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Tradicionalmente la democracia es considerada en dos formas 1) directa o pura

e 2) indirecta o representativa. Posteriormente se incorporó la llamada formas


semi-directas.
La democracia directa o pura es el gobierno directo del pueblo; es decir, que
es sin mandatarios y representantes y por sí mismo, se da sus leyes
fundamentales y ordinarias y ejerce, sin intermediarios, las funciones del
Estado.
Esta democracia directa tuvo vigencia en pequeñas organizaciones políticas de
la antigüedad, en el ágora ateniense y en el fórum romano en los cuales el
pueblo intervenía directamente en las funciones públicas (por ejemplo votaba
leyes, declaraba la guerra, la Paz, designaba mandatarios) Actualmente esta
forma de democracia solo se conserva en la landsgemeinde o asambleas
populares que se reúnen periódicamente en algunas comarcas suizas.
Es evidente que, la democracia directa o pura requiere una población y un
territorio reducido, que permitan la consulta previa y la decisión común en cada
asunto propio de la comunidad. Pero la extensión territorial, el crecimiento
demográfico, la división del trabajo y la creciente complejidad de las tareas del
Estado moderno, tornan imposible la práctica de esta forma de democracia. En
consecuencia, ha caído y desuso en el mundo contemporáneo.
La democracia indirecta o representativa se hacen necesaria por la existencia
de distintas causas y circunstancias que hemos señalado anteriormente, las
que tornan prácticamente imposible la instalación de la democracia directa o
pura en los Estados contemporáneos.
La democracia indirecta adquiere especial relieve durante la revolución
Francesa, establece la existencia de órganos representativos que asume de
pues por mandato Popular y que son responsables antes pueblo del ejercicio
de sus funciones. Es decir que, en esta forma de democracia, el pueblo no
delibera ni gobierna por sí mismos, sino que lo hace por medio de
representantes que elige y a quienes provee de poderes suficientes para
gobernar.
Es por ello que en este tipo de democracia adquiere tanta importancia el
sufragio, como medio para elegir a los gobernantes y para decidir sobre
asuntos políticos que interesan a la sociedad.
Finalmente, entre la democracia directa y la indirecta se hallan formas que se
conocen como semi-directas.
SEMI-DIRECTAS
Como lo hemos dicho, desde mediados del siglo XIX es común distinguir la
democracia pura o directa de la forma indirecta o representativa.
Ya dijimos que la democracia directa el pueblo ejerce por sí mismo las
funciones públicas, sin valerse de representantes, lo que hoy resulta
prácticamente irrealizable por las causas expresadas.
Por ello se recurre, en los Estados contemporáneos, a la democracia indirecta
o representativa. En esta el pueblo no gobierna por sí (democracia directa),
sino que lo hace por medio de sus representantes, que elige el mismo pueblo y
a quiénes otorga poderes suficientes.
Sin embargo, ante el hecho real de que los órganos representativos muchas
veces no han constituido fiel expresión de la voluntad popular, se creyó
conveniente remediar esa falencia con la ampliación y profundización de la
participación del pueblo mediante la denominada democracia semidirecta. Esta
adquirió significativa importancia en los Estados Unidos de América, a
principios del siglo 20 y en Europa, después de la Primera Guerra Mundial.
De esta manera, entre la democracia directa y la indirecta aparecen las formas
semidirecta. Estas no alcanzan a constituir una democracia pura, pero superan
a la indirecta al acentuar la intervención del cuerpo electoral en importantes
cuestiones políticas de interés público.
Así, las formas semidirecta amplían considerablemente la participación del
cuerpo electoral en la vida política del estado. En efecto, ese cuerpo no sólo
interviene en la elección de gobernantes; le permiten, además, ampliar su
participación- mediante el sufragio- en la consulta o en la decisión de asuntos
públicos. Recordemos que la democracia es una forma de gobierno y un estilo
de vida eminentemente participativo
En estas formas el cuerpo electoral propone, opina, acepta, rechaza, etcétera.,
normas, proyectos, decisiones de los órganos representativos del poder
público, llegando incluso a destituir a los representantes o funcionarios
designados por elección popular antes de que cumplan el período por el cual
fueron elegidos (revocación o recall).
En el texto constitucional actual y las formas semi-directas el artículo 39 y el
siguiente fueron introducidos por la reforma de 1994 el primero se refiere a la
iniciativa popular y el artículo 40 a la consulta popular.
INICIATIVA POPULAR
Se la define en general como el derecho de un determinado sector del cuerpo
electoral para proponer de motu propio reformas constitucionales, el proyecto
de leyes o medidas de gobierno. De esta forma, la iniciativa popular no decide
por sí, pero pone en actividad, según los casos, al poder constituyente o a los
órganos legislativos o administradores del Estado. En vez de revisar la labor de
esos órganos, la iniciativa popular la impulsa o la provoca.
En Francia apareció la iniciativa Popular en el texto de 1793, y a mediados del
siglo pasado se aplicó en algunos cantones suizos, extendiéndose con el
tiempo a todos ellos.
En los Estados Unidos de América, la iniciativa Popular fue adoptada, por
primera vez, en 1898 en el estado de la Dakota del Sur y posteriormente, se
extendió a muchos Estados. En Alemania, la Constitución de Weimar también
reguló la iniciativa que se implantó en las Constituciones inspiradas, entre las
que se encuentra la española de 1931, extendiéndose después a
constituciones modernas.
En relación con La Iniciativa Popular, en el derecho comparado, podemos
mencionar hoy las normas de Austria, Colombia, Cuba, España, Italia, los
cantones suizos y algunos estados de los Estados Unidos de América.
También encontramos antecedentes de iniciativa Popular en provincias de
Argentina (por ejemplo: Catamarca, Córdoba, Corrientes, Chaco, Chubut,
Misiones, Jujuy, Neuquén, San Juan, San Luis, Tierra del Fuego, etcétera.) y,
en muchos casos, también en cartas municipales.
En síntesis, de la iniciativa Popular de que se refiere este artículo 39 como su
nombre lo indica y como reconoce pacíficamente la doctrina, es la facultad que
asiste a un grupo ciudadanos (que la ley reglamentaria no podrá exigir que
sean más del 3% del padrón electoral nacional) para proponer en la cámara de
Diputados, proyectos de ley, derogación o modificaciones de leyes. De la letra
y del espíritu del articulo analizado, surge claramente que los referios proyectos
en uso del derecho iniciativa deben presentarse en la cámara de Diputados,
que viene a ser así la cámara iniciadora. El Congreso Federal, o sea las dos
cámaras sucesivamente, deben trata esos proyectos dentro el plazo de doce
meses.
Por otra parte, el Congreso Nacional, con el voto de la mayoría absoluta de la
totalidad de los miembros de meses de la sanción de la reforma, como lo
establece la disposición transitoria tercera que transcribimos al final cada
cámara, debe sancionar una ley reglamentaria para el ejercicio de la iniciativa
popular, que deberá ser aprobada dentro de los 18 meses de la sanción de la
Reforma, como lo establece la disposición transitoria tercera que transcribimos
al final del texto del art. 90.
Consideramos importante la norma de la cláusula transitoria en cuanto prevé
un plazo de 18 meses para reglamentar por ley este Instituto, evitando así que
transcurra un lapso muy prolongado -cómo ha ocurrido otros países- con
perjuicio para el desarrollo y la práctica de este derecho que abre posibilidades
de participación y protagonismo ciudadano.
El artículo que analizamos excluye algunos temas del mecanismo de la
iniciativa popular; tales como los proyectos referidos a reforma constitucional,
tratados internacionales, tributos, presupuestos y materia penal.

ART. 39 --) El Congreso con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de


los miembros de cada cámara sancionará una ley reglamentaria que no podrá
exigir más del 3% del padrón electoral nacional dentro del cual deberá
contemplar una adecuada distribución territorial para suscribir la iniciativa.
No serán objeto de iniciativa popular los proyectos referidos a reforma
constitucional tratados internacionales tributos presupuesto y materia penal
La disposición transitoria tercera dice “la ley que reglamenta el ejercicio de la
iniciativa popular deberá ser aprobada dentro de los 18 meses de esta
sanción”.

La ley 24.747 reglamento del artículo 39 de la Constitución nacional:


 Se necesita la firma de un número de ciudadanos no inferior a 1,5
porciento del último padrón electoral utilizado para elegir diputados
nacionales deberán presentar por lo menos a seis distritos electorales
 La justicia electoral corroborará por muestras de autenticidad las firmas
 La cámara pueden rechazar la propuesta sólo por no dar cumplimiento
con el número de firmas pertinentes, sin recurso alguno.

ART. 40---) El Congreso, iniciativa de la Cámara de Diputados, podrá someter


a consulta popular un proyecto de ley. La ley de convocatoria no podrá ser
vetada. El voto afirmativo del proyecto por el pueblo de la nación la convertirá
en ley y su promulgación será automática.
El Congreso o el presidente de la Nación, dentro de sus respectivas
competencias, podrán convocar a consulta popular no vinculante. En este caso
el voto no será obligatorio.
El Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los
miembros de cada cámara reglamentará las materias, procedimientos y
oportunidad de la consulta popular.

La consulta popular.
En los comentarios a los artículos 36 y 39 (a los que remitimos), ya
consideramos los aspectos de la democracia y sus formas semidirectas. Con
este artículo 40 se introdujo en el texto de la Constitución otra forma de
democracia semidirecta: la consulta popular. Está engloba dos figuras, que la
doctrina ha dado en llamar referéndum y plebiscito.
No es pacífica la doctrina acerca de los usos de estos términos. Algunos
autores sostienen que el referéndum y el plebiscito son dos formas
semidirectas diferentes (por ejemplo Duguit, Posada, Burdeau, Duverger).
Otros opinan que ambos términos importan dos nombres diferentes de una
misma forma (p. ej, Kelsen, Sánchez Viamonte, Bidart Campos), mientras que
no faltan estudiosos de la materia que prefieren hablar de “consulta Popular”
cuando se refiere ambas formas, para no entrar en un estéril debate
terminológico. Este último criterio ha seguido el Constituyente de 1994.
A pesar de las dificultades señaladas, para nosotros el referéndum es el
procedimiento por el cual el cuerpo electoral, mediante el sufragio de sus
integrantes, se pronuncia por la afirmativa o por la negativa sobre un asunto
público, generalmente de carácter normativo, adoptado por órganos
representativos.
El plebiscito, en cambio, es la consulta que se fórmula el cuerpo electoral para
que responda, afirmativa o negativamente, sobre asuntos de interés
fundamental para el Estado, ya sea de orden interno o de orden internacional
(conservación o modificación de la forma de gobierno, incorporación,
segregación o fusión de territorios, etcétera)
El plebiscito como forma semidirecta de democracia se fundamenta el principio
esencial del referéndum: la intervención del pueblo, que se hace efectiva
mediante el sufragio del cuerpo electoral. Sin embargo, el plebiscito se
distingue del referéndum en qué es fundamentalmente consultiva y que esa
consulta no se refiere una norma jurídica sino a cuestiones de interés público.
Este artículo 40 de la Constitución prevé dos tipos de consulta Popular 1) la
vinculante y 2 )la no vinculante.
La consulta popular vinculante.
Establecida por el párrafo 1 del artículo 40 que expresa: “el Congreso, a
iniciativa de la cámara de Diputados, podrás someter a consulta popular
un proyecto de ley. La ley de convocatoria no podrá ser vetada. El voto
afirmativo del proyecto por el pueblo de la nación la convertirá en ley y su
promulgación será automática”.
La consulta popular no vinculante
Los párrafos siguientes del artículo 40, dice así “El Congreso o el presidente
de la Nación, dentro de sus respectivas competencias, podrán convocar a
consulta popular no vinculante. En este caso el voto no será obligatorio.
El Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad de los
miembros de cada cámara reglamentará las materias, procedimientos y
oportunidad de la consulta popular”.
Son dos situaciones distintas. En la primera es el Congreso de la nación el que
convoca, mientras que la segunda podrán hacerlo en forma indistinta y de
acuerdo con competencias, el Congreso o el presidente de la Nación. En este
último caso, la consulta no será obligatoria, como tampoco lo será el voto y sus
resultados.
Es decir que el carácter no vinculante de la consulta popular significa que la
decisión del electorado no es obligatoria para los órganos gubernamentales, los
que pueden actuar y decidir en forma distinta y aún contraria al resultado de
dicha compulsa. Antecedente de consulta no vinculante lo constituye, nuestro
país, el decr. 2272/84 que se convocó a la ciudadanía para expedirse sobre
cuestiones atinentes al diferendo limítrofe con Chile, en la zona del canal de
Beagle.
De todas maneras, los alcance de la consulta Popular sea o no vinculante,
quedan sujetos a la regulación que establezca el congreso mediante una ley
reglamentaria que deberá ser aprobada con el voto de la mayoría absoluta de
la totalidad de los miembros de cada cámara. En dicha ley deberán
contemplarse las materias, procedimientos y oportunidades de la consulta
popular. Estimamos que, en ausencia de ley reglamentaria, no sería viable la
convocatoria a consulta popular vinculante, pero no acontecería lo mismo con
una no vinculante.
El derecho público provincial
“Es la rama derecho público que a vuelvo el conocimiento de las instituciones
provinciales y municipales en el marco del Estado federal”. Alberdi es
considerado el padre de esta disciplina y la define como el derecho
constitucional de las provincias.
El contenido de esta rama lo constituye todo el conjunto de elementos que
hacen a la confirmación de cada una de las provincias que integran la Nación,
todas sus facultades y deberes.
Lo específico: es que existe a partir de la organización federal de nuestro país.
Pero como “derecho constitucional de las provincias” participa de la
característica de esté en el sentido de ser “un derecho del poder”, tratando los
aspectos relacionados a la organización del Estado y al ejercicio de la
autoridad.
Participa también de las características del derecho constitucional, en lo
referido al aspecto formativo, de dos grandes aéreas temáticas:
1) El diseño de la relación entre provincia y los grupos con el Estado
(derechos, deberes, garantías, declaraciones, valores colectivos y
participación) y
2) De la organización y funcionamiento de los poderes públicos
provinciales y locales.

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