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Edgar Allan Poe

Al río

Alegre río, tu cristalino fulgor,


Tu curso límpido, tu agua errante,
Son un emblema invocador
De la belleza: el corazón abierto,
el risueño serpenteo del arte
En la hija del viejo Alberto.
Mas cuando ella en tí se mira y, de repente,
Tus aguas se iluminan y estremecen,
Entonces, ay, el más bello torrente
Y su humilde devoto se parecen;
Pues ambos llevan su imagen anclada,
Unos en el cauce, otro en el corazón...
En ese corazón que su mirada
Intensa, honda, enciende de emoción.

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