Está en la página 1de 108

• COLECCIÓN •

J
í
• CO LE CC IÓ N •

Enrique Pérez Díaz

Recado de amor
en la botella

Enlace
EDITORIAL
Enrique Pérez Díaz
Recado de amor
en la botella
Ilustrac io nes Jairo Daza
Recado de amor en la botella
de Enrique Pérez Díaz
Colección El Tren Dorado. Cuarta estación

© Segunda edición 2017


Enloce Editorial. Bogotá- Colombia
www.enlaceed itorial.com
Bibliografía de g losarios www.rae.com

Dirección general. Alfonso Rubiano


Dirección editorial. Alejandra Ramos Henao
Diagramación. Julio Enrique Higuera
Ilustración. Ja iro Daza
Diseño de c ubierta. Gregory Alonso

Reservados todos los derechos


Prohibida la reproducción total o parcial de
esta obra sin permiso escrito de la Editorial.

ISBN 978-958-58594-7-0

1
a ..J ,
Dedicatoria especial
La primera cigüeña de la que yo escuché hablar cuando apenas
contaba cinco años de edad, aparecía en este poema de un
libro de lectura de la Escuela Primaria.
La cigüeña cigüeñita
sobre cien tierras voló,
tanto voló y voló
que en las alas sentía
un fuerte dolor.
Yo pregunté a la cigüeña:
¿Cuál es la tierra mejor?
-La tierra donde se nace
-al punto me contestó.
Quizás en aquel poema de Dora Alonso que, emocionado, tan-
tas veces deletreé cuando daba mis primeros pasos como lec-
tor, se hallara muy secretamente escondido el germen de esta
historia. Hoy, cuando Dora ya no se encuentra entre nosotros,
nos queda sin embargo, su pequeña cigüeña y todo cuanto ella
puede significar.
Por eso, con todo el respeto que se merece quien entregó su vida
a la literatura, a la infancia y en definitiva, al sentimiento más
genuino, quiero dedicar esta historia a Dora y, por.,.supuesto, a
su cigüeñita voladora...

El autor

Dedicatoria:
A todas las "Charlottes que
sin nosotros saberlo
-imaginarlo siquiera-
en defensa de un sueño,
aún vuelan por ahí...
...-- .- j i .... 1

.i • _L ., "
-l , r
._ '

Contenido

Biografía ... ... .. .. ................................................. ·.... (9


Ingreso a la estación .. ..................................... . ,
Pretexto ·································································· $
1 ............................................................ .. ... ... ... ....... . ,
11 ........................................................... ..................... ~

111 ..................... ..................................................... .... e


IV ...................... .... .. .................................................. G
V .. .. .................... .... .. ........ .............................. .. ........ <§)
VI .............................................................. ................ fi
VIl ..................................................... ................... .... fi

VIII ·· ··· ·· ·················· ······ ············································· G


IX ........ ... ................ ... .... .... ... ... .......... .. ... .. ................. Eli)
Epílogo .. ...... ............................................................ e
IlI I I I I~
Enrique
Pérez
Díaz
(La Habana. 1958) Escritor, periodis-
ta. crítico. investigador y editor. Ha
ganado diversos premios como La
Edad de Oro. Pinos Nuevos. lsmaelillo.
Abril. Premios Especial Abril 2001 y Ro-
mance de la niña mala por el conjunto
de su obra para niños. Premio Aniversario
del Triunfo de la Revolución del MININT y La
Rosa Blanca de la Sección de Literatura Infantil
de la Uneac y su Premio Especial por Mejor Texto en el 2002,
categoría de finalista del Edebe de España y Mención Especial
del Premio Iberoamericano para Leer el XXI. deiiBBY(2001 ). por
sus libros de cuentos y novelas para niños. que discurren en el
mundo de hoy y sus temas candentes. aunque apuestan por la
fantasía. la ilusión. Posee la Distinción por la Cultural Nacional.
La Orden Félix Elmuza.
En 1997 su proyecto de investigación y ensayo Presencia feme-
nina en la narrativa infantil y juvenil cubana mereció el Premio
Razón de Ser.
Entre otros, ha publicado. Inventarse un amigo, Minicuentos de
hadas. El último deseo, Sombras del circo. La sombra y su ár-
bol. La gran fiesta de los bichos, El (des) concierto de los gatos,
Mensajes. País de unicornios, Monstruos, El payaso que no hacía
reír. ¿Se jubilan las hadas?, Minino y Micifuz son grandes ami-
gos. Las Cartas de Alain. la serie
policíaca de los Pe/usos y Escuelita
de los horrores. Las golondrinas son como
el mar, El fantasma soñador y la princesa, entre
otras. por editoriales cubanas y Anaya, Ediciones SM.
EDEBE. Santillana, Panamericana, Mantra. Miraguanoetc.
También es autor de numerosas selecciones y antologías so-
bre literatura cubana y extranjera. Su obra se estudia en pro-
gramas escolares de Estados Unidos. España, Argentina, México,
Martinico y República Dominicana y está traducida al inglés.
portugués, japonés, alemán, euskera e italiano. Presidió desde
1993 hasta el 2008 la Sección de Literatura Infantil de la Uneac
y es miembro del Comité Cubano del IBBY. Sus artículos y ensa-
yos sobre literatura para niños han aparecido en innumerables
diarios y revistas.
Ha viajado por el Caribe, América y Europa impartiendo confe-
rencias o como cuentacuentos y en 1998 su proyecto de inves-
tigación sobre los Premios Hans Christian Andersen le mereció
una Beca en la lnternationale Jugendbibliqthek de Múnich, Ale-
mania. En el 2014, jurado del Premio Hans Christian Andersen y
Sello de Laureado del Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Cultura. Actualmente dirige la Editorial Gente Nueva.
una de las torres más altas de
Había una vez ... Nuestra Señora de París. que
una cigüeña no sabía ciertamente ni a
qué especie pertenecía. Solo
A través de una narración lle- le quedaba el consuelo de vi-
na de giros y matices, Enrique sitar a su tío Pierre. disecado
Pérez Díaz nos presenta Re- y expuesto en la vidriera de
cado de amor en la botella, una horrorosa tienda. y en cu-
Premio Abril 2001 y Premio Es- yos ojos una noche pudo ver
pecial La Rosa Blanca como lo que le profetizó su mamá
mejor texto. de la UNEAC 2002. Esmeralda antes de mori(.
El autor se arriesga a contar- Cuenta además la historia de
nos de forma muy singular la un escritor. ·que durante al-
historia de una mujer "Brenda gunos años había trabajado
Brava. para la que casi nada como periodista de agencias.
tenía importancia. Vivía total- emisoras radiales y diarios.
mente ajena al mundo. en Desconsolado y entristecido
una casa grande y solitaria de aquella existencia. decide
como el olvido. y era el ser renunciar al empleo y aban-
más entretenido y austero dona su carrera en pleno éxi-
que alguien pueda imaginar.· to·.
También nos habla de "Char- Y la de Aitor. "un niño solitario
lotte. una cigüeña que lleva- de unos diez años aproxima-
ba tantos años viviendo sobre damente que parecía devo-
rarlo todo con sus ojos gran- Pérez Díaz nos muestra su ver-
des y melancólicos. Jamás satilidad creadora, agudeza y
hablaba con nadie, solamen- madurez, temas que en cual-
te le escribía cartas a una ci- quier época han preocupado
güeña amiga, que se inventó a la humanidad: amor, desa-
para mitigar un poco su abu- mor, sueños, frustraciones, año-
rrimiento y desilusión· . ranzas ...
Son cuatro narraciones para- Les invito pues, a disfrutar de
lelas las cuales se entrelazan la mágica aventura de una
para develarnos el conflicto cigüeña capaz de atravesar
que subyace bajo la trama: continentes y océanos con
la soledad y la añoranza. niños huérfanos y abando-
Con un lenguaje diáfano, nados, para dejarlos sobre
certero y poético, el cual está una enorme lágrima de pie-
dado, no solo en imágenes dra, depositada allí, por quién
elaboradas a ex profeso para sabe qué misteriosa o la, so-
embellecer la obra, sino a bre las blancas arenas de
través de la psicología de los una playa olvidada, donde
personajes. finalmente encontrarán un
hogar y una mujer, que bien
Aunque a ratos el libro es des- podría ser la mamá de todos
garrador, nos atrapa por la
los niños que vagan solitarios
fluidez, el ritmo narrativo y la y tristes, por las frías calles del
veracidad con que está es- mundo. "La mamá de tantos
crito. Recado de amor en la niños que -como bien ha di-
botella deviene en una obra cho el autor- cual flor silvestre,
capaz de borrar las fronteros crecen a la vera de los cami-
entre literatura para niños y nos del mundo" .
jóvenes y la destinada a los
adultos.
Estamos en presencia de un
texto de coherencia estética,
que hace pensar y reflexionar.
Sin permitirse concesiones,
espontaneidad. imaginativa
sin caer en el galope desbo-
cado de una fantasía sin fron-
das ni frenos.
Este libro nos depara una lec-
tura sumamente grata. muy
conmovedora en determina-
dos pasajes. con un sentido
humanista y didáctico. hilva-
cigüeña nado con ingenio y buen ha-
Por Ángela Capote cer.
Están hilvanadas cuatro his-
En las breves palabras de su torias muy hermosas que res-
"pretexto" o prólogo se impo- ponden. en cierto sentido. a
ne la esencia de todos los por la interrogante formulada por
qué de este libro tan singular. su autor desde el "pretextoH. Ia
Ellos son los culpables-impul- cual se mantiene abierta has-
sores de la creación de un ta que el lector cierra la últi-
pequeño volumen titulado ma página: ¿acaso el tiempo
Recado de amor en la bote- no es uno mismo y varios a la
lla. del famoso autor y perio- vez?
dista cubano Enrique Pérez Un conjunto de relatos en los
Díaz. uno de los causantes de cuales el amor aparece y se
la gran renovación que los li- esconde. hace travesuras y
bros para niños han tenido en procura que no lo olviden.
la isla desde hace dos déca- porque está ahí en la mente
das. y el corazón de los seres hu-
Recado de amor en la botella manos. a veces agazapado.
es una obra para jóvenes que casi olvidado. pero siempre
pueden leer quienes deseen presente. Este ramillete de
disfrutar de lo inusual. entre 6 historias van transcurriendo
y 100 años. Posee una redac- simultáneamente en un mun-
ción cuidada. pero plena de do tan real como fantástico y
cada una de ellas evidencia que sabe descubrir la poética
cómo llegar a los sentimientos de las palabras y compartirla
y penetrar en el corazón de un con todos sus lectores. niños
modo tan directo como sutil. eternos (tengan la edad que
Así confluyen en la narración tengan) sus mejores compa-
1 esa particular mujer solitaria ñeros de aventura.
en una playa; el hombre que
sueña a su musa y la hace
real en la imaginación; un
niño cuyo candor le impulsa
a escribir cartas a la cigüe-
ña que conoció en uno y
muchos cuentos; y Charlotte.
1 un ave mítica vuela hacia la
leyenda. desde la torre de la
l iglesia de Notre Dame de Pa-
rís.
Este libro. singular como po-
) cos. altruista como pocos
) y de visión tan ecuménica,
abierta a todas las perso-
S nas, lleva implícita desde sus
primeras páginas. la empa-
tía del lector. quien mientras
1, más avanza en los vericuetos
de este periplo encantado
por personajes tan humanos
), como irreales. se identifica de
inmediato con el fabular y los
altos sentimientos de ese au-
) tor de tantos recursos. oficio y
1- un corazón que alberga ter-
nura y mucho amor, un autor
··········
~

................................................................................................ Enrique Pérez Díaz . .

Pretexto

-¿Quisiera saber -preguntó el califa- si


es una historia antigua, qué pasa en estos
momentos, qué sucederá mañana o qué no /
ha ocurrido todavía? ~

-¿Y qué importancia podría eso tener?-


respondió la contadora con la mirada per-
dida más allá de los minaretes de la gran
ciudad- ¿Acaso el tiempo no es uno mismo
y muchos a la vez? Pues con las historias,
afortunadamente suele ocurrir eso mismo ...
también ...

17
Recado de a mor en la botella ................................................................................... .

n la casa más apartada de la pla-


ya, aquella a la cual se llegaba cru-
zando el desvencijado puente de
madera que bordeaba unos impresionantes
acantilados con los nidos de gaviota, vivía,
sola y ajena al mundo, Brenda Brava . Ape-
nas salía de allí, salvo para ir de compras al
mercado pero, en ocasion es, hasta de eso se
olvidaba, pues era el ser más entretenido y
austero que alguien pueda imaginar.
-
......................................................................................................... Enrique Pérez Oíaz 6
~

Para Brenda Brava casi nada tenía impor-


tancia. Vivía totalmente ajena a las cosas de
este mundo.
Pasaba el día entero recogiendo conchas en la
playa o si no, leyendo extasiada, en alguno
de los rincones de su hogar, una enorme casa
que era grande y solitaria como el olvido. Extasim: De éxtasis.
Embelesar: Arreba-
Entraba en una habitación y allí tomaba el tar 0 cautivar los
primer libro que le venía a mano; abriéndo- sentidos.

lo por una página al azar, leía hasta can-


sarse y se marchaba luego, sin prisa algu-
na, como una sonámbula, quizás para ver
una puesta de sol, contar los gorriones de un
nido o conversar con las estrellas.

Al siguiente día, iba a otra pieza, se enfras-


caba en la lectura de cualquier volumen y
de ese modo jamás concluía una historia, o
bien la empezaba por el final y daba saltos
a las primeras páginas. Este tipo de ejerci-
cio literario le producía un peculiar placer
siempre renovado. jQuién lo dudaría! Era
como si aquellos personajes entraran de im-
provisto a su vida vacía, para luego salir de
repente sin un adiós, sin el jamás de cuando
se cierran por última vez las páginas de un
volumen.

19
Recado de amor en la botella ..........................................................................

Siempre soñó tener un hijo, pero no había


sido posible.
¡Cómo había deseado sentirlo allá adentro,
acunarlo en sus brazos, cantarle melodías
interminables, besar su piel de melocotón,
guiar sus primeros pasos! Esta era su gran
Quimera: Dellat. quimera.
chimaera, y este del
gr. xt11atpa chfmaira. Antes, cuando iba más a menudo al pueblo,
F. Aquello que
se propon e a la se consolaba regalando golosinas a los ni-
imaginación como ños de otros, viéndolos correr por el parque
posible o verdade-
ro, no siéndolo. o quizás hasta se animara a cantarles algu-
na de esas melodías que le nacían adentro
y que, cual sirena desvelada, entonaba a la
orilla del mar, bajo la luna de madrugada.
Pero, hoy en día, los niños no parecían confor-
marse con simples caramelos y el tipo de mú-
sica que les agradaba era totalmente distinto
a la que antes podría exaltar su imaginación.
Pese a su aislamiento y a su mundo de sue-
ños, Brenda se había percatado de que los
tiempos eran otros y, por eso, apenas se atre-
vía a hablar con niño alguno. Prefería, en
cambio, mantener en su mente la intocable
imagen de un niño ideal, aquel que nunca
vino, ese anhelado niño que quizás jamás
llegaría hasta ella.

20
······························· ................................................................ Ennque Pérez Díaz

. . o• •o •e . .
~- .•. • o
• .• . #
SOBRE UNA DE las más altas torres de Notre
Dame, en París, vivía Charlotte la cigüeña. Era
un ave solitaria y esquiva, en realidad bastante
desdeñosa incluso con las de su especie. Como se
sentía superior por su linaje, parecía tener siem-
pre la vista en las estrellas. Charlotte había per-
tenecido a una familia grande y feliz, pero hoy
ninguno de sus parientes estaba cerca, al menos
para recordar los gloriosos tiempos de antaño.
eJl
¡Ah, los viejos tiempos!
Desdeñosa: De
desdeño.
Bandadas de cigüeñas sobrevolando un cielo Adj. Que manifiesta
azul e infinito, un cielo despejado y libre, sin desdén.
Desdén: Indiferen-
humo, sin el peligro de las torres eléctricas, ni cia y despego que
de los aviones o los temidos cazadores, que cada denotan menos-
vez portaban armas más peligrosas y verdadera- precio.
Irremisiblemente:
mente sofisticadas. Adv. Sin remisión o
perdón.
A veces Charlotte no sabía si en realidad había
vivido aquellos "viejos tiempos" que con tanta
nitidez guardaba en su mente. No podía recor-
dar bien si se trataba de algo real o del sueño
acariciado por toda una especie, condenada
irremisiblemente a la desaparición con la llega-
da de los agitados tiempos modernos.
No obstante, Charlotte se veía a sí misma, muy
pequeña aún, dentro de un nido cómodo y pro-

21
<ll'i'ift')T,._
~ Recado de amor en la botella ..........................................................................

tector, con sus hermanos y su madre, quien los


cuidaba de cualquier peligro mientras les conta-
ba las historias más bellas.
Pero mamá había muerto a manos de un caza-
dor. Los hermanos, huyendo de la contamina-
ción, prefirieron emigrar a las costas de África; el
padre se marchó en un buque mercante y nunca
fue capaz de ni enviarles una insignificante postal
de 11 francos y sus hermanas, ya casadas y con
abundante descendencia, moraban en otras pro-
vincias de Francia.
Solamente le quedaba a Charlotte el consuelo
de ver al tío Pierre, disecado ignominiosamente
lgnominiosome•~t~a: por un taxidermista que lo cazó en plena juven-
adv. Con ignom1ma.
Ignominia: Afrenta tud y expuesto, desde tiempos inmemoriales, en
pública. una horrorosa tienda en cuyas tétricas paredes
Taxidermista: M. podían encontrarse cabezas de búfalos, renos,
y f. Persona que se
dedica a practicar antílopes, pieles de tigre, leopardos y onzas, as[
la taxidermia. como hermosas plumas de pavo real o faisán y
Taxidermia: Arte de
disecar los animales un sinñn de adornos hechos con los restos de in-
para conservarlos felices animales.
con apariencia de
vivos. Alguna que otra vez, Charlotte había tenido la
osadía -verdadera temeridad dados los tiem-
pos que corrían- de salir volando a la mediano-
che hasta la tienda I( Didier's", en cuya vidriera
aparecía, invicta aún pese a los años, la imagen
tan querida del tío Pierre.

22
.......................... ...................................................................... Enrique Pérez Díaz

A él -comprensivo siempre, eterno escucha de


sus sentimientos- le contaba sus cuitas, que
eran tantas ...
• .
~ . ..
• • o
. ~
-~ ~
. •

EL ESCRITOR SE hallaba verdaderamente muy


desencantado del ambiente de la gran ciudad.
Durante algunos años había trabajado como
periodista de agencias, emisoras radiales, revis- flJ"'eJ/e zuf "'"'
tas y diarios. !/al/l:atJII ti~ ti.
11 ·
r.i!Jiietial, IIO Ulfj~~-rr-
Pero todo eso le aburría ya. Le entristecía tan- . t('. Ye
le illl(lfjlllfl-t ;Jl/
to aquella existencia frívola y trepidante que en
Juetío ool~l/(!o Jo¡;,.
realidad resultaba esquemática y nunca condu-
cía a nada, y mucho menos, a aquello que él rle tUl Jilio al' otw •
consideraba como los valores auténticos de la im:.rutJ-fliJl'e·p e1efjtilla,,

vida. r:.rjiiP.JÍO. ·-7f(;; ¡J{Iteee

Por eso, lo primero fue renunciar al empleo,


~ue eJpnnJ a.&o
abandonar su carrera en pleno éxito. tjual wre yo.

Nadie lo comprendió. Nadie podía aceptar que


arrojara de ese modo su vida por la borda. ¿Es-
taba loco? ¿Un columnista de su talla, uno de
los más connotados nombres de las páginas cul-
turales en los diarios de la nación, borrarse as~
repentinamente, sin alguna explicación lógica?

Cuantos le conocían no pudieron creer en su


búsqueda de algo superior.

23
Recado de amor en la botella .........................................................................
·········

Muchos dijeron que simplemente se trataba de


un problema de dinero. Según otros no fue más
que un bien estudiado truco publicitario para lue-
go vender su nombre mucho más caro.
Pero la realidad los desmintió bien pronto.
Un buen día, no se le vio más por los principales
escenarios.
Como esos grandes astros, él se había eclipsado
definitivamente.
Y todavía la gente se anda preguntando él por
qué.
Un dfa cualquiera, de cualquier año...

24
•••••••••··· .............. . .......... .. . .......... ........................................................ Enrique Pérez Díaz
1

QuerLcLct CLg üeVict:


Desde que me 11icierovt. tu cuevt.to. ctvt.cLcts tú vLct-
jctvt.cLo cLevt.tro eLe este hpo ctejuevt.te mL sueVio.
S[, 1-10 es mevt.hrct. Puedes creerme. Vivo evt. uvt.ct
tLe rrct so LectcLct cto vt.cte h.ct0 Ltctvt. much.cts ctves 11e r-
moscts, cercct cte Lct pLtit~ct. Lcts gtitvLotcts vctvt. ~ vLe-
vt.evt. covz. sus mvt.tos por eL mctr. Aqu[ 1-10 tevt.emos
dg üeVitits: h.ct!1 peLimvt.os g mvt.ctes, eLe pico litvt.cl1o
!1 ctovt.cte ctit0r[tit titcLevt.tro uvt. pez evt.tero.
Evt. Los movz.tes cermvt.os tctm0iévt. 11e visto voLctr
0titVLcttitcLtits cte cturcts vt.eg ms. so 1-1 mu11 je ru; pue-
cLevt. pctrecer repugvt.titvt.tes, pero en retitLLcLtitct Lo
Limpictvt. tacto ct su pctso.
Descte que me h.tit0Lctron eLe ti, cigüeVict, 1-10 ctejo 1
cte imctg ivt.titrte. Te sueVio voLctvt.cLo soLct eLe uvt. si- 1
ho ctL otro. ivt.Ciitvt.Stit11Le peregrivt.ct, dgüeVict. Me
ptitrece que espems ctLgo igutitL que 110.
1
No me h.e presel't.tctcto.

So!j uvz. vt.iVio so Littitrio en uvt.tit soLLttitrÍtit pLtit!jct. 1


So!j uvt. vt.iVio soVictctor evt. Uvt.tit pLtit!jct LLevz.ct eLe
sueVios.
Los sueVios vititjtitvt. por Ltit ctrevt.ct lj vievt.evt. h.rutct
mí. Me titcto rmecen lj evz.tovt.ces 110 oLvicto ctque-
LLru costits que me sueLe11. ¡'JOvt.er mu!:J triste.
Ttitm0Lévt. tú eres misueVio, cigüeVict, tctm0iévt. tú.

25
. . Recado de amor en la botella .......................................................................,....... .

Aquí vo0 a terwüVLar wü carta eLe VLO!j. Porque es


eLe VLocV1e 0 est~ oscuro.

Si eVL UVL rato 110 me V1a visto LLegar a m sa,


mam~ se preocupar~ mucV1o.

SueLe tiLecir que 00 so0 Lo ÚVLico que heVLe eVL esta


vitiLa 0 c¡ue Le tiLoLería pertiLerme. NuVLm me ex-
pLico por c¡ué puede estar pemaVLdo cosas así.

ELLa tieVLe en reaLidad mucV1as cosas, pero no


Lo comprende . TieVLe, por ejempLo, eL cieLo, eL
mar, iguaL q ue 0 o. Tie VLe La Luna, Las ]Lo res deL
jardín. Las aves que pasan voLaVLtiLo. Tacto eso
tengo 00 0 so ljjeLiz, atiLem~s eLe mucV1os Lii::Jros.
¿Cómo puetiLe estar diciendo msi eL tiL(a entero
que so Lamente me heVLe a mí eVL esta vitiLa?

Bueno, cigüeí1a, por ho!j me tiLespido.

Ya te escrii::J iré VLuevamente. CuantiLo encuentre


aLgo interesante que COVLtarte.

PontiLré esta carta en. uVLa I::JoteLLa 0 se La coVLjia-


ré a Las oLas.

¡QuiéVL sai::Je, taL vez 0 La hagan LLegar hasta tL


cuantiLo menos Lo imagine !jO!

Un.I::Jeso mu0 grantiLe


eLe tu amigo,

Aitor

26
... ......................... ......... .............................................. Enrique Pérez Díaz
·····················

renda Brava se dijo un día que las


cosas no podían continuar de ese
modo para ella. Estaba dispuesta a
arrojarse al mar para que se la tragara el pri-
mer norte de la temporada, pero no se resig-
naría a seguir penando eternamente por la
ausencia del hijo añorado. Tampoco -¡qué
horror!- deseaba ser como esas solteronas
aburridas y malgeniadas siempre vigilando
a la gente, metidas en todo, molestando a
sus semejantes y sin fuerzas ya para soñar el
caro amor que nunca llega.
"Ya que no puedo ser madre, tampoco seré"
se dijo una vez con aire trágico y abatido.
En vano, Brenda se hundía en uno u otro
argumento literario tratando de olvidar su
propia historia, esa vida monótona, aquel
sueño jamás cumplido. Se encontraba a sí
misma tan inútil como noche sin estrellas,
árbol que no ha dado frutos o búcaro lleno
de flores artificiales.

27
~"-
~ Recado de amor en la b otella ......................................................................., ..... .
..

Había sido un crimen: sus abuelas, tías, pri-


mas, las demás, la formaron aburrida e inú-
til como todas y cada una de ellas.
En realidad, Brenda sentía que era
como si no existiera para la gente.
En el pueblo se habían acos-
tumbrado a su silenciosa pre-
sencia en la playa y a su andar
continuo, vacilante, como una
mariposa que errara flotando
·fí=~~/ sobre las dunas.
,. A ninguno le interesaba en ver-

.,.l
dad quién era Brenda. Nadie se
preguntaba por su historia. Para
los habitantes del lugar se trataba
un ser sin edad. Ni siquiera que-
rían saber si tuvo novios, si alguna
vez fue al colegio, en qué podía ocupar
sus días aquella mujer con la apariencia ino-
cente y tímida de un venado que se paseaba
por las calles tan asustada como una liebre.
Dunas: Del neerl.
duin, y este del germ. Brenda Brava era igual a una sombra.
*düno-'colina".
F. Colino de areno
movedizo que en Como un suspiro.
los desiertos y en
los playas formo Y Lo más parecido a un eco extraviado en el
empujo el viento.
tiempo.

28
..........., .............................................................................................. Enrique Pérez Díoz

i- o tal vez esa huella difusa en la arena, que


1_ luego, alguna ola habrá de borrar.
..
~· . .. . . . ·~.
• • • o ~
~
..

a
CHARLOTTE SE ENCONTRABA tan aburri-
da aquella madrugada, que decidió volar hacia
5- "Didier's" y conversar un rato con su tío Pierre.
jQué podía importarle ya si le daban caza desti-
lf nándola a un estúpido zoológico, si la llevaban
a de atracción para el circo o quizás la mataban
o de un disparo! Llevaba tantos años viviendo en-
tre las gárgolas y los caprichos arquitectónicos
de la vetusta catedral de Nuestra Señora de Pa- Vetusto: Del lat.
r- vetustus.
rís, que no sabia ciertamente ni a qué especie Adj. Extremadamen-
;e pertenecía en verdad. te viejo, anticuado.
{l Sílfide: De silfo.
a A veces, se creía un fauno, el poderoso Can Cerbe- F. Según los cabalis-
tas, ser fantástico o
ro, cierto tritón escapado de los océanos más pro- espíritu elemental
{l fundos o quizás una sílfide a punto de caer ren- del aire.

tr dida de amor en brazos de su Príncipe salvador.


)-
Sí, Charlotte era una cigüeña muy romántica.
a Nada había heredado del temperamento em-
prendedor de su padre, aquel cigüeño que siem-
pre ambicionó ser un poderoso empresario, due-
ño de innumerables emporios comerciales, el
más grande exportador de "cosas" al por mayor.
~1
Todas sus virtudes y defectos se los había legado
su madre, "esa infeliz loca suicida", según las

29
Recado de a mor en la b otella ......................................................... ...............
·······

tías, pues "¿A quién puede ocurrírsele -en un


acto de romanticismo trasnochado- acudir de
frente al cazador que te apunta con su arma?".

Mientras volaba hacia el horroroso tenducho de


los animales disecados, Charlotte volvió a ver a
mamá Esmeralda cuando, esponjándole las plu-
mas del cogote, le anunciaba con voz melodio-
sa y profética que algún día ella daría bastante
que hablar al mundo y sería protagonista de un
hecho que durante mucho tiempo cantarían los
hombres.

Así lo había soñado ella y no era conveniente po-


ner en duda las predicciones de una cigüeña naci-
da en el lejano Egipto, a la inquietante sombra de
la pirámide de Queops y de la esfinge misteriosa.

Esmeralda, quien había tomado su nombre en


. ~loca al ore· r-ue un re~·
t¡:,¡, dr;~rna~urt.)O y escritcr. honor de la célebre gitana andariega y hechice-
ur,o r:le tos princip¡¡les ra, protagonista de la novela de Víctor Hugor·r,
exponllntes oel Reman lA·
cismo en francr¡r aseguraba a su hija Charlotte que en la vida
uno debe trazarse un camino y, por dificil que
sea o parezca, jamás apartarse de él. Por eso
ella le había sido siempre fiel a los muros de
Notre Dame y casi lloraba de emoción cuando
los acordes celestiales del órgano retumbaban
Infausto: Oellat.
en las paredes góticas o las sonoras campana-
infaustus.
Adj. Oesgradado, das que parecían venir del más allá anunciaban
infeliz.
algún acontecimiento sublime o infausto.

30
.................................... ....... ........... ................................ Enrique Pérez Díaz
········

Charlotte sabía que todo aquello pertenecía al


mundo de los hombres, ese mundo totalmente
ajeno para un ave pero, al compartir tales emo-
ciones, al fin y al cabo se creía una criatura muy
especial.
Aquella noche, por fortuna, caía una fina lloviz-
na y la gente se había retirado temprano de los
bulevares parisinos, así que Charlotte no corría
el peligro de que alguien la atacara, aunque en
verdad eso era lo que menos podría preocuparle.
Con sus gafas de montura dorada, como siem-
pre cayéndosele de su pico naranja, la recibió
el viejo tío Pierre, quien la miraba con aquellos
inteligentes ojuelos plásticos -¿o serían de vi-
drio?- que el taxidermista tuvo la gentileza de
brindarle póstumamente. Al menos, aquellos
ojos habían beneficiado a su tío, pues nunca
eran iguales y, en ocasiones, Charlotte veía en
ellos las verdes selvas del trópico, las nieblas
polares, unos monumentos muy antiguos incen-
diados de sol en el desierto o cuanto de azul e
infinito esconden las estrellas y planetas lejanos.
Visitar a Pierre siempre constituía un auténtico
hallazgo, porque al cigüeñón lo habían desti-
nado a que eternamente expusiera algo. De su
pico colgaba cada vez una cesta desbordada,
bien con flores, caramelos, juguetes, cámaras

31
Recado de amor en la botella ................................................ ........ ................ .......

fotográficas, equipos de vídeo, falsas artesanías


populares, pequeños aparatos de radio o graba-
doras portátiles e infinidad de artículos. Todo
dependía de la campaña que los patrocinadores
de "Taxidermistas Asociados S.A" quisieran pro-
mocionar, o tal vez, de su benefactor de tumo.
Esa noche, Charlotte casi se desmaya de la sor-
presa, pues tío Pierre sostenía, envuelto en su
pañal_ a un hermoso bebé de plástico.
Era tan real el niño, estaba tan bien fabricado,
que cualquiera lo hubiera tomado por un ser vivo.
~
• .
. ..
o • o

o

.. .
• •
~
. •

LA PRIMERA VEZ que el escritor anduvo por la


playa, sintió que de veras había comenzado una
vida auténticamente nueva. Aquel sol dorando
n las arenas con su brillo.
El azul del mar agolpándose contra su vista.
Salitre: Del occit. Y El viento cálido que le traía un aroma a salitre.
cat. salnitre, y este
dellat. sal nitrum. Las aves marinas que volaban libremente des-
M. sustancia salina,
especialmente la cribiendo mensajes en el firmamento.
que aflora en tierras
y paredes. Pero, sobre todo, lo que más le impresionó fue-
ron las voces. Resultaba increíble, mas aquella
playa solitaria parecía estar llena de fantasma-

32
............, ............................. ...... .............. ............................ ................ Enrique Pérez Oíaz

2S góricas voces, quizás el eco proveniente de otros


a- lugares y eras remotas.
to El canto de mujer se instaló dentro de él y le
es
hizo soñar con sirenas y princesas cautivas de
o-
los mares, que en palacios de coral y ámbar dor-
mían el sueño eterno aguardando por aquel ga-
lán decidido que viniera a redimirlas del olvido.
Desde la primera vez que anduvo por la playa,
el escritor comenzó a creer en las hadas. Antes,
cuando se dedicada a hacer artículos para las
revistas del corazón y era conocido, respetado,
admirado y odiado a la vez, no se sentía tan fe-
liz como ahora que vivía solo y sin recursos, lejos
la de todo y de todos.
la El escritor se sentía tan pleno como nunca en
io su vida.
Tenía el precioso don, la increíble posesión de su
Albedrío: Del lat. ar-
albedrío, su libertad y su sueño. bitrium, con cambio
del suf. -io por -ío.
¿Qué podría importarle entonces cómo vestir y M. Voluntad no
qué comer? Había renunciado para siempre a gobernada por la
·s- razón, sino por el
las jaulas de oro. apetito, antojo o
capricho.
e- "En mi mayor riesgo, hallaré mi mayor seguri-
la dad", se había dicho al tomar aquella decisión
a- que muchos consideraron tan precipitada.

33
r
Recado de amor en la botella .......................................................................
·······

Por eso, un día, al ver a aquella mujer solitaria


que erraba por la playa como un alma en pena,
el escritor la confundió con una aparición, tal
vez un sueño largamente acariciado, quién sabe
si una figura mítica salida de alguno de esos
libros que ahora comenzaba a redactar de ma-
nera impetuosa, vehemente y sincera.

,
Vehemente: Dellat.
vehemens, -entis.
Adj. Ardiente Y Aquella mujer parecía estar flotando en el vien-
lleno de pasión.
to.
Vestía de un blanco inmaculado como las gavio-
tas y su cabello enmarañado cual selva virgen
se le antojó al escritor el mejor refugio de los
trinos y cánticos que, por momentos sublimes,
llenaban aquella playa misteriosa.
La vio de lejos, andar descalza y esquiva, con la
mirada perdida en el infinito, distante y sabia
como una esfinge de las dunas. Hermosa cierta-
mente, al ser poseedora de una belleza sin edad.
La vio as~ tan libre y olvidada hasta por sí
misma como él y no pudo hacer otra cosa que
amarla. Amarla con todas las fuerzas de que era
capaz, amarla como el sol a la mañana, como
el viento acuna a las hojas secas que luego se
lleva lejos en remolinos de quimeras.
Amarla, simplemente, amarla.

34
-·· ..... ..........................................................
·· ~ ·················Enrique Pérez Díaz •

a
7.,
7.1

>S
7.-

1-

)-

n
)S

S, @ ,:

!a
!a
2-
1.

Je
-a
20
se

35
Recado de amor en Jo botella .......................................................................
········

Querida CigüePia:
sí, amiga, so11 ¡jO vtuevamevtte.

Avtoche soñé covthgo !1 ho!d, aL aes11ertar, me


sevttí triste otra vez. ¿Por (;]Vié VLO podremos a~ar­
gar tos SVieños tavtto como a veces (;]Viisiémmos
acortar ~a rea~idíiLd?
Ocurrevt cosíiLs (;]Vie sé VLO te g!4StíiLrta ver. Lo ~eo
eVL Los diarios que VLíiL!:j evt La bibLioteca de~ pue- 1

b~o. Lo esc!4cho eVL ~a televisióVL.

Si, cigüePia, sé que te sevttirtas mu¡j ivtfeLiz si vie-


ms CUíiLVLtO peVLaVL ~OS VLiPios eVL eL muVLdO. ¿Sa-
bías que ha11 a Lguvtos que sujreVL por ~as gue-
rras? ¿Qué evt eL p~aV~-eta toaavía quedavt uvtos
30 focos béLicos 11 ue afectaVL mortíiL~mevtte a Los
pequeños, a sus míiLdres, auVL cuavtao estemos
eVL e~ tercer miLevtio? ¿SabííiLs 11 ue otros se mue-
reVL liLe híiLmbre o evifermos, que VLíiL¡j muchos to-
aavííiL vevtdidos como escLavos, o seducidos por
gevttes viLes 11 que otros se veVL obLigados íiL tra-
bajar destiLe cVt.icos o a mevtdigar por Las mL~es
vtevadas ¡j ~~uviosas? ¿Qué podrííiLs pevtsar tú de
todo esto, tú, que segúVL aqueLLa Le¡jevtda (;]Ue
me covttó uvta vez míiLm6t, eres ~a evteargadíiL de
tríiLer a Los bebés de París?
¿Vives rea~mevtte en París, cigüeñíiL? ¿ReaLmevtte
vives?
r
.......... .............................................................................................. Enrique Pérez Díaz

Deseo peJtLsCtr c¡ue sí.

Me gusttít creerte, porc¡ue JtLecesttCtmos hCtcer


CtLg O j UVLtos.
St 110 JtLo te cre!jerCt reCtL. eJtLtoJtLces tCtL vez mi sue-
Ví.o fue m otro, meVLos LiJtLlito, meVLos CtLeg re, me-
VLOS esperCtJtLZCtlitor. Quizás ... 11 hCtstCt mt sueVí.o ·
pulitiem morir coJtLtigo.

No, miL veces, VLO.

TÚ EXISTES.

TeVLgo poco tiempo ho!j, pero voLveré lít escril1irte.

Ytít Lo verás.
UVL rtít!jO lite so L ptítrtít ti,

lite tu Ctm.igo,

Aitor

37
-r
Recado de amor en la botella .........................................................................
·······

!i:'
-=

renda no recordaba cuándo ocurrió


por vez primera pero, de un tiempo
al presente, al salir a la playa, a su
querida playa -porque en verdad jamás a
alguien se le hubiera ocurrido acercarse has-
ta aquel lugar tan apartado y agreste- co-
menzó a encontrar las cosas más extrañas.
Lo que hallaba no tenía nada de particular
en sí, lo raro era verlo precisamente allí, en
aquel sitio inhóspito y solitario, siempre ba-
rrido de viento, castigado por el sol.
Primero fue un ramo de flores en un curioso
búcaro con forma de sirena.
Luego, aquel collar de piedras azules jamás
vistas, piedras bastas, sin brillo alguno, pero
con esencia y savia de mares lejanos y pro-
fundos.
Más tarde, apareció un libro, luego otro y
así, fueron llegando muchos más.
También hubo un cintillo de cuero para re-
coger hacia atrás el cabello, una pulsa de la
suerte tejida con los dibujos más peculiares,

38
·········· ····························································································•·· Enrique Pérez Oíaz

dos aves en su nido, una brujita con cara de


malas pulgas, una enorme semilla de pino
que aún conservaba el aroma inconfundible
de las resinas olorosas.
-¿De qué bosque llegas? -preguntó aque-
lla vez al obsequio, pues estaba segura de
que no se debía al azar, sino que alguna
mano misteriosa y amiga estaba dejando
tantos presentes con la idea de que los ha-
llara-. ¿Qué duende te ha traído hasta mí,
semilla que supo de trinos y de brisas, que
despeinó otoños y veranos?
Cuando halló el corazón de arcilla, que en
realidad había sido tallado en un fragmen-
to de teja rojiza, de esas que arrastran las
corrientes por las playas, Brenda ya no tuvo
duda alguna de que tal vez su vida estaba a
punto de cambiar por completo. Apenas se
acordaba del hastío tan grande que antes la
abrumaba.
Aquel corazón simplemente decía, en unos
caracteres curiosamente invertidos:

"i' Brenda "i"


~ te amo •

39
mí.'

'iiffif"íl~
~ Recado de amor en la botella .......................................................................
·· .........

-¡DEBES HACERLO, CHARLOTTE! Si tanto


lo deseas, hazlo. Cuando uno quiere algo de
aquella manera que tú, si se contradice, corre
el peligro de explotar por las ansias -parecían
recomendarle los inteligentes ojillos
de su tío Pierre, mientras la pobre
cigüeña solitaria, al verlo cargar
con aquel bebé tan hermoso,
soñaba con revivir la leyenda
que de pequeña le contara su
madre:

"Había una vez una cigüeña que


vivía en su nido, hecho sobre la
rueda de una carreta que esta-
ba en la chimenea más alta de
París. Cuando ya todo el mundo
se había dormido y nadie que-
daba en vela, nadie, ni siquiera
las estrellas brillantes en el cie-
lo, la cigüeña se escapaba vo-
lando lenta y silenciosamente
sobre la gran ciudad para re-
coger a cuanto niño encontra-
ra abandonado en los parques,
portales o en los latones de basura.
¡Hay gente tan cruel, capaz de hacer algo se-
mejante con una criatura que acaba de venir al
mundo y todavía lo mira con ojos asombrados!

40
........... ················· .............................................................................. Enrique Pérez Díaz

Luego, los iba dejando en las casas de aquellos


hombres y mujeres que durante mucho tiempo
habían soñado con un pequeño que riera trayén-
doles la luz en su risa, que se acunara en sus bra-
zos dando y buscando calor humano y que ale-
grara su vida entera con sus juegos y travesuras.
Al amanecer, ya de regreso a su peculiar nido,
que estaba construido sobre la rueda de carreta
más grande que alguien tuvo la ocurrencia de Jj"J' pelJOtUtJ·
subir hasta la chimenea más alta de París, ya la 11/ll'JOli'.J' J.e f'le11n fl ·
joven cigüeña ni se acordaba siquiera de su tra- rle ofl~j¡aúrweJ.,
vesía nocturna y entonces su aventura le parecía COf/lf'Wf/1iJ ()J, ,
un sueño, un sueño hermoso y extraño, cuanto
pof/iG;ciolleJ·'!' yrr .
más increíble, más extraño y más hermoso. "
110 I~J· zuer.&,, eJf (f r:tO·
Charlotte había escuchado este cuento en la voz en•Ju; 0 ¡d~t~ ¡uvW/
de la complaciente Esmeralda, una y otra vez, J OfÍ({.'I/, f'([.l,({¡ /JuJC(l•'l/
desde que apenas salía de su cascarón. Nunca
se había cansado de pedírselo y la fantasiosa
ti
¡¡ ''
mcJtn '1/f1 °'1/ aauel
e · fo
t1?,1e11
OIW' l ,e(l.(J• '
te- ,.&uafl•
cigüeña madre se lo narraba añadiéndole siem- (J ? /1 '
/!/, (OJ.· aema.J!.
pre nuevos personajes que presuntamente iban pa'u'' J •1 !·
participando en la historia, la cual parecía no
acabar nunca, aunque en esencia siempre fuera
la misma. Que si existía un tío cartero encarga-
do de traer a la cigüeña los mensajes de las ma-
dres desesperadas. Que si había, en algún sitio
remoto y precioso, una playa siempre soleada
donde las cigüeñas podían depositar suavemen-

41
... Recado de amor en lo botella ........................................................................ .....

te a sus bebés en aquellas arenas míticas y do-


radas, cubiertas de algas y caracolas.
Entonces, Charlotte había soñado que alguna
vez, cuando fuera grande, iba a ser como aque-
lla cigüeña de los cuentos. Ni siquiera, cuan-
do su madre no estaba más, dejó de escuchar
aquella voz que se había puesto grave con los
años, pero que siempre resultaba acariciadora,
llena de aromas, propicia a contarle la emocio-
nante historia que, no por repetida, dejaba de
ser quimérica.
Mas, para su desgracia, tanto había cambiado
París.
Notre Dame era como un faro perdido en alta
mar, un oasis en el desierto.
Por doquier se iban trazando edificios, más al-
tos cada día.
El ruido y el humo resultaban a veces insoporta-
bles y en verdad existía muy poco espacio para
soñar.
Mirando al tío Pierre, sin embargo, las fuerzas,
la confianza de Charlotte, parecían renacer.
Y fue entonces cuando la cigüeña se dijo: "Me
iré de París. Al menos por un tiempo".
• • o • ~
~ • • o o •J!rr- ·~
o

42
.......... .............................................................................................. Enrique Pérez Oíaz

EL ESCRITOR VIO a la mujer del rostro distan-


te tomar la peculiar piedra con su mensaje. Vio
como se le iluminaba el semblante y sonrió, a su
vez, complacido, inmensamente feliz.
También ella se le antojó un ser ávido de cariño. Ávido: Oellat.
avrdus.
Ad¡. Ansioso, codi-
Como todos en esta vida, por segura que pare- cioso.
ciera, precisaba de un poquito de afecto, de una
mano misteriosa que le dibujara extraños signos
en la arena.
Seguramente, también ella, andaba urgida de
un mensaje diferente.
({La soledad: ¡Qué maravillosa medicina y qué
veneno terrible al mismo tiempo!", se dijo él,
recordando nuevamente el rostro blanco de la
mujer, cubierto de rubor al saberse amada por
un ser invisible.
La volvió a ver mirando hacia el océano, pre-
guntándole al infinito por su destino y retirarse,
luego, con la piedra en las manos. Los ojos bri-
llándole contentos, la risa a punto de estallar
en sus labios y finalmente aquella canción fa-
bulosa que al escritor le sonó como trino de ave,
a susurro del viento entre los pinos, a lluvia, a
marea, a quién sabe qué...
o • o o • o
~- . • o o . ~
o

43
Recodo de o mor en lo botella ......................................................................
r
··········4··

Cigüeñ.rA. WÜrA.:
50!1 Aitor otm vez.
¡QuéjeLiz me 11ubierru 11ecl1o si rA.Lgul'lrA. vez tmje-
rru prA.rrA. wü Ul'l i1erma11.ito G!.e PrA.rÍs!
MrA.méL 11.unca Lo Gl.ice, pero se ve ta11. triste Gl.esíil.e q Vte
éL partw. Triste 11.0 es La prA.LabrrA. mtis exacta. creo
qVte 11.0 11a!1 u11.a palabra s~A-jiáel'ttemel'lte I:JVtel'ta
prA.ra expLicar bien eL sentimiento que eLLa tiene.
La veo como si se apagara un poquito más caíil.a
ctia !1 es porque sabe que éL l'l.UI'l.Ca va a regresar.
TaL vez, sL 11uiDLeran tenicto otro 11.ivw, tacto sería
G!.!ferente.
Me cuesta ta11.to, amiga cigüeña, e11.tender a Los
ma!1ores.
Uno Les cree fuertes, decicl.idos, emprenG!.eG!.ores,
pero si te po11.es a mirar bie11., aL momento Gl.es-
cVtl:lriréLs que puetile11. ser induso mtis débiLes c¡Vte
11.osotros Los 11.iñ.os. No me Lo puedo expLicar, pero
ruí es e11. recüiG!.aG!..
Lru personru ma!1ores se Hena11. de oi:JLigaciones,
compromisos, proi1ibiciones 1:1 !1a 11.0 Les quetila es-
pVI.ciO m su vida prua soñ.ar, pam buscar o Luci1ar
por aqueLLo que reaLmente G!.esea11. pam s[ !1 Los
demtis.

44
r
............................................................................................... Enrique Pérez Dfaz

Me ~os ~mctgivto como ... sL como ~1'1- l::lctrco per-


ciido eVl- ctLtct mctr, uvt. bctrco grctVl-de que 1'1-0 sctl::le
exctctctmeVl-te ct cióVl-de va. ni por qué victjct covt.S-
1
tctntemente.
r
Así veo ct mctmt:Í, perdida., desectVJ.Cito 11 ct Lct vez VJ.o
desectVJ.Cito que pctpá regrese.
1
Un díct, Le escuché cuctncio Cit0o ct Lct ctl::lueLct c¡ue 1
tocio se ctrreg~ctríctsise pronundctrct unct pctLctbrct, 1
una. simp~e pct~ctbrct.
¿Lo puedes creer, dg,;¡,eñ.ct? 1
¿Cuc:íl puecte ser lct pctLctl::lra. mc:ígica., La.jórmuLct 1
que coVJ.jure esta. tristeza. que eLLct guania?
¿Cuc:íl, lct predosct pctlctbrct no proVJ.uVJ.dctCitct todct- 1
víct, que eLe VJ.uevo Lo trctigct ct éL?
1
seg cua.meVJ.te tú no sctl::les Cite estctS cosctS, ctjctVJ.ctCitct
como ctel1es esta.r en hctcer tu nido, espemndo que 1 1

llegue el inviemo ct Pctrís pctrct voLctr ct otms tierrctS


mc:ís livt.das !1 solectda.s. No, creo que tú VJ.o me po-
dríctS ct!judar por mucho que lo cteseams.
TctL vez si !jO pudiera ser como tú, sí, chica., conver-
tirme en dgüeñ.a como ctquel ca.Lifct eLe "LctS mil
!1 UVJ.ct VJ.oches c:írctl1es", me sería ctacto el tmer a 1
UVJ. hermctVJ.ito COVJ.migo, ciescie Pctrís o eLe Citovt.Cite 1
1
juem. !
¡
Eso Los uVJ.iríct mc:ís. 1
1

45
Recado de amor en la botella .. ........ ..... ................. ............................... ......... .....

Pero vto sé, evt relíl-LLv!tíl-v! vto sé, porq IA.e COVL los mtíl--
ljOres VLIA.VLm se LmagLna IA.no cómo povtr~VL salLr
Las cosas. Uvto cree evttevtlil.erlos pero VLO, eLLos tie-
nen otras ilil.eas !::Jiil.e vtalil.a vaLe q!A.e les h.alaLes, les
expHqlA.es, Les pilil.as ... vte vtalil.a vaLe, cigüeiiia.
Y vto se trata vte q!A.e sean r:,IA.enos o maLos. SLm-
pLemente es que son así: m!A.ch.o m~ ivtlil.eyensos
que 110sotros, q!A.e t!Á., cígüeiiia, mi sueiiio bLavtco
lil.e pLumas, que cü amanecer se march.a voLanvto
Lejos, tlíl-nlejos 0 aquí me abanlil.ona, evt esta vieja
casalil.e La pllíl-!::Jiíl-.
Por h.o0 no te mmo m~s.
TIA. amigo.
que sLempre te espera,

Aitor

46
............ ............................................................................................... Enrique Pérez Día z

n buen día, armándose del valor


que siempre le había faltado hasta
para hacer la más simple acción de
su vida, Brenda Brava decidió tirar su men-
saje al mar.
La imaginativa mujer vivía
convencida de que aquel
personaje solícito y puntual
que cada día le obsequia-
ba el asombro, el encanto,
la sorpresa, debía ser en
verdad algún ser de otra
galaxia, quizás un hijo de
Neptuno, pariente de Quet-
zaltcoalt o cierto príncipe
hechizado que, cautivo de
un maleficio, vivía prisio-
nero dentro de un castillo
en la cara oculta de la luna,
esperando tal vez el mo-
mento de cuando pudiera re-
dimirlo de su soledad.

47
. . Recado de amor en la botella ......................................................................
······

Brenda Brava se tenía a sí misma en tan bajo


concepto, que a veces dudó si toda aquella
galantería estaba dedicada a ella pero, ¿a
quién si no, si jamás vio ni el rastro de otra
persona en la playa abandonada?
Aquella mañana se había despertado leyen-
do un viejo libro de poesía, ya ni siquiera
recordaba al autor. Para ella lo más impor-
tante eran las verdades que se escribían en
f:/!.;rv fetzrv lte/¡11du
los libros y no quién las había dicho. Cada
c/e a/jttie/1/ libro, independientemente de su historia,
fljltuac/o , '(/rz/tOJrJ·, sus personajes, poseía un mensaje oculto,
UIJ ,;"fft!/18· e&. secreto, a veces muy difícil (o casi imposible)
n /'jtlJ ÍÜv, /a1Jr4/ de encontrar y, su mejor pasatiempo era des-
rlílltff"ru&pa/k4'U1J· cifrarlo. La llenaba de dicha interpretar en-
g~w /k.tftttller/kd' tre líneas qué quiso decir determinado autor
cf'e ~ or-e(u ()J. en sus páginas.
1

J e- Mcru¡rJ. ¿ Brenda pensaba que, en definitiva, las pa-


e/lt4ou811rvr/. labras son de todos y cada uno de los seres
que habitan el planeta y que cada palabra
en sí misma ha sido dicha alguna vez -no
importa si antes o ahora-, aunque, quizás,
no siempre fuera escuchada por la persona
ideal, por la persona aquella para la cual
fue pensada, dicha o escrita ...
A Brenda le había emocionado un poema
en cuestión que decía así:

48
r
··········· ............................................................................................. Enrique Pérez Díaz •

.jo Quimérico
la
ia Esto!j e11aL0~tt11a parte
ra A~ttl1q~tte 110 sepas q~ttié11 SO!j.

Si 110 me vierru,
n~ con..fía.
ra
•r~
Si tampoco escucharets,
te11 pade11da.
la 111duso si te ctUem11:
a, "No existe, soLo es aL0o quimérico",
o, persevera.
e)
s~
Esto 11 en. aL0 u11a parte
]~ a0 uarct~11ctote.
)r
Ún.icame11te has cte creerLo
soLo n.ecesitas 110 cejar
ven.ir hasta mí 11 ver~s
'
1

1~

~S
que en. reaLidad
·a J-
esto!j espemn.cto por ti J
en. aL0 u11a parte ...
J
I

.O
s,
a Y con el duende inquietante y ocurrente de
11 aquel verso, galopando aún sobre sus senti-
mientos, Brenda tomó una pluma que había
pertenecido a su bisabuelo escritor y en una
a tinta que tal vez también fuera antediluvia~
na, comenzó a garabatear estas palabras:

49

~IlliiUJ
Recado de amor en lo botella ........................................................................
······

TamkJ LéVL espero !jO sLVL saklerte o sLvt. saklerme.

AgM.an:to LgM.aL eL sLVLüem~o, vnL sLvt.retzÓVL,


eL S!A.eVLO esq !A.WO.

N M.estm liJ M.Lme ra es IA.VL pravto rito vt.rite


_fto rece vt. Los vt.LVLos.
ML sM.úío verrtelí\,ZIA.L klrLLLo LM.VLií\,, coLor~LeLo,
vnL sM.eVLo, artevt.tro \::1 a La vez tlí\,~ LeJ_os,
taVLiifM.erLrto ClAAimto mris se vtesvt~kl!A.Jií\, ...

Y aquí la inspiración ya no le dio para más


porque escribir nunca había sido su fuerte
y, muchísimo menos, dirigirse a alguien que
no conocía, alguien que, de alguna manera
misteriosa, solamente experimentaba muy
cercano.
De su cocina, Brenda tomó una botella.
Aquel sitio era un reguero de cacharros con
flores, ramas secas pendiendo del techo y
arbustos olorosos creciendo entre los víveres
con que confeccionaba sus magras raciones
de cada día y, decidida, se dirigió hacia el
lridiscentes: Alterac.
del ingl. iridescent,
mar.
y este der. dellat.
iris, -idis 'arco iris'. Contempló unos minutos la botella. El sol se
Adj. Que muestra o reflejaba en ella, dándole tonos iridiscentes
refleja los colores del
arco iris. y encontrados, como si un arco iris se hu-

50
........... ······························································································Enrique Pérez Oiaz

biera refugiado allí, deseoso de penetrar los


secretos profundos del océano.
Sin pensarlo más, Brenda la arrojó cuan le-
jos le permitió la fuerza de su brazo.
Las olas se la fueron llevando con su balan-
ceo inalterable, milenario.
Brenda, cual una diosa cansada, quedó so-
bre una roca, la más grande y solitaria de
"-..
aquella playa. Era su roca preferida. Tenía
S
· la forma de una lágrima infinita y efímera Efímera: Del gr.
a la vez. bizant. €«\lr111EP0 C:
e ephemeros 'de un
e día'.
Muchas veces la mujer se había preguntado Adj. Pasajero, de
1 desde dónde llegó semejante piedra extraña. corta duración.

'f ¿Acaso de otro mundo? ¿Qué artífice pudo


tallar algo así, tan hermoso y a la vez sobre-
cogedor?
1
y
~ o~oo "!;í-
~ ·):.!• ;M,.
-~ . . .
S
MIENTRAS CHARLOTTE SE alejaba de la ciu-
S
dad, ignorando los dedos de los transeúntes que
·1 le señalaban como si fuera un animal prehistó-
rico, acabado de descubrir por la ciencia, o el
ser que llega de una nebulosa lejana, divisó la
2 botella que navegaba por el río Sena.
S
"¿Y si adentro trajera un mensaje?"

51
Recado de amor en la botella ...... ............................................. .....................
·······

Primero pensó seguir su ruta, pero luego, reca-


pacitó diciéndose:

"Si ya te has empeñado en llevar una vida loca


y desordenada, pequeña cigüeña, debes seguir
-por ilógico que te parezca- el más secreto e
inesperado de tus impulsos. "

Por eso, descendió en picada y tomando con su


pata derecha la botella, se alejó hacia los bos-
ques umbríos del sur de Francia.

No le costó trabajo alguno descorchar la bote-


lla, introducir su largo pico y sacar el papel que,
en efecto, allí estaba medio abierto, como ansio-
so de brindar su mensaje.

Trémulo: Oellot. La letra trémula de alguien apurado, afanoso,


rremülus.
Adj. Que tiemblo.
casi lleno de angustia, había dibujado palabras
Fehaciente: Del
que la humedad de los océanos se encargó de
ont. fefaciente, Y emborronar. Algo le dijo a Charlotte, que aquel
este de fe' y el ant.
facienre 'que hace'.
sol riéndose ilusionado en un margen del escri-
Adj. Que hace fe, to, y esa media luna con cara de niña pícara,
fidedigno. eran la prueba fehaciente de que se trataba de
un ser que, como ella, amaba intensamente a
los niños. Un ser de confianza en el mañana y
capacidad de soñar tales como para encomen-
dar su grito de auxilio a una frágil botella que
tal vez ni fuera capaz de cruzar los mares, ante
el peligro de ser devorada por una ballena o es-

52
............ ························· .......................................... ........................... Enriqu e Pérez Ofaz

a- trellarse contra los farallones de cualquier costa


brava.
:a "¿Y si este mensaje lo enviaron hace siglos?"
lir
Charlotte voló un rato indecisa y luego:
·e
''No me importa. Aunque pasen milenios, siem-
pre la gente será igual. Todo el tiempo, el mismo
su
anhelo por aquello que no tienen, esa inconfe-
sable sed de afecto y ternura. Voy a complacer
a esta persona. Sea quien sea y esté donde esté.
Me cueste lo que me cueste. Puedes asegurarlo,
:e, mamá Esmeralda. Donde te encuentres, cigüe-
o- ña gitana, podrás sentirte orgullosa de tu hija."

.
0
. . o• •o . •
. .

~ • • • o • • ·~

o,
CUANDO EL ESCRITOR preguntó en el pue-
~S
blo, nadie le supo decir.
ie
:el ¿La mujer de la playa? ¿No lo habrá soñado us-
r¡_ ted, señor? Es bien sabido que los escritores ima-
ginan cosas. Si, bastantes veces lo hemos visto
pasearse con sus libros, escribir durante muchas
horas bajo la sombra de los viejos árboles del
y parque.
n-
le
Seguramente esa mujer de la cual usted habla
te es otro de los personajes de sus novelas. Y a ver
·s- cuándo vamos a tener ese nuevo libro por aquí,

53
Recado de amor en la botella ...........................................................................
·········

entre nosotros, para poderlo comprar en la tien-


da del pueblo.

Entonces él se había marchado molesto, pen-


sando que de veras en el mundo las cosas se
pueden conjurar contra uno, sobre todo cuando
más se necesita de la cordura.

Esa tarde, ya en la soledad de su estudio, que


era como una gran cueva llena de libros desde el
suelo hasta el techo, el escritor se dijo:

"Pensándolo bien, esa gente lleva razón. Una


mujer así, que vive sola en la playa, que anda
descalza sobre la arena, que de madrugada sale
a cantarle a la luna y a veces se baña desnuda
en plena noche, totalmente desnuda bajo las es-
trellas, más parece un personaje de leyenda que
alguien real.

He de inventarle un nombre, imaginarle un pa-


sado y un presente. Tejer a cada paso su histo-

~
\ ....
ria, con los retazos de que dispongo. Buscarle
un futuro cierto. Llamarla, por ejemplo, Brenda.
Sí, Brenda Brava, pues a veces parece estar muy
Desvencijado: De contrariada.
1
des- y vencejo
Tr. Aflojar, desunir
y desconcertar las
Comenzaría así mi relato:
partes de a lgo que
estaban y debían En la casa más apartada de la playa, aquella
estar unidas. a la cual se llegaba cruzando el desvencijado

54
·····-, _............................................................................................ Enrique Pérez Díaz

puente de madera que bordeaba los impresio-


nantes acantilados con los nidos de gaviota,
vivía, sola y ajena al mundo, Brenda Brava.
Apenas salía de allí, salvo para ir de compras
al mercado, pero en ocasiones, hasta de eso se
olvidaba, pues era el ser más entretenido y aus-
tero que alguien pueda imaginar...

Había tecleado estas líneas en su máquina y se


detuvo a mirar ventana afuera. Le parecía un
buen comienzo para una historia. Se sentía ver-
daderamente inspirado y satisfecho. A veces le
ocurría que cuando más contrariado se encon-
traba con la gente o con alguien en particular, la
inspiración le venía de repente como una ráfaga
huracanada y no podía apartarse más del ar-
gumento que se estaba fraguando dentro de él.

Toda esa noche estuvo el escritor luchando con


su vieja Underwood y contra la página en blan-
co. El canto de su historia se fue regando por
la playa. Ya de madrugada, con la vista cansa-
da, dolor de espalda, los dedos entumecidos y
el estómago pidiéndole a gritos algo de comer,
se levantó de allí como un sonámbulo y salió a
caminar por la arena.

El frío terral le estrem eció de momento. Era no-


che oscura totalmente. Sin luna, sin estrellas, de
un silencio agobiante, pesado, profundo.

55
Reca do de o mor en la botella .........................................................................
........

Y de pronto, en medio de aquel silencio ances-


tral, la sintió a ella cantando, allí, muy cerca,
como quien dice, a un paso de él.

No podía verla, pero se la imaginaba y eso era


mejor todavía.

Brenda Brava, la mujer soñada y a la vez divi-


sada entre la bruma, estaba allí, seguramente
bañándose en el mar, confiando a las negras
aguas, ahora quietas y rumorosas, los secretos
Mácula : Dellat. infinitos de su cuerpo sin mácula ni edad.
maciíla.
F. mancha ( señal
El escritor suspiró extasiado. Se descalzó. En la
que ensucia un
cuerpo). arena quedó su ropa. Entonces, tan inocente y
limpio como había venido al mundo, entró des-
nudo a las aguas frías, que le envolvieron. Allí se
dejó flotar durante horas y con el silencio vino
la paz.

Brenda Brava o como se llamara aquella mítica


mujer de la playa ya no se encontraba por allí
cuando él despertó, de su largo sueño acuático
pero, entre las ondas había dejado algo de su
esencia. Él lo percibió por cada poro de su cuer-
po.

El escritor fue feliz. Inmensa e inconmensura-


blemente feliz.

Más que todo eso: él fue la felicidad misma.

56
............ ............................................................................................ Enrique Pérez Díaz

·-
Am~gct C~güeñct:

;No ~mctg iVLcts tú Lo co 11te 11to e¡ ue esto !1!


;Yct sé c¡ue existes, Cigüeñitct!

¡_
;Yct sé c¡ue 110 eres mi sueño 11i eL Cil.e VLctctie!

e Estct mctCil.rugctCil.ct, cuctVLCil. o me Cil.esperté ctg itct- ,


S
Cil.o !1 sctLté cte Lct ectmct petra tomar eL ctirejresco
e¡ u e e11tm por LCL ve VLtCLVLCL, te vi vo LCLr so I::J re Lct
·S
pLct!1ct.
Primero pemé e11 u11ct cometct, e11 UVLCL Cil.e esctS
a estreLLctS jugCLces c¡ue segú11 me hlíLVL co11tctcto
y murieroVL hace biLLoVLes Cil.e años !1 CU!1ct Luz so-
LctmeVLte 11os LLegct ahom. A esctS estreLLctS se Les
p ~cte UVL Cil.eseo. CLL mome11to, cCLLLctctctmeVLte, u11
cteseo qFCLVLcte, Cil.e esos e¡ ue so 11 como Los secretos
porc¡ue Luego 110 se Los coVLtCLrcí UVLO ct 11ctCil.~e.

Y !:'JO peCil.í e¡ ue tú fueses rectL !1· CLL momeVLto,


a Lct estreLLct viajem ems tú, Lct cigüeña Cil.e mis
H suef1.os.
·o
M~ mct!::Jor s~ttéío tú wüsmct.
u
r- ¡QuéjeL~dCil.ctCil. tct11 grcmCil.e ctL verte voLctr sobre
Lct pLct!::J ct!

l- ;Ver c¡ue tu Le11eVLCil.ct es rectL, pues LLevct~ctS e11 tu


p~co u11 buLto ~LctVLco c¡ue e11segu~ctct supuse se
trcttctbct cte u11 11~ño recié11 VLctdCil.o!

57
Recado de amor en la botella ...................................... ................................, ....... .

¿Lo tmjLste tite Pcu[s, cig üeVí.a? ¿A titó11tite Lo LLeva-


bas e11 eL siLe11cio tite La 11oche? ¿Cu~11to has tite-
bitito voLar tú sobre Los océa11os para traer hasta
esta pLa!:')a apcutatita ta11 precioso regaLo?
Ahora sé que pie11sas como !:'JO. Ahom sé que,
como a mí. te preocupa La terribLe e L11cierta
suerte tite ta11tos 11LVí.os pequeVí.os que sujre11 e11
eL mu11tito.
A veces, mis amigos titeL auLa se h.a11 burLatito titi-
cié11titome que siempre esto!j mu11 preocupatito
por Los ruu11tos tite Lru perso11ru mlil.!:')Ores, que
SO!j como u11 viejo sabio11tito tite esos que totito Lo
cpúere11 co11ocer !1 parlit quie11es 110 existe11 secre-
tos e11 esta vitita.
Natita m~s Lejos tite La vertitlittit, cigüeVí.a amiga,
t::Jero es que pie11so que 11atitie puetite ser titichoso
tite vems vie11tito sujrir a Los otros.
¿Có mo potitr[a !jO estar aLegre, sabie11tito que
mucvws m~s muere11 tite h.ambre? ¿Seré jeLiz
covwcie11tito que aLgu11os 110 posee11 u11 métiti-
co f::Jlil.ra cuaVJ.tito e11jerma11, que so11 reg aLatitos
aL VJ.acer o que Los ve11tite11 como escLavos iguaL
que ocurr[lit e11 esos viejos cue11tos que cuaVJ.tito
pequeVí.o me Leflit eL abueLo?
Tampoco tú titebes estar mu!j co11te11ta si COI1o-
ces tite estas vertitatites.

58
........, ............................................................................................ Enrique Pérez Díaz

Creo que, cíe tíLL(:1tMttíL metvt.em, cigüeVíCt queri-


ciCt, tociCts LCts Le!jevt.dets sovt. ciertCts !d tievt.evt. mu-
cl1o de verdCtci. Tievt.e que ser tíLSÍ.
EV!. etLgúvt. Li~ro 11e Leído, que se det1e "cree r evt.
CtL0o que seCt ~ovt.ito, etuvt.que vt.o seCt".
YtCt,, tvt. Le!jevt.det !d tú, quizcís VI.o seCtvt. CtLgo reetL,
pero sovt. ttil.vt. ~ovt.itets . Ademcís, evt. este muvt.do
triste estCtmos vt.ecesitCtvt.do UV!. poco dejetvt.ttil.SÍtil.
p til.rtíL VLVtr.

Esttil. vt.oche vt.O podré dormir pevt.Stil.VI.do evt. ti.


EstCtré LtíL mCtdrugCtdet evt.tem veLCtvt.do por si te
voLviem et ver, ~Lti!.vt.Ctil. !jjeLiz como uvt. rCt!jO de
Luz evt. Lti!.S soml1rets.

HCtstCt meti1etvt.til., cigüeVíCt t1uevt.Ct. Desctil.vt.Stil.,


que quizcís te espere otm Letr(:1etjomadtil., vt.Vl. viCt-
j e de esos ttil.vt. Ctgotetdor tíL vt.ivt.guvt.Ct petrte.
H tíLStet mtil.Vítil.vt.til.,

Aitor

59
Recado de amor en la botella ......................................................................

quel amanecer Brenda Brava se


despertó sobresaltada al sentir en
la lejanía de su pequeño mundo el
llanto de un niño.
"Ahora sí que me estoy volviendo totalmen-
te loca o será que ya estoy más decrépita que
todas mis tatarabuelas juntas", pensó.

Desmelenada y casi como vino al mundo,


se fue corriendo a la playa, creyéndose en
el umbral del fin de los tiempos. En su des-
espero por llegar, había olvidado ceñirse los
cabellos con las peinetas de carey de su bis-
abuela, ponerse la falda negra que le regala-
ra su mamá cuando cumplía 20 años; tam-
poco llevaba el colorido chaleco de parches
cosidos por la tía Brígida o la blusa de cuello
alto y alforzas heredadas de tía Filomena. No
se calzó sus zapatones ortopédicos, ni tomó
el reloj de la abuela o la llave de su casa.
Iba solamente con el vaporoso camisón de
dormir, en verdad su prenda preferida, pues
la había confeccionado ella misma, cual Pe-

60
............ ............................................. ............................................... Enrique Pérez Día z 6
nélope ansiosa que tejiera noche tras noche
su quimera, añadiéndole remiendos, borda-
dos, cintas, botones, caracolillos, ramitas olo-
rosas de romero, hojas secas y flores mustias
con tonalidades increíbles, esponjas de mar...
Así la vio él desembocar como una apari-
ción en la playa.
Así la vio tomar en brazos y cobijar en su
pecho aún cálido, pese a los siglos de sed,
al bebé que era negro como la noche más
larga y oscura, un bebé que gritaba con la
energía de quienes se saben conquistadores
en el mundo.
Así la vio entrar en la casa, lenta, majestuo-
samente, como levitando y la sintió cantar
una dulce nana, cuya letra olvidó al instan-
te, pues parecía un acorde exquisito, nacido
en otro mundo, en el más allá.
Así la vio y se fue sobrecogido e incrédulo, Sobrecogido: Prnl.
Sorprenderse, inti-
esta vez con su regalo en mano, sin atrever- midarse.
se a depositarlo, como siempre, junto a la
roca donde ella solía sentarse en las quietas
horas del ocaso.
Aquella roca extraña, enigmática, que se al-
zaba sobre sí misma como lágrima inmen-
sa que algún dios triste hubiera derramado

61
• Recado de amor en lo botella ....................................................................... . .............

desde el cielo más lejano, en prueba de su in-


felicidad por la suerte de la especie humana.


~
~ ·"'r.1" o
..
o
o
~
• J.:.,f•

~
J

CHARLOTTE SE ENCONTRABA extenuada


pero feliz. Le parecía estar soñando. Se sentía
como la heroína de alguna obra inmortal, como
aquellas donde una princesa ilusionada aguar-
daba fiel y eternamente por el soñado amor.
"¿ Yo, mamá Esmeralda, te figuras? Yo, tu bebé,
he cumplido la leyenda tan hermosa que de
niña me contabas."
Y entonces, le parecía escuchar la voz sabia y
dicharachera de la anciana cigüeña cuando le
decía aquel proverbio chino que en su juventud
cierto enamorado le confiara como el más caro
secreto del buen vivir:
"La inteligencia marcha más aprisa, pero el co-
razón siempre llega más lejos".
En otras ocasiones, le repetía aquel otro:
"El camino más largo solo comienza con el pri-
mer paso", hija mía.
Cuando estas palabras venían a su mente, Char-
lotte recordaba a mamá, toda llena de pulseras
y collares que siempre tintineaban como campa-

62
..., ................................... ......................... ................................ Enrique Pérez Oíaz

nillas musicales y le daban, sin duda alguna, el


aspecto de una gitana, de esas que leen manos
y profetizan todo tipo de venturas o desgracias.
Desde la mañana en que dejara a aquel negrito
lindo como noche sin luna y capaz de provocar
un huracán con sus berridos, la cigüeña tomó
la costumbre de encomendarle a Brenda cuanto
niño desamparado se tropezara en su largo e
incesante viajar por el mundo.
De tanto andar por otros lares, a Charlotte le
cambiaron las costumbres y hasta su aspecto re-
sultaba diferente. Apenas visitaba ya su antigua
morada en la impresionante catedral que desde
pequeña la tuvo al resguardo del frío y la lluvia.
Como en verdad se trataba de una cigüeña algo
vieja y en su propio concepto totalmente inepta Inepta : Dellat.
ineptus.
para el amor -Charlotte apenas miraba a los Adj. No apto ni a
de su especie, ocupada como siempre se hallaba propósito para algo.

en transportar sus preciosas cargas.


A veces, en su errar incansable, se cruzaba con
bandadas de cigüeñas y entonces su corazón la-
tía más deprisa pero, enseguida, desoía las invi-
taciones de las otras para que partiera con ellas
rumbo a las comarcas donde el sol teje su fiesta.
Nunca se le ocurrió reprocharse la vida tan di-
ferente que había escogido. En verdad, jamás
Reca do de amor en la botella .......................................................................

ambicionó enamorarse o tener polluelos. Ni si-


quiera recordaba ya lo que es sentir el calor de
su familia. Todo aquello permanecía en su in-
fancia, lejano y hermoso como un sueño.
Reprocharse no le hubiera servido de nada: ¿Qué
culpa podía tener ella, de haber heredado el
temperamento soñador de mamá Esmeralda por
una parte, y de la otra, el carácter aventurero de
papá? Si al menos hubiera resultado tan cuer-
da como sus hermanas Georgette, Antoinette y
Annette, quienes vivían muy cómodamente con
sus hijos y nietos en Versalles, Avignón y Poitier
buena parte del año.
"¡París, ahhhh, París!", pensaba a veces ima-
ginándose otra vez sobre el Barrio Latino, cerca
del Moulin Rouge o en los más concurridos bule-
vares de la ciudad luz. ¡Subir otra vez a la Tour
Eiffel, pasear en las madrugadas frescas bajo
el Arco del Triunfo, conversar largamente con
tantas estatuas mudas que para la posteridad
guardaban los secretos de su pasado!
"Es muy tarde para iniciar el camino de regre-
so", se decía Charlotte. "Sí, es muy tarde ya".
Lejos, allá en la quimera de un París de brumas
y lluvias, quedaba Notre Dame con un nido va-
cío y también las gárgolas de mirar furibundo

64
.. ···························································································· Enrique Pérez Díaz •

y caprichoso, aquellas entrañables criaturas es-


trambóticas y alucinantes que le acompañaran
en su orfandad y la enseñaran a soñar.
Muy lejos. Estrambóticas: Adi.
coloq. Extravagante,
* . . . . . . -~.
0
,. . o• G~ . •
~ irregular y sin orden.

HOY TE HE visto, mujer, tan de cerca que toda-


vía no me lo creo. Pasaste junto a mí como una
diosa serena, inmensa, la diosa del amor y la
bondad que hubiera decidido bajar a la Tierra
para apostar por el futuro de los hombres.
Ibas con un niño en brazos. Yo te había aguarda-
do, junto a la roca en forma de lágrima, pero tu
felicidad era solo para ti y no te dejaba verme.
Brenda, o quizás seas Leonora, Noelia, Esperan-
za, Ilusión, Eternidad, Silencio. Poco puede im-
portarme ya como te nombras.
Mujer de la arena y las olas, ahora con un niño
en brazos. Me asusto tanto y me alegro de verte,
porque si de veras, como dijeron en el pueblo, tú
no eres más que mi invención, muy arrebatado
y feliz deberé andar yo para haberme inventado
algo así, algo de tu grandeza y magnitud, un
sueño tan hermoso y...
Ahora no sabré qué hacer. ¿Hasta cuándo dila-
tar mis ansias?

65
• Recado de amor en la botella ......................................................................
······

Me pregunto si encontraré alguna vez el valor


suficiente para llegar hasta ti y decirte:
-Mire usted, llámese como se llame o sea quien
sea, sepa que yo la amo y estoy dispuesto a per-
manecer mi vida entera junto a usted, en este
lugar que es el fin de los mundos y los tiempos,
el fin y el principio de los sueños, de lo inventado
y de la verdad.
-Mire usted -te diré, mujer extraña y hermo-
sa-, digame que no me quiere y me iré, s~ para
siempre, muy adentro me iré caminando, por-
que después de usted, para m~ ya no habrá otro
camino, después de usted, no habrá ya nunca
más para mi ni otra paz ni otra patria ni otro
mundo ni otra cosa más que soñar o querer en
este o en cualquier otro universo posible.

66
.., _,............................................................................. .............. Enrique Pérez Oíaz

Cig üeílía f eLiz:

¡Ya Lo sé, ~ícam amigc!.' ¡BieVL que te he visto 1:1


VLO sct.Lgo eLe mi asoml:lro: !jet sé Lo que hli!.S estct-
do hacieVLdo estas VLoches eVL tu intermiVLctl:lle
tmsegar de bebés!

Te he visto Llegar hC!.Stct ctqueLLa cctsa


deL jiVLaL de Lct pLcttjli!.. NUVLCC!. hctbíct
ido hctcia ctLLí porque dicevt evt eL puel:lLo 1
que Lcts arevtcts sovt movedizli!.S, que mudta ;
gente se VI.ct cthogctdo por esa zovtct, que sus .
1
espectrosfuriosos saLevt de vtoche.
Eso cuentct Lct gevtte 1:1 !jO VLO me Lo creo, dctro.
Rejieren que aqueLLcts ~nimli!.S evt pevtlil. Slii.Levt lil.
cavttar de mctdrugctda, que se veVL mujeresfan-
tasmaLes, que Lct Ctil.Sct est~ embrujlil.da, que se
ctpctreceVL Los esp[ritus de uvtas viejli!.S peLeovtli!.S
que vivierovt ctlLí hctce m~s de uvt sigLo ...
Pero aL verte nuevamevtte voLctr con tu vtiílío, !jO
saLté por Lct ve vttavta 1:1 te seguL amigct. PctreCÍC!.S
ectvtsctcLct. Tu vueLo era Levtto, pausctdo, como
esli!.S im~g evtes evt c~mctra Lenta de alguvtas
peLícuLcts.
Vo Laste hli!.Sta aqueLLa ro m que tievte forma eLe
L~g rima g mnde.

¿Quiévt ~udo LLorar L~grima así?

67
Recado de amor en la botella ........................................................................._

~- --- ·-- -~"--~----- -- -- -


Ah[ mismo dejaste aL bebé pam Luego posarte
unos instantes sobre La piedra.
Fue todo tan emocionaYLte. NuYLca imaginé
que eYL este Lugar pudiem existir UYL mundo así.
AL tú voLar, poco después, viYLo aqueLLa mujer
que pareda uYL fantasma. AL priYLcipio, me
(it5Usté, UYL poquito, YLO te Lo YLiego, pero des-
pués, aL ver su mm duLce, compreYLsiva, supe
que no, que eLLa guardaba eYL s[ eL mismo en-
caYLto que mamá, que todas L(il,$ madres deL
muYLdo, esa sustaYLcia iYLterior que Les permite
veLar YLuestros sueVíos, caYLtamos aYLtes de que
I'LOS acostemos, narramos Los cueYLtos mch Lin-
dos cuando estamos desveLados, ese eYLcanto
que es iniguaLabLe, cigüeVía m[a. Ya Lo habrcil.s
sabido tú, cuando sieYLdo chiquita er(it5 UYL pi-
chóYL dentro de tu nido. Ya Lo habrás sabido
coYL tus pequeVíos hUos a Los que acuYLas 11 am-
rici(it5. ¿No es verdad?
La mujer se fue COYL eL YLiVío en bmzos 11 tr(it5 eLLa
vi aparecer a UYL hombre que pCLredCL CLYLdar
como medio dormido.
Se dirigieroYL hacia La casCL CLbliLYLdoYLada pero,
-¡Qué equivocCLdo estaba 110!- EYL La msliL hliL-
bíCL muchos YLiVíos. Escuché sus CliLYLtos, sus par-
Loteos, a veces su LLanto.
Me hliLs hecho descubrir, cigüeViCL CLmiga, un

68

LLI l
........................................................................................ Enrique l'érez Díaz •

- __ .... - . -----·----
~ mui'Ltil.o tC~,I'L til.iferei'Lte, ti~,l-!,[ mismo,
protegitil.o !:1 ocuLto por Los pii'LC~,res, (il, pocos
mi11utos til.e mi cruC~,.
;Pei'LSC~,Y que totil.o esto ctguC~,rtii.C~,~ct por mí ct
uvws pctsos !:1 I'LUVLm Lo 1-l,ti~,~[ti~, visto'
Me pC~,rece que esto1:1 til.eVLtro til.e UI'Lct peLícuLti~, o
til.e Lti~, historictjctVLté!stim que ctLguiei'L se 1-!,C~, iVL-
vei'LtC~,do.

Todctvíct 110 me Lo puetil.o creer, ¡jO, UVL 11iVio de


diez ctVios, que se ii'Lvei'LtÓ UVLCI, cigüeVict C~,migct
pctm mitigctr UI'L poco su ct~urrimie11to !:1 des-
iLusióVL.
G YCI,cLcts, cig üeVict, g rctciru, g mcicts, GRACIAS ...
HC~,StC~, Lct próximct.

TU!jO,

Aitor

69
Recado de amor en la botella .......................................................................

a añosa vivienda de la playa se iba


llenando de risas y gritos¡ los pre-
ciosos y exóticos juguetes atesora-
dos durante años en vitrinas fueron mordi-
dos, babeados y perdieron los pedazos pero,
seguramente, se sentirían mejor tratados
cuando algunas pequeñas manos los acu-
naban cantándoles suavemente. Cualquier
sensación debe ser preferible a la del olvido.
Había allí chiquillos rubios como vikingos,
otros de ojos color cielo o azabache, algu-
nos morenos cual gitanos o de piel dorada
igual que el bronce o el oro viejo. Vivaces
niños amarillos y de ojos que parecían rayas
pintadas sobre sus rostros ovales. Pequeños
de pelo lacio como la lluvia o rojo y albo-
rotado, de cuerpos rechonchos o tan finos y
gráciles como el cuello de un cisne.
En los brazos de Brenda fueron encontrando
acotejo y ahora la mujer no se daba abas-
to ni para atenderse a sí misma. Pues cada
amanecer había otro nuevo ser gritando
abandonado en la playa.

70

..n .
........... / .......................... ............. .................................................. Enrique Pérez Oíoz

Por primera vez en su vida, se sentía tan ale-


gre que ni siquiera era capaz de pensar en el
sentido de su felicidad. Todo el día se le iba
en preparar papillas y biberones, zumos de
frutas que se agotaban por canastos, dulces y
merengues para que aquel inquieto ejército de
duendes traviesos lo devorara todo al instante.
Los frescos de figuras infantiles que cubrían
las paredes de la casa, atesorados durante
tantas décadas por su moradora, fueron cam-
biando su fisonomía; la cuna, de albergar a
tantas criaturas, parecía un enorme corral y
los libros, deshojados, garabateados y a veces
húmedos, permanecían abiertos por doquier.
Pese al intenso trabajo que representaba aten-
der tantos niños, Brenda siempre hallaba el
tiempo de sonreírles, cantarles o hacerles un
cuento mientras, dejando a uno con la papi-
lla en la boca, terminaba de bañar a otro, le
cambiaba el pañal a una tercera o miraba en
el termómetro la temperatura de alguno más.
Como nunca antes, la casa solitaria de la
Grava: De or. prerro-
playa parecía un jardín inmenso, pues las
mano.
enredaderas la cubrían casi por completo, el F. Piedra machacada
con que se cubre Y
camino de grava estaba poblado de vicarias, allana el piso de los
maravillas, embelesos, brujitas y cuanta flor caminos.
hizo allí su morada.

71

~lTlTTITIIT7
Recado de amor en la botella ........................................................................, ..........

Brenda parecía un hada buena, toda pinta~


rrajeada de los dibujos que los niños hacían
sobre ella, oliendo a jugo de mango, a limo-
nada fría, a dulce de guayaba o a selva virgen.
Nunca se había preguntado quién le traía
esos niños ni de dónde vendrían. Pero a ve~
ces, mirándolos, creía regresar a su infancia
o recorrer parajes extraordinarios a los que
siempre soñó viajar. Tampoco se le ocurrió
pensar más en el misterioso visitante que
cada amanecer le dejara un regalo en la
playa. ¿Qué habría sido de él?, se preguntó
solo una vez pero, al momento, los gritos de
sus pequeños la sacaron de tal ensoñación.
En ocasiones, cuando sus fiereci~las dor~
mían, le gustaba caminar sola por la costa y
entonces creía ver como una ave de plumaje
plateado se alejaba volando hacia poniente.
Varias veces la distinguió en la penumbra,
de lejos, posada sobre el peñasco en forma
de lágrima, mas nunca tuvo la idea de aso-
ciarla a los niños que encontraba al amane-
cer en la playa.
Su vida pues, y así lo pensaba ella, se había
convertido en un gran misterio. Pero en rea-
lidad se sentía tan feliz como nunca antes,
porque el misterio y la sorpresa nos hacen

72
........., _........................................................................................... Enrique Pérez Oíaz

vivir emociones diferentes y a veces pueden


1 ser la mejor manera de recorrer con paso fir-
me el camino incierto de la vida .
• . o• oo~ ..
~· • • o o ·~ ·#
• o •
l
CHARLOTTE SE MIRÓ en el espejo del Sena y
1
suspiró un poco triste.
e Pasa el tiempo. Lo sé y ya no voy a durar mu-
S cho más. Es algo inevitable para todo el mundo.
e Pero debo seguir mi obra. ¡Esos niños abando-
1 nados que recojo de cualquier parte necesitan
5 tanto de mí!
e
¡Cuánto me agradaría visitar a mis hermanas,
que moran en los palacetes del sur de Francia, o Palacete: M. Casa
de recreo construida
quizás volar sobre alguno de esos barcos hasta y alhajado com~ un
y ver si finalmente me topo con papá! No, Char- palacio, pero mas
pequeño.
e lotte, debes continuar tu misión sobre la Tierra.
Cada ser vivo tiene una misión determinada por
l, la que llegó hasta el mundo y lo verdaderamen-
a te triste es que muchos nunca llegan a enterarse
)-
de ello. Descubrir cuál es el sentido de nuestra
vida, su misión, en ocasiones nos toma una vida
entera, pero bien vale la pena el esfuerzo si se
a
llega a coronar con éxito y, aunque tarde, logra-
l-
mos descubrir el modo de ayudar a los demás ...
5, Además, los niños te necesitan. Ya que has en-
n contrado el lugar ideal donde cobijarles, con

73
Recado de amor en la botella ........................................................................, .... .

aquella mujer de la playa, no debes renunciar


a tu misión. Esa mujer ni siquiera imagina que
tiene la felicidad solo a un paso de sí...

Debo seguir adelante aunque... --

¿Y qué ocurrirá cuando yo no esté?

Si otras siguieran mi ejemplo ... si como yo, se


compadecieran del destino de tanto niño que,
cual flor silvestre, crece a la vera de los caminos
del mundo.

Podría enviarles un mensaje a todos mis parien-


tes... si me quisieran ayudar...
:.A; ~o ~
~ ~·

o
o
o "J..:..f•

~
EL ESCRITOR TOMÓ papel y lápiz. Pensaba
garabatear un mensaje a la mujer de la playa y
dejárselo all~ junto a la roca.

Ya no podía dilatar más su ansia de hablar con


ella, de decirle cuánto tiempo la había estado
soñando, cuánto deseaba compartir su extraña
existencia. Cuánto podía ayudarla con mucha
de su buena voluntad para llevar adelante en
la vida a esos chiquillos que parecían lloverle de
la nada.

No se explicaba qué estaba ocurriendo pero, de


un tiempo al presente, la playa se le antojaba !le-
............, ·············· ............................................................................. Enrique Pérez Díaz

na de pequeños que andaban por cualquier lado.


- Bebés que aparecían en la arena, casi bajo la
roca de Brenda ... y luego estaba aquel otro niño
solitario y distante que parecía devorarlo todo
con sus ojos grandes y melancólicos.

Aquel niño de unos diez años aproximadamen-


te que jamás hablaba con nadie, que llegaba
como surgido de la misma nada y que, al pare-
cer, moraba dentro de su propio sueño.

¿Cómo se llamará este niño?, se había pregun-


tado el escritor en más de una oportunidad. En
verdad, aunque nunca hubiera conversado con
él, aquel chiquillo le resultaba simpático pues
le recordaba a sí mismo durante la dorada y ya
lejana época de su infancia. ¡Cuántos de noso-
tros no hemos tenido una niñez solitaria y a ve-
ces hasta infeliz! ¡Cuántos no hemos soñado un
poco de ilusión para nuestras vidas!

Sí, terminada la nota para su mítica musa, el


escritor se lo juró: "¡Mañana mismo te saldré
al encuentro, Brenda Brava, y claro que voy a
hablar contigo, claro que te voy a decir cuanto
te amo y cuanto estoy dispuesto a hacer por ti!
¡Ya lo verás! ¡De mañana no pasa!

75
• Recado de amor en lo botella .......................................................................

c~güeñc¡, voLc¡,cl,om:
¡M e c¡,g mcl,c¡, tc¡,nto imc¡,g inc¡,r q ~A-e tú me trc¡,j is-
te cte Pc¡,r[s! sí, !:Jtil, Lo sé. Tú me hr4s conjirmc¡,cl,o
que em ciertc¡, Lc¡, Le!:JeVLctc¡, cte mc¡,mcí. Poco me
~mportc¡, q~A-e en Lc¡, esmeLc¡, ctigc¡,n otms cosru.
Tc¡,mbiéVL eVL Lc¡, vilii,c¡, VLeces~tc¡,mos creer en Lru
meVLtLrru beLLr4s, por incrdbLes !1 dy=íciLes q~A-e
VLOS p~A-edc¡,VL pc¡,recer.

Cigüeñc¡, míl4, Lc¡,mentc¡,bLemeVLte no sé cómo te ,


LLc¡,mru. Podríc¡, ~VLVeVLtc¡,rme pcuc¡, ti uno !1 miL
nombres. Si como he soñc¡,do, tú cte vems nc¡,-
ciste eVL Pc¡,rís, q ~A-izcís e11 c¡,Lg ú11 m o Li11o o Ul1til,
v~ejc¡, igtesic¡, 14bc¡,nvLoVLc¡,vLC4, seg14mme11te te LLc¡,-
mc¡,rcís M c¡,r~e A VLto i11ette o M iche Le o D c¡,11ie LLe o
Nc¡,thc¡,Lie o Frc¡,11coisse.

Si bien me pongo 14 mimrlo, poco ~mportc¡, e11


verlii,c¡,lii, cómo te LLc¡,mes tú.

Pc¡,m mí Lo mcís vr4Lioso es sc¡,ber CJ ue existes !1


tc¡,mbiéVL comprobc¡,r mlii,c¡, cl,[c¡,, Lo bue11c¡, !:J de-
sLnteresc¡,lii,c¡, q ~A-e eres.

A veces me preg~A-VLto, ¿VLo quectc¡, m~A-!:J soLo ti4


11Ldo c\.LLI.Í, eVL Pc¡,rÍS, mc¡,ndo te dedims c¡, resm-
tc¡,r 11Li1os i11cteje11Sos q~A-e L~A-ego tmes hrutc¡, Lc¡,
mujer de Lc¡, pLc¡,!:Jc¡,? Q~A-izcís tu esposo, como Sl4-
po11go Lo tie11es, micl,c¡, cteL 11Lcto por ti. Quizcís éL
te regc¡,i1c¡, c~A-c¡,ndo LLegru, peVLStil,VLcto que te vc¡,s

76
,............................................................................................ Enrique Pérez Díaz

fitejiestCL. ¡No ~mCLgii1CL sic¡ t.üem eL g rCLI1 e1JA.erzo


c¡ue tú hCLces por sCLLV/íl,r eL.futuro rieL muv¡,fito e11
Llíl, persa 11CL Cite esos 11il1os!

Cigüei1CL, te V0!1/íl, co11jesCLr CLLgo: si 110 te hul1ie-


m soi1CLfito, si n.u11CCL me hul1iem11 COI1tCLfito tu
Le0e11fitCL, si 110 te hul1iem visto jCLmtis, Cite cuCLL-
quier jormCL, 00 ilaCL CL creer en. ti. Sí. amiglíl,,
puefites estCLr segurlíl,, cLCLro c¡ue ii1CL CL creer e11 tL

HCL!1 otro secreto que fiteseo COI1tCLrte 0 es c¡ue,


líl,Lgú11 fitÍCL, CUCL11fitO !jO me vueLvCL gn;:mfite, V0!1
líl, ser escritor. Escrilairé historilíl,s Cite cómo es eL
mun.cto 0 Cite cómo fite11ería ser plíl,ra comertirse
ev¡, !ltl1 Lug ar mejor ptil..Yiíl, tocios.

Y cLaro, pam en.to11ces c¡uiztis 0CL 110 te tev¡,glíl,


cerca. po re¡ ue te h,líl,la rlis CCLI1SCLfito Cite a11vtar vo-
LCLI1cto tCLI1to sobre eL cieLo, pero aLgu11CL vez es-
cribiré LCL historiCL Cite UI1CL taL dgüel1a. uv¡, poco
LOC/íl, 0 romli11tica, c¡ue ctefiticó UI1CL vifitCL a voL/íl,r
eLe un. hemisjerio CLL otro tmmportCLI1cto 11il1os
líl, puerto seguro. Halará tamlaié11 eVL mi vüstorilíl,
!A,I1CL mujer c¡ue recogíCL esos 11il1os 0 (,1,11 escritor
como !jO,jCLtlíl,Lmel1te el1/íl,momfito eLe esCL mujer
cLiferen.te que vivirá soLa en. La pLa!ja. Tacto eso
escribiré, cigüeVíCL. Sí, por incrdbLe Cj!A,C ahom te
puefitCL pCLrecer.

77
Recado de amor en la botella ............................................................................. ·······

¿Cuávtto mejCtLtCtrá en, reCtLicLCtcL pCtm ser grCtvt-


cLe? Quizás vto seCt mucho. TCtL vez !j lit se es g mvt-
cte lit Los quivtce CtVios, ¿Ct Los veivtte? ¿O será que
en, vercLCtcL CtLg uvtos vtuvtcCt somos Lo suji.devtte-
mevtte grCtvtcLes como pCtm oLvicLCtmos eLe estos
sevttimievttos? ¿Será que predsCtmevtte Lo somos
porque vto comeguimos oLvicLCtrLos?
Buevw, dgüei1Ct, por VLO!j te ctejo.
Espero verte mu!j pronto. TCtL vez tomr tu pLu-
mCtje que ctel1e ser suCtve.
Uvt 11eso eLe tu,
ALtor

78
............, ............................................................................................. Enrique Pérez Díaz

ero un día, Brenda descubrió, ante


el reclamo de sus protegidos que ya
iban creciendo, que inexplicablemen-
te se le había agotado su repertorio de cuen-
tos. No tenía tiempo de leer y muchísimo
menos de inventarse historias que agrada-
ran a tantos chicos de gustos diferentes.

79
Recado de a mor en la botella ··········································································· . . ...........

- ¿Qué hacer? -se preguntó desesperada una


mañana, pues siempre estaba presta a satis-
facer el más mínimo capricho de las criaturas.
Entonces, una vez más, la suerte le sonrió.
Desde lejos, a través de las dunas, vio cami-
nar hacia ella una silueta solitaria que len-
tamente se iba haciendo mayor.
-¿Quién podría venir hasta aquí tan tem-
prano? -se preguntó en voz alta, acostum-
brada como estaba por sus años de soledad
a hablar consigo misma.
Cuando lo tenía bien cerca, pudo ver que se
trataba de un hombre bastante alto y de ros-
tro sin tiempo. Brenda apenas reparó en sus
rasgos, pues al momento sintió nacer una
paz muy grande dentro de sí. Solo se fijó en
que el desconocido traía un montón de li-
bros entre sus manos.
-¿Eres tú? -le preguntó indecisa y con un
súbito arranque de femineidad trató de arre-
glarse el cabello enmarañado y de cubrirse
el pecho que llevaba casi al aire.
-Siempre -dijo apenas él.
-¡Qué palabra tan bonita! -comentó Bren-
da extendiendo su mano hacia los libros y

80
....... ~············· ·········································· ········ ............................. Enrique Pérez Díaz

sin apartar sus ojos de aquellos tan azules


que la miraban intensamente, como el cie-
lo, el mar y su recuerdo imperecedero de lo
azul.
Imperecedero: Adj.
Inmortal o eterno.
Entonces, el escritor la estrechó entre sus bra-
zos y, en aquel momento el viejo batán que
apenas cubría a la pobre mujer fue como un
traje de novia; los chupetes, alfileres o paños
embarrados de alimento que se prendían a
su vestido, se transformaron en gemas que
refulgían con el sol naciente. Las flores mus-
tias que se enredaban en sus cabellos y en-
tre los pliegues de su ancho traje volvieron
a tener olor y vida. La Cenicienta se había
convertido en Princesa.
-¡Cuánto tiempo! -dijeron casi al unísono.
Y luego, se dieron un largo beso, calmado
como un mar de atardecer; el beso con que
siempre soñaron y por el que tanto habían
esperado.
Así los encontró Charlotte cuando, luego de
depositar su preciosa carga en la arena, se
posó más cansada que nunca sobre la roca.
Intuía que ya le quedaba muy poco tiempo
pues aquella vez se había demorado más de
lo habitual, porque era tanto el peso.

81
Recado de amor en la botella ·········································································-. , .........

-¡Si son unos gemelos! -gritó Brenda albo~


rozada, como si hubiera sido este el primer
regalo de esa índole que recibía en su vida,
mientras ya tomaba a uno en sus brazos.
- ¡Varón y hembra! -exclamó el escritor
cargando al otro con tanto cuidado, igual
que si se tratara de una exquisita pieza del
más frágil cristal.
Todavía posada en su roca, Charlotte los
,_ contemplaba fascinada, feliz.

índole: Oellat.
Al mirarla, ambos vieron en sus ojos mun~
indóles. dos inverosímiles, bellos o crueles, poblados
F. Naturaleza, cali-
dad y condición de
por los seres más increíbles y, en cada uno
las cosas. de ellos, a los niños pugnando por hacer
Pugnar: Oellat. suyo el mañana.
pugnare.
lntr. Solicitar con En los ojos de la cigüeña los dos humanos
ahínco, procurar
con eficacia. leyeron infinidad de historias. Tantas eran,
que luego no encontrarían momento para
contarlas a los niños, porque el saber mile-
nario que el ave había heredado de su pe~
culiar madre les penetró como mismo se
adueña el mar de la Tierra en tiempos de
tormenta.
Cuando Charlotte intentó volar, seguir su
ruta de siempre, notó que las fuerzas le fal-
taban. Casi estuvo a punto de caer de la roca

82
...... / ·········· ................................................................................ Enrique Pérez Díaz

·~#
si no es porque, dejando al niño en brazos de '*~
Brenda, el escritor la sostuvo a tiempo. *

Juntos, regresaron a la casa solitaria, a esa


hora de la mañana llena de cantos y risas.
Brenda depositó a los nuevos inquilinos en
la cuna donde ya bailaban los otros, aquella
cuna enorme que había crecido dentro de sí
misma hasta casi ocupar una habitación en-
tera.
El resto del día, el escritor estuvo leyendo en
los ojos de Charlotte aquellas historias que
aún ella debía contarles.

Sin que pudieran verlo, muy cerca, el niño


solitario y de mirada triste los estaba contem-
plando.
Tras ellos, había seguido caminando hacia la
vieja casa, con los ojos muy llenos, de sal y
.·. de mar.
...
~.-~ ;/·1•

83
. . Recado de amor en la botella ...........................................................................

Te 11ctgo estct, mi últimct ectrtct, en noml~ne


tie todos nosotros. En liLejinitivct, .fue grctdru ct
ti que nos conocimos. Esta cartct la guctrliLare-
mos en un cofre liLe mcttiLera liLe BrenliLa, que lue-
go ser6t enterrado en la ctrenct, bajo la pietiLrct
g rctnliLe can jo nna liLe l6tg rima.
H ctsido un lctrg o tiL[ct, quiz6ts el tiL[ct m6ts lar-
go eLe nuestrcts viliLcts. Hlii sido un tiLíct diferente,
liilgo triste, pero feliz tliimbién.
cuancto el escritor te Llevó en brazos 11ctdct llii
ectsct liLe BrenliLct lj !jO los segu[ liLe cerect, supe
que ljlii no te iba ct ver nunm m6ts. Jb CtS como
unct telct entre sus mliinos. Luego te ctmnó sobre
sus piemcts toda la mctV'Lliinct.
BrenliLct dejó ct Los pequeV'Los gemeLos ctl cui-
tiLctc!.o liLe los niV'Los maljores !j, durante 11oras,
te estuvo mirctntiLo lii los ojos, nuestrcts mliinos
se .fueron encontrando entre tus pLumcts, que
pliirct nosotros resultliiron cctminos liLesconoci-
liLos nunect ctntes imag incttiLos lj mucl1o menos
piscttiLos por nuestros pies.

84
............ , .............................................................................................. Enrique Pérez Oíoz

··-·--------------·----..,_~~

Dice eL escritor que vet et escribir u11


Libro sobre ti, sol,ne su etmor por
Bre11det !::J so bre mí.

Seré!. Ul1 Libro bo11ito, pie11so !::JO. E11 éL ~ 1


co11tetrél. cuél.11to V!.ets V!.ecV!.o por 11osotros. '\.:~
Dice que te LLetmliLré!. CV!.liLrLotte e11 su Libro. ·
¿Te liLgrliLctliL ese 11omklre7 Es eL cte Ul'l.liL liLUtorliL
jliLVY!.OSliL. Segumme11te te gustliL. S[, tiwes CliLrliL
de LLliLmliLrte ChliLrLotte. De verliLS que me pliLre-
ce u11 11-ombre mu!::JjrliLI'l.cés. de reil'l.liL, pri11cesliL
o detmliL de LliL corte. E11tre Los tu!::JOS tú cte bes
Vi.liL0er sido por Lo me11os Ul'l.liL co11ctesliL o quizél.s
liLLg Ul1liL b liLYO 1'\.eSliL.

CV!.ctrLotte, cigüeñliL queridliL. ¡Qué pel'l.liL lijUe te


Vi.et!::JliLS ido! Pero. ¿lijUé se puede VLliLcer co11tm eL
ctdiós? De culiLLquier met11erliL siemp re seré!. Li11- 1
cto reco rdliLrte. ~
CuliL11do e11 Los bmzos de éL quedliLSte ctormidliL
pliLrliL siempre. se11timos que LliL CliLSliL e11tem se 1
tlel'l.liLtJliL cte 11ubes 1::1 de siLe11cio. pero 11-ojue tris- \_
te, liLmig liL, si11o que .fue Li11cto cte ve rdliLd. Ca 11 1
Los seres como tú tacto sueLe ser V!.ermoso. i11duso l
liLqueLLo que e11 LliL vidliL cotidiliLI1liL 110 Lo pliLrece.
1
CV!.liLrLotte, te Lo j u ro. seremos todos como Ul'l.liL
gYliLI1 jliLmiLiliL. tu jliLmiLiliL, LliL que tú creliLSte
petrct voLve mos mejores 1::1 je Lices !:1 pctrliL h.liLcer

85
Recodo de amor en la botella ............................................................................... ...... ..

que em0eLLeciémmos este mu11cto e11 que vivi-


mos. Este mu11cto que es mu¡j gra11cte. Pero que,
tam!::Jié11, como klie11 rezVt u11 rejrá11. ¡auecte ser
ta11 pequeñ.o !:1 cerca11o como u11 pañ.ueLo.
CVt.arLotte, 110 me eet11so cte ctecir tu 110mklre,
CVt.arLo tte, e h. arLo tte.
Dice éL que aVt.om s[ Vt.a e11co11tracl.o LVL il1spim-
ciól1 verctactem, 110 soLo para su ol::Jra, si110 para
su victa e11tera. Asegum que Vt.Vtsta eL momel1-
to _fue u11 ser jaLso !:1 vado. Bre11cta sueLe ctecir
tam0iél1 que por primem vez eLLa se sie11te u11a
perso11Vt reaL !:1 110 u11a som0ra o aLgo así.
CVt.arLotte, !:1 !JO, SO!J ta11 jeLiz, porque vié11ctoLos ·
Vt.e ap re 11cticto que La victa 110s cta mucVt.as co-
sas Li11ctas que 11u11ca a11tes imVtgi11amos te11er.
Por eso, como ctice11 eLLos, creo que 0iel1 vaLe La
¡ae11a vivir La victa co11 toctas LCtS sorpresas que a
ctiario 11os trae. A veces. 110 se cumpLe1111uestros
sueñ.os taL !J como Los imagii1Vtmos, pero reci-
0imos a cam0io tVtl1tos regaLos bue11os lj gral1-
ctes que 11i 11os habíamos atrevicto a soñar. Es
Lo mismo que cua11cto se siem0ra UI1Vt pLal1tVt,
u11o sa0e que taL vez 110 La verájLorecer 11i e11
mucVt.os añ.os. pero Luego se po11e a pemar e11
toctas LCtSjLores beLLas lj oLorosCtS cte que Vt.a ctis-
jrutacto a Lo Largo til.e su victa !1 e11to11ces pLema:
¿!:1 estas quié11 Lets habrá sem0mv!.o?

86
......... ............................................................................................... Enrique Pérez Oiaz

Ylil. tiekles lil.ntilil.r mu!j Lejos, en eL cieLo liLe Llii.S ci-


güeiiilil.s, me tiigo 110. SoLo tieseo que selil.s jeLiz
ti!.LL[ !1 que ese Luglil.r no resuLte tlil.n ti!.klurritio
como ti!. veces Lo pintlil.n en Los Liklros. Quiz~s en
eL cieLo te tied.iq ues ti!. pti!.Selil.r lil.ngeLitos recié11
YJ.Iil.citios e11 pti!.iiiti!.Les que cueLgti!.YJ. d.e tu pico.
CVLiil.rLotte, 110 tieselil.mos CJ ue esto se ti!. u11 ti!.tiiós.
SimpLemevt.te u11 VLiii.Stlil. Luego. Totilil. Lti!. gevt.te
que como vt.osotros ti!.LguYJ.Iil. vez se VLiil. covt.ocitio,
segumme11te est~ tiestivt.lil.tict ti!. encovt.tmrse tie
vt.uevo. AL mevt.os eso tiUo eL escritor, mientms
ti!.klrti!.zlil.l11i!. efusivo ti!. Brend.lil. que eVLtoVLces pti!.re-
cLiil. Lti!. mujer m~ jeLiz tie Lti!. Tierm, Clii.Si sepuL-
tlil.d.ct e11tre ta11to 11iiiio Li11tio que Le 11as traíd.o.

Atiiós, queritilil. cigüeiiilil. CVLti!.rLotte.

¡AVL, me oLvititi!.l11i!. tie ti!.Lgo importlil.l'tte! Dice


eL escrito r que, si ti!.LguVLiil. vez se pul1Licctrlil. su 1
·. 1·
Lil1ro, se LLctmctr~ lii.SÍ: "Remtio liLe lil.mor e11 Lti!.
l1oteLLti!.".

Úl'tiCiil.meVLte Lo tiigo por si te iVLtereslil. saklerLo.


U11l1eso graVLtie, eL m~s gmnd.e l1eso d.eL muVL-
tio p a m ti,

De Aitor, BreVLtia, eL escritor !1 tod.os Los niiiios


que VLVLVL nacid.o eVL este muntio !1 Los que UVL
ti[a va11 a nctcer. Totios espemvt. por ti ...

87
Recado de amor en la botella ................................................................................ ·············

l amanecer de un día cualquiera,


una fila de personas caminaba por
la arena. De lejos, hubiera pareci-
do una curiosa serpiente colorida que fuera
a refugiarse en el mar.
Abriendo la marcha, iban Srenda y el escri-
tor, seguidos muy de cerca por Aitor, quien a
estas alturas se había hecho el mejor amigo
de ellos. La fila de niños que los seguían re-
sultaba de veras impresionante, aproxima-
damente una treintena o algo así.
Todos llevaban flores en sus brazos, flores
nuevas y olorosas, silvestres, de esas que re-
galan su belleza al paisaje y a cambio no
piden nada, siquiera una mirada de afecto.
Cuando llegaron a la estatua de Charlo-
tte, ceremoniosamente fueron depositando
allí las flores; la marea venía callada, casi
con timidez, pidiendo permiso, y se las iba
llevando lejos, muy lejos, tan lejos como la
vista no podría llegar o alguien fuera capaz
de imaginar.

88
......... , ............................................................................................ Enrique Pérez Díaz

Entonces fue cuando sucedió algo extraor-


dinario.
El cielo, que hasta aquel momento había
estado gris, se fue despejando; el sol brilló
con toda la fuerza posible en una mañana
invernal y ahora el azul del mar fue mucho
más azul y el gris del firmamento iba desa-
pareciendo para dejar paso a otro azul más
hermoso todavía.
De alguna parte, - ¿quién puede saber des-
de dónde?- llegó un canto hermoso, que no
se parecía en nada a cualquier otro canto
antes escuchado.
Un punto lejano en el horizonte, se fue ha-
ciendo grande y grande y grande y luego,
todas las personas que estaban en la playa
vieron lo que todavía sus ojos se negaban a
creer.
De muy lejos, apareció un ave blanca, vo-
Cadenciosamente:
lando cadenciosamente en aquel cielo sin Adv. De modo caden-
nubes. cioso.
Cadencia: Ritmo o
repetición de de ter·
Luego, apareció otra y así, una veintena, minados fenómenos,
medio centenar, cientos de ellas. como sonidos o
movimientos, que se
suceden con cierta
¿Gaviotas, alcatraces? La pregunta parecía regularidad.
flotar en el aire. ...,_,... ... _... ~

89
Recado de a mor en la botella .. .......................... ............................................. ...........
········

-Son cigüeñas, ¡Mírenlas! -gritó Aitor emo-


cionado-. Son miles de cigüeñas y todas ...
No podían dar crédito todavía. Seguramente
se trataba de un sueño, de un sueño hermo-
so y largamente acariciado por Brenda, por
el escritor, por Aitor, por Charlotte y mamá
Esmeralda y por cuantos en el mundo echan
su suerte por creer aquello que suele ser invi-
sible a los ojos ...
Las cigüeñas se acercaron, blancas como
la espuma, con sus picos anaranjados, y se
fueron posando lentamente sobre la arena.
Muy quietas, como ha ciendo que naciera
el silencio. Los ojos de todas ellas mirando
con respeto hacia la estatua de piedra. Len-
tamente, los mayores y los niños se fueron
replegando, todavía con los ojos queriéndo-
seles salir al ver tanta belleza.
Así estuvieron los cientos de aves unos mi-
nutos que a ellos les parecieron eternos y
luego, como escuchando alguna señal se-
creta, levantaron el vuelo repentinamente,
sin volverse atrás ni un instante, llenando el
cielo de su presencia placentera.
Eran tantas, que hubiera resultado imposi-
ble contarlas, imaginarlas siquiera.

90
..... , ....,......................................................................................... Enrique Pérez Oíaz •

Con toda seguridad, ese había sido su home-


naje a la amiga ausente.
El azul del cielo se fue descubriendo luego
de que tanta ala y tanta nube, tanta pluma
y tanto amor se fueran alejando levemente,
el azul del cielo que suele ser - al igual que
el mar-, el más azul y recordable de todos
los azules.
Brenda abrazó al escritor.
Los niños saltaban alborozados.
Sentían que entre todas aquellas cigüeñas
había venido también la buena de Char-
lotte, ya sin aquel aire de agotamiento que
mostraba la primera y única vez que tuvie-
ran que ver con ella. En sus mentes, Charlo-
tte había regresado radiante, hermosa, lle-
na de un brillo especial.
Había venido t al vez desde aquel lugar del
cual nunca se regresa y volvía a ser para
ellos la m ás dulce, la más fuerte, la vence-
dora invicta sobre la soledad y el olvido.
Entonces Aitor pensó que todo era un sueño.
Sí, no podía tratarse de otra cosa.
Por unos momentos, su mente vagó indecisa
por la playa.

91
Recado de amor en la botella ................................................................................ ..

Silencio, quietud, soledad, sol, brisa y hue-


Uas en la arena.
¿Iba a sentirse triste si todo hubiera sido un
sueño?
No, seguramente, no. Soñar puede ser otra
forma -quizás la mejor de todas- de vivir
lo que de verdad interesa vivir.
¿Y acaso aquello que fue largamente soñado
no podrá convertirse en realidad?
De pronto, Brenda comenzó a cantar. La
grave voz del escritor se le sumó y también
los niños que hicieron un gran coro.
Era una canción totalmente nueva para Ai-
tor, pero le gustaba tanto.
Mientras la bandada se perdía en el hori-
zonte y el día se tomaba mucho más lumi-
noso, la tonada de Brenda se alzó hacia el
cielo para dar el adiós a las cigüeñas: ~-

92

..... .......................................................................•...............•...... Enrique Pérez Díaz •

¿No ves que solo esto!1?


se m e hctce vwche e~ tiempo,
110 ev¡,cue11tro mi cctVt.dón.
Cigüei1ct, ctmigct, vue~ve,
tu 11icl.o estti e11 mi hogctr
cl.e suei1os visto e~ ctU::Jct
mcts cl.uermo e11 soLecl.ctcl..
Cigüei1ct, tCt que vueLcts
tctl1 Lejos e11 eL mctr,
eVLCUéVLtrctme UVL CctmÍVLO
co11hgo he cl.e mctrchctr.
Cig üe i1ct, dg üe i1itct...

.·~
93
Recado de amor en la botella ........................................................................................ ..

Epílogo

oy deseo contarles algo.


Han pasado tantos años.
Ciertamente, fue escrito un libro, pero en él
no se cuenta todo. Casi siempre sucede así.
Aunque la gente crea lo contrario, los libros
no suelen ser como la vida misma, si acaso,
únicamente consiguen mostrar un pedacito
insignificante de ella.
Por eso en un libro nunca está todo. Siempre
hay más. Mucho más en verdad.
El libro sobre Brenda y el escritor fue escrito,
se publicó. ¿Por qué? ¿Cómo explicarlo? ¿Qué
puede explicar que a veces se publiquen unos
libros y otros no? ¿Qué hecho hace a unos
más afortunados que a los otros?
Siento que la historia de ellos no podía que-
dar así, simplemente. Por eso, h e decidido
incluirle una carta que llegó una vez a la
playa, de una forma misteriosa, y estas pa-
labras finales.
Todos aquellos hijos que el azar le trajo a
Brenda crecieron y cada uno hizo el sueño de

94
. . .T. . ......................... ................................................................ Enrique Pérez Díaz

su vida. Los padres adoptivos que Charlotte


tuvo la ocurrencia de darles, les enseñaron
siempre que en realidad, la gente verdadera-
mente feliz es aquella capaz de asumirse a sí
misma con sus luces y sombras, tal cual es.
Cada uno de ellos fue alguien útil. El nido de
amor y tolerancia en que crecieron les ense-
ñó a ver al prójimo como a sí mismos, con
afecto, interés y jamás con indiferencia.
Médicos del cuerpo y el espíritu, constructo-
res de quiméricos edificios, protectores del
medio ambiente como sus padres, artífices
en definitiva de la existencia. Maestros, in-
genieros y también padres y madres, con el
tiempo se fueron regando por aquel mismo
mundo del que misteriosamente habían lle-
gado una alborada cualquiera.
Muchos hijos acunaron contra su pecho
Brenda y el escritor. Fueron tantos, que re-
sultaría inútil contarlos. Como aves de
paso iban y volvían al hogar. Pero jamás
de aquella playa salió un belicoso guerrero. Belicoso: Del\at.
bellicosus.
Siempre enseñaron a los pequeños que "la Adj. Agresivo, pen·
guerra - como una vez dijera el inolvidable dendero.
Hans Christian Andersen- es un monstruo
asqueroso y cruel que quema ciudades y des-
troza el alma de los niños".

95

rr
Recado de amor en la botella ................................................................................

De la morada solitaria en la playa apenas M


quedan unas ruinas cubiertas por enredade- ju
ras que todo el año se turnan por mostrar Ul
sus flores, esas flores silvestres, de gran co- de
lorido y embriagador perfume. Hoy, un bos- hE
Tupido: Del part. de que tupido envuelve con su sombra aquellos ce
tupir. parajes. Viniendo por mar, podría pensarse
Adj. Que tiene sus
te.
elementos muy jun- que el bosque casi ha nacido míticamente
tos o apretados. entre las aguas. Le
dE
En la arena, sobre la extraña piedra en for- lo
ma de lágrima, alguien esculpió una pe- vi
culiar estatua de bronce. Representa a una lo
cigüeña que, preparando sus alas para el dE
vuelo, mira ansiosa hacia el horizonte. En- tn
tre las patas del ave se puede ver una peque- le
ña lápida de mármol que dice así: ae
trc
se
CÍI

Te
ql
jo
di
D"
tr•
ae
se

96
............................................ .................................................. Enrique Pérez Día z

Me complace estar durante horas en la playa,


junto a la roca que se yergue solitaria como
un desafío a los tiempos que vendrán. Senta-
do aquí siento más cerca a mis padres, a mis
Erguir: Del la t.
hermanos, algunos de los cuales jamás pude erigere.
conocer porque escaparon por el planeta an- Prnl. Dicho de una
cosa, especialmen~e
tes de que yo asomara mi faz a este lugar. de una construcCIOll
0 un edificio: Levan-
La ruinosa casa grande nunca ha dejado tarse o sobresalir
sobre un plano.
de ser cobija para nosotros y, aunque jamás
lo acordemos, sé que a veces también ellos
vienen hasta acá. Lo descubro al encontrar
los objetos más peculiares junto a la estatua
de Charlotte. Lo siento, cuando el viento me
trae el eco lejano de sus canciones, voces que
le cuentan a los niños cuan felices crecimos
aquí, todos juntos, sin que importaran nues-
tro color o el sitio donde nacimos antes de
ser transportados casi milagrosamente ha-
cia esta playa solitaria.
Tal vez ninguno supiera que yo, el más pe-
queño de todos, fui el único niño que no tra-
jo Charlotte. Yo vine meses después que ella
dijera adiós en los brazos de papá.
Durante meses, Brenda solía mecerme den-
tro de su vientre mientras atendía a todo
aquel ejército de chicos que tenía a su cargo,
se deleitaba en cantarme canciones inven-

97
• l ···············
Recado de amor en la boteUa ..............................................................................

todas, esas que tal vez le enseñaban las si- Ce


renos cuando en las noches de luna llena se Cl
asomaba desnuda a la costa. bi
de
Había canciones que hablaban de reinos
fabulosos, de inmensas catedrales con esta- e:
tuas de seres aún bellos en su monstruosidad m
Bajeles: Del cat. y aire triste, de playas y baj eles, de jardines es
vaixell. colgantes y pirámides, de buques hundidos y er
M. Antigua embar-
cadón de conside- tesoros, de hielos eternos y aves volanderos, m
rables dimensiones, aquellas que en su ruta dibujan las estacio- se
generalmente de nes de la felicidad, las estaciones del olvido.
ve1a. lo
Nací luego de un beso muy largo, del beso
más hermoso y esperado que dos personas
puedan brindarse.
Por eso me agrada volver a la playa, descu-
brir en el espejo del mar que tengo el pelo
hirsuto de mi madre, aquel pelo siempre lle-
no de peces o pequeñas aves indefensas y
esos ojos azul infinitos, tan soñadores como
la fértil imaginación de papá.
N
Aquí estoy, sentado hasta que viene la luna a
ñ
bañarme con su luz y las imágenes, las voces
de ellos, vuelven a adueñarse del entorno. p:
rr
Imagino entonces a un grupo muy grande te
de niños y a dos adultos juguetones danzan-
do en torno a una fogata mientras cantan p,
tomados de las manos en un coro inmortal. p

98
.................................................................................. ........... Enrique Pérez Díaz

Cada vez que vengo, imagino también a


Charlotte, en sus ansias eternas de hacer el
bien, volando sobre el planeta con alguno
de mis hermanos danzando en su pico.
Charlotte se eleva sobre los edificios, las
montañas, los valles y ríos y cruza entre las
estrellas, en el cielo de la noche que se mira
en el océano. Charlotte siempre vuela en
mis sueños. Vuela más allá de todas las co-
sas, incluso de la maldad o de la bondad de
los hombres.
Nunca he visto llegar a la bandada de ci-
güeñas, durante muchos años, mis padres,
Aitor y mis hermanos no hicieron más que
hablar de otra cosa, de aquel vuelo mítico
que vieron cierto amanecer cuando pareció
que todas las cigüeñas de la tierra se hubie-
ran dado cita aquí, por alguna razón desco-
nocida para nuestro entendimiento.
Nunca he visto llegar a la bandada de cigüe-
ñas, pero creo tanto en ellas. Las espero, siem-
pre que vengo aquí, espero verlas llegar de un
momento a otro. Sé que muchos en el pueblo
también creen en esta bonita leyenda.
Por eso es que la imagen de Charlotte galo-
pando en mi memoria nunca me abando-

99

]
Recado de amor en la botella ........................................................................ .. ·················

nará mientras viva. Resulta hermoso acari-


ciar una quimera semejante.
Poco puede importarme entonces que el mar
siempre arrastre consigo mis palabras, para
tejerse con ellas un secreto, un secreto her-
moso, de pesares y quereres, que tal vez con-
fíe después a sus míticas criaturas.
Aunque pasen las horas, con mi dedo, trazo
en la arena, una y otra vez, las pocas palabras
que aún recuerdo de esa canción que tanto
le gustaba a papá escuchar en los labios de
mamá Brenda:
............................................................................................... Enrique Pérez Día z

~~
Cuando lleguen las cigüeñas de París *'*
*
no rías, no llores
solo piensa en tu gran deseo,
y sueña, amado mío, sueña.

Cuando lleguen las cigüeñas de París


solo imagina el mundo
como para ti lo quisieras
ama a cuantos conozcas
y sueña, amado mío, sueña.

Cuando lleguen las cigüeñas de París


ten confianza en el mañana
invéntate cosas buenas
y sueña, amado mío, sueña.

Cuando lleguen las cigüeñas de París...

101
• Recado de amor en la botella .................................................................................. ,...........

(Mensaje encontrado en una botella)

Desde alguna parte, un día cualquiera

Querivto Aito r:
Esta se r~ La primera 11 La úLtima carta c,ue te
escriba. No se me Cita mucho eL hacerLo, pero
sobra La buevta voLuvttavt.
Amiguito, me ha evtcavttavto el Libro. Sé c,ue
ser~ uvt éxito, pues taCitas Las persovtas est~VL ~vi­
Citas Cite Leer historias c,ue habLevt sobre Las ver-
vtavtes vteL m uvtvto 11 tamb iéVL, Cite historias c¡ue
habLeVL, so bre tovto, vteLcariVío.
Parece meVLtim, pero eL escritor Lo ha vtarravto
taVL bievt...
Y Luego escuchas por a h-C c¡ue La reaLivtavt es
m~s próvtig a e, ue La jicció 11.

A mam~ EsmemLvta - s[, me VI-e reuvtiliLo covt


eLLa- Le VI-a gustavto much-o. TambiéVL aL tío Pie-
rre 11 a Los vtemru evt La famiLia.
Aitor, auvtque 11a vto me veas como aVLtes, vti
110 reciba tus cartas, so11 taVL jeLiz. Desvte La es-
treLLa evt c,ue vivimos Las cigüeVías cuaVLvto VLOS
marchamos para vto voLver, 110 veLo por uste-
vtes, siempre, siempre, siempre, c,uerivtos míos.

102
~
~
~............................................................................................... Enjique Pérez Oíaz ~

Así que, -0 esto VLO es VLacta origiVLaL pues 0a


lo ri0o aqueL PriVLdpito que taVLto VLOS gusta-
ba ~eer- cuaVLrio veas c¡ue te so míe uVLa estreLLa,
pieVLsa e¡ ue 00 esto!j aLLL velctVLrio por tus sueVios
feLices.
NuVLm ~os oLvicto, a VLiVLguVLo cte ustectes 11 COVL
torio eL amor deL muVLdo, Les rieseo que etema- .
mev¡,te seaVL buev¡,os !jjctm6i.s pierriaVL eL camiVLo
mcis justo eVL La victa.
su e11trai1ctl1le amiga,
cnarLotte
Ah, esta carta te LLegará, UVL bueVL ctía, cuav¡,cl,o
mev¡,os lo esperes, ev¡, uv¡, vuelo bLaVLco de d gi-i.e-
Vias. Gradas, quericto. por el afecto. Gradas,
nii1o mío, por creer eVL mí, por revivirme destiLe
mi Le0entil.a. \
1

Hasta siempre, ¡
1

Tu cigi-i.ei'iafeLiz

103
• 1

En

llus

e
a
(
Enrique Pérez Díaz

Recado de amor
en ~a boteUa
\lustrador Jí3lro Daza
Recado de amor en la botella es un libro
inusual y sorprendente: cuatro historias
de seres diferentes discurren al unísono
en un mundo tan real como fantástico.
Cierta mt~er solitaria de la playa, un
escritor que imagina a su musa añorada,
aquel niño que dirige cartas a la cigüeña
de los cuentos y Charlotte, el ave soñado-
ra que, desde las torres de Notre Dame,
anhela revivir la leyenda de su especie.
Personajes que viven su propia mística y
con su ética, amor y espiritualidad apues-
tan sin saberlo por un mismo fin. ¿Logra-
rán su empeño?

''"1, """"NI
" H4s B •"'"'JI

También podría gustarte