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142 LOS PROCESOS PSICOLÓGICOS SUPERIORES EL JUF.GO F.

N EL DESARROLLO DEL NIÑO 143

del niño, así como los incentivos que lo mueven a actuar, nunca y es totalmente ajeno a los animales. Representa una forma espc·
podremos llegar a comprender su progreso de un estadio evolu­ cíficamente humana de actividad consciente. Al igual que todas
tivo a otro, porque todo avance está relacionado con un profundo las funciones del conocimiento, surge originariamente de la acción.
cambio respecto a los estímulos, inclinaciones e incentivos. Aqu• El viejo proverbio que dice que el juego del niño es la imagina­
llo que antes constituía el mayor interés para el bebé, carece ción en acción ha de ser invertido: para los adolescentes y niños
ahora de toda importancia para el niño que comienza a dar sua en edad escolar la imaginación es un juego sin acción.
primeros pasos. La sucesiva maduración de las necesidades es WI Desde este punto de vista, resulta evidente que el placer deri­
tema central en esta discusión, porque no podemos ignorar vado del juego preescolar está regido por motivos distintos de la
hecho de que el niño satisface ciertas necesidades a través del j� simple succión del chupete. No obstante, ello no quiere decir que
go. Si no somos capaces de comprender el carácter especial el juego surja siempre como resultado de todo deseo insatisfecho
estas necesidades, no podremos entender la singularidad del ju (como, por ejemplo, cuando el niño quiere subirse a un coche de
como forma de actividad. alquiler, pero no puede satisfacer su deseo de modo inmediato;
Un niño pequeño tiende a gratificar sus deseos de modo ' y se cierra en su habitación y hace como que está conduciendo un
mediato; normalmente el intervalo que va entre el deseo y 111 coche). Sin embargo, raramente suceden las cosas de esta manera.
satisfacción suele ser muy corto. No encontraremos ningún nifil Por otra parte, la presencia de estas emociones generalizadas en el
por debajo de los tres años que desee hacer algo en los dio juego no significa que el niño comprenda los motivos que faci­
siguientes. Sin embargo, al alcanzar la edad escolar, emergen litan la aparición del mismo . En este aspecto, el juego difiere
merosas tendencias irrealizable.s y deseos pospuestos. Por mi pu. sustancialmente del trabajo y otras formas de actividad.
te, estoy convencido de que si las necesidades que no pudie Así pues, al establecer criterios para distinguir el juego infan­
realizarse inmediatamente en su tiempo no surgieran durante Ja1 til de otras formas de actividad, concluiremos diciendo que en
años escolares, no existiría el juego, ya que éste parece emerger aquél el niño crea una situaci6n imaginaria. Esta idea no es nueva,
en el momento en que el niño comienza a experimentar ten en el sentido de que las situaciones imaginarias en el juego han
cias irrealizables. Supongamos que un niño muy pequeño (de WIOI sido siempre aceptadas; sin embargo, al principio se las conside­
dos años y medio de edad) desea algo, por ejemplo, ocupar ti raba únicamente como un ejemplo de las actividades lúdicas. La
puesto de su madre. Lo desea en seguida, inmediatamente. SI situación imaginaria no constituía una característica definitoria del
no logra obtener aquello que anhela, ·hará una pataleta, pero deeo juego en general, sino que era tratada como un atributo de las
pués puede desviarse su atención hacia otra cosa y calmarlo, hu subcategorías específicas de aquél.
conseguir que olvide su deseo. En los comienzos de la ecf.& Estas ideas las encuentro insatisfactorias en tres aspectos. En
�reesc?lar, cuando hacen aparición deseos que no pueden III primer lugar, si se considera que el juego es simbólico, existe el
inmediatamente gratiíicados u olvidados y se retiene todavía II peligro de que sea equiparado como una actividad semejante al
tendencia a la inmediata satisfacción de los mismos, caracterísriCI álgebra; es decir, tanto el juego como el álgebra podrían ser con­
del estadio precedente, la conducta del pequeño sufre un cambio. siderados como un sistema de signos que generalizan la realidad,
Para resolver esta tensión, el niño e11 edad preescolar entra • sin otorgarle ninguna de las características que yo creo que son
un mundo ilusorio e imaginario, en el que aquellos deseos irreaU,. específicas del juego. El niño se situaría como un algebrista inca­
zables e�cue_n,tran cabida: este mundo es lo que llamamos jue¡o. paz todavía de escribir los símbolos, pero en condiciones de
. .
L� 1magmac1on constituye un nuevo proceso psicológico para ti representarlos mediante la acción. Estoy convencido de que el
-
nmo; éste no está presente en la conciencia de los niños pequeñoe juego no es exactamente una acción simbólica en el sentido es-
158 LOS PROCESOS PSICOLÓG
ICOS SUPERIORES

de I� palab�a Para el pequeñ


. o, la seriedad en el juego si
�e Juega sin ��parar la situació
n im
l io, para el �1�0 en edad escola aginaria de la real. En8

r el juego se convierte en
orma de act1v1dad much0 ma' )"
. , que desem s • · da, predominantemente
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t'l ��léttco peñ a un papel específico en e l
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d nmo,_ pero que para el pr desa
� eescolar carece d e sign
pequeno en eda� escolar, el jueg ificado
:n o no desaparece, sino �ut
troduce en la actitud que el
. niño adopta frente a la reali
1
1 en\s� prop!a.continuidad interna en la instrucción escolar
� tra ªJº (acuv1dad compulsiva 'J
basada en reglas) · La esencia
Juego es Ja nueva re1ac1.6n que
se crea entre el campo de1 s1
cado· y el �ampo v1su · aJ ; esto es, entre situacio
que sólo �sten en el pensam ient
s nes imagina
r o, y situaciones re ales.
u�r c1alm�nte, el juego tiene
poca semeja nza con la fo
compleJa y mediata de pensam
. ient o y voluntad a Ia que nos
m ite . Tan. s61 o un anaT1s1s int
. erno y profundo permite de r
n ar e1 curso de sus cam bios y te
su papel en el desarrollo. p
ñ
Se

1
a
bra e
esc a me la lectura
que se ha olvidado el lenguaj e escrito como tal.
Algo muy similar ha ocurrido con la enseñanza del lenguaje
hablado a los sordomudos. Se ha concentrado toda la atención en
¡
la producción correcta de determinadas letras y su distinta articu­
lación. En estos casos, los mae stros de sordomudos no han discer­
nido el lenguaje hablado tras estas técnicas de pronunciación; as(
pues, el resultado no ha sido otro que un lenguaje 'muerto.
Hay que aclarar esta situación de acue rdo con dos factore s
históricos: especialmente, por el hecho de que la pedagogía prác­
tica , a pesar de la existencia de numerosos métodos para enseñar
a leer y escribir, tiene todavía que alcanzar procedi mientos cientí­
ficos y más efectivos para enseñar a los niños el lenguaje escrito.
A diferencia de lo que ocurre con la enseñanza del le nguaje ha­
blado, en el que los niños avanzan espontáneamente, el lenguaje
e scrito s e basa e n una instrucción artificial. Este e ntrenamie nto
requiere una gran atención y un enorme esfuerzo tanto por parte

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