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PLUMEREROS

Crónica de un desastre

RECOPILACIÓN HISTÓRICA PERIODÍSTICA


Benemérita, Centenaria y Heroica,
Compañía Nacional de Bomberos Voluntarios del Perú
Salvadora Lima N° 10

PLUMEREROS
Crónica de un desastre

Recopilación Histórica Periodística

SALVADORA LIMA N° 10
PLUMEREROS
Crónica de un desastre
Recopilación Histórica Periodística

Caratula: Composición “Plumereros”

Diseño Gráfico e Investigación:


Capitán CBP Edgardo Tupiño B.
Seccionario CBP Heriberto M. Díaz
Producción:
Teniente CBP Leeward Muro A.

Benemérita, Centenaria y Heroica


Compañía Nacional de Bomberos
Voluntarios del Perú
Salvadora Lima N° 10
A la memoria de nuestros grandes amigos
Andrés y Jesús, compañeros eternos...
SUMARIO

Prólogo...................................................................................9

15 de Febrero1931...............................................................13

16 de Febrero1931...............................................................23

17 de Febrero1931...............................................................43

19 de Febrero1931................................................................71

Testimonio del Comandante Mongrut...................................75

Agradecimiento a la Srta. Silvia Miroquesada del diario


El Comercio, y muy en especial al departamento de archivo
periodístico, cuya ayuda fue la base para la realización de
esta recopilación.

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PROLOGO

Cada 14 de febrero se celebra un aniversario más del incendio que


destruyera un almacén de muebles en la calle Plumereros en el centro de
Lima, y en el que perdieran la vida cinco abnegados Caballeros del Fuego:
Cinco valores del Cuerpo de Bomberos, en plena juventud -dos de ellos
casi niños- se inmolaron valerosamente al servicio de un ideal,
cumpliendo una santa misión: El servicio a los demás.

La ciudadanía limeña y nosotros, los bomberos, jamás debemos


olvidar esta horrible tragedia. Un domingo de Carnaval, cuando la ciudad
se aprestaba a la alegría y diversión a la que induce esta tradicional fiesta,
los diarios matutinos consignaron la noticia. Lima se estremeció de
espanto: el dolor fue general y en imponente y generoso gesto hizo suyo el
duelo del Cuerpo de Bomberos en los días que debieron ser de fiesta,
especialmente el domingo, mientras que los restos de las víctimas aun no
habían sido sepultados; y el lunes, día del sepelio, cuando acudieron en
reverente peregrinación hasta la ultima morada donde reposan esos
mártires cívicos y gloriosos.

La presente publicación, recopila las noticias publicadas por el


diario El Comercio en esas fechas, describiendo con detalle todos y cada
uno de los eventos posteriores al desastre; es por eso que lo hemos
transcrito de la manera más simple, para que todos podamos apreciar en
mediana magnitud, lo que significó este suceso para la sociedad limeña de
ese entonces, y para un cuerpo de bomberos, que se preparaba para su
posterior crecimiento dentro de un entorno que aunque no le dio la
relevancia que merece, lo hizo mas grande, glorioso y heroico.

Al cumplirse 71 años del incendio de la calle Plumereros, esta


modesta recopilación tratará en su medida, de crear un sentimiento
recordatorio para todos nosotros, pues toda la información que llego a los
ojos del ciudadano peruano a través de los diarios; el mismo que vivió en
carne propia lo que significa y significó para todos; una catástrofe de esta
índole; en esta oportunidad llega a nosotros para quedarse, por justicia y
por gratitud, y dejar dentro de nosotros aquello que con palabras no se dice:
se siente.

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El Cuerpo de Bomberos da oportunidad a cada uno de sus
miembros en nuestro país para unirse al recuerdo que prodigamos los
bomberos, a nuestros compañeros caídos.

¡Gloria a los héroes de Plumereros!

Salvadora Lima N°10

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Cap. Juan Acevedo Tnte. Eleazar Blanco

Sgto. Pedro Torres Malarín

Secc. Carlos Vidal Secc. Julio Ochoa Torres

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El Comercio, Lima 15 de Febrero de 1931

Incendio de trágicas consecuencias en la calle


Plumereros
Cuatro abnegados bomberos fallecen en el cumplimientos de su deber

6 resultan heridos, algunos de ellos de gravedad

Hasta las ultimas horas de la madrugada, los zapadores y los


bomberos se ocupan en la labor de sacar dos de los cadáveres

La noticia Produce honda consternación en la ciudad

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El Comercio, Lima 15 de Febrero de 1931

Incendio de trágicas consecuencias en la calle


Plumereros
Cuatro abnegados bomberos fallecen en el cumplimientos de su deber
6 resultan heridos, algunos de ellos de gravedad
Hasta las ultimas horas de la madrugada, los zapadores y los
bomberos se ocupan en la labor de sacar dos de los cadáveres
La noticia Produce honda consternación en la ciudad

Un incendio de trágicas consecuencias se ha realizado anoche en el


centro de la ciudad. El epílogo del siniestro no puede haber sido más cruel
y estamos seguros que ha de producir el mas sincero dolor en todos los
círculos de Lima.
Las pérdidas que la sociedad ha experimentado ayer son valiosas.
Son cuatro vidas útiles y abnegadas que han caído en el cumplimiento de
un humanitario deber. El incendio de la calle Plumereros que tan triste
fin a tenido no fue aparatoso ni menos de aquellos que siembran la alarma
en las poblaciones por los caracteres amenazadores con que se presentan.
Lejos de eso, el siniestro fue advertido escasamente y se le dominó con
presteza. Las compañías de bomberos noticiadas del suceso acudieron con
solicitud y poco tiempo después, las llamas habían desaparecido y todo
hacía suponer que la labor de los bomberos llegaba a su término, pero
infortunadamente no fue así.
En momentos en que la voz de alto había sido dada, un desplome
ocurrido en la finca incendiada produjo la tragedia. Algunos de los
valientes salvadores cayeron bajo el peso de las maderas, de las vigas y de
los diversos materiales acumulados en los pisos altos. A pocos metros de
ellos, otros compañeros recibían también el golpe de los objetos diversos
que en lluvia compacta caían con velocidad extraordinaria. Pasada la
avalancha, los bomberos que se hallaban fuera del edificio ingresaron.
El derrumbe había cubierto por completo algunos cuerpos y otros se
debatían en medio de la intrincada muralla de los escombros. Con
abnegación y exponiendo su propia vida, los bomberos pusieron al
servicio de las víctimas todo su esfuerzo y sus conocimientos en
estos casos de dura emergencia. Pero no se pudo retirar a todos.
Cuatro cadáveres yacían bajo el derrumbe. Dos de ellos fueron sacados
después del traicionero trabajo. Los otros quedaron presos entre las vigas y
el bloqueo ocasionado por el derrumbe.

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Los heridos fueron llevados con toda suerte de cuidados a los
puestos de socorro. Los bomberos que han rendido su vida en el doloroso
suceso de anoche son los siguientes: señores Juan Acevedo, capitán de la
Cosmopolita; Pedro Torres Malarín, sargento de la Salvadora Lima;
Eleazar Blanco, teniente de la Cosmopolita y Julio Ochoa, de la France. La
tragedia de ayer hará meditar y comprender hasta donde llega el sacrificio
de estos hombres desinteresados y altruistas encargados por espíritu
humanitario de combatir los siniestros en la capital. Según se nos informa,
las víctimas que tenemos que lamentar se deben en gran parte al
entusiasmo y a la abnegación desplegados por doquier. Para dominar el
fuego los bomberos no vacilaron en entrar a la hoguera y avanzar hasta los
sitios de mayor peligro. Solo así se explica que el incendio fuera dominado
en pocos minutos.
La tragedia de la calle Plumereros tiene, pues, que provocar el más
profundo y legítimo sentimiento en la ciudad.
Y es natural que esto suceda. Los nombres de Acevedo, Torres Malarín,
Blanco y Ochoa deberán quedar agradecidos en la memoria de todos
como símbolo de abnegación y sacrificio.

En esta triste ocasión nos asociamos al dolor de todas las compañías


de bomberos por la irreparable desgracia ocurrida anoche.

Minutos después de las once de la noche se extendió en la ciudad la noticia


de haberse producido un incendio en la calle Plumereros y que, como
consecuencia del siniestro y de la noble y abnegada misión de los
bomberos, varios de estos habían resultado heridos, diciéndose, además,
que había uno muerto.

Enterados de la noticia nos constituimos en el lugar del suceso, la calle


Plumereros, donde se había producido el siniestro en la fábrica y
cooperativa de muebles de la firma comercial Freire y Cia.

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EL INCENDIO
Según se nos informó a las 10 y 30 de la noche, poco más o menos,
algunas personas, entre ellas el policía de facción en la esquina, se dieron
cuenta de la iniciación del incendio.
De la parte interior del edificio signado con los números 345 y 347,
donde hasta anoche funcionaba la firma Freire y Cia, salía gran cantidad de
humo que se expandía en el espacio. Y a poco una insignificante llama que
salía por los intersticios de las dos puertas del establecimiento.
El policía procedió a avisar inmediatamente a sus superiores de lo
ocurrido y a las compañías de bomberos, llegando estas con la presteza del
caso y ya cuando frente al lugar del incendio se había reunido un
numerosos grupo de personas, las cuales, como siempre ocurre en casos
como el que nos ocupa, opinaban respecto a la forma en que se debía
proceder para atacar el fuego.

LAS COMPAÑÍAS DE BOMBEROS


A poco con la celeridad del caso se presentaron las diversas
compañías de bomberos, provistas de su respectivo material contra
incendio, procediendo de primera intención a romper las puertas del
establecimiento, que estaba convertido en un verdadero castillo, y a actuar
para dominar el siniestro.
El fuego, como decimos, se había iniciado en el interior del edificio
en forma avasalladora. En un conglomerado de llamas veían los bomberos
los muebles de diversas calidades, modelos y estilos. Las llamas tenían la
tendencia a avanzar. La parte interior del local era de dos pisos, que sin
duda, servían de talleres para la confección de los artículos que la firma
Freire y Cia. vendía o rifaba por el sistema de cooperativa. Una vez dentro
del local, los hombres comenzaron a actuar rápidamente.
Y lo hicieron en tal forma, que veinte minutos después, poco más o
menos, ya estaba dominado el siniestro. Como es de práctica, luego se
dedicaron a refrescar los escombros para impedir que el incendio
reviviera.

EL RECOJO DEL MATERIAL


Concluido y dominado el siniestro, se dispuso por la comandancia
general el toque de “alto el fuego” y recojo de material, debiendo las
bombas de turno y retén quedarse hasta la hora acostumbrada.
Sin embargo, todavía varios bomberos de la Cosmopolita, la Roma, la
France y la Lima, seguían trabajando. Unos abajo: otros en el primer piso
interior y otros en el segundo. Abajo actuaban, según se nos informó, los de
las compañías Cosmpolita y France; en el piso superior, la Roma y en el

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de más arriba, la Lima. El trabajo marchaba sin ninguna dificultad.
Cada bombero, en posesión de su pitón, ya sabía como actuaba, qué
escombros refrescaba, hacia adonde dirigía el agua. El humo era denso y
espeso. Muchos de los bomberos provistos como es de costumbre de
toallas empapadas en agua, se liberaban así de la asfixia que produce el
humo encerrado y el característico olor a madera quemada.
Fuera, las demás compañías y su personal respectivo, trabajaban
con todo entusiasmo colaborando con los esforzados y abnegados
compañeros que se encontraban dentro.
Ya expandida la noticia en la ciudad, gran cantidad de curiosos se
habían situado en las esquinas respectivas, curiosos que eran detenidos por
la policía en su deseo de avanzar para estar más cerca del lugar que
momentos antes había sido amagado.

SE PRODUCE EL DERRUMBE
Así las cosas, y cuando, como decimos, ya los jefes de compañías se
disponían a dar órdenes para el recojo del material, avanzaron para dictar
tales disposiciones el comandante de la Cosmopolita, señor Mongrut y el
capitán de la France, señor Lund, quienes iban a dar a su personal las
órdenes del caso. Recorrieron sobre el agua y las mangas el amplio espacio
del primer almacén y llegaron al fondo, donde encontraron a un bombero
que salía en brazos de sus compañeros.
Los señores Mongrut y Lund, avanzaron, con toda decisión y
energía, y cuando llamaban a sus compañeros, se derrumbó el primer
tabique, sepultando bajo sus escombros al comandante de la Cosmopolita
y al Capitán de la France. Los momentos fueron de honda y terrible
impresión ente los bomberos. Además de los señores Mongrut y Lund,
cayeron junto con ellos, otros; los bomberos de la Roma, que actuaban en
el tabique intermedio y enseguida los de la Lima, que estaban encima de
todos.

LOS BOMBEROS SEPULTADOS


Con los escombros, con el calor de las maderas calcinadas y con el
agua que salía de los pitones ya sin gobierno, los bomberos sepultados
estaban en inminente peligro. Fue entonces, que el comandante general,
señor Federico M. Schiaffino y el secretario doctor Gómez Sánchez, así
como los demás jefes y capitanes de compañías dictaron las disposiciones
del caso para extraer de los escombros a sus compañeros.
Cuando cundió fuera la noticia, la impresión de pena y de dolor fue
grande entre todos los curiosos, que tenían frases de admiración y de
elogio para la noble labor de nuestros bomberos que así, estoica y

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deliberadamente, exponen la vida.
Iniciada la labor de salvamento, fueron sacados de los escombros el
comandante Mongrut, privado del conocimiento y a quien se traslado a la
botica más cercana, la “Venecia” donde el propietario, doctor Marino
Canelli, le atendió con todo interés, solicitud y esmero.
A poco se sacó al capitán Lund, quien pugnaba con sus compañeros
para que no le llevaran a la Asistencia Pública, habiendo sido preciso
colocarle a viva fuerza en el carro, donde uno de sus compañeros, el señor
Luis Melena, de la France, yacía en una camilla, semi asfixiado.
Después de no pocos esfuerzos, se logró que el capitán Lund fuera a
la Asistencia Pública, y en tanto que se ponía el carro en marcha, los demás
bomberos buscaban a sus compañeros inquiriendo los unos por los otros.

NUEVO PELIGRO PARA LAS VICTIMAS


Calmados un poco los ánimos, en compañía del comandante general
ingresamos al lugar del siniestro, pasando sobre las mangueras, pisando el
agua y recibiendo una lluvia que caía por todas partes. Nos acercamos a los
escombros todavía humeantes. Allí un grupo de bomberos trataba de sacar
a los compañeros que aún quedaban abajo, en una especie de túnel
formado por el derrumbe y cubierto de maderas quemadas y de muebles;
pero para esa labor surgía un grave inconveniente. Casi sosteniendo los
escombros había una enorme viga de 12 por 12, moverla hubiera
producido la caída del hacinamiento de maderas, tierra, barro, etc., y quizá
si la muerte inminente de los que se encontraban abajo, que según unos
eran cuatro y según otros, tres y un muerto.
Los bomberos discurrían por todas las partes. Cambiaban ideas en el
justo y humanitario deseo de salvar a sus compañeros. Se decía que el
bombero de la Salvadora Lima, señor Pedro Torres Malarín, estaba
muerto. Otro que el muerto era el teniente de la Cosmopolita, señor
Eleazar Blanco. Que había un compañero con la pierna rota, el señor
Carlos Vidal, de la Cosmopolita. Los momentos fueron de verdadera
inquietud, ansiedad y pena.

CON EL COMANDANTE MONGRUT


En tanto se efectuaba la búsqueda de los bomberos sepultados y se
tomaban algunas disposiciones para procurar salvar la vida de los que se
hallaban sepultados, nos dirigimos a la Botica Venecia, situada, como se
sabe, en la plazuela de San Agustín.
Allí nos pusimos al habla con el comandante Mongrut, de la
Cosmopolita, a quien en esos momentos se le curaba, aplicándole
frotaciones en el cuerpo. El señor Mongrut, que demostraba una gran

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presencia de ánimo, tenía la cara y el busto completamente negro de tierra,
lodo y barro. Nos dijo brevemente que él entró con el capitán Lund a llamar
a sus “muchachos”, y que, después de ver pasar en brazos de su compañero
a un bombero que suponía que era el señor Ochoa, de la France, avanzó
junto con el capitán Lund, cuando de pronto se derrumbó el techo y los
sepultó, quedando él preso entre dos fuertes vigas de 12 por 12, lo mismo
que el capitán Lund, que estaba tras de él.

Felizmente -agrega- tanto mi linterna, como las voces del capitán


Lund, nos salvaron, porque nuestros compañeros atendían a nuestras
indicaciones, pues Lund y yo teníamos sobre las piernas una de las vigas.
Advierte el comandante Mongrut que él se privó a consecuencia del dolor
en el cerebro cuando lo extrajeron.
La versión del capitán Lund, que se presentó en el lugar del
siniestro, media hora después de curado en la asistencia pública, es en todo
igual a la del comandante Mongrut, agregando que él cree que había un
muerto entre los bomberos.

EN BUSCA DE LOS BOMBEROS MUERTOS


La noticia de la muerte de algunos bomberos, fue propagada en
todos los ámbitos de la ciudad. Esto llevó mayor número de gentes al lugar
donde se produjera el siniestro.
A las 11 y 30 de la noche, ya se hablaba, como decimos más arriba,
de un bombero muerto, el señor Pedro Torres Malarín, sargento de la
Compañía Salvadora Lima, joven de 25 años, que se hallaba, según sus
compañeros, en lo más profundo de los escombros.
Fue entonces, que el comandante general del cuerpo de bomberos,
señor Federico M. Schiaffino, pidió el auxilio de los zapadores para
desenterrar a los compañeros que habían sido sepultados.
Antes los bomberos, provistos de sus zapas y demás herramientas
usuales, removieron lentamente los escombros procurando salvar a los
que habían caído en cumplimiento de su noble y altruista labor.
Fue así que encontraron un cadáver.

EL CADÁVER DEL CAPITÁN JUAN ACEVEDO


Removidos los escombros hallaron el cadáver del capitán Juan
Acevedo de la Cosmopolita.

El capitán Acevedo fue de los primeros en ingresar al lugar del


siniestro, tanto para actuar en cumplimiento de su deber cuanto para dar
instrucciones a sus compañeros y subalternos. Parece que al desplomarse

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el primer techo, cayó de plano sobre el señor Acevedo a quien encontró
boca abajo con la nariz sobre el tubo de una cañería, un pesado ladrillo
encima del cráneo y la cara completamente enterrada entre los
escombros. Tenia el casco en la cabeza. Visto así, de frente, daba la
impresión de haber quedado sujeto por la nariz a la cañería, con el cuerpo
colgante y vacilante en el abismo de muerte que se formo debajo de el.
El capitán Acevedo debe haber recibido el desplome del tabique
mortal sobre toda su persona. El peso aquel lo doblegó, lo deshizo, lo
mató seguramente en forma instantánea.
Este esforzado bombero hacía tres o cuatro meses que perdió a su
padre, el señor Juan Acevedo, conocido librero de Lima que tenía varios
establecimientos en diversos sectores de la ciudad.
Sus compañeros de la Cosmopolita, cuando nos acercamos al
cadáver nos facilitaron la luz de sus hachones para verle de cerca, no
podían dejar de manifestar su honda impresión por la tragedia.

OTRO CADÁVER
A poco fue descubierto, a pocos metros del cuerpo del capitán
Acevedo, el cadáver del señor Pedro Torres Malarín, sargento de la
Salvadora Lima. La muerte de este esforzado bombero, debió haber sido
más brusca, rápida e instantánea que la del capitán Acevedo.
Sobre un charco de lodo, ceniza y fragmentos de madera, yacía este
cadáver, del que se veían, tan sólo, un brazo estirado y la cabeza,
sumergida en los escombros.
El señor Torres Malarín estaba sin casco. Sobre su cráneo una de las
vigas de 12 por 12 parecía haber caído pesada y bruscamente. Hacia la
derecha de la cara, enterrada en los escombros como decimos, se veían una
serie de astillas de madera ennegrecida por la acción del fuego.
Junto a este cadáver, dos de sus compañeros, provistos de hachones,
hacían guardia y ayudaban a la labor de los zapadores en la búsqueda del
único de los bomberos que quedaba con vida, el señor Carlos Vidal,
tratando a la vez de sacar los cadáveres de los señores Eleazar Blanco y
Julio Ochoa, teniente de la Cosmopolita y bombero de la France.

CON EL COMANDANTE GENERAL DEL CUERPO DE


BOMBEROS
A las 1 y 30 de la madrugada, hora en que nos pusimos nuevamente
al habla con el comandante general de cuerpo de bomberos, señor
Schiaffino, nos manifestó este caballero que hiciéramos público el
agradecimiento del cuerpo de bomberos a la ciudad de Lima por la forma
cómo había manifestado desde el primer instante su sentimiento por la

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tragedia que aflige a la corporación.
Agregó que la policía había cumplido ampliamente con su deber y
que apenas pidió la ayuda de los zapadores para extraer a sus compañeros
de los escombros, la había encontrado.
Nos dijo, asimismo, que posiblemente los cadáveres de los
bomberos serían velados en los locales de sus respectivas compañías, y
después trasladados al cuartel de la comandancia general, la Bomba Lima,
de donde saldría el cortejo mañana lunes en la mañana.
El comandante Schiaffino concluyó diciéndonos que los señores
Freire, dueños del establecimiento incendiado no habían sido
aprehendidos hasta el momento en que hablaba con nosotros.

EN LA ASISTENCIA PÚBLICA
Los señores Fernando Lund, capitán de la Bomba “France”, Jorge
Gallesio, sargento de la “Roma” y Luis Melena, bombero de la
“Cosmopolita”, en vista de que su estado requería inmediata atención
médica, sobre todo los dos últimos que habían perdido el conocimiento,
fueron conducidos al puesto central de la asistencia pública y atendidos
por el interno de guardia.
Los señores Gallesio y Melena, debido al recio golpe recibido,
tenían una fuerte conmoción cerebral y diversas erosiones en varias partes
del cuerpo.
Luis Melena reaccionó pronto, no así Jorge Gallesio a quien hubo
necesidad de aplicarle una inyección de aceite alcanforado y éter.
El señor Lund, que una vez más ha puesto en relieve sus altas
condiciones morales, de voluntad y espíritu de sacrificio, no obstante que
también pudo perder la vida como sus compañeros, supo alentar a los
accidentados abrazándolos cariñosamente a la vez que impartía órdenes a
los compañeros que atendían a los heridos, para que acudieran al lugar del
incendio para ayudar al salvamento de los que todavía quedaban
aprisionados entre los escombros. El señor Lund, que fue curado de varias
erosiones en la cabeza y en el codo derecho, se dirigió nuevamente al lugar
del incendio, continuando su labor.

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El Comercio, Lima 16 de Febrero de 1931

Profunda consternación produce en la ciudad


la tragedia de la calle de Plumereros
En la tarde de ayer falleció en el Hospital Dos de Mayo el bombero
de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal

Con esta, llegan a cinco las víctimas producidas por el incendio


del Sábado

El alcalde de Lima, suspende en señal de duelo, las fiestas


oficiales del Carnaval

Generosas y nobles actitudes del presidente de la Junta de


Gobierno, el Director de la Beneficencia y la Reina de la Ciudad

Los cadáveres son trasladados de los cuarteles de sus compañías al


de la Bomba Lima Nº 3

Gran cantidad de personas desfila por la capilla ardiente


demostrando su sentimiento

El sepelio de los cinco bomberos se efectuará en la tarde de hoy

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El Comercio, Lima 16 de Febrero de 1931

Profunda consternación produce en la ciudad


la tragedia de la calle de Plumereros
En la tarde de ayer falleció en el Hospital Dos de Mayo el bombero
de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal
Con esta, llegan a cinco las víctimas producidas por el incendio
del Sábado
El alcalde de Lima, suspende en señal de duelo, las fiestas
oficiales del Carnaval.
Generosas y nobles actitudes del presidente de la Junta de
Gobierno, el Director de la Beneficencia y la Reina de la Ciudad.
Los cadáveres son trasladados de los cuarteles de sus
compañías al de la Bomba Lima Nº 3
Gran cantidad de personas desfila por la capilla ardiente
demostrando su sentimiento.
El sepelio de los cinco bomberos se efectuará en la tarde de hoy

La lista trágica del incendio de Plumereros aumentó ayer con el


fallecimiento de Carlos Vidal, bombero de la Cosmopolita. Con su muerte
llegan a cinco las abnegados ciudadanos que han desaparecido victimas de
la fatalidad en cumplimiento de su humanitario deber.
Como era de esperar la triste noticia de la catástrofe de Plumereros ha
producido en Lima verdadera consternación: lamentándose, por todos, el
trágico fin de cinco buenos ciudadanos, cuya pérdida, por las
circunstancias en que se ha producido, es realmente dolorosa para el
vecindario.
Interpretado, el sentimiento del pesar de la ciudad de Lima, se
suspendieron por disposición de la alcaldía, las fiestas oficiales de
Carnaval que formaban parte del programa para el día de ayer. Hasta
después del sepelio de las víctimas que se realizará a las cuatro de la tarde
de hoy, no se reanudarán dichas fiestas de conformidad con el referido
programa. Además, como se verá para la publicación que hacemos en otro
lugar de este número, el alcalde de Lima exhorta al vecindario para que
contribuya con su óbolo, en una erogación popular, al
auxilio de las familias de las víctimas que por su modesta
condición económica sufren, doblemente con la cruel desgracia que las
aflige.
La catástrofe de Plumereros es única en las anales de los

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siniestros ocurridos en Lima. Por primera vez, en efecto, se produce un
número tan crecido de víctimas como consecuencia de un incendio. Estas
son generalmente, por fortuna, las desgracias personales en
caso de siniestro; y, por la misma sorprende, dolorosamente,
que en esta oportunidad se haya elevado a cinco el número de muertos,
como resultado de la fatalidad, porque ni las proporciones del incendio, ni
el hecho de hallarse ya dominado, cuando aconteció la tragedia, podían
hacer presumir que tuviera aquel siniestro tan lamentable epilogo.

EL BOMBERO CARLOS VIDAL ES SACADO


DE LOS ESCOMBROS
Continuando en la labor de salvamento, los bomberos y una
compañía del 7 de infantería, que hacía trabajos de zapadores, se dedicaron
a ver la mejor forma de extraer de los escombros al bombero de la
“Cosmopolita”, señor Carlos Vidal, que estaba vivo y preso entre el
hacinamiento de palos, tablones y vigas que se derrumbaran sobre los
bomberos.
Como es natural, esta labor había que efectuarla con sumo cuidado,
en procura de sacarle con vida. Las horas pasaban angustiosas. A ratos se
oía la voz del abnegado bombero que pedía agua, pero conforme pasaba el
tiempo, y la labor tenía que ser más cuidadosa, habían momentos en que el
señor Vidal preso entre los escombros se desesperaba y pedía que lo
mataran porque ya no podía sufrir más. Y el trabajo continuaba, bajo la
dirección del comandante de la bomba “Victoria”, señor Roberto
Wakeham. Los bomberos, parados sobre las maderas que formaban un
trágico castillo, no cesaban en su labor. Se daba a ratos agua al Señor Vidal.
También se le suministraba aire y a veces un poco de espasmódico. Las
horas pasaban lentamente, dentro de ese ambiente de tragedia, en el que se
escuchaba, tan sólo el ruido de las zapas que sacaban la tierra y procuraban
hacer una abertura en el túnel, donde se encontraba con vida el joven
bombero. Pasado las 3 de la madrugada, ya fue posible descubrirle una
pierna. Que surgía de entre los escombros, iluminada por la luz de los
hachones en un cuadro de dolor y muerte. Y así, poco a poco continuaba la
difícil labor.
A las tres y media de la madrugada, ya fue posible extraerle la otra
pierna, que estaba doblada sobre la cara de su compañero, el teniente
Blanco, fallecido hacía muchas horas. Y, al fin, cerca de las cuatro de la
madrugada, ya se le saco completamente. Con sumo cuidado se le trasladó
en una camilla al carro de la ambulancia. El señor Vidal tenía la cara llena
de barro. Le faltaba uno de los zapatos. La chaqueta roja, estaba negra de
humo, de hollín, de cenizas.

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EN EL HOSPITAL “DOS DE MAYO”
Velozmente, turbado el silencio de la ciudad que dormía, ignorantes
sus habitantes de la tragedia que tan profundamente consternara los
ánimos en la mañana de ayer, el carro de la ambulancia, con el sordo y triste
ruido de su característica sirena, se dirigió a toda velocidad hacia el
Hospital “Dos de Mayo”.
En los barrios del Chirimoyo y en la plaza del hospital habían
grupos de muchachos y hombres que celebraban la entrada de este
carnaval que ha sido trágico. Todos corrieron tras el carro, en cuyos
estribos iban unos bomberos y el doctor Herrera, médico de la bomba de
“Lima”, en el asiento contiguo al chofer. Junto al señor Vidal, dentro del
carro, viajaba el interno de guardia de la Asistencia Pública. Siguiendo el
carro, en una motocicleta, marchaba un bombero de la “Roma” y en un
automóvil, atrás varios bomberos de la “Cosmopolita”.
Con sumo cuidado, el señor Vidal fue desembarcado y llevado en la
camilla al tópico, donde se le colocó en una cama, iniciando los médicos el
examen de las piernas y comprobado que no tenía rotura de ninguna clase.
En la pierna derecha el abnegado bombero presentaba serias quemaduras y
una llaga en cada una de las rodillas. El herido pidió agua. Se le aplicaron
dos inyecciones. Sus compañeros, con todo cariño y solicitud, le decían,
haciéndole eco de la opinión de los médicos, que la cosa no era grave.

El señor Vidal tuvo un momento de dolor. Por su imaginación,


pasaron sin duda, los recuerdos de las horas pasadas allí, en los escombros,
sepultado vivo, y quizá sin esperanza de salvación para él. Unas lágrimas
asomaron a sus ojos. “¡El capitán, pobre capitán...!” “¡y el teniente, pobres
compañeros...!” Nuevas lágrimas aparecieron en sus ojos.

Era más de la madrugada. Los médicos dieron sus instrucciones y se


retiraron lo mismo que nosotros.

MUERTE DEL SR. VIDAL


Desde ese momento, el señor Vidal fue rodeado de toda clase de
cuidados y atenciones; pero parece que su estado era de suma gravedad y
que tenía algunas lesiones internas, pues a la 1 y 45 de la tarde, no obstante
la esmerada atención médica, fallecía, rodeado de los suyos y sus
compañeros y amigos, siendo trasladado su cadáver momentos después al
cuartel de su compañía, la “Cosmopolita”, donde junto con los del capitán
Acevedo y del Teniente Blanco, fue velado hasta las 7 de la noche, hora en
que se trasladó al cuartel de la bomba “Lima”, sito en la calle de los Pobres,
de donde saldrá en la tarde de hoy el fúnebre cortejo.

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El señor Carlos Vidal Berceod, tenía 22 años de edad.

EL CADÁVER DEL TENIENTE BLANCO


Cuando regresamos del Hospital “Dos de Mayo” a la calle
Plumereros, pasada las cuatro de la madrugada, se acababa de extraer del
túnel trágico formado por los escombros, el cadáver del teniente de la
“Cosmopolita”, señor Eleazar Blanco.

En una camilla, envuelta en un sudario blanco, fue colocado en una


de las autobombas y trasladado a su compañía. Parece que este abnegado
bombero murió a consecuencia de los golpes y de asfixia, pues presentaba
el rostro completamente amoratado y se veía uno de los ojos enormemente
hinchado.
El autobomba partió en medio de la consternación general de los
bomberos y de la gente que durante toda la noche ocupaban las esquinas de
la calle Plumereros, donde se desarrolló el trágico incendio. Y la labor de
extraer a los demás cadáveres continuó incesante; pero con sumo cuidado,
pues había el peligro que con el trabajo se moviera o cediera una de las
vigas o de los fuertes palos y un nuevo derrumbe, hiciera más víctimas.

SE EXTRAE LOS DEMÁS CADÁVERES


La tarea de la extracción de los cadáveres fue prolongada y ardua.
Una vez extraído el cuerpo del bombero Blanco se consiguió sacar, poco
después, con intervalo de tiempo prolongados, el de Torres Malarín,
Ochoa y, por último, el del capitán Acevedo.
A juzgar por la forma en que se encontraban los cadáveres, Torres
Malarín y Ochoa fueron sorprendidos por un fuerte derrumbe de tierras y
vigas, todo lo cual les presionó de tal forma que les ocasionó una muerte
casi inmediata. Según se nos refiere, Torres Malarín sacaba en hombros al
bomberos Ochoa, quien estaba herido, siendo ambos sorprendidos en este
momento por el derrumbe fatal.
Poco antes de las nueve de la mañana se extrajo el cuerpo del capitán
Acevedo, habiéndose requerido para esto una sostenida y pesada labor, en
la cual participaron muchos bomberos con sus herramientas y miembros
del cuerpo de zapadores del ejército, al mando del capitán Luque.

ALGUNOS DATOS SOBRE LAS VICTIMAS


El capitán Acevedo era casado y se domiciliaba en la calle Puno, en
compañía de algunos familiares más. Anteanoche, al iniciarse el siniestro,
se encontraba en su casa acompañado de su esposa, saliendo
precipitadamente bajo el ofrecimiento de volver muy pronto. Producida la

27
desgracia y conocida por la esposa de este correcto bombero, la señora
sufrió una grave impresión y, como su estado era interesante, dio a luz en
forma inesperada, muriendo la criatura.
Pedro Torres Malarín ingresó a la Salvadora “Lima” en el año 1922,
y desde entonces tuvo estricto cumplimiento en los actos del deber,
mereciendo el aprecio unánime de sus amigos y superiores. Lo sorprende
la muerte cuando solo tenía 28 años de edad y era único sostén en su casa
materna.
El bombero Vidal tenía 22 años de edad y había conseguido hacerse
acreedor al rango de subteniente en la “Cosmopolita”. Era muy cumplido
con el deber y muy trabajador. Fue hermano del teniente del Luis Vidal,
también bombero de la “Cosmopolita”. El fallecido era muy aficionado a
los deportes.

LOS CADÁVERES SON VELADOS EN SUS


RESPECTIVOS CUARTELES
Conforme los cuerpos eran sacados de los escombros, iban siendo
trasladados a sus respectivos cuarteles, donde se improvisó capilla
ardiente para todos ellos.
Los cuarteles de la “Cosmopolita”, “Salvadora Lima” y “France” se
vieron, durante el día y la tarde de ayer, muy concurridos por personas de
todas clases sociales que llegaban con el objeto de dar el pésame y ver los
cadáveres. Una severa guardia montaba cada una de las capillas ardientes,
estando los locales totalmente enlutados y todos los bomberos con insignia
de duelo.

LA POLICÍA EN ACCIÓN
Desde los primeros momentos, los propietarios del establecimiento
incendiados fueron citados a la primera comisaría, con el objeto de
practicar las investigaciones del caso. Según se nos comunicó ayer, los
señores Freire prestaron su correspondiente declaración, quedando
después en libertad.
De las investigaciones practicadas se sabe que establecimiento
estaba asegurado en la suma de 40.000 soles oro.

HACIA LA BOMBA LIMA


Los cadáveres fueron llevados de sus respectivos cuarteles al de la
Bomba Lima, donde actualmente funciona la comandancia general del
cuerpo de bomberos, por el hecho de que el comandante general, señor
Federico Schiaffino, lo es también de la bomba Lima Nº 3.
Primero se sacaron del local de la Cosmopolita, encerrados en

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sencillos ataúdes, los cuerpos del capitán Acevedo, del Teniente Blanco y
del seccionario Vidal, en hombros de sus compañeros. En la Plaza de la
Inquisición se había reunido una numerosa muchedumbre, que
demostraba su consternación por la tragedia ocurrida en el cuerpo de
bomberos de Lima. El fúnebre cortejo llegó hasta las calles centrales, con
la nota emotiva y simpática de que el pueblo, asociándose al dolor de los
bomberos y al duelo de la ciudad, se disputaba cargar los ataúdes, a tal
punto que fue imposible, que los compañeros de los fallecidos cumplieran
los turnos establecidos por la superioridad.
Al pasar el fúnebre cortejo por el Palais Concert, donde en esos
momentos se bailaba, se suspendió de hecho toda manifestación de
alegría. El trafico se detenía. La natural algazara de las gentes en estos días
de esparcimiento concluyó, porque aquel desfile de los tres ataúdes, los
hachones, los estandartes enlutados y los acompañantes adoloridos,
poniendo una nota de tristeza en el ambiente de la ciudad ahondaban más la
impresión que se expandió en Lima desde que se ocurrió la tragedia. Una
vez en la capilla ardiente los tres ataúdes de los bomberos de la
Cosmopolita, se procedió a trasladar el del seccionario de la France, señor
Ochoa, refiriéndose las impresionantes escenas a las que nos hemos
referido, sucediendo lo mismo cuando se saco el del bombero Torres
Malarín, para trasladarlo del cuartel de la Salvadora Lima, cito en la calle
Belén, a la de los Pobres, donde funciona la Lima N°3.

LA CAPILLA ARDIENTE
Antes de las ocho de la noche ya se encontraban, los cinco ataúdes
en el local de la Bomba Lima, donde, como decimos, fue arreglada la
capilla ardiente.
Entrando hacia el fondo destacaban los cinco féretros rodeados de
toda clase de aparatos florales: grandes flores, con sendas tarjetas
enlutadas; otras con cintas de diversas nacionalidades y demás.
El ataúd que encierra los restos del capitán Acevedo está al centro.
No ha sido todavía cerrado definitivamente, y a través de la luna se ve el
rostro completamente desfigurado, envuelto en una serie de vendas, y el
cuerpo cubierto con una bandera peruana. A la derecha está el ataúd donde
duerme el sueño eterno el teniente Blanco, la cara del teniente Blanco
enormemente hinchada, esta morada, lo que demuestra que murió por
asfixia. Le sigue la caja mortuoria donde reposa el seccionario de la
Salvadora Lima, señor Torres Malarín, cuyas condiciones eran iguales a
las del teniente Blanco.

A la izquierda, completamente cerrado está el ataúd donde reposa el

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señor Seccionario Carlos Vidal. Lo rodean varios amigos, sus hermanos, y
al lado de este cadáver, como a lado de todos, las escenas que a cada
instante se presentan, son verdaderamente emocionantes, mayormente
cuando llega un miembro de la familia o un amigo íntimo de los caídos.
Finalmente está el ataúd del bombero Ochoa, de la France. Descubierto
todavía, se ve que parte de las ventanas de la nariz sale un hilo de sangre
que se desliza por la boca. Tras de cada ataúd hay un estandarte y, al centro,
delante de cada ataúd, el de la comandancia general del cuerpo general de
bomberos, completamente enlutado.

EL PUBLICO
Desde que los cadáveres fueron llegando al cuartel de la Bomba
Lima y depositados en la capilla ardiente, las gentes no han dejado de
desfilar ni un solo instante.
Al principio la aglomeración de público en la calle de Pobres y
dentro del cuartel era enorme; todos querían acercarse a ver los cadáveres
y a demostrar en esta forma su sentimiento por la magnitud de la tragedia.
Después ya los miembros de las compañías de bomberos
de Lima, Callao y balnearios pudieron, no sin gran trabajo, organizar las
cosas, permitiéndole la entrada. Las personas de ambos sexos, de toda
condición social y edad ingresaban por la puerta principal. Y entrando por
la izquierda daban la vuelta a los cadáveres para salir por la izquierda, todo
en medio del mayor orden y compostura.

El público no ha cesado de visitar la capilla ardiente. Es la primera


vez que en Lima un incendio termina en forma tan dolorosa y trágica, de
allí la honda impresión que el doloroso suceso ha causado en la ciudad y
sus alrededores.

El alcalde de Lima, Dr. Luis A. Eguiguren, estuvo primero, en los


cuarteles de los bomberos donde se velan los cadáveres y en la noche,
acompañado de un grupo de concejales visito la capilla ardiente,
reiterando en su nombre y en el de la ciudad un sentimiento por la
desgracia que tan justamente aflige al cuerpo de bomberos. También un
edecán del presidente de la Junta de Gobierno, que antes había visitado a
nombre del comandante Sánchez Cerro a las familias de los caídos, estuvo
en el cuartel de la Lima, expresando al comandante general de bomberos y
a los comandantes de las compañías, el sentimiento que en el jefe de la
nación había producido la desgracia. Iguales visitas y de demostraciones
de pesar han recibido los bomberos, miembros del cuerpo diplomático,
ejercito y marina, instituciones, miembros del alto comercio y la banca,

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sociedades obreras y deportivas; y toda la ciudad en general.

LA BENEFICENCIA Y LA TRAGEDIA DÍA DEL SÁBADO


El Señor Schiaffino, comandante general del cuerpo de bomberos,
nos manifestó anoche que hiciéramos publico el agradecimiento de la
institución a la generosa y noble actitud del director de la Beneficencia,
ingeniero Gerardo Klinge, quien en la mañana de ayer le solicitó
telefónicamente una entrevista y en ella le hizo presente que el directorio
de la Beneficencia Pública de Lima había acordado, con cargo de dar
cuenta a la corporación, ceder gratis y a perpetuidad cinco nichos de
mármol para que ellos sean sepultados los cadáveres del capitán Acevedo,
teniente Blanco y bomberos Torres Malarín, Vidal y Ochoa; agregando
que el cuerpo de bomberos tenía todas las facilidades del caso para dar
honrosa sepultura a los cinco hombres caídos en el cumplimiento de su
abnegada y altruista misión.

El COMANDANTE SCHIAFFINO CONFERENCIA


CON EL JEFE DE LA JUNTA DE GOBIERNO
En la mañana de ayer el comandante general del cuerpo de
bomberos se entrevistó con el presidente de la Junta de Gobierno, teniente
coronel Luis M. Sánchez Cerro, quien le manifestó su condolencia por lo
ocurrido y le dio toda clase de facilidades para el sepelio de las víctimas,
autorizando un gasto extraordinario para los efectos del sepelio.
Concluida esta conferencia y una vez que el jefe de los bomberos
manifestó su gratitud y la de sus compañeros al comandante Sánchez
Cerro, comunicó el noble gesto del jefe del gobierno al directorio de
comandantes, efectuado a las 12 del día de ayer en el local de la Lima. Los
comandantes de bomba encargaron al comandante general que expresara
su agradecimiento al jefe del gobierno.

LA REINA DE LIMA NO ASISTE A NINGUNA FIESTA


Como la ciudad, como el municipio y como todo el vecindario, la
reina de Lima, señorita Soledad Giribaldi, S.M. Soledad I, una vez
enterada de la honda tragedia, suspendió ayer y ha suspendido por hoy,
hasta después del sepelio, todos los compromisos y atenciones sociales
que tenía en estos dos días de carnaval, haciendo lo mismo las damas de su
corte de honor.
Este gesto de la señorita Giribaldi, que dice muy alto de los nobles
sentimientos de la mujer limeña, ha sido favorablemente comentado,
habiendo aumentado el caudal de simpatía que la gentil soberana ha
inspirado desde el primer momento. Se nos informa que el comandante

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general del cuerpo de bomberos ha agradecido a la señorita Giribaldi su
nobilísimo gesto.

También es ya del dominio público que desde la mañana de ayer, el


alcalde de la ciudad, doctor Luis Antonio Eguiguren, ordenó la suspensión
de los números del programa municipal del carnaval, hasta las cinco de la
tarde de hoy, como se verá por el aviso que se publica en la sección
respectiva de este diario.

EL SEPELIO DE LAS VICTIMAS


Esta tarde, a las cuatro, se realizará el sepelio de las víctimas,
partiendo el cortejo fúnebre del local de la comandancia general de
bomberos, situado como ya hemos dicho, en la calle Pobres. Durante toda
la noche de ayer, muchas fueron las personas de todas las clases sociales
que se acercaron a la comandancia para expresar su manifestación de
pésame al cuerpo de bomberos, con motivo de la desgracia ocurrida a
cinco humanitarios y abnegados miembros.

PARTE OFICIAL DE LA COMANDANCIA GENERAL


DEL CUERPO DE BOMBEROS.
Lima, 15 de febrero de 1931.
Señor Prefecto del Departamento.
Ciudad
S.P.
A horas 10 y 15 de la noche de ayer, fueron solicitados los servicios
del Cuerpo de Bomberos de mi mando, para sofocar un incendio que con
caracteres amenazadores se había presentado en la casa de muebles de la
Testamentaria Freire, signada con los números 345 y 347 de la calle
Plumereros, jurisdicción del cuartel primero de esta capital.
Constituidas las diversas compañías, procedieron a la labor de
extinción con la celeridad que requiere estos casos, dominándose el fuego
después de 25 minutos de arduo trabajo.
Me es sensible comunicar a usted que cuando los miembros de las
diferentes compañías se encontraban en plena labor, un derrumbe
imprevisto del edificio, sepultó a un grupo de éstos. Con este caso las
actividades fueron desplegadas en la labor de salvamento de las víctimas.
El teniente de la Cosmopolita, Sr. Luis Vidal y el bombero de la Victoria
número 4, señor Hernán Paúl, con verdaderos esfuerzos lograron extraer
de entre los pesados escombros al comandante de la Cosmopolita Número
6, señor Gustavo Mongrut, que presentaba fuertes golpes en el cuerpo, y al
capitán de la France número 2, señor Fernando Lund, con una herida en la

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cabeza y golpes también en diferentes parte del cuerpo. Igualmente fueron
extraídos con diversas contusiones y heridas los siguientes bomberos:
sargento Jorge Calessio, Joaquín Ferreyra, Rafael Calessio, y Alberto
Rivaola de la Roma Nº 1, los que fueron salvados por los miembros de la
compañía Lima Nº 3 y Roma Nº 1.
Producido un segundo derrumbe y en mayor proporción que el
anterior, pudiendo ser salvados por sus compañeros, los bomberos:
sargentos Alberto Valentino y Armando Blackadder y seccionario Felipe
Valentino de la Lima Nº 3; Manuel Reátegui, de la France Nº 2 y Luis J.
Melena de la Cosmopolita Nº 6, los que fueron atendidos de primera
intención por el teniente médico de la bomba Lima, doctor J. Herrera O., el
Dr. Marino Canella, de la Farmacia Venecia y por la familia Escribens,
domiciliado en la calle Mantas.
Continuando la remoción de escombros, bajo la dirección del
comandante de la Victoria Nº 4, señor J. Roberto Wakeham, para seguir en
la labor de salvamento de los bomberos que habían desaparecido, labor
ésta que demoró cerca de tres horas consecutivas, se pudo localizar al
subteniente de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal, quien se hallaba
aprisionado de las piernas. Después de ruda tarea se logro extraerlo y
conducirlo de primera intención a la asistencia pública y luego al Hospital
Dos de Mayo, por requerirlo así su delicado estado, pues presentaba
quemaduras en los muslos y piernas, además de recios golpes en distintas
partes del cuerpo. Enseguida (4 de la madrugada), fueron hallados sin
vida, el capitán de la Cosmopolita, señor Juan Roberto Acevedo, el
teniente de la misma compañía señor Eleazar Blanco A., el seccionario
Julio Ochoa, de la France Nº 2 y Pedro Torres Malarín de la Salvadora
Lima Nº 5. Los cadáveres de estos abnegados servidores, conforme iban
siendo extraídos eran conducidos por sus compañeros a sus respectivos
cuarteles.

Debo hacer presente que dada la imposibilidad de poder extraer de


los escombros a los bomberos aprisionados y de no contar con material
adecuado para el recojo del maderamen que los cubría, solicité de la
Comandancia de Armas su auxilio para la búsqueda y extracción de los
cuerpos de las víctimas, la misma que destacó inmediatamente una sección
del Regimiento de Infantería número 7, a cargo del subteniente señor
Humberto Tineo, retirándose a las 5 de la madrugada. Pero como la labor
presentaba cada vez más difícil, dada la cantidad de escombros que pesaba
sobre los cuerpos de los infortunados bomberos, se solicitó nuevamente a
las 7 de la mañana, la cooperación de una sección de zapadores, llegando
momentos después ésta, a cargo del capitán señor Lizardo A. Luque, para

33
proseguir en la penosa tarea de salvamento, que duró hasta las 8 y 30 de la
mañana.
En esta aflictiva situación, nos acompañó desde el primer momento
en la abnegada y fatigosa labor de rescatar las víctimas, el soldado José
Vigíl Solís del regimiento de Infantería número 7.
Al terminar esta parte (hora 1 y 15 de la tarde), se me informa que el
subteniente de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal, ha fallecido en el
Hospital Dos de Mayo, a consecuencia de contusiones y quemaduras
extensas de 2º y tercer grado, en ambas piernas, en el abdomen y tórax, por
haber permanecido cinco horas aprisionado por los escombros.
Trágico fin a tenido el incendio producido ayer. El cuerpo de
Bomberos de Lima pierde cinco de sus miembros activos cuando,
abnegados y voluntarios como siempre, se presentaban a cumplir su
humanitaria misión; pero a pesar de tan sentida pérdida, tenga usted señor
prefecto, la seguridad de que el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de esta
provincia, velando por el bien y seguridad de los habitantes de Lima, se
esforzará en cumplir la noble misión que se ha impuesto.
Como en anteriores oportunidades, lamento que la señal de alarma
no haya sido dada por la policía, motivo por el que reitero mi pedido a fin
de que esta orden sea repuesta.
Las compañías de bomberos, en medio del dolor que les aflige, se
retiraron del lugar del suceso, después de las 9 de la mañana.
Dios guarde a usted. S.P.
Federico Schiaffino, comandante general.
Néstor A. Díaz, secretario general.

CEREMONIAL
Acordado por el directorio general del Cuerpo de Bomberos de
Lima, en su reunión extraordinaria efectuada a las 12 del día de hoy, para
los honores que de comandante general se atribuirán a los restos de los
bomberos trágicamente muertos en el incendio ocurrido en la noche de
ayer, en la calle de Plumereros.

Domingo 15
A las 6 y 30 de la tarde -Traslación de los cadáveres de los cuarteles de la
Cosmopolita N° 6, France N° 2 y Salvadora Lima N° 5, al Cuartel de la
Comandancia general, sito en la calle Pobres.

Concurrirán a este acto los miembros de los cuerpos de bomberos de Lima


y Callao. Durante la noche, comisiones de las diferentes compañías de
bomberos efectuarán la guardia de honor.

34
Lunes 16
A las 3 y 30 de la tarde -Las compañías que forman los cuerpos de
bomberos de Lima y Callao, se reunirán en el local de la Comandancia
General (calle pobres), con sus respectivos materiales y estandartes
enlutados. A las 4 de la tarde -Partirá el cortejo, observándose el siguiente
orden: Batidores (un miembro de cada compañía).
Féretros:
1° - Capitán de la Cosmopolita, señor Juan Roberto Acevedo T.
2° - Teniente de la Cosmopolita, señor Eleazar Blanco A.
3° - Subteniente de la Cosmopolita, señor Carlos Vidal B.
4° - Seccionario de la France N° 2, señor Julio Ochoa; y
5° - Seccionario de la Salvadora Lima N° 5, señor Pedro Torres Malarín.
Banda de Música:
Ejército.
Comandantes generales de los cuerpos de bomberos de Lima y Callao.
Secretarios generales de los mismos cuerpos.
Estandarte del Cuerpo de Bomberos de Lima.
Compañías:
Cosmopolita N° 6.
France N° 2.
Salvadora Lima N° 5.
Roma N° 1.
Lima N° 3.
Victoria N° 4.
Internacional N° 7.
Rimac N° 8.
Garibaldi N° 1 (Chorrillos).
Olaya N° 2.
Grau N° 1 (Barranco).
Estandarte y Cuerpo de Bomberos del Callao.
Carruajes: señor presidente de la Junta de Gobierno.
Alcalde de Lima.
Señor ministro de gobierno.
Señor director de Beneficencia.
Deudos:
Comandancia general del cuerpo de Bomberos de Lima.
Comandancia general del Cuerpo de Bomberos del Callao.
Carros oficiales.
Instituciones.
Carros particulares.
En el cementerio:

35
Harán uso de la palabra, el comandante general del Cuerpo de Bomberos
de Lima, comandante general del Cuerpo de Bomberos del Callao,
comandante de la compañía Cosmopolita N° 6, comandante de la
compañía France N°2 y comandante de la compañía Salvadora Lima N° 5.
El cortejo seguirá el siguiente recorrido: Partiendo de la calle Pobres,
tomará la Avenida Colmena, plaza San Martín, jirón de la Unión, plaza de
Armas, jirón Junín hasta la plaza de la Inquisición, doblando por la calle
Universitaria y tomando el Colegio Real, Santa Clara, Mercedarias y
Maravillas.
Actuarán de maestros de ceremonia los tenientes señores Vicente
Pace, Félix Enrique Bravo, Leonardo Oberti y Nicanor E. Masaveau.
El Directorio General acordó, asimismo, en homenaje a los bomberos
fallecidos, permanecer de duelo durante 8 días.
Lima, 15 de febrero de 1931.

EL ALCALDE DE LIMA HACE UN LLAMAMIENTO A LOS


SENTIMIENTOS HUMANITARIOS DEL VECINDARIO
Nombra una comisión encargada de recibir erogaciones para ayudar
a la aflictiva situación de las familias de los bomberos que quedan casi
en la miseria.
A las 9 de la noche de ayer, el alcalde de Lima, doctor Luis Antonio
Eguiguren, celebró una conferencia con el comandante general del cuerpo
de bomberos de Lima, señor Federico M. Schiaffino, el concejal, señor
Aguayo y un miembro de la prensa local, exponiéndoles el proyecto que
tenía de hacer un llamamiento del vecindario para atender a las familias
que quedan en la miseria por la trágica muerte de los bomberos que eran el
sostén de los suyos. Después de un cambio de ideas, el alcalde designó una
comisión compuesta por el síndico de rentas del consejo, señor Pedro
García Yrigoyen; el comandante general del cuerpo de bomberos, señor
Federico M. Schiaffino y los comandantes de las bombas Cosmopolita,
France y Salvadora Lima, a cuyo personal pertenecían los bomberos
caídos, comisión que se encargará de recoger los óbolos y distribuirlos
equitativamente. Al efecto nos entregó, luego, el siguiente llamamiento:
AL VECINDARIO
La desgraciada muerte de cinco abnegados y voluntarios bomberos que
día a día ofrecen en la capital desinteresadamente lecciones de abnegación
y filantropía, ha conmovido hondamente los más delicados sentimientos.
Desde el momento en que el municipio tomó noticia de tan doloroso
suceso, se decretó en forma severa, la supresión de todas las fiestas y
compromisos oficiales hasta el día del sepelio; pero, esto no basta, y es
preciso mostrar todo nuestro aprecio y agradecimiento a esos valientes

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defensores de la ciudad, que sin más aliciente que su sentir desinteresado
por ella y por la humanidad llegan hasta el sacrificio.
Sabemos, que quedan en la miseria algunas familias de estos
mártires del deber y se hace preciso una erogación pública, que abrimos
para socorrer en justa proporción a los deudos de las expresadas víctimas
que estén en el caso de necesitar el auxilio público.
Con este fin, la alcaldía ha nombrado una comisión, presidida por el
señor síndico de rentas del consejo provincial, señor don Pedro García
Yrigoyen, y completada por el comandante general de las compañías de
bomberos, señor don Federico Schiafino, y por los comandantes de las
bombas Salvadora, France y Cosmopolita, para que reciba las erogaciones
y proceda en su oportunidad a la distribución.
A las Instituciones propietarias de flores, a los bancos, a los
capitalistas, compañías de seguros y a las personas de bien, les hago este
llamamiento, para que remitan su óbolo generoso, en esta erogación que el
alcalde, personalmente, cumple con su deber y con sus sentimientos al
iniciar.
L. A. Eguiguren, Alcalde de Lima

LA TRAGEDIA DE LOS BOMBEROS


MODESTOS GRANDES HÉROES
En espera de las fiestas, máxima del año cuando la ciudad se
inquietaba ya con la vocinglería de las mascaras y con las alegrías del
juego, una tragedia súbita ha puesto una nota de dolor y de pesar.
Los silbatos anunciaron el fuego y las bombas, presurosas, acudieron a
combatirlo. Los bomberos que, como los que no lo son, se preparaban para
iniciar los festejos, abandonaron sus hogares y frustraron sus programas.
Y apartados de la alegría, lejos del bullicio de las fiestas, en forma
abnegada y valerosa, rindieron sus esfuerzos para detener las fuerzas de
destrucción y para evitar mayores y más graves consecuencias en el mal
iniciado.
Horas de paciente batallar, esfuerzos múltiples, labor intensa y
pesada; pero al fin el fuego cedió y mayores perjuicios materiales
quedaron evitados.
Obra cumplida, meritoria y abnegadamente. Ya dominado el fuego
y desaparecido casi el peligro, los esforzados y modestos héroes se
aprestaban al retiro. La orden superior había sido impartida y ya se
disponían a abandonar el lugar del siniestro.
Una vez más la acción noble, abnegada, heroica, impagada e
impagable, dejaba trazado un ejemplo de desinterés y de altruismo. Y a
pocos minutos ya para iniciar el retiro, de cesar en la fatigosa labor, y,

37
seguramente, con el justo deseo de retornar a los hogares y de iniciar los
programas de fiestas, vino la tragedia.
Esta vez no hubo la recompensa de ver el fuego extinguido y de
retornar al lugar con la fatiga del esfuerzo, pero con la tranquilidad del
generoso deber cumplido. El destino se mostró cruel y quiso poner una
nota de dolor en el campo mismo de la acción. Y en los instantes mismos en
que todos se aprestaban, concluida la obra, a abandonar el lugar del
siniestro, un hecho inesperado, pero siempre de posible realización en
estos casos, arrancó impiadosamente de la vida a cinco de esos modestos
grandes héroes.
Y entre los escombros, en medio de los restos humeantes y en
ambiente que debió provocar angustiosa agonía, los cuerpos prisioneros
quedaron. Los compañeros, los camaradas, los hermanos de esta misión
generosa iniciaron la búsqueda angustiosa y el rescate de los muertos
queridos.
Y mientras la ciudad -piadosamente ajena a esta tragedia- festejaban
bulliciosamente la iniciación del Carnaval -del Carnaval que tiene una
visión de fantasía, pero un gran fondo de verdad- los hombres que en
provecho de los demás, en provecho de todos rinden, todos sus
entusiasmos y todos sus esfuerzos, iniciaron y se encuentran en situación
de dolor y de amargura. Para ellos no hay en este año, no puede haber la
alegría de los otros.
Cinco camaradas, cinco compañeros, cinco hermanos de la noble
misión han caído en la brega. El destino les ha castigado impiadosa y
terriblemente.
Cinco modestos grandes héroes; cinco hombres que eran símbolo
de abnegación, de esfuerzo noble, de acción eficaz y generosa. Cinco que
son parte de la gran hermandad del sacrificio y del altruismo. Cinco
víctimas de un humano deber que ellos mismos se impusieron.
No es misión de estas breves expresiones relievar y enaltecer a estos
muertos. Ellos son sólo el motivo para expresar el sentimiento de
abnegación, de sacrifico, de heroísmo de cuantos se alistan en las filas a
cumplir tan elevado deber. Para los que se fueron en la tragedia terrible y
para los que quedan dispuestos a continuar en la brega, llena de sinsabores
y plena de sacrificios, para unos y para los otros, una expresión de
simpatía, de admiración y de fervoroso respeto.
Estas sus horas de luto y ese su justo pesar, son horas de luto y pesar
intenso y bien sentido para todos.
Y si la tragedia irreparable ya, emociona y conmueve, el ejemplo
trazado debe servir para considerar y enaltecer, como se merecen, a los
hombres que tan esforzada y desinteresadamente rinden su acción.

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Acción impagada o impagable, ella dignifica a quienes la cumplen.
Y si en el recogimiento de los hogares, mordidos terriblemente por
el dolor, queda un vacío irreparable; y si en las filas de la gran hermandad
de la abnegación y del sacrificio, queda un inmenso pesar, queda para
consuelo de todos y en todos los hogares y en todos los corazones un
sentimiento o de respeto, de reconocimiento y de admiración.
Acción impagada e impagable la de estos modestos grandes héroes,
es ella para todos, una lección y una enseñanza de generosidad, de
desinterés y de verdadero heroísmo.

Un aspecto de los altillos derrumbados, bajo cuyos


escombros se hallaban los cadáveres de los bomberos.

39
El publico frente a la casa incendiada comentando
en las primeras horas de ayer la tragedia.

Forma en que fueron encontrados los cadáveres del Capitán


Acevedo de la “Cosmopolita” (con casco) y del bombero
Torres Malarín, de la Salvadora Lima.

40
A las puertas de la bomba “Lima”, parte del numeroso publico que
acompaño la traslación de los cadáveres en la tarde de ayer.

El comandante general y comandantes de compañías en el local


de la bomba “Lima”, una vez que los ataúdes fueron colocados en
la capilla ardiente. Con una venda en la cabeza, el señor Fernando
Lund, capitán de la “France”, que salvo de Perecer, también.

41
La imponente capilla ardiente en el local de la bomba “Lima”.

42
El Comercio, Lima 17 de Febrero de 1931

A una imponente y sentida


manifestación de duelo dio lugar ayer
el sepelio de los cinco bomberos
trágicamente fallecidos
Miles de personas acompañaron al fúnebre cortejo
durante su extendido recorrido

El pueblo impide que los ataúdes sean colocados en las carrozas


y los lleva en hombros hasta el Cementerio

LIMA ENTERA SE ASOCIO


AL JUSTO DUELO DE LOS BOMBEROS

43
El Comercio, Lima 17 de Febrero de 1931

A una imponente y sentida


manifestación de duelo dio lugar ayer
el sepelio de los cinco bomberos
trágicamente fallecidos
Miles de personas acompañaron al fúnebre cortejo
durante su extendido recorrido
El pueblo impide que los ataúdes sean colocados en las carrozas
y los lleva en hombros hasta el Cementerio
LIMA ENTERO SE ASOCIO
AL JUSTO DUELO DE LOS BOMBEROS

Los discursos pronunciados


La ciudad de Lima, representada en todas sus clases sociales, ha
rendido ayer un póstumo y sentido homenaje de admiración y de hondo
sentimiento a los cinco bomberos fallecidos a consecuencia del trágico
incendio de la noche del sábado en la calle Plumeros, de cuyo proceso y
fatales consecuencia informáramos ya ampliamente a nuestros lectores.
El carnaval de 1931, que se inicio en esta nota de dolor, ha pasado
hasta las 6 de la tarde de ayer, casi inadvertido, pues la gente desde el
primer momento, en la mañana del domingo, se echaron a comentar el
triste suceso y el municipio tomó el acertado acuerdo de suspender hasta la
tarde de ayer, es decir después del sepelio de los abnegados bomberos
caídos en el cumplimiento de su deber, todas las fiestas carnavalescas del
programa municipal.
En la ciudad se notaba ayer un estado de tristeza. Apenas si
discurrían uno que otro automóvil, llevando gente alegre, en su mayoría
chiquillos y menores de edad. Pero la gente en general no deseaba otra cosa
que acompañar hasta su última morada a los fallecidos en forma tan
trágica. El ambiente de la ciudad estaba gris y casi sombrío.
Las gentes de toda condición social preguntaban por el paso del
fúnebre cortejo, la hora en que este se realizaría, el recorrido que haría, y,
en fin, querían conocer toda clase de detalles, para acompañar el paso de la
triste procesión, otros para sumarse al cortejo y acompañar los cadáveres
hasta el cementerio.
El cuerpo de bomberos voluntarios de Lima, alrededores y Callao,
en medio del justo dolor que le embargaba por la pérdida de cinco vidas
jóvenes, de cinco abnegados y valientes compañeros que cayeron en el

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cumplimiento de su deber, tendrán, no cabe duda el consuelo y el lenitivo
del homenaje rendido ayer a Acevedo, Blanco, Vidal, Ochoa y Torres
Malarín, por todas las clases sociales de la ciudad. Especialmente por el
pueblo, que como un pueblo sano y noble, que conoce la verdad del
espíritu de sacrificio, se une inmediatamente al dolor que suele producirse
cuando en el cumplimiento del deber ocurre un drama como el del Sábado.
El homenaje que ha sido hasta ahora único en Lima, no tiene
precedentes, tanto mas si se toma en cuenta que se ha realizado en los días
propicios para la alegría y el divertimiento, que pone un paréntesis en la
vida cotidiana.

EN LOS ALREDEDORES DE LA BOMBA LIMA


Desde las tres de la tarde una hora fijada en el ceremonial para la
salida del cortejo, gran cantidad de público se hallaba ya estacionado
frente al local de la Bomba Lima No. 3, donde como se sabe, desde la tarde
del lunes eran velados los cadáveres en una sencilla e imponente capilla
ardiente, adonde habían sido enviados muchísimos aparatos florales. Las
personas que llegaban procuraron instalarse en los mejores sitios. Así
ocupaban gran parte de la Av. Nicolás de Piérola a la izquierda de la calle
Pobres, unos, y al lado derecho de la misma calle, otros.
Los tranvías que por allí circulaban tenían que hacerlo con mucho
cuidado, para evitar sus motoristas accidentes desgraciados, dada la
aglomeración del público. Los policías de tráfico, al toque de sus pitos
indicaban a los pilotos de los autos la necesidad de pasar despacio. De los
tranvías de Chorrillos y la Magdalena descendían personas de ambos
sexos, lo mismo que de los urbanos de las líneas Nros. 1, 2, 3, y 4.
Las bombas automóviles, que llegaron sucesivamente para tomar
sus debidos emplazamientos, al lado derecho de la calle Pobres, en una de
las secciones de la Av. Nicolás de Piérola, pasaban con toda lentitud dando
aviso los pilotos con un suave ruido de sus sirenas.
A las 3 y 45 ya el gentío era incalculable, haciéndose entonces
imposible el tráfico en aquel sector. Las gentes esperaban ansiosamente
que los ataúdes fueran sacados del local de la Lima, mientras no cesaban de
comentar muy dolorosamente la tragedia que tan hondamente ha
conmovido a la ciudad. En la sección de la Colmena, comprendida entre la
calle Pobres y la del Pacae, en una extensión de dos cuadras, se veía una
masa humana, que se perdía hasta la estatua de San Martín.

EN LA CAPILLA ARDIENTE
A las puertas del local de la Bomba Lima, montaba la guardia y
abrían calle hasta cada uno de la ataúdes, bomberos de todas las compañías

45
de Lima, Callao y Balnearios. Dentro había una gran cantidad de personas,
entre ellas el edecán del presidente de la Junta de Gobierno, el nuncio,
apostólico, el ministro de gobierno, el ministro de justicia, el alcalde de
Lima, el director de Beneficencia, el ministro de México, cónsul y adjunto
militar de México, comisiones de la municipalidad, del partido demócrata
entre cuyos afiliados se contaba con el teniente de la Cosmopolita, Eleazar
Blanco, comisiones de diversas agrupaciones, sociales, obreras
deportivas, etc,. una comisión del pueblo de Vitarte, compuesta por
autoridades y muchísimas otras personas, entre las que se veían
comisiones de todas las comunidades religiosas que conforme entraban al
local rezaban un responso ante los ataúdes. Un poco alejados de todas estas
personas, estaban los deudos de los cinco bomberos fallecidos, que como
es natural, no cesaban de manifestar su dolor y congoja por la trágica e
inesperada muerte de los seres queridos.
Los maestros de ceremonias, tenientes bomberos Vicente Pace,
Enrique Bravo, Leonardo Oberti y Nicanor E. Masaveau, secundados por
miembros de las diversa compañías dictaban las disposiciones del caso, de
acuerdo con el comandante y el secretario generales del cuerpo de
bomberos de Lima, señores Schiaffino y Díaz. Todos los bomberos
llevaban al pecho una banda de crespón negro. Los autos-bombas, carros
de escalas y todo el material, estaban, igualmente, con crespones de luto.
Los comandantes de compañía, así como los comandantes generales de
Lima, y Callao, llevaban asimismo, luto en las cornetas, insignias de su
mando. Igual luto se veía en el banderín de la comandancia general y en
todos los estandartes. Además el material de todas las compañías lucía
paños negros con lágrimas de plata y demás insignias de duelo.

EL ATAÚD DEL CAPITÁN DE LA COSMOPOLITA


A las 4 y 15 p.m., se procedió a sacar los numerosos aparatos florales
que habían sido enviados a la capilla ardiente, colocándoseles en los carros
de las diversas bombas. Terminada esta labor, siendo las 4 y 35 fue
levantado por un grupo de bomberos de la Cosmopolita, la caja de acero
que guarda los resto del capitán de esa bomba, señor Juan Roberto
Acevedo.
Para este ataúd no se designaron cintas porque se acordó colocarlos
inmediatamente en el carro mortuorio de la Roma que esperaba fuera. El
ataúd en lugar de cintas, tenía a los extremos una cinta bicolor.
Cuando en la puerta, los bomberos que llevaban en hombros esta
caja mortuoria se disponían a colocarlos en el carro fúnebre, esto fue
imposible, pues el pueblo pidió llevarlo en hombros, no obstante las justas
explicaciones que se le hicieron, haciéndole saber que el fuerte estado de

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descomposición hacia hasta peligroso conducirlo en esa forma.

SE SACAN LOS DEMÁS ATAÚDES


Acto continuo fue levantado el ataúd que guarda los restos del
teniente de la Cosmopolita, señor Eleazar Blanco. Tomaron las cintas en
este acto, el edecán del presidente de la Junta de Gobierno; el ministro de
gobierno, coronel Antonio Beingolea; el Alcalde de Lima, Dr. Luis
Antonio Eguiguren y el director de la Beneficencia Pública de Lima, señor
ingeniero Gerardo Klinge.
Las cintas del ataúd del subteniente de la Cosmopolita, señor Carlos
Vidal, las tomaron Monseñor Gaetano Cicognani, nuncio Apostólico, de
Su Santidad; Monseñor Fray Mariano Holguín, Administrador apostólico
de la Arquidiócesis; Excelentísimo Señor general Juan G. Cabral, ministro
de México y doctor Elías Losada Benavente, ministro de Justicia,
Instrucción, Culto y Beneficencia.
Al ser levantado el ataúd con los restos del seccionario de la France,
señor Julio Ochoa Torres, tomaron las cintas los señores cónsul y agregado
militar de México y los señores Michel Fort, y Emilio Cluzel, por la
colonia francesa.
Finalmente, las cintas del ataúd del seccionario de la Salvadora
Lima, señor Pedro Torres Malarin, fueron tomados por el jefe del gabinete
militar, teniente coronel Castro Ríos, el señor Juan M. de Cossío, el señor
Marcial Vélez y un teniente del Regimiento Nº 7 de Infantería.

EL CORTEJO SE PONE EN MARCHA


El fúnebre cortejo se puso en marcha en el siguiente orden:
batidores, esta sección que habría el desfile, estaba formado por un
miembro de cada una de la compañías de Lima, Callao y balnearios.

Gran cantidad de pueblo, cinco carrozas automóviles, entre ellas la


de primera de primera, las dos de primera y las dos de segunda clase. Otro
grupo compacto de pueblo. El ataúd del capitán Acevedo, sobre el cual
destacaba su casco y un ramo de flores, ofrenda póstuma de uno de sus
hijos. Tras de esta caja marchaban cerca de mil personas, que a cada
instante deseaba cargar el ataúd.
Lentamente avanzaba el cortejo. Al llegar a la esquina de la Plaza
San Martín, frente al Club Nacional, los maestros de ceremonia
resolvieron colocar este ataúd en el carro de la Roma, pero fue imposible.
El pueblo cuya masa engrosaba más y más exigió llevarle en
hombros hasta el cementerio, lo mismo que a los cuatro compañeros
caídos.

47
CONTINÚA EL DESFILE
Tras de esta masa de pueblo, eran conducidos en hombros de
miembros de las compañía de bomberos, lo mismo que los otros tres
ataúdes, el del teniente Eleazar Blanco y sucesivamente los del subteniente
Carlos Vidal y seccionarios Julio Ochoa y Pedro Torres Malarin. Como los
deudos de los caídos que seguían las fúnebres cajas, todos los
acompañantes, todo el pueblo marchaba en el más religioso silencio y con
la cabeza descubierta. En la Plaza San Martín gran cantidad de
automóviles particulares y de plaza, ocupados por damas y caballeros
veían el paso de la triste procesión, demostrando la impresión causada en
todos los vecinos de la ciudad por la tragedia de la noche del Sábado.
Seguía a esta masa compacta, que aumentó en la Plaza San Martín,
la banda de músicos del regimiento Nº 7 de infantería y los comandantes y
secretarios Generales de los Cuerpos de Bomberos de Lima y Callao. El
estandarte del Cuerpo de bomberos de Lima con su respectiva escolta y
miembros y material de las compañías Cosmopolita Nº 6, France Nº 2,
Salvadora Lima Nº 5, Roma Nº 1, Lima Nº 3, Victoria Nº 4, Internacional
Nº 7, Rímac Nº 8, Garibaldi Nº 1 y Olaya Nº 2 de Chorrillos; Gráu Nº 1 de
Barranco; estandarte del cuerpo de bomberos del Callao y el personal y
material de la Unión Chalaca, Italia Callao; Garibaldi Callao, Salvadora
Callao, Bomba Callao; y Perú; y, finalmente comisiones y estandartes de
sociedades y agrupaciones obreras. El estandarte y una numerosa
comisión de la Asamblea de Sociedades Unidas, iba junto al ataúd del
capitán Acevedo.
Una serie de carruajes cerraba el cortejo. Y el pueblo, cuyo número
aumentaba cada vez mas y cuya consternación y sentimiento estaban
impresos en el rostro de todos, y lo demostraban con el silencio y el respeto
con que iban adelante, al lado o atrás de los ataúdes, sin demostrar el menor
cansancio y disputándose los ataúdes para cargarlos.

EN EL JIRÓN DE LA UNIÓN
Al entrar el cortejo al Jirón de la Unión por la calle de Boza, de
nuevo se pretendió colocar en el carro fúnebre el cadáver del capitán
Acevedo. Fue Imposible. Y el imponente desfile ingresó a nuestro jirón
principal desde temprano, ocupando ambas aceras esperaban personas de
toda condición social, lo mismo que en los techos, balcones, ventanas y
puertas de las casas y establecimientos comerciales.
A las 5 y 30 de la tarde el fúnebre desfile ingresaba lentamente,
silenciosa y respetuosamente a la Plaza de Armas, que se veía totalmente
ocupada, con mayor razón en el sector por donde debía pasar la triste
procesión. Como en la Plaza san Martín cientos de automóviles esperaban

48
la llegada de la adolorida comitiva.
En la calle de San José, primero y en la Inquisición, después, por
tercera y cuarta vez se insistió en colocar los ataúdes en la carrozas; pero
fue nuevamente imposible. El pueblo no cejó en su deseo de rendir a los
cinco abnegados tan tristemente caídos en el cumplimiento del deber su
postrer homenaje e insistió en llevarlos a pie hasta el cementerio, sin tomar
en cuenta lo avanzado de la hora y el largo trayecto recorrido. Y fue
entonces, que pidieron los maestros de ceremonias cargar ellos los ataúdes
y tomarlos de los hombros de los bomberos; que se habían turnado hasta
allí. Así se hizo y la doliente comitiva siguió su marcha rumbo a la
Necrópolis.

EN EL SANTO CRISTO
Cuando, después de pasar anticipadamente por las calles que
recorría el cortejo, en muchas de las cuales él había jugado inclusive con
agua momentos antes, y se había dado tregua a la alegría, llegamos a la
Plazuela del Santo Cristo, el gentío esperaba en gran número por todo el
recorrido, lo mismo que en la amplia alameda del cementerio, en cuyo lado
derecho habían muchos automóviles y a las puertas del panteón llamado
del Ángel, o sea el primitivo, muchas personas, en su mayoría mujeres.
Hacía mas de una hora que todos esperaban, y esta espera se
prolongó hasta las 6 y 45, hora en el que el cortejo llegó al cementerio,
todavía con luz; pero con luz muy débil ya.

EN EL CEMENTERIO
Al llegar al cortejo al cementerio, las gentes se bifurcaron y se
dirigieron al cuartel de San Juan Bautista, donde debía ser sepultados los
bomberos caídos.
Los muchachos y los hombres todavía ágiles, treparon al techo de
los cuarteles adyacentes y a los mausoleos más cercanos, y se instalaron
allí para oír los discursos.
Mujeres, niños, hombres viejos; gentes de pueblo; gentes de la clase
media, en una palabra, exponentes de todas las clases sociales,
irrumpieron en una masa tan humana como compacta a la Necrópolis.
Corrían, se atropellaban, se apretujaban alrededor de las mesas en
que debían ser colocados los ataúdes. Fue difícil el ingreso con ellos. Hubo
necesidad de que los bomberos, poniéndose enérgicos, despejaran a las
gentes casi por la fuerza y abrieran a las personas que cargaban los ataúdes.

Al fin, después de grandes esfuerzos y con la noche encima, fueron


colocadas sucesivamente las cajas mortuorias del capitán Juan Acevedo,

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del teniente Eleazar Blanco y del subteniente Carlos Vidal, de la
Cosmopolita N° 6; del seccionario Julio Ochoa, de la France N° 2 y del
seccionario Pedro Torres Malarín, de la Salvadora Lima N° 5.

HABLA EL REPRESENTANTE DE LA MUNICIPALIDAD


Acto continuo, y una vez que se hizo el silencio y la gente pudo
acomodarse lo mejor posible, a nombre de la Municipalidad de Lima y por
supuesto en representación de la cuidad, el concejal doctor Edilberto C.
Boza, dio lectura al siguiente discurso:
Señores:
La honda tragedia que ha conmovido intensamente a la ciudad entera nos
congrega hoy en este recinto de meditación y de reposo, donde vengo en
nombre del Consejo Provincial de Lima, a expresar el vivísimo y profundo
dolor que experimenta ante estas tumbas prematuramente abiertas.
La catástrofe producida en las últimas horas de la noche del sábado,
cuando las Compañías de Bomberos luchaban denodadamente por
extinguir el incendio de la calle de Plumereros en el que rindieron la vida
en medio de los escombros del edificio destruido por el fuego, cinco
abnegados y virtuosos ciudadanos cuyos inanimados despojos
contemplamos con emocionada admiración; constituye tan sólo uno de los
innumerables hechos heroicos que registran los anales de esta benemérita
institución en el Perú.
Las Compañías de Bomberos, compuestas entre nosotros, de
personas asociadas voluntarias y desinteresadamente, han prestado
siempre, con abnegación digna del mayor elogio, importantísimos
servicios al país, no sólo en caso de incendio, sino como custodios y
defensores de los intereses de la ciudad y de la seguridad de sus habitantes,
en los casos de conmociones públicas o de extraordinaria necesidad o de
siniestro de cualquier género.
La cuna de esta humanitaria institución en nuestra patria, se
encuentra en la gloriosa acción del 2 de Mayo de 1866; en esa fecha
legendaria puede decirse que nacieron las Compañías de Bomberos con el
concurso generoso y entusiasta de ciudadanos italianos, franceses,
ingleses, alemanes y norteamericanos, jefes de casas de comercio o
personas acaudaladas que las organizaron. Durante el combate con la flota
española estas compañías prestaron inolvidables servicios.
Luego la Municipalidad constituyó el núcleo para la formación de
diferentes asociaciones patrióticas en esas efemérides. Los jóvenes
peruanos que no encontraron colocación en la Marina o en el Ejercito se
organizaron en las Compañías de Bomberos. Universitarios y colegiales,
empleados y trabajadores, vistieron ese uniforme, que es emblema de

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sacrificio y abnegación, de dignidad y de honor, de valor y de gloria.
Las páginas de la historia nacional ostentan muchas otras
memorables acciones de estos “héroes de la ciudad”. En la última guerra
nacional, siete mártires surgidos de sus filas, en épica jornada regaron con
su sangre nuestro suelo, despertando la admiración de propios y extraños.
Vuestra abnegación, señores miembros del Cuerpo de Bomberos,
lleva consigo el sacrificio del reposo y de la salud y el peligro de vuestras
vidas; y os ofrece únicamente hermosos triunfos espirituales y la
satisfacción de la conciencia que se alcanza por el cumplimiento del deber,
generosamente contraído y noblemente desempeñado. Es así que con el
esfuerzo supremo del héroe en las horas de lucha, con la abnegación
sublime del mártir en las horas amargas del infortunio, que pueden
amargar pero que jamás abaten a las almas fuertes y aceradas, vuestro
Comandante general acaba de proclamar: “El cuerpo de bombero de Lima
pierde cinco de sus miembros activos, pero a pesar de tan sentida perdida,
velando por el bien y seguridad de los habitantes de esta provincia, se
esforzará en cumplir la noble misión que se ha impuesto”. Bello gesto que
es la apoteosis más grande del instante.
La Municipalidad de Lima interpretando fielmente el sentimiento
del vecindario, se ha declarado de duelo, tributando este homenaje a los
bomberos que han sucumbido dando ejemplo de abnegación y solidaridad
y que esclarecen con su gloria la oscuridad de la muerte.
Por salvar la vida e intereses de los demás, estas víctimas del deber
voluntario, han cubierto con el crespón de la orfandad y del desamparo de
sus virtuosos y florecientes hogares. Ello explica esta manifestación sin
precedentes en que se confunden todas las clases y todos los elementos
representativos de nuestra sociedad.
Capitán Juan Roberto Acevedo, de la Cosmopolita; teniente Eleazar
Blanco, de la Cosmopolita; subteniente Carlos Vidal de la Cosmopolita;
seccionario Julio Ochoa, de la France, y Pedro Torres Malarín, de la
Salvadora; en nombre de la ciudad de Lima me inclino consternado ante
vuestros despojos; vuestro recuerdo perdurará eternamente en el corazón
de este pueblo agradecido, como símbolo de heroísmo civil y de supremo
espíritu de humanidad.

DISCURSO DEL COMANDANTE GENERAL


DEL CUERPO DE BOMBEROS DE LIMA
El Señor Federico M. Schiaffino, comandante general del cuerpo de
bomberos de Lima, se expresó así:
Señores:
Para los que nos hemos impuesto la dura pero noble tarea de defender

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contra el fuego la vida de miles de seres humanos en el instante del
sacrificio cuando tenemos el corazón llagado, este lugar no representa la
estación de la última despedida, es apenas un alto para confirmarnos aún
más en nuestra fe y hacer promesa de que como han muerto estos que son
nuestros hermanos, también rendiremos nosotros nuestras vidas si las
contingencias a que está sometida nuestra misión nos reclama.
El bombero cuando recibe el uniforme que lo distingue de los demás
hombres, jura olvidarse de si mismo para dedicarse a penetrar a los lugares
de más peligro en los siniestros a fin de salvar mujeres, ancianos y niños,
seres débiles, la pérdida de cuyas vidas heriría a la sociedad y
particularmente a los hogares de que forman parte. El bombero en el
trabajo que voluntariamente se impone disputa pues a la muerte muchas
existencias y juega con ella, llevando en el ambiente una sonrisa optimista
y serena. Y cuando llega la oportunidad debe correr con su bomba para
someterse a un género de disciplina especial que sólo representa
sacrificios y abnegaciones.
Y para entregarse a esta hermosa obra de altruismo, deben dejar a
los suyos, dando el adiós a la madre, esposa y a los tiernos pequeños, quizá
para no volver del incendio que llena de alarma a la ciudad.
Las llamas que devoran insatisfechas con los hogares, tantas vidas;
tantos bienes preciosos para la sociedad, suelen también arrancar de
nuestras filas a los mejores y más queridos compañeros y como ha
ocurrido en este caso se llevan a los más jóvenes y a los más buenos, sin
que nada les importe la congoja ni la triste orfandad en que se quedan sus
familias, faltas algunas de ellas de todo recurso, mientras el luto las
envuelve con sus crespones fúnebres.

La sociedad a pesar de comprender en parte tanto sacrificio, no hace


nada para auxiliar a los bomberos. Nuestras leyes casi los olvidan, apenas
una ley los protege contra la invalidez parcial o permanente y la
incapacidad absoluta que es la antesala del hambre y la miseria. De lo
contrario peor que el obrero de las minas, el bombero, desinteresado
obrero del bien humano después del accidente, carecería hasta de la misera
indemnización que permite a los suyos vivir decorosamente.
Compañeros: Acevedo, Blanco, Vidal, Torres y Ochoa.
El sentido convencional que damos a la muerte, venciéndonos, nos
ha arrancado muchas lágrimas, pero en el fondo de nosotros mismos,
sentimos que siempre nos seguiréis acompañando, pues así como los
héroes militares, después de las guerras nacionales son símbolos de
esfuerzo y de superación para las nuevas generaciones, así también los
héroes cívicos como vosotros, lejos de morir en el recuerdo de los

52
hombres, se perennizan y perpetúan, porque el fuego sagrado que los agita
los ennoblece, los dignifica y convierte en lámparas votivas cuyas luces
tenaces y precisas parecen fijarnos claros senderos que seguir y viriles
ejemplos que imitar. Compañeros: Antes de que os hundáis en la sombra de
todos los silencios, y de todas las lejanías, recibid el doloroso y admirativo
adiós a vuestros despojos de todos los bomberos.

DISCURSO DEL COMANDANTE GENERAL DEL


CUERPO DE BOMBEROS DEL CALLAO
A nombre, del cuerpo de bomberos del Callao, su comandante
general, señor Miguel Corso, dijo lo siguiente:
El cuerpo de bomberos de todo el Perú está de duelo, con motivo de
la dolorosa tragedia ocurrida el sábado último en el siniestro de la calle de
Plumereros, en el que cinco de los más esforzados de nuestros compañeros
de la capital han perdido sus valiosas existencias en el abnegado
cumplimiento de sus deberes. En plena lucha contra nuestro más terrible
enemigo, EL FUEGO; y cuando ya se había dominado por completo el
siniestro; una desgracia inevitable hace que un desplome de paredes que
sostenían gruesas vigas de madera y de fierro de la construcción amagada,
ocasione grave daño a un buen número de valientes bomberos, causado
así, irreparables desgracias para el Cuerpo de Bomberos de Lima.
Esta fatal catástrofe que ha causado la muerte de los más caros
camaradas; señores: Capitán don Juan Roberto Acevedo; teniente don
Eleazar Blanco, subteniente don Carlos Vidal, de la “Cosmopolita” No. 6;
seccionarios don Julio Ochoa y don Pedro Torres Malarín, de la “France”
No.2 y de la “Salvadora Lima” No. 5, respectivamente; ha conmovido a
toda la sociedad de Lima y el Callao, por la forma tan trágica como han
perdido sus vidas estos malogrados y heroicos compañeros; y ha dejado
entre nosotros un vacío enorme y muy difícil de llenar.
En la historia del Cuerpo de Bomberos del Perú, no se registra un
hecho tan triste y tan desgraciado como este, pero no obstante este hecho,
nosotros los soldados de la humanidad que sacrificamos nuestras vidas por
salvar las vidas y propiedades ajenas, no desmayaremos jamás en la labor
que nos hemos impuesto, y aún cuando nuestros corazones están
acongojados por el fuerte dolor que nos aflige; continuaremos nuestra obra
voluntaria de bien y nos guiaremos de los ejemplos que estos cinco héroes
del sacrificio y abnegación nos legan en estos momentos de profunda
consternación.
Los sacrificios puestos a dura prueba con tanto entusiasmo,
voluntad y desinterés; unidos a las virtudes y dotes que en vida adornaron a
nuestros inolvidables compañeros caídos heroicamente en cumplimiento

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de los altruistas fines que perseguimos, son lo bastante suficientes para
reconocer los incalculables méritos adquiridos para con la institución
bomberil y la inestimable consideración a que se habían hecho acreedores
ante la sociedad entera, el comercio y el especial aprecio que siempre
gozaron de sus compañeros y amigos.
Hoy pues, que el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Lima pierde a
cinco cumplidos compañeros de sacrificio y de labor; que esta desgracia
abate a todos los bomberos que sentimos pesar inmenso y que lloramos
inconsolables la partida de los camaradas queridos a su Hogar Celestial en
donde ocuparán el lugar preferente que el ALTÍSIMO tiene señalado para
los mártires del sacrificio; el Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del
Callao, viene consternado a este santo recinto a depositar ante las tumbas
de nuestros compañeros una corona de siemprevivas que simboliza el
imperecedero recuento de los bomberos chalacos y el hondo pesar y
aflicción que nos embarga; y que sea esta la elocuencia más grande de
nuestra fé con que los compañeros de sacrificios juramos ante los restos
sagrados de estos héroes, imitar la lección de arrojo y de amor a la
humanidad.
Queridos compañeros Acevedo, Blanco, Vidal, Ochoa y Torres
Malarín.
En nombre del Cuerpo de Bomberos del Callao recibíd el postrer
adiós, paz sea en vuestras tumbas”.

HABLA EL COMANDANTE HONORARIO


DE LA COSMOPOLITA
Debido al impedimento del Comandante de la Cosmopolita, señor
Abelardo Mongrut, que resultó seriamente golpeado en el incendio del
sábado y cuyo estado todavía es de cuidado, el comandante honorario de
dicha bomba, señor Gustavo Meicher, leyó este discurso:
Señores:
“Traigo a este lugar de descanso y de paz, la expresión del hondísimo
sentimiento que experimenta la compañía nacional de bomberos
Cosmopolita ante el irreparable desastre que ha arrancado la vida a tres de
sus miembros, los señores Juan R. Acevedo, Eleazar Blanco y Carlos Vidal
y a los señores Julio Ochoa y Malarín de las compañías France y Salvadora
Lima, hermanas nuestras. Son señores, cinco hombres que hoy agregamos
a la lista de héroes modestos; son cinco existencias que han ejercido un
sacerdocio de altruismo y que han hecho por el ejemplo de sus nobles
vocaciones el máximo, el más grande de los sacrificios; la vida, son en fin
los hombres que sin elocuencias que se lleva el viento, sino con la
efectividad de sus actos nos dejen perenne y deslumbrante la memoria de

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sus gestos de filántropos, para mantener vivo el espíritu que anima a todos
los que forman parte del benemérito cuerpo de bomberos de Lima.
Un siniestro que se produce en la zona central de esta ciudad
amenazando valiosas propiedades y almacenes de lujo, demanda el
esfuerzo de nuestras compañías de bomberos y cuando después de
porfiada lucha el siniestro lanza sus últimos resplandores, un derrumbe de
paredes sepulta entre elementos enrojecidos por el fuego a cinco
esforzados bomberos que sucumben ante la desesperación y el dolor de
todos sus compañeros. Tal señores lo acontecido y tal la perspectiva de
siempre ante esta forma del ejercicio del bien y, sin embargo, frente al
egoísmo general, entre las sonrisas de los que jamás entendieron de
sacrificios humanitarios un puñado de hombres, de bomberos, prosigue
cada día mejor su tarea de bien y acude solicito a prestar su concurso frente
al fuego, hasta dominarlo y si es preciso sucumbir hasta sofocarlo.
Yo cumplo, imperativo deber demandando al respeto de todos por
estos hombres que saben hacer lo que tantos otros apenas saben describir, y
agradezco a los ciudadanos aquí presentes su presencia en este acto
solemne y profundamente triste.
Señores: A nombre de la compañía nacional de bomberos
Cosmopolita, presento sentido homenaje de condolencia a las compañías
France y Salvadora Lima y deposito ante las tumbas de sus malogrados
socios Ochoa y Malarín la expresión del más íntimo pesar.
Capitán Acevedo, teniente Blanco, subteniente Vidal: Habéis
tendido vuestras vidas cumpliendo entusiastas vuestro deber y habéis dado
así un doble ejemplo como jefes y como bomberos. Vuestra memoria
permanecerá siempre entre nosotros que supimos apreciaros en vida.
Desde los más modestos cargos, disteis prueba de ser dignos miembros de
nuestra Cosmopolita y practicando el bien llegasteis a ejercer puestos de
dirección en la lucha contra el fuego. No bastaba sin embargo a vuestros
espíritus saber mandar y quisisteis enseñar como puede irse más allá; a ser
héroes, lo habéis conseguido y nuestra compañía dolorosamente herida os
ve desaparecer, pero se encuentra orgullosa de haberos contado entre los
suyos.

Capitán Acevedo, descansa en paz, Teniente Blanco descansa en


paz, Subteniente Vidal, descansa en paz.

DISCURSO DEL COMANDANTE DE LA SALVADORA LIMA


El comandante de esta compañía señor Leonidas Noriega Bernales,
despidió para siempre con estas frases a su compañero y subalterno caído,
señor Torres Malarín.

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Señores:
La segura inexorable que lo mismo hiere al alcázar del rico como a
la cabaña del pobre, ha arrebatado de nuestro personal afecto a diversos
componentes del cuerpo de bomberos voluntarios de la capital, elementos
que con la abnegación inmaculada del deber voluntariamente impuesto,
han rendido su vida en aras de su humanitaria misión.
El dolor que anonada a nuestras instituciones, las innumerables
muestras de condolencia que recibimos de las autoridades locales como de
la ciudad de Lima, vienen a mitigar en parte nuestro inmenso dolor. El
bombero solamente vive en las horas de su intenso dolor en los momentos
en que son amenazadas la propiedad y la vida por la acción destructora del
fuego, y, el pueblo de Lima, emprendiéndolo así, nos acompaña a tributar
este último y merecido homenaje a los bomberos caídos cumpliendo con
su deber; su recuerdo y su ejemplo vivirá eternamente grabado en nuestros
Corazones.

Pedro Torres Malarín, compañero querido de la Salvadora Lima


No. 5, bombero distinguido en todas las horas de la dura prueba, que la luz
perpetua te ilumine, la claridad eterna resplandezca sobre los restos.
Descansa en paz.

DISCURSO DEL CAPITÁN DE LA FRANCE


El señor Fernando Lund, capitán de la France, y que también salvó
afortunadamente de perecer en la calle de Plumereros, dio el último
adiós a su compañero y subalterno, señor Julio Ochoa Torres, con estas
palabras:
Señores Comandantes Generales:
Señores:
Dar el postrer adiós en las dolorosas circunstancias consecuentes de la
tragedia ocasionada en el último incendio, que ha arrancado de las filas
activas a los más preciados elementos de las compañías de bomberos, es
labor para mí mayor que mis fuerzas en este momento, porque la
emoción y el recuerdo de los instantes de dolor sufridos al lado de los
camaradas, bajo el peso de los escombros, embarga mis sentidos tan
intensamente que me impide decir con la palabra lo que siento en el
corazón.
Por ausencia del veterano comandante de mi compañía, cuya vida
también ha sido gastada en el desempeño de la misión voluntaria de los
que formamos en la compañía France No. 2, me veo precisado a
despedir para siempre al más joven de los bomberos que se alistó en
nuestra institución, para cumplir con la misma voluntad y abnegación el

56
deber humanitario de sacrificarse para salvar al prójimo en los momentos
de la lucha titánica contra el fuego, que traicionando muchas veces
nuestros deseos trata de vencernos infructuosamente porque nuestra
decisión es de lucha hasta morir, pero habiendo cumplido nuestra divisa
que es humanidad y patria.
Julio Alberto Ochoa Torres, cuyos sentimientos de amor a la causa
que inspiran la doctrina de las almas de los hombres nobles y de bien, con
admiración profunda por la nación francesa, siguiendo los impulsos de su
voluntad, quiso demostrar su amor a Francia vistiendo la casaca del
bombero en la compañía de mi mando. Cumplidor, vehemente en los actos
del servicio, dotado de una actividad sorprendente desafiando siempre el
peligro y se complacía en ser con justicia de los primeros en combatir en
los siniestros con eficiencia que le atraía justamente la admiración de todos
y la felicitación de sus jefe después del trabajo.
Julio Alberto Ochoa Torres, ingresó a la compañía como voluntario
muy joven, y habiendo cumplido el año último la edad reglamentaria
para figurar entre los socios activos, se le concedió este título como justa
recompensa a las demostraciones de competencia que en múltiples
ocasiones había demostrado.
Para todos los bomberos de la France N°2 su desaparición deja una
huella profunda de dolor que sólo será aliviada cuando para cumplir con el
deber se tome su conducta como ejemplo.
Julio Alberto Ochoa Torres, has caído como los héroes, en la acción.
Tú tumba dirá en la lápida que la cubra que has muerto en el campo del
honor.
Descansa en paz.

HABLA UN OBRERO
Antes de que los acompañantes del sepelio se retirarán el obrero
marmolista don Juan Artezana, improviso un sentido y elocuente discurso
en el que elogió en frases cálidas y emotivas la abnegada labor de los
bomberos y la lección del heroísmo y espíritu de sacrificio que habían
dado los cincos caídos al perecer en un siniestro.

SE DA SEPULTURA A LOS CADÁVERES


Luego se procedió siendo las 7.30 de la noche, a colocar los
cadáveres en sus sepulturas que son las siguientes: en le cuartel de San
Juan Bautista: capitán Acevedo, letra E número 11; teniente Blanco, letra E
Nº 12, Subteniente Vidal, letra E Nº 13, seccionario Ochoa. letra E Nº
14, seccionario Torres Malarín letra E Nº 15. En tanto un lúgubre toque de
cornetas emanado de una orden del comandante general, ponía una nota de

57
profunda tristeza en la noche dentro del campo santo.
Y así, a las 8 de la noche, poco más o menos, los bomberos y el
pueblo abandonaban el cementerio, volviendo todos a la ciudad. Unos
dejando allí a cinco compañeros caídos, en el cumplimiento de su deber,
los otros con la seguridad de haber cumplido un deber al tributar en forma
ostensible y sincera, sentida y emocionante su último tributo a los cinco
abnegados que allí quedaban para siempre.

VUELOS DEL AVIADOR THOMAN


Desde que el cortejo fúnebre salió al cuartel de la Bomba de Lima
hasta que llegó a la Plaza de la Inquisición acompañó los ataúdes, volando
unas veces un poco alto y otras a baja altura el aviador nacional Thoman
contribuyendo así a rendir el tributo de la aviación particular a las víctimas
del incendio Plumereros.
Este noble y simpático gesto del conocido piloto aviador fue
simpáticamente comentado por la gentes.

RELACIÓN DE APARATOS FLORALES ENVIADOS A LA


CAPILLA ARDIENTE DE LOS CINCO FALLECIDOS
El Presidente de la Junta de Gobierno; secretario del Cuerpo General de
Bomberos del Callao, Consejo Provincial de Lima, Comité de
aseguradores Perú, Compañía de Bomberos Italia del Callao, José
Acevedo, familia de Acevedo, Ángel Nicoletti y familia, Compañía de
Bomberos “Roma” Nº 1, Compañía Nacional de Bomberos Cosmopolita
Nº 6, Carlos Baella y familia, Juana Acevedo, compañía de Bomberos
France Nº 2, José Alvares Conde y familia. Empleado de la Casa Acevedo,
Operadores de la Casa Acevedo. Compañía de Bomberos Garibaldi Nº 1
de Chorrillos. Empresa Editora “El Comercio”, Asociación de Jóvenes
Cristianos (I.M.C.A.), Jefe y oficiales del 1er Regimiento de Infantería de
Seguridad. Familia Vidal; Compañía de Seguros Italia, Waldo Olivos,
Cámara de Comercio de Lima, Corazones: María F. De Blanco, Rosa Eva
de Blanco, Juanito Acevedo y otros. Ramos: Carlos Alberto Blanco,
Familia Acevedo (2). Coronas de misas: Fray Mariano, Testamentaria
Benito D. (para el capitán Juan Acevedo), Coronas: Carlos Extremadoyro
y familia. Compañía de Bomberos Nº; 3 María F. de Blanco, Rosa Eva
Blanco, Federico Ortiz Rodríguez y familia. Compañía de Bomberos Perú
Nº 6 del Callao, E, Ponce Rodríguez (2). Eduardo Matute. Consejo
Distrital del valle de Ate., Capitán Pedro Padrón y familia. J. Gustavo
Mongrut, comandante de la Compañía de Bomberos “Cosmopolita” Nº 6.
Federico M. Schiaffino, comandante general del Cuerpo de Bombero de
Lima; Francisca Reyes. Sociedad “Unión Francesa”. Fernando Lund.

58
Arturo Farfán Quintanilla, Compañía de Bomberos “Salvadora Lima Nº
5”, Leonidas Noriega Bernales C.A. Abogado, Luis A. Eguiguren, alcalde
del Consejo Provincial de Lima; Personal de guardia de la Compañía de
Bomberos Cosmopolita Nº 6, Néstor A. Díaz secretario de la Cosmopolita
Nº 6” y del Cuerpo General de Bomberos; Francisco Torres Pino, Esteban
Bevilacqua, comandante de la Compañía de Bomberos de ”Italia” del
Callao, David Alexander, Estuardo Callirgos. Empleados de la Casa
“Victor”, Consejo Provincial del Callao, Alfonso Castellanos Federico W.
Castellano. Humberto Ravettino, Jefe y oficiales de la 2da. División; Jorge
Vidal Herrera, Luis Vidal y hermanos. Compañía Italo-Peruana de
Seguros. Club Social “Vitarte”, Zoila Rosa viuda de Figueroa. Rosalía
viuda de Parodi. Josefina viuda de Dodero, Directora del Instituto Santa
Rosa, señorita Pérez Liendo; Elvira de Sañudo e hijos, Compañía de
Seguros “La Fénix Peruana”. Concejo Distrital de Magdalena del Mar.
Augusto Aboado, Salomón F. Sumar. Jorge Maflug y hermanos, Pedro
Trigo, Benjamin Callirgos, Jorge Callirgos, Compañía Peruana de
Teléfonos, Jefe y oficiales del Gabinete Militar. Compañía de Bomberos
“Olaya Nº 2” de Chorrillos, Ministro de guerra, Ministro de Francia. Casa
militar. Ricardo I. Defillippi. Compañía Nacional de Bomberos
“Mollendo Nº 1”, Mollendo; Adolfo Bayro S., Mollendo; Eleuterio
Cabezas Arancibia, Alberto Aguilar, Juanito Acevedo y hermanos.
Gustavo Michael, Rosa Márquez y familia, Carlos Allén, Rafael Ravettino
y señora, Federación Nacional de Enfermeros, Director de “La Sanción”.

NOTAS DE CONDOLENCIA RECIBIDAS EN LA


COMANDANCIA GENERAL DEL CUERPO DE BOMBEROS.
El Secretario General del Cuerpo, Teniente señor Néstor A. Díaz,
nos ha proporcionado copias de las siguientes comunicaciones:

Cablegrama del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.- Valparaíso, 16 de


febrero - Comandante Cuerpo Bomberos - Lima - Cuerpo Bomberos
Valparaíso, profundamente afectados dolorosa desgracia, presenta
sentidas condolencias esa institución, -Guillermo E. Purcell
superintendente, Óscar Fernández, secretario General.

Federación de Estudiantes del Perú


Lima 15 de febrero de 1931
Señor Comandante General del Cuerpo de Bomberos de Lima
Ciudad S.C.G.
En la colectividad estudiantil universitaria ha causado profunda
consternación el desgraciado accidente habido durante el siniestro de ayer,

59
que ha originado la muerte de cinco de los abnegados miembros del
Cuerpo de Bomberos de Lima.
La Federación de los Estudiantes del Perú cumple con presentar por
intermedio de usted al Cuerpo de Bomberos, su profundo sentimiento por
tan dolorosa desaparición. Y se siente aunada al duelo de quienes con
abnegación y arrojo cuidan de la vida y los intereses del vecindario.
De usted,
Atentamente:
T. Escajadillo, secretario general
Jorge Enrique Pinillos, secretario del interior.

Confederación de Artesanos Unión Universal


Lima 15 de febrero de 1931
Señor comandante General del Cuerpo de Bomberos de Lima
Confederación de Artesanos Unión Universal, teniendo en cuenta la
dolorosa desgracia por la que atraviesan el Cuerpo de Bomberos del Perú
al haber caído en el dolor un grupo de sus mejores colaboradores, ha creído
conveniente declararse en duelo por este desgraciado suceso y le da el más
sentido pésame en nombre de esta representativa; también ha acordado mi
presidencia, nombrar a una comisión, que será precedida por el señor
Mariano Tirado y complementada por compañeros Alberto Coronado,
Inocente La Rosa J., José Gómez de la Torre, César Salamanca y Leonardo
Lazarte, cuya comisión llevará al lecho del dolor el más sensible pésame
por tan lamentable desgracia acaecida el día de ayer en el cumplimiento
del deber.
Dios guarde a usted
Benjamín Vernaza, presidente.

Ciclista Lima Association


Lima, 15 de febrero de 1931
Señor comandante general de Cuerpo de Bomberos de Lima
S.C.G.
Cumplo con expresar al Cuerpo General de Bomberos por vuestro muy
digno intermedio y en nombre de todos los asociados del Ciclista Lima
Association, el sincero pesar por la tragedia que enluta a ese respetable
Cuerpo, acreedor hoy mas que nunca la gratitud y al respecto de todos los
habitantes de esta ciudad. Al comunicar a usted, señor comandante nuestro
sentimiento, aprovecho de la oportunidad para ofrecerle las seguridades de
nuestra mejor consideración y estima.
De usted. Atto. Y S. S.
Adolfo, Bermín Jenkins, secretario.

60
Ministerio de Gobierno Lima
15 de febrero del 1931
Señor Federico Schiaffino, comandante general del Cuerpo de Bomberos
de Lima
Ciudad S.C.G. La muerte de cinco abnegados miembros del Cuerpo de
Bomberos de Lima, defendiendo la propiedad ajena, no solo enluta a la
institución a la cual pertenecen, sino también a todas las entidades
oficiales. Quienes caen como símbolo de sacrificio como prueba de valor
moral como trasunto fiel de abnegación, merecen el bien de la república y
el recuerdo de sus hijos.
Este ministerio, al interpretar fielmente el sentimiento de dolor general y
de unánime consternación que produce la desaparición de esos cinco
hombres heroicos ofrece a usted y por su intermedio al Cuerpo General de
Bomberos de Lima. Su condolencia más sincera y las expresiones de su
personal simpatía- Dios guarde a usted.
A- Beingolea
Un sello del Ministerio de Gobierno y Policía.

Cable del Cuerpo de Bomberos de Panamá


Panamá 16 de febrero
Comandante general Schiaffino
Lima.-
Profundamente conmovido, envíole sentida condolencia, a nombre de
bomberos panameños, rogándole hacerla extensiva compañeros y familias
víctimas.
Comandante general primer Jefe Cuerpo de Bomberos Panamá.

Sociedad Tacna, Arica y Tarapacá del Callao (Telegrama) - Febrero 16 -


Comandancia General Bomberos - Lima Sociedad decana, Tacna. Arica,
Tarapacá. Asóciase sinceramente profundísimo dolor aflige Cuerpo
General Bombero Perú - Vargas, presidente: Bejarano, secretario.

Federación de Panaderos “Estrella del Perú”


Lima, 16 de febrero de 1931
Señor comandante general del Cuerpo de Bomberos de Lima
Presente.-
Señor comandante
Cumplo con poner en conocimiento de usted, que esta Federación de
Obreros Panaderos “Estrella del Perú”, siente con profunda consternación
la desaparición de los cinco abnegados bomberos que, en cumplimiento de
su noble misión, perdieron la vida el sábado 14 del actual, en la catástrofe

61
de la calle Plumereros.
Con este motivo nuestros directorio ha resuelto adherirse a la exhumación
de los restos de estos infortunados ciudadanos, por medio de una comisión
que portará nuestro estandarte.
Aprovecho de esta oportunidad para ofrecer a usted las seguridades de mi
mas distinguida consideración.
Jorge R. Gutiérrez, presidente.

LIGA DE BONDAD Y CULTURA


Señor Alcalde del Consejo Provincial de Lima.
Ciudad
Muy señor nuestro:
En esta hora de desgracia nacional en que el dolor y la tragedia ha
dejado en orfandad hogares de ciudadanos inolvidables que han sufrido su
ida por el cumplimiento de un deber poco común, la Liga de Bondad y
Cultura, sociedad femenina que me honro en presidir, se asocia muy
sinceramente a esta desgracia, por la cual el sentimiento es unánime.
Ahora bien habiendo Ud. tenido la feliz iniciativa de realizar una
colecta pública a beneficio de los hogares en desgracia me es honroso
poner a disposición del Consejo que Ud. preside 10 señoritas que con la
insignia de nuestra sociedad cooperan eficazmente en la forma que Ud.
ordene, para llevar a efecto tan humanitaria erogación.
Esperando sus indicaciones me ese grato suscribirme como su atto.Y S.S.
María L. Molinares de Reátegui.
Lima, febrero de 1931

UNA LAUDABLE INICIATIVA


Lima, 16 de febrero de 1931
Señor Antonio Miró Quesada.
Muy distinguido señor:
A la generosa iniciativa del alcalde de Lima, doctor Luis A. Eguiguren, a lo
que todo Lima concurre presurosa a colaborar con su óbolo en pro de las
familias de esos heroicos jóvenes que cumplieron su deber, quiero
respetuosamente sugerir por intermedio de su importante órgano, la
necesidad de que el Estado reconozca a favor de sus familiares, una
pensión en proporción al grado de cada uno de esos abnegados hombres.
Militares son por su disciplina y heroísmo: han cumplido con su
deber con el desinterés del ciudadano abnegado. Al servicio de la ciudad,
en el momento de peligro, sacrifican sus horas de descanso o de trabajo .
cumplen así, con un deber, al que sólo el altruismo y la buena voluntad
impelen.

62
Correspóndase a tan generosa acción, que hoy termina con el
sacrificio de la ida, reemplazando en el apesadumbrado hogar de los
desaparecidos parte de los resultados del esfuerzo que como padre, hijos o
hermanos realizaban.
Agradezco a usted la benévola acogida que de a esta iniciativa,
rogándole la patrocine usted, con su prestigio de hombre de bien.
De Usted, atto. S.S.
E. Harth-Terré

POR LAS VICTIMAS DEL INCENDIO DE PLUMEREROS


Hemos sido informados por el alcalde de la municipalidad del
Rímac, señor Malatesta, que esa corporación ha acordado llevar a cabo una
suscripción, popular a favor de los deudos de los bomberos sacrificados en
cumplimiento de su deber en el pavoroso incendio de la calle Plumereros,
iniciándole el la misma con la suma de 200 soles. Se nombrarán al efecto
comisiones de concejales que recorran con el indicado fin los jirones
centrales del distrito de bajopontino.

LA PEÑA TAURINA Y LOS BOMBEROS


Lima, 16 de febrero de 1931
Señor comandante general del Cuerpo de Bomberos.
Ciudad.
La “Peña Taurina Lima” ha visto con profundo pesar, la desgracia
que aflige al Cuerpo de Bomberos de su digna Comandancia y con tal
motivo acogiendo la idea del señor alcalde del consejo Provincial, desea
aportar a medida de sus fuerzas, algo con que incrementar los fondos que
aliviaran a los deudos de las víctimas.
Por tanto, señor comandante, nuestra institución, si usted lo tiene a
bien, esta dispuesta a dar un beneficio en la Plaza de Toros de Lima,
organizado por la Peña, y cuyo producto integro tendríamos el placer
poner en sus manos.
En espera de su grata respuesta, somos de usted, attos. Y SS.SS
Alejandro Rivas Barrios presidente
D. Barrera Roca, secretario general.

LA COLECTA PUBLICA INICIADA


POR EL ALCALDE DE LIMA
Ha encontrado eco favorable en el vecindario el llamamiento que ha
hecho el alcalde de Lima, doctor Eguiguren, a los sentimiento de la
población para que contribuya con su óbolo al inmediato auxilio de las
familias de las víctimas de la catástrofe de Plumereros. Sabemos que

63
algunas personas, entre ellas miembros del alto comercio, han ofrecido ya
su concurso generoso a la formación del fondo que será distribuido entre
los familiares de los bomberos que hallaron el sábado trágico fin,
cumpliendo su noble deber.
“El Comercio”, deseoso también de participar modestamente en
esta significativa manifestación cívica de gratitud a la memoria de quienes
rindieron la vida en defensa de un interés social y de apoyo inmediato a sus
deudos, ha entregado, como pasaporte de nuestra empresa al fondo de
auxilios, la cantidad de mil soles al sindico de rentas del consejo, a cuya
disposición ha puesto también, el cheque de 50 soles que, por nuestro
intermedio, remite para dicho fondo el señor Víctor F. de Albertis, según
puede verse por la siguiente carta:
Barranco, 16 de febrero de 1931.
Señor director de “El Comercio”
Lima
Muy señor mío:
Sírvase Ud. separar del señor de la presente, mi cheque Nº 897955 a
cargo del Banco Italiano por la cantidad de S/. 50.- suma con la que
contribuyo a la iniciativa del señor alcalde de esa ciudad para socorrer a las
familias de los víctimas del incendio ocurrido en la calle de Plumereros.
Aprovecho de esta ocasión, señor director, par ofrecer a usted las
seguridades de mi estimación y suscribirme de usted muy atento
s.s.s.
Víctor F. De Albertis

SUBLIME SACRIFICIO
Honda consternación ha producido en Lima, la horrible tragedia que
ha tenido por escenario una de las principales calles de la metrópoli.
Cinco hombres generosos y abnegados han perecido, cuando fieles
a su misión noble y altruista luchaban por apagar un incendio.
Mientras la ciudad alborozada y radiante de alegría se aprestaba a
recibir al dios Momo, por otro lado la negra fatalidad sembraba la
destrucción y la muerte. ¡Oh sarcasmos de la vida! Muchos hombres
buenos esperaban en la dulce quietud del hogar, la iniciación del efímero
reinado para compartir con los suyos la alegría cuando sonó a lo lejos un
piteo incesante, ¡incendio! Dijeron y veloces partieron al lugar de la
tragedia sin sospechar que en esa noche de alegría loca, contagiosa y
desbordante, la vida los abandonaría y sumiría sus hogares en la tristeza
más grande y el dolor más profundo.
Sin embargo esa fue la última noche. Murieron como héroes,
sepultados entre los escombro de la casa incendiada cuando generosos,

64
Nobles, abnegados, desprendidos trabajaban por contener a la furia del
elemento voraz. Hombres sublimes que abandonaron todo, el dulce hogar
y sus demás obligaciones para acudir prestos donde el deber los llama.
Hombres generosos que aman de verdad a la humanidad cuando
está en desgracia. Hombres que laboran silenciosa y calladamente en las
grandes hecatombes sin exigir jamás la vida por salvar la de sus
semejantes.
Así es el Bombero, sinónimo de bondad, de amor, de los puros
sentimientos. Así fueron los cinco bomberos que en esa noche pletórica de
alegría encontraron en la calle Plumereros, una tumba prematura.
Los nombres de estos heroicos bomberos han de quedar
eternamente grabados en el corazón de todos los habitantes de Lima y el
recuerdo del sublime sacrificio ha de perdurar por siempre en el historial
de la vieja ciudad de los virreyes.
Vaya a las familias de los heroicos bomberos la sincera e intima
expresión de nuestro dolor.
Barranco, febrero de 1931
SIDERAL

LA CATÁSTROFE BOMBERIL
Una nota de dolor y de triste constitución en la ciudad, la tragedia de
la calle de Plumereros. Una alarma, un siniestro y veloces las bombas
cargadas de abnegados voluntarios se constituyen en el lugar del siniestro.
Rápido como la centella, colocan las escalas, tienden las mangas y
se entregan de lleno a combatir el fuego, que con sus enormes lenguas trata
de acobardar a los heroicos bomberos que ni con eso se ahuyentan.
A los 25 minutos el terrorífico elemento, ha sido conjurado, un
clarín de la voz de retirada y el recojo del material. La orden va a ser
cumplida, cuando ¡oh maldito destino!, la parte alta del edificio se
desploma, sepultando entre sus aún humeantes escombros a varios
desinteresado servidores de la humanidad.
Tal es la visión dantesca del incendio del sábado último. Tiembla la
pluma al describir la horrorosa impresión que produjo la escena del
desplome.
El rescate de cuatro bomberos bajo los escombros fue algo fúnebre.
A la temblorosa luz de los hachones y en medio de los tristes ayes de dolor
de los heridos, los cadáveres iban apareciendo uno a uno pero
completamente mutilados y desfigurados. El cuadro era conmovedor.
Algunos bomberos pugnaban por no llorar. La muerte se había
pegado al siniestro con todo su furor. Parece que Momo, en estos días,

65
quiso en gozar con la tragedia de sus momentáneos súbditos.
...Y los escombros fueron devolviendo sus presas, Acevedo,
Blanco, Ochoa y Malarín. Mas tarde murió Vidal. Cinco hombres que no
trepidaron en ofrendar sus vidas por salvar la propiedad ajena.
Dignos son de un grandioso homenaje póstumo no solo de Patria
agradecidos, sino de la Humanidad entera. Los sacrificios de estos héroes
voluntarios no deben pasar inadvertidos. Sin interés de ninguna clase, ellos
a costa de grandes peligros salvan vidas y propiedades ajenas. Por eso el
recuerdo de los cinco mártires de la hecatombe del sábado 14 será
imperdurable en nuestros corazones.
¡Paz en sus tumbas!
ROSS
Lima 17.2.93

OFRECIMIENTO DE UN EMPRESARIO TEATRAL


Lima, 15 de febrero de 1931
Señor don Federico M. Schiaffino.
Comandante General del Cuerpo de Bomberos.
Distinguido Sr. Comandante:
Verdaderamente apenado por el trágico incendio que ocurrió anoche
y cuyo epílogo no puede ser más cruel, cumplo con mi deber de asociarme
a su dolor, dirigiéndole la presente para ponerme a las órdenes de usted,
como empresario de teatro.
Las cinco vidas útiles y abnegadas muertas en el cumplimiento de su
humanitario deber, cuya desaparición será sin duda, sentida con verdadera
emoción por todos los habitantes del Perú, haciendo comprender el
sacrificio de estos hombres desinteresados, que llenos de espíritu
humanitario, despreciaban a cada instante la vida en beneficio de sus
semejantes. La desaparición de estos valientes bomberos cuyos nombres
quedarán grabados en la memoria de todos, como verdaderos símbolos de
abnegación y sacrificio. La prematura e inesperada muerte de estos
ciudadanos de ejemplo ha de ocasionar aún más profundo dolor a todas las
compañías de bomberos de esta capital.
La muerte de estos cinco valientes salvadores, enluta numerosas
familias y colocará alguna en situaciones criticas y dolorosas. Yo, como
extranjero de nacimiento y como peruanos de corazón, lleno de profunda
emoción por este suceso tan trágico, me apresuro a ofrecerle señor
Comandante mi modesto y desinteresado concurso, para organizar una
gran función en el Teatro Municipal, corriendo con todos los gastos que
sean necesarios para el espectáculo. El programa será formado por todos
los artistas que se hallen el Lima y el producto de esta función será puesto a

66
Disposición de usted, señor Comandante para aliviar económicamente las
familias de los bomberos muertos. También para reclutar mayor fondo
procuraré conseguir gratis objetos de arte que las casas comerciales me
entregarán rematándolos a los mejores postores durante la mencionada
función, cuyo importe irá a incrementar los fondos en beneficio de estas
familias.
La función se podría efectuar el día 21 ó 23 del corriente a las 9 y 30
p.m. como arriba mencioné, en el Teatro Municipal.
Le agradecería, señor Comandante, que al aceptar mi sincera
cooperación, se sirva usted nombrar una comisión para que controle los
boletos y que intervengan en la venta de los mismos para las localidades y
así asegurar el éxito esperado.
Le ruego, señor Comandante, expresar mi sincero pésame a todo el
cuerpo de bomberos por la irreparable pérdida de sus queridos
compañeros.
Esperando la estimada respuesta de esa Comandancia, para
preparar a tiempo todo lo que se requiere para realizar la susodicha
función.
Me suscribo como su S.S.
Silvio Garroni.

En la Prolongación de la Colmena. El ataúd del teniente


Eleazar Blanco. Llevando las cintas delanteras, el ministro de gobierno,
coronel Beingolea y el Alcalde de Lima, doctor Eguiguren.

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Aspecto de la Plaza San Martín, entrando a la calle Boza.

El imponente cortejo fúnebre a su paso por el Jirón de la Unión.

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El cortejo y parte de los acompañantes de él, ingresando al cementerio.

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El Comercio, Lima 19 de Febrero de 1931

En memoria de los bomberos muertos


en el incendio de la calle Plumereros

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El Comercio, Lima 19 de Febrero de 1931

En memoria de los bomberos muertos


en el incendio de la calle Plumereros
El Administrador Apostólico de la Arquidiócesis, obispo monseñor
Mariano Holguín en nombre de la iglesia peruana, dispuso la verificación
de honras fúnebres en la Basílica Metropolitana, en memoria de los
bomberos muertos en el incendio habido el sábado último en la calle
Plumereros, y que conmovió hondamente el sentido público. Quiso en esta
forma el jefe de la iglesia peruana adherirse a las manifestaciones de dolor
que esa tragedia produjo en todos los espíritus.
El ceremonial fúnebre se efectuó a las 10 y 30 de la mañana de hoy.
Para este acto el templo metropolitano, recibió esmerado y severo arreglo.
En la puerta principal que da a la plaza de armas se había colocado
cortinajes negros con aplicaciones de plata. En el centro de la nave
principal, delante del presbítero, se levantó un catafalco de estilo romano
en cuyo centro estaba el túmulo rodeado de cirios encendidos. Este que
también tenía paños negros con adornos de plata, colocado encima de un
pedestal blanco.
Antes de la hora fijada para el acto fúnebre, llegaron al templo
metropolitano el edecán del presidente de la junta de gobierno, mayor
Eleazar Atencio, el Nuncio de Su Santidad, Excelentísimo Señor
Cicognani, quien ocupó un asiento en el altar mayor, en el sillón especial
que tiene el coro, varios miembros de las comunidades religiosas de Lima
y sus contornos, elementos del clero secular, comisiones de instituciones
sociales y obreras, y representantes de la municipalidad de Lima. Estas
personas ocuparon los sillones colocados especialmente en la nave
central.Los deudos de los bomberos muertos ocuparon, asimismo,
asientos especiales.
Un numeroso gentío ocupaba las tres naves del templo. Las
compañías de bomberos llegaron poco antes de las diez y media, con sus
estandartes enlutados y presididas por sus respectivos comandantes.
Los estandartes con guardias de honor fueron colocados formando
circulo en torno del catafalco.
En el momento oportuno, actuando de gran pontifical, celebró la
misa de réquiem el administrador apostólico de la arquidiócesis, quien
estuvo acompañado del presbítero asistente, monseñor Luque y de los
diáconos señores Rivera y Piérola y Cavero.
Un coro de tres voces bajo la dirección del maestro de capilla de la

72
Basílica, doctor Chávez Aguilar, tuvo a su cargo la parte musical.
Cuando concluyo la misa de réquiem, el propio obispo monseñor
Holguín entonó el responso de rito delante del tránsito, acompañado del
cabildo metropolitano en pleno, revistiendo este acto gran solemnidad.
Terminada la ceremonia fúnebre de que damos cuenta se despidió el
duelo en la puerta principal, después de las doce del día.

El Administrador Apostólico de la Arquidiócesis,


en el momento de responso, acompañado de los diáconos.

Los bomberos con sus estandartes desfilando,


al terminar la ceremonia, en la Plaza de Armas.

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El testimonio del Comandante Mongrut

75
El testimonio del Comandante Mongrut

ESCURRIÉNDOME EN FORMA QUE YO MISMO


NO ME DOY CUENTA, PUDE ESCAPARME,
RELATA EL COMANDANTE MONGRUT

“La cabeza del infortunado Vidal quedó recostada sobre mi mano”

APRECIACIONES SOBRE EL ORIGEN DE LOS INCENDIOS

Virísimo interés teníamos ayer


por conocer, de labios de una de las
víctimas del lamentable suceso del
sábado, un relato exacto de la tragedia.
Con tal propósito visitamos al señor
Gustavo Mongrut, en su domicilio,
sito en la calle del Aronita. Fuimos
cordialmente recibidos por los
familiares de este caballero, a quien
encontramos postrado en cama y
torturado por los dolores que le han
sobrevenido después del drama y que,
ahora, a medida que transcurren los días,
se acentúan mayormente.
El comandante Mougrut, de la “Cosmopolita”, nos recibe con la
amabilidad y cortesía de los que siempre hace derroche. Nos invita a tomar
asiento a su lado y espera nuestras preguntas.
En primer lugar, le hacemos presente la condolencia de LA
PRENSA al personal de la Compañía de Bomberos “Cosmopolita” N°
6, y a todos y cada uno de las meritorias instituciones humanitarios que tan
rudo golpe han soportado. Evocamos el recuerdo del malogrado teniente
Eleazar Blanco, que sufriera también, un accidente de consideración al
traer el carro de su bomba el día que produjo un conato de incendio en los
altos de nuestro edificio. El señor Mongrut nos escucha y nos agradece
con gestos que demuestran su emoción, su sinceridad y su propio pesar.
Luego le pedimos que nos relate la forma cómo ocurrió la tragedia,
y nuestro entrevistado nos dice más o menos lo siguiente:
Ya el fuego había terminado... estábamos retirándonos... cuando
se produjo el derrumbe. Las frases del señor Mongrut son entrecortadas
debido a que los dolores no le permiten expresarse normalmente.

76
-Estábamos -agrega- como ocho compañeros dentro de la
habitación, y ninguno de ellos, naturalmente, presentía el desenlace que
iba a tener el asunto... De un momento a otro sentimos el crujido de las
maderas, el ruido peculiar de las paredes que se rajan, y sentimos también,
sobre nuestras cabezas y sobre nuestros cuerpos, una verdadera lluvia de
elementos. Los que pudimos, atinamos a reunirnos. Yo estaba con Lund,
con Molena, con Vidal (Carlitos) y sentí que una viga que pesaba
enormemente me cayó sobre las espaldas y otro sobre el cuello. Encima de
estas vigas cayó una serie de cosas más... El peso me venció y quedamos
todos en cuclillas haciendo el mayor esfuerzo que podíamos para evitar
que nos tumbaran del todo las vigas...
-¡Fue cosa atroz!... ¡pavoroso!.. Yo me di cuenta, desde el primer
momento, que Blanco había muerto, tanto porque me percaté de que él
había sufrido el golpe de la misma viga en la cabeza, como porque no lo
sentí gritar como gritaban los demás... Yo también hubiera gritado... pero
no lo hice porque no tengo ese carácter y porque además, no podía... Quizá
si hubiera podido gritar lo habría hecho... el humo me ahogaba... el peso
que me oprimía las espaldas no me dejaba respirar... Ya recuerdo que oí
gritar a Vidal... ¡pobre compañero mío!... Su cabeza quedó recostada
sobre mi mano y en ella sentía yo toda la presión que hacía sobre su
cabeza, resistiendo a la vez, la fuerza de la viga... Como pude, traté
de auxiliarlo, y aun cuando yo estaba en situación también desesperada,
logré sacar la mano y ponérsela sobre la cara, para defenderlo... El
muchacho estaba inmóvil. No podía hacer nada, así como tampoco los
demás podíamos hacer nada. Después, pude libertar mi otra mano y con
ella abrí un hueco por el cual tratamos de respirar Lund, Molena, yo y el
mismo Vidal.. Pero no podíamos... era imposible. ¡El humo! ¡La tierra...!
- Yo me di cuenta cuando mis compañeros comenzaron a trabajar
activamente por sacarlos. Sentí las serruchadas que jalaban... lo hacían con
una actividad admirable... Primero sacaron a Melena. Yo me alegré de
esto, porque la complexión física del muchacho no es tan fuerte... ¡Sabe
Dios si habría perecido!... Luego sacaron a Lund... En seguida, por el
pequeño hueco que dejó Lund, y escurriéndome en forma que yo mismo no
me doy cuenta, pude escaparme... Ya no recuerdo más... en esos instantes
me desmayé.
-Digamos, señor Mongrut, ¿qué origen cree usted que haya tenido
el incendio? Preguntamos.
-Eso es muy delicado decir. No tenemos autoridad para hacer
declaraciones de tal naturaleza. Y esto mismo me parece inverosímil.
Hasta la fecha nunca la policía nos ha pedido un informe. No nos
consideran palabra oficial, aun cuando la lógica hace presumir que en

77
casos de esta naturaleza los mejores peritos son aquellos que han hecho de
la labor de apagar incendios en profesión sin lucro... Yo me he encontrado
en condiciones de probar, en muchos casos, cuando un incendio es
intencional y cuando no lo es, por la sencilla razón de que los bomberos
somos los primeros en llegar a los incendios, y en darnos cuenta, por
consiguiente, por donde ha comenzado el fuego y cómo... en uno de los
últimos siniestros advertí que el fuego había comenzado por una pared
opuesta completamente a la cual estaban los alambres de luz eléctrica, y ...
si embargo... ese incendio fue atribuido a un cruce eléctrico... ¡Son cosas
originales!... yo tengo la seguridad de que el noventa y nueve por ciento de
los incendios que se producen en casas comerciales, son intencionales... Y
esto no lo digo yo únicamente. Lo decimos todos los que llegamos siempre
en primer lugar a los incendios... En el caso del incendio de Plumereros yo
por desgracia, no llegué de los primeros... pero, no obstante ése, me di
cuenta de que la casa estaba incendiándose en todos lados por igual, lo que
es raro en incendios casuales...ustedes amigos periodistas, tal vez saben
cómo comienzan los incendios casuales... y si ustedes han recogido
versiones sobre el particular, entonces se habrán dado cuenta,
perfectamente, de que en el caso de la calle de Plumereros hay algunas
razones para suponer que no ha sido casual...

-Pero, dejemos eso... que no me interesa por el momento. Yo


quisiera que tuvieran ustedes la amabilidad de decir, en primer lugar, el
profundo pesar que he sentido y sigo sintiendo por no haber podido
despedirme de mis compañeros. Yo quise salir; pero, mi familia me lo
impidió. Yo creí que Carlitos estaba vivo; por lo menos, así me lo hicieron
entender... y esto me tranquilizó; ... pero, si yo me hubiera enterado de que
estaba agonizando en el hospital, tengan ustedes la seguridad que yo
habría ido a despedirme de él... aunque sea un pijama, nadie me huera
podido contener... Créanme que más que los golpes recibidos, más que lo
que estoy padeciendo en la cama, más que todos los sufrimientos
materiales que tengo por el momento, lo que me tortura horriblemente el
espíritu es saber que no he podido ni ver, por última vez, la cara de mis
compañeros. Ayer estuve muy inquieto... quería salir... no me dejaron.
Sólo me he tranquilizado cuando supe que ya los habían enterrado. , que ya
no había remedio!.
Y el comandante Mongrut, vencido por la emoción, inclina la
cabeza y advertimos que las lágrimas, lagrimas varoniles, empañan sus
ojos.
-En segundo lugar, queridos amigos, quiero que dejen ustedes
constancia en LA PRENSA de lo profundamente agradecidos que

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quedamos todos los bomberos en general, y especialmente los de la
“Cosmopolita” por la forma cómo se han portado las autoridades, desde el
Jefe de la Junta de Gobierno, que ha ordenado que las familias de los
fallecidos reciban montepío de la clase de teniente de ejército, y que
dispuso, también, que el gobierno correría con los gastos del entierro,
hasta el guardia de la esquina, que ha prestado, en lo que le ha sido posible,
toda su colaboración tanto en los momentos duramente trágicos del
Siniestro como en lo que ha ocurrido después...
-En tercer lugar, señores reporteros, quiero que dejen ustedes
constancia, también... de que la Compañía de la cual mis compañeros me
han puesto, siente una profunda gratitud para toda la ciudad de Lima, que
se ha portado, en este caso, como siempre se porta en todos los de la misma
naturaleza... ¡a la altura de su deber!... Me cuentan que en el público se ha
sentido una consternación indescriptible. Sinceramente... Eso me
emociona... me doy cuenta de que todos saben apreciar el sacrificio que
hacemos los bomberos sirviendo desinteresadamente los intereses de la
ciudad...
Como notamos que el estado de salud en que se hallaba nuestro
entrevistado no era muy satisfactorio, optamos por suspender el reportaje.
Al retirarnos el señor Mongrut nos pide que excusemos que no haya
hecho presente, con la prelación que el asunto merece, su más profundo
agradecimiento a los periodistas de Lima, que se han ocupado en forma tan
extensa sobre el particular y que han prodigado a los bomberos elogios que
enaltecen a la Institución.
Contestamos al señor Mongrut que los periodistas no habían hecho
más que cumplir con los imprevistos de su misión y nos retiramos. Al
despedirnos, como en un principio, nos estrechó cordialmente la mano.
Nos vinimos con la impresión de que acabamos de conversar con un
abnegado y excelente bombero dispuesto a cumplir con su deber hasta
el sacrificio.

Entrevista publicada en la Prensa, 18 de febrero de 1931

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Se terminó de imprimir
en Febrero del 2002
en los talleres gráficos de
Gráfica Unión
Lima - Perú

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