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Dios, el repugnante escudo del clero

La historia del hombre nos ha demostrado que no hay límite alguno

para saciar sus retorcidos deseos y anhelos, llegando a cometer las

atrocidades más repugnantes con tal de sentirse satisfechos, a tal

punto de perder la cordura y el control en sí mismo, y para cuando

este se dé cuenta de lo acontecido ya será muy tarde. Dicen que la

mente de un hombre es el peor enemigo de sí mismo, ya que en

ella se almacenan las fantasías e ilusiones de cada uno, sea

productiva o una básica ilusión de un futuro exitoso, hasta la más

descabellada y repugnante idea criminal; cada uno de nosotros

padecemos de esto, solo es cuestión de saber seleccionar y

diferenciar entre lo bueno y lo malo, talvez, esta sea la razón de mi

desconfianza hacia las demás personas, de algún modo siento sus

ideales más oscuros cada que miro a alguien. Entonces ¿en quién

confiamos? La mayoría de las personas encontraron refugio en la

religión, confiando ciegamente en un Dios y en quienes dicen ser

sus mensajeros divinos, el clero. Pero ¿acaso ellos no son de

nuestra misma especie? ¿no deberíamos desconfiar también de

ellos? Desgraciadamente, sí, lo son y merecen de nuestra

desconfianza, ellos no están libres de pecados, incluso, muchos

miembros de la clerecía tienen pecados imperdonables ante los

ojos de quien dicen ser devotos, Dios. Me provoca bastante


rechazo, porque la mayoría de dichos “pecados” son contra los más

indefensos entre los débiles, los niños, quienes confiaron sin dudar

en estos siervos divinos, recibiendo a cambio el peor de los

castigos, dejar de ser niños.

Hace poco tuve la desdicha de enterarme sobre una asquerosa y, a

su vez, trágica noticia, en donde una iglesia, provincia de Mendoza

en argentina, había sido descubierta por actos ilícitos hacia

menores de edad, estos niños padecían de sordera e incluso no

podían hablar, eran sordomudos. Esta iglesia estaba a cargo de un

instituto llamado Antonio Próvolo que tenía el supuesto fin de

“ayudar” a niños sordos y con hipocausia, obviamente, no era más

que una cortina de humo, cortina usada para abusar y torturar a

indefensos, que tal vez en su momento, no entendían lo que estaba

sucediendo, ya que no solo fueron abusados sexualmente, sino

también, fueron corrompidos desde muy pequeños con videos

pornográficos, creyendo que la actividad sexual a su edad era

correcto, los niños que no se sometían a estos abusos, eran

golpeados al punto de volverlos sumisos sin capacidad alguna de

poder defenderse ante estos criminales con hábito y crucifijo; como

lo dije anteriormente, el hombre puede cometer las atrocidades más

repugnantes con tal de sentirse satisfecho, en este caso,

sexualmente.

Sin embargo, el testimonio de tragedia de estos niños no es


simplemente una catarsis, ni una historia más de las que nos

enteramos a diario. Es un boceto de lo que será la vida de los

niños, que, en este mismo momento, están siendo violados. A diario

nos enteramos de violaciones hacia menores de edad, pero pocas

son de la iglesia, ya que estas son ocultadas de la sociedad, con el

fin de dejar la religión católica inmaculada de todo acto criminal, no

hacen más que ignorar la realidad repugnante y agresiva en la que

son sometidos muchos inocentes en el mundo, salvaguardándose

bajo su fiel escudero, Dios. “El diablo se apoderó de mi ser” es el

argumento que más he oído, y a su vez, el más absurdo. Pedir

perdón a un dios, no le va regresar la felicidad a un niño a quien se

le privó su tranquilidad, a quien se le quito la inocencia, eso no es

ser niño.

Pero ¿Qué sucede en nuestro país? Pues para responder a esta

pregunta es necesario saber la opinión sobre el asunto de nuestro

máximo representante dentro del clero, Juan Luis Cipriani. “Jamás

vamos a ser cómplices del silencio” dijo el ya mencionado, frente a

un caso de pedofilia del país, obviamente si usted lee o escucha

este comentario vas a estar en total acuerdo con el monseñor, pero

no es más que una respuesta de sentido común, una respuesta

para huir del tema; luego de decir esta frase tan prometedora,

Cipriani trato con desdén el caso de pedofilia por parte de un colega

de provincia echándole la culpa a terceros, aludiendo que todo era


un “circo” con el fin de dejar mal a él por su próximo viaje al

Vaticano, hasta el día de hoy no se pronuncia sobre tal caso, ni

muchos menos hizo algo para enmendar este error divino. A veces

me causa bastante gracia cada que leo o escucho a algún religioso

o “aleluyo” que trata de defender su religión frente a actos sin

perdón, pero según ellos, su dios lo perdona todo; yo me pregunto

si son tan liberales en estos casos por qué no serlo cuando hablan

de homosexualidad o el aborto ¿Por qué no medir todo con la

misma vara? O ¿acaso Yavé o Jehová tienen exclusividad? Pero

imagínense si un miembro del clero es homosexual, ¡Dios mío!

¡sacrilegio! Estos casos ya han acontecido y se los trató como la

peor basura que pueda existir, bueno fuera que también se trate así

a los “criminales divinos”, y en esto le doy la razón a Cipriani,

semejante circo lo de la iglesia, en donde solo predomina los

prejuicios, donde prefieren tener como miembro a un criminal, a un

violador, pregúntate ¿Cuándo has visto a un sacerdote indio? No

hay, pero si existe sacerdotes con antecedentes de abuso sexual,

¿selección natural? Charles Darwin no leas esto; pareciese como si

parte de la edad media aún no termina, la iglesia ya no tendrá el

poder político, pero aún tiene poder en la ideología de las personas.

Lamentablemente la discusión sobre pedofilia dentro del catolicismo

está en una etapa insipiente no solo en el Perú sino en el mundo,

me provoca nauseas el hecho de utilizar la religión como blasón


frente a actos tan retorcidos, y más aún cuando la misma iglesia

trata con desdén estos casos, se hacen de oídos sordos, ellos no

ven ni se enteran de nada, según la iglesia el pecado de estos

criminales sexuales se paga con treinta ave marías y diez padres

nuestros, y cuando termine la “penitencia”, regresan a sus cargos

como si el llanto, dolor y odio de sus víctimas jamás hubiesen

existido; abatidos y silenciados quieren liberarse del suplicio pero

no pueden, porque quienes le juraron protección hoy les dan la

espalda, en ese mundo vivimos, en donde se olvida fácil lo

imperdonable.

Conclusiones:

I. El clero no está libre de actos criminales, existe la corrupción,

maltratos, el racismo, machismo, y obviamente están los

casos de pederastia, que son el que más ocultan, desde la

edad media.

II. La gente busca refugio en una religión para crear una fe y así

tener quien perdone sus insípidos pecados.

III. En muchos casos, la religión aprovecha de su condición para

manipular a las personas, y estas confían tan ciegamente que

le transfieren toda su ideología de fe y confianza a los más

pequeños, los niños.

IV. Los feligreses están segados frente a casos tan repugnantes

como la pedofilia, y lo prefieren tratar con desdén con el fin de


no perjudicar a su religión.

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