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Entregable
De igual forma, dentro de las novedades que entendemos positivas, resaltamos la facultad
del Comité Nacional Contra el Lavado de Activos para incluir como sujetos obligados a
quienes realicen otras actividades diferentes a las listadas en la nueva ley y que se
considere que presenten riesgos de lavado de activos y financiamiento del terrorismo. Todo
esto sin abocarnos a explicar interesantes inclusiones como la ampliación de la tipificación
de los llamados delitos precedentes, la revaloración de la cuantía de las penas, imposición
de considerables sanciones administrativas y demás aspectos que sin dudas resultan
determinantes para disminuir la cantidad de ilícitos que pueden quedar impunes y, en
consecuencia, el fortalecimiento de un Estado de derecho.
En contraste con esto, consideramos que la nueva Ley podrá encontrar cierta resistencia de
querer aplicarse de manera eficiente y coordinada, toda vez que lograr esto entraña
modificaciones sustanciales en los sistemas de control y vigilancia y entrar en convergencia
con los sectores afectados; por mencionar alguna, deberán erigirse estructuras más
especializadas no solo en el seno estatal sino también dentro de las empresas y
organizaciones de carácter privado que resultan ser sujetos obligados. Respecto de esto se
hace necesario la elaboración de un reglamento de aplicación que defina puntualmente la
aplicabilidad de la norma y dé respuesta a preocupaciones atendibles del sector privado.
A pesar de que la ley 155-17 es un instrumento legislativo complejo por la cantidad de ilícitos
que recoge, su amplio alcance respecto de los sujetos que obliga y las medidas que se les
impone tomar, las disposiciones que establece no son irrealizables para el Estado
dominicano, y es que, en esencia, de lo que se trata es de mantener un engranaje
armonizado entre los órganos estatales competentes y el sector privado susceptible del
sistema de registro de datos de las operaciones financieras y transacciones que se realicen.
En suma los mecanismos a utilizar serán una eficiente colaboración interinstitucional, la
obligatoriedad de un análisis financiero previo y un rol activo del sector privado, en su calidad
de sujeto obligado, respecto de quienes tienen un manejo directo; así también, tomar en
cuenta el flagelo internacional de financiación del terrorismo de lo cual se puede propiciar
enlaces estratégicos con países de la región que puedan intercambiar impresiones respecto
de sistemas efectivos que se hayan utilizado.