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ETNOGRAFÍA DE LOS INDIOS YAGHAN


EN LA MISIÓN CIENTÍFICA DEL CABO DE HORNOS 1882 – 1883
I.S.B.N.: 978-956-7189-39-7
Impreso en Punta Arenas / CHILE
La Prensa Austral IMPRESOS - Waldo Seguel 636 - Fono 204012
www.laprensaaustral.cl

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ETNOGRAFÍA
DE LOS INDIOS YAGHAN
EN LA MISIÓN CIENTÍFICA
DEL CABO DE HORNOS
1882 – 1883

L. F. MARTIAL P. HYADES
CAPITÁN DE FRAGATA MÉDICO PRINCIPAL DE LA MARINA
CABALLERO DE LA LEGIÓN DE HONOR

J. DENIKER
DOCTOR EN CIENCIAS NATURALES
BIBLIOTECARIO DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL

EDITORES CIENTÍFICOS
D. LEGOUPIL Y A. PRIETO

TRADUCCIÓN
ANUARIO DE LA MARINA DE CHILE (T.I)
F. CONSTANTINESCU (T.VII)

Ed. Universidad de Magallanes (UMAG)


Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA)

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PREFACIO

Llegaron justo a tiempo, pudo y puede escribirse sobre los científicos franceses
que integraban la Comisión del Cabo de Hornos en 1882-83, en lo referido a su
interés etno-antropológico sobre los habitantes aborígenes más australes de América
y el mundo. Sí, porque a partir del quinto final del siglo XIX comenzó el proceso
irreversible de su aculturación y virtual extinción.
Sin embargo de haber estado entre los aspectos originales que motivaron
el esfuerzo internacional que, para el caso, se realizó mediante el trabajo de la
comisión francesa, la feliz iniciativa de la Academia de Ciencias de París y -de
modo notable- el interés y la dedicación del jefe naval de la expedición, capitán
Louis Martial y del médico de la misma, Paul Hyades, hicieron posible un acucioso
y enjundioso trabajo simultáneo que en lo que a las ciencias del hombre se refiere
resultó ciertamente valioso y útil, bajo todo punto de vista digno de ser admirado
y reconocido por la posteridad.
En efecto, el mismo ha sido y es tenido como el hecho fundante -todo un hito
histórico- para las ciencias etnográfica y antropológica americanas y mundiales.
Con él tuvo, con propiedad cabal, un inicio auspicioso la modernidad investigativa
en el avance de las ciencias humanas en la gran región meridional chilena.
La selección hecha por los editores, precisamente, de entre el conjunto de
informes y estudios que fueron el fruto científico de la comisión francesa embarcada
en la corbeta “Romanche”, ha apuntado a rescatar, si cabe el término, o mejor, a
revalorizar la contribución hecha por Martial y Hyades para el mejor y más debido
conocimiento del pueblo y del mundo yámanas, y del ambiente natural prístino
en el que ambos tuvieron existencia, en un momento excepcional de su larguísima
historia, para bien de la ciencia universal y en particular para el de las disciplinas
que se ocupan del hombre. Así, cabe felicitarse por esta iniciativa y por la acogida
que le ha brindado la Universidad de Magallanes a través de su Comisión Editorial,
en la certidumbre de estarse cumpliendo con ello, a cabalidad, uno de los objetivos
culturales que definen su misión y su individualidad, como es, el de difundir las
creaciones científicas del pasado, en reediciones pensadas especialmente para
provecho de la comunidad estudiosa y del público en general.

Mateo Martinic B.

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PRÓLOGO
D. LEGOUPIL (CNRS-Francia) y A. PRIETO (Instituto de la Patagonia).

El propósito de esta edición ha sido reagrupar el conjunto de documentos


etnográficos contenidos en los tomos I y VII de los escritos de la Misión
Científica del Cabo de Hornos, con el fin de ponerlos a disposición del público
hispanoamericano. Tales documentos atañen a los canoeros aborígenes del
extremo meridional de América, especialmente a los Yaghan (o Yámana), que
poblaban las islas desde el sur de Tierra del Fuego hasta el Cabo de Hornos.
Estos expedientes han sido publicados sólo parcialmente en español, no
obstante algunas de sus fotografías son bastante conocidas desde que fueron
realizadas. Se trata de archivos valiosísimos, que constituyen una de las más
importantes fuentes de la etnografía de los Yaghan. Los documentos y registros
fueron colectados entre 1882 y 1883, es decir, en un momento clave del inicio
del proceso de aculturación de esta etnia de cazadores recolectores marítimos, la
más austral del mundo, de la cual no subsiste hoy más que una Yaghan pura en
Puerto Williams.
La Mission Scientifique du Cap Horn se desarrolló en el marco del Primer
Año Polar, un gran proyecto internacional, impulsado en 1879, a instancias del
explorador austriaco, Karl Weyprecht. La iniciativa estableció la cooperación
de once países europeos y Estados Unidos para enfrentar conjuntamente el
estudio del tránsito de Venus, de fenómenos geofísicos (eléctricos, magnéticos,
climáticos) en las zonas polares, y estudiar y generar conocimiento en vista a la
conquista de los polos. Tal alianza de investigación se replicó dos veces en el siglo
XX y ahora, nuevamente, se está preparando a escala planetaria el Cuarto Año
Polar 2007-2008. Numerosos descubrimientos e iniciativas se deben a esta labor
conjunta, tales como las mediciones del CO2 y del ozono, la Teoría de la Deriva
de los Continentes, las instalaciones de bases científicas polares (las Dumont
d’Urville y Admundsen-Scott en la Antártica), e, incluso, el Tratado Antártico
(1961) y el Protocolo de Madrid para la protección de las zonas polares (1991).
Los resultados aún producen repercusión e impacto en distintos ámbitos.
El Primer Año Polar contaba con trece misiones en el Ártico y sólo dos en la
Antártica. Una de estas últimas, encargada a Francia, es la Misión del Cabo de
Hornos, que fue organizada por los ministerios de Marina y de Educación y
supervisada por una comisión especial de la Academia de Ciencias.
El jefe de la expedición, el comandante Louis-Ferdinand Martial, acompañado
de 140 oficiales, científicos y marineros, zarpó de Cherburgo, el 17 de julio
de 1882, en una nave de 64 metros de eslora: la Romanche (Pl. I, p. 55). Todos

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volvieron en octubre de 1883, después de permanecer un año navegando en los
archipiélagos fueguinos, y/o de invernar en la base instalada en la bahía Orange
(antigua bahía Saint Bernard), en la costa este de la isla Hoste, frente al Cabo de
Hornos (Pl. II, p. 56).
Las instrucciones de Martial eran acordes a los deseos de Weyprecht y
comunes al conjunto de las misiones del Primer Año Polar: Las expediciones polares
tendrán como objetivo proceder durante un año, con instrumentos idénticos y sobre la
base de instrucciones uniformes, a las observaciones que se realizarán simultáneamente.
Se abocarán primeramente a las observaciones que interesan a las distintas ramas de la
Física y la Meteorología; después hacia la Botánica, la Geología y la Geografía (Martial,
1891: 3).
Por su parte, debido a especiales instrucciones de la Academia de Ciencias, los
estudios se orientarían igualmente al mundo animal. En el aspecto humano, las
anotaciones y estudio de los Yámana se debieron principalmente a la iniciativa
de L. F. Martial, observador naturalmente atento y curioso de las costumbres de
los fueguinos, y a P. Hyades, médico formado y predispuesto a las observaciones
antropologico-físicas y que, como miembro de la Sociedad de Antropología
de París, tenía como objetivo realizar el estudio etnográfico completo de las
poblaciones encontradas en el margen austral del continente.
Los resultados de la expedición terminaron de ser publicados ocho años
más tarde, en 1891. Ellos se inscribían en la tradición enciclopédica de Diderot
y d’Alembert. Participaron, tanto los investigadores embarcados, como grandes
científicos de la época (Milne-Edwards, Deniker…) que, al retorno de la Misión
a París, fueron adscritos al estudio por parte de la Comisión Científica del Cabo
de Hornos. Aparecieron entonces siete tomos, de los cuales el sexto, la Zoología,
incluye tres volúmenes. Se puede estimar someramente la riqueza y variedad de
la investigación realizada, a partir de la tabla de materias de la obra original.
Tomo I.- Historia del viaje, por L. F. Martial.
Tomo II.- Meteorología, por J. Lephay.
Tomo III.- Magnetismo terrestre, por F. – O. Lecannellier.- Investigaciones sobre
la constitución química de la atmósfera, por Müntz y Aubin.
Tomo IV.- Geología, por P. Hyades.
Tomo V.- Botánica, por Hariot, Petit, Bescherelle, Massalongo, Franchet.
Tomo VI: Zoología.
Iª Parte:
Mamíferos, por A. Milne- Edwards.
Aves, por E. Oustalet.
Peces, por L. Vaillant.
Anatomía comparada, por H.-Paul Gervais.
IIª Parte:
Insectos, por L. Fairmaire, Signoret, P. Mabille, J.-M.-F. Bigot.
Arácnidos, por E. Simon.
Crustáceos, por A. Milne-Edwards. Mocquart y Dollfus.
Moluscos, por de Rochebrune y J. Mabille.

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IIIª Parte:
Priapulidos, por J. de Guerne.
Briozoarios, por J. Jullien.
Equinodermos, por E. Perrier.
Protozoarios, por A. Certes.
Tomo VII: Antropología, Etnografía, por P. Hyades y J. Deniker.

Esta obra representó un trabajo considerable, de gran valor científico por


la excelencia de las observaciones efectuadas en el marco de un espíritu de
clasificación típico del siglo XIX, en el cual, no obstante, todos los elementos se
hallaban comprendidos en una visión global. ¿Se podría, de otro modo, entender
un glaciar sin conocer también de geología o el clima local; o la fauna sin su
medio, y los cazadores recolectores sin sus presas?
El conjunto de datos colectados da cuenta exacta y preciosa del extremo del
continente sudamericano, frente a la Antártica, antes de los grandes cambios
producidos por el siglo XX sobre los componentes humanos, animales y naturales.
La abundancia y nivel de detalle de las informaciones que la obra contiene la
convierten en una veta poco explotada, sin duda, ya que sólo se difundió en
Francia. En efecto, se puede encontrar una gama sorprendente de conocimientos
en estos siete tomos: datos climatológicos minuciosos que se extienden por un año
completo, incluso con registros de tasas de concentración de dióxido de carbono
(lo que sería útil de comparar con la evolución catastrófica actual del efecto
invernadero); las descripciones, con mediciones y fotografías, de los glaciares del
canal Beagle a finales del siglo XIX; levantamientos hidrográficos de gran precisión
destinados a completar aquéllos realizados cincuenta años antes por Fitz-Roy; el
valioso inventario botánico; los estudios zoológicos, incuestionablemente los más
completos para esta región hasta entonces realizados, acompañados de dibujos,
fotos y acuarelas de una gran calidad, en particular de las aves y los insectos.
Para esta edición nos hemos dedicado a seleccionar y reagrupar el conjunto de
informaciones relativas a los nativos de la región austral. Pero hemos mantenido
las dos grandes divisiones correspondientes al estudio original: el Tomo I, “La
Historia del Viaje“, del Comandante Martial, conforma nuestra Primera Parte; la
Segunda Parte corresponde al Tomo VII, “Antropología y Etnografía“ de Hyades
y Deniker.

Primera Parte: el Tomo I


El Comandante Martial recorrió por varios meses el archipiélago fueguino
con el propósito de realizar el levantamiento hidrográfico de éste, volviendo
periódicamente a la bahía Orange. Tuvo así, la ocasión de observar a los indios
canoeros en distintas ocasiones y lugares. En esta tarea era ayudado por varios
oficiales, especialmente por el Dr. Hahn, quien participó en el cuidado de los
Yaghan víctimas de una epidemia, durante el paso de la Romanche por la misión
anglicana de Ushuaia en noviembre de 1882. Participaba también un segundo

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oficial, J.L. Doze, quien, durante las navegaciones, tomó una parte de las
fotografías de la misión, 151 de las 323 indexadas en el Tomo I. Las placas de
vidrio, de las cuales sólo algunas han sido reproducidas como heliografías en la
obra original, son hoy en día parte de la colección de la iconoteca del Museo del
Quai Branly (antiguo Museo del Hombre), de París. Entre ellas se encuentran las
primeras representaciones fotográficas de los Yaghan.
La muerte prematura de Martial, en 1885, a raíz de una nueva misión en
Oriente, le impidió llevar a cabo la publicación final de la historia del viaje. Ésta
fue terminada, a partir de sus escritos, por la Comisión del Cabo de Hornos con la
participación de sus principales tenientes: J. L. Doze, L.-H. de Lajarte, R. C. de
Carfort, L. de la Monneraye.
Reprodujimos, y tradujimos aquí solamente las partes vinculadas a la
etnografía. En primer lugar, se encuentran extractos de su diario de navegación
en que describe, día a día, los encuentros con los fueguinos (agradecemos aquí a
Christine Lefèvre, quien colaboró gentilmente en nuestra selección). En seguida,
interesa el capítulo de síntesis sobre la etnografía de los fueguinos, en el cual
puede haber algunas coincidencias y repeticiones con el volumen VII, lo que hace
suponer que hubo intercambio y discusiones sobre estos temas entre Martial y
Hyades. Se presenta al final de esta Primera Parte una selección de las fotografías
reproducidas en el Tomo I, en particular, las que se referían directamente a la
misión y a los fueguinos. Pero también reproducimos aqui, gracias al apoyo del
laboratorio de Ethnologie Préhistorique de la UMR 7041 del CNRS (Centre National
de Recherche Scientifique), otras fotografías de la Misión Científica del Cabo de
Hornos que no figuraron en la edición original.

Segunda Parte: el Tomo VII


La segunda parte de este libro es una selección y reconstrucción del volumen
VII “Antropología, Etnografía”, esencialmente fruto de los trabajos del Dr. Hyades,
quien fue asistido más tarde, en París, por Deniker, bibliotecario, que llegó con
posterioridad a ser presidente de la Sociedad de Antropología de París. Además
de las observaciones de Martial en las islas, la principal fuente de información de
Hyades fue la población indígena que frecuentaba la bahía Orange: 40 Yaghan
instalados de manera más o menos recurrente, pero hasta 400 fueron los que
pasaron a lo largo de un año. La misión en tierra fue instalada por Martial a su
llegada, el 6 de septiembre de 1882, sobre la costa este de la isla Hoste, a unas
pocas decenas de kilómetros del archipiélago de Cabo de Hornos. La estación era
dirigida por el teniente de Courcelles Seneuil e incluía una quincena de personas,
entre las cuales se hallaba Hyades, un preparador del Museo Nacional de Historia
Natural encargado de las colecciones de zoología, botánica y geología (más tarde
asistido por otras dos personas), y el teniente Payen. Permanecieron un año en
esta base donde se habían construido cinco casas de madera, regaladas después
a la misión anglicana de Ushuaia. Es a Payen a quien se debe el segundo grupo
de fotografías constituido por 172 placas de vidrio. Algunas de éstas, que fueron

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reproducidas en el volumen VII son muy conocidas. Numerosas son tomas
muy “antropológicas” de frente y perfil. Pero hay otras más naturales, aunque
igualmente casi inmóviles, conforme a las posibilidades del soporte fotográfico
(gelatina-bromuro), como las del Yaghan Athlinata trabajando o lanzando su
arpón (2° Parte, Pl. I y II, p. 275) o la de familias sentadas delante de su choza (2°
Parte, Pl. XX, p. 294).
La otra fuente de Hyades surgió de las visitas de la Romanche a la misión
anglicana de Ushuaia o de la visita de Bridges a la bahía Orange cuando estuvo
enfermo. Además de algunas observaciones directas a indígenas que él y Hahn
habían tenido que cuidar, estos contactos le permitieron, así como a Martial,
productivas conversaciones con el pastor Th. Bridges, indiscutiblemente el
mayor experto de su tiempo acerca de la población Yaghan (Véase Lucas
Bridges, El Último Confín de la Tierra, Cap. X). Durante nuestra selección, que
se orientaba eminentemente hacia los documentos vinculados a la etnología,
omitimos deliberadamente reproducir los dos primeros capítulos de la obra
original (Caracteres Anatómicos y Morfológicos), ya que constituyen documentos
muy especializados de antropología física, típicos de la escuela de Paul Broca
que marcó la antropología francesa de finales del siglo XIX. Si bien no dejan de
ser fundamentales para el estudio “del hombre físico” yaghan y ofrecen una
gran riqueza de información recogida sobre un gran número de individuos,
preferimos presentar solamente al final del volumen los principales cuadros de
medidas de estos capítulos, permitiendo identificar los individuos a los cuales se
hace referencia a veces en los distintos textos y en las fotos.
La segunda parte de este libro comienza, entonces, por la introducción de
Hyades, en que incluye la historia de los viajes que dan cuenta de los encuentros
entre navegantes y fueguinos y la descripción de los principales grupos étnicos y
de su medio. Elegimos presentar, a continuación, el capítulo sobre las costumbres
y hábitos del Yaghan, inicialmente relegado al final del volumen. Luego siguen
los capítulos en que se describen los caracteres fisiológicos, patológicos y
psicológicos de los fueguinos, rasgos ubicados entre la naturaleza y la cultura
o, más bien, entre el estudio del hombre físico y del hombre social; y al final la
lingüística.
Los antecedentes de los viajes ponen de manifiesto que Hyades, y ciertamente
Martial, tuvieron conocimiento de los antiguos escritos sobre los fueguinos.
Parecen, sin embargo, haber hecho poco uso de ellos, prefiriendo la observación
directa a la compilación. Es cierto que hacia los años 80 del siglo XIX, la
información proporcionada por los navegantes sólo era general, poco detallada,
con excepción de Fitz-Roy que intentó sistematizar su conocimiento de los
distintos grupos que frecuentaban la región. El mapa etnográfico establecido por
Hyades (ver p. 53) es uno de los fundamentos hoy reconocidos de las divisiones
étnicas y de su distribución geográfica, aunque sólo se trate de una clasificación
un tanto artificial relativa a los canoeros. Este mapa debe un poco, seguramente, a
las navegaciones de Martial en los archipiélagos, y otro poco también a Fitz-Roy
y a la información proporcionada por el pastor Bridges.

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Numerosas partes de la información contenidas en el capítulo sobre
las costumbres y hábitos del Yaghan han sido confirmadas y enriquecidas
posteriormente por los etnólogos de principios del siglo XX, y, en particular, por
Martín Gusinde, constituyendo en la actualidad antecedentes vigentes de nuestros
conocimientos generales sobre el Yaghan. No obstante, quedan innumerables
detalles inadvertidos que merecerían ser exhumados, en particular, por los
arqueólogos, quienes son los únicos ahora que pueden intentar profundizar en
los conocimientos sobre estas poblaciones instaladas en la extremidad austral
de América del Sur desde hace ya seis milenios. Se podrían mencionar así, por
ejemplo, los análisis mineralógicos muy precisos de los materiales destinados a
encender el fuego (pirita de hierro contra pirita de cobre); o las descripciones de
fogones secundarios, interiores a las chozas, que podrían hacernos comprender
la función de algunos lentes de carbón observados a menudo en los conchales
hoy excavados. Asimismo, las precisiones sobre los combustibles empleados en
los hogares (coigüe y canelo) concuerdan con algunos análisis antracológicos.
Igualmente, abre interesantes perspectivas la descripción de la cocción de los
alimentos a través del uso de piedras calientes puestas en recipientes de agua,
práctica corriente entre otros cazadores-recolectores, pero inédita para esta
región.
El estudio de los caracteres fisiológicos, patológicos y psicológicos de los
indígenas se caracteriza a veces por juicios de valor subyacentes, típicos de la
época. Son, no obstante, mucho menos negativos que los de Darwin y Fitz-Roy y
reflejan bien la visión rousseauniana de Hyades y de Martial. La imagen del “buen
salvaje” (el hombre naturalmente bueno pero pervertido por la civilización), es
muy diferente de la jerarquización de las sociedades de Boas o Morgan, o de
la interpretación evolucionista de Darwin que colocaba al Yaghan en el grado
más bajo de las sociedades humanas, fronterizo con los animales. Destaca en
este sentido la negación formal por Hyades y Martial de la antropofagia entre
los fueguinos que había sido mencionada por Jacques L´Hermite y, más tarde,
por Fitz-Roy y Darwin, sobre bases obviamente frágiles. A pesar de su aridez,
estos capítulos contienen informaciones de gran riqueza: ya sea que se trate de la
pubertad, el rol de la lactancia, la mortalidad infantil registrada en la bahía Orange,
el número de glóbulos rojos de los individuos, la descripción de los partos o del
tipo de pinturas según las etapas de la vida, el tratamiento a los enfermos aplicado
por los curanderos, entre muchos otros... A veces, un detalle aparentemente sin
interés como la observación de dos casos de anencefalia de neonatos puede llamar
la atención de los arqueólogos que, como nosotros en una sepultura de Última
Esperanza, pueden encontrar esta patología tan escasa. Vistos estos antecedentes,
esta anomalía (tal vez producto de malnutrición) debió ser significativa en esta
población, dada su baja densidad. Del mismo modo, la percepción de los colores
que tenían los fueguinos, analizada detalladamente por Hyades, es un punto
importante en los estudios modernos de percepción neuronal del hombre.
Resta señalar que, cuando está comenzando la declinación poblacional de
los Yaghan, Hyades y Hahn identifican y describen con mucha exactitud las

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enfermedades de las cuales mueren en Ushuaia, principalmente la tuberculosis (que
sería seguida tres años más tarde por el sarampión), y sus causas (contrariamente
al dictamen de Bridges): el contacto con los blancos y el abandono de su vida
nómade. Así, Hyades distingue claramente los fueguinos de la misión de Ushuaia,
muy afectados por la aculturación y también muy debilitados, de los de la bahía
Orange cuya salud corporal es digna de notar. Asigna muy precisamente ésta a
un modo de vida cazador-recolector mejor preservado y a la ausencia de contacto
repetido con los blancos. Aquí cabe señalar que aunque las relaciones entre los
indígenas y la misión francesa hayan parecido muy frecuentes, no tuvieron
consecuencias epidemiológicas como las de Ushuaia.
El capítulo de lingüística, que sigue, contiene un diccionario Francés / Yaghan
de 2000 palabras. Éste puede parecer inútil, si es comparado con el diccionario
Inglés / Yaghan de Bridges, de 30 000 palabras, publicado unos años más tarde.
Sin embargo, no se trata solamente de un simple diccionario de la lengua, ni el
mérito de Hyades se agota en dar cuenta de diferencias lingüísticas entre los
indígenas de Ushuaia y los de la bahía Orange; más bien, este trabajo constituye
un verdadero thesaurus. Tal es así que muchas veces el interés está menos en la
traducción de una palabra que en el “ por ejemplo “ que sigue a la traducción.
En este caso, aparecen tanto recetas para cocinar lobos o aves como explicaciones
técnicas relativas a la habitación, las herramientas, las armas, todo lo que registra
un buen observador.
Además, Hyades está consciente de que los conceptos franceses no
corresponden siempre a los conceptos yaghanes. Él nota que la lengua de los
Yaghan puede ser a veces más valiosa, en particular la referida a la fauna y el
medio en general, o la que alude a pinturas corporales o algunas acciones de
importancia particular. Así, por ejemplo, él señala que el verbo “ cortar “ se
traduce de maneras diferentes según la herramienta utilizada, la materia cortada
o el modo de cortar; también “ caer “ es traducido diferente según se trate de algo
que cae de las manos, o que cae como una hoja, o como una piedra rodando, o
como una piedra lanzada en el aire. En breve, al lado de una simple traducción,
aparecen claramente datos fundamentales sobre la riqueza de las facultades
cognitivas de estos fueguinos.
Los Yaghan están virtualmente extintos en el presente. Nuestros conocimientos
sobre esta población nativa corresponden ahora a un conjunto de fuentes, a veces
primarias, a veces secundarias, cuya síntesis efectuó en 1937 Martín Gusinde,
a partir de sus propias observaciones sobre una población ya muy aculturada
y a los recuerdos de sus viejos informantes. También recurrió a los escritos de
sus antecesores. Usó especialmente la fuente de la Misión Científica del Cabo de
Hornos, en particular sobre la vida material, pero discrepa en algunos aspectos
morales de las observaciones de Antropología Física o las conclusiones de Hyades
sobre la religión Yaghan.
La mision se desarrolló en el marco de las expediciones científicas que
se iniciaron en Patagonia a fines del siglo XVIII con Bougainville y Cook, y
continuaron con Parker King, Fitz-Roy y otros (ver infra 2° Parte, cap. 1) durante

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el siglo XIX. Fue una empresa costosa, desinteresada, fuera de toda consideración
política, mercantil o turística, que produjo una obra enciclopédica considerable,
cuyo estudio de los Yaghan es apenas una de las áreas de una investigación
monumental. Esta obra, que da cuenta de un patrimonio cultural y natural hoy
destruido o en peligro, merece mucho más que dormir en las bibliotecas de
Francia y es por ello que ponemos, por lo menos, la parte que concierne a los
fueguinos a disposición del público.

Criterios editoriales
La síntesis de estos documentos, la supresión de la información relativa a la
antropología física y la adición de algunas fotografías requirió una reorganización
lógica del conjunto de los capítulos. No excluye a veces algunas repeticiones
entre la información transmitida por Martial y Hyades, pues pareció interesante
enfrentar las dos visiones: la de un oficial de marina, comandante de la expedición,
buen observador de las poblaciones indígenas con que se entrevista, y la del
médico cuyo interés principal se refiere a los caracteres físicos “raciales” de estos
grupos, que también se consagró con una gran conciencia al estudio del hombre
“moral”, en la realidad social, yaghan.
La traducción de los dos volúmenes es muy diferente. Para ayudar a la
comprensión del texto, se actualizó ligeramente la del volumen I, realizada a
principios del siglo XX en el Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile, con el
vocabulario de entonces. Una arqueóloga efectuó una excelente traducción del
volumen VII, especialmente para esta edición. Se conservó para el conjunto las
normas editoriales originales, españolas para el volumen I y francesas para el
volumen VII. Éste es el caso, en particular, para las singularidades ortográficas
antiguas del volumen I, y para los convenios de fonética, puntuación o
mayúsculas del volumen VII, que corresponden a normas muy estrictas y hoy
en día anticuadas del Museo Nacional de Historia Natural francés. Para mayor
claridad, los distintos gentilicios Yagan, Yaagan, Yamana se normalizaron bajo
el término más frecuentemente empleado por la Misión Científica de Cabo de
Hornos: Yaghan, con mayúscula, sin plural, de acuerdo con las convenciones de
la época. Nos permitimos también corregir los muy escasos errores de impresión
de los textos originales.
La taxonomía animal mundial estaba aún en proceso de elaboración a fines
del siglo XIX. La Misión Científica hizo lo correspondiente para esta región en
los volúmenes consagrados a la vida animal. Sin embargo, los viajeros y hasta los
etnólogos del siglo XX (Gusinde y Emperaire) siguieron utilizando por mucho
tiempo una terminología común, que se ha convertido en impropia. Martial
y Hyades siguen esta norma. Así, designan generalmente a los otarios con el
término foca, más raramente por otaria. Ahora bien, según la nomenclatura
moderna, no existen focas en el hemisferio meridional, excepto la foca leopardo
(Hydrurga leonina), muy excepcional en Patagonia. Los pinnípedos disponibles
cazados por los Yaghan, son esencialmente otarios o lobos marinos de dos

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especies: el lobo fino (Arctocephalus australis) y el lobo común (Otaria flavescens).
Sustituimos sistemáticamente foca por lobo marino. Del mismo modo, a veces
los autores parecen utilizar indistintamente el término de delfín o marsopa, que
es un pequeño delfínido común en Europa. Esta distinción taxonómica es más
difícil de establecer en Patagonia y preferimos utilizar la denominación general
de tonina. Finalmente, el término francés de “bernache” o “bernicle” no tiene
equivalente exacto en español. Lo tradujimos por la palabra compuesta que nos
pareció más cercana: ganso silvestre, que puede representar tanto los caiquenes
como las carancas.
Para su cartografía, Martial había utilizado los topónimos ingleses de Fitz-
Roy o los franceses para los lugares geográficos por él descubiertos. Algunos de
estos nombres han sido hoy hispanizados. Ésta es la razón por la que se eligió
añadir un nuevo mapa modificado a partir del mapa etnográfico aparecido en
el volumen VII, donde se señalan geográficamente los lugares de encuentro de
Martial con los fueguinos (mapa, p. 53).
Agradecemos tambien al señor Oscar Delatorre por facilitarnos gentilmente
la obra original.
La finalización de este libro fue favorecida por el proyecto de cooperación
franco-chileno Ecos-Conicyt (C04H01) que permitió una estrecha colaboración
de los editores.

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PRIMERA PARTE:

LOS INDÍGENAS
SEGÚN MARTIAL

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I. DIARIO DE VIAJE DEL COMANDANTE MARTIAL
(EXTRACTOS)
7 de Septiembre 1882 – Punta Lephay (mapa, p. 53, n°1)
En la mañana del 7 de septiembre recibimos la visita de una quincena de
indigenas embarcados en dos piraguas; venian de una choza situada cerca de la
puntilla de donde habiamos visto subir la humareda el dia anterior. Un hombre,
de pié a proa, nos saluda continuamente con el tradicional y a ma schuna que
ibamos a tener que oir tantas veces en lo sucesivo; este saludo, que significa mas
o menos: sed benevolos conmigo, va acompañado con el grito: biscuit, endauba,
proferido por todos juntos. Las piraguas no tardian en atracarse al costado del
buque i se les arroja un poco de galleta, que los fueguinos devoran con avidez.
Uno de ellos sube a la cubierta i pronuncia algunas palabras en inglés, lo que nos
confirma la idea de que estos indíjenas han tenido anteriormente relaciones con
hombres civilizados. Es dificil imajinarse un espécimen más triste de la especie
humana que el que tenemos a nuestra vista, i aunque esta primer impresion ha
sido mui modificada posteriormente, alcanzamos sin embargo a comprender el
efecto que han producido sobre los viajeros que los han visto por primera vez. Es
a esta primera impresion, sin duda, a la cual se debe atribuir la severidad de las
opiniones que se han emitido respecto de esta raza infeliz i desheredada.
Pequeño y contrahecho, con el cuerpo enteramente desnudo, el hombre trepa
por la escala y se acerca con un andar lento y con el cuerpo doblado hacia delante;
sus cabellos largos y lacios caen sobre un rostro que desaparece por decirlo asi, bajo
capas de mugre y de pintura; este es el mismo hombre descrito por Wilkes y por
Darwin. En la piragua hombres y mujeres se mantienen acurrucados y apiñados
sobre un lecho de hierba seca, en torno de un fuego que arde constantemente.
Las mujeres, lo mismo que los hombres, no llevan mas vestidura que una piel de
nutria echada sobre el hombro; algunas tienen la cara pintada de negro y cobijan
entre sus piernas a sus niños desnudos, que lanzan gritos cuando nos miran;
parecen sufrir a causa del frio y piden constantemente galleta con voz lastimera;
se les arroja trajes viejos con los que se cubren inmediatamente. Pasan de esta
manera el dia a lo largo del costado del buque, volviendo solamente a tierra al
caer la tarde.
(Anuario Hidrogr. de la Marina de Chile, p. 289-290 / Mission Sc. du Cap
Horn: p. 30-31)

9 de Septiembre 1882 – Bahía Orange, Isla Hoste (mapa, p. 53, n°1)


Vi con agrado que nuestros vecinos indígenas habían recojido algunas tablas
del cargamento de la víspera que habian sido arrastradas por la marea i nos las

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habian restituido; esto era de buen agüero para nuestras futuras relaciones, i
recompensé con un poco de galleta la honradez de que habian dado prueba en
esta circunstancia.
(p. 293 / p. 33)

12-14 de Septiembre 1882 – Bahía Orange, Isla Hoste


Nuestros vecinos los indíjenas observan con mucho interés todos nuestros
preparativos de instalación. Las relaciones con ellos continúan siendo amistosas;
algunos trajes viejos, galleta i otras cosas dadas de vez en cuando hacen de
ellos unos escelentes amigos. Todavía no se ha notado ningun robo cometido
por alguno de ellos; no obstante ejercemos mucha vijilancia para evitar que
estas buenas disposiciones cambien i para acostumbrarlos al respeto de nuestra
propiedad.
(p. 296 / p. 36)

6 de Octubre 1882 – Bahía Orange, Isla Hoste


En la tarde del 6 de octubre percibimos a seis piraguas en la entrada de la
bahía; no tardaron en llegar a nuestro costado, i uno de los naturales, vestido i
pintado como los otros, subió a bordo. Hablaba bastante bien inglés i leía casi
correctamente en un libro que le hice dar por pedido suyo.
Estos indíjenas vienen de Packsaddle i piensan establecerse en la bahía Orange;
poco después se retiraron i fueron instalarse en el fondo de la bahía, en la choza
que ya ocupaban nuestros antiguos conocidos. Al dia siguiente, el indíjena que
hablaba inglés volvió a bordo en la mañana i me pidió permiso para quedarse con
nosotros. La ocasión era buena; yo tenía necesidad de un intérprete, i este hombre,
llamado Yacaif, podía prestarme útiles servicios. Consenti, pues, en guardarlo a
nuestro lado, lo hice asear i vestir con ropa vieja de la jente i le autoricé además
para bajar a tierra todas las noches. Al dia siguiente, por la mañana, vi a 409
(nombre con que los marineros se complacían en llamarlo siempre), gratamente
ocupado en sus nuevas tareas. El contramaestre lo había agregado al servicio de
la bomba, como puesto de limpieza, i se desempeñaba con mucho celo en este
trabajo, con seguridad enteramente nuevo para el.
(p. 305 / p. 45)

15 de Octubre 1882 – Bahía Orange, Isla Hoste


Tuvimos una pequeña alarma el 15 de octubre; uno de los fueginos, pasando con
un hachon encendido cerca de nuestras casas, habia pegado fuego a los arbustos
que las rodean. El incendio ganó pronto los árboles vecinos i estos amenazaban
la casita de nuestra gente. Felizmente nuestros obreros estaban trabajando cerca
de allí, por lo que pudieron marchar apresuradamente en socorro de nuestros
trabajos i despejaron rápidamente los alrededores del edificio. Esto sirvio de
leccion i lo sucesivo procuraríamos ponernos al abrigo de accidentes parecidos,
cuyas consecuencias era fácil prever, desde que las casas eran esclusivamente
de madera blanca. Se prohibió por de pronto a los indíjenas andar con tisones;

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el que había sido autor inocente de esta alarma había sido maltratado por los
marineros, que habían atribuído el incendio a malicia; yo dí ordenes severas para
evitar estos procedimientos que podían acarrear la venganza de los salvajes, i se
tomó al mismo tiempo todas las precauciones necesarias para evitar cualquier
eventualidad del mismo jénero.
(p. 307 / p. 47)

14 de Diciembre 1882 – Bahía San Martín, isla Hermite, Archipiélago del


Cabo de Hornos (mapa, p. 53, n°2)
En la berma encontramos dos chozas de fueguinos, entonces abandonadas,
un poco diferentes por su construcción a las de la bahía Orange; su cúspide es
redondeada en vez de ser puntiaguda. En las inmediaciones crecen en abundancia
diversas plantas silvestres útiles (coclearia, apio, etc.).
(p. 365 / p. 102)

25 de Diciembre 1882 – Isla Grévy, Archipiélago del Cabo de Hornos


(mapa, p. 53, n°3)
El dia siguiente recibimos la visita de una piragua montada por dos
indíjenas que ya habíamos visto en la bahia Orange, lo que prueba las continuas
migraciones i la frecuencia con que se comunican los de una isla a otra. Estos nos
trajeron algunas pieles de nutrias que cambiaron por galleta i trajes viejos. Tienen
relaciones bastante frecuentes con los cazadores de lobos marinos que fondean a
menudo en esta bahía. Poco tiempo antes de nuestra llegada a estos parajes esta
ensenada había sido teatro de un acto de barbarie por parte de estos cazadores.
A consecuencia de una disputa motivada por el rapto de algunas mujeres, los
marineros de una goleta habían asesinado una quincena de estos desgraciados
indíjenas, que reclamaban por lo sucedido. Aunque conservaban todavía el
recuerdo de esta matanza, los indíjenas conservaban todavía el recuerdo de esta
matanza, los indíjenas se mostraban alegres i confiados; tomaban parte en los
juegos de la jente e imitaban con gran perfeccion todos los movimientos que esta
ejecutaba ante ellos.
(p. 369 / p. 107)

4 de Enero 1883 – Bahía Orange, Isla Hoste


Hasta el 4 de enero éste se mantuvo constantemente malo. Ese dia vimos
entrar en la bahía seis piraguas de indíjenas, los cuales fueron a instalarse, como
de costumbre, en las chozas situadas en el fondo de la bahía. Su llegada coincidió
con la de grandes cardúmenes de peces parecidos a la pescadilla i de los cuales
se cojió una gran cantidad con el trasmallo. El dia siguiente por la mañana la
balandra de la mision inglesa vino a fondear cerca de nosotros en la ensenada de
la Comisión, trayéndonos la correspondencia de Europa, que su capitan había
tenido la bondad de tomar a su paso por Punta Arenas.
(p. 371 / p. 109)

21
5 - 13 de Enero 1883 – Bahía Orange, Isla Hoste
Durante la corta estadía que hicimos entonces en la bahia, el fueguino que
habíamos embarcado como intérprete en Uschuaia pidió, permiso para dejarnos;
sin embargo parecía estar contento i feliz a bordo; en la mañana de ese mismo
dia el señor Bridges me había dicho que aquel deseaba permanecer con nosotros;
pero a consecuencia del carácter versátil de estos indíjenas, habia modificado en
tan corto tiempo su resolucion. Posteriormente lo volví a ver, radicado i casado
en Uschuaia, i desde entonces mui pocas veces volvió a subir a bordo.
(p. 372 / p. 110)

16 - 23 de Enero 1883 – Bahía Orange, Isla Hoste


De las inmediaciones llegaron luego 7 u 8 piraguas de fueguinos, como
acontecía comunmente cuando veían llegar el buque, atraídos por los repartos de
alimentos i de ropa que casi siempre les hacíamos; no obstante algunos pequeños
latrocinios que cometieron en ocasiones, nuestras relaciones con ellos, tanto en
tierra como a bordo, continuaban siendo amistosas.
(p. 375 / p. 112)

24 de Enero 1883 – Bahía Packsaddle, Isla Hoste (mapa, p. 53, n°4)


Salimos de allí en la mañana siguiente para ir a reconocer la bahía Tequenica,
vasta entrada que se abre en la costa occidental de la isla Hoste. Este gran brazo
de mar se interna hasta unas 20 millas hacia el interior de las tierras, entre dos
cadenas de elevadas montañas; las del lado norte están siempre cubiertas de nieve
i surcadas por ventisqueros que terminan a 200, a 300 metros de altitud. Una de
estas cumbres, situada cerca del fondo del estuario, remata en picachos agudos
i empinados, característicos por su forma, que recuerda la de una corona. Este
brazo de mar hace una inflexion hacia el norte en esa parte i se angosta mucho, i
concluye algunas millas mas lejos en una entrada obstruida por bancos de arena
i piedra. La profundidad es jeneralmente mui grande hacia el este, en la parte
oriental del brazo, cuya direccion media es de este a oeste; disminuye mucho
en la segunda parte, que concluye en un istmo bajo i angosto que los indíjenas
atraviesan con sus piraguas para ir de Tequenica al seno Año Nuevo. No vimos
ninguno de ellos en nuestra escursion, ni fuego alguno que hiciera suponer su
presencia; sin embargo algunas chozas abandonadas que encontramos en partes
del trayecto manifiestan que los fueguinos transitan con frecuencia por este paso
para comunicar de uno a otro brazo.
En la noche volvimos a fondear en Packsaddle, de donde salimos en la mañana
siguiente.
(p. 376 / p. 114)

25 de Enero 1883 – Canal Murray (mapa, p. 53, n°5)


En la entrada del estrecho Murray i en la puntilla que forma su estremidad sur
había una veintena de indíjenas que nos miraron pasar sin aparentar la menor
sorpresa. Se dedican a la pesca, que debe ser mui productiva en este angosto

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paso, a juzgar por el gran número de peces y de pájaros de mar que saltan
continuamente encima de la superficie de las olas. Esa misma noche fondeamos
en Uchuaia, cerca del Allen-Gardiner. (...) Aproveché nuestra presencia en este
punto para visitar detalladamente el establecimiento de Uchuaia. El pastor que
lo dirije, el señor Bridges, me obsequió algunos objetos de colección importantes,
principalmente osamentas humanas, que los indíjenas le traían, según me decía,
sin dificultad alguna. Me suministró interesantes datos sobre las poblaciones
de esta rejión, que ha podido estudiar completamente, gracias a un perfecto
conocimiento de su idioma. Me hizo ver dos de los fueguinos que han viajado
recientemente por las principales capitales de Europa i que han estado durante
algun tiempo en el jardin de aclimatacion de Paris. Estos infelices habían sido
tomados en la isla Clarence por una especie de empresario aleman, según supe
en Punta Arenas, en número de once entre hombres, mujeres i niños; los mas
sucumbieron en Europa i ahora no quedan mas que dos, un joven i una niñita.
(p. 376-377 / p. 114-115)

29 de Enero 1883 – Bahía Lapataia (mapa, p. 53, n°6)


En la tarde recibimos la visita de los habitantes del lugar, embarcados en dos
piraguas. Están vestidos, como todos los de la parte oriental del canal, cultivan
algunas pequeñas huertas i saben algunas palabras de inglés; con todo no
alcanzan a formar en Lapataia una poblacion de importancia.
...
Cerca del fondeadero se ve una reducida poblacion formada por media docena
de chozas i algunos huertecitos donde crecen papas i nabos, que los indigenas
vinieron a cambiarnos por galleta i trajes viejos. Estos seres parecen mansos e
inofensivos; cuando estaban a bordo uno de ellos fue victima de un percance que
podria haber sido de consecuencias: una escopeta cargada, dejada por descuido
apoyada contra la borda del buque, fue derribada por alguien y salio el tiro, yendo
a herir a algunos individuos, y entre ellos al fueguino de que se trata; por felicidad
las heridas resultaron de poca gravedad y la cosa paso poco de un susto.
(p. 379 / p. 116-117)

31 de Enero 1883 – Bahía Awaiakihr, costa norte de la isla Hoste (mapa,


p. 53, n°7)
Las altas montañas que bordean la ensenada se unen por un istmo bajo de unos
1500 metros de ancho que separa las aguas del canal Beagle del seno Ponsonby
(se trata del famoso Paso de Indios Awaiakihr, nde).
Encontramos habitantes en la caleta. Los indíjenas, cuyas chozas divisábamos
sobre la punta oriental de la entrada, habían encendido tres grandes fogatas
cuando nos percibieron, i tan pronto como fondeamos se acercaron al buque
en número de 42, montados en 7 piraguas; se les hizo algunos regalos i en la
tarde regresaron a sus viviendas. Pertenecen de una manera evidente a la misma
tribu que los de la bahía Orange i de todo el canal Beagle; pero parecen mas
miserables que todos los que hemos visto en la parte oriental de ese canal: andan

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casi desnudos i parecen bastante recelosos, lo que proviene de que sus relaciones
con la mision de Uchuaia son poco frecuentes. Una de las mujeres que habían
quedado, como es costumbre, en una de las piraguas, andaba trayendo un gaban
de marinero. Se trató de examinar de cerca ese traje, para conocer su proveniencia,
pues algunos de nuestros marineros solían cambiar parte de su ropa por pieles
de nutrias u ornamentos, por mas que esto fuera severamente prohibido; pero
la astuta fueguina no quiso consentir de ninguna manera en deshacerse de la
prenda con que se había vestido, i hasta se arrojó al agua cuando un cabo de mar
quiso bajar a la piragua en que iba. Se alejó nadando con destreza i fue recojida
por otra piragua que corrió tras ella hacia la costa a toda fuerza de canalete; no la
volvimos a ver el dia siguiente cuando los demás indíjenas vinieron a bordo.
(p. 381 / p. 118-119)

8 de Febrero 1883 – Isla Chair (mapa, p. 53, n°8)


Delante de la isla Chair habían salido a nuestro encuentro dos piraguas que
venian de una de las entradas de la costa norte; los indíjenas que las tripulaban
pertenecían a la tribu de los Yaghan, como los del canal Beagle; como ellos
andan trayendo solamente algunas pieles de nutria i sus piraguas i sus armas
son idénticas a las que hemos visto anteriormente. Traían cuatro pieles que
cambiaron por galleta i ropa. En la bahía Ballenas también recibimos la visita de
indíjenas venidos en una piragua del otro lado del canal; estos eran dos hombres,
dos mujeres i dos niños, i traían barbas de ballena, lo que manifestaba que debia
haber uno de estos animales varados no lejos del lugar.
(p. 389-390 / p. 127)

9 de Febrero 1883 – Isla O’ Brien (mapa, p. 53, n°9)


Mientras estábamos fondeados cerca de las islas del medio se nos acercó una
piragua que nos había seguido durante algún tiempo i que parecía venir de la
isla Stewart; estaba tripulada por 3 hombres, 2 mujeres i 2 niños, i aquellos nos
cambiaron una piel de nutria por galleta y por ropa. Uno de ellos estaba vestido
con un paletó con botones de forma chilena, hablaba algunas palabras de español i
nos pidió tabaco. Parecía de carácter alegre, i, durante todo el tiempo que estuvo a
bordo, no dejó de bailar, saltando alternativamente sobre cada pié. Estos indíjenas
pertenecían a la tribu de los Yaghan; se visten como éstos con pieles de nutrias, i
sus piraguas i diversos utensilios son los mismos que los que ya habíamos visto
mas al este; pero el dialecto Yaghan que hablaban estaba un poco alterado.
(p. 391-392 / p. 128-129)

9 de Febrero 1883 – Isla Burnt (mapa, p. 53, n°10)


Fuimos en la tarde del 9 de febrero a fondear en una pequeña ensenada de la
costa este de esta isla...
La pequeña caleta delante de la cual estábamos fondeados es formada por
una lijera anfractuosidad de la costa, que es bastante boscosa en este lugar. Una
choza abandonada, construida a proximidad de la playa, denota que la isla es a

24
veces visitada por los indíjenas de la comarca. Es probable que en esta caleta fué
donde Fitz-Roy encontró una parte de una chalupa que los indíjenas le habían
robado durante una noche oscura, cerca del cabo Desolacion. Un oficial Murray
bajo cuyas ordenes iba esa embarcacion, hizo construir una especie de canasto
con varas entrelazadas i revestido con pedazos de lana, i en esta embarcacion
improvisada, 3 hombres resueltos se dirigieron hacia el Beagle, fondeado a
unas 15 millas de allí, en el puerto Townshend, en la isla San Pablo. Fitz-Roy
emprendió inmediatamente la persecucion de los ladrones, se detuvo en la isla
Burnt i aprehendió a unas cuantas mujeres i niños, que guardó como rehenes.
En varias de las islas vió muchos indicios de haber estado allí los ladrones, pero
no logró recuperar su chalupa; mientras tanto sus prisioneros se le escaparon,
escepto 3 niños, entre los cuales se encontraba una niñita que llamó Fuegia Basket
i que llevó a Inglaterra con 3 jóvenes fueguinos, de los cuales dos pertenecian a la
misma tribu que aquella, la tribu alakaluf, i el tercero a la tribu Yaghan. Cuando
Fitz-Roy volvió con la Beagle a la Tierra del Fuego, trajo 2 de los jóvenes (el otro
había muerto) i la niña, la cual se casó con uno de sus compañeros de cautiverio,
llamado York Minster, i fijó su residencia en las inmediaciones de la isla Burnt.
Estaba en vida todavía en la época de nuestro viaje; pero todos los datos que
pude recojer están conformes en que no habia conservado ningun recuerdo ni
rastro alguno de la instruccion que había recibido i de la civilizacion que había
visto en Inglaterra; sin embargo, después de su regreso había estado en repetidas
ocasiones en el establecimiento inglés de Uchuaia. El otro sobreviviente, llamado
Jemmy Button, pertenecía a la tribu de los Yaghan i residía en Woollya, al sur del
estrecho Murray. Era, segun me dijeron los misioneros, que lo habían conocido
mucho, un hombre débil i sin enerjía, que no les fue de mucha utilidad cuando
vinieron a establecerse en estas rejiones.
(p. 392-393 / p. 129-130)

11 de Marzo 1883 – Ensenada Banner, isla Picton (mapa, p. 53, n°11)


En la mañana del 11 de marzo hice una escursion hacia la estremidad de
la ensenada Banner. Para ello se puede caminar por un pequeño sendero que
acompaña a un arroyo que corre en esa parte, cubierta por una vejetacion tupida
i lozana; alli se ven corpulentos árboles que tienen un tronco cuya circunferencia
alcanza a mas de 3 metros. Encontramos una choza, la cual desarmamos
para llevarla a Francia, despues de haberla fotografiado, para poder armarla
nuevamente tal como había sido encontrada (un siglo después, no se pudo
encontrar esta choza, ni en el Museo Nacional de Historia Natural, ni en el Museo
del Hombre, en París, nde).
(p. 426 / p. 162)

11 de Marzo 1883 – Packewaia, entre la costa sur de Tierra del Fuego y Isla
Gabble (mapa, p. 53, n°12)
A eso de la 1 de la tarde zarpamos para ir a fondear en Packewaia, en la isla
Gabble, a donde llegamos al amanecer... Apenas hubimos fondeado, unas cuantas

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piraguas atracaron al costado del buque, tripuladas por unos indíjenas que ya
conocíamos; venían completamente vestidos i nos ofrecieron leche i algunos
nabos en cambio de galleta i ropa vieja. En esta ocasion, lo mismo que en varias
otras, me vi obligado a desechar la peticion hecha por varios de ellos de quedarse
a bordo, pues las mas veces aquellos a quienes yo había concedido el permiso de
hacerlo, no solo no prestaban el menor servicio, sino que se iban a los pocos dias,
llevándose las prendas de vestuario con que se les había vestido.
(p. 426 / p. 162)

28 de Marzo 1883 – Navegando para el New Year Sound


Nuestro personal se había aumentado con un indíjena llamado Yacaif, que yo
había tomado como intérprete, i que anteriormente había estado algunos dias
a bordo; criado en las Malvinas, hablaba i leía bastante bien el inglés. Después
de residir algun tiempo en Uchuaia, se había malquistado con los misioneros
por no haber querido renunciar a la poligamia; anteriormente también nos había
abandonado, temeroso, como nos lo confesó después, de que tuviésemos la
intencion de llevarlo a nuestro pais; pero nuestros regresos repetidos a la bahía
Orange habían disipado esta aprehension, induciéndolo además a ofrecernos
nuevamente sus servicios, cosa que acepté con placer; era intelijente, ladino pero
también perezoso como todos sus compatriotas. El conocimiento que tenia de la
comarca i del idioma nos ha sido útil en diferentes ocasiones, i ha vivido siempre
en buena armonía con la jente de bordo, que había dado en llamarlo n° 408 (sic,
dice 409 supra, nde), apodo al cual tomo la costumbre de responder lo mismo que
a su propio nombre.
(p. 429-430 / p. 165)

29 de Marzo 1883 – Ensenada India (mapa, p. 53, n°13)


Esta entrada forma cuatro bahías de poco saco, de las cuales la mas austral
ha sido denominada por Weddel ensenada India, con motivo del gran número
de fueguinos que encontró en esa localidad cuando llegó a ella para reparar sus
buques Jane i Beaufoy en diciembre de 1823.
Los datos que ha dejado sobre este surjidero i sobre los indíjenas del
archipiélago magallánico son bastante exactos. Ha descrito las costumbres de esa
jente con mucha sinceridad, no obstante la preocupacion que se trasluce en su
narracion de querer relacionar los oríjenes de esta raza con la raza judía.
(p. 431 / p. 166)

11-12 de Marzo 1883 - Bahía Claire, New Year Sound (mapa, p. 53, n°14)
En uno de estos estuarios hemos asistido a la persecucion de uno de estos
enormes cetáceos por una bandada de orcas; la ballena huía rapidamente,
perseguida por sus enemigas, que se lanzaban fuera del agua para herirla
mortalmente con sus agudas aletas cada vez que ella venía a respirar a superficie.
A estos combates hai que atribuir el gran número de estos animales que van a
varar en las playas del archipielago: la ballena, al huir, penetra a veces en caletas

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poco profundas donde queda varada cuando baja el mar, después de lo cual no
tarda en ser despedazada i aprovechada por los indíjenas.
El seno Año Nuevo estaba poco poblado cuando lo visitamos. Sin embargo
hemos encontrado algunos fueguinos en la bahía Clara, lindo surgidero situado
en la entrada del estuario Lajarte. Estos indíjenas, al ver acercarse el buque,
abandonaron sus piraguas i se metieron en el bosque. Pero su escondite fué
descubierto por el ladrido de sus perros, i nuestro intérprete Yacaif los tranquilizó
respecto de nuestras intenciones i los decidió a acercarse al buque. Pertenecían a
la tribu de los Atduailios, rama de los Yaghan, cuyas costumbres i idiomas poseen;
pero son tal vez mas salvajes que sus compatriotas del oeste, cosa que proviene
probablemente de las pocas relaciones que tienen con estranjeros. Se puede
calcular su número en 200 mas o menos, i viven diseminados en los diferentes
brazos de mar que salen del seno Año Nuevo i comunican frecuentemente con la
costa oriental de la isla por el seno Ponsonby por el cual van hasta Auaiaquir, i
aun en ocasiones llegan hasta Uchuaia, i algunos de los que hemos visto hablaban
algunas palabras de inglés.
(p. 434 / p. 170)

13 de Marzo 1883 – Ensenada Coralie, Ile Pothuau (mapa, p. 53, n°15)


Algunos indíjenas, que iban i venían en la playa i que habían encendido una
gran fogata cuando nos aproximábamos, no tardaron en llegar a bordo. Uno de
ellos ya nos había visitado en la bahía Orange i allí lo habíamos retratado. Estaba
domiciliado con su familia en una islita inmediata, cerca de la cual se había
varado una ballena, cuya presencia nos había sido anunciada con anticipacion por
nuestro intérprete fuegino, el cual la había adivinado al ver revolotear encima de
esos islotes un gran número de aves de la familia de los procelosos (Procellaridae,
nde) o petreles.
Hice tomar las disposiciones necesarias para embarcar el esqueleto del
animal, cuyo cadáver yacía en la playa de una pequeña caleta de la isla Pouchet,
en un estado avanzado de descomposicion, pareciendo datar su muerte de unas
tres semanas. El cuerpo estaba entero, salvo algunos trozos de gordura que los
indíjenas habían desprendido i de un hueso de la mandíbula inferior, que habían
cortado para hacer puntas de arpones. Mediante la dádiva de algunos sacos de
galleta nos fué fácil conseguir que nos cedieran la osamenta del animal, i desde
el dia siguiente una cuadrilla de unos 30 hombres fué despachada en la chalupa
remolcada por la lanchita a vapor para comenzar la descarnadura; gracias a la
actividad de la jente, dirijida por el Dr. Hahn, el trabajo fué llevado a término en
dos dias, a pesar de la lluvia i de la nieve que no dejaron de caer. Al concluir la
operacion se advirtió que algunos huesos habian sido guardados por los fueginos,
i hubo que entablar negociaciones con ellos para obtener la restitución de todas
las piezas, las cuales entregaron en cambio de los cuchillos que habían servido
para descarnar.
(p. 437 / p. 172-173)

27
29 de Marzo 1883 – Bahía Fleuriais, Canal Beagle (mapa, p. 53, n°16)
El 29 por la mañana vimos una gran fogata en la playa, i poco después una
piragua montada por tres indíjenas atracó al costado del buque; estos pertenecían
a la tribu de los Yaghan i nos informaron que había cierto número de alacalufes
en la bahía en el momento de nuestra llegada. Habían huido, decían, al aclarar
el dia, siguiendo el brazo en una direccion opuesta a la que habíamos tomado el
dia anterior. Después que hubimos salido de la bahía vimos encenderse varias
fogatas en diferentes puntos de la orilla; los indíjenas, que hasta entonces se habían
mantenido ocultos, tranquilizados sin duda respecto de nuestras intenciones, ya
no temían dar a conocer su presencia; pero el dia se acercaba a su término i no
podíamos ocupar el tiempo con aquellos.
En la tarde del 10, despues de haber recorrido el gran estuario de la costa norte
de la isla Hoste, situado mas o menos a media distancia entre la bahia Fleuriais i
la punta Divide, fuimos a fondear a la ensenada de Auaiaquir. Toda la superficie
de este estuario estaba cubierta por una capa de hielo de 5 a 6 milimetros de
grueso, y la temperatura del agua, a inmediaciones de este campo de hielo, era de
5°, inferior como en 2° a la de la superficie del medio del canal. Esta vez la bahia
estaba deshabitada; los indigenas habian abandonado su campamento, dejando
solamente las toscas armazones de sus chozas. No era probable que fueran los
mismos que habiamos visto en la bahia Fleuriais, pues de ser asi nos habrian
seguramente reconocido y habrian venido a bordo.
El 1° de mayo estabamos de vuelta en la bahia Orange, despues de habernos
detenido durante una noche en la bahia de Lapataia. Al atravesar el estrecho de
Murray habiamos visto 15 o 16 piraguas varadas en la playa, lo que hizo suponer
que los indigenas estaban reunidos alli en numero de un centenar proximamente.
Supimos despues que esa reunion era motivada por una ballena que habia quedado
varada cerca de Woolaya, a corta distancia del punto en que nos encontrabamos.
Numerosas fogatas encendidas en la costa, en Woolaya mismo i en ambas bandas
del seno Ponsonby manifestaban que el fausto acontecimiento era conocido a gran
distancia y que cada cual venia a participar del copioso banquete. Es costumbre
segun dicen, cuando los indigenas encuentran uno de estos animales, dar a
conocer este descubrimiento a las familias de los alrededores, y en esto siguen
un precepto de los misioneros; pero esta costumbre sufre numerosas escepciones,
pues las dos familias de la isla Pothau que se nos habian anticipado en el beneficio
de la ballena varada en la isla Pouchet, parecian muy dispuestas a guardar para si
solos toda la presa que la providencia les habia enviado.
Ninguna novedad habia ocurrido, durante nuestra corta ausencia, en la
comision de la bahia Orange, salvo el hecho de que unos pillos atrevidos,
aprovechando la insuficiente vigilancia, se habian llevado algunos huesos de
la ballena traida del Puerto Cook. Era necesario precaver la repeticion de actos
semejantes, i al efecto, por conducto de nuestro interprete, hice saber a los
indigenas que en lo sucesivo cualquier robo seria castigado con severidad, i para
afirmar esta amenaza, di orden de incendiar una choza de la ensenada Forge....
(p. 444 / p. 180)

28
II. ETNOGRAFÍA DE LOS FUEGINOS POR EL COMANDANTE
MARTIAL

1.- DIVISIÓN DE LA POBLACIÓN FUEGUINA EN TRES TRIBUS: ONA,


ALACALUF I YAGHAN- RESEÑA SOBRE LAS DOS PRIMERAS.
Los indígenas que pueblan la Tierra del Fuego i el archipiélago del cabo de
Hornos, los fueguinos, como se les denomina vulgarmente, pertenecen a tres
tribus principales, que difieren esencialmente unas de otras por su aspecto, sus
costumbres i su idioma. Son: los onas, que habitan las partes boreal i oriental de
Tierra del Fuego propiamente dicha, estendiéndose hacia el sur hasta el cabo
San Pio, en la entrada del canal Beagle; los Yaghan, que toman su nombre de un
lugar del estrecho de Murray i que ocupan los dos tercios del canal Beagle, todo
el archipiélago situado al sur de él, llegando por el oeste hasta la extremidad de la
isla O’Brien o sea el principio del seno Ballenero; i los alacalufes, o alijoolipes, que
ocupan el oeste i el norte de Tierra del Fuego, como también las numerosas islas
que forman el paso Brecknock. A esta última división pertenecen las tribus que
viven en ambas costas del estrecho de Magallanes hasta la extremidad occidental.
En este estrecho es costumbre designar a los primeros con el nombre de indios de
a pié, por oposición a los indios de a caballo (patagones), i a los indígenas del oeste,
llamados indios de canoa.
Aunque no existen fronteras netamente determinadas entre estas diferentes
tribus, están en realidad separadas por obstáculos naturales o por espacios
deshabitados, especies de zonas neutras, lo cual no impide que tengan frecuentes
relaciones entre sí.
Los onas, que Fitz-Roy i otros autores denominan también yacanas-cunis,
descienden probablemente de los patagones, a los cuales se parecen bastante por
su aspecto i su idioma; su estatura es elevada (1.80 metro según Darwin), su
apariencia robusta i su habla gutural i áspera. Viven en chozas i en cuevas, se
alimentan con lobos marinos, peces i mariscos, mui abundantes en sus playas;
cazan, con el auxilio de perros, a los guanacos, cuya carne les sirve de alimento i
la piel de vestimenta, i otros animales por medio del arco i flechas. En general su
manera de vivir ofrece mucha analogía con la que tenían los patagones antes de
la introducción de los caballos en el continente.
Hai entre ellos muchas mujeres Yaghanas, fáciles de conocer por su menor
estatura; los onas las traen, ya por fuerza en las excursiones que ejecutan en el
territorio de las tribus vecinas, ya de buen grado mediante las relaciones bastante
frecuentes que mantienen con las naturales de la parte oriental del canal, por mas
que éstos parecen tenerles mucho temor. Estas uniones modifican probablemente

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los caracteres de la raza primitiva. Con todo, se posee mui escasos datos sobre
esta tribu, i los onas son los menos conocidos de todos los fueguinos.
Los alacalufes, entre los cuales hai que comprender a los llamados Pecherais
(el nombre atribuido por Bougainville a los canoeros de la zona centro-occidental
del estrecho de Magallanes, nde) difieren mucho de los onas, tanto por sus
caracteres físicos como por sus costumbres i su lenguaje. Recorren en sus piraguas
los canales que separan a las numerosas islas situadas en la parte occidental del
estrecho de Magallanes i se mantienen principalmente de la pesca; los recientes
estudios hechos en algunos individuos de esta tribu parecen demostrar que no
forman parte, a lo menos bajo el punto de vista antropológico, de la raza a que
pertenecen los Yaghan; su estatura es mas elevada (1.66 metro según Fitz-Roy) que
la de aquellos i su idioma difiere mucho; pero sus costumbres son casi idénticas.
Sus piraguas son un poco diferentes: están hechas con tablas toscamente labradas
amarradas con tendones de lobo marino, i pueden desarmarse fácilmente; las
impulsan por medio de remos largos en vez de remos cortos. Sus chozas, también
sus armas, son semejantes a las de los Yaghan, i se alimentan con mariscos, peces
i principalmente lobos marinos, cuya piel emplean para vestirse. Mas robustos y
mas atrevidos que los demás, tienen fama, en el estrecho, de pérfidos i ladrones;
pero las pocas relaciones que hemos tenido con ellos no nos ha dado ocasión
de comprobar esta afirmacion, fuera de la narración de algunos viajeros, Byron
principalmente, tampoco los justifican. Sea lo que fuere, es siempre prudente no
meterse con estos indíjenas cuando no se está acompañado por fuerzas suficiente.
A esta tribu pertenecían los fueguinos exhibidos en Paris en 1881; provenían de la
isla Clarence, situada en el estrecho de Magallanes, no lejos del cabo Froward.

2.- LOS YAGHAN.- SUS VESTIDOS, CHOZAS I PIRAGUAS; SUS


ALIMENTOS I HERRAMIENTAS DE PESCA I CAZA.- EL PERRO
FUEGUINO.
Los Yaghan, que hemos estudiado, son probablemente oriundos, lo mismo
que los alacalufes, de la parte austral del continente americano; pero, por mas que
su orijen sea quizá comun con aquellos, la sola diversidad de su lenguaje basta
para probar que han sido introducidos en épocas mui remotas en las comarcas
que ocupan actualmente.
El Yaghan es de pequeña estatura: de 121 medidas tomadas en adultos ha
resultado un promedio de 1,59 metros, siendo el máximum 1,70 i el mínimum
1,46 metro; la costumbre de andar con el cuerpo echado hacia delante i las
piernas un poco dobladas lo hace aparecer mas pequeño de lo que es en realidad.
La frente es baja, el rostro ancho i los pómulos un poco salientes; los ojos son
negros, chicos, aproximados, i casi siempre ligeramente entornados, como los de
los chinos; la nariz, bastante estrecha entre ambos ojos, a veces un poco chata, de
ventanillas anchas; la boca es grande, de labios gruesos, casi siempre entreabierta,
i los dientes son blancos, bien alineados i parejos, lo cual proviene tal vez del
desgaste ocasionado por las conchas de mariscos. Los cabellos, negros, lacios i

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lisos, caen sobre la frente; las cejas son oscuras i la barba casi nula; hai que decir
a este respecto que estos indíjenas se la arrancan cuidadosamente con pinzas
hechas con las valvas de una almeja. El cuello es corto, el tronco del cuerpo algo
largo i bien desarrollado, i los hombros anchos. Las piernas, a consecuencia de la
costumbre que tienen de estar en cuclillas, no están bien formadas, i esto hace que
parezcan contrahechas; no tienen pantorrillas i cuando están de pié la piel de la
rodilla, habitualmente estirada, forma una gruesa arruga de feo aspecto. Los piés
i las manos son comparativamente pequeños. Su color, como lo ha hecho notar
Fitz-Roy es entre cobrizo i bronceado; pero es difícil percibirlo a causa de la capa
de mugre i de pintura que casi siempre cubre su cuerpo.
La mujer es pequeña: 1,55, 1,49 i 1,45 metros representan la estatura máxima,
media i mínima resultante de 118 observaciones; su color es tal vez un poco mas
claro que el de los hombres, i cuando jóvenes sus facciones pueden ser agradables;
pero los penosos trabajos a los cuales están condenadas las marchitan temprano.
La vestidura de los Yaghan varía según la fauna de la localidad en que residen,
i consiste en una pequeña capa hecha con pieles de guanaco, nutria o lobo marino,
sujeta al cuello por una amarra de tendones i colgante por encima del hombro
opuesto al viento. La mujer anda trayendo siempre un trozo de piel amarrado en
la cintura i que cae entre las piernas. El hombre lleva a menudo la cabeza ceñida
con un cordon trenzado que le sirve de honda, i los que se dedican a la caza del
guanaco se ponen un calzado llamado quilla, hecho con el cuero de ese animal.
Muchas capas están formadas por varias pieles, cosidas unas con otras con nervios
de aves u otros animales. Pero todos estos vestidos no están cerrados i su poca
longitud abriga mui mal contra el frio; por eso los Yaghan codician mucho los
tejidos de lana, cuyas cualidades abrigadoras aprecian mui bien; lo que prefieren,
cuando negocian con los pescadores, es una frazada ordinaria de lana con la cual
se arropan cuando navegan en sus piraguas. Solamente a su pereza natural hai
que atribuir el que no traten de imitar, con los medios de que disponen, los trajes
de origen extranjero, cuya eficacia perciben mui bien. Hombres i mujeres gustan
de adornarse, lo mas a menudo por satisfacción personal, con collares hechos de
huesos de patas de pájaros, especialmente de cormoran, o bien de conchitas de
color violáceo; los huesos, cortados en redondelas, i las conchas, van ensartados
en nervios trenzados. El collar da dos a tres vueltas al cuello, i a veces lleva colgado
un pico de ostrero o pequeños caracoles que sirven de amuletos o de adornos;
otras veces cuentas de vidrio o botones reemplazan a estos ornamentos nacionales;
además de éstos, la mayor parte de los indíjenas llevan en las muñecas i en los
tobillos aros de cuero de lobo marino, i algunos, en vez de correa de la honda,
ciñen su cabeza con una faja de plumas, de la cual hai dos especies, una hecha con
plumas de cormoran invertidas i que se puede poner cualquiera, aunque se usa
poco, i otra de pluma de garza, reservada a los brujos o yacamuchos.
La pintura, aunque sea las mas veces una marca consagrada por el uso para
espresar una idea o sentimiento, sirve también de ornamentación. El fueguino
no complace en cubrirse el cuerpo, principalmente la cara, con diferentes colores
que tienen, según nuestro intérprete indíjena, un significado propio: el luto i la

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alegría, la paz i la guerra tienen un emblema diferente. La pintura se prepara
desliando una materia colorante en aceite de lobo marino, i la blanca proviene
de una especie de arcilla desmenuzable mui parecida al caolin, la roja es una
sal (¿óxido?) ferruginoso, i la negra consiste en carbon pulverizado. Un vecino
o un amigo se encarga de aplicar la pintura. El color rojo espresa, ya la alegría,
ya el sentimiento, ya la asociación que establecen entre sí dos amigos aunque
esto es raro, para hacer vida comun; el color blanco queda reservado para la
guerra i el negro para el luto. Hemos visto unas cuantas veces a las mujeres con
la cara completamente ennegrecida cuando se acercaban al bosque, sin que haya
sido posible averiguar si no se valían de esto para afearse. Con frecuencia estos
salvajes llevan la cabeza cubierta de cenizas, i no oponen dificultad para dejarse
cortar el cabello.
El Yaghan vive en una choza siempre situada en una pequeña caleta bien
resguardada de viento i mui cerca de la orilla. Está formada por troncos de árboles
enterrados por una eternidad, constituyendo así una tosca armazon cubierta por
fuera, sobre todo en la parte inferior, de césped i de ramas que dejan pasar el
humo del hogar i resguardan bastante el viento, pero que solo ofrecen un abrigo
mui insuficiente contra la lluvia o la nieve. El piso, hecho de tierra pisoteada,
tiene a menudo una forma elíptica; en el centro está el hogar, constantemente
encendido, en torno del cual viven acurrucados todos los moradores. Algunas de
estas chozas pueden contener 25 o 30 personas, i entonces hai pequeñas lumbres
suplementarias en cuya inmediación se ponen las mujeres i los niños que no han
podido encontrar colocacion cerca de la principal. Para dormir estienden sobre el
suelo pasto seco o plumas. Entre dos de los troncos que forman la armazon, en el
lado opuesto al viento, se deja la abertura. La choza que hemos llevado a Francia
tenía 2.10 metros de altura sobre 5.25 de largo por 3.70 de ancho; cuatro maderos
principales, ahorquillados en su parte superior, van colocados en los estremos de
los dos diámetros i soportan el resto de la cubierta. Otras veces la armazon está
formada por ramas arqueadas i enterradas por sus dos extremidades; una de las
chozas así construidas que hemos visto en la bahía San Martin tenía 5 metros de
largo por 2 de ancho.
Delante de la entrada se van amontonando conchas i desperdicios de todos
jéneros que forman a la larga pequeños montículos, casi de la misma altura que
la choza i que abrigan la entrada de ésta. Allí se forma una tierra mui fértil para
la vegetación, tanto que en la proximidad de estas viviendas crecen siempre
gramíneas, flores, apio i coclearia silvestres, etc.
Se usa otra especie de choza, mas rudimentaria aun que la anterior. Cuando
el fueguino está de viaje, construye en la tarde un abrigo para pasar la noche;
unos cuantos palos encorvados i algunas matas o ramas proteje mas o menos a
la familia apiñada alrededor de la lumbre; llegado el dia, se prosigue el viaje. Al
cabo de poco tiempo las cenizas i algunas ramas hincadas en tierra constituyen
el único indicio de haber pasado por allí el hombre. Se encuentra a menudo al
paso estas chozas abandonadas desde tiempo atrás; sea altruismo, sea pereza, el
fueguino no destruye nunca el albergue que le ha servido.

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Por mas que una pequeña tarde de los Yaghan se mantiene de la caza i
permanece mas o menos tiempo en tierra, se puede decir que la mitad de su
existencia transcurre en sus embarcaciones que poseen, i por eso, aunque la
hechura de esas embarcaciones no requiere mucha industria ni mucho trabajo,
representan para ellos un bien tan valioso como puede serlo un caballo o un
camello para el árabe. La piragua se compone de trozos de corteza de haya (Fagus
betuloides) asegurados en una armazon de maderos encorvados i justapuestos;
algunos travesaños, colocados de trecho a trecho, mantiene la separacion de los
costados, cuya regala es de palos lisos, para no lastimar el brazo que maneja la
pagaya o canalete; por fin, en las dos extremidades trozos de corteza de forma
triangular adornan i terminan en punta la embarcación i van asegurados en
los ultimos travesaños. Todas estas piezas están amarradas por ligaduras de
tendones trenzados, de juncos o de barbas de ballena. Por dentro hai, en la parte
central, una especie de forro hecho de trozos de corteza entre los cuales se deja un
espacio para achicar el agua, que penetra en abundancia por muchas aberturas,
por mas que todas estas hayan sido calafateadas con musgo i paja mantenidos
por costuras. En el centro hai un lecho de tierra margosa donde se conserva un
fuego constantemente encendido. La eslora de la embarcación varía entre 4.50 i 5
metros, siendo la manga de 80 centímetros i el puntal de unos 70. Los hombres se
colocan a proa i las mujeres i los niños a popa; aquellas, mirando hacia delante,
impulsan i gobiernan la embarcación con dos pagayas de mango algo largo que
manejan apoyando el sobaco en la regala. Comúnmente el fondo está tapizado
de paja. A proa se ven las armas i los utensilios de pesca colocados sobre los
travesaños i que sobresalen de la extremidad; a popa se ven canastos de junco
tejido que encierran mariscos i diversos objetos. Hai piraguas de esta especie que
pueden llevar 8 o 10 personas; son mui estables i bastante resistentes; sin embargo
suelen ocurrir algunos accidentes. Su ligereza les permite pasar fácilmente sobre
los lechos de sargazos que circundan casi siempre los contornos de las costas.
Cuando el viento es favorable, se iza un trapo cualquiera o un cuero de lobo
marino a guisa de vela, cosida con fibras de junco a una pequeña verga sostenida
por un palo asegurado en uno de los travesaños mediante una amarra hecha con la
rama flexible de un arbusto, cortada i preparada como mimbre. Cuando la familia
regresa de la pesca, la embarcación se hala en seco para la noche, i con el objeto de
no dañarla por el roce de las piedras, se comienza por quitar cuidadosamente las
que hai en el camino que debe seguir, i éste se guarnece de sargazos para facilitar
el deslizamiento de la piragua. En el canal Beagle hemos encontrado una vez una
piragua hecha con un tronco cavado; pero las embarcaciones de esta especie son
escasas i mas pesadas que las otras. Los alacalufes de la costa occidental usan
canoas de tablas unidas con tendones o amarras de junco; son mayores que las
empleadas por los Yaghan i pueden desarmarse fácilmente cuando es necesario
atravesar uno de esos istmos estrechos i bajos que unen tan frecuentemente a estas
islas. Se desarma entonces la canoa, cada cual toma su tabla, i se la reconstruye
en el otro lado. Para impulsarlas se valen de remos toscamente fabricados i para
gobernarlos usan una bayona.

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Los instrumentos de pesca comprenden tres especies de arpones o fisgas i un
palo largo i partido en tres tiras en una de sus extremidades, formando un tridente
con el cual cojen los erizos del fondo. Los arpones consisten en varas rectas i lisas
de 3 metros mas o menos de largo i terminadas por puntas de 20 centímetros,
comúnmente de huesos de ballena, fijadas al palo por una tira de cuero de lobo
marino. Hai varios sistemas de puntas; algunas tienen una barbilla a 1 centímetro
de la extremidad; otras tienen en un lado una serie de barbillas pequeñas i agudas;
otras se parecen a las primeras, pero están apenas sujetas al palo, al cual van
unidas además por una larga correa de cuero, quedando así cautivo el animal
herido. Los indíjenas disparan estos arpones con mucha destreza, tomándolos
mas o menos por su parte media i apuntando con el ojo derecho. Suelen emplear
esta arma para cazar animales terrestres, pero usan generalmente la honda para
los pájaros. Esta honda consiste en un pedazo de cuero i dos cordones de tendones
de lobo marino o de tripas de ave ingeniosamente trenzadas; con esta arma
disparan guijarros redondeados como hai en todas las playas. Por fin los Yaghan
que residen en la parte oriental del canal Beagle emplean también arcos i saetas
para matar guanacos, que se encuentran en gran numero en la parte oriental de
Tierra del Fuego i en la isla Navarino. El arco varía entre 1.20 i 1.50 metro de largo;
las saetas, que guardan en una aljaba de piel de nutria, son de madera liviana, de
80 a 90 centímetros de largo i con puntas de hueso, de diorita o de obsidiana; pero
estas provienen de los onas, porque los Yaghan no saben trabajar el vidrio ni la
obsidiana. El material de pesca comprende además dos o tres canastos de junco
con mucho arte, destinados a guardar diversos utensilios: cuerdas para pescar,
saquitos hechos con esófagos de lobos marinos, pedernales, cuchillos, pedazos
de fierro, peines hechos con mandíbulas de toninas, etc. Las cuerdas para pesca
son de tendones o de tallos de sargazo trenzado, i llevan en su extremidad un
fragmento de pluma encorvada que sirve de anzuelo i donde se pone el cebo; el
pez lo coje ávidamente i es tirado rápidamente hacia la embarcación antes que
haya soltado. Por fin se ve en todas las piraguas el pequeño balde de corteza
cosida que sirve para achicar.
La alimentación de estos infelices salvajes explica mui bien su jenero de
existencia. Los mariscos (almejas o choros, lapas i erizos) constituyen la base de su
comida habitual; los comen en todas épocas del año, por mas que estos animales
no tienen siempre el mismo sabor; pero los escojen con atención i desechan los
que no les parecen de buena calidad. Prefieren las almejas, que se encuentran en la
parte central de los bajos tan frecuentes en estas costas. La recoleccion del marisco
está reservada a las mujeres, que a menudo tienen que echarse al agua para ir a
buscarlo; nadan a semejanza de los perros. Traído el marisco, lo ponen al fuego,
i cuando la concha está abierta sacan la carne con la uña del pulgar. Cuando la
familia posee algun tarro de fierro, cuecen las almejas en agua hirviendo i lo tragan
quemante. El erizo es también para ellos un manjar de predileccion i se come
siempre, “aun cuando no queda hambre”, según nos decía nuestro lenguaraz,
que ponía de buenas ganas este dicho en práctica. Los fueguinos comen también
cangrejos, los peces que se encuentran en gran número en los sargazos de la orilla

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durante el verano, los pingüinos, algunos otros pájaros, los escasos cuadrúpedos
que viven en estas islas, la carne de lobo marino, cuando pueden capturarlos, i la
de ballena, cuando uno de estos enormes cetáceos viene a vararse en la playa. Esto
último constituye un acontecimiento de los mas afortunados para estos infelices
seres. Entonces las piraguas cargadas de jente acuden de los alrededores; la grasa
y la carne son cuidadosamente despedazadas i cada cual se lleva lo mas que
puede, los trozos se colocan en algun charquito cerca de la choza i se cubren con
piedras i palos para resguardarlos de los zorros i de los perros. La familia se surte
en estos depósitos cuando los alimentos acostumbrados hacen falta, por mas que
a veces esta carne esté en estado de descomposición mui grande i despida un olor
insoportable; pero esto no parece inspirarle repugnancia. Aprecian sobre todo el
aceite de estos animales i chupan con deleite pedazos de grasa de lobo marino,
aunque comúnmente no comen la carne cruda. Cuando los malos tiempos, tan
frecuentes en estas rejiones, durante mucho, la pesca se hace imposible i los escasos
recursos guardados se agotan pronto; en tales circunstancias comen unos hongos
que crecen en las hayas i que son mui abundantes, i aun en esas apremiantes
circunstancias, rechazan tenazmente ciertas carnes, principalmente la del perro,
del zorro o del ratón, a la cual manifiestan mucha repugnancia, porque estos
animales desentierran i comen cadáveres. Este solo hecho bastaría para hacer
dudar de las costumbres de antropofajia que se les atribuye generalmente; en
conocimiento mio, ningun hecho confirma la costumbre cruel de comerse a las
mujeres viejas, de que da cuenta Fitz-Roy. Ellos mismos protestan enérgicamente
contra esta acusacion en cuyo apoyo no se ha dado por otra parte ninguna prueba
seria; aun mas, numerosos acontecimientos, principalmente las circunstancias de
la matanza de la tripulacion de la balandra de la mision inglesa según se verá mas
adelante, parecen probar lo contrario. Ciertas narraciones, como la tan patética
del naufragio del Wager, por Byron, prueba que los sentimientos de humanidad
no son del todo estraños a estas jentes, a pesar de la crueldad habitual. A propósito
de las carnes que les causan repugnancia, conviene decir que el perro goza tal vez
de esta inmunidad a causa de los servicios que presta i que ellos saben apreciar.
El fueguino bebe mucho i exclusivamente agua; mui distinto en esto de su
vecino el patagon, no le gusta el vino ni el aguardiente. Esta aversión, notada
por todos los viajeros, desaparecerá tal vez mas tarde. Los de ellos que han
estado en relaciones con los cazadores de lobos marinos suelen ser aficionados al
aguardiente i pedir esta bebida; pero son mui pocos, i en suma se puede decir de
esta raza que es sobria. Durante la comida van a beber al arroyo vecino, a veces
tendiéndose en el suelo, otras tomando el agua con una especie de pipeta hecha
con un hueso de pata de cormoran, o bien acarrean el agua cuando tienen algo
en que poder hacerlo.
La descripción de la familia fueguina no sería completa si no se agregase la del
perro, que forma por decirlo así parte de ella. Pequeño i feo, de pelo largo i fulvo
i de hocico puntiagudo, se parece bastante al zorro. Es mui apegado a sus amos
i ladra con furor tan pronto como divisa un estraño, cuya aproximación anuncia.
Para adiestrarlo i para desarrollar sus facultades, se le abandona a veces mui

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joven en alguna choza aislada; de esta manera se pone buen cazador, i después se
le enseña a traer las presas a la choza. Por lo demás provee el mismo a su propia
subsistencia, i a falta de otro alimento, come mariscos i pececillos ocultos debajo de
las piedras, las cuales levanta i vuelca con destreza. Es principalmente en la caza
de la nutria donde el perro es mas útil a su amo. Tan pronto como el fueguino, de
pié en la proa de su piragua, divisa la cabeza de uno de estos animales asomado
en los sargazos, emprende su persecución, lo obliga a refujiarse en medio de las
peñas de la orilla, echa los perros al agua i, armado con su arpon, se dirije hacia
el hoyo en que se ha escondido la nutria. Si la cavidad es bastante grande el
perro sigue al animal i traba la lucha; si la nutria huye, los hombres situados
en las diversas salidas la fisgan a la pasada; a veces los perros salen cruelmente
maltratados, no obstante lo cual persiguen con furor a su presa; si se les escapa
continua la persecución en piragua hasta que por fin la nutria, extenuada, recibe
el último golpe, hecho lo cual la toman i la estrangulan si aun respira, la desuellan,
i ponen a secar su piel para emplearla como abrigo.
Los fueguinos cazan pájaros a pedradas o con la honda, i también por medio
de los lazos, que consisten en cuerdas de tendones en los cuales hai de trecho en
trecho nudos corredizos de barba de ballena; buscan nidos en los escarpes de
las costas, descolgándose por medio de largas cuerdas de cuero de lobo marino;
fisgan las otarias i dos especies de peces mui parecidos al mújil i a la sarda i que
suelen nadar cerca de la superficie del agua; en tal caso, atan dos o tres arpones
juntos o bien emplean el tridente usado comúnmente para la pesca de los erizos.
Hemos dicho que los Yaghan de este cazaban con arco i saeta al guanaco, que
frecuenta las llanuras relativamente bajas de esta parte de la Tierra del Fuego.
Practican esta caza sobre todo en invierno, cuando aquel animal abandona las
montañas cubiertas de nieve para comer los brotes de los árboles que crecen en
las faldas de los cerros; se ponen en acecho detrás de un árbol situado cerca del
sendero seguido habitualmente por el guanaco i le disparan un flechazo cuando
está a tiro, o bien lo hacen perseguir por los perros, que lo obligan a echarse al
mar, donde lo cojen fácilmente con las piraguas. La carne del guanaco joven es
agradable i su piel proporciona un buen abrigo.
Ordinariamente la pesca se hace en piragua; ésta queda amarrada a alguna
mata de sargazo i cada cual echa su anzuelo al agua; el pescado, tan pronto como
es cojido, es abierto, destripado i ensartado por las agallas en unas varillas. En
ciertas épocas del año, los fueguinos pescan con canastos grandes cantidades de
un pececillo mui parecido a la sardina i que se vara en la playa sin duda para
escapar de otros; los conservan bastante tiempo teniéndolos sumergidos en agua
de mar. Su sabor se parece mucho al de la sardina i la tripulacion, cuando los
comían, estaba persuadida de que estos pececillos eran de proveniencia europea.

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3.- COSTUMBRES DEL YAGHAN.- SU INDUSTRIA RUDIMENTARIA.-
CARACTERES SICOLÓJICOS PRINCIPALES.
La busca del sustento, que casi es la preocupación única i constante del
fueguino, explica sus costumbres i su jénero de vida. Cuando el marisco hace falta
en el lugar de su residencia, se traslada i va a buscar a otra parte lo que necesita
para su manutención; de allí provienen sus continuos viajes i la existencia nomade
a la cual está condenado. El número tan reducido de los fueguinos relativamente
a la estencion del pais que ocupan i sus migraciones casi diarias son causa
de que viven en familias i no en agrupamientos mayores, i aunque en ciertas
circunstancias se reunen en grupos de 100 a 150 individuos, se puede considerar
a la familia como la unidad típica de la población fueguina. Estas familias viajan
comúnmente dentro de un perímetro poco estenso, frecuentando sucesivamente
diversas localidades, según las necesidades del momento. El agrupamiento de
estas familias, mas o menos aliadas unas con otras i que recorren un territorio
mas o menos limitado, constituye la tribu, palabra que, en el caso presente, no
implica ninguna idea de organización social. Al principio del verano, los Yaghan
se diseminan en las pequeñas islas desboscadas próximas a la costa para recoger
los huevos que las aves ponen en esa época, i buscan al mismo tiempo en las
selvas la corteza de haya que necesitan para componer sus piraguas; esta corteza
es entonces mas flexible i se presta mas a ser trabajada. Durante el invierno,
los Yaghan se refugian en los innumerables canales de la costa, alimentándose
entonces principalmente de marisco.
Viviendo siempre a su antojo i obedeciendo solamente a su capricho o a sus
necesidades, en un aislamiento casi continuo, se comprende fácilmente las ideas
de independencia de esta raza. La autoridad en la familia pertenece al padre, a
quien obedecen hombres i mujeres; pero autoridad mui pequeña en verdad, i que
se ejerce solamente en caso de necesidad; el castigo, que entonces sigue de cerca
de la falta, proviene siempre de un arrebato de cólera i no al deseo de precaver la
reincidencia. Al hombre conciernen las ocupaciones de cortar la madera i la leña,
de construir las embarcaciones i las chozas, de encender el fuego; a la mujer las
de cuidar a los niños i de proveer los alimentos; ella es la que recolecta el marisco,
rema, acarrea, se ocupa de los quehaceres domésticos, fabrica los canastos i los
adornos (collares, pulseras, etc.). Cuando la casualidad junta varias familias en la
misma choza, el individuo de mayor edad ejerce la autoridad; el hermano que le
sigue le obedece, i así en seguida el menor al mayor.
El hijo vive con sus padres hasta que llegue a la edad de casarse. Cuando un
joven se ha fijado en una niña, la pide o la hace pedir a los padres, a los cuales
ofrece regalos (una piragua, pieles preparadas), o bien la adquiere mediante su
trabajo en servicio de aquello. El matrimonio se efectúa sin ceremonia alguna.
Cuando el hombre se ha asegurado sus medios de existencia, es decir cuando
posee una piragua i utensilios de pesca, se lleva a su mujer i se va a vivir por su
lado; pero es raro ver a parejas aisladas; en caso contrario, permanecen con los
padres hasta que la pareja pueda bastarse a si misma. Como en todas otras parejas,

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la fuerza corporal i la inteligencia en el hombre, i en la mujer la belleza, tal como
lo entienden ellos, entran por mucho en estas uniones. El que por sus cualidades
ha sabido adquirir la consideración de sus vecinos puede elegir resueltamente la
mujer que conviene; pero es frecuente observar uniones mui desproporcionadas
respecto de la edad i eso tanto en uno como en otro sexo.
Cuando nace un niño, las vecinas, si las hai, asisten a la madre, la cual reasume
casi inmediatamente sus trabajos habituales, llevando consigo a su criatura, que
atiende como puede. El niño recibe el nombre de la localidad en que ha nacido,
agregándosele frecuentemente mas tarde algun apodo. La madre lo amamanta
mucho tiempo, lo cuida, lo cubre i lo abriga lo mejor que puede, soportando con
paciencia sus caprichos, lo cual no impide que el pequeñuelo adquiera temprano
el conocimiento de la penosa existencia a la cual está condenado. Según parece,
los padres, después del nacimiento del niño, se abstienen de ciertos manjares
que podrían tener una influencia perniciosa sobre su salud; es costumbre para
la mujer, en este caso como en algunos otros, purificarse bañándose en las aguas
del mar antes de comer ciertos manjares. Es raro ver familias con gran número
de niños, lo cual hai que atribuir tal vez a las malas condiciones climáticas de
estas rejiones, que deben ser funestas durante los primeros años; por otra parte,
los niños nacen a veces a largos intervalos; por fin, es cosa bastante segura que,
no obstante la ternura que las madres manifiestan generalmente, los abortos
provocados por maniobras esternas son mui frecuentes i los infanticidios no mui
raros; este último crimen se ejecuta siempre por estrangulación, i tiene por causa
la pobreza o el temor de no poder casarse por parte de las viudas o de las solteras.
A veces el niño es adoptado al nacer por alguna amiga, acto que constituye una
especie de madrinazgo que siempre se ejerce de una manera efectiva.
Los fueguinos incurren a veces en la poligamia; pero es raro que mantengan
tres o cuatro mujeres; las mas veces éstas son dos, i lo mas a menudo una.
Cuando hai varias se dice que no viven en buena armonía. Ocupan, según su
importancia, diferentes posiciones en la casa i tienen nombres relacionados con
esas respectivas situaciones; la que ocupa el primer rango se llama mujer-puerta, i
duerme entre su marido i la entrada de la choza; ella es también la que atiende a
la distribución de las provisiones confiadas a su custodia, i los demás individuos,
apiñados cerca de la lumbre, alargan las manos i reciben de la dueña de casa, sin
preferencia i sin orden, la escasa racion diaria, que ninguno agradece; los niños
son servidos los últimos.
Los diferentes viajeros que han observado a estas jentes pintan a los
fueguinos como excesivamente celosos respecto de sus mujeres; pero los datos
que hemos recojido no han confirmado siempre esta suposición. Es cierto que
al aproximarse extranjeros, las mujeres i los niños huyen al interior del bosque,
donde quedan ocultos hasta que estén tranquilizados respecto de las intenciones
de los recien llegados; pero yo creo que hai que atribuir esto mas bien al miedo,
pues lo hacen a veces todos los presentes; el primer impulso de los indíjenas,
cuando son sorprendidos, es el de esconderse en los bosques llevándose cuanto
poseen; en seguida los hombres vuelven primero, i poco después las mujeres,

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en caso de que aquellos no descubran ningun designio hostil en los visitantes.
El mismo retraimiento se observa en las mujeres cuando las piraguas se acercan
a un bosque; las mujeres se quedan en ellas mientras los hombres suben a
bordo. Con todo, una vez que advierten que no tienen nada que temer de los
extranjeros, no tardan en manifestar confianza; los médicos de la expedición han
podido retratarlas con frecuencia i tomar en ellas todas las medidas necesarias
a los estudios antropológicos. Es cierto que las mujeres tenían a menudo la cara
pintada de negro cuando se representaban ante nosotros; pero no hemos podido
saber si esto era una medida de precaucion exijida por el marido o una señal
de luto. Sea lo que fuere, parece mas que probable, por lo que hemos visto, que
si estos celosos afanes existen en realidad, hai para ello sobrados motivos. En
opinión de todos los que los conocen, la fidelidad es mui rara en las uniones
fueguinas i la moral de las mas antojadizas. El adulterio es castigado, pero pocas
veces con una pena que pueda acarrear la muerte; ordinariamente el marido,
ayudado por sus amigos, emprende la persecución del seductor, a quien aplican
una buena zurra. Durante nuestra permanencia, la bahía Orange fue teatro
de uno de estos pequeños dramas conyugales, que puede llamarse típico. Un
tenorio, que se puso irresistible desde que se había calado un gorro de algodón
que le daba una fisonomía extraordinaria, se hizo culpable, en un tiempo bastante
corto, de varios raptos que le valieron cada vez, lo mismo que a su cómplice, un
castigo bastante recio, lo cual, por otra parte, no parecía importarle mucho i lo
veíamos mui dispuesto a volver a hacer de las suyas. En una ocasión, nuestro
intérprete nos consultó sobre un punto de los mas delicados relativamente a sus
relaciones conyugales; había sido abandonado algun tiempo antes por su esposa
inconstante, que había vuelto a la casa marital después de una ausencia de tres
meses: “¿Qué habríais hecho en mi lugar?”, preguntaba el doctor. Su natural
filosofía, unida al recuerdo de los talentos culinarios de la pérfida, lo había
inducido desde mucho tiempo a perdonar i la respuesta no podía menos que dar
lugar a una reconciliación.
La falta completa de garantías en estas uniones contribuye a facilitar su
ruptura, mas frecuentes por iniciativa del hombre que de la mujer; dos se juntan
i después se separan, por capricho o por los intereses del momento. Uno de los
que hemos conocido había abandonado a su mujer, que poseía bienes, i tomó
a otra; creía que era siempre dueño de disponer de esos bienes; pero como los
misioneros de Ushuaia, donde residía la abandonada, rehusaron hacerle entrega
de ellos, volvió sin mas trámites al lado de su primera mujer.
Lo que hemos dicho basta para hacer ver la carencia casi absoluta de sentido
moral de esta jente; la ausencia de toda regla i de todo freno, las promiscuidades
continuas de esta vida en comun, no puede menos que engendrar vicios que se
manifiestan desde la infancia. No obstante, habría injusticia en acusar severamente
a estos salvajes por una inmoralidad que entre ellos ha debido existir en todo
tiempo; pero, para ser justos, hai que notar una circunstancia característica,
como la de que las relaciones sexuales no tienen nunca lugar entre parientes
consanguíneos.

39
La familia, tal como la hemos descrito, vive al azar de la necesidad o del
capricho. Los fueguinos son a menudo alegres i reidores, pero su fisonomía mui
mudable no tarda en recobrar con rapidez la expresión seria que le es habitual; son
muy buenos mímicos, como lo ha observado Wilkes, i sobresalen en la imitación
de lo que ven hacer u oyen decir. Cuando se les dirije una pregunta, responden
casi siempre imitando el ademan o la entonación. La jente se entretenía a veces
en ejecutar delante de ellos juegos o danzas en las cuales tomaban parte i que
imitaban con bastante exactitud.
En las minuciosas disertaciones a las cuales han dado lugar los fueguinos que
han estado hace poco en Europa parece que no se ha tomado bastante en cuenta
las condiciones de existencia a las que están sometidos i que son tan distintas de
las nuestras. Son bastante ensimismados, i nuestra ignorancia de su lengua nos
dificulta mucho la comprensión de sus actos intelectuales i de los sentimientos
que pueden experimentar. Así, el cargo que se les hace de ser indiferentes a cuanto
los rodea no parece fundado; por el contrario, examinan mui atentamente lo que
se hace delante de ellos, i, aunque su curiosidad escitada no se haya manifestado
por preguntas inmediatas, no es raro que, a veces con varios dias de intervalos,
manifiesten que el hecho que han presenciado ha dejado recuerdo en su memoria.
En cuanto a su salvajería, se explica por el jénero mismo de vida a que están
condenados; el suelo, según hemos dicho, se resiste a todo cultivo, i, al menos en la
parte occidental de la Tierra del Fuego, donde no se encuentra el guanaco, la caza
sola no basta para la alimentación de los habitantes. Esto explica su vida errante,
su poca sociabilidad, i, como consecuencia, su inaptitud para el progreso. Pero si
las condiciones de su existencia llegaran a modificarse, no veo que cosa podría
oponerse a su perfeccionamiento, a pesar de su carácter apático i perezoso.
En el primer término de las dificultades que estorban el progrese de esta
raza es preciso colocar la comunidad de los bienes, aunque no existe entre ellos
en el sentido que se da generalmente a estas palabras. Cada cual dispone como
le place de su piragua, de sus armas i del producto de su trabajo; pero, llegando
a una choza un individuo cualquiera, ocupa un lugar al lado del fuego i aun
exije una parte de la comida si es de fuerza superior. Pocas veces hemos visto
que un objeto dado a uno de ellos permanezca en sus manos. Este derecho de
la fuerza explica los numerosos robos que cometen estos salvajes; cada vez que
puede hacerlo, el fueguino no vacila en robar lo que puede convenir, i, como trata
siempre de ocultar el objeto robado, parece que tiene conciencia de la mala accion
que comete. Estos robos originan generalmente riñas entre ellos o bien reyertas
con los extranjeros, terminando a menudo estas por asesinatos. Estos hechos han
contribuido a afirmar la reputacion que tienen de crueles i sanguinarios; son,
cuando mas, disimulados i suspicaces, defectos que son propios de la mayor
parte de los salvajes que se ponen en contacto con los civilizados. Los pescadores,
balleneros o cazadores de lobos marinos, incultos o brutales, con los cuales tienen
a veces que entrar en relaciones, no contribuyen por cierto a modificar sus ideas
a este respecto, i aun es preciso confesar dolorosamente que mui a menudo la
justicia i la bondad son desconocidos por éstos.

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Aunque hayamos tenido a veces motivos para quejarnos de algunos robos de
mayor o menor importancia, comparables, por otra parte, con los que se cometen
diariamente en nuestros paises civilizados, jamás hemos advertido actos, de
verdadera malevolencia de parte de los indígenas. Atribuyo, no solo a las reglas
de equidad i de bondad que siempre hemos puesto en práctica con ellos, sino
también a la benéfica influencia ejercida por la mision evangélica de Ushuaia,
de la cual hablaré circunstancialmente mas adelante. Creo por tanto poder
agregar que, sin descuidar las precauciones que impone la prudencia al entrar en
relaciones con jente salvaje, se puede tratar sin aprehensiones a los naturales de
esta parte de la Tierra del Fuego.
Dotados, como todos los salvajes, de sentidos mui delicados, éstos observan
con atención los fenómenos naturales i arreglan según ellos sus proyectos; la
forma de las nubes, la direccion i la fuerza del viento, la aparicion de arco-iris,
constituye para ellos presagios en los cuales se fijan mucho antes de acometer
cualquier empresa. Si el tiempo toma mal aspecto, bogan con presteza en la
direccion de sus chozas, en las cuales se quedan metidos, al lado de la lumbre,
hasta que haya pasado el mal tiempo. Su vista es notablemente buena, i muchas
veces el fueguino que anda con nosotros nos ha señalado objetos que sin él habrían
escapado a nuestras miradas. Son también mui delicados para el frio, pues no
obstante la ruda existencia que les es propia i la costumbre que tienen de su clima
inclemente, parecen siempre estar tiritando, aun cuando andan vestidos.
Lo que hemos dicho del carácter del Yaghan, cuyo rasgo saliente es seguramente
la pereza, i lo que sabemos de los escasísimos recursos de estas miserables
comarcas, pueden hacer presumir que la industria es poco menos que nula. Es
probable que tenga notables analogías con la de nuestros antepasados de la edad
de piedra. Hemos dicho que el hombre era el encargado de la ejecución de los
trabajos mayores, que encendía el fuego, construía la choza i la piragua. Enciende
el fuego golpeando un guijarro de pirita de fierro (?) en un objeto de fierro (hacha,
cuchillo, etc.) cuando posee alguno, o de no en un fragmento de la misma roca.
Esas piedras, que son por cierto mas preciosas para estos desgraciados que si
fueran de aquellas a las cuales se suele dar ese nombre, no se encuentran mas que
en un solo lugar, la isla Clarence, en el Estrecho de Magallanes, i de allí sacan las
que se usan en todo el archipiélago, lo cual hace ver que los viajes que emprenden
los indígenas son mas frecuentes i mas estensos que lo que se cree comúnmente.
Chispa producida por el choque se recoje en una mota de plumon proveniente
del pato-vapor, a la cual prenden fuego soplándola i echándole astillas de leña
o musgos secos, i van agregando después algunas ramas secas arrancadas de la
techumbre. Estas operaciones no deben ser siempre mui fáciles, si se advierte el
gran cuidado que ponen en conservar el fuego; transportan siempre consigo un
tizon encendido, que atienden con esmero, i de noche, antes de echarse a dormir,
tienen cuidado de encender una gran fogata, para encontrar todavía algunas
brasas en la mañana siguiente, i poder con ellas encender nuevamente el hogar.
Hemos dicho que la epoca consagrada a la construccion de las piraguas
era la primavera. Para desprender del árbol la corteza que para esto necesita,

41
el fueguino emplea el único instrumento cortante de que dispone: tal es un
cuchillo hecho con la concha de una almeja de gran tamaño i de borde afilado,
firmemente asegurado, por medio de una ligadura de cuero de lobo marino, a
un guijarro largo i terso que hace el oficio de mango. Teniendo asido a éste en su
mano derecha, procede por movimientos alternativos de arriba a bajo, hincando
de trecho en trecho pedazos de palo en el tronco del árbol para ir subiendo i
separando la corteza. Ese mismo cuchillo le sirve para cortar los huesos de la
ballena, no obstante la dureza de éstos. Suele emplear herramientas de oríjen
europeo i las aprecia mucho cuando posee algunas; sin embargo en unas cuantas
ocasiones hemos encontrado algunas de ellas abandonadas en chozas desiertas.
Cuando el fueguino quiere derribar un árbol, le prende fuego por su base, i en
seguida desbasta o escuadra el tronco con ayuda del cuchillo. Talla también el
sílex o pedernal haciendo saltar fragmentos por presion, pero no sabe trabajar el
vidrio ni la obsidiana como su vecino el ona. Tampoco sabe de alfarería ni conoce
el trabajo del fierro, no obstante que existen tantos i tan abundantes yacimientos
de este metal en la comarca. Se puede mencionar también como productos de
su rudimentaria industria los pequeños modelos de piraguas que cambia a los
cazadores de lobos marinos. Una vez hemos encontrado, en una choza recien
abandonada, un juguete que imitaba bastante bien un buque, pero creo que sería
mas bien hechura de algun marinero extranjero que de un fueguino.
La mujer, por su lado, se ocupa en la fabricación de canastos, collares, pulseras
i ornamentos diversos. Aquellos son de junco flexible i mui artísticamente tejidos.
Los cordones en que van ensartadas las cuentas de los collares requieren, lo
mismo que las demás ligaduras de que hacen uso, una preparación especial, que
consiste en mascar los tendones para ablandarlos hasta que hayan adquirido la
flexibilidad necesaria. Esta operación i la de juntar las conchitas o las redondelas
de huesos de aves requieren mucha habilidad, i las mujeres diestras en estos artes
gozan de mucha reputacion.
Aunque la industria i el trabajo no proporcionan a estas jentes sino mui
reducidos artículos comerciales, en la actualidad se dan cuenta mas exacta del
valor de los objetos que poseen; cambian sus productos, principalmente pieles
de lobo marino i de nutrias, por galleta i ropa de paño, prefiriendo mucho las
prendas útiles o abrigadoras a las que sirven únicamente de adorno, tales como
pañuelos, collares de vidrio, etc., por bonitos que sean. Por lo demás, están
seguros de obtener en Ushuaia un precio suficientemente remunerador por sus
artículos, i aun algunos de ellos, que han estado en relaciones con ingleses o que
han ido a Punta Arenas, conocen el valor de la moneda de plata, de cuyo uso
están al corriente, i la prefieren al oro, que es poco empleado en las transacciones.
En éstas, como en los demás actos de la vida ordinaria, proceden con esa astucia i
esa cautela de que ya he hablado; nunca el vendedor se desprende del objeto que
está negociando antes de haber recibido su precio, i cuando posee varios de una
misma naturaleza, tiene mucho cuidado de mostrarlos solamente uno por uno,
con el objeto de no disminuir el valor de su mercadería. Como prueba de este
conocimiento del interés propio unido a la reflexion, referiré un razonamiento que

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tuvo una vez conmigo nuestro intérprete. Guiado por su instinto sagaz, nos había
anunciado que encontraríamos una ballena varada en el lugar hacia el cual nos
dirijíamos; esta opinión, fundada en la gran cantidad de las aves de mar llamadas
vulgarmente zapateros que se cernían en la atmósfera, resultó confirmada cuando
llegamos a fondear en la ensenada coralia, en el canal Romanche; uno de estos
enormes cetáceos había venido a vararse en una pequeña caleta vecina i dos
familias fueguinas habían comenzado ya la operación de descarnar el animal.
Les compré el esqueleto por dos sacos de galleta, por conducto del intérprete;
pero éste, en el momento del pago, me hizo observar cuan justo sería que él, por
haber descubierto el animal, tuviera su parte de la recompensa, i que un solo saco
podría bastar para sus compatriotas, que solo eran unos salvajes, pudiéndose
mui bien dársele el otro. Accedí a su petición, sin perjudicar por eso a los lejítimos
dueños del animal, que recibieron la paga convenida.
No se observa en los Yaghan tendencia alguna a la agricultura, excepto en
los que dependen de la mision de Ushuaia. El terreno montuoso i turboso de
la parte occidental no es cultivable, i en cuanto al terreno margoso de la parte
oriental, aunque en ocasiones hayan tenido éxito los ensayos de cultivo que se
ha hecho i de los cuales hablaré mas adelante, la inclemencia i la irregularidad
del clima no permiten considerar a esta industria como de positivo valor en esta
parte del pais. En cambio, se puede esperar que la crianza de ganado, que parece
dar buenos resultados obtenidos por la mision inglesa permiten prejuzgar que
esta industria, cuyo desarrollo ejercería sin duda alguna benéfica influencia sobre
el bienestar físico i moral de los indíjenas, no encontraría grandes obstáculos para
desarrollarse.
La ignorancia completa en que están estos salvajes respecto de su edad no
permite mas que meras conjeturas sobre su mayor o menor longevidad. En mui
pocas ocasiones he visto individuos con apariencias de mucha edad, los cuales
generalmente son tratados con deferencia i parecen tener alguna autoridad en la
choza e imponer con sus consejos. Sin embargo, se dice que cuando lo avanzado
de la edad o las enfermedades anuncian al anciano la aproximación del término
de su existencia, se acorta en algunas horas su agonía estrangulándolo. Esta
bárbara costumbre, cuya realidad me ha sido asegurada por los misioneros,
puede explicar la opinión de Fitz-Roy de que los fueguinos son antropófagos.
Los datos que le fueron suministrados a este respecto de los indíjenas que llevó
a Inglaterra a bordo del Beagle hablan en efecto de la estrangulación como del
jénero de muerte reservado a esos desgraciados, i es admisible que aquel no ha
comprendido el objeto de esos horribles sacrificios.
En caso de enfermedad, se llama al yacamuche o brujo, el cual, a ciertos
ademanes que tiene por objeto deshechizar al enfermo, une manipulaciones
quirúrgicas de carácter por cierto menos inofensivo: trata casi todas las
enfermedades por fricciones o por amasamientos, i sucede con esto a veces que,
mas feliz que muchos médicos, hace ver al paciente la causa de su mal: una punta
de flecha, diestramente estraida del pecho de un tísico, le explica los accesos de
tos. Algunos de ellos son ventrílocuos i explotan la candidez de sus clientes con

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ayuda de este artificio; en recompensa de sus cuidados reciben regalos i disfrutan
de bastante prestijio. Pero el oficio de brujo, aunque es ejercido por los mas
ladinos, no requiere ninguna aptitud especial: se hace brujo quien quiere pero
comúnmente son hombres de edad los que toman el título de tales.
Cuando el enfermo ha fallecido, los parientes y los amigos prorrumpen en
jemidos i en lamentos, acompañados a menudo por una melopea suave i lastimera.
La sepultacion tiene lugar poco después de la muerte; se entierra el cadáver el
mismo dia si la muerte ha ocurrido con luz; en caso contrario eso se hace antes de
24 horas. La sepultura se cava con el auxilio de palos i de remos a inmediaciones
de la choza, en el punto donde termina el montículo de conchas que siempre
hai delante de aquella. El cadáver, vestido con las prendas de su pertenencia, es
llevado sobre canaletes, depositado en la fosa i cubierto con tierra; en seguida se
concluye esta sepultura con ramas de árboles i grandes piedras, para impedir que
el cuerpo sea desenterrado por los perros o por los zorros i también con el objeto
de reconocer el sitio. Terminado todo, abandonan la choza i se abstienen siempre
de comer las plantas silvestres que crecen allí. Los Yaghan entierran pocas veces
sus muertos en las cavernas, como lo hacen con frecuencia los alacalufes, i aun esto
solo lo hacen en invierno, cuando el suelo endurecido por las heladas no permite
cavar la fosa. Cuando el finado ha dejado algun recuerdo en la memoria de los
suyos, desentierran i queman sus huesos uno o dos años después, costumbre que
se observa también en los patagones. El luto es llevado solamente por los parientes
consanguíneos, i consiste en ennegrecerse el rostro; se lleva también en ciertos
aniversarios. Es difícil saber si el fueguino profesa mucho respecto a los restos de
sus parientes; hemos encontrado en la mision de Ushuaia varios esqueletos que
los indíjenas entregaban sin dificultad; en cambio, en otras circunstancias, hubo
que proceder con mucha circunspección para desenterrar los objetos necesarios
para los estudios de nuestros médicos. Sucedió que nuestro intérprete, acusado
de haber ayudado a exhumar un cadáver recien enterrado, fue objeto de injurias i
de amenazas, que por lo demás no parecieron hacer mucha impresión. Sea lo que
fuere del respeto profesado por estos individuos hacia sus muertos, les desagrada
hablar de lo que se relaciona con la muerte. Nunca pronuncian el nombre de una
persona difunta cuando hablan con alguno de la familia, valiéndose para ello
de alguna perífrasis como estas: “el que vivía en este lugar”, o bien: “¿Es que ha
muerto el hijo de tal?”.
Aunque viven habitualmente por familias i obedeciendo solamente a sus
necesidades o a sus antojos, hemos visto en ocasiones a Yaghan reunidos en
números de 100 o 150 individuos; una vez hemos encontrado en la isla Gable, en el
canal Beagle, una docena de piraguas tripuladas por una sesentena de indíjenas,
adornados con pinturas que indicaban una expedición bélica. Posteriormente
supimos que andaban en busca de un criminal que había asesinado a su mujer
mucho tiempo antes; ese hombre había estado oculto durante mas de dos años,
i habiendo sido denunciada su presencia en los lugares que explorábamos,
los parientes i los amigos de la víctima habían emprendido su persecución. Se
comunican noticias desde largas distancias i dan a conocer los acontecimientos

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que les interesan por medio de grandes fogatas que encienden en los cerros con
las ramas resinosas de la haya (Fagus betuloides), que despiden al arder una espesa
humareda.
Las guerras, en la verdadera acepción de la palabra, son raras entre estas
diferentes tribus; los obstáculos naturales que las separan las hacen mui difíciles.
En cambio las riñas entre vecinos son frecuentes, i no existe ninguna lei ni
autoridad para apaciguar o dirimir esas reyertas, que son causadas por el mas
fútil pretesto i que terminan luego en heridas, pero pocas veces en muertos. Los
fueguinos no tienen palabra que signifique pedir perdon ni conocen la de esclavo,
que no responde a ninguna idea para ellos.
Algunos hechos parecen manifestar que no obstante la ausencia completa
de lei, los fueguinos atribuyen cierta importancia al juramento, el cual suelen
emplear, a atenerse a la anécdota siguiente. Una joven india de la bahía Orange
se había enamorado de uno de nuestros marineros i le confesó su pasion; éste,
dudando de ese cariño i habiéndole tratado de mentirosa, vió palidecer a la
infeliz; dominada por un violento arrebato, se arrancó una mechada de cabellos,
se los pasó entre los labios i los arrojó en seguida a las llamas, para atestiguar su
buena fé; hecho esto, mirando a su amigo con una dignidad mezclada con cierta
coquetería, esclamó: “¿Direis ahora que soy una mentirosa?”.

4.- IDIOMA YAGHAN.- CANTOS E IDEAS RELIJIOSAS.- LEYENDAS


FUEGUINAS.- ENSAYO DE CENSO DE LA POBLACION FUEGUINA.
El idioma yaghan es aglutinativo i de suave pronunciación; las palabras son
compuestas, i la agregación de terminaciones permite multiplicar indefinidamente
el número de palabras. Con todo, parece pobre e incapaz de espresar ideas
abstractas; así es como en la traducción del evangelio de San Lucas hecha por
los misioneros de Ushuaia todas las palabras que representan ideas han quedado
en inglés. El idioma parece sometido a ciertas reglas gramaticales. Se diferencia
mucho de los idiomas ona i alacaluf, que son broncos i guturales; pero su
tonalidad propia varía con bastante rapidez de un lugar a otro, a distancias mui
próximas; en el canal Beagle el lenguaje difiere ya del que se habla en la bahía
Orange. La numeración hablada concluye para los fueguinos en el número 3;
mas allá de éste, designan una cantidad de hombres o de cosas por las palabras
algunos i muchos. No sé si el estudio de este idioma hará conocer algun dia el
oríjen de este pueblo; en todo caso es poco probable que este estudio llegue a
confirmar la opinión de Weddell, que lo hace descender de los israelitas, a causa
de algunas analogías que según él ofrece este idioma con el hebreo. En todo caso
se comprende los notables errores que trae forzosamente consigo la ignorancia del
idioma; por ejemplo no ha sido posible averiguar de los habitantes del estrecho,
que están en comunicación constante con los alacalufes de donde proviene el
nombre de pécherai empleado por Bougainville i otros viajeros venidos después
de él para designar una parte de esta tribu. Fitz-Roy mismo, que ha estudiado
con tanto cuidado todo lo relativo a esta raza, ha incurrido también en un error

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de esta especie. El nombre de tequenica, con que ha asignado a uno de los grandes
estuarios de la bahía Nassau i que ha sido empleado después para designar a
todos los Yaghan, no tiene, según parece, significado alguno en su idioma1, i el
nombre fueguino del brazo de mar denominado así es Puturaoya. Menciono este
ejemplo para manifestar las dificultades que se experimenta cuando se quiere
designar las diferentes partes de una comarca inesplorada con los nombres dados
por los indíjenas.
Los cantos fueguinos son probablemente mui numerosos, aunque poco
variados; consisten en melopeas de una extensión arbitraria, formada por un
ritmo (motif) mui corto repetido indefinidamente por el cantor con una sola
palabra i aun con una sola sílaba2.
El ejemplo I (ver partitura, p. 47) pudo ser transcrito exactamente por medio
de notas de nuestra tonalidad usual. El esta en la menor, pero los naturales lo
cantan mas bajo (en fa o mi menor, lo mas corriente); el n° II (Ibid), al contrario,
presenta ciertas alteraciones cromáticas cuyo efecto es mostrar sur caracter
vago e inascible y que no pueden ser transcritos exactamente. Los indíjenas
entonan a menudo ritmos de esta naturaleza, cuya primitiva melodía escapa a
toda anotacion. En cuanto a los cantos que pueden ser reproducidos por nuestra
tonalidad, se les puede asignar como caracteres distintivos: 1° el empleo exclusivo
del modo menor; 2° la ausencia de tónica; 3° la terminacion casi invariable en la
subdominante por una especie de medio compás. Este último efecto debe tener
por objeto permitir a otro cantor continuar el ritmo interrumpido; pero es seguro
que no conocen otra terminacion. La conclusión natural del trozo en la tónica les
es desconocida aun cuando cesan de cantar. Bajo el punto de vista puramente
estético se puede percibir fácilmente en esta música las sencillas sensaciones
que le han dado oríjen. La vuelta periódica i no interrumpida del ritmo recuerda
bastante el ruido monótono i continuo del mar en las playas. También se puede
ver un ensayo de imitación del viento en el sostenimiento de la dominante i en
las variaciones cromáticas de algunos de sus cantos.

1
Según una interpretación recojida por un miembro de la comision italo-arjentina de la Tierra del
Fuego, en 1882, Fitz-Roy debe haber preguntado a los indíjenas como llamaban ese brazo de mar, a lo
cual habrán contestado solamente teque anaca, es decir, teque, vemos, i anaca, pero nada mas, formándose
por contracción la palabra tequenica (Lovisato, Appunti etnografici con accenti geologici sulla Terra del
Fuoco, en el Cosmos de Guido Cora, 1884).
2
Es bastante difícil reproducir exactamente el valor de esa sílaba, que es una especie de sonido nasal
que se puede imitar algo pronunciando la combinación francesa an a boca cerrada. Algunas veces los
indíjenas comienzan sus melopeas con una emision acompasada de sonidos guturales como soplidos
que no tienen ninguna relacion de tonalidad; solo paulatinamente, influenciandose recíprocamente,
llegan a cantar, en la verdadera acepción de la palabra. He observado la misma particularidad en los
canacas de la Nueva Caledonia. Las sílabas an, ai, mai, nana figuran mucho en la prosodia (métrica)
fueguina, como es dable verlo en los ejemplos de canciones recojidas en la bahía Orange por el Dr.
Hyades i cuyas palabras no tienen ningun significado (no presentamos aqui los ejemplos, de tipografia
dificil, nde).

46
Partitura musical

47
Los fueguinos no tienen ningun instrumento de música. En cuanto a sus danzas,
consisten en saltar alternativamente sobre ambos piés, poniendo a veces las manos
sobre los hombros de otro individuo. Solamente los hombres toman parte de estas
danzas. Lo que diremos dentro de poco de sus leyendas induce a suponer como
mui probable que tienen otras diversiones que no nos ha sido posible presenciar.
La repulsion que manifiestan los fueguinos para hablar de la muerte i de todo
lo que se relaciona con ella, agregada a las dificultades provenientes de la diferencia
de lenguaje, no permite darse fácilmente cuenta de sus creencias respecto de la
divinidad i la vida futura. Fitz-Roy lo mismo que la mayor parte de los viajeros
que han observado a estos seres, opina que creen en los espíritus buenos i malos, i
los datos que hemos podido recoger sobre esto confirman en parte esta suposición.
Nada se sabe de su creencia en una vida futura, sino que cuando llegó a su pais un
misionero que hablaba su idioma lo saludaron con un nombre que significaba: “el
hombre resucitado”. Atribuyen el mal tiempo, las tempestades a espíritus maléficos
que se imaginan con la forma de un gigante negro que anda sobre las montañas
i que suelta a su antojo los vientos i las tormentas. No sé si atribuyen una idea de
recompensa o de castigo a las manifestaciones de este poder sobrenatural; para
espresar que un hombre ha muerto se les ha oido decir algunas veces: “Fulano ha
sido tomado por Gopoff”, i dan este nombre a un espíritu maligno. Se puede tal vez
atribuir a esta frase la idea de una creencia en la existencia de Dios. Me parece dudoso,
en vista de lo que hemos visto con frecuencia, que consideren como una accion
represible el tomar i comer las avecillas nuevas incapaces de volar, como lo asegura
Fitz-Roy. No practican ninguna ceremonia esterior que pueda relacionarse con un
culto i nada, en sus actos, induce a suponer que traten, por oraciones o por ofrendas,
de poner propicios a esos espíritus. Dicen que estos vuelven a la tierra durante la
noche, con una forma humana, para perseguirlos i robar los niños. Las ánimas o
resucitados, designados con el nombre de valapatu, no pasan probablemente de ser
unos pillos atrevidos que aprovechan de las tinieblas de la noche para asustar a los
demás i robar con comodidad; los brujos explotan hábilmente estas supersticiones
i se hacen pagar para espulsar a los espíritus maléficos. No les agrada hablar de
estas cosas, que nuestro intérprete calificaba de mentiras, siendo al mismo tiempo
mui discreto sobre este punto, pues no quería o tal vez no podía dar explicación
alguna respecto del orijen de estas diversas creencias.
Los salvajes de que estamos tratando atribuyen mucha importancia a los sueños,
que para ellos merecen entera fe, i cuando el sueño se realiza, tienen cuidado de
recordar i hacer presente su prediccion. En una ocacion nuestro intérprete anunció
a su familia la muerte de una sobrina suya que residía en Ushuaia, i no dejó de
recordar a los demás el sueño que le había pronosticado ese acontecimiento cuando
fue sabida la noticia del fallecimiento de la joven.
Estos hombres primitivos no tienen historia. No existe el menor indicio, ningun
documento escrito que se relacione con su oríjen o con la época durante la cual
han venido a establecerse en el pais. Cuando mas un corto número de tradiciones i
leyendas han persistido en su liviana memoria, i es mui raro que toquen ese punto
en sus conversaciones. Hai que citar en primer lugar la tradición del diluvio, que

48
explican por la caída del sol en el mar, que desde entonces se ha alejado, no dejando
otra señal de su paso por la tierra que un pequeño lago que hai en las inmediaciones
de Ushuaia. La verdad del hecho queda suficientemente probada para ellos por la
presencia de osamentas de ballenas encontradas en época anterior de dicho lago,
que en la actualidad está elevado 10 metros sobre el nivel del mar. La conservación
de la especie humana ha sido asegurada, lo mismo que en la tradición bíblica,
por la fuga de un hombre i de una mujer, los cuales, montados en una piragua,
encontraron refujio arriba de una elevada montaña.
Una de sus pocas leyendas se refiere a un hombre que ha renovado en estas costas
desoladas las hazañas de los héroes de la antigüedad. En una caverna que se ve
todavía en la parte sur de la isla Gable vivía un monstruo, leon marino o lobo marino,
que acometía a las piraguas bastante atrevidas para acercarse a su guarida, las hacía
pedazos i devoraba a sus tripulantes. Un joven de pequeña estatura, mui diestro en
todos los ejercicios corporales i que manejaba sobre todo con mucha habilidad el
arpon, tomó la resolucion de sacrificar para librar a su pais del monstruo; comunicó
su proyecto a sus mujeres i emprendió su expedición, no obstante los ruegos de éstas
para disuadirlo. Solo en su piragua salió en busca del monstruo, que se abalanzó al
encuentro del audaz tan pronto como lo divisó; sin conmoverse, el héroe le revento
sucesivamente los ojos a tiro de honda, acribilló a flechazos el cuerpo del animal,
que ya no podía escapar de sus ataques, i por fin lo ultimó con sus arpones. El
agradecimiento popular ha conservado el nombre de este héroe, Umoara, que se suele
aplicar a los individuos de pequeña estatura diestros en el manejo de las armas.
El mismo hombre fue también el héroe de otra aventura que le aseguró para
siempre la gratitud de todas sus compatriotas. Un gigante, nacido de los amores de
un peñasco i de una mujer, devastaba las costas de la isla Hoste, donde había fijado
su residencia. Era de carácter cruel i se llevaba raptadas a todas las mujeres de la
comarca; invulnerable como Aquiles, solo tenia de humano el talon. Un dia que se
había herido en esa parte del cuerpo, tuvo que guardar reposo, i el héroe, avisado
de esto, acudió presuroso, lo atacó con denuedo, i como el gigante no podía escapar
de sus golpes, concluyó por matarlo hiriéndolo repetidas veces en la única parte
vulnerable de su cuerpo.
No hai mas que una leyenda que se relacione con la historia del pais, i tiene por
tema el lugar de Ushuaia, donde existen muchos vestigios de haber habido allí una
población mui numerosa en una época remota. Refiere aquella que en otro tiempo
el poder estaba en manos de las mujeres, las cuales dictaban las leyes i ejercían solas
la profesion de brujas. Los onas invadieron las costas del canal Beagle i se radicaron
allí al lado de los Yaghan. En una ocasión los hombres resolvieron sacudir el yugo
de las mujeres i se apoderaron a su turno del poder, que han guardado desde
entonces. Para celebrar su victoria, construyeron una choza mui grande i en ella se
reunían para discutir los negocios, siendo prohibido su acceso a las mujeres. Los
hombres se pintaban i ejecutaban juegos i danzas de los cuales también estaban
excluidas las mujeres; esos juegos consistian comúnmente en ponerse los atributos
de los diversos elementos, el agua, la tierra, el fuego, etc., i en ejecutar actos propios
de los espíritus que personificaban dichos elementos, etc.

49
No hace aun mucho tiempo que se podía ver todavía algunas chozas
mencionadas, i en las ruinas de Ushuaia subsisten indicios que no permiten
duda alguna respecto de la existencia anterior de un centro de población de
alguna importancia en ese lugar. Esos vestigios de una época quizás remota no
son por cierto suficiente para reconstruir el pasado de esta raza, pero permiten
siquiera suponer que su manera de vivir ha experimentado desde entonces acá
modificaciones mui importantes.
Muchísimo interés ofrecería el conocimiento, siquiera aproximado, del número
actual de la población Yaghan; pero esto parece difícil; la vida errante de los
indíjenas, su desconfianza para con los extranjeros, la facilidad con la cual ocultan
su presencia, su ignorancia de la numeración, son otros tantos obstáculos que se
oponen a un censo de esta especie. Sin embargo el número de 500 dado por Fitz-
Roy como el de los individuos de la tribu de los tequenicas o Yaghan me parece
demasiado reducido. El pastor Bridges, por otro lado, valúa ese número en 3000.
Yo creo que la verdad debe encontrarse entre esos dos estremos, siendo probable
que la actual población Yaghan esté comprendida entre 1300 i 1500 individuos.
Para sentar esta suposición hemos tomado en cuenta solamente el número de
piraguas diferentes que hemos visto, 200 aproximadamente, suponiendo que
cada una de ellas fuera tripulada por seis personas, por término medio, lo cual
resulta de observaciones hechas en 65 piraguas, en las cuales hemos contado 288
personas, repartidas como sigue: 121 hombres, 181 mujeres i 149 niños. Esta escasa
proporcion del número de los niños relativamente al de los adultos manifiesta que
los matrimonios no son mui prolíficos. En Francia, donde la población aumenta
con suma lentitud, está admitido que la cantidad de tres nacimientos en las uniones
lejítimas es estrictamente suficiente para mantener el equilibrio de la población.
En consecuencia, hai que deducir que esta tribu de los fueguinos disminuye
con bastante rapidez, i entre las causas que pueden motivar esta despoblación
hai que mencionar en primer lugar las epidemias, que se ensañan contra estos
infelices, sobre todo la tisis, que hace grandes estragos, debido a las condiciones
desfavorables resultantes del clima i del modo de vivir de estas jentes. Fuera de
eso, no sería imposible que la encarnizada persecución de los lobos marinos por los
cazadores extranjeros, disminuyendo en una gran proporcion uno de los artículos
mas importantes de la alimentación de los Yaghan, fuera otra causa determinante
de esta disminución de la población3.

3
En junio de 1884 el Rev. Bridges ha hecho un censo mui exacto de la población fueguina yaghan
por familias i obtuvo las cifras siguientes: hombres, 277; mujeres 316; total 949 individuos Incluidos los
niños indiferenciados, n. de ed). A este total hai que agregar unos 50 niños huérfanos no comprendidos
en la enumeración anterior, con lo cual el misionero mencionado calculó en 1000 individuos el total
de la población yaagana. En marzo de 1885 esta población había disminuido en mas de la mitad a
consecuencia principalmente de una epidemia de sarampión, siendo de notar a propósito de esto que
no hubo ningun caso de esta enfermedad entre los indígenas residentes en la bahía Orange. A orillas
del canal Beagle, familias que contaban 22 personas en junio de 1884 habían quedado reducidas a
seis en el mes de marzo siguiente. Ha llamado la atención de estas circunstancias el hecho de que
la mortalidad ha sido mayor en los hombres que en las mujeres, i a esto se debe que hai ahora una
proporcion mucho menor de hombres que de mujeres en la parte austral del archipiélago del cabo de
Hornos. (Dr. Hyades, Bulletins de la Societé d’Anthropologie, Paris, t. 7, 1884, i t. 8, 1885).

50
III. ILUSTRACIONES DE LA PRIMERA PARTE

51
Carta etnográfica, según Hyades (vol. VII),
(modificada con los lugares de observaciones de Martial, n.d.e)

Esta Carta fue establecida según las indicaciones muy precisas que el Señor Bridges nos ha dado,
durante su viaje a París en 1886. Permite estar informado, al primer vistazo, acerca de la repartición
de los tres pueblos del Archipiélago de Tierra del Fuego; hace también comprender la posibilidad
para los Yaghan de subir al Noroeste en sus piraguas, desde las islas Basket hasta el estrecho de
Magallanes, a través de los canales Cockburn y Magdalena. Quizás se debería explicar de esta manera
la presencia de estos Fueguinos en el Estrecho donde los antiguos viajeros encontraron indígenas que
presentan la mayor parte de los caracteres particulares de los Yaghan (Hyades, vol. VII).

52
53
54
55
Plancha I – La Romanche en Tierra del Fuego
56
Plancha II - Vista general de las cabañas de la Misión en la Bahía Orange
57
Plancha III - Bahía Vancouver (Isla de los Estados)
58
Plancha IV - Paisaje de la Bahía Lapataia (Canal Beagle)
59
Plancha V – Ventisquero del Monte Darwin (canal Beagle)
60
Plancha VI – Canoa fueguina (New Year Sound, canal Lajarte)
61
Plancha VII – Fueguinos de la isla Pouchet (New Year Sound, canal de la Romanche)
62
Pl. VIII - Fueguinos pescando, 1882-1883
Mission Scientifique du Cap Horn. ©Musée du Quai Branly/Scala
63
Pl. IX - Dos chozas fueguinas, isla Wollaston y Grévy, 25 de diciembre de 1882 (la choza cónica [primer plano] es frecuente hacia finales del siglo
XIX, tal vez por el uso de hachas de fierro; la choza en cúpula [segundo plano] es más común en los archipélagos—nde).
Mission Scientifique du Cap Horn. ©Musée du Quai Branly/Scala
64
Pl. X - Anciana mujer fueguina y dos niños junto a una choza, 24 de diciembre de 1882.
Mission Scientifique du Cap Horn. ©Musée du Quai Branly/Scala
65
Pl. XI - Choza fueguina, Ensenada Banner, isla Picton, 19 de noviembre de 1882.
Mission Scientifique du Cap Horn. ©Musée du Quai Branly/Scala
66
Pl. XII - Choza fueguina, 1882-1883
Mission Scientifique du Cap Horn. ©Musée du Quai Branly/Scala
Pl. XIII - Fueguina frente a una choza, Bahía Orange, septiembre 1882.
Mission Scientifique du Cap Horn. ©Musée du Quai Branly/Scala

67
Pl. XIV - Pareja alakaluf y yaghan en Ushuaia, 20-30 de noviembre de 1882 (es notable
la aculturación de estos indígenas en Ushuaia, casi 40 años antes del estudio de Gusinde—nde).
Mission Scientifique du Cap Horn. ©Musée du Quai Branly/Scala

68
SEGUNDA PARTE:

LOS INDÍGENAS
SEGÚN HYADES Y DENIKER

69
70
I.- HISTORIA DE LOS VIAJES ENTRE LOS FUEGUINOS

1.VIAJEROS DE 1520 A 1568.


Aparentemente las primeras nociones acerca de los Fueguinos deberían
remontarse al descubrimiento del estrecho de Magallanes (1520), ya que el
célebre navegante portugués, al atravesar por primera vez este paso, divisó en el
Sur numerosos humos que no podía atribuir más que a fogatas encendidas por
los indígenas. Al dar a esta parte del mundo el nombre de Tierra de los Fuegos (de
donde más tarde y por corrupción, Tierra del Fuego, Fuegia), Magallanes tenía sin
duda en mente a los habitantes del país más que al país en sí, pues nada señalaba
en estos parajes la existencia de tierras volcánicas y el rigor del clima, excluía toda
idea de incendios espontáneos. Pero no parece haberse esforzado por encontrar
a estos indígenas, ya sea porque pensara que eran semejantes a los Patagones, ya
sea porque tuviese demasiada prisa en terminar de recorrer el estrecho que debía
inmortalizar su nombre. En el relato de su viaje, no se encuentra de hecho ningún
dato acerca de los habitantes de Tierra del Fuego. Por otra parte, aquí está todo
lo que dice relación con este tema en el relato dejado por el caballero Pigafetta,
compañero de Magallanes, a propósito de la travesía del estrecho:
“Hicimos vela, teniendo a nuestra derecha el continente, que llamábamos de
los Patagones; a la izquierda otro, que nombramos Tierras de Fuego, porque se veían
cantidades en las costas… Descendimos solamente en las tierras situadas a una
legua de la entrada del estrecho y sólo encontramos una cabaña en mal estado y
más de 200 sepulturas. Nos pareció que los salvajes venían aquí a inhumar a sus
muertos y que tenían sus viviendas, más lejos en las tierras 4”.
El relato del viaje de García de Loayza5 es igualmente muy poco explícito:
“Abril 1525: en el estrecho, en la bahía Saint Georges6, dos canoas vinieron a
bordo de la flota portando salvajes de alta estatura, que algunos de los nuestros
llamaban gigantes; otros los llamaban Patagones… Nos mostraron desde lejos
tizones encendidos. Los nuestros, entendiendo por ello que incendiarían las naves,
no osaron acercarse a la costa ni pudieron alcanzar a las canoas que nadaban con
una velocidad sorprendente”.

2. VIAJEROS DE 1568 A 1774.


Cincuenta años más tarde, en agosto de 1578, el navegante inglés Francis
Drake, fue el primero en encontrar Fueguinos cerca de la isla Sainte-Elisabeth
4
Histoire des navigations aux terres australes, t. I, p. 138; in-4º. Paris, 1756.
5
Ibid., p. 152.
6
Al Norte de la isla Clarence.

71
(isla Isabel, nde), en el estrecho de Magallanes. He aquí el relato de este encuentro,
según una de las mejores ediciones del viaje de Drake 7:
“La piragua, que contenía varias personas, estaba hecha con la corteza de
diversos árboles; las dos puntas de adelante y de atrás se curvaban en forma
de media luna; el cuerpo de la piragua, con las más elegantes proporciones, era
de una finura exquisita y de un trabajo perfecto, hasta el punto que le parecía a
nuestro General y a nosotros mismos que tal embarcación no podía haber sido
hecha sin los recursos de un arte consumado; parecía destinada a los placeres de
un gran personaje, probablemente algún Príncipe, más que al uso de tan groseros
salvajes. En las junturas y en las costuras, no estaba unida más que por tiras de
piel de lobo marino o de algún otro animal de esta especie, y sin embargo, era tan
impermeable que sólo entraba muy poca agua o incluso nada.
“Los salvajes de esta piragua eran de talla mediocre, pero bien constituidos
y bien musculosos. Para ellos es un placer pintarse la cara, como para los otros
salvajes de los que ya hemos hablado. En la misma isla, había una habitación
rudimentaria, construida con algunos postes cubiertos con pieles de animales y
en el interior, fuego, agua y los alimentos que consiguen por lo general: carne de
lobo marino, mejillones y otros caracoles.
“Las vasijas en que ponían el agua y sus tazas para beber están hechas de
corteza de árbol, como sus piraguas y con una habilidad no menos grande (para
el calibre de estos objetos), desde el punto de vista de la elegancia y del acabado
de la forma. Los instrumentos que utilizan para este tipo de trabajos son cuchillos
hechos con enormes conchas de mejillones (de los que jamás un viajero ha tenido
la menor idea) y cuya carne es muy sabrosa. Después de haber quebrado el borde
delgado y frágil de estas conchas, lo frotan y lo afilan sobre piedras, hasta el punto
de volverlo suficientemente afilado para cortar, con mucha facilidad la madera más
dura, como nosotros mismos experimentamos. Es más, con este instrumento cortan
huesos de una dureza extraordinaria, para hacer arpones destinados a capturar
peces, ejercicio al que se dedican con un placer extremo y con gran habilidad”.
Quisimos reproducir íntegramente este antiguo relato, porque da una
descripción exacta y veraz aun actualmente, si se deja aparte la exageración
bastante perdonable del autor acerca de la belleza de la piragua fueguina y de las
vasijas de corteza destinadas a recoger el agua. En cuanto a la apariencia favorable
de estos Fueguinos desde el punto de vista físico (well set and compact in all their
parts and limbs), no hay por qué sorprenderse ya que tenían a su disposición,
en su choza, carne de lobo marino y grandes mejillones, alimentación que los
engorda rápidamente.
Los viajeros que, después de Drake, exploraron el archipiélago de Tierra del
Fuego, no nos dan a lo largo de dos siglos ninguna información más detallada

7
The world encompassed by sir Francis Drake, offered now at public view, both for the honour of the
Actor, but especially for the stirring up of heroicke spirits, to benefit their countrey, and eternise their
names by like nobles attempts. Collected out of the Notes of Master Francis Fletcher, preacher in this
employment, and compared with divers others Notes that went in the same voyage. Printed al London
for Nicholas Bourne, 1652; p:37 y sigs.

72
que la que acabamos de leer. Nos limitaremos entonces a citar a los navegantes
más célebres, con la indicación de la época de su viaje. Tendremos así en orden
cronológico:
Sarmiento……………………..............…. 1579
Cavendish………………...............…...… 1587
Hawkins…………………..............…...… 1594

}
Simón de Cordes………........………...…
Sebald de Vert…………….........…...…… 1599
Oliver van Noort………......………...…..
Lemaire y Schouten………........…..…… 1615
Jacques L’Hermite…………........…...….. 1623
Narborough………………......……...….. 1670
De Gennes………………........……..…… 1696
Beauchesne-Gouin……………...........…. 1699
Woodes Roggers………………........…… 1708
Frézier……………..................................... 1712

Mencionemos aquí la Nota manuscrita descubierta por el señor R. de Carfort


en los Archivos del Depósito de Cartas de la Marina y en la que en 1715 el capitán
francés J. d’Arquistade cuenta su entrevista con los Fueguinos, en el mismo lugar
en que observaríamos a otros semejantes en 1882. Esta Nota fue reproducida in
extenso en el Tomo I de la presente publicación (p. 287); muestra claramente que
los Fueguinos de d’Arquistade no diferían en nada de aquellos que nosotros
encontramos en la bahía Orange; pero no presenta ningún otro interés, pues
d’Arquistade no hizo más que una escala de dos días en este lugar y no pudo
examinar a los indígenas más que durante algunas horas.
Después de este viajero, que no dejó relato impreso, debemos señalar a los
siguientes:
Roggewin………………....……………... 1721
Anson…………………………....………. 1741

}
Byron…………………………....………..
Wallis…………………………....……….. 1766
Carteret………………………...…………
Bougainville…………………....………... 1767
Cook………………………………...…..... 1774

Bougainville observó bastante largamente a los Fueguinos en el estrecho de


Magallanes, pero no da acerca de ellos sino detalles que indican que los indígenas
veían por primera vez a los europeos.

3. VIAJEROS DESDE 1774 HASTA NUESTROS DÍAS.


Con Cook se termina nuestra lista de navegantes en el archipiélago magallánico
hasta el siglo XIX. Tenemos luego los viajes de:

73
Weddell……………………………....….. 1822
Córdova…………………………...…….. 1822 (1785, nde)
Ross……………………………….....…… 1825
Macdonald………………………...……. 1826-1827

}
King………………………………...…….
Stokes……………………………....……. 1827-1834
Fitz-Roy……………………………...…..
Darwin………………………………..….
Dumont d’Urville y Jacquinot……..….. 1838
Wilkes………………………………....…. 1839
Parker Snow……………………....…….. 1855
De Rochas………………………….....…. 1856-1859
Giglioli……………………………...……. 1867
Cunningham……………………...…….. 1866-1869
Señora Brassey…………………......…… 1876

y toda la serie de los volúmenes anuales de la Sociedad inglesa de las Misiones


de América del Sur. Iniciada en 1854 bajo el nombre de The voice of Pity for
South America, esta publicación se continúa desde 1862 bajo el nombre de The
south american Missionary Magazine. Aparece el 1º de cada mes. Es una mina
inagotable de informaciones sobre las costumbres y los usos de los Fueguinos.
Desgraciadamente los detalles de este tipo no están coordinados; la sola Memoria
de conjunto sobre este tema fue presentada, hace unos veinte años, por el señor
T. Bridges y la traducción en francés fue entregada a la Sociedad de Antropología
en 18848.
Finalmente, antes de la llegada de la Misión francesa al cabo de Hornos, una
expedición ítalo-argentina, dirigida por el teniente G. Bove, visitó en 1881-1882 a
los Fueguinos establecidos en las costas del canal Beagle. Bove y su compañero,
el profesor D. Lovisato, publicaron entre otros documentos, el resultado de sus
observaciones sobre los indígenas de Tierra del Fuego; señalemos en particular la
Memoria del señor D. Lovisato aparecida en el Cosmos de Guido Cora (Vol. VIII;
1884) bajo el título: Appunti etnografici con accenni geologici sulla Terra del Fuoco.
La lista de los relatos sobre los Fueguinos hechos por los viajeros que los vieron,
se termina con el Capítulo muy interesante e importante que el comandante
Martial consagró a la Etnografía en el Tomo I de la publicación de los documentos
que resultaron de la Misión francesa al cabo de Hornos (París, 1888).
Fuera de estos autores que vieron a los Fueguinos en su país y que escribieron
sus relatos según las observaciones personales hechas en el lugar, existen
numerosos trabajos publicados por sabios que han compilado los relatos de viaje.
Deberemos citarlos a veces en nuestro texto.
Tendremos en cuenta también las observaciones a las que dieron lugar los
Fueguinos que fueron llevados a Inglaterra por Fitz-Roy; por los misioneros

8
Hyades; Bulletins de la Société d’Anthropologie de Paris, t. VII, 1884, p. 169.

74
protestantes de Londres en 1852; más cercanamente aún de nosotros, los
desdichados Fueguinos que fueron paseados por Europa en 1881, después de
haber sido raptados de isla Clarence por un especulador poco escrupuloso y que
fueron objeto de estudios muy detallados. Pero diremos en seguida que, si bien es
importante consultar los documentos de este último tipo desde el punto de vista
de las particularidades morfológicas y antropométricas de los sujetos estudiados,
su interés no va más allá. Efectivamente, no pensamos que los salvajes llevados
lejos de su país provean informaciones muy útiles acerca de la etnografía. O
bien, como los de Fitz-Roy se asimilan demasiado a la civilización, con riesgo
de volver a ser salvajes puros una vez de vuelta en su país, o bien como aquellos
exhibidos en París en 1881, conservan todo su salvajismo y el desconocimiento
de su lengua, la diferencia de medio no permitieron al observador hacerse de una
opinión firme sobre una cantidad de particularidades de su existencia.

II. DIVISIÓN DE LOS FUEGUINOS EN PUEBLOS

1. PUEBLO ONA.
Cuando se desean coordinar todos los documentos que hemos citado, se
constata desde un principio que los viajeros se pusieron de acuerdo en dividir
a los Fueguinos en varios pueblos, pero que difirieron en las denominaciones
de estos pueblos. Uno de ellos habita la gran isla de Tierra del Fuego, desde la
costa Sur del estrecho de Magallanes, hasta los alrededores de la costa Norte del
canal Beagle: son los Yacana o Yacana Kunny u Oens-Men, u Ona si se adopta la
denominación de los misioneros ingleses. Son muy probablemente una rama de
los Patagones, a los que se acercan por los caracteres físicos, viviendo de la caza
y especialmente de la carne de guanaco que matan con arco y flecha, teniendo
perros, pero desprovistos de caballos y de embarcaciones, son llamados a veces
por este último motivo foot Indians, Indios caminantes. Nosotros nunca los vimos
y hasta nuestra partida de Tierra del Fuego en septiembre de 1883, los misioneros
ingleses no habían tenido mejor suerte que nosotros, a pesar de varios intentos
para encontrarlos y llevarlos en grupos, al establecimiento de Ouchouaya.
Desde 1884, según el South American Missionary Magazine, los Ona han aparecido
ocasionalmente en Ouchouaya; pero el completo desconocimiento de su lengua
no ha permitido a los misioneros establecer relaciones más seguidas con ellos y
el gobernador argentino que reemplazó a los ingleses en Ouchouaya, se encontró
con la misma dificultad cuando los encontró en sus expediciones en busca de
distritos auríferos 9. Finalmente, un viajero reciente, el señor R. Lista (1887), no da
más que algunas indicaciones suscintas sobre este pueblo. Se sabe entonces poca
cosa acerca de los Ona, cuyo número ha sido evaluado muy arbitrariamente en
2000 por Fitz-Roy y por el señor Bridges ya sea en 2000, ya sea en 500.

9
South American Missionary Magazine, vol. XXI, 1887.

75
Por otra parte aquí tenemos lo que dice el señor Bridges en 1886, acerca de los
Ona (Memoria inédita): “Ví y frecuenté a los Ona en tres lugares de su territorio
y en seis ocasiones diferentes. Son aún más miserables que los Yaghan; su estilo
de vida es mucho más duro; están reducidos a los recursos alimenticios que
encuentran pescando a lo largo de las playas, capturando aves en el interior de su
país o cazando el guanaco. Viajando sin cesar, pasan la noche en cualquier parte,
eligiendo naturalmente lugares abrigados para establecer sus toldos o tiendas.
Frecuentan todas las cavernas a orilla del mar, pero prefieren para su vivienda,
los deslindes del bosque y de los montes bajos, las pendientes de las colinas, los
lugares abrigados del viento por las rocas. Estas viviendas están abiertas al menos
a un costado, sobre un tercio de su circunferencia; son pequeñas y contienen en
general cuatro o cinco personas. Son de carpintería ligera, cubiertas del lado del
viento con viejos cueros de lobo marino, de guanaco y con matas de hierba. Su
altura es de alrededor de 5 pies, su ancho de 8; al interior siempre se excava el
suelo al medio y alrededor de la choza la tierra amontonada forma un reborde.
No les hacen falta más que algunos minutos para instalar sus chozas o para
abandonar el campamento.
“Estimo que la talla más alta entre los Ona es de 5 pies 9 pulgadas (1m,75);
están sólidamente constituidos, nunca obesos, tan activos, intrépidos y bien
constituidos como cualquier otro hombre. Su país, abierto por todos lados y
barrido por los vientos, es saludable; su alimento, casi completamente animal
y suficientemente variado, los hace una raza vigorosa. Matan lobos marinos en
las cavernas o sobre las playas con golpes de mazo, o sino los arponean desde el
borde del mar con fuertes lanzas o arpones amarrados con un lazo liviano, pero
sólido, alrededor del cuerpo del cazador; matan de la misma manera a las toninas
(traducimos así delfín y marsopa que los autores parecen usar indistintamente,
nde) y a grandes peces. Tal como los Yaghan o los Alakalouf, atrapan muchos
cormoranes en los acantilados, donde estos pájaros se refugian para dormir
o para criar sus pichones. Escalan estos acantilados sujetándose con fuertes
correas. Realizan este ejercicio de noche, prefiriendo las noches oscuras, con mal
tiempo, pues los pájaros están menos alertas a evitar agresores. Son naturalmente
aventurados, buenos trepadores y cazadores hábiles. Crean a lo largo de las
playas represas groseras o nasas (se supone que se trata de corrales de pesca
aún visibles en la costa de los archipiélagos de Patagonia durante baja mar, nde)
y atrapan a veces grandes cantidades de róbalos y pejerreyes (por el parecido
del tipo, traducimos así « mulets » y « éperlans » que no existen en Patagonia,
nde). Pescan también con líneas o con cañas de pesca. Como los indígenas de los
otros pueblos Fueguinos, están acostumbrados a pintarse de todas las maneras,
con los colores rojo, blanco (arcilla) y negro (carbón), pero no se tatúan ni se
hacen mutilaciones. El agua es su única bebida. No emplean ninguna sustancia
venenosa. Aparte del hecho de no tener piraguas, son en cuanto a las costumbres,
similares a los Yaghan y a los Alakalouf. En general usan mocasines y perneras
o grandes polainas de piel de guanaco, para proteger sus pies y sus piernas de
las espinas tan comunes en los bosques y las tierras descubiertas de su país.

76
Tienen abrigos en piel de zorro, de lobo marino, de nutria y de guanaco. Hacen
cestos de juncos, como los Yaghan, y de dos tipos: con trama cerrada y con trama
abierta. Sus arcos y sus flechas están bien confeccionados, perfectamente unidos.
El arco tiene aproximadamente 4 pies de largo y las flechas 2 pies un tercio. La
cuerda del arco está formada por tendones de guanaco trenzados. Atrapan aves
con trampas, exactamente como los Yaghan. Tienen las mismas costumbres, las
mismas ideas que éstos en relación a los nacimientos, a los matrimonios, a la
muerte, a la venganza, a la educación de los niños, a la brujería.
“El pueblo de los Ona era, hasta hace algunos años, mucho más numeroso que
ahora: esta disminución de la población debe atribuirse a epidemias sucesivas y a
combates casi continuos entre indígenas. Tuve acerca de estos combates, detalles
muy circunstanciados referidos a los Ona del Este. Las enfermedades epidémicas
que los han diezmado son la variola y la tisis. Audaces como son, su clima rudo
hace difícil la lucha por la existencia, tan sólo el más fuerte sobrevive. Están muy
mezclados en el Sur con los Yaghan. No pienso que su número sobrepase las
500 almas; más probablemente son entre 300 y 400 (10). Cuando se cambian de
campamento, lo que hacen continuamente, los hombres van adelante y preparan
los descansos, las mujeres y los niños siguen, llevando los cobertizos de las tiendas,
los utensilios de menaje y las provisiones, lo que constituye una carga bastante
pesada. Tienen gran número de bellos perros de la especie de perros corredores,
altos de patas, activos, vigorosos; muchos de ellos vuelven, aparentemente, a la
vida salvaje y encuentran fácilmente su alimento sorprendiendo a los tucotucos
en sus madrigueras.
“Los Ona hacen fogatas de buena gana, más para perder a los visitantes que
para guiarlos hacia sus campamentos; las relaciones de los extranjeros con ellos
han sido tan tristes que hacen, con razón, todo para evitarlos.
“Los Ona obtienen el fuego como los Yaghan y los Alakalouf, haciendo chocar
dos piritas; la mecha se reemplaza por plumón de ave o por el fino polvillo de
Fungus secos. Todas las piedras de fuego de Fuegia provienen de Mercury Sound,
en la isla Clarence (ahora isla Capitán Aracena, nde), donde existe una cantidad
inagotable.
“En la bahía Gente en el estrecho de Magallanes (se trata de bahía Gente
Grande, nde) se encuentra una gran explotación agrícola. Los Ona han destruido
a menudo los rebaños de ovejas de esta granja con sus perros. Algunos Ona
fueron muertos en varias excursiones hechas por los colonos para echarlos de este
territorio. Los indígenas quizás regresarán y harán todo el daño posible, pero no
tienen ninguna oportunidad de éxito contra los colonos a caballo, armados con
fusiles a repetición. Sin duda no quedará más que un pequeño grupo de niñas
y de niños: los que podrán ser útilmente empleados en los trabajos de la granja
y en la búsqueda de oro. La isla de Tierra del Fuego es eminentemente aurífera
y dentro de algunos años, la industria del oro ocupará seguramente a miles de

10
Es también el número indicado por G. Bove (ver Hyades, Bulletins de la Société d’Anthropologie
de Paris; 1884, p. 620).

77
trabajadores en todos los lugares de esta isla, que es dos veces más amplia que
las Malvinas”.
En una conferencia hecha en Buenos Ayres en 1886 (Flores Parish Magazine,
vol. II, p. 188; Buenos Ayres, 1886), el señor Bridges afirma que los Ona y los
Tehuelches se comprenden hablando cada uno su lengua. Agrega que Tierra del
Fuego debería llamarse Tierra de los Ona, u Onisin, del nombre de sus habitantes y
que esta gran isla debe considerarse como patagónica desde el punto de vista del
suelo, de la flora y de la fauna; sin embargo debido a la mayor frecuencia de las
lluvias, sería mucho más rica en pastizales que la Patagonia, la que representaría,
comparativamente, un desierto.
Para los Chilenos del estrecho de Magallanes no hay duda que los Ona o
habitantes de Tierra del Fuego sean Patagones. A propósito, hemos registrado
en Punta Arenas una leyenda vulgar según la que los Ona serían simplemente
los descendientes de un grupo de Patagones que habría ido de excursión a pie
a Tierra del Fuego en el momento en que se produjo la abertura que separa
actualmente, bajo el nombre de estrecho de Magallanes, Tierra del Fuego del
continente americano. Estos Patagones, súbitamente aislados de sus compañeros,
no teniendo embarcaciones para reunírseles y desprovistos de caballos (quizás
los Patagones del Sur no tenían caballos en esta época), habrían formado
consiguientemente el pueblo Ona.
El señor Bridges (Memoria inédita) cree que el pueblo Ona es seguramente
una rama de los Tehuelches de la Patagonia meridional; todo confirma este hecho:
el lenguaje, el tamaño, la apariencia, las maneras y el estilo de vida. El lenguaje
de los Ona es tan duro que, cuando se escucha por primera vez, se tiene la idea
de que el que habla se dedica a emitir los sonidos más extraños para excitar la
atención o la sorpresa de los auditores. El capitán Cook, agrega el señor Bridges,
compara con justicia este lenguaje a los sonidos producidos por un hombre que
hace gárgaras con dificultad. Los Ona tienen un tono de voz muy profundo y sus
dialectos varían mucho según los distritos. En resumen, su lengua, muy difícil de
hablar, es horrible de escuchar: lo que obedece a su pronunciación entrecortada
y a la acentuación extremadamente fuerte de sus consonantes. En sí mismos, los
sonidos no parecen muy difíciles de reproducir; es su ordenamiento en palabras,
su aislamiento de las vocales lo que conforma la dificultad; sin embargo las vocales
abundan en esta lengua, que sería una de las más difíciles de aprender y de llevar
a una forma escrita; sería de todos modos de interés el anotar y conservar todos
los nombres indígenas de localidades en la próxima Carta que se haga del país
de los Ona.

2. PUEBLO ALAKALOUF.
Un segundo pueblo, llamado Pécherai por Bougainville, Alikhoolip, por Fitz-
Roy Alakalouf por los misioneros ingleses, vive en las costas de las islas situadas
al Oeste del archipiélago magallánico. Su número ha sido evaluado muy
arbitrariamente de 400 a 3000; limitan al Sur con los Yaghan, al Este con los Ona,

78
al Noreste con los Patagones y al Noroeste con los Chonos (ver la Carta etnográfica
(p. 53). Su lenguaje, dice el señor Bridges (Memoria inédita), varía mucho en
algunos lugares donde es alterado por el de sus vecinos; pero en general, es muy
extraño, de los más difíciles de aprender debido a la cantidad de consonantes LS
y RS aspiradas y del ordenamiento particular de los sonidos.
De acuerdo con el mismo autor, los Alakalouf no tienen nada en común con
los Yaghan. No parecen haber sido nunca numerosos y no se encuentra en su país
ningún emplazamiento de antiguos poblados como se ven en todas partes del
país Yaghan. El territorio de los Alakalouf está completamente constituido por
montañas, por glaciares que bajan hasta el mar. Los Alakalouf son por sobre todo
un pueblo con piraguas, más aún de lo que lo son los Yaghan. Construyen también
piraguas más grandes de madera con las que visitan los islotes mar adentro, en
busca de lobos marinos, de aves marinas, etc. Recorren inmensas distancias en
piragua, frecuentando ambos márgenes del estrecho de Magallanes y hacen a
menudo excursiones de caza, persiguiendo ciervos y otras presas, en los bosques
espesos de Patagonia occidental y meridional. Después de un largo viaje hecho
en su país, el señor Bridges no evaluó su número en más de 150 almas en 1886, y
explica este pequeño número por la guerra que les hacen en todo su territorio las
tripulaciones de las embarcaciones balleneras, que a veces han intentado masacrar.
Este pueblo alakalouf se extendía antaño al Este hasta la isla Sainte-Elisabeth (isla
Isabel, nde), en el estrecho de Magallanes, pero actualmente no se le encuentra
más al Este del cabo Froward o más bien de Port-Famine. Como para los Yaghan,
dice el señor Bridges, su aspecto y sus proporciones varían mucho, según el grupo
que se considere. Pensamos sin embargo que se acercan mucho físicamente a los
Yaghan, con los que han sido confundidos a menudo: pero difieren de ellos por
ciertos rasgos y absolutamente por el lenguaje. Son un poco mejor conocidos que
los Ona: los navegantes los han encontrado a menudo; algunos fueron a la misión
de Ouchouaya; nosotros mismos vimos durante largo tiempo a dos mujeres
alakalouf en la bahía Orange. Finalmente el grupo llevado a Europa en 1881 y que
fue mostrado en París, pertenecía a este pueblo. Los viajeros que los observaron
en su país durante más tiempo son Bougainville (1767), luego King, Stokes, Fitz-
Roy (1827-1830). Sus relatos muestran que estos salvajes tienen el mismo estilo de
vida y las mismas costumbres que los Yaghan. Siendo un pueblo esencialmente
pescador, viven de caracoles y peces, sin embargo conocen el arco y la flecha, casi
inusitados en el Sur. Tienen piraguas más sólidas, de tablas, a menudo provistas
de una vela en piel de lobo marino, con un remo de cola. Los encontramos en
el viaje de regreso de la Romanche, en Froward Reach y fueron fotografiados a
bordo. Bove y Lovisato los vieron en la misión de Ouchouaya, durante su estadía
bastante larga en este establecimiento y dieron numerosos detalles sobre ellos.
También nosotros los vimos en Ouchouaya, entre otros a los tres sobrevivientes
del grupo que tras su viaje a Europa, habían sido, por iniciativa de la caridad
pública, enviados a la misión del canal Beagle para ser luego reconducidos a
su país de origen. Estaban moralmente muy deprimidos, no comprendían una
palabra de yaghan y los misioneros no conocían en absoluto su lengua. Durante

79
largo tiempo, el señor Bridges esperó poder mantener en Ouchouaya a algunos
de estos indígenas para aprender su dialecto, familiarizarlos con la civilización,
y enviarlos luego a su país y hacer venir a otros; en breve, realizar con ellos lo
que había logrado llevar a cabo para los Yaghan. Pensamos que hasta la fecha
sus intentos han sido en vano y las mismas noticias recibidas de él en Londres
durante este mismo año dicen aún que los Alakalouf se han quedado en su
salvajismo primitivo.
Fue evaluado su número en 3000, sin ningún elemento de estadística exacta. El
territorio que habitan, marcado en violeta sobre nuestra Carta etnográfica, incluye
una vasta extensión al oeste de Tierra del Fuego; una línea punteada muestra que
antaño subían hasta las Skyring y Otway Waters, al cabo Saint-Vincent y al este
de la isla Sainte-Elisabeth, en el estrecho. Hemos reproducido esta información
según el señor Bridges. Daremos más adelante, algunos otros detalles sobre estos
indígenas, notablemente a propósito de los caracteres anatómicos.

3. PUEBLO YAGHAN.
El tercer pueblo fueguino, es el que hemos observado. Fue llamado Tékénika
por Fitz-Roy con la idea errónea de que Tékénika o Tékinika era el nombre indígena
de una gran bahía de la isla Hoste. Al igual que los misioneros ingleses, hemos
adoptado para nombrar a este pueblo el término Yaghan, derivado dice el señor
Bridges 11, del nombre indígena del paso Murray entre el canal Beagle y la bahía
Ponsonby, lugar de reunión de un gran número de familias fueguinas, hoy en día
extintas o dispersas.

a. Nombre indígena de los Yaghan.


El nombre que los Yaghan se dan a sí mismos y por el que se distinguen de los
demás pueblos es yamana, que significa hombres, individuos, gente. Para designar
a los extranjeros civilizados tienen la palabra palalayamalim, que significa gente
o individuos misteriosos y que se explica por la sorpresa de los indígenas al ver
a bordo de una nave utensilios de fabricación civilizada, hachas por ejemplo y
cuya confección siempre ha sido para estos salvajes un completo misterio: para
ellos todo lo que es extranjero es palala.
Podríamos también haber llamado a los Yaghan con el nombre de una de las
islas del archipiélago del cabo de Hornos o de una de las playas del New Year
Sound que frecuentan incesantemente; porque sí tienen localidades a las que
regresan a menudo por predilección, se desplazan continuamente de un punto a
otro, a distancias de 40 km o 50 km.

b. Límites del pueblo Yaghan.


Se pueden delimitar las migraciones de los Yaghan y por consiguiente,
representar el país del que habitan las costas, como lo hemos hecho en nuestra

11
Report on the South American Missionary Society; 1870.

80
Carta, por un trazado que limitan al Sur el cabo de Hornos, al Norte las costas
del canal Beagle, al Este la costa Este de la isla Navarino con las islas vecinas y al
Oeste el archipiélago que se extiende hasta la isla Basket.
Son entonces vecinos de los Ona por el Norte y de los Alakalouf por el Noroeste;
examinaremos rápidamente sus relaciones con estos dos vecinos, traduciendo lo
que ha escrito el señor Bridges en su Memoria inédita.
De acuerdo con el señor Bridges, es según los nombres ona que los Yaghan
han denominado toda la isla de Tierra del Fuego, desde el cabo San Diego hasta
la península de Brecknock, Oniçin, lo que significa país de los Ona; el canal Beagle
Onachaga, es decir canal de los Ona y el cabo San Diego Onouchkouf, que significa
fin del país de los Ona. La palabra ona, en la lengua de los Ona, significa, hasta
donde uno puede suponer, individuos o gente.
Los Yaghan temen a los Ona, pero este temor se encuentra más bien entre los
Yaghan que están muy alejados de los Ona que entre sus vecinos inmediatos.
En efecto, estos últimos están estrechamente unidos a los Ona por lazos de
matrimonio; de ello resulta el conocimiento recíproco de las dos lenguas y una
asimilación mutua de las maneras, las ideas y el estilo de vida de los dos pueblos
por la frecuentación, ya sea individualmente, ya sea en grupos, de sus respectivos
territorios. No hay aquí entonces límites territoriales definidos, que sirvan como
línea de demarcación entre las tribus; debemos más bien admitir que los confines
de estos territorios están ocupados por las dos tribus vecinas, que son en este
caso, muy difíciles de distinguir una de otra: es una consecuencia forzada del
estado social entre las tribus que no tienen ni jefes ni organización política.
El señor Bridges piensa que los Ona temen a los Yaghan tanto como éstos
a aquéllos, pues los Yaghan son tan capaces como los Ona de vengarse de una
ofensa y empleando casi las mismas armas: los Yaghan están tan familiarizados
con el uso de sus potentes arpones como los Ona con el empleo de sus arcos. Los
Yaghan, más pequeños en tamaño que los Ona, son sus iguales bajo todos los
demás aspectos: energía, fuerza y valor.
Al igual que los Yaghan del cabo de Hornos tienen un terror indefinido de
los Ona que jamás han visto, temen también a los Alakalouf que, en su inocente
ignorancia, creen dotados de poderes sobrenaturales. De acuerdo con todas las
probabilidades, agrega el señor Bridges, los Yaghan son también temidos por los
Alakalouf que han escuchado a menudo hablar de ellos con colores fabulosos.
Los Yaghan creen por ejemplo que bandidos alakalouf, llamados Açaçiou, vienen
de lejos, del Oeste, a hacer excursiones mortíferas al país Yaghan, viajando sobre
todo de noche y a gran velocidad; de día se esconderían en los bosques con sus
piraguas, llamadas lapatak anen, que arrastran con ellos; se supone invariablemente
que todo grupo de indígenas que desaparece inesperadamente, fue víctima de
estos Açaçiou, mientras que, según todas las probabilidades, ha desaparecido en
un naufragio o por algún otro accidente.
Pero todas estas ideas quiméricas se desvanecen por sí mismas cuando la
experiencia viene a demostrar la ridiculez de estas creencias. Cuando los Yaghan
del cabo de Hornos encuentran Alakalouf en sus piraguas de madera, de las que

81
tenían una idea tan extraordinaria y espantosa, se desengañan inmediatamente y
se reprochan su primitiva credulidad.
Bougainville llamó Pécherais a los Fueguinos del estrecho, porque, dice, “fue
la primera palabra que pronunciaron al abordarnos y que nos repetían sin cesar”
(Voyage autour du monde, 1771, p. 147). Eran Alakalouf. En 1839, King y Fitz-Roy
retomaron el nombre de Pécherai para los Alakalouf que viven en la parte central
del estrecho de Magallanes. En 1845, Wilkes describió como pertenecientes a la
tribu de los Pécherai a los indígenas que había observado en marzo de 1839 en la
bahía Orange y que eran evidentemente Yaghan.
Mencionemos finalmente el nombre de Yapou (que significa nutria en Yaghan)
que Fitz-Roy, imitado por diversos escritores, indicó por error como el de una
rama de Tékénika que vive en la bahía Orange.

c. Nombre de Fueguinos aplicado a los Yaghan.


En resumen, no hay realmente más presencia en el archipiélago magallánico,
que de dos pueblos indígenas: los Alakalouf al Oeste y los Yaghan al Sur. Hasta el
presente, se les ha llamado indistintamente Fueguinos, y singularmente, no habitan
en Tierra del Fuego, que es el territorio de los Ona o pequeños Patagones (no
hablamos aquí de la parte de Tierra del Fuego que forma la costa norte del canal
Beagle y los bordes del Admiralty Sound). Esta conclusión de que los Fueguinos
no habitan Tierra del Fuego, sino las islas que están al sur y al oeste de esta isla,
merece ser puesta en evidencia de inmediato para impedir la confusión que no
dejaría de producirse en el espíritu de algunos de nuestros lectores. Proviene del
hecho de que se llame indistintamente Tierra del Fuego a todo el archipiélago que
se extiende desde el estrecho de Magallanes hasta el cabo de Hornos y Tierra del
Fuego a la isla que llevaba antaño el nombre inglés de King Charles South land. En
realidad todas estas islas innumerables situadas entre el estrecho de Magallanes y
el cabo de Hornos deberían llevar el nombre de Tierra del Fuego, según la costumbre
de los primeros navegantes, pero ha prevalecido el uso de designar más bien bajo
el término de archipiélago del cabo de Hornos a las islas al sur del canal Beagle y
archipiélago de Tierra del Fuego o magallánico al conjunto de islas situadas al sur del
estrecho de Magallanes. Según esto, los indígenas Yaghan deberían llamarse más
bien Hornianos; los Alakalouf Magallanios, aplicando la designación de Fueguinos
sólo a los Ona. Pero retrocedemos ante estos neologismos y continuamos llamando
Fueguinos a los indígenas que frecuentan las islas del archipiélago magallánico ya
sea al sur, ya sea al oeste de Tierra del Fuego. Hemos dicho que estos últimos son
los Alakalouf; los primeros son los Yaghan.
Creemos deber suprimir la s del plural de estos nombres; si escribiéramos
Alakaloufs y Yaghans, estaríamos tentados sin duda, de acentuar la s final, lo
que desnaturalizaría la pronunciación. Este inconveniente desaparecería con
la ortografía Yaghane y Yaghanes, pero hemos renunciado al uso de la e muda
que podría ser pronunciada por algunas personas y desnaturalizaría la palabra.
Usamos también el nombre de Fuegia para todo el archipiélago de Magallanes.
Esta denominación ya está consagrada por el uso; pensamos que merece

82
ser conservada. Diremos en este sentido que Fuegia está habitada por dos
pueblos fueguinos y que una sola de sus partes, la isla de Tierra del Fuego, está
principalmente poblada por los Ona (rama de los Patagones).

III. PROCEDENCIA DE LOS YAGHAN.


Dejando de lado a los Alakalouf, sobre los que no tenemos informaciones
suficientes para citarlos más que a título de simples documentos, podemos desde
ahora preguntarnos de dónde vienen los Yaghan. No tienen ninguna historia, a
menos que se desee llamar con este nombre a la transformación que han sufrido
desde hace algunos años, especialmente en el canal Beagle, bajo la influencia de la
misión inglesa. Examinaremos esta acción en un artículo especial, pero es evidente
que puede esclarecernos acerca de los orígenes de estos seres que Darwin ponía
en los últimos peldaños de la humanidad y que no creía perfectibles.
El señor Bridges (Memoria inédita) piensa que nunca ha habido ningún
indígena en el archipiélago del cabo de Hornos antes de los que lo habitan
actualmente; no existe en ellos ninguna tradición de raza anterior, ni nada que
recuerde a tal raza en los nombres de las localidades, que pertenecen todos de
manera muy evidente, a palabras puramente Yaghan en el territorio ocupado
por este pueblo: esta es una prueba de que sólo los Yaghan han habitado el
archipiélago del cabo de Hornos.
Pensamos que un estudio comparado de sus caracteres demostrará que debemos
tener fuertes presunciones para asociarlos a una raza que pobló originalmente
toda América del Sur, que hoy ha desaparecido y de la que se han encontrado
las osamentas ya sea en Brasil, ya sea en Patagonia; aparte de los Fueguinos,
los Botocudos de Brasil y algunas tribus del Amazonas son quizás los únicos
representantes de lo que queda actualmente de esta raza. Los Yaghan presentan,
en el mismo pueblo, muchas variedades y este carácter llamó inmediatamente
la atención al señor de Quatrefages desde que puso los ojos sobre las fotografías
que le trajimos. Pero estas variedades, estas diferencias, muy marcadas a veces
exteriormente, no los hacen distinguirse anatómicamente los unos de los otros.
Al contrario, estas particularidades osteológicas están marcadamente acusadas
en un mismo sentido y permiten reconocer a primera vista un cráneo fueguino.
Pero ésta no es más que nuestra opinión personal y admitimos de buena gana
que no está basada más que en hechos poco numerosos y a veces discutibles.
Desgraciadamente, carecemos absolutamente de las pruebas sacadas de la
historia de los pueblos americanos y estamos obligados a esperar los nuevos
descubrimientos para poder dilucidar definitivamente la cuestión.

IV. PAÍS DE LOS YAGHAN.


Hemos visto cuáles son sus límites. De manera general, podemos decir
que abarca todo el archipiélago del cabo de Hornos y la isla Hornos en sí. La
climatología, la geología, la flora y la fauna de esta región han sido completamente

83
estudiadas en los volúmenes II, IV, V y VI de la presente publicación. Sería
entonces exponernos a repeticiones inútiles mencionar al respecto los resultados
de las observaciones que ya han sido completamente publicadas y que han
sido efectuadas en las mismas localidades habitadas por los Yaghan. A lo más
podemos hacer un resumen muy conciso de las particularidades principales que
caracterizan a este país.

1. CLIMA.
El clima es frío y húmedo, con frecuentes ráfagas de viento, que soplan sobre
todo de la parte Oeste. La temperatura no desciende sin embargo muy abajo: el
mínimo que hemos observado es – 8°; puede elevarse excepcionalmente bastante
alto: anotamos un máximo de + 24°; pero desde un punto de vista termométrico,
las estaciones no son muy marcadas y la media anual + 6° es aproximadamente
la media de cada mes. Hay que hacer una distinción importante acerca del clima
entre el archipiélago del cabo de Hornos propiamente tal, y otra zona que se
extiende entre la bahía Ponsonby hasta el canal Beagle, siendo ambas regiones
frecuentadas por los Yaghan. El señor teniente de navío Lephay, miembro de la
Misión del cabo de Hornos, hizo notar esta diferencia en el volumen que consagró
a la Meteorología (t. II, Considérations et Notes, etc).
Este clima es aún más seco y el cielo más soleado al norte de la cadena
montañosa que bordea la costa septentrional del canal Beagle.

2. SUELO.
La constitución del suelo varía igualmente, según se considere la parte Sur
del archipiélago, donde dominan las rocas eruptivas: dioritas, andesitas, brechas
andesíticas, diabasas, basaltos, traquitas, rocas granitoides y la región al norte de
la bahía Ponsonby donde se encuentran las formaciones esquísticas.
El señor T. Bridges en su Memoria inédita que data del mes de octubre
de 1886, de la cual puso muy amablemente el manuscrito original a nuestra
disposición, escribe al respecto: “Este país, por tanto tiempo desconocido y que
se pensaba apenas habitable, llama ahora poderosamente la atención y no hay
menos de tres expediciones que partiendo de Buenos Ayres, revelarán este año
al mundo la riqueza de estas tierras. No hay volcanes activos desde hace siglos;
los indígenas no tienen ninguna tradición acerca de ellos; tampoco las tienen
referidas a terremotos, aunque en estos últimos diez y seis años, varios temblores
se han hecho sentir, el último el 1º de febrero de 1879. Sin embargo el origen del
archipiélago, según la naturaleza de sus rocas, es netamente volcánico”. Sobre
este último punto, remitimos a las “Consideraciones generales” del tomo IV,
Mission du cap Horn, Géologie; París, 1887; p. 32-39.

84
3. FLORA.
De las diferencias climáticas y geológicas que hemos señalado resultan, se
adivina, variedades para la flora de ambas regiones del cabo de Hornos. En la
parte Sur, la vegetación termina muy abajo, a 300 m de altura aproximadamente.
Se compone sobre todo, para las especies fanerógamas de Hayas siempre verdes:
Fagus betuloides (Chouchi de los indígenas), o de hojas caducas: Fagus antarctica
(Hanis de los indígenas); de una Magnoliácea: Drymis winteri de hojas persistentes
y como arbustos de Bérberos: Berberis ilicifolia y B. buxifolia; de Verónicas: Veronica
decussata; de Grosellas salvajes: Ribes magellanicum; de Ericíneas: Pernettya
mucronata; de Bonetero: Maytenus magellanicus; de Sinantéreas: Chiliotrichum
amelloides, llamado por los Ingleses Asterlike a causa de la forma estrellada de
sus flores. Citaremos además los magníficos Philesia buxifolia de grandes flores
rojas tubulares; las Escallonia serrata, con flores blancas como estrellas que
tapizan las rocas; los Embotrium coccineum (Makou de los indígenas) y los Senecio
acanthifolia (Goufién en yaghan). Todas estas especies forman a menudo, con una
red impenetrable de helechos y musgos, verdaderos bosques a orillas del mar,
sobre las pendientes abrigadas de los vientos reinantes. Las cimas de las colinas,
que en esta región meridional del cabo de Hornos no van más allá de los 600m,
están absolutamente denudadas y sólo presentan amontonamientos de piedras
desnudas, desoladas. Al norte de la bahía Ponsonby la vegetación es más rica, más
lujuriosa, los Fagus antarctica alcanzan grandes dimensiones; pero por el contrario,
los Drymis winteri, los Fagus betuloides están menos desarrollados y no forman esos
árboles magníficos que hemos visto en los alrededores de la bahía Orange y cuya
corteza es indispensable a los Fueguinos para la construcción de sus piraguas.
Como recursos alimenticios, algunas bayas de Pernettya, algunas excrecencias de
Fagus betuloides (Cyttaria Hookeri y C. Darwini) constituyen todo lo que pueden
encontrar los desdichados indígenas como alimento vegetal. El señor Bridges
(Flores Parish Magazine, Buenos Ayres, 1886, vol. II, p. 184) cita como plantas
alimenticias entre los Fueguinos: el Apio, dos especies de Berros, los Seapinks y
los Parsnips salvajes, los Champiñones; finalmente, un Políporo de la haya y más
especialmente la Fistulina antarctica Speg., llamada Amaim o Aman en Yaghan 12 y
algunas variedades de Citáreas. Pero esto no es verdaderamente un recurso serio:
a lo más los Yaghan pueden engañar su hambre por algunos instantes comiendo
bayas de Pernettya, o mascando las raíces de una Umbelífera: la Osmorhiza chilensis
(Aouanim en Yaghan) o de una especie de pasto del Olimpo, Armeria, o aun el Apio
que crece sobre los montículos de conchas amontonadas frente a sus chozas.
Durante nuestra estadía en la bahía Orange, nunca los vimos recurrir a
esta alimentación por necesidad y sin embargo, no nos faltaron ocasiones para
observarlos en sus períodos de hambruna.

12
He aquí lo que dice C. Spengazzini (Fungi fueguiani, Buenos Ayres, 1887, in-8, p. 29) a propósito
de esta especie: “Vulgatissimus in sylvis ad truncos Fagi antarcticæ et Fagi betuloidis in Saten island et
per tota Fuegia, æst. et hiem… Species ab incolis aman vocata, cibum deliciosum illis præbens. Forma
hiemalis sæpuis magnitude vere mirabilis ac magis carnosa”.

85
4. FAUNA.
La flora marina no proporciona absolutamente nada a la alimentación de los
Fueguinos; se une sin embargo íntimamente a la fauna; si se considera, como
hizo Darwin, la flora submarina, particularmente el alga gigante conocida como
Macrocystes pyrifera, se deduce ingeniosamente su necesidad para la alimentación
de los Yaghan. “Si esta alga desapareciera, dice Darwin (Voyages of the Adventure
and Beagle, vol. III), las numerosas especies de peces que viven en medio de sus
hojas no encontrarían en ninguna otra parte su alimento y su abrigo; su pérdida
conllevaría igualmente la de los cormoranes buceadores y otras aves pescadoras,
de las nutrias, de los lobos marinos y de las toninas y finalmente el salvaje
Fueguino, miserable señor de esta miserable tierra, reiterando sus festines de
caníbal, disminuiría en número y quizás dejaría de existir”.
Agreguemos de inmediato que el Fueguino no es caníbal y hecha esta
rectificación, reconoceremos que la cita que acabamos de hacer deja poco que decir
sobre la fauna del archipiélago del cabo de Hornos. Sin embargo, aún aquí debemos
señalar las diferencias según uno se ubique al sur o al norte de la bahía Ponsonby:
al Sur, los peces no existen más que durante la estación que corresponde al verano,
es decir durante tres meses del año, mientras que en Ouchouaya13 se pescan en
toda estación. En el Sur además, los grandes crustáceos (Lithodes antarcticus,
etc.), los grandes mejillones (Mytilus magellanicus, etc.), que se encuentran en las
garras o pies de Macrocystes son mucho menos abundantes que al norte de la
bahía Ponsonby. Es quizás lo que explica la aglomeración de indígenas que los
misioneros ingleses vieron en Yahga, al norte de la bahía Ponsonby y de donde
sacaron un nuevo nombre para el pueblo Tekénika de Fitz-Roy.
La fauna terrestre es incomparablemente más pobre que la fauna marina. La
abundancia de los moluscos marinos constituye para los indígenas un recurso
casi inagotable. Por el contrario, en los bosques que bordean las playas, sobre los
acantilados de los islotes, encuentran rara vez aves terrestres para matar o para
tomar sus huevos.
El zorro, la rata no son muy comunes y en todos los casos, los indígenas no
se los comían más que como último recurso. Mencionemos finalmente al perro
fueguino, este auxiliar tan inteligente y tan útil del salvaje, que fue domesticado
y cuya raza no ha sido aún determinada, a pesar de los especímenes que nos
llevamos vivos y que tratamos de aclimatar en Francia.

13
En todos los demás volúmenes de la Misión del cabo de Hornos, el nombre de esta localidad se
escribe Oushouaïa; otros autores la han llamado Ushuwia, Usciuvaia, Usciuvaja, Ooshoowia, Ooshooia,
etc. Creemos deber adoptar la ortografía Ouchouaya, que indica mejor, para los lectores franceses, la
pronunciación exacta según las reglas generales de nuestra lengua. Esta pronunciación ya ha sido
indicada, tomo I, Mission du cap Horn, Histoire du Voyage, p. 93.

86
V. HÁBITOS Y COSTUMBRES.
En el Capítulo anterior, consagrado al Lenguaje, hemos presentado cierto
número de detalles concernientes a la mayoría de los actos de la vida material
de los Yaghan. Las explicaciones que hemos dado sobre este tema, no podían
traspasar el cuadro de un vocabulario; debemos completarlos con un examen
metódico de los hábitos y de las costumbres de estos Fueguinos: estudiaremos
aquí entonces la alimentación, la vivienda, la vestimenta y los adornos, las
ocupaciones, las costumbres de la familia; por fin, examinaremos la influencia de
la civilización en los indígenas del cabo de Hornos.

1. ALIMENTACIÓN.
a. Alimentos.
Los Fueguinos del cabo de Hornos tienen una alimentación exclusivamente
animal. Durante el verano, como refresco, consumen las bayas de algunos
arbustitos, pero jamás les hemos visto comidas compuestas únicamente por
alimentos vegetales, como ocurriría según el Señor Bridges, en los bordes del
canal Beagle, donde podrían vivir varios días con las diversas variedades de
champiñones del roble. Durante el invierno, cuando están reducidos al último
grado de la hambruna, recurren a veces, para engañar su hambre, a raíces que no
se pueden considerar como alimenticias, tales como las de la Armeria.
En todas las épocas del año, están expuestos a sufrir las torturas del hambre,
confinados en sus chozas por violentas tempestades, de las que no salen más que
para recoger madera para calefacción. De acuerdo con el Señor Bridges, pueden
estar reducidos a comerse el cuero de sus tiras, sin jamás pensar, por otra parte,
en el canibalismo, que es incompatible con sus hábitos y sus ideas.
Se comprende su felicidad inmensa al regreso del buen tiempo, que les permite
dedicarse fructíferamente a la búsqueda de su alimento.
La base de la alimentación indígena está constituida por los moluscos, sobre
todo los mejillones, que van a recolectar en cada baja marea y que forman en
cierto modo su pan de cada día.
Durante los meses de verano, de diciembre a marzo, los peces, abundantes y
fáciles de agarrar, componen generalmente, con los moluscos, el único alimento
de los Fueguinos: sin embargo no comen jamás ciertas especies, tales como las
rayas, los perros de mar; ignoramos los motivos de esta abstención. Después del
mes de marzo, los peces remontan hacia el norte hasta el canal Beagle: el Yaghan
los reemplaza entonces en su alimentación por crustáceos y sobre todo por erizos
de espinas cortas, con el volumen de una gran naranja: no se come los pequeños
crustáceos tales como los langostinos, ni ninguna especie de insecto.
Los Fueguinos buscan, como manjares, los gansos u ocas marinas, los patos,
los cormoranes, las gaviotas, los pingüinos y no desdeña, en tema de comida,
ninguna especie de ave.

87
Estiman mucho la carne de ballena, de lobo marino, de nutria; cuando están
presionados por el hambre, comen a veces zorros, pero jamás perros ni ratas;
odian a esta última.
Aman con pasión todos los cuerpos grasos; tocino, grasa, médula de los huesos
y sobre todo el aceite de ballena o de lobo marino, que conservan en sacos hechos
con vejigas de animales y que beben en pequeñas cantidades en los intervalos de
las comidas. No conocen ningún otro condimento y no gustan de la sal.
Chupan de buen grado la miel de las flores de Embotryum; comen también
las flores de Philésia de zumo sabroso y jóvenes tallos de pasto tussock, cuando
encuentran.
No constatamos entre ellos las afecciones pustulosas de la piel señaladas por
el Señor Bridges seguidamente a la ingestión de carne de ballena o de lobo marino
podrida, tampoco observamos casos de enfermedades al estómago atribuidas por
el mismo autor a la alimentación por los champiñones que crecen en los árboles.
Los indígenas, según el Señor Bridges, conservarían indefinidamente estos
champiñones, después de haberlos desecado y ahumado; pero no tienen esta
costumbre para las carnes.
Cuando están en posesión de un lobo marino o de una ballena, consumen
completamente la carne de estos animales, sin que se pudra, probablemente a
causa de la baja temperatura del clima y de la pureza del aire.
Todos los alimentos de origen animal son comidos sólo después de haber
sufrido una cocción más o menos completa en la ceniza o sobre las brasas; a veces
sin embargo, los erizos son tragados crudos.
En el vocabulario (p. 310 -edición original, nde), hemos dado detalles sobre
la cocción de las aves, el acto más complejo de la cocina fueguina. Los Yaghan
no tienen utensilios de cocina, ni cerámica alguna; usan piedras calentadas al
fuego para hacer fundir la grasa y entibiar el agua, en las que hunden estas
piedras; emplean a veces conchas de grandes mejillones como platos; sus vasijas
para beber son los baldes de corteza de los que hemos hablado en la página 307
(edición original, nde).

b. Bebidas.
Los Fueguinos tienen, como única bebida, el agua, sacada de los pequeños
riachuelos que descienden al mar o que vienen a perderse en la playa, alrededor
de sus chozas. Toman también el agua de los lagos y de las charcas tan numerosas
en su país y no parecen prestar gran atención al color un poco oscuro que esta
agua debe a menudo a la presencia de numerosas materias orgánicas, sobre
todo cuando es tomada de las charcas de algunos centímetros de profundidad
solamente 14.
Si por excepción los Fueguinos no encuentran agua potable a su alcance,
emplean, según el Señor Bridges, el procedimiento siguiente: cavan un hoyo en
un suelo cenagoso y lo llenan con puñados de hierba que aplastan suavemente;
el agua pasa como por un filtro a través de esta hierba y de ahí a la boca de
los Fueguinos acuclillados cerca de esta fuente improvisada; beben a veces por

88
aspiración con pipetas hechas de tibias de ave, de tallos huecos de junco o de
otros vegetales, cuando no pueden alcanzar directamente la napa líquida.

2. VIVIENDA.
a. Choza.
Cuando hay buen tiempo, los Fueguinos viven en el bosquecillo, del que se
contentan con amarrar algunas ramas sobre sus cabezas para formar una suerte de
cuna de follaje. Se abrigan también en grutas, en cavernas al borde del mar. Pero
la vivienda fueguina más común es la choza de ramas o de troncos de árbol.
En las vecindades del cabo de Hornos, la choza toma dos formas especiales:
en domo con ramajes plantados en el suelo y que se unen en la cúspide (Pl. XX,
p. 294), o en cono con troncos de árbol bastante voluminosos (Pl. XXI, p. 295).
Aquí tenemos las dimensiones de una choza de este último tipo, construida
ante nuestros ojos en la bahía Orange: altura bajo el remate 1m,60; largo 3m;
ancho 2m; alto de la apertura de entrada 1m, 15; ancho de esta apertura, al nivel
del piso, 0m,90; alto de los largueros de la apertura de entrada 2m; circunferencia
de los troncos de árbol más gruesos (Fagus betuloides) que sirven como armazón
0m,43 15.
Los intersticios de la armazón están más o menos obturados por medio de
ramitas, de placas de musgos o de cortezas, de desechos de piraguas o de viejas
pieles de lobo marino. No hay puerta, pero la apertura de entrada es estrechada a
menudo con ramas o troncos de árbol (ver las Planchas), de modo de no dejar paso
más que a un solo individuo que entre reptando. Esta apertura está, en general,
dispuesta del lado opuesto del viento; a veces existen dos frente a frente.

14
M.A. Certes constató, en el agua que servía de bebida a los Fueguinos de la bahía Orange, un
desarrollo anormal de microbios (bastoncillos bacterianos) y de ausencia de diatomeas y de algas
verdes. La ingestión de esta agua jamás ocasionó sin embargo, durante nuestra estadía, enfermedades
o problemas digestivos.
El Señor Achille Müntz tuvo la amabilidad de remitirnos la Nota siguiente, después de haber
examinado las aguas potables de la bahía Orange: “Estas aguas son bastante anormales para explicar
por qué el análisis hidrotimétrico en el lugar no dio resultados bien claros. Extremadamente pobres
en calcio, contienen proporciones muy sensibles de cloruro de magnesio. Todas conteniendo, por lo
demás, fuertes proporciones de materia orgánica. Se encuentra por litro:

Agua
de lago de río de charca de riachuelo
Cal............................... 0,005 0,001 0,015 0,01
Ácido sulfúrico.......... 0,007 0,003 0,01 0,05
Magnesio……............ 0,05 0,08 0,03 0,02
Cloro............................ 0,08 0,14 0,04 0,03
Amoníaco……........... 0 trazas proporción proporción
débiles muy sensible sensible
Materia
orgánica...................... proporción pequeña proporción proporción
notable cantidad notable notable
Esta proporción está evidentemente en relación con la naturaleza de las rocas”.
15
Vimos dos veces, en la bahía Orange, chozas que presentaban dos o tres compartimentos interiores
por medio de troncos de árbol plantados verticalmente. Estas especies de nichos servían para abrigar
cada uno, durante la noche, a tres o cuatro personas.

89
El aire circula libremente a través de las fisuras numerosas que existen entre
los largueros de la choza. La lluvia, la nieve o el granizo pasan también por el
mismo camino; los Fueguinos se preocupan poco; si la inundación se vuelve muy
fuerte al interior, lo remedian rápidamente agregando a la techumbre algunos
puñados de hierba o placas de corteza.
A veces, los niños se construyen una choza muy pequeña que se llama Akali y
que les sirve como alojamiento y lugar de descanso en el día. Siempre es vecina
de la de los padres.
En los bordes de canal Beagle, las chozas, más grandes, son cónicas, hechas con
troncos de árbol 16; el suelo, adentro, es cavado hasta una profundidad de 0m,50
aproximadamente. La parte central, más excavada, es la que sirve de fogón.
Cualquiera sea su forma, las chozas están siempre situadas muy cerca del borde
del mar, de manera que desde el interior el Fueguino pueda vigilar su piragua
fondeada mar adentro o jalada en la playa y ver a los recién llegados. Además, se
escoge preferentemente un emplazamiento protegido de los vientos dominantes,
ya sea por un cinturón de bosque, ya sea por acantilados o montículos. El piso
de la choza está constituido simplemente por el suelo mismo, que es apisonado
por los hombres en el momento de la construcción. A pesar de esta maniobra, la
humedad del terreno es tal, que el agua corre desde el momento en que se aprieta
un poco fuerte el suelo y que los indígenas están a veces obligados de cavar en la
mitad de su choza una zanja transversal que hace las veces de drenaje.
Viven ahí acuclillados o acostados, formando verdaderamente un montón
de carne alrededor del fogón central, en total una veintena y a veces más, en
una choza como la de la que hemos visto las dimensiones más arriba (3m por
2m,80), los que descansan directamente sobre el suelo estando imperfectamente
protegidos de la humedad por una ligera capa de paja o de junco y los que están
más o menos apoyados sobre los demás colocando sólo sobre su cuerpo pedazos
de piel de nutria, de lobo marino o de guanaco o algún harapo miserable obtenido,
por intercambio, de un navío ballenero que pasaba.
Gracias a la ventilación constante de la choza, el aire se mantiene limpio a
pesar de la aglomeración de los habitantes. A menudo hemos penetrado bajo estos
abrigos, hacia el final de la noche, antes que sus huéspedes estuviesen despiertos;
jamás hemos constatado entonces mal olor. Los Fueguinos tienen por regla el no
ensuciar la choza con sus deyecciones: durante la noche, por ejemplo, la micción
ocurre siempre fuera de la apertura de entrada y la defecación se realiza, como
durante el día, bastante lejos de la vivienda, si la noche es clara; en el caso en
que la oscuridad es densa, es en la vecindad de la choza, pero siempre fuera
de ésta, que los indígenas satisfacen sus necesidades naturales. Si al regresar
están manchados, tienen cuidado, apenas se dan cuenta por la vista o el olfato,
de frotarse con un tampón de paja y de botar todo fuera. Los niños hacen lo
mismo, apenas pueden caminar; en cuanto a los niños más pequeños, la madre
tiene cuidado de limpiarlos con un poco de hierba seca o de plumón de ave o de

16
No pasan de los 2m de altura, bajo el remate y, su diámetro, en la base, varía de 3m,50 a 5m.

90
alguna otra materia análoga. A pesar de estas precauciones, algunos desechos se
acumulan en las chozas: las orinas de los niños pequeños penetran el suelo, el que
por otra parte se impregna de detritos alimentarios, a pesar de que los indígenas
tengan la costumbre de botar fuera las valvas de los mariscos que se han comido,
las espinas de los peces, los huesos de aves, etc. Así, al cabo de poco tiempo, a lo
más una quincena de días, abandonan su choza para ir a establecerse a otra parte.
Incluso vimos algunos que desmantelaban su vivienda para ir a edificarla con
los mismos materiales algunos pasos más allá, en una situación menos favorable
que la primera en cuanto a la exposición y a la humedad; la única razón que
daban, es que la primera choza no estaba tan saludable como cuando la habían
comenzado a habitar. Generalmente, cuando se cambian así de lugar, dejan su
choza intacta y algunas semanas o varios meses después, la ocupan de nuevo,
pero por un período de tiempo siempre muy corto. Se comprende por lo demás,
que una choza así deshabitada, barrida por el viento y regada por la lluvia, se
encuentre muy bien aseada bastante rápidamente.
La construcción de la choza exige generalmente una o dos horas, rara vez
medio día. En todos los casos, sigue siendo propiedad de aquellos que la
edificaron y quienes son los únicos que tienen derecho de destruirla; pero está
permitido a todo el mundo habitarla cuando está desocupada.
Es en las chozas que los Fueguinos se reúnen para comer, conversar y descansar.
No conocen objetos para acostarse; sus preparativos para dormir de noche se
limitan a colocar bajo su cuerpo un poco de paja o de ramas menudas provistas de
sus hojas y que han expuesto un instante a la llama para calentarlas. A menudo,
colocan su cabeza en un soporte un poco elevado: trozo de madera, paquete de
carne de lobo marino que comerán al día siguiente, etc. Para protegerse contra el
enfriamiento nocturno, tienen una piel de otaria, o varias pieles de nutria cosidas
juntas, que extienden sobre su pecho. Están tan amontonados unos sobre otros,
que una sola piel de otaria puede cubrir a cinco o seis personas.

b. Calefacción.
Cada choza contiene, al medio, un gran fogón alimentado por gruesos troncos
de árboles, que sobrepasan a menudo la apertura de entrada y de los que queda
una parte en el exterior. Además de este fuego central, los indígenas instalan a
veces en los rincones de la choza, en tres o cuatro lugares distintos, muy pequeños
fogones suplementarios donde se calientan los pies, la cabeza, el pecho, la espalda.
Estos fogones suplementarios sirven también para los individuos que no pueden
encontrar un lugar alrededor del fuego central y principalmente a los niños.
A causa del rigor del clima y de la ausencia de vestimentas, los Fueguinos
tienen pasión por el fuego. Lo transportan a todos lados con ellos, incluso en
las piraguas, incluso en el bosque y ponen todos sus cuidados para no dejarlo
apagarse, aunque puedan encenderlo fácilmente, por medio de chispas de pirita
de hierro, producidas por el choque de un trozo de mineral contra otro y recibidas
sobre plumón de ave 17. Para la noche, antes de dormir, los Fueguinos bajan su
fuego, de manera de conservar sólo las brasas, que les servirán, al otro día, para

91
reencender un gran fogón. Tienen así más lugar para destinar al sueño y menos
posibilidades de quemarse durmiendo. Sin embargo, no hay Fueguino que no
lleve en el cuerpo y sobre todo en las piernas, manchas amoratadas debidas a la
acción demasiado viva del fuego sobre la piel.
Sólo queman madera, principalmente Fagus betuloides y Drymis, que encuentran
en la mayoría de las costas vecinas al cabo de Hornos. Hacen provisiones de este
combustible día a día, evitando cortar árboles verdes o troncos podridos y eligen
madera muerta, pero seca. A pesar de esta precaución, su fuego se acompaña
de un humo a menudo espeso, que se escapa por el remate de la choza y que
los incomoda fuertemente, a pesar de la costumbre. El Señor Bridges, después
de Weddel, propuso que el contacto de este humo con los ojos determinaba
conjuntivitis graves; no constatamos esta particularidad; solamente notamos
lagrimeo bajo la influencia directa del humo, pero estamos todos de acuerdo con
el Señor Bridges acerca del olor desagradable y penetrante de este humo, olor del
que los Fueguinos están a menudo impregnados.
Los indígenas no usan solamente el fuego como medio de calefacción y de
cocción de los alimentos: lo utilizan también para usos industriales, entre los
que se puede citar la preparación del junco que sirve para fabricar cestos, las
amarras de la piragua; pasan entonces a través de la llama haces de briznas de
junco torcidos juntos, antes de trenzarlos. Chamuscan la corteza del roble para
adecuarla más fácilmente a la confección de las piraguas, o de otros objetos. Por
fin, tumban a veces los árboles prendiendo fuego a su base.

c. Iluminación.
Los Fueguinos no tienen otra iluminación en sus chozas que la llama del
fogón. Cuando, por un motivo cualquiera, desean ver claro de noche, tiran al
fuego algunas ramitas arrancadas, sin molestarse, de las ramas que revisten la
choza y penetran en el interior; estas ramitas, muy resecas, se queman con mucha
llama. Se alumbran también, cuando tienen necesidad de guiarse fuera durante
la noche, por medio de tizones abrasados que agitan frente a ellos.
Finalmente tienen la costumbre de encender fuegos en todos lados donde se
encuentran cuando quieren señalar, poco a poco, su presencia o su llegada.

17
Las piedras para fuego de los Fueguinos están constituidas por pirita de hierro con un poco de
pirita de cobre; el análisis de estas piedras, hecho por el Señor A. Müntz arrojó:
Pirita de hierro………………………… 91,3 por 100
Pirita de cobre………………………… 2,0 “

92
3. VESTIMENTA. ADORNOS.
a. Vestimenta.
Los Fueguinos no tienen vestimenta, en el sentido que damos generalmente
a esta palabra. Podrían elaborar las diversas partes con las pieles de nutria y de
otaria que se procuran con bastante facilidad; pero se contentan con echarse las
pieles sobre sus espaldas, amarradas alrededor del cuello, a modo de abrigos,
cuando sienten un frío muy vivo (Pl. IV, fig. 1, p. 278; Pl. XVIII y XIX, p. 292-293).
Defienden bastante bien contra el viento al Fueguino que permanece inmóvil;
pero no son más que una protección ilusoria si se entrega a un ejercicio un poco
violento. Los indígenas tienen por otra parte hasta tal punto la costumbre de
reducir su cuerpo al menor volumen posible, que una piel no mayor que un
chaleco de punto de marino o un chaleco de caza basta para cubrirlos de la cabeza
a los pies cuando están acuclillados.
Como abrigos, prefieren las pieles de nutria; pero utilizan también para este
uso las pieles de lobo marino, e incluso de zorro o de cormorán, o además, según
el Señor Bridges, las pieles de conejo en las localidades que bordean el canal
Beagle, donde estos roedores han sido introducidos; pero nunca desollan a los
perros para conservar sus pieles.
Para quitar a las pieles de lobo marino sus pelos gruesos, se limitan a extender
la piel en el suelo en las chozas, con el pelo hacia arriba, cubierta de hierbas y
de musgos. Se acuclillan y duermen ahí como sobre un piso: al cabo de cierto
tiempo los pelos están completamente desprendidos. Pueden entonces tallar en
estas pieles, por medio de conchas cortantes, tiras de cuero más o menos largas
que les sirven para toda clase de usos.
Las mujeres tienen, además, una pequeña vestimenta de pudor, destinada a
esconder las partes genitales y que consiste en un triángulo muy corto y muy
estrecho suspendido entre los muslos, de piel de guanaco cuyo pelo está vuelto
hacia dentro (Pl. VIII, fig. 2; Pl. XII, fig. 2 y 3; Pl. XXV, fig. 4). Ellas no dejan nunca,
o casi nunca, esta vestimenta que recuerda exactamente, por su situación y
dimensiones, la hoja de viña que se impone a ciertas estatuas; durante el acto
conyugal es simplemente levantado sobre el abdomen. Esta vestimenta tampoco
es lavada jamás.
Los Fueguinos del cabo de Hornos no usan ningún calzado y su cabeza no
está protegida más que por sus cabellos, que son siempre abundantes y espesos.
Los cuidados de limpieza de la cabeza no existen entre ellos: no se puede
llamar con este nombre a la caza de parásitos (Pediculi capitis) a la que se dedican
en sus momentos de ocio, ni la práctica de la depilación común a ambos sexos,
con el fin de coquetería, ni la aplicación en su cabellera de diversas substancias,
grasa de lobo marino u ocre rojo, ni incluso la costumbre, sobre todo en uso entre
las mujeres, de peinarse con un trozo de mandíbula superior de tonina provista
de sus dientes (Pl. XXV, fig. 11). La limpieza de las otras partes del cuerpo no
es mayor en honor y es sobre todo la lluvia o las inmersiones accidentales en

93
el agua de mar que cubren todos los gastos de la limpieza fueguina. Cuando
los Fueguinos ven sobre su cuerpo alguna mancha más grave, sobre todo en la
mañana, cuando el día viene a aclarar su choza, se limpian con finas raspaduras
de madera, que forman una suerte de estopa, o bien y esto ocurre sobre todo
para la cara, se limpian por simple fricción con musgo tomado alrededor de su
choza, muy húmedo y que forma una esponja. De hecho, sólo parecen otorgar un
poco de importancia a la limpieza de los pies, relativa de hecho y que obtienen
fácilmente, a causa de la necesidad en que se encuentran de caminar en el agua
para alcanzar su piragua o su choza, para pescar mariscos, etc.
Durante el verano, cuando el tiempo está bueno, toman a veces baños de mar,
pero simplemente como distracción.

b. Adornos.
El principal adorno fueguino es el collar de conchas que se lleva alrededor del
cuello y compuesto la mayoría de las veces por Photinula violacea (Pl. XXVI, fig.
4). Se pulen estas pequeñas conchas colocándolas en agua corriente para darles
brillo, luego se perfora cada una con un hoyo frotándolas sobre piedras lisas;
por fin se las hila en collares en pequeñas trenzas de fibras de tendones de lobo
marino o de ballena.
Estas trenzas representan por sí solas una variedad de collar; forman entonces
círculos numerosos, cerrados en un solo o en varios puntos por medio de una
pequeña mecha de cabello (Pl. XXVI, fig. 3).
Otra especie de collar, llevado muy comúnmente, consiste en pequeños
cilindros de hueso de ave, cortados regularmente e hilados (Pl. XXV, fig. 5).
Los hombres llevan estos collares tanto como las mujeres y como los niños.
Un adorno, especialmente reservado a los hombres, es la venda en plumas de
copete de garza, blancas o grises, que se coloca alrededor de la frente como adorno
de fiesta (Pl. XXVI, fig. 2); es un tipo de adorno común a todos los indígenas de
América, salvo los Esquimales.
Los brazaletes de muñeca y de tobillo de piel de guanaco son más bien
utilizados entre las mujeres (Pl. XII y Pl. XXVI, fig. 1); es ciertamente el brazalete
más simple que existe en la Tierra: una tira de piel cuyo extremo más delgado
entra en un hoyo hecho a través del extremo más ancho.
Se puede ordenar dentro de la categoría de los adornos la pintura de la cara,
principalmente empleada por las mujeres. Es roja, blanca o negra, dispuesta
en rayas o en puntos (Pl. VII, fig. 2 y Pl. XIV). El Señor Bridges considera esta
pintura como pasatiempo; afirma sin embargo que anuncia, por su disposición,
algunas noticias con tanta seguridad como lo harían informaciones verbales: por
ejemplo, se podría saber indudablemente, por la sola vista de la pintura, si el
que la lleva llora la pérdida de un amigo o un pariente y en qué condiciones el
difunto encontró la muerte. Según el Señor Bridges, los Fueguinos tienen pinturas
especiales de la cara para los diferentes lazos de amistad que forman entre ellos
y para las grandes visitas que hacen a veces a grupos alejados del suyo. Esta
costumbre es también muy característica para todos los indígenas americanos.

94
La materia colorante favorita de los Fueguinos es el rojo que obtienen con
ocre reducido en polvo muy fino 18. Lo conservan cuidadosamente, por pequeñas
cantidades, en sacos hechos con arterias tráqueas de lobo marino o de tonina. Les
sirve sobre todo para pintarse y embadurnarse la cara, pero a veces frotan con
éste sus puntas de arpón, las empuñaduras de sus remos, sus arcos.

4. OCUPACIONES.

Las ocupaciones habituales entre los Fueguinos son la caza, reservada a los
hombres y la pesca, practicada exclusivamente por las mujeres. Estos dos tipos de
ejercicio se acercan por el hecho de que cada uno de ellos necesita casi siempre del
empleo de una embarcación. La piragua fueguina forma entonces parte esencial
de los artefactos de pesca o de caza y hablaremos primero de su construcción.

a. Construcción de la piragua.
La piragua está hecha de corteza espesa de Fagus betuloides (Pl. XXIII, fig.
1); tiene una duración promedio de cuatro a seis meses: es entonces necesario
construir dos por año.
El primer cuidado de los Fueguinos es elegir bellas cortezas; les es necesario
a menudo hacer un largo viaje para encontrarlas. Dos o tres hombres, trabajando
en compañía, cortan la corteza del árbol, por medio de sus conchas de mejillones,
afiladas y enmangadas (Pl. XXIV, fig. 14), sirviéndose de tiras de piel de lobo
marino, para mantenerse contra el árbol y para sostener la corteza en su descenso:
sin esta precaución, la corteza se rompería y ya no podría servir para hacer una
piragua.
Se lleva luego la corteza al lugar en que la piragua debe ser construida; ahí se la
limpia para darle la forma conveniente; se talla, por pequeñas astillas, la superficie
que formará la pared externa de la embarcación, para volverla igual y lisa.
Cuando se han preparado los trozos de corteza, se los conserva cuidadosamente
húmedos y cargados de gruesas piedras, para impedir que se comben. Estos trozos
son en total, en general, de 5 a 7, a saber: la pieza del fondo, llamada ouchlakh,
excesivamente espesa; las dos piezas que se fijan a ésta y que terminan en punta
para formar la proa y la popa; las dos piezas del lado, afiladas en una de sus
extremidades y convexas en la otra, la que precisamente se adaptará a los bordes
cóncavos de la pieza del fondo. Los bordes inferiores de estas piezas laterales y
los bordes de la pieza del fondo llevan varias entalladuras de un alto de 0m,08
a 0m,10, de manera de sujetarse fuertemente entre unas y otras y de formar una
obra viva graciosa: estas uniones son cosidas sólidamente juntas, pero los bordes
no se cubren como los de la proa y la popa y de la pieza del fondo. Se les calafatea
con tallos de apio silvestre o de otras plantas.
18
Recolectan este ocre en piedras donde es bastante adherente; proviene probablemente de la estadía
de estas piedras en un agua ferruginosa. Está constituida por óxido de hierro mezclado a partículas
silicosas y contiene 45,2 por 100 de sesquióxido de hierro (Análisis del Señor A. Müntz).

95
Se emplea, para las costuras, la barba de ballena y en defecto de ésta, la albura
del joven Fagus antarctica, alistada para servir como lazos.
Estos lazos son preparados con antelación con mucho cuidado: se dividen
las fibras de barbas de ballena o de albura en tallos de igual largo y del mismo
diámetro, pulidos en los bordes, raspándolos con conchas quebradas cuyo filo es
aún más eficaz que el del vidrio roto.
He aquí entonces constituida la carcasa de la piragua: este trabajo se hace a
la sombra de los árboles para proteger la corteza de los efectos de la radiación
solar. Se la pone entonces en forma por medio de travesaños de madera (Pl.
XXIII, fig. 1), luego se la calafatea con musgos o hierbas apisonadas y se la provee
interiormente con semi-círculos muy cercanos, hechos con varillas rajadas, que
van de una borda a otra; se mantienen contra ésta por un borde cosido sólidamente
en todo su largo, a cada lado de la piragua, hasta sus extremos, que sobrepasa
para entrecruzarse con el borde del lado opuesto.
El revestimiento de semi-círculos de varillas al interior consolida la piragua y
le impide quebrarse bajo los pies de los viajeros. Pero esta solidez es aumentada
por la adición de espesas placas de corteza cuya superficie exterior ha sido
retraída al fuego y que están sólidamente sujetas, en sentido horizontal, en los
lugares donde se queda la familia en la piragua. Estos trozos tienen 0m,60 de
ancho, 0m,90 de largo y constituyen un piso liso y seco sobre el que se puede uno
acuclillar.
Siendo la superficie de la borda rugosa, se la rodea de cortezas nuevas las
que, una vez secas, se contraen con fuerza sobre esta saliente, donde forman
entonces una superficie redondeada y suave que servirá de apoyo a los brazos
de los remeros.
Se consolida además la piragua con fuertes travesaños horizontales, entallados
de 2cm a 3 cm en cada extremo, fuertemente ligados a la borda y que dividen así
la embarcación en compartimentos especiales.
Un espacio está reservado para vaciar el agua con un achicador de corteza o
de piel de lobo marino, haciendo más o menos agua las mejores piraguas.
Al medio de la piragua está una placa de 5cm de espesor y de alrededor de
60cq (puede ser centímetro cúbico, nde), hecha de tierra, de piedras y de conchas,
sobre la que está encendido el fuego; nunca atraviesa esta capa húmeda y sin
embargo quema muy bien, gracias a las conchas y a la grava dispersadas en la
superficie de esta suerte de fogón.
Los remos que sirven para manejar la piragua están muy bien hechos, largos
de alrededor de 1m,50 (Pl. XXIII, fig. 2). Para confeccionarlos, rajan primero
trozos de madera, por medio de cuñas de diversos tipos, de madera o de hueso.
Se los talla en seguida, para darles la forma definitiva, sacando las esquirlas con
cepillos de concha, estando protegido el dorso de la mano del obrero con un trozo
de piel, suerte de guante de trabajo (Pl. XXIV, fig. 10).
Los Fueguinos tienen el mayor cuidado de sus piraguas. Delante de cada
choza, cercana a la playa, se ve un sendero que se tapiza de algas en el momento
de jalar la piragua a tierra seca. Cuando no hay playa ante la choza, las mujeres

96
amarran la piragua cerca del borde por medio de tallos de alga, luego vuelven a
tierra nadando. Van del mismo modo a soltar las amarras de la piragua cuando
hay que volver a partir.
Los naufragios en piragua son bastante frecuentes e implicarían anualmente
una mortalidad importante. El Señor Bridges, cita en su trabajo inédito varios
accidentes de este tipo: naufragio de cinco piraguas, treinta y tres personas
ahogadas; naufragio de dos piraguas, trece ahogados. Una vez un grupo de
indígenas había ido a un islote alejado a recolectar mariscos y capturar aves; la
piragua que los había llevado se fue a la deriva con un niño pequeño demasiado
joven para volverla a conducir a tierra y los Fueguinos se quedaron en el islote
sin medio para hacer fuego, habiéndose quedado éste en la piragua, así como las
piedras para fuego. Se podía dejar el islote nadando, pero estaba lejos de toda
tierra; una mujer fue lo bastante valiente como para intentar la aventura: logró
llegar a la costa, pero no encontró a nadie para ir en ayuda de sus compañeros,
que murieron de hambre y de frío, salvo dos de ellos, socorridos a tiempo por un
buque ballenero.
En otra circunstancia, un gran número de Fueguinos había querido atravesar
una bahía con dos piraguas, para ir a buscar champiñones en la orilla opuesta;
las piraguas, demasiado cargadas, se hundieron estando malo el mar y solamente
dos personas fueron salvadas.

b. Caza.
1º Arpones.

Los arpones constituyen el arma más utilizada para la caza.


Hay de varias formas; las más comunes son de hueso y de dos tipos: uno de
punta fija con una hilera de dientes de sierra (Pl. XXII, fig. 1 y 2; Pl. XXIII, fig. 5),
el otro de punta móvil con solamente un diente (Pl. XXIII, fig. 6 y 7). En ambos
casos, la punta está adaptada a un mango de 3m a 4m de largo de madera de
Fagus betuloides o de Drymis winteri.
Los arpones móviles sirven para la caza de las otarias, que los Fueguinos
acechan en sus piraguas y sobre las que lanzan su arpón, el que, penetrando en
el cuerpo del animal, se desprende del mango. Éste sirve así de flotador y guía
al cazador que puede perseguir a su presa e infringirle nuevos golpes hasta que
esté muerta.
Los arpones de dientes de sierra, fijos al mango, sirven para la caza de aves,
de nutrias y representan el más común de los arpones fueguinos. Lovisato les da
el nombre de lanza, porque, dice, tanto como pudo ver, esta arma penetra por su
punta, mientras que el extremo del mango es sostenido por la mano del Fueguino;
es verdad, agrega, que el adelgazamiento del mango, que termina en punta del
lado opuesto del arpón, da todo para creer que sea un arma arrojadiza: jamás la
vio emplear así, pero admite sin embargo como muy probable que los Fueguinos
puedan valerse de ésta de esta manera. No sabríamos compartir esta apreciación
y según lo que hemos visto, según las respuestas invariables de los Fueguinos a

97
nuestras preguntas sobre este tema, hechas de mil maneras diferentes, admitimos
que el arpón fijo es un arma arrojadiza (ver. Pl. I), tanto como el arpón móvil y que
no es más que excepcionalmente que los Fueguinos la usan a manera de lanza
o de pica. Si se quería adoptar un nombre especial para este arpón fijo, habría
más bien que aceptar el de jabalina propuesto por Bove. Pero nos parece que el
nombre de arpón fijo expresa mucho mejor la realidad, sin acudir a apelaciones
más pretenciosas.
Tampoco hemos visto la particularidad indicada por Lovisato acerca del tema
de amarre del arpón móvil al mango; según este autor, la punta en hueso de ballena
es sujeta al mango, por medio de una tira de piel de lobo marino de un largo de
más de 20m. Siempre constatamos que la parte móvil de la tira no tenía más de
1m de largo: lo que es suficiente de hecho para que, estando la punta enterrada en
el cuerpo del animal perseguido y desprendida del mango, éste quede flotando y
sirva de baliza o de flotador a los Fueguinos para continuar su caza.
Examinemos ahora el modo de fabricación de las diversas partes de un arpón
cualquiera, que se compone del mango, de la punta y de la tira de piel de lobo
marino que sirve de ligadura.
Hemos pedido a un Fueguino, llamado Athlinata, tan inteligente como salvaje,
de hacernos asistir a todas las operaciones que implica la confección de un mango
de arpón. El 19 de agosto de 1883, nos condujo a un pequeño bosque virgen vecino
de la bahía Orange; ahí, después de haber examinado cierto número de Drymis
Winteri, escogió uno de 7m a 8m de alto, de 0m,30 de circunferencia en promedio
y muy derecho. Lo cortó a 2m aproximadamente sobre el suelo con un hacha y
seccionó el extremo superior bajo las hojas [En ausencia de hachas que pueden
procurarse desde hace algunos años en la Misión inglesa del canal Beagle, los
Yaghan emplearían sin dificultad su cincel o hacha indígena, compuesta por una
gran valva de Mytilus (Pl. XXIV, fig. 11 y 12), tallada en bisel en los bordes y atada
a una piedra].
Athlinata colocó luego su árbol en el suelo, horizontalmente y se puso a
desbastarlo con su hacha. De vez en cuando, lo levantaba a la altura de sus ojos
y apuntaba para tallar en línea recta. El hacha era sostenida en la mano derecha,
cerca de la enmangadura, con el filo fuera del eje del cuerpo del Fueguino; la
mano izquierda mantenía el árbol; a veces las dos manos eran empleadas para
sostener el mango del hacha.
Después de un desbastamiento muy somero, Athlinata utilizó un cincel
(lámina de cepillo inglés fijada a una piedra, Pl. XXIV, fig. 13) para adelgazar el
Drymis. Lo sostenía oblícuamente en relación con el cuerpo, casi paralelamente al
árbol y desprendía rápidamente largas astillas de madera; esta operación, hecha
con una habilidad notable, llevó a la confección de una larga vara, perfectamente
rectilínea, un poco afilada en un extremo y que, tras la sección de un segmento
del lado de la punta gruesa tenía, antes de llevarla a la Misión, 3m,92 de largo.
Se opera de la misma manera para hacer un mango de arpón de roble (Fagus
betuloides).
El mango del arpón se sostiene a la punta por medio de una tira de piel de

98
lobo marino (Pl. II y Pl. XXIII, fig. 5), tira que los Fueguinos preparan con mucho
cuidado, de manera de volverla perfectamente lisa y derecha.
La punta del arpón es de hueso, salvo en los casos excepcionales en que es de
madera, como veremos más adelante. Para fabricarla, los Fueguinos emplean un
hueso de ballena, a veces un hueso de lobo marino, pero se prefieren los huesos
de ballena, debido a su largo más grande. Tallan con su cuchillo (cincel de fierro o
de concha), estos huesos antes desbastados y que una vez terminados, presentan
en el borde un diente o varios. Tallan por simple presión y tienen cuidado, a cada
golpe de cincel, de humectar el hueso con un poco de saliva. Si es una costilla,
enderezarán la curvatura calentándola del lado de su convexidad.
Es muy raro ver puntas de arpón de hueso, móviles, con un diente a cada
lado en forma de punta de lanza. Sin embargo observamos una vez esta forma,
como lo demuestra un espécimen recolectado por los oficiales de la Romanche
y colocado en la colección del Trocadéro (el futuro Museo del Hombre y ahora
Museo du Quai Branly nde) (Pl. XXIV, fig. 2).
Hemos traído algunos especímenes de puntas de arpones de madera de
Maytenus magellanicus. La punta ofrece a veces una doble corrida de dientes de
sierra, a veces un diente de cada lado (punta de lanza). Estas puntas de arpones,
aunque muy bien acondicionadas, son poco estimadas por los Fueguinos, quienes
prefieren sin comparación alguna, las puntas de hueso.
Éstas están habitualmente sujetas a su mango, pero cuando los Fueguinos
tienen puntas de recambio o por un motivo cualquiera quisieran guardar la punta
aparte del mango, las guardan en los cestos que contienen los pequeños objetos
de la familia (Pl. XXIV, fig. 7), o bien en sacos de piel de lobo marino cosidos con
barba de ballena.
Cuando los Fueguinos quieren arponear peces de muy gran tamaño, atan
generalmente dos puntas de arpón de dientes de sierra al mismo mango, con el
extremo libre de estas puntas divergiendo levemente.
Los Yaghan matan, con sus arpones, lobos marinos e incluso cetáceos, según
la versión del Señor Bridges que señala entre ellos individuos renombrados por
su habilidad de cazar así la ballena. Los Yaghan que viven en las costas del canal
Beagle cazan también el guanaco: eligen un día de buen tiempo, después que la
nieve caída en abundancia permite percibir fácilmente en el suelo las huellas del
animal; conociendo su costumbre de regresar siempre sobre su primera huella
cuando está asustado, los cazadores se colocan detrás de los árboles con arpones,
listos para lanzarlos con fuerza sobre el guanaco en el momento en que pasará
frente a ellos. Tienen éxito a menudo en estas expediciones, que preparan con
mucho cuidado.
2º Hondas.
Los primeros Fueguinos que vimos en la bahía Orange, en el momento de
nuestra llegada, estaban todos provistos de una honda, que la mayoría llevaba
enrollada alrededor de la cabeza (Pl. XXII, fig. 16). Así estos objetos fueron los
primeros en formar parte de la colección etnográfica.

99
Todas estas hondas tienen una bolsita de piel de lobo marino; de cada lado
de la bolsita hay una tira de piel de lobo marino, o bien una trenza de fibras de
tendón de lobo marino (Pl. XXII, fig. 14).
Vimos además (pero eran hondas de niños) con bolsita de piel de nutria, con
cordones de trenza fina de fibras de tendones. Finalmente, trajimos algunos
especímenes cuya bolsita era de piel de guanaco.
He aquí cómo los Yaghan usan la honda: el más largo de los dos cordones
(de los que cada uno termina con un pequeño bulto) pasa a la palma de la
mano y su extremo es sostenido entre el dedo meñique y el anular. El cordón
más corto de los dos es sostenido, también por su extremo abultado, entre el
pulgar y el índice. El Fueguino otorga a la honda dos o tres movimientos de
rotación, horizontalmente y a veces en un plano oblicuo, luego suelta el extremo
del cordón más corto y la piedra va a caer en la dirección apuntada, acercándose
más o menos al blanco. Tayachapoundjis, un Fueguino bastante diestro, quien nos
mostró primero el manejo de la honda, nos dio también un ejemplar de piedra
que figura en la honda reproducida en nuestros dibujos (Pl. XXII, fig. 14 y 15). Es
inútil decir que estas piedras existen en todos lados, en muy grandes cantidades
en todas las playas. El mismo Fueguino lanzaba, con la honda, una piedra de ese
volumen a una distancia aproximada de 100m, pero no quiso apuntar a un trozo
de roca colocado a cincuenta pasos, solamente, dándonos a entender que estaba
demasiado lejos. Más tarde, pidiendo a varios Yaghan alcanzar con una piedra
de honda un tronco de árbol a 15m o 20m de distancia, los vimos a menudo fallar
este blanco. Esto dista mucho de la opinión de Lovisato, según la que la honda
entre las manos de un Fueguino sería un arma tan terrible que a 25m o a 30m de
distancia, alcanzaría al animal más pequeño.
Fitz-Roy en el relato de su viaje 19, dice también que la habilidad para la honda
de los Fueguinos del estrecho de Magallanes (pertenecientes probablemente al
pueblo Alakalouf) es verdaderamente extraordinaria; piensa que, entre sus
manos, debe ser un arma ofensiva muy temible. Ante él, por ejemplo, un joven
Fueguino, habiendo recogido y colocado en su honda una piedra del tamaño de
un huevo de paloma, hizo entender que iba a alcanzar una piragua, y dando la
espalda a este blanco, lanzó la piedra, en una dirección opuesta, contra un árbol,
desde el que rebotó por sobre su cabeza para caer cerca de la piragua. Fitz-Roy
agrega que vio a menudo a estos Fueguinos golpear con una piedra de honda
lanzada a una distancia de 50 a 60 yardas (alrededor de 50m) un gorro colocado
sobre un tocón de árbol.
No tenemos ninguna razón para suponer que los Yaghan de la bahía Orange
no hayan querido hacer, delante nuestro, prueba de su destreza; porque parecían,
por el contrario, desilusionados de fallar a menudo el blanco. Pero no ponían,
sin embargo, el mismo amor propio que el del lanzador, hábilo o no, que no ha
alcanzado el blanco; se veía claramente que consideraban imposible llegar a una
gran exactitud lanzando la piedra de honda. Hay que admitir entonces que la

19
Narrative of the surveying voyages of the H. M. S. Adventure and Beagle. Londres, 1833, vol. I.

100
honda de los Yaghan es casi un objeto de adorno para los hombres tanto como
un arma de caza o de guerra.
3º Trampas. Caza a mano.
No hemos visto en la bahía Orange más que cinco o seis ejemplares de lazos
destinados a atrapar aves, más a menudo gansos o patos silvestres. Se les coloca
en el suelo, en islotes o playas arenosas, en un lugar empastado y se mantienen
sus anillos levantados en un plano vertical, formando tantas entradas a cercos
de ramas de 0m,60 a 0m,80 de alto, plantados en el prado, cerca del borde del
agua. Los gansos, acostumbrados a frecuentar estos parajes, aterrizan sobre estos
céspedes para pastar; son atrapados, a su salida, en las aperturas provistas de un
nudo corredizo.
Estas trampas o lazos, de los que entregamos una reproducción con el dibujo
y el grabado (Pl. XXII, fig. 12 y 13), ya mencionados por Bougainville que los vio
en el estrecho de Magallanes en 1768, están compuestos de círculos de barbas de
ballena atados por una tira de piel de lobo marino o por una trenza de fibras de
tendón de ballena.
La escasez bastante grande de estas trampas lleva a creer que ya no son muy
empleadas para la caza; durante nuestra estadía en el cabo de Hornos, los indígenas,
según nuestros conocimientos, no las habrían tendido más que una vez.
El Señor Bridges describe otras dos trampas para aves: la primera consiste
de tres espinas de madera dura, bien afiladas, fijadas juntas en la punta de un
bastón curvado; sus puntas, un poco divergentes unas de otras, están enterradas
y enmascaradas en un cebo de carne de pescado: los cormoranes se atrapan
con esta trampa, tragándose, con el cebo, las astillas de madera que penetran
profundamente en la garganta del ave y causan su muerte, tras intentos
desesperados por su parte para deshacerse de estas espinas.
En la parte occidental del territorio frecuentado por los Yaghan, se practica la
caza al acecho, disimulándose bajo una cuna de hojas con un pato como señuelo;
en su defecto, el cazador mismo imita el llamado del pato. Atrae así a estas aves
alrededor de su cuna, a través de cuyos intersticios hace pasar un largo tallo
delgado, provisto de un nudo corredizo de barba de ballena. Los patos son
atrapados uno por uno con este lazo, hasta que las aves hayan descubierto por
fin a su enemigo.
Los Fueguinos cazan también a mano en la orilla del mar, en acantilados
escarpados a lo largo de los que se deslizan, suspendidos por largas tiras de
piel de lobo marino. Durante el día, se apoderan así de los huevos y de las aves
jóvenes en el nido. En las noches oscuras, cuando los cormoranes están dormidos,
con la cabeza bajo el ala, el cazador, sostenido por su tira de la que un extremo
está amarrado en la cima del acantilado, baja silenciosamente agarrándose de
las asperezas de la roca; llegado cerca del ave, la toma con ambas manos y le
rompe la cabeza entre los dientes, sin dejarle tiempo de gritar o de agitarse. Pasa
entonces a otro, que trata de la misma manera y continúa esta caza, a menudo
provechosa, hasta que un ruido cualquiera ponga en fuga a los cormoranes.

101
Según el Señor Bridges, se apoderarían mediante un procedimiento análogo,
de la variedad de cormoranes que duermen de noche en los árboles.
La caza a lo largo de estos acantilados conduce a menudo a los indígenas a
islotes aislados donde desembarcan de día y esperan la noche escondidos bajo las
rocas. Su destreza es tal que pueden apoderarse inmediatamente de las aves que
aterrizan sobre estas rocas durante la puesta de sol y las ahogan con la mano sin
dejarles tiempo de gritar.
Cuando hacen estas partidas de caza, llevan generalmente una pequeña
provisión de agua dulce en baldes de corteza (Pl. XXV, fig. 3), o de piel de lobo
marino, porque no encontrarían nada de beber en estos islotes áridos, cubiertos
de guano. Son a veces sorprendidos, en arrecifes poco elevados, por tempestades
furiosas y llevados por las olas; estas catastrófes son raras, porque la experiencia
les permite prever bastante bien el tiempo.
4º Arcos y flechas.
Describiremos estas armas en detalle, debido a su importancia en la Etnografía;
pero son, actualmente al menos, muy raramente empleadas por los Yaghan para
la caza: efectivamente, en todo un año, no vimos más que una decena de flechas
entre sus manos, en la bahía Orange. Uno de ellos, Yakaïf, tallaba simplemente
el vidrio que formaba las puntas, rayando un trozo de vidrio con un cuchillo (se
trata sin duda de talla por presión, nde). En defecto del vidrio, empleaba, nos
dijo, fragmentos de piedra (sílex) que no se encontrarían en la bahía Orange.
Según este Fueguino, que había pasado varios años en la Misión inglesa, donde
se había civilizado en parte, las flechas servían para matar a las aves.
En Ouchouaya, asentamiento de la Misión inglesa en el canal Beagle, los Yaghan
tienen mucho más a menudo flechas, con puntas bien hechas, de vidrio, de pizarra
o de sílex (Pl. XXII, fig. 5 a 8); pero se desprenden de ellas muy fácilmente, ponen
demasiada prisa en ofrecerlas a los escasos visitantes extranjeros como para que
no se esté en derecho de suponer que éste es para los indígenas un artículo de
exportación que fabrican para el placer de su clientela o que se procuran por la
vía del intercambio con sus vecinos, los Ona.
El Doctor Hahn, médico-mayor de la Romanche, encontró algunas puntas de
flecha de sílex excavando viejos conchales de Ouchouaya: las hemos representado
aquí (Pl. XXII, fig. 9 a 11), pero, con seguridad, este modelo ha dejado de estar
en uso desde hace tiempo entre los Yaghan, mientras que el arco y las flechas de
la época actual no parecen haber variado desde los primeros viajeros europeos a
Fuegia. Es bajo este concepto que hemos hecho reproducir por dibujo (Pl. XXII,
fig. 3) un arco traído del archipiélago de Magallanes por Bougainville y que
nunca había sido representado. No difiere en nada del arco actual. Bougainville20
estaba, en enero de 1768, en el fondeadero de la bahía Fortescû en la rada del Port
Gallant (estrecho de Magallanes): es ahí que vio a los indígenas del estrecho, que
20
Voyage autour du monde par la Boudeuse, etc., 2º edición, 1772; t. I, p. 292 y sig. El arco traído
por Bougainville forma parte de la colección del musée du Trocadéro (ahora Museo del Quai Branly,
nde).

102
abordaron su nave con gritos redoblados de Pécherai, de donde este nombre les
quedó para Bougainville. Este gran navegante describe así sus armas: “Son arcos
hechos con la madera de un Berberis de hojas de acebo que es común en el estrecho;
la cuerda es de tripa y las flechas están armadas con puntas de piedra, talladas
con bastante arte; pero estas armas son más bien contra las presas que contra los
enemigos: son tan débiles como los brazos destinados a usarlas”. Los detalles que
siguen a esta descripción indican que Bougainville, en esta circunstancia, estuvo
en relación con Alikoulip o Alakalouf.
Lovisato, en la relación que hemos citado, describe largamente la fabricación
de las flechas entre los Fueguinos. Los astiles de las flechas provienen, dice, del
Berberis ilicifolia o del Maytenus magellanica; los pulen frotándolos con toba roja o
un tipo de piedra pómez. Su largo es de 0m,70 y están abultados hacia el centro
(Pl. XXII, fig. 5). Uno de los extremos presenta una entalladura que sirve para
tomar un punto de apoyo sobre la cuerda del arco. De cada lado de este extremo,
se fijan plumas cuyo tubo ha sido rajado, apretadas por medio de finas tiras de
intestinos de ave que pasan a una distancia casi igual entre tres o cuatro barbas de
estas pequeñas plumas, tomadas más bien de las timoneras que de las remeras.
Las plumas están tan bien amarradas que se creería que no hay más que una sola,
si no fueran de dos colores, una blanca y la otra negra. La mayoría de las puntas
de flecha es de vidrio de botella proveniente de navíos naufragados; se ven rara
vez de sílex. Presentan dos aletas y un pedúnculo: para recibir a este último,
el extremo del astil está abierto y lleva, además, una acanaladura de 2 ó 3mm.
Esta parte de la punta está fuertemente atada sobre el astil con delgadas tiras
de intestino que, secándose, fijan sólidamente la punta al tallo de la flecha. Para
que esta ligadura sea aún más resistente los Fueguinos agregan una sustancia
pegajosa que Lovisato no pudo determinar21. Hace notar, a este propósito,
el error de Lubbock, quien, en sus Prehistoric times, afirma que los Fueguinos
confeccionan sus flechas de manera que la punta no se adhiera al astil para que
pueda quedar sola en la herida; en todos los casos, no hacen diferencia entre
las flechas de guerra y las flechas de caza. Lovisato describe así la fabricación
de las puntas de flecha por un Ona en la bahía Sloggett (sureste de Tierra del
Fuego propiamente dicha). Sentado en la playa, este Ona puso en la palma de
su mano izquierda un trozo de botella cualquiera rota por Lovisato; después de
haberlo roto en varias astillas con una piedra recogida cerca de él, retuvo un
solo fragmento que, al parecer, era demasiado voluminoso, porque, tomándolo
en un doblez de la piel de guanaco que cubría sus espaldas, lo rompió con los
dientes. Sacó entonces de una pequeña bolsa de provisiones un trozo de hueso
de 12cm,05, colocó de nuevo el resto de vidrio en la piel de guanaco y presionó
sus bordes con el hueso, sostenido fuertemente en la mano derecha por medio
del pulgar apoyado en su extremidad. Después de cada presión, cambiaba el
vidrio de lugar y en catorce minutos, había terminado “la más hermosa punta
21
Es simplemente pez, que los Fueguinos encuentran varada en la costa y que proviene de los
navíos naufragados; la nombran paloupatchia.

103
de flecha que se pudiese ver”, larga de 25mm,05, ancha de 17mm. Cuando este
Ona llegó a las aletas de la punta, sacó de su bolsa un fierro con el que, en dos
golpes, hizo un ala antes que Lovisato pudiera pedirle, con su intérprete, de no
emplear más que la herramienta de hueso (es, en general, un cúbito de zorro,
de nutria o de otaria). El Ona accedió en seguida a esta solicitud y fabricó con el
hueso la segunda ala. Estos Fueguinos comienzan siempre por hacer primero la
punta, formando con el trozo de vidrio o de sílex un triángulo isósceles del que
adelgazan luego la base para formar las aletas y el pedúnculo. Las puntas de
flecha nunca son envenenadas. Lovisato da después de esta descripción, para el
arco y para las flechas, los nombres indígenas que citamos como pertenecientes
a la lengua Yaghan y que seguramente le fueron indicados por un fueguino en
la Misión inglesa. Los Alakalouf, agrega, emplean las armas de los Yaghan y las
de los Ona, pero sus flechas, más cortas no pasan más de 0m,60 de largo; los
bastones no son tan lisos; las puntas, de un trabajo más grosero, están menos
sólidamente sujetas a los tallos, que están entre ellos preparados con cuchillos de
fierro, encontrándose estos Fueguinos más a menudo que los otros en relación
con barcos a vapor que atraviesan el estrecho de Magallanes. Tienen un carcaj
más pequeño, menos bien cosido y menos bien provisto que el de los Ona. Éste
contendría entre diez a dieciséis flechas haciendo fuera una saliente de 0m,0 a
0m,15. La Misión francesa jamás vio un carcaj semejante entre los Yaghan de la
bahía Orange.
5º Perros.
Los perros fueguinos son auxiliares indispensables de la caza de la nutria y a
este respecto, los indígenas los aprecian mucho. No cuestan por otra parte ningún
cuidado, porque cazan también por su cuenta y saben, en marea baja, dar vuelta
los bolones de la playa para hacer su comida de moluscos y peces.
He aquí, según el Señor Doctor Hahn, cómo son empleados para cazar la
nutria22: “El natural de Tierra del Fuego caza la nutria (Lutra felina) en los bellos días
de calma; de madrugada, entra en campaña y sigue las costas de grandes rocas,
ahí donde sólo se encuentra su presa favorita. Avistando a la nutria que viene a
respirar a la superficie del agua, va derecho a ella para arponearla en su segunda
aparición: errada, la nutria busca llegar a tierra: en ese momento, el cazador echa
los perros al mar (está generalmente acompañado por dos perros) para cerrarle
la huida y alcanza la orilla. Conociendo de antemano el emplazamiento de las
guaridas, va a apostarse a la entrada o cerca de la entrada de las madrigueras.
Los perros lo han alcanzado; uno de ellos, si la configuración del suelo lo permite,
penetra por sí mismo en la madriguera, sino el Fueguino lo introduce a la fuerza.
Se establece una lucha: el perro busca estrangular a la nutria, lo que logra a veces;
pero generalmente ésta se defiende bravamente, hace frente al enemigo silbando
y muerde cruelmente a su adversario, que deja a menudo en la pelea la mitad de
22
J. KUNCKEL D’HERCULAIS, Les chiens des Fuéguiens, en Science et Nature, 26 de enero de
1884. Este número contiene el dibujo, según modelo, de dos perros traídos de Tierra del Fuego por la
Misión francesa.

104
su cara o su nariz entera. Más a menudo, el perro triunfa, desaloja a la nutria y
el Fueguino, al acecho, la arponea a la salida al descubierto. A menudo nuestro
cazador rompe su arpón; con la destreza del salvaje, sin temer mordeduras ni
rajaduras, salta sobre su presa, la atrapa, la estrangula o, si teme que se le escape
corriendo, la toma por una pata y le rompe el cráneo sobre una roca“.
Los perros sirven también para la caza de los guanacos y de las aves; pueden,
además, según la afirmación de los indígenas, vencer a los zorros a la carrera,
estrangularlos y traerlos a sus amos.
Bien formado en su pequeño tamaño, el perro fueguino se hace notar por sus
orejas rectas, afiladas, su nariz alargada, muy puntuda; así tiene el aspecto de
un animal salvaje más que doméstico, teniendo grandes relaciones de formas
con el chacal. El color de su pelaje es extremadamente variable; es a menudo
uniforme, gris ante; frecuentemente también el color blanco forma el fondo, el
cuerpo está marmoleado con amplias manchas negras o anteadas. Las patas están
verdaderamente palmeadas.
Extremadamente ágil y fuerte, en relación con sus pequeñas dimensiones, el
perro de Tierra del Fuego es sobrio, fuerte ante las privaciones, fiel a su amo,
quien sin embargo no lo acaricia jamás y le pega a menudo; de una vigilancia
muy activa, incesante, es astuto, desafiante y por sobre todo, solapado. No
contento con ladrar al extraño que se acerca a una choza y que reconoce por su
paso y su olor, busca luego morder al recién llegado, sin atacarlo jamás de frente,
sin dar voz. Desaparece apenas ha dado la mordida, de manera que ésta se siente,
en general en la pantorrilla y a veces bastante cruelmente, sin haberse revelado
de otra manera la presencia del enemigo: es siempre en el momento en que se
penetra en la choza, cuando se está dentro de la estrecha apertura que hace las
veces de puerta, que uno es atacado así, inopinadamente. Cuando uno se aleja, el
perro, cuyo amo había hecho mantenerse tranquilo durante la visita, se precipita
sin ruido sobre los talones del extraño para lanzar una última dentellada.
La Misión francesa compró en la bahía Orange, pocos días después de su
nacimiento, una perra en enero de 1883 y un perro en el mes de febrero siguiente.
Se acostumbraron sin dificultades a sus nuevos amos y aceptaron fácilmente la
vida doméstica en la Misión, al contrario de los perros adultos, que no se dejaban
domesticar por los Europeos. Vimos en efecto en el canal Beagle, a los perros
indígenas permanecer abiertamente hostiles con los misioneros ingleses que
frecuentaban, desde varios años, las chozas fueguinas. Por otra parte, si nuestros
dos perros se acostumbraron fácilmente a vivir con los Europeos que habían
conocido muy jóvenes, una vez adultos ladraban con furia a los marinos de la
Romanche que bajaban a tierra. Durante los ocho meses que pasaron en la bahía
Orange, iban muy a menudo a visitar a los Fueguinos, pero regresaban todos los
días a la Misión.
A nuestro regreso a Francia, el señor profesor Nocard tuvo la gentileza de
ofrecerles hospitalidad en la escuela veterinaria de Alfort, donde la hembra
murió al cabo de poco tiempo, pero donde la raza pudo ser conservada. He aquí
las dimensiones exactas de estos dos perros en estado adulto:

105
Macho Hembra
Altura al hombro………………. 49cm 44cm
Largo desde el extremo de la nariz al nacimiento de la cola… 80 72
Largo de la cola……. 26 23

c. Pesca.
Comprendemos bajo este nombre la recolección de mariscos en tierra o en
piragua y la captura de los peces.

1º Pesca en tierra.
Cada día, con marea baja y bastante a menudo de noche con antorchas, si la
marea nocturna es más baja que la marea diurna, las mujeres salen de sus chozas
llevando, muy a menudo, un tesón encendido. Se van en grupos de dos o tres
personas o más, a la búsqueda de los mejillones que formarán la primera comida
de la familia. Están acompañadas, la mayoría de las veces, de las jóvenes niñitas,
que, desde temprano, se acostumbran a esta pesca y de los pequeños niños
que llevan a la espalda, si no están en edad de caminar. En cuanto a los niños
pequeños, no es más que por distracción, por su gusto, que acompañan a veces a
las pescadoras. Éstas no tienen nunca que ir muy lejos para encontrar los mariscos.
En las vecindades del cabo de Hornos, el mar se recoge en 2m aproximadamente
y deja a descubierto, cuando se retira, una cantidad de moluscos, entre los que
predominan los mejillones, que son el plato preferido en toda época por los
Fueguinos. Hay también abundancia de patellas, fisurelas, quitones o chitones,
pero son sobre todo los mejillones los que buscan las pescadoras.
Llegadas al lugar que les parece mejor aprovisionado de mejillones, las
Fueguinas se detienen y alejándose unos metros una de otra, recogen a mano
todos los mejillones, que tiran en seguida a un cesto colgado de su brazo.
A veces usan un bastón para desprender con un golpe seco las patellas y los
quitones. Si la playa es muy ancha y no está cubierta más que por una pequeña
capa de agua, de una profundidad de 0m,40 a 0m,50, por ejemplo, entran en el
agua, desplegadas en orden disperso, siempre encorvadas para recolectar sus
mejillones. Es un curioso espectáculo que dan así al Europeo que las observa y
que las compara involuntariamente con las mujeres de nuestras costas yendo a la
pesca en baja mar: mismo apresuramiento silencioso, misma actividad y de lejos
mismas siluetas. Se sobreentiende que este espectáculo no se da al viajero de paso
quien inspira a estas mujeres, o a sus maridos, una aprensión bastante grande
como para que no se muestren a él más que en piragua.
Las Fueguinas pronto han llenado cada una varios cestos con mariscos: si
faltan cestos, los reemplazan por su abrigo o, a decir mejor, por el miserable trozo
de cuero de lobo marino que flota sobre sus espaldas y que, plegado, les sirve
entonces para recolectar los moluscos.
Cualquiera sea el caso, no tardan en querer descansar un poco en el lugar.
El tesón encendido que han traído y depositado en la playa les ha permitido

106
encender un pequeño fogón con algunas ramitas arrancadas a los arbustos
vecinos del mar. Se apresuran de venir a calentarse cerca del fuego y de poner a
asar a medias una parte de su colecta, que se tragan sobre la marcha. Al regreso,
terminarán fácilmente de llenar sus cestos, o los pedazos de sus pieles de lobo
marino y los hombres quedados en sus chozas, ocupados en fabricar sus arpones,
o en hacer cualquier otro trabajo, no tendrán más que muy rara vez ocasión de
quejarse de una colecta insuficiente.
Se ve que basta para esta pesca a mano el vigilar el movimiento de las mareas,
conocer las playas abundantemente provistas de mariscos y tener un poco de
hábito manual para arrancar prontamente los moluscos que cubren la orilla. No
se puede colocar entre los utensilios de pesca el cesto (kaïdjim) el que, simple
recipiente premunido de un asa, no presenta más particularidad que la de tener
puntos muy amplios, que permiten al agua de mar escaparse fácilmente (Pl. XXV,
fig. 7 y 8). Es en esto solamente que difiere del otro tipo de cesto llamado taouala
y que tiene puntos apretados (Pl. XXV, fig. 1 y 2). El kaïdjim es confeccionado
más rápidamente, si no más fácil de trenzar que el taouala, pero también se usa
más rápido, debido sobre todo al uso al que está sometido y en las viejas chozas
deshabitadas es muy común encontrar viejos kaïdjim; casi nunca se descubren
taouala.
Lovisato, en su artículo sobre la etnografía de Tierra del Fuego, consagró
algunas líneas a estos cestos. Reconocemos con él que están admirablemente
confeccionados, pero no estamos más de acuerdo cuando dice que llevan nombres
diferentes según el uso en que se emplean. Según este autor, taouala sería el
nombre general para cualquier cesto que sea, mientras que kaïdjim indicaría el
cesto de puntos anchos y tayapou el cesto de puntos apretados. Es posible que
así sea entre los Fueguinos del canal Beagle, pero para los que viven en las aguas
inmediatas al cabo de Hornos y que frecuentan la bahía Orange, los cestos no
llevan ciertamente más que dos nombres, el de kaïdjim para los cestos de puntos
anchos y el de taouala para los cestos de puntos apretados.
Los Fueguinos no pescan en el río; desprecian las pequeñas especies de peces
de agua dulce (Galaxias) que viven en estos cursos de agua; no agarran tampoco
los pececitos (Harpagifer) varados en bajamar bajo las piedras y que les sería tan
fácil de capturar.
Vimos dos veces indígenas ocupados en pescar desde lo alto de una roca con
una línea amarrada a un largo palo, pero este modo de pesca es excepcional entre
ellos y si lo emplean a intervalos muy separados, debe ser a título de simple
distracción.
2º Pesca en piragua.
Las Fueguinas pescan en piragua todas las veces que el tiempo lo permite.
Atrapan así moluscos, erizos, cangrejos y sobre todo peces.
He aquí cómo ellas operan para la recolección de los moluscos (chitones o
patellas) que se quedan a menudo a 2m bajo el agua. Acuclillada en su piragua que
ha amarrado con anterioridad con un tallo de alga, la Fueguina examina, a través

107
del agua transparente, el lugar donde están los mariscos; los distingue fácilmente
a través de las algas flotantes y los desprende sin esfuerzo por medio del kalana,
tipo de espátula rajada sobresaliendo por 0m,17 un mango de madera de 3m
aproximadamente de largo (Pl. XXIV, fig. 3). El molusco sacado bruscamente del
lugar en que se mantenía, es recogido, por el pie, muy rara vez por la cáscara, en
la parte inferior del kalana que la pescadora retira del agua tomando el molusco
con la mano, apenas está a su alcance. A veces el marisco cae antes de llegar a la
superficie del agua, pero es entonces retomado con el kalana ya sea en el fondo,
ya sea durante el descenso; muy rara vez es ensartado o incluso deformado. Esta
pesca es de uso generalizado y cada piragua se encuentra habitualmente provista
del artefacto que sirve para efectuarla. No es practicada más que con muy buen
tiempo, porque, entre las algas enredadas, es necesario que la Fueguina pueda
distinguir fácilmente los moluscos de color apagado que se mantienen inmóviles
al fondo del agua.
Es lo mismo para la pesca de los erizos, pero con esta diferencia que
constituyendo estos equinodermos, en cierta estación, un artículo capital de la
alimentación fueguina, su recolección es más importante que la anterior y que las
Fueguinas le consagran más tiempo. Como para la pesca con kalana, las mujeres
se mantienen acuclilladas en su piragua amarrada con algas, en alguna pequeña
caleta donde saben encontrar erizos. Sólo la herramienta empleada es diferente.
En vez de utilizar una espátula sobre la que el erizo resbalaría, se emplea una
horqueta de cuatro dientes, llamada tchita (Pl. XXIV, fig. 4), atada a un largo
mango como el del kalana. El modo de proceder consiste esencialmente en atrapar
al erizo entre las ramas de esta horqueta y de traerlo a la superficie del agua antes
de que haya podido dejarse caer.
Esta pesca es a menudo provechosa: las Fueguinas la practican con una
destreza extrema y cubre casi exclusivamente las necesidades alimenticias del
pueblo en ciertas épocas del año en que los moluscos se vuelven escasos. En la
bahía Orange, las vimos recolectar así estos equinodermos en mayo y junio, es
decir después del fin de la estación de verano en estos mares.
La captura de los cangrejos se hace con el mismo artefacto entre los Fueguinos,
que ensartan también a estos crustáceos con un arpón común. Sin embargo
Lovisato (loc. cit.) indica una variante: se emplearía, según este autor, una
horqueta de tres dientes, igualmente fijada a un largo mango y que llevaría una
piedra engastada en el punto de separación de las ramas; éstas, aplicadas sobre
la caparazón de un cangrejo, tenderían a separarse, la piedra caería y el cangrejo
sería así inmovilizado, luego capturado. En la bahía Orange, este expediente no es
utilizado y los numerosos cangrejos que hemos visto entre las manos Fueguinas
presentaban todos un orificio que lleva a creer que habían simplemente sido
ensartados con arpones comunes.
Sea como sea, no hay más lugar para admitir lo que los viajeros han contado
acerca de la triste obligación impuesta a las mujeres de bucear, incluso en la
estación más rigurosa, para sacar erizos. Las emotivas líneas escritas sobre este
tema por Fitz-Roy y por Darwin nos habían hecho suponer que, en la época de

108
su viaje al cabo de Hornos, tal era en efecto la costumbre en Fuegia y que los
misioneros ingleses eran los únicos que habían hecho perder esta costumbre
cruel, enseñándoles a los Yaghan el uso del tchita. Pero el rev. Thomas Bridges
nos desengañó completamente. Jamás vio a las mujeres bucear en busca de erizos
y a su llegada a Tierra del Fuego, hace treinta años, vio funcionar los tchita como
en la época actual.
Durante tres meses del año, en la estación de los días más largos, la pesca de
los peces, en piragua, es una ocupación muy importante para las Fueguinas del
cabo de Hornos. No queremos hablar aquí más que de los peces comunes en esta
época en las bahías, cerca de las orillas y que se pueden atrapar con línea. Esta
pesca es generalmente practicada por medio de un largo tallo de alga (Macrocystis
pyrifera), que los Fueguinos sólo deben recoger sobre la playa arenosa donde esta
alga viene a varar, arrancada de su punto de implante después de las frecuentes
tempestades en estas costas. La enrollan cuando está húmeda aún y medio
seca constituye una suerte de cuerda natural muy resistente que les servirá,
recobrando toda su flexibilidad en el agua, como línea de pesca de varios metros
de largo. Esta línea es completada muy simplemente por la adjunción de una
piedra de lastre, tomando cualquiera de la playa y por una brizna de tubo de
pluma de albatros, de ganso o de pato silvestres, formando un nudo corredizo
en su extremo (Pl. XXIV, fig. 6). Este nudo sirve para fijar el cebo constituido por
un trozo de carne de marisco o de pez atra lo más a menudo con un puñado de
algas en un lugar donde las aguas son tranquilas y que sabe ser rico en peces,
ceba su línea, sujeta el lastre y deja caer el todo a algunos metros de profundidad
sin apartar la vista de su cebo. Apenas llega un pez a morder, la pescadora retira
vivamente la línea y antes que haya tenido tiempo de desprender sus mandíbulas
del cebo, es capturado a mano. Para que ya no pueda escaparse, recibe entonces
una dentellada cerca de las branquias, como Fitz-Roy y luego Lovisato lo han
señalado; luego se le ensarta en una brizna de junco, de modo de formar un
manojo de diez o doce peces ensartados.
Las mujeres son de una destreza extraordinaria para esta pesca y las hemos
visto muy a menudo, en la bahía Orange, atrapar grandes cantidades de bellos
peces con el simple artefacto que acabamos de describir, mientras que nuestros
marineros, en el mismo momento y en el mismo lugar, lograban con gran
dificultad recolectar escasos especímenes con sus líneas europeas provistas de
anzuelos perfeccionados. Por otro lado, para dar una idea de la abundancia de la
pesca practicada por las Fueguinas, nos bastará decir que el uso establecido por
el Director de la Misión inglesa para las compras de pescado a los Fueguinos es
dar, en galleta de mar, aproximadamente el tercio del peso de pescado.
Las líneas comunes de alga se rompen raramente y bastan para atrapar peces
de tamaño medio, que pueden pesar 0kg,50. Pero la línea de alga puede fallar,
se puede romper por una tracción demasiado fuerte, o bien el pez es demasiado
voluminoso; las mujeres emplean entonces una larga línea trenzada de tendones
de ballena del trabajo más fino y que no difiere en absoluto más que por la trenza
de las líneas descritas más arriba; pero naturalmente su resistencia es mucho

109
mayor. A veces, del lado del canal Beagle principalmente, tiene por lastre una
piedra pulida y que lleva una ranura, para asegurar mejor la fijación. Hemos
hecho reproducir por el dibujo (Pl. XXIV, fig. 5) esta línea trenzada, provista de
una piedra de lastre semejante.
Si las palabras de piedad de Fitz-Roy acerca del destino de las Fueguinas
están colocadas fuera de contexto, acerca del tema de su pretendida costumbre
de bucear, estarían por el contrario justificadas por los sufrimientos que estas
mujeres soportan mientras pescan expuestas al viento, al frío y a la lluvia, contra
los que están tan mal protegidas por el fuego encendido en la piragua. Muchas
veces las vimos pasar días enteros ocupadas en pescar bajo la lluvia recia, luego
regresar a sus chozas por la tarde, con el cuerpo chorreando, transidas de frío. Con
la fuerza de la costumbre, soportan sin quejarse estas vicisitudes y por otro lado,
estando desprovistas de toda vestimenta, se secan y se calientan prontamente
manteniéndose acuclilladas cerca del fogón de la choza. Su primer cuidado al
regreso de una pesca bajo la lluvia es de sentarse completamente desnudas, cerca
del fuego al que exponen rápidamente y sucesivamente las diferentes partes de
su cuerpo. Apenas se han calentado así, vuelven a colocar sobre sus espaldas la
piel de lobo marino o de guanaco que les sirve de abrigo y que pusieron a secar
ante el fuego al regresar a la choza.
Las Fueguinas van a pescar a toda hora, incluso en la noche cuando hay claro
de luna, o cuando, después de los largos días de verano, la noche es tan corta que
puede pasar por crepúsculo.
Los Fueguinos no conocen la pesca con red.
Para atrapar una especie de pez del tamaño de nuestras sardinas, llamada
ilatçi, de la que constatamos la presencia en cantidades innumerables en las aguas
de la bahía Orange durante un día, el 15 de marzo de 1883, usan simplemente
su cesto, quedándose en sus piraguas y más especialmente el kaïdjim, que han
fijado en la punta de un mango de arpón y que emplean a la manera de una
red enmangada. Nos mostraron nasas fabricadas con el mismo fin, trenzadas
groseramente en junco y con ramitas rajadas por la mitad.
En el Voyage de Freycinet alrededor del mundo en el Uranie 23, se lee que todos
los pueblos marítimos del continente austral usan corrales de pesca, en los ríos
y en las entradas de mar a través de la tierra, corrales “construidos ya sea con
piedras colocadas unas al lado de otras, ya sea con postes bastante apretados
como para impedir que el pez que entra no pueda salir”. No vimos nada que
recordara los corrales de este tipo, pero el Señor Bridges afirma que los Fueguinos
atrapan a veces peces en caletas por medio de represas formadas con ramas de
árbol.

23
T.II, p. 778 y sig.

110
d. Juegos.
Los juegos se practican sobre todo durante las visitas que se hacen entre
ellos los grupos de Fueguinos. Cuando el encuentro está decidido, al menos
seis piraguas parten juntas, transportando a unos cuarenta individuos que se
prestarán ayuda de ser necesario. Llegados a la meta de su viaje, los hombres
desembarcan primero, la cara adornada con pinturas, la frente ceñida por una
venda de plumas; llevan sus arpones en la mano. Mientras avanzan hacia las
chozas, sus piraguas los siguen a poca distancia de la orilla. Los Fueguinos
visitados se apresuran de venir al encuentro de los recién llegados; a la cabeza
van uno o dos de los más ancianos o de los que conocen mejor a los que llegan.
Se ponen de acuerdo sobre los detalles de la visita, sobre lo que es necesario para
el alojamiento, etc. Si hay lugares disponibles en las chozas ya construidas, los
visitantes se los reparten según las invitaciones que reciben. Hay intercambio de
demostraciones de amistad, de regalos y en verano, se pasa a la ronda de bayas
comestibles.
Se propone entonces, sobre todo si las dos partes reunidas son numerosas,
librarse a juegos de lucha que siempre son muy apreciados. Los indígenas
famosos en estos juegos se provocan entonces recíprocamente.
La lucha cortés llamada kalaka tiene lugar entre dos indígenas, ubicados al
centro de un círculo de espectadores quienes, sin mezclarse en la acción, siguen
las peripecias con el mayor interés. Los luchadores se aprietan, se abrazan,
cada cual buscando levantar al adversario y botarlo a tierra. Es un espectáculo
que apasiona a los Fueguinos, siempre listos para probar así la fuerza de sus
visitantes.
Este juego puede degenerarse, empleando los luchadores excitados maniobras
brutales que conllevan a veces consecuencias fatales.
Otro juego de fuerza es ejecutado por dos filas de indígenas que se sostienen
por el cuello, separados por una gran distancia y caminando una hacia la otra
cantando. En el momento en que se encuentran, los jugadores, bajando la cabeza,
hacen todos sus esfuerzos para romper la línea de los adversarios. Cuando una
de las filas se rompe, la felicidad llega a su punto cúlmine, debido a la confusión
producida entre los jugadores.
El juego de pelota se practica con una pelota de membrana de pata de gaviota,
rellena con plumón bien apretado; los jugadores forman un círculo y se lanzan la
pelota de uno a otro.
Cualesquiera sean los juegos usados, los Fueguinos les otorgan un interés muy
vivo; hablan mucho de ellos en las tardes dentro de las chozas; ahí también toman
gran placer en imitar los gritos de animales, o en inventar escenas burlescas que
ocasionan risotadas interminables entre los espectadores.

24
Hyades, Bulletin de la Société d’Anthropologie de Paris, p. 721; 1884.

111
e. Riñas.
Nunca hay entre los Yaghan expediciones de guerra, pero son muy susceptibles
y por consecuente inclinados a las querellas, a las riñas.
Éstas no conllevan una mortalidad considerable, ya que desde 1871 a 1884
no ha habido más de veinte y dos casos de asesinatos24, lo que constituye
un promedio de menos de dos por año y esto en un país donde cada uno es
enderezador de entuertos y se hace justicia a sí mismo, sin conocer ninguna ley.
La explicación del pequeño número de homicidios en el archipiélago del cabo de
Hornos se encontraría en la arraigada costumbre de los indígenas de considerar
la vida humana como sagrada (Bridges, Memoria Inédita). Así, se preocupan lo
mejor que pueden de impedir las querellas, las injurias: los amigos del insultador
buscan calmarlo, le quitan sus armas e incluso se lo llevan por la fuerza si no
logran apaciguarlo. Pero cuando, a pesar de todo, ha estallado una riña entre dos
individuos, se vuelve pronto más o menos general, acudiendo los parientes o los
amigos de cada combatiente en su auxilio. Todas las armas son entonces buenas
para pelearse; puñetazos, piedrazos o bastonazos, hondas, arpones, flechas. Una
costumbre muy expandida consistiría en tomar al adversario por los cabellos y
por la cabeza e, intentar torcerle el cuello.
Las causas ordinarias de las riñas son los insultos, el robo, el adulterio, la
venganza por cualquier motivo y sobre todo por el deceso de un pariente o de un
amigo, hombre o mujer, del que se atribuye la muerte a malos tratos.
La ofensa que da lugar a una riña es a veces antigua, lo que probaría que los
Fueguinos son vengativos.
Las riñas más graves tienen por origen un asesinato del que se quiere castigar
al autor refugiado entre un grupo de parientes o de amigos. Los Fueguinos van
entonces en gran número a la búsqueda de las familias que han dado asilo al
culpable; tratan de rodear las chozas por sorpresa durante la noche, para caer
sobre adversarios dormidos. Más a menudo, sin embargo, el combate ocurre de
día: las dos partes en presencia están cubiertas de pinturas; los individuos en
litigio directo se ponen delante de cada grupo.
Se intenta alcanzar al asesino a piedrazos o con la honda, para ultimarlo
luego a golpes de arpón. Los cuerpos de los enemigos muertos son mutilados a
menudo, pero, en definitiva, se los entierra y se los quema.
A veces estas grandes riñas estallan a consecuencia de una información falsa.
Por ejemplo, un Yaghan se encontraba en la Misión inglesa de las Malvinas
cuando se expandió el rumor de que el navío de la Misión había naufragado
y que este Fueguino había sido muerto por un grupo de indígenas del Este. Al
saberlo, su grupo se puso en camino hacia el Este, a fin de vengar su muerte,
mató a un hombre e hirió a varias personas; el error no fue reconocido sino más
tarde.

112
5. COSTUMBRES DE LA FAMILIA.
a. Nacimiento.
El parto se efectúa más a menudo al aire libre, por un sentimiento instintivo
de pudor que empuja a las mujeres a soportar los sufrimientos del frío más
que soportar la presencia de los hombres y la promiscuidad de la choza en el
momento en que dan a luz. Son asistidas entonces por sus vecinas a las que
siempre guardarán reconocimiento y que serán más tarde llamadas por el nombre
de madre por los pequeños niños que han ayudado a venir al mundo. Todas las
mujeres e incluso las jóvenes, están aptas para dar sus cuidados a la parturienta.
Los Fueguinos no manifiestan ninguna alegría y no hacen una ceremonia
especial para los nacimientos masculinos o femeninos, tema acerca de los que
no parecen tener preferencia. Estos nacimientos no pueden dejar de complicar
las dificultades de la vida en las chozas o en las piraguas y se explicarían así
los abortos y los infanticidos que, a decir del Señor Bridges, serían comunes en
Fuegia. Sin embargo no hemos sido testigos de ningún atentado de este tipo y los
niños, desde su nacimiento, nos parecieron siempre rodeados de cuidados por
los padres.
Cada niño lleva el nombre de la localidad donde nació, nombre al que se le
agrega ndjis para los niños, kipa o, más rara vez, ouilis para las niñas. Cuando los
niños son grandes, estos afijos son a veces abandonados, o bien se cambian por
doloum, loum, lim.
Por otra parte, los Yaghan tienen un sobrenombre sacado de alguna
particularidad física, a veces humillantes, pero cuyo sentido desfavorecedor se
borra por la costumbre de pronunciar el mismo vocablo. Según el Señor Bridges,
estos sobrenombres se transforman a menudo en apellidos, cuando ya no son
adecuados para nada para el personaje que los lleva o cuando han perdido su
significado.

b. Adolescencia.
Según una tradición que parece segura, los Fueguinos tenían, hasta no hace
mucho tiempo aún, la costumbre de someter a una suerte de iniciación a los niños
llegados a la edad de la adolescencia. Se les llevaba a una gran choza, especialmente
destinada a este uso, llamada kina, donde se le hacía prometer el secreto sobre
todo lo que podrían ver. Ahí, se les obligaba a ayunar, sometiéndolos a un trabajo
penible, tal como el de proveer de madera para calefacción al gran fogón de la
kina. No sufrían por otro lado ningún maltrato: sus sufrimientos se limitaban a los
de un ayuno severo y prolongado, produciéndose un adelgazamiento notable.
Al mismo tiempo, los hermanos mayores de estos jovencitos, sus tíos,
sus primos mayores, los instaban a ser trabajadores, generosos y sinceros,
advirtiéndoles que serían infelices si se comportaban mal. Hasta ese entonces
el jovencito había sido considerado como niño y llamado Tamam; después de la
iniciación, se transformaba en joven, se le llamaba Ouchouoala y tenía derecho de
casarse.

113
El Señor Bridges, de cuyo trabajo inédito sacamos estas informaciones, indica
los 13 a 14 años como edad de estos iniciados. Agrega que la kina era también
el teatro de escenas misteriosas, extrañas, de origen muy antiguo, cuyos roles,
antaño poseídos por las mujeres, habían sido luego destinados exclusivamente a
los hombres. Éstos, diversamente maquillados, embadurnados con sangre sacada
de sus propias venas, con la cara escondida por gorros de corteza, salían de la
kina en fila india, saltando o cantando, dando gritos salvajes y buscando volverse
tan espantosos como fuese posible. Las mujeres y los niños no eran admitidos al
interior de la kina, pero se colocaban fuera como espectadores, manifestaban su
satisfacción con gritos de terror, alternados con risotadas y cantaban al mismo
tiempo que los hombres, pero sin mezclarse jamás con ellos. Tres de los actores
tenían un rol particular: uno era supuesto venir del fondo del mar, el segundo del
interior de la tierra y el tercero del espesor del bosque. No había, en todo esto,
ninguna idea propiciadora hacia un ser superior, sino simplemente la intención
de divertirse por el espectáculo en sí.
No vimos en la bahía Orange la menor manifestación de este tipo y el Señor
Bridges no nos dijo en qué época había ocurrido la última de estas diversiones
que han desaparecido a la vez que las iniciaciones de los niños en la edad de la
adolescencia.
Para las mujeres, se conserva el uso de someterlas al ayuno en la época de la
pubertad, pero este ayuno es más suave que el del que acabamos de hablar para
los niños; recibirían entonces, de sus padres, los mismos buenos consejos que se
les daba antaño a los niños en la kina.

c. Casamiento.
El casamiento es una costumbre general entre los Fueguinos, que consideran
a los solteros como enigmas. Se conviene temprano, desde la edad de trece años
para las niñas; pero no parece ser visto como definitivo mientras la pareja no ha
tenido hijos. Antes de que las mujeres hayan sido madres, no es extraño verlas
cambiar varias veces de marido, ya sea por inconstancia femenina, ya sea a causa
de malos tratos por parte de su esposo.
La joven no es consultada para la elección de un marido: los padres la dan
al que les conviene y que es siempre el más fuerte o el más temido entre los
pretendientes. Muy a menudo los hombres viejos tienen una o dos mujeres jóvenes;
a veces las mujeres viejas tienen maridos jóvenes; sin embargo, la concordancia
de las edades es la costumbre más general. Aunque haya hombres, en número
bastante grande, que poseen dos, tres e incluso cuatro mujeres, la costumbre es
sin embargo no tener más que una sola.
El casamiento no da lugar a ninguna ceremonia especial; la jovencita se
adorna ese día lo mejor que puede, por medio de pinturas en la cara y de collares
que recibe de regalo; se cortan sus cabellos sobre la frente; no hay otro detalle
en el atuendo. Por lo general los jóvenes esposos, sobre todo cuando no tienen
piragua propia, viven por largo tiempo con los padres de sus mujeres, a los que
hacen numerosos servicios; pero no es el caso cuando los hombres se casan en

114
edad madura, ni cuando son notables por su fuerza física o por su influencia
sobre los indígenas.
El nuevo matrimonio no tiene una existencia independiente y no viaja
a su antojo sino el día en que el marido posee una piragua construida por él.
Excepcionalmente, los hombres casados viven definitivamente con la familia de
sus mujeres.
Los derechos conyugales están formalmente reconocidos por los Fueguinos
quienes son muy celosos de éstos. No vimos ni un solo ejemplo de indígena en
consentir ceder a su mujer a cualquier precio: los relatos contrarios a esta opinión
han sido presentados por viajeros que evidentemente habían tomado a jovencitas
por mujeres casadas. Tanto se deben éstas a la fidelidad hacia sus maridos, como
las jovencitas son libres de comportarse como les plazca. El adulterio de la mujer
es a menudo severamente castigado por el hombre, pero no da lugar a ninguna
penalidad prevista; implica cierta mala estima pública. Por otro lado, las mujeres
celosas vuelven muy desagradable la vida a sus maridos; debe notarse que los
celos no se conocen fuera del matrimonio, ni entre las niñas, ni entre los niños.

d. Duelo.
Cuando los Fueguinos saben del deceso de un pariente o de un amigo,
manifiestan inmediatamente su dolor con gran vehemencia, por llantos y
gemidos. Laceran su cara con astillas cortantes de concha y cortan sus cabellos
a ras en la cima de la cabeza. Esta gran pena no tarda en calmarse; sin embargo
las mujeres guardan duelo durante varios meses, renovando casi cada día las
escenas de gemidos y de lágrimas.
Los parientes del difunto distribuyen a los amigos todo lo que tenía, mostrando
su dolor por el rechazo de poseer un objeto que ha pertenecido al que lloran. El
nombre del muerto se vuelve sagrado; deja de ser aplicado a una localidad o a
toda persona homónima; ésta durante más o menos tiempo, es señalada bajo la
apelación universal de Ouçilouchoua.
En general, la choza donde un indígena ha encontrado la muerte es quemada
y el lugar donde estaba establecida es abandonado por largo tiempo por los
amigos del difunto.

e. Funerales.
Inmediatamente después de la muerte, se procede a los funerales: el cuerpo es
envuelto en viejas pieles de nutria o de lobo marino; es luego sepultado, cubierto de
ramas con hojas, en el montón de conchas a la entrada de la choza, o bien quemado
en el bosque vecino. En el último caso, la cremación es completa, los huesos
calcinados son reducidos a polvo y dispersados en los alrededores, para que no se
les vea nunca más. Se recurre, de preferencia, a la cremación si el difunto ha muerto
lejos de su residencia habitual, para que los otros indígenas no puedan profanar sus
huesos exhumándolos y transformándolos en puntas de arpón, como ocurrió con los
huesos de los misioneros protestantes masacrados en Woollya en 1859, inhumados
largo tiempo después por otros Ingleses, luego exhumados por los Fueguinos.

115
No existe ninguna ceremonia especial para la sepultura, ni para la cremación.
En ambos casos, los funerales serían a veces prematuros; al menos el Señor
Bridges cita ejemplos de indígenas en estado de muerte aparente, resucitados en
la pira funeraria y que vivieron luego largos años.

6. INFLUENCIA DE LA CIVILIZACIÓN SOBRE LOS FUEGUINOS.

Hasta ahora, en este Volumen, nos hemos ocupado exclusivamente de los


Fueguinos viviendo en su estado primitivo, fuera de toda acción civilizadora.
No hemos mencionado las consecuencias de su contacto con los extranjeros, si
no es enumerando las enfermedades importadas a Tierra del Fuego e indicando
algunas palabras nuevas pasadas al lenguaje Yaghan. Nuestro estudio no estaría
completo si no examináramos atentamente los resultados de los intentos de
civilización hechos en el lugar por los misioneros ingleses.
Si los hábitos que hemos observado entre los Fueguinos en las aguas del cabo
de Hornos no han sido alterados por la civilización, se han transformado de
manera notable al centro del canal Beagle, entre los indígenas del mismo pueblo,
bajo la influencia de la misión evangélica inglesa. Continuarán modificándose
por la muy reciente fundación de un puesto argentino a la entrada de la bahía de
Ouchouaya.
El comandante Martial ha consagrado todo un Capítulo de su Libro (Mission
du cap Horn, t. I) a la historia de la misión evangélica inglesa del canal Beagle.
Después de Fitz-Roy y de Charles Darwin, después de G. Bove y de nosotros
mismos, rindió plena justicia a los esfuerzos de estos valientes misioneros para
civilizar a los Fueguinos. A las consideraciones que ha presentado acerca del
origen de la Misión, agregaremos algunos detalles tomados prestados al trabajo
inédito del Señor Bridges sobre los Fueguinos, o sacados de las publicaciones de
la misión inglesa. He aquí la relación del Señor Bridges:
“La Misión, nombrada primero Misión de Patagonia y luego Misión de América
meridional, fue fundada en 1850 por el capitán Allen Gardiner, quien desembarcó
en la isla Picton (entrada Este del canal Beagle), entre medio de Fueguinos
totalmente salvajes. Estaba acompañado por un médico, por un catequista, por
un carpintero y por tres pescadores de Cornwall; llevaba con él dos barcos llenos
de provisiones y de materiales de construcción. Después de haber matado a
uno o varios indígenas, debió, para no estar obligado a masacrar al resto, ir a
establecerse en la costa Norte del canal Beagle, en Puerto Spaniard, a veinte y
cinco millas aproximadamente de la ensenada Banner, esa bahía sonriente de
la isla Picton donde había tenido la intención de instalarse al comienzo (Es en
Puerto Spaniard que toda la expedición moría de hambre y de enfermedad,
antes de que los Fueguinos hubiesen llegado a aniquilarla). Estoy convencido de
que, si estos misioneros hubieran podido hacerse comprender por los indígenas,
éstos habrían sido para ellos vecinos agradables y dedicados; las circunstancias
decidieron otra cosa, pero los Fueguinos no merecen una censura severa. Aunque

116
los buenos misioneros les hayan dado regalos, sin hacerles ningún mal, eran
para los Fueguinos un enigma incomprensible. Estos indígenas, en efecto, que
son eminentemente sociables, que se mezclan familiarmente en toda reunión,
que van con la mayor libertad a cualquier choza y viven todos en una perfecta
igualdad, no podían darse cuenta de las actitudes autoritarias, desagradables y
sospechosas de sus extraños visitantes. Viendo todo lo que los extranjeros habían
llevado consigo, estuvieron irritados por la intención bien evidente de estos recién
llegados de guardar para sí mismos tantos tesoros codiciados. Por otra parte, los
misioneros vivían aparte, no formando más que un solo grupo de solteros: este
último hecho tenía gran importancia para los indígenas que estaban todos casados
y que no habían escuchado jamás hablar de una reunión de hombres viviendo
sin mujeres. Los Fueguinos creyeron entonces, naturalmente, por intuición, que
los misioneros tenían proyectos hostiles. Mientras los Fueguinos estuvieron
dispersos, la prudencia les recomendó demostrarse amigables; pero, apenas se
sintieron bastante numerosos para ser los más fuertes, se volvieron insolentes,
agresivos, decididos a aprovecharse de su superioridad numérica, dispuestos
por fin a matar a estos misioneros inofensivos, con la única meta de deshacerse
de individuos extraños desde todos los puntos de vista y sujetos de cuidado. En
esta circunstancia, no habría habido más que dos medios para mantenerse en
territorio fueguino: ser dos veces más numerosos, declarar la guerra desde el
principio a los indígenas, matar a algunos, luego vivir aislados en el país, o bien
compartir de buen grado con los Fueguinos todas las provisiones que habían
traído, adoptar el estilo de vida de los indígenas y vivir con ellos como iguales”.
La noticia de que la expedición del capitán Allen Gardiner había perecido de
hambre y de privaciones causó en Inglaterra una profunda emoción y produjo
un gran desaliento entre los adeptos de la misión. Sin embargo, en 1854, se
resolvió hacer una nueva tentativa para evangelizar a los Fueguinos; un velero,
llamado el Allen Gardiner, fue destinado a llevar misioneros a Tierra del Fuego;
pero, con la opinión de Fitz-Roy y Sullivan, se decidió establecer la misión en las
islas Falkland, donde se transportarían sucesivamente algunos Fueguinos para
enseñarles inglés y aprender de ellos su lengua, sin hacer ningún establecimiento
en Tierra del Fuego antes de haber obtenido este primer resultado25. El navío,
comandado por el capitán Parker Snow, partió de Bristol el 24 de octubre de 1854
con el Señor Garland Phillips, catequista, el Señor Ellis, médico y llegó el 25 de
febrero de 1855 a la isla Keppel, una de las Malvinas, concedida a la misión por
el gobierno inglés. Al año siguiente, un clergyman, el Rev. Pakenham Despard,
desembarcó en la isla Keppel con su familia, dos jóvenes que había adoptado y de
los que uno era el Señor Bridges y tres otros misioneros, entre los que se encontraba
el Señor Allen W. Gardiner, hijo del fundador de la Misión. En junio de 1858, el
navío de la misión fue a la bahía Ponsonby; los misioneros encontraron en la isla
Button a Jemmy Button, el Fueguino llevado por Fitz-Roy a Inglaterra en 1830;
recordaba, al parecer, suficiente inglés para hacerse comprender perfectamente
25
The Story of Commander Allen Gardiner, R.N., by John W. Marsh and W.-H. Stirling: 7th edit.
London, 1887, Chap. VI.

117
por los misioneros y había guardado un recuerdo muy vivo de Fitz-Roy. Consintió
en embarcarse con su mujer y sus tres hijos en el navío de la misión para ir a pasar
un tiempo a la isla Keppel donde toda esta familia tuvo una conducta excelente.
En octubre de 1858, el mismo navío los llevó a la bahía Ponsonby. Los misioneros
construyeron una casa a la inglesa; tras una estadía de un mes, volvieron a la isla
Keppel con tres nuevas parejas fueguinas y tres niños. Igualmente no tuvieron
más que halagos para estos fueguinos durante el año aproximadamente que duró
su estadía en la isla Keppel. En octubre de 1859, el Señor Phillips partió en la
goleta de la misión para reconducir a estos Fueguinos a su país en Woollya (bahía
Ponsonby): ahí el Señor Phillips, el capitán Fell que comandaba el Allen Gardiner,
su hermano, oficial a bordo y cinco hombres de la tripulación fueron masacrados
por los Fueguinos. El único sobreviviente fue Alfred Cole, cocinero, que se había
quedado a bordo. He aquí la deposición oficial de Cole, hecha bajo juramento al
secretario de gobierno de las islas Falkland, el 10 de marzo de 1860 26:
“El Allen Gardiner llegó a Woollya el 1º de noviembre de 1859, con 9 pasajeros
Fueguinos: 3 hombres, 3 mujeres y 3 niños. El 2 de noviembre, comencé a hacer
leña y desembarqué a los indígenas; el capitán Fell había ordenado, con antelación,
de inspeccionar sus sacos, donde se encontraron algunos objetos hurtados:
cuchillos, pañuelos, una punta de arpón. Esta inspección de los sacos ocasionó el
mayor descontento entre los Fueguinos; uno de ellos tuvo incluso un altercado
muy vivo con el capitán, al que había cogido del cuello y quien estuvo obligado
de golpearlo para deshacerse de él. Finalmente desembarcaron sin querer llevar
sus sacos que el capitán envió a tierra en la tarde del mismo día.
“El 3 de noviembre, corté leña y comencé a hacer un jardín. El 4, el número de
Fueguinos aumentó rápidamente; alcanzó aproximadamente a 300 individuos,
mujeres y niños incluidos. Ese día, Jemmy Button vino a bordo y se mostró
irritado de no haber recibido todos los regalos que esperaba.
“El domingo en la mañana, 6 de noviembre de 1859, todo el mundo fue a
tierra, salvo yo… Poco después de que la tripulación hubiese entrado, a celebrar
el servicio religioso, en la casa construida el año anterior, dos indígenas llevaron a
una choza los remos de la canoa…, luego los Ingleses salieron de la casa corriendo
hacia el mar; los indígenas los perseguían a golpes de masa y de grandes piedras
que hacían volar en todas direcciones, en medio de un estruendo espantoso.
“Antes de alcanzar el borde de la playa, los Ingleses habían sido masacrados,
salvo el Señor Phillips y un marinero que intentaban echar al agua una piragua.
Uno de los Fueguinos cuyo saco había sido registrado a bordo lanzó una piedra a
la cabeza del Señor Phillips, quien cayó al mar. Todos los Ingleses fueron muertos
en la playa, con excepción de un marinero muerto en la casa, según decir de
jóvenes fueguinos: éstos afirman que Jemmy Button tomó parte de la masacre, a
la que, en todo caso, asistía tal como su familia”.
Cole se escapó en una embarcación apenas vio la escena que pasaba. Primero
perseguido por una piragua, logró desembarcar y se refugió en un árbol donde

26
The Voice of Pity for South America, vol. VII, p. 136; 1860.

118
los Fueguinos lo dejaron tranquilo; luego se escondió en los bosques de la isla
Navarino y vivió doce días sin otro alimento que los mariscos que recogía en la
playa. Encontró luego una partida de Fueguinos que había conocido en Woollya,
pero que no habían ido a la isla Keppel. Le dieron mejillones y pescado y tomaron
toda su vestimenta. Se quedó diez días con ellos, totalmente desnudo; luego lo
llevaron al lugar donde estaba la goleta que había sido pillada: todo lo que era de
fierro había desaparecido, así como las velas. Cole se quedó en Woollya, donde
no encontró ni el cuarto de los indígenas que había dejado. Fue muy bien acogido
en la familia de Jemmy Button; le dieron vestimentas, incluso de aquellas que
le habían pertenecido. Vivió de peces y de mariscos con los Fueguinos, que lo
trataban como uno de los suyos. A veces se le prestaba un fusil y provisiones de
caza, todo pillado a bordo de la goleta y él mataba gansos silvestres que daba a
sus compañeros. Podía comprender las cosas usuales en fueguino, pero Jemmy
Button tenía la costumbre de hablarle en mal inglés. En las tardes, los hombres y
los jóvenes jugaban a luchar dándose cabezazos; en el día, andaban a la aventura
o dormían. A menudo Cole buscó, en el lugar de la masacre, algún resto de los
Ingleses muertos, pero fue sin el menor éxito: Jemmy Button le decía que los
habían quemado, otro Fueguino que los habían botado al mar; se supo más
tarde que habían sido enterrados. Por fin, un navío enviado de las Malvinas a la
búsqueda de los Ingleses llevó a Cole a la isla Keppel, así como a una nueva pareja
fueguina que había manifestado un vivo deseo de ir a vivir con los misioneros.
Este último hecho prueba que los Fueguinos no tenían noción de la gran
responsabilidad en que habían incurrido en los asesinatos en Woollya. Si embargo
Jemmy Button no confesó jamás su participación en este triste evento: afirmó que
los culpables eran Ona y el Comité de la Misión en Londres aceptó esta versión
admitiendo que los Ona fueron los instigadores de la masacre, en la que los
Yaghan (llamados entonces Tékénika) tomaron parte, empujados por una codicia
irresistible. Según la deposición de Cole, esta opinión no puede ser considerada
como fundamentada: habría constatado ciertamente la presencia de los Ona, si
indígenas de este pueblo hubiesen llegado a Woollya. Pensamos que se debe
atribuir la masacre de los misioneros a los motivos indicados anteriormente por
el Señor Bridges, para explicar los peligros corridos por el capitán Allen Gardiner
y especialmente a la vejación sufrida por los Fueguinos cuyos sacos habían sido
registrados a bordo de la goleta.
El Volumen del comandante Martial, citado más arriba, contiene todos
los detalles relativos a la instalación definitiva, en 1869, de los misioneros en
Ouchouaya, (Ooschoia de las cartas inglesas, Oushouaïa de las cartas francesas,
Ushuwia de las cartas alemanas), guardando siempre la Misión su establecimiento
en isla Keppel. No tenemos que ocuparnos aquí más que de la influencia ejercida
por los misioneros ingleses, desde ahora instalados en el canal Beagle, sobre los
Fueguinos de su entorno.
Es evidente que los misioneros debían tener por objetivo principal el iniciar a
los indígenas a la religión cristiana. Nada podía ser más difícil, puesto que, como
hemos visto, los Fueguinos no tienen ninguna idea del sentimiento religioso. No

119
se trataba de convertir infieles, fetichistas, sino de aportar creencias, dogmas muy
complejos, a personas que jamás habían adorado nada. Había que tener la fe y la
energía de los apóstoles para no retroceder ante esta tarea.
Los misioneros no se desalentaron; tuvieron la satisfacción de hacer penetrar
algunas de las ideas cristianas en el espíritu de los Fueguinos agrupados, de
manera estable, en Ouchouaya o en la isla Keppel. Pero entre los indígenas
viviendo de la existencia nómada, estas ideas no podían echar las más mínimas
raíces durante las visitas más o menos espaciadas, hechas a la Misión inglesa.
Sin duda los misioneros afirman que las nociones religiosas se introdujeron
más o menos entre todos los Yaghan, que han mejorado sus hábitos, suprimido
algunas de sus costumbres bárbaras, tales como el infanticidio, desenraizado
hábitos contrarios a los preceptos cristianos, como la poligamia y de manera
general, corregido los malos instintos, despertado sentimientos virtuosos.
Bautizaron a neófitos, casaron a cierto número de parejas y obtuvieron fácilmente
la asiduidad de sus empleados indígenas al servicio religioso; algunos de los
jóvenes Fueguinos que siguen más asiduamente la escuela han hecho verdaderos
progresos.
Pero esta influencia no se extiende aún a los Yaghan diseminados entre el
canal Beagle y el cabo de Hornos.
A nuestra llegada a la bahía Orange, hemos constatado entre los Fueguinos
todas las disposiciones morales señaladas por los primeros viajeros que los han
observado: desafío, muda curiosidad, ausencia completa de sociabilidad hacia los
extranjeros. Si no hubiésemos conocido de antemano la existencia de una misión
en el canal Beagle, nada nos lo habría podido hacer adivinar en la actitud de los
Fueguinos. Habían frecuentado la Misión inglesa, algunos la habían habitado por
bastante tiempo, pero no habían sufrido ninguna modificación moral y estuvimos
muy sorprendidos, en una visita del Señor Bridges, a la bahía Orange, al saber
que este misionero era conocido por casi todos. El sentimiento religioso era nulo
entre estos indígenas. Vimos, en una choza de la bahía Orange, a una treintena
de Fueguinos indígenas asistir a una prédica pronunciada por el Señor Bridges
en su lengua. Su actitud era recogida, escuchaban con atención, pero no parecían
dar importancia alguna a las ideas religiosas que se les venía a exponer.
¿Hay que decir entonces que la influencia de los misioneros ha sido
completamente nula fuera de los límites de su establecimiento? Éste no es nuestro
pensamiento. Las enseñanzas de la Misión inglesa han ciertamente determinado a
los indígenas a socorrer a los náufragos, a soportar pacientemente la presencia de
extranjeros instalados en su territorio y atribuimos en gran parte a esta influencia
el hecho de nuestra estadía de un año, en la bahía Orange, sin haber tenido jamás
dificultades con los Fueguinos que nos rodeaban.
Pero ahí se limita la acción ejercida por la Misión inglesa sobre los Yaghan que
no están instalados en Ouchouaya: incluso los que han vivido varios años en esta
misión, que han vivido ahí como agricultores casi civilizados, terminan a menudo
por abandonar esta existencia regular para volver a su piragua, a su vida errante
e independiente, retomando sus hábitos primitivos sin que nada en su actitud

120
pueda revelar su contacto prolongado con la civilización. El Señor Bridges indica
que han renunciado a la práctica del infanticidio: pero es muy poco probable que
este crimen fuese común antaño. La poligamia constituye hoy la excepción, ¿pero
ha sido alguna vez la regla? Las suposiciones son las mismas que en la época de
antaño y en cuanto a las ceremonias burlescas que acompañaban la iniciación de
los niños, constituían una simple diversión que debía desaparecer un día u otro.
Se ve en Ouchouaya a Fueguinos que se volvieron labradores, granjeros,
artesanos o simples trabajadores, pero es una excepción; ¿quién podría decir
cuánto tiempo se necesitaría aún para que los esfuerzos de los misioneros
transformasen así a todos los Fueguinos errantes en las innumerables bahías del
archipiélago del cabo de Hornos?
Bajo el contacto físico, la influencia de la civilización sobre los Fueguinos
es importante de señalar. Los indígenas establecidos alrededor de la Misión
inglesa viven en cabañas bien cerradas; ya sea como donación, ya sea por
intercambio o contra un trabajo determinado, obtienen vestimentas y alimentos
de importación europea. Pero han perdido el hábito de satisfacer sus necesidades
con los recursos de su industria primitiva; ya ni siquiera saben construir una
piragua, esa embarcación sin la que no pueden dedicarse a la caza, ni a la pesca.
Los agotamientos de la vida nómada, constantemente al aire libre, han sido
reemplazados por una existencia mucho más suave, al abrigo de la intemperie.
Desde entonces, el Fueguino civilizado se ha vuelto sedentario, haciendo desde
ahora el mínimo de ejercicio y viviendo en alojamientos donde la atmósfera está
confinada, la aireación es insuficiente. Ha habido ahí una causa de debilitamiento
que no poco ha contribuido a aumentar la receptividad mórbida y que da la
explicación de los numerosos casos de tisis ocurridos en el personal indígena de la
misión de Ouchouaya. Los Fueguinos nómades habían constatado ellos mismos
esta mortalidad especial en la Misión inglesa y los escuchamos varias veces decir
que para ellos Ouchouaya era un cementerio donde no tenían deseos de vivir.
Que haya habido antaño, como pretende el Señor Bridges, epidemias mortales
que sometieron a la población a una disminución accidental muy rápida, es una
idea puramente hipotética. Los hechos contemporáneos, desgraciadamente, no
son del mismo ámbito y hacen prever a breve plazo la desaparición del pueblo
fueguino, con el contacto de los elementos civilizadores.
En 1884, el gobierno argentino ha instalado, bajo el nombre de subprefectura,
una estación compuesta por una treintena de hombres, a la entrada de la bahía
de Ouchouaya. Los misioneros ingleses han conservado su establecimiento; pero
el Señor Bridges, de quien hemos tenido tan a menudo la ocasión de hablar, ha
dejado el servicio activo de la misión, para fundar, a sus riesgos y beneficios,
una gran explotación agrícola en Downeast (seguramente la estancia Harberton,
nde), a treinta millas al Este de Ouchouaya, sobre la costa Norte del canal Beagle;
ahí le ha sido concedida una amplia extensión de tierras, para criar ganado, por
la República Argentina, de la que se ha vuelto ciudadano.
Los Argentinos establecidos en la bahía de Ouchouaya han empleado a
Fueguinos como trabajadores; varios matrimonios ya han sido celebrados por los

121
misioneros entre Argentinos y Fueguinas. Ignoramos completamente cuáles serán
los resultados, desde el punto de vista de los hábitos fueguinos, de este nuevo
contacto con la civilización, pero es evidente que deberán ser profundamente
modificados.
En 1889, otra subprefectura argentina fue instalada en el estrecho de Lemaire,
en la bahía Buen Suceso y el gobierno de Buenos – Aires ha establecido un puesto
militar en la bahía Slogget (The South American Missionary Magazine, 1889, p.
245).
Todo el archipiélago magallánico está cada vez más sometido a la invasión
de las razas civilizadas. La Tierra del Fuego, desde el cabo de Hornos hasta el
estrecho de Magallanes, es el punto de mira de pioneros atrevidos que quieren
intentar empresas agrícolas o buscar yacimientos auríferos.
En lo que concierne a la misión inglesa de Ouchouaya, el gobierno chileno,
deseando favorecer la colonización de todo el extremo sur de la República, ha concedido
por diez años, por acta del 27 de julio de 1888 27, a esta Misión evangélica una de
las islas Wollaston (la isla Grévy), las tres pequeñas islas a la entrada del estrecho
que separa la isla Grévy de la isla Bayly, el cabo Oeste de la isla L’Hermite, así
como la parte occidental de la isla L’Hermite, bajo la condición de mantener un
faro sobre el cabo Oeste y un equipo de salvataje para los navíos naufragados.
El 16 de octubre de 1888, después de haber buscado en vano un emplazamiento
apropiado en la isla Grévy una delegación de la misión de Ouchouaya se instaló
en la isla Bayly en una choza, cerca de una aglomeración de un centenar de
indígenas que han acogido bien a los Ingleses, pero que estaban, dice el Director
Señor Burleigh, en el estado salvaje más completo.
Si la misión de Ouchouaya no pudiese mantenerse en el canal Beagle debido
a su vecindad inmediata con la nueva colonia argentina, tendría entonces el
recurso de emigrar a las islas Wollaston en territorio chileno, pero un clima
extremadamente rudo, un acceso muy difícil parecen oponerse a su éxito en estas
islas desoladas.
Con el fin de hacer comprender claramente el peligro de desaparición que
amenaza al pueblo Yaghan, reproducimos el censo que ha sido efectuado muy
exactamente por el Señor Bridges en junio de 1884. En esa época, el número de
estos Fueguinos se elevaba a 949 personas, sean 277 hombres, 316 mujeres, entre
las que había al menos 60 viudas o solteras, 356 niños; el número de los niños
sobrepasaba el número de niñitas tanto como el número de mujeres sobrepasaba
el de los hombres, la igualdad se restablecía en la proporción de los dos sexos:
lo que probaría que la pubertad es mucho más precoz entre las niñas que entre
los niños. En los adultos son contados todos los adolescentes sobre 17 años y hay
muchos jóvenes de 19 a 20 años que se tomarían por niños de 14 a 15 años: es
ésta una observación que el Señor Bridges sólo podía controlar consultando el
registro de nacimientos.

27
The South American Missionary Magazine, vol. XXII, p. 240; London, 1888; vol. XXIII, p. 34,
101, 131, 267; London, 1889.

122
He aquí la repartición de los Yaghan por localidades:

Hombres. Mujeres. Niños. Total.


Islas l’Hermite y Wollaston…………………………...…... 15 28 22 65
Bahía Tékénika…………………………………...…...…..... 15 14 20 49
Península Rous……………………………..………...…...... 13 14 15 42
Seno New Year………………………………..………......... 20 20 22 62
Bahía Ponsonby (isla Hoste) ………………………........... 28 28 21 77
Paso Murray (ambas riberas) ………………………....….. 6 10 23 39
Bahía Woollya………………..............…………….............. 5 6 8 19
Islas Scott y Lennox (sur de isla Navarino)………...…… 22 25 31 78
Isla Picton…………………………………....………...…… 6 7 10 23
Puerto Spaniard……………….................…………...…..... 18 24 32 74
Bahías Lapataïa y Yendegaïa
(entre Ouchouaya y el brazo del noroeste) 25 28 34 87
Ouchouaya…………………………...................…….......... 8 10 7 25
Brazo del noroeste (Tierra del Fuego)……………........… 15 17 20 52
Isla Gordon…………………..........................…………...… 11 14 11 36
Islas al oeste de isla Gordon………………...…………..... 21 20 19 60
Costa norte de la península Dumas (canal Beagle)…..… 7 10 11 28
Costa norte de isla Navarino…………………………...… 22 23 25 70
Costa noroeste de isla Navarino………………………...... 20 18 25 63
277 316 356 949

La bahía Orange no está indicada en esta Tabla: es que los Fueguinos que ahí
conocimos estaban, en la época del censo, instalados en las localidades vecinas:
bahías Tékénika y Ponsonby, islas l’Hermite y Wollaston, etc.
Hay que tener en cuenta una cincuentena de huérfanos y de jóvenes omitidos
en la lista de arriba lo que llevaba a 1000 en junio de 1884 el número total de la
población Yaghan 28.
A fin del año 1884 el sarampión hizo su aparición en Fuégia, donde se llevó
a más de la mitad de la población indígena. Sobre las costas del canal Beagle,
familias que contaban 22 personas han sido reducidas a 6 en algunos meses. Los
indígenas que viven en la bahía Orange no han tenido ningún caso de sarampión,
pero esta enfermedad no ha perdonado ni un solo indígena residente cerca de la
Misión inglesa, salvo una pequeña niña fueguina llevada a París en 1881 y que
había tenido sarampión en esa época 29.
La sífilis, la tos convulsiva, la fiebre tifoidea y la viruela han sido importadas
más recientemente entre los Fueguinos del canal Beagle y en diciembre de 1890 el
número total de Yaghan no se elevaba a 300 personas, de las cuales 100 en las islas
Wollaston, 60 en Downeast en la propiedad del Señor Bridges, 40 en Ouchouaya

28
South American Missionary Magazine, p. 223; 1884.
29
Hyades, Bulletin de la Société d’Anthropologie de Paris, 1885, p. 209, 462: 1886, p. 202.

123
y sus alrededores, el resto errante en piraguas (Carta inédita del Señor Bridges,
del 24 de diciembre de 1890).
Se puede entonces prever con qué facilidad y con qué rapidez desaparecerá
el desdichado pueblo fueguino, antes de haber tenido tiempo de apreciar las
bondades de la civilización. No es el efecto de una ley fatal y misteriosa que
aniquilaría, al contacto con los blancos, todas las poblaciones salvajes: éstas, en
estas condiciones, perecen simplemente a causa de las enfermedades importadas
por la gente civilizada y que evolucionan en un terreno virgen con una violencia
implacable.

VI. CARACTERES FISIOLÓGICOS.


Ninguno de los observadores que nos han precedido encontró las condiciones
que le permitieran hacer investigaciones acerca de la fisiología de los Fueguinos.
Es lamentable, sin embargo, no tener informaciones precisas acerca de las
funciones fisiológicas de individuos que viven en condiciones tan distintas a las
de los otros hombres desde el punto de vista de la existencia material. El presente
Capítulo contendrá entonces los resultados de todas nuestras observaciones
sobre las funciones orgánicas de los Fueguinos. Tomaremos largos préstamos
al trabajo relativo a este tema, ya redactado por uno de nosotros y leído en la
Sociedad de Medicina pública y de Higiene profesional de París, el 11 de junio
de 1884.

1. FUNCIÓN DE NUTRICIÓN.
a. Digestión, Absorción, Crecimiento.
1º Digestión, Absorción.
Las funciones digestivas se realizan entre los Fueguinos de toda edad y de
ambos sexos con una actividad notable. Basta, para convencerse, asistir a una
de sus comidas de carne de lobo marino. Esta carne es tan dura como el cuero
y uno se sorprende verdaderamente de que pueda servir como alimento. Sin
duda, los Fueguinos la mastican muy largamente antes de tragarla y parecen
incluso apreciar esta masticación prolongada; a pesar de ello, la carne de lobo
marino o de ballena que constituye a menudo sus comidas sería muy difícilmente
digerida por estómagos europeos. La potencia de la digestión está relacionada
entre los Fueguinos con su rapidez. Cuatro o cinco horas después de una comida
abundante, vuelven a consumir alimentos; sin embargo, no obedecen más que a
la sensación de hambre y no a la gula o a la glotonería.
Esta actividad digestiva explica la rapidez de la absorción: según el Fueguino
coma hasta hartarse o esté privado de alimento, se le ve de un día para otro,
bastante grueso o reducido a la delgadez. Este hecho es sobre todo notable
cuando después de algunos días de ayuno, los Fueguinos descubren una ballena
o alguna lobo marino en la playa: se vuelven casi en seguida muy gruesos.

124
Tratamos de medir entre ellos la cantidad de urea excretada en veinte y
cuatro horas; esta cantidad nos pareció considerable, pero nos abstendremos de
dar cifras, pues nuestras experiencias no fueron suficientemente numerosas; los
Fueguinos que eran objeto de éstas vivían en ese momento cerca de nosotros y ya
no se encontraban totalmente bajo las condiciones de su vida habitual desde el
punto de vista de la alimentación.
Agreguemos que Bischoff30, que examinó los órganos digestivos de una
de las Fueguinas-Alakalouf muertas en Europa (Lise) no encontró grandes
particularidades; hagamos notar sin embargo: 1º el largo excesivo del canal
digestivo (1075cm), seis veces el largo del cuerpo, mientras que entre los
Europeos no es más que de 972cm en promedio, o cinco veces el largo del cuerpo;
la pequeñez del estómago: largo 25mm (sic, cm) (32 en los Europeos), capacidad
1800cc (3750cc entre los Europeos).
2º Crecimiento.
Entregamos aquí abajo el resultado de nuestras investigaciones sobre el
desarrollo físico de los niños y de los individuos jóvenes: la talla (tomada con el
individuo de pie); el perímetro torácico medido a la altura de los pezones a menos
que no se diga otra cosa; la circunferencia máxima del brazo, del muslo, de la
pierna, en el punto más saliente de cada uno de estos miembros. Las indicaciones
en las Tablas III, IV y V (al fin del volumen) entregan las cifras de las últimas
mediciones practicadas en los individuos que sirvieron para nuestros estudios.

NIÑOS (VARONES).- 1º 4 años: Achkataapitsensis (nº 5, Tabla V, p.319), en 5


meses y 6 días, aumentó: 11mm para la talla (1049 en vez de 1038); 30mm para la
circunferencia torácica (630 en vez de 600).
2º 5 años: Youchakantsis (nº 4, Tabla V), en 2 meses y 10 días, aumentó: 10mm
para la talla (1003 en vez de 993); 15mm para la circunferencia torácica (585 en
vez de 570).
3º 6 años: Toufhkanentsis (nº 13, Tabla V); en 5 meses y 4 días, aumentó: 20mm
para la talla (1200 en vez de 1180); 57mm para la circunferencia torácica (715 en
vez de 758).
4º 8 años: Amachtinentsis (nº 10, Tabla V); en 6 meses y 8 días, aumentó: 13mm
para la talla (1145 en vez de 1142); 10mm para la circunferencia torácica (680 en
vez de 670); 10mm para el perímetro braquial (165 en vez de 155); 40mm para la
circunferencia del muslo (355 en vez de 315); 25mm para la circunferencia de la
pierna (215 en vez de 190).
5º 8 años: Tsingalaoentsis (nº 17, Tabla V); en 6 meses y 3 días, aumentó: 32mm
para la talla (1282 en vez de 1250); 22mm para la circunferencia torácica (722 en
vez de 700); 5mm para el perímetro braquial (180 en vez de 175); 17mm para la
circunferencia del muslo (382 en vez de 365); 5mm para la circunferencia de la
pierna (235 en vez de 230).

30
Sitzungsberichte der Akademie der Wissensch, zu München, 1882, p. 363.

125
NIÑAS (MUJERES).- 6º 6 años: Oumakamouni Kipa (nº 24, Tabla V), en 2
meses y 8 días, aumentó: 23mm para la talla (1026 en vez de 1003); 25mm para la
circunferencia torácica (580 en vez de 555).
7º 7 años: Amaouéli Kipa (nº 29, Tabla V), en 5 meses y 3 días, aumentó: 15mm
para la talla (1168 en vez de 1153); 75mm para la circunferencia torácica (740 en
vez de 665).
8º 7 años: Kapouchmakour Kipa (nº 32, Tabla V), en 6 meses y 4 días, aumentó:
20mm para la talla (1246 en vez de 1226); 40mm para la circunferencia torácica
(710 en vez de 670); nada para el perímetro braquial (180mm); 52mm para la
circunferencia del muslo (392 en vez de 340); 14mm para la circunferencia de la
pierna (224 en vez de 210).
9º 10 años: Samakanika Kipa (nº 35, Tabla V); en 6 meses y 8 días, aumentó:
17mm para la talla (1313 en vez de 1296); 25mm para la circunferencia torácica
(765 en vez de 740); 22mm para el perímetro braquial (212 en vez de 190); 38mm
para la circunferencia del muslo (403 en vez de 365); 15mm para la circunferencia
de la pierna (235 en vez de 220).
10º 13 años: Parouroumaonigou Kipa (nº 34, Tabla V); en 3 meses y medio,
aumentó: 9mm para la talla (1282 en vez de 1273); 22mm para la circunferencia
torácica (790 en vez de 768); 30mm para el perímetro braquial (260 en vez de
230); 30mm para la circunferencia del muslo (475 en vez de 445); 10mm para la
circunferencia de la pierna (250 en vez de 240).

Para los individuos de 15 a 25 años, efectuamos las observaciones siguientes:


1º Fueguino de 18 años: Bilouchmagoundjis (nº 3, Tabla III), en 6 meses y 17
días, aumentó: 22mm para la talla (1496 en vez de 1474); 30mm para el perímetro
torácico (865 en vez de 835); 75mm para el perímetro braquial (285 en vez de
210); 95mm para la circunferencia del muslo (515 en vez de 420); 40mm para la
circunferencia de la pierna (290 en vez de 250).
2º Fueguino de 20 años: Ouayanakandjis (nº 2, Tabla III); en 6 meses y 17 días,
aumentó: 18mm para la talla (1492 en vez de 1474); 10mm para la circunferencia
torácica (880 en vez de 870); 35mm para el perímetro braquial (275 en vez de
240); 45mm para la circunferencia del muslo (475 en vez de 430); 19mm para la
circunferencia de la pierna (294 en vez de 275).
3º Fueguino de 25 años: Chaouilentsis (nº 15, Tabla III); en 7 meses y 6 días,
aumentó: nada para la talla (1574mm); 40mm para la circunferencia torácica (980
en vez de 940); 45mm para el perímetro braquial (305 en vez de 260); 35mm para
la circunferencia del muslo (560 en vez de 525); 15mm para la circunferencia de
la pierna (315 en vez de 300).
4º Fueguino de 23 años: Chayentsis (nº 2, Tabla III); en 6 meses y 11 días,
aumentó: nada para la talla (1590mm); 41mm para la circunferencia torácica (936
en vez de 895); 28mm para el perímetro braquial (300 en vez de 272); 80mm para
la circunferencia del muslo (560 en vez de 480); 25mm para la circunferencia de
la pierna (325 en vez de 300).
5º Fueguina de 15 años: Lajéïf Kipa (nº 11, Tabla IV); en 5 meses y 25 días, de los

126
cuales 1 mes consecutivo a la primera menstruación, aumentó: 18mm para la talla
(1463 en vez de 1445); 55mm para el perímetro torácico (1ª medición: 770mm a la
altura de los senos; 2ª medición: 825mm bajo los senos); 50mm para el perímetro
braquial (270 en vez de 220); 110mm para la circunferencia del muslo (510 en vez
de 400); 35mm para la circunferencia de la pierna (280 en vez de 245).
6º Fueguina de 18 años: Taoualamayakou Kipa (nº 2, Tabla IV); en 7 meses
y 10 días, aumentó: 2mm para la talla (1421 en vez de 1419); 65mm para la
circunferencia torácica (850 en vez de 785); 70mm para la circunferencia del muslo
(520 en vez de 450); 42mm para la circunferencia de la pierna (292 en vez de 250).
El perímetro braquial era de 280mm en la segunda observación, pero habíamos
omitido tomarlo al efectuar las primeras mediciones.
7º Fueguina de 18 años: Ayakh Kipa (nº 8, Tabla IV); en 8 meses y 7 días, aumentó:
13mm para la talla (1453 en vez de 1440); 70mm para el perímetro torácico (885
en vez de 815); 60mm para el perímetro braquial (275 en vez de 215); 55mm para
la circunferencia del muslo (505 en vez de 450); 15mm para la circunferencia de
la pierna (255 en vez de 240).
8º Fueguina de 18 años: Chaoualouch Kipa (nº 13, Tabla IV); en 7 meses y 3
días, aumentó: 25mm para la talla (1471 en vez de 1446); 70mm para el perímetro
torácico (1ª medición: 810mm a la altura de los senos; 2ª medición: 880mm bajo
los senos); 40mm para el perímetro braquial (280 en vez de 240); 70mm para la
circunferencia del muslo (510 en vez de 440); 15mm para la circunferencia de la
pierna (275 en vez de 260).
9º Fueguina de 18 años: Kamanakar Kipa (nº 14, Tabla IV); en 5 meses y 22 días,
aumentó: 10mm para la talla (1475 en vez de 1465); 40mm para el perímetro torácico (1ª
medición: 770mm a la altura de los senos; 2ª medición: 810mm bajo los senos); 60mm
para el perímetro braquial (280 en vez de 220); 92mm para la circunferencia del muslo
(522 en vez de 430); 28mm para la circunferencia de la pierna (283 en vez de 255).

Como ya se sabe, todas las cifras citadas arriba para la edad son solamente
aproximadas, pues los Fueguinos no tienen ninguna noción del tiempo.
Las otras causas de error fueron evitadas en las constataciones relativas al
desarrollo. Así, nuevas mediciones tomadas después de algunos meses de
intervalo en hombres o mujeres de aproximadamente 30 años, nos dieron siempre
los mismos resultados.
No quisimos presentar bajo forma de Tabla las cifras anteriores, que resultan de
nuestras observaciones sobre el crecimiento, puesto que el número de individuos
examinados desde este punto de vista no es suficientemente considerable. La única
particularidad que podríamos señalar, es que el crecimiento parece detenerse
hacia los 25 años en el hombre y hacia los 20 años en la mujer. Será sin embargo
interesante relacionar los resultados indicados arriba con las consideraciones
sobre el desarrollo de los miembros.
Si se expresa en centésimas de la talla el largo de los miembros superior e
inferior de acuerdo con las cifras absolutas de la Tabla V, se obtiene la Tabla
siguiente, donde los niños están clasificados de acuerdo a su talla:

127
TALLA = 100. LARGOS
NÚMEROS TALLA
EDAD
de la en del miembro inferior del miembro superior
aproximada.
TABLA V. milímetros. (trocánter-suelo). total.
Números Números
Promedios. Promedios.
individuales. individuales.
Niños.
1 3 años 900 44,4 44,6 45,4 45,7
2 3“ 915 44,8 46,4
3 4” 948 46,2 44,2
4 6“ 1003 45,8 45,3
5 5“ 1049 47,1 45,9
6 5“ 1057 49,2 44,4
7 5“ 1078 48,2 42,5
8 5“ 1096 48,8 49,7 45,6 46,1
9 5“ 1110 50,4 45
10 8“ 1155 48,9 44,5
11 6“ 1186 50,2 46,8
12 10 “ 1195 49,5 51,5 46,9 47,2
13 7“ 1200 49,6 47,5
14 9“ 1223 53 46,6
15 8“ 1245 50,2 47,3
16 10 “ 1256 49,9 45,3
17 10 “ 1282 53,4 46,8
18 14 “ 1337 51,9 47,7
19 12 “ 1340 52,2 48,2
20 15 “ 1440 50,9 48,6
Hombres.
Adultos. 1571 (1) “ 50,9 “ 47,7
Niñas.
21 2 años 803 46 45,5 43,5 43,1
22 5“ 886 44,9 42,8
23 6“ 988 48,4 44,9
24 4“ 1026 48,7 43,8
25 6“ 1031 48,7 49 44,1 45,7
26 5“ 1034 56 50,7
27 5“ 1051 48 46,6
28 8“ 1098 48,7 51,6 45,5 46,7
29 8“ 1168 50,5 44,9
30 7“ 1199 52,9 46,2
31 10 “ 1233 52 46,6
32 8“ 1246 51,7 47,3
33 10 “ 1265 50,7 47,4
34 13 “ 1282 50,7 46
35 10 “ 1313 49,9 50,5 47,1 47,5
36 13 “ 1368 51 47,9
Mujeres.
Adultas. 1474 (1) “ 50,5 “ 47,1

(1) Talla promedio

128
Las cifras individuales de esta Tabla presentan algunas irregularidades;
algunas de ellas (las del n° 26) son incluso tan excepcionales que no pueden entrar
en la cuenta; pero dividiendo la serie en varios grupos, según la edad y la talla de
los niños, se obtienen promedios que presentan una perfecta regularidad.
Se ve primero, según estos promedios, que a la edad de 2 ó 3 años los dos
miembros son casi del mismo largo; incluso entre los niños, el miembro superior
es ligeramente más largo que el miembro inferior; pero desde que el niño
comienza a caminar, el miembro inferior se desarrolla mucho más rápidamente
que el inferior y en el período de 10 a 15 años entre los niños, de 8 a 13 años
entre las niñas, la diferencia entre el miembro inferior y el superior alcanza su
máximo (4,3 y 4,9 por 100); más tarde, el miembro superior crece un poco más
rápidamente que antes (probablemente debido al ejercicio en canoa, cazando,
etc.) para acercarse a las proporciones del adulto, donde la diferencia entre los
dos miembros no es más que de 3,2 por 100 entre los hombres y de 3,3 entre
las mujeres31. La Tabla nos muestra asimismo que el desarrollo de los miembros
es más rápido entre las mujeres, pero que también se detiene antes entre ellas.
A propósito de esto, recordemos que fue observada por nosotros la misma
particularidad en el desarrollo del cráneo (ver p. 130, ed. original, n.d.e).
A estas consideraciones acerca del crecimiento de los Fueguinos, agregaremos
los pesajes realizados en un recién nacido Yaghan, hijo de Chounakar Kipa (n°
20, Tabla IV, p. 317):

3 horas después del nacimiento........................ 3,957 kg


4° día “ .................................................................. 3,680
8° día “ .................................................................. 3,772
11° día “ ................................................................ 3,852
14° día “ ................................................................ 3,947
17° día “ ................................................................ 4,120

Para terminar lo que dice relación con el desarrollo físico, nos quedaría por
indicar la duración media de la vida y la longevidad entre los Fueguinos. Sobre
el primero de los puntos, carecemos absolutamente de elementos de apreciación.
En cuanto a la longevidad, es quizás bastante considerable (70 a 80 años). Los
Fueguinos llegados a esta edad presentan signos exteriores de decrepitud, pero
conservan la mayor parte de sus aptitudes físicas: las mujeres continúan pasando
su tiempo pescando; los hombres van a cazar, etc. Se comprende que los ancianos
delicados de salud o valetudinarios no estarían en estado de resistir el estilo de
vida que llevan los Fueguinos. Por la misma razón, si los hombres y las mujeres
pierden rápidamente las gracias y los atributos de la juventud, conservan todo su
vigor más allá de la edad madura.

31
Aquí tenemos las diferencias (expresadas en centésimas de talla) para cada uno de los grupos
de niños:
Niños................... - 1,1 + 2,3 + 3,6 + 4,3 “
Niñas................... + 2,4 + 4,3 + 3,3 + 4,9 +3

129
b. Respiración. Circulación. Temperatura del cuerpo.
Todas nuestras observaciones relativas a estas diversas funciones han sido
tomadas en la bahía Orange, en el laboratorio de Historia natural de la Misión,
colocándonos lo más cerca posible de las condiciones habituales de la vida material
entre los Fueguinos. Fueron de hecho verificadas, en varias oportunidades, entre
los salvajes en sus chozas.
Iº Respiración y pulso.
No encontramos ninguna dificultad para contar los movimientos respiratorios
por minuto. Para el pulso, observamos a menudo un aumento notable de las
pulsaciones al final del examen, cuando éste era prolongado. Desde entonces no
lo contamos más que dos veces al inicio de cada observación.
La frecuencia de la respiración parece un poco mayor entre los Fueguinos
que entre los Europeos, si se admite que éstos presentan de 14 a 16 movimientos
respiratorios completos por minuto.
En efecto, en 16 Fueguinos de 20 a 46 años, observamos 12 respiraciones por
minuto una vez, 16 cinco veces, 20 ocho veces y 24 dos veces; en 3 Fueguinos de
entre 45 y 60 años, 16 una vez, 18 una vez y 20 una vez. En 12 Fueguinas de 15 a
40 años, observamos 12 respiraciones dos veces, 16 dos veces, 20 siete veces y 28
una vez; en una Fueguina de 60 años, contamos 16 respiraciones por minuto.
Es interesante notar que las diferencias sexuales se hacen sentir solamente en
las cifras máximas, tanto para el pulso como para la respiración.
Entre 16 niños de 13 a 16 años, tuvimos 16 respiraciones por minuto 6 veces,
20 nueve veces y 24 una vez; entre 14 niñas de 7 a 13 años, 12 respiraciones una
vez, 16 dos veces, 20 cuatro veces, 22 una vez y 24 seis veces. Entregamos más
abajo las cifras que se refieren a los tres grupos de niños que establecimos más
arriba a propósito del color de ojos, de la piel y del cabello:

Número de
respiraciones por Grupo
minuto
I. II. III.
Grupo
Niños. Niñas. Niños. Niñas. Niños. Niñas.
De 12 a 14 1 “ “ “ “ 1
16 a 20 5 2 7 3 3 1
22 a 24 “ 2 “ 4 “ 1

Uno puede darse cuenta, según esta Tabla, que en toda edad el número de
respiraciones es más o menos el mismo dentro de los mismos límites; sin embargo,
son más frecuentes los casos de respiración un poco más acelerada entre los niños
que entre los adultos.
Aquí tenemos las cifras individuales, con la indicación del número de pulsaciones
observadas al mismo tiempo que los movimientos respiratorios y la mención del
número de cada individuo según las Tablas de observaciones antropométricas:

130
Hombres.

Números Números
Edad. Pulso. Respiración. Edad. Pulso. Respiración.
de la Tabla. de la Tabla.
25 años. 1 76 16 30 años. 10 76 20
20 años. 2 60 16 50 años. 11 64 16
18 años. 3 68 20 30 años. 12 72 24
45 años. 4 60 20 45 años. 13 80 24
40 años. 6 84 20 60 años. 14 68 20
60 años. 8 64 18 25 años. 15 72 16
25 años. 18 72 20 35 años. 23 72 20
25 años. 19 72 16 25 años. 24 68 20
30 años. 20 72 12 30 años. 26 80 26
20 años. 21 56 20
Mujeres.
20 años. 2 92 20 25 años. 15 72 12
60 años. 3 60 16 30 años. 16 76 20
30 años. 4 84 28 30 años. 19 56 16
15 años. 11 76 20 35 años. 21 88 20
30 años. 12 60 12 35 años. 24 84 20
18 años. 13 72 20 40 años. 23 100 16
18 años. 14 80 20
Niños (varones).
3 años. 1 60 16 10 años. 12 80 16
3 años. 2 88 20 7 años. 13 80 20
6 años. 4 72 20 9 años. 14 100 16
5 años. 5 80 20 8 años. 15 80 16
5 años. 7 76 16 9 años. 17 60 20
5 años. 8 88 20 14 años. 18 84 20
5 años. 9 76 20 12 años. 19 80 16
8 años. 10 104 24 16 años. 20 56 20
Niñas (mujeres).
2 años. 21 108 22 8 años. 29 68 16
5 años. 22 96 24 7 años. 30 108 24
6 años. 23 92 20 10 años. 31 92 20
4 años. 24 92 20 7 años. 32 80 24
6 años. 25 80 24 13 años. 34 84 26
5 años. 27 88 20 10 años. 35 80 24
8 años. 28 96 24 13 años. 36 92 12

Un vistazo rápido sobre estas cifras hace resaltar la ausencia absoluta de


concordancia entre el número de movimientos respiratorios y la cifra de los
latidos del pulso.

131
Esta particularidad se afirmó aún más claramente en un niñito recién nacido,
que no tenía más de 104 pulsaciones por minuto tres horas después del nacimiento,
112 siete horas después, 84 al otro día de su nacimiento con 60 respiraciones por
minuto (hijo de Chounakar Kipa, nº 20, Tabla IV).
2º Temperatura del cuerpo y pulso.
En nuestras primeras observaciones, tomábamos la temperatura bajo la axila;
pero debido quizás a la ausencia de toda vestimenta entre los Fueguinos, el
ascenso termométrico en esta región no nos pareció completo sino después de
veinte y cinco minutos aproximadamente. Por otra parte, era bastante incómodo
supervisar la aplicación del termómetro bajo la axila. Por estas razones, adoptamos
para todas las investigaciones termométricas la cavidad bucal, manteniendo la
oclusión de los labios hermética mientras duraba la experiencia (un cuarto de
hora aproximadamente).
En las Tablas siguientes, al lado del número de nuestras Tablas antropométricas
(III, IV y V, p. 315, 317, 319) que corresponden a los sujetos examinados,
indicamos la fecha y la hora de la experiencia, la temperatura exterior en ese
momento, el pulso y la temperatura del cuerpo. Las observaciones eran tomadas
en el laboratorio, en el momento en que los Fueguinos llegaban del exterior: no
teníamos entonces que tomar en cuenta la temperatura del laboratorio.

Edad y nº Fechas Temperatura Temperatura


Pulso.
de la Tabla. 1883. exterior. del cuerpo.
Hombres.
h
25 años, nº 16 5 marzo 9 m. + 9º 88 37,4º
30 años, nº 3 28 febr. 5 t. + 7 68 37,2
30 años, nº 20 28 febr. 5 t. + 7 80 37,3
25 años, nº 18 1º marzo 4 t. + 7,4 72 37,2
20 años, nº 3 (32) 23 jul. 5 t. + 2 68 37,6
7 agosto 3 t. - 4 68 37,6
13 agosto 1 t. + 3,5 68 37,4
25 años, nº 24 24 jul. 5 h t. + 2º 84 37º,4
28 jul. 2 t. + 3 72 37,2
30 años, nº 22 4 jul. 5 t. + 3,5 92 37,2
27 jul. 2 t. + 4 76 37,9
28 jul. 2 t. + 3 84 37,7
6 agosto 3 t. - 1 64 37,1
16 años, nº 17 8 agosto 2 t. + 3 84 37,7
9 agosto 10 m. + 2,5 96 37,5
13 agosto 4 t. + 2,7 88 37
15 agosto 4,30 t. + 2 100 37,8
25 años, nº 15 9 agosto 10 m. + 2,5 76 38

32
Este Fueguino Bilouchmagoundjis, vivía mucho en las dependencias de la Misión, donde se
utilizaban un poco sus servicios.

132
Edad y nº Fechas Temperatura Temperatura
Pulso
de la Tabla. 1883 Exterior. del cuerpo.

Mujeres.
20 años, nº 2 28 febr. 10 m. + 5,5 76 36,7
1º marzo 4 t. + 7,4 72 37,3
2 marzo 7 m. + 6,5 64 37,2
25 años, nº 6 12 marzo 3 t. + 11 68 37,6
30 años, nº 12 28 febr. 1 t. + 8,7 60 36,8
25 años, nº 9 28 febr. 1 t. + 8,7 68 37,2
18 años, nº 13 27 jul. 2 t. + 4 68 37,6
6 agosto. 3 t. - 1 72 37,2
7 agosto 1 t. - 3,5 72 37,5
13 agosto 1 t. + 3,5 88 37,6
20 años, nº 14 23 jul. 5 t. + 2 72 37,8
27 jul. 2 t. + 4 76 37,4
6 agosto 3 t. - 1 76 37,4
9 agosto 2 t. + 2 92 37,6
13 agosto 1 t. + 3,5 68 37,5
25 años, nº 20 (33) 24 jul. 5 t. + 2 68 37,6
40 años, nº 25 (34) 27 jul. 2 t. + 4 76 37
28 jul. 2 t. + 3 64 37
2 agosto 5 t. + 1,5 “ 37,4
6 agosto 3 t. - 1 64 36,8
7 agosto 1 t. - 3,5 52 35,8
40 años, nº 25 8 agosto 2 h t. + 3º,8 64 37º,1
13 agosto 1 t. + 3,5 56 35,5
40 años, nº 5 24 jul. 5 t. + 2 76 37,6
28 jul. 2 t. + 3 68 37,4
7 agosto 3 t. - 4 56 37,4
8 agosto 2 t. + 2,8 56 37,2
30 años, nº 4 28 jul. 2 t. + 3 80 37,6
6 agosto 3 t. - 1 60 37,2
11 agosto 3,30 t. + 6 60 37,4
13 agosto 1 t. + 3,5 56 37,8
20 años, nº 10 7 agosto 1 t. - 3,5 68 36,4
9 agosto 2 t. + 2 72 37,4
30 años, nº 23 7 agosto 3 t. - 4 84 37,5
8 agosto 2 t. + 3,8 90 38
11 agosto 3,30 t. + 6 76 37,5
40 años, nº 7 7 agosto 3 t. - 4 64 37,1
30 años, nº 16 9 agosto 2 t. + 2 84 37,4
11 agosto 3,30 t. + 6 80 37,4
20 años, nº 8 7 agosto 1 t. - 3,5 112 37,6
9 agosto 2 t. + 2 84 37,2
13 agosto 1 t. + 3,5 76 38
33
Embarazada de ocho meses y medio.
34
Valetudinaria, muy débil, esta mujer, Kitamaoyoèlis Kipa, continuaba sin embargo con sus
ocupaciones habituales: pesca de caracoles, etc.

133
Edad y nº Fechas Temperatura Temperatura
Pulso
de la Tabla. 1883 Exterior. del cuerpo.
Niños (varones).
16 años, nº 20 28 febr. 1 t. + 8,7 “ 37,2
7 agosto 1 t. - 3,5 64 36,2
8 agosto 1 t. + 4 68 37,4
11 agosto 3,30 t. + 6 64 37,4
13 agosto 1,30 t. + 3,5 76 37,6
15 agosto 1,30 t. + 5 64 37,2
13 años, nº 18 1º marzo 4 t. + 7,4 80 37,4
10 años, nº 12 28 febr. 4,30 t. + 7 68 37,3
8 años, nº 15 1º marzo 4 t. + 7,4 76 37,3
3 años, nº 1 27 jul. 2 t. + 4 84 37,4
12 años, nº 19 27 jul. 2 t. + 4 80 37,8
9 agosto 2 t. + 4 76 37,8
7 años, nº 13 28 jul. 2 t. + 3 88 37,4
6 agosto 3 t. - 1 76 37,3
7 agosto 1 t. - 3,5 104 36,9
9 agosto 10 m. + 2 84 38,8
6 años, nº 11 6 agosto 3 h t. - 1º 80 38º,4
7 agosto 3 t. - 4 72 36,8
9 agosto 10 m. + 2 108 38,6
9 agosto 2 t. + 2,5 76 38
10 agosto 3,30 t. + 4,5 88 37,8
13 agosto 4 t. + 2,7 84 37,6
10 años, nº 16 10 agosto 3,30 t. + 4,5 80 37,3
Niñas (mujeres).
13 años, nº 36 24 jul. 5 t. + 2 84 37,8
28 jul. 2 t. + 3 76 37,6
9 agosto 2 t. + 2 68 37,2
13 agosto 1 t. + 3,5 68 37,5
13 años, nº 34 1º marzo 4 t. + 7,4 84 37,3
12 marzo 3 t. + 11 96 37,7
23 jul. 5 t. + 2 84 37,8
24 jul. 4 t. + 2,3 112 37,8
7 agosto 1 t. - 3,5 76 37,3
9 agosto 2 t. + 2 88 37,5
13 agosto 1 t. + 3,5 84 37,6
10 años, nº 33 28 febr. 1 t. + 8,7 68 37
10 años, nº 35 12 marzo 3 t. + 11 80 37,7
5 años, nº 27 7 agosto 5 t. - 3,8 104 36,6
8 agosto 2 t. + 3,8 88 37,4
9 agosto 10 m. + 2 100 38,2
11 agosto 3,30 t. + 5,5 100 37
13 agosto 1 t. + 3,5 84 37,1
7 años, nº 30 7 agosto 3 t. - 4 80 37,8
9 agosto 10 m. + 2 82 38
9 agosto 2 t. + 2 80 37,8
13 agosto 1 t. + 3,5 80 38,1

134
En resumen, tomando los promedios de todas las observaciones de
temperatura, se obtienen las cifras siguientes:
Hombres…………..........…...............................… 37,5°
Mujeres………………......................................… 37,46°
Niños: varones.…………..............................…… 37,54°
Niñas: mujeres.……………..............................… 37,55°

Estas cifras sobrepasan ligeramente las de 37º,1 y 37º,2 que se admiten
generalmente para la temperatura de los Europeos, tomada en la boca.
Si resumimos las observaciones acerca del pulso, indicadas en las hojas
antropométricas, obtenemos los resultados siguientes:
En 23 hombres y en 13 mujeres adultos, el pulso varía de 56 a 92 latidos por
minuto: El pulso que se encuentra más frecuentemente es de 72 por minuto,
vienen en seguida las cifras de 68, de 76 y de 80. Aquí tenemos por otra parte la
distribución de los casos. En 23 hombres, 15 tienen un pulso que varía de 68 a 80;
3 tienen el pulso más acelerado y 5 menos acelerado. En 13 mujeres, 8 tienen el
pulso de 72 a 84 latidos por minuto; 2 tienen un pulso más acelerado y 3 menos
acelerado. El mínimo es el mismo para ambos sexos (56); pero el máximo es
solamente de 88 entre los hombres, mientras que entre las mujeres es de 92.
En cuanto a los niños, se pueden dividir en tres grupos: los pequeños (de 2
a 5 años), los medianos (de 6 a 10 años) y los grandes [de 11 a 14 años (niñas) y
16 años (niños)]. El primer grupo se compone de diez individuos, el segundo de
catorce y el tercero de seis. Aquí tenemos los resultados de las observaciones en
los tres grupos:

Primer grupo.
Número de individuos.
Niños. Niñas.
Pulso de 76 a 88 latidos por minuto………………….. 5 1
“ menos acelerado…………………………………...… 1 0
“ más acelerado…………………………………...…… 0 3
Máximo de los latidos………………………..........…… 88 103
Mínimo “ …………………………………………...…… 60 88

Segundo grupo.
Niños. Niñas.
Pulso de 80 a 84 latidos por minuto………………...... 4 2
“ menos acelerado………………………………........... 2 1
“ más acelerado………………………………………... 1 4
Máximo de los latidos………………………………...... 100 104
Mínimo “ ……………………………………………...... 60 68

135
Tercer grupo.

Número de individuos.
Niños. Niñas.
Pulso de 80 a 84 latidos por minuto……………..…… 2 2
“ menos acelerado………………………………..…… 1 0
“ más acelerado…………………………….......……… 0 1
Máximo de los latidos…………………………….…… 84 92
Mínimo “ ………………………………………..........… 56 80

Se observa que las cifras del tercer grupo son casi idénticas a las de los adultos;
mientras que son mucho más elevadas en los dos grupos anteriores.
3º Composición de la sangre.
Practicamos el conteo de los glóbulos rojos de la sangre entre los Fueguinos
por medio del hematómetro de Hayem y Nachet, con una solución de sulfato de
sodio a 1/40 como suero artificial. La sangre se obtenía con un pinchazo de aguja
en la punta de un dedo; se tenía cuidado de no apretar con fuerza los tejidos
para obtener el líquido sanguíneo. El examen hematométrico ocurría, tanto como
fuese posible, inmediatamente después del pinchazo; pero, incluso cuando debía
diferirse en algunas horas, los resultados no se veían modificados sensiblemente,
tal como nos aseguramos por el conteo reiterado a intervalos de varias horas
sobre una misma muestra, examinada al comienzo inmediatamente después de
la toma.
Entregamos más adelante las cifras de nuestras observaciones para los
hombres, para las mujeres y para una pequeña serie de niñitas de 5 a 12 años.
Entre los hombres, la cifra de glóbulos rojos oscila generalmente entre 4 500 000 y
5 000 000. Operando en la bahía Orange, en idénticas condiciones, en un Europeo
vigoroso (marinero normando), de 22 años, encontramos la cifra de 4 402 000.
Entre las mujeres y las niñitas fueguinas, las variaciones habituales de la cifra de
glóbulos rojos están comprendidas entre 4 000 000 y 4 500 000.
Indicaremos a los individuos observados por el número que les es atribuido
en cada una de nuestras Tablas III, IV y V.

136
Fechas Número de
Edad y nº de las Tablas.
1883. glóbulos rojos.

Hombres.
h
30 años, nº 26 4 junio 5 t. 4 300 000
13 junio 5 t. 4 898 000
16 junio 4,30 t. 5 053 000
15 años, nº 24 21 mayo 9 m. 5 208 000
9 junio 5 t. 5 828 000
13 junio 5 t. 5 456 000
20 años, nº 3 20 mayo 4,30 t. 4 867 000
23 mayo 5 t. 5 022 000
4 junio 5 t. 4 433 000
13 junio 5 t. 5 518 000
23 junio 5 t. 4 526 000
25 años, nº 19 9 junio 5 t. 4 712 000
13 junio 5 t. 4 743 000
15 junio 10 m. 5 022 000
21 junio 5 t. 4 681 000
25 años, nº 18 4 jul. 5,30 t. 4 526 000
30 años, nº 22 5 jul. 4,30 t. 5 208 000
35 años, nº 25 3 jul. 4,30 t. 5 208 000
Mujeres.
20 años, nº 10 24 mayo 9 m. 4 216 000
14 junio 10 m. 3 937 000
16 junio 3 t. 3 968 000
18 junio 5,30 t. 4 092 000
18 años, nº 13 12 junio 5 t. 4 619 000
17 junio 5 t. 4 929 000
30 años, nº 4
16 junio 1,30 t. 4 185 000
(amamanta un hijo de 2 años)
17 junio 5 t. 4 681 000
20 años, nº 6 12 junio 10 m. 4 805 000
14 junio 10 m. 4 402 000
15 junio 10 m. 4 402 000
24 junio 10 m. 4 216 000

137
Fechas Número de
Edad y nº de las Tablas.
1883. glóbulos rojos.
Mujeres.
h
22 mayo 9 m. 3 348 000
25 años, nº 20
12 junio 10 m. 3 968 000
[parida el 3 de agosto de 1883 de un
15 junio 10 m. 4 588 000
niño de término bien constituido(35)]
16 junio 1,30 t. 3 875 000

30 años, nº 16 21 mayo 9 m. 4 340 000


(amamanta un niño de un año) 15 junio 10 m. 4 526 000
20 años, nº 14 20 mayo 4,30 t. 4 309 000
12 junio 5 t. 4 836 000
Niñas (mujeres).
12 años, nº 34 10 junio 2 t. 5 022 000
12 junio 10 m. 4 557 000
14 junio 10 m. 4 278 000
8 años, nº 30 14 junio 2 t. 4 216 000
16 junio 1,30 t. 4 557 000
5 años, nº 27 9 junio 5 t. 4 092 000
14 junio 2 t. 4 588 000
8 años, nº 28 20 mayo 4,30 t. 4 216 000
9 junio 5 t. 5 084 000

El examen de estas Tablas permite constatar variaciones individuales


considerables en la cifra de las hematíes con pocos días de intervalo. Este
hecho no nos parece obedecer a los errores necesarios de observación, pues
cada preparación era siempre contada cinco o seis veces en distintos lugares, y
cuando se renovaba el pinchazo el mismo día, se obtenía muy sensiblemente la
misma cifra de hematíes en las dos experiencias. Las variaciones individuales,
que llegaban a veces hasta un millón de glóbulos rojos en el mismo individuo,
parecen confirmar la intensidad del movimiento nutritivo que ya hemos señalado
al comienzo de este Capítulo.
c. Secreciones.
El sudor es muy poco abundante entre los Fueguinos, como era de esperarse
de acuerdo con la temperatura media del clima de su país. Transpiran sin
embargo con facilidad cuando, estando la temperatura relativamente elevada,
hacen una larga caminata. El sudor entre ellos no tiene caracteres especiales; el
olor almizclado habría sido notado a veces en la bahía Orange por miembros de
la Misión, pero no fue constatado de manera cierta. En resumen, el olor de la piel
35
El 8 de agosto de 1883 (3º día después del parto), esta mujer no tenía más de 2 852 000
glóbulos rojos; había alrededor de 1 por 100 de glóbulos blancos y 6 a 8 por cien de plaquetas
muy pequeñas.

138
de los Fueguinos es muy poco marcado, fuera del olor de los aceites animales y
de residuos orgánicos de los que están a menudo cubiertos. Su aliento tiene el
olor soso y desagradable de los mejillones a medio cocer de los cuales hacen gran
consumo en su alimento cotidiano, pero este olor no se transmite sensiblemente
al sudor.
La función urinaria es muy activa entre los Fueguinos; no toman más que
agua y absorben grandes cantidades. Hemos anotado las cifras siguientes para la
densidad y la cantidad de orina excretada por un Fueguino adulto (nº 26, Tabla
III) en el laboratorio de Historia natural de la Misión:

Temperatura Duración de la Cantidad


Fecha. Densidad.
Media. observación. de orina.

7 julio 1883………. +5 10 h m. a 5 h t. 2000cc 1021

“ “ …………. “ 5 h t. a 9 h t. 1600cc 1023

Fuera de esta observación directa, no pudimos efectuar entre los Fueguinos


ninguna investigación satisfactoria sobre este tema.

2. FUNCIONES DE REPRODUCCIÓN.
a. Funciones sexuales en el hombre.
La pubertad parece un poco más tardía que entre los Europeos: es al menos lo
que parece resultar del conjunto de nuestras observaciones, comparativamente
con lo que ocurre en Francia. Hicimos la misma observación desde el punto
de vista de la nubilidad. Pero era difícil tener acerca del tema algo más que una
impresión, debido a la ignorancia en que estábamos acerca de la edad exacta de
los individuos examinados.
En el Fueguino adulto, las funciones sexuales se cumplen con moderación;
no notamos que el tipo de alimento, exclusivamente compuesto de caracoles o
de pescados, ejerciera la mínima influencia sobre las funciones sexuales de los
Fueguinos. Deberemos por otra parte volver a esta cuestión en el Capítulo relativo
a la sicología. Desde el punto de vista fisiológico, no podemos indicar aquí más
que de manera general la actividad mediocre de los órganos genitales entre los
Fueguinos, aunque estos órganos estén perfectamente conformados.
El señor Bischoff 36 dice, a propósito de los Alakalouf observados en Europa:
“Parece que las necesidades sexuales están poco desarrolladas entre ellos, porque
se les dice fríos y poco excitables. Las mujeres tienen otro carácter… Según el
guardia, el coito se haría ab interiore”.

36
Loc. cit., p. 245.

139
b. Funciones sexuales en la mujer.
1º Pubertad. Nubilidad.

Las Fueguinas habrían todas tenido su regla entre los 14 y 15 años, según
el señor Bridges que estaba en buenas condiciones para verificar el hecho, en
Ouchouaya, en individuos de cuya edad estaba seguro.
Esta aseveración concuerda bien con lo que vimos en la bahía Orange: la joven
Lajeïf Kipa (nº 11, Tabla IV) tuvo efectivamente su primera menstruación durante
nuestra estadía y parecía tener 15 años de edad a lo más.
Sin embargo, según lo que nos dijeron otras jovencitas, Chaoualouch Kipa (nº 13,
Tabla IV) no habría tenido más que una sola vez su regla antes de nuestra llegada
y parecía tener 18 años. Debido a las condiciones precarias de la existencia de las
Fueguinas, bajo un clima frío, estaríamos más llevados a admitir que la pubertad
entre ellas está retardada comparativamente con las razas europeas, sobre todo
del centro de Europa. Pasaría lo mismo con la nubilidad; no encontramos de hecho
madres Fueguinas muy jóvenes y las parejas jóvenes, de 18 a 20 años, no tenían
hijos.
De todos modos, uno de nosotros vio en Ouchouaya dos niñitas tuberculosas
de 11 años de edad y que habían tenido, la primera una menstruación, la segunda
tres menstruaciones; en estos casos el flujo menstrual había sido poco abundante;
estas niñas estaban desde hace cuatro años en el orfanato de la Misión inglesa.
Un hecho bastante curioso es relatado por el señor Bischoff 37: supo por el
guardia de la tropa de Fueguinos-Alakalouf que, desde su partida de Tierra del
Fuego (más de un año), nunca pudo constatar menstruaciones entre las mujeres,
lo que sería sin embargo fácil, sobre todo desde el momento en que comenzaron
a vestirse. Sería entonces posible que, en este caso, la ovulación haya tenido lugar
sin hemorragia, como entre muchos Mamíferos.
La menopausia tendría lugar bastante tardíamente, según el señor Bridges, que
ha visto ocurrir embarazos en mujeres de edad bastante avanzada; consignamos
la observación de dos mujeres Yaghan de Ouchouaya, una de 40 años de edad,
la otra de 45 años, multiparas, casadas con el mismo Fueguino y que habían
abortado cada una un feto acéfalo, en 1882. Estas mujeres estaban hace doce años
en la Misión de Ouchouaya.
Veremos en el Capítulo V, que la virginidad no es estimada entre los Fueguinos:
es entonces natural que las jóvenes Fueguinas no la conserven hasta el matrimonio
y de hecho, las niñitas de 10 a 12 años que examinamos ya la habían perdido.
Pero ello no implica una perversidad precoz de su parte ni un gran ardor por los
contactos sexuales. En Tierra del Fuego, las mujeres son tan moderadas como los
hombres en la búsqueda de los placeres sexuales.
2º Fecundidad.
La esterilidad debe ser bastante rara entre las Fueguinas: no vimos ningún
caso de mujer estéril mayor de 25 años.
37
Loc. cit., p. 246.

140
La fecundidad es bastante difícil de apreciar, al ser mal conocida la mortalidad
de los niños pequeños.
Aquí tenemos el resultado de nuestras observaciones, en lo que se refiere a los
niños vivos, sobre 8 mujeres de 35 a 60 años; los números indicados para cada
individuo son los de nuestra Tabla antropométrica nº IV.

Niños. Niñas. Total de niños vivos.


Mujer de 40 años, nº 25 1 2 3
“ de 35 años, nº 24 2 1 3
“ de 35 años, nº 22 “ 2 2
“ de 35 años, nº 21 1 1 2
“ de 35 años, nº 18 1 1 2
“ de 45 años, nº 7 1 1 2
“ de 40 años, nº 5 “ 2 2
“ de 60 años, nº 3 1 1 2

Es decir 18 hijos (11 niñas y 7 niños) para 8 mujeres observadas.


8 (sic 9, nde) mujeres de 25 a 30 años, examinadas desde el mismo punto de
vista, nos dan los resultados siguientes:

Niños. Niñas. Total de niños vivos.


Mujer de 25 años, nº 1 1 2 3
“ de 25 años, nº 4 1 1 2
“ de 25 años, nº 9 “ 2 2
“ de 30 años, nº 12 1 1 2
“ de 30 años, nº 16 1 1 2
“ de 30 años, nº 17 “ 1 1
“ de 30 años, nº 19 1 1 2
“ de 25 años, nº 20 1 “ 1
“ de 30 años, nº 23 2 1 3

Es decir 18 hijos (10 niñas y 8 niños) para 8 (sic 9, nde) mujeres observadas.
Teniendo en cuenta los niños muertos en baja edad, pensamos, de acuerdo
a los datos anteriores, que estamos muy cerca de la verdad evaluando en 4, en
promedio, el número de hijos de cada mujer Fueguina. A título de excepciones
raras, mencionaremos los hechos siguientes, observados por uno de nosotros en
la Misión inglesa del canal Beagle: una Fueguina de 50 años, había tenido 14
hijos; solamente tres de estos hijos no habían muerto prematuramente; otra mujer
de 45 años de edad había tenido 9 hijos (ocho muertos en baja edad); otra 10 hijos
de los cuales dos gemelos; de éstos uno murió al cabo de dos meses, el otro estaba
bien; finalmente una mujer de 38 años había tenido 7 hijos, de los cuales uno solo
había muerto prematuramente.

141
Constatamos también en nuestras observaciones un ligero predominio del
número de mujeres sobre el de varones: este predominio del sexo femenino
está confirmado por la estadística del señor Bridges: sobre un número total de
1000 Fueguinos Yaghan, este misionero encontró 277 hombres, 316 mujeres; el
resto se componía de niños de ambos sexos (Ver Hyades, Bulletin de la Société
d’Anthropologie, 2 de octubre de 1884).
3º Parto.
El parto se realiza fácilmente entre las Fueguinas; nunca escuchamos hablar
de casos de dystocie (partos difíciles, nde) entre las indígenas. En el momento
en que paren, las mujeres mantienen la posición en cuclillas que, por lo demás,
les es habitual cuando están en sus chozas. No hay matronas; nadie se ocupa
especialmente de los cuidados que hay que dar a la madre y al hijo. El señor
Bridges afirma que los hombres no asisten jamás al parto cuando hay mujeres
para socorrer a la madre; agrega que el parto ocurre generalmente al aire libre,
pues un sentimiento de pudor íntimo lleva a la mujer a soportar el frío y el viento
más que el desagrado de la publicidad de la choza.
Aquí tenemos el resumen de las notas que tomamos acerca de un parto
ocurrido bajo nuestros ojos en la bahía Orange, el 3 de agosto de 1883, en una
primipara de 25 años (Chounakar Kipa, nº 20, Tabla IV, Pl. XI); pensamos que todos
los partos deben ocurrir igual entre las Fueguinas.
No había habido ningún preparativo para este parto, que tuvo lugar a las 9h
de la mañana y que se terminó rápidamente. El marido (Ayamaçaskentsis, nº 24,
Tabla III) estaba entonces en el laboratorio de Historia natural de la Misión y
afirmó que no dudaba que su mujer daba a luz, pero esto es muy poco probable.
Una joven (Yaèlengou Kipa, nº 10, Tabla IV), que ya había tenido un hijo muerto
desde entonces, se encontraba sola con la parturienta. A nuestra llegada a la choza
(10h de la mañana), nos dijo que el niño se había presentado de cabeza, con la
cara hacia delante y que había salido rápidamente, seguido por la placenta, tras
la salida de una pequeña cantidad de sangre. Esta mujer había cortado el cordón,
a 11cm del ombligo, con un fragmento de concha de mejillón recogido del suelo
de la choza entre los residuos de la cocina. A nuestra llegada, la madre estaba
acuclillada en un rincón de la choza, sujetando entre sus rodillas e, intentando
hacer mamar, a un recién nacido (macho) bien conformado. Había sido bien
limpiado con agua tibia inmediatamente después del nacimiento. Medía 50cm de
largo y pesaba 3kg,957. Los diámetros de la cabeza eran: 125mm para el antero-
posterior, 95mm para el transverso, 148mm para el occipito-mentoniano.
El cordón umbilical no presentaba rastros de ligadura: ésta era innecesaria
por el hecho de la sección con el trozo de concha, que mascaba los tejidos. Los
Fueguinos siempre practican así la sección del cordón.
La placenta había sido depositada en el suelo, a 50cm aproximadamente de la
choza, cerca de las cenizas de un fogón casi extinto. La recogimos perfectamente
intacta y nos la llevamos ostensiblemente sin ninguna señal de desaprobación
por parte de los Fueguinos. Según ellos, siempre habrían tenido la costumbre

142
de quemar la placenta, lo mismo que el cordón umbilical después de su caída,
hasta la llegada de los misioneros ingleses que habrían hecho adoptar la
costumbre de enterrar estas partes. Pero en la bahía Orange no se siguen aún las
prácticas aconsejadas por los misioneros y se habría quemado la placenta si no la
hubiésemos recogido a tiempo.
Esta placenta medía 18cm de diámetro; el largo del trozo de cordón adherido
era de 35cm. Conservada en líquido de Müller, esta placenta fue examinada en
París por el doctor de Sinéty que nos remitió gentilmente la nota siguiente acerca
del tema:
“Los vasos fetales y maternos contienen sangre en abundancia, principalmente
los segundos. Este hecho demuestra que la sección del cordón, tal como se practica
entre los Fueguinos, impide el derrame de la sangre, tan bien como la ligadura
doble que usamos entre nosotros…
“Las paredes de la vena umbilical son de un espesor considerable, hasta el
punto de igualar el de las arterias. Este espesor de las paredes de la vena umbilical
es un hecho constante entre las mujeres de nuestros países; pero, en este caso, es
aún más acusado que en las otras placentas normales que tomé como términos
de comparación…”.
El mismo día del parto, a medida que el tiempo pasaba, la madre fue sola a
tomar cuatro baños de mar, el primero cuatro horas después de la expulsión de
la placenta. Asistimos, a las 5h de la tarde, al último de sus baños, que duró un
cuarto de hora y que ocurrió como sigue. El mar está alto en ese momento; en la
playa, la recién parida se desviste rápidamente (su vestimenta consistía en un
viejo chaleco de caza sobre una vieja camisa), dando la espalda a la ola; entra al
mar andando hacia atrás, de manera de tener el agua hasta debajo de los senos.
Se lava entonces, con ambas manos, todo el cuerpo y, especialmente el cuello,
las axilas, el pecho y las partes genitales. Una vez hecho esto, se levanta y va a
acuclillarse, siempre sobre sus talones y dando la espalda a la ola, un poco más
cerca de la playa, de manera de tener el agua hasta las rodillas. Se queda un
minuto en esta posición y no se lava más que las partes genitales y menos que
antes. Se levanta otra vez para ir a acuclillarse en la misma posición, a la orilla del
mar, no teniendo el agua más que hasta los tobillos en el momento en que llega
la ola: resulta una especie de ducha vaginal. Se queda en esta posición varios
minutos, sin lavarse. Nos dice entonces que es su cuarto y último baño del día,
que los baños anteriores fueron idénticos a éste y que en los días siguientes tomará
dos al día; agrega que todas las mujeres fueguinas hacen lo mismo después de
su parto.
La temperatura del aire era entonces de + 2º,7, la del agua de mar + 4º,7;
el viento era vivo: N.-N.-O, 5m por segundo. Algunos minutos antes del baño,
había ido, como de costumbre, a sacar agua a 100m de su choza, con dos mujeres
que, por otra parte, no se preocupaban de ella.
En la tarde la encontramos en su choza, completamente desnuda salvo por
una piel de oveja sobre el vientre; se quejaba un poco de tener frío, aunque tenía
la espalda contra el fuego; su piel estaba, en efecto, fresca, pero es probable que

143
quisiera sobre todo obtener como regalo alguna vestimenta. Había comido un
pedacito de pan que le habíamos llevado a su marido.
El niño toma bastante bien el pecho, en éste su primer día, pero la madre
tiene pezones muy anchos y planos; para incitar al recién nacido a asirlos, se los
humecta con un poco de saliva. Calma a su hijo, cuando chilla, con palmaditas en
la espalda; el niño chilla raramente y por poco tiempo; hace oír entonces un vagido
muy suave. Las palmaditas parecen calmarlo, pero la madre le da golpecitos así
incluso cuando no chilla: es la única manera que tiene de acariciarlo.
Al día siguiente del parto (4 de agosto), la madre no toma baños, porque se
encuentra muy sufriente de dolores entre los hombros y en las caderas.
La palpación del hipogastrio hace constatar la retracción del útero y no es
dolorosa.
Al segundo día después del parto (5 de agosto), la madre aún se queja de
dolores en las caderas, pero menos fuertemente que ayer; toma dos baños en la
playa, uno a las 8h de la mañana, el otro a las 2h de la tarde (temperatura del
aire +1º, del agua de mar + 4º; dirección y velocidad del viento: Oeste, 6m por
segundo, para estos dos baños idénticos al descrito anteriormente).
El color rojizo de la piel del niño pasó al blanco un poco sucio; mama siempre
con poco éxito, no estando los pezones prominentes. El calostro que escurre por
la presión de los dedos sobre el seno es opalino, en vez de ser transparente como
ayer.
Al tercer día (6 de agosto), durante la mañana, la madre toma un nuevo baño
de mar (temperatura del aire 0º, del agua de mar + 4º; dirección y fuerza del
viento: O.-S.-O., 13m por segundo). Se encuentra menos débil, sus dolores en
las caderas y entre los hombros han disminuido, se siente casi totalmente bien.
La secreción láctea se estableció sin que hayan habido dolores en los senos. La
aureola pardusca de la mama está muy desarrollada en extensión y muy oscura
en color, lo que había sido notado desde el momento del parto. Los tubérculos de
Malpighi se han desarrollado mucho desde ayer alrededor del pezón, así como la
red venosa superficial de la mama.
El niño ha logrado tomar pecho cuyos extremos se han formado y mama
mucho. Abre bien los ojos (iris pardo bastante claro, casi azuloso), sigue los
movimientos de una vela y parece escuchar el ruido de un reloj que se desplaza
alrededor de su cabeza.
El cordón se ha secado y no se sostiene al ombligo más que por un pedúnculo
filiforme. La madre lo ha ligado hoy en su extremo libre con un trozo de hilo
delgado que está amarrado por otra parte a una vendita de género fijada
alrededor de la pierna derecha del niño. Nos debían entregar el cordón umbilical
después de su caída; pero, viéndonos esta tarde examinarlo atentamente, las
mujeres, e incluso los hombres, piensan que queremos cortarlo y protestan con
energía contra una sección que, dicen, ocasionaría seguramente la muerte del
niño. Agregan que el cordón se caerá solo durante la noche y que entonces nos lo
podremos llevar sin inconvenientes.
Al cuarto día (7 de agosto), la madre no va a bañarse, a causa del frío dicen

144
los Fueguinos. Es de hecho, el día de más baja temperatura del año (- 7º,3) y una
espesa capa de nieve cubre el suelo. El cordón se desprendió esa noche; fue en
seguida arrojado al fuego y quemado, a pesar de la promesa de los Fueguinos de
entregárnoslo.
Al quinto día (8 de agosto), la madre toma dos baños en el día, aunque el
tiempo esté muy frío (- 2º en promedio): tiene mucha leche; este líquido, en sabor
y en color, parece de muy buena calidad. Se puede suponer que la madre está
molesta con la cantidad de esta leche de la que el niño de pecho no la libera
suficientemente, porque se la ve presionar de vez en cuando la mama que el niño
no está mamando y arrojar algunas gotas de leche al fuego. Dos jovencitas que
vivían en la misma choza tenían ese día en la cara, bajo los ojos, rayas negras
hechas con carbón y decían haberse pintado así a causa de la llegada de la leche
en la joven madre; pero no se explicaron claramente sobre el tema.
Al sexto día (9 de agosto), asistimos fortuitamente al baño de la madre, a las
4h15m de la tarde: se desviste rápidamente a la orilla del mar y entra de frente
en el mar hasta tener el agua hasta la mitad de los muslos. Se da vuelta entonces
hacia tierra, se agacha y se lava muy rápidamente el pecho y las partes genitales,
luego sale del agua sin hacer las dos pausas señaladas en los baños del primer
día del parto.
La temperatura del aire era entonces + 1º, la del agua de mar + 3º; la dirección
y la fuerza del viento: E.-N.-E., 7m por segundo.
En los séptimo, octavo y noveno días, la madre toma un baño cada tarde;
toma su último baño el onceavo día y va a pescar erizos en piragua durante todo
el día del 16 de agosto (treceavo día después del parto).
Cuando el niño no está en el pecho, descansa sobre los muslos y el bajo-vientre
de su madre; duerme mucho; la madre lo limpia a veces con agua caliente con
la que se humecta la mano; también la vimos frotar suavemente la espalda de su
hijo con su mano, que calienta, después de cada aplicación sobre la piel, soplando
a través de sus dedos flexionados.
4º Lactancia.
Acabamos de ver establecerse la lactancia sin dificultad en una recién
parida. La duración del período de lactancia es en general de tres años; pero
las Fueguinas empiezan tempranamente a darles a sus niños de pecho, sin
destetarlos completamente, alimentos sólidos, tales como mejillones cocidos,
peces, etc. Se había pretendido que, durante todo el tiempo en que amamanta,
la Fueguina no tenía ninguna comunicación con su marido; un Fueguino de la
misión de Ouchouaya nos dijo que, según el consejo de los misioneros, las mujeres
debían abstenerse de convivir con su marido antes de que hubiese transcurrido
un año desde el parto; pero se desdijo luego y los otros Fueguinos de ambos
sexos que interrogamos sobre esta cuestión fueron unánimes en declararnos
que, desde el segundo mes después del parto, las relaciones comenzaban entre
los esposos. Vimos madres jóvenes cuyos hijos no tenían un año y que no se
privaban de relaciones sexuales: No pensamos en consecuencia, que exista entre

145
los Fueguinos, como quizás entre otros pueblos de América, según d’Orbigny38,
la usanza de amamantar por tres años, durante los cuales la mujer no tendría
ninguna comunicación con su marido temiendo que un nuevo embarazo la
obligue al destete.

3. FUNCIONES DE RELACIÓN.
a. Inervación general.
No nos pareció que el sistema nervioso reaccionara mucho entre los Fueguinos.
Son en general poco sensibles al dolor físico y si no se les dispensan las penas
morales, veremos que no dejan entre ellos huellas muy duraderas.
Sería fácil multiplicar ejemplos de su resistencia al frío que sufren todo el
tiempo y sobre todo en las piraguas y su igual resistencia al calor de la que
tenemos pruebas por las quemaduras superficiales que se hacen continuamente
en las chozas quedándose demasiado tiempo en contacto con su fogón.
Siempre los vimos soportar las enfermedades estoicamente; no parecen temer
mucho a la muerte.
En varios individuos, niños o niñas, intentamos provocar los fenómenos del
hipnotismo, pero siempre obtuvimos sólo resultados completamente negativos.

b. Sentidos.
1º Vista.

Con los consejos y las indicaciones del doctor Edouard Meyer, emprendimos
una serie de investigaciones bastante minuciosas acerca de la fisiología de la
visión entre los Fueguinos. Aquí tenemos, por lo demás, el programa que había
tenido a bien trazar el sabio oftalmólogo en una carta que escribió desde París a
uno de nosotros, el 22 de abril de 1883:
“…Examinar, en el mismo individuo, el diámetro de la córnea y de la pupila,
la abertura horizontal y vertical de la ranura palpebral, la movilidad del globo
ocular hacia la nariz (buscando qué parte de la córnea o de la pupila se encuentra
sobre el punto lacrimal cuando el ojo es girado tanto como sea posible hacia
adentro) y hacia la sien (buscando qué parte de la córnea alcanza el ángulo
palpebral externo, o a qué distancia el borde de la córnea queda alejado cuando
el ojo se gira tanto como sea posible hacia afuera) con el otro ojo siempre cerrado,
la prominencia y profundidad del globo en relación con el borde orbital externo y
con el caballete de la nariz, la distancia de los dos ángulos internos de las pupilas
y de los centro pupilares, la agudeza visual de cada ojo con la indicación de
la refracción – emétrope, miope, hipermétrope – y del grado de anomalía si lo
hay el punto más cercano de la acomodación de cada ojo y de la convergencia
de ambos ojos, finalmente el sentido cromático y el campo visual: este último
38
D’ORBIGNY, L’Homme américain, t. I, p. 47 Paris, 1839.

146
tomado con lápiz sobre una hoja ubicada a 0m,30 de distancia frente al ojo que
fija invariablemente el centro de la hoja (con el otro ojo cerrado)…; encontrar
también a qué distancia lateral del punto de fijación comienzan a distinguir los
distintos colores… Este examen completo no sería necesario más que en una
decena de individuos (hombres y mujeres), sobre todo si las diferencias no son
grandes. Por el contrario, el examen de la agudez visual, de la refracción y de la
acomodación sería importante en el mayor número posible…”.
No pudimos llenar el cuadro tan completamente como deseábamos y tuvimos
que limitarnos a las observaciones que vamos a reproducir, indicando, para
cada individuo, su número sobre las Tablas III (hombres) y IV (mujeres) insertas
adelante y que contienen todas las mediciones antropométricas.

I (serie de hombres).- Lapouchounentsis, 25 años (nº 18, Tabla III)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados………………………….... 37 mm
Distancia de los dos centros pupilares……………………………………………..... 56
Ranura palpebral horizontal………………………………….......………………...... 28
Ranura palpebral vertical……………………………………………………….......... 11
Diámetro de la córnea………………………………………………………………… 11,5
Diámetro de la pupila 39…………………………………………………......................... 3 mm
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz………....... 22
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo…………………....... 10

Movilidad del globo en aducción extrema: el primer tercio de la córnea está


dentro del punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: el borde de la córnea se detiene a
1mm delante del ángulo externo de los párpados.
Fuerza visual: V = 6,50/6.
Convergencia: el borde interno de cada córnea se localiza sobre el punto
lacrimal en el máximo de convergencia.

II.- Yakaïf, 35 años (nº 5, Tabla III)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados………………………….... 32 mm
Distancia de los dos centros pupilares…………………………………………….... 56
Ranura palpebral horizontal………………………………………………………..... 31
Ranura palpebral vertical……………………………………………………….......... 10,5
Diámetro de la córnea………………………………………………………………… 10,5
Diámetro de la pupila ………………………………………………………………… 3
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz...… 15
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo…………….... 6

Movilidad del globo en aducción extrema: O.D. la mitad de la córnea está sobre
el punto lacrimal; O. I. el primer tercio de la córnea está dentro del punto lacrimal.
39
Este diámetro fue siempre medido, salvo que se indique lo contrario, a la luz del día, mirando
al individuo vuelto hacia una ventana.

147
Movilidad del globo en abducción extrema: el borde de la córnea se esconde
en el ángulo externo de los párpados en una superficie de 1mm.
Fuerza visual: V = 7,50/5.
El prisma 2, produce, con una vela, diplopía hacia los cuatro lados; parecería
que este individuo no puede sobrellevar el efecto de este prisma con ninguno de
sus músculos oculares.

III.- Bilouchmagoundjis, 20 años (nº 3, Tabla III)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados………………………….... 32 mm
Distancia de los dos centros pupilares…………………………………………….... 54
Ranura palpebral horizontal………………………………………………………..... 28
Ranura palpebral vertical……………………………………………………….......... 10
Diámetro de la córnea……………………………………………………………....… 7
Diámetro de la pupila ……………………………………………………...……….... 3
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz...… 20
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo……………… 10

Movilidad del globo en aducción extrema: los dos quintos internos de la


córnea están dentro del punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: el borde de la córnea se detiene a
1mm del ángulo externo de los párpados.
Fuerza visual: V = 6/3; con el lente convexo, 6 dioptrías, V = 6/6.
Para una vela ubicada a 4m, hay diplopía hacia todos lados con el prisma 4; es
lo mismo con el prisma 2, salvo cuando la base de este prisma está hacia abajo.
Convergencia: el borde interno de cada córnea se localiza sobre el punto
lacrimal en el máximo de convergencia.

IV.- Chaouilentsis, 25 años (nº 15, Tabla III)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados……………...……………. 35 mm
Distancia de los dos centros pupilares…………………………………….………... 58
Ranura palpebral horizontal……………………………………………….……….... 29
Ranura palpebral vertical………………………………………………….……......... 7
Diámetro de la córnea……………………………………………………….……...… 6
Diámetro de la pupila ………………………………………………………….…..… 3
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz...… 19
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo……………… 7

Movilidad del globo en aducción extrema: los tres cuartos de la córnea están
dentro del punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: el borde de la córnea se detiene a
1mm delante del ángulo externo de los párpados.
Este Fueguino no deja tomar su fuerza visual.

148
V.- Athlinata, 30 años (nº 26, Tabla III)
Distancia de los dos ángulos internos de los párpados…………………...……… 35 mm
Distancia de los dos centros pupilares………………………………………....…… 61,5
Ranura palpebral horizontal…………………………………………………....…… 29
Ranura palpebral vertical………………………………………………………......... 5,5
Diámetro de la córnea……………………………………………………………...… 7
Diámetro de la pupila ……………………………………………………………...… 3
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz…... 18
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo……………… 5

Movilidad del globo en aducción extrema: el medio de la córnea está sobre el


punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: 1mm de la córnea está escondido
detrás del ángulo externo de los párpados.
Fuerza visual: V = 6/6.

VI.- Chayentsis, 25 años (nº 19, Tabla III)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados……………………...……. 40 mm
Distancia de los dos centros pupilares………………………………………...……. 62
Ranura palpebral horizontal……………………………………………………...….. 29
Ranura palpebral vertical……………………………………………………….......... 10
Diámetro de la córnea…………………………………………………………...…… 11
Diámetro de la pupila ……………………………………………………………...… 2
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz…... 22
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo…………….... 13

Movilidad del globo en aducción extrema: la mitad de la córnea está sobre el


punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: 1mm de la córnea está escondido
detrás del ángulo externo de los párpados.
Fuerza visual: V = 7/6.

VII.- Ayamaçaskentsis, 25 años (nº 24, Tabla III)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados………………………… 36 mm
Distancia de los dos centros pupilares……………………………………………. 56
Ranura palpebral horizontal………………………………………………………. 28
Ranura palpebral vertical………………………………………………………...... 10
Diámetro de la córnea……………………………………………………………… 11
Diámetro de la pupila ……………………………………………………………… 2
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz… 16
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo…………… 10

Movilidad del globo en aducción extrema: los dos tercios internos de la córnea
están dentro del punto lacrimal.

149
Movilidad del globo en abducción extrema: 1mm de la córnea está escondido
detrás del ángulo externo de los párpados.
Fuerza visual: V = 6/6.
Convergencia: los bordes de ambas córneas están sobre las carúnculas durante
el máximo de convergencia.
Distinción de los colores: este Fueguino distingue bien los colores.

VIII (serie de mujeres).- Yaèlengou Kipa, 20 años (nº 10, Tabla IV)
Distancia de los dos ángulos internos de los párpados………………………….... 36 mm
Distancia de los dos centros pupilares……………………………………………..... 57
Ranura palpebral horizontal………………………………………………………...... 26
Ranura palpebral vertical……………………………………………………….......... 8
Diámetro de la córnea………………………………………………………………… 11
Diámetro de la pupila ………………………………………………………………… 2
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz…… 14
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo……………… 8,5

Movilidad del globo en aducción extrema: la mitad de la córnea está sobre el


punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: 1mm,5 de la córnea está escondido
bajo el ángulo externo de los párpados.
Esta mujer no deja examinar su fuerza visual.

IX.- Latabilik Kipa, 30 años (nº 4, Tabla IV)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados………………………….... 34 mm
Distancia de los dos centros pupilares…………………………………………….... 55
Ranura palpebral horizontal………………………………………………………..... 26
Ranura palpebral vertical……………………………………………………….......... 9
Diámetro de la córnea………………………………………………………………… 11,5
Diámetro de la pupila ………………………………………………………………… 2
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz…… 9
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo……………… 11

Movilidad del globo en aducción extrema: la mitad de la córnea está sobre el


punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: 1mm,5 de la córnea está escondido
bajo el ángulo externo de los párpados.
Esta Fueguina no deja examinar su fuerza visual.

X.- Chaoualouch Kipa, 18 años (nº 13, Tabla IV)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados…………………………..... 37 mm
Distancia de los dos centros pupilares……………………………………………..... 63
Ranura palpebral horizontal………………………………………………………..... 28,5
Ranura palpebral vertical……………………………………………………….......... 9

150
Diámetro de la córnea………………………………………………………………… 6,25
Diámetro de la pupila ………………………………………………………………… 4
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz…… 8
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo………………. 11

Movilidad del globo en aducción extrema: la mitad de la córnea está sobre el


punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: 0mm,5 de la córnea está escondido
bajo el ángulo externo de los párpados.
Fuerza visual: V = 6,50/6.
Convergencia: los bordes de ambas córneas están sobre las carúnculas durante
el máximo de convergencia.

XI.- Kamanakar Kipa, 20 años (nº 14, Tabla IV)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados………………………….... 33,5 mm
Distancia de los dos centros pupilares…………………………………………........ 59
Ranura palpebral horizontal………………………………………………………..... 29
Ranura palpebral vertical……………………………………………………….......... 9,5
Diámetro de la córnea………………………………………………………………… 11,5
Diámetro de la pupila ………………………………………………………………… 3
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz…… 12
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo……………… 8

Movilidad del globo en aducción extrema: los tres quintos de la córnea están
dentro del punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: un quinto de la córnea está
escondido detrás del ángulo externo de los párpados.
Fuerza visual: V = 5/6; con el lente + 0,50 o + 1 = 6/6.
Fuerza de los músculos derechos: esta Fueguina sobrepasa P. 24 arriba y P. 6 abajo.

XII.- Tçapar Kipa, 30 años (nº 16, Tabla IV)


Distancia de los dos ángulos internos de los párpados………………………….... 33 mm
Distancia de los dos centros pupilares…………………………………………….... 53
Ranura palpebral horizontal………………………………………………………..... 26
Ranura palpebral vertical……………………………………………………….......... 10,5
Diámetro de la córnea………………………………………………………………… 7
Diámetro de la pupila ………………………………………………………………… 4
Profundidad de la cima de la córnea en relación con el caballete de la nariz…… 15
Prominencia de la córnea en relación con el borde orbital externo……………… 5

Movilidad del globo en aducción extrema: los dos quintos internos de la


córnea están dentro del punto lacrimal.
Movilidad del globo en abducción extrema: 1mm de la córnea está escondido
bajo el ángulo externo de los párpados.

151
Esta Fueguina no deja examinar su fuerza visual.
Podemos agregar a estas observaciones la de una niña de 15 años, Lajeïf Kipa
(nº 11, Tabla IV de mediciones antropométricas), que presentaba V = 6/6, incluso
con lentes + 10 o – 10 y solamente en este último caso con un poco de dificultad.
Este es un ejemplo notable de potencia de acomodación.
Examinada para la fuerza de los músculos derechos, esta niña presentaba, con
Pr.6º, diplopía hacia todos lados.
En resumen, en 9 individuos examinados para la fuerza visual, tenemos
3 veces una fuerza normal, 4 veces una fuerza superior a la normal y 2 veces
solamente una fuerza bajo la normal.
Este resultado concuerda con las observaciones del comandante Martial que
escribió, hablando de estos indígenas: “Su vista es realmente notable y a menudo
nuestro Fueguino nos mostró objetos que sin él habrían escapado a nuestros ojos”
(T. I, Histoire du voyage, p. 202.)

Distinción de los colores.- El examen del sentido de los colores nos pareció
merecer particular atención, en la esperanza de poder contribuir a dilucidar la
pregunta de la manera en que los salvajes ven los colores. Como se sabe, esta
pregunta fue hecha, hace varios años, por Geiger y Magnus que pretenden,
apoyándose en la literatura antigua, que el sentido de los colores ha sufrido,
en tiempos históricos, una evolución progresiva y continua. Siguiendo a estos
autores, después del blanco y del negro, son los colores amarillo y rojo los que,
siendo más vivos, habrían sido percibidos primero, el verde más tarde y el azul
en último lugar. Esta hipótesis fue combatida por argumentos cuya naturaleza
era demostrar que esta evolución habría ocurrido más bien en la expresión y
en el lenguaje que en la percepción: lo que equivale a decir que el órgano visual
habría siempre poseído las mismas facultades cromáticas y que es más bien el
lenguaje el que se enriqueció progresivamente con palabras indicando clara y
expresamente los colores y los matices en la medida de las nuevas necesidades.
Para llegar a la solución de esta pregunta, nos parece útil exponer aquí nuestros
estudios acerca de la manera en que los colores son distinguidos por los hombres
en estado primitivo como los Fueguinos del cabo de Hornos.
Nuestras investigaciones fueron efectuadas en gran parte por medio de treinta
y un ovillitos de lana coloreadas, a cada uno de los cuales habíamos asignado
un número elegido arbitrariamente. En una primera serie de experiencias, en
10 Fueguinos y 10 Fueguinas que teníamos ocasión de ver a menudo, hicimos
decir por separado a cada individuo el nombre del color que tomábamos al azar
entre los ovillos de lana: reproducimos a continuación los nombres dados por
cada individuo, con la cifra puesta como exponente después de la denominación
fueguina indicando cuántas veces obtuvimos para los mismos matices respuestas
idénticas. Los números de las lanas marcadas con un asterisco se refieren a
colores francos; entre ellos, los más acentuados son el amarillo, el rojo, el azul y
el violeta.

152
Denominación de los colores por diez Fueguinos.
Nº de
las lanas Colores
1. Rojo Solferino oscuro………
2.
3.
Rojo Solferino ………………
Rojo Solferino claro………..
} Loucha 10

4. Rosa salmón……………....... Loucha 6. Paouayako Loucha 3. Ara loucha 1.


5. Amarillo oro……………...… Ara loucha 7. Tçélia loucha 1. Tçélia ara loucha 1.
6. Amarillo canario………..…. Ara loucha 3. Paouayako 3. Tçélia ara loucha 2.
Tçélia ara loucha 1. Yamina paouayako 1.
7. Verde hoja………………….. Ouéts lampia 3. Ara lampia 4. Kourou lampia 1.
Paouayako 1. Lampia 1.
8. Verde amarillo……………... Ara lampia 4. Ouéts lampia 4. Kourou lampia 1.
Paouayako 1.
9. Verde……………………...… Ara lampia 4. Ouéts lampia 2. Lampia 2. Yaka lampia 1.
Kinataskinda 1.
10. Azul oscuro……………….... Ara lampia 7. Ouéts lampia 1. Kourou lampia 1.
Lampia 1.
11. Azul………………………..... Ara lampia 4. Ouéts lampia 2. Kourou lampia 2.
Lampia 2.
12. Violeta claro……………...… Ara lampia 7. Ouéts lampia 2. Ara loucha 1.
*13. Azul claro……………......…. Ara lampia 2. Ouéts lampia 4. Kourou lampia 2.
Paouayako 2.
*14. Violeta lila………………..… Ara lampia 2. Paouayako 4. Kourou lampia 1.
Paouayako loucha 1. Yamina 1. Ara loucha 1.
*15. Gris azulado……………...… Ara lampia 2. Paouayako 4. Ouéts lampia 1.
Kourou lampia 1. Lampia 1. Yaka lampia 1.
*16. Gris rosado…………………. Yamina 6. Paouayako 2. Kalayako yamina 1.
Kachtçi yamina 1.
*17. Verde sauce………………… Ara lampia². Ara loucha². Paouayako². Kourou lampia¹.
Lampia¹. Pouayako kachtçia¹. Kalayakoaghine¹.
*18. Gris claro………….......……. Paouayako³. Kachtçi paouayako¹. Kachtçi
yamina¹. Kachtçi¹. Ara lampia¹.Yamina¹.
Paouayako lampia¹. Yamina kourou lampia¹.
*19. Pardo Habano……………… Ara loucha 6. Paouayako¹. Tçélia ara loucha¹.
Paouayako loucha¹. Kalayako ara loucha¹.
*20. Pardo marrón..…………...… Kachtçi 4. Lampia². Ara loucha². Yaka ara loucha¹.
Poulatçia¹.
*21. Pardo marrón negruzco…... Kachtçi 4. Lampia³. Ara lampia¹. Kourou lampia¹.
Lampia paouayako¹.
*22. Pardo marrón oscuro.......... Kachtçi 5. Lampia². Kourou lampia¹. Ara loucha².
23. Rosa Solferino….………….. Loucha 5. Ara loucha². Paouayako loucha³.
24. Rosa salmón oscuro…..…… Loucha 5. Ara loucha¹. Kalayakoaghine¹.
Kalayako loucha¹.

153
25. Amarillo crema oscuro....… Yamina 8. Paouayako².
26. Violeta…….……………….... Lampia². Kourou lampia³. Ouéts lampia². Ara lampia².
Tela toun taouroukaké¹.
27. Violeta pálido...…………..... Lampia¹. Kourou lampia¹. Ouéts lampia². Paouayako³.
Lampia¹. Paouayako lampia¹. Ara loucha¹.
28. Verde espinaca oscuro……. Lampia². Ara lampia 4. Ouéts lampia². Kourou lampia¹.
Yaka ara lampia¹.
29. Verde espinaca claro………. Ara lampia³. Ouéts lampia 5. Kourou lampia¹.
Kalayako¹.
*30. Verde agua.………………… Ara lampia 4. Ouéts lampia³. Kourou lampia¹.
Ara loucha¹. Paouayako ara lampia¹.
31. Blanco gris...…………......… Yamina¹º.

Denominación de los colores por diez Fueguinas.


Nº de
las lanas Colores
1. Rojo Solferino oscuro….…
2.
3.
Rojo Solferino ……....……
Rojo Solferino claro…........
} Loucha¹º

4. Rosa salmón…………..…. Loucha 8. Ara loucha².


5. Amarillo oro………...…… Loucha¹. Ara loucha 4. Paouayako².
Tçélia ara loucha³.
6. Amarillo canario……..…. Yamina³. Tçélia ara loucha¹. Tçélia loucha².
Yamina loucha¹. Ara loucha¹.
Ara loucha paouayako¹. Paouayako¹.
7. Verde hoja……………....... Ara lampia³. Ara loucha². Kourou lampia¹.
Aouch lampia². Lampia¹. Ouéts lampia¹.
8. Verde amarillo………....… Ara loucha 4. Kourou lampia². Ouéts lampia².
Paouayako¹. Ara lampia¹.
9. Verde………………...…… Lampia². Ara lampia 4. Kourou lampia².
Ouéts lampia².
10. Azul oscuro…………...…. Lampia³. Kourou lampia³. Ara lampia¹.
Paouayako¹. Ouéts lampia¹. Ouayéna lampia¹.
11. Azul………………......…... Lampia¹. Ara lampia 4. Kourou lampia³.
12. Violeta claro………....…… Lampia². Ara lampia³. Loucha². Kourou lampia¹.
Louch yamina¹.
*13. Azul claro…………..……. Ara lampia¹. Kourou lampia². Aouch lampia¹.
Kalayako yamina¹. Ouéts lampia¹. Kalayako¹.
Ara loucha lampia¹. Kalayako ouéts lampia¹.
Ara loucha¹.
*14. Violeta lila………………… Paouayako 5. Yamina². Ara loucha (yaka yamina)¹.
Louch yamina¹. Kalayako¹.
*15. Gris azulado……………… Yamina². Kachtçi³. Kourou lampia¹. Kalayako¹.
Paouayako². Yamina lampia¹.

154
*16. Gris rosado………………. Yamina³. Ara loucha (yaka yamina)¹. Kalayako¹.
Ara lampia¹. Paouayako¹. Loucha¹.
*17. Verde sauce……………… Lampia². Ara lampia¹. Paouayako². Ara loucha¹.
Kachtçi¹. Kourou lampia¹. Ouéts lampia¹.
Kachtçi kourou lampia¹.
*18. Gris claro…………………. Kachtçi². Yamina¹. Lampia². Yamina loucha².
Kalayako¹. Paouayako².
*19. Pardo Habano…………… Ara loucha 4. Tçélia ara loucha¹. Yaka loucha¹.
Kaouantçi¹. Paouayako¹. Çapaki¹. Loucha¹.
*20. Pardo café……………….. Kachtçi 4. Loucha². Kalayako loucha¹.
Ara loucha lampia¹. Ara loucha¹. Lampia loucha¹.
*21. Pardo café negruzco……. Kachtçi 6. Lampia². Ara loucha¹. Ara lampia¹.
*22. Pardo café oscuro…..…… Kachtçi³. Lampia². Kachtçi ara loucha¹.
Lampia loucha¹. Ara loucha lampia¹. Ara loucha¹.
Çapaki¹.
23. Rosa Solferino….……….. Yamina¹. Loucha 7. Yamina loucha¹. Ara loucha¹.
24. Rosa salmón oscuro…..… Loucha 8. Paouayako loucha¹.
25. Amarillo crema oscuro..… Yamina 7. Yamina ara loucha¹. Kalayako¹.
Paouayako¹.
26. Violeta…….………………. Ara lampia². Kourou lampia². Kourou loucha¹.
Ouayéna lampia¹. Ouéts lampia loucha¹. Kachtçi¹.
27. Violeta pálido...…………... Ara lampia¹. Paouayako lampia¹. Kourou lampia¹.
Ara loucha¹. Ouéts lampia¹. Lampia².
Paouayako¹. Yamina ara loucha¹.
28. Verde espinaca oscuro…. Lampia². Kourou lampia¹. Ouéts lampia¹.
Kalayako lampia¹. Ara lampia¹. Kalayako².
Paouayako¹. Ouayéna ara lampia¹.
29. Verde espinaca claro……. Ara loucha¹. Lampia³. Kalayako¹. Ara lampia².
Ouéts lampia². Ouayéna ara lampia¹.
*30. Verde agua.……………… Yamina³. Kourou lampia¹. Paouayako kourou
lampia¹. Kalayako yamina¹. Kalayako².
Paouayako¹. Lampia¹.
31. Blanco gris...……………… Yamina 7. Paouayako². Kalayako yamina¹.

No hubo diferencias notables, entre ambos sexos, en los nombres aplicados a
nuestras muestras de lanas coloreadas.
Es solamente en la designación del rojo que obtuvimos, de todos los individuos
examinados, el mismo nombre.
No podemos admitir sin embargo que los Fueguinos no conocen claramente
otros colores y si variaron tanto en los nombres de nuestras lanas, parece obedecer
a que los matices que les mostramos no respondían exactamente a los que están
acostumbrados a ver, o aún más a que querían señalar la contextura, la apariencia
de la lana más que su color. No tienen una palabra para indicar el color en general
y esto volvía nuestros exámenes muy difíciles.

155
Interrogándolos sobre los colores de los objetos que les son familiares, pudimos
establecer el vocabulario siguiente:

Palabras utilizadas para señalar los colores.


Blanco, yamina.
Rojo, loucha; louch.
Rosa, yamina loucha.
Amarillo, ara loucha¸aya loucha¸tçélia loucha. [Tçélia o Tsalia es el nombre fueguino del
bérbero de flores amarillas (Berberis ilicifolia).] (sic, Berberis buxifolia, nde).
Pardo, kachti; kachtçi.
Marrón, kachti loucha.
Negro, lampia, lambi.
Verde, ara lambi; aya lambi. (Los Fueguinos denominan la bilis aya).
Azul, kourou lambi. (Kourou significa amar; esta palabra debe tener también un sentido
antiguo desconocido).
Moteado (blanco y negro), ya lampi (por ejemplo, un perro negro moteado de blanco); ya
kachtçi (por ejemplo, la cara de un Europeo moreno, barbudo) .
Blancuzco, yahgo.

Los nombres de los colores en fueguino no podían permitirnos conclusiones


precisas acerca de la manera en que estos salvajes ven los colores; quisimos
completar nuestras experiencias haciendo elegir entre nuestros ovillos de lana
los colores parecidos al de la muestra que teníamos en la mano.
En 10 hombres que examinamos de esta manera, 1 separó bien todos los
colores; 4 los diferenciaban bastante bien; 5 confundían el verde y el azul; todos
distinguían bien el rojo.
En 10 mujeres, 2 separaban bien todos los colores; 6 los distinguían bastante
bien; 1 confundía el rojo y el azul; 1, el rojo y el violeta.
En una Fueguina del grupo alakalouf exhibido en París en 1881, el señor
Manouvrier constató “la aptitud perfecta de distinguir los matices más delicados”
(Bulletins de la Société d’Anthropologie de Paris, t. IX, 1886, p. 706) y parece considerar
esta aptitud como regla entre todos los salvajes.
Admitimos la realidad de este hecho para los Fueguinos; pero a condición que
sean, mediante un ejercicio previo, preparados en la clasificación de los colores y
de sus matices; fuera de este estudio preliminar, la distinción exacta de los colores
no existe entre ellos más que en estado excepcional. Parecen tener preferencia
por el blanco y por el rojo; sin por ello aplicarlos particularmente a sus objetos
de adorno.
2º Oído.
Los Fueguinos tienen el sentido del oído desarrollado, sobre todo por las
condiciones de su vida salvaje. Sin embargo, por diversas experiencias con el
reloj, el diapasón, etc., constatamos que la agudeza y el alcance del oído no
sobrepasaba entre ellos lo que observamos entre los Europeos bien dotados

156
en este aspecto. Notamos también que los ruidos que nos son habitualmente
desagradables (explosión de mina, silbato de máquina a vapor, etc.) no parecían
en lo absoluto impresionar sus oídos de manera penosa.
3º Olfato.
La sensibilidad olfativa está bastante embotada entre los Fueguinos; no
parecen hacer diferencias entre lo que nosotros llamamos los buenos y los malos
olores. Sin embargo ejercitan su olfato para reconocer las materias animales en
descomposición y saben muy bien por este medio rechazar de su alimentación la
carne de los animales que encuentran muertos en las playas; cuando esta carne
ha sufrido un comienzo de putrefacción. No parecen reconocer por el olor la
presencia de los Europeos, ni diferenciar entre ellos los sexos por el olfato.
4º Gusto. Hambre y sed.
Los Fueguinos tienen una marcada predilección por las grasas y los aceites
animales; en particular por el aceite de lobo marino, del que guardan a menudo
una pequeña provisión con ellos en una especie de cantimplora hecha con el buche
de un ganso. Apreciaban mucho el aceite de hígado de bacalao que les hicimos
probar; pero se mostraron particularmente aficionados de los sabores dulces y
azucarados, que sin embargo no existían en su país y que les presentábamos bajo
forma de azúcar, de jarabes, de leche condensada, de galletas e incluso de pan. En
revancha detestan los sabores amargos o salados y encuentran malos los licores
alcohólicos.
Las sensaciones de hambre y de sed están a menudo despiertas entre los
Fueguinos; regulan según éstas sus comidas y no parecen pensar en tomar
alimentos o bebidas fuera de esas sensaciones. Les ocurre no poder satisfacerlas
apenas las sienten; esperan entonces pacientemente, sin tener medios particulares
para engañar su hambre o su sed.
5º Tacto.
La sensibilidad táctil, explorada con el compás de Weber, parece presentar
algunas diferencias con los resultados de las observaciones entre los Europeos.
Aquí tenemos las cifras que constatamos en un Fueguino y en tres Fueguinas
para las más pequeñas distancias de separación de las puntas del compás en
diversas regiones:

I.- Bilouchmagoundjis, Fueguino de 20 años.


5mm en la mejilla (cerca de la nariz);
15mm en la cara anterior del brazo;
32mm en la cara posterior del brazo;
26mm en las rodillas (región rotuliana).

157
II.- Kamanakar Kipa, Fueguina de 20 años.
2mm en los labios, la lengua y los dientes;
3mm en la punta de la nariz;
5mm en la palma de la mano;
6mm en el dorso de la mano;
6mm en el cuello (región anterior);
10mm en los senos;
15mm en los pezones;
12mm en la cara anterior del antebrazo;
20mm en la cara posterior del antebrazo;
20mm en la cara anterior del muslo, cerca de la rodilla;
19mm en la región externa de la pierna, transversalmente;
22mm en la región externa de la pierna, longitudinalmente;
5mm en la planta del pie;
20mm en el dorso del pie;
22mm en el cuero cabelludo

III.- Chaoualouch Kipa, Fueguina de 18 años.


1mm en la punta de la lengua;
2mm en los labios y en los dientes;
3mm bajo el mentón;
5mm en las mejillas (cerca de la comisura de los labios);
6mm en la punta de la nariz;
33mm en la cara anterior del muslo;
53mm en los senos.

IV.- Tçapar Kipa, Fueguina de 30 años.


1mm en los dientes;
3mm en los labios y en la lengua;
5mm en la punta de la nariz y en el cuello;
6mm en el cuero cabelludo;
10mm en la palma de la mano;
17mm en el dorso de la mano;
16mm en la nalga;
21mm en el antebrazo;
30mm en el vientre;
35mm en las rodillas (región rotuliana);
60mm en la pierna;
100mm en los senos.

Entre estos individuos, constatamos una sensibilidad táctil un poco mayor que
entre los Europeos: en los labios: 2mm y 3mm en vez de 4mm; en el antebrazo:
12mm a 21mm en vez de 17mm a 23mm; en el muslo: 20mm a 35mm en vez de
50mm. Este resultado es tanto más interesante en cuanto que los Fueguinos están

158
desprovistos de vestimenta y que su piel está expuesta a todas las intemperies de
un clima a menudo riguroso.

c. Movimientos.
1º Postura.

Habitualmente los Fueguinos mantienen la posición en cuclillas (Vea Pl. XVII)


que les es impuesta por su estilo de vida. En efecto, sus chozas y sus piraguas
son demasiado exiguas para permitir otro tipo de postura a los que se encuentran
en ellas. Contraen así la costumbre de esta postura, que toman también en sus
excursiones cada vez que quieren descansar. Sin embargo, cuando venían a
vernos a la bahía Orange, preferían con mucho sentarse en sillas, donde parecían
encontrarse mejor que en cuclillas sobre sus talones. Creemos que esta preferencia
no resultaba de un instinto de imitación o de una idea de establecer su igualdad
con nosotros.
Para dormir, usan la posición acostada, pero replegados sobre sí mismos,
de manera de ocupar el menor espacio posible y esto por el mismo motivo, la
exigüidad de sus chozas.
Las mujeres permanecen a menudo durante largo tiempo en posición curvada
cuando van a recolectar mejillones u otros caracoles, con marea baja. Los hombres,
por el contrario, se mantienen largamente de pie en sus piraguas cuando están
persiguiendo una lobo marino y se preparan a arponearla.
Durante nuestras observaciones antropométricas, que duraban frecuentemente
una hora, pudimos constatar reiteradas veces que la postura vertical era bien soportada
por los Fueguinos de ambos sexos, incluso por los niños pequeños; la única excepción
eran los individuos muy viejos, que había que sujetar contra la tabla de medición.
2º Locomoción: caminata, carrera, natación.
Contrariamente a lo que ha sido avanzado por algunos autores, los Fueguinos
caminan mucho y por el menor pretexto, van y vienen continuamente en los
alrededores de sus chozas. En la bahía Orange, hacían cuatro o cinco veces al día,
para venir a vernos, el trayecto de su campamento a nuestras cabañas, del cual
sus chozas estaban a menudo alejadas a más de 1km, por caminos abominables.
Tienen un paso rápido y liviano, hasta el punto en que no se abren paso en los
lugares que atraviesan a diario, en las pendientes de las colinas, en las planicies
o en los bosques y que sus huellas en el suelo son invisibles, incluso alrededor de
sus chozas. Por ejemplo cuando han vivido largamente en el mismo lugar, no es
posible descubrir, si no se les ha seguido, la charca donde se aprovisionaban de
agua para beber veinte veces al día y cuando se la ve, parece, por el aspecto de los
alrededores, que nadie jamás ha venido a tomar.
A veces hacen trayectos bastante largos a pie para ir a buscar en los bosques las
cortezas propias a la construcción de sus piraguas, o bien, si les ocurre perder su
embarcación, la familia completa parte en caravana para reunirse con parientes o
amigos a 8km o 10km del lugar donde se encontraban.

159
No hicimos observaciones particulares entre los Fueguinos sobre el salto,
la carrera, el acto de subirse a los árboles. Es probable que sean ágiles en estos
diversos tipos de locomoción, pero no parecen inclinados a efectuarlos sin
necesidad.
La natación es patrimonio exclusivo de las mujeres, que se entregan a ella con
destreza, un poco a la manera de los perros.
En los escasos días de temperatura suave que se presentaron dos o tres veces
durante el año de nuestra estadía en la bahía Orange, vimos a algunas jovencitas
entregarse por placer a la natación; pero se ponen también a nadar, en los tiempos
más fríos cuando se trata, por ejemplo, de ir a buscar lejos de la orilla a un
cormorán herido a pedradas y que no tienen piragua40. No saben zambullirse.
Es curioso constatar que los hombres no saben nadar, en el cabo de Hornos,
aunque pasan gran parte de su existencia en piragua y que las mujeres son
nadadoras hábiles. De ello resulta que, en las ocasiones bastante frecuentes en
que las piraguas zozobran cerca de tierra, las mujeres se salvan nadando y los
hombres perecen infaliblemente. Buscamos, sin encontrarlo, el motivo de esta
particularidad y tuvimos que contentarnos con esta explicación, dada por un
Fueguino burlón: las mujeres son las únicas aptas para nadar, a causa de los senos
que las sostienen bajo el agua.
3° Voz. Fonación. Lenguaje mímico.
Debemos a la cortesía del señor teniente de navío H. de Lajarte, embarcado
en la Romanche durante la duración de la Misión del cabo de Hornos, una
Nota muy interesante relativa a la voz de los Fueguinos y que insertamos aquí
textualmente:
“Los Fueguinos del cabo de Hornos” dice el señor de Lajarte que observó
muy bien a estos indígenas, “tienen generalmente la voz suave y con un timbre
agradable. El registro elevado entre los hombres, que éstos emplean a menudo
para hacerse escuchar de lejos, es solamente un poco gutural. Las voces de la
mujeres son notablemente puras y agradables al oído.
“En la conversación corriente, terminan a menudo sus frases, sobre todo
cuando expresan una petición, elevando la voz con un medio-tono débil, lo que
da a sus palabras una entonación suplicante muy característica.
Este medio-tono débil se encuentra en sus cantos, que son casi imposibles de
reproducir en notas de nuestra gama; algunos de estos cantos fueron recogidos
y anotados sin embargo con gran exactitud por el señor de Carfort (ver t. I,
Historia del viaje, p. 210 -de la edición original, nde); pero, solfeados sobre las
notas de nuestra gama, no dan al oído la misma impresión que cantados por
los indígenas, en razón precisamente de esta pequeña disminución del medio-
tono. Por otra parte, como lo hace notar el señor de Carfort, el empleo del modo
menor es general en los cantos fueguinos y contribuye a darles ese tinte de suave
melancolía que nos ha parecido ser su expresión principal.
40
Vimos nadar así a cuatro jovencitas (de las cuales una embarazada de cinco meses y otra en
lactancia) en un día de mayo, con la temperatura del agua a no más de +6°.

160
“Si los Fueguinos tienen una gama diferente a la nuestra, no habría que
concluir que no tienen sentido musical; por el contrario, hemos encontrado este
sentido muy desarrollado en la mayoría de ellos y los cantos que hemos podido
escuchar nos han sido siempre repetidos exactamente con los mismos intervalos
musicales, incluso por indígenas diferentes.
“El don de poder siempre repetir fácilmente con sus entonaciones las palabras
que escuchan sin comprenderlas parece por otra parte extenderse a los sonidos
musicales y Wilkes reporta que un Fueguino había logrado reproducir fielmente,
cantando, toda una gama cromática que le habían tocado en violín (Narrative of
the U.S. exploring Expedition during the years 1839 to 1842, t. I, Cap. VI)”.
La diferencia de los sonidos musicales Yaghan y de los nuestros, señalada por
el señor de Lajarte, se encuentra en los sonidos hablados, que estos Fueguinos
no articulan jamás, en razón de la suavidad de su idioma, tan claramente como
nosotros. De ahí, una gran dificultad para apreciar y sobre todo para anotar con
letras los sonidos de la voz hablada.
Sin embargo, si no se consideran los matices, se puede admitir que la mayoría
de los sonidos de la voz hablada entre estos Fueguinos se acercan a nuestros
sonidos franceses. Esto se puede juzgar por las consideraciones siguientes, en las
que pasaremos revista de nuestras vocales y nuestras consonantes, examinando
sus análogos en fueguino.
Vocales: A es articulada por los Fueguinos casi como en francés. Además, la
pronuncian a veces como E, a veces como OU, algunas veces como I o como EU. Por
ejemplo, se puede escribir indistintamente atama o atéma (comer), tamouanamaka o
tamouanoumaka (pulsera), hanghaça o hanghiça (estornudar), amachana o amacheuna
(mañana).
E. Los Fueguinos la articulan: cerrada, latéch (cadera); abierta, tèla (ojo); o
muda: lane (lengua), que transcribimos en todos lados lan, habiendo renunciado
a la e muda en la reproducción de las palabras fueguinas.
EU se encuentra a veces en las palabras fueguinas, con el sonido francés: leum
(sol).
I se pronuncia como en francés: milana (pluma); por otra parte, se transforma
a veces en ou; por ejemplo, se puede escribir indistintamente tarourou o tarouri
(frío). Esta vocal es a menudo muy larga, como nuestra Y: yamina (blanco), maya
(pescar).
O se pronuncia como en francés: loïma (grito); está a veces seguida por una
aspiración suave: yapoh (nutria) y se vuelve entonces próxima de ou.
U. Esta vocal no es usada más que excepcionalmente con el sonido francés:
tchuich (golondrina de mar).
OU. Las vocales A y OU son las que los Fueguinos emplean más frecuentemente.
Pronuncian a menudo OU como en francés: kourou (amar). La aspiran también
algunas veces, muy suavemente, al comienzo o al final de las palabras. Es así que
se puede escribir: ouflachana o flachana (trampa para aves), tan poco sensible es
este sonido ou aspirado.
Consonantes: B y P, F y V no forman más que dos sonidos entre los Fueguinos.

161
El ejemplo más típico de esta particularidad lo constituye su palabra de negación:
se puede dar indistintamente por paf o por bav.
D y T no están separadas más que por matices a veces insensibles: dapach o
tapach (senos); dapala o tapala (mamar).
Es lo mismo con G, siempre dura, que también escribimos GH y de K: alagana
o alakana (mirar), téghi o téki (ver).
Ç se pronuncia muy a menudo como si estuviese precedida por una T
suavizada: así çapa o tçapa (sangre), çima o tçima (agua).
CH es muy empleada por los Fueguinos como nuestro sonido francés en la
palabra CHOU: ouchkach (frente), kachouch (nariz).
H se emplea a menudo en estado de aspiración suave: hatouch (hueso);
además, los Fueguinos articulan ciertos sonidos análogos a la χ de los Griegos,
por ejemplo en la última sílaba de la palabra yahikh (lágrimas), o a la CH alemana,
por ejemplo en la última sílaba de la palabra houpakh (intestinos).
J suena en fueguino como en francés: maojakou (amigo).
S y Z son muy poco utilizadas, pero sin embargo existen en fueguino: maostéka
o maoztéka (ten cuidado).
L es a menudo articulada fuertemente, pero los Fueguinos no conocen la LL
mojada francesa.
M y N son muy a menudo articuladas claramente; sin embargo, suenan algunas
veces tan débilmente que el oído tiene muchas dificultades en percibirlas: kaïdji o
kaïdjim (cesto); kouchou o kouchoun (talón).
R es pronunciada en fueguino como en francés: ara (llorar), kourou (amar);
puede ser aspirada como para las palabras achakhr (gravilla), oufkhir (oreja), en las
que la aspiración está en el último sonido.

Hemos observado cómo articulaban la R de algunas palabras francesas,


después de haberlas repetido varias veces delante de ellos. Pronunciaban “lèvres”:
lèv, “Alexandre”: Alexand; nunca pudieron pronunciar la R de Romanche, nombre
de la nave francesa que visitaban muy seguido. Sin embargo pronunciaban bien
la palabra francesa dormira (mejor la segunda R que la primera).
En el trabajo inédito que el señor T. Bridges tuvo a bien comunicarnos, este
autor se expresa así a propósito de la fonación entre los Fueguinos:
“La lengua Yaghan, bella y rica, tiene cuarenta y cuatro sonidos distintos y
un vocabulario de al menos treinta mil palabras; su estructura es de inflexión y
aglutinativa. Es verdaderamente eufónica. Sus sílabas están formadas en general
por una consonante y una vocal, aunque muy a menudo no se componen más
que por una vocal solamente. Hay muchas palabras de dos, tres sílabas y algunas
de cuatro sílabas, que están formadas completamente por vocales; por otro lado,
hay numerosos ejemplos de sílabas que terminan o comienzan por consonantes.
En algunas centenas de casos, las sílabas comienzan por dos e incluso por tres
consonantes, como chgamou, tsadou. La lengua puede muy bien escribirse con
un alfabeto de cuarenta y cuatro letras, de las que catorce son vocales y las otras
consonantes. Entre las vocales, el único sonido inglés que falta es el de er en her

162
o de or en world; entre las consonantes los únicos sonidos ingleses que faltan
son th en thin, th en then y s en pleasure. Como sonidos que no se encuentran en
inglés, hay: J español, LL gaélico, HRR y HN. Hay un número bastante grande
de palabras de dos o tres letras, de una o dos sílabas; pero como es una lengua
de inflexión y aglutinativa, sus verbos son a menudo muy largos, aunque las
raíces sean generalmente muy cortas. Estas palabras largas tienen un significado
extenso, como Hataï-aïi-mi-na-pi-ki-noa: los llamo duels. La construcción es muy
regular”.
Debemos agregar que el autor de las líneas precedentes es Inglés, buen
observador sin duda, pero conocedor sólo de la lengua inglesa y de la que
transportó, tanto como se podía, todas las particularidades a la lengua fueguina,
que comparó con la inglesa, como nosotros mismos hemos tratado de compararla
al francés.
El lenguaje mímico no nos ocupará, porque los Fueguinos no lo emplean entre
ellos. Son excelentes mimos, como la mayoría de los viajeros ha constatado; pero
esta facultad no se desarrolla en ellos más que para imitar o remedar a alguien
(compatriota o extranjero).
Tenemos poco que decir también de los llantos, que son casi siempre silenciosos;
de los gemidos de duelo, que se efectúan constantemente de modo lento y grave
y acerca de los cuales pudimos verificar la exactitud de la descripción de Fitz-
Roy: es una suerte de aullido terminado por un gruñido sordo; no son llantos
ordinarios, ni nada que se parezca al verdadero grito del hombre civilizado, pero
es un ruido que parece especial de estos salvajes (Fitz-Roy Narrative etc., t. II, Cap.
VII). En un caso, Fitz-Roy vio este tipo de aullidos efectuados sobre todo por los
hombres; una sola mujer participaba. Constatamos sin embargo que las mujeres
lo practicaban como los hombres, pero no al mismo tiempo que ellos.
Los gritos de los Fueguinos alcanzan rara vez un diapasón elevado y en este
caso, no son usados más que para llamados a gran distancia.
La risa es a veces muy ruidosa, sobre todo fuera de la presencia de los
extranjeros.
4º Fuerza muscular.
La fuerza muscular de los Fueguinos fue altamente apreciada por algunos
observadores, siendo conveniente citar en primera fila de éstos a Fitz-Roy
afirmando que York-Minster, por ejemplo, era tan fuerte como dos de los más
robustos marinos del Beagle. Es cierto que York-Minster pertenecía a la tribu
Alakalouf; pero en otro pasaje de su relato de viaje (t. II Cap. VII), Fitz-Roy
constata que los Tékénika (nuestros Yaghan) son muy ágiles y bastante fuertes.
Esta opinión a favor del vigor físico de los Fueguinos nos ha parecido justificada
si sólo se tiene en cuenta la fuerza desarrollada para llevar fardos sobre la cabeza
o sobre los hombros. Vimos a menudo a Fueguinos transportar así sin esfuerzo, a
lo largo de varios centenares de metros, troncos de árbol que querían quemar en
sus chozas y que un Europeo vigoroso habría tenido mucha dificultad en levantar.
Su fuerza aparece también en la holgura con la que manejan sus pesados arpones

163
para lanzarlos a una distancia bastante grande. Pero su superioridad ya no existe
si se examina, como lo hicimos por medio del dinamómetro, la fuerza de flexión
de los dedos de la mano o la fuerza de tracción con las manos.
En nuestras experiencias sobre los Fueguinos, la fuerza de flexión de los dedos
de la mano derecha, tomada con el dinamómetro Mathieu, puede expresarse en
las cifras siguientes:
Hombres. Mujeres.
Menos de 25kg………………………......……... 0 4
De 25kg a 29kg………………………......…….. 2 2
De 30kg a 34kg……………………….......…….. 6 3
De 35kg a 40kg………………………......…….. 10 2
Más de 40kg……………………………......…... 2 0
Total…………………………………….........…. 20 11

El máximo era de 49kg para los hombres, de 37kg para las mujeres; el mínimo,
de 28kg para los hombres y de 20kg para las mujeres.
Dos hombres alakalouf examinados en París dieron en el dinamómetro 40kg
como fuerza de flexión promedio, cifra que se acerca al de los casos más frecuentes
(35kg a 40kg) entre los Yaghan.
La fuerza de tracción de ambas manos, medida por medio del dinamómetro,
con el sujeto de pie y tirando con sacudidas, nos dio entre cinco adultos:

Mujer de 35 años……………………………..... 44 kg
Jovencita de 20 años………………………....... 53
Jovencita de 20 años…………………………... 62
Hombre de 20 años…………………………..... 121
Hombre de 25 años……………………………. 126

4. EJERCICIO. DESCANSO. SUEÑO.


En sus Cursos de higiene, el Profesor Bouchardat enunció que “la necesidad
del trabajo crece para el hombre caminando del ecuador hacia el polo”.
En lo que se refiere a los Fueguinos, la aplicación de esta ley fisiológica parece
resultar de nuestras observaciones; ya vimos que caminaban mucho y que se
ponían en movimiento por el menor pretexto. Todos los días la mayoría de las
chozas están deshabitadas; los hombres trabajan abatiendo madera de calefacción,
fabricando piraguas, mangos de arpón, las mujeres pescan o recolectan moluscos
en bajamar. Estos diversos ejercicios ponen en juego toda la actividad del sistema
muscular. Hay otros que sólo ocupan los brazos o la mandíbula, de la que los
Fueguinos se sirven como cepo. Entre estos ejercicios que ocurren en las chozas,
citaremos: para los hombres la confección de puntas de arpón, de los cinceles de
concha, de las tiras de pieles de lobo marino; para las mujeres, la fabricación de
los cestos, de los collares de conchas, de las trenzas de tendones de lobo marino
o de ballena.

164
Pero los Fueguinos aprecian que el ejercicio sea interrumpido por frecuentes
intervalos de descanso, ya se trate de una caminata o de un trabajo cualquiera.
Por ejemplo, las mujeres que van a buscar provisiones de caracoles nunca
vuelven a sus casas sin haber descansado algunos instantes, una vez terminada
la recolección, cerca de un buen fuego que encienden en la playa. Bajo la choza
incluso, los hombres interrumpen de vez en cuando su trabajo para descansar y
hacen entonces durante el día un corto sueño.
La duración del sueño es variable según las estaciones. Durante las largas noches
de invierno, los Fueguinos duermen más de doce horas; la ausencia de medios de
iluminación aparte de la llama del fuego, el amontonamiento de un gran número
de individuos en la misma choza, harían muy difícil la ejecución de todo trabajo
en el interior. Es también la época del año en que los recursos alimenticios faltan a
menudo y en que los Fueguinos sufren ayunos que se prolongan por varios días.
Engañan su hambre durmiendo y por otra parte, haciendo menos ejercicio tienen
menos pérdidas que reponer y pueden contentarse con un mínimo de alimento.
En las cortas noches de verano, a menudo muy bellas, los Fueguinos no consagran
al sueño más que seis o siete horas y aun en esta estación, cuando hay claro de
luna, las mujeres pasan a menudo la noche pescando o los hombres cazando.
En varias circunstancias pudimos constatar que, a pesar de lo que ha sido
avanzado al respecto, los Fueguinos nunca se despertaban en la noche para beber
o comer. Es incluso muy raro que reaviven su fuego y tienen a menudo bastante
dificultad en reanimarlo en la mañana con los restos de las brasas no apagadas.

VII. CARACTERES PATOLÓGICOS.

Este Capítulo consiste en dos divisiones principales: las enfermedades que


observamos entre los Fueguinos en estado salvaje en la bahía Orange y las
enfermedades importadas o no entre los Fueguinos que vivían en la Misión
inglesa del canal Beagle; diremos luego algunas palabras acerca de los cuidados
otorgados a los enfermos.

1. ENFERMEDADES OBSERVADAS EN BAHÍA ORANGE.


a) Enfermedades de la piel.
I. Kamanakar Kipa, jovencita de 20 años, presenta, el 1º de febrero de 1883, una
erupción de granos en los muslos y a la altura de los riñones, ocurrida desde
hace pocos días y acompañada de fuertes picazones. Una aplicación de solución
de sublimado al 15/1000, dejando en la piel una ligera traza cáustica, hace
desaparecer el prurito y la erupción se apaga muy rápidamente.
Es, desde nuestra llegada hace cinco meses, el primer caso que vemos de
afección a la piel entre los Fueguinos, fuera de algunos furúnculos y de antiguas
huellas de ectima, por otra parte raramente observadas.

165
II. Bilouchmagoundjis, joven de 20 años, se muestra, el 15 de febrero de 1883,
aquejado por una erupción granulosa confluente, con algunas vesículas de
ectima, en el brazo y el hombro del lado izquierdo y en los muslos.
Esta afección ocurrió recientemente y está acompañada por prurito doloroso.
Aplicación de una solución alcohólica al 1/3; dolor muy vivo inmediatamente
después y fenómenos de síncope, que no llegan hasta éste; el dolor desapareció
y el enfermo se encuentra muy bien tres o cuatro horas después de este apósito,
que había sido empleado por error en vez de una solución fenicada suave.
III. Parouroumaonigou Kipa, niñita de 12 años, presenta, el 27 de febrero de
1883, una erupción bastante discreta en las piernas, pero pruriginosa, de pápulas
análogas a las de la observación I. Aplicación de solución de sublimado al
15/1000; curación inmediata. La erupción reaparece el 6 de marzo, bajo la forma
de pequeñas pústulas muy confluentes y pruriginosas, en el muslo derecho;
mismo tratamiento y curación rápida.
IV. Ayanentsis, niño de 8 años, el 6 de marzo de 1883, presenta en el brazo
derecho una erupción muy confluente de la misma naturaleza que la de la que
acabamos de hablar.
V. Athlinata, hombre de 30 años, presenta, el 16 de junio de 1883, en la espalda
una erupción confluente de pequeñas vesículas de eczema, acompañadas de
prurigo.
Desde hace ocho a diez días, la mayoría de los Fueguinos de la bahía Orange
han sido aquejados por esta afección, que ocupa en general una pequeña extensión
de piel, se asienta particularmente en los hombros y en las caderas, nunca nos ha
presentado la menor gravedad y ha desaparecido siempre rápidamente.
Aquí tenemos todo lo que pudimos registrar como observaciones de
enfermedades de la piel, contrariamente a lo que habría podido creerse entre
salvajes que se alimentan casi exclusivamente de pescados y de caracoles, que
duermen a menudo sobre residuos de alimentos de toda clase y no tienen ningún
cuidado especial de limpieza.

b) Afecciones externas.
VI. CATARATA E IRITIS.- Tsingala, hombre de 60 años, está aquejado, en
septiembre de 1882, desde hace un tiempo que no pudimos precisar, de catarata y
de iritis a la izquierda, de iritis a la derecha y de blefaritis doble. A pesar de estas
lesiones, este hombre goza aún de una vista bastante buena para que no se dude
del estado de sus ojos, antes de haberlo examinado de cerca.
VII. HERIDA.- Karougoayapak Kipa, niñita de 10 años, nos es traída a la bahía
Orange el 11 de febrero de 1883, con una herida en el cuero cabelludo producida
por una piedra lanzada accidentalmente, hace dos días, por un Fueguino. La
herida, localizada en la cima de la cabeza, mide 2cm de largo, los bordes están
tumefactos y despegados, hay una supuración de buena naturaleza. Vendaje con
glicerina, aceite de hígado de bacalao al interior; curación en cuatro días.
VIII. ARTRITIS.- Kitamaoyoélis Kipa, mujer de 45 años, el 8 de julio de 1883, se
presenta a nuestro examen con una artritis del codo derecho, que data de hace 15

166
días. Se aplica tintura de yodo durante dos días, luego glicerina y algodón sobre
la articulación. La epidermis se desprende cuatro o cinco días después del uso de
la tintura de yodo. Mejoría notable al cabo de quince días.
IX.- ABSCESO.- Alaoya Kipa, niñita de 13 años, fue afectada, en los primeros
días de abril de 1883, por un absceso en la rodilla, sobre la rótula. A pesar de la
fluctuación muy evidente, el padre de esta niña no consintió a dejar practicarle
una punción evacuativa. Al otro día de nuestro examen, el pus salió a través de
la piel adelgazada y el absceso se curó sin complicaciones.
X. FLEGMÓN DEL MUSLO.- Chapuoapiça Kipa, mujer de 50 años, presenta, el
1º de febrero de 1883, un flegmón de la parte superior del muslo derecho. Edema
de la región de la nalga, inflamación muy pronunciada, imposibilidad de utilizar
el miembro. Estos síntomas habrían aparecido bruscamente. El pus se abre paso
espontáneamente, hacia el 10 de febrero, en la parte interna e inferior del muslo.
A partir de ese momento, la curación se realiza con rapidez y la enferma está en
estado de caminar el 25 de febrero.
XI. FLEGMÓN DE LA REGIÓN LUMBAR.- Çeϊlapatentsis, hombre de 25 años,
presenta, el 25 de abril de 1883, un flegmón voluminoso de la región lumbar
derecha. Este flegmón se cura sin tratamiento, al cabo de una decena de días y el
enfermo no tarda en estar completamente curado.
XII. GANGRENA DEL PIE. MUERTO.- Ouchpoukatekanensis, hombre de 35
años, de buena salud habitual, nos muestra, el 15 de abril de 1883, un flegmón de
la pierna derecha, con dolor vivo y fiebre. Una punción exploratoria practicada
al día siguiente en la parte tumefacta de la pierna, fuera de la cresta tibial, en un
punto fluctuante, da salida a serosidad purulenta. La punción con el bisturí fue
rechazada por el enfermo, que pide inyecciones con la jeringa hipodérmica que,
la víspera en la tarde, utilizamos para ponerle en el abdomen una inyección de
0gr,01 de morfina.
El 17 de abril, este Fueguino pide punciones con el bisturí en la pierna; se le
hacen seis o siete, de preferencia en los lugares que señala. Sólo sale sangre y
serosidad; los Fueguinos que lo rodean dicen que el pus vendrá más tarde.
El 19 de abril, la hinchazón del pie y de la pierna alcanza el muslo; el pulso está
en 120°, la piel muy caliente, la lengua muy seca, un poco saburral; anorexia. El
enfermo toma 0gr,05 de morfina en poción. Hay en su pequeña choza alrededor de
veinte personas y una enorme fogata encendida, lo que le quita toda posibilidad
de mantener la pierna extendida.
El 20 de abril, pulso en 120°, la hinchazón ha invadido el muslo; coloración
negruzca de la piel de la pierna.
El 21 de abril, la curación del flegmón parecía completamente imposible si el
enfermo se quedaba en su choza atiborrada y abierta a todas las intemperies de la
estación. Le propusimos a la familia transportar al enfermo a una de las cabañas
de la Misión, que servía como laboratorio de Historia natural; esta proposición
fue primero aceptada; pero, en el último momento, el entorno del Fueguino la
rechazó. La choza estaba cada vez más obstruida por los indígenas y no pudimos
continuar examinando el miembro enfermo.

167
El 25 de abril, en la tarde, las dos mujeres de Ouchpoukatekanensis nos
declararon que estaba perdido y que podíamos hacerlo llevar para ponerlo
en el laboratorio, si esa era aún nuestra intención. El transporte ocurrió de
inmediato. En ese momento, Ouchpoukatekanensis estaba moribundo, el pie
estaba gangrenado así como la parte baja de la pierna; tenía además síntomas
de bronquitis: tos y escupitajos mucosos abundantes, que el enfermo no lograba
expectorar a causa de su debilidad extrema.
El 26, en la mañana, expiraba en una agonía sin dolor, gracias a una inyección
de 0gr,01 de morfina.
El cuerpo, inyectado en alcohol, fue traído a París y haciendo el estudio
del sistema muscular del individuo, encontramos la causa de este flegmón
gangrenoso: era una pequeña astilla de madera de 18mm de largo que había
penetrado en la parte media de la región tibial anterior y se había fijado detrás
del tendón del tibial anterior, hacia la mitad del largo de este tendón.
Durante su vida, este desdichado Fueguino no había tenido conocimiento de
la introducción de este cuerpo extraño, que no había de hecho dejado ninguna
huella exterior de su pasaje. La penetración de este trozo de madera se explica
fácilmente por la costumbre arraigada entre los Fueguinos de acostarse totalmente
desnudos en medio de residuos de todo tipo. Es así que varias veces, entre mujeres
que examinábamos con espéculo, encontramos en el fondo de la vagina e incluso
en el cuello del útero, trozos de juncos que habían penetrado durante su sueño y
sin despertar su atención.

Afecciones internas.
XIII. ANEMIA.- Choumao naolighir Kipa, mujer de 25 años, casada, sin hijos,
nos hizo llamar a su choza el 8 de marzo de 1883. Enferma desde hace pocos días,
tiene vómitos viscosos muy frecuentes, se queja de sufrir del corazón (çeuskin) y
señala al mismo tiempo la boca del estómago. El dolor no aumenta por presión.
No tiene estertores bronquiales ni pulmonares. Ruido de soplo irregular en el
corazón, en el primer tiempo, en baja. Palidez muy marcada de la cara. Dolor en
la región lumbar.
El 9 de marzo, mejoría de los vómitos y del dolor epigástrico, después de una
inyección de 0gr,01 de morfina en el hueco del epigástrico. Esta mujer reparaba
en la bahía Orange el 25 de marzo, después de una semana de ausencia, curada
y remando en su piragua.
XIV. PLEURESÍA.- Tsingala, hombre de 60 años, viene a vernos apenas,
el 15 de enero de 1883, con signos de pleuresía del lado derecho, al comienzo.
Aplicación de dos ventosas fuertemente escarificadas en el costado izquierdo del
tórax, bajo la tetilla, en el punto doloroso. Dos días después, sin otro tratamiento,
este hombre se dedica a sus ocupaciones y se declara curado.
XV. BRONQUITIS. HISTERIA.- Taoualamayakou Kipa, jovencita de 18 años,
de apariencia muy vigorosa, el 27 de febrero de 1883, después de haber pasado
toda la tarde pescando en piragua, expuesta al frío bajo un aguacero, presenta

168
una suerte de crisis nerviosa (lágrimas, gritos quejumbrosos, vómitos). Su
padre, Panach, “yakamaouch” de profesión, hace durante más de una hora un
encantamiento (aouatçiéla) sobre ella. La enferma parece un poco más tranquila al
final de la ceremonia, cuyo fondo fue una compresión con las manos, un masaje
muy grosero en la cabeza y en el pecho. En ese momento se le pueden clavar
completamente dos alfileres en el brazo izquierdo, sin que la joven manifieste
ningún dolor. Se da cuenta sin embargo que los alfileres produjeron un derrame
de sangre y limpia los pinchazos.
Al día siguiente, 28 de febrero, la noche fue mala, muy agitada. Al auscultarla
se escuchan estertores mucosos en ambas cimas. Tos y escupitajos mucosos.
Temperatura axilar hiponormal. Tratamiento: aceite de hígado de bacalao, leche.
El 1º de marzo, en la mañana: 4gr de jaborandi; en la tarde, 4 sinapismos Rigollot
en el pecho. Es difícil darse cuenta de la impresionabilidad de la piel por el
sinapismo, siendo el color de la piel cobrizo; la sensación dolorosa fue percibida
al cabo de siete a ocho minutos.
Al día siguiente esta joven estaba curada y retomaba sus actividades
habituales.
XVI. BRONQUITIS ESPECÍFICA Y ARTRITIS DE LA RODILLA.- Samakanika
Kipa, niñita de 10 años, nos es traída el 4 de enero de 1883 con señales de
tuberculosis en las dos cimas y artritis de la rodilla. Le es imposible mantenerse
de pie; la rodilla está muy inflamada y muy dolorosa. Debido al dolor no se le
puede imprimir ningún movimiento. Sin fiebre. El tratamiento consiste sobre
todo en aceite de hígado de bacalao proporcionado abundantemente, leche y
galleta para la alimentación.
Esta niñita deja nuestro establecimiento, muy mejorada, al cabo de trece días,
para partir con los demás Fueguinos. La rodilla casi ha retomado su volumen
normal y ya no es dolorosa. La tuberculosis está en vías de mejoría; el 8 de marzo
siguiente sólo la cima derecha, presentaba aún crujidos húmedos.

2. ENFERMEDADES OBSERVADAS EN LA MISIÓN INGLESA DEL


CANAL BEAGLE.
Del 13 al 16 de noviembre de 1882, uno de nosotros pasó cuatro días en la
Misión inglesa de Ouchouaya, en el canal Beagle, que, desde su fundación en
1869, nunca había sido visitada por un médico. Desde hace varios meses, una
mortalidad considerable diezmaba a los Fueguinos agrupados, en número de
150, alrededor de los misioneros ingleses, los que, muy impresionados por todos
estos decesos que llevaban a la desaparición de familias enteras, los habían
atribuido a una epidemia de naturaleza particular, de la cual comenzaban a
temer contagiarse ellos mismos. De abril a junio de 1882, esta enfermedad, de
una duración promedio de tres meses, había quitado al orfanato 8 niños de 12 y
acababa de hacer desaparecer 9 niñas de 13 en ese mismo establecimiento. Los
misioneros, golpeados por los hechos de contagio que se habían producido entre

169
los indígenas más dedicados a cuidar a los enfermos y principalmente entre las
mujeres que habían cuidado por largo tiempo a sus maridos, se habían decidido
a no hacer ninguna admisión en el orfanato.
A nuestra llegada, una niñita acababa de morir de la enfermedad reinante; le
hicimos la autopsia, que nos permitió constatar una tuberculosis generalizada.
Hacíamos frente entonces a una invasión de tisis pulmonar, opinión que fue
prontamente confirmada por el examen de los Fueguinos enfermos en la Misión
inglesa y que sumaban 47 en una población de 150 individuos como máximo.
Entre estos 46 enfermos, notamos 33 tuberculosos, de los cuales 15 de entre
3 a 11 años de edad (6 niños, 9 niñas), 6 de entre 12 a 20 años de edad (5 niños,
1 niña), 8 de entre 24 a 30 años (6 hombres, 2 mujeres), 3 de entre 38 a 45 años (2
hombres, 1 mujer) y 1 mujer de 50 años de edad. La mayoría de los niños había
nacido en la Misión; los adultos vivían ahí desde hace 4 a 15 años.
Se puede acercar a estos 33 casos el de una jovencita de 16 años (desde hace
4 años en la Misión), aquejada de pulmonía desde hace un mes en el momento
de nuestra visita: fuerte fiebre, ansiedad respiratoria muy marcada, escupitajos
amarillentos, fétidos, estertores mucosos en la base del pulmón derecho.
Los otros 13 enfermos se componían como sigue:
1 queratitis con mancha en la córnea del ojo derecho: niño de 7 años de edad.
1 queratitis doble en un hombre de 40 años (desde hace cuatro años en la
Misión), aquejado por otra parte de gonorrea ligera y portador de tres chancros
blandos en el frenillo y en el glande.
1 estafiloma del ojo derecho: hombre de 30 años.
1 glaucoma en el ojo izquierdo, a raíz de una herida en el ojo: hombre de 30
años.
1 glaucoma doble: hombre de 50 años (desde hace doce años en la Misión).
1 glaucoma antiguo del ojo derecho en una tuberculosa de 50 años, que
presenta además ectima.
1 uretritis: hombre de 40 años, que lleva cicatrices profundas en la parte
inferior de la pierna derecha, de donde se eliminaron largos secuestros, a raíz de
caries.
1 orquitis blenorrágica y reumatismo poliarticular: hombre de 24 años (desde
hace doce años en la Misión).
1 exostosis sifilítica del radio derecho: hombre de 34 años (desde hace doce
años en la Misión). Este sujeto (portador de labio leporino: el labio está fisurado
hasta la fosa nasal izquierda) fue aquejado de gonorrea, actualmente curada y
de chancros del glande y del escroto; las cicatrices de los chancros no muestran
endurecimiento.
Hernia inguinal izquierda en un tuberculoso de 38 años (desde hace doce años
en la Misión). Las hernias son extremadamente raras entre los Fueguinos; éste es
el único caso que ha sido visto por el señor Bridges.
1 caso de gastralgia en una mujer de 38 años (desde hace doce años en la
Misión).
1 nuevo caso de gastralgia en una mujer de 30 años.

170
1 caso de histeria: mujer de 40 años (desde hacía doce años en la Misión).
Esta mujer, enferma desde hace dos meses, grita sin cesar akaka, como si quisiera
desprender las mucosidades de su gaznate por un esfuerzo violento. El invierno
pasado, abortó un feto acéfalo. Sin apetito, debilidad general.
1 nuevo caso de histeria: mujer de 30 años (desde hace doce años en la Misión).
Según las informaciones proporcionadas por el señor Bridges, esta mujer tuvo
últimamente, durante un mes, una locura pasajera: repetía constantemente
ça! çeum!; había tenido antes una anestesia completa de la piel; tuvo dos hijos;
presenta actualmente un pie izquierdo torcido, a raíz de una herida profunda del
borde interno del pie; camina con una muleta desde ese accidente.
1 secuela de parto: mujer de 18 años, parida hace 15 días de un varón; pérdida
abundante, blancuzca, espesa, desde el parto; dolor en las caderas.
Varios de los individuos que vimos en Ouchouaya, en noviembre de
1882, murieron durante la estadía de la Misión francesa en la bahía Orange.
En septiembre de 1883, a nuestro regreso a Francia, la Romanche recaló en
Ouchouaya y los misioneros ingleses nos permitieron llevarnos del cementerio
de su establecimiento el cuerpo de dos niños fueguinos, de 8 y 10 años de edad,
recientemente fallecidos y que colocamos luego en alcohol.
La autopsia de estos dos individuos fue luego realizada en París por el
señor profesor Cornil, el 12 de febrero de 1884, en el laboratorio de la Escuela
de Antropología. Uno de nosotros escribió, durante la sesión, los resultados
de este doble examen dictados por el sabio profesor; los reproducimos abajo
íntegramente:
“Primer individuo.- El cadáver no está muy mal conservado, a pesar de haber
sufrido una descomposición cadavérica durante seis días, duración de su estadía
en tierra antes de ser colocado en alcohol.
“Los intestinos, muy adelgazados, presentan en su superficie manchas
blancuzcas, análogas a los hongos del moho o a concreciones salinas. Los ganglios
linfáticos están muy voluminosos. Cuando se cortan, se ve sobre el color gris que
forma el fondo de los islotes blandos, de color más oscuro; pero el color mismo
de los ganglios está lejos de asemejarse al que se observa veinte y cuatro horas
después de la muerte.
“El pulmón izquierdo se saca fácilmente en total. La superficie pleural no es
adherente. En toda la extensión del pulmón, los cortes metódicos que se hacen,
muestran que crepita, pues el alcohol que lo impregna sale en bolas de aire muy
finas. Es absolutamente otra cosa con el pulmón derecho. Éste, efectivamente,
muestra en su superficie falsas membranas fibrinosas, areolarias, espesas. Está
completamente privado de aire y se sumerge casi completamente en el agua.
En superficies de sección de este pulmón, se ve que está casi completamente
hepatizado en toda su extensión. Son fáciles de ver incluso las granulaciones
finas de la pulmonía. La superficie de los cortes es planiforme, sin relieve y sin
islotes que cortan con un color diferente. Se encuentran solamente, en el lóbulo
superior, en su parte más inferior y en el medio del lóbulo inferior dos pérdidas
de sustancia irregulares, despedazadas en su superficie, llenas de residuos que

171
se van bajo el agua y frente a los que titubeamos en saber si se trata de cavernas
formadas durante la vida, o de partes resblandecidas y destruidas por la
putrefacción cadavérica del tejido hepático.
“Es seguro que este individuo sucumbió ante una pulmonía fibrinosa aguda
generalizada en todo el pulmón derecho y una pleuresía fibrinosa de este lado,
estando o no estas lesiones vinculadas a la tuberculosis.
“Segundo individuo.- Descomposición cadavérica bastante avanzada. El cuerpo
había estado ocho días inhumado bajo tierra, con su ropa, sin féretro, antes del
momento de ser colocado en alcohol.
“Al abrir el pecho, se constata que el pulmón derecho es adherente, por medio
de filamentos antiguos y adherencias bastante resistentes, con la pleura parietal. El
pulmón derecho está también fijado por adherencias fibrosas, íntimas, resistentes,
de manera que al despegar el lóbulo superior se penetra en una gran cavidad
que se asienta en la porción postero-superior del lóbulo superior. Después de
haber retirado el pulmón, se constata que esta cavidad, que es anfractuosa, que
puede alojar un pequeño huevo de gallina y surcada por adherencias y tractos
que sobresalen de su superficie, contiene entre los residuos líquidos, tres o cuatro
grumos rojos, del grosor de la punta del dedo y que se parecen absolutamente a
sangre coagulada. La consistencia del lóbulo superior fuera de esta gran caverna,
es desigual. Está abollado en su superficie, con endurecimientos separados por
tejido más blando. Su color en la superficie es por lugares un poco del color de
la pizarra. En una superficie de sección, a pesar de la putrefacción que se había
establecido antes de la acción del alcohol, se puede reconocer el tejido granuloso,
con granos un poco salientes. La lengüeta anterior de este pulmón está hepatizada,
dura. Hay también, en el nivel de la parte inferior del lóbulo superior, pérdidas de
sustancia que parecen ser cavernas más pequeñas (pero podría ser putrefacción).
El lóbulo inferior está blando, igualmente adherente, pero presenta en su parte
superior, desigualdades y granulaciones limitadas que dan al tacto la sensación
de tubérculos. En la superficie de sección, no se pueden reconocer los caracteres
habituales de la tuberculosis; se constatan solamente granos un poco más duros
que la parte que los envuelve. Estas granulaciones no existen en la porción más
inferior de este lóbulo. El pulmón derecho es muy adherente a la pleura; los dos
lóbulos están, además, adherentes entre sí por adherencias fibrinosas y fibrosas:
El lóbulo superior está abollado, desigual; cuando se palpa entre los dedos, se
siente, antes de abrirlo, nudosidades del grosor de una avellana y una parte
blanda que da la sensación de una caverna. Hay una gran caverna al medio y
cavernas más pequeñas. Cuando se ha abierto, en el centro se encuentra una
gran caverna de superficie lisa y recorrida por tractos. En la parte superior del
lóbulo superior, la superficie de sección presenta un aspecto que, abstrayéndose
del color y de la putrefacción, parece referirse a pulmonía caseosa o granulia.
En la parte inferior de este mismo lóbulo, se sienten pequeñas granulaciones y
pequeñas masas granulosas entre medio de un tejido unido que se acerca más al
estado normal. El lóbulo inferior es más flexible. Está en parte crepitante, con un
tono rosado que hace suponer que hubo congestión, en su parte superior sobre

172
todo. En las partes superiores de este lóbulo, tenemos los mismos granos que en
la parte inferior del lóbulo superior.
“El estado de descomposición muy avanzado de todos los órganos contenidos
en el abdomen no permite hacer investigaciones que tengan el menor valor sobre
el estado de estos órganos”.
Debemos agregar que el señor profesor Cornil constató muy claramente la
existencia de los bacilos de la tuberculosis en los pulmones de la niñita fueguina
de la que hicimos la autopsia en Ouchouaya.
La invasión de la tuberculosis entre los Fueguinos que viven desde hace
bastante tiempo en el establecimiento de la Misión inglesa del canal Beagle nos
parece debida a la importación y a factores secundarios de gran valor, de los
que hay que citar en primer rango el cambio de hábitos y de régimen de estos
indígenas, una vez que fueron en parte civilizados por los misioneros. Éstos, por
medio del órgano más autorizado entre ellos, el señor T. Bridges, atribuyen la
frecuencia de las tisis pulmonares entre los Fueguinos a la dureza del clima y
estiman que la mortalidad es mucho más considerable entre los indígenas que
viven en estado salvaje que entre aquellos establecidos en la Misión de Ouchouaya
(South american Magazine, mayo 1882, p. 104). Esta opinión está en completo
desacuerdo con nuestras observaciones. El rigor del clima es admirablemente
soportado, desde el punto de vista fisiológico, por los Fueguinos salvajes al
lado de los que vivimos y no constatamos entre ellos ningún deceso debido a la
tisis. Varios hechos observados por nosotros, llevan incluso a creer que salvajes,
aquejados por el bacilo de la tuberculosis durante una visita a Ouchouaya, se
curaron rápidamente al retomar su vida errante, continuamente al aire libre, en
sus piraguas o en las playas. Esto no tiene nada de sorprendente si uno recuerda
el enfermo del doctor Stokes, en el que este eminente clínico había constatado los
signos indudables de una tisis avanzada y que se curó completamente viviendo
durante dos años en el campo en una choza siempre abierta al aire externo 41.
Carecemos de informaciones precisas sobre la época de aparición del primer
caso de tuberculosis en Fuegia. Creemos sin embargo que este evento no se
remonta a más de algunos años. En efecto, los antiguos viajeros que observaron
bien a los Fueguinos, Fitz-Roy por ejemplo, no hacen ninguna mención a esta
enfermedad que, si hubiera existido en el momento de sus viajes, no habría
faltado de llamarles la atención. Por otra parte, tenemos desde 1859, los Relatos,
impresos, de los misioneros ingleses en Tierra del Fuego y no es más que en
1882 que hablan por primera vez de la mortalidad ocasionada por las afecciones
pulmonares. Se tienen entonces fundamentos para admitir que la importación de
la tisis entre los Fueguinos ocurrió hacia 1881. En cuanto a la manera en que esta
importación se efectuó, sólo se pueden formar conjeturas basadas en la presencia
en el canal Beagle de Europeos tuberculosos y sobre la facilidad con que su
enfermedad pudo evolucionar en un terreno absolutamente nuevo, tal como el
organismo de los Fueguinos.

41
Hyades, Revue d’Hygiène, París, julio 1884, p. 582.

173
Hablamos de los factores secundarios que habían favorecido el desarrollo de
la tuberculosis en Ouchouaya. Los más importantes son la disminución de la
actividad física, la estadía en una atmósfera confinada y el contagio, atestiguado
por el mismo señor Bridges que vio casos entre los indígenas que vivieron
entre los enfermos y principalmente entre las mujeres que habían cuidado a sus
maridos muertos de tuberculosis. Este conjunto de circunstancias explica bien la
propagación rápida de la tisis entre los Fueguinos que viven en la Misión inglesa;
pero hay que, además, como causa primordial, admitir la importación, porque
todas estas causas secundarias existían desde hace una veintena de años sin
haber, por sí solas, determinado la enfermedad.
Otra enfermedad para la que la importación es aún más evidente, es el
sarampión, que hizo su aparición en Ouchouaya, mucho después de nuestra
partida, al comienzo de 1885. En algunos meses, esta enfermedad, por sí misma
o por sus complicaciones, se llevó a la mitad de la población fueguina Yaghan.
De una carta dirigida a uno de nosotros, desde Tierra del Fuego, el 9 de marzo
de 1885, por el señor T. Bridges, resalta que los indígenas que vivían en la bahía
Orange, donde estaba establecida la Misión francesa, no tuvieron ningún caso de
sarampión. Todos aquellos que conocimos en esos parajes estaban entonces bien,
salvo dos de las más bellas mujeres de este grupo, Kamanakar Kipa y Chaoualouch
Kipa, que fueron a Ouchouaya donde murieron de sarampión el mismo día.
Pero en las costas del canal Beagle, las familias que contaban 22 personas en
junio de 1884 estaban reducidas a 6 en el mes de marzo siguiente y en algunos
casos, la mortandad había sido aún más fuerte. Resulta de la misma carta, que la
enfermedad había hecho más víctimas entre los hombres que entre las mujeres.
Esta diferencia puede explicarse por el hecho que los Fueguinos del canal
Beagle tienen relaciones más frecuentes con los Europeos que sus mujeres y
que éstas pasan al aire libre más tiempo que los hombres, en sus ocupaciones
habituales, tales como la pesca y la recolección de caracoles.
Como se vio más arriba, al número de las afecciones contagiosas o transmisibles,
observamos algunos casos de enfermedades venéreas, sin gravedad por lo demás
y en Oushouaya raros accidentes sifilíticos. No vimos ningún caso de variola.
Recordemos finalmente que sobre nueve Alakalouf que fueron exhibidos en
Europa, cinco murieron de sarampión, complicado, entre algunos, por afecciones
de las vías respiratorias y por sífilis 42.

3. CUIDADOS OTORGADOS A LOS ENFERMOS.


Los enfermos se curan a sí mismos, es decir se limitan a quedarse todo el día
en un rincón de la choza, cerca del fuego, cubiertos con pieles de nutria o de
lobo marino. Sus parientes no se ocupan de ellos más que para darles, cuando
piden, alimentos o bebidas. En general, los enfermos se ponen a dieta y beben

42
BÖLLINGER, Uber die Feuerlander; Correspondenzblatt der Deusch. Gesellsch. Für Anthropologie,
etc., 1884, p. 25-27.

174
grandes cantidades de agua fría. A menudo recurren a sudaciones que obtienen
poniéndose en cuclillas cerca de un pequeño fuego, con grandes pieles de lobo
marino que los cubren completamente y forman así una suerte de baño turco
seco. Pero el tratamiento más general es el masaje; es practicado por los hombres
de la tribu designados bajo el nombre de yakamouch, que los viajeros ingleses
tradujeron por médico-brujo y que sería más justo llamar simplemente curandero.
Estos individuos no se distinguen en nada de los demás en la vida ordinaria;
pero, en caso de enfermedades serias de cualquier naturaleza, se dedican sobre el
paciente a una especie de encantamiento acompañado de masaje por presión. Estos
yakamouch no inspiran gran confianza a sus compatriotas y durante nuestra estadía
en la bahía Orange, los indígenas siempre prefirieron ir a consultarnos y tomar
los medicamentos que les dábamos. Debemos sin embargo mencionar de manera
especial el masaje en la cabeza, principalmente del cuero cabelludo, empleado en
los casos de migraña, bastante frecuentes entre los Fueguinos, sobre todo entre las
mujeres. Este masaje es practicado por deslizamiento, con ambas manos y todos
los Fueguinos pueden ejecutarlo sin ninguna intervención del yakamouch. Logra
casi siempre calmar los dolores de cabeza para los que se emplea.
Los Fueguinos no tienen ningún medicamento indígena.

VIII. CARACTERES SICOLÓGICOS.

Tenemos por meta, en este Capítulo, estudiar de manera general los


principales caracteres sicológicos de los Fueguinos Yaghan, sin dar importancia
a los hechos excepcionales que pudimos observar. Éstos, casi siempre, son los
que impresionaron a los viajeros y resultaron apreciaciones que tenían como base
demasiado a menudo circunstancias aisladas, de las que no hay absolutamente
nada que deducir para determinar la fisionomía general de estos indígenas desde
el punto de vista intelectual o moral.
En lo que vamos a decir de los sentimientos y de las facultades intelectuales,
tendremos siempre únicamente en vista a los Fueguinos que viven en estado
salvaje, sin ocuparnos de los indígenas que han sido sometidos a la influencia de
la Misión evangélica inglesa. Esta influencia sobre el espíritu y el carácter de los
Fueguinos será examinada posteriormente.

1. SENTIMIENTOS.
a. Amistad.
Se encuentra bastante a menudo este sentimiento entre los Fueguinos, ya sea
entre personas del mismo sexo, ya sea entre individuos de sexo diferente. En
estos dos casos, se designa bajo el mismo nombre: maojakou.
Nos pareció ser más enérgico entre las mujeres que entre los hombres. Así
las mujeres tienen a menudo parentescos de amistad; se dicen hermanas por

175
ejemplo y actúan como si lo fueran en todos los actos de la vida, aunque no estén
en absoluto unidas por lazos sanguíneos. Esta especie de parentesco electivo,
por amistad, se observa mucho más raramente entre los hombres. Según lo que
pudimos constatar, los Fueguinos no son pródigos con su amistad y no la sienten
más que cuando han sido criados juntos. No asistimos a actos de devoción
mandados por la amistad y tampoco escuchamos hablar de manifestaciones
de esta naturaleza. Según nuestras observaciones, la amistad se traduce entre
los Fueguinos por el gusto de estar juntos, por la vida llevada en común y el
compartir las mismas simpatías o las mismas rencillas.
Es probable que exponerse a sangre fría a grandes peligros, a la muerte misma,
únicamente por amistad, es un hecho al menos tan raro entre los Fueguinos como
entre los pueblos civilizados. Aquí como allá, ningún lazo de amistad está al
abrigo de la prueba del tiempo. Pero lo que quizás distingue este sentimiento
entre los Fueguinos, es la penuria de los signos exteriores, la ausencia de protestas
amigables, hasta el punto en que uno ignora durante largo tiempo, si no se lo dicen
ellos mismos, que dos individuos que viven juntos están unidos por la amistad.

b. Amor.
El amor de los padres hacia sus hijos y el amor filial están desarrollados entre
los Fueguinos; se traducen no por caricias, sino por cuidados atentos en el primer
caso, deferencia y miramientos en el segundo. Son sentimientos demasiado
naturales para que sea necesario insistir.
Los Fueguinos pueden sentir de manera muy viva el sentimiento del amor
entre personas de sexo diferente; es incluso ésta, cuando no hay reciprocidad,
la única fuente de sus penas morales. No más para ellos que para el resto de la
humanidad, puede uno darse cuenta de los motivos del amor, que permanecen
perfectamente inexplicables.
El interés nunca tiene parte; el sentido o el instinto genésico no juega un rol
exclusivo.
El amor, vivamente sentido, explica los celos que existen a menudo en las
jóvenes parejas fueguinas y que es a veces el motivo de brutalidades ejercidas
por el marido sobre la mujer. Parece que sólo los hombres conocen los celos; la
mujer y sobre todo la jovencita, es tan poco sensible a este sentimiento que parece
muy feliz de ver los mismos favores otorgados a sus amigas por el hombre que
ama. Nunca vimos, por el contrario, que un Fueguino haya consentido, para sus
mejores amigos, o aun por el cebo de fuertes recompensas, a ceder a su mujer o
a la que amaba. Muchos viajeros creyeron ver lo contrario; pero en los casos que
observaron, debía tratarse de mujeres o de jovencitas no unidas en lo absoluto
por el amor, ni incluso por el matrimonio, al salvaje que proponía cederlas.
Podríamos aquí citar varios ejemplos en apoyo a nuestras aseveraciones; pero
sería sin ninguna utilidad, porque, como dijimos al inicio de este Capítulo, sobre
estos temas, los hechos aislados no prueban nada.
Más aún que los celos, la coquetería deriva del amor; podemos ponerla entre
los sentimientos, pues los Fueguinos, no disponiendo de ningún ornamento ni

176
adorno dignos de este nombre, traducen la coquetería o el deseo de gustar a tal o
cual persona únicamente por juegos de fisionomía. Han logrado, en este género,
una gran perfección.
No tienen canto de amor y no conocen el beso.

c. Pudor.
Quizás uno pueda sorprenderse de leer aquí que el sentimiento de pudor
está muy desarrollado entre los Fueguinos, acostumbrados a vivir desnudos.
Lo manifiestan en su cuidado, en la facilidad con que se muestran sin ropa,
comparados con la molestia, el rubor, la vergüenza que sienten, hombres o
mujeres, si se fija la vista en ciertas partes de su cuerpo. Entre ellos este último
hecho no se realiza jamás, incluso, si se quiere llevar la observación de vergüenza
al extremo, en las relaciones sexuales entre esposos.
El pudor no tiene nombre especial en fueguino, quizás porque este sentimiento
es universal entre ellos. Tienen sin embargo palabras para señalar la vergüenza;
por ejemplo ounouçiou significa: tener vergüenza; ounouçi çapanata: enrojecer de
vergüenza.
La timidez no podría ser tomada por pudor: los Fueguinos ignoran este
sentimiento. Su frialdad, su retención en presencia de los extranjeros, obedece
a una desconfianza muy pronunciada, pero esta actitud es absolutamente
independiente de la timidez.

d. Compasión. Odio. Venganza.


La compasión es un sentimiento muy débil entre los indígenas del cabo de
Hornos. Duros ante el mal para consigo mismos, ignorando todo medio para
calmar o para suprimir el dolor, son poco inclinados a compadecer o a tratar de
aliviar a los que sufren. Sin embargo, respetan el dolor de los demás y es ésta una
forma de piedad que no se encuentra siempre entre los pueblos civilizados.
El odio puede existir entre familias diferentes; tiene entonces como orígenes
probables rivalidades de interés, rencillas antiguas cuya causa exacta está
olvidada. Se ejerce sobre todo hacia los pueblos vecinos: Alakalouf y Ona; resulta,
en este caso, de las luchas a menudo sangrientas sostenidas contra representantes
de estos pueblos. Como sentimiento personal hacia otro Yaghan, no notamos el
odio; sino solamente la antipatía, el desprecio que hacen que dos individuos se
odien y eviten encontrarse. Si a pesar de las precauciones tomadas, este encuentro
se producía, el indígena más débil se apresuraba en alejarse.
El deseo de venganza no preocupa mucho a los Fueguinos: no tienen más
palabras para expresar la venganza que para señalar el perdón. Si se ven
ofendidos, buscan castigar la ofensa si son los más fuertes, o si pueden convencer
a sus compatriotas de compartir su sentimiento. Si no, se van, sin pensar en
regresar a la misma localidad.
No vimos actos de venganza aislados cometidos por Fueguinos; pero
escuchamos hablar de individuos culpables del asesinato de su mujer, por
ejemplo y que, perseguidos por todo un grupo de familias, terminaban, a veces

177
un año o dos después de su crimen, por caer bajo los golpes de los parientes de
la víctima. Se trata aquí más bien de un acto de justicia que de la satisfacción de
una venganza. Debemos hacer notar además que, en estos casos, el asesino es
abandonado por todos y que no puede sustraerse más que durante un tiempo
relativamente corto al castigo que lo amenaza.

e. Valor. Orgullo.
Los Fueguinos son valientes. Tuvimos numerosas ocasiones para constatarlo,
haciendo abstracción de algunos casos de pánico incomprensible, por otra parte
muy raros. Podemos aplicar a los Yaghan lo que Fitz-Roy dice de los Alakalouf
que habían robado una ballenera en el cabo Désolation (Narrative of the surveying
voyages of. H. M. S. Adventure and Beagle, vol. I, p. 391): “Es una raza brava e
intrépida y combaten hasta la muerte…”.
No sabemos exactamente si son capaces de un valor razonado y si su audacia,
su desprecio del peligro no proceden de su ignorancia del peligro al que están
expuestos. Si el verdadero valor consiste, como ya dijimos, en enfrentar lo que
atemoriza, los Fueguinos no sienten quizás este valor más que cuando están muy
excitados y se vuelven como bestias salvajes. Los vimos sin embargo dar prueba
de valor en sus piraguas, con mal tiempo, cuando no podían ignorar que estaban
en peligro.
No se creería que los Fueguinos conocen el orgullo, viéndolos venir cerca
de las naves extranjeras, en sus piraguas miserables, mendigando pan o ropa
vieja, con gestos de famélicos suplicantes. No es en esto que hay que juzgarlos; la
llegada a sus aguas de un buque de guerra, por ejemplo, es un hecho tan raro que
sus sentimientos habituales, en particular el orgullo, se ven momentáneamente
suspendidos.
Pero en estas mismas circunstancias, después de haberlos visto tan humildes
y temerosos a lo largo de la borda o en el buque, encuéntrelos en tierra en la
costa o penetre en sus chozas y ya estará impresionado por el cambio de sus
actitudes, por su poco celo para acogerlo, por el silencio desdeñoso con el que
evitan responder a sus preguntas. Largo tiempo después, cuando los conozca
completamente, estará aún sorprendido por su frialdad, su exigencia por los
miramientos, sus actitudes orgullosas en una palabra. Este sentimiento puede
tener su fuente en su libertad absoluta, en la igualdad perfecta de la que gozan, sin
conocer ni jefes, ni asalariados, ni esclavos y también en el egoísmo que poseen en
alto grado, en contradicción con las actitudes generosas que examinaremos más
adelante. La buena opinión que tienen de sí mismos deriva, probablemente, del
hábito de bastarse a sí mismos viviendo aislados, familia por familia, sin poder
contar con la ayuda de sus vecinos. Señalemos también dos tendencias que uno
está muy sorprendido de encontrar entre salvajes como éstos: la vanidad y la
susceptibilidad. La vanidad se muestra en el placer que encuentran en adornarse,
hombres y mujeres, con collares de conchas, de rodajas de hueso de pájaro, o de
jirones de vestimentas europeas cuando pueden obtenerlos. Su susceptibilidad es
muy grande; se molestan por nada, interpretan de buena gana como ofensas el

178
menor acto que les desagrada y desaparecen entonces por un tiempo más o menos
largo, hasta que su resentimiento esté calmado. Estas maneras de ser existen tanto
en las relaciones entre ellos como en sus relaciones con los extranjeros.

f. Conciencia. Disposición general del carácter.


La conciencia no es la misma, es necesario decirlo, entre los Fueguinos que
entre los Europeos.
Para los primeros, por ejemplo, mentir no es un mal; el acto de ahogar cerrándole
la garganta a un agonizante que ya ha perdido el conocimiento sería un acto
meritorio, según lo que nos han afirmado los misioneros ingleses; que aseguran
igualmente que el infanticidio era aún recientemente una práctica corriente en
Fuegia: personalmente no pudimos verificar estas dos últimas aseveraciones. Es
seguro, creemos, que los Fueguinos tienen el sentimiento del mal y del bien y que
no están desprovistos de sentido moral.
Cuando roban entre ellos armas o mujeres, tratan de disimular lo más posible
sus latrocinios; cuando el culpable es descubierto y castigado, la opinión pública
está satisfecha. El asesino es puesto al margen de sus compatriotas: aislado de todos,
está fatalmente condenado a perecer de hambre o a caer un día bajo los golpes
de un grupo de justicieros improvisados. El señor Bridges en sus conversaciones
con nosotros, insistió mucho en la importancia de la opinión pública en Fuegia.
¿Qué puede comprenderse de ello, si no es la voz de la conciencia pronunciando
sus decisiones a propósito de tal acto determinado?
La disposición a la generosidad es un rasgo característico de los Fueguinos.
Gustan compartir lo que tienen con todos los que los rodean y no se puede decir
que es una consecuencia de la comunidad de bienes. Esta comunidad no existe en
Fuegia; cada uno posee como propio lo que ha fabricado con su trabajo, lo que ha
recolectado en la pesca o en la caza, lo que ha encontrado arrojado en las playas;
los mismos niños pequeños tienen plena propiedad de lo que se les ha dado.
Pero parece que los indígenas quieren sobre todo poseer para tener derecho de
distribuir lo que tienen y por el gusto de ser generosos.
Resultan a menudo malentendidos con los extranjeros: éstos estiman comprar
armas, pieles, a cambio de una bagatela insignificante, mientras que los Fueguinos
pensaban haber hecho un regalo que no era pagado de vuelta en las entrevistas
siguientes.
Las tendencias generosas conllevan necesariamente la hospitalidad. No
importa cuán atestada esté la choza ni lo reducido de la cantidad de alimentos de
que se dispone, el recién llegado está siempre seguro de tener un lugar cerca del
fuego y una parte de comida. Pero es siempre acogido fríamente, en silencio, con
cierto desafío y si tiene provisiones, deberá compartirlas con sus huéspedes.
De lo que acabamos de decir, uno puede hacerse una idea del carácter
bastante complicado de los Fueguinos. No tienen grandes cualidades, pero
tampoco tienen defectos de primer orden; si no conocen la virtud, no practican
el vicio; son muy astutos, pero no bribones; a veces violentos y arrebatados, pero
ni crueles ni malvados. Muy poco comunicativos y muy desafiantes, han sido a

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menudo severamente juzgados; el mínimo reproche que se les ha hecho es de
no ser sociables. Cuando se les ha frecuentado por largo tiempo y por así decir
domesticado, se constata como nosotros que las disposiciones generales de su
carácter son más bien buenas que malas.

2. EXPRESIÓN DE LAS EMOCIONES.


Nada es más difícil que apreciar la manera en que los Fueguinos expresan sus
emociones. Gozan de un dominio notable sobre sí mismos en presencia de los
extranjeros y se les puede observar por largo tiempo sin atrapar, en sus rasgos
inmóviles y como fijados en una completa indiferencia, el más mínimo rastro de
emoción. Ninguna excitación es capaz de animar esta fisionomía, que parece más
bien una máscara estúpida, grotesca u horrible, que la cara de un ser humano.
Darwin cuenta, en su diario del Beagle (Voyage d’un naturaliste, trad. Barbier,
p. 239), la primera entrevista del Fueguino Jemmy Button con su madre y sus
hermanos que había dejado hacía más de un año: “Ninguna demostración de
afecto; se contentan con mirarse bien de frente durante algún tiempo…”. Pero
esto no prueba en lo absoluto la ausencia de sentimiento. Darwin mismo reconoce,
en otra de sus Obras (Expression des émotions, trad. S. Pozzi y R. Benoit, París,
1874, p. 83 y 84) (falta en la bibliografía, nde), que, entre todos estos hombres, la
emoción más potente puede no manifestarse por ningún signo externo. Creemos
útil reproducir aquí lo que dice el gran naturalista inglés sobre los Fueguinos,
en este libro para el que, a comienzos del año 1867, hizo imprimir y circular
un cuestionario, “solicitando, lo que tuvimos absolutamente en cuenta, que se
respondiera por observaciones directas y no por recuerdos”. Entre las personas
que le proporcionaron datos sobre la expresión entre las distintas razas humanas,
cita al señor Bridges, “catequista que vive con los Fueguinos”, el mismo que
deberíamos conocer más tarde como Director o Superintendente de la Misión del
canal Beagle. Además de las respuestas del señor Bridges, Darwin intercaló en
su volumen, sus propias observaciones sobre los Fueguinos; el todo se resume,
desgraciadamente, a un pequeño número de informaciones, que vamos a citar
textualmente haciéndolas seguir por nuestras observaciones.
Llantos.- “Vi, dice Darwin (p. 166), en Tierra del Fuego, un natural que acababa
de perder un hermano y que, pasando alternativamente del dolor a la alegría,
lloraba con una violencia histérica y se reía a carcajadas un instante después de
todo lo que podía distraerlo”. Un hecho similar ocurrió bajo nuestros ojos en la
bahía Orange: una jovencita Kamanakar Kipa (Pl. XII), llega un día, a las 5h30mn
de la tarde y nos dice que acaba de saber inmediatamente, por la llegada de
la Romanche, la muerte de varios de sus parientes o amigos en Ouchouaya. Su
fisionomía está impresa con la expresión del dolor: nos anuncia que se va a poner
a duelo (embadurnándose de negro la cara) y a llorar. Comienza a llorar ante
nosotros, las lágrimas ruedan en sus mejillas, da vuelta la cabeza… Pero a las
8h de la tarde, en una de las chozas, pasa la velada riendo y bromeando como si
nunca se hubiera enterado de la muerte de los suyos.

180
Las mujeres lloran a menudo, ya sea en memoria de los que han perdido, ya
sea por las ofensas que han sufrido; siempre vuelven la cabeza para dejar caer
sus llantos, que acompañan a menudo de gemidos sordos. Los niños lloran muy
raramente y los hombres jamás.
Beso.- “Un habitante de Tierra del Fuego, Jemmy Button, me dijo que el beso
es desconocido en su país”. (Darwin, loc. cit., p. 232). Dijimos esto más arriba
a propósito del amor; pero podemos agregar algunos detalles, directamente
observados por nosotros: los recién casados se ponen uno entre las rodillas del
otro y se frotan de buena gana mutuamente cara contra cara, o más exactamente
mejilla contra mejilla (esto recuerda el beso polinesio); en términos de caricias,
esto es todo. El beso de la boca sobre la cara está exclusivamente reservado a los
niños pequeños por sus madres o a las amigas de los padres; se le llama atatli.
Enojo.- “El señor Bridges ha notado que los habitantes de Tierra del Fuego, bajo
la influencia de la furia, golpean a menudo el suelo con el pie, se pasean de aquí
hacia allá y a veces lloran y palidecen (p. 268)”. Constatamos, como principales
rasgos de la cólera, los gestos de los brazos elevados en el aire, las palabras
entrecortadas, sobre todo la palidez de la cara y el brillo de la mirada, pero no
vimos Fueguinos enojados golpear con el pie o llorar. Tampoco constatamos entre
ellos el levantamiento del labio superior descubriendo el canino y sin embargo
estos indígenas, las mujeres sobre todo en la lucha cuerpo a cuerpo, muerden a
menudo a sus adversarias.
Asco.- “El señor Bridges dice que los naturales de Tierra del Fuego expresan
el desprecio avanzando sus labios, silbando y elevando su nariz (p. 282)”. Nos
pareció, en efecto, que los Fueguinos tenían tendencia a avanzar los labios, cuando
sentían una impresión de asco o de desprecio y a emitir así un soplido muy corto,
pero no constatamos la elevación o la contracción de las fosas nasales.
Signos de afirmación o de negación.- “El señor Bridges me informa que los
naturales de Tierra del Fuego inclinan, como nosotros, la cabeza de arriba hacia
abajo en señal de afirmación y la sacuden de derecha a izquierda en señal de
negación (p. 299)”. Observamos muy claramente la exactitud de esta aseveración;
agregaremos que estos dos movimientos parecen existir naturalmente entre los
Fueguinos que no los aprendieron de los Europeos, pero recurren a ellos raramente
y estos gestos no acompañan habitualmente las palabras pronunciadas para sí o
no.
Sorpresa. Asombro.- “… Los ojos y la boca ampliamente abiertos constituyen
una expresión universalmente reconocida como la de la sorpresa o el asombro;…
diversos otros observadores no son menos explícitos, sobre la expresión de la
sorpresa, acerca de los indígenas de Tierra del Fuego… (p. 302)”. Es así que en
la mayoría de nuestras fotografías, los Fueguinos, los niños sobre todo, tienen la
boca ampliamente abierta.
Rubor.- “Los indígenas de Tierra del Fuego se ruborizan mucho, dice el señor
Bridges, sobre todo cuando se trata de las mujeres; pero se ruborizan también
acerca de su propia persona. Esta última aseveración concuerda con mis propios
recuerdos acerca de un indígena de Tierra del Fuego, Jemmy Button, que se

181
ruborizaba cuando se burlaban sobre el cuidado que ponía en lustrar sus zapatos y
en adornarse de otra manera (p. 344)”. La aseveración del señor Bridges confirma
lo que hemos dicho anteriormente acerca del pudor. En cuanto a la observación
agregada por Darwin, se aplica a la vanidad y a la susceptibilidad, que, como
vimos, son a menudo muy grandes entre los Fueguinos.
No se encuentra otra cosa en el libro de Darwin acerca de los Fueguinos, que
sin embargo debían interesarle tanto más como él mismo había podido verlos en
su país.
Presentamos aquí algunas observaciones, con el fin de completar las del
eminente naturalista.
Risa.- Es una expresión rara entre los Fueguinos. Conocen sin embargo la
sonrisa ligera – que se observa tanto entre los hombres como entre las mujeres y
los niños y que da a la fisionomía una expresión muy dulce, - y el ataque de risa
con contorsiones y gritos ruidosos, inarticulados. Esta risa inextinguible resuena
de vez en cuando, en la tarde en las chozas, cuando los recursos alimenticios son
abundantes, que los indígenas han comido hasta hartarse y que los hombres se
divierten haciendo bromas infantiles: se ríen entonces a carcajadas por nada, por
el placer de reír y como alcanzados por el contagio de la risa. Las mujeres en ese
caso, se ríen mucho menos ruidosamente que los hombres. Es bastante curioso
que los Fueguinos no tengan las palabras: llorar de risa, cuando tienen la frase:
llorar de sueño, que está por otra parte perfectamente justificada.
Temor.- Esta expresión es fácil de observar entre los Fueguinos cuando se
creen perseguidos por las especies de monstruos invisibles que llaman oualapatou.
Cuando están así atormentados, es de noche que un susurro entre las hojas, una
roca que se desprende, el menor rumor del mar, ocasiona estos terrores locos que
dan a sus rasgos una palidez profunda con la máscara completa de la angustia.
Las mujeres presentan esta expresión en un grado menor que los hombres.
Para terminar este tema, debemos señalar la aptitud sorprendente de los
Fueguinos de modificar su fisionomía, de tal manera que de un día para otro
un individuo transforma sus rasgos y uno se pregunta si es el que uno conoce.
Este cambio notable en la fisionomía está bien reflejado en algunas de nuestras
fotografías, que representan a la misma Fueguina Kamanakar Kipa, en actitudes
diferentes. Las diferencias de aspecto observadas para esta Fueguina se encuentran
en el mismo grado entre todos los individuos de su raza.
Esta movilidad de los rasgos, que parece en un principio imposible cuando
se considera la impasibilidad habitual de los Fueguinos, permite darse cuenta de
su aptitud para imitar y reproducir matices muy delicados de sentimientos. Está
acompañada por una gran fuerza de expresión en la mirada.

3. FACULTADES INTELECTUALES.
Si debiéramos limitarnos a presentar una definición de las facultades
intelectuales entre los Fueguinos, podríamos decir que están poco desarrolladas,
no se aplican a mejorar las condiciones de existencia y parecen incapaces de

182
perfeccionamiento. Pero, si uno se quedara con estas simples afirmaciones, no se
tendría una idea exacta de la inteligencia de los Fueguinos y vamos a entrar en
algunos detalles, examinando las principales facultades intelectuales.

a. Atención.
Los Fueguinos se cansan muy rápidamente de aplicar su atención a un tema
determinado; por ejemplo, cuando se les pregunta acerca de su lengua, no pueden
dar más de una veintena de palabras exactas; luego responden al azar, por causa
de fatiga cerebral y no por mala voluntad.
Son susceptibles, es verdad, de proseguir largamente un trabajo de habilidad,
tal como la confección de las muescas regulares de una punta de arpón, la
fabricación de cestos de junco artísticamente trenzados; pero, en estos casos, lo
que está en juego es la aplicación que resulta de la costumbre y de una cierta
dosis de paciencia: además de apagarse rápidamente, la atención es difícil de
despertar fuera de la excitación de uno de los sentidos; por el contrario, la visión
de un objeto nuevo llama fácilmente la atención.

b. Observación.
Los Fueguinos son buenos observadores para todos los fenómenos naturales:
fuerza y dirección del vento, corrientes y mareas, particularidades de la vegetación,
costumbres de los animales. Observan bien igualmente, todo lo que ven y esto
sin parecerlo, sin parecer tomarlo en cuenta. Por ejemplo, todo Fueguino que nos
había acompañado en una excursión era capaz, al regreso, de repetir fielmente
todo lo que habíamos hecho, todo lo que habíamos examinado y por poco que
se le rogase, reproducía con sorprendente precisión nuestras actitudes y nuestros
actos, observados por él, sin saberlo nosotros, mientras estaba con nosotros.
Para todo lo que es nuevo, esta facultad de observación parece sin embargo
bien superficial, en el sentido al menos que los Fueguinos no buscan nunca darse
cuenta de los motivos de los actos o de la naturaleza de los hechos observados
por ellos.

c. Imitación.
La facultad de imitación resulta de las aptitudes de observación que hemos
señalado. Se sabe que los Fueguinos son mimos excelentes, cuando se trata de
imitar gestos, juegos de fisionomía. Sacan a veces provecho de esta disposición
natural, para distraerse entre ellos dando más color a sus relatos. Es así, por
ejemplo, que imitan la actitud y los gritos de los animales. Su tendencia a imitar
los gestos que ven hacer a los extranjeros y a reproducir las palabras o incluso las
frases, parece obedecer a que no tienen los medios para responder a las preguntas
que uno les hace; puede proceder también de un sentimiento de astucia o de
desconfianza que los empuja a evitar dar las informaciones que se les piden.
Entre ellos, no tienen la costumbre de imitar los gestos ni de repetir las preguntas
de sus interlocutores.
Si se considera la facultad de imitación desde el punto de vista de la

183
reproducción de instrumentos, utensilios u otros objetos de utilidad, se constata
que esta facultad falta completamente entre los Fueguinos. Nunca pudimos, por
ejemplo, obtener de ellos la confección del objeto más simple según un modelo
dado.

d. Percepción. Asimilación.
Estas facultades son muy secundarias entre los Fueguinos, fuera de lo que
forma sus ocupaciones habituales y de los hechos materiales. Por ejemplo, no
comprendieron la utilidad de dividir el tiempo y de contar más allá de tres. Si
hubieran podido concebir el servicio que estas nociones les habrían dado, no hay
ninguna duda de que habrían hace tiempo logrado expresarlos en su lengua.
Bajo este aspecto, estarían más bien en decadencia, si se admite, como el señor
Bridges, que antes contaban mucho más lejos que el número tres. Sin embargo,
faltan las pruebas para establecer este hecho.
Por otro lado, su percepción es bastante viva si se trata de fenómenos
materiales. Para las ocupaciones que les son habituales, esto no tiene nada de
muy natural. Pero su aptitud es la misma con respecto a hechos de orden material
nuevos para ellos.
Es así que habríamos podido llegar, sin mucha dificultad, a hacer de ellos
ayudantes pasables para las preparaciones de Historia natural o la recolección de
muestras: la primera condición para ello habría sido tener provisiones suficientes
para poder alimentarlos, de alguna manera a nuestro servicio.
Su potencial de asimilación se reduce al mínimo; es sin duda, en gran parte
a esta causa que hay que atribuir la ausencia de todo progreso en su estilo de
vida. Están exactamente en el mismo punto que en la época en que los primeros
viajeros los encontraron, hace dos siglos. Los ejemplos de Fueguinos venidos
a Europa muestran que estos individuos no asimilaron nada durante su viaje,
salvo, quizás, el arte de coser que una de las mujeres aprendió. Es lo mismo
para dos Fueguinos que observamos por largo tiempo en la bahía Orange y que
habían sido embarcados durante varias estaciones de pesca en naves balleneras
americanas, como marineros indígenas. Nada absolutamente podía hacerlos
diferenciarse de sus compatriotas y no habían retenido más que una veintena de
palabras inglesas.

e. Deducción. Ideas abstractas.


Los Fueguinos deciden a menudo sus actos por deducciones: “la forma de
las nubes, la dirección y la fuerza del viento, la aparición de un arco iris son
para ellos tantos presagios que tienen muy en cuenta antes de emprender una
operación cualquiera”. (Martial, Histoire du voyage, p. 202). Es en este sentido que
el señor Bridges pudo decir (trabajo inédito): los Fueguinos son eminentemente
utilitarios en sus ideas.
Nos parecieron no tener ninguna idea de intuición y su genio inventivo es
tan limitado como posible. Se debe, sin embargo, reconocer que hacen prueba de
ingeniosidad en muchos actos de la vida material; procurándose fuego por medio

184
de chispas de pirita de hierro sobre plumón de ave, fabricando sus armas y sus
piraguas, etc., pero así no hacen más que aplicar los conocimientos transmitidos
por tradición desde tiempos muy antiguos. Por otro lado, saben apenas entrenar
a sus perros en la caza de las nutrias.
Las ideas abstractas son en ellos casi nulas. Es difícil definir exactamente lo
que llaman un hombre bueno y un hombre malo; pero es seguro que no tienen la
noción de lo que es bueno o malo, abstracción hecha del individuo o del objeto al
que aplican uno u otro atributo.

4. MEMORIA. IMAGINACIÓN. LEYENDAS.


La memoria entre los Fueguinos es de corta duración. Vimos en la bahía Orange
ancianos dotados de todas sus facultades intelectuales y que eran jóvenes en la
época de las expediciones de Fitz-Roy y de Wilkes, cuarenta y cinco años antes.
No habían guardado el más ligero recuerdo de estos exploradores que habían
debido sin embargo llamar su atención en el más alto grado.
La variedad de memoria más desarrollada es seguramente la memoria de los
lugares. Pero tenemos motivos para creer que esta misma memoria no es de muy
largo alcance y que un Fueguino es poco hábil para ubicarse en un país que no ha
recorrido desde hace varios años.
No tienen la memoria de las palabras; nuestros intentos para hacerlos retener
algunas expresiones francesas fueron completamente infructuosos.
Recuerdan, pero por poco tiempo, los hechos menudos que han observado.
Así, cuando les preguntábamos una palabra de su lengua, se acordaban muy bien
si ya la habíamos escrito algunos días antes; y a menudo rechazaban respondernos
bajo el pretexto de que, habiéndola escrito, debíamos conocer esa palabra tan
bien como ellos.
Si se considera la memoria desde el punto de vista de la edad o del sexo de los
Fueguinos, se llega a la conclusión que el hombre adulto parece mejor dotado.
La memoria de los muertos es la que más se conserva: pensamos que
persiste, atenuándose más o menos, durante toda la existencia de los adultos
sobrevivientes.
La debilidad de la memoria, entre los Fueguinos, puede deberse, en parte, a
que no tienen ningún procedimiento nemotécnico y que, por consiguiente, no
tienen los medios suficientes para desarrollar esta facultad. No solamente les falta
la escritura, aun más, no utilizan ningún signo convencional para expresar ideas.
La imaginación es bastante viva entre los Fueguinos; si se entiende por esta
palabra la facultad que reproduce o imita las sensaciones; parece más desarrollada
entre las mujeres y entre los jóvenes. Pero la imaginación propiamente tal, que
crea imágenes, es muy rudimentaria, aunque los Fueguinos sean muy mentirosos
y muy inventivos.
Su lenguaje es muy gráfico; a propósito de esto, el señor Ploix presentó
observaciones juiciosas: “Si no tienen ideas abstractas, no tienen palabras
abstractas; emplean forzadamente expresiones concretas. Hay ahí, si se quiere, un

185
lenguaje gráfico, pero los Fueguinos no tienen elección y no se sabría concluir que
tienen mucha imaginación. Se constata solamente así que no han sobrepasado
cierto período de desarrollo del lenguaje 43.”
Los sueños son frecuentes; pero no parece, en general, atribuírseles significado
o importancia.
No hay ni poesías, ni historia, ni tradiciones cualesquiera del pasado tocantes
a los orígenes del pueblo, sus migraciones, sus guerras con las tribus vecinas. “Su
pasado es casi tan desconocido como el porvenir; no tienen ni esperanza ni temor
después de esta vida; para ellos no hay Dios, ni bien, ni mal, ni espíritus que temer
con excepción de los fantasmas que pueden perjudicarles en esta vida; la muerte
es el último término de la existencia y no tienen noción de una vida espiritual o
de hombre compuesto por un alma y un cuerpo”. (T. Bridges, Mémoire inédit).
No hemos constatado entre los Fueguinos ningún signo de sentimiento religioso,
pero esta pregunta nos parece merecer algunos desarrollos. El señor de Quatrefages
afirma que una religión, tan simple, tan incompleta como sea, está caracterizada
por los dos puntos siguientes: “Creer en seres superiores al hombre, que pueden
influenciar para bien o para mal su destino; admitir que para el hombre la existencia
no se limita a la vida actual, pero que le queda un porvenir más allá de la tumba.
Todo pueblo, todo hombre creyente en estas dos cosas es religioso y la observación
demuestra cada día más y más la universalidad de este carácter”. (L’espèce humaine,
p. 356). A pesar de estas elocuentes palabras del eminente profesor del Museo, no
creemos poder modificar nuestra opinión acerca de la ausencia del sentimiento
religioso entre los Fueguinos. Los hemos observado muy atentamente desde este
punto de vista durante el año que pasamos entre ellos: jamás pudimos captar la
menor alusión a un culto cualquiera, ni a una idea religiosa.
Distinguimos la religión de la superstición 44, como el señor de Quatrefages
mismo recomienda y anotamos algunas ideas que podrían estar relacionadas con
la superstición, a la vez que teniendo como origen real el temor hacia individuos
malhechores. Algunas ideas supersticiosas parecen, además, estar relacionadas con
ciertas partes procedentes del cuerpo humano [ver las p. 191 (Placenta quemada)
y 194 (cordón umbilical y leche tirados al fuego)]. Según Darwin, los Fueguinos
también tiran al fuego los cabellos arrancados o caídos 45. No es ciertamente por
precaución higiénica que efectúan estas destrucciones. Citaremos además sobre
43
Bulletins de la Société d’Anthropologie de Paris, p. 344; 1887.
44
Sin embargo el señor A. Réville (Les religions des peuples non civilisés, 2 vol. in 8º, París, 1883)
denuncia, t. I, p. 55, “el error de los que niegan toda religión a los pueblos de los que nos señalan las
supersticiones”. Se asocia a la declaración del señor Girard de Rialle, en su Mythologie comparée, p.
10: “La aseveración de que existen pueblos absolutamente irreligiosos es absolutamente inexacta”, a
la del señor Tylor (La civilisation primitive, trad. Brunet, vol. II, p. 463), “la creencia religiosa, incluso
en la vida del salvaje más inculto, despierta emociones vivas, un respeto inmenso, un terror profundo,
verdaderos éxtasis, porque los sentidos y el pensamiento son llevados completamente por encima del
nivel común de la vida ordinaria” (Ibid., p. 25). Finalmente afirma el señor Réville, una de las causas
principales del error que hace rechazar a ciertos pueblos salvajes el sentimiento religioso, “es la falta de
paciencia, de preparación especial y de observación metódica en muchos viajeros y misioneros” (Ibid.,
p. 12). Hicimos lo posible por no merecer esta acusación y, lamentamos que los hechos observados no
puedan colocarnos del mismo lado que estos eminentes contradictores.
45
Ver DENIKER, Discussion sur les Fuégiens (Bull. Soc. Anthrop., 1882, p. 14).

186
este tema un incidente del que fuimos testigos en la bahía Orange, el 3 de abril
de 1883. Al día siguiente de una noche de insomnio causada por ruidos extraños
escuchados cerca de sus chozas y atribuidos a hombres salvajes (oualapatou)
venidos del Oeste para matarlos, los Fueguinos de nuestro alrededor se habían
ido desde hace tres días a la isla Burnt situada en el este de la bahía y donde se
creían más al abrigo contra estos misteriosos enemigos. Vuelven el 3 de abril,
cada vez más atemorizados, contando que continuaron escuchando los mismos
ruidos en la isla Burnt y que se mantuvieron despiertos todas las noches desde
su partida de la Misión. Habrían incluso visto dos canoas de tablas montadas
por individuos del Oeste, muy cerca de la isla Burnt y están convencidos que
estos salvajes pasaron todas las noches rondando sus chozas con la esperanza
de sorprender a la gente durante su sueño. Si los hombres se duermen, dicen,
estos indígenas del Oeste se introducen de inmediato en las chozas, cortan el
cuello de todos los individuos, hombres y niños (perdonan quizás a las mujeres)
y se comen entonces, cocidos al fuego, los miembros de sus víctimas. De algunas
otras explicaciones contradictorias, parecería resultar que estos hombres salvajes
son muertos que vuelven a la tierra para comerse a los vivos; no se les puede ver,
si no es quizás, en el momento en que lo atrapan, pero hacen todo el tiempo un
ruido que imita, sin que sin embargo uno pueda equivocarse, la voz de ciertos
animales: lobos marinos, aves, para asustar a la presa que desean y atraparla
más fácilmente cuando el terror la paraliza. En la tarde nos muestran una mujer
(una Alakalouf casada con un Yaghan), atrapada ayer por un oualapatou que le
habría, con un cuchillo, cortado el cabello sobre la oreja y rasguñado la mejilla:
esta mujer presenta en efecto un corte de cabello sobre la oreja derecha y un
rasguño ligero en la mejilla de ese lado; se habría liberado, dice, con sus gritos del
agresor que era muy alto y estaba todo embadurnado de sangre. Los Fueguinos
creen comúnmente que estos oualapatou no son otros que los Alakalouf y que se
pueden matar, a tiros de fusil por ejemplo.
Esta leyenda muy confusa es aceptada por todos los Fueguinos. Es curioso
ver, cada tres o cuatro meses, su terror pánico con la idea de los oualapatou;
se parapetan entonces sólidamente en sus chozas, teniendo a mano todas sus
armas, listos para usarlas a la menor alerta, al menor ruido. Es solamente de
noche que les dan estos terrores locos; en el fondo, no se trata más que del temor
de ser atacados por enemigos diestros y temidos, que cargan con las más oscuras
acusaciones, reprochándoles incluso de comer carne humana.
Otro cuento, repetido en toda Fuegia, tiene relación con los Kachpikh, término
intraducible que se refiere a seres fantásticos que viven en grutas desiertas, en
el medio de los bosques más espesos; se les evita, porque odian a la humanidad
a la que buscan perjudicar, ocasionando, cuando pueden, enfermedades o la
muerte. Es imposible verlos y sin embargo, muchos individuos declaran haberlos
encontrado. No hay por otra parte, una idea caracterizada, en el espíritu de los
indígenas, acerca del origen, la forma y el fin de estos Kachpikh; su naturaleza
maligna es una creencia tan extendida que se aplica el nombre de Kachpikh a toda
persona que tiene un carácter extraño o malvado.

187
El señor T. Bridges, que nos confirma todos estos detalles en su Memoria inédita,
relata además la creencia concerniente a hombres salvajes que viven en el fondo de
los bosques, a veces en comunidad, más a menudo solos. “Se les llama Hannouch y
han dado origen a versiones un poco diferentes según las localidades. Unos creen
que tienen un ojo detrás de la cabeza; otros que no tienen cabello, debido a su
costumbre de dormir parados, apoyados contra los árboles; son muy vigilantes,
siempre listos para atacar a cualquiera; tienen en la mano una piedra blanca que
lanzan con una puntería infalible contra el blanco que han apuntado. Hombres o
mujeres, con el objetivo de excitar la curiosidad o de hacerse interesantes, declaran
de vez en cuando que han visto a estos seres y hablado con ellos; otros cuentan que
han sido atacados por Hannouch o que han matado uno; pero nunca han tratado
de mostrar a sus crédulos auditores el Hannouch muerto, aunque a veces muestran
heridas (que se han hecho ellos mismos) como prueba de su veracidad. Un
hombre, nacido en Maché, fue, se dice, llevado, cuando era niño, por los Hannouch
a sus refugios apartados, de donde fue traído por sus amigos: le dieron el nombre
de Hannouchmachaaïnan, el que fue llevado por el Hannouch. Los Fueguinos que
han huido de las cercanías de los suyos o que, por perturbación del espíritu, viven
solos, aislados, son llamados hannouch y conocidos lejos por este apodo. Los locos
son comparados a los Hannouch; la palabra hannouchana significa estar o volverse
loco y el término touhannachana, atormentar o trastornar hasta la locura”.
Las otras leyendas que corren entre los Fueguinos han sido mencionadas por
el comandante Martial (Histoire du voyage, p. 213, 214).
Ya hemos hablado de los yakamouch al final del Capítulo anterior; a propósito
de los cuidados otorgados a los enfermos. El señor T. Bridges reproduce acerca
de ellos, en su trabajo inédito, algunos detalles que se refieren a su pretendido rol
de brujos: “… Casi todos los hombres de edad del pueblo son yakamouch, porque
es muy fácil llegar a serlo; se les reconoce a primera vista por el color gris de
su cabello, color debido a la aplicación diaria de una arcilla blancuzca llamada
toumarapou; hacen frecuentes encantamientos, en los que parecen dirigirse a un
ser misterioso, llamado Aïpakal, dicen tener, de un espíritu llamado Hoakils, un
poder sobrenatural de vida y de muerte; cuentan sus sueños y cuando se han
comido en sueños a tal o cual persona, significa que esa persona va a morir. Se cree
que pueden retirar del cuerpo de los enfermos la causa de su mal, causa llamada
aïkouch, inasible por naturaleza, pero que los yakamouch podrían volver visible
bajo forma de una pequeña punta de flecha o de arpón en sílex, que harían por
otra parte salir a voluntad de su propio estómago… Estas ideas son muy absurdas,
pero son temas de entretenimiento y de curiosidad para los Fueguinos. Parece
admitirse que estos brujos pueden influenciar el tiempo para bien o para mal;
lanzan conchas contra el viento para hacerlo parar y se entregan a contorsiones y
encantamientos”.
El señor Bridges agrega que puede ocurrir encontrar a una mujer vieja que
sea yakamouch; esto daría base a la leyenda citada por el comandante Martial y
según la que las mujeres, antaño, tenían solas el poder en Fuegia y ejercían solas
la profesión de brujas.

188
En todas estas leyendas, no vemos ninguna razón para admitir seriamente
una creencia en seres sobrenaturales, ni en una vida futura y por consiguiente un
sentimiento religioso entre los Fueguinos.
La antropofagia es mencionada en dos de estos cuentos; no sabemos en qué
medida habrán podido inspirar las revelaciones hechas por Fitz-Roy declarando
que los Fueguinos mataban a las mujeres viejas para comérselas, cuando estaban
asediados por el hambre. Este es un error formal que hemos denunciado en los
Rapports préliminaires presentados a la Academia de las Ciencias en diciembre de
1883 y desde entonces, en varios artículos que creemos deber mencionar aquí a
raíz de la singular persistencia con la que se ha seguido reproduciendo el relato
de Fitz-Roy aceptado por otra parte por Darwin en su Voyage autour du monde
(traducción Barbier, p. 230).
En julio de 1884, en sus Notas sobre la higiene y la medicina entre los Fueguinos (Revue
d’Hygiène de Paris), uno de nosotros escribía, a propósito de la alimentación:
“Es quizás éste el lugar para disculpar a los Fueguinos de la abominable
acusación de antropofagia que pesa sobre ellos desde los relatos de Fitz-Roy y
de Darwin. Estos autores reprodujeron con gran detalle la versión que habían
recogido de la boca de una joven indígena y según la que las viejas Fueguinas
serían sacrificadas en caso de hambruna, durante los inviernos rigurosos y
comidas por sus compatriotas incluso antes de que éstos piensen en matar a sus
perros. Esto es pura invención, una fábula como los Fueguinos gustan contar a
los viajeros y que no tiene ningún fundamento…”.
En junio de 1885, en la Vuelta al mundo (Une année au cap Horn, por el doctor
Hyades, p. 140) se trataba el mismo tema:
“Hay que relegar al rango de las fábulas estos relatos de antropofagia editados
sin ninguna prueba por algunos antiguos viajeros, sobre la fe de los cuales han
sido reproducidos aun muy recientemente, porque el lujo de detalles que los
acompaña parecía garantizar su veracidad. Hay que renunciar a esta leyenda
contada por Fitz-Roy y Darwin acerca de la asfixia a la que los Fueguinos
someterían a las mujeres viejas, para comérselas luego, en tiempos de hambruna.
Estos ilustres observadores, prestando un oído demasiado complaciente a las
pretendidas confidencias de un joven Fueguino al que comprendieron mal o
que se burlaba de ellos, agregan incluso que los Fueguinos prefieren sacrificar
a las mujeres viejas antes que a los perros, ¡porque éstos les sirven para atrapar
nutrias! Cualesquiera que sean las torturas que el hambre les haga padecer, jamás
los Fueguinos se comen entre ellos. Son incluso tan poco caníbales que no se
comen a sus enemigos cuando los han matado…”.
Finalmente en la sesión de la Sociedad de Antropología de París, el 19 de
mayo de 1887 46 repetimos y desarrollamos nuevamente esta afirmación que los
Fueguinos no tienen ninguna tradición de antropofagia.
Sin embargo, en 1888, en una discusión acerca de la antropofagia en América,
en los Bulletins de la misma Sociedad (p. 29 y 66), dos sabios afirmaban que los

46
Bulletins de la Société d’Anthropologie de Paris, 1887; p. 331, 341, 343.

189
Fueguinos, en defecto de cualquier otro alimento, se comían a las mujeres viejas
o al menos se las comían en los tiempos de Fitz-Roy.
Dijimos más arriba que los Fueguinos no habían guardado recuerdos de
la expedición de Fitz-Roy. ¿Sería posible que hubiesen practicado entonces la
antropofagia, como lo cuenta el almirante inglés? No lo creemos. Jemmy Button,
el indígena que hizo estas pretendidas confesiones, estaba aún vivo en 1882. Si
había olvidado los detalles de su viaje a Europa, no era ciertamente lo mismo
acerca de las costumbres de su pueblo en la época de su juventud y seguramente
habría dejado la tradición en su entorno. Sin embargo, como dice el comandante
Martial (Histoire du voyage, t. I, p. 193), los Fueguinos protestan enérgicamente
contra la acusación de antropofagia.
El señor T. Bridges, que vive entre medio de los Fueguinos desde hace veinte
y cinco años, declara lo que sigue:
“Tienen horror del canibalismo: Su tradición de una tribu de caníbales, en el
extremo Oeste, es, pienso, una pura fábula; todas las veces que lo he conversado
con estos indígenas, se pusieron invariablemente a reír; sus ideas sobre esta tribu
están tan poco definidas que dudan, entre ellos, de su existencia”. (T. Bridges,
Mémoire inédit.).
Al final de su muy interesante trabajo sobre la etnografía de los Fueguinos,
el Doctor Doménico Lovisato, que se mostró mucho más severo que nosotros en
la apreciación moral de estos salvajes, afirma con la mayor energía que no son
caníbales y que tienen horror de la antropofagia 47.
El tema está entonces definitivamente juzgado: es seguro que los Fueguinos
del cabo de Hornos no son antropófagos; en cuanto a sus vecinos, Alakalouf y
Ona, nada autoriza a pensar que son, o que se han entregado al canibalismo 48.

IX. LENGUAJE.

Hemos hablado anteriormente (Capítulo III, p. 214 – 218 -edición original,


nde) de la Voz, y por consiguiente, de la pronunciación entre los Fueguinos. No
tenemos la pretensión de presentar aquí un estudio completo de su lengua.
Además de que aquí nos faltaría lugar para tal trabajo, las consideraciones
siguientes, que tomamos prestadas del Señor Bridges, harán comprender la
dificultad:
“Los Fueguinos no tienen la menor idea de las palabras, en el sentido de
que son incapaces de pronunciar una frase, palabra por palabra, o una palabra
sílaba por sílaba; pueden hablar y es todo, pero se las arreglan todos muy bien,
porque todos conocen perfectamente su lengua que aprenden fácilmente y que se
conserva sin deformarse. Este hecho se explica por su tipo de existencia.

47
DOMENICO LOVISATO, Appunti ethnografici con acenni geografici sulla Terra del Fuoco
(Estrato dal Cosmos di Guido Cora, fasc. IV e V; 1884).
48
Ver también: Bull. Soc. Anthrop., 1888; p. 502.

190
“De hecho, viven constantemente juntos en grupos de dos o tres familias en
la misma choza, sin ninguna separación; están continuamente mezclados, de
manera íntima, a muchos otros grupos que encuentran en sus viajes sin fin. Tienen
una vida fácil, mucho tiempo y gusto por la conversación. Sentados alrededor
de un fuego claro, ociosos durante las largas noches de invierno, hablan acerca
de todos los temas; los niños escuchan todas las conversaciones, que son muy
variadas debido a la diversidad de ocupaciones, de intereses, de pensamientos.
¡Qué contraste con la vida de una familia de campesinos en Inglaterra!... Los
Fueguinos han sido considerados por los extranjeros como lo contrario de lo que
son. Los viajeros han creído que eran taciturnos, torpes, estúpidos, mientras que
son despiertos, inclinados a los juegos y a las conversaciones alegres. Están al
mismo nivel en todo tipo de tema acerca de la vida indígena y los sentimientos
de desigualdad les son desconocidos; son todos iguales en posición, en fortuna,
en saber y comparten las mejores ideas acerca de la mayoría de las cosas.
“Tienen nombres particulares para cada cosa que tienen ocasión de apreciar
como útil o nociva, pero no tienen denominación especial para cantidad de
objetos que no tienen interés entre ellos, por ejemplo las diversas especies de
rocas, la mayor parte de los vegetales inferiores.
“Tienen términos particulares para todos los grados de parentesco y respetan
estos lazos de familia exactamente por las mismas razones que los pueblos
civilizados. Respecto a este aspecto tienen más distinciones y más palabras que
nosotros mismos.
“La riqueza de su lenguaje comprende una singular excepción: es la ausencia
de numeración más allá de 3, y la falta de palabras para indicar las partes de una
cosa, tales como medio y cuarto. Según algunas expresiones de sentido indefinido
en su lengua, creo que antaño tenían nombres de números al menos hasta 10. Estas
palabras indefinidas son: matan, sousi y bounda souichi, que significan en nuestros
días varios, algunos y poco; yéla de seis a diez; sourou, mouagou, moagaaïa, mucho.
Además de estos términos, tienen koupachpa, inferior o último, palabra que se
aplica al quinto o último dedo, o al hijo menor de una familia; patak, katakita y
annaba: el último, todo o el todo, todo está acabado. Estoy muy inclinado a pensar
que, entre estas palabras, yéla, koupachpa y patak significaban originalmente: 4, 5
y 10. En ausencia de nombres, los dedos y los dedos de los pies les sirven para
contar: una madre a la que se le pregunta el número de hijos los indica uno por
uno en sus dedos, y dice kondam ourou, tantos como, levantando el dedo sobre el
que se detuvo la enumeración de sus hijos”. (T. BRIDGES, Memoria inédita).
Presentaremos en este Capítulo la serie completa de las palabras fueguinas que
hemos registrado en la bahía Orange, y del significado de las cuales estamos seguros.
Pero, antes de esta lista, creemos útil exponer los documentos publicados antes que
nosotros acerca de la lengua fueguina, incluso acerca de la de los Alakalouf.

191
1. DOCUMENTOS ANTIGUOS SOBRE LA LENGUA DE LOS
FUEGUINOS.
En la sesión de la Société de Géographie del 6 de julio de 1883, el Señor Doctor
Delisle comunicó extractos de una carta que uno de nosotros le había escrito
desde la bahía Orange y donde estaba señalizada la inexactitud del vocabulario
tékénika, o Yaghan, recopilado por Fitz-Roy hacia 1830 49.
Sobre 200 palabras contenidas en este vocabulario, se contaban, en efecto,
solamente 50 palabras exactas, 30 más o menos alejadas de la exactitud, y 120
completamente falsas.
Ingeniosas observaciones fueron inmediatamente presentadas por el Señor
Bouquet de la Grye y por el Señor d’Abbadie para explicar este desacuerdo: la
tribu con la que habíamos estado en contacto en la bahía Orange no era quizás
la que había provisto a Fitz-Roy de los elementos de su vocabulario; podía haber
habido, de una u otra parte, ineptitud para comprender y escribir las palabras de
este pueblo salvaje; finalmente, decía el Señor d’Abbadie, es muy fácil, a menos
de tener un largo conocimiento del país, confundir dos tribus que hablan lenguas
totalmente diferentes, pero que creemos semejantes porque no se les comprende
perfectamente.
Pensamos que las informaciones que hemos recolectado permiten responder
a estas reflexiones. Ya se sabe que no existen más de tres pueblos en todo el
archipiélago situado desde el estrecho de Magallanes hasta el cabo de Hornos:
los Ona (o Yacana) al Norte, los Alakalouf (Alaculoof o Alikhoolip de los Ingleses) al
Oeste, y los Yaghan (Tékénika) al Sur. No tuvimos que ocuparnos de los Ona, rama
de los Patagones a la que se acercan mucho por su lengua.
Para los Yaghan, entre medio de los que hemos vivido en 1883, ha sido
relativamente fácil comparar todas las palabras del vocabulario de Fitz-Roy con
los términos realmente en uso. Hemos multiplicado las interrogaciones entre
indígenas de diversos grupos, en las circunstancias más variadas, de manera de
establecer bien el sentido exacto de las palabras. Además, hemos tomado, sobre
todos estos términos, la opinión del Señor Bridges, cuya competencia en lenguaje
Yaghan no sabría ser cuestionada, quien, después de más de veinte años de
estudio asiduo de este idioma, ha compuesto un diccionario manuscrito de cerca
de 30000 palabras, redactado una gramática de la que entregaremos una idea
general más adelante, y que ha publicado, con un alfabeto fonético, la traducción
al Yaghan del Evangelio de San Lucas.
Las primeras informaciones que conocíamos acerca de la lengua de los
Fueguinos del pueblo Yaghan se remontan a 1823 y se encuentran en la relación
del viaje de Weddel 50. Este autor, del cual todo el relato está impreso por un
sello notable de simplicidad y sinceridad, no cita más que cuatro palabras de

49
Narrative of the surveying voyage of H. M. ships Adventure and Beagle between the years 1826
and 1836, Appendix to vol. II, p. 135, London, 1839.
50
JAMES WEDDEL, A voyage towards the South pole performed in the years 1823-1824. London,
1825, p. 273.

192
esta lengua, muy difícil de captar, dice, debido a la manía de imitación que hace
repetir a estos salvajes todas las preguntas que se les hacen. Aquí están estas
cuatro palabras:
Sayam, que significa agua,
Abaish, que significa mujer,
Shevoo, que significa aprobación,
Nosh, que significa desagrado.
Hemos transcrito estos términos con la ortografía inglesa: sólo el primero
tiene una muy vaga analogía con el término çima que designa el agua en Yaghan,
los otros tres no se acercan para nada a este idioma.
Sin embargo, los detalles en los que entró Weddel acerca de los hábitos del
pueblo, encontrado por él en Indian Cove o bahía India, en el Seno New Year, no
permiten dudar que estuvo en relación con los Fueguinos llamados más tarde
Tékénika o Yaghan. Sí se puede estar sorprendido de no encontrar entre los Yaghan
un término cercano a Abèch (Abaish) para indicar la palabra mujer, no hay que dar
importancia a la desaparición de las palabras que habrían indicado la aprobación:
Chivou (Shivoo), o el desacuerdo: Nach (Nosh), porque puede muy bien haber
ocurrido que estas palabras, empleadas en 1823 como interjecciones, estuviesen
pasadas de moda entre estos mismos indígenas algunos años más tarde. Durante
el año de nuestra estadía, tuvimos ejemplos análogos. En cuanto a la palabra
Abèch, es quizás de procedencia alakalouf (alikoulip).
Desde 1827 hasta 1832, los Fueguinos del Sur fueron examinados mucho más
largamente por King, Stokes y sobre todo por Fitz-Roy comandante de la Beagle,
que volvió a ver a menudo a este pueblo, llevó a Inglaterra, en 1830, a un joven
que llamó James Button y que devolvió a su país, no lejos de la bahía Orange, a
fines de 1831. Muy probablemente, este joven Fueguino le sirvió como intérprete
principal para la redacción del vocabulario que reproducimos textualmente a
continuación, con el sentido francés y las palabras exactas en frente, indicando
estas últimas conforme a la pronunciación francesa.
Fitz-Roy antecede su trabajo con las notas siguientes: “En este fragmento de
vocabulario, el sonido de las vocales se entrega como en el de las sílabas inglesas:
bah, băt, eel, bĕt, J, bĭt, no, tŏp, rule, bŭt, hay; las consonantes suenan como en
inglés, pero otorgando al kh un tono muy gutural. Una expresión fueguina
puede reproducirse con mucha dificultad a través de nuestras letras: es algo
como el cacareo de una gallina y significa no”. Esta última reflexión no puede
sino aplicarse a la lengua alakalouf (alikoolip), de los que Fitz-Roy indicaba los
términos en frente de aquellos de la lengua tékénika. La advertencia colocada
en el encabezado del vocabulario y según el que algunas de sus palabras son
también utilizadas entre los Patagones (Tehuel-het) y entre los Indios Chonos, se
refiere a los lenguajes alakalouf u ona.
Hemos dejado, tales como están impresas en la obra inglesa, las palabras
tékénika citadas por Fitz-Roy; pues la pronunciación inglesa no nos parece
indispensable para darse cuenta de las analogías y de las diferencias que estos
términos presentan con la lengua tal como existe actualmente. Hemos, asimismo,

193
respetado el orden de las palabras adoptado por Fitz-Roy lo que volvería más
fácil su búsqueda en el texto original.
La lista siguiente comprende entonces: en la primera columna, las palabras
francesas traducidas del inglés (y ahora en español, nde); en la segunda, su
traducción exacta al Yaghan; en la tercera, las palabras indicadas por Fitz-Roy
como traducción de las de la primera columna.

TÉKÉNIKA
ESPAÑOL YAGHAN. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Empeine…………….......… Toumapou. Tŭppallă.

Brazo……………............… Kamaïn o Gamaïn. Car’mine.

Antebrazo……….......…… Ach. Dow’ĕlă.

Flecha…….................…..... Akayou. Te’ăcu.

Collar (de hueso)................ Ach. Acon’ăsh.

Espalda……….................... Amaka. Am’muckă.

Ladrar………..........……… Ounna. Wo’onă.

Canasto……................…… Kaïdjim. Kă’ekkĕm o Kŭsh.


Açina señala un collar
trenzado; Palala çirh,
Cuentas de collar .............. Palala çirh. Ah’kĭnnă.
un collar de vidrio, de
importación extranjera.
Vientre……….........……… Chélif o Galya. ……
Amatçigh y
Hongo del roble (51)........... A’fish-khă.
Ouchouin.
Bikh señala
Pajarito………………....… Bikh. Be’ghe.
un ave en general.
Morder………………........ Youa. E’tăŭm. Atama significa comer.

Negro……………….......… Lambi o Lampi. ……

Sangre…………………...... Çapa. Shŭb’bă.

Infante……………..........… Yaroumatia. Yărŭmăte’ă.

Barco……………........…… Anen. Watch.

Hueso…………….......…… Atouch. Ah’tŭsh.

Arco……………......……… Ouayana. Why-ăn’nă.

51
Cyttaria Darwinii.

194
TÉKÉNIKA
ESPAÑOL YAGHAN. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Niño…………………......... Ouaïlaoua. Yăr’ămuă.

Romper………............…… Attangouçiou. Ŭttĕrgu’shu.

Hermano…….........……… Makous. Mar’cŏs.

Mariposa…………............. Yamoatelia. Yumĕrtĕ-lĕ.

Infantes………............…… Kaïouala yamalim. Yăr’hăm.

Tomar…………...............… Ata. Ŭt’tă.


Ouaïkol tougamata señala
Cadena……….............…… Ouaïkol tougamata. …… una cadena de procedencia
extranjera (52).
Pecho…………................... Kayatakan. Cŭp’pŭneă.

Niño……….....................… Kaïouala. Yăr’hăm.

Mentón…................……… Ouani. Won’ne.

Nube……........................… Haouaka. ……

Frío……………………… Taruri o Tarourou. Ŭc’cŏwe.

Mejilla………………… Chiça. Ches’hă.


Akoum debe más bien
Vengan. Akoum. …… traducirse por el adverbio
francés: aquí!
Venir……………………… Kataka. Ah’ĕ.
Ara significa
Gritar………………...…… Ara. Ŭrră.
gritar llorando.
Cortar………………..…… Achagou. At’khĕkŭm.

Tos…………………...…… Miakaça. Ŭttă.

Día…………………...…… Maola. ……

Muerte……………....…… Apana. Apaĭ’na.


Appan’na o.
Morir………………...…… Apana.
Ăpăĭ’na.
Zambullirse………....…… Gouléni. ……

Perro………………....…… Yachala. Shilăkĕ o Eashŭl’lă.

52
Esta palabra, muy poco empleada, debe haber sido forjada por los Fueguinos Yaghan para
designar las cadenas de ancla de los navíos extranjeros, balleneros u otros, que visitan a veces las
costas de su país.

195
TÉKÉNIKA
ESPAÑOL YAGHAN. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Beber………………....…… Ala. Ŭl’lă o Allĕ.

Pato53………………...…… Ouièn. Mah’e.

Patito……………………... Pikachana. ……

Oreja…………………....… Oufkirh. Ŭf’kheă.

Tierra…………………...… Tan. Tănn.

Este…………………..…… Yta. Yăh’cŭf.

Huevo……………..……… Hach. Hĕrch.

Ocho…………………….... …… Yŭl’cămme.

Codo……………....……… Taouila. Dŏw’illă.

Comer……………......…… Atama. Ăt’tĕma o Ĕt’tŭmă.

Ojo…………………....…… Téla. Della.

Ceja……………………… Çipatchéla. Ŭtkhel’lă.

Piedra para fuego(54).…… Içouali. ……

Caer……………………..... Loupaï. Lŭp’ăe.


Toufla es utilizado en la bahía
Ichalmaski y
Gordo………………......… Tŭf’flă. Orange,
Toufhla.
pero muy rara vez.
Padre…………………....… Ymou. Ay’mŏ.
Ouftoukou señala el
Pluma……………..……… Ouftoukou. Ŏftuku.
plumón de las aves.
Asustar…………....……… Touienghina. Che’ne.

Puño……………....……… Askal. Ŭk’ke.

Dedo……………....……… Yach. ……
Pŭshah’ke o
Fuego……………...……… Pouchaki.
Pŏsh’ăky.
Cinco………………....…… …… Cup’ăspă.

Pez (pequeño) ……...…… Apour. Ăp’pŭr’mă.

Pescar…………………..… Maya. Ăp’pŭr’mă.

53
Anas cristata Gm.
54
Pirita de hierro.

196
TÉKÉNIKA
ESPAÑOL YAGHAN. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Volar (to fly)…………....… Agoulou. Mŭr’ră.

Flor……………………….. Loïmouchka. Ă’nĕăcă.

Mosca…………………..… Ouina y Ouchlouch. ……

Pie…………………...…… Kaoya. Cŏeeă.

Frente………………..…… Ouchkach. Oshcar’she.

Cuatro…………………… …… Cărgă.
Sheă’mă o
Agua dulce……………… Çima.
Shaă’mă.
Niña…………………....… Chougani Kipa. Yarŭmătĕă.

Guanaco…………….…… Amara. Armană.

Ir………………………..… Katakaouina. Khaĭ’drĭsh.

Bueno………………….… Aïma. ……
Stapa es una palabra
utilizada solamente en la
Vestido………………....… Atapa. Archi.
Misión inglesa del canal
Beagle.
Hierba…………………… Chouka. Hiănăm’bă.

Gris…………………….… Paouayakou. Owkush.

Grasa…………………..… Koun. Kune.

Abuela………………….... Goulouana. Ghuluŏnnă.

Abuelo…………………… Ouchou. Ghu’luwăn.

Nieta…………………...… Makoutéça Kipa. ……

Cabellos……………….… Ouchta. Ŏsh’tă.

Mano…………………..… Yach. Mar’pŏ. Mapou señala la muñeca.

Cabeza……………....…… Lamana. Lŭk’ăbe.

Escuchar…………….....… Mara. Mŭr’ră.

Pesado………………....… Hachou. Hah’sh.

Colibrí…………………... …… Ŭt’tŭsh.

Cadera………………… Latèch. Wăsh’nŭe.

197
TÉKÉNIKA
ESPAÑOL YAGHAN. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Caliente……………….… Poutourou. Ŭck’hulă.

Casa…………………...… Akar. Ukh’ral.

Choza…………………… Akar. Ŭck’ă.

Marido…………..…….… Toukou. Dugu.

Hielo…………………..… Akila. Ye’ăteă.

Salto……………….......… Agoulou. ……

Alga…………………...… Haouch. Ut’cha.

Matar…………………… Akoupana. Ŭt’tŭl.

Rodilla………………...… Toulapour. Tŭl’lăpuă.


Tĕt’lŏwăl o
Cuchillo………………… ……
Tĕclew’ĕl.
Articulación de los dedos Toutayou. Yăsh. Yach señala el dedo.

País……………………… Ouçi. O’shĕ.

Grande………………… Oulou. O’olu.

Reír……………………… Tachka. Tŭsh’că.

Caída de las hojas…....… Potaka. Oŏshŏ.

Grasa de lobo marino..... Andapa. Ŭndŭppă. Andapa señala la carne.

Pierna…………………… Chikan Hie’tă.

Pequeño………………… Yaka. Yŭc’că.

Mirar………………….… Alakana. Ŭrruks’i.

Hombre……………….… Oua. Ohă.

Hombres……………...… Oua yamalim. Owey.

Viejo…………………...… Darou oua. Cŭt’tŏăs.


Luna se dice más bien, en la
Luna. …………………… Anoka. Ănŏcŏ y Hăn’nŭkă.
bahía Orange, Aouala Kipa
Koupachanata
Luna llena…………….… Hul’ush.
onion.

Luna nueva…………….. Yaroukoutia aouala. Tu’quĭllĕ.

Koupamalakou
Puesta de luna……….… Cay’eă.
aouala.

198
TÉKÉNIKA
ESPAÑOL YAGHAN. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Kagatçikorou
Salida de luna………..… Carsh.
aouala.
Mañana…………….…… Amachana. Mawlă.

Madre…………………… Dabi. Dah’be.

Boca………………...…… Ya. Ye’ăk.

Uña……………………… Galouf. Gŭl’lŭf.

Cuello…………………… Outa. Yărek’.

Noche…………………… Lakar. Ŭc’cŭsh.

Nueve (nine) …………… …… Yŭr’tobă.

No……………………..… Paf. Bar’be.

Norte………………….… Ynga. Uffa’hu.

Nariz………………….… Kachouch. Cŭs’hŭsh.

Remo (de hombre)…..… Api. Cŭn’nă.

Remo (de mujer)……..… Api. Ăp’pe.

Uno……………………… Kaouéli. Cŏăle.

Lechuza(55)……………… Lafgouia. Lŭf’queă.

Nutria…………………… Ayapou. Hiăp’pŏ.

Búho(56)……………….… Yapoutéla. Yăputellă.

Dolor………….………… Çakh. Ŭm’mayă.

Marsopa………………… Çaouianoukh. Shŏwăn’nĭkĕ.

Lluvia…………………… Atioushka. Jŭb’băsha o Wert.

Chokami señala una cuerda


trenzada en junco. Fitz-Roy
Cuerda…………..……… Choukami. Cuf’fiĕnnĕ.
indica Shŭ’camĕ para la
palabra Alikoulip.

Correr…………………… Datou. Dalidu.

Carrera………………….. Datou. Mŭmpe.

55
Glaucidium nanum King.
56
Bubo magellanicus Gm.

199
TÉKÉNIKA
ESPAÑOL YAGHAN. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Alapa señala una vela en piel
Vela…………………....… Alapa. …… de lobo marino; raramente
utilizado.
Agua salada………….… Ykafka. Shĕm’a o Sheă’mă.

Arena…………………… Açala. Pŭntel.

Mar……………………… Yka. Hay’-ecă.


Tapara señala una lobo
Lobo marino…………… Tapara. Dŭp‘pă.
marino con piel.
Borde del mar (orilla)…. Payaka. Hĭnnўgătă.

Algas………………….… Paruri. Utcha.

Siete……………………... …… Hŏw’căstă.
Lakach señala las conchas
Concha (shell)……...…… Lakach. Ters’hŏĭn.
vacías, en general.
Playa………………….… Payaka. Wĭn’nĕgaytă.

Hombro………………… Akika. Ăh’kĕkă. Akika señala el acromion.

Enfermedad………….… Amaya. Om’ă u Om’eў.

Lado…………………..… Tapanouch. Ŭcshăn’sĭquă.

Sentarse………………… Moutou. Mu’tu.

Hermana……………...… Makous Kipa. Way Kĭp’pă.

Seis……………………… …… Cum’ua.

Piel……………………… Apala. Appŭllă.

Cielo (sky)…………….… Tçaïf. Hŏw’ŭccă.

Dormir………………..… Aka. Ŭckă o Ăshă.

Honda………………...… Ouataoua. Wăt’tŏwă.

Sentir………………….… Kachouch achata. Ar’ve.

Humo…………………… Ouchko. Ŭsh’cŏ u Ŏch’ăt.

Nieve………………….… Koupanaka. Oppu’năcă.

Hijo……………………… Magou. Mărrĭu.

Sur………………………. Ila. Ah’ne.

200
TÉKÉNIKA
ESPAÑOL YAGHAN. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Urvay eă u Ŏway
Arpón…………………… Chaya.
eă.
Mango del arpón…….… Kachouma. ……

Hablar………………...… Koutana. Ăuru’ŏshĕ.

Esponja……………….… Ykamacha. Ăllŭf’shĕ.

Estar de pie…………...… Kamatou. Cŭmmărt.


Ăppĕrnĭs’h o
Estrellas………………… Aparanikh.
Ăppăn’nă.
Paja……………………… Paka chouka. Gŏshe.

Piedra ……………...…… Aoui. Ow’ey.

Sol…………………...…… Leum. Lŭm.

Salida del sol…………… Kagatçikari. Cardĭc.

Puesta de sol…………… Koupagoumata. Coshu.

Claridad del sol……....… Landatou. Lŭm pushĕ.

Nadar………………....… Moanari. Căl’ĕ.

Dientes………………..… Toun. Tu’un.

Muslo…………………… Lakka. Lŭck’hă.

Tres……………………… Matén. Mŭt’tă.

Pulgar…………………… Ouchkaghin. Ŭshcŭg’gen.

Trueno……………...…… Kikika. Kek’ikă

Cansado………………… Çiouata. Gusha.

Lengua……………..…… Lan. Lun.

Arbol……………….…… Ouarouch. Wu’urush.

Dos……………………… Kombaïbi. Cŏm’băbe.

Navío…………………… Ouçaénèn. Al’la.


Youakalia o
Buitre(57)……………....… ……
Yaoakalia.
Caminar……………....… Aïna. Car’dik.

Agua…………………..… Çima. Shă’mĕă.

57
Ibycter chimango V.

201
TÉKÉNIKA
ESPAÑOL YAGHAN. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Oeste……………………. Ina. Ŭppăh’ush.

Silbar………………….… Ouflaki. Lŭf’keў.

Blanco…………………… Yamina y Yagou. ……

Esposa………………...… Toukou. To’ucu.

Viento…………………… Oucha. Wur’up.

Mujer……………………. Kipa. Kĕpă o Shĕpush.

Madera……………….… Lapatakh. Ăh’shĭf o Ŏspătăsh.

Muñeca…………………. Mapou. Tŭppŭl’lă


Tas. Rara vez empleado para
Sí. ……………………..… Aouaï. Das.
significar: así.

Bastará echar una ojeada sobre este documento para constatar las diferencias
considerables que existen entre las palabras registradas por Fitz-Roy en 1830-
1832 y las mismas palabras tales como las hemos registrado cincuenta años más
tarde, en el pueblo tékénika observado por Fitz-Roy.
Como hemos indicado al comienzo de este artículo, sobre 200 palabras de las
que se compone el vocabulario del ilustre navegante, 120 son completamente
falsas, incluso para los términos empleados banalmente, como frío, asustar,
matar, mirar, noche, dolor, etc.
En este número de 120 palabras, 6 no podían existir: son los términos que
indican los números de 4 a 9, pues la lengua tékénika o Yaghan sólo posee nombres
de números para contar hasta 3; por el contrario, Fitz-Roy omite mencionar estas
palabras para el dialecto alikoulip, en el que quizás existen.
En su vocabulario, Fitz-Roy indica el sentido de las palabras inglesas en
ambas lenguas, tékénika y alikoulip; pero hay algunas palabras de las que no da
la traducción sino en una de las dos lenguas. Así, para el idioma tékénika, hay
19 omisiones sobre las 120 palabras que hemos considerado como erróneas y
estas omisiones se aplican a menudo a términos muy usuales, como negro, nube,
piedra para fuego, etc.
¿Habría que decir que la lengua tékénika o Yaghan se habría modificado
profundamente desde hace cincuenta años, por la formación de palabras nuevas
y la desaparición de términos antiguos? No podríamos admitir por nada del
mundo esta interpretación. Nos parece muy sencillo explicar de otro modo los
errores de Fitz-Roy. Hay que tomar muy en cuenta la dificultad que uno encuentra
entre los Fueguinos para tener la indicación de cualquier palabra de su lengua,
ya sea que no comprenden la pregunta que se les hace, ya sea que les dé gusto
engañar a su interlocutor.

202
Otras causas de error aparecen claramente cuando se lee con atención
la relación del viaje de Fitz-Roy. No explica cómo compuso su vocabulario: a
propósito del lenguaje de los Fueguinos del Sur, dice solamente (t. II, Cap. IX
— edición original, nde): “Sólo hemos podido registrar las palabras que indican
las cosas que les mostrábamos o que tienen en su país”. Pero todo lleva a creer
que los cuatro Fueguinos que habían llevado a Londres en 1830, luego devueltos
un año después a Tierra del Fuego, le proporcionaron sobre todo su información.
Por otro lado, tres de estos Fueguinos eran del pueblo Alikoulip (habían sido
aprendidos en las costas de las islas Gilbert). Ante la gran sorpresa de Fitz-Roy
no comprendían una sola palabra de la lengua hablada por el cuarto Fueguino,
que Fitz-Roy compró poco tiempo después por un botón (de donde le quedó el
nombre de James Button), en los alrededores de la bahía Orange y que pertenecía
a un numeroso grupo tékénika o Yaghan, del que el comandante del Beagle hizo,
erróneamente, una sub-tribu de Tékénika, con el nombre de Yapou (Yapoo). Este
James Button tenía entonces 14 años; sus compañeros alikoulip eran York Minster,
de 26 años de edad, Boat Memory 20 años y Fuegia Basket, 9 años. Es evidente
que el joven indígena tékénika debió adoptar el lenguaje de sus compañeros
para hacerse comprender por ellos y esto se deduce del hecho que después de su
regreso a su país, dos años más tarde, era incapaz de responder a sus parientes
en su lengua, que comprendía aún, pero no podía hablar. De ahí, se explican
fácilmente la mayor parte de los errores o confusiones cometidos por Fitz-Roy.
James Button debió reaprender fácilmente su lengua natal, quedándose
entre los suyos. Sin embargo, no pudo desprenderse rápidamente del recuerdo
del idioma Alikoulip; porque vemos que en 1858, interrogado por misioneros
ingleses, de las 34 palabras usuales que les proporciona, en tékénika, 3 no son
exactas e, indica los nombres de los números de 4 a 7, que no existen en esta
lengua 58.
En resumen, el estudio de los documentos que poseemos acerca del lenguaje
fueguino del archipiélago del cabo de Hornos, no nos parecen para nada resultar
de la conclusión que la lengua se haya modificado desde Weddel, en 1823, hasta
nuestros días. El Señor T. Bridges, que hemos interrogado acerca del tema en
Ouchouaya, no cree tampoco que esta lengua haya tenido cambios desde que
es un poco conocida. Admite solamente que un muy pequeño número de
palabras cayeron en desuso en una época muy alejada de nosotros: entre esos
viejos términos fueguinos estaría la palabra Entsis o Indjis, que termina todos los
nombres masculinos y que podría haber tenido antaño, el sentido de la palabra
varón, como Kipa, que significa mujer, termina actualmente todos los nombres
femeninos.
Para la lengua de los Alakalouf, vamos a presentar, en el mismo orden que
para el Yaghan, la comparación del vocabulario de Fitz-Roy con las palabras
que hemos escuchado pronunciar a una mujer alakalouf, que vivía en la bahía
Orange. La curamos ahí por largo tiempo por una artritis del codo: afirmaba que
58
The Voice of Pity for South America, vol. VI, p. 21. Londres, 1859.

203
se acordaba bien de la lengua de su país natal y los Fueguinos de la bahía Orange
parecían estar convencidos de ello.

ALIKOULIP
ESPAÑOL ALAKALOUF. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Empeine…………… Tçikouli. Acŭl’lăbe.
Tçioualifç
Brazo……………… Tŏ’quim’be.
y Kaïnebi.
You-kébé
Antebrazo………… Yŭc’căbă.
y Kér-mahi.
En-nokoué Fitz-Roy indica Te’ăcu para la
Flecha……………… An’năquă.
y Ti-ékoun. palabra tékénika.
Fitz-Roy indica Ăcon’ăsh
Collar (de hueso)… Ekoun-ach. ……
para la palabra tékénika.
Espalda…………… Toukouli. Tŭccăler’khitĕ.

Ladrar…………… Toufli-té. Stŭck’stă.


Kouf’kéhi
Canasto…………… Kă’ĕkhu o kha’ĭŏ.
y Kouch.
Cuentas de collar… I-koul. Ca’ĕcŏl.
Koupou
Vientre…………… Kŭppŭdde.
y Yé-ouaouar
Fitz-Roy indica A’fish-khă
Hongo del roble ……… If-kach. ……
para la palabra tékénika.

Pajarito………………… Taou-koul. Tŏw’quă.

You-kenaïch
Morder………………… Eck’hănĭsh.
y Yé-téome.

Negro…………………… Tafhka-aouandçi. Fcal.

Sangre…………………… Choum-bi. Shŭb’bă.

Kouche-i y
Infante…………………… Cos’hĕ.
Tçifhkachoua.
Fitz-Roy indica también
Barco…………………… Etét-li y Ouachetçi. Ăth’lĕ. Watch para la palabra
tékénika.
Ouchka-é y
Hueso…………………… Osh’kiă.
Tçélé-karh.

Arco…………………… Kirik-kéné y Yourel. Kĭrĕc’-căna.

Yatcé-é y Yél-
Niño…………………… A’ĕl’-walkh.
ouaoua.

204
ALIKOULIP
ESPAÑOL ALAKALOUF. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Ouké-aïl y
Romper………………… Ŭccă’ĭl.
Çélé-ioa.

Hermano……………… Yéri. Ar’re.

Kaïki-éle
Mariposa……………… Kikeĕŏw’l.
y Pikiòl.

Infantes………………… Pétité y Yakoara. Pătete.

Tomar…………………… Ké y Atachka. Ca.

Cadena………………… Pé-ou. Păru.

Yakaouachou Yakaouachou señala la piel


Pecho…………………… Yăca’bĭshăcŭn’nĕ.
y Ietçihor. del cuerpo.
Fitz-Roy indica también
Niño…………………… Pétité y Aïé-hém. Pătete. Yar’ham para la palabra
tékénika.

Mentón………………… Oufké-ini. Ŭf’ca.

Nube…………………… Yéléoka. Tŭl’lu.

Kaïne-béche y
Frío……………………… Kĭsbăch.
Tourré-ierrha.
Laïtakoufké
Mejilla…………………… Clit’khŏpcă
y Yélaaçil.
Yamachkoun-é,
Vengan. Yămăschun’ă.
Akoumouan

Venir…………………… Kakaouétéla. Hăbr’ĕluă.

Gritar…………………… Akalaï-pakal. Yĕlk’ĕstă.

Cortar…………………… Kapakoléïoua. Cŭp’pă.

Tos……………………… Tiachkacha ouala. Yilkĕă.

Tçélar-oua
Día……………………… Ăn’ŏquăl.
y Yé-oukoulé.
Ouaïkalénar
Muerte………………… Willăcăr’wŏnă.
y Yé-kouci.
Ouaïkalénar y
Morir…………………… Willăcăr’wŏnă.
Ouaïlakaruar.

205
ALIKOULIP
ESPAÑOL ALAKALOUF. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).

Zambullirse…………… Ialgouloulé. Sko.

Perro…………………… Tçikoul-élé. Shil’ŏkĕ.

Efkil-ëlé y
Beber…………………… Ăfkhĕl’lă.
Tçakoul-élé.
Ayékil-élé y
Pato…………………… Chaoulé Ye’keĭp.
ouf-koulélé

Patito…………………… Ouin. Wĕn.

Oreja…………………… Til-hé y Li-a-a. Tĕl’dil.

Tierra…………………… Payan-bi. Bar’be.

Este……………………… Youl-ébé. Yul’ăbă.

Huevo………………… Tétil-é-é. Lith’le.

Codo…………………… Koukouch. Yŏc’kĕ. Ayo-kouil señala la muñeca.

You-ar y
Comer………………… Lŭf’fĭsh Louf-aïch significa mascar.
Louf-aïch.

Ojo…………………… Tétel-ò. Tĕlkh.

Ceja…………………… Youpouch-té. Tĕth’liŭ.

Piedra para fuego…… Chaoua-ouar. Cath’ŏw.

Caer…………………… E-léch y Ala-çò. Ah’lăsh.

Ouf’kaï yToufkéne-
Gordo………………… Ŭf’ki.
kiou.

Padre…………………… Tétéçaou. Cha’ŭl.

Aï-aïchkarh y
Pluma………………… I-ĭsh.
Yélés-kour.
Létéshkaraourkarouré
Asustar………………… Ŭth’lĕthăl.
y Outiçélé.

Puño…………………… Your-oul. Ŭf’shĕbă.

206
ALIKOULIP
ESPAÑOL ALAKALOUF. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).

Dedo…………………… Houlé. Skŭl’lă.

Tétélé y
Fuego…………………… Tĕt’tal.
Atélakoyou.
Fitz-Roy indica Cup’ăspă
Cinco……………………. Koupachpé. ……
para la palabra tékénika.
Epoun baïn Ăp’pŭbĭn o
Pez (pequeño) …………
y Yéé-rha. Ăppŭff’ĭn.
Tafkarh y
Pescar………………… Kĕr’rĭkstă.
Taflarkarh.

Volar (to fly)…………… Ehléch. Ah’lăsh.

Flor………………………... Aïskté. Yĭk’stă.

Mosca…………………. Oui-lé-lé-lé. Tŏmăt’tŏlă.

Laïkoulkoultél
Pie……………………… Cŭt’lĭcŭlcŭl.
e Ilél.

Frente………………… Lichi y Aoualapa. Tĕl’chĕ.

Cuatro…………………. Aïtététélé. In’adaba.

Agua dulce…………… Tçaouéç. ……

Niña…………………… An-né. Ăn’nă.

Hamalafkar y
Guanaco……………… Harmaur.
Berkaham.

Ir ……………………… Ouchofh-hé. Ŭsh’kăe.

Bueno………………… La-laïf. Ly’ĭp.

Ouk-houl señala una piel


Vestido…………… Ouk-houl. Uckwul.
usada como vestimenta.
Fitz-Roy indica Owkush para
Hierba………………… Haïté-kil y Çakalif. Kĭttă’re.
la palabra tékénika.

Gris…………………… Aoukouch. ……

Grasa…………………… Kaïn. Kĭn.

Abuela………………… Kiouchaïléou. Caŭshĭllĭsh.

207
ALIKOULIP
ESPAÑOL ALAKALOUF. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).

Abuelo………………. Kaouach. Cŏwĭsh o Caŭwĭsh.

Nieta…………………… Youou Kipa. Yărrŭ Kipă.

Hierba………………… Kélé. Khall.

Cabellos……………… Yéyér. Ay’ŭ.

Mano…………………… Youkébé Yŭc’căbă.

Loukémi y Lachoukal señala el


Cabeza………………… Ŏf’chŏckă.
Lachoukal. occipucio.

Escuchar……………… Til-lach. Tĕl’lĭsh.

Pesado………………… Pél-koul. Pah’cŭl.

Colibrí………………… Emou-oué. Ămŏwa-ră.

Cadera………………… Kala-kaïstel. Col’khĭstăl.

Cerdo…………………… Tilh. Tĕthl.

Kitkaïka y
Caliente……………… Kĕt’khĭk.
Oukoulé.

Casa…………………… Hioutoul. Hŭt.

Choza………………… Aftéli-téla. Ăht.

Marido……………… Hérr. Ăr’rik.

Al-koulké
Hielo…………………… Ătkhur’shă.
y Ayé-atil.

Salto…………………… Akouli. Ah’culu.

Fitz-Roy indica Ŭt’chă para la


Alga…………………… Ou ch-ché ……
palabra tékénika.
Ouftoukouli no se emplearía
Ouftoukouli y
Matar…………………… Ŭf’tŭclă. más que para matar hablando
Out-til.
de hombres.
Péhél y
Hijo…………………….. Părăl.
Merr’aïou.

208
ALIKOULIP
ESPAÑOL ALAKALOUF. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).

Sur……………………... Oukouéoï. Ŭc’cŏay.


Aïlké y Haïchké y
Arpón………………….. Ĭhlca o Fĭshcă.
Oué-léé.
Mango del arpón……... Héaïr-hi. Aĭre.

Hablar………………..... Yéyayé-afté. Yăc’ătă.


Fitz-Roy indica Ăllŭf’shĕ
Esponja……………....... Elouf-chi. ……
para la palabra tékénika.
Er-kou y Koumm-
Estar de pie……………. Arcŏ.
herr.
Quo’unăsh o
Estrellas……………....... Kounn’ach.
Conash.
Fitz-Roy indica Gŏshe
Paja………………….…. Boch-pi. ……
para la palabra tékénika.
Lilé y Koufkété- Kĕhtla’o o
Piedra ……………….…
aou. Căth’ŏn.
Sol……………………… Leum. Lŭm.
Elékouraïk y
Salida del sol………….. Ahlăcŭr’rĭc.
Kiéndak.
Puesta de sol………….. Achi. Arshe.

Claridad del sol……..... Leum éléké. Lŭm alkă.

Nadar………………...... Laïmp-aï y Kél-i. Lĭm’pi.


Kaouéch Căŭwăsh o
Dientes………………....
(Kélaïch: encías) Car’lish.
Muslo……………......… Kout-lambé. Cŭt’lăbă.

Tres………………......… Kouf-ir. Cup’el.


Ouchkoukoun y
Pulgar…………….…… Ŭshcŭc’cŭn.
Lé.
Trueno………………..... Kiéyayah. Cayru’.
Ouchlé y Gouch-
Cansado…………......… Ŏch’lă.
hé.
Lengua……………........ Louk-aï. Lŭc’kĭn.

209
ALIKOULIP
ESPAÑOL ALAKALOUF. OBSERVACIONES.
(FITZ-ROY).
Kéf-hé y Y- E’ărŭckă o
Arbol………………...…
ékokoul. Kafs’ha.
Dos………………..…… Tilka-aou. Tĕl’keŏw.
Navío……………...…… Eloun y El’lé. A’un.
Buitre…………...........… Ekour-héghé. Ăhcŭr’rĭgă.
Caminar……………….. Hach y Ker-né. Ahsh.
Agua…………………… Chaoach. Chau’ash
Oukal-dèl y
Oeste……………........… Ŭthquăldăl.
Oupé-ouche.
Silbar……………....…… Ouf-ça-kaské. Ŭfshĕxiă.
Blanco……………..…… Ekaïf-ké. Ăkĭf’ca.
Esposa…………….…… Elouchélouka. Ashwa’llŭk.
Viento………………..… Ourouch-kèch. Hŭr’rŭquash.
Ayékalabich
Ătlărabĭsh o
Mujer………………… y Ekinech y
Ack’hănăsh.
Çiparch.
Madera (wood)..……… Achif. Ŭf’shă.
Muñeca……………… Taç-çel-labé. Ăccăl’lăbă.
Ou ou y Tach y
Si. …………………… O’o.
Alélkal-ou.

Hemos anotado, en la columna de las Observaciones, los casos en que la


palabra que Fitz-Roy había indicado erróneamente para la lengua tékénika se
encuentra, por el contrario, exacto para la palabra alakalouf. Este hecho, que se
reproduce aún para varios términos, confirma lo que hemos dicho antes acerca de
la posibilidad de una confusión cometida por Fitz-Roy entre estas dos lenguas.
Para terminar lo que tiene relación con la lengua alakalouf, mencionamos
más abajo las palabras de esta lengua que hemos registrado en Punta Arenas
(estrecho de Magallanes), en septiembre de 1883, en casa del Doctor Thomas
Fenton; Licensiated royal College Surgeons Ireland, etc.; difieren completamente
del vocabulario de Fitz-Roy así como algunas informaciones proporcionadas por
la mujer alakalouf de la bahía Orange. No hay más que un solo término común
en estas tres listas: es el de laïp, que significa bueno.
El Doctor Fenton había aprendido, en 1876, las palabras que vamos a
reproducir por parte de tres jóvenes mujeres alakalouf aprendidas en el estrecho
de Magallanes, en Crooked Reach. Dos de estas mujeres murieron en Punta

210
Arenas de tuberculosis, dos años después de su llegada; la tercera vive aún, pero
no recuerda ninguna palabra alakalouf: habla español.

ESPAÑOL. ALAKALOUF. ESPAÑOL. ALAKALOUF.

Fuego………………. Tcharkourç. Dedos……………… Darkalkhl.

Perro………………. Chalki. Lobo marino ....…… Harcaçi.

Perra………………. Chalki oualaki. Nutria…………… Laldalkaous.

Perrito……………… Chalkiki. Canoa……………… Ouayékharh’.


Pájaro carpintero
Kikikkarak. Remo…………… Al’lio.
(ave), macho………
Pájaro carpintero
Kikikoualaki. Enfermo…………… Alilki.
(ave), hembra……..
Caballo………….. Orel’lé. Lengua…………… Lékeurh’.
Botón u otro objeto
Carne………………… Yépeurh’. Ciparh’.
redondo, moneda, etc...
Hombre……………… Yp’pa.

Mujer………………… Ypa’çélis. Mucho……………. Oukéulkh.

Niño………………… Yaoul’ykaout. Canasto…………….. Talia.

Niña………………… Yaouch’ykaout. Feo…………….. Tchalabarh’.

Pie…………………… Tchou’kourrh’. Malo………………… Tchabakta.

Pierna, parte anterior.. Kath’karrh’. Lindo, bueno………. Laïp.

Muslo, fémur……… Kath. Huevo……………. Orril’.

Mano…………………. Ter’va. Pescado…………… Yaoutchilh.

Ojos………………… Délh’. Uno……………… Dakadouk.

Orejas…………… Dèlh’kooulo. Senos……………… Oyrkh’.

Cabellos…………… Térhkaoufh’. No………………… Ytkoula.

Nariz………………… Tcharikh. Sí………………… Aïalou.

Dientes…………… Çirikti. Nada……………… M’na.

Barba……………… Afouiouk’. Tos………………… A-hâ-hâ.

Palo………………… Kat. Piel de guanaco…… Oppeurkilh.

Anillos……………… Hathkoupourhkar.

211
Todas estas palabras han sido transcritas bajo el dictado del Doctor Fenton,
que las sabía de memoria y afirmaba su perfecta autenticidad. Fueron verificadas
en nuestra presencia, en Punta Arenas, por un joven Alakalouf llamado Cyrille,
de 9 años de edad, que confirmó su significado. Este niño sólo indicó sinónimos
para tres de las palabras submencionadas. Son los sinónimos siguientes:
Kaoui y Délh’kooulo : oreja.
Tcharikh y Noëlh : nariz.
Deuf y Alilki : enfermo.
Los sinónimos indicados por Cyrille están en cursivas.
Por otra parte, el joven Cyrille nos dio las palabras siguientes, que no eran
conocidas por el Doctor Fenton y que el niño parecía recordar perfectamente; le
recompensábamos sus informaciones con algunas monedas que tenían el don de
desatarle la lengua.

ESPAÑOL. ALAKALOUF. ESPAÑOL. ALAKALOUF.

Agua…………...... Kitchikouar. Muerte…………. Alguéléra.


Cabeza………….. Ourkouarh’. Uña………….….. Toskarkçe.
Lluvia………….... Okhtchikouar. Arpón…………... Ooftokçkarh.
Plumas………….. Terkarh’. Pájaros…………. Kieçka.
Boca………….….. Oftékalh. Papel…………… Taïkalka.
Cuchillo……...…. Afteuçki. Generoso……..… Çouftiorlaïp.
Madera para
Kokas.
quemar…….........

Todos estos documentos sobre la lengua alakalouf prueban quizás, por las
diferencias tan numerosas que presentan, la existencia de varios dialectos entre
los Alakalouf. Pero no pudimos observar suficientemente a estos últimos y no
afirmamos nada con respecto a esto.
Es de hecho bajo las reservas más extremas y de alguna manera en compás
de espera, que hemos presentado estos diversos vocabularios de la lengua
alakalouf.

212
2. VOCABULARIO YAGHAN.
No pudimos recopilar, en un año, los materiales de un diccionario más o menos
completo de la lengua Yaghan, pero las palabras que hemos registrado son un
número bastante grande como para que nos haya parecido ventajoso agruparlas
siguiendo divisiones metódicas. Presentaremos entonces sucesivamente,
observando tanto como sea posible el orden alfabético del francés, las palabras
del dialecto hablado en la bahía Orange y relativas: al suelo, al aire y al agua; a
la flora; a la fauna; a las partes del cuerpo; a los actos fisiológicos; a la familia; a
la habitación y a los utensilios, instrumentos, armas, adornos; a los actos de la
vida material; a los sentimientos; a los afijos, adjetivos, pronombres, adverbios,
interjecciones; terminamos con una corta lista de palabras forjadas y de palabras
extranjeras pasadas al Yaghan.

a. Palabras relativas al suelo, al aire y a la tierra.


Cabo o punta de tierra: Olighir; bahía, caleta, ensenada: Oaya.
Agua: Çima; agua dulce, agua potable: Toukala çíma; espuma del agua: Çia.
Mar: Hika; significa también húmedo, mojado; agua salada, salobre: Hikafka.
Mar alta: Tçikakou; Açéta; Yarouko; Kakana.
Mar baja: Koupouya’; Payaka; Açé o Asché y Payaka aché.
Hielo: Akila.
Grava: Achakhr; arena: Açalá; tierra: Tan.
Granizo: Kayach.
Isla: Yachka; península: Ouchtouk.
Lago: Akamaka o Akamata.
Montaña: Toulara.
Nieve: Panaka y Goupakaka.
Nubes: Aouaka.
País: Ouçi; lugar de nacimiento, país natal: Toumakou ouçi. De aquí viene
también hijo natural: Ouçi tapa.
Piedra: Ahoui; los Fueguinos llaman Louch ahoui a una pequeña piedra rodada,
de color rojizo, del grosor de un huevo de paloma, que llevarían con ellos como
una suerte de amuleto, pero solamente cuando viajan por tierra. Nombran
Cheuchi ahoui a la piedra que sirve de lastre a su línea de pesca y que no tiene
nada especial.
Playa: Payaka.
Lluvia: Atiouchka y Palaka.
Río: Ouayèn.
Estaciones: invierno, Ina; primavera, Arenan; verano, Kiçi; otoño, Anistouch.
Sol: Leum; Luna, Aouala Kipa; Venus (planeta): Yaka leumk; estrellas: Aparanikh;
arco-iris: Akaïnikh; éste sería el marido de la Luna; el Sol sería el hermano mayor
de la Luna y de Venus; arco-iris lunar: Akaïnikh ouchoualo.
Sombra de los objetos: Oualalouf y Kaoui.
Corriente de aire sobre la llama: Taouarou.

213
Llama: Ayénana.
Humo: Ouchko.
Oleaje, olas: Kappalia; ruido de las olas: Galia; ruido del oleaje: Oukara.
Cenizas (de madera): Yakouan.
Viento: Oucha e If; calma: Iélaagou; viento fuerte: Mianina; viento débil:
Yakoucha.
Los Fueguinos no tienen, propiamente dichos, términos para los puntos
cardinales; pero tienen palabras para indicar la orientación de los objetos: aquí
está la nomenclatura, en la que fuimos ayudados por las indicaciones manuscritas
y verbales del Señor Bridges:
Inga: posición al Norte; Ingou, dirección hacia el Norte; Ingakoupaï, al lado
Norte; Ingakoupaïendaouloum, del lado Norte. Viento del Norte: Inga, Ani y
Tachou.
Ita: posición al Este; Itou, dirección hacia el Este; Italoum, del Este;
Itagoupaïendaouloum, del lado Este. Viento del Este: Itan.
Ila: posición al Sur; Ilou, dirección hacia el Sur; Italoum, al lado Sur;
Ilakoupaïendaouloum, del lado Sur. Viento del Sur: Ilan o Ilarh.
Ina: posición al Oeste; Inou, dirección hacia el Oeste; Inaloum, al lado
Oeste; Inagoupaïendaouloum, del lado Oeste. Viento del Oeste: Ineloum ouchai y
Appaouch.

NOMBRES DE LOCALIDADES VECINAS DE LA BAHÍA ORANGE.


Ensenada de la Misión: Yapourtroaya; su punta Norte: Yapoutroaya olighir.
Istmo de la punta Lephay: Laprouaïnikh; islote de esta punta: Laprouaïnikh
yachta.
Ensenada de la Forge: Anisouaya.
Ensenada del agua: Ouapaoya.
Ensenada de los Patos: Ouaroutaoya; su islote: Chaouapalatourou; su punta Sur:
Tayachapounski (la palabra ski significa espalda).
Isla Burnt (de la bahía Orange): Chaombatou.
Isla de las Ovejas: Mayoala.
Isla Packsaddle: Ouchlaka.
Bahía Tékénika59: Ouchkoutaoya, Anacha, Chaouila (nombres de tres ensenadas
de esta bahía).
Cabo Webbley: Ouyaoufk.
Bahía Scotchwell: Chayèn.
Bahía Courcelle-Seneuil: Kanakouch; playa frente a esta bahía, sobre la isla
Navarino: Karougoayapa.
Isla Navarino: Ouala, Loukaoya, Oucéniaka.
Paso Murray: Yahgachaya; Yahga, señala una playa del paso Murray donde se
reunían, hace veinte años, numerosas familias indígenas, y de donde proviene el
nombre actual de los Fueguinos del Sur o Yaghan.
Seno New Year: Atdouaya.

214
Canal Beagle: Onachaga.
Isla Gordon: Lachouf.
Tierra del Fuego: Onéçin.
Isla Hoste: Ouçin (literalmente: el país por excelencia).
Falso cabo de Hornos: Oufiaroukh.
Islas Wollaston: Yachkan y Yachkouçin (literalmente: país de islas).
Isla l’Hermite: Samakanika.
Isla Hornos: Chounouchou.
El Señor Bridges (Memoria inédita) afirma que los Yaghan tienen nombres para
todos los lugares que pueden servir como lugar de habitación; cita los ejemplos
siguientes, indicando su sentido: Gamounakar: caverna-habitación; Imilouch: ocre
rojo; Choukayagou: hierba blanca; Ouayaçima: agua en la puerta; Ahopuiyagou:
piedra blanca; Lachoaya: bahía de los arrecifes; Maliatiakaïataka: lugar con raíces
colgantes, etc. Estos nombres, dice el Señor Bridges, son extremadamente
variados; se refieren a veces a un evento pasado, pero en general, están sacados
de una particularidad local. Hay por lo demás, cierto método seguido para la
denominación de las localidades: así Laïa, Laïoaya, Laïoaolighir, Laïyachka, significan:
Laïa, bahía Laïa, punta Laïa, isla Laïa; Ouala, Oualaya, Oualayachta quieren decir:
Ouala, bahía Ouala, isla Ouala.

59
En la Historia de las Navegaciones a las Tierras australes (t.II, Lib. V), “donde se trata acerca
de los medios para formar un establecimiento en las Tierras australes”, el presidente de Brosse, dice,
p. 401, que lo mejor es dejar siempre a los lugares recientemente descubiertos el nombre que llevan
en la lengua misma del país. “Solamente hay que tener cuidado” observa, “de no caer en esto en
un equívoco grosero, como los que, habiendo preguntado a los naturales de una gran península de
América el nombre de la región, a lo que los naturales les respondieron JUCATAN, que significa en
su lengua ¿qué dice usted? o no escuchamos, dieron a la península este nombre que le quedó”. – Sería
exactamente la malaventura ocurrida a Fitz-Roy cuando bautizó la bahía TÉKÉNIKA. Lovisato, que
relata este hecho (Sulla collezione etnografica, etc, estratto dal Bolletino della Socièta geografica Italiana,
septiembre 1884, p. 5) lo atribuye a King y a Fitz-Roy y, agrega que Darwin, imitando su ejemplo,
dio este nombre a los indígenas de la región; concluyó: “el Doctor Hyades cayó también en el mismo
error”. En lo que me concierne, el reproche de Lovisato no está y no podía estar fundado. Me fue fácil
constatar que, ni para la bahía Tékénika, ni para la bahía Orange, los Yaghan tenían nombre indígena:
nombran solamente las ensenadas y las puntas de estas grandes bahías. El Señor Bridges siempre me
dijo que no sabía de dónde venía el nombre de Tékénika dado por Fitz-Roy.
La explicación de Lovisato viene probablemente del misionero inglés, Señor Whaits. En todos los
casos, debía tomar en cuenta el nombre de Tékénika, puesto que es bajo este apelativo que Fitz-Roy
ha descrito a los Yaghan en su capítulo consagrado a la etnografía de los Fueguinos.
Fitz-Roy en su vol. I, mayo 1827, dice que Falkner cita, entre los habitantes del estrecho de Magallanes,
a los Yacana-Cunnees (o gente de a pie, que no tiene caballos) que, arrojados del continente por sus
poderosos vecinos, los Patagones, son ahora los Tékénika. Es el volumen consagrado al primer viaje de
la Beagle, en el que Darwin no venía. En el vol. II (segundo viaje del que participaba Darwin), Fitz-Roy
es verdad, habla mucho más a menudo de los Fueguinos del Sur bajo el nombre de Tékénika.
Darwin dice que Jemmy Button pertenecía a la tribu Tékénika, pero sin dar el más mínimo detalle
sobre esta palabra (Voyage d’un naturaliste autour du monde, trad. Barbier, p. 237), y sin volver a repetir
el mismo término en su Relato; parece de hecho confundir a los Yaghan y a los Alakalouf.
A propósito de esta palabra Tékénika, es interesante constatar que se encuentra varias veces en
una canción fueguina de la que recopilé las palabras en la bahía Orange: es entonces transformada
en Takanaka; los indígenas no le dan ningún significado (ver Mission du cap Horn, t. I, Histoire du
voyage, p. 208, nota 2).

215
b. Palabras relativas a la flora.
1. NOMBRES GENERALES.

Baya: Amaïm.
Madera, tronco de árbol: Ouarouch y Lapatakh; la madera muerta, seca, se
llama Ayèn.
Ramas, ramaje: Marana; ramitas para encender el fuego: Téloucha.
Corteza: Aïchou y Açaki.
Hoja: Anis y Açaki.
Flor: Loïmouchka.
Grano, germen: Amaghana.
Médula: Çaskin; esta palabra, que significa corazón, señala asimismo el
corazón de la madera.
Nudo: Toumapou; esta palabra, que significa muñeca, señala los nudos del
junco; los nudos de la madera se llaman Tachkourou.
Paja: Chouka; paja del país: Ouçénindé chouka.
Raíz: Choun, de donde viene la expresión Chounakar: choza hecha de raíces de
árbol; Chounayen se emplea en sentido figurado para señalar una mujer adúltera
y significa literalmente: raíz muerta, seca, que se vuelve polvo cuando se toca.
– Raíz se dice también: Mali.
Resina de los árboles: Arouna çima.

2. NOMBRES DE LAS ESPECIES.


Acæna ascendens: Anaça; sus frutos se llaman Apach.
Algas. Gigartineas: Aouna machakana.
Florídeas: Tçénia o Tinia; Payaka chamapana.
Lessonia: Chaoun; Atéçin chaoun; Atçilhs; la garra o pie de esta alga: Tanakh.
Macrocystis pyrifera: Aouch.
Ulveas: Paruri; Takaçinikh; Ara lampia chamapana.
Armeria: Aouanim; Yachama; Chanaoyété; los Fueguinos comen a veces las
raíces de esta planta.
Berberis buxifolia: Oumach.
Berberis ilicifolia: Tchélia; la misma especie, de floración tardía: Tchélia ouatchir
loïmouchka.
Champiñones.- Agárico: Aman; Pataman; Tatçighachana aman.
Otras especies: Lif; Toulara lif.
Cyttaria: Khim; Ouchouim; Aouatçigh; Açafh; estas especies de champiñón son
comestibles; la última es común en el Fagus betuloides.
Chilliotrichium amelloides: Yéya.
Drymis winteri: Ouchkoutta; sus hojas: Liouch.
Embothrium: Makou; sus vainas: Makou anèn; sus granos: Toutou anèn.
Empetrum rubrum: Kapa.
Fagus antarctica: Anis (las hojas); Patak (la madera). Con la albura de los

216
plantones jóvenes: Ourrhou; se hacen ligaduras como con el mimbre.
Forstera muscifolia: Chana lakchaoya.
Gunnera magellanica: Palakoazirh o Chana palakoazirh.
Hymenophyllum nigricans: Toukala kapa.
Juncus magellanicus: Mapi.
Lebetanthus americanus: Kapa.
Líquenes: Chamanpana.
Lomaria: Iloè milana, literalmente pluma de buitre.
Maytenus magellanicus: Ayakou. Juncus magellanicus: Mapi.
Lebetanthus americanus: Kapa.
Myzodendron: Anis taouala, literalmente cesto de hojas.
Nassauvia suaveolens: Chana bayao.
Pernettya mucronata: Gous.
Ribes magellanicus: Kapouch.
Scirpus pygmæus: Tanakh.
Senecio: Goufièn.
Verónica: Chaouaoui.

c. Palabras relativas a la fauna.


1º MAMÍFEROS.

Ballena: Ouapiça.
Perro: Yachala; Kipa yachala para la hembra; Oua yachala para el macho.
Guanaco: Mayaka o Amara.
Nutria: Ayapou y Yapou.
Lobo marino: Ama.
Lobo marino con piel: Tapara.
Rata: Ouçana.
Zorro: Tçiloer.

2º AVES.
Ave en general: Bikh. Esta palabra compuesta con otras se transforma en Bigh;
por ejemplo, nido de ave: Bighkouch (literalmente ave-nido).
Para señalar un ave muy joven y en particular las jóvenes ocas que aún sólo
tienen plumón, se emplea la palabra Pikachana: se dice por ejemplo Alakouch
pikachana, Kimoa pikachana, etc.
Para señalar a los jóvenes, se usa la palabra Aouya, la que, por contracción,
puede transformarse en Aoya; se dice por ejemplo: Choucha aoya, joven pájaro
bobo.
Acciper chilensis: Chouhchoul.
Anas cristata: Ouyèn o Ouayé.
Attagis maluina: Toularabambeul.
Bernicla magellanica: Chakouch.
Bernicla poliocephala: Kimoa.

217
Bubo magellanicus: Yapoutéla, literalmente ojo de nutria.
Cathares aura: Iloèr o Iloè.
Centrites niger: Skilouchanoa.
Ceryle stellata: Chakatakh.
Charadrius modestus: Bilich y Aouchbilikh.
Chrysomitris barbata: Tachourh; este nombre se aplica también al Phrygilus
Gayi y al P. xanthogrammus.
Cinclodes fuscus: Toularatatçigh y Tatçigh; este último nombre se aplica
igualmente al C. nigrifumosus.
Conurus smaragdinus: Kinarch.
Curœus aterrimus: Tetapou.
Diomedea exulans: Karapou.
Elainea albiceps: Pouyou.
Eudyptes pachyrhynchus: Kalaouina.
Gallinago nobilis: Tçakaoa; este nombre señala también al G. paraguiæ.
Glaucidium nanum: Lafkgouia.
Hæmatoups ater: Pilouch o Bilouch.
Hirundo Meyeni: Lazikh.
Larus dominicanus: Kiouakou; la misma especie, joven, es de color gris y se
llama Kalala.
Larus Scoresbyi: Ouilaouil y Takacha.
Milvago chimango: Yoakalia o Yaoakalia.
Muscisaxicola mentalis: Chkanakooko.
Nycticorax obscurus: Taoukh o Taouko.
Oxyurus spinicauda: Taçighachana.
Phalacrocorax brasiliensis: Yéyachah.
Phalacrocorax carunculatus: Chatoukh y Ouçanin chatouk; la palabra Chatoukh
significa abubilla o copete.
Phalacrocorax magellanicus: Alaouo; la especie con copete se llama Alaouo
chatoukh.
Picus magellanicus: Lana; el nombre de este Pájaro carpintero viene
probablemente del largo de su lengua, en fueguino Lan.
Podiceps americanus: Aouiama.
Polyborus tharus: Katela.
Prion turtur: Tataouia.
Procellaria æquinoctialis: Yakatachoulo.
Procellaria (Thalassæca) tenuirostris: Ithlaoï.
Puffinus fuliginosus: Taouçioua.
Querquedula flavirostris: Melapa.
Scytalopus magellanicus: Toutou y Toutou yakamouch.
Spheniscus magellanicus: Choucha.
Sterna hirundinacea: Tchuich.
Tachyeres (Micropterus) cinereus: Alakouch.
Tachyeres (Micropterus) patachonicus: Tachka. Esta ave presenta a veces,

218
sobre cada ala, una especie de espolón llamado Tamila.
Tænioptera pyrope: Kachpoul.
Totanus melanoleucus: Thiataka o Tayakaka.
Troglodytes hornensis: Tchilikh.
Turdus magellanicus: Akaígh o Akaçikh.
Zonotrichia canicapilla: Tçamoukh.

3º PECES.
Pez, en general: Apour.
Acanthias Lebruni: Kaïç o Kaïjis.
Agonus chiloensis: Aayakich.
Chœnichtys esox: Tçatak.
Cottoperca Rosenbergii: Yakourou.
Eleginus maclovinus: Aïmouch.
Galaxias maculatus: Ymach.
Genypterus chilensis: Ymakara.
Harpagifer bispinnis: Louftouna.
Leptonotus Blainvilleanus: Aouch apour; literalmente, pez de algas.
Lycodes latitans: Takapi.
Maurolicus parvipennis: Yoala akaçi.
Merluccius Gayi: Yapakama.
Murænolepsis ornagiensis: Yakouch lif o Yakich lif.
Myxine australis: Chkoutaouéli.
Notothenia cornucola: Tapoun.
Notothenia macrocephala: Çounna.
Notothenia sima: Ouchounaya.
Notothenia tessellata: Çiounna.
Raja brachiura: Ouçaèghia.
Scyllium chilense: Kayachaï.
Seriolella porosa: Laçarh.

4º INSECTOS, CRUSTÁCEOS, ANÉLIDOS


El nombre general de todos estos animales es Ouankara, al que se le agrega
a veces un nombre tomado del color, como verde: Ouchkalampi (por ejemplo el
Ceroglossus o Carabus suturalis), o pardo: Ouparou (por ejemplo el Macrosoma
glaciale), o del hábitat: Tan ouankara, lombriz; Atékal Ouankara, Araña de mar.
Señalaremos sin embargo las excepciones siguientes:
Oruga: Paçaoa.
Libélula: Lakchaoya.
Mosca: Ouina o Chakouch.
Mariposa diurna: Chakouk o Chakouch.
Mariposa nocturna: Oufkitatou.
Piojo de ave: Tçinikh o Tchinikh.
Piojo humano: Ouam.

219
Anchistiella Hyadesi: Yakouchlafh.
Cangrejo: Céïlaouaouina.
Lithode: Çapistaouazinikh; sus huevos: Amalèn.
Munida: Tanaoualouch.

5º MOLUSCOS, ZOOFITOS.
La palabra Tçipaola señala, en general, a las conchas de los Moluscos
comestibles; los nudibranquios se llaman Tçatçigh aouara.
Buccinnum; nassa: Anèlaora.
Calyptrée: Taouaranoukh.
Chitón: Yakaoa.
Fisurela: Oungko o Angko; Panengko.
Helix: Chaounouchpouka.
Modiolarca: Tatçi chapi y Anich chapi.
Monoceros: Atèçin paoach.
Muricide; trofón: Tanoua; Paoach.
Mytilus.- Existen varias especies de Mejillones en la bahía Orange; he aquí los
nombres más expandidos:
Arhouf, especie más común en las playas, llamada también Tçipaola arhouf; a
veces está afectada por un crustáceo parásito llamado Ouapam, cuya ingestión
originaría vómitos.
Lapa, gran especie, llamada también Alamalouh; Lapa toukaoua señala una
valva de este mejillón; se llama Lapa lakach la concha vacía, yaroumaki entera, o
ouatéki en fragmentos.
Kayaï, especie que vive a una profundidad bastante grande en las garras o
pies del alga llamadas: Tanoua lakachana.
Katçaoïn, especie que se incrusta en las garras del alga.
Lucine: Koulamachou.
Octopus: Ouka.
Patella: Aouara; especie pequeña: Pina; patella pupillata: Alakouch aouara.
Nacella: Ouchkouta ouara.
Pecten: Chapi.
Photinula violacea: Ouchpouka.
Vénus; mactra: Tachaouïn o Tachaouo.
Voluta: Oufhtan.
Esponja: Aouch toukapoun.
Medusa: Ikoufkalata.
Erizo: Akiç; sus ovarios: Apach.

d. Palabras relativas a las partes del cuerpo.


En la enumeración que va a seguir, observaremos tanto como sea posible el
orden anatómico, yendo desde la cabeza hasta los pies.
Cabellos: Ouchta; los cabellos levantados, erizados sobre la frente se llaman
Ouchkachkomilana, literalmente: plumas de la frente; cortados a lo perro y cayendo

220
sobre los ojos, se llaman: Koupoakalatékéta; la palabra calvo Çéïlapatan, sirve de
apodo.
Cejas: Ouchkachatçéla; la palabra Atçéla señala también todos los pelos cortos,
por ejemplo los pelos de lobo marino e incluso las espinas de los erizos.
Pestañas: Télatçéla, literalmente: pelos de los ojos.
Cabeza: Tacha.
Cerebro: Achkata.
Frente: Ouchkach; las arrugas de la frente se llaman Ouchkaparuri, esta
palabra sirve de apodo; la tonsura sobre la cabeza (señal de duelo) se llama
Ouchkachoulapata.
Prominencia de las cejas: Chif.
Ojo: Téla.
Nervio óptico: Télouchkoumi, literalmente: nervio del ojo.
Esclerótica: Aouïftéla; esta palabra señala también los humores del ojo.
Pupila: Amapouch; esta palabra señala también el iris.
Lágrima: Yahkih.
Nariz: Kachouch; se usa la misma palabra para señalar el pico de las aves.
Fosas nasales: Taouélikh y Taouangaça.
Moco nasal: Kachpoul y Ouchpoul.
Mejilla: Tchyïça y Kapi.
Pómulos: Tchitachka.
Pabellón de la oreja: Oufkirh.
Oreja: Oufkirh ouchtana.
Boca: Ya.
Labios: Yatatéka.
Barba: Yachoum.
Bigotes: Ouyachtiké.
Diente: Toun.
Lengua: Lan; lengua saburral: Oufhkata lan, literalmente: lengua sucia.
Saliva: Apouch.
Mentón: Ouani; significa también mandíbula.
Nuca: Djarlourh.
Cuello: Outa.
Cartílago tiroides (manzana de Adán): Tçakaouanouch; esta saliente se llama
también Anèn, palabra que señala también la piragua.
Faringe: Yaï; laringe: Kaouheul; voz: Achach.
Pecho: Kayapach y Kayétaka; este último término señala también al esternón.
La apófisis xifoides se llama Kalanouf.
Pulmones: Yapa o Ypa.
Mamas: Tapach; los senos, en el hombre, se llaman Oua tapach; la leche también
es llamada Tapach.
Corazón: Çaskin o Çeuskin; se dice también del pulso: Çaskin gamaïn.
Estómago: Chèlif; esta palabra señala también el prepucio.
Hígado: Kachtamin y Ouaya.

221
Bazo: Çatçil.
Vientre: Galia.
Intestinos: Oupakh.
Ombligo: Koupou o Koupfou.
Cordón umbilical: Tçikaya.
Útero: Amagana; esta palabra señala también el embarazo.
Ovario: Pacha; los ovarios de erizo se llaman Apach.
Vejiga: Alaouakara o Alakhouankarou; orina: Ouakour.
Hombro: Akika.
Espalda: Amaka.
Región ventral: Ski.
Región lumbar: Yapaouan y Ouchouala.
Brazo: Gamaïm o Kamaïn; esta palabra señala también todo el miembro superior
y además, el ala de las aves.
Codo: Daouila o Tamila; se dice también Toumarapou para la articulación del
codo.
Muñeca: Mapou.
Dedos: Askal; se aplica a los dedos y a los dedos del pie.
Pulgar: Ouchkakin.
Índice: Ouaïmaki.
Medio: Achououaki.
Anular: Koukachououaki.
Meñique: Aouiach.
Uña: Galouf.
Pene: Lakach.
Meato urinario: Koulangouta; sus labios se llaman Ya.
Glande: Outarana.
Testículos: Alakh y Chakaola.
Vulva: Lach.
Vagina: Ouakara; esta última palabra señala también el buche de las aves.
Muslo: Latech; esta palabra señala también la cadera.
Rodilla: Toulapour; se llama a la articulación de la rodilla: Achéndouk.
Rótula: Afchaka.
Pierna: Chikan; se llama Achtan a la porción posterior de la pierna, Daouïn a la
porción anterior.
Tobillo: Pila tangko.
Pie: Kaouia o Kaouyé; el dorso del pie se llama Laka y Lakamata; la planta del
pie: Lengki; se llama Kaouyé a los tarsos de las aves.
Talón: Kouchoun.
Dedo gordo del pie: Ouaïamoua.
Dedo pequeño del pie: Koupatçiéla y Koupachpa kaouyé.
Los tres dedos del medio de los pies: Achooua.
Esqueleto humano: Yamana atouch.
Occipital: Kamouchouana y Palanohatouch.

222
Parietal: Lamana.
Columna vertebral: Palanoa o Amaka.
Mandíbula: Içiska.
Escápula: Taouko.
Clavícula: Ouchkaoui o Machkaoué.
Costilla: Iç.
Húmero: Ambélim.
Radio: Ach.
Ulna: Gamaïm ouia y Ach gamaïm oulou kipach.
Sacro: Tçakanafkouar.
Cóccix: Ouchnoukh.
Hueso ilíaco: Latech tçakanafkouar.
Fémur: Latech atouch o Latech.
Tibia: Taouin.
Fíbula: Ach taouin.
Hueso: Atouch; se llama Atouchoun al jugo de los huesos planos y los Fueguinos
señalaban así el aceite de bacalao.
Médula: Happour.
Piel: Api; esta palabra señala también al cuerpo humano; se llama también a la
piel: Kaouarou.
Sangre: Çapa; se emplea también este término para señalar habitualmente la
menstruación.
Serosidad: Koun.
Nevo (lunar): Anachtçé.
Nervios: Chouami o Ouchouami o Ouchkoumi; este término señala también los
tendones.
Placenta: Tçakalouf.
Pelos del pubis: Alachoun.
Pus: Outçama.
Fecas: Aouina.
Hernia inguinal: Manabakouta.
Efélide: Taçikhana o Taçighana: estas pecas son comunes en la nariz, sobre todo
entre las mujeres; los puntos negros de la nariz se llaman Arha.
Estrías abdominales: Panama; se sabe que provienen de los embarazos y se
dice hablando de las estrías: Pétikini katéma, literalmente: mordidas de niño.
Verruga: Akiç mitaçana.
Pápula: Taouata.
Flegmón: Moutatou, literalmente: inflamación.
Costras: Kouçilapoutana; se señalan así las costras de las heridas, de los
abscesos.
Absceso: Tchiçak y Atchiçak; este término se aplica a los pequeños abscesos y a
los furúnculos.
Corte: Ala; esta palabra señala las heridas por instrumento cortante.
Rasguño: Tchikamou; esta palabra está compuesta con Kamou, que significa hoyo.

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Los términos que acabamos de citar, tienen el mismo significado, ya sea que
se trate del hombre o de los animales. Para éstos sin embargo, debemos anotar
algunas palabras especiales, referidas a las partes del cuerpo, además de las
que hemos mencionado en las explicaciones de las palabras anteriores. Así se
traducen:
Branquias: Tçilaoé; esta palabra señala también los helechos.
Rabadilla: Ouchnokh; trozo estimado por los indígenas.
Grasa: Ouchlamouchi y Kaï; se dicen de la grasa y del tocino de lobo marino.
Buche (de ave): Ouakara.
Aleta dorsal de pez: Amaka; aleta caudal: Ouchkoupourh; aleta abdominal: Eïao.
Esófago: Tçakaouanouch; se dice del esófago de las aves.
Piel (de los animales): Tédeça.
Plumas: Milana; esta palabra se aplica más especialmente a las grandes
plumas de las alas; las plumas pequeñas de las alas se llaman Gamaïm oufhtoukou;
las plumas pequeñas en general y el plumón: Oufhtoukou; las plumas de la cola:
Ouchpayoum, palabra que señala también a la cola en sí.

e. Palabras relativas a los actos fisiológicos.


Seguiremos aquí el orden alfabético de las palabras francesas y agregaremos
a los actos fisiológicos algunas palabras usadas para las lisiaduras o las
enfermedades.
Ladrar: Ouna, significa además: gruñir, estar descontento.
Parir: Maghou; significa también: nacer.
Sentar(se): Moutou; siéntate: Mouta ouina; sentarse cerca del fuego: Pimoutou;
sentarse en una silla se dice Makhatou; encuclillarse: Atoukaya Moutou; caminar
para ir a sentarse: Katékalachamouta; descansar sobre los pies, estando en cuclillas
o de pie: Koupatéghilmani; estar sentado y mover los pies golpeando el suelo:
Téghiloukaouko; estar acluclillado contra alguien, vientre con vientre: Kakomoutata;
estar acuclillado, sin hablar, con la cabeza apoyada en la espalda de alguien:
Taouactekh moutou; estar acuclillado, por ejemplo, en un tonel: Koutçi moutou;
estar de rodillas: Tçikaya mani.
Bostezar: Aka miatou; llorar de sueño, bostezando: Aka yahïkh.
Bajar la cabeza, abriendo los ojos: Itakounoupi alakana; cerrando los ojos:
Mankoupana alakana.
Beber: Ala; estar muy sediento: Outou tapana; mamar o chupar: Tapala; mamar
como un recién nacido: Mounpana tapala; dar de mamar: Touala; chupar por
ejemplo, un trozo de goma: Mounpanata; guardar un cuerpo duro por ejemplo
una piedra, en la boca: Toumounpana; beber, con una concha de mejillón, como
se bebería con una cuchara: Kayènpama; beber igual, con una tablilla de madera:
Lapatakhskayénbama.
Quemar, quemadura: Maola y Mostché; esta palabra se aplica a las quemaduras
producidas por la cercanía demasiado próxima a un fogón o por el contacto con
la ortiga; sirve también para señalar la uretritis.
Cantar: Tapaliçana; canta (imperativo): Tapaliçana ouina; cantar como

224
hacen los curanderos: Loïma; esta última palabra significa también divertirse
ruidosamente.
Hacer cosquillas: Kaïamaghouna.
Chasquear (Hacer) su lengua, sus dedos: Oupachou; esta palabra señala además
el acto de besar, de dar un beso, lo que de hecho los Fueguinos no practican jamás
en la vida indígena.
Guiñar los ojos: Kaouko; entornar los ojos frente al sol: Monatchès analakana.
Coito, tener relaciones sexuales: Ouchtagou (que significa también: hacer, en
general; trabajar), Ana, Çiamana, Achouna; de mala manera: Ounana; los Fueguinos
hablan bromeando de la pederastia: Tçatamana, pero no la practican jamás.
Concebir un hijo: de buena manera, si se trata de una mujer casada: Toukou o
Toukou kaïgoula; de mala manera, si se trata de una mujer soltera: Ouénana kaïgoula
y Acika ouénana.
Acostar(se) tendido sobre la espalda: Ouia; doblando los muslos sobre el
vientre y las piernas sobre los muslos: Ouchnokstamouksouagata.
Escupir: Tchilafkana; escupir con frecuencia: Ouçinghita.
Calambres (en las piernas, o en los demás miembros): Kiçaki.
Crujir (Hacer) sus articulaciones, sus dedos: Tengouçi.
Gritar: Galana o Kalana; gritar como un niño: Oukoutana; gritar juntos, muy
fuerte, para divertirse: Chapachou kalana.
Cruzar(se) de brazos: Matchikata; las piernas: Maçamani.
Defecar: Ouaïna; Ouyéna toumoutou; Trana moutou; Amana; este último término
significa también orinar con esfuerzo y poner (para las aves). Ouyéna significa
además, tener diarrea.
Dormir: Aka; Akalou; dormir acostado: Ouya; no dormir, velar: Bavakalou;
dormir acuclillado, con la cabeza apoyada en los antebrazos: Taouatéka aka.
Dolor: Çakh.
Escuchar, oír: Mara o Oumara y Toupouchou.
Esfuerzo (Hacer un): Moupéïlan.
Asustar(se): Yenghina; esta palabra significa exactamente tener un sobresalto
de miedo; tiritar de miedo: Takou; estremecerse al acercarse un peligro: Chapourou;
temblar de terror: Mayakanata; estar sobrecogido por la sorpresa o el miedo:
Hachmatçi; asustar a alguien: Chaoulatéçakou.
Entrecruzar los miembros con los del vecino, por ejemplo en una choza
atestada: Ouchouagata.
Depilar: Ouchi; esta palabra significa también desplumar (un ave).
Estornudar: Henghiça.
Estirar(se): Maoça; estirarse al levantarse: Outoupara; alargar las piernas o los
brazos: Maçana; doblar las piernas, los brazos: Mistaoulanata.
Despertar(se): Tapara.
Hambre, hambriento: Amachagou; no tener hambre, tener el estómago lleno:
Chaloupou; hincharse el estómago, el vientre: Mouchaloupou.
Cerrar los ojos: Mankoupana; mantener los ojos cerrados: Télamachaki.
Cerrar la boca: Mounpanata; la boca o un ojo con la mano: Ouïachata.

225
Golpear sus puños uno contra el otro: Touakoumarou; golpear sus manos, una
contra la otra, con la palma: Akoupachou.
Friccionar(se): Ouanachou; se dice también de una madre que, soplando en su
mano, amasa suavemente a su recién nacido; frotar secando: Toutiachka; frotarse
las manos: Ouaka y Matiacha; frotarse la piel: Matoutiaka.
Gemir: Ghaïmana.
Rascar(se); rascar un objeto cualquiera: Amya.
Muecas (Hacer): Moutçiçana.
Trepar a un árbol, ayudándose de manos y pies: Lachtékata y Malakata.
Gruñir: Oulou toutamaya.
Hipo: Anakoula o Akanakoula; Kanékola; esta última palabra significa también
eruptar.
Inmóvil (Quedarse): Katékita oumani; la palabra Mani sirve para expresar el
verbo ser/estar.
Lamer: Oualampina; se dice, por ejemplo, de un perro lamiendo la cara.
Levantar(se): Kamoutou y Kamani; levántate: Kamata ouina y Kamana
ouina; levantar la cabeza, mirando: Ouakanoupi alakana; con los ojos cerrados:
Mankoupamani.
Mascar: Iça; Kouça; Youa; este último término significa también morder, como
el perro; mostrar los dientes se dice: Youata.
Enfermo, enfermedad: Makaïnikh; Arhougata; migraña: Laroukaya y Lagapiçik;
dolor de garganta: Outaçakh.
Comer: Atéma; abrir la boca: Miatou; abra la boca: Miatou-ouina; tragar:
Ouchkourou; comer mariscos: Gouma; comer erizos, huevos u otra cosa que haya
que romper: Oualo.
Caminar: Aïna; pasearse caminando: Méniaïna; arrastrarse, reptar por ejemplo
como un niño en el suelo: Moutama.
Casar(se): Tougho.
Masturbar(se): Toualakini; si el acto concierne a la mujer: Tamoukamoulou; estar
en erección: Alaki; eyacular: Alakitatou.
Menstruación: Ouiélikhs; Çapa; tener su menstruación: Tourou y Toury.
Sonar(se), con los dedos: Açékoulata; sorbiendo: Tachtapaona.
Morir: Apana; esta palabra significa también estar muy enfermo; desmayarse:
Apoungamata; Yaka apana; solobo marinorse, por ejemplo, ahogándose: Atéçi.
Nadar: Mouathourou; Mouanara; Kouchoufh; nadar, como el perro: Akouiayé.
Hablar: Koutana; hablar bajo, al oído: Yapamakou; conversar: Yapimata; decir,
contar, repetir, mostrar, indicar: Yakga o Yagaïa.
Pellizcar: Takouçama.
Llorar: Ara.
Sumergirse: Ataçiou; hundirse hasta el fondo del agua: Ghouléni; estas dos
palabras significan más bien: sumergirse bajo el agua. Las mujeres que, solamente
saben nadar, no se sumergen por sí mismas: sus compañeras de natación deben
apoyarse en sus hombros para hacerlas desaparecer bajo el agua.

226
Prurito: Amakou; significa también erupción, cosquillear, sudar, desear el
coito.
Mirar: Alakana; reflejar(se): Talakana; mirar a la derecha: Ouchkachalakoumani;
mirar a la izquierda: Inkoalakoumani; mirar a derecha e izquierda: Talagountéli;
mirar alrededor suyo: Kamalakana; abrir grandes los ojos: Télagountoupaona;
torcer los ojos hacia adentro o afuera: Oulaochalakana; apuntar (con ambos ojos
abiertos): Tchama alakana; fruncir el cejo: Mouarouna; mirar con ternura: Oukalana;
esta palabra significa también acariciar a una mujer, a un perro; mirar de soslayo:
Miakouma; mirar a través de una rendija: Alakoumani.
Moverse, agitarse: Kaïouagata.
Respirar: Achata; respirar fuerte por la boca, durmiendo: Achapana.
Soñar: Choukalou; pesadilla: Aouagatouf.
Reír: Tachta.
Roncar: Pourou; ronronear: Outoucha.
Enrojecer, de vergüenza: Ounouçi çapanata; rubor de las mejillas, por influencia
de una emoción, de vergüenza: Kapi çapa.
Rodar(se) como un perro en la arena: Toumouaka.
Saltar, sobre ambos pies: Oukayako; saltar en un pie: Kagatliakana; saltar
golpeando el suelo con los pies: Teghiloutoucha (por ejemplo, para aplanar el piso
interior de una choza).
Silbar: Oulafki; silbar, soplando, por ejemplo, en el hoyo de una fisurella:
Oumakou.
Soplar, por ejemplo, sobre el fuego para encenderlo, sobre un manjar para
enfriarlo: Loupou; sopla (imperativo): Loupouthroïna; soplar, por ejemplo, sobre
una llama para apagarla: Toukouïéna.
Sufrir: Çaghana; sufrir de los riñones: Machagana.
Sudar: Akoula; Mouachou; esta última palabra significa además, estar
encorvado.
Extender la mano: Oulina.
Sacar la lengua: Lan oulouchana; pasar la lengua entre los dientes y los labios,
o las mejillas: Lanoulououchtéla y Kayamoulanhouchou; girar la lengua poniéndola
de canto en la boca: Lan oulouani; levantar la lengua apoyando su punta en la
superficie interna de los incisivos superiores: Atçigata.
Girar, sobre sí mismo: Aolamachkata o Aouélamachkata.
Toser: Miagaça; Mouli.
Temblar (de frío): Kakolapounata y Aouko.
Orinar: Ouakour.
Vivir: Yamanaçinaakin; estar bien, en buena salud: Yamana.
Ver: Téki y Alakana téki: la palabra Alakana, sola, significa mirar; buscar algo:
Tatalakana.
Volar, como un ave: Mighou.
Vomitar: Amaya, esta palabra significa también estar mareado; Larouka: tener
nauseas.

227
f. Palabras relativas a la familia.
Hombre: Oua; mujer: Kipa; las personas, los hombres en general: Yamana.
Viudo u hombre soltero: Choupounoua.
Mujer soltera: Paouatoukouaki.
Mujer viuda: Choupoun Kipa.
Huérfano (de padre y madre): Aroukouaki y Arougo, que significa también hijo
natural.
Niño (de pecho): Pikinini; los salvajes de Nueva Caledonia y de las Nuevas
Hébrideas emplean también esta expresión para señalar a los niños 60.
Infante (niño): Kaïgouala o Kaïouala; infante (niña): Kipa kaïouala.
Jovencita, niñita: Choukani Kipa.
Jovencito: Oualéoua; niñito: Yaka oualéoua; niño grande: Oulou oualéoua.
Esposos: Matoukou, esta palabra señala al marido y la mujer; esposo o esposa
se dice: Toukou.
Padre: Ymou.
Madre: Dabi. No constatamos entre los niños fueguinos ninguna palabra
especial para papá y para mamá; sin embargo el Señor Bridges nos ha dicho
que ellos conocían y empleaban a veces la expresión mamma dirigiéndose a su
madre.
Hijo: Makou y Maghou.
Hija: Maa Kipa.
Hermano mayor: Oalèn.
Hermano menor: Aoua makouçin y Achoua.
Hermana mayor: Ouaï Kipa.
Hermana menor: Makous Kipa.
Primo: Darchinaka y Darounaka.
Prima: Darchinaka Kipa y Darounaka Kipa.
Tío: Inadaroua, cuando es hermano del padre; Ymanan, cuando es hermano de
la madre.
Tía: Damapou, cuando es hermana del padre; Yaka dabéén, cuando es hermana
de la madre.
Sobrino: Yamana makou, cuando es hijo del hermano; Ouartrou, cuando es hijo
de la hermana.
Sobrina: Yamana maa Kipa, cuando es hija del hermano; Kipartrou, cuando es
hija de la hermana.
Hijo de otra cama: Toumagou kaïouala. La palabra Kaïouala señala todo hijo
macho; Kipa kaïouala, toda hija femenina.
Hija de otra cama: Toumagou ini.
Cuñado: Aloum.
Cuñada: Kipa aloum.
Suegro: Méçagou.
Suegra: Méçaa Kipa.

60
L. MONCELON. Conférence à la Société française des Colonies, 3 de diciembre de 1885.

228
Padrastro: Toumagou daroua.
Madrastra: Toumagou dara Kipa y Toumaya Kipa.
Parientes por alianza: Toukou tourou.

g. Palabras relativas a la habitación y a los utensilios, herramientas,


armas, adornos.
Arco: Ouayana y Ounna: la cuerda está representada por una tira de piel de
lobo marino o por una trenza en nervio de ballena; se le llama Chali. Tanto los
arcos, como las flechas, están hechos generalmente en madera de Maytenus:
Ayakou (Pl. XXII, fig. 3 y 5).
Remo o pagaya: Api (Pl. XXIII, fig. 2)
Los remos ordinarios, empleados por las mujeres, se denominan Kipa api; los
pequeños, que usan las niñitas, se llaman Choukani Kipa api.
Venda de la frente para los curanderos: Yakamouch ouchka; la palabra Ouchka
sirve para señalar de manera general todo objeto de adorno o de vestido. Esta
banda está hecha con piel de Bernicla antarctica, adornada con sus plumas:
Chakouch pakkal.
Otra venda para la frente, más usada, es el plumón de gaviota: Kalaka
oufhtoukou; se le llama Apaouara; las pequeñas plumas de este plumón están
fijadas por medio de una trenza fina: Açina (Pl. XXVI, fig. 2).
Brazalete: Tamouanoumaka o Toumoanomaka, llevado por las mujeres
inmediatamente sobre el tobillo; es de piel de guanaco: Mayaka tamouanoumaka,
o de piel de lobo marino: Ama tamouanoumaka. Estos brazaletes están apretados
contra la piel; las mujeres no usan jamás más de uno en cada miembro (Pl. XXVI,
fig. 1).
Cincel de concha: Galouf tououana. Galouf es el nombre de una valva de mejillón
de gran tamaño, tallada y afilada en el extremo, luego fijada con una tira de cuero
de lobo marino a una piedra que sirve como mango; tououana significa amarrado
(Pl. XXIV, fig. 14). Este cincel es el instrumento que los Fueguinos han utilizado
en todos los tiempos y que emplean frecuentemente aún, para cortar las cortezas,
abatir árboles y tallar los arpones.
Cincel de fierro: Toukalapana; su mango es de madera: Kioua; la amarra:
Iamaçeta, del cincel en el mango, está hecha con una tira de piel de lobo marino:
Tamouta am’ouara o Ama tamouta. Es el cincel moderno, hecho con un trozo de
hierro: Çoa, generalmente una hoja de cepillo, engastada en un trozo de madera:
Choupaya ouarouch, fijado a una piedra que sirve de mango: Aoui taouana (Pl.
XXIV, fig. 13).
Cuña de hueso: Ila (Pl. XXIV, fig. 9). Esta herramienta, de hueso de ballena, es
utilizada en ciertos casos, por ejemplo para rajar las fisgas de cuatro dientes.
Collar trenzado: Oupakh’ouana; este tipo de collar está trenzado en fibras de
intestino de lobo marino joven; Aouia ama; en el centro; Itakoun, hay una fina trenza
Açima, en nervio de ballena, la que forma también la trenza doble del extremo
de las filas del collar; la amarra: Yamacéta del collar es una trenza en tendón de
ballena. Este collar es usado solamente por las mujeres: Kipa tapan makou.

229
Otra especie de collar está constituida por varias vueltas de trenza: Açina,
llevados en el cuello (Pl. XXIV, fig. 13); a este collar se colgaba a veces una
cuenta de vidrio de la Misión francesa, cuenta que los Fueguinos llamaban Frenz
palalaçirth.
Collar de hueso: Hach; está hecho generalmente con el radio del cormorán:
Achaki ouçanim hatouch, cortado en rodajas hiladas en una trenza: Açina; una
ligadura de cabellos: Ouchta yamacéta, o de nervio de ballena, sirve para unir una
con otra los dos extremos del collar (Pl. XXV, fig. 5).
Collar de conchas: Ouchpouka (Pl. XXVI, fig. 4): esta palabra señala también la
Photinula violacea, cuyas conchas constituyen el collar; los hoyos: Koumou, de las
conchas se obtienen desgastándolas en una piedra; se hilan luego en una trenza:
Açina, de nervio de ballena.
Cuchillo: Ouila. Sirve para cortar las cortezas para la piragua, o más
exactamente, para trazar, en las cortezas, como un punzón, la curva según la que
se deberán cortar. Los Fueguinos no tienen una herramienta indígena análoga
a nuestro cuchillo; lo reemplazan por el cincel de concha o de fierro, cuando
pueden procurarse este último.
Descortezador: Çanagaïm y Takoula; es de madera de Berberis y sirve para
desprender las cortezas de árbol destinadas a la confección de las piraguas u
otros objetos.
Descortezar un trozo de madera, desprendiendo la corteza con los dientes, se
dice: Ylapata.
Pintura facial: hay de tres tipos; el blanco se obtiene con la arcilla: Toumarapou;
el rojo con el ocre: Ymi; el negro con el carbón de madera: Yapouchlakh.
Iamba (o Iampa) toumaroupou: mascar la arcilla, para diluirla con la saliva.
Koutanana: Hacer puntos blancos en la cara con arcilla y un punzón o espátula
de madera, llamado: Akita lapatakh o Kioua (Pl. XIV).
Oupaça kouna: trazar rayas horizontales, bordeando los puntos.
Kinakhtéka y Takoutanana: trazar rayas transversales en la cara, por ejemplo
con carbón.
Toualouchana y Touachalouchana: embadurnar la cara de rojo con polvo de ocre.
Yapouchtoumougouta: embadurnar la cara de negro con carbón.
Aïéna: hacer rayas rojas verticales, en la cara, con ocre.
Itakoupouana: trazar, en la cara, una raya horizontal, pasando bajo las fosas
nasales, con una mezcla de ocre, de carbón y de aceite.
Flecha: Ayako; la punta es de hueso de ballena y se llama: Inikh e Iakouch; esta
última palabra significa también dolor lancinante. Se nombra Yao o Eyoun a las
barbas de la flecha; Milana a las plumas de estas barbas; son plumas de cormorán:
Ouçanim (Pl. XXII, fig. 5).
La punta es fijada a la flecha con una ligadura: Ouana, en nervio de ballena.
El astil de la flecha es de madera de Maytenus: Ayakou.
Estas flechas son muy poco utilizadas en la bahía Orange; los Fueguinos dicen
que les sirven a veces para matar aves.
Tallar puntas de flecha se dice: Akana.

230
Fisga de dos dientes: Kalana; su mango: Chaya es de madera de roble: Choupaya
ouarouch; la fisga en sí es de madera de Berberis, Tçélia; su ligadura: Toumouta, en
el mango, es de una tira de piel de lobo marino: Am’ouara. Esta fisga sirve para
recolectar los chitones y las patellas; esta operación se llama: Aouara tçikalana (Pl.
XXII, fig. 3).
La fisga se raja en dos: Oumiatou, en su extremo. Se atan con junco dos
ramas de la fisga en su origen, para mantenerlas apartadas; es lo que se llama:
Tialouchtéka.
Fisga u horqueta de cuatro dientes: Çita o Tchita, en madera de Berberis;
amarrada; Tamouta o Taouana, con una tira de piel de lobo marino en el mango:
Akamouch o Chaya, en madera de Fagus betuloides: Ouarcouch chapaya. Sirve para
arponear erizos. Se le llama Tchélia chita cuando está hecha de madera de Berberis
y Liouch tchita cuando está fabricada en madera de Drymis (Pl. XXIV, fig. 4).
La ligadura que mantiene unidos los dientes de la horqueta, cuando no se está
usando, es de piel de lobo marino y se llama Tialachtaka.
Honda: Ouataoua o Ouatéoua; la bolsa es de piel de guanaco, de nutria o de
lobo marino; los cordones, en trenza: Tabim, de nervio de ballena o en tira de
piel de lobo marino (Pl. XXII, fig. 14). El abultamiento de cada extremo libre del
cordón se llama Kouffou o Kouppou y a veces Toutéçilana. Los Fueguinos ponen
una piedra en la bolsa de la honda; luego, sujetando los dos extremos de los
cordones en la mano derecha con el brazo extendido, hacen describir a la honda,
en sentido vertical, dos o tres movimientos de rotación rápida. Generalmente
los hombres llevan una honda alrededor de la cabeza o alrededor del cuello (Pl.
XXII, fig. 16 y 17).
Guante de trabajo: Machaloupina o Machalapina en piel de guanaco: Amara
tédéça, con una amarra de piel de lobo marino: Ama tamouta, o de junco: Mapi
yamacéta. Este guante es un accesorio de trabajo, bastante poco utilizado por lo
demás. Se le usa: Touatoumatcé, en los tres últimos dedos de la mano derecha, con
el lado de la piel apoyado en la cara dorsal de la región metacarpiana, dejando
los dedos libres para manipular el formón o el cuchillo con el que los Fueguinos
tallan: Atiçi, los mangos del arpón (Pl. XXIV, fig. 10).
Arpón con una entalladura (monodentado, nde): Aoya; la punta se llama
también Inekh o Inhikh, cuando es pequeña; el mango: Kachouma o Chaya; el largo
de los mangos que hemos medido era de 2m,56 (Pl. XXIII, fig. 6 y 7).
La ligadura en tira de piel de lobo marino, que sujeta la punta al mango
se llama Tamouta. El mango es generalmente de madera de Fagus betuloides:
Chaouaya aouarouch; los más bellos son de madera de Drymis: Ouchkoutta, tallada:
Atiçi, en forma de prisma de ocho a diez paños. A veces, una especie pequeña de
estos arpones se fabrica con una costilla de lobo marino: Am’iç.
La punta de este arpón es móvil en el mango: el acto de fijarla en la muesca
del mango se dice Taya (cerrar el arpón), desprender la punta del mango se dice
Atouilata (abrir el arpón).
Cuando el mango es pequeño: Yaka kachouma; se le llama habitualmente
Akamouch.

231
Arpón de dientes de sierra: Chouchaoya; generalmente hecho de hueso de
ballena: Ouapiça hatouch; las muescas de la base se llaman Akacha; los dientes
del arpón: Toun. Tiene un largo mango de madera: Ouarouch kachouma o Chaya,
en el que está fijado con una ligadura: Taouara ouana, en trenza: Tapi o tabim,
de nervio de ballena. La extremidad engastada en la punta se llama Kachouch,
o nariz; la punta se llama a veces Ouchtanimana. La punta es fijada al mango,
sin poder separarse (Pl. XXIII, fig. 5); el acto de fijarla así, por medio de una
ligadura ayudándose con la quijada, se dice Taouarougaoutaouana (Pl. II). Los
arpones de este tipo, más pequeños, para la caza de las aves se llaman Toukou;
para albatros: Karapou toukou; para pingüinos: Choucha toukou; tienen a veces dos
puntas acopladas y se llaman entonces: Amba toukou.
Arpón de dientes de sierra, en madera de Maytenus: Ayakou ouchaoya.
Arpón de madera, con una entalladura: Ayakou ouchaoya.
Arpón de madera, en forma de fierro de lanza, con dos entalladuras: Ayakou
inikhcompaï achagou. (la fig. 2 Pl. XXIV representa un arpón de esta forma, en
hueso). Arpón de madera, con dientes de sierra en ambos bordes: Ayakou
chouchaoya compaï achagou.
Choza: Akar; hacer, construir una choza: Akar ilana; cubrir una choza:
Tiachkaya; cerrar, tapar los hoyos de una choza: Tçiarou; cubrir, por dentro, las
paredes de una choza con viejas cortezas de piragua: Louka tçiarou; incendiar
una choza, accidentalmente: Akar takkata. El lugar donde se hace el fuego en las
chozas se llama Louchoua; de ahí viene el nombre Ouçilouchoua, país de aspecto
rojizo. Montón de conchas vacías frente a una choza: Akar lakach. Manojos de paja
para apoyar la espalda, el asiento, en las chozas: Skimouchouka. Placas de tierra o
de musgo para cubrir las chozas: Tilana.
Tiras: Tamouta. Tira en cuero de lobo marino: Ouara; su extremo ancho:
Choun; su extremo aguzado: Gouf; enrollar la tira; Outçinkaouarana; mascarla para
ablandarla: Youa; alargarla tirando con ambas manos: Gouça; estirarla con uno de
sus extremos estando fijo en un punto de apoyo: Moupeïlan; cortar la piel de lobo
marino en circuito para hacer una tira: Kara.
Se llama además a la tira: Ouakacha; sirve para todas las amarras; las ligaduras
de arpón, etc.
Otro tipo de tira, más corta, se llama Moun; está hecha también de cuero de
lobo marino.
Línea de pesca: Apour touarana y Apour tala; existen dos tipos. La más utilizada
está hecha por una larga rama de alga (Macrocystis pyrifera): Aouch tafkoa, con
un lazo: Ouflachana, para fijar el cebo. Este lazo, llamado también Oufh por
abreviación, está hecho con una hebra de pluma de ave o una simple brizna de
junco. El nudo que fija el cebo se llama Toukouliné. La piedra que sirve de lastre
se llama Cheuchi (Pl. XXIV, fig. 6).
La otra especie de línea llamada Tabim, Tabi o Tapi es una trenza en nervio o
tendón de ballena: Ouapiça ouchouami (Pl. XXIV, fig. 5).
Los Fueguinos pescan, muy rara vez, con una línea enmangada, que llaman
Tamakourh.

232
Red: Tçaouanouch.
Se llama así a un tipo de cesto trenzado groseramente con junco y en corteza
de Maytenus: Aïkouch; puede servir para atrapar pequeños peces, pero sólo se
usa excepcionalmente.
Cesto: Kaïdjim. Esta palabra señala los cestos de puntos sueltos, trenzados en
junco: Mapiendé yaténa, provistos de un círculo: Taouata o Touyatatou, en su parte
superior (Pl. XXIV, fig. 7 y 8).
Estos cestos están habitualmente provistos de un asa de junco trenzado; a
veces esta asa tiene tres ramas, se le llama entonces: Matèn tçikayamoucha.
Se llama Amapachana al trenzado de junco alrededor del círculo superior y
Yaténa al trenzado del cuerpo del canasto.
La palabra: Taouala señala el cesto de puntos cerrados, trenzado: Yaténa, en
junco: El asa del cesto, llamada Tamouta, se hace de tira de piel de lobo marino; se
llama Tçikachangamata o Tçikayamacha, cuando es una simple trenza de junco, sin
orejas (Pl. XXV, fig. 1 y 2).
Los dos hoyos donde se fija esta trenza y que son en cierta manera las orejas,
se llaman Ankina o Inkina; el hoyo del fondo del cesto: Tçatamana; se llama Iatéka
a las tres briznas de junco que sirven para trenzar el cesto.
El círculo de madera que mantiene abierta la boca superior se llama Kachouna.
Peine: Ouchtanim. Es un trozo de mandíbula de tonina: Çaouiétanoukh toun y
Caouianoch toun (Pl. XXV, fig. 11).
Sirve para peinar: Akitéma, el cabello; peinarse a sí mismo: Makitéma.
Además, los Fueguinos, sobre todo las mujeres, tienen la costumbre de untar:
Toumachou y Tachou, los cabellos con aceite de lobo marino: Amakhoun.
La mandíbula de nutria sirve también de peine; se le llama Ayapou lamana o
Ayapou toun, diciéndose nutria Ayapou o Yapou.
Trampas o lazos: Ouflachana, en barbas de ballena: Ouapiça tach, amarrados:
Yamacéta, unos a otros por una fuerte trenza: Tabim, en nervio de ballena o por
una tira de piel de lobo marino: Ama ouara (Pl. XXII, fig. 12 y 13).
Un juego de lazos así reunido se llama Oufhka, palabra que significa también
cerrar los lazos, recogerlos. Se usa esta trampa para atrapar aves grandes; el acto
de tender las trampas se llama Téka (Pl. XXII, fig. 12 y 13).
Piedra para fuego: Içouali; los Fueguinos obtienen habitualmente el fuego
chocando una contra la otra dos de estas piedras de grosor desigual; dicen que
es una pareja: Matoukou, en la que la piedra más grande sería el macho: Oua y la
más pequeña, la hembra: Kipa.
Içouali significa también chocar las dos piedras una contra la otra para sacar
chispas. Se recibe la chispa: Akiçi, sobre plumón: Oufhtoukou, de ave, que se conserva
a menudo bajo forma de pelota en la membrana de una pata: Kalaka, de albatros.
Pinza para fuego: Lakka; es un trozo de madera de Berberis: Tçélia, rajado:
Ouparou, en su extremo y destinado a tomar los carbones u otros objetos sin
quemarse.
La acción de usar esta pinza se llama Tambatta o Ambatta y esta palabra sirve
a menudo para señalar la pinza en sí.

233
Se veían varios de estos aparatos en todas las chozas, a nuestra llegada a la
bahía Orange; pero seis meses después habían casi completamente desaparecido,
sin que hubiésemos tenido explicación ante este hecho.
Piragua: Anèn. El tipo común en uso en la bahía Orange es en corteza de
Fagus betuloides (Ouarouch ouchpaya) y tiene una duración máxima de seis
meses.
Esta piragua debe contener, como carga habitual, a 7 personas de las cuales
3 son niños, uno de ellos siendo llevado en la espalda o sostenido en el seno
de su madre. No hay lugar especialmente destinado ya sea a los hombres, ya
sea a las mujeres, ya sea a los niños. Los pasajeros se reparten por par en cada
uno de los tres compartimentos del medio (Pl. XXIII, fig. 1). Habitualmente, la
piragua es conducida con dos pagayas, maniobradas cada una por una mujer en
el compartimento más grande del medio. Cuando el tiempo está malo, o cuando
se necesita ir rápido, se usan cuatro remos o pagayas, de los que se sostienen dos
en el segundo mayor compartimento del medio. Excepcionalmente, se recurre a
un quinto remo.
El fuego: Pouchaki y Ayèn (esta última palabra señalando especialmente la
madera para quemar) es siempre escrupulosamente alimentado en una piragua
desde que deja la playa. Se hace sobre una placa: Aff, de tierra, colocada en el
fondo de la embarcación; para alimentarlo, se usa invariablemente madera
muerta, seca, de la que se guarda una provisión sobre la borda, en uno de los
extremos de la piragua.
La piragua es el objeto más precioso de todo el mobiliario fueguino, primero
por los servicios que proporciona, luego por la dificultad de fabricarla, sobre todo
en ciertas estaciones, principalmente en invierno, cuando es imposible procurarse
la corteza necesaria para su construcción.
Cuando los Fueguinos desembarcan para pasar la noche en alguna parte, su
primer cuidado es poner su piragua en seguridad jalándola, sobre un lecho de
algas, sobre la línea de las altas mareas; para amarrarla cuando están pescando,
por ejemplo, usan simplemente tallos de alga (Macrocystis) que están sólidamente
agarradas al fondo y de las que amarran el extremo flotante en la parte de adelante
de la piragua.
Amtza: corteza que forma el revestimiento lateral.
Ouitéka: baus o barrotes que unen transversalmente la piragua, en madera de
Maytenus: Lapatach ayakou.
Tétaka: hemi-cilindros de corteza sobre las bordas de la parte media.
Ymaça: ligaduras de los baus en las bordas.
Aïkouch: semi-círculos en madera de Drymis, yuxtapuestos, que forman la
membradura.
Louka: placas de corteza del fondo de la piragua, al interior.
Toumakaya: punta de la piragua, en cada extremo.
Tçiétakanana: lazo que fija la punta de la piragua al bau de cada extremo.
Tçiachagou: costuras verticales de las placas de corteza que forman el
revestimiento exterior.

234
Mamma: costuras horizontales de estas placas de corteza.
Ithlakh: placa de corteza que forma el fondo exterior de la piragua.
Ouka: costura longitudinal exterior que separa el Amtza del Ithlakh.
Lantçinikh: placa de corteza que forma las dos puntas de la piragua.
Ourrhou: nombre de todas las ligaduras, salvo aquellas que están hechas
accidentalmente con tiras de cuero de lobo marino (Am’ouara).
Tchilanana: achicador mediano para recolectar el agua al interior y en el fondo
de la piragua.
Akachou: entalladuras en los extremos de las Ouitéka.
Ouchoun: calafateo de las uniones con hojas apisonadas.
Kachou: listones longitudinales en las bordas, bajo el Amtza.
Kachouna: ligaduras de estos listones, para fijarlos a la corteza.
Tchikachpéina: listones longitudinales que forran el interior de la piragua bajo
las Louka.
Tan: tierra común que sirve para calafatear la corteza bajo los primeros
Aïkouch, al lado del Ouchoun.
Reparar una piragua se dice: Anèn téghilé, calafatearla: Taki y Toupakona.
Hacer una piragua: Ouchtagouïn anèn, Tckachana anèn y Lapou; este último
término significa también: hacer un camino bajo el bosque.
Hacer un camino para la piragua: Ouana; este camino, de una choza al mar, se
denomina: Oua; camino de piragua en general: Ouanan.
Subir, jalar una piragua en la playa: Kouçata (o Koucatéka) anèn.
Llevar, poner en el agua una piragua: Kouánou y Ouanourou.
Vaciar el agua de una piragua, con el jarro de corteza: Tiéndakou.
Desprender la corteza de Fagus betuloides para construir una piragua:
Tiafhçékana.
Ennegrecer, embadurnar con carbón de madera diluido con saliva, los lazos
de barbas de ballena que reúnen las cortezas de la piragua: Touilampina.
Plato: Lapa toukama; se dice de una valva de concha de un gran mejillón, en la
que se puede hacer fundir la grasa, etc. (Pl. XXIV, fig. 11 y 12).
El plato constituido por la valva de otra especie de gran mejillón se llama
Galouf toukama.
La palabra Toukama sola, señala el plato; es una valva más profunda que el
Galouf que es, en general, bastante plano. Esta última concha se usa a veces como
collar, con cuatro conchas perforadas e hiladas en una trenza: Açina, de intestinos
de lobo marino.
Punzón en hueso de cormorán: Ami ouçanim Atouch. Este punzón: Ami,
sirve para trenzar los cestos (Pl. XXV, fig. 7); cuando no se usa, se introduce:
Touatoumatçé, en una vaina o un rollo: Ouana, de junco: Mapi, para proteger su
punta (Pl. XXV, fig. 8). Puede estar hecho de hueso de ganso salvaje: Alakouch
ambélim gamaïm; en húmero de cormorán: Ambélim alaouo, o en radio de la misma
ave: Gamaïm alaouo.
Hay también punzones de madera para trenzar los cestos: Kaïdjim; se llaman
Ami lapatakh.

235
Se llama Kioua un simple trozo de madera groseramente tallado para servir
como espátula o como punzón con el fin de aplicar las pinturas.
Raspadura de madera de Berberis. Tçélia tchilach. Esta raspadura: Tchilach,
preparada recientemente, sirve como esponja o como toalla para limpiar la cara o
las manos; como tampón para aplicar polvo de ocre sobre la cara, etc.
Saco hecho con la tráquea de la lobo marino: Ama yaï, o Ama outa, o Tapara
yaï.
Este saco contiene generalmente ocre en polvo y una o varias piedras para
fuego; está abierto en uno de sus extremos y enrollado sobre sí mismo para no
dejar escapar su contenido. Este tipo de saco parece reservado más especialmente
a las mujeres y la especie llamada Minouch, a los hombres.
Otro tipo de saco, destinado también para conservar polvo de ocre, está hecho
con una vejiga de lobo marino: Amala ouakara.
Saco para aceite: Alakouch ouakara; está hecho con un buche de oca: Alakouch y
sirve para contener el aceite de lobo marino: Amakhoun.
Los Fueguinos fabrican también un saco con el estómago de la lobo marino:
Ama chélif, cerrado en un extremo con un lazo de junco: Mapi iamacéta y destinado
a contener el aceite de ballena: Ouapiça koun istoukoupi.
Un saco llamado Minouch, hecho de piel de pingüino, Choucha, o, más a
menudo, de piel de lobo marino: Ama tedeça, sirve a los Fueguinos para llevar
objetos pequeños, que pueden no tener nada de especial: puntas de arpón,
cuchillo, herramientas, etc.
Saco de curandero: Yamakouch oumoulouf; es generalmente de piel: Mayaka
tedeça, cosido: Oumaka, en Am’ouara y Tach. Los que hemos inspeccionado
contenían 5 vendas para la frente: Yamakouch ouchka, de plumas de ganso: Oua
chakouch, 1 piedra para fuego: Içouali, 1 bloque de arcilla blanca: Toumaroupou, 1
paquete de raspaduras de madera de Berberis: Tçélis tchilach.
Balde: Toukou, está hecho generalmente de corteza: Aïchou, de Maytenus:
Ayakou. Está cosido: Oumaka, con barba de ballena: Tach y con la albura: Ourrhou,
del Fagus antarctica joven. Puede estar premunido de un asa lateral: Inkina, de
junco que cubre barbas de ballena: Tach itakoun. Cuando este balde está destinado
a vaciar el agua de las piraguas, se le llama: Anèn toukou. El balde destinado a
sacar agua para beber es de mayores dimensiones. Se le llama a menudo Oulou
toukou; está entonces premunido en su parte superior de un círculo en madera de
Maytenus: Ayakou lapatakh; puede llevar, en su circunferencia, un asa en tira de
piel de lobo marino; presenta a veces hoyos calafateados: Anakapou. La costura
horizontal se llama Mamma; la costura vertical: Anina. Existe otro tipo de balde,
destinado a vaciar el agua de las piraguas y fabricado en piel de lobo marino:
se le llama Ama toukou o Yachka toukou. La costura vertical: Anina, está hecha de
barba de ballena y de junco. El fondo del balde se llama Toupalana, como en el
balde de corteza. Hacer, fabricar un balde se dice Aya.
Delantal: Machakana o Magachana. Este pequeño delantal, que tiene apenas las
dimensiones de una hoja de viña, es llevado por las mujeres de toda edad. Es un
triángulo de piel de guanaco (Mayaka tedeça), sostenido alrededor de la cintura

236
por una tira de piel de lobo marino (Am’ouara), o por una fina trenza (Açina) de
tendón o nervio de ballena (Ouapiça ouchouami). Está destinado a esconder los
órganos genitales externos, delante de los que está colocado, con el pelo vuelto
hacia adentro. El cordón que lo amarra alrededor de la cintura se llama Yamacéta,
nombre que se aplica también a los nudos que fijan este cordón a la piel del
machakana (Pl. XXV, fig. 4).
Tumba, sepultura: Ouantnatché.
Trenza: Tabim; fabricada por las mujeres con nervios o tendones de ballena,
esta trenza sirve como cuerdecilla o como hilo.
Trenza de paja: Choukoui o Choukami: sirve para amarrar las piraguas: trenzada:
Kamaka, en junco: Mapiendé. Los nudos de los extremos se llaman Yamacéta. Los
Fueguinos la mantienen enrollada, cuando no está en uso: Ouana.
Vestimenta de piel de guanaco: Amara tedeça y Mayaka tedeça; amarrada:
Yamacéta, por medio de una trenza: Açina, de nervio de ballena. Cuando se amarra
alrededor del cuello, la ligadura así fijada se llama Macé; las costuras: Oumaka, de
la piel están hechas con nervio de ballena: Ouapiça ouchkoumi. Este abrigo está
hecho a menudo con cuero de lobo marino de piel y se llama Tapara tedeça. El
nombre general para señalar una vestimenta es Ouchka.

h. Palabras relativas a los actos de la vida material.


Afilar (por ejemplo, los bordes de una concha sobre una piedra, para volverlos
cortantes): Tiamakou, Touarouna y Atoulouana.
Ir, caminar: Aïna.
Ir, pasearse: Ourouna; ir a las montañas: Toularoupi ourouna.
Ir de a dos, abrazados con los brazos apoyados sobre los hombros: Malachtéka;
ir de a tres, de la misma manera: Matèn Malachtéka.
Ir hacia atrás: Mouchalataçimani.
Ir (de un barco a tierra), desembarcar: Taojakou.
Ir a la mar, estar a bordo: Koutchikana; viajar por mar: Çiélakouçi.
Aparejar: Atéga, o Atékga, o Ataka; esta última palabra significa también remar,
remar con pagaya; las expresiones Akaïna y Anopakaïata significan remar, remar
con pagayas yendo hacia atrás, aserrando.
Encender el fuego: Toukouïna y Toutougata.
Llamar, ir a buscar a alguien: Aïéata; llama: Aïouina; llámalo: Aïatoça; llámame:
Aïéataïa.
Arrancar: Oukoulata; arrancar un diente: Toun oukoulata; arrancar, tirar el
cabello, por ejemplo peinándolo: Oucha paçelah; arrancar, por ejemplo, una costra
de absceso: Kouçitouchkoulata; arrancar, quitar la corteza de un trozo de madera
con los dientes: Ilapata.
Atar, fijar: Touatçikgata; atar, por ejemplo, alrededor de los riñones: Iamaça;
atar, ligar una punta de arpón en el mango: Taouarouyaoutaouana; atar, tener
fijado alrededor del dedo gordo (es generalmente el izquierdo) el extremo de
una trenza que se confecciona: Toutoualata; (se ata alrededor del dedo la parte ya
trenzada).

237
Papilla (Preparar la): Tapoulentsis ouchtagou; esta apelación se aplica a la
confección de una papilla de la que los Fueguinos son golosos y que obtenían
con la harina que les dábamos a veces. Llenaban entonces con agua hasta los tres
cuartos un recipiente cualquiera que colocaban al fuego: Oumoutou pouchaki y que
cubrían con dos trozos de madera. Ouiéla, a guisa de tapa. Por otra parte, diluían:
Touçkouya, la harina con agua fría y vertían esta pasta en el primer recipiente
cuando el agua estaba hirviendo: Kakoupalana; azucaraban: Touamakoungamata,
esta mezcla, cuando podían.
Acariciar: Atatli, por ejemplo una madre, a su hijo; Athlina: acariciar, bromear;
Athlièla: bromear mucho; Chapachou: acariciar a su mujer; Oupachou: dar un
beso (acto inusitado entre los Fueguinos); Akoupaçana: acariciar golpeteando;
Ouamakoun: acariciar haciendo cosquillas.
Romper, por accidente: Yachou; romperse, demolerse: Yachoulapata (se dice
hablando de una piragua); romper, quebrar una piragua, por ejemplo con mala
intención: Téghilématéka; romper, con los dientes: Youangouçiou; con la mano:
Touiachou; con el puño, armado o no: Akouangouçiou y Akouangouta; con un
objeto lanzado: Ouanikangouçi y Akoangouçi; romper o quebrar en fragmentos:
Kouçinmata; romper, por ejemplo un lazo con las manos: Kouçénpakouta; romper
sobre su cabeza, por ejemplo una rama: Tchéïépou.
Calentar (sus manos, sus pies, cerca del fuego): Toumoupoulou; calentarse por
ejemplo extendiendo una piel sobre un pequeño fogón y tomando así una suerte
de baño de vapor: Taouapi.
Buscar, con una luz: Outéla, buscar piojos en la cabeza: Ouamtana.
Coser: Oumaka, por ejemplo pieles, cortezas de piragua, con trenzas, barbas
de ballena, etc.
Cortar, sacando el trozo: Achagata, por ejemplo cabellos, la piel de un animal
para despellejarlo; este último acto se dice también Kayentsis atta; cortar por
ejemplo pan con un cuchillo: Kayachkoualanata; cortar, tallar los bordes de una
concha, por astillamiento; Akoupou; cortar, acortar un trozo de madera: Apalana;
cortar, sacar la corteza de la madera: Miça; significa también adelgazar la madera;
cortar la madera, por astillas o por copos, para adelgazarla: Miçananaona; cortar,
dividir en dos trozos: Touanéta; cortar, desbastar un árbol: Akoama.
Cortar: Ytchikama; cortar a lo largo: Ouloupaï; cortar, a través: Achagou, se
dice, por ejemplo de las entalladuras de una punta de arpón; se dice también
del descuartizamiento de los cuatro miembros de un ave; Attara señala el acto de
cortar estos miembros en trozos más pequeños; Atta, el acto de tallar, adelgazar,
escuadrar, por ejemplo un árbol joven para hacer un mango de arpón, cortezas
destinadas a hacer piraguas; Akachi se emplea en el mismo sentido. Cortarse:
Machagou.
Cortar, desgarrar con los dientes, por ejemplo una barba de ballena para hacer
lazos: Itatou; hacer lo mismo con la albura de jóvenes brotes de Fagus antarctica,
por medio de los dientes y de los dedos: Ouparou; cortar madera de calefacción:
Ouiaka.

238
Cubrir (se): Tapa; cubrirse, envolverse la cabeza: Toumayacha; descubrir,
desvestir: Goulata; desvestirse: Magoulata; cubrir por ejemplo con trozos de
madera, una vasija que contiene agua que se quiere hacer hervir: Ouiéla; cubrir, el
fuego, arreglarlo para la noche en una choza: Kaïftéka.
Cocer, poner a cocer: Poukou. Hablando de los trozos de carne (por ejemplo de
ave), que se hacen cocer cerca del fuego sobre la ceniza, se dice Ouçéma poukou.
Se comienza por desplumar a la bestia, salvo la cabeza y el comienzo del cuello;
se flambea: Taourou, luego, el ave sobre un fuego claro; luego se rasca la piel,
rápidamente, con una concha: Tçipaola lakach akita; se corta y se desprende:
Outarana, la piel del cuerpo, arriba y abajo, dándola vuelta como un guante:
Kamouch ouana yangouçéta, por medio de los dedos o de los dientes. Se saca
entonces el interior (intestino y vísceras): Tach apa oupakh; se vacía el intestino
tomándolo con los dedos: Chapakaçi y se rellena (principalmente el buche) con las
vísceras, hígado, etc.: Oulapouchatakachendé; se hace cocer esta especie de morcilla
cerca del fuego: Tachapa tapoukou. Se emplea también la palabra Poukou para
señalar la acción de calentar, de carbonizar las puntas de las fisgas, en el fuego.
Akala: poner piedras en el fuego para cocer los trozos de carne de lobo marino
sobre los que, o al lado de los que se colocan luego estas piedras cuando están
ardientes.
Pedir un regalo: Amouchou.
Desenmarañar, por ejemplo un paquete de trenzas enredadas: Touiamagko.
Desplegar, extender: Kouçipatakana.
Desollar, despellejar un animal: Kaïminakana.
Dar: Takou.
Rasguñar, por ejemplo la cara con las uñas: Çinouchata.
Embarcar (se): Kouchi y Koupa kouchi.
Hilar, por ejemplo cuentas de vidrio: Ouyé.
Enrollar, por ejemplo una trenza alrededor de un dedo: Ouanamaka; enrollar o
torcer, en general: Ouana; enrollar cuatro briznas de junco para hacer (trenzar) un
cesto: Apanana; desenrollar: Oualata.
Entrar (en una choza): Matçé o Matché; entrar, pasar de un lado a otro:
Kamatçé.
Envolver, por ejemplo objetos en una piel: Koumouchata.
Secar (se): Açakola y Maçakola con las manos, con paja, etc.; Goulata; esta última
palabra se aplica también al acto de una madre desvistiendo a su hijo.
Ahogar: Touïpou; señala el acto de torcer el cuello de alguien, por ejemplo en
una lucha.
Estrangular: Atoupana; se dice del acto de ahogar, cerrando la garganta
con las manos, a un enfermo que está, desde hace varios días, sin palabra, sin
conocimiento. Esta antigua práctica, aún en uso según los misioneros protestantes,
tiene por meta abreviar los dolores de la agonía.
Hacer (en general): Ouchtagou; significa también trabajar en una ocupación
material cualquiera; Ykamana ouchtagou: trabajar intelectualmente; Ouiékamana:
trabajar escribiendo; Ykamana, esta palabra, empleada sola, significa: escribir

239
y no se aplica, por consecuente, más que a los extranjeros, así como la palabra
anterior.
Rajar, un árbol, madera: Ouika; rajar, cortar con hacha: Ouiaghata; rajar, por
ejemplo un tallo de madera para hacer una pinza, una fisga: Oumiatou; rajar por
ejemplo madera de calefacción: Akoutatou.
Rajadura, fisura, en la madera por ejemplo: Ouparou.
Cerrar, por ejemplo una puerta: Taghatéka; con llave: Touatçighata (sólo se aplica
hablando de los extranjeros); cerrar por ejemplo la boca de un cesto lleno de paja,
con un trozo de madera atravesado para mantener el contenido: Tçikouchitéka.
Fundir (Poner a), por ejemplo grasa sobre el fuego: Moulacha.
Golpear: Akoutoucha y Akoumourou; se dice del acto de golpear el suelo con la
palma de la mano para llamar a alguien; Téghiloutoucha señala el acto de golpear
el suelo con el pie, para llamar, o para aplanar el interior de una choza; Tengka,
golpear por ejemplo sobre su buril con un martillo; Hakouchlapata; golpear a
bastonazos, por ejemplo a alguien para corregirlo.
Rascar, frotar: Toutéacha y Toutiacha, por ejemplo la piel con un trozo de
madera.
Introducir: Touatématcé; introducir, poner su mano bajo su vestimenta:
Oulimatcé; introducir, poner por pizcas, por ejemplo azúcar en el agua: Ambelim
manoa; introducirse, hundirse en la nieve, por ejemplo hasta la cintura: Akoumatcé
panaka; a través de una capa de hielo que se rompe: Téghilengouskouliné akila.
Tirar, por sobre la borda, uno o dos objetos: Tapaangana; más de dos objetos:
Anoangana y Anoana; tirar en general, lanzando: Paona y Toupaouana; tirar, por
ejemplo conchas de Erizos de los que se ha comido el interior: Atoupaona.
Jugar: Mikou, jugar acariciándose, frotándose uno contra otro, juegos en
general; Tçtéça: chancear, bromear (de buen ánimo); Ouchpalampia athlina: mirar
con ternura; Tamouta mikou: tender, para jugar, un lazo entre un árbol y un mango
de arpón; Chamarathlina: juegos de manos (en mal sentido); Kouçipachouaniko:
jugar con una barba de ballena que se dobla y que se deja escapar después de
haberlo tensado.
Lanzar la honda: Chopina; lanzar el arpón con dientes de sierra: Tamaouina; el
arpón para los peces: Oukou o Oughi; lanzar bolas de nieve: Panakapaona; lanzado
(ser), saltar, como leche de una mama demasiado llena: Oukouta.
Lavar, por ejemplo un jarro con agua: Toukouçi; lavar (se): Moukoula o Makoula,
por ejemplo la cara con las manos o frotándose la cara por medio del musgo
llamado Chamapana; lavarse se dice: Moukouçi; friccionarse con un cuerpo graso:
Ouanachou.
Luchar, pelear: Moulaka.
Medir: Touata; los Fueguinos empleaban esta palabra para señalar nuestras
operaciones antropométricas; puede significar también observar.
Poner, depositar, por ejemplo algo en el suelo: Oumoutou; poner sobre el fuego:
Oumoutou pouchaki.
Anudar, hacer un nudo: Akouçikouta.
Abrir, en grande: Ouakanoupi; significa también despejar, alejar; Atoukoulata o

240
Atoupoulata: abrir una puerta; Ououchtanana: abrir un hoyo; Oumanatçikarou: abrir
una caja; Dagoumiatou: abrir un saco; Ouilata: abrir un cuchillo; Apoulata: abrir un
mejillón; Akoama: abrir un erizo, golpeándolo con una piedra.
Pescar, ir a la pesca: Maya; estar pescando: Mayakana; pescar con una línea
(sin mango): Touparou, Ouina, Ouinapam; pescar bajo el claro de luna: Talamana;
pescar, con la fisga, erizos: Akiç kayata; chitones o patellas: Kalanata; pescar a
mano, recoger mariscos: Kipi y Kipi aïna; pescar con una línea enmangada: Tamou
o Amou.
Perder: Malakou; se dice de un objeto cualquiera que ha sido perdido; de una
persona que se ha buscado sin encontrarla y que está muerta; significa también
perderse. Loupoutata y Kaloupoutata: perder una piragua; Paçkola: perder un objeto
que se dejó caer.
Picar, por ejemplo el dedo con una espina: Tounna.
Cargar agua: Kaçéata; un cesto, un jarro: Ikimata y Aïpata; cargar delante de
uno: Gamata; llevar un collar alrededor del cuello: Makou; cargar sobre el hombro:
Ouamanata, por ejemplo un árbol que se acaba de abatir para hacer madera de
calefacción.
Empujar, con el pie, alguna cosa: Kakananaona.
Tomar, en general; tomar de la mano: Ata; tomar con un arpón u otro objeto
puntudo: Kayata; por ejemplo, atrapar erizos: Akiç kayata; tomar agua, ir a buscar
agua; Açéta y Anghata çima; tomar, atrapar, por ejemplo a alguien por la cintura
o por el brazo: Atoutaouanata; tomar a manos llenas: Takoutaouanata; tomar con
pinzas, por ejemplo carbón en un fogón: Ambata; atrapar aves dormidas, en la
caza con antorchas: Kamou.
Apretar, exprimiendo: Atoubalamana; Atouarchina; Youangouçi, por ejemplo un
fruto del que se exprime el carozo; Atou taouana y Atoupaïçana: apretar fuertemente
con la mano.
Raspar: Akita un hueso, un trozo de madera, etc.; pulir raspando con un
fragmento de concha: Arhouf akita.
Ablandar, en el agua, por ejemplo cortezas antes de trabajarlas: Ouafiéla.
Enderezar entre los dientes, por ejemplo un hueso que se talla como punta de
arpón: Ouça.
Llenar, por ejemplo un cesto: Tayéko; llenar después de haber antes vaciado
el contenido: Moukouta; llenar, por ejemplo un cesto con paja para mantener su
forma: Kaçi.
Volver, retornar a un lugar: Chanata; Ouanighata.
Sacudir, por ejemplo un jarro lleno de agua: Toukoulacha.
Estrechar (la mano), pellizcar (suavemente): Atouakaouko; aferrar por medio
del cuerpo: Ouakata.
Salir, irse: Manatçikoro o Manatçikari; salga: Manatçikarouaça.
Levantar, por ejemplo a alguien para ayudarlo a ponerse de pie: Oumazkamata;
levantar, levantar a alguien del suelo por medio del cuerpo: Aouiçéta.
Colgar, por ejemplo un cesto a una rama: Atéyéka; colgar, extender, por ejemplo
pieles en un árbol para ponerlas a secar: Touatéyakou.

241
Sostener, un objeto entre los labios estando de pie: Yembamani; cuando se
está sentado: Yembamoutou; sostener por ejemplo en las manos, una madeja
para devanarla: Kouçi oupéïlamani; sostener en el aire, por ejemplo una antorcha:
Kamagamatou.
Caer: Loupaï; Poutalana; caer (como una hoja, una lágrima): Poutaka; caer
rodando como una piedra de un acantilado: Akana; volver a caer, como una piedra
lanzada al aire: Koupia; dejar caer (un objeto sostenido en la mano): Ouchtamoula;
hacer caer a alguien empujándolo: Atoumouchpanata.
Torcer, rizar, por ejemplo cabellos: Atoulouana.
Tocar, alcanzar un blanco, por ejemplo con una piedra: Ouanikou; fallar por
ejemplo un ave que se deseaba matar: Ouanourou; fallar mucho, a menudo, ser
torpe: Manaouana.
Girar (hacer), alrededor del puño, rápidamente: Tououchouatékana o
Tououchkotékana (se dice del acto de balancear en el aire una piedra de honda
antes de lanzarla).
Trenzar: Yaténa; trenzar un cesto: Yaténa taouala; hacer una trenza: Kamaka;
hacer una trenza de junco: Choukoumi kamaka; repasar el junco entre los dientes,
de izquierda a derecha, para suavizarlo: Itaçéna; hacer calentar el junco cerca del
fuego antes de trabajarlo entre los dientes: Ouchpoukata.
Encontrar (descubrir): Téghi; Anotéghidé: encontrar alguna cosa; Bigha téghidé:
encontrar un ave; Amatéghidé: encontrar una lobo marino.
Matar, a pedradas: Ouanigatoupana; matar traspasando, perforando:
Tounatoupana; matar con una flecha, un tiro: Ghaïpana.
Verter, por ejemplo el agua de un jarro: Toukoutçéla y Manakoutçéla; verter,
lanzando el contenido de un jarro: Manatoupaona; vaciar, por ejemplo el agua
de un recipiente: Toukoucélatoupaona; verter, por ejemplo agua que corre sobre la
piel: Tçiélana.
Vaciar, los mariscos, para comer su contenido: Apoula.

i. Palabras relativas a los sentimientos.


Abandonar a alguien: Manakoulou, por ejemplo huir del techo familiar.
Comprar, dar a cambio: Tététa.
Amar: Kourou; preferir: Ouachakourou; querido: Chapakouta; esta palabra
significa también alegre, contento, reconocido; se emplea para decir gracias;
amigo: Maojakou.
Cuidado (tener): Maosteka.
Dejar (de hacer algo), quedarse tranquilo: Oumaninoa; terminar:
Oulaachtégata.
Comprender: Aïoala o Aïouéla.
Desagradar: Halachana; se dice Malachnaéghi por una persona u objeto
desagradable; guasón: Chamara; malvado: Chapala; la palabra Oualapatou significa
malvado, mortal; Açaçiou tiene el mismo sentido, pero sirve sobre todo para
señalar a los Alakalouf.

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Generoso (Ser): Yamachto; de ahí viene la expresión Yamachkouna: sea
generoso.
Arengar: Tiamouna; esta palabra significa pronunciar un discurso, ya sea de pie
en una piragua, ya sea sentado en una choza, en testimonio de amenaza o, por el
contrario de alegría, hacia alguien, pero sin que el discurso se dirija a una persona
señalada nominativamente; el lenguaje, en este caso, es siempre indirecto.
Encantamientos (Hacer) como los curanderos: Loïmar; el encantamiento se
llama Aouatçiéla.
Inquieto (Estar), buscar algo: Téïnéka.
Descontento (Estar): Ounna.
Amenazar (por gestos o palabras): Minaka.
Mentir: Yaous.
Misterioso, que se esconde: Palal; de ahí viene la expresión Palaloala; extranjeros,
oala siendo una de las formas del plural de oua, hombre.
Nombrar, por ejemplo un niño, darle un nombre: Touapana.
Olvidar: Malaminata; Talapounata; Kachpikhounata; la expresión Kachpikh sirve
para señalar a alguien que no está en sus sentidos.
Prestar: Manakou y Maçanako.
Lamentar: Anouna.
Reservar, poner de lado, por ejemplo un alimento que no se quiere comer en
seguida: Akimaya.
Triste: Tamourou; muy triste: Aïmouloumatamourou.
Verídico (que no miente): Aouan; hombre verídico: Aouan oua.
Robar, hurtar: Chïana, Chanïata; Lapata; Ahkamata.

j. Afijos.
Mouch derivado de Mara (escuchar) es un afijo extremadamente empleado
después de los sustantivos, los adjetivos, los pronombres, los verbos y los
adverbios.
Es a veces utilizado en un sentido negativo: Mouchiou: no escuchado: Mouchiou
kandjim: él no ha escuchado.
Puede ser empleado afirmativamente como sufijo: Aïmamouch: está bueno
(me dicen que está bueno, o está bueno, dicen); Koupanakamouch: está nevando
(cuando el que habla no ha visto la nieve).
Puede también tomar, como sufijo, una forma pasada que es: Amachoundé, por
ejemplo: Koupanakaamachoundé: nevó (se escuchó decir que nevó).
Ouapan es un afijo empleado siempre, enfáticamente: Poutrouapan: muy
caliente; Kandjim ouandaoulouma ouapan: esta (mujer) pertenece a este hombre,
completamente; Yaroum ouapan, expresión intraducible literalmente y que
significa: esperen un poco, tenemos todo el tiempo.
Ma es un afijo reflectivo, por ejemplo: Himatoumagouçin, que significa: mi país
de nacimiento, se descompone en: Hi, mi; ma, el afijo en cuestión; tou otro afijo
que indica la dirección o la posesión; magou, nacer; ouçi, país.

243
At es un prefijo que significa yo: Attadoudé; yo he tomado; Ataloudé: yo he
bebido.
Oupaï o Oupi, sufijo, significa hacia, del lado de, a, por ejemplo: Ouçaénenoupaï:
a bordo del navío.
Ipi o Pi, sufijo, significa también a; por ejemplo: Yachkouçipi atégha, ir (por mar)
al país de Yachta.
Dal o Daoul, sufijo, significa de; por ejemplo: Çin ouçidal, de vuestro país.
Indjis o Ndjis es un sufijo que, agregado al nombre del país de nacimiento,
termina los nombres de varón. Casándose, los hombres pierden en general este
sufijo en su nombre. El Señor Bridges cree que esta palabra debía significar
hombre en fueguino antiguo.
Loum es un sufijo que significa lugar de procedencia: Koundji akandaaloum?
¿de qué choza?

k. Adjetivos.
ADJETIVOS NUMERALES.
Uno: Kaouéli; dos: Kompaïpi o Kombaï; tres: Matèn.
Los Fueguinos no cuentan más que hasta tres; sin embargo, les hemos
escuchado decir Akokombaï (literalmente el otro dos u otra vez dos) para señalar
4 y Akomatèn (literalmente el otro tres u otra vez tres) para indicar 6.

ADJETIVOS CALIFICATIVOS.
Diestro, ágil: Pakochou.
Ciego: Amacha y Télamacha; ceguera se dice: Amachakin.
Bello, bonito: Ouélitis; lindo día: Ouélitis maouéla.
Bueno: Aïma; malo: Papaïma, Oulapa, Paola, Arhougata.
Caliente: Chaï; tener calor: Poutourou; caliente, hirviendo: Poukou; agua
caliente: Çapoukou çima.
Corto: Outala (se refiere a las distancias); Yakachatara (se refiere al tiempo).
Crudo: Poukioua; cocido: Poukouaki.
Duro, fuerte, resistente: Apéïlé.
Derecho (no inclinado): Chalatis.
Entero, voluminoso, no cortado: Patouka.
Débil, tierno, sin consistencia: Oufkilé.
Femenino: Kipa; esta palabra, como sustantivo, significa mujer, de donde
Kipata: libertino.
Frío: Tarourou; hablando de una choza que está fría se dice: Ouchkoulaté.
Grande, largo: Mouka (se refiere a las distancias); Chatara (se refiere al
tiempo).
Graso: Toufhla; hablando de los mariscos, por ejemplo de los mejillones, se
dice: Oustchi.
Húmedo: Achaki.
Inútil, sin valor: Makourounakaki y Paf makourouaki.

244
Joven: Ouléïou, se dice de los varones de 16 a 20 años; Yarouma se dice de
los niños y también de los animales, por ejemplo: Yaroumatçia tçipaola; jóvenes
mejillones.
Pesado: Pachou o Hachou.
Delgado: Arrhou; muy delgado: Aïmarrhou; hablando de los mariscos, se dice
Oufiou.
Masculino: Oua; esta palabra, como sustantivo, significa hombre.
Blando, podrido, frágil: Palan.
Pequeño: Yaka y a veces Téla.
Lleno: Tayéko.
Puntudo: Mara; esta palabra empleada sustantivamente puede señalar una
punta de roca, un pico de montaña.
Seco: Paka.
Sordo: Malami y Oufhkitaoua.
Moteado de negro: Kachtçi; de ahí viene la palabra Yakachtçi, barbudo
(literalmente boca moteada).
Útil: Makourouaki.
Vacío: Oulatakoula.
Viejo: Daroua y Aoulata; hombre maduro; Daroualéïou; de la primera de estas
expresiones, viene la palabra Darououana, crecer, envejecer.

ADJETIVOS INDEFINIDOS.
Algunos: Tayapou.
Varios, más de tres: Yéla.
Otro: Ako y Hékoum.

l. Pronombres.
Yo, me: Aï, al nominativo; Aya, al acusativo; mi: Aoua; mío: Aouakin; yo
solo: Itapan.
Tú, te: Ça, al nominativo; Skaya, al acusativo; tuyo: Çinakin; tú solo: Çatapan.
Él, ella, el, la, ése: Kandjim; el suyo: Anchintchin; él solo: Kitapan.
Nosotros: Aïan; nosotros dos: Ipaï.
Vosotros: Çén; vosotros dos: Çapaï.
Ellos, ellas: Kandaïan y Kiouan; ellos dos; Kandaï o Kipaï.
Este, eso: Çiouan; eso solamente: Çiouandji tapan.
Este, esto: Aouan; esto solamente: Aouantchi tapan.
¿A quién? Kanin o Kanina?
m. Adverbios.

ADVERBIOS DE LUGAR.
A la derecha: Ouchkach; a la izquierda: Ourhou.
Del otro lado: Akopi.
Ahí: Entçin; aquí: Kantçin, Koulan, y Akoum.
Ahí dentro: Aouanoupé.

245
Hacia atrás: Iniék y Oucho; un poco hacia atrás: Oucho yaka.
Arriba, hacia atrás: Inou; abajo: Itou.
Cerca (un poco más cerca): Ako yaka.
Al medio: Yéna tapan.
Encima: Ouakanendal.
Debajo: Ilou.
En el fondo, al fondo: Itakoun.
Abajo o debajo, de usted: Çinghilou; de mi: Aouaghilou; de él: Kitchighilou; muy
abajo: Itaouaghilou; bajo el árbol: Ouarouchghilou; bajo la choza: Akarghilou.
Más arriba, que usted: Skapou; que yo: Aouakapou; que él: Kitchikapou.
Al este, de usted: Çimatché; de mí: Aouanmatché; de él: Kitchimatché; al este de
la choza: Akarmatché.
Al oeste, de usted: Skou; de mí: Aouagou; de él: Kitchigou; al oeste de la choza:
Akarkou.
Del lado Oeste: Ourhoukoupi.
Al norte, de usted: Çimatou; de mí: Aouamatou; de él: Kitchimatou; al norte de
la choza: Akarmatou.
Al sur de la choza: Akarkoutatou.

ADVERBIOS DE MANERA.
Así: Kanda y Katékita; esta última palabra quiere también decir todos, todo: ¿es
todo? Katékitanda?
Cuanto, cuantas veces: Konda ourou.
Suavemente, gentilmente: Outaçin; vigorosamente: Aïza y Aïçakh; muy fuerte:
Manaolabaïla; muy suavemente, con precaución: Léïmar.
Solamente: Tapan.
¿Por qué (por qué motivo)? Komodououpaï?
Quizás: Lamina; (él está) muerto quizás: Apana lamina.
¿Quién sabe? Aouélaï?
¿Dónde (en qué lugar)? Kana y Kouï? ¿Dónde está (él o ella)? Kouï kandjim?
¿Dónde lo puso usted? Kouï çoutékara?
¿Cuándo? Koundjidara?
Rápido: Kaya.

ADVERBIOS DE NEGACIÓN Y DE AFIRMACIÓN.


No: Paf; Apalaï.
Sí: Aouaï; sí ciertamente: Anno.

ADVERBIOS DE TIEMPO.
Después: Ouchpan; más tarde, luego: Nan; después de haber comido:
Atouyéloum; después de haber hablado: Hikoutayéloum; un poco después: Kakaka
(de donde la expresión Kakakana, diferir, retardar).
Antes: Ouata; antes de comer: Atayénoum; antes de hablar: Hikoutayénoum.
Hoy: Aouentçi maouéla (literalmente, este día); mañana: Amachana (esta

246
palabra significa también la mañana); ayer: Ako amachana; pasado mañana: Kandji
amachana; el otro pasado mañana: Akon ako amachana; la tarde: Toukatçim; la noche:
Lakar.
Ahora: Yaroum.

ADVERBIOS DE CANTIDAD.
Mucho: Oulou o Ourou y Aïmou; muchos hombres: Aïmou yamana.
Poco: Loçi; muy poco: Loçi kaous; poco se dice más a menudo: Yaka; demasiado:
Oulou ouapan; demasiado poco: Yaka ouapan.
Extremadamente: Oulou manaona o Manaona y Ouloukaous.
Suficiente (déjeme, termine): Achaï; ¿es suficiente? Achaïnda?
Aún: Tchila; un poco más, aún un poco: Tchila yaka.
Nada: Anoko; nada más: Abiçi; para nada, sin motivo: Kitamagouta.
En menos: Tiyé; se dice por ejemplo: Aoentci ya tiyé, este dedo en menos,
cuando se cuenta con los dedos.

n. Interjecciones.
Anya! Eh! (para llamar a alguien que se va).
Heh! Ay! (dolor).
Amma! Ejem!
Oh! Suerte de aspiración que se hace levantando ligeramente la cabeza; expresa
el asentimiento y reemplaza la afirmación. Para la negación, los Fueguinos no
tienen interjección ni meneo especial.

o. Palabras forjadas y palabras extranjeras pasadas al Yaghan.

1º PALABRAS FORJADAS.

Alaçirh: esta palabra señala los medicamentos extranjeros (no hay sustancia
medicamentosa indígena); está compuesta de ala (beber) y çirh (materia cualquiera
de procedencia extranjera).
Palak oucha: impermeable; literalmente, vestimenta de lluvia.
Oufhkirh ouayékala: aretes.
Pana: botones, de chaqueta, de camisa.
Ouéïka: anillo; pasado en el dedo: Uach touatçikata.
Talakana: espejo.
Palal ouchka toumangouta: alfiler; literalmente: misterioso, escondido (palal),
vestimenta (ouchka), que ata, fija (toumangouta).
Ouchka toumakaya: costurera.
Toumagaçir: flauta de lata.
Ouçaénen; navío, de Ouçi país y Anèn piragua: dicho de otra manera, piragua
inmensa, grande como todo un país; los Fueguinos componen así Ouçiakar, choza
muy amplia, Ouciiachka, isla muy grande, etc.
Citaremos además la expresión siguiente, como ejemplo de palabras forjadas

247
por los Fueguinos para señalar objetos o actos que no conocían antes de nuestra
llegada a su país:
Toumayacha alakana: fotografía, fotografiar; literalmente, mirar, con la cabeza
cubierta, envuelta, expresión deducida del velo con el que el operador se envolvía
la cabeza para ajustar.

2º PALABRAS EXTRANJERAS PASADAS AL LENGUAJE YAGHAN EN LA


BAHÍA ORANGE.

Palabras extranjeras. Pronunciación fueguina. Sentido.


Biscuit. Biskit o Biskir. Galleta.
Yes. Yès. Sí.
Mussels. Macélis. Mejillones.
Milk. Milik o Milid. Leche.
Axe. Akç. Hacha.
Box. Bokç. Caja.
Line. Laïn. Hilo, cuerda.
Needle. Nidl. Aguja, hilo de coser.
Shooner. Skouneur. Goleta.
Sailor. Çéïleur. Marinero.
Beef. Bif. Buey.
Cow. Kaou. Vaca.
Hammer. Hamara. Martillo.
Trousers. Taouseus. Pantalón.
Boots. Boutç. Zapatos.
Book. Bouk. Libro, papel.
Shirt. Chata o Chât. Camisa.
Blanket. Blakéta o Vlakéta o Vlakata. Frazada.
Coat. Côt. Hábito.
Waistcoat. Oueskôt. Chaleco.
Glass. Glaç. Vaso.
Tin. Tin. Caja de lata.
Sheep. Çipa. Oveja.
Towel. Taouila. Toalla.
Barrel. Barrèl. Barril.
Cook. Kouk o Kouka. Cocinero, cocina.
Bread. Bréd. Pan.
Docteur. Doteur. Médico, doctor.
Chemise. Chemiz. Camisa.
Oui. Oui y Ouioui. Sí.

Estas tres últimas palabras no existían sino en el momento de nuestra partida, en


septiembre de 1883, en el lenguaje de los indígenas de la bahía Orange. Citaremos

248
además, como ejemplo de palabras inglesas deformadas por los Yaghan: Apéïla o
Abéïla, del inglés Bell y Tçaïf o Tçéïf, cielo, que viene probablemente de la palabra
inglesa Sky.

3. NOCIONES DE GRAMÁTICA YAGHAN.


En el vocabulario anterior se pudo relevar algunas indicaciones gramaticales.
Las frases fueguinas que reproducimos más lejos prueban la simpleza de la
sintaxis de la lengua habitualmente hablada en la bahía Orange. Presentamos
primero ejemplos de declinación y de conjugación; aunque los Yaghan no
emplean constantemente estas formas del discurso, estamos seguros que les eran
conocidas, como el Señor Bridges nos lo ha indicado.

a. Declinación.
La lengua fueguina no tiene artículo; el plural se forma casi invariablemente
agregando el sufijo yamalim a la terminación del singular: Kipa, la mujer;
Kipayamalim, las mujeres.
Los casos se forman con sufijos agregados al nominativo singular:
Akar: choza, la choza.
Akandaouloum: de la choza.
Akan: a la choza.
Akatoupaï: en, hacia, para la choza.
Akarpaï: dos chozas.
Akarpikin: las dos chozas.
Akaryamalim y mejor Akardara: las chozas.
Akartaouala: todas las chozas.
Akartaolendaoulou: de las chozas.
Akardaroupaï: en, hacia las chozas.
Oua: hombre, el hombre.
Ouandaouloum: del hombre.
Ouantchi: al hombre.
Ouantchikaya: el hombre (acusativo).
Ououpaï: en, hacia, para el hombre.
Ouapaï: dos, los dos hombres.
Oakipindji y Oandékina: de los dos hombres.
Ouayamalim, u Ouala, u Oalandaoyen: hombres, los hombres.
Ouayamalimdaouloum u Oalendji: de los hombres.
Ouayamatimountchi: a los hombres.
Oualendaénanima: los hombres (acusativo).
Ouayamalimoupaï: hacia, para los hombres.

b. Conjugación.
Las conjugaciones de la lengua Yaghan son cuatro, no habría verbos irregulares.
Los tiempos son mucho más numerosos que en francés, pero a menudo los

249
Fueguinos los simplifican empleando, por ejemplo, sólo el infinitivo después de
la palabra que indica el futuro, el pasado, etc.
La primera conjugación tiene el infinitivo terminado en ou; el futuro es ana,
agregado al infinitivo; el pasado es oudé, agregado al infinitivo. Es una de las más
utilizadas y damos más abajo dos ejemplos.
La segunda conjugación termina en a, como mara, escuchar; el futuro es maraoa;
el pasado es maroudé (y también mouch, por ejemplo anno amouch, he escuchado).
Esta forma de conjugación es muy común: ata, tomar; atatoudé, he tomado; ala,
beber, alaloudé, he bebido.
La tercera conjugación termina en i o you, como gouléni, sumergirse; ouçiou,
desplumar. El futuro termina en ioua: goulénioua, ouçioua. El pasado termina en dé
(y no en oudé, como en las dos primeras conjugaciones): gouélinidé, oucidé.
La cuarta conjugación termina en aï; cuenta con muy pocos verbos, por ejemplo:
loupaï, caer; touiaï: alimentar (a un niño pequeño o a una persona inválida, o a aves
dándoles de comer en el pico, etc.). El futuro termina en ioua que es simplemente
agregado al infinitivo, el que no cambia: loupaï ioua. El pasado termina en idé:
loupaï idé.

Primera conjugación: kourou, amar.

INDICATIVO PRESENTE.
Aï mani kourou, yo amo (habitualmente).
Ça “ tú amas.
Ka “ él ama.
Aïan “ nosotros amamos.
Çén “ vosotros amáis.
Kamani kourou çin, ellos aman.
Ipa mani kourou, nosotros amamos (dual).
Çapa “ vosotros amáis “
Kamani kourou pikin, ellos aman “

INDICATIVO PRESENTE ACTUAL.


Aï koukan, yo amo.
Ça “ tú amas.
Ka “ él ama.
Aïan koukan, nosotros amamos.
Çén “ vosotros amáis.
Ka kourouçikan, ellos aman.
Ipa koukan nosotros amamos (dual).
Çapa “ vosotros amáis “
Kakouroupghikan, ellos aman “

250
INDICATIVO PRESENTE DETERMINADO.
A kouchgayata, yo amo (en el momento en que estoy
hablando).
Ça “ tú amas.
Ka “ él ama.
Aïan “ nosotros amamos.
Çén “ vosotros amáis.
Kakouchgayatagouçin, ellos aman.
Ipa kouchgayata, nosotros amamos (dual).
Çapa “ vosotros amáis “
Kakouchgayata apaï, ellos aman “

INDICATIVO PRESENTE INTERROGATIVO.


Apa hiou ouékourou, ¿amo yo?
Apaça ça “ ¿amas tú?
Apa “ ¿ama él?
Ap aïan “ ¿amamos nosotros?
Apa çan “ ¿amáis vosotros?
Apa oué kourou çin, ¿aman ellos?
Ap hipa oué kourou, ¿amamos nosotros (dual)?
Apa ça “ ¿amáis vosotros ”?
Apa oué kourou pikin, ¿aman ellos ”?

PRETÉRITO IMPERFECTO.
Ka kouchgayadagoudé, yo amaba
Ça “ tú amabas.
Ka “ él amaba.
Aïen “ nosotros amábamos.
Çen “ vosotros amabais.
Kakouch gayadagouçin dagoudé, ellos amaban.
Ipa kouch gayadagoudé, nosotros amábamos (dual).
Çapa “ vosotros amabais “
Ka kouchgaya pikin dagoudé, ellos amaban “

FUTURO.
Aï kourou ana, yo amaré (no ahora).
Ça “ tú amarás.
Ka “ él amará.
Aïen “ nosotros amaremos.
Çen “ vosotros amareis.
Ka kourouçino ana, ellos amarán.
Ipa kourou ana, nosotros amaremos (dual).
Çapa “ vosotros amareis “
Kakourou pikinoana, ellos amarán “

251
FUTURO PRESENTE.
Aï kouroua. yo amaré (ahora).
Ça “ tú amarás.
Ka “ él amará.
Aïen “ nosotros amaremos.
Çen “ vosotros amareis.

Ka kourouçinia, ellos amarán.


Ipa kouroua, nosotros amaremos (dual).
Çapa “ vosotros amareis “
Kakouroupikinoa, ellos amarán “

FUTURO INTERROGATIVO.
Aïn hi kouoroua, ¿amaré yo?
Anda ça “ ¿amarás tú?
Anda “ amará él?
And aïén “ ¿amaremos nosotros?
Anda çén “ ¿amareis vosotros?
Anda kourou çinoa, ¿amarán ellos?
And hipa kouroua, ¿amaremos nosotros (dual)?
Anda çapa “ ¿amareis vosotros “?
Anda kourou pikinoa, ¿amarán ellos “?

FUTURO NEGATIVO DETERMINADO.


Ila kourououaka, yo no amaré (ahora).
Çoula “ tú no amarás.
Oula “ él no amará
Aïén aoulakourououaka, nosotros no amaremos.
Çen “ vosotros no amareis.
Oulakourouçinaoaka, ellos no amarán.
Ip oulakourouaka, nosotros no amaremos (dual).
Çap “ vosotros no amareis “
Oulakouroupikinaoaka, ellos no amarán “

FUTURO NEGATIVO.
Ila kourououana, yo no amaré.
Çoula “ tú no amarás.
Oula “ él no amará
Aïén aoulakourououana, nosotros no amaremos.
Çen “ vosotros no amareis.
Oulakourouçinaoana, ellos no amarán.
Ip oula kourouana, nosotros no amaremos (dual).
Çap “ vosotros no amareis “
Oulakouroupikinaoana, ellos no amarán “

252
PRETÉRITO DEFINIDO.
Aï kouroude yo amé (recientemente).
Ça “ tú amaste.
Ka “ él amó.
Aïén “ nosotros amamos.
Çén “ vosotros amasteis.
Kakouroucinde, ellos amaron.
Ipa kouroudé, nosotros amamos (dual).
Çapa “ vosotros amasteis “
Ka kouroupikinidé, ellos amaron “

PRETÉRITO PERFECTO.
Annou kourouakh, yo he amado.
Annou ça “ tú has amado.
Annou ka “ él ha amado.
Annou aïan “ nosotros hemos amado.
Annou çén “ vosotros habéis amado.
Annou kakourouçin, ellos han amado.
Annou hipakourouakh, nosotros hemos amado (dual).
Annou çapa kourouakh, vosotros habéis amado “
Annou kakouroupikinoudé, ellos han amado “

PLUSCUAMPERFECTO.
Annou kourouagoudé yo había amado.
Annou ça “ tú habías amado.
Annou ka “ él había amado.
Annou aïan “ nosotros habíamos amado.
Annou çén “ vosotros habías amado.
Annou ka kourouçinedé, ellos habían amado.
Annou ipa kourouagoudé, nosotros habíamos amado (dual).
Annou çapa “ vosotros habías amado “
Annou kouroua pikindé ellos habían amado “

No nos fue posible tomar la continuación de los tiempos del verbo kourou;
según el Señor Bridges, sería aún muy numerosa.
En la bahía Orange, los Fueguinos no empleaban regularmente todos los
tiempos anteriores y era igual con algunos Fueguinos venidos de Ouchouaya a
la Misión.
He aquí, por ejemplo, cómo se aplicaba el tiempo del indicativo, en la bahía
Orange:
Aï kourou, yo amo.
Ça “ tú amas.
Kakouchgayatakourou, él ama.
Aïan kourou, nosotros amamos.

253
Çen “ vosotros amáis.
Kakouchgayatigouçin, ellos aman.
Ipa kouchgayatagapal, nosotros amamos (dual).
Çapa “ vosotros amáis “
Kakouchgayatapikinoa ellos aman “

Aún hay que hacer notar que los Fueguinos decían a menudo: kandjim kourou,
él ama; ipaï kourou, nosotros amamos (dual); kandaïan kourou, ellos aman; kandaï
kourou, ellos aman (dual).

Segundo ejemplo de primera conjugación: Tagou, dar; tagoupaï, con el fin de dar.

INDICATIVO PRESENTE.
A manitakh, yo doy (habitualmente, todos los días).
Ça “ tú das.
Ka “ él da.
Aïan “ nosotros damos.
Çén “ vosotros dáis.
Kamanitagouçin, ellos dan.
Ipa manitakh, nosotros damos (dual).
Çapa “ vosotros dáis “
Kamanitagoupiçin, ellos dan “

INDICATIVO PRESENTE ACTUAL.


A tahkan, yo doy (presentemente).
Ça “ tú das.
Ka “ él da.
Aïan “ nosotros damos.
Çén “ vosotros dáis.
Katagouçikan, ellos dan.
Ipa takahn, nosotros damos (dual).
Çapa “ vosotros dáis “
Katagou pighikan, ellos dan “

INDICATIVO PRESENTE DETERMINADO.


A takhgayata, yo doy (en el momento en que hablo).
Ça “ tú das.
Ka “ él da.
Aïan “ nosotros damos.
Çén “ vosotros dáis.
Katakhgayatagouçin, ellos dan.
Ipa takhgayata, nosotros damos (dual).
Çapa “ vosotros dáis “
Katakhgayatagaapaï, ellos dan “

254
INDICATIVO PRESENTE INTERROGATIVO.
Apa tou ouétagou, ¿doy yo?
Apaçaça “ ¿das tú?
Apa “ ¿da él?
Ap haïan “ ¿damos nosotros?
Apa ouétagouçin, ¿dáis vosotros?
Ap ipa ouétagou, ¿dan ellos?
Apaça “ ¿damos nosotros (dual)?
Apa ouétagoupikin, ¿dáis vosotros “?
¿dan ellos “?

PRETÉRITO IMPERFECTO.
A takhgayadagoudé, yo daba.
Ça “ tú dabas.
Ka “ él daba.
Aïan “ nosotros dábamos.
Çén “ vosotros dábais.
Katakhgayadagouçindé, ellos daban.
Ipa takhgayadagoudé, nosotros dábamos (dual).
Çapa “ vosotros dábais “
Katakhgayadagapikindé, ellos daban “

FUTURO.
A tagouana yo daré (no ahora).
Ça “ tú darás.
Ka “ él dará.
Aïan “ nosotros daremos.
Çén “ vosotros daréis.
Ka tagoucinoana, ellos darán.
Ipa tagouana, nosotros daremos (dual).
Çapa “ vosotros daréis “
Katagou pikinoana, ellos darán “

FUTURO PRESENTE.
A tagoua, yo daré (ahora).
Ça “ tú darás.
Ka tagoua, él dará.
Aïan “ nosotros daremos.
Çén “ vosotros daréis.
Katagoçinoa, ellos darán.
Ipa tagoua, nosotros daremos (dual).
Çapa “ vosotros daréis “
Katagou pikinoa, ellos darán “

255
FUTURO DETERMINADO.
A tagouandé, yo daré (yo voy a dar).
Ça “ tú darás.
Ka “ él dará.
Aïén “ nosotros daremos.
Çén “ vosotros daréis.
Katagouçinoandé, ellos darán.
Ipa tagouandé, nosotros daremos (dual).
Çapa “ vosotros daréis “
Katagou pikinouandé, ellos darán “

FUTURO INTERROGATIVO.
Aïn hi tagoua, ¿daré yo?
Anda ça “ ¿darás tú?
Anda “ ¿dará él?
And aïén “ ¿daremos nosotros?
Andaçén “ ¿daréis vosotros?
Anda tagouçinoa, ¿darán ellos?
And hipa tagoua, ¿daremos nosotros (dual)?
Anda çapa “ ¿daréis vosotros “?
Anda tagou pikinoa, ¿darán ellos “?

FUTURO INTERROGATIVO DETERMINADO.


Aïn hi tagouana, ¿daré yo?(en tal momento, o en tal época)
Anda ça “ ¿darás tú?
Anda “ ¿dará él?
And aïén “ ¿daremos nosotros?
Andaçén “ ¿daréis vosotros?
Anda tagouçinoana, ¿darán ellos?
And hipa tagouana, ¿daremos nosotros (dual)?
Anda çapa “ ¿daréis vosotros “?
Anada tagou pikinoana, ¿darán ellos “?

FUTURO NEGATIVO.
Ila tagaouana, yo no daré.
Çoula “ tú no darás.
Oula “ él no dará
Aïan oula tagaouana“ nosotros no daremos.
Çen oula “ vosotros no daréis.
Oulatagouçinaoana, ellos no darán.
Ipoula tagaouana, nosotros no daremos (dual).
Çap oula “ nosotros no daréis “
Oula tagoupikinaoana, ellos no darán “

256
FUTURO NEGATIVO DETERMINADO.
Ila tagaouakh, yo no daré (ahora).
Çoula “ tú no darás.
Oula “ él no dará
Aïan oula “ nosotros no daremos.
Çen oula “ vosotros no daréis.
Oula tagouçinaoakh, ellos no darán.
Ip oula tagaouakh, nosotros no daremos (dual).
Çap oula “ nosotros no daréis “
Oula tagoupikinaoakh, ellos no darán “

PRETÉRITO PERFECTO.
Annou atakh, yo he dado.
Annou ça takh, tú has dado.
Annou ka “ él ha dado.
Annou aïan “ nosotros hemos dado.
Annou çén “ vosotros habéis dado.
Annou katagouçin, ellos han dado.
Annou ipa takh, nosotros hemos dado (dual).
Annou çapa “ vosotros habéis dado “
Annou katagoupikin, ellos han dado “

PRETÉRITO DEFINIDO.
A tagoudé, yo di (recientemente).
Ça “ tú diste.
Ka “ él dio.
Aïén “ nosotros dimos.
Çén “ vosotros distéis.
Katagoucindé, ellos dieron.
Ipa tagoudé, nosotros dimos (dual).
Çapa “ vosotros distéis “
Ka tagoupikindé, ellos dieron “

PRETÉRITO DETERMINADO.
A tagoudéaka, yo di (en tal época determinada).
Ça “ tú diste.
Ka “ él dio.
Aïén “ nosotros dimos.
Çén “ nosotros distéis.
Katagoucindéaka, ellos dieron.
Ipa tagoudéaka, nosotros dimos (dual).
Çapa “ vosotros distéis “
Katagoupikindéaka, ellos dieron “

257
PRETÉRITO INTERROGATIVO.
Aïnd hi tagara, ¿he dado yo?
Anda ça “ ¿has dado tú?
Anda “ ¿ha dado él?
And aïén “ ¿habemos dado nosotros?
Andaçén “ ¿habéis dado vosotros?
Anda tagou çinara, ¿han dado ellos?
And ipa tagara, ¿habemos dado nosotros (dual)?
Anda çapa “ ¿habéis dado vosotros “?
Anada tagou pikinara, ¿han dado ellos “?

PRETÉRITO INTERROGATIVO DETERMINADO.


Aïnd hi tagaraaka, ¿di yo? (actualmente o en tal época
determinada)
Anda ça “ ¿diste tú?
Anda “ ¿dio él?
And aïén “ ¿dimos nosotros?
Andaçén “ ¿distéis vosotros?
Anda tagouçinaraaka, ¿dieron ellos?
And ipa tagaraaka, ¿dimos nosotros (dual)?
Anda çapa “ ¿distéis vosotros “?
Anada tagou pikinaraaka, ¿dieron ellos “?

PRETÉRITO NEGATIVO.
Takiou aï, yo no he dado.
Takiou ça, tú no has dado.
Takiou “ él no ha dado.
Takiou aïan, nosotros no hemos dado.
Takiou çan, vosotros no habéis dado.
Takiouakiçin, ellos no han dado.
Takiou ipaï, nosotros no hemos dado (dual).
Takiou çapaï, vosotros no habéis dado “
Takiouakipaï, ellos no han dado “
(La partícula iou sería negativa).
Se dice también:
Tagkiénda, ¿no ha dado él? (la partícula é sería negativa).

PLUSCUAMPERFECTO.
Annou a tagoudé, yo había dado.
Annou ça “ tú habías dado.
Annou ka “ él había dado.
Annou aïan tagoudé, nosotros habíamos dado.
Annou çén “ vosotros habías dado.

258
Annou katagouçindé, ellos habían dado.
Annou ipa tagoudé, nosotros habíamos dado (dual).
Annou çapa “ vosotros habías dado “
Annou katapoupikindé ellos habían dado “

PRESENTE IMPERATIVO.
Tagaouina, da.
Taga aouïnaçina, den.
Taga ouinaapaï, den (dual).

FUTURO IMPERATIVO.
Tagouna, da.
Tagoucina, den.
Tagou pana, den (dual).

Participios o sustantivos sacados del verbo:


Itagoua o Itagouaki, mi don, o lo que he dado.
Imatagouaki, lo que me ha sido dado.
Ça tagoua o çatagouaki, vuestro don, o lo que vosotros habéis
dado.
Çamatagoua o çamatagouaki, lo que os ha sido dado.
Çitagoua o çitagouaki, su don, o lo que él ha dado.
Çimatagoua, lo que le ha sido dado.
Itagachin o itagachinaka, cuando he donado, o lo que doné.
Katakhgayatakoun, el que da.
Çamatakhgayatakoun, el que va a dar.

c. Frases.
Las frases que vamos a indicar como ejemplos y que hemos recopilado en la
bahía Orange, pueden dividirse en interrogativas, afirmativas, negativas.

FRASES INTERROGATIVAS.
¿Cómo llamais vosotros (eso) en vuestro país? Koudan çin ouçi kouta?
¿Cuánto cuesta (eso)? Kouda ourou mani?
¿Dónde ha nacido usted? Kouçamatamagaïa?
¿Qué es? Kaoutou?
¿Qué queréis vosotros? Koumoudoua ça kourou?
¿De quién (es) eso? Kanin (o Kanina) çiouan?
¿Todo el mundo (se) fue? Yamana apiçindé?
¿Quién (es) su padre? Ghoui kandjimin ymou?
¿Dónde vais vosotros? Ghouloupi statéka?
¿Me ama usted? Andaçakourouaya?
¿De dónde sufrís vosotros? Ghouiçéçaghoungaïata?

259
,Tenéis vosotros la costumbre de depilaros? Anda çen manitouçiou halouchoun?
,Tiene él la costumbre de depilarse? Anadakandjima manitouçiou?
¿Quién ha hecho (fabricado) la piragua? Kanin lapou?
¿Qué día vendrá el navío? Koudam maouéla ouçaénen akoumaoan?
¿Qué es lo que cae? Kaoutou loupaï?
¿Queréis vosotros venir aquí? Deseo medirlos, los recompensaré luego.
Anadaçakourouana akoum, çin apipaï akouchgaïata mayakou, ouchpan skaya
hatouchchapakoudoua; literalmente: queréis vosotros venir – aquí – vuestro – cuerpo
– deseo – observar – después – vosotros - recompensaré.
¿De dónde venís vosotros (en piragua)? Kouloum ça koutchidé?
¿Dónde habéis vosotros dormido esta noche? Gouï stakata aouentçi lakatoum?
¿Dónde iréis vosotros (por mar) hoy día? Goutoupi çakouciou aouentçi maouéla?
¿Dónde iréis vosotros (por tierra) hoy día? Goutoupi stakakan (o manatçikorou)
aouentçi maouéla?

FRASES AFIRMATIVAS O NEGATIVAS.


Esperad un poco: Kata yaroum.
Las lágrimas caen (fluyen): Yaïks potaka.
Mostradme eso: Atékalana çiouan.
En la tarde venid a verme, más tarde: Toukatçim matché akoumaon ouchpan.
Los mariscos se ponen a cocer: Tçipaola poukoudé.
La pequeña mujer se fue: Yachta kipa ano katéka.
En Ouachouaya: Ouchouayalima.
Deseo, mañana, comerlo: Aï kourou amachana attamaghou.
Os he escuchado: Aï maroudé skaya.
No comprendo: Aï papaïouéla.
Quiero daros una piel: Aï kourou skaya takou tédeça.
No tengo nada (que dar): Çétabiçi haï.
Dadme alguna cosa (buena): Oukayé mataouakou.
Vosotros no me dais nada: Çapavaïa takou.
No os amo: Aï paf skaya kourou.
Me duele el pecho: Aï çakh kayétakan.
Vosotros podéis curar: Çamamiamanaana.
Me depilo: Anoukouçidé.
Tengo la costumbre de depilarme: Anno aïén manitouçiou.
Él tiene la costumbre de depilarse: Anno kandjima manitouçiou.
No os mováis: Paf tamoulouara.
Quedaos tranquilo: Moutououana taouina.
Os prometo: Nan skaya takou; literalmente: más tarde – a vosotros – dar.
Sentaos detrás de mí: Aouchpan toumoutoua.
Lo conozco: Hamaniteghidé kandjima.

260
Para las penas de amor, los Fueguinos sólo tienen lágrimas y ni un solo
canto: Indian arhouna tapan, paf ouchpalampi tapaliçana; literalmente: los Indios (es
así como a menudo los Fueguinos se señalan hablando a los extranjeros) lloran
solamente, no el amor desdichado (o adúltero) cantan.
Los Fueguinos chupan el hielo: Indian akila mounpana.
La mujer, sola, nada: Kipa tapan kouchoufh.
El hombre no nada: Oua paf maouanara.
El hombre se ahoga rápido (si trata de nadar): Atéç kaya oua.
Comprendemos bien: Ipi mouch aïaouéla.
Hizo muy mal tiempo esta noche: Aïmarhougata tçaïf aouentçi lakakoum;
literalmente: muy mal cielo esta noche.
Sentaos ahí, al fondo: Itakoun ça mataouiné o moutaouina.
Quiero hablar vuestra lengua, la lengua de vuestro país: Aï kourou çin ouçi
koutagouta.
Esta paja viene de vuestro país: Aouan chouka çin ouçiendal.
No hay más agua: Çima apiçindé.
Dadme eso para escuchar (hablando de un reloj, por ejemplo): Oukayé çiouan
toumara.
Quiero que me piquen el dedo: Aï kourou yach tounangouta o kayangouta; frase
dicha por los Fueguinos que consentían en dar una gota de sangre para nuestras
investigaciones de hematimetría.
Quedaos ahí: Çaouémanioua.
Subíos ahí encima: Aouan ça téghilmani.
Manteneos parado en un pie: Kaouéli kaoughia téghilmani.
Deseo tener una nutria: Akouchgayata ayapou.
Entrad, sentaos: Matchouïna, matamatouïna.
Me caso hoy día: Aï toukou aouentçi maouela kipa.
En resumen, la lengua Yaghan es aglutinativa y polisintética, como todas las
lenguas americanas conocidas, las palabras son formadas con raíces modificadas
y por afijos y juntadas una con otra sin interrupción.

4. ALFABETO ADOPTADO PARA EL LENGUAJE YAGHAN POR LOS


MISIONEROS INGLESES.
Los Fueguinos no conocen ningún tipo de escritura. A veces, la vanidad, o
una simple idea de mistificación, les hace decir que saben escribir a la manera
de su país y se empecinan en probarlo. En varias ocasiones, pusimos a prueba a
un jovencito de la bahía Orange, de 18 a 20 años de edad, muy inteligente y que
pasaba todos sus días en la Misión francesa. Le propusimos primero escribir los
nombres de los Fueguinos que conocíamos, lo que pareció hacer muy seriamente
y con mucha aplicación, trazando una línea más o menos sinuosa para cada
nombre que pronunciábamos. Pero, llegado al final de la página, cuando trató de
leer una veintena de palabras supuestamente escritas, se equivocaba en cada línea
y descorazonado, humillado, venía a preguntarnos antes de articular el nombre

261
que se suponía había escrito. Otros ensayos del mismo tipo tuvieron siempre
un resultado similar. Nuestro Fueguino sin embargo no se dio por vencido; dijo
que elegíamos siempre, para dictarle, los nombres más difíciles y pidió escribir
lo que quería, a su arbitrio. Dimos derecho a su solicitud; se instaló en una
esquina del laboratorio, sin que pareciera que uno se preocupaba de él y al cabo
de veinte minutos, nos presentaba una hoja de papel cubierta por una serie de
garabatos que tradujo en seguida con perfecta seguridad en palabras o en frases
de su lengua. Conservamos este espécimen, con la transcripción del sentido
pretendido escrito inmediatamente al lado de cada línea. Al ver este conjunto de
rayas absolutamente deformes, uno no se sorprende en absoluto de que, desde
el día siguiente, el autor fuese incapaz de descifrar su obra; no hizo ni el más
mínimo esfuerzo para ello y desde ese momento no habló más de escribir.
En Ouchouaya, el Señor Bridges tuvo recurso a un alfabeto fonético para
expresar los sonidos Yaghan; es con estos caracteres que ha buscado enseñar la
escritura y la lectura a los jóvenes Fueguinos recogidos en el orfanato de la Misión
que dirigía. No creemos que sus esfuerzos hayan tenido un éxito muy grande,
fuera de algunos casos excepcionales; pero como ha publicado con este alfabeto
una traducción en Yaghan del Evangelio de San Lucas, es interesante conocer los
caracteres que ha adoptado. La tabla al frente da la reproducción con los sonidos
correspondientes en francés, según los ejemplos que sometimos a la aprobación
del Señor Bridges mismo, antes de nuestra partida de Tierra del Fuego.
No conocemos, de manera certera, los principios seguidos por el Señor Bridges
para la construcción de su alfabeto. Pensamos en todo caso que ha empleado
el método adoptado por sus predecesores en las islas Falkland y sobre el que
hemos encontrado informaciones en una carta del R. G. – P. Despard, fechada en
Cranmer, W. Falkland, el 23 de enero de 1859 (The voice of Pity for South America,
Vol. VII, p. 49; 1860). En este documento, el Señor G. – P. Despard anuncia que,
para enseñar a los Fueguinos a leer, usa el Sistema fonético de A. Ellis, según el
que cada letra tiene un sonido bien distinto y siempre el mismo. El alfabeto está
constituido por trozos de madera separados: el maestro reúne todos los trozos
que representan las letras de la palabra fueguina, tal como se pronuncia, palabra
que significa un objeto señalado y que es leída en voz alta por el misionero inglés.
El alumno fueguino escucha la palabra al mismo tiempo que se le muestra su
reproducción escrita. Cada sílaba de esta palabra es luego pronunciada aparte,
la palabra es descompuesta y el alumno debe volver a formarla; no lo logra sin
duda a la primera vez, sin tanteos ni equivocaciones, pero ha comprendido sin
embargo la meta del misionero y retenido el sonido de varias letras.
El Señord Despard agrega que ha seguido este sistema para enseñar a leer, en
inglés, a su cuarta hija y que ha estado sorprendido de los progresos logrados
con este método, comparándolos con los de los otros niños instruidos según los
antiguos procedimientos.
A esta carta está anexado un espécimen, según el sistema fonético de Ellis, de
la escritura de un joven Fueguino, sobrino de Jemmy Button y que, ocho meses
antes, era un perfecto salvaje. Se reconoce claramente en esta página litografiada

262
una parte de los signos adoptados por el Señor Bridges para su alfabeto.
Además de las letras, el Señor Bridges empleó los tres signos siguientes:
- = ou, ` = aï y ´ = h aspirado. Estos signos no se aplican más que a las vocales,
por ejemplo, é para hi, à para aïa e ´y para haou. A veces están combinados,
como en las palabras siguientes: uá (hooua, cenizas); u´à (ouohaïa, pasaje) y uú
(ouohoua, pedernal).

Alfabeto fonético adoptado para el Yaghan por los


misioneros ingleses.
Vocales Consonantes

tiene el sonido de â en pâte58. tiene el sonido de tch en Tché-fou.


a matin. dj djinn.
i prière. s soir.
i avis. z zone.
ô oh! ch chamois.
o hotte. j jamais.
Où pour. ss basse.
Ou poutre. tz Tzigane.
e peigne. l lait.
ê même. thl Atlas (y mejor Athlas, th dental).
Oï langue d’oil. n nœud.
Aï aïe! nn hennir (n nasal)
ô tôle. r roc.
o noté. rch parchemin.
Aou matin. m mai.
Eu œufs. ng gong.
ch ch alemán.
c côté.
g gras
t été.
d deux.
p pain.
b bois.
f foire.
v vent.

Tanto para las vocales, como para las consonantes, la primera columna representa los
caracteres empleados en la impresión (mayúsculas y minúsculas); la segunda columna
reproduce los caracteres utilizados solamente para la escritura (mayúsculas y minúsculas).
Para los números, el Señor Bridges adoptó los caracteres árabes habituales.

263
264
X. ILUSTRACIONES DE LA SEGUNDA PARTE

Explicaciones de las Planchas

Pl. I.- Athlinata lanzando su arpón. Las medidas de este Fueguino están inscritas
en el nº 26 de nuestra Tabla III; tomó la pose habitual para lanzar el arpón, todas
las veces que se usa esta arma, ya sea la punta fija o móvil. Athlinata61 era uno de
los indígenas más inteligentes de la bahía Orange. Intentamos el moldaje en él
de pie, de todo el cuerpo; desgraciadamente, el yeso que habíamos recibido de
Francia estaba en tan mal estado que jamás pudimos obtener la solidificación.
Nos fue imposible darnos cuenta de las causas de esta enojosa avería, habiéndose
tomado todas las precauciones necesarias, en París, por el expeditor, tal como
pudimos convencernos.

Pl. II.- Athlinata amarrando su arpón. El mismo Fueguino, en el momento en


que está ocupado en atar sólidamente la punta de hueso dentada en el mango del
arpón, con una tira de piel de lobo marino. Es una de las numerosas circunstancias
en las que los indígenas usan sus mandíbulas como una tenaza.

Pl. III:
Fig. 1.- Ouratatékanentsis, pequeño niño fueguino que se quedó muy poco
tiempo en la bahía Orange para que haya sido posible tomar sus medidas;
presenta un desarrollo considerable del abdomen, particularidad común entre
los niños jóvenes indígenas y que no tiene nada de patológico.
Fig. 2.- Çélendaoulou (Medidas: Tabla III, nº 1), marido de Ourouamoulou Kipa
(Tabla IV, nº 19; Pl. XVIII, fig. 4); carácter dulce y triste, un poco taciturno.
Fig. 3.- Yakaïf (Tabla III, nº 5), Fueguino vestido de marinero, porque el
comandante Martial había autorizado su embarque en la Romanche en calidad de
intérprete oficioso (ver t. I, Histoire du Voyage, p. 165).

Pl. IV:
Fig. 1.- Ouftaradéka (Tabla III, nº 11), representante más típico entre los que
están, de la raza fueguina, marido de Lapouch Kipa; el hermano de ésta está
representado en la fig. 2, bajo el nombre de Laouyetékentsis (Tabla III, nº 21).

61
Marido de Yaélengou Kipa (Pl. XIII, fig 2).

265
Pl. V:
Fig. 1.- Yakaïf (Tabla III, nº 16), homónimo del marinero fueguino de la
Romanche, llamado también Bill William en la Misión de Ouchouaya; es hermano
de Ayamaçaskentsis (Tabla III, nº 24).
Fig. 2.- Chaouilentsis (Tabla III, nº 17), hermano menor de Lapouchounentsis
(Tabla III, nº 18, Pl. X, fig. 1) y de Taparaoalentsis (Tabla III, nº 22).

Pl. VI.-. No vimos a estos dos Fueguinos; sus fotografías han sido tomadas en
la bahía Ponsonby por el Señor Doze, teniente de navío a bordo de la Romanche; el
Señor Bridges tuvo la amabilidad de comunicarnos acerca de ellos, en diciembre
de 1886, informaciones interesantes de las que he aquí la traducción literal:
Fig. 1.- Tchéliouloum, “Fueguino puro de cabello rizado, como no es raro
encontrar en diferentes lugares del archipiélago; recuerdo, en efecto, casos
numerosos de cabellos semejantes y de rasgos parecidos. Era un hombre de una
fuerza notable, muy atractivo en su juventud. En la época en que la fotografía fue
tomada, no debía tener menos de 44 años. Era excelente para construir piraguas
y fabricar arpones. Casado varias veces, sucesivamente, jamás fue polígamo;
había tenido muchos hijos, pero sólo le había quedado una hija. Llevaba el
sobrenombre de “Outoutouch”, que significa “cuello pequeño”, de Outa, cuello
y Outouch, pequeño, estrecho, apretado. Pasaba su vida en piragua en las dos
orillas de la bahía Ponsonby y en las costas de las numerosas islas que encierra;
su carácter era violento, arrebatado; por consiguiente era tratado con respeto
por sus compatriotas; como es costumbre entre los indígenas, su rudeza no le
impedía ser estimado por sus parientes con los que intercambiaba a menudo
visitas, a pesar de las largas distancias que los separaban a veces. La fotografía lo
muestra en un día muy desfavorable: no parece haberse lavado ni peinado desde
hace un año y está vestido con un guiñapo cuya limpieza es más que sospechosa.
Si el mismo hombre estuviese arreglado, lavado, vestido convenientemente, su
aspecto cambiaría del todo. Poned un trabajador inglés o francés en el mismo
estado que este Fueguino y dudo mucho que el Europeo parezca superior. Este
indígena no representa más que un tipo promedio entre los Fueguinos. Difiere
fuertemente del siguiente, pero su fisionomía, sus cabellos, sus caracteres físicos
generales se encuentran entre muchos individuos; los indígenas ofrecen por otra
parte, bajo estos diversos aspectos, grandes variaciones”.
Fig. 2.- Pinouayentsis, “hombre bien desarrollado, corpulento, de tamaño un
poco sobre la media, de 36 años de edad aproximadamente, en el momento en
que ha sido fotografiado.
“Era, bajo todos los aspectos, un Fueguino hecho y derecho, verdaderamente
hábil en el manejo del arpón y de la honda, robusto, activo, muy buen cazador
de guanacos, lobos marinos, nutrias, toninas y caza de menor importancia. De
carácter dulce y generoso, era popular entre los suyos.
“Hijo único de gente buena muy influyente en este pueblo, a causa de su
numerosa parentela y de su valor personal, pertenecía al clan Yaghan asentado en

266
los pasos del Murray y que contaba, en la época de su juventud, quince familias,
reducidas a dos actualmente.
“Su padre, llamado Oumouaïlim y también Tommy Button, era el hermano
de Jemmy Button llevado, hace casi 60 años, a Inglaterra, por el capitán Fitz-
Roy. Pinouayentsis hizo un buen matrimonio y tuvo siete hijos, pero ninguna
hija. Siendo joven, fue transportado a la isla Keppel (sede de la Misión de las
islas Falkland), para recibir ahí una instrucción para la que mostró, luego, poca
aptitud. Era un buen obrero, amado y estimado por todo el mundo. No se podía
desear un mejor compañero para hacer excursiones en piragua o a pie. Su gran
alegría era cazar. Difícil de hacer enojar, no se dejaba sin embargo imponer por
los otros indígenas, entre quienes estaba perfectamente apto para mantener sus
derechos.
“Durante varios años, se quedó con los otros Fueguinos sedentarios
establecidos cerca de nosotros en Ouchouaya; pero un buen día, disgustado del
trabajo continuo en la Misión, nos dejó para vivir de nuevo la existencia de su
pueblo, siempre errante y dada a la caza. Estaba suficientemente instruido y
de hábitos bastante puros para merecer el bautismo que recibió, en 1873, con
el nombre de Allen Gardiner Pinouaya: tenía entonces ante él una perspectiva
sonriente: su salud era perfecta, poseía una cabaña, un buen jardín de un cuarto
de hectárea; su mujer era inteligente y feliz, tenía tres lindos niños.
“Sacrificó toda esperanza de porvenir retomando la vida de caza en piragua,
la que, durante el verano es indiscutiblemente muy agradable. Su primera gran
prueba fue la muerte de su fiel esposa Elizabeth o Anagou, luego la muerte
sucesiva de varios de sus hijos. Luego vino la epidemia de sarampión, en la que
fue llevado con sus últimos hijos.
“Se puede decir que su carácter fue mejorado y su vida fue más feliz por la
educación cristiana que había recibido”.

Pl. VII:
Fig. 1.- Choumaoïnaolighir Kipa (Tabla IV, nº6), notable por la finura y el color
claro de su piel, marcada con pecas; mujer del siguiente.
Fig. 2.- Chayentsis (Tabla III, nº 19), hermano de Chounakar Kipa (Tabla IV, nº
20; Pl. XI) y de Machaïna Kipa (Tabla V, nº 28); su piel tiene el color claro, habitual
entre los Fueguinos, pero parece negruzca en la heliografía, porque este indígena,
en el momento en que se le fotografió, tenía la cara embadurnada de carbón, con
líneas transversales negras punteadas.

Pl. VIII:
Fig. 1 y 3.- Téllapakacha (Tabla III, nº 14; está también representado en Pl.
XVII, fig. 2); en la fig. 3, comienza una sesión de curandero o Yakamouch, con los
cabellos blanqueados con un polvo arcilloso, los rasgos convulsionados, el ojo
inexpresivo (ver Cap. V, p. 257, ed. original, nde); es el padre de Athlinata (Tabla
III, nº 26; Pl. I, II), Tçapar Kipa (Tabla IV, nº 16), Chaloufyentsis (Tabla III, nº 17),

267
Ayak Kipa (Tabla IV, nº8), Kanalouchouaentsis (Tabla V, nº 11; Pl. XVII, fig. 3), y
marido de:
Fig. 2.- Chakalouchoulou Kipa (Tabla IV, nº 7; Pl. VIII, fig. 2).

Pl. IX:
Fig. 1 y 6.- Céilapatentsis (Tabla III, nº 10), hermano de Ouçilouchkoua Kipa
(Tabla IV, nº 18: Pl. XXI, fig. 1) y de Eralaoentsis (Tabla III, nº 18; Pl. XV, fig. 3);
este Fueguino acababa de cortarse el cabello al ras para un moldaje de la cabeza;
marido y padre de los siguientes:
Fig. 2 y 4.- Latabilik Kipa (Tabla V, nº 17), madre de Tounentsis, fig. 3 y 5.

Pl. X:
Fig. 1.- Lapouchounentsis (Tabla III, nº 18), hermano de Taparaoualentsis (Tabla
III, nº 22) y de Chaouilentsis (Tabla III, nº 15), de carácter hipócrita y sujeto de
cuidado, estaba casado a
Fig. 2. - Tapakaloél Kipa (Tabla IV, nº 12), viuda con dos hijos.
Fig. 3.- Toualanpintsis (Tabla III, nº 20), marido de:
Fig. 4.- Tiçoaéli Kipa (Tabla IV, nº 15); mujer del anterior, tuvo tres hijos,
muertos.

Pl. XI:
Chounakar Kipa (Tabla IV, nº 20), primípara en el 7º mes del embarazo, mujer
de Ayamaçaskentsis (Tabla III, nº 24); carácter muy dulce, poco inteligente, tuvo
durante algunos días, al comienzo de su embarazo, un joven Fueguino por
amante, lo que le valió una fuerte corrección de su marido (ver Histoire du voyage,
t. 1, p. 199).

Pl. XII:
Fig. 1 y 3.- Kamanakar Kipa (Tabla IV, nº 14), hermana de Latabilik Kipa
(Tabla IV, nº 4); la fig. 1 la representa en el momento en que, por una muy rara
excepción, estaba desprovista de su pequeño delantal; nuestro sentido camarada
señor teniente de navío Payen, que tomó esta fotografía, era muy conocido de
esta jovencita, pero jamás pudo lograr que separara su mano derecha del lugar
asignado al delantal. La similitud de los rasgos es perfecta y se tiene bajo los
ojos la expresión habitual de la fisionomía; la similitud es también muy buena
en la fig. 3, que reproduce una expresión menos habitual en el individuo. Esta
jovencita era muy inteligente, con una gracia salvaje y un espíritu natural que la
distinguían de sus compañeras. Supimos de su muerte, desde nuestra partida,
ocasionada por el sarampión en Ouchouaya; el mismo día y en el mismo lugar,
sucumbía a la misma enfermedad, su amiga, huérfana como ella, representada:
Fig. 2.- Chaoualouch Kipa (Tabla IV, nº 13), hermana de Yaélengou Kipa (Tabla
IV, nº 10; Pl. XIII, fig. 2), de Ayanentsis (Tabla V, nº 15) y que ofrecía las mismas
cualidades, pero en un grado menor.

268
Pl. XIII:
Fig. 1.- Parouroumaonigou Kipa (Tabla V, nº 34), apodada Yachka kipa, del
nombre de su país de origen (Yachkan, las islas Wollaston); raptada a su pesar, en
la bahía Orange, el 14 de abril de 1883, por
Ayamaçaskentsis (Tabla III, nº24), que quería hacerla su mujer, pero se separó
de ella al cabo de algunos días. Esta niñita, tenía un excelente carácter, muy dulce
y muy alegre; era notable además por su gordura, excepcional sobre todo entre
los Fueguinos.
Fig. 2.- Yaélengou Kipa (Tabla IV, nº 10), hermana de Chaoualouch kipa (Tabla
IV, nº 13; Pl. XII, fig. 2) y de Ayanentsis (Tabla V, nº 15), mujer de Athlinata (Tabla
III, nº 26; Pl. I, II); tuvo un hijo, muerto; es el de una vecina el que lleva en la
espalda, sostenido en una frazada de lana, regalo de la Misión francesa con el
que reemplazó la piel de lobo marino con que se envolvía; mujer inteligente y
coqueta, aunque, durante nuestra estadía en la bahía Orange, nunca engañó a
su marido; sin embargo lo amaba poco; asistimos a disputas de pareja, a veces
serias, porque ella quería, a pesar de él, romper la vida común.

Pl. XIV:
Fig. 1 y 3.- Lajéif Kipa (Tabla IV, nº 11), hija de Tsingalaï (Tabla III, nº 8, Pl.
XXI, fig. 7) y de Ouçilouchkoua Kipa (Tabla IV, nº 18, Pl. XXI, fig. 1), hermana de
Amachtinentsis (Tabla V, nº 10) y de Youchakentsis (Tabla V, nº 4). Lleva sobre
la cara líneas punteadas, hechas con una pasta de arcilla blanca; esta pintura no
se queda en su lugar más que durante algunas horas y su aplicación sirve de
diversión a las jóvenes que dan también a estas rayas una idea de adorno (ver
Cap. VII § 3).
Fig. 2 y 4.- Taoualamayakou Kipa (Tabla IV, nº 2); representada además en Pl. XV,
fig. 2 y Pl. XXI, fig. 3, casada durante nuestra estadía en la bahía Orange a Yakaïf,
llamado Bill William (Tabla III, nº 16); éste volvió a Ouchouaya, donde había
dejado a una primera mujer que poseía una propiedad de la que contaba quedar
como titular: habiéndole declarado los misioneros ingleses que esto no se podía
a causa de su segundo matrimonio, se separó en seguida de Taoualamayakou Kipa,
que murió en Ouchouaya, poco tiempo después.

Pl. XV:
Fig. 1.- Mayachka Kipa (Tabla IV, nº 9); representada también delante de una
choza (Pl. XX y XXI, fig. 2), mujer de Tayachapoundjis (tabla III, nº 13), madre de
Oumakamoun Kipa (Tabla IV, nº 21) y de Arouaouaya Kipa (Tabla V, nº 24); mujer
inteligente, muy laboriosa y que formaba, con su marido, una excelente pareja.
Fig. 2.- Taoualamayakou Kipa (ver Pl. XIV).
Fig. 3.- Eralaoentsis (Tabla V, nº 18), hermano de Céilapatentsis (Tabla III, nº
10, Pl. IX, fig. 1 y 6) y de Ouçilouchkoua Kipa (Tabla IV, nº 18, Pl. XXI, fig. 1);
fotografiado accidentalmente en el momento en que adelantaba la cabeza para
acercarse a los indígenas que posaban frente al objetivo; carácter alegre, muy
dulce.

269
Fig. 4.- Samakanika Kipa (Tabla V, nº 35), huérfana, hermana de Bilouchmagoundjis
(Tabla III, nº 3) y de Ouayanakandjis (Tabla III, nº 2); sus padres la dejaron en
la Misión francesa suficiente tiempo para ser cuidada por una tuberculosis
pulmonar inivial; más tarde volvió, curada, a la bahía Orange, después de haber
retomado la vida en piragua, durante varios meses.
Fig. 5.- Ourouayentsis (Tabla V, nº 20), representado también en la Pl. XXI, fig.
6), huérfano, de un carácter muy dulce, inteligente.

Pl. XVI:
Fig. 1.- Lapatchinentsis, llamado también Lagoutentsis (Tabla V, nº 14), hijo de
Ouchpoukatékanentsis (Tabla III, nº 23, Pl. XIX, fig. 2) y de Kitamaoyoélis Kipa
(Tabla IV, nº 25, Pl. XVIII, fig. 1; XIX, fig. 1), hermano de Kinachar Kipa (Tabla V,
nº 23, Pl. XVII, fig. 1, XIX, fig. 4) y de Alaoya Kipa (Tabla V, nº 36).
Fig. 2.- Chayatakara Kipa (Tabla V, nº 31), hija de Ouchpoukatékanentsis
nombrado arriba y de Çifarakouchouaéli Kipa; una de sus dos mujeres, quienes
eran hermanas; tiene por hermano:
Fig. 3.- Chaloufyentsis (Tabla V, nº 8).

Pl. XVII:
Fig. 1.- Kinachar Kipa (Tabla V, nº 23; representada también en Pl. XIX, fig. 4),
hija de Ouchpoukatékanentsis y de Kitamaoyoélis Kipa, arriba nombrados. Niña
amable, inteligente, alegre y despierta.
Fig. 2.- Téllapakacha (ver Pl. VIII).
Fig. 3.- Kanalouchchouaentsis (Tabla V, nº 11), hijo del anterior y Chakalouchoulou
Kipa (Tabla IV, nº 7, Pl. VIII, fig. 2).
Fig. 4.- Tachkavalentsis (Tabla V, nº 16), hijo de la siguiente.
Fig. 5.- Pachaoéli Kipa (Tabla IV, nº 23), madre del anterior y de
Makourououayentsis (Tabla V, nº 6); hermana de Ouiékongoulou Kipa (Tabla IV,
nº 12) y casada, como ésta, al siguiente.
Fig. 6.- Ykaoatélaoyentsis (Tabla III, nº 9), padre de Makourououayentsis,
nombrado arriba y de Taénaïna Kipa (Tabla IV, nº 26). Era yakamouch o curandero,
como Téllapakacha, con un aire menos venerable, porque era menos viejo; hacían
a veces juntos sus ejercicios de yakamouch.

Pl. XVIII:
Fig. 1.- Kitamaoyoélis Kipa (Tabla IV, nº 25, representada también en Pl. XIX,
fig. 1), mujer alakalouf, de carácter muy dulce y bastante inteligente, hermana
de Çifarakouchouaéli Kipa (Tabla IV, nº 24; Pl. XIX, fig. 3), casada como ella a
Ouchpoukatékanentsis (Tabla III, nº 23; Pl. XIX, fig. 2), madre de: Alaoya Kipa
(Tabla V, nº 36), Lapatchinentsis (Tabla V, nº 14; Pl. XVI, fig. 1), Kinachar Kipa
(Tabla V, nº 23; Pl. XVII, fig. 1; Pl. XIX, fig. 4).
Fig. 2.- Alaéli Kipa (Tabla IV, nº 1), madre de Amaouéli Kipa (Tabla IV, nº
29) y de Achkayaapitsentsis (Tabla V, nº 5), que lleva en la espalda, mujer de
Chagatientsis (Tabla III, nº 25).

270
Fig. 3.- Chaloufya Kipa; partida de la bahía Orange antes de poder ser medida.
Fig. 4.- Ourouamoulou Kipa, (Tabla IV, nº 19), mujer de Çélendaoulou (Tabla III,
nº 1; Pl. III, fig. 2).

Pl. XIX:
Fig. 1.- Kitamaoyoélis Kipa (ver Pl. XVIII).
Fig. 2.- Ouchpoukatékanentsis (Tabla III, nº 23), padre de Lapatchinentsis,
Chayatakara Kipa, Kinachar Kipa (ver Pl. XVI y XVII), Ouchkalakantsis (Tabla V,
nº 2); muerto en la bahía Orange, debido a la gangrena de la pierna derecha; era
Yaghan puro y casado con la anterior y la siguiente.
Fig. 3.- Çifarakouchouaéli Kipa (Tabla IV, nº 24), mujer alakalouf, hermana de
Kitamaoyoélis Kipa, nombrada arriba; madre de Chayatakara Kipa (Tabla V, nº
31; Pl. XVI, fig. 2); Chaloufyentsis (Tabla V, nº 8; Pl. XVI, fig. 3), Ouchkalakantsis
(Tabla V, nº 2).
Fig. 4.- Kinachar Kipa (ver Pl. XVI).

Pl. XX.- Choza de ramas, establecida en la bahía Orange; cerca de la entrada


está acuclillada Mayachka Kipa (ver Pl. XV), sosteniendo a su hijo.

Pl. XXI.- Choza en troncos de árbol, construida en la bahía Orange y descrita


en Cap. VII, p. 342 (ed. original, nde). Ante esta choza, se encuentran los indígenas
cuyos nombres son:
Fig. 1 - Ouçilouchkoua Kipa (Tabla IV, n º 18), hermana de Çéïlapatentsis (Tabla
III, nº 10; Pl. IX, fig. 1 y 6) y de Eralaoentsis (Tabla V, nº 18), casada con: fig. 7,
Tsingalaï (Tabla III, nº 8), que está representado con los cabellos cortados a ras a
causa del moldaje de su cabeza, que se acababa de efectuar; este indígena, aunque
no fuese malvado, era un tipo salvaje rechazable; pasaba, probablemente menos
que a razón, por un viejo proxeneta, pero estaba muy celoso de su mujer de la que
había tenido: Lajéif Kipa (Tabla IV, nº 11; Pl. XIV, fig. 1 y 3), Amachtinentsis (Tabla
V, nº 10) y Youchakentsis (Tabla V, nº 4);
Fig. 2.- Mayachka Kipa (ver. Pl. XV);
Fig. 3.- Taoualamayakou Kipa (ver Pl. XIV), representada vestida con una camisa
blanca, donada por la Misión francesa;
Fig. 4.- Panach, quedado muy poco tiempo en la bahía Orange para ser
medido;
Fig. 5.- Eralaoentsis (ver Pl. XV);
Fig. 6.- Ourouayentsis (ver Pl. XV).

Pl. XXII (Reducida a 80% del tamaño original n.d.e.):


Fig. 1 y 2.- Punta de arpón, de hueso, con dientes de sierra por un solo lado,
fijada con una tira de cuero de piel de lobo marino, para quedarse en un largo
mango rajado en su extremo que recibe el talón de la punta sobre el que están
hechas muescas destinadas a facilitar la atadura; tamaño natural.
Fig. 3.- Arco, 1/5 del tam. nat.

271
Fig. 4.- Sección transversa del madero de este arco, tam. nat.
Fig. 5.- Flecha, 1/2 del tam. nat.
Fig. 6.- Punta de flecha de pizarra fijada al palo de la flecha, tam. nat.
Fig. 7.- Punta de flecha de sílex, tam. nat.
Fig. 8.- Punta de flecha de hueso, tam. nat.
Fig. 9, 10 y 11.- Puntas de flecha de sílex, encontradas por el Señor Dr. Hahn,
en viejos conchales de Ouchouaya; tam. nat.
Fig. 12.- Tres lazos de trampas en barba de ballena, fijados a una trenza de
tendón; 1/4 del tam. nat.
Fig. 13.- Uno de estos lazos, tam. nat.
Fig. 14.- Honda, con una piedra destinada a ser lanzada, 1/2 del tam. nat.
Fig. 15.- Espécimen de piedra de dimensiones ordinarias para la honda en la
bahía Orange.
Fig. 16.- Manera de llevar la honda alrededor de la frente.
Fig. 17.- Id. alrededor del cuello.

Pl. XXIII (Reducida a 80% del tamaño original n.d.e.):


Fig. 1.- Piragua, muy reducida; las dimensiones habituales son: largo, 5m,20;
ancho 0m,75 por dentro, 0m,85 por fuera; profundidad, 0m,70.
Fig. 2.- Remo de piragua, muy reducido; el largo normal es de 1m,60.
Fig. 3.- Trenza de junco (juncus magellanicus) para amarrar la piragua; el ancho
normal de esta trenza está representado en fig. 4.
Fig. 5.- Punta de arpón de hueso, fija, amarrada al mango; 2/3 del tamaño
nat.
Fig. 6.- Punta de arpón de hueso, con una sola entalladura, móvil del mango
al que está unida; 2/3 del tamaño nat.
Fig. 7.- Punta de este arpón, aislada del mango; 2/3 del tamaño nat.

Pl. XXIV (Reducida a 80% del tamaño original n.d.e.):


Fig. 1.- Punta de arpón, de hueso, con dientes de sierra de un solo lado; 2/3
del tamaño nat.
Fig. 2.- Punta de arpón, de hueso, en forma de hierro de lanza; 2/3 del tamaño
nat.
Fig. 3.- Espátula bífida de madera, para desprender los mariscos en aguas
profundas; 1/2 del tamaño nat.
Fig. 4.- Fisga de 4 dientes, de madera, usada para la pesca de los erizos; 1/6
del tamaño nat.
Fig. 5.- Línea de pesca de trenza de tendones, con una piedra de lastre y una
brizna de tubo de pluma, para fijar el cebo; 1/2 del tamaño nat.
Fig. 6.- Línea de pesca en tallo de alga (Macrocystis pyrifera), con una piedra
de lastre y una brizna de tubo de pluma, terminado por un nudo corredizo para
recibir el cebo; 1/2 del tamaño nat.
Fig. 7.- Cesto de junco, de puntos anchos, muy reducido; la trama de este cesto
está representada, fig. 8, en tamaño natural.

272
Fig. 9.- Cuña de hueso, utilizada en la confección de la piragua, de las fisgas,
etc.; tamaño natural.
Fig. 10.- Guante de trabajo: trozo de piel de guanaco, con una trenza gruesa de
junco formando un anillo, en el que se pasan los tres últimos dedos de la mano
derecha; los dedos quedan libres y el dorso de la mano está protegido por esta
pieza, cuando se usa el cepillo para tallar el hueso o la madera, en la confección
de los arpones; tamaño natural.
Fig. 11 y 12.- Valva de mejillón, constituye un pequeño plato para hacer fundir
la grasa, preparar el ungüento destinado a la pintura de la cara, etc.; tamaño
natural.
Fig. 13.- Cincel de fierro; lámina de cepillo obtenida por intercambio en la
Misión inglesa de Ouchouaya y fijada a una piedra que sirve de mango; tamaño
natural.
Fig. 14.- Cincel de concha: valva de mejillón, tallada y afilada en los bordes y
fijada a una piedra que sirve de mango; tam. nat.

Pl. XXV (Reducida a 80% del tamaño original n.d.e.):


Fig. 1.- Cesto de junco, de puntos cerrados; 1/3 del tam. nat.
La fig. 2 muestra la trama de este cesto; tam. nat.
Fig. 3.- Balde de corteza; para vaciar el agua en las piraguas; 1/3 del tam. nat.
Fig. 4.- Delantal de mujer o de niñita, de piel de guanaco; ½ del tam. nat., con
una tira de piel de lobo marino, destinada a suspenderlos dando la vuelta de la
cintura.
Fig. 5.- Collar de trozos de huesos de aves, hilados en una trenza de tendón,
cerrado por un pequeño lazo de cabellos; 2/3 del tam. nat.
Fig. 6.- Lazo de junco, llevado a veces alrededor de la frente, para sostener los
cabellos.
Fig. 7, 9 y 10.- Punzón de hueso de ave, para trenzar cestos, la costura de las
cortezas, etc.; tam. nat.
La fig. 8 muestra una de estas pequeñas herramientas cuya punta está
protegida por un estuche de briznas de junco, como se usa cuando el punzón no
es empleado; tam. nat.
Fig. 11.- Peine constituido por un trozo de maxilar de delfín provisto de sus
dientes; usado sobre todo por las mujeres; tam. nat.

Pl. XXVI (Reducida a 80% del tamaño original n.d.e.):


Fig. 1.- Pulsera de piel de guanaco, llevada alrededor del puño y a menudo
alrededor del tobillo, por las mujeres y las jóvenes; tam. nat.
Fig. 2.- Venda de plumas fijadas a una fina trenza de tendón, llevada alrededor
de la frente por los hombres, especialmente por los yakamouch o curanderos, en
circunstancias que deben ser muy excepcionales, puesto que durante un año
no vimos ni una sola vez usar este adorno, aunque nos haya sido fácil traer un
número bastante grande de especímenes.
Fig. 3.- Collar de fina trenza de tendón, llevado alrededor del cuello por las

273
mujeres, por las niñitas y a veces por los hombres, igual que el siguiente; tam.
nat.
Fig. 4.- Collar de conchas (Photinula violacea) perforadas e hiladas en una fina
trenza de tendón; tam. nat.

274
Pl. I.- Fueguino - Athlinata lanzando su arpón.

275
Pl. II.- Fueguino - Athlinata amarrando su arpón.

276
277
1 2 3
Pl. III.- Fueguinos - 1. Ouratatékanentsis - 2. Çélendaoulou - 3. Yakaïf.
278
1 2
Pl. IV.- Fueguinos - 1. Ouftaradéka - 2. Laouyetékentsis.
279
1 2
Pl. V.- Fueguinos - 1. Yakaïf de la Misión de Ushuaïa - 2. Chaouilentsis de la Bahía Packsaddle.
280
1 2
Pl. VI.- Fueguinos de la Bahía de Ponsonby - 1. Tchéliouloum - 2. Pinouayentsis.
281
1 2
Pl. VII.- 1. Fueguina de la Bahía Orange, Choumaoïnaolighir Kipa - 2. Chayentsis, su marido, la cara pintada.
282
1 2 3
Pl. VIII.- 1 y 3. Téllapakacha, curandero fueguino - 2. Chakalouchoulou Kipa, su mujer.
1 2 3

4 5 6
Pl. IX.- 1 y 6. Céilapatentsis, Fueguino del falso Cabo de Hornos - 2 y 4.
Latabilik Kipa, su mujer - 3 y 5. su hijo.

283
1 2

3 4
Pl. X.- 1. Lapouchounentsis - 2. Tapakaloél Kipa, su mujer - 3. Toualanpintsis
- 4. Tiçoaéli Kipa, su mujer.

284
Pl. XI.- Fueguina, Chounakar Kipa, 7o mes de embarazo.

285
286
1 2 3
Pl. XII.- Jovencitas: 1 y 3. Kamanakar Kipa - 2. Chaoualouch Kipa.
287
1 2 3
Pl. XIII.- 1. Parouroumaonigou Kipa, niñita - 2. Yaélengou Kipa, niñita - 3. pequeño niño fueguino.
1 2

3 4
Pl. XIV.- Pinturas blancas de la cara: 1 y 3. Lajéif Kipa, niñita - 2 y 4.
Taoualamayakou Kipa, jovencita.

288
1 2

3 4 5
Pl. XV.- 1. Mayachka Kipa, mujer - 2. Taoualamayakou Kipa, jovencita - 3.
Eralaoentsis, joven fueguino - 4. Samakanika Kipa, niñita - 5. Ourouayentsis, joven
fueguino.

289
1 2 3
Pl. XVI.- Niños fueguinos:
1. Lapatchinentsis, niño - 2. Chayatakara Kipa, niña - 3. Chaloufyentsis, niño.

290
291
1 2 3 4 5 6
Pl. XVII.- 1. Kinachar Kipa, niñita - 2. Téllapakacha, hombre - 3. Kanalouchchouaentsis, niño - 4. Tachkavalentsis, niño - 5. Pachaoéli
Kipa, mujer del 6 - 6. Ykaoatélaoyentsis, hombre.
292
1 2 3 4
Pl. XVIII.- Mujeres: 1. Kitamaoyoélis Kipa - 2. Alaéli Kipa, llevando su niño -3. Chaloufya Kipa - 4. Ourouamoutou Kipa.
293
1 2 3 4
Pl. XIX.- 1. Kitamaoyoélis Kipa, mujer alakalouf - 2. Ouchpoukatékanentsis - 3. Çifarakouchouaéli Kipa, mujer alakalouf - 4. Kinachar
Kipa, hija de 1 y 2.
294
Pl. XX.- Choza fueguina: una mujer Mayachka Kipa y su niño.
295
1 2 3 4 5 6 7
Pl. XXI.- Choza y sus habitantes: Hombres: 4. Panach - 5. Eraloentsis - 6. Ourouayentsis - 7.Tsingalaï ; Mujeres: 1. Ouçilouchkoua
Kipa - 2. Mayachka Kipa - 3. Taoualamayakou Kipa.
296
Pl. XXII.- Cultura material

297
298
Pl. XXIII.- Cultura material

299
300
Pl. XXIV.- Cultura material

301
302
Pl. XXV.- Cultura material

303
304
Pl. XXVI.- Cultura material

305
306
XI. TABLAS DE CARACTERES ANATÓMICOS (I y II)
Los caracteres anatómicos fueron observados sobre colecciones osteológicas de distintos
orígenes: siete esqueletos completos incluidos dos de adultos y cinco de infantes, dos
esqueletos incompletos y varias osamentas aisladas incluidos cuatro cráneos.
Los dos esqueletos completos de adultos son los de un hombre y una mujer muertos
accidentalmente en las cercanías de la bahía Orange durante la estadía de la Misión. El
primero (n°1 de las tablas) era el de Ouchpoukatékanentsis del cual hay una foto (Pl. XIX,
Fig. 2) así como sus medidas cuando estaba vivo (Tabla III, n° 23) y un estudio muscular
detallado (cf. ed. original). El segundo es de una mujer, Lapouch Kipa (Tabla I, n° 4 y
Tabla II, n° 3). Parece que los esqueletos de niños provienen del cementerio de Ushuaïa y
de las riberas del canal Murray. La mayoría de las osamentas aisladas fueron traídas a la
Misión por las indígenas de los alrededores de la bahía Orange.
Nde

307
308
YAGHAN ALAKALOUF?
Hombres Mujeres Mujeres Hombres
1. 2. 3. Prom. 4. 5. 6. 7. 8. 9.
Capacidad craneana. 1750 1630 1545 1641 1285 1390 1375 “ 1680 1735
Diam. antero-posterior max. 193 192 190 192 176 176 167 163 190 187
“ “ iniaco. 193 190 188 190 173 165 “ “ “ 172
“ transverso max. 147,5 149 146 147,5 139 139 134 133 140 144
“ bitempor. (entre cimas esc. t.) 146 145 138 143 128 103 (?) 128 “ 133 139
“ biauricul. (entre agujeros aud.) 136 137 134 136 123 124 110 “ 128 130
“ bimastoideo. 114 109 105 109 101 99 89 “ 113 114
“ frontal mínimo. 104,5 102,5 100 102 85 91 86 87 98 98
“ stéphanique. 119 121 109 116 100 109 108,5 107 103 105
“ occipital max. (de la escama). 113 110 108 110 104 100 102 “ 120 116
“ vertical (basilo-bregmático). 142 133 136 137 122 132 119 126 145 145
Curva horizontal total . 550 550 545 548 495 495 475 465 530 540

309
“ “ pre – auricular. 275 260 270 268 210 222 “ “ 230 “
“ “ post – auricular. 275 290 275 280 285 273 “ “ 300 “
“ transversa sub – auricular. 320 315 305 313 285 302 “ “ 300 315
“ antero – posterior frontal. 135 140 130 135 120 130 “ 118 125 130
“ “ parietal. 135 130 130 131 120 120 “ “ 130 125
“ “ occipit. 115 120 115 117 110 115 “ “ 128 120
Largo del agujero occipital. 37,5 37 34 36 35 33,5 30 “ 40 38
TABLA I.- Medidas del cráneo en milímetros.

Ancho “ 32 27,5 29 29,5 30 29 28 “ 31 33


Línea naso – basilar. 108 104 106 106 94 96 85 “ 106 110
Ancho biorbital externo. 114 115 114 114 100 100 89 94 116 111
“ “ interno. 102,5 109 102 104,5 92 91 82 84 110 104
“ interorbital (entre las crestas lacrimales). 23,5 28,1 25 25,5 20 19 17 19 23 (?) 21
Ancho bigoniaco (áng. mand. in.) . 108 98 104 104 90 “ 77,5 “ “ “
“ entre los agujeros sub – orbitales. 54,5 55 54 54,5 50 47 44 “ “ “
“ “ dos mejillas (bimal.). 115 120 120 117 103 98 84 “ 121 109
“ bialveolar máximo. 70 60 71 67 63 54 54 55 65,5 69,5
Ancho bimaxilar máximo. 102 103 101 102 97 89 78 80 “ 98
“ bicigomático máximo. 146 149 147 147 127,5 124 106,5 113 146 142
Órbita: ancho. 42 43,5 41 42 39 38 33 35 43,5 43
“ alto. 39 33 34 35 33,5 35 31 32 40 35
310
TABLA II.- Medidas del esqueleto en milímetros.

ESQUELETOS

completos.
1 2 3 4 5
Fueg. Belga. Fueg. Bengali. Fu
Hombre Hombre Mujer Mujer Hom
Tamaño……………………………………………………….. 1590 1590 1360 1365 “
Largo de la columna vertebral……………………………… 690 615 570 530 “
Clavícula. …………………………………………………….. 162 157 126 117 16
Omóplato: alto……………………………………………….. 164 166 140 117 16
“ ancho…………………………………………….. 105,5 112 89 81 10
“ largo sub – espinoso. ………………………….. 114 122 100 86 11
Esternón: largo (sin apófisis xifoides)………………… … 151 158 132 150 “
Esternón: ancho máximo del manubrio…………………… 65 64 58 55 “
“ “ cuerpo………………………. 34 39 35 32 “
Húmero. ……………………………………………………… 322 320 268 270 31
Radio. ………………………………………………………… 253 230 207 196 25
Cúbito. ………………………………………………………... 280 245 231 211 27
Mano. 190 182 156 154 “
Carpo + metacarpo. ………………………………………… 94 90 80 79 “

Sacro: largo. ………………………………………………… 122 120 100 87 12

“ ancho. ………………………………………………. 116 123 107 103 11


Cadera: entre las espinas antero – super………………… 243 240 213 192 “
“ entre las crestas iliacas……………………… 269 260 248 223 “

“ diámetro antero – posterior del estrecho superior. 113 120 105 108 “

Cadera: diámetro transverso del estrecho superior… 125 123 122 112 “
Cadera: altura vertical………………………………………. 212 “ 173 “ 20
Distancia entre las espinas iliacas postero - superiores… 62 “ 75 “ “
Distancia entre las espinas iliacas postero - inferiores….. 102 “ 100 “ “
Fémur. ………………………………………………………... 440 460 385 395 41
Tibia: sin apófisis maleolar…………………….. 363 340 300 320 “
“ con la apófisis maleolar……………………………… 372 345 305 330 35
Peroné. ……………………………………………………….. 350 “ “ “ 33
Pie, en el segundo dedo. ……………………… 225 230 182 191 “
Índice escapular. ……………………………………………. 64,2 67,47 63,57 69,2 65
Índice del estrecho superior de la cadera………. 90,4 97,5 86,6 96,4 “

311
312
XII. TABLAS DE CARACTERES MORFOLÓGICOS (III, IV, V, VI,
VII)
Las observaciones antropométricas fueron tomadas sobre 85 Yaghan y 2 Alakalouf
vivos. Para los Yaghan son 26 hombres de 16 a 60 años, 23 mujeres de 15 a 60 años,
20 niños y 16 niñas. Fueron medidos casi todos en la Bahía Orange. La mayoría era
originaria de la zona este y sur de la isla Hoste (72) ; algunos de las islas Wollaston (10),
de la costa oeste de la isla Navarino (1), y en fin de Ushuaïa (2 niños). En la edición
original se pueden encontrar más detalles sobre el lugar de origen de cada uno.
Nde, según Hyades

313
314
TABLA III.- Medidas absolutas (en milímetros), tomadas sobre vivos : HOMBRES
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

BILOUCHMAGOUNDJIS.

KAOATÉLAOYENTSIS
KOUÇIMAOLENTSIS.
OUAYANAKANDJIS.
CÉLANDAOULOU.

YOUCHAKENTSIS.

KOUCHALENTSIS.

CEILAPATENTSIS

OUFTARADÉKA.
Pl. IX, fig. 1 y 6.
Pl. XVII, fig. 6.
Pl. XXI, fig. 7.
TSINGALAÏ.

Pl. IV, fig. 1.


Pl. III, fig. 2.

Pl. III, fig. 3.


YAKAÏF.
Edad presunta 25 20 18 45 30 40 25 60 40 30 50 30
Estatura 1488 1492 1496 1526 1539 1543 1549 1555 1556 1556 1560 156
“ del individuo estando sentado 789 795 810 789 820 803 815 830 820 820 829 81
Altura del ombligo sobre el suelo 846 842 856 882 908 895 888 881 900 910 901 89
“ de la pantorrilla sobre el suelo 303 285 300 320 310 317 301 320 300 311 320 31
“ del trocánter sobre el suelo 765 735 760 775 795 780 785 762 805 795 800 77
Cabeza: Altura vertical (proyección) 209 214 218 221 215 211 208 250 226 200 218 23
“ Diámetro antero – posterior 175 185 190 198 193 194 194 196 184 181 196 18
“ “ transverso máximo 146 145 150 146 158 150 145 150 145 147 155 15
“ “ frontal mínimo 100 95 106 97 107 100 100 105 105 97 106 10
“ “ bicigomático 141 130 147 144 152 146 142 150 145 137 147 15
“ “ biauricular 130 135 135 135 144 139 134 140 130 137 136 13
“ “ angular de la mandíbula 110 115 105 113 120 107 103 120 111 110 107 10
“ Circunferencia horizontal de la cabeza 545 545 560 590 575 580 560 570 545 550 580 55
Nariz : Largo 50 48 47 55 55 50 47 51 55 45 46 54
“ Ancho 39 37 36 35 35 38 35 38 40 35 42 40
Distancia biorbital externa 81 84 84 86 87 90 88 88 93 83 87 84
“ interorbital 31 36 33 34 32 39 32 37 39 31 40 34
Ancho de la boca 51 47 50 58 54 59 55 55 60 54 62 55
Ángulo de Campert – Jacquart 76º 71º 75º 71º 71º 74º 74º 71º 70º 79º 74º 65
Ancho de los hombros 352 345 345 355 348 347 345 366 350 360 352 36
“ de la cadera 272 265 255 265 280 265 272 275 282 265 290 26
Distancia entre las dos tetillas 200 195 180 205 220 222 205 186 231 205 220 18
Circunferencia del tórax 875 880 865 905 935 930 920 950 165 910 910 89
Largo del brazo 290 295 300 280 280 290 300 285 310 310 290 28
“ del antebrazo 230 220 230 230 250 240 230 240 225 260 230 24
“ de la mano 210 200 195 195 200 200 185 190 205 205 190 19
Gran envergadura 1660 1570 1600 1640 1660 1650 1580 1590 1660 1720 1620 156
Largo de la caja 360 350 380 380 400 380 360 370 390 385 370 39
“ de la pierna 330 340 340 340 330 330 345 330 340 360 350 34
“ del pie 250 232 232 250 240 246 243 229 242 240 235 23
“ postero - maleolar 63 55 50 45 56 40 55 45 65 55 55 62
Índice cefálico 83,43 78,37 78,94 73,73 81,86 77,32 74,74 76,53 78,80 81,21 79,08 87,

315
316
TABLA IV.- Medidas absolutas (en milímetros), tomadas sobre vivos : MUJERES

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

CHAKALOUCHOULOU KIPA
TAOUALAMAYAKOU KIPA

CHOUMAOÏNAILIGHIR K
OUÇENINOUAÉLIS KIPA.
Pl. XV, fig. 2, Pl. XXI, fig. 3.

KOUFIIKOAÉLI KIPA

YAÉLENGOU KIPA
Pl. XV, fig. 1. Pl. XX.

MAYACHKA KIPA
LATABILIK KIPA
Pl. XIV, fig. 2 y. 4.
ALAÉLI KIPA.

AYAKII KIPA

Pl. XXI, fig. 2


Pl. VIII, fig. 2

Pl. XIII, fig. 2


Pl. VII, fig. 1

LAJÉÏF KIPA
Edad presunta 25 20 60 25 40 20 45 18 ½ 25 20 15
Estatura 1418 1421 1425 1436 1438 1443 1452 1453 1453 1455 146
“ del individuo estando sentado 765 750 786 772 775 758 761 762 766 795 785
Altura del ombligo sobre el suelo 815 823 760 818 800 825 845 860 822 855 860
“ de la pantorrilla sobre el suelo 275 285 270 285 290 280 280 290 280 280 300
“ del trocánter sobre el suelo 700 745 735 725 730 735 735 740 725 700 750
Cabeza: Altura vertical (proyección) 200 201 220 211 215 212 202 213 210 201 223
“ Diámetro antero – posterior 183 180 183 176 188 174 168 175 179 184 181
“ “ transverso máximo 139 145 142 147 143 138 140 139 145 141 138
“ “ frontal mínimo 97 98 100 94 100 100 96 94 101 91 102
“ “ bicigomático 129 130 137 132 138 128 136 128 142 135 136
“ “ biauricular 121 130 134 123 121 124 130 120 130 120 125
“ “ angular de la mandíbula 106 110 111 113 110 100 105 98 111 105 110
“ Circunferencia horizontal de la cabeza 540 555 545 545 550 525 510 530 560 555 540
Nariz : Largo 45 40 50 43 50 40 50 44 46 42 45
“ Ancho 37 34 42 34 35 34 37 36 33 31 32
Distancia biorbital externa 85 81 84 79 81 85 84 84 84 85 85
“ interorbital 36 32 35 34 33 36 35 38 36 36 35
Ancho de la boca 55 51 59 49 55 50 60 54 52 46 51
Ángulo de Campert – Jacquart 67º 74º 70º 72º 75º 73º 63º 76º 73º 75º 70º
Ancho de los hombros 335 335 314 317 300 294 316 302 331 315 295
“ de la cadera 262 265 279 260 263 256 270 248 270 301 254
Distancia entre las dos mamas “ 242 “ “ “ 216 “ 240 “ “ 200
Circunferencia del tórax 840 850 870 815 870 860 810 885 820 800 825
Largo del brazo 290 260 280 270 305 280 290 265 270 290 270
“ del antebrazo 210 230 220 200 205 200 210 215 210 200 230
“ de la mano 175 185 200 180 198 190 175 180 190 195 200
Gran envergadura 1490 152 1580 1500 1530 1480 1540 1480 1540 1530 152
Largo de la caja 340 350 400 340 380 365 380 365 360 340 370
“ de la pierna 320 320 310 330 310 350 325 335 330 330 335
“ del pie 207 210 214 209 225 216 224 214 222 211 223
“ postero - maleolar 45 48 47 54 50 55 50 50 45 50 52
Índice cefálico 75,95 80,55 77,59 83,52 76,06 79,31 83,33 79,43 81 76,63 76,2

317
318
TABLA V.- Medidas absolutas (en milímetros), tomadas sobre vivos:
NIÑOS

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

CHAMOUCHTAMOULANTSIS
TÇEKOKALATEKANENTSIS.

MAKOUROUOUAYENTSIS.

INATAPALOLAKÉTENTSIS

KANALOUCHOUAENTSIS
ACHKATAAPITSÈNSIS.
OUCHKALAKANTSIS.

OUÇILACHOUENTSIS

LAPATCHINENTSIS
TOUFHKANENTSIS
AMACHTINENTSIS
YOUCHAKANTSIS.

CHALOUFIENTSIS.

TACHKAVALENTSIS.
Pl. XVII, fig. 3
Pl. XVI, fig. 3

Pl. XVI, fig. 1


AYANENTSIS
Edad presunta 3 3 OUÇIPIÇI.
4 6 5 5 5 5 5 8½ 6 10 7 9 8 10
Estatura 900 915 948 1003 1049 1057 1078 1096 1110 1155 1186 1195 1200 1223 1245 1256
“ del individuo estando sentado 511 550 548 570 593 575 561 580 603 631 646 608 645 630 641 683
Altura del ombligo sobre el suelo 440 469 481 510 569 595 572 610 615 645 665 675 675 686 715 700
“ de la pantorrilla sobre el suelo 160 165 181 198 205 190 218 210 205 242 237 245 240 260 240 240
“ del trocánter sobre el suelo 400 425 440 460 495 520 520 535 560 565 596 592 595 650 625 625
Cabeza: Altura vertical (proyección) 178 183 175 208 179 192 202 195 180 190 206 199 220 204 205 221
“ Diámetro antero – posterior 165 174 171 172 171 175 173 174 179 180 174 179 183 179 178 174
“ “ transverso máximo 128 139 137 142 138 135 141 137 143 145 141 145 139 142 142 139
“ “ frontal mínimo 89 91 92 94 93 96 103 95 94 96 100 91 97 98 96 97
“ “ bicigomático 107 115 108 113 119 114 117 110 118 122 125 122 122 121 125 118
“ “ biauricular 106 115 100 105 116 108 114 110 109 114 119 115 112 114 113 113
Distancia entre los ángulos de la mandíbula inf. 89 87 90 90 100 98 90 92 97 96 102 101 100 104 101 99
Circunferencia horizontal de la cabeza 490 510 508 510 510 520 510 510 525 535 520 535 540 530 525 520
Nariz : Largo 33 30 37 38 38 38 37 34 57 40 45 40 43 38 41 42
“ Ancho 27 27 28 27 30 32 30 30 37 30 33 31 32 32 31 36
Distancia entre los ángulos externos de los ojos 72 73 73 78 76 78 82 78 83 79 83 81 82 82 82 84
“ intercaroncular 32 31 30 34 32 33 32 32 36 34 37 35 37 37 36 38
Ancho de la boca 40 38 36 43 43 47 44 46 39 47 50 45 47 46 47 45
Ängulo de Campert – Jacquart 77º 75º 78º 76º 76º 75º 77º 70º 76º 77º 73º 80º 84º 75º 75º 73º
Ancho de los hombros 171 213 196 223 224 220 212 229 234 260 245 248 236 255 249 260
“ de la cadera 153 175 168 180 184 183 189 183 194 205 204 199 212 213 211 218
Distancia entre las dos tetillas 118 125 116 135 140 138 123 131 142 150 141 140 146 157 153 161
Circunferencia del tórax 560 570 580 585 630 620 600 590 630 665 700 640 715 700 690 705
Largo del brazo 160 160 170 180 200 200 185 210 220 200 230 225 225 230 250 230
“ del antebrazo 125 120 120 140 150 130 150 150 140 170 165 135 185 180 180 185
“ de la mano 120 130 130 135 130 140 125 140 140 145 160 150 160 160 160 155
Gran envergadura 890 860 940 1000 1060 1070 1040 1090 1120 1140 1220 1200 1240 1220 1280 1270
Largo de la caja 210 200 210 240 250 250 255 260 280 300 290 290 340 320 320 320
“ de la pierna 185 190 200 200 230 235 230 240 250 250 270 270 260 280 275 270
“ del pie 147 153 155 170 174 174 165 174 177 186 196 186 198 190 200 201
“ posterior maleolar 28 40 35 40 40 40 40 40 45 45 40 44 45 42 40 45
Índice cefálico 77,57 79,88 80,11 82,56 80,70 77,14 81,50 78,73 79,88 80,55 81,03 81 75,95 79,33 79,77 79,88

319
320
TABLA VI.- Ordenamiento de las estaturas individuales entre los
Yaghan.

NÚMERO DE INDIVIDUOS

ESTATURA HOMBRES. MUJERES


en
centímetros. Series. Series.

H. y D. Bove. Hahn. Reunidas. H. y D. Bove. Hahn. Reunidas.

141 “ “ “ “ “ “ 3 3
142 “ “ “ “ 2 “ “ 2
143 “ “ “ “ 1 “ 1 2
144 “ “ “ “ 3 1 “ 4
145 “ “ “ “ 3 3 2 8 40
146 “ “ “ 1 2 3 3 8
147 “ “ “ “ 2 “ 2 4
148 “ “ “ “ 3 1 1 5
150 1 1 1 3 “ “ “ “
151 “ 1 2 3 2 2 3 7
152 “ “ 1 1 43 1 “ 1 2 13
153 1 “ 1 2 1 1 1 3
154 2 1 “ 3 1 “ “ 1
155 1 “ 1 2 “ “ 1 1
156 5 1 3 9 “ “ “ “ 2
157 3 1 1 5 1 “ “ 1
158 2 3 1 6 “ “ “ “
159 3 1 1 5 “ “ “ “
160 1 “ 4 5 “ “ “ “
161 “ “ 1 1 14 “ “ “ “
162 2 “ 1 3 “ “ “ “
163 “ 3 2 5 “ “ “ “
164 “ “ “ “ “ “ “ “
165 1 1 1 3 “ “ “ “
166 2 “ 1 3 “ “ “ “
167 “ “ 3 3 10 “ “ “ “
168 “ “ “ “ “ “ “ “
169 “ “ 1 1 “ “ “ “
Total 26 14 27 67 23 14 18 55

321
HOMBRES.
MEDIDAS de seis
MUJER
Los tres más Los tres más Franceses que tienen la
Promedio. promedio.
pequeños grandes. estatura promedio de

Estatura en milímetros 1571 1650 - 1660 1488 – 1496 1474 1608


Cabeza 14 14 13,9 14 12,2
Tronco y cuello (altura sentado menos altura de la cabeza) 38,7 37,9 38,8 39,1 41
Miembro superior total (por adición) 47,7 48,1 48,4 47,1 45,4
Miembro super. menos la mano 34,8 34,9 34,9 34,3 34,7
Brazo 19,2 19,3 19,7 “ 18,6
Antebrazo 15,6 15,6 15,2 “ 15,1
Mano 12,9 13,2 13,5 12,8 11,7

322
Miembro inferior total (trocánter sobre el suelo) 50,9 51,2 50,5 50,4 51,7
Miembro infer. menos el pie 47,2 49 47,2 47,7 “
siendo igual a 100.

Altura del ombligo sobre el suelo 57,2 57,7 56,8 “ 58,2


Circunferencia del pecho 58,7 59 58,5 58,7 52,6
Ancho de los hombros (biacrom.) 22,9 “ “ 21,6 21,6
Ancho de la cadera (crestas iliacas) 17,4 “ “ 18,1 15,8
Largo del pie 15,8 15,3 15,9 15,1 15,5
Miembro inferior total (trocánter sobre el suelo) igual a 100;
93,7 93,1 95,8 93,4 87,8
miembro superior total
Miembro inferior, menos el pie, igual a 100; miembro superior,
73,9 75,3 73,9 71,9 “
menos la mano
TABLA VII.- Medidas de las diferentes partes del cuerpo, la estatura

Brazo igual a 100; antebrazo 81,2 80,8 77,1 “ 81,2


BIBLIOGRAFÍA.
La lista siguiente, tan completa como nos ha sido posible de hacer,
comprende todos los documentos en los que se encuentran los datos
acerca de los Fueguinos y que han sido publicados hasta la fecha. El orden
cronológico es el que hemos adoptado en esta enumeración; pero hemos
creído deber indicar las relaciones de los viajeros a los años en que éstos
efectuaron en el lugar sus observaciones y no a las fechas, a menudo muy
posteriores, de la publicación de sus viajes. Nos ha parecido, en efecto, que
la época precisa de las observaciones presentaba la mayor importancia
para poder compararlas útilmente unas con otras.
En lo que se refiere a los Autores antiguos, siempre hemos mencionado
los relatos de sus viajes en las ediciones francesas más accesibles a todos.

1520.- MAGELLAN (Ferd.), in (de BROSSES), Histoire des navigations aux Terres australes.
París, 1756, 2 vol. in- 4º, t. I, p. 138.
1578.- DRAKE ou DRACHE (Fr.), ibid., p. 186 y The world encompassed by sir Francis
Drake, collected out of the notes of Master Francis Fletcher preacher in this
employment. Londres, 1652, 1 vol. in-16, p. 3762 .1579.- SARMIENTO in (de
BROSSES), Histoire des navigations aux Terres australes, t. I, p. 204.
1587 y 1592.- CANDISH, ibid., p. 224 y 229.
1594.- HAWKINS, ibid., p. 245.
1598.- Simón de CORDES, Sebald de WERT, Olivier de NORT, ibid., p. 278, 283, 297, 301.
1598 - 1601.- NORT o NOORT [Olivier du (o de o van), Description du pénible voyage fait en
tour de l’univers ou globe terrestre... translaté du flamand en françois... Amsterdam,
1610, in-fol., p. 18 y Pl. 10. Se hace mención, en esta Obra, de los pueblos Enou o
Eno (¿Ona?) y Kenneles (¿Tékénika?).
1615.- SPILBERG (George), in (de BROSSES), Histoire des navigations aux Terres australes,
t. I, p. 344, 345; ver también: Miroir oost et west indical auquel sont descript les
deux dernières Navigations, faicts... par... de Spilbergen... et par Jacob le Maire.
Amsterdam, 1621, in-4º oblong, p. 25 y Pl. III. (quizás la representación gráfica
impresa más antigua de los Fueguinos).

62
Existen varias ediciones francesas anteriores a esta edición inglesa. La más antigua debe ser
la que lleva el título siguiente: Le voyage de l’illustre seigneur et chevalier François Drach, Admiral
d’Angleterre, alentour du monde, ….; Paris, J. Gesselin, 1613, in-8; está muy abreviada y no contiene
más que algunas palabras relativas a los Fueguinos. En un ejemplar que lleva el nº 4114 del catálogo de
la Biblioteca del Servicio hidrográfico de la Marina y titulado: Le voyage curieux fait autour du monde
par François Drach… augmenté de la seconde partie, Paris, 1641, in-8, hemos relevado la siguiente Nota,
escrita en tinta roja en el reverso de la guarda: “La primera edición de los viajes de Dracke apareció en
Londres en 1600 y 1618, bajo este título: The famous voyage of Sir. Fr. Dracke into the south sea, and
there hence about whole globe of the earth in the years 1577, etc., by Fr. Pretty. Es según esta edición
original que ha sido publicado este Volumen por Louvencourt, señor de Vauchelles, primero, en 1613,
en 90 páginas, luego aumentado en la segunda parte en 1627, en 1631 y en 1641”. Un ejemplar de la
primera edición de Louvencourt se encuentra en la Biblioteca del Museo de París.

323
1618.- NODAL (Garcie de), in (de BROSSES), Histoire des navigations aux Terres australes,
t. I, p. 423.
1624.- L’HERMITE (Jacques), ibid., p. 442.
1670.- NARBOROUGH (Jean) y WOOD (Jean), ibid., t. II, p. 32, 35, 41.
1696.- DE GENNES, ibid., p. 109.
1699.- BEAUCHESNE-GOUIN, ibid., p. 115, 120.
1708 – 1711.- WOODES ROGERS, Voyage autour du monde… traduit de l’anglais.
Amsterdam, 1716, 2 vol. in-12, t. I, p. 182 y 183.
1712.- FRÉZIER, in (de BROSSES), Histoire des navigations, etc., p. 208.
1715.- D’ARQUISTADE (J.), Brève et démontrée relation de la nouvelle découverte d’un
grand enfoncement ou Baye en la coste occidentale de la Terre de Feu (vea:
Mission Scientifique du Cap Horn, París, 1888, t. I, p. 266). El documento original,
manuscrito, existe en la Biblioteca del Servicio de Hidrografía de la Marina, en
París.
1765.- BYRON, Voyage autour du monde, fait en 1764 et 1765, sur le vaisseau de guerre
anglais le Dauphin, commandé par le chef d’escadre Byron, traduit de l’anglois;
por el Señor R. (SUARD). París, Molini, 1767, in-12, p. 156 a 166.
1765, [BOUGAINVILLE (L. – A.)], Voyage autour du monde par la frégate du Roi la Boudeuse
et la flûte l’ Étoile. París, 1771, in-4º, p. 126, 147, 154 a 161.
WALLIS, in Relation des voyages entrepris par ordre de Sa Majesté britannique,
actuellement régnante, pour faire des découvertes dans l’hémisphère méridional,
et successivement exécutés par le commodore Byron, le capitaine Carteret, le
capitaine Wallis et le capitaine Cook, dans les vaisseaux le Dauphin, le Swallow et
l’ Endeavour, rédigée d’après les journaux tenus par les différents commandants
et les papiers de M. Banks, par J. HAWKESWORTH ...traduits de l’anglais. París,
1774, 4 vol. in-4º, t. II, p. 36 y sig. (este volumen contiene la relación del primer
viaje de Cook alrededor del mundo).
1768 – 1769.- COOK (Jacques), ibid., t. II, p. 268 y Cap. V, p. 282 a 288.
1768 – 1769.- PARKINSON (Sidney), A journal of a Voyage to the south seas in H. M. S. the
Endeavour… from the papers of the late S. Parkinson, draughtsman to J. Banks,
on his late expedition with Dr. Solander, round the world. Londres, 1773, in-4,
p. 6 a 9 y Pl. I y II (Otra edición de la misma Obra, fechada en 1784, contiene en
Apéndice los relatos de viajes de Byron, Wallis, Carteret, Cook, etc.).
1772.- FORSTER (George); Voyage round the world in H. M. S. Resolution. Londres, 1777, 2
vol., in- 4, t. II, p. 498 y 510.
FORSTER (John Reynold), Observations made during a voyage round the world... Londres, 1778,
in-4º, p. 250 (contiene una buena descripción monográfica de los Fueguinos).
1774.- COOK (Jacques); Voyage dans l’hémisphère austral et autour du monde, fait sur les
vaisseaux de Roi l’Aventure et la Resolution en 1772, 1773, 1774 et 1775, escrito
por Jacques Cook, comandante de la Resolution, traduit de l’anglais. París, 1778,
5 vol., in-4º, t. IV, Cap. II (con un retrato de “un hombre del canal de Noël en la
Tierra del Fuego”); (es el 2º viaje de Cook alrededor del mundo).
1790.- CÓRDOVA (don Antonio de), in Exploration du détroit de Magellan: Premier voyage
autour du monde sur l’escadre de Magellan. París, Ch. Delagrave, 1888, 1 vol., in-12,
p. 246 y 295 a 311.

324
1822.- WEDDEL (James), A voyage towards the south pole performed in the years 1822
– 1824. containing an examination of the antarctic sea, to the seventy-fouth
degree of latitude, and a visit to Tierra del Fuego, with a particular account of the
inhabitants. Londres, 1825, 1 vol., in-8º, Cap. VI, p. 148 a 192.
1826 – 1827.- MACDONALD, Narrative of a voyage to Patagonia and Tierra del Fuego,
through the straight of Magellan, in 1826-27… Londres, 1833, in-12.
1827 – 1836.- KING (Ph. PARKER), FITZ-ROY (Robert), DARWIN (Ch.), in Narrative of the
surveying voyages of H. M. S. Adventure and Beagle. London, 1839, 3 vol., in-8º y
Apéndice para el vol. II, vea también: Voyage d’un naturaliste autour du monde, fait à
bord du navire le Beagle de 1831 à 1836, por Charles Darwin, traducción Ed. Barbier,
París, 1875, in-8º.
1828 – 1830.- FOSTER, Narrative of a voyage to the Southern Atlantic Ocean, in the years
1828-29-30, performed in H. M. S. Chanticleer under the command of the late
captain Henry Foster, etc, from the journal of. W. H. B. Webster. Londres, Richard
bentley 1834, 2 vol. in-8º.
1837.- DUMONT D’URVILLE (J.), Voyage au pôle Sud et dans l’Océanie sur les corvettes l’
Astrolabe et la Zélée. París, 1841 – 1854, 23 vol. In-8º; Histoire du voyage, t. I, p. 156,
265 y 289 y Zoologie, t. II, p. 208 (descripción de los “Pécherais”, por Jacquinot).
1839.- D’ORBIGNY (Alcide), L’homme américain, (de l’Amérique méridionale) considéré
sous ses rapports physiologiques et moraux. París, 1839, 2 vol., in-8º; t. I, p. 408
a 416.
WILKES, Narrative of the United States Exploring Expedition during the years 1838, 1839, 1840,
1841, 1842. Filadelfia, 1844; 5 vol. y atlas in-4º; t. I. Cap. VI.
1853.- [OWEN (R.)], Descriptive Catalogue of the osteological series in the museum of the R.
College of Surgeons. Londres, 1853, in-8º; t. II, p. 846. (Descripción de un cráneo
Fueguino).
1854 – 1866.- A voice of pity for South America, vol. in-16 publicado anualmente en Londres
y rindiendo cuenta de los esfuerzos de los misioneros ingleses para establecerse
en Tierra del Fuego.
1855.- SNOW (W. PARKER), A two years’ cruise of Tierra del Fuego, the Falkland Islands,
Patagonia and in the river Plata. Londres, 1857, 2 vol. in-12, t. I, p. 325, 338, 345
y 361.
1836 – 1859.- DE ROCHAS (V.), Journal d’un voyage au détroit de Magellan et dans les
canaux latéraux de la côte occidentale de la Patagonie (1856-1859). (Le Tour du
Monde, 1861, 1º sem., p. 209).
1861.- GEOFFROY-ST-HILAIRE, Portrait d’un Fuéguien (hecho por el comandante Cabaret
de Saint-Cernin) (Bulletin de la Société d’Anthropologie de Paris, 1861, p. 535).
1862.- SIMONOT, Rapport sur la relation d’un voyage de M. de Rochas aux terres
magellaniques (ibid., 1862, p. 118).
1865.- DALLY article “Amérique”, in Dictionnaire encyclopédique des Sciences médicales,
dirigido por Dechambre, 1ª serie, t. III. París, 1865, p. 622.
1866.- CUNNIGHAM (Robert O.), Notes on the natural history of the straight of Magellan,
..., made during the voyage of H. M. S. Nassau; in the years 1866 – 1869. Londres,
in-8º, Cap. X.

325
1867.- GIGLIOLI (E.), Viaggio intorno al Globo della R. pirocorvetta italiana Magenta negli anni
1865-66-67-68. Milán, 1875, in-4º, p. 948.
1867-1890. The South American Missionary Magazine.
Esta recopilación se publica mensualmente en Londres, en la sede de la Misión inglesa,
1, Clifford’s Inn, Fleet street y forma cada año un volumen in-8º de alrededor de
300 páginas; el tomo XXV está en curso de publicación en 1891. Cada número
mensual contiene una carta de Tierra del Fuego o de las Malvinas.
1868.- HUXLEY (Th.), On the form of the cranium among the Patagonians and Fuegians,
with some remarks upon American crania in general [Journal of Anatomy and
Physiology t. II (o 2ª serie, t. I); Cambridge y Londres, 1868, p. 253]. Primera
descripción completa y comparativa del cráneo fueguino, con dibujos.
1874 – 1882.- DE QUATREFAGES (A.) y HAMY (E.), Crania ethnica, les crânes des races
humaines. París, 1874-82, in-4º; descripción de dos cráneos fueguinos en la página
478.
1875.- MARGUIN (G.), La Terre de Feu (Bulletin de la Société d’Anthropologie de Paris,
nov. 1875).
1876.- BRASSEY (Mme. A.), A voyage in the Sunbeam, our home on the ocean for eleven
months, by mistress Brassey (traducido por R. Viot bajo el título: Le Tour du
monde en famille, Voyage de la famille Brassey, Tours, 1885, p. 117).
WYSE (L. – N.), Voyage de Montevideo a Valparaiso par le détroit de Magellan et les
canaux patagoniens (Bulletin de la Société de Géographie de Lyon, ene. 1877).
VALDALLY (E. du), Note sur les Fuégiens de la baie de l’isthme (Bulletin de la Société
d’Anthropologie, 1876, p. 293).
REYNAUD (P. – H.), Rapport médical sur la campagne de l’aviso l’Hermite (Archives de
Médecine navale, t. XXVI, 1876, p. 81), analizado en la Revue d’Anthropologie,
1878, p. 323.
1878 – 1882.- COPPINGER (R. W.), Cruise of the “Alert”. Londres, 1883, in-8º, 16 Pl. , p. 48
(los fueguinos del canal Chonos).
1879.- FLOWER (W. – H.), Catalogue of the specimens illustrating osteology… in the Museum
of R. College of Surgeons, Londres. 1879, in-4º, t. I, (Man), p. 179, descripciones de
dos cráneos fueguinos.
1880.- REY (Ph.), Étude anthropologique sur les Botocudos. París, 1880, in-8º; en la página 46,
descripción y figuras de un cráneo fueguino.
1881.- BÖHR, Bericht von Feuerländer am Bord des Hansa, JUILLERAT (Paul), Les Fuégiens
du Jardin d’Acclimatation (La Nature, París, número del 8 de octubre de 1881, p. 295
a 298, con 1 Pl.).
BRIDGES (Th.), Gospl Lyc Ecamanâci, the Gospel of S. Luke, translated into the Yaghan language.
Londres, impreso para la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, 1881, in-16 (sin
nombre de autor).
VIRCHOW (R.), Die Feuerländer (Zeitschrift für Ethnologie, t. XIII, 1881, Verhandl., p. 375,
con 1 Pl.).
MANOUVRIER (L.), Sur les Fuégiens du Jardin d’Acclimatation (Bulletins de la Société
d’Anthroplogie, 1881, p. 760 a 774 y 1 Pl. ); seguidamente a esta Comunicación,
discusión en la que tomaron parte los Señores Topinard (p. 774, 785, 787), de
Mortillet (p. 782), Nicole (p. 782), Gignoux (p. 786), Bordier (p. 787), Le Bon (p.
788), Hovelacque (p. 789), Deniker (p. 783 y Bull. Soc. Anthr., 1882, p. 12 con 1

326
Carta etnográfica y notas bibliográficas), Girard de Rialle (ibid., p. 17), Bordier,
Hamy Vinson (p. 18).
MANOUVRIER (L.), Aptitude des Fuégiens à distinguer les couleurs (ibid., 1886, p. 706).
1882.- BISCHOFF (Th. V.), Bemerkungen über die Geschlechtsverhältnisse der Feuerländer
(Sitzungsberiche der Bayer. Akad. D. Wissens., Math. Naturw. Klasse, Munich,
1882, fasc. 2); Weitere Bemerkungen über die Feuerländer (ibid., fasc. 3, 1 Pl.); Die
Feuerländer in Europa, Bonn, 1882, in-8º.
PLATZMAN (Julius), Glossar der Feuerländischen Sprache, Leipzig, Druck und Verlag von
B. - G. Teubner, 1882, 1 vol. in-16 con una Carta y 2 Pl. El Prólogo, p. IX a LII,
por el Dr. Karl Whistling, está dedicado a consideraciones generales acerca de
Tierra del Fuego y acerca de los Fueguinos. Una Nota colocada en vista de la
primera Parte del vocabulario previene al lector que esta Obra ha sido impresa,
sin ninguna ayuda y bajo reserva de todos los errores, del Evangelio de San Lucas
en Yaghan, publicado en Londres en 1881. Vea también: el trabajo de A. J. ELLIS,
en las Transactions of the Philological Society of London, 1882.
BOVE (G.), La Spedizione antartica italo-argentina, 1881-1882 (Bolletino della Soc. Geograf.
Italiana, Ene-Febr., Roma, 1883, con 2 cartas y 2 Pl.); Patagonia, Terra del Fuoco,
Mari Australi, Rapporto al Comitato centrale per le esplorazioni antartiche.
Génova, 1883 y “Cosmos” di Guido Cora, vol. VII, 1882-1883, p. 181 a 192, 231,
272 1 277. Vea también: “Nuova Antologia” del 15 de diciembre de 1882.
LOVISATO (D.), Di alcune armi et ustensili del Fueghini e degli antichi Patagoni (Atti
della R. Academia dei Lincei, seria 3ª, vol. XI, seduta del 18 marzo 1883, con 1 Pl.);
Appunti etnografici con accenti geologici sulla Terra del Fuoco (Cosmos del prof.
Guido Cora, Turín, t. VIII, fasc. 4 y 5, 1884, p. 97 y 129).
BEAUREGARD (Olivier), Sur les tribus qui habitent la Terre de Feu (Bull. de la Soc.
d’Anthrop., 1882, p. 672), (según el diario La Nación).
SPEGAZZINI (C.), Costumbres de los habitantes de la Tierra del Fuego (Anales de la Soc.
Científ. Argentina, t. XVI, 1882, fasc. 4 y 5).
BOSSI, Exploración de la Tierra del Fuego; Montevideo, 1882, in-8.
1882 - 1883.- HYADES (P.), Comptes rendus de la Société de Géographie, París, 1883,
p. 1340; Comptes rendus de l’Académie des Sciences, París, t. XCVII, 1883, p. 1340;
Observations sur les Fuégiens (Bulletin de la Société d’Anthropologie, París, 1883,
p. 617 a 621); Contribution a l’ethnographie fuégienne (ibid., 1884, p. 147 a 185);
discusión en la que toman parte los Señores de Sémalé, de Quaterfages, Foley y
Letourneau; Sur les Fuégiens de l’archipel du cap Horn (ibid., 1885, p. 200 a 215;
discusión en la que toman parte los Señores Foley Hovelacque, Hervé, Topinard,
Deniker); La rougeole chez les Fuégiens (ibid., p. 462 a 463); Les épidémies chez
les Fuégiens (ibid., 1886, p. 202 a 205); Ethnographie des Fuégiens (ibid., 1887, p.
327 a 345; discusión en la que toman parte los Señores Letourneau, Piétrement,
Hervé, Hovelacque, Ploix; Les Fuégiens de la baie Orange (Science et Nature,
París, número del 12 de abril de 1884, p. 305 a 309); Notes sur l’Hygiène et la
Médecine ches les Fuégiens (Revue d’Hygiène, París, número de julio de 1884);
Une année au cap Horn (LeTour du Monde, París, 1885, p. 385 a 416, con 23 fig. y
1 Carta); La chasse et la pêche chez les Fuégiens de l’archipel du cap Horn (Revue
d’Ethnographie, París, nov. – dic., 1885, p. 514 a 553).
HYADES (P.) y GALIPPE (V.), Observations sur le système dentaire des Fuégiens (Journal
des Connaissances Médicales, París, 1884).

327
HAHN (Dr Ph.), Comptes rendus de l’Académie des Sciences, 1884; La mère et l’enfant
chez les Fuégiens du Sud (Bulletin de la Sociéte d’Anthropologie, 1883, p. 804 a
807); Les Fuégiens de l’archipel (Science et Nature, París, número del 26 de abril
de 1884, p. 334 a 341).
La mission française de la Terre de Feu; l’exposition du cap Horn (La Nature, París, 1884, números
del 29 de marzo, p. 273; 12 de abril, p. 310 a 314; 3 de mayo, p. 362 a 364). Esta serie
de Artículos, acompañada de 4 figuras y de una Carta, ha sido redactada por los
miembros de la Misión.
MARTIAL (L. – F.), Mission scientifique du cap Horn; t. I, Histoire du voyage, París, 1888, 1 vol.
in 4º, p. 184 a 231.
1883.- MARSH (J.), Narrative of the origine and progress of the South American Mission
(First fruits enlarged), Londres, 1883, 1 vol. in-12.
SEGGEL, Uber die Augen der Feuerländer und das Sehen der Naturvölker... (Archiv für
Anthropologie, t. XIV, 1883, in-4º, p. 349).
SEITZ (J.), Uber die Feuerländer (Virchow’s Archiv für pathologische Anatomie und
Pathologie, t. XCI, 1883, p. 154, 161, 346); Zwei Feuerländer Gehirne (Zeitschrift
für Ethnologie, vol. XVIII; Berlín, 1886, p. 237 y Pl. VI a VIII).
HYDE CLARK, The Yaghan Indians of Tierra del Fuego (Report Brit. Assoc. Adv. of Sc., 1883, p.
572). Seis líneas acerca de la lengua de los Yaghan.
1884.- RIVIÈRE (E.), Expédition scientifique du cap Horn; exposition des instruments et
collections (Revue scientifique, París, número del 29 de marzo de 1884).
MORTILLET (A. de), Exposition des collections de l’Expédition du cap Horn (diario L’Homme,
París, 1884, p. 210 a 213, con 5 figuras).
TURNER (Sir W.), Report on the human skeletons. The Crania (Report on the scientific results
of the voyage of H. M. S. Challenger; Zoology Part XXIX, Londres, 1884, in-4º; p. 17,
descripción de cuatro cráneos fueguinos dibujados Planchas I y VI); The bones of
the skeleton (ibid., Parte XLVII, passim; descripción de diferentes huesos de varios
esqueletos).
COLINI (Dr G. – A.), Cronaca del museo preistorico ed etnografico di Roma. Roma, 1884, p. 6 a
15; descripción de las colecciones etnográficas traídas de Tierra del Fuego por los
Señores Lovisato y Bove.
LOVISATO (Domenico), Sulla collezione etnografica della Terra del Fuoco, illustrata dal
Dott. Collini (Bollettino della Socièta geografica italiana, septiembre de 1884).
PIGORINI (L.), Il museo nazionale preistorico ed etnografico di Roma, 2º relazione al
Ministro della publica Instruzione, Roma, 1884, p. 14 a 15, descripción de las
colecciones de Tierra del Fuego.
LUCY – FOSSARIEU (P. de), Etnographie de l’Amérique atarctique: Patagons, Auracaniens,
Fuégiens. París, 1884, in-4º. (Extr. de las Mémoires de la Société d’Ethnographie
de Paris, t. IV).
BOLLINGER, Ueber die Feuerländer (Correspondezblatt der Deutschen Gesellchaft für
Anthropologie, etc., 1884, nº 4, p. 25).
NOGUERA (J. - M.), Exploración de los mares australes y Tierra del Fuego (Boletín del
Inst. Geogr. Argentino, Buenos Aires, t. V, p. 145) (Pequeño vocabulario).
1885.- MONDIÈRE (A. - T.), Note sur quelques moulages d’organes génitauxdes deux
sexes pris par le Dr. Hyades sur des Fuégiens (diario L’Homme, 1885, p. 111 a
114).

328
BRIDGES (RÉV. Th.), On the Yaghans of Tierra del Fuego (Journal of the Anthropological
Institute; Londres, t. XIV, 1885, p. 288 y “Globus”, Braunschweig, t. XLVII, nº 21,
1885); Account of the Fuegians and their country (Flores Parish Magazine, Buenos
Aires, septiembre de 1886, p. 183 a 185); El confín sur de la República; La Tierra
del Fuego y sus habitantes (Bol. Inst. Geogr. Argent., t. VII, 1887, p. 200).
GARSON, On the inhabitants of Tierra del Fuego (Journal of the Anthropological Institute, t. XV,
1885, p. 141, 2 Pl. y p. 157. Discusión en la que tomaron parte: R. – J. Simpson, E.
Poulden, Flower, Thane y Hyde Clarke).
HALE (H.), Ethnography of Antarctic America (Science, t. VII, 1885, nº 130, p. 92; artículo
hecho en parte según el libro del Señor de Lucy – Fossarieu, citado más arriba).
ADAM (L.), Grammaire de la langue jagâne, París, 1885; in-8º de 60 páginas (ext. de la Revue de
Linguistique, 1885). Esta Obra está hecha según la versión en Yaghan del Evangelio
de San Lucas y según los elementos de una gramática análoga publicada por el
Señor GARBE, en 1883, en los Göttingische gelehrte Anzeigen, 1883, t. I, p. 336.
1886.- MANTEGAZZA (P.) y REGALIA (E.), Studio supra una serie di crani di Fuegini
(Archivio per l’Antropologia e la Etnologia, vol. XVI, fasc. 3, 1886, Pl. XIX y XX).
SERGI (G.), Antropologia fisica della Fuegia (Atti della R. Accademia Medica di Roma, año
XIII, 1886 – 87, serie 2, vol. III, 3 Pl. ). Antropologia fisica della Fuegia (Archivo
per l’Antropologia e la Etnologia, Florencia, 1888, vol. XVIII, fasc. 1; nuevas
observaciones de este autor).
1887.- RAMÓN LISTA, Viaje al país de los Onas, Tierra del Fuego; Buenos Aires, 1887, in-8º,
varias Planchas y una Carta. El Iº Capítulo de este libro, La Tierra del Fuego y sus
habitantes, fue publicado en el Boletín del Instituto Geográfico Argentino, t. II, 1881,
fasc. 3, p. 109.
MARSH (J. W.) y STIRLING (W. – H.), The story of commander Allen Gardiner, R. N., with
sketches of Missionary Work in South America, 7ª edición, Londres, 1887, in-12.
POPPER (D. – J.), Exploración de la Tierra del Fuego (Bol. Inst. Geogr. Argent., t. VIII, p. 75 y
97 con Carta). [Sobre todo de los Onas].
1889.- (L. DY), Die Mission auf Feuerland (“Globus”; Braunschweig, 1889, t. LV, nº 17, p. 270);
es un resumen de una Comunicación hecha por el Rev. Aspinall, en la Sociedad
Científica Alemana de Santiago (Chile), en la sesión del 25 de julio de 1888.
DARAPSKY (Dr L.), Estudios lingüísticos americanos.- Fueguinos (Bol. Inst. geogr.
Argent., t. X, 1889, p. 276).
1890.- DENIKER (J.), Les Fuégiens; Communicacion Congrès International des
Américanistes, 8ª session, à Paris, octobre de 1890.
MARCEL (G.), Les Fuégiens à la fin du dix-septième siècle, d’après les documents français inédits
(relations de Beauchesne, de Labat, de Plessis et de Jouan de la Guilbaudière; esta
última conteniendo un vocabulario de 300 palabras o expresiones recolectadas en
1695); Comunicación en el Congrès international des Américanistes, 8º session, à Paris,
octubre de 1890.

329
330
Prólogo D. Legoupil y A. Prieto 7

PRIMERA PARTE: LOS INDÍGENAS SEGÚN MARTIAL 17

I. Diario de viaje del Comandante Martial (extractos) 19

II. Etnografía de los fueginos por el Comandante Martial 29


1. División de la población fueguina en tres tribus:
Ona, alacaluf i yaghan - reseña sobre las dos primeras 29
2. Los yaghan. - Sus vestidos, chozas i piraguas;
sus alimentos i herramientas de pesca i caza. - El perro fueguino 30
3. Costumbres del yaghan. - Su industria rudimentaria.
- Caracteres sicolójicos principales 37
4. Idioma yaghan. - Cantos e ideas relijiosas. - Leyendas fueguinas.
- Ensayo de censo de la población fueguina 45

III. Ilustraciones de la primera parte 51

SEGUNDA PARTE: LOS INDÍGENAS SEGÚN HYADES Y DENIKER 69

I. Historia de los viajes entre los fueguinos 71


1. Viajeros de 1520 a 1568 71
2. Viajeros de 1568 a 1774 71
3. Viajeros desde 1774 hasta nuestros días 73

II. División de los fueguinos en pueblos 75


1. Pueblo ona 75
2. Pueblo alakalouf 78
3. Pueblo yaghan 80

III. Procedencia de los yaghan 83

IV. País de los yaghan 83


1. Clima 84
2. Suelo 84
3. Flora 85
4. Fauna 86

331
V. Hábitos y costumbres 87
1. Alimentación 87
2. Vivienda 89
3. Vestimenta. Adornos 93
4. Ocupaciones 95
5. Costumbres de la familia 113
6. Influencia de la civilización sobre los fueguinos 116

VI. Caracteres fisiológicos 124


1. Función de nutrición 124
2. Funciones de reproducción 139
3. Funciones de relación 146
4. Ejercicio. Descanso. Sueño 164

VII. Caracteres patológicos 165


1. Enfermedades observadas en bahía Orange 165
2. Enfermedades observadas en la Misión Inglesa del canal Beagle 169
3. Cuidados otorgados a los enfermos 174

VIII. Caracteres sicológicos 175


1. Sentimientos 175
2. Expresión de las emociones 180
3. Facultades intelectuales 182
4. Memoria. Imaginación. Leyendas 185

IX. Lenguaje 190


1. Documentos antiguos sobre la lengua de los fueguinos 192
2. Vocabulario yaghan 213
3. Nociones de gramática yaghan 249
4. Alfabeto adoptado para el lenguaje yaghan por los misioneros ingleses 261

X. Ilustraciones de la segunda parte 265

XI. Tablas de caracteres anatómicos (I y II) 307

XII. Tablas de caracteres morfológicos (III, IV, V, VI, VII) 313

Bibliografía 323

332
333
334

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