PIENSA EN ESTO: El padre de Leah está pensando en otras
cosas y no se ha dado cuenta de nada. Si Leah eligiera la opción A y le gritara, probablemente su padre no entendería por qué se pone así. Seguramente, Leah no conseguiría que la escuchara. Además, sería una falta de respeto a su padre (Efesios 6:2). Esta opción no es buena para ninguno de los dos. Aunque la opción B es la más fácil, no es la más inteligente. ¿Por qué? Porque si quiere solucionar sus problemas, Leah tiene que hablar con su padre. Y él necesita saber qué le pasa para ayudarla. El silencio no consigue nada. En cambio, con la opción C, Leah no permite que un obstáculo ponga fin a la conversación. Más bien, trata de hablar sobre el tema en otro momento. Y si decide escribir una carta a su padre, probablemente se sentirá mejor. Escribir una carta puede ayudarle a Leah a explicarle bien a su padre lo que quiere decir. Cuando su padre lea la carta, entenderá mejor lo que le pasa. La opción C es buena para Leah y para su padre. Ya sea que hablen cara a cara o le escriba una carta, esta opción está de acuerdo con el consejo bíblico de seguir “tras las cosas que contribuyen a la paz” (Romanos 14:19). ¿Qué otras opciones tiene Leah? Piensa en alguna otra opción y en cuál podría ser el resultado. EXPRÉSATE CON CLARIDAD Recuerda: lo que tú dices no siempre es lo que tus padres creen que has dicho. POR EJEMPLO: Tus padres te preguntan por qué estás de mal humor. Tú les respondes: “No quiero hablar de eso”. Pero ellos puede que entiendan: “Ya no confío tanto en mis padres. Solo hablaré de mis problemas con mis amigos”. Imagina que te enfrentas a un problema complicado y uno de tus padres quiere ayudarte, pero tú dices: “No te preocupes, puedo arreglármelas yo solo”. ¿Qué podrían entender tus padres? ¿Qué sería mejor que dijeras? [Recuadro de la página 11] ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS DE LA BIBLIA “Honra a tu padre y a tu madre” (Efesios 6:2). “Que su habla siempre sea con gracia” (Colosenses 4:6). “Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira” (Santiago 1:19). [Recuadro de la página 11] PREPARA UN PLAN ¿Qué haré la próxima vez que no me apetezca hablar de un problema con mis padres? Si mis padres insisten en que hablemos sobre un tema del que no quiero hablar, ¿qué haré? [Ilustración de la página 10] Aunque haya obstáculos en el camino, puedes encontrar alternativas para hablar y entenderte con tus padres.