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ACTA DE LOS MÁRTIRES

La persecución a los cristianos se llevó a cabo orgánica y sistemáticamente


principalmente bajo los periodos de Decio (año 250), Valeriano (257) y Diocleciano
(303), siendo ésta la última, pero una de las más terrible. No obstante, es de
destacar que, durante este tiempo, la Iglesia no solo se vio expuesta a la
persecución del imperio, sino que también gozó de ciertos momentos de paz,
aunque fuera en medio de tensiones y persecuciones aisladas que llevó al martirio
a varios cristianos.

Brevemente podríamos preguntarnos acerca de cuáles fueron las causas que


desencadenaron estas persecuciones. En esto emergen algunos interrogantes
acerca de por qué el imperio Romano, que permitía cierta tolerancia hacia las
religiones, incluyendo el judaísmo, mantuvo las hostilidades ya mencionadas hacia
el cristianismo. A esto responderán algunos manuales de Historia de la Iglesia,
que la minoría de los judíos no representaban mayor peligro, pues éstos
respetaban la prohibición de hacer prosélitos. Por el contrario, el cristianismo no
se dejó atar las manos. Su imparable crecimiento amenazaba con hacer saltar por
los aires el Estado romano, y tenía que provocar casi por necesidad medidas en
contra[CITATION STO89 \l 9226 ] , pues notoriamente esto se constituía en una
amenaza en contra de la estabilidad del imperio, sobre todo en lo concerniente a
la negativa de los cristianos a prestar el servicio militar.
Pero tampoco podemos perder de vista el malestar que distintos sectores sentían
hacia los cristianos, propiciándose por parte del pueblo un sin números de
acusaciones mal intencionadas y sin fundamento (quizás también orquestadas por
algunos judíos), y por parte de las personas cultas, el rechazo total hacia la
doctrina cristiana, la cual consideraban como insensata e irracional.

Ahora bien, este escenario notoriamente influyó en la vida de los cristianos e


incluso en su labor evangelizadora. Entre los bautizados hubo reacciones diversas
en cuanto a su confesión de Fe, por lo que podríamos identificarlos de la siguiente
manera: en primer lugar, tenemos a los mártires quienes sufrieron la muerte por
amor al Evangelio, pero también a los confesores, que, aunque no fueron
martirizados, si sufrieron toda clases de maltratos e injusticias a causa de su fe.
Luego encontramos a los lapsis, quienes prefirieron renegar de su fe y ofrecer
sacrificios a los ídolos, antes que sufrir toda clases de penalidades; y por último a
los libelatici, quienes optaron por comprar algún certificado falso que probara que,
si habían ofrecido su ofrenda a los dioses paganos, y así salvarse también de la
condena.

Pero sin lugar a duda son los “mártires quienes ocuparon siempre un puesto
privilegiado en las comunidades primitivas: los cristianos encarcelados en espera
del juicio y de la muerte eran visitados por sus hermanos en la fe, y sus mensajes
fueron considerados como otros tantos oráculos provenientes de la boca del
Señor”[CITATION Jes01 \p 110 \l 9226 ] . Por ello, la literatura martirial cobrará tanta
importancia para las comunidades cristianas, siendo considerada como elemento
edificante para la fe, despertando incluso el interés por transmitir dichos
testimonios a cristianos de otros lugares. Pero, además, los escritos martiriales
tendrán un creciente interés litúrgico, sobretodo en las conmemoraciones de los
mártires mas importantes de la comunidad.

Sin embargo, muchos de estos relatos basados en los procesos judiciales, fueron
escritos tiempo después, siendo incluso objeto de exaltaciones exageradas, que,
aunque no correspondan con la realidad, si contienen un núcleo de verdad
histórica. De tal modo que teniendo en cuenta lo anterior, los podemos clasificar
en tres grupos: Actas, Pasión o Martirio y las Leyendas.

El primero grupo son las llamadas Actas, las cuales eran copiadas literalmente de
los Archivos imperiales”. Estas se caracterizan por ser breves y directas, dando
respuesta a los siguientes interrogantes: ¿Quién es el personaje juzgado? ¿Quién
le interroga? ¿Qué responde? y ¿cuál es la sentencia? Pertenecen a este grupo
las actas del martirio de San Justino y compañeros, San Apolonio, San
Maximiliano, Santos Marcelo y Casiano, y algunas otras. Aquí podríamos hablar
un poco del Acta del martirio de San Justino, quien fue juzgado por el prefecto de
Roma Rusticus hacia el año 165, bajo el gobierno del emperador Marco Aurelio.
En ella podemos encontrar muy bien detallada las preguntas constitutivas del
proceso judicial y la respectiva sentencia o condena.

El segundo grupo recibe el título de Pasión o Martirio, el cual corresponde al


testimonio de testigos directos que asistieron al juicio y ejecución, por lo que
también son tenidas esencialmente como documentos verdaderos. Estas también
se basaban en las actas oficiales y se completaban después con la narración de
los acontecimientos especialmente edificantes, acaecidos durante el juicio y la
ejecución, cuando la sentencia era de pena capital [CITATION Jes01 \p 106 \l 9226 ] . En
este grupo podemos encontrar la Carta de la Iglesias de Viena y Lyon a las
Iglesias de Asia y Frigia, las actas del martirio de las Santas Perpetua y Felicitas,
San Policarpo, San Cipriano, San Fructuoso de Tarragona y compañeros, entre
otros. Vale la pena resaltar que los escritos de este grupo, entre más breves sean,
mayor será su veracidad.

Entre este grupo podríamos resaltar la pasión de las Santas Perpetua y Felicitas,
pues en ella no solamente encontramos la narración del martirio, sino que también
hay algunos elementos apocalípticos similares a los presentes en el Pastor de
Hermas y el Apocalipsis de Pedro[CITATION Dom05 \p 134 \l 9226 ]. En ella por
ejemplo se mencionan algunas visiones tenidas por Felicidad en las que veía una
escalera subir hasta el cielo.

Y en el tercer grupo están las Leyendas, en las que encontramos “desde ligeros
retoques de antiguo material auténtico hasta la más desbordada invención
novelesca, adornada con los motivos del folclore piadoso” [CITATION Ram94 \p 95 \l
9226 ], sin embargo, aun ante la existencia de estos elementos agregados o
exagerados, no se puede negar la autenticidad del martirio, pues estos en sí
mismos, contienen un dato verdadero y es la existencia de los mártires,
atestiguadas por el culto que se les daba.

Trabajos citados
Gómez, J. Á. (2001). HISTORIA DE LA IGLESIA I - Edad Antigua. Madrid: Biblioteca Autores
Cristianos.

Lissón, D. R. (2005). Patrología. Pamplona: EUNSA.

STOCKMEIER, J. L.–P. (1989). Historia de la Iglesia. (A. M. LAPERA, Trad.) Barcelona: Herder.

Trevijano, R. (1994). Patrología. Madrid: Biblioteca Autores Cristianos.

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