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Cicerón, Marco Tulio, De la República¸ Editorial, País, Año.

Libro Primero.

- “No ha de poseerse la virtud a la manera de un arte cualquiera, sin practicarla. El arte que
no se practica puede poseerse como ciencia; pero la virtud consiste precisamente en la
práctica, su mejor empleo es el gobierno de los asuntos públicos y su perfecto
perfeccionamiento en la realización, no con palabras, sino con obras, de todas las grandes
cosas que se proclaman en las escuelas” p. 2.

- “Nada han dicho los filósofos, que sea recto y honesto, que no hayan descubierto y
aplicado los legisladores de los pueblos”. P. 2-3.

- “la patria no nos ha engendrado y educado para no recibir de nosotros frutos algún día, sin
otro objeto que el de atender a nuestros especiales intereses y proteger nuestra tranquilidad
y quietud, sino para tener derechos sobre las mejores facultades de nuestra alma, de nuestro
ingenio, de nuestra razón, y emplearlas en servicio propio, sin abandonar a nuestro uso
privado más que la parte que a ella le sobra”. P. 6-7.

- “No puedes acudir cuando quieras y como quieras en socorro de la República, estrechada
de peligros sino te has colocado en condición que te permita hacerlo”. p. 8.

- “el sabio no se ocupa voluntariamente de los negocios públicos, aunque, si las


circunstancias lo obligan, no rechazará la carga que le impongan; diré, sin embargo, que no
debe despreciar el estudio de los asuntos civiles, porque debe procurarse todos los medios
que tal vez tendrá que emplear alguna vez”. p. 9.

- “nada existe que más acerque la virtud humana a la de los Dioses que fundar sociedades
nuevas o conservar las ya establecidas” p. 9.

- “En el año del consulado de Tuditano y Aquilo, Publio el Africano, hijo de Paulo, había
decidido pasar las ferias latinas en sus jardines, habiéndole prometido sus amigos más
íntimos visitarle con frecuencia en aquellos días”. P. 11. En el primer día se llego a las
siguientes conclusiones:

- Scipión “la ley común de la naturaleza, que solamente reconoce como poseedores de las
cosas a aquellos que saben servirse de ellas”. P. 23.
- Scipión “¿Qué mando, qué magistratura, qué reino es superior al de aquel que
considerando desde lo alto todas las cosas humanas y viéndolas inferiores a la sabiduría,
solamente se detiene en los objetos eternos y divinos; que está persuadido de que, si todos
se llaman hombres, solamente deben llevar este nombre aquellos que han recibido la cultura
y conocimientos que hacen el verdadero hombre?”. p. 24.

- Lelio “la armonía del Senado, la concordia en el pueblo, son cosas posibles, y cuya
perdida constituye calamidad pública; vemos y tocamos esta desgracia y estamos
convencidos de que, reuniendo nuestros esfuerzos, viviríamos mejor y con mayor ventura”.
P. 27.

- Lelio Para lograr la anterior cita. “Las ciencias que tienen por objeto hacernos útiles a la
República; porque, en mi opinión, es el uso mejor de la sabiduría, la muestra más clara de
virtud y el primer deber de la vida”. p. 27.

- Lelio hablando con Scipión “Me he dirigido a ti, en primer lugar, porque pertenece
naturalmente al primer ciudadano de la república hablar de ella; en segundo lugar, porque
recuerdo has tenido frecuentes conversaciones sobre esta materia con Panecio y delante de
Polibio, los dos Griegos más entendidos en asuntos políticos; y que después de muchas
observaciones y reflexiones, llegaste a deducir que de todas las formas de gobierno la que
nos dejaron nuestros antepasados en indudablemente la mejor”. P. 28. Se refiere a la
República.

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- Scipión “la cosa pública (república) es lo que pertenece al pueblo; pero pueblo no es todo
conjunto de hombres reunido de cualquier manera, sino el conjunto de una multitud
asociada por un mismo derecho, que sirve a todos por igual”. P. 12.

- Scipión “Estos grupos, pues, … decidieron asentarse primeramente en un lugar


determinado con el fin de tener sus viviendas, y allí, una vez que lo defendieron con los
accidentes naturales y la obra de sus propias manos, denominaron poblado o ciudad a tal
reunión de techos, dejando espacio para templos y otros lugares de uso común”. P. 12.

- Scipión “todo pueblo, que es tal conjunción de multitud, como he dicho, toda ciudad, que
es el establecimiento de un pueblo, toda república, que, como he dicho, es lo que pertenece
al pueblo, debe regirse, para poder perdurar, por un gobierno. Pero éste debe servir siempre
y ante todo a aquella causa que lo es también de la formación de la ciudad; luego, puede
atribuirse este gobierno a una sola persona o a unas pocas escogidas o puede dejarse a la
muchedumbre de todos”. P. 12.

- Scipión “cuando tiene uno solo el gobierno de todas las cosas, llamamos rey a esa persona
única y reino a la forma de tal república; cuando lo tienen unos pocos selectos, se dice que
tal ciudad se rige por el arbitrio de los nobles; y, por último, es ciudad popular -así la
llaman- aquella en la que todo lo puede el pueblo. Cualquiera de estas tres formas, si sirve
para mantener aquel vínculo que empezó a unir en sociedad pública a los hombres, no es
perfecta ciertamente, ni ninguna de ellas, en mi opinión, es la mejor, pero sí es tolerable, y
cada una puede tener ventajas sobre las otras. En efecto, un rey justo y sabio, o los
principales ciudadanos selectos, incluso el mismo pueblo, aunque esto sea lo menos
deseable, puede ofrecer cierta estabilidad, siempre que no se interfieran injusticias y
codicias”. P. 12.

- Scipión “en los reinos, quedan los otros ciudadanos demasiado apartados de toda
actividad en el derecho y gobierno; en el dominado de los mejores, la muchedumbre
difícilmente puede participar de la libertad, pues carece de toda potestad para el gobierno
de la comunidad; y cuando todo lo gobierna el pueblo, aunque sea éste justo y moderado, la
misma igualdad es injusta pues no distingue grados de dignidad”. P. 12.

- Scipión “creo que debe considerarse como mejor esta cuarta forma de gobierno, que se
modera por la combinación de aquellas otras tres que antes mencioné”. P. 13.

- “cada república es según la naturaleza o la voluntad del que la gobierna; así, no encuentra
acogida la libertad en ninguna otra forma de ciudad que no sea aquella en la que la potestad
suprema es del pueblo, y, ciertamente, ninguna más agradable que ella puede haber, pues, si
no es justa, tampoco hay libertad … En ellas los ciudadanos votan, nombran a los
magistrados con mando supremo, participan en las elecciones y en la votación de las
leyes'", pero dan lo que ha de darse aunque no quieran, y dan a quien se lo pide lo que ellos
mismos no tienen; porque están apartados del mando, del gobierno público, del juicio y de
poder ser elegidos jueces, pues esto depende del abolengo y la fortuna de las familias”. P.
13.
- “esta discriminación nació al haber surgido en el pueblo alguna o algunas personas más
ricas y acaudaladas, al ceder los perezosos y débiles ante el desdén y soberbia de aquéllos,
y quedar vencidos por la arrogancia de los ricos. Pero cuando los pueblos conservan su
derecho, niegan que pueda haber algo mejor, más liberal y más feliz, ya que son entonces
señores de las leyes, de los juicios, de la guerra y de la paz, de los tratados con otros
pueblos, de la vida de todo ciudadano, y del dinero. Sólo ésta creen ellos que se puede
llamar propiamente república, precisamente por-que la gestión pertenece al pueblo”. p. 13

- “cuando el pueblo está en paz y lo refiere todo a su seguridad y libertad, nada hay más
pertinente que esa forma de gobierno, nada más firme; y puede darse fácilmente esa paz en
tal república si todos tienen las mismas miras, pues las discordias nacen de la
contraposición de intereses, ya que no todo el mundo tiene los mismos intereses; mas
cuando los nobles se apoderan del gobierno, nunca ha perdurado la estabilidad de la ciudad,
y aun menos en los reinos”. P. 13.

- “como la ley es el vínculo de la sociedad civil, y el derecho es la igualdad de la ley, ¿qué


derecho puede mantener a la sociedad de los ciudadanos cuando son éstos desiguales?
Porque, si no conviene igualar las fortunas, si tampoco pueden ser iguales las inteligencias
de todos, sí que deben ser iguales los derechos de los que son ciudadanos de una misma
república. Pues ¿qué es una ciudad sino una sociedad en el derecho de los ciudadanos?” p.
14.

- “no hay más degenerada forma de gobierno que aquella en la que se considera más nobles
a los más opulentos”. P. 14

- “Si pudiera gobernar un solo hombre, no habría necesidad de más; si todos le consideraran
como el más noble y llegaran a consentir en ello, nadie buscaría ya otros jefes. Fue así la
dificultad de tomar decisiones la que trasladó el gobierno, de un rey a varias personas, y la
ignorancia y temeridad de los pueblos la que lo trasladó, de la muchedumbre, a unas pocas
personas; de este modo, entre la insuficiencia de uno y la temeridad de muchos, los más
nobles vinieron a ocupar, un lugar intermedio, y eso es lo mejor”. P. 14.

- “se presenta el nombre de rey como paternal, porque gobierna a sus ciudadanos y los
conserva como a hijos, con más cuidado”. P. 15.
- “si las almas de los hombres se someten al mando de un rey, el gobierno debe ser de uno
solo, es decir, de la prudencia -pues es la parte principal del alma-, y, gobernando la
prudencia, no ten-dría lugar la concupiscencia deshonesta, ni la ira, ni la temeridad”. P. 17.

- “es con mucho la mejor forma de gobierno de aquellas tres primeras a mi juicio, la de los
reyes, pero mejor que ésta será aquella forma combina-da y moderada que se compone de
los tres primeros tipos de república. En efecto, conviene que haya en la república algo
superior y regio, algo impartido y atribuido a la autoridad de los jefes, y otras cosas reserva-
das al arbitrio y voluntad de la muchedumbre. Esta constitución tiene, en primer lugar,
cierta igualdad de la que no pueden carecer los hombres libres por mucho tiempo; luego
estabilidad, puesto que una forma pura fácilmente degenera en el defecto opuesto, de modo
que del rey salga un déspota, de los nobles, una facción, del pueblo, una turba y la
revolución, puesto que aquellas formas generalmente se mudan en otras nuevas, lo que no
sucede en esta otra constitución mixta y moderada de república, si no es por graves defectos
de los gobernantes, pues no hay motivo para el cambio cuando cada uno se halla seguro en
su puesto, y no hay lugar para caídas precipitadas”. P. 20.

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