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Evelyn Vine Be Mine

Chelle Mitchiter
El presente documento tiene como finalidad impulsar la lectura hacia aquellas regiones
de habla hispana en las cuales son escasas o nulas las publicaciones, cabe destacar que dicho
documento fue elaborado sin fines de lucro, así que se le agradece a todas las colaboradoras
que aportaron su esfuerzo, dedicación y admiración para con el libro original para sacar
adelante este proyecto.
Créditos
Traducción Corrección
Isabó Navar Maniarbl
Rouge82 Pilar Wesc
Adaly Vickyra
PANDA1503 Leluli
marp24 flor25
glenda Cecilia
rihano felin28
Dara
agusrommero
felin28
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rmrt
Cherie123 Dara
Ilka
Musa65
Meme pistols
ZoeAngelikal Diseño
5hip Cecilia
Sinopsis

tone.

S No, él no es mi novio, ni si quiera mi amigo.

De hecho, nunca hemos hablado.

Stone y su banda gobiernan la casa ―Alice Gardens‖ y dominan a la mayor


parte de los otros estudiantes universitarios también. La gente los respeta,
los teme, los adora.

Y Stone es su rey.

Su enorme, silencioso, e intimidante rey. Él me asusta.

Cada vez que estoy cerca de él, todo mi cuerpo tiembla y todos mis
sentidos están alerta...
Prólogo

M
iré por la ventana del taxi mientras se detenía en mi nuevo hogar en
la Universidad de Arte Simpson. Más específicamente, aparcamos al
lado del edificio residencial Los Jardines de Alice. Era una de las
Residencias más caras y elaboradas, lo que era mucho decir ya que la
Universidad en sí era una institución muy nueva y prestigiosa. Solo los muy
ricos se podían permitir pagar los honorarios aquí, a menos que como yo,
se hubieran ganado una beca.

El conductor salió rápidamente del vehículo para recoger mi equipaje del


maletero.

Dudé un momento más, mirando el enorme edificio blanco delante de mí.


Por lo que sabía, el edificio tenía cuatro plantas. En la planta baja estaba
el restaurante y la cafetería, así como una sala de juegos y una tiendita
que vendía lo esencial. Ya sabes, tampones, desodorante… chocolate.

La primera planta albergaba a los estudiantes de primer año. Había dos


estudiantes por cuarto y veinte cuartos en total (diez a cada lado del
pasillo). Los cuartos iban equipados con aire acondicionado y calefacción,
con camas individuales extra grandes, una nevera, microondas y
fregadero. Los baños eran pequeños y compartidos entre dos cuartos.

Me mordí el labio pensando en mi nueva compañera de cuarto. Yo no era


la persona más parlanchina y social… De acuerdo, no soy completamente
tímida y solitaria, pero me preocupaba que no fuéramos a llevarnos bien.
Estaríamos juntas hasta el próximo año, cuando podríamos pasar a la
segunda o tercera planta para disfrutar de la soledad de los cuartos
individuales.
Reuniendo mi valor, abrí la puerta y lentamente me bajé del taxi, haciendo
una mueva cuando abandoné el maravilloso aire acondicionado del auto
y fui golpeada por el cálido y seco calor del desierto.

Miré las dos grandes maletas de equipaje que había traído conmigo, y en
silencio maldije a mi familia.

A mi alrededor, los estudiantes se estaban despidiendo de sus seres


queridos y ¡los estaban ayudando a llevar sus cosas!

Suspiré con decepción y enterré mis sentimientos heridos. Ni uno de mis


once hermanos había hecho el viaje conmigo. Ni uno estaba aquí para
ayudarme con mis cosas y decirme que me comportara o que me
echarían de menos. Me estremecí mientras me daba cuenta de que
probablemente ni notarían mi ausencia.

Claro, Zane estaba fuera del país, en alguna misión de operaciones


especiales. Los trillizos, Vicky, Evan y Harvey, estarían en su puesto en la
Base Aérea de Townsville, en Queensland. Cooper también estaría en
Townsville, trabajando como mecánico, y su gemela Charlie estaría en
Cairns (también en Queensland) trabajando como enfermera.

Pero Paul (estudiante de último curso) y los trillizos más jóvenes, Mike, Jake y
Luke (estudiantes de último curso del instituto), vivían en casa de Darwin
(en el territorio Norte). No les habría costado tanto venir. ¡Era solo un fin de
semana después de todo!

Y Logan, que trabajaba aquí, en Alice Springs (como piloto de ambulancia


aérea)… ¡Ni si quiera pudo venir a mi encuentro en la pista de aterrizaje!

Mi madre había querido terminar su último libro, y mi padre… bueno, no


quiero hablar de eso.

Claro, todos los miembros de la familia me habían pedido disculpas


diciendo que podían tratar de reorganizar sus planes y tratar de venir
conmigo si realmente yo quería… pero había susurrado sumisamente que
estaba bien y les había mostrado una suave sonrisa. Habían dejado el
tema con alivio y se fueron para ir a hacer cosas más importantes.
Pagué al taxista y chasqué mis nudillos, preparándome para trasportar mi
equipaje hasta la parte delantera y subir el tramo de escaleras. Sin
embargo, antes de que pudiera agarrar las asas de las maletas, mi
teléfono sonó dándome un bienvenido respiro. Sonreía cuando vi el
nombre de Cooper aparecer en la pantalla. Coop era uno de mis
hermanos, a parte de Zane (el más mayor), que nunca me prestaba
atención. Tanto él como yo, a menudo nos cansamos de nuestra gran y
bulliciosa familia y buscamos la paz y la tranquilidad.

—¡Hola! —murmuré en el teléfono, mordiéndome los labios con disgusto


por lo suave y tímida que sonaba.

—¡Ey, Evie! —Me saludó Cooper alegremente—. ¿Has llegado ya? Lo


siento, no pude encontrar el tiempo para ir contigo.

—Está bien —susurré sabiendo que si hubiera podido estar aquí lo habría
hecho—. Y sí, aquí estoy.

—Genial. ¿Cómo se ve? ¿Qué tal tu compañera de cuarto? —preguntó y


pude notar la sonrisa en su voz.

—Oh —murmuré—. No he llegado ahí todavía. Estaba tratando la manera


de llevar mi equipaje subiendo las escaleras.

Hubo un silencio glacial en el otro extremo de la línea.

—Evelyn —dijo finalmente—. ¿Quién está ahí contigo? ¿Quién hizo el viaje
desde Darwin contigo?

—Mmm. Viajé sola —dije en voz baja.

Cooper maldijo en voz baja antes de preguntar.

—¿Por qué no pudo Logan llevar tus cosas?

—Mmm, él no está aquí —le dije rápidamente con incomodidad—. Tenía


una cita.
—Una cita —repitió Cooper con rigidez.

—Sí, se ofreció a cancelarla, pero le dije que no se preocupara. Quiero


decir que no es para tanto —le susurré en apuro.

—Evie —dijo Cooper suspirando—. ¿Por qué no le pediste que lo


pospusiera? Sé que esto es importante para ti y ahora tienes que llevarlo
todo tú sola. Tienes que empezar a hablar, hermanita.

—Estoy bien —le dije tratando de sonar convincente —Cooper no se


dejaría engañar (mi voz era algo tambaleante).

—Evie te llamaré más tarde, una vez que estés instalada —dijo en voz baja.

—No les digas que estoy molesta —supliqué—. Por favor, no les grites.

—Voy a hablar con ellos E —gruñó suavemente—. Y tienen mucha suerte


de que Zane esté en el extranjero.

Hice una mueca, sabiendo mi protector hermano mayor reaccionaría


cuando se le informara.

—Me tengo que ir —susurré tratando de no llorar.

—Está bien —dijo en voz baja—. Adiós Evie. No estudies demasiado. Pasa
un buen rato y haz algunos amigos.

—Te quiero.

—Yo también te quiero —susurré.

Me alejé el pelo largo de color marrón rojizo de los ojos y me estiré la


sudorosa camiseta negra, agradecida de haberme puesto pantalones
cortos frescos en esta tarde calurosa de verano.

Miré a la entrada del edificio con temor, tratando de juzgar la distancia.


Fue entonces cuando le vi por primera vez.
Ubicado sobre una mesa de picnic, a la sombra de un gran árbol había un
hombre. Un hombre grande y aterrador, y me estaba mirando mientras
tomaba una larga calada de su cigarrillo. Se levantó bruscamente y se
puso en marcha rápidamente. Mis ojos se abrieron por lo alto e imponente
que parecía desde los casi trescientos metros de distancia que había entre
nosotros.

Se dirigió a mí con confianza, llevaba pantalones vaqueros oscuros y


estrechos. Se detuvo directamente frente a mí y me le quedé mirando con
asombro. Mi mirada se fijó en los enormes pies enfundados en botas de
combate negras y recorrieron lentamente toda su musculatura, hasta su
pelo rubio oscuro rapado.

Sus ojos de color gris piedra me miraron con dureza, una cicatriz marcaba
su ceja y una expresión dura arruinaba su fuerte rostro. Su nariz parecía
haber sido rota al menos dos veces y sus rasgos eran angulares, fuertes y
agudos.

Su mirada se fijó en el puñado de pecas de mi nariz, antes de arrebatarme


los documentos de inscripción de mis dedos apretados y ansiosos.

Echó un vistazo al número de habitación, antes de volver a mirarme a mí y


recoger sin esfuerzo mis dos grandes maletas.

Comenzó a caminar hacia la puerta principal del edificio, sin ni si quiera


una palabra o mirar en mi dirección. Dudé brevemente antes de
apresurarme tras el temible hombre, corriendo ligeramente para
mantenerme a su paso.

Una multitud de personas se separó por su gran forma y yo le seguí de


cerca, usándole con gratitud como si fuera un quitanieves para despejar el
camino hacia mi dormitorio.

Se detuvo frente a mi cuarto y cuidadosamente colocó el equipaje junto a


la puerta. Llamó a la puerta de madera brevemente y luego se marchó,
de nuevo sin decir mirarme o de ofrecer un adiós o un encantado de
conocerte.
La puerta se abrió y una cabeza con pelo rojo y corto me miró con
curiosidad. Echó un vistazo por encima de mi hombro hacia el fornido
hombre, echándose atrás y luego mirando hacia mi equipaje.

Ella me lanzó una mirada incrédula.

—¿Stone trajo tu equipaje?

Stone, recuerdo pensar ¡Qué alias tan apropiado!


Capítulo 1
o sucedió nada especialmente emocionante durante mi primer

N semestre en la Universidad de Arte Simpson. No era nadie en el


instituto y aquí no había mejorado. Era ignorada. Tímida y tranquila,
raramente alguien se fijaba en mí. No me importaba. Me gustaba la
soledad. Por lo menos nadie se metía conmigo o se aprovechaba de mí
como en el colegio. Mi compañera de habitación, Cassandra Appleton o
Candy (¡ni se os ocurra llamarle Candy Apple!), cree que es debido a
Stone.

No, no es mi novio, ni siquiera un amigo. De hecho, nunca hemos cruzado


una palabra. Stone y sus compañeros de banda reinan en la casa Alice
Garden y dominan también a la mayor parte de los estudiantes de la
universidad. La gente los respeta, los temen, los adoran. Y Stone es el rey.

Su enorme, silencioso, e intimidante rey. Me da miedo. Siempre que estoy


cerca de él, mi cuerpo entero tiembla y todos mis sentidos se ponen alerta.
Gracias a Dios solo lo he tenido cerca una vez desde ese primer día, en
que llevo mi equipaje.

En mi segundo día de clase, me choqué con un compañero de otra casa.


Él me miró de mala manera cuando enrojecí suavemente y me disculpé. Y
a posta golpeó mis libros tirándolos al suelo, riéndose de mí con sus amigos
y llamándome torpe. Por un momento me dieron ganas de agarrar el libro
más pesado y darle con él en la cabeza, también riendo, mientras me
alejaba con un ¡Oh!, perdona mi torpeza. Pero en vez de eso, me dejé
caer al suelo y rápidamente recogí mis libros. Segundos después, el tipo en
cuestión se deslizaba por la pared a mi lado uniéndose a mí en el suelo. El
pasillo se había quedado en completo silencio, y cuando Candy se me
acercó corriendo y me ayudó a levantarme, pude ver la espalda de Stone
al doblar la esquina. Desde ese día, nadie se ha arriesgado a meterse
conmigo.
En este momento, estoy aburrida. Es la Semana de Estudio, la semana
previa a los exámenes. Hoy es jueves, y llevo encerrada en mi cuarto,
esclavizada por mis apuntes desde el pasado viernes. Con un suspiro de
resignación, cierro mi libro de texto de fotografía y miro por la ventana de
mi dormitorio al parking.

Debería tener coche —pienso arrugando la frente.

Mis ojos se vuelven de golpe a la izquierda cuando una familiar figura atrae
mi atención. Stone está en el sitio de siempre, pero en lugar de estar
sentado sobre la mesa con un cigarrillo, está sentado en el suelo, apoyado
en un árbol, con una guitarra en su regazo. Frunzo el ceño.

¿No tocaba la batería?

Mientras le observo, él garabateaba unas notas en su cuaderno de


música, volviendo a coger la guitarra y tocando suavemente las cuerdas.
Una pena, las notas no alcanzan mis oídos.

Como si me presintiera, su penetrante mirada encuentra la mía. Me quedo


sin respiración e intento permanecer tranquila, sin mostrar mi temor. Su
cara permanece sin expresión mientras me observa. Nos miramos fijamente
el uno al otro, sin movernos ni un pelo ninguno de los dos. Me hubiera
encantado volverme y correr, pero no conseguía alejarme, totalmente
prisionera de sus ojos, incluso a distancia.

Una rubia de pelo rizado grita su nombre emocionada y él retira la vista de


mis ojos. Rápidamente me meto debajo de mi escritorio y echo un ojo
sobre la repisa de la ventana mientras la rubia le sonríe alegremente e
intenta empujarlo hacia su auto, donde el resto de la banda espera. Briar,
creo que así se llama la rubia, una de las mejores amigas de Stone, según
el cotilleo de Candy. No conozco a ninguno de los otros miembros de la
banda, pero sí que me fije que Chloe no estaba, la novia de Stone. Me
agacho más cuando veo a Stone mirar hacia mi ventana, antes de
marcharse en el auto.

—¿Qué haces?

Chillo del susto y caigo al suelo. Candy cierra la puerta y se ríe a mi costa.
—Nada importante —susurro poniéndome de pie—. Comprobar si mi mesa
tiene polvo.
Candy arquea una ceja y sacude la cabeza riendo:

—¿Te has vuelto a quedar dormida estudiando?

Rio avergonzada acordándome de la última vez que me pegó un susto. Se


lo toma como una afirmación a su pregunta y coloca las manos en sus
curvilíneas caderas. El cabello rojo-manzana le da a su corta, pero bien
formada figura una presencia que nadie puede ignorar. Siempre destaca
en una habitación llena de gente. Yo me siento simple e insignificante en
comparación, como si pudiese desvanecerme en el fondo, mezclarme
con el papel de la pared.

»Ya vale —dice firmemente—. Esto se acabó, no más estudio.

—Pero… —protesto.

—No —contesta tirándome la cámara—. Sal y haz fotos. Has acabado de


estudiar por hoy —Camina hasta la puerta y la mantiene abierta para mí,
haciéndome señas con la cabeza para que me vaya. Suspiro y empiezo a
andar despacio hacia delante mientras paso la correa de la cámara por
encima de mi cabeza—. Vete —me ordena—. Pásatelo bien. Y que sepas
que el próximo fin de semana vienes con nosotros a la carrera de Finke
Desert.

Me deja totalmente sorprendida. La carrera de Finke Desert es una carrera


en dos direcciones a través del desierto. Participan coches, motos, todo-
terrenos de cualquier tipo. La gente acampa a lo largo del recorrido
instalándose la noche previa para coger un buen sitio.

—¡Pero eso es en medio de los exámenes! —susurro frenética.

—Exacto —dice orgullosa—. Con mayor razón para que te tomes un


tiempo de descanso. Le diré a Mason que vienes con nosotros.

Me cierra la puerta en las narices y echa la llave. Con un suave quejido,


paso de prisa a los estudiantes rezagados en el vestíbulo y salgo a la calle
con mi cámara. Con suerte conseguiré unas cuantas fotos buenas de la
naturaleza para el curso de Fotografía mientras esté fuera, así no perderé
toda la tarde por completo.
A la mañana siguiente, me desperté como siempre a las 6:00 y me deslicé
por el cuarto silenciosamente, me puse unos shorts de gimnasia y una
camiseta ceñida. Tomé mis deportivas y me encaminé al campo de Rugby
para hacer mis ejercicios diarios. Me senté en las gradas a atarme el
calzado y respiré el aire mañanero. Temblé deseando haber traído un
jersey. Estamos a principios de junio1 y el invierno definitivamente ha
llegado. Me encantan los inviernos en el desierto, helados por la noche,
pero todavía cálidos durante el día. Los amaneceres aquí son también
increíbles. Miro al cielo, sonriendo a los rojos, naranjas y rosas que brillan en
el horizonte. Siendo el rojo el color predominante en el desierto australiano,
incluso de la tierra bajo nuestros pies. Rio mirando el verdísimo césped del
campo de rugby. Esta universidad de clase alta es el único lugar donde
puedes encontrar césped verde por los alrededores. Me encanta ver la
cara de los turistas cuando ven lo que nosotros llamamos campo de golf.
Nada de verdes exuberantes por aquí. Canguros, culebras, lagartijas y
todo tipo de bichos se pasean libremente por ellos también.

Rápidamente empiezo a calentar, dándome cuenta que había estado


perdiendo el tiempo soñando despierta cuando debería haber estado
meneándome como papá y Zane lo llamaban. Hay gente que a menudo
se pregunta por qué todavía hago esto. Ya soy demasiado delgada como
soy según casi todas las personas que conozco. Con mi 1,70m de altura,
parezco frágil y delicada, da igual cuantas flexiones haga. La verdad es
que a veces me cuesta mucho comer. Si estoy preocupada por algo o
liada con alguna cosa… como estudiando. No puedo dejar mi ritual
mañanero incluso si pudiera, dudo que quisiera hacerlo. Es un recuerdo
muy importante de mi niñez y me pego a él desesperadamente.

Dejando mis pensamientos de lado y centrándome, empiezo mi carrera de


5 km, mis largas piernas acortando la distancia conforme corro vuelta tras
vuelta alrededor del campo, mi cuerpo adaptándose despacio al frío
conforme la temperatura va elevándose lentamente. Cuando termino, me
dejo caer en la hierba y empiezo con mis cincuenta flexiones, seguidas de
cien abdominales, cien sentadillas y treinta ejercicios de tríceps (usando las
gradas para agarrarme). Colapso en un asiento y me estremezco un poco
por la brisa fría en mi cuerpo sudado. Rápidamente hago mis estiramientos,
por miedo a que me dé un calambre.

1
Junio: La historia se ubica en Australia. En los países ubicados en el hemisferio Sur del planeta el invierno
comienza en junio.
Tiemblo cuando una sensación extraña me sube por la columna, como si
alguien me estuviera observando. Miro alrededor nerviosa, sintiéndome de
repente muy consciente de mi ceñida camiseta y shorts. Me congelo
cuando le veo, sentado al otro lado del campo en las gradas enfrente a
las mías.

¿Cuánto tiempo lleva ahí? ¿Habrá estado observándome? —Mi cuerpo


tiembla reaccionando a él, y yo me muerdo el labio con ansiedad.

Paso mis ojos por su cuerpo, examinándole a distancia. Vuelvo a temblar,


aunque por motivos totalmente diferentes.

¡Dios, está buenísimo! —No es que sea particularmente atractivo o


guapísimo según la norma… pero tiene algo que simplemente fascina a
una chica. Corrijo, a una mujer, recordándome a mí misma que en menos
de seis meses cumpliré dieciocho.

No puedo ver cada pequeño detalle a esta distancia, pero tampoco lo


necesito. Sus rasgos estaban para siempre grabados en mi mente. Todo su
cuerpo grita Macho, con mayúscula. Enrojezco y mis mejillas se calientan
cuando me doy cuenta de que solo lleva puestos unos shorts y una visera
en la cabeza, pero ni camiseta ni nada. Puedo ver sus músculos poderosos
desde donde estoy, pero me muero por verlos más de cerca.

Me sacudo a mí misma. Este hombre me asusta. No quiero tener nada que


ver con él; no quiero volver a ser controlada por un chico otra vez… no
después de la última vez. Además, él nunca se sentiría atraído por mí. Su
novia, Chloe Fox es increíble. No es que yo tenga ningún interés en él.
Simplemente estoy admirando su buena forma física. Es natural. Todas las
féminas lo hacen.

Su mirada abandona la mía mientras apagaba el cigarrillo y saca una caja


de Smarties del bolsillo. Me hace gracia verlo. Por algún motivo, Stone
siempre lleva una caja de Smarties encima. Todo el mundo dice que son
sus favoritos, pero yo sospecho que almacena en ellos drogas o algo así
(otro motivo por el que evitarle).

Se vuelve a mirarme y me da la impresión que va a venir hacia mí. No


señor. De ninguna manera. Me levanto y camino con rapidez hacia los
dormitorios, sabiendo que si mantengo su mirada un poco más, quedaré
atrapada.
Capítulo 2
i primera semana de exámenes paso rápidamente y a pesar de los

M intentos de Candy por distraerme, estudié tanto como pude la


semana previa a ellos.

La tarde del sábado llegó más rápido de lo que esperaba dejándome


indefensa ante el ataque furtivo de Candy. Salí de mi cuarto en pos de ella
con la misión de buscar algunos bocadillos para estudiar, para terminar
cayendo en los brazos de su novio, quien me levantó sobre su hombro y
bajó corriendo las escaleras hacia su auto, riendo ante mis chillidos de
protesta. Candy nos alcanzó con una gran bolsa colgando alegremente
de su hombro y una sonrisa diabólica en su rostro, me imaginé que dentro
de esa bolsa había también cosas mías. Mason me bajó gentilmente y
abrió la puerta de su auto instándome a entrar, suspiré y me deslicé hacia
el interior obedientemente, Candy se subió a mi lado y me miró sonriendo
ampliamente

—¡Vamos a divertirnos mucho! —dijo rodeándome con un brazo.

Asentí lentamente sin mostrarme dispuesta a decir que no quería ser la


tercera rueda, especialmente si compartiríamos la misma tienda de
campaña. Tendría que dormir fuera de ella, decidí. Habiendo crecido en
una gran familia, había acampado muchas veces bajo las estrellas y sin la
protección de una tienda.

Parpadeé al observar una figura familiar abrir la puerta delantera y


sentarse en el asiento del pasajero, a lado de Mason, era uno de los
amigos de Stone.

—Hola damitas —dijo guiñándonos traviesamente un ojo—. ¿Cómo estás


labios dulces2? ¿Todavía sabes dulce?
Candy le hizo una señal obscena y Mason le golpeó en el brazo.

—¡Cuidado Donny! —gruñó.

Donny rio y se giró hacia mí, observándome fija y cuidadosamente. Me


revolví en mi lugar incómoda por el escrutinio muy consciente de que no
me veía especialmente bien. Había estado estudiando después de todo,
vestía una camiseta rosa y ajustada sobre un vestido corto tipo overol que
terminaba justo a la mitad del muslo, mi cabello estaba recogido en una
alta cola de caballo y traía puestas unas pantuflas rosas de conejos, era
plenamente consciente de que lucía como una empalagosa niña
pequeña con mi lindo atuendo y mi complexión delgada.

—¿Y quién es esta lindura? —preguntó sonriendo lobunamente—. ¿Evelyn


Vine no?

Parpadeé confundida.

¿Cómo sabe mi nombre?

Sin querer ser grosera asentí levemente.

—Evie —dije.

—¿Es esa tu inicial o tu apellido? —preguntó sonriendo socarronamente.

Me sonrojé.

—A-ambos, supongo —tartamudeé—. P-pero m-me ref-fiero a que me


digas Evie.

—Genial —contestó guiñándome el ojo—. Y ya que Mason está con


Candy, ¿tú dormirás conmigo?

Mi cara se puso color escarlata mientras buscaba desesperadamente la


forma de contestarle. Abrí la boca muchas veces pero no pude decir
2
Labios dulces: juego de palabras con el nombre de Candy.
nada.

Solo si prometes mantenerme caliente, sexy...

¡Eso quisieras pervertido!

No, gracias, no duermo con músicos.

¡Oh dios! ¡Sí, por favor! ¡Eres tan malditamente caliente!

No dije nada de eso, claro, giré la cabeza y miré hacia la ventana aún
completamente sonrojada.

Desafortunadamente esto pareció molestar aún más a Donny.

—Soy Donovan Brady —dijo con aire de suficiencia—. Pero puedes


decirme Donny.

Asentí amablemente, pero no volví a mirarlo.

—Gusto en conocerte —susurré.

Se rio entre dientes y no pude evitar mirarlo subrepticiamente. Donny era


definitivamente un tipo atractivo. Alto, delgado y fuerte, de cabello negro
y desordenado y ojos de un penetrante color café, lucía exactamente
como debería lucir una estrella de rock. Vestía unos ceñidos pantalones
negros y una camiseta azul marino, y noté que a sus pies había dejado una
chaqueta de mezclilla gruesa. Miré la bolsa que Candy había colocado en
medio de nosotras dos y me pregunté si habría empacado alguna
chaqueta para mí. Temblé ante el pensamiento de pasar la noche en el
desierto vistiendo solamente mi overol y camiseta.

Miré a Donny nuevamente solo para encontrarlo aún mirándome con


obvio interés.

—¿Eres tímida pequeña? —preguntó riendo entre dientes nuevamente.

Rodé los ojos inconscientemente.


¿Por qué la gente siempre hace preguntas de las que ya sabe la
respuesta?

Candy se rio.

—Se bueno Donny —dijo mientras me daba un abrazo con un solo brazo.

—¡Lo estoy siendo! —protestó fingiéndose ofendido—. Estoy haciendo


amigos.

Yo no sobo a mis amigos —pensé mientras apartaba poco a poco mi pie


de sus traviesos dedos, sin embargo se dio cuenta y tiró de mi pie hacia él
nuevamente.

—¿Trajiste zapatos para mi nueva amiga? —le preguntó a Candy


frunciendo el ceño.

Candy rodó los ojos.

—Duh —contestó haciendo una bomba con su chicle y haciéndola estallar


ruidosamente.

Abrió la bolsa y sacó mis deportivas. Las tomé con gratitud, aunque
hubiera preferido mis botas de excursionista para proteger mi piel del daño
que pudiera infringirle cualquier pasto o espiguilla que tuviéramos que
atravesar.

—Entonces, ¿qué estás estudiando? —preguntó Donny mientras yo


luchaba por ponerme las deportivas.

—Medios y artes Visuales —gruñí con esfuerzo—. Enfocado en Fotografía.

Sus ojos se iluminaron.

—¿Fotografía eh? Yo estoy estudiando música, estoy en segundo año.


Deberías tomar algunas fotos de nuestra banda. ¿Alguna vez nos has visto
tocar? —preguntó mirando fugazmente a Candy.
Sacudí la cabeza en negación. Nunca había ido al club de la universidad
ni al bar local, a pesar de la urgencia de Candy por llevarme al lugar.
(Mason era DJ en el club universitario, por lo tanto Candy pasaba la mayor
parte de las noches de los viernes ahí).

Donny se encogió de hombros sin inmutarse por mi falta de entusiasmo en


el tema.

—Deberías venir con Candy la próxima vez que toquemos —me dijo.

Reprimí un suspiro y a regañadientes hice un esfuerzo por participar en la


conversación. Me sentía increíblemente maleducada por dejar que solo él
llevara la conversación.

—¿Que tocas? —musité y Mason bajo el volumen del reproductor de CD


del auto para que pudieran escucharme mejor.

El rostro de Donny se iluminó triunfante ante mi pregunta.

—Toco la guitarra y soy el cantante principal —informo orgulloso—. Me han


dicho que tengo una voz sexy —agregó levantando las cejas
juguetonamente.

Mmm, supongo que tengo que ir y escuchar eso por mí misma —debería
haber dicho, pero no lo hice.

Tosí y desvié la mirada.

—¿Qué tipo de música tocas? —pregunté.

Se encogió de hombros.

—Metal mayormente —replicó—. Algunas son heavy metal algunas no


tanto. También tenemos un poco de Rock y Alternativa a veces.

Sonreí y asentí. Mi hermano Paulie (el que estaba estudiando para ser
profesor), había incursionado un poco en la música y su banda de garaje
solía tocar música variada. Personalmente no disfrutaba de las canciones
llenas-hasta-los-topes de gritos, pero la mayoría de música Metálica era
buena en mi opinión.

»¿Te gusta el Metal? —preguntó mirando mi rostro con curiosidad.


—Algunas canciones —contesté removiéndome incómoda y deseando
que dejara de observarme como si fuera algún tipo de experimento de
laboratorio.

Sonrió y me dio una palmada en la rodilla.

—Ven a vernos tocar —fue todo lo que dijo antes de girarse y dejarme sola.

—No te preocupes —susurró Candy en mi oído—. Hace ruborizar a todo el


mundo, es el hombre más ligón de todo el campus.

Le sonreí aliviada de no ser la única. Pero tan pronto como llegamos a la


pista y nos estacionamos, Donny abrió mi puerta y me sacó del auto
tirando de mí con un firme apretón de manos. Me tensé a mi vez,
inmediatamente alerta. Me estaba tocando. Jalándome hacia algún lugar
sin Candy ni Mason siguiéndonos. Traté de pensar en una manera de
conseguir que se detuviera, pero todo lo que podía pensar era que mi
ropa se había quedado atrás junto con Candy, aunque no dije nada de
ello, gracias a Dios aún era lo suficientemente inteligente como para
predecir la línea de la conversación que podría traer ese comentario.

Mi leve ataque de pánico llegó a su fin tan pronto como Donny se detuvo.
Suspire aliviada al notar que no nos habíamos alejado tanto, y comencé a
relajarme hasta el momento en el que me empujó frente a él y pude ver a
todo el mundo alrededor del lugar mirándonos divertidos.

Oh dios mío.

Fijé la mirada en un rostro en particular y mis rodillas se doblaron cuando la


ansiedad que había sentido antes volvió con toda su fuerza. Donny rodeó
mi cintura con un brazo, riéndose mientras volvía a erguirme
apresuradamente.
—¿Estás bien Evie? —ronroneó sensualmente junto a mi oído.

Asentí ligeramente sin dejar de mirar a Stone, y soltándome de su agarre y


arrastrando los pies miré alrededor y reconocí a otros integrantes de la
banda.

Donny me jaló hacia él nuevamente haciéndome dar un traspié ante la


fuerza de su arrastre.

—Ey, chicos —dijo alegremente—. He hecho una linda amiguita. Se llama


Evie —indicó haciendo un gran énfasis en mi apodo y haciendo que me
preguntara si había alguna especie de secreto del que yo no estaba al
tanto.

Puso su brazo alrededor de mi hombro y sonrió a sus amigos. Miré a Stone


nuevamente y sacudí ligeramente la cabeza ante sus duras facciones,
lucía aún más frío de lo normal.

¿Le molestará mi presencia? ¿Debería irme?

—Hola Evie —dijo Briar sonriendo mientras me sacaba de los brazos de


Donny y lo miraba desaprobadoramente—. Mi nombre es Briar-Rose, pero
puedes llamarme solo Briar o Bri.

Estudié su rostro por un momento, parecía acogedora y sincera, sus cálidos


ojos color esmeralda brillaban traviesos. Había atado sus salvajes y
desastrosos rizos rubios en una cola de caballo y estaba vestida de los pies
a la cabeza con ropa de diseñador, su figura alta (1.70m
aproximadamente lo mismo que yo) y delgada, estaba apenas cubierta
con un corto short de mezclilla y una ajustada camiseta negra. Esperaba
sinceramente que esta rica chica de ciudad hubiera empacado algo un
poco más de abrigo para la noche.

—Bri no es parte de la banda —informó Donny sonriendo satisfecho—. Es


una groupie.

—¡No lo soy! —protestó Bri mostrándole el dedo de en medio. Sonriendo,


tiró de mí hacia abajo, haciendo que me sentara a su lado en el tronco en
el que se encontraba—. Soy la mejor amiga de Stone —dijo señalando
hacia donde él estaba sentado al otro lado del círculo que se había
formado en torno al fuego—. Stone toca la batería —Tragué
nerviosamente mientras asentía en su dirección sin dejar de mirarlo, sacó
un paquete de Smarties de su bolsillo y me relajé un poco mientras
intentaba sofocar la risa. Por fortuna Briar siguió hablando—. Él es Alec
Carmichael —dijo señalando al hombre sentado a mi lado—. Es el bajista y
también hace algunos coros —Alec sonrió suavemente inclinando la
cabeza, parecía el más amable del grupo, sus ojos color avellana
contrastaban con las cortas y afiladas puntas de su mohicano. Alec deslizó
su brazo a mi alrededor de manera reconfortante e inclinó la cabeza
hacia la chica sentada a su lado.

—Ella es Fredi —dijo suavemente—. Toca el teclado y en algunas ocasiones


canta.

—¿Fredi? —pregunté intrigada mirando a la interesante chica. Su cabello


lucía un color rubio pálido en la parte superior mientras que la inferior era
de un negro intenso, sus ojos eran de dos colores distintos también, el
izquierdo verde y el otro azul, con una estatura promedio, traía unos
ajustados pantalones rotos de mezclilla, una playera roja de Slipknot que
parecía haber recortado para que terminara por encima del ombligo.

—Winifred Lennox —dijo extendiendo su mano y estrechando firmemente


la mía—. Pero nunca me digas así si quieres seguir con vida —Fredi me
miraba fijamente casi como Donny lo había hecho en el auto. Sus ojos
brillaban y sus labios se arqueaban descaradamente—. Eres linda —
agregó con un guiño. Palidecí, nerviosa e insegura de si estaba
coqueteando conmigo, y qué es lo que haría si lo estuviera haciendo.

Donny se rio cargando a Fredi para sacarla de su silla.

—Yo la vi primero, mujer —dijo aun riendo mientras la deslizaba por su


cuerpo para ponerla sobre el suelo—. ¿Cuándo vas a dejar de fingir y follar
conmigo nena?

—Nunca —contestó Fredi alejándolo con un empujón—. Los penes no son


lo mío.
Me acurruqué aún más dentro del abrazo de Alec, esperando dejar de
llamar la atención. No tuve esa suerte. La llegada de Mason y Candy
atrajeron la atención hacia mí nuevamente. Candy me alejó de Alec y me
entregó una silla plegable.

—¿Ya conociste a todo el mundo? —preguntó alegremente pasándome


una lata de Coca Cola dietética, asentí enérgica y nerviosamente,
consciente de que todo el mundo estaba mirándome nuevamente.

—¿Dónde está Jamie? —le preguntó a Donny con el ceño fruncido.

—Corriendo con su moto —contestó éste, para después girarse a


explicarme.

—Jamie es el guitarrista principal, ¡James Frederick William Van Os Tercero!

Solté una pequeña risita ante el nombre, como había supuesto, casi todas
estas personas venían de familias ricas que les habían dado a sus hijos
nombres horriblemente embarazosos. Probablemente esa era la razón por
la que todo el mundo llamaba a Stone por su apellido. Volví a reírme
mientras pensaba en posibles nombres para él, como Bernard u otras cosas
ridículas como llevar el nombre de una fruta.

Ja, ja ¿Banana Stone?

Lo miré tratando de adivinar su nombre con solo una mirada, en ese


instante giró la cabeza y me miró desafiante. Me eché a reír ante la idea
de llamarlo Banana e inmediatamente me tapé la boca sonrojándome
avergonzada cuando todo el mundo se giró para verme con curiosidad.

—Nada —musité, rogando porque algo, lo que sea, los distrajera.

—¡Ey chicos! —gritó alguien sensualmente, todo el mundo excepto Stone


se giró para mirar a la rubia pechugona que caminaba hacia nosotros.

Chloe —pensé con alivio—. Ella distraerá a Stone.


Aunque la mirada de Stone seguía fija en mí. Briar gruñó y me giré para
mirarla con curiosidad. Captó mi mirada y rodó los ojos, colocando un
dedo sobre su boca en señal de silencio.

—Pensé que te habías librado de ella —le susurró a Stone. Apartó la mirada
de mí para posarla sobre Briar que se había sentado al lado de él y
burlonamente le dio una amable palmada en la pierna pretendiendo
calmar su enojo. Briar frunció el ceño, pero no pudo contener la sonrisa
que comenzó a formarse en la esquina de sus labios. Los estudié con
curiosidad, era fascinante cómo podían ser amigos tan cercanos siendo
tan distintos, sin embargo según Candy, Briar y Stone habían crecido juntos
porque sus padres eran amigos cercanos.

Candy era una amiga muy útil. Sabía todo lo que se debe saber sobre
cada persona que había en la universidad. Ella, a diferencia de mí, había
ido a la escuela con la mayor parte de ellos, y ese era uno de mis mayores
obstáculos, tuve que entrar al campus sin conocer a nadie, mientras que
todos a mi alrededor ya se conocían entre sí y no se molestaban en hacer
nuevos amigos.

—Stone, cariño —ronroneo Chloe—. ¿Vas a votar por mí?

Miré su ajustada camisa blanca tipo polo y me di cuenta de que era una
de las edecanes3. Stone le dirigió una mirada fugaz y levantó una ceja, su
expresión apenas cambio, pero el mensaje fue claro para todos:

¿Luzco como alguien a quien le importa una mierda quién gane el


concurso Señorita Edecán?

Chloe hizo un puchero haciendo que su ya de por si llenos labios se vieran


aún más gruesos, mientras rodeaba el cuello de Stone con los brazos por
detrás de él.

—¿Aún somos amigos, no? —murmuró besando fugazmente su mejilla—.


¿No estás dolido porque te haya dejado o sí?

Escondí mi sonrisa en el hombro de Candy. Stone lucía completamente


3
Edecantes: tipo de modelos que posan con escasa ropa para promocionar un evento.
imperturbable. Supuse por la manera en que Chloe se colgaba de su
cuello, que solo había terminado con él como una forma de llamar su
atención y al parecer había fracasado. Stone apartó cuidadosamente los
brazos de Chloe de su cuerpo, palmeando el asiento a su lado y mirando a
Briar para indicarle que hiciera espacio. Briar lo miró furiosa, pero obedeció
dejando que Chloe se sentara en el tronco. Sin embargo tan pronto como
ella se sentó a su lado, Stone se puso los audífonos y subió el volumen de su
iPod, ignorándola definitivamente.

—¿No tienes un promocional que hacer? —preguntó Briar dulcemente.

Chloe le sonrió mientras sacudía su larga cabellera rubia.

—Estoy descansando.

—Wow, debe ser agotador para ti —dijo Fredi con un guiño—. Verse tan
sexy como tú debe ser abrumador.

Chloe la miró un momento tratando de decidir si estaba hablando en serio


o era solo un comentario sarcástico, sin embargo Donny le quitó la
oportunidad de contestar, dándole una nalgada a Fredi y soltando una
carcajada.

—Para nadie es tan fácil ser sexy como para ti, osita —dijo con un guiño.

Fredi le dio un puñetazo en el hombro.

—No me digas así, Donovan —gruñó.

Él se limitó a reírse y presionarla contra su cuerpo.

—Mmm tú puedes llamarme como quieras, osita.

Fredi lo empujó y le lanzó una patada, mientras trataba de soltarse de sus


garras.

—¡Calmaos! —dijo Alec riendo y golpeando a Donny en la espalda—.


Suéltala, Don.
Donny resopló, pero obedeció saltando fuera del camino cuando Fredi
giró bruscamente hacia él. Stone estiró el brazo para sujetarla,
empujándola para sentarla sobre sus piernas, antes de volver a cerrar los
ojos y a concentrarse en su música.
Chloe la miró y tiró de la manga de Stone.

—Stone, tengo que irme —dijo inclinándose hacia su cuerpo.

Él asintió demostrando que la había escuchado, pero no abrió los ojos. Ella
frunció el ceño ligeramente y se inclinó hacia adelante para quitarle un
audífono. Stone frunció el ceño y abrió los ojos, claramente molesto. Chloe
vaciló, pero finalmente se inclinó hacia adelante y murmuró algo en su
oído. Stone sacudió la cabeza, volviendo a ponerse el audífono y a cerrar
los ojos, rebotando ligeramente a Fredi sobre su rodilla.

Chloe se fue muy enojada sin decirle adiós a nadie y Fredi se levantó de las
piernas de Stone para ocupar su lugar.

—Gracias a dios que ya se fue esa zorra —Se rio Briar rodeando a Fredi
para pinchar el costado de Stone con su dedo—. No puedo creer que te
dejara y después esperara que le rogaras.

Stone gruñó evasivamente, pero no abrió los ojos.

Fredi se rio.

—Aunque pensándolo bien, Chloe es sexy cuando está enojada.

Briar rodó los ojos.

—¡Armemos las casas de campaña! —gritó entusiasmada brincando fuera


de su asiento.

Stone abrió los ojos cuando escuchó eso y tosió ligeramente ocultando
una carcajada.

Briar se giró.
—¿Dónde están las casas? —preguntó mirando a Alec, quien sonrió
abiertamente, rascándose detrás de la cabeza.

—No trajimos casas, Bri.

Ella lo miró boquiabierta.

—¡Pero hay arena... y arbustos y animales por todos lados!

Alec la abrazó, mirándola cariñosamente.

—Yo te protegeré Briar, todo va estar bien.

—No, no va estar bien —contestó enojada girándose hacia Stone—. ¿GG


por qué no trajiste las tiendas?

Fue mi turno de quedar boquiabierta, nunca había escuchado que


alguien se atreviera a llamar a Stone de esa manera.

Él resoplo divertido, pero no le contestó.

»¡GG! —gimió extendiendo la mano y agarrando la rodilla de Stone para


agitar su pierna. Él siguió ignorándola con el rostro cuidadosamente en
blanco y los ojos cerrados otra vez.

¿Qué significaba GG? —me pregunté—. ¿Su nombre? ¿Las iniciales de su


primer y segundo nombre?

Hice una nota mental para preguntarle a Candy más tarde.

Había comenzado a oscurecer y la temperatura bajaba constantemente.


Me estremecí ligeramente y mis dientes comenzaron a castañear, al
tiempo que frotaba mis brazos para eliminar la piel de gallina.

Será mejor que vaya por la ropa que trajo Candy —pensé—, buscándola
con la mirada, y cuando no pude encontrarla imaginé que debió haberse
ido a liarse con Mason.
—¿Tienes frío, Evie, nena? —me preguntó Donny quitando bruscamente
mis manos para frotar mis brazos con las suyas. Noté que ya se había
puesto la chaqueta.

Stone abrió los ojos y me echó un vistazo, mientras ignoraba a Briar que
seguía despotricando, se agachó, sacó una enorme chaqueta de cuero
de la bolsa a sus pies y se dirigió hacia nosotros, mirando a Donny y
mandándole un mensaje con los ojos.

—Encenderé el fuego —dijo éste mientras Stone empujaba su chaqueta


hacia mí y me jalaba hacia el tronco en el que había estado sentado, el
cual estaba mucho más cerca de donde estaba siendo apilada la leña
que el lugar en el que me encontraba.

La chaqueta me quedaba inmensamente grande, pero era cálida y


desprendía un aroma único y sensual. Briar se rio entre dientes ante mi
expresión atontada, mientras yo desaté mi cola de caballo para dejar que
el cabello cubriera mi sonrojo. Stone se sentó a mi lado y frunció el ceño al
verme estremecer cuando una ola de nervios se apoderó de mí,
inclinándose, sacó una bolsa de dormir de su mochila y la extendió sobre
mis piernas desnudas.

Cuando el fuego comenzó a arder, moví mis dedos dentro de mis zapatos
agradecida por el calor extra que me proporcionaba, me relajé un poco y
comencé a sentirme segura cuando Stone no trató de decirme o hacerme
nada e incluso acepté entusiasmada el palito con malvaviscos que me
ofreció Alec, estirándome hacia adelante para poder ponerlos en el
fuego. Fruncí el ceño cuando el malvavisco de arriba se quemó mucho
más de lo que me hubiera gustado, pero Stone estiró el brazo y lo quitó de
encima antes de que pudiera hacer nada, lo miré sorprendida y sus ojos
brillaron un poco con lo que supuse era diversión. Sonreí vacilante y bajé la
cabeza sonrojándome de nuevo, lentamente deslicé el siguiente
malvavisco del palo y lo dejé caer despreocupadamente en mi boca.

Mmm —ronroneé para mí misma, cerrando los ojos y saboreando la


sustancia caliente y pegajosa.
Cuando volví a abrir los ojos, encontré a Stone observándome con una
intensa expresión en el rostro. Tragué ansiosamente tratando de pensar en
algo que pudiera decir para romper el incómodo silencio que se había
formado. Al no encontrar las palabras, extendí el palo con malvaviscos,
ofreciéndole otro. Stone negó ligeramente con la cabeza y yo retiré el
palo.
Sonriendo, volví a colocar el palo en el fuego, ennegreciendo la parte de
afuera de los dos malvaviscos restantes, retiré el palo del fuego y soplé
sobre los malvaviscos sacándolos rápidamente del palo y haciendo caras
cuando el calor empezó a quemar mis dedos.

Una pequeña sonrisa comenzó a formarse en la boca de Stone mientras


rápidamente extendí mis pegajosos dedos hacia él esperando que tomara
los malvaviscos antes de que me quemaran en serio. Gracias a Dios, se
inclinó hacia adelante y se comió los malvaviscos, lamiendo mis sensibles
dedos, antes de erguirse. Mi estómago se apretó y mi piel se estremeció
ante el contacto, sus ojos no dejaron los míos, mientras masticaba y me
encontré incapaz de apartar la mirada de aquella gris y fría profundidad.

—¡Evie! —me grito Candy corriendo hacia nosotros. Giré la cabeza en su


dirección y respiré profundamente tratando de calmarme. Fruncí el ceño
ante la sonrisa tonta de Candy, la cual obviamente demostraba lo
borracha que estaba—. Tienes una llamada —dijo alegremente
tendiéndome mi teléfono mientras se acercaba—. Es Cooper.

Mis ojos se ampliaron y le arrebaté el teléfono con avidez.

—¿Coop? —susurré ansiosa por escuchar la voz de mi hermano mayor


después de una estresante semana de exámenes.

—Evie —dijo saludándome cálidamente—. ¿Cómo te fue en tu semana de


exámenes? La mía ha estado muy difícil, te extraño hermanita.

—Yo también te extraño —dije en voz baja alejándome de mi ruidoso


grupo—. Y me fue bien.

—Bien, bien. Candy dice que te has inscrito a la Carrera del desierto de
Finke ¿Te estas divirtiendo? —preguntó, pude adivinar por el tono de su voz
que estaba feliz de que saliera de mi dormitorio.

—Sí —admití después de un segundo—. Creo que sí.

Cooper se rio entre dientes y comenzó a contarme las ultimas noticias


acerca de Townsville, avancé para apoyarme en el auto de Mason
mientras lo escuchaba y miraba las estrellas. Finalmente tuvo que irse, le
dije adiós a regañadientes, prometiendo llamarle cuando mis exámenes
terminaran.

Caminé de regreso al grupo y volví a sentarme a lado de Stone, no


obstante el pareció no darse cuenta, me estremecí ante la tensión que se
respiraba en el ambiente, preguntándome confusamente qué había
pasado mientras yo no estaba.

—Vámonos a la cama —sugirió Briar rompiendo el silencio y caminando


hacia Donny—. Donny, ¿podríamos compartir tu bolsa de dormir? —Soltó
poniendo su mejor cara de mujer indefensa e inclinándose hacia él.

Donny se rio y abrió la boca para contestar, pero Stone empujó a Briar
contra Alec.

—Puedes dormir en la mía si quieres Bri —dijo Alec captando la insinuación


de Stone—. Vamos a estar más calientes de esa manera.

Briar lucía decepcionada, pero miro a Alec y le sonrió asintiendo.

—Gracias Alec —dijo alegremente—. Eres un buen amigo.

Nadie más que yo pudo ver la mueca de dolor en el rostro de Alec.

Donny volvió a reírse y atrapó a Fredi en un abrazo.

—Parece que tendré que mantenerte caliente esta noche, osita.

Ella lo empujó disgustada.

—En tus sueños Donovan —dijo antes de mirarme subrepticiamente y


guiñarme un ojo—. Mi mujer Evie y yo nos mantendremos calientes la una a
la otra.

Me abrazó incómodamente antes de empujarme sobre su larga bolsa de


dormir. La miré con miedo, insegura de querer compartir un lugar en el que
estaría a tan corta distancia de ella. Fredi sonrió maliciosamente y me dio
una palmada amistosa en el trasero.

—Relájate cariño —ronroneó—. Solo muerdo cuando he sido invitada a


ello.

Nerviosa, me deslicé dentro de la bolsa, Fredi se metió detrás de mí y cerró


la bolsa cuando nos acomodamos. Se apretó contra mí y en un principio
me alejé de ella, pero cuando el frío del desierto se apoderó de nosotras,
me acurruqué más cerca de buen agrado, permitiendo que se acurrucara
aún más contra mi espalda, si eso significaba mantenerme caliente. Miré a
Stone pasar frente a nosotras, pero él no se giró para verme. Fruncí el ceño
confundida ante su brusco cambio de actitud, pero me encogí de
hombros. No quería que fuéramos amigos. Quería evitar a personas como
él; personas a las que les gustaba salirse con la suya.

Mi primer novio era justo como él; imponiéndose, diciéndome qué hacer,
presionándome para hacer cosas que no quería hacer… cosas como
renunciar a mi virginidad. Contuve las lágrimas ante el recuerdo, deseando
que al menos me hubiera violado en lugar de saber que de buena gana
había dejado que tomara lo que quisiera. Lo dejé usarme hasta que se
aburrió de hacerlo.

Miré la ancha espalda Stone a tan solo unos pocos metros de mí… Stone
era peor que Ben. Su poder sobre la gente era infinitamente más grande…
y yo era malditamente fácil de controlar.
Capítulo 3
a carrera comenzó a la mañana siguiente y me puse de pie a lo largo

L de las líneas laterales con el resto de nuestro grupo mientras apoyaban


a Jamie. Los corredores no nos pasarían de nuevo hasta la siguiente
tarde, al final de la carrera. No participé en ninguna de las actividades que
se llevan a cabo, sin importar que tan duro Bri, Candy y Donny trataron de
hacer me participar. Estaba feliz solo con ver.

Stone me ignoró la mayor parte. Sin embargo, él me dio sus lentes de


aviador para proteger mis ojos del polvo que los corredores levantaban.
Esa noche compartí una bolsa de dormir con Briar, y Candy, Manson y yo
nos fuimos temprano la mañana siguiente, saltándonos el final de la
carrera, porque Mason tuvo que ir a algún tipo de reunión. Briar me pidió
que me quedara y condujera de regreso con ellos, pero no me sentí
cómoda así que decliné la invitación.

Tan pronto llegué a mi cuarto. Me enterré de nuevo en mis libros.

Tenía planeado pasar mi segunda semana de exámenes exactamente


igual que la primera. Desafortunadamente, la gente tenía otros planes
para mí. Empezó ese martes. Había estado estudiando diligentemente
todo el día y estaba sentada en mi cama, rodeada de libros cuando
Candy and Mason atravesaron la puerta tropezándose mientras se
besaban. Chillé con sorpresa y Candy se apartó de él para darme una
mirada de disculpa.

—Lo siento Evie —dijo rápidamente riéndose tontamente mientras Mason


continuaba mordisqueando su cuello. ¿Crees que tal vez podríamos usar el
cuarto por un rato? Estoy segura de que aún no has comido hoy. Ve abajo
para cenar.

Apreté los dientes para evitar mirarla.

—Bueno —murmuré—. Supongo que necesito comer.


—¡Gracias! —dijo Candy justo antes que Mason la levantara y colocara en
la cama. Corrí hacia la puerta.

Caminé al comedor sin entusiasmo, manteniendo mis ojos apartados


mientras avanzaba lentamente a través del gentío. Agarré una bandeja
de la pila y seguí la línea de las selecciones para la cena de esta noche.
Arrugué la nariz ante el almidón, abundantes porciones en frente de mí, sin
sentir hambre después de todo. Salí de la línea con un encogimiento de
hombros y comencé mi regreso a través de las mesas con mi bandeja
vacía.

—¡Evie!

Me volví bruscamente, sobresaltada de que alguien mencionara mi


nombre. Briar corrió hacia a mí, sus ojos grandes y azules brillando con
agitación, y mostrando sus hoyuelos al sonreír ampliamente.

—Ven y siéntate con nosotros —pidió sin darme tiempo para responder,
pero tirando de mí mientras las personas se apartaban de su camino.

—¡Evie, nena! —me saludó Donny con su sonrisa lobuna tan pronto
llegábamos a la mesa del grupo—, ¿te sentarás con nosotros?

Todo el mundo miró a Stone, como si estuviesen buscando su aprobación.


Él se encogió de hombros ligeramente, con su expresión despreocupada
mientras comía su lasaña sin mirarme. Briar pareció tomar esto como una
respuesta afirmativa y me empujó a la silla al lado de Fredi. Traté de
ignorar el hecho de que todo el mundo en la mesa me estaba mirando,
preguntándose por qué yo estaba sentada con su grupo. Fruncí el ceño
mientras me daba cuenta de que ni siquiera sabía cómo se llamaban. Me
volví hacia Briar, intentando preguntarle, pero ella se estaba quejando en
voz alta sobre el proyecto de diseño que le habían encargado para una
de las materias del siguiente semestre. Muchas materias habían informado
a los estudiantes de proyectos tempranos, así tendrían las seis semanas de
vacaciones para preparar materiales y pensar en ideas.

Fredi finalmente se cansó de los gimoteos y se volvió hacia mí.

—¿Tienes algún proyecto de fotografía para el próximo semestre?

Briar cerró la boca y se volvió a mirarme con interés.


—Mmm —respondí—. Bien tengo que hacer un trabajo de investigación
sobre un fotógrafo muy conocido y elegir una de sus exposiciones para
analizar.

Briar sonrió y tomó un sorbo de su jugo de naranja y sugirió:

—Puedes hacerlo sobre mi papá —Luego rebotó con entusiasmo en su


asiento—. ¿Por qué no vienes conmigo la próxima semana? ¡Puedes
entrevistarlo en persona y revisar todo su trabajo!

—Er —Tartamudeé, una pequeña duda apareció sobre ir a casa de


alguien que apenas acababa de conocer—. Supongo. Tendría que decirle
a mi madre y ver si puedo conseguir una reservación de vuelo —Ella agitó
una mano con desdén—. Te voy hacer una reservación esta tarde, aún
tengo que hacer la mía.

—¡Oh! Muchas gracias —susurré—, déjame saber cuánto es.

Ella me frunció el ceño.

—¿No eres una estudiante becada? Yo pagaré.

Abrí la boca para decirle que sólo porque no pudiese permitir pagar esta
universidad, no significaba que no pudiese pagar un vuelo de regreso a
Sidney. Ella me miró y yo dejé el tema pasar.

En lugar le pregunté:

—¿Quién es tu padre? —Dándole una sonrisa tentativa.

—Billy Brighton —contestó casual mientras cortaba su lasaña en pedazos


pequeños—. ¿Has escuchado de él?

La miré boquiabierta. Me aferré a la mesa.

De ninguna jodida manera

—Billi Brighton —susurré con admiración—, ¿William Arthur Brighton?

Ella asintió, alzando una ceja con diversión.

Iba a pasar una semana en la casa de Billi Brightoon…

—¡Oh, mi Dios, Oh, mi Dios, Oh, mi Dios! —grité bailando alrededor de mi


silla—. ¡Él es mi fotógrafo favorito! ¡No puedo creer que él sea tu padre! ¡Por
Dios, él es tan sexi! Y su catálogo voyeur4… ¡oh caliente caliente caliente!
No puedo creer que voy a conocerlo. Esto es tan jodidamente…

Me congelé cuando me di cuenta de que todos en la mesa me estaban


mirando.

Oh mi Dios.

Mis mejillas empezaron a arden de vergüenza. Dolían físicamente. Estaba


tan humillada.

—Mmm, lo siento. No soy una acosadora rara ni nada de eso —susurré.


Ellos se echaron a reír y Bri me dio un me dio un abrazo con la intención de
consolarme, creo. Miré hacia Stone y vi su peculiar labio torcido.

Mátenme —recé y lancé mi mirada al cielo. O al menos llévense la


atención de mí.

Sin embargo, no tuve esa suerte.

—Entonces —Fredi empezó a moverme sus cejas—. ¿Qué piensa tu novio


del pequeño enamoramiento con el Sr. Brighton? ¿No se pondrá celoso,
verdad?

Fruncí mi ceño con confusión y pregunté:

—¿Qué novio? —Mirando primero a ella, después al resto de las caras


curiosas alrededor de la mesa. Todo el mundo, menos Stone, estaba
esperando mi respuesta. Él estaba comiendo su cena totalmente ajeno a
nuestra conversación.

—¿Entonces, eres soltera? —preguntó Donny del otro lado de la mesa, su


sonrisa creciendo poco a poco.

Me ruboricé y miré hacia abajo a mi bandeja.

—Sí —susurré.

A mi lado Fredi se rio tontamente y me codeó.

—¿Entonces quién era el chico que te llamo este fin de semana? Parecías
muy entusiasmada al oírle.

4
Voyerismo: conducta, que puede llegar a ser paralitica, caracterizada por la contemplación de personas
desnudas o realizando algún tipo de actividad sexual con el objetivo de conseguir una excitación sexual
(delectación voyeurista). La actividad del voyeurista no implica ninguna actividad sexual posterior.
—¿Cooper? —pregunté riéndome nerviosamente por cómo ellos
malinterpretaron la situación—. Ew. No, no estoy saliendo con él.

—¿Folla mal? —preguntó Donny con una sonrisa burlona, ganándose una
patada por debajo de la mesa de Briar.

Me reí.

—No… —murmuré esperado que alguien me salvara o cambiara de tema.

Aparté la vista, sólo para trabar ojos con Stone, que ahora me estaba
mirando fijamente. No respiré durante un buen rato y maldije a mi vía
aérea por cerrarse cada vez que él me miraba. Si esto seguía,
probablemente me asfixiaría. El rompió el contacto primero, sus ojos
cayeron hacia mi bandeja vacía. Poniéndose de pie con un ceño
fruncido, caminó alrededor de la mesa y la agarró mientras caminaba
hacia la fila del comedor. Observé, con la boca abierta, como una chica
lo dejaba pasar enfrente de ella, cerca de la parte delantera de la fila.
Colocó en mi bandeja algo de cada contenedor y luego se marchó de
regreso a la mesa, colocando la bandeja en frente de mí. Mis ojos casi se
salen de sus orbitas cuando los posé en el plato lleno. No había forma de
que pudiese comer la mitad de eso.

—Come —gruñó y me puse tan nerviosa con el sonido de su ronca y


profunda voz que casi me caigo de la silla.

Cuando era niña, mi padre me solía leer cuentos para dormir cada noche.
Mis favoritos eran aquellos que tenían un lobo grande y malvado. Me reía y
escondía bajo las colchas, mientras mi papá hacía todo lo posible para
hacerse pasar por el terrorífico y brusco villano. Pensaba que era muy
bueno. Tan bueno, que de hecho, los intentos de Zane por tomar su lugar
me habían entristecido por su ineficiencia. Pero chico, papá no era nada
en comparación con Stone. El sonido de su voz envió escalofríos por mi
columna vertebral. Eso enchinó los dedos de mis pies, hizo a mi corazón
latir contra mis costillas, secó mi boca, así como puso todos los pelos de
punta y vibraron con calor profundo de su voz de barítono.

Negué en mi asiento mientras lo miraba fijamente con los ojos


entrecerrados como si de nuevo me fuera a ordenar comer. Donny se
aprovechó de mi distracción para deslizar su pie por mi pierna. Comencé a
echarme hacia atrás mientras miraba su sonrisa traviesa en shock. Él me
guiñó un ojo.
—Venga, Evie, nena —me dijo mirándome de reojo—. Me gustan las
mujeres con un poco más de carne en ellas.

Me sonrojé y tiré de mi ropa nerviosamente mientras miraba hacia mi plato.

Vi a Alec pellizcar a Donny mientras Briar me daba un abrazo.

—Lo que Donny quiere decir, Evie —ella estaba calmada—, es que
necesitas comer un poco más si vas a estar haciendo todo ese ejercicio
que te he visto hacer.

Sus ojos se estrecharon y miraron mi cuerpo huesudo de cerca.

—¿No tienes un desorden alimenticio, verdad? Nunca te he visto por acá,


¿Cuándo comes?

Jugueteaba con inquietud.

—No, No estoy enferma —protesté—. Solo que a veces se me olvida


comer.

—¿A veces? —murmuró Jamie entre dientes.

—Bueno, ¿qué pasa con todo ese ejercicio, cariño? —preguntó Fredi—,
¿de verdad necesitas hacer todo eso?

Me encogí de hombros y recogí comida con mi tenedor.

—Supongo que es un hábito —susurré—. Crecí en una familia de soldados.

—¿Tu papá está en el ejército? —me preguntó Alec dulcemente y me di


cuenta de que estaba tratando de hacerme sentir mejor por dirigir las
preguntas hacia una nueva dirección.

Dejé mi tenedor y miré hacia la ventana, no me gustaba mucho esta


pregunta.

—Lo estaba —murmuré.

—¿Esta retirado? —preguntó Jamie antes de meterse un sándwich en su


boca.

—Algo así —murmuré, luego sonreí con incertidumbre a Alec—, ¿cuál es el


nombre de tu banda?

Ellos se rieron.
—Rabid Manifests —dijo Fredi con una sonrisa burlona—. No preguntes.
Donny lo inventó.

—Estaba drogado —se defendió.

—Como sea —dijo Fredi y ella le dio una sonrisa.

Su sonrisa descarada se suavizó, antes de que él arruinara el momento con


un giño exagerado.

—Te llevare a la cima5 cuando tú quieras, osita —dijo bajando la voz


suavemente con tono sensual.

—Jódete Donovan —espetó empujando su silla hacia atrás y pisando


fuerte, aterrando a algunas chicas mientras se apresuraban a salir de su
camino.

—Regresaré a mi estudio —dije rápidamente usando su distracción para


escabullirme.

Decidí no tomar el desayuno la mañana siguiente cuando comencé el


calentamiento. De esa forma podía evitar a la banda y los momentos
embarazosos. Desafortunadamente, Briar había decidió tomarme bajo su
ala y arreglar mi problema de ―huesos y piel.‖

¡Por el amor de Dios! No estaba tan flaca.

Ella me interceptó antes de que pudiera comenzar con mi carrera y me


arrastró hacia la cafetería para tomar un desayuno apropiado. Mientras
esperábamos que la comida se asentara, me dio una lección sobre
nutrición adecuada. Al parecer, su tía (bulímica en recuperación) tenía
una maestría sobre el tema. Cuando pensó que ya habíamos esperado
bastante, me arrastró hasta el gimnasio, lugar que evitaba como plaga.
Espié a Alec y Donny trabajar en el área de pesas y rápidamente volví,
dispuesta a huir por la puerta.

—Oh, no lo harás —dijo Briar llevándome hasta donde estaba un Alec sin
camisa viendo a un Donny sin camisa en la banca de pesas. Aparté los
ojos, no queriendo se atrapada viendo sus torsos tonificados. Briar se inclinó
hacia la máquina de pectorales para establecer un peso ligero para mí y
tomé la oportunidad para intentar otro escape.

5
Juego de palabras, ya que antes Fredi dice I was high (estaba drogado) y después menciona: I’ll take you
high (te llevaré a la cima), esta última frase tiene connotación sexual.
Me volví, y golpeé la cara en un pecho sudoroso, sólido y desnudo.
Grandes manos se agarraron alrededor de mis brazos para evitar mi caída.
Me sequé el sudor de la cara y estiré el cuello hacia atrás para ver el
bloqueo de mi paso. Stone estaba viéndome hacia abajo.

Mi estómago cayó al suelo y mis dedos de los pies se flexionaron dentro de


mis tenis. Mis dedos se cerraron en alarma alrededor de sus bíceps, donde
me había agarrado para estabilizarme. Por primera vez, me las arreglé
para romper el contacto visual con él. En su lugar, mis ojos estaban
pegados a su piel y músculos expuestos. No pude dejar de mirar. No podía
pronunciar una disculpa.

¡Ayuda! —Mi mente gritaba desesperadamente—. ¡Por favor, alguien


ayúdeme!

—¡Rápido, Evie! —dijo Briar atrás de mí—. Quiero estudiar más tarde, tengo
un examen mañana.

Ansiosamente rompí el agarre del apretón de Stone y me senté en la silla


de cuero de la máquina de ejercicios.

—Ok, haz veinte repeticiones—. Me ordenó Briar y me di cuenta que


ajustaba el peso al más bajo posible. Empecé a empujar bastante fácil,
pero sabía que al final estaría cansada.

Alec se acercó y frunció el ceño ante la facilidad con la que yo estaba


trabajando. Volvió su vista hacia la pila de pesas y negó con la cabeza.

—Alto —ordenó moviéndose alrededor de mí. Ansiosamente obedecí.


Odiaba el levantamiento de pesas y nunca lo hacía si podía evitarlo. Mis
ojos se abrieron con incredulidad cuando añadió dos pesas completas.

—Pero… —Protesté.

—Ya estás haciendo suficiente resistencia —interrumpió—. Necesitas


conseguir fuerza y un poco de volumen.

—¡Pero no puedo levantar tanto! —susurré mirando a Briar por ayuda. Ella
se mordió el labio pensando antes de asentir con la cabeza.

—Eso tiene sentido —dijo ella sonriéndole a Alec—. ¿Te puedes encargar
por mí?
Él sonrió y yo negué con la cabeza frenéticamente. ¿Qué estaba
haciendo?

No, Briar, por favor ¡No me dejes con él! Ya era demasiado malo tratar de
ver su pecho sin sonrojarme, pero ahora ¡él estaba a cargo de mi tortura! Y
¡él quería que levantara pesas más pesadas!

—Seguro —él estuvo de acuerdo y me miró—, ¿lista Evie?

Suspiré y asentí con la cabeza, sabiendo que no me dejaría volver a salir.


Coloqué mi brazos arriba en las almohadillas y traté de empujarlas juntas.
Tratar es la palabra importante.

—Vamos Evie, empuja un poco más fuerte —dijo Alec.

Tomé una respiración profunda y usé todo el poder de mi cuerpo para


empujar mis brazos juntos. Luego, poco a poco me esforcé para controlar
la liberación.

—Uno —dijo Alec orgullosamente.

Miré hacia el suelo.

¡Muchas gracias por señalar que ese era sólo el primero!

»Sólo faltan cinco más, Evie.

Miré hacia el esperanzadamente. ¿Sólo tenía que hacer seis?

Él pareció entender mis pensamientos, porque asintió.

»Sólo cinco más.

Tomé una profunda respiración y luché por los siguientes cuatro. Caí de
nuevo en el asiento y negué con la cabeza.

—No más —chillé.

—Vamos, uno más Evie —él ordenó—, uno más y eso es todo.

Gemí en voz baja, pero obedecí jadeando en silencio cuando todo


terminó y Alec me ayudó a estirar.

Me levanté y me alejé de la maquina con alivio. Gracias a Dios que había


terminado. No iba a dejar que Briar me convenciera de esto de nuevo.
Alec se movió hacia otra máquina y tomé un trago de agua de mi botella,
haciendo una pausa para echar miradas hacia Stone, quien estaba
levantando pesas sobre su cabeza. El agua se salió de mi boca mientras
veía la ondulación de los músculos de su espalda. Sin embargo, no me di
cuenta. Me quedé mirando lo pequeños que hacía lucir a los otros
hombres con su ancha espalda y su altura impresionante.

Negué con la cabeza y me limpié la boca. El tamaño de Stone daba


miedo. No era sexy. Empecé yéndome hacia la puerta.

—¿A dónde vas? —preguntó Alec, con una expresión de asombro.

Lo miré de nuevo con confusión.

—A mi habitación a estudiar —le contesté.

—No, no lo harás, ven aquí —dijo en voz baja, tomando mi brazo


suavemente y tirando de mí hacia la máquina que estaba usando.

—¿Más? —grazné.

Se mordió los labios para no reír y asintió.

—Mucho más.

Así fue durante el resto de la semana. Briar me llenó con carbohidratos


saludables y un montón de proteína, mientras Alec me torturaba en el
cuarto de pesas. Además de eso, yo estaba en pánico por mis exámenes,
sabiendo que tenía que mantener buenas calificaciones para retener mi
beca. Para el viernes, estaba al final de mi ingenio. Miré el plato de
comida delante de mí, todavía medio lleno, había pasado mi límite hacía
tres bocados.

No había forma de que pudiera terminar esto.

Empujé la comida alrededor de mi plato, tratando de reunir las ganas de


comer más. Jamie se apiado de mí (o tal vez era solo hambre), y tiró de mi
bandeja y comió de ella ansiosamente con su tenedor. Le sonreí con
gratitud, pero Stone arrugó su lata de Coca-Cola y la tiró hacia la cabeza
de Jamie.

—¡Ay! —gritó, lanzando una mirada hacia Stone—. ¿A qué vino eso?

Stone le devolvió la mirada, y Jamie empujó a regañadientes la bandeja


de nuevo a mí. La expresión acerada de Stone se volvió hacia mí, apreté
los puños mientras sus ojos me ordenaron que comiera.
¡Maldito, cómetelo tú! —quería gritar, con sus ojos entrecerrados, como si
estuviese esperando que expresara mi protesta.

No lo hice. Recogí mi tenedor y metí otro bocado en mi boca. Mi


estómago me rogó que parara, pero me senté ahí durante una hora más y
me lo comí lentamente.

Estaba agradecida de que hoy fuera el último día de clases y que mañana
estaría volando a Sidney con Briar. No más alimentación forzada. No más
sesiones de pesas. Y sonreí ante mi siguiente pensamiento: ¡Hola Billy!
Capítulo 4
staba lista una hora antes. Esto es lo que pasa cuando eres obsesiva en

E cuanto a estar organizada y preparada. Ahora no tenía nada que


hacer más que esperar a que Briar pasara por mí. Con un suspiro, me
levanté de la cama donde estaba sentada y caminé para mirarme en el
espejo que tenía en frente.

Candy ya se había marchado por las vacaciones, así que tenía la


habitación para mi sola. Haciendo buen uso de la privacidad que tenía,
observé críticamente mi reflejo.

Decidí que me veía enferma. Pero bueno, siempre supe que me veía
flacucha. Con 1.74m de estatura solo pesaba 46 kg. Gracias al vestido
corto, blanco con negro y líneas horizontales que estaba usando,
disfrazaba perfectamente lo frágil y demacrada que me veía realmente.

Mi mirada viajó hacia arriba para ver mi rostro. Mi cabello caoba colgaba
en un desastre de ondas hasta los hombros. El sol había creado reflejos
rojizos más claros a lo largo, e hice una mueca mientras pasaba los dedos
sobre mi cabello. Mi hermana Charlie, la gemela de Cooper, decía que
tenía un bonito cabello. Charlie lo llamaba castaño con reflejos dorados.
Los reflejos combinaban con mis ojos color ámbar, decía. Miré mis ojos
ahumados y resoplé. De verdad podía hacer sonar a todo romántico.

No me mal entendáis. No odio todo sobre mi apariencia. Me gusta mi nariz.


Es pequeña y discreta. Creo que es atractiva… excepto por el puñado de
pequeñas pecas que estropean mi rostro, el cual estaría sin mancha. El
color de mi piel no está mal tampoco. Tengo un ligero bronceado natural y
siempre me pongo bronceado para no terminar con docenas de tonos.

Me sobresalté cuando tocaron a la puerta. Miré el reloj de la pared y me di


cuenta de que pasé una hora entera viéndome en el espejo como una
idiota pretenciosa. Tomé mi abrigo invernal y me puse un gorrito de lana
blanca.
—¡Voy! —contesté rápidamente mientras me agachaba para ponerme mis
sandalias.

La puerta se abrió mientras me enderezaba. Donny entró sonriendo y me


miro de arriba abajo.

—¡Preciosa! —Y empezó a reír—. Briar me envió a recogerte.

Me sonrojé y tomé mi pequeña maleta, peleando ligeramente con el peso,


pero no tanto como hubiera sucedido en días pasados. Donny tomó la
maleta y caminó hacia las escaleras. Rápidamente me puse el abrigo en
el brazo y tomé mi bolso, cerré la puerta y me apuré para alcanzarlo.

Briar me abrazó en el momento en que me vio.

—¡Esto va a ser genial! —dijo mientras seguía abrazándome por los


hombros y me guiaba al taxi que estaba esperándonos.

Donny se sentó delante con el conductor y Fredi iba atrás con nosotras.
Stone, Alec y Jamie habían tomado un vuelo anterior. Le sonreí y traté de
ignorar las mariposas que sentía en el estómago.

Briar empezó a hablar sobre fiestas e ir de compras, así que me


desconecté por un momento, dejando a Fredi contestando todas las
preguntas y haciendo los sonidos de emoción adecuados. Recordé que
había escuchado el sonido de un mensaje hacía un rato, saqué mi celular
del bolso y miré la pantalla. Cinco llamadas pérdidas de mamá. Puse los
ojos en blanco. Me pregunto cuál es su problema.

El celular comenzó a sonar, exaltando un poco por la vibración en la


mano. La pantalla marcaba Mike. Le hice caras. Ninguno de mis hermanos
menores me llamaba, nunca. De hecho raras veces me enviaban textos.
Me sonrojé cuando me di cuenta de que todos en el auto me miraban, así
que rápidamente acepté la llamada.

—¿Mike? —susurré.
—Jake —contestó uno de los otros trillizos.

—¿Has estado ignorando las llamadas de mamá? Se está volviendo loca.


—No, estaba a punto de llamarla —le conteste mientras mordía mi labio—,
¿qué pasa?

Jake rio.

—¿Dónde estás, pequeña E? —Me revolví ante el apodo que mis


hermanos pequeños me pusieron después de que me superaran en altura.

—Todavía estoy en Alice. Voy de camino al aeropuerto —contesté—. ¿Por


qué?

Jake se volvió a reír.

—Mamá pensó que llegarías a casa a las 10:00 de la mañana y envió a


Luke a recogerte al aeropuerto.

Me quedé con la boca abierta.

¡Maldita sea!, ¿mi madre escucharía algo de lo que le digo?

La risa de Jake aumentó.

—Luke te ha estado esperando dos horas. Está muy molesto E.

—Pero no voy a casa hasta el próximo domingo —le susurré.

Hubo una pequeña pausa, antes de que Jake explotara en carcajadas


tan fuertes que Mike le quito el teléfono.

—¿Qué está pasando E? —me preguntó Mike muy serio.

—Voy camino a Sydney a pasar una semana, se lo dije a mamá el


miércoles —mascullé, irritada solo de pensar la bienvenida que iba a recibir
de Luke y mamá cuando llegara a casa.
Obviamente estaba en el altavoz, porque escuché un fuerte golpe y un —
¡Oh no lo olvide! —Seguido de una fuerte carcajada de Jake.

—¿Qué vas a hacer en Sydney? —Mike preguntó—. ¿Con quién estás?


Contuve la molestia, sabiendo que Mike estaba enojado porque iba a un
lugar que él consideraba ―divertido‖.

—Voy a estar con una amiga —contesté rápidamente, ya que me di


cuenta de que estábamos estacionando fuera del aeropuerto.

Jake gritó: —¿Qué amigo?, ¿Un novio?

—No, una amiga —le contesté mientras intentaba salir del auto detrás de
Briar—. Estoy en el aeropuerto, me tengo que ir. Disculpadme con Luke.
¡Adiós!

Tomé mi maleta que tenía Donny, saqué la manija y la puse a rodar tras de
mí. Fredi preguntó con molestia:

—¿Otro no-novio?

Después Donny fue a comprar unos tragos. Me sonrojé y eché el celular


dentro de mi bolso.

—N-no —tartamudeé mientras intentaba sacar mi teléfono de nuevo—.


Solo eran mis hermanos menores Jake y Mike.

—¿Hermanos? ¿Son sexis? —preguntó Briar con mucho interés.

—Eh, no lo sé… tal vez —contesté incomoda—. Están todavía en la


preparatoria, en casa Darwin. Son de último año. Son solo unos años
menores que yo.

Fredi preguntó con una chispa en sus ojos:

—¿Gemelos? Les puedo perdonar la edad si son unos gemelos sexis.


—Pensé que eras lesbiana —le murmuré mientras se me abría la boca.

Fredi abría y cerraba la boca mientras miraba hacia Donny que estaba
formada en un café. Briar se rio.

—Todos sabemos que Fredi no es lesbiana —dijo mientras ponía los ojos en
blanco—. Pero eso no la detiene de hacernos pensar que sí lo es.

Fredi soltó:

—No los intento convencer —mirando hacia donde estaba Donny.

Briar se sacudió, mirando de manera totalmente diferente a Donny.

—Lo sé —dijo antes de voltearse hacia mí—. ¿Entonces qué hay de esos
sexis gemelos?

Suspiré mientras pasaba mi maleta para el check-in.

—No son gemelos. Son trillizos. Jake, Mike y Luke.

Fredi y Bri gritaron al mismo tiempo:

—¿Trillizos? —Puse los ojos en blanco y busqué en mi celular una foto—.


Tengo mejores en la cámara o en la computadora, pero esta servirá —Era
de la Navidad del año pasado. Luke y Jake estaba cada uno a mi lado,
cada uno abrazándome por la cintura. Mike estaba parado detrás de mí,
tenía un brazo sobre mis hombros y la barbilla sobre mi cabeza (los trillizos
median 1,92m). Yo vestía un vestido rojo con rayas blancas y los chicos solo
llevaban shorts de mezclilla y sombreros de Santa. Me veía muy frágil
rodeada de esos musculosos cuerpos, cortesía del rugby. Con renuencia le
pasé el teléfono a Briar.

—Wow, deliciosos —Suspiró.

Arrugué mi nariz con molestia. Fredi me arrebató el teléfono, pero su cara


era de decepción.
—No son idénticos —dijo con un mohín, y no puede detener la risita que se
me escapó.

—No —estuve de acuerdo. Ninguno de los embarazos múltiples de mi


familia lo son. A los ovarios de mi mamá solo les gusta aventar muchos
óvulos. No me sorprendía que sus órganos reproductivos fueran tan
olvidadizos y desorganizados como ella (Mamá tiene la tendencia de
perderse en cualquier libro que este escribiendo).

—Este se parece a ti —dijo Briar señalando a Jake. Mis ojos se abrieron con
sorpresa y fisgué sobre el hombro de Fredi para ver. Nunca me había dado
cuenta. La cara de Jake siempre parecía resplandecer ya fuera de
felicidad o de travesura. Sus ojos ámbar, admitámoslo iguales a los míos,
brillaban, y su cabello también parecido al mío, de hecho se veía muy bien
con ese desastre de rizos. Él, al igual que Cooper, usaba el cabello más
largo que mis otros hermanos, que eran partidarios del corte de cabello
casi al rape, estilo militar, y la verdad era que ese estilo de surfista
desgreñado le quedaba bien. Luke es rubio con ajos azules igual que
mamá, y Mike tiene el cabello negro y los ojos marrones como los tenía
papá.

—¿Quiénes son, Evie, nena? —Donny preguntó detrás de nosotras. Todas


bricamos y dejamos escapar un chillido antes de recuperar mi teléfono y
poner la mano sobre mi acelerado corazón.

—¿No son sexis? —Suspiró Briar haciendo que Donny pusiera mala cara—.
Oh, no tanto como tú, Donny —ronroneó Briar.

Donny sonrió, sintiéndose mejor ahora que su ego había sido restaurado.

—¿Entones quiénes son? —Insistió mientras agarraba su teléfono.

Abrí la boca para contestar, pero Fredi me dio un ligero codazo.

—Oh, solo unos trillizos que Evie conoce —dijo a la ligera sonriéndole a Briar.

Los anuncios del aeropuerto interrumpieron nuestra conversación,


haciéndonos saber que nuestro vuelo estaba listo para empezar a
abordar. Mientras caminábamos hacia la puerta, me di cuenta de que
Donny escribía un mensaje en su teléfono, y me pregunté a quién le estaría
enviando mensajes.

Fuimos recibidos en el aeropuerto de Sydney por una gran limosina negra y


una horda de periodistas que obviamente estaban esperando a los niños
ricos de regreso a casa de la universidad. Aparentemente Briar y Fredi eran
la sensación. Pululaban a nuestro alrededor, Donny nos jaló cerca de él y
nos guio a la limo. Temblé ligeramente, no estaba acostumbrada a ser el
centro de atención y tener micrófonos y cámaras empujadas frente a mi
rostro. Maldición, yo siempre estaba detrás de las cámaras. Briar se rio por
la atención excesiva y solo puso los ojos en blanco, pero Fredi frunció el
ceño. Los padres de Fredi eran la crema de la sociedad de Sydney. Lo que
probablemente explicaba su rebelión en cuanto a su sentido de la moda,
tipo de estilo de vida y la manera de llamarse.

—Tenías que traer una limo —le grito Fredi a Briar—. Muy discreto.

Briar se rio felizmente.

—No fui yo, debe haber sido el pomposo tío David, se suponía que Liam
nos recogería. Volteo y me sonrió.

—Liam es mi hermanito, está en el último año del colegio también —Hizo


una pausa y me miró fijamente—. Se parece un montón a mi papá si te
interesan los hombres más jóvenes.

Enrojecí y negué con la cabeza, aunque no puedo negar que me


interesaba… cualquiera que se viera como Billy era difícil de resistir.
Condujimos fuera de la ciudad y atreves de los suburbios de alrededor
hasta que llegamos a las propiedades de las afueras. Las propiedades
eran grandes, muchas tenían mansiones y otras ranchos. Dimos la vuelta en
una de las largas entradas y de repente contuve el aliento. Estábamos
aquí, yo estaba aquí. En la casa de Billy Brighton. Empecé a hiperventilar
silenciosamente, esperando que nadie notara mi ansiedad.

¿Qué podía decir? ¡Mierda, se supone que lo tenía que entrevistar!


—¿Estás bien? —me preguntó Briar con una mirada de preocupación
cruzando su siempre feliz y optimista rostro.

Trate de sonreír, pero me di por vencida.

—Solo un poco nerviosa —susurré.

Puso los ojos en blanco y me abrazó.

—No lo estés. Mi familia es agradable.

Me relajé un poco mientras la limo se estacionaba y el chofer abría nuestra


puerta. Fui la última en bajar del auto, pero me congelé de repente a
mitad de camino, cuando Fredi dijo:

—Oh, mirad, Stone está aquí.

Mis ojos se abrieron con terror, me dejé caer de vuelta al asiento, mi


ansiedad había vuelto con fuerzas renovadas.

Escuché a Briar soltar un chillido y una risita.

—¡GG!, ¿dónde está Wendy?

Una niñita grito:

—Bri—Intenté fisgonear sobre la puerta para ver que estaba pasando, pero
un hombre alto y atractivo metió la cabeza al interior del auto y me sonrió.

—¿Vas a salir a reunirte con nosotros? —me preguntó con un guiño.

¡Oh, era el guiño más hermoso!

Por un momento pensé que me iba a desmayar, pensé que él era Billy en
persona, mientras contemplaba esos ojos verde esmeralda y las fuertes
facciones Irlandesas.
Su cabello corto y negro no muestra ningún signo de canas—pensé, su
rostro era demasiado juvenil.

Después, ahí estaban esos hoyuelos. Billy no tenía esos sexis y adorables
hoyuelos.

Liam.

Me sonrojé en cuanto me di cuenta de que lo estuve mirando fijamente y


su semblante se tornó perverso. Rápidamente acepté su mano y me ayudó
a bajar del auto. En cuanto estuve fuera, solté su mano como si sufriera
una enfermedad infecciosa y retrocedí. Liam se veía divertido y por un
momento pensé que iba a avanzar hacia mí solo para ver mi nerviosa
retirada. Algo cambió en su expresión y me di cuenta por qué momentos
después cuando retrocedí chocando con una pared. No, no una pared.
Stone.

Eché una tímida ojeada hacia él, preguntándome porque no me soltaba,


pero no me estaba mirando a mí. Estaba observando a Liam, con una
expresión indefinible en su rostro. Miré de vuelta a Liam, quien parecía que
miraba fijamente a Stone, una expresión seria cruzó su rostro mientras
parpadeaba hacia Stone. De repente, sonrió, los hoyuelos aparecieron,
pero esta vez no se veían adorables. Era un reto totalmente masculino.
Pero qué tipo de reto era, no logré descifrarlo. Sus ojos verdes miraron
hacia los míos y su sonrisa creció un poco más.

—Debes de ser Evie —dijo lentamente mientras sus ojos recorrían mi


cuerpo. Se giró y le sonrió a Donny—. Tienes razón, es demasiado linda
para describirla con palabras.

Tuve el presentimiento de que no usaba la palabra linda como las chicas


para describir a los chicos guapos. Me congelé en mis lanudas botas y
abracé mi abrigo con capucha alrededor de mi delgado cuerpo mientras
temblaba.

—¿Cariño, tienes frio? —preguntó una suave voz femenina a mi lado.


Miré hacia abajo para ver una pequeña mujer con cabello rubio oscuro
parada junto a mí. Era bajita. Tal vez 1,52m a lo mucho. Rasgos finos. Me
sonrió de manera tan cálida que me fue imposible no devolvérsela. Asentí
lentamente y no pude evitar recargarme un poco en el cálido cuerpo de
Stone.

La bajita mujer le dio un manotazo a Stone en el muslo y sus ojos se


abrieron ampliamente.

—¡Grant! —Lo regaño, su voz cálida y suave a pesar de la amonestación—.


¿No te crie mejor que tener a una señorita parada en el frío?

Él le puso mala cara, tan ofendido que ella dudaría del castigo. Miré de un
lado al otro y mi boca cayó con shock.

¡Ella debía ser su madre!

Los miré otra vez tomando en cuenta la diferencia de alturas. La masiva


forma de Stone y la delicadeza de su madre.

¡Oh, pobre mujer! —Pensé con un escalofrío. La sola idea de ser tan
pequeña y dar a luz a alguien como Stone me daba ganas de dejar a un
lado por completo el sexo… bueno, casi.

»No me pongas malas caras jovencito —le dijo mientras le pinchaba el


brazo.

Él ni siquiera parpadeo. Su ceño cambió y se agachó casi hasta la mitad


para darle un beso en la cabeza. Tomó mi mano y comenzó a arrastrarme
a la enorme, pero acogedora casa. Pasó de largo ignorando a Liam, éste
solo se rio y nos siguió.

Traté de ignorar la calidez que pasaba de su mano a la mía… después a


mi sangre y a otras partes más privadas de mi anatomía. No funcionó. Su
enorme mano fuerte tragaba por completo la mía y la mantenía
prisionera. Intenté soltar mi mano, pero su agarre se tensó no soltándome
hasta que llegamos con todos a la entrada principal.
—Por cierto cariño, soy Amelia Brooks —me dijo su mamá mientras me
sonreía sinceramente—. Soy la mamá de Grant como te debes haber
imaginado.

Grant —repetí en mi cabeza lanzando una ojeada a su imperturbable


rostro. Yo no la habría escogido, pero de alguna manera le iba bien.

—Este es mi esposo Danny —dijo indicando a un hombre de estatura


promedio que estaba recostado en una pared—, y esta es nuestra hija
Wendy.

Una pequeña niña con cabello rubio oscuro me saludó desde los brazos
de Briar. Parecía tener entre nueve y diez años. Era la niña más hermosa
que había visto y no pude evitar sonreírle.

—Esa es una hermosa sonrisa —Donny dijo con una risita, envolviéndome
en un abrazo y poniéndome nerviosa—, ¿dónde la habías escondido?

No respondí. Me zafé de su agarre y lancé una sonrisa tímida al resto. Mi


sonrisa se quedó rígida en el momento que lo vi y mi corazón empezó a
latir como loco de la emoción. Billy Brighton estaba parado en la puerta,
viendo la escena ante él con una sonrisa que te podía detener el corazón.
Su brazo estaba alrededor de una mujer con curvas que sabía que era
Phillips, la mamá de Briar. Ella tenía el mismo cabello salvaje con rizos
dorados que Briar y cuando me sonrió pude ver de dónde habían
heredado los hoyuelos Briar y Liam.

—Tú debes de ser Evie —me saludó cordialmente—. Briar nos ha contado
todo sobre ti.

Tragué nerviosamente imaginando lo que les pudo haber contado. Le


lancé una mirada preocupada a Bri, pero ella solo negó con la cabeza y
se rio.

—Nada malo, Evie, te lo prometo —me dijo con una expresión en su rostro
que no me aseguraba nada.
—Soy, Billy —dijo mi ídolo extendiendo una mano hacia mí.

Me sobresalté, tomé una profunda respiración y estreché su mano de


manera firme.

—Gusto en conocerlo señor —dije en voz baja.

El rio y se movió para dejar más espacio.

—Entra Evie, está haciendo frío afuera —Stone me hizo pasar de la puerta y
caminó detrás de mí, el resto del grupo nos siguió hasta que llagamos a
una amplia sala.

Tan pronto como estuvimos instalados, Stone y su padrastro —yo creo que
era su padrastro—, se levantaron.

—Bueno, odiamos dejarlos tan pronto, pero tenemos que abrir el club —
dijo Danny.

—Danny es dueño de un club nudista —me dijo Donny con una amplia
sonrisa, también levantándose de su asiento—. Yo también me voy, tengo
que ver a la familia y todo eso.

Con los ojos entrecerrados miré a Danny con sorpresa. Se veía demasiado
normal para ser dueño de un club nudista… pero bueno, ¿que sabía yo?
Su esposa no parecía el tipo de mujer que se casaría con alguien que
poseyera uno.

—Ok —le dijo Briar a Donny—, te veremos esta noche.

Mi cabeza subió de golpe para mirarla.

¿Esta noche? ¿Qué se supone que va a pasar esta noche?

Briar me miró y me hizo un guiño travieso, mientras sus padres despedían a


Stone.

—Vamos a ir al club nudista de Danny —riendo mientras yo palidecía.


De pronto Liam dijo desde el otro lado de la habitación:

—Yo también voy.

Con un gruñido Briar contestó:

—No, no vas.

Liam miró a su hermana con una mirada molesta, que parecía decir: Trata
de detenerme, hermanita.

—Reggie está en la puerta esta noche, él me dejará entrar y a papá y a


Danny no les molesta —contestó.

Su mirada era perversa, mientras parecía estar pensando en otra cosa.

—Ah y no le puedes decir nada a mamá sino quieres que le diga a papá
que vas a ir.

Briar observó a su hermanito, después me tomó del brazo y caminamos


hacia las escaleras.

—Vamos, Evie, pongámonos sexis —me dijo.

¿Qué?

Mi corazón se aceleró por lo que parecía ser la centésima vez ese día, y mi
mente quedó en blanco.

Vamos a ir a un club nudista…

Stone va a estar ahí…

Briar me va a ser ver sexy…

Stone va a estar ahí…


Briar abrió su armario y después de un momento, arrojó un traje en la
cama.

—Tú te pones este —dijo.

Oh, diablos no.


Capítulo 5
i cómo nuestro conductor se alejó conduciendo mientras que

V estábamos parados fuera de un club ruidoso y de mala calidad.

¡Vuelve! —Mi corazón lloró desesperado.

Miré atrás, hacia la entrada del club, donde una larga línea de mujeres y
hombres estaban parados y me estremecí. Luces parpadeantes y
pegajosas promovían eventos como el concurso de camisetas mojadas y
la pelea de jalea. Por lo que pude ver, había fotos de chicas de salón en
las ventanas sucias. El edificio se veía como si debiera ser demolido o tal
vez restaurado como un edificio de patrimonio. Cautelosamente caminé
hacia los escalones principales con mis tacones, preocupada de que se
torcieran y me rompiera el tobillo. O mi cuello.

Briar me arrastró por la fila de personas esperando entrar y mi estómago se


estremeció ante las miradas que estábamos atrayendo. Traté
disimuladamente de bajar el dobladillo de mi vestido pero fue inútil, era
más que corto. Briar aparentemente había llamado a su tía Bel antes de
nuestro viaje. Este vestido era de su tiempo de modelo bulímica. Era de un
color morado oscuro, un color el cual Briar insistía en que resaltaba mi
cabello, ojos y tez. Las mangas eran largas y arrugadas, la correa de alto
talle, descansaba justo debajo de mis senos. Mi busto fue empujado hacia
arriba por un mágico sostén de realce y el bajo escote del vestido,
mostraba bastante de ellos. La falda se desplegaba en un círculo
completo, ocultando mis costillas y caderas. Él dobladillo ni siquiera
llegaba a la mitad del muslo. Mi cabello estaba suelto y me rehusé a utilizar
más maquillaje que algo de máscara y brillo de labios. Me recoloqué mi
abrigo negro estremeciéndome mientras intentaba mantener el calor.

Liam me sostuvo cerca de él mientras conversaba con Reggie y yo


disfrutaba agradecida del calor extra. Tenía demasiado frío como para
que me importara que un extraño me sostuviera. Estábamos yendo hacia
la puerta de estilo de salón cuando otro portero nos paró.
—¿Quién es ella? —preguntó señalándome—. Será mejor que no sea
menor de edad —Me mordí el labio nerviosamente, pero sentí un poco de
esperanza floreciendo.

¿Tal vez no tuviera que entrar después de todo?

—Está con nosotros —Liam dijo casualmente.

El portero frunció el ceño.

—Vosotros no tenéis 18 aún —dijo—. El cumpleaños de Briar no es hasta


septiembre y tú tienes todo un año aún amigo, no debería ni siquiera
dejarte entrar a ti, no hay manera de que deje entrar a la señorita.

Él me miró captando mi expresión asustada y mi frágil figura.

—Diablos —dijo él—. Probablemente su padre llegaría y destrozaría el lugar


—Miré a otro lado tratando de no llorar, sabiendo que no habría manera
de que mi padre hiciera eso. Liam se rio entre dientes.

—Tal vez deberías de hablar con Stone —dijo con aire de suficiencia—,
dudo que él estuviera contento si no la dejas entrar —El gran hombre
palideció y me volvió a mirar con interés.

—¿Eres una amiga de Stone, pequeña? —me preguntó, alzando una ceja.

—Mmm —susurré sin seguridad de que responder.

—Sí —Briar respondió por mí—. Lo es.

El portero asintió y se hizo a un lado.

—Le avisaré que estas aquí, dulce —dijo antes de moverse entre la
multitud.

¡No, por favor no! —Quiero decirle.

—Silencio —dijo Briar a mi lado—. No es bueno.

Liam se ríe, y pasa junto a nosotras para entrar al club.


—Las veo por ahí chicas, voy divertirme.
Briar rodó sus ojos y agarró mi mano, jalándome a la vez que ella iba detrás
de él. Mi mandíbula casi tocó el suelo cuando cruzamos el umbral. El
interior no lucía nada como el exterior del edificio. No se estaba cayendo
en lo absoluto. De hecho, el reluciente techo estaba sostenido por unas
grandes columnas verdes de mármol. El salón principal era hermoso.
Cabinas azules de terciopelo forrado a lo largo de cada pared, frente a un
escenario alto y mesas íntimas con velas llenaban el centro del salón. Una
enorme barra azul de mármol y al otro lado los hombres ocupados iban
vestidos con trajes negros con hermosas corbatas de satín azules. Había
dos grandes escaleras, una en un lado del salón, conduciendo a lo que
fuera que hubiera arriba.

Briar nos encontró una mesa y me sonrojé cuando una camarera con un
vestido de encaje verde nos tomó la orden. Briar ordeno por mí, y por el
sonido del nombre, supongo que era alcohol. La miré con inquietud
cuando la camarera se fue, y ella sonrió.

—Esa chica debe ser nueva —dijo felizmente—. Aún no me conoce y cree
que tenemos más de 18.

Intenté devolverle la sonrisa, diciéndome a mí misma que un poco de


coraje holandés no me haría daño. Nuestras bebidas llegaron cuando la
cortina del escenario se abrió y tomé unos cuantos tragos para
prepararme para un show de estriptis. Sorprendentemente el baile fue algo
artístico y no se quitaron toda su ropa. De igual manera me sonrojé como
loca, tratando de no comerme con los ojos a las mujeres apenas vestidas
que giraban y bailaban.

Fredi se nos unió poco después, usando aún menos ropa que la camarera.
Su falda de cuero era pequeña, sus botas de cuero altas. Un top por
llamarlo así en falta de una mejor palabra de un color morado vivo cubría
sus pechos, con patrón cruzado en la parte de atrás. Su cabello negro y
rubio estaba rizado y sujeto en la parte superior de su cabeza, sus largas
uñas estaban pintadas de morado y negro y tenía un maquillaje de ojos
más bien hardcore.

Pestañeé confundida y entrecerré los ojos para ver sus ojos. Estaba segura
de que su ojo derecho era azul y el izquierdo verde. Fruncí el ceño, ¿tal vez
me había equivocado?
—Te ves sexy, Evie —ronroneó moviendo sus cejas. Me ruboricé, pero me
sentí más cómoda con ella ahora que sabía que no era lesbiana.

—¿Dónde están los chicos? —preguntó Briar terminando su trago dándole


una gran sorbida a la pajilla. Fredi se rio, y sospeché que ya había bebido
demasiado.

—Están arriba, Liam está ahí también. Están en una de las habitaciones de
show privadas.

¿Habitaciones de show privadas? —Me estremecí, no había manera de


que yo entrara a alguna de esas.

Briar resopló y agitó su mano a la camarera, haciéndole gestos para que


nos trajera otra ronda de tragos. Rápidamente terminé el mío.

—¿Stone ya sabe que estáis aquí? —Fredi le preguntó a Briar, echándome


una rápida mirada.

Briar se rio.

—Nope, ¿dónde está? —Ambas empezaron a mover sus cuellos mirando


alrededor, mientras que yo miré a mi ya vacío vaso y traté de verme
desinteresada.

—-¡Ahí está! —Fredi dijo triunfalmente, antes de romper con un —Oh—


seguí su cabeza y mi estómago se retorció con una punzada no deseada
de celos.

Stone tenía a una camarera de piernas largas y cabello rubio contra la


pared y la besaba con bastante entusiasmo. Una de sus largas piernas
estaba alrededor de su cadera y sus manos se deslizaban por toda la parte
trasera de la chaqueta de su traje. Alcancé a ver un auricular en su oído,
así que supuse que esta noche estaba trabajando como seguridad.

—Dios, esa Carmel es una puta —Briar espetó viéndose excesivamente


enojada.

¿Estaba molesta por mí? ¿Ella pensó que yo estaba interesada en Stone?
—Oh oh —Fredi dijo con una sonrisa ebria—, parece que el padrastro ha
cogido al niño travieso descansando.

Miré atrás, hacia la entrelazada pareja al tiempo que Danny tocaba a


Stone en el hombro, él rompió el beso y miró a su padrastro por un
momento antes de alejarse un paso de Carmel. El hombre habló por un
momento antes de que Danny mirase su reloj con una sonrisa y asintiendo.
Stone asintió también con el rostro inexpresivo mientras tomó la mano de la
camarera y la jaló hasta el pasillo de baños del personal.

Briar gimió y golpeó su cabeza contra la mesa, pero Fredi solo soltó:

—Debe de estar tomando un descanso temprano —y rio.

—¡Idiota! —Briar gruñó contra la mesa. Le eché una mirada preocupada.

¿Le gustaba Stone? Pensé que le gustaba Donny.

Stone se topó con el portero con el que estábamos antes. Se enderezó y


empezó a mirar por todo el club como si estuviera buscando a alguien. Se
quedó paralizado con su mirada atascada en nosotras por un momento
antes de que su camarera se impacientara y le tirara de la mano. Él se la
sacudió mientras tenía el ceño fruncido y la dejó parada con una cara de
sorprendida.

Él vino hacia nosotras con sus ojos puestos en mí. Nerviosamente tomé un
traguito de mi vaso y sus ojos de dispararon hacia abajo para mirarlo. Tan
pronto llegó a nuestra mesa, me quitó el vaso y lo olió. Sus facciones se
ensombrecieron y tomó nuestro número de mesa para ver el nombre
garabateado en la parte interior. Aunque no debió molestarse, Mindy,
nuestra mesera, corrió hacia él moviendo sus manos nerviosamente antes
de que él pudiera llamarla.

—¿Hay algo mal, señor Stone? —Ella preguntó ansiosamente. Sus ojos
parpadearon hacia ella por un momento antes de que relajara sus
facciones.

—Eres nueva —dijo con brusquedad. Me estremecí con el sonido de su voz


y flexioné los dedos de mis manos y pies en un intento de aliviar el zumbido
eléctrico que corría a través de mis venas. Ella asintió y se enderezó un
poco esperando que él continuara. Él asintió ligeramente y su expresión se
aligeró a la vez que nos señaló a Briar y a mí—. Ellas son menores de edad
—dijo simplemente.

La mesera se puso pálida y su boca se abrió y se cerró unas cuantas veces


antes de que finalmente murmurara:

—Lo siento, señor. No lo sabía. ¿Son amigas suyas? —él le dio un breve
asentimiento y luego le hizo otro indicándole que siguiera su camino. Ella
ansiosamente desapareció para servirle a alguien más.

Briar le frunció el ceño-

—Aguafiestas —Se quejó.

Él la miró por un momento antes de sentarse en la mesa junto a mí.

—¿Estás en un descanso? —Fredi le preguntó con una sonrisa tomando un


trago de su Vodka. El volvió a asentir. Sus ojos buscando algo en el club
intensamente.

Probablemente buscando a su rubia —Pienso con un suspiro. Me moví lejos


de él tan sutilmente como pude, sintiéndome un poco más que incómoda
por todo el tamaño y la calidez de estar sentados tan juntos.

—¿A quién estás buscando? —Briar preguntó con una sonrisa de


suficiencia—. ¿A Carmel? —Él le echó una mirada penetrante, pero negó
con la cabeza.

—¿Dónde está Alec? —demandó.

Briar rodó sus ojos.

—No necesitamos un chaperón, GG. Tú puedes vigilarnos desde tu puesto


y estoy segura de que todos los otros de seguridad lo harán también.

Sus grises ojos brillaban, pero Fredi interrumpió con una carcajada.

—Los chicos están arriba —dijo con una sonrisa—. Están en un show.
Stone miró su reloj con el ceño fruncido y luego hizo algún tipo de señal a
uno de los gorilas más cercanos. Este asintió pasando sus ojos sobre
nosotras brevemente. Stone se levantó y se fue sin decir una palabra.
Acechando entre las meses para llegar a una de las escaleras. Admiré su
trasero en sus pantalones de traje a la medida mientras subía las escaleras
de dos en dos.

Briar bufó a mi lado y puso mala cara.

—¿Por qué tenía que arruinarnos toda la diversión? —le preguntó a Fredi—.
Nada de alcohol y ahora está buscando a los chicos para que nos vengan
a cuidar — Fredi se rio.

—Aww. Pobre Briar. Solo tres meses más y tendrás permitido beber. Stone y
Danny no quieren ser atrapados vendiéndoles tragos a menores de edad.
Ya están en suficientes problemas por solo dejarlas entrar — Ella se rio aún
más fuerte—, y luego está tu padre. Billy estaría escupiendo fuego si supiera
que estás aquí.

Briar gruñó:

—Pero él no me deja beber en fiestas tampoco o ¡en otros clubes!

Fredi sonrió y puso un brazo en su hombro.

—Aw, pero Stone no quiere que su pequeña bebé se lastime o que se


aprovechen de ella —Briar empujo su brazo, con un ceño en sus rasgos
bonitos.

—Pero él te dejo beber durante toda la secundaria! Por no mencionar


otras cosas… —Fredi se mofó.

—Bri, tengo la misma edad que él y estoy en la banda. ¡Soy uno de los
chicos! Además, no dejo que Stone me moleste.

Briar resopló.

—Sí, lo eres —dijo con aire de suficiencia—, recuerdas cuando…

—Está bien, está bien —Fredi la interrumpió con mala cara. De repente la
cara de Briar se ilumino y yo sabía que estaba viendo la situación desde
una perspectiva más positiva. Seguí su mirada hasta donde Donny y Liam
bajaban por la escalera, más arriba estaban Jamie y Alex también
bajando.

Fredi gimió cuando Donny se sentó en medio de nosotras y trató de mirar


debajo de su top (no es que hubiera mucho top, para empezar).

—¡Winnie! —él saludo alegremente.

—¡Donovan! —ella se burló con un falso entusiasmo antes de tomar su


trago y dirigirse hacia el bar. Él se quedó mirando por un momento con
una expresión seria antes de poner su atención en mis pechos.

—Bueno, hola, Evie, nena —dijo arrastrando las palabras.

Mi cara está aquí arriba amigo.


Moviéndome incomoda en mi asiento, deseé poder tirar de mi escote
hacia arriba sin llamar más la atención hacia él. Liam puso su mano
alrededor de mis hombros, su mano colgando en frente de mi pequeño
escote y mostrándole el dedo a Donny. Los ojos de Donny se iluminaron
mientras que me miraba y me guiñaba un ojo. Me sonrojé y me sacudí. Mis
movimientos hicieron que la mano de Liam se rozara contra mi pecho
derecho, salté alarmada y todos se rieron. Jamie se unió con Alec.

—¡Joder! —dijo sacudiendo la cabeza con una ancha sonrisa—, ¿quieres


perder tu mano, Brighton?

Liam sonrió en respuesta besando mi sien antes de retirar su mano. Mi


mandíbula cayó en sorpresa por el roce de sus labios. La mesa quedó en
silencio.

—Cuídate, hermanito —Briar le advirtió en voz baja.

—Relájate —replicó casualmente y Donny rompió la tensa atmosfera


coqueteando sin vergüenza con nuestra camarera.

Sentí el calor en mi cara, rápidamente cogí un vaso de soda helada que


Mindy me pasó. Me acababa de calmar y todos estaban perdidos en sus
propias conversaciones cuando mi teléfono sonó. Solo así, tenía la
atención de todos de nuevo en mí. No pensé que fuera capaz de oír nada
por encima de la música, así que rechacé la llamada de Cooper y le envié
un mensaje de texto en cambio:

Lo siento, estoy en un club. Demasiado ruido.

Mi teléfono sonó casi al instante, lo que significaba que me había


respondido:

¿Club? ¿Qué club? Todavía no tienes 18.

Sonreí un poco, anticipando su respuesta le respondí:

Un club de striptease. Hablamos luego. Te quiero. Xx6.

Metí mi teléfono de nuevo a mi bolso, ignorando el nuevo mensaje de


texto que recibí. Miré arriba para ver a todos observándome. Me sonrojé.

—Era solo Cooper —susurré. Todos intercambiaron miradas hablando


secretamente con sus ojos en algún tipo de código secreto que no pude
descifrar. Afortunadamente, al menos para mí, fueron interrumpidos por un
hombre inquieto mirando a nuestra mesa. Se veía como si éste fuera el
último lugar del planeta en el que quisiera estar. Fredi frunció el ceño.

—Marx —le espetó—. ¿Qué quieres?

—Por favor, señorita Lennox —dijo rígidamente, rogando con sus ojos—, sus
padres han pedido que vuelva a casa.

—No —Fredi dijo firmemente.

El hombre cerró los ojos y suspiró. Le entregó una elegante carta con
inquietud y retrocedió un paso.

—De parte de su madre —dijo rápidamente.

Fredi rodó sus ojos.

—Claro que lo es —espetó abriéndola y leyéndola. Su expresión se


oscureció con cada línea que leía.

6
Xx: besos y abrazos.
Cuando la tiró sobre la mesa con disgusto, Donny la alcanzó. Gruñendo en
silencio mientras leía lo que supuse que serían palabras crueles y
mordaces. Fredi se levantó y miró hacia el escenario vacío. Su sonrisa fue
lenta y perversa mientras se volteaba hacia Marx, tambaleándose un poco
por su ebriedad.

—¿Ella piensa que estoy haciendo un show exhibiéndome? —preguntó


alegremente sin esperar una respuesta —Bueno querida madre, no has
visto nada todavía.

Ella se fue de la mesa, dirigiéndose hacia el escenario para hablarle a un


hombre que estaba jugueteando con el equipo.

—Oh, ¿qué está haciendo? —Alec preguntó con un ceño de


preocupación—. ¿Deberíamos detenerla? Está demasiado borracha como
para tomar buenas decisiones.

—Déjala —Donny dijo firmemente, luego se frotó las manos y sonrió con
anticipación—. Esto va a ser bueno.

Jamie se sentó un poco más derecho en su silla cuando Fredi caminó


hacia el escenario y levantó un micrófono. Briar miró sombríamente hacia
la expresión de Donny antes de voltear su asiento para mirar.

¿Yo? Bueno, yo me moví con ansiedad, si estar segura de que iba a hacer
Fredi y definitivamente sin querer ver más piel de lo que ya había visto.

—¡Woooo! ¡Quítatelo! —Jamie soltó.

Fredi le mostró su dedo el medio y se giró hacia el micrófono, adoptando


una pose seductora mientras le sonreía a su público. Todo el lugar la
estaba observando.

—Hola —ronroneó—. Mi nombre es Winifred Lennox —Sí —le guiñó un ojo a


Marx—. Eso es, Winifred Lennox, la hija de Matthew y Cynthia Lennox.

La multitud de hombres cachondos vitoreó.

—Estoy muy, muy borracha —Fredi susurró a la multitud, y luego señaló


nuestra mesa—. Esos son los miembros de mi banda. Decid hola.
Jamie, Donny y Alec se levantaron con sus manos en el aire mientras la
multitud aplaudía, algunos hasta lazando comentarios sucios.

Fredi levantó su mano para pedir silencio.

—Somos llamados los manifestantes rabiosos. No preguntéis, Donny estaba


fumado cuando lo inventó —Marx gimió y cerró los ojos, obviamente
pensando en lo malos que iban a ser los tabloides en la mañana—.
Tocamos más que nada Metal —Fredi continuó—. Yo toco el piano, a
veces la guitarra y también canto.

—¡Cántanos! —gritó algún chico.

—¡Sí! —Otros acordaron.

La sonrisa de Fredi se ensanchó y se acercó más al micrófono.

—Mmm, bueno, normalmente canto Rock o Metal… pero tengo una


canción especial en mente para vosotros.

Los vítores se hicieron más grandes y la multitud golpeó sus pies con ánimo.
Las personas del segundo piso salieron a los balcones para ver qué estaba
pasando. Vi a Stone y a Danny parados en un lado. Danny estaba
sonriendo, pero Stone estaba impasible, una caja de Smarties se
balanceaba libremente en su mano.

Las estrofas de una canción empezaron a sonar y Briar sonrió hacia su


trago. La multitud rugió su aprobación cuando Fredi empezó a bailar
sensualmente con su escasa ropa y sus botas. La multitud se calmó cuando
ella empezó a cantar Touch it de Monifa. Mi boca se abrió con la letra de
la canción y con la manera en que Fredi se movía contra el pie del
micrófono.

Me sonrojé y luego me estremecí hacia el sonido erótico de su voz. Ella


captó la atención de cada persona en el club. Miré a Donny y en ese
momento, supe con seguridad que detrás del coqueteo y las burlas, tenía
genuinos sentimientos por ella. Se levantó de su silla y se dirigió hacia el
escenario, alcanzando el micrófono justo a tiempo para la parte masculina
que seguía. Fredi empezó a cantar en una rica voz ronca cuando el subió,
recuperando su compostura y se empezó a frotar contra él. La audiencia
dio alaridos con entusiasmo y Alec y Jamie sonrieron abiertamente. La
sonrisa de Briar era forzada mientras robaba el trago olvidado de Donny.
Marx se rindió y dejó el club.

La canción terminó y otra lasciva canción empezó. Donny tenía un agarre


fuerte en las caderas de Fredi y no parecía que la fuera a soltar sin pelear.
Fredi ni siquiera lo notó. Se inclinó hacia atrás apretando el micrófono
hacia su pecho esperando por los aplausos.

—¿Os gustó? —preguntó con una sonrisa satisfecha. Los hombres se


levantaron y empezaron a gritar. Fredi empezó a balancearse al ritmo de
la nueva y sexy canción y la multitud empezó a gritar para que cantara
ella sola. Ella sacudió la cabeza con una sonrisa satisfecha—. Donny y yo
nos vamos a quedar aquí. ¿Quién va a subir y unírsenos? —lanzó.

La multitud vitoreó cuando en una mesa las mujeres se levantaron y


caminaron hacia el escenario.

—¡Briar! ¡Evie! —Fredi ronroneó—, traed vuestros sexys traseros aquí.

Jamie y Alec se levantaron con Briar. Entré en pánico y rápidamente


murmuré que iría al baño. Me escabullí antes de que pudieran atraparme.
No había manera de que subiera y bailara. Observé desde la entrada de
los baños a Briar y a la banda bailar, agradecida de que ninguno notara
mi ausencia. Liam había desaparecido antes de que Fredi empezara a
cantar, así que me mantuve cautelosa, esperando que no apareciera y
me arrastrara hacia el escenario. Briar pareció darse cuenta de que yo
faltaba primero, porque dejó de bailar y empezó a buscar en todo el club
con sus ojos. Tocó a Alec en el hombro y entonces él también empezó a
buscar en el club. Me escabullí hacia las sombras y vi como fruncía el ceño
y se dirigía hacia Stone.

Oh no —pensé de solo saber que Stone vendría a buscarme. Retrocedí


hasta la puerta más cercana, moviendo la perilla desesperadamente pero
no se movía. Me voltee y leí el letrero—. ¡Perfecto! Nadie vendría a
buscarme en los baños del personal bloqueados. Rebusqué en mi bolso por
una horquilla y abrí el seguro, solo uno de los muy útiles trucos que aprendí
de mis hermanos. Lancé una mirada hacia la entrada al pasillo, entré a la
ahora abierta habitación y cerré la puerta.

—¡Joder! —Escuché de una profunda voz detrás de mí.


Me volteé en estado de alarma. Nunca se me ocurrió que alguien pudiera
estar aquí. Mi mandíbula se abrió en shock ante la escena que tenía al
frente. Liam Brighton estaba sin camisa y con su espalda apoyada en los
azulejos superiores del lavamanos. Él me miró por un momento, inseguro de
qué hacer. Mi boca se abrió y se cerró, y supe que debería irme, pero no
podía hacer que mi cuerpo se moviera. No podía ni siquiera alejar mis ojos.

Liam finalmente soltó una carcajada y tocó la cabeza de Mindy. Ella retiró
su cabeza para mirarlo y rápidamente cerré mis ojos.

—¿Qué está mal, bebé? —Mindy ronroneó.

Liam tosió de nuevo, pero la risa estaba claramente en su voz cuando


respondió.

—Tenemos audiencia.

—Oh —jadeó ella sin aliento.

Escuché que sus dientes se cerraron y tentativamente abrí mis ojos. Mindy
se levantó de sus rodillas con un leve rubor en su cremosa tez.

—Lo siento —susurré finalmente recobrando el uso de mis extremidades y


apresurándome hacia la puerta. Corrí contra el duro pecho de Stone y
Liam caminó hacia nosotros como si saliera del baño después de mí.
Rápidamente poniéndose su camisa. Las extremidades de Stone se
tensaron mientras nos miraba con su mano en un puño a su costado.

Liam levantó sus manos al aire y contra la pared en una engañosa y


relajada sonrisa cuando Mindy se unió a la escena. Stone se relajó y alzó
una ceja hacia mí en pregunta. Me sonrojé terriblemente y sacudí mi
cabeza entre ellos dos a ver si así captaba la imagen. Era demasiado
vergonzoso hablar.

Stone soltó una pequeña tos y miró a Mindy. Ella se sonrojó ligeramente
pero le dijo:

—Oh, señor Stone —La culpa escrita por toda su cara—. Yo estaba, mmm,
solo mostrándole al señor Brighton los baños del personal.
Danny se unió a nuestro pequeño grupo, lazando sus manos alrededor de
los hombros de Liam.

—Oh oh —Mindy tartamudeo—. Señor Brooks, quiero decir, Danny, señor,


solo déjeme volver al trabajo.

Se escabulló hacia la barra antes de que alguien pudiera detenerla.

Danny se rio entre dientes y tiró de la barbilla de Liam.

—Me parece recordar una situación similar con tu viejo —dijo con una
carcajada—. Una camarera y él entraron a perder el tiempo en el mismo
baño.

Liam sonrió y empezó a reír con él.

—Suena como mi padre —dijo con orgullo.

La sonrisa de Donny en ensanchó y me echó una mirada antes de volver


hacia Liam y añadir:

—Tu madre estaba muy avergonzada.

Contuve la risa cuando la mandíbula de Liam cayó y arrugó los ojos como
si quisiera eliminar el pensamiento permanentemente de su mente. Danny
se alejó con una gran risa atrayendo muchas miradas. Stone le golpeó la
espalda a Liam y le mostró su reloj. Liam asintió y tomó mi brazo.

—Vamos a encontrar a Briar —dijo—. Es hora de ir a casa —Mientras me


alejaba me volteé para mirar a Stone, para encontrarlo recostado contra
la pared viéndome partir.

Media hora después, Briar y yo estábamos acostadas una al lado de la


otra en la gran cama.

—Bri —susurré a la oscura habitación.

—¿Sí? —murmuró en respuesta.


—¿Desde hace cuánto te gusta Donny? —Esperé ansiosamente en el
silencio que siguió, esperando no haber cruzado alguna línea en nuestra
amistad.

—Años —susurró eventualmente. Se giró en su lugar y me miró por un largo


momento, abriendo su boca y luego cerrándola firmemente, como si
hubiera querido decirme algo importante, pero después reconsiderándolo.
En cambio, sonrió dulcemente—. Buenas noches, Evie.

Dudé con mi respuesta, preguntándome si podría preguntarle acerca de


Stone o quizá aludir hacia los sentimientos de Alec por ella. Suspiré,
tomando el ejemplo de Bri y dejando las cosas así.

—Lo mismo digo —respondí volteándome sobre mi espalda y


quedándome dormida lentamente.
Capítulo 6
l lunes, Billy me llevo con él a su estudio. Mis piernas se sacudían con

E anticipación cuando nos detuvimos fuera de un edificio de ladrillo


blanco. En una larga y negra escritura a un lado de la pared se leía:
Bright Photography. El resto del edificio estaba oscurecido por árboles de
colores brillantes y flores.

Salí del elegante sedan negro de Billy y lo seguí por el sendero empedrado
hasta una pesada puerta negra. Una envejecida, pero hermosa mujer la
abrió, usando un caftán negro y unos pantalones apretados. Su traje
entero estaba salpicado deliberadamente con pintura brillante. Ella
parecía ser en parte indígena, aunque no sabría si sus ancestros serían
aborígenes o del Estrecho de Torres.

Ella sonrió abiertamente cuando me miró.

—Hola Evie —saludó cálidamente—. Soy Betty, la secretaria de Billy/


encargada del vestuario/ maquilladora artística.

Sonreí tímidamente.

—Lo sé —susurré. Quería decirle cuán talentosa ceo que es, pero no quería
empezar el día besando traseros.

Ella rio.

—Vamos adentro y veamos un poco el lugar —dijo agarrando mi brazo y


empujándome por la puerta.

Billy se echó a reír y me salvó de su abrumado entusiasmo.

—Ve y prepárate para la primera toma, Bee —dijo él amablemente—. Yo


le mostraré el lugar a Evie.

La cara de Betty mostró un poco de decepción, pero los primeros clientes


entraron y ella se iluminó. Corrió a su encuentro, antes de escoltarlos hacia
una habitación al lado derecho del estudio.
Billy me echó una mirada de conocimiento cuando suspiré con alivio.

—Betty puede ser un poco intensa algunas veces —dijo con una sonrisa.
Tentativamente le sonreí de vuelta.

—Vamos —dijo tomando mi brazo amablemente—, por aquí.

Él me guio por su sala de espera y hacia la parte principal del estudio,


mostrándome los diferentes sets que había, y yo observé mientras él
montaba una escena para sus primeros clientes. Luego, me mostró su
oficina seguido por la sala de presentación y el cuarto oscuro.

—Volveremos aquí más tarde —dijo cuando estuvimos en la sala de


presentación—. Puedes mirar mis trabajos pasados, la mayoría de ellos son
antes de que conociera a Phillipa —Me sonrojé cuando recordé el tipo de
temas con que trabaja antes de su matrimonio.

Él me dejó sentar durante su primera sesión de fotos (era una pareja


expectante), y francamente tomé notas, mis garabatos casi ilegibles a
medida que me apresuraba para grabar tanto como me fuera posible.

Después me senté con él en su oficina mientras que le mostraba las fotos a


la feliz pareja. Sonreí con apreciación hacia la simple belleza de las fotos.
Billy no complicaba sus escenas. Estaban enfocadas en las personas y no
en la elaborada vestimenta o el fondo. Podría decir que los clientes
estaban complacidos con las fotos y me sentí extremadamente
agradecida de poder ser testigo de este proceso. Luego de que ellos se
fueron, fuimos a almorzar y Billy me dejó entrevistarlo.

Hablamos por horas acerca de nuestra inspiración, nuestros fotógrafos


favoritos, que métodos nos gustaba emplear. Luego, estudiamos sus fotos
antiguas y me sonrojé locamente ante todas las eróticas imágenes. Billy
habló de cada una de ellas con profesionalismo, pero lanzó una broma
alegre de vez en cuando. Estaba oscuro para cuando alcanzamos la
última carpeta. Billy sonrió y la acercó hacia mí.

—Briar dijo que esta serie era tu favorita —dijo él con un guiño.

Me asomé para ver la primera imagen y la guardé rápidamente,


sonrojándome.
—Yo, mmm, me gusta la idea de tomar fotos de un lugar oculto —
murmuré—, me gusta la idea del desvanecido en el fondo y de tomar
auténticas respuestas de mis temas.

Billy me miró por unos segundos con rostro pensativo.

—Supongo que eres buena en ello —dijo él en voz baja.

Me encogí de hombros y miré hacia otro lado.

—O la gente es buena ignorándome —respondí casualmente.

No los dejes entonces.

—Tú tienes mucho que ofrecerle al mundo, Evie. Odiaría verte ocultándolo
—dijo él firmemente.

No puede pensar en nada para decir ante eso, Billy me dejó fuera de
lugar y abrió la carpeta esparciendo las fotografías. Mi corazón se aceleró
cuando eché un vistazo a las fotografías eróticas que estaban en su
catálogo voyeur. Cada pintura fue tomada desde un lugar escondido,
como si el fotógrafo estuviera acosando a la inocente pareja. Como si el
fotógrafo estuviera en una posición estrecha mirando a las parejas
mientras hacen el amor por horas. Me detuve en mi fotografía favorita,
tocando el ajuste de cartón que lo rodeaba. Billy alzó una ceja y miró
hacia la pintura en cuestión. Se rio con cariño.

—Fue un infierno tratar de tener una buena posición en ese árbol —dijo
con una sonrisa—, pero lo valió.

No pude contener una sonrisa al imaginarme a un joven Billy trepando un


gran árbol mientras apuntaba el lente a través del rico follaje verde para
capturar a la pareja en la parte de abajo. Mi sonrisa vaciló mientras miraba
de cerca, disfrutando de las expresiones de amor y éxtasis de los rostros
entrelazados de los amantes. Estaban en los arbustos, de noche, haciendo
el amor lentamente bajo las estrellas. Los ojos de la mujer eran salvajes y
enfocados hacia arriba en el árbol, directamente a la cámara, como si
acabara de atrapar a la persona observándolos. Su boca estaba abierta
en un jadeo de placer y el hombre estaba mirando hacia abajo a su cara,
observando su respuesta con un triunfo inocultable y ternura.

La pintura me habló. Quería un hombre que me mirara así cuando


estuviera muy dentro de mí. Enfocándose en mí placer. Me estremecí
levemente al recordar mis anteriores experiencias donde me sentí usada y
estafada. Miré de nuevo a la cara de la mujer mientras ella miraba el lente
de la cámara. Sentí como si ella me estuviera mirando a mí. Como si ella
supiera que yo estaba observando a su hombre amarla. Como si ella viera
en mí y viera mis enterrados deseos. Como si ella me viera cuando nadie
más lo hizo.

—¿Tu favorita? —Billy preguntó en voz baja, escrutando mis rasgos. Bajé mis
pestañas ocultando la cruda emoción en mis ojos.

—Sí —traté de sonar casualmente.

—Esa es la foto original —él dijo con una sonrisa. Solté la cosa con horror.
Tenía mis sucias manos en ella.

—Oh mi Dios —susurré tratando de examinar el daño sin tocarla más.

Billy la recogió y recorrió su mirada por cada centímetro de ella, un


pequeño ceño de concentración formándose entre sus cejas.

Oh Dios, él está enojado porque la arruiné.

Aun así, él no dijo nada cuando la volvió a guardar en la carpeta y


organizamos nuestro desorden. Nos dirigimos en silencio hacia su casa y yo
me moví incómodamente hacia la expresión pensativa en su cara.

Su rostro se rompió en una eufórica sonrisa cuando paramos el auto y


prácticamente saltó de este una vez que nos estacionamos. Yo salí con
más lentitud, sintiéndome confusa, hasta que noté que otro auto estaba
aparcado junto al nuestro. Curiosa, me apuré hacia dentro de la casa y
asomé mi cabeza en la sala.

—¿Dónde estás? —Billy gritó con una hermosa y juguetona sonrisa.

—Justo aquí, papi —Una divertida voz femenina respondió mientras bajaba
por las escaleras.

—¡Abby! —Billy rugió, caminando hacia donde una esplendorosa morena


que bajaba las escaleras. La agarró en un fuerte abrazo en el aire y la bajó
por las últimas escaleras.

—Bájame papi —ella advirtió—, soy muy grande y tú muy viejo.

Él se burló.
—No lo eres, y yo no soy viejo.

Sus vivos ojos verdes voltearon hacia mí y ladeó su cabeza en pregunta.

—¿Quién es esta? —demandó, curiosa.

Briar entró a la habitación detrás de mí y puso su brazo alrededor de mis


hombros.

—Esta es mi nueva amiga, Evie, Abs —dijo ella con una risa—, quiere ser
fotógrafa. Papá ha estado acaparándola todo el día. Esta es mi hermana
mayor, Abigail —explicó Briar.

—¿Una fotógrafa, mmm? —dijo Abby, caminando a mi alrededor—. ¿Eres


buena? —Pestañeé hacia ella, insegura de qué responder—. Me gustaría
otra fotógrafa en los muestrarios —explicó—. ¿Cuándo te gradúas?

Billy se rio entre dientes.

—¿Quién dice que no la robaré primero?

Abby miró hacia su padre.

—Yo consigo mis fotógrafos de ti, de todas maneras, ¿qué importa?

—Gail es una de esas planificadoras de bodas nazi —explicó Liam mientras


pisoteaba escaleras abajo.

Abby frunció el ceño.

—Liam, vuelve a llamarme Gail una vez más y…

—Lo que sea, hermana —dijo él volteando sus ojos.

—Comportaos, niños —dijo Billy con una sonrisa, antes de voltear hacia
Abby con un ceño —¿Cómo te fue en Washington?

Abby se estremeció.

—No veo por qué me hiciste ir —gruñó—. Tengo veinticinco años,


legalmente ya no tengo que visitarla.

Billy suspiró.

—No la visitabas desde que tenías dieciocho. Ella ha estado


molestándome por eso.
—Bueno, fue horrible —Abby dijo con una mueca—. Louise fue toda falsa
ternura en frente de su maridito número cuatro, pero Nancy y Portia fueron
unas perras.

Briar rodó sus ojos.

—Louise es la mamá de Abby —dijo Briar—. Nancy y Portia son sus hijas del
primer matrimonio. Algún americano rico por el que se mudó lejos. Nancy
es dos años mayor que yo y Portia tiene la misma edad que Liam.

—Louise es mi madre, no mi mamá —soltó Abby, luego miró alrededor—.


¿Dónde está mamá?

—Afuera, con la tía Rose —dijo Liam mordiendo una manzana.

—¿Afuera, dónde? —Abby preguntó viendo que ella estaba aquí, pero no
su madre.

—¿Y qué hay de tu nuevo hermanastro? —Billy intervino.

Abby puso una cara.

—Bastian solo tiene ocho —dijo ella encogiéndose de hombros—. Un poco


estropeado, pero mejor que Warren —ella se estremeció y Billy frunció el
ceño.

—¿Estaba Warren ahí? —preguntó con rigidez.

—No papi —Abyy dijo con una pequeña sonrisa—. Louise no lo invita ya.
No desde la última vez que llamaste amenazando con ir allá.

—Bueno, ese ex hermanastro tuyo mejor que se quede jodidamente lejos


de ti —gruñó.

Ella rodó sus ojos.

—No volveré para otra visita de todas maneras. Le dije a la perra que ella
podría venir aquí a visitarme si fuera tan importante para ella.

—No hables mal de tu madre —Phillipa dijo mientras estaba a la habitación


llena de bolsas de compras. Liam se apuró a ayudarla. Ella sonrió y besó su
mejilla—. Soy muy afortunada de tener a un agradable y dulce niño —
arrulló. Liam sonrió hacia sus hermanas y llevó las bolsas hacia la cocina.

—¡Lameculos! —Briar y Abby gruñeron al mismo tiempo.


Billy se rio y estrechó a sus hijas en un apretado abrazo.

—Ow, padre —Briar soltó alejándose de él, pero a duras penas ocultando
su sonrisa. Ella agarró mi mano y me arrastró hacia las escaleras—. Evie y yo
iremos a la cama —ella dijo, pero Billy, Phillipa y Abby ya estaban absortos
en una acalorada conversación—. Evie —ella dijo en voz baja mientras
sacaba las sábanas de su cama. La miré y esperé. Eventualmente, alejó la
mirada y se deslizó en la cama. Inhalando profundamente, dijo: —Donny
está enamorado de Fredi, ¿no?

No respondí, no tenía que hacerlo… ella ya lo sabía. Ella suspiró y me dio la


espalda, acurrucándose en las sábanas.

—Lástima que sea lesbiana —susurré a la oscuridad.

Soltó una risotada, y luego se carcajeó. Lentamente se giró y estudió mi


cara con interés. Una sonrisa empezó a tirar de la esquina de su boca y su
hoyuelo empezó a crecer.

—Buenas noches, Evie —dijo simplemente.

—Buenas noches —mascullé de vuelta.

Estaba triste por dejar Sydney al final de la semana, pero aún emocionada
por ir a casa durante cinco semanas. Billy estuvo en silencio mientras me
llevaba al aeropuerto, pero me detuvo mientras yo salía del auto.

—Toma —dijo entregándome un paquete envuelto—. Quiero que lo


tengas.

Lo miré con interrogante.

—Es la original —dijo con una sonrisa—, la enmarqué para ti.

Casi la dejo caer cuando me di cuenta de lo que estaba sosteniendo. Mi


foto favorita.

—Gra-Gracias —tartamudeé, incapaz de encontrar algo mejor que decir.

—No hay problema —dijo encogiéndose de hombros—. Siéntete libre de


venir y quedarte cuando quieras. Las amigas de Briar siempre son
bienvenidas.

Asentí lentamente y deslicé el paquete en mi bolso de mano.


—Estudia duro Evie y tal vez te encuentre un puesto trabajando para mí —
dijo palmeándome la espalda. Mi corazón se aceleró mientras pensaba en
trabajar para Bright Photography y entré en el aeropuerto de Sydney con
una gran sonrisa. Una vez en el avión, cuidadosamente desenvolví la foto y
miré su hermoso enmarcado. Una débil sonrisa se esparció por mi rostro.

¡Voy a colgarla al lado de mi cama!

Los tres trillizos me encontraron en el aeropuerto en Darwin, tan pronto


como salí de las puertas me atraparon en un fuerte y doloroso abrazo de
grupo. Se lo permití, pero solo porque sabía que esto probablemente sería
la más grande demostración de atención o afecto de mi familia hacia mí
durante toda la visita. Mike me bombardeó con preguntas acerca de
Sydney todo el camino a casa. Casi estuve aliviada cuando el auto se
detuvo, y en cambio fui atacada por mi madre bombardeándome con
historias. Suspiré con molestia.

Parece que me he convertido en una de las citas de mis hermanos fuera


de la ciudad, que son molestados por constantes y extrañas llamadas
telefónicas acerca de sus “interesantes” vidas.

Pobre Zane, generalmente le tocaba lo peor. Mamá pensaba que trabajar


en las fuerzas especiales era sexy y emocionante, la perfecta profesión
para uno de sus héroes. Si me lo preguntas, casarse con alguien que es
disparado y está fuera durante meses NO es sexy.

Paul y yo pasamos la mayor parte de nuestro tiempo juntos mientras estuve


allí. Él estaba de vacaciones en la universidad también.
Desafortunadamente, salía con frecuencia con sus amigos, prefiriendo su
compañía que la de su hermana pequeña. Para el final de la primera
semana, estaba extrañando demasiado a Briar y su familia, incluso sus
amigos hubieran estado bien. Ella y Candy me llamaron unas cuantas
veces, pero oír acerca de toda la diversión que estaban teniendo
realmente no ayudaba. Cooper me mandaba un correo cada pocos días,
lo cual me hacía sentir ligeramente mejor, aun cuando él no pudiera
visitarme. Pero el punto culminante de mis vacaciones fue probablemente
el correo que recibí de Zane. Me apresuré a enviar uno de respuesta,
esperando que pudiera leerlo antes de trasladarse a un lugar sin internet.

Estuve aliviada cuando fue tiempo de volver a Alice Springs. Agarré mi


maleta y fui hasta la parte superior de las escaleras. Las miré
cariñosamente, antes de llamar suavemente a Paul para que me bajara
las maletas.

No hubo respuesta.

Llamé a cada uno de los trillizos.

De nuevo, no hubo respuesta.

Sin embargo, se oyeron fuertes golpes y forcejeos viniendo de fuera por la


puerta trasera. Dejé mi maleta y fui a ver qué pasaba. Gemí ante la
escena sabiendo que tenía que romper la pelea si quería llegar al
aeropuerto. No tenía ni idea sobre qué era la pelea, pero los tres trillizos se
golpeaban el uno al otro y rodaban por la hierba.

Paul salió con un ceño.

—Yo manejaré esto Evie —dijo bruscamente inflando el pecho —mantente


alejada o terminarás lastimada —Luego se abalanzó y empezó a luchar
con ellos.

Rodé mis ojos.

Claro, Paulie. Eso realmente ayudó.

Volví al interior y empecé a buscar el silbato de Zane que usaba mientras


nos ―entrenaba‖. Caminé derecha hacia el grupo, no afectada por su
brutal muestra de violencia. (¿Crecí con nueve hermanos, recuerdas?),
mientras que soplé el silbato con fuerza.

Ellos se congelaron, sus cabezas buscaron alrededor en alarma esperando


por su hermano mayor Zane escondido detrás de un arbusto o algo.
Viéndome solo a mí, lentamente se pusieron de pie revisando sus heridas.

—¿Qué pasa, Evie? —Jake me preguntó con una gran sonrisa.

Necesito que alguien baje mi maleta por las escaleras y salir hacia el
aeropuerto —dije suavemente.

—¡Yo lo haré! —Los trillizos se abalanzaron empujando a los otros mientras


entraban.

—Te daré un aventón, Evie —dijo Paul limpiándose la sangre de su labio


inferior con una tímida expresión.

Le sonreí con diversión y luego fui a abrazar a mi madre como despedida.


Se sentía bien volver a la universidad, me di cuenta de ello mientras
caminaba por el pasillo hacia mi habitación. No podía esperar para llegar
a mi habitación y saborear algo de paz y silencio antes de que Candy
llegara mañana.

Cuando llegué a mi puerta, encontré a Fredi y a Briar sentadas contra ella,


discutiendo. Miraron hacia mí y sonrieron. Me paré en seco, sus sonrisas
lucían positivamente malvadas y me sacudí ligeramente con
preocupación.

—¡Evie! —dijeron ambas, saltando en sus pies y corriendo para


abrazarme—. Hemos estado esperando a que volvieras —Fredi dijo con
una presumida sonrisa—. ¡Hemos estado de vuelta ya dos semanas!

—¿Sí? —pregunté curiosa.

—¡Sí! —Briar respondió entusiasmada—. ¡Te perdiste la copa Camello! ¡Fue


increíble! ¡Mi Camello ganó!

La copa Camello es un evento anual y es mayormente una carrera de


caballos... solo que con camellos y mucha menos elegancia.

—Mmm… Genial —susurré, un poco abrumada por su exuberancia. Fredi


de rio fuertemente—. ¡Debiste haber visto la cara de Stone cuando su
camello se sentó en la mitad de la Carrera!

Briar se unió a su risa, agarrándose su estómago. Me estremecí cuando me


imaginé la dura expresión que debió de haber tenido. Los camellos son
impredecibles. Criaturas tercas, y no es raro que uno haya renunciado a
mitad de la carrera.

Fredi abruptamente dejó de reír y miró mi atuendo con desdén.

—Necesitas cambiarte —ordenó empujándome dentro de la habitación.

—¿Por qué? —pregunté angustiada mientras Briar empezaba a rebuscar


en mi armario.

—Porque la banda está tocando en el Club Uni esta noche —Briar


respondió frunciéndole el ceño a la ropa que sacó.

Abrí mi boca para decirles que no, pero Fredi me frenó con una mirada.

—Ni siquiera discutas. Quiero que nos veas tocar.


Suspiré y asentí sin molestarme en discutir, porque una pequeña parte de
mí estaba curiosa acerca de la banda.

Briar resopló con frustración.

—Esto no servirá —dijo firmemente—. Fredi ve y tráeme algo de tu


guardarropa. Evie no tiene nada apropiado.

Fredi sonrió y salió corriendo de la habitación.

—¡No, espera! —chillé con alarma. Pero ninguna me hizo caso.

Así fue como me encontré siendo arrastrada por un patio oscuro en


nuestra ida al club. Tropezando un poco con los tacones rojos y tratando
de bajar el dobladillo de la falda de cuero negra que estaba usando. La
falda probablemente llegaba a la mitad del muslo de Fredi, pero con mis
largas piernas, llegaba considerablemente hasta más arriba. La camisa
blanca de manga larga que llevaba era pequeña y estrecha, revelando
mi sostén con relleno morado, incluso sin la V del escote. Tampoco estaba
haciendo mucho por mantenerme caliente. Me estremecí ante el frío de la
noche de julio y maldije mi falta de una chaqueta. Mi cabello suelto se
movía por mi cara por la fuerte brisa y anhelé amarrarlo en una cola de
caballo.

Mi teléfono sonó justo cuando el club apareció en mi campo de visión y


busqué en mi bolsito por mi teléfono. Le fruncí el ceño al nombre en la
pantalla, antes de aceptar la llamada.

—¿Hola? —pregunté en voz baja, consciente de que Briar y Fredi pararon


para esperar y estaban escuchando atentamente.

—¡Hola, Evie! —Mi hermano mayor, Logan me saludó—. Trate de llamarte


en casa, pero Mike dijo que ya estabas ahí.

—Regresé esta tarde —murmuré, insegura del motivo por el que me estaba
llamando. Logan y yo nunca fuimos muy unidos y solo lo he visto una vez
desde que se mudó aquí. Estaba bastante segura de que fue una visita de
disculpa después de que Cooper lo regañara.

—Debiste haberme llamado para que nos encontráramos en el aeropuerto


—dijo con severidad.

Parpadeé, sin palabras.


—Perdona —murmuré incapaz de pensar en una mejor respuesta.

—Como sea —Le restó importancia—. ¿Qué estás haciendo esta noche?
¿Quieres pasar por aquí?

Mi boca se abrió en shock y Briar alzó una ceja en pregunta. Sabía que
ellas no me permitirían dejarlas, pero no quería rechazar a Logan cuando
hacía el esfuerzo de llamarme.

—Espera un segundo —le dije cubriendo la boquilla y mirando vacilante


entre Fredi y Briar.

—¿Os importaría que nos encontremos con alguien aquí? —pregunté en


voz baja. Ellas me miraron boquiabiertas.

—Claro —Fredi dijo, recuperándose primero—. Está bien.

—Mmm… ¿sigues ahí? —le susurre al teléfono.

—Sí —Logan respondió—. ¿Vienes o no?

—Estoy fuera —respondí—, ¿te gustaría… te gustaría encontrarte conmigo


en el Club Uni? —Él estuvo en silencio tanto tiempo que pensé que había
colgado—. ¿Logan? —susurré tentativamente.

—Lo siento —dijo riéndose—, pensé que dijiste que ibas al Club Uni.

—Lo hice, sí —murmuré.

Él se rio por un par de segundos.

—Está bien entonces —respondió—. Lo acabo de pasar, en realidad. Estoy


de camino a casa del trabajo. Daré una vuelta en U en el semáforo y te
encontraré allí.

Colgó antes de que pudiera decirle algo por hablar mientras conducía.
Puse mi teléfono de nuevo en mi bolso y miré arriba para encontrar a Briar
y Fredi sonriendo.

—Se encontrará con nosotras allá —dije pasándolas cuidadosamente y


continuando la caminata hacia el Club. Ellas me alcanzaron justo cuando
el Portero estampó en mi brazo una marca de menor de edad. Dudé en el
vestíbulo de entrada, sabiendo que probablemente Logan entraría pronto
y me encontraría más fácilmente si esperaba aquí.
—Esperare aquí con Evie —Briar le dijo a Fredi—. Tú mejor ve y encuéntrate
con la banda.

Fredi asintió y le dio a mi trasero una palmada cuando pasó.

—Os veo dentro, chicas —gritó pavoneándose dentro del Club en sus
apretados pantalones ajustados y top sin espalda verde.

—Entonces, ¿cuándo llega aquí ese tipo? —Briar me preguntó mientras


observaba mi rostro atentamente.

—Ya debería estar aquí —respondí volteando mi mirada a la fila de afuera.


Logan estaba dos personas alejado del portero, me dio una gran sonrisa y
me saludó con su mano.

—Wow —Briar suspiró a mi lado. Rodé mis ojos y miré de nuevo a mi


hermano con un ceño. Espero que aún esté con esa novia… Logan era un
imán para las chicas y yo no estaba buscando la atención. Lo miré
críticamente mientras entregaba su identificación. Él es uno de mis
hermanos más bajos, midiendo 1,80m como Cooper y Paul. Su musculoso
cuerpo aún estaba cubierto por su nítido uniforme de piloto Doctor de las
fuerzas aéreas, aunque dejó su sombrero en el auto, revelando el corte al
número dos en su negro cabello. Sus azules ojos se iluminaron cuando se
acercó, lo bastante cerca para que yo pudiera ver sus pequeñas pecas
esparcidas en su bronceada nariz (como la mía) y la sombra de su barba.

—Has aumentado de peso —dijo con una sonrisa, mirando mi cuerpo


desde los tacones hasta el pecho. De repente frunció su ceño mientras
miraba mi apretada camisa.

Aquí vamos —Pensé, esperando el viejo protector (o joven en el caso de


los trillizos) discurso acerca de mi ropa de prostituta. Pero olvidé que Logan
no era como los otros. Como Cooper, él no era prepotente y agresivo. En
vez de ser genial y sensible y fácil de llevar como Cooper, él era relajado y
sin preocupaciones, sosteniendo sus propias reglas y código de conducta.

—¿No tienes frío? —me preguntó con preocupación—. Aún no tienes


mucha carne y esa camisa es más delgada que el papel.

—Estoy bien —susurré. Briar me dio un codazo en el costado.

—Oh —dije nerviosa—, esta es mi amiga Briar. Bri, este es mi hermano


mayor Logan.
—¿Tu hermano? —ella murmuró con una sonrisa creciendo en su rostro.

Asentí, sabiendo que ella y Fredi habían pensado diferente de la llamada


telefónica.

Logan la miró apreciativo.

—Mucho gusto —dijo con una sucia sonrisa.

Ella tiene mi edad —susurré en voz baja a mi hermano de veinticinco años.


Él me ahuyentó con su mano.

Briar agitó sus pestañas coquetamente.

—Dios, eres aún más sexy que los trillizos.

Logan sonrió ampliamente.

—¿Has conocido a mis hermanos menores? —preguntó curioso.

Briar negó con la cabeza.

—Solo vi una foto.

Logan asintió y volvió a mí con un ceño.

—¿Te ha llamado ya Cooper? —preguntó—. Me llamó temprano,


esperando saber cuándo llegaba tu vuelo. Así fue como supe que volvías
hoy.

Los ojos de Briar brincaron a mi cara, un raro brillo bailando en ellos.

—¿Es Cooper también un hermano?

Logan sonrió.

—Sip —respondió por mí, guiñándole un ojo—, pero él es otro hermanito


que no se me iguala.

Le rodé mis ojos.

—Supéralo —susurré.

Él y Briar rieron e hicimos nuestro camino dentro del repleto Club. Escuché
una voz familiar cantando a todo pulmón una canción de Metal y miré
hacia el escenario. Donny estaba detrás del micrófono, su hermosa cara
contorsionada mientras él y Alec cantaban el coro.
Fredi se veía caliente detrás del piano mientras lanzaba sucias sonrisas a su
babeante público masculino y miré con asombro la suavidad con que
Jamie movía sus manos por la base de su guitarra. Un pesado solo de
batería anunció el final del coro y mi vía respiratoria se cerró mientras
miraba a Stone. En su ancha camisa, su pecho estaba sudoroso y
resbaladizo mientras disfrutaba de la música. La mirada en su dura y
masculina cara era intensa y tragué ruidosamente mientras veía sus
músculos brincar en sus brazos.

—¿Qué pasa, hermana? —Logan preguntó sacudiéndose a rubia amiga


con la que había estado hablando.

—Nada —murmuré sonrojándome cuando me di cuenta de que me


habían atrapado mirando—. Vamos por un trago.

Logan se rio entre dientes.

—Un trago suave para mí —Se burló mientras me llevaba a la barra.

Para el momento en que nos sirvieron, la banda había terminado de tocar,


así que Briar nos llevó hasta su mesa. Dejé mis ojos recorrer a cada
miembro, reparando en sus estados de ánimos. Donny y Jamie estaban
coqueteando con una pareja de chicas sentadas en la mesa de al lado y
Fredi y Alec parecían estar teniendo un debate de alguna clase. Stone
estaba bebiendo su cerveza, reclinándose en su silla, parecía relajado. Su
cabeza se giró y cruzamos miradas por un momento, antes de que sus ojos
de dirigieran hacia Logan.

Sus facciones se endurecieron y me empecé a sentir un poco incómoda


respecto a traer a otro macho alfa a su mesa. Stone estaba asesinando a
Logan con su mirada, como tratando de medir su valía.

—¡Oh! —Fredi exclamó cuando los alcanzamos—, ¿este es el chico con el


que dijiste que te encontrarías?

La mesa se quedó en silencio y todos se voltearon a verme. Asentí


nerviosamente.

—Soy logan —dijo mi hermano mirando la ropa de Fredi (o su ausencia)


apreciativamente.
Stone bajó su cerveza con un sonido sordo y Alec le echó una mirada
preocupada. Logan no se dio cuenta de la tensión. Colocó su brazo a mi
alrededor, dándole a mis hombros una buena sacudida.

—¿Estos son tus amigos, Evie? —me preguntó, mostrando su usual cara
coqueta.

Dudé insegura de si alguno en la mesa podría ser considerado mi amigo,


pero eventualmente asentí.

—Bien —el respondió con su amplia sonrisa—. Me alegro de que estés


haciendo amigos —Él devolvió su atención a la mesa y les sonrió
abiertamente—. Mi pequeña E, es muy tímida.

Me sonrojé y oculté mi rostro en su hombro.

—Deja de avergonzarme —gruñí en su camisa.

Logan solo se rio.

—¿Os molesta, chicos, si me la robo por un momento? —le preguntó a mis


nuevos amigos—. No consigo verla muy seguido estos días.

¿Y de quien es la culpa? —Pensé amargamente.

Briar le sonrió.

—Claro —agregó entusiasmada, dándole una mirada a Fredi—. No nos


importa.

Stone se levantó y dejó la mesa yendo hacia el bar.

—Vamos, Evie —Logan dijo alegremente—, tienes que bailar conmigo si


quieres mantener a las chicas alejadas.

Palidecí y tropecé en mis tacones cuando empezó a arrastrarme a la pista


de baile. Él era mucho más fuerte que yo y terminé bailando lentamente
con mi hermano mayor en el medio de un ruidoso club. Bailamos unas
cuantas canciones, antes de que me arrastrara afuera para que
pudiéramos hablar en el jardín. Me contó acerca del trabajo y yo le conté
acerca de la universidad, mi viaje a Sydney y mi visita a casa. No
mencionó a su misteriosa novia y yo no le pregunté. Se fue antes de
medianoche, ya que tenía que trabajar en la mañana, pero me prometió
llamarme pronto e invitarme a su casa. Asentí lentamente en acuerdo, sin
estar segura de qué extraterrestre lo abdujo y revolvió su cerebro. Algo
tenía que estar pasando si Logan quería pasar el rato con su invisible
hermana menor.

Regresé de vuelta al grupo, esperando que no estuvieran molestos por


haberlos abandonado cerca de cuatro horas.

—Hola —susurré mientras me sentaba junto a Briar.

Todos ellos comenzaron a mirar alrededor como preguntándose cómo me


metí entre ellos. Era buena en eso. Nadie nunca me notó, nadie excepto
Stone, quien estaba haciéndome un hoyo en mi frente con su mirada. Me
froté el punto conscientemente.

Fredi se inclinó y me pellizco.

—Pensé que habías dicho que eras soltera señorita —Fingió regañarme
con una sonrisa.

La miré con un ceño de confusión.

—Lo soy —dije firmemente.

El grupo me miró por unos momentos, antes de que Donny rompiera el


silencio con una risa.

—De seguro tienes un montón de no-novios —dijo lanzándome un guiño


descarado.

¿Quieres unirte al grupo? —Pensé, pero simplemente me sonrojé y miré


hacia otro lado… justo a tiempo para ver una secreta sonrisa en la mirada
de Briar.
Capítulo 7
andy apareció al día siguiente y me acosó con preguntas un poco

C decepcionada, pues había escuchado de Briar que yo realmente me


había ido al Club Uni sin ella cuando ella había intentado hacerme ir
durante todo un año. Afortunadamente, Mason había escuchado que
estaba de regreso y había ido en mi rescate antes de que se le fuera la
cabeza. Desafortunadamente, significaba que me quedaría vagando por
todo el Campus durante las próximas horas mientras ellos usaban la
habitación.

Las clases se retomaron el lunes, me encontré corriendo irregularmente


mientras me apresuraba a comprar mis nuevos libros de texto, hallar mis
nuevas aulas y luego por unos cuarenta minutos aguantar una tortura
muscular infligida por Alec. Sí, la determinación de Alec y Briar no había
aumentado en lo más mínimo mi peso. Bueno, está bien, para ser justos,
dejaron de parar de amontonar una ridícula cantidad de alimentos en mi
plato. El día fue largo y me sentí aliviada de escapar a mi cuarto después
de la cena.

Me desplomé en la cama, maravillándome nuevamente de lo afortunada


que era de haber conseguido pase gratis a una universidad que proveía a
sus estudiantes con camas de tamaño enorme. Sip, está bien, tenía que
compartir esta elegante y cómoda habitación con una guarra que traía a
su novio con frecuencia, pero aun así era muy decente. El próximo año me
gustaría conseguir una habitación individual. Suspiré con placer,
imaginando mi propio refugio especial. Crecer con tantos hermanos me
hizo valorar la privacidad, tranquilidad y el estar sola.

Eché un vistazo al otro lado de la habitación donde Candy estaba


bailando en pijama y zapatillas de lana de conejito playboy y cantando
una canción que no pude distinguir de los auriculares que usaba. ¡Parecía
que alguien había tenido un buen primer día de regreso! Gemí. Mi primer
día de nuestro segundo semestre había sido extremadamente cansado y
lo único que quería hacer era ir a dormir. Bueno, lo que realmente quería
era estar de vuelta en Sydney con la familia de Briar, pero supongo que
dormir era lo único que podía hacer.

Un golpe firme sonó en la puerta, pero pareció que Candy no lo escuchó.


Probablemente fuera Mason, pensé con una mueca. Me levanté y
lentamente abrí la puerta, ansiando que no fuese Mason y que no tuviese
que buscar otro lugar donde dormir. Me congelé mirando al inesperado
invitado, desconcertada. Stone estaba parado en la puerta, recostado
sobre el marco, con su postura inclinada que no disimulaba para nada su
gran tamaño. Su dura mirada de ojos grises cayó sobre mi cálido y suave
pijama amarillo, entonces posó su mirada en Candy. Candy se giró y se
congeló. Ella le sonrió y se sacó los audífonos.

Con un pequeño movimiento de su cabeza y el estrechamiento de su


mirada, Candy leyó el comando en sus ojos: Sal. Ella me guiñó un ojo y
rápidamente se movió pasando por su lado de salida a la puerta. Su
mirada se posó en mí y lentamente dio un paso hacia adelante, cerrando
la puerta detrás de él. Aparté mi mirada, fingiendo interés en los patrones
geométricos de la alfombra. Podía escuchar el ritmo de mi pulso en mis
orejas, sentir la sangre correr por mis venas mientras trataba de calmar mi
alterada respiración.

¿Qué estaba haciendo él aquí? ¿Qué quería de mí?

Deseaba dedicarle una mirada a esos dominantes y poderosos ojos, pero


me temía la orden que iba a encontrar.

Esperé.

Esperé más tiempo, pero él no decía una palabra. Levanté mi cabeza y le


miré a través de mis pestañas. Estaba de pie completamente inmóvil,
mirándome. Esperando.

Él esperando, yo esperando, y ninguno de los dos apartó la mirada y


contuve el aliento.

Varios segundos después, empezó a moverse hacia mí, sus grandes y


pesados zapatos se movían sin hacer ruido contra la mullida alfombra.
Sentí cómo mi cuerpo temblaba y miré cómo mis manos temblaban
cuando las levantaba hacia mi pecho, listas para apartarlo si era
necesario.
Él se detuvo delante de mí y me miró de frente, bloqueando con su
enorme pecho mi visión de la puerta, mi escape. Dejé que mis manos
cayeran. Eran inútiles. Dudo que incluso él sintiera algo si lo echara hacia
atrás o le pegase en el esternón. Apreté mis manos con fuerza,
clavándome las uñas en las palmas de las manos como tratando de
demostrar que no tenía miedo. Levantó su enorme mano y me estremecí
cuando la acercó a mi cara.

Dudó un momento, antes de que tiernamente pasara un mechón de pelo


detrás de la oreja. La sensación de su piel caliente, áspera me asustó y mi
estómago se contrajo mientras esperaba por más.

¿Querrá él tener sexo conmigo? ¿Es por eso que estaba aquí?

Dio un paso lejos de mí y se sentó en mi cama, inclinándose para quitarse


los zapatos. No me moví. Le lancé una mirada a la puerta, considerando
hacer una carrera hacia ella, pero me mantuve quieta. Puso sus calcetines
dentro de los zapatos y los colocó debajo de la cama. Mi corazón
comenzó a correr y casi grité del miedo cuando se acercó y me llevó a la
cama. Se subió todavía con su camiseta y vaqueros puestos, y rodó sobre
su costado a mis espaldas.

Me quedé mirando su larga espalda confundida. No era capaz de pensar


o hacer alguna otra cosa, lentamente me acosté en la cama, en el
pequeño espacio que su gran cuerpo había dejado, con cuidado de ni
tocarlo.

Se agachó y tiró de las sábanas, sin voltearse a mirarme. No se movió de


nuevo, así que apagué la lámpara de la mesita de noche,
sumergiéndonos en la oscuridad.

Estuve rígida durante horas, pero eventualmente me quedé dormida,


porque a la mañana siguiente… él se había ido.

Miré mi reloj despertador y me di cuenta de que me había quedado


dormida. Me había perdido mi carrera matutina y el desayuno, e incluso
ahora Alec debería estar esperándome para entrenarme. En efecto,
cuando estaba luchando para salir de la cama, hubo un suave toque en
la puerta. Me pasé la mano por mi desordenado cabello y
cautelosamente abrí la puerta. Alec me echó una mirada luciendo
preocupado.
—¿Está todo bien Evie? —preguntó suavemente.

Yo asentí, apartando mi cara escondiendo mi rubor.

—Solamente me quedé dormida —contesté—. Estaba cansada.

Alec sonrió y revolvió mis enredados cabellos.

—Bueno saltémonos el entrenamiento hoy. Vístete y consigue algo de


comer antes de tu primera clase —dijo.

—Está bien —susurré.

—Te veo en la cena —dijo mientras se alejaba.

Gemí cuando me di cuenta de que tendría que hacer frente a Stone en la


cena… así como al resto del grupo.

¿!Lo sabrían!? Dios mío espero que no.

Caminé hacia el baño para arreglarme para el día que me esperaba.

—¡Oh Dios mío! ¡Ahí estas! —Candy chilló en cuanto entré en la cafetería
para la cena de esa noche. Aferrándose de mi brazo me llevó hacia una
mesa vacía, empujándome prácticamente a una silla.

—¡He estado esperando todo el día para hablar contigo! —exclamó


apoyando los codos en la mesa y la barbilla en sus manos mientras se
inclinaba hacia adelante con entusiasmo.

—¿Por qué? —Comencé a preguntar, antes de palidecer cuando me di


cuenta del porqué de su excitación—, ¿no se lo habrás dicho a nadie,
verdad?

Mire a mi alrededor frenéticamente, casi esperando que todo el mundo


estuviese susurrando y lanzando miradas furtivas hacia mí. Candy resopló y
agitó una mano.

—Por supuesto que no —replicó—, es tu problema de todas formas. Stone


probablemente me mataría si estuviera por ahí contándoselo a todo el
mundo.

—Oh —dije suspirando aliviada.

—Así que —Candy continuó, sus ojo parpadeando—, ¿Para qué fue a
hablar contigo, tan serio y apesadumbrado?
—No lo sé —respondí honestamente.

—Bueno, ¿qué paso? —Candy demandó.

—Él… él entró, se quitó sus zapatos y se acostó en mi cama a dormir — le


susurré mirando a una mesa cercana para asegurarme de que no estaban
escuchando.

—¿Qué? —Candy preguntó, sus ojos asombrados —¿Él solamente se


acostó en tu cama… sin decir nada?

Asentí

—¿Ni tan siquiera intento besarte? —preguntó incrédula, y luego hizo un


gesto de decepción.

Negué con la cabeza.

—Él… Él alejó algunos cabellos de mi cara —dije tratando de animarla.

Lanzó una mirada confundida más allá de la mesa. Seguí sus ojos, noté
que Stone se acababa de sentar y Briar nos estaba saludando.

—Tal vez estaba esperando a que tú hicieras algo —dijo lentamente.

—¿Cómo qué? —pregunté frunciendo el ceño confundida—. ¿Qué se


supone que debía hacer? ¿Por qué inclusive vino a mi habitación?

Candy hizo una mueca hacia mí.

—Duh, le gustas —dijo levantándose del asiento y caminando hacia su


mesa. Corrí tras ella.

—¿Quieres decir… que él quiere tener sexo conmigo? —le susurré


frenéticamente sin saber cómo reaccionar.

Candy me miró.

—Es muy obvio que te desea —respondió ella—. Por Dios, chica, ¿estás
ciega?

No contesté por unos momentos, conmocionada por esa revelación,


insegura de si creérmelo o no. Candy se detuvo en seco y se volvió para
echarme una mirada, con una expresión seria en su rostro.

—¿Estás nerviosa? —preguntó—. ¿Quieres tener sexo con él?


Abrí la boca, pero no sabía cómo responder a esa pregunta.

Su frente se arrugó.

—Está bien estar nerviosa sobre tu primera vez. Esa es probablemente la


razón de que él no se lanzara. Pero creo… que sí lo deseas, sólo debes ir a
por ello.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar de nuevo. Seguí tras ella,


sintiéndome todavía un poco aturdida. Ella se detuvo y le dije lo primero
que me vino a la mente:

—Pero... Yo no soy virgen —Candy echó una risa sorprendida y me dio un


codazo.

Miré a mi alrededor y me di cuenta de que habíamos llegado a la mesa…


Y todo el mundo me estaba mirando.

Oh mierda.

Donny se rio y nos miró a Candy y a mí.

—¿De qué estabais hablando, chicas traviesas? —preguntó alzando las


cejas.

¡Duh, el sexo! —Pensé.

—¿No te gustaría saberlo? —Candy ronroneó.

—Sí. Sí, me gustaría —Donny respondió bajando su mirada.

Es una pena —Candy respondió, sentándose en un asiento vacío y


arrastrándome con ella—. Fue una conversación privada.

Donny se volvió hacia mí con una sonrisa sexy.

—Vas a decírmelo ¿no es cierto, Evie, nena? —me agarré a mi bandeja y


me mordí el labio.

—Córtala, Donny —dijo Fredi entre dientes, dándole un codazo en el


costado.

—Bien —Se quejó.

Me moví torpemente en mi asiento y por casualidad miré a Stone,


preguntándome si se comportaría de manera diferente conmigo.

No lo hizo. Ni siquiera me miró. Tragué nerviosamente.


¿Lo habría enojado? ¿Le decepcioné? ¿Sólo necesitaba un lugar para
dormir la noche anterior?

Alec miró a mi bandeja vacía y levantó una ceja.

— ¿No comerás, Evie? —Sentí que Stone me miraba, pero yo estaba


demasiado nerviosa como para mirarlo—. Mmm, voy a buscar algo ahora
—murmuré con mucho gusto de levantarme de la mesa y caminar hacia la
fila.

Cuando regresé, estaban sospechosamente tranquilos, y tanto Candy


como Stone se veían molestos. Tragué con ansiedad mientras poco a poco
me sentaba. Tuve el mal presentimiento de que habían estado hablando
acerca de mí y mi comentario de ―no soy virgen‖. Briar me sonrió y abrió la
boca para decir algo, pero el brillo estridente de mi móvil cortó su intento
de romper el silencio. Con manos temblorosas, traté de ignorar los muchos
ojos puestos en mí, busqué en mi bolso y saqué mi teléfono. Cerré los ojos y
gemí al nombre en la pantalla. Sin abrir los ojos, apreté el botón para
hablar y llevé el teléfono a mi oreja.

—Hola mamá —dije.

Candy sofocó una risa de mi lado, habiendo sido testigo de varias


llamadas antes de mi madre.

—Evelyn —mi madre gritó con alegría e hice una mueca por el volumen. Oí
algunas risas más y deduje que el resto del grupo la había oído también.

—¿Cómo está mi niña?

—Estoy bien —le susurré—. Pero estoy en el medio de la cena. ¿Te puedo
llamar después?

—Va a ser un minuto —habló por encima de mí.

Dejé escapar un suspiro de resignación y me alejé de la mesa,


alegrándome de haber comprado alimentos empaquetados como los
emparedados y simplemente tener que meterlos en la mochila. Candy
alejó mis manos y comenzó a hacerlo por mí. Le sonreí con gratitud y volví
mi atención a mi madre.

—No mamá —contesté pacientemente—. No he recibido proposiciones de


ningún profesor fornido y no, no he empezado una relación ilícita con un
aspirante a artista apasionado —Briar rio y Donny levantó una ceja—Lo
siento —le murmuré a ellos, sonrojándome un poco y tomando mi mochila
de manos de Candy.

Saludé al grupo y rápidamente me fui.

—¿Por qué no llamas a Harvey, mamá? —Sugerí—. Cooper mencionó que


acaba de volver de un trabajo en el extranjero. Fue herido en un ataque
contra la base aérea o algo. Él debe tener algunas historias para ti.

—¡Herido! —Mi madre lloriqueó—. ¡¿Por qué nadie me lo dijo?! —Me


estremecí de nuevo al darme cuenta de lo cabreado que estaría Harv
cuando se enterara de que se lo dije a mamá.

Harvey, al igual que sus compañeros trillizos, Evan y Vicky, trabajaba para
las Fuerzas Aéreas. La mayor parte del tiempo estaba en Townsville (donde
vivía Cooper), pero acababa de pasar una temporada en el extranjero.
Cada uno de los trillizos jugaba diferentes papeles dentro de las Fuerzas
Aéreas. Evan era ingeniero, Vicky era piloto de caza, y Harvey mecánico.
Había sido la mala suerte recibir un disparo en la pierna en esta última
asignación, y por eso, estaba recuperándose en casa. Lo último que
necesitaba era las constantes llamadas telefónicas de mamá.

—Estoy segura que alguien te dijo y te olvidaste mamá —Mentí—.


Probablemente te encontrabas en medio de alguna escritura.

—¡Evelyn Sandra Vine! ¡¿Estás insinuando que olvidé que mi propio hijo ha
sido herido?! —Mierda—. No, no, yo no… —tartamudeé—. Lo siento, no
quería…

—Eso no importa, cariño —Mi madre interrumpió—. ¿Has sabido algo de


Logan últimamente? Ha estado evitando mis llamadas.

Me pregunto por qué —Pensé con sarcasmo.

—Lo vi el fin de semana —le contesté.

—¿En serio? —preguntó mi madre sonando desconcertada—. Nadie más


ha sabido nada de él.

—Logan dijo que había hablado con Cooper —ofrecí.

Mamá gruñó algo en voz baja. Estaba todavía un poco dolida con que
Cooper hubiese dejado la escuela y el hogar a los dieciséis años para
convertirse en un mecánico en otro Estado. Le molestaba aún más que
Cooper lograra mantenerse en contacto con todo el mundo y siempre
saber todo lo que estaba pasando. Le iría mejor si simplemente llamara a
Cooper para saber noticias sobre los actos de todos, pero le gustaba
molestarnos personalmente.

—Bueno, está evitando a todos los demás —Espetó—. Ni siquiera respondió


el correo que Zane le envió.

—¿Cómo sabes eso? —le pregunté con curiosidad.

—Zane me llamó con la única llamada telefónica que podía hacer —


Mamá se jactó felizmente—, le pregunté si sabía algo de Logan.

Rodé los ojos y abrí la puerta de mi habitación, dejándome caer en la


cama y sacando mi cena.

—Le diré a Logan que te llame si lo veo de nuevo —Le prometí—. Pero la
verdad es que tengo que comerme la cena ya mamá.

—Oh —dijo—, pero no he terminado de hacerte preguntas acerca de...


¡Jacob!

—¿Jake? —le dije arrugando la nariz con confusión—. ¿Qué pasa con
Jake?

—¡Jacob, no te atrevas a tocar esa computadora! ¡No he salvado mi


trabajo! —gritó.

Solté un bufido cuando me di cuenta de que ella no estaba hablándome


a mí.

—Mamá —me impuse.

—¿Ah, sí? ¿Evelyn? —dijo distraídamente—. Realmente no tengo tiempo


ahora mismo. Hablaremos más tarde. Te quiero —Ella colgó sin esperar una
respuesta. Me reí y puse mi teléfono en la mesilla de noche.

—Yo también te quiero, mamá —dije.

Apoyé una almohada detrás de mi espalda y me apoyé contra la pared


para comer mi cena. Acababa de terminar y me había puesto el pijama
cuando Candy entró.

—¿Cómo fue la llamada telefónica? —preguntó ella sonriéndome con


descaro cuando se sentó en mi cama.
Me encogí de hombros.

—Mejor de lo habitual —admití.

—Así que... —dijo ella arrastrando las palabras, inclinándose cerca de mí,
su voz susurrante—. ¿Crees que Stone aparecerá esta noche otra vez?

Palidecí y miré hacia mi elección de ropa de dormir: mis zapatillas rosas,


largos pantalones de pijama de color rosa con ovejas por todos lados y mi
fina camiseta sin mangas gris... sin sostén. No me había molestado en
vestirme demasiado abrigada porque las habitaciones estaban calurosas.

Hubo un golpe firme en la puerta y miré la hora. Nueve en punto. El


momento exacto en que había golpeado la noche anterior. Candy chilló y
me levanté de un salto para envolver una mano sobre su boca.

—Shhh —le susurré—. Tal vez simplemente se vaya si estamos en silencio.

Candy me apartó de ella y levantó una ceja.

—Si no lo quieres aquí, entonces dile que se vaya —respondió ella


caminando hacia la puerta.

Mi mandíbula cayó. Nadie nunca le ha dicho NO a Stone.

—Ey Stone —lo saludó con una sonrisa buscando detrás de ella para
agarrar mi brazo y ponerme a la vista.

Él la saludó con la cabeza, antes de fijar sus ojos en mí. Me sentía atrapada
en el momento en que le devolví la mirada. El único sonido en la
habitación era el zumbido del calentador y las bocanadas suaves de mis
respiraciones nerviosas.

—Está bien —Candy dijo alegremente—. Voy a irme ahora —Ella se


agachó bajo el brazo de Stone y me saludó mientras se alejaba,
presumiblemente en dirección a las escaleras para permanecer en
dormitorio del segundo piso de Mason.

Stone levantó una ceja hacia mí y rápidamente me quité del medio,


dejando que entrara a la habitación. Estaba vestido con pantalones de
chándal y una camiseta holgada esa noche, sus pies ya descalzos. Se
sentó en la cama y comenzó a revisar mi colección de CD. Yo jugueteé
con inquietud, cruzando los brazos sobre mi pecho apenas cubierto y
mordiendo mi labio inferior. Su mano se detuvo sobre un álbum y lo separó,
volteándolo y leyendo las canciones de la lista. Curioseé la portada y
escondí una sonrisa de sorpresa. Parece que al Sr. Baterista de banda
metal le gustaba UB40.

Abrió la parte superior de mi reproductor de CD y colocó el álbum The Very


Best of UB40 (1980-2000). No se molestó en quitar el cobertor de mi cama.
Simplemente se robó algunas almohadas de la cama de Candy y las
añadió a la colección contra la pared. Se sentó e inclinó la cabeza hacia
atrás y cerró los ojos a la vez que comenzaba a sonar "Red Red Wine".

Una vez más, vacilante me uní a él en la cama, me encaramé en el borde


para no tocarlo. Me tensé cuando su brazo pasó alrededor de mis
hombros y me acercó más, todo mi cuerpo ahora en el colchón. Su mano
me soltó, pero su brazo se quedó dónde estaba. Él no había abierto los ojos
y cuando no hizo ningún otro movimiento de tocarme, poco a poco me
incliné hacia atrás y cerré los míos.

Nos sentamos en silencio a escuchar el álbum, nuestra respiración


cayendo lentamente en sincronía. Cuando llegamos a la pista once (Do
not Break My Heart), Stone se deslizó por la cama para acostarse, quitando
su brazo de mi alrededor y rodando hacia un lado, de nuevo de espaldas
a mí. Lo tomé como una señal de que quería dormir, me levanté de la
cama para apagar la luz del techo. La luz del reproductor de CD iluminó
mi camino de regreso a la cama y con cautela me subí, también tumbada
de lado, mi espalda casi tocándole. Bajé la música y cerré los ojos, sin
molestarme en tirar de las mantas sobre nosotros. El calentador caldeaba
la habitación y el calor de Stone quemaba la cama.

Me acosté con rigidez por varios momentos, insegura de si esa noche


Stone trataría de decir o hacer algo. No lo hizo, sin embargo, y me
encontré relajada, mi cuerpo empezó a ponerse pesado cuando la
siguiente canción se reproducía. Sonreí cuando me di cuenta de que era
una de mis favoritos y con avidez inhalé el aroma cálido y masculino que
impregnaba mi cama mientras en silencio cantaba: "Y no puedo evitar,
enamorarme de ti..."
Capítulo 8
e desperté a la hora habitual a la mañana siguiente, sintiéndome

M descansada. Me estiré adormilada, pero con el ceño fruncido


cuando me di cuenta de que estaba durmiendo en la parte superior
de las cobijas y con mi pie encontré una pierna caliente, dura.
Mierda.

Me senté con la espalda recta, y luego me caí del borde de la cama,


aterrizando en la suave alfombra con un ruido sordo. Me arrodillé y me
asomé mirando al gran cuerpo en mi cama. Stone todavía estaba allí. Me
puse de pie lentamente, sin saber qué hacer. Después de unos momentos,
decidí tomarlo como un día habitual. Me apresuré agarré mi ropa de
gimnasio y me metí en el baño, cerrando la puerta.

Cuando estaba vestida y lista para mi carrera matutina, me acerqué de


nuevo a la habitación y al lado de la cama. Stone estaba tendido sobre el
colchón, su gran cuerpo ocupando todo el espacio, con los pies colgando
hacia afuera. Se había recogido las cobijas sobre sí mismo, pero sus pies
descalzos se asomaban por la parte inferior. Contuve una risita mientras
miraba los enormes dedos pálidos. Por alguna razón, al ver sus pies
descalzos se sentía extrañamente íntimo y sexy. Se veía tan tranquilo y
accesible cuando dormía, no había señales de su habitual dura expresión
de "No me jodas".

Frunció el ceño mientras dormía y yo lentamente retrocedí hacia la puerta,


sin apartar los ojos de él. Abrí la puerta, pero me detuve cuando vi mi
cámara en la estantería junto a mí. Sonreí y quité rápidamente la tapa de
la lente, para tomar una foto de Stone y revelarla más tarde. Puse
cuidadosamente la cámara de nuevo y cerré la puerta sin hacer ruido.
Caminé rápidamente hacia las escaleras, sintiéndome fortalecida y lista
para afrontar el día.

Stone durmió en mi habitación cada noche de esa semana, y cada noche


era lo mismo. Tocaba la puerta a las nueve, y después nos poníamos a
escuchar relajantes baladas hasta que él se tiraba a dormir.
A veces, estaba por las mañana y, a veces no. Le pregunté a Candy al
respecto y ella decía que Stone sufría problemas de sueño, a veces
despertaba a mitad de la noche o temprano en la mañana y paseaba por
el campus. Él no actuaba de esa manera conmigo durante el día, y yo
lentamente estaba empezando a aceptar su lugar en mi cama. Era
extraño e increíblemente confuso, pero al menos eso era lo único que
estaba haciendo.

El sábado llegó y me desperté en una cama vacía. Decidí renunciar a mi


carrera y en su lugar, me extendí a lo largo de la gran cama, saboreando
el espacio extra que no había podido disfrutar de los últimos tiempos. Debí
haberme quedado dormida de nuevo, porque era unas horas después
cuando me desperté con Briar inclinada sobre mí.

—¡Buenos días, rayito de Sol! —saludó alegremente, mostrando sus


hoyuelos y un brillo travieso en su ojo.
—Buenos días —susurré con inquietud.

—Es hora de levantarse y vestirse —dijo ella, tirándome un poco de ropa.


La alcé para hacerle una inspección y mis ojos se abrieron con
incredulidad.
—¿Qué es esto? —le pregunté con preocupación.

—¡Tu uniforme de animadora! —Briar anunció, saltando de la cama para


que yo pudiera ver su uniforme… una réplica exacta de la mía.
—¿El traje de animadora? —le pregunté confusa— ¿Para qué?
—¡La carrera! —explicó— ¡Tenemos que animar a la banda!

Un interruptor se encendió en mi cabeza y me di cuenta de lo que estaba


hablando. La regata de Henley-on-Todd en el río seco. Todos los años, la
gente formaba equipos y entraba en ―barcos‖ de su propia elaboración
para correr por el cauce del río seco de lo que solía ser el río Todd. Los
barcos se corrieron estilo ―Picapiedra‖, los concursantes utilizaban sus pies
o manos para alimentar el barco hacia adelante. Logan y sus compañeros
de trabajo de los Flying Doctors entraron en un equipo cada año. Al
parecer, la banda había estado trabajando como locos las últimas tres
semanas para construir su barco.

Suspiré y miré de nuevo el uniforme que Briar quería que me pusiera. Una
camiseta blanca con ―Rabid Manifests‖ escrita en negrita, multicolor. Briar
llevaba un par de pantalones negros muy pequeños, pero que me había
dado un par de ajustados, pantalones negros desgastados. Se había
cortado la parte inferior de su camisa para exponer su estómago y sus
largos rizos rubios estaban colgando libremente.

Llevaba unas botas Ugg rosas, pero yo decidí usar mi tenis de


entrenamiento. Me arrastré fuera de la cama y penosamente caminé al
baño para vestirme, con la esperanza de que ella no esperase que
realmente animara.

La ropa se ajustó bien y pronto estuvimos bajando las escaleras para tomar
el ascensor con Candy y Mason. Una vez que llegamos a la carrera, Bri me
entregó un sombrero de vaquera rosa brillante, colocándose uno a juego
en su cabeza. Luego ella pasó a más de un par de aviadores, sonriendo
para sí misma mientras acomodaba sus lentes de sol en la nariz.
—¿Qué? —le pregunté.
—No los rayes —dijo con una sonrisa—. Son de Stone.
Yo los metí a su vez.
—¿Él sabe que los tengo? —le pregunté frenéticamente—. Yo no los quiero.
Ella resopló.

—Relájate —dijo con una sonrisa—. Me los dio para ti. No le importa si los
rompes. Acaba de comprar otros.

—Oh... —murmuré—. Está bien, entonces —me los puse con cautela y me
coloqué el sombrero en la cabeza. Briar tomó mi mano y me llevó hacia las
barricadas.

—Hola —dijo una voz extraña, profunda en mi oído, haciéndome saltar.


Logan se rio y me pasó un brazo alrededor de la cintura—, a ti hermanita
—dijo en su voz normal, riéndose entre dientes.

—Ah… hola Logan —murmuré, sonrojándome ligeramente en mi


nerviosismo—. ¿No estás compitiendo?

—No este año —respondió con buen humor—. Solo estoy observando a los
demás—. ¿Por qué? ¿Has venido a verme? —bromeó.
—No —admití, pero no ofrecí más información.

—Estamos aquí para animar a la banda —Briar informó, empujando el


pecho hacia fuera para que pudiera leer el nombre de la banda escrito
allí. Efectivamente, los ojos de Logan fueron hacia abajo con una sonrisa.
Sus ojos parpadearon de nuevo a mi uniforme y cara.
—Casi no te reconocí, Evi —dijo con una sonrisa.

Asentí brevemente y me volví hacia el río para ver el revestimiento de los


―barcos‖. Había demasiada gente delante de mí, sin embargo y gruñí
suavemente con molestia.
—¿Necesitas un impulso, pequeña? —Logan me sonrió.

—Ya no soy una niña —murmuré y luego chillé cuando me recogió y me


puso sobre sus hombros.

Me aferré a la cabeza para mantener el equilibrio y mi trasero cayó detrás


de su cuello, tirando de mi peso hacia atrás. Logan gruñó y movió sus
manos de mis muslos para empujar mi culo hacia arriba.

—Por Dios, Evie —dijo con una sonrisa—. ¿Has olvidado cómo sentarte
sobre mis hombros?
—No —le espeté—. ¡No me lo esperaba! —Briar me miró con sorpresa ante
mi tono agudo y respiré hondo para calmarse. Logan había tocado un
punto sensible—. Además —murmuré—, nunca me he sentado sobre tus
hombros antes.
Logan se quedó inmóvil, luego giró la cabeza en un intento de mirarme.

—Sí que lo has hecho —argumentó—. Solía llevarte a cuestas y te


sentabas sobre mis hombros todo el tiempo.
—No, no lo hiciste —le respondí—. Ese fue Zane y papá.
—Sí, lo hice —dijo con firmeza—. Cuando eras realmente pequeña, en los
grandes viajes, yo acostumbraba a meterme en peleas sobre quién te iba
a llevar.

—¿En serio? —le pregunté con incredulidad—. ¿Y cargaste a Charlie


también?
Logan resopló:

—No. Ella era una niña gordita y solo dos años más joven que yo. Además
—dijo —, siempre has sido la bebé de la familia, incluso después de que los
viajes se dejaran de hacer.
Le jalé la oreja.
—¡Ay! —dijo con una sonrisa—. ¿Y eso por qué fue?
—No soy una bebé —murmuré.

El arma se disparó y la carrera comenzó. Me apresuré a destapar mi


cámara y practiqué con los concursantes. Tomé algunas para Logan de
sus compañeros de trabajo y de Logan en su ―barco avión‖.

Sonreí cuando vi el barco de la banda. Era un barco construido con un


gran cartón, a cada lado con forma de una guitarra eléctrica. ―Rabid
Manifests‘‖ fue pintado con spray en cada lado a lo largo de las cuerdas y
los miembros de la banda estaban dentro de la ―nave‖, usando sus piernas
para correr. Iban vestidos con diferentes camisetas de bandas de metal y
Jamie estaba sosteniendo un asta de cartón, con numerosas "banderas de
bandas de metal‖ que lo tapaban. Tomé varias fotos mientras nos
pasaban. Me enfoqué en Stone, sonriendo a la forma en que Fredi se
aferraba a su cuello mientras corría con ella en su espalda.
Aparentemente Fredi no se había estado moviendo lo suficientemente
rápido para los chicos.

Al final de la carrera, Briar agarró la mano de Logan y nos arrastró hasta la


línea de meta, donde el equipo estaba saliendo de su embarcación. Stone
se quitó la camisa de la banda y se la metió en el bolsillo de atrás. Se pasó
una mano por la cabeza rapada, con expresión cansada, pero contenida
en su rostro. Rápidamente tomé una foto antes que su máscara volviera a
caer de nuevo en su lugar.

—GG —Briar gritó, saltando arriba y abajo y agitando, para que él nos
viera. Levantó una mano brevemente, pero su mirada se dirigió a mí y se
dejó caer. Él frunció el ceño y me apresuré a bajar la mano que había
estado levantando tentativamente para saludar.
—Mierda, ¿cuál es su problema? —Logan preguntó con una sonrisa.

—No sé —le susurré a la vez que Briar corría hacia la banda—. Bájame. —Él
me bajó suavemente y empezamos a caminar hacia los miembros de la
banda. Su teléfono sonó sin embargo, y después de mirar en él, el rostro de
repente se congeló y dejó de caminar.
—¿Ey, Evie? —dijo—, me tengo que ir.
—¿Qué? ¿Por qué? —le pregunté.

Él no respondió, sin embargo, me besó en la mejilla y abrió su teléfono,


rápidamente caminé lejos.
—Adiós —murmuré, mirándolo con curiosidad.
Mamá tenía razón. Algo estaba pasando.

Se encogió un poco de hombros, me dirigí a la banda, deteniéndome


junto a Donny que estaba consumiendo una botella de agua.
—Ey Evie, nena —saludó alegremente—. ¿Te divertiste?
—Supongo —murmuré—. La carrera ha sido bastante divertida.

—¿Dónde está ese chico con el que estabas? —pinchó mirando a su


alrededor—. Logan ¿verdad?
—Sí. Creo que se ha ido a casa —le contesté—. Alguien lo llamó.
Donny frunció el ceño.
—¿Así que te abandonó?

—No me abandonó —le dije con el ceño fruncido—. No he venido aquí


con él. Me acababa de encontrar con él.
—Oh —Donny respondió—. Eso es mejor, supongo.

—Probablemente se fue a trabajar de todos modos —murmuré, no


creyéndolo realmente.

—Claro —dijo Donny con una sonrisa—. Pero si te hace daño de alguna
manera, solo házmelo saber dulzura.
Arrugué nariz frente a él.
—Tú serías la menor de sus preocupaciones si me lastima —le contesté.
—¿En serio? —preguntó levantando una ceja—. ¿Cómo es eso?

Me moví con inquietud, sabiendo que no podía mentir y que tendría que
enfrentarme a su incredulidad y diversión por encima de mi gran familia.

—Porque —admití a regañadientes, agradeciendo de que el resto de la


banda se hubiera marchado—, el resto de mis hermanos serían poco
menos que impresionantes.
—¿Resto? —repitió, mirando confundido.

—Sí —contesté, mirando a otro lado—. ¿Briar no te dijo? Logan es mi


hermano mayor.
—¡¿Qué?! —Donny exclamó, mirando sorprendido en shock por unos
momentos... Entonces empezó a reírse—. Oh hombre, esta chica es astuta.
—¿Qué? —pregunté con el ceño fruncido.

—No importa —dijo rápidamente—. ¿Qué quieres decir con ―el resto de tus
hermanos‖? ¿Cuántos tienes?
—Nueve —rezongué.

Él me miró boquiabierto y tuve que morderme los labios para detenerme


de decirle algo afilado.
—¡Nueve! —dijo con voz áspera con incredulidad.
Se rio en voz baja.
—Déjame adivinar. ¿Eres su primera y única hermana menor?

—No —contesté en breve—. Tengo dos hermanas mayores y yo no soy la


más joven. Hay un conjunto de trillizos un año más joven que yo.
Los ojos de Donny se iluminaron con comprensión.
—¿Los trillizos que vi en tu teléfono? —preguntó.
Asentí.
—Maldita sea —dijo con una sonrisa—. Fredi debe estar en esto también.
—¿En qué? —exigí.
—Nada —contestó—. Solo niñas jugando con la cabeza de un hombre.
Él inclinó la cabeza hacia un lado y me miró duro.
—¿Y Cooper? —preguntó—. ¿Es un hermano también?
—Sí.

—¡Hombre! —dijo Donny en voz alta, luego maldijo entre dientes. Una
sonrisa se le fue formando en su cara.

—No te preocupes Evie, nena —dijo—. Voy a jugar tu juego. Voy a


mantener tus secretos. Esto va a ser divertido.

—¿Qué juego? ¿Qué secretos? —susurré sintiéndome de repente muy


perdida—. Mi familia no es secreta Donny. Simplemente no voy a gritar
sobre que tengo once hermanos.
—Shh —dijo Donny, poniendo un brazo alrededor de mí y llevándonos lejos
del lecho del río—. No le des problemas a tu bonita cabeza, dulzura.
Vamos a buscar a los demás.

Encontramos a los otros con bastante facilidad. Estaban sentados en los


coches, esperando a que nos uniéramos a ellos.

Chloe se había unido al grupo, llevaba una camiseta de fanática de su


propia creación.

—Oh, hola, Evie —me saludó con falsa dulzura—. Pensé que te habías ido
con tu cita.

—No —dije torpemente, mirando hacia abajo en el suelo—. Estoy con


Mason y Candy.

—Oh, cariño —Chloe arrulló con simpatía sincera—. ¿Te dejaron? ¡Qué
idiota!

Stone se apartó cuando ella trató de envolver una pierna por encima de la
suya.

—Él no era su cita —Briar espetó—. Solo se encontró con él y entonces tuvo
que ir a trabajar.

Chloe miró a Briar y abrió la boca para decir algo desagradable en


respuesta.

—No lo hagas —Stone gruñó suavemente a su lado. Los ojos de Chloe se


abrieron, como si solo acabara de darse cuenta de que estaba a punto
de tener una pelea con la mejor amiga de Stone. Ella cerró la boca y se
sentó en silencio.
—Vámonos —dijo Briar, agarrando mi mano y moviéndose hacia el coche
de Mason. Como de costumbre, mi teléfono eligió el peor momento para
sonar. Sonó por primera vez con un mensaje de Cooper, advirtiéndome
que Harvey estaba loco. Entonces sonó el teléfono y yo sabía que tenía
que contestar. Si me demoraba, la ira de Harvey daría pie a estar molesto
a punto de explosión y sería peor.
—Lo siento —le murmuré a Briar—. Tengo que tomar esto. Es importante.

—Lo siento, Harvey —le susurré frenéticamente en el teléfono cuando


empecé a alejarme del grupo.
Debo haber tecleado "hablar" dos veces, porque su voz enojada se
escuchó fuerte y claro en el altavoz del teléfono.
—¡Joder, Evelyn! —me gritó—. ¿Qué coño pensaste que estabas
haciendo?

Me tomó por sorpresa y se me cayó el teléfono. Me apresuré a recogerlo y


desactivar el altavoz. Las lágrimas de angustia comenzaron a fluir por mis
mejillas mientras lo escuchaba despotricar.

—Lo siento —le susurré de nuevo, mi voz quebrada y tambaleándose


mientras mi labio inferior que temblaba incontrolablemente. Odiaba
cuando mis hermanos se enojaban conmigo.

—Lo que sea, Eve —gruñó—. Solo mantén la boca cerrada en el futuro. ¡Y
será mejor que llames a mamá y la distraigas! ¡Me lo debes! —gritó, antes
de colgarme.
Yo sabía que debería de estar de mal humor por tener que sentarse sobre
su culo toda la semana y tomar medicamentos para el dolor, para además
tener bombardeos de las molestas llamadas telefónicas de mamá, pero
aun así me molestaba. Yo estaba llorando con las manos en mi cara,
cuando Briar me envolvió en un abrazo. Candy y el resto del grupo
estaban justo detrás de ella.

—¿Quién coño es este tío, Harvey? —Fredi exigió airadamente. Los ojos de
Stone se estrecharon sobre mí y Alec y Jamie agrietaron sus nudillos como
buscando pelea.

No le respondí. Solamente le pasé el teléfono a Candy. Su rostro se suavizó


y ella empezó a hojear mi agenda.
—¿Cooper? —me preguntó.
Asentí.

—Ey Coop —dijo unos momentos más tarde—. Soy Candy. Sí —dijo ella
secamente—. Harvey acaba de llamar.

—¡¿Quién es Harvey?! —Alec exigió. Briar le hizo callar y Candy me pasó el


teléfono.
—Ey Coop —le susurré en un sollozo.

—Evie —dijo en voz baja—. ¿Qué te dijo? Voy a ir y romperle la pierna


buena si quieres.
Negué con la cabeza, aunque sé que no podía ver.
—No lo hagas —murmuré—, me lo merecía.
—No, no lo merecías, Evie. No te preocupes. Charlie ha estado aquí toda
la semana y ha sido tan sarcástico con ella. Ella tomó un tiempo libre y voló
hasta aquí para cuidarlo. Él ha estado actuando como un niño.
—Está bien Coop —le dije.

—¿Estás bien ahora? —preguntó con rigidez y yo sabía que todavía iba a
pegar a Harv cuando colgara.

—Sí —le respondí con honestidad—. Solo tenía que escuchar tu voz... No le
digas a Zane.
Cooper resopló.

—¿Estás bromeando? —dijo con una risa baja—. Si Zane se entera que
Harv ha hecho llorar a su hermana pequeña, tomará el próximo avión a
casa y le disparará de nuevo.
Suspiré con alivio.
—Gracias —le susurré.
—Adiós, Evie —dijo Cooper rápidamente.
—Adiós —murmuré—. Sé suave con Harv.
—No lo prometo —dijo Cooper, antes de colgar.

—Vamos —le dije a Briar inmediatamente, ignorando las miradas de todos


los demás.
—Está bien —concordó ella, guiándome hacia el coche.
—¡Espera un momento! —Alec protestó.
—¿Quién es Harvey? —Fredi exigió de nuevo.
—No es asunto vuestro —Briar espetó a ellos—. Dejadlo ahí.
—Vamos —gruñó Stone, caminando hacia su coche.

—¡Hago una llamada rápida! —Chloe dio una risita moviéndose hacia el
lado del pasajero.

—No hay lugar —Stone le dijo rápido, metiendo un billete de veinte dólares
en la mano—. Toma un taxi.

La mandíbula de Chloe prácticamente golpeó el suelo y Briar cayó en un


ataque de risa mientras subíamos al coche de Mason con Candy. No pude
contener la pequeña risita vengativa que se deslizó de mis labios.
Realmente no me caía bien. Eché una mirada de preocupación en la cara
enojada de Stone y me pregunté si todavía vendría a mi habitación esa
noche.
Lo hizo... y otra vez la noche después.
Capítulo 9
arvey me mandó un mensaje dos días después, disculpándose por la

H manera en la que me había gritado. Estuve tentada de aplicarle la ley


del hielo, pero finalmente le contesté que estaba perdonado. No
podía estar enfada con ninguno de mis hermanos.

Le contaría a Briar lo que había sucedido con Harvey de regreso a casa y


entonces, después de que ella me preguntara exactamente cuántos
hermanos tengo, tendría que pasar los siguientes treinta minutos dándole
una minuciosa descripción de mi familia. Cómo son, dónde viven, cuántos
años tienen, si son solteros, etc. Además tendría que admitir que le había
contado a Donny acerca de ellos y ella inmediatamente querría darle
caza.

El lunes por la noche me senté a cenar mientras cruzaba los dedos por
debajo de la mesa esperando que nadie de mi familia llamara. Quería
pasar desapercibida esta noche, no necesitaba la atención de nadie.
Éramos pocos en la mesa esta noche, solamente estábamos la banda,
Briar y yo. Usualmente había más gente acompañándonos, pero esta
noche habían permanecido lejos de nosotras. Era genial, especialmente
porque no tenía que soportar la mirada feroz de Chloe, quien usualmente
se sentaba con nosotros a pesar del más que visible disgusto de Briar,
personalmente me limitaba a ignorarla.
Alec, Jamie y Fredi parecían estar sumergidos en una conversación, pero
realmente no los estaba escuchando, jugaba con mi comida y me
encontraba perdida en mis pensamientos, concentrada en uno de mis
encargos fotográficos.
––¿En qué piensas Evie? —me preguntó Alec.

––¿Eh? ––inquirí mientras sacudía la cabeza intentando aclarar mis


pensamientos.

––¿Qué versión de Brick in the Wall te gusta más? ––demandó Fredi––. ¿La
primera, la segunda o la tercera?
––¡Oh! ––contesté arrugando la frente—. No estoy segura.
—La segunda es mejor —insistió Jamie.
—No, ¡es la tercera! —protestó Fredi

—Opino que es la primera —contribuyó Alec—; la primera versión siempre


es la mejor.
—No, lo es la última —dijo Fredi firmemente—. Cada vez se pone mejor.
—Stone, hombre, apóyame —dijo Jaime con una mueca.
Stone sacudió la cabeza y elevó un dedo.
Alec se rio.
—¡Esos son dos votos para la primera versión!
—Briar —espetó Fredi—, ¿cuál es mejor?
—Oh… ¿Quién la canta? ––preguntó Briar frunciendo ligeramente el ceño.
––Pink Floyd ––contesto Fredi––. La tercera versión es la mejor.

––¡Ey! ––gruñó Alec—. No pongas palabras en su boca, Briar no puede


votar puesto que ni siquiera sabe de lo que estamos hablando.

Briar sonrió misteriosamente y siguió comiendo. Estoy bastante segura de


sabía exactamente quién era Pink Floyd y el tranquilo bufido de Stone lo
confirmó. Mason y Candy escogieron ese momento para unírsenos en la
mesa y se sentaron a lado de Jamie

—Mase, tu eres un DJ. ¿Qué versión de Brick in the Wall es mejor: la primera,
la segunda o la tercera? ––preguntó Jamie.
––La segunda ––contestó Mason inmediatamente.

––¡Sí! ––gritó Jaime alzando la mano para chocarla con Mason––. Esos son
dos para mí y dos para Alec.
—¿Candy? ––inquirió Fredi.

––Tercera ––replicó Candy después de hacer una ligera pausa para pensar
sobre ello––. Definitivamente la tercera.
Jaime gruñó.

––Chicas ––dijo rudamente, sacudiendo la cabeza—. Ahora estamos de


vuelta a donde empezamos, empatados a dos votos.
—Evie —dijo Alec firmemente—; tienes el voto decisivo.
Todos me miraron. No sabía qué decir.

—Todo está bien Evie —dijo Candy sonriendo—. Solamente tienes que ser
honesta. Los perdedores lo superarán.

—Bien… —dije titubeando, mi voz apenas era un susurro—. Para ser


honesta prefiero la versión de Korn.
Todos me miraron boquiabiertos
—¡Blasfemia! —exclamó Fredi.
—¿Qué demonios? —explotó Jamie
—Mal Evie, ¡muy mal! —murmuró Alec
Candy, Briar y Mason rieron y cautelosamente miré a Stone. Su labio inferior
temblaba y sus ojos plateados brillaban, lucía claramente divertido,
aunque no podría precisar si se estaba riendo conmigo… o de mí.
—Lo siento chicos —susurré.

—No te preocupes Evie —dijo Briar con una mueca—. Vamos, me iré a
dormir temprano, sube las escaleras conmigo.
—Claro —mascullé—. Buenas noches a todos.
—Buenas noches —gruñeron Fredi y Alec.

—Buenas noches —dijo Candy alegremente, mirando a Stone y a mí


alternativa e indiscretamente.

Stone no dijo nada, pero se levantó de la mesa también. Palmeó


fuertemente la espalda de Jamie y Alec despidiéndose y repentinamente
noté la ausencia de Donny.
—¿Dónde está Donny? —pregunté frunciendo el ceño.
Briar frunció el ceño amenazadoramente y Fredi rio airadamente.
—Fuera jodiendo con alguna chica del baile —me dijo Fredi.
—Hombre, ella es tan caliente —dijo Jamie con nostalgia.
—He estado con chicas más calientes —contestó Fredi riéndose.
—Me gustaría verlo —susurró Jamie
—Quisieras —resopló Fredi
Alec permaneció en silencio, sus ojos miraban fijamente la cara triste de
Briar.
Briar puso una falsa sonrisa brillante y me arrastró hacia las escaleras.

—Tú lo sabes —dijo pensativamente––. Estás empezando a llenar esa ropa


un poco mejor. Deberías dejarme llevarte de compras este fin de semana y
comprar algo lindo para ti, nueva ropa, nuevas cosas.

Sacudí mi cabeza bruscamente. Odiaba ir de compras. Toda esa gente.


Probarse ropa demasiado holgada para mí. Hacer fila. No gracias.
—¡No protestes! —insistió, y con una mirada a su afligida cara, cedí.
¡Estúpido Donny! ¡Todo esto es tu culpa!
Suspiré y cansadamente alcancé el pomo de mi puerta.

—No puedo esperar —dijo Briar emocionada, dándome un beso en la


mejilla y corriendo por el pasillo hacia su habitación. Abrí la puerta de mi
habitación y tomé rápidamente una ducha, apagué las luces y me arrastré
hacia mi cama. Encendí mi reproductor de CD y me acurruqué bajo las
mantas mientras Metallica comenzaba lentamente una de sus canciones
S&M. Cerré los ojos, relajándome mientras esperaba que Stone llegara.
Debí quedarme dormida, porque comencé a despertar cuando dos
fuertes brazos me levantaron de la cama y casi me muero de miedo.
—Shh —dijo una profunda—. Soy yo.

Me relajé un poco, mientras caía en la cuenta de que era Stone tratando


de acostarse en la cama. Se deslizó en ella detrás de mí, su pecho a solo
un suspiro de mi espalda, mientras yacíamos de costado. De hecho podía
sentir su respiración cosquilleando detrás de mi cuello, posó una mano
firme sobre mi cadera, deslizándola lentamente hacia mi estómago y
enroscó las rodillas hasta acurrucarse detrás de mí. Un pequeño hormigueo
de placer vibró por mi estómago y erizó mis brazos. Esperé nerviosamente a
que moviera su mano más arriba o hacia abajo, pero no lo hizo, se limitó a
acurrucarse conmigo, solté un suspiro de alivio y lentamente dejé que mi
cuerpo se relajara.

Stone ya se había ido a la mañana siguiente cuando me desperté, y cada


noche después de eso, me rodeaba la cintura con un brazo y se
acurrucaba detrás de mí. Era cálido y cómodo, pero el miedo me hacía
tensarme entre sus brazos. No quería involucrarme con alguien tan
controlador como él.
Yo era débil y Stone era un hombre poderoso, sus acciones me confundían
y atemorizaban. No sabía lo que quería o si me permitiría alguna vez
decirle no. Trataba de no preocuparme demasiado por ello, pero estos
pensamientos me atormentaban muy en el fondo de mi mente. Estaba
agradecida de que el único momento en el que él se mostraba cercano a
mí, fuera en mi cuarto, lo cual mantenía a las demás chicas celosas fuera
de mi camino y a los chismosos callados.
Todo esto cambió esta semana…

El primer cambio ocurrió el viernes, estábamos cenando y la mesa estaba


más concurrida de lo habitual, había mucha gente que no conocía
sentada ahí. Cuando Briar y yo nos acercamos no había lugar donde
sentarse e incluso habían traído sillas de las mesas aledañas. Bri se encogió
y empujando a través de los chicos que se encontraban sentados en la
mesa se abrió paso para sentarse en las piernas de Alec, yo permanecí ahí
cobardemente sin saber qué hacer, de ninguna manera me sentaría en las
piernas de alguien.

Estaba a punto de darme la vuelta e irme cuando Fredi me saludó con la


mano desde su lugar a la izquierda de Stone, se movió ligeramente para
abrir un pequeño espacio en el que pudiera sentarme, Stone me miraba
fijamente, examinándome mientras permanecía de pie vacilando, el chico
que se encontraba sentado a su derecha dejó salir una ruidosa y molesta
carcajada, Stone dejó su minuciosa observación de mi persona para
dedicarle una gélida mirada, metió la mano bajo la silla de plástico y la
levantó en el aire sacando al chico de su lugar. El chico lanzó un
juramento cuando cayó al suelo e inmediatamente se levantó mientras
fruncía el ceño, furioso, listo para golpear a alguien. Hasta que se dio
cuenta que Stone lo había hecho, entonces rápidamente se dio la vuelta y
se fue.

Stone volvió a colocar la silla en su lugar y me miró, tragué saliva


fuertemente sabiendo que todo el mundo se había girado a mirarme y me
apresuré a sentarme a su lado, vi a Chloe sentarse en las piernas de Donny
que se encontraba solo a unas sillas de distancia, sus ojos parecían
apuñalarme y tuve que emplear toda la fuerza de voluntad de la que fui
capaz para no hacer una mueca de dolor.

No hay nada peor en esta vida que una ex novia celosa cuando piensa
que vas detrás de su hombre, quería acercarme a ella y aclararle que
Stone y yo solamente éramos amigos, si es que así podía llamarse, pero
sabía que nunca me creería y era más que probable que terminara con la
cara hecha pedazos a rasguños, Stone nos miró frunciendo el ceño antes
de seguir comiendo, apartando la mirada lentamente, miré mi plato y me
dispuse a comer. De ahí en adelante mi lugar en la mesa fue siempre a
lado de Stone.

El sábado se me concedió otro privilegio, Briar le había pedido dulcemente


a Stone llevarnos de compras, y cuando llegamos al estacionamiento lo
encontramos sentado impacientemente en el capó de su poderoso auto,
fumando un cigarro.

—¡Muchas gracias por llevarnos GG! —arrulló Briar, Stone le lanzó una
mirada gélida, mientras apagaba el cigarro con su bota, Briar rio
nerviosamente y abrió la puerta del copiloto, Stone carraspeó ligeramente
y señaló la parte trasera del auto, la boca de Briar se abrió ligeramente
—Pero… —protestó ligeramente antes de cerrar la boca de golpe para
comenzar a sonreír.
—Evie, tu irás enfrente, Fredi y yo nos sentaremos en la parte de atrás
—anunció.
––¿Qué? ––pregunté suavemente por la sorpresa.

––Enfrente —dijo Briar mientras su sonrisa se ampliaba hasta formar una


mueca diabólica.

Fredi y ella se subieron al auto y yo me deslicé lentamente en el asiento


delantero. Miré confusamente a Stone, pero él no me miró, se colocó las
gafas de sol, encendió el auto y salió del estacionamiento. Briar y Fredi
discutían en el asiento de atrás acerca de las tiendas que querían visitar.
Briar prácticamente saltaba de la emoción y supuse que esa había sido la
razón por la que me encontraba sentada en el asiento delantero.

Tan pronto llegamos al centro comercial, Stone se alejó sin más aviso que
el de una mano posada en el hombro de Briar por un breve instante, miré
su enorme cuerpo abrirse paso por entre la gente con temor. Él era una
cabeza más grande que la mayoría de los hombres y se movía con el
poder y la gracia de un atleta.

Briar tomó mi mano arrastrándome tras ellas, así que reticentemente dejé
de ver a Stone y centré mi atención en las chicas, que me arrastraron de
tienda en tienda mientras me compraban ropa ajustada que de hecho se
me veía bastante bien. Sonreí a mi reflejo mientras me probaba la ropa,
emocionada de llenar la talla treinta y ocho, la talla treinta y seis era tan
pequeña en la mayoría de las tiendas que solo pude ponérmela debido a
que soy ligeramente más alta que el promedio. Me encontré disfrutando
del día, a pesar de haber tenido que esperar en aquellas
insoportablemente largas filas.

Estaba un poco insegura de algunas compras, especialmente de la ropa


para la discoteca y de la lencería, las cuales eran un poco más atrevidas
de lo que normalmente me hacían sentir cómoda, sin embargo Briar
también me compró algunos conjuntos respetables.
—Para las citas —había dicho Briar
—No tengo pensado ir a ninguna pronto —respondí ruborizándome.
Briar rodó los ojos mientras Fredi masculló entre dientes.
—No tienes ni idea.

Aparte de eso me compraron ropa informal, deportiva y algunos pijamas,


me sentí increíblemente incómoda ante la idea de que ellas me
compraran tanta ropa, pero no pude pararlas y ni hablar siquiera de usar
mi dinero para pagar por lo que había comprado, al final Fredi le sugirió a
Briar cargar todo a su tarjeta de crédito. Fredi amaba cabrear a sus padres
y gastar demasiado en una salida de compras era una de las cosas que
hacían a su madre desfallecer, lo cual me hizo sentir un poco mejor,
aunque no demasiado.

Fredi y Briar habían comprado solamente dos conjuntos para sí mismas,


pero yo tenía más de diez enormes bolsas en el momento en el que
terminamos de comprar. Nos las arreglamos para cargar con todas las
bolsas y caminamos hacia el área de comida, donde Briar supuso que
encontraríamos a Stone.

Efectivamente Stone se encontraba sentado en un extremo del área de


comida, estaba echado hacia atrás en la silla con los ojos cerrados
mientras escuchaba música en su iPod, un grupo de adolescentes estaban
sentadas en la mesa de al lado riendo mientras lo observaban
descaradamente.

Dos pequeñas arrugas habían aparecido en su frente, justo encima de la


nariz y podía apostar a que estaba comenzando a enojarse. Abrió los ojos
y miró directamente hacia nosotras, antes de que recorriéramos la mitad
del camino para llegar a él, empujó la silla y caminó a zancadas hacia
nosotros visiblemente molesto, levantó una ceja ante todas las bolsas que
teníamos en las manos, pero se limitó a cargarlas y dirigirse a la salida.
Briar y Fredi lo siguieron lentamente, aparentemente inconscientes de que
él iba demasiado lejos, Stone se detuvo frente a Wendy´s y se giró para
mirar a Briar inclinando la cabeza a modo de interrogación.

Briar sonrió ampliamente y corrió para darle alcance, Fredi y yo


aceleramos el paso.

—¿Queréis un batido chicas? —nos preguntó en cuanto llegamos a su


lado, mostrándonos la cartera de Stone, que había sacado de su bolsillo
trasero.

Determinada a pagar los cuatro dólares que costaba mi batido, saqué mi


monedero del bolso y me acerqué al mostrador. Stone sacudió la cabeza
y lo miré estrechando los ojos. No me sentía particularmente valiente o
estúpida, pero no iba a ceder en esto. Yo no era una indigente, por el
amor de Dios, y podía pagar perfectamente por mi propio maldito batido.

Stone me frunció el ceño y miré deliberadamente las bolsas que tenía en


las manos, ya había tenido suficiente con dejar que me compraran cosas
todo el día. Miré fijamente sus duros y grises ojos y me mantuve firme, Stone
desvió la mirada, primero cambiando las bolsas de una mano a otra y
tomando su cartera de las manos de Briar, para a continuación guardarla
de nuevo en su bolsillo trasero.
—¡Ey! —protestó—. Todavía no he pagado Stone.

Stone me empujó hacia adelante, su grande y cálida mano presionando


firmemente contra mi espalda baja.
La boca de Briar se abrió con indignación.
—¿Vas a dejar que Evie pague por todos nosotros?

Stone estrechó los ojos peligrosamente y Briar cerró la boca. Rápidamente


le pagué a la chica detrás del mostrador y pasé las bebidas a cada uno,
esperando enfriar los ánimos, guardé el cambio en mi bolsillo trasero y le
sonreí a Briar, ella miró alternativamente a Stone y a mí antes de
devolverme la sonrisa.
—Bien, vámonos —dijo.

De regreso volví a viajar en el asiento delantero, mientras Fredi y Briar


hablaban en voz muy alta en el asiento de atrás acerca del pub al que
irían esa noche, reían y gritaban como borrachas, podía observar como
Stone se enojaba cada vez más y más.
A medio camino sacó un estuche de CD y lo puso sobre mis piernas, ni
siquiera necesité verlo para saber que quería que pusiera un poco de
música para poder dejar de escuchar a las chicas, me apresuré a buscar
mi disco favorito Down with the Sickness de Disturbed y a ponerlo en el
reproductor de CD, Stone sonrió por un momento antes de colocar un
cigarro entre sus labios y volver a parecer imperturbable. Un poco más
tarde, Briar finalmente dejó de hablar con Fredi y me dijo que le
encantaba el disco que había puesto.

Resultó que Fredi y Briar no eran las únicas en salir esa noche,
aparentemente todos irían, pues la banda solía tocar en el lugar y hoy
presentaría un nuevo show e intentaban convencerme de ir con ellos, no
sabía cómo lograríamos entrar Briar y yo al lugar puesto que era un club
real y donde cualquier chico de diecisiete años podía entrar sin la menor
preocupación por ser menor de edad.

Briar intentó escoger mi atuendo, pero tuvimos que apresurarnos si no


queríamos perdernos el inicio del show. Cogí un atuendo del armario y me
apresuré a entrar al baño mientras ella no dejaba de decir ―mmm‖ y ―ahh‖
a cada momento. Cuando salí, examinó atentamente los ajustados
vaqueros grises que llevaba con una apretada camiseta blanca y una
chaqueta color crema y dio su aprobación.

—Con eso bastará —dijo arrojándome un par de zapatos negros de tacón


grueso, que de mala gana me puse.

Tomamos un taxi para recorrer las cuatro manzanas que nos separaban del
club, pero no iba quejarme del innecesario gasto, no había manera de
que recorriera un camino tan largo con esos zapatos.

Stone nos estaba esperando fuera del club cuando llegamos, recargado
en una pared mientras hablaba con el portero.
Bien…al menos el portero parecía estar hablando.
Briar ignoró la fila y caminó derecho hacia Stone con una sonrisa.

Me removí tímidamente mientras sus ojos recorrían mis largas piernas, me


sentía como un bebé jirafa y recé fervientemente por no verme tan torpe y
desgarbada como me sentía.

Vi un destello de emoción cruzar por su mirada, pero se giró hacia el


portero antes de que pudiera descifrar de qué se trataba. Dijo algo en voz
baja y el portero asintió mientras nos hacía gestos con la mano para que
entráramos.
—Nada de alcohol —dijo Stone firmemente mientras me tomaba de la
mano y nos conducía dentro del club.

—Bien —gruñó Briar, sus carnosos labios rosas formaban un mohín infantil.
Stone se rio entre dientes y la besó en la sien mientras apretaba
suavemente mi mano, antes de ir a reunirse con la banda en los vestidores.

Briar y yo compramos refrescos en el bar y nos sentamos a ver a la banda


tocar una gran variedad de temas de diferentes bandas australianas,
poco a poco fueron subiendo el nivel, de ACDC a Silverchair y de ahí a
Powerdefinger, e incluso tocaron un poco de Midnight Oil.

Las personalidades de Donny y Fredi en el escenario eran eléctricas y


Jamie tenía una loca manera de tocar la guitarra.
Alec conquistaba a las chicas con su voz suave y sus sonrisas coquetas y
Stone miraba oscura e intimidantemente a todos desde su posición en la
parte de atrás.

Era cerca de medianoche cuando finalmente terminaron de tocar y se


acercaron a nuestra mesa, los dos chicos con los que había estado
coqueteando Briar huyeron precipitadamente.

––¿Cómo estuvimos, Evie? ––preguntó Fredi con una sonrisa, sentándose a


mi lado sin importarle que su falda corta subiera hasta terreno peligroso.

––Geniales ––contesté con una pequeña sonrisa mientras nerviosamente


tocaba mi chaqueta, había demasiado ruido dentro del club y
comenzaba a ponerme nerviosa, y no estaba segura de quitármela, mi
camiseta era delgada y apretada y debajo de ella llevaba puesto uno de
mis nuevos wonderbra,7 me sentía más cómoda ahora que había perdido
mi desgarbado look y había adquirido algo de peso, pero seguía teniendo
un aspecto frágil si no considerábamos esta nueva parte de mi anatomía.
Miré el revelador top de Fredi y decidí que, a su lado, nadie miraría dos
veces mi bonita camiseta de encaje, me quité la chaqueta sin llamar la
atención de nadie y soltando un suspiro de alivio por ello.

––Fredi ––dijo Donny un momento más tarde, mientras se giraba para


mirarnos, de repente se quedó inmóvil, sus ojos fijos en mi pecho, me
sonrojé completamente mientras cerraba mis manos en puños a mis
costados tratando de reprimir el impulso de tirar de mi top hacia arriba y
hasta la barbilla.

Wonderbra: es un tipo de sujetador realzador que ganó prominencia mundial en la


7

década de 1990.
—Dime Donovan —inquirió Fredi con una mueca divertida.
Donny me miró a la cara con una sonrisa traviesa.

—Lo siento —dijo y se giró hacia Fredi—. ¿Quieres jugar al billar? ¿Tú y yo
contra Alec y Stone?
—No —contestó Fredi tomando un trago de su bebida—. Voy a bailar.
—¡Yo también! —dijo Briar rápidamente.

—Oh vamos Winnie —gimió Donny mientras daba un vistazo hacia Jamie
que se encontraba en el bar esperando por su turno para pedir un trago—.
No me dejes con Jaime contra esos dos.
Fredi y Alec se rieron, pero Briar me miró pensativamente.

—¿Evie, sabes jugar al billar, no? —me preguntó aunque ya sabía la


respuesta, cuando no estaban ignorándome los trillizos me habían
obligado a practicar toda clase de juegos con ellos, usualmente solo me
habían utilizado para poder completar el dos contra dos, y Jake que
odiaba perder me hacía practicar muchas horas a la semana, después de
haber perdido un juego cuando estuve en su equipo.
—Sí, sé jugar —dije.
Donny me miró dubitativamente.
—¿Eres buena?

—Cállate y juega Donovan —espetó Fredi—. Cualquiera es mejor que


Jamie.

Donny la miró mientras me ofrecía una mano para ayudarme a bajar del
banquillo.

Mordí mi labio nerviosamente mientras nos acercábamos a la mesa en la


que jugaríamos y Alec me ofrecía un taco, me explicaron las reglas y Stone
rompió consiguiendo embolsarse una bola rayada y una lisa, pero para su
segundo tiro eligió una lisa, consiguiendo meterla en la tronera, pero
fallando en su siguiente tiro. Donny tiró después y metió una de nuestras
bolas rayadas y acomodando otra para después, el siguiente en jugar fue
Alec, consiguió meter otra bola lisa pero en el siguiente tiro falló al meter la
bola blanca a una tronera. Sequé mis manos en mis vaqueros y respiré
profundamente mientras recuperaba la bola blanca para colocarla en la
mesa de nuevo. Estos chicos eran muy buenos y yo no había jugado desde
hacía mucho tiempo.
—Tienes dos tiros, Evie —me dijo Donny mirándome de cerca con una
pequeña sonrisa—. Utiliza el primero para acomodar la bola y el segundo
para meterla, pequeña.

—Estoy un poco oxidada —admití en voz baja lanzándole una sonrisa


vacilante.

—Está bien —me dijo dándome una palmadita en el trasero—. Solo haz lo
que puedas.

Miré las opciones de juego que tenía en la mesa y coloqué la bola blanca
en posición, lo cierto es que no decidí hacer el tiro más fácil, quería la bola
azul que se encontraba justo en medio de la mesa, iba a darle duro y
meterla en la esquina izquierda, fijé mi objetivo y golpeé bruscamente,
sonriendo con satisfacción cuando la bola entró limpiamente en la tronera
golpeando fuertemente.
Alec me miró boquiabierto y Donny gritó alegremente.

—¡Eso es todo! ¡Buen tiro Evie, pequeña! —dijo golpeando su cadera


contra la mía con una mueca divertida.

Mi sonrisa se ensanchó un poco más y me sentí más confiada en el


siguiente tiro, el cuál usé para acomodar la bola y en el siguiente la metí,
no obstante en el siguiente turno fallé por un pelo, y fue turno de Stone
nuevamente, me giré para darle el taco y fue entonces cuando noté que
los tres chicos habían estado viéndome el trasero, mis mejillas adquirieron
un color rojo brillante recordando lo ajustados que me quedaban los
vaqueros, miré mi top haciendo una nota mental para checar que no
hubiera nadie frente a mí la próxima vez que me agachara.
El juego pasó rápidamente, puesto que todos nosotros nos mostramos
bastante competentes a la hora de jugarlo, y muy pronto me encontré
dando el tiro decisivo, Alec se las había ingeniado para que su última bola
quedara bloqueando el camino entre la bola blanca y la negra, la única
bola que nos faltaba por meter, era un tiro muy difícil y estaba tratando de
decidir que método usar, podía intentar que la bola blanca brincara por
encima del obstáculo, o podía tratar de que rebotara contra los
diamantes y golpeara la bola negra, si trataba de hacerla rebotar tendría
que golpear correctamente tres puntos diferentes, si la brincaba tenía que
calcular exactamente la distancia del salto, esto último podía ser muy
difícil, y si lo arruinaba estaba casi segura de que Stone metería la bola que
le faltaba a su equipo y después la negra finalizando así el juego.
––¡A la mierda! ––dije—. Voy a hacerlo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Donny preocupado al ver que ponía


el taco en posición, con la punta apuntando a la parte baja de la pelota
para que esta pudiera brincar a la otra bola y darle a la bola negra—. Solo
intenta rebotarla en los diamantes.

Negué vehementemente con la cabeza y entrecerré los ojos mientras me


concentraba, respiré profundo y empujé fuertemente el taco contra la
bola blanca, que brincó la bola roja que se interponía en su camino, y
golpeó la bola negra mandándola directa a la tronera.

––¡Si! ––exclamó Donny mientras me levantaba del suelo y daba vueltas


conmigo a cuestas, me dio un beso en la mejilla, pero me soltó
precipitadamente en cuanto notó la mirada gélida de Stone traspasarlo.

––¿Cómo os fue, chicos? ––preguntó Briar acercándose a nosotros y


dándome un gran abrazo, el cual devolví rígidamente, todavía no me
sentía cómoda con ese afán del grupo por demostrar sus sentimientos de
una manera tan física.

––Ganamos ––se jactó Donny, sonriendo ante el ceño fruncido de Alec y


Stone.
––¿En serio? ––preguntó Fredi mientras me miraba con curiosidad.
Alec sonrió y me rodeó con un brazo.
––Así es ––dijo––. De hecho, Evie es muy buena.
––Sí ––dijo Donny con una carcajada—. Un poco oxidada, mi trasero.

––Está bien, nosotros invitamos a las bebidas ––dijo Alec, nos preguntó lo
que queríamos tomar y fue hacia el bar a pedirlo junto con Stone.
––¿Jugabas con tus hermanos? ––inquirió Donny cuando ellos se fueron.

––Sí, los trillizos me enseñaron absolutamente todo lo que sé,


frecuentemente necesitaban un jugador más para poder completar los
equipos de dos, y nuestro siguiente hermano era cuatro años más grande
que ellos.
––Genial, ¿qué otras habilidades escondes? ––preguntó Donny
—Esto y aquello —contesté evadiendo explayarme en el tema.
Alec y Stone regresaron, pero no traían bebidas ni para Briar ni para mí.
—Vamos a guardar los instrumentos y el equipo, y Stone os llevará a casa
ahora —explicó Alec.
—Bien —dijo Briar—. Mis pies están comenzando a doler.

Stone y Briar me acompañaron hasta mi habitación y me sorprendí un


poco al ver que Stone no entraba conmigo.

Candy estaba dormida en su cama por lo que me puse el pijama y me


metí a la cama lo más calladamente posible.

Stone debió haber acompañado a Briar a su habitación porque menos de


un minuto después tocó la puerta, justo antes de que tuviera oportunidad
de acomodarme.

Abrió la puerta y miró la forma dormida de Candy, me miró de vuelta y


alzó una ceja, miré a Candy por un instante y decidí que no le importaría,
así que me giré un poco en la cama, dejando un espacio a mi lado en una
invitación muda. La puerta se cerró y pronto sentí la cama ceder bajo su
peso detrás de mí. Todavía vestía vaqueros y zapatos, pero rápidamente
se quedó dormido por lo que supuse que no estaba incómodo, me
acurruqué contra su cuerpo, cerré los ojos y poco a poco me quedé
dormida.
Capítulo 10
a tercera semana del segundo semestre fue un infierno. Alec había

L decidido que yo estaba lista para ejercicio con peso más desafiante y
estaba sintiendo definitivamente duro. Agregado a mi dolor físico,
estaba la tensión mental de trabajar como esclava en un ensayo
desagradable para Historia del Arte. Para el jueves, estaba deshecha y
empujé la estúpida asignación en la caja de presentación, contenta de
librarme de ella. Miré el reloj en la pared y decidí que me haría mejor
ponerme presentable y aparecer en la cena.

Candy y Briar habían estado comenzando a darme la lata. Había comido


la cena en mi habitación toda la semana, mientras escribía el ensayo. Por
lo que vi a Stone en el desayuno y en la cama, me di cuenta de que
estaba empezando a molestarlo también.

El grupo estaba enfrascado en una conversación cuando me senté al lado


de Stone y de repente recordé por qué. Aguanté un gemido. Uno de los
aspirantes a músico de la banda tenía amigos con los estaba iba a tener
una fiesta este fin de semana. Ellos habían alquilado un montón de
cabañas en un lugar de acampada cercano y por los sonidos de la misma,
iba a ser bastante salvaje. Yo realmente no quería ir, así que estaba
agradecida de que mi teléfono zumbara con un mensaje antes de que
alguien pudiera preguntarme.

¡E, ven a quedarte en mi casa este fds8!

Me quedé mirando fijamente el texto de Logan. No podía estar hablando


en serio. Sentí a Stone ponerse rígido a mi lado y me di cuenta de que

8
Fds: fin de semana.
estaba leyendo por encima de mi hombro. Le lancé una sonrisa nerviosa y
rápidamente envié mi respuesta a mi hermano.

¿Por qué?

La respuesta tomó un tiempo, probablemente porque él estaba en el


trabajo.

¿Para pasar tiempo juntos?

Pensé en ello por un momento. Yo podría ser arrastrada a esta horrible


fiesta... o podía ir a casa de mi hermano, relajarme, ver algunas películas y
tal vez hasta llegar al fondo de su extraño comportamiento. No hubo
competencia. Envié la respuesta:

Suena bien.

Genial. T recogeré a las 5 mañana.

Cerré mi teléfono y lo metí en uno de los bolsillos de mis vaqueros.

—¿Quién era ese? —preguntó con curiosidad Briar, disparando una mirada
de preocupación ante la expresión oscura de Stone.

—Logan —dije en voz baja—. Voy a pasar el fin de semana en su casa.

—Oh —dijo ella, viéndose un poco decepcionada—. Así que, ¿no serás
capaz de venir con nosotros este fin de semana?
—No —confirmé y luego añadí en voz baja—. Él ha estado actuando
extraño últimamente. Estoy preocupada.

—Está engañándote —dijo Jamie casualmente, metiéndose una


hamburguesa en su boca. Todos nos volvimos a mirarlo.

—¿Qué? —le pregunté con el ceño fruncido.

—Dijiste que ha estado actuando raro —dijo él con un encogimiento de


hombros—, apuesto a que está ya sea follando a alguien o preparándose
para romper.

—Eres un idiota a veces —dijo Fredi con una carcajada, golpeándolo en la


cabeza.

—¡Oye! —Se defendió, dejando su hamburguesa—. Es mejor que ella lo


sepa ahora.

—Él no es mi novio —le recordé con un estremecimiento—. Iugh.

Alec me miró incrédula.

—¿Iugh? —Repitió—. ¿Tenía chicas sobre él y crees que es un asco?

—¡Por supuesto que sí! —le dije con indignación, pero Donny cortó el resto
de mi frase.

—Seguro que lo crees Evie —dijo él con un guiño—. Es por eso que vas a
pasar el fin de semana con él.

¿Qué demonios estás haciendo Donny? —Pensé, sacudiendo la cabeza.

Donny sonrió y miró alrededor de la mesa.

»Uno de estos chicos necesita levantarse y hacerte suya —dijo con una
sonrisa—, de lo contrario, más vale que se acostumbren a compartir.

Él se levantó de su asiento rápidamente y se alejó con una carcajada.

El silencio en la mesa era intenso y me estremecí con aprensión.


—¿Qué…? —Empecé a preguntar, pero Briar frenéticamente negó con la
cabeza hacia mí, su rostro un poco pálido. Ella miró más allá de mí para
mirar a Stone, luego agarró mi mano y me jaló fuera de la mesa.

—¿A dónde vamos? —le pregunté unos minutos más tarde, sintiéndome
muy nerviosa por lo que acababa de ocurrir.

—Al almacén general —me dijo con una sonrisa, como si nada hubiera
sucedido—. Quiero conseguir una revista y un poco de chocolate.

—Está bien —murmuré con confusión—. Pero, ¿qué pasó allí atrás?

Ella rodó los ojos, su sonrisa cada vez mayor.

—No te preocupes por eso Evie —dijo ella a la ligera—. Sólo chicos siendo
chicos. Estoy segura de que sabes cómo es.

Claro, yo conocía a los muchachos. Lo que no entendía, sin embargo, era


lo que había provocado el desafío o incluso cuál era el desafío. Me estaba
faltando una pieza vital del rompecabezas y nadie parecía inclinado a
informarme. Me encogí de hombros. Era su asunto y me gustaría mantener
mi nariz limpia si ellos no querían que yo supiera.

La banda tenía una sesión de práctica tarde esa noche, pero yo tenía
mucho trabajo que hacer, así que no iba a ir.

Stone no se unió a mí en la cama después, y supuse que era porque no


quería despertarme. No estaba dormida, sin embargo. Me extendí sobre el
colchón y me estremecí un poco. Estaba acostumbrada a su cuerpo
caliente a mi lado. Me quedé mirando al techo y me pregunté por qué
vino a dormir conmigo en primer lugar. Con el tiempo, me di por vencida
en tratar de dormir y me levanté para empacar para lo de Logan.

Después de mi última clase del día siguiente, poco a poco me dirigí al


aparcamiento con mi bolsa de viaje para esperar a Logan. Me detuve
cuando vi a Stone. Él estaba cargando una gran pila de bolsas y cajas en
la furgoneta de la banda. Consideré ignorarlo y sentarme en su mesa para
esperar a mi hermano, pero decidí que era cobarde y grosero. Él
difícilmente era un extraño después de todo... había dormido en mi cama.
Me abrí paso hacia allá, deteniéndome a su lado y moviéndome
torpemente. Su cabeza se volvió para mirarme y se puso de pie con la
espalda recta. Ninguno de los dos dijo una palabra. Simplemente nos
miramos el uno al otro.

—¿N-necesitas un poco de ayuda? —le susurré con nerviosismo. Él no


respondió de inmediato, sus ojos entrecerrándose sobre mi cara mientras
examinaba mis facciones. Dejé caer mi mirada y miré las cosas a sus pies.
Los cartones de cerveza parecían pesados, así que opté por recoger una
maleta en su lugar—. ¡Uf! —Gruñí, balanceándome un poco con su peso.

La expresión seria y hosca en el rostro de Stone se agrietó y rápidamente


tomó la maleta de mí, sin esfuerzo, levantándola hacia la parte trasera de
la furgoneta.

—Esa es de Briar —explicó él con voz ronca, y luego me lanzó un pequeño


guiño. Miré hacia atrás a la maleta de color rosa fuerte y no pude contener
una sonrisa.

—Oh —dije en voz baja—. Debería haberlo sabido.

Miré de nuevo a la pila y di un paso hacia una maleta pequeña, de color


azul marino. Stone sacudió su cabeza.

—Es de Jamie —dijo él. Levanté una ceja preguntando.

—Un cambio de ropa —respondió—. El resto es bourbon.

—Ahh, está llena de botellas pesadas. Miré a mi alrededor a los otros


bolsos. Había un bolso pequeño, de tartán rojo, cerca de los pies de Stone
y estaba cubierto de insignias diferentes, la mayoría de ellas diciendo algo
crudo.

¡Es de Fredi! —Pensé mientras lo recogía—, ¡sólo diminuta y pequeñita ropa


aquí!

Los ojos de Stone brillaban con diversión, como si hubiera oído mis
pensamientos. Me sonrojé un poco, pero di un paso adelante y
delicadamente coloqué el bolso en la parte superior de algunas cajas de
cartón apiladas de bebida. Me di la vuelta para mirar a Stone. Gracias,
parecían decir sus ojos secamente. Me sonrojé de nuevo ante cuán
pequeña e inútil fue mi contribución. Mis ojos cayeron de su rostro para
examinar los músculos grandes en sus brazos. Ciertamente, él no
necesitaba mi ayuda y yo había perdido más tiempo del que había
ahorrado metiendo la bolsa. Tímidamente miré hacia abajo a mis pies.

Su mano se extendió hacia mí y él inclinó mi barbilla hacia arriba con un


largo dedo. Abrió la boca para decir algo, pero un coche tocó la bocina
ruidosamente y salté casi un metro en el aire. Oí a Stone gruñir en voz baja
mientras yo volvía la cabeza para mirar al vehículo infractor.

Mi hermano mayor se había detenido detrás de nosotros y estaba


sonriéndome a través de la ventana abierta de un nuevo y elegante
sedán. Mi boca se abrió por la sorpresa.

—¿Dónde está la bestia? —Murmuré con temor. Logan siempre había


llevado una grande y ruidosa camioneta. Este coche no había hecho
ningún ruido cuando se había colado hasta nosotros. Él debe haber
pedido prestado éste. No había manera de que alguna vez renunciara a
la Bestia.

—La cambié —dijo con un encogimiento de hombros—. ¿Te gusta?

—Sí —le respondí lentamente, de repente muy preocupada por él—. Pero
¿por qué...?

Logan resopló con impaciencia y su sonrisa se convirtió en una


deslumbrante.

—Solo me sentía como que necesitaba un cambio, Eve. Entra en el maldito


coche —espetó.

Vaya, tema sensible —pensé, recogiendo mi bolso y caminando alrededor


del carro para subir en el lado del pasajero.

Tan pronto como me moví, la sonrisa de Logan regresó y él miró hacia


Stone.

—¿Quién es? ¿Tu novio? —Se burló de mí.


—Sólo un amigo —lo corregí rápidamente, sin mirar a Stone—. Tú lo
conociste y a la banda en el club la otra noche.

La sonrisa de Logan se amplió y yo sabía que él seguía mirando a Stone.

—Sólo un amigo, ¿mmm? —dijo, volviéndose para sonreírme—. Si tú lo


dices, Evie. Si tú lo dices.

Él me dio un beso en la mejilla y saludó alegremente a Stone mientras su


pie presionaba el acelerador y empezamos a salir del estacionamiento.
Eché un vistazo atrás al rostro de Stone y me estremecí ante su dura
mirada. Fue entonces cuando me di cuenta de que me había olvidado de
decir adiós. ¿Estaba molesto? Se volvió y golpeó la furgoneta, antes de
llegar a su bolsillo por sus Smarties.

Sí. Estaba molesto.

En lugar de llevarme al apartamento donde lo había visitado


anteriormente, él se detuvo frente a una casa de tamaño medio. Era de
dos pisos y tenía una valla alta para la privacidad. Me bajé del coche con
cautela, preguntándome qué estábamos haciendo aquí. Él no podría
haber comprado una casa. Logan era el mayor fóbico al compromiso del
mundo, y no sólo cuando se trataba de las damas. Su compromiso con los
médicos de vuelo en los últimos años había sido la única cosa a la que se
había apegado.

Mamá decía que era porque se aburría fácilmente.

—¿Te gusta? —preguntó Logan, tomando mi bolsa y cerrando el coche.


Empujó la puerta para abrirla y agarró mi mano, tirando de mí hacia el
jardín delantero.

—Es hermosa —le dije, admirando el jardín tipo desierto, florido. Quien
hubiera plantado este jardín sabía lo que estaba haciendo. Había
vibrantes rojos y amarillos y sonreí amplio, complacida de ver tantas
plantas nativas en un solo lugar. Fruncí el ceño ante un pensamiento
repentino.

—¿Qué pasa? —preguntó Logan, mirando alrededor del jardín con una
cara de preocupación.
—Me olvidé de mi cámara —me quejé.

Él se echó a reír y le dio a mi cola de caballo un tirón.

—Todavía va a estar aquí la próxima vez —me aseguró.

—¿La próxima vez? —le pregunté, mis ojos muy abiertos.

Él sonrió y rodó los ojos.

—Eres bienvenida aquí en cualquier momento, Eve —dijo alejándome del


jardín y hacia la puerta principal.

—¿Es tuya? —de pregunté con incredulidad.

—Sí —dijo con orgullo, y luego se encogió de hombros—. Bueno, sobre


todo del banco.

—¿Cuando...? —Interrumpí, mirando alrededor a la casa realmente sin


muebles que olía a pintura y estaba llena de cajas. Lo miré con recelo.

—Tú me invitaste aquí porque yo era el único miembro de la familia en la


ciudad que te puede ayudas con el desembalaje y esas cosas ¿eh? —le
preguntó en broma, pero sintiéndome muy herida.

Él soltó un bufido.

—Sin ánimo de ofender, Evie —dijo—, pero creo que voy a conseguir que
los chicos del trabajo ayuden con la mudanza y la renovación.

Di un suspiro de alivio.

—Soy mucho más fuerte de lo que solía ser —le informé—. Mi amigo Alec
me ha estado ayudando a entrenar con pesas.

—Y te ves bien —dijo dándole a mis delgados y cerrados brazos un


apretón—. Tal vez Zane y los trillizos mayores finalmente se darán cuenta de
que eres una chica grande, ahora que no te ves tan frágil —Él negó con la
cabeza—. Zane se pregunta por qué no respondo a un correo electrónico
que se compone en su totalidad de preguntas. Si estoy manteniendo un
ojo en ti, si estás comiendo o estoy siendo amable contigo —Él gruñó
bajo—. Encima está husmeando en mi vida personal. ¿Quién es esta chica
acerca de la que ellos habían oído? ¿Es serio? ¿Voy a llevarla a visitar a
mamá?

Anulé el impulso de preguntarle por ella, sabiendo que no respondería


bien.

—Ese es Zane —dije en voz baja—, piensa que es su trabajo cuidar de todo
el mundo.

La expresión de Logan se nubló y mordí mi labio en arrepentimiento por


traer a colación el tema.

—Diez años este año —contestó Logan, yendo a la nevera para sacar una
cerveza, sacando una para mí también.

Levanté una ceja ante mi cerveza, no reconociendo lo que él acababa


de decir.

Logan sonrió.

—¿Qué? —dijo rodando los ojos—. Vas a tener dieciocho en poco más de
dos meses y no es que yo nunca bebí siendo menor de edad —Tomó un
trago de su cerveza y luego me lanzó una mirada de preocupación—.
Solo no se lo digas a los demás —dijo rápidamente.

Le sonreí y tomé un largo trago de la botella, sin dejar la espuma por


encima.

—No está mal —dije señalando a la etiqueta—. Los de TED29 son los
mejores.

Él se rio y me dio un codazo en el estómago.

—¿Cuando has estado bebiendo? —me preguntó alegremente.

Me encogí de hombros.

—Paulie le compra alcohol a los trillizos menores. Él no me va a comprar


nada, por lo que Jake siempre pide más de lo que necesita y me lo da a
mí.
9
TED2: Tecnología, entretenimiento y diseño. Es una organización sin fines de lucro dedicada a las "Ideas
dignas de difundir".
Logan se echó a reír de nuevo, su mal humor desaparecido por completo.

—Jake es un buen chico —dijo con una sonrisa afectuosa.

Me reí entre dientes.

—No de acuerdo a sus maestros.

Logan sonrió y negó con la cabeza.

—Esos muchachos siempre están en problemas, ¿verdad?

Asentí con la cabeza lentamente y le envié una sonrisa tímida.

—¿Me muestras el resto de tu casa? —le pregunté tentativamente.

Logan sonrió y agarró mi mano.

—Encantado —dijo con orgullo y luego me arrastró de una habitación a


otra explicando lo que él quería que se hiciera.

—¿Qué pasa con ésta? —le pregunté con curiosidad cuando evitamos la
puerta al otro lado de su dormitorio.

Logan se encogió de hombros.

—Probablemente una habitación de invitados —dijo tirando de mí,


pasándola, y mostrándome emocionado lo que planeaba fuera una sala
de juegos. Negué con la cabeza. Era extraño ver a Logan tan emocionado
acerca de una casa. Por lo general, se trasladaba de un lugar a otro, a
menudo cambiando con la base de Doctores Voladores con la que
trabajaba, por lo que tenía que moverse a través del país. Había estado en
Alice durante los últimos dos años, sin embargo, y me ponía incómoda que
el vagabundo estuviera echando raíces.

Yo tuve un sorprendentemente genial fin de semana. Logan me llevó a ver


una película y ¡hasta me cocinó la cena!

La cena fue un desastre, sin embargo, y tuve que intervenir y ayudar. Mi


pobre hermano mayor había sido aplastado y yo había prometido venir de
nuevo pronto para enseñarle a cocinar. Al parecer, él había estado
viviendo la vida de soltero, comprando cenas de microondas y paquetes
de patatas fritas y pizza, de tal manera que solo las cocinabas en el horno.
Me pregunté si él estaba tratando de impresionar a esta novia suya
cocinando desde cero... y él me invitó para ser su conejillo de indias.

Nunca habíamos sido cercanos, Logan y yo teníamos mucho de qué


hablar. Él sabía muy poco acerca de los últimos cinco años de mi vida y yo
sabía apenas un tanto sobre la suya. Estaba casi triste de irme cuando la
tarde del domingo llegó. Él me llevó de regreso a la universidad y prometió
que nos pondríamos al día pronto. Yo le prometí esas clases de cocina de
nuevo y lo vi alejarse. ¿Tal vez él se sentía solo? Pensé, girando un mechón
de pelo alrededor de mi dedo. Suspiré y me dirigí a mi habitación. Sonreí
cuando me di cuenta de que estaba vacía y tiré mi bolsa en un rincón. Me
debatí si ir a cenar o no, preocupada de que Stone todavía estuviera
enojado conmigo.

Al final, decidí que yo estaba demasiado cansada y llena, así que compré
un sándwich de una máquina expendedora en el pasillo y me metí en la
cama. Esperé con nerviosismo por las nueve de la noche, preguntándome
si Stone haría acto de presencia esta noche. Lo hizo. Justo a las nueve,
llamó a la puerta y yo mansamente le dije que entrara.

Abrió la puerta y se quedó en la entrada, sus intimidantes ojos grises


estudiando mi cara con atención. Tuvo que inclinarse hacia un lado de
manera que su cabeza pasara por debajo del marco y me moví
incómoda, sabiendo que él era mucho más grande y más fuerte que yo.
Me mordí el labio y, sin romper el contacto visual, me moví sobre la cama,
levantando las cubiertas. Alejó su peso fuera del marco y apagó la luz,
metiéndose en la cama a mi lado. Rodé hacia mi costado para darle más
espacio y él imitó mis acciones. No me acercó, sin embargo. Ni envolvió un
brazo a mi alrededor. Se quedó allí rígidamente y yo sabía que todavía
estaba enojado conmigo.

¿Por no decir adiós?

¿Por no unirme a ellos este fin de semana?

No sabía cuál era la razón, o si siquiera yo lo merecía.

Solo sabía que no me gustaba.


Capítulo 11

tone fue distante conmigo durante toda la semana. Bueno, no solo

S conmigo, con todo el mundo. Durmió en mi habitación cada noche,


pero no hizo ningún intento de abrazarme. Cada noche, él se paraba
en la puerta, como si estuviera esperando a que le dijera que se fuera.
Luego, cuando yo no decía nada, se metía en la cama conmigo y
descansábamos en silencio.

Esa semana se me hizo larga, pero para Briar, transcurrió deprisa. Pasó la
semana ocupada planeando su décimo-octavo cumpleaños, que tenía
que ser el viernes en ese bar local que ellos frecuentaban. Yo no estaba
particularmente interesada, y para empeorarlo, iba a ser la única allí con
menos de dieciocho años. Tendría que confiar en que Stone me colara de
nuevo y dado su estado de ánimo malhumorado, no era optimista acerca
de que lo fuera a hacer.

Me convencieron para que me saltara las clases del viernes para que
pudiéramos pasar el día haciendo lo que ella quisiera. Stone la llevó
alrededor del centro comercial como una princesa mimada, comprándole
cualquier cosa que deseara. Él incluso la dejó arrastrarle a uno de esos
fotomatones. Aguanté la risa cuando me asomé alrededor del hombro de
Briar para mirar la tira de imágenes. La expresión de Stone era siempre la
misma en cada una, mientras que Briar posaba y hacía caras graciosas
junto a él.

Lo siguiente fue la tienda de licor, después el estanco. Briar repuso las


bebidas y el tabaco a todo el mundo para poder mostrar su nuevo carné
de identidad. La vi comprar un caro tabaco importado cuando pensó que
nadie la estaba mirando, y meterlo en uno de los bolsillos de Stone con un
rápido beso en su mejilla. Él hizo rodar sus ojos, pero parecía complacido.
Al mismo tiempo, me pregunté por qué lo habría escondido, pero lo
descarté como poco importante.

Más tarde, cuando estaba sola en mi habitación batallé sobre el qué


ponerme. Era el primer día de primavera y en consecuencia, ya no hacía
frío por la noche. Finalmente me decidí por un vestido rosa pálido con
gruesos tirantes y una falda holgada. Me puse tacones plateados y un
colgante de plata en mi pecho descubierto por un bajo escote en forma
de V. Me alisé el cabello y me hice una simple cola de caballo. Me miré al
espejo con nervios, pero me complació ver que parecía fresca, saludable
y joven, el vestido no me hacía parecer como una putilla para nada.

Briar llamó a la puerta y rápidamente cogí mi bolso, dejándola arrastrarme


a la limusina que había alquilado para la ocasión.

Briar dio saltitos en su asiento todo el camino hasta el bar. A su lado, Fredi
estaba frotándose las manos y enumerando todos los tragos que le iba a
hacer probar. Donny lanzó sugerencias, pero los otros chichos se sentaron
en un sociable silencio. Candy y Manson también habían sido invitados
pero se habían adelantado para instalar el equipo de la banda.

Me agité con incomodidad mientras los otros se alineaban para enseñar su


carné al portero. A Fredi, Jamie, Alec y Donny ni si quiera se los revisaron,
sin embargo, Briar expuso el suyo orgullosa. Miré a Stone, que me tenía
agarrada de la mano, pero que no me empujaba hacia la puerta. Él no
me miró. Se sacó el teléfono del bolsillo con el ceño fruncido y marcó un
número.
—¿Dónde estás? —inquirió con sequedad.

La persona al otro lado de la línea debió responder, porque Stone cerró el


teléfono y empezó a conducirme alrededor del edificio a la entrada
principal. Me detuve en seco cuando vi quién estaba allí, casi cayendo de
morros cuando Stone siguió caminando.
—Hola preciosa —Me saludó Liam con una sexy sonrisa.
Me sonrojé.

—Oh, mmm, ey —susurré jugando nerviosa con la falda de mi vestido. Él


debió haber volado para sorprender a Briar, porque ella no me dijo que
ninguno de ellos fuera a venir y se iba a ir a casa en la semana libre a
mitad de semestre para celebrarlo con ellos.

—¿Todavía no tienes dieciocho? —me preguntó curioso mirando hacia


Stone con diversión.
—No —musité—, no por otras doce semanas.
—¿Haces una cuenta atrás? —preguntó Liam con una carcajada.
Deje salir una breve risa nerviosa.
—Quizás —Admití.

Stone nos dio un firme empujón a los dos hacia la puerta y yo rápidamente
me dirigí hacia dentro, con Liam siguiéndome detrás con otra ruidosa risa.
Fuimos hasta el bar sin hablar, y sonreí cuando vi que Briar ya estaba allí
tomando tragos con Fredi. Stone frunció el ceño al verlos, pero no trató de
detener a Briar. En su lugar, se fue al escenario, donde Alec, Donny y Jamie
estaban afinando los instrumentos.

Yo seguí detrás de Liam mientras él llegaba hasta su hermana. Puso sus


manos sobre sus ojos y profundizó su voz cuando susurraba:
—Adivina quién soy.

Briar chilló y retiró las manos de sus ojos girándose y lanzándose sobre él en
un fiero abrazo.
—¡Liam! —exclamó excitada—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Él resopló.

—Duh, es tu decimoctavo cumpleaños—dijo agachándose para besar su


mejilla—. Feliz cumpleaños hermanita.
Ella lo golpeó en el brazo con una carcajada.

—Debes de haber querido venir solo para emborracharte —dijo


bromeando.
—Eso también —concordó él.

Fredi le dio a Liam un breve abrazo y se dirigió al escenario para


prepararse con el resto de la banda. Bri se unió a Candy y Mason en la
mesa, pero yo me quedé en el bar para pedirme una bebida. Abrí mi
modero para saber algunas monedas mientras esperaba ser atendida,
pero Liam colocó una fuerte mano sobre él.
—¿Qué quieres pedir? —me preguntó—. Yo invito.

Consideré discutir, pero supe que, al igual que el resto de ellos, no me haría
ningún bien.
—Una Coca-Cola, por favor —respondí suavemente. Él arrugó la nariz.

—¿Quieres ron o bourbon con eso? —preguntó sacando la cartera de los


bolsillos de sus vaqueros. Mis ojos fueron atraídos por ese sexy culo cubierto
por vaqueros por un momento, con lo que me tomó un segundo captar lo
que me había preguntado.
—No, nada —respondí con el entrecejo fruncido—. No tengo la edad.

—Shhh —murmuró Liam acercándose para hablarme en el oído—. Ellos no


lo saben.
—A Stone no le gustará —murmuré con incertidumbre.
Liam rio.

—No —concordó—. No le gustará. Pero no es tu jefe Evie… y estoy seguro


de que tampoco es el mío.
Él tenía un punto…
—Una bebida —afirmé con mi voz suave pero firme.
—¡Muy bien!‖ Liam sonrió llamando al camarero con un gesto.

Una bebida se convirtió en muchas mientras observábamos y


escuchábamos a la banda tocar. Liam se veía firme sobre sus pies, pero
Briar, Candy y yo estábamos destrozadas. Mason, el único sobrio y
conductor designado, se reía de nuestra torpeza y conversaciones raras.

Nos las arreglamos para dejar de reír después de un ataque de risitas


particularmente largo, cuando Stone hizo un corto solo de batería y
dejamos de hablar para mirar. Lo observé pensativa por unos momentos,
antes de girarme atrás hacia a Briar con un pequeño ceño de curiosidad.
—¿Por qué lo llamas GG? —Pregunté.
Ella se rio.
—Es mi mote especial para él. Él es mi GGandl‘mhisBB.
Esperé una mayor explicación.
—¿Por qué? —pregunté.
Ella frunció el ceño.
—¡Porque somos mejores amigos! —exclamó alegremente.
Liam rodó los ojos.

—GG es por Grant Graham Stone —explicó—. Y BB es por Briar-Rose Marie


Brighton.
—Ohhh —dije asintiendo—. Entiendo.

Briar se inclinó en la mesa y me hizo señas para que me acercara. Accedí


de buena gana, preguntándome qué secreto estaba a punto de soltarme.

—Es su cumpleaños mañana —susurró en voz baja—. Pero no se lo digas a


nadie, no le gusta ser el centro de atención.

Entendía que no le gustara. Yo odiaba ser el centro de atención. Aunque


era afortunada. Me las arreglaba para desaparecer entre la
muchedumbre. Alguien como Stone, nunca podría ser ignorado. Me
pregunté si alguno de los miembros de la banda conocía que su
cumpleaños seguía al de Briar.
Liam se incorporó en su asiento y preguntó:
—Entonces, ¿qué pasa contigo y Stone?

Me congelé con la inesperada pregunta e intenté aclarar mi cerebro lo


suficiente como para responder.
—Él duerme en su cama —dijo Candy con una risita, su cabeza cayendo
sobre mi hombro mientras sonreía atontada.

—¿Qué? —preguntó Briar, su cara cómicamente sorprendida mientras nos


miraba boquiabierta, su cuerpo tambaleándose ligeramente.

—¡Shh! —le chisté a Candy con el ceño fruncido, levantando mi dedo a


mis labios, aunque sin poderlo mantener ahí. Me eché a reír, dejando que
mi cabeza cayera atrás mientras me caía un poco de mi asiento. A mi
lado, Liam me empujó las piernas cerradas con una sonrisa.
—Él duerme en tu cama —repitió él levantando una ceja.

—¿Desde cuándo? —preguntó Briar, poniéndose de pie demasiado


rápido. Se habría caído de culo si Mason no la hubiera agarrado.

—Desde que comenzó el semestre —aportó Candy soñolienta—. ¿No lo


sabías?

—No. No lo sabía —Briar puso mala cara. Se dio la vuelta y me miró—. ¡No
puedo creer que ninguno de los dos me haya dicho que duermen juntos!
—me acusó.

Me atraganté con la bebida, mis ojos se agrandaron mientras negaba con


la cabeza con rapidez, haciéndome sentir mareada.
—No —dije—. No, no no no. Nada de sexo. Ni besos. Solo dormimos.
Todo el mundo me miró detenidamente por un momento antes de que
todos se echaran a reír. Candy y Briar fueron las últimas en parar… o más
bien, se mantuvieron riendo incontrolablemente, sin aliento.

—¡No es gracioso! —Protesté levantándome y alejándome, tropezando


con mis altos tacones mientras me dirigía a la barra.

Stone me interceptó, agarrando mis brazos firmemente para estabilizarme.


Eché la cabeza hacia atrás para mirarlo.

—¡Eres tan alto! —susurré con temor y luego me derrumbé contra su pecho
con risitas.

Sus manos me apretaron brevemente, haciéndome sentir una piza de


dolor antes de inhalar profundamente y aflojar su agarre. Me pasó un
brazo alrededor de mi cintura y me condujo de vuelta a la mesa a paso
ligero. Golpeó a Liam en la cabeza cuando llegamos y empujó
suavemente de su asiento a Briar para sentarse al otro lado.

—¡GG! —exclamó con alegría envolviendo sus brazos a su alrededor


mientras Liam se frotaba el chichón de la cabeza—. Me estoy divirtiendo
mucho.

—Puedo verlo —gruñó y me estremecí ante el sonido áspero y erótico de


su voz.

Abruptamente nos levantó y sin decir ni una palabra a los demás, nos
condujo hasta su auto (que había aparcado fuera del bar antes). Nos
ayudó a entrar en el asiento de atrás y cerró la puerta detrás de nosotras.

—Creo que está enfadado con nosotras —me susurró en voz alta Briar y nos
dio otro ataque de risas mientras Stone abría la puerta del conductor y
entraba. Nos lanzó una mirada desde el espejo retrovisor que solo
consiguió hacernos reír más fuerte.

Sorprendentemente, Alec estaba esperándonos cuando Stone aparcó en


su lugar habitual de estacionamiento en la Universidad. Me sonrió con
ironía cuando abrió la puerta de atrás y sacó a Briar.

—Buena suerte —murmuró hacia mí. Le fruncí el ceño confusa hasta que
me di cuenta de que se llevaba a Briar y me dejaba a solas con un Stone
muy molesto. De pronto su ira no parecía tan graciosa.

Tragué saliva nerviosamente y me quedé en la parte trasera del auto con


la esperanza de que olvidara que yo estaba allí. Mi cuerpo se tensó
mientras esperaba que él abriera la puerta y que yo saliera. La puerta no
se abrió, por lo que con cautela, asomé la cabeza para ver lo que estaba
pasando. Stone agarraba con fuerza el volante y estaba mirando el
salpicadero. Inhaló profundamente y luego se volvió hacia mí. Chillé
alarmada y luego traté de agarrar desesperadamente el manillar de la
puerta. Empujé la puerta abierta, pero mi cuerpo se sacudió bruscamente
mientras trataba de salir del auto. Lo intenté de nuevo, para darme cuenta
de que aún tenía puesto el cinturón de seguridad. Me sonrojé ante mi
estupidez mientras Stone observaba en silencio. Frenéticamente apreté el
botón, tratando de quitármelo. Tampoco tuve éxito. De hecho, el cinturón
de seguridad se hacía más restrictivo mientras más luchaba contra él.

Oí a Stone salir del auto y me congelé. Abrió la puerta lentamente y se


inclinó sobre mí para soltar mi cinturón. Observé paralizada mientras él
liberaba cuidadosamente mi cinturón. Mi corazón se detuvo, casi con una
taquicardia hasta llegar a un ritmo errático. Mi cuerpo se calentó en
respuesta a su cercanía y mi nariz se ensanchó ante su familiar aroma. Me
encantaba la forma en que olía, caliente y masculina, pero casi dulce al
mismo tiempo, como el interior de una tienda de dulces. A menudo olía a
cigarrillos también, pero esta noche no había ni rastro de él. En cambio, su
cara recién afeitada, olía a crema de afeitar y loción.

Se apartó y me tendió una mano para ayudarme a salir del auto. La tomé
con vacilación y tropecé al salir del vehículo. Me reí de mi torpeza, pero a
Stone no pareció hacerle gracia. Mi cabeza se giró y me solté de su mano
para sujetarme la cabeza, intentando que cediesen los mareos. Mi
estómago dio un vuelco y apresuradamente le empujé para vomitar en los
lechos de flores.

Oí a Stone perjurar y cerrar de golpe la puerta del auto, pero cuando se


arrodilló a mi lado, simplemente me puso una mano en la espalda y esperó
a que terminara. Gemí, queriendo simplemente dejarme caer y dormir justo
donde estaba durante toda la noche. No quería tener que subir las
escaleras hasta mi habitación, especialmente si Stone se iba a unir a mí.
Todavía podía sentir su ira y me estremecí, recordando que ya había
estado enfadado conmigo, por razones desconocidas, durante toda la
semana.

Él me puso de pie, y me subió en brazos. Me llevó dentro del edificio y subió


las escaleras hasta mi habitación, con pesadas pisadas llenas de fastidio
reprimido. Me apoyó contra la pared al lado de mi puerta mientras
buscaba en mi bolso la llave. Una vez que abrió la puerta, me agarró y
cerró la puerta de una patada detrás de él, conduciéndome hasta el
baño compartido y poniéndome en pie bajo la ducha. Me había dejado
los zapatos en el auto y mis pies descalzos se deslizaron por el húmedo
suelo. Sin embargo, Stone me agarró y me puso contra la pared mientras
sacaba su cuerpo. Echando un ojo a mi bonito traje, lo examiné en busca
de vómito y respiré con alivio cuando no encontré rastros. Me relajé contra
la pared y cerré los ojos dejándome llevar. Un torrente de agua fría me
golpeó y abrí los ojos. Grité en estado de shock y casi me golpeé la
cabeza contra la pared. Stone salió del baño y regresó con una camiseta
y un pantalón corto. Los colocó en el lavabo y dejó una toalla limpia junto
a la ducha. No me miró ni una vez mientras yo aún seguía en shock con el
agua fría recorriendo mi cara.

Cerró la puerta detrás de él al salir y yo lentamente me deslicé por la


pared. Dejé que el agua cayera sobre mí y me limpiara de los efectos del
alcohol. Recuperé la sobriedad, preocupándome todo el tiempo por si él
aún seguiría en mi cuarto cuando saliera. No sabía lo que me preocupaba
más… pensar que aún siguiera allí, listo para gritarme o despreciarme… o
el pensar que ya se hubiera ido.

Habíamos dejado el bar bastante pronto, pero me había pasado al menos


media hora en la ducha. Una vez que me sequé y me vestí,
cautelosamente me acerqué a la cama, fijándome en la alarma del reloj
que marcaba la una de la mañana. Stone descansaba en la cama, de
espaldas a mí, y su respiración era baja y uniforme.
¿Estaba dormido?

No sabía por qué se había enfadado tanto conmigo, pero me había


cuidado de todas formas y me sentí mal por fastidiar su primera hora de
cumpleaños. No sabía si disculparme, pero sentí que al menos debía decir
algo. Me metí en la cama a su lado, de cara a su espalda. Me acerqué
tentativamente para colocar una mano en su hombro (no se había
quitado los vaqueros ni la camiseta de la banda).

—Grant —susurré, no sintiéndome cómoda de llamarle Stone


directamente. Parecía demasiado impersonal y raro. Debajo de mi mano,
sentí a su cuerpo tensarse y me mordí el labio con preocupación.
Transcurrieron unos segundos en silencio antes de que se diera la vuelta
con cuidado para mirarme. Mi respiración se entrecortó y se aceleró
mientras él me miraba fijamente, esperando—. Feliz cumpleaños —
murmuré incapaz de apartar la mirada de la suya. Levantó una ceja y miró
más allá de mí para ver el reloj. Su labio se torció en una esquina de un
modo que sentí familiar. Sus ojos se encontraron con los míos de nuevo y
brillaron. Mi respiración cesó por completo y sentí un cambio en el aire del
cuarto. Era como si el tiempo se hubiera detenido, esperando a que Stone
tomara la decisión que fuera a la que le estaba dando vueltas.

Algo cambió entre nosotros, pero no podía decir lo que era. De repente, la
Tierra empezó a girar de nuevo y mi aliento regresó, entrando y saliendo de
mis pulmones con suavidad. Mi pecho subía y bajaba frenéticamente,
pero con movimientos tranquilos, y mi sangre corría por mis venas mientras
descargas eléctricas me pasaban arriba y debajo de la espina dorsal. Los
brazos de Stone me rodearon, acercándome en un cuidadoso movimiento
lento, en contraste con la energía explosiva del cuarto. Instintivamente,
eché la cabeza atrás para mirarle, separando mis labios en un suspiro de
expectación. Sus ojos plateados se oscurecieron como espeso mercurio
líquido, pero sus gruesas pestañas, de color rubio oscuro bajaron,
protegiendo su mirada.

Sentí sus ojos fijándose en mis labios mientras su rostro se inclinaba,


tortuosamente lento mientras yo esperaba con sentimientos encontrados
que los reclamara con los suyos. Una parte de mí, se llenó de terror, de
avanzar en una relación con él, ¿qué otras cosas esperaría que pasaran
esa noche? Una gran parte de mí, se perdió en el momento y se aterrorizó
de que me apartara de su lado.

Mi estómago se apretó mientras sus labios se encontraron con los míos en


una caricia casi casta. Mi cuerpo se derritió por instinto con el suyo y su
cuerpo pareció relajarse en respuesta. Una de sus grandes manos, se abrió
paso por mi cabello mojado, mientras sus labios se abrían y me daban el
beso más poderoso que hubiera sentido jamás. Su beso no fue duro. No
fue suave. Fue lento y minucioso, lleno de una intensidad punzante que me
dejó temblando.

Su lengua se deslizó por la mía lánguidamente y apreté los muslos mientras


me aferraba buscando su apoyo. El beso pareció durar para siempre, pero
aun así terminó demasiado pronto.

Stone se alejó de mí lentamente, sus ojos se abrieron al mismo tiempo de


los míos, su respiración era superficial. Abrí la boca para decir algo, pero no
pude pensar en nada. Puso mi cabeza contra su pecho y cerró sus ojos,
abrazándome mientras mis propios ojos se volvieron pesados y el alcohol
que quedaba en mi sangre me hizo dormir.

Cuando llegó la mañana, aún estaba firmemente abrazada a él. Me


acurruqué un momento, antes de darme cuenta de lo que había pasado
la noche anterior. Una estampida de pensamientos llenó mi cerebro y el
dolor de cabeza por la resaca latía con furia. No quería pensar en las
implicaciones de la noche anterior. No quería preocuparme. Stone se
movió a mi lado, despertando lentamente. Sus brazos me apretaron
brevemente, luego se aflojaron mientras me miraba fijamente durante
unos instantes. No sonrió. No frunció el ceño. No dijo nada. Simplemente
bostezó adorablemente y me besó en la frente, dejándome ir y saliendo
de la cama. Me sonrojé por la impresionante erección luchando contra la
tela de sus vaqueros, aunque no solía despertarse así todos los días. Dejó mi
cuarto sin decir otra palabra ni volver a mirarme, y cerró la puerta tras él.
Supe que iría a su cuarto a tomar una ducha y cambiarse de ropa antes
del desayuno, pero aun así me sentí despachada.

Con un gemido, me obligué a dejar la cama para ducharme y


cambiarme. Me vestí para estar cómoda, con un par de pantalones de
camuflaje que me quedaban holgados. Ahora me quedan a la
perfección. Me puse una camiseta con sostén incorporado y me recogí el
cabello en un moño desordenado. Metí algo de dinero en uno de mis
muchos bolsillos y me puse un tanga.

Caminé fatigosamente hasta el área del comedor y esperé en la corta fila


para pedir el desayuno. Tomé una botella grande de agua, algo de fruta y
unas tostadas en mi bandeja, pero me detuve cuando llegué a la zona de
refrigerados. Había un plato de magdalenas heladas y una idea repentina
me vino a la mente y me hizo sonreír. Stone no celebraba su cumpleaños y
dudaba que fuera a aceptar un regalo… pero el gran hombre tenía una
debilidad por los dulces. Vi bandejas de bombones en la siguiente zona y
busqué ansiosamente una caja de Smarties. Sonreí mientras presionaba los
dulces multicolores dentro del pastel helado como la guinda de pastel en
forma de cara sonriente. No me importó que la cajera se quedara
mirándome. Simplemente le mostré la caja de Smarties abierta para que
pudiera escanearla y prácticamente salí disparada a la mesa de la banda.
Me senté en mi asiento habitual, al lado de Stone y casualmente dejé el
pastel en su bandeja llena. Él se quedó mirando la cara sonriente con
rostro inexpresivo. Donny puso mala cara.
—¡Ey! —protestó—. ¿Dónde está el mío?

Me sonrojé y comencé a comerme mis tostadas, con la esperanza de que


todo el mundo dejara de mirarme pronto. Vi a Stone luchar para controlar
el temblor de su labio inferior y supe que estaba luchando contra una gran
sonrisa. Sin embargo, no dijo nada. Sólo alcanzó mi silla por debajo, y la
acercó contra la suya. Cogió el tenedor y el cuchillo y siguió comiendo su
desayuno. Di un suspiro de alivio. Por lo que él estuviera enojado…
obviamente estaba olvidado. Me permití una sonrisita de satisfacción antes
de regresar con avidez a mi desayuno.
Capítulo 12

l día siguiente después de la cena, Stone vino a mi cuarto y se sentó a

A mi lado en la cama. Precipitadamente traté de esconder las


fotografías eróticas que había estado estudiando, pero él
cuidadosamente las recogió para mí.

Me sonrojé mientras jugaba con mi camisa y él miraba a través de las


imágenes, alzó las cejas y sus ojos brillaron con diversión.

—Son… son para mi tarea —susurré moviéndome para poder tomarlas de


vuelta. Stone me miró, esperando que continuara.
—Son parte de un catálogo —expliqué—. Se llama voyeur10, es de Billy.

Él asintió, sus ojos se dirigieron más allá de mi cabeza, a la imagen


colocada sobre mi cama. Llevé mis manos a mis mejillas acaloradas y me
mordí mi labio.

—Esa me la dio Billy —dije suavemente—. Es la fotografía original —Su


mirada volvió a encontrarse con la mía. Tragué saliva—. Es mi favorita —
admití, mi voz apenas audible.

Él volvió a mirar la imagen, poniéndose de pie para poder acercarse y


poder verla mejor. No dijo nada por varios minutos. Luego miró su reloj y se
agachó para darme un suave beso en los labios.
—La cena —dijo, su voz sonando más profunda de lo usual.

—Yo… —mi voz se quebró. Tomé una respiración profunda, tratando de


controlar la oleada de excitación que sentía.
—Te veré allá —murmuré—. Tengo que recoger esto.

Él asintió rápidamente y salió de la habitación. Cuidadosamente alejé las


imágenes y coloqué mis notas en una carpeta. Agarré las impresiones que
había impreso de mi cámara hoy más temprano y las coloqué en el

10
Voyeur: Persona que busca la excitación sexual mirando a otras personas en situaciones eróticas. También
significa, mirón.
escritorio que estaba junto a la puerta. Me detuve cuando fui a abrir la
puerta, mis ojos se quedaron en la foto superior. Era una de Stone, tomada
a través de la multitud en la regata Hedley en Todd. Era una buena foto,
clara y posicionada. Estaba capturada perfectamente la expresión de
orgullo y satisfacción en su rostro. Hice la toma desde los hombros de
Logan, pero seguían siendo visibles las cabezas de la multitud y Stone
estaba rodeado de grandes y pequeños barcos haciéndolo parecer como
si estuviera acechando desde la seguridad de las líneas laterales. Ojeé
otras fotos que había revelado, tratando de encontrar alguna otra toma
de Stone.

Estaba la que había tomado por la rendija de mi puerta mientras él


dormía, y otra en la carrera del desierto de Finke, a través de una nube de
polvo rojo y la gente animando. Él había estado de pie de brazos
cruzados. Lucía alto y poderoso, su expresión notablemente atenta a pesar
de las gafas estilo aviador que ocultaban sus ojos. Él me los dio después de
la fotografía, cuando me llené la cara de polvo.

Una idea comenzó a formarse cuando miré entre las tres impresiones en
blanco y negro. La tarea de la fotografía de Billy, que estaba escribiendo,
estaba casi terminada y necesitaba empezar a prepararme para la
siguiente asignación, que era recrear un famoso catalogo o una
fotohistoria11.

Nos dijeron que podíamos usar la misma que habíamos utilizado en la


primera tarea, pero descarté esa idea, de seguro que no iba a recrear de
ninguna manera voyeur de Billy.

Me refiero, ¿quién va a querer posar para unas fotos tan lujuriosas? Nadie
estaría dispuesto a hacerlo gratis. Bueno tal vez lo harían Donny o Fredi...
Pero no juntos.

Dejé las imágenes en el escritorio con una pequeña sonrisa que se


extendió por mi rostro.
Me gustaría lograr un diferente enfoque de voyeur y Stone sería mi tema.
Fruncí el ceño mientras me dirigía a cenar.
¿Stone estaría de acuerdo con eso?

De algún modo, no lo creía, pero el punto de mi idea era tomarlas


inadvertidamente.

11
Fotohistoria: Narración en fotografías.
Stone, no me sostuvo cerca o me besó durante la cena. De hecho, no
mostró signo de estar más cariñoso de lo normal. Era casi como que aquel
impresionante beso, no hubiera pasado anoche. Y de la forma en que
nuestros amigos estaban actuando, ninguno de ellos sabía acerca de ello,
ni sintieron nada diferente entre nosotros.
¿Entre nosotros las cosas estaban diferentes?

No lo sabía. Él no me había pedido ser su novia y tampoco lucía como si


estuviera reclamándome públicamente.
¿Quizás que solo somos amigos que se besan?… y comparten la cama.

Me encogí de hombros, alejando esos confusos pensamientos y regresé a


la conversación de la mesa.

Donny y Fredi, estaban sorprendentemente civilizados. De hecho, parecían


estar llevándose bastante bien, ya que con entusiasmo se jactaron de que
iban a ganar en el torneo de billar, que sería el fin de semana.
Alec sonrió y le tiró una coca cola a Stone cuando volvió a la mesa.

—¿Vamos hacer que Fredi y Don se ganen su dinero? —le preguntó a


Stone, tomando asiento al lado de Briar.

Stone sacudió su cabeza y Alec frunció el ceño. Stone abrió la coca cola y
tomó un largo trago antes de pasar un brazo sobre mi hombro. Alec miró
entre nosotros con una sonrisa creciendo en su rostro.
—¿Evie, este año vas a ser la compañera de Stone? —preguntó felizmente.

—¿Qué? —pregunté asustada. Requiriéndole con la mirada a Stone. Él me


miró fijamente sin ninguna expresión en su rostro, esperando que
confirmara o negara la pregunta de Alec.
¿Qué quiere el de mí? ¿Qué juego está jugando?

Lo miré de vuelta, tratando de encontrar alguna emoción en su expresión,


algo que explicara sus acciones, sus sentimientos, lo que quería.

—¿Evie? —inquirió Briar, y me di cuenta de que todos en la mesa se


habían callado, observando cómo nos mirábamos nosotros, esperando mi
respuesta.

—Sí... —murmuré, sonrojándome e ignorando el brazo de Stone—. Sí, voy a


ser la compañera de Stone —concordé—. Para el billar… —agregué
rápidamente.
Alec sonrió abiertamente y envolvió un brazo alrededor de Briar.
—Parece que somos tú y yo —dijo.
Briar frunció el ceño con confusión.

—¿Por qué quieres ser mi compañero? —le preguntó mirándolo como si


fuera estúpido—. ¡Apesto!
Alec se encogió.
—Cualquiera es mejor que Jamie.
—¡Eh! —dijo Jamie protestando mirando a través de la mesa hacia él.

—Aun así —persistió Briar ignorando a Jamie—. Odias perder. Eres


competitivo. ¿Por qué no eliges a alguien más?
Rodé mis ojos.
¡¡Vamos le gustas!!

Alec sonrió con una de esas sonrisas sexys, de esas que hacen que se te
caigan las bragas, como las que da a sus fans.

—Ganar no lo es todo, Briar Rose —Su voz más profunda. Tiró suavemente
de uno de los rizos que colgaban sobre su cara—. Juega conmigo —dijo
con voz ronca—. Va a ser divertido.

Briar tragó y sus pestañas parpadearon. Se podía decir que ella estaba
afectada por el letal encanto de Alec. Es el más dulce y sensible de los
chicos de la banda, pero eso no lo hace menos sexy. Esta noche, no había
colocado su pelo corto en su habitual peinado mohicano. En cambio, las
suaves hebras de su pelo oscuro, estaban desaliñadas en un sexy modo
soñoliento. Sus ojos color avellana que por lo general son cálidos y amables
se encendieron con calor y sexo.

—Claro —agregó Briar, luego de respirar profundamente. Sonrió


ampliamente haciendo aparecer sus hoyuelos que marcaban
profundamente dos surcos en sus mejillas regordetas—. Suena divertido.
—¿Tú y Mason jugáis? —preguntó Jamie a Candy, frunciendo el ceño.
Candy arrugó su nariz.
—No, Mase es el Dj. Yo voy a emborracharme y bailar.
Jamie suspiró, pero sonrió maliciosamente.
—Infiernos, más mujeres para mí, si vosotros cuatro estáis jugando con
palos —dijo con una sonrisa empujando a Donny amistosamente.
—¿Cuatro? —preguntó alguien de nuestra mesa.

—Donny, Fredi, Alec y Stone —Jamie replicó. Mirando al tipo con el ceño
fruncido—. ¿Quién eres?

—Él es amigo mío —dijo Briar despreocupadamente. Mirando al chico de


vuelta con una sonrisa.
—Fredi es lesbiana.

El chico miró entre Fredi y Donny, con la confusión marcada en su rostro.


Briar le dedicó una sonrisa conocedora, acariciándole cuidadosamente la
cabeza.

—No te preocupes, Patrick —murmuró en una risa baja—. Ellos están tan
confundidos como tú.
Jamie se levantó de su silla y rebotó con una especie de energía reprimida.

—¿Chicos, estáis listos para un ensayo de la banda? —preguntó


claramente ansioso por agarrar su guitarra.

Sentí a Stone vacilar a mi lado, antes de asentir lentamente. Apretó mi


muslo brevemente debajo de la mesa y se puso de pie con Alec, Fredi y
Donny. Discretamente, me froté donde me había tocado cuando la
banda se despidió, esperando adormecer la sensación caliente que su
fuerte mano me había dejado.

Briar sonrió cuando el resto de la multitud se fue, dejándonos a Candy y a


mí en la mesa como únicos ocupantes.

—Gracias a Dios que finalmente se fueron —dijo sentándose a mi lado, en


el asiento vacío de Stone. Candy se movió más cerca de nosotras.

—Necesitamos hablar de estrategias —explicó Briar, sus ojos azules brillaron


con entusiasmo.
—¿Estrategias? —pregunté con curiosidad.
La sonrisa descarada de Candy rivalizó con la de Briar.

—Cree que necesitamos prepararte para la competencia del fin de


semana. Asegurando que Stone y tú ganéis.
—¿Pero qué hay de ti y Alec? —protesté.
Briar resopló y agitó una mano despreocupadamente.

—Apesto en el billar —ella admitió—. Voy a tratar de mantenernos dentro


el mayor tiempo posible, pero depende de ti y Stone patear a todos sus
traseros—. Especialmente a Fredi y a Donny —agregó con una pequeña
sonrisa.
No dije nada.

No veo cómo podemos asegurarnos, con una especie de estrategia


mágica, de que ganemos. Juego bastante bien y también Stone... ¿Qué
más podemos hacer?

Mucho, me encontré siendo arrastrada escaleras arriba para elegir un


conjunto especial para distraer y aprender el arte de agacharme.

—Todavía pienso que esto es un poco demasiado —protestando por


centésima vez, mientras Briar y yo caminábamos al Uni Club, ese fin de
semana.
Briar gimió.

—Deja de quejarte —me rogó—. Te ves asombrosa y no es indiscreto. Estás


usando vaqueros, por Dios santo.

—Bien podría estar usando nada —gruñí. Los jeans tenían un ajuste ceñido,
moldeando cada centímetro de mí. Había sido un infierno tratar de
conseguir entrar en ellos y temía quitármelos… o tratar de ir al baño... o
conseguir que se estirara la tela lo suficiente para inclinarme sobre la mesa
de billar.

Era mediodía y el torneo comenzaba en poco menos de una hora, hasta


pasando la hora de la cena y continuando hasta bien entrada la noche.

Briar había conseguido vestirme sexy en la manera que pudo,


manteniendo al mismo tiempo un look bastante informal. Llevaba tacones
altos, y mi pelo estaba atado en un moño despeinado, ambas decisiones
tomadas por Bri. Los tacones eran para hacer que mis largas piernas
lucieran aún más largas, y moldear mi culo. La cosa era dejar mi cuello y
mis hombros desnudos. Mi camiseta era suelta, pero sin tirantes, tenía una
superposición de tela situada en las copas del busto, dejando asomar el
crecimiento de mis senos. Cuando me inclinara hacia delante, la parte
superior de mis pechos se verían claramente. El top era fresco y cómodo, y
me gustaba el color rosa y blanco de la tela.
No lucía especialmente cachonda... pero sabía que atraería mucho el
interés masculino y a algunas novias enojadas.
Genial... —pensé sarcásticamente—, me encanta la atención.

Stone no parecía feliz cuando nos encontró en la puerta. Sus ojos


recorrieron mi pecho y vaqueros, apretando su mandíbula. Se volvió hacia
Briar con una mirada aguda, quien rodó sus ojos y sonrió abiertamente.
—¿Te gusta? —preguntó descaradamente.
Stone no dijo nada.

—Es una distracción —expliqué en voz baja, sintiéndome definitivamente


incómoda.

Stone se volvió a mirarme, sus ojos hicieron otro viaje por mi cuerpo,
permaneciendo en algunos lugares por más tiempo que otros. Sus ojos
parecían molestos y divertidos al mismo tiempo cuando se encontraron
con los míos. Parecían decirme seguro que lo es.
Lo siento, traté de comunicarle con los míos.
—Vamos GG —Briar persuadió—. Sabes que adoras ganar...

Por un tenso momento, miró fijamente a Briar, antes de gruñir y rodar sus
ojos. Me agarró de la mano y me atrajo a él, envolviendo su brazo
alrededor de mis hombros y me puso delante de él mientras nos conducía
dentro del club. Era un poco difícil caminar con mi cuerpo en tal ángulo,
pero no me quejé. Aunque era raro, también era sorprendentemente
cómodo ser presionada contra un cuerpo tan cálido y firme. No creía que
Stone tampoco se fuera a quejar.
Cejas fueron levantándose a medida que caminábamos por el club ya
lleno. Pares de ojos, femeninos y masculinos observaban nuestro avance
con interés y curiosidad. Algunos rostros lucían sorprendidos, algunas
mujeres decepcionadas o molestas, pero una cara en particular destacó
en cuanto nos unimos a nuestros amigos.

Ella no estaba feliz, y temblé un poco bajo la intensidad de su mirada con


odio. Afortunadamente, se retiró llevándose con ella a sus dos ovejas como
amigas. Tuve una sensación de pesadumbre, ya que ella me buscaría más
tarde. Chloe no parecía que evitara confrontar. Ni renunciar a algo que
quería.
Fredi me sonrió mientras me daba un vaso de coca cola de la jarra que
habían comprado.

—¿Lista? —me preguntó en desafío. Asentí tímidamente, un poco con


incertidumbre e incómoda de lo mucho que significaba para ellos esta
competencia. No me gustaba ser responsable de que Stone ganara o
perdiera esta noche.

Era intimidante. Donny me ofreció su taburete de bar, pero sacudí la


cabeza negándome. No había manera de ser capaz de sentarme con
estos jeans.

—¿Cómoda? —preguntó Fredi con una sonrisa conocedora. Me ruboricé y


me acurruqué un poco más cerca de Stone.
—Sí, estoy bien —mentí, fruncí el ceño mientras volvía la mirada hacia ella.
Había algo diferente en su cara... Sus ojos. Era... estaba segura de que su
ojo izquierdo era verde y el derecho azul, pero debía haber estado
equivocada, porque un iris verde brilló en su ojo derecho y el otro azul.
—¿Por qué me estás mirando fijamente? —Fredi preguntó sin rodeos.
Palidecí.
—Perdón —musité—. Solo pensaba que tus ojos lucen diferentes.
Fredi dejó de fruncir el ceño y se rio.

—Perdón —dijo con una gran sonrisa—. Cambié mis lentes de contacto, lo
hago cada pocos meses o para confundir a las personas.
Se inclinó hacia delante y susurró:
—Mis ojos en realidad son grises.

—¡Oh! —dije sintiéndome un poco mejor. Me alejé de Stone y dejé mi


cámara sobre la mesa, jugando con sus funciones. Stone se movió detrás
de mí y miró por encima de mi hombro. Salté sorprendida, pero lentamente
me relajé. Parecía que Stone, no me iba a dejar moverme muy lejos de él
esa noche.

¿Me estaba protegiendo de los hombres borrachos que estaban


cachondos? Eso me parecía bien. No estaba particularmente interesada
de que me comieran con los ojos y aún menos emocionada sobre la idea
de que alguien pudiera tocarme. Stone todavía me asustaba, pero estaba
feliz de dejarlo cuidarme esta noche.
—¡Ooh! —Candy exclamó entusiasmada, mientras Mason y ella se unían al
grupo—. ¿Vas a tomar algunas fotos, Evie?
Asentí con una pequeña sonrisa.

—Pensé en enviarles algunas a mi familia —dije en voz baja. Cooper, Zane


y mis hermanas siempre me pedían que les mandara fotos. Usualmente
solo les mandaba imágenes de la familia Darwin, pero como ahora
estaba en Alice y en realidad tengo una vida, pensé que tal vez les
gustaría ver algunas fotos de mis nuevos amigos y las cosas que he estado
haciendo.

—¡Genial! —dijo Candy atrayendo a Mason más cerca de ella—. ¡Sácanos


una a Mase y a mí!
Me ruboricé bajo la mira de todos, pero obligada por ella. Hice una toma
digital, en vez de sobre película, así podría fácilmente enviarla por email.
Saqué una foto de la banda junta, y vacilante dejé que Alec tomara una
de Briar y yo, así como una con Candy.

Un hombre hizo sonar una ruidosa campana y subió al escenario para abrir
la competencia. A Stone y a mí no nos tocaba jugar enseguida al igual
que a Alec y a Briar. Briar consiguió que Stone me dejara ir y me arrastró al
baño. Se rio tontamente mientras atravesábamos la puerta.
—Parece que a Stone le gusta tu atuendo —dijo felizmente.
Le puse mala cara.

¿Está demente? Por lo que pude ver a Stone, no le gustaba mi atuendo ni


un poco. ¿Él odiaba hacer trampa? ¿Estaba preocupado sobre que otros
hombre me faltaran al respeto? ¿Sería posible que estuviera celoso?
Descarté este último pensamiento caprichoso, y esperé con impaciencia
en la fila después de Briar. De repente se volvió hacia mí, con una
expresión de curiosidad en su rostro.

—Nunca pregunté qué pasó con Stone el fin de semana pasado —dijo
despacio—. Debería haberte advertido que a Stone no le gusta cuando
una mujer... cuando una mujer se emborracha.

La miré curiosamente, pero ella no me dijo nada más. Me ruboricé


recordando lo que había pasado esa noche.
—Él... Él me llevó a la ducha y abrió el agua fría —le dije.
Briar rio en silencio y levantó una ceja.
—¿Por qué te estás ruborizando? ¿Primero te desnudó o algo?
Me volví un tono más oscuro de rojo y sacudí con firmeza mi cabeza.

—No —susurré—, pero... Después cuando fuimos a la cama... él... él me


besó.
Briar se congeló chillando emocionada.

—¿De verdad? —exclamó—. ¿Por qué no me lo dijiste? —Me ruboricé de


nuevo y jugué con mis vaqueros, preocupándome otra vez sobre cómo iba
a bajarlos para usar las instalaciones—. ¿Él durmió contigo? —preguntó.
—Él durmió en mi cama —dije rápidamente—. No lo hicimos.

Briar asintió en comprensión, viéndose más feliz de lo que nunca la había


visto.

—¿Os habéis besado desde entonces? —preguntó—. No puedo creer que


no lo haya notado.
—No así —admití—. Solo unos pocos picos amistosos.
Arrugó el ceño y su sonrisa desapareció. Resopló molesta.

—¡Hombre estúpido! —refunfuñó entre dientes. No dijo nada más porque


habíamos llegado al final de la fila. Cuando salimos, Chloe y sus secuaces
estaban en los lavabos. Sus ojos se iluminaron con maldad cuando salí de
mi puesto y se dio la vuelta bruscamente para confrontarme, sin importarle
que todos los que estaban en el baño estuvieran mirándonos con avidez.

—Entonces... —ella ronroneó con voz engañosamente encantadora—.


Eva...
—Evie —Briar la corrigió de pie a mi lado, apoyándome.

—Evie —Chloe corrigió con una sonrisa burlona sobre Briar. Ella volvió su
veneno, dulce como el azúcar, de su voz hacia mí—. Solo por curiosidad
amistosa... ¿Cuál es el acuerdo entre Stone y tú?
—¿A qué te refieres? —pregunté frunciendo el ceño.
Ella frunció el ceño también.
—¿Cuánto hace que lleváis... acostándoos?
La miré con la boca abierta.
—No lo hacemos —dije en voz baja.
—¿No has cedido? —dijo Chloe con condescendencia—. Qué dulce. No
es de extrañar que te esté prestando tanta atención. No durará, ¿sabes?
Stone es un hombre muy reservado y solitario. Necesita estar con alguien
que entienda sus estados de ánimo y peculiaridades —Hizo una pausa y
sonrió con maldad antes de agregar—. Alguien que pueda satisfacer sus
necesidades sexuales.
Briar se erizó.

—Evie es la novia de Stone y dudo muchísimo que le gustara que le


hablaras de esta forma Chloe —le advirtió.
—Pero, no soy... —traté de negar sus afirmaciones, pero Chloe me cortó.

—¿Novia? Mmm —dijo bruscamente, irguiéndose quedando un poco más


alta—. ¿Desde cuándo?
Briar se encogió.
—Recientemente —dijo alegremente.
Chloe la fulminó con la mirada, pero a mí me sonrió dulcemente.

—Bien, estoy contenta de que lograra seguir adelante —dijo tocándome el


hombro en un gesto aparentemente amistoso—. Estaba tan... devastado
cuando lo dejé.
Briar resopló.
—Lo que tú digas —masculló para mí. Ahogué una sonrisa.

—Tenemos que salir en una doble cita algún día —Chloe continuó
hablando y me di cuenta de que no había dejado de hablar y me había
perdido su discurso sobre su último novio.
—Stone no sale en citas dobles —Briar dijo rígidamente.
—Lo hará por mí —disparó de vuelta Chloe.

Fredi atravesó la puerta del baño, mirando la situación con una gran
sonrisa.
—¿Qué está ocurriendo aquí? —preguntó alegremente.

—Solo felicitando a Evie por su relación con Stone —Chloe dijo con aire de
suficiencia—. ¿Te enteraste? Parece que van en serio.
Fredi rio.
—Por supuesto que lo sé, Chloe —dijo mirándola como si tuviera muerte
cerebral—. Soy una de sus amigas más cercanas. Además, es medio obvio.
Wow —pensé—, Fredi es una mentirosa muy convincente.
Chloe frunció el ceño y salió del baño, sus amiguitas corriendo por ella.

—Donny y yo ganamos nuestro juego, bombón —se jactó—. Stone te está


buscando. Os toca en cinco.

De repente fui golpeada por un manojo de nervios, y miré nerviosamente a


Bri.

—Lo harás bien —me aseguró, empujándome fuera del baño—. Solo
recuerda lo que te enseñé acerca de las distracciones.

Me ruboricé y me pregunté si sería capaz de llevarlo a cabo. No tenía


tanta seguridad en mí misma. Apenas salimos del baño, Stone nos
encontró. Me sonrió alentadoramente y rodeó mi cintura con su brazo
mientras nos dirigía a la mesa. Eché un vistazo a nuestros oponentes y
oculté una sonrisa. Esos dos serían fáciles de distraer. Ya estaban
coqueteando con cada mujer en la habitación que les devolvía la mirada.
Solté el aliento que había estado conteniendo.
Ahí vamos.
Capítulo 13
asamos la primera ronda con bastante facilidad. Stone y yo

P trabajamos bien juntos, nos comunicamos en silencio con los ojos,


dándonos mutuamente consejos. Stone estaba a mi lado, a menos
que fuera su turno para tirar, y yo comencé a verme más confiada con mi
habilidad para distraer a los otros comensales. A menudo me ubicaba
directamente en su línea de visión, inclinándome un poco hacia delante
para que se agacharan para hacer su tiro, o acariciaba mi taco
sugestivamente. Stone también ayudada.

A veces él me jalaba hacia él y levantaba mi camisa por mi espalda para


revelar la tanga que se asomaba por la parte superior de mis jeans. Otras
veces llamaba mi atención sobre el cuello y hombros descubiertos
arrasando sus dedos sobre ellos y jugaba con mi parte superior. Una vez,
incluso agitó su cerveza y me la entregó, así que había espuma sobre ella y
tenía que cubrir mi boca para salvar mi apariencia. En definitiva tenía su
atención. Stone también. Pasé la lengua por mi mano y el cuello de la
botella limpia por si acaso, divertida por lo simple que era congelar a la
mitad de los ocupantes del club con una pequeña acción. Briar y Candy
me habían levantado el pulgar discretamente por ese pequeño truco.

Cuando no estábamos jugando, Stone me abrazaba con fuerza, para no


dejarme fuera de su vista, ni dejarme que tomara nada de alcohol.
Después de la última vez, a pesar de todo, no podía culparlo. Varios chicos
seguían mirándome y yo estaba agradecida de tener un hombretón para
desalentarlos. Stone observaba a Briar de cerca también y sonreí para mí
misma por lo linda que era su actitud protectora. Ser amiga de Stone
definitivamente tenía sus ventajas. Fruncí el ceño, preguntándome si Stone
había besado alguna vez a Fredi o Briar de la manera que él me besaba.
No me gustaba la sensación de malestar que causó ese pensamiento en
mi estómago. De alguna manera me parecía increíblemente mal que las
hubiera tocado de esa manera. Negué con la cabeza. Dudaba que así
fuera. Trataba a Briar como su hermana pequeña y a Fredi como a uno de
los chicos.
Entonces, ¿qué era?

¿Una potencial compañera para follar?

¿Una amiga a la que gustaba besar?

¿...Su novia?

La inquietud se apoderó de mi columna con este pensamiento. Un novio


que me controlara había sido suficiente para mí. Yo no estaba buscando
novio para nada.

¿Sexo? Podría prescindir de él gracias. Desde luego, no había disfrutado


con Ben.

Me sacudí los recuerdos y agarré mi cámara. Mi red de seguridad. Podía


observar al mundo desde detrás de la lente y no tenía que participar.
Aunque, tuve que admitir, que participando como lo había hecho en el
último par de meses había sido... algo agradable. Miré a mi alrededor en el
club por un sujeto adecuado y me detuve en Fredi y Donny. Estaban
jugando contra dos hombres que no reconocí en una mesa cercana. Fredi
estaba examinando las opciones sobre la mesa y Donny se apretó contra
ella por la espalda, mirando sobre su hombro y susurrándole sugerencias al
oído. Su sonrisa era suave, pero sus perversos labios rozaban su oreja y
realmente capté un débil rubor en la piel de Fredi mientras sonreía a la
espera de la victoria. Tomé una foto, admirando la imagen digital en mi
pantalla. Me encantaba la captura de momentos como estos. Sonreí
imaginando las historias que Zane encontraría en ellas cuando se las
enviara. Zane era bueno leyendo a la gente. Fruncí el ceño y miré hacia
Stone.

¡Será mejor que no le envíe nada de Stone en ellas! Mi hermano mayor


Zane estaría respirando sobre mi cuello el momento en que las viera.

Oí un suspiro detrás de mí y me giré para ver a Briar observando a Fredi y


Donny. Hice una mueca de dolor, pero renuncié al ver la expresión de su
rostro. Pobre Bri. Ella y Alec ya habían terminado y había estado sentada
allí, mirándonos durante la última hora. Me levanté de mi asiento para ir a
consolarla, pero Alec se me adelantó. Me senté de nuevo, mirándolo
apartar un poco de cabello de su rostro y sonreírle con demasiado
atractivo sexual en el paquete.

¡Woah, sí que atraía a los peces gordos de esta noche!


Apoyó su brazo musculoso en la barra junto a ella y se acercó a su oído
para hablarle por encima del ruido del club. Vi como Bri inhaló un poco
antes de que su mano tocara tentativamente su brazo.

Ella asintió y parecía bastante sonrojada cuando él se retiró e hizo una


seña al camarero del bar.

Alec colocó una copa delante de ella y le sonrió en señal de


agradecimiento, antes de echar otro vistazo rápido a Fredi y Donny. Su
rostro cayó y rápidamente seguí su mirada para ver cómo Donny tomaba
a Fredi en un giro de victoria. Fredi echó la cabeza hacia atrás con una risa
desinhibida y ronca que hizo girar muchas cabezas masculinas. Volteé a
tiempo para ver el ceño molesto de Alec cuando Briar se terminó el resto
de su copa en un solo trago. Negó con la cabeza cuando ella intentó
pedir otro y la sacó del taburete de la barra, asintiendo hacia la pista de
baile. Ella vaciló un momento, pero Alec le sonrió con esa sonrisa sexy y le
puso sus manos detrás de su cuello, pasándolas por sus brazos mientras le
hablaba y ella se dirigía hacia los otros bailarines. La canción era lenta, y
pronto Briar estuvo sonriendo con resignación y se permitió un baile. Le
tomé varias fotografías a la pareja, sintiendo la esperanza de que en
realidad podrían ser pareja en poco tiempo.

Miré a Stone.

¿Qué pensaba de Alec y Briar? Bueno, sólo había una forma de


averiguarlo. Le di un codazo a su costado suavemente y él me miró ante la
duda. Señalé hacia Briar y Alec que ahora estaban riendo mientras se
balanceaban de un lado a otro. Sus ojos siguieron mi mano y lentamente,
sus labios comenzaron a arrugarse con un poco de diversión y satisfacción.
No miró atrás hacia mí. Pasó un brazo alrededor de mi cintura y se puso de
pie para conducirme a la mesa de al lado.

Sonreí contra su pecho, me alegré de ver que estaba feliz por ellos. Creo
que a Stone le importaban sus amigos. Bastante.

A las siete, los juegos se detuvieron para hacer un descanso a la hora de la


cena. Sólo quedaba una ronda, y Stone y yo estábamos todavía en la
competición. Así como Fredi y Donny. Todos nos fuimos a cenar juntos y el
aire estaba cargado de tensión. Fredi y Donny estaban discutiendo
tácticas en susurros, aunque con frecuencia se detenían de manera
natural ante el reto de Stone y mío. Briar, cuyo estado de ánimo había
mejorado sustancialmente, se hundió de nuevo, como una mimada niña
irritada. Alec se estaba poniendo un poco molesto con su mal humor,
aunque más por la frustración y la decepción, y luego por una verdadera
angustia.

Candy y Mason no se hablaban, ya que habían tenido una pelea poco


antes de la cena.

Al parecer, Candy estaba riendo y bailando muy feliz con otro hombre y
Mason había tenido un ataque de celos. Candy parecía herida, terca y
endemoniadamente loca. Hice una mueca. Parecía que estarían
haciendo algo salvaje y se prepararían para tener sexo furioso esa noche.
Esperaba que usaran la habitación de Mason.

Para empeorar las cosas, Chloe había decidido unirse a nuestra mesa y se
había sentado junto a Stone, mientras yo estaba sentada al enfrente. Con
frecuencia le tocaba el brazo mientras seguía y seguía hablando sobre su
nuevo novio, con su bobo amigo rubio haciendo eco cada dos o tres
palabras. Era una tortura. Me di cuenta de que Stone estaba aburrido. Él
no habló con Chloe. Comió en silencio, parando una vez o dos para
darme una mirada suplicante.

¿Qué diablos quería que hiciera? Yo no hablaría con ella.

Fruncí el ceño y me pregunté por qué no terminaba por decirle que se


callara. Por lo general le enviaba a la gente una mirada asesina si le
estaban sacando de quicio y consecuentemente lo conseguía. Por otra
parte, Chloe probablemente le lanzaría una expresión herida y comenzaría
con una larga y tediosa conversación, preguntándole por qué estaba
enojado con ella y le echaría la culpa.

Jamie se unió a la mesa más tarde y llamó la atención del amigo de Chloe.
En lugar de aliviar los ecos de sus alabanzas, tuvimos que aguantar el
horriblemente molesto sonido de su ―risitas de niña‖ y adulaciones, Jamie
comió felizmente, haciéndola sentirse bienvenida en la mesa. Yo estuve
muy aliviada cuando Stone miró su reloj y todo el mundo decidió que era
hora de regresar al club.

Me moví nerviosamente mientras regresábamos al edificio. Cada pareja a


la tendríamos que enfrentarnos desde ahora iba a ser dura. Inclinarme no
iba a servir. Necesitaba estar súper centrada y tranquila. Temblaba un
poco cuando me di cuenta de que más personas se agolpaban alrededor
de las mesas para mirar. Sentí cómo los ojos de todos estaban sobre Stone
y yo cuando nos dirigimos a nuestra mesa y apuntaban nuestras señales.
Stone puso su brazo a mi alrededor y me dio un apretón en la cadera
mientras besaba mi cabello.

—Tranquilízate —murmuró con esa voz eróticamente áspera y profunda.

De nuevo temblé y sacudí mi pie con el propósito de librarme de él. Mis


manos tenían que estar firmes. Tomé una respiración profunda y relajada
contra Stone, haciendo caso omiso de las miradas de la multitud. Podía
hacer esto. Había jugado durante años y era bastante buena. ¡NO! Estaba
era condenadamente buena y no dejaría que Stone fracasara. Caminé
hacia adelante con confianza e hice el rompimiento de las bolas.

Vamos chica, vi los ojos de Stone brillar mientras caminaba alrededor de la


mesa para tomar otra fotografía. Sonreí, porque sabía… que no ganarían.

Fredi y Donny ganaron dos partidas, pero perdieron la tercera, borrándolos


de la competencia antes de que pudiéramos jugar con ellos. Stone y yo
ganamos nuestra tercera partida, luego la cuarta, dejándonos con sólo
una partida por delante para ganar. Todo el club estaba tranquilo, a
excepción de la baja música de fondo.

Mis nervios volvieron con toda su fuerza y mis manos comenzaron a sudar.
Fredi me sonrió desde la mesa de la banda, articulando que me patearía
el culo. Estábamos en contra de la pareja con la que ella y Donny habían
perdido. Me di cuenta de que Briar estaba sobre un taburete junto a Fredi,
Alec de pie detrás de ella con sus brazos envueltos casualmente alrededor
de su cintura. Estaba sonrojada y emocionada, sonriéndome con ánimos y,
parecía que ella, apretaba la mano de Alec ante la anticipación. A él no
parecía importarle de todos modos.

Stone frotó mis hombros mientras esperábamos a que la pareja regresara


de beber y de ir al baño.

Podía sentir la tensión en sus manos y sabía que él realmente quería ganar.
Miré a los dos chicos que regresaban e hice una mueca. Estos dos eran
gilipollas. No quería que ganaran.

Vi que se burlaban de nosotros una vez que entendí sus señales,


mirándome de arriba abajo como si estuvieran sorprendidos de que
hubiéramos llegado tan lejos. Enderecé la espalda.
¡Les daría una lección!

Escuché la risa de Stone detrás de mí y parecía que él hubiera sentido mis


pensamientos. Era bueno en eso. Rivalizaba con el nivel de intuición de
Zane y era bastante incómodo. Aun así, supuse que tenía que valerse de
algo. No era como si él hablara mucho con la gente.

Stone rompió la formación esta vez y me distraje de los nervios admirando


su cuerpo.

El hombre, era alto. Y grande. Y fuerte. Se veía bien en jeans. Su ropa era
de diseñador, pero sencilla. Camisas lisas, jeans oscuros, interiores
cómodos, como si apenas se preocupara por su apariencia, y sin
embargo, siempre se veía... delicioso. Esa noche llevaba una camisa azul
oscuro, de manga corta que hacía que sus ojos plateados se vieran de
azul claro. Mientras hacía el segundo tiro, admiré sus grandes antebrazos
bronceados y tríceps bien definidos. Los tríceps eran, por mucho, mi grupo
muscular favorito en un hombre.

Me mordí el labio inferior con fuerza para autocastigarme. Stone no era un


poster pin up12 el cual podía babear. No. Él era un hombre de la vida real,
que había entrado peligrosamente en mi vida. Yo no sentía ninguna
atracción hacia ninguna parte de él, sobre todo desde que invadía mi
habitación cada noche.

Suspiré mientras se hacía el primer tiro del juego y alejé esos pensamientos,
mis nervios desaparecieron por completo mientras veía cómo tiraba el
primer chico y yo planeaba mi primer tiro observando la posición de las
bolas. El hijo de puta me sonrió mientras se alejaba de la mesa, pensando
lo bien que me había bloqueado colocando la bola blanca lejos de
cualquiera de mis bolas.

¡Vaya campeón! ¿Jodiendo a la chica débil ¿eh?

Solté un bufido. Debían pensar que Stone era algún tipo de Dios increíble si
pensaban que había llegado a la final dependiendo exclusivamente de sí
mismo. Los ojos de Stone me sonrieron a sabiendas, pero el resto de su
rostro se mantuvo frío e indiferente. Él sabía que yo podía hacer un tiro
desde allí. Tenía plena confianza en mis habilidades. Mi ego se hinchó y
sentí cómo se hinchaba mi pecho con orgullo. Sin embargo, me contuve.
12
Una fotografía pin-up u otro tipo de ilustración de una persona (hombre o mujer) es posando en una
actitud sugerente o sonriendo, saludando o mirando a la cámara fotográfica.
No era bueno que fuera tan arrogante. En su lugar, me centré en hacer
saltar la bola blanca y no una, sino dos de mis bolas que estaban
perfectamente en línea con el hoyo central. Tenía que golpear
correctamente...

Sonreí en señal de triunfo mientras saltaba las bolas que obstaculizaban el


camino y envié las dos suavemente por el agujero, la blanca rodeando en
la orilla y quedando fuera. Mis amigos vitorearon desde la barrera y el club
aplaudió en admiración. Me sonrojé por la atención y escondí mi rostro en
el abrazo de Stone, asomándome sólo para sonreír a los molestos rostros de
nuestros competidores, conmocionados. Ellos me miraron y sentí a Stone
darme un suave apretón mientras miraba hacia ellos.

¡Juguemos, mocosos! —Pensé, citando a mi hermano Jake. Juguemos.

La competencia fue dura y fue mucho más de lo que esperaba. Nuestros


rivales pasaron mucho tiempo bloqueando nuestros tiros y les dimos un
infierno a cambio. Por último, sólo quedaba yo con la bola negra y había
perdido hace mucho tiempo mi paciencia con ellos. La última persona
para tirar, Larry, me había bloqueado también. La negra estaba colocada
en el extremo de la mesa, a medio camino entre los dos agujeros de las
esquinas. Casi enfrente de ella, estaba la última bola que quedaba. La
blanca había caído, así que podía colocarla en cualquier lugar que
quisiera a lo largo de la D. El problema era que la bola estúpida estaba
bloqueando mi camino. Tenía que golpear la negra apenas hacia la
derecha para conseguir que rodara a un lado en una línea recta y cayera
en la esquina. No se me permitía tocar la bola antes de que lo hiciera otra
y la blanca no podía rebotar en el agujero o perdería.

Me incliné sobre la mesa y alineé la bola blanca. Tenía solo una


oportunidad de que la bola negra rodara de la manera en que yo quería.
Los tiros largos no eran mi fuerte y me mordí el labio con preocupación.

Stone se inclinó sobre mí, mirando hacia abajo a la marca que había
elegido y evaluaba la decisión que había tomado. Un suave golpe de su
mano en mi espalda me dijo que estaba bien, pero que lo tomara con
calma. Su mano se quedó en la parte baja de mi espalda, pero no me
desesperó. Me consoló, haciéndome saber que estaba bien si perdía el
tiro.
Tenía que estarlo. No tenía necesidad de apresurarme o entrar en pánico.
Todo estaba bien. Ya había tirado antes, la otra bola no estaba en mi
camino, que era importante.

Tomé una respiración, suavemente liberé mi marca y la empujé hacia


delante, no poniendo ninguna fuerza en ella. La bola blanca recorrió el
fieltro verde en una línea recta, golpeando la bola negra en el ángulo
correcto, haciéndola rodar suavemente hacia el hoyo de la esquina. No
me di cuenta de que había aguantado la respiración hasta que la bola
negra entró en el agujero y salió disparada lejos de mí. Dejé caer el taco
sobre la mesa cuando la bola blanca dejó de girar, segura, lejos de los
hoyos, y el club estalló en aplausos. Dos grandes manos me dieron la
vuelta y me agarraron el rostro al tiempo que Stone inclinaba su cabeza y
tomaba mis labios en un beso feroz y posesivo.

Me aferré a él y por la sorpresa abrí la boca y su lengua se abrió camino a


mi interior. Estaba demasiado sorprendida para devolverle la pasión de su
beso, pero le respondí lo mejor que pude. Escuché silbidos y llamaron
nuestra atención viniendo de nuestros amigos y me sonrojé cuando Stone
se apartó. Sus ojos estaban entrecerrados, pero podía ver ese brillo salvaje
en ellos. Su boca torcida en su habitual media sonrisa, pero parecía
depredadora esta noche. Me estremecí y tragué con nerviosismo, pero
Briar rompió el tenso momento saltando hacia mí con un fuerte abrazo.

—¡Has ganado! ¡Has ganado! ¡Has ganado! —chilló saltando arriba y


abajo. Dejé que me arrastra lejos de Stone, que lo estaban felicitando
Jamie, Alec y Donny. Candy y Fredi se nos abalanzaron tan pronto como
nos dejaron. Yo esperaba que también me felicitaran a mí, pero estaban
más interesadas por el beso.

—¡Oh, Dios mío, qué beso tan jodidamente caliente! —exclamó Candy
abanicándose con una mano y guiñándome un ojo bromeando como
siempre.

Me sonrojé y gemí entre mis manos mientras escondía mi rostro.

—¿Todo el mundo lo vio? —murmuré mirándola a través de mis dedos. Ellas


asintieron al unísono.

Gemí de nuevo ante la vergüenza.

Fredi sonrió.
—Incluyendo Chloe. Que acaba de marcharse.

Briar reía alegremente.

—¡En su cara! —gritó mientras me abrazaba con fuerza. Ella se apartó y me


miró con una sonrisa—. ¿No eres su novia ¿eh?

Abrí la boca para protestar, pero Donny me agarró y me arrastró hacia el


bar donde Stone me estaba esperando para que recibiéramos nuestro
trofeo y el premio de quinientos dólares. Todo el mundo quería hablar con
nosotros, pero Stone logró abrirse paso entre la multitud, tirando de mí tras
él y saliendo del club junto con los demás. Él no me había preguntado si
me quería marchar, pero estaba agradecida de escapar de la
abrumadora multitud curiosa. No dijo una sola palabra mientras
continuaba llevándome a la oscuridad, hacia la casa Alice Garden.

Subimos el primer tramo de escaleras y después giramos por el pasillo hasta


mi habitación, donde esperó con rigidez para que abriera la puerta.
Capítulo 14
an pronto como la puerta se abrió, Stone pasó un brazo alrededor de

T mis piernas y me levantó del suelo, haciéndonos entrar en la


habitación y pateando la puerta al cerrarla. Las llaves salieron
volando de mi mano cuando me dejó caer en mi cama. Él me siguió
subiéndose encima de mí, apoyando su peso sobre mi cuerpo con un
brazo mientras la otra mano me agarraba el muslo para que pudiera estar
entre mis piernas. Me quedé inmóvil como una tabla, en alarma cuando
comenzó a besarme y pasar su mano a lo largo de mi pierna levantada.

Oí los pesados latidos de mi corazón en mis oídos, y todos los músculos de


mi cuerpo apretados del susto. Le devolví el beso robóticamente; mis
manos cayeron de nuevo a mi lado después que instintivamente las alzara
para defenderme. No sería capaz de empujarlo fuera de mí. Él era
demasiado fuerte, demasiado pesado.

¿Era esto lo que quería de mí todo el tiempo?

¿Había perdido la paciencia de repente conmigo como Ben lo había


hecho?

Él no se había quejado o me culpaba como Ben lo había hecho. No


estaba siendo insistente ni persuasivo. Él lo estaba tomando.

¿Sería capaz de detenerlo?

¿Si gritase por ayuda alguien se atrevería a ir en contra de Stone?

¿Me lastimaría si intentase escapar?

Me hice lo más complaciente posible, temerosa de su reacción a cualquier


intento de ―lucha o huida‖.

Su boca se separó de la mía y empujó mi cabeza hacia un lado, dejando


al descubierto mi cuello y hombros mientras empujaba una mano debajo
de mi blusa. Tragué saliva nerviosamente y me quedé sin ver la cama de
Candy. Casi salté cuando sentí su aliento en mi clavícula, y un nudo de
ansiedad se formó en mi estómago a la vez que su enorme mano se
deslizaba más alto, deteniéndose justo debajo de mi sujetador. Sentí la
fuerza en su firme control sobre mis costillas. Probablemente podría aplastar
a mi pequeña, delgada figura en un fuerte apretón. Esperé a que agarrase
mi pecho y mordiera mi cuello en algún acto enfermo, violento, de
posesión masculina... pero no lo hizo. Su mano no se movió y sentí que su
aliento dejaba mi piel.

Lentamente volví la cabeza para ver lo que estaba sucediendo, y lo


encontré mirándome con una pequeña mueca. Tragué saliva.

¿Estaba loco por mi falta de respuesta?

—Evelyn —gruñó, su voz baja, pero con una imposición más suave que
nunca había oído antes. Un pequeño rayo de placer al oír mi nombre en
sus labios me tomó por sorpresa. Se inclinó más cerca y dio un suave beso
en mi mejilla—. Si estás incómoda con algo, dime que pare —dijo
calmadamente, retrocediendo para estudiar mi rostro—. Depende de ti.

Sentí que mi cuerpo se relajaba con alivio y me sacudí un poco a la vez


que algo de estrés abandonaba mi cuerpo.

Él no iba a obligarme. Dependía de mí. Yo tenía el control.

¿Quería continuar?

El calor de su mano contra mi piel repentinamente invadió mis sentidos. Al


igual que su olor. Aspiré el olor familiar de dulces, cigarrillos y después del
afeitado. Mis costillas se movieron mientras respiraba profundamente,
haciendo que su mano se deslizara un poco en contra de mi piel.
Cortándoseme la respiración y poniéndoseme la piel de gallina a lo largo
de mis brazos que se erizaron ante la sensación.

Sentí un pequeño tirón en mi sujetador y abrí los ojos. Parpadeé. Stone


todavía me estaba mirando, esperando mi permiso para continuar. Me
mordisqueé mi labio inferior, antes que vacilante me estirara para llevar sus
labios a los míos. Su beso era firme, pero cuidadoso. No fue feroz, pero no
fue suave tampoco. Era fuerte y persistente, sin embargo, me hizo sentir
segura y protegida.

Su mano se deslizó por debajo de mí y jugueteó con el broche de mi


sujetador. Sus labios viajaron a lo largo de mi mandíbula a mi oído y
chupaba la carne sensible justo debajo de él. Tiró de mi broche a la vez
que su boca se movió para picar mi lóbulo de la oreja y solté un aliento
con un "sí" como respuesta. Abrió fácil y rápidamente el sujetador y
sacándolo de mi blusa, lo tiró sobre su hombro sin mirarlo y empujó mi
cabeza hacia un lado.

Sus besos calientes y firmes viajaron por mi cuello y a lo largo de mi hombro


mientras su mano se trasladó a la curva de mi pecho. Me arqueé en la
cama por el contacto, a pesar de que había estado esperándolo. Él hizo
un sonido bajo, que me llevó a dar la aprobación mientras exploraba mi
carne sensible. Di un grito ahogado de sorpresa cuando sus dedos se
cerraron sobre mi pezón en un pellizco suave.

Me encontré agarrándolo por los costados a la vez que sus besos se


movían hacia el sur de mi clavícula y hacia abajo sobre la parte superior
de mis pechos expuestos que se marcaban en mi blusa. Su mano se movió
para quitar la tela, pero se la agarré con la mía y sacudí la cabeza. No
estaba preparada para que él me viese desnuda.

Su mano se liberó de la mía y se instaló hacia abajo en mi estómago,


enviando escalofríos de excitación en mi centro y entre mis piernas. Sin
inmutarse por la cubierta de tela, su boca se cerró sobre mi pezón y su
lengua parpadeó contra mi pezón. Gemí mientras seguía con sus dientes,
una bola de necesidad aumentó muy dentro de mí. Me aferré a sus
hombros y froté mi pelvis contra su estómago, con la esperanza de
encontrar alivio en la fricción.

Sus hábiles dedos abrieron el botón de mis vaqueros y estaban en mi zona


más sensible antes de que mi cabeza se despejara lo suficiente como para
detenerlo. Su boca se tragó mi sonido de angustia a la vez que sacaba sus
manos de mis ajustados pantalones. No estaba preparada para que él me
tocara así. ¡Todavía no éramos ni tan siquiera novios!

Una vez mas no protestó ni mostró alguna señal de decepción. En cambio,


movió su mano desde mis senos a la entrepierna de mis vaqueros, la palma
de su mano frotaba fuertemente la costura contra mi clítoris hinchado. Un
gemido se me escapó antes que pudiese detenerlo y me sonrojé ante el
sonido sin sentido. Stone sonrió brevemente contra mis labios y luego se
separó para torturar al pezón que no había tocado. Hizo girar su lengua
alrededor del pezón ansiosamente, la fina tela de mi blusa me frotaba en
la carne tierna. Jugueteó con ella, sin darle la cálida humedad de su boca
ni la mordida de sus dientes. Su mano también, trabajó a un ritmo lento
tortuoso. Gemí frustrada, arqueé mi cuerpo y empujé, silenciosamente
suplicando por más. Nunca había sentido este... hambre de sexo con Ben.

Estaba tan absorta en las cosas nuevas, en los sentimientos increíbles que
estaba despertando en mí, que ni siquiera se me ocurrió devolver el favor.
Solamente me aferré, clavando mis uñas y todo a la vez que aumentaba
la tensión y su mano empezó a acelerar. Sus labios finalmente se pegaron
a mi pezón y succionaba con firmeza, enviando fragmentos afilados de
placer por todo mi cuerpo. La presión en la cabeza aumentó, lo que
dificulta por mi parte pensar que mis pliegues apretados buscaban
desesperadamente la liberación.

—Más —jadeé suavemente, esperando que él escuchara mi súplica


oculta, que supiera que casi estaba llegando...

Su mano apretó con más fuerza contra mí y sus dientes dibujaban


remolinos en mi pecho. Me mordí el labio y apreté sus hombros, ya que
todo se hizo demasiado y llegué al clímax con un largo y suave "Aahhh‖.

Cuando finalmente dejé de temblar, solté mi agarre y lentamente abrí los


ojos. Stone me miraba, su respiración tranquila, pero entrecortada y
desigual. Su mano se había mudado a mi cadera y él seguía apoyándose
en el otro brazo. Me sonrojé bajo su mirada, sin saber qué hacer ni qué
decir. Se inclinó hacia delante y suavemente presionó sus labios en mi
frente.

—Ya vuelvo —dijo se incorporó de la cama y caminó hacia el baño.

Mi boca se abrió en la confusión, sintiendo un poco de dolor de que él me


dejara tan pronto... hasta que me di cuenta de lo que había ido hacer al
baño. Escondí mi rostro en las almohadas y gemí en vergüenza.

¿Debería ofrecerle ayuda?

Palidecí ante la idea. Sería aterrador tocar sus partes íntimas mientras él me
miraba con esos ojos gris acero duro. Yo estaría muerta de miedo de hacer
algo mal.

Negué con la cabeza, castigándome. ¿Él había estado muy comprensivo


esta noche o no? Y él no había presionado por más o se había burlado de
mí. ¿Tal vez debería ir y ofrecer ayuda? La idea de caminar, entrar, él
tocándose, esos antebrazos fuertes ondulantes acariciándose su... Me
sonrojé y corrí hacia mi tocador, agarrando a toda prisa un pijama que
llevar. No era lo suficientemente valiente como para ayudarlo esta noche.

Rápidamente me cambié y me acurruqué en la cama, fingiendo dormir. Él


se unió a mí varios minutos más tarde, se acurrucó a mi espalda y colocó
un breve beso en la base de mi cuello. Su mano se extendió
posesivamente sobre mi estómago y su respiración se ralentizó a la vez que
él rápidamente se quedaba dormido.

Al igual que la primera noche que durmió en mi habitación, yo casi no


dormí del todo. Me quedé despierta y mirando la pared, preguntándome y
preocupándome por qué demonios había pasado.

En la cena de la noche siguiente, me senté al lado de Candy, su mesa


continuaba vacía en lugar de sentarse con los demás.

—¡Ey! —Me saludó alegremente, chupando ruidosamente sobre la pajita


de su bebida. Escondí una sonrisa. Obviamente tenía razón sobre lo de
tener sexo. Los ojos de Candy celebraron una lejana mirada en ellos y ella
tarareaba entre sorbos.

—Hola —dije en voz baja—. ¿Dónde está Mason?

Candy se iluminó con su nombre y empezó a contarme todo sobre su


pinchadiscos. Al parecer, él estaba trabajando en el bar local esta noche
para su sesión del domingo. Ella iba a vestirse después de la cena para
reunirse con él. Uno de sus amigos iba a llevarla.

Miré alrededor de la sala-comedor ocupado y me di cuenta de que


muchas personas estaban mirando en mi dirección. Empecé a sentirme
cohibida por lo que le pregunté a Candy si tenía algo en mi cara. Ella se rio
mientras me miraba fijamente, con cara de chisme.

—Se ha corrido la voz de que eres la novia de Stone —dijo Candy con una
sonrisa—. Por supuesto que van a mirar.

Mi quijada cayó.

—¡Pero no lo soy! —susurré con fiereza, con el deseo de que todos


buscaran algo mejor que mirar.

—¿No eres qué? —Candy murmuró distraídamente.

—¡Su novia! —susurré.


Candy puso sus ojos en blanco.

—Creo que lo eres, Evie.

—No lo soy —dije con firmeza. Él no me había dicho nada al respecto.

—Lo que sea —dijo ella mirando algo por encima de mi hombro.

Me volví para ver lo que estaba viendo y noté que varias cabezas hacían
lo mismo. Mi ceño se frunció cuando vi a Chloe presionado contra Stone,
sus manos sosteniendo uno de sus grandes bíceps, mientras ella le sonreía
encantadoramente dándole palmaditas. Stone no parecía estar
mirándola, pero asintió varias veces, lo que indicaba que estaba
escuchando su parloteo. Avanzó la fila de la cena y Chloe siguió, todavía
colgando de él. Lo vi agarrar dos bandejas y empezar a cargarlas con
comida. Arrugué la nariz.

¿Estaba comprando su cena?

—Ajá —Candy susurró—. Mira. ¡Estás celosa!

Me giré para mirarla.

—No, no lo estoy —protesté mansamente. Vacilaba y jugaba con el


dobladillo de mi falda—. Solo estoy... —Me detuve y traté de pensar en las
palabras adecuadas—. Él... —bufé de frustración y solo terminé diciendo—:
Él me dio un orgasmo anoche y ahora está comprando la cena de Chloe.

Candy escupió su bebida por la sorpresa, casi ahogándose con una risa
sorprendida.

—¿Qué?

Me sonrojé y le conté lo que había pasado la noche anterior. Ella dejó


escapar un silbido.

—¿Fue bueno? —preguntó con nostalgia—. Siempre me he preguntado


cómo sería Stone en la cama.

Fruncí el ceño hacia ella. Nos estábamos yendo de tema.

—Sí —le dije rápidamente—. Pero ¿qué pasa con Chloe?

Candy miró a la rubia pechugona.


—Ella es una perra. No te preocupes Evie. Stone no es de los que regresan
por una segunda oportunidad. Una vez que se acabó, se acabó.

Los miré, llena de dudas. No podía leer nada en la expresión en blanco de


Stone mientras caminaban hacia la mesa de la banda. Colocó las dos
bandejas y se sentó en su asiento habitual. Frunció el ceño cuando Chloe
se sentó junto a él. Él dijo una sola palabra y el rostro de Chloe hizo un
puchero lleno de rechazo. Se puso de pie en una rabieta y no tomó la
segunda bandeja que había comprado. Él negó con la cabeza hacia ella
con el ceño fruncido y miró alrededor de la habitación. Cuando su mirada
se encontró con la mía, su ceño se profundizó e hizo un gesto con la mano
para que me acercara. Chloe le sonrió con hipócrita dulzura y envió una
mirada hacia mí mientras se retiraba.

Candy rio a mi lado y se levantó de la mesa.

—He terminado Evie. Me voy y voy a arreglar para salir. Parece Stone te
quiere allí —dijo con una sonrisa—. Me quedaré con Mason esta noche de
nuevo —añadió con un guiño, antes que saliera de la sala.

Genial —pensé—, ni siquiera me dio algún consejo sobre qué hacer esta
noche.

¿Intentaría Stone tocarme de nuevo? ¿Debía tratar de ser una participante


más activa? ¿Quería ser su amiga especial con beneficios?

En lo que a mí respectaba, no había mostrado ningún signo de querer una


relación romántica. Con un suspiro, me levanté y me dirigí a través de las
mesas hacia Stone, tratando desesperadamente de ignorar las miradas.
Me senté en mi asiento y él empujó su bandeja adicional hacia mí. Me
había comprado la cena. Le sonreí para mostrar mi agradecimiento. Un
destello de emoción movió sus ojos, pero su expresión no cambió. Me tocó
la nariz con suavidad y se volvió hacia su plato. Miré alrededor de la mesa
y las cabezas de todos miraban hacia otro lado como si nos hubiesen
estado vigilando. Me moví incómodamente en mi asiento y comí mi
comida.

Donny dio a mi rodilla un golpe suave y me guiñó un ojo.

—Te ves muy bien y con curvas —me dijo con los ojos en movimiento a lo
largo de la pierna expuesta por mi minifalda rosa de pana. Me sonrojé y
pasé las manos por encima de ellas con nerviosismo. Stone frunció el ceño
ante Donny, pero no dijo nada. Briar me sonrió y metió la cabeza debajo
de la mesa para mirarlas. Rápidamente
junté las piernas en caso que cualquier otra persona decidiera echar un
vistazo.

—La hacen parecer más tonificado y bien formada —dijo su voz apagada
con satisfacción. Su cabeza reapareció y sus ojos brillaban de emoción.

—Debemos hacer un pesaje y medir mañana —Alec sugirió con una


pequeña sonrisa—, tus brazos lucen mejor también.

Jamie rio mientras tomaba un gran bocado de su hamburguesa.

—¡Tus tetas están mejor también! —dijo con la boca llena.

Fredi se rio y las miró críticamente a la vez que Stone gruñía y Alec
golpeaba la parte trasera de la cabeza de Jamie. De repente me sentí
desnuda en mi camiseta a la vez que los hombres de la mesa parecían
darse gusto. Creo que Stone percibió lo incómoda que me estaba
sintiendo, porque miró a todo el mundo hasta que abandonaron la mesa.
A la izquierda y derecha las personas dieron excusas para irse, dejándonos
solo a Briar, Stone y a mí.

Stone y yo nos sentamos en silencio mientras Briar hablaba sobre su último


proyecto de diseño, deteniéndose de vez en cuando a reírse de nosotros.

Tan pronto como terminé mi cena, Stone se puso de pie y me llevó con él,
asintiendo a Briar y caminando hacia las escaleras. Me apresuré a saludar
a Bri sobre mi hombro mientras me apresuraba tras él. Mi pulso aumentaba
a medida que íbamos haciendo el camino a mi habitación. Dosis iguales
de anticipación y ansiedad corrían a través de mí, haciéndome sentir un
poco mareada. Me temblaban las manos cuando giré la llave, casi
esperando a que Stone me levantara y me tirase encima del hombro en
cualquier minuto. Sin embargo no lo hizo, y lentamente caminamos al
interior de la habitación. Claramente Stone había planeado venir
directamente a mi habitación, porque había llegado preparado a la cena,
una camiseta y unos delgados pantalones para dormir en mi cama.

Me preguntaba qué solía usar él para dormir. Mis hermanos, todos dormían
en bóxer. Ninguno de ellos llevaba camisas a la cama... ni siquiera ropa
interior. Yo había visto a Stone sin camisa antes... Pero ¿él se había dejado
su ropa deliberadamente para hacerme sentir más confortable? Volví a
pensar en la primera noche que había dormido en mi cama, y la noche
que me empezó a acariciar, me di cuenta de que si hubiese estado
vestido solo con bóxer, probablemente hubiera hiperventilado.

Stone no puso la música esta noche y no me agarró y me arrojó a la cama.


En lugar de ello, tomó uno de sus libros de texto de música de la mochila
que había dejado junto a mi cama y comenzó a hacer su tarea de lectura.
Sabía a ciencia cierta que era para mañana por la mañana, así que
tranquilamente fui al baño a cambiarme y luego me senté en mi escritorio
para hacer mi propia tarea.

Dos horas más tarde, Stone terminó con su trabajo y se arrastró sobre la
cama para caminar a mi silla. Yo contuve la respiración, con la certeza de
que él se inclinaría y me besaría. Tal vez él me tomase de la silla en sus
brazos y luego me presionara contra la pared. Miré hacia arriba con
incertidumbre, esperanzada, con temor, pero la habitación se volvió
oscura cuando él apagó la luz y ya no pude ver su rostro. Una de sus
manos, tomó las mías en la oscuridad y me tiró suavemente de mi silla,
guiándome a la cama. Me dejé arrastrar ciegamente por él, dejándome
caer sobre la mitad de mi espalda.

La cama se hundió mientras apoyaba una rodilla a mi lado, pero él


simplemente me puso de lado y se deslizó detrás de mí. Esperé en la
oscuridad para que me tocara, mis nervios de punta, mi cuerpo con ganas
de darle la bienvenida, mi mente me advertía que no y mi corazón…
continuaba indeciso.

Su brazo rodeó mi cuerpo y su mano se deslizó bajo mi camiseta. Las


mariposas bailaban bajo sus dedos mientras me acariciaba en círculos
lentos y suaves. Su boca se movió a mi cuello y los hombros, besando
ligeramente a lo largo de mi carne caliente. Esta noche su toque era ligero
y suave, la noche anterior había sido firme y audaz. No intentó tocarme en
cualquier otro lugar, sus movimientos convirtiéndose más lentos y menos
frecuentes, antes de que finalmente se quedara dormido. Fruncí el ceño
hacia su mano.

Yo estaba confundida...

¡Una vez más!

E...
¡Insoportablemente caliente!

A la mañana siguiente, me desperté a la presión suave de sus labios contra


los míos y con entusiasmo abrí la boca por más. Besar a Stone era adictivo.
Él siempre sabía a chocolate o azúcar y sus labios eran perfectos: suaves y
de textura blanda, pero firme en la entrega. Me quejé por dentro en
protesta mientras él se echaba hacia atrás y comenzaba a alejarse de la
cama. Dudé por un momento, antes de alcanzar, tentativamente, su
mano. Se detuvo y me miró con dudas. Me arrastré hacia atrás en la
cama, haciendo espacio para él tirando suavemente de su mano.

Mirándome con sospechas, poco a poco volvió a subir a la cama y se


acostó de lado, frente a mí. Su mano acarició mi cabello desordenado a
la vez que echaba hacia delante y me chupaba el labio inferior. Chupé su
labio superior en respuesta y él inclinó la cabeza para deslizar suavemente
su lengua dentro. La chupé con entusiasmo y él hizo un ruido sordo en
respuesta. Supuse que le gustaba, porque su mano se fue de mi pelo para
agarrar mi culo y me tiró hacia arriba en contra de él. Él estaba duro
contra mis muslos y sentí un estallido de triunfo por haber podido excitarlo.
Mordí su labio un poco demasiado entusiasta y sentí su aliento al chupar,
antes de que su lengua se moviera ligeramente sobre la herida. Le ofrecí la
mía propia en un intento de calmar el dolor, pero fue interrumpido por mi
grito de asombro cuando Stone rodó sobre su espalda y me llevó con él.

Empujé un poco para mirar hacia él, extendiendo mis piernas para
descansar a cada lado de su estómago.

Sonreí con timidez, desacostumbrada a estar encima de un hombre, y


mucho menos uno que no conocía muy bien. Stone me miró con
paciencia, esperando, sus manos acariciando mis muslos desnudos. Poco
a poco, me incliné hacia delante y apoyé mis manos a cada lado de la
cabeza. Bajé mi boca a la suya y casi de inmediato volvió a entrar en
acción, metiendo una mano debajo de mi camiseta y la otra agarrando
mi cuello mientras tomaba el beso más profundo. Él se levantó sobre sus
codos para hacer un rastro de besos por el cuello para llegar a mi pecho.
Dio vueltas chupando cada pezón a través de mi camiseta delgada y
gemí, deseando que su boca estuviera besando mi piel.

Su boca se movió de nuevo a la mía por un beso rápido, antes de que


volviera la cabeza en la almohada y agarrara mis caderas, moviéndome a
horcajadas sobre su cuerpo. Di un grito ahogado ante la sensación de su
erección descansando cómodamente en contra de mi propio sexo. Me
sonrojé de nuevo, sintiéndome como una virgen ingenua, a pesar de mis
experiencias pasadas. Me senté con la espalda recta y miré hacia él
mientras sacaba su camiseta y él miró hacia mí. Mis ojos cayeron a su duro
y torso y mi boca se secó. Regresé mi mirada a su cara, respirando un
poco más difícil que antes.

Tócame, imploraban sus ojos, pero podría haber sido una ilusión de mi
parte. Tomé una respiración profunda y con cautela acerqué a la zaga un
dedo por el centro de su cuerpo. Los músculos de su pecho y el abdomen
le temblaban, las manos apretadas en mis caderas. Recogí todo mi valor y
empecé a tocarlo con más audacia, amando la sensación de su dura y
caliente carne bajo mis dedos.

Sus manos se movían a mi culo y me empezaron a mover contra él,


rechinando su pelvis contra la mía. Mis ojos se abrieron cuando sentí su
enorme erección contra mis pliegues hinchados. No pasó mucho tiempo
antes de estar moviéndome con él, buscando una mejor fricción. Una vez
que conseguí un ritmo, sus manos dejaron de ayudar y se metieron por
debajo de mi camiseta, ahuecando mis pechos y acariciando mis
pezones. Me mordí el labio con incertidumbre, antes de agarrar la parte
inferior de mi camiseta y sacarla por encima de mi cabeza.

Su áspero gemido me sobresaltó y pronto me encontré sobre su cuerpo


para que pudiera llegar a mi boca para un beso. Presioné mi pecho
desnudo contra el suyo y sentí su aliento aspirar bruscamente.

Sus manos se movieron a acariciar mi espalda, antes de que una de ellas


llegara a la parte delantera de mis pantalones cortos de dormir. No trató
de colarse en mi ropa interior, pero me acarició a través de la delgada
tela de algodón.

Empujó su otro codo y agachó la cabeza, empujando mi cuerpo lejos con


el fin de poder chupar un pezón al descubierto. Lloré de sorpresa, no
recordaba haberme sentido así con Ben. Cerré los ojos y traté de guardar
silencio, preguntándome si mis pechos siempre habían sido tan sensibles.

Soltó mi pecho y empujó las caderas contra las suyas, con un movimiento
ya familiar. Presioné hacia abajo, moviéndome contra él, asegurándome
de tocar justo en los lugares correctos. Sus ojos eran intensos mientras
miraba hacia mí, ese color extraño, mercurio líquido cada vez más oscuro,
la emoción caliente en ellos, en lugar de su habitual mirada fría. Aparté la
vista, centrándome en el rosa oscuro de sus pezones contra el bronceado
de su pecho. Tuve la repentina necesidad de saber cómo sabía, así que
me agaché y valientemente le lamí un pezón.

Stone se quedó sin aliento. ¡En realidad jadeó en voz alta! El sonido era
todavía masculino y profundo, pero era un jadeo en sí. Sus manos se
movieron a mi culo y lo apretó mientras me frotaba más fuerte y rápido
contra él. Vio mi cara, como si estuviera buscando algo. Podía sentir mi
liberación cada vez más cerca. Mis manos se clavaron en sus costillas y me
mordí el labio, tirando mi cabeza hacia atrás y cerrando los ojos para
esconderme de su mirada penetrante. Podía oír el duro descompás del
aliento de Stone y me pregunté si esto era tan bueno para él, si él también
estaba cerca de llegar. La idea me tiró sobre el borde y me sacudió
violentamente, jadeando cuando me corrí. Oí a Stone jurar en voz baja
antes de que sus manos se cerraran sobre mí y dio cuatro últimos empujes,
sus movimientos duros, no controlados y afilados.

Me desplomé hacia adelante sobre su pecho y él me recogió, envolviendo


sus brazos alrededor de mí y sosteniéndome cerca hasta que nuestras
respiraciones se calmaron. Me sonrojé cuando me di cuenta de que
estaba en topless y salí de él, tropezando en el suelo antes de que me
pudiera coger. Saqué mi playera y regresé a la cama, porque no quería
que él se sintiera rechazado por mi movimiento brusco. Tímidamente me
sentó en el borde de la cama y esperé a que dijera algo.

Él gimió y se estremeció, sentado en la cama y mirando hacia el baño. Lo


miré con preocupación, con la esperanza de que no le hubiese hecho
daño (Todavía podía ver mis huellas dactilares en las costillas). Tiró de la
cintura de sus pantalones de chándal y miró en el interior con una
pequeña mueca. Me reí cuando me di cuenta de cuál era el problema.
Me imaginé que había pasado un tiempo desde que Grant Stone se
hubiese corrido en sus pantalones. Él me miró, pero se fundió en una muy
pequeña, sonrisa irónica. Acercó mi cabeza para un beso rápido y caminó
hacia el baño.

Sonreí a su espalda mientras caminaba con rigidez, pero se desvaneció


cuando me di cuenta de que todavía no tenía ni idea de lo que era
nuestra relación. Me encogí de hombros y pensé que estábamos
probablemente en lo informal, pero cerca, de una relación oficial. Lo
pensé por un momento y decidí que estaba bien conmigo.

Los novios como Stone eran mandones, controladores y egoístas. Yo no


estaba en el mercado para uno.

Aun así... Si íbamos a dormir juntos... tal vez deberíamos llegar a


conocernos un poco mejor.

—Grant —llamé desde la seguridad de la cama cuando escuché la ducha


detenerse. Asomó la cabeza por la puerta, llevando solo una toalla y
goteando por todas partes. Me obligué a mirarlo a los ojos cuando le dije
en voz baja: —Voy a mi carrera. ¿Quieres venir conmigo?

No sé si Stone alguna vez corrió, pero parecía bastante en forma por lo


que vi en el gimnasio y ambos nos dirigiríamos allí pronto para una sesión
antes de nuestras primeras clases. Me di cuenta de que él se tomaba un
momento para pensarlo, aunque su expresión no cambió. Él me dio un
ligero guiño y cerró la puerta tras de sí.

Acababa de terminar de ponerme mi ropa de deporte cuando alguien


llamó a mi puerta. Abrí rápidamente, curiosa de saber quién era el que
estaba llamando a mi puerta tan temprano. Alec se quedó allí con una
amplia sonrisa en su rostro.

—Ey Evie —me saludó alegremente y me lanzó un par de pantaloncillos de


deporte—. Son de Stone. Dijo que vais a correr.

Yo lo observé fijamente, tratando de ver alguna señal de si él sabía el por


qué Stone necesitaba llevar pantaloncillos.

Después de un momento decidí que no lo sabía y tomé los pantalones con


una sonrisa.

—Gracias —dije en voz baja—. Está en el baño.

Alec asintió y me revolvió el pelo con una risa, recordándome que yo tenía
el cabello alborotado y necesitaba encontrar un cepillo y arreglarlo.

—Te veré en el gimnasio —dijo, antes de retroceder y cerrar la puerta.

Corrí a la puerta del baño, abrí una rendija y tiré los pantaloncillos a Stone,
antes de correr a mi tocador y abordar el desorden de mi cabello. Apenas
acababa de terminar cuando Stone salió y comenzó a tirar de los zapatos.
Agarré mi botella de agua y mi sombrero y entonces salimos del edificio,
saliendo a la cancha de rugby para correr algunas vueltas.
Capítulo 15
runcí el ceño mientras iba bajando la velocidad suavemente. Resoplé

F un poco más de lo normal al intentar mantener el paso con Stone. Mis


piernas serían largas, pero las suyas son mucho más largas… y fuertes.
Le eché un ojo desacelerando más hasta simplemente caminar.

¡Tanto para conocernos!!!

Él no había dicho una sola palabra desde que salimos del cuarto. Yo había
intentado encontrar algo sobre lo que hablar, pero fue un absoluto
fracaso. Todavía me intimidaba demasiado como para hacerle alguna
pregunta absurda como cuál es tu color favorito.

Él llegó primero a las puertas del gimnasio y conforme pasaba me abrió la


puerta. A diferencia de otros hombres que habían abierto puertas para mí,
no lo sentí como algo dulce, romántico o simplemente educado cuando
Stone lo hizo. Especialmente cuando me siguió justo detrás, dirigiéndome
con su voluminoso cuerpo, tan pegado al mío. Me dio miedo. Me hacía
sentir muy bien...

Alec nos vio primero, levantando la cabeza del expediente que había
estado leyendo por encima del hombro de Briar. Estaba claro que su
proximidad le afectaba y mucho, obvio por su sonrojada cara. Apretó una
mano sobre su rostro cuando Alec se alejó de ella acercándose a nosotros
sonriendo. Guiñando el ojo y agarrando mi mano suavemente me dijo:

—Hora de pesarte—, apartándome así de la cálida y eléctrica sensación


que rodeaba el cuerpo de Stone. Me dio un escalofrío por el aire
acondicionado y me dejé llevar hacia la báscula —Tu entrenamiento
habrá cambiado un poco los resultados —dijo—, pero no mucho.

Asentí con la cabeza y me quité el calzado andando hacia la báscula.


Observé cómo la pantalla digital pasaba por números hasta que por fin se
paró. Lo que hizo que me quedase boquiabierta.

—¿De verdad? —susurré incrédula.


Sorprendida, mis manos volaron a mi tripa (hubiesen volado a mis pechos,
pero oye, ¡estaba en público!). Intenté pinzar carne floja, pero no había
casi nada. Hace doce semanas, cuando de primeras Briar me obligó a
hacer algo sobre mi peso, solo pesaba 46 kilos. Para mi altura, un poco más
de la media, ese peso me dejaba por debajo de lo saludable. Según
médicos y profesionales del fitness, una chica sana de mi altura debería
pesar entre 55 y 70 kilos. Ahora, después de solo doce semanas, seis de las
cuales estuve de vacaciones, pesaba 51 kilos. ¡Había engordado cinco
kilos!

Fijo que parte de ese peso era músculo, pero seguro que algo era grasa.
Miré con admiración mis nuevos pechos, antes de comprobar preocupada
si había carne fofa en alguna otra parte.

—¡Genial! —proclamó Briar a mi izquierda.

—Bien hecho —añadió Alec con una gran sonrisa.

No me moví del peso. Todavía en shock. Una sombra pasó sobre mí,
levanté la vista encontrando los ojos de Stone. Él observó cómo pellizcaba
mis muslos, ladeando la cabeza como preguntando.

Miré a Briar y a Alec incómoda, pero estaban totalmente inmersos en su


propia conversación. Con sus oídos fuera del alcance, me incliné hacia
Stone y nerviosa le susurré:

—¿No tengo ninguna nueva parte fofa, no? —Típico en un hombre,


automáticamente dirigió la mirada a mi pecho e hizo una mueca. Enrojecí,
sabía que había aumentado una talla. Bueno, en realidad había subido de
una A a una C, lo cual tampoco era sorprendente. Todas las mujeres en mi
familia habían sido ‗bendecidas‘ de esa manera—. Grant —siseé
suavemente—, ahí no. En otros sitios —Volvió la vista a mis ojos frunciendo
el ceño. Continué—. Cinco kilos es una cantidad considerable teniendo en
cuenta mi peso total. No puedo haber engordado todo ahí —Volvió a
torcer la boca y paseó su mirada examinando mi cuerpo de arriba abajo.
Casi sonrió cuando su vista se posó en mi trasero. Me dio una palmada y
ladeó la cabeza observando mi reacción. Me quedé estupefacta—. ¿Todo
ha ido a parar ahí? —pregunté frenética, intentando verme el culo por
encima de mi hombro. Stone puso los ojos en blanco y observando la
pantalla del peso digital, arrugó los ojos y me miró incrédulo. Sin avisar,
enroscó su brazo a mi alrededor y me elevó en el aire, moviéndome arriba
y abajo como si intentase valorar mi peso.

»¿Qué haces? —refunfuñé indignada.

—Pesas muchísimo —me dijo secamente, con lo inquieta que yo estaba no


llegué a percibir su sarcasmo.

—¡Todavía peso menos de lo que debería! —protesté, muy susceptible al


respecto olvidando con quien estaba hablando, o que atraería la
atención sobre mi persona.

—¿Cuánto pesas? —pregunté, para nada soné intimidante, con mi suave


voz, como era mi intención. Se encogió de hombros como si no tuviera ni
idea. Me apartó de su camino y se quitó el calzado, subiéndose a la
báscula con cara de aburrido.

Caí de culo cuando los números pararon.

¡Ciento… treinta y cinco kilos!!!!

Aparté mi vista de la pantalla y me quedé mirándole fijamente,


apreciando cada milímetro de su musculoso cuerpo de más de 1,90. ¡No lo
podía creer! Me estremecí mentalmente intentando imaginarme pesando
100 kilos. No es que pensara que una mujer con cien kilos fuese
horriblemente fea, pero yo que soy de constitución delgada… después de
pesar 50 kilos toda mi vida… semejante idea no me hacía ninguna gracia.

La risa reprimida de Stone atrajo mi atención a su cara y él extendió la


mano para ayudar a levantarme. Me quedé un momento mirando su
enorme extremidad y tragando nerviosa deslicé suavemente mi mano en
la suya. De un tirón me puso en pie y me acerco a él para susurrarme al
oído.

—Levanto tres veces tu peso en las pesas. Creo que no necesitas


preocuparte todavía.

Ahí me dejó, alejándose para unirse a Donny y Jamie en su entrenamiento


de pesas. Alec apareció delante de mí con una sonrisa entusiasta... Y
entonces me di cuenta de que él había planeado una sesión infernal para
hoy.

Ahogué un quejido.
Adelante soldado, una profunda voz de mando me trajo en el aire un
recuerdo de hace muchos años.

¡Deme un ciento diez por cien!

Mi espalda automáticamente se enderezó en respuesta, mis hombros


hacia atrás elevando mi barbilla con determinación y coraje.

¡Señor, si señor! —Mi voz interior bramó… pero parecía sospechosamente


joven, suave y alegre… como la de esa niña que solía ser… con coletas,
botas y pantalones de camuflaje. Pero esa niña hace mucho que se había
ido… igual que el hombre.

J
Stone cenaba más concentrado de lo habitual. No levantó la vista ni
escuchó las conversaciones a su alrededor. Simplemente comió sin
demora, alejó su bandeja y me observó impaciente.

Intenté comer con mayor rapidez, enervada por su fija mirada, como si
con los ojos quisiera decirme ¡Joder, date prisa! Tan pronto como dejé los
cubiertos encima del plato, se levantó y extendió la mano para coger la
mía. Por el rabillo del ojo vi a Candy darle un codazo a Briar, y las dos se
levantaron. Yo lo hice lentamente.

—Oye Evie… —dijo Candy alegremente—, estaba pensando que


podíamos hacer una noche de chicas en nuestro dormitorio esta noche.
Solo tú, yo y Briar. Ah y Fredi también —añadió rápidamente, volviéndose a
mirarle con una sonrisa y un guiño.

Los ojos de Fredi brillaron con interés al mirar a Candy y Briar. Yo también
sospechaba algo. Me volví a mirar a Stone y pude sentir el enojo y la
frustración que irradiaba su tenso cuerpo.

—Mmm —paré buscando una excusa, pero Stone me hizo una seña con la
cabeza, dirigiendo su mirada a Donny.

Donny se dio por aludido y se levantó sonriendo.

—¡Vale chicos, vamos al club de la Uni a tomar unas cervezas y un billar! —


dijo con entusiasmo.
—Ah y he pensado que podemos hacer una fiesta de pijamas —dijo
Candy mirando a Stone intencionadamente con una pequeña sonrisa. Él
le devolvió la mirada nada contento.

—¿Un lunes por la noche? —susurré confundida—. Necesito dormir.


Mañana tengo clase temprano.

Briar rio y lanzó a Stone una disimulada mirada. Y me dijo con arrogancia:

—Confía en mí, con nosotras ahí, dormirás más esta noche.

Con esa enigmática observación y resoplidos de alguno de los otros, las


chicas me arrastraron a mi cuarto.

Briar dio un portazo detrás de nosotras y se apoyó en la puerta con ojos


chispeantes. Candy saltó a mi cama, llevándome con ella, y Fredi se sentó
lentamente en la de Candy, formando una amplia sonrisa en su cara. Las
miré por turnos, sintiéndome más que un poco aprensiva.

—¡Cuéntanos todo! —dijo Briar sin aliento, corriendo a sentarse en el suelo


al lado de mi cama.

La miré sin expresión alguna. Fredi volvió los ojos.

—Quiere decir sobre Stone —explicó—. Quiere el chismorreo.

Oh.

—Candy dijo que GG y tú por fin os habéis liado —dijo Briar satisfecha—.
¿Todavía estas segura de que no es tu novio?

Lo estaba realmente, pero ignoré su pregunta.

—Mmm —empecé incómoda y dudosa les conté lo que había pasado y


admití que todavía me sentía nerviosa en relación al sexo. Lo cual hizo que
ellas se lanzasen a darme una larga lista de consejos, peleándose entre
ellas por una oportunidad de contarme todos sus secretos sexuales y
cotilleos. Mi cabeza flotaba en el vasto mar de información suministrada y
casi me sentí aliviada cuando Briar cortó la oleada con un chillido
emocionado.

—¡Ya sé!¡ Ya sé! —Fredi y Candy se acercaron expectantes—. ¡Mañana le


haremos a Evie un cambio de imagen! ¡Ha ganado peso y se ve sexy!
¡También necesita una nueva imagen!
Me quedé boquiabierta. Solo hacía unas pocas semanas que habíamos
comprado ropa nueva. Candy soltó una gran sonrisa y saltó contenta en la
cama.

—¡Maquillaje nuevo! —gritó.

—¡Las cejas! —chilló Briar con alegría.

Con una sonrisa diabólica Fredi se inclinó para añadir…

—Una brasileña.

Tragué saliva y junté las piernas.

Ah, mierda.
Capítulo 16
espués de la clase del día siguiente, Candy y Briar me arrastraron para

D mi cambio de imagen. Candy tomó prestado el auto a Mason y yo


estaba sentada en el asiento trasero mientras discutían dónde ir
primero. Por fin, Briar decidió que no podía comprar ropa nueva hasta que
no le hiciera algo a mi cabello y así nuestra primera parada era la
peluquería. Me depilaron las cejas y me cortaron el cabello a capas, pero
Candy había insistido en dejar mi cabello en su color natural.

—Es demasiado hermoso para cambiarlo —me dijo acariciando mechones


con una sonrisa. Briar parecía dispuesta a discutir, pero después de unos
momentos de pensarlo solo asintió.

—Bien —ella concordó—. Stone probablemente me matará de todos


modos —Miré hacia Candy para devolverle una mirada divertida—. No
importa —me dijo, sacándome de la silla para que pudiéramos ir a
comprar ropa y... lencería.

No podría decir cuántas veces le susurré las palabras de ninguna manera


esa tarde. Perdí la cuenta antes de que incluso entráramos a la tienda de
lencería. No tuve esperanza a mis protestas una vez que Candy y Briar se
lanzaron a las filas y filas de encaje y satén. De vez en cuando me incluían
en su conversación frenética, lanzando comentarios sobre sus hombros
como:

—¿Has usado ligueros antes?

—¿De qué tamaño son tus pechos ahora?

—¡Oohh mira este! ¡Stone ama el encaje negro!

Le di una mirada divertida a ese último, preguntándome si en realidad


tenía conversaciones con Stone sobre lencería con el fin de saber alguna
cosa así. Me reí, imaginando a Briar sentada con una pluma suspendida
sobre una libreta, mirando a Stone con entusiasmo y pidiéndole que
describiera sus preferencias sobre lencería… y luego, por supuesto, Stone le
devolvía la mirada hasta que ella dejara la pluma y penosamente fuera
derrotada.

Fruncí el ceño. Así que ¿cómo lo sabía?

—¿El negro es su color favorito? —le pregunté con curiosidad.

—Negro es un tono, no es un color —Briar murmuró distraídamente, luego


giró la cabeza para mirarme, como si acabara de darse cuenta de que
había hecho una pregunta sobre Stone—. No —dijo con una sonrisa—. Su
color favorito es el amarillo, pero si hay una pluma dorada o de color cera,
lo preferirá siempre al amarillo.

Ella se rio de su broma, con los ojos mirando distante como si recordara de
nuevo un incidente divertido desde su infancia.

Candy resopló y levantó un osito de peluche negro.

—Entonces, ¿qué sucede con el negro, Bri? —preguntó ella, moviendo sus
cejas—. ¿Alguna vez has pasado la línea de amistad con él?

Briar arrugó la nariz como si Candy tuviera mal gusto.

—No. Ew. Él es como un hermano para mí.

—¿Habla sobre pollitos entonces contigo? —Candy preguntó


ansiosamente, obviamente, con la esperanza de saber sobre lo que
ocurría en la cabeza de Stone.

—No —dijo Briar con una risa—, Chloe se jactaba de eso en un ensayo de
la banda una vez, diciendo lo mucho que Stone amaba cualquier cosa
roja.

—¿Roja? —pregunté confundida.

Briar rio.

—Sí, eso es lo que ella dijo. Presumía ante mí y la ahora ex-novia de Alec,
mientras la banda estaba preparando sus instrumentos.

Me tragué una oleada de celos infantiles, ya que nunca había sido


invitada a ver un ensayo.

—Al parecer —Briar continuó—, el rojo sacaba el lado salvaje de Stone


como a un toro y él rasgaba su ropa interior en pedazos para llegar a
tocarla.
Fruncí el ceño. Eso realmente no quería saberlo.

Briar se rio ante mi cara y me alborotó el cabello cariñosamente.

—No te preocupes Evie —se rio de nuevo—, Stone estaba escuchando y lo


vi rodar sus ojos. Chloe estaba hablando disparates porque quería
molestarme.

—Entonces, ¿qué hiciste? —preguntó Candy con entusiasmo agarrando


más encaje en su pecho mientras sus ojos brillaban con fascinación.

Briar rio y nos envió una sonrisa malévola.

—Yo grité ¡Ey Stone! ¿Cuál es tu color favorito en lencería?

Candy se rio también y yo no podía contener mi propia sonrisa de


anticipación.

—Entonces, ¿él gritó el negro?—peguntó Candy cuando Bri no añadió


algo más.

—No —dijo Briar, girándose para mirar más lencería—. Él sólo me miró por
un momento, tratando de no reírse, y luego Chloe ronroneó ¿no es el rojo,
bebé? Y Stone se limitó a asentir una vez, antes de arquear el tambor.

—¡¿Qué?! —Candy exclamó—. ¿No te lo confirmó? ¿Cómo sabes que es el


negro?

Briar envió a Candy una mirada severa.

—Por mucho me gustaría que lo hiciera, Stone nunca dejaría en evidencia


a su novia delante de todos sus amigos. No es así. No importa lo poco que
generalmente se preocupe por ellos.

Candy y Briar se giraron hacia mí para sonreírme.

—No soy su novia —protesté una vez más.

—Claro —Candy dijo con una sonrisa pícara—, es por eso que estás
comprando lencería para él.

—No —dije—. Tú estás comprando lencería para mí —Briar abrió la boca


para darme otra perorata sobre el tema, pero rápidamente me callé —
¿Tan negro? —le pregunté.
Briar rio, sabiendo que yo estaba tratando de distraerla. En retribución ella
agarró un camisón completamente transparente negro y lo agregó a la
pila como respuesta a mi pregunta.

—Él me lo susurró al oído cuando me dio un abrazo de despedida esa


noche —dijo simplemente, empujando nuestro carro de lencería al
mostrador.

Miré hacia abajo al revoltijo de encaje, cintas, satín, tela transparente y


algodón... y me di cuenta de que al menos la mitad de todo era negro.
Claro, había algunos rosados lindos, rojos calientes y azules vibrantes que
decoraban las prendas negras, pero sin duda era un tema marcado en
negro. Miré los demás artículos que no eran negros mientras eran
escaneados y embolsados, notando que Briar había tomado otros colores
para usar debajo de la ropa que habíamos comprado. Di un suspiro de
alivio. No había manera de que llevara un sujetador negro debajo de una
blusa blanca.

De vuelta en el auto, me desplomé contra mi costado con un gemido. ¡Mis


pies me estaban matando!

—Al fin —gemí—. No puedo esperar a llegar a casa y acostarme.

Candy y Briar se miraron la una a la otra, y luego a mí, con malvadas


muecas iguales en sus rostros que las hacían verse mayores. Tragué saliva.

—Hemos dejado lo mejor para el final —dijo riéndose Briar, agarrando mi


mano y llevándome de vuelta al salón de belleza.

—¿Qué? —comencé a preguntar, antes de recordar lo que habían dicho


la noche anterior. Traté frenéticamente de tirar de mi mano para soltarme,
buscando desesperadamente el auto. El salón era el último lugar donde
quería ir ahora mismo.

—Vamos Evie —Candy engatusándome, agarrando mi otro brazo y tirando


juguetonamente—, a Stone le va a encantar.

Me detuve en seco, de repente sintiéndome cohibida. Ben nunca había


dicho nada al respecto. Seguramente si los chicos lo preferían rasurado, el
Sr. Ocupado me lo habría pedido. Pero entonces recordé todas las cosas
que había escuchado decir a mis hermanos sobre las chicas y palidecí. Los
chicos podían ser insensibles y al hablar de ese tipo de cosas y aunque no
podía imaginar a Stone charlando con todos sus amigos acerca de mí, eso
requeriría hablar, tampoco quería hacerle pensar en ese tipo de cosas. Me
sonrojé cuando me di cuenta de que ya había sentido mis rizos y por lo
tanto, sabía que estaban allí.

—O-Okay —dije en voz baja.

—Vas a estar bien —dijo Candy palmeando mi hombro.

No me tranquilicé.

Me estremecí cuando me acosté en mi cama y Candy se estremecía


también en simpatía.

—La primera vez siempre es difícil —me dijo—, luego mejora.

Gemí, cerrando los ojos con fuerza y diciéndome a mí misma que nunca
dejaría que nadie me convenciera de hacerlo de nuevo. Hubo un golpe
contundente en la puerta y mis ojos se abrieron ampliamente cuando me
di cuenta de quién era.

Gemí en vergüenza al recordar el sangrado, moretones y piel desnuda que


había visto en el espejo. Candy corrió hacia la puerta y la abrió de golpe.

—Hola Stone —dijo alegremente—. ¿Qué puedo hacer por ti? —Se hizo el
silencio en el pasillo y supe que Stone la estaba mirando fijamente. Candy
rio sin aliento —Claro. Estás aquí para ver Evie —Más silencio—. Mmm —dijo
Candy lentamente, retorciéndose nerviosamente—. Evie no se siente muy
bien. Quiere dormir sola esta noche.

Hubo más silencio, antes de que finalmente me llamara.

—Evelyn —dijo secamente—. ¿Estás bien?

Obviamente, él no creía a Candy, pero claro, es una mentirosa terrible.

—Estoy bien —dije en voz alta con timidez—. Sólo necesito dormir sola esta
noche.

Salí de la cama con cuidado y lentamente me dirigí hacia la puerta.


Candy se quitó del camino y abrió la puerta un poco más para que yo
pudiera besar su mejilla. Su cuerpo se relajó y agarró suavemente mi
cabeza entre sus manos, antes de inclinarse para besar mi frente.

—Buenas noches —gruñó.


—Buenas noches —le susurré, y luego me deslicé hacia adentro y cerré la
puerta con firmeza.

J
El miércoles por la noche, cené en mi habitación, aprovechando el tiempo
para encontrar una excusa que fuera creíble de por qué Stone no podía
dormir en mi habitación esa noche. Todavía debía esperar, y los moretones
se habían puesto de colores brillantes. Además, Briar y Candy habían
pensado que estaría bien dejar la sorpresa hasta que estuviera
completamente arreglada y sexy el fin de semana.

Cuando no fui a cenar, Stone me buscó, golpeando dos veces en mi


puerta en vez del habitual golpe.

—Entra —dije suavemente.

Él abrió la puerta y se apoyó contra el marco, sus ojos recorriendo mi


alfombra cubierta por libros, antes de examinar mi rostro. Su molestia había
disminuido al ver mis libros, pero aumentó cuando vio el nerviosismo escrito
en mi cara. Él gruñó en frustración cuando yo no dije nada.

—Candy dijo que estarías despierta toda la noche —dijo sin emoción, pero
yo sabía que era una pregunta.

—Sí —le susurré incapaz de apartar la mirada de él.

Su rostro se ensombreció aún más, pero relajó su postura.

—¿Estás mejor?

Fruncí el ceño confusa, preguntándome cómo se había enterado...


entonces recordé que yo había estado enferma anoche. Sus ojos se
estrecharon y me apresuré a asentir.

—¡Sí! —chillé—. Mucho mejor.

—¿Has comido? —me preguntó con voz ronca, mirando alrededor de mi


habitación en busca de signos de la cena. Asentí y señalé la bandeja
sobre la mesa junto a él. Se relajó un poco y me tiró la bolsa de plástico
que había estado sosteniendo. Me asomé y sonreí cuando vi una bolsa
entera de Smarties y una bolsa de Varitas de Musk.
—Un tentempié —dijo rápidamente antes de cerrar la puerta con fuerza al
salir.

J
El jueves por la tarde caminé preocupada por una sección oscura en la
biblioteca, con mi labio inferior entre los dientes mientras trataba de pensar
en una excusa para esa noche. Así que estaba totalmente concentrada y
me sorprendí cuando vi a Stone dando resueltamente zancadas hacia mí.
Yo, tensa, retrocedí contra una estantería, acobardada bajo la ferocidad
de su mirada. Me encontré contra su cuerpo, apoyando una mano al lado
de mi cabeza mientras se inclinaba para mirarme.

¿Qué excusa me darás esta noche? —Sus ojos parecían preguntar.

Tragué saliva.

—Hola —le susurré.

El músculo de su mandíbula se flexionó y mi pulso se elevó.

—¿Qué sucede? —espetó con su voz áspera.

—No sé a lo que…

—Evelyn —advirtió.

Cerré la boca y él esperó.

Y esperó.

No sabía qué decir. Estaba a punto de dejar escapar la verdad, pero su


rostro se suavizó primero. Parecía incómodo. Tal vez incluso preocupado.
Se aclaró la garganta y pasó un dedo suavemente por mi mejilla.

»¿Quieres... que me vaya? —preguntó en voz baja. Lo miré confundida,


distraída por el suave tacto de su mano áspera contra mi piel. Sus ojos
quemaban los míos mientras tomaba una respiración inestable —El lunes
por la mañana —dijo secamente—, ¿te molesté?

¡Oh Dios!

¡No era de extrañar que estuviera preocupado! Le había estado


prohibiendo mi habitación desde esa mañana. Me sonrojé cuando
recordé cómo quitó mi blusa y me froté desenfrenadamente contra su
entrepierna.

Y lo que viene dentro de sus pantalones...

Dios, ¿él se sentía desconcertado por eso también?

Rápidamente agarré su rostro entre mis manos y sacudí la cabeza


rápidamente.

—No —dije en voz baja—, no es eso.

Levantó una ceja dudosa, pero se acercó y tiré tentativamente de su labio


inferior hacia los míos, tratando de darle el más dulce beso, con tanta
confianza como pude. Su cuerpo se relajó, empujando el mío mientras
deslizaba lentamente su lengua en mi boca. Le acaricié de regreso con la
mía y el sonido satisfecho hizo mi corazón saltar. Tuvo cuidado con sus
atenciones, sin embargo, retrocediendo un poco hacia atrás como si
esperara una explicación.

A regañadientes rompí el beso y le susurré contra sus labios:

—Es una sorpresa.

Retrocedió para leer mi rostro.

—Te la voy a mostrar este fin de semana —le prometí.

Varias emociones brillaron por su rostro, pero eran demasiadas rápidas


para poder leerlas.

—¿Mañana por la noche? —preguntó con impaciencia.

Lo pensé y decidí que todavía sería un poco misteriosa. Negué con la


cabeza.

—El sábado —murmuré—. Después de verte tocar.

Dudó un momento, antes de asentir enérgicamente. Me incliné hacia


adelante para besarlo de nuevo, su sabor azucarado era adictivo aún en
mi lengua y me provocaba hambre.

Pero él se echó hacia atrás.

Tranquila —dijeron sus ojos.

Y luego me dio una media sonrisa y se alejó.


Capítulo 17
a noche del viernes fue la noche más larga de mi vida. Durante horas

L me tumbé sobre mi espalda en mi oscura habitación, mirando


fijamente el techo e ignorando las silenciosas risitas procedentes de la
cama de Candy. Mason decidió dormir en nuestra habitación, pero eso no
era lo que me mantenía despierta.

Estaba más que ansiosa por la próxima noche… cuando revelaría mi


‗sorpresa‘.

¿Cómo reaccionaría Stone?

¿Le gustaría como insistieron las chicas?

¿Lo mirará fijamente y me hará sentir incómoda?

¿Cómo se lo enseñaría?

¿Debo colarlo en el baño de chicas del club y bajarme los pantalones?

¿Debo deslizar su mano debajo de mi falda en el camino a casa?

…¿Debo quitarme la ropa en mi habitación? ¿O dejar que él me desnude?

¿Cuán lejos debería dejar que me tome?

¿Cuán lejos iba uno con alguien que no era su novio?

Dormir con alguien que no era mi novio no sonaba atractivo. Y sin


embargo, el pensamiento de nunca dormir con Stone hizo doler algo
dentro de mí con gran decepción. No quería salir con Stone, y en cualquier
caso él ya lo habría pedido, por lo que parecía que tenía que resolver mi
problema con el sexo fuera de una relación.

Durante el resto de la noche, logré llegar a una conclusión: quería tener


sexo con Grant Stone.

Quizás no la noche de mañana… o incluso en el próximo mes… pero,


cuando estuviese preparada, lo quería.
Sabía que si no llegaba a experimentarlo aunque fuera solo una vez, me
arrepentiría por el resto de mi vida.

Esos encuentros que habíamos tenido hasta ahora habían ido más allá de
lo que sentí con Ben, y mucho más… intencionales, y ahora miraba toda
esta cosa del ‗sexo‘ con más esperanza… y entusiasmo.

Stone todavía me asustaba hasta la muerte, pero estaba empezando a


confiar en él y la pequeña sobrecarga de miedo que usualmente incitaba,
solo añadió combustible a mi excitación.

Por lo que me vestí cuidadosamente la noche del sábado, dejando que Bri
me atacase con mi nuevo maquillaje y ahuecase mi nuevo estilo de pelo.

Quería hacer que Stone tuviera una dura noche.

No por la delicada y asustada Evie, la consentida e ignorada hermana


pequeña. Sino por Evelyn, como él me llamaba, la sexy y confiada mujer.

Me tropecé en mis tacones mientras nos acercábamos al bar y me sonrojé


cuando Briar se rio.

Vale, no había llegado ahí aún.

¡Pero los Vines no dejaban sus compromisos!

Enderecé mi columna y retorcí mis pies más firmes en mis zapatos cuando
levanté mi mentón y caminé dentro del bar después de Bri.

Llegamos tarde.

La banda ya estaba en el escenario y establecidos en sus equipos. Me


tragué mi decepción porque no habían visto mi dramática entrada. Briar
se enamoró del vestido en el minuto en que lo vio. Estaba hecho
completamente de encaje blanco y era tan corto en mis largas piernas
que solo cubría unos pocos centímetros por debajo de mi trasero. La mitad
superior era más conservadora, escote alto en la parte de atrás, pero
sumergiéndose estrecho y bajo por delante, exponiendo las curvas
interiores de mis pechos. Mis hombros estaban cubiertos, pero mis brazos
estaban descubiertos y me sentía desnuda. El material era delgado y el
encaje exponía más que solo destellos de mi bronceada piel.

Briar me había incitado a llevar alguna de la lencería que habíamos


comprado debajo del ligero vestido.
El sujetador negro de encaje y las braguitas eran visibles a través de los
huecos del material… pero se vieron más claramente cuando me adentré
en la iluminación negra. Me sonrojé cuando me di cuenta de que los
gorilas le estaban dando secretas miradas a mi trasero y me moví más
dentro del club.

Levanté otra vez mi vista al escenario, centrando mi atención en la banda.


Se suponía que debía tomar fotos de ellos esta noche. Se lo prometí a
Donny. Jalé mi gran y negra cámara fuera de su estuche y dejé el bolso
con el barman. Tomé una foto del grupo y la cabeza de Stone se precipitó
hacía mí. Su ceja se levantó, pero en una manera amistosa mientras me
daba un pequeño asentimiento y giraba sus baquetas de alguna manera
complicada cuando la canción llegaba al final.

Gracioso.

Incliné mi cadera a un lado y arrugué la nariz hacía él, una mano en mi


cintura, y la otra sosteniendo mi cámara. Donny le habló a la multitud, pero
Stone me miró, sus ojos bailando con humor un momento, antes de que
descendieran e hicieran un barrido de mi cuerpo, como si repentinamente
se hubiese dado cuenta de que lucía diferente. Sus ojos se oscurecieron y
después se dispararon de nuevo a los míos. La intensidad de su deseo me
hizo temblar. Y obviamente le había estado negando por demasiado
tiempo si él estaba consiguiendo a esta chica caliente por encima de la
modesta.

Él empezó a levantarse de su asiento, pero Donny estaba introduciendo su


próxima canción, por lo que se sentó con un gruñido. Briar me dio pulgares
arriba desde del otro lado del bar y me ruboricé mientras movía
rápidamente mi cámara de nuevo a su posición. Tomé varias fotos de la
banda e incluso cambié los ajustes para grabar por un rato, así podría
perfeccionarlos luego. Capturé un excelente tiro de Stone cuando entró
en un rápido solo de batería y esperaba que lo hubiese compensando
bien por sus rápidos movimientos (estaría destrozada si la foto resultara
borrosa).

El calor del club empezó a llegarme, por lo que tomé un bolígrafo del bolso
de mi cámara y lo giré alrededor de las puntas de mi pelo antes de
desplazarlo a mi cabeza y sujetarlo desordenadamente. Mechones de
pelo caían hacía mi cara en diferentes longitudes y sentí unos pocos rastros
de pelo escapar por mi espalda. No me importaba cómo lucía. La carga
de él había sido más calurosa en contraste con el encaje cubriendo mi
espalda. Crucé mis dedos y esperé no empezar a sudar, eso no sería
bueno para los ahumados ojos negros en los que Briar había gastado
veinte minutos para retocarlos.

Algunas personas de la universidad me vieron tomando fotos y,


reconociéndome como la ‗novia‘ de Stone, me preguntaron si tomaba
algunas imágenes de ellos. Estaba empezando realmente a relajarme y
divertirme, cuando la banda paró y Donny me encontró.

—Guau —dijo con una sonrisa sexy—. Luces caliente está noche, Evie,
nena. Como una fotógrafa de la gran ciudad con trasero caliente.

Pasó sus ojos sobre mí de nuevo, caminando a mi alrededor en un círculo y


haciéndome sentir extremadamente incómoda.

—Uh, gracias —murmuré, sintiéndome repentinamente cohibida en mi piel,


a pesar de su elogio—. ¿Dónde están los demás?

La cara de Donny se oscureció cuando respondió, su voz era un rugido:

—Alec y Stone te están buscando, Briar está bailando con algún chico,
Jamie ha ido fuera con alguna muñequita y Fredi está siendo una estúpida
y zorra lesbiana.

Parpadeé, sorprendida por la ira de Donny.

—Eh… —farfullé, buscando algo para decir.

—Vamos —gruñó—. Vamos a llevarte hasta Stone. Ha estado gruñón e


impaciente toda la noche.

Le dejé tirar de mí hacia el bar, pero él no llegó hasta ahí. Dos fuertes
manos tomaron mi cintura desde atrás y me empujaron hacía atrás contra
un duro y grande cuerpo. Donny dejó ir mi mano, lanzándonos un distraído
adiós con la mano y caminó a largos pasos hacía una esquina donde
había una mesa llena de chicas atractivas. Stone esperó el tiempo
suficiente para dejarme ver a Don sonreír y ganarse un asiento en la mesa.
En unos momentos, todas las chicas estaban sobre él.

Stone tomó mi mano y me llevó a una mesa donde ahora Alec y Briar
estaban sentándose, ambos luciendo incómodos mientras daban secretas
miradas a la pareja frente a ellos. Mire, también, y estaba impactada de
ver a Fredi sentada en el regazo de una mujer pelirroja… besándola
apasionadamente.
Seguramente era irrespetuoso mirar fijamente, a pesar de llevarlo a cabo
en un espacio abierto.

¡Dios, conseguid una habitación!

Me moví nerviosamente y sentí el pecho de Stone retumbar con risas


silenciosas contra mi espalda.

—Fred —dijo bruscamente, pero pude detectar una pequeña sonrisa en su


voz—. Piérdete.

Fredi se apartó de ‗Pelirroja‘ y nos sonrío:

—¿No quieres decir ‗consigue una habitación‘?

—Tengo una en el hotel cruzando la calle —ronroneó ‗Pelirroja‘.

Briar se rio y Alec le dio un duro codazo, luchando contra su propia sonrisa.
Fredi parecía lista para rechazarlo, pero Donny se sentó en la mesa con
dos chicas risueñas y su cara se endureció.

—Claro Pelirroja —sonrió Fredi al instante siguiente—. Me encantaría ir a tu


hotel.

—Es Stacy —dijo ‗Pelirroja‘ con una risa.

—Lo que sea —balbuceó Fredi, tirando de la chica lejos.

—¡Ow! —La rubia junto a Donny se quejó—. Donny, me estás sosteniendo


demasiado fuerte.

Vi la violenta mirada en su cara y me acerqué más a Stone. Seguíamos sin


habernos sentado y ya no estaba tan entusiasmado por eso como lo había
estado unos pocos momentos antes.

La mano de Donny aflojó y sonrió de modo encantador a su lastimada


‗amiga‘.

—Lo siento, nena —murmuró, besando su cuello y hablando lo


suficientemente alto como para poder escucharlo todos nosotros—.
Vamos a algún lugar y te besaré mejor.

—¡Ey! ¿Qué hay de mí? —La morena de su otro lado hizo un mohín. Donny
rio y Alec rodó sus ojos.

—Cuantos más mejor, ricura —dijo Donny, levantándose con la rubia y


extendiendo sus manos en cuestión.
La morena sonrió y aceptó, pero no vi nada después de eso porque Stone
había perdido la paciencia y estaba suavizando sus manos sobre el encaje
de mi vestido. Me sostuvo como si fuese de su propiedad, extendiendo sus
dedos en toda mi piel como si tratara de tocar cada centímetro de mí en
una sola vez.

Su nariz bajó a acariciar mi cuello y lo sentí inhalar contra mi pelo. Su


agarre se endureció cuando sus manos fueron a descansar en mis caderas
y presionó un suave beso detrás de mi oreja. Me esforcé para respirar,
evitando fuertemente hacer contacto visual con Briar mientras retrocedía
hasta su cuerpo, lo que significaba empujarlo sutilmente lejos, pero me
fundí contra su dureza en su lugar.

Tomó mi mano y me arrastró hacia la puerta. O eso pensaba.

Mi mandíbula cayó cuando me llevó a la pista de baile y forjó un camino


entre la multitud de ondulantes cuerpos.

De. Ninguna. ¡Manera!

No solo no podía creer que Stone iba a bailar… sino que no había ninguna
manera en el infierno de que yo quisiera bailar como lo estaban haciendo
el resto de las chicas. Cuando bailé con Logan había sido casto y
fraternal… y aun así me sentía cohibida. Dudaba que estuviese dispuesta
así en privado, mucho menos en público… con todo el mundo
mirándonos.

Suspiré de alivio cuando Stone me llevó a una esquina oscura en el borde


de la pista de baile. Mis músculos se relajaron cuando llevó mis manos para
entrelazarlas alrededor de su cuello (solo era capaz de alcanzar
cómodamente gracias a los tacones altos). Sus ojos no se perdieron mi
reacción. Brillaron retorcidamente por un momento, luego mi respiración
quedó atrapada cuando me presionó contra la pared y me llenó con su
cuerpo, bloqueándome de la vista de todo el mundo.

Sentí la intensa base de la música vibrar en la pared y golpear a través de


mi pecho, compitiendo con el rápido latido de mi corazón. Mordí mis labios
nerviosamente mientras inclinaba mi cabeza hacia atrás para mirar a
Stone. Su boca encontró la mía inmediatamente, exigiendo mi rendición,
mostrándome su frustración. Le permití hacerlo. No había fuerza suficiente
en mí para rechazarlo, incluso si quisiera.

Me había perdido en su gusto. Me había perdido en la manera en que se


sentía su cuerpo contra el mío. Me había perdido en la manera firme en
que sus manos podrían recorrer mi cuerpo. Sus manos se deslizaron a mi
trasero y me apretaron duramente mientras presionaba contra mi
estómago, mostrándome como de duro estaba para mí.

Él tuvo que inclinar su cabeza en un divertido ángulo para besarme de esa


manera, por lo que me puse de puntillas y usé mi agarre en su cuello para
llegar tan alto como fuera posible contra él. Agarró mi muslo izquierdo y lo
levantó para descansarlo en su cadera, elevándome en lo más alto de mi
pie derecho. Sentí el músculo contraerse duramente en mi pantorrilla, pero
no me importó.

Sin embargo, me di cuenta de que mi vestido se había subido y su mano


estaba llegando a mis bragas. Y seguíamos en público. Me puse rígida,
pero no le dije que parara. Había frustrado lo suficiente al chico. No creía
que estuviese feliz conmigo si lo rechazase ahora. Él ya estaba en un
estado de ánimo intenso. Si yo no estuviese tan excitada habría estado
asustada. Infierno, estaba un poco asustada, pero la feroz mirada en su
cara me puso incluso más húmeda. Nunca me habían mirado así. Nunca
había estado tan cerca de un hombre tan feroz, peligroso y poderoso.

Di una nerviosa mirada a escondidas a la multitud detrás de su espalda


cuando atacó mi cuello y manoseó el contorno de mi ropa interior. Unas
cuantas personas nos estaban dando miradas a escondidas, pero era el
brasileño encerado el que me hizo tensar de preocupación. De nuevo, no
me moví para pararlo y me respiración se convirtió en suspiros nerviosos.

Stone se congeló y luego gruñó, dejando caer mi pierna y agarrando mis


hombros duramente mientras me daba una breve pero firme sacudida.

—¡Evelyn! —espetó. Mis ojos se abrieron de golpe por la ira en su voz y mis
manos se tensaron involuntariamente en sus hombros—. Si quieres que
pare, joder, dilo —dijo bruscamente—. ¡Nunca dejes que alguien te toque
si no quieres!

—Yo… —traté de encontrar mi lengua, temblando por la sobreexposición


de su profunda y quejosa voz—. Yo…yo…yo quiero —Me las arreglé para
murmurar, doblando por los bordes su camiseta y acurrucándome
tentativamente en ella—. Solo que —se inclinó un poco para poder oír mis
suaves palabras—, no aquí.

Se relajó una fracción y tomó mi mano, arrastrándome lejos de nuestra


esquina hacia la salida.
Caminó rápido, haciéndome apresurar detrás de él en mis botas de
tacones Stiletto. Me llevó hasta su coche y me empujó contra él, no lo
suficiente para herirme, pero lo suficiente como para hacer que mi
corazón latiese con nerviosa excitación. Me miró con esos duros y
plateados ojos, evaluándome mientras sostenía sus manos en cada lado
de mí, y lentamente se inclinó hacia mí en desafío. Lo encontré a mitad de
camino.

Deslicé un brazo alrededor de su cuello y encorvé mi cuerpo hacia él, mi


espalda y mi trasero, dejando el auto completamente. Mi mano se
extendió a la parte superior de su cráneo cuando encontré su besó y
deseé que tuviera algo de pelo para agarrarlo. Gimió en mi boca y me
presionó contra el coche de nuevo.

Mi pierna se envolvió a su alrededor por instinto esta vez y él no perdió el


tiempo deslizando sus dedos en mis bragas.

Los dos nos calmamos cuando sus dedos callosos tocaron mi piel desnuda
y me sonrojé cuando soltó una risa ahogada. Sus dedos se deslizaron entre
mis pliegues en una dulce y exploratoria caricia y jadeé de placer.

—Sorpresa —susurré entrecortadamente.

Su risa era silenciosa, pero más profunda que antes. Metió un dedo
bruscamente dentro de mí y yo chillé en la todavía oscura noche. Su dedo
se sentía increíble dentro de mí (mejor que cualquier cosa que Ben hubiera
tenido dentro de mí). Sus dedos eran largos y duros, y sabían justo los
lugares exactos para acariciar, presionar y masajear. Mordisqueó la base
de mi cuello antes de besar el camino hacia mi oreja.

»¿Te gusta? —pregunté nerviosamente, mi voz rompiéndose un poco


cuando deslizó otro duro dedo dentro de mí.

—Me gusta en todas las formas —gruñó con distracción mientras intentaba
tirar del angosto y profundo escote de mi vestido.

Mi mandíbula cayó e hice un pequeño gemido en la parte posterior de mi


garganta.

¿Le gustaba de todas las formas? ¿No tenía que hacerlo? ¡¡¿HE PASADO
POR ESTO PARA NADA?!!

Debí haber dicho esta última parte en voz alta, porque resopló
silenciosamente al lado de mi oreja. Su boca se cerró en la mía y mi
cerebro dejó de funcionar. Lo besé de vuelta instintivamente, olvidando
mis preocupaciones, olvidando dónde estábamos, solo dejándome inducir
en el placer al que me estaba llevando.

Mis gemidos eran silenciados y ahogados, ya sea con los besos de Stone o
su pecho cuando me incliné hacia él. Me moví desesperadamente
cuando el dolor entre mis piernas se intensificó. Él deslizó mi pierna más
alto, abriéndome ampliamente mientras sus dedos se movían duro y
profundo. Chupó mi cuello, lo lamió y lo mordió. Me agarré más fuerte
cuando la presión se construyó y me corrí con un irregular y tenue grito.

Yo luchaba por respirar mientras Stone bajaba mi pierna cuidadosamente


y masajeaba el nudo formándose en el interior del músculo de mi muslo.
Lentamente relajé mis dedos de mi duro agarre en su camiseta. Besó mi
mejilla suavemente, respirando con dificultad cuando abrió la puerta a mi
lado y me ayudó a deslizarme dentro.

Caminé alrededor del coche y se deslizó en el asiento del conductor.


Gimió suavemente y ajustó el bulto de su entrepierna mientras yo me
abrochaba el cinturón.

Mordí mi labio superior entre mis dientes mientras miraba fijamente al frente
de sus pantalones. Tenía curiosidad por saber lo que sentía Stone, cómo
lucía, cómo sabía. Encendió el coche y alcanzó su cinturón de seguridad,
pero sostuve mi mano para detenerlo, desabrochando mi propio cinturón y
colocándome sobre mis rodillas en mi asiento.

Me miró silenciosamente, su cara cuidadosamente sin expresión, pero su


dificultad por respirar traicionándolo.

Deslicé mi mano lentamente por uno de sus duros muslos, acercándome


cada vez más a mi intencionado destino. Él no miró mi mano. Él miró mi
cara, ojos grises examinándome un poco demasiado cerca para estar
cómoda. Gateé sobre su regazo, sentándome a horcajadas sobre sus
muslos, gracias a que sus piernas eran tan largas el asiento fue empujado
hacia atrás. Sus manos se movieron para acariciar lentamente mis muslos
desnudos, sus ojos todavía pegados a los míos.

Alcancé su bragueta con vacilación, esperando que él hiciese el trabajo


por mí. No tuve esa suerte. Sus ojos se estrecharon ligeramente,
diciéndome que si quería tocarlo, tenía que hacer yo el primer paso.
Acaricié con mi dedo el largo de su rugosidad, saltando un poco cuando
brincó ante mi toqué, tragué ruidosamente, luego cuidadosamente bajé la
cremallera y aparté la tela, dejándome ver su bóxer azul oscuro.
Sus dedos empezaron a acariciar mi piel tiernamente y yo con vacilación
me incliné hacía adelante y lo liberé a través del hueco en el frente. Lo
escuché inhalar, pero me rehusé a mirar a su cara, no podía mirar sus
intensos ojos ahora mismo.

¿Y por qué querría mirar lejos de la increíble polla frente a mí?

Me sonrojé ante mi propio pensamiento y me incliné hacia delante para


acariciarlo de la raíz hasta la punta. Stone gruñó, pero, de nuevo, no lo
miré. Centré toda mi atención en complacerlo, en aprender lo que le
gustaba. No fui lo suficiente valiente para usar mi boca, pero me enseñó
cómo hacer que se corriera con mis manos.

Más tarde me besó, largo, dulce y con aire cansado. Él durmió en mi


habitación esa noche… y dormí mejor de lo que lo había hecho en días.
Capítulo 18
uenas tardes dormilona! —Candy cantó alegremente

—¡B mientras irrumpió en nuestro dormitorio, cerrando la puerta


detrás de ella.

Mis pesados ojos se agitaron abriéndose y la miré parpadeando. Ella


estaba vestida con una pequeña falda de netball y una apretada
camiseta a juego. Su brillante cola de caballo roja rebotaba con sus
enérgicos movimientos.

Claro. Domingo. Netball a la una.

Le había prometido a Candy que iría y lo vería esta vez. Ella había tratado
de conseguir que me uniera a su equipo al comienzo del año, pero lo
había declinado cortésmente. Sabía cómo eran las guerreras y duras
chicas netball y no quería mucha atención tampoco. Miraría sana y salva
desde las gradas, muchas gracias.

Miré la hora y me di cuenta que era de hecho tarde. Veintitrés minutos


pasados del mediodía para ser precisos. Había dormido toda la mañana.

Por debajo de las sábanas, la mano de Stone se movió de mi pecho para


descansar abajo en mi estómago y me sonrojé. No sabía si él me estaba
mirando a mí o a Candy, pero sabía que estaba despierto.

Mierda, Stone probablemente había estado despierto durante horas.

¿Por qué no había salido de la cama?

—Tarde Candy —dije en voz baja, mordiéndome los labios y tratando de


escabullirme hacia adelante para salir de la cama.

El brazo de Stone se apretó a mi alrededor, no dejándome salir. Se movió


un poco hacia atrás para poder rodarme sobre mi espalda y luego se
inclinó sobre mí para llegar a mi boca en un beso lento y caliente.

Me sonrojé de nuevo, dándome cuenta de que Stone no se había puesto


una camisa para dormir y Candy estaría consiguiendo un espectáculo.

Ella silbó y se rio, diciéndome que me diera prisa y llevara mi culo a la pista
mientras corría hacia la puerta. Tan pronto como la puerta se cerró, Stone
movió la sábana de la cama y maniobró sobre mí, su beso volviéndose
más profundo y más posesivo. Llegué tentativamente a sus costillas
desnudas y relajando mis manos sobre su firme, piel caliente.

Mmm, oh hombre, se sentía bien.

Él empezó a chuparme el cuello y me arqueé hacia él, amando la manera


en que su boca se sentía contra los puntos delicados allí. Sus labios se
movieron al otro lado de mi cuello y se detuvo, riendo en voz baja mientras
presionaba tres besos en mi piel.

Lo miré inquisitivamente y sus ojos me sonrieron.

—Chupetones —gruñó y sentí que mis ojos se ampliaban. Le di un suave


empujón y él a regañadientes se dejó caer sobre su espalda con un
gemido cuando salté de la cama para examinar mi cuello en el baño.

Genial —pensé mientras me tocaba las marcas moradas. Era la tercera


semana de septiembre. La primavera había comenzado. Ahora hacía
demasiado calor durante el día para llevar un jersey de cuello alto y en
este momento del día sería demasiado caluroso para dejar que mi grueso
cabello colgara de mi cuello. Alcancé mi nuevo maquillaje para ocultarlo,
pero recordé uno de los nuevos tops que Briar me había comprado en
nuestro último viaje a las tiendas. Me apresuré en regresar a la habitación y
revisé en todo mi armario, ignorando a Stone, que se había sentado en la
cama y me estaba mirando.

¡Ajá! Encontré el top que estaba buscando y sonreí. Iría muy bien. Era un
fino, negro, top de cuello alto, sin mangas y con un agujero con forma
ovalada en la parte frontal que exponía algo de mi clavícula y la parte
superior del pecho. Era un poco elegante para ver deportes, por lo que lo
combiné con un par de diminutos pantalones cortos de mezclilla y
deportivas. Me apresuré con mi ropa de vuelta al baño para cambiarme,
atando mi cabello en dos colas de caballo bajas, pero no tirando de los
extremos del todo, creando un moño desordenado junto a cada uno de
mis oídos. Dejé que mi flequillo en capas cayera sobre mi cara, me puse la
vieja gorra de rugby del equipo femenino de Vicky en la cabeza y cogí
algunos protectores solares 30+ en mi camino de regreso a la habitación.

Stone se quedó en la puerta, con una camisa limpia y sus llaves en la


mano, obviamente esperándome. Hice una pausa. ¿Él iba a venir
conmigo? Había planeado caminar a las pistas a un par de cuadras de
distancia, pero parecía que me iba a llevar en auto. ¿Él iba a quedarse a
ver conmigo?

—Fredi estará jugando —me dijo al ver la pregunta en mis ojos.

Oh.

Su labio tembló mientras examinaba mi ropa y pelo, pero su ceño se


frunció ligeramente cuando leyó mi sombrero. Levantó una ceja
interrogativa, volviendo a mirar mi figura menuda y obviamente
recordando cuánto más pequeño aún había sido cuando había llegado a
principios de año. Me sonrojé un poco y saqué el folleto de más abajo
para ocultar mi cara.

—Mi hermana mayor jugó en la escuela secundaria —le expliqué


esperando a que él preguntara sobre mi familia. Había conocido la suya,
pero nunca me había preguntado acerca de la mía.

Su labio tembló de diversión y sabía que él estaba tratando de imaginarme


con una matona de hermana mayor, en lugar de la rubia de ojos azules,
alta, atlética, inteligente, de grandes pechos, magnífica piloto de caza
que Vic era en realidad. No me preguntó acerca de mi familia, sin
embargo. Simplemente tomó mi mano y me llevó fuera de la habitación.

Cada chica se congeló cuando Stone y yo nos sentamos en las gradas.


Me moví incómoda, esperando que salieran pronto y continuaran con su
calentamiento. Fredi obviamente escuchó mi oración en silencio, porque
deliberadamente pasó el balón a su distraída compañera de
calentamiento. Me estremecí cuando la pelota se puso en sólido contacto
con su estómago.

—Despierta Star —dijo Fredi con una risa y la morena salió de su shock con
una risa avergonzada, recogiendo el balón y tirándoselo a Fredi. El resto de
las chicas rápidamente volvieron al trabajo y me relajé un poco.

Tosí torpemente y le di una mirada a Stone.


—¿Es, mmm, es la primera vez que has venido a ver jugar a Fredi? —le
pregunté, preguntándome por qué habían estado tan sorprendidas de
verlo.

Su rostro se cerró y sus labios se estrecharon como si estuviera tratando de


pensar en una respuesta adecuada (con las menores palabras posibles).

—Yo solía sentarme allí —dijo con voz ronca señalando una pequeña mesa
escondida en la sombra de un árbol.

Me iluminé.

—¿Quieres sentarte allí ahora? Está fuera del sol.

Él negó e hizo un gesto hacia una rubia, que estaba practicando tiros a
uno de los objetivos.

Chloe.

Entonces lo entendí. Él había venido a ver jugar a Chloe cuando habían


estado saliendo. Es por eso que todo el mundo se sorprendió al verlo aquí.

Sus labios se levantaron en una esquina mientras tomaba una caja de


Smarties de su bolsillo.

—Acostumbraba a fumarme todo un paquete de jodidos cigarrillos —se


quejó.

Intenté una sonrisa a cambio, sintiéndome un poco mejor. Él había odiado


venir con Chloe, pero había venido conmigo... Y por lo tanto no estaba
sacando sus cigarrillos.

Se inclinó hacia atrás contra la fila por encima de nosotros y extendió los
brazos hacia fuera, tirando de mí de nuevo en el hueco entre ellos. Deslizó
un nuevo par de aviadoras sobre los ojos y estiró sus largas piernas. Una
alta rubia tropezó con sus propios pies, demasiado ocupada admirando el
aspecto que tenía. Me reí y traté de ocultar la sonrisa en mi cara (no quería
que la pobre chica pensara que me estaba riendo de ella).

Candy saludó alegremente hacia mí y levanté la mano de vuelta,


acurrucándome contra el costado de Stone y tomando algunos de los
Smarties que me ofreció. Vimos el partido en un cómodo silencio, aunque
hice silbidos silenciosos un par de veces cada vez que las chicas se ponían
un poco demasiado violentas. Después del segundo cuarto (medio
tiempo), miré hacia Stone para preguntarle si quería algo de beber, pero
en su lugar, me encontré con el ceño fruncido en su cuero cabelludo.

—¿Trajiste un sombrero? —le pregunté en voz baja. Su cabeza se volvió


hacia mí, pero no pude ver sus ojos a través de las gafas. Él no dijo nada,
sólo esperó.

Me mordí el labio y tentativamente toqué con una mano su pelo muy


corto. Se sentía caliente. Examiné las longitudes recortadas
cuidadosamente, preguntándome si era lo suficientemente largo para
proteger su cuero cabelludo, o lo suficientemente corto como para frotar
protector solar en él.

Stone esperó.

—¿No... No quieres que frote protector solar en tú cabeza? —le susurré.

Sus labios se separaron y tomé ese pequeño movimiento como el


equivalente de su boca abierta. Esperé nerviosamente y, finalmente, cerró
su boca. Justo por encima de sus gafas, su ceja levantada en desafío y
entonces él se estaba sacando la camisa y echándose hacia atrás con
una inclinación de suficiencia en sus labios. Era mi turno de estar
sorprendida. Mi boca cayó abierta... como también la de muchas otras
mujeres presentes.

Me miró, esperando. Incluso con sus gafas puestas, yo sabía lo que sus ojos
estaban diciendo. Estaba esperando a que sacara el protector solar y se lo
frotara. Miré hacia su cuerpo, sus duros pectorales, su estómago
desgarrado y sus abultados brazos. Tragué saliva.

Oh, joder yo no podría tocar esto en público. No había manera de que


fuera capaz de frotar la crema en todo ese músculo, sintiéndola tensa y
deslizándose bajo mis dedos.

Mierda, me estaba poniendo caliente pensando en ello.

—Estoy sedienta —le dije rápidamente, levantándome y casi corriendo


hasta Candy.

—Hola, Evie —Candy me saludó alegremente, y me entregó una copa de


licor de una de las neveras—. No sabía que Stone vendría contigo.
—Oh —tartamudeé—.Vino a ver a Fredi.

Fredi resopló cuando se unió a nosotras.

—Sí, claro.

Me encogí de hombros y tomé un sorbito de mi bebida.

—¿Qué hay con el delicioso espectáculo que está haciendo? —preguntó


Candy, mirándolo de arriba abajo mientras él se relajaba en las gradas sin
camisa, viéndose como Pedro por su casa.

—Oh —tartamudeé nuevo—. Protector solar. Yo, eh, sólo necesitaba un


trago primero.

Fredi se echó a reír y me dio un abrazo con un solo brazo.

—No tienes precio —murmuró.

—¿Por qué no juega Briar? —le pregunté, dirigiendo la conversación lejos


de Stone.

Fredi sonrió y negó.

—Briar no es muy buena en los deportes de equipo. Ella aparece en ―lindos


y pequeños, atuendos deportivos‖ que ella hace y luego se pone muy
agresiva.

Escondí una sonrisa a Fredi llamando a alguien demasiado agresivo. Fredi y


Candy eran bastante salvajes en la cancha.

La mirada de Candy se estrechó en algo detrás de mí y me volví a mirar.


Gruñí y agarré mi copa por instinto posesivo... antes de recordarme a mí
misma que Stone no era mío. ¡Aun así... estábamos durmiendo juntos
casualmente en exclusividad!... pensé. Así que Chloe no tenía derecho a
estar arrastrando su dedo por el pecho de Stone y ofrecerle su agua. Y
sería mejor que él le dijera pronto que se detuviera.

—Bueno —preguntó Candy—. ¿No vas a hacer algo?

—¿Como qué?

Fredi rodó los ojos y me dio un suave empujón.

—Ve a quitarla de encima de tu hombre.


—Él no es mí…

—¡Evie! —espetó Candy tomándome por los hombros—. ¡Ve a sacar a esa
cachonda, vaca de pecho grande fuera de Stone!!

—Las vacas tienen ubres —murmuré, pero me apresuré a hacer


precisamente eso.

Chloe estaba evitando la mirada de Stone mientras tocaba los músculos


de su estómago y ronroneaba con alguna tontería.

Cuando me acerqué, pude ver por qué. Él estaba enviándole una señal
fuerte y clara de vete a la mierda, con esos grises tormentosos ojos, sus
anteojos ahora estaban en su cabeza.

—Stone, cariño, debes dejar que frote un poco de protector solar en ti —le
oí decir con una sonrisa sensual—. Estoy segura de que a mi nuevo novio
no le importará. Somos amigos después de todo...Y yo no puedo dejar que
mi amigo se queme su gran y hermoso cuerpo.

Stone frunció el ceño y Chloe se rio con deleite, obviamente pensando


que estaba celoso de su nuevo hombre. Él me miró, de pie justo detrás de
Chloe, y se relajó en su asiento, claramente no se sentía culpable, pero en
su lugar parecía aliviado de que yo hubiera aparecido. Me miró con
atención, con curiosidad, como si él se muriera por saber cómo iba a
reaccionar.

Esperé demasiado. Esperé a que él la apartara, o a que Chloe se diera


cuenta de que yo estaba allí.

Finalmente, Chloe me miró.

—Hola Evie —dijo con una sonrisa—. Le estaba diciendo a Stone que tiene
que usar protector solar.

Stone es un niño grande y puede hacer lo que quiera.

—Yo lo tengo —le dije con cautela, sentándome junto a Stone y tomando
el protector solar de mi bolso.

—Dos manos son mejor que una —dijo con una mirada velada,
alcanzando el protector solar.
—Tengo dos manos Chloe —le dije en voz baja.

Su boca se abrió y Stone se rio entre dientes, justo cuando sonó el silbato
para reanudar el juego. Chloe me lanzó una mirada que prometía
venganza, pero sonrió a Stone antes de salir corriendo.

Miré de vuelta al pecho de Stone, todavía no sintiéndome integrada lo


suficiente para tocarlo. Él se apiadó de mí, sin embargo, obviamente
satisfecho de que había probado mis límites lo suficiente por un día. Se
sacó la camisa de nuevo y tomó la crema de mí, cubriendo su antebrazo,
cara y cuello.

—Gracias —le susurré, sabiendo que no se habría molestado normalmente


con la protección solar.

Me besó en la sien en respuesta y me llevó de nuevo al hueco de su brazo


para ver el resto del partido.

—¿Vienes con nosotros la próxima semana no, Evie?

¿Eh?

En la cena del martes, giré mi cabeza bruscamente, sorprendida de ser


abordada. No había estado escuchando la conversación y no tenía idea
de lo que estaría pasando la semana que viene. Donny estaba mirándome
con expectación, al igual que Jamie y Alec.

Fruncí el ceño.

—La próxima semana es la semana de descanso, ¿no es cierto? —le dije


tratando de recordar si habían mencionado volver a Sydney o algo así. No
había manera de que los dejara pagar por mí para que vaya de nuevo.

Además, yo había planeado visitar a Logan la próxima semana.

Briar rodó los ojos.

—Sí, Evie —dijo con una sonrisa—, pero, ¿a dónde irás?

—¿Por qué estaría yendo a alguna parte? —le pregunté en voz baja con
nerviosismo esperando que exigiera que fuera a Sydney con ella.

—¿Nos has estado escuchando a todos? —preguntó Fredi levantando una


ceja.
—No —admití tímidamente.

Donny se rio.

—Todos vamos a Darwin para la semana. Nos vamos a quedar en un


centro turístico a las afueras de la ciudad.

—Oh —dije ansiosamente, mirando fijamente hacia la mesa y tratando de


pensar en una excusa para no ir. Sabía de qué resort estaban hablando y
que estaba demasiado cerca de la ciudad para mi gusto. Tenía cuatro
hermanos todavía en Darwin y eran todos sobreprotectores. Estarían
cabreados si se enteraban de que me iba a quedar en un resort con estos
chicos.

Paul, el que pronto sería profesor, era gravemente protector conmigo. Yo


era su única hermana más joven y, con los hermanos mayores lejos, él sintió
que era su deber ser el gran hombre de la casa. Jake, Mike y Luke no
estaban tan mal. Bueno, no hasta hace poco de todos modos. Ellos y
Cooper eran los únicos en mi familia que sabían de Ben. Los trillizos le
habían sacado la mierda cuando me dejó por otra chica (después de que
me engañara varias veces). Había tenido que hacer todas sus tareas
durante un mes para evitar que le dijeran a Paul o a cualquiera de los
otros.

—Vamos, Evie —dijo Fredi persuadiéndome—. Yo voy a ser la única chica si


no vienes.

—¿Qué? —le susurré.

—Me voy a casa para volver a celebrar mis dieciocho con mi familia —dijo
Briar alegremente.

Mierda. No creo que pueda manejar toda una semana con los chicos y
Fredi sin Briar.

El brazo de Stone estaba a mi alrededor y me miró a la cara. Gran error.


Sus ojos me decían que fuera con ellos. Con él. Tragué saliva, sabiendo
que íbamos a alojarnos en nuestra propia habitación… con una cama
doble... durante varias noches.

—Por favor, ven con nosotros Evie —dijo Alec en voz baja.

¡Maldita sea!
—Está bien —suspiré.

Tendría que ir a ver a Logan esta semana en su lugar... Sólo esperaba no


ver a ninguno más de mis hermanos la próxima semana.

j
—¿Qué pasa, hermanita? —Logan contestó su teléfono en el segundo
tono la mañana siguiente.

—¿Estás trabajando hoy? —le pregunté agradecida de que las clases se


habían cancelado ese día.

—No —respondió con curiosidad—, pero me voy a medianoche.

—¿Puedo ir?

Hubo una pausa en el otro extremo de la línea, entonces oí voces


apagadas hablando en el fondo.

—Puedo ir y traerte en una hora —dijo finalmente con un suspiro.

Fruncí el ceño. No parecía demasiado entusiasta. ¿Era su novia de nuevo?


¿Él no quería que la conociera? ¿Por qué no? Yo no era una persona
intimidante.

—Si estás ocupado está bien —le susurré con incertidumbre.

—Está bien —dijo rápidamente—. Hasta luego.

Colgó.

Cuarenta y cinco minutos más tarde estaba esperándome en el


aparcamiento.

—Ey —me saludó con una sonrisa y un beso en la mejilla—. ¿No has tenido
clases hoy?

—Canceladas —le dije abrochándome el cinturón.

—Ah —dijo con una inclinación de cabeza, conduciendo fuera del


aparcamiento y luego saliendo de la universidad.

—Entonces, ¿qué quieres hacer hoy? —preguntó.


Me encogí de hombros y luego tomé una respiración profunda.

—¿Por qué no me presentas a tu novia? —sugerí—. ¿Está trabajando hoy?

Las manos de Logan se apretaron en el volante y esperó casi un minuto


entero para contestarme.

—No estoy seguro de que sea una gran idea, Evie —dijo lentamente—.
Estamos... teniendo problemas.

—Oh —dije en voz baja—. ¿Quieres hablar de ello?

Me lanzó una mirada dura y tomé eso como un no.

—Ni siquiera pienses en mencionársela a mamá —me advirtió, en voz


baja—. O a Coop.

No me atrevería, pero al ser una astuta hermanita, no podía evitar exprimir


un poco más de información.

—Sólo si me dices su nombre —le dije con firmeza.

Él me sonrió.

—Buen intento hermanita —dijo con una sonrisa—. Yo sé que no lo dirás.

Levanté mi barbilla obstinadamente.

—¡Lo haré!

Logan se rio.

—Está bien —le dije no dándome por vencida—. Yo te enseñaré a cocinar


si me dices su nombre.

—Me enseñaras de todos modos —respondió alegremente, claramente


disfrutando de nuestro pequeño juego entre hermanos.

—Logannnn —me quejé en broma, haciendo pucheros y haciéndole ojos


de cachorrito.

Él se rio más fuerte ya que nos detuvimos a una parada en su camino de


entrada. Él miró a la cara suplicante de nuevo y rodó los ojos.

—No te rías —me advirtió.


Parpadeé. ¿Por qué me iba a reír?

—Su nombre es Ivy.

Arrugué la cara pensando. ¿Qué es tan gracioso?

—No lo entiendo —dije finalmente.

Logan me miró con incredulidad y se bajó del auto. Con una carcajada,
se inclinó de nuevo antes de cerrar la puerta y me preguntó.

—¿Cuál es nuestro apellido Evie?

Vine.

—Ohhh —le dije de repente, sonrojándome ante mi propia estupidez y


corriendo fuera del auto.

Ivy Vine.13

No es que el nombre fuera hilarantemente divertido o embarazoso. Sólo un


poco divertido. Hubiera sido más divertido si nuestro apellido fuera Arbusto
o algo.

Ja, ja, Ivy Arbusto.

Me detuve en mi camino a la casa.

¿Significaba eso que Logan estaba pensando en casarse con ella?

Uh-uh. De ninguna manera. No Logan.

Pero claro, él compró esta casa…

—¡Evie! Puedes sacar fotos de mi jardín posterior. ¡Date prisa! —Mi hermano
me llamó desde la cocina.

Rápidamente cerré la puerta y me dirigí a través de la casa, alejando mis


pensamientos y concentrándome en enseñarle a cocinar.

Ivy Vine significa enredadera.


13
Capítulo 19
e vestí con todo cuidado antes de ir al bar el sábado por la noche.

M Stone no había hecho mucho caso a mi ropa interior todavía,


normalmente me ponía el pijama antes de que él llegara a mi
habitación y todavía no había sido valiente como para usar nada sexy
para dormir. Aunque esta noche, iba a ponerme un conjunto sexy de
encaje negro… y dejarle verme con él puesto cuando volviéramos al
dormitorio. Me moría de ganas de ver su reacción a mi tanga de encaje
negro (sí me sentía especialmente valiente) y un sujetador con relleno a
juego.

Me miré en el espejo y decidí que me veía bastante bien.

Soy una diosa súper sexy. Soy una diosa súper sexy. Soy una diosa súper
sexy —me repetía a mí misma como un mantra, intentando aplicar
refuerzo positivo.

Candy entró corriendo a la habitación y se paró en seco.

—¡Maldición chica! —dijo con una gran sonrisa—, deberías solicitar un


puesto en Victoria Secret.

—Cierra el pico —murmuré sonrojada, pero le sonreí agradecida.

Dudé un momento, y le pregunté nerviosa:

—¿Crees que a Stone le gustara?

Candy se atragantó de la risa y me miró incrédula.

—¿Estás loca? A cualquier tío se le caería la baba si te viese así.

Se rio otra vez y meneó la cabeza.

—Demonios, probablemente deberías evitar que Fredi te viese.

Arrugué la frente.

—Pero Fredi no es lesbiana de verdad.


—Precisamente —dijo Candy con un guiño—. Así de buena estás.

—Oh —susurré mordiendo el labio con timidez.

Movió las cejas cómicamente y bajé la voz a un susurro malicioso.

—¿Va a tener Stone suerte esta noche?

Dudé, no muy segura de haberlo decidido yo misma.

—Eso creo —dije despacio, sintiendo la emoción serpenteando por mi


pecho—. Probablemente.

Candy me sonrió con malicia y cogió mi móvil.

—Pon una pose —dijo alborotada, dirigiendo el foco de la cámara a mí.

—¿Por qué? —pregunté con cautela.

—Briar debería verte así —dijo Candy inocentemente.

Me reí, sabiendo cómo se pondría Briar al recibir la foto. Me levanté el pelo


a la parte de arriba de la cabeza con las manos y puse morritos juguetona
y Candy sacó la foto. Brinqué en la cama para verla y me reí con Candy al
ver lo cursi que estaba.

—Vale, envíasela a Briar —dije entre risitas.

Candy me observó durante unos minutos y sacudió la cabeza.

—Creo que deberíamos enviársela a Stone —y me guiño el ojo.

—¿Qué? —pregunté horrorizada—. ¡No!

Candy elevó una ceja.

—¿Por qué no? Si de todos modos te va a ver más tarde.

—Pero… pero…

Candy sonrió.

—Evie —dijo paciente—. ¿Sabes lo loco que se va a volver Stone si le envió


esta foto… teniendo que esperar pacientemente toda la noche hasta que
te tenga en la habitación… sabiendo todo el tiempo lo que llevas puesto
debajo de la ropa?
Enrojecí, de repente imaginando a Stone intentando traspasar mi ropa
durante toda la noche con esa mirada sexy en los ojos. No sabía si sería
capaz de soportarlo.

—Porfaaaaa —me pidió.

—Vale —susurré, mirando nerviosa como marcaba el número de Stone y


entonces nos sentamos las dos totalmente inmóviles y expectantes a que
llegase su respuesta…

Esperamos tanto rato que cuando finalmente el móvil hizo bip, dimos un
brinco.

Candy pulsó una tecla y nos arrejuntamos para leer el mensaje.

¡Provocadora! —Es todo lo que dijo…. pero solo eso decía suficiente.

Nos sonreímos la una a la otra y saltamos fuera de la cama, soltando un


grito alegre, abrimos el armario y buscamos algo que ponernos.

Ya no necesito a Stone para entrar en el bar local. Bueno, más o menos.


Todos los gorilas me conocen como parte del séquito de Stone, así que
simplemente me dejan pasar. Aquí a nadie le importa mucho de todas
formas. Alice Springs no es una ciudad enorme y en este Estado todo es
bastante tranquilo…. Bueno, aparte de todas las prohibiciones con el
alcohol y las llamadas comunidades secas (debidas a los problemas de la
población indígena con el alcohol), pero no estamos en una de ellas.

Esta noche he elegido un conjunto más informal, una falda vaquera por la
rodilla, sandalias romanas marrones y una camiseta negra ceñida. Me he
secado el pelo con secador, dando a mi melena, ahora a capas, volumen
y haciendo que mi cabello marrón cobrizo brillara. Me he aplicado una
sombra suave alrededor de mis ojos ámbar y sutil brillo de labios rosa.
Cuando entré en el bar, empecé a ponerme nerviosa, anticipando ansiosa
el momento de encontrarme con Stone. Me vestí más normal a propósito,
esperando que no se notase tanto la preparación después de haberle
enviado la foto.

—¡Ey! —Jamie me saludó alegre cuando me choque con él—. Ya estás


aquí. Stone se ha tragado una caja entera de Smarties y se ha fumado
cuatro cigarrillos. Acaba de ir a la barra a por algo fuerte —Me quedé de
piedra, esperaba que Stone no le hubiera enseñado la foto al resto de la
banda. Jamie se quedó mirando mi cara pálida e hizo una mueca—. Jo,
¿Qué le pasa a todo el mundo esta noche? —murmuró mientras se alejaba
y yo suspiré aliviada al ver que él no sabía nada. Ahora que lo pensaba, no
creía que Stone le hubiera enseñado esa foto a nadie.

Fui hacia la barra, preocupada de ser yo la razón por la que Stone


necesitara una bebida fuerte.

—¡Evie! ¡Gracias a Dios! —Briar chilló aliviada cuando nos encontramos y


me arrastró en una nueva dirección.

—¿Qué pasa? —pregunté confusa.

—Chloe ha decidido acoplarse esta noche a nuestro grupo con su nuevo


juguete y ¡está siendo una pesadilla! —dijo Briar.

—¿Un nuevo juguete?

—Un gran boxeador tonto del culo con el que ha empezado a salir. Uno de
aquí.

—Ah —dije, sin pillar todavía lo que quería decir—. ¿Y eso es malo?

Briar gimió.

—Lleva una hora alardeando, flirteando con Stone, e insinuándose a un tal


Jack con quien sale y cabreando a Fredi y Donny.

—Evie, nos tienes que salvar —dijo sin aliento.

—¿Yo? —pregunté incrédula.

—Sí —dijo Briar con dureza—. Tienes que distraer a Donny y tranquilizar a
Stone. Yo me encargo de Fredi.

—¡No entiendo lo que se supone que debo hacer! —susurré frenética.

—No te preocupes —dijo Briar llevándome rápidamente los últimos


metros—, solo sé tú.

—Mmm…. Hola a todos —dije suavemente cuando me dejó parada


delante de todos ellos. Vi a Alec echar un suspiro de alivio y Donny dejó de
mirar de mala manera a Fredi para sonreírme.
—¡Evie, nena! —me saludó entusiasmado, tirando de mí y sentándome a su
lado. Vi un paquete vacío de Smarties sobre la mesa delante de mí e
imaginé que acababa de quitarle el sitio a Stone—. Llegas tarde —Donny
me riñó juguetón, yo le sonreí disculpándome.

—Eva —dijo Chloe con cara de burla.

—Evie —le corrigieron Fredi y Briar hostiles.

—Lo que sea —dijo Chloe contenta—. Este es mi novio Jack.

—Hola —susurré. Jack era enorme. No tan alto como Stone (casi nadie lo
era), pero claramente en el grupo de pesos pesados en boxeo. Tenía el
pelo marrón oscuro, la nariz aplastada y ojillos negros. A pesar de sus rasgos
simples y sus súper músculos, era bastante atractivo…. Si te gustaban los
hombres duros, lo que juzgando por selecciones anteriores y la actual, así
le gustan a Chloe.

Él me miró de arriba abajo, mirando mi conjunto simple con una mueca


desdeñosa propia.

—Evie es la novia de Stone —le dijo Briar con una sonrisa petulante. Jack
arqueó una ceja y soltó una risotada, obviamente preguntándose como
Stone podía cambiar a Chloe por alguien como yo.

Por una vez, ni me moleste en corregir a Briar…. De ninguna manera iba a


involucrarme en el ambiente que había en la mesa. Me iba a quedar
totalmente al margen.

La mesa se quedó en silencio y me volví para ver a Stone inclinándose


hacia mí, mirándome con una expresión indefinible. Tantas emociones y
mensajes pasaron por sus ojos color plata. No pude leer ninguno de ellos.
Me levantó del asiento sentándose él y poniéndome a mí de lado en su
regazo, de espaldas a Donny. Me envolvió con un brazo, estirando el otro
para coger su bebida. Chloe me echó una mirada de las que matan, pero
casi ni la notó, demasiado distraída por la energía pura que emitía el
cuerpo de Stone. Paseó su mirada por mi ropa y yo enrojecí,
retorciéndome un poco y frotando sin querer mi trasero contra su suave
erección. Instantáneamente se puso duro, me quede helada
mordiéndome el labio, no quería provocarle más. Su mano apretó mi
muslo, pero no dijo nada, dando pequeños sorbos a su bebida sin prestar
atención a nadie. De repente entendí por qué Briar estaba tan aliviada al
verme, todo el mundo tenía ahora puesta su atención en nosotros.

Todo el grupo permaneció callado durante unos minutos, tomando sus


bebidas y escuchando a la banda que estaba tocando. Briar arrastró a
Fredi a la pista, y Donny y Alec aprovecharon la oportunidad de escaparse
también, yendo a una mesa de billar en la trasera del bar.

Traidores —pensé arrugando el ceño.

Stone y yo podíamos haber jugado a dobles con ellos. En vez de eso, nos
dejaron en la mesa con Chloe y Jack.

Chloe montó un gran espectáculo despidiendo a Jack con un beso


cuando dejó la mesa para ir a bailar, contoneando el cuerpo
provocativamente a la orilla de la pista, asegurándose de que nosotros la
podíamos ver claramente.

Jack la observó admirándola durante unos minutos antes de levantarse e ir


a por una bebida (no se ofreció a pagar una ronda). El cuerpo de Stone se
relajó en cuanto nos quedamos solos.

—Necesito otro cigarrillo —gruñó en mi oído, pasándose una mano


frustrado por el pelo.

—Voy contigo —dije rápidamente, no quería quedarme sola con Jack….


Especialmente al ver a Chloe empezar a bailar con otro tío y ver la cara de
Jack al verlo desde la barra.

Me bajé del regazo de Stone y le di la mano conforme salíamos al Beer


garden (el área para fumadores ya que no se permite fumar en ningún
lugar donde se sirva comida o bebida). El tiró de mí a una esquina oscura y
se apoyó de espaldas a la pared, pasando un brazo alrededor de mí a la
vez que sacaba los cigarrillos.

¿Estás bien? —le pregunte con los ojos al mirarle.

Tomó su primera calada lentamente y ladeó la cabeza para que el humo


no fuese hacia mí. Me miró a la cara un momento antes de pasear sus ojos
por mi cuerpo y bajando la mano por mi espalda, por debajo de mi falda,
cerrando los ojos cuando su mano alcanzó mi trasero desnudo. Abrió los
ojos lentamente y mantuvo mi mirada con la suya.
La intensidad de sus ojos expresaban varios mensajes para mí, pero sería
incapaz de ponerlos en palabras para nadie. Lo más esencial era que
sugería que no, no estaba bien y no lo estaría hasta tenerme de espaldas
en la cama, con solo mi sexi lencería negra.

Si por alguna razón hubiese podido pensar que no iba a haber sexo esta
noche, se hubiera desvanecido cuando me besó.

Sin tacones, la diferencia de alturas jugaba en nuestra contra y podía


saborear la última calada que había dado…. Pero no importaba. Casi ni la
noté. La boca de Stone estaba hambrienta y exigente sobre la mía y me
encantaba. Su mano había apretado más mi trasero y gruñía al
mordisquear mi labio inferior. Ese sonido fiero y áspero enviaba temblores
eróticos por todo mi cuerpo y yo también le mordí juguetona. Se apartó
bruscamente y dio otra larga calada a su cigarrillo.

Suficiente, sus ojos llameaban y claramente pude ver que quería más. Y yo
quería darle más. Lo que ahora quería era arrastrarlo a casa, antes de que
me entrase el miedo. Él contuvo la risa al ver mi expresión, evidentes en mi
cara cada uno de mis pensamientos. Sonó su teléfono y lo sacó del bolsillo
frunciendo el ceño. Aún lo frunció más al ver el mensaje.

—¿Qué pasa? —susurré.

No me respondió. Se fue hacia el bar, tirando de camino su cigarrillo a un


cenicero. Corrí detrás de él, con un nudo de preocupación en el
estómago. Stone se paró e inmediatamente vi qué ocurría. Jack había
arrancado a Chloe, completamente borracha, de los brazos de otro chico
y furioso los amenazaba a ella y al pobre tonto que estaba con ella,
levantando la voz por encima de la música.

La gente se estaba acercando y Donny permanecía cerca mirando


cauteloso.

Entonces me di cuenta de que Stone y Donny consideraban a Chloe una


amiga. Les gustaba, a pesar de lo mala pécora y manipuladora que
pudiese ser a veces.

Los tíos son muy raros.

Parecía que Jack se iba inquietando por momentos, amenazando al otro


hombre.
Chloe intentó interceder, poniendo una mano en su brazo y diciéndole
alguna tontería con una sonrisa insinuante. Aunque no parecía que Jack
fuera a aguantar más sus idioteces. La empujó a un lado con palabras
duras y echó el brazo hacia atrás para golpear al otro. Chloe le agarró del
codo y le suplicó dramáticamente, ahí ya Jack perdió la paciencia con
ella, llevando su brazo hacia atrás de nuevo soltándole un revés en la cara.

Antes de que Chloe se diese cuenta de que le habían golpeado, Stone se


estaba moviendo. Ella parpadeó sorprendida, segundos antes de que
Stone estrellase su puño en la cara de Jack.

Me quedé boquiabierta, impactada. ¿Cómo pudo cruzar la sala tan


rápido?

Jack rugió furioso devolviendo a Stone el golpe, los dos obviamente


luchadores experimentados golpeándose uno al otro con una furia que
nunca antes había presenciado. Por supuesto que mis hermanos también
peleaban mucho…. y no solo entre ellos…. pero nunca había visto
semejante muestra salvaje de poder e ira masculina. Zane era el mejor
luchador que conocía y probablemente podría con Stone fácilmente, él
peleaba con precisión y gracia viril. Stone era todo fuerza bruta y fiereza
animal.

Donny y Alec engancharon a Stone intentando retirarlo sin éxito. Briar


maldecía detrás de mí con los ojos abiertos de par en par de
preocupación y angustia. Fredi la envolvió en un abrazo y maldijo también.

—Una vez que Stone se enfada lo suficiente como para pelear es imposible
pararlo —me dijo Fredi en voz baja.

Chloe se estaba poniendo histérica intentando llegar a Stone, diciéndole


que estaba bien, que ya podía parar, atrayendo sobre ella toda la
atención que podía. Le fruncí el ceño. ¿A quién le pone que los tíos se
partan la cara por ella? Vale, enseñar musculo e incluso un puñetazo o
una amenaza para que se mantengan alejados de su chica…. pero no así
de peligroso…. era la guerra. Uno de ellos, o los dos iban a acabar en la
comisaria y los gorilas se estaban moviendo para sacarlos del club.

—Mierda —gimió Briar viendo también a los gorilas—. Si agarran a Stone


también les pegara a ellos.
Había aparecido Jamie y mantenía a Chloe apartada, pero Alec y Donny
seguían arriesgando el pellejo intentando separar a Stone y a Jack.

Se acabó.

Me acerqué corriendo y me quedé de pie al lado de la pelea justo


cuando el primer gorila intentaba agarrar a Stone. Stone se lo quitó de
encima con facilidad y volvió a golpear a Jack. En ese momento lo estaba
sujetando contra el suelo, pero Jack no estaba vencido todavía.

—¡GG para! —Oí gritar a Briar frenética, pero Stone ni la miró.

Sabiendo que ni gritos ni histerias iban a tener ningún efecto, pronuncié su


nombre calmada.

—Grant —dije suavemente. Se quedó petrificado, con el puño en el aire y


Jack momentáneamente atontado del último golpe. Volvió la cabeza y
me miró, fijando nuestras miradas durante un largo y tenso momento. Con
ojos salvajes, pero vi que me reconocía.

Vamos a casa —le dije con los ojos, todavía quieta a su lado y respirando
con normalidad. Todo el club se había quedado en silencio, incluso los
gorilas se quedaron petrificados, perdiendo la oportunidad de enganchar
a Stone.

Los ojos de Stone parecieron ensombrecerse y se volvió hacia Jack para


despedirse con un último puñetazo en las tripas, antes de levantarse y
pasar a mi lado, dejándome para que le siguiera fuera del bar.

Le alcancé en el coche, pero no se metió. Revolviendo la guantera


enfadado, con todo el cuerpo en tensión. Gruñó cuando solo encontró
cajas vacías de Smarties conformándose en su lugar con una bolsa de
Skittles. Meneé la cabeza incrédula, todavía sorprendida de que el súper
deportista Stone almacenara cantidades de dulces por todos los lados.
Cerró el coche con llave y empezó a andar los cuatro bloques que había
hasta la universidad sin cogerme de la mano. De nuevo, me apresuré a
alcanzarle, dando gracias por haberme puesto calzado plano mientras
intentaba mantener su paso, todo enfadado.

Todavía no podía creer que Jack hubiese golpeado a Chloe delante de


todo el bar. Estaba segura que de no haber saltado Stone a por él, otros
chicos lo hubiesen hecho. Le miré a la cara, machacada, con una mueca
de dolor imaginando cómo habría acabado otro que no hubiese sido
Stone. Caminamos en silencio, y cuando llegamos a nuestro edificio, Stone
intentó dejarme en mi cuarto con solo un pequeño beso en la frente.

Arrugando la frente le cogí de la mano deteniéndole. ¿Estas enfadado


conmigo?

Frunciendo el ceño y sacudiendo la cabeza, dijo entre dientes:

—Necesito tranquilizarme.

Lentamente entrelacé nuestros dedos y suavemente lo empujé dentro de


mi cuarto.

—Sé que no me harás daño —susurré guiándole a la cama. Le miré, me


miró, y sacudió la cabeza con firmeza.

Siéntate —le ordené con los ojos y se sentó en el borde de la cama con
cautela.

Fui al mini-frigorífico y saqué hielo del congelador, lo envolví en un trapo y


se lo di. Sin mirar su expresión. Fui al baño y cogí una toalla pequeña
mojada y rápidamente volví al cuarto. Stone tenía el hielo presionado
contra su mandíbula, su respiración todavía entrecortada y furiosa.

Me subí a su regazo con cuidado y suavemente le pasé un dedo por la


nariz, asegurándome de que no sangrase o estuviese rota. Sacudió la
cabeza rígido y yo respiré aliviada. Él lo sabría, parecía que ya se la había
roto varias veces. Levanté la toalla a su cara y cuidadosamente le limpié
los cortes, intentando ignorar la manera en que estaba mirándome.

La cara se le veía bastante mejor una vez terminé, pero sabía que por lo
mañana tendría moretones y no solo en la cara. Cerré los ojos rezando
para que no tuviese las costillas dañadas.

Con los ojos todavía cerrados, me incliné hacia él y le di un beso suave en


los labios, un poco decepcionada de que nuestra noche no hubiese
resultado como la había planeado.

Noté cómo sus labios se crispaban con un pequeño gesto de dolor. Tenía
el labio inferior abierto, pero gracias al cielo tenía todos los dientes intactos.

En su lugar, le besé en la mejilla y volvió a hacer una pequeña mueca,


pero no intentó detenerme.

—¿Dónde no te duele? —susurré acurrucándome un poco más.


Se lamió los labios con otra mueca y pensó durante un momento, antes de
señalarme en el lado izquierdo de la frente. Sonreí irónica, deseando que
al pobre no le doliese toda la cara. Le di un suave beso donde me había
indicado y me eché hacia atrás, preguntándole dónde más con los ojos.
Se dio un tirón del lóbulo de la oreja derecha y con una risita me incliné
hacia delante otra vez a besarle. Aunque esta vez no fue solo un beso
casto. Suavemente le chupé, agarrándole con la boca y dándole un
golpecito con la lengua. Stone gruñó, dejando el hielo para poder
abrazarme. Pasé mis labios abiertos por su oreja, arriba y abajo
mordiéndole el lóbulo de nuevo. Sus manos se tensaron contra mi espalda.
Mantuve mis labios posados debajo de su oreja, lamiendo la piel con la
lengua y haciéndole cosquillas con mi aliento.

—¿Y aquí? —susurré, encantada por como tembló. Me animó con un


sonido, así que me fui moviendo hacia abajo por su cuello, muy despacio,
absorbiendo su aroma y su sabor tanto como podía en mi camino.

Cuando llegué a la clavícula, metí las manos por debajo de su camisa y


suavemente le ayudé a quitársela. Me retiré para poder admirarle,
maldiciéndome a mí misma por dejar que su aspecto magullado y
machacado me excitase. No podía evitarlo, aunque pensaba que no
estaba bien por mi parte que me entusiasmase con lo macho que se le
veía, a pecho descubierto, cortes en la cara de la pelea y con una mezcla
de violencia y deseo en su mirada.

Pasé con cuidado las puntas de los dedos por sus hombros y por la parte
delantera de su cuerpo, localizando las zonas golpeadas e inflamadas. Le
di un pequeño empujón, diciéndole en silencio que se tumbara en la
cama. Él obedeció, bajando con delicadeza su cuerpo pero con sus ojos
fijos en mí.

—¿Dónde no te duele? —susurré otra vez, dejando a mi cara mostrar un


poco de malicia cuando la excitación superó a la preocupación.

Sus ojos se oscurecieron adquiriendo ese tono de mercurio líquido brillante


que adoraba mientras sus manos abandonaron mis caderas para doblarse
detrás de su cabeza.

Descúbrelo tú misma —parecía decir—, y encantada acepté su reto.

De nuevo, muy despacio, fui repartiendo besos húmedos, con la boca


abierta, saboreándole con mi lengua y prestando especial atención a sus
pezones. Se mantuvo totalmente quieto, sus únicos movimientos eran su
respiración entrecortada y sus pequeños temblores de placer que no
podía evitar. No usé los dientes esta vez, por miedo a hacerle daño.
Parecía que tenía las costillas golpeadas, así que pasé de ellas, mi boca
marcando su camino hacia sus abdominales, deteniéndose para girar
alrededor de su ombligo.

Mis besos fueron bajando hasta que me quedé helada al alcanzar la


cintura de sus vaqueros. Me quedé sin respiración, y de repente jadeaba,
mi pulso martilleando mis oídos cuando me di cuenta de qué era lo que
venía a continuación. Me puse como un tomate, mi timidez regresando de
golpe mientras mis manos agarraban sus bolsillos delanteros.

Le había visto una vez antes, en el coche el fin de semana pasado, pero
solo le había tocado por debajo de las sábanas en la oscuridad desde
entonces. Ben me había enseñado cómo darle placer con la boca, sabía
lo que hacer…. pero aun y todo estaba muy nerviosa. Como el resto de él,
el pene de Stone era intimidante y el tener la cara tan cerca de él lo sentía
más íntimo que cuando tenía sexo con Ben.

Igual es porque quiero tocarle. Quiero saber lo que es sentirlo en mi boca.


Quiero complacerle y no hacerlo solo por miedo a que pueda dejarme.

No tenía miedo de que Stone me dejase. Sabía que con Stone podía elegir
(además, en realidad no estaba saliendo con Stone, así que no podría
dejarme).

Las manos de Stone bajaron hasta cubrir mi cara, una de sus manos se
deslizó por mi pelo para retirarlo del medio. Le miré cuando me levantó la
barbilla.

¿Evie? —Sus ojos mostraban su pregunta, su preocupación, a pesar de la


llama hambrienta que llameaba dentro de sus pozos grises.

Inspiré profundamente y le solté el botón juguetona.

—¿Dónde te hace daño Grant? —susurré. Deslicé el dedo por los dientes
de su cremallera, sintiendo cómo por debajo se alzaba la carne dura,
luchando por escapar de su apretada prisión.

—Absolutamente seguro que ahí, sí me duele —dijo a duras penas, su tono


profundo, escalofriante, con ese gruñido medio animal que me
encantaba.
—Le daré un beso para que mejore —murmure, bajándole la cremallera
con los dientes, alucinada de lo atrevida que estaba siendo con él. Una
pequeña voz en mi cabeza se reía, dándome cuenta entonces de que lo
único que hacía falta para que la pequeña y tímida Evie se convirtiera en
una seductora, era que su hombre viera un poco vulnerable.

Mi hombre —me susurré a mí misma mientras le bajaba los pantalones y me


lamía los labios examinando el bulto bajo su calzoncillo—. Mi polla.

Ignoré la vocecilla en mi cabeza que se burlaba de mi posesividad. Por


ahora podía pretender que era cierto. Una pequeña fantasía, segura para
mí, sin la realidad de ser su mujer.

Saqué esos pensamientos de mi cabeza cuando llegué a la cinturilla,


estirándola y bajándola, prolongando la apertura de mi regalo. Jadeé
cuando se balanceó delante de mi cara, la punta ya goteando a la vez
que oía a Stone maldecir entre jadeos.

Le quité los zapatos y el resto de la ropa, dando un paso hacia atrás para
admirar la vista de su cuerpo tumbado de lado en mi cama,
completamente desnudo. No pude contener mi rubor al mirarle fijamente y
rápidamente apagué la luz, antes de arrodillarme a sus pies. Por favor, que
Candy no nos interrumpa, pedí mientras bajaba la boca hacia su carne
suave y caliente.

Cerré los ojos y gemí con él, disfrutando al sentirlo caliente y duro en mi
boca, saboreando su sabor salado, en contraste a la dulzura de sus labios.
Abandoné todas las lecciones que había aprendido con Ben y en su lugar,
me moví por instinto, egoístamente moviéndome como yo quería, de la
mejor manera para sentirle y saborearle de la forma que yo necesitaba.

Stone no parecía tener ninguna queja al respecto. Sus manos se enredaron


en mi pelo, masajeando mi cuero cabelludo y tensándose cuando daba
con algún punto particularmente bueno. Una vez le exploré a mi gusto,
empecé a prestar más atención a sus sonidos, a la dirección de sus manos,
concentrándome ahora ya en sus necesidades intentando aliviarle.

—Evelyn —gruñó, en su voz el aviso de que si quería retirarme, tenía que


hacerlo ya.

No quería retirarme.
En su lugar me esforcé más, quería que él lo disfrutase tanto como fuera
posible, le chupé hasta que se corrió.

No gritó, no me tiró del pelo con fuerza ni gimió. No maldijo ni gruñó.


Simplemente explotó en mi boca, soltándome el pelo para agarrar las
sábanas en sus puños, con los nudillos blancos al alcanzar el clímax casi
demasiado silencioso. Tragué y levanté la cabeza.

Yo sí gemí en voz alta al ver su cara. Con los ojos cerrados, los labios
entreabiertos, en su cara claramente grabada su satisfacción, su alivio, su
placer, su éxtasis.

Sus pestañas rubias, oscuras y gruesas se elevaron despacio y se quedaron


fijas en mí, sus ojos sombreados y oscurecidos, pero todavía visibles en el
cuarto oscuro. Se sentó lentamente, haciendo alguna mueca de dolor. Me
levantó y se puso de pie a mi lado, se puso los calzoncillos, abrió la cama y
me metió con él.

Sus labios presionando suavemente contra mi cuello, su lengua lamiendo


en vez de chupar, y su mano empezó a levantar mi falda, sus dedos
calientes agitando la sangre en mi muslo. Con pena le agarré la mano y
meneé la cabeza, mirándole la cara golpeada. Estaba herido. Tenía los
nudillos magullados y sabía que le dolían los labios al besarme.

No —mis ojos dijeron con firmeza.

Él frunció el ceño, sus ojos discutiendo con los míos durante unos largos y
silenciosos momentos, hasta que finalmente se rindió. Me deslicé fuera de
la cama y fui al baño a ponerme el pijama, no quería que Stone me viese
en ropa interior hasta que fuese capaz de descubrirla por sí mismo.

Me dormí enseguida, envuelta en los brazos de Stone y sintiéndome feliz, a


pesar de lo ocurrido antes.

Y cuando desperté a la mañana siguiente, fue al escuchar mis propios


gritos cuando exploté en un orgasmo intenso, mi sueño erótico
desvaneciéndose cuando me di cuenta de que Stone tenía los dedos
enterrados profundamente en mí.

Me sonrió, obviamente encantado consigo mismo por encontrar la manera


de sigilosamente pasar de mi preocupación lo suficiente para darme
placer. Mi respiración lentamente se hizo normal y mi vista se aclaró….
¡Lo bastante como para ver los nuevos moratones que se habían formado
cubriendo su cara y su cuerpo!

Gemí, soltando las manos rápidamente de donde lo tenía fuertemente


agarrado.

—¡Grant! —susurré conmocionada, probando con cuidado a pasar un


dedo por sus moratones.

Me cogió la mano con la suya y me la besó.

Estoy bien —dijeron sus ojos antes de inclinarse y darme un beso breve en
los labios entreabiertos. Salió de la cama, se vistió y fue al baño a
inspeccionar los daños por sí mismo.
Capítulo 20
e paro en la entrada del baño y observo cómo Stone se examina a sí

M mismo en el espejo. Su cara estaba casi impasible, la mera sombra de


un ceño fruncido en su cara golpeada. Él se había apoyado con una
mano a cada lado del lavamanos y estaba girando su rostro de lado a
lado lentamente y luego alzando su barbilla para examinar una contusión
en su mandíbula.

Una mano fuerte y bronceada, pero lastimada se acercó para deslizarse


por la erizada piel púrpura. No se había afeitado y no creía que se
molestara en hacerlo hasta que los moretones bajaran un poco.

Un estremecimiento de excitación recorrió mi cuerpo. La barba sólo le


hacía parecer más peligroso y duro… y tenía curiosidad de cómo se
sentiría sobre mi piel. Otro estremecimiento recorrió mi cuerpo mientras
cerraba los ojos e imaginaba su barba raspando en mi pecho mientras sus
callosas manos se deslizaban sobre mis muslos desnudos y sus dientes
rozaban mis pezones. Me mordí el labio para ahogar un gemido y me
obligué a abrir los ojos.

Casi gruño en frustración cuando mi excitación solo se elevó ante la vista


que tenía.

Stone ahora estaba examinando su cuerpo, esas hermosas y masculinas


manos ahora recorriendo su torso para sentir cualquier daño mientras se
retorcía y más músculos en su espalda y lados llamaron mi atención.

Silenciosamente corrí de nuevo a mi escritorio para coger mi cámara…


solo para descubrir con horror que no estaba allí.

¡Mierda!

La dejé en el bar el pasado fin de semana. Me quedé boquiabierta ante el


espacio vacío en el escritorio. No podía creer, yo había estado tan
envuelta en todo lo que Stone me hacía, tan distraída esta semana… que
ni siquiera noté su ausencia. Quería salir corriendo del edificio en mi pijama,
correr las cuatro manzanas hasta el bar y demandar por qué ellos no me
habían llamado para mi preciosa y cara cámara. El sentido común
prevaleció. Agarré mi teléfono y le mandé a Briar un mensaje,
preguntándole si alguien recordaba haber cogido mi cámara.

Briar estaba en la puerta en menos de dos minutos, una mirada


desconcertada en su cara.

—¿Candy no te la dio? —me preguntó luciendo sorprendida, obviamente


porque yo no lo había notado hasta ahora.

—¿Qué?

Briar frunció el ceño.

—Alec la cogió del bar y cuando os vio salir a ti y a Stone el sábado


pasado… se la dio a Candy el domingo en la mañana porque tú y Stone
estabais dormidos.

Me sonrojé, preguntándome cuánto tiempo estuvo Candy en la


habitación esa mañana, antes de que rompiera una copa en el almuerzo
y nos despertara. Mi sonrojo cambió rápidamente a un ceño mientras
miraba alrededor de la habitación. Es como si a Candy se le hubiera
olvidado contarme algo, especialmente si estaba distraída por un próximo
partido o Mason.

¿Dónde la pudo haber puesto? ¿Por qué carajos no la puso en el escritorio


donde normalmente iba?!!!

Empecé a caminar alrededor, tratando de pensar como Candy. Miré


hacia su armario y sonreí. Ahí es donde Candy guardaba todo. Miré hacia
mi recién completo armario y rápidamente crucé hasta el, lanzando la
puerta para abrirla. Allí, entre las filas de zapatos nuevos, estaba el estuche
de mi cámara. Lo agarré con alivio, atrapándolo contra mi pecho y
sentándome pesadamente en mi cama.

¡Mierda, gracias por eso!

Saqué la cámara de su estuche, y un impulso me hizo querer tomar una


foto, cualquier foto. Miré hacia la puerta abierta del baño y sonreí. De igual
manera necesitaba tomar fotos furtivas de Stone para mi tarea. Briar me
dirigió una mirada inquisitiva, pero yo solo sonreí y me deslicé hacia la
puerta, manteniéndola solo parcialmente abierta mientras alineaba la
foto. Fruncí el ceño. Ya tenía una foto desde la puerta abierta. Miré hacia
la cortina de la ducha y mi sonrisa volvió.

¿Pero cómo llegar hasta allí sin que Stone me notara? Me encogí de
hombros. ¿Tal vez si solo actuaba natural no me notaría?

Él estaba mandando un mensaje en su teléfono en el momento, sus jeans


en sus manos, listos para ser colocados de nuevo. Caminé silenciosamente
pasándolo y deslizándome detrás de la cortina, colocando la lente en él y
esperando que volviera a colocarse sus jeans (no quería a mi profesor
mirando su sexy trasero en esos deliciosos bóxer).

Contemplé y luego con un estremecimiento de emoción tomé la foto. Si


estaba en lo cierto, lo acababa de capturar tocándose su moreteada
barbilla de nuevo con un guante, su sexy espalda a la vista mientras su
maltrata frente se reflectaba en el espejo para la cámara. Él se giró a
mirarme con un ceño y yo parpadeé inocentemente.

—¿Evie? —Briar me llamó—, ¿qué estás haciendo? —Entró por la puerta


abierta y me dirigió una mirada divertida, obviamente preguntándose por
qué estaba en la ducha, en pijama y empuñando mi cámara. Sus ojos
fueron hasta Stone y chilló.

Stone se estremeció y me lanzó una mirada oscura mientras Briar se


lanzaba a él.

¡Oh infiernos, mi pobre GG! —ella jadeó moviendo sus manos por todo su
torso desnudo. Ella cogió su barbilla y tiró de ella mientras examinaba su
rostro—. ¡Mira lo que ese idiota te hizo! ¿Estás bien? —le preguntó
maternalmente, envolviendo sus brazos fuertemente alrededor de él. Vi
cómo su rostro flaqueaba en una pequeña mueca de dolor cuando ella
aplastaba sus magulladas costillas.

—Bri, lo estás lastimando —susurré tirando de uno de sus brazos


suavemente. Ella lo soltó de inmediato y agarró su mano, arrastrándolo
hacia mi habitación.

—No tienes que llevarme hoy —dije—, haré que Alec me lleve.

La expresión de Stone cortó sus siguientes oraciones inclusive antes de que


las empezara. Parecía que nadie más que él iba a conducir su auto y no
iba a aceptar más mimos.
Briar lo miró, sus manos en sus caderas.

—¡No me mires así, Grant Graham Stone!

Me estremecí, impresionada por su valentía. Yo no creía ser capaz de ser


tan valiente como para gritarle a Stone de esa manera jamás.

Stone no cambió su mirada y Briar bufó.

—¡Eres un hombre tan… estúpido! —gruñó—. No te hace ser menos


aterrador si dejas que alguien te cuide.

Los ojos de Stone se estrecharon ligeramente.

—No necesito que nadie me cuide —gruñó hacia Bri. Ella suspiro en derrota
y pasó sus ojos por sus cortes.

—¿Dejaste al menos que Evie te cuidara anoche? —ella preguntó


dándome una mirada.

Los ojos de Stone brillaron con calor y me sonrojé al tiempo que la esquina
de su boca daba el inicio de una sonrisa maliciosa. Los ojos de Briar se
estrecharon mientras miraba entre nosotros, antes de que sus propios labios
se retorcieran y su actitud cambiara rápidamente.

—¡Afuera! —dijo firmemente, su tono no dando espacio a argumentos. No


mimándolo más, ella le dio a Stone un gran empujón. Vi la sorpresa
parpadear en sus ojos por un momento, antes de que clavara sus talones
en el suelo, una roca inmovible—. ¡Afuera! —Briar dijo aún más firmemente,
apuntando la puerta—, tengo que ayudar a Evie a empacar para su viaje
y luego dejaré que me lleves al aeropuerto.

Stone la miró por un largo momento, antes de suspirar y coger su camisa,


obedientemente dirigiéndose fuera, sin mirar atrás.

—¿Cómo haces eso? —susurré con admiración.

Briar resopló.

—Stone es un gran debilucho —dijo con una risa—, deberías verlo jugando
a las barbies con Wendy.

La miré boquiabierta incapaz de imaginarme su gran cuerpo agachado


en el suelo de la habitación de su pequeña hermana, sosteniendo una
barbie y haciendo vocecitas. Ninguno de mis hermanos jugó a las barbies
conmigo. Por un año o dos, Charlie jugó conmigo, pero la cosa más cerca
a eso fue cuando los trillizos interrumpieran con su G.I. Joes y destrozaran mi
mansión de las barbies hecha a mano. Creo que Cooper pudo haber
jugado con Charlie unas pocas veces… pero nunca conmigo, y
sospechaba fuertemente que la hizo jugar con los Lego para
compensárselo.

Briar miró mi expresión aturdida y frunció el ceño.

—No te atrevas a decirle eso a alguien o Stone me mataré —dijo


rápidamente, realmente luciendo un poco preocupada—, además,
Wendy se rindió con eso rápidamente porque Stone se rehusaba a hacer
otra voz aparte de la de Ken y él no era exactamente… —Briar paró,
buscando la palabra para describir su falta de entusiasmo por las barbies.
Ella no necesitaba pensarlo… yo lo entendí.

—No lo diré —le prometí. Me reí en mi cabeza. ¿Contarle a alguien?


¿Estaba loca?

—Bien —dijo terminando la discusión. Ella sacó una de mis maletas,


sacando mi cajón de ropa interior y abriendo las puertas del closet
salvajemente—. Hora de empacar —dijo con una sonrisa, dirigiéndose a mi
ropa interior.

Genial.

—Briar —susurré moviéndome incómodamente—, estoy nerviosa.

—¿Acerca del sexo? —preguntó con un ceño.

—Bueno, sí… pero no era eso a lo que me refería —Sacudí mi cabeza—.


Acerca… de ir lejos con los chicos y Fredi —admití tímidamente—, será raro
sin ti o Candy… ¿y si ellos me ignoran?

Briar se rio y me abrazó suavemente.

—No hay posibilidad de eso, Evie —me tranquilizó, sin diversión—, ni una
oportunidad.

j
La banda y yo nos fuimos temprano la mañana siguiente, Stone manejaba
su auto negro conmigo en el asiento del copiloto y Alec, Fredi y Donny
iban apretados en la parte de atrás (Jamie eligió quedarse y festejar con
Candy y Mason). Miré hacia ellos y fruncí el ceño. Alec estaba sentado en
el medio, con Fredi y Donny sentados a cada lado. Fredi y Donny tenían sus
iPods encendidos, ajenos a mi mirada.

—¿No estaríais más cómodos si Fredi se sentara en el medio? —le pregunté


a Alec suavemente, antes de mirar hacia el espejo retrovisor—. ¿Puedes
ver por encima de la cabeza de Alec? —le pregunté a Stone.

El giró su cabeza para mirarme mientras Alec reía y nos parábamos en una
luz roja. Seguí los ojos de Stone hasta Fredi, y luego a Donny, antes de que
sus ojos se movieran de nuevo a los míos.

Oh.

Me callé, cuando capté la idea. La mirada de Stone me dijo, en términos


rotundos, que no había una manera de que condujera todo el camino a
Darwin con Fredi y Donny peleando. Fruncí el ceño mientras miraba de
nuevo la carretera y nos empezábamos a mover de nuevo.

¿Cómo diablos pasaban por los ensayos de la banda? ¿Y por qué Stone
no sentó a Fredi en el asiento delantero? Stone se colocó sus aviadoras
mientras salíamos de los límites de la ciudad y el sol brillaba con más
intensidad a medida que ascendía.

Su mano quedó descansando en mi muslo y le dio un pequeño apretón,


sus ojos sin dejar la carretera en frente. Sonreí para mí misma y desconecté
mi cerebro, moviéndome en mi asiento y relajándome mientras escuchaba
las canciones de carretera que sonaban por los altavoces. Bad Moon
Rising de Credence Clearwater Revival empezó y cuando Alec empezó a
cantarla, Fredi y Donny se quitaron sus audífonos para escuchar qué
estaba pasando. Sonrieron simultáneamente y se le unieron, haciéndome
reír aunque estaba envidiosa de que todos tuvieran tan buenas voces.

Stone sonrió vagamente y tamborileó sus dedos tanto en el volante como


en mi pierna con el ritmo de la música.

—¡Vamos, Evie! —Donny persuadió, inclinándose hacia el respaldo de mi


silla y colocando sus manos a mi alrededor. Reí y me uní suavemente,
sintiéndome más confiada a medida que su canto pasaba de artístico a
solo gritar.

¡There’s a bad moon on the rise!


El conducir nos tomó todo el día. Claro, paramos unas cuantas veces para
que los que estaban amontonados en la parte de atrás pudieran estirar sus
piernas y para que yo pudiera tomar fotos del paisaje.

A pesar de las paradas, todos estuvimos aliviados cuando finalmente


llegamos a las afueras de Darwin. Tan pronto como nos estacionamos en el
lugar asignado, todos se escurrieron fuera del auto, ansiosos por aire fresco,
comida y una ducha.

Todos tomaron sus maletas (Stone cogió la mía también) y Alec se deslizó
en la oficina para agarrar nuestras llaves. Por lo que escuché, sabía que
teníamos dos pequeñas habitaciones, con aire acondicionado, reservadas
para cuatro noches. Supuse que yo compartiría con Fredi desde que los
escuché, pero Alec le lanzó una llave a Stone mientras que él se quedaba
con la otra. Stone, apenas cansado con mi maleta y su mochila, cogió mi
mano y me llevó hacia la fila de habitaciones. Pestañeé, no creyendo que
Stone y yo tendríamos una habitación para nosotros, mientras que Fredi,
Donny y Alec compartirían la otra.

Las cabañas de madera eran realmente pequeñas, cuadrados edificios


que estaban un poco fuera del piso. Cada una tenía un pequeño porche
que tenía una mesa rectangular y cuatro sillas. Los tejados eran
triangulares, techo alto mucho más confortable para personas altas como
Stone. Él me paso la llave y nerviosamente abrí la puerta del todo con
cuidado para poder ver dentro.

Stone me pasó y lo seguí vacilante, observando mientras dejaba nuestras


maletas al lado de una verde y azul cama extra grande. A mi derecha
había una litera triple, obviamente para cuando las familias se alojaban
aquí. A mi izquierda había un pequeño baño y en la pared derecha cerca
de la litera estaba una pequeña cocina, con una mesa redonda y cuatro
sillas en la mitad de la habitación. Más allá de eso estaba la cama, con un
armario y una TV enfrente. Vi una cortina cerca de la mesita de noche y
me di cuenta de que la cama podría ser corrida para privacidad. Oí la
puerta abrirse en la cabaña de al lado y escuché a Donny y Fredi gritar
que ellos tomarían la cama grande.

—Cómo no, Donovan —oí su réplica débilmente—, yo me quedo la cama


y vosotros, perdedores os quedáis las literas.

—¿Por qué ibas a tomar la cama? —Donny respondió.


—Porque ella es la chica —escuché a Alec gruñir—. Dejad de pelear o los
dos dormiréis fuera.

Me reí suavemente y me paré en frente de Stone, quien estaba parado al


lado de la cama. La miré con cautela, mis manos estaba sudando con
anticipación de la noche por venir.

Me preguntaba qué tan pronto empezaría. ¿Después de la cena?


¿Después de la ducha?… ¿Ahora?

Miré hacia Stone para encontrarlo mirándome, una intensa expresión en su


cara. Tragué nerviosamente cuando sus manos cogieron mis caderas y
lentamente me atrajo hacia él. Sus manos se deslizaron hacia mi trasero
una vez que me presioné contra él y su boca bajó para darme pequeños
besos desde la base de mi cuello hasta mi oreja. Mi corazón latió con
fuerza cuando sus labios se abrieron, mis nervios vibrando con anticipación
de escuchar su ronca voz, de lo que podría decir…

Donny golpeó la puerta, interrumpiéndonos por la cena.

—Estoy hambriento —gruñó desde el otro lado de la puerta—, vamos al


bar.

Stone le dio a mi cuello un último beso y caminó para lanzar su maleta en


la cama y buscar en ella.

Vi la cama tambalearse por el impacto y mis ojos se ampliaron al darme


cuenta de que era una cama de agua. Reí, preguntándome cómo me iba
a acostar en esa cosa con Stone. Su peso me empujaría hacia él y cada
vez que se moviera causaría grandes y agitadas olas. Interiormente gruñí,
haciendo una nota mental de no beber demasiado… eso si Stone me
dejaba beber en absoluto… lo cual probablemente no haría.

Fredi entró sin llamar y me miró de arriba abajo.

—¿Qué vas a usar para el bar? —demandó. Pestañeé hacia ella en


confusión y Stone resopló mientras nos pasaba para ir al baño, su toalla y
su cambio de ropa sobre su hombro.

—No lo sé —respondí honestamente, notando que ella no se había


cambiado—, ¿qué usaras tú?

Ella frunció el ceño-


—Aún no estoy segura —respondió—, es por eso que te estaba
preguntando. ¿Tú vives aquí, no? ¿Cómo luce el bar?

No le dije que desde que era menor de edad y vivía con sobreprotectores
hermanos nunca fui mucho a bares a menos de que fuera para las
atestadas comidas familiares.

¿Cuál bar? —pregunté con cautela.

—Harold‘s o algo así —me dijo y sentí mi estómago caer—, es cerca de la


frontera del pueblo aparentemente, no tan lejos de aquí.

Joder.

Harold‘s era frecuentado por mis hermanos y sus amigos. Estaba cerca de
la universidad. Dudaba de que los trillizos o alguno de sus amigos de la
secundaria estuvieran allí un lunes en la noche, pero Paul y sus amigos de
la universidad seguramente sí estarían.

—¿Podemos ir a otro sitio? —pregunté nerviosamente

—¿Por qué? —Me miró con curiosidad.

Dudé, pero sabía que se enteró de lo de los trillizos así que le expliqué.

—Mis hermanos pueden estar ahí… o sus amigos.

Sus ojos se iluminaron.

—¿Los sexys trillizos? —preguntó ansiosamente.

Mierda.

—Mmm, sí —dije lentamente—, y mi hermano mayor, Paul.

—¿Entonces cuál es el problema? —preguntó impaciente.

—Son realmente sobreprotectores —susurré.

Fredi resopló.

—Mala suerte para Stone, entonces —dijo encogiéndose de hombros,


antes de acercar a ella mi maleta—. ¿Qué empaco Briar para ti? —Vi con
horror cómo ella buscaba en mi maleta y escogía una pequeña, estrecha
y blanca falda.

¡Esa cosa apenas cubría mi trasero! Luego me tiró una tanga blanca y de
satín y un corsé rojo carmesí, con lazos falsos en la parte delantera y una
cremallera oculta en la parte posterior. Luego lanzó un par de tacones a
en mis manos y me ordenó con sus ojos de diferente color que no hiciera
un escándalo.

Gemí en derrota mientras Stone salía de la ducha y lentamente caminé


hacia el baño para prepararme, rezando con todo mi corazón que no
fuera a ver a nadie que conociera. Hice una mueca a mi reflejo mientras
contemplaba qué hacerme en el cabello. Iba vestida en mi traje de puta,
me las arreglé para maquillarme, mucho más sutil de lo que Briar hubiera
hecho, pero mi grueso cabello estaba siendo un problema, no lo podía
dejar suelto porque aunque el bar tuviera aire acondicionado estaría muy
caluroso. Aquí no hacía la misma caída de temperatura en la noche que
en la región del desierto de Alice.

Así que, ¿qué iba a hacer con él? Una cola de caballo con mi ropa no
parecía adecuada. O lo haría, miré cuidadosamente mi reflejo, partí mi
cabello por la mitad y me lo cogí en una baja cola de caballo en la base
de mi cuello. Yo había utilizado mi cabello antes así, pero eso fue antes de
tenerlo en capas y ya se había enderezado.

Algunas de las capas de mi flequillo se escapaban de la banda y se


movían en frente de mi cara en suaves olas.

Una idea llegó y quité la banda para coger mi cabello en una cola de
cabello de lado mejor, dejando mi flequillo afuera y dejando que se
derramara sobre mi hombro desnudo.

Con mi poco maquillaje y mi nariz pecosa, el estilo de cabello hizo que mi


ropa de puta se viera… inocentemente sexy, si eso era posible. Stone
golpeó la puerta con su puño en impaciencia, así que rápidamente agarré
mi bolso del lavamanos y abrí la puerta.

Stone se me quedó mirando.

Sus ojos se clavaron en mi corsé y mis subidos senos por un largo momento,
antes de que viajaran hacia mi cuerpo para quedarse en la piel expuesta
de mis bronceadas, largas piernas. Sus ojos lentamente se movieron hacia
el dobladillo de mi corta falta y frunció el ceño, sus manos diciéndome que
diera una vuelta. Sentí el calor de sus ojos en mi trasero y sentí mis piernas
temblar. Me hizo girar para quedar mirándolo, sus ojos ahora en los míos, su
expresión feroz.
Una que conocía muy bien de los días de Charlie en la secundaria, una
que mis hermanos mayores usaban muy seguido, una que decía bastante
claro ¡tú no vas a salir así!

Fredi lo escogió.

—Susurré justo cuando ella estaba en nuestra puerta. Sus ojos le dieron una
mirada mortal, pero ella sonrió, agarrando mi brazo y alejándome de él.

—¡Vamos! —Se rio—, estoy hambrienta.

Me sacó fuera de la habitación y Stone salió después de nosotras,


cerrando la puerta con un golpe. Estuvo silencioso en todo el viaje hasta el
bar, su postura rígida y sus manos apretando el volante.

Cada cierto tiempo, sus ojos miraban donde mi falda se alzaba un poco
en el asiento y miraba mis piernas. Me sentí horrible por molestarlo e
insegura por no saber cómo arreglarlo.

Solo se puso peor cuando entramos al bar, muchos ojos masculinos se


fijaron primero en Fredi y luego en mí. Sentí el temperamento de Stone subir
otro nivel. Nerviosamente, deslicé una mano alrededor de su espalda,
metiendo mi mano en su bolsillo trasero de los jeans. Me presioné contra él,
deslicé mi mano en la suya, moviéndola para que nuestros dedos
descansaran posesivamente en mi cadera. Le sonreí y le di un beso en el
cuello, dándole a la sala el conocimiento de que le pertenecía a él.

Sentí su cuerpo relajarse un poco cuando me miró, su negro


temperamento empezando a desaparecer. Sus ojos destellaron y me llevó
al bar, empujándome delante de él y colocando sus manos a mi alrededor
mientras ordenábamos comida. Me reí por dentro, maravillándose de lo
sobreprotectores y territoriales que los chicos se ponían en torno a otros
hombres.

Era la amiga especial de Stone… y eso significaba que nadie más tenía
permitido jugar conmigo.

Para el momento en que terminamos de comer, el bar se estaba


preparando para su público tardío. Locales y turistas empezaron a beber y
bailar. Estudiantes universitarios en vacaciones se fueron derecho hacia el
bar, obviamente planeando una gran noche. Me empecé a sentir ansiosa
mientras estaba al lado de Alec y Stone estaba jugando con Fredi y Donny
una partida de billar. Miré a la multitud en vez de al juego, manteniendo
mis ojos atentos por Paul o sus amigos. Hice una mueca cuando me di
cuenta de que Ben podría aparecer esta noche.

Diablos, necesitaba una cerveza.

Miré hacia Stone, preguntándome que haría si compraba una. Como si


sintiera mi mirada, me miró y alzó una ceja en pregunta. Miré hacia el bar y
luego hacia Stone, mordiendo mi labio con indecisión. Obviamente
leyendo mi mente, sacó su billetera y caminó hacia mí, poniendo veinte
dólares en mi mano y besando mi mejilla.

—Eso es todo —gruñó en advertencia, dejándome saber que si me a


atrevía gastar algo de mi propio dinero en bebida, habría consecuencias.
Cuáles serían esas consecuencias, no tenía idea, pero no estaba
interesada en averiguarlo.

Veinte dólares era suficiente para dos cervezas. Sobrando bastante para
dos copas de un trago suave o un Vodka. Intenté hacerlos durar. Besé su
mejilla en agradecimiento, sabiendo que él preferiría que no bebiera
nada, por cualquier razón maniática-controladora o caballerosa que
fuera. Él fue de nuevo al juego y yo me dirigí al bar.

Me las arreglé para encontrar un espacio para meterme, apoyándome


contra el bar mientras me acomodaba para la larga espera para ser
servida. Choqué con el chico a mi lado cuando la chica del otro lado me
empujaba para salir del bar. Me miró sin verme por un segundo y empezó
a voltearse hacia sus amigos, solo para rápidamente volver a tomar otra
mirada, sus ojos mirando todo mi cuerpo con lo que parecía ser
apreciación. Él no era feo, no es que estuviera interesada, y lucía
vagamente familiar. Mi corazón empezó a golpear en temor cuando
pareció detenerse en mi cara. Frunció el ceño tratando de ubicarme y me
volteé, deseando desesperadamente que el cantinero jodidamente se
apurara. De repente, su expresión se despejó y silbó, volteándose hacia
sus amigos y golpeándolos.

—Mirad a quien encontré —dijo por encima de la música, agarrando mi


brazo y jalándome hacia el centro de su círculo. Miré hacia sus caras,
vagamente reconociendo uno o dos, pero mi estómago se hundió cuando
vi dos que seguro eran amigos de Paul. Se quedaron boquiabiertos,
obviamente reconociéndome, incluso si alguno de los otros eran un poco
lentos.
—¿Qué estás haciendo aquí Evie? —Josh, el mejor amigo de Paul, me
preguntó con sorpresa—, pensaba que estabas en Alice.

—Duh. Descanso de la universidad —Chris (otro de los chicos que


reconocí) dijo.

—¡No puedo creer que esta sea la pequeña y tímida Evie Vine! —Otro de
los chicos silbó, mirando de arriba abajo—. Diablos chica, estás toda
crecida.

—Y rellena —dijo el chico con que me tropecé en el bar.

—Sí, bueno… ha sido bueno veros a todos de nuevo —dije rápidamente,


tratando de volver hacia el bar.

—Espera —Chris me pidió con un ceño—, ¿con quién estas? ¿Sabe Paul
que estás aquí?

—¿Cuándo cumpliste dieciocho? —Josh añadió, rascando su cabeza —


Paulie no lo mencionó.

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

—Mmm… estoy con unos amigos de la universidad —dije rápidamente—


Oh ellos están llamándome, me tengo que ir.

Jodido trago —pensé, yendo entre la multitud para llegar a la mesa de


billar. Miré hacia atrás a los muchachos y mi sangre se drenó cuando vi a
Josh escribiendo rápidamente en su teléfono. Nada bueno.

—¿Dónde están Stone y Fredi? —le pregunté a Donny apresuradamente,


notando que solo él y Alec estaban jugando al billar.

—En las tragaperras —me dijo frunciéndole el ceño a mis manos vacías —.
¿Tomaste los tragos en el bar o algo?

—No, tenemos que irnos —dije frenéticamente tirando de su brazo.

—¿Qué está mal? —Alec demandó, soltando el taco y acercándose a mí.

—Solo estoy cansada —mentí—, y está caluroso aquí.

—Ve por Stone —Donny sugirió con una sonrisa—, él te llevara a casa,
nosotros tomaremos un taxi.

Miré hacia el salón de juego y me quedé inmóvil cuando vi a los trillizos.


Oh no no no no no.

Pararon en la entrada del salón, lo que significaba que no sería capaz de


escabullirme. Miré de nuevo hacia los amigos de Paul y mi a Chris
apuntando a Jake. Josh asintió y empezó a caminar hacia mis hermanos
menores con determinación. ¿Qué están haciendo ellos aquí? ¡Ellos ni
siquiera tendrán diecisiete hasta el próximo mes!

—No me estoy sintiendo muy bien —le dije a Alec rápidamente—, iré
afuera por un poco de aire.

Estaba vez no estaba mintiendo, de verdad no me sentía bien.

—Está bien Evie —murmuró—, te llevaré afuera por un momento.

—No, estaré bien —dije rápidamente—, no queriendo que mis hermanos


me encontraran con un hombre… vestida así.

—No seas tonta —Donny añadió terminando su trago—, no puedes ir fuera


por ti misma.

El brazo de Alec se enrolló a mi alrededor y Donny abrió el camino a través


de la multitud mientras caminábamos hacia la salida. Antes de salir, miré
hacia Jake justo cuando sus ojos encontraron los míos. Me giré
rápidamente, cerrando mis ojos fuertemente mientras caminábamos fuera.
Traté de jalar a los chicos hacia la esquina, fuera de vista, pero tan ponto
cuando llegamos 4 metros de la salida, Donny paró sacó un cigarro y se
acostó contra la pared. Jadeé en frustración, mirando hacia el
parqueadero con preocupación, esperando que Paul se tomara su tiempo
para llegar. Alec, obviamente sintiendo mi estrés, me jaló hacia un abrazo
y acarició mi cabello. Me puse aún más rígida, el último lugar donde quería
estar era en los brazos de un hombre.

—Ey —dijo suavemente—, ¿qué está mal?

De repente, fue arrancada de su abrazo y mandada a los brazos de


alguien más. Chillé en sorpresa cuando sentí sus brazos apretarse a mi
desde atrás y maldecir cuando vi a Mike golpeando a Alec. Donny se retiró
de la pared a mi lado, pero Luke lo puso de nuevo ahí con una mano y
una mirada feroz. Miré hacia mi captor y me di cuenta de que Jake me
estaba sosteniendo, su enojada respiración golpeando mi cabello.
—¿Qué coño? —Alec gruñó tomando un instintivo paso atrás, luego
mirando a Mike. Él no se veía como el tierno y cuidador Alec. Estaba
enojado.

—Manténganse jodidamente lejos de Evie —Jake gruñó.

Los ojos de Alec se abrieron en sorpresa.

—¿Qué coño estas usando? —Mike demando, volteándose hacia mí con


una mirada feroz.

—No es su jodido asunto —Donny gruño.

Alec traqueó sus nudillos y añadió:

—Ella puede usar jodidamente lo que quiera.

—Eso no te importa —Mike le dijo a Alec.

—¡Como el infierno que no! —Alec respondió—, jodidamente me pegaste.

—¿Estás pidiendo otro? —Mike se acercó amenazadoramente, el más


violento de los trillizos.

Luke el más lógico del grupo interrumpió:

—Mike déjalo. Cojamos a Evie y vámonos a casa antes de que Paul llegue
aquí.

—No vais a llevar a Evie a ningún lugar —Donny gruñó, empujando a Luke.
Él lo empujó de regreso, pero Donny se deslizó y alzó su puño.

—¡Parad! —Lloré en alarma, peleando contra Jake. No me escucharon.


Mike fue a ayudar a Luke pero Alec lo agarró. El puño de Donny hizo
contacto con la mejilla de Luke y éste perdiendo la paciencia con un
gruñido devolvió el golpe. Me solté del abrazo de Jake y corrí hacia ellos,
agarrando el brazo de Donny con una mano y poniendo la otra en medio
de sus cuerpos. Ambos se congelaron, retrocediendo un poco para no
lastimarme. Luke agarró mi brazo fuertemente, causándome una mueca
de dolor y a Donny gruñir. Él levantó su puño de nuevo, pero yo golpeé su
mandíbula con enojo. Él se retiró en asombro, mirándome.

—Ni siquiera lo penséis —espeté, enrollándome alrededor de Luke


protectoramente.
—¿Qué coño Evie? —Donny gruñó, cuando Jake llegó por mí,
empujándome lejos de Luke y sosteniendo mis brazos desde atrás. Ni Luke
o Donny retomaron la pelea y por la esquina de mi ojo vi a Mike y Alec
relajándose, moviéndose más cerca de nosotros.

—Todos vosotros necesitáis calmaros —susurré.

—¿Tenías que golpearme? —Donny preguntó incrédulo—, ¡eso duele!

—Haré más que golpearte la mandíbula si tratas de golpear a alguno de


mis hermanos pequeños de nuevo —le siseé, yendo hacia atrás de Jake y
cogiendo a Luke.

—¿Qué? —Alec y Donny exclamaron.

Donny miró entre Jake y yo, obviamente viendo el parecido. Miró hacia
Mike y Luke y se relajó con una carcajada.

—¿Estos son los trillizos de tu teléfono, no? —me preguntó.

—Sí —dije calmadamente— y mi hermano mayor Paul está de camino


hacia acá, así que nos tenemos que ir.

—¿Sabías que los trillizos eran sus hermanos? —preguntó Alec a Donny
acusadoramente. Donny se encogió de hombros.

No cuando mensajeé a Stone. Me enteré en la carrera de río seco.

—¿Qué está pasando? —Un aun enojado Mike preguntó—, ¿quiénes son
estos tipos Lil E?

—¿Lil E? —Alec calló con un ceño—. He escuchado eso antes.

—Logan —Donny dijo con una gran sonrisa.

—¡Joder! —Alec dijo con una carcajada—. ¿Con cuántos hermanos has
estado?

¡Ey! Briar era la real agitadora. Yo solo estaba jugando.

—Estos son mis amigos de la universidad —le dije a los trillizos rápidamente
—. Estoy aquí con algunas chicas también.

Donny y Alec alzaron sus cejas con mi mentira, pero no me corrigieron.

El teléfono de Jake sonó y miró hacia el nombre, maldiciendo, contestó:


—Ey Paulie —dijo, lanzándome un ceño—. Sí, la encontré. Estás llegando
por la salida de taxis? —dijo en voz alta, mandándole a sus compañeros
trillizos un mensaje con los ojos. Corrieron hacia el bar, diciendo un rápido
adiós.

—Está bien, acabo de mandar a Mike y Luke a encontrarte. Vigilaré a Evie


mientras llegas aquí.

—¿Su ropa? —Jake me miró de arriba abajo—. No hombre, Josh debió de


haber estado exagerando. Luce lo suficientemente adecuada para mí.
Solo un poco más bonita y menos flaca.

Me miró, dejándome saber que le debía una grande.

—¿Ya casi estás aquí? Bien, te veo en cinco.

—Lárgate de aquí rápido —Jake dijo desesperadamente—. Me debes una


grande E. si Paul se entera de que te dejé ir vestida así con hombres me
matará.

Alec se rio, pero murió cuando vio algo detrás de nosotros. Fredi y Stone
estaban caminando fuera del bar con ceños fruncidos. La cara de Fredi se
iluminó cuando nos vio, pero la de Stone se oscureció. Sus ojos
deteniéndose en los brazos de Jake aun sosteniéndome. Lo empujé y Jake
se giró a ver con un ceño en su cara.

—¿Conoces a esos dos? —me pregunto lentamente.

Tragué saliva

—Sí.

—Vámonos —le dije a Donny rápidamente—, los otros están aquí y


tenemos que irnos antes de que Paul nos encuentre.

El ceño de Jake se hizo más profundo.

—¿Ese es el resto de tu grupo? ¿Solo hay una chica?

—Hay más en el hotel —mentí—, vinimos en un gran grupo.

—Uh- huh. ¿Por qué el gran tipo me está mirando?

—Ese es Stone —Donny dijo con una sonrisa—. El amigo de Evie —me miró
y le di un codazo en el estómago.
Jake estaba mirando entre nosotros y luego hacia Stone quien acababa
de parar enfrente de nosotros.

Stone miró hacia Jake, luego hacia mí y luego hacia Donny y Alec. Sus ojos
se movieron de nuevo a mí, demandando saber qué había pasado.

—Así que, ¿quién es este Evie? —me preguntó Jake rígidamente. Tomando
la altura de Stone, sus músculos y su aun moreteada cara.

—Jake —susurré—. Necesito irme antes de que Paul llegue aquí.

—Eve —gruñó en advertencia. Suspiré.

—Jake, este es Stone… un amigo. Grant este es Jake mi hermano menor.

La mirada de Stone se relajó, y miró entre mi cara y la de Jake, mirando


nuestro cabello parecido y ojos. Le tendió la mano en silencio y Jake la
agarró con fuerza, su ceño amenazador sin desaparecer.

—Un amigo tuyo… —dijo dirigiéndome su ceño—. Tal vez deberías volver a
casa conmigo.

—No me trates como una niña —le siseé—. Soy mayor que tú, puedo hacer
lo que quiera. Ve y distrae a Paul. Nos vamos.

—Está bien —gruñó, pero pude ver la preocupación en sus ojos—,


hablaremos de esto luego.

Lo abracé fuertemente y luego tomé la mano de Stone, empujándolo


hacia el auto, el resto del grupo siguiéndonos.

—Ey —Fredi dijo suavemente cuando habíamos parado junto a las puertas
del auto, los chicos ya se habían sentado—. ¿Ese era uno de los sexys
trillizos?

Le sonreí, de repente sintiéndome más liviana.

—Sí, solo te perdiste los otros dos.

—¡Diablos! —dijo y me reí mientras entrabamos en el auto.


Capítulo 21
uestro viaje a casa fue notablemente apagado después de toda la

N ―emoción‖ en el pub. Alec y Donny habían sido golpeados en la cara,


algo sobre lo que ni Fredi, ni Stone habían comentado todavía. Yo me
moví con un poco de incomodidad mientras hacíamos a una parada en el
complejo.

—¿Te gustaría que te trajera un poco de hielo? —pregunté en voz baja,


mirando de Alec a Donny mientras salíamos del coche.

Stone frunció el ceño y miró a sus amigos de cerca, mientras Fredi se reía.

—Estamos bien —dijeron Alec y Donny al unísono.

—¿El hermanito de diecisiete años de Evie consiguió tumbaros a los dos? —


preguntó Fredi, sus ojos brillando.

Ellos le fruncieron el ceño, pero tampoco dijeron nada, ni siquiera para


mencionar que habían sido tres jugadores de rugby de 1,90, de diecisiete
años.

—Él estaba bastante molesto —susurré, luego añadí tímidamente—.


Lamento lo de tu espinilla, Don.

—Está bien —dijo él con una risa—. También tengo un hermano pequeño.

La mandíbula de Fredi cayó, antes de que se echara a reír.

—¿Evie te dio una patada? —Ella se quedó sin aliento.

Me sonrojé y asentí, deslizándome más cerca de Stone, quien pasó un


brazo alrededor de mí con una sonrisa.

—Claro que lo hizo —dijo Donny con una sonrisa maliciosa—. ¿Quieres
besarla para que me mejore, Winnie?
Fredi le mostró el dedo con una risa ronca y luego lo convirtió en un saludo
mientras se pavoneaba hacia su cabaña.

—Que tengas una buena noche —gritó ella por encima de su hombro,
enviándome un guiño.

Yo me sonrojé mientras Alec y Donny trataron de ocultar sus sonrisas. Stone


agarró mi mano y comenzó a caminar hacia nuestra propia cabaña, así
que rápidamente saludé a los chicos, ignorando resueltamente sus miradas
de complicidad.

Stone deslizó la llave en la cerradura y mi estómago de repente empezó a


revolotear con mariposas cuando él entró, tirando suavemente de mí
detrás de él. Nos quedamos parados en la oscuridad durante unos pocos y
devastadoramente tensos momentos, antes de que él encontrara el
interruptor y las luces se encendieran. Poco a poco, las luces se atenuaron
cuando él movió un dial debajo del interruptor. Tragué nerviosamente ante
el cambio de humor, un bulto ansioso formándose en mi garganta cuando
se dio la vuelta y jaló de su camisa por sobre su cabeza, sus calientes ojos
plateados manteniéndome cautiva mientras caminaba hacia mí, como un
depredador avanzando sobre su presa.

Tuve la imperiosa necesidad de correr, sentí la necesidad de escapar... y


sin embargo, al mismo tiempo quería ser perseguida. Ser atrapada por este
hombre.

Retrocedí en mis talones, sobre mis piernas temblorosas, tropezando un


poco y golpeando con fuerza contra el respaldo de una silla en la mesa de
la cocina. Me arrastré hacia un lado cuando Stone me alcanzó, sabiendo
que yo quería esto, pero más bien inquieta por la intensidad de mi
necesidad. Stone parecía estar libre de tales temores. Él agarró mi cintura y
me levantó para sentarme en la mesa, su cuerpo moviéndose para
pararse entre mis piernas mientras sacaba mi pelo de su banda y sellaba
sus labios sobre los míos.

Del hambre y calor en sus ojos, yo habría esperado un beso duro. Habría
esperado que dominara mi boca y demandara lo que necesitaba. En
cambio, él me dio un firme y exploratorio beso, como si no hubiera estado
pasando las últimas semanas saqueando mi boca tanto como fuera
posible y todo fuera nuevo.

Su mano se entretejió en mi pelo y él inclinó mi cabeza para que su lengua


pudiera hundirse profundamente, llenando mi boca en largas y lentas
zambullidas que me tenían gimiendo por más. Quería ese mismo y
profundo deslizar entre mis piernas: sus dedos, su lengua... y definitivamente
más su polla.

Gemí ante ese pensamiento, de repente voraz mientras chupaba su


lengua y deslizaba mis manos alrededor de sus costados y arriba por su
espalda, aferrándolo a mí. Él gimió en mi boca, dejándome saciarme con
su lengua por un momento, antes de tomar de nuevo las riendas.

Él aflojó el beso, mordisqueando mis labios mientras deslizaba sus manos


sobre mis muslos desnudos. Mi cabeza inclinada hacia atrás con un suspiro
de placer y él tomó la invitación, colocando sus labios en mi cuello y
jugueteando con la sensible piel con besos ligeros, pasadas de su lengua y
rasguñadas de sus dientes.

Dejé que mis manos se deslizaran lentamente por su espalda mientras


mordí mi labio y traté de no rogarle por más; porque él dejara de hacerme
bromas y chupara duro el tierno hueco de mi garganta. Mis dedos
encontraron sus vaqueros y yo audazmente los empujé dentro,
deslizándolos por debajo de su ropa interior para agarrar los suaves y
tonificados globos de su culo. Presioné contra él y apreté mientras me
frotaba a mí misma a lo largo del duro bulto detrás de su bragueta.

Él gruñó contra mi garganta y me dio lo que yo quería, devorando mi


cuello, haciéndome jadear para recuperar el aliento cuando comenzó a
tirar con impaciencia de los cordones delanteros de mi blusa.

—¡La parte de atrás! —Jadeé, después de un tirón particularmente


contundente. Sus labios se movieron de nuevo a los míos mientras sus
manos se deslizaban alrededor de mi espalda. En un movimiento hábil, él
tenía la cremallera abajo, y en otro, la blusa estaba en el piso.

Él me apretó contra su pecho mientras su beso se profundizaba, sus fuertes


brazos envueltos fuertemente alrededor mío.
Envolví mis piernas alrededor de su cintura y moví mis manos de su culo
para agarrar sus hombros. Me froté contra él, jadeando cuando sentí su
pecho peludo abrasar mis pezones. Él era tan caliente para tocar, para
sentir. Apenas había empezado y estábamos sudando, la transpiración
haciendo resbalosa nuestra piel y haciendo el deslizarse aún más
placentero.

Con una mano agarrada a mi pelo de nuevo, esta vez acariciando


suavemente mientras la otra se extendía por encima de mi muslo y
lentamente avanzaba hacia arriba, los latidos de mi corazón cada vez
más fuertes cuanto más alto se elevaba. Esta se sumergió debajo de mi
falda levantada, agarrando la tela en mi culo y jalando mientras él daba
un paso hacia atrás para acercarse a mis piernas. Mis virginales bragas
blancas se deslizaban por mis piernas y colgaban de un tacón de mezclilla.

Me senté allí, desnuda excepto por mis zapatos y la pequeña falda,


tratando de respirar, tratando de pensar, tratando de determinar lo que yo
sentía y ponerle un nombre a todas las emociones que me asediaban.
Stone parecía estar recuperando el aliento también, sus ojos hambrientos
tomándose el tiempo para devorarme, de la cabeza a los pies.

Me sonrojé bajo su mirada, pero con una sonrisa tentativa, moví mi pie...
enviando mis bragas flotando al suelo de madera.

El calor se encendió como un fuego plateado sobrenatural en sus ojos.


Deslizó un brazo por debajo de mis piernas y me levantó, llevándome
hacia la cama. Sus besos eran suaves otra vez, pero enérgicos, como si él
estuviera aguantando mucho. Él me hizo descender sobre la colcha suave,
la cama ondulándose suavemente debajo de mi peso, una relajante pero
sensual marea cuando nuestro ritmo se desaceleró y nuestro frenesí
disminuyó. Stone encendió el aire acondicionado y me estremecí cuando
se abrieron las rejillas de ventilación, enviando una explosión de aire
helado sobre mi piel febril, y resbalosa por el sudor. Mis pezones se
endurecieron casi hasta el punto de dolor y yo quedé sin aliento, mis
manos instintivamente aferrándose a ellos.

Los ojos de Stone se fijaron en mis pechos, mirando mis manos aferrarse a
ellos y frotarlos para calentarlos.
Gemí de vergüenza mientras él se quedó allí parado sólo viendo, como si
estuviera esperando por una presentación privada.

¡Yo no me estaba sintiendo así de audaz esta noche!

De hecho, estaba empezando a sentirme muy consciente de mí misma,


yaciendo aquí con mi falda levantada y casi mostrando todo. Yo empujé
con nerviosismo el dobladillo de mi falda, manteniendo con firmeza mis
piernas juntas, a pesar de que parte de mí quería lamer mis labios y
extenderlas ampliamente... sólo para ver su reacción.

Stone se movió más cerca al extremo de la cama. Levantó un tobillo y lo


acarició lentamente con sus dedos, enviando ondas de placer por mi
pierna. Desabrochó cuidadosamente mi zapato, tomándose su tiempo
mientras lo deslizaba de mi pie y luego masajeaba los tendones adoloridos.
Deliberadamente, se inclinó y presionó un beso caliente, con la boca
abierta, a la sensible parte superior de mi pie, lentamente antes de
devolverlo a la cama. Hizo lo mismo con mi siguiente zapato, pero no puso
mi pie abajo. En su lugar, comenzó a besar mi espinilla, separando mis
piernas para acomodar sus hombros mientras besaba mi rodilla, su otra
mano manteniendo su equilibrio sobre el bajo pie de la cama.

¡Yo no podía creer lo increíble que se sentía! Había pensado que había
sabido sobre el sexo. Pensé que había tenido una experiencia adecuada
con las diferentes facetas de la relación sexual. Pero nunca me había
imaginado que estaría gimiendo al sentir la boca de un hombre en mi
rodilla. Era casi demasiado sensible y me retorcía contra las sábanas,
revolviendo el agua debajo de mí mientras luchaba por escapar del
placer, sin embargo, no deseando que se detuviera.

Justo cuando estaba a punto de llorar por misericordia, sus labios se


desplazaron, subiendo por mi muslo y alejándose de la delicada
sensibilidad de mi rótula. En lugar de ello, una nueva sensibilidad creció.
Cerré mis ojos cuando su cabeza rapada se deslizó cada vez más cerca a
ese necesitado y caliente centro en el vértice de mis piernas. Nunca me
había gustado cuando Ben me había besado allí... pero tuve una muy
buena sensación de que, con Stone... esta sería una jodida buena
sensación. Levanté mi falda con entusiasmo para darle un mejor acceso,
pero con un gruñido, él empuñó la tela en su mano y tiró de ella bajándola
por mis piernas. Soltó el pie de cama, abrió mis rodillas amplias y se inclinó
para apoyarse sobre sus codos entre mis piernas.

La depresión por el peso en la parte inferior de la cama envió el agua


ondulando hasta debajo de mí, ofreciendo mi sexo a su cara como un
regalo. Él se rio y me lamió, antes de que el agua se moviera de nuevo y
mis caderas cayeran. Él me sonrió; una sonrisa traviesa, malvada y
genuina. Esta robó mi respiración y de repente, yo no lo quería todo el
camino hacia abajo. Lo quería sobre mí, en mí, sonriendo hacia mí justo
antes de que me besara.

—Grant —dije suplicante, extendiendo mis brazos. Me miró por un


momento, leyendo mi intención en mis ojos, entonces se levantó y se quitó
los pantalones vaqueros.

Gemí y apreté mis piernas juntas, ni siquiera pensando en mi estado de


desnudez mientras lo asimilaba.

Más de dos metros de músculo estaba parado delante de mí, vestido sólo
con un apretado par de calzoncillos grises. Su muy corto cabello rubio
oscuro parecía de color marrón oscuro en el cuarto oscuro, excepto por
unos rayos dorados de luz. Apenas podía ver el color en sus ojos grises, pero
pude ver la pequeña cicatriz sobre su ceja, las viejas roturas en su nariz, y
los dos días de crecimiento de barba entre la aparición de moretones. Se
veía como un vikingo aterrador que había sido expulsado de su clan y
afeitado su cabeza.

Él estaba libre de tatuajes y perforaciones, sólo bronceada y tensa piel, y


una ligera capa de pelo color marrón claro en su pecho y hacia abajo por
su estómago. Sus hombros eran increíblemente amplios, sus hombros y
brazos repletos de músculos, pero muy atractivos. Sus pectorales eran
duros, pero relativamente planos, conduciendo a un abdomen rasgado y
caderas magras. Mis ojos patinaron con timidez sobre su ropa interior para
ver las largas y musculosamente delgadas piernas, mientras él salía de sus
zapatos. Pareció dudar un momento, antes de llegar a sus descartados
pantalones vaqueros (dándome un oh-tan-delicioso vistazo de su espalda)
y recuperó su cartera, arrojándola hacia la cama a mi lado con un mirada
cautelosa.
Parpadeé hacia él con confusión. ¿Pensaba que yo quería el pago?
Negué con la cabeza ante lo absurdo de ese pensamiento y abrí su
billetera, deteniéndome ante los paquetes brillantemente envueltos en el
interior. Rápidamente la cerré antes de mostrarlos, sintiéndome estúpida de
que yo no hubiera pensado en la protección.

Miré de nuevo hacia él con un sonrojo y me di cuenta de que estaba


esperando. Él estaba esperando a que yo le diera una respuesta, que yo le
especificara lo que quería.

Yo lo quería. No importaban mis muchas dudas acerca de nuestra


relación, esta respuesta era simple. Quería tener sexo con Grant Stone… y
lo quería justo ahora. No más de soslayo. No más retroceder.

—Grant —repetí extendiendo mis brazos otra vez, la cartera apoyada en


mi pecho, cerca de mi corazón… dentro del alcance de la mano.

Eso fue todo lo que necesitó. Su rostro perdió su impasibilidad, apretándose


con la lujuria cuando una gran rodilla se acomodó en la cama y él mismo
se niveló sobre mí. El agua subió, lanzándolo fuera de balance y
aterrizando sobre su espalda a mi lado, con un golpe pesado. Chillé
mientras mi espalda dejó la cama momentáneamente, la onda resultante
me envió hacia arriba y lejos de él, haciéndome reír mientras yo trataba de
recuperar el equilibrio en la superficie picada y rodar de nuevo hacia él.

Stone resopló y rodó sobre su costado hacia mí, haciendo que la cama se
sumergiera y mi pequeño cuerpo rodara por una ola para golpear contra
él. Estábamos bien y verdaderamente acuñados juntos, el moverme casi
imposible para mí y si Stone se movía, todo lo demás también lo haría.
Suspiró y enganchó un brazo por encima de mí, aferrándose con fuerza
mientras se dejaba caer sobre su espalda. Me abrazó a su pecho mientras
cabalgábamos las olas, pero tan pronto como traté de moverme sobre él,
la cama empezó a subir de nuevo.

—A la mierda —gruñó, apartándome de él y saliendo de la cama. Mi


estómago cayó por la decepción, mi risa despreocupada muriendo en mi
garganta.

—¿Grant? —le susurré con incertidumbre, arrastrándome a mis rodillas


cerca del borde de la cama. Él ya estaba volteándose para agarrarme, sin
embargo. Él me alzó de la cama, mi piernas envolviéndose a su alrededor
cuando chillé por la sorpresa. Él comenzó a moverse rápidamente hacia la
puerta principal, agarrando su cartera en el camino. Mi mente giró
mientras trataba de averiguar que estaba pasando.

¿Seguramente él no iría afuera así?

Él me dejó en la mesa y se trasladó a las literas, agarrando dos colchones


individuales y lanzándolos en el suelo. Arrojó las almohadas
descuidadamente en la parte superior, sin siquiera mirando para ver
donde aterrizaban cuando se abalanzó hacia mí, levantándome y
volteándome hacia abajo sobre los colchones.

Al parecer, el retraso en la cama había acabado con su paciencia,


porque no había nada lento y calculado sobre la forma en que ahora me
besó.

Su boca se comió con avidez la mía, pero con delicadeza. Sentí que mi
hambre anterior subía otra vez, dos veces tan necesitada, y más
desesperada que antes. Mi sexo se apretó anhelante, instándome a
encontrar algo, cualquier cosa, para llenarlo. La boca hambrienta de
Stone se movió a mis pechos, un codo apoyado por encima de mi hombro
mientras empujaba una mano entre nuestros cuerpos y me agarraba.

—¡Sí! —susurré muy suavemente, pero la pequeña palabra estaba


infundida con emoción, escurriéndose incontrolablemente de mis labios.

Su boca era una tortura contra mis pechos, su mano aún peor. Levanté mis
caderas en una petición silenciosa y fui recompensada con el duro
deslizamiento de un dedo dentro de mí. Mi grito fue más un llanto agudo
cuando levanté mis piernas más altas y las abracé a su cabeza. Más,
quería gritar, pero Stone estaba a un paso por delante de mí, gimiendo en
voz baja mientras empujaba un segundo dedo dentro. Sus dientes tiraban
suavemente de mi pecho, su lengua rodando alrededor de mi pezón de
una manera que me tenía maullando como un animal afligido.

—Grant —susurré desesperadamente, empujando su mano en vano y


tirando de su cabeza hasta hacer contacto visual—. ¡Ahora!

Él negó con la cabeza muy ligeramente, una mirada feroz en sus ojos.
—No estás lista.

—¡Lo estoy! —protesté con un doloroso gemido.

Él me gruñó, entrecerrando los ojos y tensando su mandíbula.

—Yo soy grande —dijo entre dientes, sin presunción u orgullo en su voz
áspera. Metió un tercer dedo dentro de mí y flexionó los dedos,
estirándome. Mis ojos se abrieron y me dejé llevar por él agarrando las
sábanas debajo de mí.

Aunque sus palabras penetraron mi aturdimiento. Miré hacia abajo a su


impresionante polla y me mordí el labio. No había pensado en ella antes,
demasiado ocupada admirándola para resolver la logística.

—Voy a ir lento —murmuró él, como si sintiera mi aprehensión, y luego


gruñó de nuevo—, pero voy a llenarte profundo.

Sus dedos presionaron más y yo gemía entrecortadamente desde lo


profundo de mi pecho, mientras me imaginaba cuánto más amplio él me
estiraría; cuánto más profundo llegaría. Mis paredes se aferraban a su
mano con avidez en anticipación, los músculos de mis muslos
flexionándose.

Él se echó a reír ásperamente, sus ojos oscuros de la lujuria.

—¿Justo así, no, chica traviesa?

¡Joder, sí, me gustó! Lo quería ahora.

—Dámelo —exigí, sorprendiéndonos con mi repentina energía mientras


alcanzaba su polla.

Sus dedos me dejaron abruptamente y él agarró mis muñecas,


sujetándolas por encima de mi cabeza mientras se movía sobre mí y
gruñía, sus labios a un soplo de los míos.

—Oh, voy jodidamente a dártelo —me aseguró.

Él sonrió ligeramente y levantó sus caderas lejos de las mías cuando traté
de frotarlas contra él.
Cuando esté bien y listo, advirtieron sus ojos.

Traté de tocarlo, para instarle, pero no podía mover mis brazos. Yo estaba
completamente a su merced.

Él podía hacer cualquier cosa que quisiera... podría arrastrar mi placer por
horas y yo estaba impotente para detenerlo. Esto no debería haberme
excitado... pero lo hizo.

Yo jadeaba mientras trataba de moverme de nuevo, para frotarme contra


él, para liberar mis muñecas. Gemí y grité de emoción, mis respiraciones
llegando en cortas bocanadas de aire contra su rostro. Sus ojos
entrecerrados, antes de que él poco a poco, con cuidado, apretara su
agarre en mis muñecas... como si probara la fuente de mi repentino
aumento de excitación. Cerré los ojos, tratando de ocultar la emoción en
ellos cuando mi cuerpo instintivamente se arqueó y luego se estremeció
contra él.

Él zumbó su aprobación y me sonrojé, con ganas de enterrarme bajo las


sábanas y esconder la vergüenza.

Sus manos me dejaron ir y yo solté un suspiro de alivio, sólo para que se


convirtiera en un grito cuando agarró mi cintura y me volcó sobre mi
estómago. Traté de rodar, pero él le dio una palmada a mi culo en
advertencia.

Grité por el dolor y me congelé, el miedo poniéndome tensa incluso


mientras zarcillos de lujuria se arrastraron hasta mi columna vertebral.

Levantó mi torso fuera del colchón ligeramente y deslizó una almohada


debajo de mí, levantándome para que mi cara no estuviera presionada
con las sábanas. Dos grandes manos se extendieron contra mi espalda y
lentamente trazaron su camino hacia abajo, sobre mi culo y por mis muslos
hasta mis rodillas, abriéndolas más y levantándolas hasta que me extendió.
Luché contra ellas, mi cara encendida por el calor de mis rubores. Me sentí
abierta y expuesta, completamente indefensa a sus caricias y... sus ojos.

Yo los sentí en mí. Los sentí tomando las curvas de mis hombros, las ondas
débiles de mis costillas, el hueco de mi columna vertebral… las mejillas de
mi culo y aún más abajo y más íntimo aún.
—Grant, por favor —le murmuré desesperadamente, esta vez por timidez
más que deseo. Él cubrió mi cuerpo con el suyo en respuesta, ya no
mirándolo, sino tocándolo por todas partes con su piel, presionando
suavemente mientras sostenía la mayor parte de su peso a raya.

—Eres tan jodidamente caliente —susurró contra mi hombro, cubriéndolo


con besos húmedos y calientes, mientras se dirigía hacia mi nuca y luego
comenzando a bajar por mi espalda mientras él retrocedía un poco.

Agarró mis brazos y capturó mis dos manos en una de las suyas,
manteniéndolas detrás de mí, clavadas a la hendidura de mi culo. Grité
con sorpresa y luego gemí mientras inclinaba mi cabeza hacia atrás y me
estremecía ante la sensación de sus labios moviéndose por la sensible piel
de mis brazos.

—Mmm —suspiré, amando el delicioso hormigueo del rastro que su boca


estaba dejando, mientras él se acercaba más y más a mi culo. Él lamió y
chupó mis dedos, la proximidad de su boca a una de mis zonas más
privadas añadiendo ese pequeño indicio de peligro al placer, un indicio
de maldad y pecado.

Él mordió una de mis nalgas y salté alarmada, sintiendo su risa oscura vibrar
a través de mi piel mientras lamía la marca. Su mano libre pasó sobre mi
muslo, deslizándose por debajo de mí cuando sus besos se trasladaron a
trabajar la longitud de mi columna vertebral. Sentí su pulgar girar alrededor
de mi clítoris en una caricia rápida y bromista, antes de que tres dedos se
deslizaron dentro. Tomé una respiración ante la dura penetración, pero me
moví contra su mano, mostrándole que estaba dispuesta a tomar más.
Mucho más.

Él me soltó y retrocedió, un crujido de aluminio asegurándome que él no


había ido muy lejos.

—Date la vuelta —ordenó él y salté a hacer su voluntad, moviéndome de


un tirón con entusiasmo sobre mi espalda, jalando la almohada de debajo
de mí y envolviendo mis piernas alrededor de él mientras se acomodaba y
se movía sobre mí.

Él quitó su peso de encima, sosteniéndose a sí mismo sobre sus manos y


viendo mi rostro cuando se metió en mi entrada. Traté de tragar mi grito de
asombro, sorprendida por lo grande que se sintió la cabeza mientras la
empujaba en su camino al interior, pero era inevitable. Agarré sus duros
antebrazos y me estremecí con anticipación, mordiendo mi labio mientras
se empujaba otros centímetros. No parecía estar respirando en absoluto, y
cerró sus ojos por un segundo, antes de que él los fijara de nuevo en mí y
presionara hacia adelante más insistentemente.

—Aa-ah, mmmm —tartamudeé sobre mis sonidos, abrumada por la lenta


fuerza impulsora de él invadiéndome.

Hizo una pausa y tomó una temblorosa respiración, dejando que me


ajustara a la novedad de sujetarlo dentro de mí. Pensé que eso era todo lo
de él, que yo posiblemente no podría tomar más, si lo había. Sin embargo,
él impulsó otros cinco centímetros, enterrándose hasta la empuñadura con
un sonido crudo. Chillé cuando lo sentí pulsar dentro de mí y mis paredes se
contrajeron instintivamente, haciéndome gemir de placer, incluso cuando
Stone siseó como si estuviera adolorido. Cerré mis tobillos detrás de su
espalda y deslicé mis manos alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia
abajo para un beso profundo.

—Mierda Evelyn —murmuró él contra mis labios, pellizcándolos


ligeramente, como si fuera castigo.

—Grant —susurré, sorprendida por las débiles ondas de mi sexo y la lenta


tensión de mi núcleo—. Yo estoy... no voy a durar mucho tiempo.

Cubrió mi boca con un gemido, besándome profundamente, pero poco a


poco mientras la liberaba cuidadosamente y presionaba de nuevo. Mis
uñas se hundieron en su espalda y él tragó mi jadeo, sus caderas
moviéndose un poco más rápido la próxima vez mientras se deslizaba casi
fuera y se empujaba dentro. No había ninguna parte de mi sexo que él no
estimulara mientras construía un ritmo constante. Cinco golpes, seis golpes,
siete... ocho... nueve...

¡Oh dios!

Apreté la almohada descartada en mi cara mientras gritaba mi liberación,


Stone todavía moviéndose al mismo ritmo constante, sacando mi placer
hasta que solté mi agarre en la almohada. Luego, él estaba deslizando sus
brazos por debajo de mí, levantándome del colchón mientras se ponía de
rodillas, mis brazos sujetos a mis costados y mi pecho al suyo, mientras
cruzaba sus brazos detrás de mi espalda y me bajó duro y rápido sobre él.
Me sostuve con fuerza con mis piernas, incapaz de moverme mientras
golpeaba en mí.

Mi boca colgaba abierta, incapaz de formar una palabra o sonido hasta


que él llegó con un rugido y me encontré a mí misma gritando con una
segunda venida, mi cabeza echada hacia atrás, dejando que el sonido
resonara en el alto techo sin almohada esta vez para amortiguar mi placer.

Stone se volvió y se derrumbó sobre los colchones, sin salirse y sin renunciar
a su agarre sobre mí.

—Vaya —susurré, mi voz ronca, los dos jadeando para recuperar el aliento.

Una vez que nos calmamos, levanté mi cabeza ligeramente para mirarlo,
sus ojos cerrados, su cara relajada. Lentamente abrió los ojos, el iris de un
extraño y cálido tono gris mientras me sonreía. Era una sonrisa suave,
contenta, perezosa y satisfecha. Transformaba completamente su rostro.

Sentí que mi corazón dejó de latir y no pude controlar mi propia sonrisa de


felicidad formándose. Quería saborear el raro momento... tal vez incluso
tomar una foto si él me hubiera dejado... pero bostecé, mis ojos
volviéndose pesados, y la última cosa que recuerdo, es la suave presión de
labios contra mi pelo y el frotado de dedos contra mi frente.
Capítulo 22
o me gusta ese vestido.

—N Miré a mi novio de hace cuatro meses con sorpresa, tenía el


ceño fruncido hacia mí, una expresión que a menudo usaba
cuando hacía algo que no le gustaba.

—¡Oh! —dije en voz baja, tirando del hermoso y corto vestido amarillo que
Charlie me había regalado en Navidad hacía varios meses. Había tenido
que armarme de valor para poder llevarlo. Llegaba solamente a la mitad
del muslo y subía por mi cuello en un estilo cuello halter. Era divertido y
coqueto, algo que yo nunca sería.

—¿A dónde vas? —preguntó, su ceño se profundizaba.

—A ver películas con Gemma —respondí con incertidumbre.

El rostro de Ben se retorció ante su nombre.

Me quedé en silencio, jugueteando con ansiedad y preocupada por lo


que estaba pensando. ¿Estaba enojado conmigo?

—No creo que Gemma sea una amiga adecuada —comentó


distraídamente jugando con un mechón de mi cabello—. No estoy seguro
de que me guste que estés cerca de ella.

—P-pero ella es mi única amiga —susurré con horror.

—No le dijiste sobre mí, ¿verdad? —preguntó examinando mi cara de


cerca.

—¡No! —Me apresuré a tranquilizarlo—. No le dije a nadie. ¡Te lo prometo!


Él me sonrió suavemente y tomó mi cara. —Esta es mi chica —alabó,
dándome un suave beso.
—¿No estás enojado? —le pregunté con cuidado. Sacudió la cabeza con
una sonrisa.

—Está bien bebé —murmuró besando mi frente—. Siento lo que he dicho


sobre tu amiga, yo solo estaba preocupado porque fueras amiga de
alguien tan violento y obstinado como ella —Su expresión se volvió un
poco triste y él se encogió de hombros mirando hacia el suelo—. Y
supongo que estaba un poco celoso… Esperaba que pudiéramos
celebrar nuestros cuatro meses de aniversario.

Mis ojos se abrieron.

—¿Es hoy? —Él asintió con la cabeza y sonrió brillantemente. Me derretí.

—Lo siento mucho, Ben —murmuré rápidamente alzándome un poco para


darle un beso en la mejilla—. Me cambiaré al vestido largo azul que te
gusta y voy a llamar a Gemma y cancelarlo.

Su sonrisa se ensanchó aún más.

—No tienes que hacerlo bebé —murmuró tomándome en sus brazos y


dirigiéndose hacia mi habitación—. Yo te ayudaré a desnudarte.

Me sonrojé locamente y enterré mi cara en su hombro. No había nadie en


casa, y yo estaba bastante segura de lo que Ben quería hacer. Él había
estado insinuando mucho últimamente que le gustaría llevar nuestra
relación al siguiente nivel.

Él me tumbó en la cama y yo temblaba de nervios tratando de encontrar


las palabras para decirle que no estaba preparada. Se acomodó sobre mí,
sonriéndome con amor y acariciando el pelo que caía en mis ojos.

—Ben, yo....

—¿Vas a dejar que te haga el amor o no, Evie? —me preguntó en voz
baja, sus ojos parecían preocupados mientras se mordía el labio—. Sé que
me quieres tanto como yo te quiero —ronroneó contra mi cuello, su mano
recorriendo mi muslo—. Por favor, déjame amarte.

—Yo... yo no estoy lista para eso —le susurré frenéticamente—. Lo siento,


Ben, lo siento mucho. Te dejaré hacerlo… pero mientras puedes —Me
detuve, demasiado tímida para sugerir cualquiera de las alternativas que
tenía en mente.

Él suspiró con decepción, pero sonrió con comprensión.

—Está bien, bebé —dijo suavemente—. Vamos a hacer otras cosas y me


dices cuando parar.

Asentí con la cabeza a toda prisa, decidida a compensarlo en otras


áreas...

Pero no se detuvo cuando me puse rígida y murmuré un no suave.


Persuadiendo y sin culpa y adulando hizo su camino dentro de mí.
Pacientemente me tranquilizó cuando yo lloraba de dolor, pero luego
empujaba a través de mis lágrimas. Y cuando terminó, me miró a los ojos y
su rostro estaba lleno de tanto amor, aprecio y ternura...

…que me encontré devolviéndole la sonrisa.

Me desperté con un pequeño llanto, mi cuerpo sacudiéndose de su


letargo y molesto de la superficie acuosa debajo de mí. Me senté y
parpadee confundida.

Estaba sentada en medio de la gran cama de agua, desnuda y cubierta


con una colcha caliente mientras el aire acondicionado continuaba
manteniendo fresco el ambiente. Estaba sola y la cortina junto a la cama
había dibujado todo el camino hasta la pared de enfrente, encerrándome
del resto de la habitación. Pasé mi mano por mi pelo desordenado,
desorientada de que Stone había logrado cambiarme de cama sin
despertarme.

Fruncí el ceño. ¿Cuánto tiempo había estado durmiendo? ¿Por qué me


movió? Y más importante aún, ¿por qué no estaba él en la cama a mi
lado?

Un murmullo de voces y risas suaves me llamó la atención y me moví hacia


el borde de la cama para investigar. Hice una mueca ante la punzada en
mis muslos, recordé que había pasado un tiempo desde que se utilizaron
esos músculos en particular. Me sonrojé cuando me di cuenta que mi
maleta estaba en el otro lado de la cortina.
Me asomé por el borde para ver si alguien estaba en la habitación. Estaba
vacía, pero la puerta estaba entreabierta y las voces parecían venir desde
el porche delantero.

Si alguien necesitaba ir al baño, pasarían hurgando en mi maleta. Me


mordí el labio y miré las sábanas reflexivamente, preguntándome si podría
envolver una a mi alrededor y hacer una carrera para el baño agarrando
mi maleta en el camino. Fue entonces que me di cuenta del pequeño
bulto de ropas en una de las almohadas. Me apresuré a ellas con gratitud
y con ganas de taparme antes de que alguien decidiera venir a
buscarme.

Me reí del conjunto que Stone presuntamente había escogido. Una


camiseta negra de Oscar el gruñón y un par de pantalones cortos hasta la
rodilla, camuflados... con encaje, ropa interior negra BarelyThere de
encaje, para colmo ropa interior negra.

Me puse la ropa y corrí al baño cerrando la puerta detrás de mí.

Me volteé a la ducha y me desnudé, evitando deliberadamente el espejo


del lavabo, no quería ver lo que parecía mi pelo. Escuché las voces
detenerse afuera de la ventana del baño, antes de que empezaran de
nuevo con más suavidad. La curiosidad pudo más que yo y como ya
había dado un paso en la cabina de la ducha me incliné hacia la
ventana. Sin embargo, no podía oír nada, así que rápidamente me lavé y
me volví a vestir sintiéndome un poco avergonzada de haber dormido más
tiempo que los demás. Estaba llegando al pomo de la puerta del baño
cuando me acordé de lo ruidosa que había estado la noche anterior.

Mis manos volaron a mi cara con horror y cerré los ojos fuertemente.

¡Oh Maldición!

Miré el pomo de la puerta... repentinamente queriendo quedarme donde


estaba… a pesar de lo húmedo y caliente que estaba el baño. No había
ninguna duda en mi mente de que todos me habían escuchado. Yo había
sido capaz de oírlos hablar en su propia habitación ayer por la tarde, por lo
que ellos habían sido, sin duda capaces de escuchar mis gritos.
No veía movimientos desde el baño. Sólo podía sentarme en el inodoro y
esperar que vayan a algún lugar... pero no, alguien querría usar el baño
antes o después y en todo caso, vendrían a buscarme para llevarme
afuera con ellos.

La única cosa que podía hacer era fingir cansancio y volver a la cama.
Llegué al pomo de la puerta de nuevo, pero un fuerte golpe en la puerta
me hizo detenerme.

—¿Evie? —Fredi llamaba a través de la madera—. ¿Estás terminando?


Necesito ir al baño.

Abrí la puerta y sonreí tímidamente, sentí ganas de tirar la toalla de mi


cabello y ocultar mi cara en ella.

—Sol de la mañana —saludó con una amplia sonrisa. Sus ojos cayeron a mi
camiseta y levantó una ceja—. ¿Oscar el Gruñón? —Me sonrojé.

—Es mi favorito —le susurré. Fredi rio.

—No me extraña que te guste Stone.

—Stone no es gruñón —le dije con el ceño fruncido. Silencioso, brusco y


retorcido pero no gruñón.

Ella resopló.

—Tal vez no contigo —dijo ella, su división se mostró en su rostro con una
amplia sonrisa—. Desde luego, no sonaba de mal humor anoche. Me
sonrojé de un color rojo brillante y empuñé mis manos para apagar el
impulso de ocultarlas. Fredi se rio en voz alta y me guiñó un ojo con una
especie de sonrisa burlona—. ¡Fuera de mi camino para que pueda usar el
baño Evie! —dijo con una mueca y me apresuré a salir del camino. Se
detuvo en el proceso de cierre de la puerta y volvió a sonreír—. Ve y dile a
Stone lo que quieres para el almuerzo. Los muchachos van a conseguir
algo para nosotras.

Asentí con la cabeza y desenvolví la toalla de alrededor de mi cabeza


corriendo hacia la puerta de entrada a atraparlos antes de que se fueran.
Alec y Donny estaban levantándose de sus sillas cuando salí al porche, se
sonrieron al mismo tiempo. Stone estaba sentado de espaldas a mí, pero
volvió la cabeza lentamente para mirarme. Me sonrojé bajo su mirada y
pasó una mano por su pelo húmedo.

—Buenos días —susurré, a pesar de que tenía que ser casi mediodía.

—Buenos días —Donny saludó con una sonrisa pícara.

Stone asintió levemente hacia mí, arqueando su labio hacia un lado en


una pequeña sonrisa mientras sus ojos se oscurecían y me dejaba
anonadada.

Alec puso los ojos en blanco a Donny y fue a darme un abrazo.

—Vamos a comprar el almuerzo —me informó—. ¿Qué quieres?

Donny abrió la boca para decir algo, pero Stone le dio una patada y lo
miró. Donny cerró boca, sin embargo, sus ojos brillaban con picardía. Les
dije a los chicos lo que quería y Stone se puso de pie mientras Fredi salía del
baño. Él se acercó a mí, sus manos vinieron a descansar en mi cadera
mientras inclinaba su cabeza cerca de la mía. Pequeñas ondas de placer
pasaron por mi cuerpo, mi piel hormigueó bajo su mano y mis pezones se
endurecieron mientras recuerdos de la noche anterior me asaltaron.

—Volveré pronto —murmuró cerca de mi oído, su aliento caliente hizo


cosquillas al cabello húmedo de mi nuca.

Él rozó sus labios contra mi sien en un susurro de beso, antes de que se


enderezara y empujara a Donny hacia adelante, hacia los escalones de la
entrada.

—¡No te olvides de mis calamares, Donovan! —le dijo Fredi mientras se


sentaba en la mesa y sacaba una silla para mí.

Donny se volvió a gritar algo, pero Alec le agarró del codo y tiró de él
hacia adelante.

Me senté un poco nerviosa al lado de Fredi, no estaba acostumbrada a


pasar tiempo a solas con ella. Estaba un poco incómoda a su alrededor.
Ella me sonrió y puso sus pesadas botas negras sobre la mesa, echándose
hacia atrás en su silla y con aire ausente jugaba con los extremos
deshilachados de sus muy pequeños pantalones cortos Denim.

Crucé mis piernas en la silla y alcé las manos para atarme el pelo en una
cola de caballo mojado, inconscientemente Fredi trajo sus ojos a mi
pecho. Hice una pausa y se movió un poco con malestar. Fredi frunció el
ceño.

—No me acuerdo de que te compraras esa camiseta —dijo ella tratando


de alcanzar el paquete de cigarrillos sobre la mesa sacando uno—. Te
queda bien. ¿La conseguiste cuando fuiste con Briar y Candy?

Me relajé y sacudí la cabeza, dejando caer mis brazos y sonriendo


alegremente.

—¿Recuerdas cuando Harvey llamó y me gritó? —le pregunté,


inclinándome hacia atrás en mi silla y deslizando con cuidado mis pies
descalzos junto a los de ella. Sus ojos se estrecharon e hizo una pausa, su
zippo se detuvo justo antes de encender su cigarrillo. Cerró la tapa con un
chasquido, apagando la llama, luego sacó el cigarrillo de su boca y se lo
deslizó detrás de la oreja.

—Sí, me acuerdo —dijo brevemente—. ¿Qué pasa con él?

—Bueno —continué un poco más lento, nerviosa por el cambio en su


estado de ánimo—. Él me envió una disculpa por mensaje de texto un par
de días más tarde, pero aún se sentía mal por ello, por lo que decidió
hacerme un regalo.

Fredi se burló.

—¿El idiota pensó que podía comprarte?

Fruncí el ceño hacia ella.

—Yo ya lo había perdonado —le dije—. Harv es un poco cabeza caliente,


pero es realmente sensible en el fondo. Estaba muy molesto por haberme
hecho llorar... no es que él alguna vez lo vaya a admitir...

Era el turno de Fredi de fruncir el ceño.


—¿Así que te compró una camiseta? —preguntó con incredulidad,
mostrando su disgusto en su cara—. ¿Qué pasó con las flores, los
chocolates y joyas caras?

Me eché a reír. Me aferré a mi dolor de estómago y me faltó el aliento. No


pude imaginar a mi hermano mayor comprando flores o chocolate para
cualquier chica, y mucho menos a su hermana pequeña.

—¿Qué es tan gracioso? —exigió Fredi.

Respiré profundo y limpié mis ojos.

—A Harvey le desesperan los regalos. Nunca compraría flores a nadie y no


creo que alguna vez incluso haya entrado en una tienda de joyas. Él hace
que Vicky compre todos sus regalos por él.

—¿Vicky? —pregunto Fredi, mirando confundida.

Asentí.

—Sí, Harvey la llamaba y le decía que me enviara algo —rodé mis ojos—.
Cosa que es bastante ridícula, porque Vic estaba en un ejercicio de
entrenamiento en Estados Unidos, así que acababa pidiéndole a Charlie
que estaba justo ahí cuidando de él.

—No entiendo —dijo Fredi, encendiendo su cigarrillo.

Fruncí el ceño hacia ella.

—Bueno, es un poco difícil de entender, pero creí que Briar había


elaborado algún tipo de diagrama y todos vosotros trabajasteis en él.

—¿¡Qué!?

Se me ocurrió una idea.

—Briar y Donny, te pusieron al tanto sobre mi familia, ¿no? —le pregunté en


su desconcierto.

—¿Qué quieres decir? —Fredi se sentó, dejando caer sus pies al suelo con
un ruido sordo.
—Harvey es mi hermano mayor —dije lentamente—. Vicky y Charlie son mis
hermanas mayores.

—¿¡Qué!? —exclamó Fred, su cigarrillo se cayó de su boca, pero no le


prestó atención—. ¿Cuántos hermanos tienes?

—Once —dije con un suspiro—. Está Zane que es de alguna sección de la


fuerza especial de los militares. Luego están los trillizos de la Fuerza Aérea:
Vicky, Evan y Harvey... —Le sonreí y añadí—. Tú te juntaste con Logan, por
supuesto. Él es el que sigue. —Su boca se abrió y me apresuré—. Luego
están los gemelos: Cooper y Charlotte... —Sus ojos se abrieron y luego se
iluminaron con diversión—. Cooper es un mecánico y Charlie una
enfermera. Después de los gemelos, viene Paul, él está a punto de terminar
su licenciatura en Educación y aún vive aquí en Darwin... Era el que estaba
tratando de evitar anoche. Sigo yo... y luego están los tres más jóvenes,
que están todavía en la escuela: Jake, Mike y Lucas.

—Wow... —murmuró Fredi dejando escapar un largo suspiro—. No me


jodas.

—No, gracias —le susurré con una pequeña sonrisa. Ella soltó una
carcajada y me golpeó juguetonamente.

Su sonrisa se desvaneció y ella encendió otro cigarrillo con el ceño


fruncido.

—¿Sabe Stone sobre esto? —preguntó en serio.

Pensé por un momento antes de sacudir la cabeza lentamente.

—No lo creo. Si Briar y Donny no lo han mencionado, no podría saber.


Nunca me ha preguntado por la familia... realmente no hablamos mucho
—Fredi se rio y me sonrojé—. Le mencioné a Vicky cuando le dije que tenía
una hermana mayor... y conoció a Jake —dije con el ceño fruncido—,
bueno eso creo.

Fredi alzó la mirada hacia el techo sobre el porche. Sopló un par de anillos
de humo y suspiró.

—El juego terminó —dijo crípticamente—. Ya no lo necesitas ahora que él


hizo su movimiento.
—¿Qué demonios? No entiendo —admití inclinándome hacia adelante—.
¿Qué juego?

Fredi acentuó su expresión mortalmente seria.

—Hay que decirle a Stone sobre tu familia —me dijo rotundamente,


mirándome un poco preocupada.

—¡No son un secreto! —le dije con frustración, me sentí confundida y fuera
de onda—. ¡Nunca lo han sido!

—Sólo dile —dijo Fredi cortante, apagando su cigarrillo con la finalidad de


poner fin a la conversación justo cuando el auto de Stone se detuvo y los
chicos nos trajeron nuestro almuerzo.

Nada fuera de lo común sucedió en el almuerzo y me senté en silencio,


pensando en mi discusión con Fredi. Ella parecía pensar que era
importante que Stone supiera de mi familia. Pues bien, normalmente yo le
habría dicho a algún novio... pero Stone y yo no éramos novios
oficialmente y no me había dado ninguna indicación de que él quería
saber más acerca de mí. Caray, yo no era la persona más habladora
tampoco. Era apenas capaz de entablar una conversación acerca de mi
grande y loca familia de la nada.

Mi teléfono sonó con el tono de llamada estándar que tenía para la familia
y (como siempre) los ojos de todos se posaron en mí. Saqué mi móvil del
bolsillo y eché un vistazo a la pantalla, aguanté un gemido cuando vi el
nombre. Jake no estaba perdiendo el tiempo en perseguirme

—Lo siento chicos —murmuré—. Es mi hermano.

Alec y Donny rieron mientras corría para dentro y aceptaba la llamada.

—Hola, Jake —dije en voz baja, encontrando una posición cómoda en la


cama.

—¿Te dije que me debes una? —Me saludó con un gruñido.

—Sí, lo hiciste —estuve de acuerdo.


—Paul ha estado sobre mí toda la mañana. Probablemente va a tratar de
llamarte pronto. Josh logró tomar una foto tuya anoche y se la envió a él.
Hice una mueca.

—Gracias por el aviso.

—¿Quién demonios era ese tipo con quien te vio Jake? —exigió Mike y me
di cuenta de que ellos estaban en el altavoz del teléfono.

—Sólo un amigo —les oculté—. ¿A cuántas personas le dijiste, Jake?

—¡Amigo, mi culo! —espetó Jake—. Sólo le dije a Mike y Lucas... ah y a


Cooper.

—¡Jake! —protesté.

—Si él no es nada, ¿por qué es tan importante? —intervino Lucas.

—Porque estáis haciendo que lo sea más —gemí en silencio.

—Traté de preguntarle a Logan —añadió Jake, pero él no me envió un


mensaje de vuelta.

—Logan lo ha conocido —les informé—. Además, Logan no cree que sea


necesario mimarme como el resto de vosotros.

—Porque Logan es un idiota irresponsable —largó Mike—. Tú eres pequeña


y frágil Evie, y no sólo físicamente.

—¡No lo soy! —le susurré con fiereza.

—Evie —dijo Jake en voz baja muy serio-—. Nos quedamos tranquilos la
última vez y confiamos en tu juicio con Ben. No le dijimos a ninguno de los
otros y ayudamos a que os encontrarais a escondidas… Incluso después de
que el imbécil te lastimó sólo le contamos a Cooper. No vamos a cometer
el mismo error de nuevo.

Me quedé quieta y todo lo que podía oír era la respiración de los chicos.
Lo que Jake estaba realmente diciendo es que había convencido a Mike y
Lucas para ir junto con él. Y se sentía peor por eso.

»Así que —gruñó Mike—, suéltalo o estaremos llegando a por ti.


—Está bien —suspiré apretando mis ojos fuertemente cerrados. Me aseguré
de que la puerta principal estaba todavía cerrada y seguí con mi voz
baja—. Su nombre es Grant Stone. Tiene diecinueve años y va en segundo
año de estudios de música en la universidad donde estoy. Él es de Sydney
y toca la batería en esta banda que he hecho con amigos.

—Y... —Indicó Mike.

—Y... —hice una pausa, haciendo una mueca mientras trataba de llegar a
una descripción de nuestra relación que no enojara a mis hermanos
menores—. Es bastante alto y musculoso… —dije.

Jake resopló ante la descripción

—Y... —preguntó Lucas esta vez, empezando a perder la paciencia


también.

—Y, bueno, estamos en una especie de vernos —lancé y luego me


apresuré a añadir—. Pero no es nada serio.

Hubo un extraño silencio en el otro extremo de la línea, antes de escuchar


a Mike maldiciendo en el fondo.

—Así que lo que estás diciendo —Jake comenzó con cuidado, su voz
tensa—. ¿¡Es que tú y ese... enorme... hombre... están solo jodiendo
ocasionalmente?!

Me estremecí de nuevo.

—Bueno... es complicado. No hemos hablado realmente de una relación...


pero hemos estado yendo muy lentamente... Me refiero a que ha estado
durmiendo en mi habitación durante casi dos meses y anoche fue la
primera vez que en realidad…

—¡Alto! —Intervino Lucas—. No queremos saber.

—¿Así que no estás ocultando esto de tus amigos o algo? —preguntó Jake
con un suspiro de resignación—. No como la última vez...

—No —le dije con firmeza—. Es muy abierto. Es solo que no es lo


suficientemente serio como para conocer a la familia y preferiría no tener a
todos respirando en mi cuello.
Lucas se echó a reír

—Por Dios parece que te han crecido algunas pelotas mientras has estado
fuera.

—Ew Lucas —dije con una sonrisa.

—Está bien —dijo con otra sonrisa—. Has encontrado tu fuerza mental.

—Tal vez un poco —le dije dudando.

—Quiero conocer a este chico —lanzo Mike finalmente para volver a la


conversación.

—No —le dije con firmeza.

—Evelyn —gruñó, pero mi teléfono sonó para avisar de otra llamada


entrante.

—Me tengo que ir —le dije rápidamente, cortando el discurso de Mike para
responder a la llamada de Coop.

—Hola —gemí de repente me sentí muy cansada.

—¿Qué está pasando, Evie? —me preguntó Cooper preocupado—. Tanto


Jake como Paul me han llamado al trabajo hoy.

—Lo siento —suspiré—. Estoy en Darwin para la semana de vacaciones con


unos amigos.

—He oído eso —dijo con un toque de diversión—. Paul estaba loco por sus
amigos que te estaban viendo en el pub con ropa de zorra.

—No iba tan así —me quejé.

—Creo que la falda podría haber sido un poco más larga —dijo con una
tos, que me decía que Paul le había enviado la foto. Pero, ¿qué estaba
diciendo Jake acerca de un tipo grande y temible? Logan no responde
mis llamadas, pero contestó mi texto. Dijo que el tipo se parecía a él.

—Él es... bueno —dije, atornillando mi boca por lo mal que esa palabra
describía a Stone—. Al menos lo es para mí. Es paciente y... respetuoso.
—Pero, ¿quién es él? —me preguntó Cooper, sonando un poco seco—. No
me has dicho nada acerca de él.

—Oh... bueno, él no es mi novio... no oficialmente —dije rápidamente con


ganas de acabar con esto—. Su nombre es Stone y va a la universidad
conmigo. No es un secreto ni nada y estamos simplemente tomándonos las
cosas con calma. Está en algunas de las fotos que te envié. El baterista.

—¿El baterista? —preguntó Cooper sorprendido.

—¿Qué está pasando? —Escuché a su novia preguntando al fondo—.


¿Está Evie saliendo con el gran y sexy baterista?

—Shhh —escuché a Cooper decirle suavemente—. Espera un minuto.

—Mira Cooper —susurré mientras la puerta comenzó a abrirse—. Te envío


un correo electrónico cuando regrese. Me tengo que ir.

—Bueno —suspiró—. Diviértete y cuídate.

—Lo haré. ¡Adiós!

Colgué rápido mientras Stone se acostaba en la cama junto a mí. Protestó


mientras se balanceaba bajo su peso.

—Ey —dije en voz baja con rubor apoyado mi cara sobre él para darle una
sonrisa tentadora. Mi aún húmedo flequillo se escapó de mi cola de
caballo y cayó entre nosotros. Pasó sus dedos lentamente por él, antes de
dejarlo detrás de mi oreja.

—Gracias por, uh, moverme esta mañana —murmuré, mis ojos fijos en su
cuello bronceado para evitar su mirada inquisitiva.

Él no contestó, pasó un brazo alrededor de mí y tomó mi cara con una


mano. Con su ayuda, me puse abajo medio encima de él con mis labios a
meros centímetros de los suyos. Me besó entonces, lenta, superficial y
reconfortantemente. Fue muy relajante y completamente sin presión.

Éramos sólo él y yo gentilmente presionándonos juntos y acomodándonos


para una siesta.
Capítulo 23
ás tarde esa noche, el sonido molesto de mi celular sonó a todo

M volumen interrumpiendo nuestra paz, y de mala gana me di la vuelta


para hacerlo callar con un gruñido.

—¿Hola? —susurré. Había contestado el teléfono sin mirar el nombre.

—Evie —fue la única palabra que Paul dijo, pero bastaba para que
comprendiera su humor.

Genial.

Me arrastré lentamente fuera de la cama, articulando avergonzada


“hermano” a Stone mientras caminé hacia afuera por intimidad. Paul
seguía sin decir nada más y yo sabía que estaba esperando que le diera
alguna explicación y que me disculpara. Podía esperar toda la noche. Él
no conseguiría nada.

—¿Por qué no le dijiste a nadie que vendrías a casa esta semana? —


preguntó rígidamente.

—Vine con mis amigos —le dije en voz baja—. Te vi en las vacaciones.

—¿Por qué estabas en el bar? —Aumentó el volumen de su voz—. No


tienes dieciocho.

—Tampoco los trillizos —dije suavemente—. Y los tendré en un par de


meses.

—¿Y la ropa? —él casi gruñó.

—Bien, difícilmente puedo salir desnuda —refunfuñé sarcásticamente,


luego me mordí el labio. No había querido decirlo en voz alta.

—Bien podrías haberlo estado —me gritó.

—Paulie —susurré—. Estás exagerando.

—Estamos preocupados por ti —gruñó.


—¿Quiénes?

—Hablé con Vicky y Harvey —me dijo en un tono serio—. No he podido


encontrar a Evan.

No mencionó a Cooper o Logan, así que supuse que le dijeron que no se


metiera en mis asuntos.

Pero ahora, tenía que preocuparme de los trillizos. Nadie pudo haberle
dicho a Zane... menos por algo tan insignificante como esto. Era una
norma tácita en mi familia, que no debías molestar a tus hermanos.
Especialmente a Zane.

—Estoy bien, Paul —dije en un pequeño gemido—. En realidad estoy


bastante feliz en este momento y me siento realmente sana, he ganado
peso y músculos e inclusive estoy comiendo adecuadamente.

—Lo que quiero saber es quiénes son esos nuevos amigos tuyos, que te
estás vistiendo como una zorra —escupió.

—¡Paul! —Perdí la paciencia, pero mantuve la voz baja—. Ya no soy una


niña. Me puedo vestir yo sola —Se quedó en silencio. Probablemente
impresionado de que la tranquila y pequeña Evie le hubiera contestado
desafiándole—. Solo déjalo —supliqué suavemente—. Te veré en navidad
—Y colgué.

Miré de vuelta mi teléfono, tenía tres mensajes de texto, en la bandeja de


entrada no leídos: uno de cada uno de los trillizos más grandes. Presioné
eliminar y volví a entrar a la cabaña. Empezaba a entender por qué Logan
ignoraba a todos.

Me reí por dentro, cuando convocado por mis pensamientos, recibí un


texto de Logan:

¡Ey! ¿Qué has estado haciendo? Llámalos a todos. ¡Quítamelos de encima!


¡Vicky, Evan y Harvey están empezando a enojarme! Voy a volar hacia allá
y golpear al maldito Paul.

Traducción: los trillizos más grandes, que son cercanos en edad a Logan, le
estaban respirando en el cuello con enojo justificado, demandando saber
si estaba manteniendo un ojo sobre mí, “la bebé”. Logan también había
perdido la paciencia con Paul, la pequeña mosca molesta, como a Logan
le gustaba llamarlo. Obviamente Paul no había dejado de intentar llegar a
Logan y sabía bien que Paul, era la razón por la que los mayores de los
trillizos estuvieran sobre él.

Rápidamente le envié una disculpa y miré hacia arriba.

Stone todavía seguía en la cama, su pecho ahora desnudo lucía


terriblemente cómodo y tentador. Sus ojos estaban cerrados, y su iPod en
sus oídos, pero sabía que estaba consciente de mí. Tomé un paso en su
dirección, pero me paré cuando escuché un golpe en la puerta. Los ojos
de Stone se abrieron y me sonrieron en disculpa, cuando Donny golpeó de
nuevo y llamó a través de la puerta.

—Vamos a salir —nos dijo—. ¿Venís?

Stone se sentó y se sacó sus auriculares, así que lo tomé como un sí. Con un
pequeño gemido de decepción, entré al baño para arreglar mi cabello.

Al final resultó que no salimos como había sugerido Donny. Stone y Alec
condujeron para comprar carne y bebidas, Fredi y yo buscábamos platos y
cubiertos, como también Donny reclamaba un área de barbacoa.
Cuando Stone y Alec regresaron, prepararon un banquete y nos
atiborramos así como también bebimos. De hecho, Stone me dejó beber
por una vez. Me había ofrecido una botella casi inmediatamente,
dejándome saber que era libre de tomar lo que quisiera. Esa noche se
había quedado cerca de mí, mientras Fredi, Donny y yo nos poníamos más
que un poco borrachos.

Estaba tan borracha cuando finalmente fuimos a la cama, que me


encontraba un poco sobreexcitada y exigente. Me reí tontamente y me
lancé sobre Stone tan pronto como abrimos la puerta. Sin embargo, él no
me correspondió. Me alzó y me cargó hasta la cama, manteniéndome
cerca, me rendí y los efectos del alcohol me durmieron.

Cuando me desperté la mañana siguiente, fue por un terrible dolor de


cabeza y los gritos de la cabaña de al lado.

—¿Qué está pasando? —pregunté con voz somnolienta, frotando mis ojos
y mirando alrededor en busca de Stone. Él caminó fuera del baño, con las
bolsas que contenían los artículos de baño en sus manos.

—Nos vamos —dijo bruscamente, rellenando nuestros bolsos con el resto


de nuestro equipaje.
—¿Qué? —exclame—. ¿Por qué?

Stone señaló hacia la cabaña de al lado mientras que los gritos cambiaron
a otro nivel. Comprendí que eran Fredi y Donny. Por el momento, se
estaban insultando mutuamente, por lo que no pude determinar el porqué
de la pelea. Un gemido salió de una parte de nuestra habitación y fruncí
el ceño cuando Alec cayó al piso de la litera inferior.

—¿Anoche dormiste acá? —pregunté confundida—. No lo puedo


recordar.

Alec resopló.

—Al parecer estabas fuera de combate —dijo sacudiendo la cabeza—.


Suertuda.

—¿Qué pasó? —pregunté con el ceño fruncido.

Alec tosió con risa y pasó una mano por su pelo.

—Fredi y Donny bebieron mucho y cometieron un muy gran y ruidoso error.


Lo miré inexpresivamente. Stone rio silenciosamente a mi lado y recogió
nuestras cosas—. Follaron —dijo rotundamente, llevando nuestras cosas
fuera.

—Oh —susurré.

—Oh sí —Alec con una mueca de dolor—. Donny y yo nos vamos a quedar
otra noche y luego tomaremos un bus de vuelta. Stone va a conducir a
casa contigo y Fredi.

—Oh —susurré de nuevo, un poco decepcionada de que nuestro viaje


hubiera sido interrumpido.

Stone apareció en la entrada e inclinó su cabeza, indicándome que era


tiempo de irnos. Eché una mirada hacia abajo a la ropa en la que me
había quedado dormida y me avergoncé. Estaba usando mi camisa de
“Oscar el Gruñón” 14 y unos pantalones camuflados. Estaba sudorosa, con
náuseas y necesitaba un buen baño. Mire de vuelta a Stone suplicándole.
El suspiró ligeramente, pero me dio una leve inclinación de cabeza antes
de ir hacia el auto en busca de ropa limpia.

14
Oscar el gruñón: Es un personaje Muppet, del programa educativo para niños llamado
Plaza Sésamo.
Tuve la ducha más rápida de la historia, y me puse un vestido tubo morado
que Stone me había dado. No me trajo un sostén, así que solamente me
puse unas bragas negras de algodón limpias, me puse unas sandalias y
agarré mi ropa sucia mientras corría fuera hacia el auto. Abrí la puerta de
acompañante y pesadamente me senté. Como si por una especie de
sexto sentido, Stone surgió de la otra cabaña en aquel preciso momento,
con una Fredi aún jurando sobre su hombro.

En algún punto durante la mañana, Fredi debió haberse tomado su tiempo


para vestirse, ya que llevaba unos diminutos pantalones cortos y una
camiseta de AC/DC. No pensé que llevara mucha ropa interior tampoco.
Pude ver en sus muslos desnudos, pequeños moretones de huellas
dactilares, así como un chupetón o dos.

Stone abrió la puerta de atrás de su auto y dejó caer su carga, hecho una
furia, en el asiento trasero. Los ojos multicolores de Fredi brillaban con
enojo, mientras trataba de empujar el pesado cuerpo de Stone, para
poder mirar a Donny, quien ahora se encontraba de pie en la puerta de la
cabaña, en tan solo unos bóxer. Por como lucía su pecho, tampoco había
escapado de la experiencia sin ninguna marca, yo tenía curiosidad de
cómo lucía su espalda. Obviamente, había sido una noche muy salvaje.

Mi cuerpo se calentó, cuando desvié mi mirada al cuerpo de Stone.

Me gustaría dejarle algunas marcas —pensé ruborizándome.

—¡No te atrevas a tocarme de nuevo, Donovan Brady! —chilló Fredi, su


pelo rubio y negro era un gran enredo salvaje, mientras Stone cerraba la
puerta y ella sacaba su cabeza por la ventana abierta. Observé varios
chupones más a lo largo de su cuello y hombros.

—No te preocupes —lo escuché gruñir, con una expresión helada y muy
diferente a su juguetón temperamento habitual—. Después de limpiarme tu
suciedad, voy a salir a follar tantas mujeres como me tome eliminar lo de
anoche de mi memoria.

Oí un jadeo silencioso de Fredi, antes de que ella gruñera.

—¡Bien! —ella gritó de vuelta, mientras Stone arrancaba el auto—. ¡Porque


tan pronto como lleguemos, voy a ir a visitar a Jenny!
Stone con calma dio marcha atrás en el estacionamiento y condujo hacia
la salida. Miré hacia atrás, a tiempo para ver a Donny cerrar de golpe la
puerta de la cabaña y a Alec lazarnos un saludo ácido.

Nos sentamos en un incómodo silencio, mientras Stone manejaba por un


camino de tierra, lleno de baches, que salía a la autopista. Mi estómago se
revolvió y me senté muy quieta, tratando de reprimir mis ganas de vomitar.
Pensé que Stone, no sería muy feliz si vomitara en o sobre su auto. No
importaba cuánto sexo oral prometiera en retribución. Sus ojos estaban en
el camino y se encontraba sentado casualmente, sin tararear o tocando el
volante, solo relajado en su asiento, mientas que el humo silencioso que
echaba Fredi, llenaba el auto.

Su enojo era una fuerza casi tangible. Pese a que ella no hizo ningún sonido
o movimiento, la intensidad de sus pensamientos y sentimientos era
abrumadora. Me estaba ahogando en el silencio, mi cabeza palpitaba y
mi estómago todavía estaba revuelto, mientras nos acercábamos a la
estación de combustible cercana a las afueras de Darwin. Los sentimientos
de Fredi cambiaron de repente, la atmósfera del auto pasó de iracundo
enojo a derrota. Desesperación, desesperanza, remordimiento, angustia y
muchas otras emociones difíciles de describir, penetraron el todavía
tranquilo aire del coche. Me agarré el estómago, mientras Stone se
acercaba a la gasolinera.

—Grant —susurré con urgencia, aterrorizada de vomitar en su auto antes


de que se detuviera. Mis palabras parecieron romper el trémulo silencio
que mantenía el autocontrol de Fredi. Oí un pequeño sollozo que se
escapó de sus labios, antes de que ella saliera volando del vehículo, que
avanzaba lentamente, corriendo más allá del estacionamiento para saltar
una valla trasera que daba a un prado. Stone estacionó al lado del baño
de mujeres y yo salí corriendo del auto.

¡Puaj!

No hay nada más desagradable que el vómito. Bien, tal vez haya otras
pocas cosas… Pero en ese preciso momento, no podía pensar en ninguna.
Cuando sentí que podía estar de pie otra vez, tiré de la cadena y caminé
con dificultad hacia el lavabo, salpicando agua sobre mi rostro y tratando
de enjuagar mi boca con el agua del grifo. Salté cuando Stone irrumpió sin
cuidado en el baño de damas y me dio Panadol 15, enjuague bucal y una
botella de agua.

—¡Grant! —siseé, mirando alrededor del cuarto de baño vacío


nerviosamente—, ¡no puedes estar acá!

Él levantó una ceja y se apoyó en el lavabo, cruzando sus brazos


musculosos sobre su amplio pecho. Todo en su postura, me decía que me
retaba a intentar echarlo. Demasiado enferma y cansada para discutir,
con gratitud tomé una pastilla y me enjuagué la boca ligeramente
nerviosa por el modo en el que Stone me miraba, su cara cuidadosamente
inexpresiva como siempre. Mis ojos viajaron de su rostro a su sudadera y
observé con curiosidad las salpicaduras húmedas sobre la tela negra. ¿No
habría llorado Fredi sobre él? ¡Fredi no! Era una imagen que no podía
imaginarme no importaba cuán duro lo intentara. Tampoco había forma
de imaginarme a Stone, sosteniendo a Fredi mientras lloraba. Volví mi vista
a la de él, que me miraba con los ojos entrecerrados. Sabía que había visto
el rastro de lágrimas y parecía advertirme que mantuviera mi boca
cerrada. Forcé una sonrisa alegre y junté mis nuevas pertenencias, con
cuidado deslicé mi mano en la suya para sacarlo del baño.

Cuando reaparecimos, Fredi estaba sentada en el capó del auto de


Stone, comiendo un helado y mirándonos completamente tranquila. Ella
le hizo guiño travieso a Stone y negó con la cabeza juguetonamente,
como regañándolo por estar en el baño de damas.

Él la empujo fuera de su auto con fulgor, limpiando una gota de helado de


su camisa. Ella se rio alegremente y le sacó la lengua antes de pasearse
con un balanceo de caderas confiadamente sexy hacia la puerta de
coche. Pero mientras subía al asiento delantero, eché un vistazo al espejo
lateral, vi que sus ojos estaban un poco enrojecidos y una pequeña
mancha de delineador negro.

Y sus ojos eran grises… sus lentes de contacto verde y azul brillaban por su
ausencia.

El resto del largo viaje a casa fue relativamente agradable en


comparación con el pequeño primer tramo. Me hice un ovillo en el asiento

15
Panadol: nombre de una marca de medicamentos, que contiene paracetamol.
delantero, acunando mi botella de agua, mientras apoyaba mi cabeza
contra la ventana y cerraba mis ojos escuchando los suaves acordes de
UB4016. Fredi se decidió por algo más alegre, o así lo retrató ella, que tenía
puesto en sus auriculares, escuchando alguna estrepitosa canción de
heavy metal. La mano de Stone era reconfortante, descansando sobre mi
muslo en la parte en que estaba la piel al descubierto ya que la tela de mi
vestido se había deslizado por mis rodillas levantadas. Él estaba
casualmente reclinado sobre su asiento, viendo a su auto recorrer la
distancia a través de sus aviadores, mientras que sus dedos daban
golpecitos a ritmo de una batería en mi pierna. Sonreí para mí misma
mientras comencé a quedarme dormida.

Había dormido durante varias horas, despertándome cuando nos


acercábamos a Alice Springs. Grandes y privadas propiedades
comenzaron a aparecer a lo largo de la carretera y Fredi se sentó con la
espalda recta, sacándose los auriculares de sus oídos.

—Déjame en la casa de Jenny —ordenó con una sonrisa, sentándose en


el borde del asiento para rodear con sus brazos los hombros de Stone. Él
giró su cabeza ligeramente para mirarla, manteniendo un ojo en el
camino. Fredi se mofó y rodó sus ojos en respuesta a cualquier mensaje
que había leído en él—. Vamos Stone —ella dijo con una risa fácil—.
Apenas te tienes que desviar del camino. Me voy a quedar con ella por el
resto de esta semana y conseguiré que me lleve antes de que comiencen
las clases de nuevo.

Stone tensó su mandíbula, pero entró en el siguiente giro en un camino de


tierra, tiró del freno de mano e hizo sonar la bocina cuando frenó delante
de una puerta de entrada. Fredi estaba mensajeando frenéticamente en
su celular, con una gran sonrisa mientras salía del auto y sacaba su
equipaje del maletero. El ruido de un cuadriciclo me sobresaltó, y
enseguida apareció una bonita morena abriéndose paso a través del
camino de entrada para abrir la puerta.

—Fredi —gritó jovialmente, su estrepitosa voz, pero femenina que me


asustó otra vez—. ¡Que asombrosa sorpresa! No te esperaba por otro par
de semanas.

16
UB40: Grupo Inglés de música pop-reggae y dub (sub genero del reggae), formado en
1978.
—Hola, Jen —ronroneó Fredi, envolviendo a la mujer en un apretado
abrazo y besando su mejilla—. ¿Me puedo quedar contigo unas cuantas
noches? Es semana de vacaciones.

La cara de Jenny estaba incluso más radiante.

—Claro, amor. ¡Eso es brillante! —ella recorrió el coche con la vista y le


sonrió a Stone.

—¡Stone! —gritó extendiendo sus brazos en señal de saludo. En cuanto bajo


la ventanilla, ella metió su cabeza a través de ella y lo besó de lleno en los
labios con un muy audible ¡muak! La miré boquiabierta con indignación,
pero me la tragué rápidamente. Stone le lanzó una dura mirada y
comencé a sospechar que la atrevida morena lo había hecho con la
intención de molestarlo—. Fue amable de tu parte que trajeras a Fredi
hasta acá —dijo juguetonamente, moviendo sus pestañas.

Fredi resopló.

—En realidad estábamos regresando de Darwin —Fredi dijo con una


sonrisita—. Cambiamos nuestros planes.

Los ojos de Jenny fueron de la cara de Fredi a la de Stone. Ella y él


conversaron con sus ojos un momento, antes de que su expresión se
aclarara y sacudiera su cabeza con una pequeña y triste sonrisa.

Ella examinó el interior del auto, su mirada se quedó curiosamente sobre


mí. Sonrió a medida que nos miraba a Stone y a mí, lo sentí ponerse rígido a
mi lado.

—Bien, ¿quién es esta pequeña lindura? —pregunto agarrándole la mano


a Fredi y arqueando una ceja.

Fredi se rio con voz ronca y me guiñó un ojo.

—Ella es Evie —le dijo con una sonrisa secreta—. Adorable, ¿no te parece?

Fruncí el ceño hacia ella. Pensaba que había recorrido un largo camino en
las últimas semanas. No me sentía linda ni adorable.

—Sin lugar a dudas —respondió Jenny sonriendo a Stone—. ¿Es tuya? —


Stone la fulminó con la mirada a través de sus aviadores, pero vi el atisbo
de una sonrisa mientras él asentía. Obviamente estando de acuerdo para
evitar más preguntas—. ¿Qué pasó con esa perra sexy que andaba
colgada de ti? —Jenny preguntó riéndose.

Arrugué la nariz ante la posible mención de Chloe y Jenny se rio más fuerte.
Stone simplemente se encogió de hombros.

Jenny volvió a meterse por la ventana y me ofreció su mano.

—Soy Jennifer Hadley —dijo con un guiñó—. Soy... Amiga de Fredi.

—Evelyn Vine —susurré tímidamente—. Amiga de Stone.

Fredi y Jenny se echaron a reír e incluso Stone dejó escapar una pequeña
risa. Me sonrojé y agarré el dobladillo de mi vestido, consciente de que los
ojos de Jenny recorrían mis piernas expuestas. Me puse incluso más roja y
tiré del dobladillo un poco más abajo, antes de sentarme con manos
temblorosas.

—¿Vienes en dos semanas a mi fiesta? —me preguntó con una amplia


sonrisa. Frunciendo el ceño miré a Stone. No había escuchado hablar de
eso. Él me guiñó lentamente.

—Supongo… —dije suavemente, preguntándome por qué esta gente por


una vez no podía pasar un fin de semana en casa y así poder estudiar.

—Es por el cumpleaños de Jenny —me informó Fredi—. La banda va a


hacer un espectáculo para ella. Estaremos acá todo el fin de semana.

¡Genial!

El celular de Jenny sonó y lo sacó del bolsillo de sus vaqueros arrugando su


frente.

—Tengo que atender esto, chicos —nos dijo con una sonrisa cansada—. Es
mi capataz.

Tomé eso como que significaba que su propiedad era un rancho


ganadero. Había unos pocos en el área.

Stone asintió en su dirección. Me despedí de ambas apresuradamente,


mientras Stone retrocedía por el camino y Fredi y Jenny desaparecieron
por la puerta. Cuando finalmente llegamos a la universidad, colapsé en lo
ancho de mi cama con gratitud, saboreando el sentimiento de estar de
vuelta en mi propia cama. Bien, la cama que me había proporcionado la
universidad. Gemí en protesta cuando Stone me recogió, y me colocó
encima de él sobre la cama. Ambos gemimos al unisonó cuando su
teléfono sonó. Lo sacó del bolsillo delantero y movió su dedo a través del
botón de finalizar. Sus ojos captaron el nombre de la pantalla y con un
suspiro aceptó la llamada.

—BB —él gruñó. Mis ojos se abrieron cuando comprendí que Briar llamaba
desde Sydney. Oí débilmente el sonido alegre de su voz, obviamente
describiendo todas las cosas divertidas que había hecho, volviendo a
celebrar su cumpleaños con su familia. Stone me dio una pequeña y
sardónica sonrisa mientras apoyaba su cabeza en una almohada y
escuchaba en silencio.

Finalmente, Briar le debió haber preguntado por nosotros, porque Stone


gruñó:

—Estamos en casa. Fredi y Don —dijo un momento después. Frunció el


ceño mientras más enardecida se ponía la conversación, antes de
entregarme el teléfono a mí. Lo miré sin comprender.

—Habla —me dijo cerrando sus ojos.

—¿GG? ¡GG! —Escuché a Briar gritar cuando presioné el celular en mi


oído—. ¡Respóndeme, Grant Graham!!

—Hola Bri —le dije suavemente.

—¡Evie! —respondió alegremente—. ¿Cómo estuvo el viaje?

—Uh…

—¿Cómo estuvieron las noches? —añadió con un ronroneo atrevido,


riendo un poco tontamente. Me ruboricé.

—Agradables —susurré. Stone abrió sus ojos y me miró con curiosidad. Me


ruboricé otra vez y él rio en silencio suavemente, antes de cerrar una vez
más sus ojos.

—¿Sólo agradables? —preguntó Briar con una risa—. Detalles.

—No —dije suavemente, pero firme.

—¡No es justo! —se quejó con un par de risitas. Luego paró completamente
y exigió saber qué había pasado entre Fredi y Donny.
Mi aliento salió con fuerza y traté de encontrar las palabras correctas. No
estaba segura de cómo Briar iba a reaccionar. Ella había estado
últimamente más cerca de Alec y había sentido cada vez una atracción
mayor, pero estaba bastante segura de que se iba a disgustar con
respecto a Donny.

—Bebieron mucho —dije suavemente. El otro lado de la línea estaba en


silencio.

—Solo dímelo, Evie —susurró Briar—. Me voy a enterar de cualquier manera,


y preferiría que nadie viera mi expresión cuando lo haga.

Lo suficientemente justo.

—Tuvieron sexo —admití, mi voz apenas audible. Los ojos de Stone se


abrieron de golpe y se quedó mirándome con atención.

—Joder —Briar exhaló y no dijo nada por varios minutos.

—¿Y se arrepienten?

Hice una mueca.

—Cuando me desperté, se gritaban uno al otro.

—Mierda —suspiro y oí en el fondo cómo intentaba morder a su hermano.

—¡Ey hermosa! —me saludó en voz baja, luego de una obvia pelea por el
teléfono.

—Hola, Liam —dije tímidamente. Stone se sentó y sus ojos se estrecharon


sobre el teléfono.

—¿Cómo te está tratando el gran hombre? —me preguntó con una risa
ronca.

—Bien —susurré con un sonrojo. Stone extendió la mano y tomó el celular,


apagándolo y tirándolo sobre la maca de Candy.

Abrí mi boca para reprenderlo por su rudeza, pero la mirada feroz en sus
ojos lo evitó y luego su hambriento beso me quitó el aliento. Sus brazos me
envolvieron y se echó hacia atrás arrastrándome sobre su cuerpo del
modo que podría profundizar el beso. Presioné mis manos a ambos lados
de su cabeza mientras trataba de mantener el equilibrio. Su lengua
acarició la mía débilmente, saboreándome, mientras que sus manos se
movieron debajo de mi vestido para agarrar la piel de la parte superior de
mis muslos. Sentí que se endurecía contra mis piernas, antes de que él se
separara subiendo su abdomen.

Me quejé en su boca y traté de bajar su cuerpo. Quería sentir aquella


cómoda dureza contra mi centro. Quería refregarme contra él y oírlo gemir
para mí. Pero entonces tendría que liberar su boca… Como si escuchara
mis pensamientos, sus besos se intensificaron y me olvidé de todo sobre el
movimiento. Me aplasté contra sus duros abdominales instintivamente
mientras él agarraba en un puño mi pelo y tomaba aún más profundo mi
boca. Empujé mis manos debajo de su camisa y temblé contra él, cuando
sentí su piel tensa, caliente y el pelo suave dispersado sobre su pecho. Tiró
de la parte de arriba de mi vestido hacia abajo rápidamente y yo empujé
su camisa más alto, de modo que nuestros pechos se pudieran tocar, piel
contra piel.

El gruñido de Stone era tranquilo, pero fue bruto cuando alejó su boca de
la mía y se aferró a mi cuello. Sus dientes rasparon con cuidado mientras
lamía un camino a lo largo de mi pulso y yo gimoteaba con una repentina
desesperación de más.

La puerta se abrió de golpe, Candy y Mason entraron abrazándose


apasionadamente. Stone rápidamente tiró una sábana suelta sobre mí,
antes de que me recuperara lo bastante como para chillar en alarma.

—Mason —Stone gruñó, haciendo que el par saltara y Candy chillara. Nos
echaron un vistazo, antes de que Mason tirara a Candy fuera de la puerta.
Ella subió sus pulgares, previamente de que la puerta se cerrara.

Stone cayó sobre las almohadas con obvia frustración, mientras yo salía de
debajo de las sábanas ruborizada.

Coloqué mi vestido en su lugar meneándome un poco por accidente


contra su dureza. Él aspiro ásperamente y gimió silenciosamente.

—Lo siento —murmuré antes de deslizarme fuera de la cama e ir al cuarto


de baño, para una ducha.

Luego de una larga y caliente ducha, lo último de mi resaca se disipó y


entré al dormitorio en solo una rosa y mullida toalla. Stone estaba sentado
en contra de la cabecera, colocando Smarties dentro de su boca. Lo miré
entretenida y él frunció el ceño.
—Necesito fumar —dijo bruscamente, como si eso explicara todo.

Reí y me moví hacía mi guardarropa para encontrar la ropa de dormir,


pero Stone me alcanzó y agarró mi mano tumbándome en la cama de
modo que quedé pegada a él. Agarré la toalla con fuerza mientras
chillaba y ajustaba mi posición. Lo fulminé con la mirada, pero él
simplemente miró hacia abajo con inocencia, empujando otro puñado de
smarties en su boca. De pronto, sus ojos se oscurecieron estrechándose
sobre una franja de piel expuesta sobre mi estómago. Rápidamente lo
cubrí, pero Stone tiró de la toalla abriéndola y se quedó mirándome. Me
sonrojé y traté de cubrirme con mis manos, poniendo mis piernas en alto y
juntas. Él se rio en silencio y con una mano puso mis manos encima de mi
cabeza. Con la otra, puso hacia abajo la caja de Smarties sobre mi
estómago, el frío de los dulces contra mi piel insinuó que habían sido
tomados recientemente de mi mini refrigerador.

Mi pecho se movía por mis rápidas respiraciones, sus ojos se movieron


cuando un fría y violeto Smartie se deslizó por la curva de uno de mis
pechos dejando un rastro débil de azúcar y comida de muerte detrás de
él. Sus ojos brillaron plateados, viéndolo caer, antes de que él se moviera
sobre mí y lo lamiera. Jadeé y me sacudí, haciendo que más golosinas
rebotaran y se deslizaran a través de mi piel. Con un divertido tirón de
labios, él lamió todo, su boca se movió sobre cada parte de mi cuerpo en
una lenta y tortuosa exploración.

Yo me retorcía para el momento que el alcanzó el interior mis muslos,


desesperados por mas placer. Extendió mis piernas sobre sus hombros, y me
puse rígida en alarma cuando comprendí sus intenciones. No habíamos
hecho eso aún. Había estado demasiado impaciente la vez pasada. Era
increíblemente íntimo y me sonrojé cuando su cálido aliento acarició mis
pliegues. Me forcé a relajarme, sólo apreté con fuerza en respuesta
mientras Stone deslizaba su lengua a lo largo de los bordes de mis pliegues.

Maldita sea, ¡eso se sentía asombroso!

Gemí y levanté mis caderas hacia él, esperando con impaciencia el


siguiente toque. Él rio en silencio y sopló sobre mí, reteniendo el placer que
me daban sus labios y lengua mientras gimoteaba con necesidad. Hacía
círculos con su lengua alrededor de mi clítoris, sin tocarlo del todo de la
forma que necesitaba. Sus labios presionaron un beso caliente en mi muslo
y sus manos subieron acariciando mis lados, burlándose de la parte inferior
de mis senos.

—Grant —gemí, mi voz se quebró por el placer y la frustración.

Él finalmente obedeció, aplicando la presión que necesitaba enviando mis


caderas fuera de la cama.

Manos fuertes las mantuvieron abajo, manteniéndome inmovilizada en la


cama con sus hombros presionando mis muslos, conservándolos abiertos
ampliamente y deslizando su lengua dentro. Lo escuché soltar un pequeño
gemido contra mí mientras aumentaba sus esfuerzos, la presión aumentó
dentro de mí, con tal intensidad que olvidé mis inhibiciones y agarré mis
pechos. Rodeé mis pezones entre mis pulgares y dedo índice,
experimentado con pequeños pellizcos y giros suaves hasta que todo se
me hizo demasiado y tuve que agarrar la cabecera como apoyo, mientras
me corrí en un grito silencioso.

Liberé mis manos lentamente del férreo control que ejercían sobre el
cabecero, mientras las réplicas de mi orgasmo se desvanecían y la boca
de Stone me dejaba. Mis ojos revolotearon abiertos y miré fijamente hacia
él, que todavía estaba entre mis muslos. La expresión de su rostro era
oscura e intensa, no engreída, solo increíblemente caliente y concentrada.
Enfocado completamente en mí. Mi corazón palpitaba, mientras sus ojos
no dejaban los míos, se inclinó sobre mí y lamió el último Smartie de mi
ombligo.

Rápidamente, lo deseé de nuevo.


Capítulo 24
tone no estaba en mi cama cuando me desperté a la mañana

S siguiente, pero apareció en mi puerta a las 6:00, vestido para unírseme


en mi carrera matutina. Supuse que no había podido dormir de nuevo
anoche y se había ido a caminar en las primeras horas de la mañana. A
menudo dejaba la cama antes de que me despertara, pero a veces
dormía mucho más tarde que yo; por lo general porque finalmente se
había cansado de dormir pocas horas antes. Briar y yo una vez habíamos
hablado de ello, pero no había conocido la causa de sus problemas de
sueño. Sospechaba que no era más que el exceso de azúcar antes de la
hora de acostarse.

Salí de la cama de mala gana y me puse ropa de deporte, me sonrojé un


poco al cambiarme frente a él. Se apoyó contra la puerta y me miró con
los ojos entornados. Me debatí entre tratar de vestirme más lentamente,
más sexy... y ponerme mis ropas lo más rápido que podía. Al final, me
decidí por tratar de parecer normal e imperturbable mientras tiraba lo
último de mi trabajo a toda velocidad en su sitio y me inclinaba para
atarme los zapatos.

Stone retrocedió un poco tambaleante cuando la puerta tras él se abrió,


casi cayendo sobre la pequeña Candy. Él se giró y la miró, y vi a la mujer
segura temblar un poco mientras se apresuraba por delante de él en la
habitación, murmurando una disculpa en voz baja. Sacudí la cabeza.
Parecía que Stone intimidaba a todos.

—¿Qué estás haciendo levantada tan temprano? —le pregunté con el


ceño fruncido.

Todavía era semana de vacaciones y Candy nunca se levantaba antes de


las 11:00 a menos que tuviera que hacerlo.

Ella se sonrojó y bajó la mirada al suelo. Comencé a preocuparme. Candy


nunca se sonrojaba y rara vez contenía lo que quería decir. Le eché un
vistazo a Stone mientras me preguntaba si era su presencia lo que la
silenciaba. Él me dio un pequeño asentimiento y se fue, cerrando la puerta
tras de sí. No le había pedido exactamente que saliera, pero igual lo
apreciaba.

—¿Candy? —le pregunté en voz baja, sentándome nerviosamente en su


cama. Se sentó a mi lado y apoyó la cabeza en mi hombro. Sus mechones
pelirrojos brillantes y luminosos se derramaron sobre mi hombro y pasé una
mano por algunos de los filamentos suaves mientras esperaba a que me
hablara. Normalmente me sentía incómoda al entrometerme en los
asuntos de otras personas, así que no lo hice. Incluso a los miembros de mi
familia tendía a dejarlos solos si no querían compartir algo. Sin embargo,
Candy era diferente. Ella había sido mi amiga durante meses antes de que
Briar y los demás me hubieran acogido en su grupo. Ella me había tomado
bajo su ala el primer día que llegué a la universidad, hacía casi ocho
meses. Ahora, era su momento de necesidad, así que iba a tener que
tragarme mi incomodidad y ayudarla a soltarse.

—Mase y yo tuvimos una pelea —dijo con un suspiro, recogiendo un hilo


suelto de las sábanas.

—Oh —dije con sorpresa. Candy y Mason nunca parecían discutir en serio.
Siempre eran muy felices y sonrientes. Siempre de fiesta o... poniéndose a
ello. Cuando se peleaban, era fogoso y apasionado; por lo general
causado por Mason pensando que Candy estaba siendo demasiado
coqueta con otros hombres, o porque Mason canceló algo que le había
prometido a Candy. Siempre se reconciliaban rápidamente, sin embargo,
yo era cuidadosa de asegurarme de que nunca estaba cerca cuando eso
sucedía.

Aunque esto no parecía como una especie de pelea caliente. Candy


estaba tranquila y solemne. Esta pelea parecía ser una grande, una
potencial pelea de ruptura. Me era difícil imaginar a Candy sin Mason. Ella
lo conoció muy pronto después de que llegamos al comienzo del año.
Había ido a una fiesta de toga al club de la Uni durante las celebraciones
de la Semana de Orientación y Jamie los había presentado.

Mason no había ido al internado a que Candy, Briar, la banda, y la


mayoría de los otros estudiantes habían asistido, por lo que era uno de los
pocos chicos en la universidad que Candy no habían conocido antes de
comenzar. Se cayeron bien enseguida, y no la había visto así de abatida ni
una sola vez en todo ese tiempo.

Ella no había dicho nada, así que le pregunté tentativamente:

—¿Qué pasó?

Ella respiró hondo y soltó el aire lentamente.

—Le dije que lo amaba y quería que viniera a conocer a mi familia en las
fiestas de Navidad.

Mis ojos se abrieron. Había asumido que la palabra con A había sido dicha
hace meses. Siempre me habían parecido una pareja comprometida.

—¿No quiso conocer a tu familia? —supuse.

Sacudió la cabeza y sollozó un poco.

—No, pero eso no es un gran problema.

—Entonces, ¿qué pasa? —le pregunté confundida.

Se rompió, envolviendo los brazos alrededor de mí y llorando suavemente.

—No me ama —jadeó, sus hombros se sacudían mientras su cuerpo


temblaba.

—¡Por supuesto que sí! —protesté—, tal vez no se sentía cómodo al decir las
palabras... algunos hombres no lo hacían. O tal vez estaba distraído por
toda la cosa de la reunión familiar y se le olvidó responderte.

Ella sacudió la cabeza.

—Dijo... dijo... dijo que pensaba que no éramos nada serio. Que sólo
estábamos pasando un buen rato. ¡Que no quiere estar atado tan
temprano en su vida!

Me ericé.

¡Qué imbécil!
A ninguna chica le gustaría escuchar eso. Pero... de verdad creí que Mase
la amaba. La extrañó cuando estaba lejos, fue a la mayoría de sus partidos
de baloncesto, siempre estaba dispuesto a echarle una mano con
cualquier cosa que necesitara, era posesivo con ella, y hubo momentos en
los que lo había visto sonreírle tan dulcemente que me había hecho
temblar de felicidad por ellos.

—¡No es como si le hubiera pedido que se casara conmigo! —dijo con


enojo, secándose las lágrimas—, ¡yo sólo quería saber que me amaba!
¡Que se preocupaba por mí!

—Estoy segura de que se preocupa —le dije—, sé que se preocupa por ti.
No es más que un hombre estúpido. Dale un poco de tiempo para que se
trague el orgullo y vendrá arrastrándose, pidiendo perdón. Eso es lo que
mis hermanos hacen.

Ella negó.

—Hemos terminado —dijo en voz baja, antes de que se levantara y se


dirigiera al baño, cerrando la puerta tras ella.

Me dejé caer en la cama.

Mierda.

Stone me estaba esperando en el gimnasio cuando finalmente me dirigí


allí. Trabajamos en silencio como de costumbre y luego regresamos a
nuestras habitaciones separadas para ducharnos y vestirnos. Me envió un
texto diciéndome que tenía que recoger a Donny y a Alec del autobús, y
respondí explicando que iba a pasar el día con Candy.

Candy y yo pasamos el día viendo películas en su portátil, comiendo


chocolate y hablando de todo excepto Mason. Le conté todo sobre
nuestro viaje a Darwin y mi entrometida familia. Se rio y habló con
entusiasmo en todos los momentos adecuados e intentó sonsacar más
información de lo que estaba dispuesta a darle sobre el sexo con Stone.

Stone no vino a mi habitación esa noche y así Candy y yo nos quedamos


levantadas hasta la madrugada hablando.
Briar no volvió a la universidad hasta la noche anterior a que se
reanudaran las clases. Vino directamente a mi habitación, sacó a Stone a
patadas y luego exigió saber todo acerca de nuestro viaje. Tímidamente le
exigí que hiciera lo mismo y me enteré de que había comenzado a
intentar superar a Donny.

Me confió que planeaba encontrar a alguien más para codiciar. Tuve


ganas de sacudirla y coger mi cámara para mostrarle las fotos de ella y
Alec que había tomado.

¡Despistada te dije!

Stone había regresado antes de que hubiera tenido la oportunidad de


pensar en una manera de empujarla hacia Alec. Él se las arregló para que
Briar se fuera con la simple contracción de sus labios... y entonces me hizo
retroceder a la cama, quitándose la ropa por el camino.

Para cuando fui a mi clase de la tarde del día siguiente, Medios Digitales,
todo el mundo estaba hablando de Stone y Chloe. Me había dado cuenta
de que la cantidad de personas que me miraba aumentaba de forma
constante durante el transcurso del día, y ahora, mientras vacilantemente
entraba en mi última clase, todo el mundo se quedó en silencio.

Genial.

Todo el día había estado recibiendo preguntas sobre Stone y su pelea con
el novio de Chloe. Bueno, ex novio.

Al parecer, Chloe y sus amigos habían extendido el chisme de que Stone la


quería de vuelta. Que había sido superado por los celos al verla en los
brazos de otro hombre y que había sido casi imposible de detener. Por lo
general, la gente no me hacía preguntas, demasiado nerviosos de incitar
la ira de Stone. Ahora que parecía que él estaba perdiendo interés en mí...
se quitaban los guantes.

Me arrastré a mi asiento habitual sonrojada, manteniendo los ojos fijos en el


suelo.

—Oye —me saludó la chica junto a la que siempre me siento. Parpadeé.


Nunca había hablado conmigo antes. Ella no hablaba con nadie. Por eso
siempre me sentaba a su lado... para permanecer invisible.
—Hola —susurré.

—Eres Evie Vine, ¿verdad?

Fingí interés en el signo de carga en mi equipo y asentí con aire ausente.

—Soy Xena —dijo la rubia excesivamente perforada a mi lado,


chasqueando su chicle odiosamente mientras me miraba.

—Hola —susurré de nuevo.

Resopló y sus ojos se estrecharon especulativamente.

—Un rumor dice que eres la última muesca del cinturón del gran hombre —
dijo con una sonrisa. Lucía completamente extraña en su rostro por lo
general agrio. Fruncí el ceño a mi pantalla. ¡¡¡Yo no era ninguna
muesca!!!—. Entonces, ¿lo eres? —exigió.

—¿Soy qué? —pregunté en voz baja, empezando las tareas de esta


lección.

Rodó los ojos.

—La novia de Stone.

—No —dije cortante y arrugó el ceño en confusión.

—Maldición —dijo con un suspiro—. ¿Eso quiere decir que realmente ha


vuelto a perseguir a Chloe?

—¡No! —gruñí mirándola. Sus labios se levantaron en una sonrisa divertida.

Me encogí de hombros e hizo una mueca.

—Somos exclusivos —murmuré—, pero no somos pareja.

Sí, la explicación no sonaba bien para mí tampoco.

Ella simplemente rodó los ojos y golpeó su teclado con aire ausente.

—Bien —dijo finalmente—. Porque mi habitación está al lado de la de


Chloe y fue un infierno cuando estaban saliendo.
Mis ojos se abrieron y me giré en mi silla para verla con la boca abierta.
Soltó un bufido de risa y me revolvió el cabello. Hizo una mueca.

—Era ruidosa —explicó—, era jodidamente molesto. También deberías de


haber oído algo de la mierda sucia que solía decir.

Palidecí y cerré los ojos con fuerza.

—Eres callada —continuó la chica—, pero debes ser una de esas chicas
tímidas que se convierten en tigresas salvajes en la cama. No puedo ver el
por qué ese mandón grande e imbécil estaría interesado en ti si no es así.

Me enfadé ante el insulto a Stone, incluso mientras una parte de mí se


marchitaba, preocupada de no ser lo suficientemente salvaje para él.

—Stone es muy dulce —le dije con una mirada—. Y nuestra vida sexual no
es de tu incumbencia.

—Lo siento, lo siento —dijo con otra sonrisa, antes de dar vuelta a su
pantalla y ponerse a trabajar.

Sin embargo, me senté en mi asiento y me quedé mirando el techo,


tratando de no imaginarme a Stone y a Chloe juntos y preguntándome
cuánto le gustaba su sexo.

¿Podía satisfacer al gran hombre? Ya no lo sabía.

Había esperado que la cena de esa noche fuera incómoda. Candy y


Mason se habían estado evitando entre sí y no sabía cuál de ellos se
sentaría en nuestra mesa. Donny había estado lívido cuando había
descubierto que Fredi se había quedado donde Jenny y ella justo había
regresado esta mañana temprano. Briar había estado desairando a Donny
y arrasando el club de la U en busca de hombres adecuados, y Alec había
pasado largas horas extra en el gimnasio para quemar su obvia frustración.

Sorprendentemente, la cena fue mucho mejor de lo que me esperaba.


Sólo estuvimos los miembros de la banda y yo en la comida, y Fredi y
Donny no pelearon para nada. De hecho, actuaron totalmente
indiferentes el uno con el otro. No, los verdaderos problemas no
comenzaron hasta después de cenar, cuando otros decidieron
estropearnos el postre.
Briar fue la primera en unirse a nuestra mesa, tirando de un tipo tras ella. Se
sentó directamente en su regazo y sonrió en la mesa mientras lo
presentaba como Dean. Sentí que Alec se ponía rígido a mi lado, antes de
dejar escapar un suspiro de resignación.

Genial —pensé sarcásticamente—, ¡Alec se daba por vencido!

Stone observó a Dean con desprecio sin disimulo, hasta que Candy rompió
el silencio sentándose en el regazo de Donny con una risita. Era la primera
vez que le había visto sonreír desde que había roto con Mason.

—Bueno, hola Candy, labios dulces —ronroneó Donny con una sonrisa
haciéndola rebotar en su regazo y haciéndola reír de nuevo.

—Hola, Don —dijo lentamente con los ojos brillando con picardía mientras
se inclinaba hacia delante y le daba un beso en la mejilla—. ¿Me
extrañaste?

—¿En calidad de qué? —Donny se rio entre dientes, pasándole una mano
por el muslo.

Miré a Briar con preocupación, y Fredi se sentó con la espalda recta y


ceño fruncido.

Oh, oh. Me daba que Donny y Candy tenían una historia pasada y ella
estaba pensando en revivirla. ¿Para poner celoso a Mason? No estaba
segura, pero sería mejor que tuviera cuidado con Fredi.

Candy presionó su boca en su oreja y le susurró algo. Observé su rostro


variar con diferentes emociones. Consideración, cautela, concentración,
intriga, picardía y finalmente lo que parecía lujuria.

—Parece que tenemos mucho de lo que ponernos al día —él murmuró con
un guiño, acomodándola suavemente en su regazo—. Vamos a tu
habitación y hablemos de ello —Candy rio y aceptó su mano mientras se
levantaba. Stone hizo un ruidito y los ojos de Donny cayeron en los suyos.
Observó el rostro de Stone un momento antes de sonreír y guiñarme un
ojo—. Mejor vamos a mi habitación —se corrigió asintiendo hacia Stone y
tirando de Candy.

—Nos vemos mañana —me dijo Candy en un gesto saludando.


Tentativamente levanté la mano, justo antes de que Fredi soltara un
gruñido.

Stone tomó mi brazo y me lo bajó sin mirarla mientras se metía una


cuchara de helado en la boca.

—¡Stone! —dijo entre dientes en señal de advertencia, pero Mason cortó lo


que ella estaba a punto de decir. Se sentó pesadamente al lado de Jamie
y le frunció el ceño.

—¿Qué pasa con Donny? —se quejó lanzando una mirada a la silla vacía.

Briar le fulminó con la mirada y sorprendentemente también lo hizo Fredi.

Ajeno a la tensión, como siempre, Jamie rio y pasó un brazo alrededor de


su amigo.

—Donny va a recordarse lo dulce que sabe Candy. No puedo creer que


dejaras a esa chica. Tal vez, cuando Donny haya terminado, quede algo
que probar para mí.

—Idiota —Oí gemir a Alex en voz baja a mi lado.

—¡Cierra la boca, James! —gruñó Mason quitándose el brazo de Jamie de


encima y chasqueando sus nudillos.

Jamie frunció el ceño.

—Oye, amigo, lo siento —dijo con sinceridad—. Pensé que habíais


terminado.

Mason se relajó un poco.

—Así es —Forzando una sonrisa se sentó en su silla, pero le vi parpadear


varias veces como si quisiera irrumpir por las escaleras hasta la habitación
de Donny y sacar a Candy a rastras de allí.

Se encogió de hombros y cogió su coca cola, con sus ojos apartándose de


la mirada preocupada de Jamie mientras Chloe se sentaba con su séquito.

Fruncí el ceño. La mesa estaba llena de gente.


—¡Hola a todos! —dijo Chloe con una sonrisa brillante—. ¡Espero que hayáis
tenido una buena semana de descanso!

—La tuvimos —dijo Briar rígidamente sin molestarse en ocultar su fastidio. El


hombre junto al que estaba sentado parecía torpe, obviamente sin
entender por qué tanto drama en la mesa… la mayoría pensando en otras
cosas.

—Qué bien —dijo Chloe fingiendo una sonrisa forzada y mordiéndose el


labio como si tratara de parecer nerviosa—. La mía estuvo… bien.

Se encogió de hombros y miró hacia la mesa, dejando que la tristeza se


reflejara en sus rasgos.

Vi a Briar rodar los ojos, pero me puse rígida con anticipación. Seguro que
tenía un as bajo la manga.

—Oh Chloe —dijo una de sus amigas con simpatía—. No tienes que ser
valiente. Sabemos lo que te molesta ese imbécil.

—Oh Kylie, no molestes a todos —dijo Chloe suavemente sonrojándose y


sonriendo suavemente mientras jugaba con el cuello de una botella de
agua. Miró a Stone con ojos muy abiertos y sonrió más ampliamente —
Gracias, Stone —dijo susurrando su nombre con voz ronca como si fuera
bendito.

Él asintió en un gesto, pero volvió a mirar su postre y siguió comiendo.

—¿Qué pasó? —preguntó Dean, el hombre de Briar.

Excelente. Esto hizo que las amigas de Chloe se lanzaran a una gran
historia triste, pintando a Chloe como inocente víctima, a Jack como el
horrible ogro, y a Stone como el romántico caballero de brillante
armadura.

Sentí que se ponía tenso a mi lado y vi a Fredi casi atragantarse. Chloe


siguió mirando a Stone bajo sus pestañas añadiendo lo agradecida que
estaba y lo maravilloso que era a cada frase.

Veinte minutos fue todo lo que pude soportar. Deliberadamente bostecé


ruidosamente y puse la cabeza sobre el hombro de Stone, cerrando los
ojos y suspirando suavemente. Sentí sus hombros moviéndose de risa antes
de que se levantara y me agarrara de la mano.

—Buenas noches —dije en voz baja sonriendo con suficiencia mientras él


me conducía a las escaleras.

j
A la mañana siguiente, después de mi carrera y sesión de gimnasio, me
paseé arriba y abajo sosteniendo mi celular y frunciendo el ceño mientras
trataba de reunir el coraje para llamar a mi hermana mayor. No había
dormido nada la noche anterior, demasiado ocupada después de que
Stone no intentara tener sexo.

¿Querría a Chloe de vuelta?

¿Era yo lo suficientemente excitante?

En mi carrera de esta mañana, había decidido que lo único que podía


hacer era revisar estos asuntos de sexo duro. No había modo de que le
preguntara a Briar o Fredi, no las quería alrededor y no creía que Stone
fuera alguien que le gustara compartir su vida sexual. Pensé que hablar de
sexo pervertido con Candy en estos momentos era un poco insensible, así
que estaba intentando reunir el coraje para preguntarle a Charlie sobre
ello.

Charlie siempre había sido la más rebelde y femenina de nosotras. Vicky


era Miss Perfecta en Todo y era demasiado sobreprotectora como para
que le preguntara sobre esto. Podía preguntar a mi madre sobre alguno de
sus libros eróticos… pero seamos sinceros… no era algo para preguntar a
una madre. Charlie sí. Era enfermera después de todo, y todos sabían que
las enfermeras estaban cómodas hablando de todo. Sino no podrías
sentarte y tener una conversación con ellas sobre partes privadas o algo
peor, heces.

Marqué su número y esperé con ansiedad para que lo respondiera.

—¡Evie! —Me saludó alegremente—. ¿Qué pasa hermanita? ¿Por qué soy
la última en saber de tu hombre?
—No lo eres —dije suspirando.

—Zane y mamá no cuentan —dijo riéndose.

—Paul y los trillizos tampoco lo saben —dije con frialdad—. Sólo saben que
estoy vistiendo sexy.

Charlie resopló.

—Ni te acercas a mis años de adolescente, chica —dijo orgullosamente.


Rodé los ojos—. Así que —dijo con entusiasmo—, suéltalo. Quiero saber
todo sobre ese chico. ¿Te desfloró?

—No —dije ruborizada.

—Aww, vamos hermanita —dijo con una sonrisa—. No lo voy a contar.


Tienes que haber tenido algo de eso, Cooper me envió fotos.

—¿Estás de vuelta en Cairns, entonces? —dije elusivamente.

—Sí —concordó con alivio—, Harvey está mejorando y yo tuve que volver
al trabajo. Dios, ¡nuestro hermano mayor es el peor paciente del mundo!

—Sí —Estuve de acuerdo.

—Aunque me compró un enorme ramo de flores para darme las gracias —


añadió.

—¿Vicky las ordenó, eh?

Charlie se rio.

—Yo creo que sí. Es la intención la que cuenta, supongo —Me quedé
callada, preguntándome cómo sacar el tema—. Entonces, ¿estás
buscando consejo sexual? —preguntó Charlie con una carcajada.

—Sí —admití sonrojándome bastante a pesar de que nadie podía verme.

—Te va a doler la primera vez —dijo sin rodeos—. Y las siguientes veces un
poco, hasta que te acostumbres.
—Mmm… no, no es eso lo que quiero preguntar —dije rápidamente, mi voz
cayendo en un susurro—. No soy virgen, y Stone y yo ya hemos tenido sexo
juntos.

Se hizo el silencio al otro lado de la línea.

—Oh —dijo ella finalmente, con sorpresa clara en la voz. La oí dudar un


segundo, antes de preguntar—: ¿Te preocupa el dolor, o la secreción o
algo? ¿Tienes algún bulto extraño? ¿Estás usando protección, no?

Me quedé sin aliento y me senté en la cama, ocultando mi cara bajo las


sábanas.

—¡No! —chillé—. ¡No hay problemas! ¡Estoy a salvo!

—¿Qué tan a salvo? —presionó—. ¿Estás usando anticonceptivos


también? ¿Sabes que los accidentes pueden ocurrir, no? Los condones
pueden tener agujeros o romperse. Oh y estás usando protección oral,
¿no? Ya sabes, protección oral para cuando él va por ahí abajo y
asegúrate de que lleva un condón cuando se la chupes. Puedes pillar una
enfermedad de transmisión sexual también así. Ni me hagas empezar a
decirte lo fácil que es contraer enfermedades por sexo anal.

—¡Charlotte! —susurré casi muerta de vergüenza—. Estoy a salvo.

—¿Entonces qué? —preguntó con impaciencia. Oh Dios, ¿cómo le


pregunto sobre ello?—. Escúpelo, E. —presionó.

—No sé lo que hacer —dije con apuro.

—¿Qué?

—¡Quiero ser más pervertida! —susurré. Mi preciosa hermana mayor se


echó a reír y tuve que esperar varios minutos para que se parara—.
¡Charlie! —me quejé—. Para. Lo digo en serio. ¿Qué debo hacer?

—Está bien —dijo ella todavía riéndose—, pero ¿puedo decirle a Coop de
esto?

—¡No! —grité con alarma.


—Aguafiestas —gruñó, antes de soltarme cientos de preguntas y
volviéndome loca con asesoramiento de sitios web para investigar.

Cuando finalmente colgué el teléfono, me di cuenta de que acababa de


estar una hora en el móvil.

Genial —pensé por lo que debía ser millonésima vez ese día—, no puedo
esperar a ver mi factura de teléfono.
Capítulo 25
ecir que estaba distraída esa noche en la cena era un eufemismo.

D Había hecho lo impensable y no fui a clases, en lugar de ello pasé la


tarde completa investigando esta cosa del ―sexo duro‖. Le eché un
vistazo a la sección sexual de las revistas, leí novelas eróticas por internet e
incluso vi un poco de porno, bajando el volumen de mi laptop al mínimo
para evitar que la gente en el edificio pudiera escucharme. Algunos de
esos vídeos me asustaron hasta el infierno…
Algunos otros me dejaron cachonda.

En el momento en que Stone apareció para acompañarme a cenar, ya


había construido una gruesa carpeta de información, codificada por
colores y etiquetada para una fácil lectura. Apresuradamente la escondí
debajo de la cama cuando Stone abrió la puerta de mi habitación y aún
ahora sentía el rubor en mi cara. Cogí mi cena y escondí mi rostro mientras
sentía otro rubor abrirse paso por mi cuello. No podía dejar de pensar en la
lista de compra que había pegado en el folder y en todo lo que había
planeado. Respiré profundamente y me pregunté si podía seguir adelante
con esto.
¿Y si a Stone no le gustaban las cosas que había elegido?
¿Y si quería ahondar en áreas con las que no estaba cómoda?

Todo lo que había leído apuntaba a que el sexo era algo de lo que una
pareja debería hablar.

Desafortunadamente Stone y yo no hablábamos. Entonces ¿debería


intentarlo? La comunicación era la clave, especialmente cuando estaba
dejando la seguridad del sexo vainilla para adentrarme en algo más…
oscuro.

Mi coño pulsó y junté mis muslos presionándolos entre sí, tratando de no


removerme demasiado en mi asiento. Stone me echó un vistazo, sus ojos
grises examinando mi expresión acalorada, la tensión de mis pezones a
través de mi camiseta delgada… y la manera en que presionaba mis
muslos muy juntos. Sus ojos se estrecharon y luego brillaron como plata
líquida, mitad deseo, mitad diversión. Bajó su enorme mano de la mesa
para posarla sobre mi muslo y presionarlo firmemente mientras volvía a
prestar atención a su cena.

Estuve a punto de gemir. Su mano firme en mi muslo me recordaba la


manera en que le gustaba. Firme, profundo y fuerte. No era rudo, pero
tampoco suave. Todo en él era firme, sólido y seguro. Sorprendentemente
seguro, pero perversamente peligroso al mismo tiempo. Él era como su
nombre: Roca. Una roca firme en la que se puede confiar dentro del
cuarto y fuera de él… pero su fuerza bruta tenía un borde excitante
también.
Y justo ahora, todo eso era ¡MÍO!

Por supuesto que esa estúpida zorra de Chloe solamente tuvo que abrir su
boca para arruinar mi autoconfianza una vez más.

—¿Tus padres irán al baile este fin de semana? —preguntó. La miré


inexpresivamente y ella sonrió con satisfacción, pero lo escondió detrás de
una sonrisa burlona—. Es grosero no responder a una pregunta, querida —
ronroneó—. Seguramente aprendiste eso en tus clases de etiqueta, ¿o no?

¿Qué etiqueta? ¡Oh ella no pudo haberme dicho grosera! La zorra


estúpida probablemente ni siquiera sabe lo que la palabra etiqueta
significa. Una mujerzuela barata como ella jamás podría calificarse a sí
misma como una dama.
Me tragué la rabia y la miré con una sonrisa.

—Perdona Chloe —le dije suavemente, forzando las palabras a salir de mis
labios—. No estaba escuchando tu conversación—. ¿Qué baile?

Briar me disparó una mirada y abrió la boca para contestarme, pero Chloe
fue mucho más rápida.

—El tradicional baile anual de los Blake por supuesto —respondió


mirándome como si fuera retrasada mental—. Honestamente Eva, ¿a qué
otro baile podría estarme refiriendo?

—Es Evie —espetó Briar, robando la lata de Coca Cola Light sin abrir de
Chloe y desafiándola con la mirada a hacer un escándalo.
Chloe rodó los ojos, restándole importancia.

—¿Por qué vendría mi familia? —pregunté suavemente—. ¿Se lleva a cabo


en Sidney no es así?
Chloe me frunció el ceño.

—Pero todo aquel que es alguien va al baile de los Blake. Mi mamá y la tía
de Briar son dos de las más grandes organizadoras, los papás de Stone
estarán ahí, también los de Donny y Fredi y Jamie y Candy y… bueno
todos.

En otras palabras, todos menos mi familia. Forcé mis ojos para esconder la
mirada feroz que quería darle.

—Los papás de Evie viven en Darwin —informó Briar fríamente. Vi a Candy


encogerse desde su lugar en el regazo de Donny, pero no corrigió a Briar.
No iba a hablar de ello. Ahora no era el momento.

—Oh —dijo Chloe con una pequeña carcajada—. Olvidé que aún eres
una estudiante becada. Deber ser difícil mantenerse comprando esos
caros pantalones Brighton aquí —Briar gruñó y suspiré deseando que
pudiéramos tener una tarde tranquila por una vez en la vida y que Chloe
pudiera dejar esa costumbre molesta de sentarse con nosotros—. Si Eva no
va estar ahí, estaría encantada de ir contigo como tu pareja —le dijo
Chloe a Stone con una brillante sonrisa, la cual se desvaneció un poco al
verlo, por lo que respiró profundamente—. Aún no estoy lista para confiar
en otro hombre como mi pareja… y contigo me siento segura —Sus ojos
adquirieron una mirada candente y agitó sus pestañas antes de añadir
con voz ronca—: Y tenemos una historia juntos.

—Es Evie —dijo Stone casualmente y mucha gente en la mesa brincó,


poco acostumbrados como estaban a oír ese particular tono gruñón en su
intimidante voz—. Y no voy a ir.

Sus ojos regresaron a su plato, aparentemente dando por terminada la


discusión mientras tomaba más comida de su plato y la introducía a su
boca.

—Yo no iré tampoco —anunció Candy ante el silencio que siguió y se


retorció un poco en el regazo de Donny—. Donny y yo iremos a casa el fin
de semana por orden de nuestros padres, pero pasaremos del baile y
buscaremos diversión en otro lado.
Fredi gruñó y apuñaló brutalmente su lasaña con el tenedor.
—¡Bien hecho Donovan! ¡Abandóname a los malditos buitres!

—Aw Winnie —dijo Donny con una sonrisa descarada—. Puedes venir con
nosotros si quieres, siempre hay lugar en mi cama para tres.
—Creo que preferiría ir a la fiesta —se burló, miró ceñudamente su plato y
gruñó—: Después de todo no tengo elección, tengo que ir.
Jamie hizo una mueca y le dio una palmada en el hombro.
—Siento tu dolor, mis padres también me están obligando a ir.

Stone se levantó y alzó mi botella vacía de Coca Cola preguntándome


con la mirada si quería otra, negué rápidamente, pero esperé que
regresara rápidamente. Chloe me miraba lista para arremeter contra mí de
nuevo.
Briar suspiró y miró la espalda de Stone que se alejaba.

—Desearía poder estar aquí también —dijo frunciendo el ceño—. Pero soy
una especie de pariente de los Blake y tengo que ir.

—¿En serio? —pregunté suavemente—. La novia de mi hermano también


es allegada de ellos.
Chloe olisqueó.
—¿En serio? ¿Cómo es eso?
La ignoré y me giré hacia Briar para explicarle.
—Su tía está casada con Bear Blake.
Vi caer la mandíbula de Chloe y sus ojos brillar con rabia.
—¡Jemima Blake es una zorra avariciosa!
Briar se echó a reír y levantó sus cejas.

—Eso dices tú. Solo estás celosa porque tu madre no pudo poner sus garras
en él, antes de robar a tu padre del lado de mi madre.
Mi cabeza giró en confusión.
Chloe miró lista para espetar.

—¡Mi mamá fue quien dejó a Bear, no al revés! ¡Y si tu madre no pudo


mantener a mi padre satisfecho, entonces quien puede culparlo por
escoger a mi madre en lugar de a la tuya!

Briar se bajó de las piernas de Dean y Fredi tuvo que de tenerla de


abalanzarse sobre Chloe. Briar respiró profundamente y entonces atacó
con palabras.
—Si bueno. ¡Escuché que tu padre estaba harto de tu madre y se le
declaró a la mía! ¡Mi mamá lo rechazó y entonces tuvo que regresar con
tu madre de todas maneras porque estaba embarazada de tu hermano
mayor!

Fue el turno de Chloe para levantarse de la mesa, justo cuando Stone


regresaba. Sus ojos decían: Esto no ha terminado, antes de darse la vuelta
y alejarse estruendosamente junto a sus amigas.

—Entonces, Bri —dije en medio del silencio que se había levantado al irse
Chloe, sintiendo a Stone tensarse ante el tema al sentarse a mi lado—.
¿Cómo es que estás relacionada con los Blake?
Briar volvió a sentarse con un suspiro y me dirigió una sonrisa.
—Casi igual —dijo, obviamente refiriéndose a la novia de mi hermano—.
Mina Jeffries, anteriormente Blake, está casada con mi tío —explicó—. Jack
Blake dirige el equipo de rugby de Sídney tan bien como lo hace con los
hoteles Blake. Bear, un ex boxeador, y Mina, una ex modelo, fueron sus
hijos. Bear Blake se mudó a Townsville hace muchos años y conoció a
Jemima Baker, la hermana del papá de Bridget. Como ves este es un
mundo muy pequeño.

Acepté con gratitud la Coca Cola que Stone me ofrecía y le lancé una
mirada tímida.

—Entonces… ¿Estaremos nosotros solos este fin de semana? —pregunté


tranquilamente.

Negó con la cabeza y señaló a Alec al otro lado de la mesa con la


cabeza, todo el mundo se giró a mirar a Alec que en ese momento
besaba a una chica asiática.

—Alec se queda también —masculló Fredi antes de levantarse y dejar la


mesa, su tenedor aún estaba clavado en su lasaña sin signos visibles de ser
comida. Vi el rostro de Briar empalidecer, pero Stone me levantó de mi
asiento y me dio un beso en la mejilla antes de que la banda se levantara
para seguir a Fredi.

—Ensayo de la banda —musitó rozando sus labios contra mi oído, para


después seguir a los demás.

Fruncí el ceño, molesta por no haber sido invitada a presenciar el ensayo


¡de nuevo! Pero me encogí de hombros y me apresuré a regresar a mi
habitación, recuperando ansiosamente el folder de debajo de la cama.
Estaba garabateando furiosamente, apasionados esbozos de una noche
erótica entre Stone y yo, cuando el mismo irrumpió en mi habitación
haciendo girar una baqueta con los dedos de una mano. Mi mandíbula
cayó abierta y mis ojos se ampliaron con alarma, mi cuerpo se congeló
lleno de ansiedad, mientras caía en la cuenta de lo imposible que sería
esconder todo el material erótico que poseía en un segundo. Stone
levantó una ceja ante mi cara y se paró a lado de la cama, mirando hacia
abajo a los papeles esparcidos sobre mi colchón con curiosidad. Levantó
ambas cejas esta vez, tomó una hoja y comenzó a leerla.

Salí de mi trance, agarrando rápidamente la hoja que tenía en la mano y


guardando todo en el folder de nuevo, lo arrojé al suelo y lo pateé debajo
de la cama, tirándome entonces enfrente de esta para evitar que pudiera
tomarlo de nuevo, pero él se limitó a reírse entre dientes y darle vuelta a la
cama matrimonial, moviéndose más lento de lo habitual, como si estuviera
calibrando lo que yo haría. No me importaba si era una prueba más. Me
paré rápidamente y salté al otro lado de la cama para a continuación
dejarme caer justo frente a él, aterrizando duro sobre mi trasero con las
piernas extendidas.

Sus firmes labios se torcieron y yo sabía que estaba luchando por no dejar
salir una amplia sonrisa. Sus ojos prácticamente bailaban mientras me
cargaba del suelo y me tiraba sobre la cama, sujetándome con su cuerpo
incluso mientras estiraba un brazo y recuperaba el folder. Se sentó
sujetándome con sus fuertes muslos, a pesar de que con ello mantenía su
peso encima de mí. Mis manos estaban atrapadas debajo de mi cadera y
no podía mover las piernas sin lastimarlo. Colocó el folder sobre mi
estómago y comenzó a hurgar en él. Miré hacia otro lado y mordí mis
labios, completamente avergonzada.

Respiré con alivio cuando vi que la libreta había caído lejos de la cama y
Stone no se había molestado en recuperarla, no quería que supiera lo que
había planeado.
Eso si no moría de vergüenza justo ahora.
Examinó el folder por muy poco tiempo, por lo que no tuve que esperar
mucho para que se diera la vuelta y me mirara.
Explícamelo —exigían sus ojos.
Será cabrón.
Si él no iba a hablar… pues yo tampoco. Intenté mirar hacia otro lado,
pero me asió de la barbilla impidiéndomelo.
—Evelyn —gruñó.

Me estremecí debajo de él, momentáneamente distraída por la


vergüenza, absorbiendo el hecho de que sus fuertes muslos se
encontraban presionados contra mí y sintiendo las vibraciones de su sexy
voz hasta los dedos de los pies. Mi nombre había sido una advertencia.
Stone no iba dejar pasar esto.

Cerré los ojos con la esperanza de que si no lo veía sería más fácil hablar,
pero Stone sacudió mi cabeza suavemente y volví a abrirlos obediente.
Malo —gritaron mis ojos hacia él.

Stone me miró serio a su vez, pero en la profundidad de sus ojos grises aun
brillaba la diversión.
Aclaré mi garganta y respiré profundamente.
—Quería probar algo nuevo —murmuré en voz muy baja.

Levantó una ceja esperando que continuara. Tragué saliva nerviosamente


y me sonrojé de nuevo.

—Quería ponerle un poco de… picante a las cosas —vacilé—. Hacer las
cosas más interesantes.

Stone se levantó de encima de mí y se sentó sobre sus talones, mirando mi


cara incluso más atentamente que antes.

—¿Te aburres? —preguntó cuidadosamente, sin ninguna emoción visible


en su cara o su voz.
Abrí ampliamente los ojos y rápidamente negué con la cabeza.
¡Mierda, obviamente no fue la mejor manera de decirlo!
No había opción. Tendría que ser clara acerca de lo que había oído.

—Yo… mmm… bien —tartamudeé, antes de dejar caer mi mirada y bajar


la voz gradualmente hasta que susurré—: Escuché que te gusta el sexo
duro y salvaje.

Le lancé una mirada, su boca se abrió ligeramente antes de arquearse


ligeramente hacia un lado.
¿Crees que me aburres? —Parecían preguntar sus ojos. Negué lentamente
con la cabeza.

Un destello de diversión cruzó por sus ojos, y se rio entre dientes mientras
tiraba de mi para sentarme al pie de la cama, tomó el folder de nuevo,
mirándolo a profundidad esta vez y jalándome hacia él, reticentemente
me arrastré hacia él mientras se giraba para guiñarme un ojo.
Empujó el folder hacia mí y se recostó sobre su espalda.

Vamos a ello —Parecían decir sus ojos, cobardemente aparté la mirada,


pero terminé posándola sobre la gruesa erección que se adivinaba a
través de sus vaqueros.
Oh por Dios.

Miré nuevamente hacia su rostro solo para encontrarlo riéndose de mí. No,
no en voz alta, pero su diversión se podía adivinar claramente en su rostro.
Ira burbujeó de repente por mi cuerpo hasta cubrir mi rubor de vergüenza.
Cerré de golpe el folder y lo arrojé nuevamente debajo de la cama,
caminado atravesé el cuarto para irme a dormir a la cama de Candy.

La risa de Stone estalló, rica, oscura y profunda, haciéndome enojar aún


más incluso mientras temblaba un poco por la excitación que me
provocaba.
Eso me hizo enojar aún más.

Lo escuché levantarse de la cama, las plantas de sus pies pisando


suavemente detrás de mí. Le volví la espalda, echando chispas en silencio,
incluso aunque sabía que era infantil. Se rio entre dientes otra vez, antes de
rodearme con un brazo y levantarme en el aire dejándome colgando de
su costado mientras se movía hacia mi cama. Chillé sorprendida y contraje
mis músculos, tratando de no moverme demasiado, preocupada de que
me dejara caer.

Y lo hizo. Me dejó caer. En la cama. Reboté un poco, antes de


acurrucarme tercamente en posición fetal en medio de la cama. Stone se
recostó en la cama acurrucándose detrás de mí y jalándome hacia él,
acarició mi costado con su gran mano y la metió debajo de mi blusa.
—Vamos —gruñó suavemente en mi oído—. Enséñame lo que quieres.
¿Lo que quiero? ¿Qué no todo esto era acerca de lo que él quería?
—No —dije hundiendo mi rostro en la almohada. Sentí su risa en mi cuello,
sus labios presionaban a través de él y su respiración acariciaba mi piel.
—Sí —ordenó, sus dientes acariciando suavemente mi pulso.

—No estoy preparada —jadeé tratando de suprimir la excitación y fallando


miserablemente—. Mañana.

Hizo un pequeño ruido que interpreté como un de acuerdo, antes de que


fácilmente me girara para dejarme de espalda. Atrapó mis manos por
encima de mi cabeza con una mano y levantando mi blusa con la otra.

—¿Qué estás haciendo? —suspiré, mi pecho agitándose con miedo y


excitación.
Bajó sus labios hacia los míos y mordió ligeramente mi labio inferior.

—Enseñándote —murmuró paseando su lengua por el sitio en el que me


había mordido y apretando su agarre en mis muñecas.

¿Enseñándome? —pensé boquiabierta—. ¡Oh Dios! ¡Él lo ve como un reto!


Y ahora se propone enseñarme qué tan duro y salvaje le gusta.

Parte de mí estaba intrigada, la otra parte estaba aún enojada de que se


hubiera reído de mí y de que aún se pudiera ver esa diversión en sus ojos.

—No —dije firmemente. Retrocedió un poco con los ojos abiertos por la
sorpresa, pero el resto de su cara cuidadosamente en blanco.
—Tendrás que esperar —dije con aire de suficiencia—. Estoy cansada.

Sus ojos se estrecharon con suspicacia, como si supiera que estaba


jugando con él deliberadamente. Presionó su excitación contra mí,
dejándome saber lo mucho que necesitaba esto.

¡Es mi última palabra! —le dijeron mis ojos, pero me estremecí un poco
porque le había dicho a Stone que no y nadie jamás lo había hecho.

Gruñó, pero sonrió ligeramente y se recostó a mi lado, respirando


rápidamente y con frustración. Mi cuerpo hormigueaba con anticipación y
sonreí ampliamente sobre mi almohada, mañana… Mañana por la noche
me burlaría sin piedad de él… Y podría jurar que no iba a reírse entonces.
Capítulo 26
a cena de la noche del miércoles fue aún peor que la del martes. Me

L senté en el borde de mi asiento, nerviosa como el infierno de lo que


había planeado para esta noche. Stone estaba sentado cerca de mí y
pude sentir la tensión en su cuerpo. Estaba prácticamente tarareando con
anticipación, aunque su rostro era impasible como siempre mientras comía
lentamente.
Candy y Donny habían llegado a un nuevo nivel de coqueteo, al borde de
la indecencia cuando ella a horcajadas sobre su regazo, en broma lo
alimentaba picando sus labios entre bocado y bocado. Fredi estaba
actualmente sentada a su lado, su mano sostenía firmemente su botella de
Sprite, sin mover un músculo mientras miraba fijamente a la mesa. Miré a
Stone, esperando que dijera algo para evitar la difusa situación. Ellos le
escucharían, pero no tuve esa suerte. Estaba dejándolos jugar como de
costumbre. Fruncí el ceño. ¿Cuál era el fin de ser un jefe bruto si no lo
utilizas para tu ventaja?

Para empeorar las cosas, Alec y la chica asiática parecían ser algo ahora.
Nadie había mencionado su nombre todavía, pero ella estaba sentada en
nuestra mesa, en el regazo de Alec, alegremente susurrando en su oído
mientras él casualmente acariciaba sus piernas. Briar y Dean se sentaron
frente a ellos, pero Bri no parecía estar prestando atención a Dean. En vez
de eso, sus ojos seguían los largos dedos de Alec, viéndole trazar círculos
sobre las piernas de su nueva novia.

Candy dejó escapar un grito de risa, sorprendiendo tanto a Briar como a


mí. Todos se volvieron a ver como Donny sonreía en el cuello de Candy,
haciéndola reír con nerviosismo al bromear en un punto particularmente
delicado.

Ese era el terreno favorito de Mason. Yo sabía desde las muchas noches
que habían dormido en la cama junto a la mía que a Mason le gustaba
hacerla reír entre dientes con nerviosismo, mientras ella trataba de ser
amable y ahogar el sonido. Era casi tan malo como escuchar sexo en mi
opinión... pero lo hacían muy, muy callados si yo estaba en la habitación.

Aun así... ¡Qué asco!

Hubo un estruendo a través del cuarto y miré para ver a Mason saltando
hacia nosotros, su generalmente juguetona expresión oscureció cuando
sus ojos se estrecharon sobre Donny.

Mierda.

Mis músculos se tensaron en anticipación de una pelea, pero Mase


simplemente agarró a Candy y la tiró por encima de su hombro,
caminando hacia las escaleras sin mirarnos hacia atrás. Candy guiñó un
ojo y me saludó y supe entonces que ella y Donny habían hecho eso
deliberadamente. La amplia sonrisa de Donny parecía confirmar mis
pensamientos. Él dio un gran suspiro, con su sonrisa de comemierda
todavía en su lugar mientras pasaba un brazo alrededor de Fredi.

—Parece que soy todo tuyo de nuevo Winnie —le dijo con un guiño.

La rabia brilló en los ojos de Fredi y vi la cara helada de Donny justo antes
de que ella le diera un revés. La fuerte bofetada resonó en toda la sala,
mientras Fredi se apartaba de la mesa, su silla rasgando fuertemente antes
de que se fuera sin decir una palabra.

La mesa permaneció en silencio. Donny se quedó mirando su bandeja de


comida, con una marca roja en su mejilla y su rostro apretado. Estaba
enfadado. Pero ¿con quién? ¿Con Fredi o con el mismo? Yo no sabía la
historia entre los dos, pero pensé que se había merecido esa bofetada en
particular. Por la expresión de sus rostros, Alec y Briar pensaban lo mismo.

Chloe se rio en voz baja

—Nunca hay un momento aburrido en esta mesa.

Mis manos apretadas en la tela de mi falda vaquera y tratando de


mantener la boca cerrada.

—¿Hay práctica de la banda esta noche? —dirigió su pregunta a Alec. Él


negó con la cabeza.

Ella hizo una mueca triste.


—Aww, extraño verte tocar —dijo como si se dirigiera a todos los miembros,
pero sus ojos estaban fijos en Stone.

Mis uñas se clavaron en mi piel un poco y me obligué a relajarme.

—No sé por qué no los he ido a ver en mucho tiempo —ronroneó.

Porque dejaste a Stone, perra estúpida y ahora no te quiere.

Alec se encogió de hombros y movió a su novia en su regazo.

—Nosotros te dejaremos saber cuándo sea el siguiente... pero realmente


no tenemos gente viendo nuestros ensayos nunca más.

Chloe se giró con inocentes ojos hacia mí.

—¿No vas a ir a ver a Stone?

Traté de no mirarla con furia mientras negué con la cabeza.

Ya lo sabes, vaca horrible. Deja de frotarlo.

Chloe chasqueó la lengua hacia mí y negó con la cabeza.

—Yo siempre apoyo a mis novios —susurró—. Fui a todas las prácticas y
actuaciones de Stone y cuando salía con el capitán de rugby en el
instituto iba a todos sus partidos —Ella sonrió y echó su cabello sobre su
hombro—. A Jack le gustaba conseguir un beso antes y después de cada
una de sus peleas también. Me dijo que yo era su Dama de la Suerte.

¡Qué dulce! ¿Él le da una bofetada a todos sus amuletos de la suerte?

—¿Qué usarás en el baile de este fin de semana? —intervino Briar,


cambiando de tema. Chloe se pavoneó y comenzó a parlotear acerca de
cómo había tenido que decidir entre dos diseñadores que habían querido
vestirla.

Traté de distraerme, para bloquear el molesto sonido de su voz mientras


picaba mi comida. Sin embargo, fue inútil.

—¡Ah! y mi agente de modelos está muy feliz que tenga que estudiar sólo
un año más de danza y actuación. Está ansioso por probarme en
comerciales y tal vez incluso con una telenovela como mi padre. Tuve
pequeños papeles cuando era niña, pero estoy esperando hacer algo
grande.

Genial, justo lo que necesitaba Chloe, una cabeza más grande.

Chloe suspiró y puso mala cara.

»Mi papá quería que yo estudiara algo académico como matemáticas o


ciencias, pero mis maestros dijeron que era mucho más adecuada para la
industria del entretenimiento.

Solté un bufido.

—Sí, porque eres una rubia cabeza dura, de grandes pechos que piensa
que el sol resplandece su culo.

Se hizo el silencio en torno a la mesa.

Miré hacia arriba para encontrar a todos mirándome con la boca abierta.

¡Oh mierda!

Mi cabeza giró hacia Stone, mis ojos eran cada vez más grandes por el
pavor mientras miraba hacia él con los labios entreabiertos.

¿He dicho eso en voz alta?

Stone se echó a reír, haciendo que todo el mundo en el enorme comedor


saltara y se volviera a mirarlo.

Las bocas se abrieron aún más alrededor de la mesa cuando Stone arrojó
un brazo alrededor de mí y apretó un beso a mis labios aún boquiabiertos.
Empecé a ruborizarme, dándome cuenta de que todo el mundo todavía
estaba mirándonos sorprendidos tanto por mi franqueza como por la risa
de Stone. Probablemente era la primera vez que mucha gente había oído
ambos.

Chloe miró hacia atrás y hacia adelante entre nosotros un par de veces,
antes de empujar hacia atrás su asiento y marcharse con una rabieta. Al
instante me sentí culpable por decir algo tan malo de ella, pero Stone
capturó mis labios en otro beso y me levantó de la silla, en dirección a las
escaleras.

Me olvidé de Chloe...
Y recordé lo que venía...

A lo largo de mi investigación de ayer, así como con mi conversación con


Charlie, en particular al ámbito de sexo duro aparecieron otros.

BDSM

Solo las letras me daban escalofríos.

Parecía, pues, que el BDSM era probablemente el mejor lugar para


comenzar con mi morbo.

No me malinterpretéis, los látigos pueden permanecer fuera de mi vida


sexual, así como la mayoría de los otros implementos involucrados en la S y
la M. Bondage, lo que podía manejar... era bondage suave. La cuerda de
mierda se veía malditamente incómoda y aterradora.

¿Quemaduras de la cuerda en mis partes bajas? No, gracias.

¿Disciplina? Sí, si tuviera que hacerlo, probablemente podría manejar ser


azotada... tal vez incluso nalgadas.

Me detuve en la puerta de mi habitación y me sonrojé. No debería estar


analizándome. Había decidido probar algo leve para este primer paso,
aunque utilizando el consejo de Charlie debería aun así ser un viaje erótico.

Conseguir que Stone estuviera de acuerdo era completamente otra cosa.


Ya ves, por mucho que ser dominada por Stone me encendiera... No
estaba dispuesta a dejarlo encadenarme a la cama y tomar el control
total de mi cuerpo. Lo he dicho antes, tengo conflictos con el control.
Puedo agradecérselo a Ben.

No, en cambio, iba a atar a Stone… es decir, si él me dejaba hacerlo.

Stone se detuvo en medio de la habitación y se volvió hacia mí, cruzando


los brazos sobre el pecho y con su mirada fija en mí, con una sonrisa oculta
detrás de su expresión vigilante mientras esperaba.

Yo tragaba con nerviosismo y traté de recordar todos los consejos que


Charlie me había dado para obtener que un gran hombre terco siguiera
tus órdenes. No podía pensar en ninguno. Bueno, cualquiera que pensé lo
deseché de inmediato
¡Hazlo tu esclavo amoroso, Evie! —Oí a mi ronca hermana, con su divertida
voz en mi cabeza—. ¡Pon al gran hombre de rodillas!

Solté un bufido.

Sí, eso podría ser probable...

Tomé una respiración profunda y decidí ser directa. Me acerqué a la


mesita de noche y saqué dos conjuntos de esposas sólidas.

—Acuéstate en la cama —le dije en voz baja, colgando las esposas de un


dedo.

Miró desde las esposas a mi cara y se puso un poco más erguido, con los
ojos entrecerrados.

Mierda no —el me gruñó.

Por favor, Grant —le rogué con mis ojos.

Sus párpados se cerraron e hizo un ruido indefinible en la parte posterior de


su garganta, antes de que regañadientes se sacara su camisa y se
acostara en mi cama, puso sus muñecas por encima de la cabeza
haciendo que sus músculos se marcaran.

¡Mierda!

Dejé caer las esposas, aflojando mi mandíbula también un poco. Me


sonrojé y confidencialmente comprobé no estar babeando mientras
rápidamente cogí las esposas y me puse a horcajadas sobre su cuerpo.
Miró mi cara fija y desconcertantemente mientras rápidamente cerré las
esposas alrededor de sus gruesas muñecas y las até en el ancho de la
cabecera. Dudé. Esto había sido demasiado fácil. Lo miré con
desconfianza por unos momentos, antes de moverme fuera de él y
caminar hacia el baño.
—¿A dónde vas? —exigió detrás de mí.

Forcé una sonrisa y tomé otra respiración fortificante, aún de espaldas a él,
saqué mi top sobre mi cabeza y seguí caminando lentamente. Lo miré por
encima del hombro con lo que yo esperaba fuera una expresión inocente.

—Voy a tomar una ducha —dije en voz baja, enganchando los dedos en
la cintura del elástico de mi falda y me giré hacia él y caminé hacia atrás.
Sus ojos, aunque completamente molestos, estaban fijos en mis pechos
apenas cubiertos, antes de viajar por mi abdomen a mi cintura.

Empujé la tela por mis piernas y salí de ellos con una sorprendente
cantidad de coordinación y gracia. Contuve una sonrisa cuando Stone dio
un pequeño tirón de sus limitaciones con sus ojos puestos en mí.

¿Me dejas aquí? —exigieron sus ojos con enfado, pero me di cuenta de
que todavía estaba excitado.

Sí —No podía dejar de responder a la pregunta silenciosa. Me mordí el


labio para ocultar una sonrisa triunfante mientras alcanzaba la puerta del
baño y me volví a mostrarle mi tanga.

—Me siento sucia —ronroneé, luego le lancé un pequeño guiño que le hizo
saber que era parte del extenso juego. Sus brazos se relajaron un poco,
pero aún miraba con furor, sus ojos incitando que el cambio de juego
fuera limpio.

Rápidamente me metí en el baño y cerré la puerta, apoyándome contra


ella pesadamente y jadeando silenciosamente sin aliento. Mi cuerpo
estaba zumbando con la excitación y la anticipación y yo contaba que
Stone tenía el mismo delicioso problema. Me dirigí a la ducha y abandoné
las diminutas bragas, abriendo el agua caliente y en forma deliberada
gimiendo más fuerte de lo habitual cuando el rocío me golpeó la espalda.
Sonreí al escuchar crujir la cama y la fuerte exhalación de frustración de
Stone.

¡Esta cosa perversa era realmente divertida!

No me tardé en una ducha muy larga, Stone no era conocido por su


paciencia. Me sequé la piel y luego la hidraté a fondo, haciendo mi piel
suave como la de un bebé. Eché un vistazo a la pila de ropa interior que
había escondido allí antes y vacilé unos instantes.

—Evelyn —gruñó Stone en señal de advertencia desde la otra habitación,


obviamente molesto de que no fuera inmediatamente a él después de mi
ducha.

—Sólo me estoy vistiendo —bromeé por la puerta y escuché otro gruñido


de frustración.
—¿Por qué? —preguntó, como si vestirse fuera un crimen. No me molesté
en contestar.

Su evidente necesidad me dio la confianza para seleccionar el atuendo


atrevido. Con una nerviosa y emocionada risita, forcejeé dentro del corsé
negro de encaje y jugueteé con los pequeños lazos color rosa pastel de la
parte frontal. Después, vino el tanga a juego, abrochado a ambos lados
por cinta rosa y cubierto por una falda de liga de cordón negro.

Ansiosamente me puse mis medias negras hasta los muslos, asegurando los
tirantes en la parte superior del encaje negro. Metí mis pies en tacones de
aguja negros de aspecto letal y dejé mi cabello suelto. No hubo tiempo
para el maquillaje, así que simplemente acomodé hacia arriba mis pechos,
dando con mis caderas un meneo de calentamiento y abrí la puerta,
pavoneándome en la habitación como si no tuviera una sola
preocupación en el mundo...

En el interior, estaba temblando. Y no pude mirarlo directamente a los ojos.

No hice caso del sonido estrangulado que Stone hizo y nerviosamente


encendí velas alrededor de la habitación. Apagué la luz y fui al
reproductor de CD al lado de mi cama. Puse a sonar un buen álbum de
sexo que Candy me había dado y finalmente me atreví a mirar hacia
Stone.

Me quedé helada.

Cada músculo de su cuerpo estaba apretado y tenía un agarre de acero


en sus esposas, su pecho moviéndose lentamente, pero con enormes
respiraciones. Su mirada, anteriormente en mi cuerpo, atrapó la mía.

Era malditamente suertuda de que estuviera atado.

Algo me decía que había encendido un interruptor. Ya había hecho a


Stone salvaje y ¡ni siquiera había comenzado todavía! De repente me
preocupaba si lo que había planeado era tan buena idea después de
todo...

Cuadré mis hombros y levanté mi barbilla: No daría marcha atrás ahora. Si


a Stone le gustaba lo duro… entonces ¡Iba a dárselo bien duro! Después
de todo... ¡no me había saltado dos días de clases para nada!
Me senté a horcajadas sobre sus piernas y miré hacia abajo a él, tomando
la forma en que la suave luz de las velas bailaba por su piel, dándole a sus
músculos marcados un cálido resplandor. Una gota de sudor goteaba por
sus abdominales y yo instintivamente me incliné y la lamí con mi lengua. Los
músculos se flexionaron debajo de mi boca, pero no hizo ningún ruido. Me
senté de nuevo y mis ojos se encontraron con los suyos mientras deslizaba
el botón de sus vaqueros. Él parecía peligroso, como un león atrapado tras
las rejas, esperando a saltar sobre su captor tan pronto como fuera
liberado.

Le sonreí con descaro y lentamente bajé su cremallera, antes de


deslizarme de nuevo fuera de la cama bajando sus pantalones vaqueros
por sus pies. Me dirigí a mi escritorio y cogí un trozo de tela, colgándola de
mis dedos mientras caminaba de vuelta a la cama. Me miró cuando
alcancé su cabeza, pero yo simplemente le sonreí mientras le vendaba los
ojos y me alejé.

Según mi investigación, su sentido del tacto, el olor y el sonido debían ser


muy elevados ahora que no podía ver. Al sentir la humedad entre mis
muslos, me reí y desaté las cintas que sujetaban mi tanga. Dejé que me
escuchara arrastrar una mesa a la cama, descubriendo los instrumentos de
tortura que había colocado allí antes. Sus labios se afinaron y yo sabía que
estaba entre amando y odiando la anticipación de lo desconocido. Su
polla seguía de pie en posición vertical en su ropa interior, haciéndome
saber que todavía estaba excitado.

Me senté a horcajadas sobre sus caderas de nuevo, dejando que mi culo


se frotara contra la gruesa erección debajo de mí. Empujó contra mí y yo
lo dejé, todavía ignorado la petición en silencio por más, mientras me
inclinaba hacia adelante colgando mis bragas en su rostro, dejando al
encaje ligeramente viajar sobre sus rasgos duros en una caricia.

—¿Qué es eso? —preguntó. Su voz profunda sonaba entrecortada


mientras el encaje pasaba por su nariz.

—Adivina —le susurré.

—Encaje —espetó rápidamente, poniendo a prueba las restricciones de


sus brazos cuidadosamente.

—Mmm —estuve de acuerdo—, pero ¿de dónde viene?


Dejé que la tela pasara por su nariz de nuevo e inhaló profundamente.

—¡Joder! —gruñó en voz baja y me moví hacia adelante sobre su


estómago para que pudiera sentirme, piel con piel. Así él sabría que la
tanga era el único elemento que me había quitado.

Tiró con más fuerza del metal, pero respiró hondo y se quedó inmóvil.
Revisé sus restricciones preocupada, asegurándome de que no le
estuvieran dañando mucho. Sus muñecas estaban un poco rojas por su
lucha, así que calmé el área alrededor de ella con mi lengua, presionando
suaves besos sobre sus antebrazos mientras mis pechos cubiertos de encaje
refregaban por su cara y mis muslos con medias se frotaban contra su
torso. Sus dedos intentaron deslizarse en mi cabello, pero lo evité,
desplazándome hacia abajo de nuevo por su cuerpo, dejando que la tela
de mi ropa interior raspara contra él bruscamente, mientras mi boca y las
manos calmaban la ligera quemadura.

—Deja de provocarme —gruñó Stone mientras mi muslo presionó contra su


erección por un momento, y luego me salí.

Me reí y sacudí la cabeza contra su pecho, dejando que mi pelo le hiciera


cosquillas.

—Ni siquiera he comenzado —le susurré.

Su gruñido era más fuerte esta vez,

—Vas a quemarte Evelyn...

Sonreí. Estaba en lo cierto. Estaba jugando con fuego... y me encantaba.


Mi confianza saltó a otra categoría, así que cogí mi primer instrumento de
tortura de la mesa. Una pluma larga y azul.

Empecé en sus brazos, haciendo cosquillas ligeramente desde sus manos


hasta la axila. Stone trató de tirar de su brazo fuera del camino, su cuerpo
se crispaba en todo el camino hasta sus flexionados dedos de los pies.
Moví la pluma a su cuello y luego hacia abajo a su pecho, haciéndole
cosquillas muy lentamente y deleitándome de la piel de gallina que
comenzó a aparecer en su piel. La pluma cosquilleaba al lado de carne
sensible y él trató de darme vuelta con sus caderas. Yo lo pinché y
abofeteé su estómago en un golpe seco que hizo eco entre nosotros
mientras su cuerpo tiraba por la fuerte sensación repentina.
—Lo siento —le susurré a pesar de que sabía que no le había hecho daño.
Me incliné y dejé suaves besos sobre la marca roja, removiendo mi lengua
sobre ella lo más suave posible y dándole un nuevo conjunto de
hormigueos que soportar.

Decidí omitir sus piernas, sabiendo que pasar la pluma sobre ellas sería
demasiado para él.

En lugar de ello, usé mis labios con suaves piquitos, dejando que el encaje
se frotara contra él, también mi pelo, mientras besaba desde el fondo de
su ropa interior hasta la rodilla izquierda, y luego me devolvía por su muslo
mientras provocaba su pantorrilla con los dedos de una mano. Repetí el
procedimiento en el otro lado, deleitándome del áspero tacto de sus
músculos de las piernas, músculos que nunca habían tenido la oportunidad
de explorar a fondo antes.

Increíblemente, me puse más mojada, el perfume probablemente,


viajando por todo el camino de Stone, que respiraba profundo tratando
visiblemente de relajarse.

Me arrastré hacia atrás de su cuerpo y examiné los elementos de la mesa.


Decidí omitirlos, la mayoría de ellos eran mucho más perversos de lo que
estaba pensando conseguir. Me hice espacio en la mesa y luego salí de la
cama, haciendo que Stone tratara de incorporarse. Su cabeza se volvió
para seguir el sonido de mis pasos en frustración, así que rápidamente
comencé los preparativos para la segunda etapa.

Giré la llave, llenando el hervidor de agua y haciendo a Stone saltar un


poco, y luego temblar al oír el hervidor de agua comenzar a hervir.

—¿Qué estás haciendo? —exigió.

—Haciéndome un aperitivo —le dije con una risita.

Hizo una pausa durante unos latidos del corazón y luego gruñó.

—¿Estás jodiéndome?

—Todavía no —le respondí.

Murmuró unas palabras en voz baja, pero cambió su atención a patear


sus vaqueros para sacarlos de alrededor de los tobillos. El hervidor se
apagó, así que acabé mis preparativos y me moví al lado de la cama. Las
fosas nasales de Stone se encendieron mientras tomaba los olores y me
apresuré a coger un hielo de la bandeja de la sección de congelados de
mi mini-nevera. Los metí en un bol, ahogando una risa cuando Stone
sacudió su cabeza y la giró al oír el ruido.

—¿Preocupado? —le susurré mientras me movía de nuevo a la cama. Su


labio se torció en una esquina en una media sonrisa y negó con la
cabeza—. Mentiroso —Me reí.

Su sonrisa se hizo más grande.

—Tal vez un poco.

Bien.

Cogí un cubo de hielo y le di una rápida chupada para que no se pegara


a su piel. Empezando en su rostro, lo arrastré hacia abajo a la fuerte cresta
de su nariz y a través del hueso de su mejilla, amando la fuerte corriente de
aire que tomo. Él gimió, su cara retorciéndose un poco como anticipando
que significaba lo que iba a obtener con el hielo y el chocolate caliente
que probablemente podría oler. Deslicé el cubo sobre sus labios y me tomó
por sorpresa abriendo su boca y robando el cubo, crujiendo entre sus
dientes con una sonrisa de suficiencia.

Mis ojos se estrecharon y apreté mis labios a los suyos, besándolo


profundamente mientras él gemía y robaba de vuelta fragmentos de hielo
con mi lengua. Salté a su cuello y me aferré a su pezón en castigo,
oyéndolo gritar mientras ponía hielo sobre la tensa carne rosada y
chupando con mis labios fríos.
La espalda de Stone arqueó un poco y sentí sus muslos tensos debajo de
mí, como si fuera a tirarme lejos.

Me retiré con aire de suficiencia y cogí otro cubo, volviendo a su cuello y


continuando mi lento testeo por su cuerpo. Cuando llegué a la cintura de
su ropa interior, dejé que las últimas gotas del hielo se deslizaran abajo y
adentro. Él protestó y se resistió un poco, así que rápidamente tiré los bóxer
hacia abajo y agarré otro cubo.

Él se quedó quieto. Ni siquiera su pecho se movía, no parecía estar


respirando mientras masticaba ruidosamente un cubito de hielo entre mis
dientes. Su polla se sacudió, pero todo lo demás se quedó completamente
inmóvil mientras esperaba.
Mi estómago bailó con entusiasmo mientras bajaba la cabeza y lamía la
parte inferior de su polla.

Él tomo una inmensa bocanada de aire y todo su cuerpo se sacudió. Tomé


su gruesa y goteante cabeza en mi boca y lentamente revolví el hielo
picado.
—¡Maldición! —exclamó en un mero susurro de una respiración.

Tomé más, jugué más, dejando que su larga y dura erección se volviera
resbalosa y fría con la combinación de mi saliva, el hielo derretido, y su pre-
eyaculación.

Cuando el cubito de hielo estaba completamente derretido, tomé un gran


sorbo de mi chocolate caliente, tragando un poco, y luego revolviendo el
resto al alrededor de mi boca, calentando mi lengua. Tragué de nuevo y
tomé un sorbo fresco, manteniendo cálido, pero no hirviendo el líquido en
mi boca mientras cuidadosamente sellaba mis labios sobre él y lo tomé tan
profundo como pude.

—¡Ahhh demonios! —gimió Stone, tratando suavemente de empujar a sí


mismo más hondo en el calor de mi boca.

Me tragué la mayor parte del líquido y puse un poco del líquido caliente
desde la base hasta la punta.
... y luego cambié de nuevo al hielo.

—¡Evelyn! —gruñó Stone en advertencia mientras poco a poco lo torturaba


de nuevo.

Quería deslizar el hielo en su fresca polla y ver lo que se siente... ver cómo
le gustaba el extra calor de mi cuerpo después del hielo. Pero sabía que no
podía. Eché un vistazo a los condones en la mesa y me pregunté si podría
sentir el hielo a través de uno de ellos...
Primero necesitaba calentarlo.

Calenté mi boca con el chocolate caliente de nuevo y me incliné para


chuparlo. Resbalé un poco y el líquido se derramó libre por su longitud
mientras que chupaba la cabeza.

Tiró y silbó y de repente quería ver sus ojos, quería dejar que me viera.
Extendí la mano y tiré aflojando la venda, haciéndole ver como lamía las
gotas calientes y lo tomaba profundo en mi boca.
La cama se sacudió debajo de mí y hubo un gran estruendo cuando Stone
se liberó de las restricciones de metal.

Me senté con alarma con mis ojos abiertos y mi mandíbula caída mientras
él me alcanzaba con un gruñido, agarrándome por la cintura y
poniéndome en mi espalda debajo de él. Mi respiración venía en cortas,
pero agudas bocanadas, mientras me esforzaba por calmar mi acelerado
corazón. Estaba más que excitada, aunque ligeramente asustada cuando
abrió un condón con los dientes y me inmovilizó con una mano mientras se
enfundaba a sí mismo.

Empujó mis piernas para abrirlas, y empujó un dedo en mí, comprobando


rápidamente mi disposición, antes de sumirse directo y llenarme
profundamente.
Grité.

No me había hecho daño, pero Dios, me sentí completa y la adrenalina se


encendió a través de mi cuerpo. Se quedó inmóvil, por un segundo, pero
me sacudí debajo de él, haciéndole saber que estaba excitada y no
adolorida. Se detuvo aguantando atrás.

Golpeó en mí, duro y rápido, con las manos fijando las mías por encima de
mi cabeza. Yo todavía iba en lencería, mis tacones altos rebotando en el
aire al ritmo de sus embestidas.

Envolví mis piernas alrededor de él agarrándolo con fuerza mientras la


velocidad de Stone aumentaba. Ya estaba lista para correrme con él,
amando este lado feroz y salvaje al que le había llevado.

—Ahora Grant —le rogué y se perdió, llevándome con él mientras


enterraba su cara en mi cuello gimiendo entrecortadamente, su voz
quebrada por cada tirón incontrolable de su cuerpo. Di un grito ahogado
buscando respiración mientras sus manos se aflojaron de las mías y estiraba
mis brazos alrededor de él, agarrándolo firmemente mientras trataba de
calmar la aún furiosa adrenalina y despejar mi cabeza.
—¿Estás bien? —le susurré.
Su jadeante y sorprendida risa me deleitó y un frío sudor goteó mi cuello.
—¿Lo estás tú? —Se las arregló para decir finalmente.

—Más que bien —murmuré en su hombro, sintiéndome vulnerable ahora y


con ganas de acurrucarme más cerca.
Él rodó sobre su espalda, llevándome con él mientras se retiraba con
cuidado de mi cuerpo y arrojaba el condón usado a la papelera.
—¿Te gustó? —tartamudeé conscientemente.
Él se rio y me enganchó a su cuerpo durante un largo beso.

—Increíble —gruñó contra mis labios, besándome suavemente de nuevo,


antes de añadir—, pero tal vez no todos los días —Lo miré con curiosidad y
él levantó una ceja, todavía jadeante—, no creo que mi cuerpo pueda
sobrevivir.

Me sonrojé y reí un poco, escabulléndome hacia abajo de su cuerpo para


acurrucarme contra su todavía agitado pecho. De repente me acordé de
sus muñecas.

—No puedo creer que te liberaras —le susurré con asombro,


incorporándome para acariciar las marcas rojas alrededor de sus
muñecas—. No eran de plástico.

Sus ojos plateados se encontraron con los míos, la intención enfocada en


ellos, me hizo sonrojar cuando me di cuenta de lo loco que lo había
puesto... y luego me molesté cuando me di cuenta de que había podido
liberarse en cualquier momento.

No es de extrañar que estuviera de acuerdo con tanta facilidad —Una


parte de mí se quejó, pero simplemente me acurruqué contra su costado y
me quedé dormida, sin siquiera molestarme en quitarme los zapatos de
tacón alto.
Capítulo 27
tone y yo tuvimos un fin de semana tranquilo mientras los otros

S regresaban a Sydney para el baile. La siguiente semana fue agitada


también mientras trataba de hacer cada pedacito de estudio y
trabajos asignados que pudiese antes de ir a Jenny‘s el fin de semana.
Stone no había intentado pagarme todavía, y yo me estaba poniendo
ansiosa con la espera, mis sueños estaban plagados de un escenario tras
otro. ¿Lo haríamos este fin de semana? Él no me dijo exactamente que me
devolvería el favor, pero sabía que, después de haberlo atado y
torturado… Stone querría tener su propia diversión. Me estremecí. Stone
tenía más experiencia que yo… ¿simplemente qué tendría planeado?

Candy gimió cuando se dejó caer en la cama junto a mí.

—¡No puedo creer que todos ustedes se vayan lejos este fin de semana y
me dejen aquí sin nada que hacer! —Se quejó con un mohín.

Levanté una ceja.

—Seguramente Mason y tú encontrarán algo que hacer…

Candy sonrió y negó con la cabeza hacia mí.

—Eres una chica mala, señorita Vine.

—Me has enseñado bien —reí, apoyando mi cabeza en su hombro y


cerrando los ojos.

—¿Cómo están las cosas con Stone? —Candy me preguntó en voz baja.

Me encogí de hombros, no segura de cómo responder.

—Bien, supongo...

Me sacó la lengua.

—¿Sólo agradable?

—Bueno —le susurré—. El sexo es increíble.


Ella se rio durante unos segundos, antes fruncir el ceño hacia mí
pensativamente.

—¿Cómo está todo los demás?

—¿Qué más? —le susurré con incertidumbre—. Eso es todo lo que hay.

—¿No habláis? ¿Os abrazáis? ¿No hacéis cosas no sexuales juntos?

—¿Stone habla? —le dije levantando una ceja.

Sus labios se movieron.

—Buen punto.

Suspiré.

—Las caricias son agradables —admití—, pero no hacemos mucho fuera


de la habitación, excepto cuando me retiene posesivamente en el club.

—¿Has probado arrimarte a él en público? —preguntó a sabiendas.

Me sonrojé.

—No —Stone y yo lo sustituimos por miradas.

—Stone nunca me ha parecido del tipo sensiblero —dijo Candy


lentamente—. Sobre todo si está rodeado de otras personas.

Asentí.

—¿Qué hay con las actividades no sexuales? —preguntó con curiosidad.

Me encogí de hombros.

—Hacemos nuestros deberes al mismo tiempo, dormimos juntos, corremos


en las mañanas, vamos a los clubes...

—¿Alguna vez habéis salido, sólo vosotros dos?

—¿Qué, como en una cita? —Arrugué mi rostro—. No.

—Mmm —Candy dijo rotundamente, entonces me sonrió y se trasladó a su


propia cama—. ¿Has hablado acerca de tu familia?

Negué con la cabeza y me levanté para apagar la luz.

—No ha salido a colación —le dije con un bostezo.

—Entonces toca el tema —Candy sugirió en voz baja.


—Tal vez lo haga —le dije medio dormida—. Buenas noches.

—Buenas noches.

Cuando me desperté a la mañana siguiente, encontrándome envuelta en


los brazos de Stone. Obviamente había entrado mientras yo dormía. Me
acurruqué contra él y jadeé suavemente cuando me di cuenta de que
sólo llevaba calzoncillos. Después de haber dormido tanto tiempo con él
completamente vestido, todavía no me acostumbraba al lado de su
cuerpo desnudo. Extendiendo mis dedos, comencé a explorar la cálida
suave carne de su pecho, descubriendo lo suave que era, deleitándome
en la deliciosa sensación del olor del pelo de ahí. Jugué con sus pezones,
puse a prueba la fuerza de los músculos de sus brazos y se deslicé mi muslo
desnudo contra la tela satinada de sus boxeadores y algo duro comenzó a
crecer dentro. Por lo general usa unos sexys bóxer Calvin Klein, pero hoy
llevaba unos negros satinados… y eran incluso mucho más sexis. Se sentían
malditamente ricos también.

Deslicé mi mano para sentir mejor a través de la suave tela, furtivamente,


pero salté de sorpresa cuando la mano de Stone se deslizó por la parte de
atrás de mis pantalones cortos de dormir para cogerme el trasero. Estaba
despierto. Me puso un poquito más cerca, aplastando mi mano entre
nosotros, así como él dio un codazo a mi pierna sobre su cadera. Presionó
besos de luz en mi frente y me estremecí, liberando suavemente mi mano
para deslizar mi brazo alrededor de él y abrazarlo más estrechamente.

—Mmm —No pude dejar de ronronear mientras me retorcía más cerca.

Sentí la risa de Stone vibrar a través de su pecho, pero el sonido bajo


profundo, era aún mejor.

La alarma de su teléfono interrumpió nuestra paz, el estridente sonido


resonaba molestamente en la tranquila habitación.

Candy gimió al otro extremo del cuarto y se apretujó contra su cabeza una
almohada a la vez que Stone apagaba la alarma sobre mí.

—Es hora de irnos —dijo picoteando mi mejilla y el saliendo de la cama


para ponerse los pantalones vaqueros. Pillé a Candy mirándolo a
escondidas por debajo de la almohada y le lancé una mirada. Ella me
sonrió y se dio la vuelta para quedar de frente a la pared.

Me senté con cansancio y le parpadeé a Stone.


¿Ir a dónde?

Ah, claro, a casa de Jenny.

Me arrastré de la cama y me dirigí a la ducha, decepcionada de que


Stone ya se hubiera ido en dirección a la ducha de su propia habitación.

Habría compartido la mía —pensé malhumorada.

Me detuve y me enfurruñé ante mi reflejo en el espejo del baño. Me


estaba poniendo demasiada apegada. Demasiado posesiva. Demasiado
vulnerable. Esto era sexo, nada más, y tenía que recordar eso.

Suspiré y dejé caer mi frente contra el frío cristal. Era condenadamente


difícil recordar eso cuando Stone me sostenía de la manera que lo hizo
esta mañana.

Me enderecé y forcé una sonrisa en mi reflejo.

Diviértete Evie —le dije a mi desaliñado reflejo—. Mientras dure...

Tomamos el auto de Stone y la furgoneta de la banda para salir a casa de


Jenny. Me senté en la parte delantera con Stone, mientras que Fredi, Briar y
Jamie se sentaban en la parte trasera. Donny y Alec montaron en la
furgoneta, junto a Mary, la nueva novia de Alec (sí, finalmente descubrí su
nombre). Briar no había traído Dean y parecía que habían vuelto a
terminar.

Jenny nos recibió en la puerta y saludó a todos con entusiasmo. Donny la


miró brevemente, antes de darle una pequeña sonrisa y besarla en la
mejilla. El resplandor regresó cuando Fredi se subió a la parte trasera de la
bici del patio de Jenny y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Jen.
Nos metimos de nuevo en los coches y condujimos hasta la casa, algo
incoherente grande con un gran porche y un gran tanque de agua al
lado.

En el interior, la casa era sorprendentemente fresco a pesar del calor


primaveral del mediodía. El mobiliario estaba hecho de madera maciza de
roble y cuero suave, de color marrón. Una chimenea de pie contra una
pared de ladrillo rojo y la cocina era de la vieja escuela, pero, obviamente,
bien mantenida. Los pisos de madera crujían cuando entramos a la gran
casa y Jenny nos enseñó nuestras habitaciones.
—Hay cinco dormitorios de invitados aquí abajo —nos dijo—. Y mis
habitaciones están arriba.

—Todos los demás acamparán afuera en la barraca —añadió con una


sonrisa, abriendo la primera puerta.

—Nos quedamos esta —dijo Alec rápidamente, empujando suavemente a


Mary hacia adelante y haciendo malabares con la maleta grande que
había empacado. Cerró la puerta suavemente detrás de ellos.

Stone marchó rápidamente a la siguiente puerta y tiró nuestras cosas en la


cama. Jenny se rio y negó con la cabeza, mirando a Briar, Jamie, Donny y
Fredi.

—Tengo todavía tres habitaciones —dijo especulativamente—. Fredi, estás


invitada a dormir arriba conmigo.

Fredi le devolvió la sonrisa y Donny frunció el ceño.

—¡Genial! —dijo Jamie—. ¡Eso nos deja una habitación para cada uno! No
sé Bri y Don... pero yo estoy buscando tener suerte esta noche.

Briar fulminó a la puerta de Alec por un momento, antes de recoger su


propia maleta pesada y tomar la habitación al otro lado de ella.

Donny irrumpió en su habitación también y Fredi se estremeció cuando él


cerró la puerta. Jamie, tan ajeno como siempre, dio una palmada con
entusiasmo.

»Entonces, ¿qué haremos esta tarde?

Jenny le sonrió y levantó una ceja.

—¿Qué es lo que quieres hacer?

Jamie le devolvió la sonrisa y levantó su propia ceja.

—¿Qué más? ¿Dónde están las motos?

—¿Motos? —Cambié notablemente, de repente más interesada en el fin


de semana—. ¿Moto cross?

Me sonrió con sorpresa en sus ojos y asintió.

—Jenny ha establecido un camino de tierra y un cobertizo lleno de


recambios —me dijo—. ¿Quieres venir a ver?
¿Mirar? Mentalmente burlé, pero poco a poco negué con la cabeza.

—Me gustaría probar una moto —dije en voz baja, al tiempo que Stone
volvió a aparecer en nuestra puerta, frunciendo el ceño. Obviamente
esperaba que me diera prisa para entrar en la habitación con él, pero yo
quería ser una invitada cortés.

—¿Queréis ir a la pista? —Jenny preguntó a Fredi, tomándola de la mano,


a la vez que la mía.

—¡Diablos sí! —Fredi respondió, lanzando su brazo alrededor de Jenny y


Jamie tirando de ella mientras se dirigía por el pasillo—. ¿Stone, vienes?

Lo miré a la vez que Jenny me arrastraba con ella, con la esperanza de


que saliera también. Debió de ver mi entusiasmo, porque se rio y cerró la
puerta, dando grandes pasos para alcanzarnos y arrebatarme de las
manos de Jenny.

Mis ojos se abrieron al ver el tamaño del almacén de motos. Claro, que
había estado anteriormente en propiedades, e incluso había estado en
algunos establos, pero nunca había visto uno dedicado completamente a
las motos y a las cuatro ruedas. Había estantes y estantes de partes y
productos de mantenimiento y aún más estantes y armarios llenos de
cascos y equipos de protección.

Había evitado hoy los pantalones vaqueros debido al clima cálido, pero
mis pies resguardados dentro de mis botas de montaña marrón. Mis
pantalones cortos de mezclilla negros no se mancharían con el polvo rojo
del desierto y la suciedad, pero no me daban ninguna protección si me
caía de la bici.

El moto cross era una de las cosas que mis hermanos mayores me habían
prohibido hacer. Era demasiado peligroso para mí. Yo era demasiado
frágil, demasiado delicada y femenina. Mentalmente bufé. Ellos no sabían
que Cooper me había sacado para enseñarme cómo montar. Claro, él
venía conmigo, pero había dedicado un motón de horas por varios fines
de semana a enseñarme antes de irse a casa. Luego, una vez que los
trillizos y yo llegamos a la secundaria, me dejaron la etiqueta junto a la
pista con ellos, siempre y cuando no le dijera nada a Paul o a los otros.
Caminé a través de las islas de las máquinas, en busca de una moto de mi
gusto. Ya tenía un casco bajo el brazo y Jenny y Fredi se cernieron cerca
de un cuatriciclo con sus propios cascos.

Stone agarró el cuatriciclo más cercano y se puso un casco en la cabeza,


se bajó la visera y no se molestó en ponerse una chaqueta. Fue más difícil
salir de los cuatriciclos. Jamie iba vestido de verde brillante y agarró una
moto a juego. Ahogué una risa por el color coordinado y me puse un
casco en mi cabeza.

—Date prisa y salta detrás de Stone —me dijo dando una patada en el
suelo para comenzar a arrancar su moto. Rodé los ojos y agarré una moto
rosa fuerte que parecía adecuada para mi tamaño y rápidamente la llevé
hacia la salida cercana. Apreté el paso a la vez que Stone se bajaba de su
cuatriciclo y Jenny comenzaba a decir algo. Con soltura, bajé el visor,
pasé la pierna sobre el asiento y pateé para que la poderosa bestia
debajo de mí arrancara. Le sonreí Jamie en desafío y salí a toda velocidad
por la puerta.

—Evelyn —escuché el grito de Stone, inclusive Fredi me llamó alarmada.

Jamie estaba justo detrás de mí, sin embargo y me reí a la vez que
golpeaba la pista, tomé la primera curva un poco demasiado rápido y fui
golpeada por algunas rocas sueltas mientras me inclinaba con la moto. Me
estremecí, deseando haberme tomado el tiempo para cubrirme
correctamente.

Jamie había ralentizado en la esquina, pero ahora acelerando,


ganándome. Dejé que me alcanzara, subiendo mi visera a la vez que él y
sonriendo por su sorpresa, pero emocionada expresión.

—¿Estás loca? —gritó por encima del rugido de los motores, la risa
suavizando su arrebato.

Le reí en respuesta y, sin contestar, bajé mi visera y tomé la siguiente


esquina con un poco más de cuidado, permitiéndole total protección a
Jamie pasarme a la vez que giraba tan rápido que casi tocó el suelo. Me
reí con reconocimiento. Él era bueno. Vi los saltos adelante y aceleré con
cuidado, alcanzando a Jamie mientras este desaceleraba ligeramente
para dar el primer salto.

Yo no disminuí.
Aceleré, volando sobre el primer golpe y disfrutando de la sensación de
libertad a la vez que me elevaba a través del aire, de pie mientras volaba
de la parte superior y luego doblando las rodillas para absorber el impacto
cuando aterricé. Jamie aterrizó detrás de mí y aumentó la velocidad para
ponerse al día conmigo, negando con la cabeza un poco cuando nos
acercamos a un sector de pequeñas lomas.

Impresionante.

Esta vez lo hice un poco lento, pero aún tomando los golpes rápido,
saltando de una a la otra como un esquiador olímpico. Jamie seguía a mi
lado, y cuando volví la cabeza, vi a Stone y a las chicas tomando la loma.
Sonreí de nuevo.

No había manera de que nos alcanzaran.

Nos fuimos en unos cuantos golpes, rápido y fácil, con Jamie haciendo
algunos trucos para lucirse.

Al carecer de fuerza, nunca había sido capaz de hacer trucos antes,


especialmente con la pequeña cantidad de altura que estos saltos
tomaban.

Pero ahora...

Yo era fuerte, estaba muy en forma... y había un enorme salto en el


extremo.

Mi cuerpo se estremeció en anticipación mientras que comencé a tomar


los saltos más rápido, ganando velocidad en un tramo recto mientras salía
disparada hacia el último salto. Jamie estaba allí conmigo. Alzó su visera
de nuevo, ignorando el polvo en su cara mientras me lanzaba una mirada
de preocupación, tanto como cuestionamiento como de advertencia
para que me tomara la siguiente con tranquilidad.

La emoción me recorrió mientras miraba lejos de él y aumenté la


velocidad al máximo. Jamie no aceleró.

—¡Evie! —Fredi y Jenny gritaron en pos de mí, pero no les escuché. Quería
volar.

Me lancé por encima del montículo y estuve suspendida en el aire. Usé mis
brazos, las piernas y los músculos del torso, y giré la moto en un círculo
completo, casi sobre-rotación, pero corrigiendo justo a tiempo para
golpear la tierra en la posición correcta. Solté lentamente el aire en mi
aterrizaje y me tambaleé la moto que todavía iba rápido a la vez que
apretaba más mi agarre en las manijas y controlaba el desenfreno de la
dirección, frenando simultáneamente, inclusive cuando escuché a Jamie
venir de golpe detrás de mí. Perdí el control y mientras una piedra me
golpeaba al final de la pista y la moto viró y cayó, aterrizando sobre mi
trasero en el duro y caliente suelo. No estaba mal herida, sólo un poco
arañada. Negué por la adrenalina y me eché a reír con euforia, abrumada
por el hecho de que me había salido el truco.

¡Tenía que decirle a Jake! ¡Y a Cooper!

Hice una mueca. Pero tal vez debería dejar fuera el hecho de que no tenía
puestos los guantes de montar.

Vi a Jamie saltar de su bicicleta y correr hacia mí, al igual que Stone, Fredi
y Jenny saltando a toda velocidad.

—Mierda, chica. ¿Estás bien? —preguntó Jamie con una amplia sonrisa,
pero había preocupación en sus ojos mientras pasaba una mano sobre mis
piernas desnudas.

Lo siguiente que supe fue que Stone estaba empujando a Jamie más o
menos fuera del camino y suavemente tirando de mi casco. Tragué
nerviosamente ante su fiera expresión mientras examinaba mi cuerpo, su
ceño cada vez peor mientras veía mis arañazos y rozaduras. Abrí la boca
para decirle que estaba bien, pero me encontré echada al hombro como
un saco de harina.

—¡Grant! —protesté.

—Evie ¿estás bien? —Fredi preguntó con el ceño fruncido, corriendo tras
Stone para mantener el paso.

Asentí con la cabeza.

¡Ese truco fue tremendo, por cierto!

—Jamie gritó detrás de mí y Stone le lanzó una mirada, incluso cuando yo


le alzaba el dedo pulgar a Jaime en forma de aprobación a escondidas.
Él se rio y Stone se marchó, poniéndome brevemente en el suelo para subir
a su cuatriciclo. Señaló el asiento detrás de él imperiosamente, sin siquiera
mirarme.
Molesta, me mantuve firme, cruzando los brazos sobre el pecho.

—¿Quién va a tomar mi moto para regresarla entonces?

Sus ojos se dispararon hacia los míos y la orden en ellos era tan intensa que
chillé alarmada y me apuré para subirme tras él, agarrando
tentativamente su camisa. Puso mis manos a su alrededor y entonces
emprendimos el viaje de regreso a la casa a un ritmo rápido, evitando el
terreno accidentado de la pista.

Los músculos de su espalda estaban apretados y su postura rígida mientras


que recorríamos en silencio.

Él estaba muy cabreado. Ups.


Capítulo 28
tone se bajó primero del cuatriciclo, elevándome por el aire consigo

S otra vez, antes de que tuviera tiempo de desmontar. Caminó con


ferocidad hacia nuestra habitación, me dejó suavemente en la cama
y luego abandonó el cuarto. Un momento más tarde irrumpió de nuevo
con un botiquín de primeros auxilios y rodé mis ojos. Vio el movimiento y
me miró aireadamente, sacando una crema antibiótica y frotándola
brutalmente sobre uno de mis muchos cortes y rasguños.

Bien, tal vez él no era especialmente rudo… solamente picaba como una
perra.

Silbé del dolor, pero agarré las sabanas debajo de mí y apreté mis dientes.
Yo no era tan delicada como todo el mundo pensaba. No iba a gritar
como un bebé por unos cortes y un poco de crema. No hice ningún otro
sonido cuando Stone terminó con mis piernas y comenzó con los brazos.
Sus manos temblaron por el esfuerzo de ser amable conmigo... Cuando
claramente él estaba lo bastante enojado como para sacudirme. Quería
tranquilizarlo de que estaba bien… Pero a la pequeña Evie Vine no le
habían crecido las suficientes bolas para hablar mientras Stone estaba
enfurecido.

Silenciosamente, tapó la crema y la colocó de nuevo en el botiquín,


sacando las tiras adhesivas o curitas para luego colocarlas sobre cualquier
corte que todavía sangrara. Lentamente, pasó las manos sobre mis piernas
lesionadas, deteniéndose en el dobladillo de mis pantalones cortos y
finalmente inclinó un poco su cabeza para mirarme a los ojos. Me encogí
visiblemente por su mirada agresiva.

¿En qué mierda estabas pensando? —Me reprendieron sus ojos.

Exhalé despacio, nerviosamente y junté coraje.

—Lo siento —susurré—. Debería haber llevado más protección… Y debería


haberte dejado saber que tenía experiencia. No pretendía asustarte.
Esperaba que él me gritara, pero desde luego, eso requería una larga
cadena de palabras…

En cambio, solamente gruñó y sacudió su cabeza. Besó ligeramente mi


frente, pero todavía podía sentir su enojo y… ¿Miedo? Irradiando de él.

Se acostó sobre la cama arrastrándome con él.

—Pero... —chillé una débil protesta—, ¿no deberíamos volver a juntarnos


con los demás?

—No.

—Pero…

—Tú ya tuviste suficiente por un día —dijo firmemente cerrando sus ojos y
dándome un apretón.

—¿Discúlpame?!

Parpadeé hacia él, indignada de que me ordenara de esa manera.

—¿Así que sólo vamos a holgazanear por el resto de nuestra estadía? —


pregunté con incredulidad.

Me frunció el ceño, con sus ojos todavía cerrados y sin volver la cabeza.

—Fiesta esta noche. Voy a tocar. Espera con Bri —Eso sonó más como una
orden en lugar a una útil sugerencia. Hizo una pausa, y luego agregó
firmemente—: No bebas —Ahogué un resoplido de frustración y abrí la
boca para protestar por su autoritarismo. Cortándome continúo—: Solo
toma refrescos sin abrir.

Hice una pausa esta vez y lo consideré. Nosotros íbamos a la fiesta de una
amiga, ¿verdad? En la casa de ella, con Stone cuidándome.

Los ojos de Stone se abrieron, estudiando mi cara.

»No confío en los amigos de Jenny —explicó—. Y la propiedad es enorme.

Bastante justo. ¡Pero puedo cuidar de mi misma!

—No bebas —dijo más enérgicamente esta vez.

Suspiré por dentro.

—Bien —murmuré girando sobre mí misma lejos de él, luego abrí los ojos de
par en par cuando se enroscó detrás de mí y me sostuvo cerca de él.
Eventualmente me quedé dormida, porque me desperté en la oscuridad,
con Briar sobre mí.

—Te despertaste al fin —dijo con una sonrisa, sus rizos rubios cayendo sobre
mi rostro.

—¿Qué hora es? —pregunté preocupada, tratando de escuchar el sonido


de la banda tocando.

—Las siete —contestó saltando sobre la cama y con entusiasmo abriendo


mi bolso—. Necesitas darte prisa y prepararte. La barbacoa de Jenny ya
comenzó y ya han llegado todos los invitados.

Me apresuré a salir de la cama y miré el conjunto que Briar estaba


colocando sobre la cama. Negué con la cabeza. No iba a usar tacones y
minifalda sobre el suelo de tierra. Stone entró antes de que pudiera
expresar mi protesta, el agua corría por su pecho desnudo, vestido solo
con unos sexys vaqueros y una toalla sobre sus amplios hombros. Olía
divino. Lucía malditamente comestible. Sus ojos se centraron en la
minifalda y los tacones casi inmediatamente.

—No —dijo sin dejar lugar a ninguna réplica. Lanzó su toalla sobre la cama,
agarró una camisa blanca, limpia, de una silla y me sacudió un par de
botas negras—. Ponte esto —ordenó y luego se fue.

Sin sonrisa. Sin beso o comentario travieso.

Gruñí bajo y largo tiempo. Ya estaba realmente harta de que me dijeran lo


que hacer. Esta fue la razón por la que no había querido salir con Stone.
Demonios, ni siquiera estábamos saliendo y él me trataba como un perro
faldero!

Los ojos cautelosos de Briar, se encontraron con los míos y se abrieron con
sorpresa al descubrir, una furia obvia en ellos. Abría y cerraba la boca, y
por primera vez desde que la conocí, parecía insegura en cuanto a qué
hacer.

Sonreí de repente. Él había ordenado que llevara botas, pero no había


mencionado nada más. Con determinación, agarré la minifalda, una
camiseta ajustada que Briar recientemente me había comprado y salí de
la habitación, en dirección a la ducha.

—¿Qué hay de la ropa interior?!! —gritó detrás de mí.


—No voy a llevar nada —gruñí.

Cuando salí del baño, Briar era toda sonrisas de nuevo.

—¿Qué? —Levantando la barbilla, pregunté en voz baja. Su sonrisa se


ensanchó, pero negó con la cabeza, llevándome por el pasillo para que
pudiéramos reunirnos con los otros.

Me detuve y me moví incómoda cuando me di cuenta de cuánta gente


había aparecido. Más de un centenar de personas cubrían el área de
entretenimiento, múltiples barbacoas chisporroteando y cerveza fluyendo
de varios barriles libremente. Había heladeras portátiles por todas partes y
una nube de humo pendía por encima de la multitud, y no todo era
tabaco. Yo estaba híper consciente de no llevar bragas, la tela suelta y
elástica de la minifalda rozaba suavemente contra mi culo desnudo. Mis
pechos se sacudían mientras tomaba unos pocos pasos hacia adelante y
me sonrojé.

Gran idea, Evelyn. ¡Hacer algo solo porque estas enojada!

Sin embargo Briar, no me dio mucho tiempo para parar. Nos dirigió con
entusiasmo hacia un grupo de chicos, y arrojando un brazo a mi alrededor,
me presentó como la novia de Stone. Me miraron lascivamente,
observando desde mis largas piernas hasta la forma en que la camiseta se
adhería a mi busto. De pronto recordé las palabras de Stone acerca de no
confiar en los amigos de Jenny y me encontré de acuerdo con aquello.
Bajé la mirada a mis botas y cambié mi peso de pie.

—Hola —murmuré suavemente cuando Briar comenzó a decirme sus


nombres.

—Ey —murmuró el chico más cercano a mí, en lo que creo que se suponía
que era un tono seductor. Pasó un dedo por mi brazo, se me puso la piel
de gallina y me estremecí con inquietud. Él sonrió y se acercó aún más,
confundiendo mi malestar con atracción.

Briar me acercó a ella, aun cuando instintivamente me alejé de él.

—Recuerda, ella es de Stone —dijo Briar riéndose, aunque había una


advertencia en su voz.

Él rio en silencio y le guiñó juguetonamente un ojo a Briar.


—No veo a Stone por ninguna parte —dijo extendiendo la mano para
acariciar mi pelo. Los otros se rieron, algunos lanzaron sus propios
comentarios groseros.

—Eres un maldito estúpido entonces —dijo una voz profunda y divertida


detrás de nosotros. Los chicos saltaron en alarma, pero era Donny el que
estaba detrás nuestro, tomando tranquilamente una calada de un
cigarrillo.

—Don —respiré con alivio, enganchando mi brazo con el de él y


acercándome todo lo que pude.

Me dio una palmadita en la cadera tranquilizadora y le tendió la mano a


Bri.

—Vamos a comer algo antes de empezar a tocar —nos dijo alejándonos


de los chicos. Ellos gimieron y silbaron en señal de protesta, pero Donny
simplemente chocó su hombro con el suyo.

—Perdón, obviamente ya están borrachos —me susurró Briar.

Donny resopló.

—Ellos sobrios son estúpidos.

Nos dejó en la mesa de la comida, donde empujamos nuestros pequeños


cuerpos a través de una multitud hambrienta. Apresurándonos tratando de
llenar nuestros platos y salir cuanto antes de allí. Stone plantó su gran
cuerpo entre Briar y yo, apilando la comida en nuestros platos de papel.

—Gracias —le susurré, sonriéndole. Arqueó una ceja y nos condujo a una
mesa larga, donde los demás miembros de la banda se sentaban junto a
Jenny.

—¿Dónde está tu plato? —le pregunté frunciendo el ceño a Stone. Dejó


nuestros platos y se sentó, tirándome sobre su regazo.

—Vamos a compartirlo —dijo en voz baja, me entregó un tenedor y un


cuchillo antes de agarrar una salchicha con los dedos y colocarla sobre
una rebanada de pan. Ni se molestó en colocarle aderezo, en dos
bocados ya se la había terminado y había cogido otra. Sonreí para mí
misma y corté una papa al horno, inclinándome hacia adelante en el
regazo de Stone, para alcanzar mi plato. Su mano libre se deslizó sobre mi
muslo y me envió una mirada caliente por debajo de sus espesas pestañas.
Me retorcí un poco, lamentado una vez más haber ido obstinadamente sin
bragas. Presioné mis piernas juntas y comí un poco más rápidamente, mi
cara tenía un rubor de vergüenza.

Acababa de terminar mi comida cuando la banda estaba con sonrisas de


anticipación atravesando sus caras mientras caminaban hacia el
escenario que habían armado. Stone me levantó con él, antes de poner
mis pies en el suelo. Me dio un cálido beso en el cuello y luego
juguetonamente lo pellizcó. Como siempre, se fue sin decir una palabra.

—Vamos —chilló Briar—. Vamos a bailar.

¡Mierda!

Dos horas más tarde, estaba acalorada y sudorosa. La banda terminó su


primer set con una balada lenta de rock, lo que significó que todo lo que
Briar me hizo hacer fue moverme de lado a lado. Fue un alivio dejar de
saltar con la muchedumbre, dejar de golpearse la cabeza y de idiotas
borrachos que había estado soportando. Sin embargo, la música fue
buena.

El primer grupo había sido en su mayoría de metal, solo una canción había
sido demasiado dura con los gritos para mi gusto. Incluso me encontré
cantando con algunas de ellas, compartiendo estimulantemente con Briar.

La canción terminó y la banda abandonó los instrumentos para descansar.


Notando la mirada de un sudoroso Stone, agarré una botella de agua fría
de una heladera portátil y vacilantemente me le uní. Los músculos de su
espalda desnuda se estremecieron mientras presionaba la botella fría
contra su piel y él se dio la vuelta con una mirada oscura. Se desvaneció
al instante cuando se dio cuenta de que era yo y sentí que mis rodillas
temblaban con la pequeña sonrisa que me dirigió.

Tomó la botella y me atrajo hacia él, inclinando la cabeza hacia abajo en


un ángulo incómodo para besarme profundamente.

—Gracias —gruñó suavemente contra mis labios. Escalofríos de excitación


recorrieron mi cuerpo e instintivamente me presioné más cerca de su
pecho húmedo. Me empujó un poco hacia atrás y agarró una toalla,
después de limpiarse un poco, se sacó la camisa blanca sin molestarse con
los botones.
Briar se acercó a nosotros y se echó a reír, empujando un poco el pelo
húmedo de mi cara.

—Vamos a refrescarnos Evie —sugirió asintiendo hacia la casa. Se volvió


hacia Stone y sonrió—. Jamie ha ido a hablar con Warren. Es mejor que te
asegures de que no fume antes de volver a tocar.

Stone frunció el ceño y miró a su alrededor, entrecerrando los ojos cuando


encontró a su objetivo. Saltó desde el escenario y se fue a paso rápido
hacia el granero en la distancia. Briar giró su mirada hacia mi mirada
inquisitoria.

—Jamie tiende a exagerar en el escenario si ha consumido algo de


marihuana.

Podía creer eso. Jamie estaba lleno de energía normalmente. Caminamos


de regreso a la casa y pasamos unos minutos arreglando nuestro cabello y
asegurándonos de que no oliera tan mal después de todo. Limpiamos
nuestras caras y Briar se volvió a aplicar maquillaje.

Estábamos regresando por el pasillo cuando lo escuchamos.

Un gemido.

Nos detuvimos y nos miramos mutuamente, ninguna de las dos nos


movimos mientras escuchábamos.

—¿Escuchaste eso? —articuló Briar. Asentí. Momentos después, un


pequeño gemido salió detrás de la puerta de la cocina junto a nosotras.

—¿Y si hay alguien lastimado? —le susurré en alarma. Briar frunció el ceño y
se acercó a la puerta. Sonó un gemido más fuerte y un grito femenino,
seguido de un corto gemido masculino. Mi mandíbula cayó en estado de
shock y Briar se tapó la boca con la mano para ahogar sus risitas.

—¡Alguien está teniendo sexo en la cocina! —me dijo entre dientes.

—¿Donny? —susurré horrorizada de que alguien lo estuviera haciendo en


la cocina de Jenny. Briar sonrió ampliamente y se encogió de hombros.

—Echemos un vistazo.

—¡No! —dije sin aliento, al mismo tiempo que la mujer de la habitación de


al lado grito un ¡Sí!
Briar tuvo que morderse la mano para no reírse.

La puerta de la cocina se abría hacia adentro. Lentamente Briar empujó la


puerta y me encontré apoyada en ella para echar un vistazo. Ambas
contuvimos el aliento al ver la imagen delante nuestro.

Un hombre musculoso, delgado, estaba apoyado sobre una pequeña


mujer recostada sobre la mesada de la cocina. Los músculos de su culo
desnudo y las piernas se flexionaban con cada empuje, su ropa
desparramada por la habitación. Él también tenía un gran culo.

—¡Más Alec! —Mary suplicó con voz chillona. Él cumplió, con un gruñido,
engancho una de sus piernas bajo su codo presionando mientras entraba
más profundo, más duro, en un lento y contundente ritmo que tenía a mi
corazón latiendo con fuerza dentro de mi pecho, mientras nos imaginaba
a Stone y a mí en su lugar. A Mary parecía gustarle este nuevo ángulo,
porque lo arañó, moviendo sus caderas contra él desesperadamente,
como si su orgasmo se acercara rápidamente y duro.

—Mi Dios —Briar murmuro a mi lado, antes de retroceder y correr afuera. La


seguí, casi golpeándola cuando se detuvo frente a Stone.

—¿Que está mal? —preguntó con sus ojos, mirando de Briar hacia mí.
Ambas nos sonrojamos.

—Me tengo que ir —soltó Briar y salió corriendo antes de que Stone pudiera
detenerla.

Ojos grises fríos como el acero me miraron y gruñó. Me ruboricé y miré


hacia mis pies. Me reí nerviosa y tontamente. Stone levantó una ceja
todavía a la espera de una respuesta.

—Alec y Mary están desnudos en la cocina —susurré antes de cubrir mi


cara con mis manos para ocultar un profundo rubor colorado.

Espié a Stone a través de mis dedos, alarmada de encontrarme un su ceño


fruncido.

—¿Lo viste desnudo? —exigió. Miró hacia la ventana de la cocina y tuve


de repente la impresión de que iba a irrumpir y enfrentar a Alec. Sin saber
muy bien qué hacer, deslicé mi mano en la parte trasera de sus vaqueros y
le sonreí.
—Tu culo es mucho mejor —le susurré. Vi el parpadeo de interés en sus ojos,
así que continúe por ese camino con la esperanza de distraerlo, mientras
deslizaba suavemente la mano por la espalda—. Tu espalda es la más sexy
que he visto nunca —añadí caminando por detrás de él, entonces lo
podría tocar mejor—. También me gustan tus abdominales — Mantuve la
voz baja mientras terminaba de dar la vuelta y quedaba enfrente de él.

Lentamente, retrocedió hacia un rincón en las sombras de la casa. Arrastré


mis manos sobre él, pasando mis labios contra la piel desnuda de su pecho
y me felicité a mí misma por distraerlo. Sus manos se deslizaron por debajo
de mi camisa, acariciando mi estómago mientras se inclinaba para
colocar besos suaves a lo largo de mi cuello. Sus manos se movieron hacia
arriba, mientras que al mismo tiempo alcanzaba mi oído con su boca,
entonces hizo una pausa cuando comprendió que no llevaba sujetador.

—Niña mala —gruñendo en mi oído, riendo en silencio cuando mis rodillas


cedieron a lo erótico del sonido de su voz. Me agarró por los muslos para
que tuviera apoyo, mientras me empujaba contra la pared y deslizaba las
manos más arriba sobre ellos—. Te dije que usaras vaqueros —murmuró
contra mis labios. Negué con la cabeza, por lo que nuestros labios se
rozaron sensualmente mientras trataba de respirar con calma.

—Me ordenaste que usara las botas y lo hice —le dije con aire de
suficiencia. Arqueó una ceja, pero en ese momento estaba distraído, sus
manos llegaron a mi trasero y no encontraron ninguna barrera. Retrocedió
un paso en estado de shock y miró el borde de mi minifalda.

—¡Evelyn! —gruñó pasándose una mano por su pelo corto—. ¡Mierda!

Me reí nerviosamente y agarré la cinturilla de sus pantalones, tirando de él


hacia mí. Él vino de buena gana, pero sus ojos siguieron yendo a la deriva
entre mis pechos y mi entrepierna, sus ojos eran de plata brillante en la
oscuridad. Deslicé mi mano dentro de sus pantalones y apreté suavemente
la gran erección que encontré. Sus ojos se cerraron y él suspiró, antes de
que firmemente agarrara mi muñeca y sacudiera la cabeza. Suavemente,
sacó mi mano de sus pantalones y me dio un beso en mis labios.

—Más tarde —dijo con un pequeño guiño. Luego frunció el ceño—. Ve y


ponte unas bragas.
Se volvió bruscamente y se fue a grandes zancadas de nuevo al escenario,
al mismo tiempo que salieron de la casa Alec y Mary en la misma
dirección.

Obedecí con un suspiro, regresé a la casa para ponerme un sujetador y mis


bragas. No porque Stone me lo dijera… Sino porque vi a Briar preparada
para bailar.

La noche se prolongó durante horas y poco a poco, la gente se dirigió a la


cama o se desmayaba en el césped.

Las últimas personas en pie fueron las de la banda, Jamie a punto de


caerse y Donny paseándose con el ceño fruncido de ida y vuelta. Jenny y
Fredi se fueron primero seguidas por Alec y Mary, dejando a un Donny y a
una Bri con una mirada idéntica sobre sus caras. Hubiera sido muy gracioso
sino hubieran estado tan tristes.

Briar suspiró y reclutó a Donny para meter a Jamie en la cama, me levanté


para seguirlos, pero Stone me detuvo. Lo miré con curiosidad. El sol saldría
muy pronto y estaba ansiosa de dormir un poco después de una noche
tan larga.

Confía en mí —sus ojos dijeron, tiró de mí hacia el utilitario de Jenny,


sacando un juego de llaves de su bolsillo, él había planeado esto.

Con curiosidad me senté en asiento de pasajeros y no paraba de


moverme con ansiedad mientras conducía por un camino de tierra,
adentrándose mucho más allá del corazón de la propiedad hacia el otro
extremo. Finalmente paró bajo un gran árbol nativo de eucalipto, y se sacó
su camisa blanca. Salió de la camioneta y se movió alrededor de la parte
delantera del vehículo para llegar a mi puerta. Extendió sus manos con una
pequeña sonrisa de anticipación en su rostro. Lo dejé que me ayudara a
salir, esperando que me bajara al suelo, pero en lugar de eso se dirigió a la
parte trasera depositándome en la caja del utilitario. Chillé en alarma, pero
aterricé sobre espuma suave.

Me senté y observé, notando por primera vez que la totalidad de la caja


estaba forrada con un grueso colcho de espuma y cubierta con una suave
manta de picnic. Alcé la vista sorprendida y subió a la caja acostándose a
mi lado. Me derribó con una sonrisa, una absolutamente magnifica sonrisa,
y señaló hacia arriba. Seguí su dedo, alzando la vista hacia la vegetación
sorprendentemente afelpada, preguntándome qué se suponía que debía
estar mirando.

Entonces lo entendí.

Mi foto favorita. La que colgaba encima de mi cama.

Mi corazón se calentó… y lo mismo pasó con otras partes de mi cuerpo,


mientras me preguntaba si iba a recrear en su totalidad la escena.

Me fui recostando contra su cuerpo, acurrucándome, viendo el amanecer


a través del árbol y alrededor de las espesas nubes grises. Él estimuló mi
espalda pasando una mano por debajo de mi camiseta,
cosquilleándome, despertándome. Cuando miré hacia él con rubor, sus
ojos brillaron con malicia. Se dio la vuelta y me besó, tirando de mi cuerpo
hacia el suyo para que pudiera sentir su excitación.

Sacudí la cabeza y traté de pensar racionalmente.

—Pero… El sol está saliendo. Estamos en la intemperie. ¿Qué pasa si


alguien nos atrapa? —murmuré.

—¿Eso no lo hace más emocionante? —susurró capturando mis labios y


sofocando cualquier protesta. Me relajé contra él y comenzó a suavizarse
sobre mí, un ruido de hambre burbujeante sonó desde lo más profundo de
su pecho.

Y luego comenzó a llover.

Gotitas gordas aterrizaron sobre nosotros, salpicando nuestras caras y a lo


largo de su espalda desnuda.

Stone gimió, con aspereza y lleno de decepción y frustración. Se recostó


sobre su espalda y fulminó odiosamente con la mirada al cielo. Maldijo
entre dientes y comenzó a sentarse, pero presioné la palma de mi mano
contra su pecho y lo empujé hacia abajo, irguiéndome sobre él para
mirarlo.

Él parpadeó hacia mí con confusión. Sonreí.

—Es solo una pequeña ducha bajo el sol —susurré jugando con las gotas
de lluvia que había sobre su estómago. Él había puesto tanto esfuerzo en
esto, que no iba a dejar que un poco de lluvia nos parara ahora. Abrió la
boca para protestar, pero hice lo que él hace siempre conmigo para
callarme, lo besé.

Lo besé con todo el deseo que sentía y experimenté una pequeña


emoción de poder cuando lentamente lo sentí ceder. Nos besamos y
luego nos seguimos besando, como si tuviéramos sed el uno por el otro y mi
ropa empezó a empaparse. Stone lo notó también, tirando de mi camisa
apresuradamente y también mi sostén, tirándolos a un lado antes de
ponerme sobre mi espalda. Me retorcí debajo de él, saboreando la forma
en que nuestros pechos se deslizaban el uno contra el otro.

Él acomodó su erección cómodamente contra mí, sus hombros amplios,


protegían mi rostro de la lluvia cuando colocó sus brazos a ambos lados de
mi cabeza. Él comenzó lento y dulce como la lluvia que repiqueteaba
contra el vehículo, pero yo no lo quería lento y dulce. Introduje una mano
dentro de sus vaqueros y agarré su trasero, frotándome yo misma contra él
y mordiéndole su labio inferior. Eso lo alentó.

Él gimió y lamiendo su labio herido agarró mis manos bruscamente y las


colocó encima de mi cabeza. Las sostuvo allí con una mano, y con la otra
empujó hacia arriba mi minifalda y tiró de mis bragas. Con movimientos
rápidos y desiguales, desabrochó sus vaqueros y bajó fácilmente la
cremallera, rápidamente liberándose. Soltó mis brazos y comenzó a besar
mi cuello, lamiendo las gotas de lluvia y succionando en todos mis puntos
más sensibles.

Mordisqueé mi labio inferior y miré fijamente las gotitas de agua en su pelo,


mirando la llovizna que caía sobre su impresionante espalda y sintiendo
más gotitas que viajaban por mis brazos y cara. Toqué su piel caliente,
húmeda y levanté una pierna desnuda sobre su espalda baja, amando la
manera en que la piel se deslizaba. Tiré con impaciencia de sus
pantalones, con ganas de que la áspera tela desapareciera, para poder
deslizarme contra él por todas partes.

Inclinó su cabeza tomando mi pezón en su boca, y sacudiendo su cabeza.


Tire con más fuerza, exigiendo silenciosamente que se sacara los vaqueros.

Sus labios dejaron mi pecho y me miraron ojos grises tormentosos.

—No voy a ser capaz de ponérmelos de nuevo mojados —gruñó con los
dientes apretados, su rostro oprimido, con lo que pensé que podría ser
lujuria. Gemí y liberé la tela, dejando que mis manos en su lugar se
movieran a sus abdominales.

Observé su rostro, que había regresado a mi pecho, amando la manera en


que el agua lo hacía lucir. Sus gruesas pestañas, eran más oscuras por las
gotas que se adhirieron a ellas, suavizando sus duras facciones. Deslizó un
dedo dentro de mí y gruñó con dureza. Su cabeza se acercó de nuevo,
para darme otra dura mirada, caliente y hambrienta.

»Ahora —dijo entre dientes rápidamente, sus ojos gritando que no podía
esperar un minuto más.

¡Sí, demonios ahora!

Asentí en acuerdo, tomando un condón de su bolsillo trasero y rasgando el


paquete. Me lo arrebató, haciéndolo rodar sobre él rápidamente. Miré con
avidez sus movimientos, en respuesta mis caderas se elevaron. Agarró con
una mano mi culo, antes de que pudiera golpear la espuma, utilizando su
control para empujar con fuerza dentro de mí.

Gritamos al unísono y me bajó suavemente al colchón, siguiéndome sin


salir de dentro de mí. Aguardó un momento, manteniéndose
profundamente dentro de mí, mientras me adaptaba a su tamaño y
ambos tomamos aliento. Cuando por fin se movió, comenzó de manera
constante, luego ligeramente fue más rápido y más duro.

Sus hombros estaban por encima de mi cara y sus brazos alrededor de mi


cabeza, todavía tratando de protegerme de la lluvia gloriosamente fresca.

Inclinó su cabeza torpemente y me besó, dejándome que lo pruebe.


Saboreé sabores surtidos de lluvia y chocolate smarties, así también un
leve dejo de cigarrillo y ron. Su ritmo se aceleró, mientras gemía en mi
boca y me agarró la mano derecha, deslizándola entre nuestros cuerpos.
Me sonrojé, de repente muy tímida, a pesar de todo lo que habíamos
hecho juntos no sabía si podría tocarme frente a él.

—Ayúdame a que llegues —ordenó, su voz ronca y tensa, como si tratara


de contenerse esperándome. Sintiendo su desesperación, vacilante
deslice un dedo mojado sobre mi clítoris, la lluvia aliviaba la abrasión y se
sintió… Ah… Tan… Bien.

Jadeé y aceleré el ritmo, arqueándome contra las duras embestidas de


Stone y sentí los músculos en mi interior apretarse en agradecimiento. Stone
debió sentirlo también, porque gruñó en aprobación, aumentó el ritmo y la
camioneta se balanceó con la fuerza de sus embestidas. Así de rápido, ya
estaba allí. Lo perdí, gritando para que todos oyeran.

Stone lo sobrellevó, aguantando mientras comenzaba a tranquilizarme.

—Grant —susurré con placer, temblando por las olas eróticas que sacudían
mi cuerpo. Eso fue todo lo que necesitó. Se dejó ir, amortiguando su grito
ronco mordiendo mi cuello con cuidado y empujando violentamente
mientras se corría. Agarré sus hombros con fuerza para apoyarme y mirar
por encima de su hombro directo hacia el árbol, de repente consciente
de que estábamos exactamente en la misma posición que en la foto…

… Me corrí de nuevo.

Nos quedamos jadeando, con nuestros pechos moviéndose rápidamente,


a medida que poco a poco nuestros cerebros comenzaron a trabajar de
nuevo. Stone se alejó de mí, luego me mantuvo contra su costado, todavía
tratando de protegerme de la mayor parte de la lluvia. Se deshizo del
condón y nos quedamos allí, satisfechos con solo escuchar el uno al otro
respirar y los suaves sonidos de la lluvia. Me estremecí un poco, cuando
una ligera brisa barrió sobre nosotros y él frunció el ceño pasando una
mano por encima de mi frío cuerpo.

—Es hora de irnos —murmuró, aunque su tono era suave no admitía


discusión.

Eché un vistazo a mi ropa empapada y me sonrojé, preguntándome cómo


demonios iba a entrar en la casa. Stone siguió mi mirada y sonrió como un
niño pequeño, atrapándome por sorpresa. Tiró de mi falda mojada y saltó
del camión, sacándome después de él.

—¡Grant! —susurré, mirando alrededor con inquietud. Traté de cubrirme,


consciente de que estaba a la intemperie de pie desnuda. Abrió la puerta
de acompañante y me dejó dentro, dio la vuelta y se sentó a mi lado.
Recogió la camisa blanca del tablero y me la ofreció, mirándome con un
atisbo de sonrisa, ansiosamente resbalé la tela caliente por mi cuerpo y lo
abotoné hasta arriba. Sus ojos recorrieron mis piernas desnudas, y me
ruboricé otra vez, agradecida de que la camisa fuera hecha para un
hombre súper alto y cubriera mi trasero.
—Sexy —dijo apartando un poco mi pelo mojado de la cara. Puso en
marcha el auto y se dirigió hacia la casa, mirando el camino de tierra
frente a él, a medida que el sol se elevaba. Inhalé el cuello de la camisa,
aspirando el olor de Stone. Sonreí pensando en ello, esperando con
impaciencia acurrucarme contra él en la cama.

La lluvia caía con fuerza, para el momento que llegamos a la casa. Corrí
dentro, consiguiendo solo mojar un poco la camisa. En el momento en que
pasé por la puerta, me tropecé con Donny.

—¿Qué estás haciendo despierto? —balbuceé.

Me miró de arriba a abajo y arqueó una ceja. Con un silbido preguntó:

—¿Qué has estado haciendo esta mañana?

Stone eligió ese momento para entrar caminando tranquilamente a través


de la puerta, con tan solo sus vaqueros empapados, mi ropa mojada
colgando de su mano y mi ropa interior de encaje claramente visible.
Donny sonrió abiertamente y volvió a mirar mi camisa. Palidecí, crucé los
brazos sobre mi pecho y levanté ligeramente una rodilla.

—¿Dimos un paseo? —pregunté.

Donny comenzó a reírse y Stone envolvió sus brazos a mi alrededor,


asegurándose de que estuviera cubierta. Su mirada debió haber hablado
por sí sola, porque se volvió y se escabulló.

Un beso en mi sien apaciguó mis nervios y caminamos en silencio por el


pasillo hasta nuestra habitación, subimos a la cama y nos acurrucamos
bajo las mantas. Exhaustos, rápidamente nos dormimos.
Capítulo 29
odo el mundo se levantó tarde ese día, Jamie se hizo un ovillo y se

T acurrucó junto a la taza del inodoro mientras el resto de nosotros


ayudaba a limpiar el desastre de afuera. Nos llevó una eternidad.
Jamie salió eventualmente del baño y ayudó al resto de la banda a
guardar sus instrumentos.

Mary y yo éramos las únicas en el lugar con una sonrisa en nuestros rostros,
todos los demás lucían cansados, malhumorados o pensativos. Éramos un
montón de chicos sobrios para el momento en el que nos reunimos en los
autos y condujimos a casa.

¿Casa? —Sonreí ante el pensamiento. No me había dado cuenta de que


la universidad se había convertido en un hogar para mí.

Miré a mis amigos y me reí entre dientes ante mi ecléctica nueva familia.
Fredi con su estilo único, cabeceando al ritmo de la música que
escuchaba en su iPod; Jamie, aunque un poco tonto y falto de tacto,
también era amante de la diversión y salvaje, y en momentos como este,
mientras abrazaba la almohada de Briar lucía como un pobre niño
pequeño. Briar usualmente traviesa y radiante, pero con una gran
capacidad de abstraerse demostrada justo ahora mientras lanzaba
miradas furtivas a la parte trasera de la furgoneta de la banda; y Stone.
Incliné mi cabeza hacia un lado para poder verlo.

Él… No he terminado de descifrarlo todavía.

Conducía en silencio, sus ojos en el camino, el rostro en blanco, pero la


usual tirantez en sus rasgos se había ido, parecía más relajado, su cuerpo
menos tenso también. Miré hacia otro lado para esconder una sonrisa,
esperando ser la razón por la que Stone se sentía tan bien hoy.

Cuando nos fuimos a la cama esa noche, me acurruqué a su lado


apoyando mi mejilla en su pecho. Él levantó una ceja y esperó. Cerré los
ojos y sonreí nerviosamente.
—¿Esta mañana fue tu venganza? —murmuré en la oscuridad—. ¿Ahora es
mi turno de venir con algo?

Sentí su cabeza levantarse y abrí los ojos. Sacudió la cabeza y una


pequeña sonrisa comenzó a formarse en la comisura de sus labios. Mi
respiración se detuvo mientras mi mente barajeaba todas las posibilidades.
Stone se rio entre dientes mientras se deslizaba hacia abajo en la cama
hasta dejar su rostro justo frente al mío.

¡Sus rodillas probablemente colgaban fuera de la cama!

Lentamente me besó, alargando el beso por tanto tiempo que sentí mi


cabeza a punto de explotar por la falta de aire, pero no quería romper el
beso. Eventualmente regresó a su lugar, besando ligeramente mi frente y
acomodando nuestros cuerpos para recostarnos más cómodamente.

—Esta cama es demasiado pequeña para nosotros —murmuré medio


dormida. Rio entre dientes empujándome encima de él y ocupando toda
la cama a continuación. Le fruncí el ceño—. ¿Dónde se supone que
dormiré?

Stone rio otra vez y gentilmente acomodó mi cabeza sobre su pecho,


guiando mis brazos hacia su costado y abrazándome a su vez. Stone se
convirtió en mi propio colchón particular, una muy dura la verdad, y Mmm
—pensé mientras me acurrucaba junto a él—, me hacía sentir
malditamente cómoda.

La siguiente semana fue muy bizarra en mi opinión. Logan había


comenzado a llamarme dos veces al día, pidiéndome consejos sobre
chicas. Colgué el teléfono la primera vez que trató casualmente de
preguntarme qué hacer para calmar a una novia enojada.

¿Desde cuándo necesitaba que le ayudara con las mujeres? La simple


idea era risible.

Se negó a decirme cuál era el problema, por lo que fue difícil para mí darle
algún consejo en concreto y sonaba más y más desesperado cada vez
que me llamaba para decirme que mi consejo no había funcionado. No
sabía qué decirle. No conocía a Ivy. Y tampoco sé lo que le hizo.

Me estremecí. Ojalá que no la haya engañado.

¡Típico de los hombres!


Stone estaba actuando extraño también. Al principio lucía suspicaz y
molesto por la cantidad de llamadas que recibí de mi hermano
(Probablemente asumiendo que era Jake el que me llamaba), pero
entonces, después de verlo tener una intensa conversación con Briar,
comenzó a actuar raro… y no era el único en el grupo actuando así.

El miércoles después de la ―discusión con Briar‖ Stone vino a mi habitación


más temprano de lo normal. Mucho más temprano. No esperaba que
nadie viniera y había estado tan sumergida en mi proyecto que chillé
asustada cuando entró sin tocar. Por suerte, no arruiné nada.

Él se paró en donde estaba y me miró, tomando nota de mi asustado


rostro, la brocha pausada en el aire y el caballete frente a mí. Levantando
curioso una ceja, se movió lentamente hacia mí arrodillándose en la cama
para mirar por encima de mi hombro la pintura casi terminada.

—Los paisajes no son lo mío —dije nerviosa. Su labio tembló con un atisbo
de sonrisa antes de rodearme con sus brazos y mirar hacia las fotos y
bocetos que había sobre la cama. Yo aún estaba congelada con el pincel
en el aire—. Soy mejor con los retratos —añadí preocupada—. Y con las
caricaturas.

Giró la cabeza hacia mí mientras sus ojos brillaban divertidos, antes de


volver a mirar la pintura.

—Me gusta —dijo firmemente, sosteniendo la foto en la que me había


inspirado a lado de la pintura—. Es buena.

Me sonrojé y finalmente bajé el pincel.

—Gracias —murmuré suavemente—. Tomé esas fotos la última vez que vi a


Logan. Me llevó al desierto para tomar unas fotos grandiosas.

Sentí a Stone tensarse ante la mención del nombre de Logan, miré hacia
otro lado y rodé los ojos. Abrí la boca para hacerle saber que Logan era mi
hermano, pero él hablo antes de que pudiera decir nada.

—¿Te gusta fotografiar la tierra? —preguntó rápidamente.

Le seguí la corriente y dejé el tema de Logan en paz.

—No especialmente —respondí honestamente—. Me gusta fotografiar la


naturaleza, pero tiene que ser algo especial. Algo que me atrape, que me
llame.
Me miró esperando que le explicara. Vacilé intentando poner mis
pensamientos en palabras.

»Estas fotos por ejemplo —dije sosteniendo las fotos—. Amo el campo
Australiano. Los colores son muy diferentes de los del resto de paisajes
australianos, e incluso de los de todo el mundo. Claro, es un desierto, pero
no es solo sol intenso, arena blanca, blanda y suave como en las películas.
Es una combinación de rojos y naranjas, incluso negro. La tierra es dura y
agrietada en una variedad de patrones interesantes. Las formaciones de
rocas rivalizan incluso con paisajes como Stonehenge: enormes, circulares
y rojizas formando una precaria torre una encima de otra; miles y miles de
rocas seccionadas del centro hacia abajo, ¡Uluru, Kings Cannon, todos
esos animales…y los atardeceres! —Suspiré y cerré los ojos, mis labios se
separaron formando una sonrisa soñadora—. No hay nada más hermoso
que ver el atardecer en el desierto. Todos esos colores. Y luego las estrellas.
Todo alrededor oscuro como boca de lobo, pero el cielo… el cielo
completo brilla, clara y visiblemente… es perfecto —Abrí los ojos y me
sonrojé profundamente ante la penetrante mirada que Stone me dirigió,
concentrado en mi rostro—. Ese es el tipo de cosa que me gusta fotografiar
—dije apresuradamente.

—Estás equivocada —dijo finalmente.

—¿Qué? —Fruncí el ceño confundida.

—Hay algo aún más hermoso —Sus ojos no dejaron los míos y después de
una larga pausa, me burlé.

—Eso es tan cursi —comencé a decir, pero los labios de Stone capturaron
los míos y por la siguiente hora ninguno de los dos habló en absoluto.

Recibí otra sorpresa después de la cena esa noche. Cuando Alec y Mary
se levantaron de la mesa pensé que se irían temprano a la cama. Pero no,
el resto de la banda también se levantó y Stone me jaló para levantarme.

—¿A dónde vamos? —pregunté mientras Stone entrelazaba sus dedos con
los míos y me jalaba tras él.

—Ensayo de la banda —dijo Fredi a mi lado.

Dejé de caminar y me tropecé cuando Stone siguió caminando. Dejó de


caminar y me frunció el ceño.
—¿Voy a ir a veros? —pregunté calmadamente, mi cerebro estaba
trabajando horas extra mientras intentaba descifrar qué estaba pasando
con Stone.

Asintió con la cabeza y tiró amablemente de mi mano, urgiéndome a


seguirlo mientras lentamente comenzaba a caminar otra vez. Forcé a mis
pies a moverse para seguirlo y encontrar al resto de la banda que
acababa de entrar en un gran cuarto a prueba de sonido al final del
pasillo. Briar nos alcanzó y me guiñó el ojo, tomando mi mano cuando
Stone la soltó para tomar su lugar frente a la batería.

—¿Qué está pasando? —le susurré a Briar mientras nos sentábamos en


unas sillas que algunas personas habían olvidado ahí.

—Mary quería venir a un ensayo de la banda, entonces la banda decidió


que dejarían entrar a algunas personas a mirar, siempre y cuando solo
fueran novias, y bueno, yo.

—Pero yo no soy una novia —siseé.

Briar rodó los ojos y me dio un apretón.

—Bueno, tal vez Stone está tratando de hacerte una.

Sacudí mi cabeza. Nuh-uh

Briar suspiró y me mandó una seria y extraña mirada.

—Stone no hace la clase de cosas que ha hecho por ti por cualquiera.

—Invito a Chloe a los ensayos de la banda —protesté.

Brian resopló.

—No, no lo hizo —dijo con un mueca socarrona—. Y ella era su novia de


todas formas así que tu argumento no tiene sentido.

—¿A qué te refieres con que él no la invito?

Briar bajó la voz aún más e inclinó la cabeza hacia mí.

—Stone nunca le pidió a Chloe salir con él. Ella solo se pegó a él un día.
Stone la miró por casi un segundo, después se encogió de hombros y la
dejó colgarse de él, entonces ella siguió haciéndolo y Stone se lo permitió,
finalmente ella declaró en todos lados que era su novio y ellos comenzaron
a acost… —Brian se interrumpió mordiendo sus labios—. Entonces…
mmm… como sea —continuó Briar—. Chloe comenzó a venir a los ensayos
de la banda y esas cosas y como él no estaba babeando sobre ella como
un perrito, ella lo dejó con una larga perorata acerca de cómo no la
apreciaba y que iba a encontrar a alguien más, esperando que él se
arrastrara detrás de ella, pero en lugar de eso Stone se limitó a encogerse
de hombros y alejarse.

—Ja —dije frunciendo el ceño.

La banda comenzó a calentar motores y Mary se encontró un lugar


lanzándole miradas soñadoras a Alec. Briar se inclinó por última vez y
sonrió.

»Chloe no mantuvo la atención de Stone —murmuró—, tú sí.

No contesté. En su lugar devolví mi atención a hacia la banda.

El ensayo de la banda no era lo que yo esperaba. Por una cosa, Fredi y


Donny dejaron toda su animosidad al cruzar la puerta y tonteaban el uno
con el otro, cantando alegres duetos y toqueteando el teclado de Fredi.

Alec tirado en una silla, lucía relajado mientras rasgueaba su guitarra


eléctrica, el amplificador desconectado mientras miraba casualmente la
escala de notas frente a él. Jamie y Stone muy serios apiñados junto a la
batería, Stone sentado en el banquillo marcando la pauta para Jamie,
enseñándole algo y luego permitiéndole intentarlo, Jamie copiando a
Stone, pero cambiándolo ligeramente, ganándose una brusca aceptación
por parte de Stone, que procedió a realizar algunos cambios en la libreta
en la que escribía.

Estaban mucho mejor organizados que la vieja banda de mi hermano


Paul, y Stone parecía ser el compositor principal. Era el encargado de
escribir las notas en la partitura. Supuse que aunque todos ellos habían
estudiado música, cada uno tenía asignada una tarea. A pesar de que ver
cómo se organizaban era interesante, comenzaba a sentirme harta de
escuchar retazos de canciones comenzar y terminar. Miré a Briar y descubrí
que había sacado una libreta y empezado a esbozar algunos diseños en
ella, no queriendo molestarla, me giré para observar a Mary.

Mary estaba observando sus uñas de color rojo brillante con una expresión
de puro aburrimiento en el rostro.
Resopló impacientemente y luego, captando mi mirada sonrió un poco. Se
levantó de su silla ostentosamente y caminó tranquilamente hacia Alec,
balanceando sus pequeñas caderas mientras le sonreía. Alec levantó su
cabeza lentamente y le dio una de sus famosas sonrisas calienta bragas.
Dejó su guitarra a un lado y Mary prácticamente se fundió en su regazo. Él
la jaló aún más cerca, besando su frente y moviendo la guitarra de regreso
a su lugar para continuar tocando despreocupadamente las notas frente
a él, murmurando en el oído de Mary. La sonrisa de ella era de pura
satisfacción y triunfo cuando se giró para verme. No, no a mí. A Briar, cuya
cabeza se había levantado para ver a ese par con una expresión extraña
en el rostro.

—¡Dios! ¡La odio! —murmuró mientras regresaba su atención a la libreta en


sus manos.

—¿Por qué? —susurré, sabiendo muy bien la razón.

Briar levantó la cabeza y se inclinó hacia mí, sus ojos azules brillando con
ira.

—¡Deberías haberla oído en Diseño Digital! — siseó—. Alardeando de lado


a lado acerca de su cita con un chico de la banda. ¡Actuando como si
fuera mejor que todos! ¡Mira por encima del hombro a todos y me trata
como a una groupie! ¡Como si fuera una triste, patética y pegajosa zorra!

Parpadeé.

Oh

Miré de nuevo los dulces e inocentes gestos de Mary, lucía de todo menos
inocente mientras restregaba su trasero contra la ingle de Alec y recorría
con una uña sus tonificados antebrazos. Su ceja se elevó retándome,
incluyéndome ahora en su petulante mirada.

Arrugué la nariz al imaginar cuán peor podría haber sido Chloe. Rodé los
ojos.

No era como si la banda fuera famosa o algo… no aún. Pensándolo bien


tenía que admitir que cosechaban un considerable éxito y poder dentro
de la universidad.

—Bien —espetó Briar enderezándose y dejando de lado su libreta—. No


voy a dejar que ella lo tenga.
Tome su manó deteniéndola.

—No eres una rompe-hogares —murmuré silenciosamente

Hizo una pausa y presionó sus labios firmemente.

—Difícilmente podrían ser considerados como un ―hogar‖ —dijo


finalmente—. ¿Han estado juntos qué? ¿Dos semanas? —Sacudió la
cabeza y levantó la barbilla—. En la guerra y en el amor todo vale, y esta
es una batalla que estoy decidida a ganar —Mientras se alejaba de mí
caminando la oí murmurar—: Y Alec es demasiado bueno para una zorra
como esa.

Tuve que aceptar que tenía razón.

Briar no abordó a Alec y Mary como había sospechado. En lugar de ello se


reunió con Stone y Jamie instándolos a comenzar la parte ―práctica‖ del
ensayo. Mary tuvo que levantarse del regazo de Alec, mientras la banda
se acomodaba para empezar. Tocaron algunas canciones conocidas
para calentar, sugeridas por cada una de nosotras. Yo elegí Love Song de
Korn y después tocaron algunas de sus canciones. Briar y yo abandonamos
nuestras sillas y nos sentamos en el suelo, riendo junto con la banda cada
vez que alguien se equivocaba.

Fue una noche estupenda y esperaba ser invitada de nuevo…

El día siguiente Briar comenzó la persecución de Alec. Comenzó a sonreírle


más, a tocar su brazo y a inclinarse mucho contra él mientras le
murmuraba comentarios sobre esto y aquello. A Alec no le tomó mucho
tiempo saber que algo estaba pasando. A la hora de la cena, le lanzaba a
Briar miradas penetrantes, como si estuviera tratando de entender lo que
ella estaba tramando. Estaba sentado rodeando a Mary con un brazo,
pero era Briar quien mantenía su atención. Siguió así por el resto de la
semana. Briar mantuvo sus gestos muy sutiles para un observador casual,
pero Donny, Fredi y Stone se dieron cuenta rápidamente. Jamie se
mantenía en la penumbra acerca de ello, pero Mary se había vuelto aún
más posesiva y demandante, dándose aires de importancia y actuando
como una diva. Alec aparentaba no darse cuenta de la actitud de Mary,
pero de vez en cuando lo veía fruncirle el ceño, cada vez más molesto
antes su comportamiento.
Las cosas llegaron a un punto crítico el domingo por la noche, cuando
Mary se atrevió a hablar mal de Briar en frente de la banda. Estábamos
sentados en una larga mesa en el Club de la Uni después de una
presentación, Mary en las piernas de Alec y yo en las de Stone, cuando
Mary comenzó a hacer comentarios sarcásticos acerca de Briar. Al
principio solamente insinuó que Briar era una rubia tonta y fácil que abría
las piernas para la banda, pero sus comentarios se volvieron cada vez más
explícitos, hasta que Briar la confrontó y Mary dejó de contenerse,
diciéndole a todos exactamente lo que pensaba de ella.

Stone le gruñó a Alec, pero Alec ya había empujado suavemente a Mary


de su regazo y la llevó lejos con un agarre suave, pero decidido.

Regresó a la mesa un rato después… sólo.


Capítulo 30

a ausencia de Mary en la mesa el lunes por la noche, confirmó

L nuestras sospechas. Alec había terminado la relación. Briar estaba


súper feliz, pero su flirteo con Alec se suavizo volviéndose más sutil, por
respeto a la reciente ruptura. Alec también estaba relajado, como si
hubiesen llegado a un acuerdo silencioso hasta que los cotilleos
amainasen. Aunque la verdad toda la sutileza del mundo, no podía
esconder la tensión sexual que chispeaba cuando los dos estaban en la
misma habitación.

Mary había sido desbancada de su posición… por eso, intentaba pasar


desapercibida para evitar a toda esa gente a la que antes miraba por
encima del hombro.

Levanté la vista cuando Candy y Mason se acercaron a la mesa. Candy


dando saltitos eufórica, mientras Mason iba por detrás con la típica cara
petulante que ponen los chicos cuando han hecho algo increíblemente
dulce por su chica… o están a punto de tener ¡suerte! Briar se rio
tapándose la boca y Jamie chocó las manos con Mason (por una vez, al
tanto del secreto).

—¿Vas a usar el cuarto esta noche? —Candy prácticamente chilló en mí


oído abrazándome por el cuello.

—Ahh… Sí —respondí en voz baja. Era el principio de semana y tenía un


montón de trabajo que hacer.

Al mi lado, Stone sacudió la cabeza.

Le arrugué el ceño, preguntándome qué querría decir con eso.

Volvió a sacudir la cabeza y dejó dos entradas delante de mí, echando la


silla hacia atrás y mirando el reloj mientras se ponía de pie. Me quedé con
la boca abierta mirando las entradas. Eran para un evento en una galería
de arte…
Para esta noche.

Miré alrededor de la mesa conforme todo el mundo se levantaba para


ponerse en la fila para la cena. Yo todavía no había comido nada y Stone
estaba señalando que era hora de prepararse. Miré a la izquierda y ahí
estaba Candy todavía esperando, intentando ver las entradas.

—Bien —murmuré—, puedes usarla, solo deja que me cambie antes — Por
cómo eran las entradas, mis vaqueros y la camiseta que llevaba no iban a
ser apropiados.

—Gracias —dijo Candy besándome en la mejilla y corriendo hacia Mason


en la fila.

—Te he dejado un conjunto encima de la cama —Briar dijo cuándo Stone


me cogió del codo para dirigirme a mi habitación.

Le miré ceñuda. De verdad que ya valía con que todo el mundo me


organizara la vida. Hambrienta, rápidamente me puse el vestidito negro
que Briar había dejado y me peiné con un nudo francés. Me maquillé lo
mínimo y salí zumbando por la puerta, casi chocando con Candy y Mason
que entraban por la puerta.

—¡Tú y yo nos vamos de spa este finde! —me dijo Candy, enseñándome el
pack gratis antes de cerrarme la puerta en las narices.

Levanté la mano para pegar en la puerta exigiendo una explicación, pero


llego Stone y agarrándome del brazo me llevó hacia las escaleras.

—¡Pasáoslo bien en vuestra cita! —gritó Briar cuando pasamos por delante
de su puerta.

Le guiñé un ojo palideciendo cuando por fin me di cuenta.

Oh Dios mío.

Hacía más de un año que no tenía una cita, desde Ben. Empecé a sudar
un poco y me mordí el labio inferior.

Si Stone y yo salíamos en una cita, ¿querría eso decir que quiere que
seamos pareja?

Stone me abrió la puerta del copiloto y entré en el coche sin mirarle. Mi


estómago retumbó y Stone arrancó el coche sonriendo.
—Iremos a cenar después —dijo saliendo del aparcamiento.

Respiré profundo, despacio, intentando relajarme y disfrutar de esta cita, a


pesar del hecho de que me estaban manejando y diciéndome lo que
hacer como a una marioneta. Si Stone me estaba mostrando lo que era
salir con él… casi que pasaba. Que el sexo fuera fantástico no era
incentivo suficiente como para tener que aguantar a un novio controlador
y manipulador otra vez.

Quizás.

No estaba todavía lista para abandonar el sexo fantástico todavía…

Pero si tenía que hacerlo… suspiré.

Quizás.

Paró el coche delante de la nueva Alice Art Gallery, salió rápidamente a


abrirme la puerta. Me sonrojé por la inesperada caballerosidad y pensé
que era amable por su parte, aunque no pude evitar una pequeña mueca
de disgusto. La cual se profundizo un poco más cuando me agarró del
brazo y me guio a la entrada, pero en cuanto entramos y vi el interior, mi
mal humor desapareció.

Con ojos como platos, me volví para mirar a Stone. Él se inclinó a mi oído,

—¿Buena elección? —preguntó bajito.

Asentí con la cabeza, muda, y esta vez no me molestó que me fuese


dirigiendo por la sala. Sin darme cuenta acariciaba su brazo fuerte a través
de la seda negra de su camisa y ponía toda mi atención en las obras ante
las que parábamos.

La exposición era de dos artistas indígenas, dos hermanas que empleaban


técnicas modernas y tradicionales. Por lo que mostraban, estas hermanas
tenían la suerte de tener talento como para trabajar en todas las facetas
del arte visual: pintura, fotografía, escultura, tapices… la lista no tenía fin.
Cada pieza de arte tenía su propia historia a un lado. Me entretuve en
cada una de ellas, leyendo la historia y estudiando cada pieza con gran
atención, intentando identificar cada material y herramienta utilizada en el
proceso, o el tipo de edición y cámara que habían utilizado con las
fotografías.
Mirando a la gente de alrededor, pude identificar a varias figuras
prominentes del mundo artístico. Eché un ojo a los carísimos canapés y
champán servidos por sofisticados camareros y me pregunté cuánto le
habrían costado a Stone las entradas. Estas artistas no eran tontería y esta
exposición seguro era exclusiva.

—¿Cuánto tiempo has estado planeando esto? —le pregunté vacilante.

Stone se encogió los hombros.

—Después de ver tu cuadro llamé a Billy y le pregunté si sabía de algo —


dijo cogiendo dos copas de champán de un camarero que pasaba y
entregándome una. Volvió a encoger los hombros—. Me envió cierta
información y elegí esto. Resultó que Billy tenía dos entradas.

Vale —pensé aliviada—, no había comprado las entradas.

Sonreí pensando en lo considerado que era y tomé nota mental de


recordar darle las gracias a Billy por las entradas. Mi estómago retumbó de
nuevo y Stone enarcó una ceja. Me agarró de la mano y me llevó hacia la
puerta.

—No —protesté suavemente—, ¡quiero ver más!

Stone meneó la cabeza, sin alterar el paso, como si mis pensamientos al


respecto no le importasen. Miré por encima del hombro a la exposición,
pero mi estómago retumbó con más fuerza y vencida, cedí.

Stone no preguntó a dónde me gustaría ir a cenar. Nos condujo a un


restaurante caro y le dio dinero al maître para conseguir el mejor sitio.
Nuestro rincón era privado y con vistas a un estanque artificial. Las luces
eran tenues e íntimas y el aire acondicionado estaba en la temperatura
perfecta. Stone pidió un plato grande de pan de ajo como entrante, pero
por lo menos me dejó elegir el plato principal. Sonreí viendo el menú,
pensando en elegir lo más caro de la carta como castigo por ser tan
mandón. Pero resultó que la carta no mostraba los precios.

Suspiré. Me tendría que apañar con una chuleta grande y jugosa. Pedí la
más grande y Stone hizo lo mismo.

Permanecimos en silencio, ni una palabra. Me moví un poco nerviosa e


intenté pensar en algún tema de conversación pero llegó el entrante y
empezamos a comer. Desafortunadamente, el pan no duró hasta que nos
trajeron el plato principal. Jugueteé con la copa de champán
considerando si preguntarle sobre su familia.

¿Igual así conseguía que me preguntara por la mía?

Arrugué la frente. ¿Y su padre? Nadie lo había mencionado nunca, no sé si


debería preguntar.

Estudié su cara totalmente inexpresiva y temblé. ¿Y si a Stone no le gustaba


hablar de su padre? A mí no me gustaba hablar de por qué el mío no
estaba. Y si resultaba que estaba en la cárcel o muerto o era un gilipollas,
igual se cerraba del todo y se rehusaba a hablar del todo…. y si hablaba
de su padre… igual yo tendría que hablar del mío.

Sacudí la cabeza. Estaba claro que el tema padre, mejor no tocarlo. ¿Y


sobre Danny? ¿Podría preguntar cuándo conoció su madre a su padrastro,
no?

Decidida, abrí la boca para intentar conversar, pero Stone colocó una
caja delante de mí.

Le miré como preguntándole, pero él no dijo nada de nada.

Me quedé mirando la caja, notando inquieta que era de un diseñador de


Sidney.

Volví a mirarle y él levanto una ceja. Bueno qué, exigían sus ojos, ¿No la vas
a abrir?

Muy lentamente, me acerqué la caja y solté la cinta. Inspirando para


darme fuerza, cerré los ojos y levanté la tapa. Abrí un ojo y miré.

Me quedé sin aliento y jadeé bajito. El mismo aliento hacía arder mis labios.
Estiré la mano para con un dedo recorrer la cadena de plata y con
cuidado llegar al colgante. Las letras E y V en plata, entrelazadas con
piedras de ámbar incrustadas. No es que entienda mucho de joyería como
para saber lo que eran, pero me encantaron de todas maneras.

Stone tamborileó los dedos en la mesa y le miré, encontrando su mirada


cuidadosamente protegida, su postura era una mezcla de impaciencia y
cautela. Sonreí cuando me di cuenta de que estaba nervioso por el
regalo.
—Es precioso —susurré—, ¿Qué celebramos?

Meneó la cabeza y se levantó de la silla. Paró detrás de mí y con cuidado


sacó la cadena de la caja.

—Nada especial —dijo en voz baja deslizando el colgante alrededor de mi


cuello. Sus dedos grandes eran un poco torpes con el pequeño cierre. Me
besó en la nuca y temblé de placer en su recorrido a mi oído—. ¿Hace
falta alguna razón especial para mimarte?

Me reí, pero no pude aguantar las ganas de tomarle el pelo.

—A una chica se le consiente con diamantes —Le guiñé el ojo juguetona,


pero el arrugó el entrecejo.

—Estos son del color de tus ojos —dijo bajito con sus ojos moviéndose del
colgante a mis ojos. Todo mi cuerpo entró en calor y me deshice contra la
silla.

—¿De verdad? —susurré mirando el color tan bonito de las gemas.

Stone afirmó con la cabeza.

—Pero puedo cambiarlas si quieres —Sus dedos volviendo al cierre, yo le


agarre alarmada.

—¡No! —protesté mirándole con toda la sinceridad del mundo—. Lo adoro.


Te estaba tomando el pelo. No cambies absolutamente nada por favor.

Me miró fijo durante un momento y entonces una pequeña sonrisa iluminó


su mirada. Me besó en la mejilla y volvió a su silla, justo a tiempo para el
plato principal. Me lancé sobre mi chuleta y durante el resto de la cena, no
me preocupé por la falta de conversación.

Stone meneó la cabeza al camarero cuando se acercó a la mesa con la


carta de postres.

Mi buen humor se desvaneció un poco.

—Todavía tengo hambre —dije en voz baja—. Me gustaría tomar postre —


Volvió a negar con la cabeza y se puso de pie cuando el camarero le
entregó la cuenta. Sacó su cartera y unos cuantos billetes—. Grant —
murmuré cuando se acercó a mí—, en serio que quiero postre. ¿Por favor?

Asintió con la cabeza y cogió mi mano.


—Tengo postre.

—¿Dónde? —pregunté intentando mantener su paso con los tacones


mientras me arrastraba detrás suyo. Andaba muy rápido, un poco
demasiado rápido en mi opinión.

No contestó, pero aumentó la velocidad alcanzando las escaleras. Hice


una mueca, mis pies protestaban en mis primorosos tacones.

»Au —dije por lo bajo, intentando seguirle e ignorando el daño que me


hacían.

Aunque pareció que Stone me oyó porque se paró y miró mis pies. Creo
que por un momento hasta les puso mala cara, pero me levantó en brazos
tan rápido que no pude verlo bien. Siguió subiendo las escaleras, no paró
en el primer piso, sino que continuó hacia el segundo, subiendo los
escalones de dos en dos… como si no pesara nada.

Cruzó el vestíbulo rápidamente y entonces me di cuenta de que íbamos a


su cuarto. Me levanté un poco en sus brazos, un poco emocionada y
ansiosa de por fin ver su cuarto. Abrió la puerta y me colocó en medio de
la cama, dejándome ahí y yendo al frigorífico.

Me quedé boquiabierta mirando el colchón doble debajo de mí y gruñí,


preguntándome por qué diablos habíamos estado durmiendo en mi
cuarto durante los meses pasados, cuando él ¡tenía un cuarto para el solo
y con cama de matrimonio!

—¿Dónde está mi postre? —pregunté cortante, empezando a moverme


fuera de la cama.

—Quieta —dijo de repente revolviendo en el frigo mientras sacaba dos


botellas de agua.

Me enojé ¿Quieta? No soy un perro. ¡Con ese quieta se estaba pasando ya


de la raya! Miré de mala manera a la cama.

¿Se suponía que el sexo iba a ser el postre? Miré su amplia espalda. ¡Y una
mierda!

Iba a saltar de la cama y a largarme cuando habló de nuevo.

—Desnúdate.
—¡¿Qué?! —pregunté incrédula. Se volvió como mandando con la mirada,
y volvió su atención al frigo. Dócil, me levanté y me quité el vestido y los
zapatos, terca, me dejé la ropa interior puesta. Me tumbé en la cama en
silencio, pero echando humo por las orejas.

—Lencería —dijo Stone poniéndose en pie y cerrando el frigo. A


regañadientes me quité esas mini piezas de encaje. Me sentía como una
niña mimada, pero estaba demasiado enfadada y frustrada como para
que me importase. Por fin se volvió acercándose a la cama, con una
bandeja en las manos. Me quedé con la boca abierta cuando vi lo que
contenía.

¡Su alijo! ¡Lo más increíble del mundo en chucherías y golosinas!

Mi mirada voló a su cara y me ablandé un poco. ¿Iba compartir su botín


conmigo?

Se me hizo la boca agua y me senté ansiosa.

Meneó la cabeza.

—Túmbate —dijo dejando la bandeja en la mesilla.

Despacio me tumbé en la cama y lo observé con curiosidad,


preguntándome cuál sería su siguiente paso.

Me agarró las manos suavemente y las colocó por encima de mi cabeza,


se sentó a horcajadas sobre mí, dejando caer su camisa al suelo. Un
temblor expectante recorrió mi cuerpo y me lamí los labios.

—¿Es esta tu revancha? —susurré sabiendo ya la respuesta. Con una gran


sonrisa afirmó con la cabeza, y agarrando dos Pitones asesinas de la
bandeja me ató las manos juntas estirando las dulces culebras. Después
ató mis manos al cabecero.

—Me puedo liberar fácilmente —susurré tirando suavemente de mis


esponjosas y dulces ataduras.

Él me sonrió.

—De eso se trata —dijo críptico, y entonces se explicó—: pero no te está


permitido escaparte.
Gemí en mi mente. Genial, podía liberarme fácilmente…. pero tendría que
reunir toda mi fuerza de voluntad para quedarme como estaba. Ya sabía
yo que sería difícil.

Tiró una bandeja de bombones en la cama y seleccionó uno,


metiéndoselo en la boca e inclinándose sobre mí, presionando su boca
sobre la mía. Abrí mis labios glotona, dejando que su lengua con sabor a
chocolate y menta se deslizara por la mía. Regocijándome entusiasmada
en el sabor, me retorcí un poco debajo de él que se estiraba a por un
nuevo sabor.

De primeras, saboreé la experiencia... Pero pronto terminé frustrada con


solo sus besos, queriendo, no, necesitando, más. Gemí entrecortada y
arqueé mi cuerpo contra él pidiéndole más. Él consintió en apartarse para
dejar los bombones y coger un paquete de sorbete. Lo abrió y empezando
por mi estómago, fue dibujando cuidadosamente una línea de polvo
blanco y mirándolo como un adicto a la coca. Limpió mi piel de una larga
lengüetada y me di cuenta de que, para él, esta era su cocaína.

Los dulces eran su droga. El sorbete su cocaína, el chicle su tabaco de


mascar, los chupachups su hierba, las culebras su alucinógeno, los Skittles
su ácido, y los Smarties… su éxtasis.

Me reí de mi propio chiste, pero mis risas acabaron en gemidos cuando me


cubrió un pezón con polvo y lo chupó con fuerza.

Parecía que el suministro de dulces no terminaba nunca y la tentación y la


tortura continuaba. Me metió un chupachups en la boca y lo chupé
desesperada, intentando amortiguar el ruido que estaba haciendo al
cubrirme el cuerpo en chocolate líquido. Casi sin terminar de lamerlo me
quitó el chupachups de la boca y desenvolvió otro.

Lo chupó, humedeciendo la bola pegajosa mientras sus ojos brillaban con


deseo y picardía. Entonces fue bajando por mi cuerpo y mis ojos se
volvieron en mi cabeza cuando tocó mis labios… los de abajo. La bola
resbaladiza masajeó mi clítoris y atormentó mi abertura hasta que acabé
pidiéndole que me llenase. Cerré mis manos en puños, intentando no
romper las frágiles ataduras que unían mis muñecas.

Cuando recibí casi todo lo que podía soportar, Stone cambió el


chupachups por sus dedos, tocándome suavemente a la vez que lamía
mis jugos del chupachups. Sus ojos brillaban fieros en la tenue luz… como si
la combinación de sabores fuese el mejor afrodisíaco de todos. Tiró el palo
y avaricioso, bajó su cabeza para limpiar mi pubis pegajoso.

—Grant —imploré desesperada, esperando llegar a correrme esta vez. Di


un brinco debajo de él, comunicándole con los ojos lo cerca que estaba.

¡Y el cabrón va y se retira!!!!!!!

Gemí impaciente y le miré mal, pero él me dio la vuelta dejándome sobre


el estómago y tiró de mis caderas hacia mis rodillas.

¡Sí!

Yo empujé hacia atrás con ganas, encontrándome con él a medio camino


cuando empujó con fuerza entrando en mí.

—¡Joder! —gruñó quedándose petrificado profundamente dentro de mí.


Salió rápidamente y dejó la cama. Lloriqueé sintiendo el vacío, pero con
una rápida mirada por detrás pude ver que estaba con los pantalones en
la mano sacando un condón.

Contenta de que por lo menos uno de nosotros pensase con la cabeza,


doblé la mía para poder alcanzar y mordisquear mis muñecas liberándolas,
y disfrutar del sabor de las culebras cuando tocaban mis sobre-estimuladas
papilas gustativas. Me volví de espaldas cuando Stone se arrodilló en la
cama otra vez. Se movió hacia mí, pero lo paré con una mano.

Yo quería jugar.

El paró obediente, sus ojos diciéndome que no podría esperar mucho. Miré
con el ceño fruncido a su polla ya cubierta, pero cogí el chocolate líquido
y entusiasmada empecé a pintarle el pecho. Lamía y chupaba conforme
le pintaba, demasiado impaciente como para esperar a terminar mi obra
de arte.

Le cubrí un pezón y lo mordisqueé con ganas, disfrutando la manera en


que todo su cuerpo se tensaba y estremecía contra mí. Con un gruñido,
me tiró de espaldas y me siguió besando apasionadamente mientras
rápido empujaba dentro de mí, no parecía importarle estar todavía
cubierto de chocolate y pringarme a mí. A mí también me daba igual.

No fue lento, amoroso. Fue un acoplamiento guarro y desesperado, yo casi


no podía ni respirar por la excitación.
—Gracias por el postre —Conseguí gemir, y le sentí sonreír apoyado en mi
cuello.

Cuando desperté a la mañana siguiente, pude estirarme cómodamente,


una experiencia que saboreé.

Levanté la vista y vi a Stone ya despierto, sentado contra la cabecera


vestido con unos vaqueros cortos sin atar. Con una tarrina pequeña de
helado en la mano, comiendo despacio, con su atención fija en la
televisión al otro lado del cuarto. Me apoyé en los codos para ver lo que
estaba viendo, aunque ya me había dado cuenta por la música. Estaba
viendo un concierto de Slipknot. Bajé la vista de la tv al impresionante
montón de DVDs musicales que tenía. No estaba segura del concierto que
estaba viendo, pero no era ninguno que recordase haber visto. Me
acurruqué contra sus piernas, apoyando mi cabeza en su regazo para ver
el espectáculo.

Di un brinco cuando sus dedos pasaron por mi pelo acariciándome, y una


cucharilla de helado se inclinó hacia mis labios, la cual acepté gustosa.
Estuvimos así tumbados un rato, Stone pasando sus manos por mi pelo y de
vez en cuando ofreciéndome helado. Me maravillé al pensar cómo habría
conseguido meter semejante tv en un cuarto de este tamaño, aunque por
ella se quedase sin espacio para otra cosa. ¡Hombres!

En la mesilla a mi lado, había tres fotos en caprichosos marcos plateados,


marcos que me imaginaba le habría comprado Briar. De hecho, estaba
bastante segura de quien eligió las fotos y el lugar donde colocarlas.

La primera foto era de su familia en Navidad. Parecía bastante reciente. Su


madre, pequeña entre él y Danny, con los brazos rodeándolos a los dos y
una sonrisa radiante en la cara.

Stone tenía a Wendy en los brazos, con una pequeña sonrisa en su cara
mirando a su mamá. Todos, excepto Stone con un gorro de navidad.

La segunda foto era de Wendy, vestida con un tutú de ballet, pero con
una pose de boxeadora y una expresión feroz en la cara, pero sus ojos
brillando felices. Me reí suave y volví la vista a la tercera foto. Era una
imagen sacada de cerca de Briar y Stone con el resto de la banda borrosa
detrás. Todos llevaban el uniforme del colegio, Stone especialmente sexy
con sus pantalones escolares, camisa blanca, blazer roja y corbata
colgando. La foto era profesional, así que imaginé que la sacó Billy.
El sonido del gentío aumentó en la tv y miré a ver qué estaba pasando. Me
quedé boquiabierta al ver al batería junto con todo su equipo elevarse en
el aire durante un solo. Miré a Stone y sus labios se torcieron. Ladeó la
cabeza hacia la tv instándome con los ojos a mirarla.

¡Mierda puta!

Me senté e incliné hacia delante incrédula al ver la batería ponerse boca


abajo mientras el músico continuaba tocando en mitad del aire con el
cabello golpeando su cara enmascarada. Me volví a Stone de nuevo,
todavía boquiabierta, y él sonrió.

—Joey mola —Es todo lo que dijo, agarrándome para apoyarme en él y


continuar alimentándome con más helado. Supuse que Joey sería el
batería y me acurruqué más viendo el resto del espectáculo con la camisa
de la noche anterior que Stone me dio, la cual me puse atando solo dos
botones.

—¿Qué hora es? —pregunté bostezando, esperando que no me tuviera


que levantar ya para la primera clase.

Antes de que pudiese contestar, Donny y Jamie entraron en tropel sin


siquiera llamar a la puerta, riéndose y bromeando en voz alta, hasta que
nos vieron en la cama, quedándose secos en el sitio. Petrificados nos
miraron sin siquiera mover una pestaña cuando Stone les gruñó un poco.

¿Qué? —exigió con los ojos.

Rápida me até unos cuantos botones más y me deslicé un poco más


debajo de la colcha.

—Hay una chica en tu cuarto —dijo Jamie tontamente, todavía


mirándome fijamente.

Stone enarcó una ceja y Donny intentó esconder una risa.

—Hola chicos —murmuré. Donny me sonrió y se sentó en la cama. Stone


dejó el helado en la mesa poniéndole mala cara.

—Muévete —gruñó en voz alta cuando Donny simplemente me sonrió.

—¿Olvidaste que esta mañana tenemos taller? —preguntó Donny


inclinándose en un intento de hacerse con el helado. Stone fue más rápido
y lo apartó dándomelo a mí para guardar.
Sí, lo sé, debería sentirme honrada.

Jamie se comunicó con Donny por medio de una sonrisa y un movimiento


de cejas.

—Creo que tenía la cabeza ocupada en otras cosas —Me guiñó el ojo y yo
me puse como un tomate. Stone se puso de pie, los engancho a los dos
del cuello de la camisa, los arrastró a la puerta y los echó sin miramientos.

—Dadme cinco minutos —dijo antes de cerrarles la puerta en las narices.

Se abrochó los vaqueros y se puso una camiseta, volvió a la cama y me


mostró el despertador. Asentí con la cabeza, sabía que era hora de
levantarse y prepararse para clase. Me besó rápido y se fue.
Capítulo 31
sí que —dijo Briar con aire de suficiencia mientras se unía a mí

—A en la biblioteca para una sesión de estudio más tarde ese día—


, ¿cómo fue tu cita con GG?

—No fue una cita —le dije cogiendo un libro y escondiéndome detrás de
este subrepticiamente.

Briar resopló y se inclinó sobre la mesita para mirarme por encima del libro.

—Vamos Evie —dijo ella sacudiendo su cabeza con rizos—, una muestra de
arte, cena de lujo, solos los dos… incluso tienes que admitir que parece
una cita.

—Bien —suspiré—. Pero incluso las personas que solo follan casualmente
van a comer primero.

Briar echó hacia atrás la cabeza y se echó a reír, causando que uno de los
bibliotecarios mirara en nuestra dirección. Yo me encogí un poco más bajo
en mi asiento y esperé a que Briar bajara el ruido. Me gustaba la
biblioteca.

Era un lugar agradable, oscuro, tranquilo para esconderse.

—Entonces, ¿cómo explicas el collar? —Continuó Briar con


determinación—. Él hizo algo especial. Se preocupó de ello durante
semanas.

Me burlé y levanté una ceja. ¿Stone se preocupó? No era probable.

Briar rodó sus ojos.

—Estaba nervioso al respecto. Me di cuenta. No estaba seguro de que te


gustara.
—¿Y no pensó en preguntar? —murmuré bajito, pero Briar me oyó.

—No sería una sorpresa si lo hiciera —dijo ella con un encogimiento de


hombros—. Además, él pidió mi opinión... más o menos.

—De todos modos —le dije rápidamente, acariciando distraídamente el


colgante —dijo que quería consentirme. Los hombres consienten a sus
amantes todo el tiempo. Es como la regla de oro. Mantenla feliz con cosas
bonitas y ella te mantendrá feliz en la cama.

Briar me miró boquiabierta.

»¡Es verdad! —Insistí.

Briar se derrumbó en risitas y negó con la cabeza.

—Idiota —murmuró, luego alzó la voz un poco más fuerte—. Stone no se


molestaría en comprarte. Si con quien él está saliendo se cansa de él o
viceversa... simplemente se encoge de hombros y encuentra a alguien
más para follar. No es como si fuera difícil para él encontrar a alguien.

La miré y cerré mi libro de golpe.

—Esta discusión está terminada —dije firmemente, levantándome de mi


asiento y saliendo fuera.

—¡Evie, espera! —La oí gritar en pos de mí, pero no miré hacia atrás.

Entré en mi habitación con un largo suspiro esa noche. Después de la


conversación con Briar, me había sentado incómodamente en todas mis
clases, antes de dirigirme al campo de rugby para correr vuelta tras vuelta
en un intento de aclarar mi mente. Algunos de los jugadores de rugby
habían estado fuera dando vueltas también, y después de una pequeña
vacilación por su parte, habían empezado a dar vueltas conmigo,
preguntándome acerca de la banda y yo creo que tal vez coqueteando
un poco. Ciertamente intentaron soltar casualmente un montón de
preguntas acerca de Stone, lo que no me ayudaba a olvidarlo ni un poco.

Me quedé en la ducha, relajándome en el agua caliente, hasta que


Candy irrumpió en el cuarto de baño.
—¿Está Stone allí contigo? —preguntó ella con suerte, tratando de
asomarse alrededor de la cortina.

—No —dije firmemente, tratando de tirar de la cortina para bloquear su


vista de mí—. Y no seas pervertida sobre Stone.

—¿Por qué? —Bromeó ella mientras saltó para sentarse en el tocador—.


¿Porque él es tu novio?

—No —dije firmemente sacando mi cabeza para mirarla—. Debido a que


tú tienes uno.

Candy rodó los ojos.

—Yo estoy autorizada a mirar —dijo con una risa, arrojando una toalla
hacia mí cuando cerré los grifos—. ¿Cómo estuvo tu salida de anoche?

Me sonrojé.

—Bien. ¿Y tu noche?

Candy sonrió y saltó con entusiasmo.

—Mason tiene que irse este fin de semana, por lo que me compré dos
pases con todos los gastos pagados a un spa en la ciudad. Pensé que
haríamos un verdadero día de chicas y salir después... solas tú y yo.

Miré su rostro emocionado y no tuve el corazón para despreciarla… incluso


si significaba que tenía que pasar todo el día prácticamente desnuda
delante de un montón de extraños. Odiaba los spa.

—Claro —Forcé una sonrisa de felicidad—. Suena divertido.

—Vamos —dijo ella cuando me puse ropa limpia—. Vamos a buscar algo
de cenar... antes de que Stone venga apresurado por aquí, exigiendo
saber dónde estás.

—Él no es así de malo —susurré.

Candy sólo rio.


Stone no estaba en nuestra mesa de siempre cuando Candy y yo
entramos en la sala. Ella me lanzó una mirada de ―te lo dije‖ y se sentó al
lado de Briar.

—¿Dónde está Stone? —preguntó alegremente.

Briar se encogió de hombros-

—Pensé que estaría con Evie. No le he visto.

—Está en su habitación —dijo Jamie dando un enorme bocado a su


hamburguesa, sin dar más detalles.

Fruncí el ceño ante el asiento vacío de Stone y me comí la cabeza con la


incertidumbre. Él nunca se perdía la cena. ¿Estaba molesto conmigo?
¿Estaba lastimado o enfermo?

Miré preocupada a Briar, quien se encogió de hombros hacia mí al


mirarme. Su frente arrugada pensando, antes de que ella se inclinara
hacia el lado de Alec y le sonriera.

—¿Cuándo es que se entrega la asignación de música? —le preguntó ella


en voz baja. Alec le devolvió la sonrisa, deslizando un brazo alrededor de
sus hombros.

—El jueves por la mañana —respondió él—. ¿Por qué?

Briar rodó los ojos hacia mí.

—Te apuesto cualquier cosa a que Stone acaba de empezar el


componente teórico ahora.

La cabeza de Jamie se levantó de improviso.

—¿Hay un componente teórico? —Sus ojos se abrieron en pánico y dejó


caer su hamburguesa.

Alec gimió y dejó caer su cabeza entre las manos, mirando a Jamie a
través de sus dedos.
—¿Necesitas ayuda, tío? preguntó lentamente, tratando de sonar
entusiasta, pero fallando miserablemente.

—Amigo, te debo una —dijo Jamie con una amplia sonrisa, recogiendo su
comida restante y empujándola en su mochila.

—Me debes más que una, James —dijo Alec con una sonrisa mientras se
apartaba de la mesa y se levantaba—. ¿Sigue en pie la cita de mañana?
—le preguntó él a Briar y ella se sonrojó cuando cada cabeza en la mesa
se giró hacia ellos.

—Claro que sí —dijo ella alegremente, mirando a todas partes menos a él.
Él sonrió a sabiendas y jaló su cabello, antes de golpear una mano en la
espalda de Jamie y guiarlo hacia las escaleras.

—¿Qué pasa con lo de mañana? —preguntaron Fredi y Candy al unísono,


inclinándose hacia adelante en sus asientos.

Briar rodó sus ojos.

—Nada importante. Alec va a ser mi modelo para el traje de diseño que


tengo que crear.

Candy se rio.

—Así que supongo que mañana vas a tomar sus… medidas.

Fredi vitoreó y aplaudió de pie sobre su silla y silbando ruidosamente


mientras Donny y Candy se le unían.

—Callaos —dijo Briar con un rubor y una risa—. También tengo que tengo
que tomaros las medidas a todos vosotros y luego tengo que ir a comprar
el material.

Yo la miré fijamente, pero Candy y Fredi parecían saber de lo que estaba


hablando. Fredi resopló y sacudió la cabeza, diciendo que ella tenía que
crear su propio disfraz, mientras Candy empezó la discusión de ideas.
Pensé mucho por un momento, luego me di cuenta de que el fin de
semana siguiente era... Halloween.

Rodé los ojos. No era de extrañar que estuvieran entusiasmados. Viviendo


en las zonas costeras del sur de Australia, Briar y Candy nunca habían
celebrado antes Halloween. La gente en Australia no celebraba el día de
fiesta oficialmente y nadie hacía lo del Truco o Trato. Ciertos pueblos del
Territorio Norte lo hacían sin embargo... pero sólo porque allí solía haber un
gran asentamiento del ejército de los Estados Unidos. Los residentes habían
adoptado algunas de las tradiciones, siendo Halloween el más notable.

Yo accedí tranquilamente a encontrarme con Briar para las tomas de


medidas y me metí en la fila de la cena, agarrando comida tanto para
Stone como para mí, antes de dirigirme nerviosamente por las escaleras
hasta su habitación.

Dudé ante su puerta. Solo porque él me había dejado entrar una vez... eso
no significaba que quisiera que me dejara caer todo el tiempo. Pero le
había traído la cena y las bandejas estaban empezando a ponerse
pesadas en mis manos. Eso era otro problema. Mis manos estaban llenas.

Pateé la puerta suavemente y mordí mi labio.

—Vete a la mierda —Llegó un gruñido calmado y profundo desde detrás


de la puerta.

—Eh —dije en voz baja cambiando mi peso de un pie al otro—, te traje la


cena.

No hubo respuesta, pero después de unos segundos, la puerta se abrió y


Stone se quedó mirándome.

—Hola —dije en voz baja—. Yo… pensé que podría gustarte algo de
comer.

Él asintió con la cabeza en un gesto para que entrara mientras tomaba las
dos bandejas de mis manos y las colocaba en el suelo al lado de varias
pilas de libros y su portátil. Sentado en el suelo, agarró la bandeja más llena
y empezó a comer constantemente hasta vaciarla. Me senté despacio y
con cuidado recogí mi cuchillo y tenedor.

—¿Te… te queda mucho por hacer? —le pregunté en voz baja, mirando a
su documento de word en blanco y los garabatos cubriendo su cuaderno
mientras comenzaba a comer.
Él asintió una vez, la espalda apoyada contra su cama mientras recogía
una hamburguesa y me lanzaba la hoja de exigencias. Recorrí el
documento detallado y descubrí que era muy parecido a la tarea de
fotografía que yo tenía que hacer. La suya también era en dos partes…
pero ambas debían ser entregadas al mismo tiempo. Como yo, él había
investigado para elegir a un famoso fotógrafo, o compositor en su caso, y
escribir un ensayo sobre él. Entonces, tenía que elegir una de sus piezas,
analizarla y, a continuación, recrearla en cualquier forma que quisiera. Me
estremecí cuando me di cuenta de que la segunda mitad de mi
asignación debería ser entregada en unas semanas y no había avanzado
mucho.

Eché un vistazo a uno de los libros y levanté una ceja, sorprendida.


¿Tchaikovsky? ¿En serio?

—¿Cuál pieza recreaste? —le pregunté con curiosidad. Una rara sonrisa
apareció en su rostro, haciendo que la cicatriz en su ceja se destacara
notablemente. Tomó un CD de su estuche y se levantó para colocarlo en
su sistema de sonido. Apagó la luz y cogió un control, subiendo el volumen
(pero no demasiado alto) antes de presionar para reproducir.

Reconocí inmediatamente la canción, la melodía distintiva y familiarmente


clara, incluso cuando la tocaba con instrumentos completamente
diferentes. Stone había vuelto a trabajar las notas de la Danza de las
Hadas de las Ciruelas Dulces del Cascanueces y se las había dado a su
banda para tocarla. Su banda de metal. No, no era música estridente...
pero se las había arreglado para aumentar dramáticamente el sutil misterio
de la pieza. El claro acento fuerte y el timbre de la guitarra eléctrica
enviaron escalofríos por mi columna vertebral, pero fue el suave y profundo
canturreo de la voz de Alec, palabras solitarias para la pieza lo que me
puso los pelos de punta.

Mis ojos se dispararon hacia Stone con asombro, pero sus ojos estaban
cerrados mientras permanecía de pie en el centro de la habitación y
escuchaba. Seguí su ejemplo, cerrando mis ojos y disfrutando de cada
palabra de la canción. Sentí otra esquina de mi corazón aceptar la derrota
y caer solo un poco más enamorada de él.

Mis ojos se abrieron de golpe y me sacudí con fuerza.


¡NO!

— Eso fue increíble —le dije sin aliento mientras la última y sentimental nota
terminaba y Stone encendía la luz de nuevo. Él se encogió de hombros y
volvió a sentarse para tomar un libro.

—¿Necesitas ayuda? —le pregunté tentativamente, mirando los montones


de investigación que todavía tenía que hacer.

Él hizo una pausa.

Yo contuve la respiración por lo que pareció una eternidad, pero


finalmente asintió. Me senté junto a él y empujó un libro hacia mí,
poniéndome cómoda para la larga noche por delante.

Dormí en la habitación de Stone esa noche y me desperté temprano para


encontrarlo escribiendo rápidamente. Habíamos terminado la
investigación la noche anterior, pero parecía que Stone estaría ocupado
escribiendo todo el día. Me levanté lentamente y mordisqueé la tostada
que Stone había colocado junto a la cama. Miró brevemente en mi
dirección, pero regresó a su computadora portátil y siguió trabajando.
Nadando en una de sus camisetas, me arrastré medio dormida a lo largo
de la cama para inclinarme por encima de su hombro, donde él estaba
sentado en el suelo. Eché un vistazo a la pantalla y me di cuenta de que
debía haber estado trabajando cerca de una hora ya. Sus dedos se
detuvieron, luego continuaron lentamente por un rato, antes de que
finalmente bajara la computadora con un suspiro de frustración.

—Vete —dijo con firmeza.

Me quedé helada.

—Mmm —murmuré con incertidumbre—. ¿Qué?

—Vete —dijo con voz ronca—. No puedo pensar.

—Oh —dije sin comprender, echándome hacia atrás—. Está bien —Traté
de no sonar herida, pero no debí hacer un buen trabajo porque Stone
suspiró y estiró una mano por detrás para agarrarme y jalarme hacia su
regazo.
—Hueles bien —dijo acariciando mi cuello e inhalando profundamente.
Pasó sus manos por debajo de mi camiseta y tomó mis pechos desnudos—.
Eres distrayente.

—Ah —dije en voz baja sintiéndome mucho mejor—. Lo siento —Le di un


beso en la mejilla y salí de su regazo, poniéndome nerviosamente mi ropa
mientras él observaba.

Dudé en la puerta.

—¿Quieres que te espere? —le pregunté tentativamente.

Él negó con la cabeza y cogió su portátil de nuevo.

Iré a ti —dijeron sus ojos brillando con vehemencia.

Me apresuré hacia la puerta.

j
—No voy a ponerme eso —dije en voz baja y horrorizada al día siguiente
cuando Briar me mostró su boceto de mi disfraz de Halloween. Quería
vestirme como un guepardo. Un muy desvergonzado, rasgado y ceñido
traje de guepardo.

Briar hizo pucheros.

—Por favor —me suplicó—. Es Halloween. ¡Mi primer Halloween! ¡Por favor,
úsalo por mí! Lo diseñé específicamente para ti…

Sabiendo que no había manera de que fuera a salir de esto, suspiré en


derrota.

—Está bien.

Ella gritó con regocijo.

—Te encantará, lo prometo.

Me limité a asentir e tomé nota para trabajar más duro en el gimnasio esa
semana.
—¿Qué vas a ponerte tú? —le pregunté con curiosidad. Ella se animó
visiblemente y corrió a su armario para sacar el conjunto ya completado.

—Pensé que iríamos de tema de animales —dijo ella con entusiasmo


sosteniendo el traje más pequeño de conejita que alguna vez había visto.

Gracias a Dios nuestro Halloween es en el medio de la primavera —pensé


mirando a la cosa sin tirantes con aspecto de leotardo y medias de red.

—¿Qué estás haciéndole a Candy? —le pregunté rápidamente,


decidiendo no comentar sobre su traje.

—Oh nos fuimos de compras ayer por la noche —Se rio Briar, buscando a
través de la enorme pila de tela en su cama para mostrarme un rollo
brillante de licra en hermoso azul y verde y un sencillo sujetador blanco, sin
tirantes—, ¡pensé que con su hermoso cabello rojo debía ser Ariel! ¡La
sirenita!

Sacó su cuaderno y me mostró fotos tratando de explicar el método


exacto que iba a utilizar para reunir el material sobre el sujetador para
hacerlo parecer conchas. Me perdió en el comienzo, pero asentí
lentamente, preguntándome dónde iba a encontrar Briar el tiempo para
hacer todo eso en sólo poco más de una semana.

—¿De qué van los chicos? —le pregunté en un intento de detener el


monólogo fascinante sobre los tipos de hilo.

Briar hizo una pausa y se echó a reír en voz baja.

—Quiero que vengan como diferentes tipos de cazadores —dijo ella poco
a poco—. Pero hay que convencerles.

—¿De qué fueron el año pasado? —le pregunté con curiosidad.

—Toda la banda fue de personajes de Marvel —dijo ella con una risa—.
Stone fue en pantalones cortos desgarrados, dejó que Fredi lo pintara de
verde y se llamó a sí mismo el increíble Hulk.

Ella arrugó su nariz hacia mí.

—Me tomó días convencerlo de que dejara que Fredi lo pintara de verde.
Me reí mientras imaginaba a un Stone verde, llevando prácticamente
nada. Habría sido una vista alarmante.

—Así que —dijo Briar en ese tono de voz que yo sabía que significaba
problemas—, todo depende de que tú lo convenzas de usar su disfraz este
año.

—¿Qué? —grité alarmada levantándome de la cama—. ¿Qué tan malo


es?

Briar me mostró la imagen y sentí mi corazón hundirse. De ninguna manera


sería capaz de convencerlo de usar eso. Negué con la cabeza
rápidamente.

—Vamos Evie —rogó Briar—. Candy y yo vamos a trabajar en Alec y


Mason. Jamie ya está de acuerdo con el suyo y Fredi está trabajando en
Donny.

—¡Pero todos ellos son fáciles! —protesté—. ¡Stone es obstinado!

—Tú puedes hacerlo. Sé que puedes —ella me guiñó un ojo—. Pensarás en


algo.

Genial.

Por suerte, no tenía que hacer frente a la situación del disfraz en ese
momento. El resto de la semana pasó sin incidentes y la banda realmente
pasó un sábado por la noche en casa por una vez. Lo cual era algo
bueno, porque temprano la mañana del domingo, fui arrancada de mi
cómoda cama por Candy, Stone había dejado la cama varias horas antes
debido a la falta de sueño.

—¿Qué pasa? —murmuré adormilada.

—¿Lo olvidaste? —Acusó ella juguetonamente—. ¡Es hora de spa!

Me quejé y me dirigí a la ducha, decidida a poner una cara feliz para no


estropear el día de Candy.

En realidad no fue tan malo como yo pensaba. Finalmente me acostumbré


a caminar en nada más que una bata y algunos de los tratamientos eran
en realidad bastante buenos. ¡Habíamos tenido candentes masajistas sexys
también!

Por otro lado, sin embargo, tuve que soportar otra cera. ¡Ay!

Me sentía limpia, fresca y llena de energía cuando dejamos el spa,


encantadas y viéndonos geniales.

—¡Vamos a hacer algo! —Reí lanzando mis brazos y respirando el aire de la


primavera.

—¡Vamos a ir a la sesión del domingo! —Anunció Candy, lanzando sus


brazos a mi alrededor y tirando de mí torpemente para volver a nuestra
habitación a cambiarnos.

—Bueno —le dije dudosamente—. Eso no era exactamente lo que tenía en


mente...

—Vamos Evie —dijo Candy con una sonrisa—. Nos sentaremos en una
acogedora cabina en el club de la universidad y veremos al DJ Mason
mientras bebemos una agradable y fría jarra de cerveza. ¡Será relajante!

Le sonreí y cedí. Sonaba agradable.

—Me apunto.

Por desgracia, nuestra agradable y fría jarra de cerveza se convirtió en


tragos, música a todo volumen y luces parpadeantes... y baile de mesa en
nuestras faldas cortas...

—Shhhh —me lanzó Candy mientras tropezábamos por las escaleras en


casa, riendo y tratando de sostenernos la una a la otra.

—Tú shhh —le lancé de vuelta, cayendo de rodillas en la parte superior de


las escaleras y arrastrándome a lo largo del tenuemente iluminado pasillo.

—Voy a la habitación de Massssseeeee —me dijo en otro ataque de risa.

Me puse de pie y me apoyé contra la pared, tratando de recuperar el


aliento. No estaba ni de cerca tan borracha como Candy, pero estaba
definitivamente sintiéndome tonta.
—¿No es allí arriba? —le dije señalando de nuevo a las escaleras y
preguntándome por qué me estaba siguiendo.

—Oh sí —dijo ella con el ceño fruncido, dándose la vuelta y tropezando de


regreso hacia ellas. Negué con la cabeza y busqué en mi bolso la llave de
mi habitación. Mi teléfono sonó y el sonido estridente hizo eco a través del
silencioso pasillo. Me apresuré a contestar, notando en el proceso que la
hora era mucho más tarde de lo que había pensado en un principio, y
había varias llamadas perdidas en la pantalla.

El nombre de Stone brilló en la pantalla y rápidamente contesté, tomando


una respiración profunda para acomodar mi humor borracho.

—Hola —le susurré al teléfono, sonando sin aliento y ronca.

Hubo un momento de silencio, antes de que finalmente hablara.

—¿Dónde estás?

—Estaba fuera con Candy —le contesté metiendo mi llave en la cerradura


y abriendo mi puerta—. Estoy en mi habitación.

La línea se cortó y oí sus distintivos pasos por encima mientras él se dirigía


hacia la escalera. Le di las gracias a mi buena estrella de que la
habitación de Mason estuviera al lado de la escalera y Candy ya estaría
dentro. Esperé en la puerta con una sonrisa de expectación creciendo
mientras veía su gran cuerpo entrar en vista.

Mi sonrisa se desvaneció.

No parecía impresionado.

Me miró mientras me hizo retroceder en la habitación y fruncí el ceño con


confusión.

—¿Qué pasa? —le pregunté.

—¿A dónde fuiste? —exigió.

—Fuera —dije lacónicamente—. Candy y yo tuvimos un día de spa.

Echó un vistazo a mi traje y levantó una ceja.


—Luego fuimos a cenar y a ver a DJ Mase —añadí.

—La próxima vez pregunta —gruñó.

—¿Perdón? —le siseé de vuelta con incredulidad.

—Tenía planes —dijo.

—Yo también —le respondí, mis manos viniendo a descansar


desafiantemente en mis caderas.

—Avísame la próxima vez —dijo en voz baja, sus ojos relampagueando


peligrosamente.

—Tú no eres mi guardián —le espeté.

Él me miró por un momento y luego resopló con frustración, deslizando una


mano por su cara con un fuerte suspiro.

—Quería agradecerte —dijo dando un paso lento hacia adelante y


recostándose suavemente en la pared.

—¿Agradecerme? —Mi mente trató de ponerse al día, pero el alcohol


estaba desacelerando mis pensamientos y la cercanía de Stone estaba
enviando mis hormonas fuera de control.

—Por ayudarme —dijo suavemente acariciando el delgado tirante de mi


camiseta y haciendo cosquillas en mi piel.

¡Oh, la asignación!

Me tranquilicé un poco cuando me di cuenta de que había arruinado su


intento de mostrar su aprecio. Supongo que podría haber llamado y
decirle dónde estaba… o al menos prestarle atención a mi teléfono…

Le sonreí con cuidado y suavemente deslicé mis dedos por debajo de su


camisa para agarrar el cinturón y jalarlo más cerca. Su cabeza se inclinó
hacia mí y yo cerré mis ojos en espera… pero el beso nunca llegó. Lo sentí
congelarse y luego oler. Mis ojos se abrieron a tiempo para ver los suyos
estrecharse peligrosamente.

—¿Has estado bebiendo? —preguntó con los dientes apretados.


—Sí —susurré nerviosamente.

Él agarró mis hombros con fuerza y su voz bajó hasta un tono casi
peligrosamente suave.

—Nunca bebas sin mí.

A pesar de mi miedo, me ericé. ¿Qué derecho tenía él para darme


órdenes?

¡Prométemelo! —Exigían sus ojos.

Apreté mis puños y mansamente asentí, dejando caer mis ojos de los suyos
a pesar de que yo anhelaba gritarle y salir apresurada de la habitación.

La tensión abandonó su cuerpo un poco, ante mi acuerdo y se inclinó


hacia adelante una vez más para reclamar mis labios.

Esta vez volví mi cabeza, todavía hirviendo de ira. Él gruñó en voz muy baja
y trató de nuevo, volviendo mi cara suavemente con su mano fuerte y
rozando sus labios con los míos. Me sostuve resueltamente inmóvil, sin
moverme incluso cuando él sensualmente lamió mi labio inferior. Su gruñido
de irritación fue aún más fuerte esta vez cuando me mordisqueó y presionó
su grande y duro cuerpo contra mí, su otra mano entretejiéndose en mi
pelo.

Gruñí en respuesta y cedí a lo inevitable. De ninguna manera podía


resistirme a este hombre. No iba a ceder mansamente, sin embargo. Lo
besé con todo mi enojo y frustración, mordiendo y arañando mientras me
apretaba más cerca. Él respondió de igual modo, levantándome del suelo
con una mano, su otra mano apretándose en mi pelo y tirando de mi
cuello hacia atrás para poseer sin piedad mi boca.

Nuestro sexo fue salvaje y furioso y nos quedamos allí jadeando después,
uno al lado del otro en mi estrecha cama individual.

No hablamos.

Sintiéndome emocionalmente frágil después de ese episodio explosivo,


traté de rodar de la cama, enferma de mi estómago por la tensión en la
tranquila habitación. Stone agarró mi brazo, sin embargo, y me atrajo
hacia él, metiéndome bajo su costado. Empujé contra él y golpeé sus
manos, tratando de zafarme.

—Lo siento —dijo él en voz baja. Me detuve y miré su cara sincera. Tuve la
más extraña sensación de que él rara vez decía esas palabras. Se dio la
vuelta sobre su costado y tomó mi cara suavemente, besando mis labios
tan suavemente que apenas podía sentirlo. Justo así, me derretí. Yo no
quería estar enojada. Quería su consuelo. Quería entender qué demonios
estaba pasando entre nosotros y por qué él hacía las cosas que hacía. Le
devolví el beso con cuidado y luego nos echamos hacia atrás, mirando
hacia el techo de nuevo en silencio. Varios minutos después, para mi
sorpresa, fue Stone quien rompió el silencio de nuevo—. Mi madre fue
violada a los dieciséis años —dijo sin emoción. Salté levantándome y
mirando hacia él sorprendida. Él lo había dicho de la nada y nunca habría
esperado algo así. No me miró, así que poco a poco me recosté y me
acurruqué en su costado de nuevo.

»Ella estaba en una fiesta —dijo—, había bebido demasiado y no pudo


defenderse de él.

No dijo nada más y me tomó un momento entender lo que estaba


explicando.

Cerré mis ojos y dejé escapar un suspiro profundo. Esto era por qué odiaba
que yo bebiera. Porqué se puso tan enojado con Briar y conmigo en su
cumpleaños dieciocho.

—¿Encontraron al tipo? —susurré con cautela.

Stone asintió lentamente.

—Él tenía veinte años. Le dieron diez años por tres cargos de violación a
menores de edad. Dos de las otras chicas se presentaron —Se encogió de
hombros—. Al parecer tengo otra media hermana por ahí en alguna parte.
El hijo de puta no era de los que se preocupan por la protección.

Me tragué la bilis en mi garganta.

—Quieres decir que… —Me interrumpí porque no quería decirlo en voz


alta.
—Stone es el apellido de soltera de mi madre —dijo con un gruñido—. No
estoy usando el suyo.

Caímos en silencio otra vez y su respiración se tranquilizó.

—Grant —susurré en la oscuridad—. ¿Estás despierto?

Envolvió sus brazos a mi alrededor y besó mi sien en respuesta.

Así que le dije acerca de Ben.

Empecé por el principio, describiendo cómo yo estaba tan feliz de que


alguien tan encantador y bien parecido como Ben estuviera interesado en
mí, mi nerviosismo acerca de hacer las cosas bien para agradarlo
manteniéndolo en secreto de mi familia y amigos, su presión para tener
relaciones sexuales y finalmente dictando cada uno de mis movimientos,
de quién podía ser amiga, lo que podía usar y dónde podía ir y cuándo.

—Todos tratan de controlarme —le susurré—. Mi familia, mis amigos…

Me detuve y tomé una respiración profunda…

—Yo —contestó Stone en voz baja por mí.

Asentí lentamente.

—Juré que nunca dejaría que nadie tuviera tanto control sobre mí otra vez.

—¿Alguna vez te forzó? —exigió Stone en tono helado antes de caer en un


susurro tenso—. ¿Te retuvo?

—No… no usó la fuerza —susurré—. Yo era demasiado débil para decir que
no —Stone estaba aún en silencio y fue un momento antes de que algo
encajara en mi mente—. Me gusta cuando me retienes —susurré
suavemente tratando de tranquilizarlo—. No me siento amenazada.

De repente, fui volteada sobre mis rodillas, mi culo desnudo en el aire y las
manos grandes y cálidas de Stone corriendo por mi espalda.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté nerviosamente, un emocionado


pero nervioso temblor en mi voz.
Stone gruñó y presionó su frente a mi espalda, inclinándose sobre mí para
llegar a mi oído.

—Haciéndote olvidar que ese hijo de puta existió —gruñó él entre dientes…

Y por varios largos y gloriosos momentos, lo hizo…


Capítulo 32
i mente estaba trabajando tiempo extra durante la mañana siguiente

M mientras pensaba en lo que Stone me había revelado acerca de su


madre. Esa mañana corrimos juntos en silencio como habitualmente,
pero se podía percibir una especie de nueva tensión que me indicaba que
él también estaba pensando en nuestra charla anterior. Estuve distraída en
todas y cada una de mis clases y decidí ir a correr por la tarde
nuevamente, alargando mis pasos hasta que me encontré corriendo casi
a toda velocidad alrededor del campo de rugby, ignoré a los jugadores
que se encontraban ahí mirándome desde donde realizaban sus ejercicios
de estiramiento en el centro del campo.
Tomé una decisión. No volvería a beber sin Stone.

No había nada que me dijera que tenía que dejar de hacerlo y


definitivamente no lo hacía porque Stone me lo hubiera ordenado. Lo
hacía porque no quería preocuparlo más. Ahora que comprendía su
sentido de sobreprotección, me sentía mucho más dispuesta a hacerlo.
Cerré mis ojos sintiendo simpatía hacia él mientras me preguntaba lo que
sería para mí saber que mi padre era un violador, pero no pude. Me
pregunté dónde estaría su padre ahora, pero no había manera de que
fuera a preguntárselo a Stone. Puede que ni él mismo lo supiera.

Oí pasos rápidos y pesados detrás de mí y miré hacia atrás un poco para


ver que los jugadores de rugby habían iniciado su carrera de
calentamiento. Vince y Jesse, los altos jugadores del equipo, trataban de
alcanzarme, sus largas piernas cubriendo rápidamente la distancia entre
nosotros. Mantuve el paso, a medida que me alcanzaron desaceleraron
para que su zancada coincidiera con la mía mientras jadeaban
fuertemente.
—Caray Evie —dijo Jesse negando—. ¿Qué fue lo que te sacó de quicio?

—¿A qué te refieres? —pregunté apurando un poco el paso, comenzaba a


costarme respirar y comenzaba a sentir una satisfactoria quemazón en mis
piernas.
—¿Qué pasa con esta carrera a toda velocidad? —continuó—. Luces
como si alguien te hubiera hecho cabrear en serio.

—Solo estoy pensando —jadeé—. Bueno, tratando de aclarar mi mente en


realidad.
Vince se rio y me guiñó un ojo.

––¿Problemas con Stone? Podría darle una lección por ti ––Flexionó sus
musculosos brazos y sonrió sin dejar de correr ni perder el paso.
Rodé los ojos.
––No gracias ––dije claramente––. Todo está bien.

Vince suspiró y se giró para gritarle a los demás jugadores que venían
detrás.

––¡Mantened esos flojos y gordos traseros en movimiento! Evie ha marcado


el ritmo de hoy para el calentamiento.

Algunos chicos gruñeron, pero apresuraron el paso, algunos de ellos


gritaron.
––¡Pero la vista es mucho mejor aquí atrás!

Fruncí el ceño confundida, pero Vince los fulminó con la mirada y les
contestó:

––¡Dejad de ver el trasero de Evie pervertidos! Moveos y corred frente a


nosotros.

Esa última orden fue recibida con gruñidos mucho más fuertes mientras
aceleraban para rebasarnos. Me sonrojé, pero me vengué de ellos
mirando sus apretados traseros cuando pasaron frente a nosotros.

––Esto es demasiado para ser solo el calentamiento ––Escuché a alguien


quejarse, por lo que traté de disminuir un poco el paso en consideración a
ellos. Jesse me lanzó una mirada conocedora y aceleró el paso otra vez.
Sonreí tímidamente al ser descubierta, pero de igual forma disminuí el paso.

—Creo que comenzaré a enfriarme un poco —les dije—. ¡Gracias por la


compañía!
––Cuando quieras ––contestaron al mismo tiempo y me sonrojé.
––Luces como si hubieras nadado con tu ropa deportiva ––comentó
Candy cuando atravesé la puerta.
Mason me miró desde la cama donde estaba acostado y arrugó la nariz.

—Qué guapa Evie —dijo riéndose entre dientes. Candy caminó hacia la
cama y jaló su oreja.
—¡Ay! —se quejó—. ¿Qué demonios, Cassandra?
Esta vez recibió un golpe en la cabeza.

—No me llames así, y deja de portarte como un cerdo —dijo


severamente—. Como si lucieras perfecto después de un duro
entrenamiento.

Mason gruñó lascivamente y abrió la boca, pero Candy se la cubrió con


una mano.

––Compórtate ––dijo con una risita. Mason comenzó a mordisquear


juguetonamente su mano y yo me metí rápidamente en el baño, sin ningún
deseo de estar ahí viendo sus bromas juguetonas. Una oleada de celos me
tomó por sorpresa mientras me metía en la ducha y me tomó un momento
averiguar la razón…

No podía visualizarnos a Stone y a mí jugando así, perdiéndonos tanto el


uno en el otro hasta olvidar que había otras personas mirándonos y
dejando caer la guardia.

Metí la cabeza al agua fría y me estremecí, pero me ayudo a sacar a


Stone de mis pensamientos, por el momento.

Cuando regresé a la habitación, vistiendo un confortable vestido corto de


algodón, Mason y Candy se encontraban sentados en el piso, un block de
dibujos se encontraba frente a ellos además de material y varios objetos
de pesca. Los miré curiosamente y Mason me sonrió.

—Mi disfraz de Halloween —dijo con esa mirada que ponen los chicos
cuando han recibido una nueva y genial pistola Nerf para jugar—. Candy
quiere que lleve un disfraz de pescador cojo, como esos viejos tipos en los
botes de aluminio, con todos sus señuelos favoritos clavados en el
sombrero y una caña de pescar enclenque

—¿Y tú qué quieres llevar? —pregunté curiosamente escondiendo una


sonrisa.
Su sonrisa se ensanchó.
—El disfraz apropiado para un marinero —Hizo una pausa dramática
riéndose entre dientes como el niño inmaduro que era—. Con un arpón y
una gran red —Señaló a Candy con la cabeza mientras susurraba—: No
puedes cazar algo tan grande como una sirena con una mísera caña y
una red para cangrejos.
Candy me miró y rodó los ojos mientras yo contenía la risa.

Llamaron a la puerta y Jamie entró a grandes zancadas con una bolsa


enorme y dos pizzas.
—¡Ey, Evie! —dijo felizmente—. No sabía que ibas a unírtenos.

—No lo haré —dije rápidamente caminando hacia el pasillo y


esquivándolo mientras mi estómago gruñía audiblemente—. Y voy tarde
para la cena.

—¡Asegúrate de decirle a Stone lo de su disfraz! —gritó Candy alegremente


detrás de mí, gruñí y la miré. Los tres estallaron en risas y me alejé pisando
fuerte sin despedirme.

Gracias a Dios Briar, Fredi, Donny, Alec y Stone eran las únicas personas
sentadas en la mesa cuando llegué. No estaba de humor para ningún
parásito hoy.

—¡Ahí estas! —dijo Briar con una sonrisa triunfante, mientras me empujaba
hacia mi asiento entre ella y Stone.

—Fui a correr otra vez —expliqué rápidamente, mirando preocupada


hacia el cuaderno de dibujo de Briar en un intento por evitar ver la
mandíbula endurecida de Stone.
A través de la mesa Donny resopló.

—Sí, escuchamos a los jugadores de rugby charlando sobre ello en el


gimnasio.
Alec me sonrió.
—Aparentemente estabas corriendo como si te persiguiera una tormenta.
Me moví inquietamente.
—Solo estaba pensando.
Donny se rio entre dientes.

—Deberías tener cuidado Stone. Los chicos dijeron que Vince y Jesse
tuvieron grandes erecciones por nuestra chica.
Se agachó justo a tiempo para esquivar el golpe de Stone, luego rio y me
guiñó el ojo.
Rodé los ojos.
—No hicieron eso.
—S…

—Como sea —interrumpió Briar lanzándole una gélida mirada a Donny—.


Siéntate Evie y ayúdame a convencer a Stone de ponerse su disfraz.

Suspiré y caminé alrededor de Stone para sentarme en mi lugar habitual,


pero Stone me tomó del brazo y me sentó en sus piernas. Lo miré
sorprendida, pero él no estaba mirándome, veía fijamente a Vince, quien
acababa de entrar en la sala. Contuve una risita y me acurruqué sobre él
para tranquilizarlo, mientras Briar empujaba el libro hacia mí levantando
una ceja interrogante.

Fruncí el ceño derrotada y miré nuevamente el dibujo, antes de lanzarle a


Stone una cautelosa mirada.

No —parecían decir sus ojos firmemente. Miré nuevamente el dibujo con


horror. No había manera de que Stone pudiera ponerse ese disfraz. Era un
disfraz de Cazador de Safari. Bastante parecido al de algunos libros. Un
divertido sombrero, camisa y short a juego en color crema, botas color
bronce, un pañuelo alrededor del cuello y un rifle en la mano. Miré a Briar.

¿Estas bromeando? —le pregunté con los ojos, pero no pareció


comprenderme. Seguramente Stone se vería bien vistiendo cualquier
cosa… pero de ninguna manera iba estar de acuerdo con esto.

—¡Vamos Stone! —urgió Briar—. Te verás muy mono a lado de Evie con este
disfraz.

Negué hacia Briar. Ella conocía a Stone. Mono, era definitivamente la


forma errónea de convencerlo.

La mirada de Stone debió haber sido suficiente para convencerla de dejar


el tema, porque se giró hacia Alec y le sonrió dulcemente
—Alec —ronroneó.
El aludido alzó la mirada cautelosamente para encontrarse con la de Briar.
—Debemos realizar los últimos ajustes a tu disfraz.
Alec frunció el ceño, pero suspiró y aceptó con una inclinación de cabeza.
Briar me lanzó un guiño antes de apresurarse detrás de Alec. Alec estaba
enamorado y era un poco más fácil de tratar que Stone.

Stone me entregó su cuchillo y tenedor y reajustó mi posición sobre sus


piernas, de manera que estuviera un poco más cómoda. Se levantó un
poco para acercarme su bandeja, antes de sentarse nuevamente y
apoyar sus manos en mis caderas con los pulgares jugueteando con la piel
visible entre mi camiseta y pantalones cortos.

—¿Entonces de que me harás disfrazarme Winnie? —le preguntó Donny a


Fredi con una sonrisa. Fredi lo miró sonriendo.
—Iré de Caperucita Roja —contestó encogiéndose de hombros.
Donny le devolvió una maliciosa sonrisa.

—Lindo —dijo con un aprobador asentimiento, recorriéndola de pies a


cabeza como si se la estuviera imaginando.
Fredi sacudió la cabeza.

—No lo será. Seré la versión ―mujer independiente‖ de la Caperucita Roja.


Apenas vestida y sexy, con pistolas, cuchillos y un labial rojo brillante.

—Impresionante —silbó Donny tirando de la silla de Fredi hacia él e


inclinándose más cerca—. Entonces, ¿eso me hace ir disfrazado de…?

Fredi sonrió dulcemente y tragué saliva nerviosamente. Ella se alejó y


esperó tomando una respiración antes de decir con aire de suficiencia.
—El sacrificado lobo, vestido con la ropa de una abuelita.
Contuve una carcajada… pero Donny se echó hacia atrás y soltó una
gran carcajada.
—No —dijo firmemente—. Estoy hablando en serio.

—Yo también Donovan —gruñó Fredi—. Si quieres ir a juego conmigo,


entonces eso es lo que deberás vestir.
—Y yo digo, mierda no —gruñó Donny

Fredi entró en modo pelea y sentí a Stone jadear frustrado. Me dio un


codazo para levantarme de su regazo y se levantó, lanzando una gélida
mirada a Donny y Fredi antes de arrastrarme hacia su habitación.
Me senté nerviosamente en el borde de su cama agarrando la libreta
mientras Stone encendía el televisor y se dejaba caer de espaldas en la
cama.

—Entonces… —Comencé titubeante, mi voz apenas un susurro—. Tal vez si


le decimos a Briar que cambie un par de cosas… tu disfraz no estará tan
mal…
—No —gruñó sin dejar de mirar la televisión.

Me arrastré junto a él y traté de usar algunas artimañas femeninas,


presionándome sobre él y mirándolo suplicante.

—Se verá sexy en ti —musité sobre su bíceps desnudo, dejando un


pequeño beso ahí. Dejó de ver la televisión y me miró, de pronto giró hacia
un lado y tiró de mí.
—No hay que ir ––murmuró en mi oído.

—Pero… —balbuceé—. Se supone que será divertido… Briar está


realmente emocionada…

—Nos divertiremos aquí —gruñó contra mi cuello, besándolo lentamente


como solo él sabía hacerlo.

Me estremecí bajo su toque y comenzó a acariciarme a lo largo del


costado.

—Podemos tener ese tipo de diversión más tarde —dije sin aliento—. Pero
quiero ir a la fiesta.

Parpadeé un poco sorprendida de que de verdad quisiera ir. Salir y


divertirme. Quería disfrazarme e ir a un club abarrotado. Bueno, bien, no
estaba tan entusiasmada acerca de la parte de disfrazarme… pero quería
compartir esa experiencia con mis amigos.

—Bien —dijo con facilidad—. Podemos ir… —Sus labios se movieron hacia
mi oído y su voz bajó gradualmente hasta convertirse en un gruñido—. Pero
no voy a disfrazarme.

Mi cuerpo se volvió flojo y suspiré derrotada, recogiendo una pelusa de mi


blusa y viendo mis manos con el ceño fruncido.
Stone gimió.
—¿Qué está mal? —demandó—. Las lágrimas no funcionarán.
—No estoy llorando —contesté suavemente.
Me tomó del mentón y levantó mi rostro hacia él estudiándolo.

—¿Por qué? —preguntó —Parpadeé confundida—. ¿Por qué es tan


importante para ti disfrazarme como un puto retrasado? —Había en su voz
un tono incisivo que me hizo temblar ligeramente.

Miré hacia otro lado sonrojada y me encogí de hombros, pero él giró mi


rostro hacia él nuevamente.
»¿Por qué?
Cerré los ojos y suspiré.
—Porque eso probará mi poder femenino.

Stone me soltó y poco a poco abrí los ojos. Él estaba esperando,


mirándome cautelosamente, pero demandando una explicación.

—Briar, Candy e incluso Fredi, esperan que sea capaz de convencerte.


Todas están trabajando en sus… hombres… Briar y Candy ya los han
convencido. Ellas piensan que puedo encontrar un punto débil en ti. Que
estarás dispuesto a hacer esto por mí. Traté de avisarles —murmuré—. Que
nosotros no… que tú no te sientes… que yo no tengo esa clase de poder
sobre ti.
Miré hacia otro lado y esta vez me dejó hacerlo.

»Yo solo… siento que he fallado, y que estarán decepcionadas. Como si


fueran a pensar mal de mí o algo…
Me encogí de vergüenza y me callé, deseando no haber dicho nada.
Stone suspiró larga y audiblemente, pero se sentó y tomó la libreta.

—No me pondré el sombrero —gruñó ferozmente. Lo miré esperanzada y él


miró el dibujo como si estuviera tratando de corregir todo lo que estaba
mal con el disfraz con solo desearlo.

Grité de alivio y me abalancé sobre él, girando su cara para darle un beso
mientras envolvía sus brazos a mi alrededor.
—Le diré a Bri que lo cambie por ti —murmuré entre besos—. Gracias.

Stone no me contestó con palabras, me recostó boca arriba sobre la


cama y procedió a tomar su pago.
No es que me importara en lo más mínimo.
Capítulo 33
omo lo esperaba, Candy y Briar estaban complacidas cuando les dije

C que Stone había accedido al disfraz, o una forma alterada de algún


modo. Mi disfraz lucía más y más escandaloso a medida que Briar
trabajaba… por lo que estaba sacándole el máximo provecho al gimnasio
de la universidad. Esto también significaba que veía mucho más a Jesse,
Vince y otros jugadores de rugby. Mi cara estaba siempre roja, una
combinación entre esfuerzo y rubor. Esos chicos eran unos coquetos
incorregibles.

Luego de una extenuante sesión, fue que mi mamá decidió llamar.


Necesitando una ducha y comida, estaba muy lejos de tener ánimo para
hablar con ella, pero no podía ignorar su llamada. Mi madre no pararía de
llamar hasta que se contactara conmigo y mientras más retrasara… más
imaginación y curiosidad tendría ella.

—Hola mamá —dije suavemente, deslizándome hacia el baño del piso y


tratando de ignorar el gruñido de mi estómago.

—¡Evelyn, querida! —ella saludó entusiasta, como siempre. Lo juro incluso si


la llamaras en alguna obra terrible de la mañana, ella aún contestaría el
teléfono con un entusiasmo sin rivalidad. Y contuve una sonrisa de calidez.
Mi madre necesitaba todo el entusiasmo que pudiera con 11 hijos en
crecimiento.

—¿Cómo va la novela? —pregunté, esperando distraerla de hacerme


preguntas sobre mi vida amorosa.

—Terrible — dijo ella con un mohín en la voz—, estoy completamente sin


inspiración.

Contuve la urgencia de hablar de recientes explosiones sexuales de Evan


(Charlie recientemente me había puesto al día con los rumores familiares),
pero había aprendido mi lección sobre hablarle a mamá sin pensarlo
antes. Aunque Evan no explotaría sobre mí como Harvey lo había hecho…
definitivamente no estaría impresionado.
—¿Cómo están los chicos? —pregunté rápidamente.

Mi madre suspiró y se rio.

—No creerías cuantos problemas están causando los trillizos. Yo creo que
piensan que pueden hacer cualquier cosa que quieran ahora que están al
final de su último año de escuela. He recibido llamada tras llamada… y
sabías que ¡¿Luke tiene novia?!

—No —admití, pero pensándolo bien Luke siempre había sido el más
callado de los trillizos jóvenes.

—¡Los pillé en el establo! —Siguió hablando mi mamá excitadamente y yo


rodé mis ojos. Cada uno de mis hermanos ha usado el establo para
hacerlo en algún momento… incluso Ben y yo lo hemos hecho una vez o
dos.

—¿Cómo sabes que tiene una novia? —pregunté con una sonrisa.

Mamá se rio y chasqueó la lengua.

—Jake me lo dijo. Y mi Luke no es de esa manera de todas formas —dijo


con una risita y bajando la voz—. No como el bribón de Mike. Estoy siempre
espantando a sus zorras fuera de aquí. Incluso en la intemperie lo hace.

Sacudí mi cabeza suprimiendo la risa y preguntándome si ella sabría que


Jake era casi tan activo… pero definitivamente más discreto.

—¿Cómo está Paul? —Le solté—. ¿Sus exámenes finales y la entrevista con
el concejo educativo deberían ser pronto, no?

Mamá soltó el aire.

—Paul es aburrido —se quejó—, todo lo que hace es ir a los clubes y


estudiar. Nunca trae a casa a ninguna chica y se mudará después de
Navidad.

—Paul no es aburrido —argumenté saliendo en defensa de mi hermano


mayor, a pesar de lo molestoso que había sido últimamente.

Mamá resopló por la nariz y cambió el tema.

—¿Has hablado con Logan?

Gemí y cerré mis ojos. Estaba aburriéndome de estas preguntas.


—Sí, pero no tengo idea en qué anda metido —le dije firmemente.

—Bueno ¡no entiendo por qué está evitando llamadas¡ —me soltó mamá,
su usualmente animada voz se hizo más aguda, haciéndome sentar un
poco más derecha. Esa voz no aparecía muy seguido… y cuando lo
hacía, quería algo.

—Mira mamá —dije cuidadosamente—, creo que Logan está tratando de


superar alguna cosa y aún no está listo para contárselo a todos. No
necesita el estrés añadido de que todos estemos llamándolo y
molestándolo. Nos lo dirá cuando esté listo.

—Pero él tiene la vida sexual más interesante y yo necesito inspiración —se


quejó ella, tratando de esconder la herida en su voz.

Pestañeé. Logan no le había dicho ni una palabra a mamá en casi seis


meses. Yo no pensaba que hubiese hablado con ninguno de los otros
tampoco. Odiaba la idea de que estuviera haciendo daño a mamá, de
todos modos. Por muy molestosa y extraña que ella pudiera ser, era mi
madre.

Pestañeé, sabiendo que iba a hacer algo increíblemente estúpido para


hacerla sentir mejor…

Así fue como terminé saltándome la cena y terminando lo que quedaba


de la tarde en el piso del baño… hablándole a mamá sobre Stone.

Decir que mi mamá estaba extasiada de escuchar sobre Stone era el


eufemismo del siglo. Ella pensó que sonaba increíble y me exigió que le
enviara la foto. Me rehusé, sabiendo que ella se la enviaría a Zane y lo
próximo que sabría, es que Stone tendría una contractura en su cabeza.
Cerré los ojos, esperando que mamá hubiese avanzado a la vida amorosa
del próximo hermano, antes de que ella hablara con Zane. Incluso
mencionarle que tenía un amor sería desastroso. Zane probablemente ni
siquiera necesitaría una fotografía para cazar a Stone.

Con un suspiro, le dije adiós a mi mamá y llamé a Logan.

—Hola, Evie. Me saludó con voz cansada al tercer timbre. Fruncí el ceño en
la oscuridad de mi cuarto, preguntándome por qué estaba respondiendo
mis llamadas y no las del resto de la familia.
—Tienes que llamar a mamá —dije suavemente, sin siquiera ofrecer un
―hola‖.

Escuché su respiración salir rápido con frustración, pero no lo dejé


argumentar.

—Está realmente preocupada Lo —dije subiendo un poco mi voz—, has


estado ignorando a todo el mundo por casi seis meses. Está más allá de la
curiosidad. Ahora está solo preocupada y herida.

Hubo algunos momentos de silencio, antes de que Logan finalmente


preguntara.

—¿Qué tan mal está?

—Mal —gruñí suavemente—. Tuve que contarle sobre Stone para alegrarla.
Me lo debes.

El rio suavemente, aunque sin humor.

—Lo siento —Con un suspiro, dudé antes que agregar—: estamos todos
preocupados, Lo.

—Lo sé —dijo el suavemente—. Sólo necesito un poco más de tiempo.

—¿Vas a venir conmigo siquiera para Navidad?

Él se tomó un momento.

—Aún no lo sé. Quizás tengamos que ir a Katherine.

Tomé el tengamos como él e Ivy.

—¿Así que tú e Ivy arreglaron todo? —pregunté esperanzada.

Su gruñido estaba lleno de frustración, dolor y cansancio.

—No —dijo desesperadamente—, no sé qué hacer, Evie.

—¡No puedo ayudarte a menos que me cuentes qué está mal¡ —le grité,
alarmada y estresada con el dolor de mi hermano.

—No puedes ayudar —dijo forzadamente—. Esto es algo que tengo que
arreglar por mí mismo.

Stone abrió mi puerta de un golpe y sus ojos se achicaron al mirarme.


Fijándose en mis lágrimas mientras me sentaba en la oscuridad. Volví mi
espalda hacia él y susurré en el teléfono.
—Por favor, llama a mamá.

Logan gimió.

—La voy a visitar el próximo mes, lo prometo.

—¿Lo harás? —pregunté sorprendida.

—Sí —murmuró.

Stone se sentó detrás de mí en la cama y me tiró hacia sus brazos.

—Tengo que irme —le dije a mi hermano.

—Lo siento Evie —dijo logan suavemente—, por favor no llores por mí…

Él rio un poco.

—Los otros me patearán el trasero.

—Yo patearé tu trasero —dije con una sonrisa llorosa.

—Chao hermana.

—Chao hermano.

Puse mi teléfono en la mesita de noche y me acurruqué contra Stone. Él


gentilmente me tiró hacia atrás y secó algunas lágrimas. Su mirada era
dura y penetrante, demandando saber qué estaba mal.

—Mi hermano —dije con un pequeño encogimiento de hombros—. Cosas


de familia.

El asintió y se recostó sin preguntar nada más, arrastrándome a sus brazos y


metiéndonos bajo las mantas tapándonos completamente. Estaba
exhausta y agradecidamente me quedé dormida.

j
—¡Santo cielo! —susurré mirando mi reflejo en el espejo. Era sábado en la
noche. Él sábado en la noche. Halloween.

Briar no me había dejado ver terminado mi disfraz hasta ahora. Había ido
tan lejos como vendar mis ojos para las pruebas. Yo sabía que iba a ser
ajustado y revelador… Pero ¡Oh. Mi. Dios!
El par de ―pantalones‖ que estaba usando eran de lycra. Lycra con
estampado de leopardo que se adhería a cada centímetro de mi trasero y
mis piernas como una segunda piel.

¡Se podía ver la separación de mis glúteos!

La cintura descansaba extremadamente baja en mis caderas y los


―leggins‖ terminaban en mis tobillos. Los zapatos dorados con correa
combinaban con el pequeño bolso dorado que llevaba.

Mi parte de arriba… ¡Infiernos!

Era una camiseta de espalda escotada (sin tirantes) y bajaba en un escote


cruzado muy profundo.

Briar había insertado copas de relleno en la zona del pecho, por lo que la
camiseta encajaba como un sostén. Estaba hecho de la misma lycra y
terminaba justo bajo mis costillas. Ambos, los pantalones y la camiseta,
habían sido rasgados con un cuchillo afilado en varias partes, para dar la
apariencia de marcas de garras.

Briar me había hecho ir al solárium la noche anterior y esta noche me hizo


ponerme crema con brillo. Mi piel brillaba, no tan insanamente, pero se
veía bonita. Yo era una luz dorada, brillante y cálida y combinaba con los
dorados y negros de mi disfraz.

La parte de delante de mi pelo estaba tomada con pinzas, dejando sólo


unas hebras suaves alrededor de mi rostro. Mis ondas se habían convertido
en rulos y Briar había estado como media hora preocupada tratando de
asegurarse que mis visos dorados naturales en mi pelo color avellana se
mostraran lo mejor posible. Había puesto una cinta negra en mi cabeza
con pequeñas orejas de tela pegadas y luego atacó mi cara. Ojos de
gata ahumados, unos bigotes pintados muy suavemente y labios de un
rosa bebé terminaban el traje y hacían ver a mis ojos ámbar más brillantes.

Pestañeé y moví mi boca sin sonido. No podía creer que ésa fuera yo. No
lucía nada como el flacucho y tímido ratón que había llegado a principios
de año. Claro, aún era muy delgada, pero tenía pechos ahora y algunas
curvas; y más tono muscular… y ¡WOW! ¿mis piernas siempre habían sido
así de largas?

—¿Bastante sexy, no? —Briar dijo orgullosamente desde el baño donde se


estaba cambiando. Me sonrojé y mordí mi labio, dándome cuenta de que
yo tendría, realmente, que ir así al Uni Club. Candy rio excitada, corriendo
hacia mí algo incómoda (sus pantalones eran tan ajustados como los
míos)—. ¡Stone se va a caer de espaldas cuando te vea así! —ella gritó.

Pestañeé varias veces.

—Mason va a tirarte sobre su hombro en cuanto te vea a ti.

Él también lo haría probablemente. Clad sólo llevaba un reacondicionado


sostén sin tirantes y pantalones ajustados color carne, Candy era una sirena
despampanante. Su pelo del color de las manzanas de caramelo había
crecido extremadamente rápido durante el año y ahora se derramaba
sobre su hombro en suaves ondas, contrastando agudamente con el
blanco iridiscente de su sostén de conchas y el azul profundo de sus
pantalones brillantes de licra.

—¿Cómo me veo? —interrumpió Briar, caminando con confianza desde el


baño. Candy aulló como un lobo y yo reí tontamente mientras Bri hacía un
círculo completo para mostrarnos también la espalda. La cosa tipo
leotardo blanco sin tirantes que llevaba Candy dejaba poco a la
imaginación. Ella había rellenado seriamente el área del pecho, para
levantar sus pequeños senos y rebotaban alegremente sobre la tela
cuando se movía. Sus piernas estaban cubiertas sólo por medias de red
negras y zapatos de tacón negros. Una cola esponjosa y blanca estaba
prendida a su trasero y también usaba una banda en la cabeza con orejas
de conejo, blancas y rosadas que caían de ella. Su pelo rubio ondulado
usual había sido alisado y las mechas caían por su espalda como el doble
de su largo normal, casi alcanzando la cola de algodón.

Sus grandes ojos azules habían sido delineados con negro y también había
dibujado gentiles líneas como bigotes en sus mejillas. Sus labios eran rosa
como los míos y ella se veía en general muy, jodidamente guapa.

—Alec no tiene oportunidad —dije con una sonrisa y Briar movió sus
caderas con una gran sonrisa de las suyas.

—Vamos chicas, los chicos ya están esperando y ¡no puedo esperar a ver
sus disfraces!

Sentí mi sonrisa extenderse por mi cara, estaba comenzando a


preguntarme si Stone se habría puesto su disfraz. Mi sonrisa se desvaneció
mientras me daba cuenta de que iba a tener que esperar un poco más.
—Mierda, chicas me olvidé de mis hermanos—dije rápidamente—. Es su
cumpleaños número 17 y lograron hacerme un espacio a las 7 para hablar
por videoconferencia por Skype.

Briar levantó una ceja.

—¿Lograron hacerte un espacio?

Me encogí de hombros mientras encendía mi computadora personal y


comenzaba a preparar la cámara.

—Paul es el único de los hermanos que está ahí con ellos, por lo tanto el
resto de nosotros tendremos que hablar por Skype. Nos hemos dado
cuenta de que es más fácil si organizamos los tiempos y lo hacemos en
grupo. A Cooper y las trillizas mayores les toca a las 6, Charlie abrió a las 7 y
yo creo que Zane se las arregló para meterse a las 4. Eso me deja a mí y a
Logan a las 7. Él estará aquí pronto.

Hablando del diablo…

Sonó un golpe a mi puerta y Briar la abrió ansiosamente. Logan le sonrió


dándole una mirada rápida a su traje completo, antes de recorrer la
habitación y envolverme en un abrazo. Se retiró hacia atrás y me miró de
arriba abajo.

—Sexy —dijo con una sonrisa burlona. Asintió y se dirigió al pc—. ¿Todo
listo?

—Casi —contesté empujando a las otras dos chicas hacia la puerta—. Os


veo allá chicas.

—Oooh, pero nosotras queremos ver a los sexy trillizos.

Levanté una ceja.

—Mejor lleva tu trasero de conejito al club antes de que alguien se lo


mueva a Alec.

—Buen punto —dijo con un suspiro, pero rápidamente sonrió de nuevo,


enviándole una onda de flirteo a Logan mientras ella y Candy caminaban
hacia la puerta.

Logan se sentó en mi escritorio y me tiró para sentarme en sus rodillas


mientras en la pantalla aparecía una imagen de nuestros tres hermanos
pequeños.
—¡Felicidades! —gritamos juntos.

Mike y Jake nos vitorearon y Luke no sonrió. Estaban vestidos como los tres
mosqueteros y comenté lo poco original que era eso.

—Buenos trajes —dijo Logan antes de que yo pudiera hacerlo.

—Jódete —dijo Jake mientras reía, incluso cuando Mike gruñía.

—¿Dónde demonios te has metido? —le soltó Mike a Logan.

Logan encogió sus hombros con una sonrisa.

—Me puedo ir si quieres.

—Lo—dije suavemente.

—¿De qué se supone que vas, Evie? —preguntó Luke de repente,


inclinándose más hacia la pantalla como para ver mejor.

—Soy un guepardo —dije poniéndome en pie y dando un paso hacia atrás


para que pudieran verme con propiedad.

—¡Logan! —gritaron juntos y Logan se mordió el labio para evitar la


amenazante risa.

—¡Pásale a Evie tu camisa! —le ordenó Jake a Logan incluso mientras Mike
demandaba que fuera a cambiarme.

Tomé la cola que Briar había añadido y la moví frente a ellos.

—¿No os gusta?

Logan no pudo aguantar la risa esta vez y pasaron como 10 minutos para
poder calmar a los trillizos antes de que pudiera decir adiós y largarme.

—Nos vemos —le dije a Logan con una sonrisa—. Llego tarde para
encontrarme con mis amigas.

—Te acompaño al club —dijo Logan tomando mi brazo y guiándome


desde mi habitación.

—No es necesario —le dije, pero Logan me dio una mirada de no digas
tonterías.

—Evie no te voy a dejar caminar por el Campus oscuro en eso —dijo


firmemente—, no sola.
Yo suspiré, pero sonreí feliz.

—Acompáñame entonces.

Reí tontamente mientras nos aproximábamos al club. El club social de la


Universidad había obviamente hecho toda la decoración. El edificio de
ladrillo rojo estaba cubierto de papel higiénico y había linternas de
calabaza colgando desde las cornisas. Las cornisas habían sido cubiertas
con telarañas y una variedad de murciélagos y arañas masivas colgaban
desde el techo. Los guardias estaban vestidos como vampiros y las puertas
delanteras estaban cerradas, un signo de advertencia se leía en el frente.

—Pásalo bien esta noche, Evie —dijo Logan con una amplia sonrisa antes
de besarme en la mejilla e irse caminando.

—¿Stone sabe de él? —me preguntó uno de los guardias con una
pequeña sonrisa.

Me sonrojé, pero asentí con la cabeza.

—Ése es mi hermano mayor.

El otro guardia se rio y me abrió la puerta guiñándome un ojo mientras


levantaba mi brazo para la estampa de menor de edad y largándome sin
estamparme.

—Pásalo bien, gatita —dijo con una sonrisa. Le di una sonrisa agradecida,
incluso aunque yo ya había decidido que no bebería esta noche. Seguro
que Stone estaría por ahí, pero el lugar estaba abarrotado y no quería
preocuparlo.

El club estaba oscuro y esporádicamente se iluminaba con luces naranjas


y rojas. Las luces estroboscópicas se encendían y te golpeaban cada 10
minutos o algo así y tuve la esperanza de que no hubiera epilépticos entre
la multitud. Lo pasarían muy mal si tuvieran un ataque con el peligro de
que la gente los aplastara.

La banda en vivo tocaba canciones de horror, todo desde The Monster


Mash hasta Thriller, y estaban vestidos como momias. Había una mesa de
comida puesta en el final, llena con todo tipo de dulces de Halloween. Me
dirigí hacia allá, seguro que si quería encontrar a Stone la mesa de los
dulces era el mejor lugar para buscar.
Bastante pronto la cabeza de Stone se giró en mi dirección, su nivel de
visión estaba varios centímetros sobre las cabezas de la multitud. Él no se
movió. Se paró ahí mirándome mientras caminaba hacia él, vestido con su
disfraz de cazador de safari y sosteniendo un plato de dulces.

Dejé mis ojos vagar por su cuerpo para hacerme una buena idea de su
disfraz. Lamí mis labios. El nuevo y mejorado disfraz era mucho mejor que el
original. Pensad en la diferencia entre el padre de Jane en la versión de
Disney de Tarzán y el amigo rastreador de Alan Quartermain, en la versión
de Patrick Swayze de las minas del rey Salomón.

Ajustado al cuerpo, pantalones de color chocolate cubrían las largas


piernas de Stone y encajaban perfectamente en su apretado trasero. Su
camisa de mangas de color beige estaba medio abierta, y las mangas
enrolladas hasta la mitad de los bíceps. Alrededor de su cuello colgaba
una tira de cuero decorado con dientes de animales y un cinturón grueso
alrededor de sus caderas sostenía una larga hoja de cuchillo. Sobre un
hombro llevaba un cinturón de municiones, cargado con balas de espuma
que parecían caber en la escopeta que había colgado en su espalda.
Para completar el traje, usaba sus botas de combate.

Las mariposas excitadas en mi estómago empezaron a bailar y apuré mi


paso mientras empujaba a través de la multitud. Stone lucía delicioso y yo
estaba muriendo por probarlo. Pero para el momento en que lo alcancé,
el brillo de lujuria en sus ojos se había convertido en un ceño fruncido. Le
miré confusamente y le sonreí, dando un pequeño giro para que él pudiera
ver mi disfraz desde todos los ángulos.

—¿Te gusta? —le pregunté sin aliento y deslicé mi brazo alrededor de su


fuerte cintura y gentilmente me presione contra él. Su mano brevemente
jugueteó con mi cola, antes de desplazarla hacia mi trasero y apretarlo
firmemente.

Sus labios bajaron hacia los míos en un beso caliente, sintiendo más rabia
que excitación. Me separé de él para mirarlo con una pregunta en mi
rostro, pero él ya estaba caminando hacia el bar, la multitud se abría para
él como por magia mientras se dirigía con fuerza hacia Briar. Miré hacia su
espalda, más que molesta porque no hubiese contestado a mi pregunta y
luego simplemente me dejara ahí.

Qué maleducado.
—Bonito —Una voz femenina dijo en mi oído mientras envolvía un brazo
alrededor de mi cintura—. Te ves caliente, Evie.

Miré hacia mi derecha y le sonreí a Fredi. Me reí de su disfraz, admirando el


cuero negro sexy y el arsenal de armas plásticas que había amarrado a su
cuerpo. Una capa tradicional roja estaba amarrada alrededor de su
cuello, la capucha se sostenía sobre sus rizos rubios y negros, sus ojos
estaban ensombrecidos en tonos ahumados y sus labios estaban pintados
de rojo brillante. Sus botas rojas eran de tacón alto y llegaban hasta sus
rodillas.

—Tú también —contesté desviando mi atención al hombre parado al lado


de ella.

Pestañeé. ¿Espera, un hombre?

Era alto y caliente, vestido como Wolverine de los X-men. No lucía tan bien
como Hugh Jackman, pero lo hacía más que pasable. Miré a Fredi
preguntando silenciosamente y ella me presentó al tipo, totalmente
ignorante de la verdadera pregunta, que era por qué demonios estaba
aquí con un tipo de todas formas.

Claro, yo sabía que ella no era realmente lesbiana… pero nunca la había
visto con un hombre antes. Pensé en las peleas crecientemente viciosas
que ella y Donny habían tenido esa semana y sentí mi estómago pesado
con miedo. De alguna forma, sabía que esto era un acto deliberado… uno
que iba a sacar de quicio a Donny.

Los ojos de Fredi se dirigieron a algo detrás de mí y me giré para ver a


Donni caminando hacia nosotras con lo que parecían ser dos rubias
alemanas de las que sirven cerveza, una tomada en cada brazo. Él estaba
mirando desde Fredi a su cita, un brillo fiero apareció en sus ojos mientras
se sacudía las dos rubias. Me fijé en su vestimenta, era extrañamente
divertida la forma en que había tomado nota de la caperucita roja del
disfraz de Fredi y venía vestido como el gran y fuerte leñador. Se veía bien,
pero se hubiese visto mucho mejor en la trabajada constitución de Stone.
Donny tenía esa figura de estrella de rock que resultaba más desgarradora
que el puro músculo. Miré hacia su cara nuevamente y decidí que no
quería estar aquí para la pelea. Murmuré una despedida a Fredi y me
escabullí tan rápido como pude con mis tacones.
Me detuve bruscamente cuando un fuerte brazo rodeó mi cintura. Stone
me dio una breve mirada, antes de guiarme a la mesa que Alec y Briar
habían conseguido encontrar (o más probablemente habían echado a
alguien). Alec estaba vestido como un medieval y por la mirada en sus ojos
mientras miraba a Briar, tenía su presa muy a la vista.

—¡Ey Evie! —me saludó Briar entusiastamente, gritando por encima de la


música—. ¿Quieres un trago?

Acercó un vaso de cerveza hacia mí, pero yo sacudí la cabeza y me senté


al lado de Stone.

—No gracias —grité de vuelta con una sonrisa, deslizando mi mano en la


de Stone y redirigiendo mi sonrisa hacia él. El apretó mi mano brevemente,
pero no me ofreció una sonrisa o un beso. Lo miré con el ceño fruncido,
preguntándome por qué estaba tan tenso y poco comunicativo esta
noche. Traté de no mostrar que estaba herida mientras miraba de vuelta a
Briar, pero Alec me dio una mirada compasiva, así que no debí haberlo
hecho muy bien.

Candy, Mason y Jaime se unieron a nuestro grupo, pero Donni y Fredi se


mantuvieron ausentes. La noche avanzaba lentamente mientras yo me
frustraba cada vez más con el mal genio de Stone. Traté varias cosas,
desde susurrar en su oído, toques gentiles a toques osados. Lo más que
logré fue una sonrisa, una sonrisa tensa o una mirada de pregunta o un
corto asentimiento. Fue casi un alivio cuando salió fuera a fumar.

—Vamos, Evie —Me sonrió Briar—. Quiero bailar.

Pensando que iba a ser lo más divertido que lograra esta noche, acepté
levantándome con Alec, Candi y Mason y siguiéndolos a la pista de baile.
Las primeras canciones estuvieron bien, todos bailamos como grupo y
comencé a sentir esa cosquilla de felicidad crecer. Me reí mientras bailaba
tímidamente con Candy y Briar, sonrojándome cuando ellas comenzaron a
hacer movimientos de zorras contra mí.

Take me on the Floor de Verónica comenzó a escucharse y Briar aumentó


la sexualidad, tomando la mano de Alec y tirándolo hacia ella. Su
respuesta fue una encantadora sonrisa letal y totalmente caliente.

Con una vuelta de muñeca, él la giro de espaldas, acunándola en sus


brazos.
Mason tomó a Candy desde atrás y me sentí un poco desinflada. Miré
alrededor por Stone sintiéndome un poco como la quinta rueda, pero me
di cuenta de que él se había movido de su posición en el bar para salir por
otro cigarro. Girando incómodamente en la mitad de la pista de baile,
miré alrededor por Jamie con alguien más que pudiera conocer. Mis ojos
encontraron los de Vince y él me saludó con la mano.

Me reí mientras me acercaba a Jesse y Vince. Habían venido disfrazados


como Frankenstein y su novia.

—Buenos disfraces —dije mordiendo mis labios mientras volvía mi atención


al juego de pool que estaban mirando.

—Perdimos una apuesta —se quejó Jesse bajo su velo.

No pude contener mi risa, pero ambos me sonrieron genuinamente así que


no creía que les hubiera importado.

—Tienes una linda risa —me dijo Vince echando un brazo sobre mi hombro.
Me sonrojé y jugué con mi cola.

—Me encanta tu disfraz —dijo Jesse con un silbido bajo—. Stone es un


hombre con suerte.

Fruncí el entrecejo, pero no comenté nada. Stone no había aparecido


para apreciar a su "suerte" esta noche.

—¿Bebes cerveza? —me preguntó Vince, levantando un vaso vacío y


haciendo un gesto hacia el jarro medio lleno que había en la mesa.

—Sí. Pero no esta noche —murmuré con una sonrisa.

—¿Te traigo algo suave entonces? —preguntó Jesse levantando su velo y


limpiando el sudor de su frente.

—Eso estaría bien —Acepté una Coca-Cola cuando él volvió y me relajé lo


suficiente como para disfrutar su compañía. Vince era encantador y me
había estado haciendo sonrojar, pero Jesse era una bromista y me hacía
reír también. Podía sentir la coloración de mis mejillas y la sensación en mi
estómago de reírme tanto. Casi había olvidado que estaba aquí con
Stone, cuando él finalmente me sacó de mi silla, desenganchándome del
brazo de Vince.
Lo miré con sorpresa, pero con una sonrisa de bienvenida, mi nariz se
encogió un poco con el fuerte olor de los cigarrillos. Stone me miró,
ignorando completamente a los chicos mientras tomaba mi mano y me
arrastraba hacia la puerta.

—¡¿Qué te pasa esta noche?! —protesté mientras llegábamos a la callada


noche afuera.

Stone no contestó, su postura era completamente tiesa como un palo


enhiesto.

—¡Ey! —le dije fuertemente tirando sus manos con fuerza—. ¿Qué está
mal?

Él se detuvo y se giró para enfrentarme, su expresión era tan dura como la


piedra. Me hizo retroceder hacia un grueso tronco del árbol y puso una
mano sobre mi cabeza.

—Esto —dijo tomando mi boca en un rudo beso.

Respondí deseosa, famélica de su afecto, aliviada de que él me quisiera.


Me acerqué más a él en un momento de coraje y abruptamente me
levantó, envolviendo mis piernas alrededor de su cintura. Podía sentir su
excitación, sentir cuánto me deseaba. Sentí la burbuja de felicidad subir
por mi pecho mientras comenzaba a sospechar que su extraño
comportamiento de esta noche era simplemente que se estaba
conteniendo. Gemí en su boca mientras él liberaba un pecho de la parte
superior de mi disfraz y comenzaba a jugar con él. Su boca se movía hacia
abajo por mi cuello, chupando y mordiendo posesivamente. Supe que
tendría marcas en la mañana.

Su boca se pegó a mi pecho y sacó un envoltorio de condón y lo puso en


mi mano mientras bajaba la licra de mis pantalones lo suficiente como
para exponerme, la tela se estiraba tensamente para acomodar mis
piernas abiertas. Rompí la cubierta con mis dientes y se lo pase a él,
mirando alrededor en la oscuridad que nos rodeaba un poco asustada, de
pronto nerviosa de ser descubierta. Mis preocupaciones se desvanecieron
con un pequeño chillido cuando Stone empujó dentro de mí.

Nuestros movimientos estaban restringidos por nuestra ropa, pero los


empujes de Stone eran fuertes, alcanzando mucha profundidad al retirarse
muy poco. Me colgué de sus hombros y mordí mis labios para sofocar los
ruidos que necesitaba hacer, tratando de separar más mis piernas, pero
fallando. No duró mucho. Ambos fuimos muy rápidos en terminar… pero
fue explosivo.

Respiré profundamente para recuperar mi aliento y sonreí contra el cuello


de Stone.

—Mantente alejada de los chicos de rugby, joder —Él gruñó.

—¿Qué? —susurré con sorpresa.

—Eres mía —dijo tomando gentilmente mi barbilla, pero con sus ojos muy
serios.

Mi cerebro intentaba entender… y cuando lo hizo, no estuvo feliz. Luché


por bajarme y ajustar mi disfraz, silenciosamente consumiéndome con ira
mientras trataba de encontrar las palabras para sermonearlo.

—No quiero a Vince ni a Jesse —dije firmemente mirándolo a los ojos.

—No me importa —me lanzó de vuelta—. Mantente alejada de ellos.

—Deja de darme órdenes —gruñí quietamente, tratando de enfriar mi


temperamento—. Sabes que lo odio.

Stone gentilmente me empujó hacia atrás contra el árbol, mirándome.

—Te lo estoy pidiendo —me lanzó.

—¡Lo estás ordenando! —le grité de vuelta.

—¡Bien! —explotó él antes de bajar su voz a un acerado murmullo—. Por


favor, mantente jodidamente lejos de ellos.

—¡GRRRRR! —Levanté mis manos exasperada y pateé con mis pies.

—¿Por qué mierda incluso te importa? —demandé—. Tú prácticamente


me ignoras de toda la noche y ¡no es como si fuera realmente tu novia!

Sus ojos se achicaron, luego brillaron con un fuego caliente.

—¿Soy sólo otro no-novio? —lanzó.

Yo pestañeé.

—¿De qué demonios estás hablando?


El abrió su boca, pero la cerró cuando mi teléfono comenzó a sonar. Lo
alcancé airadamente en mi bolso y gemí por el nombre en la pantalla. Mi
familia tenía el peor sentido de la oportunidad.

—¿Cooper? —dije al teléfono, luego salté un poco mientras Stone juraba y


golpeaba el tronco del árbol, haciendo volar astillas.

—¡Ey, Evie! —me saludó alegremente, pero yo rápidamente corté


cualquier cosa que él fuera a decirme.

—Te llamo luego. Estoy ocupada —Le colgué y miré inciertamente hacia
Stone, sólo para verlo alejarse caminando. Me deslicé hasta sentarme en la
base del árbol y lloré.

¡Jodidamente brillante!
Capítulo 34
razos fuertes me rodearon y me levantaron del suelo. Miré hacia

B arriba a la cara del que me llevaba y parpadeé ante la cara


cansada y tensa de Donny. Me dio una pequeña sonrisa sin embargo,
besando mi frente y comenzando a avanzar hacia el camino que
conducía de nuevo a nuestro edificio.

—¿Cómo sabías dónde estaba? —le susurré contra su cuello mientras me


acurrucaba contra él. Donny me lanzó una mirada.

Interiormente suspiré. Incluso tan enojado como estaba, Stone no iba a


dejar que me fuera en la oscuridad sola. Miré hacia mi traje bastante corto
y mordí mi labio. Especialmente no vestida así.

—Gracias —dije en voz baja. El asintió con la cabeza y me abrazó un poco


más fuerte.

—¡Evie! —Una voz familiar llamó frenéticamente, e hice una mueca


cuando Briar vino corriendo hacia mí con sus zapatos de tacón alto, sus
senos levantados rebotaban cómicamente por encima de su traje
ajustado.

Alec caminaba detrás de ella, mirando su culo con una pequeña y


divertida sonrisa. Sus ojos se encontraron con los míos y aunque él hizo una
pausa, el ceño fruncido empezó a aparecer entre sus cejas. Sus ojos se
movieron hasta Donny y su mandíbula se tensó.

—¿Tu sabes que está mal con Stone? —Briar me preguntó con los ojos
abiertos, su angustia clara mientras retorcía las manos y se movía
nerviosamente de un pie a otro —Ella irrumpió junto a mí—. No sé a dónde
iba y su expresión... —Briar notó mi expresión y se detuvo—.Oh —dijo en voz
baja mirando hacia Donny rápidamente antes de mirarme—. ¿Estás bien,
Evie? ¿Qué paso?
Dudé y Donny me puso de pie.

—¿Quieres que me deshaga de ella? —susurró en mi oído.

Contuve la risa ante la oferta, pero negué con la cabeza. Miré a Briar y
Alec, en realidad no queriendo arruinar su noche juntos, pero necesitando
hablar con Briar.

Alec sonrió y empujó a Briar hacia adelante.

—¿Qué te parece si caminas con Evie de regreso a los dormitorios? —


sugirió.

Briar le sonrió con gratitud y rápidamente le dio un suave beso en los labios.

—Buena idea —dijo dándole a su mano un apretón—. Donny y tú volved y


disfrutad de la fiesta. Nos vemos más tarde.

—Definitivamente lo haremos —acordó.

A pesar de nuestros malos humores, Donny y yo chocamos los cinco,


ambos suponíamos que esos dos finalmente estaban juntos, juntos. Briar
tomó mi mano y comenzó un ritmo más rápido de vuelta a mi habitación,
dejando a Alec echar un brazo alrededor del hombro de Donny y guiarlo
lejos. Me di cuenta de que no regresaban al club, sin embargo, y me
pregunté si fueron a buscar a Stone. Miré el camino delante de nosotros y
pisoteé un poco en mis talones, mi ira regresando poco a poco.

—¿Qué paso? —Briar preguntó de nuevo. Cerré los ojos y gemí, cayendo
hacia abajo sobre un banco bien iluminado enfrente de nuestro edificio.

—Tuvimos una pelea —le dije en voz baja. Briar esperó y gruñó—. No sé
cuál es su problema —le dije con fiereza—. Llegué a la fiesta vestida toda
sexi para él, que por cierto ni siquiera se dio cuenta. No bebí ni una gota
de alcohol en toda la noche solo por él, traté de ser cariñosa, traté que se
divirtiera… ¡pero no! —Continué, mis ojos de nuevo con lágrimas—.
¡Prácticamente me ignoró toda la noche, excepto por solo unos apretones
de culo para decirle a la gente que soy suya y luego me arrastró fuera de
ahí cuando realmente estaba divirtiéndome, apestando a humo y
arrastrándome tras él como un perro! —Di un gran suspiro y me lancé—. Me
emocioné pensando que estaba desesperado por tenerme. Me sacó del
camino y me tomó justo allí mismo contra el árbol.

Briar frunció el ceño y se inclinó más cerca.

—¿Y entonces?

Me di la vuelta para mirarla, sintiéndome casi salvaje por la ira.

—¡Y entonces me dijo que me mantuviera alejada de los chicos de rugby!

—Oh —Briar dijo dejándose caer hacia atrás contra el asiento—. ¿Qué
paso después?

—Me enfadé y le dije que era el único hombre que yo quería.

—¿En serio? —Briar preguntó con sorpresa.

Dudé pensando por un segundo antes de responder:

—Bueno, creo que en realidad dije que no quería a Jesse y Vince. Y él me


dijo que no le importaba y que me mantuviera lejos de ellos.

—¿Y qué le dijiste a eso?

Volví a pensar y me encogí de hombros.

—Me enfadé por ser un mandón y discutimos sobre eso un poco y luego le
pregunté por qué le importaba, ya que él me había ignorado toda la
noche y ni siquiera realmente era su novia.

Briar hizo una mueca.

—¿Cómo tomó eso?

Gruñí.

—Dijo alguna mierda acerca de los no-novios o algo y luego Cooper llamó
y él se enfureció.

Briar gimió y puso su cabeza en las manos. Lagrimas calientes de rabia


comenzaron a llegar a mis ojos y parpadeé a través de ellas mientras
apretaba mis manos en puños.
—¡No puedo creer que pensara que me acuesto con alguien más! ¡O que
me podría mirar a mí misma si lo intentaba! Y si yo le importara al menos
me hubiera puesto atención o le habría gustado mi traje.

—¡Sí, le gustó! —Briar protestó sacudiéndome suavemente los hombros—.


Evie, debiste haber visto su cara cuando entraste. Casi se cae.

—No lo hizo —insistí—: Me miró cuando me acercaba y ¡luego se fue casi


de inmediato!

Briar sonrió ligeramente.

—Para venir y mirarme. Es por eso que estaba malhumorado, Evie. Estaba
molesto de que todo mundo pudiera verte así Ella se estremeció—. Me
puedo imaginar su reacción cuando te vio con Vince y Jesse.

—¡Me trató como un objeto!

—No —dijo Briar en voz baja—, te trató como su novia.

—¡Eso es mentira! —grité—, nunca hizo ningún reclamo de ser mi novio. No


me presenta como su novia...

—No tiene por qué —Briar cortó—. Solo el hecho de que vas de su brazo te
hace suya a los ojos de cualquiera. Todo el mundo sabe que eres su novia
simplemente por sus acciones.

—¡Bueno, nunca me lo pidió! —le respondí—. ¡Ni siquiera ha mostrado


ningún interés en conocerme como persona! No me hace preguntas de mi
familia o dónde crecí o cuáles son las comidas que me gustan o dónde me
gustaría ir de vacaciones si tuviera el dinero...

—¿Dónde te gustaría ir? —preguntó Briar al azar.

—Egipto —dije rápidamente—. Pero ese no es el punto. No me dice nada


de sí mismo tampoco. No me ha preguntado sobre lo que voy hacer para
las vacaciones de verano o si puede verme en Navidad. ¡No me quiere en
su vida Briar! Soy conveniente, mansa compañera de cama que puede
mangonear y controlar. ¡Alguien que siempre está disponible porque no lo
enfrentará y no hay otros chicos que quieran salir con ella!

Briar iba a protestar, pero puse un dedo en sus labios.


»Prometí que nunca sería para nadie una mascota de cama otra vez... y él
lo sabe.

Briar esperó un largo y tenso momento, antes de finalmente hablar.

—¿Así que lo vas a alejar?

Solté el aliento que había estado conteniendo e incliné la cabeza hacia


atrás para mirar las estrellas.

—No creo que pueda —admití con voz débil antes de levantarme y
caminar hacia el edificio.

j
Pasé el domingo encerrada en mi habitación, sombríamente revisando mis
notas. Quedaba solo una semana para salir de clases y necesitaba
empezar a revisar para los exámenes. Necesitaba terminar mi última
asignación de fotografía, la que escogí de Stone. No podía soportar ver la
foto, así que alejé esa carpeta y empecé a releer uno de mis libros de
texto.

Trabajé todo el día, Candy me trajo comida en el desayuno y almuerzo,


pero trató de insistir para que bajara a cenar. Me reusé, insegura de qué
decirle a Stone o incluso si querría verme. No vino a mi habitación la noche
pasada y no había hecho acto de presencia durante todo el día. No
podía dejar de pensar en él, acerca de nuestra pelea. Se podría decir que
mi día de estudio estaba prácticamente perdido.

¿Estábamos todavía juntos?

¿Quería estarlo?

¿Stone me informaría realmente si llegara a poner fin a esto?

Briar me trajo un poco de cena cuando Candy fue a la habitación de


Mason y la picoteé lentamente, pero no se quedó a charlar respetando mi
necesidad de intimidad y soledad. Fruncí el ceño y me quedé mirando la
puerta cerrada. ¿Por qué? Briar siempre metía la nariz. Sobre todo si tenía
que ver con Stone.
Tuve mi respuesta no mucho después, un poco más allá de la hora habitual
de las 21:00, hubo un firme golpe contra mi puerta. Sonreí irónicamente.
Estaba otra vez tocando. Hoy en día, por lo general solo irrumpía cuando
le daba la gana.

Me levanté y rápidamente fui a la puerta, sabiendo que si no contestaba,


pensaría que lo estaba desairando y se iría... o pensaría que algo estaba
mal y entraría. Abrí la puerta aunque lentamente, sintiendo mi estómago
aletear por los nervios y mi pulso acelerarse. Me aferré a la ahora puerta
abierta y lo miré. Él me devolvió la mirada, las manos en los bolsillos
mientras examinaba cuidadosamente mis rasgos.

Sus ojos no me preguntaron directamente, pero yo sabía que esperaba


una invitación a entrar para tener una idea de cómo estaban las cosas
entre nosotros. Sonreí tristemente, agradecida de que al menos él estaba
tan inseguro y confundido como yo.

Sabiendo que no lo podía echar, no cuando él estaba allí de pie con


aspecto cansado y sexi, y dándome el control sobre esta pequeña
decisión. Deslice una mano en uno de sus bolsillos, suavemente tirando su
mano libre y entrelazando mis dedos delgados a través de sus fuertes
dedos. En silencio lo jalé a través de la puerta y observé mientras él
cerraba la puerta tras él.

Esperé reteniendo mi aliento. Esperaba que intentara besarme sin


disculparse o me arrojara a la cama para una desesperada sesión
amorosa. Pero él se sentó a los pies de la misma y esperó, como si esperara
que yo iniciara la discusión o hiciera demandas o tratara de hablar de
nuestros problemas. Sus hombros estaban rígidos por la tensión, con la
mandíbula apretada, su postura impaciente, pero sus ojos vigilantes y
cansados. Negué con la cabeza hacia él lentamente. No quería pelear
esta noche. No sabía qué decir de todas maneras. No sabía lo que quería
que pasara entre nosotros.

Tenía miedo de lo que pudiera querer Stone, asustada tanto del


pensamiento de solidificar nuestra relación... como de poner fin a la
misma.

Sin embargo, sabía una cosa. Bueno, dos cosas en realidad. Uno, estaba
segura de que extrañaba como el demonio el sexo. Dos, no podía ver a
Stone tan cauteloso, preocupado y fuertemente contenido. Fue la
segunda la que me hizo cruzar la cama y sentarme a horcajadas en su
regazo.

Él se tensó e inclinó la cabeza hacia atrás un poco, como si esperaba que


lo besara, para indicar el sexo. Envolví mis brazos alrededor de él y apreté
mi cara contra su pecho. Esperó un momento más antes de envolver sus
brazos alrededor de mí y relajarse en el abrazo.

No hablamos, pero esa noche dormimos en mi cama, acurrucados muy


juntos a pesar de la tensión entre nosotros. Pasamos tanto el lunes y el
martes juntos de la misma manera. Cuando nos reuníamos para el
almuerzo o la cena, o cuando fuimos de carrera por las mañanas... nos
quedábamos en silencio. Ni siquiera nos comunicamos con los ojos, no nos
besamos, no nos tocamos cariñosamente, nos agarramos de las manos y
algunas veces Stone ligeramente envolvía un brazo alrededor de mí.

Sabía que el grupo estaba sintiendo nuestra tensión. Nos miraban con
recelo, con preocupación, pero nadie hizo cualquier intento de hablar
conmigo acerca de la situación y dudaba que se acercaran a Stone.

Alec y Briar eran oficialmente una pareja ahora, pero no había hablado
con Bri al respecto todavía, demasiado ocupada en concentrarme en mis
clases finales de año y resolviendo el problema con Stone. Donny había
estado ausente de la mesa desde el domingo y extrañaba la manera en
que traía risas y diversión a la atmósfera del grupo, especialmente cuando
se combinaba con Jamie. Echaba de menos la manera en que me
animaría, coquetearía conmigo y se burlaría de Stone con bromas
amistosas. Fredi estaba tranquila y vigilante ante su ausencia y Jamie solo
lucía malditamente inquieto y nervioso por toda la maraña de las
corrientes emocionales que pasaban alrededor de la mesa.

En la cena del martes, la expresión de Stone fue diferente. Lucía perdido


en sus pensamientos, como si luchara con las opciones en su mente antes
de que finalmente luciera resignado a una decisión final. Se pasó una
mano por su crecido cabello rubio oscuro y exhaló con fuerza. Me mordí el
labio nerviosamente, sintiendo un nudo de pavor formándose en mi vientre
bajo.
Se levantó de la mesa y me extendió una mano. Se la tomé con cautela y
lo seguí a mi habitación. Me senté en la cama con ansiedad, esperando
que me dijera que todo había terminado. Pero no lo hizo. Solo se metió en
la cama y me abrazó, dándome un beso muy ligero en la sien.

Me quedé despierta durante horas, sin saber qué decisión había tomado y
cuándo me la diría. Si se molestaría en decírmelo. Finalmente me las
arreglé para caer en un sueño inquieto, pero me desperté poco tiempo
después por un beso lento y vacilante.

Me negué a abrir los ojos, temiendo que la suave sensación no fuera real,
Stone no estaba realmente inclinándose sobre mí, una mano sostenía
suavemente mi cara mientras tentativamente abría mis labios con su
lengua. Fruncí el ceño. No podía ser real. Los besos de Stone eran firmes y
decisivos, a veces suaves o gentiles, pero siempre completamente seguros
y decididos.

Mis ojos se abrieron mirando a los suyos plateados mientras separaba mis
labios ligeramente y saludaba a su lengua con un suave y precavido
golpecito con la mía. Sentí el alivio en su gemido de respuesta mientras
profundizaba el beso. Le respondí con entusiasmo, dando la bienvenida a
la ruptura de la tensión entre nosotros.

Esto se sentía más como su beso —canturreé en mi mente, aferrándome a


su pelo corto y preguntándome cuándo iba a cortarlo. Consideré pedirle
que no lo hiciera cuando disfruté la suave sensación en mis manos. Me
gustaba la forma en que lucía también. Parecía un poco feroz... pero solo
un poco.

Volví mi atención al beso y vacilé un poco cuando su mano se deslizó


debajo de mi camiseta. Debió sentir mi vacilación, porque hizo una pausa,
separándose y mirándome en pregunta. No quería tener sexo ahora
mismo. Claro, lo deseaba, lo necesitaba, pero lo que realmente
necesitaba en este momento era reconfortantes toques, ternura.

—¿Te duchas conmigo? —le pregunté en voz baja.

Él examino mis rasgos un largo momento antes de asentir con una


pequeña sonrisa. Me cogió en brazos y me llevó al baño, donde tomó un
paño y poco a poco lavó cada centímetro de mí. Le devolví el favor,
ninguno de nosotros usó toques sexuales, y cuando el agua se enfrió,
permanecimos ahí. Stone me envolvió en sus brazos y se apoyó contra la
pared, con nuestras respiraciones sincronizadas y nos relajamos.

j
Las cosas todavía estuvieron tensas e incómodas entre nosotros durante
todo el día, pero poco a poco comenzó a crecer la comodidad. Nos
sentamos en silencio en la mesa en la cena esa noche, pero muy cerca,
nuestros cuerpos constantemente se tocaban de alguna manera. Todo el
mundo, excepto quizás Jamie, pareció notar el cambio y nos observó con
avidez. La mayoría luciendo esperanzados, si no aliviados.

Donny había hecho una reaparición en la mesa, pero se sentó lo más lejos
posible de Fredi y ninguno de los dos se miró.

Sintiéndome incomoda ante la mirada de todos, me volví a Briar y en


silencio le pregunté sobre su relación con Alec.

Efectivamente, todos los ojos cambiaron a Briar mientras se reía


alegremente y comenzaba con un largo, pero entretenido cuento, con
Alec añadiendo comentarios cómicos también. Stone tomó la oportunidad
para escapar de la mesa en silencio, tirando de mí.

Me llevó a la habitación y me hizo el amor lentamente. Me sostuvo durante


mucho tiempo después, prolongando la experiencia, la cercanía. Me
desperté a la mañana siguiente con una sonrisa, compartiendo otra con
Stone cuando sus ojos lentamente se abrieron. Nos tomamos nuestro
tiempo para salir de la cama y silbé mientras paseaba por la habitación
para cambiarme. Tenía la sensación de que iba ser un gran día y lo fue.

Bueno, lo fue hasta la cena...

Fredi estaba de mucho mejor estado de ánimo cuando todas las chicas
nos sentamos en la mesa solas. Nos reímos, bromeamos y burlamos entre
nosotras hasta que estuvimos luchando por respirar.

—¿Os divertís, chicas? —Alec preguntó con una amplia sonrisa mientras se
sentaba en la silla que Briar le había guardado. Ella se volvió hacia él con
entusiasmo y acercó la cabeza para darle un beso. Él se rio con sorpresa
contra sus labios, mientras que Candy y Fredi en broma le dijeron que
parara.

Stone le hizo un gesto con la cabeza a Fredi y ella puso los ojos en blanco
mientras se levantaba y agarraba otra silla, dejando su anterior asiento a
Stone. Le sonreí y acerqué mi silla, acurrucándome en su abrazo cuando él
pasó un brazo por encima de la parte de atrás de mi silla.

Candy hizo un mohín.

—¿Dónde están Jamie y Mase? —preguntó obviamente en busca de su


hombre para abrazar.

—En el gimnasio —dijo Alec y luego asintió con la cabeza hacia mí—. Gran
sesión esta tarde, por cierto.

Me sonrojé, sabiendo que había estado más enérgica y entusiasta hoy de


lo que había estado en toda la semana.

—Gracias —le dije con un pequeño encogimiento de hombros, haciendo


una mueca a Briar cuando ella movió la cejas hacia mí.

—¡Ey Evie! —Jamie gritó mientras él y Mason se acercaban a la mesa—.


Dejaste tu teléfono en el gimnasio

—¿Sí? —le pregunté sorprendida, revisando mis bolsillos y encontrándolos


vacíos—. Gracias —Lo tomé y le miré cuestionando—. ¿Cómo supiste que
era mío?

La sonrisa de Jamie se convirtió en una mueca pícara mientras tomaba el


teléfono y comenzaba a desplazarse hacia abajo en la pantalla.

—Porque hay una buena foto tuya y Briar en la pantalla, y había dos
llamadas perdidas de un tipo llamado Logan y tres de tu mamá —Stone se
puso tenso a mi lado, pero apenas me di cuenta mientras Jamie seguía
hablando—. Mierda, mujer, para ser una cosita tímida tienes un montón de
nombres masculinos en tu teléfono.

—Jamie —Briar dijo de repente sacudiendo la cabeza hacia él


rápidamente.
Él la ignoró, sin embargo, sus ojos fijos en la pantalla mientras empezaba a
leer los ―todos los contactos masculinos‖.

—¡Alec, Charlie, Cooper, Donny, Evan, Grant, Harvey, Jake, Jamie, Logan,
Lucas, Mason, Mike, Paul, Vic y Zane! —anunció con una sonrisa. Mi
teléfono comenzó a sonar de nuevo y la sonrisa de Jamie creció.

—¡Es Logan de nuevo!

Cogí el teléfono y contesté apresuradamente, alejándome rápidamente.


Oí a Briar maldecir a Jamie, antes de volver mi completa atención a mi
hermano.

—Ey —le dije rápidamente—. Lo siento, dejé mi teléfono en el gimnasio.

—Ey —me dijo en voz baja, el entusiasmo habitual ausente en su voz—. ¿Te
puedo ir a ver mañana?

Me quedé inmóvil en el escalón inferior de las escaleras y apreté los ojos


con fuerza. Mierda. Había estado tan atrapada en mis problemas con
Stone, que se me había olvidado qué fecha era.

—Sí —le susurré, mi voz temblaba mientras me apoyaba en la pared de


ladrillo por soporte. Ahora sé por qué mi madre había estado tratando de
llamarme.

—Gracias —dijo suspirando—. ¿Qué tal si leemos y escribimos los correos


electrónicos juntos?

Me quedé sin palabras.

»Nos vemos mañana, Evie —dijo rápidamente antes de colgar


abruptamente.

Cobarde —pensé para mí misma. Él sabía que estaba a punto de llorar. A


Logan no le gustaban mucho las lágrimas, a muchos de mis hermanos no
les gustaban.

Subí las escaleras pesadamente y me acurruqué en la cama. Lágrimas


silenciosas se deslizaron por mi rostro mientras esperaba a que Stone se
reuniera conmigo. Lo necesitaba más que nunca en estos momentos.
Necesitaba que me sostuviera. Necesitaba olvidar. Mañana era un día
para recordar. Esta noche se suponía que iba ser feliz. Pero Stone no vino a
mi habitación esa noche. Tampoco Candy. Así que me quedé sola en la
oscuridad y lloré hasta quedarme dormida.
Capítulo 35
e desperté sola.

M Me acurruqué en una pequeña bola apretada y me pregunté si Stone


estaba siendo un idiota posesivo de nuevo. Consideré ir a buscarle y
preguntarle por qué no había venido a mi habitación, luego explicarle
acerca de mi familia, pero no tenía ganas de hacer frente a su mierda
hoy.

Suavemente apagué mi alarma cuando sonó, pero no hice ningún


movimiento para salir de la cama a pesar de que hoy era el segundo día
de clases, no había manera de que me fuera a sentar en cualquiera de
ellas. Tampoco iba a estudiar. Miré la pila de fotos que se asomaba por
debajo de mi cama. No estaba de humor para mirar fotos de Stone
tampoco.

Una lágrima solitaria se deslizó por mi mejilla y me la limpié con dureza,


coloqué los auriculares del iPod en mis oídos y subí el volumen a mi lista de
Disturbed17. Me tumbé de espaldas y me tapé la cabeza con las sábanas,
me metí el móvil en mi bolsillo trasero para que poder sentir si alguien
llamaba.

Me estremecí al recodar que me había olvidado de devolverle la llamada


a mi madre, pero no había manera de que me sintiera con ganas de
hablar con ella por el momento, así que cerré los ojos y traté de distraerme.

Candy entró media hora después y sacó los auriculares de mis oídos con el
ceño fruncido.

—¡Ey dormilona! ¿No tienes una clase temprano hoy?

Disturbed: es una banda de Heavy Metal formada en 1996 en Chicago, Illinois, cuando
17

Michael Peackles, Dan Donegan, Steve ―Fuzz‖ Kmak y Mike Wengren se unieron al
vocalista Wade Bennett.
—Sí—dije en voz baja tomando suavemente los auriculares y subiendo el
volumen aún más. Sus ojos se ampliaron en alarma y suspiré—. Vete —le
dije murmurando y con una sonrisita, ella vaciló en respuesta.

—¿Desayuno? —ella dijo murmurando también.

Negué y frunció el ceño. Entrecerré los ojos y ella levantó las manos
mientras retrocedía.

Me hizo una seña y me echó otra mirada preocupada mientras salía de la


habitación, pero yo sabía que iba a intentarlo de nuevo más tarde.

Sorprendentemente fue Briar quien golpeó mi puerta para el almuerzo.


Vaciló en la puerta mientras sus ojos me recorrían. Yo todavía estaba en la
cama.

—Te has perdido tus clases de la mañana —dijo ella con cuidado.

—Lo sé —dije.

—No estás estudiando —afirmó en el mismo tono exacto.

—No —Concordé.

—¿Está todo bien? —preguntó en voz baja. Moviéndose de la entrada


hasta los pies de mi cama.

—No —respondí con honestidad.

Ella respiró hondo y comenzó hablar rápidamente.

—Evie, siento todo este asunto del hermano. Donny y yo no debimos


llevarlo de esa manera. No debimos haber incitado a Stone. Fue solo las
primeras semanas, cuando no hizo sus movimientos, y seguimos esperando
que nos hablara una vez que empezasteis lo vuestro, pero nunca lo hizo, y
nunca hablasteis de tu familia cuando nosotros asumimos que lo harías, y él
se molestó porque sintió que lo rechazaste como un novio oficial y que
estás siguiendo con todos esos otros y... —Levanté la mano para hacerla
callar.

—No estoy molesta por lo de Stone —le dije porque era mayormente la
verdad.
—Oh —Su boca se cerró y en su rostro se formó una mirada perpleja—.
Mmm, bueno, deberías hablar con él. Pronto —Asentí lentamente y ella se
removió un poco más—. Bueno, bueno, si estás segura de que no quieres
hablar, solamente me iré y encontraré a Alec entonces —dijo con
incertidumbre, como esperando que yo estallara en lágrimas y la abrazara
en cualquier momento.

—Está bien —fue todo lo que dije antes de echar la sábana por encima de
mi cabeza.

—Mmm, adiós —La puerta se cerró suavemente detrás de ella y di un


suspiro de alivio mientras recogía un libro y leía las tapas.

Más tarde, cuando el sonido de los portazos y risas me dijeron que las
clases de la tarde iban a comenzar. Me obligué a dejar la cama y
encender la laptop. Parecía que tardaba una eternidad en cargarse y
temblé con impaciencia mientras me rugía el estómago vacío. La pantalla
finalmente terminó de cargarse y me conecté al servidor de la
universidad... bueno, lo intente. Parecía que todo el mundo estaba en
línea al mismo tiempo, comenzando temprano su estudio para el
examen... o frenéticamente tratando de investigar para sus últimos
trabajos.

Golpeado con mis uñas en la mesa con impaciencia, me preguntaba por


qué me estaba torturando a mí misma.

Logan estaría aquí en pocas horas para aguantarlo conmigo. Hice una
mueca mientras la larga lista de correos electrónicos aparecía en mi
pantalla, los que en la parte superior eran diez de mis hermanos. Parecía
como si Lo y yo fuéramos los últimos en mandarlos. Miré la lista de abajo y
me di cuenta de que había algunos anteriores de los trillizos más jóvenes y
Cooper y yo no los habíamos abierto todavía, así que con lentitud hice clic
sobre ellos y miré las fotos que me habían enviado. Me reí de un correo
especialmente divertido que me envió Jake, pero mi sonrisa se desvaneció
cuando la página del buzón regresó y esos diez mensajes sin leer se
destacaban claramente.

Me levanté rudamente del escritorio y me dirigí al baño a vestirme. No


tenía que tratar con ellos hasta más tarde, pero en este momento, tenía
que encontrar a Stone.
Stone no estaba en su cuarto, ni en la sala de música, ni en su mesa. No
estaba en el comedor tampoco, pero vi a Briar y Alec así que fui hacia
ellos. Ninguno de los dos miró hacia arriba.

—Ejem —Tosí con timidez, sonrojándome por interrumpir su beso.

—¿Sí? —preguntó Briar soñadora sin apartar la mirada de Alec.

—¿Dónde está Stone? —pregunté rápidamente. Briar frunció el ceño y me


miró distraídamente.

—Oh —dijo ella después de una pausa—, dijo que te iba a buscar.

Parpadeé sorprendida, pero sentí crecer una pequeña sonrisa.

—Debió haberse perdido —dije encogiéndome de hombros—. Gracias.

—Diviértete —murmuró antes de que los labios de Alec chocaran de


nuevo contra los suyos.

Por Dios, conseguid una habitación —pensé con una sonrisa mientras corría
por las escaleras y volvía a mi habitación.

La puerta estaba abierta cuando llegué, pero la habitación estaba vacía.


Fruncí el ceño ante la pantalla de mi equipo, dándome cuenta de que el
protector de pantalla no estaba... y había una caja aplastada de Smarties
en la parte superior de mi cama desecha. Me acerqué a mi escritorio y me
di cuenta de que el paquete extra de cigarros de Stone no estaba. Miré
por la ventana, pero no pude verlo en su mesa. Aún no estaba allí. Parecía
que lo acababa de perder otra vez.

Preocupada, miré de nuevo a mi equipo, pero parecía que ninguno de los


correos electrónicos había sido leído. No sabía qué pensar, así que
empecé a salir de nuevo, con la intención de darle otra caja de Smarties y
confiscar sus cigarros.

Mi teléfono sonó.

Lo saqué del bolsillo y miré hacia atrás con curiosidad.

¿Había una extraña razón para que mi teléfono siempre escogiera sonar
en malos momentos?
Preparándome para colgar si era mi madre, eché un vistazo a la pantalla y
luego apreté para contestar cuando me di cuenta de que era Logan.

—Hola —dije rápidamente.

—Evie —dijo emocionado—, llegué temprano. Voy estar en tu casa en un


minuto.

Colgó.

Me quedé mirando la pared sin comprender y luego bajé lentamente el


teléfono de mi oído, cerrándolo.

¿Qué demonios? ¿Por qué Logan estaba feliz?

No tuve tiempo para reflexionar, porque había querido decir en un minuto


literalmente. Mi hermano mayor entró por la puerta y me levantó del suelo
en un enorme abrazo de oso.

—¿Q...qué? —Jadeé—, mmm. Hola.

Logan me bajó y me sostuvo con el brazo extendido, sonriendo hacia mí.

—Te tengo una buena noticia —dijo.

—¿Hoy? —le pregunté con incredulidad. Su sonrisa se desvaneció un poco,


pero asintió con entusiasmo.

—Ivy ha entrado en razón.

—¿Sí? —pregunté completamente perdida.

Logan asintió con aire de suficiencia.

—Finalmente accedió a vivir conmigo.

—Oh —dije con sorpresa—, mmm, es realmente emocionante Lo...

—Se lo voy a decir a todo el mundo —continúo—. Tuve que esperar a que
se diera cuenta de que no puede vivir sin mí, pero ahora que lo sabe,
quería que fueras la primera en saberlo.

—Me estoy perdiendo de algo —dije lentamente—. ¿Todo esto era debido
a que tu novia no se quería mudar contigo? ¿Tú querías que se mudara
contigo y ella no?
La sonrisa de Logan creció más amplia mientras negaba.

—Vamos a tener un bebé —dijo simplemente.

Me caí de culo al suelo.

—¿Qué vas a qué?

—Ivy esta embarazada —dijo Logan riéndose y ayudandome a levantar.

—Felicidades —dije con voz temblorosa, parpadeando rápidamente


mientras trataba de darle sentido a lo que estaba sucediendo—. ¿Para
cuándo está previsto que nazca?

—Mañana —dijo Logan con encogimiento de hombros—, pero las


primerizas aparentemente siempre se retrasan.

—¿Mañana? —chillé—. ¡Logan!

—Shh —Logan me tranquilizó tirando de mi a un abrazo—. No le dije a


nadie porque Ivy estaba asustada al respecto. Ella me dejó.

—¿Qué? ¿Por qué?

Logan se movió incómodo contra mí y suspiró.

—Bueno, habíamos estado dejando las cosas bastante casuales... Ivy no


quería hacer de nuestra relación algo grande. Ya sabes, no quería hacer
todo el ―conocer a la familia‖. Pensé que todo estaba bien, ella me
dejaba llamarla novia cuando salíamos y todo eso, así que pensé que
solamente estábamos tomando las cosas lentamente y que
eventualmente lo tomaríamos en serio...

—Entonces se quedó embarazada —agregué.

—Sí —dijo un poco avergonzado—. No pensé que fuera gran cosa. Quería
hijos eventualmente y amo a Ivy, pero ella estaba... mmm, bueno, no
estaba muy feliz realmente.

—¿Por qué no? —pregunté con cuidado mirando hacia arriba mientras él
me apretaba con más fuerza.

Arrugó la nariz.
—Una de esas cosas estúpidas de mujeres. Cree que es muy simple para
casarse conmigo.

Parpadeé.

—¿Cómo dices?

Logan suspiró.

—Cree que soy demasiado sexy para ella.

Me eché a reír ante la ironía, pero Logan me dio una pequeña sacudida.

—Ey —dijo en voz baja—. No es gracioso. He estado rompiéndome las


bolas los últimos siete meses tratando de convencerla de que se mude
conmigo y nos dé una oportunidad.

Hice una mueca.

—Lo siento, Lo. No me extraña que no les dijeras a los otros.

Me imaginaba el caos de reacciones encontradas que la noticia hubiera


incitado en mi familia.

Habría bromas, habría reprimendas, habría flujos constantes de consejos...


¿y mi madre? Me estremecí, me alegraba de no ser yo quien fuera a traer
su primer nieto al mundo.

—¿Quieres ayudarme a escribir mi correo? —preguntó Logan


esperanzado.

Sonreí con tristeza y lo guie a la computadora.

—Solo si te quedas mientras leo los otros.

—Hecho —respondió en voz baja y envolvió un brazo alrededor de mí


mientras yo abría el primer enlace.

Me las arreglé para contener las lágrimas mientras leíamos cada correo y
mandábamos el nuestro. Abracé a Logan con fuerza mientras se
levantaba para irse, sabiendo que si no hubiera estado aquí, habría sido
una completa ruina emocional. Así como yo estaba, estaba colgando de
un hilo.
Mi puerta se abrió y pesados pasos anunciaron la llegada de Stone. Sus
pasos se detuvieron abruptamente y me aparté de Logan para mirarlo.

Oh, Dios, no parecía feliz.

Su mirada se dirigió a mí, a Logan y viceversa, con una expresión cada vez
más tensa.

Logan me miro rápidamente y levantó una ceja.

—¿Todavía no lo sabe?

Negué rápidamente y Logan cerró los ojos, haciendo una mueca de dolor.

»Os dejaré solos para que habléis —dijo rápidamente asintiendo hacia
Stone brevemente antes de hacer una salida rápida. Casi sonreí sabiendo
que si hubiera sido otro hermano, se hubiera quedado.

Tan pronto como se cerró la puerta, el temperamento de Stone salió.

—¿Qué demonios está pasando? —me gruñó.

Yo temblaba un poco y me senté en la cama.

—Por favor, no me grites así —dije en voz baja—, hoy no.

—Entonces háblame —dijo en una feroz voz baja—, porque estoy enfermo
y cansado de correr tras de ti como un perrito enfermo de amor mientras le
dices a todo el mundo que no somos pareja. Estoy harto de tratar de
averiguar lo que quieres y cómo hacerte feliz... y estoy jodidamente harto
de pretender que puedo sobrellevar ser uno de tantos.

—No lo eres —le susurré—. Solamente estás tú.

—¡MENTIRA!

Me estremecí y abrí la boca para corregirlo, pero él continuó.

—Logan y Cooper están siempre llamándote. Pensé que se detendrían


cuando empezáramos a salir, pero tú empezaste a esconderlos.

—Yo no...

—¡SHH! —grito él—. Luego están esos nombres en tu teléfono y ahora ¡hay
correos! —Él negó, sus hombros temblaban un poco por la ferocidad de sus
respiraciones—. ¡Pensé que eras un poco tímida y dulce, que necesitabas
protección... un pequeño gatito lindo con agallas ocultas, humor agudo y
una diosa del sexo por dentro!... pero aquí estás, ¡encadenando a más de
diez hombres a la vez! ¿Cuantos más tienes en tus garras, Evelyn? ¿Ese
acto dulce solo es un juego para ti?

Me puse de pie y extendí una mano hacia él.

—Grant —traté de calmarlo—. Por favor, cálmate. Te prometo que no


estoy jugando contigo ni con nadie. Logan y Cooper son mis hermanos
mayores. Todos son mis hermanos.

La risa de Stone era fría y suave. Dio un paso atrás de mí y se pasó la mano
por la cara.

—¿Quieres que crea que todos esos nombres son de tus hermanos? Buen
intento, Evelyn, pero no me lo trago.

Se acabó. No me iba a hablar mal. No le iba a aguantar esto hoy. Estaba


dolida y triste, y había tenido suficiente del autoritarismo y los supuestos de
Stone.

—¿Cuál es el punto de pedirme hablar si no vas a escuchar? —le espeté—.


Tú me dices habla y luego me callas, luego me dices que ¡soy una perra
mentirosa! —Tiré del primer cajón de mi mesita de noche abriéndola y
agarré la gran foto laminada de ahí. La estrellé contra el pecho de Stone y
le gruñí como una bestia—. Bueno, ¡vete a la mierda! —le grité—. Si alguna
vez te hubieras molestado en preguntar acerca de mi familia, no
estaríamos teniendo esta conversación. Si te hubieras molestado en
pedirme ser tu novia, ¡tus amigos no lo hubieran ocultado de ti! ¡Ellos te han
estado comiendo el coco!

Cogí la foto de vuelta de Stone, ignorando su expresión de sorpresa


mientras golpeaba en la pared.

»¿Lo reconoces? —le dije señalando una versión de Logan de quince


años—. ¿Qué pasa con ella? —Continúe, señalándome a mí a los ocho
años—. Oh, y ya conoces a Jake —le espeté apuntando a los trillizos de
siete años—. ¿Conoces a los trillizos, Mike y Luke? ¿Quieres adivinar el resto
de los nombres? —grité golpeando su pecho, antes de señalar a cada una
de mis hermanas—, ¡son Victoria y Charlotte! ¡No olvidemos a Cooper, o
Harvey o Evan, Paul y Zane! —Señalé al hombre y mujer en el centro de la
foto y respiré profundamente, todo mi cuerpo temblaba mientras las
lágrimas se derramaban en mis mejillas—. ¡Y en caso de que no puedas
adivinar, estos son mis padres!

Stone suavemente tomó la foto de mí, pero yo apenas me di cuenta


mientras lanzaba mi brazo hacia la computadora.

»¡Estos correos electrónicos son de mis hermanos, Grant! ¡Logan estaba


aquí, me abrazaba porque ambos necesitábamos confortarnos! ¿Dónde
estabas anoche después de que me llamara? —Lo acusé—. ¿Dónde
estabas cuando me fui a la cama sola llorando hasta dormir? ¿Dónde
estabas esta mañana, cuando te necesitaba?

Eché mi brazo hacia atrás apuntando de nuevo a la foto.

»Esta es la última puta foto que tengo de toda mi familia. ¡Hoy hace diez
años que mi padre fue volado en pedazos por un coche bomba!

Me faltaba el aliento cuando caí de rodillas y Stone se hundió


pesadamente en la cama, con la cabeza entre las manos.

»Estaba hecho pedazos —le susurré al suelo—. No había ni siquiera los


suficientes para enterrarle. No lo suficiente para que le viéramos. Nada
para nosotros para decir adiós. No lo había visto en cuatro meses y luego
no había nada —Me puse de pie y aparté las hebras húmedas del pelo de
mi cara—. Yo te necesitaba —le dije ferozmente—. Y tú estabas fuera
jodidamente enfurruñado porque no me podías hacer una simple
pregunta.

Salí de la habitación, cerrado la puerta detrás de mí antes de echar a


correr por el pasillo.

Necesitaba correr. Necesitaba escapar.

Donny se detuvo en el rellano de las escaleras, a medio camino entre el


primer y segundo piso. Echó una mirada a mi cara y extendió sus brazos,
capturándome mientras me estrellaba contra él. El bloque se rompió por
completo y colapsé en su abrazo, aferrándome a él por consuelo mientras
sollozaba. Apenas incluso noté cuando me levantó y me llevó a su
habitación.
Cuando finalmente regresé a mis sentidos, estaba acostada en la cama
doble de Donny, envuelta cómodamente en sus brazos mientras la música
de heavy metal golpeaba a través de los altavoces. Absorbí fuertemente y
me limpié la cara.

—¿Qué es esta mierda de chillidos? —exigí con una ceja levantada, mi voz
sonaba ronca y tensa por los sollozos.

Donny se rio y agarró el control remoto, bajó el volumen mientras me


soltaba y rodaba sobre su espalda.

—Se ajusta a mi ánimo —Fue su respuesta impertinente.

—Wow, debes estar rabioso entonces —bromeé cambiando


conscientemente ya que de repente penetró en mi cerebro que estaba en
la cama de Donny. No sabía qué sentir a cerca de eso. Me estremecí
mientras me preguntaba cuándo fue la última vez que había cambiado
sus sábanas. Me senté con cautela, tratando discretamente de examinar
las sábanas por manchas de aspecto sospechoso.

Me tomó un minuto averiguar que Donny no había respondido a mi


pregunta y me miraba fijamente pensativo. Finalmente dijo:

—Parecías sentirte parecida.

Me encogí.

—¿Escuchaste todo?

Donny asintió lentamente y suspiró.

—Creo que todo el mundo escuchó, nena —Se encogió de hombros y se


frotó la parte de atrás de su cuello—. Nunca había oído gritar a Stone de
esa manera, así que bajé para ver si estabas bien —La esquina de su boca
se inclinó hacia arriba—. Nunca esperé que le gritaras en respuesta. Nunca
habría apostado...

Sonreí con tristeza y dejé que Donny me llevara al hueco de su brazo


mientras estábamos sentados con la espada contra el cabecero.

—No puedo creer tampoco que lo haya hecho —le susurré dejando que
mi cabeza retumbara hacia atrás contra la pared.
—Stone vendrá aquí —me dijo Donny —. Ahora que sabe lo que está
pasando, te lo compensará.

—¿Cuál es el punto? —le dije huecamente—, incluso si arregláramos esto,


siempre habrá un próximo malentendido. Estamos condenados al fracaso
porque no hablamos.

Donny me miró como si fuera una idiota.

—Entonces habla.

Levanté una ceja acusando.

—¿Como habláis Fredi y tú?

—Ouch —dijo con un gemido—. Winnie y yo somos complicados.

Miré hacia arriba con curiosidad, pero dudaba en preguntarle al respecto.


Debió haber visto la pregunta en mis ojos, sin embargo, porque me abrazó
un poco más fuerte y se rio en voz baja.

—¿Asumo que Briar no te ha dicho nada sobre la historia de Fredi y yo?

Negué.

Donny cerró los ojos y sonrió.

»Winnie y yo hemos sido amigos durante años —murmuró—, siempre


conectamos. Éramos inseparables de niños. Ella es mi mejor amiga y no
puedo soportar pelear con ella.

—¿Qué pasó? —le pregunté con el ceño fruncido.

—La pubertad —dijo Donny con una risa—. Llegamos a la escuela


secundaria y empezamos a competir entre nosotros tratando de conseguir
la mayor cantidad de citas, tratando de rondar cada base antes que el
otro, poniéndonos desafíos uno al otro y generalmente causando un
montón de problemas. Luego, hacia la mitad del onceavo grado, Fredi me
pidió que fuera su cita para el baile de debutantes que sus padres estaban
dando por su decimosexto cumpleaños. Odiaba la forma en que sus
padres trataban de exhibirla como si fuera un espectáculo de ponis.
Trataron de cambiarla como persona. Ella no podía soportar sentarse toda
la noche sin mí.
Donny de repente sonrió.

»Fue una gran noche. Winnie se veía hermosa con su vestido blanco.
Bailamos y reímos toda la noche antes de escapar por una puerta trasera
cuando sus padres quisieron llevarla a casa. Se quitó los zapatos de tacón
y la llevé en brazos a mi casa, donde trepamos en la casa pequeña de mi
hermano menor.

La sonrisa de Donny se volvió melancólica cuando abrió los ojos y me miró.

»Era ese tipo de enorme mansión para fiestas. Uno de mis padrastros la
había comprado para Simón, pero Fredi y yo la utilizábamos como refugio.

—Entonces, ¿qué pasó? —pregunté cuidadosamente.

Donny miró el techo y se tensó.

—Fredi me pidió que tomara su virginidad.

Se me cortó la respiración y esperé con impaciencia escuchar el resto,


pero pasó un tiempo antes de que hablara de nuevo.

»Ella era toda suave y femenina esa noche. Lucía muy bonita y feliz, y no
había nada en la tierra que yo deseara más que ser su primera vez.

—¿La rechazaste? —supuse.

Donny negó.

—Debí haberlo hecho. Era joven y estúpido, y no estaba listo para todas las
cosas que sentí esa noche. Me asusté como la mierda. No quería amar a
mi mejor amiga. No quería renunciar a follar a cada chica diferente cada
semana —Me lanzó una mirada de dolor—. Así que cuando todos nos
colamos a una fiesta la noche siguiente... me follé a otra.

Me estremecí.

—Sí —Donny estuvo de acuerdo.

—¿Así que fue eso lo que comenzó los enfrentamientos?

Donny negó.

—Fredi no quería hablar conmigo. Estuvo distante y triste durante casi dos
meses antes de que me dejara explicarle. Los otros no saben nada al
respecto. Nunca se lo dijimos. Lo único que saben es que Fredi estaba
molesta por un asunto familiar.

—Así que... ¿Ella te perdonó? —le pregunté.

Donny asintió.

—Dejamos todo atrás y quedamos como mejores amigos. Dejé de zorrear y


todo fue genial hasta el final del duodécimo grado. Nos pusimos un poco
calientes en la graduación y llegué a la decisión de que podíamos ser algo
más. Fredi estuvo de acuerdo y salimos oficialmente por dos meses.

—¿Entonces qué paso? —le pregunté con el ceño fruncido—. ¿La volviste
a engañar?

Donny negó.

—Lo hizo ella —dijo con un suspiro—. Nuestra primera semana en la


universidad... con una mujer —gruñó—. Ella lo llamó experimentar. Un poco
de diversión. No estaba de acuerdo en lo que había hecho y tuvimos una
gran pelea, trayendo mi error otra vez y dijimos un montón de mierda que
no queríamos decir. Después de entonces, ha sido más o manos como lo
has visto este año, yo de prostituto y Fredi fingiendo que prefiere a las
mujeres.

—Eso es una mierda —Fue todo lo que se me ocurrió decir.

Donny se rio.

—Claro que lo es.

Me froté las sienes y gemí.

—Estoy muy cansada.

Donny se levantó y se quitó la camisa, sosteniéndola hacia mí.

—Ve y ponte esto y te quedas aquí—. Ofreció prendiendo su laptop y


sacando algunos libros de estudio.

—Gracias —le susurré con timidez, de pronto consiente de mí misma de


nuevo. Me apresuré cambiándome en el baño y me metí en su cama,
acurrucándome bajo las mantas de Betty Boop y rápidamente me dormí.
No se me ocurrió que Donny también estaría durmiendo en la cama... en
bóxer.

Y seguro como el infierno que nunca se me ocurrió que Stone nos


encontraría acurrucados juntos cuando irrumpió a la mañana siguiente...

O que Fredi estaría detrás de él.


Capítulo 36
a primera cosa que vi cuando desperté bruscamente, fue a Stone

L levantando rudamente a Donny de la cama y poniéndole de pie


dándole un fuerte empujón hacia la puerta. Salté para sentarme y mi
boca se abría y se cerraba como un pez mientras trataba de aclarar
rápidamente mi cerebro adormecido.

—¿Grant? —pregunté juntando mis cejas—. ¿Qué?

La mirada iracunda que me envió me heló hasta los huesos y me hizo


cerrar la boca inmediatamente. Donny tomó aire suavemente y pasó una
mano por su cabello.

—Sólo déjame vestirme hombre. Puedes golpearme después.

Fredi vino corriendo hacia el cuarto y se detuvo bruscamente en la puerta.


Sus ojos se pasearon entre nosotros tres antes de volver hacia mí.

—¡Perra! —me dijo amenazadoramente dando un paso hacia mí con ojos


asesinos.

—¡Fred! —Donny gimió suavemente en advertencia, pero Stone la tomó


por el brazo deteniéndola en el proceso. Ella se giró para enfrentarlo, su
pecho se levantó en una fiera protesta, pero Stone sacudió su cabeza.

—Mira su cara —Le ladró en una dura orden. Fredi retrocedió hacia mí con
desconfianza, pero debía verme bastante terrible, porque después de un
momento su expresión cambió y se giró hacia Donny, tomando la tetera
del lavaplatos a su lado y levantándola para golpearlo bruscamente.
Donny evadió el golpe y Stone comenzó a empujarla hacia la puerta. Fredi
lanzó la tetera en vez de retirarse, lo suficientemente fuerte como para
dejar una marca en la pared mientras Donny saltaba hacia un lado.
—¡Bastardo! —gritó ella—. ¡¿Qué tan jodidamente bajo puedes caer?!

Me encogí. Parecía que ambos, Stone y Fredi, se habían apresurado a


sacar muy malas conclusiones. No podía creer que pensaran que el dulce,
leal Donny se aprovechara de mí de esa forma.

—Fredi —dije desesperadamente—. ¡No es lo que estás pensando!

—No me hables —dijo duramente, casi sin mirar en mi dirección. Stone le


dio una fuerte sacudida y una mirada antes de que Fredi aceptara que
primero estaba Stone y saliera hacia el pasillo.

La mirada de Stone se volvió hacia Donni, ignorándome completamente.

—El campo de Rugby —Fue todo lo que Stone dijo antes que dejar la
habitación con un portazo.

Mierda. No nos movimos. Nos quedamos exactamente donde estábamos,


yo en la cama, tapándome con las sábanas y Donni parado con sólo su
calzoncillos en la mitad de la habitación, su cabello corto se erizaba en la
parte de atrás.

Finalmente, pregunté:

—¿Quieres que intente explicárselo?

Donny sonrió sin ganas.

—Confía en mi cariño. No va a escuchar y no voy a dejar que lo enfrentes


aún.

—P-pero… va a golpearte —dije con preocupación.

Don y cerró los ojos.

—Sip, pero probablemente será sólo un golpe o dos. Luego podré


explicarle.
Me dieron escalofríos cuando recordé la forma en que Stone y Jack lo
habían hecho.

—¿Estás seguro?

Donny sonrió suavemente.

—No soy tan estúpido como para pegarle de vuelta. Estaré bien, Evie.

—Quiero ir contigo —susurré, aunque realmente no quería.

—Confía en mí —dijo él nuevamente mientras terminaba de ponerse sus


pantalones y abría la puerta—. Eso sólo haría las cosas peores. Anda a
buscar a Briar y cuéntale.

—OK —susurré aguantando las lágrimas mientras caminaba de manera


casual fuera de la habitación.

—¡Ahí estas! —Briar y yo gritamos simultáneamente cuando casi


colisionamos una con la otra en el comedor.

—Bri —dije con urgencia—. Tienes que hablar con Stone. Él te escuchará ti.

Briar dejó salir una larga expiración.

—Evie no estoy exactamente la persona favorita de Stone justo ahora.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunté alterada.

Sus labios se arrugaron rudamente.

—Tuvimos una charla más temprano esta mañana… y le conté lo que


Donny yo hemos estado haciendo. Que todo había sido mi idea, con poca
influencia de Fredi al principio… y luego Donny se enteró y decidió jugar
también. Le conté toda la historia.

—¿Entonces… él está enojado contigo? —susurré.


Briar asintió.

—Sí, está molesto. Salió derecho de mi habitación a buscar a Donny y


luego volvió a buscarte.

—Nos encontró —dije suavemente—. Donny dejó que me quedara en su


habitación anoche —dije en un susurro—. Me pasó una de sus camisas
para ponerme.

—¡Oh mierda! —dijo Briar en un tono quebrado.

—Fredi nos encontró también —añadí rápidamente—, pero Donny está


bajando para encontrarse con Stone en el campo de Rugby ¡y tú tienes
que detenerlo! ¡Me siento tan estúpida y culpable!

—Shhh —Me calmó Briar envolviendo un brazo a mi alrededor—. Donny y


Stone lo resolverán a su propia manera. No seré capaz de decirle nada.

—Pero…

Briar sacudió su cabeza.

—No te preocupes, Evie. Stone tiene más autocontrol de lo que piensa la


gente. No va a golpear a Donny hasta dejarlo como una masa.

Fruncí el ceño dudosamente.

—Vamos —Ella suspiró—. Vamos a buscar algo de helado. Tengo el


presentimiento de que lo necesitaremos.

Luego del muy necesitado helado, yo volví a mi habitación y tomé mis


notas forzándome estudiar. Donny me envió un mensaje de texto
asegurándome que estaba bien, sólo había recibido un golpe
endemoniado en la mandíbula antes de que él y Stone pudieran hablar.
Stone aún estaba enojado con él, pero por lo menos no necesitaría un
viaje al hospital.
Las cosas se mantuvieron tensas el fin de semana también. Stone y Fredi se
sentaron juntos en silencio sombrío mientras Donny y Jamie se sentaron con
Candi y Mason, y Briar y yo nos sentamos juntas. Alec se movía entre los tres
grupos, cuidadosamente evitando cualquier tema peligroso y dividiendo
su tiempo equitativamente. Puedo decir que el estrés de caminar sobre
huevos estaba comenzando a alcanzarlo.

Sin embargo, el lunes las cosas parecían un poco mejor para el grupo.
Candi y yo nos sentamos en una mesa para nosotras solas, mientras Mason,
Briar y el resto del grupo se sentaron en su mesa usual. Parecía que Stone
había perdonado a Donny y Briar, aunque Fredi se sentaba tan lejos de
Donny como le fuera posible. Desvié la mirada cuando los ojos de Stone se
encontraron con los míos por décima vez ese día. No había manera de
que me sentara con él. Habíamos terminado. No sabía si alguna vez me
sentaría con el grupo de nuevo, aunque estaba contenta de seguir siendo
amiga del resto. Fredi me dirigió una pequeña sonrisa y asentimiento tenso
cuando miré en su dirección, pero parecía que ella no había olvidado el
incidente aún. Mis ojos dejaron la mesa del grupo y me sonrojé mientras
notaba que todos en el pasillo me miraban furtivamente.

Mi pelea con Stone era definitivamente el tema candente de


conversación.

Grandioso.

—Vamos —le sugerí a Candi con un suspiro. Ella miró alrededor a nuestra
audiencia y asintió en acuerdo. Envolvimos los restos de nuestra cena y
caminamos hacia nuestra habitación.

—¿Cómo estás? —me preguntó Candi mientras caía en mi cama.

—Bien —dije encogiendo los hombros mientras encendía mi


computadora—. Estoy casi lista para los exámenes. Sólo necesito revisar el
día antes de cada uno para refrescar los conocimientos.

Y aún necesito hacer mi tarea de fotografía.


—No es eso a lo que me refería y tú lo sabes —dijo Candi con un ceño de
no digas tonteras.

Me giré para enfrentarla correctamente.

—Estoy bien —dije firmemente—. Stone y yo no íbamos en serio. Extraño el


sexo…pero eso es todo.

—Mentirosa —dijo Candi con una sonrisa.

Expiré y me volví hacia la computadora, sin querer tener esta conversación


justo ahora.

—Deberías hablar con él —La voz de Briar me puso en alerta desde la


puerta abierta, pero no me giré a mirarla.

—No hay nada de lo que hablar, todo está dicho.

—¡No habéis dicho nada! —protestó Briar, pero la ignoré frunciendo el


ceño mientras se cargaba la carpeta de entrada de mi correo electrónico
y veía un correo de Zane. Él había estado, obviamente lo suficiente en un
lugar, como para tener acceso continuo a internet si había respondido tan
rápidamente mi correo. Generalmente, no nos contestamos los correos
gigantes que nos enviamos… ese día… pero había estado esperando uno
en respuesta a la gran revelación de Logan.
Lo pinché, pero para mi sorpresa, había sólo tres frases y ninguna de ellas
preguntaba por Logan.

Es agradable recibir una cantidad de fotos decentes, Evelyn. Te ves bien,


pero tengo una pequeña pregunta. ¿Por qué de todas las fotos que me
enviaste de la banda no hay fotografías del baterista?

—Mierda —dije con un gemido golpeando fuerte mi cabeza.

—¿Qué pasa? —preguntó Briar, caminando para internarse en la


habitación y leyendo sobre mi hombro. Ella se rio y me dio un empujón
juguetón—. ¿Qué tan obvia puedes llegar a ser?
—Lo sé —gemí de nuevo—. Estaba tan ocupada tratando de evitar que
llegara a alguna conclusión sobre Stone por las fotos que olvidé que ¡no
poner una foto es incluso peor!

Candi rio tontamente desde la cama.

—¿Qué le vas a decir?

Sintiéndome vengativa, rápidamente escribí de vuelta:

Él es enorme y horrible. Y odia que le tomen fotos.

Candi estalló en risas mientras lo enviaba y Briar sacudió su cabeza con


una pequeña sonrisa.

—Y dices que lo superaste —dijo ella con un sonido nasal.

—Lo superé —dije una vez más antes de cerrar mi computadora y


arrastrarme hasta mi cama.

Briar suspiró.

—¿Te sentarás con nosotros, por lo menos, mañana?

—No.

j
Asombrosamente, no fue hasta el miércoles en la mañana que finalmente
recibí otra llamada de mi madre. Era media mañana y yo no estaba
haciendo nada, entonces contesté renuentemente el teléfono.

—Hola, mamá.

—¿Sabías sobre el bebé todo este tiempo y no me lo habías dicho? —


demandó ella, pero su tono era poco afilado—. ¿No es maravilloso? — ella
graznó—. He empezado justo ahora toda una serie de romances de
embarazos.
Me atoré con la risa que me produjo.

—Genial.

—¡He comenzado a tejer nuevamente también! He trabajado como loca


para hacer algo a tiempo, pero por supuesto, entonces me di cuenta de
que en esta época del año hará mucho para usar ropa de lana…
entonces me fui de compras.

Me reí como tonta y me pregunté cuánto dinero tenía en mis ahorros


destinados a gastos menores. No le había comprado a mi sobrina o sobrino
un regalo aún. De pronto comencé a entusiasmarme. Había estado tan
ocupada concentrándome en lo malo, que ni siquiera había tenido
tiempo para ponerme feliz por Logan. Mi teléfono sonó para señalar otra
llamada, miré la pantalla y mi mandíbula se cayó cuando el nombre de
Logan apareció en ella. Temblores de emoción me pusieron la carne de
gallina y rápidamente le corté a mi mamá, y sin aliento contesté la
llamada de Logan.

—Mierda, Eve —Su voz cálida temblaba en el teléfono—. Está llegando.


Estamos de camino al hospital.

—¡Logan! —grité—. ¿¡Estás hablándome por teléfono mientras conduces


con tu novia embarazada al hospital!?

—¡SÍ, LO ESTÁ HACIENDO! —escuché lo que parecía ser a Ivy, gritando al


fondo.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! Sólo llama a todos, ¿sí? Te llamaré cuando esté
aquí.

—¡Mierda! —le dije al cuarto vacío.

Llamé a mamá inmediatamente.

Tenía una sonrisa brillante cuando terminé de hablar con todos por
teléfono, justo a tiempo para la cena. Ni siquiera me importó por cuánto
saldría mi cuenta de teléfono. Estaba demasiado emocionada. Logan
podría llamar en cualquier momento. Había estado al teléfono e internet
durante casi nueve horas. Entré en el comedor y tomé una silla al lado de
Candy, sonriendo brillantemente a Mason, Jamie y Briar, quienes también
estaban sentados ahí. Ellos me miraron.

Mason levantó una ceja.

—Alguien luce más feliz hoy. ¿Te acostaste con alguien?

—¡Auuu! —Él miró al otro lado de la mesa a Candy y yo supuse que ella lo
pateó.

—No —dije alegremente ignorando la mirada de Stone desde el otro lado


de la habitación—. Voy a ser tía muy pronto. Estoy esperando la llamada.
Briar y Candy chillaron emocionadas y los chicos asintieron con sonrisas
vagas. Comí mi cena moviéndome en mi asiento y canturreando
suavemente.

¡Ouch!

Miré a Candy sorprendida.

—Para —dijo ella riéndose—. Siéntate derecha y come. Me estás


arruinando la comida.

—Lo siento —dije con una gran sonrisa.

La expresión de Candy de pronto se ensombreció y yo seguí su mirada a la


mesa de la banda, donde Chloe se estaba sentando al lado de Stone. ¡En
mi asiento! Luché contra la necesidad de mirarla con rabia e hice rodar
mis ojos en cambio, pretendiendo que no notaba cuando Stone le puso un
brazo lentamente sobre los hombros.

La mirada de Briar se encontró con la mía.

—Él no hará nada con Chloe, Eve.


—No me importa —dije encogiendo mis hombros, y finalmente logrando
dejar de golpear los dedos contra la mesa y comer algo, ahora que algo
de mi euforia se había desvanecido.

—Te importa —insistió Candy. Le lancé una mirada, pero continué


comiendo tranquilamente.

—Él es miserable —dijo Briar rogándome con los ojos—. Por favor, sólo
déjale que hable contigo.

—Me parece bastante feliz —dije mientras él se inclinaba para que Chloe
pudiera susurrar mejor en su oído—. Y él no ha intentado hablar conmigo.

—¡Porque aún está molesto por todo! Porque no sabe qué decir para
mejorar las cosas contigo. Porque no sabe cómo se siente sobre que le
escondamos cosas. No sabe cómo te sientes, Evie. No sabe si aún estás
enojada. Ha estado tratando de descifrarte toda la semana. Tratando de
hacer contacto visual. Ha estado esperando que te sientes con nosotros
de nuevo. ¡Esperando que le devuelvas el collar para acercarse y hablar
sobre todo!

Mis manos se deslizaron a mi garganta y tragué cuando me di cuenta de


que aún estaba usando el collar. Lo había estado usando todos los días.
Tomé el colgante entre mis dedos y mi corazón se encogió con el
pensamiento de quitármelo.

—Debería devolverlo, probablemente —susurré.

Briar gimió.

—No lo aceptará de vuelta. Evie, por favor por lo menos habla con él.
Incluso si es sólo para cerrar las cosas. No soporto verlo sufrir.

—Él parece bien —dije mirando a su usual máscara impasible, pero


evitando sus ojos.

—Tú lo conoces mejor que eso —susurró.


Mi teléfono sonó y salté para sacarlo del ajustado bolsillo de mis jeans. Mi
rostro se abrió en una gran sonrisa mientras leía el texto.

—Tengo un sobrino —dije antes de saltar arriba y debajo de excitación.


Briar y Candy se unieron a mí, pero me detuve, mi sonrisa se disolvió—.
Necesito llamar un taxi.

—¡Mase puede llevarte! —dijo Candy volviéndose para mirar a su novio.


Mason pestañeó—. Me he quedado sin batería.

Él miró hacia la mesa con cara de corderito mientras Jamie se reía de él


por ser tan estúpido de dejar las luces encendidas.

—Pídele a Stone —me dijo Briar, empujándome en su dirección.

—No.

—Evie…

—¿Qué sucede? —preguntó Alec con una sonrisa, envolviendo sus brazos
alrededor de Briar desde atrás.

Le sonreí contenta de que hubiera interrumpido, aunque sospechaba que


lo había enviado el resto de la gente de la mesa de la banda, quienes
trataban de mirarnos subrepticiamente. Stone estaba mirando
abiertamente, Chloe aún estaba bajo su brazo.

—La novia de Logan acaba de tener su bebé —le dije—. Voy a pedir un
taxi.

Él me miró cuidadosamente.

—Stone probablemente puede llevarte.

Achiqué mis ojos y él sonrió.

—Bien —dijo él con un suspiro—. Voy a tomar las llaves de la furgoneta de


la banda. Yo te llevaré.
Briar lo golpeó suavemente como reprimenda, pero él la ignoró.

Le sonreí brillantemente.

—Gracias, ¡tardaré diez minutos! —Me detuve en el proceso de abrir la


puerta que guiaba a las escaleras—. Sin trucos —le advertí moviendo mi
cabeza hacia Stone. Briar se detuvo de susurrar en el oído de Alec e hizo
un puchero, deslizándose hacia su asiento con un suspiro.

—Sin trucos —Asintió Alec.

Mi primera impresión de Ivy Williams fue que, de hecho, era bastante


sencilla. Sí, bueno, juzgar la apariencia física de alguien después de tantas
horas de parto no es exactamente justo, pero mirando más allá de la
fatiga, me avergüenza decir que mi primer pensamiento fue que ella lucía
bastante ordinaria.

Estatura mediana, contextura mediana, piel ni pálida ni bronceada, sin


pecas, sin hoyuelos, una nariz de tamaño promedio, sus orejas no
sobresalían, sus cejas no eran ni muy finas ni muy densas, pechos
promedio, ojos café y largo pelo café.

Inmediatamente me sentí culpable por el pensamiento, especialmente


cuando comencé a preguntarme por qué Logan se había enamorado de
ella. Una pequeña luz de entendimiento se encendió en mi cabeza
cuando comprendí lo que había estado pensando Ivy cuando dejó a mi
hermano. Ella no era fea en ningún sentido, era bastante bonita de una
manera normal, pero comparada con las chicas con las que Logan
usualmente se acostaba (y el hombre mismo)… No pensé que sería la
única con pensamientos poco amables. Y que ella se quedara
embarazada antes de casarse… hice un gesto para mis adentros. La gente
saltaría a conclusiones erróneas e injustas.

¡Bueno al diablo con ellos!

Yo sabía que Logan amaba a Ivy, que él la encontraba bella, y eso era
todo lo que importaba para mí.
—Hola —Le sonreí tímidamente mientras Logan me empujaba hacia la
cama.

—Hola —dijo ella con precaución antes de mirar a Logan. Él le sonrió y bajó
para darle un beso en la frente. Yo detuve una risa tonta de asombro
cuando ella se ruborizó.

—Esta es mi hermana pequeña, Evie —dijo Logan abrazándome de lado—.


Evie, te presento a Ivy.

Aclaré mi garganta nerviosamente.

—Es genial conocerte finalmente —dije sin estar muy segura de cuánto se
suponía que yo sabía de ella… o si admitir que sabía muy poco estaba
mal. Tomé la oportunidad y le dije—: Todo lo que Lo me decía era tu
nombre.

Ivy me sonrió cálidamente.

—Supongo que esto fue un tipo de sorpresa…

Mordí mi labio y asentí.

—Una buena sorpresa de todas maneras.

Ivy dejó salir un largo suspiro que parecía haber estado reteniendo y su
sonrisa brilló un poco más.

—Logan sí habló de su familia… ¿tú estudias aquí, verdad? ¿Fotografía?

Asentí y cautelosamente le mostré el bolso de mi cámara.

—¿Te importaría si tomo algunas fotos?

Ivy gimió.

—¿No de mí, verdad? ¿Sólo de Logan y Dylan?


Me congelé.

—¿Qué?

Logan me sostuvo un poco más fuerte e Ivy cerró su boca rápidamente,


lanzando una pequeña mirada hacia mi hermano. Él se removió un poco
detrás de mí y se aclaró la garganta.

—Nombramos a nuestra hija Dylan Eva Vine. Ivy tiene una hermana mayor
llamada Ava entonces pensamos que podríamos juntar Eve y Ava. ¿Te
gusta?

Logan parecía tratar con mucho propósito evitar discutir el hecho de que
la habían llamado Dylan. Por papá. Le miré dejándole saber que no me
engañaba, pero sonreí y asentí.

—Es un hermoso nombre —dije mirando detrás de la cama a la pequeña


cuna del lado—. ¿Puedo verla?

Logan se iluminó y me llevó alrededor de la cama, cuidadosamente


levantando el pequeño bulto como un profesional, o alguien con siete
hermanos menores, y entregándome a Dylan. Nerviosamente la acuné
contra mi pecho, no acostumbrada a tomar bebés y estaba preocupada
de hacerle daño. Miré hacia su carita, admirando sus pequeñas manos y
pequeños pies mientras ella se acurrucaba con mi calor.

Se me acumularon algunas lágrimas y rápidamente traté de pestañear


para alejarlas.

—Es hermosa, Lo —susurré.

Él sonrió orgulloso y cuidadosamente la tomó de vuelta.

—Claro que lo es —dijo complaciente—. Voy a tener que golpear a los


hombres que se le acerquen.

Hice un sonido nasal.


Logan probablemente los invitará a tomar una cerveza.

Saqué mi cámara y tomé lo que me parecieron cientos de fotos. Convencí


a Ivy de aparecer en algunas fotografías también, antes de hacer que
Logan nos tomara una foto de mi sobrina y yo para mostrarla en mi
teléfono.

La madre de Ivy y su hermana mayor aparecieron, por lo que me fui


rápidamente luego de ser presentada. Alec me había esperado en las
escaleras y yo pasé todo el viaje a casa y el camino a mi habitación
hablando de Dylan. A él no pareció importarle, en todo caso. Tan pronto
como se fue, conecté mi cámara y me puse a trabajar, editando y
enviando tantas fotos como podía a la familia. Naturalmente, todos
trataron de llamar, contactarme por Skype o enviarme un mensaje, así que
fue hasta casi la madrugada cuando eventualmente logré ir a dormir.

Decir que estaba de mal humor cuando alguien llamó a mi puerta a las
nueve de la mañana, era un eufemismo. Sentí como si recién me hubiera
dormido, entonces miré hacia la puerta, sin siquiera notar el golpe familiar.

—¡Márchate, estoy durmiendo! —gruñí tranquilamente. Dos golpes firmes


sonaron nuevamente a pesar de mi advertencia, entonces tiré las
cubiertas y caminé dormida hacia la puerta, vistiendo sólo un pequeño
peto y unos pequeños shorts. Abrí la puerta y pasé mi mano por mi cara
roja, empujando mis rizos desordenados en el proceso.

—¿Qué pasa? —murmuré con un bostezo. La gran presencia frente a mí se


movió, logrando toda mi atención. Incliné mi cabeza hacia arriba, hacia
esos helados ojos color plata—. Oh —Lloriqueé suavemente—. Hola.

—Hola —replicó. El shock de su voz baja en el silencio me hizo saltar. Mi


estómago se encogió y mis muslos se calentaron en reacción al sonido. Lo
extrañaba.

Fruncí mi ceño, mi cerebro funcionando completamente ahora.


—Adiós —dije bruscamente moviéndome para cerrar la puerta. Él me
detuvo, tomándola fuertemente con una mano y manteniéndola en su
sitio.

—Evelyn… —dijo cuidadosamente. Necesitamos hablar, añadieron sus ojos.

—Vete, Grant —dije cansadamente—, no estoy de humor para sexo o


mimos.

Sus ojos brillaron con irritación, pero inhaló calmadamente.

—Por favor, sólo quiero hablar.

Me burlé.

—Nosotros no hablamos.

Empujé la puerta fuertemente y él movió rápidamente su mano, dejando


que la puerta se cerrara de un portazo.
Capítulo 37
a primera semana de exámenes comenzó bien. Pasé los del lunes y el

L martes y me preparé para los del miércoles. Me sentí un poco menos


segura después de haber salido de ese examen, pero decidí no
preocuparme por eso. Mis dos últimos exámenes no eran hasta el jueves y
viernes de la próxima semana, así que había decidido pasar el intermedio
centrada en mi tarea de fotografía. No podía posponerla por más tiempo.
Era para el próximo miércoles.

De hecho, decidí con un suspiro triste, que debería probablemente


empezar a trabajar en ello ahora mismo. Caminé de regreso hacia mi
edificio, pateando la basura con mis pies sin entusiasmo.

—¡Ey, Evie, nena! —me llamó una amistosa voz familiar, deteniendo mi
lento progreso.

Me giré y le sonríe vacilantemente a Donny, dándole la bienvenida a la


distracción, pero todavía me sentía un poco incómoda de estar a su
alrededor después de los recientes acontecimientos.

—Hola —susurré ruborizándome.

Él se detuvo y examinó de cerca mi rostro por unos momentos. Con una


sonrisa irónica, abrió los brazos.

—Ven aquí —dijo él con una risita—. Sin incomodidad entre amigos.

Deslicé titubeantemente mis brazos alrededor de él para palmear su


espalda, manteniendo un poco de distancia entre nosotros. Él resopló,
envolviéndome en sus brazos y me dio un abrazo rompe-huesos.

—Ow —murmuré, pero no pude contener una risita.

—Nos vamos —dijo él mientras se alejaba, tirando suavemente de la


esquina de mi boca—. Vamos a dar un paseo.

Le eché un vistazo a nuestro edificio, sabiendo que realmente no debía


posponer las cosas por más tiempo…
Al diablo con eso.

Tomé la mano de Donny y dejé que me llevara lejos.

Cuando llegamos a las gradas de rugby, Donny me soltó la mano y se dejó


caer en uno de los bancos. Me senté en una debajo de la de él y apoyé la
barbilla en mis manos, mis codos apoyados en las rodillas mientras miraba
hacia el campo vacío.

—¿Cómo lo llevas? —me preguntó Donny, todo el coqueteo y tontería se


habían ido.

No me giré y lo miré, pero podía sentir su intensa mirada en mi cara.

—Estoy bien —mentí. La verdad era que me sentía sola. Tampoco estaba
durmiendo bien, tan acostumbrada a la enorme presencia de Stone a mi
lado, hasta mi cama tamaño King individual se sentía como una King
doble. Para empeorar las cosas, no sabía cuál era mi posición en el grupo,
o si quiera tenía una. No sabía si sería capaz de manejar estar tan cerca de
Stone día tras día. Por otro lado, tampoco sabía si Stone permitiría que mi
presencia continuara.

—¿Lo extrañas?

—¿A quién?

—Evie… —Donny me amonestó.

—No —le respondí con firmeza. No lo extrañaba. ¿Por qué habría de


hacerlo? Él era mandón y… malhumorado… y… mmm, poco
comunicativo. Echaba de menos el sexo y acurrucarme. ¡Pero eso era
todo!

Sí, claro, Evelyn.

—¿Vas a dejar que hable contigo? —persistió Donny, ahora sentado e


inclinado hacia adelante con atención.

Suspiré.

—No veo el punto. Las cosas están mejor de esta manera.

—¿De qué manera? —Exigió Donny—. ¡Ambos sois miserables!


Salté de las gradas y comencé a caminar, sabiendo que Donny estaría
detrás siguiéndome.

—No soy miserable —murmuré—. Estoy feliz. Tengo una nueva sobrina y
cumpliré dieciocho años la próxima semana.

Donny se detuvo en seco.

—¿Tu cumpleaños es la próxima semana? ¿Finalmente cumplirás


dieciocho años?

Asentí distraídamente.

—Sip. Estoy emocionada.

Él levantó una ceja.

—Sí, suenas muy emocionada.

Le lancé una mirada.

—Lo estoy. Sólo que me siento cansada.

Él levantó las manos y dejó el tema en paz mientras continuamos


caminando. O sólo lo hizo por unos minutos.

—Está bien —dijo Donny abruptamente—. Así que digamos que no eres
infeliz… ¿pero qué pasa con Stone?

—¿Qué hay con él? —pregunté cautelosamente.

Donny se detuvo y gentilmente me agarró del brazo para detenerme


también. Miró hacia mí con seriedad y frunciendo el ceño un poco me dijo
en voz baja.

—Está herido. Por lo menos le debes la oportunidad de hablar. Para


ponerle fin apropiadamente a esto que teníais.

—Pero nosotros no hablamos, Donny. Nunca lo hacemos. ¡Es por eso que
hemos tenido tantos problemas! Es por eso que vamos a seguir teniendo
problemas. ¡Infiernos, él vino a mi habitación y me preguntó con sus ojos si
podíamos hablar! ¿Cómo es eso un progreso?

—No puedes esperar que haga un cambio completo de la noche a la


mañana —dijo Donny tranquilamente—. Es algo en lo que los dos debéis
trabajar. Tú eres tan culpable del silencio como lo es él.
—No voy a negar eso —dije en voz baja—. Esa es la razón por la que no va
a funcionar. Es algo condenadamente difícil para nosotros cambiar tanto.

—¿Tomando el camino más fácil? —desafió Donny suavemente—. La Evie


que conozco es dura como una roca. No fuiste criada para ser una
cobarde.

Me estremecí, surgieron recuerdos de papá demasiado frescos por los


recientes correos electrónicos familiares.

Barbilla en alto, Evie —él solía decir—, no dejes que los chicos te depriman.
No hay nada que un soldado no pueda hacer cuando él o ella ponen
toda su mente en ello. Perseverancia, dedicación y coraje. Esa es mi niña.

O lo era hasta que murió y los otros pisotearon a la ―niña‖ de la familia.

Me salvé de responder cuando doblamos la última esquina y, al mismo


tiempo, nos detuvimos y vimos a Fredi sentada en el estacionamiento, de
espaldas a nosotros. Ambos estaban mirando hacia los autos, cada uno de
ellos bebiendo de una botella de cerveza y sosteniendo un cigarrillo. El sol
comenzaba a ponerse y la mayoría de la gente ya se dirigía hacia al
comedor para la cena. Stone y Fredi parecía que no se moverían en
ningún momento.

—Mierda —dijo Donny entre dientes—. Está llorando. No puedo soportar


cuando ella llora.

Miré de nuevo a la espalda de Fredi, pero no podía ver ningún signo


notable.

—¿Cómo lo sabes?

Sus ojos brillaron cuando se encontraron con los míos.

—Porque la conozco mejor que nadie.

—¿Entonces por qué Stone la está consolando? —indiqué en voz baja—.


¿No es tu trabajo como su mejor amigo?

Donny exhaló fuertemente.

—No estoy seguro de si lo seguimos siendo. Estos últimos meses… ha sido


cada vez más difícil dejar a un lado nuestros problemas.
—Entonces no —sugerí cuidadosamente, no me gustaba darle a la gente
consejos—. Enfrenta los problemas. Toma tu propio consejo y hablad.

Él alzó una ceja y lo consideró por un largo momento.

—Lo hare si tú lo haces.

Crucé los brazos sobre mi pecho.

Bastardo manipulador.

—No.

Dejé caer mis brazos y me deslicé hacia adelante silenciosamente,


agradecida por toda la práctica que tuve por caminar furtivamente
alrededor de los trillizos.

Donny se apuró detrás de mí.

—¿Qué estás haciendo? —me murmuró ansiosamente al oído.

Le di una sonrisa divertida.

—Bueno, si no vas a preguntarle qué le pasa… lo tendremos que averiguar


de la manera difícil.

Me apreté contra el árbol cuando Fredi de repente saltó y se giró hacia


Stone, fuego danzando en sus ojos. Donny y yo estábamos a unos buenos
diez metros de distancia, pero oíamos cada palabra.

—¡¿Qué demonios se supone que debo hacer?! —Fredi demandó en un


sollozo—. ¡Sigo mordiéndolo! ¡Sé que es culpa mía! ¡Dejé que él me
conmoviera. Dejé que me afectara hasta que haga o diga algo que lo
lástima! ¡Sé que fui yo quien cometió el error! ¡Quien sigue cometiendo
errores! ¡No puedo controlarme a su alrededor! ¡Simplemente me vuelve
loca! ¡En un momento me hace reír, al siguiente me hace enojar tanto que
hasta podría escupirlo! ¡Luego, diez minutos después, estoy llorando… o
imaginándolo desnudo… o esperando a que me abrace y me diga que
todo va a estar bien!

Donny se quedó quieto a mi lado, su cuerpo estaba tenso. Stone no dijo


una palabra, su atención completamente centrada en Fredi mientras
bebía un trago de su cerveza casualmente. Fredi hizo una pausa para
recuperar el aliento, sus hombros temblaron antes de que ella gritara:
»¡¿Qué diablos se supone que debo hacer?!

Stone simplemente extendió los brazos y dejó que ella se apoyara contra
su pecho mientras respiraba con dificultad. Él sostenía en una mano su
cerveza y cigarrillo, y con la otra frotaba lentamente su espalda.

—A la mierda —dijo Donny—. Es tiempo de conversar.

Él salió de nuestro escondite caminando directamente hacia ella. Él la


agarró por la cintura y la arrojó por encima de su hombro, asintiendo con
la cabeza a Stone mientras Fredi chillaba por la sorpresa.

—¡Donovan! ¿Qué carajos?

—Cállate —Lo oí gruñir—. Tú vienes conmigo.

La boca de Fredi se cerró del shock y reprimí una mueca de envidia por
cómo Donny se la llevó.

Escalofríos recorrieron mi columna vertebral, haciéndome consiente de la


mirada de alguien. La mirada de Stone. Sólo él tenía el poder de hacerme
sentir así incluso desde la distancia. Tardíamente, me di cuenta de que
había salido de mi escondite. Con el corazón desembocado, mis ojos se
encontraron con los suyos.

Mi estómago se agitó y me quedé sin aliento. Recordé la primera vez que


lo vi el primer día que llegué. Él tuvo un efecto similar, incluso desde una
mayor distancia. Era enorme, poderoso y completamente electrizante en
presencia. Sus ojos acerados cortaron a través de mí, penetrando
profundamente y haciendo a mi garganta convulsionar en alguna
necesidad oscura que no podía nombrar.

Durante unos momentos, simplemente nos miramos el uno al otro, ninguno


de los dos nos movimos. Ni sonidos, ni sensaciones, ni olores se registraron.
Todo lo que podía ver era a él. Todo lo que podía pensar, percibir o
centrarme era… en él.

De repente, tiró su cigarrillo y encendió otro, sin dejar de mirarme inclinó su


cabeza hacia la llama al final. Fue sexy. No me malinterpretéis, los
cigarrillos apestan y los odio, pero maldita sea, él los hacia atractivos. Y eso
me molestó. Ahora que lo pensaba, había visto más del fumador y menos
del azucarado últimamente. Ese paquete aplastado que había dejado en
mi cama esa horrible tarde había sido el último que había visto. Nada
bueno.

Apreté los dientes con determinación y troné mis nudillos mientras me


acerqué a él. Se sentó un poco más erguido, sus ojos moviéndose más
rápidamente a medida que evaluaba mi cambio de humor. No le presté
ninguna atención. Con rabia le arranqué el paquete de cigarrillos de sus
manos, quitando el nuevo pitillo recién encendido de sus labios y pisándolo
con fuerza. Giré sobre mis talones y me acerqué a la entrada del edificio,
tirando el paquete medio vacío a la papelera y metiendo algunas
monedas a la máquina de dulces.

¡No había Smarties, pero sí Skittles!

Apreté los botones, agarré el paquete y me giré para encontrar a Stone


caminando hacia mí, a tan solo cinco metros de distancia y acercándose,
su expresión todavía contralada y alerta.

Sin saber si aún estaba furiosa o con miedo, lancé el paquete de dulces a
su cabeza, dándole justo en la nariz. Sentí un pequeño destello de diversión
ante la mirada de shock en su cara… antes de que él sonriera, esa amplia,
sin restricciones, magnifica sonrisa que rara vez dejaba salir…

Y me golpeó como una flecha en el corazón.

Me asustó hasta la mierda… así que corrí.

Corrí directamente hacia mi dormitorio y me encerré, apoyándome contra


la puerta mientras luchaba por respirar. Junté mis rodillas para que dejaran
de temblar y cerré los ojos mientras me obligaba a calmarme. Lo que
necesitaba era algo que me sacara a Stone de la cabeza. Del todo. La
tarea estaba fuera del panorama. No había forma en que pudiera trabajar
en ello esta noche… no después de la intensidad de… ¡NO! ¡No voy a
pensar en eso!

Tomé el teléfono y miré fijamente la pantalla, preguntándome a cuál de


mis hermanos debería llamar, alguien que no me preguntara sobre Stone o
sobre mi vida amorosa en general…

Oh, genial. Eso descartaba a todos.

Me sobresalté cuando mi teléfono sonó y una sonrisa se extendió en mi


cara. Cooper. Podía tratar con Cooper.
—¡Ey, hermano mayor! —saludé alegremente, mi voz era fastidiosamente
suave, a pesar de la fuerza interior que había encontrado este año.

Una risita femenina flotó a través de la línea, lisa y atrevida.

—No soy tu hermano —escuché a Bridget decir riendo felizmente.

Me sonrojé, aún era un poco tímida con la novia de tres años, y muchos
más como amigos, de Cooper. En mi defensa no era como si hubiésemos
tenido contacto regular.

¡Y ella era intimidante!

No se pensaría que alguien que mide menos de un metro cincuenta


pudiera imponer tanto respeto y atención.

Sin embargo, Bridget Parker tenía una ventaja. Era una mecánica brillante
y una chica mala reformada, pero aún tenía esa aura revoltosa a su
alrededor. Podía cuidar de sí misma muy bien en una pelea y se había
metido con algunas personas bastantes malas, ella había hecho y visto
algunas cosas que yo ni siquiera pensaría. No es que Coop me lo hubiese
dicho… Simplemente lo sabía. A pesar de eso ella hacia a mi hermano
feliz, así que no iba a quejarme.

—Hola, Bridget —dije atentamente—. ¿Cómo estás?

—Llámame Bridge, Evie —dijo ella rápidamente—. Y estoy genial.

—Genial —dije lentamente, perdiendo las palabras.

—He oído que cumples dieciocho la próxima semana —ella arrastró las
palabras y pude oír la emoción en su voz, como si supiera algo que yo no.
Mi ritmo cardiaco aumentó por el entusiasmo.

¿Tal vez Coop me había comprado un regalo impresionante?

—Sí —le contesté un poco más entusiasmada—, pero aún no he hecho


planes todavía.

Mi cara cayó cuando me di cuenta de que aún estaría en la universidad.


Ni siquiera había reservado un vuelo para ir a casa para las fiestas. No
sabía si pasar mi cumpleaños con mis amigos, o con mi familia en Darwin, o
con mi familia en Townsville. Mi humor se hundió más cuando recordé que
mi último examen también era este viernes.
—Estoy segura de que Candy organizará algo —dijo Bridget con una
risita—. Dile que tiene que llamar a Coop para organizar la recogida de tu
regalo.

Mi estado de ánimo empeoró aún más. Sonaba como que Cooper no


había logrado conseguir tiempo libre para visitarme. Me obligué a
animarme. Él probablemente había guardado sus vacaciones para pasar
Navidad en Darwin con la familia y conocer a nuestra sobrina.

—Está bien —murmuré.

—En fin —dijo ella un poco nerviosa—. ¿Cómo está Dylan? Les mostré a
todas mis hermanas las fotos que enviaste. ¡Están tan celosas de que tenga
una sobrinita tan linda!

Para empezar. ¿Sobrina? ¿Desde cuándo Bridget y Cooper estaban tan


serios? Habían estado juntos por tres años, pero Bridge sólo tenía veinte.

—Oh —dije mientras salía de mi estupor—. Ella es hermosa. Sólo la he visto


una vez, cuando… Logan e Ivy visitaron a mamá.

—¿Cómo es Ivy? —Bridge preguntó con complicidad, haciéndome sentir


un subidón de felicidad. Sólo tenía dos hermanas, ambas vivían lejos y
podían ser algo ensimismadas. Con tantos hermanos hombres, era bueno
tener a otra mujer con quien relacionarse, compartir todos esos asuntos
femeninos. Era en algo en lo que no tenía mucha práctica, pero Briar y
Candy habían sido de gran ayuda.

—Parece agradable —ofrecí con cautela—. Tal vez es un poco seria.


Logan parece completamente enamorado de ella —susurré con una
risita—. Es muy lindo.

La cálida y salvaje risa de Bridget me hizo sonreír, pero de repente hubo


una larga e incómoda pausa.

Ella se aclaró la garganta y yo me senté más derecha, nerviosa por los


aparentes nervios de Bridget.

—Así que —ella comenzó casualmente—, sé que tú y Coop sois muy


cercanos.

—Lo somos —Lentamente estuve de acuerdo—. Aunque no tanto como él


y Charlie obviamente.
—Mmm —respondió evasivamente—. Él ya se lo dijo a Charlie, pero yo
quería ser la que te lo dijera. No te veo tan a menudo como a Charlie, y sé
que tu opinión y felicidad es realmente importante para Coop… así que
sólo quería tu aprobación.

—¿Aprobación para qué?

—Cooper y yo nos vamos a casar.

Hubo un momento de silencio mientras procesaba la información. No sabía


cómo reaccionar. Ninguno de mis hermanos se había comprometido
antes. Ahora parecía que iba a tener dos cuñadas al mismo tiempo. Ni
siquiera había llegado a imaginar a mis hermanos casándose. Wow. Todos
estábamos creciendo ahora.

Una boda… Sonreí mientras la emoción corría a través de mí.

—¡Eso es increíble! —grité.

—Oh, carajos, gracias por eso —Bridget rio—. Necesito tener una aliada. Tu
familia es más intimidante que la mía.

—Wow —dije en voz baja, de repente tuve una pregunta sobre la boda—.
¿Cuántas damas de honor vas a tener?

Bridget tenía cuatro hermanas menores. Ella gimió.

—Aún no hemos llegado hasta allí. Con todos tus hermanos y hermanas… y
mis hermanas y hermano… además de nuestros amigos cercanos…

—Entonces no tengas ninguna —sugerí sensatamente.

Bridget se atragantó.

—¿Enloqueciste? ¿Has conocido a mis hermanas? ¡Me apuñalarían si no las


hago damas de honor!

Me reí. Había conocido a una o dos de sus hermanas… las chicas Barker
eran… individuas únicas… y seguramente no querrías hacerlas enojar.

—¿Y-yo puedo? —Hice una tímida pausa y vacile por un momento, antes
de disparar la pregunta—. ¿Puedo ser la fotógrafa de la boda?

Bridget se quedó en silencio por un momento y mi corazón se hundió.


—Eso sería genial —dijo lentamente—, pero no funcionara si eres una de las
damas de honor.

Parpadeé.

—¿Qué?

Bridget suspiró.

—Estoy pensando en involucraros a todas.

Murmuré.

—Pero eso es… Joder.

—Lo sé.

Miré la hora en mi estéreo e hice una mueca.

—Mmm, Bridge, tengo que ir a dormir.

—Yo también, supongo —respondió ella con facilidad—. Me alegro de que


estés bien con todo, pero mmm, no le hemos dicho a nadie más sobre el
compromiso así que…

—Entendido —dije rápidamente, entonces sonreí—, pero Zane ya lo


averiguará.

Ella se rio.

—Eso es lo que dijo Coop. Buenas noches.

—Adiós, Bridge.

Sintiéndome mucho mejor, me deslicé entre las sábanas y cerré mis ojos,
más que lista para una buena noche de sueño. Pero me quede allí, la
habitación se sentía enorme y oscura… y solitaria. Me envolví fuertemente
con el edredón, tratando de calentarme. Abracé una almohada contra mi
pecho, haciendo una pared de almohadas, pero no sirvió de nada. Eran
suaves y frescas… y yo quería a mi caliente y duro Stone.

A la mañana siguiente miré por la ventana, maldiciendo por lo nublado


que estaba, incluso si eso encajaba con mi estado de ánimo. Las grises
nubes oscurecían el cielo y la humedad aumentó, haciendo que el sudor
bajara por mi frente y brazos. Yuck. Era finales de noviembre y el verano ya
estaba aquí. Suspiré al imaginarme cuán mal sería cuando regresara a la
humedad de Darwin y al calor. Por lo menos aquí en Alice estábamos fuera
de los Trópicos y cerca del seco desierto.

Tomé la cámara en mis manos sabiendo que tenía que sacar las fotos que
había tomado recientemente, tanto de la tarjeta como de la película,
pero mis ojos se desviaron al cielo y rápidamente fueron a la mesa de
Stone. Dejé de respirar. Él estaba ahí.

Hoy no estaba sentado en la mesa. En cambio, estaba sentado contra el


grueso árbol que había al lado, vistiendo sólo un par de pantalones para
correr sueltos mientras balanceaba una guitarra acústica en su regazo y
escribía en un cuaderno. El cielo nublado por encima de él hacía que el
césped sobre el que estaba sentado luciera imposiblemente verde. Su piel
parecía más oliva y citrina que bronceada, extendiéndose sobre sus
músculos, su fuerte cuerpo tenso con los ojos cerrados para concentrarse
en tocar algunas notas. El aire estaba en calma, no se escuchaba ni el
susurro de una hoja del árbol detrás de él.

Era una imagen intrigante y expresiva, así que enfoqué mi lente e hice clic,
el flash dio justo en sus ojos color plata cuando miraron directo hacia mí, su
expresión hermética y reservada.

Atrapada.

Le sonreí nerviosamente y saludé con mi mano, deslicé mi ventana hacia


abajo rápidamente y cerré mis cortinas. Encendí el aire acondicionado
otra vez y me dejé caer de bruces contra mi cama.

Madura un poco Evelyn —me reprendí a mí misma. De mala gana deslicé


mi brazo debajo de la cama y saqué mi carpeta de la tarea. Fotografías
de Stone se derramaron en el suelo, aumentando mi ritmo cardiaco a
niveles peligrosos. No podía recordar la última vez que las había visto. Tomé
aire profundamente controlando mi respiración y me deslicé hasta el suelo.
Las alineé cronológicamente, sonriendo con tristeza por algunos recuerdos
felices. Aparté algunas fotos que no encajaban con la tarea y me
concentré en las que había tomado secretamente, comparándolas con el
estilo y el tema de Voyeur de Billy.

Suspiré. Por más que me encantara el contraste de color y el sentimiento


que trasmitían las fotografías… Billy las había hecho en blanco y negro…
incluso su película. Las fotos de Stone lucían más dramáticas en blanco y
negro, así que eso cerró el trato. Hice una pausa y miré mi foto favorita del
catálogo Voyeur. La mujer estaba mirando directo al fotógrafo
atrapándolo en el acto. Billy la había colocado como cierre de su obra y
yo sentí la irresistible necesidad de hacer lo mismo con la foto que había
acabado de tomar.

Aunque no iba a desarrollarlo en blanco y negro, no le haría justicia a la


foto. No. Tenía que ser en color. La última pieza de mi trabajo iba a ser
llamativa, expresiva y sorprendente. Consideré en usar técnicas de fantasía
y editarla digitalmente, pero decidí que estaba cambiando mucho el
propósito de la tarea. El Voyeur era crudo y atrevido… y completamente
sin edición. Necesitaba hacer lo mismo con la mía.

Mi mirada se dirigió nuevamente hacia las imágenes ya impresas y listas.


No pude evitar contener las emociones mientras mis hambrientos ojos se
comieron cada pulgada de la imagen de Stone. Había una en la que no
llevaba sus gafas aviadoras y tenía un jean que se adhería a su trasero…
Otra sin su camisa… Estaba aquella de su pequeña medio sonrisa… Allí,
una imagen de su risa poco común, cuando él pensaba que nadie lo
estaba viendo. Hice una mueca al recordar su pelea con Jack, mientras
sostenía la foto que había tomado en el baño. Gemí suavemente cuando
mis ojos dejaron su maltratado rostro y se dirigieron a los fuertes músculos
de su espalda y sus hombros anchos.

Me maravillé por la concentración en su rostro cada vez que tocaba un


instrumento, me ablandé por la forma en que evidentemente se veía
relajado alrededor de Briar y los demás, me estremecí ante el poder de sus
movimientos mientras se ejercitaba en el gimnasio. Suspiré con pesar ante
la imagen de él durmiendo en mi cama con sus grandes pies colgando al
final y su rostro relajado, casi vulnerable.

Cerré los ojos, con la esperanza de escapar de los sentimientos, con la


esperanza de hacer retroceder la comprensión que se arrastraba en mi
mente con determinación.

En cambio, los recuerdos se agitaron. Stone besándome caliente y


desesperadamente, Stone entrando en mi con fuerza pero
cuidadosamente, los poderosos brazos de Stone estrechándome, sus
manos extendiéndose posesivamente sobre mi piel, su boca haciéndome
gritar… Grant deslizando el collar alrededor de mi garganta y rozando sus
labios contra la base de mi cuello.
Tragué saliva, mis manos se deslizaron hasta la cadena, mis dedos
temblando.

Estoy completamente enamorada de Grant Stone.

Gemí y tiré con fuerza de mi cabello.

Gran trabajo, Evelyn. Deberías de haber sabido que no podrías practicar


sexo casual.

Me había enamorado total y completamente de él… y nuestra relación


había estado condenada. Incluso si nunca hubiese corrido asustada de él
y alejándolo… nunca hubiese funcionado.

Suspirando, me dirigí al cuarto oscuro para revelar las últimas fotografías en


mi película. Era el momento de terminar mi tarea una vez por todas.

Trabajé toda la semana, tratando de ignorar mis emociones mientras


montaba las piezas de mi tarea y escribía las notas adjuntas del ―artista‖.
Pero era imposible. No había manera de que pudiera separar mis
emociones del trabajo… cuando estas eran sobre el sujeto del trabajo.
Cada fotografía desencadenaba una respuesta, por lo que mi estado de
ánimo fluctuó en repetidas ocasiones.

Para la noche del lunes, finalmente tenía la pieza terminada. Al pasar las
paginas, sentí mi garganta estrecharse y las lágrimas rodar por mis mejillas.
Sería difícil entregarlo, pero lo recuperaría.

Sería aún más difícil mantener este recuerdo de Stone conmigo. Ya era
bastante malo estar un año más aquí, pero estas fotos podrían durar más
que una vida.

Había deslizado la hoja de criterios en un sobre en el bolsillo de la parte de


atrás de la portada de mi tarea, pero me detuve cuando llegué a la
autorización para publicar. Mis ojos se cerraron con temor. Lo había
olvidado.

Necesitaba que Stone estuviera de acuerdo. Necesitaba su aprobación


para utilizar las fotografías de él.

Oh, infiernos.

Agarré mi bolso y mi tarea, corrí por el pasillo y bajé las escaleras hacia la
pequeña tienda que había en nuestro edificio. Compré un paquete de
Smarties, lleno de pequeñas cajas más pequeñas, y rápidamente me dirigí
hacia a la habitación de Stone, ansiosa por entrar y salir mientras él
estuviera abajo cenando.

Me deslicé dentro, alegre de que Stone fuera lo suficientemente confiado


como para dejar su habitación sin llave, puse la tarea cautelosamente
encima de su cama con el paquete de Smarties a un lado. Busqué en su
escritorio por una nota adhesiva y un bolígrafo, y le escribí un mensaje
antes de pegarla sobre la portada:

Grant, espero que no te importe que te haya escogido…

Necesito que firmes la autorización. Lo necesito para el miércoles.

E.V.

PD: Por favor deja de fumar y lamento haberte lanzado los Skittles.

Me detuve un momento para inhalar su aroma y envolverlo alrededor de


mí como una manta… antes de salir corriendo hacia mi habitación, donde
tomé un libro y me centré en el estudio.
Capítulo 38
o he dormido en toda la noche. Ansiosa, estuve esperando que Stone

N entrara en mi cuarto exigiendo una explicación.

¿Se sentiría halagado? ¿Enfadado? ¿Confuso? ¿Firmaría el maldito


permiso? Me quedé estudiando hasta altas horas de la mañana,
totalmente vestida y con la luz encendida. Al final, justo antes del
amanecer, me di por vencida, así que me fui a correr y pillé algo para
desayunar de vuelta a mi cuarto.

Durante todo el día, intenté estudiar. Se me caían los ojos del sueño y
estaba con los nervios de punta, brincando por cualquier ruidito, todavía
esperando que Stone apareciese en cualquier momento. No lo hizo.

Casi pego un grito cuando a la hora de la cena se abrió la puerta, pero


solo era Candy. Se sentó en mi cama y dejó las bandejas que había traído
con la cena.

—Cielo —dijo suavemente mirándome de arriba abajo—, guarda los libros.


Que mala pinta tienes. Deja de estresarte.

Mi estómago rugió cuando me dio mi bandeja, por lo que aparté los libros
de la cama, dejándolos caer al suelo.

—Vale —accedí encogiendo los hombros—. Gracias por traerme la cena.

Candy me miró y seguido miró los libros en el suelo arrugando la frente:

—¿Evie? ¿Estás bien?

—Muerta de hambre —respondí rápidamente con la boca llena de


hamburguesa.

Se rio moviéndose a su propia cama, balanceando su bandeja en su


regazo, de repente su preocupación fue sustituida por emoción.

—¿A que no sabes qué? —chilló.

—¿Mmm…? —gruñí mientras masticaba.


—¡El Decano me ha permitido alquilar el campo grande de la parte de
atrás de la universidad!

Tragué arrugando la frente.

—¿Para qué?

Candy soltó una risotada.

—¡Tonta, para la fiesta de tu cumple!

Me dejó con la boca abierta.

—¿Necesitamos el campo grande?

Candy asintió con la cabeza.

—Evie, hemos echado la casa por la ventana. Tú no tienes que


preocuparte de nada en absoluto. Vendré a buscarte después del
examen, nos cambiamos rápidamente y nos vamos a la fiesta.

—¿Empieza en la tarde? Esto no tenía ningún sentido. Pensé que iríamos al


bar o algo así. Un pequeño grupo.

—¡Sip! —dijo Candy brincando en la cama—. No te puedo contar nada


más. Tú concéntrate en tus dos últimos exámenes que yo organizo todo.

—Pero… —Me tragué mi protesta cuando vi que la sonrisa de Candy


empezaba a desvanecerse—. Vale —concedí suspirando con una
pequeña sonrisa—. Gracias.

Candy me brindó una gran sonrisa toda ilusionada y cruzó el cuarto de un


salto para besarme en la frente.

—Tengo que hacer una llamada —dijo dirigiéndose rápidamente a la


puerta con su bandeja—. Duerme. Nos vemos mañana en el desayuno.

Estrechó los ojos exigiéndomelo en silencio y yo puse los ojos en blanco.

—De acuerdo —accedí, esperando que no querría sentarse con la banda.

Parpadeó como si esperase mi negativa, rápidamente asintió con la


cabeza y se fue. En silencio terminé de cenar e hice caso a su consejo y
me fui a la cama.
Nerviosa miré alrededor del comedor cuando Candy y yo pasamos entre
las mesas dirigiéndonos a la cola. No veía a Stone por ningún lado, pero
eso no quería decir que no apareciese en cualquier momento. Candy me
dio un pequeño empujón hacia delante, mirándome perpleja cuando
empezamos a llenar las bandejas.

—¿Estas todavía en el mundo de los libros? —preguntó.

Meneé la cabeza, tropezando cuando intenté avanzar de nuevo. Una


mano dura cayó en mi hombro y yo pegué un brinco chillando un poco
asustada mientras me daba la vuelta nerviosa.

Alec arqueó una ceja.

—Perdona. No quise asustarte.

Candy se rio.

—No te preocupes —le confió en un suspiro—. Doña Súper estudiosa está


nerviosa esta mañana —Me puse como un tomate, pero sonreí a Briar, que
estaba colgada del brazo de Alec. Sus ojos verdes brillando—. Te hemos
echado de menos‖ dijo feliz, ―ven y siéntate con nosotros‖.

Mire indecisa a la mesa de la banda donde Jamie, Fredi y Donny estaban


sentados. Todavía sin señales de Stone.

—Es que… —dudé.

Briar volvió los ojos y me agarró del brazo, tomando la decisión por mí y
dirigiéndome hacia la mesa.

—Relájate —dijo con un suspiro—, Stone no va a desayunar con nosotros.


Va a estar todo el día haciendo recados.

Solté la respiración aliviada.

—Vale —susurré, ordenándome a mí misma no preguntar qué ―recados‖


estaba haciendo.

Candy me golpeó suavemente en el brazo.

—¿Por eso estás tan rara?

—Noooo —mentí.

—Ya —dijo con una risotada.


Nos sentamos a la mesa y nerviosa sonreí al resto, insegura de su
recibimiento.

Para mi sorpresa, Fredi me sonrió feliz y empezó a preguntarme sobre mis


planes para las Navidades.

Agradecida respondí, aliviada de que no estuviese enfadada por mi


extraño comportamiento.

Borra eso.

Ella se estaba comportando de forma extraña. Estaba sentada al lado de


Donny, sonriéndose el uno al otro, riendo y hablando en voz baja entre
ellos cuando no había una conversación entre todos. No estaban de la
mano ni besuqueándose, pero el cambio en ambos era obvio. Sonreí con
tristeza.

Estaba feliz por ellos, pero no puede evitar y desear que Stone y yo
pudiéramos resolver nuestros problemas. Me tragué mis celos y me puse en
pie para irme. Mañana tenía mi último examen, así que lo usé como
excusa para volver a mi cuarto a ―estudiar‖, o más bien a revolcarme en
autocompasión.

Candy y Briar protestaron, pero les sonreí tranquilizándolas y les prometí que
bajaría a cenar. Esperaba que Stone siguiese ausente. Me mordí el labio
preocupada por saber si habría firmado o no su consentimiento. Mi trabajo
debía ser entregado hoy. ¿Lo habría entregado por mí? ¿Sabría siquiera
donde había que entregarlo?

Me quedé tiesa en el sitio al entrar en mi habitación. Mirando fijamente a


la cama con la inquietud manteniéndome inmóvil al ver los papeles sobre
mi cama.

Tomé una respiración profunda y me forcé a caminar despacio. El aroma


familiar de Stone, a hombre, dulce por los caramelos, cálido y sexi
permanecía en el ambiente.

Ha venido a mi cuarto….

Miré mis deberes y parpadeé.

¡Ha firmado el consentimiento!


Me quedé boquiabierta con un hormigueo de anticipación, ansiedad y,
extraño, pero cierto, de deseo recorriendo mi cuerpo. Arrugué la frente
recogiendo el paquete de tabaco casi lleno que había dejado en mi
cama buscando una nota.

No había nota.

Me hundí en la cama de Candy y me quedé mirando mi trabajo.

¿Qué diablos significaba esto?

Me quedé sentada, mirando la carpeta durante unos cuantos minutos, al


final levantándome con un suspiro.

Una vez más, Stone no se había comunicado como debía. Con el corazón
llenó de desesperanza, cogí la carpeta y abandoné el cuarto de nuevo.
Salí rápidamente directa al despacho de mi profesor, donde por fin,
entregué el maldito proyecto.

La cena pasó sin pena ni gloria. Stone no apareció y nadie me dio la lata
con eso de hablar con él. Ni siquiera nadie lo mencionó.

Estuvo también ausente al día siguiente, pero no me atreví a preguntar a


nadie por él. Miré a Briar cautelosa, medio esperando que ella, o Donny o
Alec me dijeran lo miserable que Stone se sentía sin mí, que debería dejarle
hablar conmigo, que debería ir a hablar con él. Fruncí el ceño y ataqué a
mi lasaña con el tenedor. No parecía que Stone estuviera muy ansioso por
volver a hablar conmigo.

Tu culpa —gruñó mi consciencia.

¿Es por eso por lo que no andaba por aquí? ¿Estaba evitándome?

Suspiré.

¿Siquiera, todavía me deseaba?

Le fruncí el ceño a mi cena.

¿De verdad estaba sopesándolo? ¿De verdad estaba pensando en dar a


esta relación otra oportunidad… en dárnosla a nosotros?

Igual debería ir a buscarle. Ayudarle con lo que sea que esté haciendo…
hablar con él.
¡NO! —Gritaba otra parte de mi mente desesperadamente. Stone no va a
cambiar. Yo no voy a c… paré en medio pensamiento. Yo he cambiado.
He cambiado mucho y he madurado a lo largo de este año y una gran
parte de ello ha sido a causa de Stone.

¿Igual Stone podría cambiar? Logan ha cambiado, ¿no?

Arrugué la nariz. No quería que Stone cambiase mucho… solo quería que
me hablase un poco más, que se interesara por mi vida… ¡por mí!

Suspiré pesimista. Eso no lo podía cambiar. O bien está interesado en mí, o


no.

Empujé mi plato y me puse de pie con cara de pocos amigos, ignorando


los rostros de sorpresa de todos en la mesa.

¿Y qué me importa de todos modos? —Pensé resignada mientras me iba


hacia las escaleras—. Está claro que Stone se ha dado por vencido y ha
perdido todo interés en mí. Él nunca va detrás de ninguna mujer.

Entré a mi cuarto arrastrando los pies y me apoyé en la repisa de la


ventana, esperando espiar a Stone en su mesa del jardín…

Pero no estaba ahí. Mis ojos fueron a sus cigarrillos y durante cinco minutos
sopesé la idea de fumarme uno. Finalmente me decidí por no hacerlo.

En su lugar me zamparé una caja grande de Smarties que tengo guardada


en el mini-frigo.

Me senté en la cama, apoyada contra la pared y fui metiéndome en la


boca uno a uno mientras veía pasar los números en el reloj digital hasta la
medianoche. Cuando por fin, dieron las doce, me tiré sobre las sábanas y
cerré los ojos.

—Feliz cumpleaños, Evelyn —susurré en la oscuridad, limpiándome una


lágrima solitaria antes de darme la vuelta y quedarme dormida.
Capítulo 39
olpeé repetidamente con el lápiz contra el pupitre mientras esperaba

G ansiosa a que el examinador recogiera mi examen. No porque


estuviera nerviosa por el examen, sino porque sabía que Candy me
estaría esperando en nuestro cuarto para llevarme a la fiesta de
cumpleaños que me iban a dar. Pensarías que estoy emocionada al
respecto, pero Candy llevaba toda la semana más que súper
emocionada, lo que hacía que mis instintos se pusieran alerta. Mi fiesta de
cumpleaños iba a ser multitudinaria. Algo iba a pasar…

Podía sentirlo.

Aparté ese pensamiento de mi mente conforme salía del aula de


exámenes. Probablemente estaría reaccionando de manera excesiva.
Puede que Candy haya encontrado alguna foto embarazosa de cuando
era un bebé para mostrarla como parte del ritual de convertirse en adulto.

Mis pasos eran lentos en el camino de vuelta a mi edificio y subiendo las


escaleras.

Paré al alcanzar el primer piso, sonriendo cuando vi a Candy de pie en el


vano de la puerta, observándome. Pegó un grito y corrió hacia mí
agarrando mi brazo y arrastrándome dentro. Me dio un conjunto y me
empujó al baño.

—Date prisa —gritó dando brincos—. Vamos justas de tiempo.

Miré la ropa que me había dado y levanté una ceja.

—¿Necesito ―vestirme‖ para ir al campo?

—¡Evelyn! —rio empujándome al baño—. Querrás estar guapa. Confía en


mí.

—Vale, vale —murmuré sonriendo un poco contagiada de su entusiasmo.


Me duché rápidamente y me puse el conjunto de ropa interior negro y sexy
que me había dado. Paré y suspiré mirando mi reflejo. A Stone le
encantaba este conjunto en particular, un sujetador con relleno de puntilla
negro sin tirantes con un tanga de dos tiras a juego. Era simple, pero sexy.
Rápidamente me puse el vestido púrpura que me había dado Candy, no
queriendo deprimirme pensando en Stone cuando debería estar
pasándolo bien.

Cuando volví al cuarto, Candy me tiró unas romanas mientras metía las
cosas esenciales en un pequeño bolso de mano blanco. Me calcé las
sandalias maldiciendo las tiras mientras las enrollaba en mis piernas.
Acababa de terminar, cuando Candy me tomó de la mano y tiró de mí
hacia la puerta.

—¿Y el pelo? —pregunté avisándole. Candy se volvió y miró el recogido


que me había hecho para meterme en la ducha y que el pelo no se
mojase. Algunos de los rizos más cortos caían alrededor de mi cara en ese
momento.

—Está bien así —dijo tirando más fuerte de mi mano—. ¡Vamos!

Tomé como buena su opinión y aligeré el paso.

Solo nos costó diez minutos cruzar a través de la universidad, rodear el


campo de rugby, cruzar el parking del Uni Club y llegar al prado. Debería
habernos llevado veinte minutos. Los pies me dolían y estaba sin aliento al
rodear el jardín exterior del Uni Club, cuando todo el prado apareció ante
mi vista. Me quedé con la boca abierta.

—Wow —susurré.

Había montones de gente.

Todas las personas con la que alguna vez había hablado en clase, todos
los que pasaban por la mesa de la banda, gente que había estado en el
cumpleaños de Jenny, el equipo de rugby y más. En la parte de atrás del
prado había una instalación enorme de saltos para motos. El corazón me
dio un brinco solo de pensar en una demostración de Motocross. Había un
puesto para DJ al lado de una pista de baile movible y montones de mesas
y sillas al otro lado. Mis ojos se desviaban continuamente en esa dirección,
mirando el escenario que habían puesto y la banda que estaba montando
su equipo.

Cerré los dedos con más fuerza, ni siquiera oyendo la canción que Mason
estaba pinchando. Mis ojos permanecían en la banda. No estaba Jamie,
pero sí Alec… y ahí estaban Donny y Fredi. Lentamente, muy lentamente
mi mirada se paró en la batería, y se encontró con la de Stone. Me quedé
sin aliento.

¡Estaba aquí!

Durante un largo tiempo simplemente nos miramos fijamente, luego él


despacio inclinó la cabeza saludando… y continúo instalando su equipo.
Sentí el peso de la decepción en mi estómago.

—¡Ey, cumpleañera! —Briar chilló, sobresaltándome y sacándome de mi


triste ensimismamiento. Me dio un gran abrazo y me arrastró hacia la
comida.

—¿Quién ha pagado todo esto? —pregunte insegura.

Briar agito una mano en el aire.

—Ah, todos hemos puesto nuestro granito de arena. La mayor parte de las
cosas era gratis.

Apostaría lo que sea a que aun así, habría costado un potosí.

—Mira a quién me he encontrado —dijo Briar, dándome un plato con


comida y volviéndome hasta casi chocarme con Ivy. Le brindé una gran
sonrisa.

—¡No sabía que venías! —dije feliz extendiendo mis manos hacia Dylan—.
¿Dónde está Logan?

Briar e Ivy señalaron hacia arriba.

Arrugué la frente y miré al cielo, soltando una risotada cuando vi la


avioneta y lo que había escrito:

¡Feliz C E!

—Perezoso —dijo sonriendo—. ¿Tanto le hubiese costado escribirlo


correctamente?
Ivy volvió los ojos de acuerdo conmigo. Protegiendo mis ojos con una
mano mientras observaba cómo añadía el punto a la admiración,
pregunté:

—¿Va a bajar a reunirse con nosotras?

—Luego —dijo Ivy con una gran sonrisa, cogiendo a Dylan de nuevo y
señalando con la cabeza hacia el aparcamiento—. Primero tienes que
recibir a otros invitados.

Me volví en esa dirección, mirando curiosamente a un coche extraño que


paraba en un lugar lo más próximo al prado. Era un viejo descapotable
negro con el techo puesto, así que no podía ver quién estaba dentro.

Apagaron el motor y mi curiosidad aumentó al ver a Candy y a Briar


empezar a moverse emocionadas a mi lado. Se abrieron las puertas del
conductor y del copiloto, y una familiar cabeza de pelo castaño apareció.
No esperé a ver el resto. Corrí hacia el aparcamiento riéndome como loca
y me tiré a los brazos del conductor.

—¡Coop! —chillé en su oído mientras él me levantaba en un abrazo—. ¡No


pensaba que fueses a venir!

Su risa cálida me hizo temblar de felicidad, pero una segunda voz me


obligó a alejarme de él.

—Como si nos fuésemos a perder tus dieciocho —dijo su gemela saliendo


de la parte de atrás del copiloto.

—¿Charlie? —pregunté sorprendida, mirando entre Cooper y su novia


Bridget y finalmente a Charlie.

Me envolvió en un abrazo casi doloroso y me revolvió el pelo.

—Evie, se te ve genial —dijo con su característica sonrisa amplia y


descarada—. ¡Parece increíble cuánto has cambiado!

—Gracias —respondí tímida, mirándole de arriba abajo. Sé que nunca


podría tener una apariencia ni siquiera cercana a la suya. Su cabello de un
color rubio dorado totalmente liso era perfecto. Le cae en una cascada
sedosa hasta media espalda y sus ojos son de un color chocolate, cálidos y
sensuales. Es más baja que yo, por varios centímetros, la más baja de la
familia. Estaba en forma, pero con las curvas precisas en los lugares
correctos. Siempre tenía hombres babeando detrás de ella.
Volví la cabeza sonriendo a Bridget, fijándome en lo pequeña que se le
veía en comparación a Charlie. Su pelo rubio ceniza natural lo llevaba
ahora de marrón oscuro con mechas de un rojo vivo. Lo llevaba cortado
en capas desiguales, con la más larga hasta la clavícula. Llevaba shorts
vaqueros, mostrando un tatuaje muy realista de alambre de espino que
rodeaba su pierna por la mitad del muslo.

Era uno nuevo, posiblemente otro regalo de su hermana pequeña, aunque


no lo suficiente mayor, con el suficiente talento. Llevaba puestas unas
botas negras hasta media pantorrilla y un top blanco que parecía colgar
de sus hombros… no parecía llevar sujetador debajo. Mi sonrisa se hizo más
amplia y esta vez fui yo quien se acercó a abrazarla.

—¿Dónde está el anillo? —le pregunté agarrándole la mano izquierda.


Levantó la derecha.

—Lo llevo aquí hasta que se lo digamos a todos a finales de semana.

Hice arrullos sobre el diseño simple, pero elegante, admirando el dúo de


diamante y rubí en una montura de oro.

Alguien me dio un brusco empujón por la espalda.

—¿No vas a presentarnos?

Me volví encontrando a Alec, Briar, Candy, Donny y Fredi a mi alrededor.


Enrojecí e hice las presentaciones pertinentes, dando brincos conforme mi
emoción iba en aumento.

¡Va a ser una noche increíble!

—¿Evie, estás bien? —me preguntó Cooper con una gran sonrisa,
apretándome contra él para detener mis brincos.

—Estoy muy emocionada —susurré—. ¡Esto no podría ser mejor! ¡Me alegro
tanto de que estéis aquí!

Charlie rio y señalando con el dedo por encima del hombro dijo:

—Espera a ver nuestro regalo.

Miré al coche entusiasmada esperando a que lo sacaran. Arrugué el ceño


cuando nadie se movió.

—¿Podría abrirlo ahora? —pregunté vacilante.


Cooper soltó una carcajada y puso unas llaves en mi mano.

—Eve, el coche es tu regalo.

Dejé caer las llaves.

—No jodas —susurré.

Bridget volvió los ojos y recogió las llaves.

—Sí jodo.

Grité y volví a abrazar a todos otra vez.

—¡Vale, ahora sí que no puede mejorar! —dije acercándome a ver mi


coche.

Pero de nuevo, estaba equivocada. Candy me hizo dar la vuelta y señaló


la avioneta de Logan. Por debajo se veían tres pequeños puntos.

—¿Qué? —pregunté. Los puntos se iban acercando al suelo y entonces se


pudieron apreciar los paracaídas. Los conté de nuevo. Uno, dos, tres—.
Quién… —solté, poniendo los ojos como platos al darme cuenta. Me volví
a mirar a Coop—. ¿¡Los trillizos ‗voladores‘?! —chillé. Él asintió despacio con
la cabeza.

Chillé otra vez y corrí hacia el centro del prado, mirando hacia arriba e
intentando calcular por donde podían caer. En seguida el resto del grupo
se unió a mí y empecé a farfullar emocionada, contando a mis amigos
todo sobre los otros tres hermanos que bajaban hacia nosotros.

Cooper me mantuvo abrazada y Charlie me puso una bebida alcohólica


en las manos ―para calmar mis nervios‖. Los trillizos no tardaron mucho en
tocar tierra y librarse del equipo.

Cooper me soltó y me eché a correr hacia ellos, saltando primero sobre


Evan.

A diferencia de los trillizos pequeños, que son completamente diferentes


excepto en altura y constitución, los trillizos mayores tienen diferentes
complexiones y alturas, pero los tres son rubios de ojos azules (como Luke y
mamá). Evan tiene pecas como Logan y yo, y una altura de 1.86 cm. No es
tan musculoso como Harvey, su complexión es más delgada y tonificada
como Vicky.
Me alzó y dio vueltas en círculo y me besó ambas mejillas dos veces.

—Hola hermanita —dijo al dejarme en el suelo, dando un paso hacia atrás


para mirarme bien—. Santo cielo, te estás haciendo vieja.

Le saqué la lengua, pero grité un poco sorprendida cuando Harvey, más


alto y fornido me subió a su hombro y dio vueltas rápidas en círculo.

—¡Para! ¡Para! —reí—, Harvey porfa… Harvvvv.

Me bajó dejando un beso fuerte sobre mi frente.

—¡Feliz cumpleaños, chiquilla!

—Ahora soy adulta —dije forzando el ceño, intentando mantener una


incontrolable sonrisa. No podía creer que mis hermanos hubieran venido a
verme. Y no podía creer cuanta atención me estaban brindado. Siempre
estaban disponibles para un abrazo rápido o un beso, pero no había
recibido tanta atención de ellos en años.

Evan y Harvey miraron mis pechos recién crecidos y elevados, gracias al


sujetador, con idénticos ceños fruncidos, pero ninguno comentó nada al
llegar a nosotros al resto del grupo. Vicky se bajó la cremallera y salió del
traje de salto. Yo volví los ojos al ver a Alec y Donny esconder su
instantánea apreciación. Sí… mi hermana mayor es digna de mención.

Con 1.76 cm, es alta y tonificada, con esa presencia de bella californiana.
Su pelo rubio y rizado siempre perfecto al quitarse la gorra y colocarse sus
gafas de aviador sobre sus ojos azul zafiro. Morena, con sus largas piernas a
la vista por sus cortos pantalones blancos y sus grandes pechos haciendo
resaltar las letras RAAF (Real Fuerza Aérea Australiana) a través de su
camiseta azul marino. Botas negras de aviador cubrían sus pies pero no le
hacían parecer menos femenina. Me miró de arriba abajo con una gran
sonrisa.

—¿Dónde está mi saludo Lil-E?

Sintiéndome descarada, le saludé con la mano.

—Hola.

Levantó una ceja y yo sonreí. Me hizo un placaje tumbándome en el suelo


y sujetándome con las rodillas, empezó a hacerme cosquillas sin piedad. Di
chillidos entre carcajadas, pidiéndole que parase, y como no me hacía ni
caso, miré a Evan con ojos llorosos pidiéndole que la parase. Él se cruzó de
brazos y me sonrió. Gemí decepcionada y cuando estaba a punto de
gritar a Cooper pidiendo ayuda… Ivy se acercó nerviosa al grupo y Dylan
empezó a llorar. Vicky se quedó helada. De repente, toda la atención de
los trillizos se dirigía a su nueva sobrina y yo pude sentarme y recuperar el
aliento.

—¡Evie! —Candy me riñó—. Estás toda desaliñada.

¡Como si fuese mi culpa!

Ella y Briar me ayudaron a ponerme en pie y empezaron a sacudirme la


hierba de la ropa. Fredi ayudó quitándome la del pelo.

—Gran fiesta Evie —interrumpió una voz masculina—. Feliz cumpleaños.

Me puse roja y sonreí a Vince y Jesse.

—Gracias por venir chicos.

—¿Quién es esa? —preguntó Jesse, señalando en dirección a Vicky.

—Mi hermana mayor —respondí seca—, mucho más mayor.

—¿Cuánto más mayor? —preguntó Jesse con una gran sonrisa, mirándole
de arriba abajo—, me gustan las chicas mayores.

—Diez años mayor —dije con una risa.

Se encogió de hombros y siguieron su camino.

De repente, Mason subió el volumen de la música anunciando que la


exhibición de motos estaba a punto de empezar. Candy hizo que me
apresurase hacia los saltos y el creciente grupo nos siguió. Los dos primeros
motoristas eran Jamie y Jenny. Fredi me contó que Jamie y Jen habían
unido recursos y contactos de la zona para organizar corredores y
equipamiento para montar la exhibición para mí.

Empecé otra vez a dar brincos de un pie a otro mientras diferentes


corredores hacían sus figuras y presumían. Yo quería formar parte de la
exhibición. Quería correr.

Reía feliz y daba palmadas al ritmo de la música. Animé entusiasmada a


los tres nuevos corredores que emergieron de un cubierto y salieron a la
pista, haciendo el primer salto en perfecta sincronía. Con muestras de
aprecio, jadeé cuando los tres realizaron la misma figura en el salto
siguiente, de nuevo en perfecta sincronía. Mis manos se pararon a medio
aplauso conforme sus movimientos empezaron a hacérseme familiares, y
sus trajes y motos también. Jadeé y solté en grito silencioso. Me volví hacia
Cooper y asintió con un guiño. Volví a abalanzarme sobre él y le abracé
fuerte, sabiendo que él era la razón por la que tantos de mis hermanos
estaban hoy aquí.

—Gracias —susurré en alto a su oído.

—Lo que sea por mi hermana pequeña —gritó en respuesta por encima de
los motores y la música estruendosa.

Terminaron con los trucos y las tres figuras idénticas caminaron hacia la
verja. Briar, Candy y Fredi ya estaban a mi lado cuando corrí a saludar a
mis hermanos pequeños.

Querían mirar de cerca a los trillizos.

No podía saber qué hermano era hasta que se quitasen los cascos.

Jake fue el primero en alcanzarme. Me levantó del suelo y tanto Mike


como Luke se unieron a nosotros, rodeándonos con sus brazos en un
ceñido abrazo de grupo. Finalmente me dejaron en el suelo y agradecida
inhalé profundamente reponiendo mi suministro de aire.

—Ahhhh —canturreó Mike—. Nuestra hermanita pequeña ha crecido.

Le miré con mala cara y golpeé su esternón.

—¡Es, hermana mayor para ti!

—Nooo, Lil E —dijo Luke con una gran sonrisa, revolviéndome el pelo—,
eres mucho más baja que nosotros.

Hice un puchero y me volví hacia Jake.

—¿Tú también te vas a meter conmigo? —exigí, sonriendo sin querer.

—No si compartes el alcohol —dijo Jake bromeando, metiéndome debajo


de su brazo.

Candy tosió en alto y sin disimulo.


—Ah sí —dije mordiéndome la lengua para contener la risa—. Estas son mis
amigas —Mike y Jake las miraron de arriba abajo con expresión
cautelosa—. Una pena que tengan novio —dije con un suspiro fingido.

Candy me sacó la lengua y Briar rompió en carcajadas cuando mis


hermanos pusieron cara afligida.

—Yo también —dijo Luke con una sonrisa, alejándose de Fredi, quien
intentaba mirarle el trasero. Las chicas de la fiesta estaban ya mirando
cómo acercarse a nosotros.

—¿Dónde está tu novia? —pregunté esperanzada mirando alrededor.

Luke soltó una risotada.

—Ya, como para traerla a conocer a la familia. No quiero perderla.

Con una mueca de dolor, recordé la vez que Paulie trajo a su novia a una
reunión familiar. Vicky había aterrorizado a la pobre criatura. Vicky era
igual de protectora con los chicos de la familia como lo era conmigo y con
Charlie. También le había soltado una charla a Paulie sobre su pobre
elección de novias. Él no había apreciado su consejo. Hablando de Paul…

—¿Ha… venido Paulie con vosotros? —pregunté a Jake. No quería


crearme esperanzas o parecer dolida si Jake decía que no.

No dijo nada. En su lugar, señaló hacia donde Logan y Paulie se


acercaban a los otros del grupo. Sonreí aliviada y corrí a saludarles.
Aparentemente, Paul había sido demasiado gallina como para saltar de la
avioneta. Me reí cuando Logan me lo contó. Pobre Paul, no le iban a dejar
olvidarlo en la vida.

Se hizo la oscuridad y mi familia y amigos se sentaron a cenar mientras la


banda empezaba a prepararse. Picoteaba de mi plato mientras echaba
miradas a Stone, preguntándome si vendría a hablar conmigo o no a lo
largo de la noche.

¿Le habrían convencido los de la banda de que tocara? ¿Sería esa la


única razón por la que vino?

Se volvió, como si sintiera mi mirada. Mis labios se separaron, pero se


negaban a sonreír. Mis manos se negaban a elevarse y saludar. Por
segunda vez esta noche, simplemente me quedé mirándole fijamente, el
sonrojo subiendo por mi cuello. Jake siguió mi mirada frunciendo el ceño y
me dio un codazo suave.

—¿Qué estás mirando? —dijo arrastrando las palabras en voz baja.

—A la banda —dije inocentemente, volviendo a mi plato cuando Donny


se acercó al micrófono y todo el mundo se quedó en silencio.

—Hola, hola —ronroneó con su voz sexy como el pecado, sonando alegre
y travieso al mismo tiempo—. Como ya sabéis la mayoría, somos Rabid
Manifests y ¡estamos aquí para desearle un feliz cumpleaños a una mujer
muy especial!

Se oyeron aclamaciones por todo el prado y mis hermanos se subieron a


las sillas para dar voces odiosas. Enrojecí y me agaché para escapar de la
atención.

Donny se rio y me sopló un beso.

—Hemos preguntado y hecho un mashup con las canciones favoritas de


nuestra chica Evie.

Se oyeron más aclamaciones y yo deslicé mi mirada a Candy. Sus ojos


brillaban de un modo que me decían todo lo que ella tenía que ver en la
selección de canciones. Sonreí. Candy me conocía mejor que muchas
personas. Miré a Stone y una vez más él estaba mirándome fijamente.

Y Stone conocía algunas partes de mí incluso mejor que ella.

Mi piel se fue calentando cuando la primera canción empezó y me


acordé de una tarde especialmente erótica con él. Habíamos estado
escuchando esta canción. Habíamos estado… haciendo el amor. Era una
balada de rock lenta, con un ritmo fuerte y agresivo, incluso más lento.
Increíblemente, la letra sonaba mucho mejor cantada por Donny y Alec.
Miré a la mesa, evitando la penetrante mirada fija de Jake. Empecé a
comer otra vez y la conversación se reanudó en la mesa.

Tocaron una canción después de otra, algunas de ellas evocándome


recuerdos de Stone, otras no. Me reí cuando Donny anunció que iban a
cantar la versión de Korn de ―el Muro‖, disculpándose con todos los fans de
Pink Floyd. Esto inició un gran y acalorado debate con Paulie quien
intentaba discutir conmigo sobre el tema. Finalmente Evan le dijo que se
callase y yo canturreé feliz el resto de la canción.
—O sea —dije en el silencio que había dejado la banda al hacer un
intermedio—, ¿es el coche el regalo de todos?

Sonreí descarada a mis hermanos y amigos. Logan soltó una carcajada y


me tiró su servilleta.

—¿Desde cuándo eres tan avariciosa?

Hice un puchero y miré a mis hermanos con ojos tristes. Jake y Harvey
estaban sentados a cada uno de mis lados y los dos intentaron abrazarme.
Ganó Harvey.

—Por supuesto que te hemos traído regalitos —dijo con esa voz suave que
raramente usaba—, ¿quieres que vaya y coja el mío?

Vicky tosió.

—¿Quién compró los regalos? —le picó. Todos nos reímos, sabiendo que
Evan y Harvey no habían hecho ni mirar. Siempre era Vicky quien
compraba los regalos para ellos.

Siempre. Vicky era quien compraba los regalos que Harvey hacía, daba
igual si era para una novia, el jefe o quien sea.

—Vale —reconoció Harvey—, Vic te ha comprado algo.

Candy me miró entrecerrando los ojos.

—Una pena que tengas que esperar hasta que la banda haya terminado
—dijo severa.

—Ahhhh —lloriqueé juguetona.

Donny volvió al micrófono y noté que toda la banda parecía nerviosa por
algo. Fui pasando los ojos de Candy a Mason y Briar, y vi cómo se removían
ansiosos en sus asientos. Fruncí el ceño.

Algo estaba pasando. ¿Iban a cantarme Feliz Cumpleaños?

Quizás.

Deseé que se diesen prisa y empezasen. Mirar a la banda significaba que


mis ojos se sentían irremediablemente atraídos a Stone… y en este
momento, eso era muy doloroso, saber que yo le quería, pero sin saber qué
hacer o saber si siquiera debería hacer algo.
Donny me sonrió y mariposillas nerviosas empezaron a revolotear en mi
estómago. No podía apartar la vista, y él empezó a hablar.

—Tenemos una última canción para vosotros esta noche —dijo despacio,
sonriendo a los coros de ―ahhhh‖ de las chicas entre la gente—. Esta es
una canción propia… en la que hemos estado trabajando las dos últimas
semanas, intentando fuese perfecta para esta noche.

Se aclaró la garganta y sonrió a mis hermanos.

—Para aquellos que no lo sabéis, todas nuestras canciones las compone


nuestro batería, Grant Stone, luego entre todos trabajamos hasta que la
tenemos terminada. Esta canción es extra especial y esperamos que
nuestra preciosa cumpleañera piense lo mismo.

La banda empezó a hacer sonidos, afinando los instrumentos con rapidez,


Paulie se inclinó sobre la mesa sonriéndome.

—Te han escrito una canción como regalo de cumpleaños. Súper guay,
peque.

Candy y Briar intentaron ahogar sus risas tomando grandes tragos de sus
bebidas y yo empecé a preocuparme, quizás a Paulie no le gustara esta
canción. Escalofríos de aprensión corrían por mi columna y me mordí el
labio. Aunque no tenía ni idea de por qué estaba nerviosa. Una canción
metal no podría volver loco a mi hermano, ¿o sí?

Fredi empezó la canción tocando una música suave en su teclado. Paró


en una nota alta y entonces la profunda voz metal de Donny se dejó oír
con dureza:

Ev-el-yn Vine

Di que serás mía

¡Evvw-el-yn Vine!

Me quede boquiabierta al oír mi nombre, pero alguno de mis hermanos


sonreían curiosos cuando Stone empezó un redoble rápido y Donny y Alec
gritaban con fuerza mi nombre en los intervalos: (redoble)

¡Evie!
(Redoble)

¡Evie!

(Redoble)

¡Evie!

Un corto riff de guitarra dio paso a la música de fondo del teclado y las
guitarras, Donny empezó a cantar la primera estrofa con una voz melódica
y sensual:

Nos sentamos, nos tumbamos, hablamos sin palabras

Comunicación, ojos que susurran nuestros pensamientos, lo que queremos,


lo que deseamos

Comunicación, tócame y dime que me deseas, que me necesitas

Bocas mudas, ojos de par en par

Manos que revolotean, labios que se deslizan

Ábrete a mí, ¡déjame entrarrrrrrrr!

Enrojecí ante el doble significado sexual y todos mis hermanos volvieron sus
ojos a mí, uno a uno.

Estaba completamente segura de que Paul pillaría sin problema el


significado detrás de las palabras. Escuché con atención cada una de las
palabras cantadas con total claridad, asegurándose de que yo entendía
exactamente lo que Stone había escrito.

Al terminar Donny su grito, la música continuó y Alec se unió a él en


perfecta sincronización para cantar el estribillo:

¡Evie no puedes ver!

Lo que significas para mí

Fui mudo y fui tonto


Pero me tienes atrapado

Ahora chillaré, aullaré

¡Lo gritaré!

Los redobles se aceleraron para repetir el interludio y me encontré


observando a Stone, con el corazón a cien por hora y las manos sudadas.

Redoble

¡Evie!

(Redoble)

¡Evie!

(Redoble)

¡Evie!

La música se suavizó y Donny empezó a cantar la segunda estrofa. Mi


esperanza creciendo con cada palabra:

Decreté, ordené, me impuse

Determiné el silencio con miradas duras

Mandé, obligué, lo di por hecho

Determiné el silencio, no sorprende

Que te perdiese, que me dejases

Bocas mudas, ojos de par en par

Hiere mi orgullo, pero no me esconderé

Por favor, ábrete

Déjame entrarrrrrrrr
¡Evie no puedes ver!

Lo que significas para mí

Fui mudo y fui tonto

Pero me tienes atrapado

Ahora chillaré, aullaré

¡Lo gritaré!

(Redoble)

¡Evie!

(Redoble)

¡Evie!

(Redoble)

¡Evie!

Los dos pares de trillizos y Paul alternaban sus miradas furiosas entre el
escenario y yo. Los ignoré, con mi atención totalmente centrada en el
escenario. En Stone. Eso es por lo que me sobresalté cuando cambiaron el
formato y Fredi cantó la estrofa siguiente con la voz más dulce y suave que
nunca le he oído usar:

Grant, Grant, solo una cosa, explícame las reglas de este maldito affaire.

Grant, Grant, una pequeña sonrisa, ¿tan duro resulta

Dejarme saber

Qué piensas hacer

Tus ojos igual lo insinúan, pero no me lo dicen

Qué sientes, qué escondes

Ábrete del todo, déjame entrar


Fredi mantuvo la última nota durante un poco más, Alec y Donny siguieron
con el estribillo, sus voces más altas, más claras, con más energía, unidas
con apasionada frustración… solo que esta vez, la letra era un poco
diferente:

¡Evie no puedes ver!

Lo que significas para mí

Fui mudo y fui tonto

Pero me tienes atrapado

Ahora gritaré, aullaré

Te lo diré muy claro

Eres divina, eres grandiosa

¡Te amo, Evelyn Vine!

Con un fuerte redoble en las últimas palabras, todos los instrumentos


pararon de repente, creando un silencio tenso por todo el prado conforme
las palabras calaban.

Él me quiere.

Me quedé sin aliento y escuché a varias personas jadear con sorpresa y


emoción cuando Grant Stone en persona, se inclinó hacia el micrófono.

No, pensé. De ninguna manera él va a cantar.

Pero lo hizo.

Mirándome directamente abrió la boca, dejando que su voz masculina,


erótica y profunda palpitase a través de los altavoces, haciendo que por
todo mi cuerpo brotase la piel de gallina. Me temblaban las piernas, mi
pecho vibraba con su voz. Despacio y comedido se dejó oír claramente en
el silencio sepulcral que nos rodeaba.

Di que me deseas, que me necesitas


Bocas habladoras, corazones de par en par

Nada que esconder, labios que confían

Evelyn Vine, por favor di que serás…

Mía.

Pronuncio su última palabra bajito, pero todo el mundo la oyó. El silencio


permaneció mientras las cabezas se volvían a mirarme. Por una vez, no
enrojecí ante la atención de la que era objeto. Casi ni me di cuenta. Ni
siquiera me fijé que todos en la mesa estábamos de pie. No podía apartar
mis ojos de Stone.

Él arqueo una ceja al ver que yo no me movía. Se le veía seguro, pero yo vi


el nerviosismo aleteando en la profundidad de sus ojos, incluso en la
distancia. Sentí un pequeño empujón en la espalda justo cuando mis
hermanos empezaban a moverse.

—¿A qué esperas? —Bridget siseo en mi oído—. Ve por él.

Sentí como una gran sonrisa se extendía por mi rostro. Stone era mío… todo
lo que tenía que hacer es ir a él.

Sus labios empezaron a alzarse por un lado, y me vi corriendo a través de la


gente hacia el escenario, sintiendo levemente los dedos de Harvey al
intentar detenerme. Mi corazón retumbaba en mis oídos, ahogando los
chillidos emocionados de Briar y Candy. Me dirigí hacia las escaleras
laterales, pero de repente, Stone estaba en el frente del escenario. Se
agachó y me agarró a media carrera, levantándome al escenario en una
muestra de fuerza bruta. Mis pies aterrizaron en la tarima y me agarré
fuerte de sus brazos para mantener el equilibrio, sentía las rodillas débiles y
temblorosas.

Él se inclinó hacia mí, y apoyó su frente en la mía.

—¿Quiere esto decir que me aceptas? —murmuró bajito con sus ojos
plateados entrecerrados. Meneé la cabeza.

—No —susurré.
Se alzó con el ceño fruncido, mirándome fijamente a la cara. Tomé una
profunda inspiración y mirándole a los ojos, le dejé ver lo que yo estaba
sintiendo.

»Esto sí —le respondí sin aliento, alzándome y atrayendo sus labios a los
míos. Le besé feroz y posesiva, oyendo vagamente los vítores y silbidos del
gentío a nuestro alrededor. Stone se rio en mi boca, como sorprendido por
mi vehemencia, pero enganchó una mano en mi pelo y usó la otra para
alzarme y pegarme a su cuerpo. Enrollé mis piernas a su alrededor,
apretándolas entorno a su cintura, dejando que profundizara el beso, con
intensa potencia.

Cuando resurgimos, jadeantes, fue para encontrar a mis diez hermanos


presentes haciendo círculo a nuestro alrededor. Logan y los gemelos
sonreían, pero Paul y los dos pares de trillizos nos echaban miradas
criminales.

Stone elevó una ceja.

—¿Tus hermanos? —murmuró.

—Y hermanas —pronuncié, bajando de mala gana, pero permaneciendo


pegada a Stone para esconder su erección. Eso no era bueno.

—Todavía tenemos que hablar —me susurró al oído.

Asentí con la cabeza. Teníamos mucho de qué hablar. Nuestra relación no


estaba todavía fuera de peligro.

—¿Quién coño es este? —preguntaron Vicky y Harvey a la vez.


Colocándose al lado de Evan, cuya mirada asesina no necesitaba
palabras. La erección de Stone murió de una rápida muerte natural y me
mordí el labio por no reírme. Jake me arrancó de los brazos de Stone y Mike
lo agarró de la camisa.

—¿Por qué estaba mi hermana disgustada contigo? —exigió mi hermano


pequeño. Stone le miró, pero sin mostrar una postura agresiva. Ni su
expresión mostraba nada.

Charlie volviendo los ojos le dio a Mike una colleja.

—Déjalo Michael. ¿No has escuchado la canción? No se comunicaban


bien.
Paul gruñó.

—También he oído mucha mierda sobre tocar y besar y… (Echando humo


por las orejas) ¡Abrirse de piernas!

Mike apretó el puño que mantenía en la camisa de Stone, pero Logan


soltó una risa.

—Sí señor, Paulie —dijo Logan con otra carcajada—, seguro que tú invitas
a tus novias a tomar el té. Son universitarios. Probablemente llevarán meses
follando. Ya es demasiado tarde para detenerlos.

Se oyó un coro de gruñidos masculinos, incluso uno pequeño de Stone al


oír la palabra ―follando‖.

Vicky dio un paso amenazador al frente.

—No es demasiado tarde —respondió, cerrando las manos en puños—, le


puedo cortar la polla.

Stone dio un respingo por primera vez.

—No gracias —dije suavemente, separándome de Jake y poniéndome


entre ella y Stone—. Me gusta donde está.

Todos se quedaron mirándome con la boca abierta, Logan y Charlie


ahogándose de risa.

—Esto es tu culpa —dijo Evan golpeando fuerte a Logan—, eres una mala
influencia.

—¿Yo? —preguntó Logan incrédulo, entre risas—. ¿Y tú qué, Ev? ¿O


Charlie? ¿O Mike? Sois todos tan golfos como yo, si no más. Yo estoy
prácticamente comprometido —añadió con suficiencia—, soy el único
próximo a casarse.

Esta vez fue Paul quien soltó una risotada.

—Sí, solo porque la dejaste preñada.

Mierda.

Logan agarró a Paul por la camisa y lo levantó del suelo.

—¿Qué cojones acabas de decir?


Todas las risas ausentes del semblante de Logan, y por primera vez, me di
cuenta de cuánto se parece a Zane. Cooper carraspeó.

—Bridge y yo nos comprometimos la semana pasada.

Todos excepto Charlie se volvieron a mirar a Coop. Logan depósito a Paul


en el suelo con cuidado olvidando toda animosidad y envolvió a Cooper
en un abrazo de oso. El resto de mis hermanos felicitándoles, así que
aproveché la oportunidad de intentar alejarme con Stone. Bridget se
acercó a nosotros con una gran sonrisa, deteniendo nuestra huida.

—¿Se han acabado ya las hostilidades? —preguntó con un gesto


travieso—. Pues a abrir regalos.

Mis hermanos y hermanas se miraron entre ellos, después a mí y a Stone.

—Hablaremos con tu hombre más tarde —dijo Evan a regañadientes. El


resto de acuerdo con él aunque sin mucho entusiasmo.

Yo sonreí.

Por lo menos reconocían a Stone como mi hombre.


Capítulo 40
e sonreí a las personas sentadas y aplastadas alrededor de la mesa y

L rodé mis ojos. Evan y Harvey se sentaron automáticamente al lado de


Stone, haciéndome pensar que debía sentarme en otro lugar. Vicky
estaba sentada al lado de Ivy, dándole la mirada de no hieras a mi
hermano pequeño o lanzaré una bomba en tu casa. Todo mientras
arrullaba y sonreía a Dylan.

Charlie y Candy se sentaban al lado de Coop, quién tenía a Bridge en su


regazo, Paul y los trillizos más pequeños se habían colocado frente a Stone,
todo para verlo mejor. La banda, Briar y Mason se sentaba en un gran
grupo, haciendo un gesto para que me uniera a ellos. Negué e hice un
punto de sentarme en el regazo de Stone. Hubo un coro de gruñidos de
mis hermanos, pero Stone deslizó con cautela sus brazos a mi alrededor,
con sus ojos brillando con diversión.

Logan rompió la tensión nombrándose a sí mismo el guía actual y


colocando el primero frente a mí. Paul y los pequeños viajeros se sentaron
algo más rectos, dando a entender que ese regalo era de ellos. Revisé la
etiqueta… Sí. Lo abrí lentamente, con cuidado, porque no quería romper el
papel o algo de dentro. Charlie dejó escapar un gemido de impaciencia,
antes de inclinarse sobre la mesa y romper el papel por el medio.

—¡Charlotte! —espetó Harvey con rabia.

Charlie sólo le sacó la lengua.

—Íbamos a tardar todo el día si seguía a ese ritmo.

—Ella puede hacer lo que…

—¡Oh! —Interrumpí a Harvey—. ¡Impresionante!

Levanté las fundas de asientos de coche a juego, cubierta de volante,


alfombras de coche, productos de cuidado del coche y dados de
peluche.
—¡Gracias! —Le sonreí a través de la mesa a mis hermanos. Ellos se
pavonearon, muy contentos con ellos mismos.

Logan hizo a un lado el regalo y colocó otro frente a mí —este era de los
trillizos mayores—. El cristal tintineó mientras movía con cuidado la caja
grande y Harvey envió una mirada de advertencia a Charlie. Desenvolví el
regalo con un poco más de rapidez. Me asomé al interior de la caja de
cartón y mis ojos se abrieron de par en par con la cantidad de alcohol que
me habían dado.

—Bienvenida a la edad adulta —dijo Vicky levantando su cerveza en mi


dirección. Fui algo loca con las compras libres de impuestos al volver de los
Estados Unidos.

Paul se puso rígido.

—Ella no debería beber.

—Puede, Paul —le dijo Evan y su rostro se cayó un poco. Miré a Paul con
simpatía. Él ha intentado duramente encontrar su lugar en nuestra familia y
estaba siendo continuamente bloqueado. Sabía cómo se sentía… Pero por
lo menos me dieron mucho afecto para compensarlo.

—Está bien, Paulie —le dije en voz baja—. No soy una gran bebedora. Este
suministro probablemente me dure todo un año.

Me di la vuelta y le di un beso en la mejilla a Harvey.

—Gracias Vic —Ella me dio una sonrisa y le guiñó un ojo a Evan.

Después de eso, abría un precioso collar de perlas de mi madre y un


ordenador portátil de Zane. Yo estaba algo decepcionada de que no
pudiera estar más, pero mi madre estaba en Sydney y Zane estaba en
Dios-sabe-dónde.

Ivy tuvo que salir con Dylan, pero Logan se quedó. Alec lo impulsó hacia la
silla de Ivy y cogió el regalo de delante.

—Este es de Briar, Jamie y mío —dijo con una sonrisa, colocándome el


paquete en frente.

—También es de mi familia —Añadió Briar mientras yo leía la carta.


Di un grito ahogado cuando lo abrí.

—Esto es demasiado —Respiré temblorosamente. Briar se encogió de


hombros.

—Piensa en ello como una inversión familiar para cuando finalmente te


contraten.

Aturdida, presenté a mi familia la cara cámara. Mi familia miró a mis


amigos, cómo si se hubieran dado cuenta de lo rica que era le gente de
mi universidad. Por supuesto, sus ojos volvieron de nuevo hacia Stone con
una curiosidad renovada.

Alec me colocó el siguiente regalo delante, sin embargo, mis amigos


empezaron a desplazar la emoción. Le eché un vistazo a la etiqueta y me
mordí el labio nerviosamente cuando me di cuenta de que era de Logan.
Volví a desembalar lentamente, quitando el papel con los ojos bien
cerrados. Miré hacia abajo y salté por la sorpresa. Harvey me arrebató el
libro, sin embargo, se sentó encima de él.

—Sal de encima, Harv —dijo Logan, casualmente se inclinó hacia atrás en


su silla. Vicky se giró hacia él y agarró su pelo.

—¿Qué es, Harv? —preguntó ella, sin apartar los ojos de Lo.

—El Kama Sutra —gruñó de nuevo sombríamente. Mis amigos se


desternillaron de risa, pero el resto de mis hermanos fruncieron el ceño,
incluso Coop.

Vicky reforzó su agarre sobre el pelo de Logan, pero Charlie se levantó y


golpeó su mano.

—Suéltalo Vic, ¡por Dios!

—Retrocede, Charlotte. Apuesto que piensas que el regalo es gracioso.

Me quejé internamente. Vicky y Charlie siempre estaban peleando. Charlie


era más alta con sus tacones altos y agarró la muñeca de Vicky.

—No, Victoria, creo que el regalo es útil e informativo.

—No me toques —Vicky gruñó, empujando hacia atrás a Charlie, Logan


hizo una mueca ante el fuerte tirón de su pelo.
—No me empujes —espetó Charlie, levantando su puño hacia atrás para
una intensa lucha. Cooper agarró a la primera y la arrastró de nuevo a su
asiento, incluso cuando Logan se acercó y agarró la muñeca de Vic con
fuerza, apretando con los dedos hasta que ella tuviera que soltarla… o
enfrentarse a los moretones. Ella le pegó sobre el respaldo de la cabeza y
de mala gana se sentó de nuevo.

Le pellizqué el culo a Harvey y cuando saltó de la sorpresa, tiré del libro de


debajo de él. Me miró, pero Alec rescató el libro y lo puso junto a los
demás regalos abiertos antes de darme otro. Mis amigos todavía parecían
emocionados, pero había varias miradas de preocupación de parte de
mis hermanos.

Genial —suspiré pensando—, más cosas de sexo.

—Este es de mi parte y de Mase —anunció Candy con su sonrisa malvada.

Sí… definitivamente sexo como temática.

Me decidí acabar de una vez y rasgué el papel, revelando una gran


bañera con chocolate y dulces condones. Mis hermanos decidieron
comportarse y desviar la vista. Curiosamente recogí los condones de
caramelo y leí la parte posterior del paquete, Stone inclinado hacia
delante para leer por encima de mi hombro. Fruncí el ceño ante la
advertencia en negrita en la parte superior, diciendo que estos condones
no eran para ser usados como anticonceptivos.

—¡Oh! —dijo Charlie con un jadeo—. Esos están bien, Evie. Aunque como
enfermera, te aconsejo que no los utilicéis a menos que estéis en una
relación monógama y los dos estéis libres de ETS18.

—Char —murmuró Chad en advertencia, pero Charlie siguió hablando.

—Debido a que no son condones reales… Están hechos de un material de


caramelo muy delgado… Me gustan los paquetes porque se pueden
acumular, son mucho, mucho más delgados. De todos modos, son una
especie de condón abierto, si tiene sentido… Tienes que envolverlos
alrededor de la polla del tío y lamer los extremos para que se adhieran.

ETS: Enfermedad de Transmisión Sexual.


18
Estaba escuchando de forma ávida y curiosa, pero mis hermanos
empezaron a protestar.

—Cállate —gruñó Harvey.

—Cuida tu boca —espetó Evans.

—Puta —murmuró Vicky.

—No queremos saberlo —dijeron los trillizos más jóvenes a coro.

—Así que… —dije frunciendo ligeramente el ceño—. Si no te protegen…


¿Qué se supone que debes hacer con ellos?

Stone resopló detrás de mí, pero vació su expresión cuidadosamente


mientras las miradas masculinas se volvieron hacia él.

Candy se rio y movió sus cejas hacia mí.

—Son caramelos… Tú sabes, los comes.

Mi boca formó una pequeña O y me sonrojé

—Gracias —murmuré empujando las cosas de nuevo hacia Alec y


cogiendo ansiosamente el siguiente regalo. Donny saltó con Fredi en su
regazo y me guiñó un ojo.

—Este es de mi parte y de la de Winnie —anunció con orgullo.

Miré el paquete cautelosamente y miré a mis hermanos. Miré a Donny,


sabiendo que había empaquetado algo obsceno. Abrí el paquete y saqué
un bikini de la caja.

—¡Oh, genial! —grité—. ¡Está hecho de caramelos! —Mi sonrisa se


desvaneció cuando me di cuenta de que no podía ser lavado y utilizado
repetidamente… Y que era otro regalo que necesitaba ser ―comido‖. Yo
estaba viendo un patrón aquí. Caramelos y sexo. El resto de las cosas en la
caja eran demasiado obscenas para sacarlas delante de mis hermanos.
Así que se lo entregué rápidamente a Alec.

—¿Los regalos son para mí o para Stone? —pregunté en voz alta. Mis
amigos se reían, pero fui interrumpida por el equipo de rugby que estaba
en el escenario cantando cumpleaños feliz. Alguien al azar trajo la tarta y
me sonrojé mientras soplaba las velas. Corté el pastel de forma rápida y
cuando toqué el fondo, decidí darle tanto a Evan como a Harvey un beso
en la mejilla, antes de girarme y darle un beso aún más rápido a Stone. No
hacía falta iniciar otra pelea.

Todos estábamos felices comiendo la tarta cuan oí el distintivo sonido de


un helicóptero acercándose. Todos miramos hacia arriba, viendo apenas
el helicóptero negro en la oscuridad, ya que estaba en una sección de
campo abierto. No aterrizó, sin embargo, en su lugar, una cuerda
descendió y una figura vestida de negro comenzó a descender
rápidamente.

Fruncí el ceño en un momento de confusión, pero luego la esperanza


burbujeó en mi pecho y miré boquiabierta hacia Coop.

—¿Está en casa? —pregunté emocionada.

La amplia sonrisa de Coop me dio la respuesta antes del lento


asentimiento. Me levanté del regazo de Stone y corrí hacia el hombre. Sus
pies aterrizaron y saludó enérgicamente hacia el helicóptero, antes de
girarse hacia mí. Estaba a medio camino, pero caminó hacia delante de
todos modos, sus pasos fuertes y poderosos retrataban a un hombre duro y
peligroso. Yo lo conocía de una forma distinta. Para mí, sólo era Zane —mi
hermano mayor y mi héroe.

Me lancé hacia él, avergonzada de estar llorando. Siempre era un alivio


cuando Zane volvía de una sola pieza.

—Feliz cumpleaños, Evelyn —murmuró en voz baja en mi oído, su fuerte voz


demostraba felicidad. Me abrazó un poco más fuerte antes de dejarme en
el suelo.

—¿Ya abriste los regalos?

Asentí entusiasmada.

—Sí, gracias por el portátil.

Él sonrió.

—No hay problema.

Mi sonrisa flaqueó un poco.


—Ivy y Dylan ya se fueron.

Él asintió lentamente.

—Estoy aquí hasta Año Nuevo.

Me llevó un momento recuperar el aliento y examinar a mi hermano


mayor, de la cabeza a los pies. Se puso en pie, como si se preparara para
la batalla, sus pies a la altura de los hombros, su peso algo ligero. Sus ojos
ámbar estaban alerta, su pelo negro cortado en un estilo militar. Los fuertes
ángulos no tenían nada que ver con los de Stone… Pero era fuerte y
dominante de todos modos. Sus anchos hombros, su desgarradores
facciones enmarcadas, sus grandes pies… Todo cubierto de camuflaje
negro, terminado en botas reglamentarias. Ninguna de sus cicatrices eran
visibles, pero no las necesitaba para parecer intimidante. Estuvo doce años
como superior… Y chico, a veces esos años se sentían como siglos. No
había mucho que Zane no supiera, no pudiera encontrar o no pudiera
hacer.

Agarré su mano y lo llevé hacia la mesa, viendo cómo nuestros hermanos


se ponían en pie mientras nosotros nos acercábamos, pies juntos, espaldas
rectas y cabeza alzada. Candy, Briar y Fredi estaban sorprendidos frente a
Zane con la boca abierta, pero los ojos de Zane barrieron la mesa,
pasando a través de ellos con poco interés, antes de detenerse en Stone.

Mis ojos se abrieron.

Mierda.

Miré hacia Cooper y vi la misma comprensión en sus ojos. Coop no había


avisado a Zane sobre Stone. Su reacción iba a ser mala.

¡Corre! —Articulé hacia Stone frenéticamente. Él me devolvió la mirada


con una pequeña expresión. Zane se detuvo justo frente a Stone y ladeó la
cabeza ligeramente hacia un lado mientras lo evaluaba.

—¿El batería? —preguntó con sus ojos centrados en los míos brevemente.

—Sí —susurré mientras Stone se ponía en pie, él era cuatro pulgadas más
alto que Zane —y en general también—, pero mantenía la distancia de
todos modos. Zane dio un paso adelante. Evan hizo lo mismo, colocándose
delante de Stone con cautela.
—¿Está armado? —preguntó Evan advirtiéndole que Stone era un civil
inocente y no alguien al que tenía permiso para matar. Los ojos de Zane se
estrecharon.

—Sólo vamos a tener una pequeña charla —dijo amenazadoramente,


mirando más allá de Evan, hacia Stone. Este asintió lentamente, de
acuerdo y lo siguió en silencio mientras Zane se giraba y se alejaba de
nosotros. Los vi pasar con ansiedad, retorciendo mis manos casi hasta el
punto del dolor y preocupación mordiendo mi labio. Charlie pasó un brazo
por encima de mi hombro y se rio.

—Bienvenida a mi mundo, hermana pequeña —dijo con un suspiro feliz.

Ella silbó suavemente, inclinando la cabeza hacia un lado con una sonrisa
mientras ella admiraba la espalda de Stone.

—Una buena elección, aunque… mmm.

—Eh —dije con el ceño fruncido—. Mío.

Ella se rio y empezó a rememorar todas las cosas horribles que nuestro
hermanos le habían hecho a sus novios.

¡Menuda forma de hacerme sentir mejor, Char!

Mis hermanos no ayudaron. Se unieron, carcajeándose con regocijo al


recordar las reacciones de los pobres inocentes, desde mojar sus
pantalones, vómitos, viajes al hospital, terapia… y marcharse de la ciudad.
Mis amigos escuchaban ávidamente, algunos los acompañaban con risas.
Briar empezaba a parecer preocupada.

Cuando Stone y Zane finalmente reaparecieron, corrí hacia ellos,


agarrando la mano de Stone y mirando a Zane mientras llevaba a mi novio
a un banco. Stone permaneció en silencio y se veía un poco pálido
mientras lo empujaba para que se sentara, me senté a horcajadas sobre su
regazo buscando lesiones frenéticamente.

—Lo siento —le susurré una y otra vez—. ¿Estás bien?

No le daba tiempo para responder. Seguía pidiendo disculpas y


balbuceando hasta que él se echó a reír y me besó para callarme.

—Estoy bien —murmuró, mirándome a los ojos.


Miré dudosamente hacia atrás a mi familia que estaba fingiendo no
vernos.

—¿Todavía me quieres? —le pregunté dudosamente. Él sonrió, robándome


el aliento mientras asentía y pasaba el pulgar por mi mejilla.

—No me asusto fácilmente —murmuró.

—Pero Zane…

—Es un hijo de puta escalofriante —dijo poniendo cara de póker—. Yo me


encargo —Dejé escapar un suspiro aliviada—. Espera aquí —dijo de
repente, levantándose y colocándome en su sitio.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Tú regalo —Fue todo lo que dijo antes de avanzar rápidamente hacia el
aparcamiento. Nerviosamente ignoré la mirada fija de mis hermanos
mientras esperaba por su regreso. Cuando volvió, me volvió a colocar en
su regazo, esta vez acunándome hacia un lado mientras me daba un
sobre. Empecé con curiosidad, antes de abrirlo lentamente y sacar su
contenido. Mi mandíbula se abrió mientras leía la pequeña, letra impresa.

—¡¿Me vas a llevar a Egipto?! —chillé, dejando cerca los billetes


conmocionada. Miré las fechas… dos semanas enteras a finales de enero.

—También tenemos unos días en Bali —me informó sin inmutarse.

—Esto… mmm… ¿Cómo sabías que quería ir? —dije tartamudeando. Se


encogió de hombros.

—Briar.

—Grant —susurré, aún mirando fijamente los billetes—. Esto es demasiado.


Todo lo que te has debido de gastar… Pero esto…

—Bien —dijo a regañadientes—. También puede ser tu regalo de


Navidades.

Fruncí el ceño.

—Sigue siendo demasiado.

—Y de San Valentín.
Disimulé una risita y en su lugar arqueé una ceja.

—¿Planeas aguantarme cerca tanto? —susurré inclinándome un poco


más. Gruñó y me besó violentamente, deshaciéndose de mi moño y
pasando sus dedos sinuosamente por mi pelo.

—¿Tengo que volver a cantar? —farfulló contra mis labios. Respiró


profundamente y me dio un pequeño beso en la comisura de mis labios—.
Te amo —dijo bruscamente.

Me fundí contra él, mi corazón latía con fuerza, mis huesos se hicieron puré.

—Yo también te amo —Admití suavemente, diciéndoselo por primera vez.


Gimió en respuesta, un completo sonido de satisfacción y alivio mientras su
boca buscaba a la mía de nuevo, esta vez saboreando cada rincón de mi
boca como si hubiese extrañado mi sabor.

—Trabajaré en hablar contigo las cosas —prometió, luego hizo una pausa y
añadió—: y el autoritarismo.

—Yo también —dije levantándome de su regazo con una media sonrisa


malvada—. ¿Te sientes valiente? —le pregunté esperanzada.

Sus ojos brillaron con interés, instándome a continuar.

—Vamos a estrenar mi coche nuevo —susurré tirando suavemente de su


mano.

Sus ojos se ampliaron con sorpresa, antes de vacilar, mirando de refilón a


mi familia. Disimulé una sonrisa ante la idea de que Stone estaba dudando
sobre lo que quería hacer. Decidí que necesitaba un estímulo, me incliné
hacia delante y mordisqueé el lóbulo de su oreja.

—Llevo tu ropa interior favorita —susurré.

No necesitó más estímulos. Sus ojos se cerraron con anticipación mientras


se levantaba y me colocaba en sus brazos como una prometida. Sus ojos
se abrieron y sus labios formaron una amplia sonrisa mientras sus piernas
acortaban la distancia hacia el aparcamiento. Sobre su hombro, vi a Paul
levantarse para seguirnos, pero Logan lo echó hacia atrás y le dio otra
cerveza. Cooper y los jóvenes trillizos estaban evitando mirar hacia
nosotros, pero Zane y los mayores fueron bastante evidentes para el resto.
—Pensándolo bien —le susurré a Stone—. Tal vez deberíamos conducir a
otro lugar primero.

Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.

Fin
Biografía de la autora
Vive en Queensland, Australia, con su
esposo e hijo, y con sus perros.

Hasta el momento ha escrito:

—Evelyn Vine be mine (su mayor éxito


hasta el momento).

—Bad Billy Brighton

—Bridge Too Far

—Grab Me a Teddy

—Sweet Suzies Stalker


Traducido, corregido y diseñado en…

http://thefallenangels.activoforo.com/forum

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