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A André Aciman, un hombre maduro, no le interesan los romances de los hombres
maduros. "Cuando pienso en la adolescencia y vuelvo a mi adolescencia y recuerdo lo
poderosos que eran los sentimientos y lo intransigente que era yo con mis deseos y
cómo intentaba entenderlos y no podía, encuentro que, en la madurez, cierras las
puertas, la intimidad es menos poderosa, es menos obligatoria", cuenta a The Objective.
Quizá sea ese el motivo por el que el despertar sexual sea un tema recurrente en su
literatura. Aparecía ya en su primera novela, Call me by your name (Llámame por tu
nombre, en la traducción española), que inspiró la celebérrima película del mismo
nombre. Y aparece en la última, Variaciones enigma, que Alfaguara acaba de publicar
en español.
En este caso, Aciman (nacido en Alejandría en 1951) empezó la casa por el tejado. "La
idea original que me vino a la cabeza fue el último episodio en la vida de Paul", dice, en
referencia al protagonista de Variaciones enigma. La premisa era sencilla: "Es un editor
que conoce a una escritora más joven y se siente inmediatamente atraído por ella y
cree que a ella le atrae él". Fue más adelante cuando se le ocurrió conocer a su
personaje durante esa etapa tan efervescente. "Al final dije: '¿Y si me imagino cómo era
su vida antes de que descubriera el deseo sexual?'. Y eso fue un auténtico reto, pero
me puso en un lugar maravilloso para escribir sobre un hombre que tiene 12 años en
ese momento y no sabe nada sobre el deseo sexual, pero se siente muy atraído por un
hombre".
¿Por qué esa preocupación por el primer amor? "Creo que, como es una nueva
experiencia completamente distinta, lo que pase en ese momento de tu vida te deja,
digamos, unas raíces o unas cicatrices, algo muy profundo, en la psique, el alma, el
corazón, lo que sea, y te encuentras con que te pasas el resto de tu vida intentando
cerrar esas cicatrices o de repetirlas. Si son errores, repites los mismos errores; si es
una forma de amor que has tenido, te encuentras repitiéndola una y otra vez", explica.
Sobre la madurez, en cambio, tiene André Aciman una percepción empañada de
pesimismo, de aburguesamiento sentimental, de rendición de cuentas al pragmatismo.
"En la madurez ya no esperas que alguien te entienda completamente, te has rendido.
Piensas: 'Mientras podamos seguir juntos como pareja y ser felices juntos, es suficiente'.
En cambio, de adolescente y en la juventud más temprana, quieres intimidad total,
quieres ser entendido, quieres entenderte a ti mismo a través del otro, quieres que el
otro haga lo mismo contigo, quieres gustar, quieres gustarte a través del otro... Todas
esas cosas son muy poderosas en la juventud temprana. A medida que envejeces,
empiezas a rendirte, te sometes a tus expectativas...".
André Aciman, sosteniendo un ejemplar de 'Variaciones enigma'. | Foto: Carola Melguizo | The Objective