Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Una Vez Mi Abuelo Me Dijo Que Yo Vivía en Una Cueva
Una Vez Mi Abuelo Me Dijo Que Yo Vivía en Una Cueva
Te cuento lo de mi abuelo no para exhibirlo ni para que quede como la peor persona del mundo.
Al contrario. Todo lo que él me ha dicho en la vida nunca ha sido por joderme o hacerme sentir
mal, aunque lo haga. Pero lo que él me ha dicho ha sido porque sabe y porque al final tiene razón.
Nunca he querido enfrentar al mundo. Siempre he vivido en una cueva. Y hasta ahora había sido
muy feliz. Nunca en mi vida me había sentido tan hundido, desesperado, triste y abatido como
hoy. Nunca. No tiene caso que te cuente aquí mi vida, pero mi camino no ha sido el más alegre ni
mucho menos el más acompañado. Y hasta ahora nunca me importó. Yo no le tengo miedo a la
soledad, ni le tengo miedo a conocerme o a estar solo. Toda mi vida estuve solo. No tengo papá,
nunca lo conocí. Mi mamá desde que nací trabaja para mantenerme y yo siempre quedé al
cuidado de mi abuela o mi tía. Cuando crecí y comenzaba a rodearme de mis primas y los amigos
de mi cuadra ellas se fueron y mi vida cambió. Volví a estar solo. Entré a una secundaria y me
costó relacionarme. Entré a una prepa, hice dos amigos. Dos. Afortunadamente siguen hasta la
fecha. Pero dos amigos para enfrentar toda la mierda que significa crecer sin papá, con una mamá
depresiva y una adolescencia llena de drogas, frustraciones, y excesos.
Los Mangaslargas #2
Tengo mucho frío, me sangra la nariz y mis pulmones me están matando. Siento mucho dolor.
Pero duele más perder al amor de tu vida en un instante y vivir preguntándote por qué y cómo
pasó.
Mi mamá sufre y está en una depresión muy fuerte. Todos los días me ve a los ojos, llora y me pedí
por favor que vuelva a ser bueno. Mi abuelo no tiene idea de qué mierda conmigo pero está dos
de correrme de casa. Mi abuela, ay mi abuela. No sé si no sabe qué está pasando o se hace la que
no. Pero es la persona con la que menos quiero hablar, porque se la pasa diciéndome lo mucho
que le pide a Dios por mí, por que sea alguien en la vida y logre mis objetivos. Lo peor es cuando
me pregunta por Guille y tengo que mentirle. Sí abuela, ahorita voy a ir a verla. Sí abuela, está
bien, la vi ayer. Fuimos al cine. Sí abuela, yo le digo que le mandas saludos y a ver cuándo viene.
No le puedo decir que terminamos. Le rompería el corazón, haría mil preguntas y no tengo
ninguna puta respuesta. Todo esto duele.
Pero no duele tanto como no ver al amor de tu vida por meses. No duele tanto como morirte de
ganas a cada minuto por hablarle, salir corriendo y encontrarla en cualquier lugar. No duele tanto
como no tener ni puta idea de lo que está haciendo en la vida, no tener la más mínima pista de
cómo está y cómo va llevando sus problemas. No duele tanto como los pensamientos mierdas que
cada hora del día me invaden y me dicen que probablemente me olvidó. O, peor, está empeñada
en olvidarme. No duele tanto como vivir en la duda si conoció ya conoció a alguien que sí supo
hacerla feliz y sacarla de su tristeza.
Duele de pronto tener un momento de lucidez y darte cuenta cómo en un mes tiré a la mierda el
semestre escolar, la beca y los ahorros que tenía. Duele ver el daño que le he hecho a mi familia.
Duele saber que tengo los mejores amigos del mundo, porque te juro que los tengo. Nunca me
han dejado sólo. Duele saber que por más que hablen conmigo y por más consejos y ayuda que
me brinden no puedo seguirlos. Creo que soy un antiguo. Por qué mierda tengo que cambiar. Por
qué mierda tengo que dejar de sentir lo que siento. Por qué mierda tengo “que seguir adelante”.
“Madurar”. “Crecer”, “quemarme y destruirme para renacer”. Vayan bien a la mierda, hijos de
puta. Yo no quiero y no necesitaba madurar. No era un pendejo antes. Ahora lo soy. Ahí está tu
cambio. Yo sabía lo que quería antes, sabía que tenía que luchar mucho y me costaría mucho
trabajo, pero con muchos huevos lo lograría. Hoy no sé qué mierda hacer ni para qué debo
hacerlo. Todo eso duele. Pero no duele tanto como vivir a la espera. Vivir en una ilusión
infundada, débil y basada únicamente en mi deseo. No duele tanto como las horas eternas, las
lágrimas de cada noche y el dolor de cada despertar. No duele tanto como saberte condenado a
una vida de tristeza porque absurdamente prefieres la vida a la muerte. No duele tanto como
tener la certeza de que a pesar de lo que todo mundo te digan y el lugar común de que el tiempo
cura todo y poco a poco lo iré “superando” tú sabes que nunca lo harás. ¿Alguna conociste al amor
de tu vida? Qué te parece que te digan de pronto que tienes que seguir sin ella, que tienes que
olvidarla. Que es parte de crecer. Quesque de madurar. ¿Alguna vez perdiste al amor de tu vida?
Duele, y duele un chingo. ¿Cómo seguir en este mundo después de conocer el cielo y vivir en las
nubes? No espero que lo entiendas. En verdad no. De no haberlo vivido yo tampoco lo entendería.
Ya está por amanecer. Quisiera seguir escribiendo porque es de lo poco que me queda. Soy
escritor, más malo que bueno, pero al final eso es lo que soy en la vida. Ya casi amanece; dicen los
Rolling Stones el aftermath. Dice Parménides Consecuencia. Voy a usar. Y me va a doler. Y el mono
va a ser muy cabrón.
Pero no duele tanto como extrañarte y no verte. No duele tanto como tener mil cosas que decirte
y contarte y no hablarte. No duele tanto como quererte y no tenerte.
No duele tanto como ser una piedra rodante. No duele tanto como oír a Lou Reed cantando sobre
un día perfecto.