Está en la página 1de 6

¿EL NUEVO NACIMIENTO O LA CONVERSIÓN SE VE COMO UNA CONDICIÓN NECESARIA PARA

RECIBIR EL PERDÓN?

Se debe honrar a Dios en todo sentido, siendo participante de su naturaleza divina, para tener la
seguridad del perdón de los pecados, con lo cual se pueda testificar acerca del amor de Dios. Exaltad
a Jesús, pág. 103

La pregunta que los hombres y las mujeres que miran hacia el cielo se hacen, es: ¿Cómo puedo llegar
a las mansiones reservadas a los benditos del Señor? Siendo partícipes de la naturaleza divina.
Huyendo de la “corrupción que hay en el mundo debido a las bajas pasiones”. Es entrando en el
lugar santísimo por medio de la sangre de Cristo y echando mano de la esperanza propuesta en el
evangelio... Es permaneciendo en Cristo y siendo orientados por Cristo, creyendo y obrando: es
confiando en Jesús y sin embargo trabajando en el plan de la adición, aferrándose a Cristo y
ascendiendo constantemente hacia Dios... El Cristo Triunfante, pág. 90.

CITAS SOBRE LAS PRETENCIONES DE SUPREMACÍA DE SATANÁS

Declaró que todos aquellos que se sometieran a la autoridad del cielo serían despojados de su honra
y degradados. En cuanto a él se refería, estaba dispuesto a no reconocer nunca más la autoridad de
Cristo. Historia de los Patriarcas y Profetas, pág. 20.

Había decidido reclamar el honor que se le debió haber otorgado, y asumir la dirección de cuantos
quisieran seguirle; y prometió a quienes entrasen en sus filas un gobierno nuevo y mejor, bajo cuya
tutela todos gozarían de libertad. Gran número de ángeles manifestó su decisión de aceptarle como
su caudillo. Engreído por el favor que recibieran sus designios, alentó la esperanza de atraer a su
lado a todos los ángeles para hacerse igual a Dios mismo, y ser obedecido por toda la hueste
celestial. Historia de los Patriarcas y Profetas, pág. 20

El gobierno de Dios incluía no sólo los habitantes del cielo sino también los de todos los mundos que
había creado; y Lucifer llegó a la conclusión de que si pudiera arrastrar a los ángeles celestiales en su
rebelión, podría también arrastrar a todos los mundos. Historia de los Patriarcas y Profetas, pág. 21.

Señaló las calamidades y enfermedades por las que culpó a Dios. Sostuvo que Dios no tenía
misericordia de la raza humana, por lo que debía estar bajo su control. El Cristo Triunfante, pág. 211.

Grandes eran para el mundo los resultados que estaban en juego en el conflicto entre el Príncipe de
la Luz y el caudillo del reino de las tinieblas. Después de inducir al hombre a pecar, Satanás reclamó
la tierra como suya, y se llamó príncipe de este mundo. Habiendo hecho conformar a su propia
naturaleza al padre y a la madre de nuestra especie, pensó establecer aquí su imperio. Declaró que
el hombre le había elegido como soberano suyo. Mediante su dominio de los hombres, dominaba el
mundo. Cristo había venido para desmentir la pretensión de Satanás. Como Hijo del hombre, Cristo
iba a permanecer leal a Dios. Así se demostraría que Satanás no había obtenido completo dominio
de la especie humana, y que su pretensión al reino del mundo era falsa. Todos los que deseasen
liberación de su poder, podrían ser librados. El dominio que Adán había perdido por causa del
pecado, sería recuperado. El Deseado de Todas la Gentes, 89.

Tan pronto como el Señor, por medio de Jesucristo, creó nuestro mundo y colocó a Adán y Eva en el
Jardín del Edén, Satanás proclamó su propósito de transformar a su semejanza a los padres de la
humanidad y enrolarlos en las filas de su rebelión. El enemigo estaba decidido a borrar la imagen de
Dios de toda descendencia humana e implantar la suya propia en lugar de la divina. Y con el fin de
lograr sus propósitos adoptó métodos de engaño. Se lo llamó el padre de mentira, acusador de Dios
y de quienes son leales a él y asesino desde el principio. Utilizó todo medio disponible con el fin de
lograr que Adán y Eva cooperaran con él en la apostasía y logró introducir la rebelión en nuestro
mundo. Cristo Triunfante, pág. 12.

Había procurado falsear la palabra de Dios, y había tergiversado el plan de gobierno divino, alegando
que el Creador no obraba con justicia al imponer leyes a los ángeles; que al exigir sumisión y
obediencia de sus criaturas, buscaba solamente su propia exaltación. Por lo tanto, era necesario
demostrar ante los habitantes del cielo y de todos los mundos que el gobierno de Dios es justo y su
ley perfecta. Satanás había fingido que procuraba fomentar el bien del universo. El verdadero
carácter del usurpador, y su verdadero objetivo, debían ser comprendidos por todos. Debía dársele
tiempo suficiente para que se revelase por medio de sus propias obras inicuas. Historia de los
Patriarcas y Profetas, pág. 22.

LA OBRA DE LA SANTIFICACIÓN LA PARTE DEL HOMBRE

La santificación es la obra, no de un día ni de un año, sino de toda la vida. La lucha para vencer el yo,
para lograr la santidad y el cielo es una lucha que dura toda la vida... La santificación de Pablo fue el
resultado de un conflicto constante con el yo. Dijo él: “Cada día muero”. 1 Corintios 15:31...
Mediante un esfuerzo incesante mantenemos la victoria sobre las tentaciones de Satanás. La
integridad cristiana debe procurarse con energía irresistible, y debe ser mantenida con resuelta
firmeza de propósito. Hay una ciencia de cristianismo que debe ser asimilada: una ciencia más
profunda, amplia y alta que cualquier ciencia humana así como los cielos son más altos que la tierra.
La mente ha de ser disciplinada, educada, preparada; pues hemos de prestar servicio para Dios en
formas que no están en armonía con las inclinaciones innatas. Hay tendencias al mal hereditarias y
cultivadas que deben ser vencidas... En los lugares celestiales, pág. 28.

NO ES NUESTRO CARÁCTER SINO EL CARÁCTER DE CRISTO

Hay un carácter que debemos mantener, pero es el de Cristo. Si tenemos el carácter de Cristo,
podemos trabajar juntos en su obra. El Cristo que esté en nosotros responderá al Cristo que esté en
nuestros hermanos, y el Espíritu Santo consagrará esa unión de sentimientos y de acción que
atestigua al mundo que somos hijos de Dios. Que el Señor nos dé poder para crucificar el yo y nacer
de nuevo, a fin de que Cristo pueda vivir en nosotros como principio vivo, activo, capaz de
mantenemos en la santidad. Testimonio para la Iglesia, t,9, pág. 151.

EL NUEVO NACIMIENTO ES EL FRUTO DEL SACRIFICIO DE CRISTO

Desde la eternidad Dios escogió para el hombre la opción de la santidad. “La voluntad de Dios es
vuestra santificación”. El eco de su voz llega hasta nosotros, diciéndonos: “Más santo, aún más
santo”. Nuestra respuesta siempre debería ser: “Sí, Señor, más santo todavía”. Al nacer, nadie recibe
la santidad como un derecho o como un regalo que otra persona pueda darle. La santidad es un don
que recibimos de Dios por intermedio de Cristo. Los que aceptan al Salvador llegan a ser hijos
espirituales de Dios. Constituyen sus hijos nacidos de nuevo, renovados en la justicia y en la
verdadera santidad. Su mente cambia. Y al producirse la renovación de la visión, pueden contemplar
las realidades eternas. Gracias al Espíritu Santo, al ser adoptados en la familia de Dios son
transformados de gloria en gloria, a su semejanza. Después de haber cultivado el amor al yo como
algo supremo, ahora dedican al Padre y a Cristo todo su amor.

El amor de Dios abrigado en el corazón, y manifestado por medio de las palabras y las acciones, hará
más para elevar y ennoblecer a los seres humanos que cualquier otro recurso. Este amor encuentra
completa y total expresión en la vida de Cristo. Sobre la cruz, el Salvador hizo expiación por la raza
caída. La santidad es fruto de ese sacrificio. Por su muerte se nos pudo hacer la promesa de este
gran don. El mayor anhelo de Cristo es otorgarnos la santidad. Desea hacernos partícipes de su
naturaleza. Quiere salvar a los que se separaron de Dios por su propia cuenta. Los insta a que
escojan servirlo y se entreguen completamente a él, para que puedan aprender del Señor cómo
hacer la voluntad de Dios.—The Signs of the Times, 17 de diciembre de 1902. Recibireis Poder, pág.
98.

UNA FRASE DE LA PERFECCIÓN DEL CARÁCTER UN TANTO EXTRAÑA

Cada cristiano ha de avanzar diariamente en la vida divina. Mientras avanza hacia la perfección,
experimenta cada día una conversión a Dios; y esta conversión no es completa hasta que logra la
perfección del carácter cristiano, una preparación completa para el toque final de la inmortalidad.
Testimonio para las Iglesias, t, 2, pág. 448.

LO QUE LOGRA EL NUEVO NACIMIENTO

Cuando vamos a Cristo como seres errados y pecaminosos, y nos hacemos participantes de su gracia
perdonadora, el amor brota en nuestro corazón. Toda carga resulta ligera, porque el yugo de Cristo
es suave. Nuestros deberes se vuelven delicias y los sacrificios un placer. El sendero que antes nos
parecía cubierto de tinieblas brilla ahora con los rayos del Sol de justicia.

La hermosura del carácter de Cristo ha de verse en los que le siguen. El se deleitaba en hacer la
voluntad de Dios. El poder que predominaba en la vida de nuestro Salvador era el amor a Dios y el
celo por su gloria. El amor embellecía y ennoblecía todas sus acciones. El amor es de Dios; el corazón
inconverso no puede producirlo u originarlo. Se encuentra solamente en el corazón donde Cristo
reina. “Nosotros amamos, por cuanto él nos amó primero”. En el corazón regenerado por la gracia
divina, el amor es el móvil de las acciones. Modifica el carácter, gobierna los impulsos, restringe las
pasiones, subyuga la enemistad y ennoblece los afectos. Este amor atesorado en el alma endulza la
vida y derrama una influencia purificadora sobre todos los que están en derredor. Exaltad a Jesús,
pág. 145.

LA CLAVE PARA MEJORAR LA MAYORDMÍA DE LOS HERMANOS

No se debe hacer de la benevolencia sistemática una compulsión sistemática. Lo que Dios considera
aceptable son las ofrendas voluntarias. La verdadera generosidad cristiana brota del principio del
amor agradecido. El amor a Cristo no puede existir sin que se manifieste en forma proporcional hacia
aquellos a quienes él vino a redimir. El amor a Cristo debe ser el principio dominante del ser, que rija
todas las emociones y todas las energías. El amor redentor debe despertar todo el tierno afecto y la
devoción abnegada que pueda existir en el corazón del hombre. Cuando tal sea el caso, no se
necesitarán llamados conmovedores para quebrantar su egoísmo ni despertar sus simpatías
dormidas para arrancar ofrendas en favor de la preciosa causa de la verdad. Joyas de los
Testimonios, t, 1, pág. 376.

POR QUÉ DEBÍA REVELARSE Y CONTRASTARSE EL AMOR Y EL EGOISMO

Puesto que sólo el servicio inspirado por el amor puede ser aceptable para Dios, la lealtad de sus
criaturas debe basarse en la convicción de que es justo y benévolo. Historia de los Patriarcas y
Profetas, pág. 22.

Por no estar los habitantes del cielo y de los mundos preparados para entender la naturaleza o las
consecuencias del pecado no podrían haber discernido la justicia de Dios en la destrucción de
Satanás. Si se le hubiese suprimido inmediatamente, algunos habrían servido a Dios por temor más
bien que por amor. La influencia del engañador no habría sido anulada totalmente, ni se habría
extirpado por completo el espíritu de rebelión. Para el bien del universo entero a través de los siglos
sin fin, era necesario que Satanás desarrollase más ampliamente sus principios, para que todos los
seres creados pudiesen reconocer la naturaleza de sus acusaciones contra el gobierno divino y para
que la justicia y la misericordia de Dios y la inmutabilidad de su ley quedasen establecidas para
siempre. La rebelión de Satanás había de ser una lección para el universo a través de todos los siglos
venideros, un testimonio perpetuo acerca de la naturaleza del pecado y sus terribles consecuencias.
Los resultados del gobierno de Satanás y sus efectos sobre los ángeles y los hombres iban a
demostrar qué resultado se obtiene inevitablemente al desechar la autoridad divina. Iban a
atestiguar que la existencia del gobierno de Dios entraña el bienestar de todos los seres que él creó.
De esta manera la historia de este terrible experimento de la rebelión iba a ser una perpetua
salvaguardia para todos los seres santos, para evitar que sean engañados acerca de la naturaleza de
la transgresión, para salvarlos de cometer pecado y sufrir sus consecuencias. Historia de los
Patriarcas y Profetas, pág. 23.

EL CONTRASTE DEL PRINCIPIO DEL AMOR CON EL PRINCIPIO DEL EGOISMO

Alegaba que su propósito era mejorar los estatutos de Jehová. Por consiguiente, Dios le permitió
demostrar la naturaleza de sus pretensiones para que se viese el resultado de los cambios que él
proponía hacer en la ley divina. Su propia labor había de condenarle. …Satanás había fingido que
procuraba fomentar el bien del universo. El verdadero carácter del usurpador, y su verdadero
objetivo, debían ser comprendidos por todos. Debía dársele tiempo suficiente para que se revelase
por medio de sus propias obras inicuas. Historia de los Patriarcas y Profetas, pág. 22.

El espíritu de generosidad es el del Cielo; el espíritu de egoísmo es el de Satanás. El amor abnegado


de Cristo se revela en la cruz. El dio todo lo que tenía, y luego se dio a sí mismo para que el hombre
fuese salvo. La cruz de Cristo despierta la generosidad de todo aquel que sigue al bienaventurado
Salvador. El principio que ilustra es el de dar, siempre dar. Este principio puesto en práctica
mediante la generosidad genuina y las buenas obras, es el verdadero fruto de la vida cristiana. El
principio de los mundanos consiste en conseguir, y con ello esperan obtener felicidad; pero al
seguirlo hasta sus últimas consecuencias, su fruto es el sufrimiento y la muerte. Testimonio para la
Iglesia, t,4, pág. 83.
En la cruz del Calvario, el amor y el egoísmo se encontraron frente a frente. Allí fué hecha su
manifestación culminante. Cristo había vivido tan sólo para consolar y bendecir, y al darle muerte,
Satanás manifestó la perversidad de su odio contra Dios. Hizo evidente que el propósito verdadero
de su rebelión era destronar a Dios, y destruir a Aquel por quien el amor de Dios se manifestaba.

Por la vida y la muerte de Cristo, los pensamientos de los hombres son puestos en evidencia. Desde
el pesebre hasta la cruz, la vida de Jesús fué una vocación de entrega de sí mismo, y de participación
en los sufrimientos. Reveló los propósitos de los hombres. Jesús vino con la verdad del cielo, y todos
los que escucharon la voz del Espíritu Santo fueron atraídos a él. Los que se adoraban a sí mismos
pertenecían al reino de Satanás. En su actitud hacia Cristo, todos iban a demostrar en qué lado
estaban. Y así cada uno pronuncia juicio sobre sí mismo. El Deseado de Todas la Gentes, pág. 39,40.

DIOS VINDICARÁ SUS LEYES HASTA EN EL JUICIO EJECUTIVO

En el día del juicio final, cada alma perdida comprenderá la naturaleza de su propio rechazamiento
de la verdad. Se presentará la cruz y toda mente que fué cegada por la transgresión verá su
verdadero significado. Ante la visión del Calvario con su Víctima misteriosa, los pecadores quedarán
condenados. Toda excusa mentirosa quedará anulada. La apostasía humana aparecerá en su odioso
carácter. Los hombres verán lo que fué su elección. Toda cuestión de verdad y error en la larga
controversia quedará entonces aclarada. A juicio del universo, Dios quedará libre de toda culpa por
la existencia o continuación del mal. Se demostrará que los decretos divinos no son accesorios al
pecado. No había defecto en el gobierno de Dios, ni causa de desafecto. Cuando los pensamientos
de todos los corazones sean revelados, tanto los leales como los rebeldes se unirán para declarar:
“Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y
engrandecerá tu nombre? ... Porque tus juicios son manifestados.” El Deseado de Todas la Gentes,
pág. 40.

CUAL ES LA PARTE QUE LE CORRESPONDE AL HOMBRE EN LA RESTAURACIÓN DE LA IMAGEN DIVINA


EN EL HOMBRE

En el principio, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”.
Pero el pecado casi ha borrado la imagen moral de Dios implantada en el hombre. Jesús vino a
nuestro mundo para darnos un ejemplo viviente para que sepamos cómo vivir y cómo mantenernos
en la senda del Señor. Él era la imagen del Padre. El carácter hermoso e inmaculado del Señor ha
sido puesto ante nosotros como un ejemplo que debemos imitar. Debemos estudiar, imitar y seguir
a Jesucristo. De este modo nuestros caracteres serán transformados según la hermosura y belleza
del carácter del Señor. Al hacerlo estaremos delante de Dios por medio de la fe, recuperando por
medio del conflicto con los poderes de las tinieblas el dominio propio y el amor de Dios que Adán
perdió.—Manuscrito 6a, 1886. Cristo el Triunfante, pág. 45.

LA IRA DE SATANÁS SE DESPERTARÁ CUENADO EL AMOR DE DIOS SE VE REFLEJADO EN SUS HIJOS

Este amor es la evidencia de su discipulado. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos—dijo
Jesús—, si tuviereis amor los unos con los otros”. Cuando los hombres no están vinculados por la
fuerza o los intereses propios, sino por el amor, manifiestan la obra de una influencia que está por
encima de toda influencia humana. Donde existe esta unidad, constituye una evidencia de que la
imagen de Dios se está restaurando en la humanidad, que ha sido implantado un nuevo principio de
vida. Muestra que hay poder en la naturaleza divina para resistir a los agentes sobrenaturales del
mal, y que la gracia de Dios subyuga el egoísmo inherente en el corazón natural.

Este amor, manifestado en la iglesia, despertará seguramente la ira de Satanás. Cristo no trazó a sus
discípulos una senda fácil. “Si el mundo os aborrece—dijo—, sabed que a mí me aborreció antes que
a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; mas porque no sois del mundo, antes yo
os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo. Exaltad a Jesús, pág. 292.

También podría gustarte