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MANTENGÁMONOS CENTRADOS EN EL MINISTERIO CRISTIANO

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Veamos el caso de Felipe el evangelizador, que nos dio un ejemplo
sobresaliente de lo que significa mantenerse centrado en el ministerio cuando
cambian las circunstancias. Felipe atendía una nueva responsabilidad en la
congregación de Jerusalén (Hech. 6:1-6). Entonces, después del asesinato de
Esteban, se levantó una ola de persecución. Cuando Felipe vio a otros seguidores
de Jesús huir de Jerusalén, no se quedó de brazos cruzados. Se fue a predicar a
Samaria, una ciudad en la que apenas se había proclamado el mensaje (Mat. 10:5;
Hech. 8:1, 5).
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Felipe estaba dispuesto a ir adondequiera que el espíritu de Dios lo llevara.
Por eso, Jehová lo utilizó para abrir nuevos territorios. En aquel tiempo, los judíos
despreciaban a los samaritanos. Pero, como Felipe los trató con imparcialidad,
seguro que ellos se sintieron muy bien con él. No sorprende que las
muchedumbres escucharan con atención su mensaje (Hech. 8:6-8).
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Entonces, el espíritu santo lo condujo a Asdod y Cesarea, dos ciudades en las
que vivían muchos no judíos (Hech. 8:39, 40). Unos veinte años después de
empezar a predicar en Samaria, parece que las circunstancias de Felipe habían
vuelto a cambiar. Ahora tenía una familia y se había establecido en la zona donde
predicaba. A pesar de los cambios en su vida, se mantuvo centrado en su
ministerio, y gracias a ello él y su familia recibieron muchas bendiciones de
Jehová (Hech. 21:8, 9).

Muchos siervos de tiempo completo dan fe de que centrarse en el ministerio los


ayudó a conservar el equilibrio frente a los cambios
Como muestran estos ejemplos, si hacemos cuanto está en nuestra mano dentro de
nuestras circunstancias y confiamos en Jehová, conservaremos la paz interior (lea
Miqueas 7:7). Es posible que hasta nos demos cuenta de que adaptarnos a la
nueva situación nos ha beneficiado mucho en sentido espiritual.

Si la vida nos cambia de la noche a la mañana —sea debido a una nueva
asignación, problemas de salud o nuevas obligaciones familiares—, podemos estar
seguros de que Jehová se interesa en nosotros y nos ayudará en el momento
apropiado (Heb. 4:16; 1 Ped. 5:6, 7). Mientras tanto, hagamos cuanto esté en
nuestra mano dentro de las circunstancias. Acerquémonos más a nuestro Padre
celestial mediante la oración y aprendamos a dejar que él nos cuide. Así
conservaremos la paz interior a pesar de los cambios.? (Lea Salmo 131:1-3).

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