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La Lengua Como Sistema de Signos
La Lengua Como Sistema de Signos
Marcela Bianchi
Concepto
Imagen acústica ”2
Ahora bien, cada una de esas caras es de naturaleza diferente. Por un lado
tenemos el concepto; o sea, el pensamiento; por el otro, la materia acústica.
¿Se encontraban recortados previo a la existencia del signo? No.
Para Saussure, el pensamiento anterior a la presencia de la lengua en un
individuo, es una “masa amorfa”. No hay conceptos de antemano. Así dice:
“Psicológicamente, y haciendo abstracción de su expresión por las
palabras, nuestro pensamiento no es más que una masa amorfa. […]
Considerado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa donde nada
está delimitado necesariamente. No hay ideas preestablecidas, y nada es distinto
antes de la aparición de la lengua. “3
Del mismo modo, la materia fónica no sería más que una pura linealidad
sonora antes del surgimiento del signo.
1
Ver Nota de Primera Parte. Punto III. B.
2
De Saussure, F. Curso de lingüística general. Nuevomar. 2° ed. México, 1985. Págs. 102-103.
3
De Saussure, F. Op. Cit., Pág 159.
1
Y entonces, ¿cuál es el papel de la lengua frente a estas dos existencias
disímiles? El de articularlas, y con esto presionar a precisarlas. Es a esa
articulación a la que se denomina signo lingüístico. Explica el autor:
“El papel característico de la lengua respecto al pensamiento no es crear
un medio fónico material para la expresión de las ideas, sino servir de
intermediario entre el pensamiento y el sonido, en condiciones tales que su unión
conduzca necesariamente a delimitaciones recíprocas de unidades. El
pensamiento, caótico por naturaleza, es forzado a precisarse al descomponerse.
No hay, por tanto, ni materialización de los pensamientos, ni espiritualización de
los sonidos, sino que se trata del siguiente hecho, en cierto modo misterioso: que
el “pensamiento-sonido” implica divisiones y que la lengua elabora sus unidades
constituyéndose entre dos masas amorfas.”4
Significado
Significante
4
Ibid. Pág. 160.
5
Ibid. Pág. 104.
6
Ibid. Pág. 106.
2
Ahora bien, repararemos que se puede leer en estos párrafos dos
arbitrariedades diferentes: la del significante en relación con el significado y la del
signo con relación a la realidad.
Si bien esta superposición de arbitrariedades a recibido diferentes críticas
(una de las más conocidas es la que realizara Èmile Benveniste en su artículo
“Naturaleza del signo lingüístico”7), nos permite entrever hasta dónde avanzaba
Saussure en su razonamiento.
Para él, no solo la organización es arbitraria, sino también los propios
elementos.
De esto, O Ducrot dirá:
“[…] {Para Saussure}, toda lengua es fundamentalmente un instrumento de
comunicación: por lo tanto es fundamentalmente arbitraria y precisamente en esa
arbitrariedad cabe buscar un orden autónomo.”8
7
Benveniste, Èmile. “La naturaleza del signo lingüístico” en Problemas de lingüística general. Siglo
veintiuno editores. México. 6° edición, 1976.
8
Ducrot, O. ¿Qué es el estructuralismo? El estructuralismo en lingüística. Losada, Bs. As., 1975. Pág. 78.
9
De Saussure, F. Op. Cit., Pág. 107.
3
no fonológico; por otra parte, requiere de la frase, de una sucesión de términos en
el tiempo, lo que le da su dimensión lineal.
4
constituye no es absolutamente material: está fundada en ciertas condiciones a
las que su materia ocasional es extraña, por ejemplo, su situación en relación con
las demás; de igual modo, lo que hace al expreso es la hora de su partida, su
itinerario y en general todas las circunstancias que lo distinguen de otros
expresos. Siempre que se cumplan las mismas condiciones, se obtienen las
mismas entidades. Y sin embargo estas no son abstractas, puesto que una calle o
un expreso no se conciben al margen de una realización material.
“Opongamos al caso anterior otro completamente diferente: el de un traje
que me hubiera sido robado y que encuentro en el escaparate de un ropavejero.
Tenemos ahí una identidad material, que reside únicamente en la substancia
inerte, el paño, el forro, los adornos, etc. Otro traje, por semejante que fuera al
primero, no sería el mío. Pero la identidad lingüística no es la del traje, es la del
expreso y de la calle. […]” 10
10
De Saussure, F. Op. cit. Pág 155.
5
obturada la posibilidad de identificar los factores constitutivos del sistema de la
lengua.
Su respuesta a esta problemática es que ninguna clasificación exterior
puede decidir si dos sonidos pertenecen o no al mismo signo, o cómo queda
recortado el sentido de un signo respecto de otro. La identidad de un signo solo
podrá ser deslindada cuando queden explicitados cuales son los términos que
vienen a hacerle de oposición y de semejanza, de identidad y de diferencia. O
sea, cuando hayamos establecido las coordenadas que articulan a ese elemento
con el conjunto del sistema en su sincronía, en el aquí y ahora, en esa producción
verbal específica.
Esto reafirma tanto que no hay conceptos previos al funcionamiento del
sistema, como que en el elemento encontramos al sistema mismo. Y por eso dirá
finalmente que es de la totalidad solidaria de la que hay que partir para obtener,
mediante análisis, los elementos que encierra.
Para encontrar los límites de una unidad lingüística y pensar desde allí su
identidad, Saussure apelará a dos clasificaciones: las relaciones sintagmáticas y
las relaciones asociativas.
Ahora bien, todo lo que acabamos de decir, une a su vez el problema de la
identidad con el del valor lingüístico, que pasaremos a desarrollar a continuación.
d. El valor lingüístico.
11
Ibid., Pág. 159.
6
Además, el que el nexo que une a un sonido con un sentido sea arbitrario
justifica para el autor que el valor que adquiera sea relativo. Y agrega:
“La colectividad es necesaria para establecer valores cuya única razón de
ser está en el uso y en el consenso general; el individuo por si solo es incapaz de
fijar ninguno.”12
Distingue aquí:
• el valor en su aspecto conceptual, y
• el valor en su aspecto material.
12
Ibid., Pág. 161.
13
El subrayado es nuestro.
14
Ibid., Pág. 164.
7
Saussure aquí. Muestra como cambia el valor de un término de una lengua a otra,
si en la lengua hay más de un elemento para expresar esa significación o solo
cuenta con uno; cómo en el interior de una misma lengua las palabras que
expresan ideas vecinas se limitan recíprocamente, adquiriendo su valor por
oposición; mientras que, si desapareciera ese término, su significación iría a parar
a los términos opositivos; y hasta afirma que ni siquiera de la palabra significante
“sol” puede fijarse inmediatamente su valor si no se considera lo que le rodea;
dado que hay lenguas en que es imposible decir «sentarse al sol».
Algo similar ocurre con las entidades gramaticales: el valor de un plural
cambia de una lengua a otra, por lo cual sería inexacto atribuir el mismo valor a
los plurales de cada una; su valor depende, por tanto, de lo que está fuera y
alrededor de él. Continúa:
“Si las palabras se encargaran de representar conceptos dados de
antemano, de una lengua a otra tendrían correspondencias exactas para el
sentido; pero no es así. El francés dice indistintamente Iouler [alquilar] (una casa)
para «tomar» o «dar en alquiler» allí donde el alemán emplea dos términos:
mieten y vermieten: no hay pues correspondencia exacta de valores.[…] La
distinción de los tiempos, que tan familiar nos es, resulta extraña a ciertas
lenguas; el hebreo ni siquiera conoce aquélla entre el pasado, el presente y el
futuro, tan fundamental. El protogermánico no tiene forma propia para el futuro;
cuando se dice que lo expresa por el presente, se habla impropiamente, porque el
valor de un presente no es el mismo en germánico que en las lenguas dotadas de
un futuro al lado del presente. […] En todos estos casos encontramos en lugar de
ideas dadas de antemano valores que emanan del sistema. Cuando se dice que
corresponden a conceptos, se sobreentiende que son puramente diferenciales,
definidos no positivamente por su contenido, sino negativamente por sus
relaciones con los demás términos del sistema. Su característica más exacta es
ser lo que los otros no son.”15
Esto nos permite concluir que la significación dada a un signo “nada tiene
de inicial” y que posee un valor relacional: “valor determinado por sus relaciones
con otros valores similares”. Pero además, deja en claro que dos lenguas no
15
Ibid., Pág. 165.
8
producirán las mismas significaciones. Por más que un signo posea un
significado, su sentido no quedará delimitado sino dentro del sistema al que
pertenece y de acuerdo a las relaciones y diferencias que se le presenten en él.
En cuanto al aspecto material del valor, asevera una vez más que se
encuentra constituido por las relaciones y las diferencias. Expone:
“[…] Lo que en la palabra importa no es el sonido mismo, sino las
diferencias fónicas que permiten distinguir esta palabra de todas las demás,
porque son ellas las que portan la significación. […] Arbitrario y diferencial son dos
cualidades correlativas. (Los) signos actúan, por tanto, no por su valor intrínseco,
sino por su posición relativa. […] (El significante lingüístico) en su esencia no es
en modo alguno fónico, es incorporal, está constituido no por su sustancia
material, sino únicamente por las diferencias que separan su imagen acústica de
todas las demás. […] Este principio es tan esencial que se aplica a todos los
elementos materiales de la lengua, incluidos los fonemas. […] Los fonemas son,
ante todo, entidades opositivas, relativas y negativas.” 16
16
Ibid., págs. 166-167.
17
Ibid., pág. 168.
9
otros”. (...) El deslinde de una unidad obliga, pues, a clasificarla junto con aquellas
que, por el sonido o por el sentido, constituyen sus fronteras.” 18
Dejará entonces en el plano del sintagma pero del lado de la lengua los
giros idiomáticos, las frases hechas y en fin, los sintagmas constituidos sobre
formas regulares. Pero remarcará:
“Pero hemos de reconocer que en el dominio del sintagma no hay límite
tajante entre el hecho de lengua, señal del uso colectivo, y el hecho del habla, que
depende de la libertad individual”20
18
Ducrot, O. Op. cit. Págs. 69-70.
19
De Saussure, F. Op. cit. Pág. 174.
20
Ibid. Pág. 175.
10
Estas series asociativas (que ejemplifica con lo que se llama comúnmente
“familia de palabras”) poseen dos caracteres: orden indeterminado y número
indefinido.
Es en el funcionamiento simultáneo de las dos formas de agrupamiento
que veremos actuar al sistema de signos, considerado acá ya no en sus
oposiciones sino en la solidaridad que las une (sus ordenes asociativo y
sintagmático); ordenes que por tal limitan lo arbitrario.
Concluye finalmente que esta doble relación le confiere a la lengua una
parte de su valor.
Detenemos aquí la exposición de los fundamentos de la teoría
saussureana.
II. Conclusiones
11