Está en la página 1de 2

Unión en la diversidad, 9 de octubre

Marcos 3:13-19.

Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a


predicar. Marcos 3:14.

En estos primeros discípulos se observaba una notable diversidad de caracteres.


Habían de ser los maestros del mundo, y representaban tipos de carácter muy
variados. Eran ellos, Leví Mateo, el publicano, sacado de una vida de actividad
comercial, al servicio de Roma; Simón el celote, enemigo inflexible de la autoridad
imperial; el impulsivo, arrogante y afectuoso Pedro; su hermano Andrés; Judas, de
Judea, pulido, capaz y de espíritu ruin; Felipe y Tomás, fieles y fervientes, aunque de
corazón tardo para creer; Santiago el menor y Judas, de menos prominencia entre los
hermanos, pero hombres de fuerza y positivos tanto en sus faltas como en sus
virtudes; Natanael, semejante a un niño en sinceridad y confianza; y los hijos de
Zebedeo, afectuosos y ambiciosos...

De los doce discípulos, cuatro habían de desempeñar una parte importante en


distintos sentidos. Previendo todo, Cristo les enseñó para prepararlos. Santiago,
destinado a una pronta muerte por decapitación; Juan, el que de los dos hermanos
seguiría por más tiempo a su Maestro en trabajos y persecuciones; Pedro el primero
que derribaría barreras seculares y enseñaría al mundo pagano; y Judas, que en el
servicio era capaz de sobrepasar a sus hermanos y sin embargo abrigaba en su alma
propósitos cuyos frutos no vislumbraba.—La Educación, 81, 82.

A fin de llevar adelante con éxito la obra a la cual habían sido llamados, estos
discípulos, que diferían tanto en sus características naturales, en su educación, y en
sus hábitos de vida, necesitaban llegar a la unidad de sentimiento, pensamiento y
acción. Cristo se proponía obtener esta unidad... La preocupación de su trabajo por
ellos está expresada en la oración que dirigió a su Padre: “Para que todos ellos
sean uno; así como tú, oh Padre, eres en mí, y yo en ti, para que ellos también
sean uno en nosotros”.—Ibid. 82.

En los apóstoles de nuestro Señor no había nada que les pudiera reportar
gloria. Era evidente que el éxito de sus labores se debía únicamente a Dios. La
vida de estos hombres, el carácter que adquirieron y la poderosa obra que Dios
realizó mediante ellos, atestiguan lo que él hará por aquellos que reciban sus
enseñanzas y sean obedientes. El Deseado de Todas las Gentes, 215, 216.*

Este texto es del libro devocional Conflicto y Valor por Elena G. de White. Para


ver más de sus libros, visita egwwritings.org

También podría gustarte