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CAPITULO II CÓDIGO DE INFANCIA Y ADOLESCENCIA

Cuando los derechos de los niños, niñas y adolescentes se encuentran en


situación de amenaza, incumplimiento o vulneración y requiere de la intervención
de la Nación para que sean recuperados y protegidos, se habla de un
restablecimiento de derechos.
En este caso, la responsabilidad sobre la protección de los menores recae sobre
las familias, las autoridades, con la intervención del Instituto de Bienestar Familiar
y la ciudadanía en general. Dentro de los apartados del Código de infancia y
adolescencia, el Capítulo II toca el tema de la restauración de la dignidad del
menor y su integridad física, mental y moral cuando estos han sido violados.
El Código comprende el restablecimiento de los derechos, la obligación del Estado
y las Autoridades públicas, la verificación del cumplimiento de los derechos y las
medidas aplicadas para su correcto restablecimiento. Este último apartado se
desglosa en: Amonestación, ubicación del menor con sus padres, ubicación en
hogares de paso, ubicación en hogar sustituto, vinculación a programas de
atención especializada y adopción.
En el artículo 50 se habla sobre restablecimiento, reconociendo a los niños, niñas
y adolescentes como personas que deben ser respetadas con sus características
y diferencias garantizando su protección ante agresiones, torturas, maltrato
emocional e intelectual que puedan afectar su desarrollo.
El artículo 51 tiene una intervención mucho más fuerte. Aquí, ya existe una
obligación con el menor. El Estado y las Autoridades públicas tienen el deber de
informar y conducir ante las diferentes autoridades o sectores sociales a todos los
niños, niñas y adolescentes que se encuentren en condiciones de riesgo y
vulnerabilidad. Y así mismo, es su responsabilidad preservar su integridad
tomando las medidas necesarias para adoptar programas que ofrezcan el mejor
manejo frente a la amenaza presentada.
El artículo 52 parte de la verificación de las autoridades competentes, del
cumplimiento de cada uno de los derechos primordiales de los niños, niñas y
adolescentes. El entorno familiar, la garantía de la educación, la salud física y
psicológica del menor, su registro ante la ley como ciudadano y su vinculación al
sistema de salud y seguridad social. A partir de esto, las autoridades podrán tomar
las decisiones pertinentes que le permitan al niño continuar en el entorno en el que
se encuentra o ser retirado hasta que se pueda garantizar un ambiente favorable
para el crecimiento y desarrollo del mismo.
En el artículo 53 se da una primera mirada a las medidas tomadas para el
restablecimiento de los derechos de infancia y adolescencia cuando estos, se
encuentran en situación de vulnerabilidad. Y se habla de situación de
vulnerabilidad cuando existe abandono físico, emocional y psicoafectivo; cuando
hay una explotación económica o laboral del menor, cuando hay delito de violación
y explotación sexual, cuando el menor es reclutado por parte de grupos armados,
cuando existe tortura o desplazamiento forzado, o cualquier otra condición que
amenace a su integridad personal.
La primera medida para el restablecimiento de los derechos es la amonestación
tratada en el artículo 54. En esta medida se realiza una reprensión y amenaza a
los padres o personas responsables del cuidado del menor para que den
cumplimiento a las obligaciones que les corresponden ante el niño, niña o
adolescente y garanticen sus derechos. Esto comprende la orden de que cesen
las conductas que vulneran sus derechos, obligándolos a asistir a un curso
pedagógico con multa convertible en arresto.
Si existe un incumplimiento de la medida de amonestación, el artículo 55 indica
que el padre o la persona responsable, será sancionado con una multa de 1 a 100
salarios mínimos diarios legales vigentes. Esta sanción será impuesta por el
Defensor de familia quien es el funcionario público al servicio del Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar y quien se encarga de prevenir, garantizar y
restablecer los derechos de niños, niñas y adolescentes.
La segunda medida de restablecimiento de la cual se habla en artículo 56, es la
ubicación del menor con sus padres o parientes. El niño será ubicado con la
familia cuando estos puedan ofrecer las condiciones necesarias para garantizar
sus derechos. De lo contrario, si la familia carece de recursos económicos
necesarios, las entidades del Sistema Nacional de Bienestar Familiar le brindarán
a la familia los recursos adecuados mientras ella puede garantizarlos.
Si no es posible ubicarlo con su familia, es importante situar al niño, niña o
adolescente con familias que forman parte de la red de hogares de paso. El
artículo 57 habla sobre esta medida cuando no hay presencia de los padres,
parientes o personas responsables del menor. El tiempo de permanencia no debe
superar los 8 días hábiles en el hogar de paso, después de esto las autoridades
deberán decretar otra medida para garantizar la protección y el cuidado del
infante.
El artículo 58, como complemento del artículo anterior ofrece una descripción de la
red de hogares de paso. Tal como lo indica, esta es un grupo de familias
registradas en el programa de protección de los niños, niñas y adolescentes, que
están dispuestas a acogerlos, de manera voluntaria y subsidiada por el Estado,
para brindarles el cuidado y atención necesarios. En todos los distritos, municipios
y territorios indígenas las autoridades deben organizar las redes de hogares de
paso. Aquí se le brinda la protección y el cariño necesario para que el menor
pueda tener un desarrollo integro.
Cuando esta medida cumple su tiempo límite de permanencia, se toma otra que
es ubicar al menor provisionalmente en un hogar sustituto. En el artículo 59 se
habla de esto, cuando una familia se compromete a brindarle el cuidado y atención
necesarios al niño en sustitución de la familia de origen. A diferencia del hogar de
paso, el tiempo máximo de permanencia es de seis meses, tiempo que puede ser
ampliado hasta por un término igual al inicial por el Defensor de Familia con el
previo consentimiento del Jefe jurídico de la dirección regional del ICBF. En ningún
caso se puede otorgar a personas residentes en el exterior, o, el menor no podrá
salir del país sin la autorización de la autoridad competente. En el caso de niños,
niñas y adolescentes indígenas, se tendrá como primera opción la ubicación del
menor en una familia indígena. Además, el Instituto Colombiano de Bienestar
familiar asignará un aporte mensual al hogar sustituto para atender
exclusivamente los gastos del menor, punto que se debe cumplir.
La tercera medida para el restablecimiento de los derechos es aplicada a niños,
niñas y adolescentes a los cuales se les haya vulnerado sus derechos o integridad
personal, hayan sido víctimas de un delito, o se trate de una adolescente o mujer
mayor de 18 años embarazada. Es tratada en el artículo 60 y habla de la
vinculación de esta población a programas de atención especializada, los cuales
deben obedecer a las problemáticas sociales que afectan a los distintos grupos
mencionados y deben ser formulados en el marco de las políticas públicas de
infancia y adolescencia dentro del Sistema Nacional de Bienestar Familiar.
Además, el Gobierno nacional y el ICBF expedirán la reglamentación
correspondiente a las casas de madres gestantes y los programas de asistencia y
cuidado a mujeres con embarazos no deseados. Todo esto, con el fin de realizar
un acompañamiento para superar y prevenir estas problemáticas.
A partir del artículo 61 hasta el artículo 78 se da una gran importancia a la cuarta y
última medida de restablecimiento. Tal vez una de las más complejas, la adopción.
En el artículo 61 se define a la adopción, como la medida de protección a través
de la cual, bajo la vigilancia del Estado, se establece irrevocablemente la relación
de padre y madre con un menor, con el cual no se tiene relación paterna por
naturaleza. Es decir, no se comparte la misma línea de consanguinidad.
En el artículo 62, se reconoce como autoridad central en materia de adopción a el
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF, y las demás instituciones que
deben estar autorizadas por este para poder desarrollar programas de adopción.
El artículo 63 indica que solo podrán ser adoptados los menores de dieciocho
años declarados en situación de adoptabilidad, o aquellos cuya adopción haya
sido consentida con anterioridad por sus padres. Si el menor posee bienes, la
adopción se hará con las formalidades exigidas para los guardadores, quienes se
encargarán de salvaguardar los intereses personales y patrimoniales de los niños,
niñas o adolescentes, que por su situación de menores de edad no lo pueden
hacer.
En el artículo 64 se establecen los efectos jurídicos de la adopción, por los cuales
se adquieren los derechos y obligaciones de padre o madre e hijo, se establece
parentesco civil entre el adoptivo y el adoptante, por consiguiente el adoptivo debe
llevar el apellido de los adoptantes. Es importante tener en cuenta que el nombre
solo podrá ser modificado cuando el adoptado sea menor de tres años. A partir de
esto, el adoptivo deja de pertenecer a su familia y se extingue todo parentesco de
consanguinidad, excepto cuando el adoptante es el cónyuge o compañero
permanente del padre o madre biológico.
Cuando ya se ha realizado la adopción por parte de otra familia no se podrá
ejercer ninguna acción para establecer la filiación consanguínea del adoptivo, ni
reconocerle como hijo. En el artículo 65 se habla, de que solamente el adoptivo
podrá promover en cualquier momento la reclamación del estado civil que le
corresponda respecto de sus padres biológicos para reconocerlos como parientes
sanguíneos, pero esto no extinguirá los efectos de la adopción.
Para poder realizar el proceso de adopción uno de los primeros pasos que se
debe tener en cuenta es el consentimiento. El artículo 66 lo define como la
manifestación libre y voluntaria de dar en adopción a un hijo o hija por parte de
quienes ejercen la patria potestad ante el Defensor de familia, quien informará
sobre las consecuencias jurídicas y psicosociales. Para que este consentimiento
sea válido debe tener causa y objeto lícitos, y debe ser otorgado después de
conocer las consecuencias que trae. Para que sea idóneo el consentimiento, la
persona que lo otorga debe haber sido ampliamente informada con anterioridad y
debe tener la aptitud para otorgarlo, esto es un mes después del día del parto
cuando así se requiere. Por esta razón el consentimiento no será válido cuando el
niño no ha nacido.
Por otro lado, el consentimiento será válido no solo en los casos de fallecimiento,
sino también cuando el padre o la madre presentan una enfermedad mental o una
grave anomalía psíquica certificada por el Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias forenses. Además, no tendrá validez el consentimiento que se otorgue a
adoptantes determinados, excepto cuando el adoptivo sea pariente del adoptante
hasta tercer grado de consanguinidad o segundo de afinidad. Quien expresa su
consentimiento para la adopción podrá revocarlo dentro del mes siguiente a su
otorgamiento. Los menores de 18 años que sean padres o madres deberán recibir
apoyo psicosocial por parte del ICBF para que puedan permanecer con su hijo o
hija, o para otorgar el consentimiento libre e informado.
En el artículo 67 se habla de solidaridad familiar otorgada por una familia diferente
a la de origen, la cual asume la protección de manera permanente de un niño, niña
o adolescente y le ofrece condiciones adecuadas para el desarrollo armónico e
integral de sus derechos. Este caso es presentado principalmente en el hogar
sustituto. Adicionalmente la familia puede decidir adoptar al menor y se le dará
prioridad frente a otras.
El articulo 68 trata de los requisitos para la adopción. Cualquier persona que
posea la capacidad, haya cumplido los veinticinco años de edad, tenga al menos
15 años más que el adoptable y garantice la aptitud física, mental, moral y social
para suministrar una familia adecuada y estable al menor, puede adoptar. Son
libres de realizar el proceso de adopción las personas solteras, cónyuges,
compañeros permanentes, guardadores, un pariente dentro del tercer grado de
consanguinidad y segundo de afinidad, sin importar si tienen hijos.
También es importante reconocer la adopción de mayores de edad. Este tema se
trata en el artículo 69, donde el adoptante puede adoptar al mayor de edad cuando
se demuestre que él lo ha tenido bajo su cuidado y ha vivido con el adoptivo al
menos dos años antes de que este cumpliera los 18 años. Este proceso se puede
llevar a cabo por el solo consentimiento entre el adoptante y el adoptivo.
Pero también hay niños, niñas y adolescentes indígenas en situación de
vulnerabilidad. Por esta razón el articulo 70 indica que cuando miembros de su
propia comunidad decidan adoptar a menores indígenas, se deberá proceder de
acuerdo a sus costumbres. De lo contrario, cuando los adoptantes no pertenezcan
a su comunidad, se procederá mediante consulta previa, con el concepto favorable
de las autoridades de la comunidad de origen y de acuerdo al Código.
En el artículo 71 y 72 se hace referencia a los adoptantes colombianos y a la
adopción internacional respectivamente. En el primero, el ICBF y las instituciones
autorizadas le darán prioridad a las solicitudes presentadas por los y las
colombianas en relación a una familia extranjera. En el segundo artículo, el ICBF,
deberá autorizar a los organismos acreditados y agencias internacionales que
adelantan el programa de adopción, y estos deberán renovar dicha autorización
cada dos años.
El programa de adopción mencionado en el artículo 73, se define como el conjunto
de actividades tendientes a restablecer el derecho del niño, niña o adolescente a
tener una familia. Además, las instituciones autorizadas para realizar el programa
de adopción serán la instancia responsable de la selección de las familias
colombianas y extranjeras adoptables y de la asignación de los menores
adoptables.
En el artículo 74 se habla sobre la prohibición de pago, en la que ninguna
institución autorizada para realizar el programa de adopción podrá cobrar directa o
indirectamente ninguna retribución por la entrega de un niño, niña o adolescente
para ser adoptado. Tampoco podrá darse recompensa a los padres por la entrega
que hagan de sus hijos ni ejercer sobre ellos presión para obtener su
consentimiento de adopción. También, están prohibidas las donaciones a las
instituciones colombianas como retribución por la entrega de menores en
adopción.
Así mismo existen ciertos parámetros legales que se deben tener en cuenta con
respecto a los documentos de la adopción. El artículo 75 indica que estos
documentos se reservaran por un término de veinte años a partir de la ejecutoria
de la sentencia judicial. Sólo se podrá expedir copia de la solicitud que los
adoptantes realicen directamente a través de su apoderado, o del Defensor de
familia, o del adoptivo que haya cumplido la mayoría de edad. También podrán
solicitar copia las entidades autorizadas del Estado para efectos de
investigaciones penales o disciplinarias a que hubiere lugar.
Además, todo adoptado tiene derecho a conocer su origen y el carácter de su
vínculo familiar. Tal como lo plantea el artículo 76, los padres juzgarán el momento
y las condiciones en que no resulte desfavorable para el niño, niña o adolescente
conocer dicha información.
En el artículo 77 se trata sobre el Sistema de Información de restablecimiento de
derechos, que tiene como finalidad llevar el registro de los niños, niñas y
adolescentes cuyos derechos se denuncian como amenazados o vulnerados. Este
sistema incluye la medida de restablecimiento adoptada, el nombre del funcionario
que adelantó la actuación y el termino de duración del proceso.
Finalmente, el articulo 78 nos plantea los requisitos de acreditación de los
organismos o agencias internacionales que presten servicios de adopción
internacional, los cuales deberán incluir la presentación de pruebas que indiquen
una sólida situación financiera y un sistema efectivo de control financiero interno
así como auditoria externa. Además, se les exigirá mantener estados contables
actualizados, para ser sometidos a la supervisión de la autoridad central.
Se deduce de esta forma, la principal razón de este eje fundamental de
restablecimiento de derechos, y es el reconocer a todos los niños, niñas y
adolescentes como sujetos que merecen tener protección de su dignidad e
integridad, al igual que se le reconoce a un hombre o mujer adulto, mostrando el
compromiso que posee el Estado, la comunidad y la familia para asegurar el
desarrollo integral y armónico de estos niños y adolescentes dentro de la
sociedad.

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