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Derecho de la

propiedad
intelectual

Comercio
Electrónico

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Derecho de la propiedad intelectual
en Internet
 Propiedad intelectual.
 Patentes, métodos y procesos de negocios.
 Las marcas registradas e Internet.
 Propiedad intelectual en Argentina.

La propiedad intelectual tiene que ver con proteger los productos tangibles
o intangibles producidos por la mente humana.

Como regla general, en Estados Unidos, el creador de la


propiedad intelectual tiene la propiedad de ésta. Por
ejemplo, si el lector crea personalmente un sitio de comercio
electrónico, éste le pertenece por completo y tiene los
derechos exclusivos de usar esta "propiedad" en cualquier
forma legar que desee. Pero Internet tiene el potencial de
cambiar el estado de las cosas. Una vez que las obras
intelectuales se vuelven digitales, resulta difícil controlar su
acceso, uso, distribución y reproducción. Éstas son
precisamente las áreas que busca controlar la propiedad
intelectual. (Laudon y Traver Guercio, 2015, pp. 518-519).

Copias de películas, libros, series y todo tipo de propiedad intelectual como


artículos periodísticos, etcétera, circulan en la web, desafían y rompen
todas las reglas concernientes a la propiedad intelectual puestas en
práctica hasta el momento. El desafío de los países, a lo largo y ancho del
mundo, es lograr que esta legislación se respete, aunque la naturaleza de
Internet atente contra ella. Los tres tipos de propiedad intelectual que
existen son: los derechos de autor, las patentes y las marcas registradas.

La meta de la ley de la propiedad intelectual es equilibrar


dos intereses en competencia- el público y el privado-. El
interés público se atiende por medio de la creación y
distribución de inventos, obras de arte, música, literatura y
otras formas de la expresión intelectual. El interés privado se
protege a través de recompensar a las personas mediante
un monopolio por tiempo limitado que garantice el uso
exclusivo a su creador por crear dichas obras (…)

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La Ley Milenio de Derecho de Autor Digital (DMCA),
promulgada en Estados Unidos, en 1998, constituye el
primer intento importante de ajustar las leyes de derecho de
autor a la era de Internet. Esta legislación es el resultado de
la confrontación de los principales titulares de derecho de
autor (editoriales, impresores de partituras, disqueras y la
industria fílmica), los proveedores de servicios de internet y
los usuarios de materiales protegidos, como bibliotecas,
universidades y consumidores. (Laudon y Traver Guercio,
2015, pp. 518-520).

Sin embargo, ya en 1995, había comenzado a funcionar la Organización


Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO), formada por países de
Norteamérica, Europa y Japón.

Algunas de las disposiciones de esta ley son:

-Declarar ilegal el hecho de eludir las medidas tecnológicas


para proteger el acceso o copiado de obras.
-Solicitar a los proveedores de servicios de internet, que
den de baja a los sitios que albergan, si los mismos violan los
derechos de propiedad y que los motores de búsqueda los
bloqueen.
- Solicitar que la Oficina de Derechos de Autor reporten al
Congreso el uso de materiales protegidos para fines
educativos a distancia.
-Ampliar los derechos de autores de música para que
incluyan la ejecución en la web. (Laudon y Traver Guercio,
2015, pp. 523).

Sabemos que hoy por hoy existen innumerables formas de violar el


derecho de autor, por lo cual, debido a la existencia de hackers y de
diferentes argucias tecnológicas, se descargan muchos archivos de
propiedad intelectual como películas, libros, música, etcétera desde
conocidos sitios como The Pirate Bay, a través de programas como
µTorrent, y se comparten esos archivos protegidos por derecho de autor
entre millones de usuarios sin que estos paguen nada por las descargas.

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Patentes, métodos y procesos de negocios
Las patentes protegen ideas, no solo su expresión, como hacen los
derechos de autor. Se pueden patentar productos elaborados por el ser
humano, máquinas composiciones de las materias y métodos de
procesamiento.

Cuando apareció Internet, empezaron a surgir las primeras solicitudes para


patentar software, pero la Oficina de Patentes de Estados Unidos las
rechazó hasta 1981, que se aceptó la petición de patentar un software
novedoso.

Las patentes estimulan a los inventores a producir formas


únicas de lograr las mismas funciones que cumplen otras
patentes ya otorgadas. Por ejemplo, la patente de Amazon
para comprar con un clic ocasionó que Barnesandnoble.com
inventara un método simplificado de compra con dos clics.
El peligro de las patentes es que desalientan la
competencia porque levantan obstáculos para entrar en una
industria. Las patentes obligan a los recién llegados a pagar
por el derecho a usar licencias a sus propietarios, lo que
hace más lento el desarrollo de aplicaciones técnicas a partir
de las nuevas ideas, porque crean aplicaciones y retrasos
largos en el proceso de obtenerlas. (Laudon y Traver
Guercio, 2015, pp. 526).

Los primeros inventos que hicieron posible Internet y el comercio


electrónico no se patentaron. Sin embargo, sus creadores tenían la
voluntad de compartir con la comunidad mundial dichos hallazgos e
invenciones. Finalmente, en 1998, con la aparición de los primeros sitios de
comercio electrónico, las empresas empezaron a solicitar patentes de los
"métodos de negocios”. En ese momento, comenzaron a generarse
muchos problemas en torno a quién inventaba un método de negocios
antes que otro, lo que ocasionó una innumerable cantidad de litigios que
terminaron en la justicia. Pero, como documentan Traver Guercio y Laudon
(2015) en su libro, en 2011, años después, se aprobó en el Congreso
estadounidense una reforma en la Ley de Patentes. Se modificó el sistema
de patentes de Estados Unidos y se cambió la prioridad; ya no era
importante ser el "primero en inventar", sino “el primero en solicitar”,
además de ofrecer nuevas formas de enfrentar las amenazas a las patentes
por fuera de los tribunales entre otras cosas.

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Las marcas registradas e Internet

El congreso estadounidense aprobó en noviembre de 1999


la Ley de Protección al Consumidor contra la Usurpación
Cibernética. Esta ley crea responsabilidad civil para
cualquiera que, con mala fe, trate de obtener beneficios a
partir de una marca famosa o distintiva a través de registrar
el nombre de un dominio de Internet que sea idéntico o se
confunda, o "diluya" con el de dicha marca. La ley no
establece sanciones penales, pero proscribe el uso con mala
fe de nombres de dominio para obtener dinero de los
propietarios de la marca existente (usurpación cibernética),
o el uso mal intencionado del dominio para desviar el tráfico
en la web hacia el sitio infractor, lo que podría perjudicar los
artículos representados por la marca, generaría confusión en
el mercado, difamaría o denigraría a la marca (piratería
cibernética). (Laudon y Traver Guercio, 2015, pp. 533).

La misma ley también prohíbe usar nombres de personalidades famosas en


dominios con el objetivo de vendérselos a esas personas en un intento de
beneficiarse económicamente.

Propiedad intelectual en Argentina

La Ley N.° 11.723 regula la protección de las creaciones intelectuales en


Argentina. Si bien fue sancionada en año 1933, luego se complementó con
diferentes tratados internacionales. Custodia las producciones
intelectuales: obras artísticas, literarias, científicas, arquitectónicas,
etcétera, que se usan tanto en la industria como en el comercio u otras
áreas.

El actual sistema de registros de las obras mencionadas y la


efectiva protección de los derechos para sus titulares, se
encuentra en conflicto como consecuencia de
la proliferación de sitios en Internet o plataformas que
posibilitan el compartir todo tipo de archivos, ya sean de
libros, música o películas. Los intentos de perseguir estas
prácticas no han dado a la fecha resultados concretos que

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pudieran revertir el uso de los programas y sistemas para
descargar e incluso alterar las creaciones artísticas.
Los tribunales de varios países han tratado el tema
fijando posiciones muy disímiles para su resolución. Algunos
han declarado ilegales estas descargas y otros no; algunos
han considerado que los portales de descargas son solo
intermediarios y que por lo tanto el carácter de “canal de
conexión” no configura la acción delictiva contra los
derechos autorales. Otros tribunales, en cambio, han
entendido que la responsabilidad por el material que se
trasmite o se posibilita cargar y compartir, corresponde a los
administradores de esos portales. (Fazzalari Martínez, 20 de
noviembre de 2013, http://clar.in/2sHRSYx).

El sistema Creative Commons, creado en el 2002, es una solución


intermedia entre la protección total de la obra y su circulación libre. ¿Qué
significa esto? Los creadores de las obras pueden elegir entre una serie de
licencias preestablecidas que indican qué sucederá con ellas
comercialmente, entre otras cuestiones.

Estas licencias son cuatro. Atribución: Cualquier explotación


de la obra autorizada por la licencia y será necesario
reconocer la autoría. No Comercial: La explotación de la obra
queda limitada a usos no comerciales. Sin obras derivadas:
La autorización para explotar la obra no incluye la
posibilidad de crear una obra derivada. Compartir Igual: La
explotación autorizada incluye la creación de obras
derivadas siempre que mantengan la misma licencia al ser
divulgadas.
Las mismas posibilitan la combinación de seis tipos de
licencia derivadas:

- Atribución. Permite cualquier explotación de la obra,


incluyendo una finalidad comercial, así como la creación de
obras derivadas, la distribución de las cuales también está
permitida sin ninguna restricción. Esta licencia permite:
copiar, distribuir, exhibir y ejecutar la obra. Hacer obras
derivadas de la obra original. Explotarla comercialmente.

- Atribución –Compartir obras derivadas igual: permite el


uso comercial de la obra y de las posibles obras derivadas, la

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distribución de las cuales se debe hacer con una licencia
igual a la que regula la obra original. Esta licencia permite:
copiar, distribuir, exhibir y ejecutar la obra. Hacer obras
derivadas de la obra original. Explotarla comercialmente.

- Atribución – No Comercial. Permite la generación de


obras derivadas siempre que no se haga un uso comercial de
la misma. No se puede utilizar la obra original con finalidad
comercial. Esta licencia permite: copiar, distribuir, exhibir y
ejecutar la obra. Hacer obras derivadas de la obra original.

- Atribución – Sin Obras Derivadas. Permite el uso


comercial de la obra, pero no la generación de obras
derivadas. Esta licencia permite: copiar, distribuir, exhibir y
ejecutar la obra. Explotarla comercialmente.

- Atribución – No Comercial – Compartir Obras Derivadas


Igual. No permite un uso comercial de la obra original ni de
las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se
debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra
original. Esta licencia permite: copiar, distribuir, exhibir y
ejecutar la obra. Hacer obras derivadas de la obra original.

- Atribución – No Comercial – Sin Obras Derivadas. No


permite un uso comercial de la obra original ni la generación
de obras derivadas. Esta licencia permite: copiar, distribuir,
exhibir y ejecutar la obra. (Fazzalari Martínez, 20 de
noviembre de 2013, https://goo.gl/tq7iRU).

Por otro lado, P. Palazzi, abogado y socio de Allende & Brea, aporta más
información sobre las obras intelectuales en Internet:

Si se publica o comparte un artículo con autoría definida: "si


lo publicado califica como obra intelectual, y uno es el autor,
existe el derecho a decidir dónde se publica o retirarlo si se
publicó sin autorización"… Pero no sucede lo mismo con una
foto que se publica en un tuit, en Facebook o en sitio en
Internet: "las fotos están sujetas a derecho de autor; el
problema es que en los hechos el autor seguirá siendo autor,
pero si se viraliza se pierde el control de hecho de la foto, y
así aparecen los memes, por ejemplo. Lo mismo sucede con

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un audio, por ejemplo, de una clase grabada en la que los
alumnos deciden compartirla", apunta Palazzi.
Aunque pueda parecer una obviedad la aclaración, la ley
argentina no permite copiar o descargar música sin permiso.
"Copiar música en cualquier formato y todo producto
audiovisual está prohibido, salvo que tenga una licencia
abierta como Creative Commons, que permite la distribución
respetando la autoría", señala el abogado especialista.
(Africano, 13 de febrero de 2013, https://goo.gl/npY8tN).

Gustavo Tanus (como se cita en Africano, 2013), especialista en derecho


informático y protección de datos, se refiere al fair use (uso justo) en
Argentina, indicando que es posible reproducir, en Internet o fuera de ella,
obras con fines didácticos, pero con algunas salvedades.

El fair use en el sistema de copyright del Derecho


Anglosajón, implica poder disponer sin autorización previa
de obras de terceros cuando se usan con propósitos
educativos, de críticas, comentarios e investigación. Si bien
nuestra legislación de derecho de autor no reconoce el fair
use, permite que se publiquen, con fines didácticos o
científicos, hasta dos mil palabras de obras escritas o bien
ocho compases en el caso de musicales, y la Justicia ha
permitido que en algunos casos una obra (no musical ni de
software) se reproduzca, siempre y cuando se realice sin
fines de lucro, para uso personal, con destino a educación,
investigación y docencia y que esa copia no afecte los
intereses legítimos del autor. (Africano, 13 de febrero de
2013, https://goo.gl/npY8tN).

Por último, refiriéndonos ahora a las empresas, específicamente a las


marcas en Argentina, podemos mencionar que:

Las empresas que ofrecen sus productos o servicios deben


resguardar el uso exclusivo de sus marcas, a través de su
registración ante el Instituto Nacional de Propiedad
Intelectual (INPI).

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Por otro lado, el contenido de la página debe respetar
los derechos marcarios, derechos de autor y derechos de
imagen de terceros. Por lo tanto, los textos publicados
deben contar con la autorización de reproducción de su
autor y en el caso de fotografías de personas se pueden
realizar contratos de licencias de uso de imagen. (Santos, s.
f., https://goo.gl/p2UKwQ).

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Referencias
Africano, L. (13 de febrero de 2013). ¿Sabés cuáles son tus derechos en Internet?
[publicación en línea]. Recuperado de http://www.lanacion.com.ar/1981555-
sabes-cuales-son-tus-derechos-en-internet

Fazzalari Martínez, R. (20 de noviembre de 2013). Cómo cambia la propiedad


intelectual en Internet [publicación en línea]. Recuperado de
https://www.clarin.com/educacion/cambia-propiedad-intelectual-
Internet_0_H15G9-MiDQx.html

Laudon, K. y Traver Guercio, C. (2015). Aspectos éticos, sociales y políticos en el


comercio electrónico. En Autores, Ecommerce 2013: negocios, tecnología,
sociedad. (9.a ed.), (pp. 518-533). México: Pearson Prentice Hall.

Santos, E. (s. f.). Aspectos legales de los sitios web en Argentina [publicación en
línea]. Recuperado de http://www.ddw.com.ar/guias/119-otros/449-aspectos-
legales-de-los-sitios-web-en-argentina

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