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EDWIN
FIGUEROA
GUTARRA
EN EL PROCESO
SEGÚN LA JURISPRUDENCIA
DEL TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL
BNP: 2016-284
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
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CAPÍTULO I
Estándares del derecho
probatorio
CAPÍTULO I
Estándares del derecho probatorio
I. Ideas previas
La concepción de la prueba desde el Derecho Constitucional exige
abordar algunos conceptos previos desde la teoría general del proceso y,
en particular, del Derecho Procesal, en la exigencia de precisar algunos
conceptos tradicionales respecto a la prueba y el denominado derecho
fundamental a probar.
De esa forma, delimitamos algunas nociones clave de prueba y
esbozamos algunos conceptos procesales básicos que, en conjunto, van
a conformar la noción base formal de la concepción de la prueba. Cier-
tamente, esta es una afirmación necesaria: la idea de la prueba desde el
Derecho Constitucional va a necesitar de insumos necesarios desde el
Derecho Procesal y, sin embargo, dadas ciertas características en el propio
trasegar de los derechos fundamentales, va a asumir algunas concepciones
propias que van a identificar, unas veces más que otras, categorías como
la tutela de urgencia, la exigibilidad de ponderar entre derechos funda-
mentales, la necesidad de aplicar el principio de autonomía procesal, etc.
No se trata de una concepción autárquica de la prueba desde el
Derecho Constitucional, mas sí de una adaptación de la noción del
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(1) TARUFFO, Michelle. “Algunas consideraciones sobre la relación entre prueba y verdad”.
En: La prueba. Artículos y conferencias. Editorial Metropolitana, Santiago, 2008, pp. 59-60.
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(3) BALLENA, José. “La prueba: historia y evolución acerca de los sistemas probatorios”.
En: Ipso Jure. Corte Superior de Justicia de Lambayeque. Año 6, Nº 25. Lima, mayo
2014. p. 135.
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Estándares del derecho probatorio
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asumió una primera fase en forma hablada, los primeros medios de comu-
nicación entre seres humanos fueron básicamente aquellos que tomaron
por vehículo la palabra. Es después de este tránsito que las relaciones
humanas evolucionan y dirigen su atención hacia los documentos. Nótese
incluso que la aparición de la propia imprenta, es decir, de la masifi-
cación de la comunicación escrita recién aparece con el orfebre alemán
Gutenberg en el año 1440 y su famosa Biblia de 42 líneas (llamada así
por el número de líneas en cada página). Esto es, antes de ello, no habían
sino esbozos por acreditar el derecho.
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(7) SIMONS PINO, Adrián. Curso Teoría General del proceso. II NIVEL. Material Auto
Instructivo. Academia de la Magistratura. Lima, 2016. pp. 29-30
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CAPÍTULO II
La prueba y los derechos
fundamentales
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(9) El juez supremo Javier Román Santisteban llegó a remitir una carta al Tribunal Consti-
tucional, una vez expedido el fallo, especificando que las supuestas incongruencias que se
imputaban a su fallo, en propiedad, no eran argumentos suyos, sino proposiciones fácticas
alegadas por la sala superior encargada del caso.
(10) STC Exp. Nº 07873-2006-PC/TC, caso Félix Tueros; y STC Exp. Nº 00037-2012-PA/TC,
caso Scotiabank.
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(12) Implica esta figura la expansión de los efectos de la sentencia a terceros no parte en el
proceso, siempre y cuando la situación del tercero sea similar a la del caso previo y, en
tanto, se haya determinado previamente un estado de cosas inconstitucional.
(13) Llamaríamos a este primer asunto, el caso paradigma.
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Penal en tanto hoy existe en nuestro país un modelo oral que ciertamente
involucra especificaciones necesarias a tener en cuenta.
La prueba en el Derecho Penal es demarcada por un ámbito cons-
titucional del derecho a probar(26), que a su vez se interrelaciona estre-
chamente con la tutela procesal efectiva. En tanto derecho fundamental, el
derecho a probar puede asumir una vertiente positiva, esto es, de demos-
tración material de los elementos constitutivos del delito, así como una
faz negativa, en términos de que si no existe prueba respecto a la res-
ponsabilidad del inculpado, corresponde asentir respecto a su derecho a
ser declarado inocente.
La prueba judicial, muchas veces, es una prueba de “indicios”, es
decir, una prueba obtenida mediante conclusiones deducidas de “indicios”
que corresponden a hechos inmediatos relevantes que hay que comprobar.
A este efecto, denominamos “indicios” a aquellos hechos que tienen
la ventaja de ser accesibles a nuestra percepción y concepción actual,
pero que en sí mismos carecerían de importancia jurídica si no hicieran
posible una conclusión acerca de aquellos hechos, de cuya subsunción
bajo los supuestos de hechos jurídicos referimos; a estos últimos hechos
los llamamos “hechos inmediatamente relevantes”(27).
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La prueba y los derechos fundamentales
(28) Incluso fue curso en años recientes en la Academia de la Magistratura de nuestro país en
los diversos programas que esta institución imparte.
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CAPÍTULO III
La prueba desde una
perspectiva argumentativa
CAPÍTULO III
La prueba desde una perspectiva
argumentativa
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La prueba desde una perspectiva argumentativa
(29) Ley, jurisprudencia y doctrina son los estándares de una buena justificación externa.
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(31) ATIENZA, Manuel. “La nueva retórica”. En: Las razones del Derecho. Palestra Editores,
Lima, 2004, p. 87.
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(33) RAZ, Joseph. “La autoridad del derecho”. Trad. de Rolando Tamayo Salmorán p. 149.
En: GARCÍA FIGUEROA. El Derecho como argumentación y el Derecho para la argu-
mentación. Doxa 24 (2001), p. 637.
(34) Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Brown v. Allen, 344 U.S. 443, 540 (1953), voto
concurrente del juez Jackson.
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Y tal tarea persuasiva gira desde dos ámbitos: uno primero en cuanto
las partes pretenden convencer al juez de los argumentos que invocan y un
segundo tramo con el cual el juez en su labor también trabaja estándares
de persuasión, pues resulta cierta la premisa de Perelman(35), creador de un
discurso de nueva retórica, en cuanto a pretender convencer a un auditorio
universal que está representado por toda la comunidad jurídica, así como
un eslabón previo en esa tarea de convencimiento es el de trabajar los
márgenes del auditorio particular que es representado por nuestro propio
conocimiento del problema jurídico sometido a conocimiento del juez.
En otras palabras, si no resulta convencido el juez respecto de su propio
discurso racional, difícilmente resultará persuadida la comunidad jurídica
respecto del problema representado.
En ese orden de ideas, las decisiones de los jueces, antes que repre-
sentar una verdad infalible, apuntan, en nuestra modesta posición, a
señalar consensos jurídicos, en su calidad de aproximaciones a la verdad,
a modo de convergencias, frente a los cuales es importante determinar
que el propio sentido conceptual del consenso apunta a trabajar un efecto
persuasivo, no determinante pero sí necesario para el juicio jurídico final.
En consecuencia, el consenso apunta a ser una forma de verdad, pero
no en términos absolutos, sino siempre de aproximación más fidedigna
respecto de los hechos ocurridos y, a su vez, en cuanto a las pruebas
planteadas, dentro de las mejores posibilidades fácticas y jurídicas. El
consenso aspira a un resultado de optimización de la controversia, a
modo de acercamiento más fidedigno a lo ocurrido en la controversia
que conoce. Finalmente, no lo olvidemos, la decisión jurisdiccional es
una reconstrucción del propio juez respecto a aquello que estima probado
respecto de las pretensiones. De allí la enorme trascendencia del discurso
de consenso del juez, el cual apunta a hacer sólida la tarea argumentativa,
como eje fundamental de las decisiones jurisdiccionales.
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La prueba desde una perspectiva argumentativa
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V. Prueba y motivación
A continuación desarrollamos una estructura muy sui generis. Se
trata de la inserción de un ciclo de conferencias sobre derecho de prueba
y motivación, desarrollado en la Academia de la Magistratura, en la
ciudad de Lima, los días 1 y 2 de octubre de 2013.
Nos ha parecido pertinente reseñar, a fin de lograr la mayor fidelidad
posible, las notas del caso tales como fueron expuestas por sus autores,
en la idea de que las ponencias fueron efectivamente propias de los pro-
fesores que a continuación reseñamos.
Sin embargo, es pertinente incluir una precisión: se trata de notas
orales editadas por el propio autor de este estudio. En ese sentido, quizá
advirtamos algún planteamiento que pudiera ser mejor aclarado. Ello es
parte de la naturaleza de falibilidad propia de todos los seres humanos.
Moderador: José Luis Castillo Alva - Instituto Constitución
y Derecho
La prueba ha dejado de ser un tema solo de los procesalistas y ha
comenzado a ser un tema de orden sustantivo en diversos países,
entre ellos, Italia, con autores como Michelle Taruffo, y en España,
con estudiosos como Jordi Ferrer y Javier Ezquiaga.
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CAPÍTULO IV
La prueba
en la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional
y el Poder Judicial.
Análisis de casos
CAPÍTULO IV
La prueba en la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional
y el Poder Judicial. Análisis de casos
I. Nociones de entrada
Este capítulo nos parece de particular importancia pues aborda a
nivel de la propia jurisprudencia de los órganos constitucionales, la evo-
lución del derecho a la prueba. Enfatizamos esta idea pues sin perjuicio
del esquema doctrinario que es pertinente asignar a la dogmática, es en
la jurisprudencia o en la forma de decir el derecho –juris (Derecho) y
prudentia (sabiduría)– donde encontramos la interpretación de los jueces
en su conocimiento del Derecho.
De ahí la enorme importancia que reviste en qué medida se han pro-
nunciado los jueces constitucionales y la justicia ordinaria respecto a los
alcances del derecho a probar. Asignamos, en un primer orden, decisiones
trascendentes del Tribunal Constitucional vía mención de algunos fallos
relevantes, para luego poner de relieve lo resuelto por otros órganos de
impartición de justicia.
Creemos que es importante, por otro lado, distinguir que es en la
jurisprudencia constitucional donde la prueba ha logrado un importante
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(36) BERNAL PULIDO, Carlos. La ponderación como procedimiento para interpretar los
derechos fundamentales. Materiales de enseñanza Derecho Constitucional de la Academia
de la Magistratura. X Curso de Capacitación para el Ascenso, 2do nivel, p. 87.
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consolidando, esto es, cada vez menos países optan por figuras penales
respecto a la libertad de expresión o en su caso, van derogando esta legis-
lación contraria a los derechos humanos y reservan solo al ámbito civil,
probables situaciones de responsabilidad ulterior. En nuestra opinión, es
el juez civil quien debe determinar si existe daño moral en la acción de
una publicación vulneratoria del derecho al honor. En tanto, como hemos
manifestado supra, el derecho a la libertad de expresión debe merecer
el más amplio ejercicio y aval de toda democracia.
La posición aclaratoria del Tribunal Constitucional resulta oportuna
frente a la polémica producida respecto a si la libertad de expresión se
vio amenazada por la decisión del supremo intérprete de la Constitución
en su sentencia primigenia. En nuestra opinión, la proposición de respon-
sabilidad de los medios de comunicación perdió fuerza decisoria desde
el momento en que cuatro votos –dos de ellos publicados con retardo–
expresaron su disconformidad con el argumento referido. En ese sentido,
el voto en mayoría, contrario a las iniciales restricciones al derecho a
la libertad de expresión, aclara el extremo de cuestionamientos y deja
sin efecto la proposición inicial de coerción de acciones legales contra
quienes difundan interceptaciones telefónicas.
Finalmente, el fundamento de voto del magistrado Álvarez Miranda,
en respaldo de los argumentos de la mayoría, resulta ciertamente docu-
mentado al referir la sentencia del Tribunal Constitucional alemán –el
caso BVerfGE 35, 202, del 5 de junio de 1973– relativa al asesinato de
soldados en Lebach(45). La referencia alude a un conflicto en el cual el
tribunal llega a otorgar tutela preventiva frente a un caso de exceso. Sin
embargo, la reflexión alude en perspectiva a la idea de una necesaria
autorregulación de los propios medios de comunicación respecto a los
(45) Refiere el voto de Álvarez Miranda: “(…) Se había atentado contra cuatro soldados para
robarle armas. Una de las personas condenadas por este delito estaba a punto de salir de
la cárcel y consideró que la difusión de tal film afectaría sus derechos, al mencionarse su
nombre y aparecer su foto. Realizando la ponderación que el caso ameritaba, el Tribunal
Constitucional alemán decidió finalmente, sobre los argumentos expuestos una solución
iusfundamental, a favor de los peticionantes, pues consideró que una información tele-
visiva repetida que no responde a un interés actual de información sobre un hecho delictivo
grave y que pone en peligro la resocialización del actor no debe estar permitida”.
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14. Como puede verse, uno de los elementos que forman parte del contenido del derecho
a la prueba está constituido por el hecho de que las pruebas actuadas dentro del
proceso penal sean valoradas de manera adecuada y con la motivación debida. De
lo cual se deriva una doble exigencia para el juez: en primer lugar, la exigencia del
juez de no omitir la valoración de aquellas pruebas que son aportadas por las partes
al proceso dentro del marco del respeto a los derechos fundamentales y a lo esta-
blecido en las leyes pertinentes; en segundo lugar, la exigencia de que dichas pruebas
sean valoradas motivadamente con criterios objetivos y razonables (vid. STC Exp.
Nº 4831-2005-PHC/TC, f.j. 8). Por ello, la omisión injustificada de la valoración
de una prueba aportada por las partes, respetando los derechos fundamentales y las
leyes que la regulan, comporta una vulneración del derecho fundamental a la prueba
y, por ende, del debido proceso.
(49) STC Exp. Nº 06135-2006-PA/TC.Caso Hatuchay
§4. Análisis de la afectación del derecho a la igualdad
6. En el procedimiento sancionatorio seguido contra la recurrente en Indecopi resulta
que la parte denunciada debe probar que la parte denunciante carece del título del
derecho que dice representar. Ahora bien, como es sabido, constituye principio
procesal que la carga de la prueba corresponde a quien afirma un hecho. Si la sociedad
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23. Asimismo, las demandas presentadas luego de la publicación del precedente de autos y
que no acrediten el presupuesto de haber ingresado por concurso público de méritos a la
Administración Pública para una plaza presupuestada y vacante a plazo indeterminado,
deberán ser declaradas improcedentes, sin que opere la reconducción mencionada en el
parágrafo anterior.
(59) Casación laboral Nº 12475-2014-Moquegua. Reposición. Proceso abreviado - NLPT
Décimo Cuarto. En atención a los numerosos casos que se vienen analizando a nivel nacional
sobre la aplicación o inaplicación del precedente constitucional Nº 5057-2013-PA/TC-Junín,
expedido por el Tribunal Constitucional, este Supremo Tribunal considera que en virtud
de la facultad de unificación de la jurisprudencia prevista en el artículo 384 del Código
Procesal Civil, de aplicación supletoria por remisión de la primera disposición comple-
mentaria de la Ley Nº 29497, Nueva Ley Procesal del Trabajo, es necesario conforme al
artículo 22 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, aprobado
por Decreto Supremo N° 017-93-JUS, establecer criterios jurisdiccionales de obligatorio
cumplimiento por las instancias inferiores respecto a la aplicación del precedente cons-
titucional vinculante Nº 5057-2013-PA/TC-Junín. El cual no se aplica en los siguientes
casos:
a) Cuando la pretensión demandada este referida a la nulidad de despido, prevista en
el artículo 29 del Decreto Supremo Nº 003-97-TR, Ley de Productividad y Compe-
titividad Laboral y leyes especiales.
b) Cuando se trate de trabajadores al servicio del Estado sujetos al régimen laboral del
Decreto Legislativo Nº 276 o de la Ley Nº 24041.
c) Cuando se trate de obreros municipales sujetos al régimen laboral de la actividad
privada.
d) Cuando se trate de trabajadores sujetos al régimen de Contrato Administrativo de
Servicios (CAS).
e) Cuando se trate de trabajadores al servicio del Estado señalados en la primera dis-
posición complementaria final de la Ley Nº 30057, Ley del Servicio Civil.
f)
Cuando se trate de funcionarios, políticos, funcionarios de dirección o de confianza
a que se refiere el artículo 40 de la Constitución Política del Perú.
(60) STC Exp. Nº 6681-2013-PA/TC. Caso Richard Cruz
11. (...) es claro que el “precedente Huatuco” solo resulta de aplicación cuando se trata
de pedidos de reincorporación en plazas que forman parte de la carrera adminis-
trativa, y no frente a otras modalidades de función pública. Esto es especialmente
relevante, pues implica tener en cuenta que hay distintos regímenes legales que sí
forman parte de la carrera pública (por ejemplo, y sin ánimo taxativo, los trabajadores
sujetos al Decreto Legislativo Nº 276, Ley de Bases de la Carrera Administrativa
y de Remuneraciones del Sector Público, y a la Ley Nº 30057, Ley del Servicio
Civil), y otros que claramente no forman parte de ella (como es el caso, también
sin ánimo exhaustivo, de los obreros municipales sujetos a la actividad privada, los
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(62) Aunque esta afirmación es siempre relativa pues puede ocurrir una reducción efectiva
del conocimiento de casos por esta causa, mas puede incrementarse, por otras razones, la
cantidad de proceso que conoce el Tribunal Constitucional. La tendencia es al incremento
de carga, usualmente. La reducción de carga puede obedecer a decisiones específicas,
dado el caso de precedentes vinculantes restrictivos, de ocurrir.
(63) El subexamen de proporcionalidad en sentido estricto es un examen jurídico.
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Como apreciamos, los hechos son muy delicados pues una interrogante
fluye en modo muy claro: ¿se justificaba expulsar a un estudiante que
20. Cabe destacar que el examen toxicológico tomado por el demandante el 18 de julio
de 2007 y presentado ante la Comisión Disciplinaria tuvo resultado negativo (fojas
10), por lo que al momento de los hechos se puede concluir que el consumo de
dicha droga fue circunstancial y que este no presentaba síntomas de adicción o uso
continuo de la misma.
21. Si bien el consumo de drogas es una situación que no es promovida por el Estado, cabe
destacar que la Comisión Disciplinaria decidió no considerar la situación particular del
demandante y tampoco tomó en cuenta el examen toxicológico. Por otro lado, no con-
sideró que el alumno se encontraba en el último semestre de la carrera y que una de las
funciones de la universidad, sino la más decisiva, es la de formar a las personas. (…).
23. Al analizar todos los elementos de juicio del caso, resulta cuestionable para este
tribunal que en el proceso disciplinario que culminó con la separación definitiva del
demandante, la Comisión Disciplinaria y el Tribunal de Honor hayan omitido la valo-
ración de toda prueba o elemento contextual que atenúe la responsabilidad asumida
por él, cuando esta representa la única garantía de justicia y proporcionalidad entre
la falta cometida y la sanción a imponerse.
24. Por este motivo, este Tribunal Constitucional considera que la relación entre los hechos
y la sanción impuesta por la Universidad San Ignacio de Loyola, en el presente caso,
resulta desproporcionada y sin una base objetiva que la sustente, violando el principio de
razonabilidad con el que se debe actuar en uso de sus facultades discrecionales.
25. En consecuencia, la decisión de la Comisión Disciplinaria y del Tribunal de Honor
es violatoria al principio constitucional de interdicción de la arbitrariedad, y causan,
en el presente caso, la violación de otro derecho constitucionalmente reconocido,
como es el de educación, reconocido en el artículo 13 de la Constitución.
26. Esta violación se constituye puesto que la separación definitiva del alumno por el
consumo de un cigarrillo de marihuana cometido en un contexto particular y único
de su vida, faltando apenas once semanas para terminar la carrera, lo coloca en una
situación de indefensión y desigualdad frente a sus pares.
27. Por más que él pueda intentar seguir la carrera en otra universidad, la decisión no solo el
acceso a la educación sino también su libre desarrollo de la personalidad, en el sentido
de que la resolución de la universidad genera un antecedente que lo acompañará durante
su vida universitaria y desarrollo profesional. Además, en el texto de la resolución expre-
samente se señala la separación por el consumo de droga, siendo indiferente si se está
frente a una persona con una adicción o si se trata de un caso aislado.
28. Por esta razón es que el Tribunal Constitucional considera que la demanda de autos
es fundada en la medida que la decisión de la universidad es desproporcionada, no
porque el consumo de marihuana en el campus universitario no amerite una sanción
grave, sino porque la estructura del régimen disciplinario es ambigua e indeter-
minada, afectando los principios de proporcionalidad y razonabilidad reconocidos
en los artículos 3, 43 y 200 de la Constitución.
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estaba próximo a concluir sus estudios? ¿No era más prudente una sus-
pensión temporal? Aquí el tribunal desarrolla un argumento de propor-
cionalidad entre el acto generador del conflicto y la sanción.
La argumentación cuida que no haya percepción alguna de excesiva
tutela respecto de una falta de suyo grave. Para ello, rescata la aplicación
del análisis de razonabilidad, elemento que permite una valoración de
orden axiológico y que a su vez es desarrollada por el tribunal en tres
pasos según el fundamento 18. En esa pauta, estima la demanda del estu-
diante Oroya para que se reincorpore a sus estudios.
29. La presente decisión no puede ser asumida como que el tribunal es permisivo o
tolerante ante el consumo de drogas, sea dentro o fuera del campus universitario. El
Tribunal Constitucional ha incidido enfáticamente en el problema social que causa
el consumo y el tráfico ilícito de drogas (…).
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seguir los estándares que fluyen de los mismos. Más aún, si no hay zonas
exentas de control constitucional, entonces la actividad probatoria puede
realizarse en todas las áreas del Derecho. Esa es la idea en la STC Exp.
Nº 05854-2005-AA/TC, caso Lizana Puelles.
Los principios devienen en valores y directrices que guían y orientan
en la interpretación de la Constitución y en su calidad de mandatos de
optimización, buscan igualmente la solución a la controversia consti-
tucional a partir de una comprensión de la Constitución como una solo
unidad, entre otros criterios prevalentes.
La sentencia en comento refiere a este respecto cuáles son estos prin-
cipios rectores de la interpretación constitucional(68):
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(71) En segunda instancia conocía procesos de hábeas corpus, amparo, hábeas data y cumpli-
miento. Actuaba como primera instancia en proceso de acción popular.
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(72) Vid. ALEXY, Robert. Eine Verteidigung der Radbruchschen Formel. “Una defensa de
la fórmula de Radbruch”. Traducción del original alemán de José Antonio Seoane. Dis-
ponible en <http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/2183/2109/1/AD-5-4.pdf>. Fuente visitada
con fecha 1 de agosto de 2016.
(73) Conferencia realizada con fecha 28 de agosto de 2010. Participaron, entre otros, Jan
Sieckmann y Pedro Grández Castro.
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(75) ZAGREBELSKY, Gustavo. “El juez constitucional en el siglo XXI”. En: Revista Iberoame-
ricana de Derecho Procesal Constitucional. Número 10, julio-diciembre 2008, p. 260.
(76) Ibídem, p. 261.
116
La prueba en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y el Poder Judicial. Análisis de casos
117
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
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La prueba en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y el Poder Judicial. Análisis de casos
(80) Código Procesal Constitucional. Título Preliminar. Artículo III. Principios Procesales
(…) el juez y el Tribunal Constitucional deben adecuar la exigencia de las formalidades
previstas en este Código al logro de los fines de los procesos constitucionales.
(81) Este precepto es una referencia objetiva al principio de elasticidad en sede constitucional,
el cual comprende una consecuencia de mejor tutela respecto de un derecho fundamental,
por encima de los lineamientos formales de la pretensión originaria. También es deno-
minado principio de prevención procesal.
STC Exp. Nº 00369-2011-PA/TC. Caso Mayelo Chávez
2. La sentencia de segundo grado, en aplicación del principio de primacía de la realidad,
ha establecido que el demandante mantuvo una relación laboral con la Sociedad
emplazada sujeto al régimen laboral de la actividad privada. Por lo tanto, las labores
del demandante deben realizarse mediante el correspondiente contrato de trabajo a
plazo indeterminado, lo que obligatoriamente conlleva su inclusión en la planilla de
pago. (…).
HA RESUELTO
(…) 2. Ordenar que Doe Run Perú S.R.L. cumpla con incluir en su planilla de pago
de remuneraciones como trabajador a don Mayelo Alipio Chávez Córdova.
(82) Vista de la causa: 21 de noviembre de 2006. Caso Luis Vallejos- Cofopri.
121
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
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La prueba en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y el Poder Judicial. Análisis de casos
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
del Código Procesal Constitucional, dispone que una demanda que fue
planteada como proceso de cumplimiento merezca, en atención a los
factores contributivos de edad avanzada del amparista y la búsqueda real
de la protección de derechos como fundamento básico del proceso cons-
titucional, un pronunciamiento de fondo estimatorio en vía de amparo,
exigiéndose para tal concesión de tutela los siguientes requisitos:
Este se puede dar, tal como lo ha ido reconociendo nuestra jurisprudencia (cfr. fun-
damentos 5 de la sentencia resuelta en el Expediente Nº 0249-2005-PC-TC, 4 de la
sentencia recaída en el Expediente Nº 1052-2006-PHD/TC, 8 de la sentencia expedida
en el Expediente Nº 4080-2004-AC/TC y 5 de la sentencia emitida en el Expediente
Nº 2763-2003-AC/TC), bajo ciertas premisas, como pueden ser las siguientes:
- Que el juez de ambos procesos tenga las mismas competencias funcionales (…).
- Que se mantenga la pretensión originaria de la parte demandante (solo se podrá
admitir la conversión si la pretensión planteada en la demanda es respondida
por el juzgador a través de la sentencia que va a emitir).
- Que existan elementos suficientes para determinar la legitimidad para obrar activa
y para poder resolverse sobre el fondo del asunto (que, siguiendo el contenido
del artículo 9 del Código Procesal Constitucional, no deban actuarse pruebas
adicionales en el proceso, el mismo que debe ser resuelto con las herramientas
que el mismo expediente brinda).
- Que se estén cumpliendo los fines del proceso constitucional (si bien se estaría
yendo en contra del cauce normal de un proceso, la autonomía procesal y el
principio de informalidad que rige este tipo de proceso, además de los principios
de dirección judicial del proceso, pro actione y economía procesal, previstos en
el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, autoriza
canalizar la búsqueda de justicia, como valor supremo de la Constitución, a
través de la judicatura constitucional).
- Que sea de extrema urgencia la necesidad de pronunciarse sobre el mismo (es
cierto que la búsqueda natural de protección a quienes reclaman el resguardo
de un derecho a través de un proceso constitucional, hace que este se convierta
en un proceso de tutela urgente, toda vez que se consideran improcedentes las
demandas cuando existan vías procedimentales específicas, tal como lo expresa
el artículo 5, inciso 2) del Código Procesal Constitucional, pero en los casos de
reconversión se hace necesario que el caso no sea solo apremiante, sino además
que sea considerablemente perentorio e inminente, elemento que ha quedado
claramente establecido en el fundamento 5 de la sentencia del Expediente
Nº 2763-2003-AC/TC).
- Que exista predictibilidad en el fallo a pronunciarse (se considera que si el
juzgador es consciente del tipo de fallo a emitirse, y pese a que existe un error
en la tramitación de la demanda, debe ordenar su conversión, tal como se ha
dejado sustentado en la sentencia del Expediente Nº 0249-2005-PC/TC).
124
La prueba en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y el Poder Judicial. Análisis de casos
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
(84) ATIENZA, Manuel. Las razones del Derecho. Teorías de la argumentación jurídica.
Palestra. Lima, 2004. p. 178.
126
La prueba en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y el Poder Judicial. Análisis de casos
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CAPÍTULO V
El derecho a la prueba
y los derechos humanos
CAPÍTULO V
El derecho a la prueba
y los derechos humanos
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
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El derecho a la prueba y los derechos humanos
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
(86) Comisionado de la Comisión Interamericana de DD. HH. (Argentina), 2009. Profesor del
Washington College of Law, American University. Curso Implementación de DD. HH.
en el Derecho interno. Alocución curso DD. HH. 2009.
134
El derecho a la prueba y los derechos humanos
(87) (Colombia). Profesor del Washington College of Law, American University. Curso imple-
mentación de DD. HH. en el Derecho interno. 2009.
135
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
nacionales, los jueces son respetuosos del derecho a probar, así como de
los demás derechos contemplados por la Convención Americana, menos
casos han de llegar al sistema interamericano de derechos humanos.
Entonces adquiere un enorme valor la doctrina jurisprudencial que
establecen la Comisión y la Corte Interamericana en sus decisiones,
pues ellas sirven de guía para que en el Derecho interno de los países se
plasme una línea garantista de tutela y defensa de los derechos funda-
mentales de las personas, en especial a partir del catálogo de derechos a
ser observados en el artículo 8 de la Convención Americana, y entre los
cuales el derecho a probar asume un rol trascendente.
Rescatamos aquí el valor integral del concepto jurisprudencia, aun
cuando podamos observar que el estatus de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos es cuasi jurisdiccional y que sus decisiones cons-
tituyan semi jurisprudencia. Sin perjuicio de ello, el valor vinculante que
alcanzan las decisiones de la Comisión, resulta taxativo para todos los
Estados conformantes del sistema interamericano de derechos humanos.
Reviste así importancia que esa jurisprudencia fortalezca los sistemas
de decisiones de los Estados parte. Esa jurisprudencia de la Comisión y
la Corte va a conceptuar que los derechos de las víctimas no han sido ela-
borados en las normas sino que es el propio desarrollo jurisprudencial, y
el criterio dinámico de interpretación, los factores que definen se aplique
un nivel de progresividad en la defensa de los derechos de las personas.
De otro lado, señalar el criterio dinámico, es decir de interpretación
activa de las decisiones en materia de derechos humanos, rescata mucho
de ese concepto que particularmente visualizamos con interés cuando
el profesor Uprimny señala que el enfoque de actividad entusiasta de la
jurisprudencia (una forma activa de compartir la línea jurisprudencial de
un tribunal) y sobre todo de la jurisprudencia sobre Perú, nuestro país
fue una de las líneas que manejó en su extensa carrera profesional en
defensa de los derechos humanos.
Muchas decisiones de la Comisión y la Corte enfatizan la valoración
de los hechos probatorios. Estimamos que en adición a ello, debe también
incidirse en la necesaria argumentación que implica la descripción del
136
El derecho a la prueba y los derechos humanos
(88) (Venezuela) Profesor del Washington College of Law, American University. Curso Litigio
y Activismo Judicial 2009. Excomisionado de la Comisión Interamericana de DD. HH.
137
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
en su nivel más alto y a este efecto, debemos advertir no solo cuáles son
los enunciados normativos que fluyen de la Convención Americana de
los Derechos Humanos, los protocolos adicionales y la jurisprudencia
vinculante de la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos
y de la Corte Interamericana, sino los principios que guían e inspiran las
decisiones de las más altas instancias del sistema interamericano.
En ambos casos, tendremos presente el principio de progresividad, a
fin de que cuando haya conflicto entre fuentes normativas, debe aplicarse
la norma más favorable a la persona. Aquí resulta importante una pre-
cisión que suele no distinguirse: me refiero a la pauta de que el conflicto
debe producirse entre normas y no hechos, pues de ser solo una con-
troversia fáctica, corresponde al juez constitucional determinar la valo-
ración probatoria pertinente. En tal sentido, dicha situación de contro-
versia solo atañe a normas.
Como pauta de trabajo en los frentes de derechos humanos, tenemos
que el principio de “complementariedad” o “subsidiariedad” se refiere a
que todo sistema legal descansa sobre el Derecho interno de cada país,
es decir, se hace exigible al agotamiento de los recursos internos en caso
de graves violaciones a los derechos humanos de las personas y solo si
fallan esos mecanismos internos, recién entonces se acude al Sistema
Interamericano de Derechos Humanos.
Lo antes expuesto nos lleva a una regla de oro en el sistema intera-
mericano, la cual tiene directa vinculación con el principio de economía
procesal, en el sentido de que no podemos acudir al sistema interame-
ricano si previamente no ha procedido una reclamación idónea en el
Derecho interno, salvo las excepciones justificadas y de carácter clausus
que enumera el artículo 46 inciso 2 de la Convención Americana.
En efecto, acudir al sistema interamericano no puede significar llevar
una reclamación al sistema supranacional simplemente por determinar
cuál podría ser el pronunciamiento eventual de la Comisión Interame-
ricana o la Corte, sino debe observarse que los mecanismos jurisdic-
cionales soportan una carga procesal considerable y solo asuntos de
relevancia sustancial en temas de derechos humanos deben ser de cono-
cimiento de dicho sistema supranacional.
138
El derecho a la prueba y los derechos humanos
139
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
vez, tendrá que recurrirse al proceso de amparo así como a formular las
impugnaciones que correspondan, si se trata de la defensa de derechos que
no conciernan al ámbito del hábeas corpus, que por excelencia protege
la libertad personal y los derechos conexos a ella.
140
El derecho a la prueba y los derechos humanos
Carlos Ayala precisa que el litigio tiene que ver con una estrategia
de búsqueda de resultados y con lograr determinados fines. Pero para
ello es necesaria una estrategia. Plantearnos una estrategia de abordaje
para el litigio exige criterios técnicos y especialmente, pautas de carácter
político. Es decir, no solo bastará argumentar mejor sino pensar en el
litigio como un proceso integral en atención a que la pauta de litigio en
el sistema interamericano implicará dos factores gravitantes: reparación
individual y cambio social.
El doble abordaje implica un aspecto político y uno jurídico. En
el aspecto político implica: identificar dinámicas sociales y políticas a
nivel interno e internacional, en un primer orden; y, especificar peculia-
ridades de la dinámica del Derecho internacional en el país en estudio.
En el aspecto jurídico comprende: identificar aspectos claves de
carácter técnico relevantes para el desarrollo de una estrategia exitosa;
de un lado; y de otro lado, incluir técnicas de argumentación, aspectos
procesales y sustantivos. Incide en utilizar un argumento persuasivo para
convencer a los jueces de nuestra pretensión.
141
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
(92) (Argentina). Profesora del Washington College of Law. American University. Curso
Sistema Interamericano DD.HH.
142
El derecho a la prueba y los derechos humanos
143
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
144
CAPÍTULO VI
El derecho a la prueba
en el Derecho comparado
CAPÍTULO VI
El derecho a la prueba
en el Derecho comparado
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
(94) INGMAR, Terence. The english legal process. Blackstone Press Limited, 1996. p. 370,
En OTEIZA, Eduardo. Ob. cit., p. 71.
(95) En promedio unos 130 procesos (80 con audiencias y 50 sin audiencias) son resueltos
por año de un estimado de 7000 a más ingresos. La media es similar en los últimos años
en los cuales un promedio general sería 100 procesos resueltos sobre un aproximado de
ingresos de 10 000 causas al año. Un tercio de casos proviene de apelaciones de Cortes
Supremas estatales y 2/3 son de Cortes Federales de grado inferior. La Corte Suprema
de EE. UU. es la principal Corte Federal de EE. UU. y representa la máxima instancia de
conocimiento judicial. Vid. <http://www.civilrights.org/judiciary/courts/supreme.html>
Fuente visitada con fecha 12 de setiembre de 2013.
(96) En OTEIZA, Eduardo. Ob. cit., p. 71. El fallo a que se refiere Oteiza es Rogers vs. Missouri
Pacific Railroad. 1957. La parte que es de interés, refiere lo siguiente:
(…) Sin un estudio adecuado, no puede haber una reflexión adecuada; sin una reflexión
adecuada, no puede haber una discusión adecuada; sin una discusión adecuada, no
puede producirse ese completo y fructífero intercambio de mentes indispensable
para las sabias decisiones y las opiniones persuasivas del tribunal. (…).
148
El derecho a la prueba en el Derecho comparado
(97) Colombia mantiene con su Corte Constitucional una política de afianzamiento en materia
iusfundamental desde su Constitución de 1991. Luego, Chile y Perú presentan, a juicio
nuestro, un expectante compartido segundo lugar.
149
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
(98) En el año 2012 ingresaron 5233 procesos constitucionales. Vid. Memoria del Tribunal
Constitucional del Perú año 2012. p. 39. Disponible en <http://www.tc.gob.pe/audiencias/
memoria/memoria-2012.pdf>. Fuente visitada con fecha 20 de setiembre de 2013.
En el año 2011 ingresaron 5515 expedientes; en el año 2010, 4488 expedientes; en el año
2009, 6356 expedientes. En el año 2005, sin embargo, ingresaron 9846 casos. Fuente:
Memoria del Tribunal Constitucional, años respectivos.
(99) Vid. FIGUEROA GUTARRA, Edwin. “La interpretación judicial de la ley ordinaria.
¿Facultad exclusiva de los jueces del Poder Judicial o activismo del Tribunal Consti-
tucional?”. En: Gaceta Constitucional. Nº 60, diciembre 2012, pp. 355-376.
(100) La STC Exp. Nº 1417-2005-PA/TC, caso Anicama Hernández, fijó la pauta de que los
amparos previsionales solo podían ser conocidos por el Tribunal Constitucional si el monto
de la pensión no superaba la suma de S/ 415,00. Los casos que involucraban un monto
mayor fueron derivados a un tipo de justicia distinta: la contencioso-administrativa, a
cargo de los jueces del Poder Judicial.
(101) La STC Exp. Nº 206-2005-PA/TC, caso Baylón Flores, delimitó que solo podían ser
conocidos por el Tribunal Constitucional los amparos laborales incausados, es decir
arbitrarios; nulos, esencialmente discriminatorios; y fraudulentos, con configuración de
pruebas falsas para despedir al trabajador. Los demás tipos de despidos fueron remitidos
a la justicia laboral ordinaria.
(102) La STC Exp. Nº 168-2005-PC/TC, Caso Villanueva Valverde, determinó los requisitos
para que un proceso sea conocido en vía de cumplimiento, Tales condiciones fueron:
a) Ser un mandato vigente; b) Ser un mandato cierto y claro, es decir, debe inferirse
indubitablemente de la norma legal o del acto administrativo; c) No estar sujeto a
150
El derecho a la prueba en el Derecho comparado
151
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
152
El derecho a la prueba en el Derecho comparado
(106) HERNÁNDEZ BREÑA, Wilson. “13 mitos sobre la carga procesal. Anotaciones y datos
para la política judicial pendiente en la materia”. En: Justicia Viva. Instituto de Defensa
Legal Pontificia Universidad Católica del Perú. Facultad y Departamento Académico de
Derecho. Setiembre de 2007.
Este estudio propone 13 mitos:
Mito 1: Cada año ingresan muchos más casos al Poder Judicial; mito 2: El Distrito Judicial
de Lima concentra la gran mayoría de la carga procesal; mito 3: Los juzgados de paz
letrados son los órganos jurisdiccionales más saturados de trabajo; mito 4: Un juez debe
resolver mil casos por año; mito 5: Existe una generalizada sobrecarga procesal; mito 6:
Todos los expedientes ingresados equivalen a nuevas demandas; mito 7: Todos los expe-
dientes resueltos equivalen a sentencias; mito 8: El único trabajo del juez es emitir sen-
tencias; mito 9: Basta con la sentencia del juez para que su decisión se cumpla; mito 10:
La falta de recursos causa la sobrecarga procesal; mito 11: La carga crece porque la pro-
ductividad del juez no puede aumentar más; mito 12: El único culpable del incremento
de la carga procesal es el juez; mito 13: La mejor solución para reducir la carga procesal
es crear más juzgados.
(107) En el año 2012, la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema resolvió 2510 causas y
la Sala Civil Transitoria, 2574. A su turno, la Sala Penal Permanente 3842 causas y la
Sala Penal Transitoria, 2754. Finalmente, la Sala Constitucional y Social Permanente
resolvió 6164 causas y la Sala Constitucional y Social Transitoria, 6021 procesos. En lo
que va de 2013, la creada Segunda Sala Constitucional y Social Transitoria ha resuelto
4631 procesos. Información disponible en <http://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/
CorteSuprema/s_cortes_suprema_home/as_poder_judicial/as_corte_suprema/as_salas_
supremas>. Fuente visitada con fecha 18 de setiembre de 2013>.
153
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
(108) ALONSO, Pablo. “Programa de acceso de mejoramiento a la justicia en el Perú”. En: VIII
Congreso Internacional del CLAD sobre la reforma del Estado y de la Administración
Pública, Panamá. Octubre, 2003.
(109) España posee 9,8 jueces por cada 100 000 habitantes; Francia, 10,2; y Estados Unidos,
11,6. Diario virtual de noticias La Ley de España, 2 de enero de 2003.
(110) BANCO MUNDIAL, DFIY y BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO. Ana-
lizando los presupuestos judiciales de la región andina. Lima, 2009, p. 16. Señala entre
otras cifras: Bolivia, 9,8 jueces por 100 habitantes y Colombia, 9.5., Perú, 7.7; Venezuela,
6,7; Ecuador, 6.6; Chile, 6.2.
154
El derecho a la prueba en el Derecho comparado
(111) Expresión tomada de PÉREZ LUÑO, A.E. El desbordamiento de las fuentes del derecho.
Real Academia Sevillana de Legislación y Jurisprudencia. Sevilla, 1993. En PRIETO
SANCHÍS Luis. “Neoconstitucionalismo y ponderación judicial”. En: Anuario de la
Facultad de Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid 5, 2001.
(112) STC Exp. Nº 00575-2006-PA/TC. Caso Fernando Salmón
4. Al tribunal no le es ajeno que en la aplicación del derecho ordinario se puedan afectar
los derechos fundamentales. Por ello aplicando la denominada “fórmula Heck”, empleada
por el Tribunal Constitucional Federal alemán o la denominada “fórmula de la cuarta
instancia” utilizada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, hemos sos-
tenido que:
La estructuración del proceso, la determinación y valoración de los elementos de
hecho, la interpretación del derecho ordinario y su aplicación a los casos individuales
son asuntos de los tribunales competentes para tal efecto, y se encuentran sustraídos
de la revisión posterior por parte del Tribunal Constitucional (...); solo en caso de la
violación de un derecho constitucional específico por parte de un tribunal, puede el
Tribunal Constitucional (...) entrar a conocer el asunto (...). [L]os procesos de sub-
sunción normales dentro del derecho ordinario se encuentran sustraídos del examen
posterior del Tribunal Constitucional Federal, siempre y cuando no se aprecien errores
de interpretación relacionados fundamentalmente con una percepción incorrecta del
significado de un derecho fundamental, especialmente en lo que respecta a la extensión
de su ámbito de protección, y cuando su significado material también sea de alguna
importancia para el caso legal concreto. (BverfGE 18, 85 –sentencia del 10 de junio
de 1964–) [STC Exp. Nº 09746-2005-PHC/TC, f. j., Nº 4].
155
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
156
BIBLIOGRAFÍA
• ALEXY, Robert. “Eine Verteidigung der Radbruchschen Formel”.
“Una defensa de la fórmula de Radbruch”. Traducción del original
alemán de José Antonio Seoane. Disponible en: <http://ruc.udc.es/
dspace/bitstream/2183/2109/1/AD-5-4.pdf>. Fuente visitada con
fecha 01 de agosto de 2016.
• ALONSO, Pablo. Programa de Acceso de Mejoramiento a la Justicia en
el Perú. En: VIII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma
del Estado y de la Administración Pública, Panamá. Octubre 2003.
• ATIENZA, Manuel. “La nueva retórica”. En: Las razones del Derecho.
Palestra Editores, Lima, 2004.
• BALLENA, José. “La prueba: historia y evolución acerca de los
sistemas probatorios”. En: Revista Ipso Jure. Corte Superior de
Justicia de Lambayeque, Perú. Año 6, N° 25, mayo 2014.
• BANCO MUNDIAL, DFIY y BANCO INTERAMERICANO DE
DESARROLLO. Analizando los presupuestos judiciales de la región
andina. Lima, 2009.
• BERNAL PULIDO, Carlos. La ponderación como procedimiento
para interpretar los derechos fundamentales. Materiales de enseñanza
Derecho Constitucional de la Academia de la Magistratura. X Curso
de Capacitación para el Ascenso (2º nivel).
157
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
158
Bibliografía
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
160
JURISPRUDENCIA
No se afecta el derecho a la prueba
si es que los medios probatorios se ofrecen
antes de la audiencia para ser actuados en
un proceso de querella
STC Exp. Nº 06712-2005-PHC/TC
Caso: Magaly Jesús Medina Vela y Ney Guerrero Orellana
Sentido del fallo: Infundada en parte la demanda
Publicado en la página web del Tribunal Constitucional el 20/01/2006
Exp. Nº 06712-2005-PHC/TC-LIMA
MAGALY JESÚS MEDINA VELA Y NEY GUERRERO ORELLANA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Bardelli Larti-
rigoyen, Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la si-
guiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doña Magaly Jesús Medina Vela y por don Ney
Guerrero Orellana contra la Resolución de la Cuarta Sala Especializada en lo Penal para
Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, del 6 de julio de 2005,
que declara infundada la demanda de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES
Demanda
Con fecha 31 de mayo de 2005, los recurrentes interponen demanda de hábeas corpus contra
los miembros de la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, señores Robinson
163
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
Gonzáles Campos, José María Balcázar Zelada, Pastor Barrientos Peña, César Vega Vega
y Hugo Príncipe Trujillo, solicitando que se declare la nulidad del proceso penal seguido
en su contra hasta la fase de instrucción.
Sostienen que acuden al hábeas corpus porque se configura la violación del derecho a la
libertad personal por haberse negado la tutela procesal efectiva cuando se vulnera su dere-
cho a la probanza y a la defensa. Consideran que tales transgresiones se produjeron a tra-
vés de las tres resoluciones judiciales firmes en el proceso penal seguido en su contra (las
expedidas en el 2003 por el Trigésimo Noveno Juzgado Penal, en el 2004 por la Sexta Sala
Penal Superior y en el 2005 por la Primera Sala Penal Suprema Transitoria).
Expresan que se contraviene su derecho a probar puesto que, habiendo presentado testimo-
niales (tanto del asesor legal del canal como del administrador del mismo), nunca fueron
admitidas ni rechazadas por el juez. La importancia de tales medios se centraba en que, an-
tes de emitir el reportaje materia del proceso penal que se siguió en su contra, ellos fueron
asesorados por abogados, los cuales les aseguraron que no se afectaba el derecho a la inti-
midad de la “vedette” con la emisión del mencionado reportaje. Justamente, al no tomar-
se en cuenta los medios probatorios ofrecidos, consideran que se les ha impedido probar
el error de prohibición en sus actos, lo cual llevaría no exactamente a la antijuricidad, sino
a la exclusión de culpabilidad. Asumen que tampoco el juez pudo establecer la existencia
de tales medios como prueba inútil, pues esta se configura cuando los hechos alegados no
requieren probanza por ser demasiado obvios.
Asimismo, alegan la afectación al derecho a la defensa, pues el juzgador nunca se pronun-
ció sobre el extremo que plantearon como mecanismo de defensa en la declaración instruc-
tiva. Este se refiere a que, al haber propalado un vídeo que probaba la existencia de pros-
titución ilegal, no se pudo afectar la intimidad de la querellante.
Declaraciones instructivas de los demandados
Con fecha 7 de junio de 2005 se toma la declaración de los cinco vocales demandados, los
mismos que niegan los presupuestos del hábeas corpus formulado.
Consideran que actuaron dentro del marco de la ley, y como parte de su independencia fun-
cional como jueces. Afirman, además, que la sentencia está debidamente motivada.
Resolución de primera instancia
Con fecha 10 de junio de 2005, el Decimotercer Juzgado Penal de Lima declara infundada
la demanda por los siguientes motivos:
i. La Ejecutoria Suprema fue expedida dentro de un proceso regular.
ii. Se han respetado las garantías del debido proceso, pues los demandantes contaron con
defensa y pluralidad de instancias.
iii. No corresponde aceptar la inhibición planteada por los demandantes, tomando en con-
sideración lo dispuesto por el artículo 52 y por el Título Preliminar del Código Proce-
sal Constitucional, en concordancia con el artículo 305 del Código Procesal Civil. El
pedido fue declarado inadmisible.
Resolución de segunda instancia
Con fecha 6 de julio de 2005, la Cuarta Sala Especializada en lo Penal para Procesos con
Reos Libres de la Corte Superior de Lima confirma la sentencia, argumentando que:
164
Jurisprudencia
165
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
- ¿La supuesta violación del derecho a la prueba tiene relación directa con la respon-
sabilidad de los recurrentes?
- ¿Cuáles son los elementos de análisis respecto a la supuesta violación de esta parte
de la tutela procesal efectiva?
• ¿Existe alguna vulneración del derecho a la defensa? En tal sentido,
- ¿Cómo se habrá de entender la defensa técnica y en qué sentido se habrá de conectar
con un test de razonabilidad?
- ¿Por qué es necesario entender el significado constitucional de los derechos a la
información y a la vida privada para resolver este extremo de la demanda?
- ¿De qué manera se inserta la determinación de existencia de prostitución clandes-
tina en el acto ponderativo entre información y vida privada?
• ¿Qué consecuencias genera la presentación de una demanda como la planteada
en el presente caso?
FUNDAMENTOS
La presente demanda de hábeas corpus cuestiona la validez del proceso penal llevado a cabo
contra los actores por el delito contra la intimidad, prescrito taxativamente en el artículo 154
del Código Penal. La materia de análisis constitucional versa sobre la declaratoria de res-
ponsabilidad de los querellados (ahora demandantes en el proceso constitucional) en sede
judicial. La determinación de culpabilidad de los coinculpados se asienta en hechos clara-
mente establecidos que no pueden ser objeto de análisis por parte de este Colegiado, sino
que se asumen como válidos, al estar definido su vigor en sede judicial.
El día 31 de enero de 2000, en el programa televisivo Magaly TV, se transmitió un vídeo
editado que contenía imágenes que revelaban datos íntimos de doña Mónica Adaro Rueda
(querellante en el proceso penal), y se le apreciaba manteniendo relaciones sexuales con una
persona de sexo masculino, identificado posteriormente como don Eduardo Martín Aran-
cibia Guevara. Tal reportaje fue anunciado como “Las Prostivedettes”, y fue difundido a
través de un canal de televisión de señal abierta. En el curso del proceso penal, se estable-
ció que fueron los querellados, el productor del programa (don Ney Guerrero Orellana) y
la conductora del mismo (doña Magaly Jesús Medina Vela), quienes contrataron a la per-
sona que se aprecia en las imágenes para que indujera a la querellante a mantener relacio-
nes sexuales por medios que son objeto del reportaje televisivo. Para el plan de los denun-
ciados se contó con el previo ocultamiento de los dispositivos de filmación y grabación de
audio en el ambiente en el cual iban a mantener relaciones sexuales.
Sobre la base de estos hechos, y tras la sanción penal de los querellados, son ellos mismos
los que acuden ante esta instancia constitucional para que se analice en esta sede si hubo
vulneración, o no, de sus derechos fundamentales.
166
Jurisprudencia
quien se sienta afectado (artículo 200, inciso 1). Y, tal como lo prescribe el Código Proce-
sal Constitucional, se considerará como derecho conexo a la libertad personal el referido a
la tutela procesal efectiva (artículo 4).
Por tal razón, es pertinente que se plantee la presente demanda de hábeas corpus sobre la
base de una supuesta vulneración del derecho fundamental a la tutela procesal efectiva de
los demandantes, por lo que este Colegiado se encuentra habilitado para responder a las in-
quietudes formuladas sobre la base de un análisis estricto y pro homine de la resolución ju-
dicial cuestionada. Sin embargo, existen algunas cuestiones que deben resaltarse y detallar-
se respecto al análisis jurídico de la formulación de este tipo de hábeas corpus restringido.
(1) Escrito del abogado de los demandantes del hábeas corpus (fs. 142, 43 del Expediente).
(2) Sentencia del Decimotercer Juzgado Penal de Lima en el proceso de hábeas corpus (fs. 165 del Expe-
diente).
167
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
168
Jurisprudencia
Según el mencionado artículo 4 del Código Procesal Constitucional, solo cabría la presen-
tación de una demanda de hábeas corpus por violación de la tutela procesal efectiva cuan-
do existe una “resolución judicial firme”.
La firmeza de las resoluciones judiciales está referida a aquel estado del proceso en el que
no cabe presentar medio impugnatorio y, por lo tanto, solo cabrá cuestionar la irregulari-
dad de la actuación judicial a través del control constitucional. Por lo tanto, la inexistencia
de firmeza comporta la improcedencia de la demanda que se hubiese presentado, tomando
en cuenta la previsión legal expresada en el mencionado código.
Por ende, ni la sentencia emitida por el Trigésimo Noveno Juzgado Penal, ni la emitida por
la Sexta Sala Penal Superior de Lima en el proceso penal seguido por delito contra la inti-
midad, podrán considerarse firmes. Sí lo será la emitida en la Corte Suprema y es solamen-
te contra ella que se entenderá presentada la demanda de hábeas corpus.
(4) Toma de declaración de los vocales supremos, señores Pastor Adolfo Barrientos Peña (fs. 119 del
Expediente), Hugo Príncipe Trujillo (fs. 123 del Expediente) y José María Balcázar Zelada (fs. 126
del Expediente).
(5) Toma de declaración de vocal supremo César Javier Vega Vega (fs. 125 del Expediente).
(6) Toma de declaración de vocal supremo Robinson Octavio Gonzales Campos (fs. 122 del Expediente).
169
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
existe acaso el recurso previsto en el ordenamiento procesal ordinario? ¿No han hecho
valer, los demandantes, los medios impugnatorios contra las sentencias?(7).
Este Tribunal estima imperativo advertir que estos problemas de argumentación no sola-
mente quedan a nivel de los demandados, sino también se presentan en las resoluciones
emitidas por los magistrados constitucionales. El juez de primera instancia señala también
que “la Ejecutoria Suprema se ha expedido en el ámbito de un proceso regular”, toda vez
que su pretensión es una valoración jurídica de los hechos materia del recurso de nulidad,
y de esta forma los juzgadores llegaron a la plena convicción de la responsabilidad de los
acusados(8). La Sala Superior, por su parte, respecto a la sentencia impugnada, precisa que:
(...) se aprecia que tal pronunciamiento judicial ha sido producto de un proceso penal re-
gular seguido en su contra, al interior del cual tuvieron la posibilidad de ejercer todo el
conjunto de derechos y facultades con las que se hallaban investidos a fin de demostrar su
inocencia y en el cual no se advierte vulneración alguna a sus derechos como alegan (...)(9).
De ello que se puede observar que, tanto los demandados como los juzgadores judiciales
han determinado que no se ha afectado de la tutela procesal efectiva por considerar que el
proceso ha sido llevado de manera regular, respetándose el derecho a la defensa o la plu-
ralidad de instancias. Sin embargo, no se realiza argumentación alguna del por qué el exa-
minador llega a esta conclusión.
Según el artículo 139, inciso 5, de la Constitución, toda resolución que emita una instancia
jurisdiccional (mandato que no se restringe a los órganos del Poder Judicial, sino también
a toda entidad que resuelva conflictos, incluido el Tribunal Constitucional) debe estar de-
bidamente motivada. Ello significa que debe quedar plenamente establecida a través de sus
considerandos, la ratio decidendi por la que se llega a tal o cual conclusión. Pero una reso-
lución, como la que se observa en el proceso constitucional que se está resolviendo, en que
no se precisan los hechos, el derecho y la conducta responsable, ni tampoco se encuentra
razón o explicación alguna del por qué se ha resuelto de tal o cual manera no respeta las
garantías de la tutela procesal efectiva. La debida motivación debe estar presente en toda
resolución que se emita en un proceso. Este derecho implica que cualquier decisión cuente
con un razonamiento que no sea aparente o defectuoso, sino que exponga de manera cla-
ra, lógica y jurídica los fundamentos de hecho y de derecho que la justifican, de manera tal
que los destinatarios, a partir de conocer las razones por las cuales se decidió en un sentido
o en otro, estén en la aptitud de realizar los actos necesarios para la defensa de su derecho.
El derecho a la motivación es un presupuesto fundamental para el adecuado y constitucio-
nal ejercicio del derecho a la tutela procesal efectiva.
Además de considerarla como principio y garantía de la administración de justicia, este
Colegiado ha desarrollado su contenido en la sentencia recaída en el Expediente Nº 1230-
2002-HC/TC, donde se precisó que lo garantizado por el derecho es que la decisión expre-
sada en el fallo o resolución sea consecuencia de una deducción razonada de los hechos
(7) Apersonamiento y absolución de traslado de la demanda de hábeas corpus por parte del Procurador
Adjunto a cargo de los Asuntos Judiciales del Poder Judicial (fs. 160 del Expediente).
(8) Sentencia del Decimotercer Juzgado Penal de Lima en el proceso de hábeas corpus (fs. 166, 167 del
Expediente).
(9) Sentencia de la Cuarta Sala Especializada en lo Penal para Reos Libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima en el proceso de hábeas corpus (fs. 231b, 232 del Expediente).
170
Jurisprudencia
del caso, las pruebas aportadas y su valoración jurídica. Además, en la sentencia recaída en
los Expedientes Nº 0791-2002-HC/TC y Nº 1091-2002-HC/TC, se afirmó, entre otras co-
sas, que la motivación debe ser tanto suficiente (debe expresar por sí misma las condicio-
nes que sirven para dictarla y mantenerla) como razonada (debe observar la ponderación
judicial en torno a la concurrencia de todos los factores que justifiquen la adopción de esta
medida cautelar). Lamentablemente, nada de esto se cumple en las resoluciones emitidas
en los órganos jurisdiccionales que han resuelto el presente hábeas corpus, puesto que ni
siquiera se ha respondido a las pretensiones de los recurrentes.
Aparte de la violación de la debida motivación, no puede permitirse ligerezas de este tipo
en un Estado social y democrático de derecho, máxime si la vigencia efectiva de los dere-
chos constitucionales es el fin esencial de los procesos constitucionales, tal como lo señala
el artículo II del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
En tal sentido, tampoco puede considerarse como adecuado razonamiento de la judicatura
de que no pueda criticarse lo resuelto en el Poder Judicial por estar dentro del marco de las
atribuciones judiciales. No puede alegarse tal inexistencia de violación sin que se desvir-
túen específicamente los argumentos que los recurrentes alegan. Responder judicialmente
de esta manera significa confeccionar en la sentencia un simple eufemismo procesal. No
puede aceptarse que, al momento de administrar justicia, se señale que no existe vulnera-
ción a la tutela judicial efectiva porque se observa la existencia de un indeterminado “pro-
ceso regular”, sin que se explique por qué ni cómo este es “regular”, pues es justamente
esta “regularidad” la que está siendo materia de control por la judicatura constitucional, y
una falta de respuesta motivada al respecto constituye un ejercicio contrario a la función
de administrar justicia. Quien demanda debe demostrar la irregularidad (máxime si se toma
en cuenta la ausencia de etapa probatoria en los procesos constitucionales prevista en el
artículo 9 del Código Procesal Constitucional), y quien sentencia, descartarla o acreditarla,
pero siempre asumiendo la presunción de constitucionalidad de los actos jurisdiccionales.
.Por ello, es necesario que este Colegiado analice cada uno de los argumentos vertidos por
los demandantes respecto a la vulneración de la tutela procesal efectiva en el proceso penal
seguido en su contra, básicamente en la sentencia emitida por la Corte Suprema.
El estudio concreto de las dos violaciones aducidas (falta de análisis de las pruebas o ca-
restía de observación de los medios de defensa) podrá franquear una conclusión conve-
niente respecto a lo pedido por los demandantes. Si el requerimiento es aceptable, podrá
declararse fundada la demanda, sin que ello signifique una intrusión en los fueros judicia-
les. Pero si, por el contrario, lo solicitado tiene por finalidad concretar una artimaña jurí-
dica, no solo se podrá declarar infundada la demanda, sino que incluso se podría tratar de
poner un coto a ejercicio procesales abusivos de este tipo.
Pero lo que no puede permitirse –conviene insistir–, es que sin que se efectúe un análisis
de fondo se llegue a conclusiones apresuradas que no hacen bien al fortalecimiento de la
justicia en el país. Por ende, debe responderse directamente y con exactitud cada uno de
los argumentos esgrimidos por los demandantes.
171
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
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Jurisprudencia
a los justiciables, ¿se podrá considerar amparada la tutela procesal efectiva? Todo hace in-
dicar que ello sería imposible. Solo con los medios probatorios necesarios, el juzgador po-
drá sentenciar adecuadamente. Por ello, la ligazón entre prueba y tutela procesal efectiva
es ineluctable: la primera constituye un derecho-regla de la segunda; una verdadera garan-
tía de su ejercicio.
Sin embargo, el reconocimiento del derecho a la prueba en la normatividad es restringi-
do, y se le relaciona casi exclusivamente con la presunción, de inocencia. Por eso, normal-
mente aparece bajo la fórmula siguiente: “la persona se considera inocente mientras no se
haya declarado judicialmente su responsabilidad”.
Este es el enunciado utilizado en el artículo 2, inciso 24, acápite e, de la Constitución, que
reproduce lo estipulado por el artículo XXVI de la Declaración Americana de los Dere-
chos y Deberes del Hombre, y, en cierta forma, lo prescrito en los artículos 11, inciso 1,
de la Declaración Universal de Derechos Humanos; 14, inciso 2, del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, y 8, inciso 2, de la Convención Americana sobre Dere-
chos Humanos.
Aún así, es menester considerar que el derecho a la prueba apareja la posibilidad de postu-
lar, dentro de los límites y alcances que la ley reconocer, los medios probatorios para jus-
tificar los argumentos que el justiciable esgrime a su favor.
173
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
serán amparables en sede constitucional aquellas pretensiones que estén referidas en for-
ma directa al contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado, tal como se
expresara en la sentencia del Expediente Nº 1417-2005-AA/TC.
Por ello, y a efectos de resolver el presente caso, corresponde ir fijando cuáles son los su-
puestos del derecho a la prueba que merecen ser tutelados a través de un proceso consti-
tucional a la libertad.
Para lograr este cometido, se debe partir del derecho que engloba a la prueba. Es el dere-
cho a la tutela procesal efectiva, uno que también debe ser determinado correctamente en
el terreno constitucional. La vulneración del contenido constitucionalmente protegido de
la tutela procesal efectiva no puede ser identificada con cualquier irregularidad procesal,
si es que ella implica una infracción de las garantías cardinales y primordiales con las que
debe contar todo justiciable. Por ello, atañe a este Colegiado restringir la protección de la
tutela procesal efectiva a determinados supuestos, excluyéndose aquellos que no están re-
lacionados directamente con el ámbito constitucional del derecho.
Una muestra de este trabajo interpretativo se encuentra en lo desarrollado con relación al
derecho a la defensa. Este Tribunal se ha pronunciado en el sentido de que el mismo tiene
aspectos que no inciden en el contenido constitucionalmente protegido de la tutela proce-
sal efectiva y que, por lo tanto, no pueden ser susceptibles de protección en estos procesos.
En la sentencia del Expediente Nº 3914-2004-HC/TC, se expresa lo siguiente:
(...) si bien se demuestra una cierta limitación del derecho de defensa de la persona, no es
la sede del hábeas corpus la pertinente para criticar tal acto. Tal limitación no es una res-
tricción que afecta bienes constitucionales.
Por ende, en el derecho-regla a la prueba, este Colegiado está en la capacidad de delimi-
tar y circunscribir cuál es su ámbito de protección en sede constitucional. Veamos cómo se
puede ir estableciendo este.
174
Jurisprudencia
(...) ni el Trigésimo Noveno Juzgado Penal, ni la Sexta Sala Penal Superior, ni la Primera
Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia, han argumentado que no se admi-
tieron y actuaron los medios de investigación o prueba que ofrecimos por el vencimiento
del plazo probatorio (...)(12).
Es decir, pese a la obligación exigible a cualquier juzgador de resolver un pedido realiza-
do por un justiciable, no se dio respuesta en el plazo correspondiente.
Para contradecir esta evidencia de vulneración, el representante del Poder Judicial expli-
ca la razón de esta falta de contestación. Si bien concluye en que todo magistrado está en
la facultad de admitir los medios probatorios que considere pertinentes para valorarlos en
la sentencia, y de esta manera sustentar su razonamiento jurídico, su principal razón con-
siste en que:
(...) no se expidió una resolución que admitiera o denegara directamente este medio pro-
batorio y no ocurrió por un hecho muy simple, nos encontrábamos en aquella oportunidad
en un proceso especial, en una sumaria investigación señala el Código (...). Si bien es cier-
to en aquel proceso no se respetaron estrictamente los plazos, se trató de expedir una sen-
tencia en un tiempo corto y razonable, así efectivamente se hizo en cinco meses, once días
(...)(13).
Además, refiere que, al tratarse de un proceso de naturaleza especial, con plazos expediti-
vos, los plazos prescritos son cortos, por lo que solo correspondía hacer una valoración de
la prueba ofrecida al momento de sentenciar en la Corte Suprema.
En pocas palabras, no se respondió a lo solicitado por los demandantes aduciéndose que el
proceso no podía demorar mucho tiempo, tomando en cuenta para ello la celeridad exigi-
da en el proceso penal sumario.
En segundo lugar, luego de no haber sido ni admitida ni rechazada la prueba ofrecida, en
la Corte Suprema se señaló claramente la inconveniencia de un medio probatorio como es
la declaración de los testigos del caso concreto.
Así, en la máxima instancia judicial se consideró que la prueba presentada por los quere-
llados en el proceso penal era, casi, una prueba inútil:
Ante la presencia de tal calidad de elementos probatorios, se declara improcedente la de-
nuncia sobre del derecho a probar la falta de antijuricidad de los hechos. Ante tal dimen-
sión de evidencias, la existencia o no de una consulta jurídica favorable que dicen los de-
nunciados haber obtenido previamente a la propalación del vídeo, en nada hará cambiar el
sentido de la presente resolución al estar acreditada la manera provocada, vejatoria e inne-
cesaria con la que se ha actuado (malicia calificada)(14).
Sin embargo, los recurrentes alegan que los medios probatorios presentados no pueden ser
considerados como una prueba inútil, precisando que el rechazo de la prueba invocando
su inutilidad, asumiendo que la defensa de los procesados es equivocada, supone adelantar
175
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
en la etapa probatoria el juicio que debe efectuarse en la fase de sentencia(15). Frente a este
argumento, el ad quem constitucional considera que la actuación del juzgador penal se ajus-
tó a una correcta valoración probatoria, máxime si los medios probatorios ofrecidos no eran
necesarios para determinar su responsabilidad penal(16).
De lo expresado, queda claro que se tiene que determinar si un juez como el del proceso
penal está en la capacidad de considerar una prueba como inútil, y si ello termina vulne-
rando, o no, el derecho a la prueba por parte de los demandantes.
Tanto porque los juzgadores no admiten una prueba postulada, como porque la califican
como inútil, los recurrentes han considerado que la vulneración alegada se centra en que,
a su entender, se les impidió invocar una circunstancia de la pena privilegiada, la del error
de prohibición vencible, figura prevista en dos normas del Código Penal: los artículos 14,
último párrafo, y 21(17). Este Colegiado debe insistir en que no es objeto de la presente sen-
tencia señalar si, en efecto, el error de prohibición se encontraba debidamente acreditado
en autos, sino tan solo determinar si la omisión de consentir el recibo de determinadas tes-
timoniales constituye una vulneración del derecho a la prueba.
Ahora bien, lo que buscaron atacar los propios actores con esta postulación probatoria, se-
gún ellos mismos afirman, era el establecimiento de su inculpabilidad. Este principio, si
bien no se encuentra reconocido expresamente en la Constitución (de forma tácita se pre-
senta en el artículo 2, inciso 24, acápite e), se trata de uno implícito que limita la potestad
punitiva del Estado.
La esencia de la culpabilidad no reside (...), sino en la posibilidad de haber actuado de otra
manera en el caso concreto (...). El principio de culpabilidad determina las siguientes con-
secuencias: (...) Se debe reconocer el error sobre los hechos y, al menos, sobre la antijuri-
cidad (...)(18).
Asimismo, este Tribunal concuerda con la doctrina cuando se señala que:
(...) Conforme a la naturaleza de la culpabilidad –y de la inculpabilidad– la evitabilidad de
la falta de comprensión de la criminalidad de la conducta debe valorarse siempre en rela-
ción al sujeto en concreto y a sus posibilidades(19).
Independientemente de la postulada conexión entre error de prohibición y culpabilidad (por
no ser materia de un proceso constitucional), este Tribunal buscará contrastar si los dos ac-
tos aducidos por el recurrente para sustentar la violación de la prueba en el proceso penal
vulneran el derecho constitucional a la defensa alegada por los recurrentes.
176
Jurisprudencia
Tal como claramente lo ha expresado el artículo 14, inciso 3, acápite e, del Pacto Interna-
cional de Derechos Civiles y Políticos (posteriormente reproducido en el artículo 8 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos), la persona acusada tendrá derecho, en
plena igualdad, durante todo el proceso:
A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la comparecencia de los
testigos de descargo y que estos sean interrogados en las mismas condiciones que los tes-
tigos de cargo.
Sin embargo, como todo derecho, este tampoco es ilimitado o irrestricto, sino que debe estar
sujeto a las propias líneas divisorias que en la normativa se desarrollan. Pero, ¿qué se ha dicho
respecto a la postulación probatoria en el proceso penal sumario, como es el caso de autos?
Para llegar a una respuesta adecuada, es necesario conciliar lo que el ordenamiento jurídi-
co estima necesario para proteger el ámbito constitucionalmente protegido del derecho a la
prueba y los hechos existentes en el caso sometido a control constitucional. Para cumplir
este objetivo, surgen diversas aristas que pasamos a explicar a continuación.
177
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
propias manifestaciones del acusado, de modo que si el propio sujeto invoca error, solo una
manifiesta contradicción a partir de máximas de experiencia puede hacer decaer su propia
declaración al respecto (...)(20).
En el presente caso, como se ha podido establecer, la parte demandante pretendió acreditar
que incurrió en error de prohibición con la postulación de un medio probatorio que parece
no cumplir con el nivel de validez exigido. En realidad, la actuación de las testimoniales
no hubiera llegado a asegurar la existencia del error de prohibición. Lo único que se hu-
biera llegado a expresar es el hecho de que el asesor legal externo de Frecuencia Latina y
también el asesor legal interno emitieron un informe favorable, pero no que hubo un error
subjetivo de apreciación al momento de cometer el delito.
24. En este sentido, es ilógico que se planteen como medio probatorio, la declaración de
testigos, si bastaba con presentar un informe escrito sobre el tema requerido. Para pro-
bar realmente la existencia de un estudio jurídico previo sobre la materia (sobre si la
prostitución clandestina estaba o no tutelada por el derecho a la vida privada), no era
preciso mostrar declaraciones, sino, por el contrario, mostrar documentos.
Durante la audiencia pública realizada en la sede de este Tribunal, se formuló a los re-
currentes una pregunta al respecto; ¿por qué era necesaria la declaración de dos perso-
nas: el asesor legal y el representante del canal, si bastaba con haber presentado el in-
forme externo? La respuesta reflejaba su indecisión sobre este aspecto:
Por lo siguiente, primero no había un informe escrito, no existía un informe escrito,
por eso es que se ofrece la prueba testimonial y lo que se iba a testimoniar en ese mo-
mento es que antes de la difusión de ese video, se consulta a estos profesionales y ol-
vidaba un tercer testimonio que es incluso el administrador del canal de ese entonces.
Entonces, esta es la prueba que se ofrece al momento de la declaración de instructiva
que tranquilamente se pudo haber admitido su actuación y de repente en la valoración
no creerle, pero, el problema señor vocal es que no se admite la prueba, no se señala la
razón de su no admisión, ni siquiera se notifica y, en la Corte Suprema se dice, no sea
admitida porque no tenía la razón, eso me parece que lesiona frontalmente el derecho
a probar(21).
No es creíble la versión planteada por el abogado de los demandantes respecto a que
tanto el abogado externo como el interno presentaron informes, pero solamente verba-
les. En un proceso judicial no es consistente una argumentación como la vertida. Asu-
mir esta posición coadyuva a considerar adecuada la respuesta de la judicatura respec-
to a la postulación probatoria denegada.
25. Un último punto al respecto. El delito por el que fueron sentenciados los recurrentes en
la querella por delito contra la intimidad, está prescrito claramente en el artículo 154
del Código Penal:
El que viola la intimidad de la vida personal o familiar ya sea observando, escuchando
o registrando un hecho, palabra, escrito o imagen, valiéndose de instrumentos, procesos
técnicos u otros medios, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos
(20) PÉREZ DEL VALLE, Carlos. Estudios sobre la independencia judicial y el proceso penal. Grijley,
Lima, 2005. p. 164, ss.
(21) Declaración de la defensa de los demandantes (Audiencia Pública del 17 de octubre de 2005).
178
Jurisprudencia
años. La pena será no menor de uno ni mayor de tres años y de treinta a ciento veinte
días-multa, cuando el agente revela la intimidad conocida de la manera antes previs-
ta. Si utiliza algún medio de comunicación social, la pena privativa de libertad será no
menor de dos ni mayor de cuatro años y de sesenta a ciento ochenta días-multa.
En tal configuración, el delito no solo se restringe a la responsabilidad por captar imá-
genes, sino que avanza hasta la difusión de las mismas. Fue en cuanto a la difusión que
los recurrentes solicitaron los informes respectivos, pero también fluye de autos que
respecto a captar imágenes no hubo informe alguno que supuestamente lo autorice. Es
decir, así se hubiese comprobado la existencia de un informe, ello no hubiera podido
exculpar o disminuir la responsabilidad de los querellados respecto al momento en que
se preparó y se filmó el acto sexual de la querellante.
DOCTRINA 26. Para que los medios probatorios sean admitidos deben
JURISPRUDENCIAL ser presentados en su oportunidad. Ante ello, este Tribu-
nal considera necesario efectuar un análisis de la presunta
Presupuestos para la admisión vulneración del derecho a la prueba respecto de los presu-
de medios probatorios: pertinen-
cia conducencia, utilidad, licitud puestos necesarios para que el medio probatorio ofrecido
y preclusión. sea admitido.
El derecho a que se admitan los medios probatorios,
como elemento del derecho de prueba, no implica la obligación del órgano jurisdiccio-
nal de admitir todos los medios probatorios que hubieran sido ofrecidos.
En principio, las pruebas ofrecidas por las partes se pueden denegar cuando importen
pedidos de medios probatorios que no sean pertinentes, conducentes, legítimos o úti-
les, así como manifiestamente excesivos(22).
En tal sentido, es imperioso que se realice un análisis de cuál es el rol que cumple el
medio probatorio, ya que así se podrá determinar, entre otras cosas, si el momento en
que fue postulado era el que correspondía según las normas procesales sobre la materia.
Así, entre otros, el medio probatorio debe contar con:
• Pertinencia: Exige que el medio probatorio tenga una relación directa o indirecta con
el hecho que es objeto de proceso. Los medios probatorios pertinentes sustentan hechos
relacionados directamente con el objeto del proceso.
• Conducencia o idoneidad: El legislador puede establecer la necesidad de que deter-
minados hechos deban ser probados a través de determinados medios probatorios. Será
inconducente o no idóneo aquel medio probatorio que se encuentre prohibido en deter-
minada vía procedimental o prohibido para verificar un determinado hecho.
• Utilidad: Se presenta cuando contribuya a conocer lo que es objeto de prueba, a des-
cubrir la verdad, a alcanzar probabilidad o certeza. Solo pueden ser admitidos aque-
llos medios probatorios que presten algún servicio en el proceso de convicción del juz-
gador, mas ello no podrá hacerse cuando se ofrecen medios probatorios destinados a
(22) SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. 2ª ed, Grijley, Lima, 2003, p. 817.
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
180
Jurisprudencia
externo del canal, el doctor Rolando Souza, luego de recibida la asesoría legal necesa-
ria para evitar que violemos algún tipo de ley, decidimos emitir el informe(23).
Lo que se puede colegir de esta manifestación judicial no es que se esté ofreciendo me-
dio probatorio alguno, sino tan solo que se está relatando un hecho particularmente ne-
cesario para su defensa. No se puede concluir, de ninguna manera, en que a través de
esta declaración los recurrentes –querellados, en su momento–, postularon un medio
probatorio.
Situación distinta se advierte cuando se presentó un escrito ante el juzgador penal en el
que sí, con claridad, se ofrece un medio probatorio:
Como acto probatorio de parte destinado a demostrar la verdad de los hechos que for-
man mi defensa material, aporto los siguientes medios probatorios: 1.- Medios proba-
torios: a) La declaración testimonial de don Emilio Leopoldo Valdez Castañeda (...)
b) La declaración testimonial de don Mendel Percy Winter Zuzunaga (...). 2.- Signifi-
cado probatorio del acto de defensa.- El objeto de los testimonios ofrecidos tiene por
finalidad acreditar que dado el interés público de la investigación periodística que mo-
tivó la difusión del informe se decidió emitirlo al aire previa consulta con el apodera-
do especial del canal y abogados externos de la Compañía Latinoamericana de Radio-
difusión S.A.(24).
De esta forma se consolida la idea de que existe un medio probatorio ofrecido por los
demandantes que debió ser observado por el juzgador penal recién a partir del 12 de
mayo de 2003.
Entonces, pese a que, según la normatividad procesal penal, en el proceso penal de au-
tos el plazo para postular medios probatorios (la comparecencia de testigos es uno de
ellos) era antes de la audiencia realizada el día 28 de enero de 2003, recién se realizó
el pedido casi cinco meses después. Del propio escrito de demanda fluye que los ac-
cionantes realizaron el ofrecimiento probatorio –cuya inadmisión y consiguiente im-
posibilidad de actuación se cuestiona– fuera del plazo establecido por ley, perdiendo
así toda oportunidad para ofrecer dicho medio probatorio, ya que las testimoniales, de
haber sido ofrecidas, debieron haber sido actuadas en la misma audiencia en la que el
juez examinó a los querellados.
29. En conclusión, debe enfatizarse que, si bien ha de procurarse la rapidez y la prontitud
para llegar a una resolución en todo proceso judicial, inclusive penal, y más aún en uno
sumario, ello no puede desvirtuar la protección de la persona como fin supremo de la
sociedad y del Estado (artículo 1 de la Constitución). Todo acto de celeridad debe tener
como propósito esencial el respeto del derecho a la tutela procesal efectiva. Tal senti-
do fluye de lo dispuesto por el artículo 125 del Código de Procedimientos Penales, el
mismo que determina que si el inculpado invoca hechos o pruebas en su defensa, estos
deben ser verificados por el juzgador en el plazo más breve.
El hecho que aducen los recurrentes no puede ser apreciado como una vulneración del
derecho a la tutela procesal efectiva en el ámbito relacionado con el derecho a probar.
(23) Instructivas de Magaly Jesús Medina Vela, del 28 de enero de 2003 (fs. 62 del Expediente) y de Ney
Edgardo Guerrero Orellana, del 28 de enero de 2003 (fs. 67 del Expediente).
(24) Escrito Nº 25 de la defensa, recibido el 12 de mayo del 2003 (fs. 71, 72 del Expediente).
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
No puede haber violación de este derecho básicamente por dos motivos. En primer
lugar, porque el medio probatorio fue postulado fuera de los plazos legales para ha-
cerlo, por lo que era incorrecto que el juzgador lo aceptase. En segundo lugar por-
que, finalmente, el propio Poder Judicial, a través de la Corte Suprema, subsanó la
deficiencia formal en que habían incurrido los juzgadores de primera y segunda ins-
tancia al no pronunciarse al respecto, considerando acertadamente que tal prueba era
irrelevante.
Por ello, es oportuno subrayar que lo pedido por los recurrentes no se inserta en
el contenido esencial del ámbito constitucionalmente protegido del derecho a la
prueba, motivo por el que este extremo de la demanda se inserta en lo prescrito
por el Código Procesal Constitucional en el artículo 5, inciso 1, y debe ser decla-
rado improcedente.
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Jurisprudencia
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§2. La urgencia de definir los ámbitos de los derechos a la información y a la vida privada
35. Solo se podrá analizar la supuesta afectación del derecho a la defensa de los recurren-
tes, si previamente se ubica correctamente el reconocimiento judicial de la existencia
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Jurisprudencia
(28) WARREN, Samuel y BRANDEIS Louis. El derecho a la intimidad (The Right to Privacy, 1890).
Cívitas, Madrid, 1995, p. 24, ss.
(29) FERREIRA RUBIO, Delia Matilde. El derecho a la intimidad. Análisis del artículo 1071 bis del
Código Civil: A la luz de la doctrina, la legislación comparada y la jurisprudencia. Buenos Aires,
Editorial Universidad, 1982. p. 52.
(30) ZAVALA DE GONZALES, Matilde. El derecho a la intimidad. Abeledo-Perrot, Buenos Aires:
1982. p. 82.
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(31) CARRANZA, Jorge A. Los medios masivos de comunicación y el Derecho privado. Un problema
contemporáneo: Los avances de la tecnología comunicacional sobre el individuo y la sociedad.
Lerner, Buenos Aires, 1975. p. 41.
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Independientemente del fin con el que se realiza el reportaje, lo importante en este pun-
to es analizar si con él se respetaban los valores y principios previstos en la Norma Fun-
damental: ni la democracia se veía favorecida con un reportaje de este tipo y menos aún
la dignidad de la persona podría ser argüida como sustento jurídico del mismo. Nada
productivo para el Estado democrático y constitucional de derecho se ha de conseguir
con el vídeo sobre “Las Prostivedettes”, ni con la emisión de imágenes que muestran
partes íntimas de la querellante, máxime si los medios de comunicación social están
obligados a colaborar con el Estado en la educación y formación moral y cultural de la
nación, tal como lo precisa el artículo 14, in fine, de la Constitución.
Queda claro, entonces, que la utilización del argumento de la prostitución clandestina
no ayudaba ni ahondaba en nada en el tema de la adecuación de la medida realizada
por los demandantes.
(32) Schneider (Stateinterestanalysis in Fourtenthamendment ‘privacy’ law), cit. por Pablo Lucas Murillo
de la Cueva. El derecho a la intimidad. En: Revista Jurídica del Perú. Trujillo, año XLVIII, Nº 14
(ene-mar. 1998). p. 92.
(33) Sentencia de la Primera Sala Penal Transitoria Corte Suprema en el proceso de delito de violación
a la intimidad. R.N. Nº 3301-04 (fs. 96 del Expediente).
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Jurisprudencia
(34) Actualmente, en el artículo 40 de la Ley de Radio y Televisión, Ley Nº 28278, se señala que el horario
familiar “(...) es el comprendido entre las 06:00 y 22:00 horas”.
(35) Vídeo del programa (anexado al Expediente).
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48. Otro tema que se debe mencionar está relacionado con la ilegalidad aducida respecto
a la prostitución no autorizada. He aquí el tema principal de la supuesta afectación del
derecho a la defensa, pues se constituye como soporte del argumento presentado por
los recurrentes en el proceso penal que se siguió en su contra, y que fue supuestamente
desconocido por el juzgador.
Se considera, en el fondo, que los querellados actuaron de acuerdo a derecho, toda vez
que presentaron un reportaje, haciendo uso de su derecho a la información, con el fin de
descubrir una red de prostitución en la farándula limeña. Queda claro que la prostitución
clandestina debe estar proscrita por ser un oficio no permitido en nuestro ordenamiento.
Al respecto, alegan los demandantes a través de su abogado, que la prostitución clan-
destina es un acto no aceptado en Derecho, por lo que habría que considerarlo como
un ilícito o injusto administrativo(36). Por ello, a su entender, debía analizarse en primer
término si existía dicha red para que, en segundo lugar, se pueda desconocer una pro-
tección superlativa de la vida privada. Considera que le incumbió al juzgador averiguar
si el ilícito aducido se había producido en la realidad, pues solo así se hubiese protegi-
do plenamente a los recurrentes.
Frente a ello, para justificar la irrelevancia penal del ejercicio de la prostitución clan-
destina de la querellante en la responsabilidad de los recurrentes en el delito contra la
intimidad, el Procurador Público del Poder Judicial consideró pertinente afirmar que
(...) el juez penal, en una extensa sentencia que consta en autos, ha señalado lo siguien-
te: “No importa, que lo que realizó la señora Adaro en aquel cuarto de hotel, sea un acto
de prostitución o no, no importa que haya estado libando licor con el señor Arancibia o
que hayan estado jugando a las escondidas porque no es materia del proceso penal, lo
que importa es que existió una violación flagrante de su derecho a la intimidad”(37).
Por ende, la discusión en sede constitucional debe restringirse a determinar si era im-
portante que el juez analice la aducida prostitución clandestina, y concluir en si ello
comportaba dejar de proteger la vida privada de las personas.
En realidad, ¿qué implica la actividad de la prostitución clandestina? Su ejercicio está
regulado básicamente a través de la Ordenanza Nº 141 de la Municipalidad Metropoli-
tana de Lima, Sobre Obligatoriedad de Portar Carné de Salud, la misma que señala en
su artículo 6 que:
Las personas que ejerzan el meretricio y/o se desempeñen como acompañantes de bai-
le en boites, clubes nocturnos, cabarets y similares, además del carné de salud, están
obligadas a poseer un Certificado de Control Periódico epidemiológico, serológico y
tebeciano, los cuales serán expedidos por la Autoridad Sanitaria Municipal por perío-
dos quincenales, trimestrales y semestrales, según corresponda.
En caso de que no se cumplan estas exigencias, según el artículo 14, la Dirección de
Salud y Bienestar Social de la Municipalidad podrá sancionar inclusive con una multa
a la persona infractora dedicada a tal actividad.
(36) Declaración de la defensa de los demandantes (Audiencia pública del 17 de octubre de 2005).
(37) Declaración del Procurador Público del Poder Judicial (Audiencia Pública del 17 de octubre de 2005).
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Jurisprudencia
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
Así, debe constar cómo los propios inculpados del proceso penal, ahora demandantes
en el proceso constitucional, propiciaron la comisión del ilícito administrativo, el cual,
a su vez, es alegado ahora como parte de su derecho a la defensa. Ellos mismos pu-
sieron a la persona que tuvo relaciones sexuales con la querellante, tal como la propia
recurrente lo relata:
(...) como parte de una investigación periodística y debido a que habían muchos indi-
cios que señalaban que la prostitución clandestina se había enquistado entre las vedet-
tes de nuestro medio (...) decidimos averiguar qué tan ciertos eran estos indicios. Fue
así que después de una larga investigación llegamos hasta una proxeneta conocida con
el nombre de “Corín”, quien aseguró tener entre las mujeres que ella ofrecía vedettes
conocidas de la televisión, fue así que luego de llamar a la persona que se hizo pasar
como cliente logramos comprobar en la investigación que la vedette Yesabella y Mó-
nica Adaro se dedicaban a la prostitución clandestina (...)(38).
De ello se advierte la intencionalidad de los propios querellados para que las imáge-
nes sean captadas, pues colocaron una cámara de filmación de manera oculta (y pese a
que la querellada la buscó, no la encontró, tal como se observa en el vídeo del progra-
ma(39)), y enviaron una persona para que contacte intencionalmente a la bailarina que
querían descubrir. Como se puede ver, los recurrentes nunca tuvieron interés alguno en
proteger la vida privada de la víctima, ni en poner a conocimiento de la autoridad po-
licial o fiscal supuestos ilícitos penales (o administrativos), sino propalar un reportaje
sobre un tema reservado para las investigaciones de las autoridades públicas –o en todo
caso, presumir tal ilícito–. De esta forma, y tal como el mismo abogado de los deman-
dantes lo reconoce(40), hubo afectación del principio de proporcionalidad en el reporta-
je realizado.
4.b. El desarrollo colectivo en la medida
52. Luego de concluir con el análisis de la ponderación según parámetros genéricos, debe
efectuarse un examen desde el punto de visto específico.
En cuanto a la relación entre los derechos a la información y a la vida privada, debe in-
sistirse en la correspondencia existente en derecho entre lo público y lo privado. Una
buena muestra de esta distinción se constata en el Constitucionalismo Histórico nacio-
nal. Así, el artículo 20 de la Norma Fundamental de 1867 consideraba que no existía
responsabilidad de la prensa cuando los asuntos eran de interés general, situación que
variaba completamente cuando mediaba un interés privado, o como ella misma deno-
minaba, “publicaciones sobre asuntos personales”.
En conclusión, debe establecerse cuándo se está realmente frente a un “discurso público”,
teniendo en cuenta que este incluye un desarrollo colectivo de la sociedad. Este tipo de
discursos
(38) Instructiva de Magaly Jesús Medina Vela, del 28 de enero de 2003 (fs. 62 del Expediente). Lo mismo
fue señalado por el otro coinculpado [Instructiva de Ney Edgardo Guerrero Orellana, del 28 de enero
de 2003 (fs. 67 del Expediente)].
(39) Vídeo del Programa (anexado al Expediente).
(40) Declaración de la defensa de los demandantes (Audiencia Pública del 17 de octubre de 2005): con-
sidera desproporcional la actuación de sus defendidos.
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Jurisprudencia
(...) está en la base de una serie de distinciones (...): asuntos de interés público (matters
of publicinter est) por oposición a los que no la tienen, intimidad (privacy), figuras pú-
blicas y simples particulares (public figures, private persons)(41).
En el análisis de la validez del derecho a la información o a la vida privada se tendrá
como característica esencial e imprescindible su acercamiento a una base razonable para
el mejoramiento social y personal de los miembros de la colectividad. Solo de este for-
ma podrá ser entendido el interés público en una información vertida por los medios
de comunicación social. Este desarrollo colectivo se materializa en dos ámbitos: uno
subjetivo (proyección pública) y otro objetivo (interés del público).
(41) Análisis del proyecto de Meiklejohn,rec. por Pablo Salvador Coderch. El mercado de las ideas.
Madrid, CEC, 1990. p. 28.
(42) Declaración de la defensa de los demandantes (Audiencia Pública del 17 de octubre de 2005).
(43) Sentencia de primera instancia emitida por el Trigésimo Noveno Juzgado en lo Penal de Lima.
Nº 396-2001 (fs. 82 del Expediente).
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
la misma. No es que haya una protección desigual con respecto a su vida privada, sino
que simplemente se está reconociendo una diferenciación.
Pero, ¿por qué brindarle mayor protección las personas sin proyección pública frente a
los que sí la tienen? Para responder a esta interrogante se impone un análisis tanto de
la importancia de sus actividades como de su posibilidad de respuesta ante un ataque
desmedido, toda vez que el acceso que tienen a los medios de comunicación social es
mucho mayor que el que de los particulares.
Lo que también es cierto es que existen diversos tipos de personas con proyección
pública, cada una de las cuales cuenta con un nivel de protección disímil. Según el gra-
do de influencia en la sociedad, se pueden proponer tres grupos de acuerdo con el pro-
pósito de su actuación:
- Personas cuya presencia social es gravitante: Determinan la trayectoria de una so-
ciedad, participando en la vida política, económica y social del país. Ellas son las que
tienen mayor exposición al escrutinio público, por cuanto solicitan el voto popular.
- Personas que gozan de gran popularidad sin influir en el curso de la sociedad: Su
actividad implica la presencia de multitudes y su vida es constantemente motivo de cu-
riosidad por parte de los particulares, aunque tampoco se puede negar que ellos mis-
mos buscan publicitar sus labores, porque viven de la fama.
- Personas que desempeñan actividades públicas, aunque su actividad no determina
la marcha de la sociedad: Sus actividades repercuten en la sociedad, pero no la pro-
mueven, como puede ser el caso de los funcionarios públicos.
Como se puede dar uno cuenta, la querellante y uno de los querellados se insertan en
el segundo grupo de personas con proyección pública.
55. Lo que queda por dilucidar en el caso es si era relevante para determinar la intromisión
de la vida privada de la persona el hecho de que ella era una bailarina conocida, y si es
que para tal propósito se requería averiguar la existencia de prostitución clandestina.
En un caso de Jurisprudencia Comparada, se publicaron en un semanario diversos artícu-
los titulados “Mi vida” como si la propia artista, protagonista de estas historias, los hu-
biese escrito, lo cual era falso. Por ello, se señaló en la Corte de Apelaciones de París,
en el caso de Marlene Dietrich, que:
(...) las vedettes están protegidas por los mismos principios (generales), y no corres-
ponde hacer una excepción en lo que a ellas concierne, bajo el pretexto espacioso de
que ellas buscan una publicidad indispensable a su celebridad.
Entonces, las personas que se dedican al vedettismo también gozan de la protección de
su derecho a la vida privada, y más aún de su intimidad, por más proyección pública
que realicen de sus actividades. Es inaceptable, por ello, que en el caso de autos se ase-
vere, o se deje sentado, que porque la querellante era una persona pública, podía vul-
nerarse o transgredirse su derecho a la vida privada, y exponerla gratuitamente a un fú-
til escrutinio de la comunidad.
196
Jurisprudencia
puede terminar informando un asunto que imperiosamente merece ser conocido por los
demás, y que ello justifica alguna intromisión de la vida privada de alguien. Ello tam-
poco ha de impedir la protección de los derechos de los afectados, sino simplemente la
disminución de los límites externos de uno de ellos.
Respecto a la filmación realizada, se afirma que esta versaba sobre una cuestión de in-
terés general, lo cual justificaría la posibilidad de invadir la esfera personal de la que-
rellante, pues
(...) debido a que era un tema de interés público, había que demostrar la penetración de
la prostitución en el ambiente artístico y al espectáculo ya que muchas personas utili-
zan los medios de comunicación como artistas y finalmente no lo son, dejando en cla-
ro que el fin fue hacer conocer un hecho de interés público(44).
Por tanto, corresponde ahora analizar qué se entiende por juicio del interés del público,
pues solamente a partir de ello se podrá determinar si el juzgador estuvo acertado en
no tomar en consideración una defensa técnica como la referida a la prostitución clan-
destina de la querellante.
57. El criterio en mención está en relación directa con la formación de la opinión pública.
Lo público es una garantía de respeto a lo privado si se asume el rol del Estado, pero
no debe olvidarse que la sociedad se preocupa también del respeto de sus miembros
y de evitar la invasión de los ámbitos personales.
De esta forma, no se puede argüir como válida, por más interés del público que exista,
una intromisión ilegítima en el ámbito privado de las personas, ya que al medio de co-
municación social:
(...) solo le corresponde protección en el tratamiento de cuestiones que afecten lo público.
Pero la prensa pierde la protección jurídicamente reforzada de su función política cuan-
do injustificadamente penetra en la esfera puramente privada para exponer, sin interés
público, la vida privada de las personas o a una discusión que dañe su honor”(45).
Para determinar correctamente la formación de la opinión pública, se ha considera-
do pertinente observarla desde un doble punto de vista. Normativamente, se protege
exclusivamente el discurso cuya importancia implica una real y efectiva participación
de los ciudadanos en la vida colectiva, en clara referencia a las materias relevantes para
el proceso democrático de autogobierno. Descriptivamente, es el discurso que interesa
a una parte del público o a todo él en el sentido de presentarse, en el ámbito ético-po-
lítico, como actitud que tiende a compartir e identificarse con las inquietudes y necesi-
dad ajenas, y, de forma jurídica, como un compromiso de los poderes públicos de ha-
cer efectiva la igualdad material.
58. No debe confundirse interés del público con mera curiosidad. Es deleznable argumen-
tar que cuando muchas personas quieran saber de algo, se está ante la existencia de un
(44) Instructiva de Ney Edgardo Guerrero Orellana, del 28 de enero de 2003 (fs. 67 del Expediente).
(45) Scheuner (Pressfreiheit), cit. por Juan José Solozábal Echavarría. “La libertad de expresión desde la
Teoría de los Derechos Fundamentales”. En: Revista Española de Derecho Constitucional. Madrid,
año 11, Nº 32. p. 107.
197
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
interés del público, si con tal conocimiento tan solo se persigue justificar un malsano
fisgoneo.
Este Colegiado ha reconocido la importancia del derecho a la información, pero en es-
trecha vinculación con su rol democrático, cosa inexistente cuando se está ante un acto
de curiosidad. Lejos de él, su protección debería disminuir. Hablando de la expresión y
la información, se ha señalado, en la sentencia del Expediente Nº 0905-2001-AA/TC,
que:
(...) ellas no constituyen una concreción del principio de dignidad del hombre y un com-
plemento inescindible del derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad. También
se encuentra estrechamente vinculadas al principio democrático, en razón de que, me-
diante su ejercicio, se posibilita la formación, mantenimiento y garantía de una socie-
dad democrática, pues se permite la formación libre y racional de la opinión pública.
De otro lado, en un caso de Jurisprudencia Comparada (Corte Suprema de Justicia de
la Nación argentina, Causa 1985-B-114, Caso Ponzetti de Balbín c/ Editorial Atlánti-
da), el juzgador afirmó que si bien es cierto que es de interés público conocer la salud
de un político célebre, no lo es menos que dicho interés no justifica invadir su vida pri-
vada ni tampoco difundir las fotos de dicha persona en estado agonizante.
Asimismo, en el ámbito internacional, se ha dejado sentado claramente qué significa
el interés del público referido a la toma de imágenes relacionada con la vida privada
de las personas. Este criterio marca claramente el límite del derecho a la información.
Así, en el ya nombrado caso del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Von Hanno-
ver c. Alemania (Application Nº 59320/00), de 2004, se estableció lo siguiente:
(...) el Tribunal considera que la publicación de fotos y artículos en cuestión, respecto de
las cuales el único propósito era satisfacer la curiosidad de un sector particular de lecto-
res de conocer los detalles de la vida privada de la demandante, no puede ser conside-
rado o juzgado como contributivo al debate alguno de interés general para la sociedad
a pesar que la demandante sea conocida públicamente (...). Estas fotos fueron tomadas
–sin el conocimiento o consentimiento de la demandante– y el hostigamiento sufrido
por muchas figuras públicas en su vida diaria no pueden ser completamente desestima-
dos (...). Además, el Tribunal considera que el público no tiene un legítimo interés de
saber dónde se encuentra la demandante y cómo ella actúa o se desenvuelve general-
mente en su vida privada, aunque ella aparezca en lugares que no siempre puedan ser
descritos como aislados y pese al hecho que ella sea muy conocida públicamente.
Por tal razón, cuando una información no cumple un fin democrático y se convierte en
un malsano entrometimiento que afecta el derecho a la vida privada de un tercero, el
grado de protección del primer derecho fundamental habrá de verse distendido, sobre
todo si se afecta la protección de la dignidad de las personas, establecida en el artículo
1 de la Constitución.
59. Regresando al caso concreto, la existencia de prostitución clandestina no puede ser con-
siderada como un dato periodístico que revista el carácter de interés público. Mejor di-
cho, tal reconocimiento no puede ser usado en el proceso penal llevado a cabo contra
los querellados como una noticia de interés público.
Quizás la proscripción de la prostitución clandestina en aras de proteger la defensa de la
salud pública, prevista en el artículo 7 de la Constitución, puede ser materia de control
198
Jurisprudencia
(46) Sentencia de primera instancia emitida por el Trigésimo Noveno Juzgado en lo Penal de Lima.
Nº 396-2001 (fs. 75 del Expediente).
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
(47) Instructiva de Magaly Jesús Medina Vela, del 28 de enero de 2003 (fs. 63 del Expediente).
(48) Sentencia de segunda instancia emitida por la Sexta Sala Especializada en lo Penal para Procesos
con Reos Libres. Exp. Nº 1836-03 (fs. 89, 90 del Expediente).
200
Jurisprudencia
las razones para la que se llega a esta conclusión. Por ello, se debe reiterar la importan-
cia de que el Poder Judicial responda ante los requerimientos de las partes de un pro-
ceso con la responsabilidad que dicha institución posee, y según el rol constitucional
que se le ha asignado.
Finalmente, por más que en el extremo de la violación del derecho a la prueba se haya
declarado improcedente la demanda, ello no justifica el modo como fue llevada a cabo
la actuación judicial en este caso. Por eso, se requiere de los magistrados mayor com-
promiso con su actividad, en el sentido de dar respuesta (así sea negativa, como corres-
pondió en este caso) dentro del plazo que corresponda, como derecho de todo justicia-
ble. Esperamos que estos pedidos puedan, en siguientes oportunidades, ser contestados
en el plazo debido.
63. De otro lado, del estudio de los actuados queda claro que la decisión del órgano juris-
diccional ha sido plenamente válida, y que el pedido de los recurrentes ante esta sede
no solo desatiende las resoluciones emitidas en sede judicial, sino que pretende que
este Colegiado se constituya en una instancia más del proceso penal, procurando en la
demanda de hábeas corpus inducir una supuesta actitud temeraria de parte de los ma-
gistrados emplazados.
En conclusión, este Colegiado comparte la posición de los demandados en el sentido
de que los recurrentes pretenden desconocer una decisión judicial dictada con todas las
garantías legales(49), y que la demanda es una mera maniobra mediática para eludir el
cumplimiento de una resolución ejecutoriada que tiene la autoridad de cosa juzgada(50).
Este Tribunal reafirma que cualquiera de las resoluciones emitidas en un proceso judi-
cial adquiere calidad de cosa juzgada, y que la judicatura constitucional solo podrá in-
tervenir cuando haya vulneración de los derechos fundamentales de los litigantes, cosa
que no ha sucedido en el caso de autos.
64. Por tal razón, este Colegiado considera necesario referir un tema que nos causó extra-
ñeza al momento de analizar tanto el expediente de hábeas corpus como el penal. El
asunto se refiere a que si bien se solicita la prueba testimonial, no se presenta a los dos
abogados que supuestamente emitieron informe, sino simplemente a uno de ellos.
La duda de este Tribunal surgió cuando, a la hora de observar los escritos presentados
por los recurrentes en la querella iniciada en su contra, el nombre del estudio al cual
pertenece el abogado de los recurrentes incluye el apellido de quien precisamente es
el abogado externo del canal, y que es esta persona la que no ha sido presentada como
testigo. Así, respecto al informe interno, es lógico que se solicite la intervención del
abogado interno de Frecuencia Latina, pues él lo debió haber elaborado. Sin embargo,
respecto al informe externo, resulta extraño que se solicite interrogar al representante
del canal, y que no se hubiese pedido la declaración del mencionado abogado externo.
Ante ello, en la audiencia pública le preguntamos explícitamente al abogado defensor
si alguno de los letrados que realizaron los informes pertenecía a su estudio. La res-
puesta fue la siguiente:
(49) Toma de declaración de vocal supremo Robinson Octavio Gonzales Campos (fs. 122 del Expediente).
(50) Apersonamiento y absolución de traslado de la demanda de hábeas corpus por parte del Procurador
Adjunto a cargo de los Asuntos Judiciales del Poder Judicial (fs. 160 del Expediente).
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
(51) Declaración de la defensa de los demandantes (Audiencia pública, del 17 de octubre de 2005).
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Jurisprudencia
estudio a lo largo de los procesos penal y constitucional; presentar una demanda cuando
se sabía perfectamente que iba a ser desestimada; pretender rectificar en sede constitu-
cional lo que había sido ya perdido en la ordinaria. La realización de este tipo de actos
ha contraído consecuencias negativas a este Colegiado, perturbando el cumplimien-
to adecuado de sus funciones constitucionales, motivo por lo cual se impone aplicar a
los demandantes el pago de costos y costas del proceso, así como una multa (según el
artículo 22, su determinación es discrecional del juez) de veinte unidades de referencia
procesal (20 URP).
66. Pese a que el pago se impone contra los recurrentes por una desestimación del petitorio
de la demanda, de los datos presentados a lo largo del proceso seguido, este Colegiado
ha advertido algunas cuestiones respecto a la práctica profesional de la defensa. Esta, por
principio, no amerita una utilización arbitraria de los medios procesales que el sistema
jurídico provee, sino más bien comporta la necesidad de patrocinar convenientemente a
los defendidos. Así, no es posible que los miembros de un estudio jurídico primero mani-
fiesten a sus clientes que pueden realizar un acto porque no lo asumen como delito, cuan-
do sí lo es; luego defenderlos en el proceso penal que se investiga por la comisión de tal
acto; y, posteriormente, conducirlos hasta un proceso constitucional como modo de in-
fundir esperanzas –muchas veces infundadas– a quienes confiaron en ellos.
La Norma Fundamental es muy clara cuando prescribe, en su artículo 103, que no se
puede amparar el abuso del derecho. La actuación inapropiada de un abogado defen-
sor, más que beneficiar a sus defendidos, puede terminar impidiéndoles un adecuado
patrocinio y protección jurídica, cuestión que, indudablemente, merece ser evaluada a
la luz de la deontología forense en el país.
VI. FALLO
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere de la
Constitución Política del Perú
HA RESUELTO
1 Declarar IMPROCEDENTE la solicitud de inhibición del juez.
2 Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo de autos en el extremo que alega
la violación del derecho a la prueba.
3. Declarar INFUNDADA la demanda de amparo de autos en el extremo que alega la vio-
lación del derecho a la defensa.
4. EXHORTAR a los magistrados del Poder Judicial mayor compromiso en el ejercicio
de sus funciones jurisdiccionales, sobre todo en lo relativo a dar respuesta a los pedi-
dos de los justiciables, por más infundados o improcedentes que estos sean.
5. DISPONER la sanción a los recurrentes de la multa de 20 URP, imponiéndoseles el
pago de costas y costos del proceso como consecuencia de su acción temeraria al pre-
sentar una demanda absolutamente inviable.
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI, BARDELLI LARTIRIGOYEN, GONZALES OJEDA, GARCÍA
TOMA,VERGARA GOTELLI, LANDA ARROYO
203
Presentar pruebas y controvertir las
mismas forma parte del contenido esencial
del derecho fundamental a la prueba
STC Exp N° 01014-2007-PHC/TC
Caso: Luis Federico Salas Guevara Schultz
Sentido del fallo: infundada la demanda
Publicado en la página web del Tribunal Constitucional el 05/04/2007
Exp. N° 1014-2007-PHC/TC-LIMA
LUIS SALAS GUEVARA SHULTZ
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.
En Lima, a los 5 días del mes de abril de 2007, reunido el Tribunal Constitucional en se-
sión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Landa Arroyo, Gonza-
les Ojeda, Alva Orlandini, García Toma, Vergara Gotelli y Mesía Ramírez, pronuncia la
siguiente sentencia.
I. ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Federico Salas Guevara Schultz
contra la sentencia de la Segunda Sala Especializada en lo Penal para Procesos con Reos
en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 920, su fecha 18 de octubre de
2006, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.
II. ANTECEDENTES
1. Demanda
Con fecha 8 de junio de 2006, el recurrente interpone demanda de hábeas corpus contra
los vocales de la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República,
César Javier Vega Vega, Hugo Herculano Príncipe Trujillo, Pedro Ortiz Portilla y Alfonso
Hernández Pérez, por la presunta vulneración de sus derechos al debido proceso y a la de-
fensa, a fin de que se declare la nulidad de la resolución de fecha 14 de diciembre de 2005
204
Jurisprudencia
(Exp. N° AV.23-2001), por la que se resuelve –en mayoría– confirmar la sentencia que lo
condena a tres años de pena privativa de libertad suspendida, se le impone una reparación
civil de tres millones de nuevos soles y se lo inhabilita por el plazo de dos años, por su par-
ticipación en la comisión de los delitos de falsedad ideológica y asociación ilícita para de-
linquir, en calidad de autor; y en el delito de peculado, en calidad de cómplice. Asimismo,
solicita que se lleve a cabo un nuevo juicio oral ante otro órgano colegiado.
La demanda se fundamenta en los siguientes hechos:
- En el marco del proceso penal seguido en su contra, se determina su responsabilidad
penal tomando en consideración, únicamente, que su firma consta en el Decreto de Ur-
gencia N° 081-2000; pero sin tener en cuenta que el documento original del referido
Decreto de Urgencia fue ingresado al proceso de manera extemporánea, restringiéndose
su derecho de defensa; puesto que se vio imposibilitado de contradecir dicho elemento
probatorio mediante un peritaje grafotécnico. Esta situación se torna aún más grave si
–según alega– ha venido sosteniendo de manera uniforme y reiterada, desde el inicio
de las investigaciones, que la firma que consta en dicho documento no le corresponde.
- Asimismo, señala que el original del Decreto de Urgencia N° 081-2000 fue requerido a
diversas instituciones del Estado desde el inicio de las investigaciones, sin que ningu-
na de ellas diera cuenta de su existencia; lo que hace pensar que la prueba aportada por
Carlos Boloña Behr, durante la etapa de autodefensa del proceso penal, es una prueba
prohibida, por haber sido conseguida de manera ilícita.
- De otro lado, alega que pese a que en la resolución emitida en primera instancia se lo
incrimina de ser coautor de los delitos de falsedad ideológica y asociación ilícita para
delinquir, en la parte resolutiva de la sentencia emitida por los vocales demandados,
se lo sindica de ser autor de los mismos, contraviniéndose el principio que prohíbe la
“reforma peyorativa de la pena” (reformatio in peius).
2. Investigación sumaria de hábeas corpus
Realizada la investigación sumaria, se recibe la declaración indagatoria del demandante,
quien se ratifica en el contenido de su demanda, agregando que en el negado supuesto de
que él hubiera firmado el Decreto de Urgencia N° 081-2000, no estaría actuando con dolo
puesto que se limitó a cumplir un mandato constitucional que lo obliga a suscribir este tipo
de normas (fojas 28). Por su parte, los demandados manifiestan que de lo actuado en el ex-
pediente número AV.23-2001, se evidencia que han procedido de conformidad con la Cons-
titución y las leyes, sin vulnerar los derechos al debido proceso y a la defensa del presunto
agraviado (fojas 34, 61, 828 y 830).
3. Resolución de primer grado
Con fecha 3 de agosto de 2006, el Cuadragésimo Noveno Juzgado Penal de Lima decla-
ra fundada la demanda, por considerar que de lo actuado se desprende que el accionante
ha sido sometido a un proceso penal irregular, en el que se han vulnerado sus derechos al
debido proceso y a la defensa; puesto que se le ha impedido actuar medios probatorios in-
dispensables para determinar su responsabilidad en los hechos imputados. A ello se suma
que no se ha utilizado el procedimiento del cotejo al momento de analizar la similitud en-
tre el documento original y la copia fotostática del Decreto de Urgencia N° 081-2000, y
que se desconoce el resultado de las apelaciones interpuestas durante la tramitación del
205
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
juicio oral, una de los cuales está vinculada a la denegatoria de la pericia grafotécnica
solicitada por el demandante.
4. Resolución de segundo grado
Con fecha 18 de octubre de 2006, la Segunda Sala Especializada en lo Penal para Proce-
sos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima declara improcedente la
demanda, mediante resolución emitida en mayoría, argumentando que no se ha acredita-
do la existencia de algún tipo de amenaza o vulneración de los derechos invocados en la
demanda. Adicionalmente, señala que el original del Decreto de Urgencia Nº 81-2001 fue
adecuadamente valorado en el proceso penal seguido contra el demandante.
III. FUNDAMENTOS
PRECISIÓN DEL PETITORIO DE LA DEMANDA
De lo actuado en autos se desprende que el demandante solicita que este Colegiado decla-
re la nulidad de la resolución judicial de fecha 14 de diciembre de 2005 (Exp. N° AV.23-
2001), que resuelve –en mayoría– confirmar la sentencia que lo condena a tres años de
pena privativa de libertad suspendida, le impone una reparación civil de tres millones de
nuevos soles y lo inhabilita por el plazo de dos años, por su participación en los delitos de
falsedad ideológica y asociación ilícita para delinquir, en calidad de autor; y en el delito de
peculado, en calidad de cómplice. Asimismo, solicita que se lleve a cabo un nuevo juicio
oral ante otro órgano jurisdiccional colegiado.
Previamente a la resolución del caso concreto, el Tribunal Constitucional estima pertinen-
te realizar algunas consideraciones.
Es posición reiterada en anterior jurisprudencia que el Tribunal Constitucional, prima facie, no es
instancia en la que se determine la responsabilidad penal de una persona, se califique el tipo pe-
nal en el que se subsume la conducta del imputado, o se valoren las pruebas aportadas al proceso,
pues estos ámbitos son de exclusiva competencia de la jurisdicción penal ordinaria. Sin embar-
go, lo señalado tiene como única y obligada excepción la tutela de los derechos fundamentales,
pues es evidente que allí donde el ejercicio de una atribución exclusiva vulnera o amenaza un
derecho reconocido por la Constitución, el Tribunal no solo puede sino que debe, legítimamen-
te, pronunciarse sobre la eventual vulneración de un derecho fundamental.
No se trata, como es evidente, de que el Tribunal Constitucional, revise todo lo realiza-
do por el juez ordinario, sino, específicamente, que controle desde un canon de interpreta-
ción constitucional si en el ejercicio de la función jurisdiccional se ha vulnerado o no un
derecho fundamental específico. Lo que se justifica si se considera que no toda afectación
al debido proceso es susceptible de ser sometida a control constitucional por parte de este
Colegiado. Así, mientras las afectaciones al debido proceso constitucional siempre son
susceptibles de ser controladas por parte del Juez constitucional, no sucede lo mismo en
relación con el debido proceso legal.
En efecto, en anterior jurisprudencia (vid. Exp. Nº STC 8453-2005-PHC/TC, FJ 7) se ha
señalado que:
(…) solo si vulnera el contenido esencial de alguno de los derechos antes mencionados, es-
taremos ante un proceso inconstitucional, quedando totalmente descartado que, dentro de di-
cha noción, se encuentren las anomalías o simples irregularidades procesales, violación del
contenido no esencial o adicional, que no son, por sí mismas, contrarias a la Constitución
206
Jurisprudencia
sino al orden legal. Mientras que el proceso que degenere en inconstitucional se habrá de
corregir mediante el ejercicio del proceso constitucional, la simple anomalía o irregulari-
dad lo será mediante los medios de impugnación previstos al interior de cada proceso. Ese
es el límite con el cual ha de operar el juez constitucional y, a la vez, la garantía de que no
todo reclamo que se le hace por infracciones al interior de un proceso pueda considerarse
un verdadero tema constitucional.
El debido proceso constitucional garantiza que todas las afectaciones del contenido esen-
cial del derecho fundamental al debido proceso y de los principios y derechos que de él se
derivan sean susceptibles de ser controladas mediante los procesos constitucionales desti-
nados a su tutela. Únicamente este ámbito es susceptible de control y tutela por parte de la
jurisdicción constitucional, a fin de evitar que la jurisdicción constitucional termine sus-
tituyendo a la justicia ordinaria. Por tanto, mientras que el debido proceso constitucional
siempre puede ser sometido a control a través de los procesos constitucionales, el debido
proceso legal –esto es, aquellas afectaciones o irregularidades que no inciden en dicho con-
tenido– no convierte necesariamente al proceso penal en inconstitucional.
Sin embargo, esta distinción entre el debido proceso constitucional y el debido proceso le-
gal no debe ser asumida como una sistematización rígida. Ello por cuanto no cabe descartar
que, en un determinado caso, una cuestión que, prima facie, puede considerarse violatoria
del debido proceso legal, puede esconder una afectación también al debido proceso cons-
titucional. En estos casos, como es evidente, el proceso constitucional es el instrumento
idóneo para su cuestionamiento y resolución. Precisamente, uno de los derechos compren-
didos por el debido proceso constitucional es el relacionado con el derecho a presentar y
controvertir pruebas dentro del proceso penal (vid. STC Exp. Nº 6712-2005-PHC/TC, f.j.
13), lo cual lleva aparejada también la exigencia de que el órgano jurisdiccional se pronun-
cie sobre el valor jurídico de las pruebas controvertidas.
DEBIDO PROCESO CONSTITUCIONAL Y DERECHO FUNDAMENTAL A
LA PRUEBA
DOCTRINA
Este Tribunal Constitucional ha señalado (vid. STC Exp.
JURISPRUDENCIAL Nº 010-2002-AI/TC, FJ 133-135) que el derecho funda-
mental a la prueba tiene protección constitucional, en la
El derecho a la prueba tiene pro- medida en que se trata de un derecho comprendido en el
tección constitucional al estar
comprendido en el contenido contenido esencial del derecho al debido proceso, recono-
esencial del debido proceso. cido en el artículo 139, inciso 3, de la Constitución. Una
de las garantías que asisten a las partes del proceso es la de
presentar los medios probatorios necesarios que posibiliten la creación de convicción en el
juzgador sobre la veracidad de sus argumentos. Sin embargo, como todo derecho fundamen-
tal, el derecho a la prueba también está sujeto a restricciones o limitaciones, derivadas tanto de
la necesidad de que sean armonizados con otros derechos o bienes constitucionales –límites
extrínsecos–, como de la propia naturaleza del derecho en cuestión –límites intrínsecos–.
Sin embargo, el reconocimiento del derecho a la prueba en la normativa es restringido y
se lo relaciona casi exclusivamente con la presunción de inocencia. Por eso, normalmente
aparece bajo la fórmula siguiente: “la persona se considera inocente mientras no se haya
declarado judicialmente su responsabilidad”. Este es el enunciado utilizado en el artículo
2, inciso 24, acápite e, de la Constitución, que reproduce lo estipulado por el artículo XXVI
de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y, en cierta forma, lo
prescrito en los artículos 11, inciso 1, de la Declaración Universal de Derechos Humanos;
207
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
DOCTRINA
No obstante, es menester considerar también que el dere-
JURISPRUDENCIAL cho a la prueba lleva aparejada la posibilidad de postular,
dentro de los límites y alcances que la Constitución y las
Dimensión subjetiva del derecho leyes reconocen, los medios probatorios pertinentes para
a la prueba: las partes tienen de-
recho a producir la prueba nece- justificar los argumentos que el justiciable esgrime a su
saria para acreditar los hechos favor. Por ello, no se puede negar la existencia del dere-
de sus pretensiones, así como a cho fundamental a la prueba. Constituye un derecho fun-
controvertirlas. damental de los justiciables producir la prueba relacionada
con los hechos que configuran su pretensión o su defensa.
Según esta dimensión subjetiva del derecho a la prueba, las partes o un tercero legitimado
en un proceso o procedimiento tienen el derecho de producir la prueba necesaria con la fi-
nalidad de acreditar los hechos que configuran su pretensión o defensa.
DOCTRINA
Atendiendo al doble carácter de los derechos fundamenta-
JURISPRUDENCIAL les en general y del derecho a la prueba en particular, este,
en su dimensión objetiva, comporta también el deber del
Dimensión objetiva del derecho juez de la causa de solicitar, actuar y dar el mérito jurídico
a la prueba: Deber de los jueces
de motivar razonada y objetiva- que corresponda a los medios de prueba en la sentencia. En
mente el valor jurídico probato- la medida en que el objetivo principal del proceso penal es
rio en la sentencia. el acercamiento a la verdad judicial, los jueces deben mo-
tivar razonada y objetivamente el valor jurídico probatorio
en la sentencia. Esto es así por cuanto el proceso penal no solo constituye un instrumento
que debe garantizar los derechos fundamentales de los procesados, sino también debe ha-
cer efectiva la responsabilidad jurídico-penal de las personas que sean halladas culpables
dentro de un proceso penal.
DOCTRINA
Por ello, la prueba capaz de producir un conocimiento cier-
JURISPRUDENCIAL to o probable en la conciencia del juez debe reunir las si-
guientes características: 1) Veracidad objetiva, según la
Características de la prueba: ve- cual la prueba exhibida en el proceso debe dar un reflejo
racidad objetiva, constituciona-
lidad de la actividad probatoria, exacto de lo acontecido en la realidad; asimismo, prima fa-
utilidad de la prueba y pertinen- cie, es requisito que la trayectoria de la prueba sea suscep-
cia de la prueba. tible de ser controlada por las partes que intervienen en el
proceso, lo que no supone desconocer que es al juez, final-
mente, a quien le corresponde decidir razonablemente la admisión, exclusión o limitación
de los medios de prueba. De esta manera, se puede adquirir certeza de la idoneidad del ele-
mento probatorio, pues este se ajustará a la verdad de lo ocurrido y no habrá sido suscep-
tible de manipulación; 2) Constitucionalidad de la actividad probatoria, la cual impli-
ca la proscripción de actos que violen el contenido esencial de los derechos fundamentales
o transgresiones al orden jurídico en la obtención, recepción y valoración de la prueba; 3)
Utilidad de la prueba, característica que vincula directamente a la prueba con el hecho
presuntamente delictivo que se habría cometido, pues con esta característica se verificará
la utilidad de la prueba siempre y cuando esta produzca certeza judicial para la resolución
o aportación a la resolución del caso concreto; 4) Pertinencia de la prueba, toda vez que la
prueba se reputará pertinente si guarda una relación directa con el objeto del procedimien-
to, de tal manera que si no guardase relación directa con el presunto hecho delictivo no po-
dría ser considerada una prueba adecuada.
208
Jurisprudencia
Se trata, pues, de un derecho complejo cuyo contenido, de acuerdo con lo señalado an-
teriormente por el Tribunal Constitucional (vid. STC Exp. Nº 6712-2005/HC/TC, FJ 15),
está determinado:
(...) por el derecho a ofrecer medios probatorios que se consideren necesarios, a que estos
sean admitidos, adecuadamente actuados, que se asegure la producción o conservación de
la prueba a partir de la actuación anticipada de los medios probatorios y que estos sean va-
lorados de manera adecuada y con la motivación debida, con el fin de darle el mérito pro-
batorio que tenga en la sentencia. La valoración de la prueba debe estar debidamente mo-
tivada por escrito, con la finalidad de que el justiciable pueda comprobar si dicho mérito
ha sido efectiva y adecuadamente realizado.
FUNDAMENTO
PRINCIPAL Como puede verse, uno de los elementos que forman parte
del contenido del derecho a la prueba está constituido por
La omisión injustificada de la va-
loración de una prueba constitu- el hecho de que las pruebas actuadas dentro del proceso
ye una vulneración al derecho a penal sean valoradas de manera adecuada y con la motiva-
la prueba y al debido proceso. ción debida. De lo cual se deriva una doble exigencia para
el juez: en primer lugar, la exigencia del juez de no omi-
tir la valoración de aquellas pruebas que son aportadas por las partes al proceso dentro del
marco del respeto a los derechos fundamentales y a lo establecido en las leyes pertinentes;
en segundo lugar, la exigencia de que dichas pruebas sean valoradas motivadamente con
criterios objetivos y razonables (vid. STC Exp. Nº 4831-2005-PHC/TC, FJ 8). Por ello, la
omisión injustificada de la valoración de una prueba aportada por las partes, respetando los
derechos fundamentales y las leyes que la regulan, comporta una vulneración del derecho
fundamental a la prueba y, por ende, del debido proceso.
C) ANÁLISIS DEL CASO CONCRETO
Sobre la supuesta afectación del derecho fundamental a probar
15. Dentro de este marco constitucional cabe analizar, ya en el caso concreto, los argumen-
tos del demandante en relación con su derecho fundamental a la prueba. El demandan-
te señala que se ha afectado su derecho fundamental al debido proceso en la medida en
que ha negado desde el inicio del proceso penal e incluso en el procedimiento de acu-
sación constitucional la autenticidad de su firma en la fotocopia del Decreto de Urgen-
cia Nº 081-2000 (fojas 8), más aún cuando se ha impedido, según alega, la realización
de una pericia grafotécnica (fojas 10). Todo ello, a su juicio, deslegitima el proceso pe-
nal que se le siguió.
16. Como se ha señalado supra, parte del contenido esencial del derecho fundamental a la
prueba consiste en el derecho del procesado a presentar pruebas, pero también a con-
trovertir las mismas, así como a que el órgano jurisdiccional resuelva dichas contradic-
ciones. En el caso concreto, se aprecia que, efectivamente, el demandante ha venido
ejerciendo este derecho tanto al interior del procedimiento parlamentario de acusación
constitucional como en el propio proceso penal. En efecto, en el informe de acusación
constitucional, de fecha 30 de octubre de 2001 (fojas 74), el demandante afirmó que se
había falsificado su firma; afirmación que ha reiterado también dentro del proceso pe-
nal que se le siguió, al negar sucesivamente la autenticidad de su firma en el Decreto
de Urgencia Nº 081-2000, sin crear la convicción jurídica suficiente en sede parlamen-
taria y judicial. De lo cual se desprende que, en este aspecto, el demandante ha ejerci-
do plenamente y sin restricciones su derecho a controvertir las pruebas.
209
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
Sin embargo, en la medida en que este derecho también implica, de acuerdo con lo que
se ha expuesto supra, la exigencia de que el órgano jurisdiccional se pronuncie en torno
a las controversias probatorias propuestas por el procesado, debe examinarse, a conti-
nuación, si ello se ha observado en el presente caso. A fojas 782 consta la sentencia de
fecha 28 de febrero de 2005, de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia
de la República recaída en el expediente penal AV. Nº 23-2001.
En ella se resuelve declarar infundada la tacha presentada por el demandante contra la
fotocopia del Decreto de Urgencia Nº 081-2000. En dicha sentencia dice (fojas 790):
(...) el documento objeto de cuestionamiento fue incorporado desde la etapa prelimi-
nar (preprocesal) y las actuaciones del Congreso de la República, y la tacha se dedujo
cuando ya se había dispuesto la iniciación de la segunda etapa del proceso penal. (...)
no obstante lo expuesto, es de puntualizar que en sesión de audiencia del veintidós de
febrero de dos mil cinco (autodefensa) el acusado Carlos Alberto Boloña Behr, ha pre-
sentado el acotado Decreto de Urgencia, por lo que, este Colegiado considera que el
documento cuestionado es copia del mismo y por tanto tiene el valor probatorio sufi-
ciente (...) por tanto la articulación deviene en infundada (...).
A fojas 799 dice :
(...) está acreditado que el citado Decreto de Urgencia fue suscrito por los acusados Car-
los Alberto Boloña Behr, Carlos Alberto Bergamino Cruz y Luis Federico Salas Gue-
vara Schultz, todos ellos en sus condiciones de funcionarios públicos del más alto ni-
vel, esto es Ministro de Economía y Finanzas, Ministro de Defensa y Presidente del
Consejo de Ministros, respectivamente; según es de apreciarse del original del citado
documento, además del reconocimiento realizado por Boloña Behr y Bergamino Cruz
a lo largo del proceso; (...) asimismo, con el oficio de fojas tres mil ciento trece y las
instrumentales obrantes de fojas tres mil ciento quince a tres mil ciento treinta y ocho,
se determina que el cuestionado Decreto no apareció registrado en cuanto a su formu-
lación ni aprobación en las Actas de sesiones del Consejo de Ministros realizadas entre
el ocho de agosto al siete de noviembre de dos mil; mientras que el oficio de fojas tres
mil ciento catorce suscrito por José Kamiya Teruya, ex Secretario General de la Presi-
dencia de la República, da cuenta que el documento fue entregado personalmente por
Fujimori Fujimori para ser llevado a la Secretaría del Consejo de Ministros donde se
enumeró y selló, tras lo cual fue devuelto a aquel, indicación que lo ha reiterado en su
declaración testimonial obrante a fojas tres mil cuatrocientos treinta y cinco a tres mil
cuatrocientos treinta y nueve, donde precisa que el documento original contenía las fir-
mas de los citados funcionarios públicos; por lo que todo ello, genera la convicción –
aun cuando no exista pericia al respecto– que el documentoalcanzado por el acusado
Boloña Behr en la sesión de audiencia del veintidós de febrero, resulta ser el Decreto
original.
Lo mismo puede apreciarse en la resolución de fecha 14 de diciembre de 2005, expe-
dida por la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República (fo-
jas 814), que declara no haber nulidad en la sentencia de fecha 28 de febrero de 2005,
de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la República recaída en el
expediente penal AV. Nº 23-2001.
21. A juicio de este Tribunal, en el presente caso, no se ha vulnerado el derecho fundamen-
tal a probar. En primer lugar, porque, tal como se aprecia de autos, al demandante, en
210
Jurisprudencia
211
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
el caso en que el propio Estado, a través del Ministerio Público, haya mostrado su dis-
conformidad con la pena impuesta, a través de la interposición del recurso impugnato-
rio, pues en tal circunstancia el juez de segunda instancia queda investido de la facul-
tad de aumentar la pena, siempre que ello no importe una afectación del derecho a la
defensa, esto es, siempre que no se sentencie sobre la base de un supuesto que no haya
sido materia de acusación.
27. El Tribunal estima que el fundamento constitucional de este segundo supuesto, es de-
cir, la inaplicación del principio en cuestión, cuando el Ministerio Público se opone a
la pena impuesta, radica en que, en nuestro ordenamiento jurídico, dicho órgano cons-
titucional (artículo 158 de la Constitución) asume determinadas funciones constitucio-
nales, entre ellas, la de representar en los procesos judiciales a la sociedad (artículo 159,
inciso 3); más aún si la comisión de un delito no solo afecta bienes jurídicos individua-
les, sino también bienes que atañen a la sociedad en general. De ahí que se debe con-
siderar no solo legítimo sino también necesario que el Ministerio Público asuma la re-
presentación y defensa de la sociedad en los procesos judiciales; deber y facultad que
se concretiza a través de la interposición de recursos impugnatorios.
28. Sin embargo, en el presente caso no se está frente a un supuesto de aplicación como el
descrito en las consideraciones precedentes, esto es, en cuanto a la pena. Por el contra-
rio, en la demanda se cuestiona que el órgano jurisdiccional –que conforman los empla-
zados– estima que el demandante no es responsable, penalmente, en tanto que coautor,
sino más bien como autor de los delitos que se le imputaron. Esto, a criterio del Tribu-
nal, no vulnera el principio invocado, pues se trata del ejercicio legítimo de la función
jurisdiccional que la Constitución (art. 38) le reconoce a los órganos jurisdiccionales,
para determinar el grado de responsabilidad penal de un procesado.
29. Por ello, no cabe afirmar que el órgano jurisdiccional, al variar el grado de responsa-
bilidad penal del demandante, haya vulnerado el principio invocado; en consecuencia,
este extremo de la demanda también debe ser desestimado.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Cons-
titución Política del Perú
HA RESUELTO
Publíquese y notifíquese
SS.
212
Grabación no consentida puede ser objeto
de prueba si protege el interés general en
la investigación y persecución del delito
STC Exp. N° 00867-2011-PA/TC
Caso: Alan Siasmany Quintano Saravia
Sentido del fallo: Infundada la demanda
Publicado en la página web del Tribunal Constitucional el 18/05/2015
EXP. N° 00867-2011-PA/TC-APURÍMAC
ALAN SIASMANY QUINTANO SARAVIA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 17 días del mes de julio de 2014, la Sala Segunda del Tribunal Constitucio-
nal, integrada por los magistrados Blume Fortini, Ramos Núñez y Ledesma Narváez, pro-
nuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Alan Siasmany Quintano Saravia
contra la resolución expedida por la Sala Mixta de Abancay de la Corte Superior de Justi-
cia de Apurímac, de fojas 188, su fecha 9 de diciembre de 2010, que declaró infundada la
demanda de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 12 de marzo de 2010, don Alan Siasmany Quintano Saravia interpuso deman-
da de amparo contra la Fiscal de la Tercera Fiscalía Provincial Penal de Abancay, docto-
ra Mary Luz Merino Villegas y contra el Procurador del Ministerio Público, a fin de que
se declare la nulidad e ineficacia de las grabaciones de las conversaciones telefónicas que
213
La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
sostuvo con don Tomás Gutiérrez Berrío los días 29 y 30 de diciembre de 2009, así como
la nulidad e ineficacia de los demás medios de prueba obtenidos como consecuencia de ta-
les grabaciones, aduciendo que constituyen medios probatorios ilícitos en la medida que
han sido obtenidos con vulneración de sus derechos fundamentales y, a pesar de eso, han
sido incluidos en la denuncia fiscal formulada en su contra por el delito de cohecho pasivo
propio. Alega, por tanto, la violación del derecho al secreto y a la inviolabilidad de las co-
municaciones, así como la contravención del principio de interdicción de la arbitrariedad.
Refiere que el 30 octubre de 2009 le compró un carnero al señor Tomás Gutiérrez Berrío,
pagándole un adelanto de S/. 50.00. Agrega que debido a la demora en la entrega del car-
nero le exigió al vendedor el cumplimiento del contrato y que este, pretendiendo evadir su
obligación, acudió donde la fiscal emplazada, la que lo indujo para que, por medio de un
celular habilitado como privado, hiciera llamadas a su celular, las que fueron escuchadas
y grabadas sin su autorización, y fueron posteriormente manipuladas e incorporadas en un
CD a efectos de realizar otros actos de investigación, que sirvieron para formalizar una de-
nuncia en su contra por el delito de cohecho pasivo propio. Asimismo, sostiene el accio-
nante que la fiscal emplazada indujo al señor Tomás Gutiérrez Berrío para que realice ac-
tos con apariencia delictiva, pues, el día 30 de diciembre de 2009, tal funcionaria le dio de
su propio dinero cinco billetes de S/ 10.00 para que, a su vez, este se lo entregue. Sostie-
ne, además, que fue intervenido por la Policía Nacional en circunstancias en que el señor
Gutiérrez Berrío le devolvía los S/ 50.00 entregados por el carnero en calidad de adelan-
to; hechos sobre los que, según refiere, el señor Gutiérrez Berrío ha señalado expresamen-
te haber sido inducido por la fiscal emplazada y encontrarse totalmente arrepentido, de lo
que se desprende que la referida fiscal ha obtenido un medio probatorio ilícito con el úni-
co afán de perjudicarlo.
Admitida a trámite la demanda, la fiscal emplazada, a través de su escrito de contestación
(fojas 87), solicitó que esta sea declarada infundada, por cuanto si bien se procedió a es-
cuchar y grabar las conversaciones telefónicas realizadas entre don Tomás Gutiérrez Be-
rrío y el ahora demandante, don Alan Siasmany Quintano Saravia, tal intervención se hizo
con motivo de una denuncia por el delito de cohecho pasivo formulada verbalmente por el
primero contra el segundo de los nombrados, lo que fue autorizado por el propio denun-
ciante. En tal sentido, enfatizó que resulta constitucional la intervención del Ministerio
Público para conocer (grabar o escuchar) el contenido de las comunicaciones entre priva-
dos, cuando uno de ellos lo solicita y lo permite, siempre que mediante esa comunicación
uno de ellos cometa un ilícito en agravio del otro y que dicho ilícito sea perseguible de ofi-
cio. Por su parte, el Procurador del Ministerio Público, a través de su contestación a la de-
manda (fojas 124), solicitó que la demanda sea declarada improcedente, afirmando que la
intervención de las conversaciones telefónicas ha sido autorizada y permitida por uno de
los interlocutores y, además, porque las conversaciones versaron sobre hechos ilícitos y no
sobre aspectos que revelen información sobre la vida íntima o personal.
Con fecha 25 de agosto de 2010, el Juzgado Mixto de Abancay declaró infundada la de-
manda al considerar que no se ha producido la violación de los derechos invocados, toda
vez que uno de los intervinientes en la comunicación privada decidió voluntariamente po-
ner de manifiesto su contenido ante un tercer sujeto, en este caso la representante del Mi-
nisterio Público, siendo entonces evidente que la ruptura del secreto de la comunicación
resulta atribuible a uno de los intervinientes, en este caso al señor Gutiérrez Berrio y no
precisamente a la representante del Ministerio Público.
214
Jurisprudencia
Con fecha 9 de diciembre de 2010, la Sala Mixta de Abancay, confirmó la apelada por si-
milares fundamentos.
FUNDAMENTOS
Delimitación del petitorio
1. La demanda tiene por objeto que se declare la nulidad e ineficacia de las grabaciones
de las conversaciones telefónicas sostenidas por el actor con don Tomás Gutiérrez
Berrío los días 29 y 30 de diciembre de 2009, así como la nulidad e ineficacia de los
demás medios de prueba obtenidos como consecuencia de estas grabaciones, toda vez
que, a juicio del demandante, constituyen medios probatorios ilícitos en la medida
en que han sido obtenidos con vulneración de sus derechos fundamentales. Empero,
a pesar de esto, fueron incluidos en la denuncia formulada en su contra por el deli-
to de cohecho pasivo propio. Alega, la violación del derecho al secreto y a la invio-
labilidad de las comunicaciones y la contravención del principio de interdicción de
la arbitrariedad.
El derecho al secreto y a la inviolabilidad de las comunicaciones.
2. El derecho al secreto y a la inviolabilidad de las comunicaciones y documentos priva-
dos que se encuentra reconocido en el artículo 2, inciso 10, de la Constitución, prohíbe
que las comunicaciones y documentos privados de las personas sean interceptados o
conocidos por terceros ajenos a la comunicación misma, sean estos órganos públicos
o particulares, salvo que exista autorización judicial debidamente motivada para ello.
Al respecto este Tribunal en reiterada jurisprudencia ha precisado que “el concepto de
secreto e inviolabilidad de las comunicaciones y documentos privados, desde esa pers-
pectiva, comprende a la comunicación misma, sea cual fuere su contenido y pertenez-
ca o no el objeto de la comunicación al ámbito de lo personal, lo íntimo o lo reservado.
De manera que se conculca el derecho tanto cuando se produce una interceptación de
las comunicaciones, es decir, cuando se aprehende la comunicación (…), como cuan-
do se accede al conocimiento de lo comunicado, sin encontrarse autorizado para ello”
(Cfr. STC Exp. Nº 2863-2002-AA/TC, fundamento 3, STC Exp. Nº 003-2005-AI/TC,
fundamentos 359-362, entre otras).
3. En efecto, la prohibición contenida en la disposición constitucional antes menciona-
da se dirige a garantizar de manera inequívoca la impenetrabilidad de la comunicación
en cualquiera de sus formas o medios, a fin de que no sufra una injerencia externa por
parte de terceros, pues la presencia de un actor ajeno o extraño a los que intervienen
en el proceso comunicativo es precisamente el elemento indispensable para invocar la
posible afectación del derecho al secreto y a la inviolabilidad de las comunicaciones.
No obstante ello, la función tutelar de este derecho no alcanza a quien siendo parte de
una comunicación registra, capta o graba también su propia conversación ni tampoco
a quien siendo parte de dicha comunicación autoriza de manera voluntaria y expresa a
un tercero para que acceda a la comunicación. Desde esta perspectiva, es constitucio-
nalmente posible sostener que el derecho a la inviolabilidad de las comunicaciones no
se ve vulnerado cuando alguna de las partes intervinientes en el proceso comunicativo
perenniza o graba para sí la comunicación en la que forma parte o cuando de manera
libre, voluntaria y expresa permite, posibilita o autoriza la interceptación, grabación o
el acceso al contenido de la comunicación a un tercero ajeno a la comunicación misma.
Cuestión totalmente distinta, hay que insistir, es la intervención en la comunicación de
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
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Jurisprudencia
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10. Así las cosas, el análisis de este Tribunal ha de partir, en primer lugar, teniendo en cuen-
ta el contexto en el que se produjo la intervención de la conversación telefónica reali-
zada entre don Tomás Gutiérrez Berrío y el SOT PNP Alan Siasmany Quintano Sara-
via, demandante en este proceso. Al respecto, según ha quedado descrito, la decisión
de intervenir la referida comunicación y, con ello, de acceder al contenido de la mis-
ma, se produjo en el contexto de una denuncia verbal previa por parte de don Tomás
Gutiérrez Berrío ante la alta probabilidad de que se produzca la consumación del deli-
to de cohecho pasivo propio, en su agravio; intervención que, como ha mencionado, se
produjo con la expresa autorización de uno de los interlocutores, el que autorizó la gra-
bación de las llamadas, lo que se hizo para conocer la existencia de la alta probabilidad
de la consumación del delito de cohecho pasivo propio; el que, por cierto, es algo que
el agraviado pudo haber realizado en forma particular o por otra persona a su encargo.
En cambio, existen mayores garantías cuando se realiza, previa denuncia de la posible
comisión de un delito, por el órgano que constitucionalmente tiene el encargo de la in-
vestigación y la persecución del delito, evitando incluso la posible manipulación del
material en el que fueron grabadas las conversaciones.
11. Por lo dicho, este Tribunal no comparte la tesis del demandante en el sentido de que
las partes intervinientes en la conversación grabada los días 29 y 30 de diciembre de
2009, no autorizaron la intervención de la comunicación y que la entrega del dinero a
su persona era la devolución de dinero ante el fracaso por la venta de un carnero, pues
la actuación del Ministerio Público, en la persona de la fiscal Merino Villegas, fue au-
torizada por don Tomás Gutiérrez Berrío. Por tales motivos, este Tribunal considera
constitucionalmente legítima la intervención (grabación y escucha) de la comunicación
telefónica realizada entre los entonces denunciante y denunciado, pues tal intervención
no ha supuesto la violación del derecho al secreto de las comunicaciones del actor. Por
lo demás, en las grabaciones no hay nada que pueda entenderse como parte de la vida
íntima o intimidad personal del ahora demandante, y, por lo tanto, pueda invocarse la
afectación del derecho a la intimidad. Todo lo contrario, según ha quedado descrito, lo
escuchado y grabado de la conversación de los días 29 y 30 de diciembre de 2009 tie-
ne que ver con actos ilícitos que llegaron a consumarse el día 30 de diciembre de 2009,
los mismos que resultarían constitutivos del delito de cohecho pasivo propio, por lo
que, al no haber afectación alguna de derechos, la demanda debe ser desestimada.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Cons-
titución Política del Perú,
HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda.
Publíquese y notifíquese.
SS.
BLUME FORTINI, RAMOS NÚÑEZ, LEDESMA NARVÁEZ.
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ÍNDICE GENERAL
ÍNDICE GENERAL
Presentación....................................................................................................... 5
CAPÍTULO I
ESTÁNDARES DEL DERECHO PROBATORIO
I. Ideas previas............................................................................................... 9
II. Concepto de prueba. Su evolución............................................................. 10
III. Categorías procesales respecto a la prueba................................................ 14
IV. Principios probatorios................................................................................ 16
CAPÍTULO II
LA PRUEBA Y LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
CAPÍTULO III
LA PRUEBA DESDE UNA PERSPECTIVA ARGUMENTATIVA
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La prueba en el proceso según la jurisprudencia del Tribunal Constitucional / Edwin Figueroa Gutarra
CAPÍTULO IV
LA PRUEBA EN LA JURISPRUDENCIA
DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y EL PODER
JUDICIAL. ANÁLISIS DE CASOS
I. Nociones de entrada................................................................................... 69
II. La prueba en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional...................... 70
1. Prueba y ponderación. STC Exp. Nº 06712-2005-HC/TC. Caso Ma-
galy Medina.......................................................................................... 70
2. Prueba prohibida y derechos fundamentales. STC Exp. Nº 00655-
2010-PHC/TC. Caso Alberto Químper................................................ 74
3. El reconocimiento de aportes pensionarios en la jurisprudencia consti-
tucional. STC Exp. Nº 04762-2007-PA/TC. Caso Alejandro Tarazona.. 81
4. Debido proceso constitucional y derecho fundamental a la prueba.
STC Exp. Nº 01014-2007-PHC/TC. Caso Federico Guevara............. 83
5. Prueba diabólica. STC Exp. Nº 06135-2006-PA/TC. Caso Hatuchay. 85
6. Videoconferencias y prueba. STC Exp. Nº 02738-2014-PA/TC. Caso
Carlos Peña........................................................................................... 88
7. La prueba respecto a violaciones de DD. HH. y crímenes de lesa hu-
manidad. STC Exp. Nº 00218-2009-PHC/TC. Caso Roberto Contre-
ras (caso Accomarca)........................................................................... 90
8. Prueba y exigencia de concurso público en el acceso a la fun-
ción pública. Precedente vinculante N° 05057-2013-PA/TC. Caso
Rosalía Huatuco................................................................................... 92
9. Prueba y sentencia interlocutoria denegatoria. Precedente vinculante
STC Exp. Nº 00987-2014-PA/TC. Caso Francisca Vásquez............... 97
10. Prueba y aplicación del principio de proporcionalidad, seguridad jurídica y
ejecutores coactivos. STC Exp. Nº 00037-2012-PA/TC. Caso Scotiabank... 99
11. Prueba y derecho a la salud y su relación con el derecho a la vida.
STC Exp. Nº 02945-2003-AA/TC. Caso Azanca Meza....................... 101
12. Prueba y análisis de razonabilidad. STC Exp. Nº 00535-2009-PA/TC.
Caso Rodolfo Oroya............................................................................. 103
13. Prueba y cosa juzgada constitucional. STC Exp. Nº 00006-2006-CC/
TC. Caso Poder Judicial....................................................................... 106
14. Prueba y zonas no exentas de control constitucional. Principios de in-
terpretación constitucional. STC Exp. Nº 05854-2005-AA/TC. Caso
Pedro Lizana Puelles............................................................................ 108
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Índice general
CAPÍTULO V
EL DERECHO A LA PRUEBA
Y LOS DERECHOS HUMANOS
I. Importancia de la prueba desde la perspectiva de los derechos humanos.. 131
II. La prueba y la implementación de los derechos humanos en el Derecho
interno........................................................................................................ 133
III. Niveles de protección de los derechos humanos........................................ 140
IV. Principios de interpretación........................................................................ 141
CAPÍTULO VI
EL DERECHO A LA PRUEBA
EN EL DERECHO COMPARADO
I. Una perspectiva desde el certiorari........................................................... 147
II. Certiorari y carga procesal......................................................................... 149
III. La fórmula Heck y la prohibición de cuarta instancia............................... 154
BIBLIOGRAFÍA
Bibliografía........................................................................................................ 157
JURISPRUDENCIA
No se afecta el derecho a la prueba si es que los medios probatorios se ofrecen
antes de la audiencia para ser actuados en un proceso de querella
STC Exp. Nº 06712-2005-PHC/TC................................................................... 163
Presentar pruebas y controvertir las mismas forma parte del contenido esen-
cial del derecho fundamental a la prueba
STC Exp N° 01014-2007-PHC/TC.................................................................... 204
Grabación no consentida puede ser objeto de prueba si protege el interés ge-
neral en la investigación y persecución del delito
STC Exp. N° 00867-2011-PA/TC...................................................................... 213
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