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Durante dos años buscamos licencias para fabricar los productos de otras
compañías en Brasil, viajábamos constantemente. Recuerdo un día
desayunando en Oslo, almorzando en Nueva York, cenando en Cincinnati y
pasando la noche en San Francisco. Los obstáculos eran inmensos. A nuestra
compañía le hacía falta una reputación internacional y a nuestro país también.
Las excentricidades políticas del Brasil y las draconianas regulaciones
comerciales alejaban a muchas compañías.
Pero casi el 90% del tiempo, la administración participativa es sólo aire caliente.
No es que las intenciones no sean buenas. Es sólo que implementar el
compromiso del empleado es un asunto tan complejo, tan difícil, y,
comúnmente, tan frustrante, que es más fácil hablar de ello que hacerlo.
Encontramos cuatro grandes obstáculos para la administración participativa
efectiva: el tamaño, la jerarquía, la falta de motivación y la ignorancia. En una
unidad inmensa de producción, la gente se siente pequeña, desconocida, e
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Como Anthony Jay lo señaló en los años 50 en “Corporation Man”, los seres
humanos no fueron diseñados para trabajar en grupos grandes. Hasta hace
poco nuestros antepasados eran cazadores y segadores. Por más de cinco
millones de años, refinaron su capacidad para trabajar en grupos de no más de
una docena de personas aproximadamente. Luego viene la revolución
industrial, y de pronto los trabajadores tratan de funcionar eficientemente en las
fábricas que emplean cientos y aún miles de personas. La organización de
estos cientos de trabajadores en equipos de unos diez miembros cada uno
pude ser de utilidad, pero existe todavía un límite de cuántos equipos o grupos
pequeños pueden trabajar bien juntos. En Semco, hemos encontrado que la
unidad de producción más efectiva consiste de unas 150 personas. El número
exacto queda abierto a la discusión, pero queda claro que varios miles de
personas en una instalación, hacen que el compromiso individual sea una
ilusión.
No pretendo que la sola reducción de tamaño haya hecho todo esto, sólo que la
reducción de tamaño es esencial para poner a los empleados en contacto unos
con otros para que puedan coordinar su trabajo. La clase de distancia que
queremos eliminar viene de tener a muchas personas en un sitio, pero también
de tener una jerarquía piramidal.
PIRÁMIDES Y CÍRCULOS
Los anillos del sistema son los coordinadores, un grupo que incluye a todos los
que antes se llamaban capataces, supervisores, directores, o jefes. Los únicos
que reportan a los coordinadores son los asociados. Ningún coordinador se
reporta a otro coordinador – esa característica del sistema es la que garantiza la
reducción en los estratos administrativos.
ENGANCHE DE ADULTOS
Una de mis primeras actuaciones cuando tomé el control de Semco, fue abolir
las normas, manuales, reglas y regulaciones. Todos saben que no se puede
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dirigir una gran organización sin regulaciones, pero todos saben también que la
mayoría de ellas son una farsa. Rara vez resuelven los problemas. Por el
contrario, usualmente hay algún rincón oscuro del libro de normas que justifica
la peor bobada en la que se puede pensar. El sentido común es una táctica más
riesgosa aporque exige responsabilidad personal.
Entonces reemplazamos todas las regulaciones tontas por la regla del sentido
común y colocamos a nuestros empelados en la exigente posición de utilizar su
propio juicio.
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Thoreau fue el padre de la desobediencia civil en Estados Unidos a principios de siglo, e
inspirador de Ghandi. N. de la T.
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Tom Paines, americano de origen británico, de familia cuáquera tomó partido a favor de los
colonos insurgentes y en 1977 publicó su “Common Sense” que con su éxito reforzó al partido
de la Independencia.
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Del lado más experimental, tenemos un programa para personas que reciben
adiestramiento en administración a nivel de ingreso llamado “Perdidos en el
Espacio” por medio del cual enganchamos un par de personas cada año que no
tienen descripción de cargo alguna. Los cuida un “padrino”, y durante un año
pueden hacer lo que quieran, mientras intenten al menos 12 áreas o unidades
diferentes. Por la misma lógica que rige nuestros otros programas para
empleados, hemos eliminado también los relojes. Los empleados van y vienen
de acuerdo con sus propios horarios – aún en el piso de la fábrica. Admito que
esta es una idea difícil de tragar; la mayoría de fabricantes no están todavía
listos para la flexibilidad en el piso de la fábrica. Pero nuestro razonamiento fue
simple.
Y eso es exactamente lo que sucedió. Sólo que aún más. Por ejemplo, un
hombre que quería comenzar a las 7 a.m., pero como el operador de la grúa no
entraba hasta las 8 a.m., él no podía comenzar. Entonces se inició una
discusión general y el resultado final fue que ahora todos saben operar la grúa.
En realidad, la mayoría de personas pueden ahora desempeñar varios puestos.
El sindicato nunca ha puesto reparos porque la iniciativa surgió de los mismos
trabajadores. Fue idea de ellos.
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Más aún, la gente del piso de la fábrica organizó el horario, y si dicen que este
mes construirán 48 lavadoras comerciales de platos, entonces podemos ir a
jugar tenis, porque 48 será lo que construyan.
¿Qué hace que nuestra gente se comporte de esta forma? Como Anthony Jay
lo señala, el hombre corporativo es un animal muy reciente. En Semco,
tratamos de respetar al cazador que dominó el primer 99.9% de la historia de
nuestra especie. Si UD. Tenía que matar un mamut o arreglárselas sin cena, no
había tiempo para diseñar un cuadro organizacional, asignar tareas o delegar
autoridad. Básicamente, la persona que vio el mamut desde más lejos era el
Avistador Oficial, el más veloz era el Corredor Principal, quien disparó la lanza
más certera era el Gran Tirador, y la persona a quien todos los demás
respetaban y escuchaban era el jefe. Y esto era todo. La distribución de
pequeños cuadros para producir una apariencia de orden hubiera sido un
desperdicio de tiempo. Y todavía lo es.
Lo que trato de decir es que, ponga a diez personas juntas, no nombre un jefe,
y puede estar seguro de que uno de ellos se destacará. Y así surgirán un
avistador, un corredor, un tirador o lo que el grupo necesite. Formamos grupos,
pero estos encuentran sus propios líderes. Y esto no es falta de estructura, es
sólo falta de una estructura impuesta desde arriba.
Pero volviendo a ese mamut, ¿por qué razón todos los miembros del grupo
deseaban cada uno hacer su parte del trabajo – buscando, corriendo,
disparando, dirigiendo – y mantenerse a un lado cuando alguien lo pudiera
hacer mejor? Porque todos tendrían comida una vez el animal fuera muerto y
cocinado. Lo que importaba eran los resultados, no los rangos.
Las utilidades de la compañía son hoy en día la carne del mamut. Y aunque
existe un amplio consenso sobre la participación de utilidades es alguna clase
de infección socialista, me parece a mí que pocas herramientas de motivación
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son más capitalistas. Todos están de acuerdo en que las utilidades deberían
pertenecer a aquellos quienes arriesgan su capital, que el comportamiento
empresarial merece una recompensa, que la creación de la riqueza debería
enriquecer al creador. Bien, dependiendo de cómo defina UD. el capital y el
riesgo, todos estos axiomas pueden aplicarse tanto a los trabajadores como a
los accionistas.
Una división escogió utilizar el dinero como un fondo para préstamos para
construcción de vivienda. Se trató de una votación, muy estrecha y es posible
que los trabajadores cambien de parecer el año entrante. Mientras tanto,
algunos de ellos ya han recibido préstamos y han comenzado a construir sus
casas. En cualquier caso, los empleados hacen lo que quieren con el dinero.
Los asesores no intervienen.
TRANSPARENCIA
Por el contrario, todos los empleados de Semco asisten a clases para aprender
a leer y entender las cifras, y uno de sus sindicatos es el que dicta las clases.
Cada mes, cada empleado recibe una hoja de balance, un análisis de pérdidas
y ganancias y un estado de flujo de caja de su división. Los informes contienen
unos 70 ítems (más incidentalmente, de los que utilizamos para manejar la
compañía, pero no queremos que nadie piense que tratamos de retener
información).
Creo que el coraje para mostrar las cifras reales siempre tendrá consecuencias
positivas a largo plazo. De otra parte, sólo podemos mostrar las cifras que nos
molestamos por reunir, y ya no hay tantas como solía haber. A mi parecer, sólo
importan las cifras grandes. Pero la gente de contabilidad de Semco vive
diciéndome: que puesto que la única forma de obtener las grandes cifras es
sumar las pequeñas, no será necesario un esfuerzo extra para producir un
presupuesto o un informe que incluya todo detalle pequeño. Un sofisma costoso
y difícil de erradicar.
podían entenderse. En la página 67, cuadro 112.6, por ejemplo, podíamos ver
cuánto café habían consumido los trabajadores de Manufactura Liviana III el
mes anterior. El hombre dijo estar sorprendido de hallar tal eficiencia en una
compañía brasilera. De hecho, estaba tan impresionado que le pidió a su
subsidiaria en Brasil, una organización muchas veces más grande que la
nuestra, instalar un sistema similar.
Durante meses nos pavoneamos repitiendo a todo el que quería escuchar, que
nuestro sistema de presupuesto era de un alto nivel de desarrollo y que el
presidente de una gran empresa norteamericana ordenó a su gente copiarlo.
Pero pronto comenzamos a darnos cuenta de dos cosas. Primero, que nuestros
gastos eran siempre demasiado altos, y que nunca bajaban porque el
departamento de contabilidad estaba lleno de oficinistas sobrepagados que no
hacían otra cosa que compilarlos. Segundo, había tantos malditos números
dentro de la carpeta que casi ninguno de nuestros administradores los leía. De
hecho, sabíamos menos acerca de la compañía entonces con toda esa
información, de lo que sabemos sin ella.
Lo que importa en los presupuestos como en los informes es que las cifras sean
pocas e importantes y que la gente las entienda con aproximación. Los tres
informes mensuales, con sus 70 líneas de artículos nos dicen cómo dirigir la
compañía, les dice a los administradores qué tan bien conocen sus unidades, y
les dice a nuestros empleados si habrá una utilidad. Todos trabajan en base a
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Somos muy, muy estrictos con las cifras. Queremos que entren el cuarto día del
mes para que el quinto salga de regreso. Y como somos tan estrictos con los
controles financieros, podemos ser extremadamente laxos con todo lo demás.
Los empleados pueden pintar las paredes de color que deseen. Pueden entrar
a trabajar cuando lo decidan. Pueden utilizar la ropa que los haga sentir
cómodos. Pueden hacer lo que les venga en gana. Es asunto de ellos ver la
conexión que hay entre productividad y utilidad y actuar de acuerdo con ello.
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Hay dos cosas que todos los administradores tienen en común – el día de 24
horas y la terrible necesidad de dormir. Sin contar las horas de dormir, quizás el
día de 24 horas sea suficiente. Y si no es así, no hay forma de terminarlo todo.
Luego de años intentando vencer el endemoniado sueño y la tentación de
destensionarse, intenté algo sugerido por mi médico quien me dijo lo siguiente:
“Tómalo con calma o despídete de ti”.
Golpeado por esta fantasía, aprendí a administrar mi tiempo y recorté mi carga
de trabajo a menos de 24 horas. El primer paso es sobreponerse a cinco mitos:
2. Tómese medio día, quizás hasta todo un sábado para escudriñar la montaña
de papeles que hay en su oficina y colóquelos en tres grupos.
Grupo C: Renglones que caen dentro de la dudosa rúbrica “una buena idea
para tener en cuenta”. Uno de los más extraordinarios sofismas ejecutivos
es que usted debe leer un poco de todo para estar bien informado. Si usted
limita el número de periódicos, revistas y comunicaciones internas que lee
regularmente, tendrá más tiempo para hacer lo que es importante – como
pensar. Y recuerde que su lectura sea oportuna; la información es un
artículo perecedero.
3. Cuando se ocupa del Grupo A, comience siempre con el asunto más difícil o
el que más tiempo requiere. Es de ayuda también tener una carpeta con las
cosas que deben hacerse antes de ir a casa ese día y hacer una lista de
aquellas que simplemente no puede esperar sin realizarse más de unos
pocos días o una semana. Todo lo demás es sólo eso, todo lo demás.
Esta segunda canasta para la basura es una inversión crítica aun cuando
UD. no esté en capacidad de llenarlas las dos regularmente. Manténgala de
todas formas. Tiene un valor simbólico. Cuidará de su otra canasta y actuará
como institutriz cada vez que Ud. se pregunte por qué la compró.
6. Dese tiempo para pensar. Gaste medio día cada semana fuera de la oficina.
Llévese el trabajo a casa o intente trabajar en otro sitio – un salón de
conferencias, otra oficina, la biblioteca pública, una sala de espera del
aeropuerto – cualquier lugar donde pueda concentrarse, y entre más lejos
de su oficina, mejor. La clave está en que un ambiente fresco puede hacer
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8. Cierre la puerta. Sé que tiene Ud. una política de puertas abiertas, pero no
sea tan literal.
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Hoy en día no podría Ud. hacer tal cosa. La ley probablemente no se lo permitiría. Los
sindicatos con toda seguridad no lo dejarían. Su propio auto-interés razonaría
fuertemente en contra. Sin embargo, el sistema vive de ello. La diferencia entre
trabajadores que ganan un jornal y empleados asalariados está vigente más no bien,
casi universal pero perfectamente tonta. El nuevo oficinista que vive en casa y no sabe
cómo se cocina un huevo, comienza con un salario mensual, pero el jefe operador de
tornos que lleva con la compañía 38 años y es sargento de la reserva del ejército
todavía recibe su pago por horas.
Una o dos veces al año, ordenamos investigaciones sobre el mercado de salarios y las
repartimos. Le decimos a la gente: “Piense en dónde se encuentra Ud. en este estudio.
Usted sabe lo que hace, sabe lo que hacen sus amigos en otras compañías, sabe lo
que necesita, sabe lo que es justo. Cuando regrese el lunes, díganos cuánto debemos
pagarle”.
Cuando las personas piden demasiado poco, se lo damos. Pasando los días se dan
cuenta y piden más. Cuando piden demasiado, también se lo damos – al menos
durante el primer año. Luego, si creemos que no valen ese dinero, nos sentamos con
ellos y les decimos: “Mire, usted gana x suma de dinero y nosotros no creemos que
usted haga x cantidad de contribución. Entonces, o encontramos algo distinto para que
usted lo haga, o no tenemos más trabajo para UD.” Pero con una media docena de
casos de excepción, nuestra gente siempre ha solicitado salarios que hemos podido
aceptar.
Hacemos algo similar con los títulos. Los asesores, son asesores y los socios, socios;
estos títulos son siempre los mismos. Pero con los coordinadores, no es tan fácil. Los
títulos de los puestos significan todavía mucho para mucha gente. Entonces les
pedimos a los coordinadores fabricar sus propios títulos. Ellos conocen las señales que
deben enviar dentro y fuera de la compañía. Si desean “Gerente de Suministros”, está
bien. Y si prefieren “Gran Padre de Suministros Imperiales”, también está bien.