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Durante el gobierno de Juan Manuel Santos como presidente de Colombia, y el inicio de las
negociaciones con las FARC en medio del Proceso de paz, el gobierno de los Estados Unidos a
través de su Agencia para el Desarrollo Internacional, USAID, decidió llevar a cabo un convenio
con Colombia en aras de superar el conflicto y establecer las condiciones para una paz sostenible
por medio de ayuda económica que culminó en la Estrategia de Cooperación 2014-2018. Esta
agencia, de carácter gubernamental tiene como objetivo proporcionar ayuda en términos
monetarios, a países aliados buscando fortalecer la gobernanza democrática y defender derechos
humanos, todo en un esfuerzo por erradicar la pobreza y mejorar la estabilidad interna del Estado
que recibe la ayuda. A grandes rasgos, se busca por medio del apoyo de Estados Unidos, reforzar
áreas y facciones vulnerables de la población para implementar una idea macro de paz, fuera de
lo logrado en los acuerdos con las FARC, teniendo presencia en instituciones y procesos
democráticos, observando de cerca el progreso de reconciliación entre víctimas y excombatientes,
apoyando el sector rural y dándole predominancia a asuntos ambientales.
$202.198.961 USD para “Reconciliación Avanzada entre las víctimas, excombatientes y otros
ciudadanos” y $94.800.000 USD para Fortalecimietno de la Resistencia del Medio Ambiente y el
desarrollo con bajas emisiones.
Por su carácter de enmienda, retoma lo estipulado en el Convenio General de Ayuda Económica,
agregando ciertos puntos para responder a las necesidades coyunturales. El llamado “Convenio
General para Ayuda Económica, Técnica y Afín entre el gobierno de Colombia y el gobierno de
los Estados Unidos de América” como base de la enmienda estudiada, se dio en el marco de la
Alianza para el progreso como un programa para mejorar aspectos asociados a vivienda, trabajo,
tierras, salud entre otros. Este Convenio se presenta en forma de “programa interamericano de
desarrollo social que tienda a la ejecución de medidas para mejorar la vida rural, el uso de la
tierra, la vivienda, los servicios colectivos, los sistemas educativos, los servicios de
adiestramiento y la salud pública, para movilizar recursos nacionales”.
Se estipula a su vez, que con el fin de ayudar al gobierno de Colombia en lo que respecta a su
desarrollo nacional y a sus esfuerzos por alcanzar el progreso económico y social mediante la
utilización de sus propios recursos y otras medidas de ayuda propia, el gobierno de los Estados
Unidos proporcionará la ayuda económica, técnica y afin que en adelante soliciten los
representantes de organismos competentes del gobierno de Colombia y que aprueben los
representantes del organismo u organismos designados por el gobierno de los Estados Unidos
para la administración de sus compromisos en el convenio. Ahora bien, siguiendo está idea, se
menciona también con especial énfasis, que el gobierno de Colombia recibirá una misión especial
y su personal para desempeñar los deberes del gobierno de Estados Unidos donde se considerará
a dicha misión y a su personal como parte de Misión Diplomática con el fin de concederles una
serie de privilegios e inmunidades.
En la presente enmienda el gran cambio además de los montos y los objetivos correspondientes a
los retos que el proceso de paz trajo consigo, se ilustra una tabla de presupuesto como “Plan
Financiero Ilustrativo” en el cual se incluye una comparación con fines de ilustrar
diferenciaciones en presupuestos anteriores.
Si bien es cierto que el objetivo central de estos planes de cooperación es brindar apoyo y ayuda,
y en cierta medida se logra por medio de programas y del dinero recibido, también vale la pena
tomar en cuenta que desde la reforma agraria de 1961, y el Convenio General que plasmó sus
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objetivos en 1962, el interés principal de Estados Unidos más que el ideal de brindar ayuda
desinteresada a países de América Latina, fue incrementar su influencia y evitar la amenaza
comunista que podría nacer en países, desde su visión, que se mantuvieran bajo el subdesarrollo,
donde los ideales comunistas pudiesen permear. Desde su nacimiento, y al analizar la coyuntura
de la época, es posible dar cuenta de la presencia tecnocrática en la gestión y la poca influencia
nacional que se ha tenido frente a lo impuesto por Estados Unidos, ejemplificado desde su época
con el manejo que se le dio a INCORA, programa no exclusivo para la distribución de tierras,
sino más bien un programa para hacer disponibles créditos agrícolas a propietarios pequeños con
poco conocimiento o capital insuficiente para incrementar la productividad de sus tierras. Si bien
los tiempos han cambiado, el ejemplo permite ilustrar que desde un inicio, los intereses de
Estados Unidos para proponer un plan de ayuda en América Latina, distaban de buena voluntad e
iban encaminados hacia una lógica colonialista e imperialista.
Este tipo de tratados y de enmiendas, muestran lo que Eslava, Obregón y Urueña en
“Imperialismo y Derecho Internacional: Historia y legado” explican al hablar del derecho
internacional moderno como instrumento del imperialismo: un andamiaje jurídico que permite
articular y desarrollar los intereses el Estado colonialista. Se vería desde lo que denominan “una
postura amplia” pues se usan instrumentos legales y actuales para justificar la presencia e
influencia de un Estado sobre otro. Lejos de proponer planes un poco más simétricos, donde
Colombia se ubique en una posición distinta en la cual pueda aportar en similitud o siquiera
condiciones medianamente cercanas, se propicia la eterna superioridad cultural, en la cual
Estados Unidos financia y maneja aspectos de la política interna colombiana.
Si bien es cierto, que en la revisión de la enmienda y en la revisión del Convenio base
anteriormente vistos, no hay una serie de obligaciones apabullantes a las cuales deba acogerse el
Estado colombiano, se puede brindar un análisis en base a la gestión, el impacto que lo estipulado
ha tenido en términos tangibles en la actualidad colombiana y los intereses que se hacen visibles
para las partes. De acuerdo con esto, en un panoráma actual, el principal objetivo de incrementar
el monto destinado para la paz por parte de Estados Unidos más allá de propender la estabilidad
regional y seguir colaborando con lo propuesto en temas de cooperación de años anteriores, va
encaminado hacia facilitar su presencia e influencia en el área y hacia facilitar el cumplimiento de
la conocida política antidrogas. Todo ello puede verse desde una perspectiva positiva de
eficiencia material para Colombia en distintas áreas, pero lo que vale cuestionarse es la visión
que se maneja, estrictamente asimétrica, en las relaciones de ambos países.
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Bibliografía
Eslava, Luis, Obregón, Liliana y Urueña, René “Introducción”, En Imperialismo y Derecho
Internacional, ed. Por Eslava, Obregón y Urueña, Siglo del Hombre, Universidad de los
Andes, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 2016, pp 20-33
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