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Atención a la desaparición de la mujer, por Laetitia

Pouliquen
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Laetitia Pouliquen, fundadora de Woman Attitude, es la autora de Mujer 2.0:


Feminismo y transhumanismo, ¿Qué futuro para la mujer?

Desigualdades salariales, violencias sexuales, estereotipos de género y salud


reproductiva y sexual son los temas predilectos de los medios y de las instituciones
europeas. Pero, ¿qué se oculta realmente detrás del feminismo? ¿Cómo va a evolucionar
la identidad femenina en el futuro?

Si bien las desigualdades salariales y las violencias sexuales son las más frecuentes y
deben ser denunciadas con fuerza, hay que constatar, sin embargo, una deriva
ideológica de esta visión de la mujer que podría conducirnos a un proceso de
“desalumbramiento” de la humanidad y a la desaparición de la mujer. En efecto, aun
reconociendo la necesidad y la legitimidad de la apuesta por la igualdad entre hombres y
mujeres, resulta obvio que el feminismo de los años 60 nos ha llevado demasiado lejos:
dando un papel central a la sexualidad, señalándola como la fuente principal de la
opresión femenina, la teoría de liberación de la mujer, plena de relativismo, de
liberalismo y de existencialismo, ha incitado a las mujeres a liberarse de la ley, de las
normas morales, de la cultura y de la diferencia sexual, Impregnadas de relativismo y de
individualismo, exigen independencia y libertad sexual. La mujer deviene, entonces, en
competidora respecto al hombre: esto marca el fin del reconocimiento de la
complementariedad y de la alteridad.

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La profunda transformación de las mujeres de nuestro siglo es, de hecho, fruto de tres
agendas políticas imbricadas unas con otras, que podría conducir a la creación de una
“mujer 2.0”, un individuo de género neutro, “mejorado” y sin filiación.

La agenda política del feminismo radical de los años 60, el de “mi cuerpo me pertenece”,
se apoya en la manipulación tecnológica de la fecundidad de las mujeres por la
contraconcepción, el aborto, la procreación asistida médicamente, la gestación
subrogada, el útero artificial. Las principales consecuencias de esta agenda política son,
entre otras, una competencia intensificada entre hombres y mujeres en el plano
económico, comportamental y fisiológico, un aumento de la violencia de las mujeres y,
paradójicamente, la creación de un mercado de subproductos procreativos del cuerpo
femenino.

Y en nombre de la agenda política de la igualdad de género, la respuesta no se hace


esperar: algunos hombres reclaman el “derecho” a la maternidad retorciendo la filiación
a través de la tecnología reproductiva, y demandando tener acceso al embarazo y a la
lactancia en masculino. Las dos agendas políticas describen, así, una mujer “liberada” de
su fecundidad y de su cuerpo sexuado, convertido en un contribuyente económico
“como los otros” de género neutro.

El transhumanismo, última agenda política del futuro, conduce a una transformación


todavía más peligrosa y sin retorno: esta filosofía, no contenta con abolir la muerte,
desea crear un nuevo ser pieza por pieza. Y este ser no es ni hombre ni mujer. Las
tecnologías podrían marcar así el fin de la maternidad e imponer un eugenismo social,
un individuo de género neutro, “mejorado” y sin filiación, en el cual no se podrá
reconocer a un hombre o a una mujer…

Entonces, ¿qué proponer frente a la amenaza de la pérdida de identidad femenina y de


posible desalumbramiento del mundo? Porque el transhumanismo pondrá punto y final
a las identidades femeninas y masculinas. ¿Y si el antídoto fundamental consiste en una
aceptación de la contingencia biológica y de la vulnerabilidad de la vida humana,
interpretada por el amor hacia la humanidad en su inventividad tecnológica al servicio
de esa humanidad? La maravilla de la belleza de ser mujer y de su complementariedad
con el hombre parece ahora más necesaria que nunca. ■ Fuente: Le Figaro

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