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EL ACTO PEDAGOGICO COMO EL MOMENTO CUMBRE DEL PROCESO ENSEÑANZA –

APRENDIZAJE EN LA ACTUALIDAD.

En tiempos como estos, donde las Tecnologías de la información y las comunicaciones, hacen
metástasis a nivel mundial y multisectorial, coincido con la concepción de Sonia Alcocer M, cuando
define el “Acto pedagógico como el arte de saber llegar a los alumnos mediante estrategias de
aprendizaje”, un concepto que a simple vista parece tener una connotación muy básica, pero que
realmente denota complejidad.

El proceso de enseñanza aprendizaje, traducido en la interacción alumno – profesor y conocimiento,


ha venido evolucionando con el devenir histórico; antes teníamos una educación un poco exegética,
plagada de enseñanzas y métodos de aprendizajes casi que impuestos al docente por la institución
de enseñanza en donde desempeñaba su labor; y ahora vemos como se ha venido renovando,
reconstruyendo y articulando un proceso de enseñanza aprendizaje que vincula: al alumno, al docente,
a la institución, sociedad y al Estado mismo, sin dejar de lado el conocimiento que en uso y aplicación
de las nuevas tecnologías, ha tenido un giro importante en la historia educativa.

Por lo anterior, y no en vano el acto pedagógico hoy, lo visualizamos como el momento cumbre del
proceso de enseñanza aprendizaje, ya que este ha hecho sucumbir de manera éxito, los obsoletos y
anatemas métodos de la transmisión del saber.

Momento cumbre que observamos, cuando la clase escolar se constituye en un ambiente donde
transcurre la vida cotidiana de los escolares y sus maestro, donde las interacciones adquieren sentido
cuando se producen en torno de saberes y conocimientos. Su carácter complejo se puede comprender
cuando se consideran los diversos aspectos que la atraviesan: sus participantes, las relaciones
interpersonales que se establecen; lo institucional a través de sus normas, funciones y roles; los estilos
y los mandatos sociales expresados en ideologías, expectativas, lenguajes, diferencias de
pertenencia; lo técnico-instrumental conformado por las técnicas, estrategias, tácticas, procedimientos
que utilizan el docente para enseñar y los estudiantes para aprender. Además, cuando la clase escolar
posee particularidades propias, tales como: multidimensionalidad, simultaneidad, inmediatez,
imprevisibilidad, publicidad e historicidad.

Ahora bien, en este momento cumbre cabe resaltar, que se debe tener en cuenta que, la esencia del
acto pedagógico radica en la interacción profesor –alumno. Esto significa que, si bien el alumno solo
habrá aprendido cuando haya reelaborado y hecho suyo el conocimiento, este proceso está precedido
de la acción del profesor como facilitador y planificador de las condiciones en que esa actividad del
alumno se posibilite, es decir, La esencia del acto educativo en la interacción de profesor y alumno,
reconociendo la imprescindible actividad autoestructurante de su conocimiento por parte de éste
último, a la vez que la innegable influencia del primero como planificador del proceso de aprendizaje
a través de su decisión de enseñar.

Recupera así el maestro su papel en la educación y se lo podrá responsabilizar de cumplir o incumplir


su función (sin desconocer el carácter transitivo y transitorio de su acción). Pero aún más: sólo así
adquiere sentido hablar de educación como acto intencional o voluntario que se propone sacar al
alumno de una condición para llevarlo a otra: lo contrario sería ubicar la educación en el terreno de lo
exclusivamente espontáneo, aleatorio o lúdico e intranscendente.
Por eso, en ese arte de saber llegar a los alumnos, descrito por Sonia Alcocer, se puede leer entre
líneas, que es el arte de reinventarse, de hacer uso de lo novedoso, de sacar provecho de las
experiencias satisfactorias y de las no tanto, para no volver a repetirlas. Lo precedente, consiguiendo
como objetivo principal que el docente recree la memoria pedagógica a partir de las experiencias
educativas significativas, contándolas, registrándolas, escribiéndolas y documentándolas.

Para finalizar, Al acto pedagógico, como el momento cumbre del proceso de enseñanza aprendizaje,
debe ser visto a través de sus dimensiones, no individualizándolas sino como un todo integrado, es
decir, como un acto social, psíquico e instrumental, que le otorgue la misma importancia a sus
componentes (alumno – maestro - contenido), con el fin de que se establezca una interacción
dialéctica, cognoscitiva, afectiva y social.

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