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Reseña…

Angelina Muñiz-Huberman:  El último faro

Idioma original: español
Año de publicación: 2020
Valoración: Recomendable (para aficionados a los alardes)

La ficción es siempre un pretexto, me refiero claro está a la ficción literaria. Un


pretexto para hablar de las preocupaciones del escritor, para que este se cuente a sí
mismo, dé testimonio de algo e incluso en algunos casos para que se aclare las ideas
y regrese algo más sabio de la aventura de escribir.
La ficción, además, se mira el ombligo en gran cantidad de ocasiones, lo llamamos
metaliteratura. Extraer historias dentro de historias al modo de las muñecas rusas,
hilvanar anécdotas, sacar personajes de la manga. Aunque también existe otra más
teórica y directa: que el propio autor explique sus propósitos o analice conceptos en
su nombre o por boca de algún personaje. Muñiz-Huberman emplea un
procedimiento mixto: interviene al modo de los autores decimonónicos, pero
además nos deja ver las costuras de la historia sin ocultar que (casi) todo es
invención suya. No obstante, la escritora parte de hechos reales de la vida de sus
antepasados, ocurridos en el primer tercio del siglo XX. Aunque, ciertamente, se
toma todas las libertades imaginables, tanto para narrar como para no narrar en
absoluto, pues el texto oscila entre la reflexión, los juegos de palabras, la
información objetiva y cualquier otro recurso que le sirva para apartarse del tenue
hilo argumental sin dejar de insistir en su proyecto intelectual y emotivo, el que la
empuja a enlazar palabras con un sentido muy claro, de forma inteligente, capaces
de conmover al lector dispuesto a ello. Y he de advertir, una vez más, que no es un
artefacto pensado para gustar a todo el mundo y que, como ya he señalado otras
veces, solo desde una perspectiva amplia se le puede encuadrar en el
género novela.
La ficción propiamente dicha ocupa solo una parte del texto, aunque constituye el
armazón de este, y desde luego no se atiene a normas al uso. Para empezar ni
siquiera es realista, aunque aborda circunstancias históricas y personales que
ocurrieron o podrían haber ocurrido. Ni siquiera los personajes tienen rasgos
demasiado definidos, son meras funciones en manos de quien mueve los hilos. El
arranque parece insinuar que se nos va a contar la vida del mago Jiri Novak, sus
viajes por el mundo exhibiendo su arte en compañía de dos peculiares ayudantes y
un loro así como su frustrado enamoramiento, pero conforme avanza la trama
comprendemos que no será así: Aparecen nuevas figuras, los periodistas Fortuna
Levi, Albert Londres y Fred Amún, en otro momento la pareja formada por Alfred y
Suzanne junto a otras dos figuras que son como sus sombras, sin olvidar a la bella
Amarantina y el conde Lucien, su marido. Y si el conjunto les está pareciendo algo
estrafalario y alejado del mundo real, completaré la enumeración con el Palatino,
alguien mitad real, mitad imaginario, más bien incorpóreo, que se intuye más que
se ve, una especie de ser de luz que, cuando aparece, guía y apacigua a los demás
personajes. La verdad es que todos están continuamente apareciendo y
desapareciendo, pues acaparan el protagonismo por etapas, siempre buscando su
camino en la vida. Pero los hechos históricos que se producen en los turbulentos
meses anteriores a la Segunda Guerra Mundial y los acaecidos a miembros de la
familia de la autora –como ese niño, cuyo desgraciado final supone un trauma que
afectará tanto a los allegados como a los descendientes de estos– sirven de
armazón que nos ancla a una realidad conocida e impide que, entre elucubraciones
y fantasías, perdamos completamente el hilo. 
La ficción… Como ven la nombro todo el tiempo, y es para que no olviden que hay
relato. Pues las continuas digresiones en forma de comentario, enumeración,
reflexión, opinión personal, lamentación por lo ocurrido etc. son igual de jugosos,
solo hay que dejar espacio al disfrute y no pretender que se nos estén contando
cosas todo el tiempo o que el hilo narrativo no se quiebre nunca. Porque se quiebra.
Constantemente. Ya que por medio de los procedimientos más variados se está
retratando el clima intelectual y político de esa etapa pre-bélica. Pero, insisto,
aunque a veces pueda parecer lo contrario es mucho más difícil sostener una trama
de esa manera que con los procedimientos habituales. El resultado es una literatura
de ideas, que aparte de paciencia y ausencia de prejuicios no necesita de ningún
requisito para ser disfrutada, ya que ni fondo ni forma presentan mayor
complicación. Una obra melancólica aunque luminosa, que alterna confianza en los
individuos con un comprensible desaliento debido al cariz que estaban tomando los
hechos a causa de los totalitarismos de la época.

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