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Este profesor colombiano va por el 'Nobel'

de la educación, conozca su historia

Luis Miguel Bermúdez Gutiérrez, profesor de Ciencias Sociales en la Institución


Educativa Gerardo Paredes, en Suba - uno de los barrios más vulnerables y
violentos de Bogotá-, se encuentra entre los diez finalistas del Global Teacher Prize,
2018, considerado el ‘Nobel’ de la educación en el mundo.
El segundo de cinco hermanos adelantó sus estudios de bachillerato en
el colegio público Andrés Bello, donde sus profesores de ciencias
sociales los instaban a ser agentes de cambio de las injusticias y
violencias estructurales que sacudían al país.
Inició sus estudios en Ciencias Sociales en la Universidad Distrital Francisco José
de Caldas, en Bogotá, donde después de graduarse se ganó una beca para hacer
una maestría. Fue en ese centro universitario donde estructuró su proyecto su vida.
“La Universidad Distrital estaba convencida de que la formación ciudadana era la
clave para generar civismo de masas y transformar la sociedad, entonces las
investigaciones de mi generación fueron diseñadas hacia la promoción de la
ciudadanía. Así empecé a tener la formación que hoy llamo Ciudadanía Sexual que
es parte de esa formación política”, asegura.

Dura realidad
En la maestría empieza una investigación social interdisciplinaria para
complementar todo la parte de formación en ciudadanía sexual, enfocada en la
reivindicación de los derechos de las mujeres y las minorías.
Su tesis de grado titulada, ‘Transgeneridad, el cuerpo sin órganos del género’, trata
precisamente de la crítica situación de los derechos ciudadanos de esta población
en Colombia.
En el 2010 se presentó al concurso público para docentes e ingresó a trabajar al
colegio Gerardo Paredes, en el barrio Suba. Sin embargo, su formación académica
no lo había preparado para la terrible realidad que encontró en dicho centro
educativo.
“Allí tuve que enfrentarme con la violencia de pandilla, el microtráfico, abusos
sexuales, desplazamiento, violencia de género, un montón de problemáticas y me
dije, esta es la realidad social de la que tanto me hablaban los profesores, ahora la
estoy viviendo, y es el momento de aplicar todo lo que aprendí”, recuerda.
Fue asignado como director de grupo de los grados séptimos, con menores entre
los 12 y 14 años y por primera en su vida vez tuvo que atender casos como el de una
de sus alumnas que cayó en la prostitución, mientras otra de 13 años resultó
embarazada de gemelos.
De esta manera empezó a enterarse de los abusos sexuales a que eran sometidos los
niños en sus casas y de cómo los grupos al margen de la ley prostituían a las niñas.
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“En ese momento el Ministerio de Educación y la Secretaría de Educación de
Bogotá inician la formación avanzada de docentes y como ya había terminado mi
maestría, me inscribí para el doctorado, con el compromiso de que nuestras tesis
no se quedaran en los stands de una universidad, sino que esa inversión se viera
reflejada en una transformación de nuestro contexto educativo”, explica Luis
Miguel.
Ciudadanía Sexual
Su trabajo de investigación para su tesis doctoral se enfocó en crear una propuesta
curricular enmarcada en el contexto educativo del colegio, con el fin de solucionar
todas sus problemáticas.
Pero, sobre todo, capaz de impactar las cifras de embarazos tempranos en la
institución que para el 2014 promediaban 70 casos anuales, además de las
violencias de género y los casos de abuso sexual.
Para el profesor Luis Miguel el éxito del proyecto se basó en que los mismos actores
fueron los que investigaron y que fueron ellos mismos los que transformaron esa
realidad.
En el 2014 arrancó la prueba piloto de la curricularización de la asignatura
Ciudadanía Sexual, y ese mismo, año para sorpresa de todos, se empezaron a
impactar algunos indicadores de manera inmediata.
El docente descubrió que antes de cualquier cosa se debía cambiar primero el
imaginario de toda la comunidad educativa de la Gerardo Paredes: directivas,
docentes, estudiantes y padres de familia.
“En ese punto nos dimos cuenta de que el currículo debía apuntarle no a la
promoción de métodos de planificación, que ya los conocían los jóvenes, sino al
cambio cultural de la forma como se educa a las mujeres por ser mujeres y a los
hombres por ser hombres, desde la familia y en la escuela”, sostiene.
A las niñas, agregó el profesor Luis Miguel, las educan que la virtud sexual es lo
que vale en una mujer y esto las excluía de los métodos de planificación familiar,
de todas las herramientas que la sociedad moderna debe brindarles a todos los
jóvenes para protegerlos de los riesgos y peligros que en cuestiones de sexualidad
existen.
“Una niña que planificaba no era bien vista socialmente, ni siquiera en su casa,
donde los padres le decían que no querían una hija que se lo estuviera ‘dando’ a
todo el barrio, y era así como empezaba la discriminación y la violencia”, dijo
Bermúdez.
Los hombres jóvenes, entre tanto, eran educados con esa influencia costeña que
por ser varones no deben usar condón y que su compañera no podía planificar
porque podría serle infiel.
“Todo esto era el caldo de cultivo perfecto para los embarazos tempranos, los
abusos sexuales y todas las violencias de género que ya conocemos”, señala el
docente que en 2017 fue elegido El Gran Maestro del Premio Compartir por su
trabajo en la Gerardo Paredes.
La asignatura Ciudadanía Sexual se enfocó en cambiar las formas de pensar, los
prejuicios e imaginarios y se empezó a impartir en los grados diez y once, y
posteriormente en octavo.
La misma contempló la creación de escuela de padres orientada a educar a las
madres de familia que son las que imparten la educación y las formas de pensar en
las casas. Asimismo, se diseñaron módulos y talleres sobre abuso sexual y la
resiliencia frente a los mismos. Igualmente, un sistema de alerta de denuncias al
interior del colegio y se creó un grupo de jóvenes multiplicadores de décimo y once
para atender las denuncias de los niños.
Para el primer semestre del 2017 lograron lo impensable: Pasar de 70 embarazos
en el año, a cero. Esa reducción tan drástica en las cifras fue motivo de felicidad
para el profesor Luis Miguel que hoy tiene otra razón para sonreír: estar nominado
al Global Teacher Prize que otorga un millón de dólares al ganador.

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