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RESUMEN

¿PUEDEN LOS “ESTADOS BENEFACTORES” EN DEMOCRACIA SOBREVIVIR LAS CRISIS


FINANCIERAS?

Laura Valentina Montes Montes.


A causa de las severas crisis que han tenido los países que han optado en algún momento
de la historia por ser “Estados benefactores” el autor argumenta que para que sobrevivan
las democracias deben intentar preservar la generalidad o cuasi generalidad de los
programas de bienes social y, por el contrario, que la introducción de la discriminación
abierta a través de métodos de prueba y objetivos sólo pueden debilitar el apoyo del
público tal vez hasta el punto de hacer insostenible al estado benefactor. Además, afirma
que las democracias occidentales han tomado rumbos completamente diferentes a su
propuesta cayendo así en ser estados benefactores discriminatorios con muy poca o sin
conciencia alguna. Posteriormente, hace una hipótesis a cerca del por qué debería
permitirse a los adinerados participar de beneficios cuando en realidad pueden ser
miembro del selecto grupo que puede financiar si propio retiro y seguro médico.
En el recorrido histórico (finales del S.XVIII – XX) y connotaciones políticas que hace el
autor, concluye que el escepticismo del S.XVIII acerca la política y los políticos, a lo que se
denomina gobernabilidad política, pero el fenómeno desaparece el S.XIX, donde ocurre lo
que llamó “la falacia electoral”, los gobiernos estaban en el proceso de transformarse de
monarquías autocráticas en democracias electorales y se caracteriza por la maduración de
las ideas del Estado Benefactor de Bismarck que pasó de transferencias estatales limitadas
a transferencias masivas al llegar el final del siglo. Luego, el moderno Estado Benefactor
llegó a todo su esplendor sólo después de la segunda mitad del siglo XX.
Ahora, caracterizando las democracias modernas el autor resalta dos particularidades
distintivas, la manera que están organizadas las instituciones mayoritarias de la
democracia, las decisiones políticas no se toman por consenso de todas las personas o por
sus representantes y la segunda consiste en la siembra de insolvencia fiscal o de una
revuelta fiscal. Entonces, cualquier intento de disminuir el tamaño de las transferencias,
dentro de las democracias modernas, se vuelve imposible debida a la combinación del
poder de la mayoría por un lado y las supuestas deudas por otro.
Los elementos involucrados en los problemas de crisis de los últimos años del siglo XX son:
la arrogancia fatal del socialismo, que encierra la separación entre la producción y
consumo de los bienes económicos, lo que conlleva directamente al aumento del Estado
Benefactor, luego está la ilusión keynesiana que implica una separación total entre el
análisis del funcionamiento macroeconómico y la política de la implementación, y estos
dos elementos de stress fiscal implican errores de razonamiento que tienen influencias
importantes en la formación de la acción política, Luego, el tercer elemento surge del
cambiante perfil generacional de todos los Estados Benefactores de Occidente En todos
los países una parte muy importante de las transferencias es la que cae sobre el ingreso
productivo y lo pasa a los que se han retirado del trabajo productivo. Estos sistemas se
basan en estructuras de transferencias, y, como tales, la tasa tributaria que se requiere
para financiar cualquier nivel de pago a los retirados depende fundamentalmente de la
relación proporcional de estos dos grupos. El cuarto y último elemento que además el
autor lo tilda de especial, por ser el segundo mayor gasto en el moderno Estado
Benefactor es: el financiamiento del gasto en salud, después de unas discusiones basadas
en el gasto y aspectos morales el autor concluye que, con los desarrollos en la medicina
moderna hacia el final del siglo, parece poco probable que una reorganización de los programas de
salud pueda asegurar que los gastos serán suficientes para acompañar al avance tecnológico.

Cualquier intento de modificar el Estado Benefactor moderno que se aleje de programas


generales o cuasi generales de ayuda creará incentivos para que los políticos inviertan
recursos en organizar coaliciones mayoritarias. Si los programas del Estado Benefactor
comienzan a ser considerados como medios a través de los cuales, aquellos que son
exitosos políticamente, pueden asegurarse ganancias a costa directa de los que no son
exitosos políticamente, el desperdicio de recursos involucrado en la búsqueda de la renta
de la mayoría crecerá sustancialmente. En este escenario político, el Estado Benefactor
occidental como lo conocemos no sobrevivirá. Un Estado Mezclador, como fue definido
provocativamente por Anthony de Jasay (1985), reemplazará al Estado Benefactor, tal vez
no en el nombre, pero si en la realidad.
La ineficiencia política no se elimina totalmente en un Estado Benefactor que se sujete a
normas generales o cuasi generales. Pero cerrando las fuentes más importantes de
discriminación las ganancias y pérdidas deben seguramente detener el despilfarro masivo
que de otra manera se podría predecir qué ocurriría. Pero, ¿qué es lo que puede surgir
para impedir que las fuerzas naturales de las políticas internas no se encaminen por un
sendero discriminatorio? Aquí, puede surgir una competencia entre unidades nacionales,
real o potencial que proteja inclusive a las mayorías políticas contra el exceso lógicamente
implícito de un batido de distribución.
En conclusión, el Estado benefactor puede sobrevivir si se pone un límite a sí mismo en
general; el Estado Benefactor de transferencias discriminatorias no sobrevivirá, si los
líderes políticos modernos se mueven estrictamente dentro del redistribucionismo,
enfrentan una rebelión tributaria en detrimento de los más necesitados de apoyo estatal.
Reflexión personal:

Mi reflexión será basada en un país en específico que acarrea muchos de los problemas que ha
nombrado el autor en su artículo, Colombia. País “democrático”, entre comillas porque desde hace
muchos años el poder de todo el territorio se lo rifan exclusivas familias, país que lleva 60 años
aproximadamente siendo testigo de guerras militares, sociales y económicas, país donde la
migración interna y la centralización tienen índices altos, y bueno millones de cosas más que como
tilda el autor a países occidentales es un Estado Benefactor discriminatorio, y por ende sin
conocimiento alguno del como está caracterizado.

En el 2001 el Tiempo publica una columna periodística a cerca de los estados benefactores
y su autor Gonzalo Mallarino afirma lo siguiente “La enorme fatiga del Estado Benefactor
colombiano es evidente, por ejemplo, en la reforma que quiere hacerse al régimen de
pensiones, aumentando la edad de retiro y el monto de las contribuciones que deben
hacer los trabajadores; o bien, en los despidos masivos de los trabajadores del sector
público distrital; o inclusive, en la intransigencia con que se manejó el problema laboral en
Bavaria. Como hace 30 años, las soluciones se buscan recortando por el lado de los
salarios y de las condiciones de vida de los trabajadores.”
Recordemos ahora que antes de la emergencia sanitaria que estamos viviendo hoy, se
vivían paros nacionales impulsados por diferentes sectores económicos y estudiantiles, los
cuales reclamaban por la distribución del gasto, universidades sin presupuesto, reformas
pensionales y laborales próximas y nada amigables a la mano de obra ya sea especializada
o no, además dos dígitos en la tasa de desempleo (y con la pandemia esperar cuánto
ascenderá), porque simplemente no tenemos refugio para ninguna situación
desalentadora que se presente en el país.
Por último, muchas curules políticas son ocupadas por las mismas personas que años atrás
provocaron cualquier tipo de hundimiento en el país, y la mayoría de ellas reelegidas
democráticamente, lo que quiere decir que nosotros como colombianos olvidamos y
tenemos un sistema de información fallido, además de la centralización ya dicha, ni
siquiera los censos demográficos llegan a toda la población, y las estimaciones realizadas
son verdaderamente vergonzosas y con ellas trabajan los profesionales para asesorar a los
dirigente para así decidir un presupuesto y crear El Plan de Ordenamiento Territorial.

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