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Biografia de Josefa Ortiz de Domínguez

 Álias: La Corregidora Cónyuge: Miguel Domínguez


 Hijos: José, Mariano, Miguel, Ignacia, Micaela, Dolores, Manuela, Magdalena, Camila,
Mariana, Pedro y María Nombre: María Josefa Crescencia Ortiz Téllez-Girón

Se cree que nació el 8 de septiembre de 1768 en Valladolid hoy Morelia, Michoacán, aunque no


se ha podido determinar el lugar exacto. Hija de Manuela Téllez-Girón y Calderón, y de Pedro
Ortiz, capitán del regimiento de Los Verdes. Su progenitor fue asesinado cuando Josefa era niña
y su madre falleció poco tiempo después. Cursó estudios en el Colegio de San Ignacio de
Loyola o de las Vizcaínas.

El 23 de enero de 1791 contrajo matrimonio con el corregidor de Querétaro, licenciado Miguel


Domínguez, por lo que recibió el apodó de 'la Corregidora'.

En el año 1810 conoce al cura Miguel Hidalgo y Costilla y al capitán Ignacio Allende, El


levantamiento liderado por el sacerdote Miguel Hidalgo en 1810, que puso en marcha el proceso
que conduciría, once años después, a la independencia de México, se había fraguado en la
llamada conspiración de Querétaro, cuyos miembros se reunían en la casa de Josefa Ortiz y su
esposo Miguel Domínguez, corregidor de la ciudad. A riesgo de ser descubierta y capturada,
como efectivamente ocurrió, Josefa Ortiz de Domínguez logró hacer llegar al cura Hidalgo y a
otros conspiradores la noticia de que sus planes habían sido descubiertos; sin su aviso, el
alzamiento nunca hubiera llegado a producirse.

a los que informó del desarrollo de la conspiración en Querétaro. Los realistas descubrieron
donde se guardaban las armas para la sublevación de octubre, entonces Josefa persuadió a sus
compañeros para que adelantaran la proclamación de la independencia al mes de septiembre.
Fue hecha prisionera y recluida en el convento de Santa Catalina de Siena durante tres años.
Liberada de la prisión, fue objeto de condecoraciones y títulos que rechazó de manera enérgica.
Se afilió a grupos liberales radicales simpatizantes de las logias yorkinas.

Tras la muerte de su madre, María Manuela Girón, se hizo cargo de su educación su hermana
María, la cual solicitó su ingreso en el Colegio de San Ignacio de Loyola. Durante los años que
permaneció en el colegio aprendió a leer y a escribir y nociones básicas de matemáticas, además
de lo que se consideraba en la época que debía aprender una señorita de su clase social, como
bordar, coser y cocinar.

Al margen de sus quehaceres domésticos, Josefa Ortiz de Domínguez se mostró muy identificada
con los problemas de la clase criolla, a la cual pertenecía por ser descendiente de españoles.
Josefa defendió sus intereses de clase y también se hizo eco de las reivindicaciones de los indios
mexicanos, que vivían en lamentables condiciones; intentó que se reconocieran los derechos de
los indígenas y aprovechó su posición como esposa del corregidor para llevar a cabo numerosas
obras de caridad.
Miguel Domínguez, como corregidor, había apoyado al virrey en su decisión de formar una junta
de gobierno, pero ante la imposibilidad de llevar esos planes a la práctica, comenzó a simpatizar
con el diario independentista, al parecer por influencia de su esposa, que se convirtió en una
firme colaboradora del movimiento. Pasados los primeros momentos de confusión, cada vez se
hizo más claro para muchos la necesidad de construir en México un Estado en el que imperaran
los valores liberales. Tal convicción era compartida por el matrimonio Domínguez, que a partir de
1810 abrió su casa a unas supuestas tertulias literarias que eran en realidad reuniones de
carácter político.

Aunque no participó de forma activamente comprometida en las reuniones que se mantenían en


su casa, Miguel Domínguez conocía perfectamente a los implicados en la conspiración; no
obstante, fingiendo ignorar la situación, comenzó a realizar los registros que el juez le ordenaba.
Tras comunicar a su esposa que la conjura había sido descubierta por las autoridades españolas,
decidió encerrarla en su habitación para evitar que informara a los implicados, en un intento de
salvar a su familia y a él mismo de posibles represalias, puesto que eran conocidas tanto sus
inclinaciones políticas como las de su mujer. Fiel a sus principios, Josefa Ortiz de Domínguez
decidió pese a ello intervenir y avisar a los revolucionarios. Elaboró una nota con letras impresas
sacadas de periódicos para evitar que se reconociera su propia caligrafía y la envió al
capitán Ignacio Allende a través del alcaide Ignacio Pérez, el cual cabalgó en busca del capitán y,
al no encontrarle en San Miguel el Grande, entregó la misiva al padre Miguel Hidalgo.

Tras recibir la notificación de Josefa Ortiz, el padre Hidalgo decidió adelantar el levantamiento a
la madrugada del 16 de septiembre de 1810. Desde su posición como párroco de Dolores, Miguel
Hidalgo convocó a sus feligreses a una misa, y en ella hizo un llamamiento a alzarse en armas
contra las autoridades coloniales y a luchar por un gobierno más justo; tal proclama es conocida
como el Grito de Dolores. La inmensa mayoría de sus parroquianos eran indígenas y gentes
humildes que se encontraban en precaria situación a causa de las duras condiciones de vida y las
tremendas desigualdades sociales que imperaban en el virreinato, y respondieron de inmediato
a su llamada. Comenzaba así el largo y cruento proceso de emancipación de México, que no
alcanzaría la independencia hasta 1821.
Gracias al aviso de la Corregidora, como se la apodaría popularmente en la época, muchos
conspiradores pudieron escapar antes de ser detenidos por las autoridades virreinales; Josefa
Ortiz, en cambio, no salió bien parada de su arriesgada acción. El 14 de septiembre, después de
recibir respuesta de Hidalgo, había mandado una carta a Joaquín Arias para que se preparase
para la lucha; pero el capitán la delató, y tanto Josefa como su marido fueron arrestados el
mismo día en que se produjo el Grito de Dolores.

Josefa Ortiz falleció a causa de una pleuresía (infección, inflamación, dolencia) el 2 de marzo de
1829 en la Ciudad de México. Sus restos fueron exhumados y llevados con grandes honores a
Querétaro, donde reposan.

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