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Las enfermedades psicosomáticas son definidas como las que son

provocadas por culpa del estrés, a causa de la tensión, de los cambios


radicales en el modo de vida y de las emociones. No cabe duda que todos
estos factores pueden influir sobre nuestro aspecto físico y provocar problemas
de salud.

Un ejemplo es el bruxismo, que se produce cuando las personas


involuntariamente tienden a apretar los dientes, de día y de noche, es una
reacción producida por el estrés y la tensión. A medio plazo, esto puede
ocasionar dolores de cabeza, problemas en la escucha y otra serie de
situaciones.

Muchos estudios demuestran que nuestras emociones influyen de manera


determinante en las enfermedades cardíacas y mentales, los dolores de
estómago, etc. La acumulación de tensión tiene, a menudo, repercusiones
sobre el cuerpo.

Prevenir y controlar
El mejor modo de controlar y de evitar las enfermedades
psicosomáticas consiste en prevenir el estrés y adaptar nuestras respuestas
físicas ante situaciones que nos ponen nerviosos o que generan tensión.

Observa tus emociones y tus sentimientos, la manera cómo tu cuerpo


reacciona ante una crisis o una situación concreta. Así es más fácil determinar
si lo que hacemos afecta directamente a nuestra salud.

Es esencial efectuar actividades para combatir el estrés, teniendo por ejemplo


un hobby o haciendo ejercicio. Estos son buenos modos de desconectar y de
desprenderse de lo que produce tensiones y genera malestar.
Es muy importante aprender a resolver los conflictos utilizando la inteligencia
emocional de las partes afectadas. Las enfermedades
psicosomáticas aparecen muy a menudo porque acumulamos tensiones
generadas por nuestros problemas en lugar de buscar soluciones. Es
importante encontrar alternativas para liberar nuestro espíritu y nuestro cuerpo
del estrés provocado por los problemas diarios.

Recuerda que lo que sentimos (la gestión de las emociones) influye en nuestra
salud, tanto mental como física.

¿Has padecido alguna vez una enfermedad psicosomática? ¿Cómo has


solucionado la situación?

Esta leyenda surge cuando se descubre que la arteria ulnar conecta el corazón
con el dedo meñique.

Al estar unidos por esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del
destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés
compartido y la unión de los sentimientos.

Por eso también el hecho de hacer promesas en algunos países al entrelazar


estos dedos con el otro.

El hilo rojo: una inquieta leyenda japonesa


Los japoneses tienen la creencia de que las personas predestinadas a
conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique. 

La historia en sí cuenta que entre dos o más personas que están destinadas a
tener un lazo afectivo existe un «hilo rojo», que viene con ellas desde su
nacimiento.

El hilo existe independientemente del momento de sus vidas en el que las


personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a
veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del
vínculo que existe entre ellas.

Una historia, una leyenda


Una de las leyendas sobre este hilo rojo cuenta que un anciano que vive en la
luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están
predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo
rojo para que no se pierdan.
Pero la leyenda más popular y la que se recita en casi todos los hogares
japoneses a los niños y jóvenes es esta: Hace mucho tiempo, un emperador se
enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy
poderosa que tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la
mandó traer ante su presencia.

Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del
hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa; la
bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo.

Esta búsqueda los llevo hasta un mercado en donde una pobre campesina con
una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba
esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie e hizo que
el joven emperador se acercara y le dijo: “Aquí termina tu hilo”, pero al
escuchar esto, el emperador enfureció creyendo que era una burla de la bruja.

Empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña hija en los brazos y la


hizo caer haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente. Luego
ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse
y su corte le recomendó que lo mejor fuera que desposara a la hija de un
general muy poderoso.
El emperador aceptó esta decisión y comenzaron todos los preparativos para
esperar a quien sería después la elegida como esposa del gran emperador.
Llegó el día de la boda, pero sobre todo había llegado el momento de ver por
primera vez la cara de su esposa.

Ella entró al templo con un


hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente su rostro. Al levantarle el
velo vio por primera vez que este hermoso rostro tenía una cicatriz muy
peculiar en la frente. Era la cicatriz que él mismo había provocado al rechazar
su propio destino años antes. Un destino que la bruja lo había puesto frente
suyo y que decidió descreer.

La enseñanza de la leyenda del hilo rojo según la tradición japonesa tiene que
ver con la comprensión del destino y el papel preponderante que juega el amor
en este hilo. Muestra claramente cómo los amores destinados son eso, no
podemos escapar de la persona que nació para amarnos.

Nunca se podrá romper


“Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse,
sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar,
contraer o enredar, pero nunca romper”. La milenaria leyenda oriental intenta
echarle un poco de luz al misterio de las almas gemelas.

La antigua cultura japonesa contempla la idea de que el futuro de cada una de


las personas está predestinado desde el momento en que inicia su camino.
Explicación que toma fuerza con el dogma de que todo ser humano está
“atado” al destino de alguien por medio de un intangible hilo color rojo que se
encuentra amarrado al dedo meñique. Entonces, todos están predestinados a
conocer a su otra mitad, la parte de la naranja restante, aquello que falta para
que se complemente.

"Podemos entender al destino como algo programado para ser vivido y a la


sincronía como una casualidad que nos lleva a conocer a esa persona que
nació para amarnos. Ahí aparece también el libre albedrío. Pero el gran
interrogante es si hay algo de eso o simplemente ya está todo escrito y guiado
por ese hilo rojo", explica Monika Correia Nobre, astróloga y directora de
Astroflor. Pero qué es lo que hace que dos personas se encuentren en el
momento exacto y el lugar indicado, y también qué provoca la separación
después.

Para la astróloga, parte de la historia del hilo rojo habla de una herida que nos
queda en la frente, un lugar que desde lo simbólico nos dice que no vamos a
poder olvidar ese amor herido. Siempre existirá un dolor por la pérdida del
amor que no pudo ser. Lo cierto es que aquella persona que coincide con el
otro extremo de su propio hilo, comprende sin dudar, que ese otro es la
persona que estaba buscando.

Las sensaciones que pueden comprobar esa “buena elección” son la paz
interior, la seguridad de sí mismos, la alegría más allá de la etapa del
enamoramiento, el entendimiento casi por deducción a la otra persona y la
conexión, aún sin compartir un mismo espacio físico. Ahora nos quedamos
pensando… ¿estaremos con la persona que corresponde a nuestro hilo rojo?,
si no es así ¿la persona destinada para mi estará con una persona
equivocada?, ¿tengo que terminar mi relación para ponerme a buscar la punto
de mi ovillo?, ó ¿espero que él me encuentre a mí?

Lo importante es quitar fantasmas de nuestra mente y aprender de cada


relación hasta que demos con esa persona que se roba nuestra sonrisa o que
comprende, sin hablar, nuestros deseos más profundos.

¿Qué es la hipocondría?

La hipocondría es, básicamente, una preocupación excesiva por el estado de salud.


Se trata de un problema muy común con un elevado costo para los sistemas sanitarios
pues se estima que casi el 9% de los pacientes que acuden a los hospitales son
hipocondríacos. Esta preocupación hace que experimenten síntomas que no existen
objetivamente o que maximicen los ya existentes. Como resultado, la persona sufre
una gran angustia y a menudo cae en la depresión.

Para diagnosticar la hipocondría, la persona debe estar convencida de que padece al


menos dos enfermedades graves y debe conocer con lujo de detalles la sintomatología
de una de ellas. Por supuesto, esta persona se someterá a una serie de exámenes
físicos y no aparecerá ninguna señal de los problemas que refiere.
Además, normalmente la persona presenta un miedo intenso a padecer estas
enfermedades, se preocupa excesivamente por la calidad de las exploraciones
médicas y el malestar subsiste durante más de seis meses, provocando un deterioro
considerable en el área laboral o en las relaciones interpersonales.

Vale aclarar que aunque en el imaginario popular existe una identificación entre la
hipocondría y la vejez, lo cierto es que gran parte de las personas hipocondríacas son
hombres que rondan los 30 años y mujeres sobre los 40. Estas personas pasan
muchas horas estudiando su cuerpo y reacciones con detenimiento, hasta que realizan
su propio diagnóstico, que generalmente entra en contradicción con el que realiza el
médico. Por eso, es común que vayan de hospital en hospital, buscando a un médico
que confirme sus temores.

Casi siempre las personas hipocondríacas están al tanto de las últimas enfermedades
y tratamientos y se convierten en nutricionistas expertos porque, en el fondo, tienen
mucho miedo a padecer alguna enfermedad. Así, poco a poco, la salud y las
patologías se van convirtiendo en su único tema de conversación. Cuando este
trastorno llega a su punto álgido, se produce un deterioro severo de sus relaciones
interpersonales ya que incluso pueden renunciar a la vida social por el miedo a
contaminarse.

Las causas de la hipocondría

Las causas de la hipocondría son muchas por lo que es difícil hacer referencia a un
solo factor. Entre las causas más comunes se hallan:

- Una educación basada en el miedo o en la protección excesiva. Usualmente, al


profundizar en la historia de vida de las personas hipocondríacas, se descubre que
desde pequeños tuvieron una educación sobreprotectora o un familiar cercano que
manifestaba una preocupación excesiva por su salud.

- Experiencias traumáticas relacionadas con la enfermedad o la muerte. Ya sea


porque la persona ha sufrido alguna enfermedad grave o porque las ha vivido de
manera particularmente intensa a través de un familiar.

- Interpretación incorrecta de los síntomas. En muchas ocasiones la hipocondría se


desata a partir de síntomas que son mal interpretados. Esta persona posee cierta
información médica y se asusta ante cualquier tipo de síntoma. Por ejemplo, puede
confundir una contractura muscular en el brazo izquierdo con la presencia de un infarto
o el dolor de cabeza sostenido con una hemorragia cerebral.
- Ser particularmente sugestionable y haber recibido información alarmante
sobre determinadas enfermedades. Vale aclarar que es importante estar informados
sobre los síntomas iniciales de las patologías ya que así podremos diagnosticarlas a
tiempo pero las personas que son particularmente sugestionables pueden desarrollar
una actitud hipervigilante que finalmente conduce a la hipocondría.

Por supuesto, también existen otras personas que utilizan las enfermedades para
atraer la atención de los demás. En esos casos, la hipocondría se convierte en una
forma para relacionase y mantener a su lado a familiares y amigos.

El tratamiento de la hipocondría

Tratar la hipocondría suele ser muy difícil ya que estas personas no desean reconocer
que la causa de su mal es de origen psíquico. Por eso, es usual que se nieguen a
someterse a un tratamiento psicológico.

En esencia, el tratamiento de la hipocondría se basa en la combinación de los


fármacos antidepresivos con la psicoterapia cognitivo-conductual. De hecho, suele ser
muy común que psiquiatra y psicólogo trabajen en equipo para afrontar este tipo de
casos. Los medicamentos reducen el desánimo pero no son suficientes para eliminar
las ideas de enfermedad pero a la misma vez, sin ellos, es difícil poder realizar un
tratamiento psicológico con éxito.

La psicoterapia se dirige a paliar la angustia y el miedo que sienten estas personas,


enseñándoles cómo enfrentar su problema. Un punto vital radica en aprender a
diferenciar los síntomas reales de los ficticios. Se suelen utilizar técnicas como la
desensibilización, el control del pensamiento y la relajación.

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