabra.
ciones como para los afectos. Se podía pensar que es- No nos parece accidental que los dos ensayos fina-
1 :
tos últimos permanecían ligados con representaciones les de la colección metapsicológica traten, el primero
o bien en un e~tado flotante, pero eran susceptibles · ,·,.·: . (Freud, 1917.d), de los sueños, donde ·predominan las
de trasfort11aciones internas o de lo que Freud, sin con- .'_- .· consideracion.es de representabilidad, y el segundo
cederles el derecho a la complejidad, llamó uconstruc- -(Freud~ 1917e), del duelo en su relación con la melan-
ciones afectivas,). ...- colía: una neurosis narcisista, pero una psicosis afec-
Podríamos. resumir la cuestión dicien.do que, des- tiva por excelencia. Tampoco es casual que este tra-
d ·e el punto .f:1e vista económico, es el afecto el que se bajo fuera el punto de partida de la obra de Abraham
tiene que volver inconciente por vía de inhibición, pe- y de la de Melanie. Klein.
ro, desde el · punto de vista tópico, las representacio- ~, Sostengo que Freud aprehendió la totalidad de su
nes se t~enen que mantener inconcientes por vía de ·· · concepción en el momento en que se preparaba para
represión. Tanto las _hipótesis económicas como lastó- modificarla. Y en efecto, no después de 1919, ceLo omi-
picas, que Freud de continuo sitúa en oposición recí- - . noso)) vuelve sobre el problema del afecto e introduce
pr~ca, se sub~ume:r:t en el punto de vista dinámico. Im- ··. por primera vez la compulsión de repetición, que anun-
1 1
posible no ver que estas contradicciones no son mera cia la teoría definitiva de las pulsiones.
1'

t 1
176 177
1

¡j •• L. • ~ , • , " , ,.. . . l • • • "'" • - >-•~L


El yo y el ello ( 1923) ~:~¡., .. : 'otanz). Es decir que se produce u~. deslizamie~t? ?.a-
. .se_el afecto.
Lo observamos tamb1en en la deflmcwn
Tras el reordenamiento del segundo modelo tóp¡. .· Freud dio del ello en la Conferencia 32a (Freud,
co, Freud volvió en 1923 sobre el molesto problema .s:~·~;·"·=~' ;·"~ ",·•. ~;3a). donde elimina del cuadro toda referencia a re-
del afecto inconciente. Si su existencia le parecía in- . . :¡,N~;¡<:.i:+~ sentaciones. Hasta llega a sostener que en el ello
cuestionable en lo re.f erido a los sentimientos i!icon. '. .. P.reex:iste nada que corresponda a una representación
cientes de culpa, el problema general permanecía in- no un contenido. No hay allí otra cosa que mociones
. -. ~stonales en búsqueda de descarga. Podemos in te-
0
tacto. Advertimos la evolu~ión de su pensamiento, pero
también la constancia de sus puntos de vista, en el si- . .!:garnos por el papel que l_a introducción. de la pul-
guiente pasaJe de El yo y el ello: ceLa percepción inter- ·-·.·· tón de muerte en esta teor1a pudo cumplir en la re-
na proporciona sensaciones de procesos que vienen de : .· :valuación del nexo entre lo inconciente de la primera
los estratos más diversos, y por cierto también de los . ""'·~·. ·· tópica y el ello de la segunda, si, como creo, estos dos
más profundos, del aparato anímico. Son mal conoci- argumentos teóricos indican conceptos distintos en
1
dos, aunque podemos considerar como su mejor para- medida mucho mayor de lo que se suele entender.
digma a los de la serie placer-displacer. Son más origi- .. La cuestión del afecto inconciente sigue sin resol-
narios, más elementales, que los provenientes de afue- ver. Si volvemos al texto que acabamos de citar y a
ra, y pueden salir a la luz aun en .e stados de conciencia . eso ccotron misterioso que Frelid menciona, ¿qué suce-
turbada. En otro lugar (Freud, 1920g, pág. 29 [págs. ~ ~~.7 de con la senda del afecto en dirección a la concien-
.- .... ... .

28-9]) me he pronunciado acerca de su mayor valen- .· ,.,. cia? ccSi les es bloqueada [a sensaciones y sentimien-
cia económica, y del fundamento metapsicológico de tos] su conducción hacia adelante·, no afloran como
esto último. Estas sensaciones son multiloculares, co- sensaciones, a pesar de que permanece idéntico eso
rno las percepciones externas; pueden venir simultá- . ..-~-:· otro que les corresponde en el decurso de la excitación.
neamente de diversos lugares y, por eso, tener cuali- ::X_ Así pues, de manera abreviada, no del todo correcta,
l '
dades diferentes y hasta contrapuestas. [ ... ] Si a lo hablamos de sensa·c iones inconcientes: mantenemos
que deviene conciente como placer y displacer lo lla- de ese modo la analogía, no del todo justificada, con
mamos un otro cuantitativo-cualitativo en el decurso _ "representaciones inconcientes''. La diferencia es, en
anímico, nos surge esta pregunta: ¿Un otro de esta ín- <.,. . ·." efecto, que para traer a la Ce la representación ice es
dole puede devenir conciente• en su sitio y lugar, o tie- ~ preciso procurarle eslabones de conexión, lo cual no
ne que ser conducido hacia adelante, hasta el sistema . ,.. . .·- - tiene lugar para las sensaciones, que se trasmiten di-
. "
P?u (Freud, 1923b, págs. 21-2 [págs. 23-4]). rectamente hacia adelante. Con otras palabras: la di-
La lectura de este pasaje sugiere que las percep- .>. ·rerencia entre Ce y Prcc carece de sentido para las sen-
ciones externas y las internas son ahora reunidas más . saciones; aquí falta lo Prcc, las sensaciones ·son o bien
que contrapuestas. Lo que Freud destaca en esta for- concientes o bien inconcientes. Y aun cuando se liguen
mulación nueva es el carácter más primitivo, más ele- ~representaciones-palabra, no deben a estas su deve-
mental de es~e tipo de sensación, y su localización cor- . nir-concientes, sino que devienen tales de manera di-
poral más profunda, por lo tanto. Está claro que en el rectan (Freud, 1923b, págs. 22-3 [págs. 24-5]).
curso de su desarrollo teórico, Freud se vio llevado a Opino que es difícil sustraerse a la idea de que el
~sar formulaciones más y más similares para referirse . · espíritu de este texto es afín al de la sección 1 del ccPro-
a los afectos y a las mociones pulsionales, cuando an- yectou, que. trata de ••La vivencia de doloru.
tes se valía con mayor frecuencia del representante- Este pasaje indica que las reservas de Freud son
representación (Vorstellungsrepriisentant) para deno- tertninológicas y que hay diversos modos de existen-
tar la agencia representante de la pulsión (Triebrepra- cia en lo inconciente, lo que nos permite hablar de una

178 179
'
1,
1
¡1 modalidad inconciente respecto del afecto. En últirn · · . psicosis (Freud, 1924b, 1924e). Discreta~ente nos
·;·~· da a entend~: que . hasta ese .~omen.to ~ab1a descui-
·1
1
! · término, la diferencia esencial entre afecto y represe;
'
tación es la imposibilidad de los afectos de entrar en . ;;~ dado la relacion. en~re pervers1on y psicosis, pero la es-
conjunción directa con las huellas mnémicas de Pala. . Ctstón, en el !~ttchtsmo, abre un camino nuevo ~acia
bra. Volvemos así a lo que sefialé al comienzo en cuan.. r~~;f ;ia comprensto~ de .. ese ne..x?. Lo que en 1927 solo se
to a las limitaciones del lenguaje para dar razó¡) del . esboza. se hara mas explicito en Esquema del psico-
afecto. La verbalización induce el afecto, casi siempre ~ · análisis (Freud, 1940a) por medio de una comparac-i ón .
por vías indirectas. El afecto es una modalidad subje- · . · éntre escision y fragmentación.
tiva original. Empero, su dimensión expresiva no lo
excluye del material semántico. Esto supone la tras- •

misión de una c;omunicaciór;I de afecto a afecto, o un síntoma y angustia ( 1926)


consenso sobre los mensajes verbales que se refieren
a él, mientras que la información conserva un estatu- . Era inevitable que el segundo modelo tópico lleva-
to alusivo. · · ra a ·F reud a proponer una nueva teoría de la angus-
¿Estaba abierto ya el camino para· reconocer la· irn~ ~ = ~ · .- tta. Ella abarcó un camp_o clínico más amplio que la
portancia de la cualidad del afecto? ·Al menos, Freud _e. · anterior. Debía dar razón de las variedades limitadas
. , .
produjo este reconocimiento en ce El problema econó- :·. . de angustia de la~ psiconeurosis de trasferencia, así
mico del masoquismou ( 1924c), donde admite la exis- . como de las variedades menos circunscritas y más in ..
tencia de tensiones placenteras y distensiones displa- ·. . c8.pacitantes, las variedades repetitivas agudas (angus-
centeras. ••La negaciónu (Freud, 1925h) aporta una pre- ·J ~ tia traumática), las de acomp~arniento somático (neu-

cisión considerable a nuestro problema: el lenguaje, . rosis actuales y neurosis de angustia) y las otras en
por vía de la negación, puede facilitar el drenaje de -. que la angustia parece haber desaparecido (neutrali-
energía debida a la represión y consentir, por un sim- zación). Además debía discernir las diversas filogé~e-
ple cambio de signo~ la subrepticia admisión de lo re- sis de la angustia: angustia suscitada por la amenaza
prirnido en la conciencia. La aceptación intelectual de de pérdida de objeto, angustia provocada por la pérdi-
lo reprimido representa la má~ inatacable de las ma- · da del amor de objeto, y la producida por el superyó.
niobras defensivas. _ Y esto para ceñirnos a los aspectos que encontramos
Por último, en su artículo ••Fetichisrnou Freud alean- en la experiencia psicoanalítica, sin dispersarnos en
za el punto en que, todavía preocupado por los desti- discusiones especulativas sobre la angustia del trau-
nos de la representación y los del afecto, produce un ma del nacimiento, o sobre la diferencia entre la an-
vuelco completo de sus puntos de vista anteriores. La · gustia frente a un peligro real .y la angustia neurótica.
inhibición ya no interviene en esto: uSi se quiere sepa- Consideraciones cualitativas adquieren en lo sucesivo
rar de manera más nítida el destino de la representa- pr~cedencia sobre las cuantitativas, si bien es cierto
ción del destino del afecto, y reservar el t~rmino Ver- que estas no pueden ser descuidadas y que la relación
drangung ("~epresiónn) para el afecto, Verleugnung ~ntre cantidad y cualidad permanece oscura. Prueba
(' 'desmentida'') sería la designación alemana correcta de esto son los distingos de Freud entre angustia y due-
para el destíno de la representación)• (1927e, pág. 153 ~o. Debo repetir que la primera tópica del aparato psí-
[pág. 148]). quico era totalmente insuficiente para dar razón de es-
En definitiva es el afecto lo reprimido, destino que t;as diferencias cualitativas. A fin de no recargar la ex ..
él antes reservaba a la representación. No es desde lue- posición, me limitaré, entre las cuestiones planteadas
go mera coincidencia que en este mismo período apa- en el debate teórico precedente, a la producción de un
recieran los dos principales trabajos de Freud sobre exceso de afecto. Si se produce, se debe, según Freud

180 181

'
.,
r.l

-
en 1926, a que la operación d e la represión retira 1 ;i}~\·eD ia forma de la señal de angustia es el e q u iva lent e
investidura de la representación, y entonces el afe t Jilétodq con que el aparato psíquico tantea el mtJtl -
l
f queda en libertad. Podemos, en consecuencia, ad~ ~ . · ~"'"·'"""'". ·¿¡0exterior por medio d~ cantida.des pequeñas d e e ner-
1 tar este punto de vista: el proceso por el cual la rep p . jfa (cf. Freud, 1933a, ~ag. 89 [pag. 83]). La separac ió u
sión consigue man~ener apartado de la conciehciar: · .. ...~~·~;. eAtre afecto Y_ pensamiento se reduce, y el afect o dej a
representante pulsional supon·e una contrainve·stidu. "/·:_·.,:.. de ser exclusivamente el perturbador del pensamie t1 -
ra (el gasto de energía con fines de -protección) canco. . ; ·. to· pero se mantiene el punto de vista según el c u a l
mitante a la desinvestid~ra. Esta última consiste, pre. ··~"'·.~"3-,-i ··urt exceso de ~ecto, la erupción de cantidades rna si -
cisamente, en una ccdesafecciónu de la representación ' _, \'88 de afecto, tiene consecuencias comparables a las
pulsional. Freud parece haber vacilado entre dos ideas. - -~- de - un trauma externo si el aparato psíquico no e stá
La primera, que la desafección era consecuencia de la ...,.,~~~: : preparado. La teoría definitiva de la angustia nos per-
desinvestidura de la representación; según esto, la li- __.- - it.úte replantear la disyuntiva de trauma .o fantasía. Sin
beración de afecto por vía de descarga era secundana ):·" .pretender que aquello_s reordenamientos teóricos con-
en todos los sentidos del término. La segunda, atesti. ·.· curran perfectamente a esto, desde ahora es importan-
guada por numerosos pasajes, consistía en pensar que -. '.· te comprender el interés de una concepción del trau-
1
el blanco principal y definitivo de la desinvestidura era _.· ma interno producido por el fracaso inevitable pero
1 el afe~to. La creación del segundo modelo tópico no cuantitativamente y cualitativamente variable del ob-
1
eliminó las ambigüedades. Nótese, en este sentido, que . . jeto en proveer de cuidado materno. Su Hilflosigkeit
Freud manifestó las mismas vacilaciones, y casi con ·' ~· deja al bebé impotente frente a las demandas de sus
1 las mismas fórmulas , cuando planteó el problema de : apetencias pulsionales prim~tivas .. sin posibilidad de
j j
la posibilidad de una angustia del ello, es decir que · . - . moderar la urgencia de sus d.e mandas de s~tisfacción ,
.l tuviera su sede en el ello, y cuando intentó responder _ ·lo que genera una perturbación seria ep la que todas
'
la cuestión del afecto inconciente en 1915 y en 1923. .·· ·~:~ las estructuras 'd e dación de sentido hacen quiebra y
El ccAddendum Au (Freud, 1926d) deja abierto el pro- · ~ dan paso a una desorganización del yo, que es todavía
1
1
¡
blema. La solución propuesta por Freud, que distin- · .'~. incapaz de poner en operación defensas capaces de ale-
j
.
1 ' ¡
. gue entre angustia señal y angustia traumática, y atrt.. ·..-. Jar esa angustia intolerable. Cabe preguntarse si cier-
buye al yo un papel en el desencadenamiento de an- . tas perturbaciones semánticas graves de la comuni-
1 '
gustia, trae serias consec~encias teóricas. Luego de la . ·_ cación no pueden tener un efecto comparable.
1
j
1

división entre la angustia somáti.ca de las neurosis ac- · ~· La importancia de Inhibición, síntoma y angustia
tuales y la angustia psíquica o psicosexual de las neu- ~. (Freud, 1926d) deriva de que Freud desplazó el acen -
.1
• 1 l
1 rosis de trasferencia, y de la concepción de la angus- .. to del complejo de Edipo y su corolario, la angus-
tia como efec.t o de la acumulación de libido reprimi- - tia ·d e castración a la angustia de separación. Un
da, esta nueva división contrapone ahora la función _. movimiento paralelo nos traslada del papel del padre
notificadora de la angustia señal y la fu;nción energé- .-·· ~¿acaso Freud no llama c<Vaterkomplexn al complejo

tica de la a:ngustia traumática que irrumpe a través de Edipo? al de la madre: ella ocupa el centro de las
de las ba~reras de la protección antiestímulo y de la ~ angustias del hijo consiguientes a la catástrofe de su

represión. Dos sistemas son visibles aquí: uno· que se -·· pérdida en cierne o a la aflicción por su ausencia pro-
compadece con el sentido, y otro que se compadece ~ longada, que se manifiesta en una angustia traumáti-
cori la fuerza. Con esta función de sefial, se puede de- ···N•I:"• .. ca. Por otro lado, la madre desempeña también el pa-
cir, la teoría otorgaba a la vida afectiva la posibilidad . . -~· pel, opuesto, de organizadora de los medios de resta-
de funcionar de una manera análoga al pensamiento. blecer la continuidad de la experiencia psíquica. Lo
La posibil~dad de la descarga en cantidades pequeñas lleva a cabo por su doble función de reparar los efec-

182 • 183
tos menos desastrosos y unas defensas que se Podrán ." · -~-"r"llcia analítica, el afecto parece haber adquirí-
poner en obra en situaciones futuras, que tal vez . ortancia cada vez mayor en la teoría freudiana.
un tiempo por venir, traigan consigo un peligro. 'r.en "' · ····\'~~'%. ,~~xirnidad a la moción pulsional lo convirtió en
frentada a la tendencia regresiva que sigue al trau~ •··:·~.ftm ..: pr meJ ·ior indicador de la actividad .
d e las pulsiones .
--<~.----~~-~~-tnodificar la relación entre lo inconcient~ y el ello,
• J

interno por los efectos combinados y . la acción collju.


gada .d e la desorganización y de la defe~sa qu.é esta , ,.N gunda tópica puso el acento en las mociOnes pul-
moviliza, la madre, en sus intercambios con el bebé ., lfsea}es y, en consecuencia, en los afectos. Además,
ofrece la posibilidad de i~troduc~r una at:Jticipación po;
-:(.· .· ..-ston ·: . ncedió··al afecto un estatu t o 1nconcien
· · t e. P ue d e
la investidura de huellas mnémicas representativas y . ~ coonciente o inconciente; sólo las representaciones
r-..
·. serc _ . .
afectivas que darán lugar al desarrollo de la función ... :. .;&te~tan, por anad1~~ra, el estatuto pr~conc1ente; ~ue
simbólica. Comoquiera que sea, nos s?rprende que · : . · <' liga con el lenguaJe. Pero el tratamiento anal1tico,
Freud no tornara suficientemente en · cuenta el nexo ·las sto que emplea la trasferencia, concede al afecto
entre la investidura narcisista y la investidura del ob. , .:eprotagonismo ca~a vez ~aym:. En el análi~is críti-
jeto, ni las consecuencias que las pulsiones de destruc. :. -· de la epistemolog1a freud1ana se ha descuidado la
ción pueden tener sobre el desarrollo afec~ivo. . . . ··-· .
... .. • • • • o • .. -
colación entre el innegable desplazamiento del acen-
:. colocado ahorg ¡sobre el complejo de afecto-moción
'putsional, y la teoría definitiva de las pulsiones. Freud
Conclusión aclara que la energía que está en la raíz de la produc-
·é tón de angustia es neutra, y el hecho de que en otro
La división inicial entre representació~ y afecto · lugar hubier a entendido la n eutralización c omo resul-
prueba el cuidado puesto por Freud en distinguir en- tado del trabajo de la pulsióil de muerte trae conse-
tre dos subsistemas dentro de lo inconciente, diferen- cuencias teóricas en las que no se ha reparado. La an-
tes tanto ·p or su naturaleza como por sus destinos. Si . . .gustia, el afecto prototípico _de la teoría analítica, si-
la representación prevaleció al comienzo, se debió tal fuada ahora en el yo, trabaJa sobre dos frentes: una
vez a las posibilidades de ilustración y, sobre todo, de angustia señal que aproxima el funcionamiento de la
demostración, que ella ofrece. En este mismo sentido, Vida afectiva al del pensamiento, y una angustia trau-
l
las representaciones están próximas al lenguaje mien- ritática que sigue siendo la expresión de una desorga-
tras que el afecto escapa de este en medida mucho ma- :ntzación psíquica indecible en el estricto sentido del
yor; por eso mismo aquellas parecen desempeñar un · ·-término. La teoría definitiva de la angustia nos lleva
papel más importante en la cura por la palabra. Tal a considerar el objeto materno como fuente de estímu-
vez esto explique que Freud descubriera la trasferen- los semánticos y, al mismo tiempo, como solicitador
cia relativamente tarde y que, al comienzo, la consi- . 'áe trasformaciones económicas. El sentido y la fuerza
derara un obstáculo. La representación parece consti- . ·combinan sus efectos para asistir al niño en la crea-
tuir el material psíquico más propicio p~ra la psicote- ·étón de un variado sistema de afectos cualitativamen- .
rapia. te diferenciados, rico en matices cuyo valor para la co-
Los nexos del afecto con el cuerpo hacen que aquel _ municación es inestimable. Nos resta el cambio de
se vuelque ·más hacia el lado biológico. La ecuación acento del Vaterkomplex al papel de la madre, que im-
. . . . . .. de Freud de afecto = cantidad =7 economía presenta-. 1).91le establecer un nexo entre un complejo de cuyo
ba la desventaja de descuidar el papel de los mecanis- .:íralor como organizador para la estructuración Freud
mos en la producción de cualidad y, sobre todo, de des- . -~o se desdice en nada, y la relación con el objeto pri-
.' conocer el papel de las trasformaciones en el concepto mario; este nexo no se puede reconciliar con un punto
de economía. Gracias a la evolución impulsada por la ·· de vista genético estricto. No obstante, el afecto sigue

184 185
'

ll
manteniendo su puesto de sistema primario dentr0 · ··:: J1Jlinadas por las prefe!-encias teóricas de las figuras
, f reu ct·1ana. regulado por el principio de pla de
l a t eor1a :Jninantes de este penodo del psicoanálisis. De allí
displa~~r; y sus posibilidades de trasformación yc~: . ·c~erta perplejidad para el lector de nuestros días, que
evolucion ofrecen menos espacio de maniobra que 1 ,úerria descubrir unidad en esta diversidad. En lo que
representaciones. cuya evolución conduce a la fun·.e·1on ~s ;, ~e abandonaré el punto de vista histórico y citaré
1
d ~1 1enguaje y su enlace con el pensamiento. Ahora · las contribuciones principales, reagrupándolas según
b~en, por ?tro lado, pue_sto que la meta del psicoaná}¡. · las perspectivas que adoptaron.
SIS es abrirse paso hacia los sistemas fundamental
de la vida psíquica, aquellos que regulan las funcie~
nes básicas del aparato psíquico, el lugar conquistad: · L8 perspecti':.a. de Hart111ann: los puntos .
1 por el af~cto _e~ la evolución de la teorí.a está comple. de · vista genet1co, estructural y adaptativo
.' tarnente JUStificado. Como Freud nos lo da a entend •

en ceLa negación .. (1925h), resta establecer los fund:~ _ Si Hartmann escribió poco acerca del afecto, sus
(
mentos de una lógica afectiva que permita no divo . ~oncepciones teóricas influyeron sobre muchos auto-
l
1 ciar la lógica de las representaciones inconcientes dr res. en particular ~nglosajones. El más conocido es Ra-
la que rige la. vida afectiva. e paport (1953). Su inspiración es psico-biológica; pro-
1
l
cura reconciliar las predisposiciones hereditarias, la
función de la descarga y la función socio-cotnunicativa.
1
Lo problemático en ese empeño es la interpretación
Los afectos después de Freud . de conceptos volcados en u~a dirección psicológica.
Psicología del yo más que psicoanálisis del yo. Que es-
l

1 Aun en vida de Freud, el ~fecto ganó más y más ta concepción procure enraizar sus hipótesis enlabio-
1
terreno en las elaboraciones clínicas, teóricas y técni- logía no desdice su estilo psicológico de pensamiento,
l¡ cas de sus discípulos. Ello está implícito en la obra de y lo mismo vale para las perspectivas sociológicas que
1

j
1
1' ¡; Abraham, en algunos trabajos de Jones (p.ej., Jones,
1929) y, sobre todo, en el último período de Ferenczi
ocasionalmente incorpora. Hasta cabe preguntarse si el
agregado de los puntos de vista genético, estruct1:1ral y
1 ¡ (de 1929 a 1933). Esta orientación respondía a las cre- adaptativo a los tres puntos de vista de la metapsico-
1 1
cientes dificultades con que se tropezaba en el trata- Iogía ha significado en verdad un aporte de este movi-
• •
miento de ciertos paciente.s~ el resultado fue que se con- - miento por la obra del propio Hartmann, o más bien
cediera menos importancia a la búsqueda de la solu- sirvió para que los psicólogos (como Rapaport} halla-
ción de un enigma en el conflicto infantil · como había ran más aceptable la teoría psicoanalítica. En el afán
sucedido en el caso del HHombre de los Lobpsn (Freud, '. · de aclarar la teoría, eliminaron contradicciones que ha-
1918b) y se experimentara la urgencia dé saber más bría sido mejor respetar hasta que la experiencia psi-
a~erca de los primeros estadios de desarrollo del niño coanalítica pettllitiera una formulación más certera de

en particular porque los analistas veían un mayor nú- lo que ellas ocultaban. Una oscuridad fecunda vale más
mero de pa~~entes que p~esentaban regresiones más ·qu~ una clarificación prematura. Es quizá paradójico
acusadas. Con el beneficio de la experiencia, se encon- que adjudiquemos semejante papel a los psicólogos en
traron en mejor posición para descubrir los fundamen- un movimiento psicoanalítico que por otra parte se em-
tos de las regresiones de tipo neurótico. Ahora bien, . · peña en preservarse de esa influencia. Empero la cues-
los escritos posfreudianos se caracterizaron por el he- tión no está aquí sino, más bien, en preguntarse si en
cho de que la homogeneidad de su construcción cedió un grupo psicoanalítico dominado por la fo1 IIlación mé-
el paso a un desarrollo diversificado en direcciones de- dica, la psicología no parece necesaria corno la única

186 • 187
disciplina compatible en la que se p uede d elegar lata . esta línea de pensamiento, el y o s e convie rte
rea de resolver problerr1as para los cuales l.a formac¡ ... · - ~ da vez más en un agen te central de modulación y

¡ médica no presta un abordaje riguroso. Es notable qon r


''}'d""'' regulación afectiva, al servicio de la adaptación a
en Rapaport. más fiel a Freud en la letra que en el Ue ·~.;1!·é·: realidad. Cabe sostener que esta orientación no es
• .:

píritu, la relación del afecto con la señal no conduzes. . : sbto el desarrollo de los puntos de vista del último
en ningún momento a una reflexión sobre el signo: . ~ ·. ·.rreud sobre el yo, pero se tiene a veces la sensación
en particular, sobre el lenguaje en su relación con 10 ' .·· · de que el apar~to psí~uico fuer~ re~~cido a rnecanis-
afectos. Si el punto de vista económico se mantienes . :.' ~ . ~¡j¡os cuyo funcionamiento se simplificara en exceso.
no es objeto de una reflexión referida a los proceso· · tOdo sucede ·corno si la estructura fundament al del
de trasformación psíquica. La obra en su conjunto ~· afecto hubiera vuelto al dominio de la biología. fuera
rige por el criterio de un desarrollo jerárquico de ccmo. : del psicoanálisis, y como si desde el momento en que
tivaciones... Freud situó la sede de la angustia en el yo. esta ins-
Pero hay veces en que la orientación genética nos . tancia se hubiera convertido en el objeto de interés casi
pertnite espigar reflexiones valiosas basadas en hechos · exclusivo de los aportes psicoanalíticos de esta orien-
observados. Es lo que ocurre en · la obra : de Engel . tación, en los que el yo es visto en relación con el con-
( 1962), quien divide las reacciones frente al trauma en trol de los afectos ·Y no tanto en relación con la rica,
dos tipos, activas y pasivas, y describe el retraimiento vartada y contradtctoria experien cia de los afectos. Esto
• depresivo -inmovilidad corno reacción última ante éxplica, en particular, el escepticismo de los autores
una catástrofe y el retraimiento narcisista -hasta ·norteamericanos acerca de las concepciones metapsi-
1
1 un estadio de indiferenciación preobjetal . La necesi- , · cológicas de la escuela ingle~a que hacen remontarse
1
dad de suponer una base biológica se acentúa en la los afectos primarios a la primitiva relación de objeto
l obra de Moore (1968). En similares términos, la fun- en lugar de entregarlos a la biología, y postulan la exis-
ción adaptativa es defendida por Schur (1968), quien tencia de un mundo de fantasía al que el psicoanálisis
no vacila en proponer la idea de que ciertos aparatos del otro lado del Atlán tico n o atiende casi. La pepit a
autónomos contribuyen al desarrollo del ello así como de la cuestión es que no existe convergencia de opi-
del yo. En este orden de ideas se discierne una fun- niones en lo que entienden por objeto las diversas
ción cognitiva en el afecto, siendo la señal de angustia orientaciones teóricas.
una expresión ·cte esto. Tenemos que acreditar además En cuanto a la referencia a la mecánica del ap~ra­
a Hartmann la introducción del concepto de self, que . to psíquico. merecería la crítica opuesta. No es objeta-
es entendido de manera diferente por la escuela ingle- , ble en sí misma si uno se propone plantarse en el ni-
t
sa. Los interca~bios entre selfy objeto plantean el pro- vel más elevado de generalidad teórica. Pero casi siem-
blema de las investiduras respectivas, las investidu- pre los problemas· se abordan en un nivel intermedio
ras de las representaciones y las imágenes ·del self. Un con la intención de asimilar el aparato psíquico, en lo
deterioro en esta categoría de investiduras está en la pOsible, a un aparato neuro-psicológico en el nivel de
raíz de una moción del ello responsable de tormentas la construcción de modelos. No por capricho, entonces,
afectivas. Los afectos relacionados con la herida nar- Freud desconfió siempre de esta orientación, y cierta-
cisista (vergüenza y humillación) atestiguan el fraca- mente no fue porque acordara menos influencia a la
so en el dominio del self, opinión ya sostenida por Fe-. .. biología. Si 'la hubiéramos adoptado, sin duda habría-
nichel. El papel del objeto materno, como objeto ex- mos tenido que ir mucho más lejos, corno lo compren-
terno, adquiere importancia aquí, y la internalización dió G. Klein (1967). Por desdicha, el sello. de la inspi-
consiguiente recibe una explicación parcial, si bien es ración psicológica marca esta vía también. Pero otros
cierto que la vivencia de fantasía parece subestimada. estudios, aunque se basan de igual modo en el pens~-


188 189
. .
miento de Hartmann, dan la . sensación al menos . ~l:IQ
.' o·tn'aiilOS que Sandler piensa sobre todo en las raí-
mí me la dan de comunicar una verdad clínica.~ '""',;".·"'.· - ~·narcisistas
d . .. .
del afecto. ~a a aptacion es necesaria
más antiguo es el de Edith Jacobson (1953), que h · r.¡, : ~
..••
1
reservar un estado básico. La angustia señal tie-
l alcanzado justo renombre. Si su clasificación .
de loa
S . ·• para p función garantizar la seguridad del individuo
afectos se basa en ~as ideas de Hartmann (diría Inás ·.;.. ~e:~do su reacción a las circunstancias del peligro.
bien en las de Hartmann, Kris y Loewenstein) sobre . •. ¡~barrido de informaciones prove?ientes de fuentes
las tensiones intrasistémicas e intersistémicas, y st · ~ as 0 extemas se mantiene activo de n1anera con-

también ella sitúa en el .centro de su trabajo la refe. .:~ tntern a para prevenir la aparición d e 1a vivencia
. -+- t·
. cuec 1-
rencia a la adaptación y al dominio, su aporte, alee. :. ttnU rtciente. La función afectiva se encuentra en un
cionado por una notable e_x periencia clínica en las psi- . "a co ct· .
: ·estado de cambio pe~manente; y 1r1amos mas. en un . .
cosis afectivas, c.u estiona una vez más la idea freudia- , :- tado de alerta permanente porque evalúa de momen-
na de la descarga y la remplaza por una concepción ,·: estoen
momento las respectivas imágenes de self y de
. 1
dinámica en que el proceso es más importante. Es pre- · b.· to y porfía por alcanzar los estados Ideales de yo
ciso -opina la autora considerar el afecto en su cur~ o ~e ' . d t
¡ · (el ideal del yo). Todo apartamient? .excesivo . e es _e
r

¡
va evolutiva. Nace _d~ una tensión y se desarrolla en t tado de gracia es rechazado y origina _una vivencia
descarga. Tensiones y descargas coexisten simultánea- , · .es nasa que durante un lapso prolongado ti.en~ que ser
mente en diversas partes del aparato psíquico. El prin- , pegada. Se pueden multiplicar las contradicciones en-
cipio de placer regula las variaciones en torno de un .. ~~ un estado corporal en desequili~:io y un Y? que
lj
eje de tensión promedio, respecto del cual las oscila- ncuentra su equilibrio en una soluc1on adaptativa de
b
d :
1 ciones extremas del péndulo son los afectos placente- · ~turaleza defensiva, lo que explicaría ciertos sínto-
'·'1 '' 1
ros y los displacenteros. Jacobson concede parejo in- mas somáticos.
• ' 1 ¡ :
!
terés a unos y a otros. Su perspectiva privilegia una '. Podemos relacionar la obra de Sandler con la de
l 1 .
concepción horneostática de la regulación afectiva sin 1 Peto (1967L dedicada al estudio del control sobre los
lj 1 :. reducirse a un punto de vista puramente fenomenolÓ- afectos. La idea ·nuclear propuesta es heredera tam-
1 1 • gico. bién de las concepciones de Hartmann y Nunberg so-
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1•
1
1

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1

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Es del mismo modo un punto de vista homeostáti- ·bre la función sintética del yo. Pero el interés de la obra
j

.1 • ,. : ¡•
1 '

co el que define el abordaje de Joffe y Sandler (1968), de Peto, cuya inspiración clínica es palpable, reside en
r ¿
1
' y el de Sandler ( 1972), quien empero insiste sobre to- 1 el cuadro que nos brinda de los procesos afectivos co-
ji !
do en la constitución de estados emocionales de segu- 1
'l·l l 1' 1
rrespondientes a la díada dominación-soti1etimiento.
l 11 ,. -
'
1 1
.
ridad cuya génesis es considerada con arregló a su ba- t Una visión dialéctica de la situación analítica nos lle-
1 1 1
i; ¡
se psico-fisiológica. La diferenciación progresiva de es- va a formarnos una idea de las variaciones observa-
~!rl .. 1'
¡. 1 l ¡ . l tos estados corre pareja al mundo de representaciones bles entre el afecto, que permanece integrado con los

¡ •
1
l
. 1
j ' del niño, que se va cristalizando a partir de.sus comien- otros elementos del proceso analítico, por un lado, Y,
zos automáticos. Estos estados de seguridad se apren- por el otro , estados afectivos tempestuosos y arcaicos
1
; 1

1
l den por la vivencia de estados vitales de sentimiento que rebasan por todos los costados los recursos de con-
t tención del aparato psíquico. En este punto se puede
!

1 y se enriquecen gracias a una gama de matices que .


l

1 •. ;
:

¡ j los distinguen de las gratificaciones de mociones pul- } tender un puente entre las concepciones de Peto Y las
:r sionales primitivas, sobre todo gespués de la erupci_ó n l de Bouvet (1960). Valenstein (1962) produjo una con-
¡ ,
cepción original de lo que llama ((afectualizaciónu. E~­
j

¡ ' de estas, y por medio de la capacidad de diferenciar .


:
entre necesidad y satisfacción. El influjo desorganiza- t ta se observa cuando se asiste a una agitada dramati-
dor de la angustia disminuye el sentimiento de segu- '
t
zación de la vivencia afectiva, que bloquea todo insight,
t con lo cual hace retroceder la situación analítica a una
ridad y favorece el retorno de reacciones desadapta-
1

1
j •

190 191

experiencia catártica e impide toda durcJ1arpeiten {re.. ~· 1.. .jno. Rangell ( 1967) se asombró de que _con de111a-
1
1 elaboración). ~~. · - ~ · frecuencia el tema de los afectos hubtera estado
Un evidente lazo une la resistencia en tanto rnodo __, te de la bibliografía analítica. Si esto es así, tal
de defensa con el cctrop éprouver)) (((exceso de sentira.) -· ---~· · se deba a que el progreso de nuestras ideas sobre
de Bouvet ( 1956) y también con el concepto de Lewin . -afecto no se puc:~e producir aislado, .s~~o que nos
( 1964) de los afectos pantalla, que son el homólogo • ~e prestar atenc1on a aquellos casos d1f1clles en que
afectivo de las pantallas b lancas del sueño, por él des.. ,:._ ,· diJllensiqn afectiva del probletna pasa al_primer pl~­
critas. Lewin consiguió d~mostrar el trabajo de la des. .·. ~ ero está ella misma subordinada a una perspecti-
.· noP ·
condensación afectiva, que nosotros mismos hemos es- que implícita•Itente la comprende. Es el cam~no que
··· :n
·t:. ·
tudiado en relación con construcciones afectivas a fin seguido. por ejemplo, ~uch~s. ~sicoanalistas de
de distinguir las diferencias funcionales y estructura- " . ía Sociedad Británica de Psico~náltsts. .
les entre afecto e intelecto. :\ para concluir tnis comentanos sobre esta onenta-
Valenstein, por su parte, considera que después que ·dón de pensamient~ que he. rea~rupado con alguna
se ha pasado por cierta cantidad de crisis afectivas es . arbitrariedad bajo el titulo deltnfluJ~ de H~mann. q~e
posible u.n real trabajo-analítico. -L as inferenci-as teón- · · .~ e pareció indicativo de la tendencia do~1nante, quie-
cas-que se pueden extraer de ·esto acerca· del complejo ID 1
· ; hacer algunas reflexiones más genera es 1nsp1ra as . . d
representación-afecto dentro de lo inconciente -y en ;:,r mis lecturas de los aport~s más recientes (Pulver.
este punto nos encontramos con perspectivas más pró- 1971; Brenner, 1974; y el 1nforti1e de Castelnuovo-
ximas a Freud que a Hartmann- nos inducen ato- Tedesco, 1974b, sobre un panel realizado en la Aso-
mar en consideración el tipo de cognición apropiado . ctación Psicoanalítica Norteamericana). Cabe pregun-
al afecto. Este autor nos propone el concepto de cona- . tarse si la ausencia de una teoría aceptada de los ~~ec­
1
ción, que sería la expresión de una fuerza desiderati- tos no se debe a las limitaciones del ~ampo analtttc~.
1 va que tiende hacia la acción. Lo que se podía decir acerca de los afectos en el domi-
El estudio que parece más alejado del punto de vista nto del conocimiento analítico clásico ha llegado a un
de Hartmann es el de Schafer (1964). Este articulo cri- punto en que no se puede ir más allá; al menos, no
tico es tal vez de inspiración demasiado fenomenoló- 8e ha ido más allá. A despecho de esclarecimientos más
gica, pero su mérito reside en que describe el afecto o menos fecundos (Pulver, 1971; Castelnuovo-Tedesco, .
desde una perspectiva no genética. Destaca la comple- ~1974a), todo sucede como si respecto de los hechos
jidad de los afectos, su ambigüedad, con lo que supo- clínicos no pudieran inspirar otra cosa que una des-
ne para su valor expresivo (la existencia de afectos no - ·- crtpción fenomenológica, parafraseada con términos
· es prueba de autenticidad, así corno ta.Inpoco su ausen- . metapsicológicos que no le agregan nada. En efecto,
cia es necesariamente signo de disimulación), y la ne- ·el empleo que se hace de la metapsicología en este con-
cesidad de considerarlos como parte de . una confi- . ---~texto no aclara el problema; al contrario, lo constrifie.
guración. Cuestiona las virtudes del dom~nio sobre el ··Lo que se desprende de estos debates es, casi siem-
afecto en ta~to criterio de madurez. Según Schafer, pre, el afán de alcanzar una unificación a toda costa.
más bien concurre a este propósito su naturaleza com. . Del mismo modo, cuando Brenner (1974) propone una
pleja, contradictoria y ambigua. Por fin, su función co- ·teoría unificada de los afectos, sólo lo puede hacer des-
munic.a tiva no vale sólo en relación con los demás. So- de una posición que supone resuelto· el probletita, pue~­
bre este punto, Modell (1971) intentó corregir nuestro . · toque él incluye en la estructura del afecto la combi-
descuido del papel de los afectos en la psicología co- nación de sentimientos y de representaciones, cuan-
lectiva.
- .
Pero, además
. de esta función intercomunica- do toda la cuestión consiste en saber de qué modo la
dora, los afectos trabajan en la comunicación con uno •representación,. que es parte integrante de la natura-

192 193
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i1 Ieza del afecto difiere de lo que es usual llamar . rteamericanos en invocar el papel de los sentirnien-
sentación, a saber, el contenido. Si Freud abord~epre. no del ~aI_Is
toS · t a en 1a re1aciort
· - a?a1'Itica,
· no en la pers-
,
~
enigma, se debió justamente a que advertía tod este - . pectiva limitada de las «herra~1e~tas .. del ~ratamiento
e onsecuenc1as. .
1 nivel del funcionamiento m
as s"~
-. 5lÍlO en un contexto en que practica y teoria pudieran
.
en e .
~
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es d ec1r, sus repercusiones sobre la unidad de lo. ' : reunirse p~a c?_mprender el trabajo conjunto de afee-
~ . · 8 Pro-
cesos psiquicos. Enfrentados con esta dificultad · . . ·.· to y verbalizacion, y las consecuencias que se seguí-
tos autores norteamericanos tienden a buscar~ Cier. ', · Jian de esto para el dominio de la comunicación y qe
0 · .la··s emántica intrapsíquica e intersubjetiva. No pode-
'• 1
en rumbos de investigación susceptibles de cor::oyl
· · t o a d quiri
tar e 1 conoc1m1en · · d o en la práctica analítica
P e- mos dejar de observar que esta falta de referencia al
Es natural que recurran a ·estudios del desarrollo · · füncionamiento psíquico del analista va de la mano
o?tener esa infonnación complementaria, pero !: . con una concepción muy restrictiva del concepto de
solo no~ pueden. :nseñar algo acerca de la conducta objeto.
?el be~e ~ ~del. nino, y las condiciones mismas de la
Investigacion Imponen limitaciones a la empatía del
1 que la lleva a cabo. De esto se sigue, entre otras cosas La perspectiva de las relaciones de objeto
j
1

que la concepció~ implícita del yo se vuelque en ma: y ~1 influjo de Melanie Klein .


1
1
Y~! o rne~~r medida hacia la acción, cuando la situa-
¡ f Cion analitica extrae lo más granado de sus ense-nan- ·. El itinerario de los psicoanalistas de la Sociedad Bri-
. 1 ¡ zas del -~echo mismo de que el sujeto, en ella, está tánica de Psicoanálisis los llevó a profundizar en la na-
1 ¡
1
1
turaleza de la vivencia afectiva tomando menos dis-
1
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1 : constren1do a poner la acción entre paréntesis. En. los
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1
casos en que se experimenta la necesidad de alcanzar tancia o menos precauciones -teóricas para restituir la
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1 1
! i i 1 un grado de conceptualización más general, asoman cualidad tal como el analista la experimenta a través
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1 ' tres corrientes: de su paciente. El trabajo, que ya he citado, de Jones
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- (1929) elaboró sobre todo la idea de que los diversos
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1 1 a. lapsiconeurológica (Moore, 1974), que asigna el tipos de afecto se superponían unos a otros. Retene-
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afect~~ a estructuras cerebrales o psico-fisiológicas (la mos en particular la noción de afánisis, que ya presa-
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i relacion del afecto con reacciones motoras 0 reflejos giaba las configuraciones clínicas que han sobresali-
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automáticos): : do en años recientes: la supresión del afecto, una inhi-
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• b. la de ínfo1'111acíón (Rangell, 1974), que parece no 'bición masiva que incluye una prohibición drástica de
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tomar en cuenta el hecho de que la teoría de la infor- . experimentar la menor gratificación libidinal, una pe-
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mación es~á c?n.struida con exclusión del afecto; y trificación, etc. Aunque lo descrito por Jones no coin-
1 1 ,; e: la pslcolog1ca, que procura conjugar. los puntos cide enteramente con los problemas que hoy intere-
.
'1 .
1 ~ ~e VIsta d~ !a concepción lineal del desarrollo y de la san, me parece legítimo apuntar que la obra de Feren-
1
1
i.j ~ . I~trospeccion fenomenológica, a lo que suma un con- czi, producida por la misma época, ya veía los signos
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ductismo disimulado. precursores de lo que reconocemos en la endeblez afec-
~- . l ' . ·1 . tiva de nuestros pacientes más perturbados. Pero fue
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. La s~ma ·d e estas corrientes converge en torno del sobre todo la relación afecto-descarga lo que cuestio-
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concepto nuclear de adaptación, aun si el afecto, en- naron Glover ( 1939) y Brierley ( 193 7). G lover encarni-
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~ tre todos los componentes de la psique humana, es , nó su inve~tigación hacia lo que Freud, ya en 1915,
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¡ f ': a~uel cuyo valor adapt~tivo se debe juzgar más tenue "liabía llamado ccconstrucciones afectivasn pero que pre-
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· SI nos hemos de atener a una comprensión estricta de firió definir después por referencia a la fusión de afec-
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ese concepto. Impresiona la reticencia de los autores tos. Los afectos en que Glover se interesó, probable-
l : 1
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mente bajo el influjo de Melanie Klein: estallidos, afee.. ·.- -' J 11guaje afectivo. Rycroft ( 1968a) ya había senala-
tos explosivos de desintegración, hoy nos resultan f: .. .... , ~e una de las peculiaridades de los afectos era ser
miliares. Opino que su descripción se debe entend:· . . q dos por otros y que inducían en otras personas
dentro de su concepción general de los núcleos del Yor . __,. 00es idénticas u opuestas. Podemos suscribir sin
1
Con Brierley (1937), el afecto encontrarí.a . su ·mejo; .: '~··",....-:;; la fórmula de Brierley cuando define las cua-
abog~do. Esta autora fue uno de los primeros en. ·colll. indi.s pensables para la práctica analítica corno
"llS.~I.--

prender que se habla dt investiduras de objeto más . :. 44Combinación de insight inteligente y d~ compren-
que de carga afectiva de representacion_es, y en seña. .;~n a[ectivan. . ..
lar la insuficiencia del punto de vista cuantitativo. Su . , /-··- .·~si en el artículo de Br1erley encontramos solo po-
artículo refl~ja de manera notable la tendencia de la .·.;; · indicios del influjo de Melanie Klein, tenernos que
escuela inglesa a enlazar el desarrollo afectivo-prima. ~-,~:_·.· _·.-·. ~onocer que el pensamiento de esta gravitó mucho
rio con las relaciones de o~jeto. La investidura prece. ..-~ sus colegas de la Sociedad Británi~a de Psico-
de a la diferenciación y a la discriminación cognitiva. , ·~análi~is. Escribió poco so~~e el afecto pero s?s~uvo que
Vemos que para los autores de la escuela inglesa no ··¡a~rnaginería que ella utilizaba para describir el fun-
j se trata de h~cer retroceder el afecto hacia la biología . ·... etonamiento del aparato ~síq~ico g~ar~aba relación
1 sino, más bien, de situarlo dentro de una sensibilidad ton lo que, a falta/de un termino meJor, ella llamaba
primitiva cuyos vestigios tienen que ser rastreados por .....recuerdos de s~ntimientosu (M. Klein, 1957). Cabe pen-
1 '
el analista en la situación analítica por medio de la tras. .sar que Melanie Klein remplazó la oposición freudia-
ferencia y la contratrasferencia. Paula Heimann (1950) .iaaclásica de representación y afecto por la unidad ele-
demostró el papel de una y otra como instrumento ·-inental de afecto fantaseado ~ubyacente en lo que el
afectivo, lo que supone que el analista no ha de arre- . paciente dice. La obra de. Me_lan~e Klein es sin duda
drarse frente a su compromiso en la relación y que pro- .JrDportante· por su contenido Intrinseco, pero lo es to-
curará investigar sus propios afectos como ecos em- -·c~avta más por la inspiración que supo infundir en
páticos de los del analizando, viviéndolos en una suerte otros. Bion, del núcleo mismo. del grupo kleiniano, si-
de identificación con el self del analizando, o identifi- tuó los afectos en un estado de conexión con el pensa-
cación con el efecto que el self desea tener sobre el ob- ··mlento. En boca del paciente, ccsiento quen remplaza
jeto. En este sentido, el artículo de Brierley abrió real- a •pienso que, (Bion, 1963). Bion demuestra en pro-
mente una era nueva en la comprensión del ~ecto. Se- -· fundidad la manera en que montos masivos de afecto,
gún ella, la construcción de los afectos primarios se ·:·expelidos por vía de identificación proyectiva, retor-
liga con sus recept~culos. Esto nos recuerda al ·con- _Danal aparato psíquico, incapaz de dominar estas ac~e­
cepto de uholdingu de Winnicott. En el mencionado tra- . ciónes de cantidad excesiva que impiden pensar lo no-
bajo se exponen. con claridad el reconocido papel de pecho y que alteran el desarrollo del pensamiento. Fair-
los mecanismos primitivos de introyecciqn y de pro- :·.·<·balm·( 1952), que tomó distancia del sistema kleinia-
yección, así como las correlaciones que resultan de las 1 no~ parece cuestionar sobre todo el fantaseo inconcien-
relaciones del ·yo con los objetos buenos y malos. Más : .: te,_· al que Melanie Klein recurrió para describir la psi-
que defender una idea de madurez psíquica que pu- ·: que infantil. La paradoja es entonces que, insistiendo
diera sonar a moralidad normativa, ella señala, por el ·'-'.más en los factores esquizoides de la personalidad, es
contrario, que nadie consuma su integración yoica. No ~: decir, en las defensas frente a la expresión del afecto,
duda de la existencia de afectos inconcientes o de upre- ·~él penetra más profundamente en el universo afectivo
afectosn, como ella lo dice . Siempre el lenguaje afecti- ... ·_ a la vez que produce una ruptura ·r adical con el pensa-
vo es más antiguo que el habla. Esta observ~ción, que . ~ miento de Freud de inspiración más biológica. En es-
ya Freud había hecho, es retenida en nuestra idea de to. sus estudios sobre la histeria tienen valor paradig-

196 197
' 1
1 '
l .

mático. La cuestión de la ortodoxia o la heterodoJCl ento en el ámbito d e l fu n cionamie nto p síqu ico.
en Fairbairn me parece secundaria en vista del pr: -~nue los pacientes, dependientes de una comunica-
greso que consumaron gracias a él psicoanalistas que .... ..,.~ . . afectiva, parecen necesitar que se comparta su
como Winnicott, vieron en su obra más bien una ex: 6
d n cia. lo que no significa entrar en colusión con ella,
tensión de la de Fre-u d. Winnicott (1945), que no ela. . tro de un intercambio no intrusivo que les trasrni-
boró expresamente una concepción del afecto, rio ha. "'..__-den · · d e ex1s
·' una sensac1on · t enc1a,
· d ond e se pue d a [!or-
ce otra cosa que referirse al desarrollo afectivo Priina. ;~- -hl~ :Sr suficiente espacio, aunque sea fabricado adrede,
..

rio. La importancia que ~cordó ~los afectos de los dos :F·~·.piira su selfsilente, y donde puedan llegar a compren-
participantes de la situación analítica lo llevó a escn. .. d r el sentido defensivo de su estado sin sufrir unan-
bir su lúcido artículo ((El qdio en la contratrasferencialt . · J,starniento de su mundo interior: Es. bien p~sible que
(1949). Su abordaje lo conduce a pensar que si el pro. funcionamiento del aparato psiquico segun lo des-
ceso analítico no puede ignorar los afectos del analis-
1
. ertben los autores kleinianos sea en buena medida co-

ta, tampoco la concepción del desarrollo en primer .~to. Pero esta corrección e~ ~1 produ c.t? de cierto
!
1

lugar, desarrollo afectivo puede excluir los afectos unto de vista que oculta la un1ca cuest1on que nos
1
j
de la madre Y.su capacidad de tolerar. sostener y rele- -~teresa. a saber: el modo en que podremos n;10dificar
var los mensajes afectivos del bebé en forma tal que este funcionamiento. Esto implica que se deben encon-
1 sean integrados por el self de este. Para lo sucesivo, .. · ·t rar capacidades específicas de comunicación con el
.' ' ' toda concepción del afecto abandona el aislamiento in- .. ~ ·p aciente que no le resulten inaceptables; ellas re que-
dividual de este e ingresa en un encuadre de comuni- . · .- ·rirán una modificación de los medios de percepción
! 11 caciones afectivas cuya especificidad resta por ~efinir. · .con los q·u e aprehendemos al paciente y, al mismo
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Con Winnicott, no es sólo el modo de concebir el afec- · tiempo, una técnica interpretativa que no le hable des-
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to lo que cambia . sino que una nueva idea inspiradora de afuera, aun si se propone comunicarse con lo más
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t1 j remplaza la terminología especializada sobre la cate- · fntimo de él. Lo que puede ser admitido por el pacien-
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goría de los afectos, por referencia a la experiencia vi- te tiene que conformarse , al menos en parte , con el
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1

1 va del clima analítico en aquellos momentos en que modo en que él ha acogido en sí mismo los dones de
· 1!
1:
1. 1 • la regresión trasporta a los participantes a un mundo su mundo interno, así corno los del mundo externo.
~ H. i 1· ·:
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donde deja de ser pertinente hablar de un afecto como Esto es lo que brota de las contribuciones originadas
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de un hecho aislado. _Ta~poco, según él, parece ade- en la senda abierta por Winnicott con Milner ( 1968)
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cuado emplear en la comunicación
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analítica estructu- y Khan (1969, 1971).
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1J ras kleinianas de la fantasía, que, una vez comunica-
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• das al paciente, im-p onen a su experiencia vital una
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: ¡J ' • proceso dentro del encuadre analítico. E~to obedece,
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11 l
en primer lugar, a que aquellas interpre~aciones sólo
j !
permiten al._p aciente impartir sentido a lo que él vive
a expensas de una despersonalización del vínculo, un
cautiv.e rio 'd entro de las matrices interpretativas que • •


traducen lo ignorado en lo ya conocido y que resultan •

inadecuadas para un allegamiento en que el analista,


por su tolerancia a las necesidades regresivas del pa-
ciente, promueve su evolución absteniéndose de fijar

la experiencia en un molde que limite su libertad de

J .
1

i 198

1j 199
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1

Afecto y lenguaje en los debates teóricos ucc:~~ y penetradas de proyecciones excesivas. Co-
de Francia c;¡:,,~t.: ;.: -~.vaJenstein, Bouvet señala el carácter defensivo de
"'le~·~·· ·. ga emocional en que el afecto se disipa como
Si es indudable que el problema del afecto qued· . evitar su elaboración, y la revivencia intensa no
en Francia capturado sobre todo en el contexto de 1 °. ··acompaña de un trabajo en profundidad sino que
controversias surgidas en tomo de la obra de Lac as . . ·. alivio inmediato por medio de la exteriorización.
sin embargo se deben mencionar dos puntos de v~ · ·tD-- reaiidad, este tipo de resistencia obedece más a una
ajenos a este debate. M~Ilet ( 1969) sigue fiel a la co . ... . . . .,. . ]abl1tdad afectiva que a la intensidad de la descarga.
cepción freudiana clásica. El interés de su obra de: .· . . . _'"· .~ ·.i-~EI tnterés del estudio de Lacan ( 1966) reside en par-
cansa en dos puntos: por un lado, la división entre afee. : · té-en haber estimula~o las in:~stigaciones sobre este
tos apetitivos y afectos inhibitorios (cuyo prototipo es . tei'na· No obst~nte !a traducc1~n de ·sus obras a ?tras
1 1•
la angustia), que da origen a la división entre afectos Jénguas, y el 1nteres que despiertan, el pensamiento
aceptad.o s por el yo y afectos rehusados por este; por ·aé.;e ste autor sigue sin ser bien conocido. No es tni in-
otro lado, el distingo que traza entre afectos apetitivos . ienctón examinarlo en detalle en este trabajo sino só-
y afectos reaccion·a les. La complejidad·· que ofrecen Icis lO esbozar su posición en torno del afecto. Desde este ·
afectos proviene de que justamente son ellos los que ¡;unto de vista, de~~mos recordar que la tesis funda-
habilitan al yo para vivenciarse a sí mismo por medio mental de Lacan: u~l inconciente está estructurado co-
de sus estados de sentimiento y en ·su relación con el . ·ntó un lenguaje, presenta nexos con las nuevas ideas
cuerpo. En consecuencia, el afecto es una información .-~lri.Icturalistas de años recientes, que no tienen casi
para el yo, pero tal que lo obliga a adoptar una p 08¡. ··pUntos comunes con el abordaje estru·c tural en el psi-
ción. Además, se sustrae del control del yo, que es ca- coanálisis contemporáneo. De manera explícita y cla-
paz de inhibir la acción pero no puede evitar ser c<in- ra, Lacan sostuvo que era infecundo tratar de dar un
1
flamadon por aquel. Si el yo se puede defender de la estatuto conceptual al afecto en tanto expresión de un
1 pulsión por modificaciones de meta y sustituciones de · fUricionamiento psíquico indiferenciado (Lacan, 1966,
objeto, las defensas frente al afecto no ofrecen las mis- plg. 799). La originalidad de la posición de Lacan en
mas posibilidades de disimulo con eventuales satisfac- el estructuralismo modertlo proviene de su concepción
ciones indirectas. Por esta misma característica de es- del •significanteu. Este término, empleado por F. de
capar del control cobra el -afecto valor de comunica- -~ussure para designar una de las dos partes que, jun-
ción para otr~s personas, y esto mismo obliga a nuevas ..,-. .,_. ~ .ta·s, componen el signo (la otra era c<el significadou), de-
medidas de defens~ si vehiculiza mensajes inoportu- nota la unidad de la materia fónica, y en el sistema
nos y fuera de lugar. Se comprende que el circuito de lacaniano se convierte en el elemento atómico de la
los intercambios afectivos entre su fuente (el ello) y su modalidad de significación en lo inconciente, cuyo fun-
dominio (el yo), y en relación con el objeto en el nú- CiOnamiento nos pertnite inferencias retrospectivas so-
cleo mismo del yo, origine tensio11es col)flictivas más _bre el sujeto. Sujeto y estructura. entonces, se encuen-
ingobernab.les que las ocasionadas por las representa- . tian en relación dialéctica. Carece de sentido situar al
ciones. sitjeto fuera· del funcionamiento de la estructura. S€-
Mientras que Mallet describe el funcionamiento - gún Lacan, es importante distinguir la significación,
afectivo en el nivel más general, Bouvet ( 1956) procu- ,Jilada al desempeño de la conciencia. de la acción del
ra definir las características que distinguen a las es- ·. ~- ·-.~gnificante. He aquí otra de sus fórmulas, que se ha
tructuras pregenitales, en las que pasa al primer pla- vuelto famosa: ctel significante es lo que representa el
. . . no la naturaleza tormentosa y masiva de los afectos. . sujeto para otro significante•,. Esquemáticamente, exis-
Estos expresan demandas absolutas, despojadas de ten dos ccunidades atómicas)) de sign_ificación entre las

200 201
.. 1
1
¡ 1 1'
'
ij 1 1 '1.J .: .

¡~~,. a mejor consideración en orden a la experiencia




ll . < a.:unca. Así. David (1966. 1967a, b) ha llegado a des-

- q•~ir un fenómen_o clínico nuevo que llamó «perver-


' .

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i'
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:!n
~~ afectiva» (David, 1972), en que el proceso ~e auto-
J,
~·"'' ,¡. · tación y el placer de embalsar la consumacwn afee-
'
. ec son preferidos a la realización de las mociones pul-
. ~ales. Viderman (1970) nos ha recordado la activi-
1
.,; ;d
,. :· ~, tndisociable de fuerza ~ de sentido en ~a. ~xperien­
1
~· ~ · analítica, y nos ha indtcado con prec1s1on que el
l
l•
.· :ar :w
del lenguaje en el psicoanálisis ~: p_odía con-
· · ·T··"" · tualizar dentro del marco de la linguistica .
r •!lf'• .,.~··"~. 'fPMi personal posición (Green, 1962, 1966, 1970~,
1
i ! · .¡.g73) .d ifiere de las precedentes porque intento una :ri-
1

'
1

1
•1
1
'tica del sistema lacaniano sobre la base de sus propias
¡

1
i

• · hipótesis. algunas de las cuales yo acepto. No es sufi-
i f
1
•1
' · · dente defender los afectos como si la situación fuera
:' .
1'

l
a ;u-:. ' 1 producto de algún descuido por parte del sistema
..... ~. . , ~caniano. Más bien debemos considerarlo.u_n signo ~e
!
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i 1 1
1 .
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: 1
¡

1
. que es preciso reevaluar algunas de las posiciones pnn-
1 1 . cipales del sistema mismo. Es ev_idente qu~ toma_r el
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1 l
1 ' lenguaje como marco de referencia p~ra lo .I?concien-
1. lji
1 1
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1:
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11 !
te nos obliga a reflexionar sobre la situacion en que
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1
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l'

así quedan las palabras: tendrían que comunicar un_a
j 1 •

1 ¡ 1 1 experiencia que por definición es imposible traducu


.l ~ ¡ i · en palabras. Creo que si el analizando se da a conocer
!i 1j i.! 1
. 1
' 1
f
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1

!l.¡ '

j · pOr sus palabras, es por completo imposible, en razón
¡1 ¡' ,.
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. l r ·
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'
~ de los diferentes estados mentales en que fueron pro-
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j
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,·. • 1
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nunciadas, atribuir a estas un peso igu al. En resumen,


• • •

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la referencia al lenguaje implica un cuerpo homogé-
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neo que va de los fonemas a las oraciones, y una es-
!¡. ·~·' ·¡
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tructura unificada que es la del lenguaje como tal. En
1
1 ~ •
! ¡' cambio, lo inconciente se halla constituido por elemen-
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1
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1i 1 : .
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1
j
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tos heterogéneos: representaciones de cosas y afectos
j 1
J
l 1

l 1 . i
constituyen su núcleo. Ahora bien, este núcleo se re-
¡ ' ¡
laciona con el cuerpo, la acción y el lenguaje. De ahí
1 : . 1 la existencia de cadenas de representaciones de cosas
l
,l
¡
l
y de palabras, afectos, estados corporales y acciones.
, l
Como dice Freud (1913j,' pág. 177 [pág. 180]), celo in-
' •

t
.1
J
'conciente habla más de un dialectou. Si consideramos

1,
• que el material en su totalidad no se compone de se-
1 'l

1
l
ñales sino de significados, vemos que _este tétiilino, que
l
1 tomamos prestado, adquiere una extensión tal que ya
l 1
1 1 •
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1 l
,. 202

203
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1 1
1
. .
no puede pertenecer al vocabulario de la lingüist" . Todas esta~ interrogacion~~ nos reconducen al pro-
y que la «cadena significan ten de Lacan supone la~· · :~=·:t~t~7 · del significado en relacion con el Otro. Pero en-
terogeneidad de los significantes. De esto extraigo r· . ~~·-=n.:r;:-. es el proceso del significado se liga con la existen-
consecuencia teórica de que si al afecto se le conceda . h~.-·- ~e las cccadenas» de afecto, reformulación esta del
1
una función semántica (más bien que cognitiva), él d ~ . . ."'p_.·,·.:.~~·J.-ncepto de Freud de c.ligazónu, ya se aplique este a
be ocupar el lugar del significado si es que no ?ott . -·~ nergía o a las representaciones. Ahora bien, esta
mos encontrar otro término de remplazo para desi;. ' ~· · " ·~!enano es la del lenguaje lineal: es al mismo tiem-
nar el elemento de sentido, donde la palabra <<sentido.. •.J'?_.. • ,. oligráfica, en virtud de la heterogeneidad del ma-
se emplea, desde luego, eh el marco de una semántica te/al en la coii?'unic~ción, y ?olifónic~. porque_ p~me
estructural psicoanalítica. La participación de formas ~,,..,
!1'•• , ;-.: • • • comunicacion reciproca diversos tipos de codigo:
afectivas de comunicación en el material analítico no - .. ·. =ectivo. representativo y lingüístico. Est~ estructura
nos obliga a oponer comunicación por el lenguaje y ._: .·,~ifnpUca que el afecto se comprende, lo m1s~o. que el
comunicación no verbal, separándolas entre si, sino ··: Jenguaje. como un. producto ~el trabajo ps1q~JCo. En
que, al contrario, debemos investigar sus fundamen. ~ ieaJtdad~ en estas circunstancia~ el punto de vista e:.o-
.. tos comunes, a partir de los cuales diversos modos de ~ . . .tlómico no se puede entender solo como la expres1on
inteligibilidad adoptan modalidades diferentes. Todo · ae la cantidad sin?~ más bien, como_ el prfncipio ~e tras-
esto demanda estudiar diferentes tipos de ligazón 0 de [or111ación de can~idades y de cant1dades y cu~l1dades
concatenación, y la interacción conflictiva que de ello éntre sí. Un lenguaje sin afecto es un lenguaJe rnuer-
resulta; esta a su vez se subordina a los conflictos fun- tÓ; y el afecto sin lenguaje es incomunicable. El len-
damentales del aparato psíquico, que nuestras herra- . guaje se sitúa e~tre el ~rito y el silen~io .. El silenc~o
mientas conceptuales procuran traducir indiestramen- a 'm enudo deja Oir el gritO del dolor psiqUlCO y detras
te en teoría, lo que nos obliga a elecciones teóricas más del grito el ·llamado del silencio es como un consuelo.
o menos apropiadas. Tomemos como ejemplos el yo : . Las estructuras clínicas demuestran de una manera
y la adaptación en Hartmann, la fantasía inconciente ··oonvincente que el afecto no desempeña aquí el rol que
y las relaciones de objeto en M. Klein, el existir y la l~-f ~Freud restrictivamente le asignó, y que es preciso dis-
experiencia en Winnicott. La referencia al lenguaje, si ·
·f~~ tinguir los diferentes tipos de peligro para los cual:s
bien tiene el mérito de poner el acento en la estructura · t~:- --'los mecanismos de defensa han hallado soluciones mas
-lo que en verdad es importantísimo en la medida en ~; · 0 menos precarias. Existen sin duda conexiones entre
que se refiera a la estructura de la inteligibilidad in- :·angustia de castración y angustias impensables, mi e-
conciente , evita l~s interrogaciones esenciales que ~~:. .do de aniquilación y terror sin nombre, pero nos im-
la estructuración plantea: ¿qué puede ser estructura- ~~ ~· ' ·: portan l~s diferencias. Esta misma observación se pue-
do?, ¿por medio de qué?, ¿por quién?, ¿para llegar a ~·~ ·. ~e hacer respecto del afecto positivo, cuya ela~oración
qué tipo(s) (en singular o en plural) de estructuración? ~:!'~:: teórica no se ha cultivado en la misma med1da por-
¿Es necesario desem·b ocar en una estructura más ge- ~~{ · ,qt;J.e, en apariencia, plantea menos problemas al ana-
neral, un lugar que permita acondicionar 'las diversas f:. .lista. Pero cabe señalar que el campo de la perversión
estructuraciones, o bien hay que aceptar la yuxtapo- ~~ :~: atrae hoy nuestra atención de una 'm anera muy dife-
sición de estructuras que no se comunican entre sí sal- ~l . rente (Stoller, 1975). El concepto de Lacan de lo sim-·
vo por nexos intermitentes? ¿Cuál es el significado de ~ ,.- bólico como llave del -sistema inconciente sería mucho
la referencia pragmática, si no teórica, a la noción de -~~- , ~ más aceptable si se lo pudiera relacionar con un para-
integración en psicoanálisis? ¿Es sólo cuestión de en- ~?-_ ..atgma que no fuera el lenguaje, sino que lo hiciera po-
r.: ' ·-
cuentro entre el sujeto y su estructura, o se instala aquí :sible. Ha sido Winnicott (197lb) quien pareció enten-
algún funcionamiento nuevo? . derlo mejor. Si la crítica de la exclus~ón del afecto ad-
'

204 205

11 1

quiere gravedad es sin duda porque este concept0 ~f·{cf. también McDougall, 1974). ~o dejará de sorpren-
4' su lta 1n· d 1spensa
· bl e para toda renovación auténtic re. _: · a1 lector que yo haya recurrido lo menos posible
'· la teoría. - a de ~ ~::.;:;'-,¡ .a las hipótesis del desarrollo infantil para iluminar la
....

~0rnprensión de los fenómenos afectivos; esto parece-


l En definitiva, distingo dos tipos . de afecto:
~~.:.-~~"·. ~.-.; rá extraño y, para decir lo menos, paradójico. Pero ha
l. El afecto integrado como material sólido e
resto del material significativo dentro de la caden:· e) ~ii.,~··J,.:.::-. sidO una abstención deliberada porque no he querido
· t (
conc1en e y preconciente); en este caso el afecto e t 1n. ··~ • •::-....gr_ · suJJlar más confusión a la que a mi juicio ya reina en
• 1
i
~ubo.r~inad.o a la organización de ·la cadena y su sig~~ , este campo. La confusión consiste en mezclar un mo-
f1cac1on reside en la secuencia a la que pertenece. A . - ·delo destinado a .comprender la comunicación analíti-
adopta la ~~nción de significante, lo mismo que la~~~
.......r-
1

'
. · ca con la hipótesis implícita de su relación con la his-
. :
presentacion o cualquier otro material que se inclu :- toria del desarrollo más temprano. Las discusiones so-
~ . . . Ya ....-_f.~--.-:~- -- bre-la necesidad de distinguir entre la repetición del
en .ormaciones 1nconc1entes. ·
''•
1 1 2. Por su intensidad y su significación, el afecto des. ·. ··. -.~... · pasado y la posterior reestructuración de ese pasado
i
'
1
1

' borda de la cadena inconciente como un río que se sa- . ,.-: ··no agregan 1;1ada a nuestra comprensión sino que sim-
le de madre, y desorganiza las comunicaciones-des~ . plemente demuestran la tentación en que de continuo
f
¡
1 1
l truyendo las estructuras productoras de sentido. En caemos de retrotraer nuestras dificultades para con-
1
~ 1
este segundo caso no estamos frente a un afecto señal ceptualizar lo que sucede en la comunicación actual
í

1 1 en el yo sino, tal vez, a mociones pulsionales reales a una concepción temporal de mecanismos psíquicos
l Jnconcientes que apenas conserva carácter psicoana-
1
i
j
1 j provenientes del ello, que han quebrado las barreras
1j ¡ .· Utlco. El aquí-y-ahora no constituye la solución de al-
yoicas y producen un avance sobre el núcleo del yo
! ! 11 1 a la manera de una Blitzkrieg. La desorganización de . · temativa porque se basa en los mismos supuestos: só-
!t . . . ii 1
, la cadena es la responsable del afecto traumático, que lo la técn~ca es diferente.
i l ¡;
. j

1 J
puede paralizar o incluir una tendencia a la acción
1
¡: . ¡1 ·/
' ¡ j J compulsiva, si es que no trae por resultado una reac-
lq
; 1~ .; ción de inmovilidad pasmada. Así, el afecto del tipo •

:11 . ' . anterior se mantiene en el marco de una relación sus- Reflexiones personales
., ; j
1
c~?tible de ser trasformada por el trabajo de elabora-
i 1• • '
Si se me admite que cierre esta contribución con
:i ·i: '
1 !. ~
!j ¡ Cion dentro de la asociaci~n analítica. En cambio, en
.[. :-r-~· algunas indicaciones para la investigación futura, he
-
i;
l
1 '.
. 1

• 1 1 el segundo tipo, las posibilidades del análisis -al me-


j
1 l nos del análisis clásico quedan abolidas, y el paciente r ~ de apuntar lo que a continuación expongo.
• •

• f
1'
1 ' , se ve empujado a defensas incapacitantes para su vi- Por el hecho de que Freud caracterizó los afectos
; ! l
1 ' : 1 da psíquica. · como procesos de descarga, a menudo se tendió a con-
1j . ~
~s fácil coincidir con Lacan ( 197 3) cuando parece siderarlos como unos fenómenos fisiológicos acompa-
j; 1 : decirilos que el problema del afecto se liga con un cuer- ñados de su correspondiente expresión psíquica for-
mando un todo. Así se produjo una simplificación, que
1 <l 1
po ((cuyo há}?itat natural es el lenguajeu; ·pero el pro-
_ remplazó a una concepción más sutil presente en la
1 ¡1 blema queda en pie porque no existe acuerdo acerca
de la, relación entre la realidad psíquica y el cuerpo; _ . · obra de Freud, por más que sus hipótesis explicativas
i ¡i
t


de M ~z~n ( 1970) ha presentado una concepción psi- f ·-' · •
sigan siendo dudosas. En sus Conferencias de intro-
. H c~a?al~tica de esa relación dentro ·d e una perspectiva 1:: :·· .. ducción al psicoanálisis encontramos la definición más
1
dina~Ica, en lo cual lo ha guiado sin duda su compe- l: - ·- _ precisa: ccAhora bien, ¿qué es, en sentido dinámico, un

j i
tencia en psicosomática: diferenció entre el afecto co- t. afecto? Para empezar, algo muy complejo. Un afecto
mo fenómeno psíquico y la economía psicosomática ¡
1
1 1
incluye, en primer lugar, determinadas inervaciones
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1 1 J
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~. ~-· -··~- .
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1 . .....
1 1 ?.;. -·
1 '
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1 1
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motrices o descargas; en segui'ldo lugar., ciertas sen.. . ~. ~ . evoque aquella función cuando pasa a tratar los di-
saciones., que son, además., de dos clases: las percep.. .,, ·::.entes tipos de reminiscencia .. La ~~ón de esto pa-
ciones de las acciones motrices ocurridas, .y las sen. .--:~ .:.·ttce ser que Freud en ese punto Identifica el afecto con
saciones directas de placer y displacer que prestan :· · ··¡ ...pulsión ascende~te)) que se expr:esa, en parte., en
al afecto., como se dice., su tono dominante, (Freud -:á creencia compulsiv~ que arrancan l~s delirios. En
1916-17. pág. 395 [pág. 360]). t _ te caso podernos conjeturar que el rn1edo a percibir
Este distingo entre la sensación del movimie~to in.. · c·.-5'~·"·"~.-. ': 'IJlOVimient'? interno Se liga eón UI_Ia dif~Sión afecti-
te--rtto y la cualidad del afecto parece poco importante va, pero no· solo a causa de su cualidad sino, mucho
a primera vista. Tal vez re·s ulte significativo respecto foás, de la potencialidad delirante de la difusión. La
1
de aquellos pacientes en cuyo análisis aparecen difi- hipótesis de_ la naturaleza filogenétic~ del afecto., aun-
1
cultades relacionadas con su miedo de ser invadidos que esté sujeta a dudas, pone de reheve el hecho de
por su experiencia afectiva. _E l carácter de extraña in- . ·q ue si el. yo es la sede de los afectos., se puede ver for-
detet tninación de sus afectos les resulta aterrorizador zado a admitir dentro de sí algo de naturaleza en ex-
porque amenaza la relación que ellos mantienen con - · tremo ajena respecto de s~ propia estructura. Por otro
sus objeto~. ~n ~stos casos., la fuente del .m alestar..tal =~­ t&do, la idea ~e un estatuto del afecto correspondiente
-- .,_ .. vez no sea tanto la cualidad del afecto. percibido a me- a un modelo asimilable a los·ataques histéricos nos per-
nudo como inefable o inexpresable, cuanto la sensa- .Stite pensar que ~os afectos ID:ás primitivos no por eso·
ción del movimiento interno y de su tendencia a di- dejan de aspirar a· una fo1 ma de organización compleja.
. fundirse. La aparición de un afecto más definido de ·.:- · Me parece que todo el problema se sitúa en la tie-
displacer del tipo destructivo, proyectado o no, tal vez . 1ra de nadie entre los dos tipos ~e afecto., ya entrevis-
sea un intento de detener esa difusión más que la ex- tos por Freud., y con respecto a los curues he propues-
presión plena dé la cualidad ~ectiva originaria. Pero to una reformulación teórica: un afecto de función se-
el enunciado descriptivo que citamos no es suficiente. mántica en tanto elemento de la cadena significante.,
Era la impresión del propio Freud acerca de su defini- y un afecto que desborda la concatenación y que se
ción: .,Pero no creo que con esta enumeración haya- _ difunde rompiendo los eslabones de la cadena. La si-
mos alcanzado la ~sencia del afecto. En el caso de al- f._ ·· ·iuación analítica ofrece la oportunidad de encuentro
gunos afectos creemos ver más hondo y advertir que . ·"-
con un objeto, de lo cual resulta el nacimiento de una
el núcleo que mantiene unido a ese ensemble es la re- '. trasferencia proyectiva; esta encuentra su significa-
petición de una detertninada vivencia significativa. Es- .do in si tu, y el analista, volviéndola retroactivamente
ta sólo podría ser una ~rnpresión muy temprana de na- -,k a.Ceptable dentro del encuadre analítico., permite que
turaleza muy general, que ha de situarse en la prehis- ~· el paciente la reintegre en su comunicación.
toria. no del individuo, sino de la especien (Freud, ibid., ¿ Por otro lado., en casos difíciles, la interpretación
págs. 395-6 (pág. 360]). . tf··· del analista tiene el efecto de desencadenar un proce-
Se refiere por lo tanto Freud a la bien conocida ana- ~J so ·auto-traumático de defensa interna, una defensa
logía entre la construcción del afecto y la ·de los ata- J! ·r eactiva frente a un vacío interior, donde un afecto in-
ques histéricos, que nos recuerda en este pasaje, co- f " · tenso. a menudo penoso, es la única prueba que el ana-
mo lo hará después en otros. Pero lo que debemos re· lizando se puede dar de su propia existencia, y donde
tener es la función de reminiscencia de los afectos. Por ··el afecto, más que servir de vehículo al significado., to-
eso no puede menos que sorprendernos que en ••Cons· ma a su cargo la función de externalizar el self dentro
trucciones en el análisis,, ( 1937d) conceda a estos, a -.de los límites del espacio interior., hacia todas las par-
las mociones afectivas y a las conexiones emociona- . ~es del aparato psíquico en que el objeto amenaza in-
les una importancia grande dentro del material, pero tervenir inoportunamente. Es aquí donde se revela la
1 •

208 209

conflictualización más importante del afecto. Las con.. . J_.' · · • • somatización · excitación perversa; o la hiper-
..;;-;-' astva, ' .
secuencias de dos fenómenos distintos se superponen. .: ~·Jil tidura de la percepción externa, que monopoli-
f Por un lado, los afectos penetran en el yo, que no Sólo· · .~'··-"'··-. ~"esda la atención psíquica. Todas estas maniobras
. '.
teme su violencia o su crudeza, sino también su natu. ·· , Pi to de un intento de disociación y escisión. que pue-
~aleza contradi~toria en tanto pares de mociones PUl- ~·:x·o-~ '- ~=cionar dentro de un estado aislad~. con ins~ala­
sionales opuestas. EI ·yo se siente en peligro por Ja in- · .. !''li.•
"''"",,11íf a de un espacio muerto en el corazon del suJet~.
! traducción de estas tensiones que amenazan compro-· · ,_cióll conciencia de que en este intento de esclareci-
,. :· ~:!~o no voy más allá del nivel de una metáfora des-
J

. f meter la homogeneidad que él procura establecer en


J 1 su seno. Por otro lado, el yo crea confusión en él mis- .·. · . -_: rtptiva.
l mo entre afecto e investidura de objeto, como si el afec- ,' •. _.. · e Es tentador pensar que todas estas op~raciones d~-
1
J to amenazara el narcisismo yoico indispensal;>le para . 5Ó¡ .. · ·vas corresponden a fantasías inconc1entes y atri-
1
¡' .. renst t·
l el establecimiento de la auto-observación del yo. Esta ':.;·. · ·.~ uir un papel importante a la identificaci~n proyec I-
función no puede ser suspendida en casos en que el : : ·, " b A esto yo respondería que nuestra teona de la pro-
afecto deja una sola alternativa: entre angustia de se- . . ' "a. yec
ción esconde todavía muchas oscuridades que me
· ·
paración, que lleva a la muerte del afecto, y angustia 1
_. · ; niego a aumentar co~ _unas esque~a . 1zac1ones qu~
ante la intrusión, que se experimenta como una nece- . .· ,.·: elen llevar a los analistas a espeJar, en sus c~tri-
sidad de abandonar la observación de sí y dejar que -· ·. :~ciones científicas. la actividad psíquica 9e -los pa-
el objeto tome posesión, enfrentándolo. con mociones ,~ cientes que nos ponen en difi~ultades, recurso a
pulsionales proyectadas a las que él se debe someter. · unos estereotipos que se convierten una suerte de
La cualidad especial del analista en tanto objeto, y lo , .: . .actuación)) en la teoría. Parece importante_ destaca..r
inevitable de la relación establecida con él a través del . . que las fantasías inconcientes son elaboraciones psl-
' ,I l
1
~ elemento siempre insuficiente del movimiento de las quicas que han requerido un trabajo consumado .por
1
t1 j 1.
palabras, no puede menos que reactivar, en un efecto ·: · '· .· el aparato psíquico. El funciona~iento de los ~acien­
:! l ~ de bola de nieve, la imposibilidad de trasformar el afec- ·~ . tes, tal como se manifiesta a traves de su rnater1~l, nos
1 l .t, ;
to en acción sin conmover el encuadre analítico, ese ~ . hace pensar que, si las fantasías inc~ncientes ~as cru-
·¡ i ~ .1: J
¡

frágil contenedor de un allegamiento potencialmente das descritas por los autores kleinianos estuvieran a
,; - 1 ¡· 'i disperso. Los límites del discurso y las convenciones ~· · ·d isposición del aparato psíquico, estos pacientes n? ne-
¡
i ~1 f
1 . .l

1 formales del lenguaje actúan entonces exclusivamen- - cesitarían presentarnos las reacciones trasferenc1al~s
:1 1 '
1 '
;:¡11
:: . li '
·.. 1 ~
. 1.
l .¡ 1 ",; • :
¡ ~
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l te como excitaciones inter~as adicionales que aumen- : que nos muestran. Veo serias ~es~entajas en la hipo-
¡• l

1
l l' .
j
. 1·
1 ,, ¡
1
1 •
tan la tensión intern~. La .solución parece consistir en tesis de que traducir las comunicaciones hec?as _al ana-

¡1 ,. 11r

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1
1
l
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1'
' la evasión o, para ser más precisos, en el extravasa- lista en interpretaciones modeladas en los terminas ?e
1~ l l miento del afecto por una serie de reacciones internas fantasías inconcientes persigue precisamente el obJe-
j1
1 '. • .
1 • ~ repetitivas que modifican el funcionamie~to del pen- _- ttvo de promover un trabajo que los pacientes pare-
1 samiento. No se trata de un funcionamiento de proce- ·.. cen incapaces de ·realizar por sí mismos. En lugar de
' so primario porque, si tal fuera el caso, el ánalista em-
1 alentar el vínculo y de crear una sensación de libertad
J peñado en descifrarlo no compartiría la tensión del pa-
1
l
l en el paciente, el alivio de la invasión del ~~ecto p~r~­
ciente. La invasión, la impotencia, la aflicción, todo ce destinado a pagars~ con una comprension precipi-
! ' 'J
1· !i esto da origen a un pánico interior que esfuerza al su- tada que se interna por una senda recta pero estrec~~­
i. j jeto a rebasar los límites del espacio psíquico por di- En la técnica kleiniana, las interpretaciones en def1n1-
! •

1
·1
il
~~
i
versos mecanismos: confusión, que de hecho es una . tiva paran en decir que cierto elemento del ma~erial
·l
!j diseminación y dilución de tensiones· conflictivas; ac- «representan a la madre, o al objeto, y en proporcionar
'¡t 4
·¡
ción catártica, que opera como una tormenta afectiva .· un material verbal adecuado para inducir esta repre-
1 l 1

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.

sen.tació~ (lo ~~e no es lo ~ismo que sugerirlaJ. No "'""''".''""-·e' · e, lo que se ha llamado su modelo hidráulico
del apa-
esta en d1scus1on la notable .Inteligencia que de las ...· '-~:fato psíquico, ni son tampoco sus referencias a labio-
tru~tur~s arcaicas han alcanzado los discípulos de:· · .~ -:;~l(igta o al punto de vista económico. Acerca de estas
Kle1n, n1 cabe cuestionar sus intenciones terapéutic · · ··~· ~:--~~J¡estiones, son sus formulaciones, ~ás que sus ideas,
El problema real consiste en admitir que la represas. . ·· ·~que nos estorban. En cambio, parece que diferimos
. ,. ~ . en.
t ac1on, que en e1ecto es un material indispe·nsable ·p .. . -·~nsiderablernente de él en su postulación de que 4<to-
ra la elaboración a:nímica, tiene que ser formada P a ~-· ·,·das las representaciones provienen de percepciones,
un trabajo psíquico que no admite cortocircuitos y q~~ ·.son repetici'ones de estas., (Freud, 1925h, pág. 237 [pág.
no puede ser consumado por representaciones cta pr _ < ..-. · 255]). Me parece que hoy acordaríamos una importan- ·
,. •t 1
pos1 on que e .terapeuta comunique (es decir, por 1 o · cta mucho mayor a los afectos en la trasformación de
verbalización de fantasías inconcientes). Esta elabora~ , huellas mnémicas, si no en su creación. Irnplícitamen-
ción de la representación se mantiene en el centro d # ie nos preguntamos por las huellas mnémicas de ex-
nuestro trabajo analítico; no otra cosa significa el he~ ' ··periencias afectivas. Es posible que el problema resi-
cho de que a más de tres cuartos de siglo de la inven- . ·~. · -· -da en que el aparato psíquico registre las huellas de
ción-del psicoanálisis ,.segu¡'mos--consid·e rando que· ·el --~ vivencias afectivas antes de ser capaz de establecer
sueño (las pe~adillas incluidas), -cualquiera ·qu.é · sea . -huellas mnémic~s_ de percepciones y qu·e toda la meta
nuestro abordaje de él, es una creación personal de ac- del trabajo consis.ta
'
en separar las representaciones de
tividad psíquica, cuyo valor como indicador de la ca- .. las infiltraciones afectivas contradictorias, cuya ten-
pacidad de trabajo del aparato psíqui-co es irremplaza- dencia general es hacia la difusión, mientras que las
ble. Po.rque el problema no consiste en instilar repre- . ·r epresentaciones procuran la articulación. Proveer de
sentaciones ya elaboradas por otro sino en promover .contenido a lo que se vivencia sólo en forma irrepre-
los procesos por los cuales estas representaciones pue- sentable es una tarea fundamental del aparato psíqui-
dan ser puestas a disposición del analizando. Una de co. Si contenido dice relación con sentido, es preciso
las paradojas de estas estructuras afectivas complejas recordar, empero, que el sinsentido tiene dos signifi-
es que, si bien están bajo el influjo de las reacciones cados diferentes: caos y nada. Su confusión se sitúa
primitivas y arcaicas más masivas, mantienen una ·-en la raíz de muchos de nuestros malentendidos.
sensibilidad extrema para los matices de las cualida- _ Para que se haga la luz en esta dificultad tenemos
des afectivas más sutiles .y diferenciadas en otras per- que abandonar nuestros preconceptos teóricos que han
sonas. Es decir que estas cualidades pueden ser reco- ·. ~ostrado sus limitaciones heurísticas. Por mi parte,
n~cidas intuitivamente en otro sin que el sujeto sea . no veo la manera en que salgamos de nuestras dificul-
capaz de arriesgar adoptarlas por sí. . '· tades si no es con una investigación de lo que llamo
En consecuencia, el problema consiste en ayudar · . ~lmbolización primaria, donde las ma~rices de viven-
al paciente a distinguir en su realidad psíquica inte- . . ~la, que desconocen el distingo entre afecto y repre-
rior una represe.ntación de la otra. persona., de suerte . ·:. · . sentación, se' forman sobre la base de una lógica pri-
que la coexist~ncia con ella pueda llegar a ser una vi- .. maria, expresión de una semántica inconciente míni-
v~ncia que n? dejará de ser conflictiva, pero que lo se- ma, en la que descubriremos las figuras de la retórica
ra de una manera tolerable y mutuamente deseable. psicoanalítica: repetición-compulsión, trastorno (mu-
Esto sólo es posible si el self despierta para la realidad ~anza hacia lo opuesto y vuelta sobre la persona pro-
psíquica y si se establece una viva comunicación in- pia), anticipación, espejamiento, inclusión, exclusión,
trapsíquica. · f~IIItación del complemento, mediación entre adentro
. Lo que parece separar nuestro punto de vista del .· . _y ·afuera, el surgimiento de la categoría de lo interme-
de Freud en lo que se refiere al afecto no es, me pare- ~·.. · diario, la situación entre lo mismo y lo otro, la consti-

212 213
tución de límites móviles, la escisión temporar· ue es cierto ·q ue llegó a reconocer el valor de la
· . d t·t t 1 Ia, la ~·-:~ de cualidad (en los estados placenteros y dis-
.i
' creac1~n . e sus .I u o~,- e e_~tablecimiento d.e panta}¡ .
t y por Ultlmo la IdentiflcaciOn proyectiva. Advertirá as . ;.. ,,v~·¡;;..,,pnteros) tardíamente; pero el punto de vista eco-

f lector que sólo puedo indicar la dirección de las inv el . ~- nuu•..


o sería recordado de continuo, de manera que
tigaciones. He ahí los prerrequisitos de los nexos es. -~.· se descuidara su importancia. Por fin, sus últimos
tre simbolización y ausencia, como se indicó en el en. os se caracterizaron por la insistencia en la aflic-
pítulo 2. " ca. ~-·~···----· ~,Ción primitiva d~l nifio peque~o: en la inmadurez psi-
Para comprender la razón de lo irracional tenem ~·,,~...,-.~.;·,~<:.otógica general del yo al nacimiento, y en un despla-
1 i
¡
que librarnos del realismo psicoanalítico que infii: .. Jamiento del ·acento sobre el objeto primario, que en
l
1

.••
t ~odas nuest~a~ teorías, au~ las que consideran1os más .,. -.._,. _.. ,. ·.-. prtmera_parte de ·s u obra se concebía sobre todo co-
i
_._,_.~·-, ·
l Irreales. Y si estamos de acuerdo en afirmar que par 1110 un objeto de placer (y una fuerza represora) y des-
1

1 nuestros pacientes se trata de trasformar un modo d: pÚés se convi~ió en un objeto de supervivencia desti-
.· nB:do a edificar el yo frente al poder desorganizador de
supervivencia en una experiencia viva, no alcanzare-
mos este resultado con nuestras buenas intenciones .,. . . .,,;,~. )as pulsiones, si fuera desbaratado por estas. No obs-
solamente, ni con .nuestras capacidades intuitivas.· Sólo '·"''-~. .,_ tante, Freud se mantuvo fiel, hasta el final~ a la oposi-
lo conseguiremos si hacemos justicia a la complejidad "''o;;'_~---;;-,_· _ ción de representación y afecto. . .

del . alma humana que Freud nos enseñó a desentra. En el segundo período se elaboró una manera nue-
ñar rompiendo con las rutinas del pensamiento tradi- .· ·· · , va de abordar los problemas. El desarrollo de catego-
cional. Recordaré, para concluir, aquella oración del rfaS de síndromes ya no demarcó las fronteras perti-
ccProyecton que fue la guía de nuestras reflexiones: ccCan- ;·¡; · . - nentes para evaluar el funcionamiento psíquico. Sito-

tidad en el> se expresa entonces por complicación en davía se las menciona es para destacar las diferencias
l/1•• (Freud, pág. 315 [pág. 359]). A nosotros toca extraer · -_· · entre las .neurosis clásicas y aspectos clínicos de la·
las consecuencias de ese enunciado desde la experien- -·:<·:- práctica moderna, donde grupos diferenciados de sín-
cia clínica contemporánea. dromes presentan menos interés que los tipos d~ fun-
cionamiento, que ahora ya no se distinguen en térmi-
nos nosográficos sino por referencia a tipos generales
Resumen de estructura (neurosis de carácter9 estados fronteri-
••
zos, depresión, estructuras psicóticas o psicosomáticas,
A modo de resumen podemos decir que el estudio . etc.). Aunque se sigue tomando como referencia la sus-
de Freud sobre el afecto arrancó de un punto de vista -:, 'i· · tancia de la segunda tópica, las formulaciones clíni-

fundado en agrupamientos coherentes de síntomas . .-· cas se vierten más a menudo en los términos de rela-
neuróticos como criterio para una investigación dilu- .- · · clones de objeto y mecanismos de defensa. El distingo
cidatoria de las_diferentes vicisitudes de las represen- ~,..;,~:~:;;:~~ entre afecto y representación ha dejado sitio a otro. dis-
taciones y el afecto, en los dominios de 1b conciente tingo, implícitamente considerado más acorde con la
y lo inconcie~te. A medida que su obra se desplegó, situación analítica: el que separa investidura y fanta-
Y que aumentó su experiencia clínica, poco a poco lle- sía incon~iente; al mismo tiempo, un tema ha adqui-
.¡ : gó a invertir la balanza, en su teoría definitiva de las rido predominio: el estudi~ de la prehistoria de la rela-
1 1

¡ ·1 r pulsiones y en su segunda tópica, en favor de los afec- . ción madre-hijo, examinado desde diferentes ángulos
;
· '1' j ~ tos frente a las representaciones, y también a exten- -· ~>-· y de diversas maneras, pero donde factores afectivos
l l ·~
ocupan el primer plano.
~ ' JI der el papel de la angustia y a diferenciar aspectos de . · f- .-•. .

lj J J esta. Sobre todo, empezó a pensar la pulsión con inde· Por último, el concepto del self emergió desde di-
l l. j
- -~ _ . versas direcciones, cuando por así decir había sido so-
1
pendencia cada vez mayor de la idea de contenido.
;¡ l 1
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-1 1 ' 1 214 • 215
11 \

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focado por el abordaje de las relaciones ·de objeto. E _:, ~-~ 'li.,.,.•.pasiones y destinos de las
e~ _mismo sentid?· sin negar su especificidad, la fu: ',: ones
r, ••

c1on de la fantas1a es connotada por la de la expenen. ~

t cía. Las dos reaparecen en el encuadre de la co·r nunt. ----- bre las relaciones entre locura y
cación entre analista y paciente, y en el interior de ca.
1
da uno de ellos, lo que nos obliga .a considerar el Valor ~r~...,:,:_:::. ~¡cosis
la función, los efectos y las modalidades específicas d~ ·
l los intercambios afectivos en el núcleo del funciona. ''
'o 1

miento mental, y de los cambios que parecen desea. -:; -


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. .. "
" .
~

¡ bies en el con~exto de las trasformaciones esperadas ~~-·: ·: ·:._.. este ámbito de la primera ligazón-madre todo me
en el análisis. Pero entonces se plantea el problema ~ •Pn · t·
: . . ·· · . ece tan difícil de asir analíticamente, tan an 1guo,
de las diversas clases de significación vehiculizadas en . .:. :;aroso. apenas reanimable, como si hub~era sucum-
el material, los diferentes medios de trasmitirlas, y el ,·:-. . ~,· bJdo a una represión particula:rm_ente despiadada . E~­
1 .
tipo de respuesta que inducen en el analista o recla- ··?~ ·- , · ro~ esta impresión puede venirme de q"!~ l~s muJ_e-
. . .. - - -
man de él. Todo esto se resume en tres .p reguntas: fJt! acaso establecieron conmigo en el aná11s1s la mls-
j - ¿Cuál es la for111a más apropiada de respuesta a la co- res b" .r:. .. d 1 l.
rna ligazón-padre .e n la que se ha 1an relug1a o a sa 1r
municació~ afectiva del paciente a fin de lograr una . -~ ·,- de esta prehistoria, .
mejor comunicación intrapsíquica en el interior de él? .
¿Qué tipo de lógica interviene en esos intercambios de --~ ·_:· «El amor infantil es desmedido, pide exclusividad, no
los dos lados? ¿Cuál es la ·conexión entre el afecto den- se contenta con parcialidades~~.
tro de ese vínculo y lo que se podría llamar una lógica
afectiva? ·&br~ la ·s exualidad femeninan (S . Freud, 193lb)

... Locura y pasión


·'

· No hace tanto tiempo, antes que fuera de buen to-


:n o en la vanguardia decirse loco, la locura e~taba ~es­
terrada de nuestro vocabulario. En el lenguaJe ordina-
rio no se era loco sin.o ccnervioso,. Las enfermedades

. . ~ ;d e los nervios recubrían lo~ estados más diversos, des-
. · -~ ~de. el mal del siglo hasta la alienación mental. E~ la
· . jerga profesional, la locura no estaba menos p~oscr1ta.
· ;Nadie estaba loco; la ciencia psiquiátrica escog1a Y.des-
.. lindaba. Trazaba con certeza las fronteras de la nor-
malidad , de la neurosis,. de la perversión y de la psico-
.
sis. Freud no escapó de la taxonomía y hasta contrl-
_buyó a enriquecerla.! Así la locura desapareció de ~a .

Recordemos que se 1~ deben algunas etiquetas nosográficas.


1
tanto para diferenciar clases -neurosis actuales. psico-neurosis de
- - -
trasferencia, neurosis narcisistas- como en el interior de estas cla-

216 217
..
1

nosografía corno una referencia vergonzosa, test·1 ·.; ·~< ~r.,, del ((sufriru: sufrir las pruebas enviadas por Dios,
· · d e 1 t·Iempo en que 1a psiquiatría erraba con los Illo
nio b . ·. :~como Cristo, Dios e hijo de Dios, debió sufrir él mis-
buceos de su infancia. Hablar de locura: ¿no era a aJ. .C..,.I:·!.~. -~íno en su al~a Y_ e~ su c~_rne .. Ya se esboza la idea de
t · ·
re er1rse a una terminología tan poco científica co
caso '·gpe no podr1a ex1st1r pas1on dichosa. como no fuera en
la del vocabulario de la posesión? ¿No era sacra/no Llii····J,,.........·._ b. ·
a ceptación del calvario o en su imitación. Las san-
1 -- t · ~zar . b.slo comprenderán tal vez mejor todavía que los san-
e sin o~a, JUnto con todos aqu~Ilos ~ quienes aqueja. .
i b a, y privarse entonces de echar una mirada lúcida . tos. y Lacan ( 1975) no tendrá 'd ificultad en leer bajo
•¡,. f
1
'
1 1 -una mirada de exorcista- sobre lo que reclamab ·los rasgos de la Teresa de Bernini, los signos o los sin-
• 1

al contrario, la observación del zoólogo o, mejor aú a. . tOmas del goce. Ella sufre, por lo tanto es amada, por-
) 1
de~ b~tán!co? Durante_ mucho tiempo, la historia de~ .· que Cristo le hace vivir lo que él mismo ha vivido, pri-
psiquiatria documento el empeño de sus mejores pen.. . .· vJJegio que sólo concede a los elegidos de su cora.zón.
s~d_ores por conformarse al ideal, no de la ciencia mé .. ~"': &os psiquiatras del siglo XIX y del XX tuvieron hilo
dtca, muy empírica _todavía, sino de las ciencias na. ." ·para torcer con los místicos. No pudieron menos que
l
f
¡
1 turales. La psiquiatría necesitaba de naturalistas qu ·· ·distinguir, corno las gentes de Iglesia. el grano bueno
f 1 condujeran las enfermedades del espíritu al recinto de · ·de la cizaña, es decir, separar las manifestaciones de
l~s ~erturbaciones que la naturaleza hace sufrir a la:
1
j 1
! · Jo divino de las del maligno, entiéndase: la enferme-
j¡ VICtimas de sus caprichos. dad. Sin duda para muchos de ellos -aunque no para
1 1
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1 '

El espíritu científico, cuyo acto de nacimiento se todos- el problema se volcaría hacia el distingo entre
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'¡· ·¡¡' i. .
!
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1
puede datar aproximadamente en el siglo XVIII, se apo- histeria y delirio, más precisamente: la erotomanía.

.
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1 l
deró ?e la psiquiatría. Ella conserva entonces el anti- Seguirá siendo el amor lo que encontraremos des-
' ¡- t
(
J. jJ. i1 guo nombre de (<locurau pero procede a desmembrar- pués, en el Renacimiento, en las aventuras de las fi-
l . guras heroicas: Don Quijote otro avatar de la eroto-
}~. La inspiración nosográfica le es muy anterior, es
. ' '•r
. : 1 1 J
"'lr 1 ;. . •,,
.·i 1 1 1 . Cierto, pero, como lo mostró Michel Foucault (1965), manía-, cuya lectura Freud recomienda vivamente
1 i
~su prometida. He ahí algo que tal vez diga mucho
1
1 1 la locura ha cambiado de estatuto. En la Edad Media
¡, ¡¡ Y en el Renacimiento, antes de la era clásica, la locura -' . ·.· sobre su amor apasionado hacia ella, corno si tratara
i .
se reviste de esa aura que hace de ella un misterio ·d e hacerle leer entre las líneas de la voluminosa co-
••
. j

.
SI mantenemos el sentido religioso de este término. No
' .· rrespondencia que le dirigía: ccMi Dulcinea, yo te amo,
sólo porque su naturaleza permanece profundamente pero sé que mi amor es pura locurau.
escondida sino también porque, a su través, se traslu- · . Habl de la referencia constante a la locura en Sha-
ce algo del orden de lo divino, o de lo demoníaco. Ella kespeare e n clisé, lo mismo que volver sobre su la-
va unida a la pasión. Incluso en el sentido estricto: zo con la pasión. Pero es una recordación insoslaya-
pi~nsese en Perceval habitado por la búsqueda del . ~ .· ble. Polonia no está tan loco (en otro sentido) cuando
Grtal o, aun, en Tristán, cuyo amor por !solda es coar- dice a la vez que ese noble vástago está loco y que la
tado por sus obl~gaciones hacia su señor no solamen- _ causa de ello es el amor que tiene por Ofelia. Se equi-
te Mark sino ~1 mismo Cristo-. Amor-pasión, amor- voca pero por poco; represión obliga: ·a Gertrudis ha-
1

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sufrimiento. _Porque la pasión de amar es la del ((pade- bría debido nombrar.
',¡
1
· La locura celosa de Otelo es manifiestamente de
¡ ses: neurosis de angustiay histeria de angustia. neurosis obsesiva; causa pasional. Simplemente, también en este caso,
ji toda esta te_rminología es de su invención. En un trabajo inédito, hay error de persona.2 Junto a las pasiones eróticas,
1
presentado ante la Sociedad Psicoanalítica de París en 1962, hemos
•1 i' ~emo~trado ~~e en la obra de Freud se puede rastrear una nosogra·
2
' f fla ps1coanahtica coherente, es decir. apoyada en diferencias me· Cf. Green (1979). donde apunté el amor homosexual latente
~
l tapsicológicas. lnconciente de Otelo hacia Cassio.


218 •
219
las pasiones narcisistas traen consigo efectos no ¡~""''"'''~;: _pescartes encuentra dificultades con el Tratado de
nos alienantes: Ricardo 111, Julio César, Macbeth ~e­ #a._iones, que es su obra más endeble. Spinoza,
dos mueren a causa de su ambición insaciable.' ·o. ""'cl..;. - - supo reconocer mejor la esencia del deseo, lo re-
. Pero todos los casos que acabamos de citar e~tán fácilmente. Pascal no encuentra otro medio pa-
S~Je~os a reserva: se puede discutir la validez del d.ia • :o".. , _., ·fá defender su pasión religiosa que una apuesta que
nost1co. La locura de Lear, en cambio, es incuest:...0· nga.. -~':se~ debe apo~ar en ur:a demostración lógic~ ..De un la-
ble. Si en los casos precedentes la pasión era tan segu~ .:-. (io-:Ia angustia del vac1o, del otro, las matemattcas. ¿En-
ra cuanto dudosa era la !~cura, aquí es .al contrano· ..,,.,~.ú· · · ·aquella y estas, qué? .
la locura no es dudosa, la pasión lo es. ¿Lear es pre~ · ~'Y·-"'· flr:.~~,z~~.- En fin, cuando llega el siglo XVIII, el concepto de
de una pasión_? Freud ( 191_31), _para citarlo nuevamen. · Naturaleza ya ha comenzado su trabajo de ~a:pa con-
te, reconoce que sólo había -a bordado en ((El motivo de -_: ira Dios y la pasión religiosa. Y la psiquiatría nace de
los tres cofresn uno de los ángulos bajo los cuales el ~"="-~-_-"'""..-eSta mutación. No es que no siga siendo -aun sin sa-
psicoanálisis tenía algo para decir sobre este asunto . ·_·_:.O<tie'rJo- profundamente religiosa: véase la teoría de "la
Se interesa más por la muerte que por el amor. La de~ .. ··.:¡¡~generación de Morel ( 1852). Pero la óptica cambia.
cepción infligida por el objeto de su amor in-cestuoso·-~-·­ El ojo se pretende -objetivo, o sea, no apasionado. In-
. .
Corde1ia, -¿no es la causa mediata y lejana, puesto qu~ tenta distinguir C91! ponderación entre las causas físi-
será más bien la ingratitud de sus otras dos hijas más cas y las causas ~orales de l_a locura. Y dentro de es-
••desnaturalizadas.. la que precipitará a Lear en la lo- .·tás, las pasiones desempeñarán un papel principal.
cura (cf. Green, 1971 )? · ··,~;. Siguiendo al pensamiento cartesiano, los escritos
Del lazo entre locura y pasión se da testimonio en · se centrarán en la idea princeps de -que las pasiones
los escritos. El ideal del Renacimiento reconoce esta Se han de situar (nosográficamente, pero sin duda que
conjunción que le inspira a la vez fascinación, respeto _ ._-también anatómicamente) en el enlace del alma y del
y espanto. Este reconocimiento de las potencias oscu- .. · .cperpo. Nada de asombroso en esto. Que el alma sea
~ ·--

ras. del hombre permitía retomar el hilo antiguo de la . :S fectada, es la evidencia misma: ese desarreglo del es-
tragedia que inspira horror y piedad. Locura y pasión: . pirltu es comprobable por todo individuo en posesión
dos afluentes del mismo río cuya fuente es hybris. · de su buen juicio. Pero también el cuerpo resulta ma-
El triunfo de la razón tuvo por consecuencia -rei- tufiestamente conmovido: baste observar los signos del
tero aquí el argumento de Historia de la locura (Fou- - eretismo del humor o, al contrario, su abatimiento ex-
cault, 1965) la represión no sólo de la insania sino ' tremo. Apuntemos que la ciencia psiquiátrica recien-
de la pasión. Admitida todavía en el teatro, pero con te variará poco sobre la sede de las pasiones: un pe-
límites -piénsese en las discusiones sobre las relacio- . gueño desplazamiento respecto de Descartes. La fi~io­
nes de Fedra con la gracia ,3 el gran racionalismo ex- .. logia del siglo XX remplazará la epífisis por el hipotá-
pulsa la pasión de la filosofía. r ·:-,. lamo en relación estrecha con la hipófisis. udirector de
..." '

·.· - orquesta del concierto endocrino)), según una fórmula
~En la tragedia. lo mismo que en 1~ comedia. porque Moliere ~ ~ - ~

todavía vigente en mis tiempos de estudiante de me-


no es menos que Racine pintor de las pasiones. En su caso. serán
las del burgués, que se observan con más facilidad en la vida coti· dicina. Lo que de esto se infiere es que entre el siste-
diana. La paran.o ia de Alceste. desde Lacan. es cosa admitida. Pero ma nervioso de la vida de relación y el medio interior
no está sola. Los celos de Arnolphe, el coleccionismo sexual de Don . que experimenta las variaciones de los humores, o de
Juan, la hipocresía de Oronte, el afán social de Monsieur Jourdain. .·,las hormonas, un puente establece el vínculo entre el
la avaricia de Harpagon. la hipocondría de Argante. son pasiones
tan legítimas como las que pueblan el universo de la tragedia. No
alma y el cuerpo.
son menos trágicas. Muestran que la pasión no es exclusiva de los .: A este sustrato orgánico de la pasión, nadie lo ha
personajes de leyenda. buscado más apasionadamente en psiquiatría que Cié-

220 221
• •

..
rambault, quien aisló en el gran herbario de la noso. . · , nsecuencia. Salvo que se pase por encima de la
~1
grafía psiquiátrica la clase de las upsicosis pasionales . co del psicótico. como lo prueba el caso de las
o;: .·
1

f en particular: la Erotomanía, el Delirio de Celos; el de Schreber: análisis de un escrito, no de


lirio de Reivindicació~. Las mayúsculas se impone · . · . . ciente en análisis. Pero el escrito no pasa sólo
1 aquí. Pero la teoría de Clérambault ( 1942) es orga; · · .. · :cima de la persona del psicótico, pasa igualmen-
cista e intelectué:llista a la vez. En el fondo la pasión . , .,P...,._ ·las paredes del asilo donde Schreber est~ba en~e-
es decir, el fenómeno afectivo, desempeña en ella eS: ·· fiado· Es tanto como decir que pasa. por enc1ma de su
caso papel. Jacques Borel, alumno de Clérambauit.- , . :~ a aunque se trate de un escrito loco.
postulará en este dominio, con otros autores, el papel -~':o; otra parte, Freud abordó la n~~rosis de tal ma-
ccbasalu de la~ perturbaciones del _hurnor, ligadas a tras. . .. -. que la purgó a la vez de la pasion y de la locura
tornos hipotálamo-hipo f isarios. ue
. ·. neraella seguía empero conteniendo. g ue 1a t eona , psi-
·
Hoy se habla poco de pasión en psiquiatría, y nada -~ - alítica misma haya llevado la marca de esta re-
4
~ón. 0 de esta sofocación, no es insignifica nte. Es

o casi nada en psicoanálisis. En lo que concierne a
la clase de las psicosis pasionales, esto no es asombro-
so. La obra-de Clérambault, cot?-temporánea de la de
·t · que trataremos de examinar ahora.
- ~

Freud, no interesó al pensamiento psicoanalitico: sal-


vo al de Lacan, por razones que sería largo analizar
aquí pero, sin duda, porque uno y otro descansan en
una común adhesión a una combinatoria cuasi mate-
mática. Se trate de una combinatoria de neuronas, en -
Clérambault, o de significantes, en Lacan, esto produ- -, : cuando un analista se encuentra en situación ana..
ce una diferencia menor, creo, que entre Clérambault · utica hoy, se pueden presentar dos cas?s. ~~ la pri-
y Freud. Y si el pensamiento psicoanalítico no juzgó . mera de las dos eventualidades, la organ1zacion de l?s
apropiado. atribuir un interés particular a las psicosis sfntomas, el estilo asociativo, la índole de los conflic-
pasionales es, sin duda, porque está implícito para él tos, el tipo de los mecanismos de defensa, el desarro-
que todo delirio y no sólo las formas canonizadas por -Uo de la trasferencia le dan la impresión de encontrar-
Clérambault es fruto de una pasión reprimida. Pero se en país conocido. Lo que el analista aprendió de su
con esto nos desembarazaríamos demasiado fácilmen- lectura de la obra de Freud, y de la enseñanza clásica
te del problema. En efecto, es cierto que Freud escoto- -que ha ~ecibido, le permite ?rientarse ~n el anál~sis Y
rnizó la locura-en s~ mfrada, y lo hizo por una doble .'tiene la sensación de que, tiempo mediante, la tnter-
razon.
#

. ·pretación de los conflictos en el marco de 1~ .t~asfere~­


Por una parte, su obra nace de la neurosis (princi· éia y la resolución de esta harán que el analisls termt-
palmente histérica) y se construye a partir de esta re-
ferencia, desde cuyo punto de vista, únicamente, to-
" ne favorablemente. Ya no es posible decir que estos
·casos representen la .m ayoría hoy, pero reconfortan al
ma en cuenta la psicosis (la locura en el sentido tradi- analista en el sentimiento de una adecuación entre la
cional), en la que profundiza mucho menos. Con buen - teoría y la práctica, y le dan la impresión de una acti-
derecho: Freud consideraba inanalizables las neuro· . vidad coherente. En la segunda eventualidad, las co-
sis narcisistas (o sea, las psicosis de la psiquiatría tra- sas son muy distintas. El analista tiene la ~ensación

l
dicional). Nada muy preciso se podría de~ir sobre ellas, 'de que nada de· lo que aprendió, en particular de la
1
"
1
. , . clínica y de la psicopatología de las neurosis, tiene cur-
1
4
1 ~ Con la excepción de Daniel Lagache. cuyo trabajo sobre los ce· . so aquí. Descubre sólo pocos indicios de lo que se le
j l •
los amorosos ( 194 7) se ha convertido en un clásico. -ha enseñado, el curso zigzaguean te de la cura lo des-
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c o?~ierta, ec~a de menos los mecanismos de d . ' ;"'·-'~~.­


1
l la histeria según las categorías clínicas de su
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e asicos, tropieza con resistencias cuya d su interés por las fantasías, en las que veía
.. .. escrt~ • •

nunca h a 1eido, y el análisis se desenvuelv ~tclij nes del inconciente más que consecuencias
1
¡ ' desconocido. Si intenta aplicar la ensen-aneza un~;·
enext ... . ....,.._os hipnoides como creía Breuer , lo con-

f• de la clínica de las neurosis, tiene más b. · rafdá': una teoría de lo inconciente como territorio se-
. .. d Ien 1a 8e - -.
.1 c1on e una ernparchadura de la que no obt· ·. llsa~ de la conciencia, núcleo psíquico segregado que
. Iene 8 · ··. ·
' d o como no sea forzando las interpretaciones entt; · ~.&·~· a una causalidad particular. Breuer decía ya
1
1
¡ se adhieran al materiaL Es entonces frecuenfara ClUe O: cc€ultivaba sistemáticamente el sofiar diur-
'
1 tos casos que no están lejos de representar 1e, en es: · ·.81 que llamaba su "teatro privado"n {Freud, 1895d,
p~l de un~ ~r~ctica, que se infiera la existenc~aP~nct.
!

. ·-22 [pág. 4 7]). Freud calificará lo inconciente de


11 ''
1• nucleo psicotico o se hable de estructura psi .. t. un r~~~"-..r~-~ ulanera apenas distinta en La interpretación de
ten te. Solución falsa para resolver u:n probl~o Ica la.
1

1
1 ~~~~· os: c'otra escena••. Sin duda que esta concep-
t' í 1
¡
dadero. ma Ver.· -~,r-T"n tía comprender mejor lo referido al sistema
• 1

1 El psicoanálisis p~ga tal vez hoy el precio de - ~w'\rPsentaciones inconcientes que ~staba en la ba-
1 - - -
- error que parece remontarse a Freud. Para cOrregir es~ ~'- Se de Jos síntomas. Pero al fijarse exclusivamente en
1

1
¡
. '· .r. .. · · ·fantasmática teatral de la histeria, .Freud la va-

1 error~ cae, me parece~ en otros errores. Aquel se ..
1 na en 1a coyunt ura que Imperaba
· en tiempos de Fr ongt. -- al mismo tiempo de su polo de pasión, lo que
eu~. -·se íi8maba la loc·ura histérica, de la cual la cccrisisn lle-
1
1 1 Y que. lo. movió. a privilegiar el campo de la ne uros
1

¡ Y a erigir a partir de ella toda la construcción met


cológ·1ca d e 1 ps1coana
· .. 1ISIS.
· · El error que hoy se com
18
aps¡.
. . tái>a las marcas. De hecho esas histéricas no eran neu-
:}1:';-%'¡-;,.:.~¡¡,J· más de lo que se las puede llamar psicóticas.
t . ... . -
es extender de manera simétrica el campo de la .e e : .'." Estaban •clocas... .
. b . PSICo-
SIS, a usando de este término hastá el punto d : Siempre.se ha querido ver en la crisis histérica una
· b · 1 . e reu. i .. · estación de teatralidad; en el peor de los casos,
n~r aJo e II_lisrno vocablo las enfermedades psiquiá- ,.. .
tncas de los Intertlados y de los pacientes que se ac L ·. }• expresión de una.. simulación, de_ una come~ia. En
tan en nuestro diván. ues- •(_., ·.· cambio, Freud tomo la cosa en serio, y puso (In a la
-~u~ndo nos. remontamos a las fuentes del psico. '~ · ·e ondena moral de que las histéricas eran víctimas,
analisis. es decir. a Estudios sobre la histeria (Freud, >.,¿'~pero no hizo más que desplazar aqu·e lla teatralidad al
l895d), la lectura de las observaciones suscita en n . _· mundo interior de la realidad psíquica. La hipótesis
sotros interrogaciones que rios resulta dificultoso re~- ,.· ·.,·:.·(le lo. inconciente desculpabilizaba a estas enfermas de
ponde~. Es~as pacientes histéricas que presentan sín- !. ·.~-.la sospecha que se había arrojado sobre ellas. Pero al

~omas Inquietantes, con desorganizaciones del lengua- . ~ .~'~-declarar a las histéricas víctimas de su teatro privado,
Je, ~stados segundos, perturbaciones de la conciencia, , ';---~- ~-de los efectos indirectos de esta ccotra escenau, no ha- .·

fenome~o.s alucinatorios, ¿merecen la denominación ' ~ ··::;~_cfa más que trasplantar el espacio teatral: no lo supri-
de neurotica~? Se tiende entonces a llamarlas psicóti- . · ,._ ~ía Basta haber asistido a una crisis de histeria para
cas, lo que .parece no menos cuestionable. Indudable- · .~··;.· quedar impresionado por el desborde de todas las ca-
tnente el problema está en que podamos elegir entre pacidades del yo y para poder percibir, a través de la
esas dos solas posibilidades. Decir que estas pacientes ·:.. . --~·agitación qQe se apodera del sujeto, el gr~do de locura

son casos fronterizos no e.s más que un intento de ta- .-_que se expresa manifiestamente en esos casos, en la
. .

par la insuficiencia. ~ .· :: energía desplegada, en el sentimiento de que el sujeto


. Freud, para ver claro en el universo caótico y pro· ~ · . __ en esos momentos está literalmente ufuera de sí)), ha-
t~~forme oe la histeria, y para introducir allí una luz .· :.:._ bltado por una violencia que no sospechaba nadie, ni
Sin la que seguiríamos errando en las tinieblas, ccneu- · . siquiera él mismo.

225

- ------ -
Hoy la histeria e~ más discreta. No ha desap 050
de la sexualida d quedaba abiert o. ¿ Pero ha-
do, pero se oculta. 5 En cambio, el carácter hist:r~l­ .....-- e ligar por eso la sexualidad a la neurosis? Decir
i los estados fóbicos de toda índole siguen siendo caneo, . esta es el negativo de la perversión, sostener que
j nes y están presentes en la práctic~ analítica. Elrnu. ~,_.,.!>. . ~ ·· rversión encuentra su fuente en la perversidad po-
t
rácter histérico, si es cierto que ya no hace crfsi ca.
. d
Ja~rfa del niño. era sin duda un descubrimiento de
s, st..
~ valentía . .Pero se puede hacer la misma observa-
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gue empero ac1en o escenas, a veces en el cor1suit IIIL.#.... , .• :

1
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rio del analista pero, más a menudo, en el espa O- ·'::que para la histeria, a propósito de la perversión.
privado del dormitorio. En . lo que se manifiesta
. en·tclo
on. . d . do Freud la aborda en Tres ensayos 'de teoría se-
ces se repite la misma trasforttlación repentin.a del pe .eu.::(l905d}. se advierte que la audacia de entrar en
sonaje, la misma febrilidad, el tensamiento súbito ri ·.Ute dominio reprobado por la moral a fin de tratar de
flujo de palabras vehiculizadas por un tono deseo~~- ..,~-·~· · esmprender su génesis y sus mecanismos, lo obliga,
. cido, acusadoras, hasta asesinas, seguidas de la cccn. · cocambio. a adoptar una mirada fría, lúcida. objetiva,
sis nerviosau, de la postración en que el sujeto ya n a a considerar a sus sujetos de estudio con el ojo del
es dueño de sí. ¿Qué queda de esto en la sesión? u~ Y. tomólogo. Cuando comparamos sus descripciones
relato que expurga al acontecimiento de su locura pa. ·:n lo que nos enseña el análisis de un perverso, reen-
sajera. El analista tampoco asiste a la crisis fóbica. Las contramos en este, indudablemente, los mecanismos
más de las veces, también en este caso, es sólo el oyen- descritos, pero a la descripción le falta algo. En vano
te de un relato. Atento al discurso del paciente y a sus ~ · buscaremos ese elemento de extravío pasional. ligado
asociaciones, pierde de vista ¿le faltará imagina- · al surgimiento de las pulsiones, que empuja al perver-
ción? lo que implica el vivenciar del paciente. El re- so a actos que pueden comprometer su vida íntegra,
husamiento de una medida contrafóbica, una constric- acomportamientos insensatos en los que está someti-
ción exterior que obliga a enfrentar la situación fobí- do al imperio de una fuerza ciega, compulsiva. Expli-
gena, desencadenan una angustia viva con agitación, caremos estos actos por la culpabilidad o la necesidad
crisis de lágrima~, súplicas, que muestran la persis- de autopunición, lo que no explica todo.
tencia, detrás de las manifestaciones en apariencia re- Pensemos en el homosexual que, ante cualquier si-
ducidas, del polo de locura pasional que en este caso tuación que le provoque angustia, sea esta de castra-
se expresa en sus aspectos negativos. El agorafóbico ..
·ctón o de destrucción, experimenta la necesidad irn-
que necesita hacerse acpmpañar pará salir a la calle, · penosa, urgente, de hacerla desaparecer por la tran-

para protegerse de una .i~pulsión sexual de seducción . quilidad que le da comprobar la persistencia del pene,
o de exhibicionismo, o de un deseo de hacerse agredir . · de un pene cualquiera, en el cuerpo de otro ser huma-
sexualmente. nos deja reconocer esos deseos detrás de no, y esto .en una búsqueda desenfrenada, lancinante,
. l su síntoma. Lo que él revela cuando esta protección que debe terminar en la realización de un acto inme-
1• 1
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le falta, a través de la angustia que permite tapar esos ... diato, en condiciones a menudo perjudiciales para to-
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rl deseos, no son meras representaciones inconcientes do el resto de su personalidad, para los cumplimien-
!
1
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1

interdictas _s ino algo que hace pensar más bien en la
posesión demoníaca de la que hemos perdido el recuer-
tos de su yo. También aquí nos sorprende la invasión
repentina de lo que parece ser un •<desarreglo de los
¡

do y que la crisis histérica evocaba. sentidos o del sentidou.


f Que Freud -haya descubierto lo inconciente a par· Hay que recordar aquí lo que Freud dice de la to-
' . tir de la histeria, que permanecerá siempre ligada a ma de conciencia de la castración femenina o, más
la problemática de Eros, no es un azar. El continente precisamente, materna por el varoncito. Es un acon- .
tecimiento comparable, afirma, a la caída del trono o
5
O encuentra asilo en los servicios de neurología. t del altar. Ciertamente se trata de angustia pero, más

226 •
227
. .

1 •
. .
todavía, de la pérdida de un punto de referencia esen. de vida. Equivale esto a decir que el Eros es la vi-
cial. . . ·-·.ja tnisma. . . --
6
j Cuando el trono o el altar son derribados, PUed . "··:;1~1, cuando considere el enamoramiento, la p~s.1~n
¡' ocurrir que alguien se suicide en ocasión de ello. 4. . .::~-~:' orosa, Freud. dejándose llevar en. esto por el JUICIO
, ~Jllún. repetirá con tantos otros: ccEl amor es una lo-
caída del símbolo muestra que lo simbólico adhiere . ·.
la existencia misma del sujeto, y no sólo es su raz6a · ·.. ;t;D a breve ... Es preciso ir hasta el final de este razona-
de vivir, sino su pasión de ser. Dicho de otro mod: : • ~: nto: si Eros, las pulsiones de vida, engloban la se-
que la presencia de los ~mblemas es el precio de la vi: :~ ~idad y el amor hasta el punto de identificarlos con
da. Y de otra manera aún, que todo el amor de la Vida ::vida misma. y si se .recon?~e que el amor incluye
les es consustancial. _ · · ~- · cesariamente esta d1mens1on loca, entonces todas
La angustia de castración y la angustia de la pérd¡.. :· . :vicisitudes de Eros adolecen de u~ pote~~ial de lo-
da del objeto no están solamente en ·una relación de ,,~-·N'rl ·~:tura que ocupa el corazón_ de s_u man1festacton. en to·
parte con el todo, ni de contenido con el continente. ·dOS los aspectos que de ah1 der1van. hasta en la sexua-
Se reflejan mutuamente en el Eros que las reúne. Pe.. :tfdad más normal. y en las raíces infantiles de ~sta.
ro ya una relación se esboza, porque una y otra con.. ·· . Qué decir de la locura? En lugar de caracterizarla
ciernen a la Madre. 111!,'-ol!,:.. co:;oun desorden de la razón, es preciSo, por el con-
Esta locura erótica, para el que no está prisionero irano, marcar el elemento afectivo, pasional. que mo·
de ella, presenta una dimensión cómica, irrisoria, co. -alfica la relación del sujeto con la realidad. elige un
mo lo que suscita la tortura del celoso, su sobrestima. objeto parcial o total, adhiere a él más o menos exclu-
ción del objeto sexual, su deslizamiento insensible ha. ·:·S ivamente, reorganiza la percepción del mundo en tor·
cia el delirio, casi siempre por fortuna pasajero, cuan. :no de
él, lo envuelve en un aura que lo convierte en
do estos celos no son paranoicos. ~el único o el irremplazable, cautiva al yo y lo aliena,
Puesto que al final de su obra Freud hará desem . ~forma de él una representación interior obsedente
peftar un papel cada vez más importante a la escisión y
sobreinvestida, y constituye la lógica que justifica
en el fetichismo y en la psicosis, es tentador aproxi- su estado interior. Y esto me parece verdadero para
mar la perversión a la psicosis. Pero esta aproxima· .-. todas las formas del amor que Freud unificó bajo un
ción está poco justificada si nos atenemos a la esencia -solo título.
de la perversión propiamente dicha. En cambio, hay ~~ En todos los tiempos los hombres supieron que es-
que dar su lugar a esa locura erótica que opera tanto . · :taban locos. Los filósofos lo dijeron de diversas mane-
en la perversión como en la histeria, pero de manera :· :ras, pero la filosofía ha fracasado en su búsqueda de
diferente en una y en otra. . ·:·:-;:l a sabiduría y de la verdad porque no ha sabido reco-
Freud comenzó por descubrir el papel de la sexua- . :nocer las raíces originarias de esta locura. Freud, por
' ..
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lidad en las neurosis y en la estructuraci~n del psiquis-


roo humano. E~ un ·segundo tiempo llegó casi a opo-
. . ·6 Para todo lo que concierne al enamoramiento. remito al exce-
ner la sexu~lidad y el amor, en particufar en ••Pulsio- ·. ·lente libro de -C hristian David ( 1971) sobre esta cuestión. Tuvo el
nes y destinos de pulsiónn ( 1915c). Después, propuso ,p mérito de cuestionar la interpretación económica de Freud,
una teoría·unificada del amor, reuniendo las formas. quien consideró los nexos entre amor de objeto y amor de sí con
hasta entonces .distintas, de la relación amorosa de dos . arreglo a un modelo de vasos comunicantes. Señaló con acierto que
.
:.~ ~l .amor de objeto exalta el narcisismo, y dilucidó las relaciones en-
adultos, del amor parental o filial, de la amistad, del
. tre amor y duelo. La perversión afectiva por él descrita, así como
amor a la patria o aun a la humanidad. Pero sólo con ·"-at.s trabajos sobre la bisexualidad, se inscriben, a mi juicio, en la
la segunda teoría de las pulsiones la sexualidad y el_ · >mJ.Sma línea. En cuanto a la locura erótica. en ninguna parte me
amor quedarán englobados bajo el Eros de las pulsio- . ~~· parece mejor ilustrada que en su bello análisis·de Pen tesilea de Kleist.

228 229
1- su parte, reconoció sin du(ia en la sexualidad y ·d · al en el ejercicio de esas ftii1Cio nes lo que vuel-
j , es -··- ]L~J~·--


pués, en el Eros de la segunda teoría de las pulsio . :....-~ .su cumplimiento tan peligroso y tan desorganiza-
l 1•
el papel fun.~amental_ qu~aquellas desempeñan e~~· .·· ~;. , .• implícitamente, para el yo?
;..
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e~t:ucturac10n d_el ps1qm~mo humano nOrmal y Pato~ ' ~'".t+t;~b~~"J;.J;;u... , por último, recordamos el destino más evol u-
. lo~1co. En cambio, restó Importancia a su esencia i .. -· ~·,7;?~;;~.~ u,,J~-o posible que Freud considera para la pulsión,
tnnsecamente loca. que subsistirá en el sujeto nonn~ blimación, ella está lejos·de conducir a la sabidu-
así como en el sujeto neurótico o perverso. ' .. t·
0 a la serenidad: la vida de los artistas nos los mue.s -
,. _.'

Esta misma locura es la que veremos surgir en 1 ~{f;;~~~'f'::l: ,. presas de la misma locura. No me refiero aquí so-
estructuras antieróticas: obsesivas. depresivas, nar¿ _· •. n•·r oente a su vida privada, sino a la relación con su
sistas. Si el aislamiento obsesivo es tan potente es s~. : :_~ra. Los sabios, no importa lo que diga F r eud, no es-
lo porque su ausencia daría libre curso a un goce odioso . .más garantizados: la historia de -la ciencia abunda
actuado. La pérdida de objeto del deprimido puede con~ =:·.· é·~, · "ejemplos en que el cuerpo de saber oficial ha sido
ducir a comportamientos no demasiado· alejados de lo tó:Z:,.::CfXP ~- 1 gado de todas las aberraciones que ligan a los
.:
de la perversión, en que el deseo de encontrar a tod: ·- ·a-,:1'1,- tíficos con su ciencia. Así, al lado de las consuma-

. - ... - costa un objeto stistitutivo puede llevar a · la toxicoma. -· ---n·:c:l(J·~11es sublimadas de la evolución p u lsio naJ subsiste
. el
-~ -

nía compulsiva, y de aquí, al suicidio accidental. En polo de pasión ciega sobre el c u a l la vir t u d c ien tífi-
1

1
'
cuanto al narcisista amenazado por las demandas de ·cil hace silencio.
' f 1 los otros qu~ perturban su afán de autosuficiencia y
' l 1 de autonom1a, pueden sobrecogerlo impulsiones ase-
1-!! ' j
sinas experimentadas corno locas, para defenderse del
r,¡ - ' . '
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l sentimiento de invasión de un espacio interior viola- •
.:C-inco psicoanálisis: neuros1s, p sicosts,
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do como por una penetración anal deteriorante. .caso fronterizo
¡ - ·;:!~

i . ·¡ Para un oído ejercitado, aun en la más trivial de


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.• .. 1 las estructuras neuróticas, aun con el más ordinario . Lo que aquí enuncio sobre el dest ie r r o de la pasión
~(1j
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--t:·< ¡!
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• de los síntomas, llega un momento en que se mani- ·. ··· :-Y al mismo tiel!l-PO de la locura- en la neurosis se
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fiesta en la contratrasferencia del analista la sensación
de estar frente a un funcionamiento mental loco; este
,;".~_éomprueba en la-obra de Freud desde diversos puntos
·~(.:·: ae vista; en sus análisis, en su técnica, así como en
l• l ru :· 1
! ) ··~ :;. momento es pasajero, pero crucial. La neurosis nos en- ··/;.··:~~$u teoría.
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' gaña porque el yo ha conservado su relación con la · .i:{-:. Dora prolonga La interpretación de los sueños.
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rea.lidad, porque en ella el pensamiento.racional se en- -.e,- freud, se sabe, fracasa y lo confiesa-. ¿Por qué? Por-
., _,...<••

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cuentra intacto, porque los fantasmas están conteni- ~~~tz:.~;~~OU --- pasa por alto la homosexualidad de Dora, sin du-
1'1 • . 1

' 1 ! dos dentro de un territorio limitado. Pero cabe pregun- ~,¡1!"~~~~-~-~·· pero, ¿no es también porque moviliza todo su in-
1J ¡
1 ' . tarse si los mecanismos de defensa clásicos, y la re- ·:r;>-v·"~W.·. · ,.· . hacia los sueños de la paciente -dicho de otro
,1 : 1 p~esión en primer lugar, así como las inhibiciones de modo, hacia sus representaciones inconcientes-, con
toda índole cuya causa comprendemos mal -en tan- -r m:})itr do de sus afectos? Dora permanece dos horas
J
1
1
to conciern~.n sólo al ejercicio normal de una función: d es quien lo destaca) en estado de admiración
la sexualidad, la _alirnentación, el trab~jo, etc.-, se po- "'~-~-·~H--_._, ··a,... te la Madonna Sixtina. Freud remite este aconteci-

nen en acción únicamente a causa de un riesgo de con- ~~~~~~t/11~·iento a un sueño, lo que no es criticable. Pero si en
flicto con el superyó, y si la desaprobación de la auto- ._.,. , . . .,_, ._;· jps sueños, según él lo ha escrito, los afectos están so-
ridad parental interio_r basta para ·explicar el carácter ~m~~J;Jf:tr ,___ , ¿cómo reencontrar en el análisis del sueño el

drástico· de estas prohibiciones. ¿No hay que pensar do de recogimiento de Dora en la galería de Dres-
más bien que es el riesgo de ver aparecer esta locura ~€~~:,:;>·,:::Q~C_· a la que prefiere ir sola, .declinando la compañ.ía de

230 •
231
1

. '
.
un primo? Del mismo modo, cuando Freud interpreta .· donde la silueta prestigiosa de Charcot obser-
la pretendida apendicitis de Dora como un fantasllla .·,..,,,,,. desde su altura la pasión histérica. Ciertamente,
1 de parto, el sentido que le discierne olvida la fiebre qu ::.-..· e Freud todavía no tenga conciencia de ello. el
acompañó al síntoma. Dora: es además la primera e~ ·. v.i~.~f4i -:.~-"' de la trasferencia es la contratrasferencia. El
1 boración psicoanalítica de la trasferencia (o de las tras. _- ·~ ,. ,.,.; . K. pagó su pasión por Dora con un accidente de
ferencias), si se considera que Estudios sobre la liiste.. , H'j,•·!!l'.ól':. - ·to, probablemente porque era todo ojos para la
1 ría ( 1895d) pertenec·e n a la prehisto~ia de~ psicrJanáli~ t!l~~'«ól'·"-····· basta el punto de desconocer el peligro de los ca-
1
sis. Recordemos que just~ en ese momento Freud es --~. . . que''circulaban por la calle. Y Freud, q~e agre-
estorbado por la aparición de este indeseable. ••Uno se ·• ·. . -.en la nota (1905e. pág. 121, n. 7 [pág. _106, n. 8)):
convence en la práctica d~ que no hay medio alguno . . ~ interesante contribución a los intentos de suici-
de evitar la trasferencia, y que es preciso combatir .. . · JJidirecto, de los ·que me ocupo en mi Psicopa tolo-
1
a esta última creación de la enfermedad como se lo _ ·.·• ifJ!..: J Je Ja vida cotid~a_na" ( 19~lb, capítulo VIII~. ¡He ahí
1 hace con todas las anteriores, (1905e, pág. 116 (pág~ · adónde lleva la pasion! Dominar la trasferencia es pre-
102]). Los analistas conocen bien la historia de la tras. ,~- ·;entr las tormentas pasionales y sus avalanchas de
1 ferencia, que _hizo_de _.e ste fenómeno.,. al comienzo·, un - · r- ~·.· "•~ ~ecuencias. Y abordar la_ significación i~co~~ie~te
- artefacto y un estorbo (••nuestra cruzn), para convertir---- :, · ~ medio de sue99s es servirse de una mediacion dis-
la, finalmente, en el motor de la cura. Lo que han ad- '"{"·ri _f~f.-.;. taflCiadora. No sqlo porque la interpretación del sue-
vertido menos es que esta toma de posición inicial de ·-··-,·;·, _~·,,. ftO _e s la vía regia que conduce a lo inconciente sino
Freud deriva en línea recta de sus opciones teóricas. . · .· táJDbién porque esta vía está bien gu~dada de las.. co-
Como había preferido las representaciones inconcien- :: ·_. ·néxio~es falsas peligrosas. Que Dora no se par~cia a
tes a los afectos, y había centrado la cura en el análi- eSa joven en definitiva bastante simpática, he ahi algo
sis predominante de las representaciones (cf. el sue- -~~·«·,_de lo que tenemos la prueba gracias a Felix Deutsch.
flo), Freud tenía que mantener la trasferencia fuera del .g ue Freud no lo dejara trasparentar proviene sin du-
análisis; en efecto, con ella reaparecía la primacía del da de la contratrasferencia que lo habitó y que lo em-
afecto sobre las representaciones. Y puesto que la tras- . ·~'· pujó a dar de la pasi~n un~ :"~rsión edu_Icor~da.
ferencia es reconocida desde el comienzo como trasfe- . -._ Los otros cuatro psicoanálisis rnostrarian sin duda
rencia amorosa ya en los Estudios , Freud no se da . -_.: _. Jamisma inclinación en Freud. La violencia de los afee-

tregua en deshacerla: hay allí ••mésallianceu, ((conexión - ~- -tos que habitan al pequeño Hans, su amor hacia su
falsau (•<Yo no soy el que usted cree .. ), porque con la tras- · ,: madre, sus celos hacia su padre, lo vuelven ~·loc_<;>u. En
ferencia reaparece la pasión amorosa. Freud se sentía el sentido en que un enamorado se dice ccloco•• por su
más cómodo en el análisis de la sexualidad infantil, :t~;--.;.~);1.i-4'.~0
-~ bjeto de amor. ¿Qué hacen las fan tasias en ese caso? ,

perteneciente a un pasado reprimido y a las ensoña- --- Disfrazan, desplazan, trasfor1nan. Sí, pero, sobre todo,
ciones que tomaban su relevo, que en pr;esencia de la -.,;, .,.,., ,{: crean un segundo teatro de operaciones donde sucede
actualización -d el amor en la situación psicoanalítica. -,-~ todo lo que puede ocurrir con una libido activada; la
Esta Dora está verdaderamente (doca,, ella es capaz de --·:.·...-·c. ·, · Ugan a las representaciones. Atenerse con preferencia
todo puesto ·q ue sus impulsos amorosos la conducen ,· a estas representaciones es analizar, pero tal vez ana-
no sólo a trasferir sino también a ccponer en acto)). Acto .:.::, ]izar sólo a medias, si no se reconoce el sufrimiento
de venganza, se sabe. Más de una histérica ha com- · de este amor imposible. Es fijarse en las ccteorías se-
prometido a sus médicos de esta manera. Por lo tanto ..._,~. . . . -. xuales•• de los niños desconociendo que la solución que
es preciso adueñarse de la trasferencia, lo que quiere .. .'aportan es sólo parcial con relación a toda la libido que
decir enfriarla. Imposible que Freud olvidara, aun an.. :._ no consiguen ligar de ese modo y que sigue siendo una
te una (cpequefla histerian, el pandemonio de la Salpé.. __ . carga para el niño. Sin duda que se requiere la expe-

232
233
1 J.
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'

.. riencia de los n iños psicót icos o prepsicóticos par 0 nal por la experiencia d e la satisfacción. La his-
. . t 1 a con. . ~.:;-::<~·:téiica convierte ~n .lo somático, el obsesivo, en el pen-
moverse su f 1c1en emente con el o. Un caballo de . ..
gustia no alcanza. El adulto carece de etnpatía. e an. -. . -- ¡ento. Y el fobtco, entre los dos, se angustia. La
do ve el caballo, él se figura ya caballero amo d~an­ ~~UU'.a.~-
-está dondequiera, pero sobre todo está ((entreu.
1 montura. No lo ve con los ojos del niño pequeño," ab su . <"~""-"' ...~ gue el pensamiento sucumba aquí bajo el peso de
'
1
~
! mado por esa masa susceptible de animarse, de ru.
nca...
e .carga libidinal, que devenga la caricatura de sí mis-
b r1·t.a rse, d e tropezar, de morder. Sin duda q11e esta ~J·''"""'·... litO -puesto que Freud reconoce en la duda obses,iva
~

mos frente a las proyecciones del nifio. Pero lo que una forma de la compulsión de comprender- mues-
en ese caso proyectado son emociones, movirnient: . tra al mismo tiempo las fuentes de la epistemofilia y,
fuerzas. Pulsiones. . · ,. stn duda, de las teorías sexuales. Se trata de ligar por
Pero Dora es una mujer y Hans es sólo un niñ . ,.._._.,.,.,_. . . ·etsentido la tensión libidinal no apaciguable. El cons-
. . Y se sabe que las mujeres y los niñoS son más fác~~ . -
. : :ueñtmiento interpretativo nace del constreñimiento li-
mente presa de sus emociones. ¿Cambiará el cuadro ~: ~\ bidtnal.
cuando Freud se enfrente con un hombre de fortna- · · _. '. Ta-n lejos va el pensamiento en este trabajo de tras-
ción universitaria que sufre de obsesiones ccintelectua- .- fortnación, que se aproxima al delirio. secundariamen-
les)): el ccHombre de las Ratas,, •cmente clara, perspicaz,.? ·te racionalizado. Es preciso citar aquí al propio ccHom-
¡Será peor aún! Porque la trasferencia de los síntom~ bre de las Ratas,,, cuando conoce por primera vez el
en el plano del intelecto no sólo hace aparecer el ho- placer de la relación sexual. cc¡Pero esto es grandioso!
rror ante su_placer, ignorado por él mismo, provocado -piensa él . A cambio de ello uno podría matar a su
por el fantasma de las ratas que penetran todo esto padre•• (1909d, pág. 201 [pág. 158]). Lo que evidente-
es destacado por el propio Freud, quien completa: ccen . ·m ente no está dicho es esto: cccon mi madren. Pero,
el anon-, testimonio de un deseo de sodomizar a la ¿quién habla aquí? El niño enamorado. El adulto por
dama de sus pensamientos. ¿Qué será responsable de . >· su. parte, ante el retorno de lo reprimido, se verá ase-
la represión intensa y de las defensas variadas que la - diado, obsesionado
. .
.
refuerzan: la fantasía o el goce? Y si ·se responde: la e_::. . - Freud, por una vez, reconocerá la insuficiencia de
fantasía, es sin duda porque esta provoca el goce. Es · . la nosografía, él que dio a las obsesiones la denomina-
en fin de cuentas el goce el que encontr~mos como re- ción de neurosis obsesiva. Hablando del pensamiento
lación con el objeto de amor. Aquí no es el amor por _ . . mórbido de su paciente, escribe: ccCreo que tales for-
la dama el que vuelve l~co. son las defensas de que maciones merecen el nombre de "delirios",, (ibid., pág .

1
el deseo pasa a ser- obj~tp, trasfiriendo la perversión 222 [pág. 174]). Ahora bien, es notable que sea en es-
'
l que lo C<?nnota sobre el síntoma revelador de una per- te trabajo donde Freud, en trance de evaluar la rela-
1 .1
1 versión del pensamiento. La histérica estaba ctloc·a de . ción idea-afecto, dé la razón al afecto y busque la de-
¡
'
su cuerpon, como se dice. El obsesivo se vuelve loco fortitación del lado de la idea. De este modo, si el afec-
¡· •1 to es verdadero, la locura se desplaza del lado de la
~e su espíritu, lo que es lógico porque la .regresión del
acto al pensamiento sexualiza este. idea.
Si el psicoanálisis merece el nombre de análisis de El caso siguiente, el de Schreber, mostraría la lo-
las pasiones. puesto que también él las sitúa en la cura a simple vista. Pero no hay nada de eso. Si Schre-
unión del alma y del cuerpo. siempre. que se instale . ber está loco, en el sentido de la psiquiatría tradicio-
en ese quiasma comprueba entre histeria y obse- nal, no lo está en el sentido que yo deseo dar al térmi-
sión- que cada uno de esos dos extremos atrae la li- no en este trabajo. Schreber es psicótico, lo que es muy
bido hacia su lado cuando esta no puede llevar a cabo diferente. Es cierto, es su pasión homosexual hacia su
la acción específica, aquella que eliminaría la tensión padre, via Flechsig, la que subtiende el delirio. Pero


234 .235

;, J
a ello se agreg~ otra cosa que Freud había visto bi · · escisión entre una y otra. Si se . relee e~ texto,
no solamente la referencia al narcisismo, piedra de~n: bre la escisió~ con claridad. Pero también con
que de la psicosis, sino la idea delirante de fin del Ill~ e. :ea.::::tu hizo Freud la cruel experiencia de la trasfe-
do, que implica la destr11cción de la realidad -de-do . I;IP.• Hay malentendido otra vez. Freud se interesa

de la necesidad, para sobrevivir, de construir la nen. : ,.&_do en la neurosis infantil del paciente, y de-
realidad delirante . «El universo ha sido aniquila: •· ~~·- 0 poco en la neurosis de trasferencia de este.
y sólo sobrevive el you, dice Freud, .pero, ¿a qué pr:
~}'Á'·~··";Á . cia escindida en todo sentido,- que enmasca-
cio? Al precio del goce, dirá Lacan. Hemos mostrado Ja;,e struct'u ra psicótica del pacien~e. Uno pu~de ade-
en otra parte que esto era malbaratar los aullidos de · :-.... · .interrogar la contratrasferencia del analista. En
Schreber, el grito que se e_x tiende más allá de la cons- fondo, el único caso de los cinco psicoanálisis en que
trucción del delirio. Porque la ccbella const~ucción•• del rre:uu no fue solicitado por su contratrasferencia es el
delirante en .el sentido en que se ha.b la de la ccbeUa L.tlU ...lft"tbre de las Ratasn. En los de Hans y Schreber, no

indiferencia•• de la histérica es el sistema de apunta. ·: ser cuestión de ella: no era Freud .el analista. En
!amiento indispensable para sostener al yo, que sólo ~ ·. ,c8Jnbio, ni en Dora ni en el ccHombre de los ~obos•, se
sobrevive para atar su vida a la defensa de su delirio. _ · \~ 'ede decir que el análisis se haya conducido sin trabas.
-. - La alienación es aquí, literalmente, la que mantiene- .• .~ ¿Dónde se sitú,a. entonces la locura del uHombre de
a Schreber apartado de la vida de los hombres. El g0 • k,s Lobos·~? Sin djscusión, en la bise.x ualidad; Freud
ce es sin duda un importante beneficio de ello. Prima- . Jó·.vto. Pero lo que entrevió, sin percibirlo del todo, fue
rio, es de esencia masoquista. Secundario, es de natu- Ji resonancia de ese conflicto en el pensamiento del
raleza narcisista. La psicosis no es la locura. Se la con- -~ ~izando. . ·
funde hoy, donde por todas partes reflorecen ccElogios · .-~' Lo que impresiona a Freud es «la aptituP. [del pa-
de la Locura•• que nada tienen que ver con la psicosis. .etente] para·conservar unas junto a las otras, y en con-
La locura hoy es nu-e stra histeria (cf. el último capítu- alciones funcionales, investiduras libidinosas de las
lo de Donnet y Green, 1973). ·:ffiás diversas clases y contradictorias entre sí. La per-
El campo psicopatológico parece así muy bien cu- . ·:manen te oscilación entre ellas, en virtud de la cual su
bierto: histeria, fobia, neurosis obsesiva, psiconeuro- . .tmmttación y el progreso aparecieron excluidos duran-
sis de trasferencia analizables, por un lado; paranoia, . .fe largo tiempo, dominaron el cuadro clínico de la épo-
neurosis narcisista inanalizable corno no ~sea por la me- ~ posterior, que aquí sólo pude rozar de pasada. Sin
diación del texto, del otro lado. Pero en ese preciso mo- ·-· duda alguna, este era un rasgo característico de lo in-
mento aparece el ca~o más enigmático del psicoanáli· , .;& nciente, que en él se había continuado en los proce-
sis: el ccHombre de los Lobosu. Exposición de caso falseada ·. _ .)~devenidos concientes; pero sólo se hacía patente
porque, según Freud mismo lo confiesa, ccsólo la neu- . en los resultados de mociones afectivas [las bastardi-
rosis infantil será objeto de este trabajou. Falseada una . ·nas son mías], pues en· ámbitos puramente lógicos el
segunda vez por la polémica· entre Freud y Jung. Pe- enfermo demostraba más bien una particular destre-
ro, como sucede a menudo, se hace otra cosa de lo que - za ·par~ pesquisar contradicciones e incompatibilida-
se cree hacer, y sería este texto el que permitiría a La· .d~s,. (Freud, 1918b, págs. 118-9 [pág. 108]). Estas lí-
can reconocer la importancia de la forclusión como mo- neas están tornadas de las últimas páginas de la obra.
dalidad de la represión en la estructura psicótica. Freud ·Nos mueven a plantearnos algunas preguntas sobre
procede aquí, sin darse cuenta, a describir mecanis- ·tas relaciones locura-psicosis. La locura del ccHornbre
mos fundamentales que encontramos en los que hoy . -iie los Lobos)) , anudada a su conflicto bisexual, se liga
-~-

se llaman casos fronterizo_s . Porque_, ¿dón~e situar al . -~n su fijación a la escena primitiva y su ira por verse
((Hombre de los Lobosu? Está entre locura y psicosis. ·excluido del goce de los padres. Esto es bien conoci-

236 237
1 r

do. Pero, ¿qué la subtiende? La indecidibilidad entre .'.~!901 y 1915. Itinerario jalonado de emboscadas y
el deseo de gozar apasionadamente como la madre (Por ···- .·s orpresas. Interesa menos registrar de pasada los
el ano), o como el padre (por el pene). La castrac ... del Maestro, sus límites ante la resistencia de
1611
no se evita, según se sabe, en ninguno de los dos e
sos: es sin duda la impasse del Edipo invertido. Pe:·
...... ~-is en consentir su c~ración · (y no sin alguna
:¡o,:....;:-<;.:,(ttsfacción de nuestra parte: 4c¡Ah! El tampoco lo con-
esta locura erótica se duplica en una. locura celosa. t~ · p ), que ver con claridad enceguecedora cómo la
ccHombre de los Lobos•• no sabe ya SI en su Veilganza tón de un problema suscit~ otros diez, cómo · el
anhela destruir a la ma~re o al padre. De ahí las ccosct. r~.a...~-
'A.Ji/111/ff'
ento de la neurosis tropezará con el descll-
lacionesu afectivas en los dos planos: erótico y agres¡.. · btfrniento de algo que se le parece pero que difiere de
vo. La psicqsis del ccHo~bre de los Lobosu se sitúa en ~-.· ·.eJia: el caso fronterizo ...El ccHombre de los Lobos>: no
otra parte. Reside en su forclusión, en su deseo de ••no ~: ~/~dejará de habi~ar la_ teor1a desde 1915. Reapar~cera en
saber nada de eso,, como lo señaló Lacan. Pero, tOda. :~-Otros dos escr1tos sin ser nombr~do. En el ar~Iculo so-
vía más, en el doble funcionamiento se podría ha. ·. .~ bté . Lo inconcienteu {1915e), a rruz de ese paciente que
blar casi de ccdoble vínculou afectivo e intelectual: con. . ··;~;&pulsa sus c~medones y ~u~ ~arec..e pensar ccUn ag':-
. . - tradicción oscilante de las m ·o ciones, lógica impecabie ~~·~·~jero es un aguJero,,. En I~hlb1c1on, s1nton:a y a~gust1a
de los pensamientos. De hecho se trata de una doble · ·.=: tl926d), donde Freud se Interroga sobre su fo~Ia,.corn­
lógica. Una, afectiva, admite la coexistencia de los con. -, ~da con la del pequefio Hans. En ((El fetichismo,
J
trarios, no elige; la otra funciona según el principio del .--~. . . ·· l927e), donde se expone la teoría de la coexistencia
H1 :
tercero excluido. De este modo se puede concluir que ··de las dos lógicas en la escisión. Y sin duda también
1 1 ' 1 la locura es compatible con la lógica del tercero inclui- ·;. én •Análisis tertninable e interminable, ( 193 7 e) , don-
: 1
.
,1
t


-:
l
do, en coexistencia con una psicosis latente donde la ,. ·..de se plantean las cuestiones referidas a la reacción
l
(! J'. castración está forcluida; ella obedece al tercero exclUi- , ~·terapéutica negativa, a su relación con la pulsión de
l do. En conclusión, la cclógica pura•• de tipo secundario ~ ·m uerte y a la bisexualidad. Algo ha oscilado aqui en
¡ ·¡
1 : 1
puede aislar la angustia de castración, relegarla a otra
r
l
, J.
:' 1a teoría y en la clínica. uDe la historia de una neurosis
'·1
~~I
' l'
~! .ñ 1
parte, reprimirla, pero no forcluirla, en el caso normal. ·,·lÓfantiln (1918b): ·¿era en verdad una neurosis infan-
¡ l ' '
'
¡ .
.
1 •
Esto equivale a afirmar que la lo.c ura, en la medida .tU? En todo caso no parece que se trate de una psico-
en. que, en otra parte, funcione una represión
.. que dé -, ·n eurosis de trasferencia del adulto. ¿Qué es, entonces?
reconocimiento a la ap.gustia de castración, en cierta :. yl¡Una neurosis narcisista, una psicosis? Sería un abu-
medida es una valla; ..pero a decir, también, que, en ; -. ,de lenguaje poner al ccRuson y a Schreber en la mis-
. '
' los casos fronterizos, la existencia de un doble funcio-
namiento se convierte en una protección contra la psi-
. ma bolsa. Freud diferirá la introducción de las pulsio-
de destrucción durante algunos años todavía, co-
cosis que impide al pensamiento volcarse enteramen- . ~,_ino diferirá la separación de las neurosis narcisistas
te hacia el delirio. Porque el ccHombre de: los Lobos, no _'~ y de las psicosis.
es Schreber. No hay aquí ni destrucción del mundo
·n i neo-realidad:
. solamente una realidad exterior que
coexiste con la realidad psíquica.
Los cinco psicoanálisis no son únicamente para no·
sotros el testimonio inestim·a ble de la práctica psico·
analítica de Freud y de su genio interpretativo. Ni tam· Los cccinco psicoanálisis•• son todos anteriores a los
1
1
1 poco sólo la ocasión de aprehender el nexo entre prác· . Trabajos sobre metapsicología (19.15c, d, e, 1917d, e). 7
-
l tica y teoría dentro del psicoanálisis freudiano. Son la ~ .. - 7 El estudio sobre el ••Hombre de los Lobos, se publicó en 1918.
1
1. .'
imagen más impresionante del itinerario de Freud en- ·. ·;pero Freud refiere que su red-a cción data del invierno de 1914-1915.

J

1 '
• •
238 239
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1
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1
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.
Los ensayos agrupados bajo este último título ti · : · :r.:::'!:".·';C~"'"' _ •.-...,y no del fenómeno de la pulsión; el término lle-
una función ?efinida. Representan el retorno sob:~e~ ~; ,¡"~",.,¡ . -comillas] fronterizo [es un concepto en la frontera
del Freud teorico que reevalúa la teoría expuesta ~~ · ·. 1o conceptualizable] e11tre lo anímico y lo somático
1 la fase inicial de su obra, aquella que reposa sobre ~~ · ~c~'i<'?Jeoncepto !ro~tera en la fr?~tera~ en el entrelazamien-
pilares que fueron sucesivamente La internretac1• ~e~ . ·· t¡~;r;.-_t·fto -de Jo ps1qu1co y lo somat1co], como un representan-
1

- · • ... ~Y ~ll de
1 los suenas (1900~}, Ps1Copatolog1a de la vida COtidJá. 1{~~;;~:~·-.·.>~~a .: - ·psíquico de los estímulos que provienen del interior
na (190lb), El ch1ste (1905c), Tres ensayos de teo. ~:;:;:;.'"' . ~ cuerpo y alcanzan el alma [el concepto de pulsión
sexual (1905d} y el análisis de Dora (1905e}. Entr na ,-..,=e~·-"l:· ·re.JuJJte a la idea de representación psíquica; desliza-
ce gran histeria» de los Estudios ( 1895d} y la ccpequ:~ intento semantico: lo que estaba entre lo psíquico y
III....."';''· ·.'"Nt

histeria., de Dora, la pasión y la locura han sido expur. ·lo somático, representante psíquico de Jos estímulos
gadas. Ello fue necesario para que el psicoanálisis ·n • ._,.,. . ~~_que viene~ ~el interior del cu~rpo dicho de o_.tro.mo-
ciera, expulsando la catarsis y el métOdo a que hab~ ··'<!'C""'. -do, la puls1on - , aunque local1zado entre lo ps1qu1co y
da~o origen. Los Trabajos sobre metapsicología rev:
. . -:..: , ;Jo somático, adquiere el estatuto del representante psi-
lanan las contradicciones nacidas de esa exclusión. '. ~-;~; . ·quico; oscila hacia este lado cuando llega a la vecin-
Todos los ~utores~ sean o no cartesfanos-. coinciden· ~-­ .. ·./ dad de lo psíquico, por más que nazca en el interior
en •clocalizar,; la pasión en la unión del alma y del cuer. , ·: ,.d el cuerpo], co~o una medid~ de la exigencia de tra-
po. Freud no pertenece a esa filiación. Pero es retoño .-~. bajo (medida, por lo tanto cantidad, para ser trabaja-
d~- un~ q~e n~ escapa . .de esa tradición. Porque apren- .- · ~ ~ da, es decir~ trasfon11ada] que es impuesta a lo aními-
dio ps1quiatr1a a traves de Griesinger, cuyas preocu- , ·co a consecuencia de su trabazón con 'lo corporal [lo
paciones giraban en torno de ese problema, como lo psíquico sufre la cantidad venida del cuerpo al que es-
a~estiguan los trabajos de Paul Guiraud ( 1950), prin- tá ligado; dicho de otro modo, esto psíquico es el es-
?.
Cipal efensor, dentro de la e~cuela francesa de la gé. clavo de -lo corporal, un esclavo al que se le impone
neracion precedente, de un ccpsiquismo subcorticaJ.,, es .· ~· ~· 'el trabajo de un cuerpo que él no trabaja pero que lo
decir, hipotalámico. Antes de Griesinger, la escuela ro- ·· hace traf.Jajar],.
mántica alemana abundó mucho sobre estas relacio- · ¿Estamos tan lejos de la pasión? La pasión se opo-
nes del cuerpo y el espíritu. Freud rompió tanto con -ne a la acción, como padecer es lo contrario de actuar.
la escuela fisicista, a la que adhería su maestro Brüc- El yo padece la pulsión, como el psiquismo (en la pul-
ke, cuanto con el pensamiento psiquiátrico de su tiem- ,.. ·sión) padece lo corporal. El sujeto padece de su pasión.
po. Sin embargo, es fácil mostrar que esas influencias ·. Ya no es agente sino paciente. La pasión domina al
lo marcaron hasta e~ sus audacias más innovadoras. sujeto, ella subvierte su razón; en realidad, a su psi-
Descubrimos e_c os de ellas aun allí donde su contribu- quismo íntegro. Lo aliena en· su objeto. Comanda sus
ción es más personal, a saber, en los conceptos de los acciones. El no actúa ya, es actuado; pone en acto.
cuales es el creador indiscutible. .- Freud no podía menos que referir la pasión la más
. Retomemos la definición del concepto central del común es el at11or a un sustrato corporal, a una in-
psicoanálisis no el inconciente sino las pulsiones-, fraestructura somática: la sexualidad. Ello aunque en
••nuestra m~tología,,. Citaré la definición que Freud da un primer tietilpo estableciera claramente el distingo
de ellas (1915c), intercalando mis comentarios. entre sexualidad y amor. También tuvo la lucidez de
ccSi- ahora (hipótesis], desde el aspecto biológico ·· diferenciar, en los componentes de la pulsión, entre
(adoptando el ((eje" de la ciencia de la vida~ o sea~ el = . fuente y empuje. de naturaleza orgánica, y meta y ob~

aspecto del cuerpo somático], pasamos a la considera- jeto, de naturaleza psíquica. 8 La diferencia entre los
. de la -Vida anímica [la vida del-espíritu],- la pul- - -
ción
;

s1on nos aparece como un concepto [se trata del con- 8 Lo cual conduce a la noción de psico-sexualidad.

240 241

J
..

dos primeros, arraigados en el cuerpo, y los dos . . :r:ff1f>h· oroso puede conducir a una auténtica depresión,
mos, menos dependientes de lo somático, est., Ultt. ..--
.. --~os tentados de i11vertir la proposición y pre-
estos son sustituibles. El cuerpo está fiJ"o . · a e~ que
.

~:~;: · · · tarnos si la melancolía, por ejemplo, no supone una


d . . . ., Inmov¡Ji
. o, es Inmodificable; el psiquismo es móvil p . za. ~;:f\e'Jé:IL\....iÓD paSiOnal ccdevoradoran, Oral-canibálica: COn el
10
~· . J
to, modificable. Toda la teoría de la sublim~c~r tan.
", .•. ' . . .•:<>f:·'ol . •

..i'
.t
b d t "' Ion se e ..,. . ... .. .. ~·e to. . 1 d t d r· . . . d 1 l. . "'
< •

oza e ras de estas hipótesis . .En la pasión se · s- ·, . , ~··~-,--.· El término e ave e es a e Inician e a pll s1on es
~e ~n tr~storno. El objeto se vuelve., por el con~o~u- · <l'e·~·\'"'¡:t~:~} de representante (psíquico). Nos dice que la pulsió!l
um?? e Ir~e~plazable. Pero no por ello el objeto : 0 • . ';t ~ya algo psíquico, que la pulsión es delegación, nian-
paswn deJara de ser un objeto desplazado y met~4'" la ~: j·· :~-~dato o embajada del cuerpo~ No se trata de lo somáti-
•..

zado. a.tOrf.
.· \·::·: ~'sino del cuerpo .Jibidinal. La libido es ya animada,
Unico e irremplazable: a ~stos dos adietivos . · · . · ~~~ :.· sea, es menos animal que perteneciente al alma, alie-
~ que v1e. 0
nen c~mo naturalmente a la pluma cuando se habi .·~.:. ~ .nada a su objeto puesto que de este depende la paz
de! ?bJeto de amor o del objeto de la pasión, Freuct loa
8
· :. -.~·del alma: la satisfacción. ·
uttliz_a cada vez que procura describir la prime ~. ·--· ·~ -. . . A esta formulación, que marca a la pulsión por su
. , d l h". ra rela- ·•
Cion e IJO con su madre: ((Con igual facilidad · ·· .· ·c ualidad representativa, hará contrapeso la idea de me-
serta e t tr · ~ se In- . dida: por lo tanto, de cantidad. Medida. de una exigen-
. n es a ama In1antil el rasgo sobrestimador, 1
convierte a la amada en única e insustituible· . ~ue . :.cia·: la fuerza por trasformar a fin de que la tensión no
to d. . , en e.~ec-
, na Ie posee más que una madre, y el vínculo con ·7permanezca encerrada en ese conflicto sino que pue-
ella descansa sobre el fundamento de un suceso a ..· da llegar a la satisfacción apaciguadora. El grito se hará
1
vo_ c;le cualquier du_da e i:?'"epetiblen ( 191 Oh, pág. ~~~ · · ·~:~ lenguaje; el deseo, demanda.
[pag. 163]). Esta aflrmacwn se retomará en el Es . . .~ . Entramos aquí en terreno familiar. Detrás de una
ma d~l psicoa?álisis (1940a). Volveremos sobre~~~. . --~: , · . ·d efiniciól) un poco abstracta ¿qué es un concepto
Pero, ¿.por que la madre? Porque se tiene también · · ··:'. ·~:~ --fronterizo? podemos nosotros descubrir los engrana-
solo padre. un _'·~~··.: jes fundamentales de la teoría: el representante, el
En cuanto a la duda, la novela familiar nos mues- ;: . ~ _monto de· afecto.· Lo simbólico, lo económico; el senti-
tra que puede muy bien estar referida a uno u otro de . .- ~ ~ ,: do, la fuerza.
...._ ¿ .. .

1~~ pa~re~. La respuesta vendrá después. como Solu-


~ ~

,.,;· · · No volveré sobre las discusiones habidas en Fran-


<:Ion Incidental, sefiaJémC?slo al problema de la rea- cia acerca de las funciones respectivas de las repre-
lidad fantasmática o material de la seducción. Es . sentaciones y de los afectos en la obra de Freud, ni
los e · d d · · ,. que
. UI a os maternos son el prototipo del apuntala- sobre las consecuencias de estas divergencias de in-
miento. Al pr~veer a las necesidades (naturales y cul-

-:--. terpretación, que he abordado en Le discours vivant


turales) del hiJO, la madre es fuente de sus primerísi· . · (Green, 1973). El debate no está cerrado. La escuela
~os placeres. Es en consecuencia doblemente única
•<' '"V'"<

de obediencia estrictamente lacaniana prolonga la ins-


e Irremplazable: por la vida del hijo y por el placer que ·.. piración que excluye el afecto de la teoría -cubriendo
el~a sola es capc:tz ~e darle. En la pasión este apuntala- ·· . de sarcasmos a quienes lo invocan, es decir, a toda la
miento se ~~t..aforiza, es decir que el objeto, converti-
do en condl(:u:m necesaria y suficiente de la vida, ya ·
. · comunidad analítica y lleva al extremo el estatuto de
~~.,";':~~ ;...,

la representación, despojada -iba a escribir descarna-


no ~umple ninguna función de satisfacción de las ne- da- al extremo con el concepto de materna. L~ incon-
c~si~ades vitales. No por ello es menos cierto que la ciente ni siquiera está estructurado ya como un len-
: .• '-1
~ t ••
·• perd~da_ d~ -~bjeto puede traer consigo, en la pasión, .g uaje verbal sino como un lenguaje matemático. He-
· ..
.. .. -,~
. ··~
. :.:~ .. una mhibiciO.~ de l~s g~andes funCiones biológicas, co· nos ahí en las idealidades matemáticas: el código se
. :. '
·. 'l,;
.. .:
'
mola depres1on lo Indica suficientemente. Si el duelo ha convertido en cifra.
• ' .. t
.
. ·~{t.. '' . .

. ·-1¡·; ' . . ., . . .
. >~;! . i' 242
1
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. 243

. .. -· .f
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.
. .
'
1
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Lo seguro es que en Trabajos sobre metap . · son, en fin de cuentas, la fu~rza de las pulsiones
.. y h as t a }a Instalación
g 1a, · SlCoJo.
de la segunda tópica F "·. . "' naturaleza de la fijación? No otra cosa que la in-
no solamente privilegia las representaciones s~b reud . de la pasión y el apego a su objeto. Y si es
tJ.UP·-
afectos sino que en ciertos pasajes considera ca re los remitir el todo a la sexualidad infantil. los ob-
.. . rno st n;J~~-
nonimos ••repres~ntante de la pulsión·· y ccrepresentan . · de la pasión se deben buscar del lado de lo~ obje-
re presen t ac1on•)
·· d e ·esta. Con una salvedad que .te
· ..
.. h . 1 r· l d , Prec¡ .. --p arciales tomados sobre el cuerpo ~e la madre
sara acia e Ina e su artículo ceLo inconcient ,,. . · - bre el cuerpo del sujeto o de ~os objetos total~s:
t ·· . . e · ((la
represen .aciOn 1nconc1ente es la representación-cosa ~t~~~~:~-!~- ·iiJlagos ·parentales. ¿Qué son entonces las angus-
sola. El Sistema Ice contiene las investiduras da 7;~~t,<ii~~¿ , :· tcarcaicas•, de que nos hablan los autores moder-
.
d e 1os ObJetos, ~cosa
que son las investiduras de objeto . Son el efecto de las pasiones narcisistas allí don-
~er~s y genuii~as" (Freud, 1915e, pág. 201 [pág. 19~~­ !!n -4''"'. aí:.no es posible ninguna difere~c~ación entre yo y ob-
¿,0bJ.~to de que? L~ respuesta no ofrece dudas: de 1~ >h•"·~ · .. r.~ allí donde amor y destructividad afectan en una
L:;LV t .
puls1on; y agregare: de la pasión. -..... _; a vez al yo y al objeto. Son pasiones en el senti-
Porque, se trate de la repres~ntación o del afecto
,,.. ...::: -'>·

"~'f. _¡,·~~:,._,~· ·estricto, es decir, amores que hacen sufrir hasta el


..

1 en los _dos casos es un psiquismo el que padece. g ' _ ~ . . . ,.· · ·_punto de ~ue se defienda de ell~s por medio de un sa-
1

padece por la pasión de un objeto que falta. En es~e · · -.: &Jficio alienante. .
. t 1 o,
~recis~~en e, a representación de la teoría psic6ana.. · -- -- Lacan ( 1966, :•(Pro pos sur la causalité psychiqueu)
htica difiere d~ ~a conc~pción tradicional (filosófica) de .....eScribe: ccEn el comienzo de este desarrollo, he ahí en-
la representac10n, segun la cual, si la representació :·;:,:·;,:iOnces ligados el yo primordial como esencialmente
se liga también a la falta de la percepción, el Sujet~ · :. ·alienado y el sacrificio primitivo como esencialmente
no padece a causa de esa falta. Esa falta no es deseo · -.. suicida: es decir, la estructura fundamental de la Lo-
no es búsqueda del reencuentro de la experiencia d~ cura... Perq esto era antes que el inconciente se dijera
satisfacción y evitación de la experiencia del dolor . . . :estructurado como un lenguaje. En un texto donde la
El trata~iento que Freud parece infligir al afecto . . :~ :pásión está presente en cada página. Posteriormente,
-en TrabaJos sobre metapsicología 9 será objeto de --,~-: -el discurso sobre la pasión será confundido con lapa-
un largo arrepentimiento. No sólo el capítulo II de El ··. sión misma. La pasión habrá sido trasferida sopre la
yo Y el ello restablecerá sus derechos de manera bri- _. estilográfica.
llante, sino que oiremos a Freud quejarse una y otra
v~z, e~ la última parte de su obra, de que por dema-
siado tiempo se ha él ha descuidado el factor cuan-
titativo. Se suele leer e~ta afirinación literalmente, con- --· t;ocura de la trasferencia, trasferencia
f?I mándose con disertar sobre el papel de lo cuantita- · ·_psicótica
tivo. Ahora bien, si Freud ligó siempre la cantidad al -.
a:ecto, lo que se debe entender es que por demasiado ·.~-.· ~ Cuando se relee la bibliografía sobre la pasión, im~
tiempo se desconoció la importancia del factor afecti- presiona la analogía con el lenguaje de Esopo. La me-
vo Y de las tnisformaciones a las que da o no da lugar. jor o la peor de las cosas. Hay que decirlo: más a me-
~ . . nudo la peor que la mejor.
Es u~ tratamiento de lo más ambiguo porque algunas veces - En psiquiatría, como en psicoanálisis, es normal
acue~~~ solo a las representaciones el estatuto de la represión por
••
opos1c1~n a los afectos, que son simplemente sofocados, y otras. ve· .. ;~ : que los autores insistan más en lo peor que en lo me-
. .
ces entiende que es el destino del afecto lo más deterttlinante en - .,...,.·.',,_.. ·1or porque. por definición, los frutos más bellos no se
_ ____ _ __la represión. Sobre estos puntos remito al lector a Le discours vi· . · dan en sus jardines. Psiquiatras y psicoanalistas no
vant (Green, 1973}. Véase también el capítulo 6 de esta obra. -recogen sino los productos agusanados o envenenados.

244
245
. \
Unos y otros lo saben: las estructuras pasionales p Flechsig con Schreber- , otra fracción asume el
ducen trasferencias delirantes, los únicos casos en qro. liZO de enfrentar a la locura del sujeto y aun a su
el psiquiatra y el analista corren el riesgo de morir ue -"'~ 5 . Me refiero a los kleinianos, a Winnicott, a
el campo del honor. Con tantas más posibilidades ~n Además, el análisis se.produce verdaderamen-
Pfiiii..

caer _en él si. de_sconocen su naturaleza ~ niegan la Pa~ ,.;~:<·L~~~sólO cuando la locura del sujeto, y en ciertos_ casos
rano1a que Infiltra a los afectos trasferidos .. La fJ·ara. . . _:_ 1·cosis, entran en el campo de la trasferencia. To-
noia psicosis pasional- es la bestia negra df:l Psi.' r:
. ' 811 nuevo que se ha dicho en psicoanálisis e_n estos
coanalista. Al menos el psiquiatra se puede preservar : ~tiiJlOS treinta afias vi~ne de e:'e l~d?. Es tnste, en
de ella por medio de un si'mple certificado de interna.. ...- ~ ,all b·o ver cómo la teona del tnas ong1nal de los auto-
caJJl 1 , t .
ción. ¿Y el analista? No existe psicoanalista sir1 su ero. ·~ -~"~ . del psicoanálisis francés aporta en estas ma :r1as
tómana. Esto no lo envanece porque. ade~ás de la fa- ·· :" " : 0 ideas apropiadas p~~ _convencer a los anahstas
lla técnica. no deja de interrogarse sobre aquello que : ·~i·":" ·. ··" ue en el caso del psicottco basta con establecer el
en su trasferencia pudo dar motivo a esta efervescen.. de q 1 t;., ~
\.;~.:~·certificado de la forclusión de a me cuora pa erna.
· · .;¡ , t s1·
cia delirante. ~. :·~· to es así, uno se pregunta por lo que puede esperar
Fre1.:1d. instruido p_o r lo que le ocurrió a Breuer, su · · .;·.. es analista lacaniano de una relación analítica con un
- - colega más antiguo, sin duda que desconfió de ella. ~ t. ~cótico 0 del psicoanálisis de un caso fronterizo._Se
Enfrentado a la in~vitabilidad de la trasferencia, se es- :·.·. :mprende entonces que no quede más recurso_ que
forzó por domeñar todo cuanto pudiera propiciar esta :._..·:'! . oclamar en voz alta las virtud.es del ccde-seru. Mas S~
resistencia de trasferencia. Pero cabe preguntarse si . ~· .JWtá en el de-ser, más se es admitido entre los elegi-
no arrojó al niño con el agua de la bañera. Porque in- . -¡:: :Sos. Como la Santa Teresa de Bernini: más se sufre,
teresa aquí establecer distingos: entre locura y psico- .. . más se goza, y más cerca se está de Dios el Amo. Se
J sis. La locura está presente en toda trasferencia. Cuan- .. ; sabe que, ·según Lacan, es el esclavo el que goza. En
• 1.
· d 1·r· ct 10
J ~ do no es vivida en la trasferencia. fuera del análisis ~...';~ cuanto al goce del Amo, que a nu 1 1ca o.. , .
'~
1 ¡· 1¡ ¡
salta a la vista en el analizando que pasa al acto. La : Las opciones teóricas tienen consecuencias practi-
.: ¡' .
psicosis de trasferencia, por su parte. es diferente. La - cas. Si Lacan, al revocar el afecto lo que :reud no
1
f ' 'j ; j'
1 .. ,
trasferencia psicótica se singulariza por el carácter pa- _: hace-, mate1natiza el psicoanálisis, no es solo el sec-
-_ :. ~ tor hoy más interesante del can1po psicoanalítico el que
t
t .t
l'¡ ; 1
'

rasitario que toma. Como si su único objetivo fuera la
1 1
¡ 1 .. t
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destrucción del marco analítico, la investtdura destruc-
t 1¡
j 1
.
'
tiva (autodestructiva o heterodestructiva) de todo lo
-~- ¿Participará en algo el Amo de su goce masoquist~? ¿O hay
l que emana de la comunicación del analizando, así co-
· lO
. ::. · que pensar que decidir. juzgar, ~se es.el. g~ce no comparttble? Has-
mo de la respuesta interpretativa del analista. La pa- ..... ~;: ta en la teoría. Porque es tambien dec1d1r sobre lo que es verdadero
ranoia no representa más que su aspecto radical, en ·· ·:~-~~ y lo que es falso. donde lo verdadero es el discurso del ~mo Y no
.j• el rechazo que el sujeto vive de todo lo que le pertene- ·· el de la experiencia. Si la experiencia va contra la teor1a, no hay
ce en el ·discurso. Todo es la obra del Otro. Y con ra- . más que rechazarla para que la última palabra_ sea. la palabra del
1 ' . , . Amo, quien se supone que ha agotado la exper1enc1a ~n su poten-
1
zón: si no fuera así, el sujeto estaría amenazado por. .dal de verdad. La herencia recae entonces sobre el coptsta Y no so-
1
1 . ¡ el despedazamiento esquizofrénico o, peor todavía, por _. bre el que sigu.e sometiendo la teoría a la prueba de 1~ experiencia.
1 • í el suicidio m .e lancólico. Esto sucede a veces. El campo de batalla ha cambiado de lugar. Ya no esta en el consul-
Ahora bien, mientras que toda una fracción del mo- torio analítico sino en la sala de lectura.
. Lo que aquí digo, contrariamente a lo que se pudiera pensar,
vimiento ·psicoanalítico pregona la prudencia ante la
no es aplicable sólo allacanismo sino también a las sectas.que ~e
sospecha de una psicosis latente, es decir, se bate en han desarrollado en torno de las figuras carismáticas del pstcoana-
1
l' retirada o se aplica a _~<respetar las defensas del suje- Usis. Vale, remontando el tiempo, para cierta ortodoxia freudiana.
1
1
tou, o sea que decide dejarlo librado a sí mismo como y, descendiendo, para el kleinismo y el hartmannismo.


'
1
1 .
246 247

'
. '
1 •
t

se excluye de la práctica, sino que tal vez la . .- ·_ . _, , · analistas de hoy son bastante discretos acerca
Pra tt.;::.:~
psicoanalítica entera es la que cae: las neurosis c~:-c . ,.,~· ,.
a Freud, o lo que queda de ellas. ~ ~~
.. . ..tramos,. de su reanálisis. Primero, po~que les
principalmente, puesto que ellos mismc:>s sien-
>J . . .

Es preciso proceder en sentido inverso. Volv_,- :;, -..,..~. . .Ja necesidad de someterse a ell<;>s. Despues, por-
:r .
J

m~delo de base, repensarlo. a partir de los caso~ ~: e ·105 arializandos de estos.. análi~is se~un~o~ . o ter-
terizos para reencontrar allt lo que Freud. ex :~O~- . · .· · son analistas. Hay al;li un silencio pud1co o
· 1 1
1~ neurosis: · 1
e uyo d··
a ocura. Y desde este nuevo punto de . _~:· . ~·. · ·pia~osa mentira- qu~ es~apa de la ~nvestiga':ión
t1da. desde este nuevo conjunto de bordes impr .Par-_ : aquello que la experiencia nos pudiera e~senar.
podremos mirar hacia doS lados a la vez: hacia:~~~· '.. ~itimos ·q ue el regreso al diván es un acto que
de las estructuras neuróticas y hacia el lado de 1 do ~:r.::o,,;;;~.~..~·:·-..:~...v....i.,.e-ne a la vez a la higiene mental del psicoanalista
tructuras psicóticas. . as es. · su ética profesional, no podríamos confundir los
A primera vista se podría pensar que la divisi0· . ~,;~""í:1·;· · jos juiciosos de Freud quien por su parte no
tre locura y psicosis desemboca en un maniqu ? e~- .· ·~·· sometió a ningún análisis salvo el que hizo por sí
eisrn0
nuevo. que separa_ loc~~a buena de psicosis mala. Im- .·, · · ·. ·sin arriesgarse. después a acostarse en el diván
portan~ PP hacer JUSticia a la complejidad de Ios·fen-·: --- · otro- con la práctica en curso. Los reanálisis reco-
menos. __ Al contrario, es preciso. -en cada estructu~ ~ dados por Freud probablemente no iban más allá,
aprehender el combate que libran entre sí las fuer~
.':;lt'i;'.-&:U-•

_.,.· su intención, Jde la duración de los períodos bajo



de la locura y las de la psicosis. Esto es fácil cuando ..~ dera a que se someten los cuadros de la reserva:
nos encontramos en uno u otro de los cabos de la ca- ;~~-··!•. semanas. Hoy los utramos., duran añ.os. ¿Por qué?
de~a. Pero no .se puede decir que la locura neurótica - ~- respuestas no son ni m:uy ricas ni muy convin-
mas pura no contenga algún elemento psicótico,. pues- ~·:=-:v~.:· centes: trasferencia no liquidada ¿se liquida alguna
to que Freud hubo de reconocer al masoquismo u :'l &~·.•·, .:,_. ., vez?-, reactivación del conflicto a causa de los sucesos
0
campo de acción ilimitado. A la inversa, hay locu de la vida ¿se los puede evitar? , fragilidad de las
e 1 . . .. d ra
n a psicosis mas eclarada. ¿Acaso no constituye la ~defensas ¿son tan ccenfertnasu? . , efecto de lo inanali-
gran ~r~ginalidad de Freud haber sabido mostrar que . .. . _.. . pdo -¿se puede agotar lo analizable? . Y..a no ten_d~é
el dehno, como el lenguaje, del esquizofrénico, eran ~· Já. facilidad de invocar aquí de nuevo el. unucleo psico-
de beche:> tentativas de restitución (de reparación), de ·=:•::......~"., üco••, ese deus ex machina. Cabe preguntarse empero

reinvestidura de una realidad perdida? ·. -~, $t los efectos persi.s tentes del malestar que justifica to-
Así nos dejará de obsesionar la aparició·n , en el cur- ~ das las demandas de reanálisis no provienen, por una
,,.r... u.. ·

so de un anális~s. emprendido en apariencia bajo los · ·.· p~te, de la exclusión de la locura que intenté esclare-
favor~bles auspiCios de una neurosis de buena ley, del :cer ,e n este trabajo, y, por la otra, de la relación de esa
sempttertlO ccnúcleo psicótiCO••, equivalente a una suerte locura ocultada con la parte psicótica de la personali-
de trampa _en que el. analista ingenuo se habría dejado dad (Bion).
encerrar Sin advertirlo. Semejante ccnúcleon, respecto
del :ual nos i~clinaríamos a acusar al analizando de
haberno~lo ocultado por la misma clase de engaño que
en otro tiempo se reprochaba al histérico simulador •

dejará de ser un lazo tendido al analista o el efecto d~


"
una malevolencia del analizando. Deberíamos· asom· · · El porvenir de la teoría, de la clínica y de la técni- _
brarnOs si ese núcleo no apareciera, y el paciente se •.,. ., ,.,., ca psicoanalíticas no se encuentra en el remplazo de
lo llevara, cuidadosamente envuelto en los pliegues de la problemática freud.iana centrada en torno de la cas-
su trasferencia inanalizada, al final del análisis. ~ tración por una problemática moderna en la que in ter-

248
249

. .
vinieran otros referentes -despedazamiento, desag \ -.· una de las razones . y no de las menos -impor-
....
gación, aniquilación, etc. sino en la articulación~­ ... , te. que mueve a Freud a retirar al inconciente su
tes.to de sistema, de instancia,
. es que e 1 yo, se d e
- .) ; . •
'-- ~

..1
,,
. estas dos problemáticas. Para echar un puente entre t
~~u d · re
~ 1' ' i una y otra me parece indispensable restablecer la 10~ .:u,-:;:o·!·"·_ . las resistencias, es inconciente e sus proptas -
••
cura al~í donde, desde siempre, su lugar ha sido re . ,. ,.·"·:~ tencias. Si le retiramos las vendas que ta~an sus
nocido: en el corazón del deseo humano. Wo Es w:· ~~s él no ve la diferencia porque el punto ciego de
.oJOS·una ha ocupado todo el canipo. No ve sino lo que
. Porque no se ha apreciado suficientemente el Sé.t.lto 1·
mutación teórica decisiva que produjo Freud cu~da .,la: re iere ver. y nada lo podría obligar a ver lo que no
remplazó variando apenas las formulaciones refert~ _a;:re. y si se ve forzado a admitir la percepción de
das a uno y a otro el inconciente por el ello. En Tra. q · ue no quiere ver, le queda el recurso de la desmen-
. · lo q . . .. .
_bajos sobre metapsicología volvamos a ellos- se di- ,' . ttda y de la esctsion. · . . .
ce que la distinción inconc.iente-conciente no se pue. .. No se ha equivocado Lacan en su Insistencia en la
de aplicar a la pulsión: no se puede afirmar de una · ' Iación del yo con el desconocimiento. Pero falta sa- 1

pulsión que sea inconciente o conciente. Una distin. f>- - ~ : r cómo el psicoanálisis, si no es una pura especula-
........

ción así sólo se aplica a sus representantes. Lo incon. . ió podrá operar el reconocimiento en el curso del
eanálisis.
n, ·ct · d 1
La teoría lacaniana ha parti o e a a t~na- 1·
ciente está constituido por representaciones de cosas
y por afectos~ si tomamos en cuenta la rectificación ción en la imagen, que _podía procurar u~. espacio a
del tercer capítulo de El yo y el ello. Cuando Freud, . la pasión: ¿acaso la pasión no es la afectacwn por ~~a
en la 33a conferencia (1933a), da la descrip~ión de · imagen? Ella ha virado de ~~mbo, y~ndo del na~clSlS-
los rasgos que caracteri~an al ello, queda abolida toda ·.. · mo -que no es sino la paswn de la Imagen de ~~ Y de
referencia a un contenido cualquiera -por lo tanto, a las formas que en ella se encarnan_- al_l.enguaJe nar-
una inscripción representativa . Nada más quemo- cisista. Puesto que debo clamar m1 paswn, o sea, ~e­
ciones pulsionales (Triebregungen) que buscan la des- cirla, en mi decir, justamente, estoy aliena~o. El obJe-
carga. La pulsión, en 1932~ se inclina hacia el lado de t se ha volatilizado y el ello se ha convertido en una
la energía, mientras que en 1915 tal vez se tendió a ~ática. No obstante. como dice Freud.' n~die pue-
llevarla hacia el lado de la información. Entonces, de- _d e escapar a sí mlsmo. Entre maestro y discipulos, es
- cir ((ello hablan sólo tiene sentido a condición de asu-

la pasión la que menos falta.
mir la responsabilidad de esta afirmación sin hacerla .- Cuando el sentido ocupa todo el campo, la fuerza

endosar por Freud. Sin. representación,
,
la pulsión ha vuelve en fuerza. Dentro de las relaciones de fuerza
quedado ciega. Se ha vuelto también segundo cam- .. y de número. La cifra es remplazada por l~s cif~as. Uno
bio conflictual al máximo porque en el ello cohabitan se cuenta y el materna deja de ser una Idealidad. El
pulsiones de vfda y pulsiones de muerte. rasgo unario la incisión del cazador que marc~ en
¿Bastará esto para indicar el reto·rno de la pasión su arma el número de fieras que qa matado- pasa
(de vivir o de morir)? En modo alguno. Se dice sí que a ser el significante del pro y del contra. Sí o no, en
la -pasión ciega, que ella es ciega. Se quiere decir que el lenguaje de las más antiguas pulsiones, dice Freud,
no sólo la pasión arrastra al yo corno el río desborda equivalen a incorporar o vomitar.
su lecho e irivade las tierras de sus orillas sino que ese No cabe asombrarse de que el yo, como el ello, sea
mismo Y9 es ciego y ya no es conciente de que ha sido ciego. Tiene para eso dos razones y no una. En efecto, l
·¡ desbordado. No contiene nada y no es contenido por se origina en el ello y trae por lo tanto los estigm~s
' nada. Ahora bien, este segundo aspecto se incluye en- de la pasión como una marca de origen. Yo_: made _1n
tre las innovaciones de la segunda tópica. Es algo que ello. Además está enceguecido por la otra Instancia,
el primer capítulo de El yo y el ello ( 1923b) dice clara- no menos pasional: el superyó. ¿Cómo podría ser de

250 • 251

!. ' ' •
1
otro n1odo, puesto que el superyó nace de .. ~ -- de Freud es una lógica de la esperanza porque
sió~ del yo y también él tiene su raíz en el~~~~­ ,~_....T~ con el .deseo realizado. Los casos fronterizos nos
erroneamente se ha sefialado que la teoría fr · No --- los horizontes de la lógica de la desesperación
. . eudi::lhft.
~o deJaba mucho Juego a la conciencia, al yo, a la;.., reacción terapéutica negativa) o .d el no compromi-
lidad. Lo que la experiencia ha permitido corn · ea.... .i- (la escision). Esto nos obliga a profundizar las con-

h a SI"d o que esos tres · conceptos sólo dan de su · Probar ...~6---._..es que sosteníamos sobre el funcionamiento
. .. 1 1 coope -~~~Pent.al con.referencia a la simbolización. Ese funciona-
racion os resu tados más brilla_n tes cuando se aplic ·
al mundo no humano. De ahí el .i deal del matema :a ·\aiuento ya no_se puede limitar exclusivamente a los
"SIW·P_.·-:

su extremo opuesto: la política. Sabemos ahora 1 · n :_;procesos primarios y secundarios. Los procesos tercia-
. . t e d e e 11.o para conocer que la pasión, loca o su..
f ICien nos, procesos de r.elación entre procesos primarios y
•.... ...a .. --

0
cótica, tira de los hilos del juego. PSI- . Secundarios, se con·v ierten en preciosos instr~mentos
Que hayamos extendido tan considerablement . ·· para la comprensión del material y la formulación de
campo de la pasión y. por lo tanto, de la locura e e~ · Jas interpretaciones.
, . 1 ..
en 1a e 1Inica como en a teor1a, n _o nos obliga a extr
, asi •

. . . R . aer
e OnC1USlOBeS pesimistas. ·- eparemos ante todo en - U.
nos hemos empe~ado principalmente en reconoc;rl: ~
, -

donde ella ya esta. No la hemos introducido nosotr _.,Justificación teórica del distingo entre
E s t a"' a 11,1 como Siempre
. os. .·. · locura y psicosis
estuvo. Y si nos fue preciso re-- ~'r • ~~ ~

conoc~~la fue porque nos parecía desconocida. Será re-


'•
~ ,, ' .. '
. '
.
conociendola como mejor podremos no reducirla sino . -..,. ¿Qué ventaja heurística ofrece remplazar la termi-
trasformarla por medio del análisis, es decir, obrar de . nología clásica: neurosis, perversión, depresión, psi-
modo que el Eros pueda prevalecer sobre las pulsio- ,....,~'""'· cosis, por la oposición locura-psicosis? Si propongo re-
nes de destrucción. Es sin duda lo que quiso decir Bion habilitar el viejo término de locura, que pertenece a
cua~do estableció la diferencia . entre un (cinsane psy- - la era precientífica de la psiquiatría, en q~e los auto-
chotlcu {o sea, un psicótico enfermo mental) y un ccsane .. res antiguos hablaban de ((locura histéricau, de •clocura
psychoticu (un psicótico sano). Esto exige que el ana- .de duda .. , de cclocura de tactou, de cclocura moralu (mo-
lista no cierre la puerta a esta locura, QUe consienta .t ra1 insanity), es tal vez porque de tanto poner el acen-

en acogerla y en compartirla analizándola. A fin de ha- to en los deseos, los fantasmas, olvidamos demasiado,
cerlo pero es algo ya hecho en muchos casos- es · ·'e n el marco protegido de la sesión de psicoanálisis, el
.
preciso reconocer al ·afecto todo su alcance. Es decir,
' y

· despliegue de la pasión, es decir, el lenguaje de la pul-


dejar el campo libre a los afectos en sus aspectos me- ., sión. Las limitaciones del encuadre analítico, las pro-
nos ordinarios y menos razonables, los más contradic- .· hibiciones que restringen el actuar, el constreñimien-
tc:>~ios Y los más complejos. Sufrir la carga de la pa- .. ·to a la verbalización, si tienen el mérito de revelarnos
s~<?n de trasferencia es sin duda extenuante, es el pre- ~ejor los mecanismos de defensa que de esa manera
CIO que el analista tiene que pagar por la marcha del nos dan acceso al mundo de los deseos y de los fantas-
análisis. Es ~nútil decir que la contratrasferencia está . mas psíquicos, nos hacen perd-e r de vista, co~o con-
aquí en prirriera línea. . trapartida, el funcionamiento de lapulsión en acto, con
Pero hay más. Aceptar la locura de la trasferencia, toda la carga pasional que acompafia a sus extravíos.
Y aun la trasferencia psicótica, ·es iniciarse el analistá - ·--· ·En materia de locura, el analista conoce sólo la locura
en los mecanismos de una lógica que no es solamente psíquica, la que proviene de distorsiones de la reali-
.. la lógica .de lo inconciente en la obra de Freud: es des- . ~ . dad, la que atestigua el funcionamiento del yo. Freud, ·
cubrir otras lógicas (véase supra, el capítulo 1). La Ió- ·. . en su artículo ••N eurosis y psicosisn ( 1924b), describe

252 253

. '

las distorsiones que el yo se ve obligado a con Eros, la desligazón prevalece sobre la ligazón y
fisurándose y escindiéndose para evitar hund~enttr. . . :¡cosis triunfa. ·
Irse
agrega que de esa maner~ tal vez podamos com ' Y :~ este no es más que un cuadro descriptivo. Es
der las ~xtravagancias o las locuras de los hom~::n­
. .
~JLi='"'
todavía preguntarse por qué en la psicosis las
que serian al yo lo que las perversiones sexuale s, ~rzas de destrucción consiguen prevalecer. Sabemos
a la sexualidad. Pero si él mismo repitió sin descs _son tñ.~;i~.t,.. escasos de respuestas que estamos con respecto a
que el punto débil de la organización del yo se sit~~so ....\>.. problema. No creo que Freud lo haya respondido
en su comportamiento hacia la pulsión sexual ·na a .....,. .".) jalgtina v·e z. Melanie Klein parece tomar partido en favor
· · '60se
puede pensar que esas extravagancias y esas locu · ele una explicación constitucional. En cuanto a Win-
de los hombres que se manifiestan en el nivel delras ~~ - mcott, si concede más lugar al ambiente materno, su
no son más que los reflejos de lo que las pervers¡0 J 0
· ·. ~ · .. ~tón optimista trata de conferir un valor positivo a
sexuales contienen ellas mismas de locuras camun:~ ~ esta destructividad con la noción de amor despiadado
das? Una locura que está en la naturaleza d ·e la sexua- . ·¡rutbless Jove). Yo me inclinaría por la opinión de Ha-
lidad humana como tal. · . ~')·.. t(jld Searles, o por una opinión que esté próxima a la
Además, me parece que la oposición -ehtre -locur .·:~~- de él.
y ps~cosis se adecua mejor a la teoría definitiva de la: ,<~· ... La psicosis se instala cuando el sujeto es constre-
puls1ones. No puede menos que impresionar una coin- : .;,. _¡udo a movilizar sus pulsiones de destrucción como
cidencia desconcertante en la obra freudiana. Es con ··· medio de poner fin a la relación fusiona! con el objeto
un retardo paralelo como Freud toma conciencia del ·primordial. Creo, en efecto, que la psicosis es una con-
hecho de que el verdadero ántagonista de las pulsio- -juración del objeto. .
nes sexuales está representado por las pulsiones de Nos resta comprender la razón por la cual las co-
'
i
: 1
1

sas ocurren así; para ello debemos tratar de recons-


destrucción, y que debe atribuir un lugar más impor-
1 1 l .
1 .
'•
tante a la psicosis, o a mecanismos psíquicos -pien- . --- truir las modalidades de funcionamiento de la relación
' .
... 1

so en la escisión, la desmentida que se descubren en · >·con el objeto.


¡
¡ .~ ' la psicosis pero que tienen un alcance más general. -- Por oposición al régimen desarreglado y anárquico
De esta coincidencia podemos -e xtraer una conclusión: ,.: .de las investiduras del ello, el yo posee una red de in-
pulsiones de destrucción y psicosis son solidarias. Así, . .::~, vestiduras estables y de nivel constante. ¿Cómo llega

cuando Freud habla del d~lirio caracterizándolo como ,_··.. a adquirir esta independencia relativa frente al ello?
tentativa de curación o cqpstrucción de una neo-reali- _ '~.:~-_, ~a explicación por sus atributos innatos, por la madu-
dad, hay que_comprender este movimiento como una _:· ración o por la experiencia, es insuficiente. Hoy cono-
tentativa de reconquista.del terreno perdido por la lo- . os el papel fundamental que desempeña el objeto
cura erótica. •. . .,~:. primario en esta evolución. Se pu~de suponer que in-
La locura que está en el corazón del hombre no es • =•..e
. terviene un doble mecanismo: por una parte, gracias
exclusiva de la patología. Pero no hay que confundir , · , ~~~-~.~ al papel que el objeto primordial desempeña en los cui-
esta locura c~n lo que llamamos psicosis. Propondré .:. -. ~ dados maternos; por la otra, gracias a la identificación
esta fórmula para distinguirlas: la locura que es cons- ._ -del hijo con el objeto primordial. No obstante, el niño
' .
titutiva de lo humano está ligada a las vicisitudes del · ·queda sometido a una· doble serie de excitaciones: las

Eros primordial siempre en conflicto con las pulsiones .- excitaciones pulsionales internas, las excitaciones ex-
!t .. destructivas. Cuando Eros sale vencedor del comba- . ,·~. ·ternas, entre las cuales tienen valor preponderan te las
te, es decir, cuando la pasión que habita a Eros consi- "-. ~ que provienen del objeto. A mi parecer, es la acción
~ .J
*
r ' 1 '
gue ligarse, la psicosis queda conjurada. Por el con- _ ·::~ del objeto materno la que permite al yo constituirse.
trario, cuando las pulsiones de destrucción prevalecen •
· ·- -De esto se derivan dos consecuencias:


254 • 255

.
••
• •
)
l. Cuando el yo consigue, gracias al objeto, e . .. . · vas y arcaicas, y de fantasías del mismo tipo de
blecer en su seno un régimen de investiduras estab~ta- ·· ··:d escritas con gran precisión por Melanie Klein y
de nivel constante. sólo tendrá que luchar contra es, · sucesores. muchos ·autores se inclinan por la idea
excitaciones pulsionales intet nas. Podrá desarrollar~ .un fondo psicótico que estaría presente en el adul-
mec~~:lismos del ?~nsamien~o. pero no escapará de~ . ~-corno vestigio de una ccpsicosis•• infantil original que
prestan de la actividad pulstonal. Podrá elaborar ·esta cierto modo sería una condición inevitable de la pri-
por medio de la creación de la fantasía: el polo de 1 ~ ~~~~<,;·: ¡perá infancia. A u~ si lo~ autores kle.i~ianos parec~n
cura adherido a la pulsión está contenido dentro: ·· hoy sus afirmaciones y admitir que esta ter-
los límites del pensamiento o en las vicisitudes de~ ~
ología es lamentable, me parece que se atienen a
Eros. concepción del psiquismo primitivo del nifio. que
2. Cuando el yo no tenga que luchar sol~ente con. ~~ ~i~~~y poca relación guarda con la neurosis. Personal-
tra las excitaciones pulsion~es, siempre portadoras de
1
,.._...., .,:;:111•~...
· ···-· esta concepción no me molesta, pero la encuen-

locura en germen en el plano interno, pero suscepti- .- trO incompleta.


bles de ser contenidas, y a esta lucha se agregue la :.· ~_,_ - En efecto, si los kleinianos piensan que esta psico-
fuente externa de la locura de las pulsiones del objeto, ...,.. .. .:_~· , que yo prefiero llamar locura original, es por así
que. dimanan de la relación con este', se crea un.
se-
""~, ,

·.·.decir normal en el nifio, propondré por mi parte la te-


gunqo frente contra el objeto. Es la lucha contra este ~. . . . Sis complementaria de la 4docura materna, nortnal (cf.
agente, que debería ser su aliado, y que se convierte .:~. ~ Green, 1975). Nadá hay en esto que sea chocante o
en su enemigo, la que obliga a la movilización de las -· broso. Baste considerar por un momento el em-
pulsiones destructoras, responsables del estallido de . o y la maternidad desde una distancia y con una
la psicosis. . objetividad suficientes para comprender que durante
En este último caso, el yo no sabe qué atender pri- 'j este período se produce en las mujeres que viven es-
mero, por así decir, y a veces ni siquiera puede esta- ·~- ~-. "··tas experiencias una remodelación completa de su vi-
blecer la distinción entre lo que percibe de sus propias . venciar, de su relación con el mundo, de la organiza-
pulsiones y de las pulsiones del objeto, se obnubila en- :.·:::ción de sus percepciones, .
recentradas por entero en
tonces en la c.o nfusión y no ve otro recurso que reac- . ·f:el '

hijo. La sensibilidad de la madre para las sefiales


cionar por medio de la destructividad. Poco importa más imperceptibles del hijo presenta a los observado-
que deba hundirse él mismo con tal que·conjure al ob- ·. · res una cualidad cuasi alucinatoria. Embarazo y ma-
jeto destruyéndolo. ternidad traen consigo para la mujer una dimensión
)t_·milagrosa, realizan anhelos de omnipotencia y de de-
>. :_s eo de ser, para el hijo, lo que él es para ellas, este ob-
~--~·:jeto único, incomparable, a quien se le debe todo y to-

Variantes de un tnito genético .


;,·~J.do .
le es sacrificado: y esto, en la situación normal. Es
,· ·sin duda en el caso en que esta ulocuran no aparece
· Para comprender lo que ocurre en este tipo de re- · ··-~euando podernos so~ pechar una situación inquietante.
laciones patógenas, tenemos que considerar primero ,·F reud observó justamente esta conjunción de sexuali-
la situación más corriente. Las descripciones de la rela- :' ~d y amor en los cuidados maternos. Reparando en
ción ma~re-hijo no han sido llevadas lo bastante lejos. . _··que la madre no se conforma con amamantar al hijo,
Como los analizandos son objeto de nuestra observa- - l ij\.;;·q-,·"'· sino que le provoca también sens.a ciones físicas agra-
ción y como la experiencia del psicoanálisis moderno . .-.,~. dables y desagradables, él dice que ella es la primera
nos ha mostrado la persistencia de funcionamientos
... . .. . .. seductora. Así, la actividad de cuidados y la actividad
mentales que dan testimonio de defensas llamadas pri- · ~.:-erótica de seducción son inseparables. Y Freud, que

256 257
escribe en el Esquema: ccE11 estas dos relaciones arrat --""' ahí todo se rnantiéne c!entro de los ~imites de
gala significatividad única de la madre. que es in 0 · e he denominado la locura privada, que no se ma-
parable y se fija inmutable para toda la vida, c 0 ~ 1ll· :qu ta sino en la regresión de la trasferencia.
primero y más i?tenso objeto_de amor. cOmo arqu~ e~ , pero es preciso considerar también otros ti~os de
po de todos los v1nculos postenores de ainor . . . en U ~'::)t·~-~- · n, y muy en particular aquella que conJetura-
bos sexos» (Freud, 1940a, pág. 188 [pág. 188]). AhélJn. en la psicosis. En este último caso, la locura ma-
.
b ten. s1· 1as re1actones
· ·
amorosas posteriores nos rnuora . ¡¡,..,.,,,.,..
-- :·t a no se manifiesta tanto en la fot tna del amor cua~­
tran en su plena expansión esta locura breve, hay q: . . . ~:'1, . .. ~n una actividad pulsional intensa. no contenida,
..·sea · to e bajo Una forma directa,
· sea b aJO ~
· 1a 10rma d.lSf raza-
suponerla presente desde· el origen, y ante todo en 1
madre; acompañará después todas las vicisitudes da ... :da de la angustia o de las ~efensas frente ~ esta. El
este Eros pririlordial, en lá perversión, en la neuros·e .:. ·. · pel de yo _auxiliar. de contment~ o de espeJo no pue-
y hasta en las formas más decantadas de la sublim~~ ..· ~ser ejercido entonces por el objeto materno. En l?s

ClOn.
#
c8sos más favorables. el niño, que cuenta con el obJe-
Esta locura materna, si no fuera contrabalanceada :r.:.~·., .:; -~-, ' como dijimos, sólo tiene que defenderse de las ex-.
por otro aspecto de la relación madre-hijo, sin duda r.!lo.~_, .,:· . tÍaciones pulsionales internas. es decir. de su sola lo-
que sólo tendría efectos positivos. El papel que hemos .,.,___;, e ura. A raíz de esto, precisamente. se manifiesta la an-
asignado al objeto en cuanto a permitir la constitución .. ·~ · ~stla de castración. que ~~ inclino ahora a a~oplar
del yo, depende de funciones por entero diferentes. La .: . eon la angustia de penetracton. En los casos mas g~a­
1 madre debe desernpefiar para el hijo el papel de yo , . ves. como creo haberlo demostrado en lo que se refle-
;. :-. ., .-, fe a los estados fronterizos, a esta lu_c ha contra las ex-
1

l auxiliar, de continente y de espejo. Ahora bien, no pue-


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. ¡J
l
de cumplir esas tareas si ella misma es incapaz de . _ citaciones pulsionales internas es preciso agregar la-
aceptar sus propias pulsiones y contenerlas, para des- ~ . (¡ue el sujeto libra con las excitaciones ~ulsionales ex-
pertar al hijo a la vida pulsional, que en definitiva no ,._.~;;..- temas. provenientes del objeto, por la busqueda de un
es -s ino la vida misma, permitirle reconocer sus pro- . ·dispositivo que es fluctuante en sus límites, que le per-
pias pulsiones en ella. sentir que ella puede servirles - _~ ntite conservar a este objeto. a condición de estar siem-
de receptáculo a fin de que le sean devueltas bajo una . pre alerta frente a las amenazas creadas por la_ do~le
i J 1. . forma aceptable. . angustia de separación y de intrusión. ~n la psicosis,
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' !rt, ~ . -
1 ¡ . 1 Llegamos así a una descripción enteramente para-
1
·par último, la ayuda aportada por el objeto . su fun:
;i .
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~t.·.,,·
¡ .
. dójica del amor materno:. Lo que no impide que este · ·clón de yo auxiliar. de continente y de espeJO esta
.1 i amor sea ejercido de uriá manera espontánea e intui- ,'·lejos de compensar el aflujo pulsional (directo o bajo
a r·
~
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¡' -
tiva. Resumiré la situación con una frase: el amor ma- ...."',. :.fottna de angustia). Un segundo frente de lucha se crea
•¡
. ··~
.t -. terno no tiene otra meta, después que favoreció el aflo- ··.:· :.entonces contra la fuente de esas excitaciones pulsio-

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1.\
ramiento de la vida pulsional, que volver esta tole- . -; ; !.nales externas provenientes del objeto, las que vuel-
.• 1

l 1

.ven imposible toda defensa eficaz. Se instala una confu-


! 1 rable para el hijo. Potencialt11ente la madre oscila siem-
1 i !
1 1 ~ .
t ¡
pre entre el exceso de gratificación y el exceso de frus- .Sión en cuanto al origen interno o externo de la exci-
1 -~ tración. Uno ·y otro tienen el mismo efecto: provocar tación. En esas circunstancias se movilizan las pulsio-
!: ! una excitación pulsior1al que sobrepase las posibilida- : nes de destrucción porque el yo no puede constituir-
1 :- : i

1
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des de elaborac~ón del yo, es d.e .cir, la integración de Se, no puede ejercer .su capacidad· de ligazón. Es. que
. .
las pulsiones en ~na actividad de ligazón. Cuando esas debe contar no sólo con la locura interna. con la cual
debe negociar compromisos, sino además con la locu-
•• 1,

posibilidades de elaboración son desbordadas. el yo tie-


ne que enfrentar la doble angustia de intrusión y de . ra del objeto, es decir, la locura de las pulsiones del
separación, que se observa en los casos fronterizos. -.. objeto.
..
; 258 •
259 '
.
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.
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..

Diré que entonces todo ocurre como si el orden d ·_· ~- pasivación
mundo no se revelara. Y si todo es caos, al caos r eJ ..
ponde el caos de la destrucción. es~ · Estas hipótesis genéticas no son tanto genéticas,
Aunque fuera ilusorio, es necesario que este ord f-¡li¿]~~- realidad, cuanto que rastrean el mito de una géne-
del mundo exista un tieinpo antes de que el yo pue~n .• -inteligible a partir de sus desorganizaciones tie-
tomar conciencia de su carácter enteramente relativ0a · -.A_ilen sobreentendidos. Lo que ~uerría destacar y creo
Es en esas circunstancias cuando las pulsiones de de : ~::¡~~-,~.~· de acuerdo en esto as1 con Freud como con
trucción parecen desempefiai el papel de un últi; cott~ es la importancia decisiva de lo que lla-
recurso para neutralizar el objeto, englobando la rea~ "'"""..::-·· · la pasivación. 11
lidad que lo rodea en la misma devastación. ·L a acción de la pulsión, ella misma activa, e<pasivi-
-;¡.;•:-.,;:-.,:lJ;,...-:.<:.;

En toda la elaboración que precede, nada he dicho ... za• al sujeto que la padece. El pap.e l de los .cuidados
del padre. No ciertamente ~orque su intervención sea ·. :J~ ·m aternos pasiviza al hijo. Para que la pulsión no sea
más tardía. Si no está presente directamente en la re- · ·;c?r ~vida como peligrosa y destructiva, aun si lleva con-
lación, su papel es empero capital. Su presencia está . ~~.~ · · esa polaridad d~ locura por el apremio en que po-
escondida, o bien está desplazada sobre el hijo. En efec- ·ne al sujeto, es menester que este pueda contar con
to, es de la mayor importancia que esta locura mater- -~\7,!<!0.-.·_,
•• a objeto, como el nifio pasivizado por los .cuidados ma-
na que se expresa en el amor hacia el hijo incluya al _ternos debe poder contar con la madre. Ya Freud ha-
padre. No solamente porque él es el donador, sino por- ~ .bía apuntado este repudio de la feminidad en los dos
'
1 que representa la limitación· de esta locura en tanto ·s exos como roca que estorbaba la curación por el aná-
¡: el amor del hijo no podría por sí solo colmar a la ma- .( Hsis. Traduciré esa observación diciendo que se trata,
dre. Es por así decir el garante de la trasformación de ·:~, Para los dos sexos, de repudiar la feminidad de lama-
esta locura y de su evolución hacia la separación ine- . .: _..( dre, es dec_ir, su acción pasivizante. Y esto por razo-
vitable. Y porque él mismo es el continente de las an- ,_,,. . ~;J.2.Dt::tj que no se deben únicamente a cualidades negati-
gustias de la madre y el objeto de otras satisfacciones vas sino también a que el retorno a la fusión materna
pulsionales (muy particularmente sexuales) que de es- . ~importa una amenaza para la individuación, sobre todo
te modo no se tendrán que descargar sobre el hijo. Pe- ~·~-~cuando evoca un paraíso perdido del que uno no que-
ro el padre está presente también en el hijo mismo a . :. rria salir. La movilización de las pulsiones destructi-
los ojos de la madre porque, producto de la unión de . ·:; vas en la psicosis es el recurso supremo de la activi-
los padres, todo hijo lleva sobre su rostro los rasgos . ·";.:,dad contra la pasivación por un objeto en el cual ya
de su padre, como los de su madre. El padre es enton- · no es posible descansar. Así, se trate de la extrema pa-
ces el elemento de mediación entre la madre y el hijo. tOlogía como de la normalidad, es la pasivación lo te-
No pretendo hacer creer que el padre tendría el privi- ;:<i!i:f.~~;~.mJdo, y ella es la que se debe volver tolerable.
legio, o la desgracia, de mantenerse indemne a la lo- Ahora bien, la cura psicoanalítica no es posible sin
cura. Simplem.e nte la suya se ejerce en otra parte: en '•_' esta pasivación confiada en que el analizando se en-
el -mundo, en la vida social, en la fascinación del po- . trega al analista. Interesa entonces tratar de anudar
der. Tal vez esta no sea más que una de las manifesta- .·_ las hipótesis que acabo de presentar en el nivel clínico
ciones por las cuales él intenta desasirse de la locura · ·~·y teórico, con la situación psicoanalítica. Conviene pre-
materna primitiva, no porque sea temible sino porque . . ·. ·guntarse por -Io que vuelve la situación psicoanalítica
sus deliciosos beneficios son pasivizantes.
11
ceLas primeras vivencias sexuales y de tinte sexual del niño
~~~~- junto a la madre son desde luego de naturaleza pasiva.. (Freud. 1931b.
. ·. pág. 236 [pág. 238]).

260 261
.
difícil -por más que se la suponga facilitadora- y has.. ubrir la consistencia de la teoría y de la práctica:
ta intolerable. Y en fin, es preciso estudiar los medios . ~or estructural del Edipo y lógica de tres valores.
de volverla aceptable para que sea fecunda. Pero e ~~ ~ Tal vez toda la tragedia de la criatura humana, pe-
8
el tema de otro trabajo (Green, 1979a). ~:t.. .!Y;:-,: ·i1, también toda su esperanza, ?bedezca a que, sujeto,
<:..i

Digamos solamente que la técnica se podría conju. .,. . ":..se ve siempre frente a dos obJetos. ·
gar aquí con la teoría. Si las últimas formulaciones de
Freud plantean la doble ecuación Eros = ligazón, PUl-
siones de destrucción = desligazón, se comprende que .
mientras estemos frente a la locura sólo como pasió~ destinos de las pasiones
erótica, el trabajo de ligazón está por así decir dado
de antemano o, al menos, opera lo suficiente para que . Me anticipo, en el momento de concluir, a dos ob-
el silencio del analista deje que esa labor se efectúe . --~ciones que sin duda son una misma.
bajo la égida de su escucha silenciosa. Muy distinta ~ 1. A esta pasión que usted ve dondequiera, la clíni-
1
1
es la situación cuando la desligazón psicotizante pre- ,.~.....,·.- ~a no la muestra tan abiertamente. Después de todo,
1

valece sobre· esas operaciones. Aquí el silencio del ana- los estados pasionales, cuando se manifiestan, se re- .
r•.:...-..,.,...·.

lista sería cómplice de ese trabajo de Penélope en que ~ -. gistran fácilmente: ¿por qué extender su campo hasta
el valor generador del silencio se muda en trasforma- . los síndromes más ccapáticosn en apariencia?
ción degenerativa. En estos casos, precisamente, los ~ . ·. . 2. Además, al recomendar que se preste tanta aten-
procesos de ligazón del análisis que yo llamo proce- .ción a los afectos, ¿no corre usted el riesgo de reducir
sos terciarios debe entrar en juego en la palabra del .' . la teoría psicoanalítica a un~ fenomenología, y la téc-
. ,..,.
analista. ~ .nica, al método catártico? Ya Ferenczi ensayó esto úl-
Teorizar obliga siempre a esquematizar un poco. . · ttmo sin éxito. Bien se entiende que aquellas pregun-
.,f .
Está claro. yo espero, que se trata de relaciones de equi- . tas que pongo en boca de un objetor imaginario son
librio entre Eros y pulsión de destrucción, o de rela- .las que yo mismo me planteo. No propongo aquí, me
1 '•
ciones de desequilibrio. 12 Porque ligazón y desligazón ·· · ·parece, ninguna revolución teórica ni técnica, sino un
.f¡ operan siempre en la locura, no menos que en la psi- enderezamiento de la teoría a la luz de la experiencia.
d ., , .
. ' 1'1 ¡. ¡ , . cosis. La resultante es la que cuenta; ella hace, de las . _-·_No· digo que el trabajo sobre las representaciones sea
\:!

trasformaciones, productos de creacióh o desechos, de poco valor ni que el lenguaje del analizando sea con-
~

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productos de desintegración. También es preciso, pa- . Üngente y comprometa al analista a ir ccmás allán del
l
i ra poner los puntos _sobre" las íes, insistir en el papel · discurso. No tengo la ingenuidad de creer que la des-
positivo de la desligazón, productora de la discontinui- · . ~ <·-~ga afectiva por sí misma posea un poder mágico.
dad sin la cual · los mecanismos de recombinación no k Digo que la teoría freudiana, aun si ha reconocido per-
operarían, porque lo continuo es tanto ~1 espacio ili- . fectamente lo que está en juego en el análisis, se ha
mitado de la fusión cuanto lo intemporal que desco- . desequilibrado ella misma. Si no se quiere ceder ~ la
noce la flecha del tiempo. Introducir los procesos ter- · . ·. facilidad de explicarlo por la personalidad de Freud ~
ciarios equivrué aquí a descubrir el papel capital del fac- -su ideología personal que no dejan de importar: pen-
tor tercero, de la mediación sin la cual la confrontación semos en lo que escribió sobre el Moisés de Miguel An-
sujeto-objeto no sería más que circularidad estéril. Es :gel y en el ideal de dominio afectivo que defiende en
.... . . - _...
·.::. _e sas páginas como el más alto logro de que ese ho!fl-
12
En realidad se trata de unas tcdesviaciones del equilibrio•• de . bre fue capaz , es preciso empero dar una explica-
valor óptimo, productoras de lo que he llamado la udiferencia eficaz,. .' . :·ción. Me parece que haber concedido atención prefe-
y la ccdistancia útil, (Green, 1979b). rente a las representaciones obedeció a un prurito de

••
262 • 263

1 •

dernostrabilidad científica. ¿A quién no fascina el cu .t vuelvo al primer argumento: la extensión del cam-
dro explicativo que acompaña al análisis del olvido d ai · · ~J~- J)Q de la pasión. Freud pensaba esto se ha demostra-
nombre de Signorelli? El problema es que no se tra~ -~. inexacto, pero el hecho importa poco en este caso-
aquí sino de lo que apenas merece el nombre de sínto. .· •. que las perversiones escapaban de la represión, y sos-
1
11
ma. ·El nombre del pintor será al fin recobrado y · todo .: tuvo la idea de una perversión polimorfa del nifio. Per-
por gracia del inconciente recuperará su orde·ri. La - ~ yersidad por así decir natural, donde la neurosis se con-
¡
1

"1
gramática de Scl1reber o aun s~ c<lengua fundamenta¡~ ,.,,~_.... VIerte en un hecho cultural, un rebote del proceso ci-
esclarecen su texto. Queqa por conocer el efecto mo- . ·. VJ}izador. Se le podría reprochar por eso que así veía la
vilizador que habría podido tener sobre él esta inter.. ··~ _··- perversió.n dondequiera: detrás de la neurosis, de la
pretación. En cuanto al ccHombre de los Lobos••, que -~ :· depresión, de la psicosis. Sabemos que no hay nada
acaba de morir en una condición psíquica asaz la- .~-esto para un lector un poco atento. Lo mismo ocu-
mentable por lo que sé , más yale. callar por caridad. . ~: rre aquí. '
. . Ningún caso ha sido más comentado, cada quien ha -· · . .. Los estados pasionales existen: son, lo sabemos~ el
soltado su teoría y ha desplegado tesoros de ingenio. ,._,,,.,,·,~··. ,. Hrnite del psicoanálisis, como por su parte lo es la per-
:= • . : .. '-": .. - - Habría sido ~preciso arr-inconar- e-s as bellas construccio_. =- . -~· versión; Freud decía que nunca convenceremos a ~n
-- ----- - nes contra la prueba analítica. -··- -- · · -·-- ·- -- · - · ;._ perverso de que podría haber más plac·e r en el ejerci-
Algo resiste, entonces. Busco qué es, y propongo, .-- cio de la sexualidad llamada normal que en las sati:;;-
a la luz de mi experiencia, que se reconozca ahí lo que "'·"""''·' facciones procuradas por la perversión. Y en definiti-
ha sido ocultado. Porque no es ciencia la que explica : va. ¿para qué convencerlo? Si le presentáramos la me-
desembarazándose de lo que molesta sino la que es- "~. sa servida de los placeres de la se.xualidad corriente,
clarece la complejidad con riesgo de pasar por impu- ..~ . ··siempre podría respondernos que no sabemos lo que
•.

ra. En fin de cuentas,. lo que digo es que el afecto es ·.-~:.·· nos perdemos desdeflando los banquetes de la perver-
representación. Significante . de la carne, propuse en ·::. sión. Cada uno hace lo que puede. Con la pasiór1, la
Le discours vivant. Hoy prefiero decir representante .·...· situación es comparable. La resistencia a lo que sella-
de la pasión. ~.,"·.,¡,c·· ma la curación obedece a mecanismos análogos. Más
'
¿Se trata de una referencia al vivenciar? Difícilmen- allá del deseo de curar, el analizando, dice Freud, se
te, ,porque tengo en vista no el vivenciar conciente si- abrocha a su enfer111edad; por mi parte digo que él pre-

no el afecto inconciente y sus productos de trasforma- . ftere el objeto de su pasión. Pero está claro ¿o hace
ciones que considero responsables de la fijación y de ·falta decirlo? que yo hablo de pasiones inconcientes
las defensas. Afectos positivos y negativos, de amor y del destino de las pasiones: 13 incluidas las produci-
y de odio, locos o psicóticos. Precisamente en los auto- ""~··",'~<Q;.,'1,".,.das por la sublimación, a la que no me h~ referido. No
res anglosajones que he citado encontré, tanto en sus · ·.·.,;:.·.: 'e abe invocar aquí una fenomenología. Lo que es más, .
escritos como en la relación de sus análisls, lo que me · . no creo que el afecto ·escape de la simbolización o de
convenció, lo que me pareció que faltaba en mi forma· t. ';).."~'· la metáfora. Hasta creo que el afecto es la matriz de

ción influid~. por la enseñanza de Lacan. No por eso -la simbolización y no únicamente energía. Que Freud
se ha producido una conversión, puesto que sigo con· designe el principio de placer-displacer muestra que,
siderando e·s·e ncial el hecho de que el análisis sea una necesitando de dos términos para definirlo, construye
cura_hablante. Sin embargo, esto impone, a mi juicio, ,~,. . ."_,, ," un modelo binario, condición fronteriza del estatuto
- una reinterpretación de la obra de·Lacan·; a la qué me · . . ,. , r·.,. _ del símbolo. ~n tanto, el principio de realidad sufre po-
obligo yo porque los lacal)ianos se pretenden integris-
tas. No todos. La teoría lacaniana, como la mujer, no 13
Se habrá adivinado que me refiero aquí a ccPulsiones y desti·
es toda. Felizmente. ..,...,.~.·,. nos de pulsión•• (Freud, 1915c). ·

1 264 265

.
siblemente por el hecho de designar un solo téJIIlino 14 verdad descubierta de arrastrar algunas, y no de
La oposición simbólica se presenta entre los dos Prin. .,.~ menores. No obstante., hay, a pesar de las defor-
píos. Por lo tanto, simbolización duplicada: entre p~l: ~-h·nta\,;iones inevitables, un núcleo de verdad en la teo-
cer y displacer, y entre placer-displacer y realidad ~ freudiana., lo mismo que en el delirio. Freud lo enun-
lógica teórica es coherente. . a ' '""""··, :-, 18 en la última parte de ccAnálisis terminable e inter-
La lógica rio es dominio exclusivo de las represen. ~ ble)) (193·7 c): el repudio de la feminidad en los dos
taciones. Ella es también de orC:fen afectivo. Los auto- ··~··jexos. En los dos sexos: ¿dónde, pues. está su preten-
res más antiguos han ha~lado de la lógica pasional :: !...atdo· falocentrismo?~ · ·
¿Qué más lógico .Y más pasional que el delirio pasio~ .· · ~ ! . El complejo de Edipo es el Vaterkomplex, el com-
nal? No es deconstructible. . J,1~jo paterno. Pero •. ¿no. se produc~ esto a fav_or del re-
Si en realidad la perversión no escapa de la repre- ~udió no de la muJer s1no de su Imagen mas funda-
sión, no importa lo que Freud pensara, tampoco la ccpsi- ~~".~".~'; ,i,"'mental, la mad~e? Hoy comenzamos a interesarnos por
cosis pasionah, es el producto directo de una pasión. · ·lalengua materrta. Cuidemos de no reconducirla de-
Al contrario, expresa la trasforiiiación de la pasión en . "_,,.=,~ f!Ilasiado rápido a la lengua de nuestros pad~es. Así el
el más alto grado, puesto que el amor interdicto con- . . ~.:~>·" orden se restablecería rápido, pero las madres se en-
ducirá a la destrucción sea del objeto, sea del yo. Por _,. garán pronto de recordárnoslo: ceLo que ustedes di-
eso hay qu~ ver los diversos cuadros clínicos en que , ·.-ce·n ahí es hebreo para mí. Ustedes nada dicen de la
se organizan los conflictos como otros tantos sistemas ···~·:sanrlsa al despertar, de las carcajadas, de las largas
de trasformaciones de la pasión inconciente que he de- .· modulaciones sin palabra alguna inteligible pero de las
• nominado locura erótica., cuya fuente es la locura com- .. • que todo es comprendido po~ esos seres hablantes, ni
partida entre madre e hijo. ::.~:--de los gritos desgarradores, las lágrimas que se siguen
Ciertas palabras claves se reúnen en constelacio- "'""""'_,·, derramando quejosamente para decir que uno se siente
nes ·s ignificantes: la vida, el afecto, la mujer. Esto ·e s · mal, aun cuando el mal haya pasado con el retorno
de ~entido común; por eso, de sentido sospechoso. Pe- ,..,--~·-·· _ __ la madre; tampoco dirán ustedes nada de esos si-
ro hay que poner de relieve igualmente otras conste- ,¡,,'~2,;;;~;; encios prolongados ·e n los que ocurren tantas cosas,
laciones negativas que operan como un complot urdi- ~~>:.¡.::~'- ocupados en mirar la oreja de la madre., su pecho o
do por las fuerzas mortíferas. Freud confesaba es im- . ---SU mano. No dirán nada del placer ni del dolor. Del
portante seiialarlo, no como testimonio acusador sino, :.-gozo de parir, de gue ma~en de su pecho, de dormir-
al contrario, como la expres·i ón de una lucidez de la . ...,_DJ.·.~.se en sus brazos. Nunca han visto a una madre con
que pocos entre nosotros somos hoy capaces que no . , su hijo. Van ustedes a los museos a contemplar a las
había logrado penetrar el misterio de la feminidad .· , ·:y~genes con el nifto Jesús. Miran, y pasan al cuadro
(cc¿qué quieren las rnujeres?u), que no le gustaba ocu- ~."'\"_. ,· ":·siguiente . . . una Pasión. Y no establecen el nexo en-
par ·el lugar de. la madre en· la trasferencia y que no . ..,.,.·. ""-,_ ire los dos. Creen que Jesús en la cruz piensa sólo en
le interesaba tratar psicóticos. Su abordaje clínico, su : el Padren .
técnica, su t~oría, ¿pudieron salir indemnes de ello? . · Pero ya no se ·pintan Pasiones. Los tiempos han
La imparcialidad del intelecto no es poco valiosa. .- _¡:~· cambiado ... Lo que queda es la pasión del color, de
Si no arrió la pasión, Freud tuvo empero una pa- 1 .
l <las formas, de los volúmenes, la obsesión del espacio

sión por ·la verdad, admitiendo' que ella sólo se alean· :_Y de la materia. La pasión de la mirada. ¿De quién?
za a través de las deformaciones. Lo que no preserva 7
- """"· "·· · • Freud ha escrito que la muerte de un padre era sin
~. . . ~~:;:::· duda el acontecimiento más importante que debiera
14
Se podría proponer la denominación de principio de realidad· .. enf~entar un hombre. -y con buenas razones. Conser-
verdad. porque a menudo estas dos se oponen. ;,'!_;c\ ~ -,~--_-··,,Vó a su madre mucho más ti'empo. Relean su corres-
....

266 267
..' ''
.,.,.. 1

''

pondencia y verán lo que escribió cuando al fin contradicción


muerte se la quitó. Es t.:asi un suspiro de alivio. y a la
ga que la edad había hecho que la pobre mujer y;re.
fuera la que era. _ no
Tanto pudor ante ese duelo explica retroactivarn·
te por qué lo impresionó hasta tal punto la discrec~n­
de Leonardo en parecidas circunstancias. consulta:
''
do sus escritos. · .
Repudio de la pasión por la madre. Destrucción d 1
complejo de Edipo, del Muttercomplex. e ·,El había dicho la pura verdad y la trasformó en la
No hago sonar aquí las trompetas de la -m oderni- más crasa falsedad,.-
. '
dad psicoanalítica. No reprimo al Padre para hacer que
la Madre regrese a la superficie. No creo útil rempla- un interesante tema de observación y estudio ave-
...
zar al Padre de la horda por la Gran Diosa Madre. Me _ . rlguar· si, en el fondo, odio. y amor ho son la misma
pregunto solamente por-lo que impulsa a los -analistas -cosa. Suponen los dos, en su expresión más acabada,
a esta perpetua querella por la precedencia. .· -un alto grado de iD;tj.midad y de conocimiento del co-
La pasión por el padre no es secundaria, en los dos ~ razón; ambos vuelyen a un individuo dependiente de
sentidos del término. Es diferente. Hay diferencia de otro para nutrir sus afecciones y su · vida espiritual; y
las pasiones como hay diferencia de los sexos. Si en el retiro del objeto deja yermos y desolados al amante
este trabajo he puesto cuidado en destacar los lazos apasionado y al que odia no menos apasionadamente.
entre pasión y locura erótica y si he buscado las ma- Así, consideradas desde el punto de vista filosófico, las
trices de una y de otra en la relación madre-hijo, no .dos pasiones parecen ser en esencia la misma, salvo
he ~lv_i?ado que, sin la pasión entre ho~bre y n1ujer, .- .que una se presenta bajo una luz celestial, y la otra,
la pas1on entre madre e hijo estará siempre amenaza- con un destello somprío y veladon.
da de hybris por la falta de una mediación que tendrá
graves consecuencias sobre el descubrimiento del otro ·H awthorne, The Scarlet Letter
en tanto otro. Las mayúsculas son aquí superfluas. Es
el destino de la pasión el que afectará al ~tro con una
mayúscula, en la locura erótica. En la psicosis tam-
bién, pero, esta vez, afectado de una potencia negativa. · . Cosas y uno••

En la reunión de la Asociación Psicoanalítica Nor-


teamericana de diciembre de 1974, S. Abrams y P.
Ne~bauer presentaron un trabajo sobre ccOrientación
· hacia el objeto: ,la persona o la cosan. Por aplicación
d~ todos los recursos de la psicología psicoanalítica d.e l
yo en la comparación de dos niños, observados de ma-

. nera fidedigna y regular hasta el detalle, su trabajo es-
. ·. tudiaba dos tipos de orientación hacia el objeto: per-
¡
. sonas y cosas. El estudio contraponía un nifio cuyo
: ·_ . vínc~lo de objeto lo ligaba sobre todo a personas, y otro,
cuyo vínculo de objeto se dirigía a cosas. Mientras es-

268 269


cuchaba, un hecho me sorprendió, al parecer más qu · .:·· . e podría internar por sendas especulativas. Pero
111
a los autores de la comunicación. A determinada ecta~ .· . o,tiJ abstendré de hacerlo y reflexionaré primero sobre
cada uno de los niños poseía un vocabulario de cinc ' ;-:nexos entre lo ~firmativo ~la negación e~ la teoría
palabras. Por lo menos para una primera aprehensió~ ~Jinica (véanse m1s apuntamientos sobre el Juego del
auditiva, por así decir,- no había diferencia notable en . carretel ~n Green, 1~67b, 1970). .
cuatro qe esas palabras. Designaban a personas que
habitualmente estaban cerca de los niños: mama, pa. ·
pá, hern1anita o herman~, ~iñera, etc. Pero diferían sig.
. Teoría clínica positivista
nificativamente en un punto: el niño cuyos vínculos : · ~. La teoría clínica es positivista. ·T raduce en jerga me-
de objeto prod.u cían un lazo entre él y las cosas decía . tapsicológica los resUltados de una observa~~ón que
ccesto~), mientras que aquel que se orientaba hacia las .. :. : tiende a lo visible, lo observable, lo que test1f1ca ~nte
personas decía ((nou. Me impresionó este nexo entre el · ~espíritu alerta. Pero el psicoanálisis tom~ por obJeto
predominio del vínculo interpersonal (o intersubjeti- lo inobservable y lo reprimido. Esto es evi_dente, p~r?
va) y el uso de · la negación . · . . ¡lenguaje teórico ha conservado un caracter pos1t1-
Sp.itz (1957) reconoce tal como ante·s ·m uchos · .·. :o. y me propongo sugerir (con alguna a~bi_trar~e~ad)
autores- que el concepto de negación y el empleo . _/·~_·un·a formulación diferente de algunos cltses cl1ntc~s
constante del ccnou semántico para la comunicación son -~ ·~-:. acerca de pacientes a los que descuidadamente desig-
pautas específicamente humanas. Pero su estudio de ·_ · ·naré con sus rótulos usuales, no obstante la natural
los prototipos del c<non en el terreno de la actividad mo- r desconfianza hacia este tipo de generalización.
tora -las acciones Q.el girar el niño la cabeza o las de
·asentir evocaron en mí, irresistiblemente, las dificul- ,_ .. :El histérico condensa
tades que había tenido para comunicarme con los grie- · __ .· Pero si el histérico hiper-condensa es porque, en
gos durante mis vacaciones: el griego ((néu, que es fo- · - ~- -- ~u · represión, porfía en crear toda suerte de hiatos en-
néticamente semejante al francés ccnonu, significa ((sin, .. tre lenguaje y cuerpo.
mientras que el gesto que expresa la negativa en grie-
go es un movimiento vertical, de abajo arriba, seme- El obsesivo desplaza
jante al movimiento de arriba abajo que acompaña al .·'. :~ ~: Pero si el obsesivo desplaza interminablemente es
francés uoui)). Me llevó algl)n tiempo acostumbrarme .·_;porque no puede resistir la tentación de poner en con-
a ello porque temía confU:qdir totalmente los mensa- ~: :t,. lacto elementos que en esencia son extraños entre sí.
'
jes de estas amistosas gentes.
Vuelvo al trabajo de A.b rams y Neubauer; me pare- · -; ... El fóbico evita .
ció que de su estudio se podía deducir que la orienta- ·J: .-<·. Pero si el fóbico hace aparecer peligro donde no lo
ción hacia las cosas (ccobjetivaciónu del obje:to) era esen- ~:~~: ·.h ay y lo proyecta sobre objetos o situaciones es por-
cialmente realista y producía sólo una duplicación de . . ·. "que lo erotiza. El espacio es al fin seguro cuando se
presencia, co~o el cedan en el juego del carretel no ha- ;:·: ha vuelto panfóbico. Nada puede despertar entonces
ce más que llamar la atención sobre el hecho de que ·.:· su miedo de .una manera inesperada porque todo se ha
el carretel está realmente ahí. En camb-i o, la orienta-
. ,
·.·

·~" ·v uelto te m eroso.


·• ·,.. = •
ción hacia las personas, que se acompaña del empleo
de la negación, me hizo pensar en los nexos q_u e se §,:~~<El melancólico hace duelo por un objeto
podi~n establecer entre la negación y la a.usenL"~a que Pero el melancólico se ha librado por fin del objeto
·1< •.,

'· el niño expresaba con cco.-o-on en el juego del carreteL . - ~.;-~~ de su apasiona·d o odio y por eso aprisiona su espectro
-~ · '··
.. ,.--
l ·. '
El carretel no está ahí: Afirmo que niego. En este pun- •-.,~:.:.:Ofreciendo su propio yo para devolverle la vida.
~
; ,.. · 1. :.
- ... ...:'.'
·~·
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..
270 •
271
!tt:~~,1-­
El paranoide proyecta, y considera realidad su -..· Jjcidad de su madre, esta paciente no asistió a -la es-
proyección • ·····t-:"''·l· puela hasta cumplir casi los siete años. Había raciona-
Pero si él hiper-racionaliza la realidad exterior y de. ,,•.~~do con el miedo de no rendir_ en la escu~la su fobia
sarrolla un vínculo apasionado con ella es realment ~ de ·a lejarse de su madre. Ademas, ·m antenia una mu-
porque el mundo y las demás personas le resultan poe . (tez total ante los extraños (sobre ~odo ante el médico,
entero indiferentes y porque no puede creer en riad:. ·_aqu~en su madre consultaba asiduamente) y sufría de
: ·:anorexia. ., ·
El esquizofrénico escind~ y desintegra . .• ~i '!·' · Cierta vez su madre le preparó un plato de arroz
P·ero si él se disocia es porque permanece adherido .· -eon salsa de tomate. Ella se determinó a no comerlo.
apasionadamente, en un parasitismo mutuo, a la un¡. · yúriosa. la madre la corrió por toda la casa y la atrapó
cidad de la madre. ·. en .un rincón, decidida a hacer que su hija comiera.
La cuchara atravesó la barrera de sus dientes fuerte-
He ahí unas referencias nosológicas que describen ·_ Jllente apreta.:-dos, y le abrió la b.~ca. Pero, como era
la realidad psíquica tomando distancia. Dejémoslas de ,'f;'jf.j;_ de prever, la niña rebelde escup1o el bocado. La ma-

lado e internémonos en la situación analítica. dre, enfurecida, resuelta a triunfar a toda costa, le di-
jo entonces: ccPuesto que así te portas, irás a la escue-
la•. Y la arrastró hasta allí a despecho de sus gritos
Ilustración clínica · y lágrimas.
·;·-· · La reacción de mi paciente ante el contenido ma-
La paciente. a quien llamaré Ninon, era a mi juicio .-rlifiesto consistió en decir que_fue una ·experiencia trau-
una histérica profundamente perturbada; había sufri- -m ática. Desde luego que lo fue. Salvo que faltaba men-
do una colitis ulcerosa en el curso de su tratamiento. . ·cionar el d·e seo secreto de mi paciente, quien, sin sa-
Después de diez años de análisis con ella, me encon- _, _berlo, deseaba justamente ir a la escuela. En realidad,
tré, no por primera vez, en una situación afligente. Na- .'e ra la ambivalencia de su madre la que se lo impedia.
da comunicaré sobre el material mismo. Diré tan sólo . La prueba es que obtuvo las mejores calificaciones de
que me desconcertaban sus respuestas a mis interven- su clase en la primera prueba, pero, cuando se lo con-
ciones. De esas respuestas, en particulru: tres me pare- tó a su madre, esta pareció azorada ante la perspecti-
cían singulares. El ((No séu cada vez que sus asociacio- .. va de que en el futuro su hija no pudiera contentarse
nes se volvían lo bastante explícitas para que extraje- ·~- · con menos que la nota más alta. Tengo que admitir
ra por sí la interpretación, como yo esperaba que lo que en ese momento el cuento del arroz con salsa de
hiciera. •c¡Lo sé!u, que pronunciaba con tono de fasti- ·..: _tomate me fascinó tanto que estuve a punto de que-
dio en réplica a mis intervenciones, y que significaba: .. darme en el contenido manifiesto. Fue sólo más ade-
ceNo me dice nada ·nuevo. Ya lo sabía; es ~vidente•': es- ·........ Jante, con ocasión de algo preciso, cuando comprendí
taba sobreentendido: ••Es insignificante••. Por último, · ·. que aquí el ((non reproducía su rechazo del arroz con
en otros casq~ solía decir perentoriamente cc¡No!u y ·lo · · ,.s alsa de tomate y que se lo debía tomar por un ((sí,.
acompafiaba de una verdadera descarga corporal, co- Para ser más exacto, diría corno se lo dije a ella
mo si la emprendiera contra el diván; esto me recor- .. después que estando tan absolutamente dec~dida a
daba lo .que Freud y Bion han dicho sobre la evacua- , .¡l¡;;:t~.:".; expresar su afirmación negativa, la expulsión aparen-
ción de estímulos displacen teros por medio de una ac- ~- te que esta suponía, por la abertura necesaria para pro-
tividad motora. _.Jerir ese ccnou se le coló subrepticiamente un ccsíu. Era
Pe~o cierto día me contó. el ccepisodio del arroz con :. · ~ su manera de introyectar hemos introducido al fin
salsa de tomaten. A causa de la ambivalencia y la com- --_·_-:el tértnino la interpretación. A continuación de esto,
¡ -

272 273

,1 • .
.¡.,:' -

ella sintió que su análisis había progresado más distancia conveniente (Bouvet} y una diferencia eficien-
unas semanas que en los diez años anteriores. en .té:. Ahora bien, lo que Freud dice nos lleva todavía más
No podemos hablar demasiado ligeramente de ··Jejos. Marsal, en el Vocabulaire de la philosophie de
. d d .r.
can1smos e e1ensa. ~demás, un mecanismo de d ..
rne . ,,..~...,.,. Lálande (1968), observa, en nota de . pie de página al
fensa es en esencia negativo. No importa el vigor e e ,. artículo sobre la palabra uNegativeu, que ((negativ.ou ad-
.. . on .~·.lnite dos opuestos: ((afirmativo}) y upositivou, que no son
que aseveremos a 1go: sera siempre negación de ct.
. Q )~
cosa. ue en alguna parte se pe~petra un ataque en ·./ sinónimos. A veces, negar entra· en la categoría de ~as
que uno puede ser tanto at~cante como atacado. Va.. ·: .aserciones,,. (Recuérdese lo que Freud [ 1925h) dice:
yamos, en cambio, al corazón del asunto: a la cons· .. .,· y·- ~~·Mi madre no es"; entonces es su madre)).) Otras ve-
deración del artículo de Freud "La negación" (1925h; .:~:: ces, aseverar y negar son dos miembros de la catego-
que me parece el más notable de su pluma y el meno' :_-. ·. ría .c1uicio,,. Y esto obliga _a Freud a introducir la fun-
satisfactorio. . . s ·:·, ~- ·: ~ción del juicio. No obstante, invierte el orden en que
.. ··las dos clases de juicio suelen aparecer: ·e nuncia pri-
.. · .-inero el juicio de atribución (bueno/malo) y después
La negación 4<.:· 'el juicio de realidad (existencia/no existencia), osadía
·:.+.~,--·filosófica de la que nos parece que aún no se han ex-
La negación caracteriza a una relación, no a un ob- 5I~"-- :traído todas las consecuencias.
jeto (Lyotard . 1971). La negación no ocupa un lugar ·· .;:.· · Ese artículo nos cond·u ce a un sistema de oposicio-
determinado en el lenguaje; este, como un todo, está . .· ,_: nes binarias en todos los niveles: bueno/malo, existen-
sostenido por la negación. uLo negativo consiste en es- .<:~· -cia/no existencia. Pero están indic.a 4os también los pa·
to: que los términos del sistema no tienen más. exis- ·~: res antitéticos Ce/Ice y self/objeto. Mi paciente se dice
tencia que su valor, y que este les es conferido entera- ·~:·,.... ceno .. a ella misma y me lo dice a mí simultáneamente.
mente por los intervalos regulados que mantienen en- .·.-·_ Y a través de esta negación, dice usí') a los dos. El real-
tre ellos)) (pág. 120). Mi paciente, en el episodio del __,f?:o~:· ce que aquí doy a la contratrasferencia (no necesito

arroz con salsa de tomate, defendía su discontinuidad .


·"''. apuntar que no saludaba con entusiasmo sus peren-
<

respecto de su madre. En efecto, lo que sobre todo te- _: torios ((noesn a mis interpretaciones) no proviene de al-
mía probablemente porque lo deseaba era este do- . . . gún juego de escondidas analíticas, en que trasferen-
• • •
minio que su madre ejercía sobre ella, que hacía de su -/ . ~ cia y contratrasferencia se fueran dando caza por ve-
relación un universo cerrado. Es fácil concluir enton- .f~.~·- ·Ces. La contra (en el sentido de ccpegado an) trasferencia
ces, con los lógicos, que ((no existe negativa sin afir- .~~~·--;·. evoca la trasferencia, .y esta, aquella. ¿Acaso trasferen-
_,

. maciónu. Ly:o tard enumera tres modos de ((non: :'·.:~~·:, ~ cia no denota ya un lugar que es otro respecto de aquel
·-:.., en que se está? Lo que se desenvuelve es el producto
l. La negación del gramático y del lógic·o (proposi- --·~:- - de lo que ha sido trasferido, desplaz~do, de un lugar

.
~'!

.
J •
ciones negativas). _;~" ·que sólo nos es indicado por la hipótesis de que no es
~4 .' '
. ¡ ,,' . .
,_
2. La discontinuidad examinada por los estructu- .·_:;·. aquí solamente donde el proceso se desenvuelve, sino
.
~

- . ¡! . '
.
ralistas y los ~ingüistas cuando describen el lengu.a je,
'.
~ .

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1 f

¡

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·.¡
. . ·~.~·'.7,. que ya ha sucedido y, más todavía, se seguirá desen-
:;~~~:~ : volviendo en otra parte. La trasferencia captura el ob-
• ·.¡o
..
6 •

,.,•. . su espaciamiento, sus intervalos y su invarianza .


~

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.~ ~ "
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.. ~ . .
~. .

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1
3. La fa1ta del lógico y del analista . f.>- jeto que flota en el encuadre analítico, alimentado -por
·:j .. '··
.· '.la
:

. - contratrasferencia.l
..
' ' .
.¡; . : ...~·
·
Cuando en el capítulo 2 elucidé las angustias com- 1
Utilizamos aquí cccontratrasferenciau en el sentido más amplio:
plementarias de separación y de intrusión, en realidad la reacción del analista a la trasferencia del analizando en virtud
me estaba refiriendo a un espaciamiento óptimo: una -~--- ..del amparo y del mantenimiento del encuadre analítico ..


274 275
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I. t
r. :' .
t l.• .1
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Pero existe otra concepción de lo negativo e ·· a procesos pulsionales de tensión-descarga) bien


lo han visto los lógicos: el concepto puro que n~ t?Illo nte del espacio mental implícito en el lenguaje
opuesto. Aqu1 ~para perrnanecer en el terreno f .
# lene ya economía es el resultado de los procesos e
d
diano- ninguna dualidad entra en juego. La oposi~~~· tensión-descarga del pensamiento). .
Eros/pulsión de muerte se quiebra en la aporía del nlon ·~. • El punto esencial en lo que respecta a la oposición
cisismo primario absoluto, el grado cero de ia exct::.: .· fntroyección-expulsión será mi principal argumen-
ción. El comentario que esto requeriría es d~masiad · ·:to aquí- es q.~e la expulsión {o rechazo: no estoy ha~
extenso para introducirlo aqUí; permanezcamos enton~ · do de proyección) no elimina la contradicción. Más
ces en el artículo de .Freud de 1925h. En otras fJala- · n la duplica. No tengo intención alguna de ser pro-
bras: no salgamos de los límites de la relación du8J u· "v ocativo, pero llamaré la atención de ustedes sobre el
relación de dos) y dejemos de lado ese cero cuya com~ notable ensayo de Mao Tsé-tung «Sobre la contradic-
prensión da tanto trabajo al espíritu humano, en es- / clónu (1937). Mao cita a Lenin: c<Las dos concepciones
pecial cuando escuchamos a nuestros pacientes, quie- -(¿las dos posibles?, ¿las dos históricamente observa-
nes siempre invisten algo, aun la aspiración a· la nada.- · blés?) básicas del desarrollo (o evolución) son: el desa-

La realidad exterior es al principio negada·, recha---~--. ~- -.. · rrollo como aumento y disminución, como repetición,
zada y declarada ajena. Se la podrá reconquistar en··· . ·:-~:· y el desarrollo com,o unidad de opuestos · (la división
el momento en que el establecimiento del principio de ~;. de una unidad en dps opuestos que se excluyen entre
realidad, es decir, de los procesos secundarios de pen- · ·.·sf. y su relación recíproca)u. Y agrega Mao: ••La causa
samiento, recree un equilibrio entre el sistema de re- : · . · .fundamental del desarrollo de una cosa no es exterior
lacio~es internas y el de las externas. El hallazgo del '. sino interior: reside en la contradicto.riedad dentro de
objeto es realmente un reencuentro. Si entramos en _· la cosau (pág. 313).
un callejón sin sa.lida a causa de las paradojas que en- · En otras palabras, el acto original de la expulsión,
vuelve una proposición de esta índole, es en verdad · ~ que Freud conjeturó relacionado con el nacimiento de
porque no deseamos que nos inquieten las cuestiones . un yo-placer, instala en el interior del sujeto una rela-
más embarazosas. Los analistas nos entendemos én- ~ ,· ~ión placer-displacer que deberá ser resuelta por me-
tre nosotros. Nos entendemos tanto que ya no enten- · · : dio de represión. En resumen, existe una escisión ver-
demos nada más. · · , ttcal adentro-afuera, seguida inmediatamente por una
- La brillante maniobra de Freud consistiÓ en que no . ~ duplicación de la contradicción en el elemento uaden-
vaciló en desplazar el argumento desde el lenguaje (que · tro•,, entre deseable (para lo conciente) e indeseable (pa-
_tiene su propia lógica) hasta lo que él denomina ((el len- -r alo conciente, pero deseable para lo inconciente). Mao

guaje de las mociones pulsionales orales, las más anti- dice: ce Uno se divide en dos.,. El discurre en la tradi-
guasn. ¿Es que, entonces, las mociones pulsionales tie- , ción no sólo de Hegel sino además de Heráclito·.
nen su propio lenguaje? ¿O se trata meramente de una Ahora bien, 1~ posición solipsista, que consiste en .
metáfora? No: es una necesidad. Es imposible abor- expeler la realidad exterior, es una amputación. La rea-
dar mociones Pt..tlsionales como no sea a través del len- lidad externa muy pronto se echará de menos. El ob-
guaje porque, a diferencia de la orgasmoterapia ·o de . · jeto que se echa de menos está en la realidad exterior.
la terapia del grlto primario, el psicoanálisis está cir- ~ ·..Por eso la contradicción interior tiene que ser reunida
cunscrito .a la comunicación verbal. Empero, los tipos con esta realidad exterior de la cual se ha segregado.
de discontinuidad son aquí diametralmente opuestos ·. · ·· ·C onocemos una de las maneras de hacerse cargo de
a los del lenguaje. . esta amputación: el autoerotismo, el símbolo perfecto
El ••lenguajeu de las mociones .pulsionales supone . .·. · de la vuelta
,.._ .
hacia adentro del self del sujeto, que su-
un espacio mental (una economía del espacio que con- · pone una escisión del yo (análoga a la que se produce

276 277

en el duelo), en tanto el cuerpo remplaza al mundo tra-interpretación y
terior. El cuerpo amputa uno de sus miembros a~~­ ~·-tra-construcción
de instituirlo como cuasi objeto, un análogo del ob)~
~~'"'_.,

to, un doble del objeto. A esto sigue una serie de ap:. Volvamos a la sesión, con Freud. En uConstruccio-
reamientos: el pecho es remplazado por ·e l pulgar, esen el análisis,. (1937d), Freud sigue preocupado por
1
carretel viene a continuación del pulgar. El lengu~ Clu trabajo sobre la negación, que había escrito doce
(sustitutivo del carretel) se reduce a su expresión m~ !Aos antes. Nos dice que el trabajo del análisis «se con-
simple, ((o-o-o-dan, dos expr~siones_ que en modo algu. .· ¡um.a sobre dos separados escenarios, se cumple en
no son sinónimas. La lógica de los opuestos birlarios . dos -personas, cada una de l~s cuales tiene un com~~i­
todavía conserva sus prerrogativas, pero en los opues- . do diverson. Se declara insatisfecho con la evaluac1on
tos se ha infiltrado una disimetría. Las relaciones en- ~· de la respuesta del paciente en términos de resisten-
tre boca y p~cho, entre hijo y madre, se caracterizan -,. cla: en lugar de ello, la analiza. Vale la pena tener esto
por un desequilibrio: la diferencia de potencial que se .. presente. Cuando el paciente acepta la construcción,
deberá trocar en una diferencia potencial.· _ · ·dice Freud, su cc Sí" es multivoco)) (las bastardillas son
66

---Lyotard acierta cuando· señala que el impulso -de ·- roías). Y un poco más adelante señala: ccEl "No" ·del
introyectar-expeler no se puede· simplificar reducién- .. Qnalizado es igualmente multívocou (otra vez, soy yo
dolo a una relación alimentaria. Comer y escupir son ··_. quien destaca). ¿En qué confiar entonces? Recordemos
también actos de pensamiento y cognición. Descono- la fórmula (ya 111encionada en el artículo sobre la ne-
cerlo equivale a conjurar la aparición del pensamien- ·. gación): ~cHNunca se me ha pasado" (o "No se me pa-
to, cual deus ex machina, en cierto punto del desarro- ~ saría nunca") "por la cabeza"~,· Es una fórtnula nota-
llo genético. Es necesario decir, en cambio, que. si el ble que da lugar a la coexistencia de pasado y presen-
,1 • . niño ha de tener acceso al ju_ego del pensamiento, la te (nunca se· me ha pasado, no se me pasaría nunca),
i : r
. l

J
- .
madre, com.o en el caso de la hija de Freud, tiene que del indicativo y el condicional (si usted no me lo hu-
·>; '
L¡ ' estar ausente. En otras palabras: alguien que no es el biera dicho), de transitivo e intransitivo (eso, nada de
~ .
.
."11 ...
1 '- _
hijo tiene que ser el objeto del deseo de ella, un objeto . · eso), donde el pensamiento es a la vez su propio obje-
del cual el niño nunca será más que un símbolo. He to y el pensamiento de algo, a saber, de un ~objeto. Es ..
ahí una invitación al deslizamiento de espacios psíqui- ·... una fórmula que condensa admirablemente negación
cos. La ausencia de la ma;dre se tiene que enlazar a ; y afirmación. ·
su potencial reunión con. el padre. .: Propongo que denominemos contra-interpretación y
Este sistema de opuestos que Freud traza aquí con ~ contra-construcción a la reacción inmediata del anali-
· el ejemplo de la negación siguió preocupándolo. Re- zando al mensaje del analista. c•Contra,, aquí, signifi-
aflora en situaciones que no guardan conexión entre ca t9uxtau, con independencia de sus connotaciones po-
ellas. Veinte años antes, la negación aparece en El chis- sitiva o negativa. Pero Freud va tnás allá. Agrega que
te y su relación con lo inconciente (Freud, 1905c); re- es la ilación de asociaciones la que nos permite supe-
corre todo ese .libro. Y de manera aun más específica, rar la multivocidad. En otras palabras. el efecto inme-
está en el artículo que los lingüistas han discutido y diato de la interpretación o construcción, en la contra-
.,
que han enten·d ido tan mal, uSobre el sentido antitéti- . Interpretación o contra-construcción explícita, se eva-
co de las palabras primitivas., ( 191 Oe). ·....~ luará por la se.c uencia de asociaciones, es decir, la pro-
.: :. ducción del elemento complementario del par nacido
~
• '
•1!

.
• 1
'

".
~ •

. • · de la sola interpretación o construcción. Porque, con-


-~

cluye Freud, a la verdad se llega sólo a través de sus


distorsiones.

278

279



Esto nos lleva a considerar la función de la rest . ~os en el uProyecto,.: el del pensam.i ento práctico,
tencia. ~ejos ~e ser_el obstáculo a la verdad, es su~ - ~~~Orientado a res~lver un ~roble~a, decidir una cues-
lanca. Sin resistencia no puede haber trasferencia. St .. >iJ()n. Freud explica a cont1nuac1pn la estructura doble
1
ell~ no hay obli~ación de dar el rodeo que es el sign: ~- del_ complejo de Edipo por la bisexualidad, o sea, por
mas s~guro _del retorno de lo reprimido. ~1 respeto Par ?·.·. efbecho de qu~ todo individuo, no imp~ta su .sexo .
la resistencia, entonces, no es sólo una regla étj.ca d ·. j..5 u identidad sexual , combina dentro de sí la se-
no intrusión. Supone cuidado por la preservación de . · StJalidad de ambqs progenitores,· sus padres. Dicho en
la fuerza de rodeo gracias a la cual el tral;>ajo de recon~ ·, .otias pal~bras: la expulsión del sexo del Otro retorr1a en
ducción de los eleme.n tos apartados nos perttlitirá apre. la btsexualidad edípica a través de una identificación
ciar plenamente lo que h .a retor11ado y lo que había . ·dual. Prosigue diciendo algo más importante, a saber,
sido apartado por el yo~ Esta concepción ya estaba pre- gue. por lo que toca a las elecciones .d e objeto e identi-
sente en el (<Proyecto•• (Freud, ·1895), con la noción de ficaciones m ·á s tempranas, es dificil ccpenetrar con la
investidura colateral. Lo mismo cabe aplicar a la idea mirada las constelaciones•• (las bastardillas son mías).
de defensay que se suele interpretar dentro·de una pers. Jtsto significa, en mi opinión, que con respecto a los
pectiva táctica, cuand~ en-realidad es una cue~tión de ·- vínculos .iniciales, elecciones de objeto e identificacio-
es.t rategia de los opuestos en el análisis. ¿Es nec·e sano -· nes no parecen separadas , ..
y distintas: pueden contener,
insistir en que el analista cae él mismo en la trampa entonces. una contradicción básica. Por último, Freud
y se engaña de a dos con esta estrategia cuando pre- apunta algo de surria importancia cuando dice que cces
tende ir directamente al asunto? Se convierte en una todavía más difícil describir esas constelaciones de las
Casandra. Dice la verdad p~ro no le creen. elecciones de objeto y las identificaciones primitivas
en una sinopsis•• (las bastardillas son mías).
Aquí entramos en el centro de la. contradicción. Por
Contradicción y circularidad un lado, tenernos estos conjuntos de hechos y de rela-
ciones que no corresponden a nuestros patrones de in-
En resumen, esta diferencia es sólo aparente. Se teligibilidad (o sea, aquellos de los procesos de pensa-
comprueba la sensación de malestar que periódica- miento secundario): por el otro, se nos presenta lata-
mente nos arroja a la contradicción y periódicamente rea teórica de describirlos inteligiblemente. He ahí la
nos exige librarnos de una parálisis en que usi•• y uno, principal paradoja de la obra de Freud, quien discurre
se reflejan uno a otro como si cada uno fuera el espejo sobre lógica primaria en los términos de lógica secun-
del otro. La paradoja es un juego del intelecto, y nin- - daría. Es también la paradoja de la práctica psicoana-
guna relación humana es tolerable si la multivocidad :: . · lftica: escuchar con oído primario, hablar con lengua-
pasa de ser una condición limitada. Una cita·de Freud je secundario. Por eso a veces resulta preferible, siern- ·
acerca del complejo de Edipo nos devolverá a un te- pre que opera una lógica primaria, guardar silencio an-
rreno familiar~ .En El yo y el ello ( 1923b), describió por tes que inyectar de manera artificial formas secunda-
o
primera vez. el complejo de Edipo total, sea, el com- rias de comunicación (aun si su contenido va endere-
plejo positivo y negativo, cuyos elementos ustedes co- zado a la comunicación primaria).
nocen. Ahora bien, en ese texto, hace de pasada·algu- Esto. 111e parece, explica el deslizamiento del refe-
nas observaciones que me parecen importantes. Se- rente psicoanalítico que encontramos en ciertas con-
ñala· que el complejo de Edipo simple es decir, el , tribuciones teóricas: los complejos de Edipo y de cas-
positivo es el que se describe más a menudo, lo que tración son remplazados por la escena primaria, que
se justifica por r~zones prácticas. El empleo de este es su doble primordial, aquel en que elecciones de ob-
último término nos remite a un concepto que encon- jeto e identificaciones no se excluyen mutuamente si-

280 281

11
no que son contradictorias y complementaria s al m · ~1 d, para quien todas las pulsiones eran acti,ras, es
mo tiempo. Ahora bien, no hemos escapado nosot is. ~..-,afirmativas y positivas, necesitaba atribuir tarn-
de la contradicción. ros el estatuto de una pulsión, o sea, de una fuerza
Una vez más quiero citar a Mao Tsé-tung. Mao · .··ictiva, a esta tendencia disjuntiva qu.e es la negación
.b e t ct• .
cr1 e que ce on ra ICCiones cualitativamente diferentes es. ¡_ de aquella tendencia a fortilar totalidades cada vez
solamente pueden ser resueltas por tnétodos cuaiitatt. ·'tsayores. Escapamos aún·menos de la contradicción,
vamente diferentes .. (op. cit., pág. 3.2 1). Hace falta :"'entonces, e11 la medida misma en que esta capacid~d
conocimiento cabal de todas las contradicciones de uun :·. Separadora instala el espaciamiento y establece la dis-
situación dada; nada sería más erróneo que tratar}: .... contlnuidad. O sea, protege de los poderes disolventes
de la misma manera. ccE~isten muchas contradiccio. ·cie la continuidad en la fusión con el objeto. y garan-
nes en el proceso de des~rrollo de una co~a compleja, ,. uza la existencia de una separación individualizante.
y una de ellas es necesanarnente la contradicción Prin- .·~- Pero dejemos de lado la pulsión de muerte y volva-
cipal, cuya existencia y desarrollo determina la ex¡8 .. ·. 'lhos al inconciente y a los sueños, la ccvía regían que
tencia y el desarrollo de otras contradicciones o intlu.. , Íleva hasta él. El capítulo VI, no el VII, es el más rico
ye sobre estasn (pág. 331). . . ·del libro (Freud, 1900a). Citaré un pasaje digno de aten-
Así, en el complejo dual de Edipo, ·el medio de Salir ,.. ctón. ccEn extremo llamativa es la conducta del sueño
de la circularidad qescansa en el rasgo que constituye · ~· · hacia la categoría de la oposición y la contradicción . .
al niño psíquicamente bisexual en un ser unisexual. · . Lisa y llanamente la omite, el ... no" parece ~o existir
Después de elucidar la separación contradicción princi- para el suefio. Tiene notable predilección por compo-
pal/contradicciones secundarias, Mao redescubre los ·ner los opuestos en una unidad o figurarlos en idénti-
aspectos principal y secundario de la contradicción co elemento. Y aun se toma la libertad de figurar un
1
..
p:incipal, ~e~~r<:> de esta última. Mao cita a Lenin, y elemento cualquiera mediante su opuesto en el orden
dice: ((La d1alect1ca es la doctrina que ·muestra la ma- del deseo, por lo cual de un elemento que admita con-
'
J' nera en que los opuestos pueden ser y devenir idénti-
1
1

-- I . · trario no se sabe a primera vista si en los pensamien-


f"
• cos; las condiciones en que son idénticos y se trasfor.. tos oníricos está incluido de manera positiva o negati-
't '' f
1•

1
rnan unos en otros: y las razones por las cuales la men- va,• (pág. 318 [pág. 324]) . .
l

f
te humana no debe tornarlos como muertos, rígidos, .· ·~. Proporcionaré una ilustración clínica de esto, to-
'1
,, ' \, :¡.., sino como vivos, condiciopales, móvil~s. como opues- mada del análisis de Ninon. Tras haberle dado yo una
- ..• tos que se trasforman UIJOS en otros)• (pág. 337). interpretación tal vez excesivamente sumaria, hizo un
1' . gesto que indicaba una fuerte desaprobación y un re-
i' .
'• ¡.• chazo destructivo hacia mí. pero lo elaboró mejor de
~
'1
1
1
¡
El ((no)} no existe en lo inconciente lo que era su costumbre. Comprendí que se había pro-
·u• 1 1 •
... -d ucido un movimiento tremendo de trasferencia, de
-•
J. . 1 Sería ingenuidad creer que, cuando discurría so- aproximación. En la sesión que siguió. le comuniqué
l
'f bre estas cuestiones, .o lvidaba que el .ccnou ·no existe pa· · mi ·s entimiento de que su rechaz·o se ligaba a una pro-
' 1'
•1 .. r ralo inconcfente. Pudiera parecer que la fuerza sepa· ximidad muy grande, contra la cual ella movilizaba
.~ i . ( radora del ceno,. no tiene cabida en esta discusión. Cuan· todos sus recursos de negación, por miedo le dije-

t~ do reflexioné sobre este problema, advertí la razón de de un pasaje al acto en relación conmigo. Era corno
' . ello detrás del escándalo epistemológico que rodea a .si las palabras de mi interpretación fueran capaces de
la pulsión de muerte. ¿Cómo se podría denominar la inducir no sólo pensamientos y deseos sino también
~-
pulsión? No me propongo discutir ahora la validez del actos que debían ser conjurados. Respondió: ccPuesto
1
i.__
concepfo de pulsión de muerte. Pero apuntaré que que usted se refiere a un pasaje al acto, le contaré el

282 283
. ' .1·
1
1

1
1
sueño que tuve. Soñé que era analista, estaba senta~ · LA'·""'-
tradicciones en los sueños
en un sillón corno lo está usted [en mi interpretación
. yo había mencionado este deseo de ella] y tenía corn' ::--...,.....t'.~ En ese mismo capítulo VI, en la sección sobre los
paciente a Serge Gainsbourg (el conocido cantant dios de figuración, Freud considera las relaciones
francés]. En el diván, él me dijo que deseaba acostar~
.~--,~~

. Por un lado, asevera que los sueños no dispo-


se conmigo [habíamos hablado también · de su evita. · de medios para representar las relac_iones l~gicas
ción de la trasferencia por su am.o río. con un hon1bre]; ;,e ntre los pensamientos oníricos. ·En los casos en qu.e
Vacilé, después cedí y, en el sueño, él resultó ser bn. . - ecen estar presentes, Freud cree ·que todo eso es
potente. Me pregunté: ¿Por qué Serge Gainsbourg?... · ~terial onírico, no figuréición de un trabajo intelec-
Después recordó haberlo visto recientemente en tele . <- tuai dentro d~l sue~o)). ce Una contra~icc!?n presente en

visión, y haber pensado que este hombre silvestre, es- : ún sueñon, d1ce, ccsolo. por una mediacion en extremo
te rebelde indomable que pretendía no quedar atado .. :~ndtrecta puede corresponder a una contradicción en-
a nada ni a nadie, había caído empero a los pies de ·"tre los pensamientos oníricosn (las bastardillas son de
Jane Birkin, a quien mi paciente encontraba bella y .- ~Freud). Este ccentren indica claramente que, para Freud,
que había aparecido ~am]?ién ~n esa secu~_J;l<;~a de te- ·-~ .· , ~1 pensamiento es el eslabón entre los términos. Pro-
. - .. - .. · levisión. El hasta le había dado un hijo [un deseo de . sigue Freud en el i/~tento de descubrir la manera_ en
mi paciente, traído a la luz en la sesión anterior]. El · que los sueños con~iguen expresar ese nexo. Muy sim-
animador de la televisión había preguntado al cantan- . plemente, los sueños dan satisfacción al ccentre, por me-
te - y este es un signo de los tiempos si solía soñar. .~ .·- dio de condensación: ccReflejan una conexión lógica co-
La respuesta fue ccNunca. Tomo barbitúricos,. [una ilu- _mo simultaneidadn. (Toma el ejemplo del cuadro de Ra-
sión que t~ca al uso de tranquilizantes por parte de . -fael sobre la E ·s cuela de Atenas.) Esta observación es
mi paciente]. Ella entonces comprendió inmediatamen- · - extraordina:t;ia porque muestra que la inexistencia del
te el sentido de este sueño: representaba a alguien que · :~non equivale a la inexistencia del tiempo. La simulta-
nunca sueña. Lo llamó un anti-sueño. neidad remplaza a la acción sucesiva en el tiempo. De l
Antes de volver a Freud, haré una digresión. Lea- . mtsmo modo, la relación causal de la acción sucesiva
mos este pasaje de Milinda 's Questions (Panha, 1964), no se excluye por entero. Se reintroduce en el cuadro
una colección de textos hindúes que van aproximada- · --por medio de desplazamiento: la trasformación de una
mente del segundo siglo a. de C. ~1 segundo siglo d. ·- Imagen del sueño en otra, o la trasformación del sue-
de C.: flo que da lugar a otro sueiio.
· _· «En cuanto a la alternativa "o bien . .. o bien . .. ",
,,'·Reverendo Nagasena, en cuanto al que tiene un sue- -el sueño no puede expresarla••.
ño como un portento, ¿va su alma por sus propios con- Este es el eje de la cuestión. Sigo ci_tando: ccEntre
cursos a buscar ese portento, o el portento llega hasta -:-.~as relaciones lógicas, una sola es extremadamente fa-
· el foco de su alma, o viene alguien y le habla de él?''. vorecida por el mecanismo de la forn1ación del sue.ñ o.
,"No es, señor, que su alma por sus propios con- ·Es la relación de la semejanza, la concordancia, el con-
cursos vaya e·n busca de ese portento, tampoco de que tacto, el "así como"•, (págs. 319-20 [pág. 325]). Esto
alguien venga y se lo cuente, sino que el portento mis- -~-~ pensamiento analógico en obra. ((Semejanza, con-
mo entra en el foco de su alma. Es de la misma mane- cordancia, comunidad son figuradas por el sueño en
ra, señor, en que no sale el espejo en busca del reflejo, __ todos los casos por reunión en una unidad que ya es-
ni es otro el que lo trae y lo pone en él, sino que el taba dada en el material onírico o que se crea nueva.
reflejo mismo, de dondequiera que venga, aparece en !J primer caso puede llamárselo identificación, y al se-
el espejo", (vol~ 1, parte IV,' división 8, pág. 128). gundo, formación mixta. La identificación se emplea

284 - -- 285
'

1 •1 .

- - - ---=-. ---..........-~ --
'

cuando se trata de personas; la formación mixta, cuan. trabajo an~lítico e in troyección


do el material reunido son cosas, aunque también se
establecen formaciones mixtas de personasn (pág. 32o . El trabajo del sueño y el del intérprete se comple-
"
'.
[págs. 325-6]). . tPentan entre sí. Lo que me impresio11:a como algo inu-

,, . ~ l
. ,!
Todo el psicoanálisis moderno se enmaraña en el sual en el trabajo de ~reud sobre los sueños es que se
. ~~
rr;;. :~~··_.,., .~j ~ tipo de contradicción que Freud expone aquí: personas. - · refiere a ellos ccdesde adentro,, corno si fuera un poli-
~
,t • - cosas. No es tanto una oposición entre animado e ina. ionte·. Es asombrosa, además, la manera en que pone
nimado cuanto entre personas· y objetos, aunque bien todos los recursos de su pensamiento secundario al ser-
conozco la difer~ncia entre cosa y objeto. Esta yuxta- vicio de los procesos primarios del pensamiento, o sea,
posición se remonta a la r~lación entre objeto total (per- .· ¡os.del sueño. Es decir, hay una constante oscilación
sona) y objeto parcial. El todo y la parte. Identificación en que la lógica _s ecundaria se retira .a un segundo pla-
y formación mixta se refieren una a otra como méto- no para dejar que la lógica primaria hable y se haga
dos de unificación. La serie que se inicia con la incor- oír. Freud. con lógica secundaria, explica para noso-
poración y termina con la identiftcación· nos obligará tr-as las leyes de ese universo que visitamos cada no.:
a volver a ese modo de formación mixta o de aliena- che y cuya lógica no comprendíamos antes de él. Co-
• •
ción representado por la posesión (en el sentido ·me- moquiera que f'!-lere, la vía hacia los sueños, como la
dieval) a través de la imagen, el espectro, el doble. Aquí vía hacia el inconciente, es objeto de la mediación del
el doble regresa con un doble sentido. yo: del soñante, quien relata el sueño después, duran-
Freud cita de la Biblia la interpretación de José so- te la sesión.
1
¡
bre el sueño del Faraón: uTu sueño, ¡oh rey!, es por . Como lo sabernos todos. el análi~is sólo es posible
1

su apariencia otro, pero las dos visiones tienen un so- en la unión de las asociaciones libres del analizando
••
1 lo significado . . . ,. . En fin, todo se puede resumir en y de la atención parejamente suspendida del analista,
1
este enunciado: las contradicciones son tratadas co- cuyo propósito es alentar las asociacion~s libres de es-
mo analogías. Así, cuando Freud termina el capítulo te, en tanto su juicio guarda una benévola neutralidad.
afirmando que el trabajo del sueño ((no piensa ni cal- Fluctuat nec mergitur. 2 Pero no es cuestión de flotar
cula ni en general juzga, sino que se limita a remode- hasta el punto de dormirse; lo cual, digámoslo de pa-
lar pensamientos, cálculos y juicios,, comprendemos sada. no les ocurre sólo a los analistas. Bertram Lewin
que esta exclusión de la• función del jbicio de la capa- (1950) observó que el paciente en análisis está desga-
cidad de trasformar se basa en el trabajo del pensa- rrado entre su deseo de soñar y su deseo de dormir.
miento analógico. ~ste tipo de pensamiento desdeña El silencio puede garantizar esta fu~?-ción. Pero el si-
las diferencias o, más bien, opera cop otro tipo de dife- lencio nunca se disipa. En el par analítico, uno de los
rencia que se· toma libertades con las diferencias de dos compañeros está siempre silente. De este modo,
la lógica secundaria. Ahora bien, ¿en qué medida lo la función del silencio, mientras alguien habla, siem-
hace? Lo que está en juego aquí es la interpretación. pre se puede delegar en el Otro. Ahora bien, el silen-
Esta pregunta es.dual: la interpretación que el sue- cio a veces puede ser más elocuente que las palabras;
ño mismo es, o sea. la interpretación del soñante; y y detrás del -ruido de estas, el discurso puede ser si-
la interpretación del sueño, o sea, la interpretación del lente.
analista. · Intentaré exponer la manera en que se consuma
.el trabajo analítico con esta presencia atenuada, pero
..
HLa baten l~s olas pero no se hunde•': divisa de la ciudad de
2

París, citada con frecuencia por Freud .

286 •
287
. ...

no erradicada por completo, de la contradicción, PUesto · ón del deseslabonamiento asociativo, que produ-
que, no obstante nuestro empeño en establecer con. . ~~~t~s~ silencios, intervalos, suspiros, hiancias en el discur-
tacto con los procesos primarios, los secundarios es. . · ·.· . y hiatos entre partes de sílabas. pala~ras y oracio-
tán sólo entredormidos. Este es el momento de recor.. . . .· . . . entre los elementos de una secuencia y entre las
dar que el discurso analítico es una contradiccl~n ·en ... 'encias. Mientras el analizando habla, .el analista
los términos. Decir cuanto se nos ocurre es, como sa.. · ~a sobre las asociaciones de~ paciente por medio
bemos, una tarea imposible. Más aún, somos los pn.. ·sus propias asociaciones. Este es el fenómeno ori-
meros en aburrirnos con las producciones de ciertos .. >~·~nal de la atención analítica. El trabajo asociativo del
pacientes que aplican la ·regla al pie de la letra y cuya , aúalista, su función simbolizan te, consiste en eslabo-
omisión de nexos esenciales reduce su discurso a una ·. :~ñar. Pero el establecimiento de estos nexos es un pro-
fragmentación ininteligible. En i-ealidad, la paradoja ,, ~o de trasformaciones contradictorias. Es decir, el
reside en que si las secuencias ( = la ilación de asocia.. ··:~B!nalista, cuyo self más íntimo es convocado, tiene que
ciones) han roto los nexos del pensamiento lógico, ca.. ·. .J:echazar en sí mismo la tentación de la narrativa ma-
da secuencia por su parte permanece bajo -el control .-:,:idflesta, su efecto hipnótico (en el sentido estricto del
de 1~ lógi~~- "Es lo qu~ Jne ~ movjó ,a bablar: en ~o.tro lugar- :.~. ier 1 nino). Consiguientemente debe llevar a cabo ope-
de la articulación.dual .detdiscurso analítico {entre-los·· :.rltciones de pensaiJljento contradictorias·. Nunca hay
términos de una misma secuencia Y entre las ·secuen. :·<~:tina respuesta netq a ce¿Qué tratará de decirme?)). Es
cias). · ·este un trabajo multívoco. El elemento tiene que ser
El discurso del analizando es incorporado por el :. ··~;eslabo.nado con otro elemento, no A, que puede ser -A
analista. Con esto quiero decir que el discurso es un .:_ 0 A'. Esta es la ambigüedad d~l análisis. Nadie puede
objeto. A esta incorporación se acopla empleo este . v~nir en ayuda del analista y soplarle al oido la res-
término adrede · una introyección, es decir, procesos . ,_:·puesta, si no A es -A (mudanza en lo contrario) o A'
que ocurren de manera concomitante con la incorpo· :. .;(y:uelta sobre sí mismo). En otras palabras, lo negati-
ración. Estoy de acuerdo en este punto con la distin· · :yo no A (según el artículo de Serrus, 1968, en el Voca-
ción de Ferenczi, tan oportunamente recordada por N. · .. _:b.u .
laire de Lalande) es el producto de una proyección
Abraham y M. Torok (1972). En mi opinión, es preci· .. por desplazamiento (ttUsted se comporta conmigo co-
so trazar un distingo entre diferentes tipos de intro- _. ·~m.o se comportó c<?n su padre o su madreu) o de una
yección del objeto: la introyección ite•pulsiones por el . : proyección por mudanza ((e Usted lo teme porque lo de-
yo (introyección de pulsión); la introyección de afee- ·,: ·sean). Sólo el contexto puede zanjar la cuestión, y el
tos y de representaciones por lo preconciente Y lo con- > -~ontexto (es decir, la totalidad de las secuencias aso-
ciente (introyección imaginaria) y, por último, la in- ·' eíativas) es ambiguo. Esto me conduce a dos observa-
troyección de· comunicaciones verbales y perceptua- .clones:
les. A este tipo de introyección denomino introyección
simbólica, en el sentido moderno y, si es necesario, la- l. El modelo de la estructura psíquica del objeto
caniano del término. Me parece que lo fmportante en . anaiítico es el doble tras-torno, que retllata en un lazo
este distingo es qu.e la introyección simbólica, verbal · · doble.
es limitada : y discontinua. Es un tipo de introyección 2. ·A medida que la introyección de la comunica-
que se asemeja a una cadena: una introy_ección gene· ~ ción asociativa progresa, una función de trasforrnacio-
ra ti-va . · . - · · · ! - - - -
, nes oscilantes pasa a centrarse en el analista.
-

Mientras el analizando habla, el analista escucha.


Trabaja en la escucha. Ahora bien !_ ~!__discurso ~el _ pa-_ Un ejemplo: Cuando mi paciente. me contó el epi-.
ciente avanza desenvolviendo la cadena verbal. Es la . sodio del arroz con salsa de tomate, o su anti-sueño,

288 289
1 • •

~ . .
1 '
yo oscilaba per1nanentemen te en mis asociaciot1es. Las ._: pero, después· que hablé, me dije: ((Es es.ou. Cerré
pensé en el siguiente orden (las reconstruyo después ~}>oca y podría haber dado un suspiro de alivio des-
de los hechos): . ~és que pasó_ Mi interpretación fue el fruto de un pen-
~tento analógico: había sopesado lo ocurrido en el
·1. Su madre es mala, es intrusiva. do y lo que ocurría entre esas dos series.
2. Ninon hiper-dramatiza conmigo como lo solía ha. ~e la misma manera, cuando decidí escribir este
cer con · su mad.re. ~culo, sabía que deseaba hablar sobre este tema. En-
3. Es su madre la q~e hiper-dramatiza. tre lni idea de entonces y lo que ustedes ahora leen
4. Ninon tiene derecho a que no le guste el arroz xiste sólo un nexo de homología. Más tiempo trascu-
con salsa de tomate. ~a: más me parecía que mi primer deseo había sido
5. Esta es ya una colitis ulcerosa: ccSUS intestinos arrastrado por el flujo del proces_o teórico.
lloraban lágrimas de sangren. 3 t • .. La interpretación es un acto de exorcismo. Es un
6. La agresividad de Ninon no puede tolerar la vis- · tnedio de librarnos de lo que el paciente nos ha entre-
1
ta de la sangre o de algo que se le parezca. . gado y de devolvérselo de suerte que pueda desemba-
1
1
7. En realidad, ella manipuló a su madre como sue.. razarse de lo que ha sido puesto en él: d~ lo que he-
.
le manipularme a mí . mos puesto en él. Pero en este relato de una acción
8. ¡Qué nenita desagradable debe de haber sido! sucesiva en el tiempo, ilustrada por el acto de hablar,
9. Sí, pero ¡qué madre! ¡Está loca! Ninon lucha por es preciso hacer justicia al papel de la simultaneidad
su individuación. en la creación de la forma y del conten.i do de la inter-
10. ¡Qué homosexualidad entre las dos! pretación: simultaneidad del des~~framiento de lo ~ue

11. Por suerte, estaba ·la escuela para hacer de se ha escuchado, y de la formulacion de un pensamien-
1
amortiguadora. to atento, preparatorio de la interpretación. Nos sor-
12. Ahora entiendo por qué rechaza ;mis interpre- . ·. prendemos nosotros mismos cu~nqo interpretamos~
1: ! ' ' taciones. --;· Quiero decir algo acerca de ciertas formas parado-
J
~ 1

~ -jtcas de introyección de la interpretación, que so~ . el



. •
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~ 1 ¡
·~

f
.
. Pero, después de todo eso, todavía erraba el punto · signo de la resistencia. Una de ellas guarda relacion
1, :
1 • .
esencial, que sólo se me oc11rrió después, cuando le con la hiperinvestidura de la interpretación. Si hiper-
di la interpretación de s.u ceno•~. Fue en ese momento
1 : • 1
r

investir el discurso del paciente tiene un efecto hip-


cuando se consumó el tr?bajo de interpretación. Debo . nótico, hiperinvestir la interpretación deja perplejo y
f. confesar que en el momento de abrir la boca para ini· seduce al analizando por la omnipotencia proyectada
¡
ciar mi interpretación, apenas tenía una idea vaga de . . &obre las palabras del analista. Es uno de los peligros
lo que me disponía a decir. Pero en el esfuerzo de pro- -del analista silente. Cuanto dice se vuelve oracular.
yectarlo, esto es, en el acto de formular·mi interpreta- Nunca se equivoca porque habla muy poco. Por otro
ción en el desenvolvimiento verbal de mi . cadena aso· ~do, lo introyecteJ.do no hace más que reforzar el nar-
ciativa, la interpretación se formó en mis palabras sin ~isismo del paciente. Esta voz que lo penetra a uno
que yo pudiera predecir siquiera la forma que cobra· tan completamente es buena, hermosa, maravillosa.
~ Pero forma un todo que no se puede asimilar.
3 Aquí la alusión es doble. Por un l(.ldo, la frase fue pronunciada
por su médico durante una rectoscopía muy dolorosa e intrusiva,
- . :.__ Un segundo caso consiste en una mascarada de ela-
en la época en que ella padecía de su colitis ulcerosa. Esto me trajo bOración psíquica. Tras decir algo, oigo al analizando
a la memoria la intrusión del arroz con salsa de tomate en su boca. . · ·que solicita: cc¿Podemos volver sobre lo que usted aca-
Por el otro lado, comparo el arroz con salsa de tomate y sus heces ba de afirmar?,,. He ahí mi interpretación espontánea·
sanguinolentas. , · ~a partida en fragmentos, víctima de la obsesionali-

290 •

291


zación. Hay fuerte tendencia a reaccionar a esta contra.. ·tá,n ta claridad Joyce McDougall (1972b). Por lo que to-
interpretación. Es claro que el efecto ·buscado por esta 'C3 ·a la naturaleza misma del concepto de pares de
disección aisladora es defender al pacien~e de toda· Illo.. .~:ápuestos, Freud vio con evidencia su contradicción ca-
vilización de afectos e inmunizarlo frente a estos. .
_'¡ acterística. Incorporar, por vía de introyección (él ci-
Una hiperiiivestidura más o menos completa es la _..:-.t a a Ferenczi), objetos dispensadores de placer tiene
negación misma. En este sentido, Wisdom (1961) se · par complemento una proyección que libra de displa-
ha referido a la _histérica para quien el pene como tal . cer.a la pers~na. Pero no olvidemos que este objeto,
es un símbolo del pene. Las cosas se aclaran cuando <~eseado por el placer que dispensa. será consumido
nos damos cuenta de que este pene es vacío y en rea}¡. ·: · y,·~n consecuencia, destruido tras la incorporación.
dad es una vagina, más te~ida qu~ el pene. De hecho, :_· La introyección nunca deja de ser ambivalente. La
pene y vagina_han sido condensados en ~sta lógica con- ficción de la personalidad genital pertenece a la ideo-
tradictoria en que el apareamiento es un no aparea- logía psicoanalitica. En el mejor de los casos, la ambi-
miento porque la consumación se posp~ne siempre. ·_ valencia se vuelve ambigüedad. Es lo que llamamos
A la inversa, hiperinvestir el análisis en tanto proceso· sutileza. Nuestro modelo genético es portador de las
- de d-esconexi'ón '
y -fragrheritaclón pulveríz'
á las ·palabras-- características de esta ambivalencia y también del tra-
-- - -- - - ...

del analista y coarta todo efecto de recomienzo que se bajO de trasfortnacián sóbre el modelo de los vínculos
podría producir si el pensamiento se reapropiara de primordiales. Laplanche ( 1976) ha dedicado páginas
esas palabras. muy oportunas a la introyección del objeto. ¿Es el ob-
Los ejemplos que acabo de dar muestran que la in- - jeto el pecho, la leche, los labios (o, agregaríamos, la
troyección simbólica, verbal, no puede reclamar mo- ·mirada de la madre)? Laplanche condensa la fuente,
nopolio en esto. Los mismos pares de opuestos se pue- el objeto y la meta. c<Ello entra por la bacan. Desde un
den encontrar en el nivel de lo imaginario. La cabeza . apuntalamiento primitivo emerge la especificación de
de Medusa puede ser tanto un personaje-madre con la función sexual. Sea así. Pero me parece que sin in-
penes que penetran cuanto, según la opinión de Freud, élinarse al kleinismo uno puede suponer que la intro-
una figura que protege del peligro y que tiene un efec- yección del ccello,, es una secuencia discontinua (no otra
to apotropaico sobre la castración. Esta es una cues- cosa·, en efecto, es el chupeteo del nifto: establece un
tión irresoluble porque depende de que esté en juego ritmo en su ingesta por medio de la deglución). Sin
un desplazamiento simple o un trastorno en lo con- entregarnos a la ficción genética, podemos imaginar
trario. O aun una imagen de · doble vínculo. . empero la secue·n cia de afectos que acompañan a la
Lo mismo vale para la introyección de instintos. Re- lhtroyección. La relación con el pecho no es uniforme-
leamos ccPulsiones y destinos de pulsión,,. Es ahí don- mente buena cuando está presente y mala cuando no
de vemos actuantes en Freud (1915c), antes de toda lo está.
mención de la represión, antes de toda referencia a la · . · Durante el proceso de la introyección sobreviene
oposición entre representación y afecto, -los mecanis· ' una. serie de upensamientosn que traduciré por vía de
mos del doble trastorno (vuelta sobre la persona pro- hipótesis de la siguiente manera: ccEsto es bueno. Es
pia y mudanza hacia lo contrario) en el acoplamiento tan bueno como antes. Es mejor. No es tan bueno. ¿Ha-
o apareamiento de los opuestos. En la pareja perverti· ".brá bastante? No quiero más. Quiero más. ¿Es esto bas-
, da, el ~ompafi~ro es el exo~cista que tomé:l sobr~ si una .tante? Más. No es tan bueno. Ya no sale tan bien. Se
cuota del placer ·q ue al perverso se le escapa, y de la está vaciando. Está colmando ... u. Vemos que la in-
que él goza especularmente, por identifi'cación. Esto ·troyección es concornitant~ con el proceso de la pro-
se puede descubrir incluso en el ritual solitario del per· yección. Dirijamos ahora la atención a este problema.
verso y aun en la masturbación, como lo mostró con

292 293

'l'. .
. 1
.

- - ~- -.¡¡¡:-~~~ --.;._-------~~ --
Proyección generalizada •
··ijue lleva al paciente a reanudar el proceso de las pro-
l yecciones trasfere~~iales. Trasferencia ~s aq~ello ob-
Proyección, que no coincide con expulsión, es un ,eto de una ocultac10n porque entre lo v1venc1ado y lo
pone~ aft:Iera p~al.elo al poner adentro que caractert. proyectado .actúa el filtro del. tras-torno. Así, un~ pa-
za a la introyección. En mi opinión, la proyección e -ciente me hizo unas observaciones con tono rnanifies-
ilimitada, como lo es la introyección. Todas las pro~ taJllente hostil. Cuando se lo interpreté, tropecé con
ducciones psíquicas son proyectiv~s. No por eso deja su desmentida. ceNo fui hostil••. Al cabo ente:t:tdí que en
de ser verdadero el campo de la proyección que cubre verdad no lo quiso ser. Pero entre su deseo no sólo de
lo opuesto. ¿Qué decir de la realidad externa?, ¿qué no ser hostil sino aun de ser afable, y su proferencia,
del pensamiento racional? No son menos proyectivos: Jo que brotó de ella e.n ese momento se volvió hostil,
Cuanto podemos afirmar es que existe~ espacios pro- corno esas heroínas de los cuentos de hadas que echan
yectivos y momentos proyectivos ligados con sistemas por la boca sapos y culebras, no importa la intención
primarios y secundarios organizados de qiferente ma- que tengan. Y lo mismo le puede ocurrir al .analista.
nera. .._ •
. ..
- • .. ... .. • • 4 • .. • •
.
.. • .. • • .. • •

También aquí lo que importa es la idea de elemen-


tos acoplados. Una proyección es peligrosa en caso de
que iinpida la fo1t11ación simultánea de una introyección. El.objeto y el circuito
Tausk ( 1919) ha visto con claridad que la proyección
no se orienta sólo hacia el afuera sino igualmente, 0 En el momento de distinguir objetos transiciona-
d
i
'1 en primer lugar, hacia el adentro del cuerpo. Considé- les, fenómenos transicionales. y espacio transicional,
rese la hipocondría. Lo cierto es que nos enfrentamos Winnicott (1971b) dio un paso decisivo hacia la con-
con otra paradoja en que el adentro del cuerpo ha ocu- cepción del · objeto en su vinculo con las relaciones
pado el lugar del mundo exterior. Sólo cuando las po- ·· .de adentro-afuera, subjetiv·o -objetivo, no existente-
sibilidades de su despliegue se han agotado, cuando existente y positivo-negativo. En lugar de considerar
los sistemas de fantasías corporales están saturados el objeto como lo que está en juego entre realidad in-
por los lastres que gravitan s·o bre el cuerpo psíquico, terior y exterior, introdujo la noción de límite. En el
la proyección se vuelve hacia afuera. El ojo interior del acto de crear la noción de espacio potencial existente
órgano perseguido-perseguidor se orienta hacia la rea- en el punto de separación entre selfy objeto, de hacer
lidad externa, y la captura a su vez. Los sueños son de este espacio de separación un espacio de re-uníón,
proyecciones, un volver hacia adentro aquel espacio ~ y de describir la producción del objeto transicional en
exterior, al espacio psíquico del soñante: el circuns- el interior de él, Winnicott nos proporciona los elemen-
crito por el polo de la percepción y el polo de la activi- tos para resolver la dificultad. La realidad psíquica ha
dad motora, donde de hecho todo ocurre como en la sido trasformada. Ya no permanece atrapada dentro
realidad exterior. Los pensamientos son proyecciones. de la oposición de realidad-irrealidad; ahora se define
Lo son también el arte y la ciencia. La proyección es por sí con arreglo a la naturaleza de la potencialidad
producción ..Trasferencia y contratrasferencia son pro- · que convoca a trasfortnaciones infinitas. En 1971, Win-
yecciones y producciones del encuadre. . nicott enriqueció esta descripción trayendo a la luz el
Porque existe trasferencici' puede también el ana- lado negativo de los vínculos. Para ciertos niños, el hue-
lista proyectar interpretaciones no trasferenciales, lo co es lo único verdadero. En suma, la ausencia prolon-
que lleva al paciente a introyectar estas como contra- gada de la madre ha traído por consecuencia que el
trasferenciales. Porque existe no trasferencia puede el niño invistiera un objeto muerto, no importa que des-
analista proyectar interpretaciones trasferenciales, lo pués la madre estuviera o no presente.

294 295

1
En este punto estoy de acuerdo con Winnicott, lllás · la ausencia, que puede denotar presencia potencial
allá de ciertas posiciones que he defendido en el Pasa. . tAnto como pérdida potencial. Sólo la percepción es ca-
do. Lo estoy, por ejemplo, cuando escribe que el ana. ~ de asegurar que se ha aventado el peligro de pér-
lista debe comprender que se puede producir un bo. ~- · da potencial. Existe sólo un tipo de . pérdida ante el
41
rramiento (lo que yo denomino una ((desinvestidura ra. .: ..que la percepción es impotente: la pérdida de amor.
dical,) y ((que este blanco pudo ser el único hecho y ~ }A ·c onstancia del encuadre analítico, que el paciente
la única cosa real., ( 197lb, pág. 22). Esto nos ileva a . percibe, tiene que ser complementada por una inves-
destacar una v:ez más la importa.n cia de la alucinación .~~ ttdura positiva que· haga de aquel. La percepción es
negativa. Así, el objeto es aquí el no objeto. Esta sirn.. " una función carnal. Por eso el analista se deja ver sólo·
bolización negativa es una contradicción en los térrn¡. 81 comienzo y al final de cada sesión.
nos que indica la inevitabilidad de la paradoja. : ..~·. Quiero concluir con la idea de que el objeto no es
El trabajo del espejo, producto de la lógica de los . ·una forma ni una esencia sino un circuito de investi-
opuestos, que opera en el encuadre analítico, es soca- ·. . auras con límites deslizantes y variables. Este circui-
. vad~ por 1~ percepción de ~sa deficiencia·. _Es cqmo si. . tÓ está compuesto en sustancia del par introyección-

en estas. situacione·s ~nalíticas.. la no. emergen-cia.-de . proyección. Freud estaba obsesionado por la oposición
un oi?jeto vivo,- presente, se ·debiera al hecho ·ae ·que representación-per:.c.e pción, que ha seguido siendo el
el intervalo entre la pérdida del objeto malo y su rem- criterio del exame~ de la realidad externa. Esto con-
plazo por un objeto bueno se hubiera vivido y consi- dujo a la teratología de fantasías de Melanie Klein. Bion
derado como un yermo fatal. De esta manera, espacio ·( 1965) ha mostrado que esta estructura de fantasía ge-
y tiempo porque realmente se trata de un período neralizada sólo se puede com_p render ·en función del
temporal que·se vivió como interminable están liga- ·. par O-K, o sea, del nexo entre verdad infinita y conoci-
dos. No existe ya un tiempo mensurable. Sólo hay una miento finito, en tanto es un par absoluto-relativo que
espera infinita, una espera eterna en la desesperanza ttene un vértice. La realidad externa seguirá siendo
y la aflicción. De ahí la idea de "tiempo muerton, en nuestra cruz y nuestra obsesión. Freud ha conferido
tanto suspensión de toda experiencia afectiva y per- a la realidad interior su dignidad conceptual no arre-
ceptiva. El sujeto no cree poder sobrevivir a este tiem- drándose ante las ambigüedades del concepto de rea-
po muerto. En consecuencia, el analista pasa a s~r ob- . lidad psíquica. ¡Pero qué dificultades le salieron al pa-
jeto de la reacción terapéutica negativa porque es el so cuando debió abordar la realidad exterior y el pro-
único objeto fiable, el único que sobrevive a esos pe- blema de la percepción!
_ríodos destructivos de los cuales él es el no objeto. Cual- · .Volvamos una vez más al ejemplo de Freud del fe-
quier otro obj~to co~rería el _riesgo de no reap~recer tichismo. Quiero destacar dos cosas. La primera pro-
más del otro lado del tiempo muerto o de no durar lo · viene del artículo de 1927 sobre ese tema: ccel varonci-
bastante para que se lo experimentara como presen- to rehusó darse por enterado de un hecho de su per-
te. De ahí la importancia de que el pac~ente en cada ·: cepción, a saber, que la mujer no posee penen (1927e).
sesión se asegure de que ha p~rcibido al analista. A Desmentida. Freud rechazó la hipótesis de la escoto-
veces también
. entre las sesiones, con un llamado tele· ~ mización. Por el contrario, la percepción persiste y ori-
fónico que lo cerciore, por la voz que oye, de que su . gina una acción enérgica destinada a preservar la des-

objeto sigue con vida, aunque siga siendo un objeto mentida. En consecuencia, Freud recurrió a una con-
malo. . ·c epción temporal, esto es, a una acción sucesiva en
La percepción es tan importante justamente por· el tiempo: ccacaso se retenga como fetiche la última im-
que sólo ella puede garantizar la función de aparea· presión anterior a la traumática, la ominosa [ ... ] las
miento. Todo depende entonces del doble significado prendas interiores, que tan a menudo se escogen co-

296 297
.. -· ndo para formar el objeto analítico, que existe sólo
mo fetiche, detienen el momento del desvestido, el úl.. uza 1 .,
..en la me~ida en que es un objeto entre, una re ac1on
timo en que todavía se pudo considerar fálica a la Illu..
;.. (le objeto.
jer,. En verdad, la regresión que invierte el orden de
los acontecimientos en el tiempo tcescotomiza, la simU}..
taneidad de los dos ~ovimientos de pensamiento., es
decir. el que tiene que admitir la castración y el que
la desmiente .

De manera se·m ejante, ~n ((La escisión del yo en el


proceso defensivou (Freud, 1940e [1938]), cuando tra..
ta del conflicto. entre la demanda pulsional y la proh¡.
bición de que la hace objeto la realidad, Freud ofrece
la solución. Más que decidir .entre ellas, ·o sea, juzgar,
4cel nifio no hace ninguna de esas dos cosas, o mejor
dicho, las hace a las dos simultáneamente, lo que equi-
vale a lo mismo,,. Negación y simultaneidad están aquí
ligadas. El precio -una escisión del yo se tiene que
pagar.
Propongo esta hipótesis de trabajo: la represión pri-
maria es inasequible porque el objeto reprimido no ha
sido introyectado y desfigurado después, sino que la
represión sobrevino en el curso de la percepción. Lo
introyectado fueron las aJteraciones producidas sobre
la percepción amputada. El trabajo sobre estas altera-
ciones deformadas nos permitirá deducir por medio
de construcción la represión primaria. Entonces la
función de la fantasía es sólo un intento desesperado
de redescubrir este fragmento de percepción faltante.
En lo sucesivo, todo trabajo que se realice sobre estas
fantasías sin haber hecho primero la hipótesis de una
percepción mutilada será··fantaseado, es decir, enga-
ñoso. Cada orden (pulsiones, representaciones o len-
guaje) tiene siempre una meta dual. Por un lado, de-
signa para el yo un orden otro que el de él, es decir,
otro sistema, y lo invita a descifrar el ord.e n ausente
en cada caso. ..Por otro lado, se define a sí mismo, es
decir, refiere a su propio modo de estructuración indi-
vidual, que n·o puede reducirse a los· otros órdenes con •

los cuales empero se enlaza. Así, • el analista no es ni


un objeto real ni uno imaginario. Ni siquiera es un ob-
jeto simbólico. Es un objeto potencial que induce tras-
formaciones. Es un elemento que aguarda su comple-
mento: un inverso o un simétrico proveniente del ana-

299
298 •
9. Espacio potencial en psicoanálisis -~-'.....-~ guardan afinidad en virtud de su <<naturalezau
~entalmente impropia: su distanciamiento de la
WJ'v -·-
El objeto en el encuadre .'
,..__.. dad del sujeto. No obst~nte, con la elaboración
teoría de las relaciones de objeto, el concepto de
~~¡,,.,,...::.., : d del yo ya no proporcionaba un complemento teó-
. adecuado a las formulaciones novedosas del obje-
.-to~ Los intentos de salvar esta deficiencia condujeron
' t.:~· ;:\ta elaboración de conceptos afines como uself.· y ccyou
~ . .,._,_...• . De esta manera la subjetividad del sujeto (la que
El objeto en el análisis, el análisis del ·.·.Fre~d había conseguido, por ~sí dec~r: poner entre p~­
objeto, el objeto del análisis ·.~ Jintesis) reaparece en la teor1a anal1t1ca contempora-
_. :fiea. Lo hace de manera explícita en Pasche, quien le
En diversas ocasiones, Freud se vio llevado a ar· •- · - e una dimensión existencial, y en Lacan, quien,
Ir-
mar que los conceptos psicoanalíticos tienen princ¡. · . irado en el movimiento estructuralista, insiste en
palmente un valor heurístico y que sólo en un segun- . ;. SU carácter impersonal y relaciona sus efectos con los
do mom~nto pueden ser definidos con mayor rigor 0 de un conjunto no representable de combi~aciones que
re~J?l~za~os ~or otros. D~sde la fundación del psico. éi denomina el orden de lo simbólico. En otras partes,
analisis, n1ngun concepto ha sido empleado más lata. !'"< y·desde perspectiv~s c~lturales difere~tes, Hart~ann,
mente que el de objeto. En el diccionario francés de .:,:~·; Jacobson, Spitz, Winnicott, Kohut y Lichtenstein han
Littré, se da el mismo ejemplo para definir el término ·: -'.H tstinguido, por diversas razones, el .Yo de la teoría
ccsujetou que el término ccobjeto)): los cuerpos naturales ·,t feudiana del concepto del self. Pero el self, que se apro-
son el sujeto de la física; los cuerpos naturales . son el .-.. xtma a la noción académica del sujeto, no guarda re-
objeto de la física. Más que lamentar la confusión que .: ·lación con la función del sujeto vista desde una pers-
de esto nace, o protestar contra filosofías que dividi- ·;~ ·:,··p ectiva estr.ucturalista. 1
1 rían al sujeto y al objeto absolutamente, quiero en cam-
1
bio señalar que su relación es de simetría o de com-
plementariedad: no hay objeto sin sujeto, no hay suje-

to sin objeto. Desde la época de Freud hasta la nuestra, La concepción freudiana del objeto
la teoría psicoanalítica no pudo dejar de enfrentarse
con esta verdad. La cuestión del objeto se tiene que plantear, en c-o n-
Freud trastornó por completo la antigua relación . secuencia, refiriéndola a su evolución histórica; es que
entre sujeto y objeto. En lugar. de oponer al objeto el · el objeto en psicoanálisis, el análisis del objeto psico-
sujeto según lo definía la tradición filo~ófica, acopló ·analítico y el objeto mismo del psicoanálisis son asun-
el objeto a la pulsión: el anti-sujeto. Porque está bien : . .-. tos que se relacionan entre sí estrechamente. En Freud
claro que la pulsión no puede asumir una función sub- ·.· (1915c), el objeto es parte de un encuadre, de un mon-
jetiva. En esta teoría, la pulsión -y la instancia que . taje. respecto del cual es simultáneamente interno y
la connota, el ello representa para Freud lo más im- externo. Es interno como elemento constitutivo de ese
personal, lo menos susceptible de volición individual: montaje, en tanto es uno de los componentes del apa-
porque arraiga en el cuerpo y también porque .se aso-
cia con las características raigales de la especie como 1 Como lo emplearnos aquí. el término estructuralista no se re-
tal. Aunque la pulsión de la teoría freudiana se distin- fiere a la perspectiva de Hartmann. Kris y Loewenstein. sino a la
gue claramente de la noción clásica de instinto, una de F. de Saussure. R. Jakobson. C. Lévi-Strauss y J. Lacan.

300 301
rato pulsional. Si hay un aparato psíquico, en e~ / El objeto ausente se puede r~mplazar por otro
es porque existe un aparato pulsional. La fuen:Cto, ~ -
n,,.,..... eto ex
~ · terno 0 por un objeto parc1al tomado del
. ( ob-
.
presión, la meta y el objeto de la pulsión constlt e, la -' :e"terno (p.ej., el pecho) o del cuerpo p~opio p.eJ.,
este aparato. Ahora bien, la fuente y la presión tiUYen ~-

. origen
un . . y, como t a 1es, no son d esplazableenen
f"ISico . ;ptJ.l~!bjeto puede ser incorporado (como al~o fa-
desplazamiento o el remplazo de una fuente por ~;l _5. 0 algo ominoso, inquietante); puede ser In~ro­
no elimina el problema de la presión en la fuente a
. Ori- ~ · 0 (como un proceso psíquico); pued_e ser _o_bJet~
ginal. Por ejemp1o, se pue d e Intentar calmar el hatn. ·aentificación (como el o~jeto que. es Identlfl_~ado
bre masturbándose, o el deseo. sexual,
, . comiendo pe
, ro ·,~ ~·.- 1 ·· el cual uno se identifica en la Incorporacion o
......
'!"""'
.. •

tanto aque 11a como est e seguiran sin apaciguarse y 1 con ección); puede ser internalizado (tomado en el
ilusión se sostendrá sólo por breve tiempo. Ante toda '*'. . ~"·ád~·-~ . entrf desde el afuera). . _
interesa observar que ese desplazamiento de la fuent~
J

-h~¡ . El objeto es inicialmente confund1do. con aque _


y ese desplazamiento de la presión sólo se pueden con. 6
ir'lt:E:-:I'.íi'" ue lo objetifica y lo presenta como objeto, es de
sumar por el artificio de un cambio de me.ta (p.ej., fe- ""-~. . _ ·· ~on aquello que lo arroja enfrente (ob-yecto). El re:
llatio en lugar del C<?i~o) que también se puede acom- ......,.~;ctr·_ do puede ser un caos informe en que no haya m
pafiar de un cambio de objeto (p.ej . , elección de un .~!.-·--or:..,b .eto ni anti-objeto; o, más a menudo, ~n estado de
objeto homoerótico o autoerótico en lugar de uno he- ·....~·.~- ·b·l·ctad que se aplique tanto al objeto como al
terosexual). El autoerotismo es una solución obligada. reversl 1 I . b. t ·g
. anti-objeto. (D~ntro de este contexto •. ant1-o y e o s1. -
un remplazo dictado por la discontinuidad de la pre- .-.: .,_,.."'ñíftéa contra-objeto, antagónico del objeto pero, :U mis-
sencia del objeto y, en definitiva, por la percatación . ino tiempo, próximo a él.) Aquí tenemos el objeto de
más o menos tardía de su pérdida. Los componentes
";Ja.'.proyección. . bl
pulsionales se separan de manera tajante en dos pola- -.. . 7. La distinción entre objeto y no~ob~eto se est_a e3
ridades: la fuente en tanto elemento somático, inter- ·, · vía de la integración de la perd1da de objeto.
ce por b. t . t o
no, y el objeto en tanto elemento no somático, externo. · consecuencia es la creación de un -~ J_Je o 1n ern
Entonces, el marco conceptual del objeto en la teo- · "'-"(ti~-, tinto del objeto externo. Esta evoluc1on corre pare-
ría freudiana incluye las siguientes características: ... asal distingo entre objeto parcial y objeto total. .
. ;.: ~ . 8. La formación del objeto fantasea~o es corolano
l. El objeto es parte del aparato pulsional: el obje- :' de la formación del objeto interno. A la mvers~, la fan-
to incluido. .• ~~- tasia misma es tomada, a su turno, com? objeto. Su
2. El objeto es externo a la pulsión: el objeto ex- o{luesto es el objeto real. El primero esta gob~rn~~o
cluido. Es al comi~nzo el objeto de la necesidad pero, . . -~. ,. por el principio de placer; el segundo, por el pnnC1P 10
por apuntalamiento en esta, se convierte en el objeto de realidad. . . .
del deseo (anaclisis).2 · 9. La elección de objeto depende de criter1~s v~ria..
3. Entre todos los componentes del aparato pulsio- .. dos. Una de las distinciones básicas qu~ gob1ern~ _la
nal, el objeto es aquel para el cual se encuentran con . ·,_. elección de objeto es la que separa el ~bjeto narclSlS-
más facilidad sustitutos. Es eminentemente, entonces, • ta formado según el modelo del narcisismo del no ob-
un objeto de. trasferencia. . ,-- jeÍ.o, y el objeto anaclítico, basado e~ el modelo del ?~-
2
~

. · jeto objeta!. Esta diferencia es dupl~c~da por la ~oc1on


El tétntino alemán es Anlehnung, que comunica la idea de una ·: de investidura: la investidura narcisista del obJeto -la 9

función de apuntalamiento: las pulsiones sexuales, apuntaladas por • w .

las pulsiones de autoconservación. El placer oral, por ejemplo, se ·


i apuntala primero sobre el hambre (b sea, la necesidad oral) y des- Esto implica que el objeto existe ante~ que ~e lo pierda, pero
3
••
pués se desarrolla independientemente como placer. que es su pérdida ¡ 0 que determina su ex1stenc1a como tal.

302 303

investidura objeta! del objeto, lo que señala la irn Cfa, de su per~epción o de ~u ~oncep~ió~. No se define
tancia de la trasformación económica. Por. . .. . ;COIIlO fortna ?1 como es~n~Ia s1no, ~as b1en, ~omo ~na
10. El juego de diferencias que caracteriza al ob ~)(····red de relac1ones con l1m1tes desl1zantes e JnvestJdu-
to puede ser situado, como hemos visto, siguiendo ~e­ ,~,.,.f!<· (IJS variables que mantiene el anti-objeto para el anti-
versos ejes. Pero dos de ellos tienen un papel do f. . ~ su}e to despierto y vivo~ es decir, en un estado de de-
.~o 4
nante: por un lado, la separación de lo bueno y lo ::: : 1
Jo y. por el otro, la separación según la diferencia en: ' >:!'
• "'lo... •

_4

los sexos, es decir. el objeto fálico por oposición al cas~


•1

••
trado, el objeto masculino por oposición al femenin
(pene/vagina}, y el objeto paterno por oposición alma~ ,~.~) L~ coherencia de la teoría freudiana
terno (en el complejo de Edipo). .
11. El objeto se liga tanto con el deseo cuanto con Propósito y objeto del psicoanálisis e.s , en síntesis,
la identificación; la identificación es el modo primano _- la construcción del objeto analítico que el analizando
de relación con el objeto, lo 9ue después· lleva a una . _K--;~ pueda llevarse consigo del anális~s y ~ueda utilizar!~ en
identificación secundaria con el objeto del deseo, tras . _ ausencia del analista, que habra deJado de ser obJeto
la renuncia a este. :. de trasferencia. A la inversa, el desasim·i ento del ana-
12. El objeto está en una posición mediadora con , · usta del. analizando-como-objeto supone que la contra-
respecto al narcisismo: su agonista y su antagonista ...- trasferencia se pueda· desplazar sobre otro analizan-
al mismo tiempo. · - -do, y que el analizando pueda devenir ahora un objeto
13. El objeto puede ser un producto de la construc- .diferente para el analista: un otro. ·
tividad o la destructividad de las pulsiones. Puede ser
o constructivo o destructivo para el no objeto (es de-
cir, para el yo o el self).
14. El objeto erótico (es decir, el objeto en tanto in- Las peripecias del objeto en la obra de los
vestido por las cualidades constructivas de Eros en la · · discípulos de Freud
teoría definitiva de Freud de las pulsiones) evolucio-
na hacia la sublimación; en tanto que el objeto de la Los discípulos de Freud manosearon esta notable
destructividad evoluciona no hacia el ·caos objeta! si- construcción teórica; hicieron agregados o recortes en
no hacia una nada objetal (es decir, el punto cero de el edificio principal, estropeando así, más que mejo-
excitación) porque el objeto es siempre una fuente de rando, la armonía del todo. El hiato empírico/teórico,
excitación, sea externo o interno, placentero o displa- es decir, la disparidad entre los hechos observados en
centero. la práctica y la teoría que los explica, condujo a sobre-
15. El estudio de las relaciones de ·o bjeto concierne , valorar uno u otro de los aspectos parciales de la teo-
a la relación con el objeto o entre objetos. La naturale- ría. Así, con Reich, los problemas del análisis del ca-
za del nexo e~ más importante que la acción que une
objeto con no objeto, o a los objetos entre ellos. Este 4
Esta movilidad de los límites es discernible en toda la historia
nexo es de éonjunci<?n o de disjunción. del psicoanálisis. Después de Freud, Melanie Klein cercenó el terri-
torio del objeto externo a la vez que extendía en proporción el del
Por lo que vemos, el objeto según Freud es, por na- objeto interno. Pero después de Klein, Winnicott, a su turno, inva-
turaleza, polimorfo y polisémico. En este punto impor- . dió el dominio de los objetos intemos devolviéndo al ambiente ma-
terno -o sea, al objeto exte.r no- lo que Klein le había quitado. El
ta seiialar que en la obra de Freud el objeto nunca de- proceso. empero, no fue circular, puesto que el resultado fue crear
pende exclusivamente de su existencia o de su esen- un tercer objeto: el objeto transicional.

304
305

rácter dieron origen a una insistencia en la rela ... sJón analítica del niño (Lebovici y Soulé, 1970), es de-
1 b . t . D Cion ~ ctr, en infor111aciones espigadas en aplicaciones del psi-
con e o ~e o exterior. espués, con Abraham el
· d d 1 . ' ge
nu1no crea or...e a teor1~ de las relaciones de objeto, .. coanálisis a campos que le son ajenos: la observación
el debate genet1co conduJo a la especificación de 1 . · directa (Spitz); el estudio genético del desarrollo (Mah-
s~_bfases d~l desarrollo, que iban desde la diferenc¡~~ Jer); y el estudio del yo a través de sus instrumentos
Cl~n del Objeto p.arcial pre-ambivalente hasta llegar al . sensoriales o cognitivos, o de la observación de niños
Objeto total genital pos-ambivalente. · · practicada en circunstancias inu·s uales (D. l3urlingham
, ~na de las cons~~uencias. fue un psicoanálisis uge- y A. Freud, para niños sin familia). Melanie Klein adop-
neticou cuya reduccion de las dimensiones estructura- tó un enfoque por entero diverso, que ha culminado
les del pensamiento analítico .a las meramente genét·- :: . en: el disenso que conocemos. Pero en este punto de-
cas .empobreció de manera notable los complejos m~­ '
bemos retroceder para comprender mejor esta filiación
canismos temporales de la teoría freudiana. Eliminó · · ·teórica.
por ~jemplo, el concepto tan importante de la acción di: Groddeck socavó el dualismo radical de Freud: el
ferida. El tie~po psicoanalítico se convirtió en un tiem- objeto deja}?a de ser upsíquicon. Se hizo psicosomáti·
po psicobiológico, que se define por una mera suce- co, y el ello se convirtió en una divinidad natural. Rank
~ión, evolutiva y normativa (la relación genital como y Ferenczi, por su parte, dieron al obje.to una figura
Ideal). El desarrollo ulinealu remplazó a la dialéctica muy diferente. El primero insistió en la separación ori·
temporal. Es cierto que el esbozo de Freud sobre las ginaria, el nacimiento, que determina la separación de
etapas del desarrollo libidinal contribuyó mucho a es- madre e hijo y, por lo tanto, del objeto y el no objeto.
ta situación. En consecuencia, la teoría analítica se hi- Freud le recordó, con razón, que esta separación ori-
zo menos psicoanalítica y más psicológica. La aten- ginaria es en ese momento sólo relativa (biológica), que
ción p.a só del desarrollo libidinal al desarrollo del yo, es reparad.a por la inmediata fusión de madre e hijo
cuya relación con la realidad se hizo (idealmente) equi- y que sólo con 1~ pérdida metafórica del pecho se esta-
valente al vínculo genital pos-ambivalente. (Aunque blece propiamente la diferencia entre yo y objeto. En
no es entre los psicoanalistas, ciertamente, donde en- cuanto a Fe~renczi, que volvió a cuestionar la escisión
contramos ejemplificado este ideal.) Después se dio ün entre psique y soma, su co.n tribución esencial consis-
paso más cuando, con Hartmann, el yo adquirió cier. . tió en cambiar el significado de la trasferencia por en-
ta autonomía, lo que permitló que el ello se volviera tenderla como un proceso de introyección (y de pro-
autónomo a su vez (M. Schuri. Sólo faltaba, para com- ~~· yección) y, sobre todo, por la importancia que en sus
pletar el proceso, que se introdujera en la teoría analí· últimos años atribuyó al analista como objeto, lo que
tica a Piaget. cuyo pensamiento había _s ido antes en- implícitamente llamaba la atención sobre la contratras-
teramente antitético respecto de ella. ferencia.
Como la obra de Freud se halla abierta a interpreta- Abraham y Ferenczi influirían sobre diversas orlen·
ciones variadas y, por lo tanto, es susceptible de m o· taciones de pensamiento independientes. Balint, el he-
dos de desarroll~ divergentes, no se puede decir que la redero espiritual de Ferenczi, insistió en el objeto pri-
orientación adoptada por Hartmann y la mayoría de mario de amor, y negó toda autonomía al narcisismo
los psicoanalistas norteamericanos sea injustificable. primario. Con posterioridad otorgó mucha importan-
Después de todo, en muchos aspectos coincide con la cia al hecho de que Freud hubiera trabajado en lo esen-
de Anna Freud. Pareciera que el psicoanálisis ha cedi· cial con estructuras clínicas que ya habían producido
do en gran parte a la fascinación del análisis de niños. una internalización más o menos lograda del objeto,
Se inclinó a fundarse no sólo en lo averiguado por el __

mientras que las estructuras no neuróticas se carac-
psicoanálisis de niños, sino también en la compren- terizan en mayor o menor grado por el fracaso de la


306 307


internalización. Fracaso, en este contexto, no es !ll : -- a. El bebé por sí solo no exist~; está acoplado con
que un término aproximado; lo que está en juego ás · ' : 1 objeto del cuidado materno.
más bien una falta. El fracaso básico es en realid es ~~c.:~ ~, b. Antes de que se inaugure la fase paranoide-es-
una falta básica; es un defecto primordial el que: .•

rm~A;Qu.l~-ide, tenemos que tomar en consideración el pa-


origen a la falta, que después recae sobre el amor p . . 1 del amparo, o sea, el cambio que supone el paso de
mario de objeto y que el analista tiene que remplaz.c· ,.. _..::condición intrauterina a la extrauterina. El anida-
en consecuencia, por un <<recomienzo~· en el curso del . . ·-- Intento en el útero es remplazado por el anidamiento
tratamiento. _ .en brazos -de la madre. La fase de amparo [holding]
Pero Melanie Klein (que -se había analizado con Fe. . ·es seguida por la de asistencia corporal [handling] y,
renczi y también con Abraham) ya estaba en vias de . fll)almente, por la de presentación de objeto [object-
elaborar una teoría enteramente opuesta de las rela- presen ting] .
ciones de objeto: tomó como foco los objetos internos c. El objeto es al comienzo subjetivo (o el objeto sub-
los objetos fantaseados (parciales o totales) y relegó ei -._:· jetivamente concebido)_ y des':>u~s se convierte_ e_n el
objeto externo a un segundo plano; ademá~, apeló (co.. objeto objetivo (o el Jobjeto obJetivamente percibido).
mo Freud) al influjo de los factores constituci~nales _ Es esencial que el objeto subjetivo preceda al objeto
e innatos, en particular respecto de las pul_s~·Ónes dé~- ---~ objetivo. ; . . .
tructivas. Pero no logró evitar un malentendido. Las d. El objeto obtiene respuesta del self. El self es si-
pulsiones destructivas -sería mejor decir los instin- - lente y secreto; su estad.o es de una permanente no
tos de destrucción- se vuelcan sobre el objeto princi- comunicación. Alberga los objetos subjetivos y puede
palmente por proyección. Aunque admitió que esta no · · experimentar estados de desintegración bajo el influ-
es total (en otras palabras, que permanece cierta des- jo de la angustia (Winnicott ·la llama ccagoníau) o bien
tructividad interna no obstante la proyección), ella ac- de retorno a la no integración (estados difusos que van
tuó como si sólo esta parte proyectada se debiera to- de la fusión a la no existencia).
mar en cuenta. Nótese que poco importa en este caso e. La intolerancia del objeto/madre hacia la espon-
si el objeto es interno o externo, porque lo que cuenta taneidad del bebé puede -p roducir en este una disocia-
en la teoría de Melanie Klein es la orientación centrí- ción entre psique y soma o entre los dos componentes
fuga de la proyección: al menos, una orientación cen- de la bisexualidad, o entre un aspecto de las pulsiones
trípeta nunca es más que la consecuencia de la vuelta (p.ej., las pulsiones destructiva~) y el otro. La creación
sobre si de la proyección destructiva del sujeto (iden- de un ccseJf falsou, conforme a la imagen del deseo de
tificación proyectiva). la madre, protege al ccself genuinou, que es mantenido
Ferenczi tuvo sus discípulos, y también Klein, ana- en secreto. Recordemos que sólo por vías indirectas
lizados o no por ella misma. Fairbairn retoma el abor- nos podemos comunicar con el self genuino.
daje de ·ella cuando inflexiona la noción de objeto. Pa- f. El problema de estos estados es el de la depen-
ra Freud, la pulsión buscaba satisfacerse por medio del dencia. La actitud del analista frente a la regresión del
objeto; para Klein, el cometido de la pulsión es sobre paciente, en particular su complicidad en el atajamien-
todo enfrentar-la destructividad. Para Fairbairn, la pul- to de la regresión, puede hacer que entre en colusión
sión (pero, ¿e~iste todavía algo que se pueda llamar con el self falso, con peligro de análisis interminable
pulsión en Fairbairn?) busca al objeto por si (procura o de quebranto psicótico.
de objeto). Finalmente, entra en escena Winnicott ..Su .. _ g. El trabajo del analista consiste en un remplazo
contribución, derivada del análisis de los estados fron- metafórico de_las deficiencias del C':Iidado materno., por
terizos, presenta diversas facetas: la aceptación de la de-p endencia del analizando o de
su necesidad de fusión _dentro del interjuego simbóli-

308 309


"' '
l

co (porque el analista no representa a la madre; él e onal en la elaboración de esta línea de pensamien-


8
la madre). El encuadre analítico representa al cuidad 9f!,~esde su temprana fascinación con la imagen de
materno. El analista tiene que ser capaz de aceptar s~ to· laya donde los niños jugaban junto al mar hasta
destrucción periódica (y el aborrecimiento que de esto .,. . .. Ja pdescubrimiento, en charlas con M.a rion Milner, de
resulta en la contratrasferencia) como condición de su sula ·mportancia enorme que puede tener e 1 In
lt,l:go,·- .
. go
. t erJue
resurrección periódica, de manera que el analizando . • 1 d t
:de tos bordes de dos cortinas,,, p~_san .. o por una ex en-
pueda usar al a~alista. : stón y una amplificación todav1a ~as personales. pe-
h ~ El objeto transicional, que no es interior ni exte.. , ro enteramente prácticas de la hnea, en su uso del
rior sino que se localiza en ·el ·á rea intermedia del es.. . juego del squiggle.
pacio potencial, cobra vida y se pone en vigen.cia 44al ;:. ·· .Los analistas franceses se mantuvieron apartad?s
comienzan de la separación ·é~tre madre y bebé. El ob.. .de este desarrollo, divididos entretanto en dos facc~o­
• jeto transicional invoca la idea de un espacio transi- . nes principales. La obra de Bo~vet .s,obr.e .. l~s relacio-
'
. ' <
'
cional, que se extiende hacia la experiencia cultural , de obieto nació de una comb1nac1on teor1ca en que
de la sublimación. . nes J .t" • •
· ·. Ún concepto de actividad de1ens1va, Inspira o p • d or A ·
i. El objeto transicional es coextensivo con la cate- ·,.~ Freud, Reich, Federn y Fenichel, fue aumentado por
goría dejuego .y con la capacidad de estar solo (en pre.. · ; 5 aportes de Bouvet mismo, sobre todo con su no-
1
sencia de la madre o del analista). , c~ón de distancia respecto del objeto seg~~ la ilus~ra~
j. La técnica analítica procura introducir la capaci- . las variaciones del aproximar. La dimenston econo~I­
dad de jugar con objetos transicionales. Lo esencial no .. ca, siempre presente en Bouvet, cobra relieve tamb1en
es ya interpretar sino habilitar al sujeto para que viva en la obra de la escuela psicos~mática francesa (Marty,
experiencias creadoras con una categoría nueva de ob- · · · Fain, de M'Uzan, David) y en la de los ~u~ ..dest?-c.an
jetos. . el papel del afecto en la técnica, la descripcion cl1~1ca
k. Si el objeto transicio.n al es una posesión no-yo, y la teoría {Green). En oposic~ón. a est~s tendenci~~·
interesan otras dos posibilidades.: Lacan ha adoptado un abordaJe formalista y ha edifi-
cado modelos teóricos en los que el objeto (que él lla-
l. La no creación de este objeto, por estar excesi- ma .. el objeto a,,) adquiere gran importancia, sobre to-
vamente ligado a experiencias de fusión o bien de se- do en relación con la imagen especular. Pero resulta-
paración. . • ría imposible, en los límites que nos sefiala el presente
2. La inversión del sent~qo de la posesión, por esta capítulo, dar una exposición completa de todas las fun-
, diligencia: uCuanto he conseguido es cuanto no he con- ciones del objeto a, porque exigiría un repaso de la teo-
seguidou. Esto sugiere un concepto algo diferente, que ría lacaniana en su conjunto, que difiere considerable-
he formulado como satisfacción negativa. _· _·__ _____ ___ mente de todas las que hemos venido examinando (pe-
ro véase Green, 1966).
Se echa de ver con facilidad que Winnicott ha des- Otro abordaje formalista, aunque por entero dife-
crito no tanto un objeto cuanto un espacio que se pres- rente, es el de Bion, quien aborda el proble~a d<:l ?~­
ta a la creación· de objetos. La línea misma se convier- jeto desde una perspectiva inusual en el pSlCOanaliSIS
te en un espac.i o; la frontera metafórica que divide lo moderno. Adaptando a sus propios fines ~1 concepto
interior de lo exterior, ese o bien/o .b ien en que el obje- kantiano de la cosa en sí, lo inserta en el s1mbolo ~cOn,
to trad~cionalmente quedó entrampado, se extiende al que es el estado de lo que en sí es incognoscible irre-
área intermedia y al campo de juego de los fenómenos mediablemente y que, no obstante, está en la raíz de
transicionales. En Playing and Reality ( 19? lb), Win- todo conocimiento, que nunca será otra cosa que una
nicott nos· hace· asistir por momentos a su peripecia aproximación a ••On. En esto retoma las formulaciones

310 • 311


del ccProyecto•• de Freud (Freud, 1895). Nótese que e !~t.H·· ~
nar nunca más la teoría que los sustenta. La alter-
mo en Winnicott. también aquí el espacio de pe~~: ':$<.;• .,.,·_~·
tiva es un psicoanálisis que~ renovándose periódi-

miento adquiere precedencia ... :._. ,_<CaJnente, trate de extender su campo, repei?~ar sus
. sobre el objeto. Pero es
lamentable q~e en la (l~r.a de Winnicott y de Bion el 'fJ~·~-·)~,...,ceptos hasta la raíz, exponerse a la autocr1t1ca. En
·concepto de tiempo analitico no haya sido tan bien ·ela. ~te caso deberá correr los ries~os que supo~e ese
borado como el de espacio analítico. No podemos sin """""'•' autoexamen, del que puede su~g1r tanto lo meJOr CO-
anotar nuestra insatisfacción con las construccione~ ~
. tnO lo peor.
~ ~1

de los analis~as d.e orienta~ión ge~ética, . pero todavía


• • .: 01

no disponemos de una teoría para ofrecer en su rern.


plazo. .

La experiencia analítica me ha convencido de que ·•. El juego analítico y su relación con el


la única manera de quebrar el callejón ·sin salida de :·.~:~· objeto
empirismo contra intelectualismo, o ccrealismon contra
ccabstracción•,, es explotar las posibilidades técnicas y Una mente creadora como fue sin duda Winni-
teóricas . sugeridas po~ :el trabajo ·de :WJn:r;tic<?tt;--con t0 ~-­ >·'"'~~ ·c ott, probablemente el más grande de la época analítica
das las modificaciones que·r~sulten necesarias ..Por eso . M-
.~·~~ contemporánea !19 cesa de dar pruebas de su talen-
examinaré con más atención ciertas proposiciones de .~ to. hasta diría de ~u genio, en el curso de la obra de
él, que interesan por las siguientes razon·e s: . , su vida. Pero es a menudo en la etapa final de su ca-
.. · rrera, debatiéndose quizá con la amenaza de una muer-
l. Brotan del estudio del encuadre analítico toma- . te próxima, cuando se eleva ~n toda su estatura. Sen-
do corno punto de referencia, lo que significa que la - ümientos de esta índole me impresionaron fuertemente
teoría se mantiene en contacto directo con la práctica. · .~: mientras leía Playing and Reality ( 197lb). Quiero ren-.
2. La práctica atiende a pacientes fronterizos; es· - dir homenaje aquí a este libro elaborando a mi modo
tos, más que los neuróticos clásicos, han llegado a ser lo que extraje de él.
los casos paradigmáticos para la práctica y la teoría

El nombre de Winnicott se asociará siempre con
contemporáneas. la idea del objeto transicional y los fenómenos transi-
3. La teoría que deriva de ese trabajo es el fruto cionales, el espacio potencial, el juego y la ilusión. Lo
de una elaboración imaginativa con honda raíz en los · · q:ue poco a poco se afirmó desde su descripción inicial
sentimientos contratrasferenciales del analista. De es- ~.· · del objeto transicional sin cesar enriquecida con el
ta manera, el centro de aten.ción pasa de 'la trasferen- · paso de los afios fue que Winnicott, en una serie de
cia a la contratrasferencia. observaciones que parecían bastante inocuas y modes-
·4. El pensamiento de Winnicott tal vez sea suscep- tas ' en. verdad había
.
trazado un dominio conceptual
tible de críticas en muchos aspectos, pero sobre todo de la mayor importancia, cuya definición se basaba a
refleja una ·experiencia viva y rica antes que una es- la vez en la observación de nifios y en la situación ana-
quematización. . erudita . '
lítica. Es preciso establecer bien esto: en su caso, la
5. La obra de Winnicott plantea, con notable agu· · observación de niños no adquirió prioridad, corno se
deza, la cuestión del futuro del psicoanálisis. Por un pudiera creer, sobre la observación de la situación ana-
lado, si mantiene con rigidez su postura clásica, el psi- lítica. Al contrario: justamente porque Winnicott se
• coanálisis tal v·e z se aferre a un cadáver embalsamado·- analizó, y después se convirtió él mismo en analista,
y tieso, y omita la evaluación crítica de sus teorías tal pudo, en la observación de nifios, advertir lo que ha-
como la reclan:ta la práctica contemporánea. En ese bía escapado a la atención de todos. En efecto, no po-
caso se condenaría a la custodia de sus logros sin cues- demos decir que el descubrimiento del objeto transi-
.

312 313

1
cional trajera a la luz una realidad recóndita y oscura · ·· ara uno u otro de ellos) sino que se sitúa entre los
Freud· dijo una vez que no había hecho otra cosa qu · {p se corresponde entonces exactamente con la de-
descubrir lo obvio. Lo mismo se podría decir de Win~ dos. ón de Winnicott del objeto transicional Y de su
nicott. La menos observadora de las madres supo siem .. .a }ización en el área intermedia del espacio poten-
pre que a su hijo le gustaba dormirse con su osito 0 . ~. e1 espacio de «superposición•: deslindad? por el e~­
acariciando una prenda o una punta de su frazada. Pe- .cuadre analítico. Cuando un pac1e~te t~rmina su ~~a­
ro ~tes de Winnicott nadie había comprendido la im .. . no sólo ha •cinternalizadou el InterJuego. anal1t1co
portancia de esto; así como. antes de Freud nadie ha- ~ . li~ts, que puede llevarse consigo el espacio potencial
stno . d"
bía reparado en la importancia del juego de un niño ~ '_ a fin de reconstruirlo en el mundo ext_erior.J?or me ~o
de dieciocho meses que, en ausencia de su madre, arro- ·de la experiencia cultural, de la s~blim~c1on Y, mas
jaba lejos un carretel y lo volvía a atraer tirando de . en general, de la posibil_idad de apareamientos o (pre-
un piolín. En este caso también tuvo que ser un psi- ~ ferimos decir) acoplam1ent?~· . .
coanalista, el primero de ellos, quien observara este . La situación analítica difiere del Juego de aJedrez
espectáculo con ojos nuevos. · ·i (con el que Freud gustaba compararla) ~n que es el
La experiencia analítica parece haber sido, enton- .-~- analista el que determina las reglas del. Juego. como
ces, el factor determinante en la fortllación de los con- lo ha seflalado con acierto Vider~a~ (1~70) .. En caso
ceptos de Winnicott, como lo fue en los de Freud. Tam- de desacuerdo, es posible un arbitraJe so~o s1 (en sen-
poco es fruto de la casualidad que a Winnicott y a sus tido jurídico) las reglas legales_ s_e _contravienen; ahora
discípulos Khan, Milner y Little debamos las más fe- . . bien, la ley que gobierna el anal1sis p~rmanece en ma-
cundas reflexiones sobre el encuadre analítico. ·005 del analista, quien ejerce a la vez los ~oderes le-
En el capítulo 2 propuse la hipótesis. de que la si- ;~ gtslativo y ejecutivo. Esta_s reglas. promu~gadas ~ante~
tuación analítica se caracteriza por el hecho de que ca- f/ · de empezar el juego, confieren una ve_ntaJa co~sidera
da uno de los dos participantes produce un doble de ble al analista porque: 1) él ya ha s1do a?':'-l~zado, Y
él mismo. Lo que el analizando comunica es un análo- 2) por lo comUn ya ha conducido otros anahsis. Toda
go, un doble de su experiencia afectiva y corporal; lo igualdad entre las dos partes resu_lta abolid~.

que el analista comunica es un doble del efecto que Pero esta versión espacial del Juego se tiene que
la comunicación del paciente ha producido sobre su complementar con una temporal. En. el análisi~ es

propia experiencia corporal, é;l.fectiva e intelectual. Así. _ siempre el analizando quien hace la primera movid~.
la comunicación entre anali.z,ando y analista es un ob- : No es concebible un análisis en que, tras el establec~­
jeto compuesto de dos .partes, una constituida por el miento de la regla fundamental, el analista hab~e pri-
doble del analizando, y la otra, por el doble del analis- mero. El analista sólo puede responder a la primera
ta. Lo que se llam·a ccalianza terapéutica), o ccalianza de movida que es hecha siempre por el pa~iente cuando
trabajo,,, y que prefiero llamar asociación analítica, se . . él mismo lo decide. De modo similar, es siempre el a~a­
funda, en mi ~pinión, en la posibilidad de crear un ob- lizando quien hace la última movida en la despedida
jeto analítico for111ado por estas dos mitades. Esto coin- final; el analista deja ir a su paciente sólo como :es-
cide exactamente con la definición etimológica de ccsím- puesta a esta despedida (aunque sea ~~lo temporan~).
bolo)) que encóntramos en el Dictionnaire de Robert: Esta estructura, que invoca la noc1on del doble, ti~­
uun objeto qividido en dos que constituye un signo de .' '
ne que dejar lugar para el ausente. El a~sente _en a~a­
reconocimiento en el momento en que sus portadores lisis no es otro que el analista del prop1o analista, lo
juntan los dos trozosu. Es lo que ocurre, me parece, 5 De ahí la desigualdad y la heterogeneidad del doble discurso
en el encuadre analítico. El objeto analítico no es in-• analítico. El analista se funda en un discurso con el ausente.' 0 sea .
terno (para el analizando o para el analista) ni externo su propio analista, autor de su diferencia respecto del analizando.

314

315
..
• ,.

que concurre a mostrar que el análisis siempre pro to imaginario. El discurso analítico· no es el discurso
d e en 1a l'1nea d e 1as gene·r ac1ones.
· Como señalé antce.. . ·ÍJel paciente ni es el del analista, ni tampoco la suma
aun si este es su primer análisis, el analista ya ha s·~s, · · · estos dos. El discurso analítico es la relación entre
analizado. En el interjuego analítico, el ausente ~ep
1 0

.. re .. ;· :dos discursos que no pertenecen al reino de lo real ni


sentado metaforicamente por el analista del analista i .al de lo imaginario. Esto se puede caracterizar corno

se conecta ~?n otros dos modos de ausencia: el d.e . ~ u.n a relación potencial o, más precisamente, como un
1
realidad pasada, inasequible para el analista tanto co~ :· discurso de relaciones potenciales, potencial en sí mis-
mo para el analizando, y el de una realidad present ·~"f. rnó. Según eso,. el discurso analítico tiene, respecto del
igualmente inasequible. El analista no puede llegar: . ·.pasado y del presente por igual, sólo una relación po-
conocer la vida· real de su paciente; sólo la puede ima- tencial con la verdad. Pero esto no significa que el dis-
ginar. Los dos están reducidos a aproximaciones. Aun ·- curso analítico pueda consistir simplemente en nada.
durante el despliegue del proceso analítico, cada par.. Tiene que vehiculizar una relación homóloga con la
ticipante comunica, por medio de verbali~ación,_ sólo · téalidé;id imaginaria (o psíquica); es su contrapartida.
una parte de su experiencia de vida. Aquí reencontra- ·. Esto implica una correspondencia aproximada, pero
• •
mos el concepto de Winnicott -del self siléñte, -y ·viene·· ~--­ una aproximación afectiva sin la cual s~ efecto sería
. .-
a nuestra memoria una frase notablé: (•cada individuo · nulo. Se trata de una homología que nos vemos obli-
es un ser aislado, que permanentemente no se comu- ·g ados a construir :p or falta de testimonios positivos.
nica, permanentemente es ignoto, en verdad no des- Esta construcción, sin embargo, en modo alguno es
cubierto .. (1963). Salta a la vista la importancia de la arbitraria, porque no podemos dejar de construir lo real
capacidad de estar solo (en presencia de la madre 0 aunque nos guste creer que no hacemos más que per-
del analista) y su consecuencia: el analista tiene que c'ibirlo.
navegar siempre entre el riesgo de la angustia de se- · En uno de sus trabajos más importantes, inspira-
paración y el de la angustia por su intrusión. . do por el escrito de Lacan sobre la fase del espejo, Win-
Winnicott ha enunciado para nosotros una paradoja nicott ( 1966) analiza la función del rostro de la madre
esencial; ella es tal que, como él dice, la tenemos que como precursor del espejo. Insiste allí en la importan-
aceptar como es y no tiene que ser resuelta. Si el bebé cia de la comunicación inicial del bebé no sólo con el
es sano, ucrea el objeto, pero el objeto estaba allí espe- pecho sino también con el rostro de la madre. Sabe-
rando ser creado y llegar a ser un objeto investido. In- ~ · mos que el bebé mama del pecho (o del biberón) mi-
tenté llamar la atención sobre este aspecto de los fe- rando no el pecho sino el rostro de su madre. Apunta
nómenos transicionales sosteniendo que por las reglas con acierto Winnicott que mientras esto ocurre, el be-
del juego todos s~bernos q1..:1e nunca hemos de cuestio- bé puede, en la mirada de la madre, verse a sí mismo
nar al bebé para que responda a la pregunta: ¿lo creas-· - o verla a ella. Si con excesiva precocidad es el rostro
te tú o lo en con traste?n ( 197 1 b, pág. 89). Esta parado- · de la madre/objeto lo que percibe, no podrá formar el
ja se conjuga con otra: el objeto transicional es y no objeto subjetivo sino que prematuramente desarrolla-
es el self. 6 .
rá el objeto percibido objetivamente. Así quedará cons-
Las cualid~des propias del objeto transicional nos treñido a organizar un selffalso, en tanto imagen con-
enfrentan con ·u na verdad doble e incuestionable. El forme al deseo de la madre. Por fuerza entonces ocul-
j,
analista.no es un objeto real; el analista no es un ol?je- tará, mantendrá en secreto, su self genuino, al que no
podrá - y no tendrá permitido consentirle que se ex·
6
Lo que Winnicott dijo en realidad fue que el objeto transicio-· prese. Con este self falso, sólo alcanzará una identi-
nal es y no es el pecho. pero la misma fortnulación se puede aplicár dad externa. Pero esta es una solución patológica . En
al self.
el progreso normal de los acontecimientos se alcanza
)

316 317
i1
r

un compromiso por la creación del área transic· ifvo; en otras palabras, el trauma no es sólo algo que
de la experiencia. Ionai J¡a ocurrido en el sentido clásico del traumatismo
ccSi el bebé es sano ... n, ha dicho Winnicott. Al .. (por seducción sexual o por un acto agresivo) sino
nos bebés, lo sabemos, no lo son. Y entre ellos, los gu. aJgo que no ocurrió, a causa de una a .u sencia de res-
después nos impresionarán por la intensidad deq~e puesta de parte de la madre/objeto. ceLa cosa real es
reacción terapéutica negativa. Es notable que Win· ~
3
J8 que no está ahíu. Un enunciado muy ·certero, donde
cott encontrara necesario agregar,. en Playing and Rn¡.
. "" ea.
se manifiesta que la cosa que no está ahí, el símbolo,
l1ty, un suplemento a su trabajo original sobre el ob· . es tomad·a por realidad: esto nos recuerda la idea de
. ~· > · ·
t o t ransiciona ·.r · entre estas dos contrib~e­.
1. L a d 11erenc1a . ecuación simbólica de Hanna Segal, pero en un senti-
La•' .
ciones es muy considerable: el fruto de veinte años ~
¡ .

• do exactamente contrario. En el ejemplo de Segal, vio-


experiencia. En la última versión, Winnicott examin: ·. 1fi1 = pene. Pero en el·ejemplo de Winnicott -y en es-
lo que llama el lado negativo de los vínculos. En cier- . to coincide con Bion el no objeto es el objeto. El no
tos casos fronterizos, la ausencia de la madre se viv objeto, en este contexto, no significa la representación
como equivalente de su muerte. Aquí el factor tiempe · · del objeto sino la no existencia del objeto. Winnicott
. o
t 1ene que ser ponderado debidamente porque es en fun- . · habla de símbolos que desaparecen. Los pacientes en
ción de una acreción temporal (x + y + z cantidad · - Jos que se descubren estructuras de este tipo pueden
de destitución, expresada en los momentos acumula- . ·parecer incapacitados mentales, y en mis encuentros
dos. de ausencia de la madre) como Winnicott imagina ·miciales con estos analizandos salí con la fuerte im-
la manera en que el bebé puede pasar de la aflicción presión de su pobreza psíquica e intelectual. Su divi-
a la ccangustia inconcebiblen por la vía de una ruptura sa es: ccCuanto he conseguido es cu~nto no he conse-
traumática dentro de la continuidad de existir (ctLa lo- guidou.
calización de la experiencia culturaln). Para estos in- Esta línea de especulación que Winnicott agrega
fantes, celo úr1ico real es el hueco; es decir, la muerte 0 la ·. en 1971 a su hipótesis original sobre los objetos tran-
ausencia [en el sentido de no existencia] o la amnesia•• · sicionales y las posesiones no-yo es crucial porque abre
(1971b, pág. 22, las bastardillas son mías). Mientras el camino a un tema conceptual nuevo, la investidura
analizaba a.~n paciente de este tipo, Winnicott llegó negativa. He postulado (1967b, 1969a) la existencia de
a la conclus1on de que desde el punto ~e vista del niño · una estructura narcisista negativa caracterizada por
la madre estab;;I muerta, independientemente de su · la valorización de un· estado de no ser. Ganoso del es-
ausencia o su presencia. Se le ocurrió que en la trasfe- . tado de quietud que sigue a la satisfacción con un ob-
rencia cela comunicación importante para que yo retu- ·Jeto, pero en circunstancias en que esta no se ha pro-
viera era que podía producirse una borradura, y que ducido dentro de límites tolerables para su aparato psí-
este blanco podía ser el único hecho y la única cosa ·.. quico, el sujeto intenta de igual modo alcanzar aquel
real»• (ibid.. ). Esta observación sustenta precisamente estado de logro, pero con la estrategia de renunciar a
mis propias observaciones sobre la importancia, en la toda esperanza de satisfacción, induciéndose un esta-
psicosis, de la alucinación negativa del sujeto. Para el do de muerte psíquica no muy distante de la idea de
paciente de Winnicott, que había pasado por un análi- Jones de afánisis.
sis anterior, la negación del prim~r analista era más .· En su trabajo sobre el papel especular del rostro
importante que la existencia del segundo analista. ceLo materno, Winnicott recurre al ejemplo del paciente que
negativo de él es más real que lo positivo de ustedu. · le dijo cc¿N·o sería espantoso que el niño mirara en ·el
Este espíritu vengativo es particularmente severo res- espejo y no viera nada?u. La angustia de la alucina-
pecto de un objeto que ha fallado. La retorsión, en es- ción negativa es verdaderamente impensable. En mi
te caso, es una res.p uesta negativa a un trauma nega- . opinión, todas las maniobras defensivas descritas por
• •

318 319
.
~~--.
los partidarios de Melanie Klein no son más que una 8 trasformar estas alternativas en algo menos extre-
suprema estrategia destinada a evitar esta angustia :~·· J110, de modo que el delirio se trt1eque en juego, y la
fundamental y primordial. .:~ . uerte, en ausencia. En este contexto, ausencia no sig-
111
Si la ccsimbolización negativa•• puede proporcionar ~· ~ nifica p·é rdida sino presencia potencial. Puesto que a u-
una solución extrema (y muy costosa), existe otro tipo sencia, paradójicamente, puede significar una presen-
'

de solución que se adopta en los casos fronterizos. ·Por ·~ cía imaginaria o una no existencia inimaginable. Es la
mi propia experiencia, lo que he observado más a me..· . ausencia eQ el primer sentido la que promueve la ca-
nudo es una necesidad de. aferrarse a un objeto inter.. ... pacidad de estar solo (en presencia del objeto) y la ac- ·
no malo y preservarlo a toda costa. Es como si, cuan- .· tividad de representación y de creación de lo imagina-
do el analista logra reducir el poder del objeto malo ·.,. no: el objeto transicional, construido dentro de ese es-
el sujeto no tuviera otro recurso que hacerlo reapare-' -_ pacio de ilusión nunca violado por la pregunta ((¿Ha
cer, resucitarlo, en su forma original o en una análo- sido el objeto creado o encontrado?u. ·
ga; parece que lo más temido fuera el intervalo entre Freud, como señalamos antes, solía comparar la si-
la pérdida del objeto malo y su remplazo ·por un obje- tuación analítica con el ajedrez. Si Winnicott es el
to bueno. Este .intervalo s~ experimenta .c qmo tiempo maestro-jugador del psicoanálisis, sin duda que no es
muerto, al que el sujeto ·n o sobrevivirá. De aquí.- el va- ~-~­ ajedrez lo que juega con su paciente. Es un juego con
lor que tiene para el paciente la reacción terapéutica ·un carretel, con un piolín, con una muñeca o un osito
negativa: le garantiza que el analista nunca será rem- de felpa. En fin, con los niños. Winnicott juega al squig-
plazado; es que el objeto que pudiera sucederlo tal vez gle, donde cada participante traza por turno un gara-
nunca aparezca o lo haga $ólo demasiado tarde. bato, modificado a continuación por el otro (Winnicott,
En otra sección de Playing and Reality, ccEl uso de 197la). El movimiento espontáneo de una mano que
un objeto y el allegamiento por medio de identificacio- se deja guiar por la pulsión, una mano expresiva an-
nesu. Winnicott examina la capacidad del paciente de tes que actuante, traza una linea más o menos insig-
usar al analista. Para que esto sea posible, este tiene nificante e informe que somete a la inspección del otro,
que consentir en ser destruido todas las veces que el quien, deliberadamente, la convierte en una figura sig-
sujeto lo desee; así comprobará que el obje~o tiene la nificativa. ¿Qué otra cosa hacemos en el análisis de
capacidad de sobrevivir a su destrucción. 'Winnicott los casos difíciles? La bella claridad del juego de aje-
apunta el interesante comentario de· que una destruc- drez, que se desarrolla a la luz del día, está ausente
tividad de esta índole no se relaciona con la agresión. . aquí. En cambio nos encontramos en una noche enca-
Pero con ello alcanzamos otra verdad paradójica. Es potada donde se desatan relámpagos y truenos. El sen-
preciso comprender que no se trata aquí de la activi- tido no emerge completa corno Afrodita de las ondas
.d ad fantaseada de ti_n a experiencia de destrucción ac- del mar. A nosotros toca reconstruirlo. Viderman cree
tuada mentalmente, sino de una destnvestidura radi- , .· que antes de la situación analítica, el sentido que bus-
cal. En consecuencia, estamos ante una sucesión de . camos no existió nunca; es el proceso analítico el que
investiduras ~ibidinales o agresivas y de desinvestidu- lo· constituye como tal por primera vez. El sentido no
ras que derogan las investiduras precedentes y los ob- es descubierto, es creado. Prefiero caracterizarlo co-
jetos a que ellas adherían. Llevadas al extremo, estas mo un sentido ausente, un sentido virtual que aguar-
desinvestiduras terminan en la muer~e psíquica, del da su realización por los cortes y las modelaciones que
mismo modo como unas investiduras anárquicas hon- ofrece el espacio (y el tiempo) analítico. Es un sentido
damente penetradas de agresividad concrucen al deli· potencial. Sería erróneo .pensar qu·e espera simplemen-
rio. Entonces, el dilema fundamental es: delirio o .muer- te ser despertado como la Bella Durmiente. Es cons-
te (física o psíquica). El trabajo del analista propende truido en la situación analítica y por ella; pero si la si-

320 321

-- ·
estructurado como un lenguaje (Lacan); está estruc.. . ctones que W~nnicott impuso a la contratrasferencia
turado como un lenguaje afectivo o como una afectivj.. , . ·c uando la limitó a la actitud profesional. Por lejos que
dad que tiene las propiedades del lenguaje. <. . queramos llevar nuestra identificación con el pacien·
Winnicott fue muy criticado, y lo es todavía hoy . ·1e, esta identificación humana sigue siendo profesio ..
por SU gusto en distorsionar el encuadre analítico C}á: .:·. nal. La hipocresía no tiene cabida aquí. Terminamos
sico. Como no estoy preparado para aprobar todas 'las la sesión y no cedemos al deseo del paciente que la
deformaciones del encuadre analítico, tengo que dis- querría prolongar indefinidamente. Nos vamos de va-
tinguir entre las que me p~recen aceptables y las que .c aciones sin él y recibimos paga por nuestro· trabajo.
rechazo. Creo que las únicas variaciones aceptables del .· ;Nos empeñarnos en escucharlo pero no vemos ni oímos
análisis clásico son aquellas cuyo propósito es facili- · · stno lo que estamos preparados para ver y oír, así co-
tar la creación de condiciones óptimas para la simbo- mo el paciente puede comprender únicamente lo que
lización. Para la neurosis clásica, el análisis clásico sa- ··· estaba en vías de comprender, aunque por sí solo no
tisface esta función. En los pacientes fronterizos (sito- Jo consiguiera.
marnos el término en su acepción más lata), el analista -- En nuestra actividad de analistas, el trabajo real
tiene que pres.ervar en cada caso las condiciones mi- -- ...~o consiste en una mera receptividad para lo que el
. ·- ... nimas que 'requier-e el desarrolfo máximo de la simbo- · paciente comunica;; ~ampoco está ella determinada en-
lización. Hoy la principal dificultad del analista reside teramente por los P.reconceptos y las presuposiciones
en este campo. Nadie puede deci·d ir por él las modali- que infaltablemente preceden a toda comunicación. La
dades o la amplitud de las variaciones que estos casos creatividad del analista cobra forma dentro del tiem-
·exigen. Esta situación tiene varios resultados posibles: po y el espacio del intercamb~o comunicativo en que
el objeto analítico se forma en tanto se construye con-
l. El cinismo del analista que, explotando con fi- tinuada y discontinuamente.
nes personales la necesidad de dependencia de su pa- Los analistas escuchan a sus pacientes con más fa-
ciente, gana una seudo independencia con esa mani~ cilidad que entre sí se escuchan. Sin duda porque -y
pulación desvergonzada. . esta es la paradoja final- un colega es más un-otro
2. La colusión que la dependencia mutua supone. que un-semejante, y un paciente es más un-semejante
3. La culpa que trae el sentimiento de haber tras- que un-otro. Alter ego.
gredido la ley analítica implícita. . • _ ..
4. La libertad en el análisis, que se basa en el prin-
cipio de que este consiste en la construcción del obje-
to analítico. ·
. . . . .--- .... ...... ~. ~-

'

Aquí es indispensable un artificio. protector: que el


analista adviert~ de continuo su contratrasferencia y
le dé pleno en:-tpleo por vía de la trasferencia del anali-
zando. Con el término contratrasferencia entiendo to-
mar en cuenta no sólo los efectos afectivos, positivos
o negativos, de la trasferencia del analiz-a ndo, y no só-
lo la capacidad de antipatía o simpatía del analista, si-
no también el funcionamiento mental total de este, in- ·
cluyendo sus lecturas y ~1:1s int~rcambios con colegas. _.
Dicho esto, vuelvo a estar de acuerdo con las restric-

324 325

t
tuación analítica lo revela, ella no · lo crea. Lo traed la comunicación del cuidado psíquico materno, deja
la ausencia a la potencialidad, y lo vuelve actual A e en suspenso toda regresión actual al pasado por parte
tualizarlo significa convocarlo a la existencia, n~ ;· del paciente, y todo cuidado físico por parte del ana- ·
la nada (porque no existe generación espontánea) 8 ~ usta. .
ilo del encuentro de dos discursos y por la vía de ese Tenemos que ir más lejos. Y en este punto llega
objeto que es el analista, con miras a construir el obje- ·a su término mi acuerdo con Winnicott. Cuando él se-
to analítico. ~ jialó que un bebé, eso no existe, recordándonos el p .a r
Esta teoría supone que el_funcionamiento mental · gue forma junto con su cuna o con su madre en la si-
se debe tomar en cuenta. En el ajedrez está en juego tu~ción de amparo, su observación, como sabemos,
un solo tipo de_material; las piezas tienen valores dife- · ·provocó revuelo.
rentes y un modo de progresión inmodificable. La si- Por mi parte sostendré que un bebé con su madre,
tuación analítica, por el contrario, trae a la luz mate- ·e so no existe. No existe par madre-hijo sin un padre
riales variados: pulsiones, afectos, representaciones (de ·_\_: en alguna parte. Porque aun si el padre es odiado o
cosas o de palabras), pensamientos, acciones. Sus mo- < _desterrado .por la madre, removido de su alma en fa-
dos específicos de funcionamiento: ser el_juguete de ~.; vor qe algún otro, de su propio padre o de su madre,
una pulsión (dirigida hacia el cuerpo o hacia el mun- ,: el niño es empero el producto de la unión del padre
do), sentir, imaginar, decir, pensar, actuar; todos es- :: y la madre. Es, de esta unión, la prueba m _aterial, vi-
tos modos son susceptibles de un cambio final de fun- ··.'. ya, irrefutable. Hay madres que desean borrar toda
ción. Aquí se da jaque a la vectorización de la pulsión ··~-~~- huella del padre en el hijo. Y conocemos el resultado:
en lenguaje. Porque hablar puede ser equivalente de ·· una estructura psicótica. Podemos _afirmar entonces
actuar; actuar, de evacuar; imaginar, de llenar un agu- · que en definitiva no existe relación dual. No puede ha-
jero; y pensar, en el caso extremo, se puede volver im-· ber intercambios duales sino que siempre algún nexo
posible (cf. la ccpsicosis blancau, Donnet y Green, 1973}. e~tablece la posibilidad de la dualidad, en la forma de
Aquí evidentemente hemos alcanzado los límites áreas de reunión y de separación dentro de las rela-
de la práctica y la teoría freudianas. Tenemos la ur- ciones duales.
gente y cada vez mayor necesidad de contar con otro En la situación analítica, este tercer elemento es
sistema de referencia que conceda estatuto propio a ··:· proporcionado por el encuadre analítico. El trabajo del
la contratrasferencia y es~larezca stts potencialidades : ~.- encuadre analítico es comparable al trabajo del espe-
elaborativas. El analista debe emplear su imaginación --~:· jo, sin el cual es imposible formar una imagen de un
o bien renunciar, porque el inconciente crea su propia ·.· _..objeto. Esto induce la idea de que la reflexión es una
estructura sólo por la vía de lo imaginario. '; · propiedad humana fundamental. Tal vez este atribu-
La importancia del encuadre analítico nace del he- . ·· to sea innato, pero sabemos que es indispensable un
cho de que admite el desarrollo de uJ)a regresión me- ~- objeto para trasfor111ar esta potencialidad innata en su
tafórica que es un doble, un análogo de la regresión actualización, a falta de lo cual la potencialidad se ex-
infantil. De igual manera, la respuesta del analista, tingue y se ·pierde. El analista es el objeto necesario
comparable al ccamparon, es ella misma sólo un doble · para esa trasfoi711ación pero la puede producir sólo con ..
del cuidado ·materno. Es como si, de la totalidad del ·-~- la ayuda del trabajo de lo no-yo, que es el encuadre
trabajo físico y psíquico materno, sólo el aspecto psí- ·-. analítico definido espacial y temporalmente. Lo que
quico se hubiera de admitir en la situación analítica. · .:·,_ resuena con el encuadre es el discurso combinado del
La parte a la que no ·se da curso en el análisis es aque- -~- -analizando y del analista, dobles de su experiencia res-
lla que se echa de menos cuando se constituye el obje- w pectiva. Sin afecto no existe lenguaje efectivo. Sin len-

to analítico. Este objeto, que cobra forma a través de . guaje no existe afecto efectivo. El inconciente no está

322 •
323
1 O. Análisis de superficie, análisis llevado a conceder más importancia a los afectos. La
en profundidad · representación, en consecuencia, se deja de lado casi

-. por completo, en favor de los afectos. De este modo,
la comunicación de paciente a analista se produce por
El papel de lo precpnciente en la técnica rnedio de empatía; esto hace que la comunicación de
psicoanalítica . ·analista a paciente, es decir, la interpretación, se dis-
·ttnga por un mayor o menor descuido del discurso del
paciente y del papel que el lenguaje desem·peña en él.
Hacer conciente lo inconciente no se logra ya, como
Todo analista sabe que su trabajo consiste en ana- ·rreud pensaba, recurrie~do a eslabones entre repre-
lizar a cada paciente como · individuo, a través de su sentaciones-palabra ·y representaciones-cosa. Lo pre-
self más personal. ¿Se puede hablar de· técnica analí- . conciente es empleado cada vez menos como media-
tica única sabiendo que en el curso de una sola jorna- " dor, se salta sobre esto y la comunicación se establece
da se emplearon diversas técnicas, adecuadas para pa- casi de inconciente a inconciente. Lo cual concuerda
cient~s individuales o aun para tipos individuales de con la tesis de Freud de que los afectos son suscepti-
pacientes? No obstante, así como siempre se emplean bles de devenir inconcientes con independencia de su
referencias diagnósticas aproximadas, se habla de una nexo con lo preconciente (Freud, 1923b). La tenden-
técnica, entendiendo por tal cierta práctica ideal o co- . cia a emplear de manera directa los retoños del ello
mún, aunque los hechos no se correspondan con eso puede hacer que el silencio ya no se emplee como re-
ideal o común. En consecuencia se puede decir que curso técnico. En efecto, el silencio, en la teoría freu-
existe un modelo teórico implícito. -diana, induce regresión. En otras palabras: si en los
sueños es la coartación de la descarga y, en consecuen-
1
cia, la imposibilidad de obtener satisfacción lo que fuer-
za a los pensamientos oníricos a trocarse en imágenes
El modelo teórico implícito por vía de regresión, el silencio del analista y la posi-
ción supina fuerzan al paciente a e~presarse en el len-
La situación analítica favorece la trasferencia en vir- guaje del proceso primario siempre que la censura, las
tud de la regresión. Esta regr~sión es temporal, diná- defensas obsesivas o las defensas psicóticas más .ar-
mica y tópica. Ahora bien, si .consideramos sólo la re- caicas rio sean demasiado fuertes. En el caso de las
gresión temporal (o genética), dejamos de considerar defensas histéricas, se presentan ellas mismas a tra-
la tópica. Esto, .c omo sabemos, induce a error. Así, el vés de la actividad de los afectos, sofrenados porque
remplazo de un contenido por otro (fantasía de incor- no es posible la descarga por actuación o conversión.
poración), atribuido al pecho más que al pene, cede Desde que se escribe sobre técnica analítica, la re-
el paso a una ecuación de contenido-estructura. En el sistencia por hiper-entendimiento (de tipo obsesivo) y
ejemplo que ~cabo de dar, el contenido oral remite a la resistencia por hiper-vivencia (de tipo histérico) se
la regresión oral sin tomar en cuenta el nexo entre la han considerado opuestas: es lo que Bouvet llamó re-
expresión tó.p ica y el método de la representación. En sistencia hacia la trasferencia, opuesta a la resisten-
realidad sólo la estructura nos puede decir si el pacien- cia·por la trasferencia (Bouvet, 1968). Parece que di- ·
·-· ·te experimenta una regresión oral o fálica. Los analis- versas corrientes de pensamiento psicoanalítico dese-
tas saben que para aprehender la estructura no. es po- quilibraran esta oposición dando preferencia al afecto
sible limitarse al estudio del contenido. Ya Freud lo en la comunicación emocional entre lqs dos partícipes,
-sabía. La falta de confiabilidad de la representación ha o, en cambio, a la corrtunicación intelectual entre ellos .

326 327
La dificultad está en determinar la importancia q · cción (Winnicott, 1969). En suma, debemos poder
es prec1so · a t r1·bu1r
· a cad a u -n o d e 1os terminas
.. de ue
1
:>J.-<!.~·usar al analista y a sus interpretaciones como objetos
alternativa, y esto depende de las necesidades del p a · .· · e ·nos sirvan para alcanzar la capacidad de estar so-
ciente y del proceso psicoanalítico. El principal pr~: (sin el analista); al principio en presencia del ana-
blema es el desarrollo del proceso psicoanalítico, que -.-usta. y después, sin él, como si estuviera potencialmen-
según Freud, se sitúa más allá de las dos personas par~ ~,te presente cuando en verdad no lo está. De este modo
ticipantes .o , según Winnicott, entre ellas. -~~~silencio p~ede ser considerado inicialmente como
Esto nos introduce en el problema de la interpreta- ;.::un -espacio vacío que, a medida que el proceso analíti-
ción de la trasferencia, que sin duda es la fuerza im- : 'CO progresa, se convierte en un espacio por llenar, en · ·
pulsora del proceso analític<?. Ahora bien, importa re- . ;·· 1111 .espacio lleno de objetos de fantasía: el ·a nálisis no
parar en que un análisis conducido exclusivamente por , . se empeña en su destrucción sino en su trasformación
medio de interpretaciones d~ la trasferencia a menu- ¡·,·beneficiosa para el paciente.
J

do coloca al paciente bajo una presión insoportable.


El a _n álisis cobra un aspecto persecutorio ·aun si estas • •

interpr~~aci<:lt:t_~s . yan encaminadas _a "' que. aquel. :eom-~ ..-=-


prenda lo que sucede en su interior. El respeto por la - Lo pr~conciente: Inediador y transicional •

resistencia del paciente es una condición para el desa- '


l

rrollo del proceso analítico. A veces es necesario que ·. ·Desde que Freud sustituyó la primera tópica por
él proyecte sobre el analista, es decir, se introduzca ··. la segunda, el papel de lo preconciente disminuyó po-
en su interior para ver lo que sucede ahí. Pero es esen- co a poco. La referencia a instancia~ nuevas (ello, yo,
cial también que de tiempo en tiempo los dos miren superyó) no obliteró por completo las antiguas. Pero
juntos un objeto tercero. si se sigue hablando en los términos de conciente e
El conc~pto de desarrollo que acabo de mencionar . tnconciente, lo preconciente es mencionado cada vez
..
es correlativo de la idea de regresión que, paradójica- · menos.
mente, es progresiva. Pero el análisis no se caracteriza Sin embargo, cuando Freud escribió Esquema del
por la mera regresión sino tan;tbién por un proceso de :psicoanálisis (1940a). no subestimó el papel de lo pre-
regresión-progresión, un ir hacia atrás y hacia adelan- conciente. En la práctica, la principal diferencia entre
te. causado por la resistencia. Este f.>roceso _debe ser · lo preconciente y lo inconciente es que lo preconcien-
respetado si el paciente ha de seguir su propio ritmo. ·te ingresa en la conciencia con facilidad mientras que
Esto supone no sólo si~encio de parte del analista, un · _·el pasaje de inconciente a conciente tropieza con fuer-
silencio permisiyo, sino también el aspecto progresi- - tes resistencias que son, según Freud, condición sine
vo de l~s inte~pretaciones dirigidas a la regresión del qua non de la normalidad. Esto interesa a una impor-
paciente. tante cuestión técnica. El paciente por sí mismo pue-
En este caso cabe preguntarse por el propósito del de hacer conciente lo preconciente.
análisis. Según las ideologías, se puede decir que el = Aquí la asistencia del analista es desdeñable. En
psicoanálisis se propone ajustar el paciente a la reali- . ·-esta situación hay dos alternativas: o bien el analista
dad, promover su madurez emocional o su liberación utiliza lo preconciente como mediador y continúa el
personal_. Prefiero entender que el propósito del análi- trabajo analítico hacia lo inconciente siguiendo la ru-
sis es preparar al paciente para su autoanálisis. Este ta de comunicaciones desde lo preconciente hasta lo
punto de vista coincide con el de Winnicott, quien sos- conciente, en el deliberado intento de alcanzar lo in-
tuvo que la capacidad ~e usar un objeto se ligaba es- . conciente por esta senda trillada, en cuyo caso las re-
;

trechamente con la supervivencia de este tras su des- sistencias poco a poco cederán, infligiendo al yo unos

32 8 329

traumas muy leves; o bien va directamente ·cte lo ca . Aquí Freud implícitamente se refiere a las impre-
ciente a lo inconciente, y produce una real herida n.::.. . tones sensoriales, a los afectos, no menos que al len-
cisista debida al método empleado en la interpretació e aje. Entonces, el lenguaje es prueba del proceso pre-
~nciente, pero el estado preconciente no se agota en
11
más que al contenido de esta. Innecesario es decir qu
el paciente puede reaCcionar a esta intrusión sólo d: . el lenguaje. Por su parte, el afecto puede s~~ precon-
manera desfavorable: con una desmentida protectora ·ctente, pero no necesariamente lo es. Tambten puede
de ~u espacio interior o con la aceptación complacien. · ser conciente o inconciente (Freud, 1923bl: Lo pr~con­
te de un selffalso, sin creer realmente en él; también ctente es un espacio transicional entr~ lo 1nconc1ente
puede construir un. tipo de ·alianza terapéutica maso- y lo conciente, y entre el ello y el yo. Por su parte, .el
quista: ccDéme más interpret~ciones, vióleme, lastime- superyó está interesado en la .e structura del lenguaJe;
me, me gusta,. Esto conduce. a una erotizaci9n del su- esto se aclara si se recuerda el papel que los restos
peryó, que desvirtúa su naturaleza propia. La regla de rnnémicos desempeñan en la formulación y la intro·
que uno debe interpretar lo más cerca posible del yo yección de prohibiciones. Lo preconciente está de~~i­
se justifica ~i uno no desea promover el establecimiento nado a ser un espacio de tránsitO para la tradUCClOll
de un bloque pétreo de resistencias, característico del verbal de las representacione.s -cosa, pero es un espa·
comienzo de un análisis interminable. Se comprueba · · cio que puede ser saltado por el afecto. ·Una defensa
que análisis que desde el comienzo incluyen inte.r pre- obsesiva se detecta si el lenguaje carece de afecto por·
taciones detalladas y frecuentes difícilmente sean más que el afecto mismo ha sido desconectado o reprimi-
breves que los otros; más bien parece lo contrario. No do. En esta situación es mejor no buscar el afecto re·
está probado que produzcan mejores resultados. Lo primido ni interpretarlo directamente de mane~a ~il·
mismo se puede decir de análisis en que las interpre- v.e stre; conviene en cambio enlazar el afecto repr1m1do
taciones promueven abreacciones repetidas, sin dejar con la representación preconciente. Esta parece ser la
tie.m po para que el yo asimile e integre los nuevos con- condición para un trabajo interpretativo constructivo.
tenidos. En este caso se regresa al tratamiento catárti- Obrando de ese modo no sólo se restablece el nexo ro-
co y a la creencia de que la conmoción provocada es to sino que también se puede llev~r al paciente a per-
satisfactoria. ccEsta interpretación indudablemente le catarse de que el afecto había sido·desconectado o re-
pr<?dujo efecto,,. Pero, ¿qué efecto? primido por su lazo con esa misma representación. El
¿Cómo puede ser utilizado lo pre~onciente en el tra.. trabajo conducido de esta manera no pierde profundi-
bajo analítico? Para Freud, ellengu~je desempeñaba dad pero gana en precisión, y así alcanza justamente
un papel esencial en el paso de lo inconciente a lo con- el blanco que el paciente procuraba ocultar de la tras-
ciente: ccEl interior del yo, que abarca ·~obre todo los ferencia. Lo demuestra sobre todo el hecho de que la
procesos cognitivos, tiene la cualidad de lo preconcien- interpretación será confit tnada después, cuando el pr<)-
te. Esta cualidad es característica del yo, le correspon· ceso asociativo retome su curso, sea que el paciente
de sólo a éln (Freud, 1940a). Sabemos que ellen·g uaje apruebe o que rechace la justeza de la interpretación.
muda el pens~iento en percepción; en consecuencia, En este punto suele suceder que el paciente y el ana-
es el lenguaje el que posee esa característica. No obs- lista se encuentren pensando en la misma cosa; algu-
tante, Freud agrega: ccSin embargo, no sería correcto nas veces el contenido del pensamiento está muy ale-
hacer de la conexión con los restos mnémicos del len- jado del material anterior pero echa nueva lu~ so?:e
guaje la condición del estado preconciente; antes bien, este. De esa manera el paciente recibe la expl1cac1on
este es independiente de aquella, aunque la presencia de un hecho, de un síntoma, de una fantasía o de un
de esa conexión permite inferir con certeza la natura- sueño que ocurrieron semanas o meses antes de aque-
leza preconciente del proceso, (ibid.). lla sesión.

330 331

• •
i t
En resumen, acabo de restablecer el hecho de q el mero deseo de evitar la frustración. El lenguaje, en
lo preconciente es una instancia ligadora de energ~e :tanto opuesto al silencio, desempeña· un papel ínter-
anímica, que une los procesos primario y secundar/a ..-. ·mediario entre placer y displacer, y no sólo entre fu-
Y la trasformación de energía libre en energía liga:· ..-1-··:stón y destrucción.
es fundamental para el trabajo analítico, como lo ca ~~s
para el f t1;ncionamiento del aparato psíquico. Esto nos
proporciona u~a teoría acerca de~ yo, que le atribuye .
un papel semeJante al que ~e~empeña en la relación . ..Asociar, interpretar, pensar
terapéutica, sin recurrir a la teoría psicológica tradi- .
cional del yo. Es que la idea de Hartrnann de una fun- -Se puede preguntar: cc¿Qué es asociar?••. Asociar es
ción autónoma del yo con una esfera exenta de con- · _u na de las actividades fundamentales del análisis e in-
flictos nos haría retroceder imperceptiblemente al con- {··.~ teresa al paciente en dos niveles. En un ·nivel, asociar
cepto prefreudiano del yo. Es importante señalar que . perttlite que los contenidos de lo inconciente y del ello
no se perm.i te al paciente actuar sino que se le pide ;.. 'se manifiesten a través de la trasferencia y de una re- •

decir cuanto se le oc.u rra,- y así trasmitir la relación---- ~ ducción de la censura. En otro nivel, se pide al -p aciente
de objeto por medio del lenguaje; esto implica que el · . que asocie con lo que acaba de asociar, ·es decir, que
trabajo analítico necesariamente conduce a una puJ-- encuentre el nex() que gobierna los resultados de la
sionalización del lenguaje. El resultado es que el len- asociación. El analista también asocia, lo cual es una
guaje no se utiliza para la comunicación como en la reconocida causa de la atención suspendida. Asocia
vida cotidiana. Hablar al analista supone entrar en una tanto sobre las asociaciones del pa~iente corno sobre
relación muy estrecha con él, amante y destructiva a las propias. Esta contratrasferencia es perceptible so-
la vez. No existe equivalente de esto en la vida cotidia- bre todo cuando el analista halla difícil asociar las aso-
na porque, además del lenguaje, se -dispone de otros . · ciaciones mismas del paciente y asociar sobre ellas.
medios de comunicación, como gestos, acciones y re- N·o o.b stante, para ser reveladoras y significativas, las
laciones cara a cara, que varían con las reacciones del · asociaciones tienen que adquirir cierta constancia. Im-
receptor. pone esta la compulsión de repetición, que ofrece a la
Lo mismo se puede decir del silencio. En análisis, atención del analista aquello que necesita ser interpre-
el silencio no es sólo una ausencia lle habla, como lo . _ tado en la trasferencia. Frente a la interminable cade-
sería en la vida cotidiana, sino que está dotado de afec- na de asociaciones, la compulsión de repetición repre-
to (o lo induce, cuando el silencio es el del analista). senta en el tratamiento una suerte de etiquetarniento
Estos afectos pueden s·e r representativos de fusión o . artificial de aquellas, corno en ciertos análisis quími-
de destrucción: por e.s o es muy importante el dosaje cos un ion detertilinado es marcado para que se lo pue-
del silencio. A veces el silencio represe11ta comunión, da seguir a través de sus trasformaciones. La .trasfe-
la presencia del analista; otras veces representa ausen- rencia misma es una asociación en el sentido más am-
cia, muerte o v~ciedad. Lo que importa no es tanto la plio de la palabra; Freud la llamó ccconexión falsan. La
cantidad de silencio como su cualidad, un aspecto so- trasferencia y la compulsión de repetición van enlaza-
bre el cual ~ólo el analista puede decidir. No existen :· das. La trasferencia se puede considerar una resisten-
-reglas rígidas y fijas sobre silencios; cada caso requie- cia o aquello a lo cual la resistencia se opone; también
re una actitud apropiada. En este punto es pertinente se puede entender que incluye la resistencia. Si se la
la idea de Winnicott del ((ambiente facilitador ... El si- mira corno una manifestación del apego al analista (po-
lencio s~ ti~J!~. que juzgar según la ayuda que ofrezcél . . sitiva o negativa), su esencia será su naturaleza repe-
al paciente,· y no necesariamente se lo debe abolir por titiva. El analista ofrece al paciente un objeto, a saber,

332 333
el propio analista, sobre el cual pueoe fijar su compu¡. gtca primaria recurre a otros medios: en primer térmi-
sión de repetición; esto le permitirá reducir la canti- . a representaciones-cosa y afectos, para no mencio-
dad de compulsiones de repetición enlazadas con otro
8
:a;. 0
los actos y los estados corporales. Aquí la escala
objetos del mundo exterior. La trasferencia es, por 1 de las asociacione~ es más amplia, y los procesos aso-
tanto. una asociación, y más que hablar de alianza te~ tativos están menos limitados y son más polisémicos.
rapéutica, prefiero denominarla asociación analíti~a ~ teoría freudiana ~el pensamient? es por ese:> más
de manera de retener la posición privilegiada o la ri~ rtca y más comprensiva que las teor1as no freud1anas;
queza de connotaciones de aquella. Lo que se inter- en efecto, nos presenta diversos tipos de pensamiento
preta en la trasferencia (y no es toda la trasferencia, que en(ran en conflicto pero que en ocasiones se apo-
que no se puede interpretar, no importa el talento que . yan. Proponemos llamar proceso terciario al fenóme-
tenga el analista) es ese elemento que representa a una no de la asociación entre procesos primarios y secun-
estructura activ~. como lo es una a~ociación repetiti- . (Jarios. Aquella cita de Freud (1940a) que define lo
va. Importa poco si esta estructura activa, repetitiva .::.· preconciente adquiere su pleno valor si recibe una in-
es una repetición del pasado en el sentido estricto del' . terpretación amplia: _uEl interior del yo, que abarca
término, o si es un producto del análisis. En cualquie- . · sobre todo los procesos cognitivos, tiene la cualidad
-- ra de los dos casos, alguien sólo puede repetir lo que ~ de lo preconcienteu (las bastardillas son mías). Lo pre-
ya es parte de él mismo y lo que se ha consolidado . conciente incluye, en consecuencia, fenómenos que
en contra de la evolución progresiva y del gobierno del ~·-~_pertenecen al estado conciente (pens~mient~ sec~n­
yo. Ahora bien, ¿cómo obrará la interpretación, resul- ~ ·dario) y al estado inconciente (pensamiento primario),
tante del trabajo asociativo del analista, contra 1~ re- · como se lo ve en las fantasías. Es legítimo entonces
petición asociativa de la estructura activa? La respues- utilizar este instrumento de pens~miento, e~ decir, lo
ta usual es que para ello se debe anoticiar al paciente preconciente, como una de las herramientas principa-
de sus afectos más íntimos .'
y escondidos. Tal vez no les del trabajo analítico hacia lo inconciente. Tal vez
baste. La conexión entre el contenido inconciente y el sea la proyección de este espacio hacia el exterior en
contenido formulado (que resulta de la interpretación) ·. · Ia relación madre-hijo lo que justifique lo que Winni-
se basa en un postulado lógico, a saber, que existe, cott llamó espacio transicional (Winnicott, 1953).
en medida mayor o menor, una identid~d entre am-
bos. Entonces, si penetramos •
en los estratos más pro- . . El siguiente ejemplo clínico contribuirá a ilustrar
fundos y en apariencia más.. irracionales, alcanzamos estos puntos. Una mujer joven, ·de unos treinta y cin-
una lógica de cierta ín~ole. Los procesos primarios, aun . co años, inició análisis conmigo hace unos cuatro me-
en sus aspectos en aparien<;ia más primitivos, están v ses porque sentía atrofiada su vida afectiva, y esto la
gobernados por una lógica, que, desde luego, no es la deprimía. Estaba casada con un hombre a quien no
lógica del proceso secundario o de la razón, pero sí una ~ amaba pero con quien se llevaba pasablemente bien.
variedad de lógica simbólica. Es cierto que un analis- Por mutuo consentimiento, ella había vivido a su gus-
ta no razona cuando interpreta; las mejores interpre· to desde los sucesos de 1968 en Francia. Esto le había
taciones son las que surgen de manera espontánea. Pe- producido un sentimiento de gran liberación. Había te-
ro esto sólo significa que
. .
un trabajo razonado y lógico . nido dos amoríos desde entonces, ninguno de los cua-
(de lógica primaria) se ha producido fuera del dominio les paró en nada; el primero fue con un hombre pode-
de 1~ lógica secundaria de la razón~ .:~ roso y tirano que no mostraba gran comprensión ha-
Resulta notable, en este sentido, que en tanto la ló- "· cia sus problemas, y el segundo, con un colega que
gica secundaria emplea solamente procesos de lenguaje no tenía intención de comprometerse seriamente. Es-
(representaciones-palabra, en la teoría de Freud), la ló- ta segunda relación se había interrumpido, y el hom-

334 335
con alivio, amistad, comprensión, como ocurre e interpretaciones, más ·activas y más penetran-
sueño. · n el
··teS por su impacto directo sobre la trasferencia. Pude
Analista: Relieve puede fonéticamente ser ent .Jlaberlas producido siguiendo las lín~as de la fantasía
dido de otra manera. . en. ·d e ·v iolación expresada por la paciente unas sesiones
Paciente: R~-live [re-vivir], eso es lo que quería d _ . antes. Pero una violación desprovista de placer -y de
cir ... No tengo energía para vivir. Pierre [el segun; ·~ ·¡ ,eneficio habría provocado más bien un bloqueo a cau-
0
amigo] regresó esta mañana con regalos; me dijo qu sa de la resistencia, o una aceptación masoquista. Pre-
le fue maravillos~mente, el lugar era ideal, el esqu~ ferí tr~bajar paso por paso de una forma cuasi arqueo-
fabuloso [ella hab1a prestado su estudio alpino a Pie- lógica teniendo en cuenta la estructura alérgica de la
rre, quien fue _allí con su ~ueva amante sin decírselo . paciente. .
a mi paciente, quien sin embargo lo sospechó]. Me pu- El trabajo progresivo de la sesión ilustra la manera
so muy feliz que le gustara, vi también a Carole [la ~ -;en que se p-u ede utilizar lo preconciente para alc·a nzar
nueva amante de él], que estaba muy tostada por el . .io inconciente. Formalicemos del siguiente modo lo
sol, me puso feliz también, después me·sentí irritada. · , que acabamos de exponer:
[Llora.] .
a-+b-+c
..
.. ~
'

Analista: Celosa. Complete usted ahora la interpre~ a #1 b y b # e, entonces a # e


tación de su sueño. El nexo entre Pierre y Kenneth es
que usted les prestó a los dos su departamento [a uno . Pero si existe sólo una leve diferencia entre a y b~
en la región alpina y a otr.o en París]. Es Pierre quien :~- y si también es leve la que separa by .c . estas diferen-
está en su sueño y a usted le hubiera gustado _q ue le -·, cias se compensan y tenemos una asociación entre a
pidiera permiso para llevar a Carole consigo. El tercer :;. y e, que, a causa de la suma algebraica de las d~s pe-
.. significado de la palabra ((relive)) es re-leave, ccperilliso , _ ·quefias diferencias, tendrá por resultado la union de
1' •

f:.'1L •·..:.
1•
:~;, '
1 '
para faltar.,; yo le había dicho que no la podía ver el .,· los dos términos que estaban separados por una dife-
¡¡¡ ~·''"'''' l" .;
~-"- "' 1qí
tr,if-•f• h miércoles por la mañana. Usted habría preferido que -~-: -__ rencia mayor.
'! .. - Estas mismas diferencias acumulativas nos permi-
l~
yo le pidiera perrp.iso para faltar.
Paciente: [Silencio prolongado.] Estoy pensando en ·.. ten interpretar más allá, hacia lo inconciente, o sea,
cosas que intento compaginar. Pero esto va más bien ·.. ir de lo conciente a lo inconciente (la diferencia ma-

en contra de usted. · . --.. yor). Se pod.r ía decir que nos hemos basado en el si-
.. /

,. .:. guiente modelo:


Al término de la sesión, la paciente se interesó por
la sesión de altetnativa que le había ofrecido antes. Ella representación-palabra 1 # representación-palabra 2
la había rechazado en aquel momento diciendo que :.,. después7 representación-palabra 2 # representación-cosa 1
después. representación-cosa 1 # afecto
no le convenía porque para entonces tenía pensado ir después. afecto # representación-cosa 2
a es·q uiar. ..
. . , finalmente, representación-palabra 1 ~ representación-cosa 2
Podemos ver que en esta sesión todo el trabajo se· •

desarrolló próximo al yo; esto perm~tió un progreso Entretanto hemos pasado por varios procesos psí-
constante hacia la regresión, que se manifestó en el 7. · .q uicos: desplazamiento (o condensación), proyección,
afecto de tristeza patente en sus lágrimas. La trivial .·;. mudanza en lo contrario, ·vuelta sobre la persona pro-
palabra ccrelieve)) se utilizó corno encrucijada semánti- pia y aun sublimación.
ca d.e la que partían varias sendas hacia lo sofocado.
¡.
Habrían sido posibles otros tipos de interpretación y 1
Símbolo algebraico que significa etno muy diferente deu.
.t

• 338 •
339
,•..fl

! 1

¿Qué significa esta distinción entre los ·diversos ·-:IJlálisis de superficie~ análisis en .
teriale~ de la organización psíquica? ¿Por qué noma. profundidad
guir a los analistas anglosajones, que han abando~e­
do las diferencias delineadas por Freud entre rep a- El análisis de lo preconciente y, ~n particular, el
sentación-palabra, representación-cosa y afecto? Sir=~ ~ etitpleo del material analítico del paciente (en su pro-
cierto que debemos tomar en cuenta la dirección del ~~·. . ·pio lenguaje) se han descuidado desde Freud: La ra-
aparato psíquico, donde la verbalización representa el 1.;;~- zón no parece otra que esta: como lo preconc1ente es
término de una elaboración mental, entonces, a la in- ( asequible a lo conciente, la importancia de lo precon-
versa, todo remplazo de elementos referidos a la ver- ;: ctente es desdeflable y el lenguaje es superficial. Pero,
balización (representación-palabra) por otros elemen- ~..' a mi juicio, este punto de vista es superficial. Lo pre-
tos, no verbales, será revelador de un conflicto psíqui- . conciente, según hemos visto, es un espacio privile-
co que demanda solución, lo que a su vez pondrá de ..> .g iado en que ambos, analista y paciente, se pueden •

manifiesto cierto grado de censura. Parece probable, ~ ·encontrar para compartir parte de la trasferencia y se-
entonces, que la censura intervenga en ·menor medi- '· gúir adelante juntos. No se trata de que el analista co-
... -- .. :-~·-:::-::..:
da cuando las p~~é;il;>r~~ ~on re~mplazadas.. por . imáge-..":-- . . ·· rra como una liebre si el paciente avanza como una
1
r ·- -~- . ·--
nes: en una medida.más grande., cuando las re-m placen---· . tortuga. Es más prob,~ble llegar a un punto de encuen-
afectos, y todavía mayor, si son suplantadas por ac-. - tro en profundidad s~ el hilo que une a los dos viajeros
~uaciones o estados corporales. Desde luego que esto :· sirVe al mismo tiempo para mantenerlos suficiente-
se tiene que apreciar no como hecho aislado sino en mente distanciados. ~
relación con cadenas asociativas más o menos largas
y si las demás condiciones no varían con el estilo . Esta técnica parece la opuesta de la que aplican los
asociativo del paciente. Desde un -punto de vista más k}einianos, según yo la veo por su material clínico. Es-
teórico, pareciera que el recurso a materiales primiti- tos analistas utilizan también el lenguaje del paciente
vos de organización, en el retorno de lo reprimido, es . en sus asociaciones. Pero lo emplean como una estruc-
indicio de los niveles de conflicto. En consecuencia, tura que después es reducida directamente al lengua-
para interpretar desde el lenguaje del paciente hace je primario, en que sílabas fonétic~s son separadas pa-
falta un progreso gradual por diferentes niveles, que ra ser referidas a lo inconciente. Ahora bien, si segui-
parta de la superficie y trabaje hacia abajo. Requiere mos a Isaacs (en su artículo sobre la fantasía), es claro
también el empleo, por el analista, de su gobierno so- " que la fantasía no mantiene lazos con lo conciente o
bre el yo, de sus capaci.d ades de inhibición y su habili- . lo preconciente sino que es expresión directa de una
dad para enlazar e integrar los estratos psíquicos más actividad pulsional. El trabajo de trasformar la activi-
distantes del contenido manifiesto. .- dad pulsional, desde sus orígené·s somáticos, en su ex-
¿Hay aquí peligro de intelectualización? Lo habría, . presión verbal, se deja de lado en esta modalidad de
sin duda, si el analista fuera a considerar sólo las pa- descripción. Es una técnica que tiene dos grandes des-
labras. Lo importante no es concentrar la atención en ventajas. Por un lado provoca un forzamiento conti-
estas sino, más·'b ien. registrar las ocasiones en que fra- nuo de las interpretaciones, que conduce al paciente,
casan o dejan de cumplir su función. El factor más elo- tras un período de resistencia, a un vínculo terapéuti-
cuente no_es el lenguaje: lo son sus límites. Pero es co caracterizado por un selffalso o a su erotización ma-
por medio del lenguaje como averiguamos el punto en · soquista; el paciente nunca es dejado a su albe~río,
que la comunicación del paciente necesita de un ca- siempre tiene que obedecer. Además, la plétora de in-
nal de- alternativa, más próximo al proceso pr_imarJo. terpretaciones representa una alimentación intelectual
. - - -- . - .--- --


forzada que a mi juicio sólo puede llevar a un hambre

340 341
interpretativa mórbida o a una anorexia casi tot 1 pstcos~s latente, los instrumentos que utilizamos es-
cía el discurso del analista. a ha- tán danados; ~stas estructuras son particularmente frá-
Cuando interpreta lo conciente en los términ .gtles y, en consecuencia, presentan defensas masivas
o . t do
l o Inco.n cien e por me IO de traducción simultán os de ~que se caracterizan por una falla de lo preconciente.
al . t d t
an IS a pue e es ar Interpretando lo conciente 0 lo
o ea, el Es una explicación posible de lo que Balint llamó la
concient e y t omar.~os
o ·' equ1vocadamente
. por Jo in pre- 1
• ·,falla básica, y Winnicott el c'self falson. Bion insistió
t E d .
Clen e. sto pue e llevar a confusiones lamentabl
o con- ~ en las. perturbaciones de pensamiento que se descu-
Sorprende cuán ?oco los klei?ianos suelen interpre:; t. bren en estructuras psicóticas y, en particular, en el
e~ tr~~-torno ha~1a lo contrario: para ellos, la angustia hecho de que en estos pacientes las palabras son equi-
significa angustia, nunca es la señal del yo frente al de- ·v aientes a actos.
seo prohibido; el odio es siempre odio, nunca la inv . Los pacientes a veces necesitan que comprendamos
sión defensiva del amor; la madre mala nunca es u er- Jo que ellos experimentan antes que lo interpretemos.
construcción defensiva frente a la prohibición del ~~ Lo importante para ellos es que el analista sea capaz
cesto; la vagina terrificante nunca es un horror de can. de experimentar lo que ellos experimentan antes que
t~~ció~, etc._ Si se utiliza el material para una tradu~­ sea cuestión de comprenderlo. En este punto puede
cion simultanea (que se hace siempre por referencia suceder que la técnica sólo consiga mover su foco de
al d~splazamiento sobre el analista, y rara vez en el ·· lo conciente a lo inconciente o, tal vez, de lo incon-
s~ntido del tras:torno)., y si se repiten las interpreta- ciente a lo inconciente. Pero cualquier generalización
Ciones (que varian muy poco en análisis extremada- de semejante técnica perjudicaría, me parece, al resto
mente prolongados), se corre el riesgo de convertir es- del análisis.
t~.. act~vid~~ interpretativa seudo profunda en suges- Por ~ltimo, para volver a la concepción freudiana
tlon h1pnot1ca. Los kleinianos, que se consideran como . de la metapsicología, no se debería olvidar la fuerza
garantes de la pureza interpretativa porque evitan in- de los factores dinámicos, tópicos y económicos. Las .
terpretaciones extra trasferenciales o intervenciones · relaciones entre energía libre y energía ligada nos de-
no interpretativas, de hecho pueden llegar a inducir muestran que el factor más importante es el funcio-
un proceso de sugestión. Esto no significa, según es- namiento mental, es decir, la movilidad y flexibilidad
pero que haya quedado claro, que propongamos un ti- de los contenidos (ni estáticos ni inalcanzables por la
po de yo concebido a la manera de Hartrnann, autóno- velocidad de sus desplazamientos; esto es verdadero
mo Y ~xento de conflictos. Sustentamos la concepción para el factor dinámico que vuelve tolerables los con-
freud1ana del yo, que ~espeta la libertad del paciente flictos). Existe variedad y elasticidad en el uso de dife-
Y_ que recomiendé:i proceder con arreglo a Jo que el pa- , rentes tipos de comunicación, como estados corpora·
Clente es capaz de comprender de Jo que le decimos les, afectos, representaciones-palabra y representacio-
e~ este punto temporal del tratamiento, o sea, permi- nes-cosa, pensamientos y acciones, todos los cuales
tlrle. elaborar e integrar dentro de un proceso de regre- . son signo de relaciones tópicas satisfactorias. Por últi-
sión-progresión, y así pasar de lo más superficial al ni- mo, el sistema de trasforn1ación de deseos desde el ello
1

l
~
~ vel más proff.:!ndo. Esto evita· bloques de resistencia hacia el yo no debe avasallar al aparato psíquico pro-
'l . - ... pr~~~turos y duraderos o a la i~versa quebrantos porcionándole más de lo que puede soportar, ni obli-
- - psicoticos, psicosomáticos y psicopáticos. gar al yo a una represión drástica que lo empobrece-
1 . . ~e tratado de esp.e cificar las divergencias de mis ría. De otro modo se secarán las fuentes de energía de
i la actividad psíquica. Este es el factor econón1ico. No
t
l

' ¡ opiniones respecto de las de otros autores; además


' 1
1
1
1
quiero señalar que la técnica se adapta al paciente. parece necesario agregar un factor adaptativo (que se


Desde luego, en casos fronterizos y en pacientes con infiere en los principios del funcionamiento mental del


,....

342 343
1
. ' .:

. ....,sobre las pulsiones. Toda nuestra actividad refleja el
aparato psíquico) ni un factor genético porque no co..
' ·a gonismo y antag?nism? ~nce~~ntes de fusión y ~efu­
nacemos bien todavía las reglas del funcionamiento . · :.stón, de conjuncion y diSJUncion, de conder1sac1on y
temporal en 1~ inconciente. Además, la génesis está : ~. aesplazamiento, de Eros y pulsiones. destructivas.
supuesta en el proceso asociativo cotno tal, donde ca.. :<f.· · En definitiva, como dijo Freud, ccDios ayuda ~ los
da elemento da origen al que le sigue. · ·batallones más fuertesu.
El óptimo analítico se define en función de distan-
cia (Bouvet, 1968), es decir, por la existencia de una ••

diferencia eficaz entre los d.os términos asociados. La


relación entre los términos a, b, e, tiene que ser tal que
se pueda deducir de ellos una interpretación viable.
Si esta distancia es demasiado pequeña, el paciente .
no aprende nada sino que se refugia en ·una defensa ·
maníaca. Si, por el contrario, la distancia es demasia- ..
do grande, la interpretación es ineficaz· y el paciente
no puede utilizar el nexo entre los términos porque las , .
resistencias los mantienen separados. La resistencia ••
ensanchará la distancia ..entre lo que•el paciente expe.
rimenta y lo que el analista interpreta, no importa cuán
correcta sea la interpretación. El trabajo analítico apro·
vecha esta diferencia eficaz mientras persigue una in·
terpretación en caso de que la secuencia nueva esté
compuesta por d, e, f, g, donde g no hace las veces
de un contenido nuevo sino que es el resultado de una •

autointerpretación que opera también en la relación


entre d, e y f. Aquí entrará en ·acción lo que he llama-
do proceso terciario, es decir, existirá un nexo entre
el proceso primario y el proceso secundario. Este tipo •

de trabajo, que es característico del buen ~álisis y que


el analista debe alentar en el paciente, requiere un me-
diador. .
El lenguaje no es superficial si se expresa en l:ln
discurso vivo;2 un discurso en que intervenga el afec-
to, en que este no falte ni subyugue. El lenguaje no
puede ser superficial puesto que sabemos que se edifi·
ca sobre las estructuras 'profundas de la actividad men·
tal. Estas est~ucturas mentales, que pertenecen á la
actividad pulsional, son de conocimiento de los ana-
. . ~
listas desde hace algún tiempo pero los lingüistas las
siguen ignorando. Esta es la razón por la cuál Freud
situó el dualismo en el centro de sus diferentes teorías
- .. - - .. •

2
Le discours vivant (Green. 1973).

• 345
344
11. El doble y el ausente ¡os pares. sus colegas, que difícilme_n~e aprueb:n. es-
r tipO de excursiones fuera del dominiO de la chnica.
:sí. de todas partes se pretende q~e el analista ~er­
rnanezca encerrado en su consultorio, con sus pacien-
tes. y que no trasgreda los límites de su práctica. No
liay análisis, se oye decir, como no sea de 1~ t~asferen-
CI·a , y sólo en la cura analítica hay trasferencia.
. Fuera
.
de esos límites no hay otra cosa que aventurerismo
. basta abuso de poder por parte del analista. Por eso
~o hay que asombrarse de que la crítica psic_oanal~t~­
.
Si es verdad que el movif!iiento se prueba arldan-
do, por eso mismo quedaríamos dispensados de ofre- ca, como por lo demás todas las ramas del ps1coanal1:
• cer las pruebas de la aplicación del p~icoanálisis a los sis aplicado, esté en recesión frente al vuelo que tomo
textos literarios. Harto numerosos son los trabajos que en la primera generación analítica con Freud, Jones~
alegan en favor de ese proceder (Clancier; 1973). Pero Ránk, Abraham, Ferenczi y otros. No basta apo~~rse
andar no dispensa de hacerse preguntas sobre este pro- en el ejemplo de Freud para legitimarse automatica-
ceder como tal. Tanto más cuanto que, no obstante mente. Su obra, desde este ángulo, no está exenta ~e
contribuciones que hacen ley, no es sin reticencia· co- críticas. No hace mucho tiempo (1972) ,_ uno de los mas
rno se acogen los textos de la crítica psicoanalítica. brillantes helenistas franceses, J.-P. Vernant, cuestio-
Freud hizo la experiencia de esto. Hoy la crítica psi- naba la interpretación psicoanalítica de Edipo Rey y,
coanalítica es cuestionada todavía más. Primero por en cambio de ella, proponía otra de inspiración socio-
los teóricos de la literatura, que le reprochan toda .c la- política. .
se de cosas. Por ejemplo, que refiera demasiado la obra Este concierto de críticas no nos desalienta. Nada
al análisis de su autor, y eso que numerosos trabajos más estimulante para perseverar en una senda que
se ciften al estudio del texto, dejando por completo de sentirse objeto de tanta reprobación. Pasemos a la ex-
lado el abordaje biográfico, siempre conjetural, del periencia concreta. Sea un analista: ~a pasado toda la
autor. Cuando la crítica se limite al texto, se reprochará jornada en su sillón escuchando a pacientes q~e se han
a la ·c rítica psicoanalítica atenerse en _d emasía a una •
sucedido cada uno con su neurosis, sus conflictos, sus
de las significaciones de la obra, desdeftando las otras, . defensas, su trasferencia, gravosa en algunos casos.
las sociales, por ejemplo, no ~mporta si el analista se Cuando por fin su tiempo de trabajo t?ca a su fin_ Y
preocupó en precisar qll:e su abordaje bajo ningún con- se reencuentra con los suyos, se permite alguna dis-
cepto se podría considerar exhaustivo. En fi.n , se criti- tracción: irá al teatro, al cine o. simplemente, tomará
cará que esta perspectiva traiga a la luz sobre todo lo un buen libro que ha de hacerle olvidar las preoc~~~­
que hay de no literario, descuidando lo ((literalu en la ciones de su oficio. Sólo que, evidentemente, es dificil
obra. Como si lo literal no fuera el medio de alcanzar a veces detener la máquina de psicoanalizar, sin duda
lo no literal, que es siempre aquello sobre lo cual se porque el psicoanálisis no es un ?f~?io co.mo los ~~más.
forma lo literal: · .· Ser psicoanalista es tener una vision pstcoanalitica de
Si las quejas sólo vinieran de literatos, se podría toda experiencia que uno hace. Algunos lo deploran
pensar que es una reacción asaz natural contra el sen- porque, ante esta toxicomanía profesional, n~ queda
timiento de una intrusión desagradable. El psicoana- demasiado espacio libre para otra cosa. No d1go que
lista, habituado a este género de objeciones, podría no · · obligadamente sea así, sino que a menu~o 1? es. ~
hacerles caso y confiar en que el tiempo le hará justi- Tranquilicémonos; no siempre es asi, stno solo
cia. Pero es que está expuesto a las críticas de sus pro- cuando el analista es movilizado, cuando la obra, cual-

• •

346 347


quiera que sea, lo ha tocado, conmovido, sacudido . c,n ~ ~en la regresión del paciente, anda siempre hacia ade-
..
tonces el analista experimenta a menudo el afán d ¡ante, por más que el automatismo de repetición pa-
analizar, es decir, de comprender las razones que le . · rezca signo de estancamiento. La progresión es inevi-
han hecho vivir ese efecto; es ahí donde C·Omienza e ,., ·table al paso que el analizando vive y habla. El tiempo
0
' su..
t rab aJo_ d e_ cr1#to1ca, d e (( d _econstrucc1on,.. Esto ya inipo
0

. . · trascurre de manera inexorable y el analista, como lo


ne un limite a su trabaJO. No puede tratarse de análi- - :, ·pretende Heráclito, nunca se baña dos veces en el mis-
zar un texto por encargo, la demanda·sólo puede pro- .· íno río. . .
venir del interior, si es qu~ algo ya ha pasado entre ,~A ¡ :. Acabo d.e · mencionar.la regresión, fenómeno· ca pi-
el texto y el analista. El análisis del texto es un análi- • l tal .que todas las condiciones del análisis concurren a
sis ap~es-coup. Pero si el texto no es el autor, cabe pre- ,: favorecer. A causa de esta regresión, el discurso del
guntar, ¿cómo analizar un texto? Antes de responder · paciente parecerá a veces, a un no analista, ininteligi-
esta pregunta tal vez convenga decir cómo un analis- ble, por su estilo inconexo. Asimismo, el analista no
ta analiza no a un texto sino a un paciente. Las dife- escucha solamente con su oído aun cuando fuera el
rencias y las semejanzas se manifestaran enseguida. tércero sino con todo su cuerpo. Es sensible a las pa-
La primera diferencia entre el analizando· y el texto·está ---~--­ labras, a la entonación de la voz, a las suspensiones.
-- en que aquel es objeto de· u ·n análtsis continuo, ·p ro- . , ·del relato, a los sil~ncios y a toda la expresión emocio-
gresivo, en el q~e no se puede volver atrás. Acude.se- ·--- nal del paciente. S~n la dimensión del afecto, el análi-
sión tras sesión para comunicar al analista lo que vi- sis es una empresa vana y estéril. Sin compartir las
ve, el modo en que lo vive con relación al analista, có- emociones del paciente, el analista no es más que un
mo vive la parte de él constituida por sus pulsiones robot-intérprete que mejor haría en cambiar de profe-
y sus defensas frente a su yo más o menos organiza- sión antes que sea demasiado· tarde. Hoy sabernos que
do, más o menos en relación con la realidad exterior. el analista debe poder soportar el caos de ciertos pa-
En cuanto a lo que el analista comprenda de estaco-. . cientes para permitirles emerger y construirse un es-
municación, elegirá callarlo o bien comunicarlo a su pacio interno ordenado sin el cual ninguna vida social
paciente para producir una toma de conciencia que im- es posible.
plique al analista (interpretación de trasferencia). Es- Un trabajo reciente (Viderman, 1970) nos enseña
ta interpretación presentará una relación supuesta con que la interpretación no es solamente la revelación de
el pasado del analizand~ pero, sobre to~o, se apoyará un sentido oculto sino. en cierto modo, la cr~ación de
en lo que el analista ha averiguado por la evolución del un sentido ausente, una verdadera invención que ha
análisis del paciente, hasta el punto al que analista y quedado, corno se dice, en suspensión. Es considera-
analizando hayan llegado juntos bien o mal. Todo ana- ble la parte de hipótesis que una interpretación psi-
lista sabe por experiencia que lo que hay para com- coanalitica contiene. Porque esta interpretación recae
prender en la comunicación de un material es mucho . sobre la realidad psíquica interna del paciente, consti-
más rico que CUé:\nto él logra comprender. No solamen- .:: tuida por sus fantasmas. En consecuencia, no se trata
te porque sus .capacidades de comprensión son siem- de una interpretación histórica, en el sentido que dan
pre limitada~, por dotado que él sea, sino porque ade- los historiadores a este término, sino de una interpre-
más nunca es ·posible una vuelta atrás. Aun si el ana- tación conjetural. El analizando, contrariamente a lo
lista pide al analizando que repita tal o cual fragmento •'
. que creía Freud, no esconde en sí una imagen de su
que él le ha comunicado, este segundo relato será sierri- . . · . ~ .. pasado semejante a la de una ciudad sepultada bajo
pre diferente, progrediente con relación al relato pri- · los escombros, corno una Pompeya que pudiéramos
mero. Será siempre. otro relato y no. la repetición de _, t redescubrir casi intacta, sino una realidad deformada
un relato. El proceso psicoanalítico, aunque fundado --- - .:- por sus propias interpretaciones de ella y de la ima-

348 349
nificaba la "Primera pipa de la mafiana ... Debía de tra.
tarse de la envidia suscitada por la primera comida que ~~:~~··.
se co mprende que por este procedimiento
. se d effendía
su madre daba a su hermana su primera lactación-- , de la sucesividad de su orden y pretendia que ~e sen
~.y¡.íZf'~· · omo gemelas para rehusar a su hermana las sattsfac-
tras la noche pasada con el padre. Ella tenía que acep.
tar la pérdida de la satisfacción del pecho y conformar~ . ~tones que ella debía abandon~r y, p_or_otro lado, para
se con un recuerdo de la satisfacción antigua, de cuar . . }(, ._ ozar de estas por identificacion. ••SI tu eres corno yo
do era única (las reservas). Le dije entonces que, al na-
1 '. ~ no diferente de mí, todo placer que tengas. lo tengo
recer. si bien se sentía s~tisfecha y complacida Por
... :;.. también you . ..
tener todavía reservas del alimento que había recibi-
do ayer, el solo hecho de haberme oído encender mi Estas indicaciones sumarísimas del trabajo a~alí­
pipa le demostraba que yo no me int~resaba verdade- ticó permitirán comprender mejor lo qu~ el analista
ramente en ella, lo que había bastado para. darle ham . . hace cuando analiza un texto. Por un curios~ vuelco,
bre de nuevo y para tenerme inquina. Ella admitió es- S e puede decir verdaderamente que el analista ana-
no un texto. Ello por varias razon~~- E 1 texto l"t
lice ·
1 erario
ta interpretación, y siguió hablando de su avidez. Alu-
. . .. .. - dió además a sus _d ificultades c<;>n _su marido, ~ a los- "- - .es lo contrario de un discurso analitico. Es un ~rod~cfP
reproches que eUa l~ hacía por su falta-de ternura: aun:----· to altamente elaborado, aunque revista la_s apariencias
,

que era muy intolerante hacia su virilidad, . e.~igiend9 _ de una libertad asociativa. El texto h?- sido retocad~,
relaciones -sexuales cuando él n ·o las deseaba y rehu- tachado, censuradd; es producto no solo de una escri-
sando las que él le proponía cuando tenía ganas. La tura sino de una o varias rescrituras - y no s~bemos
alusión al viaje a los Estados Unidos es decir, a la cuántas veces ha sido rescrito un texto ; esta sobre-
hermana me permitió entonces seguir el impulso de cargado de interpretaciones, de remisiones, .cortado Y
la primera interpretación; le hablé de su hambre y de mutilado de aquello que no conviene a su autor. ¿Er~
la envidia que experimentaba hacia su hermana, co- algo malo o no revelable? Nada se ~arece ~las con~I­
mo hacia su amiga, la que estaba con el doctor X y ciones del trabajo analítico. ¿Por que empe?arse e~ In-
que juzgaba nutrida y mejor amada que ella. Agregué tentarlo entonces? Asimismo, el texto esta s?met1d?·
que era como si el solo hecho de que su hermana fue- no obstante las tentativas modernas de una t1pograf1a
ra amamantada, por más que ella misma estuviera sa- muy exquisita, a la linealidad: Es una. secuencia de
ciada, le anulara su satisfacción. Antes qu.e pensar en frases, que se diferencia del discurso vivo del habla.
que tenía algo en más (el alimento de la víspera), vi- Todo ocurre como si desde las condiciones de produc-
venciaba más bien ese .algo en menos (la pipa de la ción de la palabra carnal, unas trasformaciones -que
mañana). Queriendo restablecer a toda costa el equili- serán siempre otras tantas decantaciones, ~unque pre-
brio, no conseguía· sino crear de manera perpetua un tendan encantamientos hubieran producido .estas~­
desequilibrio nuevo que le era preciso corregir. cesión de secuencias gramaticales del lenguaJe escri-
La paciente experimentó gran alegría: uEs exacta- to. He ahí otros tantos inconvenientes que des_alenta-
mente eso, es extraordinario. Siempre he querido man- rían todo intento si dos condiciones no acudieran a
tener la balanza·'igual entre mi hermana y yo (anular prestar auxilio en este punto al analista: la primera e.s
la diferencia, es· decir, el hecho de que ella fuera lama- que el texto está fijado y · que uno puede volver a el
yor, y la otra, la menor, con las ventajas respectivas incansablemente, a diferencia de lo que ocurre e11: la _.
. .. . .... .. de esas dos posicio~s) a fin de que fuéramos seme- sesión de análisis, en que la repetición de un relato
jantes. Así, cuando yo engordaba, cuando subía unos será siempre otro relato. ;Es cierto que u~a segunda
kilos, me empefiaba en que mi hermana comiera y en- lectura nunca será la r~petición de una lectura ~nte­
·- .. . - ·- grosara para que - -
fuera exé!ctam_
.
e nte parecida a mí,. rior, pero esto sólo vale para el analista ~~e interpre-
ta: el texto, por su parte, está cerrado y fiJO; en noso-

352
353

'
. .
tros es donde desborda. La segunda concti· · ~ la versión definitiva impresa: la que recibió el impri-
Cion es
tod o texto, por elaborado que sea lleva s 1·e que mátur del autor, que consiente en entregar ese conte-
11as. A partir . , mpre h
de estas huellas, que siempre des . ue. Jlido velado de su verdad. No obstante, sucede que cier-
algo en el lector analista, se p. odrá anudar Piertan tas circunstanci~s confirmen el fundamento de la in-
. .. ·
d e Interpretación, que nunca es urgente co . un trab .
a.Jo terpretación. Comunicaré una experiencia personal.
ál . . mo en el Leía Los embajadores de Henry James, y más avan-
an ISIS, nunca es presionado, es decir que .
., b . no eJercP zaba en la lectura, más me decía que la clave de la
una pres1on so re el analista como dentro de 1 t -
· d · a rasfe obra se debía buscar por el lado del que no era nom-
rencia y e su Inducción contr:atrasferencial. Ha t· ·
po, Y siempre está abierta la posibilidad de r{fl Ie~­ brado: el padre muerto, que nunca ·e s mencionado por-
nar. La «publicación" del pensamiento no es co ex~o- q·u e .la madre es la detentadora de todos los poderes.
tl· va por consi·ct erac1on
·, a 1 paciente. Por lo demás, nstric-
ha Me decía que era esa .una de las pruebas del gran ta-
que confesarlo: como el trabaio de interpre·tac·.. y lento de James: haber construido la obra en torno de
l . ~ Ion del

ana Ista no puede menos que ser un trabaio de d ~ esta referencia ausente que en sus manos alcanza to-
m acion · , (1 · t :.1 e~or-
a In erpretación psicoanalítica es ·siemp da· la eficacia estilística del trabajo literario. Un tiem-
de~ ., d 1 re una
10rmacion e as intenciones concientes del · po después, leyendo los Notebooks, pude conocer la
. , - SUJeto,
~uesto que, como lo digo en el ultimo capítulo de t manera en que James trabajaba. Partía de lo que lla-
libro, es la desligazón delirante del texto que le hes e maba ((el germenu -creo que esta palabra se debe en-
d ecir· Sin · ape1ación lo que nunca ha dicho) ' es pr ace · tender en su sentido sexual más que botánico , una
· ' eciso
r~conocer que si alguien debe ser asistido aquí no es anécdota que hubieran contado en su presencia, una
~Iert~m~nte el aut~r, que ya no tiene cura, sino el ana- noticia, una conversación sorprendida durante una co-
hs~a Interprete, quien se asiste, por medio de este tra- . mida, una nonada en cuyo derredor tejería su tela co-
baJo de comp:ensión, en aquello que el texto ha des- . mo una araña paciente preparando la red que atrapa-
~ertado emocionalmente en él. Así, el paciente, el ana- ría al lector. Ahora bien, Los embajadores constituyen
lizando potencial, no es el autor como todo el mund un caso privilegiad·o porque poseemos tres versiones
c_r~e Y teme- sino el analista. Ahora bien, este subje~ de esta historia. La primera, el ((gerrnenu; la segunda,
ti.VIsmo :xt_r~mo de la crítica psicoanalítica procura un pro:yecto enviado a su editor, de extensión inusita-
Cierta Objetividad. Es indudable que la interpretación da (cuarenta y cinco páginas impresas); por último, la
no pr~ten~~ una verdad absoll!ta sino, más bien, una tercera versión, la novela en su forma acabada. Sería
a~roxima:Ion a la verdad: pero )1emos visto que lo pro~ un estudio apasionante investigar las diferentes tras-
pio ocurria en el cas.o de la cura analítica. El interés formaciones del texto que en este caso conciernen al
de esta. aprox~imaci?n, una vez más, no es analizar al mismo proyecto y no, como en Jean Santeuil, respec-
autor Sino mas bien investigar los resortes del efecto to de la Recherche du temps perdu de Proust, a otra
d:l texto sobre el lector potencial. Así el analista in- obra. Habrá que hacerlo algún día. Pero para limitar-
terpre.t e adopta la posición del crítico, que es el inter- nos a lo que deseo destacar, cuál no fue mi sorpresa
locutor privilegü~do, el mediador entre el lector y eJ cuando comprqbé lo que sigue. En la versión definiti-
autor. Por mejo.r decir: entre el texto como escritura va, Strether es el embajador de la madre de Chad New-
Y su actualización como lectura. El texto es de ese mo- some;· su embajada arriesga algo: de su buen resulta-
do rescrito por est_a lectura. Ha habido muchas quejas do dependerá la posibilidad de que él realice su pro-
por estas pr-etensiones abusivas del crítico que rem- yecto, que es casarse . co~ la viuda rica, la madre del
p~aza al autor, pero ¿quién puede creer en la existen- joven, Chad, de quien finalmente se convertirá en el
Cia de una lectura inocente? aliado, lo perderá todo para asegurar su felicidad, re-
Casi siempre, es verdad, el analista dispone sólo de nunciando incluso al -a mor de otra mujer.

'• •

354 355
' .
Remontándonos al resumen del proyecto de .. , . (le un hombre de letras, u?. escrito~, con una viuda ri-
la, el pe.rsonaj: q~e diri~e al joven. el discurso li~~;e: . · cuyo hijo su futuro hiJO adoptivo- debe ser amo-
dor le dtce: «Tu, tu eres Joven, ¡vive! Y libérate d ~ ").", ',-...::.co:.tado para que se atenga a los deberes de familia
graves debe:e~ que tu familia hace pesar Sobre ti 1 ~p O~ . 1
mero es anontmo: «un norteamericano distinguidort
. · ·• y a las responsabilid~_de~ fin~nci~ras. Pero ya el ger-
_·! Jlen designa la relac1on Imag1nar1a_ de u~ ~adre .Y un
IBI'"-l¡i··.-·•

maduro ... James le dará el nombre de Lambert Str ,Y · . ;· uo, porque James e~~ribe: uH~bra sacr1f1cado a ~1-
her, y le adjuntará un doble:. Way~arsh, quien, ;~~ ~it~ guien ·(un amigo, un hlJO, un hermano menor) a su 1!1-
s~ par~e: J?erma~ece como al~a~o ftel de la madre. El .• capacidad de sentir .... El joven es.tá mue:to. T~do es-
titulo Inicial deb1a ser Los VleJos. · ·. -tá terminadou. El otro JOVen., a quien sera preciso de-
Lo que s~ especifica acerca del persbllaje revela ,......,.,¡,;;_, volver al redil, será el objeto de la volte-face (el vuelco

el h:?ho c~p~t~l que James mencionará apenas en la ·t otal; la expresión es ·de James) que lo llevará a poner-
. vers10n defmthva: una relación padre-hijo fallida entr
Strether y su hijo muerto accidentalmente a los dieci~
:-.-:.;.::<,o,· sede su parte. Estamos aquí, en fin, ante el problema
'it'W.~·;;¡ ·del duelo.
s~~s años, que dejó una cicatriz dolorosa de esa rela- · Era preciso que esa· nota estuviera ahí, en reserva,
.. - Cion f~-~cél~;:tdª-~ - ;Ep. la.Y~f$ióQ. (lefiQ.itiva 1aalusión a es~ ,~, .. .para que, según la expresión de James, un dí~ (tres
te hijo del «embajador.. será discretísima. Pásá total- · . < o cuatro años después) ccel tema saltara sobre ffil, des-
mente inadvertida, mientras que., en sus Notebooks ~t~~·· de mi libreta de é:}puntesu. Es el momento en que el
James Iílanifieistafuente la erige eri uÍl pivoú; -de.
obra.
1; -·- " tema cobra autonomía, se vuelve independiente de su
germen, del narrador, y de él mismo. ctHa pasado a ser
Si ahora nos remontamos al «germen .. , «diez pala- impersonaln. Tal la concepción, la ~estación, el naci-
bras apenas .. anotadas en los Notebooks (pág. 22ó) el miento de la que, según James, fue cela mejor de todas
31 de octubre de 1895, la propuesta es la de una nove- mis obrasu.
la corta a partir de una anécdota narrada por un ami- ¿Cómo funcionará la eficacia del texto? Hemos to-
go, Jonathan Sturge, sobre una persona de su común mado como término de comparación el discurso d el
relación (Howell). Allí se trata de un hombre que ha analizando con su diversidad y, sobre todo, sus r egis-
ido a París a pasar unos días, breve estada interrum- tros, de lo más carnal a lo más espiritual, de lo más
pida por el anuncio de la muerte o la enfermedad de ·.-- concreto a lo más abstracto, de lo más emocional a lo
su propio padre. Este hombre ha viajado: desde su pa- :'. más inteléctual. Retengamos nosotros estas·divisiones,
tria hasta París para ver a su hijo, estudiante de bellas :"."· por más que hoy se busque abandonarlas, porque fun-
artes. El narrador dice que el hombre en cuestión pro- cionan en el plano de la experiencia. Hemos visto que
nunció las palabras mismas que serán la clave de bó- el discurso del analizando apelaba a materiales diver-
veda de la obra: «jAh!, ¡tú eres joven, tú eres joven! sos para expresarse: representación de palabra, de co-
Disfruta de ello y vive,,. Esto, repetido varias veces con sa, afecto, estado del cuerpo, acto. Es lo que nos per-
insistencia. Resulta bien claro que estas palabras re- mite hablar de una poligrafía del inconciente como si
f~rid.as a un conocido son las mismas que el padre ha
;:o.

este se sirviera de diversos sistemas de escritura para


dicho, o que tal vez no ha dicho pero habría querido expresarse (Green, 1970a). Pero si en fin de cuentas
decir, a su hijo: Vemos entonces la serie de trasforma- existe una vectorización que desemboca, por una se-
.... :~-- ~
ci~n~s qUe ha. de_Seguir:- la _reía~ió~ padre-hijo essu-__ ~c -_ rie de trasformaciones, en la verbalización, así tam-
pnm1da, el dato inicial, bastante trivial, de la oposi· bién el texto de la vida se muda en texto de la escritu-
ción ent~e una vida de deber y de conciencia y la año- ra por la senda última del lenguaje escrito. Todo se
ranza ~?r la ~~ve~~ud ~edes~ub~~~t~ ~n el extranjero, __ . resuelve en frases. En un libro de fecha reciente, R. Bar-
Y en ~~~~s -~sp~<;~~l-~en~~. c~e.de .el -lugar a la relación - ~.-:-: thes ( 1975, pág. 49) narra una experiencia interesante:

356
357
1

uAnochecía y, medio dormido sobre el taburete d


bar, me puse a nombrar, por juego todos los le e un ciones [ ... ]u. Formas de actividad, situacion·e s, movi -
·
Jes t b · ' .. ngua. das por el trabajo de la escritura, donde lo inconcient
. que en. ra an en mi escucha: musicas , con versa
Clones, ruido de sillas, de vasos, toda una estereor . - hace su parte, se convierten en palabras encadenadas
..
d e 1a que una p 1a~a de Tanger JOU¡a
en frases. ••Encadenadas, expresa bien aquello de que
(descrita por Severo Sar.
duy) es el lugar eJemplar. También en mí eso habl b~ se trata: un proceso de aprisionamiento, de conten-
(es bien sabido), y esta palabra, llamada "interior"a '"" ción alojar un contenido en un continente, diría W.
parecía mucho al ruidO de la plaza, a ese escalonarnÍ se Bion ; y una concatenación, un encadenamiento, por
to de voces mínimas que venian del exterior: yo .....~n-.a.lS-
A ...
los solos materiales del lenguaje. Aquí se revela el po-
mo es t a b a en un lugar público, en un zoco: en mi pa- der de la escritura: suscitar, por sus efectos, afectos
sab~n las palabr~s, los menudos sintagmas, los cabos de ·escritura que imitan los afectos de la vida y compi-
de formulas, y n1nguna frase se formaba, como s· ten con ellos. Tan grande será la fascinación de los
.
h u b 1era ·ct 1 · I esa
afectos de la escritura que se los podrá preferir a los
_si o a ley de este particular lenguaje. Esa pa-
labra; bien cultural y bien salvaje al mismo tiem 0 de la vida. Escribir, leer, son pasiones. La crítica es-
era sobre todo léxica, esporádica; constituía en mf ' . _ tructuralista, apoyándose en la lingüística, se ha es-
-- través de su flujO aparente," un disconth:íuo definiti~o~ . forzado, en un movimiento de formalización sin pre-
est~ no frase _de ningún ~oda era algo que hubiera ca~ cedentes, por abstraer estos efectos de afecto del tex-

rec1do de la potencia de acceder a la frase, qlie hubie- to. Este se desecaba bajo análisis que lo dejaban hecho
ra sido un antes de la frase; ella era: lo que es eterna- un esqueleto sin vida. Toda la carne del texto desapa-
me~te, soberbiamente fuera de la frase. Así, de mane- recía. Tras un largo itinerario, Barthes, que imprimió
ra VIrt~al, toda la lingüística se desmoronaba, ella, que su m~ca sobre la crítica francesa contemporánea, ad-
cree solo e_n la frase y ~ue siempre atribuyó una digni- virtió que de ese modo se entraba en un callejón sin
dad exorbitante a la sintaxis pre.dicativa (como for 111a salida. Por ·eso el análisis textual volvió, he ahí el re-
d~ una lógica, de una racionalidad); recordé este es- tortlo de lo reprimido, al análisis del placer del texto.
candalo científico: no existe una gramática locutiva El psicoanalista se encuentra aquí más conforme con
(gramática de lo que habla y no de lo que se escribe; •
e$ta manera de interpretar, en que el placer de la in-
y, para _empezar: gramática del francés hablado). Es- terpretación se suma al placer de escribir y de leer.
tamos librados a la frase (y de. ahí: a la fraseología) ... Pero subsiste una cuestión, la más importante. ¿Por
• qué se escribe? ¿Por qué se lee?. ¿De dónde viene ese
. El texto tiene por fun~ión, · reducido a la linealidad plac~r que se llama intelectual?
del lenguaje escrito, resucitar todo lo que ha sido muer- La escritura (Derrida, a su manera, lo ha expuesto
to por el trabajo de la escritura. Tolstoi, en una carta elocuentemente) es, según una expresión de Freud, co-
a Stra~hov del 26 de junio de 1876, escribe: ccEn todo, .. . municación con el ausente, a diferencia del habla, que
en cas1 todo 1<? que he escrito, me ha guiado la necesi- es prisionera de la presencia. En la cura psicoanalíti-
dad de reunir mis_ ideas encadenadas una a otra para ca, el artificio de las condiciones de la situación analí-
expresarm7 yo mismo; pero cada idea expresada por tica se propone crear una suerte de ausencia presente
palabras pierde· su significación [ ... ] El encadena- o de presencia ausente. El analizando no ve al analis-
mie~to mismo se produce, a mi parec:;er, no por el pen- ta, en ciertos momentos puede sentirse solo hasta la
samiento sino por otro proceso; revelar de manera di- desesperación a causa de esta no visibilidad del ana-
'·; ¡j
i r~cta el principio de este encadenamiento es impo- lista, a quien percibe corno a un padre que abandona
t Sible ( · .. ] sólo ~ndirectamente [ ... ] por medio de a su hijo. Pero también sabe que hay alguien, alguien
. 1

11

palabras podemo~ describir formas de actividad, situa- que siendo él mismo no es enterame:qte él mismo, dis-
puesto a endosar todos los roles que el analizando le

358
• 359

._ 1 - - --- -~

preste: su padre, su madre, sus hermanos y h - . no man 's land, en ese espacio potencial, transicio- . .
nas, o cualquier otra figura importante de anta- enna. nal (Winnicott), lugar de una comunicación transnar-
0
hogaño. En la escritura, no hay nadie ahí. Más : de isista en que el doble del autor y el doble del lector
mente, el lector potencial y anónimo está· por daf~~-
. "' ausen t e. T a 1 vez este- muerto. De esta situ e · Int-
~')ol.,l .· ~esos espectros que no se muestran jamás se co·
cion . · munican por medio de la escritura. . . ·
d e ausencia . . .
es preCISO partir para establecer la e acton·
. . , d. d 1 . ornlt-
e
Quien dice espectro dice muerte. Qu1e? dice -~use_n­
nicacion por me 10 e escrito. Pero esta ausenc· cia dice muerte potencial. Entonces, ¿que relac1on tie-
d . . Iase
re upl1ca por el hecho de qu.e la escritura no es "--"'· ·· ne ·con la muerte este placer? · ·
. u~
pala_bra trascnta, ella es otra con relación a esta.. La El acto de escribir es un acto extrañ.o, tan poco ne-
escritura trabaja esta dimensión de ausencia y · ~esario cuanto imprevisible, pero tan tiránico cuanto
. , 8 1 en
cierta manera representa, hace presente algo, en cier- ~'!.a·'· inevitable para el escritor. Las tentativas de explica-
ta manera también cava esta dimensión de ausenc· ción psicoanalítica tal vez se han quedado demasiado
f . 1 . . 1a
que con Iere a a escritura su especificidad. A la inv · · . en el nivel de las significaciones preconcientes al des-
er- .
sa, para el lector, el autor está siempre ausente. Sólo tacar el papel de la fantasía de creación, o aun de auto-
e~ texto -~rea · una cuasi ptese_D.Ci~ ·~~-iill~ .<?~~Si aUse~--------~ ~~­ creación, en la escritura. Freud abrió una vía que él
cia, como antes el analista para el analizando. Aun si no exploró hasta el final. Melanie Klein, tras él, vio ahí
leemos un texto a cuyo autor conocemos, este penna- un deseo de reparáción después del trabajo de las pul-
n ece ausente. Porque el que ha escrito el texto no se sienes de destrucción. Aunque sólo fuera por la nega-
p a r e c e nunca, en tanto lo conocemos, a ese ser de car- ción del mundo real, que coexiste con el deseo de es-
n e y hueso con quien nos encontramo~, ·con quien in- cribir. Winnicott, por último, ha situado la obra en ese
t e rc ambiamos palabras triviales o profundas, muy cer- espacio potencial en que cobra el estatuto de objeto
c a o muy lejos de él. El autor es un personaje secreto. transicional, espacio de juego y de ilusión entre el yo
¿Es propiamente hablando un personaje? Incógnito pa- y el objeto. Lo que nos gustaría agregar aquí, siguién-
ra todos, a punto tal que hasta nos preguntamos có- dolo, es que el trabajo de la escritura presupone una
mo esta persona con la que comemos, o con la.que ju- llaga y una pérdida, una herida y un duelo.' de lo e~~~
gamos a las cartas, a los dados o al billar, cómo esta la obra será la trasformación hasta producir su positl-
persona podría ser la misma que escribió tal o cualli- vidad de ficció~. Ninguna creación es indolora, ningu-
b~o. ~s~o me vuelve escéptico hacia los estudios psico- na adviene sin un trabajo doloroso, del que es corona-
biográficos, salvo como mero elemento de infottllación ción en una seudo victoria. Seudo victoria porque sólo
complementaria del encuentro directo con los textos. dura un tiempo limitado, es cuestionada siempre por
Aun si él escribier~ para mí si la obra me estuviera el propio autor que experimenta el incansable deseo
dedicada-. nada averiguaría de la obra interrogando de recomenzar, por lo tanto de negar lo que él ya ha
a su autor. Por eso aquel que se atiene a su doble iden- hecho, de negar en todos los casos que el resultado,
tidad se irrita con nuestros análisis y. cuando se pres- por satisfactorio que haya podido parecer, se pueda en-
ta a entrevistas, nos deja siempre insatisfechos. El de- tender como su última palabra. Corno lo expuso Blan-
monio de la esc~itura no se presenta nunca ante aque- .. chot en L'espace littérajre, más progresa la obra, más
llos a quienes la escritura está destinada. aumenta en positividad ·dentro del proceso de la crea-
Simétricamente, tampoco el lector es ese mismo in- ción, y más se aproxima a ese punto de silencio inevi-
dividuo c·o n quien como: -juego i las' cartas, .a l~s ~ da~. ,.-_....
~
table, al término de una línea de fuga, donde yace la
dos o al billar. Aun si soy testigo de su lectura, él está · tentación de callar. La obra esta flanqueada por dos
ausente en-un espacio privado, inalcanzable . La silencios, aquel del cual emerge y aquel hacia el cual
obra, como 1o- dije en el capítulo anterior, se sitúa en inmerge. La escritura está suspendida en ese espacio

360
361


de este inconciente textual está presente en las ar-
provisional
.. que es el espacio de lectura-escritura · D ttculaciones temáticas. las cesuras del texto. los silen-
a h I nuestra sensación de que el texto dice 8 Iempre · · 1e . ctos brutales. las rupturas de tono y. sobre todo. las
go, ptJesto
.. .. que rompe
. ese silencio, pero de que es t a .. manchas. las escorias. los detalles desdeñados que in-
d .avia mas esencial lo que . calla · Tornaremo· s con · o- teresan sólo a los psicoanalistas. Los críticos tradicio-
.Cia de ello cuando leamos . la última palabra · y volv Cien. nales desmenuzan un texto con vertiginosa diligencia,
mos a cerrar la obra. Y también _nosotros tendre a- ta filología no tiene secretos para ellos. su erudición
que recomenzar con una obra del misffio aut 0mo.s es abrum~dora. No por ello. en un momento o en otrO.
otro. Leer y escribir: un trabajo de ·duelo inintor de deja de plantearse siempre la pregUnta. aunque sea
·ct s· h
pi o. I ay un placer ·del errum
texto, sabremos siem pre que..
. . · para ellos mismOs, si no para los otros: .. ¿Qué quiere
ese p. 1acer t es sustitutivo de una satisfacción p d"
er Ida decir esto? ¿Qué me .h ace esto? ¿Cómo. por qué me
que In entamos recuperar por otras vías. . hace algo?u.
Se dice que .hay escritores que escriben ·e n al egr1a· · . Entonces, en ese punto, la ideología asoma la ore-
sab emos que ciertas obras se leen en J·ubilación· . · ja: Por prudente que sea el crítico tradicional. revela-
f u t aria . . est o 1o que decimos? No, porque somos · · (,re- d
d t t· d Sin u- : · rá en ese momento todo el sistema de pensamiento im-
a es Igos e un triunfo sobre un duelo, triunfo que plícito que toma por referencia. Cuando esta ideología
p~e~e ..tomar las formas del furor sagrado, de la danza se camufle. la astucia ·consistirá en hacer una crítica
d~onisiaca, del vuelo místico. Raspemos esta superfi- , parafrástica por el recurso de redecir el contenido de
c_Ie y reencontraremos, tras la negación de la angus- una obra con otras frases. No pretendemos olvidar que
tia, la angustia; tras la desmentida del duelo, el duelo una obra no es un tejido de intenciones y que lo valio-
(Es lo que Barthes llama efecto decepcionante.) g · so de la literatura sigue siendo el estudio de la escritu-
se nos entienda bien: no se trata de la angustia 0 ~~ ra propiamente dicha. Mas no por ello deja de ser cier-
duelo
. . . del autor, al menos no solamente de estos , en to que es imposible desempeñarse sin interrogar a la
ning~n caso directamente de estos. Se trata de la an- obra, al texto de la escritura, por referencia al texto
.,
gus~Ia y del duelo del texto, de algo que habita el es- de la vida. No solamente la vida del autor, sino la vida
pacio _del t~xto y brota de él, como un río cuya fuente como espacio común compartido por los hombres y
estuviera situada lejos y que corriera por un largo tra- dentro del cual la obra arraiga o se vehiculiza, aunque
yec~o subterráneo antes de aflorar a la superficie de fuera para llegar a su destinatario. También este tor-
la tierra. Entre el duelo y la angustia, por una parte, bellino de vida, este ruido de la vida del que Freud di-
Y_ el texto, por la otra, algo: ·el inconciente. El incon- ce que es enteramente obra de Eros, comprende ese
c~ente _ d el autor, es cierto, pero, sobre todo, el incon- núcleo de silencio, ese ombligo neutro, en torno del
ciente del texto. Porque aun si puede parecer extraño cual se teje hasta hacerlo olvidar por completo.
el tex.;o tiene ~~ inco?ciente que lo trabaja. ¿Cómo pro: Me arriesgaré a abordar un ejemplo. Se trata de una
b~lo. Los criticos literarios de inspiración estructu- de esas escorias que pasan inadv~rtidas; es una nota
ralis~a, aun los más reservados hacia el psicoanálisis, de uAlbertine disparueu de Proust. La prisionera acaba
a~miten la existe.ncia de estructuras formales incon- de fugar. Marcel la desea entonces intensamente y
Cien~es en un te?CtO: el análisis de ceLes Chats,, de Bau- quiere recuperarla a toda costa. Pero el encarnizamien-
delaire por los cuidados conjugados de R. Jakobson to que pondrá en ello no traerá otro resultado que tras-
Y de C." Lévi-Strauss es saludado con admiración. Pe- formar esta fuga en muerte del objeto deseado. Todos
.:d ro c~ando se trata del inconciente freudiano, la reti-
cencia es manifiesta. Ahora bien, este-inconciente pue-
los medios son buenos, la embajada de Saint Loup que
ofrece ((rescaten para buscar a su prisionera, el chanta-
f1
l o
de ser. mostrado; no me atrevo a decir demostrado. Y je de un remplazo de Albertine por Andrée, la manio-
ello, sin .a pelar necesariamente al autor. La existencia


363
o 362
bra que finge indiferencia en el momento en qu · : · ~ra porque mis padres vivían, di en pensar en mi rna-
, ct· e ella
est arta tspuesta a regresar, etc. Pero, inicialrne ~. . . ..,., dre. Y no pude soportar la idea de que ella sufriera con
es sobre todo una intensa actividad fantaseada nte, ,._,.·"' ' rni muerteu. 1
imagina colmar a la fugitiva de obsequios suntuoque •

d ·¡ . d .
par~ se uctr a y granJearse e nuevo su voluntad. En
sos
Albertine, entonces, se ha ido. Pero no de cualquier
el hilo del texto, Proust inserta este agregado: · ·m anera, notémoslo. Se fue mientras Marcel dormía.
Ya en ((La prisonniereu (La Pléiade, III, págs. 399 . y
"Iría entonces a comprar, con los automóvileS, el yat sigs.), Marcél deja ver que él mismo establece la rela-
más hermoso que existía. EStaba eh venta, pero~ ción con el beso de Combray. El presentimiento de la
caro que no encontraba compr~dor. Por otra parte, un partida de Albertine. le acude ·una noche en que ella
vez adquirido, y aun suponiendo que sólo hiciéramo: no le devuelve su beso de despedida hasta el día si-
cruceros de cuatro meses, costaría más de. doscie·n to guiente antes de separarse. Marcelle propone que se
mil francos por año mantenerlo. Viviríamos entonce: quede con él. Lo~ dos amantes pasan la noche char-
con un gasto mayor de medio millón de francos al año · lándo, tras rehusar Albertine el contacto sexual que
¿Podría sostenerlo más de siete u .ocho? Pero qué im~ Marcel reclama. Una noche, Albertine, rompiendo ·e l
- porta; cuando no me quedaran inás de ciricuenta-mii - ---· pacto que le irnp~J?.ia Marcel sensible a las corrien-
francos de renta, podría dejárselos a Albertine y ma- tes de aire ·, abre la ventana. En ese momento él com-
tarme. Esta decisión tomé. Ella-me hizo pensar.en mí.-------.- prende que se trata de un signo fatal. ccEn una agita-
Ahora bien, como el yo vive atareado pensando en una · ción como no había experimentado tal vez d.e sde aquel
multitud de cosas, y como no es más que el pensamien- anochecer de Combray en que Swann había comido
to de esas cosas, cuando, por casualidad, en lugar ·d e en la casa, me paseé toda la noche por el corredor es-
tener delante es~s cosas, de repente da en pensar en perando que el ruido de mis pasos atrajera la atención
~í mismo, sólo encuentra un aparato vacío, algo que de Albertine, que ella tuviera piedad de mí y me lla-
el no conoce y, para conferirle alguna realidad, le agre- mara, pero no oí ruido alguno proveniente de su habi-
ga el recuerdo de una figura que percibió en el espejo. tación. En Combray, yo había pedido a mi madre que
Esa cómica sonrisa, esos bigotes desparejos, he ahí lo viniera)). Esta vez, Maree! no hará nada, paralizado qui-
que desaparecerá de la superficie de la Tierra. Cuan- zá p.o r esa espera del ruido proveniente de una habita-
do dentro de cinco años me matara, habría acabado ción prohibida. Lo que sigue del texto muestra a Mar-
para mí la posibilidad de pensar todas esas cosas que ce! identificándose con su abuela en agonía en la ha- .
sin cesar desfilaban en ;mi espíritu. Ya no estaría so- hitación mortuoria.
bre la superficie de la Tierra y nunca volvería; mi pen- Al fin la desaparición llega, y Franc;oise, en su len-
samiento se detendría para siempre. Y mi yo me pare- gua campesina, la anunciará a Marcel cuando él des-
ce todavía más ntJlo cuando así lo veo ya como algo pierte. La respuesta de Marcel es extraordinaria: u¡Ah!
que no existe. ¿Cómo podría ser difícil sacrificar a
aquella a la que se dirigen continuamente nuestros 1 Es interesante ·anotar que Proust primitivamente situó este
pensamientos (a· aquella a ·la que amarnos); sacrificar- agregado sobre el manuscrito de A la recherche du temps perdu en
un lugar diferente del escogido por el editor, es decir, en la página
le, digo, ese otro·ser en el que nunca pensamos: noso- 469 en lugar de hacerlo en la página 465. donde su ubicación es
tr~s mis~os? De esta maner~ el pensamiento de mi_- __ en efecto lógica. Si hay acto fallido, es notable que se haya produci-
muerte se me antojó peregrino, como la idea de mi yo; do en el pasaje en que Marcel anuncia a Albertine su deseo de rem-
no me resultó nada desagradable. Pero de repente lo plazarla por Andrée. Así el objeto (Albertine) queda tomado entre
el aparato vacío del sujeto. por una parte, y el objeto que es su suce-
encontré espantosamente .tr_iste, y f~e porque, habien- _
sor y le ocupa el lugar. por la otra. Entre dos mue.rtes, la del todavía
do pensa~o que, si no podla disponer de más dinero, no y la del ya no.

~ .
364
365
.•

muy bien, Franc;oise . gracias, naturalmente hizo bien . nite ser el beneficiario de una voluptuosidad dis-
en no despertarme, déjeme un instante, la llamaré en- pett d d t·
ensada a otro. En ese sentido es el ver a ero Ie~po
seguidau (uLa prisonniereu, La Pléiade, Ill, pág. 425) ~ecuperado porque Marcel es sensible a la potencia de
El autor apenas reacciona a esto. ¿Cóino el lecto~ condensación, la prontitud con la que consuma la rea-
atento no acordaría a esta desaparición en el dormir lización del deseo. Lo que en la obra dese_m~oc~ en esa
toda la importancia que tiene? En Combray, el peque. · busca desesperada de las prueba~ de la Infidelidad de
ño Marcel temía sobre todo separarse de su madre par A}bertine, de _su homosexualidad supuesta. No, Alber-
Ja noche. Una madre que ese anochecer de la escena tine no es Albert, Albertine es un d?bl~ de.. la madre,
del beso parece no tener ningún deseo de reunirse con de una madre homosexual, lo que Indicarla, aunque
el padre en el lecho conyugal. Es decir que dormir es, esto se ha subestimado siempre, el amor de Marcel,
para Marcel, la cuestión esencial. A la rechercr1e du no me refiero a Protist, hacia su padre.
temps perdu comienza así: ccDurante mucho.tiempo me
he acostado temprano,.. La noche adquirirá dos signi- Ahora bien, aquí habla solamente una de las caras
ficaciones: es un espacio-tiempo de pérdida, de desa-
parición posible del objeto amado, como el ejemplo de
de la verdad; la otra permanece silenciosa. Ella con-
cierne a ese c(aparato vacío), en el que vernos nosotros
Albertine lo confirma; es un espacio-tiempo de goce la expresión del narcisismo negativo. Es decir,. ~e la
para el objeto, un goce tomado co~ otro, _del que Mar- __ sombra invisible donde cualquier representac1on se
cel, pequeño o grande, está siempre excluido. ~n esa borra de la imagen del sujeto. Proust evoca la imagen
noche memorable de Combray en que el objeto ha si- en el espejo. Lo que nosotros indicamos constit~ye,
do conquistado, es decir, en que su desaparición ha- muy exactamente, el corresp_o ndiente de esta situ~­
brá sido conjurada, en lugar de que la madre goce ~e­ ción: por un lado, el sujeto y su imagen en el espeJO
xualmente con el padre, ella se unirá con el hijo en -dicho de otro modo, su doble , y, por el otro, un
la lectura. (Proust supo siempre que el único deseo de espejo sin reflejo alguno, donde, contemplándose, el su-
su madre no fue el prof~sor Adrien Proust, ante quien jeto no ve formarse representación, lo que s~ llama una
nunca dejó de testimoniar los sentimientos de una es- alucinación negativa; el ausente borra la 1magen e~­
posa perfecta, sino la literatura. A punto tal que pos- pecular del doble. El sufrimiento del duelo es preferi-
puso en su hijo los comienzos de su obra que solamen- ble al olvido de la pérdida. Todo A la recherche du
te ocurrieron, observémoslo, después •
de su muerte. Pe- ~ temps perdu se centra no en la memoria sino~~ lapo-
ro desbarro porque parezco confundir a Marcel Proust tencia invencible del olvido. Todo escritor esta toma-
y Marcel. sin nombre patfonímico, lo que no deja de te- do entre el doble y el ausente: el doble que él -es como
ner significación. Volvamos ent~nces a la obra.) _¿Qué escritor, que muestra una imagen otra de él mismo
nos mostrará ((Albertine disparueu a la luz de esta no- (autor muy cerca de ser otro), está en un mund? otr~;
ta? Que el duelo por Albertine ocurrirá apoyándose en _ y el ausente, el que emerge del silencio y al s1le~cio
una de las dos significaciones del dormir en detrimen- vuelve, tan esencial como el primero para la constitu-
to de la otra, a saber: la curiosidad concerniente algo- ción de la obra. En un sentido un poco diferente, H.
ce del objeto en e·se espacio-tiempo escondido de la no- James, en una novela breve no muy frecuentada, The
che. El suefio, fu-n dado en el vacío del dormir, repara Prívate Life, muestra esta oposición de los dos creado-
esta herida, como lo confiesa Marcel, 2 puesto que le res: uno de ellos posee una vida privada (de autor) sin
2

vida pública (porque su existencia mundana lo re:ela
La Pléiade, 111. pág. 915. Si se quiere defender la idea de una
transversalidad (Deleuze. Proust et les signes. París: P. U.F.). fuerza de una chatura aplastante) mientras que el otro tiene
es reconocer esta verticalidad que materializa la caída en el dormir una vida pública en la que brilla con todos ~':s f~eg?~·
y en el
sueño. Pero existe despertar. pero no tiene vida privada (porque su ~reacion p1ctori-

366

367

Estos tres ejemplos son ilustraciones. Para naso-


ca es opaca y sin interés). Ahora bien, James conc· ~· - , ~tr·os no se trata de limitar nuestro argumente:> a sus ex-
esas metáforas: el escritor está realmente escindid reta: F."' ""·P.si·ones explícitas: más bien, de co_ nceb1r un_ a es-
d os personas, una que VIVe . . 1 o en ~"-.... t
socia mente,. la otra . ~.,.~ ctura presente dondequiera, que ciertos escri ores
escribe; y el pintor, cuando está solo, es decir, sin~~~ genio han vuelto visible. Pero esta estructura tra-
blico, desaparece literalmente. · · u. . e ·a dentro de la labor literaria, tomada entre la per-
De 1o que en esta nove1a b revese t rat ~es de la crea- 'II~;F,···baJ ución y el duelo, entre el dob·1e y e 1 ausen t e. ..
ción, de la división del sujeto en la creación y de la La interpretación psicoanalítica de la lectura-escri-
necesidad de b?rrar las imágenes del mundo creando ·:'"'.w".tura deja numerosos problemas en suspenso. Una vez
sobre ese fondo de vacío. Y de igual modo, de volver . -_.a dmitida su justificación, de todas ~aner~s un? se pre-
presente ese vacío en el producto creado. En verdad· ·.. unta por lo que constituye la cualidad literaria de un
es la propia positividad del texto la que cava ese vá- ,~exto. puesto que para ello el mé~odo carece de poder
cío. Estos dos modelos de Clarence Wauwdrey (el es- · · .~-discriminativo. ¿Hay que concluir que est~ problema
critor) y Lord Mellifont (el pintor) se deben fusionar pa- _ i;'~':}f,_ ertene.c e a un abordaje exclusivamente ul~teral,. ,_ para
ra que se elucide el problema de la creación. Así, la P decir literario? La poesía nos ofrece eJemplos ex-
escritura; co-tnola lectura'· .. porque~~ ¿qué·es la1e'"ctiirá~ ~ ;- --·-~ .,. ~~mos de esta situación. Pero revela también que, ~u­
,0<'"0'··'
. -. escritura si h<:f ((l~i' capacidad de -estar soló--en Preseri----~-- -- - cho más que en prosa, condensación y desplazamien-
cia de alguien., (Winnicott)?-, nos revelan sus dos ca- ~ ~· to operan en ella e!xplícitament~. Todo o~urre como
ras, la de la imagen que nos fascina y de lo invisible _si el trabajo de la obra se encaminar~ hacia una rela-
que le sirve de tela de fondo, la de la voz que nos cau- .0.. n de veladura-revelación siempre In~_stable. Es pre-
ti va y la del silencio sin e 1 cua1 no 1a oiríamos. El ana- Cl
·so decir lo bastante para preservar una ce'1 u 1a d e ln-.
CI } •
lista está al acecho tanto de una como de la otra~ . . teligibilidad, . y no demasiado, para que el eng~aJe n?
Un tercer ejemplo viene a confirmar nuestra opo- ' ' llegue a ser el de la expresión c~rriente, co~un, tr_I-
sición. Está tomado de la literatura rusa. Esta no es .... vial. El texto debe seguir el cam1no de una d1ferenc1a
particularmente privilegiada en este punto porque sin . : siempre en busca de su medida por_ el rodeo que s e
duda encontraríamos en los autores alemanes (en Hoff- -·: , impone sobre lo que tiene para dec1r. . ...
rnann, por ejemplo, en quien se apoyó Freud (1919h) En este punto debemos introducir una precisi~n.
para escri.b ir sobre la inquietante extrañeza) ejemplos ·- El texto experimenta una presión doble: una que_ dire-
todavía más notables. Indico aquí de pasada algo que . mos, para simplificar, vertical: aquella que, partie~do
merecería una elaboración más amplia, sobre la que del cuerpo, de sus abismos, surge y urge, ccpulsandon
volveré después. Dos obras se responden y se comple- el texto, para decirse sin decirse y, sobre tod_o, para
tan: La nariz de Gqgol y El doble_de Dostoievski. En obtener satisfacción; la otra que diremos hortzont~~,
la primera, la aJ.ucin.ación negativa (del objeto parcial) en que es del lenguaje de donde vien~ el const~enl-
es explícita. El héroe se conte~pla y comprueba ante miento; las palabras, las frases, el estilo, por la Irra-
su espejo que ha perdido su nariz; parte en su busca, diación misma que provocan, reciben efectos en devo-
hasta que la encuentra bajo la forma de un objeto to- lución, producidos por la producción misma del tex-
·tal (un funcion~rio). En la otra, Dostoievski nos des- to. Pero esta presión del lenguaje no es abstracta o
cribe no el duelo del objeto perdido sino la persecu- desierta. Vienen a ·poblar este espacio no solament:
ción por el doble que, por la positividad intrusiva, rem- . ~ _ el lenguaje, la escritura, sino también todas las escri-
plaza,' dobla, al'sujefo dondequiera, .hallándose' siem- turas que asedian al autor; la de sus maestros, de sus
pre antes que él ahí donde lo esperan, precediéndolo rivales, de sus pares y _de sus sucesores po_tencial~s.
en todas partes. - ~ ~ -. ~ ____ _.. _ .. _ ___ __ _. __ . Queda, como un resto ineliminable, el espacio en ul-


369
368
timo atrincheramiento de la escritura; espacio que unas veces esa Hborradurau recaerá sólo sobre uno
el de un límite; de un borde, diría Lacan, litoral. s~s te.
d los términos del doble (en la mito .. d e l os g eme-
· 1ogia
~st~ doble perspectiva. se descuidará siempre algo. ~ e uno de los dos suele ser inmortal mientras que el
1os, 1
unicamente el lenguaJe es tomado en co~sideración · tro no escapa de la muerte), y otras veces a supre-
será el afecto el descuidado y no se comprenderá en: 0· .. n será radical y no perdonará a ninguno de los dos
SlO · 1 . .
tonces por qué Flaubert vomita cuando escribe Mada~ ·asociados. Y este vuelco que cuestiona a a s~cesiVl-
me Bovary, Proust se asfixia a medida que su te,.-.. to d d puede concebirse también dentro de la s¡multa-
progresa, y Kafka se angustia hasta la muerte. Si es neia·dad , ·como si el doble y el ausente estuvieran dados_
únicamente el afecto el que ocupa la escena, ¿por qué el mismo movimiento. La inquietante extraneza,
se produce bajo la forma del escrito? ¿Por qué no bas- ~:Unheimlichkeit de Hoffmann. pe~o ta~bién de Po~,
taría este síntoma? ¿Por qué esta obsesión mortífera de Nerval y de tantos otros, da testimonio de ell~. Sin
de escribir? duda, la ciencia ficción ha tomado en nuestros dias su
Mucho se habla ~e la escisión del sujeto y, sin du- relevo. Pero, más all~ de estas ilustraciones , es toda
da, nuestra teoría del doble contribuye a sostener este 1á escritura la que está en juego; escisión entre el ..autor
punto de vista. Pero es preciso dar a la escisión sus (persona) y el autor (productor del texto); despues, en-
otras expresiones, como la escisión entre cuerpo y pen- tre el autor y el narrador, entre el autor y su texto;_ ade-
samiento, entre afecto y representación, de lo cual el más, entre el texto en cuestión y los otros (del mismo
fetichismo es el ejemplo. No obstante, se trate de lo autor o de un autor al otro) . . . .
uno o de lo otro, ambos tienen la misma función: lle- Antes de terminar tenemos que mencionar una SI-
nar el aparato vacío. La lectura-escritura, una vez el tuación que nos toca de cerGa. Las indicaciones que
aparato lleno, se sitúa en el entre-dos de esa escisión '
.
acabo de dar son válidas para los textos no contemp<:>-
dentro de ese espacio potencial. ráneos. Estos. sobre cuya escritura no se puede decir
·l
' Espacio donde caduca la cuestión de lo real (los se- que el psicoanálisis no tenga ninguna influenc~a. han
impreso tales trasformaciones, en ~uy poco t?eiY?po,

~

f
1

t
res literarios no son cuestionados en .su realidad) en
1
J•
1
e el entrelazamiento del afuera y del adentro (se trata a la lengua escrita, que reclaman s1n duda tecn1cas
~ de un espacio transicional.), espacio solitario y, no obs- nuevas de la crítica psicoanalítica. Será trabajo futu-
~

"1 tante, amueblado con la presencia-ausencia del objeto ro. Pero no quiero dejar pasar la ocasión sin consignar
f
!
(ausente y presente a la vez): espacio del quizá (ni sí, ya algunas reflexiones para no omitir por completo ~1
;.
ni no, pero eso puede ser), espacjo dotado de un poder asunto. Parece que, en cierta. literatura contempor~­
de fascinación que puede: próducir, en quienes queden nea, esta angustia, este duelo se reduplicaran en el ni-
cautivos de él, un verdadero descenso a los infiernos vel del texto de la escritura. Es decir que el duelo por
• o un ascenso al paraíso. El espacio de lectura-escritura hacer aquí es el de la escritura en acto. Se escribe pa-
es un purgatorio. . ra interrogarse sobre la muerte de la escritur~. Hay
La relación ugenétican que acabamos de establecer quienes se colocan en esa situación imposible e~ que
entre el ausente y el doble (el O y el 2) cuestiona toda se trata de escribir sobre esta muerte de la escritura
teoría unitaria del sujeto. Invoca el valor heurístico de no para retardarla sino para apresurar la como si s: p_re-
la escisión, pero la hace descansar sobre un fondo de tendiera que esa muerte es inevitable Y que la u~¡..ca
negatividad. Ahora bien, en esta sq~esividad no cabe manera de superarla fuera someterse a ell~ pr?~ovien­
sostener procedimiento alguno cronológico. El vuelco dola, como se puede dominar una ley cient~fica obe-
apres-coup encuentra su lugar dentro de este aborda- deciéndola. Es una astucia más de las relaciones en-
je, ·porque si el doble parece suceder al ausente, es tam- tre el doble y el ausente. Tomaré .como ejemplo Fug~e
bién posible decir que el dobl~ es borrado por el ausen- de René Laporte. Todo el libro no contiene nada mas
.' •
.,•
i.

370 371


.
que un ensayo sobre el ((¿por qué escrib\r, por qué · . a apartado, en la sombra, que se haga olvidar, ol-
cribir esto más que aquello, por qué inscribir tales s:s- ~!ndo a los otros. e inscriba un signo. sobre una su-
nos en lugar de otros?n. Este _e nsayo notable lleva e _
•g- :J erficie, para un ausente. . .
mo subtítulo u biografía», lo que se podría traducir te~­ .. p y todo recomenzará.
denciosamente a~í: escritura de la vida o vida de la
escritura. · -

Ningún escorzo puede dar razón de -la totalidad de ••
un objeto. Lo que puedo aprehe!lder desde ~ierta pers-
pectiva necesariamente me hará perder de vista lo ·q ue
otra perspectiva me revele. Hay que aceptar que·la pro-
blemática literaria nos sustraiga esta revelaci.ó n com-
pleta del objeto literario. El analista nunca negará que
existe un espacio propio de la literatura, creado por :_
la escritura. Y sin duda el crítico literario se interesa-
rá siempre en esta creación de la escritura por ~lla mis- -.
rna. Pero el analista -no dejará de -plantearse el proble- - • , .

rna de la constitución de ese espacio de la escritura . . - ·-· ••


porque lo que ' lo 'interroga 'no es' la"'e scritura ·-misma
sino lo que la hace posible. - -· · ·
Freud, discurriendo sobre la tragedia, señalaba que
e ra una de las victorias más notables del principio de
placer llegar a disfrutar de un espectáculo doloroso co-
mo lo es la acción trágica. En este sentido se podría
decir que toda escritura es tragedia porque vuelve pla-
centero el dolor de escribir. Para el autor mismo :_si
no, ¿dónde encontraría la energía para escribir?-, y
para el lector, que prefiere la compañía de los libros
a cualquier otra, y encuentra un placer de delectación
en relatos tristes. ¿Por qué, entonces, tantas obras •

maestras no son jubilo~as?


Por lo que precede sé ve que la obra como elabora-
ción de la angustia y del duelo, la obra en su relación
con la muerte, es empero lo contrario de la muerte por-
que escoge la ilusión del ruido de la vida contra la
certidumbre de . .la muerte, porque prefiere el placer,
aunque fu~se soltemos el tér111ino masoquista, _a
la alegría bruta. ·En estos tiempos de dionisismo rena-
ciente, se _n os reco~n:ienda quemar los.lil;>ros y toda la •

cultura con ellos, para-recuperar un contacto vital nue-


vo que nos reinsuflaría nuestro erotismo perdido. No
estoy seguro de que en medio de las expansiones dio-
nisiacas no se encuentre un participante que se man- -

373
372

' •
Pero más que hablar de la muerte de la literatura,
• 120 L·a desligazón puesto que no se nos cita para certificar su deceso, con-
sideremos que hay una mutación literaria de la que
el futuro dirá si ha sido fatal para aquella. Esta muta-
ción es contemporánea del surgimiento y desarrollo
· del psicoanálisis. Además, interesa anotar que la gran
rnayoría de las obras literarias que han sido objeto de
estudios psicoanalíticos pertenece a una época ante-
rior a esta mutación. Por eso no deja de tener interés
El triángulo literario y el psicoanálisis interrogarse y con esto el terreno queda deslindado
con más claridad- sobre ese estado curioso en que 1

La cuestión de las relaciones entre literatura ·y psi- el psicoanálisis se aplica menos a las obras de su tiem-
coanálisis ha venido a agregarse a un expediente ya po que a las del pasado, pareciendo retroceder ante
nutrido. Parece empero que siempre queda algo por ellas o aun desertando de todo cotejo con la literatura
decir sobre ello porque se. siguen citando al tribunal que tiene su misma edad.
. . .... - .. -. testimonios nuevos. Azar o correlación significativa' Existiría entonces una suerte de evitación del psi-
.
el tema de ~iteratura-psicoanálisis nunca ha recibido coanálisis de la literatura de hoy, por más que su en-
tratamiento tan a'bundante como en el momento en cuentro sea patente, puesto que manifiestamente él es-
que otro tema de rondón alcanza una insólita insis- tá p.r esente en los tres lados del triángulo literario: la-
tencia: el de la muerte de la literatura. Mientras algu- j do escritor, lado lector, lado crítico. En realidad habría
nos lloran sobre esta agonía, otros, que, sin embargo, que interrogarse sobre el efecto de doble sentido de la
se pretenden en la vanguardia del combate (pero, ¿de relación entre literatura y psicoanalisis: efecto del psi-
qué combate?), la reclaman con sus invocaciones. Sin coanálisis sobre la literatura y efecto de la literatura
duda esperan que ese cadáver sirva de abono a una sobre el psicoanálisis. De Freud a Lacan, hay una mar-
,
'
nueva cultura. En relación con esto, se podría pensar ca de lo literario sobre la obra de pensamiento psico-
.....~ - que el psicoanálisis es uno de los signos de la muerte analítico, un marco formal del lenguaje y de la escritu-
próxima de una cultura senil, de la cual el fenecimiento ra, que por sí solos justificarían un estudio. Nos aten-
de la literatura es uno de lqs aspectos y, si uno se in- dremos empero al examen, de sentido único, del efecto
clina al optimismo, el anu~~io de un pensamiento so- del psicoanálisis sobre la literatura, dejando la otra ta-
terrado que ha de ser uno de los rostros nuevos de la rea para autores más letrados.
cultura de mañana. Pero del mismo modo se podría Estamos al comienzo de nuestra tarea. Una divi-
sostener que la muerte de la literatura tendría que pre- sión previa se nos impone. El efecto del psicoanálisis
ceder en poco a la muerte del psicoanálisis, que, a des- l sobre la literatura (escritores, lectores o críticos) pue-
~ de ser el resultado sea del saber, sea de la verdad, es
pecho de las modificaciones profundas que ha impre-
~ decir, del trabajo de la experiencia del psicoanálisis.
so en el movilll:iento de las ideas, pertenece a la mis-
ma cultura. Si no nos es posible promulgar sin examen j Proceder a esta dicotomía despierta sospechas. Toda
juicios de esta: índole, tampoco es creíble que el azar división del mundo literario en dos clases, de los ini-
'l
ciados y de los no iniciados, suscita efectos ambiva-
sea el único responsable de este encuentro entre el de-
sarrollo de los estudios sobre el psicoanálisis y la lite- lentes. La legitimidad

de la distinción es criticada así
ratura y el sentimiento de la declinación provisional que se la admitió. Se opondrá cierto análisis literario,
o definitiva- de esta. notoriamente débil, que es de pluma de un analista,

a cierto brillante ensayo cuyo autor es un no analiza-

374 375
do. El ostracismo escandaloso con que abrumarn ~:- tura.Es cierto que ese sabe r sorpre nde por lo pre cario
08
los no iniciados no conlleva ·nirtguna in terdiccio· a cuando se lo pone a _prueba. Por ejemplo, cuando el
· · n de efecto de una lectura se convierte en objeto de análi-
derecho o de hecho. Pensamos solamente que si se .
tende hablar con conocimiento de causa, el saberpre- sis, basta de autoanálisis. En consecuencia, se puede
bre el psicoanálisis no puede hacer las veces de f,so~ · . decir, sin exagerar, que ni el escritor ni el lector que-
mación en la práctica psicoanalítica. Desde luego q~r . ·dan obligados por lo que nos ha parecido era una exi-
haber hecho la experiencia de un psicoanálisis, y a:~ r.....,,-- gencia, tal vez demasiado rigurosa a los ojos de mu-

ser psicoanalista, en nada garantiza la validez de lo8 . chqs. ··


trabajos que uno pueda producir. · Vemos que en el fondo la cuestión sólo afecta al crí-
Practicar el psicoanálisis así sea el de los te:Ktos- . ticq que se quiere servir del método psicoanalítico. Es
impone, en mi opinión, que se. haya hecho la experien- --
en esta posición tercera que hace del crítico un lector-
cia del psicoanálisis. Se advierte inmediatamente que ,.F:_. escritor y un escritor-lector donde se vuelve inevita-
esta cláusula concierne de manera muy despareja a .,,:~'-· ble la colusión entre saber y verdad. El trabajo crítico
. los personajes del triángulo literario. Aunque lectura .5~ de estos últimos años ha producido ensayos en los que
y escritura s~ ha:yan reu!lido_en . un~ pr~ct~c~ 4nica de -· se ha recurrido ampliamente al psicoanálisis y a los
· ·~-_.,,,

dos faces, las tenemos que distinguir. Por el lado d-e f _~_ que no faltaron todos los destellos del brillo. Exami-
escritor, la experiencia del psicoanálisis sólo le concier- -~... nadas de cerca, esás joyas dejan trasluc ir, para los psi-

ne ~n la··medida en que ·pretenda escribir sobre el ·p si-·-" ... · _ coanalistas, todos los defectos a que puede dar origen
coanálisis o imprimir una <?Tientación abiertamente ·- un saber sin experiencia. La elevada calidad d e abs-
psicoanalítica ·a un trabajo literario, lo que es muy .ra- - tracción de esas obras se desembarazaba alegremen-
·ro. La literatura actual abunda en escritos empedra- te del mínimo de constreñimiento que toda experien- ·
dos de un saber sobre el psicoanálisis que no siempre cia impor1e .. La crítica psicoanalítica es una práctica
beneficia a la producción literaria. Saber que no se pue- - teórica, es decir que se funda en una práctica y una
de desconocer, que impregna al escritor a pesar de él teoría que se esclarecen recíprocamente. No pue d e ser
y con el que deberá co~tar en sus entreveros con la · sólo una pura teoría.

escritura. Ninguna duda de que las cosas eran más Este recordatorio es aquí oportuno en tiempo y lu-
simples para él antes que ese saber le fuera arrojado .. gar; en efecto: la práctica psicoanalítica, en todos los
4 •entre las piernasu. Helo ahí ahora, estorbado por una planos en que da en ejercerse, está fundamentalmen-
mirada que echa sobre sus escritos, y que tal vez acre- te subtendida por una actividad crítica, con lo cual vie-
ciente su censura en lugar de ayudarlo a librarse de ne a ceñir en definitiva lo que por ahora podríamos
ella. El reto lanzado a ese saber, sea que el escritor pre- llamar, a falta de un término mejor, Uila epistemolo-
fiera arroj~rlo a un laborioso olvido o que se incline gía subjetiva.
por rebasar sus límites, no dejará de ser problemáti- Estaría justificado pedir, por derecho de reciproci-
co. Si el escritor toma el partido de .escribir con ese dad, que el crítico psicoanalítico fuera además un lit~­
saber, he ahí el momento en que este revela ser sólo rato, es decir, que practicara 1~ literatura. Pero, ¿qué
lo que es: un s·a ber sin verdad. es practicar la literatura? No puede consistir, en vir-
Del lado del .lector también es muy limitada aque- tud de lo que precede, en poseer un saber sobre la lite-
lla restricción; sólo se aplica al que se propone hacer ratura. Practicar la literatura, ¿sería ser escritor? Sí,
. una lectura psicoanalítica de los escritos hacia los cua- si se elimina la distinción e.n tre escritor y crítico en
les su interé3 lo lleva. En realidad, la difusión del sa- una concepción extensiva de la escritura. No. si ~sa
ber psicoanalítico afecta a una masa sin cesar creciente distinción se mantiene. En tal caso, el crítico psico-
de lect~res·. justamente porque se produce por la lec- analista se sitúa en la intersección de ·dos conjuntos:

376 377
los psicoanalistas y los críticos. Por este segundo tit _ to. etc.) sino, sobre todo, por un cuestionamiento so-
lo se podría decir que es «escribidor», según el térmt u bre el poder interpretativo del analista: ccMe pregunto
de R. Barthes. 1 Dentro de esos límites; entonces no ...:-dirá por lo que le ha permitido decirme esto. ¿Có-
podr1a'*
sostener que prac t•tea 1a 1iteratur~.- El critic
' se 1110. ha hecho usted, a partir de lo que he dicho, para
psicoanalista sería un «escribidor» sobre literatura. ~ darme esta interpretación'? ¿Por qué caminos ha tran-
prácti.ca liter~ria del crí~~co psicoanalista persigue el sitado? ¿Con qué fundamento ha seleccionado tal o
estud1o y la 1nterpretac1on de las relaciones entre el · cual rasgo, de qué· manera ha procedido a cotejos en-
texto literario y el inconciente. (en el sentido que da tre los elem6.;ntos de mi discurso para recapturarlos en
a este término la teoría psicoanalítica),2 se trate de la su interpretación? Es esto lo que me interesa, y no tan-
organización inc~nciente del ~exto, del papel del incon- . to-lo que me ha dichou. El analista no se detiene en
ciente en la producción (y el consumo) de los textos, estas cuestiones. No responde al deseo de saber por-
etc. Una vez así circunscrito este sector, se ve que el . ·que no es el saber lo que está en juego en un análisis,
crítico psicoanalista no ocupa sino una parte del do- ni tampoco la confirmación o refutación de la ínter-
minio de la crítica. El recorte de su objeto permite aJ . pretación. Toda interpretación lleva la marca del ries-
psicoanalista alcanzar un aspecto del texto que otros - go q~e toma el que la enuncia, que puede hacer de
procedimientos no conseguirían revelar, pero, en con- ·. · ella una palabra vacía o una palabra plena. Pero no
trapartida, traerá a la luz ese aspecto y ese solamente, · depende sólo del an~lista, de sus dotes, de su sagaci-
dejando a los demás sectores de la crítica el cuidado . dad, que ella sea siempre eficaz. Hay que contar con
de revelar los aspectos restantes. Ahora bien, para des- .· ·el analizando. Sólo importará la prosecución del pro-
cubrir él los tesoros ocultos, importa que primero ha- .c eso analítico cuyo mejor testimonio es la secuencia
ya hecho, en vivo, el itinerario que hubo de pon~rlo asociativa que siga a la construcción interpretativa pro-
en contacto con lo que su conciencia ignora necesa- puesta.
riamente para abrirse al dominio de lo inconciente, que El crítico literario que no es analista suele respon-
es primero y ante todo su inconciente, condición esen- der a las interpretaciones de sus pares psicoanalistas
cial para hablar del inco.n ciente de los otros, aunque como el analizando a que nos hemos referido. ceLo que
estos sean textos literarios. sobre todo nos·interesa es su método dicen . Mués-
trenos el modo en que procede. Díganos qué lo habili-
ta a aplicar la técnica que emplea con sus pacientes
•• fuera del marco que le es propio, para utilizarla con
El poder interpret~tivó los textosu. Como esta cuestión no proviene del diván
sino que nace de un intercambio, se puede ceder a la
No es raro qu~ el psicoanalista tropiece en la con- tentación de responder. Pero entonces todo ocurre co-
ducción de una cura con una forma particular de re- mo si la exposición de un material y de su análisis no
sistencia: aquella en que el analizando reacciona a la alcanzara para saciar la sed de la cuestión. O como si
interpretación que se le acaba de dar no por el efec- el analista fuera más o menos sospe·c hado de ser el po-
to que ha producido sobre él (placer o displacer, acep- seedor de un procedimiento secreto del que sólo ofre-
tación o rechazo, reconocimiento o desconocimien- ciera los resultados sin decir en qué consiste. La sed
•• de la cuestión no puede ser saciada porque la cues-
1 Lo que no significa que no pueda ser también escritor. Recor-
tión está en otra parte.
demos que Freud recibió el premio Goethe. Lo que demanda el analizando que mencionába-
2 Porque hay otros, por ejemplo, el que utilizan Lévi-Strauss Y .; mos, dentro del efecto de trasferencia que inspira sus
Foucault. • dichos, es la trasmisión de un poder del que desea a pro-
..
378 •
379
piarse por una incorporación que de un golpe resol- nada sirve esquivarlo pretendiendo que no· se trata de
viera todos sus problemas. Por una parte, evitará el psicoanálisis propiamente dicho sino de una interpre-
displacer que pueden suscitar en él ciertas interpreta- - tación que toma en cuenta enseñanzas del psicoanáli-
~-

ciones crueles para su narcisismo; si dispone del PO- - : sis sin por eso llamarse psicoanalítica. Esta casuística
der de interpretar -el único que el analista posee- , no convencerá más que a quienes buscan una exen-
se dará las interpretaciones menos verídicas limitán- . ción. ¿Quién podría discutir que hay en esto distorsión
dose a aquellas que su capacidad de tolerancia le con- intelectual, puesto que la tesis sostenida utiliza la ter-
sienta. Por otra parte, utiliz~rá .e se poder interpretati- minología, los conceptos, los modos de pensamiento
vo sirviéndose de él como de un arma para el análisis del psicoanálisis, como si estos pudieran tener una sig-
((silvestre de otrost>. Porque e~e será su gusto. Por un ·nificación fuera de la experiencia que los funda?
refinamiento suplementario, podrá invertir ese pla·c er Lo hemos reconocido abiertamente: la interpreta-
-pero será siempre un placer gustando las delicias ción psicoanalítica no es exhaustiva, es específica. Que
de un masoquismo enteramente intelectual. otros recortes pueden llevar a interpretaciones distin-
Hoy, informa.ción mediante, la difusión de los es- tas, he ahí éllgo evidente. Pero que cada quien cultive
critos ps.icoanalíticos.. ciertas tiradas nos dejan pen- su procedimiento y declare sus hipótesis de trabajo ha-
sativos s-i nos-preguntamos por lo ql..!-e se puede a~imi­ ciéndoles rendir toélo lo que pueden dar. ·El crítico psi-

.. .
lar de ello- permite la expansión .d el .sal;:>er p~~c.oana- : . _ coanalista es tachado a veces de intransigente. Em-

lítico, que viene a situarse en medio de otros saberes pero, no defiende más que el rigor exigible en toda dis-
que nadie está autorizado a d-e sconocer si--no quiére ciplina palabra extraña pero ¡cuán verdadera!- que
arriesgarse a pasar por retrógrado. El analizando que no soporta el amateurismo, ~unque ·s ea esclarecido.
citamos bt1scaba la adquisición rápida y eficaz del po- La necesidad de una articulación entre el psicoanáli-
der interpretativo del analista ahorrándose atravesar sis y otras ·ciencias, no todas las cuales son ciencias
las selvas negras o los pantanos de lo inconciente. El humanas, es indiscutible. Pero no puede obtenerse des-
consumidor de saber psicoanalítico, cuando es lector de el exterior ni, ·sobre todo, por quienes no conocen
y escritor, es decir, crítico, busca enriquecer su pano- el psicoanálisis salvo por los libros, aun si es su oficio
• plia con la adquisición de un instrumento del que pue- leer libros, reflexionar sobre ellos y escribir el produc-
d~ valerse hábilmente tras algunos ejercicios. En el ni- to de su reflexión. Tarde o temprano echarán los puen-
vel de una teoría de la escritura, el psicoanálisis esta- tes aquellos mismos que son los artesanos de su disci-
rá presente en la cita, pero será ccrebasado)) dentro de plina, que conocen sus recursos y sus límites. ¿Elogio
un conjunto más vasto.. El psicoanálisis se funde en de la técnica? Si el psicoanalista no fuera más que un
una psicosíntesis. Si antes pudimos parecer dogmáti- técnico, se conformaría con el psicoanálisis que prac-
cos cuando demandamos al que pretenda analizar tex- tica con psicoanalizandos y no experimentaría la ne-
tos haber tenido una experiencia del psicoanálisis, no cesidad de perderse, como Don Quijote, en el universo
se .trataba emper~ de un prejuicio sino de que esta de- de los libros.
manda -que ~~ tiene más valor que la de un voto
piadoso- nos parece justificada por los desarrollos de
la crítica y de la.- teoría de la literatura. Tener en cuen-
ta el psic<?análi~~s _ n ·o es ciert~mente _d arle el empleo
'
La desligazón
a que hoy se· lo somete ·acomodándolo a divers~s sal-
sas. Más vale desconocerlo por completo si no se pue- ¿Qué hace el psicoanalista frente a un texto? Pro-
de dar el Pc:tso que c~nduzca a ponerlo a pr.u.e ba pri- cede a una trasformación a decir verdad, no proce-
mero en uno mismo, corno lo hace todo analista . .De . de deliberadamente así, sino que ella se le impone-

380 381

..
en virtud de la cual no lee el texto, lo escucha E dariedad ~ deja aquí y allí, just amente por ser una obra
·
no quiere · evi·d en t emen t e, que se lo haga · sto
d ec1r, de ficción y, por lo ta~to, gobernada por el deseo, hue-
1eer 0
que lo lea en voz alta. Lo escucha según las modal"d _ llas de los procesos primarios sobre los cuales se edifi-
des que son específicas de la escucha psicoanalít~ a ca.· Estas huellas se traslucen siempre, detrás de la
He ahí la paradoja: la lectura rigurosa se duplica a~~i construcción necesaria del texto, por su carácter ac-
en una escucha laxa, una lectura .f lotante. La lectura . ce~orio, adventicio, contingente. El ojo las roza sin de-
flotante no es una lectu~a neglig~nte; al contrario.. Es tenerse en ellas, pero el inconciente del lector las per-
ate-n ta para todo lo destina<:~o a descamin~r la expec- ·. cibe y las registra. De ahí, frente a todo texto literario
tativa del lector .. Sigue los hilos del texto (texto =.-: teji- -Y a texto más fuerte, efecto más marcado, en los dos
do, esto se admite hoy) pero rechaza el hilo de Ariad- :sentidos del término-, aparición de una idea y de un
~a que el texto pr~pone al lector. Ese hilo es el que afecto. La idea es la ·cte un enigma y el afecto el de la
tiende el texto hacia su meta, el que tiene la ultima fascinación del texto en tanto conmueve. Una y otro
palabra, que es el término de su sentido ma_n ifiesto. hacen cuestión y llevan al analista a plantear esta cues-
Aplica entonces al texto el tratamiento que aplica al tfón, a analizar la fascinación. En suma, el analista
discurso conciente que recubre al discurso inconcien- reacciona al texto como a una producción de incon-
te. El psicoanalista no dispone, en el caso del texto li- ciente. El analista deviene entonces el analizado del
terar~o. de las ventajas que le ofrece el texto manifies- . texto. A esta cuestión, es dentro de él donde es preci-
to del sueño, puesto que no puede en· este caso evaluar so encontrarle una respuesta, tanto más, en el caso
el trabajo del sueño a partir de las asociacior1es que del texto literario, cuanto que sólo puede contar con
revelarán los restos diurnos y conducirán los pensa- sus propias asociaciones. La ~nterpretación del texto
mientos del sueño al deseo del sueño . . El texto litera- pasa a ser la interpretación que el analista debe pro-
rio y el texto del sueño confluyen en un solo punto: porcionar sobre el texto, pero en fin de cuentas es la
estar los dos presentados a través de la elaboración se- interpretación que debe darse a sí mismo de los efec-
cundaria. Por eso tal vez sea más exacto comparar el tos del texto sobre su propio inconciente. Por eso im-
texto literario con la fantasía (conciente), en la medi- porta que este ejercicio de autoanálisis sea precedido
da en que en la fantasía se mezclan estrechamente los · de un análisis por otro o , si se prefiere, de un análisis
procesos primarios y los secundarios, de los cuales es- del Otro. El analista pone a prueba esta interpretación
tos últimos modelan a los p;rimeros dotándolos de una comunicándola. De una pruel:)a se trata, en efecto, por-
variedad de atributos pertenecientes a la secundarie- . que trae a _la luz del día las fallas de su lectura y los

dad. De todos los rasgos de la secundariedad, tal vez límites de su autoanálisis. El riesgo que entonces co-
la ligazón sea el más destacado: una energía libre (no rre es ciertamente no acertar con el sentido inconciente .
lig~da) que tiende· hacia la descarga, que recurre a los del texto pero, sobre todo, revelar las resistencias con
comprom_isos de la condensación y del desplazamien- que él mismo tropieza en la revelación de su propio
to, que hace coexistir los contrarios y es indiferente inconciente. En un caso, una interpretación demasia-
a la temporalización, se trasforma en una energía li- do superficial mostrará con evidencia la racionaliza-
gada cuya descarga es diferida, está contenida y limi- ción del analista: en otro, una construcción artificiosa
tada, y que obedece a las leyes de la lógica y de la su- mostrará que él está c~fuera de la placa••, lo que en la
cesión temporal. 3 Pero la fantasía, como el texto, aun _ ·jerga analítica se llama una interpretación ccsobreim-
cuando se quiera exornar con los rasgos de la secun-
. .
puestau. Interpretar es siempre asumir ese riesgo in-
terpretativo. ·
3 Excluyo aquí a la poesía, que en este orden plantea problemas La credibilidad de la interpretación no interesa. La
particulares. aceptación o el rechazo no son de ninguna utilidad pa-

382 383
r~ juzgar sobre el.valor de la .i~terpretación. Si el deli-
rio es llamado de tnterpretacton, es preciso acepta ·y al que lee en una relación mutuamente narcisista; ..
cam b 10 ~ del psicoar en
· 1a 1· d ea d e que 1a 1nterpretacion
· el texto es un objeto trans-narcisista.
lista es tambié~ un delirio a los ojos de los demás. ~:~ 3. Verdad de la ilusión, que confiere a este ser de
ro el relanzam1ent~ que la interpretación ·suscita d ficción que es el texto literario un valor al que uno pue-
testimonio de su fecundidad o de su esterilidad. El an a de incluso sacrificar lo real y el deseo de vivir.
lista, a partir de las huellas que se ofrecen a su mirad:~
~4. Verdad histórica, en fin, que hace del texto un
"" pro~ucto de la historia de quien lo crea, que habla- a
escucha, no lee el texto, lo desliga. Rompe la secunda-
riedad para encontrar~ más acá de los procesos de li- la historia de quien lo consume. Porque ningún psi-
gazón, la desliga~ón que la ligazón ha recubierto. La coanalista puede renunciar al estudio de las relacio-
interpretación psicoanalítica s~ca al texto de su surco nes entre la historia de una vida (que no es una bio-
(delirar = poner fuera del surco). El analista ·desliga grafía, aunque se tratara de una psicobiografía) y la
el texto y lo ((delira•,. De ahí las protestas de los críticos historia de una obra. Del mismo modo, el efecto de es-
t~ obra sobre el lector rozará algo que toca a la histo-
tradicio!lalistas que se suman a las del analizando de
" ria de su vida.
recient~ d~~~: ((¡~U~!e~ d~~ir~!~·· fr_e:ud_no ~e limitó a elu-
,
cidar el sentido del síntoma neurótico, que participa ·- : ~

en mayor o menor medida de la locura, ~ pero que se Ese núcleo de :verdad, en singular o ·en plural, se
• •
distingue de ella ·porque su ~ catácte~r ' c•ariormal·~ es -re-··.::..:; . el..abora, se trasforma y conduce a los procesos de liga-
conocido por el paciente. Llevó este análisis hasta las zon que llevan a la construcción del delirio para el de-
formas más alienadas del pensamiento, hasta el sínto- lirante, del texto para el escritor, de la interpretación
ma psicótico, respecto del cual el delirio es una de las para el psicoanalista. El cotejo insólito que ·esbozamos
piezas maestras. Que el sueño tenga un sentido ocul- con esto no es desde luego obvio. El trabajo del deli-
to, he ahí algo conocido desde la más remota antigüe- rio, el del texto, el de la interpretación, no son reducti-
dad. Freud confirió a este sentido su estructura y lo bles unos a otros. Lo que justifica el trabajo de la in-
relacionó con el deseo. ¿y el delirio? Deseo y delirio terpretación no es solamente la re,relación de los efec-
quedaron remitidos uno al otro. Lo que Freud recono- tos del texto ni siquiera su organización latente. El

ció en el delirio es que está construido en torno de un delirio, como el texto, construyen, pero, hay que de-
núcleo de verdad. El delirio de la interpretación psi- cirlo, en el desconocimiento de lo que construyen. Es
coanalítica -que algunos preferirán llamar el delirio cierto que el escritor obra con conocimiento de causa,
psicoanalítico de interpretación- descubre en el tex- pero el trabajo que es objeto de su conciencia y de su
to un núcleo de verdad. -- - -~- oficio recae sobre la secundariedad del texto, sobre lo
Hoy habría que decir, más modestamente, un nú- que funciona para producir una obliteración del incon-
cleo de verdades: ciente, que él se esfuerza en recubrir. O, más precisa-
mente, sobre un juego de claroscuro por medio del cual
l. Verdad del deseo, puesto que el texto concierne la relación de veladura-revelación del inconciente deja
al deseo de escribir y al deseo de ser leído por parte siempre en la. sombra la eficacia dinámica del texto
del escritor. Deseo de leer en cuanto al lector, lejano para no atenerse más que a su eficacia literaria. Sabe-
sustituto de un deseo de ver y de saber, que va unido mos de la irritación que manifiestan los escritores an-
a toda curiosidad se·x ual. ~ - -- ~ ~ . - · · · - te las interpretaciones que se hacen de sus textos, del
2. Verdad de la fantasía, que habita el texto, que .. orgullo que experimentan ante el reconocimiento de
hace del texto el pre-texto de la fantasía (y a la inver- que son objeto. Esta ·irritación se expresa hacia todas
sa); el pre-texto de la fantasía común arque escribe - las interpretacione~ y no sólo hacia aquellas que se ins-
piran en el psicoanálisis, aunque en este último caso

384

385

se extremen. Como el delirante c.s e atiene)) a su d .. ta penumbra del texto, propic ia para el nacimie nto de
t t
a su no In erpre a I 1 a por otro que pretenda Irio ·
. b .l. d d e 1
}as fantasías que acompañaban a la lectura.
.
t Ionar e l sen t"d 1 o cerrad o que elle
, confiere, el es cues-
. Todo saber verídico se acompaña de una pérdida
.
se a t 1ene a 1a ¡·Iteral"d
1 ad· de .su texto, que no debe cntor
d . irrecuperable. Una herida narcisista infligida a quien
. 1 d" e
sino o que 1ce. omo el delirante,. el escritor f(no q . ecir pretenda levantar el velo de la ilusión. Así el analizan-
Uie-
re sab er na d a de eso••. Todo ocurre como si una . , do. al término de su análisis, echa ·a veces de menos
·, d b" esci-
Sion e_ 1era necesariamente asegur~r una relativa es- su neurosis, que le daba la impresión de sentirs e Ul)
tanqueidad entre la construcc~ón. del texto y sus fun- ser excepcion~l aun al precio de la angustia y d ~ l su-
damentos, sobre todo si se trata de fundamentos frimiento.
literarios. Ciertos críticos, defensores del misterio ~o
la creación, ., llegan a hablar de profanación ante la· In~
t erpre t ac1on psicoanalítica.
El analista, por su parte, prosigue su trabajo de Leer y escribir
deconstrucción-construcción, con frecuencia sin mi-
ra~ientos , algunas veces bas~ante raras, es preciso Cuartdo desliga el texto, el crítico psicoanalista no
decirlo- con felicidad cuando la censura no se ceba se limita a descentrarlo como se dice . Le hace
en sus propios análisis. Porque esta desligazón es la abandonar su surco y, al mismo tiempo, lo trasporta a
etapa necesaria para una ligazón nueva, diferente de otro campo del que se ha podid o decir que ya no era
la de 1~ obr~, ligazón que obedece a la lógica del pro- el de la literatura. Y esto es cierto en parte. Si en la
ceso pr1mar1o, que trae a la luz relaciones del texto con revelación de las relaciones que el texto mantiene con
• el núcleo de verdad. El analista produce entonces a lo inconciente aparece una realidad otra, en efecto se
. su vez un texto: el de su construcción. Al escritor se trata de una realidad no literaria. Esto es lo que difícil-
asigna la tarea de ccrnostrarH. Pero, al mismo tiempo que mente admitan el escritor y el crítico no analista. Pre-
lo hace, él esconde para mostrar otra cosa por medio ferirían que esta salida del surco permaneciera en el
de la escritura. Esta es a la vez conversión y diversión campo de la literatura y, sin embargo, es innegable que
para la eficacia del texto. El crítico psicoanalista, por una obra literaria no puede dejar de remitir a una rea~
su parte, propone a la vista su construcción. Pero lo lidad extra literaria porque se puede sostener que el
q~e el escritor ha producido es un objeto de fascina- papel de la literatura consiste, justamente, en conver-
Cion captadora que admira ·y / ciega a la vez, cuando tir un sector de la realidad (psíquica o externa) en rea-
la eficacia del texto opera en pleno. Lo que el crítico lidad literaria. Esta neo-realidad es el mismo térmi-
ha distribuido ante nuestros ojos con su interpretación no que Freud emplea para designar el delirio- se ca-
rompe el encanto, iricluso cuando revela las riquezas ract~riza por pretender bastarse a sí misma y tener una
ocultas del texto. Desliga al lector de los sortilegios del importancia igual ·a la de la realidad de la cual es el
texto. :?r parcial q~e ella sea, la interpretación psi- producto de trasformación. Vemos que vale más em-
coanalitica es rec(~ida con cierta pena porque engen- plear el término realidad en plural que en singular. De
dra un sentimiento de desilusión, de lesa majestad. El este modo, en nuestros días la crítica literaria se du-
co~suelo que se ·p uede extraer de 1.1:na inteligibilidad plica en dimensiones diversas, de las que una es el psi-
meJor del te.x to compensa malla pérdida de su miste- coanálisis.
rio .. ~1 ~sclarecim~ento proporcionado por la interpre- En lugar de perseguir los ternas de deseo tratados
'""'""".·" 1
tacion Ilumina el texto con una luz demasiado cruda, con mayor frecuencia por la literatura, o~ientémonos
lo despoja del halo de su lectura original. Se torna a hacia la interpretación psicoanalitica de la actividad
mal que el psicoanalista haya puesto mano en la san- de lectura-escritura. Así avanzaremos hacia lo más ge-

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' 386 •

387
neral y, al mismo tiempo, lo más vivo. Leer y escribir sidad. El placer es evidentemente más disfrazado si
no son para el psicoanálisis actividades primeras sino se lee con fines de estudio, de trabajo o para tomar co-
productos de adquisición tardía, que han surgido del nocimiento de textos útiles, hasta indispensables. Pe- .
aprendizaje pero utilizando pulsiones parciales domes- ro aquí salimos del marco de la literatura. Hasta nos
ticadas por la educación, la acción ••civilizadoran. Lee·r podemos preguntar si el criterio de la literatura-no es
y escribir son sublimaciones, es decir que las pulsic.: ·justamente producir escritos que no puedan eludir su
nes parciales están inhibidas en cuanto a la meta, des- relación con el placer. Se trata entonces de un placer
- plazada,s y desexualizadas. Reconducidas de este mo- tomado por'lcon la mirada. Es cierto que uno puede ha-
do a sus constituyentes fundamentales, las pulsiones cerse leer textos, pero es un uso derivado porque es-
parciales en cuestión son las que se relacionan con la cuchar un texto (en el sentido no psicoanalítico) no es
escopofilia. El deseo de ver es . patente en la lectura. leerlo. En este último caso, el que ·e scucha se apoya,
. La cubierta, la tapa de un libro es su hábito. Indican por identificación, en el que lee. En consecuencia, leer
un nombre, un titulo, una pertenencia (la casa edito- se liga al placer de ver, lo que implica que cierta cu-
rial) que se proponen a la mirada y la atraen. Cuando rlosidad anima al lector. Pero esta curiosidad, si la lec-
el libro ~~ta_ ~obre el_estante de una biblioteca, su ac- - ~.. -- tura pertnite tal vez pensar que lleva consigo cierta abs-
ceso es fácil .a la mirada en busca 'de . placer; cuando. tracción, de todos modos
/. está lejos de lo que se llama
está puesto en la vidriera de un librero, esta barrera la cccuriosidad intelectual••, pues es mucho más sensual.
traspaiente acrece nuestra·curiosidad. Entramos la en oiU. - · - -
'
Es toda la djstancia que separa la escopofilia de la epis-
librería upara echar un vistazo ... Salvo en el caso de sa- temofilia. La epistemofilia es más la búsqueda de una
ber lo que buscamos, y lo pedimos al librero, no nos ccteoría), explicativa, como lo .muestran las teorías se-
gusta que nos molesten en nuestra inspección. Rebus- xuales que los niños construyen para explicarse el mo-
camos hasta que, cebados por un vago indicio, toma- do en que los bebés vienen al mundo. La escopofilia
mos en la mano un libro. Ahí comienza el placer, en es procura de un placer menos inhibido, menos des-
abrirlo, tocarlo, hojearlo, examinarlo por lugares. Si plazado, menos desexualizado. Más afectivo que inte-
el libro no está cortado, nos vemos obligados a veces lectual. Una obra literaria es apreciada según el efecto
a entregarnos a una pequeña acrobacia ocular para leer emocional que ella provoca en el lector más que por
una página unida en su borde superior o al costado, la inteligencia que emana de ella, aun si hace falta mu-
porque e.s justamente ese pasaje el que nos interesa. cha inteligencia del escritor para producir ese efecto. 5
En fin, hay que elegir. Si la promesa de placer nos pa- Escopofilia, entonces, más que epistemofilia; lo que nos
rece confiable, pagarnos. el precio del libro y nos va- hace sentir la falta de una escopología, cuando tan
mos con él tranquilam-e ñte. Según que no nos . disgus~ preocupados andamos hoy por la epistemología. Leer
te .m ostrarnos en su posesión o que cierto pudor -nos depende entonces, digámoslo sin ambages, del voyeu-
lleve a ocultar su identidad, lo presentaremos desnu- risrno.
do o envuelto. Para leer, tendremos que encerrarnos Investiguemos ahora lo más específico del voyeu-
con el libro en público o en privado- y a veces en rismo literario. El placer de leer es diferente del pla~er
lugares asaz extraños y a priori poco propicios para que se torna mirando una compilación de reproduc-
este género de ejercicio.4 ciones, un álbum de fotografías, un filme, una exposi-
¿Qué nos ern·p uja a leer? ~a ~~sq1:1~d~ 9e un pla-
5 Secundariamente. el deseo de ver que subtiende a la lectura
cer por la introyección visual que satisface una curio- .
se duplica en un deseo de saber, saber lo que contienen los otros
4
Inútil insistir en esos baños que. por consenso familiar tácito., libros, literarios o no, aumentar el conocimiento literario e intelec-
se trasform~n en verdaderas bibliotecas y hacen de la lectura un tual hasta la erudición. Itinerario que a menudo conduce al amador
ritual escatológico. de libros al nivel profesional: enseñante~ crítico, escritor, etcétera.
. . ... . ~ . . .

388 389


ción de pintura, un cue rpo d e snudo. La espec ific ida d segunda es e n él donde lo ve, no en el texto .. ~~ pas~­
del placer de leer reside en que este debe pasar p or do. por lo tanto, en el voyeurismo, de la posicion acti-
la mediación de la escritura. va a la posición pasiva. Podemos ruborizarnos a la lec-
Ahora bien, la escritura supone la ausen-c ia de la tura de un texto como si alguien nos mirara y adivina-
representación. La representación, que no está presen- ra nuestros sentimientos~ La voz media une estas dC?s
té directamente en el texto, puede reinvestir la escri- •
· posiciones en que el voyeur-visto coincide e? la mis-
tura. La fabricación del libro utilizará todos los recu:r- . ma persona, funcionando el texto como espeJO del lec-
sos del arte de la impresión, aunque el texto no se tor. La ausencia de representación del texto ha lleva-
acompañe de imagen alguna cómo en "las ediciones pa- do entonces al lector, al mismo tiempo que ligó los ca-
ra niños y en las de lujo. La im_p resión puede recurrir racteres para descifrarlos, a ligar en él una cadena de
a todos los medios para causar impresión. Ta;rnbién representaciones, pero qut: es la suya y no la del tex-
este es un uso derivado de la escritura. En cuanto a to. ceLa marquesa salió a las cinco ·d e la tarden. A des-
lo esencial, la escritura es una representación (gráfi- pecho de las más explícitas indicaciones del texto., es-
ca) de la ausencia de representació~ (imaginaria). La ta marquesa no es ni puede ser otra que la del lector.
percepción de la escritura como tal no remite más que ·En qué medida coinciden la representación del lec-
a ella misma; sólo el desciframiento de la escritura da- tor ~ aquella que, antes de ser escrita. fue la del escri-
rá acceso a una representación .. Leer un texto es, en tor? Es una pregunta sin respuesta. Primero porque
''
consecuencia, traducir un ordenamiento sistemático el escritor difícilmente responda; después porque, aun
de caracteres que por sí mismos nada representan. Di- si lo hace, nada garantiza que diga la verdad; por últi-
cho de otro modo, la escritura, salvo ese ordenamien- mo, porque, aun si afirma d~~ir la verdad, franquean-
to de los caracteres, no muestra nada: es la experien- do los límites de la censura del preconciente, lacen-
cia que hacemos cuando cae en nuestras manos un '
sura del inconciente permanece intacta. En el fondo,
libro escrito en una lengua totalmente extraña. Enton- ' lo más equitativo es pensar que no puede decir nada
ces, si el lector es un voyeur, lo que ve en un libró son porque nada conoce de ello. Cuando escribe, el ~scritor
signos que no representan directamente ningún obje- muestra algo que trascribe en caracteres; convierte re-
to. Para ver habrá que leer, es decir, ligar los caracte- presentaciones en escritura. Pero oculta aquello de lo
res, 6 respetar los intervalos entre las palabras, reco- cual parten las representaciones y sólo entrega las que
1 '
nocer la puntuación y, por último, adoptar el tono que quiere trasmitir convertidas en esc:itura. Hay en_con-
indique que el reconocimiento ha pasado de los ele- secuencia varios niveles por considerar: la escritura
mentos a la configuración del sentido. La articulación como ausencia de representación, las representacio-
de las palabras, de los sintagmas, de las frases, del tex- nes (preconcientes) evocadas por la _escritura Y_a la:'
to, en fin, todo ello ·depende de un intenso consumo que la escritura remite de manera mas o men~s ~mpll­
de energía visual y, desde Juego, intelectual-. Sin cita, las representaciones (inconcientes) rep~Imidas Y
embargo, a medida que ccleeu, el lector ve, es decir que borradas por el proceso de la escritura. Las represen-
se representa aquello de lo cual el texto trata. Así, es taciones propiamente dichas (preconcientes) a las que
·a hora el texto el que mira al lector en los dos senti- remite la escritura están entonces entre dos no repre-
7
dos del término · ; puesto que lo que ve con esa visión sentaciones: las de la escritura, las del inconciente.
.
6 Todo el mundo sabe que la principal dificultad en el aprendi- 7 Notemos que se puede establecer un esquema homólogo para
zaje de la lectura es hacer admitir a un niño que b seguida de a el lector. con la diferencia de que este consume una escritura .p ro-
sin intervalo produce ba. Dificultad que el método global procura ducida por otro. que desempeña un papel inductor sobre l~s otros
- ~ -- sortear, ahorrando al niño un esfuerzo intelectual que empero es dos niveles. mientras que estos son los que inducen la escritura en
esencial. el escritor .

390 391

· ·-·;
u

En fin de cuentas, si el escritor exhibe algo cuando na los mismos anhelos que venimos mencionando. Pe-
escribe, lo que muestre será justamente la escritura; ro estos anhelos son silenciosos, y aquello por lo cual
o sea, la especificidad literaria. Por lo tanto es parcial- él reclama nuestra atención no se sitúa en el nivel de
mente ac~rtado decir que no muestra nada ·por medio la representación sino de la escritura. A titulo de tal
de la escritura: en realidad, enseña su construcción de · pretende valer. La escritura se ha convertido en un fe-
escritura. La exhibición se limita al texto. El juego de tiche invisible, tan indispensable para el placer como
escritura ha consistido aquí en quitar las· representa- el fetiche lo"es para el fetichista. Fetiche de dos caras
ciones preconcientes, de las que siempre se ·podrá de- que mira a la vez al escritor y al lector. El lector dice
cir que son las del lector, y en no mostrar más Que . 1.
al escritor
. uMuéstrateH, en el momento en que este lo
la construcción de escritura: una forma. Hamlet res- interpela para decirle ccMírameu. Proposición que sin du-
ponde a Polonio, que le ha preguntado qué lee: ccPaJa·- da se puede invertir sin modificar en ella nada funda-
bras, palabras, palabrasn. . · mental, haciendo decir al lector ccMuéstr~eu en el mo-
En el voyeurismo y el exhibicionismo, el objeto de mento en que encuentra la convocación del escritor
la pulsión es .o riginariamente el pene. Pero así como ccMírate,, utilizando todos los recursos polisémicos de
las pulsiones parciales. resultan trasformadas eri la-lec- ·· ese vuelco. , . .
tura y la escritura ~ de la ·misma manera el -objeto no Sin embargo. el objeto mostrado por el escritor no
1

es más el objeto o~iginario. Las representaciones que está presente sobre su cuerpo: es un objeto creado. Es.
hemos registrado no permanecen en estado inerte: se en consecuencia, una trasformación nueva la que es
agrupan, se condensan, se deforman, para constituir preciso tomar en cuenta aquí. Lo que ~1 escritor mues-
1
organizaciones fantaseadas. Así, las representaciones tra es el resultado del proceso de creación, como el
preconcientes se organizan en fantasías preconcientes, príncipe heredero es mostrado al pueblo para atesti-
puesto que todo texto, por realista que pretenda ser, guar que el nacimiento se ha producido.
no es sino un ser de ficción, lo que lo hace afín a la Se comprende mejor entonces que no se trate sola-
fantasía. Lo mismo para las representaciones incon- mente del pene sino de la serie pene-heces-hijo. Un hi-
cientes: no por haber sido sustraídas de la mirada de- jo que el escritor ha traído al mundo él solo, sin la ayu-
jan de ser elaboradas de manera activa en fantasías da de nadie . porque, si reconoce maestros, empero él
inconcientes. Es sobre todo en el nivel de la comuni- es su único creador, su único padre. Y hasta, a la vez,
cación de las fantasías inconcientes entre el escritor el padre y la madre. Vemos que en un mismo acto se
y el lector donde se establece la complicidad del par reúnen los dos aspectos de la curiosidad sexual . el de-
que ellos forman. En el nivel de la fantasía inconcien- seo de mostrar-ver un pene y el deseo de encontrar una
te, el objeto no es r~presentable; más precisam·e nte: explicación para el misterio del nacimiento. El escri-
sólo lo es en esa otra escena adonde debemos ir a bus- tor prescinde de toda teoría sexual que haga interve-
carlo deduciéndolo, es dec.ir, despojándolo de sus dis- nir a los progenitores, puesto que él es al mismo tiem-
fraces f~egolianos. Es en el nivel preconciente donde po los dos reunidos para ·la procreación del hijo que
el objeto adopta la forma de una repre~entación dis- ha producido.s
frazada que perm.ite anudarlo a la serie de los objetos: En este punto puede contar todavía con la ·compli-
hijo-heces-pene, todos los cuales son ucosas pequeñ.as cidad del lector. Porque todo lector sueña con haber
desprendidas del cuerpo)), según la expresión de Freud,
8 Marthe Robert ha mostrado los vínculos que unen la novela
quien los articuló en esta cadena. La obra deberá ser
familiar y la creación novelística: ccRaconter des histoiresu, L 'Ephé-
il!lportante, alcanzar fama; ser admirada~ susceptible mere. no 13 ( 1970). El crítico psicoanalista analiza esta fantasía de
de notables elaboraciones, etc. En el nivel conciente, autocreación y así comete un crimen de lesa majestad. Sarah Kuf-
el objeto deviene verdaderamente texto, escrito.· Dre- · · man ha tratado este tema en L 'enfance de l'art (París. 1970).

392 393
escrito el libro que él ha amado y que lo ha desperta- de las representaciones preconcientes. Cuando Push- .
do al placer. como todo escritor goza, por identific _ kin escribe La dama de pique, la corte reconoce en la
ción, del placer que ha producido. Un lugar metaró~­ anciana a la condesa Nathalie Petrovna Golytsina, lla-
co, un espacio potencial. como dice Winnicott, se h mada la ((Princesa Mostacho••, quien, . creyendo o fin-
establecido entre escritor y lector, constitutivo del cam~ giendo creer en la virtud de las tres cartas ganadoras,
po de la ilusión entre la veneración de un objeto tran- · apostaba al tres, al siete y al as. Pushkin no lo des-
sicional transnarcisista. Ese lugar metafórico es uno mintió. No obstante, lo que únicamente sus íntimos
de aquellos ocupados por la fantasía inconciente, no sabían era que otra princesa Golytsina (Eudoxia), de
representada y, sin duda, nq representable. Esta no sobrenombre la ccPrincesa Nocturnau, fue un amor de
representabilidad de la fantasía inconciente, como vi- Pushkin cuando ella tenía treinta y siete años y él die-
mos, se duplica en la no representabilidad de la escri- cisiete. La manera en que Hermann se introduce en
tura. 9 Así, en los dos cabos del proceso de escritura casa de la anciana condesa recuerda, por muchos de-
(fantasía inconciente y texto), la representación es abo- talles, a su propia aventura con Dolly Ficquelmont, hija
lida. Pero lo más difícil, corno dice Freud, es suprimir dé Lise Khitrovo, que amó a Pushkin con un amor un
las huellas de esta abolición. En el nivel de la fantasía poco incestuoso y de quien él fue también amante. Pero
inconciente. las huellas se manifiestan por un vacío, hará falta la investigación analítica del texto para des-
un blanco, una ccausencia,, cuando los disfraces reve- cubrir, tras la fantasía de la riqueza adquirida por el
ladores, no obstante sus deformaciones, son todavía juego sin riesgo, otra fantasía casi muda, la de la ge-
demasiado elocuentes. En el nivel del escrito, esta hue- neración y la de los orígenes. No tenemos lugar para
lla es justamente aquella que la escritura deja cuando mostrarla aquí; volveremos sobre ella en otro trabajo.
el significado inconciente pasa al significante. Pero la Esta fantasía no está representada en el nivel del tex-
literatura, como toda creación, tiene sus mutaciones. to; sólo una .acumulación de huellas permite deducir-
Porque vive. cambia, aun si esos cambios amenazan la. Pero lo que tampoco es representable es la escritu-
matarla. Será también el destino de la representación ra pushkiniana. Si se trata de urdir relaciones entre
el que nos ocupe en la suerte que le hará experimen- la vida y la obra, ellas desautorizan toda inferencia di-
tar la escritura de la modernidad. recta respecto de la escritura. Nada más embrollado,
más desordenado, más desprolijo que la existencia de
Aleksandr Pushkin; nada más acabado, más ordena-
'• do, más económico que la escritura pushkiniana. Su
Las trasformaciones . de ;la escritura concisión, su claridad incisiva, su despojamiento hi-
cieron decir a Flaubert que este poeta era chato, lo que
Así, escribir es, en primer lugar, trasfottná.r. Hacer haría enrojecer de cólera a cualquier ruso. Si quere-
pasar la no represe;ntabilidad del fantasma inconcien- mos analizar esta escritura, no ha de ser ciertamente el
te a la no representabilidad de la escritura, a través auxilio de la representación lo que nos asista: el aháli-
sis del lenguaje de Pushkin tiene que ser estrictamen-
9 te literario. El dominio del psicoanalista tal vez termi-
El concepto de fB!ltasía inconciente es de una complejidad que
desafía al análisis. En otra parte hemos sostenido la idea de que si ne aquí. El sistema de trasformaciones de la fantasía
las fantasías inconcientes son inasequibles a la conciencia y deben inconciente en el escrito ha tenido por resultado susti-
por eso ser deducidas a través de sus retoños, su estructura sólo tuir una organización dinárrlica, móvil, proliferante, en-
parcialmente es del orden de la representación en el nivel de lo in- cabalgada, que se despliega en varios planos (el de la
conciente. La parte más inconciente de la fantasía inconciente no
es representativa porque está soldada a la moción pulsional que la
representación, en parte, pero también el de los afec-
constituye. Cf. Green ( 1970). tos, del cuerpo, de la inducción a la descarga a través

394 395
del pasaje al acto, etc.) por una organización est bl ·· que esta evolución. o esta r e volución, ha consistido so-
constante, despojada y , sobre todo, lineal. En est e, .· bre todo en romper con una manera de concebir la li-
side el principio mismo de la escritura: trasform; ~: --- ·g azón, en la medida en que esta obedecía a los crite-
go ~enido del _cuerpo desea~te en una actividad de li- -. rios que definían los lazos de la secundariedad para
gazon, exclusiVamGnte for111ada por caracteres de 1 ~ los procesos primarios. Ese estallido de la ligazón y de
. "d d
guaJe_, un1 os por una ca ena orientada y obediente~· · en _· -}a secundariedad originará dos tipos de intento: por
a las leyes de la gramaticalidad. La inven·ción (le la es: · una parte, .~1 recurso a un modo de escritura mucho
critura puede hacer variar un~ cantidad restringida de más próxima a la fantasía inconciente en sus aspec-
parámetros pero obedece a la mayoría de ellos. Corno- tos menos representativos y, por la otra, una evacua-
quiera que sea, la huella escrita, como núcleo exclusi- ción de la referencia a la representación en la escritu-
vo de trasmisión del mensaje, sigue siendo la exigen- ra. En suma, lo que debe desaparecer es una forma
c ia fundamental. · · de representación tal como aparece en el guión escé-
A la inversa, la lectura por el desciframiento·de los nico de la fantasía preconciente. Así se abren dos vías:
c aracteres escritos tiene por resultado, de una parte, la formulación inconciente en sus aspectos más vio~
traducir lo más específicamente .literario de u.n -texto ~-~ --· lentos, menos discursivos, más silvestres, y el proce-
(su escritura), y' "de-otra ~ rec-rear -en- el fecto_r_todos. los - - . so del pensamiento escritor, como si pensar y escribir
planos prese~te~ en. ~~ ~-~~:r:-~~9~ P.e~o apqliQ_Qs por .la es- ~-,. _. se convirtieran en un único procedimiento. En este úl-
c ritura: plano de las representaciones preconcientes timo caso, sobre todo, la escritura deviene casi ínte-
e inconcientes, y de las fantasías que les c-orrespon- gramente su propio objeto, su propia representación ~
den. El trabajo del crítico analista se ve facilitado en- Se podría decir que se ha pasado d~ la escritura de la
tonces por esta doble ligazón porque el respeto hacia representación a la representación de la escritura.
la ordenació11 de los planos es propicio para el desci- La distinción que acabamos de trazar entre escri-
framiento que se propone operar; la escritura remite tura clásica y escritura moderna es sin duda demasia-
a las representaciones preconcientes, y estas permi- do tajante. R_e sponde,_no obstante, a una realidad. S e
ten deducir, con ayuda de las huellas de la escritura, las podría oponer llamándolas, respectivamente , escri-
la fantasía inconciente. Es lo que explica que la crítica tura figurativa·.
y escritura no figurativa. No descono-
psicoanalítica se haya dedicado sobre-todo a las obras cernas los quiasmas entre una y otra en un mismo es-
del pasado; en efecto, la escritura clásica obedece a este critor y ·en un mismo texto. Se podría poner en duda
esquema general. la existencia de una escritura figurativa, porque toda
La escritura moderna ha trastocado este cuadro escritura sería, por esencia, no figurativa, por lo mis-
procediendo a una mutación cuyos equivalentes en- mo que la especificidad literaria no es figurable. Pero
contramos en la pintura no figurativa· y en la música fuerza es admitir que no se puede suprimir en este sen-
serial. Ciertamente es arbitrario hablar de escritura tido todo distingo entre los escritos de Chateaubriand
moderna como si esta en ~odas partes se gobernara por o de Flaubert, de Malraux o de Camus, y los de Ar-
los mismos principios. Es preciso retomar algunos ras- taud o de Beckett, de Blanchot o de Laporte, para ce-
gos generales corriendo el riesgo de esquematizar un ñirnos a ejemplos escogidos por su valor ilustrativo.
poco. Sería un error creer que la producci,ó n literaria Marthe Robert supo mostrar elocuentemente que el
ha obedecido a principios establecidos como otras tan- Quijote es un libro sobre los libros, sobre la literatura.
tas reglas a las que los escritores hubieran decidido ·· - ·-- Esta obra ejemplar sólo s~ puede leer con los ojos de
plegarse. En realidad, así como tan a xnenudo si no la representación; está construida en forma de ({cua-
siempre- ocurre, sólo con posterioridad se excogitó la dros .. de las aventuras del héroe principal o de los per-
teoría a partir de las obras ya existentes. Me parece . sonajes secundarios, tanto es así que·el relato hace apa-

396 397
..
1
recer y desaparecer el tiempo de la historia que los hace
vivir ((en el papelu. lo ínconciente es inasequible, es decir, que ciertas re-
presentaciones permanecerán para siempre inconcien-
tes, no representables, y que entre la representación
En la escritura figuratiya, la especificidad de la li- de cosa y la representación de -palabra subsiste una
teratura llenaba una función entre otras. Serv?ía a la distancia. En consecuencia, si devenir conciente con-
vez de tapón, de filtro y de convertidor. La literalidad siste en poner en relacjón la representación de cosa
del texto se llenaba de la sangre, el sudor y las· lágri- y la representación de palabra, esta últim~ posee. ~n
mas que nutrían al texto para conferirle otra figura en orden propio del que la escritura es la manifestacion.
la creación del escrito. El significado pasaba en parte En el texto escrito, el nexo representación de cosa-
al significado literario (las representaciones preconcien- representación de palabra se inclina hacia el lado de
tes evocadas por el texto) y en parte al significante es-· la representación de· palabra. El texto, si remite a re-
crito. El valor funcional y económico del significante presentaciones de cosa, vive sobre todo de las relacio-
era esa relación de veladura-revelación, esa sustracción nes entre las representaciones de palabra, lo que cons-
furtiva de la cosa mostrada, centelleante y evanescen- tituye un paso más hacia el desequilibrio de ese nexo,
.. ~ .. -- te, objeto de la captación-imaginaria. La escr~t.ura . era presente ya en el lenguaje. En el escrito, la articula-
ese pasaje; la lectura, el redescubrimiento dei -i.tfneta--·--- ción entre la esfera de las cosas y la de· las palabras
rio en que consistió el pasaje. Por explícito que se pre-
tendiera en apariencia, el texto era siem·p~e lagunoso. _
se modifica tópicamente, dinámicamente, económica- 1
mente. La escritura crea su espacio propio, su movi-
Más quería abordar lo explícito, más aumentaba toda- miento autónomo, su economía específica. Sin que se
vía la distancia de lo explícito a lo implícito porque más
se planteaba la cuestión de saber cómo una obra es-
haya roto la relación entre representación de cosa y 1
representación de palabra, lo que ha cambiado es la
crita, un ser de ficción, podía insuflarse de vida. Para vectorización de su equilibrio. El nexo vira cada vez 1
comprender cabalmente lo que es un escrito en que más hacia una idealidad (o una materialidad) en que
todo está explícito, en que la representación es resti-
tuida íntegramente, es preciso abandonar el campo de
la representación de cosa aminora en favor de la re- 't
presentación de palabra hasta el punto en que la re-
la literatura y abrir el tratado de anatomía. Ahora bien, presentación de palabr·a remplaza a la representación
ese tratado de anatomía, si tiene por objeto la descrip- de cosa. Aquí es preciso señalar el estat.uto particular
ción del cuerpo vivo, es escrito ~ partir de la descrip-
• de la representación de cosa. Ella ocupa una posición 1
ción del cadáver; de un cadáver. ((tratadon, es cierto, en
/
de bisagra porque es el medio de tránsito hacia la re-
que el preparado ha deteni~~ el proceso de descompo- presentación de palabra en el proceso de la escritura.
sición de la muerte. Escribir es lo contrario de descri- Pero ella misma es una mediación hacia el cuerpo, por
bir. Describir supone· la revelación total, la desnudez su intrincación estrecha con la moción pulsional, que
absoluta de la muerte. A la muerte del objeto de la des- es la fot111a más elemental de la pulsión, o lo que Freud
cripción responde paralelamente la muerte de la es- llama la representación psíquica de la pulsión, que no
critura en la descripción.
es el representante-representación (de cosa o de pala-
En consecuencia, siempre una escisión separa -e l bra). Del mist11o modo, la ·represen_tación de palabra
texto de la representación. Y no por casualidad Frelid es la mediación por la cual se actualiza el pensamien-
apunta que lo .c aracterístico de lo incenciente es que to. Así, las representaciones (de cosa o de palabra) son
ahí reina soberana la <(representación de cosa,;, mien- -- = !'-: ._ '

términos medios entre el cuerpo y el pensamiento. Son


tras que lo conciente y lo preconciente .comprenden productos ya trasformados (respecto del cuerpo) y que
la ((representación de cosau y la ((representación de pa- reclaman otras trasformaciones (respecto del pensa-
labra••. Pero es preciso agregar a esto que el núcleo de miento). En esto reside el interés del concepto de pul-
..
.398
399
sión como concepto-encrucijada entre lo somático y .· · · escritura que no deja de recor:darnos a Gaetan Gatian
· de Clérambault. el más brillante repr~sentante del or- ·.
lo psíquico; es su estructura lo que hace de la Púlsión
·• · . g~nicismo en psiquiatría, p~r? de quien él -si ..no nos
una delegación del cuerpo (el cuerpo pulsional no es ·
·el cuerpo en bruto). aunque dotada de ciertO pensa- • · ·. equivocamos- no tuvo noticia. Y cuando_ s~s emulos
miento (la lógica del proceso primario). ESta contra- ·. y-·sus amigos, empezando por Jacques R1v~ere, l. e re-
comiendan retoques de detall~ ~n sus escritos, el re-
dicción constituye su fecundid.ad misma, puesto que
chaza toda modificación porque no le interesa el val?r
en ella se mezclan una ausencia de organización res-
literario de su·· texto sino la trasmisión de .un estado
pecto del pensamiento y una organización ·e·m briona-
ria respecto del cuerpo. · corporal, de un ·momento de tensión •<incorregiblen. No
· es insensato pensar que habría vociferado a la lectura
de la utilización que -hoy se hace de su obra. Nos h~­
Hacia los dos polos de esta alternativa se_ dislocará
mos detenido en este ejemplo porque. en nuestra opi-
la escritura moderna. Es decir que se repartirá entre
nión, es particularmente demostrativo. Toda una lite-
una escritura del cuerpo Y. una escritura del p.e nsa-
ratura· se desarrolla en esta inspiración, con resulta-.
mi.e nto. Del lado de la escritura del cuerpo, la repre- .. ·
sentación·deja··cté·organizar u·na· fanta~_í~ ·co!'t~truida~p~-~ -- -~ ~. :~- ­ dos menos felices por-que está mucho menos resuelta
ra fragmentarse· en estad.o s éórporales· fugaces. inasi- -· a afrontar el precio del proceder que guió. a Artaud co-
mo a Daumal, quie~es lo pagaron muy caro.
• bies, en que el escritor se debate continuadamente pata · ~- ;· ·
No hay ((imitacióhn de Artaud. Solamente algunos
comunicar por el escrito una realidad que es intrasmi-
sible porque ni la palabra ni la escritura pueden dar cuervos que se emplean en encontrar la mirada -es
cierto que sólo después de ajustarse los cinturones_ ~e
su equivalente. En este caso el objeto de la escritura
seguridad- a la cual impidió vivir la contemplacion
no es ni siquiera el afecto o. al menos, no lo es ya baJo
de aquellos. a quienes Van Gogh pintó. ·
las formas sutiles que un Proust le imparte, sino _el es-
tado del cuerpo propio en su manifestación -m ás vio- En el otro polo se desarrolla una literatura que lla-
lenta. Por lo demás, cabe notar que se produce un cor- maré la del escrito sublimado. Escrito despojado de to-
tocircuito entre el cuerpo y el pensamiento, que hace da representación, de toda significación. Escrito que
de e·s te un órgano corporal. Hay que leer a Artaud y se esfuerza en no decir más que aquello que es el pro-
a Beckett desde este ángulo. En lo que concierne· al ceso de la escritura. Esta escritura es no figurativa con
primero, no ha dejado de repetir que la <diteraturau le igual título que la precedente porque en esta última
era indiferente y que sólo le importa.ba la realidad ex- se trata menos de representar el cuerpo que de hacer-
tra literaria, de la cual lo que él escribía debía dar ra- -·-- - lo vivir en astillas fragmentadas y despedazadas. Aquí
zón. Toda su correspondencia lleva la marc·a ·d e. esto.; ~
la ausencia de figurabilidad hace de la escritura la úni-
Y si, durante toda su vida, Artaud no dejó ·d e .a nudar ca representación. Esta escritura extrae de ella mi~­
relaciones con los psiquiatras, los taumaturgos, los vi- ma su Ópacidad y su trasparencia. Ella es su propia
dentes, _fue porque les exponía su cu.e rpo proliferante causa. Su propósito último es, por abolición de toda
de miasmas que él mismo· se ingeniaba para COI;lVÓ- huella de la representación. alcanzar una escritura
car; en efecto, su. pensamiento es un cuerpo y. desde blanca. Ella· borra al paso que traza. La deriva de· un
luego, un cu~rpo sexuado. Reclama desde los prime-· texto, su distanciamiento progresivo de la representa-
ros años .de su escritura ccinyecci.o nes de·· jugo t~sticu-_ ..~. -- - ción inconciente que hace del texto un producto de
l~r·~. Sólo le importa el contacto con las ccpotencfas del trasformación de una fantasía, ha desaparecido para
espíritu .. pero no las concibe sino cotno lás potepcias dejar sitio solamente a un texto ausente. El texto so-
de un sexo corporal .. C_u ando Artaud describe ·los fenó- - ~-: bre la ausencia ha devenido la ausencia de texto. To-
menos variados que le impiden pensar·, produce una . . - do texto está absolutamente, íntegramente lanzado ha-

400 401
.
10
cia ·su &ilencio. Todo cuanto no es texto es extra diferentes. que tomará de los autores pos-freudianos,
to. no texto. tex- de Melanie Klein o de Lacan. por ejemplo. Todo queda
Corno bien se comprende. lo que por medio d por hacer en este .d ominio, pero se pueden abri_r.. sen-
·t · e esta
~scrd1 ura s; mtenta evacuar es la relación con el signi- das que permitan remover la actual c.o mprobacion de
Ica o. en lavor del ~olo significante. La escritura - carencia. Estos pasos son osados, pero tal vez la teori-
ra. emancipada del significado, liberada de la· re pu zación de un Bion, 11 por ejemplo, pudiera ser de gran
t ., h pre-
sen ac1~n, ~ .roto sus amarras con el objeto; ella es ayuda en la medida en que aúna la preocupación ~e
su propio objeto. Por una comparación que, colno to- una teoría referida a los aspectos más elementales y
das las comparaciones, es imperfecta, diremos que 1 los más diferenciados del psiquismo.
reali~ación alucinatoria del deseo, que hace aparece~ . .Dispondríamos entonces de una ccgrillau eficaz para
al objeto ausente, ha cedido el paso a la alucinac· · . sondear los textos que atestiguan el proceso de tras-
t· S
nega 1va. e trata no solamente de matar en ·el huevo
Ion
formaciones de la función alfa, que tiene por meta ela-
la representación del objeto sino de matar también borar los materiales primitivos de la actividad psíqui-
aquel p~r~ quien un objeto existe como objeto de de~ ca en materiales utilizables por lo inconciente. así co-
seo. El umco deseo es el deseo de escribir, sin objeto. mo convertir las pre-concepciones en concepciones y
En el procedimiento anterior, se trataba de no ocultar en conceptos. Pero estas son sólo esperanzas para el
ya nada de los reflejos más escondidos del ctterpo; eri futuro.
este, ya no queda nada por ver porque no hay para
mostrar nada más que la escritura. No queda otra co-
sa que escribir-pensar y pensar-escribir. La obra es un .
libro blanco. El retorno de la representación
Estos dos procedimientos tienen en común habe~
suprimido la dimensión de la figurabilidad. En el mis- Así, de una manera como de la otra, la escritura
mo acto han roto la cadena de las operaciones de la moderna ya no quiere dejarse encerrar en la represen-
escritura clásica. A su turno, la crítica psicoanalítica tación. Concreta o abstracta, se .pretende no figurati-
resulta trasformada. Ya no puede proceder con arre- va, pero en virtud de ello el texto está siempre en una
glo a !os criterios que guiaban su acción y que corres- situación en que falta a su función. Para la escritura
pondian a una aplicación del• método freudiano. En udel cuerpo)•, el texto nunca vive lo bastante; siempre
consecu~ncia, si desea aborc:t~r esas obras, es preciso está por debajo de lo que se trata de trasmitir y, por
que modifique sus procedimientos de análisis. Tendrá consiguiente, piensa demasiado. Para la escritura ccdel
que valerse entonces de indicadores metapsicológicos pensamiento.,, el texto dice demasiado de aquello: es-
tá todavía demasiado ligado a la materialidad por la
10 cual debe pasar; no piensa lo bastante. Pero no está
Ha sido mérito de Blanchot haber mostrado que toda produc-
ción del espacio literario tiende, sin alcanzarlo nunca. hacia ese punto ahí la falta de la escritura moderna en su combate con-
de silencio que constituye a la vez su origen y su fin. Resta saber. tra la representación. Porque escribir, por el hecho mis-
si ese punto seria registrable sólo por el recubrimiento de un silen- mo de que toda escritura es una huella visible porque
cio tácito. Pero desde el .momento en que Blanchot lo nombra :para legible. y porque su destino es ser leída, es empero re-
nosotros, el recubrimiento literario se desvive por hacerlo hablar.
Lo que de ello resulta no es tanto que .eJ silencio se desplace «un
presentar. Escribir está tomado entre la no repr~sen­
poco más lejos,. sino que lo inviste esta nominación a favor -o a tabilidad de la escritura y su representación inevita-
disfavor- de la cual deviene en mutismo revestido de la librea del
silencio. Lo que así venimos a afbntar no es que el resultado no di- 11Bion es el autor que más lejos ha llevado la extensión del con-
ga nada, bien al contrario, sino que se extenúa diciendo. cepto freudiano de ligazón (cf. Bion, 1963) .

402 • 403

ble. Un libro blanco es todavía un libro, .aunque fuera representativa que acompaña a la angustia (llamada
sqiuneet~ecritor, s ing título y sibn bc aracteres; es un objeto i sin objeto), si da lugar a una comunicación, deberá con-
1 ne su 1u ar en un~ i 1ioteca, en una librería. ~ vertir en representación el puro afecto. Es cierto que
No es fácil librarse de la representación; esta exige que ~ las representaciones que traducen el afecto quedarán
se le pag.u e el tributo de un mínimo vital, ·a falta de ~ . investidas con una carga tal que será imposible consi-
lo cual deja de ser escritura. Y en realidad, mientras · 5 , derarlas equivalentes de otras representaciones menos
menos ancle el texto en la representación, más dará, l afectivas, lo que muestra, de pasada, la insuficienci~
si no que ver, siquiera que representar. Los textos más J de una concepción fundada únicamente en la combi-
vagos son los que solicitan más nuestra imaginación. j natoria de las representaciones; pero la comunicación
• Todo el esfuerzo de la literatura es un movimiento que ! exige que quien desea trasmitir los estados del cuerpo
por momentos la aleja de su hontanar y por momen- l los metaforice.
tos la acerca a él. En la escritura corporal, que se b ·u r- ! En el otro polo. la trasmisión del pensamiento obe-
la de 1~ literatura para alcanzar una realidad viva, nos f dece a un proceso comparable. Freud sostuvo que el
;l
vemos empero reco~ducidos a la escritura puesto que j papel del lenguaje es dar a los procesos de pensamien-
- se la ha escogido para d_ecir. Así, aquellos que preten- ;! to, que por esencia están desprovistos de cualidades
dían ir más allá" de lb "literarió se han coñve"rtido_ e_n ~- - ~ -~-- sensibles puesto que· son relaciones, una reinvestidu-
modelos de literatura. En la escritura intelectual, todo - : · ra perceptiva que los vuelva, de este modo, comunica-
el esfuerzo de id"e ntificación eritre pensar y. ·escribi.r de~ .. · ~ ·r~ bles. Ello es evidente cuando se trata de trascribir pen-
semboca en dejar un inevitable hiato entre lo uno y - ~ samientos en palabras, es decir, de emitir, por la vía
lo otro, por el hecho mismo de la especificidad de la i del lenguaje, sonidos significativos. ~ara que el pen-
e scritura, que de este modo es realzada. En ese vai- ~ samiento' pase del estado inconciente al estado con-
vén de la escritura descubrimos un mismo movimien- 1 ciente, es preciso que intervenga una investidura nue- ·
to en dos direcciones opuestas que quieren evacuar la 1 va por la que el pensamiento pase de una forma abs-
rep~esentación. Hacia el cuerpo, la escritura querría l tracta de relaciones a una forma concreta, en virtud
decir lo corporal en bruto, pero no puede más que re- j del lenguaje: as1 se vuelve posible la conciencia. Si, res-
presentarlo, de la misma 1nanera como la actividad cor- ~ pecto de la representación de cosa, la representación
por_~I debe ser trascrita en el lenguaje de la represen- ~
J

de palabra puede ser considerada como una trasfor-


tacwn para comunicarse. En fin de cuentas, la escri- 1 mación en que la cosa use ausentau en favor del len-
tura de Artaud, cuando habla de su cuerpo o de sus ~ guaje, respecto del pensamiento, por el contrario, el
e~tad?s de. alma. es la más representativa que se pu- -J lenguaje da presencia al pensamiento. La escritura ins-
diera Imaginar. La sucesión de las metáforas ocupa en J tituye una relación nueva. J. Derrida ha mostrado la
e~la el lugar central. ·Hacer hablar al cuerpo o ((escri- ·~ - - solidaridad entre el lenguaje y la presencia, por una
b~~lou es imposible sin recurrir a modos de representa- j parte, y la escritura y la ausencia, por la otra. Hablar
c1on. Los afectos se pueden comunicar en el silencio, q y escribir son cosas diferentes, y sabernos lo pobre que
pueden ~~ivinarse _ por signos que no son de lenguaje. es la escritura en estilo ((habladon. Pero, por lejos que
La emocwn amorosa o agresiva, el placer, el displa- queramos llevar esta ausencia en la escritura, no de-
cer, no necesitan del lenguaje para adivinarse mutua- jará de ser cierto que escribir deberá recurrir a la re-
mente, compartirse o contrariarse. Pero desde que se . J . presentación, aunque fuera bajo la forma de los tra-
• adopta la determinación de comunicar por la palabra . ; -·.¡· . zos constitutivos de la escritura. La percepción de los
o P~..r el escrito, es inevitable el recurso a la represen- ·~ trazos es necesaria para la inteligencia de la trascrip-
tac1on, sobre todo si esta no revela, salvo oblicuamen- ción. La colusión de la escritura y del pensamiento no
te, su función de trascripciqn. Aun la desinvestidura escapa a la trasformación de lo invisible en visible. En

404
405
consecuencia~ aunque la escritura se proponga el . es una máquina de elaborar la relación con la realidad
extremado despojamiento frente a la representa ~as externa y con la realidad psíquica. para reenviarla in-
·b· cton terpretada y necesariamente deformada. Si omite so-
escr1 Ir permanece, empero, ineluctablemente ligad~
a representar. Porque la representación no opera . meterse a ese intercambio, se convierte en letra muer-
. l d 1 . so 1o
en e 1 n1ve e os trazos de la materialidad de los . ta. Y bien, la representación, dentro de esta comu~i­
. . 1 . . s¡g- cación de doble circulación, es una suerte de núcleo
n_~s Sino, en a_misma medida, en el de la representa-
cton de su sentido. En esto tal vez difiere el texto lite _ . susceptible de desarrollarse en una multiplicidad de
río del texto filosófico. Sin duda, si el concepto de «t~:­ fórmulas que remiten unas al cuerpo, otras, al pensa-
ZOH se esfuerza en sobrepasar la· dicotomía significan· _ miento. En virtud de esto, ella remite a las relaciones
~ignificado, es porque pretende conjugar su efecto ~e- de la ~ealidad psíquica con la realidad externa. Se si-
JO una simbolización única. Por lo tanto, inscribir hu:- túa en el ccespacio potencial, del quiasma de una y otra:
_llas o descifrarlas es, igualmente, ·usar representacio- el campo de la ilusión .. El combate en favor de una des-
nes, por más que se quiera prescindir de ellas: mitificación de la literatura es un combate lastrad_o
¿Qué ocurre entonces cuando la escritura se deci- de reconocimiento falso. Una literatura no puede ser
de a e~ta doble evacua~ión de la representación. y, por científica ni filosófica. Ella se funda en la ilusión por-
eso mismo, del contenido? Nos parece que, lejf)S de al- · que los escritos literarios son simulacros, seres de fic-
canzar una autonomía de la escritura que por fin con- ción. Pero sor1 a punto tal uverdaderosn que los seres
dujera hacia un interés exclusivo por lo literal, seme- humanos se apasionan y hasta se baten arriesgando
jante programa está destinado a un retorno masivo de su vida para defender su escrito, y aun su amor o su
la representación no sólo en el nivel del texto sino. tam- · odio por los escritos de _o tro. Nada choca más a quien
bién. porque se injerta en la literatura una ideologi.a tiene el amor de los libros que el auto de fe que pre-
en la que se apretujan en profusión referentes no lite- nuncia .los ca~pos de exterminio. La vida del texto y
rarios. La revolución de la escritura se convierte en uno el texto de la vida están necesariamente acoplados en-
de los aspectos de una revolución cultural futura de tre sí de suerte que todo ataque a uno de los términos
la que se espera, con la muerte de la literatura, una hace correr peligro al otro. Sartre dijo un día, creo:
forma que la sobrepase. La literatura clásica, aun si cc¿Qué es la literatura frente a la muerte de un niño? ... .
mantenemos h~cia ella un apego sentimental, es la ex- Pero, ¿qué es la vida de un niño en un mundo sin lite-
presión de un pasado preterido. ;Se podría interpretar ratura?
esta vocación revolucionaria co.mo un esfuerzo contra- No queda más que formular un voto del que el fu-
dictorio por afirmar el car~cter específico del acto lite- turo dirá si es ilusorio. A saber, que la revolución cul-
rario como acto revolucionario y, al mismo tiempo, por tural tolere que la revolución literaria pueda seguir sos-
fundir los objetivos de la revolución literaria en la re- teniéndose en el campo de la ilusión literaria, y no la
volución cultural. Si se recogen las aspiraciones de las constriña a desaparecer en la función en que su papel
masas revolucionarias, se toma contacto con una ma- será alimentar las ilusiones de la revolución cultural.
sa de lectores de los que muy pocos siguen la evolu- Pero, ¿quién puede decir ~o que será el futuro?
ción literaria .. En realidad resta saber, cualquiera que Para terminar, nos resta preguntarnos por el papel
sea la especificidad literaria, si la literatura puede bas- que tal vez ha tenido el psicoanálisis en la muerte de
tarse a ella misma e invocar sus solos valores litera- la literatura. Es cierto que no faltan argumentos para
. rios: si, precisamente, la literatura no es por esencia pensar que esta muerte que se insinúa, si es que no.
esa relación con una realidad extra literaria siempre ha llegado ya, acompaña a muchas otras. Los agoni-
por trasformar para hacerla hablar en otro lenguaje, _ zantes son legión en lo que se llama la crisis de la civi-
pero sin dejar nunca de tenerla en vista. La literatura lización actual. Pero cabe preguntarse si el psicoanáli-

406 • 407
sis, también él, no ha contribuido indirectamente a esa ro con la cual se mantenía en comunicación. ¿Debe-
muerte. Como si la revelación de lo inconciente por mos ceder entonces a la nostalgia de una ccépoca bellau
medio del análisis de las representaciones hubiese em- désaparecida para siempre? Ciertamente no. -Pero tal
pujado a la literatura a una .veladura todavía más ra- vez tampoco haya que ceder a un pesimismo fatalista.
dical . que desembocó en una verdadera forclusión de . Quizá la literatura muera, pero quizás una mutación
la representación. ~·sta es sólo una hipótesis, que tal " - que nuestra imaginación no atina a concebir le dé otro
vez sobrestima la influencia del psicoanálisis sobre una. rostro. Nuestro horizonte actual está limitado por nues-
evolución que lo rebasa en mucho y que sin duda de- tros mo·d os de pensamiento. Después de todo, no so-
pend~ de muy diversos factores. Quizá no sea casu.al mos ·más capaces de imaginar lo que sucederá .a l psi-
que la escritura de nuestros días sugiera la analogía coanálisis de lo que se podía, en 1880, imaginar lo que
con el lenguaje psicótico. En es~ sentido es sin d·ucta Freud nos permitiría ver, y que estaba allí ante nues-
la escritura de la época, como la del nacimiento del tros ojos desde siempre. Uno solo basta.
psicoanálisis acaso fue sobre todo la de la neurosis. No
faltan voces que claman que el mundo actu.a l es psi- ..
cótico y, por vía de consecuencia, psicotizante. Así, ten- . _
dida entre .· esta"
-
escrifur~
- - .....
a del_·cuerpo y ~ - -~-S(é), .e.SC~i.tura· . ·.-..-. ~-- . . .. ¡1 • •

del pensamiento, la literatura se debate en un univer- •


'
so en que es recusada la mediación de la representa-
ción. El lenguaje del cuerpo invade el pe11samiento,
lo desborda y, a la larga, le impide constituirse como
tal. El lenguaje del pensamiento se aísla totalmente
del cuerpo para desplegarse en un espacio desértico.
Se podría decir que en uno y otro caso ha operado una
vez más la desligazón. En el lenguaje corporal, es en
el nivel de una escriturá estallada donde el proceso de
ligazón se ha quebrado para no dejar aparecer en lo
sucesivo más que un despedazamiento o una disper-
sión. En el lenguaje intelectual. la acentuación de la
ligazón en el nivel de la secundariedad, que confiere
a esta literatura su estilo a la vez prieto y helado, ha
roto su lazo con el proceso primario, cuyas huellas se
ha esforzado en borrar. En el primer caso, la desliga- ·
zón visible es ((horizontaln; en el segundo, es uverticalu.
La escritura clásica se esforzaba por imponer un or-
den lo bastante constrictivo para que la ligazón opera-
ra en superficie~ dejando pasar de tiempo en tiempo
huellas de la profundidad 12 que el texto reprimía pe-

12 mo la ínter-textualidad trasversal comunica con el abismo en cues-


Los textos de hoy' deben ser udichosu,· segun Ü:t vanguardia' Ifte-
raria. sin profundidad. Ya no se los explora en la ccverticalidadu, se tión? Es lo q{.e me parece difícil concebir siri pasar por la mediación
los pone uen abismou. Condensación lograda de insondabilidad y de de los inconcientes. salvo que caigamos en una mística del lenguaje
sima abisal, que remi_~e a lo~ fqn~os oceánj~os más profundos. ¿Có- o de la Historia.

408 409
Fuentes

E_l capítulo 1 es una versión levemente revisada de


la Conferencia Inaugural que pronuncié el 15 de octu-
bre de 1979 con motivo de mi nominación anual para
la Freud Memorial Chair del University College de Lon-
dres.
El trabajo que constituye el cap_ítulo 2, acerca de
los cambios en la práctica y la experiencia analíticas,
se publicó por primera vez en International Journal
ofPsycho-Analysis (1975), n° 56, y fue presentado ante
el 29° Congreso Psicoanalítico Internacional realiza-
do en Londres en julio de 1975. Lo escribí en memo-
ria de D. W. Winnicott.
En Borderline Personality Disorders, editado por P.
Hartocollis (International Universities Press.. Nueya
York, 1977), se publicó por primera vez el texto que
se incluye como capítulo 3.
El capítulo 4, dedicado a Denise Braunschweig .
apareció primeramente en Opject and Self: A Develop-
mental Approach (Ensayos en honor de E. JacobsonL
•'
editado por S. Tuttman, C. Kaye y M. Zimmerman (ln-
.. ; ternational Universities Press, Nueva York, 1981 ).
El capítulo 5 es un trabajo que presenté ante el 27 °
Congreso Internacional de Psicoanálisis, que sesionó
en Viena en julio de 1971; se publicó después en ln-
ternational Journal ofPsycho-Analysis (1972), n° 53.
El texto que forma el capítulo 6 circuló como tra-
bajo preparatorio para el 30° Congreso Psicoanalítico
Internacional que se realizó en Jerusalén en agosto de
1977, y se publicó en International Journal ofPsycho-
••
Analysis (1977), n° 58. El tema del Congreso fue uLos
afectos y la situación psicoanalítica,, y me propuse elu-
cidar la teoría del afecto y aportar los antecedentes his-
tóricos del concepto. Para un examen más detallado

..
411

remito al lector a mi libro Le discours vivant (Oreen rrortu editores; la edición en inglés incluye. entonces
'
1973), que parte de un análisis crítico circunstancia- catorce capítulos, y la versión en castellano, doce; el
do de la noción de Freud de afecto, y después conside- orden de los capítulos, con esa salvedad, se conserva.]
ra otros estudios y mi contribución personal, que, por
falta de espacio, no he podido exponer exhaustivamen-
te aquí.
El capítulo 7 se publicó en Nouvelle. Revue de
Psychanalyse (1980); .el capítulo 8, en Do 1 Dare Dis- "
turb the Universe? A Memorial to Wilfred R. Bión, edi-
tado por James Grotstein (Beverly Hills, Caesura Press,
1981 ). .
El capítulo 9 se publicó en inglés en Between Rea-
lity and Fantasy: Transitional Objects and Phenome-
na, editado por Sirnon Grolnick y Leonard Barkin, en
colaboraG~ó_p
.. - .
~
con-
...
W erl)er
·- - M 1:1epsterb~rg~r (N.ueva York; . :~ :"

Jason Ar.onson .. 1978.).. Una versión francesa anterior;- . .. -
.; .
((La psychanalyse, son objet, son aveniru, había apare-·
••
cido en Revue Franr;aise de Psychanalyse (1975), n° 39~
Originariamente escrito como contribución para un
simposio sobre ccThe Psychoanalytic Processu, el capí- .
tulo 10 se publicó por primera vez en The Internatio~
nal Review of Psycho-Analysis (1974), n° l.
En cuanto a los dos capítulos finales, el 11 apare-
ció con el título uLe double et l'absentn en Critique (ma-
yo de 1973) y en traducción en · lengua inglesa en
Psychoanalysis, Creativity and Literature: A French-
American In·quiry, editado por A. Roland (Nueva York,
Columbia University Press, 1978); lo dediqué a Ber-
nard Pingaud. Y el capítulo 12, HLa déliaisonu, apare-
ció en Littérature, n° 3 (oct_u bre de -1971), págs. 33-52.
La versión en lengua inglesa, en New Literary History
(Ajournal oftheory and interpretation), 1980, vol. XXI,
n ° l.

[Para esta versión en castellano, el autor puso a


nuestra disposición los originales en francés de los ca-
pítulos 2, 4, 7, 11 y . 12; los demás capítulos se traduje-
ron del inglés·. En la edición en inglés, los capítulos . .
. 6 y 7 son . ~cEl narcisismo moral•• ·Y· ceLa -madre· muerta•,; ··- · ~-..,-. '

que hemos omitido en la versión castellana porque es-


tán incluidos en Narcisismo de vida, narcisismo de
muerte, de A. Green, volumen ya publicado por Amo- --

412 413

_-- -- ---=--=--

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