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5 semestre Grupo B
CAPÍTULO I
PERSPECTIVA GENERAL
Las necesidades educativas de una persona, venía a decir Warnock, no son especiales o
dejan de serlo en función de que la persona sea “especial”
(¿discapacitada?), sino que lo son en cuanto que, al verse confrontadas con un sistema
de enseñanza en particular, se ven satisfechas o no; es decir, que lo relevante al
considerar especiales las necesidades educativas de una persona no serían sus
condiciones individuales, sino lo que tales condiciones le exigen a la escuela que la
atiende.
el conocido informe Warnock supuso en su momento una auténtica revolución conceptual,
ya que llamaba nuestra atención hacia el hecho de que la práctica habitual de planificar la
educación especial desde el supuesto de que las dificultades de aprendizaje son una
cuestión del alumno parte de un error fundamental: olvida que esas dificultades no se dan
en abstracto, sino en el marco de una escuela concreta, con determinadas prácticas, de
modo que lo que son necesidades educativas “especiales” de un alumno en una escuela
dada, bien pudieran no serlo en otra que le proporcionase otros recursos de acceso al
currículo (tanto personales como materiales) y/o actuase de un modo
diferente.
Sin embargo, al ser su objetivo principal que se ampliasen las ayudas de la Educación
Especial al conjunto de la población escolar con dificultades de aprendizaje, con
independencia de que tales dificultades estuviesen asociadas o no a condiciones de
discapacidad, Mary Warnock seguía poniendo mucho el acento en el propio alumno
(aunque no ya en sus déficits, sino en los tipos de ayuda que podía precisar de la
escuela), mientras que en los años transcurridos desde entonces hemos llegado a
comprender que hay que ir algo más allá y redefinir las nociones de n.e.e. y de
dificultades de aprendizaje poniendo en primer término su carácter interactivo (García
Pastor, 1993, Porras Vallejo,
1998).
López Melero (1997) tiene una serie de claves de partida, que deberíamos tratar de
asegurar:
1a clave: Un currículo comprensivo, único y diverso.- La escuela que educa en la
diversidad debe huir de un currículo cargado académicamente y acercarse a una
alternativa centrada en la resolución de problemas cercanos al alumnado, de interés y
relevancia para ellos, capaz de favorecer la construcción de mecanismos y estrategias
para familiarizarse con el conocimiento cultural y aplicarlo a la vida real.
Las claves que nos sugiere el profesor López Melero ponen de manifiesto que lo que se
ha dado en llamar atención a la diversidad sólo tiene sentido cuando se plantea como un
conjunto de medidas que se apoyan y complementan entre sí, como un sistema de
medidas, que son interdependientes en el sentido de que el valor de cada una de ellas
depende de cuáles sean las que la acompañen.
la utilidad real de ese tipo de recursos depende siempre de si existen otras medidas con
el mismo fin y de cuáles sean éstas. Así, servirán de algo cuando existe una adecuada
coordinación docente entre el profesorado del centro y cuando eso se traduce en la
puesta en marcha de un currículo ordinario adaptado a la diversidad de necesidades del
alumnado, pero puede ser no ya inoperante, sino totalmente contraproducente en
ausencia de estas últimas. Insisto, nos lo demostró sobradamente la experiencia de los
“agujeros negros” en la vieja EGB y nos los están demostrando cada día muchos
programas de Diversificación Curricular y de Garantía Social en la nueva ESO.
En cuanto a cuáles sean esas diferentes medidas, observando el cuadro anexo podemos
ver que, entre las individualizadas, se pueden destacar las siguientes:
1. Adaptaciones curriculares.
2. Diversificación curricular.
3. Refuerzo pedagógico o refuerzo educativo.
4. Otras medidas.
CAPÍTULO V
Molina García (1996) ha alertado acerca del hecho de que el discurso de la inclusividad
no hace, a su juicio, otra cosa que enmascarar el fracaso de la actual escuela para dar
una respuesta adecuada a las necesidades del alumnado (y, en particular, su fracaso
para integrar al alumnado con discapacidades), situando esta tendencia educativa en la
perspectiva neoliberal de desactivación de los movimientos de reivindicación social;
asimismo, pone de relieve en su análisis que a menudo el discurso de la inclusividad sirve
para ocultar de hecho una disminución de las inversiones en educación especial, con el
fin de derivar los recursos tradicionalmente asociados a ella a nuevos campos conflictivos
(atención educativa a los inmigrantes, por ejemplo) sin incrementar la inversión en
educación.
En cualquier caso, la diferencia será poca, en la medida en que, tal y como yo lo veo, lo
que la regulación administrativa de las ACIs ha favorecido ha sido, sobre todo, que se le
llame adaptación curricular a lo que, en última instancia, suele seguir siendo un programa
de desarrollo individual, con ciertos matices menores, como la fuente curricular desde la
que el profesorado elabora dicho programa (antes, algún currículo especial y ahora el
Diseño Curricular Base oficial de la etapa en que se encuentra escolarizado el alumno).
2. Posibles opciones de decisión en una A.C.I.
Cuando consideramos las adaptaciones curriculares desde esta perspectiva, debo añadir
que lo que más resalta en ellas es su carácter de proceso de toma de decisiones, es
decir, el hecho de que al proponer a un alumno una adaptación curricular individual lo que
estamos haciendo es revisar la interacción entre sus necesidades educativas y lo que
nuestra escuela le está ofreciendo para, con base en ese análisis, decidir qué tipo de
medidas serían las idóneas para garantizar el máximo de individualización en el contexto
más normalizado.
2.1. Medidas plenamente “normalizadas”
Consecuentemente, toda ACI debería comenzar siempre por especificar con la máxima
claridad cuáles son las medidas no específicas que se van a poner en juego para tratar de
responder normalizadamente al mayor número posible de n.e.e. detectadas en un caso
dado: desde las medidas que desbordan el ámbito del aula (medidas “de centro”), a las
adaptaciones “inespecíficas”, pasando por eventuales modificaciones del programa y la
organización del aula previstos inicialmente.
Evidentemente, cuando digo experiencias educativas “sin adaptación”, lo que estoy
tratando de subrayar es que las medidas se han tomado para el conjunto del alumnado
(son medidas generales o “estructurales”) y no sugiriendo, en absoluto, que no se deba
adoptar ninguna: al decir que el alumno participará en situaciones en donde no habrá
adaptaciones, estoy dando por supuesto que ello es así porque se han tomado las
decisiones oportunas para hacer al aula lo más “inclusiva” posible.
2.2. Adaptaciones curriculares “específicas”
Las más de las veces, ciertamente, esas adaptaciones específicas tendrán que ver con lo
que nuestras Administraciones suelen considerar AC “significativas”, ya que supondrán
alteraciones más o menos importantes de los elementos prescritos del currículo (es decir,
de los objetivos, contenidos básicos y criterios de evaluación definidos como obligatorios
en los currículos oficiales); sin embargo, no siempre tiene por qué ser así, ya que
podemos encontrarnos con que un alumno vaya a trabajar con una AC específica los
mismos objetivos generales y contenidos que sus compañeros, por lo que su aprendizaje
se evaluará también de acuerdo con los mismos criterios que el del resto, pero dándose la
circunstancia de que, por ciertas razones, sea aconsejable emplear una metodología y
unos materiales tan radicalmente diferentes a los de su grupo de referencia, que habrá de
seguir esta parte en particular del currículo en un espacio distinto, de manera individual y
con un profesor diferente.
Evidentemente, el principio básico es que este tipo de adaptaciones deben reducirse a la
expresión mínima necesaria para garantizar el equilibrio entre educación común e
individualización didáctica en la respuesta escolar al alumno. Un principio, por cierto, que
nos aconseja reducir al máximo las diferencias entre la experiencia educativa que se
proporciona al alumno y la que se proporciona a sus compañeros, incluso, en estas
situaciones segregadas: si, por ejemplo, es preciso abordar de este modo el aprendizaje
de la lengua escrita de un alumno con grave retraso perteneciente al Primer Ciclo de la
ESO, sería preferible seleccionar como material de trabajo contenidos propios del ciclo
siempre que fuese posible, antes que trabajar sobre contenidos ajenos al mismo.
4. EL PROCESO DE ELABORACIÓN DE UNA A.C.I.