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Espigario

Kris González

Espigario

SERIE
LITERARTE
Espigario
Cuidado de la edición: Javier Larraín Parada
Diseño y diagramación: Boris Ríos Brito
Pintura de portada: “Espigario”, por Kris González

© Kris González
© Fundación Programa de Investigación y Estudios Estratégicos
Latinoamericanos (Pinves)

Primera edición, junio 2020

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, transmitida o almacenada,


sea por procedimientos mecánicos, ópticos, químicos, eléctricos, electrónicos,
fotográficos, incluidas las fotocopias, sin autorización escrita de los editores.
Para Luis, Rudy y Sebastián.
Agradecimientos

A toda mi familia.

A Jaume Domènech, quien más insistió en la elaboración


de este espigario.

A Luisa López, Tony González, Javier Larraín y Gregorio


Vegas por el apoyo incondicional y la paciencia de editar,
diagramar y corregir.

A todes quienes han impulsado este modesto esfuerzo.


A modo de introducción | 11

A modo de introducción

Este espigario es una especie de armario donde guardo


poemas escogidos al azar, entre muchos otros que escribí en
tiempos de pandemia y, como no podía ser de otra manera,
contiene prosa que alude a la época que nos tocó vivir.
Recoge sentimientos y experiencias propias y colectivas,
que provienen de la esperanza y vuelan hacia ella, aun en
medio de la angustia que sentimos los primeros días de
2020.
Pretendía hacer de bitácora de la cuarentena, que se
prolongó. En plena pandemia, en Venezuela debimos
enfrentar una nueva amenaza de guerra, seguida de una
invasión de mercenarios al territorio nacional, impulsada
por el gobierno norteamericano; parecía mentira que eso
pudiera pasar cuando la humanidad trataba de salvarse
de un virus mortal. Todo aquello aumentaba la sensación
de caos planetario. Aeropuertos cerrados, ciudades
paralizadas y cuarentenas estrictas. En esos intervalos, en
la perplejidad de una situación global que no comprendía
del todo, solo atiné a escribir y pintar, ahora sí, con la
intención de publicar todo lo que salga de esta experiencia
habida en medio de la primera pandemia/cuarentena de
mi vida.
Sin duda alguna, han sido días difíciles para todes, sin
embargo, son a la vez tiempos para creer y crear, aún en la
sensación de adversidad con la que despertamos. No dejo
de pensar en las consecuencias sociopolíticas y económicas,
además de la emergencia sanitaria que trajo la pandemia y
cuyas consecuencias no podemos imaginar.
La obra de la portada lleva el mismo nombre del
12 | Espigario

poemario y la pinté, por primera vez, hace muchos años,


en una cajita de cartón que traía una lupa comprada para
mí.
Espigario está escrito con mucho, sincero y entrañable
amor.

Kris González
Primera parte
Primera parte | 15

1.

En estos días en los techos de invierno


en las plazas desoladas
en los campanarios de la iglesias
en las luces lejanas de las ciudades
te presiento ¡tan triste!

Hay dolor en el abrazo


guardan silencio las voces que ayer gritaban
en medio de las marchas

Mientras cierro los ojos


viene el recuerdo fresco de aquellos tiempos
las calles desbordadas de emoción
de la muchachada libre que
cantaba entrelazando los brazos una canción rebelde

Recuerdo los foros en la universidad


el café con Gramsci
el debate callejero
al calor de un empezar de nuevo
los discursos, las historias obreras,
la fiesta del verano que pasó tan rápido

Cuántos amanecerán de luto


en su propia historia nueva
en las calles de ciudades demolidas
después de la pandemia
Primera parte | 17

2.

Acércate
reposa en mi cuerpo esta noche
piérdete un poco bajo mi manta
entre los pliegues de mi piel.
Quédate dormido acá en esta depresión
que me nace entre la pierna y la cadera
debajo hacia la cama,
hacia la nave donde te ahogas
y enmudeces

La cadera y la cintura
talle y flanco

Redondeada cadera
cintura redondeada
que calienta la cama y empapa de sudor tu mano
quédate acá entre mi pecho y el brazo
que se hace un mundo para que te venzas
que te acalora y te despierta,
donde te despides del sueño
que serenamente
aprieta tus bordes
que te sostiene un poco
luego te impulsa

Piérdete luego entre mi cuello y el mentón


hay allí un espacio para abrigar el beso
guárdate aquí entero,
duérmete
18 | Espigario

Deja de lado el sueño


y traspasa los diques
sí ahí
permanece
en sacudida
en ese espacio geometral
subliminal que te contiene
que se hunde entre mis manos
hacia el fondo
se humedece
resurge entre latidos
insonoros que silencia tu súplica

Deja tu boca sedienta aquí


abre tu boca
puedes sorber la noche palpitante
y hacer de ése tu barbijo
pero después,
después cierra los ojos a mi lado
y duérmete
Primera parte | 19

3.

En sueños
me deslizo noctámbula
desde mi orilla tórrida
en un extraño impulso hasta tu esquina
en la otra mitad del mundo

La baranda metálica fría de tu casa,


donde apoyo el pie desnudo,
deja impreso un ribete oxidado en la piel

Rebasé como una sombra las ventanas


en la oscuridad más densa e inquietante,
la ciudad sosegada con la calma de noches en vela
bañada por la ligera lumbre de focos desahuciados
en tu barrio de calles vacías

Abracé tu espalda tibia


en un sutil gesto de melancolía

Apenas los primeros rayos entre las nubes


dejan ver la silueta urbana
mi mano se extiende hasta dejarte

Voy de vuelta a mi costado


tu estarás de amanecida
20 | Espigario

La lluvia acurrucada en los pocillos de los pájaros,


que dejo atrás,
humedecen la vieja herida en la piel

Y el ribete oxidado no se borra


Primera parte | 21

4.

No esperaré más que llegues en verano,


ni en este invierno,
En estos tiempos en que todo se ha pospuesto

Se ha prorrogado la lluvia,
a pesar que adelantaron las extrañas vacaciones
sin empezar el trabajo.
No es el mismo despertar en la mañana,
el café ya no se cuela en la tela curtida
de los viejos conos,
las madrugadas se han vuelto noches

Espero compartir mis noticias


con las noticias tuyas
ya nada pertenece a unos ni a otras,
encerrados,
con miedo a encontrarnos
en la soledad de los ritos
pequeños
invisibles

No espero este otoño,


abril está por terminar
y los días son una madeja de cifras
de resultados fatales,
de imprecisas notas,
y malas decisiones,
que ya se transforman
en inconmovibles banderas rojas
que anuncian el hambre
22 | Espigario

Cadáveres apilados en las plazas


envueltos en plásticos azules,
fosas comunes para enterrar historias tristes,
mayo es difícil para los parias de la tierra
que no logran unirse por una vez
en un solo clamor mundial
los días son cortados en sesgo, a machetazos,
como para abrirse paso en la maniwa

Ya no te espero en mis madrugadas


mis madrugadas son tus noches
y esas noches no pertenecen a las insomnes

Yo espero la primavera con cierta cautela,


con algo de emoción
con duda,
no sé aun, sí a su llegada,
esta pesadilla sea un recuerdo de saldos y balances,
falta mucho,
tengo la certeza
de la incertidumbre en que estamos.

El reloj detenido es a su vez la efigie rota,


la realidad desvestida
largamente desvelada
Primera parte | 23

5.

Al abrirse las compuertas


saldré a buscar entre las distancias de hoy
hurgaré en los silencios,
laboriosamente,
como si fuere yo la última exploradora de miel
que tantea por las montañas en busca de colmenas.
Escribiré las historias que no se habrán podido contar
por pequeñas o grandes
por simples, por obscenas.
Indicaré las señales escondidas
daré a conocer esa profunda indecisión
Panal de dudas
la juntura hexagonal del miedo tuyo
junto al miedo mío
el de todas,
que se hacía uno solo,
como una celdilla de aquel monumental
enjambre de obreras
y manará la palabra para hacer más dulce el recuerdo
de estos tiempos difíciles
Primera parte | 25

6.

Me he convertido a tu religión,
devota, practicante de todos tus conceptos,
ferviente de tu voz,
creyente en tu palabra,
aguardo tu mirada como un milagro tierno
que redime,
que resguarda
Creo en ti
definitivamente creo en ti,
y espero tu sonrisa cada día
tu ironía
tu sarcasmo
la melodía medieval
de la viola de gamba
profunda, musitando un canto antiguo
que llega al presente y proclama el futuro.
Primera parte | 27

7.

Eres la voz para segar los viejos arrozales


de mis guerras que nunca terminan,
la insignia aferrada a la imagen del Che
desde tu primera conciencia
susurra un canto a la madre obrera,
a los muelles sin verano,
entre giros y vueltas
capeando temporales a mi lado
de tarde en tarde
creció tu guitarreo
entre libros y letras.
Rebelde tu esperanza de aguardar despierto
el amanecer de manos extendidas
roja luz de amanecida.

Eres la razón de mi primer desvelo


la idea peregrina a la orilla de un puerto
almácigos y espigas
para buscar respuesta
Primera parte | 29

8.

Ella lo evocó
no como quien ha olvidado
sino como quien trae a su mente un latido cercano

él, sentado a su lado


después de una tormenta,
cualquiera de esos inviernos,
explicaba las distintas formas de
la vida y otras cosas.
Quiere surcar su cuerpo
que caminó al revés
de sus dibujos
ondulante subir y bajar,
al ardor de aquella tez (vez)
Primera parte | 31

9.

Estuve alguna vez en un lugar


en cuya mesa solo había pan y un pocillo con sal,
- para las brujas -dijiste
Hubo una vez aceite en un pote de vidrio
- esto se acabó -pensé

Por el techo de aquella casa se filtraban


las gotas de una ciudad lluviosa
acopiadas en docenas de toneles metálicos
agua fría y oscura, como un mar en calma

Dibujaste la luna en la sal de la mesa


pequeñas estrella y planetas
que daban vueltas alrededor de ella
no había sol en tu galaxia

Al fondo,
estantes de libros apilados
no dejaban ver las paredes
de cal.

Todo pasó de prisa


aún estará ahí el círculo oxidado de tu café
sobre los apuntes amarillos de aquellos recuerdos
Primera parte | 33

10.

Quiero que te llegue algo


de la flama encendida
épica
de este reflejo tardío
estacional
que en el sur
crepuscular
despliega una lumbre anaranjada
sobre la silueta de Los Andes
quiero que llegue hasta tu casa un poco
de este sol austral
que entre por las rendijas de tus huellas
que llene de alma tu fuego
Primera parte | 35

11.

Aquella madrugada
Ella
escarbó temblorosa
entre los fantasmales murmullos de la medianoche
que ahogados en los candiles,
del viejo barrio,
inundados de lluvia,
con su expresión desnuda,
caían desfallecidos,
sobre la ciudad hecha ceniza

Aquella madrugada
Él
despertó febril desde su propio fuego
jadeante y mudo
suspendido, asustado.

Como testigos de una danza granate,


catada en copa añeja; la garrafa de vino
y la lámpara con su candil oleoso,
que resecaba
la húmeda piedra y el harapo colgado
en las paredes en sepia.

Él,
en medio de un cubículo la veía
asomada desde lo alto,
evaporándose,
como el humo abrasador
de la lámpara de aceite
Primera parte | 37

12.

Tu soledad
a ratos me deja sin risa
De noche en cuando
me hace quedar en silencio largas horas
se deshace entre mis dedos tu silencio oceánico,
nocturno
Ni siquiera la luna trae calma
llega hasta mi la brisa que mueve el trigal,
de donde sale
el grano para hacer tu pan del desayuno
cuando el café se enfría
frente a tu mirada en calma
tu desolado sollozo
la nostalgia de tu eterna espera
anhelo de volver la vida atrás,
unos 3, 4, 5, giros
una tijera-tiempo que recorte la distancia
tu soledad de rato en rato
es un suspiro endémico.
Primera parte | 39

13.

Vengo de pelear en tus batallas


sé de tus conjuros,
tus caídas
Las penas del desierto,
tus brazadas
Yo estuve ahí antes que tú,
en la misma hoguera donde quemas los leños
que hacen arder tu alma

Vengo de ahí de la madera común


esa de hacer las cajas de la feria
soy la que en los juegos diarios
gana todas las piedras
recorro una y otra vez
y voy de vuelta

Yo estuve antes que tu


en la misma barca
Navegue tus males,
nadé a contracorriente
en los puertos hundidos
estibé tu carga
con mis penas a cuesta

Recogí los pedazos


lo que quedó de nada

Encomendé santos y señas,


conté historias antiguas
que a nadie le importaban
40 | Espigario

Ensalmé malabares y hechizos


en la calle bruja
en las noches de magia

yo encendía la luna para las almas tristes


en la ronda fugaz de una cerveza
a veces fui la flama azul de la candela
dentro de la hoguera
en noche de San Juan,
salte una vez, dos, tres y otra vez,
fui fuego dentro de la hoguera.
Y semilla de siembra germiné,
Y florecí lavandas en hileras moradas,
para encender el alma
contra todos los males
Primera parte | 41

14.

Tenía ganas de saber


y fui hasta ti
me desaté las trabas para que vieras
mi latido agitado
y despejé la piel
me abandoné a tu suerte.

Despojada del ruego


en dialogo comunitario

Quería saber de ti
y subo al alba
desciendo con la noche
vuelo otra vez
descalza
al son de
los cantos gregorianos
sobre tu cuerpo ardiente.
Primera parte | 43

15.

Desde un timón sin barco


quiere tocar el alma de una diosa.
Divaga
para calmar la zozobra
de los días mustios

Deambula cual vagabundo,


tropieza con los mendrugos de su fe extraviada
en el cubículo tibio y desordenado
que lo habita.
Delira en otros destellos
a donde parte de amanecida
desamparado
se asoma desolado y estalla
tembloroso
sobre las ruinas de un país insomne
aquella diosa tan solo es una imagen
una piel tatuada en su piel
una vez pelaje rojo
otro abenuz
lúcido

Jadea, blasfema,
deambula
de un lado a otro
no hay efugio,
ni extensión posible
una empuñadura firme lo detiene
se desmorona
exhausto
44 | Espigario

sobre el ardor febril


vehemente
naufraga en un sueño intranquilo
sin barco sin timón
sin prisa
Primera parte | 45

16.

Cuando pase este tiempo


han de quedar los aciertos y las miserias,
proporciones fatales entre vivos y muertos

Adentro habremos aprendido algo


de todo lo habido, de todo lo perdido
¡Cuánto miedo paralizó las vidas!

Lejos de aquí
los canales de Venecia corrían transparentes
dejaban ver los cimientos de una civilización
temerosa en cuarentena.
Las flotas de cruceros, barcos fantasmas errantes,
convertidos en parias, sin permiso de nadie en la tierra

Terribles noticias llegaban hasta América


el mapa se llenaba de puntos rojos
que nos empujaron dentro de las casas

El miedo aprisionaba,
forzaba a la razón
a entender lo inexplicable
a redescubrirnos tal cual éramos
a aprender en la dificultad de la prisa
¿Quién recordará las mañanas de sol a medio abrir la ven-
tana?
la rebeldía ausente,
la paciencia asomada por la cortina abierta
los juegos infinitos para evadir la inquietante jornada,
46 | Espigario

Humanidad agazapada detrás de la rutina en espera de


noticias,
erizada en la perplejidad

Hay que secar el llanto para que duerman en paz


quienes puedan
Segunda parte
Segunda parte | 49

17.

Se pospuso el año en curso


Aunque este en realidad siguió su rumbo los primeros
meses
en las promesas de año nuevo para el mundo,
en los papeles quemados
en los cirios encendidos sobre la mesa mágica
incienso y baños de sal para espantar los males
primeras campanadas y las 12 uvas
largo abrazo latido a latido que se fundió
en la piel.

El cielo en juegos pirotécnicos se contrapuso al presagio


Pequeñas explosiones chispas de bengalas
fiesta sólida, líquida, etérea,

Después, amanecer…
un año nuevo a punto de caer sobre la humanidad
expectante
ansiosa del ciclo que llegó por fin al día siguiente
dos mil veinte
nos fuimos a dormir
algo de aquella magia
el primer día de enero
pudo hacer posible
esta esperanza en marzo
Segunda parte | 51

18.

Marzo se hizo eterno


sin salidas, las puertas cerradas, las calles vacías
desde las salas de Urgencia de los hospitales
brotaban noticias estremecedoras de
un virus que nos volcó la mirada hacia occidente
nos recogió presas del terror
en nuestros mundos pequeños.

Mientras en la espalda
nos fijaban carteles
se buscan enemigos
a cambio de recompensas.

Hubo declaración de guerra


países bloqueados,
sentenciados en pandemia por decretos inhumanos

Se busca a Venezuela
¡Infamia!, gritamos con desesperación
detrás de los barbijos.

Sin salir de las casas


vimos impotentes toda la ignominia
desde las ventanas abiertas del computador

No puede amanecer de nuevo la humanidad


con el temor a empuñar una palabra.
52 | Espigario

No callen,
después no será más
la hora propicia.
Segunda parte | 53

19.

Mis palabras trazadas en la desventura de marzo


intentaban narrar estos tiempos de pandemia
los primeros días de cuarentena
los aceptamos
como si fuéramos a una excursión
lejos de todo,
o a un retiro espiritual,
entonces nos sentaríamos a analizar la coyuntura
con ojos de agua quieta

No fue así…
no obstante, quise hacer poemas
y escribí, y escribí,
sin remilgos ni reparos.

Entretanto, se me volvieron trizas las rutinas


y las manos
cierta angustia amanecida,
la angustia que aprisionó el pecho apenas iniciada
la cuarentena.

Cómo expresar que sufrí, que lloré, que tuve miedo,


aprendí más lento quizá a superar ese primer tiempo
a inventar un paisaje donde habitar
donde me agito y me agoto de poca paciencia

Me avergonzó el egoísmo por la inconformidad propia

En estos trazos ojalá haya algo de prosa poética,


más allá de la desventura de esos días insomnes,
54 | Espigario

oculta en cualquier oración profanada, corregida,


convertida en certeza,
aun despierto en un mar de incertidumbres
pero aprendo a navegar
aferrada todavía
a mis miedos.
Segunda parte | 55

20.

Lleva el paso apurado para llegar pronto


cansada hasta el llanto
de despedidas,
de aeropuertos cerrados,
y vuelos suspendidos.
la perplejidad le dejó los ojos rojos
su arquetipo rebelde
se le volvió flecha.
Y vuelve a casa.
Empuja la manta dentro del morral
espolea los escaños de la lista de espera
Va de prisa.

Se sumerge en la silla,
teme al frío del aeropuerto desierto.
Quiere una ventana abierta
que espante los males
sin importar que hiele los huesos.
No se ve una playa,
ni siquiera las montañas nevadas de principios de marzo
Es el último avión antes de cerrar los aeropuertos
Volverá cuando todo haya pasado, promete.
Volverá cuando el mundo eche a andar de nuevo
volverá alguna vez.
Segunda parte | 57

21.

Es cualquier frase que emerge desde la carne viva,


rezuma desde los ojos rojos de llorar,
de la emoción más pura, del silencio
de la impresión compasiva de la vida que nace
de los roces confusos de los primeros amores
de la felicidad viva en la sonrisa,
del odio, los rencores que ciñen el aliento
de la ternura tejida en las fibras del alma,
en las ganas de volar
la poesía brota a veces de los grandes dolores,
las tristezas,
de las luces del alba, de las ultimas chispas de la tarde,
desde la luna que se enamora de los desolados

Vuelvo a rendirme ante la poesía


y me sumerjo rampante en su corriente,
que es más una voluntad desparramada,
un efecto reflejo desde la conciencia,
es evidencia
creencia
es lanzar la segunda piedra
poner otra vez la otra mejilla
escribir sin pensar,
sentir sin proponer
atreverse a hablar
echar al ruedo tu historia
para que te despedacen
para que muerdan tus manos
que odien tu vida y tus recuerdos
o para que te amen.
Tercera parte
Tercera parte | 61

22.

Este es el tamiz
por donde se cuelan los sentidos,
este el cribado que separa lo sólido
del sentimiento efímero,
a veces se confunde y mezcla trizas
entre risas,
que cuelan su tejido
tejido del rayo fugaz que hiere
la cadencia espiral
ancestral de la vida
tamiz ancestral
que vulnera la íntima
coraza
armadura etérea
pizca cernida

vuelvo a tamizar lo breve


ahechar la brizna pasajera
espigo el grano partido
desventura de espigas
brizna de trigo que
guardo en mi regazo
Tercera parte | 63

23.

No quiero que te vayas nunca de estos valles


del claro amanecer del trópico
no te pierdas las risas,
los odios, las pandemias
no quiero que te escapes de esta vida
de las eternas colas de comprar la comida que escasea
del caos de los meses venideros
de estas ruinas
no te pierdas de nada
no quiero
ni de las cosas buenas, ni las vicisitudes.
Quiero que estés aquí
cuando cambien las cosas, cuando lleguen
los barcos desde Irán, los aviones de China
cuando se haga una fiesta
y el aguacero torrencial arrecie
y venga en las cunetas el agua marrón
que lava los cerros por donde lanzábamos,
pedazos de recuerdos
aunque no llegue pronto
yo quiero que te quedes
aun en la melancolía,
en la carencia que produce el bloqueo
en el apuro de los días hábiles
en el embotellamiento de los cruces de calles
en los balcones que miran la montaña
en los tercos gavilanes que te acosan
en las lunas revueltas
en los patios de estos barrios
64 | Espigario

de casas adosadas
sin ventanas que miren al mar

Tú mereces un huerto de frutales verdes


de higos nacarados
de cerezos
tú vales los frutos más rojos y dulces
Yo te ofrezco la luna roja y el arco iris
el halo de sol y la orilla de mar sobre la arena tibia
el cielo de las guacamayas
la ciudad dormida y la ciudad despierta
los cerros de casas apiladas
la esperanza, el desafío de la risa diaria
la escuela con su rostro infantil que promete futuro
Resiste y construye junto a todas
que la tuya es la fuerza de esta historia
de este pueblo libre
quédate
quédate en estos lados
cerca de todo
cerca siempre

*(dedicado a Esther Cova, la estrella que voló temprano)


Tercera parte | 65

24.

Esta casa cerca de la catedral desierta


es el faro contra el extravío
cuando el vaho de mediodía evapora el silencio
la ciudad después de los zaguanes,
es un nudo de casas transparentes
levantadas de adobe crudo

Luciérnaga encendida
al empezar la noche

A veces las cosas no funcionan


ni agua que caiga del cielo
para apaciguar la fiebre
que disipe su anhelo
de tinajero arcaico
de piedra escurrida

Esta casa vierte agua


en las manos cóncavas
rocío dulce para el trago amargo
pendiente líquida para el sorbo apretado
caldo milagroso,
sin cal ni arena
cuando amanece seca la garganta,
cuando calla,
cuando llora,
hay una gota de agua limpia entre los guijarros
para calmar la sed, para secar su llanto de tormentas
para seguir de pie
Tercera parte | 67

25.

Yo lancé la moneda
a la fuente de los deseos,
pero aquella ya no estaba en el mismo lugar

El circulo de níquel rodó por los boquetes


entre los adoquines gastados
desde el montículo incrustado
en lo alto de la paz

Luego pedí el deseo…

El anhelo volteó por algún lado,


giró, hasta quedar atascado
calle abajo,
no perseguía nada
solo noté la curva zigzagueante
que dibujaban
al alejarse de mi
en direcciones contrarias

Alcé la mirada y al menos


contemplé el azul de la montaña
que asomaba fantasmal
su corona de nieve
hasta la cumbre cordillerana

Salvo la fuente, todo seguía igual


68 | Espigario

Regresé despacio
con el resabio amargo de las cenizas
como partículas suspendidas en la nada

Vestigios de las
calles vacuas
al zigzagueante rumbo de la suerte
Tercera parte | 69

26.

Abril se apareció con un halo solar


sobre la ciudad,
una bendición que trajo a la arena
peces oceánicos
el sol en el zenit
desambiguado,
óculo plateado,
pupila cósmica
mas adentro un disco que hierve
en el polo
de ese blindaje gélido
como anillo dorado,
efímero arcoíris,
sal y ventisca de agua de luna

Sobre la frente la mano extendida


para mirar sin arrugar los ojos
deseé avistar el círculo /arcoíris
y esa pupila celeste me miraba a mí
Tercera parte | 71

27.

Caracas es un cielo lleno de pájaros


que anidan en terrazas y balcones
las aguilillas tocan las ventanas
los zamuros husmean, tras los cristales
palomas torcazas, zorzales, colibríes

Pero las aves escarlata


con alas de fuego
esas de plumas largas brillantes
las guacamayas,
esas las ineludibles,
vitales
llegan en bandadas
azul, amarilla,
roja, verde,
tricolor patrio

Para ellas las frutas, las semillas, el pan de cada día


para ellas el agua, el agua fresca en las vasijas de arcilla
ellas son la alegría entre las verjas ensanchadas
de ventanas enrejadas
ellas aferradas a la baranda, al saliente de hormigón
a los muros de concreto,
bajo el sol y la lluvia
las guacamayas
llevan y traen cada día
el parloteo especial de su estampa
que va y que viene
Tercera parte | 73

28.

Subo la montaña en un suspiro,


con los ojos cerrados,
en un planeo horizontal, casi acrobático, desde la ciudad
abro los ojos, respiro el aire tórrido.
La tarde es fresca,
la calina pesa sobre los techos,
me desplazo sobre las cúspides de los árboles,
remonto a lo más alto
y vuelo
en dirección norte hacia el Caribe,
contemplo la marina litoral,
la Guaira, universo índigo, calipso
Maiquetía a lo lejos
Waraira Repano que baja hacia los muelles
calma de azul sobre el azul.
Constato la paz nuestra de cada día
la valentía.
Regreso en el vuelo de las guacamayas
a la hora del pan después de la oración
a los balcones abiertos de paz en par de la Caracas vertical
en bandada ellas con sus alas abiertas
Caracas encerrada en un valle de infinitos recodos
inexpugnable
arista centinela
de un país inmenso, amenazado.
Vuelvo a las calles de la gran ciudad,
estoy en casa,
las aves escarlatas siguen rumbo a los balcones
a ocupar su ritual alborotado.
Litúrgica hora sagrada
74 | Espigario

la calle solitaria extenuada se adormece en el ocaso,


cielo en llamas que eclipsa la montaña
que ¡gran Caracas!
bajo el púlpito de los cerros
entre grito y risas, multitudes
en la fiesta Cumbe
rebeldía cimarrona
los bloques, Bolívar en la plaza,
te sueño siempre patria.
Tercera parte | 75

29.

(primera explicación sobre pasión)

Esta pasión es como la punta


de las estrellas que titilan arriba,
encarnada en alguna parte de la piel

Como la idea filosófica que quema el pensamiento


que mueve las masas

A veces es como el ensalme de una hechicera


que con su magia deja los ojos abiertos
sin poder apartarlos del fluir armonioso de las llamas,
amarillas, azules, rojas,
del humo del fogón donde crece la vida.
Ceniza claroscura que abonará la siembra

La pasión se parece a una lumbre


crepitar perenne,
fuego sagrado
que sacude el frío
enciende la hoguera caliente
en el rito de San Juan

Pero el fuego es también amenaza


ajenas llamaradas que brotan
artilladas de acero en el Caribe
vienen por mar,
a lamer el borde tibio de la costa.
Acechan con sus ojos de vidrio
76 | Espigario

vierten su excreta lúgubre en las aguas límpidas


sedientos de sangre

abren su garganta y tragan otra vez el plomo


con el que disparan
Tercera parte | 77

30.

(segunda explicación sobre pasión)

En la quieta orilla los pescadores vigilan


repasan la atarraya,
los hilos tejidos
las amarras
abajo el peso que hunde la red
arriba la boya que la mantiene a flote
equilibrio que asegura la pesca
que da los alimentos
y sostiene la vida

pasiva,
quieta
la hendida bahía de Chuao
de vez en cuando otea
con sus ojos nítidos de horizonte

Allá lejos amenazan las bestias con su lengua amarga


inyectada de odio
cianosis de pieles perdidas de arena

La poblada se activa en el cerco,


desata los cabos
anuda con mecates
las manos invasoras
frena y arrima barcazas enemigas
desestiba la carga
78 | Espigario

atarrayas al suelo como un amasijo


de nudos y maromas
la orilla es un bullicio de pescadores
que lanzan la red y capturan las bestias
no son los peces que sostendrán la vida
es la lengua que lame la rodilla enemiga

atarraya de pueblo recién tejida


cimentada en los hilos de las antiguas redes
suenan tambores cimarrones
manos negras sobre cuero seco
mina que retumba en el pecho
fulía canto rebelde que anuncia la victoria
porque Chuao ganó la batalla
y ganará la guerra
he aquí la pasión que saca chispas
Tercera parte | 79

31.

Érase un pequeño bar


de colecciones antiguas
en La Paz,
la mujer cantaba al centro de la fiesta,
el hombre melancólico se sentó
con dirección exacta al escenario
donde ella tocaba la guitarra.
Ella a veces bailaba y sus piernas
parecían flotar en la escena,
su espalda sudorosa,
voluptuosa bajo el vestido amplio,
alegría de cabellos sueltos
sin ambages
–te enseñaré a querer– decía la canción
que le lanzó a la mesa.
La función terminó
y él deambuló por la calle de las Brujas
buscó, con devoción pagana,
un hechizo que le concediera algún día
el otro lado de su almohada de diosa.
La bruja le entregó conjuro
su fervor de ateo le mostraba una luna
a punto de esconderse de la madrugada.
Estrujó el amuleto contra sí y
le hizo el amor a la diosa luna,
de caderas anchas,
frenético.
Tumbado de bruces, días después
con la ventana abierta
empapado en sudores, muerto de frio,
80 | Espigario

ardiendo,
desvariando
corrió como un loco por las calles de bajada
sobre las piedras gastadas sus pies descalzos
hasta llegar de nuevo frente al bar de la otra vez.
Ella lo recordaba
un brillo en su mirada le ilumino el hechizo
de la noche de bruja
él le contó historias del pasado
Ella calmó la locura del hombre delirante
él se abrigó en sus brazos
después de haberla amado
Tercera parte | 81

32.

Borde de agua
marisma y manto
esencia tibia
turbera dulce
salobre,
marina,
cuenca secreta
del humedal

Sinuosa
hendidura
de llanuras y lomas,
agua limpia, follaje
El íntimo latido,
qué le habita
conmueve
a los pequeños seres.
Su arrozal lo amamanta,
mitiga sus tormentas, lo depura
aplaca sus ríos crecidos,
sedimenta su locura,
le da de beber pócimas para su impaciencia
para la boca cósmica,
que cuida el alma.
Tercera parte | 83

33.

En mi pequeña esquina,
desde donde miro esperanzada,
sobre el muro,
la imagen de una línea férrea,
hay una hiedra verde intensa que consume
el madero durmiente
descarrilado, desmantelado,
abandonado a otra fábula,
hay restos de un telar desteñido
desmadejado en la esquina,
donde evado la rutina de estos días
parece un rompeolas a la espera del muelle,
un dique que me aleja del agua
perpendicular,
al borde del todo
que eleva la ribera de mis ríos
y deja ver el camino de regreso

En esa esquina
esta clavada
la uña de la ira.
la angustia, la pasión,
la punta del dolor,
todo el tormento de este tiempo
Tercera parte | 85

34.

La kamachaka
espesa, oscura,
se desploma sobre el suelo
vaguada detenida en la esquina del
Atrapanieblas,
en el atardecer costero
la brisa salada vuelve con el repliegue del mar
y se adentra más allá del desierto
lleva una arenisca volcánica
hasta el borde oblicuo del océano

El torrente espumoso de las olas retrocede


la resaca me deja los pies desnudos
unos dedos huesudos y hundidos en la arena.
El agua fría de la playa punza como espina el metatarso
sigo ahí
bajo aquel oleaje que se vuelve furia.
Y de repente
todo es un espejismo
una ventisca fría
yerma,
pétrea,
desde donde intento salir
a ningún lugar
Tercera parte | 87

35.

Todavía no es la fiesta de San Juan


y suenan inquietos tambores de madera y cuero,
en la costa cimarrona de Venezuela.
Y aquellas mujeres inician
un baile exótico al borde del espasmo
descalzas en la plaza del pueblo

un anhelo en la mirada
cadencia de ojos negros
con qué fuerza se mueven esos sueños
desafían el recato con sus roces paganos

No es San Juan,
apenas mayo
y estos pueblos celebran
su cantar ronco de tambor
interludio armonioso
pausado, acelerado,
hondo

Alboroto negro y rojo


de las hordas rojinegras
ellas erguidas, desafiantes,
ellos al acecho
despojados de pudores impuestos
danzan en ritual íntimo

Aún no es San Juan


y se ha roto el silencio
en la orilla de Chuao
Tercera parte | 89

36.

No es aún la hora de partir,


ni de abandonar ninguna historia,
es hora de fundirse
de hallar la forma de llegar
precisamente ahora
cuando
hay un caos en cada terminal de la ciudad
nadie podrá volar
ni desandar lo andado
ni acompañar el viaje de regreso
la distancia es un camino
que espera que vuelvas
Tercera parte | 91

37.

Vuelvo a ti
como cada vez
en estos días de espanto,
llena de hastío
de la rutina,
de deambular en los pequeños laberintos,
indago en los rincones de los estantes,
a los que jamás volví
y encontré los dedales de la abuela,
los hilos de guardar en cajas de bombones,
la pintura de la Plaza Roja en blanco y negro,
más allá, la bufanda enredada en la cúpula,
de las Jaimas del Sahara,
las fotos en sepia de Tindouf.
Redescubrí los espejos azules comprados en Marruecos,
baratijas de Nácar.
Me percato…
no están los viejos libros que dejé abandonados
apilados en cajas, en desorden
y sin mí
Tercera parte | 93

38.

Después de aquel noviembre en La Paz,


todas las madrugadas fueron terribles.
Tuvimos que sortear
barricadas humeantes,
apagadas por la intensa granizada
que caía con fuerza en algunas zonas
o por la recia lluvia que ya hacía rato,
silenciosamente, bañaba las calles de la ciudad
dispersándolas.

Era el momento preciso,


debíamos cruzar toda la urbe
En la semi penumbra de ojos entornados
confundida de odio,
estremecida de llanto
herida de dolor
con lágrimas y enojo,
recogí los restos de mi ajayu hecho trizas
y me marché,
algo de mí se quedó entre libros y lienzos,
apilados
en un recodo
rasgada,
herida
de angustias
contenida
94 | Espigario

Difícil en esos días encontrar el sentido


se había roto en pedazos
esa historia.

*(ajayu es el alma en lengua aymara)


Tercera parte | 95

39.

La última vez fue una noche de lluvia


en medio de las montañas arenosas
que parecían deshacerse
bajo el torrencial aguacero,
los riscos de arena dibujados contra el cielo rojizo
a punto de estallar en relámpagos
vaticinaban tormentas mayores.

Tengo en la memoria aquellos primeros días


días fríos,
la lluvia glaciar caía sobre la calle empedrada
como un espejismo,
una alucinación,
nada era real.
Pasaría pronto el sueño y llegaría la mañana
al día siguiente el sol iba a brillar y todo estaría bien
Los ríos crecieron esa noche
después que tu auto enfiló fuera de la ciudad
Y yo me quede ahí
confundida,
triste
Índice | 99

Índice
Agradecimientos .................................................................... 9
A modo de introducción ..................................................... 11

Primera parte
1. ............................................................................................. 15
2. .............................................................................................. 17
3. .............................................................................................. 19
4. .............................................................................................. 21
5. .............................................................................................. 23
6. .............................................................................................. 25
7. .............................................................................................. 27
8. .............................................................................................. 29
9. .............................................................................................. 31
10. ............................................................................................ 33
11. ............................................................................................ 35
12. ............................................................................................ 37
13. ..………………………………………………………...... 39
14. .......................……………………………………....…..... 41
15. ...................... ....……………………………………….… 43
16. ...............................…………………………………….… 45
100 | Espigario

Segunda parte
17. ............................................................................................ 49
18. ............................................................................................ 51
19. ............................................................................................ 53
20. ............................................................................................ 55
21. ............................................................................................ 57

Tercera parte
22. ………………………….................................................... 61
23. ............................................................................................ 63
24. ............................................................................................ 65
25. ............................................................................................ 67
26. ............................................................................................ 69
27. ............................................................................................ 71
28. …...……………................................................................. 73
29. …...………………………………..................................... 75
30. ……...…………………..................................................... 77
31. ............................................................................................ 79
32. ............................................................................................ 81
33. .......................…………..................................................... 83
34. ............................................................................................ 85
35. ............................................................................................ 87
36. ............................................................................................ 89
Índice | 101

37. …...……………................................................................. 91
38. …...………………............................................................. 93
39. .............................………................................................... 95

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