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DÉCIMO ARTÍCULO

LA COMUNIÓN DE LO SANTOS, EL PERDÓN DE LOS PECADOS

¿A qué se refiere con comunión de los santos? La Iglesia enseña que, al ser todos miembros de una misma
Iglesia, a todos nos pertenecen los bienes espirituales. Esto es: la gracia que se recibe de los Sacramentos, la
fe, la esperanza, la caridad, los méritos infinitos de Jesucristo, los méritos sobreabundantes de la Virgen y de
los Santos y el fruto de todas las buenas obras que se hacen en la misma Iglesia.

Así que, los que no gozan de la comunión de los santos, es decir, de las gracias y bienes espirituales de la
Iglesia de Cristo, son todos aquellos que no forman parte de la Iglesia, por lo cual, es imposible salvarse fuera
de ella. Pero, la Iglesia nos enseña que debemos ayudar a todos ellos, mediante avisos saludables, con
oraciones y buenas obras, suplicando al Señor que por su misericordia, les otorgue la gracia de convertirse a la
fe y entrar en la comunión de los santos.

¿Qué nos enseña este artículo sobre el perdón de los pecados? Nos enseña que Jesucristo ha dejado a su
Iglesia el poder de perdonar los pecados. Pero, ¿se puede perdonar toda clase de pecados? La respuesta es sí,
la Iglesia puede perdonar todos los pecados, por muchos y graves que sean, porque Jesucristo le ha dado
plena potestad para atar y desatar. Pero hay que mencionar que existen 4 tipos de categorías de pecados:

Primero, los pecados veniales, que son aquellos pecados leves que no nos hace perder la gracia de Dios.

Segundo, los pecados mortales, que son aquellos pecados graves que nos hacen perder la gracia de Dios y nos
hace merecedores del infierno.

Tercero, los pecados contra el Espíritu Santo. De esto, el Catecismo en el numeral 1864 dice: No hay límites a
la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el
arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante
endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna. Entonces, los pecados contra el
Espíritu Santo son:

1. La desesperación de salvarse: Consiste en que la persona ha pecado tanto que considera que la
confesión es inútil, pues Dios no puede perdonarlo.

2. La presunción de salvarse sin merecimientos: Consiste en que la persona se considera tan virtuosa
que piensa que ya está salvada, y que cualquier pecado que cometa es pequeño y no afectará en nada
a su salvación.

3. La impugnación de la verdad conocida: Consiste en que la persona, conociendo la verdad de fe,


rechaza que el pecado sea pecado y se busca argumentos para pecar más libremente.

4. La envidia o pesar de la gracia ajena: Consiste en que la persona siente envidia de la gracia que
Dios le da a otro, y se revela contra Dios sin mostrar arrepentimiento.

5. La obstinación en los pecados: Consiste en que la persona se aferra a pecar, no por debilidad, sino
por puro amor al pecado. Es decir, la persona no siente ni remordimiento ni arrepentimiento de sus
pecados.

6. La impenitencia final: Consiste en que la persona endurece tanto su corazón con el pecado, que
toma la decisión de no arrepentirse de sus pecados, incluso hasta la hora de su muerte.

Estos pecados se dice que son en particular contra el Espíritu Santo porque se cometen por pura malicia, la
cual es contraria a la bondad que se atribuye al Espíritu Santo.
Cuarto, los pecados que claman al cielo. Se les dice así, porque su iniquidad es tan grave y manifiesta, que
provoca a Dios a castigarlos con los más severos castigos que son:

1. El homicidio voluntario: Esto lo observamos cuando Caín mata a Abel, y dice le dice en Gn 4, 10: “¿Qué has
hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo”.

2. El pecado impuro contra el orden de la naturaleza: Esto lo vemos en el pecado de los sodomitas, que fue
practicar una sexualidad no orientada a la procreación; es decir, las relaciones sexuales homosexuales, el uso
de anticonceptivos o todas aquellas prácticas sexuales por las que una pareja desea evitar concebir. Esto lo
vemos en Gn 19, 13: “porque vamos a destruir este lugar, que es grande el clamor de ellos en la presencia de
Yahvé, y Yahvé nos ha enviado a destruirlos”.

3. La opresión del pobre: Lo vemos en el clamor del pueblo oprimido en Egipto. Lo encontramos en Ex 3, 9:
“Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los egipcios los
oprimen”.

4. El maltrato y humillación del extranjero, de la viuda y del huérfano: Lo encontramos en Ex 22, 20-23: “No
maltratarás al forastero, ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto. No vejarás a
viuda ni a huérfano. Si le vejas y clama a mí, no dejaré de oír su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a
espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos”.

5. La injusticia para con el trabajador: Esto lo encontramos en Dt 24, 14-15: “No explotarás al jornalero
humilde y pobre (…) le darás cada día su salario (…) porque es pobre, y para vivir necesita su salario. Así no
apelará por ello a Yahvé contra ti, y no te cargarás con un pecado”.

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