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¿Quién era

Felipe, el
evangelista? |
Preguntas
bíblicas
14 FEBRERO, 2020  | LEO MEYER

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El libro de Hechos nos cuenta que Felipe (conocido como el
evangelista, para diferenciarlo del apóstol), fue uno de los diáconos
de la primera iglesia en Jerusalén. También fue uno de los primeros
cristianos en predicar el evangelio fuera de la ciudad santa, llegando
a tener un impacto ministerial significativo en la creciente iglesia
primitiva.

La vida de Felipe nos muestra que cualquier cristiano común puede


ser usado por el Señor de forma extraordinaria. Veamos más de cerca
su vida y qué podemos aprender de él.
Felipe y su ministerio en Samaria
Felipe fue escogido por los apóstoles para servir supervisando la
distribución del sustento a los pobres de la iglesia (Hch. 6). Según lo
narrado en Hechos 6:3, él era de buena reputación, lleno del Espíritu
Santo y de sabiduría. Mucho más adelante se nos indica que llegó a
tener cuatro hijas que profetizaban (Hch. 21:9-9).

En Hechos 8 leemos que el día de la muerte de Esteban “se desató


una gran persecución en contra de la iglesia en Jerusalén, y todos
fueron esparcidos por las regiones de Judea y Samaria, excepto los
apóstoles” (v.1). Entre los esparcidos se encontraba Felipe, quien fue
a Samaria. Allí el Señor hizo algo especial por medio de su
predicación: multitudes que prestaban atención eran sanadas y
muchos eran liberados de espíritus inmundos. Había regocijo en la
ciudad. Lo que ocurrió incluso llegó a oídos de los apóstoles, quienes
enviaron a Pedro y a Juan para validar los hechos y orar por los
nuevos hermanos.

La vida de Felipe nos muestra que cualquier cristiano común


puede ser usado por el Señor de forma extraordinaria.
 
Al igual que Felipe, nosotros —gente común y corriente— también
podemos ser usados por el Señor. La clave está en ponernos en sus
manos y caminar en las obras que Él preparó de antemano para que
andemos en ellas (Ef. 2:10).

Felipe y Simón el mago


Un episodio llamativo en el ministerio de Felipe es el relacionado con
Simón el mago. Este hombre había impactado anteriormente a
Samaria con sus asombrosos actos de magia. Pretendía ser
importante y algunos lo llamaban “el Gran Poder de Dios”. Él estaba
entre los más notables que escucharon la predicación de Felipe y se
bautizaron.

Simón recibió la Palabra y había quedado impresionado con lo que


hacían Felipe y los apóstoles Pedro y Juan. Contempló la posibilidad
de usar este poder para sus actividades, y entonces ofreció dinero a
los apóstoles para comprarlo. La respuesta severa del apóstol Pedro
parece indicar que la conversión de Simón no era real: fue reprendido
e invitado a arrepentirse (Hch. 8:20-23).
La escena ilustra la conversión aparente de algunos que confiesan
con su boca creer el evangelio y hasta van a las aguas del bautismo,
pero que no han sido regenerados genuinamente. La predicación fiel
de la Palabra de Dios, como la que Felipe modela, tarde o temprano
saca a la luz a los falsos creyentes.

Felipe y el etíope
Más adelante, Felipe fue comisionado por un ángel del Señor para ir al
camino que desciende de Jerusalén a Gaza. Allí encontró a un
“eunuco etíope, alto oficial de Candace, reina de los etíopes, el cual
estaba encargado de todos sus tesoros” (Hch. 8:27). El etíope
regresaba a su país luego de adorar en Jerusalén.

Nuestro Señor es el Gran Pastor que busca a las ovejas


perdidas de su redil.
 
Lucas sigue su relato contándonos que el Espíritu dijo a Felipe que se
acercara al carruaje. Este, obedeciendo, inició una conversación
evangelística con el etíope en una escena que puede ser descrita
como una cita absolutamente preparada por la soberana gracia
divina. El Cristo eterno tenía un plan: ejecutar Su elección mediante el
evangelista.

Esto nos recuerda que nuestro Señor es el Gran Pastor que busca a
las ovejas perdidas de su redil. La manera práctica en que ejecuta ese
plan es por medio de la predicación del evangelio a través de
creyentes que ponen sus vida al servicio del Dios que los salvó, y
están dispuestos a ser usados para llevar gloria a Su nombre.

Conclusión
El Espíritu Santo determinó que Felipe apareciera en la narrativa de
Hechos. Su historia nos muestra cómo la iglesia y la Palabra crecían
con poder avasallante, sin restricciones. Este hombre es un modelo
de amor a Cristo y compromiso con la proclamación de Su evangelio.
Es un ejemplo de rendición ante la voluntad de Dios y sometimiento
amoroso a Él.

¡Oremos que podamos ser movidos a servir al Cristo resucitado de la


misma manera! Que el evangelio nos transforme y conduzca a una
entrega absoluta a nuestro Salvador. Él es digno de que proclamemos
a todos Su salvación.

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