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AREA: CIENCIAS SOCIALES 3° DE SECUNDARIA

EL DESPOTISMO ILUSTRADO

Constituyó una forma de gobierno que trataba de conciliar el absolutismo con las nuevas ideas de
la Ilustración, intentando para ello conjugar los intereses de la monarquía con el bienestar de los
gobernados. Se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XVIII.

Buena parte de los soberanos europeos desarrollaron en mayor o menor medida esta forma de
gobernar, utilizando su indiscutible supremacía como herramienta para incentivar la cultura y la
mejora de las condiciones de vida de sus súbditos.

Pero al hacerlo, prescindieron de su concurso y opinión. La famosa frase acuñada “Todo para el
pueblo, pero sin el pueblo” se hizo eco de una realidad que intentaba aunar la tradición con la
novedad.

Para llevarla a cabo se valieron de una serie de reformas que en cierto modo buscaban modernizar
las estructuras económica, administrativa, educativa, judicial y militar de sus respectivos estados.

Todo ello, sin embargo, respetando la esencia del régimen absolutista y la división estamental de
la sociedad. La planificación y puesta en práctica de esas actuaciones recayó sobre una serie de
ministros y altos funcionarios de la administración estatal, entre los que destacaron el marqués de
Pombal en Portugal, el marqués de la Ensenada en España o Turgot en Francia.

REPRESENTANTES:

En España, Carlos III; en Austria, María Teresa y José II; en Prusia, Federico II; en Rusia, Catalina II.

En Francia, cuna de las revoluciones burguesas, el despotismo ilustrado no alcanzó el relieve que,
en otros estados europeos, ya que las iniciativas de sus defensores (los ministros Turgot, Necker,
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Brienenne o Calonne) se toparon con la incomprensión y oposición de los privilegiados a los que
las reformas afectaban negativamente.

Las limitaciones del despotismo ilustrado fueron evidentes: obtuvo relativos éxitos en los campos
administrativo, educativo y económico. Sin embargo, fracasó en el social ya que sus promotores
no fueron partidarios de acometer reformas en profundidad que pudiesen alterar las viejas
estructuras del Antiguo Régimen.

Este fracaso abrió el camino a posiciones más radicales. A la postre, el intento de modernización
del absolutismo se vio frustrado por las revoluciones burguesas, hecho al que se había anticipado
Inglaterra en el siglo XVII tras el establecimiento de la monarquía parlamentaria.

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