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La escritura un medio para “decir la verdad y declarar la injusticia”

Por: Mónica María Hincapié Zapata

Introducción
Héctor Abad Faciolince, escribió en el 2006, la obra literaria “el olvido que seremos”,
en memoria de Héctor Abad Gómez, su padre. Hombre reconocido por su humanismo
en el ámbito de la medicina y la defensa de los derechos humanos. Optar por la verdad y
la justicia lo llevó a la muerte, fue asesinado el 25 de agosto de 1987, en la ciudad de
Medellín. Tanto el padre como el hijo hicieron de la escritura un medio para “decir la
verdad y declarar la injusticia” (Faciolince, 2006, p. 296). Dicha tesis que surge de la
lectura del libro, se desarrollará en dos momentos. El primero lleva por nombre
contexto social, político, económico y religioso en el que vivió Héctor Abad Gómez y el
segundo se llama la escritura medio para “decir la verdad y declarar la injusticia”
(Faciolince, 2006, p. 296).

Contexto político, socio-económico y religioso en el que vivió Héctor Abad Gómez

En los años sesenta y sesenta Héctor Abad Gómez, profesor de la universidad de


Antioquia, sufre las consecuencias de la división ideológica entre conservadores y
liberales. Los conservadores lo consideraban “un izquierdista nocivo para los alumnos,
peligroso para la sociedad y demasiado libre pensador en materia religiosa” (Faciolince,
2006, p. 109). De igual manera, a finales de los setenta, tuvo que enfrentar las burlas y
críticas incesantes de los izquierdistas, que llegaron al poder en la universidad,
reemplazando a los conservadores. Ellos lo creían “un burgués tibio e incorregible
porque no estaba de acuerdo con la lucha armada” (Faciolince, 2006, p. 109). A nivel
socioeconómico dice Villa et al. (2017):

En los años setenta y ochenta, las iniciativas que los gobiernos locales y
nacionales pusieron en marcha para contener y organizar la expansión urbana
tuvo una escasa incidencia. Los nuevos barrios se erigieron como espacios con
escaso control territorial, donde el gobierno era incapaz de proveer bienes
públicos como seguridad, educación y salud […] (p. 37).
Dichas problemáticas sociales vienen asistidas por Héctor Abad y otros personas
como el doctor Saunders, el decano de Arquitectura de la Universidad Pontificia, el
doctor Antonio Mesa, quiénes los fines de semana, se dedicaban a realizar campañas de
salud pública, de vacunación, de higiene; y a la búsqueda de estrategias para para tener
agua potable en los barrios más pobres y vulnerables de la ciudad. La manera de actuar
de Héctor, molestaba a varios colegas de la universidad, quienes se atrevían a decir
“para hacer lo que hace este “medico” no se necesita diploma” (p. 55). La Iglesia estaba
en un momento de cambio, inducido por el Concilio Vaticano II, al respecto:

Francisco de Roux ha identificado tres vertientes después del Concilio Vaticano


II (1962-1965): i) una conservadora y tradicionalista, ii) otra liberal que abogaba
por modernizar la Iglesia, y iii) una franja socialista, inspirada en la teología de
la liberación (citado en Villa et al, 2013, p. 40).
Situación en la que Faciolince comprende “que también dentro de la Iglesia se estaba
librando una guerra sorda” (p. 85). De hecho, algunos sacerdotes y fieles que buscaban
una apertura del catolicismo, según las exigencias del tiempo, eran perseguidos por los
altos jerarcas. “Todo el que hiciera despertar y participar a los pobres era considerado
un activista peligroso que ponía en riesgo el imperturbable orden de la Iglesia y de la
sociedad” (Faciolince, 2006, p. 77). La educación pública también se vio afectada en
estos años, pues hubo una gran decadencia, y a esto se suma, que los profesores eran
pagados mal. Faciolince (2006) declara que su padre, cae “víctima de la peor epidemia,
de la peste más aniquiladora que puede padecer una nación: el conflicto armado entre
distintos grupos políticos, la delincuencia desquiciada, las explosiones terroristas, los
ajustes de cuentas entre mafiosos y narcotraficantes” (p. 241).

La escritura medio para decir la verdad y declarar la injusticia

Aunque la escritura en un primer momento no se inventó con el propósito de comunicar,


viene reconocida con el tiempo, como un medio de comunicación, de expresión
(Luhmann, 2002, p. 5). Pues, a través de ella, se transmite información, conocimiento,
sentimientos, emociones, historias reales o ficticias, se resignifica la memoria. Montes
(2007) Afirma que “la escritura permite a Héctor Abad superar la muerte. El poder de
enunciación lo libera, le permite acceder al olvido y potencia su flujo creativo” (p. 250),
es así que lleva a decir “Entendí que la única venganza, el único recuerdo, y también la
única posibilidad de olvido y de perdón, consistía en contar lo que pasó y nada más” (p.
225). Cassany (citado por Hernández y Marín, 2018) define la escritura como:

una manifestación de la actividad lingüística humana que implica los rasgos de


intencionalidad y de contextualidad de la actividad verbal. Asimismo, constituye
un hecho social que se hace manifiesto en un tiempo y en un espacio
determinados y que es compartido por una comunidad específica (p.66).
Como lo narra el texto, Héctor Abad Gómez plasmo su actividad verbal con una
intencionalidad y una contextualidad clara. Siendo todavía estudiante de Medicina,
fundó un periódico estudiantil llamado U-235, este duro poco, afirma Faciolince (2006)
“tal vez porque si lo seguía publicando no se iba a poder graduar” (p.50). En unos de
sus numerales, denunció abiertamente la contaminación del agua y de la leche en la
ciudad de Medellín. Dichas denuncias estaban argumentadas con cifras y exámenes de
laboratorio, que presentó abiertamente, en el momento que fue citado por el Concejo de
Medellín.

Ante esta verdad desvelada, con una cierta sobriedad y cientificidad, el Ministro de
Salud, tuvo que aceptar, y poco tiempo más tarde se dio inicio al acueducto de Medellín.
Este periódico fue el medio por el que Héctor Abad, siendo un simple estudiante, dijo la
verdad y declaro las injusticias, pues eran varias las personas que habían muerto a causa
de la fiebre tifoidea. En cada numeral emprendía una campaña, como “un profundo acto
de compasión por el sufrimiento humano, y de indignación por los males que se podía
evitar con apenas un poco de activismo social” (Faciolince, 2006, p.51). Fue siempre un
insigne defensor la libertad de expresión.

En 1962, en un Congreso que él mismo había organizado, leyó una ponencia de su


autoría titulada: “epidemiología de la violencia” allí una vez más, proponía como en
todas las situaciones problemáticas, ir a las causas originarias. Desde 1982 hasta su
muerte 1987, se dedicó incansablemente a la defensa de los Derechos Humanos en
Antioquia. Utilizando el arma de la palabra. Publicaba artículos, escribía cartas a los
altos funcionarios del Gobierno, en los que exponía los nombres y apellidos de los
asesinos, pero siempre obtuvo como respuesta el mal que correo la sociedad: la
indiferencia.

Se puede decir, que Héctor Abad, padre e hijo, entendieron que “el lenguaje escrito
como código de comunicación humana, cumple una función social cuyos alcances tocan
las esferas personal, interpersonal, social y cultural, ya que conecta a los seres humanos
[…]” (Ballesteros, 2016, p. 443). Por medio de la escritura, se descubren verdades e
injusticias, que han marcado la historia, que conducen a hacer memoria, pues, “la
prioridad de la injusticia exige el concurso de la memoria” (Mate, 2011, p. 445).
Faciolince (2006) declara: “De mi papá aprendí algo que los asesinos no saben hacer: a
poner en palabras la verdad, para que esta dure más que su mentira” (p. 300).
Conclusión
Colombia es un país que lleva más de 50 años de conflicto interno, en el que la memoria
de las víctimas ha quedado en el olvido. Es una sociedad que olvida por anticipado, nos
pasamos por la vida sin cuestionar nuestra existencia, o el porqué de tantos fenómenos
sociales, tanta desigualdad y conflicto, parece que quisiéramos vivir en la comodidad
mental de un país que nunca va a cambiar ni va a ver más allá de “este es el país que nos
tocó vivir”. El autor utiliza su mejor arma de poder para fijar la memoria, para hacer
surgir los recuerdos en medio del dolor por el litigio que es la muerte, un arma que,
aunque inofensiva y vivificadora, no logra escaparse de la violencia. Hacer de la
escritura un medio para decir la verdad y declarar la injusticia, conduce en el transcurso
de la historia, a la memoria de todas aquellas personas, que han sufrido en carne propia
y de diversas y despiadadas maneras las inclemencias de la violencia, pobreza e
injusticias sociales. Héctor Abad Gómez, eligió en el puesto de un arma una hoja en
blanco y un bolígrafo, para combatir las problemáticas sociales de su tiempo. Allí,
plasmó sin miedo a las grandes Instituciones, la verdad de un mundo inhumano e
injusto, alumbrando la violenta historia de Colombia en las últimas décadas desde el
paraje del amor y la justicia, aunque sin lograr evitar la pregunta con la que comienza y
termina el libro: el porqué de la muerte.
Referencias

Ballesteros, D. (2016). El lenguaje escrito como canal de comunicación y desarrollo


humano. Recuperado de:
https://www.redalyc.org/pdf/1995/199545660027.pdf
Faciolince, H. (2006). El olvido que seremos. Bogotá: Alfaguara.
Hernández, E y Marín, M. (2018). La escritura académica en contexto: posibilidad de
desarrollo profesional de profesores universitarios. Recuperado de:
http://web.a.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?vid=9&sid=319e76d9-cc7e-4cf9-
9d4e-78df0af2aa59%40sessionmgr4007
Luhmann, N. (2002). La forma escritura. Estudios sociológicos XX. 58. Recuperado de:
https://ebookcentral.proquest.com/lib/funlamsp/reader.action?docID=3188430&query=la
%2Bescritura
Mate, R. (2011). Tratado de la injusticia XX Conferencias ArangurenTreatise of
Injustice. XX Aranguren Lectures. Recuperado de:
file:///C:/Users/usuario/Downloads/738-738-1-PB.pdf

Montes, M. (2007). El olvido que seremos. Recuperado de:


http://web.a.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?vid=40&sid=319e76d9-cc7e-4cf9-
9d4e-78df0af2aa59%40sessionmgr4007

Villa, D. (2017). Medellín. Memorias de una guerra urbana. Recuperado de:


http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes-accesibles/medellin-una-
guerra-urbana_accesible.pdf
Hernández, E y Marín, M. (2018). La escritura académica en contexto: posibilidad de
desarrollo profesional de profesores universitarios. Recuperado de:

http://web.a.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?vid=9&sid=319e76d9-cc7e-4cf9-
9d4e-78df0af2aa59%40sessionmgr4007

Cassany (2000) define la escritura como una manifestación de la actividad lingüística humana
que implica los rasgos de intencionalidad y de contextualidad de la actividad verbal. Asimismo,
constituye un hecho social que se hace manifiesto en un tiempo y en un espacio determinados
y que es compartido por una comunidad específica.

La escritura académica, como práctica social, implica una serie de procesos que “conectan los
pensamientos, las percepciones, las experiencias y los proyectos de la gente con colectividades
más amplias de acción y creencias organizadas” (Bazerman, 2008, p.355). Los profesores
usuarios de la escritura académica se encuentran enfrentados a exponer sus conocimientos,
sus puntos de vista socioculturales en cada una de sus elaboraciones discursivas, y por tal
razón deben asumir la escritura como un medio de comunicación entre las personas, que
trasciende el tiempo y el espacio. Desde esta perspectiva, la escritura debe incorporar el sujeto
escritural como un ser social, político, cultural que trasciende su ser en las palabras. Al
respecto, Hernández (2015), plantea que: “Así, en todo discurso es posible identificar
posiciones frente a los eventos, frente a la organización social, a las instituciones y frente a los
sujetos como miembros de grupos sociales” (p. 84).

http://web.a.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?vid=38&sid=319e76d9-cc7e-4cf9-
9d4e-78df0af2aa59%40sessionmgr4007 El padre asesinado en Colombia: entre el padre viril y
el padre amoroso. Wilson Orozco 2018.

En otras palabras, su evidente presencia en la forma de ediciones populares es sintomático de


que son lecturas que atraen la atención del amplio público lector, dado que allí se pueden
hallar otras verdades ausentes en los medios oficiales. P. 435
El género testimonial Partamos de hacer una diferenciación entre memoria e historia. Para
Suárez (2016), una división esencial es que en la primera se puede identificar a una víctima que
da cuenta de unos hechos trágicos, mientras que la segunda sería más bien una reconstrucción
textual, una interpretación de tales hechos: diferencia no del todo clara ya que el término
memoria también puede implicar una reconstrucción textual. En todo caso, citemos sus
palabras: “La memoria produciría recuerdos y la historia conocimiento” (p. 18). Igualmente,
recordar los hechos es importante, ya que “de ahí dependen nuestras convicciones,
sentimientos e identidades —individuales y colectivas—. Este sería el primer paso de la
memoria” (Suárez, 2016, p. 25). Por otro lado, el género testimonial, vinculado más con la
memoria, es bastante amplio, y por ello, si nos atenemos a clasificaciones architextuales —es
decir, al fenómeno de la transtextualidad propuesto por Genette (1989)—, hallamos etiquetas
como “literatura testimonial”, “literatura documental” o simplemente “testimonio” (Gómez,
2003; Suárez, 2011, p. 282). En todo caso, lo que sí caracteriza al género es el dolor (Gómez,
2003), sufrimiento derivado generalmente de un conflicto entre fuerzas opuestas, y donde una
de ellas termina por ser la víctima que narra (Suárez, 2011, p. 279). La víctima querrá poner en
palabras todo aquello que fue traumático, constituir en el entramado simbólico lo
irrepresentable, con el fin de compartir, aleccionar o sanar.

http://web.a.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?vid=39&sid=319e76d9-cc7e-4cf9-
9d4e-78df0af2aa59%40sessionmgr4007 Memoria y espacio autoficcional Orfa Kelita Vanegas
Vásquez

sobre todo en el tema que atañe a la memoria y el poder de la narrativa para fijar los hechos
vividos que el tiempo inclemente tiende ha deshacer p. 2

IMPORTANTISIMO SEGUNDA PARTE


http://web.a.ebscohost.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?vid=40&sid=319e76d9-cc7e-4cf9-
9d4e-78df0af2aa59%40sessionmgr4007

La segunda consecuencia es que la lengua escrita como sistema semiótico, es social en el


sentido de que se usa para fines sociales. Su función primaria es que se utiliza para la
comunicación entre los seres humanos. En este sentido, la lengua escrita como los demás
instrumentos de mediación, sirve para influir sobre los demás al expresar nuestras ideas,
sentimientos, emociones y al comunicar nuestros puntos de vista. Dentro de esta perspectiva
teórica, el lenguaje escrito, como instrumento de mediación semiótica, implica un diálogo
permanente con la palabra de otros y con enunciados de otros. El escritor responde
-apoyando, ampliando o contradiciendoal eco de otras voces que están explícitas o implícitas
en su propia voz. Así mismo, al tomar en cuenta la audiencia, el escritor espera una respuesta,
una comprensión o una interpretación de su texto. El escritor responde y será respondido; con
su texto pasa a integrar un eslabón más en la cadena de resonancias dialógicas. Valery, Olga
Reflexiones sobre la escritura a partir de Vygotsky Educere, vol. 3, núm. 9, junio, 2000, pp. 38-
43 Universidad de los Andes Mérida, Venezuela. P. 42.
http://www.redalyc.org/pdf/356/35630908.pdf

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