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BhabhaEl Estereotipo PDF
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lA OTRA PREGUNTA
El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo
]ACQUI'.S DERRIBADA
"Estructura, signo y juego"
reame nceno y mexicano [... ] al mismo tiempo busca sostener la pieza final-
mente en la oposición de pureza y mezcla que a su vez es una versión de Ley y
deseo;'
Por liberatorio que sea desde una posición ver la lógica del texto traza-
da incesantemente entre el Padre Ideal y la Madre Fálica, en otro sentido,
al ver sólo una posible articulación del complejo diferencial "raza-sexo",
éste se colude a medias con las imágenes proferidas de la marginalidad.
Pues si el nombrar a Vargas está crucialmente mezclado y escindido en la
economía del deseo, entonces hay otras economías mixtas que vuelven
igualmente problemático el nombramiento y el posicionamiento "pasando
la frontera". Identificar el "juego" en la frontera como pureza y mezcla, y
verlo como una alegada de la Ley y el deseo reduce la articulación de la
diferencia racial y sexual a lo que está peligrosamente cerca de volverse un
círculo antes que una espiral de diferencia. Sobre esa base, no es posible
construir la colusión polimorfa y perversa entre el racismo y el sexismo co-
mo una economía mixta, por ejemplo los discursos del colonialismo cultu-
ral norteamericano y la dependencia mexicana, e! temor/deseo de! mesti-
zaje, la frontera norteamericana como significante cultural de un espíritu
"norteamericano pionero, viril, siempre bajo la amenaza de razas y cultu-
ras más allá de las fronteras. Si (a muerte del Padre es la interrupción so-
bre la que se inicia el relato, es mediante esa muerte que el mestizaje se ha-
ce a la vez posible y diferido; si, una vez más, es el propósito de! relato
restaurar a Susan como "objeto bueno", también se vuelve su proyecto li-
berar a Vargas de su "mezcla" racial.
Estas cuestiones de raza y representación han sido examinadas en el
número de Screen dedicado a los problemas de "racismo, colonialismo y
cine".' Se trata de una oportuna y bienvenida intervención en el debate de
la narrativa realista y sus condiciones de existencia y representabilidad, un
debate que hasta el momento se ha limitado principalmente al "tema" del
género y la clase dentro de las formaciones sociales y textuales de la socie-
dad burguesa occidental. Sería inapropiado revisar aquí ese número de
Screen, pero querría llamar la atención sobre e! artículo de julianne Bur-
ton, "La política de la distancia estética: la presentación de la representa-
ción en Sáo Bernardo". Burton produce una interesante letura de Sáo Ber-
nardo, de Hirzman como una respuesta específica del Tercer Mundo a los
debates metropolitanos dualistas alrededor del realismo y las posibilidades
de ruptura. Aunque no usa a Barthes, sería adecuado decir que ubica al
film como el "texto límite" tanto de su propio contexto social totalitario
como de los debates teóricos contemporáneos sobre la representación.
Los objetivos antícolonialisras son asimismo admirablemente retorna-
dos por Roben Stam y Louíse Spence en "Colonialismo, racismo y repre-
sentación", con un útil acento brechtiano en la politización de los medios
LA OTRA PREGUNTA 95
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TI!
una continua agonía más que una desaparición total de la cultura preexistente.
La cultura antaño viva y abierta al futuro se vuelve cerrada, fijada en el status
colonial, presa del yugo de la opresión. A la vez presente y momificada, atesti-
gua contra sus miembros. [...) La momificación cultural lleva a una momifica-
ción del pensamiento individual. [...) Como si fuera posible para un hombre
evolucionar de otro modo que dentro del marco de una cultura que lo reconoce
y que él decide asumir.w
Hay una búsqueda del Negro, el Negro es una demanda, uno no puede se-
guir adelante sin él, es necesario, pero sólo si se lo hace agradable en cierto mo-
do. Lamentablemente el Negro echa abajo el sistema y rompe [os tratados."
ros incongruentes del cu~rpo, la raza, los ancestros. Asaltado por el este-
reotipo, "el esquema corporal se derrumbó, su lugar fue ocupado por un
csquema epidérmico racial. [...] Ya no se trata de ser consciente de mi
cuerpo en la tercera persona sino en una triple persona. [...] No se me dio
uno sino dos, tres lugares"."
El proceso se entiende mejor en términos de la articulación de la creen-
era múltiple que propone Frcud en su ensayo sobre el fetichismo. Es una
forma no represiva de conocimiento que permite la posibilidad de abrazar
simultáneamente dos creencias contradictorias, una oficial y una secreta,
una arcaica y una progresista, una que admite el mito de los orígenes, la
otra que articula la diferencia y la división. Su "valor" de conocimiento es-
tá en su orientación como defensa ante la realidad externa, y proporciona,
en palabras de Mera,
[... J esta conducta (del colonizador) revela una decisión de objetivar, de confi-
nar, de aprisionar, de endurecer. Frases como "yo los conozco", "así son
ellos", muestran esta objetivación máxima exitosamente lograda. [...] Hay por
un lado una cultura en la que las cualidades de dinamismo, de crecimiento, de
profundidad, pueden ser reconocidas. Contra esto (en las culturas coloniales)
encontramos características, curiosidades, cosas, nunca una estructura. Jl
NOTAS
1. J. Derrida. "Strucrure, sign and play in rhe discourse of the human sciences'',
en Writing and Difference, trad. Alan Bass, Chicago, Chicagc Universiry Press,
197R, pág. 284.
2. S. Feuchtwang, "Socialist, feminist and anri-racisr srruggles", ml] N° 4,
1980, pág. 41.
3. S. Heath. "film snd sysrem, terms of analysis", Parr 11, Screen, vol. 16, N°
2, verano de 1975, pág. 93.
4. Screen, vol. 24, N 2, enero-febrero de 1983.
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