La presente investigación tiene como objetivo general el analizar la tortura
como práctica violatoria de los derechos humanos en el contexto del derecho penal venezolano. Respecto a lo anteriormente señalado, el objetivo se convierte en un análisis actualizado del tema, a partir de los hechos documentados, a fin de visibilizar la situación de la tortura a través de los objetivos específicos formulados. También es importante acotar, que para desarrollar la investigación, se hizo una revisión exhaustiva de investigaciones anteriores, sobre el tema objeto de estudio, tanto en el ámbito internacional como nacional. Es así y en virtud de este desglose de razones que se llegaron a las siguientes conclusiones en razón de los objetivos específicos planteados y a los cuales mediante el desarrollo de la investigación se pretende dar respuestas.
Conclusiones
Al hacer un análisis doctrinariamente al delito de tortura prevista en la
Ley Especial para prevenir y sancionar la Tortura y otros Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes, es necesario trasladarse hasta la ley que cuyo contenido tipifica este delito como tal. La tortura a la luz de este instrumento jurídico está representada por “actos por los cuales se le inflige intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos, ya sea físicos o mentales con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión…”. (Art 5 Ord. 2). En este enunciado se asoman aspectos importantes que se deben tomar en cuenta para hacer un análisis adecuado de la norma. En primer lugar expresa la norma el aspecto de causar dolor o sufrimiento de manera consiente o intencional. En este sentido la cuestión dolosa en si ya representa un delito, puesto que representa la intención que tiene el funcionario que realiza tal actuación. El Código Penal Venezolano articulo 181 ultimo aparte expresa: “se castigaran con prisión de 3 a 6 años los sufrimientos, ofensas a la dignidad humana, vejámenes, torturas, o atropellos físicos y morales cometidos en persona detenida por parte de sus guardianes o carceleros…” Al respecto el delito de tortura tiene connotación particular cundo esta es realizada por algún funcionario que represente al estado, ya que el solo hecho de pertenecer a algún cuerpo policial o de seguridad del estado, hace que esta actuación tenga visos de complejidad jurídica respecto al Estado. El otro aspecto y que a juicio del autor es quizás el más importante es cuando la tortura se practica con la finalidad de “obtener de ella o de un tercero información o una confesión”. Estos actos tienen por objeto, además castigar, humillar y aterrorizar a las personas detenidas, extraerles confesiones e información sobre presuntas actividades consideradas antigubernamentales por el gobierno de turno. El delito se confabula en este caso, porque la confesión que de aquí se desprende, penalmente no tiene validez porque se obtiene mediante coacción. En ese particular el artículo 33 de la norma estudiada establece que “ninguna confesión o información que haya sido obtenida mediante tortura, tratos crueles, inhumanos o degradantes, podrá promoverse como prueba y el documento que lo contenga es nulo de nulidad absoluta. La promoción de esta prueba será considerada un fraude a la ley y en consecuencia acarreara responsabilidad penal y administrativa. En resumen todas las confesiones obtenidas mediante estos sistemas de tortura, son inválidos porque su finalidad es obtener alguna información que vaya en contra del régimen de gobierno o una probable autoinculpación del torturado, y por lo tanto los involucrados deben enfrentar la responsabilidad penal a que haya necesidad. Asimismo como segundo objetivo, se exige hablar de bien jurídico protegido en el delito de tortura, es tocar elementos necesarios e importantes para el desarrollo integral de la personalidad de todo individuo en sociedad. En este particular considera el autor que la tortura es un fenómeno al que el legislador en materia penal ha querido hacer frente por lo relevante del tema en los derechos humanos. Pero sobre esta situación hay que señalar que el legislador, y en particular el venezolano no ha sido el único en preocuparse por el fenómeno antes referido, ya que el constituyente también ha prohibido la tortura desde el punto de vista de los derechos fundamentales, esto en virtud de los tratados internacionales que el Estado venezolano ha suscrito en esta materia. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, garantiza en el artículo 46 el derecho a la integridad física, psíquica y moral. La mencionada disposición constitucional declara expresamente lo siguiente: Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Se observa que esta disposición consagra dos derechos: el derecho a la vida cuando hace referencia a la integridad física y psíquica y por otro lado garantiza el derecho a que se le respete la moral a todos como aspecto fundamental de la personalidad en pro de un mejor vivir en sociedad. De garantizar la integridad personal en el sentido de incolumidad personal, que comprende al mismo tiempo la integridad psíquica, la salud física y mental, y el derecho al bienestar corporal y psíquico, de cada ciudadano. Asimismo la prenombrada norma tiene contenido esencial del mencionado derecho, es decir; la prohibición de la tortura debe vincular a todos los poderes públicos del Estado venezolano, sin que ninguna legislación existente (que el autor no conoce), alguna decisión judicial o actuación administrativa de los órganos administradores de justicia, justifique la tortura o las penas o tratos inhumanos o degradantes en Venezuela. En este mismo orden de ideas y con el fin de dar respuesta a los objetivos planteados se pretende determinar cómo afectan las prácticas de la tortura la vigencia de los Derechos Humanos en Venezuela. Bajo esta premisa se tiene que la tortura es una de las prácticas que más degrada y humilla al hombre, atenta contra la dignidad de quien la sufre y deshumaniza a quien la inflige. Sin embargo y a pesar de que existe consenso el todo el mundo sobre la prohibición y sanción a la tortura contenido en un amplio marco jurídico internacional, esta sigue siendo practicada en muchos países sin importar su régimen de gobierno, como es el caso venezolano. Y es que a pesar de haberse creado una normativa jurídica internacional de respeto y promoción a los tales derechos y contar con un marco jurídico nacional que prohíbe y además sanciona la tortura, en apego irrestricto a la norma internacional, se puede evidenciar que lastimosamente en Venezuela la tortura sigue siendo una práctica sistemática e institucional, y que la ley estatal al respecto no se aplica, en la forma como está concebida. Bajo esta concepción en Venezuela todavía se siguen viendo casos de muertes relacionadas con las protestas, Uso excesivo de la fuerza y muertes causadas en otros tipos de operaciones de seguridad, detenciones arbitrarias y violaciones de las garantías del debido proceso, torturas, malos tratos y condiciones de detención y ataques y restricciones al espacio democrático personal y colectivo. Todas circunstancias contravienen las responsabilidades que el estado venezolano ha asumido en el ámbito internacional en materia de derechos humanos, ya que hasta ahora, no hay una sentencia firme en Venezuela sobre torturas documentadas y llevadas a planos internacionales por organizaciones destinadas para tal fin, relacionados con los hechos actuales acaecidos en el país. Todo lo anteriormente analizado, a criterio del autor, debería obligar a resaltar que en Venezuela la prohibición de la tortura es absoluta y no es derogable, que los Estados a nivel del orbe tienen la obligación de adoptar medidas efectivas para prevenirla en cualquier espacio geográfico de territorio, y que ello incluye además la obligación de motivar, realizar y conducir investigaciones imparciales siempre que existan fundamentos razonables de que se haya cometido algún tipo de tortura, asimismo de procesar a los presuntos responsables y de reparar y compensar adecuadamente a las víctimas y familiares. Respecto a las implicaciones jurídicas sobre las prácticas de la tortura como delito contra los Derechos Humanos a la luz del Código Penal Venezolano, se debe expresar que en muchas jurisdicciones nacionales, algunos actos de tortura van acompañados además con elementos de agravantes, como las lesiones graves infligidas intencionalmente, u otros delitos graves contra la persona, ya que estos actos constituyen delitos penales previstos en el Código Penal Venezolano. Sin embargo en algunas jurisdicciones se sostiene (como en efecto debería sostenerse) que él solo acto de tortura ya constituye un delito penal. En este sentido la legislación nacional se soporta en el Principio de Legalidad, es decir no existe delito ni pena sino está establecido en el Código Penal, o en alguna ley especial como la Ley Especial para prevenir y sancionar la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes (2013). En base a esta visión, en Venezuela la tortura está considerada como delito penal tipificado en el artículo 181 2do aparte del Código Penal, que denota de manera tajante lo siguiente: Se castigarán con prisión de 3 a 6 años los sufrimientos, ofensas a la dignidad humana, vejámenes, torturas o atropellos físicos o morales cometidos en persona detenida por parte de sus guardianes o carceleros, o de quien diera la orden de ejecutarlos, en contravención, a los derechos individuales reconocidos en el numeral 2 del artículo 46 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
El citado artículo señala de manera expresa el soporte jurídico para
castigar este tipo penal, incluyendo la sanción administrativos a quienes la realicen. Sin embargo en virtud de la pena impuesta a la persona que realiza tan abominable acto, el autor considera que esta es ínfima (3 a 6años) esto en virtud de los bienes protegidos que lesiona que en resumen seria la vida de la víctima, es decir; para la sanción del torturador debería aplicarse una pena de mayor magnitud a fin de que sirva como regla ejemplarizante a todos los encargados del sistema de justicia en el país. Sobre estos señalamientos, es importante traer a colación que los instrumentos jurídicos internacionales ratificados por Venezuela, obligan a este a tipificar el delito de tortura como un delito penal autónomo, en el ordenamiento jurídico interno y al mismo tiempo a castigarlo, sin embargo, en el ordenamiento sustantivo venezolano solo se hace referencia al mismo en el Articulo 181 del Código Penal, pero el delito no se encuentra definido en esta norma sustantiva, es decir se hace una mera referencia del mismo. Respecto a esta acotación, luce contradictorio que el Código Penal indique que la penal a este tipo de delito no exceda de 6 años, y que por otro lado la Ley Especial para prevenir y sancionar la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes (2013), en el artículo 17 establece que:
El funcionario o funcionaria pública que en funciones
inherentes a su cargo lesione a una persona que se encuentre bajo su custodia en su integridad física, psíquica o moral o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, con la intención de intimidar, castigar u obtener información o una confesión, será sancionado con la pena de quince a veinticinco años de prisión e inhabilitación para el ejercicio de la función pública y política, por un periodo equivalente a la pena decretada. Tanto la inhabilitación del ejercicio de la función pública como la política no estarán sujetas a rebaja alguna.
Ante el contenido de este artículo se hace imperioso señalar que a pesar
de toda la legislación con que cuenta el Estado, en la práctica diaria poco se ha hecho en la ejecución de políticas públicas que permita luchar contra este grave flagelo, que se ha convertido en una práctica consuetudinaria y lo que es más preocupante es que la misma en su mayor proporción está dirigida o se puede observar con mayor énfasis en aquellos sectores donde predomina la clase de menos recursos económicos, es decir que bajo este estamento jurídico las implicaciones penales son someras, con penas ínfimas, dejando la sensación de impotencia en las personas sobre la cual los actos de tortura fueron practicados y una total impunidad a los que la practican.
Recomendaciones
a- Realizar talleres educativos a fin de determinar el alcance doctrinario
de la norma interna respecto a la tortura como parte de la violación de los Derechos Humanos, con el propósito que se aclare de una vez por todas la laguna legal que existe en torno a la sanción penal que debería dársele a aquellos funcionarios que vulneren los derechos humanos de una persona que ha sido confiada a su custodia o detenida a monos de este. b- Incrementar el nivel académico y profesional de los funcionarios públicos a fin de que en el desarrollo de sus funciones, eviten vulnerar los derechos personales del ciudadano, todo esto en consonancia con lo establecido en la Carta Magna en el artículo 46 ordinal 1. c- El Estado venezolano a través de sus instituciones de administración de justicia, deben velar porque sus funcionarios respeten los derechos humanos del ciudadano común en virtud de los tratados internacionales ratificados por la república, toda vez que en la práctica estos no sigan realizando actos de tortura de manera rutinaria, convirtiendo esta como política de estado, todo esto a juicio del autor se lograría con una buena instrucción hacia el funcionario sobre el manejo adecuado de situaciones donde en la participación de la ciudadanía, pueda haber vulneración de los derechos humanos por una parte y por la otra sancionando de manera ejemplar al funcionario que practique tales actos. d- Hacer incisión de manera permanente ante legisladores estadales para que de manera oportuna se le reforme a la norma esa esencia somera que con respecto a la tortura contiene, a fin de que en Venezuela se sigan sucediendo situaciones similares.