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Buenas prácticas de manejo del suelo: Labranza reducida y labranza cero

Introducción

La garantía de los recursos suelo y agua es fundamental para los sistemas


agrícolas, forestales y pecuarios. La presencia en cantidad y calidad de ambos
recursos representa el factor clave que orientará el proceso productivo al éxito
o al fracaso, por esta razón, resulta de vital importancia promover la
conservación de los mismos a través de buenas prácticas de manejo integrado.
En relación a ello, cada espacio geográfico según sus características, amerita
técnicas distintas, las cuales han ido desarrollándose durante muchas décadas
gracias a la investigación e innovación, promovida por el cambio de paradigma
ambiental, social y económico, situación anteriormente orientada al rendimiento
sostenido.

No obstante, en la actualidad la producción y uso de los recursos está en vías


del desarrollo sostenible, panorama que direcciona a la integración total de las
comunidades en este uso adecuado de los recursos, es decir, su papel como
gestores, y promotores del correcto desarrollo de prácticas de conservación en
el campo, resulta transcendental en el proceso, traducido como el rápido
incremento en la calidad de vida de los involucrados directos y de la red de
consumidores de los rubros producidos.

Los BSE son aquellos beneficios (directos e indirectos) que la sociedad apropia
derivados de los componentes y funciones de los ecosistemas. En el pasado,
los sistemas de producción agropecuaria se caracterizaban no sólo por su
producción primaria, sino por el mantenimiento de recursos biológicos nativos y
la variedad de paisajes.

En la actualidad, la simplificación de los sistemas productivos, con tendencia al


monocultivo y/o a la intensifica de la producción agrícola y ganadera, ha
generado incrementos sustanciales en la producción de alimentos. Este
proceso en alza, enciende un alerta debido a la velocidad en los cambios
producidos sobre la biodiversidad, y en la pérdida de procesos funcionales y de
provisión de servicios ecosistémicos.
El desafío del sector agropecuario por lo tanto, reside en compatibilizar la
producción con la conservación del ambiente y los recursos naturales. La
sociedad en general, confía en los productores agropecuarios una doble
responsabilidad: el uso de la tierra y la protección de los bienes y los servicios
ecosistémicos, que de ella derivan. Para protegerlos, se deberán instrumentar
políticas públicas que permitan a los productores ser protagonistas en el
cambio y la sociedad deberá contribuir premiando a aquellos que mantengan
dichas prácticas en el tiempo. Estas deben orientarse a la conservación de los
atributos del suelo, a la complejidad del agroecosistema y la diversidad de
plantas y animales que lo habitan.

Hacia estos objetivos debemos orientar nuestros esfuerzos, ya que la manera


en que los recursos biológicos de un agroecosistema son usados y manejados,
determinará el destino de muchas especies y la productividad del sistema
agropecuario.

Objetivos General

 Investigar y aplicar las estrategias técnicas para el manejo integral de


suelos con fines de producción y conservación.

Objetivos Específicos

 Realizar una investigación sobre las estrategias del cuidado del suelo
 Adecuar el terreno para su óptimo funcionamiento en las posteriores
actividades de producción mediante técnicas de conservación de suelos
 Sensibilizar y capacitar a los usuarios en la implementación de las
buenas prácticas agrícolas por medio de este proyecto.

Fundamento Teórico

La conservación de suelos es un sistema que complementa y combina obras


estructurales, medidas agronómicas, de fertilidad y agroforestales. Este
sistema debe aplicarse de la forma más completa posible, si se desea tener
éxito tanto en la protección del suelo como en la productividad.
Tomando en cuenta esta combinación, al mismo tiempo se puede lograr los
siguientes objetivos:

• Controlar la erosión: evitando que la corriente arrastre el suelo. La cantidad de


suelo fértil que se pierde en cada temporada lluviosa y que la corriente se lleva
al río u otros depósitos, es muy alta, esta pérdida erosiva da como resultado la
pérdida de la capa productiva del suelo y la formación de cárcavas, las
prácticas de conservación de suelos están orientadas a frenar la velocidad del
paso de agua por sobre el suelo (escorrentía).

• Aprovechar mejor el agua: aumentar la infiltración del agua en el suelo. Fuera


del suelo se pierde toda el agua de la escorrentía que no logra infiltrarse; esta
agua no puede ser aprovechada por los cultivos, las obras de manejo de suelo
y agua permiten el almacenamiento y/o el aprovechamiento del recurso hídrico,
dando un uso sostenible al suelo.

• Mejorar la fertilidad de los suelos y prevenir con más eficiencia las plagas y
enfermedades. La conservación de suelos, además de contemplar la
construcción de obras físicas para el manejo del mismo, consiste también en la
aplicación de medidas que ayuden a mejorar la fertilidad del suelo con el
propósito de evitar las pérdidas de suelo por erosión y mejorar el rendimiento
de los cultivos.

Para lograr el cumplimiento de estos objetivos, existen numerosas prácticas de


conservación, todas giran alrededor de los siguientes cuatro principios, para el
manejo de suelos:

1-Proteger la superficie del suelo.

Una cobertura vegetal protege el suelo contra el golpe de las gotas de lluvia y
el arrastre del agua de escorrentía. También aumenta la infiltración del agua en
el suelo porque, bajo la protección de la cobertura, éste no pierde su buena
estructuración por la compactación.

Prácticas: capa de material vegetal muerto (rastrojo), siembra de abono


verde, agroforestería, labranza mínima, siembras en contorno.
2. Reducir el largo de la pendiente.

Hay varias prácticas que reducen el largo de la pendiente y con eso la


velocidad de la escorrentía. También ayudan a aumentar la penetración del
agua en el suelo y reducen así la cantidad de suelo perdido por los procesos
erosivos. Con las obras de reducción o corte de la pendiente, el suelo que
arrastra la escorrentía se sedimenta y se mantiene en cada estructura
construida.

3. Reducir la inclinación de la pendiente.

Con todos los tipos de terrazas se evita la escorrentía y se aumenta la


infiltración del agua en el suelo. Las terrazas, al mismo tiempo, ofrecen una
plataforma cultivable.

4. Incorporar materia orgánica al suelo.

Estas prácticas ayudan considerablemente a mejorar la fertilidad del suelo. La


materia orgánica se vuelve humus, que funciona como una esponja, lo que
favorece mucho la infiltración del agua en el suelo y su retención, la
disponibilidad de nutrientes y también la disminución en la escorrentía en el
suelo.

Propuestas de las prácticas de conservación de suelo

El área se compone de diez hectáreas, de las cuales siete han sufrido una
deforestación muy fuerte con algunas áreas.

De las cuales vamos a implementar las siguientes técnicas de suelo que se


aprendió en la materia de Conservación de Suelos para mejorarlo y mantener
su vitalidad.

Labranza cero

La labranza cero es una forma de cultivar sin arar. No se perturba el suelo y los
campos retienen una buena cobertura de materia vegetal viva o en
descomposición durante todo el año. Esto protege de la erosión y favorece un
suelo sano y bien estructurado para el cultivo. El sistema también se conoce
como siembra directa y es una de las prácticas de producción de cultivos que
se incluyen en el concepto general de labranza de conservación

Labranza mínima

La labranza mínima se define como la menor cantidad de labranza requerida


para crear las condiciones de suelos adecuadas para la germinación de la
semilla y el desarrollo de la planta. Reduce la labor de remoción y se prepara el
suelo en las fajas/franjas, constituidas por los surcos donde se va a sembrar
(labranza mínima continua) o en los huecos de siembra (labranza mínima
individual). La función principal es de disminuir la susceptibilidad del suelo a la
erosión, pero también ayuda para mantener el nivel de materia orgánica y para
proteger la micro fauna en el suelo

Cultivos de cobertura

 El abono verde, consiste en la incorporación al suelo de masa vegetal no


descompuesta, con el fin de conservar y/o recuperar la productividad de las
tierras agrícolas, utilizando en la mayoría de casos plantas leguminosas y en
otros casos, gramíneas y crucíferas. Básicamente se refiere a la utilización de
plantas en rotación, sucesión y asociación con cultivos comerciales,
incorporándolas al suelo o dejándolas en la superficie, lo cual ofrece
protección, además de mantenimiento y/o recuperación de las propiedades
físicas, químicas y biológicas del suelo (Costa et al., 1992 citado por, FAO,
2000).

Cultivo entre en fajas

 Esta práctica es una mezcla de dos prácticas: cultivos en fajas y cultivos en


contorno, se basa en alternar fajas de cultivos limpios con fajas de cultivos
densos siguiendo las líneas o contornos de las curvas de nivel del terreno, es
decir perpendicular a la pendiente, al combinar las dos técnicas se obtienen
mayores beneficios, tales como: reducción de la velocidad del escurrimiento
superficial, aumento de la infiltración del agua en el suelo, reducción de la
erosión, y prevención en la formación de cárcavas; no obstante, para asegurar
estos beneficios, en terrenos inclinados como en este caso, resulta
recomendable complementarlos con la construcción de terrazas anchas, las
cuales serán explicadas posteriormente. (Peralta, 2010).

Cultivos en Terrazas

Para la construcción de terrazas es fundamental tomar en consideración los


efluentes hídricos colindantes con el terreno agrícola en tu totalidad, ya que en
función de ello podrán diseñarse de manera adecuada, y ubicarse en los sitios
donde realmente son requeridas, evitando de esta manera costos innecesarios.
La terraza puede definirse como “una estructura física compuesta por un dique
y un canal, de tierra o de piedra, construida sistemáticamente en el terreno, en
el sentido perpendicular a la pendiente, de manera que intercepte el agua que
escurre sobre el suelo, provocando su infiltración, evaporación o desviándola
hacía un lugar determinado, debidamente protegido y con una velocidad
controlada que no ocasione erosión en el canal”. (FAO, 2000).

Rotación de cultivos

La diferenciación en el tiempo de los cultivos sembrados en un mismo predio


es un medio fundamental y bien conocido para el control preventivo de las
malezas. Obviamente, los diferentes cultivos requieren distintas prácticas
culturales las cuales son un factor de disrupción del ciclo de crecimiento de las
malezas y, como tales, previenen la selección de la flora hacia una mayor
abundancia de las especies problemáticas (Karlen, 1994). En contraste, el
cultivo continuado selecciona la flora de las malezas favoreciendo aquellas
especies que son más similares al cultivo y tolerantes a los distintos métodos
usados para el control de malezas (p. ej., herbicidas) por medio de la aplicación
reiterada de las mismas prácticas culturales año tras año.

Cortinas forestales

Son básicamente plantas de porte arbóreo o arbustivo perennes y densas, que


se establecen en las laderas en forma de línea transversal a la pendiente del
terreno, teniendo como objetivo fundamental reducir la velocidad del agua,
reducir el impacto del viento y de esta manera evitar la erosión del suelo.
(Castañeda y Carrasco, s.f).

Para la creación de cortinas forestales deben usarse especies con las


siguientes características: spp de rápido crecimiento, resistentes, porte bajo,
perennes, reproducción asexual para prevenir su propagación descontrolada
en los campos de cultivos, que logre conformar hileras densas y
continuas. (Peralta, 2010).

Metodología

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