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Semana 3-III

Material de repaso
TEXTO I
Las explicaciones que pide el lector sobre los motivos subyacentes a la decisión de no informar del
boxeo pueden encontrarse en los editoriales de El País sobre el tema. Todos hacen referencia, de
uno u otro modo, al término “sórdido” con que el Libro de estilo califica el mundo del boxeo. Para
El País, la violencia del hombre contra el hombre constituye la esencia misma del boxeo. La
violencia es, al mismo tiempo, el medio y el fin de esta actividad y el mundo que la rodea. Sería
tedioso citar todos los editoriales que desarrollan esta idea básica, pero bastan como muestra
algunos de ellos. En el titulado El boxeo, un negocio sucio, del 9 de noviembre de 1977, se halla lo
siguiente: “Tony Ortiz [boxeador internado en aquellas fechas en una clínica en un estado que le
situaba, según el editorialista, en el umbral del estadio de los juguetes rotos] ha sido un ejemplo
más de la podredumbre que subyace en el boxeo profesional, espectáculo que la sociedad moderna
va arrinconando, pero que todavía se sostiene porque aún hay gentes que encuentran en este mal
llamado deporte la ocasión de descargar su agresividad. No hay nada más tristemente elocuente
que el espectáculo de una masa que pide sangre a sus gladiadores”. Además, en dos editoriales
más recientes, del 28 de junio de 1988 y del 4 de octubre de 1991, se califica al boxeo de “barbarie
organizada y de exaltación de la violencia de hombre a hombre”, al tiempo que se señala como
“principales culpables de ese juego criminal y espectáculo sádico” a los administradores de ese
“negocio turbulento, con clanes internacionales manejándolo, y en cuyo balance hay unos cuantos
boxeadores muertos tras el espejismo de una vida millonaria”. Como puede ver este lector, El País
ha explicado pública y claramente su posición contraria a informar sobre el boxeo profesional: es
una actividad que rezuma toda ella violencia del hombre contra el hombre, y no es un deporte,
sino una especie de pelea de gallos entre personas. En suma, este diario ha decidido no informar
sobre esta actividad, debido a que, centralmente, atenta contra la vida, la integridad física y la
dignidad del ser humano.
Adaptado de GOR, Francisco (1997). “¿Por qué boxeo no y toros sí?”. En El País. Consulta: 23 de enero de 2019.
<https://elpais.com/diario/1997/05/25/opinion/864511206_850215.html>

1. ¿Cuál de los siguientes es un argumento que sustenta la decisión del diario El País con respecto
al boxeo?
A. Se trata de un negocio turbio en el que se estafan a miles de espectadores.
B. Las personas solo se inician en esta actividad por el espejismo de una vida millonaria.
C. Anteriormente, El País había informado sobre accidentes a causa de deportes.
D. La violencia del hombre contra el hombre constituye la esencia misma del boxeo.

2. ¿Cuál es la síntesis argumentativa del texto anterior?


A. El País ha decidido no informar sobre el boxeo, puesto que atenta contra la vida, la
integridad física y la dignidad del ser humano.
B. Debido a que su esencia misma es la violencia del hombre contra el hombre, El País se
encuentra en contra del boxeo.
C. El boxeo es un espectáculo cruel y sádico, ya que atenta contra la vida la integridad física y la
dignidad de las personas.
D. El boxeo es una actividad manejada por clanes millonarios que ha causado la muerte de
varios boxeadores; por lo tanto, debe ser prohibida.

LECTURA - LL-CC 1
TEXTO II
Soy incapaz de aplicar el grandilocuente título de “la mejor película de la historia” a un único
filme, aunque El padrino es, sin duda, una de las obras más majestuosas del séptimo arte. Tras los
clásicos que protagonizaron actores como James Cagney y Edward G. Robinson, y después de
algunos trabajos de los directores de la generación de la violencia, el cine de gánsteres nunca
volvió a ser el mismo tras la operística cinta de Coppola. Aunque he comenzado rechazando los
listados, confesaré que El padrino está en mi top 3 del cine gansteril junto a Érase una vez en América
y Uno de los nuestros. Lo que no sabría decir es en qué orden.
¿Alguno puede creer que es una película sobrevalorada? ¡De ninguna manera! Todo en ella es
mayúsculo: la elegante dirección de Coppola; el guion de Puzo; las soberbias interpretaciones de
Brando, Pacino, Caan, Duvall, etc.; la oscura fotografía de Willis; la inmortal música de Rot. Es una
obra maestra absoluta, igual que la segunda parte, que, en opinión de algunos, es incluso mejor
gracias a esa brillante estructura de flashbacks que permiten conocer el ascenso de Vito. Aunque la
tercera entrega de la saga diste mucho de ser redonda, poner en duda la grandeza de El padrino es
una frivolidad comparable a decir que el Réquiem de Mozart está sobrevalorado o que Don Quijote
de la Mancha de Cervantes no es para tanto. Como poco, recomiendo disfrutar de las andanzas de
los Corleone al menos una vez al año.
Adaptado de KULTURALDIA (2013). “El Padrino: ¿la mejor película de la historia?”. En Kulturaldia. Consulta: 31 de
enero de 2019. <http://www.kulturaldia.com/peliculas/el-padrino-la-mejor-pelicula-de-la-historia/>

3. ¿Qué opinión sustenta el autor sobre la película El padrino?


A. Sin lugar a dudas, se trata de la mejor película de gánsteres de la historia.
B. A pesar de su rechazo a los listados, El padrino se ubica en su top 3 de cine gansteril.
C. Es una de las mejores películas, que no puede considerarse sobrevalorada.
D. Todos los elementos de esta majestuosa obra del séptimo arte son mayúsculos.

4. ¿Cuál de los siguientes argumentos respalda la opinión del autor respecto de El padrino?
A. Sería una frivolidad poner en duda la grandeza de la película.
B. El padrino es una de las tres mejores películas de cine gansteril.
C. No existe mejor banda sonora que la creada por Rot para El padrino.
D. Los actores de la película realizaron interpretaciones extraordinarias.

TEXTO III
Haruki Murakami es un maestro de las letras. El escritor japonés, de 68 años, ha publicado más de
diez novelas, siete ensayos y cuatro relatos en sus 38 años de actividad, y desde hace ya algún
tiempo está siendo voceado para el Premio Nobel de Literatura. Su primera publicación la realizó
en 1979. Tres años después empezó a correr. Apasionado por la soledad, el running fue la salida
auxiliar para cumplir su deseo de “aislamiento”, y también sirvió para combatir un ardiente
apetito por los cigarros.
“Fumaba 60 cigarros al día. Los dedos me amarilleaban y todo el cuerpo apestaba a tabaco”,
comenta el escritor de la famosísima novela Tokio Blues. El hijo de un matrimonio que enseñaba
literatura japonesa, encontró en el running al compañero ideal para combatir su más perjudicial
adicción. Con 33 años, decidió salir a correr. Hoy, con 68 encima, brinda una serie de
recomendaciones a través de su obra De qué hablo cuando hablo de correr, que vio la luz en 2007.
Aquí, el literato aborda el tema del running desde la perspectiva de la soledad.
“Soy de los que prefieren estar solo. O, para expresarlo con mayor precisión, soy de esos a los que
no les produce tanto sufrimiento el hecho de estar solos”. Sin embargo, se casó pronto, a los 22. Su

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momento de soledad lo disfruta ahora corriendo. “En mi interior siempre ha anidado el deseo de
permanecer completamente solo. Por eso, el simple hecho de correr una hora todos los días,
asegurándome con ello un tiempo para mí, se convirtió en un hábito decisivo para mi salud
mental”.
Señala, además, que cuando se corre “no hacen falta compañeros ni contrincantes. Tampoco se
necesita equipamiento ni enseres especiales. No hay que ir a ningún sitio especial. Con un calzado
adecuado y un camino que cumpla unas mínimas condiciones, uno puede correr cuando y cuanto
le apetezca”.
Al final de este ensayo sobre su más grande pasión, Murakami llega a la conclusión de que correr
es beneficioso y que, además, consiguió su objetivo de dejar, al menos un poco, el cigarro. “Si te
pones a correr a diario, dejar el tabaco es una consecuencia natural. Me costó mucho, pero correr a
diario y fumar es incompatible. Creo que el deseo, tan natural, de querer correr cada vez más me
motivó a la hora de aguantar sin fumar y me fue de gran ayuda a la hora de superar el síndrome
de abstinencia”.
El japonés relata, respaldado por la experiencia, que ha corrido más de 20 maratones y una
ultramaratón. También ha completado el tramo que separa las ciudades griegas de Atenas y
Maratón. Ha dedicado casi la mitad de su vida al running.
Adaptado de CADILLO, Aldo (2017). “Qué podemos aprender del Murakami corredor (y escritor)”. En Activo. Consulta:
31 de enero de 2019. <https://pe.activo.news/running/haruki-murakami/>

5. ¿Cuál es la mejor paráfrasis para “Soy de los que prefieren estar solo. O, para expresarlo con
mayor precisión, soy de esos a los que no les produce tanto sufrimiento el hecho de estar
solos”?
A. Escogería siempre estar solo. Para mí, sufrimiento es estar rodeado siempre de gente.
B. Yo soy un solitario. Puntualmente, disfruto cuando no me encuentro rodeado de personas.
C. Si me dan a elegir, prefiero estar solo. La soledad es, concretamente, mi estado natural de
felicidad.
D. Yo me inclino por estar solo. O, en otras palabras, no me genera angustia el hecho de no estar
acompañado.

6. ¿Cuál es la estructura del tercer párrafo del texto anterior?


A. Afirmación – contraste – aclaración – comentario
B. Cita – contradicción – conclusión 1 – conclusión 2
C. Referencia – antítesis – argumento – cierre
D. Deseo – obstáculo – cita – dato

7. Sobre Murakami, se infiere que


A. al comenzar a correr, dejó por completo el hábito de fumar.
B. muy probablemente será el próximo en recibir el Premio Nobel de Literatura.
C. ha competido y ganado muchas maratones.
D. encontró en el running una forma de disfrutar de su soledad.

8. ¿Cuál de las siguientes ideas no está presente en el texto como motivo para convencer a alguien
de la importancia de desarrollar el hábito de correr?
A. Es una costumbre que puede mejorar la salud mental de quienes la practican.
B. La apariencia física de quien suele correr puede verse claramente beneficiada.
C. Puede ayudar a superar otros hábitos dañinos para el cuerpo.

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D. Correr propicia un espacio para disfrutar de uno mismo.

TEXTO IV
Desde que la serie televisiva The Wire se transmitió, he leído tantos elogios sobre ella que no
exagero si digo que he vivido varios años esperando robar un tiempo al tiempo para verla. Lo he
hecho, por fin, y he gozado con los episodios de las cinco temporadas como leyendo una de esas
grandes novelas decimonónicas —las de Charles Dickens o de Alejandro Dumas— que aparecían
por capítulos en los diarios a lo largo de muchas semanas.
Lo primero que sorprende es que la televisión de Estados Unidos —HBO en este caso— haya
producido una serie que critica a la sociedad y a las instituciones de ese país de una manera tan
feroz. Probablemente en ningún otro espacio hubiera sido posible, pero esto no es novedad, pues
tanto en el cine como en la televisión norteamericanos es frecuente esa visión destemplada y
beligerante de sus políticos, empresarios, jueces, carceleros, banqueros, militares, policías,
sindicalistas, profesores, etcétera. La diferencia es que aquellas críticas suelen ser individualizadas:
son sujetos concretos los que se corrompen y delinquen, excepciones negativas que no afectan la
esencia benigna del sistema. En The Wire ocurre al revés; es el sistema mismo el que parece
condenado sin remedio, pese a que algunos de quienes trabajan en él sean gentes de buena entraña
y hasta heroicos idealistas, como Howard Colvin.
Los dos autores de The Wire, el experiodista David Simon y el expolicía Ed Burns, trabajaron
muchos años en el mundo que describe la serie. El primero de ellos dice que la concibieron como
una novela filmada y que la mayor influencia que ambos reconocen es la de la tragedia griega,
pues, en su historia, también la suerte de los individuos está fijada desde antes de nacer, por “unos
dioses indiferentes” contra los que es inútil rebelarse. Algo de cierto hay en ambas afirmaciones.
The Wire tiene la densidad, la diversidad, la ambición totalizadora y las sorpresas e imponderables
que en las buenas novelas parecen reproducir la vida misma (en verdad, no es así, pues la vida que
muestran es la que inventan), algo que no he visto nunca en una serie televisiva, a las que suele
caracterizar la superficialidad y el esquematismo. También es verdad que un destino fatídico
parece regir la vida de toda la fauna humana que la habita, algo que, justamente, da a sus
esfuerzos por escapar a ese cepo invisible que la atenaza un carácter dramático, patético y a veces
hasta cómico.
¿Es la vida real así, como la viven esos simpáticos y antipáticos pobres diablos? En absoluto.
Principalmente porque la vida de The Wire es la vida hechizada de las buenas ficciones, una vida
amasada con pedazos de realidad que pasaron por la memoria, la imaginación y la destreza de
unos guionistas, directores, actores y productores que se las arreglaron, por fin, para escapar de las
banales series de entretenimiento a que nos tiene acostumbrados la pequeña pantalla y realizaron
una obra auténticamente creativa: un mundo original, tan persuasivo en su coherencia y en su
transcurrir, en la psicología de sus tipos humanos y en las peripecias de las que son autores o
víctimas, en la riqueza de su jerga barriobajera, de sus dichos, de su mitología, de su mentalidad,
que parece la pura verdad (ese es el triunfo de las grandes mentiras que son todas las buenas
ficciones).
Adaptado de VARGAS LLOSA, Mario (2011). “Los dioses indiferentes”. En El País. Consulta: 1 de febrero de 2019.
<https://elpais.com/diario/2011/10/23/opinion/1319320811_850215.html>

9. ¿Cuál es la idea principal del segundo párrafo?

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A. Es frecuente encontrar, en películas y series producidas en Estados Unidos, personajes
corrompidos en sus respectivos espacios laborales.
B. Resulta sorprendente que HBO haya producido una serie que critica a la sociedad y las
instituciones norteamericanas de manera aguda.
A. The Wire, a diferencia de otras producciones norteamericanas, presenta una visión crítica del
sistema y no solamente de personajes individualizados.
C. Howard Colvin es el ejemplo de que, incluso en un sistema condenado, siempre es posible
encontrar personajes optimistas e idealistas.

10. ¿Qué se puede inferir sobre el autor?

A. Suele ver series norteamericanas. C. Es especialista en cine y televisión.

B. Es fanático de Charles Dickens. D. Cree que The Wire es una buena ficción.

11. ¿Qué opina el autor sobre la vida que viven los personajes de The Wire?

A. Que es similar a una tragedia griega C. Que no es representación de la vida real


B. Que parece ser una novela filmada D. Que presenta un destino predeterminado

12. ¿De qué manera el autor sustenta centralmente la idea anterior?

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A. The Wire es una obra realmente creativa, original y persuasiva.
B. La vida que muestra The Wire es producto de la ficción.
C. La vida real coincide con la vida de los personajes de The Wire.
D. The Wire es un ejemplo del triunfo de las grandes mentiras.

Glosario
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