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Según Robles, desde 2009, cuando se posesionó como rector, el movimiento Nueva
Guajira ha querido tomar el control de la universidad por lo que podría
representar políticamente 13.000 estudiantes y un presupuesto de 60.000 millones
de pesos. “Y la única manera que tienen para hacerlo es asesinándome”, dice
desde su casa, que ahora está rodeada de custodios como si fuera un búnker.
Es importante anotar que el rector simpatiza con Kiko Gómez y desde cuando el
exgobernador fue detenido, la guerra entre las dos vertientes políticas no solo se
ha agudizado sino que el grupo de Gómez quiere demostrar que ellos no son los
únicos malos. Y en realidad han surgido hechos que han puesto contra la pared,
también, a los contradictores de Kiko. Por ejemplo, en el último año, alias Pablo y
alias Lucho, dos jefes de las AUC de esa zona señalaron a políticos del grupo Nueva
Guajira —el del candidato que perdió la Gobernación, Wilmer González Brito—de
haber apoyado y cohonestado con la expansión de las AUC en La Guajira.
Hablar de nexos de políticos con paramilitares en el resto del país suena a capítulo
ya cerrado. Pero en el caso de La Guajira todo ha sido distinto. Como nunca se
desmovilizó el grupo de las AUC que operaba allí, apenas han comenzado a contar
las historias ahora luego de ser capturados. Y en la práctica lo que se ha dado es
una especie de amnistía porque lo que han contado alias Pablo, comandante de los
paramilitares en Uribia, y alias Lucho, jefe urbano en Maicao y Riohacha, daría para
poner tras las rejas a importantes fichas del ajedrez político en esa parte del país.
A las versiones de estos, también se sumó en mayo pasado otro hecho que dejó
maltrechos a los de Nueva Guajira. La Policía capturó a siete supuestos integrantes
de la banda Los Rastrojos, acusados de intentar matar a Kiko Gómez, cuando
estaba en campaña para la Gobernación, en 2011. Uno de ellos, Danovis López
Acosta, alias Poncho, declaró que sus hombres habían sido contratados por Pérez
Bernier, Cuello Daza y Cuello Blanchar, por 200 millones de pesos para cometer el
acto. Los tres políticos negaron las acusaciones.
Pero si del lado de Nueva Guajira hay imputaciones graves, del otro lado, el grupo
político que representa Kiko no ha estado libre de historias criminales y amistades
peligrosas.
Kiko enfrenta un juicio por los delitos de homicidio agravado, en tres casos, y
tentativa de homicidio en otros dos. Como dijo en su momento esta revista “nunca
un mandatario regional había sido objeto de cargos tan graves”.
José María Ballesteros, Chemita, quien ganó las elecciones de mayo fue el
candidato de Kiko, apoyo que no fue secreto en La Guajira. Al contrario, durante las
elecciones aparecieron vallas con la foto del exgobernador pidiendo que votaran
por Chemita. Desde La Picota, Kiko se tomó una fotografía celebrando el triunfo,
con la cara florecida por una sonrisa y una camisa del color de su pupilo.
Y es que alrededor de este ‘delfín’, de 37 años, hijo del senador Jorge Ballesteros
Bernier, se conformó una alianza con sectores de todas las urdimbres. “Si nos
tenemos que unir con el que sea para que no vuelvan los de la Nueva Guajira, lo
vamos a hacer”, decía desde las calles de Riohacha un simpatizante de Chemita.
“Kiko Gómez pasó 18 meses en la Gobernación bebiendo, pero esos manes
duraron 20 años robando y quieren seguir”.
Sin embargo, los cuestionamientos a Kiko y a su grupo van más allá de unas
simples borracheras. Ellos han sido muy cercanos a Santander Lopesierra, el
hombre Marlboro, quien paga una pena de 25 años en Estados Unidos por traficar
más de dos toneladas de cocaína.
Pero tal vez la relación que más le ha costado a Kiko explicar, es la que ha
sostenido con Marcos Figueroa, alias Marquitos, hoy uno de los más buscados del
país. No son pocos los testimonios recogidos por SEMANA en La Guajira que dan
cuenta de que Chemita hizo campaña en sitios donde no se podía entrar sin la
venia de Marquitos.
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