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VÓRTICES
SECRETOS
Isaac Morales Fernández
VÓRTICES
SECRETOS
Edición electrónica del autor
Realizada en Crello.com
Caracas. Marzo, 2021
Isaac Morales Fernández
Vórtices secretos, 2021
hecho, tenía la certeza de que hacía ya mucho tiempo vivía de manera abisal.
Cuando se halló anímicamente inmerso allí, lo único que pudo hacer fue mirar
de ver aunque fuese por dónde había caído, tratando de entender cómo había
caído, pero era tan difícil incluso mover la cabeza y alzar los ojos hacia ese
Sin embargo, la tragedia de Jonathan debe contarse con cuidado y sin frases
fáciles. El mismo mes en que comenzó la locura, con la muerte del señor Rojas,
Vista Encantada, cambiando su vieja casa pegada al suelo por una nueva casa
El día de la mudanza sólo una niña les prestó atención. El edificio Tahoma era
un bloque encerrado de esos en los que las escaleras no tienen vista hacia
lado... sólo altas otredades de concreto. Déborah Manrique de Rojas sabía que
Jamás leyó nada de política. Cada quien puede reírse. Déborah aún hoy
contado: Jonathan tenía puesta la canción I want you (she’s so heavy) de los
Beatles a todo volumen, lo cual le reafirmó la reacción totalmente en contra de
cualquier cosa que tuviera que ver con el rock (desde las malas conductas
todo lo que tuviera que ver con llamar a los espíritus, en la magia blanca, en
que el mal se rechazaba con sesiones espiritistas en las que todos unían sus
manos en señal de fe por el más allá, lo cual funcionaría como una especie de
talismán y cosas así. Cabe destacar que había llegado allí luego de pasar por
ella, al final, renegó de ser su madre y lo envió directo a lo más profundo de los
infiernos, donde fuera, pero que no regresara, y nunca en una sesión espiritista
él era Géminis...
sí...
y Conejo en el Chino...
ya no hablemos de eso...
bueno...
Déborah sabía que no podía luchar contra la intensa actividad de su cerebro,
pero, de todas maneras, se enfrentaba a ella con ímpetu. Como si alguna vez lo
hubiera dominado (a su cerebro). Una vez, meses adelante, llegará a decir que
Sebastián respirará, exhalará, mirará el techo del cafetín del geriátrico que
estará ubicado en lo alto de una montaña entre el Caracas y los Valles del Tuy.
opaca. Observará la carretera que pasa allá abajo y a lo lejos del elevado
recinto de ladrillos.
edificio. Ariadna los veía y los veía, y a Jonathan le causó una sensación
No mucho tiempo había pasado desde que el señor Rojas, (“que Satanás lo
tenga ensu paila”), había muerto por una “incisión craneal” (todo esto es humor
negro de Déborah, no del narrador): se le había metido en la cabeza que su
bajo un enorme alud de hielo en el lado más inclinado del Pico Bolívar, en un
viaje que hacía con otros compañeros suyos, excursionistas todos, tan amantes
del mundo que este los mató. Asunto carente de toda lógica... para Déborah; el
Mientras más montañas subía, su récord iba aumentando cada vez, y aunque
estuvo muy cerca de romper el récord nacional, nunca lo logró, pese a sus
enormes esfuerzos.
El día en que el señor Rojas murió junto con sus tres compañeros, escalando
metas y esta parecía ser sólo una más de todas las que había acabado, quien
mañana cuando nadie veía televisión. Déborah siempre le había dicho que no
podría dedicarse a eso toda su vida, que cuando pasara los cincuenta debería
seis años y no había podido escalar aún el Salto Ángel porque no había
comenzado a practicar dicho deporte extremo sino desde los veintitrés años,
quince. Déborah dice que era realmente un absoluto vago. Que cada bolsa que
que armaba era una representación de sí mismo. Al señor Rojas se le revolvía
insustituible desayuno.
Pero Déborah tampoco quiere hablar del señor Rojas. No quiere ni nombrarlo
pozo que comenzaba a deshelarse porque estaba muchos metros más abajo
caída, se había estrellado justamente en la parte más honda del pozo, que
tenía unos dos metros de profundidad. Los cuerpos de los otros tres estaban
hacia las orillas, con algunos pedazos de hielo incrustados en la piel. Con
golpes que había recibido en la caída por el precipicio y, además, tenía hielo
cuando ellos cayeron, ese pozo estaba cubierto con una costra dura de hielo
que la caída de los cuatro cuerpos quebró al instante. El señor Rojas estaba
La señora Déborah, viuda de Rojas, vio todo por televisión. La maravilla de los
de la densa niebla que no permitía ver nada. Específicamente , ese día la nube
fría y húmeda de invierno estaba tan espesa que, a un metro apenas, no se
la niebla, donde el Pico Bolívar parecía haber dejado de existir para otorgarle
circunstancia de la montaña por todas partes. Tanto que ella se lo había dicho.
Pero el señor Rojas era insistente, terco, empecinado casi hasta lo heroico, e
única del señor Rojas con su primera esposa, Georgina también, con quien
año, Déborah, diez años mayor que él, por fin divorciada de su alemán primer
involuntarios.
Rojas fue culpa de él, y él nunca había superado sus propios récords, sino los
récords de otros que ya habían superado los récords de otros, y estos a su vez
en noticias de última hora el grupo alpinista oso frontino ha perdido contacto con
alpinistas oso frontino que estuviera entrenando en buenas tardes y buen provecho
días de penumbra total aún no se sabe nada acerca del grupo oso frontino y se
ha sumado a la búsqueda y rescate de extra han sido hallados los cuatro cuerpos
del grupo alpinista oso frontino sólo una de ellos está con vida aún pero se haya en
estado de coma. Armando Rojas, Rubén Barrios, Sasha Paredes y Cristina Fuentes,
esta última la única sobreviviente, fueron encontrados esta tarde a las tres de la
tarde en...
¡Que no quería recordarlo! Definitivamente, Déborah no quiere oírse. Luego de
terminar de ayudar en lo muy poco que pudo con la que ahora ella
muy pocas cosas no le hacen recordar a cada momento. Sentarse a hablar con
¿qué te pasa?
¿café?
continuó así:
¿todo lo que sabes? –ni siquiera Sebastián tenía tanta soberbia, porque su
pero...
¿quieres que hagamos una sesión aquí a ver qué es? Puede ser un...
no, no, Sebastián. No es por nada de eso... bueno, no sé. Quizás sí.
¿por qué no me cuentas tu llegada? A lo mejor fue algo que viste y...
no hay nada. Todo lo contrario. Las enfermeras son muy buenas. Por cierto,
¿qué niña?
Ariadna... pobrecita...
aquí... Exprésate...
intentando entender qué era lo que pasaba. Lo que pasaba era que Déborah
no quería decirle a Sebastián que realmente nunca quiso dejar su vieja casa
donde había vivido con su segundo esposo y sus dos hijos, ahora muertos los
casa, que habían vendido ya y donde todas sus memorias estarían siendo
invadidas por los nuevos dueños. Ahora sentía que todo lo había perdido
Estaba en su poder aprender a vivir sin él, pero no podía vivir sin él. Y pensaba
ese alemán de nombre Mehmet también, que al nacer Jonathan, dos años
doscientos treinta y tres kilos. Lo suficientemente gordo como para tener que
entrar de lado por la puerta, por casi cualquier puerta, menos por su puerta
preferida: la del cine, y no sólo porque era su mayor fijación, sino ahora
le podían notar las raíces negras, sólo que Mehmet nunca se las vio), cara de
¿cómo te llamas?
¿disculpe?
¿cómo te llamas?
Lili
mm...
ho–(bostezo, arqueo de la ceja derecha, rascado tres veces del lado derecho de
Pero lo cierto fue que después –y tal vez a causa– de lo que le pasó a Mehmet,
conseguirse una ayuda monetaria de otra índole, un beneficio del seguro social
o algo así. Debido a esto, Mehmet consiguió que una institución benéfica del
vhs, más comida y películas de vcd y más comida y películas de dvd, sin
decir que si hubiera vivido solo no hubiera gastado en ningún tipo de muebles
ni otra cosa. Quizás sólo la nevera para que las bebidas se mantuvieran frías.
Mehmet era de los que podía comerse, a los quince años, sólo en el desayuno,
una pizza familiar entera con un litro de refresco. La vez más sorprendente que
Déborah recuerda de su hijo y sus enormes comidas fue cuando almorzó dos
medio kilo y una bolsa completa de uvas. Tenía entonces dieciocho años. Lo
cierto es que parte del problema era que Mehmet sufría de hambre perenne,
eterna. Le habían explicado que era algo glandular y tiroidal a la vez, pero no lo
refresco. Incluso tenía por costumbre, durante las noches, pararse hasta dos y
tres veces para consumir algo de la alacena o de la nevera, ya fuera una galleta
o un pedazo de queso.
Con el cine, Mehmet era casi igual de sorprendente. De sesenta películas que
Las otras diez las veía en su casa en el televisor. Cuando por alguna razón le
faltaba alguna por ver, se proponía firmemente no dejar de verla antes de que
que el beneficio monetario era más bien el puente hacia todas las tentaciones.
Nunca compraba remedios, ni mucho menos hacía dieta. Cierta vez que
tú no comprendes, Sebastián...
tenía problemas para alejarse los textos de lectura porque con apoyarse las
actas. Sin embargo, una vez, un muchacho con malas intenciones más allá de la
carcajadas con otros dos amigachos que no se reían tanto. Lo siguiente fue de
suponer. Una señora mayor y un hombre preocupado que vendía helados a los
obeso pequeño recuperó el habla, el color y el alma. Al niño que le había dado
el batazo, Mehmet empezó a temerle, y cada vez que salía del colegio salía con
justicieros cuando alguien cometía una injusticia. Mehmet, pues, tenía como su
propio “padrino” a cierto repitiente del sexto grado. Ese batazo dejó
ñoño Mehmet.
Con el pasar de los meses, se convirtió en un ser huraño con todos sus
Pero esa amistad se acabaría pronto, pues el muchacho terminó por hacerse
un ladrón, y Mehmet, más por miedo que por convicción, nunca lo acompañó
amigo de la primaria, y había ganado también bastante estatura entre los trece
puta
Ese fue uno de los recuerdos más vivos de Mehmet hasta el final de su vida. La
con un golpe tan duro en los testículos que el muchacho sólo cayó privado de
todo movimiento y boca abajo en el suelo, con lágrimas gruesas y una voz de
rufianes y las dos muchachas (la segunda no había hecho absolutamente nada
vida, Mehmet lo recuerdará como una idiotez. Maldita escuela pública. Maldito
¿cómo le vas a hacer eso a ese par de muchachos flaquitos y a esta niña?
(El del par de lugarescomunes eran del imbécil profesor de historia que no
hacía sino mandarles a investigar cualquier cosa y apenas se las medio corregía
¿Por qué Mehmet había callado y no se había defendido? Tal vez si hubiera
“prometía” no volverse a “meter” con los dos muchachos, tres años mayores
que él y casi bachilleres. Esa misma tarde le pidió a Déborah que lo cambiara
de liceo. Ella nunca supo por qué Mehmet le había pedido eso, pero lo cierto
fue que Mehmet no fue más al liceo y perdió el resto del año mientras Déborah
intentaba conseguirle cupo en otro liceo privado, que por entonces podía
pagar con lo que ganaba planchando y lavando ropa ajena. Por ese tiempo ya
se había casado legalmente hacía poco con Armando Rojas, que la había
hijos. Los trátimes legales fueron tremendos, pero logró su cometido: antes
En esa época, Mehmet cambió. El otro liceo le parecía idéntico, así que no tenía
sumamente bajo, tanto que al final quedó apenas por encima de la mínima
aprobatoria, nunca más se defendió de las burlas, ni de sus hábitos de
carrera universitaria. Se jactaba con decir que era mucho más inteligente y
sabía más cosas que cualquier otro “bachiburro”. A los diecinueve años, ingresó
a trabajar en una fábrica de cables, en la cual tenía que halar metros y metros y
trabajando en algo que requiriera esfuerzo físico, o algo que afectara sus
corazón y quedar paralítico, tal vez parapléjico, o tal vez morir. Fue cuando por
diagnosticado pocos años atrás y que seguía siendo inentendible para él. En
vista de esto, Mehmet quedó para siempre como un holgazán en su casa. Sólo
ver películas y comer. No había dieta que le sirviera porque todos aseguraban
que era un problema “biopsíquico”. Se apasionó por las películas tal vez porque
vida. Como había perdido por su mayoría de edad la ayuda benéfica que tenía
cables, un alma piadosa de entre sus compañeros de trabajo que conocía muy
un dinero cuyo monto era un poco superior a tres sueldos mínimos, y con eso
cabeza y deja que el agua le caiga directo a la cara. El líquido, al caer por los
lados de su cara, crea una especie de cortina sónica que él imagina como una
cascada que lo protege del ruido exterior. En su atormentada mente sólo oye
algo parecido a una lluvia interna que quisiera y no quisiera que cesara y no
de tal magnitud.
¿Cómo he creado un monstruo de tal magnitud? He leído una frase trágica que
dice “preferiría haber parido un nido de serpientes”. ¿Por qué no parí un nido
Pléyades. No sé porqué me gusta tanto esa constelación. Creo que por ser esa
la que noto con más facilidad. En instantes quisiera no sentir estas cosas que
secreto. Quisiera violar a quien ama con la misma fuerza que ella lo desprecia
última conversación con Ariadna, y todo lo que ha vivido en este día tan
extraño, por calles desconocidas, lo han dejado con una depresión más fuerte
aún.
<<No me defiendo. Sí me defiendo. No. Bueno, está bien. ¿Qué está bien?
Bah, no importa. En mis repetitivas idas y venidas a Caracas, desde mi
escandaloso e ingrato pueblo Santa Teresa del Tuy (lo amo aunque mal
pague, no se confundan), tuve muchas de las visiones (no piensen en
Aristóteles en este momento, por favor, tengan un mínimo de respeto hacia
mi persona), que aparecen en esta ¿novela? (al menos estoy seguro de que
no es una “nivola”, y de Jorge Enrique Adoum para abajo que se me callen
toditos, bichitos). Una anciana con la que muchas veces coincidí, y que
lanzaba los brazos o la cabeza para un lado o para el otro, como
corrientazos locos, como un hipocampos recibiendo pinchazos de erizos
bajo el lustroso y caliente viento del autobús a toda marcha (viaje, autobús,
carretera solitaria, siluetas...), una cosa rarísima. La señora tenía unos
sesenta años, era morena, se notaba que era muy humilde, con el cabello
todo encanecido (alambres en explosión a pesar de)... Ahora la recuerdo
con un largo vestido como una bata blanca de grandes flores negras y unas
sandalias. Ese era todo su atuendo... Definitivamente andaba de medio luto
todo el tiempo. Una vez ella quiso preguntarme algo, creo que era la hora o
cualquier otra tontería, y yo de bobo se la dije sin atreverme a preguntarle
lo que quería saber: ¿qué enfermedad padece usted, señora?... Lo digo en
serio. Coño, no se rían. Es en serio. Jamás le hubiera preguntado cosas
soeces como: ¿qué le pasa, señora, le pica ese culo?... No soy de esos. De
verdad me angustiaba y casi atormentaba realmente verla. Prefería mirar
para otro lado ¡aunque su presencia inaudita tres puestos más delante del
otro lado del autobús me halara los ojos como con cañas de pescar!
¡Malditos ojos, los ojos son dos putas! ¡En ese tiempo yo aún no era miope!
¡Menos mal que ya no tengo la vista perfecta de la juventud, fuera tan
entrépito que ya me hubiera graduado! Y bueno, ya. Más nunca la he visto.
¿Para qué quiero verla? Los paseos en autobús no son como los pinta Jack
Kerouak. Ni mucho menos el Magycal mistery tour... Un viaje en autobús se
parece más a un dolor de estómago: no mata a nadie pero es una ladilla
crónica. Un tipo disfrazado de conejo sólo se ve en Disney y en los
videoclips, claps de clops, diría Rafmuñ... De manera pues que Déborah fue
el primer fantasma que se me apareció. No necesité sesión espiritista para
eso...>>
¿Por qué no puedo abrir los ojos de frente a la lluvia que me cae de la
regadera? Los ojos deberían ser más resistentes, deberían ser ambos de duro
cristal o de un impasible metal transparente, pero no... los ojos son esta cosa
débil, frágil, delicada y despreocupada. A los ojos no les importa lo que siente
quien los porta, y menos aún les importa lo que sufre quien los porta. Mis ojos
debieran no haber visto jamás esa perdición de otro mundo, esa belleza
nada ni nadie. Pero estos ojos, ¡estos ojos! Estos ojos míos son dos putas, dos
Así vea de reojo, grabo todo lo que veo. ¿Será que ver es la verdadera
maldición que nos mandó Dios? De seguro si Eva no hubiera visto la manzana
caracterizaría por tener un cuerno incipiente sobre las cejas. Pero no. Gracias a
hasta que Selenia haga y se deje hacer lo que esa sierpe manzanera me dijo
que hiciera.
Selenia... Maldita hermosura del más allá, ya parezco un poeta necio de esos
que recitan cualquier cosa en cualquier sitio. ¿Por qué te vi, Selenia? Más me
convendría haberme arrancado los ojos al verte. Yo no quiero esta locura, pero
fijarme en ti, pero ya es muy tarde. Tienes que ser para mí.
camino
imaginación me matará...
tenía que extraerte de allí, Jonathan. Si supieras cuantas cosas haces pasar
como la tuya, no podemos negarnos a esa intensa vorágine asesina que nos
esta tarde lo haré. Iré para allá y le diré... le diré que toda esta situación me
ha hecho sentir...
ojalá no tuviera que decir más nada. No vale la pena, pero no queda
una más del montón, puedo estar seguro de eso, pero para mí es como un
Laura...
a lo mejor el infierno y el paraíso son tan opuestos que son iguales. Los
un remolino que nos arroja hasta el cálido interior de una cloaca, y allí, en
cerca de las aceras, nacen las ratas como un sarpullido estelar, como miles de
erupciones volcánicas. Y las ratas son diminutos monstruos que crecen y luego
estamos perdidos.
profundo, y de allí no saldrá jamás otra vez. Pero el cielo está escondido detrás
de las puertas del infierno, así que hay que descender rapsódicamente
lo bueno de las almas podridas, es que disfrutan con mayor felicidad los
sí... creo...
Ramón Bravo? Qué va. Ni los niños, ya eso lo han visto millones de veces por
lanzando el libreto al suelo... y eso sólo dio risa, más nada. Yo era un niño
entonces, qué íbamos a saber yo y mis contemporáneos de Unamuno.
Jonathan cierra la regadera pero aún se siente impuro, además de creerse loco
por estar hablando solo en la tina. Cada quien puede reírse. Jonathan sabe que
es un problema que no se podrá quitar tan fácilmente. Abre la puerta del baño
visualiza situaciones similares, como una muy típica en la que veía a su mamá
brazo hacia adelante al tiempo que acerca la cabeza al hombro del mismo
Aquella vez sintió que quería a su madre, pero con una bondad infinita le
hubiera gustado matarla para que no sufriera más, aunque tampoco quiere
las sociedades sea la manera en que cada persona imagina sus mejores
muy claro: todo el mundo sabe cómo se hace, aunque sea teóricamente. Todo
el mundo sabe cuáles son los huecos que se pueden penetrar, las ociosamente
desde muy antiguo, como el Kama Sutra, leído y curioseado por Jonathan
insostenible agonía de su pobre madre viuda, con un hijo muerto, y ahora lejos
de su casa.
<< – Jonathan, Mehmet, mañana domingo vamos al culto. Acuéstense
temprano. – Jonathan, Mehmet, ya es tarde, apaguen ese televisor. –
Jonathan, Mehmet, vayan a bañarse que han estado todo el día en el patio
llenándose de tierra. – Jonathan, dile a tu maestra que eso de donar sangre
es un pecado, la sangre es sagrada. Ella no tiene derecho a hablarles de eso
en clase. Y tú, Mehmet, si en el liceo te hablan de eso, ya sabes... >>
tanto. Por eso cada vez que alguien le acarició la cabeza a Déborah (sólo dos
vida que tuvo su madre hasta el último momento. Ahora, “pobre Déborah”
alta), tener que soportar que su esposo fuera tan loco como para montarse en
un sitio tan alto y dejarse caer como un clavadista sobre hielo. Déborah
objects in mirror are closer than they appear. ¿No te has fijado?
¿Qué significa?
¿qué significa?
regresarla.
i don’t speak espanol.
¿en serio?
sí... óyete...
lo que decía el letrero en el vidrio, apenas reconoció que objects debía ser
“objetos”, in era “en”, ... y de repente, oyó un grito de “¡No!” que sólo podía ser
derecho del carro. Ariadna se asomó y luego abrió la puerta viendo hacia el
caminó hacia allí, donde el cuerpo de un pequeño perro puddle blanco yacía
inmóvil con la cabeza bajo el caucho, y a lo largo, detrás de él, la correa amarilla
Sucedió que el perro, recién regalado un día antes por su novio Mario, se le
caminó de espaldas en pleno llanto. Jonathan se bajó y fue a ver, para dirigirse
luego a Selenia.
discúlpame, Selenia... no lo vi...
¡por supuesto que lo viste! ¡Te daba tiempo de frenar! ¡Te daba tiempo de
frenar!
Ariadna se acercó muy lentamente por detrás de Jonathan para llevarle Catire a
accidente...
¡lo hiciste a propósito, ¡verdad?! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡¿Cómo es posible que me
hacer sufrir a la mujer que amaba, sobre todo por decirle ahora que lo odiaba,
que Selenia junto a él obtendría sólo felicidad, pero que por no estar con él, ese
sufrimiento era justo lo que se merecía, por ingrata o por lo que fuera. De
repente vio a su amada como una hermosa imbécil. Tal vez una relación con
ella se parecería más una imagen de Fragonard que a una verdadera vida. Pero
ese detalle no le importó, sobre todo porque Jonathan no tiene idea de quién
diablos es Fragonard. “Yo me mataría por ti. Yo te mataría por mí”, pensó.
que dejó mal estacionado. Ariadna quedó sola en medio de la calle, igualmente
solitaria. Era la una de la tarde. El sol cegaba a Ariadna y hacía brillar el carmesí
recoger los pedazos del perro que habían quedado regados. Algunos vecinos,
sí..., tal vez lo hice a propósito. ¿Y? Esto y muchas cosas más te mereces por
jardines del mismo en la parte de atrás. Con sus propias manos y ayudándose
a abrir una fosa para el perro muerto. Cavando allí la encontró Selenia. Había
ido a buscar una pala y una bolsa negra de basura para enterrar a su perro.
Cuando salió a la acera y vio que sólo quedaba la mancha en el suelo, desde
arriba un vecino le había gritado “¡Ariadna se lo llevó para atrás del edificio!”
reaccionó.
<<Ariadna es la de Teseo, obviamente, pero recontextualizada (lo siento, la
palabra “extrapolada” también es una palabrota) y con un Teseo que tiene
mucha más edad que ella y que, por supuesto, tendrá otro tipo de
enfermedades mentales, pero no es un pedófilo en lo absoluto. Ella es el
único lado realmente humano de Jonathan. Aparte de recontextualizada y
reducida a niña, tenía que hacerla loca (ya sabrán: la gritona, la del parque,
etcétera...). No sé por qué, sólo sé que el personaje, para poder moldearlo
como quería (¿estás tú también en la regadera?) tenía que volverla loca. Allí
se me apareció como una revelación (reverberación) que esta novela no era
un policial de un enfermo que se vuelve literalmente loco por una
desconocida top model instructora de pasarela en las afueras de Caracas,
en una urbanización imaginaria (mujerones así sí he visto, en general, y por
montones. En Venezuela estamos acostumbrados) (también estamos
acostumbrados a las urbanizaciones imaginarias, pero sobre todo, a
urbanizaciones con nombres cursis). Las escenas de la observación
empecinada de la estrella de Mérope se me ocurrieron antes que las muy
ociosas del espionaje edificio a edificio con un telescopio. Estas, Jonathan
me las pedía a gritos (sigue en tu regadera) . Aquí sí pueden reírse, ociosos .
Así, Jonathan, al igual que su padre, era un Sísifo también, pero con
desenlace (entonces no es un Sísifo, idiota. Claro que sí, porque yo lo digo.
Ah, bueno, jódete. Tú eres el que va a pasar pena). En fin, a Ariadna la vi una
vez (mentira. ¡Ni media vez!). Realmente era una niña genio con problemas
de esquizofrenia, sólo que, para convertirla en monstruo de novela, le quité
edad y una fuerte justificación para esa monstruosidad (¿Sabían que la edad
más joven a la que se han manifestado casos de esquizofrenia en el mundo
es a los once años? Imagínense como está el mundo de loco). Cabe destacar
que con la ayuda de ciertos recortes de revista que una vez hicimos un
grupo de estudiantes de teatro para un ejercicio de dramaturgia, me topé
con una gran cantidad de imágenes de niñas en fotografías muy locas. Una
gritaba cubriéndose los oídos y apretando los ojos. Otra lucía como la
escena de la foto en el parque mecánico... etcétera (Cfr. suprascripto). En
medio de todo esto surgió la escena del scrabble (adoro este aburrido
juego, por lo general nosotros adoramos las cosas aburridas) con todo y su
víctima.>>
enterrando a Catire...
no se preocupe, señora.
eso.
esto.
pero...
te lo suplico, Ariadna. Por favor. Mírate como estás toda manchada. Anda.
Vete a tu casa.
Ariadna vaciló aún mientras Selenia recogía la bolsa del suelo y tapaba
volvió a pedir que se fuera a su casa rápidamente, se lavara muy bien y botara
esa ropa. Ariadna se había quedado muda, y asintió lentamente con la cabeza.
sacó su telescopio con cuidado. Lo había comprado hacía ya unos cinco años y,
momento. El libro tenía a dos páginas llenas, el mapa celeste. Le gustaba ver a
Sirio, con esa pequeña estrella a su diestra, como si fueran madre e hija, Sirio A
pequeña y, por lo tanto, capaz de ver las imperfecciones de él, como toda
que más lo hechizaba, sin duda, era Pléyades, el simpático cúmulo de estrellas
con forma de sartén. Le gustaba tanto que incluso había investigado sobre el
mito de ellas, las hijas del titán Atlas que, huyendo del cazador Orión, pidieron
auxilio a Zeus y éste las convirtió en palomas, las cuales volaron hasta el cielo y
enamoraba con una nobleza extraña. Era como enamorarse de la niña más fea
pero más tierna de sus seis hermanas preciosas. Jonathan leyó que, de hecho,
sus seis hermanas habían sido amantes de algunos dioses, y sólo ella tuvo que
conformarse con el amor de un mortal, que no la trató del todo bien, que era
Esa noche observó especialmente a Mérope, para saber qué tal se veía desde
este lado de la ciudad. Como los balcones del edificio Tahoma, y de toda la
urbanización, eran más bien sellados, con tan sólo el ventanal abriendo la
altura (veinte pisos), tuvo que colocar el telescopio casi vertical, y de suerte que
logró ver su constelación preferida, pues en unas horas más, cuando se viera
así, bajó el telescopio hasta cuarenta grados y se encontró con el ventanal del
redujo el zoom hasta tener una visión completa del balcón. Una señora con
rollos en la cabeza pasó de un lado a otro llevando un plato. Más atrás le siguió
un señor más anciano a paso lentísimo que echó una mirada al balcón.
Jonathan sintió que el viejo lo veía y apartó su ojo del telescopio y pudo
cerciorarse de que estaban muy lejos como para que lo vieran con suficiente
mujer de rollos regresando con lo que Jonathan corroboró no ser un plato sino
una ponchera con agua llevada con cuidado a la altura del pecho.
<<También recuerdo esa construcción en lo alto de un cerro (en los Valles
del Tuy sólo hay cerros, gente y chismes. Más nada) justo después de “yo
poseo una montaña pequeña” y “Así como se resquebraja el árbol
desconocido”, yendo de aquí (estoy en casa, obvio, y el pobre árbol ya ni
existe; además, ahora uso el ferrocarril) para allá (el puente, el puente, puto
frío en 12 grados a las seis y brisas de la mañana decembrina, los libros
viejos, ¡Ferlinghetti en inglés!, el chivúo de la entrada, los cepillados más
caros del mundo, el arco, Belinda Álvarez, ¿cómo olvidarla?, ¿cómo sé que
eran exactamente 12 grados? Porque ya no existe el barómetro electrónico
gigante de la Zona Rental de Plaza Venezuela). Era de ladrillos, allá en lo alto
se ve aún, imponente a pesar de la distancia. Sólo mucho tiempo después, y
a su vez hace mucho tiempo, me enteré de que era un ancianato. Me
contaron muchas cosas (chismes, los chismes son cosas, casi palpables en
todo el estado Miranda, parecen sacados de un capítulo sobre el
materialismo de un libro de Georges Politzer): se llama Fundación Geriátrico
Virgen de la Candelaria. Ni se crean que les hago publicidad (y si lo creen,
que me paguen los carajos esos). Investigué exactamente qué era, pero
preferí guiarme por los chismes porque, para empezar, esto no es ni
remotamente una novela histórica de lanzas coloradas con el negro
Cisneros como último realista, ni del realismo socialista soviético. Esto es
sólo una novela sobre un idiota que se vuelve loco, que nunca se ha
enamorado y de repente se enamora pero cuando ya está loco. O sea, es un
loco que se vuelve loco. No se rían que no es un simple juego de palabras.
Es un loco que empeora, pues. Bueno, y para terminar, porque si la obra es
de ficción, es el chisme lo que la nutre, no la veracidad. Así que no les digo
“no sean chismosos”, sino “no sean veraces”. Por supuesto que preocupa
aquello de que cuando la ficción no imita a la realidad, tiene a suceder lo
contrario, que la realidad imite a la ficción. De ser así, alego que Jonathan es
simplemente una metáfora “con patas” (aunque sean imaginarias). La
construcción existe, pero como las once ollas de oro que le regaló el rey de
los feacios a Odiseo.>>
incluso una pareja teniendo sexo en el sofá marrón de su sala. Allí, en ese sexto
piso, la morbosidad lo detuvo. Lo que tenía justo en frente eran las vibrantes
uñas mal pintadas de rosado, y debajo, la cabellera castaña con un ojo cerrado
aburrido hace casi cinco años, cuando prefirió utilizar sus noches en ver los
astros con su nuevo telescopio, cosa que ya quería hacer desde hacía más
tiempo. Era la época en que creía que estaba en capacidad de hacer que su
leyó aquel poema de Roque Dalton. Pero estos cinco años pasaron y no había
logrado nada de eso. Además ahora, con su padre muerto, consideraba que su
impediría planear un futuro “conyugal”. Por ello, tuvo ganas ahora de regresar
a su viejo pasatiempo, por lo que observó toda la relación sexual hasta que los
amantes terminaron. Jonathan concluyó que ahora tenía dos pasatiempos con
morbosamente la vida ajena. ¿Cuánta gente y cuántas cosas podría ver ahora
sin ser visto? Ahora más que nunca, adoraba su telescopio que le había
hacia el edificio de enfrente, en Roraima, y lo que vio dos pisos más abajo fue el
inicio del suplicio final para Jonathan, esa misma primera noche en que
Los padres de Ariadna, al ver que la niña mostraba especial interés y simpatía
se referían y, con toda cordialidad, los invitó a pasar. Enseguida los visitantes se
dieron cuenta de que la anciana tenía unos movimientos raros. Se vieron las
recibo. Les contó que habían decidido mudarse de su antigua casa porque ella
superarlo y la idea que ella y sus hijos compartieron fue la de mudarse. Habían
un poco mejor pero que por temporadas, y según ciertas emociones fuertes,
acostumbrada a que la vieran con lástima, se paró mientras les ofrecía café.
Mientras lo hacía salió la enorme mole de Mehmet por el pasillo que conducía
Para completar, tenía ese nombre rarísimo, que ellos entendieron como
Addams.
mucho gusto
Rolando (u ocho veces la de Yolanda) arropó por medio segundo a todo sonido
diámetro de una botella de cerveza tamaño normal, sintió que le daba la mano
a un gigante mitológico.
Dijo Mehmet luego de decir su nombre viendo a la señora Zabala con mucho
esposo. Luego dijo “con permiso”, y salió por la puerta, de lado, rozando sin
Por fin un punto positivo tenía la familia. Nada que ver con las familias
de su papá, con local propio en la parte baja de la ciudad, es decir, al otro lado
trabajo de él. Tenía tres hermanos y dos hermanas, siendo seis en total, él el
mayor. Dos de sus hermanos eran muy jóvenes todavía, de veinte y veintiún
años, y vivían con sus padres aún, estudiaban juntos el segundo año de una
carrera universitaria de la que sus padres decían que era “sin importancia y sin
seguía su otra hermana, de veintinueve años, casada con un tipo que a nadie
Y él, Rolando mismo, de treinta y dos años, el único que había seguido la
“profesión” de su papá.
hermanas solamente, una de ellas, de igual nombre que Ariadna, por quien le
veintisiete, era abogada, casada con un juez, con un solo hijo supermimado y
padres de Yolanda se habían divorciado siendo las tres unas niñas menores de
quince años, y actualmente, la madre vivía sola y el padre vivía con su tercer
matrimonio y tres hijos nuevos, de entre doce y quince años, sus tres medio
hermanos, a los que apenas trataba porque cuando quiso juntarlos con
quedarse hablando con el señor Augusto, el dueño del kiosco, que nunca
edad, sin distingo de credo, raza o sexo... mucho menos de política. Desde que
El tema más álgido, hacia las once y media de la mañana, fue la enfermedad
cifras. Aprendió a leer con una fluidez de adulto cuando tenía siete años, en
estaba bien aún. Su nivel estaba aún muy por encima de los mejores. Había
memorizado todos los estados de Venezuela con sus municipios, todas las
maestra que la iba a recibir en cuarto grado, que ya sabía la historia, la mandó
directo hacia la maestra de quinto grado. Así pues, tenía ocho años y cursaba
un grado en el que era la menor en edad por una diferencia de dos años y
medio con la menor alumna del salón . Estando Ariadna estudiando quinto
grado, comenzó a mostrar síntomas extraños, y quien se los notó fue su
<< – Jonathan, Mehmet, yo sé que ustedes dirán que yo estoy loca, pero,
tengan. Este es el Libro del Mormón... Es lo que leeremos ahora... Dios nos
ha guiado poco a poco a su camino... hemos desacertado, pero ahora sí
hemos encontrado la vía correcta hacia él... – ¡Jonathan, bájale el volumen a
ese escándalo! ¡Yo no sé de dónde sacaste esos gustos musicales! –
¡Mehmet, ya apaga ese televisor, no! ¡¿No tienen tarea del liceo ninguno de
los dos, no joda?!>>
cualquier otra persona. El caso más joven de una persona con esquizofrenia
que se conocía, dijeron los médicos, era de un paciente de quince años, pero
prodigio. Pésima combinación. La maestra Alejandra fue quien por primera vez
vio a Ariadna quedarse sumamente quieta durante largos ratos, con la mirada
perdida, sin atender a sus llamados, y cuando por fin reaccionó, parecía no
suyo había muerto cuando apenas eran niños porque tenía alucinaciones, y a
causa de una de ellas, se lanzó al vacío de la azotea del edificio donde vivían.
Los doctores le habían dicho que la esquizofrenia es causada por razones tanto
que esa situación estuviese dándose desde mucho antes que ellos se dieran
cuenta. Eso los horrorizó, así que nunca más visitaron a esa parte de la familia.
entre los dos y tres años de edad, a sus padres les dio una gripe tan fuerte que
mes, y los doctores dijeron que eso puedo haberla afectado también. Y cuando
preguntaron por qué le daba por hablar en inglés y cómo lo había aprendido
tan joven y autodidácticamente, y los doctores preguntaron si alguno de ellos
dos tenía por costumbre ver televisión por cable de canales estadounidenses,
culpables por esto más que por todo lo demás. Además de todo eso, Ariadna
psicofármacos requeridos para una niña de ocho años y con esas afecciones.
Yolanda, será esa frase que repetirá la niña a cada rato, y siempre cuatro veces.
Ese día se forjó una amistosa relación vecinal. Rolando y Yolanda vieron que su
hija no era la única “medio loca” de la urbanización. Y Déborah les habló hasta
de Eleonora.
7
Eleonora Ruiz, o “Eleanora Rigby”, como le decían sus amigos bromeando con
ella, era la madre de Déborah. Había muerto hacía treinta años por un
era sumamente cariñosa con la menor de sus dos hijas Déborah, pues la
había abortado a dos hijos (por fumar, beber y drogarse estando embarazada)
y tenía líos con la policía por tráfico de drogas. Los chismes le llegaban a
En ese entonces, Jonathan tenía apenas dos meses de nacido, y Mehmet dos
seguir amamantando al bebé y las continuas crisis de nervios que sufría por la
desde hacía dieciséis años, pero fue en vano. Su único apoyo era Mehmet
Mann, su esposo alemán que se había radicado en Venezuela dejando toda su
lo cual le sirvió de excusa para casarse con la latina más excitante que había
encontrado.
La Déborah joven era una mujer muy atractiva, de anchas caderas y ancho
muy bien definido, piel morena clara y un bonito cabello ondulado castaño que
dejaba caer sobre sus hombros luego de algún cintillo, que siempre los usaba.
Las medicinas tan fuertes que recibió Déborah, muchas veces en exceso,
tenían un efecto secundario que Mehmet Mann, quien pagaba de sus holgadas
ser vista ahora por otro especialista para que analizara su caso de desequilibrio
a Déborah, tomar el primer vuelo que pudo a Alemania, sin explicarle nada a
su esposa, y largarse para no volver nunca más. Dejó apenas dos millones más
pagos para que la atendieran hasta darla de alta pronto y ni siquiera pasó
Déborah fue dada de alta, sin que se le dieran mayores explicaciones en ese
sentido tampoco, a los tres días de haber perdido a su esposo para siempre.
formarlos sola, sin padre, sin tía y sin abuelos (el padre de Déborah había
muerto hacía algunos otros años atrás ) . Poco tiempo después , Déborah
Déborah empezó a ganar algo de dinero trabajando en su casa. Planchaba,
lavaba, cocinaba, cosía, hacía de todo para vender, hasta helados, y poder
conoció a Armando Rojas, un hombre maduro, diez años más joven que ella,
profesión que Déborah nunca pensó que tuviera tantos adeptos: alpinismo. Se
confidentes con frases como “lo que nos falta es casarnos”, terminaron
hija que acababa de cumplir diecisiete años (un año mayor de Mehmet)
esposa.
En eso estaban de acuerdo. Ahora, Déborah Manrique de Rojas, era una mujer
casada, aún con cierto atractivo a pesar de las cuatro décadas de vida, con dos
hijos “bien educados” y un esposo que era considerado, según los canales
deportivos y sus noticieros, como un ejemplo a seguir para todos los atletas
venezolanos, que aún a sus treinta y seis años, tenía la agilidad, destreza y
Déborah siguió así atendiéndolo, olvidando para siempre todos los fiados que
cumplir con el más importante acuerdo al que llegaron los nuevos esposos:
que veía en el tratamiento de Déborah para con sus hijos, el aconsejarla lejos
muchachos crecer...”
8
Jonathan recuerda que ni siquiera había podido tener una simple novia de
manera. Mehmet, dos años mayor que Jonathan, como fue siempre solitario y
abúlica vida como un zombi, pero Jonathan siempre pensó que podría
conquistar una mujer alguna vez. Sin embargo, era exacerbadamente tímido a
infierno lujurioso y excitante. Por supuesto, nada de esto estuvo siquiera cerca
de suceder jamás. Más de una vez intentó cruzar miradas con chicas atractivas,
especialmente con aquellas que fueran de muy baja estatura (eran las que más
vez debió soportar varias semanas, heroicamente, las pesadas bromas de sus
creer que ella estaba interesada en él, insinuándosele infantilmente sólo para
pedirle que regalara algunos pocos bolívares que le servían a ella para alguna
chuchería. El episodio fue superado cuando Jonathan se dio cuenta de que, por
décima vez, se había quedado sin tiquet estudiantil por regalárselo a ella.
Él, simplemente, no le habló más, no salía al recreo para no topársela, y, al salir
empleos como contratado, nunca fijo. Claudia Bandres fue una de esas
compañeras de clases. Estudió con él los últimos dos años del instituto
él llego tratarlo con mucho cariño, pero es que ella era naturalmente así.
Durante dos años, el corazón de Jonathan fue de Claudia Bandres, pero nunca
cobarde ...” y al día siguiente caía en lo mismo. Cada vez que quiso hacer
evaluaciones en el mismo grupo que ella, al menos para verla más de cerca y
más seguido, ella ya se había reunido con cualquiera que la ayudara a aprobar
sin tener que esforzarse mucho. Cuando se graduaron, al final del acto, cuando
ya todo era más bien una fiesta en la que Jonathan se sentía espantosamente
fuera “espero volver a verte”, pero Claudia estaba tan alegre, con unos cuantos
que Jonathan sintió ganas de irse y lanzarse al río, morir largamente ahogado,
esos hombres, ahora excompañeros de clase, los más bochincheros, a los que
fornicando vez tras vez, durante horas... justo como en las películas
había amado por las más estúpidas razones, obstinado, con una decisión
madre sentada, afuera del local, con otros padres, madres y profesores, en una
le dolían los pies y no lo había ocultado. De hecho, no fue ella quien sacó a su
convencerla de que su hijo era un muchacho muy serio, que casi no se divertía,
que era bueno que compartiera con sus amigos a quienes ya no iba a ver más,
y que además de eso ya estaba en edad adulta, veintidós años, y tenía derecho
<<Tenía el triángulo hecho: Una vieja loca que abordó un tema que me
preocupa mucho, y es el de la búsqueda religiosa desordenada que tienen
muchas personas. Un hombre loco que de fracaso en fracaso, no soporta
otro fracaso más, ahora en el amor, y por ello es llevado hasta el asesinato y
la antropofagia. Una niña loca que empieza a creerse que es una madre
típica gringa con un hijo loco. El cuadro lo completó una enormidad de
hombre cuyo nombre demasiado alemán (no se me ocurrió otro) merecía y
a la vez me daba una tremenda explicación y antecedente para la novela.
Mehmet es hijo de un alemán. Eso me ayudó a imaginar toda una historia
para Déborah que me llevó hasta su niñez y su hermana “liberada”, y me dio
una conexión tremenda entre las caricias de su madre en la infancia, hasta
las caricias de una oficial de policía desconocida intentando consolarla.
¿Quiere decir que ninguno de sus dos maridos, ni el alemán ni el alpinista, la
acariciaron en la cabeza jamás? He ahí una triste imagen de cierto tipo de
mujer moderna: la que no pega una en el amor y se topa o con coños de
madre como el Mehmet padre, o con inútiles soñadores de cosas
imposibles, como Armando.>>
por lo sufrido con Claudia Bandres, era hora de que comenzara a interesarse
las que conoció en el trabajo sólo pudo medio tratarlas por poco tiempo, él
tocaba. Antes de Claudia, cinco o seis veces, y después de Claudia, hasta antes
habían llegado a creer que Jonathan era homosexual, o tal vez un enfermo
terminal, o incluso una persona con un leve retardo mental, debido a que a
sabía a quién decir, pero no podía hacerlo, y cuando lo hacía, le costaba tanto
Hasta se podría decir que eran buenos hermanos. A veces conversaban sobre
cualquier cosa (menos sobre amor). Hablaban sobre todo cuando Déborah no
estaba cerca, no les gustaba ser escuchados por ella, sobre todo porque uno
de los temas favoritos de ellos era hablar sobre las películas eróticas que
mayor, le decía “no veas pornos nada más, te vas a volver loco, mira cine
poco, pero Jonathan era aún más monótono que él. El tipo más aburrido que
arepa y media con mantequilla y queso y café con leche. Siempre almorzaba lo
había sido desde siempre. Siempre iba por las mismas calles, entraba a los
mismos lugares de compra. Una vez tardó semana y media sin entrar a una
terminaba de decidirse por otra. Se bañaba siempre a las mismas horas, las
llegó a aceptar jamás un trabajo que incluyera salir de casa los fines de
mano con algunos ahorros logrados bajo penurias financieras, estaba pulcro y
como nuevo. Cuidaba su carro tanto como a sus estrictos horarios. Cuando se
Por todas estas razones, aquella tarde del sábado cuando Mehmet el triste le
dijo a Jonathan el loco “tengo que hablar contigo algo secreto”, Jonathan notó
tú ibas a tener mucha más suerte que yo para eso de las chicas y todo el
cuento me conformaba con saber que como era y todavía soy muy gordo
nunca una chica se iba a interesar en mí así que para qué iba yo a hacer un
quedó la imagen de las muchachas feas las únicas que eran capaces de
sentarse conmigo a hacer las tareas las bonitas yo sabía que sólo querían
mujeres me daban igual me eran indiferentes en el fondo pero creo que ahora
nunca he hablado abiertamente con más nadie sino contigo y creo que a ti te
la muchacha se llama Lili la conocí en la taquilla del cine hace unos meses y
día libre a ver una película ahí mismo La vida es bella del cine italiano ganadora
estúpidos todos esos recuerdos amargos que tengo del pasado excepto la
muerte de papá por supuesto Lili es pelirroja blanca delgada usa aparatos
dentales pero yo creo que no los necesita tenía mucho tiempo tratando de
acercármele supongo que no es fácil para una muchacha aceptar una cita con
para entrar me quedé hablando con ella por dos horas resulta que trabaja en
expliqué que no podía me dijo que yo le llamaba la atención porque notó como
soy adicto al cine adicto en el buen sentido que a ella le gustaría tener la
paciencia que tengo yo para ver tantas películas buenas regulares y malas y yo
hace puchero de sabio orquestado con cejas arqueadas otra vez) lo malo fue
tenía teléfono celular y cuando terminé de hablar con ella fui a ver precios de
celulares así que compré este sencillito y barato ayer no le vayas a decir nada a
contento hermano estoy contento nunca había sentido estas taquicardias estos
tartamudeos como los tuyos sudo frío cuando estoy con ella el otro día hasta la
preocupé pero creo que se dio cuenta de que estaba emocionado por ella al
principio me trataba con mucha distancia casi odiosa pero había algo en ella
que me atraía y finalmente no quiero ser cursi Jonathan pero creo que el
obstinado de tener esta gordura tú sabes que esa enfermedad que yo tengo es
muy triste Jonathan muy triste tú lo sabes mejor que nadie para eso eres mi
único hermano (Jonathan balbucea apenas audible un “está bien” mientras asiente
tengo muchas ganas de decírselo mañana mismo que vamos a ir a ver otra
película tal vez mañana sí le diga Jonathan le voy a decir que estoy muy
primera vista bueno no sé si pueda decir que el hecho de que ella me llamara
la atención desde el principio eso ya sea amor por supuesto que a primera
vista hay una curiosidad un simple llamar la atención una atracción una
curiosidad pero por algo Jonathan por algo desde que la vi ahí me llamó la
preguntarle si quiere ser mi novia pero ahora que hemos conversado más
novia en unos poquitos meses le estoy pidiendo matrimonio y sabes qué voy a
hacer un esfuerzo por rebajar un poco porque no quiero que vayan a decir que
ella es novia de o se casó con un monstruo es que eso es lo que soy Jonathan
prefiere llamarme Memo como apócope de Mehmet sólo para no tener que
pronunciar la “t” al final y porque le sobra la “h” y porque así me llama con
cariño ese es mi nombre de cariño “Memo” ¿qué dices, pues? ¿qué te parece?
Dime algo (Jonathan ve hacia abajo hace otro puchero de sabio niega con la
cabeza porque no sabe qué decir se reclina en el sillón ve hacia el ventanal piensa
hemos tenido novia pero eso no quiere decir que tú nunca te hayas
JONATHAN: Bueno, Mehmet la verdad es que creo que sí... Vive en el edificio
Falso, ya lo sabía, pero mientras contestaba, de repente, sintió que algo hueco
padrastro, más aún a Mehmet, pero en la última escala de sus quereres estaba
quereres. Primer lugar, segundo lugar, tercer lugar. Sólo había alguien que
Ariadna. Se dio cuento de que necesitaba agarrarle cariño a esa niña porque
que hacer los oficios caseros que sus padres le pedían que hiciera, tales como
cambiarle el agua a la pequeña tortuga Tuti que tenían por mascota, vestir su
otras cosas. Pero a Ariadna sólo le importaba pasar buenos ratos con él
Vista Encantada, siendo el primer edificio de los diecisiete que eran en total. Él
“nariz” armada con la “n” de “banana” que había puesto ella, con el único problema
ANTONIO: Ay, Adriana no te hagas la gafa. ¿No sabes que es la nariz? (se lo
ANTONIO: ¡La nariz, la nariz! ¡¿No entiendes?! (se la señala efusivamente.) ¡De
dónde salen los mocos cuando uno estornuda o se los saca con el dedo (se
mete el dedo.)
ANTONIO: Ay, Ariadna, por favor... no te pongas inglesa otra vez. ¡Habla
ARIADNA: Take it. Búscala y when you la encuentres me la show me, right?
ANTONIO: (Encuentra la palabra pero se da cuenta de que la ha puesto
ARIADNA: Apúrate.
ANTONIO: (Cierra el libro, rendido.) Bueno. It’s OK, como dirías tú. (Retira sus
letras.)
ARIADNA: Un... mal perdedor. Como te voy ganando por sixty points,
entonces quieres alcanzarme así sea with trampa. And, besides, on the “Triple
ARIADNA: (Sarcástica.) Oh... rules are not the rules now? Ok. Pero piensa. No
En ese momento fue Jonathan quien pasó. Se dirigía, como todas las mañanas
siempre había tratado de hacer coincidir su salida con la de Selenia, y esta era
una de esas ocasiones. Quería decirle que lamentaba lo del perro, ahora
abrazaba la idea de que ese hecho más bien pudiera unirlos en una franca y
larga conversación que los acercara y se pudieran hacer amigos aunque fuese.
emoción.
¡Jonathan!
El hombre fue sorprendido por el abrazo enérgico que le propinó la niña al
verlo.
yes
¿y a qué juegan?
no...
ven y te enseño
¿para qué?
ah, pues, Ariadna. ¿Y para qué lee uno el periódico? Pues, para enterarse de
quieras, ¿sí?...
¡yo te enseño!
Armando palabras...
okey...
Jonathan corrió escaleras abajo. En el último escalón para llegar a planta baja
torpe velocidad y salió por fin. Precisamente Selenia estaba saliendo también.
amaba por sobre todas las cosas, y Selenia posiblemente le diría el típico
Pero la realidad estaba muy lejos de toda esa cursilería barata. Selenia, apenas
Jonathan quería llamarla por su hermoso nombre para que ella se detuviera.
de parte de él. Eso creía el pobre de Jonathan. Selenia no quería ni tan siquiera
presentirlo. Saber que él la estaba persiguiendo otra vez le parecía una idea
horrorosa. Como siempre, muy poca gente caminaba por la urbanización a esa
llenó de tristeza, rabia y frustración . Él se dio cuenta que Selenia lo había visto
de reojo y había huido de él. Gruñó y le dio un golpe fuerte con la mano abierta
para tomar la vía hacia el kiosco, que quedaba entre los edificios Urbina y
Amazonia.
buenos días...
El dueño del kiosco, Augusto Cañizares, era un señor de setenta y ocho años,
de clientes. Pero sí notaba que Jonathan nunca llegaba con la misma emoción.
serio, abstraído, parco al hablar, muy al contrario de otras veces que llegaba
desinterés). Ese día llegó triste, descorazonado, caminaba casi por inercia, sin
interés ni energía.
nada. Tenga
Pagó su periódico y se fue sin ir leyéndolo, como hacía otras veces que
atravesaba la calle sin ver a los lados por ir con los ojos fijos en el papel.
Decidió subir por el lento ascensor, ya sin ningún apuro. Al llegar arriba y abrir,
una pregunta, señor Jonathan, ¿por qué usted baja corriendo por las
Cuando Jonathan intentó seguir hacia su casa, fue detenido en seco por el
eres como todos los adultos: dices una cosa y haces otra
<<Los objetos en el espejo están más cerca de lo que parece. Esa frase es
extraña. Una traducción más correcta debería ser: “la muerte está más
cerca de lo que parece”, o “la verdad la tienes en la cara, imbécil”, o incluso
“abre los ojos, maldito huevón, te estás muriendo”. De manera pues que esa
frase es mucho más que un avisito en el retrovisor del carro.>>
hijo mayor, el gordo Mehmet, tiene novia. Qué bueno. Ya era hora. Pero él no
se lo ha dicho. ¿Y quién es? Bueno, no creo que ya sea su novia, pero sí creo
dicho? Bueno, porque desde hace una semana está cuidando más su imagen,
su aseo personal, hasta parece estar comiendo menos. Y creo que la chica
Rolando le comenta a Yolanda que le parece tan extraño ver que su hija se
Jonathan. Yolanda piensa lo mismo, pero lo mejor para un niño como Antonio
hablaron con los padres de Antonio para explicarle este asunto, recomendado
por los mismos doctores de la niña. Antonio está por cumplir doce años y a
Mientras hablan, Jonathan saluda con ambas manos en alto a Ariadna cada vez
sombrerito y alas.
Mehmet, y si le puede ayudar a mejorar su salud, mejor. Ella debe quererlo tal
y por lo que él es, no por como luce, ante todo Mehmet es un muchacho de
buen corazón aunque un poco perdido en la vida porque le hace falta un poco
Ariadna, un imán cósmico. Por supuesto que asienten, sobre todo porque
muchas veces han hablado con Jonathan, siempre con esa apariencia de nerd
meditabundo y un poco errático que inspira más que confianza, lástima. Y allá
van.
Sebastián está de acuerdo consigo mismo y con los costosos libros de Deepak
Chopra.
une. Uno es adulto, la otra es niña. Uno es hombre, la otra es mujer. Uno está
loco y lo sabe. La otra está loca y no lo sabe. Él sabe que ella está loca, más loca
que él. Ella no sabe que él está por volverse loco, más loco que ella. Qué bonita
diferente a cuando se está dentro de ella. Igual que la ciudad, igual que la
montaña. Eso conversan. Los objetos en el espejo están más cerca de lo que
parecen.
Pero Déborah destaca otra cosa que la preocupa por otro lado: Jonathan. Se ha
vuelto más taciturno. Muy pocas veces habla, y cuando lo hace se le oye un
poco amargado. Él siempre ha sido el más responsable de los dos. Desde que
murió su padre, es él quien con nos ha mantenido. Pero ahora está raro. Casi
notado que está un poco cercano a Mehmet. Como si los papeles se estuvieran
beautiful up here. I created all of this beauty in the world specially for you,
Jonathan. And remember, objects in the mirror are closer than they appear. For
Claro que sí. You’re lying. El resto de la tanda de vueltas en la rueda fue así.
Jonathan tratando de hacer volver a Ariadna. Cada vez se le hizo más difícil.
hacer creer que está viendo hacia arriba. Son segundos valiosos que pierde de
parece que no es malo que Jonathan se entretenga en eso. Es muy bonito ver
entender a una mujer en todo, eso le permite a ella tomarse a veces la licencia
Rolando quiere hablar con Jonathan porque lo ha notado más preocupado por
banquito que Jonathan tenía rato tratando de hacerla volver. ¿Cómo se portó
Ariadna en la rueda? Al inicio, bien, pero después empezó otra vez a hablar en
inglés y a repetir esa frase. Sí, yo también he oído esa frase que ella repite,
bien que te has portado con nosotros. (Rolando tenía la misma edad que
Jonathan). Con Ariadna, sobre todo, por supuesto. Creo que tu compañía es lo
Luego de las cotufas y los refrescos que todos comparten, Ariadna quiere ir al
gusano mecánico, una montaña rusa pequeña especial para niños. Rolando le
dice que ya es el último del día. Ella dice que está bien, pero que se apuren.
También quiere montarse con Jonathan. Jonathan le dice que está muy viejo
por ella. Por esa niña loca con la cual él se siente tan identificado y cercano. El
viaje en gusano mecánico dura siete minutos. Ariadna nota que no es tan
divertido como ella pensaba, y pensando, precisamente, esta vez va pensativa.
A Jonathan le extraña pero sabe que debe seguirle el juego a todo lo que ella
haga o diga, así que si ella no habla, él tampoco –cosa que no le cuesta mucho.
cuenta y paga. Se van. Déborah concluye que su vida está dando un giro
un libro de autoayuda.
anda cerca. Pide a sus padres tomarse fotos. Consienten con emoción también.
Como era de suponerse, pide una foto con Jonathan. Él se para rígido, casi
mayor para jugar. ¡Y ahora una yo sola!, exclama Ariadna omnipotente. La niña
nada tienen que ver con la tercera foto, que quedará para siempre entre los
Jonathan.
<<– ¡Jonathan!, ¿qué haces tú con ese libro? El Kama Sutra no es lo que tú
crees. Es un libro sagrado de Krishna. – Mehmet, tú no puedes trabajar con
esa condición... – Jonathan, Mehmet, sólo espero que ninguno de los dos
vaya a salirme con que a los treinta años les va a gustar el alpinismo
también, jajaja... Sería lo peor, sin duda, jajaja... >>
Ariadna, con su suéter azul y rojo de diseños hindúes y su blue jean, se para en
relajando la pierna derecha. Sus dedos pulgares los ha colgado de las trabillas
¡Esta foto es para Antonio! Sus padres y Jonathan quedan mudos. El fotógrafo
¡Sirves para el modelaje! Le dice a Rolando el precio, este paga casi sin poder
dejar de ver abismado la última foto. Ve al rostro a su mujer quien sólo suelta
un largo y forzoso parpadeo para mirar y moverse hacia la dirección por la cual
deben irse ya. Jonathan ni se atreve a mirar la foto. Está tan perturbado que le
provoca salir corriendo y lanzarse por el puente más cercano. Ariadna está
contenta.
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acústica que los habitantes de allí casi nunca usaban a menos que fuera para
celebrar algún día de las madres o del niño, y muy raras veces para un
abajo, cubierta de un halo gris y un ruido turbio. No había nadie cerca. Cada
acera, a unos quince metros de él. Lejanía. No-importa. Poca brisa y mucho sol.
hacían y no era la primera vez que ellos y el hombre de treinta y dos años se
Unos más torpes que otros. A Jonathan le fastidió. Espero un rato a ver si podía
edificios Yolanda y Olguín. Pasó por frente al Yolanda y desde allí vio en la
la urbanización. Subió por las escaleras para conocer todos los pisos, este
edificio sí tenía unas diminutas ventanillas de ventilación por los pasillos al final
por las escaleras ni por los pisos. Subió las veinte escaleras del edificio llegando
ascensor y bajar. Sentía que huía de algo pero no sabía de qué, como si ya para
él cualquier cosa que hiciera fuera espiar. Se acordó de la maldita Selenia otra
vez. En el piso nueve la puerta del ascensor se abrió y una mujer de unos
cuarenta y cinco años, de no mucha belleza pero muy bien arreglada, preguntó
sobrepasarse con ella agarrándole con potente confianza una nalga. Como si
quisiera ensayar con la mujer lo que le haría a Selenia. Eso sería violarla, pensó.
su boca, y luego apretara el botón de parar el ascensor para tener sexo allí
Uganda era el siguiente edificio, a la izquierda del anterior, y más abajo. Es que
Se recostó de la baranda del jardín frontal del edificio, quedándose allí varios
minutos, observando fijamente y por primera vez desde ese ángulo el edificio
Roraima, ubicado al otro lado de la calle, al lado derecho del edificio que tenía
resignada sobre sus pasos, Ariadna llena de sangre y tierra, Selenia trastocada,
su madre Déborah, como a su hermano Mehmet... Y pensó ¿me mataría por ti?,
¿te mataría por mí?, esta es mi disyuntiva, ¿qué haré primero? Era inútil toda
Tahoma. Aún no quería regresar. Hacía apenas un rato había dejado allí a
Ariadna con sus padres. Apresuró el paso no fuera a ser que justo en ese
edificio que a su vez quedaba justo delante del Arcadia. A su vez, entre el
con una fila de cuatro edificios en el medio, de los cuales el segundo, desde la
también entre el Normanda y el Sabrina, que era que quedaba al otro lado,
se paró y caminó hacia la plazoleta, que se veía un poco más solitaria que la del
plazoleta realmente no estaba tan sola. Cuatro niñas jugando a saltar la cuerda
estaban allí. Un hombre salía del edificio Argenta y se dirigía hacia su carro en
imaginando a Ariadna entre ellas. Las vio por algunos minutos y luego escuchó
que lo llamaban desde la calle a su derecha. Era Rolando, quien iba con
Yolanda y con Ariadna a pie, pues no tenían carro. Jonathan fue hasta ellos
extrañado.
Rolando respiró profundo, bajó la mirada un segundo y luego vio a los ojos a
Jonathan.
tú sabes que hoy estuvo muy rara, y ahora esto: no quiere hablar
de repente nos dijo que éramos unos malos padres y se quedó callada
okey. Gracias...
Jonathan no supo decir otra cosa. Ver a Ariadna en esa nueva actitud que
nunca antes había mostrado, por lo menos delante de él, lo sentía como el
regresó hacia la plazoleta. Las niñas seguían jugando, turnándose. Esta vez no
frente al edificio Ivana. Sentía que huía de nuevo no sabía de qué. Siguió la
subida y llegó al frente del edificio Amazonia (que quedaba al otro lado de la
segunda calle y frente al Roraima), cerca del kiosco de periódicos del señor
Augusto Cañizares.
Cañizares era un anciano de setenta y ocho años que era toda una
mayoría de los que vivía en esa urbanización de clase mediaalta eran todo lo
contrario en ese sentido), se reía todo el tiempo, bromaba con todos todo el
tiempo, llamaba la atención de todos todo el tiempo. Pero también era un viejo
con costumbre de aconsejar con gran afecto a todos. A pesar de las diferencias
políticas con muchos, se la llevaba bien con la gran mayoría. Jonathan había
seguía la conversación por mera cortesía. Preparó una respuesta para salir del
apresuradamente y fue hasta detrás del kiosco, donde normalmente los viejos
estaba la montaña. Se levantó del banco. No hallaba qué hacer. Caminó hacia
estaba en el cine. Déborah tomaba una siesta. Jonathan prendió el televisor sin
ningún interés, y allí estuvo pasando canales hasta las ocho de la noche,
hora había llegado y él había respondido que a las siete. Eso fue lo único que
conversaron durante ese lapso de tiempo. Al rato ella avisó que se dispondría a
Ariadna. Él sabía que ella, simplemente, era ya una niña loca, pero él creía que
tal vez, en medio de su demencia, la niña podría recordarlo aún y oírlo como
visitante en llegar y esperó hasta que se hicieran las ocho mientras cada pocos
hacia la locura. Ese mundo reflejado al revés que se ve en el espejo está más
highway to hell!!!
Yolanda y Roberto deben afrontar, como siempre, las locuras cada vez más
En el mismo edificio, Déborah estira el brazo derecho hacia el lado y hace guiño
En el mismo momento, Mehmet ha pautado su primera cita con Lili, por fin.
los recibió a los tres con un gran abrazo. Jonathan has estado espiando el
el beso en la boca que se han dado Selenia y Mario al saludarse. Jonathan logra
entender casi todo sólo viendo los gestos. Por ejemplo, cuando todo indica que
la señora Aura busca algo a ras del suelo y es interrumpida por alguna mala
noticia que les cae mal a los tres, Jonathan sabe de qué están hablando: del
hombro de él, quien le acaricia los cabellos. También Jonathan logra entender
Mehmet supone que Lili quiere ver la película. Es decir, que ha venido a ver la
película, no ha distraerse con él. Mehmet supone que, como a ella le guste el
21 gramos al salir de la película, tal vez por eso ella misma le ha dicho, justo
antes de entrar, que al salir le gustaría pasar comiendo algo rápido, sin mucho
lujo. Él está dispuesto a cumplir con lo que Lili le pida o necesite de él, por eso
un poco la cabeza y los ojos para ver a Lili, pero como Lili está atenta a la
ese tal Jonathan es un tipo rarísimo. Siempre me está viendo. Se mudó ahí
entonces como que se le quita lo mudo y tarda largos minutos, casi una hora o
oscuridad de su balcón.
bueno porque el tipo habla muy poco. Apenas me dice cosas como “hola,
decirme algo más, pero no me dice nada. Y todo con una cortesía de conde
Drácula. Sólo una vez me dijo algo más, cuando me mató a Catire. ¡Ah! Y
¿y si lo denuncias?
yo creo que ese tal “Johnny” sólo es un mirón entonces. Sólo te “bucea”
es que es algo más que “bucear”... “buzos” son los atrevidos en la calle que le
¡ay, Sele! Pero no exageres. Ni siquiera lo conoces bien y tienes todas esas
enfrente?
¿por qué, pues? A lo mejor sólo le afectó mucho ver al perrito así todo
pero la cosa es que los papás de la niña confían en él, y él a veces la lleva al
la niña, también dices, que lo adora como otro papá, así que no entiendo tu
ay, Mario, no sé... Sólo espero que no sea que me “levanté” a un psicópata,
jajaja...
comercial poco exigente. Supone que Lili, entonces, es más inteligente que él.
es con Jim Carrey, y a Premonición con Sandra Bullock”, y ella le contesta casi
automáticamente “¡Que va! ¡Nada que ver! ¡Con ninguna de las dos! ¡Esto es
mismo ver cine todo el tiempo que verlo y estudiarlo, y además trabajar en una
mientras fue estudiante, sólo eso. En la pantalla, Paul Rivers (Sean Penn) y
actriz.
Jonathan observa detenidamente a Mario. Es alto, tal vez más alto que él. Es
moreno y usa el cabello muy corto , casi al ras. Tiene algunas canas, por lo que
Jonathan le supone tal vez un poco mayor que él, tal vez llegando a sus
cuarenta. Por la ropa que usa, camisa gris a rayas y de manga larga con
pantalones de lino azul oscuro, supone que tiene una posición acomodada y
tiene un buen trabajo de oficinista, tal vez un cargo alto en una empresa. De
repente, no entiende por qué no se han casado, pero le parece muy bien que
así sea. Jonathan piensa en qué puede hacer para sacar a ese hombre de la
económica que él. Sus padres también parecen gente de clase media alta.
Jonathan sabe que no es pobre, que ciertamente si tiene para comprar carro,
medianamente estable que detesta pero lo tiene, así sea sólo como
¿Pero en qué está pensando Jonathan? ¿En formar un hogar y tener hijos con
Selenia? Jonathan lo piensa mejor. No. Jonathan piensa que lo único que quiere
con Selenia es tener sexo todos los días, en un idilio erótico, un paraíso eterno
de lujuria y fornicación, donde no importe nada que tenga que ver con clase
todo y recordar sólo que están hechos el uno para el otro y que tener sexo es
la primera necesidad del ser humano enamorado. En algún otro cuarto están
abierta de su hija y ese hombre. ¿O será que ya están casados pero por alguna
razón no viven juntos? No. No puede ser. Ella no usa anillo de compromiso. Y
de lo que supone, pero repentinamente reflexiona que nadie puede saber más
de lo que supone, y esa es una verdad que se enfatiza cuando, a las diez de la
noche, las luces se apagan y Jonathan ya no puede ver nada. Jonathan decide
irse a la cama. Luego de dos noches casi exactamente iguales, Jonathan decide
le puede ver desde el edificio de enfrente. Sin embargo, no hay nadie despierto
El aire acondicionado del cine ha enfriado las delgadas manos de Lili. Mehmet
lo sabe porque es sorprendido por cinco yemas de finos dedos que le han
tocado la mejilla para halarlo muy sutilmente. Lili lo trae hacia ella. Mehmet no
sabe qué sucede hasta que los labios de Lili han tocado los suyos... y los siguen
que sea necesario para hacerla feliz hasta el último día de sus vidas. Luego de
casémonos, Lili...
¿“osito bobito”?
parece?
lo que tú digas...
Mehmet llega a su casa a las once. Nadie está despierto ya. Se dirige al
Jonathan, es sólo para decirte una cosa: creo que tengo novia por
noticia.
¿en serio?
otro aún sobre la cama. Nunca pensó que su hermano, a quién él hasta
adolescencia, ¡nada!
¿por qué le das esa suerte a Mehmet y a mí no?
enfermo.
¿y yo no lo soy también?
es diferente
tú no estás loco. Es diferente. Lo que haces y harás, siempre sabrás qué es.
hazme loco de una vez, entonces, para no tener que pensar más en Selenia.
ahí está la diferencia. Los locos realmente dementes hace son loqueras, los
bueno, no me importan las diferencias, sólo hazme loco... ¡ya! ¡Por favor!
no puedo, Jonathan.
vida. Selenia con una pareja tormentosamente –para él- estable. Y él, solo, en la
ese ente, a ese concepto, a esa idea... el maldito e ingrato amor, ese a quien
Déborah salió del cuarto sin dar más explicaciones. Jonathan se paró
extrañado y fue hacia el cuarto de Mehmet. Allí estaba él, tirado en la cama
tratando de decir cosas que eran poco entendibles para Déborah, pero que
lado de su hermano.
voy...
que llamó le dijeron que quedaba una ambulancia disponible, pero cuando
dijeron que la ambulancia que estaba disponible era, más bien, la más
kilos. Jonathan los maldijo, le pidieron calma y que buscarían otra posibilidad,
pero Jonathan les colgó el teléfono para disponerse a marcar otro número.
¡Jona... than...!
prendió la luz y vio que Mehmet sangraba por la nariz, no se movía, tirado en la
¡me dijo que tenía novia, Jonathan! Que tú le dijeras, que tú sabías... ¿qué es
lo que sabes, Jonathan? ¿Me lo mató una mujer? Él no podía recibir emociones
Los días siguientes a la muerte de Mehmet, Sebastián fue quien, por colaborar
cementerio y ese tipo de cosas. Por varios días, Jonathan estuvo trabajando
muy mal. Sacaba mal todas las cuentas, no se concentraba, pensaba todo el día
para ancianos, sólo para distraerse y para que no estuviera en la misma casa
donde había muerto su hijo. Si bien ella pudo mudarse de la casa donde vivió
Encantada, que ahora en su vejez le traería para siempre los peores recuerdos,
nunca.
Los últimos días que Déborah estuvo en el apartamento, preparando sus cosas
colocar música a todo volumen para matar la tristeza. Pero también, Sebastián
ahora los visitaba todos los días, y eso a Jonathan le molestaba, pero nunca
con regresar todos los días a su apartamento, que ahora odiaba. Muerto su
Ariadna, una especie de hija que nunca tuvo, estaba en el edificio, sólo le
quedó ver a Selenia por el telescopio. La primera noche que estuvo sólo en la
casa, no comió nada. Regresó a las siete del trabajo, después de haber sido
regañado y corregido decenas de veces por sus jefes, y a las ocho se sentó en
el balcón a espiar a la mujer. Pero Selenia todas las noches hacía lo mismo,
mantuvo Jonathan espiando a Selenia todo ese rato, hasta que a las cuatro y
ebrias, en la sala, con las luces prendidas. Era viernes. Sábado y domingo,
nuevo la misma canción a todo volumen. Las únicas palabras que cruzaron
no tienes el más mínimo respeto por tu hermano que murió en esta misma
casa... pasado mañana vengo por mis últimas cosas... Y por cierto ¿tú no tenías
no.
eso es lo que te falta ahora. Perder el empleo por estar teniendo ese
Obsérvame:
Behind Below. Comenzó a leer un artículo sobre ovnis con las letras patas arriba
pobre melancólico y desesperado, casi tan loco como la pequeña Ariadna, que
apenas tenía una semana internada. Una vez que ella terminó de leer, observó
pero como él no lo hizo, sino que se quedó absorto y sin palabras, la cara de la
trastornado–
ARIADNA: Tú también... estoy por encima de ti. Hago cosas que tú no eres
capaz de hacer. Me tienes envidia... –y como con magia negra, apareció una
hermosa sonrisa en ella– Pero igual eres mi mejor amigo. Recuerda: “Objects in
that you just can’t do! –y volvió a callar esperando una respuesta– ¡Answer!
love you! She doesn’t love you! Nobody loves you! Nobody loves you! We all
hate you! We all hate you! Because you’re mad! Because you’re mad! –y
JONATHAN: Le pondré I want you de los Beatles. Estoy seguro que ya la conoce
porque la he puesto muchas veces. Ella sabe que siempre la pongo para ella. Es
nuestra canción.
ARIADNA: She doesn’t love you, he doesn’t love you, it doesn’t love you, I
doesn’t love you, we doesn’t love you, they doesn’t love you, you doesn’t love
you, everybody doesn’t love you... It’s wrong said but it’s well understood...
JONATHAN: Iré allá y le diré que le dedico esta canción... Y que la amo... con
locura...
ARIADNA: I’ll go there and tell this song is for her... –y luego gritó
guitar!!! I’m gonna break my fucking guitar on your brains!!! Because I love
you...
sentado en la silla y con la cabeza hundida entre sus brazos, sobre sus piernas.
Ariadna lo vio y se quedó callada viéndolo con lástima. Lo abrazó sin soltar la
that you just can’t do! –y volvió a callar esperando una respuesta– ¡Answer!
love you! She doesn’t love you! Nobody loves you! Nobody loves you! We all
hate you! We all hate you! Because you’re mad! Because you’re mad! –y
JONATHAN: Le pondré I want you de los Beatles. Estoy seguro que ya la conoce
porque la he puesto muchas veces. Ella sabe que siempre la pongo para ella. Es
nuestra canción.
ARIADNA: She doesn’t love you, he doesn’t love you, it doesn’t love you, I
doesn’t love you, we doesn’t love you, they doesn’t love you, you doesn’t love
you, everybody doesn’t love you... It’s wrong said but it’s well understood...
JONATHAN: Iré allá y le diré que le dedico esta canción... Y que la amo... con
locura...
ARIADNA: I’ll go there and tell this song is for her... –y luego gritó
guitar!!! I’m gonna break my fucking guitar on your brains!!! Because I love
you...
sentado en la silla y con la cabeza hundida entre sus brazos, sobre sus piernas.
Ariadna lo vio y se quedó callada viéndolo con lástima. Lo abrazó sin soltar la
but I love you so much... so much... You’re so small, so little, so minuscule, but
mammoth... a giant and colossal mammoth... But you burned the string...
los cabellos de la pequeña– ¿Por qué tenía que ser así? Maldita sea que no
puedo tener una vida normal... Tú serías una hermosa hija para mí, Ariadna. Y
ARIADNA: See? See? You’re bigger than me. You’re a big, big man.
pequeño. Me siento como esos personajes de las películas que son reducidos a
que cuando estoy con Selenia le voy a hacer daño... mucho daño... no te
va a gustar...
ARIADNA: Nobody loves you, but I do. Everybody hate you, but I don’t. It’s
mathematical.
JONATHAN: Tal vez cuando esté con ella y su desprecio me haga hervir de
daño... pero creo que en el fondo, lo que quiero es matarla. Si la mato acabo
ARIADNA: Objects in mirror are closer than they appear. I’ll compose a song with
ARIADNA: Would you like a song with that title and the lyrics I was singing? I’ll
ARIADNA: You’re a great company for me. –dijo mientras Jonathan se levantaba
JONATHAN: Si tenemos suerte, vendré el sábado que viene otra vez, mi niña. Y
luego...
ARIADNA: ¡Beware! Of the Alien-nation... ¡Beware! Of the truth that they seek... ¡No
fear!...
<<Cfr.: Tv shows with artificial clapping public scenes from Oliver Stone’s
1994 film Natural born killers... Ah, disculpen... bueno... Pueden leer La
sombra del farallón de Henri Corbin >>
me estoy despidiendo.
está bien. (Beso). Y que pase lo que sea. Ya no me importa nada, excepto el
¿refrán utilitario?
¿lugarcomún?
¿y los Beatles?
¿con el rock?
depende.
¿de qué?
de la pocilga burguesa.
¿del apartamento?
Jonathan salió justo antes de que llegaran los padres de Ariadna y se fue con el
alma destruida. Sentía que todo se le acababa, que todo perdía sentido, valor.
sino que se fue a pie hasta perderse en una parte de la ciudad que para nada
una ciudad. Todo era desconocido y, para colmo, estaba en la parte más
esquinas, el ruido del tráfico y el humo eran atormentantes, las aceras estaban
de discos compactos estaban por todos lados con todos los equipos de sonido
limosnas, agitando las monedas en un perol plástico, entre esos una mujer que
le faltaba un pierna y estaba con dos niñas sucias y feas como dos engendros,
las alcantarillas cada vez que iba a atravesar una calle, y estaban salteados de
menos había estado tan cerca de un asalto. La gente le reprochó sin conocerlo.
¡No lo conocían y sin embargo lo juzgaban cobarde, quedado, dormido, mala
repente sospechó que era verdad, pero que no tenía nada de malo para él. Sí.
ría sabrá reírse de sí mismo, supongo. Creía que ninguna suerte era tan mala
como la de él, así que por qué no iba todo el mundo a consolarlo en vez de
robada:
JONATHAN: ¿Y yo que iba a saber que era un ladrón? Ni que yo fuera adivino.
MUJER ROBADA: ¿Un muchacho te pasa corriendo con un cartera, te gritan que
pipote de basura ardía en llamas por allí cerca por la travesura de algún vago.
menos ahora que estaba sin trabajo de nuevo. Una vez subido al autobús,
pagado el pasaje y sentado totalmente solo, con la mirada fija en todo lo que
iba pasando por la ventanilla, recordó que llevaba viendo a Selenia hacía tres
meses. Le había detallado muchas partes de su cuerpo. Pero allí, en el bus,
accidente, con una muchacha que sin ningún motivo se dispuso a explicarle
desde el asiento contiguo que estaba sumamente cansada por el calor, tener
enferma, pues vivía sola con ella luego de que sus padres se divorciaran hacía
siempre:
marrón chocolate hermoso, era un lunar hecho para ser besado y alabado. El
típico lunar de los que le dan, con un simple toque cromático, una belleza
esta chica me habla sin parar, pensé que sería de mala educación interrumpirla
para decirle semejante tontería: “tienes un lunar igual al mío”, a lo que ella, con
de los casos “no es un lunar, es que, cocinando me cayó una gota de aceite de
repente, una duda me impide seguir oyendo los movimientos de sus manos...
¿De verdad yo tengo ese lunar? No lo puedo recordar. ¡No me acuerdo de mis
entrelaza los dedos con la izquierda, hasta ver mi mano por arriba y descubrir
que, en efecto, yo no tengo tal lunar. Yo no tengo ningún lunar en mis manos...
Me siento perdido. ¿Pero por qué pensé que yo tenía ese lunar igual y en el
mismo sitio?
conocía pero a quien le había detallado cada parte de su cuerpo, cada parte de
su casa visible desde la mía, cada objeto allí encontrado... Tanto la había
son como una extraña obra de teatro para mí, o como el guión de una extraña
película.
así. Lo que pasa es que en mi familia, que es muy pequeña por cierto, todos
hablan muy poco. Mi mamá de hecho, casi ni habla. Y yo apodé a mi tío Carlos
placer...
placer?
Se había pasado su parada sin darse cuenta, y la principal razón, por supuesto, era
que no estaba acostumbrado a andar en transporte público por esos lados de la
ciudad.
Se bajó inmediatamente y vio que la parlanchina no iba muy lejos, sintió ganas de
debía tomar, la de regreso, así que comenzó a andar por la solitaria acera. Ya eran
del cuello, sus distintos cambios de uñas semanales, incluso cuando, cierta vez,
durante los primeros días, cuando ella dejara su carnet de identificación del
Esa noche, luego de un día extraño, y como ya tenía unos tres meses haciéndolo,
volvió a espiarla. Se estaba bañando y lo notó por la luz prendida del baño, cuya
ventana no daba hacia el edificio Tahoma, de manera que Jonathan veía la luz por
debajo y por un lado de su puerta semicerrada. En poco más de siete minutos, ella
vio un día que ella estaba rasurándose las piernas y, mientras admiraba sus
inconsciente... sus ojos eran dos putas... tuvo que masturbarse idiotamente otra
vez...
<<Oración espiritista para los recién fallecidos: Dios Todopoderoso, ¡que
vuestra misericordia se extienda sobre el alma de Armando Rojas, que
acabáis de llamar a Vos! ¡Que las pruebas que ha sufrido –“será la de escalar
esas malditas montañas porque yo le preparaba su comida todos los días al
loco ese”, pensó Déborah horrorizada y orgullosa de sí misma– en esta vida
le sean tomadas en cuenta, y nuestras oraciones puedan aliviar y abreviar
las penas que tenga aún que sufrir como Espíritu! –“¡que no le pongan de
castigo subir una montaña todos los días, porque va a estar encantadísimo
el bruto ese!”, volvió a interrumpirse Déborah la concentración. Y todos
siguieron tomados de las manos, con los ojos cerrados, los rostros alzados
por un rato más. Señor Todopoderoso, ¡que vuestra misericordia se
extienda sobre nuestros hermanos que acaban de dejar la Tierra! ¡Que
vuestra luz resplandezca a sus ojos! ¡Sacadles de las tinieblas, abridles los
ojos y los oídos! –“Sí, porque la cabeza ya se la abrió aquí en la Tierra, por no
hacerme caso. ¡Tanto que se lo dije!”– ¡Que vuestros Espíritus les rodeen y
les hagan oír las palabras de paz y de esperanza! Sigamos orando por el
alma de Armando Rojas, difunto esposo de nuestra hermana Déborah. Y
Déborah ya más bien empezaba a desear que terminara esa sesión de una
buena vez por todas, pero Sebastián: ¡Dignáos, oh, Dios mío, acoger
favorablemente la oración que os dirigimos por el Espíritu de Armando
Rojas, hacedle entrever vuestras divinas luces y que le sea fácil el camino de
la felicidad eterna! ¡Permitid que los buenos Espíritus le lleven nuestras
palabras y nuestros pensamientos! ¿Deseas continuar la reflexión de la
oración, Déborah? No, así está bien. Gracias, Sebastián. (¿Qué más quieres,
no joda? Terminemos con esto de una buena vez). Así rezó nuestro
hermano Allan Kardec, inspirado por Dios y por el Maestro Bordeaux (¡por
fin!), en el Evangelio según el espiritismo.>>
Jonathan no esperaría otro día para ir a ver a Selenia. Lo haría mañana mismo
Esa misma primera noche en que llegaron a su nueva casa, comenzó el suplicio
habiendo visto todo el edificio de enfrente desde el piso más alto donde podía
ver, hasta los de más abajo, apuntó su telescopio al piso seis, el equivalente a
dos pisos más abajo del suyo, y allí, en ese sexto piso del edificio Roraima, no
en el balcón sino en un cuarto (pues el resto del apartamento ya tenía las luces
apagadas), vio a la mujer más atractiva y excitante que había visto jamás. Era
colocado sobre los genitales, cayendo de lado a lado de sus caderas posadas.
Era casi delgada, con un cuerpo muy bien cuidado, sin llegar tampoco a lo
espalda y los hombros. Sus muslos eran gruesos y firmes, como tallados
mágicamente con la suavidad del pelaje de una cría de ave. Él le veía su lado
pero no tanto. Era carnosa y espléndida. Más abajo, el pie, era un pie menudo,
color rosado muy claro. La pierna entera fue suficiente para causarle una
erección a Jonathan. La mano que laboraba, era mano sutilmente tersa, con
dedos finos muy lejos de ser huesudos, más aún de ser regordetes, y las uñas
estaban combinadas con las de los pies, sin ser demasiado adornadas. Luego
detalló el torso inclinado, las costillas y el delicado pliegue de piel, la raíz del
muy claro ni muy oscuro, estaba unido todo sobre su hombro derecho y caía
Luego la mujer terminó su labor y bajó la pierna. Allí Jonathan observó el resto.
telescopio pudo ver los senos hermosos, erigidos como dos globos de agua
recién llenados, y un pezón (el otro estaba cubierto por el paño secando
cabello) de color beige claro, ligeramente pronunciado, que parecía haber sido
jamás exigido por boca alguna. Seguidamente, el paño fue puesto a un lado y,
luego la de arriba, cubriendo así sus senos. Dio un último acomodo a su cabello
liso, peinándolo con facilidad de frente a un espejo que Jonathan no podía ver,
luego avanzó un par de pasos hacia su derecha, fuera del rango de visión del
despertó su alarma para ir a trabajar, se dio cuenta de que había dormido sólo
hora y media, de cuatro y media a seis, pero así mismo tuvo que ducharse y
salir a su oficina . En los días venideros , durante más de una semana , estuvo
Jonathan todas las noches, desde las once aproximadamente, luego de que su
lado derecho del piso seis del edificio Roraima. Se aprendió de memoria el
y apagaba la luz. Algunas veces sólo rompía el ritual alguna llamada telefónica
con mucha más lentitud y sin prestar toda la atención. Las llamadas casi
siempre eran amenas, eso podía notarlo Jonathan, y siempre terminaba con un
beso que ella aparentemente hacía sonar por el auricular. Algunas veces
llave a su puerta. Fue en uno de esos descuidos, habiendo dejado la mujer sus
trabajo suelto sobre la cama. Selenia Iraima Vivas Antonelli. Trabajaba como
de esas se topó con el hombre que había visto teniendo sexo con la mujer en el
pornografía que haber visto esa intimidad. Así mismo, en otra de esas se topó
el primer día que le vendió el periódico, que era nuevo en la urbanización. Esto
había motivado muchas conversaciones, en las que por cada mil palabras de
cortesías.
urbanización
perseguida por él, quien trató de alcanzarla antes de llegar al kiosco, ella,
que apareció sin saber ni a dónde iba. Así, ella no volvió a acudir al kiosco y
espiarla en las noches y cada vez que tenía oportunidad... Un día atropelló a un
perro que le habían regalado a ella el día anterior, tal vez por su cumpleaños, y
esa fue la penúltima vez que pudo hablarle y verla cara a cara. Lo que ocurrió
Mehmet sentía volver a nacer, lástima que para morir enseguida. La última vez
que Jonathan pudo hablarle y verla cara a cara, a Selenia, ocurrió alrededor de
comenzó a sonar I want you (she’s so heavy). Jonathan estaba decidido a hacer
Selenia. Sentía que su día había sido como una mala obra de teatro. Pensaba
“iré allá y le diré que le dedico esta canción”... Otra vez, nunca se lo he dicho,
pero ahora lo sabrá. Bajó por las escaleras, pues en la pantalla superior vio que
dos a través de los solitarios pasillos. Llegó abajo en tan sólo un minuto y salió
Ariadna. Sólo al pisar un charco se dio cuenta de que había salido descalzo,
pero poco le importó. Bajó la acera, atravesó el rayado de peatones sin darse
una gruta santa. Entró el edificio y tomó el ascensor hasta el sexto piso y, al
salir, notó que apenas iban casi dos minutos de canción. Sin esperar nada tocó
divina, casi al mismo ritmo de la segunda estrofa que ya lograba oírse. En eso,
realmente las lágrimas brotaban más por él que por el fallecido Mehmet , de
quien recordaba sus raras últimas palabras: “tranquila, mamá, ya conquisté a
Lili, que era lo importante, sólo falta que Jonathan conquiste a la muchacha de
enfrente”, justo antes de hacer una última convulsión y morir. Los pocos
interminables a Jonathan. Por fin ella abrió la puerta y sin quitar la cadenilla de
seguridad:
es Jonathan...
hola, Selenia...
esa canción?
sí... yo... eh... no aguanto. Selenia, si no me besas ahora siento que me voy a
morir
¡ya sé qué mierda me has dicho! ¡No me interesa! Sólo un beso, Selenia, no
hagas esto... amo tu cuerpo, tus ojos... ¡Dios, tus ojos! Tus ojos son como dos
puerta)
¡Pero... suélteme!
descontrolando cada vez más. Aún se oía la última lírica de la canción: it’s
forcejeo, Jonathan arrojó a Selenia por encima de una lámpara de pata, la cual
cayó sobre una la mesa de centro, que despidió varios trozos de vidrio y
madera, de las cuales una muy aguda se clavó en medio de la planta del pie
fotos matrimoniales, pero sí fotos amorosas con Mario. Selenia se hallaba muy
la astilla con cuidado . No sabía por qué lloraba , y ni siquiera sabía cuándo
había empezado a hacerlo... ¿llorar? ¿Algo que no hacía jamás por ninguna
programado el equipo de sonido para que sonara sólo esa canción una vez y
nada más. Había pensado que, al terminar la canción, estaría con Selenia
muerta daban con la boca de él, mientras otro mechón estaba en la boca de
fuerza, no sabía que le había dado tan potentemente, que la infeliz mujer
Jonathan soñó con ella caminando de estrella en estrella, como una niña
mimada y amada, de felicidad infinita. Jamás pasó por su sueño una imagen
del rechazo de ella. Soñaba lo que quería soñar, aunque pareciera imposible.
podía ser para él. O por lo menos, ya no. Él la había matado y no lo sabía. Ella
había sido asesinada por él y ella no lo sabía, estaba, acaso, exiliada del
mundo. Atardeció.
siempre solitaria. Un carro se oía pasar cada cinco minutos, quizás cada diez,
cercana. Jonathan vio todo igual como lo dejó. La sala destrozada y Selenia, a
lado oscuro. Sintió algo pegajoso en las partes de su cuerpo que daban con el
para él. Se dio cuenta, por primera vez, de todo. Instintivamente, cerró las
cortinas del mirador de la sala, a través del cual tantas veces había espiado a
Selenia. Se paró y prendió la luz. Ya conocía el lugar del interruptor de luz que
tantas veces había visto en esa sala. Vio así el charco. Notó su mano bañada en
sangre, por algún impulso imposible, sintió el deseo de beber de ella. Saboreó
verdadero sabor de Selenia. Sabía a salada y espesa sangre, pero para él, sabía
un caldo primigenio. Así, una vez llevado por una fuerza infrahumana, se
eróticamente colocada, como una diosa inerte, tan dispuesta, y sintió una
jamás hubiera podido imaginar. Todo era extraño y sin sentido. Se sentía
observó su vagina rebosante con cuidado. Parecía una misteriosa boca babosa
sus desafueros. Sabía que estaba haciendo algo raro e inaudito, pero era
él.
por un momento pensó en el sexo oral y lo hizo. Lamió y chupó los labios
inhumano. Era raro comer carne cruda, pero se sentía malamente bien comer
carne de la mujer más hermosa del mundo, la mujer que más amaba... la
“¿qué estás haciendo?”, “estás comiendo carne humana”, “eso no se hace”, “eso
amas”, “mataste a quien amas”, “estás loco”, “¿estás loco?” Pero de nada servía
sábana. Terminado con toda la región púbica, procedió hasta los senos,
de noche lo abrumó a tal extremo que, por fin, lloró con todas sus fuerzas. La
y quería salir, pero no sabía cómo. Se sentía preso y humillado ante un dios en
el cual nunca había creído realmente hasta que, ahora, le tenía extremo miedo,
pánico. En eso, levantó la vista y vio las estrellas más allá de la azotea del
alma negra, como huecos al vacío a través de los cuales entraban diminutos e
eran reales.
Mientras tanto, Deborah, en el geriátrico otra vez –había esperado a Jonathan
hasta la una de la tarde– comía una simple pera fileteada por alguna
había llamado pese a la nota que ella le dejó en la mesa, la inquietaba un poco
indetenible e incontrolablemente.
como una espía descarada justo al borde del edificio. Adentrándose la noche,
la luna se elevaba y su reflejo recorría casi todas las estancias. Sentía que ahora
sentir lo que había hecho. Casi sentía que hablaba con las estrellas y con la
todas las desgracias del mundo además de la suya y la de Selenia, por primera
vez sentía cualquier muerte, cualquier accidente, cualquier tragedia, sentía que
todas eran culpa suya. Todas las culpas eran suyas. Y no dejaba de llorar y de
mujer que él realmente había amado alguna vez . . . lo único que él realmente
había amado alguna vez. ¿La había amado? Pensaba que no había sido amor,
sino una insensata y desequilibrada obsesión... ¿pero acaso no era eso el amor:
querer tener a la persona amada fuera como fuese? No. El amor podía ser
que prefería a su madre muerta antes que tener que volverla a ver. Descubrió
que esas ideas que había tenido de matar a su madre para que no sufriera
más, eran lo más insólito del mundo. No tenían nada que ver con el amor, éste
no podía ser o significar sacrificio del otro, sino de uno mismo. En todo caso,
luz blanca azulosa, desaparecer para siempre, con todo y cuerpo, un cuerpo
final. Había vivido toda su vida así y ahora sólo vivía una continuación, la página
la pena nada de esto. ¿Para qué pensar o lamentarse?, ya había hecho lo peor:
Selenia? ¿Acaso se había vuelto demente y ahora regresaba para darse cuenta
de su negra obra?
desquiciante. El matiz oscuro de la noche se fue tornando cada vez más hacia
Esposado y tan sumiso como un anciano desvalido, Jonathan fue sacado del
edificio Roraima por dos policías consternados. Su rostro denotaba que ellos (o
quizá otros) acababan de darle duros golpes en la cara y aún estaba llorando.
Lo acostaron en la acera revisándolo (se notaba que lo hacían por segunda vez,
sólo por si acaso). A lo largo de sus manos y antebrazos, así como de la nariz
sabía por la reacción de algunos oficiales más jóvenes. En conjunto habían tres
patrullas y unos quince policías, además de una patrulla grande tipo “perrera”.
Así lo veía la gente desde los edificios en las decenas de balcones. Temprano,
que esa humana mancha hedionda era su propio hijo. Tan sólo llegaba el ruido
de las sirenas y uno que otro grito fuerte de algún policía. La escena se
mantuvo así durante casi tres cuartos de hora, cuando la puerta del edificio se
abrió de nuevo para sacar un cuerpo cubierto, muerto, que por encima de la
bolsa negra parecía estar hueco, y que fue llevado hasta el interior de la
ambulancia que acababa de llegar sin la sirena activada. De pronto, detrás del
exactamente lo que esa gente, le dijo una vez que entraron la sala de su casa.
su hombro “debe ser algo tan difícil para usted, señora”, y luego se alejó, como
Quería ver a su hijo, pero, realmente, no quería ni que le hablaran más de él. Le
que su casa estaba siendo revisada, a lo que ella respondió “dígales que
la cama, con los codos apoyados en los muslos y las manos medio entrelazadas
mientras sólo divisaba la silueta de aquel hombre, que enseguida prendió la luz
y luego habló.
venga, señora Manrique. Ya puede hablar con él. –y caminando, le dijo- ¿Por
¡ay, Dios mío! ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Qué pecado tan feo hice? ¡Ay, mi Dios!
lado de Déborah.
cálmese un poquito, señora Manrique...
con un vaso de agua y una pequeña pastilla blanca. La oficial tenía los ojos
Déborah.
que no recibía una caricia desde que había muerto su madre hacía treinta años,
Doña Eleonora. Así, se le revolvieron los más tristes, pero ya aceptados hace
explicarle todo.
Deborah no quiso hablar con Jonathan. No quiso verlo otra vez, y ese día se fue
a su hijo menor. Para ella, ya no tenía familia, la había perdido toda, y si lo más
valioso para ella era la familia, ¿qué haría ahora que ya no la tenía? Su madre
mirada curiosa de todos por donde pasaba. Si lo más valioso para ella era Dios,
¿por qué Él se había ensañado así con ella, destruyendo horrorosamente toda
misma?
¿Y por qué a otras personas les iba tan bien en la vida y ella no podía ser una
de aquellas? Para Déborah todo había perdido su valor. Siguió recibiendo las
Jonathan, ella se preocupaba por hacer contacto con su madre o con su hijo
Mehmet, o por ayudar a sus compañeros de creencia, pero ahora eso se había
fueron haciendo cada vez más distantes, puesto que él, casi siempre, quería
finalmente un día le dijo “como si esas cosas pudieran curar o tan siquiera
alivianar los dolores más profundos del alma.” Y por primera vez dijo que
Jonathan balbuceó todo lo que había hecho. En ocasiones lo susurró con tantos
detalles que el mismo interrogador se veía obligado a decirle que obviara esas
partes del relato. Fue puesto preso de inmediato porque pidió que no se le
hiciera juicio.
es innecesario. Quiero ser castigado. Sólo así aprenderé algo. Quiero cadena
no importa, estoy loco y pronto lo estaré más. Habrá que encerrarme para
siempre
Así fue. A las dos semanas de estar en la cárcel había sido violado unas cinco
veces por unos tipos repletos de musculatura, las bocas llenas de groserías y
las miradas llenas de odio. Uno le preguntó si era verdad que era antropófago y
se había comido a una mujer, porque lo veía demasiado tranquilo, y así, retado
hicieron lo mismo. Luego fue golpeado hasta el cansancio (de ellos), dejándolo
la celda, negándose a usarla. Cuando tenía un mes allí, pidió algo para escribir y
alrededor de su cuello, pero por más que lo intentó no pudo suicidarse porque
piedad, una piedad que no habían sentido jamás por ningún reo, ni tan siquiera
una novela
¿y de qué trata?
de mí
¿cómo es eso?
¿para mí? –el policía se sintió hueco de repente– Mi esperanza es... no sé...
sería tu esperanza?
quieto.
los huesos de las falanges a la intemperie. Fue una visión tan terrible que dos
bebió agua. Vomitó dos o tres veces; y así estuvo por una semana o un mes,
había perdido la idea del tiempo por completo. Los últimos días, ya no comía
lectura que hubiese hecho en algún libro extraño y horroroso, borrado casi por
segundos. Le enloqueció más aún darse cuenta de que su vida había sido una
rabia y asco hacia sí mismo. Ya sabía que lo único que aspiraba era morir, y
lentes de miopía aguda, con una carpeta y un bolígrafo en la mano. Era yo.
Había averiguado casi todo sobre su vida. Comencé a hacerle unas preguntas
silencio de nuevo, así que me tuve que ir de ahí sin poder escribir nada. Por fin
celda, tan sólo una monótona y cilíndrica luz blanca, sintió que la tan esperada
delirante y escandalosa: objects in mirror are closer than they appear!, objects in
mirror are closer than they appear Dos enfermeras entraron corriendo
angustiadas a atenderla.
<<Vórtices secretos. Ojos. Imán de la locura. Más allá, debajo, detrás, oculto.
Una gruesa capa de cloroformo adorna mi vida. Un alemán. Dos alemanes.
Una huella mal dejada sobre mi hermano que se proyectó sobre mí. Un ave
agorera ronda mi encierro. Altivez en la estupidez. No se puede juzgar lo
que no se conoce. Yo no sé de lo que hablo, aunque siempre hablo de
Selenia. No. De Mérope. O de ambas. ¿Quién voy siendo? Pregunta
acertada. Las preguntas más acertadas no tienen respuesta. Las respuestas
más acertadas, no necesitan de preguntas. ¿Quién fui? Alguien que nunca
supo que era la sociedad. No se me puede decir antisocial, sino asocial. Con
razón me volví nada, menos que polvo, sólo cicatrices. Cicatrices de polvo. El
mundo pasó por mí, pero yo no pasé por el mundo. O al revés. Encierro. No
importa. Clave de la dolencia: apatía.>>
***
Isaac Morales Fernández
Venezuela, 1980. Escritor y editor.