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Ir de puerta en puerta y testificar nunca ha sido fácil para mí. Sin embargo,
me mantengo orando para que Dios me use y me dé coraje para compartirlo
a otras personas. Y creo que Dios está respondiendo a mis oraciones.
Lo más alentador fue ver cómo Dios nos conduce a las personas correctas.
Un hombre había estado orando y pidiendo a Dios para que le dé algo para
leer, y luego nosotros aparecimos con un libro. Otros comenzaron a leer
nuestros materiales en el lugar. Una dama nos compartió que ella había
acabado de perder a su hija y que había sido enterrada. Como resultado,
tuvimos la oportunidad de compartir esperanza con ella, y orar por ella.
Mientras no sepamos exactamente lo que nos sucederá como resultado de
nuestros esfuerzos, sabemos que Dios está obrando. Y nos gozamos en que
Él está respondiendo nuestras oraciones y quitando nuestro temor. Él quiere
que todos seamos salvos. El dejó el cielo por nosotros. ¿Por qué no
podemos nosotros dejar el confort o nuestras casas para salir a las calles por
él?