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CAPITULO IV

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

La presente investigación tiene como objetivo general el analizar la tortura


como práctica violatoria de los derechos humanos en el contexto del
derecho penal venezolano. Respecto a lo anteriormente señalado, el
objetivo se convierte en un análisis actualizado del tema, a partir de los
hechos documentados, a fin de visibilizar la situación de la tortura a través
de los objetivos específicos formulados. También es importante acotar, que
para desarrollar la investigación, se hizo una revisión exhaustiva de
investigaciones anteriores, sobre el tema objeto de estudio, tanto en el
ámbito internacional como nacional.
Es así y en virtud de este desglose de razones que se llegaron a las
siguientes conclusiones en razón de los objetivos específicos planteados y a
los cuales mediante el desarrollo de la investigación se pretende dar
respuestas.

Conclusiones

Al hacer un análisis doctrinariamente al delito de tortura prevista en la


Ley Especial para prevenir y sancionar la Tortura y otros Tratos Crueles,
Inhumanos o Degradantes, es necesario trasladarse hasta la ley que cuyo
contenido tipifica este delito como tal. La tortura a la luz de este instrumento
jurídico está representada por “actos por los cuales se le inflige
intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos, ya sea físicos o
mentales con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una
confesión…”. (Art 5 Ord. 2). En este enunciado se asoman aspectos
importantes que se deben tomar en cuenta para hacer un análisis adecuado
de la norma. En primer lugar expresa la norma el aspecto de causar dolor o
sufrimiento de manera consiente o intencional.
En este sentido la cuestión dolosa en si ya representa un delito, puesto
que representa la intención que tiene el funcionario que realiza tal actuación.
El Código Penal Venezolano articulo 181 ultimo aparte expresa: “se
castigaran con prisión de 3 a 6 años los sufrimientos, ofensas a la dignidad
humana, vejámenes, torturas, o atropellos físicos y morales cometidos en
persona detenida por parte de sus guardianes o carceleros…”
Al respecto el delito de tortura tiene connotación particular cundo esta es
realizada por algún funcionario que represente al estado, ya que el solo
hecho de pertenecer a algún cuerpo policial o de seguridad del estado, hace
que esta actuación tenga visos de complejidad jurídica respecto al Estado.
El otro aspecto y que a juicio del autor es quizás el más importante es
cuando la tortura se practica con la finalidad de “obtener de ella o de un
tercero información o una confesión”. Estos actos tienen por objeto,
además castigar, humillar y aterrorizar a las personas detenidas, extraerles
confesiones e información sobre presuntas actividades consideradas
antigubernamentales por el gobierno de turno. El delito se confabula en este
caso, porque la confesión que de aquí se desprende, penalmente no tiene
validez porque se obtiene mediante coacción.
En ese particular el artículo 33 de la norma estudiada establece que
“ninguna confesión o información que haya sido obtenida mediante tortura,
tratos crueles, inhumanos o degradantes, podrá promoverse como prueba y
el documento que lo contenga es nulo de nulidad absoluta. La promoción de
esta prueba será considerada un fraude a la ley y en consecuencia
acarreara responsabilidad penal y administrativa.
En resumen todas las confesiones obtenidas mediante estos sistemas de
tortura, son inválidos porque su finalidad es obtener alguna información que
vaya en contra del régimen de gobierno o una probable autoinculpación del
torturado, y por lo tanto los involucrados deben enfrentar la responsabilidad
penal a que haya necesidad.
Asimismo como segundo objetivo, se exige hablar de bien jurídico
protegido en el delito de tortura, es tocar elementos necesarios e
importantes para el desarrollo integral de la personalidad de todo individuo
en sociedad. En este particular considera el autor que la tortura es un
fenómeno al que el legislador en materia penal ha querido hacer frente por lo
relevante del tema en los derechos humanos.
Pero sobre esta situación hay que señalar que el legislador, y en
particular el venezolano no ha sido el único en preocuparse por el fenómeno
antes referido, ya que el constituyente también ha prohibido la tortura desde
el punto de vista de los derechos fundamentales, esto en virtud de los
tratados internacionales que el Estado venezolano ha suscrito en esta
materia.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, garantiza en el
artículo 46 el derecho a la integridad física, psíquica y moral. La mencionada
disposición constitucional declara expresamente lo siguiente: Toda
persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y
moral.
Se observa que esta disposición consagra dos derechos: el derecho a la
vida cuando hace referencia a la integridad física y psíquica y por otro lado
garantiza el derecho a que se le respete la moral a todos como aspecto
fundamental de la personalidad en pro de un mejor vivir en sociedad. De
garantizar la integridad personal en el sentido de incolumidad personal, que
comprende al mismo tiempo la integridad psíquica, la salud física y mental, y
el derecho al bienestar corporal y psíquico, de cada ciudadano.
Asimismo la prenombrada norma tiene contenido esencial del
mencionado derecho, es decir; la prohibición de la tortura debe vincular a
todos los poderes públicos del Estado venezolano, sin que ninguna
legislación existente (que el autor no conoce), alguna decisión judicial o
actuación administrativa de los órganos administradores de justicia, justifique
la tortura o las penas o tratos inhumanos o degradantes en Venezuela.
En este mismo orden de ideas y con el fin de dar respuesta a los objetivos
planteados se pretende determinar cómo afectan las prácticas de la tortura
la vigencia de los Derechos Humanos en Venezuela. Bajo esta premisa se
tiene que la tortura es una de las prácticas que más degrada y humilla al
hombre, atenta contra la dignidad de quien la sufre y deshumaniza a quien la
inflige.
Sin embargo y a pesar de que existe consenso el todo el mundo sobre la
prohibición y sanción a la tortura contenido en un amplio marco jurídico
internacional, esta sigue siendo practicada en muchos países sin importar su
régimen de gobierno, como es el caso venezolano.
Y es que a pesar de haberse creado una normativa jurídica internacional
de respeto y promoción a los tales derechos y contar con un marco jurídico
nacional que prohíbe y además sanciona la tortura, en apego irrestricto a la
norma internacional, se puede evidenciar que lastimosamente en Venezuela
la tortura sigue siendo una práctica sistemática e institucional, y que la ley
estatal al respecto no se aplica, en la forma como está concebida.
Bajo esta concepción en Venezuela todavía se siguen viendo casos de
muertes relacionadas con las protestas, Uso excesivo de la fuerza y muertes
causadas en otros tipos de operaciones de seguridad, detenciones
arbitrarias y violaciones de las garantías del debido proceso, torturas, malos
tratos y condiciones de detención y ataques y restricciones al espacio
democrático personal y colectivo.
Todas circunstancias contravienen las responsabilidades que el estado
venezolano ha asumido en el ámbito internacional en materia de derechos
humanos, ya que hasta ahora, no hay una sentencia firme en Venezuela
sobre torturas documentadas y llevadas a planos internacionales por
organizaciones destinadas para tal fin, relacionados con los hechos actuales
acaecidos en el país.
Todo lo anteriormente analizado, a criterio del autor, debería obligar a
resaltar que en Venezuela la prohibición de la tortura es absoluta y no es
derogable, que los Estados a nivel del orbe tienen la obligación de adoptar
medidas efectivas para prevenirla en cualquier espacio geográfico de
territorio, y que ello incluye además la obligación de motivar, realizar y
conducir investigaciones imparciales siempre que existan fundamentos
razonables de que se haya cometido algún tipo de tortura, asimismo de
procesar a los presuntos responsables y de reparar y compensar
adecuadamente a las víctimas y familiares.
Respecto a las implicaciones jurídicas sobre las prácticas de la tortura
como delito contra los Derechos Humanos a la luz del Código Penal
Venezolano, se debe expresar que en muchas jurisdicciones nacionales,
algunos actos de tortura van acompañados además con elementos de
agravantes, como las lesiones graves infligidas intencionalmente, u otros
delitos graves contra la persona, ya que estos actos constituyen delitos
penales previstos en el Código Penal Venezolano.
Sin embargo en algunas jurisdicciones se sostiene (como en efecto
debería sostenerse) que él solo acto de tortura ya constituye un delito penal.
En este sentido la legislación nacional se soporta en el Principio de
Legalidad, es decir no existe delito ni pena sino está establecido en el
Código Penal, o en alguna ley especial como la Ley Especial para prevenir y
sancionar la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes (2013).
En base a esta visión, en Venezuela la tortura está considerada como
delito penal tipificado en el artículo 181 2do aparte del Código Penal, que
denota de manera tajante lo siguiente:
Se castigarán con prisión de 3 a 6 años los sufrimientos,
ofensas a la dignidad humana, vejámenes, torturas o atropellos
físicos o morales cometidos en persona detenida por parte de
sus guardianes o carceleros, o de quien diera la orden de
ejecutarlos, en contravención, a los derechos individuales
reconocidos en el numeral 2 del artículo 46 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela.

El citado artículo señala de manera expresa el soporte jurídico para


castigar este tipo penal, incluyendo la sanción administrativos a quienes la
realicen. Sin embargo en virtud de la pena impuesta a la persona que realiza
tan abominable acto, el autor considera que esta es ínfima (3 a 6años) esto
en virtud de los bienes protegidos que lesiona que en resumen seria la vida
de la víctima, es decir; para la sanción del torturador debería aplicarse una
pena de mayor magnitud a fin de que sirva como regla ejemplarizante a
todos los encargados del sistema de justicia en el país.
Sobre estos señalamientos, es importante traer a colación que los
instrumentos jurídicos internacionales ratificados por Venezuela, obligan a
este a tipificar el delito de tortura como un delito penal autónomo, en el
ordenamiento jurídico interno y al mismo tiempo a castigarlo, sin embargo,
en el ordenamiento sustantivo venezolano solo se hace referencia al mismo
en el Articulo 181 del Código Penal, pero el delito no se encuentra definido
en esta norma sustantiva, es decir se hace una mera referencia del mismo.
Respecto a esta acotación, luce contradictorio que el Código Penal
indique que la penal a este tipo de delito no exceda de 6 años, y que por otro
lado la Ley Especial para prevenir y sancionar la tortura y otros tratos
crueles, inhumanos o degradantes (2013), en el artículo 17 establece que:

El funcionario o funcionaria pública que en funciones


inherentes a su cargo lesione a una persona que se encuentre
bajo su custodia en su integridad física, psíquica o moral o por
cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, con
la intención de intimidar, castigar u obtener información o una
confesión, será sancionado con la pena de quince a veinticinco
años de prisión e inhabilitación para el ejercicio de la función
pública y política, por un periodo equivalente a la pena
decretada. Tanto la inhabilitación del ejercicio de la función
pública como la política no estarán sujetas a rebaja alguna.

Ante el contenido de este artículo se hace imperioso señalar que a pesar


de toda la legislación con que cuenta el Estado, en la práctica diaria poco se
ha hecho en la ejecución de políticas públicas que permita luchar contra este
grave flagelo, que se ha convertido en una práctica consuetudinaria y lo que
es más preocupante es que la misma en su mayor proporción está dirigida o
se puede observar con mayor énfasis en aquellos sectores donde predomina
la clase de menos recursos económicos, es decir que bajo este estamento
jurídico las implicaciones penales son someras, con penas ínfimas, dejando
la sensación de impotencia en las personas sobre la cual los actos de tortura
fueron practicados y una total impunidad a los que la practican.

Recomendaciones

a- Realizar talleres educativos a fin de determinar el alcance doctrinario


de la norma interna respecto a la tortura como parte de la violación de
los Derechos Humanos, con el propósito que se aclare de una vez por
todas la laguna legal que existe en torno a la sanción penal que
debería dársele a aquellos funcionarios que vulneren los derechos
humanos de una persona que ha sido confiada a su custodia o
detenida a monos de este.
b- Incrementar el nivel académico y profesional de los funcionarios
públicos a fin de que en el desarrollo de sus funciones, eviten vulnerar
los derechos personales del ciudadano, todo esto en consonancia con
lo establecido en la Carta Magna en el artículo 46 ordinal 1.
c- El Estado venezolano a través de sus instituciones de administración
de justicia, deben velar porque sus funcionarios respeten los derechos
humanos del ciudadano común en virtud de los tratados
internacionales ratificados por la república, toda vez que en la práctica
estos no sigan realizando actos de tortura de manera rutinaria,
convirtiendo esta como política de estado, todo esto a juicio del autor
se lograría con una buena instrucción hacia el funcionario sobre el
manejo adecuado de situaciones donde en la participación de la
ciudadanía, pueda haber vulneración de los derechos humanos por
una parte y por la otra sancionando de manera ejemplar al funcionario
que practique tales actos.
d- Hacer incisión de manera permanente ante legisladores estadales
para que de manera oportuna se le reforme a la norma esa esencia
somera que con respecto a la tortura contiene, a fin de que en
Venezuela se sigan sucediendo situaciones similares.

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