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Surgen las primeras dificultades. Desde que el "milagro griego" hizo nacer la ciencia en
el sentido propio de la palabra, sus adeptos modernos, sobre todo los occidentales,
experimentan la necesidad de ideas claras y aspiran a introducir el orden en las nociones
y en los hechos registrados. Así se explica que la teología cristiana tardara muy poco en
convertirse en una ciencia, al entrar en contacto con el pensamiento griego, adquiriendo
J. VAN DER PLOEG
Así es como, con una mentalidad dogmática, o por lo menos con un espíritu que siente
necesidad de ideas claras y sistemáticas, más de un exegeta moderno ha abordado el
AT. Entonces ha nacido el problema; porque el AT no tiene nada de dogmático, en
sentido moderno, y es asistemático. El AT fue escrito por y para unos hombres que no
soñaron jamás en construir sistemas en el terreno de las opiniones religiosas, de las
creencias, de la fe. De ahí la pregunta: ¿es posible poner orden en este vasto conjunto de
ideas, de opiniones, de representaciones veterotestamentarias, en las que pocas revisten
la firmeza de un dogma o la claridad de una idea bien definida? En otras palabras, ¿es
posible con un conjunto de nociones mal ajustadas, y que muchas veces parecen
contradictorias;- organizar unos datos de manera científica?
CONTENIDO DE LA FE DEL AT
Dios creador
Elección de Israel
Posición doctrinal
Bajo la Antigua Ley, fuera de algunas doctrinas esenciales, todo parece haber sido
opinión, creencia, parecer, a veces difíciles de captar por nosotros al variar muchas
veces de autor a autor. El punto de vista "teológico" de la fuente Elohísta del Pentateuco
es distinto del de la fuente Yahvista. En tiempos de Jesús y de S. Pablo, los fariseos
estaban plenamente convencidos de que había una resurrección de los muertos y una
verdadera vida en el más, allá; los saduceos, por el contrario; rechazaban estas
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Ortopraxia y ortodoxia
En el AT y en el judaísmo, ante todo son los actos lo que cuenta, mucho más que las
ideas. Con razón se. ha dicho del judaísmo que es mejor hablar de ortopraxia que de
ortodoxia. Para un cristiano, lo que importa ante todo es la fe; para un israelita, la ley. A
nosotros los cristianos, también hay que decirlo, la casi totalidad de esta ley, que hemos
llamado "ley ceremonial", nos interesa muy poco. Es verdad que más tarde surgió en el
interior de la Iglesia un derecho canónico complicado. Sin embargo, jamás se le ha
atribuido un origen divino, como a la ley de Moisés, ni un carácter inamovible. En la
Iglesia el derecho canónico es esencialmente humano. Se ha creído necesario, en la
medida en que la Iglesia, establecida sobre la tierra, ha tenido que organizarse. Bajo el
AT toda ley era expresión de la voluntad de Dios, que fundamentaba por igual los
preceptos.
El Israel del AT y el cristianismo son dos mundos diferentes, aunque uno haya nacido
del otro. El cristianismo, por lo menos hasta el nacimiento del liberalismo cristiano, da
gran importancia a lo que hay que creer y tiende a expresar la fe en un número de
fórmulas precisas que cada miembro de la Iglesia debe aceptar. Israel, por el contrarío,
no siente la necesidad de una fe explícita y circunscrita, sino que se preocupa de saber e
inculcar lo que el israelita tiene que hacer en todo instante. La Iglesia considera ante
todo la revelación de Dios como la comunicación de verdades que hay que creer y
confesar bajo pena de anatema. Para Israel, la revelación fue sobre todo la
manifestación de la voluntad de Dios, acompañada de signos de su poder,.para que el
hombre sepa lo que debe hacer. Esta diferencia de puntos de vista dificulta nuestra
aspiración de presentar en un sistema lógico lo que gustaríamos de calificar "el
contenido de la fe del AT".
definidos. No basta haber aprendido la lengua hebrea durante varios años y poderse
servir de un diccionario para penetrar perfectamente en el espíritu del AT. Son
indispensables, no sólo una continuada familiaridad con el Libro Santo y su lengua, sino
también un sentido a la vez literario y psicológico muy afinado. La lengua es el espejo
del alma de un pueblo. La lengua y el alma-espíritu se influyen mutuamente.
Pero hay más. Puesto que se trata de buscar las "ideas", es importante preguntarse lo
que una idea representaba para un antiguo israelita. Nosotros, teólogos de la escuela de
Aristóteles, expresamos claramente nuestras ideas y razonamos según las frías reglas de
la lógica formal. Distinguimos entre "idea", "imagen", "representación", entre ideas
claras y circunscritas e ideas vagas y confusas, entre certeza, opinión, probabilidad,
posibilidad. Estas luminosas distinciones pasaban desapercibidas las más de las veces a
los autores sagrados del AT. Lejos de mí el prestarles una mentalidad primitiva,
prelógica, a la manera de Lévy-Bruhl.
Se puede afirmar que entre los antiguos hebreos la imaginación superaba en mucho a la
razón, al contrario de lo que ocurría en la mentalidad griega. Esta anotación es
importante a la hora de rastrear lo que llamaríamos "las verdades de fe" de los israelitas.
Hemos ya indicado que la fe jugaba entre los israelitas un papel bien distinto del que
ejerce en la vida de un cristiano ortodoxo, y que a menudo resulta difícil determinar si
hemos de habérnosla con una verdad religiosa que forma parte de la "fe" israelita o
solamente con una representación elaborada, o fuertemente influenciada, por la
imaginación.
En cambio, las diferentes descripciones de salvación, que vendrá después del último
tiempo de miserias y de horrores, no son "credos". El porvenir está descrito en términos
que recuerdan, ya el tiempo feliz del paraíso, ya la liberación definitiva de la opresión
asiría, babilónica, siríaca. La vuelta de la cautividad se entrevé como un nuevo éxodo.
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INTENTOS DE SOLUCIÓN
Todavía citaremos otro punto de vista deficiente: Eichrodt se esfuerza por leer todo al
AT a la luz de una sola idea, la Alianza, ciertamente importante, pero no exclusiva.
A la luz de todas estas dificultades, se comprende que ciertos autores hayan preferido
componer un manual de la "religión" del AT porque plantea menos problemas que la fe
propiamente dicha. Hay que pulir todas estas aristas antes de conseguir la elaboración
de la síntesis soñada, en lo que ocupa un lugar primordial la correcta intelección del
concepto "inspiración". En efecto, los autores inspirados nos han hablado "modo
humano", con un grado de convicción, de certeza que varía. según las circunstancias.
Sólo así se hace posible una "teología del AT". Ella nos. deberá mostrar lo que era la fe
de los israelitas, lo que eran sus representaciones religiosas y cómo se desarrollaron
eventualmente.
Von Rad, en el segundo volumen de su obra Theologie des Alíen Testaments, dice que
el objeto de la teología del AT "no es el mundo espiritual y religioso de Israel ni su
estructura psíquica; ni tampoco el mundo de su fe... sino solamente lo que Israel ha
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Von Rad rehusa sistematizar los artículos de fe. Sería una "abstracción... que jamás ha
existido en Israel". Prefiere analizar la fe viva, atestiguada por los diferentes libros
históricos del AT.
Los recensores de Von-Rad han reconocido que su teología del AT posee méritos
incuestionables, aunque algunos han pronunciado sobre ella un juicio muy severo. Las
duras críticas le reprochan que comparte con muchos teólogos protestantes una
concepción poco exacta de la Revelación. En efecto, muchos autores protestantes no
admiten. que se pueda aceptar una revelación divina esencialmente sobrenatural, y las
más de las veces directa. No creen que Dios haya revelado a ciertos hombres unos
conocimientos nuevos, iluminando sobrenaturalmente su espíritu, mientras que en el
pasado la revelación estrictamente sobrenatural fue considerada siempre como la
revelación a secas. Se distinguía de ella la natural. Creando el mundo visible Dios
reveló, se decía, algo de Sí mismo, dado que el efecto revela necesariamente y en cierta
medida la causa. "Los cielos pregonan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra
de sus manos" (Sal 19,2).
Hoy ciertos ambientes teológicos prefieren decir que Dios se reveló a los israelitas en
los sucesos que interpretaron como venidos de Él. Todo lo que era grande y maravilloso
era un signo de su presencia y de su acción inmediata. La "fe" les hacía creer que Dios
se "revela" en lo extraordinario. Así parece que la revelación se reduce a una
interpretación. humana de hechos naturales históricos.
Ahora bien, según la tradición cristiana, judía y bíblica, la revelación es otra cosa. Así
H.H. Rowley hizo notar que los sucesos extraordinarios que han aportado la salvación a
Israel, han sido interpretados por los hagiógrafos como "revelaciones" de Dios en la
medida en que fueron juzgados como tales por hombres iluminados sobrenaturalmente
por Dios; los profetas, por ejemplo. Estos hombres de Dios estaban convencidos de que
Yahvé se les dirigía sobrenaturalmente. Sí esta convicción no hubiese sido objetiva y
realmente fundamentada, los profetas no hubieran expresado más que una seguridad
puramente humana, y por tanto falible. Sabemos que eso no es así. Los profetas, Jesús y
los Apóstoles recibieron el Espíritu de una manera sobrenatural, y por este Espíritu, se
comunicaron con su mundo que no es el nuestro de aquí abajo. La teología llamó a
semejante comunicación revelación en el sentido objetivo de la palabra.
explica que -según Von Rad- la fe de Israel no esté fundada sobre un conjunto de datos
objetivos, sino sobre interpretaciones ampliamente subjetivas.
Hampel, en una recensión de la obra de Von Rad, le hace observar que sería más exacto
hablar de una "fe errónea" de Israel. Creo que Hempel tiene razón. Para Von Rad, la
teología del AT no es más que un análisis de opiniones falibles y variables - llamadas
"fe"- sobre los modos de actuación de Dios en la historia, historia que a veces se
presenta de manera poco acorde con la realidad objetiva. ¿Es preciso decir que un
teólogo católico no puede aceptar semejante posición, cuando ni siquiera, un exegeta
luterano, como Hempel, está de acuerdo con ella?
CONCLUSIÓN
Por fin, el exegeta o teólogo cristiano, no puede olvidar jamás que el AT significa
necesariamente para él algo más que para el antiguo israelita. Sabe que es un pedagogo
con vistas a Cristo (Gál 3,24) que prepara los caminos del Señor. El cristiano ve en el
conjunto del AT una "preparación evangélica". Los autores sagrados han abrazado con
su visión inspirada la salvación futura que Dios debía realizar, al fin de los tiempos, en
Cristo. El NT nos enseña que esta misma salvación se ha cumplido ya en parte.
El teólogo, que se propone escribir una teología del AT, debe ante todo dejar que la
palabra inspirada le diga lo que tenga que decirle; pero su mirada se hará más penetrante
por la fe, que le da el poder de discernir mejor la voz de Dios. Gracias a la luz
sobrenatural de la fe comprenderá, mejor que en el mismo AT, el destino que Dios
reservó a su pueblo. Por la "visión conjunta del AT", el teólogo cristiano discernirá con
la certeza de la fe, la dirección en la que el pueblo de Dios marcha hacia su salvación.
En cuanto a los detalles, puede permitirse conjeturas, pero sin desorbitarlas.
Teológicamente hablando, la prueba del cumplimiento de la Antigua Alianza en el NT
se desprende más de la exégesis del NT, de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia
que del análisis interpretativo del mismo AT. Por eso se comprende que los PP. de la
Iglesia pensaran que era necesario el Espíritu de Dios para comprender el sentido
"espiritual" de las Viejas Escrituras. Esto significa que sólo la fe descubre la profunda
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armonía entre los dos Testamentos, y no la exégesis científica y literal del Antiguo. Hay
que abordar el AT con el mismo espíritu con que fue escrito y redescubrir en él la fe.