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FESTINA LENTE
Borrowed time and borrowed world and borrowed eyes with which to sorrow it.
BALTRA
KIMA
JUVA
Medio siglo. Físico robusto pero mejorado con base en métodos quirúrgicos.
EL ALBANÉS
que remite oblicuamente a una casa de campo. Sobre la mesa sólo hay
un tanto ambiguo.
BALTRA:
Era la de una araña enorme en el desagüe del baño. Fue tan fuerte que me
levanté y fui al baño pensando que estaría desplegada sobre la coladera. Pero
no había nada. Me quedé parada allí, inmóvil, con la mirada perdida en los
sin sentido. Sin juicio. No reconocí nada ni a nadie y tuve una extraña sensación
aparecen día a día en las plazas y en las calles. Cuando llegué a esa conclusión
eso que sentía, si era un deseo o una pesadilla. Estuve sola allí hasta que vi a un
apareció en el horizonte hasta que estuvo a unos pasos de mí. Entonces pude
sentir que había algo peculiar en él; no sé describirlo, sólo puedo decir que de
alguna u otra forma me inspiraba paz pese a sus ropas raídas. Sin mediar nada
tomó una de mis manos entre las suyas y me dijo: “He estado aquí miles de
veces. Y sin embargo todo es siempre nuevo, conmovedor. Cerca debe estar el
lugar de mi muerte, cerca debe estar el muro altísimo que resguarda el jardín
en que alguna vez, cuando fui rey, mandé tallar una inscripción que le hablaba a
los hombres como yo te hablo a ti. Lo que pasa es que ahora los hombres no
escuchan más nada. Y tú… qué será de ti que estás atendiendo los disparates de
interpretarlo. Y acabé pensando, tal vez, que mi vida no es como cualquier otra.
Las otras dos mujeres reparan decididamente en Baltra, quien se les une.
y ancho de la mesa.
KIMA (a Baltra):
Princesa...
BALTRA:
KIMA (interrumpiendo):
Tranquilízate, princesa. ¿Te pasa algo? ¿Hay algo que te inquiete, que te
JUVA:
KIMA (a Baltra):
Ponme atención aunque sea por un segundo, princesa. Mírame a los ojos…
Anda, Baltra, por favor, sólo te pido que me mires a los ojos por un segundo.
¿Crees que puedes ocultarme algo a mí? Si yo te miro a los ojos y te miro todo:
BALTRA:
JUVA (interrumpiendo):
Cómo es posible que hablen de mamá en este preciso momento, por el amor
lástima.
KIMA (a Juva):
Si tanto quieren saber de mí, está bien. Claro que hay novedades en mi vida,
por supuesto…
JUVA (a Kima):
De respeto y de buen gusto. No entiendo cómo puedes ser tan cursi, Kima, en
como hoy.
BALTRA (un poco más fuerte, pero sin que nadie repare en ella igual):
KIMA (a Juva):
obstáculo para la expresión de mis emociones, sean las que sean. Durante
todos estos años he vivido reprimida y creo que es buen momento para—
Para ser aún más ridícula, por supuesto. Viejas, solas y ridículas, en verdad que
BALTRA (ídem):
… no tenía idea de dónde estaba. Lo primero que pensé es que me había salido
KIMA (a Juva):
No digas esas cosas, Kima. Suena como a una maldición. Y nosotras no estamos
malditas, Kima, bajo ninguna razón voy a aceptar que insinúes que—
BALTRA (ídem):
aprovechado de eso y—
KIMA (a Baltra):
JUVA (a Kima):
Tengo todas las razones del mundo para decirlo. Y sabes bien que es cierto…
BALTRA (a Kima):
KIMA:
JUVA (a Kima):
BALTRA:
KIMA:
dentro de mí una especie de voz que no reconozco pero que me conforta y que
JUVA:
No hay nada qué reparar. No tenemos remedio. Estamos aquí para otra cosa…
KIMA:
Si esa voz que escucho está equivocada no hay mucho qué hacer. Supongo que
sólo resignarse…
JUVA:
BALTRA (gritando):
KIMA:
No. Aunque tampoco es novedad, ni que te mudes ni que no nos hayas dicho.
JUVA:
Por qué no empiezas por contarnos por qué coños tenías tú los cabellos cuando
BALTRA:
KIMA:
tuya a partir de intuiciones, pedazos, ideas que me hago sobre lo que te sucede,
sobre lo que haces y lo que te preocupa… Pero fíjate, qué curioso: justo ahora
que hablas, Baltra, justo ahora que veo cómo se mueven tus aretes y cómo te
que te conozco como a nadie, querida, que por más caprichos, idas y vueltas
que tenga la vida no podrá existir nunca nadie que pueda conocer mejor que a
Silencio.
JUVA:
Silencio.
BALTRA:
JUVA:
Hace milenios, sí. Pero si soy sincera es una pérdida que nunca he podido
KIMA:
No empieces…
JUVA:
Cállate…
KIMA:
JUVA:
próxima vez es sacar una grabadora y grabar sus vocecitas. Guardaré el casette
BALTRA:
KIMA (A Baltra):
BALTRA:
Es que—
JUVA:
BALTRA:
Pero—
JUVA:
Cállate. Cállate un instante, por Dios… En Italia, decía, tuve un jardín zen. Eso no
este jardín zen que tanto añoro fue un regalo. Me lo dio un señor ciego que
era lo que podemos llamar un artista… Era un portento, más bien, era un
sobre todo, se armaban unas colas tremendas en la puerta del taller. Y Don
regalo porque era la única mujer que había conocido a la que quedara bien el
tampoco lo entiendo ahora. Pero el caso es que me lo dio. Estaba hecho con
BALTRA:
…¿toallas femeninas?
JUVA:
¿Pueden imaginar lo que era ese jardín zen, sus piedritas, sus herramientitas,
todo hecho con pedazos de toallas íntimas? Laqueado en color vino, además. Y
lo mejor de todo…
JUVA:
…es que al fondo del jardín, debajo de la arenilla —que era de verdad, desde
KIMA:
JUVA:
BALTRA:
página o su correo…
JUVA:
cuando yo estaba allá. Una tragedia espantosa… ¿No se los he contado ya? He
BALTRA:
JUVA:
Resulta que en ese pueblo vive la comunidad de enanos más grande de Europa.
Qué chistoso, “la comunidad de enanos más grande”… En fin, pues resultó que
LAVATEVI”, o sea “ENANOS A BAÑARSE”. Había unos cuantos activistas que los
estaban promoviendo una ley para que los pudieran adoptar como mascotas…
El caso es que un buen día a los enanos les tronó el diablo. Hubo una rebelión
ciego… En fin, que el motín debe haber durado unos cinco o seis días. Los
comisión negociadora del alcalde. Los enanos, por pura venganza por la ley que
los quería volver mascotas, adoptaron cada uno a su “gigante favorito”. Así lo
decían. Yo era la gigante favorita de uno al que le decían el Big Ben y que era
regar sus orquídeas. No es que fuera un castigo, porque la verdad el Big Ben era
muy amable y me caía bien, pero había mucha tensión y angustia. Hasta que un
día uno de los enanos, al que le decían Il Gran Capitano y que además de enano
y narizón era árbitro de fútbol, se emborrachó con una sidra que le había
barbaridad en plena calle. Y justo pasó que Don Damiano abrió la puerta de su
enano, que le estaba haciendo una seña. Y claro que Don Damiano no se
enteró. Y el enano estaba tan borracho que no recordó que el señor era ciego.
Sacó una pistola y antes de desparramarle cuatro tiros por la espalda gritó:
“Non abbassare gli occhi per vedere un nano, figlio di una cagna?” Ahí fue
hacer un museo en la casa del señor para exhibir sus juguetes. Y un pariente
suyo quiso seguir un rato con la tradición, pero después de un tiempo lo dejó.
Ya no era lo mismo.
Silencio.
BALTRA:
Silencio.
JUVA:
acuerdo de que el malparido del albanés no hacía más que pitorrearse del
pobre señor. “A Don Gepetto lo traicionó Pinocho”, decía. Qué hijo de puta.
KIMA:
Años y años hablando sobre lo mismo. Sobre el viejo, el jardín zen, sobre el
mí…
Nuevo silencio.
BALTRA:
truenan mucho y—
KIMA:
No te resistas. Déjate ir. Puede ser sanador. He leído mucho sobre eso. Te
explicaría pero no me vas a entender y todas nos vamos a aburrir un poco más.
Sólo te diría que, al final todo tiene que ver con abismos y con abandonarse a
debe ser tan malo. ¿Qué más podría pasar que no haya pasado ya?
Esa frase también la leí, tampoco la inventé yo. Últimamente leo mucho y no
BALTRA:
Tengo un amante.
Silencio.
Sólo diré que en cinco minutos ya me había encontrado el Punto G. Y que cada
correspondido.
KIMA:
Quiero que sepas que nunca jamás te juzgaría. Que aunque no seamos tan
unidas, todos los días, en algún momento —y eso también es para ti, Juva—,
conclusión, pero sé que eso significa que las tres estamos pensando en
Quiero que sepas —que sepan— que no me importa lo que hagan de sus vidas.
Pero que mientras este pecho siga cosquilleando todos los días van a encontrar
en él una casa. Una casa que siempre tendrá las puertas abiertas para ustedes…
JUVA:
No cabe duda que nacer es como un secuestro. Y que vivir es como ser esclavo.
Juva es interrumpida por Baltra, quien la calla con un gesto sutil, casi
amoroso.
BALTRA:
No, no hables. Escucha. Escúchame bien. Te tengo que decir un par de cosas. Lo
primero es que desde ahora no vas a opinar más sobre mí. Sigo siendo la
Pero hay algo que ha cambiado. Hay algo en mi que se está moviendo pero que
veas de cerca este puño. ¿Lo habías visto bien alguna vez? Quiero decir, ¿alguna
vez has pensado en lo que podría hacer? Seguramente no. Te ahorro el esfuerzo
sacudírtelo adentro, fuerte y rápido como se mueven las aspas de los aviones. O
tortura…
JUVA:
El milagro sería que te callaras e hicieras cualquiera de las dos. La tortura es que
Tranquilízate, princesa, por favor. Respira y contacta con tu ser interior… Lo que
porque a esta edad ninguna de nosotras podría creer en nada de eso, sería
emociones… Mejor dicho: por mis hormonas. Estamos, como todas, presas de
por vida en la cárcel de nuestras hormonas. Y hay que vivir con eso para
siempre. No hay cura. Pero creo que si uno es consciente de las cosas todo se
hace más llevadero. Pero llegar a eso no es fácil. Tú, princesa, sabes mejor que
muy alto por ciertas equivocaciones. Pero me he hecho cargo. Eso es mío y de
arrastrar por ese remolino que hay afuera y que todo lo despedaza.
BALTRA:
KIMA:
¡Ya, por Dios! Esta no es manera de honrar a nuestros muertos… O acaso sí...
Silencio. Las tres se miran un rato y dedican otro rato a ver los cabellos
en torno a ella. Kima divide los mechones en tres partes iguales. Por fin,
KIMA:
JUVA:
BALTRA:
Pero sí me acuerdo…
KIMA (riendo):
BALTRA:
JUVA (riendo):
KIMA:
JUVA:
Yo igual…
KIMA:
Yo me llamaba… Mariana.
JUVA:
Yo era… Daniela.
Carcajadas, no de Baltra.
KIMA (A Baltra):
JUVA:
Ni yo…
BALTRA:
Yo sí me acuerdo…
KIMA:
BALTRA:
KIMA/JUVA:
¿?
BALTRA:
salió lo del nombre falso, pensé que llamarme así me quedaba muy bien.
Porque a una cámara todo mundo le sonríe y se supone que ella ve todo muy
claramente, pero por dentro está hecha de un montón de cosas rarísimas que ni
Silencio breve.
KIMA:
es…
JUVA:
KIMA:
…me refiero a que siempre veo más cosas de las que debiera. Visión periférica.
imágenes que logro encuadrar con la mirada parecen inmóviles, como si fueran
detalles del contorno, lo que está en los márgenes. Eso sucede más allá de mi
los desprevenidos. Pero lo que siempre tendré como la más triste de mis
revelaciones, como lo más horrible que vi sin querer ver, fue cuando se llevaron
a Papá…
JUVA:
KIMA:
No se supone que debiera verlo, como muchas cosas que no se supone que
debiera ver y que acabé viendo. Yo estaba asomada mirando a Mamá regar las
grito hacia Mamá, el nombre falso que habían convenido decir de memoria y
con naturalidad. Mamá que gira el cuello hacia donde escucha la voz de Papá. Y
lleva a Papá, los gritos ahogados de Mamá… Nada qué hacer, nadie a quién
BALTRA:
Pararpararpararpararparar…
KIMA:
Lo que pasa ahora allá afuera tiene un origen. O al menos una continuidad. Qué
BALTRA:
Esto tendría que haber terminado hace mucho tiempo. Este aferramiento a la
ausencia, quiero decir. Me hubiera ahorrado tanto. Tanto insomnio, tanto sudor
y tantas telarañas en el coño. Cada día siento crecer este odio que se ha
sé también que este odio que siento es el mismo odio que se esparce por las
que tengo memoria, en todos los rostros que habitan en los suyos y que de un
sus pieles y en cada surco que se les ha formado a lo largo de toda esa vida
dedicada a lucrar con la ausencia de otros que, sinceramente, hace tiempo que
no las piensan ni las recuerdan ni las añoran. Se han encargado, esos rostros
suyos y los otros que viven en ellos, de que no me olvide nunca de lo que no he
sido. Se han encargado de restregármelo en la cara todos los días, y ahora eso
las tiene aquí, sintiendo cómo el frío les recorre el espinazo mientras sostengo
este cuchillo… ¿Tanto miedo les doy? ¿Tanto temor les inspiro? Lo más que
KIMA:
Princesa, pero qué cosas estás diciendo. Cálmate, no hagas nada de lo que
puedas—
BALTRA:
por algo a estas alturas. No hay retorno. Lo que sucederá a partir de este
inminencia me causa mucha emoción. Es como llegar a casa, por fin, después de
una ausencia de siglos. Así me siento ahora. Y nada puede hacer que esto se
detenga. Mucho menos ustedes y sus deseos por mantener las cosas como
están. Siento cómo las imágenes de lo que viene corren por mi cabeza. Es un
desfile que se ha vuelto incontrolable. Es tan mío y está tan dentro de mí como
JUVA:
Dios mío, cuánta valentía. Si fueras hombre podríamos hacer una omelet con
BALTRA:
las tres. Ésta, hermanita, es una certeza que hemos conquistado en conjunto. Es
erráticas y blandengues…
KIMA:
¿Esperábamos a alguien?
BALTRA:
sonrisa. Saluda con cierta calidez a Baltra pero sin quitarle los ojos de
EL ALBANÉS:
dejado de pensarlas. Llevo tanto añorando este momento… Nada como volver a
Eurolotto y cuando fuimos, preciosa, al funeral del ciego aquél que hacía
porque cuando gané el premio sabía que me lo iba a gastar enseguida —y así
fue— y cuando murió el ciego intuía que iba a ser la primera de una serie de
desgracias que no han parado hasta ahora, cuando por fin nos
reencontramos… Fui tan frágil mientras nos las tuve. Viví en una confusión
permanente. Me dio por andar. Recorrí caminos, brechas, senderos de todo tipo.
en lenguas extrañas que no podía comprender. Y allí otro viaje, esta vez por las
puedo precisar. Hasta que un día, al pie de un gran templo, me llevé las manos
palabras. Menos aún cuando alcé la vista y vi ese cabello negro que me resultó
tan familiar. Una cascada que me hizo sentir protegido. Y eras tú, Baltra querida,
eras ese arraigo y esa ancla que necesitaba para dejar de deambular. Supe
creen? Esa niñita escuálida que no me daba ni los buenos días me ha regalado
las mejores explosiones de mi vida… Pero no pongas esa cara, querida Juva, no
planearlo, sin buscarlo, como un signo del destino, como una señal de dónde
Silencio breve.
Bueno, ya hablé mucho. No sé, digan algo. ¿No tienen hambre? En el carro
tengo jamón y galletas. Estoy cansando, pasé por muchos retenes para llegar
JUVA (A Baltra):
No lo puedo creer…
KIMA (A Baltra):
EL ALBANÉS (A Juva):
Yo tampoco lo podía creer, mujer. Pero es real: estoy de vuelta. Ven y dame un
abrazo…
KIMA (A Baltra):
JUVA (A El Albanés):
KIMA:
Tenías razón, Juva: nos atraviesa la catástrofe. Estamos malditas por la tradición
o por los genes o por algo planetario que jamás podremos entender…
JUVA (A El Albanés):
frase…
EL ALBANÉS:
mesa. Silencio breve). ¿Qué es esto? ¿Por qué está sobre la mesa? ¿De verdad
no quieren el jamón y las galletas que traigo en el carro? ¿O vamos por un pollo
al carbón?
JUVA:
Qué horror, siento cómo en este momento me está tronando el diablo, siento
machacar a palos a ti, mosca muerta, Baltra maldita, o si la del problema soy yo
EL ALBANÉS:
Lo que pasa es que, bien visto todo, no hay ningún problema, adorada Juva.
asomo de la tragedia. Nadie podría culparnos de ello. Basta ver lo que sucede
sumisamente que no todo está bajo nuestro control ni bajo nuestra injerencia.
en ello. Tampoco debemos. Por eso, también, es que estoy aquí de vuelta…
JUVA:
Porque eres un cínico absoluto, por eso regresas como si nada hubiera pasado,
la pared…
EL ALBANÉS:
Yo no veo en ti eso que dices, Juva. Lo que hay en tu cara y la de tus hermanas
Todos acá vivimos con miedo… Pero lo de ustedes es más agudo porque lo
sangre. Y eso las aísla, las hace únicas. Sólo se tienen la una a la otra. Por más
que se relacionen con gente externa sólo se tendrán realmente a ustedes. Sólo
historia es simplemente un epítome —sí, sí, no pongas esa cara, así se dice;
esconderse a sus padres, quienes los vejaron y los desaparecieron para siempre
y sin rastro, sino definir qué van a ser ahora… En fin, si me lo permiten y antes
por hacer. No sé exactamente qué planean con estos cabellos, por ejemplo, y la
puedan hacer más. Ustedes son, Juva querida, como aquel dibujo que venía en
el juguetito que el ciego nos regaló en Italia. El cangrejo tomando por las alas a
regalaron. Sólo hasta ahora veo la sabiduría del ciego en su justa dimensión…
JUVA:
iba y te traje aquí, te di calor, familia, cobijo, para que ahora tú quieras robarme
todo eso de nuevo, robarme a mi familia otra vez, vienes de lejos para volvernos
EL ALBANÉS (A Juva):
Hay cosas que nos atraviesan y contra las cuales no se puede luchar. Y otras a
JUVA:
¡Desaparece de una vez! ¿No ves que nosotras nos bastamos para hacernos
KIMA:
JUVA:
por eso mismo me truena más la rabia… (A El Albanés) Sé que viniste para
rapiña. Pensabas que Baltra era más débil por su enfermedad y supusiste que
KIMA:
JUVA:
KIMA:
¡Basta ya, por el amor de Dios! Hagamos lo del cabello, por el amor de Dios…
EL ALBANÉS (a Juva):
Quiero ver de qué eres capaz, vaca obesa. A ver si aún puedo acomodarte con
unos cuantos golpes y luego ponerme a ver una película de vaqueros con una
como becerro, Kima repite cosas como “No perpetuemos esto” o “Baltra
BALTRA:
Lo que El Albanés dice tiene sentido. Hasta cierto punto. Pero siempre hay una
salida probable, un respiradero. A veces están allí, a veces hay que fabricarlos.
Baltra toma a Kima del cuello y deshace el ovillo. La toma como una
BALTRA:
JUVA:
Por fin alguien tiene los cojones. Quién iba a pensar que fueras tú…
EL ALBANÉS:
respirar con un cuchillo en la garganta suena raro, pero en realidad todo esto lo
es. Haber vivido, haber estado, haber compartido lo que compartimos. Esa
KIMA (A Baltra):
Mi amor, escucha, lo que te digo. Y más aún: escúchate a ti. Esto no tiene por
BALTRA:
cantar. Es tan reparador…. Quizás eso las haga decir que estoy enferma. O lo
dirán por mis insomnios y por mis mudanzas. No sé, yo me siento bien. Hoy
Juva obedece lentamente, sin quitarle los ojos de encima a Baltra y con
KIMA:
EL ALBANÉS:
BALTRA:
No eres mi amor. No soy tu amor, no soy el amor de nadie. Jadeé contigo, sí,
pero eso no tiene nada que ver con el amor. Era una forma de comprobar cosas
sobre las cuales no vale la pena hablar. Y tampoco vale la pena decir si las
comprobé o no… Nunca te diste cuenta que con cada orgasmo no liberabas
nada, sino que cada embestida tuya hacía más profunda mi abertura hacia algo
que nadie conoce, ni yo misma. Así que te has forjado esta suerte… Ahora
JUVA:
¿Qué dices? ¡Estás enferma, repito, estás enferma! ¡Hoy por fin estás mostrando
BALTRA:
KIMA:
¡Princesa, son los cabellos de Mamá, por el amor de Dios! ¿Cómo vamos a
comérnoslos?
BALTRA:
KIMA:
Baltra, entra en razón, por favor. No vinimos a comernos lo único que nos
BALTRA:
Idiota, qué no te das cuenta de que nunca hemos tenido memoria para honrar.
Baltra los azuza con el cuchillo. Por fin, y no sin dudas, los tres se llevan su
EL ALBANÉS:
JUVA (A Baltra):
olvide…
BALTRA:
KIMA:
BALTRA:
No se preocupen por él. No puedo decirles que va a estar bien, pero tampoco
es que vaya a estar peor de lo que ya estaba. Lo mismo con ustedes. Y no finjan
sorpresa porque es algo que ya sabían. Porque han vivido sembrando el veneno
que todo este clan trae oculto en el aguijón. Y ahora, más que nunca, las que
Los vómitos de El Albanés se hacen más fuertes. Luego una queja larga.
Pero no se preocupen. Lo más probable es que antes del fin tengan una
tropezándose por una puerta exterior. Kima intenta hablar pero su voz se
entrecorta.
BALTRA:
Ay, hermana…
puñados de cabello y luego los desperdiga por el aire. Por fin sonríe.
Ahora que por fin se hizo un respiradero, veo que El Albanés tenía cierta razón.
Nos está vedado, no podemos ni podremos nunca insertar ciertas cosas dentro
inexplicable desde nuestra lógica. Pero que existe, que nos atraviesa la
conciencia… Aunque en realidad nos fascina. Nos fascina la idea de que hay
algo que descifrar, sin importar que se manifieste bajo formas que nos
así podemos decir que hemos llegado hasta donde estamos tras superar ciertos
hacemos más que simular. Quizás si lo pensamos más de una vez nos demos
cuenta de que entender ciertas cosas no nos está vedado en realidad. O no,
en las manos unos trozos de cabello. Podrían pasar unos tres minutos.
Pero al final lo cierto es que no pasa nada. Nada de nada. Aquí no ha pasado
***