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El manual del arquero -

Conceptos y técnicas
esenciales
No por nada tantos arqueros han tenido el apodo de “Loco”.
Se trata del puesto más difícil del fútbol, pues si ataja o desvía la pelota está
simplemente cumpliendo su tarea; mientras que si le encajan un gol, casi
siempre queda la sensación de que pudo haber hecho algo para evitarlo.

La presión aumenta con la importancia del arco que se defiende. No es lo


mismo atajar en un equipo chico, que en uno grande o en una selección.

Pero los siguientes consejos y técnicas pueden ayudar al guardameta a estar a


la altura de las circunstancias:

Voz de mando

El arquero debe comunicarse constantemente con su defensa; si no pega el


grito cuando sale lejos del arco a buscar una pelota, es probable que el
zaguero no lo vea, lo cual puede originar un choque y pérdida de balón, o
incluso un gol en contra.

Hay que tener mucho carácter, demasiada personalidad, para ponerse los
guantes. Por eso mismo, los mejores arqueros han superado la barrera de los
30 años.

No dudar

El arquero se puede equivocar, pero nunca debe dudar.

Si ante un centro titubea entre quedarse en la línea del arco o salir a cortarlo,
generalmente termina a mitad de camino, con lo cual la pelota sigue en juego y
el arco quedó desguarnecido.

Lo mismo en un mano a mano con un delantero: o decide salir a atorarlo y


recortarle el ángulo de remate, o se queda para esperar el cierre de un
compañero que dificulte el disparo.

Jugar con los pies

La modificación del reglamento que prohibió que el arquero tome con las


manos un pase de un compañero cambió para siempre el puesto. Ahora, el
portero debe saber jugar con los pies, ya sea para hacer circular la pelota,
ayudar a su equipo a cambiar el frente de ataque o despejar de primera un
pase riesgoso.

Despegar

No todos los arqueros pueden volar para sacar balones que van al ángulo. Los
que lo logran manejan un concepto físico y otro técnico. Primero, tener
la potencia de piernas que les permita despegar. Y segundo, apoyarse siempre
en puntas de pie; si toda la planta de los pies está apoyada, les costará mucho
más despegar.

Distribución

Con la pelota en las manos, el arquero tiene la posibilidad de iniciar el ataque


de su equipo, siempre y cuando sepa distribuir el balón. Con la mano lo hará
llegar a sus laterales o quizá al mediocampo; con una volea podrá enviárselo a
la delantera.

Para esto último es fundamental inclinar el cuerpo hacia la dirección donde


debe ir la pelota con el fin de que vaya en línea recta y rápida para que llegue
al compañero antes que al rival. El pase debe apuntar al cuerpo del compañero
para permitirle dominar el balón; si el pase va a la cabeza, es muy probable
que su equipo no retenga la posesión.

Retener

Quizá por la constante innovación del balón, que cada vez es más ligeros y
rápido, los porteros modernos se han acostumbrado a dar rebote ante la
mayoría de los disparos. Esto permite una segunda jugada en las cercanías del
área, mientras que al agarrar la pelota desaparece todo el riesgo.

Ubicación

El concepto más importante que debe manejar un arquero. De hecho, uno de


los mejores elogios que se le puede dar a un portero es, “Siempre está bien
parado”.

Por ejemplo, en un tiro de esquina donde por perfil el centro vendrá abierto (un
zurdo tirando desde la izquierda), conviene ubicarse casi al borde del área
chica para poder interceptar la pelota si cae entre el área chica y el punto del
penal.

Y cuando se trata precisamente de intentar tapar un tiro penal, los expertos que
han estudiado miles de ejecuciones han llegado a la siguiente conclusión: los
arqueros atajarían más remates desde los doce pasos si se quedaran parados.

La mayoría escoge un palo y vuelan hacia allá una fracción de segundo antes
de la ejecución. El problema es que casi todos los pateadores ejecutan el penal
con la cabeza levantada, esperando el movimiento del portero para modificar el
disparo. Al quedarse quieto, el arquero coloca toda la presión en el jugador,
que entonces debe pegarle fuerte y esquinado, lo que aumenta
considerablemente su margen de error.

El mano a mano
El mano a mano —cuando un atacante enfrenta directamente al arquero— es
una jugada casi tan clara de gol como el penal, y al igual que el tiro desde los
doce pasos, su desenlace puede cambiar un partido.
Así como una definición certera puede abrir el partido para el cuadro del
atacante, un disparo desviado o una tapada del arquero puede generar un
golpe sicológico que quizá luego se vea reflejado en el arco propio.

Calma y cabeza levantada


Muchos atacantes se ponen nerviosos, bajan la cabeza y terminan rematando
al cuerpo del arquero.

Ante todo, para definir un mano a mano, el atacante necesita mantener la


calma y levantar la cabeza. Dentro del área siempre hay más tiempo del que se
cree. Por eso mismo a veces conviene amagar y aguardar otra fracción de
segundo para ver cómo reacciona el arquero.
En todo caso, el atacante tiene varias opciones a medida que se dirige solo
hacia el arco. Muchos deciden lo que van a hacer antes de ingresar al área, y
otros esperan hasta el último segundo.

Casi siempre, la posición del arquero es determinante para la decisión. ¿Está


sobre la línea de gol o ha salido hasta el punto penal? Por eso mismo,
mantener la cabeza levantada es fundamental.

Después, el atacante puede hacer lo siguiente de acuerdo a dónde está


ubicado el portero:

Si el arquero se mantiene en su línea, la mejor opción es apuntar a uno de los


dos rincones del arco. Al arquero le costará mucho tapar los remates rasantes,
dada la cercanía con el delantero, lo que significa una menor trayectoria del
balón y menos tiempo para reaccionar al disparo.

Si el portero cubre el primer poste, lo ideal es apuntar al segundo; si se inclina


hacia el segundo, apuntar al primero. Si abre demasiado las piernas para cubrir
ambos palos, siempre se puede intentar hacerle un caño.
Si el arquero sale de su línea, una opción efectiva es amagar el remate y
eludirlo. La clave es el engaño, ya que si el portero no se planta para tapar un
disparo, tendrá la ventaja de poder usar las manos para frenar la gambeta.

Si el arquero sale rápidamente de su línea y se abalanza sobre los pies del


atacante, lo ideal en esa situación es picar la pelota sobre el cuerpo estirado en
dirección al arco. La clave es golpear el balón suavemente, para que no vuele
sobre el travesaño, y esperar a que el portero se arroje para hacerlo.
Consejos para el arquero
Por el lado del arquero, la posición del atacante también determinará lo que
hace. ¿Viene a un ritmo tranquilo y con la pelota pegada al pie? ¿O hecho una
tromba y bajo persecución?
Si el delantero adelanta mucho la pelota, el portero puede salir disparado
después del último toque para abalanzarse sobre el balón.

Si el atacante se aproxima sin apuro y con la pelota pegada al pie, el arquero


puede adelantarse paso a paso, con las manos estiradas hacia el piso,
cubriendo el remate que puede suceder en cualquier momento.

Y si viene en diagonal, el arquero debe cubrir el primer palo, pero intentando


que el ángulo para el segundo poste sea lo más chico posible, con el fin de
requerir casi un disparo perfecto del atacante.

El manual de la línea
defensiva

La línea defensiva más típica, la de cuatro jugadores, está formada por dos
laterales y dos centrales, cada uno con una función específica.

Lateral

Ya sea por la derecha o la izquierda, la primera responsabilidad del marcador


de punta es clausurar su lateral. Esto significa impedir que el delantero
o volante que transite por su zona llegue hasta la línea de fondo para enviar un
centro, y sobre todo evitar que ingrese al área con pelota dominada.
Cuando el centro proviene de la otra punta, el lateral es el encargado de
marcar al adversario que espera en el segundo palo, sin perderlo de vista por
observar la trayectoria de la pelota.

No sólo de la defensa vive el lateral. También debe proyectarse para ayudar a


su equipo a “abrir la cancha” en ataque. Esto significa que al recibir la pelota en
campo contrario sobre su banda, obliga al equipo rival a marcarlo, lo que a su
vez abre espacios para los compañeros del lateral.
Su tarea ofensiva no termina allí. El lateral debe intentar llevar peligro al área
del oponente con centros para los delanteros. Ya que el centro más peligroso
es el que se envía desde lo más profundo del campo del adversario, debe
intentar llegar hasta la línea de fondo.

Cuando un compañero tiene la pelota en campo rival, el lateral puede intentar


una diagonal hacia el área para ganar la espalda de la defensa y aparecer por
sorpresa ante el arquero.
Cada escalada del lateral significa que un compañero (el volante externo o el
primer central) debe relevarlo en sus tareas defensivas, o incluso que su zona
quede liberada para un contraataque. Por ello, el lateral no debe proyectarse
por obligación en cada jugada ofensiva de su equipo, sino con convicción y
sorpresa. Y si se trata del lateral izquierdo, por ejemplo, sólo debe proyectarse
si el lateral derecho no lo ha hecho. Si va uno, el otro se queda.

Primer marcador central

El primer central es el hombre más retrasado de la defensa. Por consiguiente


es el que debe hablar con sus compañeros para dirigir la línea y hacerla
adelantarse para alejar a los rivales del arco propio o dejarlos en fuera de
juego.
Al defender un tiro libre, por ejemplo, puede parar a su defensa en la línea del
área para impedir que los contrarios cabeceen cerca del arco.

La situación más difícil para el primer zaguero es encontrarse mano a mano


con el delantero, sobre todo porque al ser último hombre el cometer una falta
puede ser sancionada con una tarjeta roja. En esta situación el primer zaguero
debe intentar que el delantero vaya sobre su pierna menos hábil; es decir, si es
diestro, obligarlo a ir sobre su izquierda, y alejándose del arco para que los
demás defensores recuperen sus posiciones.

Barrer o tirarse al suelo ante el delantero con pelota dominada es el último


recurso que debe ser empleado, y sólo si se está seguro de llegar a la pelota,
ya que si falla, el zaguero queda fuera de la jugada y sin posibilidad de
reacción.

Segundo marcador central

El segundo zaguero marca al centrodelantero contrario, permitiendo que el


primer central juegue libre un poco más atrás. Y es el primer central quien
controlará los movimientos de su compañero, ya sea para pedirle que salga a
presionar sobre la pelota o que lo releve en caso de que el líbero se adelante.
El segundo central marcará al rival desde atrás, y sólo anticipará el pase si está
seguro de llegar primero. Nunca debe perder de vista al delantero contrario por
estar mirando el balón.

Si el delantero recibe de espalda, el central debe evitar que se dé vuelta con el


balón. Pero en esta instancia no deberá permitir que el delantero apoye su
espalda en él para girar o generar una falta. En ese caso, puede permitir que
se dé vuelta para atorarlo apenas termine de girar.

Cuando su equipo tiene la pelota, el primer central se abrirá a su derecha y el


segundo, a su izquierda para poder distribuir el balón a lo ancho del campo.

Ambos centrales también pueden aparecer por sorpresa en el área rival cuando
la pelota está en juego; pero la gran mayoría de las veces lo harán en pelotas
paradas para aprovechar su cabezazo, la principal herramienta del central a la
hora de atacar.

El manual del volante /


mediocampista
Los volantes o mediocampistas son los jugadores que más distancia recorren
durante un partido. De hecho, es común que un medio como Gennaro Gattuso ,
de AC Milan, o Bastian Schweinsteiger, de Bayern Múnich, corra un total de
seis millas en los 90 minutos.
Pero además de correr más que los defensas y delanteros, ¿qué debe hacer el
volante? Aquí son las responsabilidades y los secretos de cada posición del
mediocampo:

Volante central

El centrocampista es un volante de recuperación que debe tener un enorme


sentido de la ubicación. Al pararse entre su propio arco y la pelota, tendrá más
posibilidades de cortar el juego, ya sea robando la pelota o interceptando un
pase; además podrá barrer la zona que se encuentra delante de los zagueros
con el fin de impedir que los volantes rivales encaren en velocidad y con pelota
dominada a la defensa.

Cuando recupera el balón, el centrocampista debe buscar el pase simple a sus


compañeros del medio que cumplen funciones de creación, ya que una pelota
perdida en esa posición trae mucho riesgo.

Sergio Busquets cumple a la perfección esta función en el Barcelona.


Volante mixto

Es el mediocampista que juega al lado del volante central en un 4-4-2 o 4-2-3-


1. Al igual que su ladero, debe intentar recuperar la pelota para su equipo; pero
además tiene que sumarse al ataque para llegar a posiciones de gol.
Los técnicos suelen elegir en este puesto a jugadores dinámicos —capaces de
cortar una jugada cerca de su propia área y llegar a la del oponente para definir
con un remate o cabezazo— y con buena técnica para pasar y disparar el
balón. Frank Lampard y Steven Gerrard se han destacado en esta posición
para el Chelsea y Liverpool, respectivamente.

Volante externo

El correcaminos del medio. Tanto el volante derecho como izquierdo son de ida
y vuelta, debiendo bajar a ayudar al lateral cuando su equipo es atacado, y
llegar al área contraria para definir por sorpresa los centros enviados desde las
bandas.

Suele ser el destinatario del pase cuando el volante central o la defensa


recuperan el balón, y en esas instancias es su responsabilidad iniciar el ataque.
Es indispensable tener una excelente condición física para aguantar el ritmo
que exige la posición.

Ángel Di María cumple una versión más ofensiva de esta posición en el Real
Madrid, mientras que Gattuso es un volante externo de corte defensivo.

Enganche o volante creativo

El armador o conductor del equipo, quien se ubica entre la línea de volantes y


los delanteros. La mayoría de las veces los demás volantes lo buscarán a él
para que construya la jugada. Buscará asociarse con sus compañeros del
medio y aprovechar las subidas de los laterales para abrir la cancha; hará una
pausa, aguantando la pelota o pasándola hacia atrás, cuando su equipo está
ganando; será más vertical con pases entre líneas para los delanteros cuando
se necesita un gol. También intentará desequilibrar con gambetas o regates
cerca del área.

El jugador mejor dotado técnicamente del plantel es quien debe ocupar esta
posición, ya que requiere habilidad para eludir, pasar y definir. Juan Román
Riquelme, del Boca Juniors, y Wesley Sneijder, del Inter Milan, son buenos
ejemplos de un clásico número diez.

Lateral-volante

Cuando el equipo juega con un 3-5-2, este jugador cumple la doble función de
lateral y volante externo. Requiere un ida y vuelta infernal, ya que su ausencia
en la defensa obliga a un zaguero a cubrirle la espalda, y a la misma vez debe
llegar hasta la línea de fondo del rival para lanzar centros. El chileno Mauricio
Isla ha sobresalido jugando como lateral-volante derecho.
El manual del 10

Se lo conoce tradicionalmente como el número 10, aunque el dorsal es lo de


menos. Es el jugador que organiza el juego de su equipo. Su ausencia, cada
vez más frecuente en las ligas del mundo, es evidente cuando se ve a un
equipo atacar con el pelotazo como único recurso.

Pero jugar de 10 no es nada fácil. Además de técnica para pasar, rematar y


gambetear, el 10 es un jugador cerebral que debe leer los partidos y contar con
una visión extraordinaria del campo de juego.

Es por ello que aquellos que mejor jugaron en esa posición también son
considerados hoy en día como los futbolistas más destacados de todos los
tiempos: Pelé, Diego Maradona, Michel Platini.

El 10 conductor

El 10 conductor del equipo debe estar cerca de su volante de contención


cuando el oponente tiene la pelota. El medio de contención es el que suele
recuperar el balón casi siempre con la orden de descargar la pelota
rápidamente en un compañero. Al estar en las inmediaciones, el 10 podrá
iniciar contraataques o empezar a hacer circular el balón entre su equipo.

Este 10 también puede ordenar la salida de su equipo, aunque para ello deberá
retrasarse en el campo, incluso buscando el pase de los centrales de su
equipo.

El 10 mediapunta

El 10 más ofensivo, llamado mediapunta o enganche, juega a espaldas del


volante o volantes de contención del contrario en tres cuartos de cancha.
(También puede abrirse a los costados para recibir sin marca u obligar a
desplazarse al mediocampista central del rival). Es allí donde puede hacer más
daño, ya sea habilitando a uno de sus delanteros en el área contraria o
rematando al arco.

Sin embargo, al adelantarse tanto en el campo de juego, el 10 corre el riesgo


de dejar a su equipo sin un conductor natural y que la pelota no le llegue ni a él
ni a los delanteros.
Lo que sí debe tener un 10 es una excelente visión para el juego corto y largo
en simultáneo. O sea, mientras el conductor transporta el balón debe mirar en
corto a los rivales que buscan quitárselo y a los compañeros que vienen a él
para buscar la pared o triangulación; pero a la misma vez otro compañero, ya
sea un lateral que sube por sorpresa o un delantero que hace la diagonal,
buscará el pase profundo. El buen 10 observará y analizará todos estos
factores en tiempo real para resolver la jugada en beneficio de su equipo.

El 10 táctico

El 10 suele ordenar algunos movimientos de sus compañeros, sobre todo si es


un jugador muy táctico o porta la cinta de capitán, aunque en esto compite con
los zagueros y el volante central, ya que la mayoría de los equipos se ordenan
de atrás para adelante.
No obstante, es el 10 quién suele determinar el ritmo que más conviene a su
cuadro de acuerdo con el desarrollo del partido. Si su equipo gana 2-0 en el
segundo tiempo, el 10 querrá quitarle velocidad al juego y dormir la pelota con
toques cortos laterales o hacia atrás. Esto porque no hay mejor manera de
cuidar un resultado que tener la pelota.

Si el juego está empatado, es probable que el 10 busque lateralizar hasta


obligar al rival a salir de su encierro para ahí sí enviar un pase entre líneas.

Y si su equipo va perdiendo, y el rival se agrupa atrás, el 10 agilizará un


traslado más vertical hacia las inmediaciones del área contraria. Allí podrá
intentar un remate desde afuera, abrir el juego hacia las bandas para generar
centros sobre el área, o desnivelar con gambetas o regates.

La evolución del 10

Al 10 tradicional no se le pedía demasiado esfuerzo por recuperar la pelota,


sino más bien ocupar espacios para negar el pase contrario, o presionar sobre
la pelota pero sin correr detrás de ella.

En los últimos años, sin embargo, ha surgido la figura del doble medio de
contención, una especie de 10 con menos técnica y más recuperación. Se trata
de un volante mixto con mucha ida y vuelta para ocupar espacios cerca de
ambas áreas, pero sin la responsabilidad tradicional del conductor.
En ese sentido, la figura del 10 clásico hoy vive en el puesto de mediapunta,
que suele acompañar a un único delantero neto que alinean la mayoría de los
equipos, sobre todo en Europa.

El manual del goleador


Hay quienes creen que los goleadores de raza nacen y no se hacen. Si bien el
instinto por buscar el gol suele acompañar a este tipo de jugador desde un
principio, también es cierto que el ariete deberá incorporar y pulir técnicas y
cualidades a medida que progresa su carrera.
A continuación, las 10 características necesarias para ser un verdadero
artillero:

Instinto

El auténtico goleador debe estar al acecho y merodeando el área durante todo


el partido. Para él, lo único que existe en la cancha es el arco, y vive
obsesionado con marcar el gol, ya sea con el pie, la cabeza, la rodillo o el
tobillo.

Concentración

El delantero de área nunca da una pelota por perdida. Si el balón va hacia el


zaguero o arquero, debe estar atento al error para capitalizarlo. Tiene que ir en
busca del rebote ante cada remate al arco, y esperar el pase inesperado del
compañero. Así los 90 minutos.

Paciencia

Hay delanteros que se desesperan al no recibir la pelota y por lo tanto


retroceden a buscarla

Al hacerlo, se alejan del área, que es donde anotan la gran mayoría de sus
goles. El goleador nato tiene la paciencia para esperar 89 minutos, si es
necesario, con el fin de que finalmente le llegue la oportunidad frente al arco.

Pegada

Hay distintas técnicas para rematar. Lionel Messi, por ejemplo, pareciera darle
un pase a la red, ya que suele preferir remates suaves y bien colocados tras
amagar varias veces para descolocar al portero.
Los arietes que optan por tirar con potencia tienen su propia técnica: echar el
cuerpo hacia adelante, con el pie de apoyo firme y llevando el talón del otro pie
lo más atrás posible con la rodilla doblada, para darle mayor recorrido y por
ende mayor fuerza al remate. Es el empeine el que impacta el balón.

Cabezazo

Herramienta indispensable del atacante de área, pues los laterales o volantes


externos intentarán buscarlo por el aire. Además de saber peinar la pelota o
darle un frentazo, la clave para el delantero será ganarle la posición a su
marcador mientras la pelota está en el aire.

Confianza

Incluso en los peores equipos, un centroatacante casi siempre tendrá al menos


una oportunidad de gol; no todas entran, pero los buenos delanteros se
recuperan mentalmente de las que erraron con el fin de estar concentrados en
la siguiente jugada.
Perfeccionista

Un jugador puede saber patear la pelota, pero hay que perfeccionar el tiro
hasta que salga como un acto reflejo. Además, hay que practicar el disparo con
distintas variantes similares a las que se sucederán en un partido: con una
marca encima, cayéndose, con la pelota picando, con el perfil cambiado.
Asimismo con el cabezazo o el disparo con la pierna menos hábil.

Calma

En el área siempre hay más tiempo disponible de lo que cree el delantero, pero
la desesperación por marcar lleva a muchos delanteros a apurar su disparo.Por
eso es esencial tomarse una fracción de segundo adicional para decidir la
definición. Puede significar la diferencia entre un disparo desviado o al cuerpo
del arquero, y uno esquinado que encuentra la red.

Puntería

Los goleadores no toman al arquero como punto de referencia al patear al arco,


porque hacia al portero iría el remate. Tampoco apuntan a uno de los dos
palos, pues aumentan las probabilidades de desviar el disparo. Lo ideal es
apuntar al espacio entre la pierna del arquero y el palo, ya sea en el primer o
segundo poste.

Desmarque

Cuanto más se acercan al área, más marcados están los goleadores. Es por
ello que el desmarque es fundamental. Consiste en amagar con ir hacia una
posición para ir a otra. Por ejemplo, hacer el movimiento de retroceder a buscar
el pase para inmediatamente picar hacia el área. Otra manera de desmarque
es aprovechar el momento en que el defensor mira la pelota para alejarse de
él.

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