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Sobre el empoderamiento
Educación moral
Conclusiones
Referencias
Sobre el empoderamiento
Volvamos a recuperar el caso de Ramón, el personaje de la película “Mar Adentro”, y sus razones para morir:
él argumenta, por un lado, que vivir así ‘no es digno’ y que, por otro lado, la muerte es algo ‘esencial’ al ser
humano, no una situación extraordinaria. Entonces, en este caso tan radical podemos notar que de lo que se
trata es de una necesidad de empoderamiento, es decir, de la posibilidad de ser autónomo, libre y decidir
sobre la propia vida. Ramón no tiene esta posibilidad, su condición física no se lo permite, y por ello – debido
al largo tiempo en que ha reflexionado sobre su situación- tiene las palabras justas, claras y éticamente
desafiantes.
A continuación, te invito, antes de adentrarnos en su teoría, a leer el artículo de Adela Cortina, que será objeto
de estudio de la presente lectura:
Fuente: Cortina, A. (1999). La eutanasia: 'conmorir', convivir. En Vida Nueva 2212. Asociación de profesionales
Pero para comprender un poco más cómo puede darse una discusión sobre el valor de la vida y el derecho a
la muerte, debemos comprender el concepto de razón cordial propuesto por Cortina.
LECCIÓN 2 de 6
En la actualidad hay una forma de comprensión de la ética que está sustentada en el concepto de razón
cordial. Dos pilares fundamentales de esta ética son el sujeto autónomo kantiano y la teoría de la
pragmática universal de Habermas. Cuando se habla de razón cordial, se alude a un pensamiento ético que
afirma con vigor la centralidad de la autonomía de las personas y el reconocimiento recíproco. Estas dos
grandes cuestiones se concentran para expresar un punto de vista singular sobre la ética como formación y
cultivo de valores de empoderamiento para construir planes de vida dignos y valiosos.
La ética de la razón cordial se presenta como un nuevo hogar de aquella educación moral tan fundamental
para la Ética Aristotélica, según la cual la vida virtuosa emerge de un proceso de aprendizaje y de forjarse un
carácter a mediano y largo plazo. El espectro reflexivo de esta mirada ética está guiado, entonces, por
corrientes de pensamiento que parecen aunar tres grandes procesos:
La conciencia educada
–
Tal como vimos en el módulo 1, para Cortina (1999) la ética implica formación, es decir, educación continua
en valores morales compartidos como ciudadanos activos para forjar un carácter ético.
Estos componentes estructurales de la razón cordial se integran para conformar una visión sobre las
normas morales, en la que la autonomía, la racionalidad comunicativa y la cordialidad se constituyen en los
principios rectores de una vida moral plena.
Con este breve marco introductorio, estamos en condiciones de definir la articulación entre las corrientes
mencionadas, y acercarnos así a las principales cuestiones que comprenden el concepto de razón cordial.
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La figura clave en este camino que desandaremos es la de la filósofa española Adela Cortina (1948). Nos
limitaremos a una de sus obras que se titula ‘Ética de la razón cordial: educar en la ciudadanía en el siglo
XXI’, publicada en el año 2007.
El valor de la ciudadanía penetra la vida cotidiana pero no en forma mitigada. Por el contrario, su importancia
es decisiva para la construcción de compromiso e integración social. La ciudadanía se forja inevitablemente
en el entendimiento de forma recíproca y en el ejercicio moral de virtudes que nos disponen para obrar y
pensar bien; en tales virtudes se reconocen intereses universalizables, sin los cuales la convivencia social
sería inviable.
En Cortina (2007), esta tesis se expresa en términos de una transformación pedagógica y social atenta a la
transición hacia una ciudadanía global que ya no puede (ni debe) indicarse opciones normativas que sean
preponderantemente concebidas desde la autonomía ejercida por individuos aislados, y absortos en la
satisfacción de sus propias necesidades.
Esta mirada de la ciudadanía está sustentada por un tipo específico de razón, la razón cordial e impregnada
de un ethos comunicante, dialogante e intersubjetivo. Ese ethos constituye un marco de referencia básico
para la consideración del ser humano como ciudadano:
El civismo entendido tal como hemos argumentado, como la potenciación de las virtudes o
actitudes que convertirán a la persona en un buen ciudadano o en buen demócrata, está
estrechamente relacionado con la educación. Enseñar civismo es enseñar ética” (Camps,
2005, p. 20).
¿Qué aspectos podemos reconocer de cada una de las conciencias mencionadas anteriormente (la
personal y autónoma, la intersubjetiva y dialógica y la educada en valores morales compartidos como
ciudadanos activos) en el concepto de razón cordial introducido por Cortina?
Una educación constante en los valores de la vida y la muerte, bajo la pregunta por
cómo garantizar la autonomía y dignidad de una persona en situación de vulnerabilidad
extrema como lo es el caso de Ramón.
Una revisión de los códigos penales y una redefinición del concepto de asesinato para
que no contemple la figura de la eutanasia como tal.
Una educación que esté a favor de la autonomía del paciente, pero que resguarde los
valores expresados en los códigos profesionales de las instituciones hospitalarias.
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Es importante ver la conexión existente entre esta propuesta y la racionalidad comunicativa. Esta última
involucra una cuestión central para la ética cordial: el reconocimiento recíproco basado en el diálogo y la
intersubjetividad. La inclusión de la acción comunicativa representa la apertura a una nueva forma de
implicarnos en la realidad social desde una experiencia dialógica imprescindible para la convivencia
colectiva. Torres Guillén sintetiza estas condiciones de posibilidad que se vuelven particularmente
importantes para la creación de mecanismos de participación:
La racionalidad comunicativa abre los horizontes no solo a opinar sobre los asuntos
públicos, sino también a los sujetos que de alguna manera presentan demandas de
inclusión y participación social desde su moral personal, como lo son los grupos de
diversidad sexual, de contracultura, indígenas, de alternativas económicas y sociales,
etcétera. La acción de la ética del discurso estaría en posibilidades de construir, día a día,
una ética pública capaz de inspirar normativas jurídicas propias de un estado laico y
democrático, dentro del cual, los ciudadanos plurales y diversos… se disponen a aprender
de los demás, tratando de conjugar sus creencias con la de otros desde un tribunal básico:
la racionalidad comunicativa (2010, p. 47).
La ética del discurso pone de relieve que la razón humana es esencialmente dialógica y, por lo tanto,
introduce un elemento de orientación del sujeto implicado en su carácter de interlocutor válido, cuyo sentido
emerge del reconocimiento recíproco (fundamento de la obligación moral). Esta orientación pretende
hacerse efectiva para guiar la conducta de modo tal que se evite el peligro del dogmatismo, y se tenga así
una influencia decisiva en la creación de espacios de convivencia social.
Sin embargo, para Cortina (1996) no es la pura razón formal la que fundamenta la moral. El juicio moral
autónomo se desenvuelve en la experiencia del reconocimiento mutuo y una relación en la que las
capacidades pueden ser empoderadas y enriquecidas por una moral auténtica y comprometida.
LECCIÓN 3 de 6
Educación moral
El valor de la educación moral es clave para la ética cordial. A continuación propongo leer con atención el
texto de Adela Cortina “Ética discursiva y educación en valores”.
https://caredu.files.wordpress.com/2010/04/adela-cortina-etica-discursiva-y-educacion-en-valores.pdf
No hay intentos de fundamentación dentro de esta ética que hagan lugar a mecanismos de asignación de
acciones buenas o malas, sí hay un sentido de formación que implica un esfuerzo continuo por aprender
cómo apreciar los valores morales:
La pregunta por cómo formar “buenos ciudadanos” implica, para el pensamiento de Adela Cortina, una
formación para la democracia. Pero cabe preguntar, ¿cómo educar en o para una sociedad democrática? La
autora responde lo siguiente:
… hay otra tarea que debe emprender cualquier educador deseoso de determinar qué tipo
de educación moral es apropiada para construir una sociedad democrática: la de tratar de
dilucidar en qué consiste una auténtica democracia. Porque, aunque es éste un tema que
ha originado ríos de tinta, no parecen tomarlo en cuenta quienes organizan la vida social,
sino darlo por supuesto. Y no es de espíritus críticos y responsables, sino de espíritus
dogmáticos, dar por supuesto lo que prácticamente nadie tiene claro, en este caso qué
tipo de democracia queremos construir. (Cortina, 2010, de https://bit.ly/2QXBfou).
… una auténtica democracia solo es posible sobre la base del fomento de la autonomía y la
solidaridad, valores para los que la racionalidad instrumental, experta en destrezas, es
totalmente ciega. Es por esta razón que las perspectivas de corte liberales, como las
propuesta de Rawls y Habermas, deben ser mejoradas a partir de un compromiso con la
dedicación en la razón cordial o, en otras palabas, en la compasión, por la cual el otro
nunca puede ser concebido como un individuo asilado, sino como una persona que se
encuentra siempre en relación a otras. Por eso, según la autora, deberíamos preguntarnos
si lo que queremos realmente son individuos diestros, que saben manejarse para lograr su
bienestar, o individuos autorrealizados, es decir, formados en el bien ser, porque no es lo
mismo el bienestar que la autorrealización. Para lograr el primero basta con las destrezas,
para conseguir la segunda, es necesaria una educación moral en el más amplio sentido
del término "moral". (Cortina, 2010, https://bit.ly/2QXBfou).
LECCIÓN 4 de 6
Conclusiones
Hemos explorado distintas concepciones éticas contemporáneas que comparten la herencia kantiana de
fundamentar la ética en la razón. Lo hemos explorado a partir de un caso que pretendió ser motivador de una
reflexión ética profunda que vaya más allá de las consideraciones teóricas tratadas. Por esta razón,
cerramos la unidad con un conjunto de peguntas fundamentales: ¿qué es la vida buena? ¿Quién puede
decidir que sea esa vida buena? ¿Hasta qué punto la vida debe ser glorificada cuando nos encontramos ante
casos como el de Ramón? ¿Qué concepción de justicia debemos sostener para juzgar un pedido de
eutanasia? Estas preguntas quedarán abiertas, pues constituyen un debate que en la actualidad está
abierto: la pregunta por la autonomía de la persona es una pregunta esencial de cualquier sistema
democrático, y sin embargo no está exenta de dilemas éticos.
El siguiente, es un poema de Ramón Sampedro, el hombre que motivó el personaje de la película “Mar
adentro”. El poema, de nombre homónimo, dice lo siguiente:
Mar adentro,
mar adentro.
Y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños
se juntan dos voluntades
para cumplir un deseo.
Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno
y en una metamorfosis
mi cuerpo no es ya mi cuerpo,
es como penetrar al centro del universo.
El abrazo más pueril
y el más puro de los besos
hasta vernos reducidos
en un único deseo.
Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras
‘más adentro’, ‘más adentro’
hasta el más allá del todo
por la sangre y por los huesos.
Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca (Sampedro, 1996, p.25).
LECCIÓN 5 de 6
Referencias
Camps, V. (2005). El sentido del civismo. Civismo, las claves de la convivencia (6), pp. 15-21. Recuperado de
http://educadoressinfronteras.mx/centro-info-biblioteca/sentido-civismo.pdf
Cortina, A. (1996). El quehacer ético. Guía para la educación moral. Madrid, España: Santillana.
Cortina, A. (2007). Ética de la razón cordial: educar en la ciudadanía en el siglo XXI. España: Ediciones
Nobel.
Sampedro, R. (1996). Cartas desde el infierno. Madrid, España: Planeta Mar adentro. Recuperado de
https://www.cinenganos.com/el-poema-de-mar-adentro/
La teoría de la justicia
–
En esta lectura se estudió una de las teorías éticas contemporáneas más influyentes: la Teoría de la
justicia de Rawls. El autor presenta una concepción de la justicia desde un fundamento deontológico, que
se sostiene en principios aceptados y compartidos por todos, no derivables de preferencias o
apreciaciones particulares, ni de sus consecuencias.